OTROS LIBROS DE LA COLECCIÓN
GernikaLumoko
Historia Bilduma
GERNIKA-LUMOKO HISTORIA BILDUMA I. Herbert R. Southworth: vida y obra II. Gernika en la Edad Media III. El papel de los corresponsales en la Guerra Civil española: homenaje a George Steer IV. Gernika y el Cine V. Renteria VI. Gernikar emakumeak XX. mendean: Ahotsak eta bizipenak VII. La Iglesia y el Franquismo: Homenaje a Aita Onaindia VIII. Asignatura pendiente. La Guerra Civil española en los libros de texto IX. El Bombardeo de Gernika y su repercusión internacional X. Caer y levantarse: La reconstrucción del Patrimonio después de una guerra
1937-04-26
Este libro aborda las políticas simbólicas y los monumentos erigidos en Euskadi en memoria de las víctimas de la Guerra Civil. Mediadores del presente con el pasado, los monumentos son analizados aquí, tanto en su vertiente artística como en su dimensión rememorativa, por su capacidad para hacer emerger y difundir el recuerdo de la guerra y de sus víctimas en el espacio público. El estudio abarca el vasto período que transcurre desde finales de los años 30 hasta la actualidad, con el objetivo de poner de relieve el movimiento pendular de la memoria. Si las víctimas franquistas se volvieron omnipresentes hasta finales de los años setenta, las víctimas republicanas han seguido el camino inverso, pasando del olvido al que fueron condenadas bajo la dictadura a una indiscutible visibilidad social hoy.
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GERNIKA-LUMO
Los monumentos a las víctimas de la Guerra Civil y del franquismo en Euskadi (1936-2017) Jesús Alonso Carballés
En ningún caso se busca equiparar a las víctimas ni la represión ejercida durante el conflicto por uno y otro bando que, como han demostrado numerosos trabajos históricos, fueron muy diferentes desde su propia génesis y objetivos hasta la naturaleza y las prácticas desplegadas. Con esta obra perseguimos fundamentalmente ahondar en los sentimientos y en las ideas que se encuentran en el origen de los monumentos, en su materialización y en la apropiación de los mismos por la sociedad vasca. El objetivo último es dar a conocer en profundidad la marea monumental desplegada en Euskadi y el papel que ésta ha jugado en el reconocimiento actual de las víctimas republicanas de la Guerra Civil y de la represión franquista.
Incluye resumen de todo el libro en euskara, inglés y francés
XI. Arte para la memoria
Información, ventas y suscripciones:
Foru plaza, 1 48300 Gernika-Lumo Tel.: 94 627 02 13 E-mail: denda.museoa@gernika-lumo.net www.museodelapaz.org
Gernika-Lumoko Historia Bilduma, XII
MEMORIAS DE PIEDRA Y DE ACERO. LOS MONUMENTOS A LAS VÍCTIMAS DE LA GUERRA CIVIL Y DEL FRANQUISMO EN EUSKADI Gernika-Lumoko Historia Bilduma, XII
Editor: Gernikako Bakearen Museoa Fundazioa Foru plaza 1, 48300 Gernika-Lumo. Bizkaia Tel 946270213 E-maila: museoa@gernika-lumo.net Web: http://www.museodelapaz.org Autor: Jesús Alonso Carballés Coordinadoras: Iratxe Momoitio Astorkia (Museo de la Paz de Gernika) Ana Teresa Nuñez Monasterio (Centro de Documentación sobre el Bombardeo de Gernika) ©Gernikako Bakearen Museoa Fundazioa – Fundación Museo de la Paz de Gernika ©Gernikako Bonbardaketari buruzko Dokumentazio Zentrua – Centro de Documentación sobre el Bombardeo de Gernika ISBN: 978-84-945379-5-0 D.L: BI-1834-2017 Diseño e impresión: Estudios Durero www.estudiosdurero.com durero@estudiosdurero.com
Traducción de los anexos en euskara, inglés y francés: Bakun itzulpen eta argitalpen zerbitzuak, s.l.
Agradecimientos: A todas y todos los que han hecho posible este libro y exposición. * La responsabilidad del contenido de este libro incumbe exclusivamente a su autor.
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A mi abuela Micaela, fuente infinita de sabidurĂa vital A ChloĂŠ y a Lena, torbellinos de vida y de colores
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Los acontecimientos ocurrieron en el pasado, pero sus efectos se prolongan en el presente. Marianne Hirsch
[…] en algunas situaciones políticas determinadas, la justicia puede ser difícil de conseguir para una total satisfacción de las partes perjudicadas. En ese caso el discurso de la memoria puede todavía funcionar como un sustituto con importantes efectos sociales. Se ha dicho que los monumentos y las disculpas son rituales abortivos. Pero peor que tener una memoria ritual es no tener memoria. Andreas Huyssen
Nada es más importante para el paisaje simbólico de una ciudad que los nombres de sus calles, sus monumentos, sus estatuas y placas conmemorativas. Entorno cotidiano omnipresente […] el nombre de las calles, las estatuas, los monumentos forman parte de la identidad individual y colectiva. Son siempre objeto de luchas, de apropiaciones y desapropiaciones del pasado, luchas por la inscripción de lo que una sociedad pretende dejar como imagen de sí misma y de su relación con el pasado. El conjunto de calles forma un relato al cual se supone que nos identificamos. La ciudad ofrece así un texto que hay que descrifrar, los monumentos y las estatuas constituyen sus imágenes cruciales. Regine Robin
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Agradecimientos
Durante el largo tiempo que ha durado la investigación y la escritura de este trabajo he podido contar con la colaboración de numerosas personas e instituciones sin las cuales este libro no hubiera podido ver la luz. Vaya desde aquí mi más sincera gratitud a todas y a todos los que lo han hecho posible aunque soy consciente de que, en muchos casos, este reconocimiento es insuficiente para saldar las deudas contraídas. Me gustaría comenzar agradeciendo la acogida y la colaboración del personal de todos y cada uno de los archivos, museos y bibliotecas, citados en el apartado final de esta obra y que he tenido el placer de frecuentar en estos años de indagación y de búsqueda. Por su inestimable contribución y su profesionalismo, quiero hacer una mención especial a Guadalupe Larrarte, Sagrario Arrizabalaga, Amaia Maestre, José Ángel Orobio-Urrutia, Rocío Peña, David Maroto, Lourdes Ortega y, especialmente, a Itziar Goikolea. Mi agradecimiento va también para la Facultad de Lenguas y Civilizaciones de la Universidad de Burdeos Montaigne, que en 2014 me concedió la posibilidad de disponer de un semestre de investigación, indispensable para realizar el trabajo de campo y la consulta de los archivos y bibliotecas evocados. He contraído una deuda inmensa con los numerosos compañeros y compañeras con los que he tenido la oportunidad de trabajar y colaborar en estos últimos años en el seno de la universidad y del hispanismo franceses. Este trabajo se inserta en gran medida en ese marco ya que fue inicialmente el estudio inédito que formó parte del dossier presentado para la obtención de mi Habilitation à diriger des recherches (HDR) en la Universidad de Aix-Marseille en noviembre de 2016. Los consejos, las críticas y las recomendaciones que en esa ocasión me prodigaron los miembros del tribunal de dicho diploma, los catedráticos Marie-Claude Chaput, Marie Franco, Santiago de Pablo, Isabelle Renaudet, Severiano Rojo y Mercedes Yusta han sido fundamentales para mejorar la primera versión de ese trabajo. Géraldine Galeote dio su acuerdo para la defensa del mismo tras un informe favorable. Desde aquí mi más sincero agradecimiento a todas y todos, y especialmente a mi director Severiano Rojo, por su apoyo continuo, por su disponibilidad permanente para responder a mis numerosas preguntas, por sus siempre certeros consejos y, sobre todo, por su amistad. Tambien quiero recordar la ayuda y el apoyo recibidos en ese contexto por mis amigos y amigas hispanistas del SIDRE-E, Thomas, Anna, Elise, Thony, Nathalie, Sylvain, y Karine, además de Christine, Brigitte, Pascal, Isabelle y Luis en la distancia. Con su lectura crítica y su capacidad para añadir comas allí donde yo las había olvidado, Anna contribuyó a mejorar notablemente las primeras versiones del texto.
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No quiero tampoco olvidar a mis estudiantes, cuyas preguntas y cuestionamientos son a menudo el origen de algunas de mis investigaciones, y en todo caso materia de reflexión continuada en las clases. Mi agradecimiento más sincero igualmente a los artistas, arquitectos, escultores, paisajistas y diseñadores… por compartir conmigo sus propuestas y proyectos; especialmente a Juanjo Novella, extraordinario artista público, por abrirme calurosamente las puertas de su estudio, por haber compartido conmigo sus ideas y el proceso creativo de su obra escultórica en relación con la memoria de la guerra. Mil gracias a Jimi por los paseos por los cementerios a la búsqueda de monumentos y por compartir conmigo algunos de los secretos que la represión franquista ocultó bajo tierra y que él, con otros muchos, ha contribuido a sacar a la luz. Mención aparte merecen, sin duda el Museo de la Paz de Gernika y, especialmente su directora, Iratxe Momoitio Astorkia, que siempre ha apoyado mi trabajo, creyó inmediatamente en el proyecto y es, finalmente, la principal artífice de que esta investigación vea la luz en esta acreditada colección que edita el propio museo. Una iniciativa que me congratula particularmente por la consideración y estima que siento por la institución y por las personas que en ella trabajan y que han contribuido a hacer del mismo un extraordinario dispositivo memorial, de reflexión y de difusión histórica, gracias también al Centro de Investigación sobre el Bombardeo de Gernika dirigido por Ana Tere Núñez. Monasterio Los amigos y amigas, de uno y otro lado de los Pirineos, los de infancia, que pese a la distancia ahí siguen, y los del jueves, que organizaron ese maravilloso e inolvidable viaje a Berlín en busca de su pasado frágil y de los chantiers de la mémoire, han contribuido con sus ánimos y su interés permanente a llevar a buen puerto esta empresa investigadora. Finalmente mi más viva gratitud y mi reconocimiento más profundo van dirigidos a todos los miembros de mi familia. Sin el respaldo continuado de mi compañera, cuya paciencia he vuelto a poner a prueba una vez más, sin el ejemplo permanente y la confianza de mis padres, el aliento de mi hermana y el ánimo crítico de mi hermano este trabajo no hubiera sido posible. Con la esperanza de que el tiempo y los esfuerzos consagrados a esta investigación contribuyan, más allá del resultado final que será valorado por cada lector, a difundir y a mantener viva la memoria de las víctimas de la guerra desde la mirada crítica del historiador. La Teste de Buch, noviembre 2017
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Memorias de piedra y de acero. Los monumentos a las víctimas de la Guerra Civil y del franquismo en Euskadi
PRÓLOGO .................................................................................................................................................................................................. 10 José María Gorroño Etxebarrieta Iratxe Momoitio Astorkia SIGLAS Y ABREVIATURAS UTILIZADAS ........................................................................................................................... 12 INTRODUCCIÓN ................................................................................................................................................................................... 13 GUERRA CIVIL, VÍCTIMAS Y MONUMENTOS ............................................................................................................... 21 Las memorias de las víctimas de la guerra y de la dictadura en el espacio público .............. 22 Guerra, violencia política y víctimas ............................................................................................................................ 37 Los monumentos: ¿la expresión de una memoria efímera? ..................................................................... 53 UNA MEMORIA DE PIEDRA: LOS MONUMENTOS A LOS CAÍDOS Y MÁRTIRES DE LA CRUZADA ......................................................... 67 El peso de la memoria de los caídos y de los mártires ..................................................................................... 68 Monumentos y cruces erigidos en Bilbao: prioridad a los mártires ..................................................... 77 Los monumentos a los caídos y mártires en Gipuzkoa: el eje capital entre Tolosa y San Sebastián .............................................................................................................102 Una memoria política en el corazón de la ciudad: el ejemplo de Vitoria .......................................131 Apéndice final: de la apoteosis a la damnatio memoriae ............................................................................144 Cronología y mapa de los monumentos ..................................................................................................................155 UNA MEMORIA DE ACERO: LOS MONUMENTOS A LAS VÍCTIMAS REPUBLICANAS DE LA GUERRA CIVIL Y DE LA DICTADURA FRANQUISTA ..............................................................................161 La memoria al servicio de la reconciliación: Gernika, de ciudad mártir a símbolo de la paz .................................................................................................164
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Sumario
Los monumentos a las víctimas republicanas de la Guerra Civil y del franquismo en San Sebastián: la expresión de una memoria reciente .......................................................................195 Los cementerios y la retórica del muro: lugares de duelo y de memoria ....................................219 Arte contra el olvido: de la tradición reinventada a la hibridación de la escultura conmemorativa ..........................................................................................................................................................................248 En memoria de las “víctimas olvidadas”: mujeres encarceladas, niños exiliados, homosexuales represaliados y víctimas de los bombardeos aéreos ..............................................266 Apéndice final: sacar a la luz la memoria oculta bajo tierra ...................................................................290 Cronología y mapa de los monumentos ................................................................................................................301 TOPOGRAFÍAS DE LA MEMORIA: LOS MONUMENTOS A LAS VÍCTIMAS DE LA GUERRA Y DE LA DICTADURA EN EL PAÍS VASCO .......................................................................................................................307 Las formas de la memoria: estéticas y estrategias de la escultura conmemorativa en el País Vasco ........................................................................................................................................................................................310 Los agentes de la memoria: emprendedores y artistas .............................................................................332 La geografía de la memoria. Entre centro y periferia: espacios y monumentos ....................350 CONCLUSIÓN .......................................................................................................................................................................................361 FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA ........................................................................................................................................................369 ANEXO IDIOMAS ...............................................................................................................................................................................384 EUSKARA - Harrizko eta altzairuzko memoriak ..................................................................................................385 ENGLISH - Memories of stone and steel ...................................................................................................................411 FRANÇAIS - Mémoires de pierre et d’acier .............................................................................................................435
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PRÓLOGO - Memorias de piedra y de acero. Los monumentos a las víctimas de la Guerra Civil y del franquismo en Euskadi
Las ciudades, los pueblos y su configuración urbana y simbólica muestran –a través de sus edificios y monumentos– esas huellas del pasado que, a veces, sabemos “leer” e interpretar bien y, muchas otras veces, poco nos transmiten o poco nos dicen del pasado. En este nuevo número de la colección Gernika-Lumoko Historia Bilduma, publicado en un año tan simbólico, como es este 2017, 80º aniversario del bombardeo de Gernika, hemos pretendido mostrar el trabajo de investigación llevado a cabo por el catedrático de la Universidad de Burdeos, D. Jesús Alonso Carballés. En dicho trabajo se quiere arrojar más luz a la historia de los monumentos de Euskadi, comenzando por un periodo tan trágico y duro –como fue el de la Guerra Civil y el franquismo– para llegar a un presente donde –desde diferentes instituciones, asociaciones etc.– se está intentando dignificar a tantas víctimas olvidadas.
Jose Maria Gorroño Etxebarrieta Alcalde de Gernika-Lumo y Presidente de la Fundación Museo de la Paz de Gernika
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Jose Maria Gorroño Etxebarrieta / Iratxe Momoitio Astorkia
En el número X (Caer y levantarse: la reconstrucción del patrimonio después de una guerra) de esta misma colección hablábamos ya de patrimonio, de reconstrucción de huellas visibles e invisibles que la Guerra Civil dejó en Euskadi, y especialmente en Gernika-Lumo. En este nuevo libro –tras el número XI dedicado a Arte para la Memoria–, hemos seguido avanzando en esta línea, en este caso, hablando de monumentos, de patrimonio material. Esos monumentos, tan presentes físicamente hoy y –a menudo– tan invisibles o desconocidos que tenemos en nuestros pueblos y ciudades de Euskadi y de los que sabemos, generalmente, bien poco. Cuando Jesús Alonso nos comentó la línea de investigación, que en los últimos años estaba desarrollando, enseguida vimos que era un tema importante que debíamos publicar en esta colección y sobre el que debíamos realizar una exposición temporal. Jesus Alonso es un gran conocedor de temas tratados por nosotras en el museo e investigados en el Centro de Documentación sobre el bombardeo de Gernika, y con esta nueva obra, muestra su exhaustividad en el trabajo de investigador incansable y su buen hacer en un tema poco trabajado – hasta el momento– y que pensábamos servirá para conocer y ahondar –más profundamente– sobre la simbología monumental y física de muchos monumentos en Euskadi. Es, por tanto que –a través de este libro y exposición temporal e itinerante– titulado Memorias de piedra y acero: Los monumentos a las víctimas de la Guerra Civil y del franquismo en Euskadi, el Museo de la Paz de Gernika y el Centro de Documentación sobre el bombardeo de Gernika, quieren dar un paso más en la divulgación de lo ocurrido –a nivel monumental– en Euskadi entre 1936 y 2017.
Iratxe Momoitio Astorkia Directora del Museo de la Paz de Gernika
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Siglas y abreviaturas utilizadas AGA Archivo General de la Administración AHFB Archivo Histórico Foral de Bizkaia AHV Altos Hornos de Vizcaya AMB-BUA Archivo Municipal de Bilbao-Bilboko Udal Artxiboa AMG Archivo Municipal de Getxo AMGL Archivo Municipal de Gernika-Lumo AMSS Archivo Municipal de San Sebastián AMT-TUA Archivo Municipal de Tolosa-Tolosako Udal Artxiboa AMVG Archivo Municipal de Vitoria-Gasteiz ANV Acción Nacionalista Vasca ARMH Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica ATHA Archivo del Territorio Histórico de Álava BOE Boletín Oficial del Estado. BOPV Boletín Oficial del País Vasco BOTHA Boletín Oficial del Territorio Histórico de Álava BOV Boletín Oficial de Vizcaya CNT Confederación Nacional del Trabajo CSIC Consejo Superior de Investigaciones Científicas EE Euskadiko Ezkerra EHGAM Euskal Herriko Gay-Les Askapen Mugimendua/Movimiento de Liberación de Gays y Lesbianas de Euskal Herria EHESS École des Hautes Études en Sciences Sociales EMK Euskadiko Mugimendu Komunista/ Movimiento Comunista de Euskadi EA Eusko Alkartasuna ETA Euskadi ta Askatasuna GATEPAC Grupo de Arquitectos y Técnicos Españoles para el desarrollo de la Arquitectura Contemporánea HB Herri Batasuna ICOM International Council Of Museums/Consejo Internacional de Museos IU Izquierda Unida LGBT Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales MACBA Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona ONU Organización de Naciones Unidas OTAN Organización del Tratado del Atlántico Norte PCE Partido Comunista de España PNV Partido Nacionalista Vasco PP Partido Popular PSE-EE Partido Socialista de Euskadi - Euskadiko Ezkerra PSOE Partido Socialista Obrero Español PTE Partido del Trabajo de España UPV/EHU Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea
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INTRODUCCIÓN
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INTRODUCCIÓN - Memorias de piedra y de acero. Los monumentos a las víctimas de la Guerra Civil y del franquismo en Euskadi
Las memorias de las víctimas de la violencia política, del terrorismo de ETA, de grupos de extrema derecha, de la violencia policial y parapolicial, han resurgido en estas dos últimas décadas con una pujanza inesperada en Euskadi. Todas estas víctimas reclaman hoy su reconocimiento público en un desafío ineludible y permanente para una sociedad como la vasca, atravesada aún por profundas fracturas ideológicas y políticas. Pero no son las únicas víctimas de la violencia política cuya memoria ha emergido con fuerza en el espacio público vasco en estos inicios del siglo XXI. Desde hace ya más de una década y de forma coetánea al resto de voces, se escuchan ecos de las víctimas de un conflicto más alejado en el tiempo pero, pese a ello, con una extraordinaria vigencia. Nos referimos a las víctimas republicanas de la Guerra Civil y de la represión de la dictadura franquista. Gracias a las iniciativas impulsadas por diversas instituciones, organizaciones políticas y de derechos humanos, asociaciones memoriales y por sus propios descendientes, en mayor medida tras la aprobación de la conocida como Ley de Memoria Histórica (2007), la memoria de estas víctimas es convocada hoy en el espacio público como una deuda pendiente cuyo saldo se antoja improrrogable para salvaguardar la credibilidad de una democracia cada vez más cuestionada. Como apuntó el historiador Marc Bloch, a menudo fenómenos anteriores en el tiempo pueden tener una mayor influencia sobre los comportamientos presentes que un pasado más cercano a nosotros. De alguna manera somos testigos del “retour du refoulé”, representado por la exigencia creciente en amplios sectores de la sociedad de contar con las víctimas y de salvaguardar su memoria del paso del tiempo y de la losa de un silencio impuesto. Este retorno actual, viene precedido por un largo período de ocultamiento y es, en gran medida, el resultado de una “memoria impedida”, según la expresión empleada por Paul Ricoeur1. La memoria de los republicanos asesinados y sepultados en fosas comunes, vícitimas de la represión franquista durante la guerra y la posguerra, hasta hace poco invisible, silenciada o arrinconada, ha irrumpido en estos últimos años de manera intempestiva hasta alcanzar una plaza extraordinaria en el espacio público vasco. Si seguimos el modelo propuesto por Henry Rousso, en su conocido estudio sobre la memoria de Vichy, constatamos que, aunque los tiempos sean diferentes, las etapas de la memoria de las víctimas son similares. Al acontecimiento o hito histórico, con frecuencia ligado a un traumatismo, le sucede una fase de refoulement, de rechazo, seguida más tarde o más temprano por una inevitable anamnesis que, en ocasiones, desemboca en una auténtica obsesión memorial2. Estos ciclos de los fenómenos memoriales, contrariamente a un extendido sentimiento
1
Paul Ricoeur, La mémoire, l’histoire, l’oubli, París, Seuil, 2000.
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Henry Rousso, Le síndrome de Vichy. De 1944 à nos jours, (2ª ed.), París, Seuil, 1990.
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Jesús Alonso Carballés
de excepcionalidad entre sus propios portadores, son compartidos y observables a escala europea, como ya puso de relieve Tony Judt en el brillante epílogo de su magna Postwar3. Es en esta auténtica “era de la memoria”, en la que nos encontramos inmersos, donde se inserta este estudio sobre la representación monumental de la memoria de las víctimas de la guerra y de la dictadura franquista en el espacio geográfico y político de la actual Comunidad Autónoma Vasca4. Nuestro interés se ha focalizado en las políticas simbólicas y en las prácticas monumentales ligadas a la memoria por su pretensión de permanencia, de imprimir una huella visible y duradera en el espacio urbano. Con el término de políticas simbólicas nos referimos a lo que el profesor Pascal Ory considera como “[…] dispositivos sensibles forjados de manera consciente y organizada por los tres actores de la sociedad política (dirigentes, aspirantes y opinantes)”5. Las políticas simbólicas aparecen caracterizadas por una dimensión esencialmente emotiva y un carácter fuertemente identitario: “El objetivo es crear, mantener o reforzar los lazos sociales mediante la unión del grupo alrededor de determinados signos”6. De esta dinámica nace forzosamente una contradicción interna inherente a toda política simbólica y memorial, la búsqueda de la unidad en el seno del grupo conlleva inevitablemente la exclusión de una parte de él. Como ha apuntado el historiador Stéphane Michonneau, las políticas memoriales contribuyen a delimitar un pasado y a convertirlo
Tony Judt, “La maison des morts. Essaie sur la mémoire européenne moderne“, en Après-guerre. Une histoire de l’Europe depuis 1945, París, Pluriel, 2010, pp. 931-963. En este estudio citaremos esta obra a partir de esta edición francesa. La edición en español, Posguerra. Una historia de Europa desde 1945, Madrid, Taurus, 2006. 3
En el texto nos referiremos a este territorio como Euskadi o País Vasco de forma indistinta. Por lo que respecta a la escritura de los topónimos, hemos privilegiado la formulación oficial en vigor. Sin embargo, hemos respetado la grafía original en las citas entrecomilladas y el nombre oficial de las instituciones en cada fecha abordada en el trabajo. Por ejemplo, aludiremos a la “Diputación de Vizcaya” si ese era el nombre oficial en el período estudiado. En el caso de una denominación oficial doble como Álava/Araba, Vitoria-Gasteiz… hemos privilegiado la acepción en castellano.
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En nuestra aproximación a la cuestión de las políticas simbólicas somos deudores de los trabajos y seminarios del historiador Pascal Ory. Una parte de sus postulados aparecen recogidos en el artículo “L’histoire des politiques symboliques modernes : Un questionnement”, en Revue d’histoire moderne et contemporaine, nº 47-3 juilletseptembre 2000, p. 525-536. Algunas ideas y ejemplos expuestos por el profesor Ory fueron abordados en el seminario “Histoire des politiques symboliques dans les sociétés occidentales modernes (XVIIIè-XXè siècles)” que impartió en la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS) de París entre 2000 y 2003. 5
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Pascal Ory, op. cit. (2000), p. 526.
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INTRODUCCIÓN - Memorias de piedra y de acero. Los monumentos a las víctimas de la Guerra Civil y del franquismo en Euskadi
en signo diferenciador de un grupo determinado7. Pascal Ory plantea que esta aporía se encuentra en el origen y en el discurrir de todas las sociedades, una realidad que se pone de manifesto en los numerosos estudios sobre las políticas memoriales recientes8. Este proceso de inclusión/exclusión y el papel que en ellos hayan podido jugar las políticas memoriales y los monumentos constituirá uno de los múltiples ejes abordados en esta obra. La búsqueda de perennidad, de permanencia en el espacio público y su vocación a ocupar de forma durable el espacio-tiempo se encuentra en el origen de nuestro interés por este tipo de dinámica simbólica memorial. En nuestro trabajo hemos privilegiado la señalización (que simboliza por la objetivación) frente al ritual (que simboliza por la subjetivación), aunque en ocasiones se nutran mutuamente. Nuestro interés se ha centrado en el análisis de las iniciativas relacionadas con lo monumental, en un sentido amplio, dejando de lado otros ejemplos de señalización. Como apunta el profesor Ory, “Desde distintos puntos de vista, lo monumental se nos presenta como la piedra angular del sistema simbólico. Es de alguna manera un emblema hipertrofiado en el espacio y en el tiempo, dotado de cualidades de estabilidad y de perennidad, que a la exhibición de unos determinados valores añade la demostración de un poder de edificación”9. Además de los monumentos, también evocaremos en el estudio otros dispositivos conmemorativos que Elisabeth Jelin reagrupa dentro de la categoría de “marcas territoriales”10. Nos referimos fundamentalmente a huellas físicas, estelas y placas conmemorativas, toponimia, monolitos y murales cuyo objetivo es “marcar” determinados espacios con la huella de la memoria transformando así esos espacios en “lugares de enunciación”. Por último, también hemos considerado pertinente integrar en nuestras reflexiones otros espacios donde se concretiza igualmente la memoria como jardines, cementerios, memoriales, centros de “La dimension proprement politique de la mémoire designe ici la lutte de classement en cours pour définir ce qui est “notre passé” de ce qui ne l’est pas”, en Stéphanne Michonneau, Barcelone. Mémoire et identité, 1830-1930, Rennes, PUR, 2007, p. 309.
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Paloma Aguilar Fernández, Políticas de la memoria y memorias de la política, Madrid, Alianza Editorial, 2008. Ricard Vinyes (ed), El Estado y la memoria. Gobiernos y ciudadanos frente a los traumas de la historia, Barcelona, RBA, 2009. Alexandra Barahona, Paloma Aguilar, Carmen González, Las políticas hacia el pasado. Juicios, depuraciones, perdón y olvido en las nuevas democracias, Madrid, Istmo, 2002. 8
9
Pascal Ory, op. cit. (2000), p. 527-528.
Elisabeth Jelin y Victoria Langland (comp.) Monumentos, memoriales y marcas territoriales, Madrid, Siglo XXI, 2003. 10
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Jesús Alonso Carballés
memoria y museos que sin buscar ni pretender la monumentalidad arquitectónica decimonónica, sí pueden llegar a convertirse en algunos casos en hitos memoriales de primer orden11. En definitiva, partimos de lo que ya es comúnmente aceptado denominar “lugares de memoria”, para desde una perspectiva de longue durée tratar de abordar el fenómeno memorial ligado a la guerra y a sus víctimas. Según la definición propuesta por el propio Nora en 1992, un lugar de memoria comprendería “toda unidad significativa, de orden material o ideal, de la que la voluntad de los hombres o el trabajo del tiempo ha hecho un elemento simbólico del patrimonio de la memoria de cualquier comunidad”12. Ese “lugar”, entendido por Nora en el sentido más amplio del término, iría desde un objeto plenamente material, concreto y ubicado en un espacio determinado, hasta un objeto completamente abstracto y construido por el intelecto humano. Desde cementerios, museos, monumentos o archivos hasta símbolos, fiestas, personajes, calendarios... a condición de llevar implícita esa citada voluntad memorial. Dentro de este amplio abanico de soportes memoriales, nosotros hemos priorizado el estudio de los monumentos, no sólo como objetos materiales o artísticos sino como dispositivos enunciadores de significado, como auténticos laboratorios donde actúa la memoria13. Nuestra intención última es tratar de comprender y analizar el complejo proceso de los usos del pasado en el presente, el recurso a la memoria en la afirmación o creación de identidades y el papel que en ello han desempeñado las políticas simbólicas y más concretamente los monumentos. Con este objetivo, nuestra investigación se extiende desde la propia contienda hasta la más inmediata actualidad. Un lapso de tiempo de ochenta años en el que se entrecruzan las políticas de recuperación con las de eliminación de la memoria heredada, los olvidos con las reactualizaciones, los silencios con las reapropiaciones políticas de las víctimas de ese pasado, más o menos lejano, pero interpretado siempre a la luz de los intereses
El Museo judío de Berlín (2001) creado por el arquitecto americano Daniel Libeskind constituye un ejemplo sobresaliente de lo que podríamos considerar como arquitectura memorial monumental. Concebido como un espacio que fusiona arquitectura y contenido museístico, el edificio es capaz de sumergir al visitante en una inusitada experiencia sensorial y estimular una reflexión permanente sobre el trágico pasado convocado entre sus muros. 11
Pierre Nora, “Comment écrire l’histoire de France ?“, en P. Nora (dir.), Les lieux de mémoire, vol. II, Les France, París, Gallimard, 1997, p. 2226.
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Como apuntó también Nora “[…] los lugares de memoria no son aquello que recordamos, sino allí donde la memoria trabaja; no son la tradición sino su laboratorio”, P. Nora (dir.) Les lieux de mémoire, vol. I, La République, París, Gallimard, 1997, p.17-18. 13
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INTRODUCCIÓN - Memorias de piedra y de acero. Los monumentos a las víctimas de la Guerra Civil y del franquismo en Euskadi
presentes14. Como avanzó certeramente Regine Robin: “El pasado no es libre. Ninguna sociedad lo abandona a sí mismo. Es regido, administrado, conservado, explicado, narrado, conmemorado u odiado. Ya sea celebrado u ocultado, sigue siendo un desafío fundamental del presente […] Cuando surje una nueva coyuntura, un nuevo horizonte de expectativas, una nueva sed de fundar algo nuevo, se borran, se olvidan o se realzan otros episodios, se recupera, se reescribe la historia, se inventan, en función de las exigencias del momento, antiguas leyendas”15. Antes de entrar a analizar propiamente las políticas monumentales implementadas a favor de las víctimas de la violencia política durante la guerra y la dictadura franquista, incluímos un amplio capítulo introductorio destinado a clarificar cuestiones y problemáticas que nos planteamos al inicio de nuestro trabajo o que fueron surgiendo a lo largo de su realización. En primer lugar, abrimos el libro con un rápido recorrido sobre la evolución de la presencia de la memoria de las víctimas de la guerra en el espacio público con el objetivo de contextualizar adecuadamente la edificación de los monumentos estudiados. En un segundo apartado hemos tratado de determinar las realidades que a nuestro entender abarcan conceptos o categorías en torno a los cuales se articula este trabajo como “violencia política” o “víctima”, tanto desde un punto de vista genérico como en relación directa con el País Vasco. En un tercer tiempo realizamos un breve repaso histórico de la evolución de la consideración social de los monumentos y sobre su capacidad, o su incapacidad, para mantener y difundir el recuerdo del pasado. En definitiva, reflexiones confrontadas sobre la vigencia del lenguaje y la capacidad de significación de lo monumental o sobre su superación definitiva. Tras estos apartados introductorios, el estudio propiamente dicho se estructura en tres grandes capítulos. En el primero de ellos analizamos la producción monumental desplegada en recuerdo de las víctimas franquistas durante la dictadura; en un segundo tiempo abordamos los monumentos erigidos en memoria de las víctimas republicanas y, en el último capítulo analizamos y ponemos en relación ambos procesos y sus resultados respectivos. Dada la rigidez estética impuesta desde el Servicio Nacional de Propaganda bajo la dictadura franquista, hemos considerado oportuno estructurar el capítulo dedicado a estudiar los monumentos erigidos durante el franquismo siguiendo un criterio geográfico, en estrecha relación con la diversidad que la guerra tuvo en cada uno de los tres territorios vascos. En primer lugar abordamos algunos monumentos erigidos en el territorio de Bizkaia, donde no hubo sublevación militar y donde
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Enzo Traverso, Le passé, mode d’emploi. Histoire, mémoire, politique, París, Ed. La fabrique, 2005.
15
Régine Robin, La mémoire saturée, Stock, París, 2003, p. 27.
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los frentes se mantuvieron estabilizados hasta el desencadenamiento de la violenta ofensiva sobre el frente norte a finales de marzo de 1937 que movilizó un considerable número de hombres y recursos en ambos bandos. En segundo lugar Gipuzkoa, donde el intento inicial de alzamiento de las tropas del cuartel de Loiola fue sofocado por las milicias de izquierdas en los últimos días de julio de 1936, aunque la mayor parte del territorio cayó en manos franquistas en los dos meses siguientes, en el período conocido como guerra de columnas. En última instancia, evocaremos el caso de Álava, donde triunfó la sublevación militar y los enfrentamientos bélicos fueron muy limitados con una única ofensiva republicana. De forma preferente hemos fijado nuestra atención en las obras erigidas en cada una de las tres capitales vascas, si bien también hemos incorporado al estudio iniciativas monumentales desplegadas en otras localidades menos importantes demográficamente, pero no por ello carentes de interés. En el capítulo dedicado a estudiar la producción simbólica monumental en memoria de las víctimas republicanas, hemos manejado diferentes criterios a la hora de articular los capítulos. En primer lugar, hemos tratado de mostrar la disparidad de los usos políticos del pasado a través del estudio de las prácticas monumentales en dos localidades diferentes: Gernika, por un lado, como ejemplo destacado de una recuperación memorial precoz, duradera y volcada hacia el futuro; y por otro, San Sebastián, como ejemplo de una recuperación reciente, traumática y reivindicativa. En los siguientes apartados hemos privilegiado criterios artísticos y estéticos con un doble objetivo, analizar la similitud de los recursos simbólicos movilizados y resaltar la singularidad de algunas propuestas simbólicas más arriesgadas o singulares. En el apartado siguiente el criterio elegido ha sido la pluralidad de víctimas “simbólicamente rehabilitadas” a través del estudio de las esculturas conmemorativas erigidas en memoria de determinados grupos sociales, mujeres, niños u homosexuales. Este tercer capítulo se cierra con la evocación de las iniciativas en memoria de las víctimas de los bombardeos aéreos, y un apéndice final donde recordamos brevemente los monumentos erigidos en recuerdo de los muertos en combate. El último capítulo aborda lo que hemos denominado las “formas de la memoria”, es decir nos hemos interrogado sobre la existencia o no de una estética actual de la escultura conmemorativa en Euskadi, sin olvidar los agentes implicados en este despliegue memorial y la trascendencia de los espacios memoriales creados a partir de los monumentos. Las cuestiones planteadas en la génesis de este proyecto de investigación, que sirven de guía a este estudio, giran todas ellas en torno a los monumentos y su papel en la reactivación de la memoria de las víctimas de la guerra y de la represión franquista. Los monumentos como dispositivos memoriales, ¿siguen siendo hoy una apuesta necesaria y viable para que la memoria de las víctimas
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INTRODUCCIÓN - Memorias de piedra y de acero. Los monumentos a las víctimas de la Guerra Civil y del franquismo en Euskadi
de la violencia continue presente en el espacio público o, por el contrario, sirven sólo para enterrar el recuerdo activo de las mismas? ¿Pueden ser considerados como útiles e ineludibles en las sociedades contemporáneas o por el contrario son el resultado de viejas dinámicas ya superadas y obsoletas? A lo largo del libro hemos tratado de responder a estas preguntas y de restituir a los monumentos su propia historia y la memoria de su construcción. En definitiva, hemos tratado de abordar el proceso de creación del monumento, su materialización, sin olvidar el resultado final, su integración definitiva en el paisaje en un espacio determinado y, en ciertos casos, su posterior desaparición. Como apuntó Gustave Le Bon: “Los textos, las medallas, los monumentos permiten reconstituir el esqueleto del pasado, pero quien no sabe determinar los sentimientos y las ideas que los han originado ignora todo de la historia”16.
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Gustave Le Bon, Hier et demain. Pensées Brèves, París, Flamarion, 1918, p. 30.
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LAS MEMORIAS DE LAS VÍCTIMAS DE LA GUERRA Y DE LA DICTADURA EN EL ESPACIO PÚBLICO El final de la guerra y los primeros años cuarenta aparecen marcados por la institucionalización de la memoria de las víctimas de las persecuciones republicanas, los mártires, y de los soldados muertos en la contienda, los caídos. Ambos fueron recordados por doquier mediante misas de réquiem, cortejos fúnebres y ceremonias religiosas. También ocuparon un lugar destacado en el calendario conmemorativo que se fue instaurando durante el conflicto y la inmediata posguerra. Allí figuraban como fechas señaladas la Fiesta de los Caídos por Dios y por España (29 de octubre), el Día de Luto Nacional, en el aniversario de la muerte de José Antonio (20 de noviembre), o la “heredada” fiesta de los Mártires de la Tradición (10 de marzo), entre otras festividades que muestran claramente ese deseo de recuerdo permanente de las víctimas de la guerra1. Su memoria también adquirió una dimensión física y una presencia notable en el corazón de prácticamente todas las ciudades y pueblos de España a través de la inscripción de largos listados de nombres en monumentos, edificios públicos y religiosos destinados a glorificar el “martirio” en nombre de “Dios y de la Patria”; o por medio de la erección de un sinfín de cruces y monumentos, que alcanzaron su cénit con la construcción del Valle de los Caídos2. Como recuerdan José Ledesma y Javier Rodrigo: Todos esos “lugares” y celebraciones formaban parte de la ritualización y homogeneización del espacio y del tiempo necesarios a toda (re)construcción de una nación, sistema político o grupo, como la que estaba teniendo lugar en la España posbélica. Y su función no se ligaba únicamente a su presencia física cotidiana. Debía ser asimismo espacio de conmemoración; escenario de comunión política en el que los vencedores de la guerra se vieran reconocidos3. Ese reconocimiento fue ampliamente facilitado por la exclusión del espacio público de cualquier posibilidad de recordar a las “otras víctimas”, las republicanas, que fueron silenciadas y ocultadas,
Sobre la articulación de este calendario conmemorativo franquista es muy interesante el artículo de Ángela Cenarro “Los días de la “Nueva España” entre la “revolución nacional” y el peso de la tradición” , en Ayer, (Los días de España), nº 51, 2003, pp. 115-134.
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Daniel Sueiro, El Valle de los Caídos: los secretos de la cripta franquista, Barcelona, Argos Vergara, 1983. Existe una reedición de 2006 por parte de la editorial La Esfera de los Libros. 2
José Luis Ledesma y Javier Rodrigo, “Caídos por España, mártires de la libertad. Víctimas y conmemoración de la Guerra Civil en la España posbélica (1939-2006)”, en Ayer, (La crisis del régimen liberal en España, 1917-1923), nº. 63, 2006, pp. 239.
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contribuyendo así al establecimiento de una “memoria hemipléjica” que se mantuvo vigente hasta los últimos estertores del régimen4. Como es sabido, la Victoria en el enfrentamiento iniciado el 18 de julio, constituyó el mito fundacional del nuevo régimen, erigido sobre una España en ruinas. Pero fue sobre la sacralización de los caídos y de los mártires en la contienda, que se asentaron, en gran parte, los cimientos del nuevo Estado. Como apunta Zira Box: Como en tantos otros casos, la dictadura española construiría su propia teodicea para lograr dar sentido a tantas pérdidas humanas. En ella, sobresalía una idea esencial: la sangre vertida por los caídos en la guerra era la siembra cuya cosecha se recogía con la Nueva España de la Victoria. Y esta cosecha, de acuerdo al trascendente respeto mostrado ante los muertos, no se podía malograr5. La preservación de esa memoria trágica de la guerra como fuente de legitimación del régimen fue un mecanismo esencial del universo simbólico e identitario franquista hasta el último suspiro de la dictadura. En el caso del País Vasco, por circunstancias ligadas al desarrollo del conflicto en este territorio que veremos más adelante, la preservación memorial de los mártires, las víctimas civiles de la represión política, tuvo un peso considerable, mayor incluso que la memoria de los caídos en el frente de combate. Ese fue, por ejemplo, el caso de la ciudad de Bilbao donde un análisis detallado de las distintas denominaciones de las vías bilbaínas durante la dictadura nos revela que el mayor número de calles, un total de treinta y seis, un 48 % de total de nombres relacionados con el conflicto, estuvo dedicado a las víctimas civiles. Los episodios bélicos, fechas significativas, batallas, asedios... se situaban en segundo lugar con diecisiete denominaciones, lo que representa el 22,66 %. Mientras que las referencias a los militares, se situaban inmediatamente detrás y representaban un 21,33 % del total, una posición compensada, al menos parcialmente, por la preeminencia de los lugares elegidos para mantener vivo su recuerdo, principalmente los puentes que las tropas republicanas
Luis Castro, Héroes y caídos: políticas de la memoria en la España contemporánea, Madrid, Los Libros de la Catarata, 2008. Para una visión de conjunto de la evolución de la memoria social del conflicto es muy interesante la obra de Michael Richards, Historia para después de una guerra. Memoria, política y cambio social en España desde 1936, Barcelona, Pasado y presente, 2013. Una panorámica general de las cuestiones relativas a la recuperación memorial del conflicto en Walther L. Bernecker y Sören Brinkmann, Memorias divididas. Guerra civil y franquismo en la sociedad y la política españolas, 1936-2008, Madrid, Abada Editores, 2009. 4
5 Zira Box Varela, La fundación de un régimen. La construcción simbólica del franquismo, dirigida por Fernando del Rey Reguillo, Facultad de Ciencias Políticas y Sociología Universidad Complutense de Madrid, 2008, p. 116. Existe igualmente una versión publicada de su investigación: Zira Box, España, año cero: la construcción simbólica del franquismo, Madrid, Alianza, 2010. Las referencias incluidas en este estudio remiten al texto de su tesis.
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habían destruido en su retirada6. No obstante, la memoria de los mártires y la de los caídos fue, con frecuencia, de la mano y compartió espacio en los numerosos monumentos erigidos durante la guerra y los largos años de la posguerra. A pesar de su presencia constante en el espacio público, la memoria de estas víctimas y su consideración social no permaneció inmune a los profundos cambios socioeconómicos que caracterizaron el franquismo desde mediados de los años cincuenta, y al alejamiento progresivo de la iglesia como sostén del régimen desde mediados de los sesenta. En esos años, la conversión del desarrollo económico en el nuevo paradigma de legitimación del régimen y la invocación de la “paz” como nueva justificación para la exaltación y el culto de la figura de Franco, acabarían por conferir a las víctimas de la guerra una dimensión diferente. En cierta medida, la influencia de estos cambios fue también visible en la tipología y en la composición de los nuevos monumentos que se erigieron entonces, al menos en los ejemplos que nosotros hemos estudiado en Euskadi. Por supuesto, las víctimas no desaparecieron del espacio público pero su función se fue transformando para ocupar un cometido distinto en el nuevo relato que sobre el conflicto comenzó a emerger a finales de la dictadura. Como apuntaron Ledesma y Rodrigo: “el cambio discursivo no implicaba que el franquismo dejara de interesarse por moldear las representaciones de la contienda civil. Significa que prevalecía desde ahora una lectura diversa, más aséptica y políticamente desactivada, basada en la idea de la “guerra entre hermanos” y el rechazo “ético” a (revivir) la guerra”7. El miedo a un nuevo enfrentamiento y la “aversión al riesgo”, estudiada por Paloma Aguilar, fueron factores determinantes en el proceso de transición política a la democracia desarrollado a la muerte del dictador8. En ese tránsito, la presencia de la memoria de las víctimas franquistas de la guerra en el espacio público comenzó un ineludible declive que no ha cesado de confirmarse en estas últimas décadas, si exceptuamos algunos espasmos y reacciones en sentido contrario, generadas en gran medida por la recuperación actual de la memoria de las víctimas republicanas.
Jesús Alonso Carballés, “La memoria de la Guerra Civil en el espacio urbano de Bilbao”, en Bidebarrieta, nº XVIII, “ 70 años de la Guerra Civil: guerra, posguerra y memoria ”, Bilbao, 2007, p. 409. 6
7
José Luis Ledesma y Javier Rodrigo, “Caídos por España… op. cit., p. 244.
Paloma Aguilar Fernández, Memoria y olvido de la guerra civil española, Madrid, Alianza editorial, 1996. De esta misma autora “Guerra Civil, franquismo y democracia”, en Claves de Razón Práctica, nº 140, marzo 2004, pp. 24-33.
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En los pueblos y ciudades vascas, que vieron surgir en sus calles un sinnúmero de monumentos y cruces en memoria de los mártires y caídos, los primeros ayuntamientos elegidos democráticamente en 1979, comenzaron a desmantelar esos dispositivos y a liquidar las huellas memoriales heredadas de la dictadura. Un proceso que se ha extendendido durante las dos últimas décadas del siglo XX y que ha llegado hasta nosotros. Aún hoy persisten algunos vestigios de aquella marea memorial a favor de las víctimas franquistas del conflicto, a pesar de que en la mayor parte de los casos, su presencia ha pasado a ser invisible y su mensaje inaudible para la actual sociedad vasca. En buena medida por el estado de abandono en el que se encuentran pero, sobre todo, porque las prácticas sociales en torno a ellos han desaparecido por completo. Incluso, como tendremos ocasión de comprobar más adelante, es posible encontrarnos con antiguos monumentos franquistas plenamente resignificados, convertidos en portadores de una memoria y de unos valores opuestos a los inicialmente asignados. Por su parte, las víctimas republicanas de la guerra y del franquismo, condenadas durante las largas décadas del régimen al olvido más absoluto en la esfera pública, han tenido la trayectoria inversa. La muerte del dictador y el inicio del proceso de transición política hacia la democracia podían haber configurado un marco propicio para su recuperación, pero para entonces estaba ya muy extendida e interiorizada la necesidad, por buena parte de la oposición, de cerrar la puerta al retorno de un pasado violento y evitar cualquier “interferencia” de la Guerra Civil en el camino hacia la democracia9. Ese “echar al olvido”, entonces consciente y saludable, que culminó con la aprobación de la Ley de Amnistía de octubre de 197710, y el acuerdo tácito entre las élites dirigentes para no utilizar el pasado como un arma arrojadiza en el tablero político de la transición condenó a una nueva “invisibilidad” social a las víctimas. A pesar de ello, hubo familias y vecinos de localidades de la Rioja y de Navarra, pero también de Murcia, Teruel y otras provincias, que emprendieron entonces un proceso de apertura de fosas y de
Como ha señalado Paloma Aguilar “[…] toda tentación de revisar el pasado había sido extirpada de raíz en las filas de la oposición democrática desde tiempo atrás”, en “Presencia y ausencia de la guerra civil y el franquismo en la democracia española. Reflexiones en torno a la articulación y ruptura del “pacto de silencio” Julio Aróstegui y François Godicheau (ed.), Guerra Civil. Mito y memoria, Madrid, Marcial Pons, 2006, p. 257.
9
Santos Juliá, “Echar al olvido. Memoria y amnistía en la transición a la democracia”, en Claves de Razón Práctica, nº 129, enero 2003, pp. 14-24.
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recuperación de cuerpos de personas represaliadas durante la guerra y el franquismo11. No obstante, estas acciones nunca superaron el ámbito local y no dieron lugar a un movimiento de recuperación memorial a gran escala. La conmemoración entre 1986 y 1989 del cincuentenario de la Guerra Civil, estuvo marcada por la inexistencia en el gobierno del PSOE de políticas definidas hacia el pasado y por sus reticencias a encabezar cualquier conmemoración del conflicto12. No obstante, sí fue posible, entonces, una significativa presencia de la guerra y de sus consecuencias en el espacio público, gracias a las decenas de coloquios, congresos y actos académicos, organizados por universidades, fundaciones, gobiernos autonómicos y ayuntamientos13. Fuera de ese marco, también la sociedad tuvo entonces acceso a un ingente número de iniciativas editoriales, tanto literarias como historiográficas, y cinematográficas14. Una buena parte de esta destacada producción iba a entroncar con la “función pacificadora” que el
11 Para un acercamiento a estas primeras aperturas de las fosas comunes es muy interesante el artículo de Natalia Junquera, “Yo, sacerdote pecador, os pido perdón”, El País, el 24 de marzo de 2012, acompañado de una impresionante fotogalería titulada “Las primeras exhumaciones a la muerte de Franco”. Destaca también la recuperación memorial y dignificación de las víctimas enterradas en el cementerio de La Barranca (La Rioja), donde fue erigido un destacado monumento en 1979. Volveremos más adelante sobre este caso. 12 “Una guerra civil no es un acontecimiento conmemorable, por más que para quienes la vivieron y sufrieron constituyera un episodio determinante en su propia trayectoria biográfica” con esta frase lapidaria comenzaba una declaración gubernamental en torno al cincuentenario de la Guerra Civil que ponía bien a las claras las nulas intenciones del PSOE de hacer de ese aniversario una bandera reivindicativa del pasado. Por si a alguien le quedaban dudas, la nota concluía expresando su deseo de que el cincuenta aniversario “selle definitivamente la reconciliación de los españoles”, El País, 19 de julio de 1986. 13 Josefina Cuesta, La odisea de la memoria. Historia de la memoria en España, siglo XX, Madrid, Alianza, 2008. “El cincuentenario de la Guerra Civil condujo a la reunión de todo tipo de rememoraciones académicas impulsando una historiografía renovada. La apertura de los archivos y la renovación de las generaciones y de la problemática historiográfica lo hicieron posible, No fueron muchos los campos roturados, pero se abrían caminos, sin embargo”, p. 320. Santos Juliá, en un rápido balance realizado diez años después del cincuenta aniversario evocaba igualmente la gran difusión, académica fundamentalmente, que tuvo entonces el conflicto, “Saturados de memoria”, El País, 21 de julio de 1996. 14 En lo que concierne a la novela es muy ilustrativo el trabajo de Maryse Bertrand de Muñoz, “La guerre civile espagnole et la production romanesque des quinze dernières années face à celle de la Transition à la démocratie”, en Danièle Corrado et Viviane Alary (dir.), La guerre d’Espagne en héritage de 1975 à nos jours, Presse Universitaire Blaise Pascal, 2007, pp. 31-46. Ver también su obra, Guerra y novela. La guerra española de 1936-1939, Sevilla, Alfar, 2001.
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discurso político ya había establecido sobre la guerra15, pero comenzaron entonces a socavarse los cimientos sobre los que se asentaban los viejos mitos franquistas en torno al origen y al desarrollo del conflicto, que tanto habían calado en la conciencia colectiva de los españoles. La ocasión, sin embargo, tampoco propició una recuperación efectiva de la memoria de las víctimas, más allá, de nuevo, de una función estrictamente pedagógica. En Euskadi, esta conmemoración del cincuentenario, también supuso un salto cualitativo en la recuperación historiográfica, en la difusión social de la guerra y en la evocación, aunque fuera parcial, de las víctimas16. Las iniciativas, institucionales y populares, destinadas a recuperar la dimensión histórica y social del acontecimiento se condensaron entonces en la localidad de Gernika, paradigma de lo que la guerra había significado para la sociedad vasca. La villa foral se convirtió en 1987 en protagonista y escenario privilegiado de numerosos actos y encuentros multitudinarios que dejaron una profunda huella en la propia localidad, incluido desde un punto de vista monumental, y en el conjunto de la sociedad como tendremos ocasión de comprobar más adelante. Además de una importante movilización institucional (creación por decisión unánime del Parlamento Vasco del Centro de Investigación por la Paz Gernika Gogoratuz...), el aniversario fue ampliamente recuperado por el mundo abertzale que organizó actividades paralelas para conmemorar el aniversario y convirtió el símbolo de Gernika y del Guernica en uno de sus principales reclamos17.
François Godicheau, ““L’Histoire objective” de la guerre civile et la mythologie de la transition”, en Danièle Corrado et Viviane Alary (dir.), La guerre d’Espagne en héritage de 1975 à nos jours, Presse Universitaire Blaise Pascal 2007, pp. 69-96. 15
Fue también en ese contexto cuando nació en Bilbao, en 1986, la “Asociación de Niños Evacuados el 37” con el objetivo de hacer especial hincapié en el “conocimiento de la historia del exilio, y en el fomento y difusión del mismo. Jesús Alonso Carballés, “ Las organizaciones de memoria de “los niños del exilio”: de la memoria a la historia”, Amnis [Online], 2 | 2011, Memorias de la Guerra Civil española: transmisión, reapropiación y uso, EuropaAmérica Latina http://amnis.revues.org/1501 ; DOI : 10.4000/amnis.1501 [Fecha de consulta: 29 de mayo de 2016]. 16
17 Así se recordaba en 2012, en el marco del 75 aniversario del bombardeo, en el diario Gara lo que había supuesto aquella conmemoración: “En las últimas décadas, la fecha [26 abril] ha sido utilizada para homenajear y recordar, cada año, a todas las víctimas de aquella masacre. Y aunque cada aniversario ha tenido su especial carga emocional, el de 1987 dejó para siempre una huella muy especial tanto en Gernika como en el conjunto de Euskal Herria. Sin duda, todavía hoy decenas de miles de ciudadanas y ciudadanos vascos tendrán guardada -como pegatina, pin o, simplemente, en la memoria- la peculiar paloma multicolor que fue elegida como símbolo de aquella conmemoración”, Mikel Pastor, “La gran cita de 1987 como referencia”, Gara, 8 de abril de 2012. Pastor cifra en más de 50.000 las personas que participaron en las movilizaciones populares del cincuentenario.
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A partir de 1996, año de la conmemoración del sesenta aniversario del inicio de la guerra y fecha de la llegada al poder del Partido Popular, comenzaron a surgir en el espacio público reivindicaciones memoriales aisladas que en los albores del siglo XXI se convirtieron ya en un auténtico clamor. Aunque no puedan ser considerados como los únicos factores, no cabe duda de que la actividad desplegada por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) y el inicio de la apertura y exhumación de las fosas comunes con criterios científicos18, fueron determinantes en esa irrupción reivindicativa de las víctimas en el espacio público que ha derivado en la anamnesis de la última década19. Sin embargo, “A primera vista, nada o casi nada hacía presagiar unos años antes semejante protagonismo”, recuerda la profesora Mercedes Yusta, gran conocedora de la intrahistoria y de los desafíos de este proceso de “recuperación de la memoria histórica”. Para ella, el verdadero desencadenante de este protagonismo inapelable de la memoria de las víctimas en esta larga década hay que buscarlo en la “catarsis colectiva” que supuso para la sociedad española enfrentarse visualmente “a la evidencia macabra” de la existencia de miles de cuerpos de personas asesinadas y enterradas en fosas comunes durante el franquismo: Las imágenes de los huesos revueltos con el barro y la tierra, algunos de los cuales mantenían todavía la posición en la que cayeron en la fosa o conservaban restos de calzado o de ropa que los humanizaban e individualizaban, fueron retomadas una y otra vez por la prensa y la televisión y acompañadas de un discurso que insistía más en el aspecto emocional del acontecimiento que en su trasfondo político y social (aunque este, por supuesto, siempre estaba presente), removiendo la conciencia colectiva de ciertos sectores de la sociedad española de forma más eficaz que cualquier discurso político o historiográfico20. Este desgarrador impacto emocional tuvo un eco particular en las generaciones más jóvenes y, en particular, entre los nietos de las víctimas -como era el caso de Emilio Silva, o incluso del propio
18
Emilio Silva y Santiago Macías, Las fosas de Franco, Madrid, Temas de Hoy, 2003.
Para tener una idea de la dimensión del proceso de apertura y exhumaciones de las fosas es ineludible la obra de Francisco Ferrándiz, El pasado bajo tierra. Exhumaciones contemporáneas de la Guerra Civil, Barcelona, Ed. Anthropos, 2014. 19
20 Mercedes Yusta Rodrigo, “El pasado como trauma. Historia, memoria y “recuperación de la memoria histórica” , en la España actual”, en Pandora, nº12, 2014, pp. 23-41. Sobre esta reciente recuperación memorial es igualmente muy interesante su artículo: “Témoins, historiens et mouvement pour la “recuperación de la memoria histórica”: une nouvelle mise en récit de la guerre d’Espagne”, en Danielle Corrado et Viviane Alary (comp.), La guerre d’Espagne en héritage. Entre mémoire et oubli (de 1975 à nos jours), Clermont-Ferrand, Presses Universitaires Blaise Pascal, 2007, pp. 57-68.
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Rodríguez Zapatero-, herederos de una historia violenta, pero también entre numerosos nietos poco acostumbrados a escuchar a sus mayores historias de aquella tragedia. Hoy, muchos de ellos se encuentran entre los miembros más activos de las asociaciones memoriales. El 20 de noviembre de 2002, veintisiete años después de la muerte de Franco, el parlamento español aprobó una declaración institucional condenando el golpe de Estado de 1936. Presentada por la izquierda, la declaración fue aprobada de forma unánime por todos los partidos del parlamento, incluido el propio Partido Popular (PP), que se comprometió entonces a poner en marcha políticas de reconocimiento de las víctimas de la guerra21. Pese a la trascendencia que hubiera podido tener la puesta en marcha de esta enmienda, lo cierto es que su impacto, más allá de la declaración de ese día como “jornada histórica” en los medios de comunicación, fue limitado dada la reiterada negativa del PP a implementar los términos del acuerdo en relación con las víctimas22. La llegada de los socialistas al poder en marzo de 2004, con la elección de José Luis Rodríguez Zapatero como presidente del gobierno, supuso un cambio considerable en las políticas públicas hacia el pasado en relación con la memoria de las víctimas de la Guerra Civil y del franquismo. La voluntad política de hacer de esta cuestión uno de los ejes centrales de la legislatura fue visible con el nombramiento en septiembre de 2004 de una comisión interministerial para regular las medidas que resulten precisas para lograr la completa rehabilitación moral y jurídica de los afectados por la represión franquista23. No obstante, pese a la colaboración inicial con las asociaciones memoriales, muy pronto fueron evidentes las dificultades para llegar a aprobar una ley que diera satisfacción a todas las partes, representantes de las víctimas y clase política, dada la imposibilidad constitucional de declarar nulas las leyes y sentencias franquistas y la obstinada oposición del Partido Popular a una ley que, según sus dirigentes, abría de nuevo las heridas de la guerra, cuando en realidad estas nunca se habían cerrado completamente. El consejo de ministros aprobó el proyecto de ley en julio de 2006 y, tras largas discusiones y prolongados
“El PP condena el golpe de Franco y promete honrar a todas las víctimas de la Guerra Civil”, El País, 21 de noviembre de 2002.
21
Ismael Saz, “La dictadura de Franco como historia del tiempo presente”, en Carlos Navajas Zubeldia (coor.), Actas del IV Simposio de Historia Actual, Logroño. Instituto de Estudios Riojanos, 2004. Saz ha criticado, certeramente, la escasa solemnidad de la declaración, el carácter elusivo de la frase dedicada a condenar la dictadura y la escasa voluntad mostrada para llevar adelante las propuestas aprobadas. 22
Sobre las esperanzas abiertas por la creación de dicha comisión es muy interesante el artículo escrito poco tiempo después por el historiador Ricard Vinyes, “El Estado y la restitución, hoy”, El País, 11 de octubre de 2004. 23
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debates, la conocida popularmente como Ley de la memoria histórica fue aprobada oficialmente en diciembre de 200724. Las limitaciones de la ley son numerosas, fundamentalmente en lo referido a las sentencias judiciales pronunciadas durante el franquismo, el tratamiento legal de las exhumaciones, la simbología franquista o la exigüidad del número de las personas concernidas por las indemnizaciones, como han denunciado de forma reiterada las asociaciones de defensa de la memoria de las víctimas25. Pese a ello, la implementación de sus principios concernientes a la recuperación de la nacionalidad para los descendientes de los exiliados o a la elaboración del mapa de las fosas comunes, por citar sólo dos efectos positivos, han permitido una presencia manifiesta y continuada de las víctimas en el espacio público hasta la actualidad. De forma indirecta, la apertura, y posterior cierre en falso, de la causa contra los crímenes del franquismo realizada por el juez Baltasar Garzón tuvo el efecto de reorientar el debate hacia el ámbito de la justicia y en contra de la impunidad del franquismo26. La creciente judicialización de la recuperación memorial de las víctimas ha tomado sendas insospechadas con su internacionalización.
24 LEY 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura. Según la exposición de motivos la ley pretendía “contribuir a cerrar heridas todavía abiertas en los españoles y a dar satisfacción a los ciudadanos que sufrieron, directamente o en la persona de sus familiares, las consecuencias de la tragedia de la Guerra Civil o de la represión de la Dictadura.[…] No es tarea del legislador implantar una determinada memoria colectiva. Pero sí es deber del legislador, y cometido de la ley, reparar a las víctimas, consagrar y proteger, con el máximo vigor normativo, el derecho a la memoria personal y familiar como expresión de plena ciudadanía democrática, fomentar los valores constitucionales y promover el conocimiento y la reflexión sobre nuestro pasado, para evitar que se repitan situaciones de intolerancia y violación de derechos humanos como las entonces vividas”.
Rafael Escudero, Patricia Campelo, Carmen Pérez González y Emilio Silva, Qué hacemos por la memoria histórica, Madrid, Akal, 2013. 25
Marie-Claude Chaput (dir.), Matériaux pour l’histoire de notre temps “ Histoire, mémoire, justice de l’Espagne à l’Amérique latine ”, n° 111 - 112, 3/2013. La profesora Chaput ha apuntado acertadamente la paradoja judicial, el impasse, al que la ley ha abocado a las víctimas: “Le débat est désormais sur le plan juridique pour tenter de résoudre la contradiction majeure: le caractère illégitime des tribunaux franquistes a été reconnu mais les condamnés n’ont pas pour autant été réhabilités”, p. 3. Expresiones como “Sin justica no hay memoria” o “El mejor homenaje = La justicia” frecuentes en las pancartas de las asociaciones memoriales son una buena prueba de esa nueva orientación de las demandas memoriales. 26
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Las reiteradas acusaciones de impunidad de los crímenes del franquismo por la ONU27 o la admisión por la jueza argentina María Servini de Cubría en 2012 de una querella, en contra de esos mismos crímenes, son la mejor prueba. El ochenta aniversario del conflicto ha reactivado de nuevo la memoria de la guerra y de sus víctimas republicanas en el debate público, consolidando aún más, si cabe, la reivindicación política, social, cultural, moral - y ahora también judicial -, de la víctimas “silenciadas” de la guerra y de la dictadura como “el más importante uso público de la historia” en España, sólo por detrás de los nacionalismos28. En Euskadi, la presencia de ambos, víctimas y nacionalismo, y la interpretación en algunos sectores de la sociedad vasca de la guerra como un ataque armado exterior29, ha favorecido una apropiación de las víctimas desde postulados abiertamente nacionalistas. De hecho, no ha sido extraño encontrar en el seno del nacionalismo posicionamientos que consideran al conjunto de la sociedad vasca como una víctima de la agresión española30. La representación de este conflicto como un enfrentamiento entre vascos y españoles, ejemplo de resistencia heroica frente al invasor fue en gran medida el sustrato indispensable sobre el que germinó a finales de los años cincuenta la organización terrorista ETA. Su recurso a la violencia se inscribía así en la continuidad de la lucha ancestral de los vascos por su libertad frente a las invasiones exteriores31. En esta construcción narrativa y mitológica se encuentra en buena medida el germen en el que la izquierda nacionalista radical injertó la “guerra imaginaria” (Elorza) que ETA defiende haber librado a favor de la independencia de Euskadi. “Los etarras transformaron una “guerra imaginaria” en un sangriento problema en el mundo real, que se ha prolongado durante décadas. En esa deriva progresiva hacia una respuesta violenta contra el régimen franquista también influyó la aureola de heroicos luchadores por la independencia creada en torno a la figura de los gudaris del 36, los soldados vascos que integraron los batallones nacionalistas que
Baltasar Garzón, “La ONU y las víctimas del franquismo”, El País, 26 de octubre de 2015. “La ONU reprende a España por el trato inhumano a las víctimas del franquismo”, Deia, 12 de diciembre de 2015.
27
28
José L. Ledesma y Javier Rodrigo, “Caídos por España… op. cit. p. 251.
Paloma Aguilar Fernández, “La peculiar evocación de la guerra civil por el nacionalismo vasco”, en Cuadernos de Alzate, nº 18, 1998, pp. 21-40.
29
Paloma Aguilar Fernández, “La guerra civil española en el discurso nacionalista vasco. Memorias peculiares, lecciones diferentes”, en Javier Ugarte Tellería (coord.), La Transición en el País Vasco y España: historia y memoria, Leioa, UPV/EHU, 1998, pp. 121-156. 30
31
Antonio Elorza, “Las raíces de ETA”, El País, 31 de julio de 2009.
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componían una parte del llamado Eusko Gudarostea (Ejército vasco) que luchó a favor de la República durante la Guerra Civil”32. La idea de que los vascos lucharon durante la guerra contra el fascismo a favor de la República, de la democracia y de la libertad, llevaría implícito que también lo hicieron a favor de la independencia. Si en la retórica nacionalista radical aquellos hombres habían sacrificado su vida por la patria al oponerse a la “más incivilizada agresión extranjera perpetrada contra Euskal Herria”, sus herederos, los “nuevos gudaris” de ETA debían continuar con las armas en la mano aquella guerra inconclusa33. También el nacionalismo moderado, aunque con mayores matices y finalidades distintas, ha contribuido a difundir una imagen de una Euskadi mártir frente a esa supuesta invasión exterior. Los reiterados y ominosos bombardeos de la población civil - Otxandio, Durango, Gernika, Bilbao…-, la persecución y el fusilamiento de sacerdotes por su ideología nacionalista y el exilio de los niños lejos de sus hogares, son algunos de los pilares fundamentales sobre los que se asienta la memoria victimista de la guerra promovida o amparada por el nacionalismo vasco34. En cualquier caso, es indudable que la presencia de la memoria de la guerra ha tenido un peso continuado en el espacio público vasco. Ya a principios del siglo XXI, el profesor Santiago de Pablo ponía de relieve su peso en la sociedad y su utilización recurrente por los actores políticos en los debates en los cuales el pasado era sistemáticamente convocado35. Esta presencia continuada del conflicto ha generado, entre los dirigentes políticos vascos, una mayor sensibilidad, en relación con
Gaizka Fernández Soldevilla, “Mitos que matan. La narrativa del “conflicto vasco” (y sus consecuencias)”, en La voluntad del gudari. Génesis y metástasis de la violencia de ETA, Madrid, Anaya, 2016, p. 44. 32
Gaizka Fernández Soldevilla, “Ecos de la Guerra Civil. La glorificación del gudari en la génesis de la violencia de ETA (1936-1968), en La voluntad del gudari. Génesis y metástasis… op. cit., p. 164. La consideración entrecomillada proviene de la ponencia “La insurrección en Euskadi” escrita por Julen Madariaga y aprobada en la III Asamblea de ETA (1964). 33
Sobre las diferentes recuperaciones del conflicto y su peso en la construcción simbólica del universo identitario del nacionalismo vasco es muy esclarecedora la entrada redactada por Santiago de Pablo, “Guerra Civil”, en Santiago de Pablo, José Luis de la Granja, Ludger Mees, Jesús Casquete (coord.), Diccionario ilustrado de símbolos del nacionalismo vasco, Madrid, Tecnos, 2012, pp. 444-467. 34
35 “La presencia de la historia en el debate político vasco es muy frecuente. Muchos políticos utilizan argumentos históricos como arma para conseguir sus objetivos o para desacreditar al contrario […] pero no es casualidad que la guerra civil se lleve la palma”, en Santiago de Pablo, “La guerra civil en el País Vasco ¿un conflicto diferente?” , en Ayer, (La Guerra Civil), nº 50, 2003, p. 115.
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las víctimas, aunque, salvo decisiones puntuales, su traducción en políticas activas de reconocimiento y de recuperación de su memoria no fuera una realidad hasta inicios del siglo XXI, con el incremento de las reclamaciones de las asociaciones memoriales. Desde entonces, la Comunidad Autónoma Vasca se ha destacado por una recuperación efectiva de la memoria de las víctimas de la guerra. En diciembre de 2002, el Gobierno Vasco fue uno de los primeros gobiernos autonómicos en impulsar una Comisión interdepartamental orientada a la localización, identificación y posible exhumación de desaparecidos durante la Guerra Civil. Esta comisión fue presidida por el entonces Director de Derechos Humanos, Txema Urquijo36. La comisión firmó un convenio de colaboración con la Sociedad de Ciencias Aranzadi, coordinado por el profesor de Medicina Legal y Forense de la Universidad del País Vasco, Francisco Etxeberria, para llevar a cabo este proyecto de recuperación de cuerpos de fosas comunes. Iniciado con Juan José Ibarretxe como Lehendakari, el plan siguió adelante con el ejecutivo de Patxi López (2009-2012) y se renovó con la llegada al poder de Iñigo Urkullu (2012-2017). Prueba de los frutos de esta continuidad, a finales de diciembre de 2015, fue presentado el Plan vasco de fosas para la búsqueda e identificación de personas desaparecidas en la Guerra Civil, que prevé su continuidad hasta el año 2020 y detalla el Mapa de Fosas de Euskadi con 80 localizaciones de enterramientos de los que se tienen noticia documental y recoge 28 fosas en fase de investigación con prioridades de actuación en función de la probabilidad de encontrar restos de personas represaliadas37. El Gobierno Vasco también emprendió dinámicas de reparación económica en noviembre de 2002, cuando la Consejería de Vivienda y Asuntos Sociales del Gobierno Vasco, dirigida entonces por Javier Madrazo, coordinador general de Ezker Batua Berdeak (Izquierda Unida-Los Verdes), impulsó una iniciativa con el objeto de conceder reparaciones económicas a las víctimas de la represión franquista
Francisco Ferrándiz Martín, “Exhumaciones y políticas de la memoria en la España contemporánea”, en Hispania Nova, Dossier generaciones y memoria de la represión franquista: un balance de los movimientos por la memoria, nº 7, 2007. 36
Secretaría General de Paz y Convivencia. Según las informaciones aportadas por la directora de Víctimas y Derechos Humanos del Ejecutivo vasco, Monika Hernando, en la presentación del plan: “Desde que en 2003 el Gobierno Vasco puso en marcha un plan de investigación sobre las personas represaliadas, fusiladas y desaparecidas en la Guerra Civil, se han atendido más de 1.500 solicitudes de familiares, que han requerido consultas a más de 175 archivos, registros y otros centros de documentación repartidos en diferentes ministerios estatales. Además, se han grabado en vídeo más de 500 testimonios de protagonistas y familiares, que constituyen “la base fundamental de memoria oral” sobre estos hechos”. http://www.Lehendakaritza.ejgv. euskadi.eus/memoria-presentacion/-/introduccion/ [Fecha de consulta: 30 de mayo de 2016] 37
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que habían sufrido cárcel por supuestos incluidos en la ley de Amnistía38. Las dificultades para acreditar algunas situaciones de prisión y la exclusión inicial de ciertos grupos, generaron numerosas protestas que derivaron en la aprobación en febrero de 2006 de otra ley que incluía compensaciones económicas a las personas privadas de libertad, incluidas aquellas incorporadas por la fuerza a los Batallones Disciplinarios de Soldados Trabajadores39. Como tendremos ocasión de comprobar a lo largo de este estudio, fue también desde esta consejería, dirigida entre 2002 y 2009 por Javier Madrazo, desde donde se impulsó una serie de iniciativas ligadas a la preservación y difusión de la memoria de las víctimas de la guerra y del franquismo, incluida la erección de numerosos monumentos. Más cerca de nosotros, en noviembre de 2015, el Gobierno Vasco presentó un informe titulado Senderos de Memoria: Relación de espacios vinculados a la memoria de la guerra civil realizado por un equipo de historiadores dirigidos por los profesores de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), Joseba Agirreazkuenaga y Mikel Urquijo, destinado a realizar un censo de los espacios vinculados a la memoria durante la Guerra Civil en Euskadi. El informe incluye referencias a los lugares donde se produjeron enfrentamientos y bombardeos sobre población civil, pero también lugares que fueron utilizados como prisiones o donde se recurrió al trabajo forzado durante la guerra y la posguerra. En dicho informe se recogían también las asociaciones, fundaciones, grupos y organizaciones de la Comunidad Autónoma Vasca relacionadas con la recuperación de la memoria histórica durante los últimos cinco años. Prueba de la vitalidad que goza en estos momentos la recuperación memorial en Euskadi, el informe recogía también la existencia de 75 grupos, asociaciones e instituciones dedicadas a este objetivo, desde pequeños grupos locales hasta asociaciones con representación en los tres territorios40. Previamente, en 2012, la Secretaría General para la Paz y la Convivencia del Gobierno Vasco había encargado otro informe, relacionado esta vez con el cumplimiento del artículo 15 de la “Ley de memoria Histórica” de 2007, relativo a “Símbolos y monumentos públicos’ y “la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva,
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Boletín Oficial del País Vasco, 229 de 29 de noviembre de 2002.
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Boletín Oficial del País Vasco, 191 de 5 de octubre de 2006.
http://www.gogora.euskadi.eus/noticias/-/noticia/senderos-memoria/ [Fecha de consulta: 30 de mayo de 2016] 40
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de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura”. Realizado por Aitor González de Langarica Mendizabal y Virginia López de Maturana, el catálogo es un instrumento esencial para conocer las huellas de la simbología franquista que persisten en el País Vasco y preparar, con criterio, las actuaciones posteriores41. En las recomendaciones finales, los autores indicaban la necesidad de tener en cuenta que el franquismo se había apropiado de personajes o lugares que no tenían una relación directa con la dictadura y apuntaban “Se trata de nombres fagocitados por el régimen con los que hay que tener cautela a la hora de valorar su retirada del espacio público”42. Es indudable que en estos últimos años la memoria de la guerra y de sus víctimas ha adquirido un lugar preponderante en las políticas hacia el pasado en Euskadi. Es incluso muy probable que su importancia se incremente en los años venideros. En noviembre de 2015, el Gobierno Vasco puso en marcha Gogora- Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos, un organismo cuya función, entre otras, es la de “preservar y transmitir la memoria de las experiencias traumáticas marcadas por la violencia durante los últimos cien años: la Guerra civil, la dictadura franquista, el terrorismo de ETA y los contraterrorismos ilícitos”43. El Gobierno Vasco pretende dotarse así de un instrumento institucional que sirva para encauzar las iniciativas memoriales que puedan surgir de la sociedad civil y promover nuevas dinámicas de recuperación de la memoria de las víctimas44. Gogora, se ha convertido en el organismo encargado en Euskadi de todos los aspectos relacionados con las víctimas de la Guerra Civil, de la retirada de la simbología franquista, de las iniciativas escultóricas y monumentales, de investigar los ataques contra los derechos humanos durante el franquismo, recoger testimonios y crear archivos orales, de promocionar y coordinar actos de homenaje a las víctimas del franquismo
Aitor González de Langarica Mendizabal y Virginia López de Maturana, Catálogo de símbolos y monumentos públicos existentes en Euskadi que supongan una exaltación de la Guerra Civil y de la dictadura, Informe realizado por encargo de la Secretaría General para la Paz y la Convivencia del Gobierno Vasco, 2012. 41
Ibidem, p. 288. Además de este pertinente consejo que no siempre se ha tenido en cuenta a la hora de abordar el tratamiento de la memoria de la dictadura, también apuntaban en esas mismas conclusiones la valía que determinados vestigios podían tener para la investigación histórica y señalaban: “Así pues, aunque se proceda a su retirada, nunca debería llevarse a cabo su destrucción, porque representan una herramienta de trabajo para el investigador, quien es, en definitiva, el encargado de divulgar lo sucedido en aquella etapa de la Historia”. 42
http://www.gogora.euskadi.eus/gogora-presentacion/aa82-cogogora/es [Fecha de consulta: 31 de mayo de 2016]. 43
Marie-Claire Lavabre, “La memoria fragmentada. ¿Se puede influenciar la memoria?”, en Antropología Social, nº 11, Enero-diciembre 2009, pp. 15-28.
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así como de promover una nueva interpretación de los espacios de memoria ligados a la guerra45. Vasto programa al que se añadirá también la gestión de lo que el citado organismo ha denominado “Memoria reciente”, destinada a obrar a favor de la memoria de las víctimas provocadas por la actividad terrorista de ETA y el resto de violencias generadas entre 1960 y 2011. El objetivo de extender su campo de acción a las víctimas de los últimos “cien años” nos lleva a preguntarnos si ello no conllevará un peligro de “trop de mémoire”, una sobreabundancia de la presencia de la memoria en el espacio público e indirectamente el peligro del olvido sobre el que ya alertó hace algunos años Tzvetan Todorov46.
http://www.gogora.euskadi.eus/proyectos-memoria-historica/aa82-cogogora/es/ [Fecha de consulta: 31 de mayo de 2016]. 45
46 Tzvetan Todorov, Les abus de la mémoire, París, Arlea, 1995, p. 13. “La mémoire serait menacée ici, non plus par l’effacement des informations, mais par leur surabondance. Ainsi, de manière moins brutale mais finalement plus efficace, car ne suscitant notre résistance, faisant de nous au contraire les agents consentants de cette marche vers l’oubli […]”.
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GUERRA, VIOLENCIA POLÍTICA Y VÍCTIMAS Aunque tardíos entre nosotros, los estudios sobre la violencia como un hecho histórico, a partir de los planteamientos epistemológicos sobre la acción colectiva y los conflictos avanzados por Charles Tilly, han progresado de forma considerable en las dos últimas décadas. La violencia desatada en el contexto de la Guerra Civil y el terrorismo de ETA han focalizado, hasta no hace mucho, buena parte de los estudios históricos. No obstante, en estos últimos años se han abierto nuevos campos y tratado en profundidad períodos como la Restauración y la II República (Eduardo González Calleja)47, la guerra y la dictadura franquista (Javier Rodrigo, Paul Preston, Michel Richards)48 o la Transición (Sophie Baby)49, por citar sólo algunos de los estudios más relevantes o que mayor eco han tenido entre nosotros50. Si algo han puesto de manifiesto estos y otros trabajos sobre la cuestión es que aunque las manifestaciones y las circunstancias en las que se produce la violencia sean diferentes, se trata de un fenómeno inherente a la mayor parte de las sociedades. Como apuntó en su momento Julio Aróstegui, la violencia podría ser considerada de forma básica como “la imposición -o el intento de hacerlo- por la fuerza - o con la amenaza de ella- de la voluntad de una parte de la comunidad sobre otra o, en su expresión más elemental, de un individuo
Eduardo González Calleja, El máuser y el sufragio: orden público, subversión y violencia política en la crisis de la Restauración (1917-1931), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones científicas, 1999; Cifras cruentas. Las víctimas mortales de la violencia sociopolítica en la Segunda República española (1931-1936), Granada, Comares, 2015.
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Javier Rodrigo, Los campos de concentración franquista, entre la historia y la memoria, Madrid, Siete Mares, 2003; Hasta la raíz: violencia durante la Guerra Civil y la dictadura franquista, Madrid, Alianza, 2008; Paul Preston, El holocausto español. Odio y exterminio en la Guerra Civil y después, Madrid, Debate, 2011, Michael Richards, Un tiempo de silencio. La Guerra civil y la cultura de la represión en la España de Franco, Barcelona, Crítica, 1999. 48
Sophie Baby, Le mythe de la transition pacifique. Violence et politique en Espagne (1975-1982), Madrid, Casa de Velázquez, 2013. 49
50 La bibliografía sobre esta problemática es hoy ciertamente muy extensa. Para una visión de los avances historiográficos en estas últimas décadas es muy interesante Eduardo González Calleja “La violencia política en la España del siglo xx: un balance historiográfico”, en Mélanges de la Casa de Velázquez, Transferts culturels dans le monde hispanique, 38-2, 2008, pp. 213-240. Entre las obras que abordan de forma conjunta esta violencia, aunque la guerra y la dictadura estén prácticamente ausentes, ver Santos Juliá, Violencia política en la España del siglo XX, Madrid, Taurus, 2000.
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sobre otro”51. El historiador insiste en la dimensión social que con frecuencia presenta la violencia, como respuesta o instrumento al que se recurre en una situación de conflicto. Este último, el conflicto, aunque necesario en el origen de la misma, no siempre es motivo suficiente. En este sentido, el historiador consideraba la violencia como: “toda resolución o intento de resolución, por medios no consensuados de una situación de conflicto entre partes enfrentadas, lo que comporta esencialmente una acción de imposición, que puede efectuarse, o no, con presencia manifiesta de fuerza física”52. Si del marco genérico expuesto previamente pasamos a considerar este fenómeno en la vertiente política, la primera sorpresa nos la llevamos al constatar que para muchos sociólogos y politólogos la expresión “violencia política” aparece en sí misma como una contradicción. El destacado sociólogo Julien Freund por ejemplo, aunque reconocía que la violencia se encontraba en el corazón de la política, apuntaba precisamente que: […] el cometido primero de la política es reglamentar el ejercicio de la violencia en el seno de una colectividad, comprimirla en límites que sólo se franquean excepcionalmente. En otras palabras, la política es la actividad que se esfuerza por dar un carácter excepcional al uso de la violencia, sin comprometer sin embargo las posibilidades positivas de la ritualización de la agresividad53. Sin embargo, como reconoce González Calleja, destacado especialista de la historia de la violencia, no siempre es fácil deslindar ambos conceptos: En la práctica no resulta tan sencillo disociar la violencia de toda acción política. Ésta fundamenta una gran parte de sus medios de intervención en la negociación y la persuasión, pero aparece también repleta de demostraciones de fuerza potencialmente
51 Julio Aróstegui, “La violencia política y su dimensión histórica”, en Antonio Rivera y Carlos Carnicero Herreros (ed.), Violencia política. Historia, memoria, víctimas…, op. cit., p. 23. 52
Ibidem, p. 32.
Consultado en Eduardo González Calleja, “Bellum omnium contra omnes! Una reflexión general sobre el empleo deliberado de la fuerza en los conflictos políticos”, en Anuario IEHS nº 19, 2004, p. 393. (Julien Freund. Utopie et violence, París, Marcel Rivière et Cíe., 1978. p. 143). 53
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violentas, como son las incitaciones, las presiones, las amenazas, los excesos verbales, las demostraciones masivas (intimidación por el número) o las violencias subliminales54. González Calleja, autor de numerosos trabajos teóricos y estudios de caso, no duda en considerar la violencia política como un fenómeno frecuente de las relaciones de poder que se ejerce de forma habitual a través de su dimensión simbólica en el marco de unas determinadas reglas de juego (debates parlamentarios, mítines, manifestaciones, congresos… ), pero también de forma explícita como un instrumento al que se recurre con frecuencia en la lucha por el poder. Dentro de este amplio marco, el historiador Julio Aróstegui ha tratado de definir la naturaleza de la violencia política de forma abierta y amplia como “toda acción no prevista en reglas, realizada por cualquier actor individual o colectivo, dirigida a controlar el funcionamiento del sistema político de una sociedad o a precipitar decisiones dentro de ese sistema”55. Por su parte, el propio González Calleja ha avanzado una definición más detallada al considerar la violencia en política: […] como el empleo consciente (aunque no siempre deliberado o premeditado), o la amenaza del uso de la fuerza física por parte de individuos, entidades, grupos sociales o partidos que buscan el control de los espacios de poder político, la manipulación de las decisiones en todas o parte de las instancias de gobierno, y, en última instancia, la conquista, la conservación o la reforma del Estado56. Este historiador introduce la consideración de la violencia política como un proceso interactivo que se desarrolla entre varios grupos de actores, un fenómeno que abarca desde la justificación intelectual hasta la violencia física, a condición de cumplir dos requisitos previos: la existencia de intencionalidad y el deseo de influir en el campo de la estructura política57.
54
Ibidem, p. 393-394.
Julio Aróstegui, “Violencia, sociedad y política: la definición de la violencia” ,en Ayer. Violencia y política en España, nº 13, 1994, p. 44.
55
Eduardo González Calleja, La violencia en la política. Perspectivas teóricas sobre el empleo deliberado de la fuerza en los conflictos de poder, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 2002, p. 271.
56
Ibidem. Último componente, pero no por ello menos significativo, la violencia política englobaría para este autor tanto “las actitudes de ofensa al sistema como de defensa del mismo, a través de la coerción legal o ilegal y el estado de excepción”. 57
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Desde un punto de vista histórico la violencia política se articula en torno a una multiplicidad de ideologías, justificaciones y estrategias a través de una variedad no menos significativa de manifestaciones que van desde el motín o las insurrecciones a las huelgas o los golpes de Estado, entre otros. El ejercicio de la misma es igualmente heterogéneo, desde la resistencia, la guerrilla o la lucha armada, hasta el terrorismo, la persecución policial, o el control social, sin olvidar la consideración como tal violencia política que tienen las propias guerras. Máxime cuando estas tienen un carácter civil y forjan con frecuencia una “lógicas de confrontación que se caracterizan por una violencia simbólica y física de dimensiones paroxísticas”58. Como ha apuntado el propio Calleja en un reciente estudio, existe un intenso debate “sobre si la guerra es un fenómeno independiente o una simple muestra o etapa del fenómeno más amplio de la violencia política”. Apoyándose en los principios de Tilly, Calleja considera la guerra civil como “un tipo de violencia total entre segmentos de una misma población, que persigue como objetivo prioritario el aniquilamiento o sometimiento sin condiciones del adversario, el derrocamiento del régimen imperante o la disolución de un Estado”59. Es indudable que más allá de los enfrentamientos de carácter propiamente bélicos, vinculados a la evolución de los frentes, la Guerra Civil, abrió la puerta a escenarios donde “el deterioro o la desaparición del control estatal” propiciaron la adopción de comportamientos y de acciones excepcionalmente violentos con el contrincante sobre el cual no dudó en ejercerse “el poder por excelencia de vida o de muerte”60. De forma selectiva o con carácter indiscriminado, a proximidad del frente o en la retaguardia, el conjunto de la sociedad española, se vio sometida durante el conflicto bélico a una violencia política de proporciones considerables, de orígenes múltiples y con objetivos diversos, cuyos efectos han perdurado en el tiempo61.
58 Eduardo González Calleja y Severiano Rojo Hernández, “Las guerras civiles, reflexiones sobre los conflictos fratricidas de la época contemporánea”, Amnis, 2015, URL : http://amnis.revues.org/2477 ; DOI : 10.4000/ amnis.2477, [Fecha de consulta: 1 de junio de 2016]
Eduardo González Calleja,”Las guerras civiles: consideraciones teóricas desde las Ciencias Sociales”, Amnis, 2015, URL : http:// amnis.revues.org/2405 ; DOI : 10.4000/amnis.2405 [Fecha de consulta: 1 de junio de 2016]. 59
60
Eduardo González Calleja, Ibidem.
61 Gabriele Ranzato ha señalado cómo, a pesar de que la violencia generada por una “guerra total” puede ser muy superior en términos de pérdidas de vidas humanas, la guerra civil sigue siendo considerada la guerra más horrible “por su carácter “fratricida” y las formas de extremada violencia que con frecuencia produce” Gabriele Ranzato, “Guerra civil y guerra total en el siglo XX”, en Jordi Canal (ed.), Ayer, Las guerras civiles en la España contemporánea, nº 55, 2004 (3), p. 128.
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Aunque en este estudio nos ocuparemos de estudiar la presencia en el espacio público de la memoria de víctimas de la represión republicana y de víctimas de la represión franquista, no pretendemos en ningún momento buscar una equiparación indirecta de la represión ejercida por uno y otro bando durante la guerra. Son numerosos los trabajos que han insistido en las profundas diferencias entre ambos procesos de coerción social, desde su propia génesis y objetivos, hasta la naturaleza y las prácticas desplegadas, que hace que estemos ante lo que el profesor Aróstegui consideró una “disimetría indiscutible”. Así resumía esa distinción en uno de sus últimos trabajos publicados: La opresión social violenta y omnímoda que pusieron en marcha los sublevados respondía a un designio previo que la resistencia republicana exacerbó aun, que fue siendo perfilado y desarrollado a lo largo de muchos años con posterioridad al final de la contienda. Desde el otro lado, la dirección social de la violencia desarrollada en el territorio bajo control republicano a lo largo de la guerra tuvo un carácter bien distinto: fue un hecho reflejo de la sublevación, sin designio gubernamental alguno, más bien en contra de él, y que es, en parte al menos, inteligible en las condiciones normales del control de la retaguardia en una guerra civil donde abundaban los meros “leales geográficos”…62. Pese a esta diferenciación de carácter histórico, es cierto que buena parte de las víctimas mortales de la represión de uno y otro lado durante la guerra compartieron el mismo trágico destino y que, en ambos casos, dichas práctica fueron propiciadas por la deshumanización del enemigo. Pero también es imprescindible recordar, a pesar de ser conocido, que el final de conflicto no dio paso a la paz sino a la victoria y que las dinámicas represivas del bando franquista nacidas durante la guerra siguieron vigentes e incluso se intensificaron entonces, generando en esos dramáticos años de la posguerra un considerable número de nuevas víctimas, en un proceso que Gutmaro Gómez Bravo no duda en elevar a la categoría de guerra de ocupación63. Hecha esta necesaria aclaración, conviene insistir en el hecho de que la inclusión del estudio de la memoria de las víctimas de uno y otro bando tiene aquí la única finalidad de mostrar, en una perspectiva de longue durée, la evolución de su consideración social en el espacio público y la volubilidad de la misma al estudiarlas desde la perspectiva de lo que Enzo Traverso denomina memorias “fuertes” y memorias “débiles”:
62
Julio Aróstegui (coor.) Franco, la represión como sistema, Barcelona, Flor del Viento Ediciones, 2012, p. 13.
Gutmaro Gómez Bravo, Geografía humana de la represión franquista. Del Golpe a la Guerra de ocupación (19361941), Madrid, Cátedra, 2017. 63
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Hay memorias oficiales alimentadas por instituciones, incluso Estados, y memorias subterráneas, escondidas o prohibidas. La “visibilidad” y el reconocimiento de una memoria depende, también, de la fuerza de quienes la portan. Dicho de otra manera hay memorias “fuertes” y memorias “débiles ” […] Fuerza y reconocimiento no son datos fijos e inmutables, evolucionan, se consolidan o se debilitan contribuyendo a redefinir permanentemente el estatuto de la memoria64. La evolución de la memoria de las víctimas reclamadas como propias por el régimen franquista es un buen ejemplo de esa evolución y del paso de un estado a otro. Su omnipresencia en el espacio público hasta principios de los años ochenta ha ido declinando progresivamente hasta su marginalidad actual. Al contrario, la memoria de las víctimas republicanas ha seguido el camino inverso pasando de las profundidades del olvido al que fueron condenadas bajo la propia dictadura a una visibilidad creciente en la actualidad. El interés por analizar ese movimiento pendular de la memoria es la razón fundamental de la inclusión de ambos grupos en un mismo estudio. El conflicto fratricida, del cual se cumplen ochenta años de su inicio en el momento que escribimos estas líneas, tuvo en Euskadi un escenario destacado tanto desde el punto de vista militar como político y social. Su centralidad en la historia española del siglo XX es compartido plenamente en el caso de la historia vasca entre otras muchas razones, como ha reiterado el profesor José Luis de la Granja, porque fue en ese contexto bélico del primer año de guerra, que dio lugar al conocido como “oasis vasco”, cuando se produjo “el nacimiento institucional de Euskadi y su reconocimiento no sólo en el Estado español republicano, sino en el orden internacional”65.
64
Enzo Traverso, El pasado. Instrucciones de uso. Historia, memoria, política, Madrid, Ed. Marcial Pons, 2007, p. 48.
65 José Luis de la Granja, “El nacimiento de Euskadi: el estatuto de 1936 y el primer gobierno vasco”, en Historia contemporánea. La Guerra Civil en el País Vasco: un balance histórico, nº 35, 2007 (II), pp. 427-450. Expresión conocida y empleada con frecuencia en la historiografía vasca, la expresión “oasis vasco” hace referencia a los particularismos de la guerra en este territorio republicano como la ausencia de persecución religiosa, la inexistencia de colectivizaciones y de revolución social, un mayor pluralismo en la dirección política y social y la práctica de una justicia moderada. Ver igualmente José Luis de la Granja, El oasis vasco. El nacimiento de Euskadi en la República y la Guerra Civil, Madrid, Tecnos, 2007.
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Más allá de esta dimensión política, la violencia desatada en el marco del conflicto dejó una profunda huella en la sociedad vasca. Al ya conocido bombardeo de Gernika66, hay que sumar centenares de bombardeos aéreos protagonizados por la aviación franquista, la Legion Cóndor y la Aviazione Legionaria, aún poco conocidos en algunos casos, que tuvieron como objetivo numerosas localidades vascas como Durango, Otxandio, Elorrio, Eibar, Sestao…, con el objetivo manifiesto de aterrorizar a la población y de debilitar la resistencia civil y militar ante el avance franquista, y que provocaron centenares de muertes67. A las víctimas provocadas desde el cielo, hay que sumar las muertes de civiles provocadas por la represión ejercida en la retaguardia por ambos bandos durante la guerra. Los asaltos y las matanzas de presos de derechas detenidos en las cárceles de Bilbao el 4 de enero de 1937 que provocaron la muerte de más de 225 reclusos por un lado, y los fusilamientos masivos realizados sobre los muros del cementerio de Hernani en Gipuzkoa en el otoño de 1936, donde fueron asesinados en torno a 200 republicanos, constituyen muestras destacadas de la intensa vorágine represiva desatada durante el conflicto68. A estos ejemplos extremos, hay que sumar decenas de operaciones similares, aunque de menor entidad, y varios centenares de muertos más causados por la intensa violencia desplegada en
Gabriele Ranzato ha apuntado “el carácter prevalentemente terrorista del bombardeo de Guernica” cuyo objetivo era castigar “a los vascos como cuerpo extraño y hostil a la integración nacional […] como si se tratara de una población extranjera y enemiga”, en Gabriele Ranzato “Guerra civil y guerra total en el siglo XX”, en Ayer, nº 55, 2004 (3), p. 141. 66
El Museo de la Paz y el Centro de Documentación sobre el bombardeo de Gernika organizaron el 24 y 25 de abril de 2017 un seminario internacional titulado Bombardeos en Euskadi, (1936-1937) --cuyas actas se publicarán a finales de 2017 en esta misma colección de libros-- donde se puso de manifiesto la extraordinaria persistencia y dimensión de los ataques aéreos sufridos por la población vasca. Además de la próxima edición en papel de las intervenciones de este encuentro pueden consultarse igualmente las obras de Jon Irazabal Agirre, Durango:1937 martxoak 31: 1937ko martxoaren 31n Durangoren aurka egindako aire-bonbardaketari buruzko azterlana / Durango 31 de marzo de 1937: estudio sobre el bombardeo aéreo realizado contra la villa de Durango el 31 de marzo de 1937, Abadiño, Gerediaga Elkartea, 2001; Josep Maria Solé i Sabaté y Joan Villarroya, España en llamas. La guerra civil desde el aire, Madrid, Temas de Hoy, 2003. 67
José Manuel Azcona Pastor y Julen Lezamiz Lugarezaresti, “Los asaltos a las cárceles de Bilbao el día 4 de enero de 1937”, en Investigaciones Históricas, nº 32, 2012, pp. 217-236. Carmelo Landa Montenegro, “Bilbao, 4 de enero de 1937: memoria de una matanza en la Euskadi autónoma durante la Guerra Civil española”, en Bidebarrieta. 70 años de la Guerra Civil: guerra, posguerra y memoria, nº XVIII, 2007, pp. 79-115. Mikel Aizpuru (dir.), El otoño de 1936 en Guipúzcoa. Los fusilamientos de Hernani, Alberdania, Irún, 2007. 68
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el territorio vasco especialmente a lo largo del primer año del conflicto. A falta de nuevas investigaciones, particularmente necesarias para el caso de Bizkaia, los trabajos más recientes sobre la represión en el País Vasco sitúan el número de muertes ocasionado por los republicanos en unas 764 personas, entre víctimas de la denominada violencia espontánea, fundamentalmente asalto a las cárceles y fusilamientos o matanzas de prisioneros como respuesta de ira frente a los bombardeos franquistas, y víctimas de la violencia revolucionaria resultado del colapso de las instituciones republicanas en los primeros meses del conflicto. Por lo que se refiere a la represión franquista, a pesar de las dificultades que comportan siempre las investigaciones sobre esta cuestión, los estudios históricos realizados en estos últimos años cifraban las víctimas de la represión franquista sobre la población civil republicana en una horquilla entre 1.628 y unas 1.80069. El reciente acceso a los fondos del Archivo Militar del Ferrol (Archivo Intermedio Militar Noroeste) ha permitido actualizar esos datos en un nuevo informe y según el presidente de la Sociedad de Ciencias Aranzadi Francisco Etxeberria, el número de personas fusiladas o asesinadas por los franquistas durante el conflicto y la inmediata posguerra en el País Vasco ascendería a 2.35270, aunque sea una cifra que necesita un mayor cotejo documental. Este elevado número de víctimas muestra la dureza represiva de la guerra y de la posguerra en Euskadi. No obstante, en perspectiva comparada, esta cifra se sitúa lejos de lo que fue la represión franquista en otras partes del territorio español. No tratamos aquí de minimizar su trascendencia en Euskadi, máxime cuando muchas de esas muertes fueron particularmente atroces, sino de relativizar la idea de que la población de Euskadi fue víctima de una represión mayor que la desplegada en otras zonas republicanas, y cuestionar las tesis de la existencia de un exterminio o genocidio vasco como consecuencia de la represión franquista según se esgrime con frecuencia por algunos autores, asociaciones de memoria y medios de comunicación. Una rápida comparación cuantitativa permite matizar efectivamente dicha interpretación, como ya hiciera en su momento el propio Francisco Espinosa:
Pedro Barruso Barés, “La represión en las zonas republicana y franquista del País Vasco durante la Guerra Civil”, en Historia Contemporánea. La Guerra Civil en el País Vasco: un balance histórico, 2007 (II), nº 35, pp. 653-681. Uno de los estudios recientes más destacados Javier Gómez Calvo, Matar, purgar, sanar. La represión franquista en Álava (1936-1945), Madrid, Tecnos, 2014, sitúa en 193 las víctimas mortales causadas por la represión franquista en dicha provincia. 69
La cifras de víctimas de la represión republicana y de la represión franquista fueron avanzadas por el presidente de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, Francisco Etxebarria, en su Lección inaugural “Exhumando fosas, recuperando dignidades” expuesta en el acto de apertura del curso académico de la UPV/EHU, 2013-2014. 70
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Digámoslo de otra forma: sólo en la ciudad de Sevilla el fascismo acabó con más gente (3.200) que en todo el País Vasco; sólo en una provincia como Huelva, similar a Vizcaya o Guipúzcoa en población, fueron asesinadas más del doble de personas (6.019) que en todo el País Vasco. O sin ir tan lejos: en la provincia de Burgos (355.299 habs.), según me dice Luis Castro, estaríamos entre 2.500 y 3.000 personas asesinadas, y en Valladolid (301.571 habs.), en la capital de provincia, fueron eliminadas más personas (2.000) que en todo el País Vasco. Y en una provincia como Zamora (280.148 habs.), toda cohesión y tranquilidad, fueron desaparecidas, según Cándido Ruiz, unas 4.500 personas […]71. Algo similar ocurrió en la cercana Rioja, mientras que en Navarra, con poco más de la tercera parte de la población del País Vasco, a pesar de ser una provincia en la que no hubo enfrentamientos bélicos, la represión acabó con la vida de 2.868 personas72. Para explicar esta diferencia cuantitativa hay que tener presente, no obstante, que contrariamente a muchas de las provincias evocadas por Espinosa, en el caso del territorio vasco hubo decenas de miles de exiliados que huyeron a Francia, antes de dispersarse por media Europa y por América Latina, que pudieron escapar así a lo que hubiera sido, para un buen número de ellos, una muerte anunciada. Muchos no regresarían nunca a la tierra que les vio nacer ante la amenaza pendiente de forma permanente sobre sus cabezas. Más allá de las ejecuciones directas, la represión se ejerció, como en otros lugares, a través de vías particularmente nefastas para los afectados y sus familias como los encarcelamientos más o menos prolongados, la represión económica, las depuraciones laborales, muy extendidas entre
Francisco Espinosa Maestre, “Sobre la represión franquista en el País Vasco”, en Historia Social, nº 63, 2009, pp. 59-75. El autor aconseja la lectura del artículo en su versión modificada dada la transcendencia de los cambios introducidos. Puede ser consultada en el siguiente enlace: http://dialnet.unirioja.es/servlet/ articulo?codigo=2914416 [fecha de consulta: 15 de enero de 2016]. Javier Gómez Calvo, ofrece cifras que varían en el caso de las provincias de Castilla y León, pero que, en cualquier caso, no cuestionan el planteamiento de Espinosa, menores en el caso de Zamora, 2.000 muertos, y mayores en el caso de Valladolid, donde apunta la cifra de 3.000, Javier Gómez Calvo, Matar, purgar, sanar… op. cit., p. 320. 71
Esta es la cifra que se recoge en la última actualización del estudio realizado por Altaffaylla Kultur Taldea, Navarra 1936. De la esperanza al terror, Tafalla, 2008. La represión fue particularmente intensa en la Ribera de Navarra donde existía una fuerte implantación de sindicatos agrarios de izquierda, socialistas fundamentalmente. 72
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los docentes y funcionarios, las confiscaciones de bienes, el acoso policial, los destierros…73. Estas acciones desbordaron ampliamente el marco inicial de la guerra y se prolongaron durante buena parte de la dictadura franquista. La represión y la violencia, en sus formas más diversas, no fueron un fenómeno exclusivo del conflicto, sino que se convirtió en uno de los pilares fundamentales del régimen franquista hasta el último de sus días. No en vano, Julián Casanova se ha referido a dicha violencia como “la médula espinal de la dictadura”74. Primero, con el ejercicio del monopolio de la violencia “desde arriba” representado por la proliferación de juicios y consejos de guerra militares en la inmediata posguerra y con la aprobación de la Ley de Responsabilidades Políticas en febrero de 1939, a la que les seguirían la Ley de Represión de la Masonería y el Comunismo de marzo de 1940 -cuyo tribunal especial permaneció en vigor hasta 1964, aunque una parte de sus funciones fueron posteriormente asumidas por el Tribunal de Orden Público que sólo fue disuelto en enero de 1977-, o la Ley de Seguridad del Estado de marzo de 1941 reemplazada en abril de 1947 por el Decreto-Ley de represión del bandidaje y terrorismo. Pero como apunta el profesor Casanova, ese terror impuesto desde arriba no hubiera sido posible sin la colaboración de la violencia “desde abajo” sostenida por una extensa red de informantes, delatores, acusadores, denunciantes… muchos de los cuales se aprovecharían impunemente de la vileza de su conducta75. Ese “Estado de terror” instaurado al final del conflicto y continuador del Estado de guerra “transformó la sociedad española, destruyó familias enteras e inundó la vida cotidiana de prácticas coercitivas y de castigo”76. Como apuntó el profesor Aróstegui, “El régimen de Franco se encuentra entre los regímenes políticos que de forma más permanente, sistemática, institucionalizada y eficiente para sus fines, practicaron la coerción, la violencia política y la exclusión entre todos los que se instituyeron como poder totalitario…”77.
La cifra de personas afectadas por estas represalias ascendería a 55.000, según se hace constar en el Plan vasco de fosas para la búsqueda e identificación de personas desaparecidas en la Guerra Civil evocado previamente. 73
74 Julián Casanova, Francisco Espinosa, Conxita Mir y Francisco Moreno Gómez, Morir, matar, sobrevivir. La violencia en la dictadura de Franco, Barcelona, Crítica-Biblioteca de Bolsillo, 2004, p. 17.
Ver por ejemplo, pese al título, Belén Solé y Beatriz Díaz, “Era más la miseria que el miedo”. Mujeres y Franquismo en el Gran Bilbao: Represión y Resistencias, Bilbao, Asociación Elkasko de Investigación Histórica, 2014. 75
Julián Casanova, Francisco Espinosa, Conxita Mir y Francisco Moreno Gómez, Morir, matar, sobrevivir.. op. cit., p. 28. Ver igualmente Gutmaro Gómez Bravo y Jorge Marco, La obra del miedo. Violencia y sociedad en la España franquista (1936-1950), Barcelona, Península, 2011. 76
Julio Aróstegui, “Coerción, violencia, exclusión. La dictadura de Franco como sistema represivo”, en Julio Aróstegui (coor.) Franco, la represión como sistema, Barcelona, Flor del Viento Ediciones, 2012, p. 21. 77
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A ello hay que sumar lo que Conxita Mir denomina “efectos no contables” de la represión como el miedo, la vigilancia, la necesidad de informes y avales, la humillación y la exclusión: “Así se levantó el Estado franquista y así continuó, evolucionando, mostrando caras más amables, selectivas e integradoras, hasta el final”78. Como en el resto de España, también en Euskadi, la dictadura fue modulando la intensidad de la violencia y de la represión entre la urgencia por eliminar al enemigo republicano durante el conflicto y los primeros años de la posguerra y la necesidad de incorporar, a la fuerza pero también por otras vías menos violentas, a amplios sectores sociales opuestos inicialmente al régimen79. No obstante, la irrupción de la violencia de ETA en el escenario político del tardofranquismo modificó profundamente esta variable. Como apuntara Edward Malefakis: “la dictadura increíblemente dura de los años cuarenta se había convertido en los setenta casi en una dictablanda en todas partes excepto en el País Vasco y contra la ETA y otras organizaciones terroristas”80. La aparición de Euskadi ta Askatasuna (ETA) en 1959 y su recurso progresivo a la violencia terrorista para lograr sus objetivos políticos desde finales de la década siguiente condicionó considerablemente la evolución de la dictadura franquista en su tramo final. El régimen respondió a los asesinatos de ETA con declaraciones del estado de excepción y la aprobación de un decreto ley sobre represión del bandidaje y el terrorismo que atribuía a la jurisdicción militar delitos de intencionalidad política como propaganda, huelgas o sabotajes. Se iniciaba así la espiral de violencia basada en la teoría de la acción-represión-acción que marcaría el tardofranquismo y los años de la Transición y posterior
Ibidem. Para una aproximación a la generalización del miedo y sus efectos en el seno de la sociedad española de los años cuarenta consultar la obra de Enrique González Duro, El miedo en la posguerra, Madrid, Oberón, 2003. Como apunta este psiquiatra: “El hábito de delatar, estimulado por el Nuevo Régimen, se había instalado en el mismo corazón de la nueva sociedad, contribuyendo a crear un consenso hacia el régimen, tan necesitado de adhesiones inquebrantables, un consenso entretejido por las autoridades locales. Era una sociedad vigilada, silenciada, convertida casi en espía de sí misma, donde la colaboración era imprescindible para garantizar el reemplazo de la política de masas por la sumisión al poder”, p. 115. Breve pero contundente, el artículo de Manuel Vicent “Culpable”, El País, 1 de mayo de 2016, ilustra a la perfección el proceso de interiorización de la culpa por toda la sociedad española. 78
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Javier Gómez Calvo, Matar, purgar, sanar. La represión franquista en Álava, Madrid, Tecnos, 2014.
Edward Malefakis, “La dictadura de Franco en una perspectiva comparada”, en José Luis García Delgado (Coord.), Juan Pablo Fusi, Santos Juliá, Edward Malefakis, Stanley G. Payne, Franquismo. El juicio de la historia, Madrid, Temas de Hoy, 2000, p. 52. 80
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consolidación de la democracia. Un nuevo ciclo de violencia, ligado al carácter inmóvil del régimen y al recurso a las armas de ETA, ajeno stricto sensu a la violencia generada en el marco de la Guerra Civil y cuya memoria merece un estudio propio. Como hemos expuesto hasta aquí, el objetivo principal del estudio se centra en la memoria de las víctimas civiles de la violencia política durante la guerra y de la represión franquista de la posguerra. Por ello, los soldados muertos en el campo de batalla, que ascenderían a 6.300 en el campo republicano y a 5.700 en el bando franquista81, no forman parte del corazón del trabajo al tratarse de bajas militares y no de víctimas de la violencia política o de agresiones bélicas contra los civiles. No obstante, tampoco han sido completamente excluidas al abordar en el estudio ejemplos destacados de monumentos erigidos para ensalzar el sacrificio de los soldados de uno y otro bando. Por un lado porque tanto los monumentos erigidos durante el franquismo para celebrar el triunfo en los diferentes escenarios de combate, como los erigidos más recientemente en recuerdo de la entrega y del sacrificio de milicianos y gudaris, han terminado por imponer, en ambos casos, una visión de los soldados como víctimas82. Por otro, porque los monumentos erigidos en democracia y las conmemoraciones realizadas en torno a ellos han servido y continuán sirviendo como escenarios propicios para rememorar a todas las víctimas republicanas del conflicto. Olvidadas, marginadas y excluidas de cualquier consideración social durante décadas, las víctimas han pasado en estos últimos años a concitar una atención creciente, han invadido los imaginarios, los medios de comunicación y la acción política hasta convertirse en una nueva categoría social83. Para Guillaume Erner, esta omnipresencia de la categoría refleja una modificación de nuestra sensibilidad y es la expresión de una evolución profunda de las sociedades democráticas:
Como en el caso de las víctimas de la represión, las cifras de las bajas mortales en el frente han sido extraídas de la Lección inaugural de Francisco Etxebarria, “Exhumando fosas, recuperando dignidades” expuesta en el acto de apertura del curso académico de la UPV/EHU, 2013-2014. 81
Como apunta Ángel Llorente en relación con el mayor monumento del franquismo, “La dedicación de monumento cambió pronto. De ser a la Victoria pasó a serlo, también, a los Caídos, y después sólo a éstos, que es como ha quedado en el recuerdo de generaciones de españoles”, en Ángel Llorente Hernández, Arte e ideología en el franquismo, (1936-1951), Madrid, Visor, 1995, p. 281. 82
Guillaume Erner, La société des victimes, París, La Découverte, 2006. Ver también Caroline Eliacheff y, Daniel Soulez Larivière, Le temps des victimes, París, Albin Michel, 2007. 83
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Antaño, las víctimas tenían vergüenza de su condición, hoy el reconocimiento de este estatuto se ha convertido en un reto, dando nacimiento a una nueva categoría social. En torno a las víctimas, se ha establecido un consenso compasivo, por el cual los medios de comunicación, los políticos, las ONG y algunos intelectuales aportan a una opinión pública consintiente su lote diario de sufrimientos. Es esta alianza objetiva la que conforma nuestra “sociedad de las víctimas” 84. La sociedad entera se consagra hoy al victimismo en un fenómeno compartido por buena parte del planeta. En estas últimas décadas, como apunta Jacques Arènes, se ha modificado progresivamente el régimen cultural de la culpabilidad para dejar sitio a la cultura de la victimización: […] el sentimiento de agravio y la demanda de reparación se substituyen a la autoacusación. La evolución actual, es cierto, ha permitió levantar el velo de silencio que existía sobre algunas víctimas […] pero, como contrapartida del descubirmiento público de ciertos extremos, nuestra sociedad se ha vuelto “histérica” con la obsesión de descuidar a las víctimas 85. Esta “victimización” galopante del conjunto de la sociedad conlleva la posibilidad de que cualquier persona pueda sentirse autorizada para pretender a dicho estatuto por razones bien diferentes a lo largo de una vida. Incluso no faltan quienes se inventan un pasado traumático con el objetivo de tratar de acceder a dicha consideración social86. Jacques Arènes apunta en ese sentido el profundo cambio que se ha producido en la “gestión” social del mal y cómo el centro de atención se ha desplazado del posible agresor hacia la víctima que solicita reparación. Las diferentes acepciones recogidas en el diccionario de la Real Academia de la Lengua ponen de manifiesto esa generalización del término al considerar como “víctima”: “Persona que padece daño por culpa ajena o por causa fortuita” o “Persona que muere por culpa ajena o por accidente fortuito”. La consideración del azar al mismo nivel que la intencionalidad es una buena muestra de la amplitud de casos y situaciones que quedan englobados bajo su paraguas. En estas últimas décadas,
84
Ibidem.
85
Jacques Arènes, “Tous victimes?”, Études 7, 2005 (Tome 403) , p. 43.
El caso más mediático es, sin duda, el de Enric Marco, que se hizo pasar por superviviente de los campos nazis, llegó a presidir durante tres años la Amicale de Mauthausen de España hasta que fue desenmascarado en 2005 por el historiador Benito Bermejo. 86
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la generalización de la condición se ha extendido de tal manera que engloba, prácticamente, al conjunto de personas muertas, heridas… independientemente de la causa. De alguna manera, el estatuto de víctima designa todas las formas de sufrimiento soportadas por una persona a lo largo de su vida. Es esta generalización la que ha convertido a las instituciones políticas y jurídicas en los nuevos salomones, los únicos capaces de discernir y de elevar a dicha consideración social a individuos o grupos enteros. Así resume esta nueva realidad el sociólogo Imanol Zubero: […] Por eso, si basta con el sufrimiento para ser víctima, la categoría de víctima pierde toda capacidad explicativa para convertirse en la condición “natural” de todo ser humano en ciertos momentos de su vida. Y si eso es así, si la condición de víctima se democratiza y universaliza hasta el extremo de poder afirmar que todas y todos somos víctimas, es bastante lógico que la consecuencia práctica sea la necesidad de jerarquizar (yo soy más víctima que tú porque mi sufrimiento es mayor o peor que el tuyo) o de adjetivar (para diferenciar, pero en última instancia también para jerarquizar) a las víctimas. De nuevo, todo esto es consecuencia de la administración de las víctimas: si ser definidos como víctima por las instituciones no tuviese efectos, seguramente acabaríamos por dejar de competir por esa etiqueta87. La Organización de Naciones Unidas (ONU) propuso, hace ya varias décadas, una definición abierta del concepto en la que se deja entrever, no obstante, un claro trasfondo jurídico y político de su naturaleza. Según la ONU: Se entenderá por “víctimas” las personas que, individual o colectivamente, hayan sufrido daños, inclusive lesiones físicas o mentales, sufrimiento emocional, pérdida financiera o menoscabo sustancial de los derechos fundamentales, como consecuencia de acciones u omisiones que violen la legislación penal vigente en los Estados Miembros, incluida la que proscribe el abuso de poder88.
Imanol Zubero “La memoria de las víctimas”, 11 de noviembre de 2015. Blog Zubero http://imanol-zubero. blogspot.fr/2015/11/la-memoria-de-las-victimas.html, [Fecha de consulta: 13 de mayo de 2016]. 87
88 Declaración sobre los principios fundamentales de justicia para las víctimas de delitos y del abuso de poder, adoptada por la Asamblea General en su resolución 40/34, de 29 de noviembre de 1985, http://www.ohchr. org/SP/ProfessionalInterest/Pages/VictimsOfCrimeAndAbuseOfPower.aspx, [Fecha de consulta: 15 de mayo de 2016].
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Más allá del conjunto de realidades, más o menos trágicas que se dibujan detrás del término, que rara vez son por sí mismas suficientes89, en este estudio partimos de la idea de que la consideración de “víctima”, individual o colectiva, es, ante todo, una construcción social y cultural, sometida como tal a los cambios y contingencias de la historia. Esta volubilidad es manifiesta si nos asomamos al ejemplo del genocidio judío, paradigma de las víctimas por excelencia del violento siglo XX. A pesar del conocimiento ya en la inmediata posguerra de esa masacre de casi seis millones de personas, la consideración de los judíos como víctimas y su reconocimiento social sólo llegó varias décadas después90. Son numerosos los estudios que demuestran el deseo de contar lo vivido por los supervivientes a su retorno de los campos, y el escaso eco social que tuvieron entonces esas obras y las historias que contenían91. Décadas más tarde, las víctimas de la Shoah comenzaron a tener un peso creciente en el espacio público aunque su reconocimiento social sólo llegaría a partir de las décadas de los setenta y de los ochenta. En el origen del reconocimiento alcanzado por las víctimas de la Shoah no se encuentra por lo tanto, o al menos no exclusivamente, la dimensión de la masacre sino la labor desarrollada por una multitud de agentes culturales a partir de reconstrucciones y ficciones dirigidas al gran público como series televisivas, obras literarias y producciones cinematográficas92. Fueron esos vectores los que contribuyeron, en gran medida, a configurar la Shoah como el paradigma de la víctima en la Europa del siglo XX y la conversión actual de su memoria en la “religión civil” (Enzo Traverso) de las democracias occidentales. También en el caso de las víctimas de la violencia de la Guerra Civil y de la dictadura, la literatura, el cine, el teatro, la creación plástica, el cómic… aunque, por supuesto, a una escala mucho más reducida, han jugado un papel determinante en su visibilidad social actual. Sin embargo, su irrupción y consolidación en el espacio público también vendrían determinadas, según el filósofo Reyes Mate, por la nueva dimensión adquirida por la memoria. Esta habría pasado de ser una mera actividad
Didier Fassin y Richard Rechtman, L’empire du traumatisme. Enquête sur la condition de victime, París, Flammarion, 2007.
89
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De nuevo el epílogo de Posguerra, de Tony Judt, es sumamente esclarecedor de esa realidad.
Las peripecias de la publicación del libro de Primo Levi Se questo è un uomo en 1947 es también revelador de esa memoria postergada por la sociedad, ya que no fue hasta los años sesenta cuando la obra comenzó a obtener un cierto reconocimiento social. Sobre la dificultad de los supervivientes a encontrar a su retorno un oído al relato de su experiencia es muy interesante el estudio de Annette Wieviorka, Déportation et génocide. Entre la mémoire et l’oubli, París, Hachette, 2003. 91
92
Peter Novick, Judíos ¿vergüenza o victimismo : el holocausto en la vida americana, Madrid, Marcial Pons, 2007.
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psicológica que permitiría recordar un momento lejano, a dar sentido a aspectos de la vida y de la política pasados que permanecían ocultos o que habían sido marginados: Gracias a la nueva memoria lo hasta ahora despreciable o insignificante alcanza importancia y significación. La memoria se convierte así en una potencia mayor, muy singular y muy ambiciosa. Singular, porque ve vida allí donde hasta ahora la historia sólo veía naturaleza muerta. Pensemos en las ruinas de Belchite, un lugar de vencidos convertido en ruinas. La historia nos contará que en un tiempo allí hubo vida: vida normal, como en cualquier otro sitio, durante siglos; vida trágica, en el momento del combate. Luego, tras la derrota, silencio y ruinas. […] Contra ese destino se rebela la memoria. Para ella las ruinas no son piedras semejantes a las de un monte. Son vida, vida ciertamente frustrada, pero, por eso, vida pendiente. Quien lea el pasado con los ojos de la memoria (y no con los del historiador) asemejará a un trapero que va recogiendo desechos, no para destruirlos o reciclarlos, sino para leer en ellos lo que pudo ser y quedó frustrado, es decir, para descubrir posibilidades latentes que pueden ser activadas. Y, también, ambiciosa porque esta nueva memoria no sólo da sentido a lo que parece no tenerlo, como acabamos de ver, sino que además salva […]93. Constructo cultural elaborado a partir de la emergencia de una nueva memoria, las víctimas de la guerra aparece finalmente ante nuestros ojos como una categoría con contornos esquivos, sujeta a valoraciones e intereses sociales cambiantes94. En este estudio, los monumentos son contemplados precisamente como un “instrumento de medición” de su consideración social. Por ello, hemos considerado más operativo no partir de una categoría exclusiva de “víctima”, definida de antemano en función de unos criterios exteriores, reconocibles y asumibles por una amplia mayoría y hemos optado por dejar que sean esas iniciativas simbólicas implementadas en diferentes momentos históricos en el seno de la sociedad vasca, las que nos muestren quiénes han merecido, o no, dicha consideración, en qué circunstancias y durante cuánto tiempo ha sido efectivo dicho reconocimiento.
93
Reyes Mate, Justicia de las víctimas. Terrorismo, memoria, reconciliación, Barcelona, Anthropos, 2008, p. 35.
Sobre la diversidad y la pujanza de la figura de la víctima es muy interesante Severiano Rojo Hernández (dir.) Amnis, La guerre et ses victimes, nº 6, 2006. https://amnis.revues.org/866 [Fecha de consulta: 1 de junio de 2016] 94
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LOS MONUMENTOS: ¿LA EXPRESIÓN DE UNA MEMORIA EFÍMERA?
No es cierto que las ceremonias y las celebraciones, los monumentos y las banderas, sean siempre y en todas partes lamentables. Cierta dosis de retórica es tal vez indispensable para que los recuerdos duren. Primo Levi, Prefacio a Trilogía de Auschwitz: Los hundidos y los salvados.
La cosa más sorprendente de los monumentos es que nunca los vemos. Nada en el mundo es tan invisible. Son levantados, sin duda alguna, para ser vistos, incluso para atraer la atención; pero al mismo tiempo están impregnados con algo contra la atención, y ésta se escurre sobre ellos como una gota de agua sobre una capa de aceite. Robert Musil, Oeuvres pré-posthumes.
Como dejan entrever las dos citas que abren el apartado que cierra este primer capítulo, la capacidad performativa de los monumentos, su rol en la transmisión de la memoria del pasado y su transcendencia social y política tienen una consideración variable en función del contexto, del monumento y del interlocutor elegido. Primo Levi aludió en algunos de sus escritos a la necesidad de los monumentos para la sociedad civil como amonestaciones del pasado y advertencias para el futuro. Así lo expresó claramente con ocasión de la exposición en Roma de la maqueta del futuro monumento previsto para ser erigido en el campo de concentración de Auschwitz-Bierkanau. En un artículo publicado entonces en el periódico La Stampa, el 18 de julio de 1959, Levi afirmó: […] es pues bueno, es pues importante que, en nuestro tiempo de fáciles entusiasmos y de cansancio profundo, un monumento sea erigido en Auschwitz: debe ser una obra a la vez nueva y eterna, en condiciones de dirigirse hoy, mañana y dentro de varios siglos, con un lenguaje claro, a todos los que lo visitarán. Qué más da que sea “bonito” o no, qué importa que roce la retórica o que caiga dentro. Es necesario que no sea utilizado con fines
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partidistas: es necesario que sea un monumento-advertencia que la humanidad se dedica a sí misma para que de testimonio, para que repita un mensaje ya oído y demasiado a menudo olvidado: que el hombre es y debe ser sagrado para el hombre, en todas partes, y para siempre95. Pero, ¿a qué nos referimos cuando aludimos a un monumento? ¿Qué consideraciones ha merecido en nuestra cultura occidental desde finales del siglo XIX a la actualidad? Según Antonio Bentivegna, la etimología latina define el monumento como“un objeto, normalmente escultórico, acomodado en un espacio público, con la finalidad explícita de mantener en vigor el recuerdo de un evento pasado, estableciendo un vínculo oportuno con el lugar en el cual está situado y en sintonía con una narración histórica o mitológica”96. A partir de esta consideración, no es extraño que el monumento haya sido considerado desde la antigüedad como una de las máximas expresiones de la permanencia y de la intemporalidad. El lugar donde se encarnaban los principios o la memoria de una persona, un acontecimiento o un movimiento; mediadores del presente con el pasado, hasta llegar a convertirse en sucedáneos de la memoria y de la historia que pretendían materializar. Es precisamente ese carácter de estabilidad e inmovilidad que se le atribuye con frecuencia a la escultura y, por extensión al monumento, el factor que ha originado con frecuencia su cuestionamiento97. El propio Nietzsche criticó en el último cuarto del siglo XIX la inutilidad de la contemplación “monumental” del pasado y del ensimismamiento que los monumentos producían en los contemporáneos. “¿De qué sirve, pues, al hombre contemporáneo la consideración monumental del pasado, el ocuparse con lo que otros tiempos han producido de clásico y de inusitado?” 98. Nietzsche aludía críticamente a los monumentos artísticos, en un
95
Annette Wieviorka, Auschwitz. La mémoire d’un lieu, París, Fayard/Pluriel, 2012, pp. 240-241.
Antonio Bentivegna, “De la metamorfosis de la escultura conmemorativa en la ciudad contemporánea: El monumento como palimpsesto social”, en MOMBAÇA V – Arquitexturas, 2010. http://archivodelarevista.blogspot. fr/2010/02/de-la-metamorfosis-de-la-escultura.html [Fecha de consulta: 12 de noviembre de 2015] 96
Charles Baudelaire, Curiosités esthétiques, Edition augmentée, Arvensa, Saint Julien en Genevois, 2014, p. 263: “De même que la poésie lyrique ennoblit tout, même la passion, la sculpture, la vraie, solennise tout, même le mouvement ; elle donne à tout ce qui est humain quelque chose d’éternel et qui participe de la dureté de la matière employée. La colère devient calme, la tendresse sévère, le rêve ondoyant et brillanté de la peinture se transforme en méditation solide et obstinée”. 97
Friedrich Nietzsche, Consideraciones Intempestivas. II De la utilidad y los inconvenientes de la Historia para la vida, Buenos Aires, Alianza, 2002, pp. 31-33. 98
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sentido amplio del término, por su dimensión de sustitutos de la memoria y de la historia que pretendían materializar, pero también por sus efectos contraproducentes al desviar a los artistas más vigorosos de su capacidad creativa99. Por su parte el historiador del arte austríaco, Alois Riegl, en su clásico El culto moderno a los monumentos, publicado en 1903, se refirió a ellos como “una obra realizada por la mano humana y creada con el fin específico de mantener hazañas o destinos individuales (o un conjunto de éstos), siempre vivos y presentes en la conciencia de las generaciones venideras”100. Riegl avanzaba en su obra la existencia de diferentes categorías de monumentos: “monumentos intencionados”, “monumentos históricos” y “monumento antiguos” sin que existiese entre ellos, sin embargo, líneas infranqueables. En este trabajo nos interesamos preferentemente por aquellos ejemplos incluidos en la primera categoría, los “monumentos intencionados”, entendidos como: “[…] aquellas obras que por voluntad de sus creadores han de rememorar un determinado momento del pasado (o un conjunto de estos)” […] o que “pretendían satisfacer ciertas necesidades prácticas o ideales propios de sus contemporáneos o, como mucho, de sus sucesores más inmediatos”101. Contrariamente a la idea de permanencia asociada con frecuencia al monumento, esta última consideración ponía de relieve el peligro inherente, como consecuencia del paso del tiempo y de los cambios políticos, de “sucumbir a los efectos de la erosión formal y la destrucción a partir del momento en que desaparecieron aquellos para los que estaban destinados y que habían tenido un interés constante y vivo en conservarlos”102. Así pues, la dimensión rememorativa que atribuía Riegl a todos los monumentos tenía, por así decirlo, fecha de caducidad; o en todo caso una fecha de validez limitada en función de la pervivencia en el tiempo de los valores, ideas o principios simbolizados en la obra. Un aspecto éste, el de la pervivencia o la “caducidad” social de las esculturas conmemorativas, que nos ha interesado en este trabajo, particularmente en relación con las obras erigidas durante la dictadura franquista.
Ibidem, “[…] A estos se les obstruye el camino, se les oscurece el horizonte cuando celosos idólatras danzan en torno a un mal comprendido monumento de alguna gran época del pasado. Como si quisieran decir: ¡Atención! Este es el arte auténtico y verdadero. ¿Qué os importa un arte que todavía está en gestación y en la búsqueda de su camino?”. 99
100
Aloïs Riegl, El culto moderno a los monumentos, Madrid, Ed. Visor, 1987, p. 23.
101
Ibidem, p. 30.
102
Ibidem, p. 32.
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En los años veinte, su compatriota, el escritor Robet Musil, gran amante de la técnica y de la ciencia en un mundo donde los ritmos se aceleraban indefectiblemente, no dudó en reprochar a los monumentos su inmovilidad: “Cualquiera puede permanecer inmóvil al borde del camino para exhibirse; tenemos el derecho, a partir de ahora, de esperar más de un monumento!”103. Tras evidenciar el retraso del arte monumental con respecto a la evolución y al desarrollo del diseño y de la publicidad, Musil se preguntaba burlonamente: “¿Por qué los personajes de los grupos escultóricos de mármol no pueden cambiar de sitio entre ellos como lo hacen, en los escaparates, figuras más agradables, o al menos abrir y cerrar los ojos?”104. Esta mirada socarrona de Musil sobre la incapacidad del monumento tradicional para atraer de forma prolongada la atención del espectador culminó, en cierta medida, con la teorización que sobre el declive del monumento hizo Lewis Mumford en 1938. En su obra La cultura de las ciudades, el sociólogo e historiador estadounidense incluyó un capítulo, titulado explícitamente “La muerte del monumento”. En el censuraba su fuerza petrificadora; su origen más cercano a la muerte que a la vida que brotaba en las nuevas y bulliciosas ciudades. Para Mumford el monumento era contrario a la civilización urbana moderna por cuanto se oponía a la capacidad de renovación permanente de la misma: “La noción de un monumento moderno implica, en verdad, una contradicción en sus términos: si es un monumento no es moderno, y si es moderno, no puede ser un monumento”105. Éste último era considerado por el autor americano como una especie de reliquia, un residuo antimoderno del pasado que se obstinaba en perdurar en un tiempo que ya no era el suyo, momificando antiguos ideales probablemente olvidados. Mumford denunciaba la ilusión entre los eminentes y los poderosos del falso sentimiento de permanencia y de ilusión de vida que otorgaba el monumento: […] movidos por la vanidad, buscan una inmortalidad petrificada; escriben en piedras las ponderaciones que hacen de sí mismos; incorporan sus hazañas en obeliscos; confían sus esperanzas de ser recordados en sólidas piedras unidas a otras piedras sólidas, dedicadas para siempre a sus súbditos, a sus herederos, ignorantes del hecho de que las piedras abandonadas por los vivos son aún más desvalidas que la vida a la cual las piedras no pueden ofrecer protección106.
103
Robert Musil, Oeuvres pré-posthumes, París, Seuil, 1965, p. 81
104
Ibidem.
105
Lewis Mumford, La cultura de las ciudades, Buenos Aires, Emecé, 1957 (2ª ed.), p. 549.
106
Ibidem, p. 546.
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Para el historiador estadounidense, ese falso sentimiento de continuidad otorgado por la “piedra” no sólo era reprensible, sino que había dejado de ejercer en las sociedades modernas el embrujo de antaño para convertirse en meros artefactos desprovistos de cualquier trascendencia para las generaciones venideras: Las piedras de las antiguas tumbas ya no son para nosotros verdaderos símbolos de eternidad: conocemos sus procesos secretos y su carácter vacilante; vemos asimismo sus civilizaciones a través de la perspectiva del tiempo, perspectivas que revelan la fragilidad de sus monumentos y la debilidad de sus poderes proclamados con gran jactancia. Las formas que las culturas del pasado han destinado a la inmortalidad, nos parecen tan infantiles como las muñecas, a las cuales los niños les atribuyen vida. El tiempo es una bomba que hace añicos al templo más augusto, si es que el salvajismo de los hombres no se anticipa al arma de la muerte107. Ochenta años después, la pertinencia de la arremetida de Mumford es irrefutable y podríamos ratificar sin mayores dificultades cada uno de sus posicionamientos. Sin embargo, es fácil constatar con una simple mirada a nuestro entorno urbano, que las sociedades occidentales han hecho oídos sordos a las diatribas del historiador americano y han seguido erigiendo monumentos. En buena medida porque no pasaría mucho tiempo para que sus planteamientos se vieran ampliamente contestados por ilustres coetáneos. A principios de los años cuarenta Josep Lluis Sert, Fernand Léger y Sigfried Giedion redactaron sus conocidos Nueve puntos sobre la monumentalidad (1943). Si bien el texto no fue publicado hasta años más tarde, los principios recogidos en el manifiesto circularon a partir de entonces gracias a diferentes conferencias, debates y encuentros en los que participó Giedion108. El casi decálogo propuesto por el arquitecto español, el pintor francés y el historiador suizo, contenía fundamentalmente una dimensión urbanística y arquitectónica, pero no olvidaba la vertiente simbólica y emocional del monumento y el papel de la monumentalidad en el seno de las nuevas sociedades que iban a surgir tras el desastre de la Segunda Guerra mundial. En su primer punto, los monumentos aparecían definidos como “hitos que el hombre ha creado como símbolo de sus
107
Ibidem, p. 548.
Emilio Cachorro Fernández, “Nine points on monumentality: un manifiesto para la reactivación urbana contemporánea”, en URBS. Revista de Estudios Urbanos y Ciencias Sociales, Volumen 5, número 2 (2010), pp. 197206. 108
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ideales, sus objetivos y sus actos. Pretenden sobrevivir al período que los engendró y constituirse en herencia para las generaciones futuras. En este sentido crean una conexión entre el pasado y el futuro”109. En el punto segundo, eran considerados como “expresión de las necesidades culturales más elevadas del hombre […] destinados a satisfacer el ansia eterna del pueblo por traducir en símbolos su fuerza colectiva”, considerando que su erección sólo era posible en “épocas en las que hayan surgido una conciencia y una cultura unificadoras”110. El texto compartía el punto de vista crítico recogido previamente sobre el fracaso de los monumentos tradicionales erigidos en el siglo precedente considerados, salvo excepciones, como “receptáculos vacíos” y, en todo caso, incapaces de reflejar el “espíritu o el sentir colectivo de la época moderna”. Pero al mismo tiempo, se mostraban críticos con el funcionalismo arquitectónico del Movimiento Moderno, extremadamente focalizado en ofrecer en sus obras una “mera satisfacción funcional” sin tener en cuenta “las aspiraciones de monumentalidad, alegría, orgullo y esperanza” de la sociedad111. Escrito en plena contienda mundial, la propuesta se proyectaba hacia el futuro al considerar la necesidad inminente de “reorganización de la vida comunal dentro de la ciudad”, al invocar la necesidad de dar un salto hacia adelante en la concepción de los nuevos monumentos: Los sentimientos de quienes gobiernan y administran los países no han sido educados y siguen imbuidos de los pseudoideales del siglo XIX. Por esta razón no son capaces de reconocer las fuerzas creativas de nuestra época, que podrían construir por sí solas los monumentos o edificios públicos que deberían integrarse en los nuevos centros urbanos, como reflejo y auténtica expresión de nuestra época112. En definitiva, el monumento, la necesidad de lo monumental, no sólo no estaba muerto como martilleaba Mumford, sino que, como expresión de la conciencia colectiva, eran una necesidad inherente al género humano. No obstante, convenían en la necesidad de darle otra dimensión en las ciudades que habrían de surgir tras el desastre de la guerra. Esa nueva orientación pasaba fundamentalmente por la estrecha colaboración y el trabajo en equipo entre el urbanista, el
109
Josep Lluis Sert, Fernand Léger, Sigfried Giedion, Nueve puntos sobre la monumentalidad.
110
Ibidem.
111
Ibidem.
112
Ibidem.
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arquitecto, el pintor, el escultor y el paisajista, algo que, según los autores del manifiesto, no se había producido en los cien años que había precedido su escritura. En la segunda mitad del siglo XX la nueva monumentalidad y el arte público convivieron no obstante con la persistencia de las críticas sobre la capacidad del monumento para representar la memoria del pasado y la “fuerza colectiva” en sociedades cada vez más fragmentadas y multiculturales como las occidentales. A finales de los años setenta, la historiadora del arte Rosalind Krauss teorizó sobre la lógica de la escultura como algo inseparable de la lógica del monumento en la cultura occidental. Vigente durante siglos, esa lógica que hacía sistemáticamente de la escultura una representación conmemorativa comenzó a desvanecerse para Krauss a finales del siglo XIX. Desde entonces, y de forma gradual a lo largo de la primera mitad del siglo XX, la escultura modernista de vanguardia se convirtió en la condición negativa del monumento, dando paso al “monumento como abstracción, el monumento como puro señalizador o base, funcionalmente desplazado y en gran manera autoreferencial”113. Para Krauss, perdida su dimensión memorial, el monumento era incapaz de transcender más allá de su condición de mero hito espacial. A este cuestionamiento artístico hay que sumar el escepticismo progresivo en las últimas décadas del siglo XX sobre la existencia de valores compartidos en el seno de una misma comunidad respecto a su pasado más o menos reciente. Una realidad que ha provocado que el arte público monumental y la escultura conmemorativa hayan sido habitualmente contemplados con una gran desconfianza. Los recelos vienen generados, entre otras causas, por el temor de que los monumentos lleguen a sepultar bajo sus pies la historia, los acontecimientos, o las opiniones que se pretenden rememorar. Esta posibilidad ya fue claramente avanzada por el historiador alemán Reinhart Koselleck cuando apuntó: Está meridianamente claro que todo monumento erigido lleva consigo el peligro de la petrificación. Da igual que se convierta en bronce o piedra: siempre que el recuerdo se materializa en un monumento no cabe menospreciar el peligro de que, precisamente porque fija institucionalmente formas de recuerdo, bloquee el propio recuerdo114.
113 Rosalind Krauss, “La escultura en el campo expandido”, en Hal Foster (ed.), La posmodernidad, Barcelona, Kairos, 2008, (1ª ed. 1985), p. 64. Este ensayo fue publicado inicialmente en la revista October nº 8, primavera 1979.
Reinhart Koselleck, Modernidad, culto a la muerte y memoria nacional, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2012, p. 42.
114
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Como apunta el profesor estadounidense James Young, en ocasiones se ha considerado que más que dar forma al recuerdo, el monumento desplaza y sustituye la dinámica de recordar en el seno de una comunidad por su propia forma material: Se podría decir también que cuanto más se recurre a formas exteriorizadas de la memoria, menos se vive desde el interior. En esta época de producción industrial y de consumo de masas de memoria, parece, en realidad que la memorialización del pasado sea en proporción inversa de la observación o del estudio de ese pasado. Porque, una vez que se asigna a la memoria una forma monumental uno se libera, en cierta medida, de la obligación de acordarse. Al encargarse del trabajo del recuerdo, puede que los monumentos alivien a los espectadores de la pesada carga de su memoria115. Siempre de acuerdo con Young, autor de una magna monografía sobre las estrategias discursivas monumentales en torno a la Shoah, el monumento funcionaría en cierta medida como un elemento independiente de nuestras vidas cotidianas, una prótesis en la cual descargar nuestra responsabilidad memorial: “Alimentando la ilusión que nuestros obras conmemorativas estarán siempre allí para marcar el recuerdo, nosotros nos alejamos y sólo regresamos cuando nos conviene. Al responsabilizar a los monumentos de nuestro trabajo de memoria, nosotros acabamos por olvidar”116. Este conjunto de preocupaciones artísticas e inquietudes sociales sobre la memoria y el olvido del pasado en el seno de las sociedades surgidas tras el conflicto mundial, se encuentran en gran medida en el origen de las nuevas expresiones plásticas monumentales surgidas en Alemania en torno a los años ochenta. Desde la caída del muro de Berlín, las obras memoriales más innovadoras han surgido con frecuencia de la creatividad de artistas conceptualistas alemanes que aúnan en su trabajo el talento creativo y el compromiso político y social en un espacio eminentemente urbano. Frente al peligro apuntado por Young de descargar en el monumento la responsabilidad del trabajo memorial, las propuestas y planteamientos más novedosas persiguen esencialmente agitar los espíritus de las sociedades que evitan asumir su incómodo pasado. Remover las conciencias de forma colectiva para que la memoria de ese ayer atormentado siga presente en el interior de cada uno, a modo de amonestación permanente, ante la amenaza del retorno del horror, ese es para ellos el rol fundamental de sus obras.
James. E. Young, “Écrire le monument : site, mémoire, critique”, en Annales. Economies, Sociétés, Civilisations, mai-juin 1993, nº 3, p. 735.
115
116
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Ibidem.
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Entre los monumentos dedicados a la memoria de las víctimas de la violencia política, destacan fundamentalmente las iniciativas memoriales implementadas en relación con la denuncia del nazismo y con la recuperación de la memoria de la Shoah. Este arte público de nuevo género comprende dinámicas diversas que van desde los “monumentos por injerto”, hasta los denominados “monumentos negativos”, “contra-monumentos” o “anti-monumentos” sin olvidar los “monumentos invisibles” destinados a encarnar la idea del vacío y de la ausencia. Entre los ejemplos más destacados de estas novedosas iniciativas podemos evocar a artistas como Sol Lewitt (Black Form), Jochen Gerz y Esther Salev-Gerz (Monumento contra el fascismo, Hamburgo; Monumento contra el racismo o Monumento invisible, 2146 piedras, Sarrebruck), Horst Hoheisel (Fuente de Aschrott, Kassel), y Hans Haacke (¡Y después de todo habéis ganado!, Graz]. Si dejamos a un lado las diferencias formales y los complejos planteamientos conceptuales y teóricos detrás de cada uno de los ejemplos aludidos, y nos focalizamos en sus analogías, observamos inmediatamente cómo todas estas propuestas comparten la voluntad de reconsiderar el monumento conmemorativo como un medio de hacer emerger discusiones públicas tanto sobre el pasado que pretenden evocar como sobre la propia creación artística. Más allá de la realización del propio dispositivo, lo que persiguen con frecuencia estos artistas es precisamente el debate público en torno a sus iniciativas monumentales como una vía alternativa de hacer presente el molesto pasado que las sociedades tratan de ocultar o de olvidar. Como resume certeramente Horst Hoheisel: “Los monumentos están vivos mientras se discute sobre ellos. Una vez instalados, esas moles de mármol, bronce o cemento, por más grandes que sean se vuelven invisibles, se olvidan. Vuelven a estar vivos cuando se empieza a pensar en su demolición”117. Con el objetivo de ampliar sus efectos, estas creaciones conmemorativas se caracterizan igualmente por situar al espectador en el centro del operativo. Un espectador que en gran medida deja de serlo para participar en la realización de la obra, contribuyendo con su gesto a otorgar una nueva dimensión a los monumentos. Por otro lado, se trata de privilegiar la relación de éste con el espacio destinado a acogerlo. En ocasiones la ubicación del monumento en un lugar determinado, por decisión expresa del artista, contribuye a sacar a la luz una realidad olvidada u oculta en relación con ese mismo espacio. Esta dimensión participativa y la relación espacio-memoria originan nuevas formas de aprehender, interpretar y reapropiarse el pasado y su memoria, como tendremos ocasión de comprobar más adelante.
117
“La polémica de los monumentos por la memoria”, declaraciones de Horst Hoheisel, Clarín, 24 de julio de 2004.
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Convertidos en auténticos “catalizadores de la conciencia histórica” (Haacke), estas esculturas o iniciativas memoriales comparten varias características entre sí, desde la preferencia de la horizontalidad frente a la verticalidad hasta la búsqueda de una cierta discreción urbana frente a la imponente presencia del monumento tradicional. Pero si hay un rasgo esencial que rompe con esa herencia y define el “antimonumentalismo” radical ese es, como apunta Gérard Wacjman, el hecho de que cada una de esas obras contenga, bajo diferentes formas, el principio de su desaparición o de su invisibilidad118. El objeto monumental termina por desaparecer y es la ciudadanía, la que debe constituirse en guardiana de la memoria a través del “memorial interior” que cada uno de nosotros debemos contribuir a hacer perdurar en nuestra conciencia. Como apunta Young, la verdadera aportación de estas nuevas dinámicas es la implantación de la memoria allí donde resulta más eficaz, no tanto en el centro de la ciudad como en el corazón del espíritu público119. A partir del nacimiento e implementación de estas experiencias conceptuales, origen de nuevas modalidades monumentales, la noción y la recepción del monumento público se han transfigurado notablemente. Como señala Young : “Los autores contemporáneos de monumentos siguen cuestionando la noción misma de monumento, siguen dando vida al monumento destacando los cambios a través del tiempo, e invitando a los espectadores a preguntarse sobre su relación con el monumento y con el recuerdo que materializa”120. El objetivo de nuestra investigación se sitúa plenamente en la estela de la propuesta planteada por Young en su obra Texture of Memory en relación con los monumentos de la Shoah. Es decir, una aproximación a los monumentos públicos inspirada de estas autocríticas reflexivas que los artistas y los creadores plantean para darle una nueva dimensión a la obra. Lo importante no es sólo el resultado final sino los diferentes tiempos políticos e históricos que precedieron su erección, así como la historia y la memoria de sus transformaciones e incluso, como tendremos ocasión de evocar en relación con algunos monumentos, de su propia desaparición. Además del monumento como objeto o como ausencia, también nos ha interesado la dimensión significadora de los monumentos y su consideración como testimonios de la imagen que una sociedad construye de sí misma y pretende transmitir de su propio pasado. Como sostiene Mechtild Gilzmer, se puede observar a través de ellos lo que el pasado representa para el presente:
Gérard Wacjman, “L’anti-monument”, en Jochen Gerz, L’antimonument. Les mots de Paris, París Musées / Actes Sud, 2002, p. 5.
118
119
James E. Young, “Écrire le monument (1993), op. cit., p. 732.
120
Ibidem.
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Las controversias de las que son objeto revelan en efecto las evoluciones políticas y mentales de una sociedad determinada. Los lugares de memoria y sus cambios de asignación concreta reflejan también las cesuras históricas. […] Un recuerdo determinado sólo se impone después de un proceso de larga duración que opera una selección y deja “al descubierto” ciertos intereses mémoriales. Puede también suceder que los lugares de memoria no consigan imponerse en la memoria colectiva, o que simplemente sean “invisibles”. Por ello el homenaje rendido a una categoría específica de las víctimas por medio de un monumento no corresponde siempre a la importancia que ésta ocupa en la memoria nacional121. No hay que olvidar, en efecto, que el mensaje transmitido por los monumentos es siempre selectivo, resultado de luchas intensas y que comporta una imposición ideológica al servicio de objetivos presentes. Como apuntó atinadamente Régine Robin, en su acercamiento a la ciudad de Berlín como un auténtico palimpsesto: No hay nada más importante para el paisaje simbólico de una ciudad que los nombres de sus calles, sus monumentos, sus estatuas y placas conmemorativas. Entorno cotidiano omnipresente […] los nombres de las calles, las estatuas, los monumentos forman parte de la identidad individual y colectiva. Son siempre objeto de luchas, de apropiaciones y desapropiaciones del pasado, luchas por determinar la imagen que una sociedad quiere transmitir y de su relación con el pasado. El conjunto de calles forma un relato al cual se supone que nos identificamos. La ciudad ofrece así un texto que hay que descrifrar mientras los monumentos y las estatuas constituyen sus imágenes122. A partir de este conjunto de premisas y planteamientos teóricos enunciados previamente, nuestro estudio trata de reconstituir las diferentes etapas del proceso de erección de monumentos y marcas territoriales a las víctimas de la Guerra Civil y de la represión franquista en Euskadi. El objetivo es seguir el camino de la idea desde su nacimiento hasta su realización efectiva. En la medida en la que las fuentes consultadas nos lo han permitido, hemos reconstituido las intenciones de los iniciadores y la labor de los emprendedores desde el inicio del proyecto hasta la aceptación, total o parcial,
Metchild Gilzmer, Mémoires de Pierre. Les monuments commémoratifs en France après 1944, París, Autrement, 2009, p. 12-14.
121
122
Régine Robin, Berlin chantiers, París, Stock, 2001, p. 200.
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e incluso el rechazo, por parte de los responsables últimos de su realización. La descripción y el análisis de este proceso y de los conflictos de intereses que hayan podido manifestarse a lo largo del mismo permiten comprender mejor por qué se han materializado ciertos tipos o conceptos de monumentos y qué estrategias discursivas se han impuesto en estas últimas décadas. Como ya se ha puesto de manifiesto, la erección de un monumento es el resultado de un proceso complejo y laborioso a lo largo del cual aparecen visiones opuestas, conflictivas a veces, de la historia, la memoria y del mensaje que se pretende transmitir. Nos ha interesado historiar ese proceso, las pretensiones memoriales de cada período, las diferentes propuestas artísticas, las posibles modificaciones en el curso de realización entre el proyecto inicial, tanto como el planteamiento estético-escultórico y el resultado final, sin olvidar la recepción posterior del monumento. También nos acercaremos a los mitos, entendidos aquí en el sentido de relatos fundadores, a veces magnificados o idealizados, inscritos en el monumento para tratar de revelar su modo de funcionamiento. Por último, también nos hemos interesado por las estrategias de comunicación y las formas en las que aparece el pasado, así como las ideas que se ocultan o disimulan detrás de ellos, sin olvidar su evolución hasta su abandono, su eventual resignificación, o su destrucción y desaparición parcial o total. Detrás del conjunto de iniciativas implementadas y estudiadas en este trabajo, es perceptible una cierta evolución en las actitudes y en las acciones a favor de la conservación o de la desaparición del recuerdo de determinadas víctimas y su sustitución por el de otras. Como ocurre en otras latitudes se trata de deslindar públicamente, sin equívocos, víctimas y victimarios. Asentar con solidez los valores comunes de un presente democrático que no teme volver su mirada hacia el complejo pasado que le dio vida. Como apunta Gilzmer: Los monumentos conmemorativos constituyen una forma particular de “lugares de memoria”: se trata de la única forma de memoria cultural que ocupa el espacio público; por eso marcan de forma duradera el espacio de una comunidad y de su imagen del mundo. Ningún otro medio de expresión cultural puede jactarse de una visibilidad pública tan grande, los monumentos conmemorativos son considerados igualmente como el instrumento de poder más propicio para afianzar la realidad deseada, por la imagen y para la “eternidad”123.
123
64
Ibidem, pp. 18-19.
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Los monumentos y las marcas territoriales tienen la capacidad de influir en el espacio y en el debate público a lo largo de tres tiempos sucesivos. En primer lugar, en el momento de su realización, desde el nacimiento de la propuesta en la cual juegan un papel determinante y sucesivo los inspiradores, los iniciadores y los ordenadores (Pascal Ory), hasta la materialización de la misma culminada con la consiguiente inauguración oficial. En este espacio de tiempo el monumento puede ser objeto de discusión y debates públicos contribuyendo así a ampliar el eco de la memoria que pretende recuperar en el seno de la sociedad que lo acoge. La construcción del Monumento a los judíos de Europa asesinados (Holocaust-Mahnmal) diseñado por Peter Eisenmann, construido en Berlín e inaugurado en 2005, constituye posiblemente el mejor ejemplo en la historia europea reciente sobre la capacidad de un monumento a generar debates interminables, durante más de una década, en torno a la naturaleza de la obra, la identidad contemporánea alemana y el peso actual del recuerdo de la Shoah124. En segundo lugar el monumento influye en tanto que producto, por las formas estéticas convocadas, los recursos simbólicos desplegados y su contenido conceptual. En efecto, el monumento conmemorativo va más allá de su mero contenido artístico. Como apunta Marianne Doezema, “El monumento público tiene una responsabilidad distinta de sus cualidades como obra arte. No es simplemente la expresión privada de un artista individual; es también una obra de arte creada para el público, que puede y debe evaluarse en función de su capacidad para producir reacciones humanas”125. Esta reflexión nos conduce a la tercera fase del monumento, la de su recepción e interpretación social, así como de los efectos que pueda tener en la reactivación memorial individual o colectiva, con ocasión de las conmemoraciones más o menos periódicas en torno al propio monumento. Se trata por supuesto de tener en cuenta las reacciones afectivas pero sobre todo preguntarse, siguiendo a Young, con qué fines se ha buscado la emoción, para extraer qué conclusiones históricas, qué efectos, si es que los hay, tienen esas obras sobre el pensamiento y la acción de los espectadores: Se trata finalmente de admitir que los espectadores forman también parte integrante del texto conmemorativo: de lo que nos acordamos cuando visitamos un monumento, y de la forma en que nos acordamos dependen muchos de quienes somos, de las razones por las
Cfr. Pasajes. Revista de pensamiento contemporáneo, nº 1, septiembre-diciembre 1999: Raffaele Oriani, “Diez años para un monumento” pp. 17- 20, y Jürgen Habermas “Un dedo admonitorio. Los alemanes y su monumento”, pp. 27-35.
124
Doezema, Marianne; Hardgrove, June, The public monument and its audience, Ohio, The Cleveland Museum of art, 1977, en James E. Young, “Écrire le monument...” (1993), op. cit., p. 740.
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cuales es importante que recordemos y de cómo observamos […] Todo esto para sugerir el carácter fundamentalmente interactivo y dialógico de todo espacio de conmemoración. Porque la memoria pública y sus significados no dependen exclusivamente de las formas y de las figuras del propio monumento sino también de las respuestas de los espectadores al monumento126. En este libro hemos pretendido contemplar esas tres dimensiones y esos tres tiempos de los monumentos, aunque con frecuencia sea la primera de ellas, el proceso de creación del vector de memoria que articula la edificación del monumento, la que ha vertebrado nuestro análisis. En definitiva, en las páginas que siguen trataremos de restituir a los monumentos sus orígenes, la propia historia y memoria de su construcción, desde la concepción a su ejecución final, su evolución e incluso, su posterior desaparición. Dicho de otra manera abordaremos el proceso de creación del monumento, el proceso vital de su materialización sin olvidar el resultado final e integración definitiva en el paisaje en un espacio determinado. Como apuntaba Young, focalizar el interés en ese proceso permite mantener vigente la idea y el espíritu mismo del monumento, al tiempo que pone de manifiesto el carácter construido de todos los artefactos culturales y, por supuesto, de la propia memoria pública127.
126
Ibidem, p. 741.
127
Ibidem, p. 742-743.
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Una memoria de piedra: los monumentos a los caídos y mártires de la cruzada La dimensión de nuestra Cruzada, los heroicos sacrificios que la Victoria encierra y la trascendencia que ha tenido para el futuro de España esta epopeya no pueden quedar perpetuados por los sencillos monumentos con los que se suelen conmemorar en villas y ciudades los hechos salientes de nuestra Historia y los episodios y glorias de sus hijos. Es necesario que las piedras que se levanten tengan la grandeza de los monumentos antiguos, que desafíen al tiempo y al olvido y que constituyan lugar de meditación y de reposo en que las generaciones futuras rindan tributo de admiración a los que les legaron una España mejor Boletín Oficial del Estado, 2 de abril de 1940 [Decreto fundacional de la construcción del Valle de los Caídos]
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EL PESO DE LA MEMORIA DE LOS CAÍDOS Y DE LOS MÁRTIRES La primera fotografía muestra la llegada en 1973 de una nutrida comitiva oficial encabezada por el Gobernador civil de Vizcaya, Fulgencio Coll de San Simón y la alcaldesa de Bilbao, Pilar Careaga Basabe, descendiendo la escalinata a la Cripta-Mausoleo del cementerio de Vista Alegre de Bilbao, en Derio. En la siguiente imagen, tomada un año antes, doña Pilar, rodeada por numerosas autoridades civiles y militares de la provincia, sigue con recogimiento el oficio religioso en primera fila. Es la única mujer de la escena, algo que no le perturba lo más mínimo acostumbrada como está desde su juventud a abrir puertas cerradas para ellas. Erguida, con sus manos entrelazadas por delante de su cuerpo, su rostro grave y digno muestra el respeto y la solemnidad con los que sigue la ceremonia. Es el 25 de septiembre de 1972 y, pese a lo que pudiera parecer, la liturgia no tiene como objeto homenajear la pérdida reciente de alguna personalidad política, un próximo o una víctima de ETA. No, doña Pilar está ahí, acompañada por un reducido pero fervoroso grupo, para encabezar la representación institucional en la misa anual que se celebra en dicha cripta en honor de los prisioneros asesinados por los milicianos republicanos en los barcosprisión Cabo Quilates y Altuna mendi, el 25 de septiembre de 19361.
Comitiva oficial en la escalinata de acceso al Panteón-Monumento instantes previos a la ceremonia celebrada en la cripta del mausoleo del cementerio de Derio, 25-9-1973. (Archivo Municipal de Bilbao-Bilboko Udal Artxiboa [en adelante AMB-BUA], Gabinete de información y relaciones públicas)
Treinta y seis años después, las autoridades franquistas seguían conmemorándo aquellos hechos luctuosos con la misma solemnidad que si la guerra hubiera concluido el año anterior. Este pequeño bo-
Ese día, en reacción a un bombardeo aéreo del ejército sublevado se produjeron sendos asaltos a las prisiones flotantes Cabo Quilates y Altuna Mendi en las cuales permanecían detenidos varios centenares de personas encarceladas por su vinculación, efectiva o supuesta, con posicionamientos ideológicos contrarios a la II República. Esta acción de represalia se saldó con la brutal matanza de 112 prisioneros (83 en el Cabo Quilates y 29 en el Altuna Mendi). Una semana más tarde el 2 de octubre de 1936 un nuevo asalto se saldó con la ejecución de una decena suplementaria de religiosos. Estas acciones impulsaron al Gobierno Vasco constituido precisamente esa semana, el 7 de octubre de 1936, al traslado a cárceles de Bilbao del resto de prisioneros.
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tón de muestra ilustra bien cómo los responsables políticos del régimen mantuvieron vivo el recuerdo de sus víctimas hasta el último suspiro de la dictadura. Un año más tarde, la alcaldesa encabezaría, de nuevo, la ceremonia junto al Gobernador civil de Vizcaya, Fulgencio Coll de San Simón, y es muy posible que lo siguiera haciendo hasta su dimisión de la alcaldía de Bilbao, en 1975.
Fotografías de la misa celebrada en la cripta del mausoleo del cementerio de Derio, 25-9-1972. (AMB-BUA, Gabinete de información y relaciones públicas).
Durante la larga posguerra hasta finales de los años cincuenta, e incluso en fechas aún más tardías, se erigieron cientos de monumentos en pueblos y ciudades destinados a honrar de forma individual o colectiva la memoria de los “caídos por Dios y por la Patria”, a lo largo y ancho del territorio español. Se trataba así de ensalzar la lucha heroica de los soldados muertos en el frente de batalla pero también de honrar la memoria de los civiles que habían sufrido en la retaguardia la represión de los “rojos sanguinarios” o, en la versión propia al País Vasco, la “barbarie de las hordas rojo-separatistas” o de las “hordas marxistas y nacionalistas vascas”2. Euskadi, escenario de una lucha intensa aunque intermitente durante el primer año del conflicto, no quedó al margen de esa marea memorial. Al contrario, la existencia allí de un nacionalismo vasco articulado desde su nacimiento como enemigo natural de lo español y que había osado combatir con denuedo el ardor guerrero de los requetés hizo que la conquista militar de Euskadi se viera duplicada por otra de carácter simbólico. El ejemplo más notorio de esta “conquista simbólica” del territorio
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AMB-BUA, Acta del primer pleno extraordinario del Ayuntamiento de Bilbao, 21 de junio de 1937.
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vasco lo constituye la instalación en el Arenal bilbaíno de un busto del General Emilio Mola, apenas unas horas después de la entrada victoriosa de los requetés navarros en la ciudad el 19 de junio de 1937. Su muerte en un accidente de aviación por causas meteorológicas, el 3 de junio de 1937, le había impedido consumar la conquista de Bilbao al mando del Ejercito del Norte, su principal objetivo desde el inicio de la ofensiva sobre el territorio vasco republicano a finales de marzo. Con la erección del monumento de forma prácticamente simultánea a la entrada de las tropas, Mola participaba, al menos simbólicamente, de la victoria sobre la capital de los “vascos separatistas”3. La efigie figuró incluso en la portada de la revista L’Illustration del 26 de junio de 1937 como representación de la conquista de la ciudad por las tropas sublevadas.
Efigie dedicada al general Mola erigida en el Arenal bilbaíno, junio de 1937.
Las ciudades, los pueblos y las montañas, sobre todo si habían sido escenarios de combates violentos, se convirtieron en los receptáculos de una memoria en la que se ensalzaba a las víctimas franquistas, postergando al olvido a las víctimas republicanas. El nuevo Estado, aún en construcción, intentó desde fecha muy temprana controlar la estética de esas iniciativas monumentales. En febrero de 1938, apenas dos semanas después del nombramiento del primer gobierno del general Franco fue creada por iniciativa de Eugenio d’Ors, como una comisión especial del Instituto de España, la Comisión
Jesús Alonso Carballés, “La memoria de la Guerra Civil en el espacio urbano de Bilbao”, en Bidebarrieta, nº XVIII, ”70 años de la Guerra Civil: guerra, posguerra y memoria”, Bilbao, 2007, p. 415.
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de Estilo en las Conmemoraciones de la Patria4. Según se establecía en la Orden del Ministerio de Educación Nacional del 18 de febrero (BOE, 22/02/1938) su creación pretendía evitar: […] los peligros a veces irreparables, siempre de largos y difíciles cura y alivio, que para el decoro estético y hasta para la dignidad civil de las grandes urbes, como de las modestas aldeas, significa el dejar abandonada a la iniciativa particular o a la espontánea y frecuentemente poco avisada de las Corporaciones locales, cuanto se refiere al estilo y realización de monumentos patrióticos, memoriales a los caídos, inscripciones lapidarias y otras formas materiales de homenaje, destinadas a multiplicarse, sin duda, y a través de las cuales aparece muchas veces retrospectivamente trocada la epopeya en caricatura5. En su artículo primero se ponía de manifiesto esa urgencia por controlar y fijar las normas en todo lo relativo a: […] la construcción de edificios o edículos, erección de monumentos, fijación de lápidas y sus inscripciones y hasta atribución de nombres a lugares o cambio de los que tuvieran, así como cualquier otra forma de conmemoración artística del sentido, acontecimientos, figuras, glorias y duelos de la actual lucha nacional de España, así como las de su glorioso pasado histórico6. Según Ángel Llorente, a pesar de las ambiciosas pretensiones iniciales, la citada Comisión apenas si se ocupó de algún asunto durante su corta existencia. Su importancia vendría marcada, sin embargo, por la influencia que ejercería en la regulación de la construcción de monumentos después del
Ángel Llorente Hernández, “La propaganda por la imagen y el arte en la postguerra. La Comisión de Estilo en las conmemoraciones de la Patria y el Departamento de Plástica entre 1939-1945”, en Javier Tusell Gómez (ed.), El régimen de Franco. 1936-1975: política y relaciones exteriores, Madrid, UNED, 1993, pp. 453- 454. Llorente apunta que en su composición se tuvo en cuenta la presencia de los poderes civil, militar y eclesiástico. Además de d’Ors, como Jefe Nacional del Servicio de Bellas Artes y miembro de varias academias, la comisión estuvo integrada por José Antonio Sangroniz y Vicente Castañeda, de la Real Academia de la Historia, Leopoldo de Elijo y Garay, Obispo de Madrid-Alcalá y el arquitecto Pedro Muguruza. Como miembros de honor, se integraron a la misma al general Moscardó y a Pilar Primo de Rivera “en homenaje a su calidad de representación viva del heroísmo que esos monumentos han de perpeturar” (BOE, 22 de febrero de 1938). 4
5
BOE, 22 de febrero de 1938. ABC, 26 de febrero de 1936.
6
Ibidem.
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final de la guerra. El 7 de agosto de 1939 fue aprobada una Orden del Ministerio de Gobernación sobre monumentos (BOE, 22/8/1939) en la que se prohibía cualquier publicación relacionada con los proyectos antes de su validación por la Jefatura del Servicio Nacional de Propaganda. A partir de entonces fue esta institución la encargada de evaluar los proyectos presentados, introducir las mejoras o modificaciones necesarias para su aprobación y comunicar la viabilidad o la desaprobación de las mismas. El objetivo era: […] dar unidad de estilo y de sentido a la perpetuación por monumentos de los hechos y personas de la historia de España, y en especial a los conmemorativos, de la guerra y en honor de los caídos y para evitar que el entusiasmo, justificado en muchas ocasiones, pueda regir caprichosamente a esta clase de iniciativas, sembrando desilusiones7. Como aparecía recogido en el Boletín Oficial del Estado fechado el 2 de abril de 1940, decreto fundacional de la construcción del Valle de los caídos, los monumentos destinados a recordar a los caídos debían estar a la altura del sacrificio consentido: La dimensión de nuestra Cruzada, los heroicos sacrificios que la Victoria encierra y la trascendencia que ha tenido para el futuro de España esta epopeya no pueden quedar perpetuados por los sencillos monumentos con los que se suelen conmemorar en villas y ciudades los hechos salientes de nuestra Historia y los episodios y glorias de sus hijos. Es necesario que las piedras que se levanten tengan la grandeza de los monumentos antiguos, que desafíen al tiempo y al olvido y que constituyan lugar de meditación y de reposo en que las generaciones futuras rindan tributo de admiración a los que les legaron una España mejor. A estos fines responde la elección de un lugar retirado, donde se levante el templo grandioso de nuestros muertos en que por los siglos se ruegue por los que cayeron en el camino de Dios y de la Patria. Lugar perenne de peregrinación, en que lo grandioso de la naturaleza ponga un digno marco en que reposen los héroes y mártires de la Cruzada8. Como ocurrió con numerosos proyectos arquitectónicos y monumentales de la posguerra,
Archivo General de la Administración (AGA). Legajo 21/1477: Delegación Nacional de Propaganda. Sección de Arquitectura. Expedientes de proyectos. Correspondencia y notas interiores. Ver también Ángel Llorente Hernández, Arte e ideología en el franquismo, (1936-1951), Madrid, Visor, 1995, p. 277.
7
Gabriel Ureña, Arquitectura y Urbanística Civil y Militar en el Período de la Autarquía (1936-1945), Madrid, Istmo, 1979, pp. 142-143.
8
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esas ambiciones iniciales se vieron con demasiada frecuencia revisitadas a la baja, desaprobadas o impugnadas. Dada la desmesura de algunas ideas presentadas y las dificultades económicas y materiales del período para realizarlos, los proyectos más osados fueron a menudo modificados o simplemente rechazados. El 30 de octubre de 1940 se emitió una orden que clarificaba el procedimiento a seguir para la tramitación de los expedientes (BOE, 12/11/1940). En primer lugar, las propuestas conmemorativas debían ser presentadas en los Gobiernos Civiles, quienes tras obtener el visto bueno de la Jefatura Provincial de Propaganda, elevaban la solicitud al Ministerio. Allí se sometían los proyectos en primera instancia al informe técnico y artístico de la Dirección General de Arquitectura, antes de su aprobación o rechazo por la Dirección General de Propaganda. En marzo de 1942, Gabriel Arias Salgado impulsó desde la vicesecretaría de Educación Popular la creación de la Jefatura de Ceremonial y la Sección de Organización de Actos Públicos y Plástica, cuyos servicio técnicos pasaron a ser los encargados de la realización de los informes previos sobre los proyectos de monumentos presentados9. Siguiendo las directrices de la Dirección General de Arquitectura y de la Sección de Organización de Actos Públicos y Plástica, los proyectos debían regirse por los principios de “sobriedad, austeridad, clasicismo, sencillez, severidad, decoro y elocuencia ascética y cristiana”10. Estos se iban a traducir sobre el terreno en obras marcadas por su sencillez formal, cierta rigidez geométrica y escasa, por no decir nula, presencia de grupos escultóricos. En definitiva, una severidad “herreriana” confortada en ocasiones por las llamativas dimensiones de las obras11.
9
Ángel Llorente Hernández, Arte e ideología… op. cit, p. 278.
10
Ángel Llorente Hernández, “La propaganda por la imagen.., op. cit., p. 460.
Para un análisis detallado del control establecido sobre los principios estéticos que debían regir la erección de los monumentos a los caídos y su aplicación en distintos estudios de caso es imprescindible consultar el apéndice “Los monumentos a los caídos como manifestación de la política artística franquista”, en Ángel Llorente, Arte e ideología en el franquismo (1936-1951), Madrid, Visor, 1995, pp. 275-302. También es muy interesante el capítulo titulado “El perenne recuerdo de los caídos: monumentos, cruces y consagración de los lugares de martirio” de la tesis de Zira Box Varela La fundación de un régimen. La construcción simbólica del franquismo, dirigida por Fernando del Rey Reguillo, Facultad de Ciencias Políticas y Sociología Universidad Complutense de Madrid, 2008, pp. 174-192. Existe igualmente una versión publicada de su investigación: Zira Box, España, año cero: la construcción simbólica del franquismo, Madrid, Alianza, 2010. Las referencias incluidas en este estudio remiten sin embargo al texto de su tesis. 11
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Fueron numerosos los proyectos presentados por diferentes municipios del País Vasco que fueron rechazados por esa falta de austeridad predicada ya desde 1938. El proyecto presentado por la alcaldía de Azpeitia fue rechazado “por carecer de elegancia y sobriedad necesaria para el fin a que está destinado”. El jefe del Departamento de Plástica aconsejó en su informe “prescindir de adornos que le quitan severidad y armonía”12. También fue rechazado, por su complejidad, el proyecto diseñado por Estanislao Segurola para la villa de Zarauz13. Los monumentos y estructuras arquitectónicas erigidos para glosar las gestas de la Guerra Civil, tanto en su variante victoriosa (exaltación heroica) como en su versión funeraria (glorificación a los caídos/mártires) fueron, desde el punto de vista estético, muy similares en el conjunto del país. En un vano deseo de eternidad se recurrió a materiales nobles, fundamentalmente la piedra, austera y sólida, remedo del nuevo Estado. No obstante, en ocasiones se incorporaron zonas ajardinadas o pequeños estanques que contribuyeron a suavizar la rudeza del conjunto. Para la instalación de los monumentos se seleccionan grandes arterias, plazas o jardines céntricos, espacios abiertos, en definitiva, capaces de ensalzar la perspectiva de la obra y de permitir la confluencia del importante número de personas llamado a participar en las ofrendas y ceremonias memoriales previstas en su entorno varias veces al año14. Desde un punto de vista compositivo, destaca el recurso ineludible a la cruz, de mayores o menores dimensiones, aislada o como remate de una estructura arquitectónica, alzada sobre pequeñas escalinatas o elevada sobre amplios basamentos. La cruz, además de los propios valores cristianos, servía también para recordar el compromiso en defensa de la religión de los vencedores (“cruzada”), y aunque no pueda contemplarse por ello como un recurso exclusivo del bando vencedor, lo cierto es que su presencia fue una constante en las directrices de la Delegación Nacional de Propaganda. Así se expresó la vicesecretaría de Educación Popular sobre el proyecto presentado por el municipio de Llodio: “Respecto al anteproyecto de Cruz, debemos destacar que desde tres de sus puntos de vista no se ve la Cruz, por lo que nos encontramos en presencia de un monolito o pequeño obelisco en una de cuyas caras se ha labrado una inscripción y una Cruz. En esta clase de monumentos la Cruz
12 AGA, Legajo 21/1477, Delegación Nacional de Propaganda. Sección de Arquitectura. Expedientes de proyectos. Correspondencia y notas interiores. Comunicación del Jefe del Departamento de Plástica al Director General de Propaganda, Madrid, 2 de diciembre de 1939. 13
Ángel Llorente Hernández, Arte e ideología… op. cit, p. 283.
Mónica Vázquez Astorga, “Los monumentos a los caídos: ¿un patrimonio para la memoria o para el olvido?”, en Anales de Historia del Arte, 2006, nº 16, pp. 285-314. 14
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debe coronarlos y quedar aparente desde todos los puntos de vista del mismo”15. Con frecuencia, también se recurrió a la fusión, en un mismo conjunto, de obelisco y cruz, ambos de grandes proporciones, mientras que los obeliscos, sin el símbolo de la muerte de Cristo incorporado, fueron sistemáticamente rechazados. Así se manifestó al respecto el jefe del departamento de Plástica en relación con el proyecto de monumento presentado por el ayuntamiento de Sestao: Este proyecto no puede ser autorizado pues se trata en él de un simple obelisco, forma arquitectónica que creemos poco oportuna para conmemorar el recuerdo de nuestros Caídos. En efecto, el obelisco terminado en pirámide, lo mismo que ésta, es un símbolo de la llama del fuego que todo lo consume, y por ello un símbolo puramente pagano de la muerte, que no encierra en sí ninguna idea de Redención, de Sacrificio, ni de vida Eterna. Con esta significación se ha empleado en los monumentos fúnebres a partir del siglo XVIII, es decir desde que se extiende en Europa el influjo de la Ilustración. A nuestros caídos creemos que no se les debe conmemorar más que con la Cruz, bien sola, bien acompañada de las formas arquitectónicas que el artista crea convenientes para realzar la honda significación espiritual de las muertes que conmemora16. En última instancia se recurrió a sencillas estructuras arquitectónicas de forma longitudinal en las cuales aparecían insertados relieves alusivos a la guerra o a la muerte, acompañados de símbolos y escudos de carácter político, los emblemas carlista (cruz de Borgoña) y falangista (el yugo y las flechas), además de placas con la inscripción de los nombres de los caídos. Estos también figuraron escritos o grabados directamente sobre los muros exteriores de destacados edificios oficiales, en su mayor parte de carácter religioso, como iglesias, catedrales y conventos. A continuación analizaremos la producción monumental desplegada en Euskadi durante la dictadura que puede ser contemplada como el fiel reflejo de la evolución política y social del propio régimen. Para ello dedicaremos una atención especial a los principales monumentos erigidos en el País Vasco,
AGA, Legajo 21/2386, Correspondencia, Planos, dibujos etc. sobre monumentos a los caídos y personalidades individuales en diversas provincias. Informe comunicado por el delegado Nacional de Propaganda al gobernador Civil de Álava, rechazando el proyecto presentado por la alcaldía de Llodio, 5 de marzo de 1942. 15
AGA, Legajo 21/2386, Correspondencia, Planos, dibujos etc. sobre monumentos a los caídos y personalidades individuales en diversas provincias. Comunicación de Juan Cabanas, jefe del departamento de Plástica a la dirección del Servicio Nacional de Propaganda, 5 de agosto de 1938. 16
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a las circunstancias en las que fueron levantados y a su evoluciĂłn a lo largo de la dictadura, sin olvidarnos de su destino final con el establecimiento de la democracia.
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MONUMENTOS Y CRUCES ERIGIDOS EN BILBAO: PRIORIDAD A LOS MÁRTIRES
El Panteón-Monumento a los Mártires de Bilbao17 del cementerio de Vista Alegre, Derio. El 4 de enero de 1937, un bombardeo de la Legión Cóndor sobre Bilbao propició una reacción de una hostilidad extrema por parte de la población civil y de algunos milicianos que asaltaron las diferentes cárceles de la ciudad y descargaron su colérica venganza sobre los prisioneros encarcelados en diferentes centros de detencción de la ciudad. Durante casi tres horas una multitud exaltada, a la que se unieron nuevos milicianos llegados hasta allí para, en principio, detener el asalto, se libraron a todo tipo de exacciones provocando una verdadera masacre con más de 220 personas asesinadas18. Tras la conquista de la ciudad por el ejército sublevado el 19 de junio de 1937, la fecha del 4 de enero se convirtió en una cita ineludible en el calendario memorial local nacido de la guerra. Muy pronto las nuevas autoridades bilbainas trasladaron al callejero el deseo de perpetuar la memoria de esa “matanza de las hordas rojas”: la Plaza Nueva, lugar central del Casco Viejo bilbaíno pasó a llamarse Plaza de los Mártires (05-08-1937) y la Calle de los Expósitos trocó su nombre por el de Calle 4 de enero (32-11-1940). Con posterioridad hasta un total de once calles de la ciudad portarían nombres de víctimas de esa masacre. La última incorporación se produjo en 1973 cuando un grupo de viviendas del barrio de Begoña, próximo al lugar de los hechos, fue denominado Grupo Médico Municipal Pedro
Esa es la terminología utilizada desde la administración municipal en las diferentes convocatorias públicas aparecidas en el Boletín oficial de Vizcaya. En otras ocasiones las fuentes se refieren al mismo como Cripta o Mausoleo, términos que utilizaremos indistintamente en este apartado. 17
Carmelo Landa Montenegro, “Bilbao, 4 de enero de 1937: memoria de una matanza en la Euskadi autónoma durante la Guerra Civil española”, en Bidebarrieta, nº XVIII, ”70 años de la Guerra Civil: guerra, posguerra y memoria”, Bilbao, 2007, pp. 79-115. El balance final aproximado de muertes se elevaría a 225 personas repartidas como sigue: 7 en El Carmelo, 54 en la Casa Galera, 56 en Larrínaga y 108 en los Ángeles Custodios. Según el propio Carmelo Landa: “La mayoría de las víctimas eran vascos de origen o residencia (muchos de ellos vecinos de Bilbao). Lo indiscriminado de la matanza hizo que murieran presos de diferente edad (desde menores a ancianos), condición (desde la más humilde a la más pudiente: campesinos, arrantzales [pescadores], empleados, sacerdotes, profesionales liberales, políticos, militares, financieros, nobles…) y militancia (tradicionalista, monárquica, falangista…), si bien no pocos eran simplemente católicos independientes o apolíticos”, p. 83. Ver también José Manuel Azcona Pastor y Julen Lezamiz Lugarezaresti, “Los asaltos a las cárceles de Bilbao el día 4 de enero de 1937”, en Investigaciones Históricas, nº 32, 2012, pp. 217-236. 18
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Cortés19. Además, se organizaron, durante buena parte de la dictadura, cortejos fúnebres, ceremonias religiosas y civiles, alocuciones públicas y concentraciones destinadas a mantener presente el recuerdo de esas víctimas20. No obstante, la iniciativa más destacada para preservar su memoria de forma duradera fue la construcción de una Cripta-Mausoleo en un emplazamiento privilegiado del cementerio de Vista Alegre de Bilbao, en Derio. La centralidad de esas víctimas en el martirologio franquista local quedó puesta de manifiesto en la urgencia con la que se pusieron en marcha las decisiones encaminadas a la construcción de dicho panteón. En julio de 1937, apenas un mes más tarde de la caída de Bilbao, coincidiendo con el primer aniversario del inicio de la sublevación militar, el nuevo alcalde, José María de Areilza, dejó constancia de la premura con la que debía acometerse la iniciativa: Los Mártires bilbaínos viven en nuestro corazón. Fueron perseguidos, detenidos, encarcelados y asesinados o fusilados por el nacionalismo vasco con sus hordas rojas y pelotones de ejecución. Martirizados, dieron su vida por Dios y por España. Sus restos mortales, son las reliquias de la villa que redimieron con su sangre generosa. El Ayuntamiento de Bilbao los acogerá amorosamente en el “Panteón de Los Mártires Bilbaínos” que se construirá en plazo breve. […]”21. Tres semanas más tarde, el 5 de agosto de 1937, el ayuntamiento impulsaba un acuerdo en el que dejaba claro su compromiso con la puesta en marcha de forma inmediata de una acción simbólica
Esta denominación, vigente aún hoy en día, se produjo bajo el mandato de Pilar Careaga. Aunque no podamos establecer una relación causa-efecto directa, es interesante reseñar que ella misma había estado detenida en la cárcel de Larrinaga y después en el Convento de los Santos Ángeles Custodios de Bilbao hasta su liberación el 11 de septiembre gracias a un intercambio humanitario de cincuenta prisioneros franquistas por los niños de la colonia escolar que el Ayuntamiento de Bilbao tenía en Laguardia. Mikel Urquijo, “María del Pilar Careaga Basabe”, en Joseba Agirreazkuenaga (dir.), Bilbao desde sus Alcaldes. Diccionario biográfico de los Alcaldes de Bilbao y su gestión municipal (1936-1979), Bilbao, Ayuntamiento de Bilbao, 2008, pp. 391-443. Francisco Javier González Martín, “Pilar Careaga y Basabe (1908-1993): feminismo católico y militancia política en el franquismo”, en Aportes, nº81, año XXVIII, (1/2013), p. 166. Por otro lado, su tío paterno Adolfo González de Careaga, destacada figura política de los años 20 y teniente-alcalde de la ciudad durante la dictadura de Primo de Rivera también fue asesinado ese 4 de enero. En su caso una plaza central del Ensanche bilbaíno llevó su nombre desde noviembre de 1940 hasta 1983 cuando pasó a denominarse Plaza de Indautxu. 19
20
Cf. Carmelo Landa Montenegro, “Bilbao, 4 de enero de 1937… op. cit.
21
La Gaceta del Norte, 18 de julio de 1937.
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destinada a marcar el compromiso moral de la nueva corporación municipal con las víctimas de la causa: Hoy tiene también que cumplir su sagrado compromiso con los que prestaron a Dios y a la Patria el servicio de sus vidas, a los Mártires de los innumerables asesinatos que se han perpetrado para amargura de nuestro pueblo. Unos cayeron públicamente, en lugares conocidos, siendo también conocidos los detalles de la acción; otros ocultos en el anónimo, abandonados sus cuerpos en lugares extraviados, mas todos ellos, con sus sacrificios, hicieron que la Causa Nacional - santa desde su comienzo – tuviera ante el pueblo bilbaíno su primera gran lista de mártires y que su servicio, por la ejemplaridad, haya producido fruto copiosísimo22. Perpetuar el sagrado recuerdo de los caídos constituyó entonces una urgencia de primer orden para la nueva corporación municipal como se desprende del contenido del acuerdo: El Excmo. Ayuntamiento de Bilbao, en cumplimiento del sagrado compromiso que para los mártires de la Santa Causa tiene, acuerda reunir en un Mausoleo, que se erigirá en el Camposanto de Derio, los cuerpos de todos aquellos que han sido asesinados durante el dominio rojo-separatista, y acuerda también pase este asunto a la Comisión de Fomento, para que estudie y proponga la forma en que el Monumento ha de elevarse23. A finales de 1937 los responsables municipales tenían en sus manos la propuesta realizada por los arquitectos Manuel Galíndez e Hilario Imaz Arrieta. Según la memoria del proyecto, dado el elevado número de enterramientos previsto, los arquitectos proponían proyectar el monumento “como una gran tumba que bajo una losa, sobre la que se graba una cruz de grandes dimensiones, cobija por igual a todos nuestros gloriosos, vilmente asesinados”24. El espacio memorial aparecía en el esbozo flanqueado por dos hileras de cipreses y unos caminos laterales que ascendían progresivamente hacia una capilla preexistente. En la parte frontal un pequeño muro exento de
22 AMB-BUA, Sección de Fomento, Legajo C-000142/013 Construcción de un panteón monumento a los mártires de la causa en el cementerio de Derio. Acta del acuerdo del pleno del Ayuntamiento de Bilbao, 5 de agosto de 1937. 23
Ibidem.
AMB-BUA, Sección de Fomento, Legajo C-000142/013, “Proyecto- Memoria para la construcción de la cripta a los Mártires de Bilbao en el cementerio de Derio”, Manuel Galíndez, 12 de noviembre de 1937. 24
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granito negro permitía cerrar el espacio simbólico e identificar el monumento con una inscripción en letras bien visibles: “A LOS MARTIRES DE BILBAO”25.
Bosquejo del “Proyecto para la construcción de la cripta a los Mártires de Bilbao”, obra de los arquitectos Manuel Galíndez e Hilario Imaz Arrieta, 1937. AMB-BUA, Fondo Ayuntamiento de Bilbao, nº de expediente: 3-7-56.
La parte más noble del monumento era por supuesto la cripta. A ella se accedía a través de una amplia y sobria escalinata que conducía a un paso adintelado sobre el que figuraba la inscripción: “¡Bilbaínos! / Silencio y Oración / Honran al ejemplo / Ayudan a la imitación”26. En el bosquejo inicial estaba prevista la inserción, a ambos lados de la puerta de hierro forjado, de sendos bajorrelieves conformados por figuras femeninas representando una procesión de duelo. Estos últimos, sin embargo, no llegaron a realizarse nunca, redundando esta ausencia de decoración escultural en la sobriedad del conjunto. En el interior, la cripta estaba conformada por un amplio espacio de 20 metros de largo por 8,5 metros de ancho, cuyos laterales aparecían cubiertos, desde el suelo hasta el techo, por cuatrocientos nichos rematados en mármol. La parte frontal aparecía configurada en forma de semicírculo, como si
AMB-BUA, Sección de Fomento, Legajo C-001110/001, La inscripción final preveía además de la referencia a los mártires, las fechas “18 de julio de 1936-19 de junio de 1937” con el objetivo de incluir en el monumento a todas las víctimas de los republicanos desde el inicio de la contienda hasta la conquista de Bilbao, y no sólo a los muertos de la matanzas tras los asaltos de los barcos-prisión y de las cárceles. No hemos podido constatar la inscripción efectiva de las fechas. 25
26
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reprodujera la estructura de un ábside superior inexistente. Este espacio daba cobijo a un pequeño altar, presidido por una sencilla cruz de madera. En el techo, pintado de blanco, se abría un lucernario a proximidad del altar que permitía el paso de la luz natural y servía de sutil nexo entre el mundo de los muertos y el mundo celestial.
Boceto del interior de la cripta donde destaca la geometría aportada por los nichos. En el centro de la sala, una escultura de una Piedad con un caído yacente que nunca llegó a realizarse. AMB-BUA, Fondo Ayuntamiento de Bilbao, nº de expediente: 3-7-56.
Como se indicaba al final de la memoria, sus características principales eran la sobriedad y la serenidad. A pesar de tratarse de un panteón-monumento, el diseño privilegiaba claramente la dimensión funeraria frente a cualquier pretensión monumental. No obstante, ésta quedaba resaltada por las dimensiones de la obra, la calidad de los materiales utilizados en el revestimiento de la estructura de hormigón (granito) y en la cripta (mármol y granito), y en la cruz horizontal grabada y pulida sobre la gran losa. A ellos contribuía también su ubicación central, frente a la verja de la entrada al camposanto, compartiendo eje con la capilla preexistente en el centro exacto del espacio monumental creado por la estructura diseñada a finales del siglo XIX por Edesio de Garamendi y Enrique Epalza27. La realización de la cripta-monumento, pese a contar con un presupuesto consecuente de 351.094 pesetas en noviembre de 1937, estuvo sometida a toda clase de retrasos hasta su conclusión, bien posterior a lo inicialmente previsto, como detallaremos continuación. Muchos de los contratiempos a
En su configuración actual, el cementerio fue inaugurado el 27 de abril de 1902, Ana Arnáiz Gómez, La memoria evocada: Vista Alegre, un cementerio para Bilbao Leioa, Universidad del País Vasco, Servicio Editorial, 1995. 27
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los que tuvo que hacer frente su construcción fueron producto de su realización en plena contienda, aunque no exclusivamente. De hecho el primer escollo significativo fue el movimiento de tierras y el vaciado del espacio del patio para construir la estructura semienterrada del proyecto. La Compañía de Construcciones Hidráulicas y Civiles, adjudicataria de la ejecución de esa primera fase, descubrió a principios de enero de 1938 que una tubería de aguas pluviales del propio cementerio atravesaba axialmente el terreno elegido para su edificación. Este revés complicó el avance de las obras y supuso un incremento del presupuesto inicial de 23.499 pesetas. El 18 de febrero de 1938, fecha prevista para la finalización de esta primera fase, el volumen de tierra excavado era de apenas 600 m3, cuando las primeras proyecciones preveían el vaciado de aproximadamente 2.700 m3 de tierra. En su escrito de descargo ante el ayuntamiento por el retraso acumulado, la empresa alegó las condiciones meteorológicas adversas, “temporal de nieve y de lluvias, verdaderamente excepcional” que unido “a la condición arcillosa del terreno” habían hecho intransitable el camino para el acceso de los carros. A ello había que sumar “la carencia de vehículos de transporte en las actuales circunstancias” que la empresa había tratado de suplir, en vano, con el recurso a vagones de ferrocarril28. El 1 de abril de 1938, la empresa encargada del vaciado de tierras comunicaba al ayuntamiento que la excavación de la cripta había sido completada y que podía iniciarse la segunda fase del proyecto. Esta consistía en la construcción de una base de hormigón armado y de los muros circundantes en torno a la cripta. Sin embargo, tres días más tarde la empresa responsable de continuar las obras remitía una carta al ayuntamiento señalando que la excavación no había concluido realmente: la tierra no había sido completamente evacuada y grandes masas de escombros permanecían al borde de la excavación con un peligro de corrimiento antes de la construcción efectiva del talud. El escrito recomendaba igualmente la construcción inmediata de una zanja alrededor del perímetro de la obra para permitir la evacuación natural de las aguas de lluvia con el objetivo de evitar las filtraciones al interior29. Días más tarde una nueva comunicación de Arregui constructores al ayuntamiento insistía en que la consigna del arquitecto municipal no había sido respetada y que la cuneta de unión con el pozo donde estaba instalada la bomba de evacuación de agua seguía sin realizarse con el consiguiente perjuicio para el avance del hormigonado. Por otro lado, la particular naturaleza arcillosa del terreno, el desvió de la canalización que atravesaba inicialmente la zona de obras y la propensión del lugar a las filtraciones provocaron sucesivas modificaciones, que añadidas a las dificultades propias del contexto de guerra
AMB-BUA, Sección de Fomento, Legajo C-000142/013, Carta de Luis Grasset Aguado, ingeniero de la Compañía de Construcciones Hidráulicas y Civiles al ayuntamiento de Bilbao, 22 de febrero de 1938. 28
AMB-BUA, Sección de Fomento, Legajo C-000142/013, Carta de la empresa Arregui constructores al ayuntamiento indicando que las condiciones no permiten el inicio de su intervención en la obra. 29
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retrasaron considerablemente el avance del proyecto. A ello se añadiría la aparición de grietas en la primera placa de hormigón como consecuencia de inundaciones tras semanas de intensa lluvia que motivaron un nuevo retraso. Estas vicisitudes provocaron un incremento del presupuesto inicialmente previsto para la realización de la primera fase, excavación, movimientos de tierra, hormigonado e impermeabilización, que pasó de las 118.990 pesetas iniciales a 167.55230. Previamente, en enero de 1938 se había hecho público el concurso para la adjudicación de la tercera fase del proyecto, las obras de cantería, albañilería y marmolería que debían cubrir y culminar el Panteón-Monumento a los Mártires de Bilbao cuyo presupuesto inicial no podía exceder las 120.009 pesetas31. Sin embargo, transcurridos los quince días hábiles fijados para la admisión de las propuestas, el ayuntamiento no había recibido ninguna proposición32. El deseo de las autoridades franquistas de culminar rápidamente el proyecto se daba de bruces con la exigüidad del Construcción del Panteón Monumento a los Mártires de Bilbao, 1938-1939. (AMB-BUA. Fondo Ayuntamiento de Bilbao. Nº imagen: 01_002457; 01_002461; 01_002460; 01_002459. Expediente de construcción de la Cripta a los Mártires de Bilbao)
AMB-BUA, Sección de Fomento, Legajo C-000284/001, Acta de la reunión de la comisión de Fomento celebrada el 5 de mayo de 1939. 30
AMB-BUA, Sección de Fomento, Legajo, C-001110/001, Construcción de un Panteón Monumento a los Mártires de Bilbao en el Cementerio de Derio. Este legajo comprende la mayor parte de la documentación utilizada en la redacción de este capítulo. En las próximas citas nos limitaremos a evocar el Anuncio de la sección de Fomento del Excmo. Ayuntamiento de Bilbao, 15 de enero de 1938. Boletín Oficial de Vizcaya, 18 de enero de 1938. 31
AMB-BUA, Sección de Fomento, Legajo, C-001110/001, así consta en el informe de la comisión de Fomento redactado por su responsable, Leonardo Aróstegui e Ibarreche, 11 de febrero de 1938. 32
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presupuesto33. En abril de 1938 se presentó un nuevo concurso público con un incremento sustancial de la cuantía inicial hasta alcanzar las 183.960 pesetas, cifra que superaba en más de un tercio la primera propuesta. Finalmente el 12 de mayo de 1938 se publicó en el Boletín provincial la nueva convocatoria con el presupuesto modificado34. Al cierre del plazo de presentación, veinte días más tarde, el ayuntamiento tan solo había recibido una única candidatura enviada por la empresa Marmolería Bilbaína, dirigida por Luis Olabarría. La empresa se comprometió a tener concluido el mausoleo para finales de 1938. Sin embargo, el 28 de diciembre, un día después de finalizar el plazo inicial, Olabarría exponía en comunicación escrita al alcalde, la necesidad de disponer de un plazo suplementario de tres meses para la finalización del mismo. En su descarga, incluía todo el compendio de adversidades a las que había tenido que hacer frente: Que habiendo terminado con fecha de ayer el plazo de ejecución de las citadas obras [Panteón-Monumento] y no habiendo sido posible acabarlas por las dificultades de mano de obra y transporte creadas por la situación anormal que atravesamos con motivo de la guerra, movilización de quintas etc… que hace que no se reciba suficiente piedra de Deba y granito de las canteras de origen, ni dispongamos de suficiente personal para su elaboración, siendo también imposible trabajar con la debida celeridad en invierno en esta clase de obras al exterior y no encontrándose preparado el interior de la Cripta para poder realizar la colocación de los mármoles elaborados y puestos al pie de la obra35. Según se informaba a la alcaldía desde la comisión de Fomento, las lluvias torrenciales caídas en septiembre habían efectivamente debilitado la estructura inicial y retrasado los trabajos previos necesarios a la instalación de las placas de mármol en el interior de la cripta. La comisión no se
Así parece confirmarlo el informe del arquitecto del ayuntamiento que en carta al Alcalde le informaba que “las causas a que ha obedecido la falta de propuestas al concurso objeto de este expediente, se debe, a juicio de este (sic) Dirección, a que los precios unitarios fijados para el granito como para la caliza en el presupuesto redactado anteriormente en el mes de diciembre han resultado bajos, lo cual se ha subsanado en el nuevo presupuesto que se acompaña”. AMB-BUA, sección de Fomento, C-001110/001. Carta del Arquitecto del Ayuntamiento de Bilbao al Alcalde, 12 de abril de 1938. 33
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AMB-UBA, Sección de Fomento, Legajo, C-001110/001, Boletín oficial de Vizcaya.
AMB-UBA, Sección de Fomento, Legajo, C-001110/001, Carta de Luis Olabarría (Marmolería Bilbaína) al alcalde de Bilbao, 28 de diciembre de 1938. 35
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pronunció inmediatamente al respecto, aunque era consciente de que las circunstancias derivadas de la persistencia de la guerra hacían difícil prever una fecha precisa para su conclusión. Finalmente, las obras de cantería no pudieron ser terminadas hasta el 15 de junio de 1939, acabada ya la guerra, mientras que la cubierta y el interior de mármol sólo fueron consolidados a finales de septiembre de 1939, casi nueve meses de retraso con respecto a los plazos iniciales previstos para esta última fase. Este retraso provocó la imposición de una multa municipal de 20.000 pesetas a Luis Olabarría por demora en la ejecución de la contrata, ratificada posteriormente por “no haber sido el contratista, lo diligente que era de esperar”36. Luis Olabarría, en un extenso y detallado informe enviado al ayuntamiento, se defendió de cualquier desidia o negligencia por su parte, evocando que la decisión de intervenir en tal empresa, venía motivada “más que por intereses económicos, por intereses morales y afectivos que me vinculaban estrechamente con la significación del proyecto”. La carta recogía las circunstancias y las verdaderas causas que, según él, habían motivado el retraso en la finalización del monumento. El exiguo plazo acordado para su realización, “notoriamente insuficiente”, constituía para él la verdadera causa de que ninguna otra empresa hubiera optado a participar en el concurso, como había alertado a los técnicos municipales. Estos le habían manifestado por su parte que “la brevedad del plazo obedecía al interés de la Corporación en inaugurar urgentemente la obra”, prometiéndole a cambio ayuda municipal que luego, siempre según el interesado, nunca se materializó sobre el terreno. Aludía después a las inundaciones que habían dañado seriamente el pavimento inicial de hormigón que hubo que ejecutar de nuevo, la movilización de los reemplazos de 1928 y 1929 que agravaron considerablemente la falta de mano de obra - siete de sus operarios habían sido llamados a filas-, el impacto del conflicto en las dificultades para el aprovisionamiento suficiente de piedra de Deba y de granito de Segovia, entre otras causas. El texto exculpatorio finalizaba con alusiones a su honestidad y seriedad en el trabajo, demostrados en otros contratos y obras realizados con ese ayuntamiento y concluía señalando que dada la naturaleza de la obra el retraso no había causado ningún perjuicio económico al ayuntamiento por lo cual solicitaba la anulación de la sanción37. Reunida a finales de agosto de 1940, la comisión de Fomento estudió una por una las alegaciones expuestas por Olabarría. Algunos de sus argumentos fueron tenidos en cuenta, no todos, y la multa fue finalmente rebajada a la mitad.
AMB-UBA, Sección de Fomento, Legajo, C-001110/001, Informe de la comisión de Fomento sobre la liquidación de las obras de cantería y marmolería del mausoleo construido en el cementerio de Derio, 6 de mayo de 1940. 36
AMB-UBA, Sección de Fomento, Legajo C-001110/001, Carta de Luis Olabarría (Marmolería Bilbaina) al alcalde de Bilbao, 31 de mayo de 1940. 37
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Más allá del aspecto económico del asunto, lo que nos interesa particularmente es que el informe municipal recogía que efectivamente el plazo acordado para la realización no se acordaba a lo razonable, reconociendo explícitamente la urgencia del proyecto por causas afectivas derivadas del deseo de honrar apresuradamente el recuerdo de los prisioneros asesinados: Tampoco puede silenciarse dicha Dirección que el plazo de cinco meses fijado para ejecutar la obra de cantería es muy corto, y que el deseo de cumplir con dicha obra, ofrendándolo a nuestros gloriosos Mártires, le hizo exprimir el plazo, quizás exageradamente, puesto que hubiera sido más acertado fijar en siete meses38 Finalmente, el ayuntamiento solo pudo hacerse cargo de forma oficial del mausoleo el 10 de julio de 1940, dando así por concluida su realización. No hemos localizado ningún documento en el que se haga un balance final del gasto total que supuso la construcción del panteón. El presupuesto general del 22 de abril de 1938, que incluía ya el incremento de la previsión para la cantería y la marmolería ascendía a 461.205 pesetas, aunque es muy posible que dados los retrasos y las dificultades de algunas fases del proyecto éste alcanzara, e incluso superara, las 500.000 pesetas, una cifra considerable en el maltrecho contexto económico de la guerra y de la posguerra caracterizado por las dificultades de supervivencia de buena parte de la población. El empeño y la urgencia de las autoridades locales por concluir rápidamente el proyecto se vieron fuertemente contrariados por las circunstancias adversas surgidas tanto por problemas estructurales como por la coyuntura bélica en la que se realizó buena parte de la obra. Finalizada la cripta, previa autorización de los familiares, comenzaron a transferirse a los nichos los restos de las víctimas del asalto a las cárceles, de los represaliados en los barcos-prisión y de otros fusilados en la contienda. Según Carmelo Landa, en los 340 nichos existentes, frente a los 408 previstos inicialmente, hoy reposan allí los restos de 154 víctimas del asalto a las cárceles de Bilbao, 96 asesinados en los barcos-prisión -76 del Cabo Quilates y 20 del Altuna Mendi-, 56 cuerpos de víctimas asesinadas en otros lugares y circunstancias y 15 prisioneros fusilados en el mismo cementerio de Derio en cumplimiento de la sentencia de muerte dictada por el Tribunal Popular de Euskadi39. No obstante, la cripta no acoge a todas las víctimas de la represión republicana en Bilbao. Algunos
AMB-UBA, Sección de Fomento, Legajo C-001110/001, Informe de la comisión de Fomento del ayuntamiento de Bilbao, 27 de agosto de 1940. 38
Existe un monumento específico dedicado a estas personas condenadas a muerte y fusiladas a escasos metros del lugar donde reposan sus restos, sobre el que volveremos más adelante. 39
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cuerpos fueron transferidos al Valle de los Caídos, al cementerio de Polloe, en San Sebastián y a otros cementerios de Vizcaya, en función del origen de las víctimas40.
Panteón Monumento a los Mártires de Bilbao, 1938-1939. (AMB-BUA. Fondo Ayuntamiento de Bilbao. Nº imagen: 01_002630. Expediente de construcción de la Cripta a los Mártires de Bilbao).
La cripta se convirtió rápidamente en un auténtico lugar de memoria, parada obligatoria de los cortejos fúnebres tan frecuentes en la posguerra. Durante décadas se celebró allí una misa diaria sufragada por los excautivos y los familiares de las víctimas allí enterradas. Desde su inauguración, el panteón-monumento se convirtió en un espacio de peregrinación y recogimiento en el cual se daban cita todos los 4 de enero y los 25 de septiembre las principales autoridades, civiles, militares y eclesiásticas de la ciudad y de la provincia para celebrar una misa en recuerdo de las víctimas y rendir un sentido homenaje a su memoria, como ya hemos podido comprabar previamente. Hoy en día, sin embargo, el panteón-mausoleo ha dejado de cumplir buena parte de las funciones para las que fue construido, al menos aquellas de carácter más simbólico, ligadas al recuerdo de las víctimas de los asaltos de las cárceles durante el conflicto, transformándose en un auténtico “depósito de memoria” (P. Nora). A pesar de mantener su posición central y su cercanía con respecto al acceso principal al camposanto, el lugar es en la actualidad prácticamente “invisible” para cualquier persona que se acerque al cementerio de Vista Alegre. El oscuro muro frontal posterior sigue ahí pero la inscripción que lo adornaba en grandes caracteres, “Mártires de Bilbao”, ha sido recubierta y remplazada por una mero rótulo administrativo que anuncia la naturaleza del espacio “Cementerio municipal de Bilbao/Bilboko
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Carmelo Landa Montenegro, “Bilbao, 4 de enero de 1937… op. cit. p. 97.
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Udal Hilerria” y un bajorrelieve con el escudo de la ciudad. La neutralidad de la inscripción sobre el dintel de la puerta, a la que ya aludimos, tampoco aporta ninguna información relevante sobre el origen y la naturaleza de la cripta. Ni siquiera la gran cruz horizontal grabada sobre el granito puede aportar detalle alguno en un lugar plagado de ellas.
Panteón de los mártires de Bilbao en la actualidad (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2017)
Lo que no ha cejado son los problemas de humedades de la cripta. Debido al terreno arcilloso que la rodea y posiblemente a las dificultades de realización evocadas, se ha visto sometida a frecuentes restauraciones. En el archivo municipal se guardan los expedientes de las numerosas intervenciones realizadas en las últimas décadas para tratar de solucionar su progresivo deterioro. Hace apenas un lustro su estado de semiabandono confería al espacio una apariencia sobrecogedora.
Estado de deterioro de la cripta-mausoleo en 2012. [Fotografía: página oficial del Ayuntamiento: Servicio funerarios]
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Las reformas de estos últimos años han permitido la recuperación de su aspecto normal. Pero esa rehabilitación formal no ha evitado, sin embargo, que haya pasado de lugar de peregrinación obligada a convertirse en un lugar vacío de significado. Un potente lugar de memoria durante décadas ha quedado hoy completamente relegado al olvido, o lo que es peor, a la indiferencia general. La admiración que debían tributar las generaciones venideras, según los impulsores y constructores del proyecto, ha sido trocada por el desconocimiento generalizado.
Estado actual de la cripta-mausoleo. (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2017)
La importancia de los nombres: el zócalo del Monumento al Sagrado Corazón de Jesús El panteón-monumento del cementerio de Vista Alegre aglutinó buena parte de los esfuerzos y de las ambiciones memoriales en honor de los mártires y caídos de las nuevas autoridades franquistas. No obstante, no fue ese el único espacio consagrado a recodar a los mártires en la ciudad de Bilbao. Los muros de numerosas iglesias, edificios y sedes institucionales (colegio oficial de arquitectos, centros de enseñanza pública, universidades…) fueron igualmente utilizados para colocar placas e inscripciones con la relación de personas ligadas a un gremio determinado que habían perecido en la contienda. Pero además, las autoridades locales optaron por promover una iniciativa singular de mayor envergadura: la inscripción de los nombres de los mártires y caídos de la provincia en el zócalo del monumento al Sagrado Corazón de Jesús. Erigido en los años veinte al final de la prolongación de la Gran Vía del ensanche bilbaíno, en la conocida entonces como Plaza de Bélgica, se trataba de un ostentoso conjunto escultórico monumental de cuarenta metros de altura diseñado por el arquitecto Pedro Muguruza, conformado por un pedestal
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y pináculo, y rematado por una escultura del Sagrado Corazón de Lorenzo Coullat Valera. Levantado mediante suscripción popular, el monumento fue inaugurado en 1927 en presencia del nuncio, monseñor Tedeschini41. Durante la etapa republicana, la corporación municipal de izquierdas aprobó en un pleno celebrado en febrero de 1933 su demolición, por dos votos de diferencia. No obstante, esta decisión no llegó a consumarse. Durante la guerra se alzaron de nuevo voces a favor de su demolición aunque la conquista de la ciudad por las tropas franquistas en junio de 1937 lo salvó definitivamente de una destrucción anunciada. Además de su significación católica, las amenazas que habían pesado sobre él en esos años previos permitían establecer una poderosa asociación simbólica entre los cautivos y mártires de la contienda que habían sufrido la persecución republicana y el propio monumento al Sagrado Corazón también perseguido. El Cristo salvador, salvado a su vez por la intervención de las tropas, acogía a sus pies la memoria de los cautivos que habían sucumbido a la “barbarie rojo-separatista”. Así se plasmó esa idea en el primer acuerdo de la Diputación de Vizcaya tras la caída de Bilbao: En desagravio por los crímenes y asesinatos cometidos en sacerdotes, religiosos, intachables católicos, caballeros y fuerzas que venían sobre Bilbao, se hiciera la consagración de la provincia de Vizcaya al Divino Corazón, descubriéndose al mismo tiempo en el monumento de la Gran Vía la inscripción de sus palabras “Reinaré en España42. El nuevo dispositivo memorial fue inaugurado el 13 de septiembre de 1937 con la asistencia de una destacada nómina de personalidades religiosas encabezada por el delegado apostólico del Vaticano, Monseñor Antoniutti, y el cardenal Gomá, primado de España. Una de las alocuciones más significativas del acto, fue la realizada por Esteban Bilbao, excautivo él mismo del barco-prisión, Altuna Mendi, destacado carlista llamado a ocupar poco tiempo después altos cargos en la administración franquista. Su discurso fue muy revelador de la nueva dimensión adquirida por el monumento tras su consagración como símbolo perpetuo del homenaje de la ciudad a sus mártires: Y aquí está proclamado el reinado de su amor con la sangre del sacrificio y el oro de las víctimas, reflejado en los colores de la bandera de España. Lo tenía todo este Monumento venerado: la majestad del bronce, el arte de la piedra, la altura desde la que atalaya a su pueblo. Pero le faltaba un detalle: el dolor de los Mártires. Ahora, las piedras sangran y el
Para un análisis detallado del conjunto de la obra ver Joaquín Álvarez Cruz, “El monumento al Sagrado Corazón de Jesús en Bilbao”, en Ondare. Cuadernos de artes plásticas y monumentales, nº 22, 2003, p. 5-44. 41
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Carmelo Landa Montenegro, “Bilbao, 4 de enero de 1937… op. cit. p. 99.
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Monumento habla. Sangran las piedras con la púrpura de la sangre de las víctimas. Habla el Monumento con la leyenda “Reinaré en España” que lo corona. Ahora el Monumento está completo43. Esta apropiación político-religiosa del monumento convirtió al Sagrado Corazón de Jesús de Bilbao en uno de los lugares de memoria de las víctimas de la guerra más destacados en la década de los cuarenta. Coincidiendo con el quinto aniversario de las matanzas se inauguraron nuevos monumentos a proximidad de los principales escenarios de las matanzas y se instalaron nuevas placas sobre los muros de los centros de detención, pero ninguna pudo rivalizar con la monumentalidad y magnificencia de esta obra. Sin embargo, en 1952, el delegado provincial de los ex-cautivos de Vizcaya, Rafael de Arteche, solicitó al Ayuntamiento la inclusión en los presupuestos del año venidero de una partida destinada a pintar de nuevo los nombres de los “Mártires de la Cruzada” ya que estos habían ido desapareciendo poco a poco “probablemente por la acción del tiempo, u otras causas, quizás la mayor, que los nombres se hicieron bajo relieve, y ya desde el primer momento su lectura era poco visible”44. En la misma misiva Arteche indicaba precisamente en la incidencia que tenía esa desaparición de los nombres: “En la actualidad las gentes olvidan el acto que se hizo para perpetuar la memoria de nuestros
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Monumento al Sagrado Corazón de Jesús en cuyo zócalo se inscribieron los nombres de los mártires y caídos. (AMB-BUA). Fondo Ayuntamiento de Bilbao. Nº imagen: 01_002576
Primer plano del zócalo donde pueden apreciarse los nombres de las víctimas grabados sobre la piedra. (AMB-BUA). Fondo Ayuntamiento de Bilbao. Nº imagen: 01_002575
La Gaceta del Norte, 14 de septiembre de 1937.
AMB-BUA, Sección de Fomento, Legajo C-000949/006, Carta del Rafael de Arteche delegado provincial de los Ex-Cautivos de Vizcaya al Alcalde de Bilbao, 4 de octubre de 1952. 44
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Caídos, por lo que creemos que pintados sus nombres de negro, estarían más visibles y sería más perdurable el homenaje a nuestros mártires”45. La solicitud fue admitida y el ayuntamiento se hizo cargo del costo de dicha intervención con el objetivo de redinamizar la significación memorial del monumento. Además del paso del tiempo, esta inciativa articulada en torno al monumento al Sagrado Corazón contó desde principios de los cincuenta con un rival de talla, un nuevo monumento, que poco tiempo después acabaría por desalojarlo del lugar preeminente que había ocupado hasta entonces en la preservación memorial de las víctimas franquistas. No obstante, pese a este desplazamiento memorial, la significación atribuida al mismo seguiría vigente, al menos dos décadas más. En junio de 1959, miembros de la autodenominada Resistencia vasca, realizaron tachones y embadurnaron con pintura las inscripciones del zócalo y en 1963 fueron miembros de una entonces joven ETA los que dejaron su huella sobre el monumento con numerosas pintadas de sus siglas. En la última etapa de la dictadura y durante la posterior Transición los nombres siguieron ocupando el mismo lugar pero a la invisibilidad física, debido al paso del tiempo y los efectos de la contaminación, se añadió el progresivo manto del olvido hasta hacerlos prácticamente ilegibles. A esas alturas el monumento era además prácticamente inaccesible. Erigido en 1927 en el centro de una bucólica plaza que cerraba la Gran vía bilbaina, la construcción en 1975 de un viaducto que enlazaba con la Autopista A-8, conocido como Solución Sur, transformó totalmente el lugar al convertirse en el principal eje de entrada y salida de vehículos de la capital vizcaína. El monumento quedó así “cercado” por las decenas de miles de coches que transitaban por allí diariamente. El plácido lugar que había visto emerger su imponente silueta, se había transformado en el último cuarto del siglo XX en uno de los lugares más inhóspitos de la ciudad. Olvidada la significación franquista que tuvo bajo la dictadura, el monumento siguió dando que hablar en las décadas siguientes, sobre todo por la inscripción “Reinaré en España” en la base de la escultura a más de treinta metros de altura que parecía importunar a una parte de la ciudadanía hasta que en 2004 la leyenda fue retirada en el marco de una nueva rehabilitación integral del monumento. Paradojas del destino, un monumento que languidecía perdido entre el fragor del tráfico, recobró con esa actuación el color dorado de antaño para refulgir de nuevo los días soleados para desesperación
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Ibidem.
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de ateos y agnósticos que no dudaron entonces en proclamar públicamente su descontento46. Esporádicamente surgen voces que denuncian el carácter franquista del monumento, desorientados que creen ver una herencia de la dictadura en cualquier símbolo religioso. Muy pocas son hoy las personas, más allá de algunos investigadores y de los propios descendientes, que recuerdan que efectivamente hace varias décadas el monumento refugió temporalmente la memoria de los víctimas de los violencia republicana, porque pocas son igualmente los que recuerdan en la ciudad la existencia misma de las matanzas del 4 de enero de 1937.
La tardía Cruz de los Caídos de Bilbao El desplazamiento del Sagrado Corazón de Jesús como principal vector de la memoria de los mártires de la guerra en Bilbao vino motivado por la erección de un nuevo monumento en 1950. Es cierto que el primero, dadas sus dimensiones y majestuosidad, confería a dicha memoria una proyección innegable, pero la figura de Jesús reinante no podía encarnar la magnitud del sacrificio consentido. Solo la cruz, símbolo máximo del sufrimiento del hombre y elemento esencial en la mayor parte de las iniciativas simbólicas desplegadas en la posguerra47, podía honrar en su justa medida la memoria de los mártires y de los caídos que habían vertido su sangre en la retaguardia y en el campo de batalla. En febrero de 1949, próximo a conmemorar el décimo aniversario del final de la guerra, el Gobernador civil y jefe provincial de la Falange, Genaro Riestra Gómez, consideró que la ausencia en la villa de una verdadera Cruz de los Caídos había durado demasiado y debía ser subsanada cuanto antes. “Bilbao es tal vez una de las pocas ciudades de España que no tiene su Cruz de los Caídos”, recordaba Riestra en su escrito al Ayuntamiento y a la Diputación. En dicha misiva tras entonar un mea culpa colectivo por dicho vacío, impelía a las autoridades locales a estudiar de forma conjunta la “tarea en forma y a fondo para que tenga Bilbao cuanto antes su Cruz de los Caídos construida en la medida suntuosa que su dignidad nacional y su aportación cruenta a la causa de la salvación de España exigen”. Riestra era consciente del homenaje rendido por la ciudad en la base del Sagrado Corazón, pero apuntaba “[…] entendemos que no basta; que hay que levantar esa cruz de los Caídos
Eduardo Uriarte, “Monumentos y paisajes”, El País, 22 de febrero de 2006, “Pero nuestra gran estatua es la del Sagrado Corazón. La imperturbable, la superadora de todos los regímenes políticos, la esplendorosa, es la del Sagrado Corazón, símbolo de nuestro cutre y eterno nacionalcatolicismo, de nuestro conformismo provinciano y prueba palpable de que el arte dominante es el de la clase dominante”. 46
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Zira Box Varela, La fundación de un régimen, op. cit., p.181-182.
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que aún falta en la Villa, y llevar a ella sus nombres, los de todos los Caídos en la provincia…”48. En un tono conminativo, El Gobernador civil proponía la edificación inmediata de una “Cruz de los Caídos” cuya financiación debía correr a cargo de la Diputación, del Ayuntamiento y de la propia Falange. La propuesta fue contemplada con interés por parte de la Diputación que dos semanas más tarde designó a Ramón de Goicoechea, vicepresidente de la Comisión de Fomento, como representante de la institución para estudiar conjuntamente con los representantes de Falange y del Ayuntamiento la manera de llevar a cabo la construcción de la citada Cruz49. El 6 de junio de 1949, el Boletín Oficial de la Provincia de Vizcaya publico el anuncio del concurso público para la realización del monumento, restringido a los arquitectos vizcaínos del Colegio Vasco-Navarro de Arquitectos. En el mismo se precisaba el lugar elegido para su instalación en el parque de doña Casilda de Iturrizar, entre la fuente dedicada al pintor Adolfo Guiard y la pérgola del parque: “Lugar que encuadra con su fondo de verdura una Cruz en la que se han de aunar la delicadeza de su traza con la gran riqueza de materiales y la presentación simbólica de la misma, pero que no deberá desenmarcarse, por su tamaño, del carácter del monumento y su marco verde”50. El presupuesto provisional para su realización se elevaba a quinientas mil pesetas. El proyecto ganador del concurso fue el presentado por el equipo integrado por el arquitecto Luis María Gana y el escultor Enrique Barros. Apenas un año más tarde, el monumento era ya una realidad en el extremo oeste del parque de doña Casilda de Iturrizar, a escasos doscientos metros del monumento del Sagrado Corazón. La originalidad del conjunto arquitectónico diseñado por Gana, con respecto a proyectos similares, se encontraba en la inclusión como elemento central del dispositivo de un estanque del cual parecía emerger la gran cruz en homenaje a los caídos. Realizada en piedra de Morata de Tajuña, la cruz de forma poliédrica se elevaba a una altura de ocho metros y aparecía decorada, a sus pies, con una corona de laurel en bronce fundido. El estanque se cerraba en su extremo posterior con un gran friso que incluía la consabida inscripción “Caídos por Dios y por España ¡¡Presentes!!” y los emblemas en bronce fundido de la Falange y del Requeté.
48 Archivo Histórico Foral de Bizkaia (AHFB), Sección Administrativa, Fondo Educación y Cultura, C-1006 Bis, Legajo 115, Exp. 6. Carta del Gobernador civil, Genaro Riestra Díaz, al Presidente de la Diputación Provincial, 17 de febrero de 1949. 49
Ibidem, Carta de la Comisión de Fomento, Cultura e Instrucción al Gobernador civil, 3 de marzo de 1949.
50
Boletín Oficial de la Provincia de Vizcaya, 6 de junio de 1949.
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El frontis aparecía adornado, algo inusual, con dos bellos altorrelieves realizados por el escultor Enrique Barros. De factura clásica, el artista recurrió a la mitología griega para representar alegóricamente a los héroes y a los caídos en la contienda. Los primeros aparecían representados a través de una composición que recordaba la coronación de Aquiles, mientras que para los segundos Barrios recurrió al mito de Hypnos y Thanatos que portaban en sus brazos delicadamente a un guerrero muerto. El conjunto de la obra supuso un coste final de 518.339 pesetas, repartido a partes iguales entre el Gobierno Civil, el Ayuntamiento y la Diputación.51. La inauguración de la Cruz de los caídos tuvo lugar el 20 de junio de 1950, en el marco del decimotercer aniversario de la conquista militar de la villa. Además de las autoridades locales, el acto estuvo presidido por el propio Francisco Franco, que realizaba entonces una importante visita a la provincia y a sus complejos industriales, el entonces presidente de las Cortes, Esteban Bilbao, originario de la cercana Durango y asiduo en estas tareas inaugurales en la capital vasca, además de un amplio cortejo compuesto por numerosos ministros y destacadas autoridades civiles y militares52.
“Monumento a los caídos” de Bilbao, Luis Gana y Enrique Barros (1950)
Luis Gana, Liquidación de las obras del “Monumento a los caídos”, 5 de julio de 1950. Archivo de la Diputación Foral de Bizkaia, Sección Administrativa, Fondo Educación y Cultura, C-1006 Bis, Legajo 115, Exp. 6. 51
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Vizcaya por Franco, Bilbao, Editorial Vasca, 1950.
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La ceremonia de bendición del monumento, sabia mezcla de ritos religiosos y cantos políticos, fue oficiada por el Vicario de la diócesis de Vitoria, el doctor Grau, auxiliado por el arcipreste de Bilbao y un numeroso grupo de sacerdotes. El propio Franco tuvo un rol destacado en la inauguración al ser el encargado de depositar un pergamino con los nombres de los caídos en un nicho del borde del estanque que albergaba la cruz. Las autoridades estuvieron acompañadas en estos actos por mil trescientos cadetes y montañeros del Frente de Juventudes, además de miles de niños y niñas de los colegios vizcaínos. En los días previos, Franco y su séquito habían visitado numerosas fábricas e inaugurado diversas instalaciones públicas, pero como recogía la redacción de La Gaceta del Norte en su portada, el acto de ese día había revestido un carácter especial: “Quizá haya sido éste el más bello acto de cuantos hasta ahora ha dedicado Bilbao al Caudillo […] En la lista de realidades rotundas que estos días está presidiendo el Jefe del Estado ésta del Monumento a los Caídos fue la primera y la más alta sin duda”53. En las tres décadas siguientes a su inauguración, el monumento y los jardines que lo rodeaban se transformaron con frecuencia en el escenario privilegiado de las concentraciones y actos de homenaje
Ofrenda floral realizada ante el Monumento a los Caídos del parque de Doña Casilda Iturrizar en conmemoración del 36º aniversario de la muerte de José Antonio Primo de Rivera, 20 de noviembre de 1972. Gabinete de Información y Relaciones Públicas (AMB-BUA, nº imagen: 01_000118).
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La Gaceta del Norte, 21 de junio de 1950.
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en recuerdo de los caídos franquistas hasta el final de la dictadura. En el tiempo transcurrido, los miles de niños que habían acudido a la inauguración habían desaparecido, dejando paso a unas decenas de adultos apenas, un reducido número de adeptos que siguieron honorando la memoria de sus víctimas hasta el final de la dictadura. Muerto el dictador e iniciado el proceso de transición política a la democracia, el monumento fue objeto de un atentado con bomba, el 31 de julio de 1976, día de San Ignacio. Es difícil llegar a saber si la elección de esa fecha fue una casualidad o respondía a una estrategia preconcebida, vinculada con dicha festividad54. Por un lado, ese mismo día se produjeron acciones similares en el resto de España. Por otro, las acciones contra los monumentos franquistas en fechas señaladas para el nacionalismo vasco fueron recurrentes. Esa madrugada un potente artefacto provocó graves desperfectos en la base de la cruz, que permanecío erguida, aunque la corona de laurel quedo hecha añicos. La noticia del ataque fue recogida en la portada del periódico El Correo Español – El Pueblo Vasco, ilustrada con una fotografía donde podían verse los desperfectos provocados por la explosión en la cruz, mientras el resto del monumento había quedado intacto55. Como se apuntaba en páginas interiores “la cruz sufrió daños de importancia, pero su estabilidad no parece peligrar. Al menos ninguna fisura se apreciaba en su núcleo de hormigón, pese a que las placas que lo envuelven habían sido afectadas en tres de las cuatro caras del prisma que constituye el brazo mayor”56. La prensa se hizo eco de la intensidad de la explosión, que se había oído en toda la ciudad, y de cómo la onda expansiva había provocado destrozos materiales - roturas de cristales fundamentalmente-, en edificios próximos al lugar de los hechos. Dados los daños limitados ocasionados en el monumento, los periódicos avanzaron entonces la hipótesis de un defecto en la colocación o en la preparación del
La apropiación de la figura de San Ignacio de Loyola por el nacionalismo vasco fue una constante a lo largo del siglo XX como ha estudiado José María Tápiz en la entrada “San Ignacio de Loyola”, en Santiago de Pablo, José Luis de la Granja, Ludger Mees, Jesús Casquete (coord.), Diccionario ilustrado... op. cit, 696-706. Tápiz reproduce un fragmento de la revista vasco-argentina Denak Bat, de Lomas de Zamora, publicada en 1967 que puede abundar en la hipótesis de la elección premeditada de esa simbólica fecha: “San Ignacio de Loyola es el Patrón de todos los vascos y entre todos, lo es también de nuestros aguerridos gudaris […] No debemos olvidar en este día a nuestros bravos gudaris, que luchan por la libertad de la Patria esclavizada, sufriendo las persecuciones y consecuencias que esta lucha acarrea. Sea para ellos nuestros mejor recuerdo”. 54
El Correo Español – El Pueblo Vasco, 1 de agosto de 1976. También La Gaceta del Norte, reprodujo en su portada la noticia del atentado contra la Cruz de los Caídos. 55
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Ibidem.
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Una memoria de piedra: los monumentos a los caídos y mártires de la cruzada
Portada de El Correo Español donde se recoge la noticia del ataque contra la Cruz de los caídos, 1 de agosto de 1976.
explosivo57. Como podía apreciarse en la noticia recogida en la portada de los diarios, no fue el único ataque dirigido en contra de un monumento a los caídos ese mismo día. En los últimos años de la dictadura, y ya en pleno período de transición política, los ataques contra los símbolos del franquismo fueron in crescendo propiciados por un amplio espectro de opositores al régimen franquista. Sólo en el País Vasco hubo entonces decenas de acciones de ese tipo: el 6 de marzo de 1967 la lápida colocada en la iglesia de Mondragón con los nombres de los caídos el 25 de junio de 1939 fue destrozada con un hacha. Repuesta en su lugar, fue de nuevo destruida el 9 de abril58. En diciembre de 1970, el periódico ABC publicó un artículo donde daba cuenta de “Ciento dieciséis hechos delictivos graves cometidos por activistas de la ETA”. Entre ellos figuraban, asesinatos, atracos a bancos y atentados
Jesús Ceberio, “Potente bomba en un monumento a los caídos”, El País, 1 de agosto de 1976, “Parece ser que el artefacto, conectado, posiblemente, a un mecanismo de relojería, fue amarrado a la corona metálica, existente en la base de la cruz -el monumento consta de un friso alegórico en semicírculo y una cruz-. Todo hace pensar que la bomba fue colocada defectuosamente, ya que, a pesar de su potencia, sólo ha causado algunos destrozos en la base del monumento, sin llegar a demolerlo. La onda expansiva salió en dirección a los edificios existentes en las cercanías, rompiendo algunos cristales y destruyendo por completo la corona de hierro”. 57
“Atribuyen a Etxabe y Ozaeta el ataque en 1967 contra la lápida de los caídos”, Diario Vasco, 9 de diciembre de 2006.
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contra instituciones y empresas, además de una decena de ataques con artefactos a monumentos59. A finales de ese año habían sido atacados con artefactos explosivos la Cruz de los Caídos de Getxo, de Zumaia, de Gaztelumendi y el monumento a la batalla de Villareal. También fueron destruidas las lápidas de los monumentos a los caídos en Bermeo, Errigoitia, Mondragón... A principios de abril de 1972 fueron atacados los monumentos erigidos en Tolosa y en Peña Lemona60. Este “ludismo monumental” en contra de destacados símbolos del régimen no fue exclusivo de Euskadi ni mucho menos, sino que constituyó una práctica generalizada progresiva en la crisis final de la dictadura en buena parte de la geografía española61. Durante el tardofranquismo supuso un claro desafío al autoritarismo y al control social imperante. Durante la Transición, sin embargo, constituyó una vía expeditiva para hacer desaparecer del paisaje los restos de una imposición permanente que había durado casi cuarenta años. En el ámbito local, donde la posibilidad de elegir a alcaldes y concejales no llegaría hasta 1979, fue una forma de ir “liquidando” simbólicamente la herencia franquista sin esperar la llegada de la anhelada participación ciudadana. En el caso del monumento a los caídos de Bilbao, fue en septiembre de 1985 cuando la corporación municipal elegida democráticamente decidió su derribo definitivo62. Una decisión un tanto tardía si tenemos en cuenta que ese mismo ayuntamiento había emprendido una profunda depuración del nomenclátor de las calles de Bilbao con denominaciones franquistas o ensalzamiento de figuras vinculadas con el régimen varios años antes, entre 1980 y 198363.
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ABC, 6 de diciembre de 1970.
60
ABC, de abril de 1972.
El diario El Alcázar, que no perdía ocasión para denunciar la inoperancia del gobierno ante la delincuencia, se indignaba ante el hecho de que esa oleada contra los símbolos de la dictadura no fuera recogida en la prensa. Para ejemplificar la gravedad de la situación aludía al caso de la habitualmente pacífica Cuenca. Ismael Medina Cruz, “Una balsa de aceite hirviendo”, El Alcázar, 6 de diciembre de 1979: “No se ha publicado, por ejemplo, que los monumentos a los Caídos y a Franco están siendo destruidos en la provincia de Cuenca, ante la pasividad de la autoridad y bajo el silencio informativo. Uno de ellos fue abatido mediante el uso de un tractor. Un busto de Franco apareció en un viñedo, a bastantes kilómetros del pueblo donde presidía la plaza. Estamos en tiempo de revancha y la predicación resentida de socialistas y comunistas enciende los odios, aventa los resentimientos y hace sus efectos demoledores”. 61
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“Monumento a los Caídos”, El País, 19 de septiembre de 1985
Jesús Alonso Carballés ”La memoria de la Guerra Civil en el espacio urbano de Bilbao ”, en Bidebarrieta, nº XVIII, ”70 años de la Guerra Civil: guerra, posguerra y memoria”, Bilbao, 2007, pp. 399-421. 63
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La cruz dañada tras el atentado de 1976 fue retirada definitivamente nueve años más tarde. Sin embargo, los altorrelieves alegóricos de Barros que decoraban el muro posterior yacían a mediados de los años 80 en el fondo del estanque64.
Fotograma de la película “Bilbao en la memoria” (1987) de Juan Ortuoste y Javier Rebollo, donde puede apreciarse una de las esculturas de Barros a punto de ahogarse en el estanque. (Euskadiko Filmategia - Filmoteca Vasca).
Tiempo después fueron recuperados, conservados y reubicados posteriormente a unas decenas de metros de su ubicación anterior. De hecho, allí siguen hoy en día. Pese a su proximidad física al emplazamiento inicial, nada permite identificar su procedencia ni el significado original de los mismos, dada su composición y el recurso a figuras de la Grecia clásica. Hoy aparecen ubicadas a ambos lados del monumento en forma de fuente dedicado al pintor Adolfo Guiard, erigido en 1927 en uno de los extremos del Parque de Doña Casilda. Este último monumento caracterizado por su horizontalidad, se encuentra hoy “custodiado” por esas dos obras marcadas por la verticalidad, en un
64 En el cortometraje “Bilbao en la memoria” (1987) de Juan Ortuoste y Javier Rebollo puede apreciarse brevemente esa disposición de los relieves a mitad sumergidos en el fondo del estanque. Debo esta referencia a Antonio Elezcano Roqueñi que hace referencia a dichos fotogramas en su tesis: De Altos Hornos al Guggenheim. La imagen de la metrópoli de Bilbao a través del cine documental (1897-1997) dirigida por el profesor Santiago de Pablo y defendida en la Universidad del País Vasco en diciembre de 2015.
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Relieves de Enrique Barros que formaban parte del “Monumento a los caídos” de Bilbao, hoy expuestos de forma exenta en el Parque de Doña Casilda Iturrizar. (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2010)
conjunto incongruente pero no por ello carente de armonía, gracias a la factura clásica de las piezas. Sólo el borde superior irregular de uno de los bloques de mármol permite a duras penas intuir que las piezas fueron arrancadas de su emplazamiento original antes de encontrar su destino actual. La memoria de los caídos, sin embargo, se ha diluido por completo en el paisaje urbano de la moderna metrópoli de Bilbao. El otro componente del conjunto memorial, el estanque, en cuyo costado introdujo Franco el pergamino con el nombre de las víctimas, acoge desde mayo de 1989 los reflejos del “Monumento a Doña Casilda Iturrizar”, una magnífica obra del escultor Agustín Querol (1906). La condición de reconocida y querida benefactora de la ciudad, permite borrar cualquier recuerdo que pudiera persistir en cuanto al origen del estanque. Doña Casilda, por su parte, parece haber encontrado un acomodo duradero tras una inmerecida ajetreada vida monumental65.
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Elías Mas Serra, ”Las estatuas viajeras”, en Bilbao, marzo de 2011, p. 8
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LOS MONUMENTOS A LOS CAÍDOS Y MÁRTIRES EN GIPUZKOA: EL EJE CAPITAL ENTRE TOLOSA Y SAN SEBASTIÁN Pese a la breve duración que tuvo el conflicto en el territorio guipuzcoano y al hecho de que la denominada “violencia revolucionaria” fuera menor que en otros lugares, Gipuzkoa también fue escenario de la represión ejercida por uno y otro bando durante la guerra y en la inmediata posguerra. En torno a 500 personas perdieron la vida, entre el 18 de julio y el 1 de octubre de 1936, como consecuencia de esa violencia desatada en los primeros meses del conflicto, de las cuales en torno a 300 fueron víctimas de las represalias republicanas66. Las acciones que provocaron un mayor número de muertes fueron el asalto y matanza acaecido en la cárcel de Ondarreta de San Sebastián, las matanzas de los presos de Tolosa y los fusilamientos en el fuerte de Guadalupe en Hondarribia. La primera matanza tuvo lugar el 30 de julio de 1936, tras el fallido intento de las tropas del cuartel de Loiola de hacerse con el control de la ciudad. Ese día un grupo de milicianos fusilaron a 53 personas en la cárcel de Ondarreta, de las cuales al menos 40 eran militares y el resto civiles. En la localidad de Tolosa, a finales de julio en vísperas de la llegada de las tropas navarras, el Comité revolucionario detuvo a decenas de personas próximas ideológicamente con alguna de las familias políticas que habían dado su apoyo a la sublevación militar. Catorce detenidos, todos vinculados al tradicionalismo, fueron conducidos a San Sebastián y fusilados sin miramientos pocos días más tarde en el Paseo Nuevo de la capital guipuzcoana. Esta matanza fue duramente criticada por republicanos, nacionalistas y por los propios socialistas del Frente Popular de Tolosa cuyos representantes presentaron su dimisión del Comité en señal de protesta. El fusilamiento tuvo tal impacto en la sociedad guipuzcoana que no volvieron a producirse matanzas de presos sin juicio previo en la capital donostiarra hasta principios de septiembre, cuando se produjo la ofensiva definitiva de las tropas rebeldes en el frente de Irún y la caída de la ciudad parecía inminente. Fue en ese contexto cuando un grupo de milicianos anarquistas que se retiraban de la ciudad fronteriza llegó al fuerte de Guadalupe, que había sido convertido en prisión provisional. La guarnición responsable de asegurar su vigilancia abandonó sus puestos ante la caída de Irún en manos de las fuerzas del coronel sublevado Beorlegui. Muchos presos consiguieron entonces huir pero algunos fueron fusilados en aquel lugar mientras que el resto fueron trasladados a San Sebastián y asesinados al día siguiente. En total, entre el 5 y el 6 de septiembre fueron fusilados en San Sebastián 22 presos, entre los cuales se encontraba el tradicionalista Víctor Pradera, el dirigente de Renovación Española Jorge Satrústegui, el monárquico Pedro Soraluce además del arquitecto
Pedro Barruso Bares, Verano y revolución. La guerra civil en Gipuzkoa (julio-septiembre de 1936), San Sebastián, Haranburu, 1996, p. 163.
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falangista José Manuel Aizpurúa67. Conquistada la ciudad por las tropas sublevadas y estabilizado el frente en las proximidades de Elgueta, numerosas voluntades se movilizaron rápidamente para poner en marcha iniciativas simbólicas destinadas a rendir homenaje a estas víctimas y marcar el espacio con su memoria. Estos esfuerzos iniciales se vieron redoblados con el final de la guerra.
La unión del obelisco y de la cruz: el Monumento a los Caídos de Tolosa Una de las iniciativas simbólicas más destacadas en el territorio guipuzcoano fue sin duda la llevada a cabo en Tolosa, localidad de donde eran originarios los catorce prisioneros tradicionalistas fusilados en San Sebastián. Esta matanza tuvo un profundo impacto en la población de la localidad como se desprende de algunas cartas enviadas a las autoridades locales y provinciales a favor de la realización de alguna empresa monumental que permitiera mantener en el espacio público el recuerdo duradero de las víctimas de “aquel acto vil, cobarde, de asesinatos perpetrados la madrugada del 1 de agosto de 1936”. En agosto de 1939, coincidiendo con el tercer aniversario de los hechos, sesenta vecinos de la localidad dirigieron una carta al alcalde de Tolosa en la cual, con profunda emoción, formulaban ese deseo en estos términos: Este hecho no puede ser olvidado jamás. Esta horrenda desgracia tiene que estar presente en la mente de todo buen vecino. Este acto sin precedente debe ser perpetuado ostensiblemente para que sirva de vergüenza y oprobio de sus autores y cómplices y, al mismo tiempo, de homenaje debido a la memoria de las víctimas. Por ello quienes se sienten de derechas y católicos; quienes condenan y no quieren hacerse solidarios de aquella barbarie extremadamente dolorosa; los que comparten las amarguras de tanta familia afligida, suscriben este escrito de súplica al Excmo. Ayuntamiento de esta villa para que, dando una prueba de alteza de miras y espíritu de justicia que preside todos sus actos y recogiendo el clamor general del vecindario adopte acuerdo en el sentido de tributar homenaje a la memoria de los mártires, mediante una lápida, en sitio destacado, con los nombres de los caídos para mantener con lealtad y gallardía sus arraigadas convicciones católico españolistas68.
67
Ibidem, p. 166-170.
Archivo Municipal de Tolosa-Tolosako Udal Artxiboa, (En adelante AMT-TUA), Legajo 2480, Obras 1937-1941, Carta colectiva dirigida al Alcalde de Tolosa, agosto de 1939. 68
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Impulsado por esta demanda, el ayuntamiento de Tolosa encargó entonces al Arquitecto Municipal, Antonio Aguirre, la realización de un proyecto para un monumento a los caídos en la localidad. La memoria de la propuesta dirigida a la Dirección General de Arquitectura pone de manifiesto la concepción de una propuesta un tanto aparatosa, recargada y grandilocuente, muy alejada en todo caso de la sobriedad y sencillez exhortada desde la Jefatura del Servicio Nacional de Propaganda. La memoria explicativa comenzaba con una extensa introducción en la que evocaba destacados ejemplos de arquitectura conmemorativa dedicada a los caídos por la patria desde los tiempos remotos de las pirámides de Egipto, Alejandro Magno o el imperio Romano. La alusión posterior a la Edad Media y la reconquista le permitía engarzar con el argumentario en defensa de la construcción de un monumento a los caídos en la Cruzada nacional: Después de la gran guerra europea, se levantan en todas partes monumentos a los soldados desconocidos que sucumbieron en sus países, defendiendo los ideales de sus banderas respectivas. Pues bien España, que ha tenido que luchar en la mayor cruzada que han conocido los siglos, contra la barbarie asiática sosteniendo en su propio suelo una guerra internacional contra todos los que atentaban contra el extermino de su religión y de su patria, no puede menos que recordar a su héroes, mártires y seres queridos que dieron su sangre para redimirla. Así lo ha manifestado nuestro Egregio Caudillo en varias ocasiones. Y el pueblo de Tolosa siguiendo la tradición Española tampoco puede olvidar a sus caídos y proyecta construir el monumento cuyo plano se acompaña para perpetuar la historia de los Tolosanos que murieron por los grandes ideales de Religión y la Patria69. Según la memoria, el proyecto inicial preveía un basamento en el que se integraban cuatro grandes leones que representaban “a la España grande, indivisible y libre de todas las querencias extranjeras”. El segundo cuerpo del monumento estaba destinado a la inscripción de los caídos con la fecha de su muerte “sostenido por la España grande e inmortal que no olvida a sus hijos predilectos”. Este cuerpo aparecía decorado de forma solemne y abigarrada con grandes teas de bronce rematadas con velas de cemento armado y luces para iluminar el monumento el día del aniversario de cada uno de ellos. Los nombres de los caídos serían esculpidos sobre placas de mármol blanco. Se preveía que este cuerpo estuviera rematado con un grupo escultórico de ángeles “que con sus palmas, antorchas etc, elevan a la gloria celeste a los muertos por Dios y por la Patria”. Como era habitual en las obras monumentales dedicadas a los caídos se preveía rematar el conjunto con una gran cruz “símbolo de
AMT-TUA, Legajo 2480, Obras 1937-1941, Memoria de un monumento conmemorativo a los Caídos de la villa de Tolosa, 1941. 69
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la redención de la humanidad, cruz que ha coronado y presidido siempre las banderas de los grandes hechos y heroicas empresas de la España Tradicional en el transcurso de los siglos”70. Tanto los elementos simbólicos avanzados como la terminología elegida en la presentación del proyecto ponían de manifiesto la influencia tradicionalista que lo animaba. Por lo que se refiere a los materiales, se daba prioridad a la piedra caliza y al bronce “pues el material con que se levante una construcción de esta clase debe obedecer a una formación imperecedera y perpetua como el esfuerzo que han realizado los caídos por los ideales de la España Nueva”71. Se preveía la inserción de placas de mármol que realzaran la vistosidad y suntuosidad del monumento. Esta propuesta, redactada el 31 de octubre de 1939, preveía un desembolso aproximado de 40.000 pesetas para su realización en la céntrica Plaza del Triángulo, espació de unión entre el casco antiguo y el ensanche de Tolosa72. El proyecto fue validado por la corporación municipal y el Gobernador civil de Guipúzcoa que apoyó la propuesta en su escrito al ministerio de Gobernación insistiendo en el especial interés que tenía el municipio en la construcción del monumento para, entre otros motivos, “enaltecer ante la Historia a sus héroes y mártires que en número superior a 200 patriotas ofrendaron sus vidas ante el altar de nuestra querida España” y la implicación en el mismo del vecindario, particularmente de la industria tolosana, que estaba dispuesta a impulsar el monumento mediante “suscripción popular”73. La abigarrada estética del proyecto de Aguirre contrastaba plenamente con los gustos sobrios de la Dirección General de Arquitectura. Unas semanas más tarde su propio director, el arquitecto Pedro Muguruza, enviaba un escueto telegrama al ayuntamiento de Tolosa en el que podía leerse “Recibida carta interesa envío proyecto para rectificar”74. Es posible que el planteamiento avanzado en la propuesta no convenciera plenamente al Servicio Nacional de Propaganda, última instancia en otorgar el aval previo a su construcción, pero su realización se demoró considerablemente a la espera
70
Ibidem.
71
Ibidem.
72
Ibidem.
AMT-TUA, Legajo 2480, Obras 1937-1941, Carta del Gobernador civil de Guipúzcoa al Ministro de la Gobernación, 7 de diciembre de 1939. 73
AMT-TUA, Legajo 2480, Obras 1937-1941, Telegrama de Pedro Muguruza al Ayuntamiento de Tolosa. No hemos encontrado ningún esbozo del citado proyecto. 74
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de un aval que nunca llegó. Es muy probable que el proyecto de Aguirre acabara aparcado en algún oscuro cajón. A mediados de febrero de 1941, el propio Muguruza escribió una carta al Presidente de la Diputación de Guipúzcoa en la que se refería claramente a la situación de punto muerto en la que se encontraba la propuesta de Aguirre. La extensa misiva revelaba que efectivamente el proyecto había sido sistemáticamente postergado y que el propio Director General de Arquitectura poco había podido hacer para avanzar en su aprobación: Con enorme vergüenza, por tratarse de un tema que hace más de un año debió ser resuelto con mi intervención, le envío estas fotografías que son un avance de modelo de bulto que habré de llevarle en mi inmediata visita, con lo que creo se puede resolver el problema de la cruz de Tolosa. El proyecto hecho por Aguirre ha sido denegado reiteradamente y, francamente, me dolía esta censura total y absoluta para un compañero; he tratado de orillar dificultades pero se me interponía el apuro de poner manos propias en labor ajena que pudiera ser interpretado como corrección y ejercicio de espíritu crítico. Circunstancialmente he llegado a tener estos días un proyecto que se ajusta a medidas, proporción y circunstancias del monumento de Tolosa, ajustándose también de manera exacta a los que la Dirección de Propaganda exige cada vez con más rigor, y a mi juicio acertado. Tal vez esto pudiera servir de guía para que sobre ello interpretara Aguirre su idea; introducir en ella elementos representativos que establecía en su proyecto y obtener enseguida la aprobación para realizar la obra deseada. Yo creo que así puede obtenerse solución rápida y de una vez dejar el problema resuelto que, puede V. creer se atenaza constantemente75. Sin embargo, apenas unas semanas más tarde de la misiva de Muguruza, la propuesta de Aguirre sería descartada definitivamente, y reemplazada por un nuevo proyecto. El autor no era otro que Joaquín Labayen76, el nuevo arquitecto municipal de la villa papelera, que presentó en abril de 1941, una propuesta caracterizada por un diseño clásico que consistía en aunar en un mismo monumento la cruz y el obelisco, representaciones ligadas respectivamente al sentir religioso y militar que se querían resaltar en la obra.
AMT-TUA, Legajo 2480, Obras 1937-1941, Carta de Pedro Muguruza, Director general de arquitectura a Elías Querejeta, Presidente de la Diputación de Guipúzcoa, 16 de febrero de 1941. 75
Su nombramiento se produjo el 10 de abril de 1940 como consta en el Libro de Actas del ayuntamiento de Tolosa. 76
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El obelisco de piedra arenisca alcanzaría 9,25 metros de altura y sobre él se preveía engarzar una cruz de mármol negro. Como pedestal del obelisco se preveía un amplio basamento de 12 metros de longitud por un metro y medio de altura. En la memoria se anunciaba la inscripción en ese espacio longitudinal a modo de banco corrido de los nombres de los caídos para que estuvieran “al alcance de los ojos y cumplan así al ser leídos, su objetivo rememorativo”. Los materiales previstos para la realización del conjunto eran la piedra caliza de Deba, mármol negro para la cruz y diversas aplicaciones de bronce para la palma de la victoria, prevista bajo la cruz, y los emblemas del Requeté, a la derecha, y de la Falange, a la izquierda de la misma. Se calculaba que el coste de la obra ascendería a 70.000 pesetas77.
Croquis del proyecto de Monumento a los caídos de Tolosa realizado por el arquitecto Joaquín Labayen, abril de 1941. (AMT-TUA, Legajo 2480)
En el escrito enviado por el Ayuntamiento de Tolosa al Ministro de Gobernación para apremiar la aprobación del nuevo proyecto se insistía en la cuenta pendiente que tenía con las víctimas el municipio: “tiene aún pendiente de cumplir el deber espiritual y patrio; honrar la memoria de sus Caídos que en número de 150 fueron inmolados, unos, vilmente por sus asesinos en aras de los sacrosantos ideales y, los más, muertos gloriosamente en el campo de batalla”78.
AMT-TUA, Legajo 2480, Obras 1937-1941, Memoria explicativa del proyecto de “Monumento a los caídos”, en Tolosa, Joaquín Labayen, 6 de junio de 1941. 77
AMT-TUA, Legajo 2480, Obras 1937-1941, Carta de presentación de la memoria del proyecto de monumentos a los caídos, 1 de septiembre de 1941. 78
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En esta ocasión los plazos administrativos se acortaron prodigiosamente. Es posible que el retraso acumulado en relación con el primer proyecto jugara a favor de la rápida aceptación de la propuesta de Labayen; aunque tampoco hay que negar que su diseño se ajustaba claramente a las indicaciones emanadas desde la Delegación Nacional de Propaganda. El 13 de septiembre de 1941, la Vicesecretaria de Educación Popular dio el visto bueno a la propuesta79 y a finales de ese mismo mes la Dirección General de Arquitectura otorgaba igualmente su conformidad. La secretaría técnica apuntaba, como única sugerencia de mejora, la posibilidad de incrementar las dimensiones de la cruz: “Cree esta dirección que puede aprobarse el presente proyecto en la forma en la que está redactado; si bien es criterio de ella que la Cruz debe sobresalir sobre todo el monumento, sirviendo de coronación”80. No obstante el informe precisaba que como “se conserva la silueta de la cruz puede llevarse a cabo en la forma en que está el proyecto”81. Su ubicación delante de la fachada de las Escuelas Pías, en el eje de la Plaza del Triángulo, le confería una posición central en la vida pública de la localidad asegurándole una perspectiva idónea en el centro de una avenida bordeada de árboles. Además, como apuntaba Labayen en su memoria, era una buena oportunidad para realzar el valor de una plaza cuya urbanización había quedado algo descuidada desde el final de la guerra. La reaDibujo del proyecto de monumento a los caídos en lización del proyecto corrió a cargo de la Tolosa, 1941, (AMT-TUA, Legajo 2480) Casa Altuna, a cuya cabeza se encontraba Asunción Altuna, única empresa contratista que se presentó a la licitación pública de la misma. Las actas municipales recogen oficialmente la adjudicación el 11 de marzo de 1942 con el compromiso de ejecutar la obra para el 18 de julio de ese mismo año. El importe final de la construcción del mo-
79 AMT-TUA, Legajo 2480, Obras 1937-1941, Carta de la Vicesecretaria de Educación Popular al Ministerio de Gobernación, 13 de septiembre de 1941.
AGA, Legajo 21/5371. Instancias, memorias etc… Autorización de monumentos. Correspondencia con Ayuntamientos y entidades patrocinadoras de los mismos… Comunicación de Enrique Huidobro Pardo de la Dirección general de Arquitectura al Ministerio de Gobernación, 29 de septiembre de 1941. 80
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Ibidem.
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numento propiamente dicho ascendió a 69.150 pesetas, cantidad a la que hubo que sumar el costo de los emblemas metálicos y la inscripción de los nombres de los caídos en la piedra que elevaron su precio hasta las 74.044 pesetas82. A pesar de contar desde el inicio con un fuerte apoyo popular y político, el monumento sólo pudo ser inaugurado el 9 de agosto de 1942, seis años después de las matanzas de los prisioneros tradicionalistas de Tolosa en San Sebastián. El acto, contó con la presencia destacada de las principales autoridades religiosas, civiles y militares a nivel provincial y local, acompañadas de un numeroso público y fue presidido por el Gobernador civil de Guipúzcoa y jefe provincial del Movimiento, Luis Rodríguez de Miguel. Este último, además de homenajear a los fallecidos, aprovechó su discurso para renovar los compromisos de la contienda y la fe en el Caudillo a la vez que hacia una nueva llamada a la abnegación y a la vigilancia en un momento delicado en el plano internacional para el régimen: “[…] Pensad qué hubiera sido de España, de sus tradiciones, de su pueblo, si no nos hubiéramos alzado el 18 de julio de 1936 […] seríamos hoy, sin duda, ese segundo frente aliado del comunismo que por el sur estrangula a Europa y los nombres de nuestros muertos no tendrían aspas y flechas, cruces y laureles, como estos que hoy perpetuamos en Tolosa”83.
Inauguración del “Monumento a los caídos” de Tolosa, 9 de agosto de 1942, (Fotografía: Pascual Marín, Kutxateka)
AMT-TUA, Legajo 2480, Obras 1937-1941. Según se desprende de varios documentos la aportación popular fue muy significativa aunque también contribuyeron a la realización del mismo las aportaciones de las instituciones, por ejemplo la Diputación de Gipúzcoa contribuyó con 6.000 pesetas, entidades de ahorro - Caja de Ahorros Provincial de Guipúzcoa 2.000 pesetas- y las propias empresas radicadas en la localidad, particularmente las fábricas de papel - Papelera de Amaroz 5.000 pesetas-. 82
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“Tolosa rindió un emocionado homenaje a sus Caídos”, El Diario Vasco, 11 de agosto de 1942.
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Por su parte, el joven presidente de la Diputación, el capitán de requetés Fernando Aramburu, tuvo la audacia de presentar el monumento y los nombres que en él figuraban como la prueba fehaciente de que Guipúzcoa no podía ser tachada de separatista. Leed los nombres aquí escritos, contemplad esas formaciones que tenéis ante vuestros ojos de gloriosos mutilados y ex combatientes y decidme luego que mayores pruebas de lealtad se pueden pedir a un pueblo que lo dio todo por salvarse y arrojar de su seno doctrinas y conceptos separatistas que eran antitéticos a su propia razón de ser. Porque después de visionarlo ¿Quién puede sin torcida intención imputar a Guipúzcoa el pecado del separatismo amamantado durante los años de la República, en que todas las aberraciones políticas tuvieron cobijo en nuestra patria?84. Franco había promulgado, a finales de junio de 1937, un decreto-ley que consideraba a las provincias de Vizcaya y de Guipúzcoa como “provincias traidoras” y que implicó la supresión a partir del 1 de julio de 1937 del Concierto Económico, y de sus ventajas fiscales y económicas que sí mantuvieron Álava y Navarra. Aramburu, durante su corta estancia a la cabeza de la Diputación, principal órgano político y económico profundamente afectado por dicha decisión, trató de revertir esa consideración y sus consecuencias sin demasiado éxito85. El monumento, particularmente la cruz que lo presidía, también sirvió a Aramburu para homenajear a requetés, falangistas y soldados, como el símbolo de la unidad que había dado a España la capacidad de regir su propio destino: A todos los tenemos presentes en nuestro corazón, como hijos que son de una misma madre. Y España también los tiene lo mismo que esta Tolosa Tradicional y católica por excelencia, que ha levantado esta Cruz para agruparlos al amparo de sus brazos amorosos y al cobijo de su sombra tutelar, como si con ellos quisiera simbolizar en esta tierra el abrazo que todos se habrán dado en el Cielo. El monumento respetaba íntegramente los planos originales de Labayen, salvo en un pequeño detalle, la posición de los emblemas de la Falange y de los Requetés al pie de la cruz habían sido invertidos. El origen de la introducción de este cambio se nos escapa por completo, más allá de una
“Reivindicamos para nosotros la honrosa misión de ser partícipes en la tarea común de la Madre Patria”, La Voz de España, 11 de agosto de 1942. 84
Félix Luengo Teixidor, “La formación de poder local franquista en Guipúzcoa (1937-1945)”, en Revista Genónimo Ustariz, nº 4, 1990, pp. 83-95. 85
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preferencia por el lado derecho de la cruz, pero ante la ausencia de documentación que explique la causa no podemos pronunciarnos. En el resto de monumentos estudiados, que incluían igualmente ambos simbólicos, la cruz de Borgoña aparece tanto a la izquierda (Getxo), como a la derecha de la cruz (Bilbao, San Sebastián). Por lo que se refiere a su ubicación, su disposición, abierta sobre la plaza, confería proximidad con los ciudadanos que disfrutaban de la zona arbolada que lo circundaba para sus paseos y su descanso. Esta accesibilidad y cercanía parecía, no obstante, restarle la solemnidad necesaria a un monumento de sus características y ofrecía una excesiva accesibilidad al mismo. Así lo entendió el propio Labayen, menos de un año después de su inauguración, en un informe dirigido al alcalde: Ha demostrado la práctica que es conveniente que el Público no tenga acceso hasta el mismo monumento. Así se evitará que especialmente los niños de corta edad, poco vigilados por las personas mayores utilicen aquel lugar como lugar de recreos poco apropiados y para evacuar necesidades que no deben tolerarse en lugar tan significativo86. El arquitecto municipal defendió entonces la necesidad de marcar ostensiblemente la prohibición de acceso público al monumento y proponía que fuera rodeado por una estrecha banda de césped que aislara el enlosado propio del conjunto memorial del resto del pavimento de la plaza. Apuntaba además la conveniencia de construir alrededor del mismo un bordillo de hormigón, salvo en la parte delantera donde se abriría un hueco para facilitar el acceso para las ofrendas florales tradicionales al pie del obelisco en las ceremonias y actos conmemorativos. La propuesta fue aceptada, al menos parcialmente. Se procedió al plantado de césped alrededor del monumento pero se postergó cualquier otra intervención de mayor calado en torno al mismo. Unos años más tarde, sin embargo, en mayo de 1946, la cuestión del cierre del memorial que impidiera “el acceso al monumento de niños y perros que son en todas partes los enemigos inconscientes de plantas y flores” fue de nuevo puesta encima de la mesa87. Labayen propuso en esta ocasión la construcción de una valla decorativa asentada sobre una base de hormigón alrededor de todo el perímetro del monumento que permitiera el aislamiento efectivo del mismo.
AMT-TUA, Legajo 2480, Obras 1937-1941, Informe referente al aislamiento del Monumento a los caídos, Joaquín Labayen, 13 de abril de 1943. 86
AMT-TUA, Legajo 2480, Obras 1937-1941, Informe del Arquitecto municipal Joaquín Labayen sobre el proyecto de obras de ornamentación del monumento a los caídos, 10 de mayo de 1946. 87
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Croquis de la verja decorativa en torno al Monumento a los caídos, Tolosa, Joaquín Labayen, 10 de mayo de 1946. Tarjeta postal del monumento donde puede apreciarse en primer término la valla metálica instalada en 1946. (AMT-TUA, Legajo 2480)
El monumento y la plaza del Triángulo se configuraron durante la dictadura como el punto neurálgico de todas las celebraciones y concentraciones memoriales relacionadas con la guerra y en recuerdo a los caídos y mártires de Tolosa. Dada su centralidad en la localidad, las familias que habían perdido algún familiar en la guerra, represaliado o muerto en combate en las filas franquistas, se apropiaron progresivamente del monumento generando un nuevo lugar de sociabilidad, como puede apreciarse en distintas fotografías de la época.
Familia tolosana delante del Monumento a los caídos, 1959, AMT-TUA.
Paralelamente, el monumento impuso una significación unívoca del espacio público al excluir del mismo a una parte significativa de la ciudadanía de Tolosa. Esa condición de vector medular de la memoria franquista del conflicto se encuentra sin duda en el origen del ataque que sufrió
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el monumento en la madrugada del 2 de abril de 197288. De nuevo la fecha elegida para llevar a cabo esa acción reivindicativa estaba cargada de simbolismo: un día después del aniversario del día de la victoria pero, sobre todo, Domingo de Resurrección, Aberri Eguna o día de la Patria para el nacionalismo vasco desde 193289. La destrucción del monumento produjo una honda emoción en un sector de la sociedad tolosana y un júbilo poco disimulado en el otro. El ayuntamiento aprobó rápidamente su reconstrucción en una prueba clara de la trascendencia que las autoridades otorgaban a su significación. Dada la magnitud de los desperfectos en la obra y en las zonas próximas de la plaza, los trabajos de rehabilitación se prolongaron durante varios meses y supusieron un desembolso considerable que alcanzó las 435.621 pesetas. De ellos más de dos tercios fueron consagrados exclusivamente a las labores de cantería necesarias para la restauración del monumento y la recuperación de su estado original. Además de las consecuencias económicas, la destrucción tuvo el efecto inesperado de abrir las puertas a una propuesta que hubiera sido impensable poco tiempo atrás. Dos semanas más tarde del ataque, en vísperas de la celebración de un acto religioso de desagravio, el Consejo del Movimiento de Tolosa lanzó una propuesta a todos los vecinos para que apoyaran la inscripción en el futuro monumento reconstruido de la lista de los nombres de todos los tolosanos fallecidos en la Guerra Civil. He aquí un fragmento de la misma: En Cuelgamuros, en el Valle de los Caídos, bajo la gran cruz que se alza impresionante en su basílica, están enterrados los muertos de nuestra guerra civil. En los solemnes funerales que todos los años se celebran en esta basílica por el eterno-descanso de los caídos de nuestra provincia, un grupo de guipuzcoanos rezamos por todos ellos y nunca preguntamos ni quién es el que reza ni por quién reza. Lo hacemos por todos ellos sin discriminación alguna. Hace algunos años que aprendimos a respetar el abrazo de nuestros muertos. Por eso,
La noticia fue recogida en un artículo del ABC “Nuevas acciones subversivas en las provincias de Guipúzcoa y Vizcaya”, 4 de abril de 1972. En él se aludía a una serie de explosiones además del propio atentado contra el monumento en Tolosa. Entre ellas se informaba de la voladura en Cegama del busto dedicado al maestro Juan Tellería, compositor de Amanecer en Cegama, cuya música serviría posteriormente de base para las notas del “Cara al sol”. 88
José Luis de la Granja y Jesús Casquete “Aberri Eguna”, en Santiago de Pablo, José Luis de la Granja, Ludger Mees, Jesús Casquete (coord.), Diccionario ilustrado de símbolos del nacionalismo vasco, Madrid, Tecnos, 2012, pp. 33-56. 89
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queremos expresar nuestro deseo de que, bajo esa cruz y esa bandera, en el monumento a los muertos de nuestra Cruzada que vamos a reconstruir figuren los nombres de todos los muertos de Tolosa entre 1936 y 1939 por la España que todos anhelamos90. Es difícil llegar a conocer las verdaderas motivaciones de un ofrecimiento tan inusual cuando disponemos solamente del contenido del mismo. Sin duda, pueden avanzarse diferentes hipótesis: temor ante la creciente oleada de acciones violentas por parte de ETA, cálculo político para evitar venganzas y acciones revanchistas o sincero deseo de superar la memoria partidista de la guerra. Es posible que en el fondo hubiera un poco de todo, aunque en proporciones diferentes. No obstante, el lenguaje empleado -”bajo esa cruz y esa bandera”, “nuestra Cruzada”- dejaba escaso margen para considerar la proposición con entusiasmo por los excluidos durante décadas por el régimen. No hemos encontrado ningún documento que certifique que tal propuesta fuera llevada a cabo públicamente. En cualquier caso, el llamamiento ponía de relieve el destacado papel que se atribuía al monumento como un dispositivo capaz de aglutinar los diferentes relatos del conflicto y de contribuir a superar, al menos simbólicamente, una división de décadas. Tras la muerte del dictador y durante el período de la Transición el monumento siguió ocupando el espacio físico en el que había sido ubicado tres décadas atrás. El obelisco y la cruz seguían dominando físicamente la plaza del Triángulo, pero habían dejado de encarnar los valores que habían impulsado su construcción para convertirse en meros soportes de comunicación política donde se expresaban ya las nuevas fuerzas políticas que cuestionaban decididamente la herencia simbólica recibida.
Manifestación política protagonizada por la juventud de Tolosa en la Plaza del Triángulo. Archivo municipal de Tolosa, 1977 / 1978
90 Linz, Juan J. Archivo Linz de la Transición Española [en línea]. Madrid: Instituto Juan March de Estudios e Investigaciones, 2006 [Consulta: 22/02/2016]. Disponible en Web: 15/04/1972, “En el reconstruido monumento a los caídos deberán figurar los nombres de todos los tolosanos muertos durante la Guerra Civil” : http://www.march. es/ceacs/biblioteca/proyectos/linz/Documento.asp?Reg=r-68028
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Así parece desprenderse en la imagen incluida previamente donde puede apreciarse una manifestación de jóvenes que rodea la plaza a finales de los setenta, posiblemente 1977 o 1978, delante del monumento cuyo obelisco es visible en el último plano de la imagen. La cruz ha dejado de tener su significación original al servir de soporte para reclamar un cambio político con la inscripción de la palabra ERREPUBLIKA. En la base de la misma, ya sobre el propio obelisco de piedra aparecen pintadas las siglas P.T.E. (Partido del Trabajo de España) y un poco más abajo lo que podríamos identificar, aunque con menos certeza, como una bandera republicana acompañada de las siglas EMK acrónimo de Euskadiko Mugimendu Komunista (Movimiento Comunista de Euskadi), grupo político escindido de ETA en la segunda mitad de los años sesenta. A principios de los años ochenta, el monumento languidecía olvidado, cuando el 16 de abril de 1982 la Comisión Permanente del Ayuntamiento de Tolosa llegó a un acuerdo unánime para su demolición91. La puesta en marcha de la decisión municipal fue inmediata, las obras se iniciaron apenas doce días más tarde, poniendo de manifiesto la urgencia que revestía para la corporación deshacerse de forma definitiva de un vestigio franquista que, pese a su pérdida progresiva de significado, seguía recordando en el espacio público el carácter excluyente del régimen que lo había construido.
Un proyecto inacabado: el monumento a los mártires de Tolosa, en San Sebastián El monumento erigido en Tolosa, no fue el único proyecto puesto en marcha para homenajear la memoria de los tolosanos fusilados en San Sebastián el 1 de agosto de 1936. De hecho, la primera intención de la corporación municipal de la villa papelera fue la construcción de un monumento en el Paseo Nuevo donostiarra, en el lugar exacto en el que habían sido asesinados. A punto de cumplirse dos años de aquellos hechos, Antonio Aguirre, arquitecto municipal de Tolosa, presentó en junio de 1938 el diseño de un monumento destinado a este fin. El proyecto obtuvo el visto bueno del ayuntamiento que un mes más tarde hacía partícipe de la iniciativa a su homólogo de la capital guipuzcoana, mostrándole su “deseo de perpetuar la memoria de los Mártires de la Tradición de esta villa de Tolosa […] vilmente asesinados por las hordas marxo-separatistas en esa ciudad de San Sebastián ha acordado la Corporación Municipal de esta villa, erigirles, precisamente en el
91 AMT-TUA, Actas de la Comisión Permanente de la reunión celebrada el 16 de abril de 1982. “A la vista del informe emitido por la Comisión de Obras, se acuerda por unanimidad aprobar el presupuesto presentado por Construcciones Carrera y que asciende a la cantidad de 712.254 pesetas, para la realización del derribo de la Cruz de los Caídos y repavimentación de la zona. Con cargo al presupuesto de inversiones de 1982”.
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lugar donde aquellos encontraron muerte gloriosa, un monumento lapidario […]”92. En la misiva se precisaba el emplazamiento elegido para su ubicación a cuatrocientos metros del inicio del paseo, frente al primer rompeolas en las faldas del monte Urgull. El ayuntamiento donostiarra, por su parte aceptó la proposición a principios de octubre de ese mismo año. El proyecto monumental estaba integrado por un basamento conformado por tres escalones, sobre el cual se asentaban otras tantas pilastras de diferente altura que flanqueaban una lápida central sobrelevada. Se preveía la realización de las pilastras en piedra caliza de Deba o de Mendaro y la lápida de mármol blanco. Sobre esta última, bajo la cruz y la expresión “Mártires de la Tradición” aparecerían grabados los nombres y apellidos de los fusilados y en la parte inferior la fecha del fusilamiento y la expresión RIP. El monumento presentaba unas dimensiones contenidas con una altura de 4,40 metros, incluido el basamento, y una anchura de 1,70 metros93.
Proyecto de monumento a los fusilados en el Paseo nuevo de San Sebastián, Antonio Aguirre, junio 1938. (Archivo Municipal de San Sebastián H-03393-08-05)
El proyecto contaba con un presupuesto modesto de 3.846 pesetas y es posible que se produjera una convocatoria pública o que el propio arquitecto contactara directamente con algunas empresas ya que hubo al menos dos propuestas para llevarlo a cabo. La primera, firmada por José M. Zabaleta y José Echevarría, aceptó el montante presupuestado y una segunda enviada por la marmolería Hijos de M. Aguirre, de San Sebastián, que elevaba el costo de la obra hasta 4.755 pesetas y preveía su ejecución en un mes para su entrega a finales del mes de agosto94.
92 AMT-TUA, Legajo 5632, Obras 1938-1940, Carta del alcalde de Tolosa al Alcalde de San Sebastián, 22 de julio de 1938.
AMT-TUA, Legajo 5632, Obras 1938-1940, Proyecto de monumento a los fusilados de Tolosa realizado por Antonio Aguirre, junio de 1938. 93
94
Ibidem.
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Sin embargo, el Paseo Nuevo no albergaría nunca el monumento a los Mártires de la Tradición a pesar de contar con el respaldo de ambas corporaciones municipales, el proyecto diseñado y presupuestado e incluso en un avanzado estado de ejecución. Así parece desprenderse al menos de una carta dirigida por Antonio Aguirre a Eusebio Alberdi responsable de la Comisión Gestora municipal de Tolosa, un año más tarde, en agosto de 1939, en el que se solicitaba el pago del trabajo realizado95. Es difícil conocer las causas que motivaron la suspensión de la realización del proyecto ya que no hay constancia documental de que hubiera sido rechazado por instancias oficiales. La hipótesis más plausible a nuestro entender sería que su dedicatoria a un grupo reducido de víctimas caracterizado por su vinculación exclusiva con el carlismo podría haber sido contemplada con reparo por los responsables locales de Falange. Máxime en un momento y en una ciudad en los que la unidad impuesta desde arriba en abril de 1937 no había cuajado todavía plenamente entre las nuevas élites políticas guipuzcoanas y eran frecuentes las tensiones, los conflictos e incluso las celebraciones en lugares distintos de una misma conmemoración, en función de la afiliación previa al Decreto de unificación. Otro factor que pudo influir en el abandono del proyecto fue la utilización a partir de 1939 del Paseo Nuevo como lugar de conmemoración de los marinos muertos en el hundimiento del crucero Baleares, ocurrido en marzo de 1938 que provocó la muerte o la desaparición de 786 soldados, de los cuales 34 eran de origen guipuzcoano. Posteriormente se construyó allí una ermita-monumento en torno a la cual se desarrollaron destacadas celebraciones en memoria de los marinos fallecidos en esa acción de guerra.
AMT-TUA, Legajo 2480, Obras 1937-194, Carta del arquitecto municipal de Tolosa Antonio Aguirre a Eusebio Alberdi, responsable de la Comisión Gestora municipal de Tolosa, 28 de agosto de 1939, “El dador de la presente, D. José Echevarría, hizo hace un año el monumento de los fusilados de Tolosa que no se ha llegado a realizar y ahora desea, en el caso de que el nuevo ayuntamiento no tenga idea de llevar a cabo la ejecución de la obra se le abonen los trabajos ejecutados que ascienden a 3.456 pesetas” 95
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La memoria de los caídos y mártires de Guipúzcoa en San Sebastián: una cripta y dos cruces En la capital guipuzcoana el centro neurálgico de las celebraciones franquistas y de los actos conmemorativos relacionados con los caídos y mártires de la Guerra Civil fue la plaza de San Telmo. Ya en 1937 tuvo lugar en la antigua capilla del convento de San Telmo una misa por los caídos. No obstante, como apunta Pedro Barruso en un minucioso estudio, fue sólo a partir de 1939 cuando la plaza adyacente al convento fue utilizada para la celebración de la victoria y como escenario para la conmemoración del “Día de los Caídos”96.
Alzado del proyecto de Cruz a la memoria de los Caídos de San Sebastián, Luis Jesús Arizmendi, 1942, (Archivo Municipal de San Sebastián, H-03477-05)
Cuando en 1942 el ayuntamiento decidió la erección de una Cruz a la memoria de los caídos eligió para su emplazamiento la meseta situada en uno de los extremos de la citada plaza. El responsable del diseño del proyecto fue el arquitecto municipal, Luis Jesús Arizmendi, que proyectó la construcción de una gran cruz de más de diez metros de altura sobre un sólido basamento ubicado sobre el lateral elevado de la plaza. Para acceder a esa pequeña meseta, Arizmendi diseñó una escalera lateral doble. El desnivel entre la plaza y el lugar donde fue erigida la cruz, abrió la posibilidad de acondicionar una suerte de pequeña cripta en su parte inferior. Ese espacio situado exactamente bajo la cruz, fue destinado para acoger en sus muros las placas de mármol con las inscripciones de 471 nombres de
Pedro Barruso, “Memoria e historia de la Guerra Civil. Los lugares de memoria en San Sebastián”, en Boletín de Estudios Históricos de San Sebastián, nº 47, 2014, San Sebastián, pp. 411-510.
96
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caídos y de mártires de la represión republicana, así como un pebetero de piedra97. El acceso al recinto estaba protegido por una verja de hierro de forja. En la parte superior del muro que albergaba la cripta se adosaron un escudo del nuevo régimen en la parte central, acompañado por los símbolos del carlismo y del falangismo a ambos lados. El proyecto fue atribuido directamente a la empresa Tomás Altuna e hijos “sin cumplir la tramitación normal requerida” pretextando que era la única capaz de realizar la obra integral en un plazo breve como el deseado. En efecto, el ayuntamiento lanzó la propuesta a finales de julio de 1942 y se esperaba que estuviera finalizada para el 10 de septiembre con el objetivo de que fuera inaugurada por el propio Franco durante su estancia veraniega en la ciudad98. El presupuesto previsto para la realización de la obra ascendía a 64.950 pesetas, de las cuales la parte más significativa, 41.740 pesetas estaban destinadas a la cruz, de grandes proporciones, 8.000 al pebetero y el resto al basamento, la decoración con tres escudos del nicho bajo las escaleras y la construcción de un altar al pie de la cruz. El coste efectivo final, con el pago de la puerta de hierro realizada por la empresa Mendía y Murue, ascendió finalmente a las 82.877,50 pesetas99. El monumento, sin embargo, no estuvo listo en el plazo señalado y la ceremonia de inauguración sólo pudo tener lugar el 29 de octubre de 1942, “Día de los Caídos”; un retraso de un mes y medio respecto a la fecha inicialmente prevista que impidió la participación del dictador en la misma como se había inicialmente previsto. Zira Box apuntó en su tesis que el hecho de que las inauguraciones de los monumentos tuvieran lugar en fecha tan señalada era una prueba más del control ejercido por la Falange en todo lo relativo a los monumentos y edificaciones en honor a los caídos, aunque
Relación de nombres de los caídos por Dios y por España que deben figurar en el monumento que se va a erigir en la plaza de San Telmo, Archivo Municipal de San Sebastián (en adelante AMSS) H-03477-05. La confección de esta lista fue posible gracias a las relaciones remitidas al ayuntamiento por la Delegación Provincial de Excombatientes, Hermandad de Excautivos de Guipúzcoa, relación de las víctimas que figuran en los monumentos del cementerio y del Crucero Baleares y reclamaciones formuladas por los propios familiares “previa comprobación de su veracidad”, 25 de agosto de 1942. 97
AMSS H-03477-05. En comunicación escrita al ayuntamiento la empresa apuntaba las dificultades para llevar a cabo la obra en un plazo de tiempo corto “debido a las dificultades para extraer la piedra del Monte Igueldo, insuficiencia de personal y herramientas, son momentos difíciles para desarrollar el monumento en poco tiempo”. No obstante apuntaban que sustrayendo personal de otras obras en curso, se comprometía a tener concluido el monumento para el 10 de septiembre de 1942. Carta de la empresa Tomás Altuna e Hijos al ayuntamiento de San Sebastián, 21 de julio de 1942. 98
99
AMSS, H-03477-05.
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como hemos visto en este caso fue más bien la imposibilidad de entregar la obra a tiempo la que retrasó la fecha de su inaguración100. Ese día, se ofició la tradicional misa de réquiem celebrada en la iglesia de San Vicente, y con posterioridad se procedió a la inauguración del monumento con un nuevo oficio religioso de bendición del monumento, seguido de un discurso del alcalde, Rafael Lataillade, que insistió en el españolismo de la ciudad y de la provincia y llamó a mantener los valores y la determinación de los mártires y héroes conmemorados: “Débil muestra de gratitud sería hacer figurar estos preclaros nombres en esta Cruz si sólo nos hubiéramos de limitar a este homenaje. Esto sería bien poco si a él no acompañaran firmes resoluciones”101.
Ceremonia de inauguración del monumento a los caídos en la plaza de San Telmo. (Fondo Kutxateka. Fotografía Pascual Marín.)
Sin duda, el pasaje más emotivo llegó con la intervención del Gobernador civil de Guipúzcoa, Luis Rodríguez de Miguel, que procedió de forma ritual a la lectura de los cientos de nombres de los caídos, como momento privilegiado para meditar y recordarlos: “Cada palabra, cada sílaba, cada letra que oigáis, encierra un drama de honroso dolor en el que muchas madres, muchas esposas o hijos perdieron a cuanto más querían… para que recordando su magnífico ejemplo nos hagamos dignos de ellos”102. Tras su intervención se procedió al canto de los himnos rituales y al encendido de una llama simbólica en el pebetero instalado en el interior de la pequeña cripta.
100
Zira Box, La fundación de un régimen… op. cit., p. 182.
101
“Inauguración del Monumento a los Mártires y Héroes donostiarras”, El Diario Vasco, 30 de octubre de 1942.
102
“Inauguración y ofrenda del Monumento a los Caídos”, La Voz de España, 30 de octubre de 1942.
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Celebración del séptimo aniversario de la conquista de la ciudad en la Plaza de San Telmo con la cruz de los caídos en primer término (13/09/1943). (Fotografía: Vicente Martín). A la derecha, ofrenda floral en la cripta por dos miembros del Frente de Juventudes años después. (Fotografía: Pascual Marín) Archivo Fondo Kutxateka
El monumento, pese al aspecto macizo del basamento y la monumentalidad de la cruz, no iba a perdurar en su estado original mucho tiempo. Apenas siete años más tarde, el ayuntamiento decidió reformar la plaza y plantear una nueva ordenación del espacio con la incorporación de zonas verdes para crear “un lugar agradable de estar, que servirá al mismo tiempo para mayor realce del Museo de San Telmo”103. La reforma prevista por el ayuntamiento preveía una reducción del área destinada al público en la parte inferior de la plaza, la creación de jardines y una reforma de la parte superior para acoger a los participantes en las conmemoraciones que dispondrían así de una mejor visión de la cruz y del altar. Pero lo más significativo era que a partir de entonces pasaría a estar dedicada a la memoria del insigne pintor guipuzcoano Ignacio Zuloaga. El objetivo de la reforma era “convertir aquella zona en uno de los rincones más bellos de San Sebastián, como corresponde al prestigio del insigne pintor, cuya memoria se trata de honrar”104. ¿Cómo explicar la introducción de estos cambios en un espacio consagrado poco tiempo atrás a preservar la memoria de las víctimas de la guerra? Aunque sólo podemos formularlo como hipótesis, es posible que en 1950 la persistencia de una memoria traumática, opresiva y demasiado visible del conflicto no pareciera el mejor reclamo para una ciudad volcada cada vez más hacia el turismo y que pretendía rivalizar con las mejores estaciones balnearias de la época. La atribución de un generoso presupuesto que rondaba 1.500.000 de pesetas para acometer la reforma del lugar y, sobre todo, los cambios introducidos en el monumento apuntan en todo caso en la dirección de aligerar el peso
103
AMSS, Signatura 3480/ 1 Código D-15-2, Reforma de la Plaza de Ignacio Zuloaga.
104
Ibidem. Comunicación del Alcalde de San Sebastián, 26 de mayo de 1950.
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del pasado. La cruz maciza que portaba el color oscuro del luto fue reemplazada por una esbelta y lechosa columna rematada por una cruz, de proporciones modestas, que sugería pero no imponía. La amplia y despejada explanada que acogía las concentraciones ceremoniales dejó paso a una plaza parcialmente ajardinada. El yugo y las flechas y la cruz de Borgoña que flanqueaban la portada de la cripta desaparecieron entonces para dejar sólo el símbolo del escudo de la España franquista. La denominación misma “Plaza de Ignacio Zuloaga”, así sigue llamándose hoy en día, alejaba igualmente cualquier apropiación excesivamente partidista de la plaza con el nombre de un artista reconocido, aunque después de la guerra hubiera dedicado sus pinceles a retratar a Millán Astray o al propio generalísimo. La remodelación de la plaza y el nuevo monumento fueron inaugurados el 14 de octubre de 1950, una fecha de nuevo que poco tenía de azarosa, ya que era la víspera de la festividad de Santa Teresa, patrona de la Sección Femenina.
Monumento a los caídos y Plaza San Telmo antes (1949) y después de la remodelación, convertida ya en Plaza Ignacio Zuloaga (1950). (Kutxateka. Fotografía: Paco Marí)
La atención que la prensa local dedicó a la inauguración de este segundo monumento fue también mucho menor que en 1942, se insertaron en las portadas de los diarios imágenes del acto, pero la noticia apenas fue desarrollada en páginas interiores. Por lo que se refiere al acto en sí mismo, no hubo tampoco grandes discursos, sólo la lectura de la Oración de los Caídos y los consabidos vítores, la población no fue movilizada, el Frente de Juventudes ni siquiera participó y, sobre todo, el acto fue compartido con la inauguración del nombre de la nueva plaza por la hija del pintor, Sofía Zuloaga.
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Este hecho tuvo tanto o mayor eco en los medios que la inauguración del propio monumento105. La portada de La Voz de España, incluyó dos imágenes del acto pero estas aparecieron enmarcadas bajo el titular de otra noticia “Apertura de la Exposición del San Sebastián futuro”, que evocaba el nuevo plan de ordenación de la ciudad y que ponía la mirada en el horizonte próximo y dejaba atrás el pasado; imposible saber si dicho encuadre fue algo premeditado o simple ironía del destino, pero ponía de relieve que el tiempo transcurrido alejaba también el peso de la memoria de la guerra en la ciudad106. No obstante, pese a este profundo “lavado de cara” y las consideraciones previas, la plaza siguió ocupando su función memorial durante los últimos años del franquismo como lugar de concentraciones masivas en fechas destacadas del calendario ceremonial franquista, acompañadas siempre por los actos religiosos y las ofrendas florales. Como puede apreciarse en algunas imágenes, a principios de los años sesenta las liturgias memoriales seguían atrayendo un público numeroso y fervoroso que desbordaba fácilmente el aforo del lugar En los años setenta comenzó, sin embargo, el rápido declive del monumento y del espacio memorial, así como del resto de monumentos franquistas erigidos en la ciudad en recuerdo de los mártires y caídos de la guerra. Las elecciones municipales de abril de 1979, que supusieron la llegada de la democracia a nivel local, marcaron el inicio de la cuenta atrás para su desaparición del espacio urbano de Misa en memoria de los caídos, 1961, (Kutxateka. Fotografía: Paco Marí) San Sebastián. El 11 de septiembre de 1979, la comisión permanente del ayuntamiento de San Sebastián, con mayoría nacionalista vasca, acordó la “eliminación de los símbolos recordatorios de la pasada contienda civil”. La celeridad con la que fueron tomadas las decisiones relativas al futuro de los símbolos franquistas y de los espacios en los que habían sido erigidos, ponen de relieve la fuerte impronta que había dejado en la ciudad. Como apuntó Koselleck:
“Bendición e inauguración de la Cruz de los Caídos y de la Plaza de Zuloaga”, El Diario Vasco, 15 de octubre de 1950.
105
106
La Voz de España, 15 de octubre de 1950.
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Las destrucciones de monumentos demuestran el efecto más o menos duradero ejercido por las inscripciones y las firmas de los monumentos a los muertos en las generaciones siguientes. Generalmente se producen cuando la generación de los fundadores no se ha apagado aún, mientras pueda ser considerada como un adversario político directo […] Los monumentos son derribados cuando se trata de combatir una tradición aún viva107. En ese contexto de transición política, un concejal iba sin embargo a defender una solución alternativa a su destrucción. Ante la decisión de eliminar esas huellas heredadas del régimen anterior, el concejal Benito Manso Alonso, adscrito a la Democracia Cristiana Vasca, presentó en una comisión posterior una extensa moción sobre el significado de dichos monumentos y el destino que a su entender se debería conceder a los mismos: […] Ante las posibles tensiones que puedan presentarse al recordar unilateralmente a los muertos de nuestra guerra civil, respetando por supuesto a los que hasta ahora han sido homenajeados, estimo que no hay que olvidar a los del otro lado, es decir, a los vencidos. Yo quisiera que con este motivo, hiciéramos gala de unos sentimientos de acercamiento, de reconciliación y de mutuo reconocimiento del respeto que todos debemos a los que perdieron la vida en aquellos años trágicos. Considero que debemos dejar de hablar de nuestros muertos y de muertos de los otros. Todos perecieron en una guerra fratricida y la Historia, empezando por nosotros, no puede hacer más que rendir homenaje al generoso y muchas veces heroico sacrificio de sus vidas. Debemos evitar la tentación iconoclasta y respetar sentimientos legítimos. Me permito sugerir la conservación de tales momentos, dedicados a los caídos de ambos bandos, como expresión de verdadero espíritu de reconciliación108. El concejal proponía eliminar las referencias concretas a los caídos que pudieran persistir en cada uno de ellos y generalizar el homenaje “a los caídos de los dos lados”. Con respecto al monumento erigido en la Plaza Zuloaga, también planteó una propuesta alternativa de similar contenido:
Reinhart Koselleck, “Les monuments aux morts, lieux de fondation de l’identité des survivants”, en L’expérience de l’histoire, París, Seuil/Gallimard, 1997, p. 209. 107
Contratación directa para la ejecución de obras de derribo de los símbolos recordatorios de la pasada contienda civil, 1979-1982, AMSS, Contratación, A-05113-01. Moción presentada por el concejal Benito Manso Alonso, 6-11-1979.
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Creo que habría que conservarlo, pero dedicándolo a todos los que murieron en nuestra guerra civil, con una inscripción adecuada y que al mismo tiempo que sirviera para recordarlos, nos afirmara en nuestro deseo de evitar nuevas guerras fratricidas y nos convocase al olvido de odios y a una convivencia pacífica en el futuro. Estos cambios que someto al estudio de la Corporación, podrían hacerse con más o menos solemnidad. Personalmente propondría la celebración de un acto solemne que podría reunir a familiares a amigos de los caídos, aunque quizás solamente se trate de un sueño mío la desaparición de un odio que tenemos que conseguir extirpar de nuestra Historia. Que tales monumentos queden para el futuro y como mudos testigos de los desastres acarrean a los pueblos la división y el rencor109. La postura del concejal demócrata-cristiano refleja admirablemente los principios conciliadores que animaron entonces a muchos de los políticos que participaron en esas primeras elecciones de la transición a la democracia. Si nos hemos permitido reproducir aquí, in extenso, la propuesta de Manso Alonso es fundamentalmente por el valor añadido que representaba, al menos esa es nuestra opinión, que se tratara de alguien que había participado en la guerra como capitán del ejército vasco republicano. Es muy posible que su postura sobre la superación del odio, la división y el rencor tuviera un mayor trasfondo que si lo hubiera realizado alguien ajeno a aquella experiencia. En cualquier caso, él mismo, ante el escaso eco que tuvo la moción entre sus compañeros de corporación, acabaría retirandola voluntariamente en la siguiente reunión de la comisión dedicada a abordar esta cuestión. En marzo de 1981, la empresa Juan Sistiaga resultó adjudicataria de la obra destinada a demoler el monumento, una intervención presupuestada en 371.000 pesetas110. Eliminados los últimos restos de la apropiación franquista, se sucedieron las reformas y remodelaciones que no consiguieron dotar el lugar de una nueva identidad hasta 2011. Desde entonces, el espacio donde estaba ubicado el monumento, ha sido ocupado por un nuevo edificio destinado a ampliar el espacio expositivo del Museo de San Telmo. Realizado por Nieto Sobejano Arquitectos, la llamativa ampliación parece particularmente bien integrada desde nuestro punto de vista. Caracterizada por su color gris y sus líneas angulosas, el nuevo edificio ha contribuido notablemente a transformar la configuración de la plaza, dándole una nueva vida artística y social al lugar.
109
Ibidem
110
AMSS, A-5113-01, 27 de marzo de 1981.
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Desde un punto de vista memorial el espacio también ha sido reconfigurado. Gracias a la iniciativa de un grupo de intelectuales y científicos de la ciudad, desde septiembre de 2012 la ampliación se denomina Edificio Alcalde Fernando Sasiain, en memoria del que fuera alcalde republicano de la ciudad, presidió el Pacto de San Sebastián en 1930, e impulso la apertura del Museo San Telmo en su sede actual en 1932111. No sólo la memoria de los caídos franquistas ha desaparecido por completo del lugar sino que ésta ha dejado paso al recuerdo de un destacado republicano del que pocos donostiarras conocían su existencia y su trayectoria hasta ese momento. Aún es demasiado pronto para evaluar la proyección que pueda otorgarle al destacado político dicho reconocimiento. Una placa insertada en uno de los laterales del edifico contribuye igualmente a revindicar su figura, aunque sea de forma muy discreta. Realizada en metacrilato, la placa se funde literalmente con el color gris del edificio haciéndola poco visible. En ella puede leerse en “Edificio Alcalde Fernando Sasiain/ Alcalde republicano de San Sebastián entre 1931 y 1937” euskara y en castellano “Edificio Alcalde Fernando Sasiain/Alcalde republicano de San Sebastián entre 1931 y 1937”112.
Plaza de la II Republica. San Sebastian
La ostentosa memoria franquista que durante décadas impregnó el espacio próximo al museo de San Telmo ha dejado hoy su sitio a una destacada figura política de la ciudad y, de paso, a la recuperación de una discreta memoria republicana. Desde 2010 una plaza recuerda también el régimen democrático víctima del franquismo, como veremos más adelante.
El Diario Vasco, 4 de septiembre de 2012. La iniciativa de nombrar así esa nueva ala del museo fue propuesta, entre otros, por Francisco Etxeberria, además de otras destacadas personalidades del mundo científico como el físico Pedro Miguel Etxenike o el médico, historiador y dinamizador cultural y científico José Luis Munoa.
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Resulta extraña la referencia a esta segunda fecha ya que la ciudad cayó en manos franquistas en septiembre de 1936 como ya hemos evocado previamente. La única hipótesis que podemos contemplar es que siguiera ocupando el cargo de forma nominativa al menos hasta su exilio a Francia en 1937.
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El péndulo de la memoria. La cárcel de Ondarreta: de “lugar de martirio” franquista a “lugar de memoria republicano” Si el Paseo Nuevo quedó al margen de la memoria de los fusilados en la ciudad, no fue ese el caso de otro de los escenarios destacados de las matanzas de prisioneros franquistas como fue la cárcel de Ondarreta. Ubicada en uno de los extremos de la bahía de la Concha, la noche del 30 de julio de 1936 fueron asesinados allí al menos cincuenta y tres prisioneros tras un asalto de milicianos. A ellos se sumaron nuevos fusilamientos a finales de agosto y principios de septiembre en vísperas de la toma de la ciudad por las tropas franquistas. Tras la caída de la ciudad la cárcel siguió funcionando como centro de reclusión convirtiéndose a partir de entonces en el escenario del fusilamiento de decenas de prisioneros republicanos. La continuidad en el tiempo de su función primera como prisión, hasta su demolición definitiva en 1948, explica en gran medida que el lugar no fuera ocupado por la memoria de las víctimas franquistas hasta la década de los cincuenta. El 1 de octubre de 1952, coincidiendo con el “Día del Caudillo”, fue inaugurado un monumento en recuerdo de los prisioneros franquistas allí fusilados. Se trataba de un majestuoso obelisco de una quincena de metros instalado sobre un basamento compuesto por cuatro cuerpos de diferente altura, rodeado en su perímetro por una estrecha banda de césped. En su parte frontal bajo el escudo en bronce de la ciudad podía leerse “A la memoria de los inmolados en este lugar el 30 de julio de MCXXXVI”. En las otras caras del obelisco fueron inscritos los nombres de los prisioneros asesinados. En su inauguración, un frío y lluvioso día de otoño, participaron las principales autoridades como era habitual en estos casos, el Gobernador civil, Tomás Garicano Goñi, el Gobernador militar, Vidal Munarriz y el alcalde Juan Pagola, además del propio obispo de la ciudad113. El acto fue meramente institucional y no hubo participación ciudadana alguna114. A partir de entonces, dada su ubicación, en uno de los extremos de los Jardines de Ondarreta que bordeaban la playa, y su alta y estilizada silueta, el monumento se convirtió en un elemento esencial del paisaje del barrio de El Antiguo, lugar de conmemoraciones habituales durante las dos décadas siguientes. En 1981 se procedió a su derribo definitivo, dentro de la campaña iniciada por la corporación
113
Pedro Barruso, “Memoria e Historia…op. cit., p. 462-463.
La Voz de España, 2 de octubre de 1952, recogía en su portada una imagen del obelisco, pero remitía a páginas interiores la información relativa al acto y en el caso de El Diario Vasco, tan sólo fue reflejada la noticia en segunda página. 114
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municipal para suprimir los símbolos heredados del franquismo. La destrucción del monolito fue adjudicada a Bonifacio Eneterreaga por un importe que ascendió a 480.000 pesetas115. La labor de retirada del obelisco preveía “la demolición y la extracción de la base en un mínimo de 30 centímetros “por debajo de la rasante del césped” así como la reposición de esos 30 centímetros con tierra vegetal116. Se trataba, sin duda, de facilitar las futuras labores de jardinería pero al mismo tiempo uno no puede dejar de pensar que simbólicamente perseguía arrancar de raíz cualquier resto de la memoria franquista del lugar. El concejal Benito Manso, evocado más arriba, también había incluido en su moción una referencia a este monumento apuntando “Al final de la playa de Ondarreta, hay un obelisco que podría conservarse dedicándolo a todos los que salieron de la cárcel de Ondarreta, para morir fusilados”. Como ya hemos apuntado previamente la fría acogida de la moción impidió que fuera más lejos117. El vacío visual dejado por su demolición fue ocupado posteriormente, a partir de 1989, por la instalación de la obra escultórica Zeharki (A través… ), proyectada por el escultor José Ramón Anda. Realizada en hormigón y con una altura de ocho metros, la escultura está constituida por tres monolitos de sección elíptica que parecen girar sobre sí mismos y que, pese a las apariencias no llegan a tocarse configurando un espacio interior que invita a entrar al espectador118.
Zeharki, José Ramón Anda (1983-1989) (Fotografía: JAS, 2005).
Si desde un punto de vista estético el espacio contaba de nuevo con un monumento marcado por la verticalidad, desde un punto de vista memorial el espacio quedó vació. Un vacío que fue parcialmente cubierto con la instalación en diciembre de 2012 en el paseo de Ondarreta de un monolito de proporciones y pretensiones más modestas, aunque no por ello desprovisto de interés. Se trata de un sencillo bloque de piedra gris,
Contratación directa para la ejecución de obras de derribo de los símbolos recordatorios de la pasada contienda civil, 1979-1982, AMSS, Contratación, A-05113-01. Normas para la confección del presupuesto para el derribo del Monolito sito en los jardines de Ondarreta, 27 de agosto de 1980.
115
116
Ibidem.
Ibidem. Moción presentada por el concejal Benito Manso Alonso, 6-11-1979. Además del monumento de la Plaza Zuloaga y de este obelisco, la comisión aprobó la destrucción de una Pilastra en la Plaza de Euskadi y la supresión de la placa colocada en la Ermita del Paseo Nuevo.
117
La obra, premiada en la I Bienal de Escultura de San Sebastián (1983), fue comprada e instalada gracias al grupo asegurador Vitalicio que aportó la financiación.
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instalado sobre un grupo de piedras que da soporte a varias placas de metacrilato en las cuales se recoge la historia de la cárcel que antaño ocupó ese espacio. En la parte frontal, de cara al paseo, la primera placa situada a la altura de los ojos aparece ilustrada con un dibujo del alzado de la prisión y el siguiente texto en euskara y en castellano: CÁRCEL DE ONDARRETA En este lugar estuvo la cárcel de Ondarreta, inaugurada en 1890 y cerrada en 1948, por la que pasaron miles de presos y presas. Sus muros alojaron también a personas detenidas por razones políticas, reflejo de la sociedad guipuzcoana. Cientos de ellas estuvieron en capilla antes de ser ejecutadas en los tiempos de la guerra civil y del franquismo. Las piedras que sirve de base a este monolito pertenecieron a la desaparecida cárcel y fueron recuperadas en la playa de Ondarreta. En la parte inferior de esa misma cara frontal, y por lo tanto menos visible, otra placa de proporciones más reducidas recoge un fragmento del acuerdo del pleno del ayuntamiento de San Sebastián, de 28 de febrero de 2006: “Recordamos a las personas prisioneras de la dictadura militar de Franco en la cárcel de Ondarreta y a cuantas fueron presas por defender la libertad y la justicia”. En la parte posterior del monolito, de cara al jardín, una tercera placa de metacrilato reproduce en inglés y en francés el primero de los textos citados, acompañado en esta ocasión de dos fotografías, una del exterior de la prisión a principios de siglo y otra en la que puede verse el patio interior abarrotado de prisioneros durante la dictadura. Inaugurado durante el mandato de Bildu, el texto más extenso recogido en la placa, posiblemente fruto del acuerdo entre los diferentes grupos políticos representados en el pleno, resulta un tanto aséptico, demasiado vago y podríamos convenir que hasta erróneo en la formulación del pasaje relativo a la diversidad de prisioneros que acogió el penal. No obstante, en el acto de inauguración el alcalde Juan Karlos Izagirre, flanqueado por dos antiguos prisioneros republicanos, Pilar Garciandia y Marcelo Usabiaga, sí mostró públicamente el objetivo de la instalación del monolito, recordando la necesidad de hacer presente algo que hasta entonces había sido ocultado:
Monolito en memoria de los prisioneros de la cárcel de Ondarreta (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2014)
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Al igual que se escondieron las paredes de aquella cárcel en las postales de la ciudad, se silenciaron los abusos y crímenes cometidos dentro de ella, al igual que se escondieron durante años los abusos y crímenes cometidos entre las mismas a manos de autoridades franquistas, a la fuerza, se condenaron al olvido. Todos aquellos hombres, mujeres y niños merecen justicia y reconocimiento, y este monolito es una pequeña parte del reconocimiento que les debemos119. Aunque el texto insertado en el monolito dejaba entrever la posibilidad de una recuperación memorial de todas las personas asesinadas en la cárcel, el discurso público del alcalde borraba definitivamente cualquier rastro que hubiera quedado de la memoria franquista en el lugar.
Página oficial del ayuntamiento de San Sebastián: “Monolito en memoria de las personas presas en la cárcel de Ondarreta” https://www.donostia.eus/info/ciudadano/ddhh_memoriahistorica.nsf [Fecha de consulta: 26 de abril de 2016].
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UNA MEMORIA POLÍTICA EN EL CORAZÓN DE LA CIUDAD: EL EJEMPLO DE VITORIA El desarrollo de la guerra en Álava constituye, dentro del conflicto en el País Vasco, un caso particular. De naturaleza más rural que las otras provincias vascas (casi el 50 % de la población activa), menos poblada y de ideología más conservadora, salvo ciertos indicios de modernidad presentes en Vitoria, buena parte del territorio quedó desde los primeros instantes del golpe militar bajo control de los sublevados120. Tan sólo una estrecha franja en el norte de la provincia (Amurrio, Llodio, Ayala, Oquendo y el valle de Aramayona) escapó a dicha dominación por lo que la represión ejercida en este territorio por parte de los republicanos sobre personas conservadoras o afines a la sublevación fue mucho menor que en el resto de provincias vascas. Ello no quiere decir que fuera inexistente, pero en todo caso dejó una menor impronta que la evocada anteriormente en las otras dos capitales vascas. Según Germán Ruiz Llano, al menos cuarenta y seis personas fueron asesinadas y dos fueron ejecutadas por espionaje tras haber sido juzgadas y sentenciadas por el Tribunal Popular de Euzkadi. Entre los muertos ocasionados por los asaltos de las cárceles y barcos-prisión en Bilbao, al menos 29 eran originarios del norte de Álava121. En el propio territorio alavés, la mayor matanza tuvo lugar en la localidad de Elosu el 21 de octubre de 1936 cuando fueron asesinadas 17 personas, con edades comprendidas entre los 17 y los 69, tras un asalto por un grupo de milicianos anarquistas capitaneados por un vecino de la localidad, Marcelino Urquiola, apodado “El buey”. Aunque los historiadores que han abordado la cuestión no han llegado a ponerse de acuerdo, varios de ellos apuntan que esta acción represiva estuvo tanto motivada por una venganza personal como por razones políticas. En el cementerio de esta localidad se instaló en el año 2006 una placa de mármol negro en la que figuran los nombres de las personas asesinadas encabezadas por cinco mujeres, seguidos por los hombres por orden de edad decreciente. En ella puede leerse en euskara y en castellano: “Aquí yacen los restos mortales de 17 vecinos del pueblo de Elosu víctimas de la barbarie de la guerra. / En recuerdo de vuestros familiares y pueblo, 21 de octubre de 1936-2006”. Esta placa sustituyó a una primera lápida, colocada durante la dictadura franquista, donde se indicaba explícitamente que habían sido “asesinados por las hordas marxistas”122.
120 Javier Ugarte y Antonio Rivera, “La Guerra Civil en el País Vasco: la sublevación en Álava”, en Historia Contemporánea, nº 1, 1988, (La Segunda República), pp. 181-204.
Germán Ruiz Llano, Álava, una provincia en pie de guerra. Voluntariado y movilización durante la Guerra Civil, Bilbao, Ediciones Beta III Milenio, 2016.
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F. Góngora, “Homenaje a los 17 de Elosu”, El Correo, 26 de octubre de 2008.
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Como en otros lugares de España, la represión ejercida por los republicanos en contra de los miembros de la iglesia católica también tuvo en Álava su reconocimiento específico. A finales del año 1952 se erigió en el alto de Olárizu próximo a la capital, una cruz para recordar la Santa Misión celebrada del 4 al 10 de noviembre de 1951 entre la población vitoriana. Aunque inicialmente sólo se pretendía dejar constancia de dicha acción evangelizadora llevada a cabo el año anterior, el Gobernador civil y jefe provincial del Movimiento, Luis Martín Ballestero, propuso entonces la inscripción en la base de la citada cruz de los nombres de una quincena de sacerdotes alaveses o residentes en Álava asesinados por los republicanos durante el conflicto. Según el diario local El Pensamiento Alavés se trataba de grabar los nombres de “los sacerdotes alaveses Caídos por Cristo y por nuestra Patria durante la Cruzada de Liberación llenándose así el vacío que se dejaba sentir de consignar los nombres de quienes fueron mártires por la Cruz de Cristo”123. Como apunta Virginia López de Maturana, con esta decisión la dictadura se apropió abiertamente la memoria de esas víctimas: Desde el Movimiento se utilizó en propio beneficio la conmemoración de un acto exclusivamente religioso para introducir otro elemento con una carga simbólica de fuerte contenido político, aunque los asesinados seleccionados fueran todos clérigos […] el franquismo utilizaba a los sacerdotes asesinados -que nunca habían hecho públicas sus preferencias políticas- convirtiéndolos en mártires de su propia causa124. El monumento es básicamente una cruz de hormigón de una decena de metros instalada en un cerro próximo a la capital, desde el que se domina visualmente la llanada alavesa, donde se celebra desde el siglo XIX una popular romería en honor a la Virgen a principios de septiembre. Erigida sobre un gran pedestal constituido sobre una base redondeada de piedra, la cruz sigue hoy en pie, aunque la placa donde fueron inscritos los nombres de los citados religiosos se encuentra en un deficiente estado de conservación y es apena legible125.
123
El Pensamiento Alavés, 21 de marzo de 1952.
Virginia López de Maturana, La reinvención de una ciudad. Poder y política simbólica en Vitoria durante el franquismo (1936-1975), Bilbao, UPV, 2014, p. 279. 124
Aitor González de Langarica Mendizabal y Virginia López de Maturana, Catálogo de símbolos y monumentos públicos existentes en Euskadi que supongan una exaltación de la Guerra Civil y de la dictadura, Informe realizado por encargo de la Secretaría General para la Paz y la Convivencia del Gobierno Vasco, 2012, pp. 78-80. En este documento figura la lista integral de los nombres de los sacerdotes consignados en la base de la cruz.
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Existen otros ejemplos similares pero los monumentos más significativos realizados en el territorio de Álava para homenajear a las víctimas y a los soldados caídos en el frente de batalla fueron los erigidos en la capital.
El Monumento a los caídos por Dios, España y su revolución nacional sindicalista, Vitoria (1945) Como en ciertas capitales de provincia donde las autoridades locales no habían tomado la iniciativa, la idea de erigir un monumento destinado a perpetuar la memoria de los caídos en la contienda partió del Gobernador civil. Éste expuso la iniciativa en la sesión de la constitución de la Diputación Foral y Provincial de Álava en agosto de 1943. A finales de ese año se puso en marcha una comisión presidida por el propio Gobernador civil, Pedro María Gómez Ruiz, en la que también participaron el alcalde de la ciudad, José Lejarrreta, y los diputados forales, Jesús Salazar y Florentino Ezquerra126. Esta comisión encargó el diseño del proyecto de forma conjunta al arquitecto municipal de Vitoria, Miguel Mieg, y al arquitecto provincial de Álava, Jesús Guinea. A principios de 1944 fueron presentados los primeros planos del proyecto. Inicialmente se preveía la construcción de un monumento articulado en torno a un extenso muro en forma de U abierta sobre una plataforma de peldaños. En las primeras propuestas la cruz, de talla modesta, aparecía integrada en el muro. Sin embargo, posiblemente por indicaciones del Servicio Nacional de Propaganda, el proyecto evolucionó para incluir en su diseño final una elevada cruz exenta en el espacio creado por el avance de los muros laterales. Como puede apreciarse en el primer boceto, el proyecto aparecía rematado en sus avances laterales por sendos pebeteros que aportaban una mayor solemnidad y carácter funerario al conjunto. En la base de la parte frontal aparecían consignados en grandes caracteres los nombres de diferentes localidades y lugares (Villareal, Isuzquiza, San Pedro, Cigoitia) asociados a combates y batallas donde los requetés y el ejército sublevado habían logrado detener la ofensiva lanzada por el ejército vasco-republicano a finales de noviembre de 1936127. La conocida como ofensiva de Villareal, tenía como objetivo recuperar Vitoria para el campo republicano y al mismo tiempo aliviar la presión que el ejército
Archivo del Territorio Histórico de Álava (ATHA). Libro de Actas de la Diputación Foral y Provincial de Álava, sesión del 20 de agosto de 1943 presidida por Vicente Abreu Madariaga y del 31 de diciembre de 1943.
126
Sobre la glorificación de estas acciones por el bando sublevado ver Germán Ruiz Llano “Villarreal de Álava e Isusquiza, imaginario e idealización del voluntariado alavés durante la Guerra Civil”, en Alejandra Ibarra Aguirregabiria (coor.), No es país para jóvenes, Actas del III encuentro de jóvenes investigadores de la Asociación de Historia Contemporánea, Vitoria, Instituto Valentín Foronda, 2012.
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rebelde ejercía entonces sobre Madrid. La operación bélica se saldó con un fracaso para los intereses republicanos y un número de bajas considerable128. Ambos elementos, pebeteros humeantes y los nombres de los lugares donde se combatió, ligados a una memoria bélica, fueron suprimidos en la realización del proyecto final. Sí se conservó, no obstante, la dedicatoria que se extendía de forma notoria en la parte superior del monumento “Alaveses, Caídos por Dios, España y su Revolución Nacional Sindicalista, Presentes”. Esta alusión explícita a Anteproyecto del monumento a los caídos, Miguel la “revolución nacional sindicalista” implicaba Mieg y Jesús Guinea, (1944). Archivo del Territorio una clara apropiación por el sector falangista Histórico de Álava, (ATHA), Caja 12281, nº 8. local en un territorio marcado por el destacado e histórico peso político del tradicionalismo129. Una patrimonialización memorial aún más evidente si tenemos en cuenta la ausencia de cualquier otro símbolo identificativo de las diferentes familias franquistas, particularmente la cruz carlista que sí fue habitual en este tipo de iniciativas como hemos podido comprobar en los ejemplos estudiados previamente en otras localidades vascas. El conjunto fue realizado en piedra de sillería de las canteras de Deba en su parte frontal, mientras que la parte posterior presentaba lienzos con acabados de ladrillo cara vista. A ambos lados del muro las placas de mármol blanco, rematadas cada una de ellas por una corona de laurel en bronce, reproducían los nombres de los caídos y mártires completando así el conjunto memorial. Según las crónicas de la época, se habían consignado en ellas hasta 1.200 nombres de alaveses caídos en circunstancias diversas en la contienda130.
Miguel Ángel Salgado, “La batalla de Villareal: 30 de noviembre-24 de diciembre de 1936”, en Sancho el Sabio, Revista de cultura e investigación vasca, nº 26, 2007, pp. 179-211. 128
Virginia López de Maturana, La reinvención de una ciudad … op. cit., p. 90 y siguientes, sitúa entre 1941 y 1942, el apogeo de Falange en Vitoria, cuando los intentos del Movimiento por afianzarse como fuerza ineludible en las instituciones locales de Vitoria y de Álava fueron más notorios. Sin embargo, en el momento de la erección del monumento la situación en la alcaldía era de “equilibrio entre las familias políticas del régimen”.
129
“En el mármol de las lápidas, más de 1.200 nombres hablan del heroísmo y la gloria de los alaveses que dieron su vida por la Cruzada”, “Inauguración del monumento a los caídos en Vitoria”, ABC, 5 de junio de 1945,
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Las instituciones contribuyeron de forma desigual a la realización del monumento. La Diputación se comprometió a aportar la suma de 100.000 pesetas, la Corporación Municipal 81.000 y el Gobierno Civil otras 50.000. Parte de ese presupuesto estaba, no obstante, destinado a sufragar la erección, al mismo tiempo que el citado monumento a los caídos, de otra obra en homenaje a Fray Francisco de Vitoria. De hecho ambos proyectos fueron aprobados simultáneamente131. Según la memoria presentada por los arquitectos Mieg y Guinea el coste inicial previsto para la construcción del monumento a los caídos ascendía a 193.983 pesetas. No obstante, el presupuesto presentado por la empresa adjudicataria Viuda e Hijos de C. Ruiz de Ocenda superó esa cifra hasta alcanzar las 227.571 pesetas132. Finalmente el presupuesto sobrepasó en 92.000 pesetas las previsiones iniciales. Un incremento considerable que, pese a las reticencias iniciales, fue finalmente cubierto por aportaciones suplementarias del Ayuntamiento y de la Diputación133. La elección del lugar para su ubicación no fue nada sencilla. Los arquitectos se refirieron a dicha dificultad dada la escasez de espacios aptos para acoger dicha obra en el centro de Vitoria. Al contrario de las otras capitales, aquí se planteó desde el principio la necesidad de su instalación en un lugar céntrico, que contara con una buena perspectiva que pusiera en valor visualmente la obra y con espacio suficiente para la realización de actos conmemorativos y concentraciones multitudinarias en su entorno. Entre las diferentes posibilidades que se plantearon, Mieg y Guinea optaron finalmente por aconsejar su instalación en la calle del Marqués de Estella lugar que reunía, según ellos, las condiciones exigidas: La visibilidad del Monumento es perfecta ya que se sitúa al final de una calle de veinte metros de anchura, siendo favorecida aquella por la diferencia de altura de cuatro metros y ochenta centímetros, existente entre la grada de arranque del monumento y el origen de la calles indicada en su cruce con la de Postas. El emplazamiento elegido presenta también la ventaja del mejoramiento del aspecto del plano inclinado producido en aquel lugar por el desnivel entre la cuesta de San Francisco y la indicada calle del Marqués de Estella134.
131
Libro de Actas de la Diputación Foral y Provincial de Álava, sesión del 28 de octubre de 1944.
132
Archivo del Territorio Histórico de Álava, Archivo (ATHA) Intermedio, Caja 16481, nº 22.
Archivo Municipal de Vitoria-Gasteiz (AMVG), Expedientes 33/034/055 y 32/034/032 sobre abonos pendientes para la erección del monumento a los caídos y a Francisco de Vitoria (1944).
133
Anteproyecto de monumento a los caídos en Vitoria realizado por los arquitectos Miguel Mieg y Jesús Guinea, 20 de marzo de 1944. ATHA, Archivo Intermedio, Caja 16481, nº 22.
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A ambos lados del monumento se desplegaban dos escalinatas que se unían en la parte posterior para engarzar con una escalera previa que desembocaba en la cuesta de San Francisco.
Monumento a los caídos, plaza Marqués de Estella, finales de los años 50 (Archivo Municipal de Vitoria-Gasteiz AMVG. Fotografía: Arqué.)
La inauguración tuvo lugar el 3 de junio de 1945 en presencia de las autoridades políticas, religiosas y militares locales, pero además contó con la destacada presencia de José Luis de Arrese, ministro secretario general del Movimiento, llegado a la ciudad para la ocasión. El diario ABC cubrió ampliamente el acto y le dedicó incluso su portada. Arrese aprovechó la ocasión para realizar un extenso discurso marcado por sus reiteradas llamadas a la unidad y a la recuperación del espíritu de combate de la cruzada. La febrilidad de los dirigentes franquistas era palpable en las alocuciones de esa época, en un contexto de incertidumbre para el régimen derivada de la victoria de los aliados en la Segunda Guerra mundial. En esa dinámica de renovación de compromisos y de críticas contra los que bajaban los brazos ante las adversidades, el secretario general del Movimiento aludió al monumento como una forma de mantener vivo en el corazón de la ciudad “el mandato de los Caídos”: “Y ese monumento que inauguramos y que no lo levantamos en el cementerio, sino en las propias calles, para afirmar como dice nuestro himno, “que están presentes en nuestro afán” […]135. Las aspiraciones públicas de Arrese pasaban entonces por recuperar el espíritu de sacrificio de la juventud en la Cruzada que quedaba representado en el monumento. El periodista Luis Valterra se refirió ampliamente en su crónica al alcance de la obra inaugurada, con el lenguaje ampuloso y grandilocuente característico del período:
135
ABC, 5 de junio de 1945.
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Como un símbolo, en la encrucijada urbana de Vitoria, las piedras del monumento dedicado a los mil doscientos Caídos alaveses han montado la guardia de nuestra avanzada espiritual. Y ha sido allí, en el centro del laberinto de sus calles, porque sus cuerpos, que languidecieron en el ardor de la lucha, rechazan el blando descanso de los cementerios, hasta que las banderas, que fueron su enseña y su sudario, no enseñoreen altivas, la meta de sus esperanzas136. El monumento respondía a un deseo de honrar la memoria de los caídos pero también a la necesidad para el régimen de reavivar la llama de la Cruzada y de esa disposición permanente para la lucha, como se desprendía del lenguaje utilizado en su inauguración. Transcurridos los años más difíciles para la dictadura franquista por la presión internacional, el monumento se convirtió en el lugar privilegiado de las concentraciones conmemorativas relacionadas con la guerra. Sin embargo, pese a lo que hubieran podido pensar inicialmente los arquitectos, apenas una década más tarde, comenzó a cuestionarse la idoneidad del emplazamiento elegido. Por un lado, la urbanización y edificación posterior de las inmediaciones del antiguo solar abierto tras el derribo del convento de San Francisco en 1930, provocaron que el monumento quedara oprimido por los nuevos edificios circundantes. Por otro, su ubicación bloqueaba, parcialmente al menos, una vía de acceso peatonal que conectaba las dos partes de la ciudad. Esas y otras razones fueron determinantes para que a finales de los años cincuenta se planteara la necesidad de trasladar el monumento a otro punto de la ciudad. Así se manifestó entonces el Consejo Provincial del Movimiento en una comunicación enviada al ayuntamiento en marzo de 1959: Reiteradamente se ha venido exponiendo ante el Consejo Provincial del Movimiento la existencia de un estado de opinión en la ciudad de Vitoria que considera inadecuado el actual emplazamiento del Monumento que en su día se elevó para perpetuar el sacrificio de los Caídos alaveses en la Cruzada de Liberación nacional. En el punto en donde actualmente se encuentra rompe la perspectiva que ofrece la singular característica de la parte vieja de la ciudad y carece del espacio preciso ante el Monumento que dé oportunidad a situaciones de recogimiento o de oración137.
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Luis Valterra, “Unidad en las tierras de España”, ABC, 5 de junio de 1945.
Carta de la Jefatura Provincial del Movimiento a la corporación municipal de Vitoria, 24 de marzo de 1959, AMVG, Proyecto de erección de un Monumento a los Caídos en la Plaza Juan de Ayala, 39/074/007.
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Es muy interesante observar en el contenido de esta comunicación cómo, incluso entre los partidarios más acérrimos del régimen, se había operado un notable cambio de intereses. Si en los años cuarenta la única perspectiva que importaba era la que permitiera ensalzar el monumento, a finales de los años cincuenta era la perspectiva urbana la que era valorada por encima incluso del propio recuerdo a los caídos. Además el Consejo Provincial apuntaba que dado que “el monumento estaba necesitado de una evidente restauración” había llegado el momento de solucionar esta cuestión. Para ello proponía su traslado a la plaza Juan de Ayala que se encontraba entonces en plena urbanización. El ayuntamiento recibió “con verdadero agrado” la propuesta, incluida la alternativa para su nuevo emplazamiento, si bien lamentaba el perjuicio económico que ello iba a suponer para las arcas municipales ante la imposibilidad de poner en venta los solares de dicha plaza al ser destinados a jardines públicos138. En noviembre de 1959 se propuso oficialmente por parte del alcalde, Luis Ibarra, el traslado del monumento a su nuevo emplazamiento de la plaza Juan de Ayala, entre las calles de Landázuri y Samaniego. Inicialmente fue prevista su instalación en la parte trasera de la Escuela de artes y oficios, en uno de los extremos de la explanada, cuyas dimensiones, 10 metros de anchura por 28 metros de profundidad, permitían salvaguardar el efecto de perspectiva deseado. Para completar el acondicionamiento se preveía la instalación de una serie de bancos de piedra natural de líneas clásicas en consonancia con el estilo arquitectónico del monumento, una zona ajardinada en la parte frontal del monumento así como una serie de cipreses en la parte posterior con el objeto de enmascarar la fachada trasera de la Escuela de artes y oficios139.Entre enero y marzo de 1961, el primer monumento fue completamente desmantelado y la Desmantelamiento del Monumento a los caídos, marzo de 1961. (AMVG Fotografía: Santiago Arina) gran cruz derribada para dejar vía libre al descenso peatonal.
Carta de la corporación municipal a la Jefatura Provincial del Movimiento, 26 de marzo de 1959, AMVG, Proyecto de erección de un Monumento a los Caídos en la Plaza Juan de Ayala, 39/074/007.
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Memoria descriptiva del proyecto de urbanización de la plaza de Francisco Juan de Ayala presentada por el arquitecto municipal, noviembre de 1959, AMVG, 39/074/007.
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Contrariamente a las previsiones iniciales, tras su desmantelamiento el monumento nunca fue reubicado en la citada plaza. Desde el Gobierno civil se impulsó, al contrario, la idea de construir uno nuevo donde primara una monumentalidad moderna y desacomplejada. Así parece desprenderse de la carta enviada por el Gobernador civil, Antonio Rueda, al alcalde de la ciudad Luis Ibarra a finales de 1960. La misiva se acompañaba de dos imágenes de monumentos a los caídos que él creía posible imitar en la capital alavesa: “por las que verás [las fotografías] que es posible lo que pretendemos ya que son las dos soluciones muy parecidas a las que queremos con el monumento de Vitoria”140. Una de las fotografías enviadas era la del monumento a los caídos de Santa Cruz de Tenerife, un enorme monolito de veinticinco metros de altura rematado en cada uno de sus lados en forma de cruz, acompañado de un notorio conjunto escultórico en la base y erigido en el centro de una columnata circular abierta de veinticinco metros de diámetro141. La iniciativa, sin embargo, no debió contar con el apoyo unánime de las instituciones ya que aún pasarían dos años más antes de que el proyecto de un nuevo monumento comenzara a concretizarse. Todavía en enero de 1962 el arquitecto municipal planteaba tres posibles alternativas para “llegar a una solución del problema”142. Una acomodación total del monumento anterior con algunas modificaciones menores, si bien el volumen resultaba excesivo para el arquitecto municipal, una reutilización parcial del monumento o la construcción de un monumento totalmente nuevo cuyo coste podría ser sufragado en parte con el dinero obtenido por la venta de los materiales del monumento preexistente. Esta última opción fue la que retuvo el favor de las instituciones y responsables políticos locales de la ciudad.
Al compás del desarrollo de la ciudad: el segundo monumento a los caídos de Vitoria (1963) En noviembre de 1962 el arquitecto municipal, Ignacio Lasquibar Urquiola, presentó el boceto del nuevo monumento en el que se observaban algunos elementos continuistas pero también importantes novedades con respecto al anterior. Entre las continuidades, su articulación en torno a
Carta del Gobernador civil de Álava, Antonio Rueda, al alcalde de Vitoria, Luis Ibarra, 23 de noviembre de 1960. AMVG, 39/074/007.
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Diseñado por el arquitecto tinerfeño Tomás Machado Méndez, el colosal monumento, sigue aún hoy en pie y ocupa un espacio central en la plaza de España, próxima al puerto de la ciudad.
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Posibles soluciones para el monumento a los caídos en la plaza de Juan de Ayala, el arquitecto municipal, 23 de enero de 1962, AMVG, 39/074/007
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una cruz monumental siguiendo el ejemplo del Valle de los Caídos y del monumento preexistente. El proyecto constaba “en esencia de una gran Cruz metálica erigida sobre una plataforma enlosada, que se recorta sobre un fondo constituido por una masa de hormigón blanco […] simbolizando unas alas en posición ascendente”143. El conjunto monumental se situaba sobre una plataforma de forma geométrica elevada sobre tres gradas. En el centro de la misma se encontraba un pedestal conformado por otras tres alturas sobre las cuales se montaba la cruz que superaba los diez metros de altura. El proyecto inicial preveía la construcción de un pequeño estanque iluminado entre la cruz y la estructura de cierre, pero finalmente éste no se llevó a cabo. Entre las novedades más importantes, además de los materiales utilizados, se encontraba sin duda la desaparición de los nombres de todos los caídos que ocupaban, como hemos comprobado, un lugar preeminente en el primer monumento. Tampoco se incluyó ninguna referencia explícita a la cruzada, en lo que parecía un anticipo de la campaña que se iniciaría al año siguiente en torno a los mal llamados “25 años de paz”. Frente al aspecto recio, austero y macizo Boceto del proyecto para el Monumento a los caídos del monumento de 1945, la propuesta de 1962 en la plaza de Juan de Ayala, (AMVG, Ignacio Lasquibar Urquiola, 1962) presentaba una cruz más imponente pero al mismo tiempo más esbelta que contrastaba con el fondo blanco y aéreo que confería sencillez y elegancia de líneas al conjunto. Frente al estatismo y rotundidad del monumento anterior la propuesta de Lasquibar aportaba una impronta aérea y un dinamismo poco habitual en este tipo de obras conmemorativas en la etapa previa del primer franquismo. El presupuesto destinado a su materialización se elevó a 329.928 pesetas. El 20 de diciembre de 1962 la Comisión de Arquitectura, Urbanismo y Vivienda y el propio alcalde avalaron la nueva propuesta. Para acelerar los trámites, el ayuntamiento procedió a una adjudicación directa a la empresa Construcciones Cendaguren S. L., el 14 de febrero de 1963. El contrato preveía la finalización de la obra el 14 de junio de 1963, aunque dadas las dificultades en la realización del fondo de hormigón blanco y de la instalación de la cruz metálica forrada de hormigón la obra no pudo concluirse hasta un mes y medio más tarde de la fecha prevista inicialmente.
Proyecto de monumento a los caídos en la plaza de Juan de Ayala de Vitoria, noviembre de 1962, Ignacio Lasquibar Urquiola, AMVG, 39/074/007
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Distintos instantes de la inauguración del Monumento a los caídos en la plaza Juan de Ayala. En la imagen derecha, Camilo Alonso Vega abre en el primer plano la comitiva de autoridades con el monumento al fondo, 12 de agosto de 1963, (AMVG. Fotografía: Arqué)
La inauguración tuvo lugar el 12 de agosto de 1963 con una nutrida presencia de público y de autoridades locales encabezadas por el alcalde Luis Ibarra, el presidente de la Diputación Manuel Aranegui, el Gobernador civil José María Llaneza, el obispo Francisco Peralta, respaldadas para la ocasión con la venida del ministro de la Gobernación, el teniente-general Camilo Alonso Vega. Además de su significación política, Alonso Vega tenía un peso considerable en la ciudad ya que había participado de forma activa en la batalla de Villareal en el otoño de 1936 que había logrado detener el intento de avance republicano sobre la capital alavesa. De hecho esa misma mañana había inaugurado otro monumento en esa localidad alavesa en memoria de los Caídos de la IV Brigada de Navarra en dicha batalla. En su alocución, el alcalde Luis Ibarra evocó el deseo de construir una plaza ejemplar para dar acogida a un monumento que debía mantener vivo el recuerdo de los esfuerzos de una generación ejemplar: […] queríamos hacer una plaza, la más bella de Vitoria, la mejor concebida urbanísticamente, la más destacada y preferida, para situar en ella la sobria silueta del monumento a nuestros caídos […] ejemplo heroico del saber morir por unos ideales que no podemos permitirnos el lujo de olvidar, como tampoco podemos olvidar en la constante presencia de su recuerdo, a quienes alcanzaron la inmortalidad y el derecho propio a figurar en mármoles y piedra144.
Para conocer en detalle todos los actos llevados a cabo el día de la inauguración del monumento consultar Virginia López de Maturana, La reinvención de una ciudad. Poder y política simbólica en Vitoria durante el franquismo (1936-1975), Bilbao, UPV-EHU, 2014, pp. 298-302.
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El contenido reivindicativo de los discursos, más virulento en el caso del Gobernador civil y más temperado en el caso del alcalde, muestra que este desplazamiento puede ser entendido como un intento de acompañar a la ciudad en su desarrollo para que la Cruzada siguiera ocupando, pese a todo, una plaza central en la vida de los vitorianos. Por otro lado, el carácter más liviano del monumento y su ubicación en la plaza más nueva de Vitoria eran un claro síntoma de los nuevos tiempos económicos y sociales del desarrollismo que comenzaban a ser visibles, incluso en una ciudad de provincias como Vitoria, con notables consecuencias para la dinámica memorial del conflicto. Como apunta Virginia López de Maturana: Estos actos serían al mismo tiempo casi el canto del cisne de esa visión anclada en el recuerdo de la Guerra Civil por parte de las autoridades franquistas en Vitoria. En los años siguientes, hasta 1975, aunque las fechas señaladas de la guerra, como el 18 de julio, siguieron siendo fiesta laboral, no hubo un gran interés por organizar grandes actos ni concentraciones de masas para conmemorar la victoria145.
Vista frontal y posterior del Monumento a los caídos en la plaza Juan de Ayala de Vitoria, (AMVG)
Dos años después de su inauguración, aunque inicialmente no estaba previsto en el proyecto, se introdujo una modificación parcial con la incorporación de unas cadenas en torno a la cruz con el objetivo de dignificar el conjunto y limitar al acceso a la base de la cruz. No obstante, ello no evitó que el monumento siguiera siendo utilizado como un espacio de juegos por los pequeños vitorianos atraídos por las posibilidades que ofrecían las escalinatas y por esa extraña silueta en forma de “cola de ballena”, así fue denominada popularmente, que parecía dibujarse detrás de la cruz.
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Ibidem, p. 302.
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Monumento a los caídos en la plaza Juan de Ayala de Vitoria, 1965. (AMVG)
Allí permanecieron ambos elementos hasta que en abril de 1990 la corporación municipal vitoriana decidió remodelar la plaza y retirar la cruz y el monumento a los caídos146. Las obras para su desmantelamiento comenzaron en el mes de mayo de 1990, aunque la silueta singular de la “cola de ballena” permanecería algunos años más en la memoria de los vitorianos de mayor edad. Los trabajos de remodelación urbanística sólo concluyeron en julio de 1993 tras la construcción de un parking en el subsuelo y una nueva configuración del espacio de la plaza proyectada por el arquitecto Jesús Marcos. Como elemento decorativo novedoso, ubicado en el mismo emplazamiento en el que se encontraba anteriormente el monumento, el escultor Jorge Girbau diseñó un monolito de pizarra de 12,5 metros de altura con tres estanques frontales. En el lado opuesto de la plaza, dispuesto en el mismo eje, se colocó un segundo monolito de idénticas proporciones147. Las dimensiones de los monolitos y su color negro logran que la plaza siga teniendo un cierto carácter monumental aunque desprovisto ya del significado que tuvo en los últimos años del franquismo y los primeros años de la democracia.
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El Diario Vasco, 4 de mayo de 1990.
Gaceta Municipal Vitoria-Gasteiz, nº 1, 5 de diciembre de 1992. Gaceta Municipal Vitoria-Gasteiz, nº 18, 9 de octubre de 1993.
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APÉNDICE FINAL: DE LA APOTEOSIS A LA DAMNATIO MEMORIAE Una gran parte de localidades vascas erigieron monumentos a los caídos y a los mártires durante la dictadura. Lejos de cualquier pretensión de exhaustividad, los casos aquí estudiados constituyen sin embargo una destacada muestra de las iniciativas más notables emprendidas por las autoridades franquistas para mantener el recuerdo de “sus” víctimas en el espacio público. Una auténtica marea memorial que dejó su impronta en el paisaje urbano del País Vasco durante décadas y de la que hoy no quedan prácticamente huellas. Un proceso de envergadura considerable que apenas ha sido explorado recientemente en algunos trabajos históricos aislados ya citados. En nuestro estudio hemos privilegiado aquellos monumentos en los cuales las víctimas civiles, los mártires en el lenguaje de la época, tuvieron un peso considerable, acompañados casi siempre por el recuerdo de los soldados muertos en el frente, los caídos. Hasta aquí, apenas hemos prestado atención, sin embargo, a las iniciativas que tuvieron como objetivo declarado ensalzar el heroísmo de los soldados en el frente de batalla. Sí los evocaremos brevemente en este apéndice final porque muchos de ellos acabaron con el tiempo por trocar esa reivindicación heroica por una significación más luctuosa. Si hay un aspecto común a la mayor parte de estas empresas memoriales, sobre todo a aquellas promovidas durante la guerra y la inmediata posguerra, ese es sin duda la urgencia; el apremio con el que las autoridades quisieron ver emerger del suelo los monumentos a los caídos. Junto con las conmemoraciones y los ritos religiosos, las Cruces de los caídos se convirtieron en el medio privilegiado para mantener “presentes” en el espacio público la memoria de todos aquellos que por circunstancias diversas, asesinados, fusilados o muertos en combate, habían dado su vida, supuestamente, “por Dios y por España”. Los monumentos sirvieron entonces para cumplir el “sagrado compromiso” que se impusieron las autoridades locales para preservarlos del olvido y hacer de su memoria un pilar esencial en la construcción del nuevo Estado franquista. Así parece demostrarlo el esfuerzo considerable que supuso su edificación, en un contexto marcado por una más que precaria situación económica, al final del conflicto y durante los primeros años de la posguerra. A pesar de dicha urgencia, o precisamente como consecuencia de la misma, prácticamente ningún monumento fue concluido en el plazo comprometido. En algunos casos los retrasos se limitaron a varias semanas pero en otros alcanzaron varios meses e incluso superaron el año. La imposibilidad de conseguir los materiales necesarios, los contratiempos meteorológicos, la falta de personal especializado, movilizado durante la guerra o escaso después de ella, fueron argumentos recurrentes para justificar los retrasos en la finalización de los proyectos.
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La construcción de los monumentos fue atribuida tanto mediante la convocatoria de un concurso público, aunque los candidatos fueron siempre escasos, como por adjudicación directa. Estos últimos fueron siempre justificados en las comunicaciones oficiales por la necesidad de la realización de la obra en el plazo de tiempo más corto posible, eliminado así la lentitud de los tiempos administrativos, a la vez que sin duda se favorecían redes clientelares y políticas que tanto peso tuvieron durante la dictadura. Ni unos ni otros, sin embargo, fueron capaces de culminar las obras respetando el presupuesto fijado inicialmente. En todos ellos hubo sobrecostes, en algunos casos significativos, justificados en los intercambios epistolares por imprevistos de todo orden. Las autoridades hicieron frente a esos pagos suplementarios, salvo en casos contados, sin excesivos reparos, dada la naturaleza sagrada de la empresa, mediante una ampliación de los plazos de pago y reclamando a todas las instituciones implicadas su parte proporcional. Ninguna autoridad fue capaz de objetar el coste de los monumentos a los caídos y mártires como coartada para su no realización. Desde un punto de vista estético la cruz, con frecuencia exenta o rematando el conjunto, se convirtió en el componente esencial y más destacado de los monumentos. Una cruz rotunda, imponente en los años cuarenta y cincuenta que se estiliza con posterioridad, aunque rara vez pierde altura. Como apuntó Ángel Llorente, “La cruz no cumplía sólo el cometido tradicional en las tumbas de los fallecidos, sino que contribuía a esa interpretación exclusivista de la guerra de forma que los monumentos eran un elemento más del enmascaramiento de las causas materiales de la sublevación”148. En Euskadi, la cruz fue asociada con cierta frecuencia al obelisco como en los monumentos erigidos en Tolosa, Getxo, Barakaldo… o respaldada por diferentes composiciones murales, como en los casos de Vitoria o Bilbao. La apropiación de los muertos y de las víctimas de la represión franquista, revistió en Euskadi un fuerte carácter político con la incorporación reiterada en los monumentos de los emblemas de la Falange y del Carlismo. En este proceso de patrimonialización memorial abiertamente política, hay que señalar la notable presencia de la cruz de Borgoña, testimonio de las profundas raíces que el movimiento tenía en Euskadi y a la vez, del destacado papel de las tropas Navarras en la reconquista para Dios de las tierras vascas. Salvo en el caso del panteón monumetal erigido en el cementerio de Vista Alegre, los monumentos fueron levantados mayoritariamente en lugares céntricos de la ciudad, buscando al mismo tiempo espacios amplios y despejados que pudieran dar cobijo fácilmente a la multitud que debía
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Ángel Llorente, Arte e ideología en el franquismo… op. cit., p. 300.
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participar en las diferentes conmemoraciones y manifestaciones de duelo. La mayor parte de esos lugares no tenía una significación política previa y fueron precisamente los monumentos los que contribuyeron a dotarlos de un marcado simbolismo que en algunos lugares perduró incluso después de su eliminación. Aspecto destacado es el hecho de que muchos de los monumentos o memoriales construidos en la inmediata posguerra fueron reactualizados en los años cincuenta y sesenta, ese fue al menos el caso de las tres capitales vascas, en lo que nosotros hemos interpretado como un intento compartido de mantener vivo el espíritu de la Cruzada, pero sobre todo, el espíritu de sacrificio del que había hecho prueba la generación que había luchado en la guerra y que la sociedad debía perpetuar frente a las notables adversidades de la vida cotidiana a las que tuvieron que hacer frente importantes sectores sociales hasta los años cincuenta. Los monumentos debían constituirse en los garantes perennes de la inmortalidad social de los caídos y de los mártires, pero algunos de ellos no llegaron ni siquiera a sobrevivir a las decisiones del propio régimen que los había erigido. Los cambios introducidos a partir de los cincuenta en el diseño y en la composición de los monumentos reflejan la evolución del propio régimen, sobre todo en el caso del monumento de Vitoria cuya renovación se produjo ya en los años sesenta. En esos años, los monumentos seguían siendo necesarios, pero el recuerdo de las víctimas tomo nuevos derroteros y dejó de ser tan imperioso como lo había sido unos años atrás apenas; los mártires y los caídos, dejaron entonces de figurar en ellos con sus nombres y apellidos. Volveremos más adelante sobre la cuestión de los nombres. Desde finales de los años sesenta y a lo largo de los años setenta los monumentos fueron con frecuencia objeto de ataques y atentados que los destruyeron parcial o totalmente, en un claro reflejo de la creciente oposición al régimen en el seno de la sociedad vasca. A pesar de ello o, de nuevo, precisamente por ello, las autoridades locales no dudaron en emplear los medios humanos y económicos necesarios para devolverlos a su estado originario… como si nada hubiera ocurrido y evitar así cualquier impresión de desintegración del propio régimen. Con la llegada de la democracia a nivel local, su presencia en el espacio público comenzó a ser abiertamente cuestionada. Las nuevas autoridades municipales, nacionalistas vascos, abertzales, socialistas o comunistas decretaron una damnatio memoriae y emprendieron entonces la eliminación sistemática de los símbolos del régimen dictatorial, particularmente de los monumentos a los caídos que constituían la parte más visible del sistema simbólico franquista. Los diferentes tiempos de su desmantelamiento nos informan sobre la urgencia social y política de las distintas localidades en la eliminación del espacio público de esa pesada herencia. La alcaldía de San Sebastián fue una de las primeras ya que tomó la decisión de suprimir esos símbolos en septiembre de 1979, apenas
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unos meses más tarde de las primeras elecciones municipales. Vitoria, por su parte, fue la última de las capitales vascas en decidir la demolición del monumento franquista a principios de los noventa. No fue, sin embargo, la última localidad importante en hacerlo. El caso de Getxo, residencia tradicional de la alta burguesía y de la oligarquía industrial, minera y financiera vasca consolidada a finales del XIX y en los albores del siglo XX, es particularmente interesante. Algunos de sus ilustres vecinos habían fallecido precisamente como consecuencia de las represalias durante el conflicto en el asalto a los barcos-prisión acaecido en septiembre de 1936 y en el asalto a las cárceles en enero de 1937. El monumento a los mártires y caídos fue erigido en el barrio de Neguri, en una ubicación central, en la plaza existente delante del ayuntamiento y al lado de la iglesia de San Ignacio.
Plaza de San Ignacio de Neguri antes y después de la edificación del Monumento a los caídos (Archivo fotográfico del Aula de Cultura de Getxo)
Constituido por un imponente obelisco de una docena de metros, revestido de piedra blanca sobre el cual se insertaba una cruz en su parte central, el monumento comportaba igualmente un poderoso escudo del régimen franquista esculpido y los símbolos del yugo y las flechas y la cruz de Borgoña pintados en rojo en los lados de la base del obelisco. El conjunto se levantaba sobre un terreno sobreelevado, ajardinado y con unas escaleras de acceso tanto en la parte frontal como en la parte posterior. El lugar fue el escenario habitual de numerosas conmemoraciones a lo largo de la dictadura.
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Aunque en 1968 fue atacado con un artefacto explosivo, el monumento fue reconstruido y aún seguía en pie a principios del siglo XXI, como un vestigio de una época pasada149. A finales de 2001 el ayuntamiento lanzó un concurso público para la presentación de proyectos con el objetivo de urbanizar el entorno de la iglesia de San Ignacio donde se encontraba ubicado el monumento150. Aunque el proyecto fue presentado Ceremonia de conmemoración en torno al como una reforma de un espacio Monumento a los caídos, 16 de junio de 1948. considerado como conjunto (Archivo fotográfico del Aula de Cultura de Getxo) monumental que gozaba de protección especial, el objetivo último, prácticamente el único, era hacer desaparecer el gran obelisco franquista. De hecho, en el proyecto la plaza mantenía las mismas zonas verdes, caminos y zonas de paseo que ya existían e introducía como únicas novedades la realización en uno de sus laterales de un nuevo acceso y el desmantelamiento del monumento con la finalidad de crear “una zona de estar más amplia”151. Es interesante observar cómo, contrariamente a las iniciativas de desmantelamiento de monumentos en los años ochenta donde se explicitaban claramente las motivaciones políticas que las animaban, en este caso las verdaderas motivaciones fueron escamoteadas detrás de un lenguaje técnico-adminastrativo que en ningún momento aludía al citado obelisco.
Hay que apuntar que el municipio siempre ha sido dirigido por alcaldes del Partido Nacionalista Vasco desde la instauración de la democracia local, si bien el Partido Popular ha contado desde los años noventa con una destacada presencia en la corporación municipal donde constituye regularmente la segunda fuerza política, con porcentajes que rondan el 30 % del electorado.
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Archivo Municipal de Getxo (en adelante AMG), Signatura 10294001, nº código 2.1.3.1. Proyecto de urbanización del entorno de la Iglesia de San Ignacio, 2001-2005. Esta primera convocatoria, cuyo presupuesto se elevaba a 243.777 euros, fue declarada desierta al no presentarse ninguna candidatura. En julio de 2002 fue presentado un nuevo concurso con un incremento de la suma inicialmente prevista para la obra hasta alcanzar los 341.000 euros.
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Ibidem.
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En contra del proyecto de modificar la plaza, y por consiguiente de eliminar el monumento, surgió una iniciativa popular encabezada por Alicia Juana González del Valle Francos, próxima a la derecha conservadora de la localidad. La iniciativa logró recoger 2.348 firmas entre los vecinos, para exigir al alcalde la retirada del proyecto de remodelación de la plaza152. Según denunciaban esos vecinos, el ayuntamiento no podía cambiar la fisonomía de un espacio urbano al tratarse de una zona protegida culturalmente, y dado que según la normativa en vigor: “Ningún edificio objeto de protección especial, así como los conjuntos y elementos equiparables a los mismos podrá derribarse”153. Tampoco en la documentación presentada para tratar de paralizar la reforma se incluía ninguna referencia explícita al monumento y a su significado político, aunque parece evidente que el objetivo de la demanda, el único nos atreveríamos a decir, era evitar su demolición. Los denunciantes presentaron un recurso ante la Diputación Foral de Bizkaia que finalmente autorizó la remodelación prevista de la plaza con la consiguiente demolición del monumento en el invierno de 2002. Como en el caso de Getxo, aunque aquí la destrucción fue algo más tardía que en otras localidades vascas, la mayor parte de los monumentos dedicados a recodar a los caídos y a los mártires han sido eliminados integralmente de los cascos urbanos de los pueblos y ciudades del País Vasco. Basta consultar el detallado informe realizado por Aitor González de Langarica Mendizabal y Virginia López de Maturana para el Gobierno Vasco para constatar su escasa persistencia en el territorio vasco en relación con la trascendencia alcanzada por estos símbolos durante la dictadura154. Incluso algunos monumentos, placas o vestigios que
Demolición del Monumento a los caídos erigido en Neguri, 2002. (Archivo fotográfico del Aula de Cultura de Getxo)
AMG, Signatura 1715-18, nº código 2.5.3.2 Solicitud de Alicia Juana González del Valle Francos y numerosas firmas en desacuerdo con la remodelación de la plaza San Ignacio, 20 de febrero de 2002.
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Ibidem.
Cfr. Aitor González de Langarica Mendizabal y Virginia López de Maturana, Catálogo de símbolos y monumentos públicos existentes en Euskadi que supongan una exaltación de la Guerra Civil y de la dictadura, Informe realizado por encargo de la Secretaría General para la Paz y la Convivencia del Gobierno Vasco, 2012. 154
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aparecían recogidos en dicho informe han sido eliminados en estos últimos años. En la localidad alavesa de Laguardia persistía una placa que recordaba la muerte en combate del coronel carlista Luis Rabanera y Amite-Sarobe y cuyo contenido era un claro ejemplo de ensalzamiento del golpe de Estado de 1936155. Fue eliminada en 2016 sin que hayan transcendido públicamente las circustancias de su retirada156. En las cercanías de Legutiano se puede contemplar un monumento en recuerdo a los caídos de la División Navarra en esos parajes en la ofensiva de Villareal; por último, en la plaza de Caicedo persiste una lápida rematada con una cruz en memoria de los caídos, cubierta parcialmente por un seto. A estos ejemplos hay que añadir la cruz de Olarizu, próxima a Vitoria, a la que ya aludimos anteriormente. En Bizkaia, persisten algunos monumentos en los cementerios de Derio, Durango - volveremos sobre ellos en el próximo capítulo -, de Portugalete, de Ondarroa y de Gernika, mientras que en Gipuzkoa sigue en pie en el cementerio de Oiartzun la cruz erigida a los caídos. En definitiva, en el espacio urbano de Euskadi apenas son visibles hoy un número residual de vestigios memoriales dedicados a los mártires y a los caídos de la contienda. Sí persisten, sin embargo, un número considerable de símbolos de la dictadura, fundamentalmente de placas del Instituto Nacional de la Vivienda y del Ministerio de la Vivienda con el símbolo falangista en los portales de centenares de edificios, además de algunos símbolos y de escudos del régimen dictatorial localizados y censados en su amplia mayoría. Uno de los más simbólicos, el escudo franquista que remataba el edificio de la Agencia tributaria de la Hacienda estatal en la bilbaína Plaza de Moyúa fue finalmente retirado en noviembre de 2017. Mención aparte merecen, en este trabajon los numerosos monumentos, ermitas y cruces erigidos en los años cuarenta y cincuenta en honor de los combatientes franquistas en los escenarios de enfrentamientos y de batallas que decidieron la suerte del conflicto en el territorio vasco. El motivo de esta exclusión en un trabajo dedicado a la memoria de las víctimas de la violencia política no es otro que su propio origen, ya que fueron erigidos para recordar “hechos de armas” con un trasfondo heroico, en recuerdo de las “gloriosas gestas” del ejército vencedor, aunque alguno de los ejemplos citados acabara incorporando puntualmente también la dimensión de sacrificio de los soldados caídos. Alejados de los núcleos urbanos, muchos de ellos siguen hoy en pie coronando montes y colinas de la geografía vasca, en Artxanda, Belkoain, Bizkargi, Buruntza, Irún, Morkaiko, Ondarroa, Peña Lemona…
La placa reproducía el fragmento de una carta a su familia en los siguientes términos: “Mi mujer, mis hijos, mis nietos, mis hermanas... son en estos momentos cosa secundaria ante lo que significa este Movimiento. ¡Todo por Dios y por España!”. 155
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Agradezco la información referida a esta placa al profesor Santiago de Pablo.
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No obstante, la mayor parte de ellos se encuentran ocultos por la vegetación, semidestruidos, desvirtuados o transformados en plataformas de mensajes políticos, pacifistas o simplemente despojados por completo de su carga simbólica primigenia. La Cruz de Gaztelumendi que se encontraba semi oculta por los árboles y debilitada en su base por un antiguo ataque con un artefacto explosivo, fue finalmente derribada por inicitiva del municipio de Larrabetzu en julio de 2017157.
Evolución desde los años cuarenta hasta la actualidad de la Cruz de Gaztelumendi erigida en el punto en el que el ejército franquista “rompió” el Cinturón de Hierro de Bilbao. (Fotografía: J. Fernández Landeta)
La cruz que corona Morkaiko en Aisastia-San Miguel, cerca de Elgoibar, constituye sin duda un caso singular. Fue elevada en recuerdo de la muerte el 27 de septiembre de 1936 en ese preciso lugar de Carlos de Borbón y Orleans, hermano de la madre de Juan Carlos I. El ayuntamiento de Elgoibar, que en 2014 puso en marcha la retirada de todos los símbolos franquistas que persistían en la localidad, fundamentalmente de las placas en las entradas de las viviendas, no creyó conveniente, sin embargo, tomar iniciativa alguna al respecto de la citada cruz. Según las propias declaraciones del alcalde, Alfredo Etxebarria: “La cruz de Morkaiko no tiene ninguna carga simbólica relacionada con el franquismo para los elgoibarreses y creemos que debe seguir tal y como está”158. En otros casos los monumentos han sido derrumbados de forma anónima sin publicidad alguna.
Deia 11 de julio de 2017. Cuatro personas que presenciaban el derribo resultaron heridas de diversa consideración, como consecuencia de las piedras proyectadas hacia el público tras la caída del monumento en una dirección contraria a la inicialmente prevista.
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“Adiós a los símbolos franquistas”, en El Diario Vasco, 5 de marzo de 2014.
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Una memoria de piedra: los monumentos a los caídos y mártires de la cruzada
Cruz erigida en memoria del coronel Ortiz de Zárate en el Monte Erlaitz, cerca de Irún, escenario de duros combates en agosto de 1936 que costaron la vida al militar golpista. Su desmoche data de 2001. (Fotografía: Ricardo)
Por otro lado, también nos encontramos con monumentos erigidos en memoria de los soldados franquistas que han sido completamente resignificados. Uno de los ejemplos más destacados es, sin duda, el de la enorme cruz que corona el monte Saibigain, próximo a Urkiola, conocido también como el “Monte de la sangre” debido a los violentos enfrentamientos que tuvieron lugar allí la primera quincena de abril de 1937159. Acabada la guerra, la Diputación de Vizcaya decidió en mayo de 1939 la erección en la cima del monte de una cruz conmemorativa de piedra y hormigón armado, de proporciones considerables, “en recuerdo de los heroicos conquistadores de aquel monte”. Para finales de 1940 la cruz dominaba ya su vértice. Con más de diez metros de altura y una gran envergadura, la cruz erigida sobre un basamento de tres alturas presentaba en su parte inferior tres grandes cuerpos de piedra cuya anchura disminuía progresivamente, mientras que la parte superior y los brazos estaban realizados en hormigón. En el primer cuerpo de piedra se insertó una placa metálica en la que podía leerse la inscripción: “Vizcaya a los que heroicamente conquistaron el Saibigain / Más vale morir en el combate que ver el exterminio de nuestra Nación y del Santuario (Macabeos, LI - Cap. III-V-59)”160. En 1951 dado el deterioro que presentaba la primera placa, la diputación encargó una segunda con una pequeña modificación de claro contenido político en el texto del encabezamiento: “Vizcaya a los que heroicamente conquistaron el Saibigain por Dios y por España”.
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Guillermo Tabernilla y Julen Lezamiz, Saibigain, el monte de la sangre, Bilbao, Beta III Milenio, 2010.
AHFB, Archivo administrativo, J-02414/001, Documentación relativa a la erección de una cruz conmemorativa en la cima del monte Saibigain, 1939-1951.
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Jesús Alonso Carballés
En los últimos años de la dictadura la placa fue objeto de diversos ataques y degradaciones. A finales de los setenta, aunque no podamos precisar la fecha exacta, esta última placa de glorificación franquista, fue reemplazada por una nueva en la que podía leerse en euskara: “Euzkadiko askatasunaren alde Saibi mendian borroka egin zuten gudariei. Betiko Argia. 1937” (A los gudaris que lucharon en el monte Saibi por la libertad de Euzkadi. Luz perpetua. 1937). El contenido de la placa transformaba por completo el significado simbólico original para convertirse, a partir de entonces y hasta el día de hoy, en un monumento dedicado a la memoria de los gudaris que lucharon allí en 1937. Más allá de un simple cambio de placa, la resignificación del monumento ha sido posible por la persistencia de una memoria de la resistencia republicana vasca en ese lugar frente al invasor franquista, cultivada durante décadas por el nacionalismo vasco.
Proyecto de la Cruz conmemorativa en el monte Saibigain (AHFB) y estado actual de la cruz con la placa en homenaje a los gudaris en su base (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2014)
Surge así, pese al desenlace del combate, una memoria épica, heroica referida exclusivamente a los gudaris contribuyendo a la apropiación por el nacionalismo de un hecho de armas en el que los batallones nacionalistas tuvieron un gran protagonismo, cierto, pero en el que también lucharon batallones socialistas y comunistas vascos, e incluso un batallón asturiano. En cuanto al símbolo de la cruz en la cima, se trata de una estampa habitual en la geografía vasca, donde son numerosas las montañas coronadas por este símbolo. Este último ejemplo muestra, de forma extraordinaria, hasta
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Una memoria de piedra: los monumentos a los caídos y mártires de la cruzada
qué punto la memoria ligada a un lugar y a un monumento puede transformarse por completo, siempre y cuando se haya cultivado una memoria previa asociada a ese espacio, y pone en evidencia su carácter artificial y construido. El senado y los emperadores romanos aplicaron con tesón la damnatio memoriae eliminando las estatuas, los monumentos y los nombres de los emperadores condenados de todo tipo de soportes. Pero su aniversario era incorporado al calendario de los días nefastos permitiendo así la persistencia del recuerdo del condenado como algo negativo. Siglos más tarde, la eliminación de los monumentos heredados del régimen franquista persigue borrar la huella de las imposiciones simbólicas de la dictadura. Pero ante la dificultad manifiesta de enviar al dictador de forma definitiva a la condición de los nefastos, la sociedad ha resuelto sacar a la luz la cara más oculta del régimen, aquella que se encontraba oculta bajo tierra. La recuperación real de los cuerpos de las víctimas de la violencia represiva del régimen franquista y de las víctimas de otras violencias, se ha visto acompañada por una recuperación simbólica de su memoria que ha encontrado en los monumentos un canal de expresión privilegiado. A estudiar esta producción simbólica implementada en Euskadi en estas últimas décadas está dedicado el próximo capítulo.
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Una memoria de piedra CronologĂa y mapa de los monumentos
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Una memoria de piedra. Cronología y mapa de los monumentos
MONUMENTOS EN MEMORIA DE LOS MÁRTIRES Y CAÍDOS FRANQUISTAS
1
2
3
1938
1939
1939
Panteón Monumento a los caídos
Cruz de Buruntza
Cruz de Belkoain
En pie
En pie, sin las placas originales
En pie, resignificada con Ikurriña
ANDOAIN
ANDOAIN
PORTUGALETE (CEMENTERIO)
18
17
16
15
14
1942 - 1950
1942 - 1982
1941 - 1980
1940
1940 - 2017
Cruz a la memoria de los Caídos
Monumento a los Caídos
Saibigain
Gaztelumendi
SAN SEBASTIÁN
TOLOSA
Ermita en honor de los muertos en el hundimiento del Baleares
Resignificada
LARRABEZUA
MAÑARIA
SAN SEBASTIÁN
19
20
21
22
23
1942
1942
1943 - 1980
1944
1945 - 1961
Capilla-Mausoleo en memoria de los mártires y héroes de campaña
Monumento a los caídos por Dios y por España en los frentes de combate
Cruz de los caídos
Cruz a los caídos
FUENTERRABIA
Resignificada en 2007
En pie. Modificado en 2017
En pie, desposeída de placas y símbolos franquistas
Monumento a los caídos por Dios, España y su revolución nacional sindicalista
DURANGO (CEMENTERIO)
DERIO (CEMENTERIO)
GUERNICA (CEMENTERIO)
VITORIA
El listado que se incluye a continuación recoge sólo algunas de las manifestaciones monumentales más destacadas erigidas durante la dictadura en memoria de los mártires y caídos, según la terminología franquista, y evocados en este libro. Quedarían, por lo tanto, fuera de esta línea temporal algunos monumentos igual de importantes pero de los que no se han recogido datos precisos, ejemplo de estos son los monumentos que fueron erigidos en localidades como Azpeitia, Bermeo, Hernani, Llodio, Mondragón, Zarautz, Zegama, Zumaia…
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Jesús Alonso Carballés
4
5
6
7
8
1939 - 1980
Años 40
Años 40
Años 40
Años 40
Monumento a los caídos
“A la memoria de los hijos de Ondarroa que heroicamente dieron su vida por Dios y por España en el crucero Baleares”
Altar en honor de los fallecidos en el crucero Baleares
Monumento a los caídos carlistas
Alto de Santo Domingo
En pie, pintado y semioculto por la vegetación
En pie ONDARROA (CEMENTERIO)
MONTE ISUSQUIZA (ALAVA)
BARACALDO
ONDARROA
Transformado en altar
En pie ARCHANDA (BILBAO)
13
12
11
10
9
1940
1940
Años 40 - Años 80
Años 40 - 2002
Años 40
PanteónMonumento a los Mártires de Bilbao
Morkaiko
Cruz caídos Monte de San Marcial
Monumento a los mártires y caídos
Cruz a los caídos
ELGOIBAR
IRUN
GUECHO
OYARZUN (CEMENTERIO)
24
25
26
27
28
1949
1950 - 1985/86
1950 - 1981
1952 - 1981
1957
Monumento a los que dieron su vida por Dios y por España
Cruz de los caídos
Monumento a los caídos
Monolito en memoria de los fusilados en Ondarreta
Monumento a los caídos en Peña Lemona
En pie
En pie
DERIO (CEMENTERIO)
En pie
BILBAO
SAN SEBASTIÁN
SAN SEBASTIÁN
DERIO (CEMENTERIO)
En pie
En vías de reconfiguración. Resignificado con ikurriña PEÑA LEMONA (VIZCAYA)
31
30
29
1963
1963 - 1990/91
1957 - 1979
Monumento en recuerdo a los caídos de la División Navarra
Monumento a los caídos
Monumento a los caídos
VITORIA
VALMASEDA
Atacado en 1970. En pie VILLAREAL
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Una memoria de piedra. Cronología y mapa de los monumentos
10
1
GUECHO
1
PORTUGALETE BARACALDO
13 20
4
8
BILBAO 2
29
3
VALMASEDA
25
24
DERIO 22 GUERNICA
LARRABEZUA
PEÑA LEMONA
14
28
15
MAÑARIA
4
31 7
5
6 23
VITORIA - GASTEIZ
7
8
9
10
13
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14
11
15
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MONUMENTOS EN MEMORIA DE LOS MÁRTIRES Y CAÍDOS FRANQUISTAS
30
VI
Jesús Alonso Carballés
21
FUENTERRABIA 11 5
6
ONDARROA
16
2
IRUN
27
9
OYARZUN
3
ANDOAIN
ELGOIBAR DURANGO
26
DONOSTIA SAN SEBASTIAN
12 19
18
17
TOLOSA
23 31
28
VILLAREAL
7
ISUSQUIZA
24 29 20
25
21
26
22
27
17 30
18
19
31
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Una memoria de acero: los monumentos a las víctimas republicanas de la Guerra Civil y de la dictadura franquista La memoria que actualiza la injusticia pasada no salda la deuda, sólo la hace presente. Reyes Mate, La causa de las víctimas
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Una memoria de acero: los monumentos a las víctimas republicanas de la Guerra Civil y de la dictadura franquista
Los primeros años del siglo XXI han sido testigo de cambios significativos en la recuperación monumental de las víctimas de la guerra y de la represión franquista. En buena medida, aunque no exclusivamente, son el resultado de lo que se ha dado en llamar la “recuperación de la memoria histórica”, una dinámica reivindicativa, proteiforme, caracterizada por el deseo de recuperar y difundir públicamente episodios traumáticos relacionados con la guerra y la dictadura, poco conocidos o minimizados socialmente hasta una fecha reciente 1. La labor desplegada en este ámbito por numerosas asociaciones de memoria surgidas en estas últimas décadas, la apertura de fosas comunes de forma científica y ordenada con el objetivo de recuperar los cuerpos de las víctimas y entregarlos a las familias, o la aprobación por el parlamento español de la conocida como “Ley de Memoria Histórica en 2007”2, son algunos de los factores que explican esta presencia contínua de la memoria del conflicto en el debate público en España. Un debate que no ha cesado de evolucionar y al que se han venido sumando otros objetivos, de carácter más político o jurídico, como la exigencia de responsabilidades penales por los crímenes franquistas cometidos durante la contienda y la dictadura. Crímenes que algunos no dudan en elevar a la categoría de “genocidio”3.
Sobre la heterogeneidad y la complejidad de las realidades que se esconden detrás de esa denominación es muy esclarecedor el artículo de Mercedes Yusta Rodrigo, “ ¿” Memoria versus justicia “? La “ recuperación de la memoria histórica “, en la España actual”, Amnis, 2 | 2011, http://amnis.revues.org/1482; DOI : 10.4000/amnis.1482, [Fecha de consulta: 24 de mayo de 2016]. 1
Ley 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura.
2
Para una crítica de esta asimilación es muy interesante el artículo de Javier Rodrigo “El mal de la banalidad. Sobre algunas interpretaciones recientes de la violencia en España, su comparatividad con la Shoah, y otras categorías derivadas del análisis de los crímenes de la Segunda Guerra Mundial”, en La cause des victimes en Espagne et en Europe, (Casa de Velázquez de Madrid, de próxima aparición). Nosotros mismos abordamos someramente esta cuestión en ese mismo volumen en una contribución titulada “La sombra del Holocausto y la cuestión de las víctimas del franquismo”. Para una argumentación favorable a la consideración de la represión franquista como genocidio es muy interesante la entrevista realizada al sociólogo argentino Daniel Feierstein en Público, 27 de mayo de 2016. Para una visión contrastada sobre los límites de la expresión “represión franquista” y la necesidad de reconceptualizar el proceso a partir de la evidencia de la negación de la violencia ver Antonio Míguez Macho, “El concepto de práctica genocida y la cuestión de la impunidad en España”, en Peter Anderson y Miguel Ángel del Arco Blanco (ed.), Lidiando con el pasado. Represión y memoria de la guerra civil y el franquismo, Granada, Comares, 2014, pp. 231-249.
3
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Jesús Alonso Carballés
Dentro de este contexto de cierta “saturación” memorial, asistimos igualmente a un notable impulso de las políticas públicas destinadas tanto a eliminar los últimos restos simbólicos del franquismo, como a consolidar esa emergente memoria republicana. El objetivo de este capítulo es precisamente el estudio de esas políticas implementadas a favor de las víctimas republicanas en el marco geográfico de la Comunidad Autónoma Vasca. Es indudable que la rehabilitación simbólica de estas víctimas, a través de la erección de monumentos y esculturas conmemorativas en lugares públicos, ha experimentado una progresión considerable en esta última década. Pero, como analizaremos en este capítulo y contrariamente a una idea generalmente aceptada, en Euskadi se desarrollaron notables iniciativas memoriales hace varias décadas, en un contexto completamente ajeno al generado por la mencionada “recuperación de la memoria histórica”. De nuevo una perspectiva que tenga en cuenta la longue durée nos permitirá obtener una visión panorámica de este proceso complejo del fenómeno memorial relacionado con la Guerra Civil. A la hora de abordar esta producción simbólica, hemos manejado diferentes criterios en cada uno de los apartados que integran este extenso capítulo. En la primera parte ha prevalecido un criterio geográfico-temporal, con el objetivo de estudiar el nacimiento y la evolución de las políticas hacia el pasado en dos localidades con trayectorias memoriales contrapuestas. Para ello nos hemos centrado, por un lado en la localidad de Gernika, como muestra de una recuperación memorial iniciada en los años ochenta con pretensiones pedagógicas y de reconciliación, y por otro, en la localidad San Sebastián donde la recuperación memorial es un fenómeno reciente y presenta un carácter más reivindicativo. En los apartados siguientes hemos privilegiado criterios artísticos y estéticos, con el objetivo de poner de relieve las similitudes y las correspondencias que pueden establecerse entre diferentes monumentos repartidos por la geografía vasca, pero también las singularidades de aquellas iniciativas y propuestas más osadas. En la última parte, hemos incorporado el criterio de la condición de las víctimas homenajeadas con la idea de mostrar la diversidad de grupos sociales “simbólicamente rehabilitados”, en un proceso que sigue abierto como tendremos ocasión de comprobar.
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Una memoria de acero: los monumentos a las víctimas republicanas de la Guerra Civil y de la dictadura franquista
LA MEMORIA AL SERVICIO DE LA RECONCILIACIÓN: GERNIKA, DE CIUDAD MÁRTIR A SÍMBOLO DE LA PAZ El 26 de abril de 1937 sigue marcado a fuego en la memoria de la población de la localidad de Gernika. Esa tarde, la Legión Cóndor y la Aviazione Legionaria bombardearon durante más de tres horas la villa foral provocando un elevado número de muertos y heridos, la destrucción de más del ochenta por ciento de su casco urbano y el éxodo de centenares de personas que lo perdieron todo ese día4. Ochenta años más tarde la destrucción de la ciudad desde el aire sigue ocupando un lugar de excepción en la historia y en la memoria de la Guerra Civil por numerosas razones que transcienden el propio acontecimiento. La condición de cuna y símbolo de las libertades vascas, el desmentido de las autoridades franquistas seguido de la polémica en torno a la autoría, la cuestión de las responsabilidades y la repercusión internacional de la obra maestra de Pablo Picasso, son algunos de los factores que han contribuido de forma determinante a la difusión y proyección de la destrucción de la villa foral y a su transformación en símbolo universal5. Como apuntó Ludger Mees: Gernika es probablemente el lugar de la memoria vasco “par excellence”. No existe ningún otro lugar, ni personaje, ni símbolo en la memoria colectiva de los vascos que haya alcanzado una presencia tan importante como ha tenido y sigue teniendo esta pequeña población vizcaína ubicada a una distancia de unos 30 kilómetros de la capital, Bilbao. Además de esta presencia importante en el acervo memorístico vasco, Gernika cuenta con otras dos características que refuerzan su relevancia como lugar de la memoria: por una parte, su valor simbólico tiene un doble contenido y, por otra, su significado puede
La cuestión de las cifras de víctimas mortales del bombardeo de Gernika sigue abierta. José Ángel Etxaniz, Vicente del Palacio y el grupo de historia local Gernikazarra, que llevan décadas investigando el bombardeo y sus consecuencias, han recuperado en sus numerosos trabajos los nombres y apellidos de casi 160 víctimas mortales del ataque. Ellos mismos reconocen que es posible que el número de víctimas sea levemente superior, pero en cualquier caso no superaría los 200, “Memoria de bombas y niños”, El País, 22 abril de 2012. Por su parte, Xabier Irujo, tras un exhaustivo trabajo de documentación e investigación, recupera en su último libro (Gernika, Crítica, 2017) las cifras que en su momento avanzó el Gobierno Vasco y que elevaba el número de víctimas mortales por encima de las 1600 personas y el número de heridos hasta casi 900.
4
Es inevitable aludir a la obra de Herbert Southworth, La destrucción de Guernica. Periodismo, diplomacia, propaganda e historia, París, Ruedo Ibérico, 1975; Alberto Reig Tapia, “Guernica como símbolo”, en Carmelo Garitaonandia y José Luis de la Granja (ed.), La guerra civil en el País Vasco. 50 años después, Bilbao, Universidad del País Vasco, 1987, pp. 123-155.
5
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ser captado por otros colectivos humanos geográfica y socialmente muy alejados del colectivo de referencia más inmediato que es la sociedad vasca6. En el ámbito que aquí nos ocupa, más allá de los supuestos objetivos militares avanzados por los franquistas -el puente de Rentería y las fábricas de armamento quedaron intactas-, es notorio que el bombardeo y posterior ametrallamiento de los habitantes de la villa tenían como objetivo fundamental aterrorizar a la población civil contribuyendo así a doblegar la resistencia republicana vasca ante la ofensiva franquista iniciada a finales de marzo de 1937. La acción bélica superó ampliamente los objetivos estrictamente estratégicos y militares sobre el terreno para tratar de precipitar a la población hacia la resignación y la sumisión7. A pesar de estos antecedentes o, quizás, precisamente por ellos, desde los años ochenta los responsables políticos vascos y la población civil de Gernika han obrado de forma continuada, sin olvidar ni renunciar a su condición de víctima, para que la villa ocupe un lugar de excepción como símbolo universal de la paz, siguiendo así la estela dejada por la obra maestra de Picasso. El recuerdo individual del 26 de abril de 1937 ha estado siempre presente entre las personas que sufrieron directamente la destrucción de la ciudad y la muerte de sus familiares, pero su incorporación progresiva a la memoria colectiva de la sociedad vasca sólo pudo iniciarse tras la muerte del dictador y el desmontaje progresivo del mito franquista de la destrucción republicana de la localidad. Desde entonces, las conmemoraciones y los monumentos erigidos en la localidad han jugado un papel esencial en la consolidación y orientación de esa memoria colectiva a cuya evolución vamos a asomarnos ahora.
Gure aitaren etxea (La casa de nuestro padre), Eduardo Chillida (1988) La dimensión colectiva del recuerdo de la destrucción de la ciudad comenzó a gestarse en buena medida a mediados de los años ochenta, en el marco del 50 aniversario del conflicto bélico. Previamente, a
Ludger Mees “Guernica/Gernika como símbolo”, en José Luis de la Granja, Santiago de Pablo, Ricardo Miralles (ed.) Historia contemporánea. La Guerra Civil en el País Vasco: un balance histórico (2007) – II, nº 35, pp. 531.
6
Gabriele Ranzato, ha apuntado “el carácter prevalentemente terrorista del bombardeo de Guernica” cuyo objetivo era castigar “a los vascos como cuerpo extraño y hostil a la integración nacional […] como si se tratara de una población extranjera y enemiga”, en Gabriele Ranzato “Guerra civil y guerra total en el siglo XX”, en Ayer, nº 55, 2004 (3), p. 141.
7
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Una memoria de acero: los monumentos a las víctimas republicanas de la Guerra Civil y de la dictadura franquista
mediados de 1985, el departamento de Cultura y Turismo del Gobierno Vasco puso en marcha un Comité organizador de los actos conmemorativos del 50 aniversario del bombardeo de Guernica con el objetivo de programar y organizar los eventos que iban a desarrollarse en dicha efeméride. Impulsado por el ejecutivo vasco e integrado además por un representante de cada una de las tres diputaciones vascas y del ayuntamiento de la villa foral, este comité puso de manifiesto desde los primeros intercambios de ideas la necesidad de apoyarse en dicha conmemoración en términos de proyección internacional de la sociedad vasca, sin olvidar el aspecto conmemorativo. Así aparecía recogido ese espíritu en las notas de la primera reunión de contacto mantenida por el comité en junio de 1985: El 26 de abril de 1987 se cumplen 50 años del bombardeo de Guernica. El Gobierno Vasco y las Diputaciones Forales pretenden conmemorar el acontecimiento presentando a Guernica, corazón de Euskadi, como símbolo de paz y futuro. Para ello se pretende organizar una serie de actividades que realcen el aniversario y difundan a nivel mundial una imagen de Euskadi diferente a la que habitualmente se propaga8. La última frase es particularmente reveladora del peso que tuvo el terrorismo que entonces asolaba Euskadi, en la configuración y orientación de la recuperación del pasado en clave de paz y de porvenir. Entre las propuestas planteadas informalmente en ese primer encuentro encabezaba la lista la realización de un “complejo monumental creado por Eduardo Chillida y Luis Peña Ganchegui conjuntamente”9. Le seguían diversas proposiciones de claro contenido cultural como la elaboración de un largometraje sobre Gernika, la financiación de una ópera de Francisco Escudero García de Goizueta, el Maestro Escudero, la actuación de diversas orquestas sinfónicas, incluida la Filarmónica de Berlín, además de la organización de unas jornadas sobre la paz a las cuales se invitaría al “máximo número posible de Premios Nobel de la Paz”. El documento preparatorio se cerraba, ya entonces, con la sugerencia del traslado temporal del “Guernica” a Euskadi en algún momento del año conmemorativo.
Archivo Municipal de Gernika-Lumo (en adelante AMGL). La documentación consultada en este archivo administrativo, no responde a una clasificación habitual a la que podamos remitir al lector por lo que nos contentaremos con precisar de forma detallada la procedencia de los intercambios, informes, resúmenes aquí utilizados. Notas de la primera reunión de contacto celebrada el 28 de junio de 1985 por el comité embrionario redactadas por Miguel Bengoechea, Director de presupuestos del Gobierno Vasco, a Luis María Bandrés Unanue, Consejero de Cultura y Turismo del Gobierno Vasco, 1 de julio de 1985.
8
Tanto Eduardo Chillida como Luis Peña Ganchegui eran entonces figuras con una trayectoria reconocida en el mundo cultural vasco y a nivel internacional, como escultor y arquitecto respectivamente. Juntos habían colaborado en la configuración de notables espacios públicos en ciudades como Vitoria (Plaza de los Fueros) y San Sebastián (Peine del Viento).
9
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Aunque, como es bien sabido, el cuadro no abandonaría el Casón de Buen Retiro, sí que se materializarían una parte significativa de estas propuestas encaminadas a ensalzar el cincuentenario del bombardeo. El teatro Arriaga de Bilbao fue el escenario elegido para el estreno de la ópera Gernika de Francisco Escudero García de Goizueta, el 25 de abril de 1987. La película Lauxeta del realizador José Antonio Zorrilla, se inspiró de la destrucción de la ciudad, centrando su objetivo en recuperar de forma sensible la trágica trayectoria de las víctimas de la guerra, incluida la del destacado poeta que daba el título a la cinta10. La víspera del aniversario del bombardeo, la localidad vivió un nuevo “bombardeo simbólico”, con el lanzamiento desde el cielo de claveles sobre la localidad en una muestra de que la aviación debía servir para el acercamiento y la fraternidad entre los pueblos y no para la destrucción de la humanidad. También se organizó una “Mesa de historiadores”, en la que participaron, entre otros, Pierre Vilar, Herbert Southworth, Manuel Tuñón de Lara, Fernando García de Cortázar, Ángel Viñas y Jokin Apalategi. En el cementerio se inauguró una pequeña lápida memorial y se organizó un pasacalle en homenaje a Picasso. Ese mismo año del cincuentenario, para reforzar esta dinámica a favor de la paz, se constituyó por decisión unánime del Parlamento Vasco, el 6 de noviembre de 1987, el Centro de Investigación por la Paz Gernika Gogoratuz, con el objetivo de “contribuir con la reflexión científica al logro de una paz emancipadora y justa a escala mundial y en el País Vasco, en particular”. Paralelamente a las iniciativas de carácter institucional, la izquierda abertzale llevó adelante en ese cincuentenario un amplio programa de actividades impulsado por la Comisión Gernika 37-87, convirtiendo el aniversario en un marco privilegiado de sus reivindicaciones y proyecciones políticas a nivel internacional con la organización de una Convención internacional por la Paz y la Soberanía, y una amplia movilización popular animada por destacadas citas culturales, conciertos, conferencias y debates con una claro trasfondo político11. Por lo que se refiere al monumento, el 26 de febrero de 1986, tuvo lugar el primer encuentro oficial del comité cuyas actas dan cuenta de los contactos establecidos con Chillida para que se encargara de realizar el monumento conmemorativo del 50 aniversario del bombardeo con la idea de que “fuese un símbolo del avance de un pueblo hacia el progreso”. Según el acta de la reunión, el artista donostiarra había acogido la idea con verdadero entusiasmo. Para materializar el proyecto, el
Lauxeta (1987) de José Antonio Zorrilla. El País tituló su crónica “Una película antibélica conmemora el cincuentenario del bombardeo de Gernika”, 26 de abril de 1987. 10
11
Egin, 26 de abril de 1987.
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Gobierno Vasco, inspirador e iniciador de la idea del monumento, suscribió a finales de noviembre de 1986 un convenio de colaboración con el Ayuntamiento de Gernika. En la exposición inicial de los principios de dicho acuerdo se ponía de relieve la trascendencia acordada al mismo por la Consejería de Cultura y Turismo, dirigida por Luis María Bandrés Unanue, y su alcance simbólico: En el marco de las actuaciones que el Departamento de Cultura y Turismo tiene previsto llevar a cabo durante el año 1987 con motivo de la conmemoración del 50 aniversario de la destrucción de Gernika, ocupa un lugar destacado el proyecto consistente en erigir, en la referida villa foral, una escultura monumental inspirada en los valores de la paz, la tolerancia, la libertad y la fraternidad entre los pueblos12. El acuerdo preveía la aportación de cincuenta millones de pesetas con cargo al presupuesto de la Comunidad Autónoma de 1986, y la posibilidad, si fuera necesario, de incrementar dicha suma recurriendo a las cuentas del año siguiente13. Este considerable respaldo económico por parte del ejecutivo vasco era una sólida garantía para la viabilidad del proyecto y un argumento de peso en los debates que animaron el pleno municipal en los meses previos a su realización. En octubre de 1986, el pleno del ayuntamiento aprobó el convenio por once votos a favor (PNV, EE y PSOE), una abstención y tres votos en contra (HB)14. Los concejales de Euskadiko Ezkerra, pese a su voto favorable, no dejaron de señalar que si bien el proyecto caminaba por buena vía se inquietaban por el resto de actividades programadas y, sobre todo, consideraban imprescindible impulsar una iniciativa propia y local que debía partir del propio ayuntamiento. El bombardeo de Gernika podía tener una dimensión universal pero no por ello había que olvidar su profunda significación local. Por su parte, los concejales de la coalición Herri Batasuna (HB), manifestaron su oposición al proyecto al considerar que el mensaje de paz que se pretendía transmitir a través de dicho monumento era sólo un artificio. Así lo hicieron constar en su intervención en el pleno:
AMGL, Convenio de acuerdo firmado entre el Consejero de Cultura del Gobierno Vasco, Luis María Bandrés Unanue, y el alcalde de Gernika, Juan Luis Zuzaeta Arrunategi, 26 de noviembre de 1986. 12
Ibidem. En contrapartida el ejecutivo demandó que se hiciera constar en la escultura que su construcción había sido posible gracias a los fondos del Gobierno Vasco y se reservaba un derecho de actuación en relación a las intervenciones que tuvieran lugar tanto en el futuro monumento como en el espacio en el que iba a ser ubicado. 13
14
AMGL, Acta del pleno del ayuntamiento de Gernika celebrado el 16 de octubre de 1986.
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HB desea los valores de la paz, la tolerancia, la libertad y luchamos por ello, desde nuestro puesto, intentando conseguir una paz verdadera, no la de los vencidos, capaz de llenar los conceptos de tolerancia, libertad y fraternidad. Es, sin embargo, una vaciedad hablar de paz cuando no se ponen medios para conseguirla. Es falso hablar de ella y erigir monumentos en su nombre en un pueblo - Gernika - símbolo de una nación oprimida que lucha por su supervivencia, durante muchos decenios, sin haber conseguido aún, para sí esa paz tan mentada. Es curioso además, que la idea del monumento venga más o menos, de las mismas cabezas pensantes que en su día, no hace muchos meses defendían a la OTAN, organización guerrera y enemiga de la paz y la libertad de los pueblos. HB defiende la paz para nuestro pueblo y la desea para todos los pueblos del mundo y es por ello que defiende la negociación con el Estado opresor como vía para conseguir para Euskadi sobre bases de dignidad y libertad. Nos parece, también un despilfarro el gasto enorme que éste representa en un momento de crisis galopante y de paro, teniendo en cuenta que nuestro pueblo no ha conseguido para sí la paz que el monumento representa15. Más allá de esta última referencia de contenido socioeconómico, la intervención revelaba la instrumentalización que el nacionalismo radical iba a realizar de cualquier iniciativa que estuviera encaminada a ofrecer una imagen de normalidad de Euskadi para exponer su propia visión del “conflicto” y defender la necesidad de una “paz alternativa”. En su respuesta, el concejal del PNV Eduardo Vallejo, se alegró de que los miembros de HB también estuvieran a favor de la paz en su declaración, para afearles a continuación que ETA tuviera secuestrado a un militante del PNV desde hacía más de una semana16. En el pleno también se defendió la inversión como un futuro atractivo turístico de la localidad. El 24 de febrero de 1987, el ayuntamiento firmó el acuerdo con Eduardo Chillida para que realizara el monumento. El acuerdo no contaba con bocetos previos aunque el artista sí avanzó entonces
15
Ibidem.
Se trataba de Lucio Aguinagalde Aizpurúa histórico militante del PNV que tenía entonces 69 años. Pequeño empresario que se había negado a pagar el impuesto revolucionario. ETA exigió un rescate económico para su liberación. Tras dieciocho días de cautiverio fue liberado a principios de noviembre de 1986 por un grupo especial de la Ertzantza comandado por Genaro García de Andoain, delegado para Asuntos de Policía del Gobierno Vasco y amigo personal del secuestrado que perdió la vida en la operación. El País, 17 de octubre de 1986. “El delegado de la Ertzantza murió cuando retiraba las piedras de la entrada a la cueva”, El País, 4 de noviembre de 1986. 16
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algunos detalles de la escultura memorial. El monumento sería realizado en hormigón de 50 cm. de grosor, con unas dimensiones de ocho metros de altura por siete de largo y otros tantos de ancho. En su interior estaba prevista la colocación de una pieza escultórica, una estela de acero esculpida por el propio Chillida17. El presupuesto para la realización del proyecto en todos sus detalles desde la concepción hasta la instalación definitiva quedó fijado en veinte millones de pesetas18. El artista se comprometió a entregar en marzo una maqueta del monumento de hormigón y la escultura de acero antes del 26 de abril de 1987. No obstante, a esas alturas era evidente que, dadas las dimensiones de la obra proyectada y las fechas del calendario, era imposible que estuviera concluida para celebrar el cincuenta aniversario como se había previsto inicialmente. El monumento sería finalmente inaugurado un año más tarde, el 26 de abril de 1988. Para idear su escultura monumental Gure aitaren etxea (La casa de nuestro padre), Chillida se inspiró directamente de un poema casi homónimo Nire aitaren etxea (La casa de mi padre, 1963) donde el poeta Gabriel Aresti exaltaba la defensa a ultranza del solar familiar. Así se refería el propio escultor a la significación de su obra: La obra de Gernika, Gure Aitaren Etxea (La casa de nuestro padre), tiene algo de casa y algo de barco, es un gran ábside abierto con un enorme hueco, a través del cual se comunica con el árbol de la Casa de Juntas al fondo. Me he asido a la idea porque el árbol me parece idóneo para representar a un pueblo. Es un símbolo de vida, pero de una vida que no se mueve de lugar. Significa que ese pueblo ha hallado la tierra con la que se identifica. Yo a la vez me siento identificado en el árbol, con todos los árboles de todos los lugares. Como persona sigo alimentándome de la misma fuente, siguen inspirándome las mismas cosas. Las cosas conforman el espacio, pero este lo sostiene todo, a las mismas cosas que conforma, me explica y explica así el substrato de todas las raíces, de todos los árboles, de todas las tierras, que en el Planeta han sido y serán. Una idea entre poética y astronómica, que yo quería transmitir19.
17 Archivo Municipal de Gernika-Lumo, Acuerdo firmado entre el alcalde Juan Luis Zuzaeta Arrunategi y el artista Eduardo Chillida Juantegui para la realización de una escultura monumental en Gernika, 24 de febrero de 1987. 18
Ibidem.
19
http://www.museochillidaleku.com/raices/2.1.7_es.html [Fecha consulta: 15 de mayo de 2016].
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Realizada integralmente en hormigón, la obra presenta unas dimensiones verdaderamente colosales. Los muros de la gran figura elíptica presentan un espesor de 75 centímetros por una altura de casi 8 metros con un desarrollo exterior de más de 18 metros y un peso que supera las 180 toneladas. En la proa de esa “casa-barco”, una apertura polilobulada rompe la solidez del conjunto y constituye un elemento esencial al permitir conectar visualmente y simbólicamente el espacio memorial creado con la casa de Juntas y el árbol de Gernika. Hoy, lamentablemente, ese componente simbólico esencial para Chillida en la articulación y en la ubicación del monumento ha desaparecido por completo. Los árboles del Parque de los Pueblos de Europa se interponen entre ambos lugares e impiden cualquier contacto visual entre ellos rompiendo así la conexión íntima entre los dos espacios memoriales tan deseada por el artista.
Gure Aitaren Etxea, Eduardo Chillida, 1988, visión lateral y posterior, (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2012)
A aligerar ese aspecto macizo contribuyen igualmente dos aperturas circulares en cada uno de los extremos superiores del muro. Una de ellas, de forma totalmente casual, apunta hacia el monte donde se encuentra Santimamiñe, conocida cueva de pinturas paleolíticas incluida dentro del patrimonio de la humanidad de la Unesco. La intención simbólica del monumento y del autor aparece así reforzada accidentalmente al permitir enlazar el símbolo tradicional de las libertades vascas con la cueva ancestral, cuna de la civilización en lo que el propio Chillida consideró “un regalo añadido a la obra”20. En el interior del espacio conformado por los muros se ubica una estela funeraria de acero, “un símbolo de paz”, según el propio escultor, que servía además como punto de referencia y eje vertebrador de la obra en relación con el árbol de Gernika21.
20
El Correo Español - El Pueblo Vasco, 27 de abril de 1988.
21
El País, 5 de noviembre de 1987.
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La inauguración del conjunto monumental se realizó en presencia del Lehendakari, José Antonio Ardanza, acompañado por la casi totalidad del ejecutivo vasco, además del embajador de la República Federal de Alemania en España, Guido Brunner, y de representantes de la República italiana. En su alocución, el Lehendakari apeló a que el monumento se convirtiera en la “casa de la libertad y la paz de Gernika y de todo el mundo”22, ratificando el objetivo del ejecutivo Estela de Guernica I, Eduardo Chillida, 1988, (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2012) vasco de hacer de la villa foral un estandarte de paz en una sociedad que seguía sufriendo en sus propias carnes los azotes de la violencia. El propio alcalde de la localidad Juan Luis Zuzaeta insistió en considerar la obra como “una ventana a la libertad y fraternidad de los vascos” en una clara lectura presentista. La ceremonia, en la que se descubrió la estela funeraria en honor de las víctimas ubicada en el interior del monumento, concluyó con la suelta de un centenar de palomas, reconfortando así el espacio como símbolo universal de la paz23.
22 El Correo Español - El Pueblo Vasco, 27 de abril de 1988. Además de las numerosas autoridades provinciales y locales asistieron a la ceremonia un millar de personas.
Ya el 10 de abril de 1987, el Pleno Ordinario del Parlamento Vasco había acordado aprobar una Proposición no de ley, en cuyo texto apelaba a conmemorar el cincuenta aniversario del bombardeo. Entre otros aspectos, el texto defendía “Simbolizar en la población inmolada en Gernika el homenaje del Parlamento a todas las víctimas del fascismo” y “ratificar el significado que Gernika universalmente tiene reconocido como símbolo no sólo de paz y reconciliación, sino también de libertad, de demanda de autogobierno y de concepción democrática de la convivencia entre las personas y los pueblos, acreditada en las urnas durante los últimos años en clara expresión de la voluntad mayoritaria del pueblo vasco que nadie puede legítimamente suplantar”. Parlamento Vasco: Núm. expediente: 03\11\02\01\0007 Boletín del 23.04.1987: Sobre la celebración del 50 aniversario del bombardeo de Gernika, adoptada como consecuencia de las formuladas por los Grupos Parlamentarios Eusko Alkartasuna y Euskadiko Ezkerra. 23
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Dadas sus dimensiones, el peso del artista en el arte vasco e internacional y la carga simbólica del lugar, Gure aitaren etxea se convirtió inmediatamente en un monumento referencial a la hora de evocar el recuerdo de las víctimas del bombardeo de Gernika. Una posición que sigue conservando, aunque sea hoy de forma compartida ya que no es el único monumento erigido en la ciudad en recuerdo de lo ocurrido aquel fatídico 26 de abril de 1937. En realidad ni siquiera fue el primero. Un año antes, ante la imposibilidad de contar con la obra de Chillida para conmemorar el cincuentenario, el ayuntamiento impulsó la realización de una obra, de carácter mucho más modesto, diseñada por el arquitecto municipal, Jesús Aldama. La obra, en la que es perceptible la influencia de Jorge Oteiza, invierte el modelo de la estela tradicional al vaciar un cubo de piedra de un metro con un gran vano circular. En la parte delantera de la obra, grabada sobre la propia piedra puede leerse la inscripción “Gernikako bonbaketan hildakoen oroimenez, 1937-1987 apirilak 26” (En homenaje a los muertos en el bombardeo de Gernika, 26 de abril, 1937-1987). Pese a su depurada sencillez, la ubicación en los jardines del Ferial, en el centro neurálgico de la localidad, contribuyó a que este monumento formara parte de los lugares destacados en las celebraciones conmemorativas de cada 26 de abril a finales de los años ochenta24. Sin embargo, la competencia posterior de obras de mayor proyección simbólica y artística, evocadas en este capítulo, provocó su marginación progresiva hasta el punto de ser hoy ampliamente desconocido entre la propia población de la localidad. De hecho, como vamos a ver a continuación, son numerosos los monumentos dedicados a recordar las víctimas del bombardeo que han ido poblando la ciudad desde finales de los años ochenta hasta hoy en lo que parece un irrefrenable torrente memorial.
Large figure in a shelter (Gran figura en un refugio), H. Moore (1986)
Estela funeraria, Jesús Aldama, 1987, (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2012)
24
Poco más de un año después de la inauguración de la obra de Chillida, En 1989, el entonces Ministro de Cultura, el escritor Jorge Semprún, y el consejero de Cultura del Gobierno Vasco, Joseba Arregi, decidieron impulsar la compra de la obra de Henry Moore,
Aldaba, nº 69, mayo-junio 1994.
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Large figure in a shelter (Gran figura en un refugio), para su instalación en Gernika. Creada entre 1985 y 1986, se trata de una obra ejecutada en bronce caracterizada por sus grandes dimensiones con más de siete metros de altura y un peso de veinte toneladas, proporciones poco habituales en el escultor británico. La elección de esta escultura para su ubicación en la villa foral obedece a varios criterios relacionados tanto con la temática propuesta como con el contenido artístico. Como en el caso de Chillida, se trata de una escultura abierta, una composición semicircular que acoge en su interior lo que puede interpretarse como una figura humana. El conjunto escultórico aparece marcado por sus amplios volúmenes curvilíneos que pueden ser contemplados como un gran caparazón del cual parece surgir una silueta femenina, pero que puede ser también interpretado como una persona saliendo del refugio después del bombardeo. El embrión de una nueva vida después de la catástrofe. Xabier Sáenz de Gorbea relacionó la pieza con la serie “War Helmets”, realizada por Moore entre 1939 y 1975, consistente en una serie de cascos con una intención de protección. La obra instalada en Gernika parte, sin embargo de un nuevo planteamiento al abrirse al exterior. Según Sáenz de Gorbea: El casco se muestra partido en dos y da la idea de cascarón orgánico, abierto y receptivo, de cuyo núcleo surge un elemento autónomo con forma de mujer. La escena tiene carácter de renacimiento, de volver al exterior. Es una superficie cambiante, de volúmenes curvos, cóncavos y convexos, móviles y táctiles, como semilla de voluntad capaz de superar los problemas, por muy graves que sean25.
Large figure in a shelter, Henry Moore, 1985-1986, (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2012)
Xavier Sáenz de Gorbea, Arte Público en Bizkaia, Urdaibai, Bilbao, Dirección general de Promoción Turística, 2007, pp. 30-31. 25
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Tras ser transportada desde Inglaterra en tres piezas, la obra fue instalada en Gernika el 7 de julio de 1990, en un acto que contó, además de diversas autoridades locales, con la destacada presencia del Lehendakari, José Antonio Ardanza, el ministro de Cultura, Jorge Semprún, el consejero de Cultura, Joseba Arregi, Sir Alan Bownes, director de la Fundación Henry Moore y Joachim Becker, alcalde de Pforzheim, ciudad alemana que sufrió las dramáticas consecuencias de un bombardeo aliado en febrero de 1945 y que había establecido un acuerdo de hermanamiento con Gernika en 1989. En su alocución, Jorge Semprún se refirió al objetivo de la obra, más allá de recordar exclusivamente el bombardeo, la escultura era una muestra de “la repercusión universal que tuvo en la conciencia de la humanidad aquel acto de terrorismo”26, consideración que resonaba entonces como un eco directo de la violencia persistente entonces en Euskadi. Ubicada a escasos metros de Gure aitaren etxea, Chillida colaboró en la búsqueda del lugar idóneo para su instalación, ambas obras establecen un diálogo fructuoso y necesario. Hay que tener en cuenta que la obra de Moore no fue concebida explícitamente para conmemorar el bombardeo, pero su composición, la disposición de las figuras y su ubicación permiten que se integre plenamente en el entorno simbólico creado por el artista vasco. Las dos obras configuran, a nuestro modesto entender, un conjunto monumental notorio en el Parque de los Pueblos de Europa que ha contribuido a consolidar la localidad de Gernika como una referencia simbólica, pero también artística, a nivel internacional.
Diálogo entre Gure Aitaren Etxea, Eduardo Chillida, 1988 y Large figure in a shelter, Henry Moore, 1985-1986, (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2014)
26
La instalación de esta obra generó diversas polémicas. Por un lado, a nivel artístico, el escultor vasco Jorge Oteiza reactivó el enfrentamiento histórico que mantenía públicamente desde hacía décadas con Eduardo Chillida, al acusarlo de nuevo de plagio y calificar las dos obras instaladas en la villa foral como “engendros decorativos infantiles” para una “basura de ciudad”27. Por otro lado, a nivel social, el elevadísimo precio pagado por la obra, 600 millones de pesetas, aportados a partes iguales por el ministerio de Cultura
“Inauguración de la escultura de Henry Moore en Gernika”, en Aldaba, nº 48, 1990, pp. 16-17.
“Oteiza contra Chillida”, El País, 7 de julio de 1990. Carlos Martínez Gorriarán, Jorge Oteiza, hacedor de vacíos, Madrid, Marcial Pons, 2011, p, 366. 27
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del Gobierno central y por el departamento de Cultura del Gobierno Vasco, fue considerado por muchos como un auténtico dispendio de fondos públicos. Los argumentos utilizados para justificar el importe fueron, además de la consideración internacional de su autor como uno de los más grandes escultores del siglo XX, las dimensiones considerables de la obra, tres veces mayor que las referencias habituales del artista y el hecho de que sólo había sido fundida en dos ejemplares.28 Por otro, a nivel político local, la adquisición e instalación en Gernika de la escultura de Moore fue contemplada como una suerte de compensación del desagravio permanente por la negación sistemática desde las instancias gubernamentales de Madrid a autorizar el traslado y exhibición del cuadro de Picasso en la localidad vasca. “¿Pero qué ocurre con el “Guernica” de Picasso?” se preguntaba uno de los redactores de la revista local Aldaba en el mismo número que recogía la información de la inauguración de la obra de Moore. “¿No es verdad que él mismo, sin duda, es la mayor representación simbólica del caos y el terror que vivió nuestra villa aquel 26 de abril del 37?”29. Previamente a su inauguración, en el pleno del ayuntamiento que había tenido lugar en junio, un concejal de EA había planteado preguntas similares: “¿Por qué el Gobierno Central y el Gobierno Vasco han donado generosamente la escultura? ¿Qué hay de la reivindicación del Picasso?”30. Por su parte, la Comisión popular investigadora del bombardeo, Gernika 37-87, próxima al mundo abertzale, calificó la compra de la escultura de “operación mercantilista”, acusando al ministerio de Cultura de querer “colocar en Gernika una escultura que no viene al caso y a un alto precio. Aún más grave es que, con ello, el gobierno de Madrid quiera disimular el expolio que está protagonizando con el “Guernica” de Picasso”31. Las acusaciones fueron rebatidas desde la alcaldía que negó haber renunciado a seguir reclamando la presencia del cuadro en la villa foral bajo el popular lema de “Guernica Gernikara” (El “Guernica” a Gernika)32.
“Una escultura de Henry Moore para Gernika”, El País, 4 de octubre de 1989. La segunda escultura se encuentra en la propia fundación Henry Moore en Perry Green (Hertfordshire), al norte de Londres. 28
29
“Con ella llegó la polémica”, en Aldaba, nº 48, 1990, pp. 17.
30
“La escultura de Henry Moore, la manzana de la discordia”, en Aldaba, nº 48, 1990, p. 7
31
“Una escultura más para la polémica”, en Aldaba, nº 41, septiembre-octubre 1989, p. 21.
32 AMGL. No obstante, ello no fue óbice para que la corporación municipal agradeciera expresamente la adquisición de la obra de Moore para la villa. La comisión de gobierno integrada por el PNV, EE y PSE celebró el 6 de noviembre de 1989 una sesión en la que acordó por unanimidad agradecer a Jorge Semprún y a Joseba Arregi “la colaboración y el interés mostrados por esta Villa en aras de su desarrollo cultural contribuyendo a la adquisición y ubicación de la obra de Henry Moore”.
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La demanda de la exhibición del cuadro en la localidad ha sido una constante desde los años ochenta. El propio Semprún recordó en la inauguración de Large figure in a shelter que el “Guernica” era un cuadro muy frágil y difícil de trasladar, posición que ha sido renovada y mantenida por todos sus sucesores. Esta negativa institucional, apoyada reiteradamente en informes técnicos que desaconsejan su traslado, ha sido contemplada en Euskadi desde diferentes sectores sociales, como una repetida e intolerable ofensa que respondería más a razones políticas, relacionadas con la negativa a reconocer la implicación de las autoridades españolas en el bombardeo, que a motivaciones exclusivamente conservacionistas. La conocida expresión “Euskadi se lleva las bombas, y Madrid, el arte”, pronunciada por el presidente del PNV, Xabier Arzalluz, resume el estado de ánimo de muchos vascos con respecto a este “litigio” persistente, renovado con cierta frecuencia y que alcanzó uno de sus puntos álgidos en el momento de la inauguración del Museo Guggenheim en Bilbao33. En 1997, coincidiendo con el sesenta aniversario del bombardeo, ante la imposibilidad de contar con la obra original, el ayuntamiento instaló en una pared de la calle San Juan un mural cerámico del cuadro de Picasso a tamaño real realizado por Fernando Bilbao y la empresa Cerámicas Queralt de Berga, localidad catalana hermanada con Gernika.
Mural cerámico que reproduce a escala real el “Guernica” de Picasso realizado por Ceràmiques Queralt. El lema para demandar la exhibición del cuadro en Gernika fue añadido posteriormente, (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2013)
En el marco del setenta aniversario del conflicto, se produjo una reactivación de las demandas para que el cuadro fuera exhibido en la villa vasca y aunque hubo posicionamientos favorables al traslado de peso, las líneas prefijadas continuaron inamovibles34. En 2007, no llegó el “Guernica”, pero el Museo de la Paz sí acogió una notable exposición de
El País, 15 de mayo de 1997. El escritor Antonio Muñoz Molina dio réplica al político vasco en “El pasado balcánico”, El País, 28 de mayo de 1997. 33
En este contexto, la demanda contó incluso con el apoyo público del antiguo director del MACBA y antiguo patrono del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Daniel Giralt-Miracle, ver “El último viaje del Guernica”, El País, 26 de mayo de 2006. 34
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bocetos y dibujos preparatorios del cuadro de Picasso que permitían seguir la evolución del proceso creativo de la obra maestra del pintor malagueño35. Si volvemos de nuevo a los monumentos, podemos señalar que las obras de Chillida y de Moore han sido, desde su instalación, objeto de frecuentes pintadas, agresiones y grafitis diversos. La obra de Moore es igualmente más propensa a sufrir los efectos de las inclemencias climatológicas. En 1992, la escultura fue restaurada por primera vez para eliminar las inscripciones realizadas sobre sus superficies, un proceso repetido en diversas ocasiones de forma parcial hasta que en 2010 la obra fue restaurada integralmente. Una operación que supuso entonces un desembolso para las arcas municipales de 30.000 euros36. No obstante, hoy en día, sigue mostrando las huellas de nuevas agresiones e incivilidades sucesivas. Por su parte, la obra de hormigón de Chillida ha sido con frecuencia utilizada como soporte de grafitis y pintadas de carácter político en relación con la situación de violencia que vivía el País Vasco: símbolos de ETA, “Gora ETA” (Viva ETA), “MILI=KAKA”, “Madero=Mierda”, “Perro=Zipaio” y otras muchas… Los técnicos municipales han intervenido en incontables ocasiones para borrar esas y otras pintadas. El atropello de los bienes culturales ubicados en el espacio público es, sin duda, uno de los frentes que continúa abierto en relación con la conservación del arte en general y de los monumentos en particular. Máxime en los casos estudiados en este trabajo, cuya función es precisamente mantener vivo el recuerdo de las víctimas y comportan por lo tanto una indudable significación política. Como hemos podido ver en estos dos casos, una parte de la ciudadanía no siempre ha mostrado la sensibilidad y el respeto necesarios ante el significado de estas obras de arte, donde la creación artística se pone al servicio de la preservación de la memoria. En 2007, con motivo de una reunión pública de artistas vascos en San Sebastián para denunciar la falta de sensibilidad de las instituciones hacia los derechos de autor y el arte en el espacio público, Luis Chillida denunció entonces que “daba vergüenza” contemplar la obra de su padre en Gernika debido al estado de abandono en el que, según él, se encontraba37. La familia del artista vasco ha enviado en diversas ocasiones cartas al ayuntamiento de la localidad exigiendo medidas para evitar las reiteradas agresiones a la obra38. Las autoridades
El ayuntamiento editó para la ocasión un cuidado volumen con la participación de destacados historiadores y la reproducción de los estudios y bocetos expuestos, Picasso-Gernika, 70 aniversario, Gernika, Ayuntamiento de Gernika-Lumo, 2007. 35
36
“El museo agraviado de Urdaibai”, El Correo, 30 de abril de 2010.
37
“Los artistas acusan”, El Diario Vasco, 10 de mayo de 2007.
38
“Esta escultura no es la misma”, El País, 28 de octubre de 2011.
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locales se han planteado en estos últimos años la posibilidad de instalar cámaras para incrementar la vigilancia del espacio memorial. Es posible que esta iniciativa hubiera permitido la disminución de las agresiones pero nadie puede asegurar que éstas hubieran desaparecido completamente. Convendría aquí distinguir entre aquellas agresiones y ataques premeditados en contra de unas creaciones artísticas de claro significado pacifista - es el caso de algunas pintadas de claro contenido político frecuentes hace algunos años-39, y aquellas otras nacidas como consecuencia de la falta de civismo de sus autores, una dinámica igualmente reprochable, ampliamente extendida y que afecta por igual a obras de arte público sin la significación política y memorial de las obras de Chillida y de Moore40. Como tendremos ocasión de comprobar más adelante, no son los únicos monumentos o esculturas relacionados con la recuperación de la memoria de la guerra que han sido objetos de agresiones o de ataques en estos últimos años.
Del Mausoleo de las víctimas del bombardeo de 1937 (1995) a Agonía de fuego de Néstor Basterretxea (2012) Lejos de conformarse con este notable espacio memorial creado por las obras de Chillida y Moore, la localidad de Gernika no ha cejado en su empeño de mantener vivo el recuerdo del bombardeo y de las víctimas de aquel 26 de abril de 1937. Desde la conmemoración del cincuenta aniversario en 1987, Gernika, que ya contaba con una fuerza simbólica excepcional, se ha convertido en el principal vector de la memoria de la guerra y de las víctimas del conflicto en Euskadi. En el plano simbólico y desde organismos institucionales no se ha impulsado sin embargo una memoria traumática sino que se ha pretendido hacer de Gernika la punta de lanza de una dinámica memorial pacifista y solidaria con el objetivo de contribuir, a su manera, a consolidar alternativas pacíficas al contexto de violencia política permanente en el que ha vivido la sociedad vasca en las últimas décadas. No queremos decir con ello que no existan reivindicaciones políticas en relación con el bombardeo, al contrario. La exigencia del reconocimiento de responsabilidades al gobierno español es una constante desde los años ochenta, - el gobierno alemán ya lo hizo en
39
“Inaceptable”, El Correo, 30 de abril de 2010.
40
“Chillida, el gran maltratado del arte al aire libre”, El Correo, 30 de abril de 2010.
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199741-, la demanda de compensaciones económicas por las pérdidas materiales y humanas ocasionadas también, sin olvidarnos, de las sucesivas campañas para que el “Guernica” se exponga en la ciudad. Pero esas exigencias, que persisten hoy en día, apenas han influido en el carácter de buena parte de las iniciativas simbólicas y monumentales de naturaleza diversa emprendidas en la localidad. A mediados de los noventa, el alcalde de Gernika, Eduardo Vallejo, impulsó la construcción de un Mausoleo dedicado a las víctimas del bombardeo de Gernika en el cementerio municipal con el objetivo de dignificar y añadir solemnidad a una ceremonia oficial en recuerdo de las víctimas del bombardeo que hasta entonces se repartía por diferentes puntos de la ciudad. El mausoleo, diseñado por el arquitecto Fernando Galdeano y Arana, fue situado en el cementerio de Zallo, al final de la explanada que se abre frente a la puerta del camposanto guerniqués. La construcción se configura como un templete clásico, inspirado de los frecuentes humilladeros existentes en el paisaje rural vasco, conformados por pequeñas ermitas con cubiertas a dos aguas, cerradas con muros laterales de piedra y amplios atrios en su parte frontal42. La obra presenta dos alturas, la primera emerge sobre el camino del cementerio y hace las veces de atrio de entrada que cobija un altar realizado en mármol de Ereño sobre el cual aparecen escrita en letras metálicas la expresión latina PAX. En la base del frontón figura la leyenda “1937, APIRILAK 26” (26 de abril de 1937). La segunda, semienterrada, corresponde al espacio dedicado a la cripta. En el muro del fondo una ventana-vidriera permite la iluminación natural de la misma. Desde 1995, este hipogeo acoge un sarcófago con los escasos restos de las víctimas del bombardeo, de los refugiados y combatientes republicanos, que pudieron recuperarse tras los traslados y remodelaciones del cementerio43.
“Alemania reconoce su culpa en el bombardeo de Gernika por la Legión Cóndor hace sesenta años”, El País, 28 de abril de 1997. El presidente alemán, Roman Herzog asumió entonces en nombre de su país la responsabilidad del ataque aéreo de la Legión Cóndor el 26 de abril de 1937 reconociendo “la culpa de los aviones alemanes” y solicitando perdón a los habitantes de Gernika. La iniciativa de tal reconocimiento había partido de la diputada de los Verdes Petra Kelly, que desde finales de los ochenta batalló para que el Bundestag reconociera y pidiera disculpas por la participación del régimen nazi en la destrucción de la ciudad. 41
AMGL, Memoria del Mausoleo de las víctimas del bombardeo de 1937, Fernando Galdeano y Arana, 1994. Archivo municipal de Gernika-Lumo. El coste total de la realización de la obra ascendió a más de 16 millones de pesetas. 42
Aldaba, nº 74, marzo-abril 1995. Las referencias sobre los restos han sido consultadas en la relación del mapa de fosas de Euskadi que puede consultarse en la siguiente página web: http://www.euskadi.eus/contenidos/ informacion/fosas_franquismo_backup/es_fosas2/index.shtml [Fecha de consulta: 16 de febrero de 2016] 43
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Desde su construcción, este espacio se ha convertido en el escenario central de las ceremonias oficiales y ofrendas florales que tienen lugar cada 26 de abril, con la asistencia de destacados representantes de las instituciones vascas, asociaciones vecinales, grupos de memoria e invitados procedentes de diferentes lugares del mundo con los que la villa de Gernika mantiene una estrecha relación (Pforzheim, Hiroshima, Nagasaki…).
Mausoleo dedicado a las víctimas del bombardeo de Gernika en el cementerio de Zallo (1995). (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2014)
Desde un punto de vista simbólico, el espacio memorial creado en torno a este mausoleo, se ha visto vio reforzado con la recuperación e instalación en el muro próximo de dos destacados complementos: una losa memorial con el emblema de Euzko Gudarostea creada por Chillida en los años ochenta en recuerdo de los refugiados guipuzcoanos que murieron durante la guerra en la localidad y la campana de la iglesia de San Juan destruida en el bombardeo, cuyo tañido ha sido incorporado al ritual conmemorativo de cada 26 de abril.
En ese mismo muro, aunque algunos metros antes de llegar al mausoleo, se instaló en el año 2008 una placa metálica en la que aparecen recogidos los nombres de los más de 250 prisioneros republicanos fallecidos entre 1938 y 1940 en el Hospital Militar Penitenciario de prisioneros de Guerra de Gernika44. Más cercano a nosotros, en junio de 2017, la Diputación de Gipuzkoa impulsó la instalación en ese mismo espacio de un monolito de acero que recuerda los nombres de 82 gudaris, 72 de ellos guipuzcoanos, muertos en combate y enterrados en una fosa común del cementerio. Placa de Chillida y antigua campana de la iglesia de San Juan, incorporadas al espacio memorial del mausoleo posteriormente, (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2014)
La placa porta la mención siguiente en euskara y castellano: “En memoria de todas y cada una de las personas fallecidas en el Hospital Militar Penitenciario de prisioneros de Guerra de Gernika-Lumo (1938-1940). Con nuestro profundo respeto y afecto por su compromiso con la libertad y con la democracia. Para profundizar en este capítulo poco conocido Cfr. José Ángel Etxaniz y Vicente Palacio Sánchez (Gernikazarra) “Morir en Gernika. El Hospital Penitenciario, Militar de Gernika, 1938-1940”, en Aldaba, nº 122, Abril-Mayo de 2003. 44
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Este espacio memorial, originado en torno a la memoria del bombardeo pero al que se han ido agregando nuevas víctimas de otros episodios del conflicto, constituye la muestra fehaciente de la capacidad integradora de la dinámica memorial impulsada en Gernika a favor de la paz, alejada de cualquier exclusivismo y capaz de dar cobijo también a la memoria de otras víctimas del conflicto. En 1997, diez años después de un cincuentenario marcado por una gran participación institucional y ciudadana, la celebración del sesenta aniversario tuvo un carácter más local y modesto. Aun así, también ese año la conmemoración dio pie a la edificación de un nuevo monumento en sus calles. En esta ocasión fue el artista guipuzcoano Jon Iturrarte quien donó a Gernika una escultura conmemorativa configurada “como lugar y ámbito de refugio para un profundo y sostenido dolor”. Fuertemente influenciado por la cultura popular vasca y los mitos relacionados con el mundo agrícola, Iturrarte concibió su obra Marimeta (1997) a partir de la forma de una meta (almiar) de hierba, tan característica en las estampas de los caseríos y del mundo rural vasco. La obra, realizada a partir de ladrillos, encarna el carácter popular de la creación artística y nace de la influencia en su obra del mundo antropológico y cultural vasco. Según el propio artista: Gernika se constituye para una generación en el foco, síntesis, de la dimensión míticosimbólica de la cultura vasca […] y la Historia en su rostro dramático, de la agresión genocida. La obra GERNIKA-MARIMETA alcanza igualmente esta síntesis mítico-simbólica e histórica, en la conjunción de la ubicación de Mari en la geografía existencial, y en la rememoración del bombardeo de Gernika45. Construida con diversos tipos de ladrillo y tejas sobre una base circular de más de dos metros de diámetro la composición, levemente cónica, alcanza los tres metros de altura y presenta una serie de pequeños vanos tapiados en cada uno de sus laterales y un amplio hueco en su parte superior. El conjunto aparece rematado por una suerte de hornacina en cuyo interior puede contemplarse el dibujo de una cara humana que, según el autor, representa a Mari, divinidad emblemática de la mitología vasca. Aquí su figura sirve para rendir un homenaje a la mujer como transmisora de la tradición oral46. La obra, levantada en la plaza Íñigo López de Haro por el artista, fue inaugurada en presencia de Itziar Idoyaga, nieta de una superviviente del bombardeo. Una fotografía de su abuela
Memoria del proyecto Marimeta de Jon Iturrarte, 26 de abril de 1995. Centro de Documentación del Bombardeo de Gernika. 45
46
Deia, 9 de abril de 1997.
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fue introducida durante su realización en el interior de la escultura como símbolo de la etxeko andre y como homenaje a los supervivientes de la tragedia acaecida sesenta años antes. Este homenaje sitúa la obra en el mismo eje memorial presente en las esculturas anteriores, al priorizar la figura del superviviente, la mirada hacia el futuro, la vida después de la tragedia, y la búsqueda de los valores de la paz frente a un recuerdo de la destrucción de la localidad exclusivamente traumático. Esta orientación, propia a la dinámica memorial de la villa foral, recibió institucionalmente un impulso definitivo con el nacimiento y consolidación del Imagen utilizada para la memoria del proyecto y obra Marimeta Museo de la Paz de Gernika - Gernikako (1997), Jon Iturrarte (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2014) Bakearen Museoa. Su embrión lo constituye el primigenio Museo de Gernika abierto en abril de 1998 dedicado a la difusión de la historia local y del bombardeo de la localidad. Entre 1999 y 2002, se produjo una profunda reflexión a nivel institucional sobre la orientación futura de la institución y fue entonces cuando se planteó una reconfiguración integral del contenido expositivo. En 2002 el museo dejó de ser una institución exclusivamente municipal para convertirse en una Fundación en la que eran patronos fundadores el ayuntamiento de Gernika-Lumo, la Diputación Foral de Bizkaia y el Gobierno Vasco. Entre sus fines fundacionales figuraban, en posición destacada, la idea de que el museo conservara y exhibiera “contenidos y documentación dirigidos a promocionar y difundir la cultura de la Paz y la historia de Gernika-Lumo”. Previamente, en el año 1995, el ayuntamiento de Gernika había aprobado una beca destinada a recopilar documentación sobre el bombardeo. Fue en el marco de esa investigación cuando se planteó la creación de un Centro de Documentación sobre el bombardeo de Gernika con el objetivo de recopilar toda la documentación que pudiera existir sobre el mismo en diferentes archivos nacionales e internacionales. En un momento en el que la sociedad vasca parecía abocada a vivir de forma permanente condicionada por la violencia política, la fundación avanzó como objetivo prioritario la organización de “un programa de exposiciones con una particular dedicación a la
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difusión de la cultura de la Paz en la sociedad vasca y especialmente entre su juventud”47. De nuevo, el presente influía la mirada hacia el pasado para tratar de ganar la paz en el futuro. Tras un cambio integral de la exposición permanente, el Museo de la Paz de Gernika, el primer centro de este tipo creado en el territorio vasco y español, abrió sus puertas en el corazón de Gernika en enero de 2003, con la presencia del Lehendakari Juan José Ibarretxe, el Diputado General de Bizkaia, Josu Bergara y el alcalde de Gernika-Lumo Miguel Ángel Aranaz. El centro expositivo dispone de cuatro plantas cuyas salas albergan un espacio para exposiciones temporales, aulas didácticas y una exposición permanente que gira en torno a la idea de la paz, las iniciativas necesarias para alcanzarla y los escenarios que pueden comprometerla. Tres preguntas articulan la reflexión del visitante: “¿Qué es la paz? ¿Qué ocurrió en Gernika en un momento de ausencia de paz? ¿Qué pasa actualmente con la paz en el mundo?” 48.
La casa de Begoña, reconstrucción de una casa de Gernika antes del bombardeo. La ciudad nos habla dedicada a la reconstrucción histórica del bombardeo, (Fotografía: Museo de la Paz)
El bombardeo de Gernika ocupa una plaza central en ese dispositivo en la primera planta, insertado en el eje que articula el conjunto del museo: reflexionar sobre la paz y los caminos para alcanzarla. En el primer piso, el visitante puede acceder a la sala conocida como La casa de Begoña, una reconstrucción de un hogar guerniqués en los instantes previos al ataque aéreo. Allí se sumerge, momentáneamente, en el corazón del acontecimiento gracias a una alocución radiofónica y a una breve reconstrucción sonora del bombardeo. Una experiencia corta pero que provoca un efecto innegable, que no deja indiferente a nadie: el público suele abandonar la sala en un silencio sepulcral. En la sala contigua, La ciudad nos habla, el visitante camina sobre un suelo de cristal transparente bajo el cual descubre los supuestos restos de la ciudad destruida. Los paneles expuestos documentan e ilustran la historia de la Guerra Civil y del bombardeo de la ciudad, realizada por la Legión Cóndor y la Aviazione Legionaria, así como las consecuencias y los efectos que tuvo sobre la población.
47
AMGL, Estatutos de la Fundación cultural “Gernikako Bakearen Museoa -Museo de la Paz de Gernika”, 2003.
48
El museo puede ser visitado virtualmente: http://www.museodelapaz.org/movil/museo-salas.php
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A partir de la emoción y de la empatía del visitante con la víctima que producen las dos salas, el museo pretende actuar a favor de la reconciliación y de la superación del conflicto. No solo de la Guerra Civil, sino de todos los conflictos. Los dos tercios de las salas del museo están destinadas a concienciar al visitante que la paz es el resultado de nuestros actos cotidianos y de nuestra firme voluntad personal como lo demuestran las citas de las personas destacadas de la no violencia convocados en el museo como Ghandi, Martin Luther King o Teresa de Calcuta. La exposición divulga un mensaje claramente voluntarista según el cual cualquier sociedad, incluida la vasca, puede alcanzar la paz. En la planta superior una sala dedicada a ofrecer nuevas miradas sobre el cuadro de Picasso desde la perspectiva de los derechos humanos da paso al último espacio expositivo consagrado a la violencia política en el País Vasco. La sala denuncia explícitamente el terror impuesto por ETA, pero también alude sin ambages al terrorismo de Estado, hablando sobre los efectos visibles e invisibles de la violencia y el esfuerzo de vivir en paz de una mayoría de la sociedad vasca. El museo, sin hacer abstracción de las víctimas, contribuye a alimentar la representación de Gernika como motor y símbolo de paz, al anteponer el espíritu de entendimiento y reconciliación a cualquier discurso político victimista. En un libro-catálogo editado para dar a conocer el nuevo museo, el alcalde de la ciudad y presidente de la Fundación Museo de la Paz de Gernika apuntaba los objetivos que debían guiar su funcionamiento: “Un museo que acerque al visitante a esa rica cultura de paz mundial que nos haga más sensibles ante todas las injusticias del mundo - que no cesan -, un museo que apueste por el respeto a los derechos humanos, por el diálogo, por la creatividad, en definitiva por la PAZ”49. Es importante señalar que si bien se trata de una disposición y de un espíritu promovido desde las instituciones y con influencia del trabajo previo realizado por el Centro de Investigación por la Paz de Gernika Gogoratuz y el Ayuntamiento de Gernika-Lumo, también la población, los propios supervivientes se han sumado con decisión y convencimiento a dicha labor a favor de la paz. Sus declaraciones en los medios de comunicación o los discursos que con frecuencia son invitados a pronunciar en los actos conmemorativos confortan claramente ese propósito. Sirva como ilustración un fragmento del texto escrito por Luis Iriondo, sobreviviente del bombardeo de Gernika y activista a favor de la paz, en respuesta al reconocimiento en 1997 del presidente alemán Roman Herzog, de la culpabilidad de su país en la destrucción de la localidad:
Un museo para el recuerdo, un museo para el futuro, Gernika, Fundación Museo de la Paz de Gernika, 2004, p. 3. En mayúscula en el texto original. 49
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Y nos lanzaron una lluvia de fuego, metralla y muerte. Y destruyeron nuestro pueblo. Y aquella noche no pudimos volver a cenar en nuestra casa ni a dormir en nuestra cama. Ya no teníamos hogar. No teníamos casa. Pero aquel acto, incomprensible para nosotros, no nos dejó un sentimiento de odio o de venganza, sino un deseo enorme, inmenso de paz. De que aquello no debía suceder nunca más. Y de que de las ruinas de lo que fue nuestro pueblo, debía surgir una bandera de paz para todos los pueblos del mundo. Hoy tenemos otra visita. Otra vez llegan a nosotros gentes de otras tierras. Pero vienen de frente y con la mano tendida. Ya no hay unos arriba y otros abajo y por eso, aunque hablemos distintas lenguas, podemos entendernos. Y ahora, sí. Ahora podemos hacer lo que entonces no pudimos. Abrir nuestros brazos y decirles: Bienvenidos a Gernika, marchemos juntos en paz. Ongi etorriak50. En la difícil labor que se ha marcado la Fundación Museo de la Paz de Gernika, su directora Iratxe Momoitio Astorkia, la responsable del Centro de Documentación sobre el Bombardeo de Gernika Ana Tere Núñez Monasterio, integrado en el museo, y su equipo de trabajo y colaboradores han impulsado a lo largo de los últimos quince años numerosas iniciativas históricas, museográficas, artísticas y pedagógicas51. Su objetivo no ha sido otro que sacar a la luz la historia más oculta e ignorada de las víctimas y preservar y difundir su memoria con un objetivo fundamentalmente pedagógico y conciliador sin olvidar por ello la búsqueda de la verdad, la justicia y la reparación que abre, en última instancia, las puertas de una paz duradera52. El museo colabora igualmente con numerosas instituciones educativas con el fin de implicar a los menores en actividades relacionadas con la paz
Texto escrito por Luis Iriondo y recogido por la asociación Gernika Gogoratuz (Recordando Gernika) Pedagogía de la memoria http://www.bombardeodegernika.org/es/hist_vida.php [Fecha de consulta: 18 de mayo de 2016] 50
51 En 2016, por ejemplo, el Museo organizó dos seminarios internacionales sobre memoria histórica (I Seminario internacional sobre memoria histórica: Desmemorias de la memoria, 7 de abril de 2016 y II Arte para la memoria, 16 de junio de 2016) y albergó una exposición temporal titulada Memoria Histórica: Reportaje gráfico de las secuelas amargas del franquismo, 07/04/2016 - 18/09/2016. 52 Es imposible recoger aquí las numerosísimas exposiciones organizadas o exhibidas en el museo desde su creación relacionadas tanto con la República, la Guerra Civil y sus consecuencias (La mujer en la Guerra Civil, la vida de los prisioneros en las cárceles franquistas, la guerra en el cine, los espacios de represión franquista…) como con otros conflictos (El gueto de Varsovia, Mauthausen, Hiroshima y Nagasaki, la supervivencia en los territorios palestinos, el bombardeo de Bruselas…). Para una relación exhaustiva de las exposiciones realizadas en el museo se puede consultar su página oficial http://www.museodelapaz.org/es/expo_busca.php?idtipoexposicion=1.
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y los derechos humanos a través de talleres de pintura, escritura, dibujo, proyectos que permiten en ocasiones establecer relaciones con niños de todo el mundo53. Por último, la dimensión internacional de las propuestas implementadas por el museo y su inserción y participación en la creación y desarrollo de numerosas redes de centros internacionales (Red Internacional de Museos por la Paz (INMP), Sección de Museos de la Memoria y del recuerdo a víctimas de crímenes públicos del ICOM (IC-MEMO), Asociación española de investigación para la paz (AIPAZ), International Coalition of Sites of Conscience y el Foro en Educación por la Paz y DDHH …) contribuyen a dar una dimensión internacional a los proyectos y ponen en práctica las herramientas para la paz evocadas en el museo. La decidida apuesta de las instituciones que conforman la fundación y de la dirección del Museo de la Paz por hacer honor a su nombre, no es, sin embargo unánimemente compartida y cuenta también con detractores en la sociedad vasca. Fundamentalmente aquellos que consideran que Gernika ha perdido una oportunidad de atraer a un público más interesado por los aspectos bélicos y las consecuencias del bombardeo, que por la idea de buscar la paz. Así se expresaba al respecto el destacado dirigente nacionalista vasco Iñaki Anasagasti en su blog habitual del periódico Deia: […] hablo con mucha gente y me dicen que no les gusta este Museo porque ellos van a ese lugar a recordar y ver cómo fue el Bombardeo de Gernika no que le cuenten ni le hagan un canto a la paz. Eso podía ser la conclusión, no el leif motiv. En su día hice gestiones para encontrar y traer un avión Juncker (sic), uno de esos aparatos que bombardearon la Villa. Y los había. En Torrejón. Todavía tengo la carta. Alguien decidió que el Museo no tenía que ser para hablar del Bombardeo y solo le dedicaron sala y media. Se equivocaron de medio a medio y siguen contumazmente sin moverse de su error […] ¡Qué Museo tan interesante se podía hacer explicando cómo era Gernika, cómo quedó, qué se dijo, qué tipo de bombas se arrojaron, el número de víctimas, cómo se reconstruyó, cómo fue la represión, cuáles fueron los tipos de aviones y bombas….Todo eso. Como lo hay en Varsovia, Dresden, Coventry, Marzaboto. Pero en Gernika nos hablan de lo bueno que es la paz. ¿Alguien lo duda? Pero la gente no va a eso. Y es una pena […] Los directivos del Museo están encantados de que éste sea el único Museo de la Paz de Euskadi. Pues muy bien. Pero que no se equivoquen. La gente no va al Museo por ver, leer, admirar y
Una parte del público del museo está constituido precisamente por escolares, con los franceses a la cabeza. En 2015 el museo contabilizó más de 37.000 visitas. 53
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recibir una lección de pacifismo, sino saber que pasó en Gernika el 26 de abril de 1937. Y lo que se ofrece es muy pobre. Muy pobre54. Contrariamente a lo avanzado por Anasagasti, el museo sí explica el contexto de la guerra, el bombardeo de Gernika, el tipo de bombas empleadas, los objetivos, las víctimas… Pero es cierto que no se focaliza en la mera explicación de un acontecimiento histórico y sus consecuencias. De hecho va mucho más allá. Las numerosas exposiciones organizadas cubren ampliamente las posibles lagunas aludidas por el antiguo diputado y senador vasco y las acciones divulgativas y pedagógicas impulsadas desde el centro, obviadas en su texto, suponen un componente esencial del proyecto de museo que no queda encerrado entre sus cuatro paredes. Los reproches avanzados por Anasagasti, compartidos como digo por otras personas, pueden ser considerados como un síntoma de esa memoria reivindicativa imperante hoy en amplios sectores sociales que contrasta con la memoria del acontecimiento cimentada en la localidad desde la celebración del cincuentenario en los años ochenta. En todo caso, sus consideraciones soslayan una trayectoria y una clara voluntad institucional y ciudadana que han convertido a Gernika en un faro de luz y de esperanza a favor de la paz al salir reforzada de un pasado de tinieblas en el que algunos parecen querer petrificarla55. Fruto de este esfuerzo a favor de la paz, Gernika fue galardonada en 2004 con el premio “Ciudades por la paz” de la Unesco por Europa para el bienio 2002-2003, gracias a las iniciativas municipales en favor de la cohesión social que en Gernika se concretizaron en la dinámica de reconciliación con Alemania, el Centro de investigación por la Paz y transformación de conflictos (Gernika Gogoratuz) y el Museo de la Paz56. El 26 de abril de 2012, en el marco del 75 aniversario del ataque de la Legión Cóndor contra Gernika, se inauguró en la localidad el que constituye el último monumento destinado a recordar el
“Al museo de Gernika le falta ser museo del bombardeo, El blog de Iñaki Anasagasti, 7 de enero de 2016, [Fecha de consulta: 16 mayo de 2016] 54
Para una breve visión de conjunto sobre la reconstrucción de la ciudad desde un punto de vista urbanístico ver Robert Hérin, “Gernika, Ville Martyre, Ville Reconstruite, Ville Emblématique”, en R. Hérin, De la ville perdue à la ville retrouvée, la ville en devenir, Caen, PUC, 2008, pp. 229-252. Para una visión crítica de la reconstrucción de la ciudad como prolongación de la violencia o como recurso de reconciliación es muy interesante la obra de Dacia Viejo-Rose Reconstructing Spain. Cultural Heritage and Memory after Civil War, Sussex Academic Press, 2011. 55
http://www.unescoetxea.org/base/berriak.php?hizk=es&id_atala=1&id_azpiatala=1&zer=orokorrean&n or=31 [Fecha de consulta: 25 de mayo de 2016] 56
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acontecimiento y homenajear la memoria de las personas que perecieron bajo las bombas. Se trata de una obra del artista Néstor Basterretxea bautizada Agonía de Fuego. Realizada en acero corten, es una escultura de grandes proporciones, ocho metros de altura y dos y medio de profundidad, enclavada “exactamente” en el lugar en el que cayó la primera bomba el 26 de abril de 1937. La obra aparece Agonía de fuego (2012), Néstor Basterretxea, (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2016) marcada por la violencia de sus formas. Según su autor “la diagonal es la pieza rectora, la que convoca a las demás a sumarse para expresar el terrible momento de la explosión”57. Los diferentes planos se articulan en torno a un gran plano en diagonal que se asienta directamente en el suelo, flanqueada por dos planchas con puntas afiladas que descienden vertiginosamente y generan ángulos y formas que parecen rasgar el cielo. El espectador se siente incómodo y violentado: “Tiene formas agresivas y simboliza una bomba en tono abstracto. Son unos planos que caen del cielo y explotan en la tierra, haciendo de Gernika una agonía de fuego”58. Por la noche la escultura es iluminada en tonos rojizos que confieren una dosis suplementaria de dramatismo al espacio. Al lado de la escultura, una placa de acero corten perforada reproduce en euskara, castellano, inglés y alemán el siguiente texto: “Agonía de Fuego. Escultura testimonial del bárbaro bombardeo que sufrió Gernika el 26 de abril de 1937. Una suma de formas compone la imagen de la muerte que nos llegó desde el cielo”. Para Basterretxea la pieza escultórica expresa “el
57
“Que no vuelva a ocurrir”, El País, 27 de abril de 2012.
“Néstor Basterretxea recrea la agonía de fuego de Gernika”, BuY UrdaibaI, 6 de marzo de 2012. ww.buyurdaibai. com/eu/nestor-basterretxea-recrea-la-agonia-de-fuego-de-gernika/ [Fecha de consulta: 17 de mayo de 2016] 58
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dolor que guarda la memoria colectiva”, pero al mismo tiempo “podría ser una escultura por la paz” al apuntar que “ante una barbaridad como la que ocurrió en Gernika, en lo primero que piensas es en la paz. En las víctimas y en la paz. Creo que si la escultura es bien entendida, lleva a razonar que el bombardeo es algo que no debe volver a ocurrir. Perdonar sí, pero olvidar jamás”59. Según sus propias declaraciones, se trataba de la obra que con mayor intensidad había deseado realizar a lo largo de su extensa carrera artística. Su interés por asociar su trayectoria creativa con Gernika y el bombardeo se remontaba, en efecto, varias décadas atrás cuando realizó una serie de obras gráficas y escultóricas en 198760. De hecho, ese mismo año del cincuentenario planteó al ayuntamiento de Gernika la realización de un conjunto monumental compuesto por una pieza suya y otra del escultor alemán Norbert Tress, como manifiesto de fraternidad entre los dos pueblos. El artista alemán propuso entonces tres modelos diferentes articulados en torno a la idea de una espiral de acero en diferentes posiciones, enlazadas en el interior de dos barras verticales. Por su parte, Basterretxea presentó entonces una maqueta muy similar al monumento que puede verse hoy en Gernika. La propuesta del artista vasco fue aprobada por la corporación municipal en marzo de ese mismo año aunque finalmente no fue ejecutada, sin que la documentación que hemos podido consultar nos permita, sin embargo, avanzar una hipótesis sobre las razones que provocaron el abandono del proyecto61. Proyecto de escultura, Gernika 1986, Néstor Basterretxea. Guernica, 1987, Norbert Tress, ubicada hoy en los jardines de acceso al Palacio de la Corte Federal de Finanzas en Munich (Alemania).
59
“Que no vuelva a ocurrir”, El País, 27 de abril de 2012.
En el año 2009, con motivo del 72º aniversario del bombardeo el Museo Euskal Herria de Gernika organizó la exposición “Nestor Basterretxearen Gernika- Los Gernika de Néstor Basterretxea” donde fueron presentadas por primera vez un conjunto de variaciones escultóricas y diecisiete pinturas realizadas por el artista con motivo del cincuenta aniversario del bombardeo, Gara, 9 de abril de 2009. 60
AMGL, Pleno del ayuntamiento de Gernika-Lumo “Propuesta de la Comisión municipal para el 50 aniversario relativa al convenio a suscribir con Néstor Basterretxea”, 21 de marzo de 1987. 61
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El monumento, erigido en 2012, presenta ligeras variaciones con el boceto presentado en 1987. Al menos podemos constatar dos modificaciones significativas, el añadido del pie lateral que rompe, al menos parcialmente, la rotunda dinámica diagonal deseada por el artista y la inversión de las dimensiones de la plancha central. En el primer diseño esta plancha presentaba una base ancha que se estrechaba progresivamente a medida que la figura ganaba altura. En el monumento erigido esa disposición aparece invertida. No obstante, la intención del autor era la misma como deja entrever el comisario de la exposición el profesor y crítico de arte Xavier Sáenz de Gorbea cuando se refirió a la obra como un conjunto de “activas planchas cuyas diagonales descienden vertiginosamente hasta el suelo y certifican la destrucción, generando ángulos y formas picudas entre las que uno puede adentrarse y percibir los límites esquinados del cielo”62. El monumento de Basterretxea fue inaugurado el 26 de abril de 2012 en presencia del propio artista, el alcalde de Gernika José María Gorroño, el embajador alemán Reinhard Silberberg y el entonces Lehendakari, Patxi López. En su alocución, el Lehendakari insistió entonces que el recuerdo del bombardeo de Gernika no debía servir para “buscar en el pasado venganzas presentes, sino para construir un muro que, en el futuro, impida la violencia en nuestro suelo”63. Sus declaraciones aludían por supuesto a la guerra, pero era perceptible en filigrana la referencia a la violencia política ante el anuncio de ETA, apenas unos meses antes, del cese definitivo de su actividad armada. Por primera vez, la efemérides del bombardeo tenía lugar en una Euskadi “plenamente libre, gracias al triunfo de la libertad y la democracia” según avanzó en su discurso. Por su parte el alcalde José María Gorroño, realizó una intervención más reivindicativa, exigiendo el reconocimiento por parte del gobierno central de la implicación del dictador en el bombardeo de la ciudad y demandando el traslado del “Guernica” de Picasso a la localidad “sin más dilaciones” 64. Dos demandas a las que nadie ha dado aún respuesta y que nadie parece querer asumir en un futuro más o menos cercano. Una situación que sigue pesando sobremanera en las relaciones con el gobierno de España y que persiste como un factor de desencuentro entre Gernika y Madrid. Gernika constituye, sin duda, el vector memorial de las víctimas del conflicto más importante de Euskadi. La dimensión del bombardeo, su significación política, el cuadro del genio malagueño y los
62
Xabier Sáenz de Gorbea, Nestor Basterretxearen Gernika, Gernika, Euskal Herria Museoa, 2009, p. 42.
63
El Periódico, 26 de abril de 2016.
Ibidem. Los diferentes discursos fueron realizados sobre un atril en cuya parte frontal figuraba de forma visible el lema “Guernica Gernikara”. 64
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diferentes mitos originados en torno a su destrucción son el soporte sobre el cual se ha levantado este destacado núcleo memorial que no se circunscribe exclusivamente a los monumentos dedicados al bombardeo y a las víctimas aquí estudiados. Son numerosas las inicitivas artísticas que a pesar de tener un carácter más efímero que los monumentos han dejado una profunda huella en la memoria de los vecinos de Gernika y también han contribuido a mantener vivo el recuerdo de las víctimas. Entre todas ellas, podemos evocar aquí las obras ideadas por el artista australiano William Kelly, “Plaza de fuego y luz” (2005), una instalación compuesta por 1000 velas dispuestas de forma radial sobre el suelo de la Plaza de los Fueros dibujando el círculo solar vasco, o “Diálogo con Gernika” (2007), dos telas de grandes proporciones con el bombardeo como leitmotiv colgadas en el exterior de la casa de cultura de Gernika sobre la misma plaza. O también la recreación histórica “Gernika Garretan” (previamente “Gernika sutan”), una impresionante representación teatral y coral colectiva del bombardeo escenificada por las calles de la localidad y protagonizada por 200 actores, vecinos de Gernika en su mayor parte, que desde 2011 constituye una dinámica insólita y vibrante de rememoración colectiva de la tragedia vivida por sus antepasados. Gernika cuenta, además, con varias esculturas dedicadas a honrar la memoria de personalidades ligadas con la denuncia del bombardeo, impulsadas durante el mandato del alcalde José María Gorroño. Sus calles acogen una escultura de cuerpo entero de José Antonio Aguirre, el primer Lehendakari del Gobierno Vasco, y sendos bustos de George L. Steer, corresponsal de guerra del The Times quien reveló en su crónica al periódico inglés la intervención alemana, y de José de Labauria, alcalde nacionalista durante la guerra que denunció igualmente el bombardeo en una alocución radiada. Gernika sirve también de receptáculo para la memoria de otras víctimas de otras guerras. No lejos de las obras de Chillida y de Moore, en el Parque de los Pueblos de Europa, se instaló en 2011 una copia del Monument aux Martyrs d’Oradour (1944-1945) de Apel-les Fenosa, donada por Nicole Fenosa, que recuerda la masacre de la población de Oradour-Sur Glane (Francia) a manos de la división SS Das Reich el 10 de junio de 1944 y que sirve de vínculo entre dos tragedias que marcaron a sangre y a fuego el siglo XX. La instalación de esa obra permite poner en relación la Guerra Civil y la Segunda Guerra mundial, un vínculo que también está presente en la localidad de forma indirecta gracias a otra escultura conmemorativa, erigida en la localidad en 1995 en homenaje a los gudaris del Batallón Gernika que formaron parte de la Fuerzas Francesas del Interior y lucharon contra el fascismo durante la Segunda Guerra Mundial en la batalla de la Pointe de Grave en marzo y abril de 1945. En estas últimas décadas, Gernika ha pasado de ciudad mártir a símbolo de paz, a favor de la reconciliación y en contra de la intolerancia. Los monumentos erigidos en la villa foral constituyen
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la huella visible de ese esfuerzo permanente y prolongado por mantener vivo el recuerdo de aquel 26 de abril de 1937. Hoy, cuando ya cada vez son menos los testigos supervivientes del bombardeo, son algunos de sus nietos quienes, reunidos en el colectivo Lobak, han decidido tomar el relevo y servir de correa de transmisión de la memoria del acontecimiento que cambió para siempre la historia de su pueblo. En el marco del 75 aniversario un grupo de jóvenes de la localidad impulsó una plataforma de creación cultural denominado Lobak (Nietos) con el objetivo de abrirse un hueco en las dinámicas conmemorativas de sus mayores. Sus integrantes conciben sus propias creaciones artísticas (música, danza contemporánea, teatro, arte visual y documental, fotografía, poesía, pintura…) tomando como base el acontecimiento histórico, con el objetivo de aportar nuevas reflexiones y nuevos relatos sobre el mismo. Como apuntaba, Oier Plaza, uno de sus miembros: Los acontecimientos que se organizaban hasta ahora en torno al suceso histórico del bombardeo quedaban un poco lejos de los jóvenes y creo que con esta iniciativa se favorece la transmisión de la memoria histórica y además es una oportunidad para crear nuevos discursos. […] Estamos elaborando diversas reflexiones, estamos pensando cómo sería Gernika y cómo seríamos nosotros si Gernika no hubiese sufrido aquel bombardeo, y no es fácil, ya que no hemos reflexionado lo suficiente en torno a esto65. Ziomara Hormaetxe, otra joven integrante de Lobak y creadora en 2012 de una pieza de danza contemporánea, confesó entonces afrontar el proceso creativo con un espíritu pedagógico y la mirada esperanzada en el futuro, una dinámica muy próxima a la que hemos visto en los monumentos erigidos en la localidad desde los años ochenta: “Desde el principio he tenido muy claro que no quería trabajar ese concepto de una forma dramática. He querido tomarlo de una forma positiva o al menos crear algo con un punto de fortaleza […] [La pieza] sostiene la idea de seguir hacia adelante ante cualquier desgracia”66.
Declaraciones de Oier Plaza a la televisión pública vasca EITB. Las declaraciones fueron realizadas originalmente en euskara, reproducimos aquí la traducción de las mismas proporcionada por el propio canal. http://www. eitb.eus/es/videos/detalle/874582/lobak-bombardeo-gernika--eitb-kultura--cultura/ [Fecha de consulta: 26 de mayo de 2016]. 65
66
Ibidem.
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La incorporación de los jóvenes artistas del grupo “Lobak”, a las conmemoraciones de los aniversarios ha propiciado la aparición de novedosas e interesantes dinámicas memoriales. Nuevas formas de expresión artística se han abierto paso, desde las videoinstalaciones (1937-2016) hasta las creaciones audiovisuales (4 minutu), sin olvidar el recurso al graffiti (Mural Kolektiboa). Pero también han aportado nuevos dispositivos simbólicos al ceremonial institucional al recuperar la sirena que anunció el bombardeo en 1937, que vuelve a sonar de nuevo cada 26 de abril entre las 15 h 45 y las 15 h 4967. Cuatro minutos en los que la villa entera se paraliza para permitir a los vecinos rememorar el pasado pero sin olvidar el presente y otros horizontes marcados por la persistencia de la guerra y sus desastrosas consecuencias. En 2016, la sirena fue activada por una familia de refugiados sirios en un claro alegato antibélico y a favor de la acogida de los refugiados. A través de sus creaciones y de su compromiso humanitario activo, también ellos se “sienten parte del bombardeo”, un sentimiento que constituye en definitiva la mejor prueba de que la memoria de aquel 26 de abril sigue muy viva en la población de Gernika, incluidos los más jóvenes.
Sus proyectos y realizaciones pueden ser consultados en la página http://www.gernikakolobak.info/ [Fecha de consulta: 26 de mayo de 2016] 67
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LOS MONUMENTOS A LAS VÍCTIMAS REPUBLICANAS DE LA GUERRA CIVIL Y DEL FRANQUISMO EN SAN SEBASTIÁN: LA EXPRESIÓN DE UNA MEMORIA RECIENTE En los primeros días del golpe de Estado, San Sebastián fue testigo de duros enfrentamientos bélicos. Una parte importante de los oficiales del regimiento del cuartel de Loiola se sublevó contra las autoridades republicanas y trató de hacerse con la ciudad ocupando diversos edificios estratégicos del centro pero sin llegar a controlarla plenamente. Las autoridades leales a la República, las organizaciones obreras -anarquistas y socialistas fundamentalmente-, los guardias de asalto y otros miembros de las fuerzas del orden lograron el 28 de julio de 1936, sofocar el intento golpista y retomar el control efectivo de las calles. Poco tiempo después, sin embargo, las fuerzas republicanas no pudieron contrarrestar el avance de las tropas sublevadas sobre la ciudad a finales de ese verano de 1936. El 4 y 5 de septiembre la ciudad fronteriza de Irún fue ocupada, cortando así las comunicaciones y la posible salida hacia Francia por carretera. Desde allí la columna dirigida por el coronel Beorlegui, con la decisiva intervención de los requetés navarros, progresó rápidamente hacia la capital guipuzcoana. El 13 de septiembre de 1936, menos de dos meses después del inicio del conflicto, la ciudad de San Sebastián caía definitivamente bajo el control del bando sublevado68. En los meses siguientes se puso en marcha una política represiva que se extendió en el tiempo más allá del final de la guerra gracias, entre otras medidas, a la Ley de responsabilidades políticas aprobada en febrero de 1939. En esos años, según las cifras aportadas por Pedro Barruso entre 500 y 600 republicanos fueron fusilados y ejecutados en la ciudad y en el resto de la provincia de Gipuzkoa. Hemos visto cómo durante la dictadura franquista la ciudad fue el escenario de una representación memorial en la que se ensalzaba a los caídos y mártires franquistas y se postergaba al olvido a las víctimas republicanas. La demolición en los años ochenta de la mayor parte de esos monumentos heredados de la dictadura dejó el espacio urbano de San Sebastián prácticamente huérfano de hitos simbólicos relacionados con la Guerra Civil. Recientemente, sin embargo, los responsables políticos que se han sucedido al frente de la ciudad en esta última década han puesto en marcha diferentes iniciativas de carácter simbólico con la instalación de placas y la erección de varios monumentos en la ciudad para recordar la ignominia de la guerra y del régimen franquista y honrar la memoria de la víctimas republicanas. Si bien nos hemos referido previamente y de forma puntual a algunos ejemplos – la placa en homenaje al último alcalde republicano o el monolito a los prisioneros de la
68
Pedro Barruso Bares, Verano y revolución… op. cit.
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cárcel de Ondarreta-, nos proponemos en este capítulo analizar con detalle los monumentos erigidos recientemente en la capital guipuzcoana como ejemplo de una recuperación memorial nacida en el contexto del cambio de paradigma de la memoria de la Guerra Civil que ha visto el siglo XXI. El primer monumento dedicado a homenajear la memoria de las víctimas de la guerra y de la dictadura en la capital guipuzcoana fue erigido en las inmediaciones del antiguo Puente de Hierro en diciembre de 2010. Previamente la única iniciativa reseñable para marcar el espacio urbano con esa memoria había sido la colocación por la corporación municipal de San Sebastián en mayo de 2005, de una placa en la plaza del padre Claret, próxima a la playa de Gros. Se trataba de una placa negra insertada sobre una roca caliza ubicada en una zona ajardinada en la que podía leerse en euskara y en castellano: “La ciudad de San Sebastián en memoria de las personas fusiladas y represaliadas que defendieron la República, 1936-1939”. El alcalde donostiarra, Odón Elorza, señaló en su inauguración que ese gesto constituía “un acto de justicia y de recuperación de la memoria histórica”, porque “hay cosas que no se pueden olvidar”. Para añadir a continuación: “Hoy, desde la memoria viva y el sentimiento de reconciliación, seguimos trabajando por una Euskadi de convivencia, de respeto a todos, en la que toda la ciudadanía pueda construir la paz y la libertad con la mayor rapidez posible”69. Se trataba de un sencillo homenaje donde el elemento más simbólico era la pequeña bandera republicana que simulaba ondear en la parte inferior de la placa.
Monumento en memoria y reconocimiento a las personas represaliadas por la dictadura franquista, Ramón Carrera (2010) A finales de junio de 2009, durante los trabajos de construcción del acceso desde la autovía al barrio de Amara y del nuevo puente sobre el río Urumea, los operarios encontraron restos óseos al remover el terreno. Aunque inicialmente se barajó la posibilidad de que dataran de la época de guerra de Independencia, los objetos metálicos encontrados junto a los esqueletos y el tipo de ropa hizo pensar “La ciudad de San Sebastián en memoria de las personas fusiladas y represaliadas que defendieron la República, 1936-1939”, 2005 (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2014)
69
El País, 1 de mayo de 2005.
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que se trataba de restos más recientes. La exhumación científica realizada posteriormente por el médico forense Francisco Etxeberria puso de relieve que se trataba efectivamente de personas fusiladas durante la guerra. Los historiadores sabían que ese lugar cercano al río, entonces un descampado alejado de la ciudad, había sido escenario de numerosos fusilamientos durante la guerra, pero ignoraban que hubiera habido también enterramientos70. Habitualmente los cuerpos de los republicanos fusilados eran abandonados allí y sus propios familiares se encargaban posteriormente de su traslado a los cementerios. Tras las primeras excavaciones, se descubrieron dos fosas con siete cadáveres, entre ellos los restos de una mujer. La posterior investigación realizada por el Instituto Vasco de Medicina Legal, en colaboración con la Sociedad de Ciencias Aranzadi, permitió la identificación de al menos dos de ellos, el sereno Millán Zabala y el guarda forestal José Zubiarraín, ambos asesinados en septiembre de 1936 tras la caída de San Sebastián en manos del ejército franquista71. A finales de julio, apenas unas semanas después del descubrimiento de los cuerpos, la asociación de víctimas del franquismo Ahaztuak 1936-1977 (Olvidados 1936-1977) realizó en ese mismo lugar un homenaje en el que participaron un centenar de personas. En el lugar donde se localizaron las fosas se extendió una ikurriña en el suelo y se izaron alrededor la bandera republicana, una enseña comunista y otra de la CNT. El acto contó con la intervención de Iñaki Egaña, varios miembros de la asociación convocante, que denunciaron la impunidad de los autores de las desapariciones y varios miembros de Aranzadi. El homenaje concluyó con la actuación de un bertsolari y de dos dantzaris que bailaron un aurresku en honor de los siete asesinados para concluir el acto con el canto del “Eusko gudariak”72. Apropiado rápidamente como un espacio memorial por los movimientos cívicos de recuperación de la memoria histórica, no es extraño que fuera ese el lugar elegido por las instituciones locales para erigir un año más tarde, en una clara reapropiación institucional, el primer monumento en memoria a las víctimas de la dictadura franquista en la ciudad de San Sebastián. A finales de julio de 2010, tras un acuerdo entre el Alcalde y el grupo municipal Aralar Alternatiba, se dio el nombre
70
Público, 1 de julio de 2009.
71
El Diario Vasco, 6 de julio de 2010.
El Mundo, 25 de julio de 2009. Ver además Página web de la asociación Ahaztuak 1936-1977. http:// ahaztuak1936-1977.blogspot.fr/2009/07/emotivo-acto-en-el-puente-de-hierro-en.html [Fecha de consulta: 15 de mayo de 2016]. 72
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de Plaza de la Segunda República al espacio próximo al lugar donde se habían encontrado los restos de las personas represaliadas en 193673. El monumento es una obra del escultor Ramón Carrera, una estela en bronce de un metro de altura por treinta centímetros de grosor y una tonelada de peso. La escultura se sitúa sobre una peana de cincuenta centímetros sobre la cual se ha fijado una placa explicativa: “La Diputación Foral de Gipuzkoa y el Ayuntamiento de Donostia-San Sebastián en memoria y reconocimiento a las personas represaliadas por la dictadura franquista”. Según su autor, la estela está concebida a partir de imágenes guardadas en su memoria, “de las deportaciones que en su momento hicieron los nazis”74. También se inspira en “las cicatrices que dejan los proyectiles en los muros y la metralla en el propio cuerpo humano”. Los vanos abiertos en el sólido bloque de acero se inspirarían por su parte “en las estelas vascas que, a su vez, reflejan gritos de personajes que protestan contra esta destrucción”. En definitiva, se trata de una obra que “respira protesta contra la destrucción, desesperación y desesperanza”75. La escultura inquieta. Las “dentelladas” y los agujeros amorfos esculpidos en el bloque de bronce no dejan indiferente al espectador que contempla una figura turbadora y frágil frente a la solidez que debería desprender el bronce. Su colocación sobre una estrecha peana que culmina en forma de tronco de pirámide acentúa notablemente esa sensación de inestabilidad que produce el conjunto monumental de Carrera y que nos transporta al desasosiego que reinaba en la ciudad durante la guerra. Estela monumental en memoria y reconocimiento a las personas represaliadas por la dictadura franquista, Ramón Carrera, 2010 (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2014)
73 Según el Diario Vasco el acuerdo nació de la intención del alcalde Odón Elorza de bautizar al nuevo viaducto como “Puente de la Real Sociedad de San Sebastián”, algo a lo que accedió su socio de gobierno a condición de denominar “Plaza de la Segunda República” al espacio circular urbanizado contiguo a la nueva infraestructura y próximo al lugar donde se habían descubierto las fosas un año antes. El Diario Vasco, 29 de julio de 2010. 74
Noticias de Guipuzkoa, 11 de diciembre de 2010.
75
Ibidem.
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Detalles de la estela monumental en memoria y reconocimiento a las personas represaliadas por la dictadura franquista, Ramón Carrera, 2010 (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2014)
La inauguración del Monumento en memoria y reconocimiento a las personas represaliadas por la dictadura franquista tuvo lugar el 11 de diciembre de 2010 en presencia del Diputado General de Gipuzkoa, Markel Olano, el alcalde de San Sebastián, Odón Elorza, y los familiares de Millán Zabala y de José Zubiarrain, las dos únicas víctimas identificadas entonces. El acto sirvió para reivindicar la memoria de los siete represaliados pero también al conjunto de víctimas del franquismo. En su intervención, Olano defendió la necesidad de “restaurar la memoria de los más de 2.000 desaparecidos vascos”, abogó por “conocer la verdad” de lo que ocurrió, para “no olvidar nunca” y “reparar la dignidad que les hicieron perder con asesinatos tan crueles y cobardes”. Por su parte, Elorza insistió en que la dictadura franquista “no podrá nunca borrar sus crímenes de nuestra memoria, lo mismo que la ciudad no olvidará los actos de terror que ha padecido en periodos más recientes”. Para continuar afirmando “Es momento de recuperar la memoria y también de recuperar la esperanza en la paz”. Por último instó a trabajar unidos “con libertad” para “iniciar la refundación democrática de San Sebastián, la recuperación de los valores democráticos, reconstruir la ciudad sobre bases morales nuevas que permitan superar el miedo, el odio y el sufrimiento”76. Estas declaraciones ponían de relieve cómo, al menos para Elorza, las memorias de las víctimas de todas las violencias políticas aparecían entonces imbricadas en un mismo objetivo. Este primer monumento nacido de la colaboración entre la Diputación Foral de Gipuzkoa y el Ayuntamiento de San Sebastián, iba a dejar paso a finales de 2010 a un protagonismo exclusivo del consistorio donostiarra, un protogonismo que ha acentuado en estos últimos años.
76
El País, 12 de diciembre de 2010. El Mundo, 11 de diciembre de 2010.
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Urte Haietan (Aquellos años): el monumento a la memoria de las víctimas de la Guerra Civil y de la dictadura franquista, Juanjo Novella (2011) El ayuntamiento de San Sebastián y su alcalde Odón Elorza no fueron insensibles al incremento de demandas sociales a favor de la recuperación de la memoria de las víctimas de la Guerra Civil y de la dictadura franquista en la ciudad. La agitación provocada por el descubrimiento de esas fosas y el incremento del activismo de las asociaciones a favor de la puesta en marcha de dinámicas de reconocimiento de las víctimas del franquismo, se encuentran detrás de la iniciativa de la corporación donostiarra de convocar a finales de 2010 un concurso público de carácter internacional para la realización de un monumento de mayor envergadura. Dotado con un presupuesto consecuente de 80.000 euros, hubo 37 propuestas presentadas a concurso que fueron examinadas por un jurado constituido por nueve representantes del mundo artístico e institucional. La propuesta presentada por el artista Juanjo Novella titulada Urte Haietan (Aquellos años) fue la ganadora.
Urte Haietan – Aquellos años, Juanjo Novella, 2011, (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2014).
Se trata de un imponente monumento realizado en acero corten, de casi cuatro metros de altura por dos metros de ancho y dos metros de profundidad y un peso que alcanza las cinco toneladas. La obra se configura como un punto de referencia en un espacio determinado, pero también como un receptáculo, “una casa como símbolo del hombre” en el que el viandante puede y “debe entrar”77.
77
Testimonio del propio artista. Entrevista realizada en su estudio de Portugalete el 15 de mayo de 2014.
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El componente esencial de la obra es sin duda su muro frontal ligeramente inclinado hacia el interior que se erige frente al espectador. En él aparecen perforados los años de la larga dictadura franquista desde el golpe de Estado en 1936 hasta la muerte del dictador en 1975… Una serie cronológica que termina en puntos suspensivos para poner de manifiesto que no todo concluyó en ese año tan señalado: “opté por nombrar los años: de 1936 a 1975, y acabar con unos puntos suspensivos porque todavía la dictadura siguió dando sus coletazos”78. Inspirado por la tradicción memorial estadounidense - Monumento a los Veteranos del Vietnam de Maya Lin (1982) - su intención inicial era hacer una escultura en la que se recogieran los nombres de todas las víctimas donostiarras de la dictadura. Incluso tenía la intención de titular su obra “Todos los nombres” -como la novela homónima de José Saramago-. No obstante, ante la imposibilidad de llevar adelante esta idea, el artista decidió plasmar de forma explícita y prolija los largos años de la pesadilla franquista a partir de una idea simple pero ingeniosa: “No puedo citar los nombres, pero sí puedo nombrar los años, de ahí el título de la obra Urte Haietan – Aquellos años”79. El monumento se encuentra orientado hacia el sur con el objetivo de que los años aparezcan siempre expuestos a la luz del sol y se reflejen sobre el parque circundante o sobre la propia obra. En su parte interior, dentro del cubo abierto que conforma la escultura, parece entreabrirse una estrecha salida. Refleja, según el autor, la puerta que pretendieron abrir las víctimas pero que no consiguieron traspasar: “simboliza una vida truncada, entendida como un elemento de acceso iniciático. Abrir una puerta es un acto hacia lo desconocido”80. Autor de varias obras relacionadas con la recuperación de la memoria de las víctimas de la guerra, así se refería a sus intenciones al concebir sus creaciones monumentales: “En estas empresas, siempre he querido dejar claro que no pretendía hacer un monumento de gesta, donde quedara figurativamente expresado y concretado algún aspecto”. Por el contrario, el artista siempre insiste en su deseo de plasmar “un símbolo abierto, que hable a la humanidad, que refleje la represión y la dictadura, sin que nadie se sienta afectado o herido porque lo que se ensalza son los valores humanos”81.
78
Ibidem.
79
Ibidem.
80
El Diario Vasco, 3 de mayo de 2011.
81
Ibidem.
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Novella insistió en nuestra entrevista y en sus declaraciones a la prensa sobre su intención de proponer un monumento con un marcado carácter escultural, “un objeto escultórico en sí, pero también un lugar. Me interesa la estructura entendida como lugar más que como objeto y que no fuera algo para ver, sino algo para actuar. Me gusta que el ser humano sea la parte animada de la obra”82.
Urte Haietan – Aquellos años, Juanjo Novella, 2011, (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2014).
Bastión inexpugnable, torre firmemente anclada en el suelo, solo esa puerta infranqueable, evocadora de las esperanzas truncadas, altera la impresión y el sentimiento de solidez y acogida que genera el espacio interior. Gracias al trabajo sobre los volúmenes, la obra presenta múltiples facetas y una notable impresión de movimiento pese a la solidez del conjunto.
Para su instalación se eligió un espacio altamente simbólico, los jardines que rodean el Palacio de Aiete, antigua residencia de verano del dictador Francisco Franco. Durante el mandato municipal de Odón Elorza el edificio fue transformado en Casa de la Paz y de los Derechos Humanos. Su ubicación, decidida de antemano por los responsables municipales, en un espacio con “excesivo ruido escénico”, rodeada de grandes árboles y sin posibilidad de perspectiva, condiciona su visibilidad e impone una relación de corta distancia con la obra83. Situada al borde del camino de acceso a la Casa de la Paz, el monumento contribuye a dotar al espacio que lo acoge y al edificio próximo, de un nuevo significado. Si desde un punto de vista estético, la cuidada volumetría de la obra no interfiere en la armonía del lugar, desde un punto de vista simbólico, sí contribuye claramente a reforzar la nueva naturaleza de la Casa de la Paz y favorece la descomposición del recuerdo unívoco del lugar como residencia estival del dictador.
82
El Diario Vasco, de mayo de 2011.
Testimonio del propio artista. Entrevista realizada en su estudio de Portugalete el 15 de mayo de 2014. Novella hubiera preferido su instalación en otro lugar del recinto, en un espacio próximo pero abierto sobre la ciudad. 83
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El consistorio dirigido por Elorza consideró Urte haietan- Aquellos años como una obra clave de su política memorial destinada a restituir simbólicamente la dignidad de las víctimas del franquismo y devolverles su condición de ciudadanos. Con ella se trataba de colmar la ausencia en San Sebastián de una obra que recordara de forma colectiva a aquellas personas y familias que padecieron las consecuencias de la tragedia de la Guerra Civil y de la represión de la dictadura. Colocada en los jardines de Aiete a principios de abril de 2011, su inauguración oficial En el segundo plano puede apreciarse el Palacio de estaba inicialmente prevista para el día 30 de Aiete, residencia veraniega de Franco en la ciudad. ese mes. Sin embargo, ésta no pudo llevarse a cabo. La convocatoria de las elecciones municipales el 22 de mayo hizo que el Partido Popular denunciara ante la Junta Electoral de Guipuzkoa la utilización partidista de una inauguración en el período de precampaña. La representante territorial del PP, Ana Castiella, instó a la Junta Electoral a parar la inauguración basándose en la propia invitación enviada por Elorza en la cual podía leerse su esperanza de que “la escultura sea de su agrado y que cumpla con el objetivo propuesto desde la Alcaldía y la Comisión Especial de Derechos Humanos”84. La Junta decidió paralizar la inauguración por motivos electorales, aunque muchos interpretaron la decisión como una medida de carácter político, y dio pasó a una polémica en los medios de comunicación sobre el significado de tal decisión y sobre el peso de la memoria de la guerra y de la dictadura en la ciudad85. El aún alcalde realizó entonces un comunicado señalando que la inauguración no debería ser “un elemento de discordia entre las personas, sino precisamente el testimonio público de la ciudadanía para que no se vuelvan a repetir capítulos como la Guerra Civil y la dictadura franquista”86.
84
Interviú, “Un tabú en la precampaña”, 9 de mayo de 2011.
La decisión de la Junta Electoral respondía a la nueva ley electoral que prohibía, a partir de la convocatoria de las elecciones, en este caso el 28 de marzo, cualquier acto organizado o financiado, aunque fuera indirectamente, por los poderes públicos que contuviera alusiones a los logros obtenidos y también cualquier inauguración de obras o servicios públicos durante este periodo. Gara, 30 de abril de 2011. 85
86
Gara, 30 de abril de 2011.
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Es difícil establecer en qué medida el objetivo de paralizar la inauguración del monumento por parte del PP respondía a un estricto deseo de hacer respetar la legalidad electoral vigente o trataba con su acción de impedir el reconocimiento público a las víctimas del franquismo. En última instancia, es posible que el objetivo buscado fuera impedir que Elorza apareciera, a escasas semanas de las elecciones, como un defensor de las víctimas republicanas y obtuviera con ello algún rédito político en las urnas. Las elecciones municipales del 22 de mayo de 2011 propiciaron cambios significativos en la composición de la corporación municipal y el monumento pasó entonces a un segundo plano. En julio de 2011, una entrada en el blog de la Asociación de vecinos de Aiete denunciaba el hecho de que la escultura no hubiera sido aún inaugurada oficialmente: “Han pasado dos meses desde los comicios ¿Para cuándo la presentación de esta hermosa escultura? Para este acto no se necesita presupuesto, sino decisión. Las víctimas necesitan reparación y la sociedad, la gente, las personas, se la debemos”87. Hoy, más de cinco años después de su instalación, el monumento continúa sin haber tenido una inauguración oficial por parte del ayuntamiento de San Sebastián, privando así a la ciudad, y a las víctimas, del eco mediático que, sin duda, hubiera tenido un acto de esa entidad.
Un monumento para recordar “A los/as donostiarras ejecutados/as durante el alzamiento franquista y en los años posteriores”: Dual, Amaia Mateos y Tomás Villanueva (2014) Las iniciativas analizadas previamente partían de un deseo de homenajear a la generación que sufrió la guerra y la dictadura, al conjunto de la sociedad que había soportado las imposiciones y las arbitrariedades del régimen. Víctimas de la represión franquista, fusilados, encarcelados, pero también víctimas de la opresión, de las depuraciones, de la arbitrariedad y del miedo que generó el régimen durante casi cuarenta años. La llegada de Bildu a la alcaldía de la ciudad en 2011, tras unas elecciones muy disputadas y con una fuerte fragmentación política e ideológica de la ciudadanía, supuso una nueva reactivación de las políticas simbólicas relacionadas con el conflicto de 1936
87
http://www.aiete.net/2011/07/memoria-de-las-victimas/ [Fecha consulta: 15 de mayo de 2016]
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y sus consecuencias88. El nuevo alcalde, Juan Karlos Izagirre, y su equipo municipal hicieron de la recuperación de la memoria de las víctimas de la guerra y del franquismo uno de los ejes centrales de sus políticas relacionadas con los derechos humanos durante sus cuatro años de gobierno. Entre las múltiples acciones implementadas en este campo destacó sobre todo la convocatoria en la segunda mitad de 2013 de un “Concurso de ideas para la creación y en su caso instalación de una obra en recuerdo y homenaje a las cerca de 400 personas ejecutadas durante la sublevación franquista y en los años posteriores”89. La formulación excesivamente larga y administrativa quedó reducida en el folleto editado para hacer público el concurso a “Alzamiento franquista y años posteriores. Concurso de ideas”. Con esta iniciativa abierta, el ayuntamiento pretendía propiciar la participación de cualquier persona, asociación o empresa de la ciudad para que hicieran llegar al consistorio una propuesta que permitiera recordar y homenajear a las personas fusiladas en San Sebastián durante aquellos años. En la convocatoria se comunicaba que la decisión del jurado se tomaría en función de la adecuación de la propuesta al hecho histórico que se pretendía conmemorar, el diseño y originalidad del proyecto, las características materiales y la adecuación al entorno. Un hecho excepcional en este tipo de convocatorias, los candidatos tenían igualmente la posibilidad de proponer, de forma argumentada, el emplazamiento que consideraran más adecuado para la futura instalación del
Los resultados en San Sebastián de las elecciones municipales celebradas en 2011 dejaron un ayuntamiento muy dividido: Bildu con 21.110 votos (24,96 %) fue la fuerza más votada y obtuvo 8 escaños, el PSE-EE (PSOE) obtuvo 19.666 votos (23,25 %) y 7 escaños, el partido Popular (PP) 16.502 votos (19,51%) y 6 escaños y como última fuerza política con representación en el pleno el PNV con 15.587 votos (18,43 %) y 6 escaños. La falta de acuerdos políticos hizo que la fuerza más votada ocupara la alcaldía en la persona de Juan Karlos Izagirre, mientras que Odón Elorza dejó la alcaldía después de veinte años al frente de la ciudad (1991-2011). Resultados consultados en la página oficial del ayuntamiento: https://www.donostia.eus/info/ayuntamiento/ [Fecha consulta: 15 de octubre de 2015] 88
89 Reproducimos aquí la formulación precisa aparecida en el pliego de condiciones publicado por la Sección de Igualdad, Cooperación, Derechos Humanos y Diversidad Cultural del Ayuntamiento de San Sebastián en julio de 2013. La cifra de personas ejecutadas evocada sistemáticamente por el ayuntamiento en este proceso de forma aproximativa “cerca de 400”, “alrededor de 400”, tiene su origen en publicaciones de Iñaki Egaña La guerra civil en Euskal Herria, Andoain, Ed. Aralar, 1998 y Los crímenes de Franco en Euskalherria, 1936-1940, San Sebastián, Txalaparta, 2008. En un cuadro publicado en esta última obra (p. 308) alude a 385 personas fusiladas ejecutadas como consecuencia de la guerra y del franquismo en la ciudad. No obstante, son numerosos los autores que cuestionan de forma sistemática la falta de rigor de Egaña a la hora de avanzar cifras de represaliados como la mencionada, ya que sus proyecciones carecen a menudo del soporte documental necesario para avalarlas. La prensa recogió en sus crónicas de la inauguración la cifra de 377 personas víctimas de la represión franquista.
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monumento. Los participantes optaban a una serie de premios cuyas cuantías eran ciertamente modestas: 2.000 € para el ganador, 1.000 € para la propuesta elegida en segundo lugar, y 500 € para el tercer puesto. No obstante, el verdadero premio era lógicamente la posibilidad de concretizar el proyecto con la realización del monumento cuyo coste no debía, en todo caso, exceder un importe global de 30.000 euros. Entre septiembre y noviembre de 2013, el ayuntamiento recibió 16 propuestas individuales o colectivas de equipos constituidos por arquitectos, escultores, diseñadores y artistas plásticos, además de varios paisajistas y un profesor. Entre los miembros del jurado, además de responsables municipales también participaron personas ligadas a las asociaciones de recuperación de la memoria histórica de la ciudad. Apenas un mes más tarde, en diciembre de 2013, se hicieron públicos los resultados y se atribuyeron los tres premios del concurso. Los trabajos y maquetas propuestos fueron expuestos públicamente a lo largo del mes de febrero de 2014 en la Casa de Cultura de Aiete ya bajo la denominación de “Concurso de ideas en homenaje a las personas fusiladas en el alzamiento”. La posibilidad de la consulta a posteriori del conjunto de propuestas presentadas me ha animado a abordar en este apartado no sólo el proyecto ganador, sino también algunos de los proyectos presentados que comportan un interés indudable90. Los planteamientos estilísticos y las estrategias de comunicación de los trabajos presentados constituyen una muestra de la capacidad del arte y de los artistas para evocar la memoria del conflicto. Algunos de ellos partían de principios estéticos clásicos. Carlos del Olmo propuso una evocación geométrica de una mano tendida; Aketz Zubia apeló al recurso de la llama eterna asociada a una figura con los brazos abiertos y acompañada por fragmentos del Guernica de Picasso. También fueron presentadas propuestas más arriesgadas que trataban de convocar el pasado y su memoria mediante recursos más novedosos. El proyecto presentado por el equipo LZB arkitektura, integrado por Julen Luzuriaga y Ane Zeberio, denominado Orbaintzen (Cicatrizando) planteaba una verdadera reflexión sobre la relación entre el recuerdo, el dolor y el inexorable paso del tiempo condensada en la poesía que acompañaba la memoria explicativa:
90 Quiero agradecer aquí expresamente al área de Derechos Humanos del Ayuntamiento de San Sebastián la autorización para la consulta del conjunto de propuestas enviadas y el hecho de que me facilitaran la posibilidad de contactar con los diferentes autores de los proyectos. Varios de ellos tuvieron entonces la amabilidad de compartir conmigo sus iniciativas y las memorias explicativas de sus propuestas.
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En la cicatriz de la ciudad las huellas del pasado que el río no puede ocultar mostrándose cada bajamar Preservando el recuerdo Manteniendo la conciencia Rocas caídas y ancladas en la tierra erosionándose con el tiempo El agua suavizando las heridas Cicatrizando91. La propuesta preveía una intervención en el paisaje urbano con la instalación de varios prismas de hormigón armado de diferentes tamaños en distintos enclaves del lecho del rio Urumea. Sometido a los vaivenes de las mareas, el río en movimiento constante dejaría entrever los bloques con la marea baja para quedar ocultos de nuevo con la marea alta. Un juego de alternancias presencia/ ausencia que recordaría las complejas relaciones entre la memoria y el olvido del pasado trágico, como apuntaron los autores de la propuesta: Como las mareas, la memoria es cíclica. Cada bajamar muestra las huellas enterradas en las cunetas del río, preservando el recuerdo, manteniendo viva la conciencia. Huellas del recuerdo que no se pueden borrar. Ancladas en nuestro interior, de vez en cuando afloran y vuelven a hundirse. Recuerdos que no pueden borrarse. Que no deben olvidarse, porque nos hacen ser quien somos. Y con el tiempo se irán erosionando, suavizando, moviendo, rompiendo. Como le ocurre a nuestra memoria. Cambiando con el tiempo. Cicatrizando […] Estas rocas de hormigón, tras tantos años enterradas, surgirán de pronto en el paisaje de Donostia, como si fueran restos aparecidos en las cunetas del río, con la marea ocultándolas y mostrándolas sin cesar en el río de la memoria colectiva92.
Quiero agradecer a Julen Luzuriaga y a Ane Zeberio Bereau su disponibilidad y generosidad para colaborar en este estudio al poner a mi disposición la memoria íntegra de su propuesta. En el proyecto presentado al ayuntamiento, la poesía aparecía en euskara. La traducción facilitada aquí ha sido realizada por los propios autores. La memoria visual del proyecto puede ser consultada en el siguiente enlace http://www.lzbarkitektura. com/FR/LNK/don [Fecha de consulta: 13 de abril de 2016]. 91
92
Ibidem.
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El proyecto presentaba el doble interés de establecer un paralelismo entre la erosión de los bloques y la erosión del recuerdo y la idea de un proceso en marcha, reforzada por el gerundio del título. Una mirada hacia el futuro sin olvidar completamente el pasado. La ubicación en el lecho del río planteaba igualmente una vinculación histórica con los hechos ya que los bloques conectarían lugares destacados de la sublevación militar. El río aparecía como una enorme cicatriz abierta por el franquismo en San Sebastián, al unir el origen de la sublevación, representado por el cuartel militar de Loiola, y la resistencia de los donostiarras en el centro de la ciudad, en las cercanías del Boulevard93.
Imagen de síntesis de la propuesta Orbaintzen (Cicatrizando), LZB arkitextura, Julen Luzuriaga y Ane Zeberio
Otro de los proyectos presentados titulado Ahanztura (Olvido) se inspiraba directamente de las imágenes de fosas comunes al proponer la colocación de cuatro planchas de acero, perforadas por “disparos”, onduladas y tendidas sobre el suelo como los cuerpos de los fusilados. Una especie de incómoda alfombra que, situada en un lugar de paso frecuente de peatones como es el Paseo de la Concha, obligara al caminante a reflexionar sobre lo que permanece oculto.
Ninguna de estas propuestas fue retenida por el jurado que acordó sus votos a los tres proyectos que presentamos a continuación. El tercer premio, fue atribuido a Garbiñe Pedroso e Inhar Agirrezabal, por su proyecto titulado Arrastoak (Los rastros/Las huellas). La propuesta ponía en relación la huella dejada en el suelo por la víctima al ser arrastrada por sus asesinos, pero también la idea de surco, de herida abierta que permanece viva en el recuerdo. Para ello planteaban como escenario el conjunto de la ciudad en la cual marcarían en el suelo de determinadas calles de Donostia esa herida abierta simbolizada por el color rojo del rastro. El aspecto más interesante de esta propuesta era la capacidad de “reterritorializar” en cierta manera a las víctimas asociándolas a los espacios habituales de su vida cotidiana anterior a la guerra y, por ende, alejándolos de aquellos escenarios relacionados con su muerte94.
93
Ibidem.
94 Esta idea de “reterritorialización” de la memoria aparece expresada en un artículo de Dominique Trouche titulado “Monumentaliser ou dé-monumentaliser les habitants du passé par la représentation? Entre acte mémoriel et spectralité : les Stolpersteine de Gunter Demning”. Comunicación presentada en la Journée d’Études “Mémoire et oubli: l’art et l’histoire à l’épreuve du souvenir, II”, 6 y 7 noviembre de 2014, Universidad de Limoges. Agradezco a su autora la posibilidad de haber leído el contenido de su artículo antes de su próxima publicación.
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Así aparecía recogida la idea en la memoria explicativa: No vamos a recordar la cárcel de Ondarreta, tampoco las fosas del monte Urgull, del puente de hierro. Tampoco las ejecuciones de Polloe, ni el polígono de tiro de Bidebieta, ni las tropas del alzamiento que anduvieron arriba y abajo por el alto de Miracruz, ni los barcos que fueron por el puerto al mismo tiempo.Vamos a recordar a las personas, a las personas muertas, y a recordar a las que sufrieron por estas muertes. En cada uno de los espacios de la ciudad, detrás de la huella, se encuentra una persona que podría ser cualquiera de nosotros; ella y toda la constelación de su vida. El segundo premio fue atribuido a la propuesta de Zubiondo Arkitektoak EM/SLP, integrado por los arquitectos Manuel Jiménez, Ibon Rosales y Eduardo López. Su proposición se articulaba en torno a dos elementos claramente identificables. Por un lado, la estela discoidal, un elemento con gran carga simbólica en Euskadi como símbolo de carácter funerario asociado al recuerdo y homenaje a los muertos. Por otro, la figura del cilindro del cañón de una pistola, instrumento empleado para la desaparición violenta de muchas de las víctimas, que emergía del terreno como advertencia de un fascismo mal enterrado que amenaza con resucitar.
Proyecto Arrastoak (Rastros), 3º Premio. Garbiñe Pedroso e Inhar Agirrezabal (2014)
Proyecto Estela, 2º Premio, Manuel Jiménez, Ibon Rosales y Eduardo López (2014)
La escultura, resultado de la combinación de esos dos volúmenes cilíndricos, se insertaba en un espacio delimitado en el suelo que evocaba vagamente una fosa común. En la cabecera del mismo se incluía un pequeño muro, evocación directa al muro de fusilamiento, que permitiría ser utilizado para insertar la inscripción en homenaje a los fusilados en varios idiomas. La ubicación propuesta era el antiguo solar
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del penal de Ondarreta, un punto cercano al lugar en el que se situaba la puerta de acceso a la antigua cárcel, contribuyendo así a conformar un lugar de memoria de la represión franquista al situarse en las inmediaciones del monolito dedicado a la prisión de Ondarreta ya evocado95. La propuesta mejor valorada por parte del jurado y ganadora del concurso fue la presentada por los jóvenes arquitectos, Amaia Mateos Valiente y Tomás Villanueva Elizondo. Titulada Dual, la única propuesta hecha finalmente realidad, se articula en torno a la figura del plano de San Sebastián, cuya silueta es fácilmente reconocible para sus habitantes gracias a la media luna de la playa de la Concha y a la divisoria creada por la desembocadura del río Urumea. Si en otras propuestas se contemplaba la intención de marcar la ciudad con las huellas dispersas de los desaparecidos en diferentes emplazamientos de la misma, aquí era la ciudad entera la que aparecía evocada como víctima gracias al recurso del plano. Se mostraba así una “ciudad acribillada” por las balas. El número de agujeros correspondería al número aproximado de víctimas, repartidas por toda la superficie del plano96. No obstante, hay dos zonas que presentan una mayor concentración de agujeros de proyectiles: en torno al puente de hierro y la antigua cárcel de Ondarreta. Dos lugares donde los fusilamientos de prisioneros republicanos fueron frecuentes. Sus dimensiones aproximadas son 4,5 metros de largo por Proyecto Dual, 1º Premio. Amaia Mateos Valiente 2,20 de alto en su parte más alta. Los materiales utilizados y Tomás Villanueva Elizondo, (2014) en la composición, policarbonato transparente y acero corten, aportan un simbolismo suplementario a la obra para representar la dualidad frecuente que existe en la recuperación del pasado. El policarbonato, material transparente, hace referencia a la objetividad de la historia, mientras que el acero corten trata de representar la memoria, los recuerdos. El acero se va oxidando con el tiempo como los propios sentimientos, el dolor, las penas… Como apuntaba Tomás Villanueva, “El aspecto que más queríamos destacar era que los acontecimientos
Quiero agradecer a Manuel Jiménez y a todo el equipo de Zubiondo Arkitektoak su disponibilidad y generosidad para colaborar en este estudio al poner a mi disposición la memoria íntegra del proyecto. 95
96 Se trataría en realidad de vecinos de San Sebastián muertos durante el conflicto aunque no forzosamente en la ciudad. En el listado reproducido por Egaña en la obra citada previamente aparecen personas fusiladas en otros lugares (Hernani, Durango, Bilbao, Gijón, Madrid…), en un contexto diferente al de la represión sobre la propia ciudad de San Sebastián como deja suponer el monumento y el concurso público.
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tienen dos caras: por un lado, la HISTORIA, que aparece en los libros y ha de ser lo más objetiva y fría posible; y, por otro lado está la MEMORIA, plagada de sentimientos, en la que aparecen los 400 vacíos que han dejado las víctimas”97.
Monumento “A los/as donostiarras ejecutados/as durante el alzamiento franquista y en los años posteriores” el día de su inauguración con la trasera del edificio del ayuntamiento en el segundo plano (2014), Amaia Mateos & Tomas Villanueva. (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2014)
Esos orificios que los haces de luz atraviesan cada atardecer sirven también como receptáculo de las flores que los familiares depositan en el monumento desde el día de su inauguración. En su base, bajo el perfil de acero, más próximo al mar, se encuentran las placas metálicas en las que aparecen reproducidos, por orden alfabético, los nombres y apellidos de las casi cuatrocientas víctimas. En el otro lado, en la parte próxima al perfil de policarbonato, de cara a la ciudad, podía leerse inicialmente una placa escrita en euskara y castellano que aludía al origen del monumento: “A los/as donostiarras ejecutados/as durante el alzamiento franquista y en los años posteriores”. Hoy estas últimas placas han desaparecido y han sido reemplazadas por otras nuevas con una formulación ligeramente diferente pero que sigue adulterando la realidad y encubriendo abiertamente la existencia de la guerra: “A las personas donostiarras ejecutadas en el golpe de estado franquista y años posteriores”. Volveremos más adelante sobre estas formulaciones. A ambos lados se han añadido dos nuevas placas, escritas en francés y en inglés, con el objetivo de llegar también a un mayor público y a los
Blog del arquitecto Tomas Villanueva: http://mateosvillanueva.blogspot.fr/ [Fecha consulta: 15 de mayo 2016]. En mayúscula en el original. 97
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numerosos turistas que visitan la ciudad. Las placas reproducen un mensaje similar con un breve complemento de información sobre el título y el objetivo de la escultura98. En cada extremo de la obra se han añadido sendas placas de policarbonato transparente destinadas a evocar la significación atribuida al título “Dual” y a la composición de la obra en dos partes. En el lado titulado “MEMORIA” puede leerse una reflexión sobre la memoria, el peso de la ausencia y el dolor provocado por la pérdida. Este aporte explicativo, ausente en la práctica totalidad de monumentos estudiados, contribuye notoriamente a una mejor comprensión del título y del proceso creativo de la escultura: DUAL Detrás de los acontecimientos históricos está la Memoria, de carácter heterogéneo debido a los distintos matices de los sentimientos vividos, marcada por los vacíos dejado por las víctimas La historia tiene a veces poco que ver con el recuerdo, con la memoria. Los años pasan y las vidas que se van se convierten en datos anónimos. El sufrimiento de San Sebastián, de sus gentes, de sus familias, no se puede cuantificar. Los sentimientos de tristeza, odio, impotencia, frustración y desesperación ocasionados por las pérdidas llegaron para quedarse por muchos años. Aproximadamente cuatrocientas vidas fueron sesgadas y sus familias soportan hoy la falta de sus seres queridos. La agonía de aquellos días perdura en el recuerdo de quienes los vivieron y se ha transmitido gracias a familiares y amigos que no han permitido que su memoria quede olvidada. Por todas nuestras víctimas para que su recuerdo no nos abandone. En el lado opuesto, en la placa titulada “HISTORIA” puede leerse el siguiente texto: “La Historia debería ser transparente, representando con la máxima objetividad lo sucedido. La memoria y los sentimientos que quedan detrás se pueden intuir a través de los hechos históricos”. Esta reflexión genérica aparece también acompañada por un extenso pasaje en el que se alude a la evolución
El texto de la placa en francés es el siguiente : “Lors du coup d’Etat de 1936 et pendant les années qui ont suivi, le régime de Franco a exécuté environ 400 hommes et femmes de Saint-Sébastien. Cette sculpture, intitulée Dual, veut commémorer et rendre hommage à tous ces citoyens”. El texto en inglés es el siguiente “During the coup d’Etat of 1936 and in the years immediately after it, the Franco regime excuted some 400 men and women from San Sebastian. This sculpture entitled Dual, is intended to remember and commemorate all those citizens”.
98
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del conflicto y al episodio histórico de los fusilamientos franquistas y su contextualización en la inmediata posguerra. El lugar propuesto para su emplazamiento fue la calle Ingentea, en la parte trasera del ayuntamiento, donde se produjeron enfrentamientos los primeros días de la guerra. Así lo atestiguan, aun hoy, los impactos de balas visibles tanto en la sede municipal como en los edificios colindantes. A ello se añade el hecho de constituir el paso natural desde el Boulevard hacia la playa de la Concha y el puerto viejo, que lo convierte en una vía muy frecuentada. El proyecto preveía inicialmente su instalación en la acera más próxima al ayuntamiento como puede verse en algunas imágenes de síntesis que acompañaban la memoria. Sin embargo, la estrechez del pasaje y la disposición en horizontal de la obra hubieran impedido el normal tránsito de los peatones, por lo que finalmente fue instalada en la acera de enfrente, al lado de la entrada del Palacio Goikoa, antigua sede del Gobierno militar de Guipúzcoa y hoy centro municipal administrativo y cultural. La inauguración del monumento tuvo lugar el 31 de mayo de 2014 y contó con la presencia de familiares de las víctimas, especialmente invitados para la ocasión, y representantes de varios grupos municipales, además de las principales autoridades guipuzcoanas, el Diputado general de Gipuzkoa, Martín Garitano, la presidenta de las Juntas Generales del territorio, Lohitzune Txarola, y la directora de Víctimas y Derechos Humanos del Gobierno Vasco, Monika Hernando. La ceremonia se inició en el salón de plenos del ayuntamiento, completamente abarrotado por los familiares, con la proyección de un pequeño documental sobre el período de la guerra y de la posguerra. A continuación el alcalde, Juan Karlos Izagirre, hizo una intervención en la que aludió a la necesidad de “recordar lo que pasó con un objetivo claro: que nunca más vuelva a suceder”, convencido de que un “pueblo que no conoce, ni asume, su historia es un pueblo herido” y que su comprensión es fundamental para “construir un futuro sano y en armonía”99. Durante este homenaje el alcalde hizo entrega a los familiares de una pequeña réplica de la escultura y algunos de ellos tuvieron la oportunidad de tomar la palabra en público para expresar su indignación contra el largo olvido al que habían sido sometidos sus familiares y al mismo tiempo agradecer la iniciativa al alcalde y a su equipo de gobierno. Tras este emotivo acto, el público y las autoridades se dirigieron hacia la parte trasera del ayuntamiento, donde se encontraba la escultura cubierta por una bandera blanca y azul, los colores de San Sebastián. Tras una nueva y breve intervención por parte de algunos familiares de las víctimas, se procedió al descubrimiento de la escultura de forma conjunta por el alcalde, los arquitectos y los familiares. Estos últimos, claramente emocionados, algunos con lágrimas en los ojos, colocaron flores en los orificios que simulaban los impactos de las balas en el
99
El País, 31 de mayo de 2016.
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monumento, mientras se iban turnando para localizar en las placas instaladas en la base del mismo el nombre de sus allegados y fotografiarse después con la obra escultórica.
Inauguración oficial del monumento Dual, 31 de mayo de 2014 (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2014)
Al margen de la inauguración oficial, y una vez concluida la misma, el acto fue aprovechado por diversos colectivos como la Asociación de Víctimas del Genocidio de Gipuzkoa o la Plataforma Vasca contra los Crímenes del Franquismo, para denunciar el desconocimiento de la represión franquista, la ausencia de justicia y, a la vez, reclamar el reconocimiento oficial de los familiares de los fusilados como víctimas. A cada lado de este grupo podían verse sendos paneles en los que se denunciaba como genocidas a los generales sublevados Mola y Queipo de Llano y una gran pancarta instalada en la verja del palacio Goikoa en la que podía leerse “Impunidad franquista: VERDAD Y JUSTICIA aquí y ahora!!”. Desde su inauguración, el monumento se ha convertido en un punto central de las movilizaciones convocadas por estas organizaciones para exigir públicamente que se hagan efectivas sus demandas de reconocimiento y de justicia. En un plano más individual, el monumento se ha vuelto para algunos familiares un lugar al que acuden con frecuencia para recogerse unos instantes y depositar una flor en señal de duelo por sus familiares desaparecidos. Es indudable que desde un punto de vista estético y simbólico la obra es todo un éxito como lo prueban la excelente y generosa acogida por parte de los familiares de las víctimas el día de su inauguración y el interés que despierta entre los paseantes que “Apropiación” del monumento por los familiares se paran delante en su transitar hasta la Concha y el el día de su inauguración, 31 de mayo de 2014 Puerto viejo. (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2014)
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Desde un punto de vista histórico, el monumento es menos transparente de lo que pudiera parecer en un principio. La utilización repetida en el concurso y en la denominación del propio monumento de las expresiones “alzamiento” y “años posteriores” nos llamó poderosamente la atención. En primer lugar, porque se recurría a un término como “alzamiento”, eufemismo utilizado con prodigalidad durante la dictadura por las propias autoridades del régimen franquista para negar la evidencia de lo que había sido un golpe militar contra la República. Como hemos visto previamente hoy la nueva placa alude al “golpe de estado franquista”. En segundo lugar, por la indefinición temporal que implica la utilización de la expresión “años posteriores”, en lugar de una terminología admitida por la historiografía para referirse a la posguerra, primer franquismo, o incluso a la dictadura en su globalidad. La unión de ambas expresiones contrae extraordinariamente los tiempos históricos a la vez que silencia y encubre la existencia de una guerra, de un conflicto que partió en dos a la sociedad española, pero también a la propia sociedad vasca. Una confrontación escamoteada aquí y que obliga a contemplar a los muertos bajo el único prisma de víctimas, agotando cualquier otra consideración sobre ellas. Esta dinámica de homogeneización que privilegia una memoria exclusivamente traumática hubiera sido impensable diez años atrás. Como hemos visto previamente, la primera placa en memoria de las víctimas estaba dedicada a la memoria “…de las personas fusiladas y represaliadas que defendieron la República, 1936-1939”. Se trataba por tanto de poner el acento en su condición de defensores de la República, de sus valores democráticos y de su legalidad confiscada por los militares sublevados y no sólo como víctimas de ese mismo golpe. Por otro lado, al mismo tiempo que se silencia el conflicto, se ocultan las víctimas de la represión republicana en las primeras semanas de la guerra aunque, como ya hemos visto previamente, éstas tuvieran durante cuarenta años un continuado reconocimiento público e institucional. “La persecución comienza a la llegada de los franquistas con detenciones en masa que llevan a miles de donostiarras a la cárceles… […]” indica el texto incluido en la placa destinada a explicar los hechos que provocaron la desaparición de casi cuatrocientas personas. La guerra se evapora y las víctimas parecen ser el único rastro visible hoy del “alzamiento”. Como nos recuerda Koselleck, los monumentos dedicados a los muertos son iniciativas propicias a la disimulación histórica, manifestaciones donde es frecuente la exclusión consciente del otro. Asistimos así a lo que el historiador alemán denominaba una “funcionalización de la representación de la muerte a favor de los vivos”: Es evidente que cualquier muerte causada por la mano del hombre en tiempo de guerra nacional o civil siempre ha tenido une función política […] Los monumentos a los muertos devuelven a una línea de fuga temporal que tiende hacia el futuro en el cual debía
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fundarse la identidad de la comunidad de acción que tenía el poder de llevar a cabo la conmemoración monumental de la muerte100. Asistimos así a un uso público instrumentalizado de la historia y de la memoria, aunque no creemos que sean los muertos de la represión republicana los que se pretendan disimular puesto que ya nadie, más allá de sus círculos familiares, se acuerda de ellos. Se produce así una apropiación directa de esas víctimas, “nuestras víctimas”, como aparecen evocadas en una de las placas, a las que ahora sí se les ha atribuido un nombre -algo que no habían sido capaces de proponer los monumentos erigidos previamente en diversos lugares de la ciudad-, excluyendo por tanto a cualquier otro grupo social que pretenda dicha consideración en el espacio público. Esa recuperación de las víctimas del franquismo permite también una apropiación de los valores y de las ideas que defendieron en vida muchas de ellas, como apuntó sagazmente Koselleck: En el margen que existe entre la muerte pasada que se conmemora y la propuesta de interpretación óptica que propone un monumento a los muertos, hay pues un doble proceso de identificación. Se presume que los muertos defendieron la causa que se proponen defender los supervivientes que erigen el monumento. En cuanto a saber si se trata efectivamente de la misma causa, ya no corresponde a los muertos pronunciarse101. Esta sentencia que, ciertamente, puede aplicarse a todas las inauguraciones y a todos los monumentos evocados en este trabajo, cobra aquí una dimensión diferente, al ser San Sebastián la ciudad vasca donde ETA asesinó a un mayor número de personas. El día de la inauguración del monumento, el alcalde Juan Karlos Izagirre manifestó la necesidad de “recordar lo que pasó con un objetivo claro: que nunca más vuelva a suceder”. El homenaje que representaba el monumento debía servir para que “el pasado esté presente en esta ciudad y también para avanzar en el camino hacia la paz y la convivencia”, antes de concluir “hoy estamos un paso más cerca de conseguir este objetivo”102. Ese loable anhelo hubiera tenido mayor credibilidad si esos mismos principios hubieran regido para
Reinhart Koselleck, “Les monuments aux morts, lieux de fondation de l’identité des survivants”, en L’expérience de l’histoire, París, Seuil/Gallimard, 1997, p. 186 100
101
Ibidem, p. 180.
102 El Diario Vasco, (versión digital), 31 de mayo de 2014. [Fecha consulta 15 abril de 2016] http://www.diariovasco. com/politica/201405/31/izagirre-dice-pueblo-asume-20140531135358.html. Declaraciones recogidas también en otros medios: http://www.foroporlamemoria.info/2014/06/donostia-homenajea-a-sus-cerca-de-400vecinos-y-vecinas-ejecutadas-por-el-franquismo/ [Fecha de consulta: 15 abril de 2016].
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todas las víctimas. Aunque es cierto que las víctimas de ETA contaban desde 2007 con su propio monumento erigido en un lugar preferente en los jardines de Alderdi-Eder, no lo es menos que durante el mandato de Izagirre, sus familiares se sintieron con frecuencia relegados a un segundo plano103. La alcaldía postergó compromisos aprobados previamente por los grupos municipales para permitir una mayor presencia simbólica de las víctimas del terrorismo de ETA en el espacio urbano, alejando así ese anhelado espíritu de paz y convivencia104. Con tres monumentos, erigidos en un reducido intervalo de tiempo de apenas cuatro años, además del monolito y algunas placas a las que nos hemos referido previamente repartidas por distintos puntos de la ciudad, Donostia se configura hoy como una de las ciudades vascas donde el recuerdo de las víctimas republicanas de la Guerra Civil y del franquismo tiene una mayor presencia. Recientemente, en un acuerdo que podríamos considerar ecuánime, el consejo municipal de la capital guipuzcoana decidió atribuir a diferentes calles el nombre de cuatro personas que perdieron su vida como consecuencia de la guerra: José María Paternina y Alonso -alcalde de la ciudad nombrado por el gobernador en 1934 y 1935 ejecutado por milicianos de la CNT en agosto de 1936-, José Ariztimuño “Aitzol” - sacerdote, escritor e ideólogo del PNV torturado y fusilado por militares franquistas en Hernani el 18 de octubre de 1936, Luis Iglesias Ansaño y Ceferino Martiarena Rekondo, sindicalistas de la UGT y exconcejales socialistas de San Sebastián, el primero, condenado y ejecutado en la cárcel de Ondarreta en 1940 y el segundo fusilado en 1937 en Gijón tras la caída del frente Norte105. Tras varios años de políticas simbólicas dirigidas a recuperar el pasado, priorizando las víctimas de la guerra y postergando a otras víctimas más cercanas en el tiempo, la Capitalidad cultural europea de San Sebastián en 2016 supuso una extraordinaria oportunidad para que la ciudad volviera su mirada no solo a un pasado menos lejano sino también hacia un futuro próximo. El hecho de que el eje vertebrador y la idea inspiradora del proyecto fuera “la convivencia entre diferentes” muestra ese deseo de construir una sociedad, que sin dejar de lado la historia, sea capaz de proyectarse hacia un futuro en paz.
103
“Bildu y la recuperación de la memoria”. El País, 15 de noviembre de 2014.
104
“Izagirre da largas al acuerdo de colocar placas en recuerdo de las víctimas”. El País, 30 de septiembre de 2014.
El Diario Vasco, 16 de mayo de 2014. Dentro de este acuerdo municipal colectivo también se incluyó a Tomás Alba Irazusta, exconcejal de HB que fue asesinado el 29 de septiembre de 1979 por el Batallón Vasco Español. 105
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Tratado de Paz, fue precisamente una de las propuestas más ambiciosas del año de la capitalidad cultural. Un magno proyecto integrado por una exposición que recorría la cultura de la paz desde 1516 hasta 2016, varias muestras sobre hitos históricos repartidos por todo el territorio vasco, numerosas intervenciones artísticas y talleres pedagógicos en torno a la paz compusieron un vasto programa cultural cuya pretensión final fue permitir profundizar en la “complejidad” y “ambigüedad” de muchos de los símbolos artísticos de la paz porque “la paz no es solo una aspiración utópica de nuestras sociedades, también es la otra cara de la guerra”106.
Declaraciones de Pedro G. Romero comisario de la exposición. Mikel Ormazabal, “El arte instaura la paz en San Sebastián”, El País, 20 de junio de 2016.
106
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LOS CEMENTERIOS Y LA RETÓRICA DEL MURO: LUGARES DE DUELO Y DE MEMORIA Los cementerios constituyen por su propia finalidad lugares íntimamente ligados al duelo y al recuerdo. Espacios de recogimiento, de reencuentro con un pasado más o menos alejado en el tiempo, pueden transformarse igualmente en lugares de memoria de una colectividad, de una nacionalidad o de todo un país, en función de la trascendencia histórica de las personalidades allí enterradas. En ocasiones, la decisión relativa a la última morada se toma de forma deliberada, en otras es el resultado de las contingencias de la historia. En estos últimos casos su función memorial se ve duplicada al converger en un mismo espacio los restos y la explicación de su presencia en ese lugar. Las tumbas de Manuel Azaña o de Antonio Machado, incluso la última morada de Federico Lorca aunque por razones distintas, son ejemplos reveladores de cómo esos espacios siguen interpelando hoy la historia y la memoria107. Pero en ocasiones son las circunstancias las que convierten a los cementerios en escenarios involuntarios de la historia cuando sus tapias son utilizadas como paredones para detener las balas de los pelotones de fusilamiento que traspasan los cuerpos de los ejecutados. Cuando entre sus muros, o al pie de ellos, se abren fosas para enterrar de forma desordenada los cuerpos sin nombre de los fusilados. Los cementerios se transfiguran así en testigos mudos de la violencia y de la represión, y sus muros, heridos a su vez por las huellas de los proyectiles, quedan marcados por la historia como símbolos de la crueldad humana del enemigo. En algunos casos, no sin ciertas dificultades, esos lugares han llegado a convertirse en lugares de memoria que trascienden las épocas108. En otros casos permanecen silenciados durante décadas hasta que los familiares consiguen que el eco de su voz llegue a la sociedad109. Otros, son sencillamente derribados en el más absoluto silencio, u ocultados en el momento mismo en el que las demandas de recuperación de la memoria de las víctimas republicanas se abren paso con fuerza en el espacio público. El caso más significativo, dada su trascendencia histórica, es indudablemente el muro del cementerio de Badajoz, escenario de fusilamientos masivos en agosto de 1936 y que
107
Santos Juliá, “Lugares de la memoria histórica”. El País, 30 de noviembre de 2008.
Madeleine Rebérioux, “Les mur des Fédérés”, en Pierre Nora, Les Lieux de Mémoire, I La République, París, Gallimard, 1997, pp. 535-558. La emergencia del Muro de los Federados como lugar de memoria de la Comuna de París fue un proceso lento que sólo comenzó a concretizarse a partir de 1885. En 1983 fue declarado monumento histórico. Como afirma Rebérioux, el muro, en sí mismo, “ce n’est pas forcément un signe de mort, ce n’est pas nécessairement un signe de vie”.
108
Ese es el caso del muro del cementerio de Paterna (Valencia), el “paredón de España” donde fueron fusilados casi 2.300 republicanos procedentes de todos los rincones del país. Vicente Gabarda Ceballán, “Paterna, el Terrer, el paredón… 1939-1956”, en Público, 26 de julio de 2011.
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fue recubierto y ocultado por un nuevo muro perimetral levantado en 2009110. Con motivo de esta decisión municipal del ayuntamiento encabezado por el Partido Popular, el 7 de febrero de 2009 se hizo público un manifiesto titulado: “No se puede esconder el pasado”, cuyo objetivo era precisamente la paralización de las obras. Firmado, entre otros, por prestigiosos historiadores como Ian Gibson, Julio Aróstegui, Mirta Núñez, Julián Casanova, Josep Fontana, Paul Preston, Francisco Espinosa, Hilari Raguer, Alberto Reig Tapia, Ángel Viñas y Helen Graham, el llamamiento reivindicaba la conservación de los espacios de represión como lugares de memoria destacados del pasado reciente de nuestro país. En el manifiesto podía leerse: En España hay toda una geografía de cementerios cuyos muros fueron un día paredones de muerte, como éste, un paisaje de la represión, que debe ser conservada para el conocimiento de las generaciones futuras […] Este cementerio viejo es ya el único lugar que nos recuerda la memoria viva de un hecho histórico que desborda ampliamente el ámbito local. Badajoz tiene el deber de conservar las tapias de este viejo cementerio, en su aspecto original, no sólo en memoria de los que aquí fueron asesinados, sino también por respeto a sí misma111. También en Euskadi son numerosos los cementerios que fueron escenarios de ejecuciones y represalias del enemigo durante la Guerra Civil. En algunos casos aún hoy son visibles las huellas de esa violencia desatada. Varios arquitectos, creadores y artistas se han servido precisamente de los trágicos episodios que acompañan la historia de esos lugares y de sus muros para establecer un fecundo encuentro con el pasado. Un pasado con frecuencia oculto, olvidado o desconocido para una amplia mayoría de la sociedad vasca que ha sido recuperado y, al menos temporalmente, fijado en el espacio gracias a los monumentos allí erigidos en homenaje a las víctimas de esas cruentas ejecuciones112.
110
“Badajoz levanta un muro contra la memoria”, Público, 12 de junio de 2009.
En el siguiente enlace puede leerse el manifiesto en su integridad: https://lamemoriaviva.wordpress.com/ page/556/?pages-list [Fecha de consulta: 16 abril de 2016]
111
Por supuesto, no se trata de una dinámica exclusiva del País Vasco. En estos últimos años son numerosas las iniciativas memoriales a favor de las víctimas republicanas del conflicto emprendidas entre los muros de los cementerios. A título de ejemplo podemos evocar los monumentos y memoriales erigidos en los camposantos de Torrero (Zaragoza), Tarragona, Gijón, León, Cuenca, Cáceres, Jaén, Málaga…
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Un frontón para el recuerdo: el monumento funerario de Luis Peña Ganchegui en Oiartzun (1977) El monumento funerario realizado en 1977 por el prestigioso arquitecto vasco Luis Peña Ganchegui en el cementerio de la localidad guipuzcoana de Oiartzun es excepcionalmente relevante113. En primer lugar por la temprana fecha de su construcción, el monumento fue inaugurado el 1 de noviembre de 1977, en pleno proceso de transición política, en un momento en el que la democracia a nivel local comenzaba tan sólo a vislumbrarse. En segundo lugar, por la tremenda audacia de Peña Ganchegui para realizar el encargo del ayuntamiento de Oiartzun de homenajear “a los caídos por la libertad de Euskadi” con una propuesta inédita. El arquitecto resolvió ese desafío por medio de una intervención insólita en un cementerio, al abrir en el muro perimetral un segmento al paisaje circundante y al casco urbano próximo114. Para poner en relación esos dos mundos Peña Ganchegui utilizó el recurso arquitectónico del frontón de pelota de pared única, habitual en el paisaje urbano de buena parte de los pueblos de Iparralde, para transformarlo en un monumento arquitectónico funerario confiriéndole así una nueva significación. Según afirmaba el propio arquitecto: La elección de esta forma para un monumento funerario -está dedicado a los caídos por la libertad de Euskadi- es de base más paisajística que simbólica, dada la frecuencia y comprobada eficacia monumental con que aparece a lo largo de todo este país; la eficacia simbólica procede precisamente de este desplazamiento, del cambio de lectura a que obliga su nueva situación (...). Una gran abertura, precisamente en la parte donde más da la pelota, (...), une el campo con el cementerio para acabar con la triste tradición impuesta por la iglesia de vallar todo el recinto115.
Luis Peña Ganchegui además de su destacada labor como arquitecto diseñó algunos de los espacios públicos más significativos de Euskadi en la segunda mitad del siglo XX como la Plaza Trinidad (1961) y el Peine del Viento (1975) ambos en San Sebastián, además de la Plaza de los Fueros (1979) en Vitoria, estos últimos en estrecha colaboración con Eduardo Chillida. Fuera del País Vasco es autor, entre otros, del parque de la España Industrial de Barcelona (1985).
113
El cementerio de Oiartzun fue un lugar utilizado habitualmente por las tropas franquistas para las ejecuciones en las primeras semanas del conflicto hasta convertirse en el segundo en importancia por el número de ejecutados en Gipuzkoa, sólo después del de Hernani.
114
115
Santiago Roqueta, Luis Peña Ganchegui, Conversaciones/ Conversations, Barcelona, Blume, 1979, pp. 75-77.
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Una memoria de acero: los monumentos a las víctimas republicanas de la Guerra Civil y de la dictadura franquista
Plano del monumento realizado por Luis Peña Ganchegui (1977). Fotografía frontal del monumento, finales de los años 70. Archivo Peña Ganchegui, expedientes: APG. S1.1977D001.05. y APG.S1.1977D001.02.
El autor sustituyó la piedra de sillería negra, donde habitualmente golpea la pelota, por un espacio vacío al que pueden atribuirse significados múltiples dado que no todo el espacio aparece desocupado. A pesar de las afirmaciones de Ganchegui en las que priorizaba el componente arquitectónico del conjunto, lo cierto es que los elementos simbólicos están también presentes y juegan un papel esencial en la significación de la obra. Como puede apreciarse en las imágenes el monumento mantiene las líneas verticales pintadas sobre el muro y la línea horizontal, que identifican la zona válida de juego de la pelota vasca. Esta última, realizada en chapa metálica como es habitual en los frontones originales, se prolonga sobre el espacio vacío y sobre el suelo, como si se tratara de un reflejo, y divide en dos una piedra tombal. A ambos lados de la piedra aparecen esculpidas unas palabras en euskara del escritor y lingüista Manuel de Lekuona, natural de Oiartzun, que ayudan a reforzar el simbolismo de la construcción116. En el lado más cercano al muro/vacio donde la pelota no puede botar tras el saque (Falta) puede leerse “Erriazi zioten Gorrotoz il zinduzten” (En el odio al pueblo os mataron), mientras que del lazo de la zona de juego aparece la inscripción “Erriaren Gogoan bizi Zerate” (En el recuerdo del pueblo estáis vivos)117. En la parte superior del espacio vaciado una barra metálica hace las veces de mástil horizontal, donde suele ondear en ocasiones señaladas la ikurriña. Atraviesa así la ventana abierta entre los dos mundos, en un homenaje que se mantiene próximo al suelo. Habitualmente la ikurriña cuelga en el exterior del cementerio mientras que en las ceremonias se iza en el interior del camposanto, sobre la tumba118.
Manuel de Lekuona (1894-1987) fue un escritor, lingüista especializado en el euskara, académico y director de Euskaltzaindia, la Real Academia de la Lengua Vasca. Durante la guerra dos de sus hermanos fueron fusilados por los franquistas, entre ellos Martín de Lekuona sacerdote coadjutor de la parroquia de Rentería fusilado en Hernani en 1936. Él mismo permaneció escondido en casa de otro religioso hasta 1941, cuando pudo salir con destino a Calahorra.
116
Santiago Roqueta, Luis Peña Ganchegui, op. cit., p. 77. Iñaki Uriarte, “El monumento funerario de Oiartzun, ese desconocido”, Gara, 1 de noviembre de 2012.
117
Kenneth Frampton, “La arquitectura vasca: algunas reflexiones”, en Elías Mas Serra, 50 años de arquitectura en Euskadi, Vitoria, Gobierno Vasco, 1990, p. 33. 118
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Imágenes del monumento a finales de los años 70. Fotografías tomadas desde el exterior y desde el interior del cementerio respectivamente. Autor: Giuliano Mezzacasa. Archivo Peña Ganchegui, expedientes: APG.S1.1977D001.01.002 y APG.S1.1977D001.01.003
La parte superior del frontis aparece rematada por el lauburu tradicional esculpido en una piedra redonda evocadora de las estelas funerarias habituales en los antiguos cementerios vascos. El monumento fue muy bien acogido por la localidad como lo prueba la carta enviada al arquitecto por la corporación municipal de Oiartzun en marzo de 1978, agradeciéndole abiertamente la labor realizada119. A finales de los años setenta, el monumento se encontraba flanqueado por numerosos cipreses cuya altura sobrepasaba ampliamente la pared del frontón-monumento. Hoy, sin embargo, la mayor parte de esos árboles han desaparecido, el muro-monumento, libre de su escolta arbórea es así visible desde cualquier punto del cementerio y el estado de conservación y mantenimiento es notable. En buena medida porque sigue cumpliendo, hoy más que nunca, su función primera. A mantener ese recuerdo vivo contribuye igualmente la placa instalada en uno de los lados del monumento el 1 de noviembre de 2006, con motivo del 70 aniversario de la Guerra Civil. Se trata de una placa de algo más de un metro de altura encabezada por la expresión “Oroipena zor” (La deuda del recuerdo) en la que aparecen consignados los nombres, apellidos, la edad y el barrio de cada una de las 21 personas de la localidad que perdieron la vida, fusilados o desaparecidos en los primeros meses de la guerra.
119 Ibidem, p. 78. […] El Ayuntamiento Pleno de este Valle, en sesión extraordinaria celebrada el día 9 de Marzo de 1978, adoptó entre otros el siguiente acuerdo: “A propuesta del Sr. Alcalde y por unanimidad de todos los asistentes a este acto, acuerdan testimoniar al Arquitecto señor Peña Ganchegui el profundo agradecimiento de la Corporación por el proyecto confeccionado para el Monumento erigido en el Cementerio en memoria de los muertos en defensa de Euskadi durante el año 1936, y al mismo tiempo felicitarle efusivamente por el gran acierto y éxito obtenido en la realización del mismo”.
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Además de por su temprana fecha de realización, el monumento de Peña Ganchegui destaca por su diseño en el que combina el recurso a un emblema de la tradición y de la cultura vasca con elementos simbólicos fuertes surgidos del mismo juego de la pelota. A pesar de este localismo, su concepción puede relacionarse con la tradición de grandes arquitectos que concibieron igualmente monumentos dedicados a víctimas de la violencia política como Walter Gropius con el “Monumento en memoria de las víctimas del golpe de Estado de Kapp”, también llamado “Monumento a los caídos de marzo” (1922) realizado en Weimar o el “Monument a Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg” (1926) de Ludwig Mies van de Rohe, edificado en Berlín.
Imágenes del monumento en la actualidad. En la fotografía de la derecha puede apreciarse la placa añadida junto al monumento en 2006 (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2014)
Los dos ejemplos siguientes son más recientes y se sitúan plenamente en el marco de la reciente dinámica de recuperación de la memoria histórica. En ambos casos el impulso memorial se encuentra en relación muy estrecha con el avance de los estudios historiográficos sobre la represión franquista a nivel local y constituyen un claro ejemplo de cómo la disciplina histórica influye en los modos de representación del pasado y contribuye plenamente a formar, reelaborar y orientar la memoria colectiva120.
Luces y sombras en el cementerio de Hernani: Argi-Horma/Muro de luz, Carlos López de Ceballos (2006) El monumento inaugurado en la entrada del cementerio de Hernani en noviembre de 2006 se enmarca dentro del programa de recuperación de la historia y de la memoria de la represión franquista impulsado por el ayuntamiento de la localidad a través del proyecto Hernani 1936-2006, en colaboración con la
120
Enzo Traverso, Le passé mode d’emploi, op. cit., pp. 38-41.
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Consejería de Justicia del Gobierno Vasco y el Departamento de Derechos Humanos de la Diputación Foral de Gipuzkoa. Uno de los resultados de esa iniciativa fue precisamente la investigación histórica dirigida por Mikel Aizpuru que permitió sacar a la luz la tremenda represión ejercida en dicha localidad en los últimos meses de 1936, cuando el cementerio de Hernani se convirtió en el lugar de ejecución más importante de Gipuzkoa121. Casi doscientas personas, entre ellas siete sacerdotes vascos, fueron ejecutadas sobre las tapias del camposanto y enterradas posteriormente en una fosa común en su interior. Muchas de ellas habían sido conducidas hasta allí directamente desde la cárcel de Ondarreta de San Sebastián tras haberles hecho creer que quedarían libres122. Además de investigar en profundidad la represión ejercida en ese lugar, uno de los objetivos del proyecto Hernani 1936-2006 fue precisamente tratar de dejar una impronta duradera a proximidad del escenario de las ejecuciones. Según el entonces consejero de Justicia del Gobierno Vasco, Joseba Azkarraga, la idea del monumento habría surgido ante la dificultad de recuperar los cuerpos de las víctimas fusiladas: En el transcurso de las labores de localización de cadáveres en la tapia del cementerio de Hernani, la Sociedad de Ciencias Aranzadi transmitió al Departamento la dificultad para exhumarlos, más de doscientos en la fosa común, así como para identificarlos con rigor científico. Por ello, se propuso, erigir un Monumento en dicho lugar tan significativo, que sirviera para homenajear colectivamente, pero con toda dignidad a las personas allí ejecutadas123.
Mikel Aizpuru (dir.), Urko Apaolaza, Jesús Mari Gómez, Jon Odriozola, El otoño de 1936 en Guipúzcoa. Los fusilamientos de Hernani, Irún, Alberdania, 2007. Aunque su fecha de publicación sea posterior a la instalación del monumento, las informaciones y datos obtenidos eran ya conocidos previamente. En la convocatoria pública, a la que aludiremos a continuación, se indicaba a los candidatos la posibilidad de consultar una memoria de los hechos ocurridos en la localidad así como una relación de los nombres de las personas allí fusiladas durante los primeros meses de la Guerra Civil.
121
Ibidem. En colaboración con la Sociedad de Ciencias Aranzadi, el grupo de investigadores ha logrado identificar a unas 130 personas. Entre ellos 20 de Hernani, 40 de San Sebastián, 9 de Arrasate, 6 de Gatzaga, 6 de Pasaia y 6 de Urretxu. Además del libro, también se ha editado, en colaboración con EITB y la Sociedad de Ciencias Aranzadi, el documental Udazkena oraindik. Memoria de la Guerra Civil en Hernani (2006) de Sabin Egilior. 122
Contestación a la pregunta, para su respuesta por escrito, formulada por Dña. Joana Madrigal Jiménez, parlamentaria del Grupo Socialistas Vascos al consejero de Justicia, Empleo y Seguridad Social relacionada con las desviaciones observadas en el presupuesto general liquidado a fecha 31 de diciembre de 2006 (seccion 04 –programa 14120 – servicio 22).
123
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El ayuntamiento de Hernani, en coordinación con la Diputación Foral de Gipuzkoa y el Gobierno Vasco, lanzó a finales de 2005 la convocatoria de un concurso público bajo la denominación de “Concurso de ideas para la realización de un monumento en memoria de los fusilados en Hernani en el contexto de la Guerra Civil de 1936”. En dicha convocatoria se hacía hincapié en el tiempo transcurrido desde el inicio de la Guerra Civil, el olvido al que habían sido condenados los desaparecidos, sin mencionar a los culpables y la necesidad de recuperar la memoria de lo ocurrido como el mejor homenaje a las víctimas y a sus familias: Han transcurrido casi 70 años del inicio de la Guerra Civil. Este conflicto constituye un momento clave de nuestra historia contemporánea y supuso la clandestinidad y el silencio a todos aquellos que no participaban de las ideas de los sublevados. El triunfo de éstos y la represión sistemática practicada cerraron un periodo de la historia, abriendo camino a un largo periodo en el que se trató de borrar la memoria de todo aquello acontecido en el contexto de aquella contienda y durante los años que le siguieron. Afortunadamente en los últimos años en el seno de la sociedad se sostiene la opinión de que el olvido, consciente o inconsciente, o la ignorancia, no garantizan el conocimiento de lo décadas atrás ocurrido y ni mucho menos, es de justicia para todos aquellos represaliados, fusilados, exiliados etc. y para sus familias. […] Por este motivo, es intención de las tres instituciones citadas, a decir, Ayuntamiento de Hernani, Diputación Foral de Gipuzkoa y Gobierno Vasco, erigir en el lugar donde se llevaron a cabo gran parte de aquellos fusilamientos, a la entrada del cementerio municipal, un monumento que recuerde a las víctimas y sirva para que las generaciones futuras no olviden los terribles acontecimientos que tiñeron de sangre la localidad124. La convocatoria establecía una dotación económica máxima de 75.000 euros en la cual se incluía la integralidad de gastos generados por el proceso de creación, realización e instalación de la obra. Esta debería ubicarse a la entrada del cementerio de Hernani, entonces en pleno proceso de remodelación. El jurado estuvo integrado por representantes de las distintas instituciones promotoras, arquitectos y técnicos locales además de un miembro del equipo de investigación histórica autor del estudio. La propuesta del arquitecto Carlos López de Ceballos Garzón, titulado Argi-Horma (Muro de luz), fue la seleccionada entre las 18 presentadas. En su dictamen la comisión apreció el hecho de que se trataba de una “propuesta con un carácter simbólico de gran armonía”, y valoró particularmente el “diálogo
Boletín Oficial del País Vasco (16/01/2006) Anuncio del concurso de ideas para la realización de un monumento en memoria de los fusilados en Hernani en el contexto de la Guerra Civil de 1936. http://www.irekia.euskadi.eus/ es/orders/200600226 [Fecha de consulta: 17 de abril de 2016]. 124
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de la obra con su entorno, ajustándose al espacio propuesto” y su “gran capacidad de ser perceptible, lo que transmite un fuerte valor representativo capaz de evocar sentimientos”125. La escultura de López de Ceballos se ubica en un plano de acceso al cementerio de la localidad. Con sus tres metros de altura y una disposición longitudinal, en diagonal, de más de una decena de metros, el monumento impone eficazmente su presencia en el lugar. El color rojizo del acero corten sobresale igualmente en un espacio compuesto fundamentalmente de piedras y muros de un color grisáceo claro. Uno de los aportes más interesantes de la obra es la relación que se establece entre la escultura y el muro de mampostería situado en su parte posterior. Según el arquitecto, “se trata de una escultura en esencia bidimensional, en cuyo plano se encuentra horadada una sencilla silueta que se comporta como un “condensador” de luz del sol sobre el muro existente y que pretende lograr su presencia continua en el espacio126.
Argi-Horma (Muro de Luz), Carlos López de Ceballos (2006), (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2014)
Gracias a la luz del sol, las siluetas recortadas en el acero se proyectan sobre el muro y dejan entrever varias cabezas y brazos levantados hacia el cielo que parecen así recobrar vida sobre el muro, en una composición que recuerda de alguna manera Los fusilamientos del 3 de mayo de Goya. Para el arquitecto “La silueta representa a aquellos fusilados, exiliados y desaparecidos de la guerra civil española, que miraron en silencio, impotentes, pero que a través del recuerdo de su memoria viva (silueta cambiante de luz sobre el muro) regresan con nosotros”127.
BOPV, “Anuncio de la adjudicación del concurso de ideas para la realización de un monumento en memoria de los fusilados en Hernani en el contexto de la Guerra Civil de 1936”, 25 de mayo de 2006.
125
Página oficial de Carlos López Ceballos G. Arquitecturas: http://clcg.e.telefonica.net/esculturas/argi-horma/ memoria-argi-horma.htm [Fecha de consulta: 13 de abril de 2016]
126
127
Ibidem.
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Argi-Horma (Muro de Luz), Carlos López de Ceballos (2006). Luces y sombras recuperan sobre el muro las figuras de los desaparecidos. (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2014)
Argi-Horma (Muro de Luz), Carlos López de Ceballos (2006). (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2014)
128
En uno de los extremos, un ligero pliegue del acero permite crear una nueva superficie plana en el monumento, sin perder la continuidad con las siluetas perforadas. Es ahí donde se han grabado los nombres de las 128 personas, entre las casi 200 fusiladas, que han logrado ser identificadas. En la cabecera de la lista en euskara y al pie de la misma en castellano, tras los nombres inscritos puede leerse “… y a todos aquellos fusilados y desaparecidos a manos de las tropas franquistas durante la guerra de 1936 en reconocimiento de la causa que personificaron y como testimonio perpetuo de una tragedia que nunca debió ocurrir”. Inaugurado el 8 de noviembre de 2006, coincidiendo con el setenta aniversario de los fusilamientos, el acto estuvo presidido por el Lehendakari Juan José Ibarretxe al que acompañaron otras autoridades como el Diputado General de Gipuzkoa, Joxe Joan González de Txabarri, el consejero de Justicia del Gobierno Vasco, Joseba Azkarraga, la diputada foral de Derechos Humanos, Mari Carmen Marín y el alcalde de Hernani, Joxan Rekondo. El acto sirvió a las autoridades para poner de relieve su compromiso a favor de la recuperación de la memoria histórica pero también para luchar por la convivencia en paz de la sociedad vasca como se desprende de las declaraciones del Lehendakari asegurando que “la construcción de la paz en Euskadi” es el “mejor regalo” que se puede ofrecer a los homenajeados128. La mayor parte de familiares
“Monumento a los fusilados en Hernani”, El País, 9 de noviembre de 2006
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presentes participaron emocionados en el homenaje, depositando al final del mismo rosas blancas y rojas al pie de la escultura y buscando los nombres de sus familiares grabados en el acero. El acto también fue aprovechado por familiares de presos de ETA que pidieron en las inmediaciones del cementerio su acercamiento a cárceles vascas con una pancarta en la que podía leerse “Bake bidean, errepresiorik ez”, (La paz es el camino, no a la represión) en una clara recuperación partidista en los márgenes del acto oficial. También hubo familiares de las víctimas y miembros del colectivo Ahaztuak 1936-1977 que se mostraron contrariados y protestaron a la entrada del cementerio con una pancarta en la que podía leerse: “El verdadero homenaje, la justicia”. Una parte de este colectivo y al margen del acto oficial en la recepción celebrada en salón de plenos del Consistorio con familiares de los fusilados, hicieron entrega al Lehendakari de un documento en el que reclamaban la inscripción de sus familiares en el Registro Civil como “asesinados y víctimas del terrorismo franquista”. Los medios se hicieron eco de esta protesta relativa al limbo jurídico en el que continuaban sus familiares desaparecidos y reprodujeron declaraciones en ese sentido: “Cuando alguien fallece, se dice la causa de la muerte. La de nuestros familiares no viene en ninguna parte, ni siquiera existe su muerte. Algunos constan como ‘desaparecido’ o, incluso, como ‘puesto en libertad’ cuando en realidad fueron asesinados contra el muro de este cementerio y arrojados a una fosa común”129. Como ha ocurrido en otros cementerios, el muro testigo de los hechos fue eliminado en el momento de la remodelación del cementerio con el consiguiente disgusto de algunos de los familiares. Así lo expresó frente al monumento la activista Maite Landín, en un acto de protesta de la plataforma Lau Haizetara Gogoan, (Con ánimo a los cuatro vientos)130, al recordar: “Mi hermano fue fusilado aquí, donde había un muro. No sé por qué lo quitaron, aquellas piedras llenas de agujeros. “¿No era más hermoso haber dejado las piedras ensangrentadas con los agujeros de todos?”131. Algunos familiares hubieran deseado igualmente que las flores se hubieran esparcido por todo el cementerio porque “realmente nadie sabe dónde están los restos de nuestros seres queridos”132.
129
“Homenaje a los silenciados”, Gara, 9 de noviembre de 2006.
El grupo está integrado por una decena de asociaciones contrarias a la aprobación de lo que consideraban como una limitada Ley de Memoria histórica y movilizadas en contra de la simbología franquista que pervive en ciertos lugares.
130
“Gritos por el paredón de Hernani”, Deia, 18 de octubre de 2010. http://sareantifaxista.blogspot.fr/2010/10/ gritos-por-el-paredon-de-hernani.html [Fecha de consulta: 17 de abril de 2016] 131
“Homenaje a los silenciados”, Gara, 9 de noviembre de 2006. “Rosas blancas para el recuerdo”, El Diario Vasco, 9 de noviembre de 2006. 132
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La mayor parte de los familiares se sumaron, no obstante, plenamente al homenaje y se acercaron al monumento con enorme emoción, depositando en su base decenas de flores blancas. Pero las demandas previas, minoritarias es cierto, ponen de relieve, sin embargo, el desafío al que tienen que hacer frente los creadores de los monumentos y las instituciones a la hora de concebir e impulsar espacios de memoria consensuales, capaces de representar la ausencia y el dolor generado, conscientes al mismo tiempo de las limitaciones de sus obras para hacer frente al vacío dejado por la pérdida de los familiares.
Los muros perforados: un lugar para la memoria en el cementerio de Tolosa (2011) La mayoría de los fusilamientos perpetrados en Tolosa tuvieron como escenario las tapias del cementerio de San Blas. Su ubicación, alejada entonces dos kilómetros del casco urbano, en una ladera elevada poco visible desde la ciudad, hacía del paraje el lugar propicio para los fusilamientos franquistas y el posterior enterramiento colectivo de las personas allí asesinadas. Como en el caso anterior, el estudio histórico detallado de esta represión y su difusión pública se encuentra en gran medida detrás de la iniciativa de la construcción de un monumento en memoria a las víctimas de la Guerra Civil y de la represión franquista133. Según los datos aportados por el equipo dirigido por Mikel Errazkin, al menos 85 personas, socialistas, comunistas, anarquistas, republicanos y nacionalistas de Tolosa fueron fusilados por las tropas sublevadas y los requetés. A ellos se sumaron otras 56 personas, hombres y mujeres de diferentes pueblos de la comarca que también perdieron su vida en esta localidad134. Como en Hernani, también los impulsores de la iniciativa consideraron que el cementerio era el lugar más indicado para la ubicación del monumento. A ello contribuía además la certeza de que una parte de los fusilados habían sido arrojados a fosas comunes en su interior, aunque la ausencia de testigos directos y las sucesivas remodelaciones del espacio hicieron imposible su ubicación exacta. Sin embargo, contrariamente al caso de Hernani aquí el monumento no se ha ubicado en el exterior, próximo al muro, sino que ocupa un lugar central en el interior del
Desde 2006, por iniciativa del Ayuntamiento de Tolosa, un equipo multidisciplinar de la Sociedad de Ciencias Aranzadi formado por historiadores, antropólogos físicos y socioculturales, bajo la dirección de Juantxo Agirre Mauleon y Mikel Errazkin, investigó a fondo las consecuencias de la Guerra Civil y el primer franquismo en Tolosa (1936-45). El encomiable trabajo dirigido por el historiador Mikel Errazkin ha permitido tener un conocimiento exhaustivo de la acción represiva llevada a cabo por el bando franquista y de las profundas consecuencias que ésta tuvo para el conjunto de la población local y de los pueblos cercanos. Esos resultados han sido recogidos en Mikel Errazkin Agirrezabala, Los nombres de la memoria, Tolosa 1936-1945, 3 vol. San Sebastián, Aranzadi, 2013.
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134
Ibidem, Vol. 2, p. 12.
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camposanto de San Blas. Cualquier persona que visite el cementerio de Tolosa quedará impresionada por la suntuosidad de alguno de sus panteones y mausoleos. El monumento a las víctimas de la Guerra Civil y del Franquismo se sitúa en un lugar destacado del mismo a escasos metros de la entrada. El monumento se ha erigido a proximidad del Panteón dedicado a los hijos predilectos de Tolosa -en el cual se encuentra enterrado, entre otros, el poeta Xabier de Lizardi (José María Aguirre Egaña) principal representante de la literatura vasca de preguerra junto con Lauxeta- y del fastuoso panteón de la familia Doussinague.
El monumento se sitúa próximo al Panteón dedicado a los hijos predilectos de Tolosa (izquierda), y al lado del panteón de la familia Doussinague (derecha). (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2014)
Su realización fue posible gracias a la implicación de una parte de la población de la localidad y al trabajo colectivo voluntario (auzolan) de un grupo de vecinos con el apoyo de los técnicos de urbanismo del propio ayuntamiento de Tolosa135. El diseño fue realizado por el historiador y arqueólogo Juantxo Agirre-Mauleon, colaborador de Aranzadi y una de las personas más implicadas en el estudio y difusión de la represión durante el conflicto y por Inhar Agirrezabal que coloboró en la realización de los planos. Al menos cuatro elementos de naturaleza distinta ayudan a configurar el espacio memorial en el camposanto tolosarra. En primer lugar, éste aparece delimitado en el suelo por un cuadrilátero recubierto íntegramente de pequeños cantos rodados blancos. Ese espacio, de unos veinte metros cuadrados, aparece enmarcado de forma vertical en uno de sus ángulos por tres planchas de acero corten de cuatro metros de altura por dos metros y medio de anchura cuyo color aparece resaltado por el contraste con el suelo. Las planchas ubicadas frontalmente aparecen perforadas en buena parte de su superficie en una clara alusión a los paredones de fusilamiento y a las balas que acabaron con la vida de las víctimas.
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Ibidem, vol. 3. p. 108-109.
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La tercera plancha, situada en uno de los laterales, no presenta orificio alguno y sirve de soporte para acoger dos placas metálicas. En la primera de ellas, encabezada por la dedicatoria del monumento en euskara- “Tolosako herriak Errepublika eta Euskal Herriko askatasunaren alde erahildakoei”aparecen grabados los nombres y apellidos de los 87 vecinos de Tolosa fusilados por los franquistas. La segunda, encabezada con el mismo texto en castellano - “El pueblo de Tolosa a los asesinados en defensa de la República y de las libertades del pueblo vasco”-, recoge una cuarentena de nombres bajo cuatro epígrafes distintos “Personas fusiladas por los franquistas en Tolosa (no tolosarras)”, “Tolosarras fallecidos en prisiones”, “Fallecidos en campos de concentración” y “Civiles fallecidos en bombardeos”. La lista se cierra con la expresión “Askatasuna ezin da hil” (La libertad no puede morir)136. La información detallada y categorizada de los datos de las víctimas aportados muestra el rigor del trabajo histórico que ha acompañado la realización del proyecto y supone un ejemplo tan inusual en este tipo de realizaciones que merece la pena ser recalcado. El tercer elemento simbólico es un prisma cuadrangular de piedra caliza erigido frente a las dos planchas de acero perforadas que pretende representar el “testimonio de la dignidad que se alza ante una muerte injusta y cuya memoria perdura en el tiempo”137. El último elemento simbólico que integra el espacio memorial es la presencia de la ikurriña y de la bandera republicana izadas de forma permanente en sendos mástiles ubicados en uno de los laterales del espacio, contribuyendo así a su delimitación vertical.
Monumento a las víctimas de la Guerra Civil y del franquismo, Juantxo Agirre e Inhar Agirrezabal, (2011). Cementerio de San Blas, Tolosa (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2014)
Aunque es frecuente que en las inauguraciones o conmemoraciones los participantes acudan portando esas y otras banderas, es verdaderamente excepcional que formen parte integrante del dispositivo enunciador. De hecho, es el único caso que conocemos en el que esos símbolos adquieran tal relevancia al significar de forma permanente el conjunto monumental. Contribuyen así a reforzar considerablemente el discurso que acompaña todo el espacio memorial con referencias repetidas y explícitas a la lucha en defensa de la repúbli-
En el hall del edificio de entrada al cementerio figura igualmente sobre una placa colocada en una de las paredes una lista similar con los fusilados en Tolosa y los procedentes de otras localidades.
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Mikel Errazkin Agirrezabala, Los nombres de la memoria… op. cit, p. 109.
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ca y de las libertades en Euskadi. Un mensaje surgido del interés por recuperar la historia de la lucha contra el franquismo pero que, eventualmente, puede ser igualmente contemplado como una aspiración futura a una Euskadi republicana.
Monumento a las víctimas de la Guerra Civil y del franquismo, Juantxo Agirre e Inhar Agirrezabal, (2011). Cementerio de San Blas, Tolosa (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2014)
El monumento fue inaugurado el sábado 26 de febrero de 2011 con la participación de numerosos vecinos de la localidad y descendientes de las familias de las víctimas. Como se apuntaba desde los promotores y organizadores de la idea “la mayor parte de los familiares directos estaban fallecidos pero en las familias y vecinos de Tolosa existía el convencimiento y el deber moral de realizar un acto colectivo, y reivindicar la dignidad de su memoria”138. La inauguración revistió un carácter local, alejada de la institucionalización que hemos visto en ejemplos previos. Tras una explicación detallada del proyecto y de sus objetivos por Juantxo Agirre, uno de los inspiradores e iniciadores del proyecto, Agurtzane Bernaras procedió a la lectura de un texto en representación de los familiares y el escritor Carlos Linazasoro recitó una poesía en recuerdo de las víctimas. Un momento muy emotivo seguido de la lectura de la relación de nombres de las víctimas que aparecían recogidas en las placas por Mikel Errazkin, director de la investigación histórica y Olatz Hernández, con el sonido de la txalaparta de fondo. El acto concluyó con el canto de los bertsolaris y un aurresku de honor y la ofrenda floral de claveles rojos por parte de los familiares y vecinos. Como ya hemos visto en otros monumentos, los familiares utilizaron entonces los agujeros perforados en el acero para depositar en ellos las flores. Uno de los aspectos más interesantes de esta inauguración fue sin duda la participación unitaria y el apoyo unánime de todas las organizaciones políticas de la localidad, a excepción del Partido Popular, con escasa representación política en el
138
Ibidem, p. 115.
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consistorio y de todas las organizaciones sindicales, además de representantes de la dirección de Derechos Humanos del Gobierno Vasco139. Aunque las víctimas de la violencia política durante la guerra hayan adquirido una preeminencia notable hoy, no son las únicas cuya memoria está presente en el camposanto de San Blas. Apenas una decenas de metros detrás del monumento se encuentra una pequeña estela erigida en memoria de José Antonio Lasa (Joxean) y José Ignacio Zabala (Joxi), que fueron secuestrados, torturados salvajemente y finalmente asesinados, por orden del general Galindo, por los guardias civiles Enrique Dorado y Felipe Bayo en 1983140. Enterrados en una fosa en Busot (Alicante) y cubiertos de cal viva, sus restos, recuperados en 1985, sólo fueron identificados diez años más tarde, gracias a los análisis de ADN realizados por Francisco Etxeberria. Desde 1995, sus restos reposan en este cementerio como recuerda una sencilla estela erigida a los pies de sus tumbas, poco visibles sino fuera por el cipres que se yergue a su lado, junto a una piedra con sendas fotografías, que recuerdan sus nombres y las fechas de su nacimiento y muerte. A escasos metros, en la entrada del cementerio, sobre el soberbio mausoleo de la Familia Elosegui Lizargarate, se encuentra otra placa poco legible que recuerda la desaparición de otro vecino de Tolosa y las circunstancias de su muerte violenta: El Excmo. Sr. D. Antonio Elosegui y Larrañaga. Marqués de Elosegui. 25 de agosto de 1893/4 de septiembre de 1936 en el fuerte de Guadalupe (Fuenterrabía). Mártir de Dios y de la Patria vilmente asesinado después de recibir los auxilios espirituales y la bendición apostólica de su santidad El cementerio de San Blas de Tolosa concentra, en menos de cien metros de distancia, varios hitos memoriales y escenifica el camino recorrido por la memoria de las víctimas de la violencia política desde hace 80 años hasta hoy. Sus dimensiones y su emplazamiento preferente ilustran a la perfección cómo la memoria de las víctimas republicanas ha pasado de constituir una “memoria
Ibidem. Al acto asistieron representantes de los partidos políticos PNV, EA, PSE-EE, Aralar, IU, Ezker AbertzaleaANV y de todos los sindicatos.
139
Raúl López Romo, Informe Foronda: Los contextos históricos del terrorismo en el País Vasco y la consideración social de sus víctimas, 1968-2010, efectos del terrorismo en la sociedad vasca, Informe elaborado por el Instituto de Historia Social Valentín de Foronda, de la Universidad del País Vasco - Euskal Herriko Unibertsitatea, a instancias de la Dirección de Promoción de la Cultura del Gobierno Vasco, p. 66.
140
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débil” hace apenas una década para convertirse hoy en una “memoria fuerte” (E. Traverso) en el cementerio de la localidad141.
Duintasuna-La dignidad y el “Columbario de la Dignidad” en el cementerio Olaso de Elgoibar , Iñigo Arregi (2017) En 2016, Gogora, Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos, creado un año antes por el Gobierno Vasco, impulsó la realización de un “Columbario de la Dignidad” en el cementerio de Olaso de Elgoibar. El objetivo era crear un espacio sepulcral que permitiera dar acogida a los restos mortales de personas asesinadas durante la guerra y la posguerra, recuperados en las exhumaciones de las fosas realizadas en estos últimos años por la Sociedad de Ciencias Aranzadi y que no habían podido ser identificadas. Para marcar ese espacio con la impronta de la memoria, se decidió además la erección de una escultura conmemorativa que dignificara y pusiera en valor dicho espacio funerario. En julio de 2016 se convocó un concurso público y abierto de ideas con el objetivo de elegir la escultura que acompañaría al columbario. El presupuesto para la realización integral de la obra y su instalación ascendía a 72.600 euros142. A finales de octubre de 2016, la Directora de Gogora, Aintzane Ezenarro hizo público el resultado del concurso y presentó la escultura ganadora, entre las 16 propuetas presentadas, diseñada por el artista Iñigo Arregi y cuyo nombre era Duintasuna-La dignidad. El jurado valoró que “a través de la superposición de diferentes planchas en las que los ausentes están simbolizados mediante el vacío, consigue un diálogo entre ellos y los que transitamos la obra en el presente, recuperando así su memoria y su dignidad”143. Arregi insistió en su presentación en esa idea de “reencuentro con la dignidad” que había guiado su propuesta. En efecto, la obra, realizada en acero corten, aparece conformada por una sucesión
Ya hemos visto previamente cómo el primer ayuntamiento democrático demolió el monumento a los caídos a principios de los años ochenta e hizo desaparecer la mayor parte de nombres de calles y símbolos relacionados con el franquismo. Recientemente, con el asesoramiento de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, el ayuntamiento ha continuado con esta labor suprimiendo aquellos vestigios que habían pasado desapercibidos para la mayoría de la población. “Adiós a todos los símbolos franquistas”, Noticias de Gipuzkoa, 1 de mayo de 2015.
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BOPV, 22 de julio de 2016, Concurso de ideas para el diseño y posterior producción de una escultura y su instalación en el columbario para restos mortales de personas desaparecidas de Elgoibar.
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“La escultura Duintasuna presidirá el Columbario de la dignidad de Elgoibar”, Boletín informativo de Gogora, 26 de octubre de 2016. 143
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vertical de diferentes planchas de 3,50 metros de altura que conforman un espacio vacío en su interior cuya silueta recuerda vagamente una sucesión de figuras humanas unidas por un mismo y trágico destino. Según Arregi: “Se trata de una composición transitable; las personas que accedan a la escultura podrán atravesarla físicamente, lo que nos traslada al paso del tiempo y a nuestra conciencia, haciéndonos reflexionar. Los planos frontales, unidos entre sí en su parte superior, representan en su parte central un diálogo, largamente esperado, con la razón. Podemos acercarnos, intimar con el recuerdo, reflexionar en el vacío central y por último abrazar el consuelo del reencuentro en su interior.”144 La inauguración del monumento y del Columbario de la Dignidad tuvo lugar en el cementerio de Olaso de Elgoibar, el 30 de enero de 2017, con una destacada presencia institucional encabezada por el Lehendakari Iñigo Urkullu, acompañado para la ocasión por uno de sus predecesores en el cargo, el exLehendakari José Antonio Ardanza, además del consejero y portavoz Josu Erkoreka, el antropólogo forense Francisco Etxeberria, la directora de Gogora, Aintzane Ezenarro, y la alcaldesa de Elgoibar Ane Beitia, entre otras numerosas personalidades y cargos políticos de todos los partidos con representación en la asamblea vasca. También estuvieron presentes un centenar de personas, familiares, miembros de diferentes asociaciones memoriales y de la la Sociedad de Ciencias Aranzadi, además de diferentes cargos públicos de los municipios en los que habían sido exhumados los restos que no habían sido identificados145. Tras el discurso inaugural de la Alcaldesa de Elgoibar, en el que insistió, aunque fuera tarde, en el necesario reconocimiento debido a las víctimas de la guerra, y un aurresku de honor antes las cajas que contenían los restos, llego el momento más emotivo del acto, cuando los familiares de desaparecidos, miembros de Aranzadi y responsables municipales emprendieron lentamente y uno por uno la inhumación en el columbario de las urnas con los restos mortales de las 27 personas recuperadas de las fosas comunes, de las cuales 25 no habían podido ser identificadas. Posteriormente intervino Francisco Etxeberria, presidente de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, para explicar el proceso de recuperación de los restos mortales hasta llegar hasta ahí e insistió en la importancia de este proceso en el fortalecmiento de la justicia y del sistema democrático. Por su parte, el Lehendakari Urkullu puso de relieve en su alocución que todos ellos eran “seres humanos que tenían su proyecto vital, familia e ideales y que fueron víctimas de una injusticia criminal”. Para el Lehendakari, la creación de ese espacio tenía como objetivo último recuperar “la dignidad de todas las personas
Agradecemos muy sinceramente al artista Iñigo Arregi su amabilidad al compartir con nosotros la memoria de su proyecto.
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Los municipios en los cuales se habían recuperado los restos eran: Arrasate, Andoain, Azkoitia, Elgeta, Elgoibar, Legutio, Lemoa, Mañaria, Mutriku, Valdegobia, Zaldibia y Zigoitia.
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desaparecidas durante el franquismo” y en ese sentido pretendía simbolizar “el paso del olvido a la memoria, de la oscuridad a la luz”146. El acto concluyó con una ofrenda floral de los participantes a los pies de la escultura Duintasuna - La Dignidad, convertida desde ese momento en el eje del columbario, visible desde el resto del cementerio e incluso desde el exterior al situarse éste sobre un promontorio.
Inauguración oficial del Columbario de la Dignidad y del monumento Duintasuna- La Diginidad, Iñigo Arregi 30 de enero de 2017 (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2017)
Otros cementerios, otros muros… Los monumentos a las víctimas de la violencia en los cementerios no siempre dibujan una secuencia memorial progresiva. Al contrario, lugares de reposo eterno alejados de las prisas urbanas, a menudo se erigen como guardianes de la permanencia de un pasado inmóvil. Aunque es cierto que, desde hace algo más de una década, muchos cementerios han servido para dar cobijo monumental a la memoria republicana emergente, como veremos en este capítulo, no lo es menos que en otras ocasiones los camposantos se han convertido en auténticos muestrarios del peso que la memoria franquista adquirió igualmente en dichos espacios. El cementerio de Bilbao constituye un buen ejemplo de esta última realidad. Además del Panteónmausoleo de los mártires estudiado en el capítulo anterior, en el cementerio de Vista Alegre pervive un
“Un Columbario para “honrar la memoria y dignificar el ejemplo de quienes dieron su vida en defensa de la democracia y la libertad”, Irekia, 30 de enero de 2017. “Euskadi inaugura en Elgoibar el primer Columbario de la Dignidad del Estado”, Noticias de Gipuzkoa, 31 de enero de 2017.
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monumento en el que el principal recurso simbólico es precisamente un fragmento del viejo muro del cementerio en el que fueron ejecutados varios prisioneros franquistas. Este resto aparece enmarcado por dos grandes columnas redondas de mármol que sustentan una pequeña cornisa que da cobijo a una cruz metálica. En los extremos, la piedra del muro original aparece recubierta por varias placas de mármol que dignifican la tapia y sirven de soporte para reproducir los nombres de las personas allí fusiladas147. El conjunto se completa con la presencia de dos pebeteros a ambos extremos del muro que contribuyen a dar majestuosidad al conjunto. Este ejemplo pone de manifiesto cómo el recurso al muro, como elemento simbólico, no es exclusivo de los recientes monumentos dedicados a las víctimas republicanas.
Proyecto de ornamentación del muro donde fueron fusilados los que dieron su vida por Dios y por España, AMB-BUA C-014616/011, (1948)
Monumento a los franquistas fusilados en el cementerio de Vista Alegre de Bilbao, Derio, (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2016)
Contrariamente a los monumentos republicanos evocados, aquí sí nos encontramos ante un fragmento del muro original conservado y magnificado por el monumento. Construido en 1948, el muro constituyo durante décadas un espacio sacralizado al ser el último testigo de los fusilamientos allí acaecidos, aunque hoy no sea más que un depósito de memoria. No es este el único muro del cementerio que sirvió de paredón de fusilamiento durante la guerra. Tras la conquista de Bilbao, el cementerio de Vista Alegre se convirtió en el funesto escenario de ejecuciones y fusilamientos recurrentes de cientos de prisioneros republicanos. Según consta en el libro de enterramientos del cementerio el número de fusilados, entre junio de 1937 y agosto de 1943, ascendió a 449 personas, y 36 personas ejecutadas por garrote vil
Es conveniente precisar que en este caso concreto se trataba de prisioneros que habían sido detenidos en el transcurso de la guerra por diferentes delitos, juzgados previamente por el Tribunal popular de Euskadi y condenados a la pena máxima dada la gravedad de las acusaciones que pesaban sobre ellos. En total aparecen consignados una veintena de nombres, fundamentalmente militares favorables a la sublevación militar además del conocido diplomático Wilhelm Wakoningg acusado y condenado por espiar a favor de los golpistas y contra el Gobierno Vasco, ver Ingo Niebel, Al infierno o la gloria. Vida y muerte del ex cónsul y espía Wilhelm Wakoningg en Bilbao (1900-1936), Irún, Alberdania, 2009.
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entre octubre de 1937 y octubre de 1939148. Estas cifras convierten al cementerio de Vista Alegre en el escenario del mayor número de fusilamientos y ejecuciones de Euskadi. A día de hoy, sin embargo, no hay ningún monumento que signifique el lugar y es difícil dar con los restos de la tapia que fue utilizada por los franquistas como paredón de fusilamiento. Sólo después de una larga búsqueda se consigue llegar delante de un muro frente al cual han sido plantados varios árboles. El lugar sí aparece, no obstante, protegido con unos humildes mojones blancos unidos entre sí por unas cadenas que dibujan un pequeño espacio protegido y que permiten alcanzar la pared. En ella pueden apreciarse las huellas de las balas, pequeños orificios que son utilizados en los homenajes para introducir claveles por sus familiares, rito que se ha transferido hacia los monumentos actuales como ya hemos visto. En la parte superior se encuentra una placa negra, semioculta por las ramas de un laurel y de un joven roble, plantados a proximidad, que confirma que se trata de un espacio memorial.
Muro sobre el que fueron fusilados los republicanos en el cementerio de Derio (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2010)
En la placa aparece grabada la figura de un corneta miliciano con su fusil a la espalda acompañado de algunos versos sueltos de Federico García Lorca: “¡oh que gritos se sentían por encima de las casas!”, y de Rafael Alberti “Primero fui miliciano, un corazón en el viento, con un fusil en la mano”. Entre ambos aparecen identificados los autores de la colocación de la placa “Vuestros compañeros socialistas nunca os olvidarán” y el texto de homenaje “A la memoria de nuestros compañeros fusilados en defensa de la libertad y la justicia del pueblo vasco, por los enemigos de la paz y la tolerancia”.
Detalles de la placa conmemorativa situada en el muro sobre el que fueron fusilados los republicanos en el cementerio de Vista Alegre, Derio, (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2010)
Agradecemos aquí expresamente la colaboración de Jimi Jimenez, historiador y arqueólogo forense de la Sociedad de Ciencias Aranzadi que nos ha facilitado estos datos.
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Cuando visité el muro por primera vez, en septiembre de 2010, una pequeña cinta blanca clavada en el muro “Busturiko 6 fusilatuak” recordaba el fusilamiento allí de 6 personas de Busturia. Al pie del muro una pequeña jardinera negra contenía varias flores de plástico y se encontraba rodeada de varias fotos. Todo ello configuraba una suerte de humilde retablo artesanal. Ya entonces, las fotografías plastificadas colocadas sobre la jardinera mostraban un cierto deterioro debido a las inclemencias del tiempo. En la primera podía contemplarse el busto de un hombre con elegante bigote y vestido de gala sin mayor información. En la segunda, plastificada de forma manual, podía verse a un joven uniformado con el traje de guardia de asalto y su nombre escrito a mano alrededor de la imagen “Heliodoro Patricio Jorge Laca”, acompañado de la fecha de su fusilamiento “Fallecio (sic) 1 enero 1938”. La última, situada sobre la jardinera y pegada con cola al muro se encontraba en un marco metálico acristalado, mostraba un hombre joven vestido con traje y corbata rodeado por los símbolos de la UGT sobre un fondo con la bandera republicana y el símbolo de las Juventudes Socialistas Unificadas. En el lado derecho se indicaba su nombre, Lázaro Cebrián Blanco, y se acompañaba de una breve semblanza de su itinerario durante la guerra hasta su final en los muros de Derio149. Al lado, se reproducía el texto de la última carta dirigida a sus compañeros, escrita poco antes de ser fusilado: Estimados compatriotas, salud. Cuatro letras en los últimos momentos de mi vida. Muero como un hombre defendiendo un ideal hasta los últimos momentos. Yo un joven “socialista” desde que tenía uso de razón, el día 18 de julio empuñe las armas contra esa canalla, el deber de un joven socialista. Era el Batallón Rusia, cabo y no pido más que los que queden que hagan justicia contra esta canalla. Estado luchando por la República y muero por ella. Viva la República. Gora Euzkadi Askatuta150. En el muro no hay ninguna indicación cronológica de la colocación de las placas ni de las fotografías pero resulta manifiesto el mensaje reivindicativo de la lucha a favor de la República y de la libertad en Euskadi. Un discurso reivindicativo y combativo que se ha ido trocando en estos últimos años en discurso victimista y que nos induce a plantear como hipótesis que se trata de iniciativas implementadas hace más de una década. En una visista posterior realizada en junio de 2016, pude comprobar que la placa de Lázaro Cebrián sigue allí, pegada al muro. Los colores de las banderas e insignias se han diluido pero el contenido de la carta sigue siendo legible. Una nueva foto de
“De 22 años. Vecino de Beasain (Guipúzcoa) Pertenecía a la UGT. Fue cabo del Batallón “Rusia” (milicias comunistas). Cayó prisionero en Santander. En el Penal del Dueso de Santoña, fue juzgado y condenado a muerte. Trasladado a la prisión de Larrinaga fue fusilado en Derio el 16 de diciembre de 1937”.
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Reproducimos el contenido de la carta tal y como figura en la fotografía del cementerio.
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Heliodoro Patricio Jorge Laca, plastificada manualmente como la anterior, ha tomado el relevo de la antigua, muestra de que sus familiares siguen manteniendo vivo su recuerdo. La cinta que recordaba a los seis fusilados de Busturia ha desaparecido. En su lugar nuevas flores de plástico decoran el muro, bajo los versos de Lorca y Alberti. Al dejar atrás el muro y retomar de nuevo el camino hacia la salida del cementerio se pasa por delante del mausoleo destinado a acoger a los soldados franquistas caídos en el frente de combate y cuyos cuerpos nunca fueron reclamados. Situado en un lateral de la entrada al camposanto, elevado sobre el terreno circundante aparece un espacio cuadrado cubierto por grandes placas de mármol gris y delimitado por cuatro faroles, sobre las cuales podía leerse “Caídos por Dios y por España en los frentes de combate, R.I.P.”. El día de mi visita un ramo de flores frescas engalanado con los colores de la bandera española adornaba el mausoleo. Hasta hace apenas unos meses, uno quedaba impresionado al pasar por allí. Cuatro esculturas de soldados a escala real y en posición de firmes con sus armas, custodiaban el panteón y otorgaban gravedad y solemnidad al espacio, además de una gran visibilidad. A mediados de 2017 esas estatuas fueron eliminadas en cumplimiento de la Ley de memoria histórica aunque sin que su retirada trascendiera socialmente151.
Monumento-Mausoleo a los caídos por Dios y por España en los frentes de combate en el cementerio de Vista Alegre, Derio (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2010)
Mausoleo tras la retirada de las esculturas de los soldados, cementerio de Vista Alegre, Derio (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2017)
Frente a la potencia significadora que han mantenido los monumentos franquistas en el cementerio de Bilbao hasta hoy, la memoria republicana, humilde y semioculta, apenas ha sido capaz de articular un verdadero lugar enunciador, más allá del empeño de algunas asociaciones y personas aisladas por mantener vivo el recuerdo de sus familiares allí fusilados.
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“Los escasos ‘flecos’ del franquismo en Bizkaia”, Deia, 9 de septiembre de 2017.
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Si exceptuamos los ejemplos de monumentos erigidos en diferentes cementerios guipuzcoanos estudiados previamente, la memoria republicana apenas se abre paso entre los muros de otros camposantos de Euskadi, testigos igualmente de los fusilamientos perpetrados en la guerra y en la inmediata posguerra. El muro trasero del cementerio de Santa Isabel de Vitoria cuenta con una placa que recuerda al poeta Lauaxeta (Esteban Urkiaga) fusilado en ese lugar152. La sencilla placa promovida por un grupo de admiradores, Lauxeta Lagunartea, fue instalada en 2005 sobre el propio muro y en ella puede leerse con dificultad el siguiente texto escrito en euskara: “Dana emon behar jako maite dan Askatasunari” (“Debemos dar todo en nombre de la libertad que amamos”), Estepan Urkiaga Basaras “Lauxeta” Gure poeta eta idazlea hemen fusilatu zuten 1937ko ekainaren 25ean. (Esteban Urkiaga Basaras “Lauaxeta” Nuestro poeta y escritor fusilado aquí el 25 de junio de 1937). La placa metálica se encuentra corroída y es apenas legible. En el ángulo superior izquierdo aparece su fotografía xerografiada que el paso del tiempo también ha terminado por borrar. Ningún elemento simbólico permite recordar, no obstante, que sobre esos muros fueron fusilados varias decenas de personas más, entre ellos el propio Alfredo Espinosa y Orive, ejecutado la víspera del propio Lauaxeta, presidente de Unión Republicana en Vizcaya, conocido como el “médico de los pobres” y consejero de Sanidad en el Gobierno Vasco presidido por José Antonio Aguirre.
Estela en homenaje a Lauaxeta, cementerio de Mungia, Angel Garraza, 2005. (Fotografía: J. Fernández Landeta, 2017)
El ayuntamiento de Mungia, coincidiendo con el centenario del nacimiento de este escritor vasco, también instaló en el cementerio de la localidad una estela funeraria en su recuerdo. Obra del escultor Ángel Garraza, se trata de una pieza esférica realizada en bronce patinado, de dos metros de diámetro y un peso de 450 kilogramos. Representa una
Destacado poeta simbolista, escritor, periodista y traductor al euskara de obras clásicas y de Federico García Lorca, durante la guerra fue nombrado comandante de intendencia en el cuartel de gudaris del colegio de Escolapios de Bilbao y director de la revista Gudari, órgano de prensa del Euzko Gudarostea (Ejército Vasco). Fue apresado por las tropas franquistas en Gernika el 29 de abril cuando acompañaba al reportero-gráfico George Berniard de La Petite Gironde de Burdeos desplazado hasta allí para realizar un reportaje sobre el bombardeo perpetrado tres días antes. (cf. Herbert Southworth, La destrucción de Guernica. Periodismo, diplomacia, propaganda e historia, Barcelona, Ibérica de Ediciones, 1977, pp.89-99). Condenado a muerte por un consejo de guerra fue fusilado el 25 de junio de 1937 a los 32 años de edad.
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variación de la estela discoidal colocada sobre un muro de granito negro que reproduce una serie de circunvalaciones y evoca la idea de una diana que espera apoyada en la pared el disparo final153. Pocos ejemplos más podemos evocar aquí de la memoria de las víctimas republicanas en los cementerios vascos. Sin embargo, la fuerza evocadora del muro como lugar de sufrimiento de las víctimas es tan potente que en ocasiones ha salido del cementerio para ubicarse en el espacio urbano gracias a artistas que articulan en torno a este elemento compositivo su propuesta conmemorativa. Uno de los ejemplos más destacados de la utilización de este recurso es el monumento realizado por Gotzon Etxebarria Setién en la localidad guipuzcoana de Andoain, para homenajear a las 22 personas allí fusiladas. Titulado In memoriam, Al Alba, el grito del alma- Arimaren garrasia (2006), el monumento, erigido en el Parque Alfaro, se compone de varios elementos simbólicos. En primer lugar un imponente muro de piedra de granito de siete metros de longitud por dos metros y medio de altura y veinte centímetros de espesor. Delante de ese muro de sillería perfectamente labrado, las formas redondeadas, inaprensibles y esquivas, de dos esculturas en bronce ofrecen un contrapunto inquietante. La figura erguida frente al muro parece contemplar el destino trágico de una segunda figura, yaciente, sobre el lecho de grava en el que se asienta el conjunto. En la parte posterior del muro figuran, grabados, los nombres de los veintidós vecinos de Andoain fusilados en la Guerra Civil. Esta disposición de los elementos en estrecha unión con la orientación precisa del conjunto tiene una interesante lectura simbólica que el propio autor explicó a los medios de comunicación el día de su inauguración:
Xabier Sáenz de Gorbea, Arte Público en Bizkaia Uribe Kosta…op. cit., pp. 42-43. Lauaxeta cuenta además con esculturas dedicadas a su memoria tanto en Mungia como en la propia ciudad de Vitoria, monumentos que dibujan el alfa y el omega del destacado poeta vasco. La escultura de Vitoria un busto de bronce sobre un pedestal de arenisca obra del artista rumano Joan Septimiu Jugrestan fue instalada por el Gobierno Vasco en la Plaza de Euskaltzaindia, frente a su sede del barrio de Lakua el 22 de junio de 2006. En el pedestal aparecía reproducida la misma frase en euskara grabada previamente en la placa del cementerio: “Dana emon behar jako maite dan askatasunari” (“Debemos dar todo en nombre de la libertad que amamos”), acompañada de su firma. La estatua fue retirada de esta ubicación cuando se iniciaron las obras para la construcción de la nueva estación de autobuses. Tras permanecer varios años en un almacén del Gobierno Vasco, el monumento fue cedido al ayuntamiento y reubicado en marzo de 2015, tras un acuerdo unánime del pleno municipal, en la plaza situada junto al convento de los Carmelitas de Vitoria, lugar donde permaneció preso durante la Guerra Civil. Un periplo que acompaña la evolución de la memoria de las víctimas de los republicanos en el espacio público vasco al transitar de un espacio anodino y de un almacén a un lugar pleno de significación. “Homenaje a Lauaxeta”, El País, 23 de junio de 2006; “Recuerdo en bronce de Lauaxeta” El Correo, 23 de junio de 2006; “El busto de Lauaxeta se instala en el lugar en el que estuvo preso en Vitoria” El Correo, 20 de marzo de 2015. 153
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Yo planteo la escultura mirando al Este para que los primeros rayos de sol den a los fusilados mientras los verdugos quedan en la sombra porque pienso que incluso algunos verdugos serían conocidos […] Estos nombres se graban por las balas del fusilamiento, este es mi planteamiento. Quedan marcados los nombres con balas, con fuego, en la parte de atrás del muro, diferenciando lo que es la parte delantera, la realidad del fusilamiento, y después el recordatorio que está atrás. Al amanecer dará la luz en los fusilamientos y al atardecer dará la luz en los nombres154.
In memoriam, Al Alba, el grito del alma (2006) Gotzon Etxebarria, (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2016)
En la memoria, el artista Gotzon Etxebarria, originario del propio Andoain, imaginó a través de un lenguaje poético, marcado por un hondo patetismo, los instantes previos que condujeron a personas sin responsabilidades políticas delante del paredón de fusilamiento hasta el instante trágico de la descarga final. Les despertaron de manera violenta siendo aún noche cerrada. Caminaron en la oscuridad. Caminaron en silencio intuyendo que tras la noche vendría la noche más larga / Las primeras luces del alba iluminaron los temblorosos rostros de los prisioneros que miraban atemorizados las siluetas de los verdugos. La descarga no fue simultánea / Se hizo un ensordecedor silencio. El grito del alma se adueñó del frío espacio en el que agonizaba el tiempo / Los cuerpos abatidos por las balas, intentando aferrarse a su verticalidad, caían lentamente155
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Entrevista de Marivi Olano, Diario Vasco, 21 de mayo de 2006.
155 Gotzon Etxebarria, Libro de presentación de la obra In memoriam, Al alba, El grito del alma, in http://www. gotzonetxeberria.com [Fecha de consulta: 7 de mayo de 2016]. El poema y el título de la obra recuerdan vagamente la canción Al alba, que el cantautor Luis Eduardo Aute compuso en contra de la pena de muerte y de los últimos fusilamientos de la dictadura franquista en septiembre de 1975.
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Etxebarria, sin embargo, no se conforma con ese destino trágico y abre una ventana a la esperanza transformando la muerte en continuidad, el ocaso en una génesis perpetua: GEA, La Tierra Madre, de la que nace el Cielo, el Ponto, las Montañas y la mayoría de los seres divinos, acogía y abrazaba los cuerpos que caían a su seno / De esa unión surge una nueva vida. Vida que inicia un nuevo vuelo en busca de la Libertad / Las balas impactaron en el muro y grabaron a fuego el nombre de los fusilados / Hecho y Memoria. Realidad y abstracción. Cara y cruz de un mismo acontecer156. Pese a la primera impresión que emana del conjunto, finalmente comprendemos que las figuras pueden representar tanto la muerte como el renacer de los cuerpos. La naturaleza proteiforme de las esculturas contribuye a su polisemia. Sin embargo, el muro presenta una lectura más unívoca y, al mismo tiempo, universal. No en vano el artista insistió en todas las entrevistas que realizó tras su inauguración, que el monumento estaba destinado no sólo a recordar a los fusilados de Andoain sino que aspiraba a evocar el sufrimiento universal generado por la violencia política a lo largo del siglo XX y del naciente siglo XXI: En el hacer de esta obra no sólo han estado los 22 fusilados, han estado el resto de fusilados en la Guerra Civil, ha estado Lorca porque también fue uno de los fusilados, ha estado presente Auschwitz, los desaparecidos de Chile y Argentina, ha estado de alguna forma toda la gente que ha sufrido esa situación, incluso han estado presentes otros asesinados ahora en Andoain y otros lugares, algunos, como bien sabes, han sido amigos. De alguna forma ha estado presente la gente que ha muerto de forma dramática157.
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Ibidem.
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Entrevista de Marivi Olano, Diario Vasco, 21 de mayo de 2006.
In memoriam, Al Alba, el grito del alma (2006) Gotzon Etxebarria, detalles de una de las figuras proteiformes (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2016)
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El muro de Andoain recuerda efectivamente en su configuración al muro de fusilamiento de Auschwitz, pero también a otros muros y tapias de cementerios repartidos a lo largo y ancho del mundo que han compartido los mismos siniestros fines. Esa íntima relación es la que permite que un monumento destinado a recordar a unas víctimas concretas pueda hacerse extensivo a todas. Además de los andoaindarras fusilados en la guerra, el artista evocó en diferentes foros su deseo de que el monumento sirviera también para recordar al resto de las víctimas de la violencia política local con el objetivo “que no se vuelva a repetir aquella situación, aquella intolerancia, el pensamiento único que ha llevado después de muchos años al Batallón Vasco Español a matar a los primos Ansa, a ETA a matar a López de Lacalle, a Pagaza, a Villafañe...”158. Ubicado en un parque cercano al río Oria en un espacio ajardinado a su alrededor, el lugar es utilizado con relativa frecuencia en diferentes actos relacionados con la memoria histórica. El 8 de abril de 2017, por evocar un ejemplo reciente, se organizó un encuentro reivindicativo para exigir la consideración de víctimas a los familiares de los fusilados en la guerra. Además de una ofrenda floral en torno al monumento, el colectivo Oroituz Andoainen (Recordando en Andoain) que tiene entre sus diversos objetivos la reivindicación de los valores de la II República y de las víctimas de la represión franquista, organizó ese día un concierto con la banda y el coro republicanos. Dirigidos por el músico Joxemari Oiartzabal, los asistente pudieron escuchar un amplio repertorio de canciones republicanas como la “Marcha triunfal”, “A las barricadas”, “Si me quieres escribir”, “Hijos del pueblo”, “O Bella Chao”, “La Internacional” y el “Eusko Gudariak”159. Unos años antes este mismo grupo instaló a proximidad del monumento, una pequeño vitrina donde se incluían algunos datos sobre el desarrollo de la guerra en la localidad, las víctimas de la represión o los gudaris y milicianos andoaindarras muertos o desaparecidos en el conflicto. En ambos casos aparecían las fotografías de cada una de esas personas y algunos datos biográficos y, en el caso de las personas fusiladas, los nombres de sus familiares más cercanos, con una clara dimensión reivindicativa. El monumento se ve, de alguna manera, complementado con esta iniciativa. Si en el muro podíamos leer el nombre de las víctimas, con este dispositivo obtenemos nueva información sobre la familia de
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Ibidem.
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“Oroituz mantiene viva la memoria de las víctimas del franquismo”, El Diario Vasco, 9 de abril de 2017
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cada uno de ellos, si tenían hijos, si estaban casados o si murieron en la flor de la vida. Finalmente, el hecho de poder asignar un rostro a cada uno de los nombres constribuye, no cabe duda, a reforzar el recuerdo de la víctima. Las figuras proteiformes que hemos visto previamente adquieren así una nueva dimensión.
Vitrina realizada por Oroituz Andoainen donde pueden verse las fotografías de la mayor parte los fusilados y de los gudaris y soldados de Andoin muertos o desaparecidos en la guerra. (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2017)
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ARTE CONTRA EL OLVIDO: DE LA TRADICIÓN REINVENTADA A LA HIBRIDACIÓN DE LA ESCULTURA CONMEMORATIVA Vencer el olvido de los represaliados republicanos durante la guerra y el franquismo es el denominador común de los monumentos analizados a lo largo de este trabajo. En este capítulo queremos asomarnos a la diversidad de los recursos estéticos desplegados en los dispositivos memoriales erigidos que contrasta sobremanera con la sobriedad y uniformidad impuesta en los monumentos franquistas. Desde la reinterpretación de modelos tradicionales hasta el recurso a la escultura expandida estudiamos a continuación cuatro ejemplos de formas monumentales que ponen de relieve la creatividad de los artistas a la hora de afrontar el desafío plástico de recordar a las víctimas.
Memoria Viva, 2006, Néstor Basterretxea (Bilbao) Memoria viva es el sugerente título que Néstor Basterretxea atribuyó a su escultura para homenajear a las víctimas del franquismo en la ciudad de Bilbao. Desde un punto de vista formal, se trata de una reinterpretación de la clásica estela discoidal presente en numerosos cementerios vascos, signo ancestral que el escultor de Bermeo convocó en numerosos trabajos a la largo de su dilatada carrera, desacralizando su función inicial e incorporándola al mundo civil160. Tradicionalmente realizadas en piedra y de talla modesta, Basterretxea realizó una reinterpretación de dicha figura con una obra en bronce patinado de grandes dimensiones, cuatro metros de largo por tres metros y medio de alto, y un peso cercano a las diez toneladas. Piezas habitualmente exentas, en esta configuración la forma discoidal central se encuentra insertada en una variante rectangular que confiere a la misma un aspecto inusual. Al pie de la obra figura una placa que alude, al menos parcialmente, al objetivo de la obra Homenaje a los hombres y mujeres que lucharon por la libertad y la democracia, aunque la intencionalidad del homenaje a todas las víctimas del franquismo aparece reforzada con la reproducción en la misma placa del conocido poema de Blas de Otero “Me llamarán, nos llamarán a todos…”
El artista dedicó su serie “Estelas” a recuperar este símbolo tanto con un sentido original como la Estela funeraria de la Iglesia San Pedro de Tabira de Durango (1993), como con una función de carácter civil como, por ejemplo, en Leioako Indarra (La fuerza de Leioa), 2001 o Del plano al espacio (2012) realizada para la Escuela de Ingenieros de la Universidad de Navarra.
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grabado en castellano y en su traducción al euskara realizada por el poeta Gabriel Aresti161. Ambos textos fueron seleccionados expresamente por el escritor Bernardo Atxaga para la ocasión, como un complemento significador de la escultura. La obra fue un encargo directo de la Consejería de Vivienda y Asuntos Sociales del Gobierno Vasco, dirigida entre 2001 y 2009 por el entonces coordinador general de Ezker Batua-Berdeak (Izquierda Unida - Los Verdes), Javier Madrazo. Fue bajo su mandato como consejero cuanto se produjo un notable impulso de la recuperación de la memoria de las víctimas de la guerra y del franquismo. Realizado en el setenta y cinco aniversario de la instauración de la República y setenta años después del inicio del conflicto, este homenaje puede ser considerado como Memoria viva, Néstor Basterretxea, 2006, un hito, ya que supuso el punto de partida del (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2010) recurso a la escultura conmemorativa, en las políticas memoriales institucionales, como medio privilegiado para incentivar la recuperación memorial de las víctimas republicanas en el espacio público vasco en esta última década. El monumento fue inaugurado el 19 de febrero de 2006, en los Jardines de Doña Casilda en Bilbao, en presencia del artista y con una destacada participación institucional encabezada por el propio Lehendakari Juan José Ibarretxe, el consejero de Vivienda y Asistencia Social, Javier Madrazo, el alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, además de Bernardo Atxaga y Sabina de la Cruz, viuda de Blas de Otero que leyó el poema en castellano. En la inauguración también participó el músico Kepa Junkera quien compuso para la ocasión su pieza “Bihar Arte” (Hasta mañana) y que interpretó con una trikitrixa de los
Me llamarán, nos llamarán a todos / Tú, y tú, y yo, nos turnaremos,/ en tornos de cristal, ante la muerte./ Y te expondrán, nos expondremos todos/ a ser trizados ¡zas! por una bala./Bien lo sabéis. Vendrán/ por ti, por ti, por mí, por todos./ Y también/por ti./(Aquí/ no se salva ni dios. Lo asesinaron.)/ Escrito está. Tu nombre está ya listo,/ temblando en un papel. Aquél que dice:/ abel, abel, abel...o yo, tú, él... / Pero tú , Sancho Pueblo, pronuncias anchas sílabas,/ permanentes palabras que no lleva el viento... Blas de Otero.
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años treinta162. La asociación en el homenaje a las víctimas del franquismo de un artista plástico, un escritor y un músico, todas ellas reconocidas figuras de la cultura vasca, constituyó un planteamiento novedoso que trascendía la única representación escultórica como componente conmemorativo habitual. Sin embargo, esta experiencia aglutinadora de voluntades no ha tenido continuidad en el tiempo. En los discursos oficiales, además de las habituales llamadas a mantener viva la memoria y los valores republicanos, el Lehendakari aludió a la reparación de una “deuda histórica” y a la necesidad de que “el futuro debe hacerse sobre bases nuevas pero sin olvidar lo que hemos vivido y padecido”. Como el resto de responsables políticos que intervinieron en el acto, Ibarretxe señaló también la necesidad de conquistar la paz para las nuevas generaciones ya que “la guerra y la violencia son el fracaso de una sociedad civilizada” en un nuevo ejemplo de la inevitable presencia en este tipo de actos de la larga sombra de la violencia política que vivía entonces el País Vasco163.
Inauguración de Memoria viva, 19 de febrero de 2006. De izquierda a derecha: Kepa Junkera, Iñaki Azkuna, Juan José Ibarretxe, Sabina de la Cruz, Javier Madrazo, Bernardo Atxaga y Néstor Basterretxea. Madrazo e Ibarretxe depositan una ofrenda floral al pie del monumento con los colores de la bandera republicana y de la ikurriña respectivamente. (Fondo AMB-BUA)
“Gobierno Vasco homenajea este domingo a las víctimas del franquismo, con la inauguración de una escultura en Bilbao”, Europa Press, 17 de febrero de 2006. Entre los asistentes al acto, además de antiguos combatientes y familiares, se encontraban igualmente el Diputado General de Bizkaia, José Luis Bilbao, y dirigentes de los partidos de todo el arco político vasco, desde el presidente del PNV, Josu Jon Imaz hasta el portavoz del PP del País Vasco, Leopoldo Barreda.
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El Correo, 20 de febrero de 2006. Una visión crítica e irónica sobre la inauguración en Eduardo Uriarte, “!Ya tenemos monumento!”, El País- País Vasco, 1 de marzo de 2006.
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Desde un punto de vista político, el acto sirvió al consejero para evocar las ayudas económicas que el ejecutivo vasco había aprobado en el Decreto 280/2002 como compensación a las personas que habían sufrido privación de libertad superior a los seis meses durante el franquismo por sus convicciones políticas164. Según las informaciones recogidas al día siguiente en la prensa escrita, más de tres mil personas se habían beneficiado de las ayudas del ejecutivo vasco mientras que otras cinco mil habían visto sus expedientes rechazados por diferentes razones. Pese a las loables intenciones de esta y otras iniciativas similares, su aplicación no fue ajena a una cierta apropiación política por el consejero Madrazo y su gestión no siempre cumplió las expectativas generadas. En buena medida debido a las previsiones erróneas respecto al número de personas que podían pretender a dichas ayudas y por las exigencias planteadas por la administración a la hora de validar los expedientes incompletos, dada la dificultad de los interesados para justificar documentalmente su condición de prisioneros165. El día de la inauguración, una delegación del colectivo Geureak 1936 (Los Nuestros, 1936), manifestó su descontento con la forma en la que se habían denegado dichas ayudas con sendas pancartas en las que acusaban al Gobierno Vasco y a los partidos políticos de haber abandonado a los gudaris166. Haciendo honor a su nombre, Memoria viva, se ha convertido en un escenario puntual de las conmemoraciones organizadas en la capital vizcaína en recuerdo de las víctimas del franquismo. En el marco del setenta y cinco aniversario de la guerra, los representantes de todas las formaciones políticas con representación en la corporación municipal, desde Bildu hasta el PP, participaron en el homenaje167. En dicho acto, el primero de este tipo realizado tras el abandono de la actividad armada de ETA, Iñaki Azkuna, renovó en su discurso su deseo permanente de superación de la violencia y de conquista de la paz por encima de las diferencias políticas, aludiendo en su intervención a todas
Decreto 280/2002, de 19 de noviembre, sobre compensación a quienes sufrieron privación de libertad por supuestos objeto de la Ley de Amnistía.
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Para una mirada crítica de la aplicación del decreto ver, Mikel Urquijo, “La memoria negada: la encrucijada de la vía institucional en el caso del Gobierno Vasco y las víctimas del franquismo”, en Hispania Nova, nº 6, 2006 (Dossier: Generaciones y memoria de la represión franquista: un balance de los movimientos por la memoria) http://hispanianova.rediris.es/6/dossier.htm [Fecha de consulta: 18 de mayo de 2016].
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“Ibarretxe insta a “trabajar la paz” y destaca que la violencia es “el fracaso de una sociedad civilizada”, Europa press, 19 de febrero de 2006. 166
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“El Ayuntamiento de Bilbao rinde homenaje a las víctimas del franquismo”, El Correo, 18 de junio de 2012.
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las víctimas de la represión política durante la guerra, independientemente del brazo ejecutor. Esta alusión a las víctimas de los dos bandos, inusual en estos actos, provocó una cierta polémica: No queremos más guerras. Queremos respeto a las instituciones democráticamente elegidas. Justo lo contrario que hizo la sublevación del año 36, alzándose contra la República. Por eso estamos aquí, para honrar a todas las víctimas civiles de los bombardeos indiscriminados, a los que cayeron en los diferentes frentes de batalla, a los que fueron asesinados en revancha en ambos bandos, a los que fueron fusilados y encarcelados después de la contienda, a los que sufrieron exilio. No más guerras, ni violencia que substituya a la paz, y a la palabra del diálogo. Paz, piedad y perdón, pedía Azaña en la guerra incivil y fratricida que denominó Unamuno. Setenta y cinco años después es hora de honrar a todas las víctimas de aquella tragedia, recordándoles para que la memoria sea un antídoto contra la belicosidad y agresividad de la naturaleza humana. Paz para nuestros coetáneos y nuestros descendientes en un mundo mejor, memoria y recuerdo para todas las víctimas168. No queda claro en quien pensaba Azkuna en su última alusión pero no es descabellado pensar que el alcalde bilbaíno tenía en mente no sólo las víctimas de la guerra y de la dictadura sino también las víctimas de otras violencias políticas más cercanas.
Gurasoen etxea (La casa de los padres), 2007, Juanjo Novella (Sestao) La segunda escultura conmemorativa incluida en este apartado fue también realizada en el marco conmemorativo del setenta aniversario de la Guerra. En este caso la iniciativa partió de la sociedad civil, concretamente de la asociación Errepresaliatuak (Represaliados) de la localidad vizcaína de Sestao. Esta idea de erigir un monumento en memoria de quienes sufrieron la represión franquista nació con un doble objetivo. Por un lado, el reconocimiento explícito y “sin tapujos” de la “deuda histórica y moral que tenemos con todos los que padecieron la represión en múltiples formas y manifestaciones
Discurso completo del Alcalde con motivo del homenaje a las víctimas del franquismo, 18 de junio de 2012, Bilbao.eus Web del Ayuntamiento de Bilbao [Fecha de consulta: 12 de junio de 2016]. http://bilbao.net/cs/ Satellite?c=BIO_ArtiDiscuBando_FA&cid=1279120488765&language=es&pageid=3000077658&pagename=Bil baonet%2FBIO_ArtiDiscuBando_FA%2FBIO_ArticuloDiscursoBando
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que negaban los derechos humanos individuales y colectivos”169. Por otro, una finalidad de carácter más pedagógico, la transmisión a los jóvenes de un capítulo de la historia postergado, mostrándoles que la consecución de las libertades democráticas fue el resultado de la lucha y del sacrificio de generaciones anteriores. En este caso la responsabilidad creativa de la obra recayó en el portugalujo Juanjo Novella. El destacado artista de arte público se inspiró en esta ocasión de las tradiciones democráticas vascas y del peso que simbólicamente habían tenido en las mismas los grandes árboles, particularmente robles y encinas, bajo los cuales solían reunirse las juntas que desde la Edad Media agrupaban a los representantes de los concejos para dirimir asuntos de interés general o de carácter comunal.
Gurasoen etxea (La casa de los padres), 2007, Juanjo Novella (Sestao) (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2014)
Realizada en acero corten perforado, la escultura representa la silueta de la copa de un árbol inclinado al que han pretendido talar pero que resiste y consigue mantenerse en pie. La obra, anclada directamente en el suelo, tiene un desarrollo de unos seis metros, su altura supera los cuatro metros y tiene un peso de más de doce toneladas. Como característica compartida con otras obras del artista, la escultura presenta una disposición curvilínea que traduce la voluntad de la figura arbórea de conformar un espacio de protección. Esta pretensión aparece aquí reforzada por su instalación en el interior de un gran círculo blanco dibujado sobre un suelo de pavés, que parece aislarla del paisaje circundante. El conjunto monumental se completa con un atril, ubicado delante de la escultura, que incluye una placa en la que aparece reproducido, en las dos lenguas oficiales del País Vasco, el poema
“Sestao salda una “deuda histórica” al homenajear a los represaliados por el franquismo”, Noticias de Álava, 10 de junio de 2007.
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de Blas de Otero En el principio, acompañado de una pequeña dedicatoria “En agradecimiento a todas las personas que lucharon por las libertades: 1936-1977”170. La obra fue ubicada al inicio del paseo de la Benedicta que transcurre paralelo a la ría de Bilbao, uno de los centros neurálgicos de la revolución económica e industrial que conoció Bizkaia a finales del siglo XIX y principios del XX. En la inauguración, el 9 de junio de 2007, el Lehendakari Juan José Ibarretxe dio lectura al poema de Otero ante una nutrida presencia de varios centenares de personas, afirmando en su posterior alocución que a los vascos “nos queda la palabra ante los brutos, ante los desalmados, para buscar salidas, soluciones, para trasladar reconocimiento, amor, cariño, abrazos”171. El reconocimiento de las víctimas de ayer sirvió entonces para tratar de reconfortar a las Gurasoen etxea (La casa de los padres), víctimas más cercanas en el tiempo y a todos aquellos que 2007, Juanjo Novella (Sestao) seguían bajo la amenaza de ETA. El Lehendakari tampoco (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2014) dejó pasar la ocasión para plantear una relectura interesada del monumento en clave política al referirse a la escultura de Novella, como una representación de “nuestras libertades” y “nuestra historia”, lo cual era cierto, pero también de “nuestro futuro, la posibilidad de decidir por nosotros mismos hacia dónde, cómo y de qué manera queremos
Blas de Otero: Si he perdido la vida, el tiempo, todo/ lo que tiré, como un anillo, al agua,/ si he perdido la voz en la maleza,/ me queda la palabra. / Si he sufrido la sed, el hambre, todo/ lo que era mío y resultó ser nada,/ si he segado las sombras en silencio,/ me queda la palabra./ Si abrí los labios para ver el rostro/ puro y terrible de mi patria,/ si abrí los labios hasta desgarrármelos,/ me queda la palabra. Apasionado de la obra de Blas de Otero, Juanjo Novella tenía la intención de reproducir en el atril el poema Me llamarán,.., pero su selección por Atxaga para la obra Memoria viva le hizo cambiar de idea. Testimonio de Juanjo Novella. Entrevista realizada en su estudio de Portugalete el 15 de mayo de 2014.
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“Reconocimiento a los represaliados del franquismo”, El País, 10 de junio de 2007. Además del Lehendakari, el acto contó con la presencia de Paulino Luesma, delegado del Gobierno en el País Vasco, Javier Madrazo, consejero de Vivienda y Asuntos Sociales, Izaskun Bilbao, presidenta del Parlamento Vasco, además de varios alcaldes de las localidades de la Margen Izquierda. En el mismo varias personas que sufrieron la Guerra Civil y la represión franquista contaron sus vivencias y mostraron sus deseos de lograr justicia y la necesidad de conservar la libertad.
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caminar”, apropiándose en cierta medida de la lucha antifranquista a favor de su proyecto soberanista172. Como apuntó Koselleck en relación a los monumentos erigidos a los muertos tras la Primera Guerra mundial, los responsables de la erección de dichas obras se apropian con frecuencia de la causa de los muertos para atribuirle una nueva signficación: “ El monumento no recuerda solo la memoria de los muertos, deplora también la vida perdida con el fin de dar sentido a la supervivencia”173. A proximidad de la escultura una placa recalca esa intención del conjunto memorial: “En memoria de quienes lucharon por nuestra libertad durante la República y la dictadura franquista”. Pasado y presente aparecen aquí claramente enlazados y la formulación abierta permite múltiples interpretaciones en función de la consideración atribuida a la siempre proteica idea de libertad.
Un Bosque de luz contra la oscuridad del olvido, 2009, Anabel Quincoces, (Vitoria) El tercer ejemplo incluido en este apartado concierne una de las esculturas conmemorativas más singulares erigidas en Euskadi en recuerdo de las víctimas del franquismo. El 25 de septiembre de 2006, las Juntas Generales de Álava aprobaron en sesión plenaria una moción sobre la recuperación de la memoria histórica que disponía en su apartado sexto que “La Diputación Foral de Álava tras el pertinente concurso de ideas, colocará un monolito en la Plaza de la Provincia en homenaje a las personas represaliadas por la dictadura franquista”174. Sin embargo, la presencia en ese momento al frente de la Diputación de Ramón Rabanera, destacado dirigente local del Partido Popular, y su oposición a llevar adelante el proyecto con la manida coartada de que el gesto conmemorativo pudiera abrir viejas heridas, hizo que el proyecto fuera aparcado momentáneamente. Un año más tarde, el 20 de noviembre de 2007, ya con el peneuvista Xabier Agirre López como Diputado General de Álava, el Consejo de Diputados aprobó la convocatoria de un concurso público de ideas para la selección de una escultura conmemorativa cuyo presupuesto no debería superar los
“Sestao salda una “deuda histórica” al homenajear a los represaliados por el franquismo”, Noticias de Álava, 10 de junio de 2007.
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Reinhart Koselleck, Les monuments aux morts.., op. cit, p. 179.
ATHA, Caja DAC 18.460 Exp. nº 3. Aprobar bases de la Convocatoria-Concurso de ideas para la instalación escultórica en la Plaza de la Provincia en homenaje a las personas represaliadas por la dictadura franquista.
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150.000 euros175, una de las cifras más elevadas entre los concursos públicos de esa última década. Las bases dejaban plena libertad a los autores en cuanto a la temática, la técnica o las dimensiones de la obra. La convocatoria tuvo un éxito considerable ya que fueron veintinueve los proyectos presentados por artistas, escultores, arquitectos, diseñadores que respondieron al concurso con propuestas muy diversas. Reunido el 11 de marzo de 2008, el jurado seleccionó la obra diseñada por la artista Ana Isabel Quincoces Lallana denominada Bosque de luz176. Según aparecía recogido en la memoria descriptiva del proyecto, el conjunto escultórico ganador estaba conformado por dieciséis módulos cilíndricos de acero de un diámetro aproximado de 50 centímetros y una altura variable de entre uno y tres metros, recubiertos de bronce grabado. Cada uno de ellos era aparecía rematado por una pieza masiva de vidrio. El objetivo de la artista en esta obra de carácter híbrido era permitir la visibilidad del monumento y de su simbología incluso en horarios nocturnos. Para conseguirlo, planteaba ubicar en el interior de la estructura un proyector de diodos led cuya luz “viaja por el modulo cilíndrico y al llegar a la pieza-remate de vidrio, expande el blanco de la misma”177. La idea del bosque y el número de módulos previsto inicialmente, dieciséis, no era nada aleatoria. Al contrario, la artista trataba de establecer una relación directa con un episodio de represión franquista que quedó marcado en la memoria de muchos vitorianos y alaveses por la conmoción que produjo en la ciudad. El 31 de marzo de 1937, dieciséis prisioneros republicanos, entre ellos Teodoro González de Zarate, alcalde republicano de Vitoria, fueron sacados de la cárcel y conducidos en camiones al alto de Azazeta, en la carretera hacia Estella, donde fueron fusilados y enterrados. El asesinato fue realizado por un grupo de falangistas venidos expresamente desde San Sebastián. Según Ugarte Tellería, fue el propio general Mola, comandante en jefe del ejército sublevado en el norte, quien ordenó las ejecuciones, coincidiendo con el inicio de la ofensiva franquista sobre Bizkaia, con el objetivo de “desinfectar” la retaguardia y amedrentar con el ejemplo a aquellos que quisieran
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Boletín Oficial del Territorio Histórico de Álava (BOTHA), 3 de diciembre de 2007.
ATHA, Caja DAC 18.460, Acta de la reunión del jurado, 11 de marzo de 2008. El jurado estuvo presidido por Xabier Agirre Lopez, Diputado General de Alava e integrado por Claudia Rodríguez Gutiérrez, Teniente Diputado General; Lorena López de Lacalle Arizti, Diputada Foral de Euskara, Cultura y Deporte; José María Herrera Jiménez, profesor de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco, Javier González de Durana, Director del Centro Museo Vasco de Arte Contemporáneo ARTIUM; Julio Herrero Romero, Jefe del Servicio de Arquitectura de la Diputación Foral de Álava y Emilio Ortiz Palacios, Jefe del Servicio de Gestión Administrativa, quien actuó como secretario.
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ATHA, Caja DAC 18.460, Memoria descriptiva del proyecto “El Bosque” presentado por Ana Isabel Quincoces.
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oponerse a los sublevados178. Con este objetivo se buscó que los dieciséis prisioneros elegidos para la saca representaran todas las fuerzas políticas que se habían opuesto al golpe, incluyendo en la lista miembros del PNV179. Para Ugarte Tellería, “Fue el asesinato con mayor carga y significación política producido entre 1936 y 1939 en toda Euskadi. Terror, supresión de cualquier capacidad de reacción del individuo, anulación de toda libertad de actuación, totalitarismo. Todo ello impuesto segando vidas y haciendo desaparecer físicamente a representantes electos de la ciudadanía”180. A partir de este episodio histórico marcado en la memoria de la ciudad, la artista Anabel Quincoces concibió su obra como “una metáfora”: Una metáfora de ese bosque contenedor de las almas y de la memoria de esos hombres de todos los colores políticos socialistas, republicanos, libertarios, nacionalistas y sindicalistas, que fueron sacados del penal de la calle Paz, y murieron fusilados en los bosques de Azazeta. Los 16 módulos de la escultura, se erigen en árboles, en elementos de ese bosque, que a partir de una luz que los germina, se elevan hacia el cielo, rematados por una superficie opalina, a modo de copa de árbol, que brillan con un tenue pero continuo reflejo, reflejando la memoria y la esperanza181 Inicialmente estaba previsto que el conjunto escultural fuera instalado en la Plaza de la Provincia, en la parte delantera del edificio de la Diputación Foral de Álava, un espacio de una gran visibilidad social. Sin embargo, la Diputación, en el marco de una rehabilitación decidió su ubicación en el ala oeste de la parte posterior del palacio. Aunque en ese momento el lugar se encontraba cerrado al público por una verja metálica, la institución decidió eliminar el cerramiento existente para crear una nueva plaza pública e instalar allí el conjunto escultural. El proyecto de acondicionamiento del espacio corrió a cargo del arquitecto de la Diputación, José Luis Catón, que guardó a nivel del suelo la traza del antiguo cierre
178 Javier Ugarte Tellería, La nueva Covadonga insurgente. Orígenes sociales y culturales de la sublevación en Navarra y el País Vasco, Madrid, Biblioteca Nueva, 1998, p. 207.
Javier Gómez Calvo: Matar, purgar, sanar… op. cit. pp. 90-94. Gómez Calvo estudia el impacto y las reacciones sociales que se produjeron en contra de este asesinato cuyas víctimas eran por lo general “personas de extracción humilde (ferroviarios, pintores, mecánicos o ajustadores) sindicados en la CNT o afiliados al PCE o al PSOE. Pero también había republicanos, alguno incluso tan significado como el alcalde Teodoro González de Zárate, hombre de consenso durante su mandato… “ 179
180
Javier Ugarte Tellería, “31 de marzo, día en defensa de la democracia”, El País, 31 de marzo de 2007.
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ATHA, Caja DAC 18.460, Memoria descriptiva del proyecto “El Bosque” presentado por Anabel Quincoces.
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y creó una configuración espacial con personalidad propia con dos funciones diferentes. Al este, una función recreativa, de descanso con las antiguas pilastras del cerramiento tendidas de forma horizontal, haciendo las veces de bancos públicos. Al oeste, una función memorial con la instalación de la obra Bosque de Luz, cuyas columnas dispuestas de forma diseminada no interfieren en el caminar de los vitorianos permitiéndoles “recorrer el recinto, tocar los postes y sentirse parte de la obra”182.
Bosque de luz, 2009, Anabel Quinconces (Vitoria) (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2014)
Este cambio de ubicación y la posibilidad de disponer de un espacio más amplio que el previsto inicialmente para su instalación propició un cambio notorio en el monumento. De las dieciséis columnas previstas inicialmente se pasó a veintisiete piezas finales, sin que hayamos podido esclarecer las razones últimas de ese cambio. El monumento perdía así ese aporte simbólico pensado inicialmente por la artista y dejaba de evocar una masacre concreta para englobar al conjunto de personas represaliadas.
Como complemento a este Bosque de luz, la Diputación de Álava decidió la instalación complementaria de un visor integrado en un bloque de acero corten, diseñado por el arquitecto José Luis Catón, en el que pudieran visualizarse los nombres de las cerca de 4.000 personas víctimas de la represión durante la dictadura183. Un año más tarde concluido el citado informe el número de personas represaliadas durante el franquismo en Álava, desde el 18 de julio de 1936 hasta 1957, se elevaba a cerca de seis mil personas184.
182
Noticias de Álava, 20 de septiembre de 2009.
183
Informe “Víctimas del Franquismo en Álava” Instituto Valentín de Foronda, 2010.
184 “Un informe incluye unos 6.000 expedientes de la represión franquista en Álava”, El Correo, 15 de julio de 2010. “Álava recopila su fondo documental sobre la represión franquista”, El País, 16 de julio de 2010. Esta cifra corresponde a todas aquellas personas que fueron represaliadas en un sentido amplio del término, desde la pérdida de empleo hasta multas económicas, pasando por penas de prisión o el asesinato. Según el estudio de Javier Gómez Calvo, op. cit., pp. 339-345 el número de asesinados en Álava por los franquistas ascendió a 193 personas. En su obra figura la relación nominal junto a su lugar de origen, la fecha y el tipo de muerte, así como la profesión y la filiación política de todos ellos.
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Encabezado por la locución latina “IN MEMORIAM”, el visor constituye una suerte de hito referencial del conjunto memorial. En el bloque de acero corten se grabó en euskara y en castellano, el propósito de la escultura: “Este monumento en homenaje a las personas represaliadas por la dictadura franquista en Álava fue erigido por la Diputación Foral, el día 18 de septiembre de 2009, siendo Diputado General el Excmo. Sr. Don Xabier Agirre López”185. Una dedicatoria que trataba el monumento como cualquier otra infraestructura edificada en la ciudad. La instalación concluyó a finales de julio de 2009, aunque la inauguración oficial del monumento sólo tuvo lugar el 18 de septiembre, coincidiendo con la fecha simbólica del asesinato del Teodoro Olarte Aizpuru, presidente republicano de la Diputación de Álava en la Segunda República entre 1931 y 1934 y entre febrero y julio de 1936. Desde 2009, tres años después de la moción aprobada en las Juntas Generales, Bosque de Luz convoca el recuerdo de las víctimas de la represión franquista del conjunto del territorio alavés en pleno centro de Vitoria. La utilización conjunta del metal, el vidrio y la luz en una obra de escultura pública destinada a propiciar y difundir el recuerdo de las personas desaparecidas y represaliadas presenta una singularidad reseñable. Sobre todo en lo que concierne a la utilización del vidrio. En una entrevista publicada en 2008, la artista explicó su recurso a este material, como evocación de algo puro, espiritual, con luz, que hacía soñar y que, en cierto modo, prolongaba la presencia entre nosotros de las personas desaparecidas186. Por su parte, el monolito In Memoriam es un dispositivo memorial que se sirve de las nuevas posibilidades ofrecidas por las tecnologías digitales. Una de las más notables es la posibilidad de incorporar nuevos nombres, mediante la reactualización de la base de datos que alimenta el programa informático que gestiona el visor, a medida que se producen nuevos avances en las
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La lista de nombres ha sido desde entonces reactualizada.
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El Correo, 14 de mayo de 2008
In Memoriam, 2009, José Luis Catón (Vitoria). (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2016)
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investigaciones históricas. De hecho desde su inauguración se han incorporado al visor decenas de nuevos nombres de represaliados187. En este ámbito también es un monumento híbrido ya que el espacio memorial cuenta con dos monumentos que se complementan mutuamente. Es indudable que la dependencia de ambos dispositivos de la corriente eléctrica para su perfecto funcionamiento puede plantear dudas respecto a su perennidad. Una cuestión, que como ya hemos tenido ocasión de comprobar en este trabajo, depende a menudo más de consideraciones políticas que de la durabilidad de los materiales o sistemas empleados en la realización de los monumentos. Sin embargo, en este caso concreto, la simbología aportada por la luz, como esencia de vida, se ve con frecuencia comprometida dado que los cables enterrados sufren la humedad y con frecuencia las figuras aparecen sin su iluminación nocturna. A pesar de este contratiempo nocturno, el conjunto escultural se ha consolidado de forma efectiva en estos últimos años como un destacado espacio memorial. El 16 de abril de 2012, las Juntas Generales de Álava aprobaron una moción de condena a la dictadura franquista y de reconocimiento institucional a todas las víctimas de la Guerra Civil y especialmente a quienes padecieron la represión de la dictadura. La moción requería explícitamente a la Diputación la organización de actos anuales de homenaje para “rescatar la memoria” de estas víctimas188. El 4 de diciembre de ese mismo año tuvo lugar el primero de esos homenajes con un acto y una ofrenda floral en el monumento Bosque de Luz, al pie del citado monolito. El Diputado General de Álava, Javier de Andrés, dirigente del Partido Popular, presidió el homenaje en el que participaron además miembros de las formaciones políticas presentes en la Juntas Generales y en el Ayuntamiento de Vitoria además de representantes de numerosos ayuntamientos y de las cuadrillas de Álava. En su intervención el Diputado General, mostró su “más enérgica repulsa y condena a la dictadura que, durante décadas, privó a la población española de sus derechos de ciuda-
La Diputación Foral de Álava ha dispuesto en internet un buscador [https://www.araba.eus/inetrepr/ INETPROY0001Consulta.aspx?idi=es] que permite la consulta de la relación nominal de represaliados que se visualiza en el Monolito. Los ciudadanos pueden también notificar las omisiones u otro tipo de errores que se puedan observar en dicho listado mediante presentación de un escrito en el Registro de la Diputación Foral de Álava dirigido al Archivo del Territorio Histórico de Álava aportando la información oportuna al objeto de justificar la petición. Analizado el caso y si corresponde el listado puede ser modificado incluyendo o retirando el nombre de la relación.
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El Correo, 23 de noviembre de 2012.
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danía y sumergió al país en sus años más oscuros”189. Javier de Andrés consideró en su alocución que las futuras generaciones debían ser “conscientes del dolor y el daño” que sufrieron “miles de personas” del territorio alavés “por culpa de quienes no entendían la vida política y social más allá de una mera imposición de sus mentalidades totalitarias”, al tiempo que hizo hincapié en la necesidad de transmitir los valores democráticos “como base indispensable de la convivencia”. Una convivencia que no estaría completa si no se acompañaba de ejemplos para la futuras generaciones de aquellas personas “que se enfrentaron a la dictadura o, simplemente, fueron castigadas por no compartir una forma de pensar autoritaria. Desde Teodoro Olarte, el Diputado General fusilado en septiembre de 1936, hasta el último de los nombres que podemos leer en este monolito, se merecen nuestro respeto permanente”190. En su discurso el Diputado General apuntó que “mirar hacia atrás y rememorar su dolor apuntala la transmisión de unos valores que ahora permiten gozar de libertades básicas, como el derecho a la vida o la libertad de expresión”. En la parte final de su intervención, realizó una llamada a permanecer vigilante y no retroceder en la defensa de los valores democráticos: “La medida de nuestra libertad es la libertad de que goza el más débil de nosotros. Si permitimos que alguien sufra por pensar diferente o no encuentre amparo ante la agresión del totalitario, estaremos fallando a quienes sufrieron por soñar con un mundo mejor”, concluyó191.
Bosque de luz, 2009, Anabel Quinconces (Vitoria). Detalle de las figuras en vidrio que coronan las columnas (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2014)
“Diputación de Álava homenajea a las víctimas del franquismo y muestra su “más enérgica repulsa y condena” a la dictadura”, Europa press, 4 de diciembre de 2012.
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Ibidem.
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Ibidem.
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El rotundo discurso del Diputado General a favor de la recuperación de la memoria de las víctimas de la dictadura como base sobre la cual asentar la convivencia y la democracia, contrasta sobremanera con la actitud que años atrás había mantenido, respecto a esta misma cuestión, su compañero de partido y anterior Diputado general del PP, Ramón Rabanera (1999-2007). Promesa de un cambio en ciernes para algunos, simples “juegos florales para justificar las paletadas de tierra que su partido arroja sobre la memoria” para otros192, las reacciones al discurso de Javier de Andrés ponen de relieve los profundos retos memoriales que deberá afrontar en los próximos años la sociedad vasca para consolidar una convivencia en paz. En cuanto al homenaje en cuestión, éste finalizó con un minuto de silencio y una posterior ofrenda floral al pie del monolito In Memoriam, convertido en el epicentro del espacio memorial.
Durango memoria viva, Mikel Campos-Karmel Aranguena, Durango, (2012) Durango quedó marcada a sangre y a fuego por la dimensión destructora de los bombardeos aéreos que sufrió y por los duros combates que se vivieron en los montes que rodean la localidad193. Desde el año el año 2012, sus calles cuentan con un monumento impulsado desde el ayuntamiento destinado a fijar la memoria de esos hechos que condicionaron el devenir de la ciudad. Si las más de 300 víctimas mortales de los ataques aéreos cuentan con un espacio memorial en el cementerio de Santa Cruz, sobre el que volveremos más adelante, las autoridades locales quisieron también impulsar la realización de una obra que superara esa exclusiva condición de víctima del bombardeo de la ciudad al dedicarlo a la memoria “de los durangueses que dieron su vida por la libertad del pueblo y contra el franquismo”194. Concebido y realizado por Mikel Campos, Karmel Aranguena y los alumnos de la Escuela de Arte de Deba, el grupo escultórico se denomina significativamente
Así fue considerado por la asociación de memoria abertzale Eusko Lurra Fundazioa (Fundación Tierra Vasca), http://sareantifaxista.blogspot.fr/2012/12/cuando-los-supuestos-homenajes-las.html [Fecha de consulta: 17 de mayo de 2016] 192
Jon Irazabal Agirre, Durango:1937 martxoak 31: 1937ko martxoaren 31n Durangoren aurka egindako airebonbardaketari buruzko azterlana / Durango 31 de marzo de 1937: estudio sobre el bombardeo aéreo realizado contra la villa de Durango el 31 de marzo de 1937, Abadiño, Gerediaga Elkartea, 2001. 193
Así consta en el expediente municipal de contratación y adjudicación de la obra: Archivo Municipal de Durango- Durangoko Udal Artxiboa (AMD-DUA), Area obras municipales, expediente 1896/9 Documentación varia referente al suministro y colocación de la escultura Durango memoria viva. El presupuesto atribuido a esta realización ascendió a 18.000 euros.
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“Durango memoria viva”. Sus conceptores tuvieron desde un principio el objetivo de superar la monumentalidad clásica y proponer una escultura híbrida, expandida en el paisaje urbano sin alterar el uso cotidiano del mismo. En la memoria del proyecto se explicaban esos objetivos como sigue: La escultura está pensada de forma horizontal, que el espectador, el paseante que circunde la obra o bien pase ocasionalmente a su lado, no la perciba como un objeto artístico que se inmiscuye en su trayectoria, sino más que bien que la “descrubre”. Por eso es importante que el volumen de la misma no sea monumental […] Huye de la monumentalidad, tiene que ser algo cercano, horizontal, que no moleste, que se acerque a la gente y le muestre la herida abierta de unos lugares, unas fechas, unos nombres que pervivirán en nuestra memoria durante muchos años195. Para lograr el objetivo de crear una escultura abierta, integrada en el paisaje urbano “que no impone ideología, ni versión oficial”, los conceptores idearon un grupo escultural en forma de bancos de piedra similares a los que componen el mobiliario urbano de cualquier ciudad. No obstante, el conjunto memorial sí se articula en torno a un gran bloque irregular de piedra caliza de dos metros de diámetro y un metro y medio de altura , solo una de sus caras aparece labraDurango memoria viva, 2012, Mikel Campos y Karmel Aranguena (Durango) (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2017) da, que evoca los montes circundantes y se convierte en el centro del dispositivo enun196 ciador . Ubicada sobre un zócalo octogonal, levemenente elevado sobre el nivel de la calle, el espacio aparece igualmente acotado en sus diferentes lados por varias placas de hierro colado incrustadas en
Íbidem, Memoria del proyecto Durango memoria viva, Mikel Campo Argote, Karmel Aranguena y Centro de enseñanzas artesanales de Deba, Deba, diciembre 2011.
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Íbidem. “El bloque central de piedra viva, nos da el centro de este espacio […] La potencia de la piedra con sus irregularidades y su presencia sólida nos da la idea de perdurabilidad y nos hace sentir la naturaleza y la orografía del valle […] Piedra viva como naturaleza, como forma de pueblo, en palabras de Arresti “harri ta herri”. Somos un pueblo muy antiguo y arraigado a nuestra naturaleza, a nuestro paisaje y Durango tiene la referencia de los montes cercanos que le imprimen carácter […]”.
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el pavimento con los nombres de Barcelona, Derio, Intxorta, Saibigain y Santamañezar…. Lugares que remiten a combates, prisión y muerte, acontecimientos dolorosos en relación con la guerra, aunque para el visitante pueda ser difícil comprender el significado de esa selección. Ese espacio central aparece a su vez enmarcado exteriormente por tres bancos de diferente tamaño realizados en piedra arenisca y decorados singularmente con un objeto de gran significación simbólica. En el primer banco un cuaderno como alegoría de la memoria personal, el lugar donde anotamos nuestros recuerdos y quedan fijados en forma de “agenda, dietario, escritos, poemas”. En el segundo el libro como deposito de la memoria “en los libros encontramos las fechas, las citas, la historia, que pervive en el papel impreso”. Por último, una cámara fotográfica en el último banco representa la memoria visual, “aquello que queda en nuestra retina, las imágenes que nos evocan recuerdos, sensaciones…”. Diversas citas poéticas grabadas sobre cada uno de los bancos relacionadas con la memoria y el olvido completan el simbolismo del conjunto escultórico197.
Elementos simbólicos asociados a la memoria del monumento Durango memoria viva, 2012, Mikel Campos y Karmel Aranguena (Durango) (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2017)
Es indudable que la disposición diseminada de las diferentes piezas de la obra y el diseño funcional de una parte de los elementos que la integran con el objetivo de mimetizarse con el pasisaje, reduce considerablemente, como pretendían sus conceptores, la dimensión monumental del conjunto escultórico. No obstante, dos elementos exteriores relacionados entre sí vienen a perturbar ese objetivo inicial y cuestionar en definitiva el logro de haber creado un monumento “invisible”. En primer lugar su ubicación, al ocupar el mismo emplazamiento en el que durante siglos permaneció la cruz
“Dana emon bear jako maite dan askatasunari”, “Oroitzen ditugula oroituz” , “Que mi nombre no se borre de la historia”, “Ez ditugu ahaztu, eta ez ditugu ahaztu gure”
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de Kurutziaga, una cruz de término del siglo XV, de más de cuatro metros de altura y profusamente decorada, considerada como uno de los monumentos históricos más destacados de la villa. Retirada de ese lugar hace algunos años, se exhibe hoy en un museo creado para acogerla en el antiguo edificio de la antigua ermita de la Vera Cruz, próximo a su emplazamiento original. En segundo lugar, al ubicarse en ese mismo espacio, el monumento “dedicado a los durangueses que dieron su vida por la libertad del pueblo y contra el franquismo” no sólo ha reemplazado a uno de los símbolos de la ciudad, sino que además aparece situado bajo la gran estructrura metálica que el ayuntamiento mandó construir en su momento para proteger la citada cruz de las inclemencias meteorológicas. Un destino paradójico para un monumento que pretendía pasar desapercibido, algo que logra sólo parcialmente, sin que ello perturbe finalmente el propósito memorial de la obra.
Durango memoria viva, 2012, Mikel Campos y Karmel Aranguena (Durango) (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2017)
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EN MEMORIA DE LAS “VÍCTIMAS OLVIDADAS”: MUJERES ENCARCELADAS, NIÑOS EXILIADOS, HOMOSEXUALES REPRESALIADOS Y VÍCTIMAS DE LOS BOMBARDEOS AÉREOS Quizás sea un tanto incongruente por mi parte atribuir la condición de “víctimas olvidadas” a los niños exiliados durante la Guerra Civil cuando conozco de primera mano la importante bibliografía escrita al respecto y yo mismo he dedicado una parte significativa de mi producción histórica a rescatar su experiencia del olvido. Lo mismo cabría decir de las mujeres encarceladas durante el conflicto y la dictadura o de los homosexuales que sufrieron hasta bien entrados los setenta las vejaciones de un régimen que no toleraba la diferencia, y menos aun cuando esta tenía un carácter sexual, y víctimas de los bombardeos aéreos. Mujeres, niños, homosexuales, víctimas desconocidas, olvidadas y ocultadas durante decenios, su historia y su memoria han sido, sin embargo, objeto de una atención creciente en estas últimas décadas y son ya numerosos los estudios históricos, las monografías, las novelas e incluso las producciones cinematográficas que han recuperado sus vivencias para el gran público. A pesar de ello, no creemos exagerar si consideramos, desde el punto de vista de las políticas memoriales que esos grupos habitualmente ubicados en los márgenes de la historia, siguen siendo con frecuencia grandes olvidados. Que en Euskadi estos colectivos cuenten con sendas iniciativas monumentales destinadas a mantener presente la memoria de cada uno de ellos es, sin duda, excepcional. Razón válida a nuestro entender para cerrar los capítulos dedicados a los monumentos a las víctimas de la guerra y del franquismo con una breve mirada a estas iniciativas que les han sido dedicadas. Como en los casos estudiados previamente, los monumentos fueron implementados, mayoritariamente, al calor de la conmemoración del setenta aniversario del conflicto, en torno a la mitad de la primera década del siglo XXI, aúnque en algunos casos esos reconocimientos sólo han sido efectivos en el marco del 75 o del 80 aniversario del conflicto. También comparten con los monumentos erigidos previamente, la diversidad de sus iniciadores y la implicación, más o menos continuada y determinada, de las instituciones a la hora de llevar a cabo los proyectos y concretizar, a través de una forma escultural, su memoria en el espacio público.
En memoria de las mujeres encarceladas en Saturraran (Mutriku), 2007 Escondida en la desembocadura del río Mijoa, al pie de los acantilados que recorren la costa vasca entre Ondarroa y Mutriku, la playa de Saturraran es un paraje idílico. En el último tercio del siglo XIX, en pleno auge de los baños de mar, el lugar albergó varios establecimientos balnearios para dar acogida a una demanda turística creciente. En 1921, debido al declive progresivo de la “industria
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balnearia”, la propiedad del Gran Hotel fue cedida al obispado de Vitoria que lo transformó en seminario de verano. Con la llegada de la guerra, los edificios sirvieron incluso como cuartel militar a las fuerzas republicanas. El destino del lugar y de los edificios construidos para el esparcimiento y la diversión de los turistas dio un giro de 180 grados cuando una orden aprobada el 29 de diciembre de 1937 dispuso que los edificios del entonces Seminario de Saturraran, se convirtieran en Prisión Central de Mujeres. Entre 1938 y 1944, funcionó en ese lugar uno de los centros penitenciarios para mujeres más duros de toda la dictadura. Por sus celdas pasaron más de 4.000 mujeres procedentes de todos los rincones de España198. Las más numerosas fueron las asturianas, seguidas de leonesas y castellanas, vascas, cántabras, manchegas, andaluzas y madrileñas199. En algunos casos se trataba de presas políticas “altamente peligrosas”, según la consideración judicial franquista, con condena firme, republicanas convencidas, como Rosario Sánchez Mora, más conocida como La Dinamitera, y activistas sindicales200. También cumplían condena allí mujeres extranjeras pertenecientes a las Brigadas Internacionales. En otros casos se trataba de simples simpatizantes o familiares de republicanos encarcelados en otros centros penitenciarios o muertos durante la guerra. En todo caso, se trataba claramente de una prisión política ya que sólo el 11 % de las condenadas estaba allí por delitos comunes y la mayor parte de ellas ingresaron a partir de 1941201. Hubo momentos en que llegaron a coincidir 1.600 reclusas, varias decenas de ellas acompañadas por sus hijos e hijas de corta edad, en un penal que apenas tenía capacidad para acoger a
Según el historiador local Xavier Basterretxea Burnaga entre 1940, fecha del primer padrón de la prisión y 1944 hubo al menos 3.620 mujeres encarceladas. Quiero agradecer muy sinceramente a Xavier Basterretxea su acogida en mi visita a Mutriku y a Saturraran en la primavera de 2014 y toda la información documental proporcionada sobre el penal, las prisioneras y su memoria que han sido fundamentales en la realización de este apartado.
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Ascensión Badiola Ariztimuño, La represión franquista en el País Vasco. Cárceles, campos de concentración y batallones de trabajadores en el comienzo de la posguerra, tesis doctoral realizada en el Departamento de Historia Contemporánea de la Facultad de Geografía e Historia de la UNED bajo la dirección de Ángeles Egido León, Madrid, 2 de febrero de 2015, pp. 26-44.
199
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Jon A. Larreategi, “Cárcel de Saturraran, prisión franquista”, Gara, 19 de marzo de 2007.
José Luis de la Cuesta, Francisco Etxeberria Gabilondo, Ana Isabel Pérez Machío (dir.), Situación penitenciaria de las mujeres presas en la cárcel de Saturraran durante la Guerra Civil española y la primera posguerra. Hacia la recuperación de su memoria. Emakunde / IVAC-KREI, San Sebastián, 2010, p. 52. 201
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700 personas y cuyas instalaciones se encontraban en un estado lamentable tras haber sido abandonadas durante meses202. Sometidas a una disciplina de hierro, aisladas con frecuencia, objeto de malos tratos y vejaciones repetidas, privadas de una alimentación suficiente y alojadas en unas pésimas condiciones sanitarias, Saturraran se convirtió en la tumba de, al menos, 120 mujeres y 57 niños203. Muchas prisioneras que lograron sobrevivir al encierro sufrieron profundas secuelas de su paso por el penal, sobre todo aquellas que perdieron a sus hijos, muertos en prisión o robados durante su reclusión, para ser entregados a otras familias adictas al régimen siguiendo los principios defendidos por el director de los Servicios psiquiátricos del Ejército franquista, Antonio Vallejo-Nágera. A partir de 1944, los edificios volvieron a recuperar su función de Seminario hasta que éste fue cerrado de forma definitiva en 1968. Dejado al abandono, las fuertes inundaciones que sufrió el País Vasco en 1983 acabaron de arruinar las instalaciones. En 1987, el ayuntamiento de Mutriku compró los edificios y terrenos circundantes y procedió a la demolición de todas las construcciones que habían formado parte del complejo carcelario; apenas quedaron en pie, un pequeño muro exterior de acceso y algunos cimientos apenas visibles. Durante la Transición y tras el restablecimiento de la democracia, algunas mujeres encarceladas que publicaron sus testimonios sobre su experiencia en la guerra incluyeron pasajes relativos a su paso por esta cárcel. En ellos se relatan con detalle las privaciones, el trato inhumano y las difíciles condiciones de vida que tuvieron que afrontar en el penal204. Más recientemente, nuevas investigaciones se han ocupado de aportar luz sobre la historia de esta prisión y los trágicos
Xavier Basterretxea Burnaga y Arantza Ugarte Lopetegi, “Prisión central de mujeres de Saturrarán, (19381944), en Sergio Gálvez Biesca y Fernando Hernández Holgado (Ed.) Presas de Franco, Madrid, Fundación de Investigaciones Marxistas-Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga, 2007, pp. 67-69.
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Ibidem. Como apuntan Xavier Basterretxea y Arantza Ugarte el único rastro documental de estos menores es su inclusión en el libro de registro de defunciones del Ayuntamiento de Mutriku, p. 69. Las causas de defunción más frecuentes, según el censo realizado por Xabier Basterretxea, fueron tuberculosis pulmonar (31), colitis (7), nefritis (6), además de afecciones e insuficiencias cardiacas (6 y 5 respectivamente) y fiebre tifoidea (5)… Por lo que se refiere a los menores la mortalidad fue provocada por el sarampión (13), el raquitismo (10), meningitis (5), bronquitis pulmonar (5)…
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Josefa García Segret, Abajo las dictaduras, Vigo, Artes Gráficas Galicia, 1982; Isabel Ríos, Testimonio de la Guerra Civil, Ed. Do Castro, Sada, 1986; Leonor Ruipérez Cristobal, Relato de mi vida, ed. Matilde Garzón Ruipérez, Salamanca, 1996. 204
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acontecimientos allí acaecidos205, hechos que han sido también objeto de sendas producciones cinematográficas206. A esta reciente recuperación memorial también han contribuido las políticas memoriales desplegadas desde el Departamento de Vivienda y Asuntos Sociales del Gobierno Vasco en el marco del setenta aniversario del conflicto. El 1 de abril de 2007 se instaló, en el lugar ocupado previamente por el siniestro penal una escultura de Néstor Basterretxea destinada a recordar y rendir homenaje a las mujeres allí encarceladas. En el acto de inauguración estuvieron presentes seis antiguas reclusas acompañadas de sus hijos y nietos, así como familiares de algunas de las mujeres que perecieron allí durante su funesto encierro207. La representación institucional estuvo encabezada por la consejera de Cultura del Gobierno Vasco, Miren Azkarate, el consejero de Asunto Sociales, Javier Madrazo, la presidenta del Parlamento de Vitoria, Izaskun Bilbao, y la directora de Emakunde, Izaskun Moyua, además del alcalde de la localidad guipuzcoana Estanis Osinalde. Entre las intervenciones más destacadas, la presidenta del Parlamento de Gasteiz, Izaskun Bilbao, señaló en su discurso que a las mujeres allí encarceladas se les debía la paz antes de apuntar “Sólo estaremos a la altura de ellas si somos capaces de trabajar y alcanzar el éxito en lo fundamental, en coincidir en la certeza de que no hay ninguna muerte que merezca la pena”208. El acto conmemorativo concluyó cuando las seis mujeres supervivientes presentes en Mutriku depositaron varias flores al pie de la escultura conmemorativa. El monumento es una sencilla estructura metálica articulada sobre una base cuadrada abierta y compuesta por dos barras laterales de tres brazos cada una. Un panel central, también metálico, sirve de nexo entre ellas. El conjunto aparece coronado por una reproducción en tamaño reducido
En 2010 se hizo público un destacado informe histórico realizado bajo los auspicios de Emakunde, Instituto vasco de la mujer, y del Instituto vasco de criminología de la UPV, José Luis de la Cuesta, Francisco Etxeberria Gabilondo, Ana Isabel Pérez Machío (dir.), Situación penitenciaria… op. cit., que ofrece un análisis detallado sobre las prisioneras, su perfil social y sobre las condiciones de vida en la cárcel. También ese año fue publicado el libro realizado a partir de testimonios de María González Gorosarri y Eduardo Barinaga, No lloréis, lo que tenéis que hacer es no olvidarnos, San Sebastián, Ttartalo, 2010.
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206 En 2010 se realizó la película de ficción Izarren Argia - Estrellas que alcanzar dirigida por Mikel Rueda, y la película documental Debekatuta dago oroitzea-Prohibido recordar dirigida por Josu Martínez y Txaber Larreategi basadas en las experiencias de las mujeres encarceladas en Saturraran. 207
“Memoria viva de la cárcel de Saturraran”, El Diario Vasco, 2 de abril de 2007.
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“Homenaje y recuerdo para las prisioneras de Saturraran”, Gara, 2 de abril de 2007.
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de la obra “Memoria viva” que el artista de Bermeo concibió para su instalación en Bilbao, abordado en el apartado previo. En realidad se trata de un hito conmemorativo de dos metros de altura que el Gobierno Vasco reprodujo en varios ejemplares para marcar espacios ligados a la represión durante la dictadura. El único elemento diferenciador en cada caso es el texto reproducido en el interior de la placa, especifíco para cada lugar y que alude también a la causa que motiva su instalación. En el hito instalado en la playa de Saturraran puede leerse en euskara y castellano: MEMORIA VIVA El Gobierno Vasco a través del Departamento de Vivienda y Asuntos Sociales rinde homenaje al conjunto de las mujeres presas en la cárcel de Saturraran entre los años 1938 y 1944, y a todas aquellas que también fueron víctimas de la represión fascista por su lealtad a la II República y su defensa de la libertad y la democracia.
Hito conmemorativo Memoria viva, 2007, Néstor Basterretxea (Saturraran, Mutriku) Placa conmemorativa con los nombres de las mujeres y niños fallecidos en la cárcel de Saturraran, (Fotografías: J. Alonso Carballés, 2014)
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La estructura original de un tono metálico gris oscuro, confería al conjunto, cierta discreción y seriedad. Sin embargo, en el caso de Saturraran, salvo el panel central, las diferentes partes metálicas aparecen hoy pintadas íntegramente de color rojo. La obra incrementa así considerablemente su visibilidad dado el contraste generado sobre el tono verde y gris de la vegetación y de las rocas que sirven de fondo a la pieza. A sus pies siempre hay flores plantadas y el conjunto aparece enmarcado por un cuadrado conformado manualmente por cantos rodados que humanizan la obra. En uno de ellos son visibles la bandera republicana y la ikurriña también pintadas a mano. A menos de un centenar de metros de esta escultura, un grupo de historia local de la vecina localidad de Ondarroa, Ondarroako Histori Zaleak (OHZ), instaló en noviembre de 2008 una placa metálica de mayores proporciones que el propio monolito, en la cual aparecen consignados los nombres, edades y fechas de la muerte de todas las mujeres y niños fallecidos allí durante su cautiverio. En la parte superior una flor y un encabezamiento en euskara “Hemen, Saturrarango espetxean (1938-1944) hil ziren 177 haur eta emakumeen oroimenez” (Aquí, en recuerdo a los 177 niños y mujeres que murieron en la cárcel de Saturraran 1938-1944), seguida de la lista de los nombres de los fallecidos ordenados en función de la comunidad autónoma de origen. Aunque inicialmente eran de otro color, los bordes metálicos de la placa, aparecen hoy también pintados de color rojo, un detalle que unido a la proximidad entre ambas produce la impresión de que forman parte de un mismo conjunto memorial, aunque originalmente no fuera así. Hoy ambas piezas se complementan y contribuyen a asentar la memoria trágica de ese espacio, ayer cárcel de mujeres convertida hoy en una zona verde equipada para el ocio de vecinos y turistas. Apenas unos meses más tarde de la instalación del monolito oficial, en julio de 2007, la asociación Ahaztuak 1936-1977, colocó otra placa conmemorativa sobre un muro próximo al lugar donde se encontraba el acceso al recinto penitenciario reforzando la significación del lugar. En esta ocasión, el sentido del mensaje de la placa tenía un carácter más reivindicativo, acorde con los objetivos y la ideología del grupo de memoria que la promovió. En ella puede leerse: EN RECUERDO Y HOMENAJE A las mujeres que tras el golpe fascista del 18 de Julio de 1936 sufrieron prisión en este sitio por defender la Libertad, la Justicia Social, el gobierno legítimo de la II República y los derechos del Pueblo Vasco. A los niños y niñas que aquí sufrieron prisión junto a sus madres. A las que aquí murieron y a las que viven para contarlo.
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La última marca territorial en relación con las mujeres encarcelas en Saturraran se encuentra en el muro próximo a la puerta de entrada al camposanto de la localidad de Mutriku. Se trata de una sencilla placa metálica con un mensaje escueto, colocada allí el 8 de noviembre de 2008. El texto escrito en la placa es el siguiente: Saturrarango Kartzelan 1938-1944 Hildako 177 ume eta emakumeen oroimenez Mutrikuko eta Ondarroako herriek No os olvidamos 2008ko azaroaren 8an209 La placa no tiene otro objetivo que mostrar humildemente cómo el recuerdo de aquellas mujeres y menores muertos en la cárcel y sepultados en el cementerio sigue vivo en la población de esa localidad guipuzcoana y de la cercana localidad vizcaína de Ondarroa. Todas las presas que escribieron sobre su paso por Saturraran insisten sobre las duras condiciones de la cárcel y el hambre que allí pasaron. Un hambre aliviada sólo parcialmente gracias a la aportación de verduras de la huerta, pescado de Ondarroa y leche del caserío, sobre todo para los pequeños, que llevaban a la cárcel varias familias de ambos pueblos, conocedoras de las penurias por las que pasaban las mujeres allí encerradas. Ese auxilio fue en muchos casos vano ya que las monjas mercedarias encargadas de la vigilancia derivaron con frecuencia esos bienes al economato de la cárcel para obtener beneficios económicos y ni las presas, ni sus hijos pudieron beneficiarse de la solidaridad de la población de ambos pueblos. De forma callada y en silencio, su memoria persistió en el seno de muchas familias de ambas localidades durante toda la dictadura. Desde hace una década esa memoria es compartida en el espacio público de forma sentida y humilde.
En memoria de los niños vascos exiliados en 1937, Santurtzi, (2006) A lo largo de la dictadura las experiencias de los niños exiliados durante la guerra y acogidos en el extranjero fueron un episodio desconocido para buena parte de la sociedad española. Desde un punto de vista histórico eran los grandes desconocidos. Sólo escapaban a dicha consideración los
“En recuerdo de los 177 mujeres y niños muertos en la cárcel de Saturraran. Los pueblos de Mutriku y de Ondarroa. No os olvidamos. 8 de noviembre de 2008”.
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niños enviados a Rusia que, por razones políticas de uno y otro signo, tuvieron un cierto eco social. La publicación a finales de los sesenta de la novela autobiográfica El otro árbol de Guernica (1967) de Luis de Castresana supuso una extraordinaria divulgación para un episodio histórico que había permanecido hasta entonces en la penumbra de la memoria. Desde mediados de los ochenta los historiadores y los propios protagonistas tomaron el relevo cuando comenzaron a interesarse por el destino de aquellos “niños de la guerra” enviados al extranjero para evitar la muerte como consecuencia de las bombas de la aviación franquista. En las dos últimas décadas, han sido muy numerosas las investigaciones históricas, las obras autobiográficas, las exposiciones y cuantiosas las manifestaciones sociales y culturales que han contribuido a difundir la realidad histórica de este episodio singular de la Guerra Civil hasta el punto de abrirse un hueco en el gran relato del conflicto español210. En el caso concreto de Euskadi, pero también de Santander y de Asturias, dada la configuración del frente norte, el éxodo de los niños tuvo la particularidad de realizarse mayoritariamente por mar. Se trató de una evacuación organizada y masiva de la población civil con atención prioritaria a los menores de edad iniciada tímidamente en marzo de 1937 y que alcanzó su paroxismo en los meses de mayo y junio de 1937, tras el bombardeo de Gernika y antes de la caída de Bilbao en manos del ejército sublevado. Sólo en esos dos meses salieron hacia el exilio más de veinte mil niños vascos a Francia, Gran Bretaña y Rusia en diferentes expediciones organizadas desde el puerto de Santurce, a bordo del transatlántico “Habana”, aunque también participaron vapores mercantes franceses e ingleses. Tras la conquista de la capital vasca por las tropas franquistas el 19 de junio de 1937, las operaciones de embarque de los menores vascos se trasladaron primero a Santander y posteriormente a los puertos asturianos de Ribadesella, Avilés y Gijón, hasta la caída de Asturias a finales del mes de octubre de ese mismo año. Entre los meses de marzo y octubre de 1937 fueron expatriados un total de 32.000 niños vascos. En Francia fueron acogidos aproximadamente 22.800 menores, en Gran Bretaña 3.861, en Bélgica 3.278, en la Unión Soviética 1.610, en Suiza 250 y un centenar en Dinamarca. Una buena parte de ellos pudo regresar a casa en los años siguientes pero para varios miles la herida de la guerra continuó abierta durante décadas como consecuencia de la separación definitiva de sus familias y de la imposibilidad del retorno.
Jesús Alonso Carballés, “Los “niños de la guerra” o las huellas del exilio infantil de la Guerra Civil en el espacio público”, en Historia Social, Dossier “ Los niños de la Guerra “, nº 76, 2013, pp. 107-124.
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Sobre los protagonistas de este éxodo y sus vicisitudes existen hoy numerosas monografías históricas211, obras literarias y cinematográficas, e incluso se han aprobado leyes específicas destinadas a aliviar parcialmente recorridos vitales complejos y situaciones económicas delicadas212, así como a reconocer derechos de nacionalidad a sus descendientes213. Desde hace una década también se han implementado en el espacio público algunas iniciativas simbólicas promovidas por las asociaciones de memoria para tratar de dejar una huella duradera de su historia a través de la instalación de monumentos y placas que evoquen en el espacio urbano el recuerdo de este éxodo infantil. Las autoridades políticas, mayoritariamente a nivel local y autonómico, han sido en ocasiones sensibles al carácter de tal demanda, sin olvidar, por supuesto, el interés que tales iniciativas hayan podido tener para sus propias causas políticas. En la ciudad de Bilbao, por ejemplo, la “Asociación de Jubilados evacuados de la Guerra Civil”, consiguió que el Ayuntamiento dirigido entonces por Iñaki Azkuna, dedicara en 2002 una plaza ajardinada en el parque Europa a la memoria de Leah Manning, diputada laborista inglesa cuya labor fue fundamental en la evacuación y acogida en 1937 de casi cuatro mil niños vascos en Gran Bretaña. Desde un punto de vista monumental, la iniciativa más destacada ha sido la realización de una singular escultura conmemorativa en la localidad costera de Santurtzi. Allí, en el pequeño puerto pesquero, próximo al puerto donde en 1937 embarcaron hacia el exilio miles de niños y niñas, el ayuntamiento de la localidad decidió rendirles un homenaje con la construcción de un sencillo pero interesante memorial inaugurado el 10 de octubre de 2006. Se trataba de un relieve conmemorativo realizado en mosaico de tesela cerámica y modelado en relieve por el ceramista Paco Presa Merodio. La obra, instalada en la base hexagonal de una antigua grúa portuaria, trataba de restablecer un relato integral, aunque sintético, del fenómeno del éxodo infantil, desde la sublevación militar hasta
Jesús Alonso Carballés, “La historiografía sobre “los niños del exilio”: la historia olvidada”, en Exils et migrations ibériques au XXe siècle, Nº 3-4, año 1997, p. 167-184 Sonsoles Cabeza Sánchez-Albornoz, “Balance historiográfico del exilio español, 1990-1999”, Cuadernos de Historia Contemporánea, Nº 22, año 2000, pp.135-157; y Encarnación Lemus (ed) Ayer (Los exilios en la España contemporánea), nº 47, 2002. VV. AA. El exilio de los niños, Madrid, Fundación Pablo Iglesias-Fundación Francisco Largo Caballero, 2003. 211
Ley 3/2005, de 18 de marzo, por la que se reconoce una prestación económica a los ciudadanos de origen español desplazados al extranjero, durante su minoría de edad, como consecuencia de la Guerra Civil, y que desarrollaron la mayor parte de su vida fuera del territorio nacional.
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Ley 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura.
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el retorno tardío de los niños, ya ancianos, en tiempos de la democracia. Para lograrlo recurría a diferentes “escenas” ordenadas cronológicamente e inspiradas con frecuencia en imágenes fotográficas o fílmicas, auténticos fragmentos de memoria recuperados y plasmados en cerámica. El recorrido histórico del conjunto memorial se iniciaba con una bandera republicana pisoteada por una bota militar, evocación del golpe de estado, seguida del bombardeo de Gernika por la Legión Cóndor y del beso de despedida de un padre a su hijo en el puerto214. Al lado, niños con las tarjetas de cartón identificativas en sus pechos y maletas en su manos215. En la siguiente pieza del mosaico se incluía la inscripción “Santurtzi a los niños de la guerra 1937-2006” acompañada por la silueta del transatlántico “Habana” - evocado entonces erróneamente como “La Habana”-, a bordo del cual salieron desde esa localidad más de veinte mil niños y niñas. El siguiente mosaico reproduce un extenso mapa de Europa en el que aparecían señalados los diferentes países de acogida, seguido de un grupo de niños con el puño en alto, evocación de la llegada de los pequeños a sus diferentes destinos. Muy próxima a esta escena unas hojas de calendario caían en cascada, desde finales de los años treinta hasta principios de este siglo, representación esquemática del inexorable paso del tiempo y de las décadas trascurridas lejos de casa. La alegoría servía de transición
Mosaico conmemorativo en recuerdo de los “niños de la guerra”, Puerto de Santurtzi, 2006 / Escenas evocadoras de la salida y despedida en el puerto de Santurtzi en 1937 (Fotografías: J. Alonso Carballés, 2012)
Es muy posible que el ceramista se inspirara para la composición de la escena de la despedida de algunos planos de la película Guernika (1937) de Nemesio Sobrevila.
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Aunque la imagen pueda interpretarse, efectivamente, como un grupo de niños a punto de embarcar, se trata en realidad de la reproducción de su llegada al andén de la estación de Mons (Bélgica), en junio de 1937.
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a la escena final. En ella aparecía reflejado el retorno tardío, con la representación de unos “niños” ya ancianos, emocionados tras el emotivo reencuentro con sus familiares. En una reconstitución totalmente interesada, la última alegoría correspondía a la recepción de los retornados por el alcalde del pueblo a las puertas de un ayuntamiento democrático, donde ondea la ikurriña y una pancarta, donde puede leerse “Ongi etorri”, les da la bienvenida. Se trata del único monumento que recurre a este tipo de reconstrucción figurativa y cronológica. La obra tiene la particularidad de ofrecer una visión diacrónica y circular del tiempo transcurrido desde el suceso evocado hasta la actualidad. Una representación que más allá de recuperaciones históricas interesadas, redunda particularmente en la idea del retorno tardío, a pesar de que una parte significativa de los menores exiliados volvieron al País Vasco en 1939 tras el final de la guerra y el estallido del conflicto mundial. El relieve conmemorativo, ubicado en un lugar emblemático, en la bocana del viejo puerto pesquero de Santurtzi, a los pies de una gran escultura de la Virgen del Carmen, transformó el lugar en un destacado espacio de rememoración. En junio de 2008, la Fundación Idi Ezkerra, en estrecha colaboración con el Gobierno Vasco e instituciones locales, organizó una semana de actividades con motivo del 71 aniversario de las evacuaciones bajo el lema “Homenaje a los niños y niñas de la guerra vascos”216. Uno de los actos más emotivos del programa tuvo lugar precisamente en el puerto de Santurtzi con una ofrenda floral. En ella, una cincuentena de niños llegados desde sus países de acogida Francia, Rusia, México, Bélgica, Gran Bretaña, invitados por la organización a regresar durante esa semana a Euskadi y participar en los diferentes actos organizados en su honor, lanzaron al mar claveles rojos en memoria de sus compañeros y compañeras fallecidos en el exilio217. Desde entonces, cualquier homenaje que se haya celebrado en memoria de los niños y niñas exiliadas ha tenido siempre ese lugar como escenario privilegiado.
El programa de actividades se inició el 7 de junio de 2008 con la inauguración de la exposición “Toda una vida siendo niños”, en el Museo marítimo de Bilbao y concluyó el día 15 con un gran homenaje en el Palacio Euskalduna con la participación de numerosos artistas vascos. Proyecciones cinematográficas y mesas redondas en las que los protagonistas pudieron expresarse libremente y actos conmemorativos completaron el programa.
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Para un análisis de ésta y otras conmemoraciones recientes en relación con los niños vascos exiliados ver Susana Sabín Fernández, ““Conmemoraciones”: Memoria y Memorialización de los Niños Vascos Refugiados de la Guerra Civil Española en el Reino Unido”, Les Cahiers de Framespa http://framespa.revues.org/287 ; DOI : 10.4000/ framespa.287 [Fecha de consulta: 16 de mayo de 2016] 217
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Sin embargo, pese a la aceptación social del monumento, su disposición a escasa altura del suelo y su ubicación en una zona de actividad pesquera y de esparcimiento sin ninguna protección especial ocasionó una degradación progresiva y notable del conjunto. A principios de 2015 algunas de las piezas del mosaico se encontraban tan dañadas que era difícil seguir el relato propuesto por sus creadores. La imposibilidad de restaurar el mosaico original hizo que la concejalía de Cultura de Santurtzi decidiera su desmantelamiento total y su substitución por un nuevo mosaico218. La nueva obra instalada en 2015 y realizada por el mismo ceramista, respeta la disposición y el relato inicial y sólo se han introducido leves modificaciones de carácter estético y funcional. La dedicatoria ha perdido su referencia temporal y aparece escrita ahora en euskara y en castellano, “Santurtzi a los niños de la guerra”, el nombre del buque se ha corregido, las hojas del calendario llegan hasta el año 2006 y los colores son ahora muchos más vivos que en la primera obra. Las piezas que componen el conjunto tienen también un mayor tamaño para evitar su desagregación. Detalle significativo, el conjunto ha sido rodeado por una valla metálica protectora que limita el acceso y que impide, como ocurría hasta ahora, que sea utilizado para depositar las cajas y las redes de pesca con las negativas consecuencias que ello provocó. El primer mosaico soportó las inclemencias del tiempo y las negligencias humanas apenas nueve años. Su renovación en 2015 constituye, al menos, un claro indicio del deseo de la ciudadanía y de las autoridades de Santurtzi de que la memoria de ese episodio siga presente en el lugar… al menos durante algún tiempo más.
Nuevo mosaico conmemorativo en recuerdo de los “niños de la guerra”, Puerto de Santurtzi, 2015 / Escenas relativas al golpe de Estado y al bombardeo de Gernika. Llegada de los niños a los países de acogida y la larga duración del exilio (Fotografías: J. Alonso Carballés, 2016)
Para acercarse a este proceso de renovación es muy interesante la entrada del blog de García Iturrospe: https://garciadeiturrospe.wordpress.com/2015/05/06/los-ninos-de-la-guerra-recuperan-su-esplendor/ [Fecha de consulta: 27 de mayo de 2016]
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En mi última visita al monumento, en junio de 2016, tuve la suerte de coincidir allí con Amanecida, una anciana de origen asturiano exiliada en su infancia a Rusia y casada con un niño vasco al que conoció allí. Ambos regresaEscenas relativas al retorno de ron a España a mediados de los niños exiliados en la edad los años cincuenta con la priadulta. Amanecida, “niña” exiliada desde Asturias en 1937, casada mera expedición de retorno con un “ niño” de Santurtzi al pie desde la Unión Soviética219. del monumento, (Fotografías: J. Paseaba por el lugar acompaAlonso Carballés, 2016) ñada de su hija y de su nieto a los que contaba, de nuevo, su exilio, no sin cierto orgullo al saber que aquel mosaico de vivos colores hablaba también un poco de ella y de su peripecia vital. Quedó gratamente sorprendida al comprobar que había flores frescas, sin duda depositadas unos días antes en recuerdo de la última expedición del “Habana” el 13 de junio de 1937. A pesar del tiempo transcurrido la memoria sigue viva en ese lugar.
En memoria de los homosexuales perseguidos durante el franquismo La erradicación y la persecución del enemigo político que primaron durante el conflicto bélico, dieron paso durante la dictadura a una intensa represión social y a un férreo control de la moralidad, al menos hasta bien entrados los años sesenta. Los homosexuales, que ya habían sido perseguidos por su condición durante la guerra, se convirtieron bajo el régimen en uno de los grupos que sufrieron en mayor medida los rigores e intransigencias del “nuevo Estado”. Durante la posguerra, las autoridades franquistas mantuvieron en vigor la Ley de Vagos y Maleantes (1933) heredada de la República, procurando ampliar la misma a los homosexuales, elevándolos a la categoría de “sujetos peligrosos”
Jesús Alonso Carballés, “El retorno de los niños vascos exiliados en 1937: de la infancia a la edad tardía”, en Josefina Cuesta Bustillo (coord.) Retornos (De exilios y migraciones, Madrid, Fundación Largo Caballero, 1999, pp. 289-318.
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junto a rufianes, vagabundos, hurtadores, proxenetas o maleantes220. Desde muy pronto, estos fueron percibidos como un peligro para un Estado que deseaba implantar un modelo de sociedad y de familia tradicional basado en los principios morales de la Iglesia católica. Entonces fueron calificados como “invertidos sexuales”, “desviados”, “degenerados” o “parásitos” que proporcionaban un espectáculo odioso y degradante. En un Estado donde se exaltaba la figura del “macho”, los afeminados, los homosexuales comenzaron a ser señalados y pasaron a engrosar el heterogéneo grupo social de los marginados por el franquismo221. Esa exclusión tuvo su traducción legal en la promulgación de un nuevo Código Penal en 1944, que llevó a las cárceles a centenares de homosexuales tras ser procesados por “vagos o maleantes”. Allí fueron con frecuencia aislados, sometidos a una rígida disciplina y a un seguimiento constante. Además las largas penas fueron mantenidas, a pesar de una buena conducta, ante las reticencias de las Juntas de Disciplina que consideraban peligrosa su reincorporación a la sociedad222. Esta situación de hecho, que permitió todo tipo de irregularidades, fue legalizada con la aprobación de la Ley de Vagos y Maleantes de 1954. Ésta incluía ya expresamente la figura del homosexual asociada a la de “rufianes y proxenetas”, “mendigos profesionales y a los que vivan de la mendicidad ajena, exploten menores de edad, enfermos mentales o lisiados”. La nueva norma preveía para ellos su internamiento “en instituciones especiales, y en todo caso, con absoluta separación de los demás”223. En agosto de 1970, al calor de las transformaciones sociales propiciadas por el desarrollismo, fue promulgada la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social que bajo el pretexto de la rehabilitación permitió que gays y transexuales siguieran siendo detenidos arbitrariamente, condenados y enviados a centros penitenciarios específicos hasta 1978224. Ni el indulto del 25 de noviembre de 1975 promovido por el Rey tras su acceso a la jefatura del Estado ni la amnistía aprobada por Adolfo Suárez el 31 de julio
“A pesar de que dentro de las figuras delictivas que establecía la Ley de Vagos las prácticas homosexuales no se encontraban tipificadas como delito, lo cierto es que desde mediados de los años 40 los jueces especiales de vagos y maleantes aplicaron la Ley del 4 de agosto de 1933 para reprimir lo que en la época se denominó como las “desviaciones sexuales””, Iván Heredia Urzáiz, “Control y exclusión social: la ley de vagos y maleantes en el primer franquismo”, en Carmelo Romero Salvador y Albertos Sabio Alcutén (coord.) Universo de micromundos. VI Congreso de Historia Local de Aragón, Zaragoza, Institución “Fernando el Católico” y Prensas Universitarias de Zaragoza (CSIC), 2009 p. 109-122.
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Fernando Olmeda, El látigo y la pluma, Oberón, Madrid, 2003, pp. 33-49.
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Iván Heredia Urzáiz, “Control y exclusión… op. cit. pp. 117-118.
223
Alberto García Valdés, Historia y presente de la homosexualidad, Madrid, Akal Universitaria, 1981, p. 121.
Arturo Arnalte, Redada de Violetas. La represión de los homosexuales durante el franquismo, Madrid, Ed. La esfera de los libros, 2003, pp. 151-165. 224
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de 1976 alcanzaron a los homosexuales encarcelados previamente. Hubo que esperar hasta diciembre de 1978 para que fueran derogados los artículos que condenaban la práctica de la homosexualidad en la citada ley, aunque el “marco jurídico represivo” de la homosexualidad siguió en vigor hasta 1988, cuando fue anulado del código penal el delito de escándalo público225. En los nueve años que permaneció en vigor la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social fueron detenidos y encarcelado unos mil homosexuales. Durante todo el período de la dictadura esta cifra alcanzaría las cinco mil personas226. En esta última década, se han llevado a cabo en Euskadi varias iniciativas encaminadas a recordar las duras condiciones de la legislación franquista y a homenajear la memoria de los homosexuales encarcelados y represaliados durante el franquismo. Al menos dos de ellas han desembocado en la erección de sendas esculturas conmemorativas. El 2 de febrero de 2008, la Consejería de Asuntos Sociales y Vivienda del Gobierno Vasco organizó un evento para homenajear a todas las personas represaliadas durante el franquismo por su orientación sexual. El acto, se desarrolló sobre el lugar que ocupó entre 1940 y 1947 el campo de concentración de Nanclares de la Oca, a una decena de kilómetros de Vitoria. Por este campo, que llegó a albergar hasta dos mil prisioneros en momentos puntuales227, pasaron cientos de homosexuales detenidos en la posguerra o enviados allí desde los otros campos y centros de reclusión repartidos por todo el territorio español. El acto, que contó con la presencia de representantes de distintos colectivos de gays, lesbianas y transexuales estuvo presidido por el consejero de Asuntos Sociales y Vivienda del Gobierno, Javier Madrazo y conducido por el periodista y activista Fernando Olmeda, autor de la monografía “El látigo y la pluma” sobre la persecución de los homosexuales en la dictadura. Para el homenaje se instalaron en la explanada dos grandes paneles explicativos que bajo el lema “Memoria Viva” reflejaban algunos hitos de la historia de persecución del colectivo homosexual. En su intervención, el consejero recordó que durante la dictadura, los homosexuales y transexuales fueron víctimas de un régimen “autoritario y militar” que les condenó, pese a su inocencia, por el sólo hecho de su orientación e identidad sexual: “No cometieron delito alguno, pero el odio y la arbitrariedad marcaron
Brice Chamouleau, “Peligros sociales de la democracia. Revisitar el relato del éxito gay en España”, en François Godicheau (ed.), Democracia inocua. Lo que el posfranquismo ha hecho de nosotros, Madrid, Postmetrópolis, 2015, p. 196.
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El País, 20 de diciembre de 2004.
Juan José Monago Escobedo, El campo de concentración de Nanclares de la Oca, 1940-1947, Vitoria-Gasteiz, Gobierno Vasco, 1998.
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sus vidas […] Se les vejó, se les torturó e incluso se les sometió a tratamientos médicos como la lobotomía para modificar su cerebro pero la dictadura no logró doblegar la dignidad de estas personas”228. Madrazo se refirió a ellos como “héroes” capaces de sobrevivir en un régimen que “ni os reconocía ni os admitía”229. Además de Madrazo intervinieron en el acto Antonio Ruiz, de la asociación de ex-presos, Hervé Yrigoyen, de la asociación “Los olvidados de la memoria” de Toulouse (Francia), Iñigo Lamarca, Defensor del Pueblo del País Vasco y Juan Antonio Pérez, director de la prisión de Nanclares, que leyó una carta remitida por Mercedes Gallizo, secretaria general de Instituciones Penitenciarias de apoyo a esta iniciativa de reconocimiento de estas víctimas de “una sociedad intolerante”230. Uno de los momentos más emotivos fue el visionado del testimonio grabado en video de Juan Soto, que pasó más de veinticinco años en diferentes centros de reclusión durante la dictadura, incluido el propio campo de Nanclares. En el transcurso del homenaje se procedió a la inauguración de un hito conmemorativo, Memoria Viva, idéntico formalmente al que ya había sido inaugurado anteriormente en recuerdo a las mujeres encarceladas en la prisión de Saturraran. La única novedad importante se encontraba en el contenido del panel central que aludía explícitamente al objeto del homenaje: MEMORIA VIVA El Gobierno Vasco a través del Departamento de Vivienda y Asuntos Sociales rinde homenaje a todas las personas que durante el régimen franquista padecieron persecución, represión y cárcel por su orientación o identidad sexual. Nuestro más sincero reconocimiento a gays, lesbianas y transexuales, víctimas de una legislación antidemocrática que atentó contra la dignidad, la libertad y los derechos humanos. El hito fue colocado en el corazón del espacio represivo, en el interior del patio de la vieja cárcel de Nanclares que sucedió al campo de concentración. La construcción de una nueva cárcel al que han sido trasladados la mayor parte de los presos en 2011 y el próximo cierre previsto de este antiguo centro penitenciario, hoy sólo acoge presos de tercer grado o en semilibertad, propiciará la reconversión del espacio y dará una nueva utilización del espacio. Tras el próximo cierre definitivo del centro, el monolito será la única traza visible del oscuro pasado del lugar.
“El Gobierno Vasco homenajea en Nanclares a los homosexuales represaliados en el franquismo”, El Diario Vasco, 4 de febrero de 2008.
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“Homenaje en Langraiz a gays que fueron encarcelados durante el franquismo”, Gara, 4 de febrero de 2008.
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http://www.izquierda-unida.es/node/2126 [Fecha de consulta: 21 de junio de 2016.]
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Frente a ese acto realizado en Nanclares, de origen y contenido claramente institucional, el próximo monumento es un claro ejemplo de una iniciativa surgida desde la base de los propios movimientos de defensa de la libertad sexual. Se trata del Monolito en memoria a las personas represaliadas por el franquismo por su opción sexual, erigido en 2009 en la localidad vizcaína de Durango. Los iniciadores de este proyecto fueron Imanol Álvarez y Antonio Quintana, miembros fundadores, en 1976, del Euskal Herriko Gay-Les Askapen Mugimendua, EHGAM (Movimiento de Liberación de Gays y Lesbianas de Euskal Herria). El objetivo de los miembros del movimiento era precisamente inaugurarlo en diciembre de 2006, en recuerdo del treinta aniversario de la creación de EHGAM. Finalmente, la escultura sólo pudo ser inaugurada el 16 de mayo de 2009, víspera del Día Internacional contra la Homofobia, gracias a la colaboración del Ayuntamiento de Durango y de la Diputación Foral de Bizkaia. La ubicación elegida para su instalación guarda una relación directa con la historia del colectivo ya que fue ubicada próxima al pabellón Landako, sede de la Feria del Libro y del Disco vascos, el encuentro editorial de mayor relieve del mundo cultural vasco. Fue precisamente en ese marco cultural, aunque entonces la sede del certamen estuviera en otro lugar, en el que tuvieron lugar, en 1976, los primeros contactos entre Álvarez y Quintana que desembocarían en el nacimiento de EHGAM231. La escultura conmemorativa realizada por el artista vasco Koldobika Jauregi se compone de dos grandes bloques de granito de tonos grises, unidos entre sí y asentados directamente sobre el suelo. La base de notables dimensiones y de color más claro presenta una forma rectangular con las esquinas redondeadas. En ella el escultor ha hecho varias incisiones geométricas conformando una serie de surcos que parecen surgir de una roca más pequeña asentada sobre la piedra. Monolito en memoria a las personas represaliadas por el franquismo por su opción sexual, 2009, Koldokika Jauregi (Durango) (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2011)
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M. Aranbarri, “La escultura del arco iris”, El Correo, 17 de mayo de 2009.
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En su parte posterior surge un monolito vertical en forma de menhir que se eleva hasta una altura cercana a los dos metros. En una de sus caras aparece esculpido un dibujo en relieve que se asemeja a la letra G invertida. El conjunto monumental se completa con una placa insertada sobre la base en la que puede leerse un bertso en euskara del bertsolari Jon Maia: Frankismoaren aro beltzean / sexuen askatasuna / defendatuaz koloreztatu / zenuten etorkizuna/ zokoratua izan zen zuen/ kontzientzia, gaytasuna/ bihotz haragiz pairatu arren/ plazera eta maitasuna / gure oinarri sendo da zuen/ harrizko duintasuna232. En la inauguración de la obra estuvo presente la consejera de Empleo y Asuntos Sociales, Gemma Zabaleta, que avanzó la idea de que la escultura “nos compromete a no olvidar a las víctimas del fascismo” antes de recordar que en algunos países se seguía condenando a muerte a las personas por su orientación sexual233. Por su parte Imanol Álvarez, uno de los fundadores del movimiento e iniciadores del proyecto, y en aquel entonces portavoz del colectivo, señaló en su intervención: “Hemos sido los grandes olvidados, las otras víctimas”, en clara alusión a lo que él calificó de “mensajes monocordes” de las asociaciones de la memoria histórica que habían olvidado que “una mayoría anónima” fue asesinada, encarcelada o perseguida por “el simple hecho de amar de forma distinta”234. Frente a la unívoca condición de víctima representada en el acto institucional de Nanclares, la iniciativa de Durango defendía la representación de una memoria combativa de los homosexuales que trataron de hacer frente a la exclusión y a la persecución a las que fueron sometidos durante la dictadura. El monumento constituía así tanto un homenaje a los represaliados por el franquismo como una reivindicación del propio colectivo y de su lucha de forma organizada a partir de 1976. Así se desprende de la fecha de inauguración prevista inicialmente, de la ubicación final y, en mayor medida, del contenido del bertso reproducido en la placa.
La traducción aproximada del bertso incluido en la placa sería la siguiente: En la época oscura del franquismo/ defendiendo la libertad sexual/ coloreasteis el futuro/ fue arrinconada vuestra conciencia/ pese a padecer la “gaycidad”/ con corazón, alegría y amor/ nuestro sólido fundamento/ es vuestra dignidad de piedra.
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Gemma Zabaleta formó parte del Gobierno Vasco propiciado por los resultados de las elecciones autonómicas celebradas el 26 de marzo de 2009 que permitieron la elección de Patxi López como Lehendakari tras un acuerdo político entre PSE-EE, PP y UPyD. López ejerció el cargo hasta finales de 2012.
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M. Aranbarri, “La escultura del arco iris”, El Correo, 17 de mayo de 2009.
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La erección de monumentos en homenaje a las mujeres encarceladas y muertas durante su reclusión, a los niñas y niños exiliados y a los homosexuales perseguidos durante la dictadura constituye una prueba fehaciente del cambio de consideración y de la accesión de esos colectivos a la condición de víctimas en el seno de la sociedad y de las instituciones vascas. Objetivamente, y desde una perspectiva exterior, no parece apropiado seguir considerando a estos grupos como “víctimas olvidadas”, aunque tampoco han conseguido la consideración alcanzada por las víctimas de la persecución política. Así parece atestiguarlo, por ejemplo, la ausencia del Lehendakari en todas y cada una de las iniciativas destinadas a estos grupos sociales, cuando hemos visto su participación recurrente en otras inauguraciones de mayor contenido político. Para ciertos casos la historiografía ya había fijado previamente su atención en esas “víctimas”. En otros fueron esas acciones simbólicas y su incorporación a esta gran corriente de “recuperación de la memoria histórica” las que han permitido orientar los focos hacia la penumbra en la que habían permanecido durante décadas e iluminar así esos ángulos muertos de la historia. Un ejemplo más de las estrechas relaciones que mantienen memoria e historia y de su labor conjunta, cada uno desde su campo de acción, en la recuperación de capítulos desconocidos o silenciados y en la rehabilitación social de sus protagonistas.
En memoria de las víctimas de los bombardeos aéreos Puede parecer paradójico que en un capítulo dedicado a las “víctimas olvidadas” incluyamos un breve apartado dedicado a los monumentos erigidos en memoria de las víctimas de los bombardeos aéreos. Máxime, cuando unas páginas más arriba hemos insistido en mostrar cómo Gernika puede ser considerado como un aunténtico hito memorial y el bombardeo del 26 de abril de 1937 es sin duda uno de los más conocidos de la Guerra Civil e incluso de la historia. Sin embargo, es precisamente la universalidad y el reconocimiento alcanzado por el bombardeo de la villa foral los que han propiciado, de manera indirecta, el ocultamiento y el desconocimiento de las víctimas de los numerosos bombardeos realizados sobre el territorio vasco por la aviación franquista, la Legión Cóndor y la Aviazione Legionaria. Por utilizar un símil fácil, podríamos convenir que el árbol de Gernika nos ha impedido ver, hasta hace bien poco, el inmenso bosque que se escondía detrás. En estos últimos años, sin embargo, se han implementado diversas iniciativas simbólicas para tratar de revertir esa situación y reintegrar a la memoria colectiva de la sociedad vasca el destino trágico de esos centenares de vidas truncados desde el cielo235.
Como ya indicamos más arriba, algunas de estas inicitivas han surgido precisamente en la propia Gernika como el seminario internacional titulado Bombardeos en Euskadi, (1936-1937) organizado por el Museo de la Paz de Gernika y el Centro de Documentación, cuyas actas se publicarán en el siguiente número de esta colección, a finales de 2017.
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Entre las iniciativas más destacadas podemos evocar el monumento realizado para homenajear a las víctimas de la localidad de Otxandio (Bizkaia). El 22 de julio de 1936, apenas iniciado el conflicto, tuvo lugar el que es considerado por muchos historiadores como el primer bombardeo aéreo de la Guerra Civil. Perpetrado por aviones nacionales, produjo una auténtica matanza, la muerte de más de sesenta personas, de los cuales buena parte eran niños y mujeres, y varias decenas de heridos. En 2011, el ayuntamiento de la localidad encargó a Néstor Basterretxea una escultura conmemorativa con motivo del 75 aniversario de esta masacre. Titulada Heriotza zerutik etorri jakun (La muerte nos llegó desde el cielo), Basterretxea realizó una composición que comparte ciertas similitudes con la obra Agonía de fuego instalada en Gernika. Se trata de una obra realizada en acero corten, definida por su dimensión vertical, mide más de seis metros de altura, y la violencia de sus formas angulosas que evocan las bombas que destruyeron allí mismo tantas vidas y la inocencia de todo un pueblo. Ubicada en la plaza Andikona, la escultura es el elemento central de un dispositivo memorial más amplio que abarca en realidad toda la plaza. Al entrar en ese espacio una placa de cerámica sobre un monolito de acero explica en euskara, castellano, francés e inglés lo ocurrido aquel 22 de julio de 1936. Una pintura de Santi Capanaga reproducida en la misma placa trata de reconstruir visualmente el estado en el que quedó el lugar tras la masacre. En la parte posterior del monumento una plancha de acero corten de más de diez metros de longuitud, que ocupa un lateral entero de la plaza, recoge en grandes caracteres los nombres de las más de sesenta víctimas muertas ese día.
Heriotza zerutik etorri jakun (La muerte nos llegó desde el cielo), 2011, Néstor Basterretxea (Otxandio) (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2017)
Placa que reproduce los nombres de las víctimas en un lateral de la plaza Andikona (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2017)
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En el lado opuesto, en la parte delantera del monumento, un gran mural realizado en 2012 representa diferentes escenas de guerra, la figura del monumento y una gran cara de un niño con los ojos cerrados aspirando la fragancia de una flor. Entre tanta muerte un símbolo de la esperanza en el futuro que representa siempre la infancia. Mural conmemorativo del bombardeo de Otxandio en un lateral de la plaza Andikona (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2017)
Pese a la imponente presencia de la memoria de la masacre en la plaza Andikona, renovada cada año con ocasión de los homenajes en memoria de las víctimas, el pueblo de Otxandio también mira hacia delante como se pone de manifiesto en la placa informativa que concluye con el siguiente recordatorio: “En memoria de nuestros vecinos que tanto han sufrido, nos corresponde ahora construir un futuro basado en la libertad, la justicia, la convivencia pacífica. Porque sus lágrimas son ahora nuestras sonrisas, no les fallemos”. La localidad de Sestao fue bombardeada en más de diez ocaciones a lo largo del primer año de guerra. El ataque del 23 de mayo de 1937 fue el más sangriento de ellos ya que provocó la muerte de veintidós personas, en su mayoría mujeres y niños. Esta localidad de la margen izquierda del Nervión también ha recuperado recientemente en su espacio urbano la memoria y los nombres de las veintisiete personas que perecieron como consecuencia de los bombardeos aéreos. En este caso no se trata de un monumento propiamente dicho sino de un gran mural, de 4 x 3 metros, realizado por Jorge Gimeno y Araceli Jalón, e inaugurado el 21 de mayo de 2016, fecha del 79 aniversario del bombardeo más trágico. Ubicado a proximidad del Ayuntamiento, sobre un muro en el que figuran ya otros frescos de denuncia social, la pintura reconstruye una visión cenital de la localidad, con las explosiones y las ruinas como leitmotiv. Los autores recurren a intensos colores para plasmar el caos, con predominio del rojo y el negro, evocación del fuego y del humo, del drama que dejaron tras de sí los junkers. En un lateral, las figuras de una niña y de un niño, desamparados, completan una composición de tintes dantescos.
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Mural Homenaje a las víctimas de los bombardeos de 1937, 2016, Jorge Gimeno y Araceli Jalón (Sestao) (Fotografías: J. Alonso Carballés, 2016).
La población de Durango también sufrió varios bombardeos, con dos ataques particularmente mortíferos. El 25 de septiembre de 1936 la ciudad fue bombardeada provocando al menos 12 muertes y un gran número de heridos, refugiados guipuzcoanos en su mayor parte236. Como represalia por el bombardeo aéreo de la ciudad un grupo de milicianos sacó a veintidós presos de derechas del calabozo local y los fusiló en el cementerio de Santa Cruz. El segundo bombardeo llevado a cabo por la Aviazione Legionaria el 31 de marzo de 1937, fue uno de los más sangrientos de la contienda en Euskadi puesto que resultaron muertas más de trescientas personas, según los trabajos de Jon Irazabal237 Tras el final de la guerra, en septiembre de 1942, se inauguró en el cementerio de Santa Cruz, una Capilla-mausoleo en memoria de los mártires y héroes de campaña de Durango, junto al lugar en el que seis años antes habían sido ejecutados los prisioneros franquistas. El interior de la capilla acogió en su interior dos sarcófagos laterales y diversos nichos individuales con los cuerpos de los fusilados y
Capilla-mausoleo en el cementerio de Santa Cruz (Durango). AMD-DUA
236
“El ‘otro’ bombardeo de Durango”, Deia, 25 de septiembre de 2016. Estos datos los aporta Jon Irazabal.
IRAZABAL AGIRRE, Jon, Durango:1937 martxoak 31: 1937ko martxoaren 31n Durangoren aurka egindako airebonbardaketari buruzko azterlana / Durango 31 de marzo de 1937: estudio sobre el bombardeo aéreo realizado contra la villa de Durango el 31 de marzo de 1937, Abadiño, Gerediaga Elkartea, 2001. 237
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numerosos soldados muertos en el campo de batalla. La capilla estaba decorada en su interior con vidrieras alusivas a la pasión de Cristo y a los mártires. Lugar de conmemoración durante la dictadura franquista, esta capilla-mausoleo del cementerio de Durango fue, hace más de una década, reformada completamente a partir de 2005 y resignificada en un nuevo espacio memorial durante el mandato del alcalde Juan José Ziarrusta. Para ello, el ayuntamiento eliminó la simbología franquista del lugar, retiró las placas con los nombres y sustituyó las vidrieras del interior. Para acabar de resignificar el interior, el ayuntamiento de Durango encargó la realización de una enorme placa de granito negro donde fueron grabados los nombres de más de trescientos durangueses muertos en el conflicto, independientemente de su ideología política y de la causa de su muerte. En el exterior, a cada uno de los lados de la puerta de acceso se insertó con letras metálicas la expresión Reconciliación y Paz / Adiskidetzea eta Bakea, transformando así por completo el significado inicial del edificio238. Es cierto que la estructura externa apenas ha sido alterada y que el edificio sigue coronado por una cruz de proporciones considerables y de clara influencia franquista, pero ello no ha impedido que el lugar haya seguido siendo utilizado como un espacio de recuerdo de las víctimas de los bombardeos franquistas. No obstante, dadas las reticencias mostradas por algunos grupos políticos de la localidad para seguir celebrando dichos actos en el interior de un edificio Capilla-mausoleo en el cementerio de religioso, en el año 2008 se construyó en la parte trasera de la capilla Santa Cruz en la actualidad. Detalle de la un moderno campanario conmemorativo donde cada 31 de marzo placa de granito negro con los nombres de las víctimas (Durango). AMD-DUA. tiene lugar desde entonces las ceremonias conmemorativas de los bombardeos de la ciudad. A sus pies, en un monolito de piedra aparecen grabados una cruz, el nombre de la localidad y la fecha fatídica de la destrucción de la ciudad239.
AMD-DUA, Expediente relativo a la ejecución de las obras de reforma de la capilla del cementerio de Santikurutz, Exp. 2005/15-CM.
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AMD-DUA, Expediente relativo a la ejecución de las obras de reforma de construcción de un camnpanario en el cementerio de Durango, Exp. 3507/17-CM, 2008.
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El interés por recuperar la historia y la memoria de las víctimas de los bombardeos se ha extendido en Euskadi estos últimos años a localidades más pequeñas que también sufrieron ataques aéreos pero cuya población desconocía por completo ese episodio y sus consecuencias trágicas. El 19 de mayo de 2011, el ayuntamiento de Galdakao inauguró un monolito en recuerdo de los 24 vecinos del pueblo muertos tras un ataque aéreo de la localidad. El bloque cúbico de piedra aparece rematado con una placa metálica donde puede leerse en euskara y castellano el siguiente texto:
Campanario conmemorativo y monolito donde tienen lugar las conmemoraciones del bombardeo de Durango cada 31 de marzo. (Durango) (Fotografía: Jesús Alonso Carballés)
El 19 de mayo de 1937 la aviación al servicio de Franco bombardeó nuestro pueblo, provocando la muerte de 24 galdakotarras. En recuerdo a aquellas personas, y a todas las víctimas de la Guerra Civi, se levanta este monolito como homenaje y como testimonio de que estarán siempre presentes en la memoria de Galdakao. IN MEMORIAM.
Más cerca de nosotros, el 13 de junio de 2017, el Lehendakari Urkullu inauguró en Alonsotegi, su localidad natal, un monolito de piedra caliza tallado por el artista Mikel Matxin en memoria de las 26 personas que murieron 80 años antes como consecuencia de otro ataque aéreo. Unos días más tarde el 20 de junio de ese mismo año fue el municipio de Ortuella el que descubrió otro monolito donde podían leerse los nombres de las cinco personas muertas por el castigo de los aviones en 1937. La rehabilitación y reapertura para su visita de los refugios antiaéreos, en Gernika, Alonsotegi y otras localidades vascas, y la recuperación y reutilización de las viejas sirenas utilizadas para prevenir de los ataques aéreos durante la guerra, son dos claros ejemplos del profundo interés que despiertan hoy en día estas víctimas que durante largo tiempo permanecieron ocultas.
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APÉNDICE FINAL: SACAR A LA LUZ LA MEMORIA OCULTA BAJO TIERRA “Cuanto menos se vive la memoria desde el interior, más necesita soportes externos y referentes tangibles de una existencia que sólo vive a través de ellos” apuntaba Pierre Nora para remarcar que los monumentos contribuye a desplazar la memoria240. Young defendía igualmente que con el transcurrir del tiempo el monumento sustituye el trabajo de rememoración colectiva, al descargar la comunidad una parte de su responsabilidad memorial en él. En nuestro caso podemos avanzar un planteamiento complementario al considerar que la erección de monumentos funciona también como una suerte de válvula de seguridad que permite desahogar la presión social vinculada a las pretensiones de mantener vivo el pasado en el presente. Si trasladamos ese principio a la memoria de las víctimas republicanas en un sentido amplio del término, incluidos los muertos en combate, observamos cómo esta vía de escape ha funcionado en periodos muy concretos, coincidiendo fundamentalmente con los grandes aniversarios del conflicto y en relación muy directa con el contexto político del momento. El cuarenta aniversario de la guerra, en pleno proceso de transición política, apenas dio lugar a manifestaciones monumentales significativas, más allá del monumento en el cementerio de Oiartzun y un primer monumento en memoria de los marinos vascos que perecieron en la batalla de Matxitxako en 1937241. El cincuenta aniversario de la guerra, a pesar de la resistencia del PSOE gobernante a una conmemoración solemne e institucional, sí propició una presencia creciente de las víctimas del pasado en el espacio público. En el caso de Euskadi, ese cincuentenario significó el encumbramiento de la localidad de Gernika como lugar de memoria de la guerra en Euskadi por excelencia. Buena parte de los monumentos erigidos entonces tuvieron como escenario la localidad foral. El sesenta aniversario, con el Partido Popular en el poder central, se cerró sin embargo con un balance mitigado y apenas dos manifestaciones significativas, de nuevo en Gernika. Una situación que cambiaría considerablemente con ocasión del setenta aniversario de la guerra. Desde entonces,
Pierre Nora, “Entre mémoire et histoire. La problématique des lieux”, en Pierre Nora (dir.) Les lieux de mémoire, París, Ed. Gallimard, 1997, volume 1, p. 30.
240
Ubicado en la carretera Bermeo-Bakio, frente a la isla de Aketxe, el monumento era un bloque de hormigón diseñado por Néstor Basterretxea, con los nombres de los bous vascos que intervinieron en el combate (Nabara, Bizkaia, Gipuzkoa, Donostia) y la inscripción en euskara, castellano e inglés: “Prefirieron por la rudeza de su corazón morir antes que rendirse” cuyo origen remontaría a una de la crónicas del inglés Thomas Walsingham referida a la batalla de Wilchensea (1350).
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asistimos al mayor esfuerzo conmemorativo de carácter monumental impulsado desde la sociedad civil y las instituciones vascas. Iniciado en pleno debate sobre la Ley de memoria histórica, esa pujanza memorial tuvo lugar en un contexto de crecientes demandas de reparación económica, jurídica y simbólica por parte de las asociaciones de memoria y de los familiares de las víctimas. Una oleada confirmada, aunque ya con un menor número de esculturas conmemorativas, tanto en el setenta y cinco como en el ochenta aniversario. Esta última conmemoración, en la que estamos inmersos cuando escribimos estas líneas, ha visto consolidarse un interés creciente por el conflicto y por sus víctimas en el sentido más amplio del término, con una atención particular hacia los testigos y sus testimonios. La fiebre monumental iniciada hace algo más de una década y de la cual esta obra trata de dar cuenta, parece haber descendido varios grados, aunque ello no impide que afloren nuevas vías de recuperación de ese pasado conflictivo. En los últimos cuarenta años hemos presenciado varios picos monumentales, a los que hemos aludido previamente, pero también son claramente visibles ciertos vacíos, entre 1977 y 1987 y entre 1997 y 2005, en los cuales no se puso en marcha ninguna iniciativa monumental. Eso no quiere decir que la guerra fuera olvidada, sino que, en esos períodos, el recuerdo siguió más bien pautas de rememoración interior alejadas del espacio público. Como hemos puesto de manifiesto a lo largo de este capítulo, esos tiempos corresponden a recuperaciones memoriales y lecturas del pasado en el presente con objetivos distintos. Tzvetan Todorov planteó la existencia de dos formas de reminiscencia, en función de los diferentes usos del pasado en el espacio público: un uso literal y un uso ejemplar. En el primer caso, el uso literal “convierte en insuperable el viejo acontecimiento, desemboca en fin de cuentas en el sometimiento del presente al pasado”242. Esa subordinación estaría marcada por una persistencia del sentimiento doloroso y, llevada al extremo, podría incluso comportar riesgos para el futuro de la comunidad. Por el contrario, para el filósofo e historiador franco-búlgaro, el uso ejemplar, “permite utilizar el pasado con vistas al presente, aprovechar las lecciones de las injusticias sufridas para luchar contra las que se producen hoy en día, y separarse del yo para ir hacia el otro”243. Ambos usos son constatables en la recuperación monumental de las víctimas republicanas en Euskadi abordada en este tercer capítulo. De claro carácter ejemplar y pedagógico a finales de los
242
Tzvetan Todorov, Les abus de la mémoire… op. cit., p. 31. 32
243
Ibidem.
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años ochenta, los usos del pasado habrían ido derivando en esta última década hacia un uso más literal de carácter más traumático y reivindicativo, sin que podamos, no obstante, establecer una frontera neta entre ellos ya que ambos conviven, aun hoy, de forma simultánea. Según los principios de Todorov, el mal uso del pasado se manifiesta cuando este sirve para rechazar el presente y cuando se erige “un culto a la memoria por la memoria”244. Todorov considera que ese culto es el distintivo del uso literal, mientras que el uso ejemplar estaría en mayor medida ligado a la idea de justicia. A pesar de compartir ampliamente sus postulados, consideremos que en el caso que nos ocupa, y dada la imposibilidad manifiesta que ha habido para rendir justicia a las víctimas, la erección de monumentos estudiada no puede ser considerada exclusivamente desde una perspectiva memorial sino que debe ser contemplada igualmente como un sucedáneo de justicia. Una justicia simbólica al menos, representada por la eliminación de los símbolos que glorificaban a los autores de las muertes y por la recuperación efectiva de la memoria de sus víctimas. Como apunta Andreas Huyssen […] en algunas situaciones políticas determinadas, la justicia puede ser difícil de conseguir para una total satisfacción de las partes perjudicadas. En ese caso el discurso de la memoria puede todavía funcionar como un sustituto con importantes efectos sociales. Se ha dicho que los monumentos y las disculpas son rituales abortivos. Pero peor que tener una memoria ritual es no tener memoria245. Como hemos mostrado en este capítulo, este desafío ha tenido una notable respuesta en el País Vasco en estas últimas décadas y, aunque inconcluso, ha permitido una plena reintegración social de las víctimas que habían sido excluidas por el régimen anterior y una deslegitimación integral de la violencia y de la herencia franquista; incluso entre aquellos que en otras latitudes siguen defendiendo lo indefendible en relación con la guerra y la dictadura franquista. Ese retorno reparador del pasado en el presente, que considero ha desempeñado el despliegue monumental estudiado, no ha sido ajeno a recuperaciones e instrumentalizaciones, como cabe esperar en cualquier proceso memorial. Entre ellos podemos apuntar la postergación de otras víctimas,
244
Ibidem, p. 32.
245
Andreas Huyssen: “La memoria no debe ser victimología”, Clarín, 16 de mayo de 2010.
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fundamentalmente las del terrorismo de ETA, la apropiación de los combates del pasado de las víctimas, así como la atribución a éstas de valores presentes, sin olvidar intereses más o menos egoístas de búsqueda de notoriedad de algunos dirigentes políticos con la esperanza de ver su implicación traducida en votos. A lo largo del estudio hemos tenido ocasión de evocar algunos de estos usos a partir de casos concretos aunque en el fondo sean igualmente extensibles a otros. El más delicado de investigar y sobre todo de documentar y justificar sólidamente es siempre el último supuesto, el objetivo electoralista. En buena medida porque concierne a todos los representantes políticos que, como emprendedores memoriales, participan o promueven las iniciativas, y porque las acusaciones de electoralismo fluyen de todos los horizontes en función de intereses y posicionamientos personales previos. Recordemos la acusación en este sentido al alcalde de San Sebastián, Odón Elorza; aunque posiblemente sea el antiguo consejero de Vivienda y Asuntos Sociales del Gobierno Vasco, Javier Madrazo, el que acumuló un mayor número de críticas por su pretentido o real interés electoralista. El protagonismo del dirigente de Ezker Batua-Berdeak (Izquierda Unida-Los Verdes) convertido en socio de gobierno del Lehendakari Juan José Ibarretxe, entre 2001 y 2009, unido a la puesta en marcha de propuestas pioneras en relación a reparaciones económicas para los que sufrieron cárcel durante el franquismo, dotadas de forma insuficiente y que defraudaron las expectativas creadas, o su destacada presencia en los medios de comunicación, provocaron que fuera objeto de reiteradas acusaciones de electoralismo y lucimiento personal246. El consejero fue acusado por asociaciones de defensa del colectivo LGBT, como EHGAM o Gaytasuna, de electoralismo al privilegiar, con motivo de la inauguración del hito memorial en recuerdo de la represión de los homosexuales durante la dictadura en Nanclares de Oca, una fecha cercana a las elecciones que no tenía ningún significado para el movimiento, en un lugar, el patio interior de la cárcel, poco adecuado, y sin la búsqueda de un acuerdo con los interesados. “Si Javier Madrazo hubiera contado con la opinión de los grupos vascos que defienden los derechos de gays, lesbianas y transexuales, el acto de homenaje habría sido consensuado, contaría con todo nuestro
Así se expresaba, por ejemplo, el dirigente nacionalista Iñaki Anasagasti en relación con la inauguración del monumento Memoria Viva en Bilbao (2006), tras indicar que se había enterado del acto por la televisión: “Probablemente habrá sido Madrazo quien ha organizado un acto tan minoritario y tan de Ezker Batua ante asunto que sin duda hubiera requerido otra dimensión nacional, otras trompetas, otras presencias, pero con la forma como se ha llevado todo ha quedado como un acto más en la agenda del Consejero de EB”. El dirigente nacionalista, muy crítico con las actuaciones de Madrazo, le reconoció al menos esa ocasión el acierto de llevar al monumento una ofrenda floral con los colores de la bandera republicana, http://www.ianasagasti.com/ agenda/2006/febrero/agenda_24feb2006.htm [Fecha de consulta: 18 de mayo de 2016].
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apoyo y se habría evitado cualquier sospecha electoralista y partidista”247. El texto acusaba además a Madrazo de haber “gestionado demagógicamente cuestiones relativas a la memoria histórica”, pero sobre todo calificaba de “sarcasmo” el acto al haber elegido para su realización el patio interior de la prisión de Nanclares, centro penitenciario donde según Salhaketa, asociación de defensa de los presos próxima al mundo abertzale, habían muerto 13 personas por causas no naturales y acumulaba un gran número de suicidios entre sus muros. Como en tantas ocasiones la recuperación de la memoria de unas víctimas permitía ocultar otras, como denunciaron entonces las asociaciones citadas: “Madrazo, al parecer, pretende que al asistir a Langraiz miremos hacia otro lado o que cerremos los ojos. Allí mismo, detrás del muro donde tal vez se descubra una placa, mucha gente está sufriendo demasiado. Tenemos que seguir denunciándolo. Aunque sólo sea por solidaridad”248. Más allá de los claroscuros acumulados en el desempeño de su cargo, algo que no nos corresponde aquí entrar a evaluar dado su vasto campo de responsabilidades, lo cierto es que el impulso dado bajo su mandato a la recuperación de la memoria histórica fue incuestionable. Las críticas citadas ponen de manifiesto, no obstante, la delgada línea que separa a menudo la recuperación del pasado y los usos partidistas del mismo, y muestran, a la vez, las divisiones existentes en la sociedad vasca sobre esta recuperación. Una cuestión sobre la que tendremos ocasión de volver en el próximo capítulo. Si nos centramos ahora en la naturaleza de las víctimas recuperadas en los monumentos, hemos podido comprobar cómo se trata, prioritariamente, de hombres y mujeres, que sufrieron la violencia y la represión franquista y que fueron fusilados durante el conflicto o la inmediata posguerra. Es esa condición de víctimas de la violencia política la que aparece privilegiada de forma sistemática en discursos, artículos de prensa y, en ocasiones, grabada explícitamente en los propios monumentos. El ejemplo más claro de la condición exclusiva de víctimas lo encontramos en el monumento Dual, realizado en homenaje “A los/as donostiarras ejecutados/as durante el alzamiento franquista y en los años posteriores”249. En el resto, existe una amplia gradación del compromiso político, real o supuesto, que defendían esas víctimas y que, implícitamente, se encontraría en el origen de su eliminación. En ocasiones se trata de una referencia neutra, es el caso por ejemplo del monumento
247 Julen Zabala, en nombre de las organizaciones EHGAM y Gaytasuna, “Sarcasmo en Langraiz”, Gara , 2 de febrero de 2008. Consultado en blog EHGAM-DOK, 29 de enero de 2008 http://ehgamdok2008.blogspot. fr/2008/01/iritzia-ehgam-gaytasuna-sarcasmo-en.html [Fecha de consulta: 19 de mayo de 2016]. 248
Ibidem.
Se trata igualmente del único ejemplo estudiado en el que se tiene en cuenta el criterio de género a la hora de referirse a las víctimas.
249
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Argi horma de Hernani, dedicado a las más de 130 personas asesinadas y cuyos nombres figuran en el propio monumento “… y a todos aquellos fusilados y desaparecidos a manos de las tropas franquistas durante la guerra de 1936 en reconocimiento de la causa que personificaron y como testimonio perpetuo de una tragedia que nunca debió ocurrir”. En otros casos, ese compromiso aparece atribuido de forma explícita, como en el caso de: “El pueblo de Tolosa a los asesinados en defensa de la República y de las libertades del pueblo vasco”. También hay varios monumentos que atribuyen, sin ambages, la condición de “luchadores antifranquistas” a las víctimas homenajeadas. Ese es el caso de Memoria Viva, en cuyo pie se incluye, de forma discreta no obstante, la alusión: “Textos elegidos por Bernardo Atxaga en homenaje a los hombres y mujeres que lucharon por la Libertad y la Democracia”; o en Gurasoen Etxea, impulsada por una asociación de represaliados, donde se explicita en sendas placas: “En agradecimiento a todas las personas que lucharon por las libertades, 1936-1977”, y “En memoria de los que lucharon por nuestra libertad durante la República y la dictadura franquista”. Estas alusiones explícitas a la condición de “luchadores por la libertad” de las víctimas, es una prueba de la pretendida sintonía que persiguen los emprendedores memoriales entre las luchas del pasado y los combates del presente, que en ocasiones es indudablemente real pero que en otros casos, no deja de ser pura ilusión. No obstante, una buena parte de los monumentos estudiados carecen de esos aportes significadores y sólo insisten de forma genérica en la condición de víctimas de las personas homenajeadas o, incluso, carecen completamente de textos o placas explicativas que precisen su finalidad, dejando así al espectador desamparado e inerme en cuanto al significado del monumento. Entre aquellos que sí lo hacen podemos recordar el monolito In Memoriam, erigido en Vitoria en el que se precisa “en homenaje las personas represaliadas por la dictadura franquista en Álava”. Una alusión muy vaga que concerniría a casi seis mil personas, cuyos nombres son actualizados de forma periódica y son visibles cada tres segundos en el visor de la parte superior del monolito. Entre los segundos, el monumento Urte Haietan/ Aquellos años que carece de cualquier indicación sobre su significado. Aquí es la sociedad entera la Placa instalada a proximidad del monumento Gurasoen Etxea (Sestao). (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2014)
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que aparece contemplada como víctima de la dictadura franquista, representada por esa reiterada y monótona sucesión de años grabados en la obra, desde 1936 a 1975, en clara alusión a la dictadura, incluidos los puntos suspensivos finales, que permite a cada espectador prolongar la duración del régimen hasta donde considere oportuno… e incrementar con ello el número de víctimas. Dentro de esa globalidad, ya hemos visto cómo las mujeres encarceladas, los niños exiliados y los homosexuales perseguidos por el franquismo han sido también recuperados simbólicamente en estos últimos años. Las víctimas del bombardeo de Gernika, por su parte, se encuentran entre las primeras que fueron objeto de homenajes por parte de la sociedad vasca y aquellas que han sido objeto de un mayor número de monumentos. Su trascendencia ha derivado, como ya hemos evocado, en el desconocimiento de la sociedad vasca de numerosos bombardeos y de sus cuantiosas víctimas. En otros casos las víctimas de la guerra aparecen rememoradas junto a las víctimas de otros conflictos, una amalgama no siempre fácil de explicar y que contribuye, en cierta medida, a diluir la memoria más que a una recuperación efectiva de la misma. En 2011, el consistorio de Getxo inauguró, en el paseo del molino de Aixerrota, una escultura realizada por Mikel Lertxundi denominada El libro de la memoria. Se trata de una obra realizada en piedra, de tres metros de largo por 1,60 de ancho, dos metros de alto y seis toneladas de peso, que representa un libro abierto con dos vanos en cada lado. Según el artista, en la página de la izquierda, una figura de hierro alude a la fuerza de los que lucharon por defender sus ideales; en la otra página, una pieza de madera evoca sus sentimientos250. Según declaraciones del alcalde de la localidad Imanol Landa, la obra está dedicada como un “sentido homenaje a las víctimas, siempre en clave de reconciliación y de concordia […] desde el convencimiento de que debe servir para que episodios históricos como los señalados no se repitan nunca más”251. Una intención conciliadora que aparece igualmente reflejada en la dedicatoria de la placa, “Homenaje a las víctimas de la Guerra Civil, de anteriores contiendas civiles y del franquismo de Getxo”, que desvanece la guerra del 36 en una serie de conflictos previos y la El libro de la memoria, 2011, Mikel Lertxundi, convierte en una mera bisagra del régimen siguiente. (Getxo). (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2013)
“Una escultura y un acto reconocerán en Getxo a las víctimas de la Guerra Civil y el franquismo”, El Correo, 21 de enero de 2011.
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Ibidem.
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Esta amalgama también está presente en el Jardín de la memoria de San Sebastián, aunque en esta ocasión sean las víctimas de la guerra las que sirven para disimular otras víctimas. Se trata de un proyecto lanzado en 2002 por el alcalde de San Sebastián, Odón Elorza, como Jardín de la Paz, e inaugurado en marzo de 2011 con una configuración y unos objetivos diferentes. Ideado entonces para rendir homenaje a las víctimas del terrorismo de ETA252, el Jardín de la memoria se configura hoy como “un espacio para mantener vivo el recuerdo de todas las víctimas de la violencia, el terrorismo y las guerras. Un claro testimonio de solidaridad de la Ciudad de San Sebastián hacia todas las ciudades del mundo que han sufrido y sufren estas situaciones”. En este caso no sólo las víctimas de la contienda del 36 aparecían en el trasfondo, sino también otros conflictos más lejanos geográficamente pero más cercanos en el tiempo representados por la presencia de dos mujeres, una de origen bosnio y la otra saharaui Jardín de la memoria, 2011, Lur Paisajistak (San en los actos de inauguración253. Sebastián), (Fotografía: J. Alonso, 2013)
En memoria de los muertos en combate Por último, para concluir este apartado nos gustaría hacer referencia a los monumentos erigidos en estas últimas décadas destinados a ensalzar el esfuerzo, el valor y la entrega de los milicianos y gudaris que lucharon en defensa del régimen republicano y de la autonomía vasca. Dada su finalidad primera, estas obras no han sido incorporadas al cuerpo central de nuestro estudio cuyo objetivo son las víctimas de la violencia política y de la violencia de guerra. No obstante, sí nos ha parecido oportuno evocarlas en este apartado final, aunque sea de forma muy breve como en el caso de los monumentos franquistas, por dos razones esenciales. Por un lado, porque a menudo conmemoran ofensivas, batallas y combates saldados con derrotas para las fuerzas republicanas y, por lo tanto, con un importante número de bajas y desaparecidos que en la corriente de recuperación memorial actual han pasado también a engrosar la consideración social de víctimas del franquismo. Por otro, porque los espacios memoriales creados en
Jesús Alonso Carballés, “Les jardins : des lieux de mémoire pour les victimes de la violence”, en Anne-Marie Brenot et Bernard Cottret (ed.), Le Jardin : Figures et métamorphoses, Dijon, Editions Universitaires de Dijon, coll. « Art et patrimoine “, 2005, pp. 205-213. 252
253
El Diario Vasco, 26 de marzo de 2011.
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torno a los monumentos y las conmemoraciones que se desarrollan en ese marco, sirven con notable frecuencia para evocar y rememorar al conjunto de víctimas del conflicto. Como en el caso de buena parte de las obras estudiadas previamente, la mayor parte de los monumentos con un trasfondo bélico fueron erigidos en el marco del setenta aniversario del conflicto. Entre ellos, podemos destacar la escultura Matxitxako Guda (Batalla de Machichaco) realizada por Néstor Basterretxea y erigida en marzo de 2007 entre las localidades de Bermeo y Bakio. La obra se ubica en un mirador natural del Cantábrico y sirve para rendir homenaje a los marinos muertos en el combate Matxitxako Guda, 2007, Néstor Basterretxea (Bermeo) (Fotografía: TX, 2014) naval acaecido en marzo de 1937, entre los barcos pesqueros artillados de la Marina de Guerra Auxiliar de Euskadi “Nabarra” y “Gipuzkoa”, y el crucero pesado Canarias, buque insignia de la marina franquista. El primero de los bous fue hundido y más de una treintena de hombres de su tripulación perecieron en el mar254. El monumento, realizado en acero corten, conmemora la entrega de los marinos del “Nabarra”, cuyo hundimiento constituye el eje central de la composición. También en 2007 fue inaugurada, en la falda del monte Intxorta, una escultura en acero corten de 7,20 metros de alto por 3,2 metros de ancho realizada por Juan José Aranguren. Bautizada Intxortako Atea (La puerta de Intxorta), según el autor, la obra representa “un muro horadado que permite desde distintas perspectivas simbolizar que una puerta se cierra o se abre. Una puerta abierta a la esperanza, a la paz y a la tolerancia que nunca más se debe cerrar y convertirse en muro”255. En este caso, la escultura conmemorativa tiene una mayor dimensión histórica y política ya que recuerda que fue allí donde los milicianos y gudaris vascos detuvieron el avance de la ofensiva franquista a finales de septiembre de 1936 que permitió la existencia de una Euskadi autónoma durante los nueve meses siguientes. En ambos lugares son frecuentes las conmemoraciones y las reconstrucciones en los aniversarios de las respectivas batallas.
Juan Pardo San Gil, Euzkadiko Gudontzidia - La Marina de Guerra Auxiliar de Euskadi, (1936-1939), San Sebastián, Museo Naval- Diputación Foral de Gipuzkoa, 1998. 254
255
Diario Vasco, 26 de enero de 2007.
298
Jesús Alonso Carballés
Intxortako Atea, 2007, Juan José Aranguren (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2017)
El monumento dedicado a los milicianos y gudaris que mayor eco ha tenido en el ámbito de la recuperación memorial es, muy probablemente, la obra Aterpe 1936 (Refugio 1936). Se trata de una escultura realizada por Juanjo Novella, ubicada en el monte Artxanda, escenario de los últimos combates de las tropas republicanas en defensa de la ciudad de Bilbao, antes de su caída definitiva, el 19 de junio de 1937. Articulada a partir de la imagen de una huella de dimensiones colosales, seis metros de altura y más de ocho toneladas de peso, la escultura presenta una disposición ligeramente curva con la idea de conformar el espacio protector que da origen a su título. No se trata por tanto de una obra que podríamos considerar de gesta sino más bien de defensa, de protección, ideas siempre presentes en las obras de Novella, como ya hemos podido comprobar. La habitual conmemoración que tiene lugar en torno al 19 de junio, sirve para recordar el sacrificio colectivo de los soldados republicanos pero es igualmente escenario de rememoración permanente de las víctimas de la guerra y del franquismo. El iniciador del monumento, José Moreno Torres, antiguo gudari del batallón San Andrés de Solidaridad de Trabajadores Vascos, cuyo discurso es siempre uno de los actos culminantes del evento, alude de forma recurrente en sus intervenciones al conjunto de víctimas. En 2015, ausente del acto por enfermedad, envió un texto, leído por el propio alcalde de Bilbao, en el que recordaba:
Aterpe 1936, 2006, Juanjo Novella (Fotografías: J. Alonso Carballés, 2017)
En aquellos años – tres de guerra y 40 de dictadura-, por ser republicanos, nacionalistas, socialistas, anarquistas o comunistas, en definitiva, por defender valores de libertad, fuimos perseguidos. El pasado es pasado en el tiempo, pero debemos hacer que sea presente en nuestro recuerdo y por eso nos reunimos aquí, en este Aterpe 1936, en este refugio
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Una memoria de acero: los monumentos a las víctimas republicanas de la Guerra Civil y de la dictadura franquista
de memoria. Porque debemos guardar memoria y recuerdo para homenajear a nuestros compañeros y amigos represaliados y porque debemos transmitir a las generaciones futuras las razones de aquel sacrificio. No queremos que el futuro se construya sobre el olvido, ni sobre el rencor. Las heridas deben cicatrizar pero eso solo ocurrirá si la verdad y la justicia se extienden sobre los crímenes del franquismo y la reparación alcanza a las víctimas. Solo entonces podremos garantizar la no repetición de hechos que aquí recordamos256. Un año más tarde, recuperado ya de su enfermedad y a pesar de sus 98 años, José Moreno, abogó de nuevo por que “la verdad y la justicia” se extendieran sobre los crímenes del franquismo y la reparación alcanzara “a todas las víctimas”. La parte más emotiva del discurso fue la referencia a la actualidad trágica de esos días y a las escenas recurrentes de televisión “que nos recuerdan a aquellos mismos bombardeos, aquel éxodo y a los niños que vimos partir al exilio en 1937 […] cada vez que veamos a una niña o niño refugiado cruzar el Mediterráneo nos debe recordar a cualquiera de aquellos miles que se vieron obligados a embarcar muy cerca de aquí para encontrar refugio lejos, en tierras más seguras”257. Un ejemplo notable, junto a otros evocados a lo largo del capítulo, de cómo, los uso literal y ejemplar de la memoria a los que aludía Todorov, pueden cohabitar y constituyen en gran medida la singularidad del proceso de recuperación memorial de las víctimas republicanas en Euskadi en el que estamos inmersos. La memoria del pasado trágico se transforma así en exemplum al convertirse en principio de actuación en el presente258 y contribuye a combatir las injusticias actuales.
“Recuerdo y homenaje a los gudaris de la Guerra Civil en Artxanda”, página web del PNV, http://www.eaj-pnv. eus/blog-noticias/recuerdo-homenaje-los-gudaris-guerra_41816.html?voto=1 [Fecha de consulta: 19 de mayo de 2016].
256
257
El Correo, 19 de junio de 2016.
258
Tzvetan Todorov, Les abus de la mémoire… op. cit., p. 30.
300
Una memoria de acero CronologĂa y mapa de los monumentos
301
Una memoria de acero. Cronología y mapa de los monumentos
MONUMENTOS EN MEMORIA DE LAS VÍCTIMAS REPUBLICANAS DE LA GUERRA CIVIL Y DEL FRANQUISMO
1
2
3
1977
1987
1988
Monumento funerario
Estela funeraria
Luis Peña Ganchegui
Jesús Aldama
OIARTZUN (CEMENTERIO)
GERNIKA
Gure aitaren etxea (La casa de nuestro padre) GERNIKA
18
17
16
15
14
2007
2007
2007
2007
2007
Monumento en homenaje a los gudaris
Monolito a las víctimas del franquismo
Memoria Viva (Homenaje a las mujeres encarceladas)
BIZKARGI (BIZKAIA)
Bernat Vidal
19
Intxortako Atea
Matxitxako Guda
Juan José Aranguren
Néstor Basterretxea
INTXORTAS (ELGETA)
MATXITXAKO (BERMEO)
20
21
22
23
2007
2008
2009
2009
2009
Monumento en recuerdo a los gudaris y milicianos muertos en la “Batalla de Villareal” de 1936
Memoria Viva (Homenaje a las personas represaliadas por su orientación sexual)
Monolito en memoria a las personas represaliadas por el franquismo por su opción sexual
Joseba Estarta
Néstor Basterretxea
Koldobika Jauregi
ALBERTIA (ARABA)
NANCLARES (CÁRCEL)
DURANGO
BAKIO
Bosque de luz
In memoriam
Anabel Quincoces
José Luis Catón
VITORIA
VITORIA
Néstor Basterretxea SATURRARAN (MUTRIKU)
36
35
34
2017
2017
2017
Monumento en memoria de las personas asesinadas en el bombardeo del 16 de junio de 1937
Monolito en memoria de las víctimas de los bombardeos
Duintasuna-La dignidad
Mikel Matxin
ELGOIBAR (CEMETERIO DE OLASO)
ORTUELLA
302
Eduardo Chillida
ALONSOTEGI
Iñigo Arregi
Jesús Alonso Carballés
4
5
6
7
8
1990
1995
1997
2005
2006
Large figure in a shelter (Gran figura en un refugio)
Mausoleo dedicado a las víctimas del bombardeo de Gernika
Marimeta Jon Iturrarte
Estela en memoria de Lauaxeta
En memoria de los niños de la guerra
Ángel Garraza
Paco Presa Merodio
Henri Moore
SANTURTZI
GERNIKA
Fernando Galdeano y Arana
MUNGIA (CEMENTERIO)
13
12
11
10
9
2007
2006
2006
2006
2006
In memoriam, Al Alba, el grito del almaArimaren garrazia
Gurasoen etxea (La casa de los padres) Juanjo Novella SESTAO
GERNIKA
GERNIKA (CEMENTERIO)
Aterpe 1936
Memoria Viva
Juanjo Novella
Néstor Basterretxea
ARTXANDA (BILBAO)
BILBAO
Gotzon Etxebarria Setién
Argi-Horma (Muro de luz) Carlos López de Ceballos
ANDOAIN
HERNANI (CEMENTERIO)
24
25
26
27
28
2010
2011
2011
2011
2011
Monumento en memoria y reconocimiento a las personas represaliadas por la dictadura franquista
Urte Haietan (Aquellos años)
Heriotza zerutik etorri jakun (La muerte nos llegó desde el cielo)
El libro de la memoria
In Memorian. Monolito en recuerdo de las victimas del bombardeo del avión al servicio de Franco el 19 de mayo de 1937
Juanjo Novella DONOSTIA
Mikel Lertxundi GETXO
Néstor Basterretxea OTXANDIO
Ramón Carrera DONOSTIA
GALDAKAO
33
32
31
30
29
2016
2014
2012
2012
2012
Dual
Durango memoria viva
Agonía de Fuego Néstor Basterretxea
Monolito en memoria de los prisioneros de la cárcel de Ondarreta
Homenaje a las víctimas de los bombardeos de 1937 en Sestao (Pintura Mural) Jorge Gimeno y Araceli Jalón
Amaia Mateos Tomás Villanueva DONOSTIA
Mikel Campos, Karmel Aranguena DURANGO
GERNIKA
DONOSTIA
SESTAO
303
Una memoria de acero. Cronología y mapa de los monumentos
17 15 BAKIO BERMEO
1
9
8
SANTURTZI ORTUELLA
36
27
7
13 33
35
10
2
SESTAO 11
2
MUNGIA
GETXO
ALONSOTEGI
3
4
5
6
30
GERNIKA 18
12
BIZKARGI
BILBAO 28
GALDAKAO 23
DURANGO 3
11 26
OTXANDIO 4
12
5
13
19
ALBERTIA
21
22
VITORIA - GASTEIZ 20
NANCLARES 6
14
7
15
8
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16
MONUMENTOS EN MEMORIA DE LAS VÍCTIMAS REPUBLICANAS DE LA GUERRA CIVIL Y DEL FRANQUISMO
31
Jesús Alonso Carballés
29 24
14
25
29
32
DONOSTIA SAN SEBASTIAN MUTRIKU
OIARTZUN
9 10
34
ELGOIBAR
31
22
1
30
HERNANI ANDOAIN 23
16
ELGETA
31
24 32 17 25 33 18
19
26
34
20
27
35
21
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306
Topografías de la memoria: los monumentos a las víctimas de la guerra y de la dictadura en el País Vasco La solución occidental al problema de las atribuladas memorias de Europa ha consistido en grabarlas, literalmente, en la piedra Tony Judt, Après-guerre. Une histoire de l’Europe depuis 1945 La conmemoración tiene como finalidad, desde el momento mismo de la erección del monumento, que el episodio evocado no pertenezca nunca más al pasado y que continúe presente en la consciencia de las generaciones futuras Aloïs Riegl, Le culte moderne des monuments
307
Topografías de la memoria: los monumentos a las víctimas de la guerra y de la dictadura en el País Vasco
Las citas que abren este capítulo final tienen por objeto servir de alguna manera de hitos para marcar los lindes en los que vamos a insertar nuestras reflexiones globales sobre los monumentos y su huella en Euskadi. Como apunta Judt, el siglo XX se caracterizó en Europa por un recurso exacerbado a las placas, memoriales y museos dedicados a las víctimas del nazismo. A una escala mucho más reducida, pero con un trasfondo similar, también en Euskadi se ha producido en esta última década una oleada memorial que tiende a mitigar los silencios, reales o no, de la generación precedente. Como recuerda Riegl, el objetivo del recurso a los monumentos no es otro que mantener presente el pasado y recuperar la memoria de un episodio histórico seleccionado por la comunidad como un “elemento esencial de la construcción de su ser colectivo”1. Junto a esta dimensión identitaria, esa recuperación memorial sirve también, o pretende servir al menos, como palanca de transformación de la realidad presente, configuradora de nuevos valores democráticos fundamentales. Como hemos comprobado, la dictadura franquista situó a sus víctimas en el corazón de su sistema simbólico y mantuvo presente hasta el último de sus días, incluso más allá, el recuerdo trágico del pasado al invocar que el “resurgimiento de España” había exigido miles de víctimas2. Hoy, a pesar de la distancia temporal, y en un contexto bien distinto, las otras víctimas de la guerra, aquellas relegadas en el régimen anterior, han logrado una notable presencia en el espacio público. En buena medida es el reflejo del momento en el que vivimos donde el pasado está sustituyendo al futuro como “lugar de referencia en el debate político”3 y ha dado paso a una recuperación del mismo en la que se mezclan pretensiones justificadas con usos interesados. Como apuntaron hace ya diez años Ledesma y Rodrigo, “lo cierto es que al socaire de las legítimas reivindicaciones de “justicia” y “conciencia histórica” se amparan legitimaciones retroactivas, mitos y maniqueísmos de todo jaez que más que “recuperar”, instrumentan el pasado como arma política para el presente”4. Esta “resurgencia” del ayer se enmarca dentro del giro global de las sociedades hacia el pasado, en claro contraste con el peso que las utopías y la idea de conquista del futuro tuvieron en el siglo
Roger Chartier, El presente del pasado. Escritura de la historia, historia de lo escrito, México, Universidad Iberoamericana, 2005, p. 80.
1
Carme Molinero, “Lugares de memoria y políticas de memoria”, en Felipe Gómez Isa (dir.), El derecho a la memoria, Irún, Alberdania, 2006, p. 295-305.
2
Fina Birules, “La crítica de lo que hay: entre memoria y olvido”, en Manuel Cruz (ed.) Hacia dónde va el pasado. El porvenir de la memoria en el mundo contemporáneo, Barcelona, Paidós, 2002, p. 253.
3
4
José L. Ledesma y Javier Rodrigo, “Caídos por España… op. cit. p. 253.
308
Jesús Alonso Carballés
XX. Según Andreas Huyssen, las sociedades actuales han cambiado su foco de atención de los futuros presentes a los pasados presentes5. Frente a la angustia y la incertidumbre provocadas por la aceleración de los tiempos y la comprensión del espacio actual, los discursos memoriales, al ensanchar ambas magnitudes y permitir una presencia duradera del pasado en el presente, se constituyen en auténticas murallas al vértigo provocado por esa suerte de obsolescencia programada generalizada a todos los ámbitos6. Dentro de ese marco interpretativo, al que Traverso se ha referido como “el eclipse de la utopías”7, los monumentos pueden ser considerados como auténticos baluartes de esa línea defensiva, al marcar el espacio de forma física y simbólica y tratar de fijar de forma perenne la memoria del pasado en el espacio público. En este capítulo final pretendemos reflexionar sobre lo que hemos denominado las “topografías de la memoria”. Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, la segunda acepción de la topografía es el “conjunto de particularidades que presenta un terreno en su configuración superficial”. Apoyándonos en ese concepto, hemos tratado de poner de relieve las características fundamentales y las particularidades, que presentan los monumentos erigidos a las víctimas de la guerra en el territorio de Euskadi. Para lograrlo, hemos abundado en aspectos como las formas y las estrategias de comunicación desplegadas, las dinámicas políticas y sociales implementadas desde el origen hasta la concreción de los monumentos y, en último lugar las relaciones espaciales entre el acontecimiento conmemorado y el monumento.
Andreas Huyssen, En busca del futuro perdido. Cultura y memoria en tiempos de globalización, México, Fondo de Cultura Económica, 2002.
5
Manuel Cruz, Las malas pasadas del pasado. Identidad, responsabilidad, historia, XXXIII Premio Anagrama de ensayo, Barcelona, Anagrama, 2005, p. 125.
6
Enzo Traverso, L’histoire comme champ de bataille. Interpréter les violences du XXe siècle, París, La Découverte, 2011, p. 257.
7
309
Topografías de la memoria: los monumentos a las víctimas de la guerra y de la dictadura en el País Vasco
LAS FORMAS DE LA MEMORIA: ESTÉTICAS Y ESTRATEGIAS DE LA ESCULTURA CONMEMORATIVA EN EL PAÍS VASCO
Los materiales: piedra y acero Llegados a este punto resultará sin duda sencillo adivinar el origen del título atribuido a este trabajo. Piedra y acero parecen haberse convertido en los materiales de predilección elegidos a la hora de realizar los monumentos, durante la dictadura y el período democrático, respectivamente. Ya hemos evocado cómo fue la naturaleza de la piedra, sobria y resistente, la razón que impulsó a los responsables de estética y de propaganda del régimen para que fuera utilizada en los monumentos, a los caídos y mártires de la guerra. La imposición de rígidas consignas y la verificación previa de los proyectos por la Dirección de Arquitectura y la Dirección Nacional de Propaganda antes de su validación definitiva, provocó que los monumentos, articulados esencialmente en torno al símbolo de la cruz, tuvieran tendencia a presentar una cierta uniformidad estética que los hacía fácilmente reconocibles. Entre las escasas singularidades discernibles en los monumentos erigidos en el País Vasco podemos evocar la presencia destacada de la simbología carlista, con la Cruz de Borgoña en lugar preeminente acompañando siempre el yugo y las flechas de Falange8, así como una presencia notable de obeliscos, pese al posicionamiento en contra de su uso desde el Servicio de Propaganda por su consideración como símbolo pagano de la muerte. Por lo que se refiere a los monumentos dedicados a las víctimas republicanas, también podemos encontrarnos algunas obras realizadas en piedra, aunque el material que predomina, abrumadoramente, entre las esculturas conmemorativas realizadas en esta última década, es el acero corten. La elección y el empleo de este acero, destinado originalmente a un uso eminentemente industrial y arquitectónico, provoca una cierta sorpresa inicial. Sin duda, su característica más destacada, la oxidación natural de su capa más epidérmica que la protege frente a la corrosión atmosférica, es un activo
Si excluimos el caso de Navarra, en el resto del territorio español, los monumentos se limitaron, mayoritariamente, a incluir el símbolo de Falange. En el informe del proyecto presentado por el Ayuntamiento de Azpeitia en 1940, se señalaba “Los símbolos de la Patria no pueden estar ausentes y deben ser colocados en sitio preeminente. Los símbolos de la Patria son el Escudo Nacional y el Emblema de la Falange”, AGA, 21/1517 Proyecto monumento a los Caídos de Azpeitia, Informe elevado el 2 de septiembre de 1940 por el Negociado de Plástica al Jefe de sección de Censura. No existía ninguna directiva a favor de la utilización de dicho símbolo carlista, todo lo contrario, razón por la cual nos ha parecido significativo señalar dicha singularidad fruto del notable peso que este movimiento político tuvo en este territorio.
8
310
Jesús Alonso Carballés
indudable en obras expuestas a la intemperie9. Pero esta cualidad no puede, por sí sola, explicar su uso tan habitual en las esculturas conmemorativas erigidas en el País Vasco y, al contrario, su relativa limitada utilización en otras latitudes. Es cierto que este tipo de acero constituye desde hace décadas un material habitual en el proceso creativo de destacados escultores a nivel internacional como Richard Serra, Eduardo Chillida, Marino de Teana, Bernar Venet y otros. Pero no es menos cierto, que su utilización con una finalidad conmemorativa, no ha alcanzado, en ningún otro lugar, la dimensión que ha logrado en Euskadi. Si utilizamos como punto de comparación una de las iniciativas memoriales más destacadas a nivel internacional de las últimas décadas, la realización del Parque de la Memoria realizado en Buenos Aires, esta realidad se hace aún más evidente. De los 665 proyectos presentados al “Concurso en homenaje a los detenidos, desaparecidos y asesinados por el terrorismo de Estado en la Argentina” el acero corten estaba presente en menos de una veintena de propuestas presentadas10. Si reducimos la comparación a las 17 esculturas seleccionadas y realizadas para acompañar en el citado parque el Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado, tan sólo una de ellas está realizada en acero corten. Se trata de la obra Pensar es un hecho revolucionario de Marie Orensanz, dos bloques de una altura de seis metros en los cuales aparece horadado el texto que da título a la escultura11. Incluso en este caso, el proyecto inicial preveía su realización en cemento blanco, aunque finalmente fue el acero el material elegido. Más cerca de nosotros, si contemplamos las obras realizadas en el resto de España, tampoco el acero corten ha tenido la estima y la prodigalidad que hemos podido observar en el territorio vasco, aunque
He aquí las principales características del acero corten: “El acero corten es un acero común al que no le afecta la corrosión. Su composición química (aleación de acero con níquel, cromo, cobre y fósforo) hace que su oxidación tenga unas características especiales que protegen la pieza frente a la corrosión atmosférica. De ahí que este material tenga un gran valor y la oxidación haya pasado a ser voluntaria y controlada. En la oxidación superficial el acero corten crea una película de óxido impermeable al agua y al vapor de agua que impide que la oxidación del acero prosiga hacia el interior de la pieza. Esto se traduce en una acción protectora del óxido superficial frente a la corrosión atmosférica, con lo que no es necesario aplicar ningún otro tipo de protección al acero como la protección galvánica o el pintado”. https://arquimaterials.wordpress.com/2012/04/10/acero-cortencaracteristicas-y-aplicaciones/ [Fecha de consulta: 5 de febrero de 2016]
9
VV. AA. Escultura y memoria. 665 proyectos presentados al “Concurso en homenaje a los detenidos, desaparecidos y asesinados por el terrorismo de Estado en la Argentina”, Buenos Aires, Eudeba, 2000. 10
Gabriela Alegre (coor.), Proyecto Parque de la memoria, Buenos Aires, Comisión Pro Monumento a las víctimas del Terrorismo de Estado, 2001. 11
311
Topografías de la memoria: los monumentos a las víctimas de la guerra y de la dictadura en el País Vasco
sí encontramos varios ejemplos destacados. En el Parque de la Memoria de Sartaguda (Navarra), una de las iniciativas memoriales de mayor envergadura, llevadas a cabo en esta última década en España, Néstor Basterretxea realizó la escultura Como una hoz atávica y mortal (2008) un muro de acero corten, referencia al muro de fusilamiento, sobre el cual aparece una figura troquelada con los brazos atados al cuerpo y rodeado de agujeros representando los impactos de bala. Dentro del recinto memorial, el rincón de los escritores reúne varios textos de diferentes autores grabados sobre monolitos de acero corten. También nos encontramos con otras obras notables como Memoria al cubo (2008) de Jesús Lizaso, erigida en el Parque de la Carcavilla, en Palencia, donde fueron enterradas 500 personas víctimas de la represión franquista; el Monument als homes i dones de la CNT que van morir en la conquesta de la llibertat i per la revolució social (2011) de Juanjo Novella erigido en el Fossar de la Pedrera, Montjuïc (Barcelona)12; y la Puerta de los valores humanos (2007) de este mismo artista, instalada en la localidad de Vallirana (Barcelona), en memoria de Félix Alsina. El hecho de que estas obras hayan sido realizadas por destacados artistas vascos, muestra la relevancia adquirida por ese material fetiche en la escultura vasca contemporánea. En estos últimos años también se ha extendido su utilización en esculturas conmemorativas ubicadas por toda la geografía española. En Cataluña, en Mollets del Vallès, el Homenaje a las víctimas de los bombardeos (2009) diseñado por Josep M. Monpín está realizado con este material, asi como el Monumento a las víctimas del Liceo escolar de Lleida (2006). En Fuentes de Andalucía, se levanta el Monumento en Memoria de las Mujeres Asesinadas en el 36 (2013), realizado también en acero corten. Obra de Paco Parra, se trata de un pozo invertido de diez metros de altura del que surgen varias palomas en su parte superior. Por último, en el cementerio de Cáceres, también se erigió un Memorial a los fusilados en la Guerra Civil y en la posguerra (2014), un sencillo monumento conformado por 14 placas de acero de un metro y medio dispuestas directamente sobre el suelo en las que aparecen grabados los nombres de las casi 700 personas que fueron asesinadas en la ciudad por los franquistas. En definitiva, no se trata de una dinámica exclusiva de la escultura conmemorativa realizada en Euskadi, pero el recurso al acero corten como la materia privilegiada de la memoria, constituye aquí una característica esencial y ha adquirido una dimensión casi mágica. A nuestro entender, varios
12 Ricard Conesa i Sanchez, “Del duelo clandestino al recuerdo colectivo: El Fossar de la Pedrera del cementerio de Montjuïc”, en Conxita Mir Curcó y Josep Gelonch Solé (ed.), Duelo y memoria. Espacios para el recuerdo de las víctimas de la represión franquista en perspectiva comparada, Lleida, Ediciones de la Universtat de Lleida, 2013, p. 185-187.
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Jesús Alonso Carballés
factores pueden explicar esta predilección por el acero sobre los otros materiales por parte de los artistas, con el beneplácito explícito de los responsables políticos, las asociaciones memoriales y del conjunto de la sociedad vasca. En primer lugar, un factor histórico, ligado a la tradición del trabajo y explotación del hierro en las ferrerías desde tiempos ancestrales; pero también a su condición de motor de la revolución industrial que consagró al País Vasco, fundamentalmente a Bizkaia, como el mayor centro de explotación de este mineral y de producción de acero del país, gracias a las empresas siderúrgicas creadas en el siglo XIX y XX a lo largo de la ría de Bilbao. El acero es considerado aquí como un material noble, vinculado estrechamente a la riqueza del país a lo largo de la historia y con una presencia destacada gracias a sus fábricas y astilleros que formaron parte del paisaje urbano hasta finales del siglo XX. En segundo lugar, esa cotidianeidad le otorga al acero otro valor añadido ya que permite a las obras mantener la dignidad y la consideración de un material duradero, sin la gravedad, el anquilosamiento y solemnidad que trasmite la piedra. Así lo expresó Juanjo Novella, destacado artista y autor de varias obras aquí estudiadas, en un debate mantenido con ocasión de un seminario en torno al rol del arte en la preservación de la memoria13. Por su parte, Néstor Basterretxea consideraba el acero corten un material “duro, asombroso, como el carácter de mi pueblo”14. Por último, y posiblemente más importante, no hay que perder de vista la considerable influencia en la escultura vasca, pero también a nivel internacional, ejercida por Jorge Oteiza, Eduardo Chillida, y el propio Néstor Basterretxea, miembros fundadores en 1966 del grupo Gaur e impulsores de una auténtica vanguardia plástica reconocida como Escuela Vasca de Escultura, que tuvieron en el acero uno de sus materiales predilectos15. En este sentido, los monumentos en acero corten creados en Euskadi para homenajear a las víctimas pueden situarse en una doble continuidad, la de la tradición histórica y la de la influencia estética.
II Seminario Internacional sobre Memoria Histórica: Arte para la memoria organizado por el Museo de la Paz de Gernika, el 16 de junio de 2016. Ver VV. AA. Memoriako arte - Arte para la memoria, Gernika-Lumoko Historia Bilduma, XI. Museo de la Paz de Gernika-Centro de Documentación sobre el bombardeo de Gernika, Gernika, 2017. 13
Xabier Sáenz de Gorbea Arte Público en Bizkaia, Urdaibai, Bilbao, Dirección general de Promoción Turística, 2007, p. 9. Se refiere aquí a la localidad pesquera de Bermeo (Bizkaia), donde nació en 1924, y donde pronunció esas palabras cuando instaló allí su colosal escultura Olatu (2006). 14
Soledad Álvarez, “Oteiza y Chillida: la escultura vasca entre el proyecto moderno y la impronta del pasado”, en Revista Internacional de Estudios Vascos, RIEV, vol. 42, nº 1, 1997, pp. 13-26. 15
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Topografías de la memoria: los monumentos a las víctimas de la guerra y de la dictadura en el País Vasco
Abstracción frente a figurativismo La influencia plástica, más teórica en el caso de Oteiza y de carácter más empírico en el caso de Chillida, puede explicar en gran medida el recurso mayoritario a la abstracción en la escultura conmemorativa de estas últimas décadas en Euskadi16. Sin llegar a representar una exclusividad, sí constituye igualmente una propensión reseñable. Si volvemos de nuevo nuestra mirada al otro lado del Atlántico, comprobamos cómo de las 665 propuestas presentadas en el marco del concurso del Parque de la memoria de Buenos Aires, aproximadamente 250 tenían un carácter figurativo, es decir casi un 38 % de los proyectos. Se trataba en su mayor parte de la representación de cuerpos humanos o figuras humanoides, miembros corporales como manos, cabezas y, en general, objetos de la vida cotidiana. Si nos focalizamos ahora en las 17 esculturas presentes hoy en el parque observamos cómo al menos 11 tienen un carácter figurativo, de las cuales 7 son representaciones humanas. Una de ellas, Figuras caminando de Magdalena Abakanowicz, está compuesta por una serie de siluetas perturbadoras, mutiladas y decapitadas que parecen marchar de forma desorientada. Este recurso pronunciado a la figura humana expresa una clara función rectificadora con el objeto de evocar unas víctimas cuyos cuerpos desaparecidos nunca fueron encontrados, y permite en cierta medida recuperar la presencia de los ausentes. Para afrontar este objetivo, varias obras del Parque de la memoria recurren a esa representación humana, de forma tradicional, estilizada o mediante el recurso a figuras geométricas. Una de ellas, realizada por el escultor Leo Vinci presenta una factura clásica, muy próxima en la composición a la Victoria alada de Samotracia, cuyo título es precisamente Presencia. Así explicaba su significado el propio Vinci, “Presencia es una obra escultórica que representa la imagen de un gran paño que, empujado por el viento, se adhiere por detrás a una figura con los brazos en alto, como haciéndola levantar vuelo. Sin embargo, al observar la pieza frontalmente se percibe sólo la impronta de la misma, sugiriendo la presencia de la ausencia”17. El resto de monumentos figurativos recuerdan en su gran mayoría los centros de detención por donde transitaron muchos de los represaliados en la dictadura argentina, antes de ser asesinados, o la experiencia de la tortura por medio de diferentes tipos de construcciones laberínticas e inquietantes. Por lo que se refiere a los monumentos erigidos en homenaje a las víctimas republicanas en Euskadi, hemos podido comprobar cómo las configuraciones abstractas son ampliamente mayoritarias.
Soledad Álvarez Martínez, Jorge Oteiza, Pasión y razón, San Sebastián, Nerea, 2003. Carlos Martínez Gorriarán, Jorge Oteiza, hacedor de vacíos, Madrid, Marcial Pons, 2011. 16
17
Gabriela Alegre (coor.), Proyecto… op. cit., p. 58.
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La presencia de elementos figurativos se reduce a un árbol, el plano de una ciudad, un barco y un frontón. La figura humana es, sin embargo, la gran ausente de las iniciativas memoriales monumentales desplegadas en esta última década. Tan sólo escapa a esa consideración la escultura conmemorativa, plenamente figurativa, dedicada a rememorar de forma narrativa el exilio de los niños, aunque en este caso no estemos hablando de víctimas mortales de forma elíptica, la huella de Juanjo Novella y, de forma más vaga, el vacío creado en el interior de la obra Duintasuna erigida en Elgoibar. También las figuras proteiformes de la obra Al alba, el grito del alma de Gotzon Etxebarria pueden escapar, en cierta medida, a dicha consideración. En definitiva, la representación de la ausencia/presencia de las víctimas desaparecidas en Euskadi ha rehuido la figura humana y recurre, con mayor frecuencia que en otros lugares, a estrategias discursivas ajenas a la representación del cuerpo, que ocupa una plaza central en el caso argentino. Si observamos ahora las esculturas conmemorativas realizadas en el resto de España, comprobamos la existencia tanto de esculturas figurativas, donde también la representación del cuerpo humano tiene una relevancia notable, como el recurso a composiciones abstractas y geométricas. Sin ningún ánimo de exhaustividad, sería necesario un nuevo estudio para ello, entre las representaciones figurativas podemos aludir a la escultura de Joxe Ulibarrena, A los acribillados en la Santa Cruzada, ubicada en el Parque de la memoria de Sartaguda, una obra colosal de hormigón de más de diez metros de altura que representa a tres jóvenes fundidos en un abrazo cuyas espaldas aparecen acribilladas a balazos. También son interesantes los dos monumentos realizados en el pueblo de Lardero (Rioja) sobre la antigua fosa de La Barranca, convertida hoy en un cementerio civil republicano, donde fueron arrojados quinientos cuerpos de represaliados. El primer monumento, realizado por Alejandro Rubio Dalmati en 1979, se compone de una gran columna cúbica en cuya parte superior aparecen adosados a los cuatro costados los cuerpos inermes de hombres y mujeres asesinados, con sus cabezas bruscamente ladeadas hacia el suelo18. El segundo monumento, realizado en 2011, obra del escultor Óscar Cenzano, está dedicado a las Mujeres de negro, aquellas mujeres que vestidas de luto acudieron durante décadas a La Barranca para honrar la memoria de sus familiares asesinados y enterrados allí de forma colectiva. La escultura presenta dos figuras femeninas, de un negro profundo, sentadas sobre sendos cubos del mismo color, sus manos en el regazo, en actitud serena, su cabeza alta y su mirada al frente trasmiten una impresión de dignidad incólume. La obra Memoria al cubo (2008) de Jesús Lizaso, evocada más arriba, presenta en uno de
A media altura de la columna aparece escrito en piedra la inscripción: “Este horror ya fue… 1936. Hoy no queremos ni odio ni venganza, pero sí dejar testimonio para que estas locuras no se repitan, 1979”. 18
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los lados del muro tres figuras cúbicas en diferentes posiciones, alegoría de los fusilados cayendo tras recibir la descarga de disparos. En Tuy (Pontevedra), el Monumento a los represaliados, de Silverio Rivas, retoma de nuevo esa alegoría del muro, en este caso de granito, donde se ha realizado el vaciado de una silueta humana, en homenaje al desaparecido, acompañado a su lado de una figura humanoide que evoca al exiliado y al desterrado. El escultor Antón Otero Besteiro, también recurre a la figura humana en su Homenaje a los ex presos del penal de Burgos, compuesto por dos figuras, un hombre y una mujer, con cuerpos esqueléticos que levantan sus brazos hacia el cielo con el deseo de romper la estructura metálica que los retiene. De este autor, que conoció desde el interior las cárceles de Franco, es también el Monumento a las mujeres encarceladas durante el franquismo erigido en la localidad de Segovia en octubre de 2009. La escultura, de dos metros de altura, representa a una mujer, la mirada fija en el horizonte, que con su mano derecha se deshace de barrotes y cadenas y avanza con paso decidido. En su mano izquierda sostiene un trozo de pan y cuatro plumas en las que aparecen escritas las palabras “Paz, Justicia, Salud y Libertad”19. En definitiva, la figura humana ocupa un lugar destacado en numerosas esculturas conmemorativas, como representación del fusilado, del exiliado, del prisionero… una corporeidad ausente en las esculturas conmemorativas erigidas en Euskadi, donde se han privilegiado un acercamiento al pasado plenamente abstracto. También existen obras conmemorativas que recurren a formas abstractas y composiciones geométricas en el resto de España. La obra Ventanas abiertas (2010) de Miguel Ángel Arrudi y Fernando Bayo, ubicada en el cementerio de Torrero, en Zaragoza, representa un gran cubo rojo de cuatro metros de altura con diferentes vanos y puertas, que se configura como el inicio del Pabellón de los Anónimos, una espiral metálica que recoge de forma individual los nombres de 3.543 víctimas allí enterradas20. En el cementerio de San Rafael, en Málaga, el mausoleo-monumento erigido a principios de 2014 tiene la forma clásica de una pirámide, de más de ocho metros de altura,
Una parte significativa de las informaciones relativas a las esculturas aquí evocadas son accesibles en la página web la H/historia en la memoria. Lugares de memoria http://lahistoriaenlamemoria.blogspot.fr/2015/09/ lugares-de-la-memoria-democratica-penal.html [Fecha de consulta: 6 de mayo de 2016] 19
20 Asociación aragonesa de críticos de arte, http://www.aacadigital.com/contenido.php?idarticulo=427 [Fecha de consulta: 7 de mayo de 2016]. Las diversas investigaciones impulsadas por Julián Casanova y otros historiadores de la Universidad de Zaragoza, se encuentran en el origen de este reconocimiento institucional, Julián Casanova, Ángela Cenarro, Julita Cifuentes, María Pilar Maluenda y María Pilar Salomón, El pasado oculto. Fascismo y violencia en Aragón (1936-1939), Madrid, Siglo XXI, 1992.
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recubierta de mármol blanco. En su interior se han depositado los restos de más de 2.880 fusilados recuperados hasta ahora de las fosas comunes del cementerio, de las más de 4.000 personas que fueron fusiladas y enterradas allí. Sobre la superficie de la pirámide aparecen grabados los nombres de las personas asesinadas21. El monumento levantado en la localidad de Ocaña (Toledo) dedicado a la memoria de los republicanos represaliados en el penal de esa localidad, por el que pasó, Miguel Hernández, y en el que perdieron la vida más de 1.300 prisioneros, tiene una configuración abstracta. Sobre un cubo de piedra, se asienta una gran roca con incisiones y forma redondeada en su parte superior. En uno de los laterales escrito sobre la roca “Dolor por los ausentes” y en la parte central una placa metálica completan el sencillo conjunto escultórico22. Numerosos monumentos han recurrido igualmente a formas abstractas, ese es el caso por ejemplo de la mayor parte de las iniciativas implementadas en la ciudad de Barcelona en esta última década23, pero es indudable que ha sido en Euskadi donde ese tipo de escultura conmemorativa ha adquirido una mayor relevancia. La razón de esa preeminencia hay que buscarla en el conjunto del arte público, presente en las ciudades y pueblos vascos para constatar que es ese tipo de arte, influenciado por la impronta indeleble de la Escuela de Escultura vasca, el que tiene un mayor predicamento24. El arte memorial se inscribe así en una dinámica global de embellecimiento y decoración del espacio urbano que trasciende su única función memorial.
“La memoria sobrevive a la muerte”, Diario Sur, 12 de enero de 2014. En el centro de la pirámide puede leerse la inscripción siguiente: “ Se puede morir por las ideas, pero nunca matar por ellas. La ciudad de Málaga en memoria de aquellos que perdieron su vida en defensa de la libertad y la democracia cuyos restos reposan en este panteón y otros lugares”. 21
La placa incluye la dedicatoria siguiente: “A todos vosotros que disteis la vida por una causa justa, paz, justicia y amor”. http://lahistoriaenlamemoria.blogspot.fr/2015/09/lugares-de-la-memoria-democratica-penal.html [Fecha de consulta: 6 de mayo de 2016] 22
Antoni Remesar Betlloch y Núria Ricart Ulldemolins “Estrategias de la memoria. Barcelona, 1977-2013”, en Scripta Nova. Revista electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, vol. XVIII, nº 495, 2014. http://www.ub.edu/ geocrit/sn/sn-495.htm [Fecha de consulta: 16 de mayo de 2016.] 23
Kosme de Barañano (dir.), 50 años de escultura pública en el País Vasco, Bilbao, UPV/EHU, 2000. Xabier Sáenz de Gorbea y Sonia Rueda, Bilbao. Recorridos de Arte Público, Bilbao, Dirección general de Promoción Turística, 2006 y Xabier Sáenz de Gorbea y Sonia Rueda Arte Público en Bizkaia, Bilbao, Dirección general de Promoción Turística, 2007.
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Estrategias de comunicación: relato y memoria Las esculturas conmemorativas persiguen establecer una relación continuada entre las víctimas y los vivos. Al fin y al cabo es el objetivo perseguido por los monumentos, que seamos conscientes de su existencia pasada, de su desaparición violenta, de su ausencia física. Para lograr esa “comunicación” y consolidar ese pasado en el presente, los relatos movilizan diferentes estrategias según la tipología avanzada por Philippe Mesnard en su obra Témoignage en résistance25. El historiador Stéphane Michonneau ha aplicado con éxito esa misma tipología al estudio de los monumentos erigidos en España en relación con la Guerra Civil26. Según ambos autores, existen cuatro estrategias de comunicación posibles: realista, simbólica, elíptica y patética. Dado que, a menudo, los monumentos ponen en juego varias de esas estrategias de forma simultánea, no hemos creído conveniente establecer una clasificación rígida de los monumentos estudiados que resultaría excesivamente artificiosa. Pero sí hemos considerado pertinente mostrar algunos ejemplos de los recursos empleados por los monumentos en su transmisión de los acontecimientos pasados. De forma muy resumida, la estrategia realista estaría caracterizada por su pretensión de establecer una relación directa, y de contenido pedagógico, con el acontecimiento apelando al recurso de la reconstitución histórica. En la estrategia simbólica, el monumento pretende extraer una lección de orden general para situar el acontecimiento en el presente recurriendo a una retórica simbólica propia de una determinada comunidad, nacida de la exaltación de la experiencia de las víctimas a favor de la libertad y de la paz. Por su parte, en la estrategia elíptica, denominada crítica por Mesnard, las obras aspiran a transmitir el traumatismo gracias al efecto provocado por la ausencia o el vacío dejado por el pasado. Como apunta Michonneau esta estrategia no aspira a mostrar el traumatismo o la masacre, sino la huella fugaz que ésta ha dejado y la impresión de pérdida. Por último, la estrategia patética busca una identificación del espectador con la víctima, mediante el acercamiento del primero al sufrimiento del desaparecido y al horror del acontecimiento traumático.
Philippe Mesnard, Témoignage en résistance, París, Stock, 2007. Se trata de una obra en la que aborda la cuestión de la enunciación y de la transmisión del pasado a partir de un análisis sistemático y contextualizado de numerosas obras literarias y cinematográficas sobre la Shoah.
25
26 Seguimos aquí la tipología de las estrategias de representación que Stéphane Michonneau ha desarrollado en “Du héros guerrier à la victime souffrante. Eléments pour une histoire des monuments de la guerre d’Espagne”, en Jesús Alonso Carballés (dir.), Seminaria 7. Au carrefour des espaces et des mémoires II. Conflits, espaces et mémoires, París, R2-ADEHL, 2009, pp. 9-27.
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La estrategia realista está presente en buena parte de los monumentos erigidos durante el periodo franquista y en las esculturas conmemorativas erigidas en estos últimos años en buena parte del territorio español. No se trata aquí de una reconstitución más o menos realista de los hechos desde un punto de vista figurativo, tal y como podemos observar en los mosaicos dedicados a relatar el proceso de evacuación y exilio de los menores exiliados en 1937 desde Santurtzi, sino de monumentos que sirven para vehicular la impresión de realidad de los acontecimientos que se pretende relatar. Ese realismo aparece fundamentalmente ilustrado con los interminables listados de nombres que ocupan un lugar central en los monumentos y cuyo objetivo es reestablecer un recuento exhaustivo y minucioso de los muertos y desaparecidos para preservar su presencia en el espacio público. Como señala Michonneau, “En la medida en que las listas pretenden reconstituir un conocimiento exhaustivo del acontecimiento traumático, estos monumentos se inscriben plenamente en la estrategia realista que ofrece un punto de vista exterior y totalizador”27. Se trata sin duda de una influencia directa de los monumentos a los muertos que poblaron Francia tras el final de la Primera Guerra mundial y cuya función última era la de conservar los nombres de cada uno de los muertos en sus localidades de origen respectivas28. Nombrar las víctimas, identificar cada una de ellas con su nombre y apellidos, a veces con su edad y la fecha de su muerte, permite otorgarles una identidad individual, recuperar su personalidad. Pero, al mismo tiempo, al formar parte de un listado, se integran en una conmemoración colectiva y son merecedoras del reconocimiento de la comunidad. Durante la dictadura franquista, la mayor parte de los monumentos erigidos en la inmediata posguerra incorporan, junto a la cruz, esos listados como pieza clave del dispositivo enunciador. Grabados en mármol, pintados sobre la piedra, o realizados en metal, los nombres de los caídos y mártires figuran en un lugar preferente, bien visibles, “a la altura de los ojos”. En la mayor parte de los casos se privilegió un criterio alfabético a la hora de ordenar los nombres y apellidos de las víctimas, con un claro objetivo homogeneizador, como ya había ocurrido en Francia29. La prueba
27
Ibidem, p. 17.
Antoine Prost, “Les monuments aux morts” Culte républicain ? Culte civique ? Culte patriotique ?”, en Pierre Nora (dir.), Les Lieux de mémoire… op. cit. Vol. I, p. 199-223. 28
Como apunta Annete Becker para los monumentos de la Primera Guerra mundial, “Les noms sont presque toujours gravés par ordre alphabétique, parfois dans l’ordre chronologique des années de guerre, les grades sont rarement indiqués. Cela donne un aspect égalitaire, unificateur aux monuments. Les officiers n’y apparaissent pas, toute hiérarchie est gommée”, en Annette Becker, Les monuments aux morts. Mémoire de la Grande Guerre, París, Errance, 1988, p. 9. 29
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de la trascendencia acordada a esta recuperación nominal la tenemos en el ejemplo de la ciudad de Bilbao, cuyas autoridades otorgaron prioridad a la inscripción inmediata de los nombres de sus mártires y caídos en un monumento preexistente, en lugar de la erección de una Cruz de los caídos, que no se levantó en la ciudad hasta 1950. Esa urgencia y necesidad perentoria durante la posguerra de nombrar a todas y cada una de las víctimas, parece ir diluyéndose progresivamente a medida que el régimen franquista se afianza y, aún en mayor medida, en pleno desarrollismo. Cuando en 1950 se erige en la capital vizcaína la citada Cruz, se incorpora un muro al final del estanque que acoge dos esculturas, pero no se prevé, como era el caso en los monumentos previos, la inscripción en él de los nombres de los caídos. Éstos siguieron presentes pero de una forma velada. El propio dictador, presente en el acto de inauguración, fue el encargado de depositar un pergamino con el listado de los nombres de las víctimas en un nicho ubicado en uno de los bordes del estanque del conjunto monumental. Las víctimas seguían formando parte del monumento pero habían pasado a ser invisibles en el espacio público. Es cierto que los nombres seguían grabados en el zócalo del monumento al corazón de Jesús, pero incluso allí eran apenas visibles, como comunicó por carta el delegado provincial de los Ex-Cautivos de Vizcaya al alcalde de Bilbao en 1952. Otro tanto ocurrió en Vitoria. En el primer monumento erigido en 1945 las autoridades locales habían acordado a las placas de mármol donde figuraban los nombres de los caídos un lugar de excepción. Pero tras la decisión, a principios de los años sesenta, de remplazarlo por uno nuevo en otro espacio de la ciudad, ningún responsable político planteó entonces la necesidad de recuperar de nuevo los nombres de caídos y mártires que sí figuraban en el primero. La cruz seguiría ocupando una plaza de honor pero los nombres de las víctimas se perderían por el camino en la mudanza, en una muestra de que a esas alturas, nombrar, individualizar a las víctimas de la guerra había dejado de ser una urgencia para el régimen. En lo que concierne a las víctimas republicanas, éstas parecen haber seguido el camino inverso. En los primeros monumentos, erigidos en los años ochenta y noventa, ningún agente memorial, institucional o civil, parece conceder una gran importancia a la posibilidad de incorporar los nombres de las víctimas al espacio memorial creado en torno al monumento. Es cierto que en algunos casos se desconocían entonces la integralidad de las personas que habían sucumbido a la agresión franquista, pero en otros casos, a una escala local por ejemplo, esos nombres sí eran conocidos. En esta última década, sin embargo, la incorporación de los nombres de las víctimas al monumento se ha convertido en una acción imprescindible para cualquier iniciativa monumental implementada en el espacio público.
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Cuando en 1981, una jovencísima Maya Lin ganó el concurso público para la construcción del Memorial a los veteranos de Vietnam poco podía imaginarse que, pese a la polémica que provocó entonces, su propuesta iba a convertirse en un hito cuya influencia se dejaría sentir en numerosos artistas y proyectos posteriores hasta el día de hoy. Lin propuso, entonces, un muro negro en forma de V abierta que se hundía progresivamente en el suelo desde los 20 cm iniciales hasta los más de 3 metros en la intersección de los brazos, integrándose en el paisaje circundante. Además de su depurado diseño geométrico, el principal aporte de la artista americana fue transformar el soporte, el muro, en el propio monumento, al grabar en sus paredes los nombres de los más de 58.000 soldados americanos muertos o desaparecidos en combate durante la guerra de Vietnam. La lista interminable de nombres se extiende a los largo de los casi 150 metros de longitud del muro y provoca una fuerte impresión que permite calibrar la dimensión de las perdidas humanas estadounidenses en dicho conflicto, que causó más de un millón de muertos entre la población vietnamita. Esa misma dinámica, la inscripción de los nombres sobre un muro, ha sido recuperada posteriormente en numerosos memoriales a lo largo y ancho del mundo. Entre los más destacados podemos evocar el Muro de los nombres ubicado a la entrada del Memorial de la Shoah en París donde, sobre varios muros paralelos de piedra traída expresamente de Israel, se encuentran grabados los nombres de los más de 76.000 judíos deportados desde Francia a los campos de concentración y de exterminio nazis, incluidos 11.400 niños. También en el Parque de la Memoria de Buenos Aires, el Monumento a las Víctimas del terrorismo de Estado, se articula en torno a una serie de cuatro muros sobre los cuales se han colocado 30.000 placas de pórfido de Patagonia en las que se han inscrito algo más de 10.000 nombres de las personas asesinadas y desaparecidas en Argentina entre 1969 y 198330. Aquí, contrariamente a la continuidad propuesta por Lin, el muro aparece divido en cuatro segmentos y dispuesto en zigzag, como una alegoría de la herida que abrió la dictadura en la sociedad argentina. Más cerca de nosotros, esta misma dinámica ha sido recuperada en el Parque de la Memoria de Sartaguda (2008), en Navarra, donde un muro recoge los nombres de casi 3.500 republicanos navarros muertos como consecuencia de la represión franquista, aunque también se incluyen algunas víctimas
Andrea Giunta, “Arte, memoria y derechos humanos en Argentina”, Artelogie, nº 6, 2014 http://cral.in2p3.fr/ artelogie/spip.php?article305. La decisión de ampliar el listado de nombres a los años anteriores de la última dictadura, años de otras dictaduras y también de un periodo de democracia según los diferentes organismos de derechos humanos promotores de la iniciativa, tiene como objetivo, de “señalar la continuidad de la violencia de Estado, la gestación de un plan que fue anterior a 1976 y que implementó procedimientos semejantes, aunque no en la misma escala, ni con igual grado de sistematización.”[Fecha de consulta: 13 de mayo de 2016] 30
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navarras de los campos de concentración nazis. También en el cementerio de León se inauguró en 2013 una Capilla laica al aire libre en cuyos muros estaba prevista la inserción de placas de metacrilato en las que figuran unos 1.500 nombres de republicanos represaliados. En el caso del cementerio de El Sucu (Gijón), el Monumento a la memoria de las víctimas de la represión franquista, inaugurado el 14 de abril del 2010, se compone de una serie de cuatro muros que parten de una columna central y que se conforma como un libro abierto en cuyas páginas aparecen grabados los nombres de los 1.934 republicanos que fueron fusilados, paseados, fallecieron en prisión o en el campo de concentración del Cerillero31. Previamente, ya hemos evocado los ejemplos de los monumentos de Zaragoza y de Málaga donde los nombres de las víctimas adquieren igualmente una gran relevancia y proponen una lectura archivística de la memoria, reforzando así su realismo. Por lo que se refiere a Euskadi, no existe ningún monumento, muro o memorial que recoja la integralidad de los nombres de las víctimas de la represión franquista en el conjunto del territorio. Al menos por el momento. Éstos sí aparecen recogidos a nivel local, en varios de los monumentos estudiados. Ese es el caso de los monumentos levantados en los cementerios de Hernani y Tolosa, además del monumento Al Alba de Andoain o Dual erigido en la capital guipuzcoana en 2014. También es el caso del monumento Bosque de luz, en Vitoria, donde los nombres de las víctimas son visibles en una pequeña pantalla electrónica por la que van desfilando a intervalos regulares y por orden alfabético. Otros monumentos realizados previamente y que carecían de esa presencia nominal de las víctimas, se han visto completados, recientemente, con la incorporación de placas con los nombres contribuyendo así a renovar y reforzar el dispositivo previo. Ese es el caso, por ejemplo, de las placas añadidas al lado del monumento de Peña Ganchegui en Oiartzun, o en las inmediaciones del hito colocado en la playa de Saturraran (Mutriku). En la mayor parte de los casos la inclusión de los nombres de las víctimas ha sido posible gracias a los considerables avances historiográficos realizados en el estudio de la represión franquista a nivel local en estos últimos años. Persisten sin embargo, monumentos que se mantienen al margen de esa dinámica. Ese es el caso por ejemplo del monumento Memoria viva de Bilbao o incluso de los numerosos monumentos erigidos en Gernika. En el primer caso es posible que la ausencia de estudios concluyentes sobre
En este caso las investigaciones que hicieron posible establecer esa relación de casi dos mil nombres fue realizada por la historiadora Enriqueta Ortega https://www.gijon.es/publicacions/show/3495-1934-nombresmonumento-victimas-represion-franquista, [Fecha de consulta: 13 de mayo de 2016]. 31
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la represión franquista en el territorio de Bizkaia y en la propia ciudad de Bilbao, explique en cierta medida esa ausencia. En el caso de Gernika, hemos visto cómo en el cementerio figura una placa con los nombres de los más de 250 prisioneros muertos en el Hospital Militar penitenciario instalado en la localidad entre 1938 y 1940. Sin embargo, no aparecen reflejadas en ningún lugar las víctimas mortales del bombardeo, al menos de aquellos nombres conocidos gracias a la minuciosa labor de investigación realizada por el grupo de historia local Gernikazarra. Por un lado, es posible que un listado de ese tipo contribuyera a reducir el impacto considerable que el acontecimiento ha logrado alcanzar en el imaginario colectivo. Por otro, ¿bastaría con reproducir en un muro esos 160 nombres de los cuales se tiene conocimiento fidedigno a día de hoy, para reflejar la integralidad de las víctimas del bombardeo? Miles de personas lo perdieron todo aquel 26 de abril de 1937, centenares de familias se vieron obligadas a abandonar los restos de sus casas derruidas, huir a los pueblos cercanos o continuar su odisea lejos de la villa foral, en un exilio que se prolongó en muchos casos para el resto de sus días. El listado reduciría considerablemente las dramáticas consecuencias que tuvo la destrucción desde el aire de buena parte de la ciudad y de la muerte de una parte de sus habitantes. Tampoco podemos olvidar que si bien esa cifra es hoy admitida por una parte de la historiografía, hay otros historiadores que consideran que fueron muchas más las víctimas mortales. Xabier Irujo32, por ejemplo, apunta en sus últimos trabajos, basados en una amplia investigación, que el número de víctimas podría superar incluso los 2.000 muertos. A pesar de esta visión reductora que aportan los listados, focalizándose en la persona desaparecida y soslayando las numerosas y profundas secuelas que provocaron las muertes y desapariciones violentas en el seno de las familias, lo cierto es que han contribuido a modificar notablemente las relaciones que establecen los familiares con el monumento y las apropiaciones que éstos hacen del mismo. El impacto es inmediato, directo y duradero. Como evoca Andrea Giunta, en relación a las víctimas recogidas en el muro del Parque de la Memoria de Buenos Aires: Buscamos, entre los nombres, ordenados cronológica y alfabéticamente, aquellos que conocemos. Tenemos que pensar cuándo sucedió; los años vividos se compactan, no tienen la transparencia de la cronología. Cuando reconocemos amigos, familiares, amigos de nuestros amigos, el monumento se convierte en lápida, en cenotafio. Ponemos el nombre en correlato con una vida33.
32
Xabier Irujo, Gernika, Barcelona, Crítica, 2017
33
Andrea Giunta, “Arte, memoria…, op. cit.
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Es imprescindible tener en cuenta esa dimensión emocional que comporta la inscripción de los nombres en el monumento. Para muchos familiares es la única huella visible que ha quedado de sus seres próximos, sobre todo en aquellos casos en los que no se han podido recuperar los cuerpos, por las circunstancias de la muerte o por estar enterrados en una fosa común nadie sabe muy bien dónde. Como apunta Giunta, el monumento se convierte así en lo más parecido a una tumba; muchas tumbas de hecho puesto que los nombres de las víctimas se acumulan hasta convertirlo en una especie de cementerio simbólico colectivo, el último lugar material en el que rendir homenaje al desaparecidos. La presencia habitual de ramos de flores al pie de los monumentos, contribuye a reforzar esa dimensión mortuoria. Es muy habitual, particularmente en las inauguraciones, ver cómo ciertas personas buscan con avidez entre los nombres inscritos el de sus familiares y una vez localizado recorren suavemente con los dedos los apellidos y el nombre grabados, en un gesto lleno de emoción.
Primer contacto y búsqueda de los nombres de las víctimas por los familiares, monumento Dual, 31 de mayo de 2014 (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2014)
En el Memorial a los veteranos de Vietnam de Washington los familiares que visitan el monumento suelen cumplir el ritual que consiste en superponer un folio sobre el nombre grabado en el muro y pasar la punta de un lápiz por encima de tal forma que el nombre quede así reflejado en el papel. Los familiares parten así con un fragmento del monumento y, sobre todo, la última huella pública del familiar desaparecido. La estrategia simbólica, de alguna forma todas lo son, comparte con la primera una visión global del acontecimiento pero se caracteriza fundamentalmente por su pretensión de transmitir, a partir de la comprensión del pasado, una lección útil para el presente, estableciendo relaciones con símbolos preexistentes en el seno de una comunidad.
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Como apunta Michonneau: “[…] estos monumentos permiten integrar el acontecimiento traumático en el marco de un relato preestablecido en la cultura del espectador. La represión franquista o el bombardeo se sitúan entonces en un horizonte de espera que permite extraer una lección de la historia contada, a través de la sublimación de la experiencia de las víctimas: el combate contra las dictaduras, la defensa de los valores de la democracia, la resistencia, la libertad, la paz, etc”34. Varios de los monumentos estudiados responden a este carácter tanto por su inserción simbólica en el seno de la cultura vasca, como por su intención pedagógica en defensa de valores colectivos de la comunidad relacionados con la democracia y la libertad. La obra Gure Aitaren Etxea de Eduardo Chillida es, posiblemente, la que establece en mayor medida esa relación, al insertarse plenamente en el corazón del universo simbólico y cultural del árbol de Gernika35. Recordemos que según el propio artista, su obra puede ser considerada como “una metáfora de la casa, que representa a este país” en cuyo interior se ubica una escultura de acero que representa “la paz, la vida, la tolerancia” y todo ello en diálogo directo con el roble de Gernika a través de la apertura frontal en el hormigón36. Pero para Chillida, el monumento representa algo más que una simple casa reventada por el bombardeo, puesto que también tiene algo de barco cuya “proa corta las aguas y avanza” en dirección de la libertad y de la paz representadas por el mencionado árbol. La destrucción de la ciudad no impidió a los vascos mantener la vista en el horizonte en pos de la libertad y de la democracia negadas por el franquismo. El simbolismo del árbol asociado a esos valores, además del carácter sagrado que comparte con otras culturas, provenía de que era bajo su copa donde el señor juraba guardar las leyes del país, tenían lugar pactos político-religiosos, asambleas comunales, concejos o juntas locales. El gran antropólogo e historiador, Julio Caro Baroja dedicó algunos de sus trabajos a estudiar su
34
Stéphane Michonneau, “Du héros guerrier à la victime souffrante…, op. cit., p. 18.
Ludger Mees, “Gernika”, en Santiago de Pablo, José Luis de la Granja, Ludger Mees, Jesús Casquete (coord.), Diccionario ilustrado… op. cit., pp. 407-429. 35
36
Egin, 27 de abril de 1988.
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continuidad en la cultura vasca y el peso político y jurídico adquirido por algunos de ellos37. Al margen de la realidad histórica que se pueda vislumbrar detrás de esos usos, lo cierto, es que como apuntó Juan Aranzadi: […] el Árbol de Guernica ha sido el símbolo de la tierra vasca y sus libertades, el roble guerniqués ha encarnado eficazmente todo el complejo mitológico que gira en torno a Mari como Madre Tierra, la batalla de Arrigoriaga, el origen pactado del Señorío y de los Fueros vascos. Su tradicional importancia se debe al hecho de haber conseguido entrelazar la mitología tradicional vasca (el ciclo de Mari, el culto al roble) con la sacralización de las instituciones jurídico-políticas de que se dota el País Vasco en la Edad Moderna38. Es el peso cultural de ese mundo simbólico, el que sirvió a Juanjo Novella como matriz de la idea de su escultura conmemorativa Gurasoen etxea (La casa de los padres) en homenaje a los represaliados bajo el franquismo. Novella partió de la vinculación entre el Parlamento, la casa de todos, y su representación habitual en la cultura vasca a partir del árbol. Así lo manifestaba el propio artista: En nuestras tradiciones la gente en los pueblos se reunía en torno al árbol más anciano que no siempre era un roble, el roble era el que estaba en la Casa de Junta de Avellaneda y también en la casa de Juntas de Gernika, pero podía haber sido otro árbol y entonces el árbol sagrado para nosotros hubiera sido otro […] La idea era que un viejo árbol sirviera de cobijo a las reuniones. Eso está muy presente en nuestra tradición parlamentaria y por lo tanto de libertades, de libertad de expresión… Hice un árbol, un roble, la estructura de
37 Como señaló Julio Caro Baroja “[…] las juntas generales del Señorío se celebraban a la sombra de un árbol, de un roble: el de Guernica. Pero también las del Duranguesado se llevaban a cabo a la sombra de otro: el de Guerediaga. Y, en tercer lugar, ocurría lo mismo con las de las Encartaciones, que tenían lugar bajo la protección del árbol de Abellaneda o Avellaneda. Estos tres no son los únicos robles significativos en el País Vasco: porque la junta del valle de Orozco y la de la comunidad de Ustaritz se celebraban de la misma manera, bajo un roble, y aún se pueden recordar otros ejemplos menos conocidos. Por otra parte, hay referencias a árboles (robles también) que, dentro de territorios similares, poseen otra significación; que, por ejemplo, son el término de una tierra que se considera libre, distinta, con fueros o leyes especiales y donde se recibe a los nuevos señores [feudales]. Hay, asimismo, árboles que expresan el límite o extremo que considera como propio el pueblo en cuestión, más allá del cual los derechos y los deberes de señores y vasallos varían sensiblemente”, en Julio Caro Baroja, “Sobre el árbol de Guernica y otros árboles con significado jurídico y político”, en Ritos y mitos equívocos, Madrid, Istmo, 1989, p. 355. 38
Juan Aranzadi, Milenarismo vasco. Edad de oro, etnia y nativismo, Madrid, Taurus, 2000, p. 378.
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un roble, como un elemento global, que tiene también ecos de una casa, también de un escudo… Hay muchas ramas y eso te pone en conexión con el árbol, y en cuanto sabes que la obra tiene relación con la memoria histórica, con la represión… en otro sitio igual no tiene mucha relación, pero en Euskadi asocias fácilmente árbol y libertad. Está todo enlazado, el árbol de las libertades, el parlamento…39. Si la herencia de la tradición compartida permite una lectura de la obra por la comunidad, el monumento se inserta también plenamente en el presente. El aporte pedagógico aparecía en este caso confortado por el segundo elemento del conjunto escultórico, el atril ubicado en frente de la obra que contenía el poema de Blas de Otero “Me queda la palabra”. Elegido personalmente por el propio artista, los versos del poeta bilbaíno tenían una resonancia particular en el momento de su inauguración, en 2007, al reivindicar la palabra, la libertad de expresión, puesta entonces en entredicho por la persistencia de la violencia terrorista. El recurso a esta estrategia simbólica, apoyada como hemos visto sobre la pertenencia a una misma tradición cultural, es también compartido por la obra Marimeta de Jon Iturrarte, que combina elementos del mundo rural con el universo mitológico vasco y su figura central Mari, la Madre Diosa símbolo de la vida, de la naturaleza y que se identifica con la Madre Tierra. También Memoria viva, de Néstor Basterretxea, participa de esta estrategia al recuperar formalmente un recurso simbólico, la estela discoidal, asociada a ritos ancestrales de carácter funerario y que los especialistas identifican con un símbolo solar o con una representación antropomórfica, lecturas que sin ser exclusivas del País Vasco, sí han tenido allí un desarrollo considerable. Los contornos de los monumentos que podemos enmarcar en la estrategia elíptica son más inestables y difusos que los evocados previamente. Con frecuencia se trata de manifestaciones híbridas que conceden una plaza primordial a la interpretación del visitante. Como apunta Stéphane Michonneau, “Estos monumentos pretenden evocar el trauma por el efecto de ausencia o el vacío que dejó el pasado. Utilizan las elipses y las parábolas que no expresan el traumatismo por sí mismos, sino que evocan la huella o el rastro. No muestran la masacre sino más bien la pérdida, el hueco, la ausencia de las cosas desaparecidas y el olvido”40. Esta dinámica ha sido muy utilizada en estas
39
Testimonio de Juanjo Novella. Entrevista realizada en su estudio de Portugalete el 15 de mayo de 2014.
40
Stéphane Michonneau, “Du héros guerrier à la victime souffrante…, op. cit., p. 19-20.
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dos últimas décadas en Alemania por artistas como Jochen Gerz o Horst Hoheisel a través de sus “antimonumentos”. Sin embargo, estas propuestas con una fuerte carga conceptual y una escasa presencia física, apenas han encontrado por el momento eco entre nosotros. No obstante, si nos focalizamos en la idea de huella, el efecto de ausencia y de vacío presentes en estas empresas, sí podemos incluir varios monumentos que han puesto en juego esas dimensiones en su concepción. El ejemplo más notable sería el monumento Argi-horma (Muro de luz) de López Ceballos erigido en el cementerio de Hernani en 2006, que busca a través del vaciado de la siluetas en su muro de acero poner de relieve esa ausencia, la desaparición orquestada, el vacío dejado por los fusilados, reforzado por la posterior desaparición de sus cuerpos. Sólo la luz y el juego de sombras que se dibujan sobre el muro permite recuperar fugazmente su presencia a través la silueta de los desaparecidos, única huella que pervive. También la obra Duintasuna de Iñigo Arregi juega con esa idea de vacío al crear en su interior un espacio accesible planteado por el artista como un lugar propicio para el encuentro virtual con la víctima. El hueco abierto por Peña Ganchegui en los muros del cementerio de Oiartzun comparte esa misma lógica de la desaparición, aunque sus significados son más complejos, al permitir establecer una relación más directa entre el mundo de los muertos y el mundo de los vivos. De alguna forma, también podemos incluir dentro de esta estrategia elíptica los diferentes “muros perforados”, ubicados en el cementerio de Tolosa o al lado del ayuntamiento de San Sebastián. Aunque en un principio los agujeros de las balas, las huellas dejadas en el muro, pueden asociarse con una estrategia de carácter realista, lo cierto es que pueden ser interpretados igualmente como las huellas dejadas por las personas desaparecidas. El monumento Dual es sin duda significativo de esa dimensión puesto que el número de agujeros corresponde exactamente con el número de víctimas de la ciudad. Los dos arquitectos-conceptores del monumento, Amaia Mateos y Tomás Villanueva, aludían a esos agujeros de su obra como “los 400 vacíos” que habían dejado las víctimas41. Esta escultura conmemorativa moviliza elementos de las tres estrategias evocadas hasta ahora. Entre los aportes realistas podemos apuntar el listado de las casi 400 víctimas originarias de la ciudad, la referencia geográfica implícita a través del recurso del plano de San Sebastián, o los citados agujeros de las balas. La utilización de dos materiales distintos el policarbonato transparente para representar la Historia y el acero corten como alegoría de la memoria aportan la pincelada simbólica. Por último, la estrategia elíptica aparece en los citados agujeros que dejan pasar la luz, tanto de día como de noche gracias a la iluminación artificial y contribuye a marcar el vacío dejado por las víctimas. La luz
Concurso homenaje Víctimas Guerra Civil en Donostia, http://mateosvillanueva.blogspot.fr/ [Fecha de consulta: 17 de mayo de 2016] 41
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que los atraviesa permite marcar su presencia en la ciudad. Este proceder, la equiparación de la luz con la presencia vital, que también contemplaba inicialmente el monumento Bosque de Luz erigido en Vitoria. También la escultura Urte Haietan (Aquellos años) puede incluirse plenamente en esta estrategia al reemplazar los nombres de las víctimas por la referencia a los interminables años que duró la dictadura y con ello el sufrimiento de miles de personas. Por último, los monumentos que responden a una estrategia patética pretenden situar al espectador en la mejor disposición posible para reducir las distancias con el sufrimiento de las víctimas y despertar así una mayor empatía hacia ellas. Según Stéphane Michonneau: “Son monumentos que recurren a métodos espectaculares que favorecen la identificación del espectador con la víctima. El victimismo es la lógica profunda de esta estrategia discursiva que exalta la figura del sacrificio y asigna al espectador a una actitud compasiva”42. Desde un punto de vista monumental, quizás sea este el dispositivo y la estrategia más complicada para desarrollar sobre el terreno. El propio Michonneau, ante la dificultad de encontrar un monumento relativo a las víctimas de la Guerra Civil, propuso como ejemplo de esta estrategia patética el memorial Pasajes, concebido por el artista israelita Dani Karavan en homenaje a Walter Benjamin. Realizado entre 1990 y 1994 en Port Bou, localidad catalana donde el filósofo e historiador se suicidó el 26 de septiembre de 1940, la obra se compone de tres piezas diferentes. La más espectacular de ellas, está conformada por un pasadizo excavado en la roca, que se inicia prácticamente a las puertas del cementerio y a través de 87 escalones desciende de forma vertiginosa sobre los acantilados que caen sobre el mar de forma abrupta.
Pasajes, 1994, Dani Karavan (Port Bou) (Fotografías: J. Alonso Carballés, 2008)
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Stéphane Michonneau, “Du héros guerrier à la victime souffrante…, op. cit., p. 18.
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A través de una estrecha y encajonada escalera de hierro, el visitante desciende con precaución, en el tramo inicial predomina la obscuridad y no hay ningún pasamano que facilite la bajada, hasta contemplar la caída al mar como la única salida posible. Cuando el visitante ha recorrido el 75 % de la escalera una lámina de cristal transparente le impide en última instancia continuar la progresión y evitar despeñarse. Por unos instantes el visitante se ha visto abocado a un camino sin otra salida que el precipicio, en una clara evocación del suicidio de Benjamin43. “No es un monumento pedagógico sino al contrario una instalación que suspende la razón” apunta Michonneau44. No existe en Euskadi ningún monumento de estas características en el que el espectador tome de alguna manera, aunque sólo sea de forma indirecta y durante unos breves instantes, el lugar de la víctima para experimentar sus angustias, sus miedos antes del desenlace final, forzando así su empatía. La única oportunidad de acercarse, de forma artificiosa, a una experiencia similar la encontramos en la conocida como La casa de Begoña, en el Museo de la Paz de Gernika. Una sala en la que se reconstruyen a través del relato grabado de una mujer, Begoña, los instantes previos a la destrucción de la ciudad, así como el propio bombardeo de la localidad de Gernika. Es también en esta localidad donde la escultura de Néstor Basterretxea, Agonía de fuego, logra interpelar al espectador que se siente agredido, con sus arriesgados planos y sus formas lacerantes. No obstante, estamos aquí lejos de la emotividad, ligada al vértigo, que produce el memorial de Karavan. También se puede incluir dentro de esta estrategia patética la reciente dinámica nacida de la recuperación por el colectivo Lobak de la sirena de la fábrica de armas Astra de Gernika, la misma que alertó a sus habitantes de la llegada de los aviones aquel 26 de abril de 1937. Desde 2012, cada 26 de abril, a partir de las 15. 45 y durante cuatro minutos, la sirena emite su sonido estridente y paraliza la ciudad y a sus habitantes, que durante esos instantes, en los que la razón queda suspendida, se sumergen en la angustia y la desazón que debieron provocar esos mismos sonidos en 1937. Como hemos podido comprobar, los monumentos apelan a diferentes lógicas discursivas de forma simultánea para lograr mantener el pasado en el presente. La estrategia realista no sólo no ha
Para una aproximación al origen y al proceso de construcción de la obra es muy interesante la página web: http://walterbenjaminportbou.cat/es/content/lobra [Fecha de consulta: 17 de mayo de 2016]. 43
44
Stéphane Michonneau, “Du héros guerrier à la victime souffrante…, op. cit., p. 19.
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desaparecido sino que se ha visto reforzada con la incorporación creciente de los listados nominales a todas las iniciativas memoriales recientes. También las estrategias simbólicas perduran y mantienen una notable presencia en el espacio público, en parte comprensible en un territorio como es Euskadi marcado por una fuerte tradición cultural propia y la sublimación que de ella se hace desde las instituciones públicas. La estrategia elíptica presente aunque de forma híbrida, alude al vacío pero mantiene una fuerte presencia física en el espacio urbano. Se aleja así de las dinámicas tan en boga en Alemania donde los artistas tienden a la desaparición y a la invisibilidad del propio monumento. Por último, la estrategia patética permite una mayor proximidad con la víctima pero precisamente por la implicación que necesita de la parte del espectador, existe siempre el riesgo de que este rechace esa adhesión ineludible y el dispositivo permanezca inoperativo. Sin duda, la estrategia elíptica aparece como la más abierta y la que ofrece un mayor número de perspectivas para aprehender el pasado e incorporarlo de forma sutil al presente gracias a una eficaz reactivación de la memoria en el interior de cada uno. Por el momento, las propuestas y los proyectos monumentales realizados en Euskadi apenas han explorado esa vía.
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LOS AGENTES DE LA MEMORIA: EMPRENDEDORES Y ARTISTAS La inauguración de un monumento es la culminación de un proceso complejo iniciado, con frecuencia, largo tiempo atrás y que comporta la participación y la implicación de un número considerable de personas, desde el ciudadano de a pie hasta el más alto responsable político. Toda una cadena constituida por una serie de eslabones, que aquí hemos denominado agentes, entre los cuales Pascal Ory distinguía a inspiradores, iniciadores y ordenadores. Unas categorías que lejos de ser estanca y que, como reconocía el propio Ory, se confunden en la práctica hasta el punto que una misma persona o institución puede desempeñar varias e incluso todas esas funciones de forma simultánea45. Elizabeth Jelin, por su parte, ha privilegiado la utilización del término emprendedores para referirse a aquellas personas implicadas en los proyectos memoriales capaces de involucrar a otras personas y generar una dinámica colectiva. Para Jelin, el emprendedor “es un generador de proyectos, de nuevas ideas y expresiones, de creatividad -más que de repeticiones-”. Según la socióloga argentina, “la noción remite también a la existencia de una organización social ligada al proyecto de memoria, que puede implicar jerarquías sociales, mecanismos de control y de división del trabajo bajo el mando de estos emprendedores”46. En este estudio también hemos considerado más pertinente retener este último término, para referirnos a todos los actores implicados en el desarrollo de un proyecto monumental, sin dejar por ello de referirnos también a los inspiradores, en los casos en los que ha sido posible su identificación, como las personas o asociaciones que se encuentran en la génesis del proyecto monumental. Pero un monumento cuenta también con el concurso de los artistas y de los arquitectos, los diseñadores de las obras, que ponen su creatividad y sus competencias al servicio de una empresa colectiva. Después de haber estudiado cada monumento individualmente, nuestro objetivo en este apartado es proponer un breve análisis comparado de los emprendedores y diseñadores que se encuentran detrás de los monumentos, desde su inicio hasta su conclusión en cada uno de los periodos estudiados, con una atención particular a las diferentes relaciones establecidas durante el proceso entre las instituciones y la sociedad civil.
45
Pascal Ory, “L’histoire des politiques symboliques modernes… op. cit., pp. 529-530.
46
Elizabeth Jelin, Los trabajos de la memoria, Madrid , Siglo XXI, 2002, p, 48.
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Iniciadores y emprendedores. Las instituciones y la sociedad civil: imposiciones, acuerdos y desencuentros En un régimen caracterizado por la imposición permanente, por una estructura política piramidal en la cual el ejército tenía un acusado protagonismo, y por un estricto marco legislativo, incluido todo lo relativo a la erección de los monumentos, es difícil hablar propiamente de emprendedores individuales. Por lo que se refiere a los monumentos erigidos para homenajear a los mártires y caídos, las propuestas partieron en la mayor parte de los casos de las instituciones locales, fundamentalmente de las corporaciones municipales y, en menor medida, de las diputaciones provinciales. Fueron también estas instituciones las que se hicieron responsables, con cargo a sus propios presupuestos, del coste de la construcción de los monumentos, con aportaciones puntuales y de cuantía modesta por parte del Gobierno Civil o de otros organismos oficiales y políticos que contribuían así, aunque fuera a título testimonial, a ese “esfuerzo patriótico”. Durante el período de guerra y en la inmediata posguerra ese fue, de forma resumida, el patrón habitual. En otras palabras, durante el régimen franquista “Los monumentos en España no surgen de la ciudadanía sino del Boletín Oficial del Estado”47. Con este trasfondo, hay que subrayar, por su carácter inusual, la iniciativa nacida de un importante grupo de vecinos de Tolosa de dirigir una carta colectiva para recordar a la corporación local la necesidad de la urgente construcción de un monumento en memoria de los carlistas fusilados. Los signatarios, intérpretes según ellos mismos del “clamor general del vecindario”, demandaban un reconocimiento público y duradero de ese sacrificio. El ayuntamiento ya había iniciado previamente las gestiones para erigir no sólo un monumento sino dos; uno en Tolosa, de donde eran originarios y otro en San Sebastián, en el lugar en el que habían sido fusilados. No obstante, el bloqueo del primer proyecto por cuestiones estéticas y la postergación del segundo por razones políticas, retrasaron el proyecto más de lo deseado como ponían de manifiesto los vecinos con su petición. También la participación efectiva y consecuente de una parte de la población y de numerosas empresas de Tolosa a la hora de costear el importe del monumento, por medio de donativos e importantes contribuciones, puede ser considerada como excepcional. De todos los monumentos erigidos durante el franquismo y comprendidos en este estudio, es el único ejemplo en el que esa participación es reflejada y señalada como trascendental en los intercambios epistolares entre la corporación municipal de la villa papelera y las autoridades centrales. De hecho, las considerables dimensiones del monumento
47
Pedro Barruso, “Memoria e historia… op. cit., p.
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y su ornamentación dieron fe de ello, hasta el punto de poder ser considerado como uno de los más ambiciosos de los levantados en Gipuzkoa. Hubo también lugares donde personalidades locales comprometidas con los principios del régimen contribuyeron con aportaciones a título individual más o menos cuantiosas a la edificación del monumento, pero en pocos lugares alcanzaron la dimensión colectiva que hemos visto para el caso de Tolosa. En el caso de los ayuntamientos más modestos, éstos recurrieron con frecuencia a la venta de bienes comunales o del usufructo de los mismos, como arriendo de pastos o la tala de árboles por ejemplo, como una vía alternativa de conseguir los ingresos necesarios para la erección del monumento, sin condicionar en exceso el presupuesto municipal, ya de por sí limitado. La contribución de los particulares fue en todo caso muy variable de unos municipios a otros. Desde el punto de vista de los iniciadores y emprendedores, como hemos apuntado, fueron los ayuntamientos lo que tomaron habitualmente la iniciativa. El hecho de que en Bilbao fuera el propio Gobernador civil y Jefe Provincial del Movimiento de Vizcaya, Genaro Riestra, el que exhortara vivamente al Ayuntamiento de Bilbao y a la Diputación a poner en marcha el concurso público para la construcción de una Cruz en homenaje a los caídos, a finales de la década de los cuarenta, puede ser considerado también como un caso singular. Es cierto que el Gobernador civil ocupaba una plaza central en el dispositivo de aprobación de los proyectos, al ser el primer filtro de la validación, antes de su envío a Madrid. No obstante, en el País Vasco, el caso de Bilbao, y en cierta medida en el caso de Vitoria, destaca el hecho de que su participación fuera tan decisiva como iniciador del proyecto. Es indudable que durante todo el período franquista la población de las diferentes localidades donde fueron erigidos los monumentos permaneció ajena a las decisiones relativas al mismo. Pero, como hemos vislumbrado previamente, esta realidad se ha reproducido en una parte significativa de empresas simbólicas emprendidas con posterioridad. Desde la Transición hasta hoy en día, las instituciones públicas y los responsables políticos elegidos democráticamente han seguido desempeñando un rol esencial en la erección de los monumentos, ahora en memoria de las víctimas republicanas. Sólo de forma tardía, ya en pleno siglo XXI, la sociedad civil, a través de las asociaciones memoriales y organizaciones culturales y científicas, ha participado de forma más decidida y ha reconfortado su papel como emprendedor memorial. Si nos detenemos ahora en los monumentos erigidos en el último cuarto del siglo XX, constatamos que fueron fundamentalmente las autoridades locales y autonómicas las principales impulsoras de las iniciativas. En el primer caso estudiado, fue el ayuntamiento de Oiartzun el que propició, en 1977, la construcción de un monumento funerario a las víctimas republicanas de la guerra. Desconocemos
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las circunstancias precisas del encargo en una fecha tan temprana, cuando la democracia no había llegado aun plenamente al ámbito municipal, aunque es posible, se trata de una hipótesis, que no fuera completamente ajeno a la situación resultante del asesinato del alcalde de Oiartzun, Antonio Echevarría, el 24 de noviembre de 1975 por parte de ETA48. Su sustituto al frente de la alcaldía de Oiartzun, Ignacio Aristizábal Iriarte, formó parte del llamado Grupo de Bergara, una agrupación de alcaldes vascos de marcado carácter antifranquista que postuló en esos años reivindicaciones ante las autoridades centrales ligadas a la recuperación de los signos identitarios del pueblo vasco (Fueros, ikurriña, euskara, ikastolas…) y a favor de la amnistía de los presos de ETA, por lo que es muy posible que estuviera también detrás de la iniciativa para la recuperación de la memoria de los fusilados y desaparecidos durante la contienda49. En los años ochenta, las dinámicas más importantes de recuperación memorial tuvieron como escenario destacado la localidad de Gernika. Entonces fue el Gobierno Vasco, a través de su departamento de Cultura el que impulsó la construcción en la localidad foral del monumento de Chillida en 1988. Un año más tarde desde ese mismo departamento, dirigido entonces por Joseba Arregi, con el apoyo del ministerio de Cultura del gobierno de España, dirigido por Jorge Semprún, se procedió a la compra de una de las últimas obras de Henry Moore para su instalación en la villa foral. El importante desembolso económico que supuso entonces la adquisición de la obra, 600 millones de pesetas, generó algunas protestas populares, pero contó con el aval de la corporación municipal de la localidad, convencida de que reforzaba así su dimensión cultural y su atractivo turístico. Se trata, sin duda, de la mayor inversión económica realizada en una escultura destinada a recordar a las víctimas de la guerra. Desde el inicio del siglo XXI, las instituciones públicas han mantenido ese liderazgo a la hora de impulsar dinámicas simbólicas destinadas a erigir monumentos en homenaje de las víctimas de
Antonio Echevarría Albisu ocupaba el cargo desde el 31 de agosto de 1974. Con apenas 33 años era el alcalde más joven de la provincia y fue el primer asesinado tras la muerte de Franco. Al día siguiente, ETA difundió un comunicado en el que amenazaba a todos los alcaldes que no dimitiesen de sus puestos, iniciándose así una escalada contra los representantes municipales vinculados con el régimen. Rogelio Alonso, Florencio Domínguez, Marcos García Rey, Vidas rotas. Historia de los hombres, mujeres y niños víctimas de ETA, Madrid, Espasa, 2010, p. 63. 48
49 Txema Urrutia, Alcaldes en lucha. El Grupo de Bergara en la Transición, 1975-1979, Tafalla, Txalaparta, 2006. Aunque entonces no tenía una adscripción política definida, en los años siguientes pasaría a formar parte de Herri Batasuna. Fue detenido en varias ocasiones por su supuesta vinculación a la estructura económica de ETA, aunque nunca fue condenado por falta de pruebas. Ver “Detenido el alcalde de Oyarzun por supuesta vinculación a ETA”, El País, 17 de enero de 1979.
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la guerra y del franquismo. No obstante, el importante desarrollo de las asociaciones memoriales en estos tres últimos lustros se ha traducido sobre el terreno en una participación progresiva de la sociedad civil en dichas propuestas y, de forma paralela, en la contestación creciente de algunas de las iniciativas institucionales. Las esculturas conmemorativas impulsadas en la primera década del siglo XXI desde el Departamento de Asistencia Social y Vivienda del Gobierno Vasco, dirigido por Javier Madrazo, constituyen, sin duda, el mejor ejemplo de implicación institucional a nivel de todo el territorio vasco. Los ayuntamientos también han contribuido de forma notable a esta explosión monumental reciente, particularmente la corporación municipal de San Sebastián que en menos de cinco años, entre 2010 y 2014 ha erigido tres monumentos. La novedad más significativa ha sido probablemente la incorporación de las Diputaciones Forales a esta oleada memorial, como hemos podido constatar en el caso de Álava, ya que habitualmente se habían mantenido en un segundo plano como emprendedoras, pero nunca como iniciadoras. En algunas de estas iniciativas impulsadas desde las instituciones se ha contado con la colaboración de las asociaciones implicadas en la recuperación memorial, con su participación en los jurados de los concursos públicos y su apoyo público. En otros, se han llevado a cabo completamente de espaldas a los propios homenajeados. “Y es que aquí radica la cuestión: los poderes públicos apenas cuentan con las asociaciones y organizaciones interesadas. Lo que realmente les importa es la propaganda y figurar en la fotografía, sin entrar en el fondo de la cuestión”, denunciaba el colectivo EHGAM en un artículo ya citado50. Un buen ejemplo de esta marginalización de los protagonistas fue la instalación del mosaico en el puerto de Santurtzi por el ayuntamiento de la localidad portuaria en memoria del exilio infantil. La iniciativa y el homenaje, organizado por la corporación municipal en 2006, no contaron con la participación de una parte de los propios exiliados. Los miembros de una de las asociaciones de memoria existente en el País Vasco, la Asociación de Jubilados Evacuados de la Guerra Civil, mostraron al Alcalde de la localidad portuaria su malestar por lo que consideraron entonces como un lamentable error. Así se lo comunicaron al propio alcalde, Javier Cruz, en un escrito que hemos considerado interesante reproducir in extenso, ya que pone de relieve la distancia que todavía entonces separaba las instituciones y la sociedad civil, en este caso los propios protagonistas, en las dinámicas memoriales.
Julen Zabala, en nombre de las organizaciones EHGAM y Gaytasuna, “Sarcasmo en Langraiz”, Gara , 2 de febrero de 2008. 50
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Nos hemos enterado por casualidad, del acto organizado por su Ayuntamiento para la colocación en el puerto desde donde partió el Habana, de una Placa Homenaje a los Niños Evacuados de la Guerra Civil que partieron para el extranjero en dicho buque. Dos directivos y una decena de socios/as nos hemos desplazado hasta Santurtxi (sic) para ver de qué se trataba, ya que nos extrañaba que un acto tan importante para nosotros sobre los Niños Evacuados de la G. C. no hayamos sido, ni invitados, ni siquiera informados. […] Al mismo tiempo que mostraban su malestar al responsable político por haber sido ignorados, demostraban su clara voluntad de tomar parte activa y de pesar en cualquier acto conmemorativo que les concerniera en el futuro: Reunida la Junta Directiva de esta Asociación, por unanimidad, ha considerado expresarle nuestro disgusto y malestar, por la falta de sensibilidad y respeto hacia nuestra Asociación con todos sus socios, al no habernos dado ocasión de comunicarles tan importante acontecimiento. Con este proceder, la sensación que han dado es la de un acto meramente político, al habernos ignorado y no importarles la presencia de todos nuestros asociados/as. El acto nos pareció un tanto más bien descafeinado, faltó asistencia, faltaron prácticamente todos nuestros asociados, faltó emotividad, emoción, resultó frío. Solamente unas 150-160 personas…, pero Jubilados verdaderos Niños/as Evacuados de la G. C. apenas pudimos reconocer a 20-30, el resto no lo eran. Se ha perdido una gran ocasión, usted también la ha perdido, porque nuestra Asociación, habría aportado una mayor presencia, muy superior a la que hubo y hubiera servido para dar más esplendor a un acontecimiento tan importante para todos nosotros, que somos los más interesados en haberle dado más emotividad, más esplendor, al fin y al cabo somos los que realmente fuimos evacuados en el buque HABANA […]. Por tal motivo, queremos que quede patente nuestra protesta y esperamos que en lo sucesivo, si hubiera otra ocasión, no cometa tan lamentable error u olvido, a pesar de ello, reciba nuestro más cordial saludo51.
Carta de la Asociación de Jubilados Evacuados de la Guerra Civil al alcalde de Santurtzi, octubre de 2006. http://jubiladosevacuadosguerracivil.kzcomunidades.net/es/html/Informaciondeinteres/ MemoriaactividadesasociacionevacuadosGuerraCivilRealizadasduranteelano2006/7/32.shtml [Fecha de consulta: 16 de junio de 2016]. 51
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En los años sucesivos, el supuesto error sería corregido, puesto que en todos los homenajes que se han sucedido desde entonces “los niños y niñas de la guerra” han estado siempre en el corazón de las actividades previstas por las instituciones vascas52. Finalmente, las propuestas iniciadas por personas individuales o miembros de asociaciones de lucha a favor de los derechos humanos o de la recuperación de la memoria histórica, han sido poco numerosas en esta última década pero de una gran trascendencia. Entre ellas podemos destacar los monumentos impulsados por Errepresaliatuak (Represaliados) en memoria de los represaliados políticos durante el franquismo, en Sestao (Bizkaia), o por el colectivo EHGAM a favor de la memoria de los homosexuales perseguidos por el franquismo en Durango (Bizkaia). Con un trasfondo más bélico son interesantes los proyectos iniciados por el antiguo gudari José Moreno y la asociación Aterpe 1936 (Refugio 1936) en homenaje a los gudaris y milicianos que lucharon en la defensa de Bilbao en el monte Artxanda (Bilbao), o por Jesús Gutiérrez y el colectivo Intxorta Kultur Elkartea (Asociación Cultural Intxorta), en recuerdo de los enfrentamientos bélicos que tuvieron lugar en torno a Elgeta (Gipuzkoa) que permitieron detener el avance franquista sobre el territorio vasco en 1936. También la instalación de placas al lado de los monumentos erigidos previamente ha sido en ocasiones propiciada y financiada por agrupaciones memoriales o historiadores locales como en el caso del grupo Oroimena Zor (La memoria debida) en el cementerio de Oiartzun, al lado del monumento construido por Peña Ganchegui, o la placa instalada a proximidad del hito de Saturraran, iniciativa del grupo OHZ, Ondarroako Histori Zaleak (Historiadores de Ondarroa). No obstante, la realización y financiación de todos y cada uno de estos monumentos, a veces de proporciones considerables como hemos contemplado, no hubiera sido posible sin la decisiva contribución de las instituciones, fundamentalmente del Gobierno Vasco, pero también diputaciones y ayuntamientos respectivos. Las aportaciones económicas de las asociaciones han sido generalmente muy limitadas y la parte más significativa de los presupuestos destinados a sufragar los monumentos ha sido siempre asumida por los citados organismos públicos con el Gobierno Vasco a la cabeza, Diputaciones Forales y Ayuntamientos justo detrás. Este respaldo, continuado en el tiempo a pesar de los cambios políticos, ha garantizado la conclusión sistemática de los proyectos y su realización
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“Niños de la guerra vuelven emocionados al puerto de Santurtzi 80 años después”, Deia, 24 de mayo de 2017.
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en un tiempo razonable. Una realidad, que a primera vista puede parecer banal, pero que no lo es tanto si tenemos en cuenta el hecho de que varias iniciativas implementadas en el resto del territorio español se han visto postergadas durante años o han quedado inconclusas como consecuencia del abandono o incumplimiento por parte de responsables políticos de los compromisos adquiridos por sus predecesores en el cargo. En muchos casos es evidente que esos retrasos o problemas han sido provocados más por falta de voluntad política que por cuestiones financieras, aunque estas siempre tienen su importancia y son invocadas con frecuencia. A mero título de ejemplo, el Memorial a las víctimas del franquismo del cementerio de Cáceres aprobado en el pleno municipal el 20 de enero de 2011, sólo fue inaugurado tres años más tarde, en marzo de 201453. En cuanto a La Capilla laica en memoria de los represaliados en León, aprobada por unanimidad en el pleno del ayuntamiento del 11 de marzo de 2005, ésta sólo pudo ser inaugurada el 12 de octubre de 2013, tras casi una década de espera… E incluso entonces el monumento quedó mutilado de algunos elementos simbólicos previstos inicialmente, “por falta de presupuesto para su conclusión” según los nuevos responsables municipales del PP, privando así al conjunto escultórico de su pleno significado54. La asociación memorial Foro por la memoria lanzó una campaña de suscripción popular para tratar de conseguir los fondos necesarios para la conclusión de los elementos simbólicos, pero apenas logró conseguir un 10 % de los 40.000 euros necesarios para la finalización del proyecto55. Ese apoyo continuado de las instituciones públicas vascas ha contribuido a salvaguardar la memoria de las víctimas en el espacio público y, sobre todo, a apropiarse de las causas que éstas defendieron.
“Un monumento recuerda a las víctimas republicanas de la guerra y la posguerra”, El Periódico de Extremadura, 29 de marzo de 2014.
53
Entre los elementos simbólicos suprimidos en el proyecto original del arquitecto Óscar García Luna se encuentra un árbol republicano realizado en metacrilato blanco, destinado a simbolizar la memoria que aflora desde el olvido: “una especie de impulso que sale de la piedra del suelo y que tiene conexión con las siluetas de fuera, que van desapareciendo; como un chorro de vida que sale, que se va haciendo cada vez más grande y que acaba en su parte más elevada con tres barras con los colores de la bandera republicana”. Según la organización impulsora del proyecto, la eliminación de este árbol suponía “laminar el elemento esencial del monumento y el que le da sentido y significado a todo él”. Tampoco se ha podido instalar el monolito explicativo del significado. Por último, se ha previsto reducir el número de placas previsto inicialmente que ascendían a 1.873, alusión directa al año de la proclamación de la Primera República. Ver: https://capillalaicaleon.wordpress. com/2013/09/03/el-monumento-a-los-fusilados-del-franquismo-se-inaugurara-inacabado/#more-131 [Fecha de consulta: 18 de mayo de 2016]. 54
http://www.verkami.com/locale/es/projects/6875-capilla-laica-en-memoria-represaliados-en-leon [Fecha de consulta: 18 de mayo de 2016]. 55
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Como recuerda Koselleck, los monumentos suministran a los vivos un imperativo identitario: “Los muertos encarnan una actitud ejemplar, murieron en el cumplimiento de una misión que los supervivientes deben aprobar para que estos combatientes no hayan caído en vano”56. Esta recurrente “apropiación” institucional del pasado, - no en vano los sucesivos Lehendakaris han presidido la mayor parte de las inauguraciones de los monumentos erigidos en estos últimos años-, ha propiciado lo que podemos considerar una suerte de “guerra de memorias”, conducida por asociaciones memoriales que defienden su propia visión del pasado y que consideran que las instituciones, el Gobierno Vasco en particular, pero también los ayuntamientos o las diputaciones, se sirven de la memoria de las víctimas exclusivamente para sus fines políticos. La organización más activa en esta denuncia y en la puesta en marcha de políticas simbólicas alternativas es sin duda Ahaztuak 1936-1977 (Olvidados 1936-1977). Creada en 2005 y con un campo de acción que se extiende a toda la Comunidad Autónoma Vasca y a la Comunidad Foral de Navarra, aunque también participa en actos organizados en otras partes de España, Ahaztuak situada en unos postulados próximos a la izquierda abertzale vasca, defiende la memoria de todas las víctimas del franquismo hasta 1977, y el desarrollo de medidas de reparación y justicia, incluida la imputación judicial de todos aquellos que colaboraron con el franquismo. En el marco de las políticas simbólicas que aquí nos interesa, esta asociación lleva adelante una doble labor, por un lado de denuncia de las acciones institucionales y por el otro una activa dinámica de significación del espacio urbano. Como ya hemos podido entrever en las páginas precedentes, sus miembros asisten con frecuencia a los actos oficiales de inauguración de los monumentos, al margen del cortejo oficial, donde exhiben pancartas reivindicativas con lemas como “El mejor homenaje = La justicia”; “Sin memoria democrática no hay democracia” o “No impunidad, No complicidad”, entre otros. Esta asociación, cuyo miembro más destacado es Martxelo Alvarez, considera la participación de las instituciones públicas en la recuperación de la memoria de las víctimas como actos de propaganda de la clase política, fundamentalmente cuando se trata de acciones o reconocimientos realizados por cargos electos del PNV, Izquierda Unida, PSOE o PP. En la inauguración del monumento Aterpe 1936 en Artxanda, en Bilbao en junio de 2006, Ahaztuak 1936-1977, criticó el homenaje por considerar que respondía a “una estrategia de marketing político” diseñada por la Fundación Sabino Arana para “lucimiento de cargos políticos del PNV”, a la vez que consideraban a los promotores de esos actos como “encubridores
56
Reinhart Koselleck, “Les monuments aux morts… op. cit., p. 189.
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de una política de total abandono hacia los derechos de aquellos a los que se dice homenajear”57. Dos años más tarde, la inauguración del monumento en recuerdo a los homosexuales en la cárcel de Nanclares en la que participó el consejero Javier Madrazo de Izquierda Unida fue considerada en un comunicado de esta asociación como un “ejercicio de cinismo y utilización de las víctimas del franquismo”. Así recogían en un comunicado su particular punto de vista: […] habida cuenta del lugar y el momento en que se desarrolla el acto [un mes antes de las elecciones generales de 2008] y atendiendo al recorrido que en lo referente a su comportamiento hacia las víctimas del franquismo y sus derechos y reivindicaciones vienen haciendo la totalidad de las instituciones autonómicas o estatales de las que la totalidad de los políticos profesionales que estarán hoy en Langraiz forman parte […] Son estos políticos que organizan y presiden el homenaje los que, entre otras cosas, acaban de aprobar hace pocos meses la denominada “Ley de Memoria Histórica” merced a la cual todas las condenas dictadas por el franquismo siguen con plena validez jurídica58. Comunicados con contenidos similares, denunciando los usos políticos y las contradicciones de los partidos democráticos en relación a las víctimas, fueron emitidos por Ahaztuak con ocasión de la inauguración de la mayor parte de los monumentos y de los actos conmemorativos realizados en el País Vasco en la última década. Ello no ha impedido, sin embargo, que con posterioridad haya utilizado alguno de esos mismos monumentos, aunque siempre al margen de las conmemoraciones oficiales, para realizar sus propios homenajes. No obstante, ante lo que ellos consideran como una clara insuficiencia de la política memorial, Ahaztuak ha desarrollado de forma paralela su propia política de recuperación simbólica de las víctimas del franquismo en la esfera pública, con la instalación de numerosas placas dedicadas a marcar el espacio urbano. Durante esta última década los miembros y simpatizantes de Ahaztuak se han convertido así en una especie de “guerrilla conmemorativa”59, suplantando a las instituciones públicas y a las iniciativas tan denostadas por ellos, permitiendo que prospere en el espacio público una memoria del pasado comprometida con la defensa de sus principios republicanos y de una futura Euskadi independiente.
57
“La huella que pervive”, El Diario Vasco, 19 de junio de 2006.
58
Gara, 3 de febrero de 2008.
James Young utiliza esta expresión para referirse a la realización clandestina por Jochen Gerz y sus alumnos del Monumento invisible, 2160 piedras contra el racismo en Sarrebruck (Alemania), en 1991. 59
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Entre las incontables placas instaladas por estos emprendedores de la memoria, se encuentran algunas destinadas a significar lugares ligados a la represión franquista (antiguas cárceles de Deusto, Convento de Durango, Amorebieta, Saturraran…), a los combatientes, milicianos y gudaris muertos en combate (Larrabetzu, Albertia) personas que perdieron la vida a manos de las fuerzas de orden público en la represión de manifestaciones en los años 70 (Roberto Pérez Jauregui muerto en Eibar en 1970, Vicente Antón Ferrero, muerto en Basauri en 1976…) o a Txiki y Otaegui, los miembros de ETA condenados a muerte y fusilados a finales de septiembre de 1975, semanas antes de la muerte del dictador. El contenido de las placas varía en función del tipo de homenaje colectivo o individual y de si lo que se pretende marcar es un espacio de represión o la identidad de la persona fallecida. Sin duda, la singularidad del despliegue memorial de esta asociación se encuentra en el marco cronológico abarcado y en el tratamiento de todas las víctimas, tanto las relacionadas con el conflicto como las ocasionadas como consecuencia de las acciones policiales durante la Transición, como víctimas del régimen franquista, sin distinción alguna.
Placa instalada por Ahaztuak en homenaje a las mujeres encarceladas en el penal de Saturraran (Fotografía: J Alonso Carballés, 2014).
Esta recuperación memorial, como en el caso de las políticas institucionales, sirve igualmente para reforzar una identidad propia en el seno del grupo, apropiarse de los combates de las víctimas y reforzando la legitimidad de sus aspiraciones. La disimulación histórica al servicio de sus ideales no está lejos al presentar con frecuencia a las víctimas como defensores de “los derechos del Pueblo Vasco”. Como recuerda Halbwachs las reconstrucciones del pasado se hacen prioritariamente en función de las necesidades y de las expectativas del presente.
Esta “privatización” parcial de las políticas simbólicas en el espacio público, conlleva paralelamente una cierta deslegitimación de las instituciones públicas vascas que se han visto así desbordadas por estas iniciativas paralelas. La creación del Instituto de la memoria Gogora, por el Gobierno Vasco a finales de 2015 y la puesta en marcha de una política más pegada a la calle y que da la palabra a los ciudadanos trataría de desactivar esta competencia surgida desde la base de la sociedad. El objetivo final sería “gobernar las
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memorias” del pasado (Johann Michel), ante los riesgos de polarización social que evidencian estas y otras iniciativas similares de las asociaciones memoriales en relación con las víctimas de la guerra pero también con las víctimas de ETA y grupos afines. Se trataría, en definitiva, de consolidarse en el espacio público como el único emprendedor memorial legítimo, puesto que, a partir de ahora, todas las víctimas tienen cabida en esta nueva política memorial, a la vez que evitar una escalada en la lucha memorial entre las distintas víctimas que se disputan hoy la consideración social en el espacio público vasco.
Arquitectos y artistas El último eslabón de la cadena en la realización de los monumentos corresponde a los concepteurs60, arquitectos, diseñadores y artistas que imaginan y conciben formas, estructuras y texturas destinadas a significar el espacio público. Sin embargo la dimensión estética es transcendental ya que, en la mayor parte de los casos, es ésta la que permitirá que la obra sobreviva o no cuando las generaciones venideras olviden su génesis. Es interesante constatar cómo durante la dictadura franquista la mayor parte de los monumentos erigidos fueron concebidos por los arquitectos municipales de cada localidad. El origen de este protagonismo hay que buscarlo en la procedencia local de los encargos y en el carácter arquitectónico y rígido que se perseguía en las estructuras destinadas a acompañar o amparar la consabida e ineludible Cruz de los caídos. En casos puntuales, cuando el monumento fue sufragado de forma conjunta por la Diputación también participaron los arquitectos provinciales. Entre los diferentes nombres de arquitectos que han ido apareciendo a lo largo del estudio dedicado al período de la dictadura, una buena parte de ellos apenas realizaron obras señaladas más allá de su propicio municipio, pero hubo otros que dejaron o habían dejado previamente notables muestras de su talento y de su proyección. El primero sobre el que conviene llamar la atención es Joaquín Lucio Labayen, el autor del monumento erigido en Tolosa, cuyo pragmático diseño permitió desbloquear una situación que llevaba estancada varios años en la Jefatura del Servicio Nacional de Propaganda. Labayen había sido a finales de los años veinte y primera década de los treinta uno de los arquitectos españoles
El diccionario de la Real Academia de la Lengua no ha aceptado el término conceptor, razón por la cual he considerado pertinente guardar la palabra en francés dado que la alternativa de la lengua española diseñador comprende sólo una parte de la labor desplegada por las personas implicadas en la realización del monumento. 60
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con mayor proyección internacional. Próximo a la Generación del 27 y habitual de las conferencias organizadas en la Residencia de Estudiantes, formó junto a José Manuel Aizpurua el conocido estudio Labayen & Aizpurua, ubicado en San Sebastián. Fue allí precisamente donde construyeron en 1930 su obra más conocida y admirada, el Club Náutico, un auténtico hito en la arquitectura racionalista española61. Ambos contribuyeron igualmente a la introducción de la arquitectura moderna y del racionalismo en España como miembros creadores del conocido GATEPAC (Grupo de Arquitectos y Técnicos Españoles para el desarrollo de la Arquitectura Contemporánea). Con la llegada de la República, Aizpurua se inclinaría hacia posiciones nacional-sindicalistas, amigo de José Antonio Primo de Rivera participó incluso en la fundación de Falange Española en San Sebastián, mientras que Labayen permaneció alejado de compromisos políticos. Durante la guerra Aizpurua fue asesinado en la cárcel de Ondarreta por fuerzas republicanas, el 6 de septiembre de 1936. Por su parte Labayen se “retiró” de alguna forma a Tolosa, su localidad natal, donde ocupó el puesto de arquitecto municipal a partir de 1940, alejado de los ambientes vanguardistas que había frecuentado anteriormente y que él mismo, junto a Aizpurua, había contribuido a fomentar desde su estudio de arquitectura en San Sebastián62. El diseño y construcción del Monumento a los caídos de Tolosa se convirtió en su primera aportación significativa como arquitecto municipal, obra que siguió mejorando por medio de la introducción de modificaciones en el espacio circundante hasta darle su apariencia definitiva a mediados de los años cuarenta. Como ocurrió con otros muchos arquitectos, su prometedora trayectoria quedó bruscamente interrumpida por la guerra. Su nombre quedará asociado para siempre al de Aizpurua y al Club Náutico de San Sebastián, edificio que aún hoy sigue concitando el interés y la admiración de los visitantes de la capital guipuzcoana… mientras que de su obra en Tolosa nadie se acuerda ya. En el caso de Luis María Gana y Hoyos, el arquitecto ganador del concurso de la Cruz de los caídos de Bilbao en 1949, será su trayectoria posterior la que le dé un cierto renombre dentro de la arquitectura en el País Vasco. Previamente había participado en la reconstrucción de Gernika, como arquitecto de Regiones Devastadas del área Norte, y a mediados de los cuarenta en la remodelación de la
Como prueba del interés despertado por este edificio y de su reconocimiento inmediato podemos apuntar que fue la única obra realizada por arquitectos españoles recogida en el volumen de Henry-Russell Hitchcock y Philip Johnson, The International Style; Architecture since 1892, Nueva York, Norton, 1932. La información aparece recogida en Javier García-Gutiérrez Mosteiro, “La depuración profesional de arquitectos tras la Guerra Civil”, en Miguel Cabañas, Amelia López-Yarto, Wifredo Rincón (coord.) Arte en tiempos de guerra, Madrid, CSIC, 2009, p. 360. 61
Elixabete Beraza Sorarrain, “Joaquín Lucio Labayen Toledo”, Enclicopedia Auñamendi, 2012. http://www. euskomedia.org/aunamendi/83894 [Fecha de consulta: 17 de mayo de 2016]. 62
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Torre Ercilla en la localidad de Bermeo. Su aporte principal fue el diseño de una cruz poliédrica y su ubicación en el centro de un estanque. Pero el elemento verdaderamente innovador fue la decoración del conjunto con dos grupos escultóricos. De hecho, se trata del único monumento a los caídos que incorporó esculturas como acompañamiento de la cruz. Los altorrelieves fueron realizados por Enrique Barrios, un escultor de origen gallego pero que realizó buena parte de su trayectoria artística en Bilbao, donde aún hoy es visible parte de su obra, incluidos los relieves ya estudiados. Si nos centramos en los monumentos erigidos en recuerdo de las víctimas republicanas uno de los primeros aspectos que llama poderosamente nuestra atención es la importancia que han seguido manteniendo los arquitectos en los proyectos monumentales desarrollados, hasta el punto de que algunos de los más notables han sido diseñados por ellos. Ese es el caso del monumento en el cementerio de Oiartzun realizado por Luis Peña Ganchegui, que ya entonces era considerado como uno de los máximos referentes de la arquitectura vasca, posición que confirmaría en los años posteriores. A pesar de tratarse de una obra “menor”, lo cierto es que el monumento funerario aparece recogido en todas y cada una de las obras consagradas al arquitecto como un destacado ejercicio de estilo libre e innovador en el ámbito del arte público. También son arquitectos, Carlos López Ceballos, autor del monumento Argi-Horma en el cementerio de Hernani, Amaia Mateos & Tomas Villanueva, responsables del diseño del monumento Dual en San Sebastián, aunque en ambos casos se trate de arquitectos jóvenes con una corta trayectoria aún. No es ese el caso de otro arquitecto, José Luis Catón, jefe del servicio de arquitectura de la Diputación Foral de Álava que ha contribuido a modernizar los espacios memoriales, con la creación del monolitovisor In memoriam que completa la obra Bosque de Luz ubicada en Vitoria. Además de académico correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Catón ha contribuido notablemente a modelar la fisonomía de la ciudad de Vitoria y es el autor de alguno de los edificios
Vista frontal y vista posterior del monolito In Memoriam, diseñado por el arquitecto José Luis Catón. Planos cedidos por su autor. (José Luis Catón, 2008).
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más emblemáticos de la ciudad como el Museo de Arte Contemporáneo, Artium, el Conservatorio de Música Jesús Guridi, o el pabellón de deportes Fernando Buesa Arena63. Al margen de los arquitectos, la figura de Néstor Basterretxea sobresale, por encima del resto, ya que es el artista que cuenta con un mayor número de obras dedicadas a recuperar la memoria de las víctimas republicanas del conflicto en Euskadi. Exiliado con su familia en Argentina tras la guerra, su padre era un alto responsable del Partido Nacionalista Vasco, Basterretxea regresó a España en 1952 y participó activamente en la vanguardia artística del período como integrante de los grupos artísticos Equipo 57 y Gaur. Fue un artista poliédrico y multidisciplinar, pintor, publicista, diseñador, cartelista, director de cine… aunque, sin duda, fue su faceta de escultor la que le permitió alcanzar el renombre del que hoy goza en la cultura vasca. Tras Jorge Oteiza y Eduardo Chillida, es posiblemente el artista que mayor peso e influencia ha tenido en el arte vasco en la segunda mitad del siglo XX y primeros años del siglo XXI. Seguidor de los principios artísticos de Oteiza, su obra entronca con el mundo mitológico vasco y hunde sus raíces en la antropología y las formas de arte popular que reinterpretó y modernizó hasta conseguir un estilo propio caracterizado por el delicado trabajo de los planos y los volúmenes. Así se refería a él uno de los mejores conocedores de su obra, Xabier Sáenz de Gorbea, historiador, crítico de arte y comisario de varias de sus exposiciones retrospectivas: No sólo cuida el detalle de las partes, sino también tiene en cuenta al conjunto. Tanto analiza con precisión y rigor, como sintetiza las impresiones de las que parte hasta constituir un todo que aspira al gran formato. Un carácter monumental no exento de cualidades líricas ni de sentido trascendente: la gravedad del que realiza su obra con seriedad y por imperiosa urgencia64. .ex Autor de una considerable obra de arte público en la que aborda los temas más diversos, repartida por todo el territorio vasco pero también presente en Cataluña, Andalucía, Argentina, Chile, Estados Unidos, la escultura conmemorativa forma parte de su obra desde hace décadas, aunque ha sido en el siglo XXI cuando sus obras relacionadas con la guerra, el bombardeo de Gernika y la memoria de las víctimas han adquirido una dimensión pública ineludible como hemos tenido ocasión de comprobar.
Además de estas destacadas obras su impronta en la ciudad es indudable ya que ha diseñado el Edificio de la Biblioteca central del campus de Álava de la UPV, el Archivo provincial, las oficinas del Departamento de Hacienda, Finanzas y Presupuestos de la Diputación de Álava o el parque de bomberos… entre otros. 63
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Xabier Saénz de Gorbea, Los Gernika de Néstor Basterretxea, Gernika, Museo de Euskal Herria, 2009, p. 41.
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Memoria Viva (Bilbao), Agonía de Fuego (Gernika), Matxitxako guda (La batalla de Matxitxako, Bermeo), Heriotza zerutik etorri jakun (La muerte nos vino del cielo, Otxandio), hitos memoriales en Saturraran y en Nanclares, constituyen las principales aportaciones de Basterretxea a esta ola monumental propagada por Euskadi en esta última década. Realizadas fundamentalmente en acero corten y en bronce, las obras conmemorativas del escultor de Bermeo constituyen un destacado muestrario de su capacidad creativa: estelas discoidales, planos en tensión, ángulos arriesgados, abstracciones al servicio de una narrativa propia y compartida de la historia. Las obras aquí estudiadas son un buen ejemplo de su proceso creativo, al que el propio artista se refería como el encuentro entre lo espacial y lo sensorial: Podríamos hablar de dos temperaturas. Por una parte está la administración del espacio, comprenderlo, ordenarlo, potenciarlo, y ahí soy muy severo. Después, para poblar todo esto, para superar este carácter excesivamente geométrico, surge una forma más táctil, de un carácter más orgánico, como más cordial, enriqueciendo ese espacio. Esa polaridad, esas dos dimensiones, gravitan sobre mi obra65. Preguntado en 2008 si en Euskadi las instituciones habían elegido bien la obra escultórica para los espacios públicos, respondía afirmativamente y precisaba, “Se tiende a elegir a la gente que sobresale, que más éxito tiene. Es positivo, aunque a veces se deje en la cuneta a chicos jóvenes que valen”66. Es posible, en efecto, que el abrumador recurso de las instituciones públicas a autores consagrados, cuya reputada trayectoria aporta al monumento una mayor trascendencia social, haya limitado la incorporación de artistas jóvenes en el proceso memorial aquí estudiado. Así parecía entenderlo el dirigente del PNV Iñaki Anasagasti ante el aluvión de inauguraciones de esculturas realizadas por el propio Basterretxea, en 2007: Escribí el domingo sobre la cárcel de mujeres de Saturraran y sobre las esculturas de Néstor Basterretxea. En relación a esto último me recuerdan que además de las esculturas, o lo que sean, en Matxitxako, en Bakio y en Saturraran, inauguró hace un mes otra en Donosti dedicada al Consejero Astigarrabia y que asimismo tiene lleno Bermeo de cacharros feísimos. Con casi noventa años, Néstor, al parecer está haciendo su agosto. Y todo porque
65
Peio Aguirre, Néstor Basterretxea. Forma y Universo, Bilbao, Museo de Bellas Artes de Bilbao, 2013, p. 3.
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Entrevista de Eva Larrauri, El País, 2 de noviembre de 2008.
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no se están haciendo las cosas bien. Un concurso y la posibilidad de que gente joven y buena pueda presentarse, no estaría nada mal. Vamos, digo yo. No estoy en contra del arte moderno, siempre que sea arte y tenga calidad, pero, lo siento, lo de Néstor para mí es un camelo. Cuatro esculturas en un mes y a cual más fea nos dicen que algo no anda bien67. A pesar de la evidente aversión del antiguo parlamentario y senador contra Basterretxea, originada en parte por cuestiones de estricto orden político, lo cierto es que no le faltaba algo de razón a Anasagasti cuando aludía a la acumulación incesante de obras conmemorativas del artista en el espacio público vasco. Más allá de las consideraciones estéticas avanzadas, que no compartimos, es inevitable preguntarse sobre la pertinencia de ese cúmulo de esculturas de un mismo artista en el espacio público y la influencia que haya podido tener o no en la orientación de la escultura conmemorativa en Euskadi. Si observamos el resto de artistas implicados en este proceso memorial, podemos constatar cómo conviven artistas con una trayectoria reconocida, escultores en pleno apogeo de su obra, así como valores emergentes del arte vasco. Entre los primeros podemos mencionar a Ramón Carrera (1935-2013), miembro fundador del grupo Emen (1966) que agrupó a la vanguardia artística vizcaína con figuras del peso como Agustín Ibarrola o Vicente Larrea, entre otros. Koldobika Jauregi (1959), influenciado por la obra de Chillida, y Gotzon Etxebarria Setién (1952), situado en la estela de Remigio Mendiburu, representarían el grupo de artistas en pleno apogeo creativo y Anabel Quincoces (1968), la generación más joven, abierta a nuevas influencias y a la utilización de materiales con escasa presencia en la escultura vasca como el vidrio. Mención aparte merece, sin duda, el artista Juanjo Novella (1961), cuya obra se enmarca desde sus inicios, a mediados de los años 80, en el arte público y la regeneración de espacios degradados. Excelente muralista y escultor audaz, capaz de beber de las fuentes de tradición escultórica vasca y abrirla a nuevos lenguajes estéticos. El hecho de que su obra esté presente a nivel internacional en lugares tan dispares como Estados Unidos (Nueva Orleans, Phoenix, Dallas, Boston), Nueva Zelanda, o Abu-Dhabi, sin contar numerosas ciudades españolas muestra el indudable eco que ha alcanzado en estos últimos años68.
Iñaki Anasagasti, “Sobre Saturraran”, 3 de abril de 2007, http://ianasagasti.blogs.com/mi_blog/2007/04/sobre_ saturrarn.html [Fecha de consulta: 15 de mayo de 2016]. 67
Una parte de su obra puede ser consultada en http://www.artepublico.net/ [Fecha de consulta: 16 de enero de 2016]. 68
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Novella es, junto a Basterretxea, el autor que ha dejado una mayor impronta en la escultura conmemorativa ligada a la recuperación de la memoria histórica en Euskadi69. Sus obras Aterpe 1936, Gurasoen Etxea y Urte Haietan, han sido capaces de crear una simbología narrativa abierta a múltiples interpretaciones pero cuyo lenguaje accesible ha propiciado una excelente acogida de su trabajo entre los emprendedores, los protagonistas, las víctimas homenajeadas y el público en general. En esa aprobación social, Aterpe 1936 ocupa un lugar particular, tanto por el iniciador del proyecto, el antiguo gudari José Moreno, como por el artista y el alcance de la obra. Se trata de un notable ejemplo de la capacidad movilizadora y significadora de un monumento al conjugar estética, dimensiones, ubicación, y libertad de interpretación, cualidades que han hecho que trascienda el propio objetivo memorial hasta llegar a suplantar, en cierto modo, el propio acontecimiento que dio origen al mismo. Una interpretación que se pone en evidencia si observamos el cartel de la convocatoria anual en recuerdo de los gudaris y milicianos que lucharon en el monte Artxanda contra las tropas franquistas, que aparecía encabezado con la referencia que aludía al décimo aniversario del monumento. En definitiva, la notoriedad alcanzada por la obra de Novella, conocida popularmente como “La huella”, pone de manifiesto que los artistas pueden abrirse camino y rivalizar con las vacas sagradas de la escultura vasca, a base de ingenio y creatividad. En última instancia, los jóvenes miembros del grupo Lobak y sus propuestas alternativas a la de sus mayores son la prueba de que no todo está escrito en el arte conmemorativo. José Moreno, el iniciador de monumento conversa con el artista Juanjo Novella en su reencuentro diez años después. Concurrida celebración del décimo aniversario de “Aterpe 1936”, 19 de junio de 2016 (Fotografías: J. Alonso Carballés, 2016)
Cartel anunciador del décimo aniversario
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“La memoria histórica me persigue”, El Correo, 13 de junio de 2016.
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LA GEOGRAFÍA DE LA MEMORIA. ENTRE CENTRO Y PERIFERIA: ESPACIOS Y MONUMENTOS Como apuntaba Antoine Prost, en su estudio sobre los monumentos a los muertos de la Primera Guerra mundial en Francia, la primera significación de los mismos viene determinada por su localización en un espacio determinado, que rara vez se trata de un espacio neutro. “Erigirlos en el patio del colegio, en la plaza del ayuntamiento, delante de la iglesia, en el cementerio, o el cruce más concurrido no es una decisión inocente“70. Prost consiente que, en ocasiones, es complicado atribuir sentido a ciertos lugares pero, de forma habitual, el espacio elegido para la instalación del monumento comporta una serie de valores y propicia una lectura diferente del mismo. La centralidad que ocuparon las víctimas de la “barbarie roja” y de la “cruzada” como fuente de legitimación del régimen franquista tuvo su reflejo inmediato en la ubicación de los monumentos en espacios preeminentes, en el corazón de la ciudad. Dada su función de significación cotidiana, pero también, como lugar destinado a acoger las conmemoraciones colectivas, escenario de comunión política reactivada en cada acto de homenaje, los monumentos fueron ubicados en espacios amplios y abiertos capaces de dar cabida a un gran número de personas. Una tarea que no siempre fue fácil, como hemos podido ver en relación al primer monumento de Vitoria. En la mayor parte de los casos, se trató de espacios sin ninguna significación política y carentes de vinculaciones con prácticas sociales previas al conflicto. Particularmente en las grandes ciudades, los monumentos contribuyeron ampliamente a significar nuevos espacios urbanos, surgidos del urbanismo de posguerra pero también del posterior desarrollismo. El caso de Vitoria es paradigmático de ese deseo permanente de las autoridades por mantener viva la presencia de mártires y caídos en el centro urbano, político y social de la ciudad. Si en los años cuarenta el monumento se ubica en el “centro del laberinto de sus calles”, como nexo entre la parte antigua de la ciudad y los nuevos barrios, en los años sesenta acompaña la expansión de la ciudad con su reubicación en la plaza “más bella de Vitoria, la mejor concebida urbanísticamente, la más destacada…”, como recordó en su discurso el alcalde Luis Ibarra. En Tolosa, el monumento también ocupó una posición central en la localidad, en la plaza creada por la intersección entre la Parte Vieja y el ensanche, paso habitual e ineludible para transitar entre una y otra. En San Sebastián y Bilbao, los espacios elegidos para la erección de los monumentos ocuparon, sin embargo, una posición menos céntrica en el entramado urbano. La Plaza de San Telmo, que había servido para las primeras conmemoraciones y actos militares tras la conquista de la capital
Antoine Prost, “Les monuments aux morts” Culte républicain ? Culte civique ? Culte patriotique ?”, en Pierre Nora (dir.), Les Lieux de mémoire… op. cit. Vol. I, p. 204. 70
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guipuzcoana, tenía la ventaja de disponer a proximidad del antiguo convento que daba nombre al lugar y, sobre todo, contaba con un vasto espacio para los actos de homenaje, pero no constituía una arteria o una plaza central ni en el plano urbano, ni en los usos sociales. En Bilbao, fue el cementerio el espacio memorial privilegiado inicialmente hasta la construcción en 1950 de la Cruz de los caídos en el Parque de Doña Casilda. Un cuadro ajardinado apacible y admirable, pero situado entonces en un margen de la ciudad, ajeno al vaivén cotidiano de la ajetreada capital vizcaína. Zira Box aludió en su destacada investigación, citada previamente, a la importancia que tuvo “la consagración de los lugares del Martirio” en el dispositivo memorial de la dictadura, el ensalzamiento de la ruina, tanto en su versión heroica (El Alcázar de Toledo) como en su versión victimista (Belchite). Muchos monumentos fueron entonces ubicados en lugares asociados a las masacres. La dinámica memorial desplegada en el territorio vasco no fue completamente ajena a esos principios, pero las iniciativas implementadas en estos “lugares de martirio” no pudieron competir nunca con los lugares de memoria más “oficiales”, aquellos que homenajeaban al conjunto de víctimas71. En Bilbao, los edificios que habían sido escenarios de las masacres de 1937, la cárcel de Larrinaga, la Casa Galera y el convento del Carmelo fueron ornamentados con placas de mármol en 1942. En ese quinto aniversario de los hechos también fue inaugurado algunos meses más tarde un monumento junto al muro del convento de los Ángeles Custodios, escenario de la mayor masacre. Si bien la inauguración contó con la presencia de los presidentes de la Diputación y los alcaldes de Bilbao y San Sebastián, lo cierto es que la obra, dos columnas en las que figuraban los nombres de las 108 personas asesinadas, fueron costeadas por las Delegaciones de Excautivos de Vizcaya y Guipúzcoa72. En el caso de San Sebastián, ya hemos visto, cómo los terrenos que habían sido ocupados por la cárcel de Ondarreta, vieron emerger tras su demolición un obelisco de considerables proporciones.
Sobre la dificultad de articular un “lieu de mémoire victimaire” es fundamental la obra, David El Kenz y FrançoisXavier Nérard (dir.), Commémorer les victimes en Europe, XVIe-XXIe siècles, Seyseel, Champ Vallon, 2011. Según estos autores «Il faut en premier lieu, bien distinguer deux temps du lieu de mémoire victimaire : celui de son invention et celui de sa pérennisation. Les deux mécanismes sont différents. L’invention du lieu de mémoire victimaire est intimmement liée aux mécanismes de la mémoire : il faut un déclancheur de la mémoire victimaire. C’est le lieu qui doit jouer ce rôle. Pourtant, rien n’est simple : un lieu «brut», même un lieu de massacre ne se constitue pas nécessairement en lieu de mémoire victimaire», p. 13. En este mismo volumen es muy ilustrativo de esa dificultad la evolución de la consideración de la localidad de Belchite, ver Stéphane Michonneau «Belchite : l’invention d’un lieu de mémoire victimaire (1937-2009)», pp. 65-76. 71
72
Carmelo Landa Montenegro, “Bilbao, 4 de enero de 1937… op. cit., p. 100.
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Estos fueron prácticamente los únicos “lugares de masacre” que fueron recuperados desde un punto de vista monumental. La idea de erigir una cruz en el Paseo Nuevo para marcar el lugar donde fueron asesinados los catorce carlistas de Tolosa fue desestimada. En su lugar fue edificada una capillamonumento en recuerdo de los marinos muertos en el crucero Baleares. No hubo, sin embargo, muestras significativas de pretender consagrar las ruinas como testimonio de la “obra bárbara de las hordas marxistas”. Posiblemente la ciudad que mejor se hubiera prestado para ello era Irún, dada la magnitud de la destrucción por los combates y el posterior incendio de una parte de la ciudad por los milicianos republicanos73. Pero apenas unos meses más tarde, aún en pleno conflicto, el 10 de marzo de 1937, el ayuntamiento aprobó en el pleno la reconstrucción de la ciudad con la presentación de un Plan de ensanche y reforma interior de la ciudad, encaminado a la recuperación progresiva de la misma74. En algún momento se llegó incluso a pensar en conservar las ruinas de la villa de Gernika, eso sí una vez colmatados todos los agujeros provocados por el bombardeo, como prueba fehaciente de su destrucción por los rojos. Finalmente la localidad fue integrada en el programa de Regiones Devastadas y reconstruida con un estilo arquitectónico de claras resonancias castellanas que supondría, según la tesis de Dacia Viejo-Rose, la imposición de una segunda conquista75. Por lo que se refiere a los monumentos erigidos en memoria de las víctimas republicanas, constatamos cómo su ubicación difiere considerablemente de unas localidades a otras. En primer lugar los cementerios, como lugar de masacre y de posterior enterramiento, ocupan desde hace décadas un lugar preeminente en la recuperación memorial de las víctimas de la guerra. Algunas de las inciativas monumentales más destacadas se encuentran en los camposantos: Oiartzun, Hernani, Gernika, Tolosa, Elgoibar… La búsqueda de una relación directa entre acontecimiento y monumento, que habitualmente refuerza la capacidad de transmisión memorial, es también visible en numerosos monumentos analizados. En San Sebastián, el primer monumento fue erigido a proximidad de la fosa del antiguo Puente de Hierro, mientras que la escultura Urte haietan- Aquellos años, fue ubicada a la entrada de los jardines del Palacio de Aiete, residencia de veraneo del dictador. En la playa de Saturraran, el hito
73 Pedro Barruso Barés, Destrucción de una ciudad y construcción del Nuevo Estado. Irún en el primer franquismo (1936-1945), Ayuntamiento de Irún, Irún, 2003.
Proyecto de Reconstrucción de la Ciudad de Irún, Ayuntamiento de Irún, 1939. Quiero agradecer a Sagrario Arrizabalaga, directora del Archivo Municipal de Irún, su ayuda en esta investigación y el acceso a esta publicación municipal. 74
75
Dacia Viejo-Rose Reconstructing Spain. Cultural Heritage and Memory after Civil War, Sussex Academic Press, 2011.
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memorial se ha colocado sobre el mismo solar ocupado en su momento por la cárcel de mujeres y en Santurce, próximo al punto de embarque hacia el exilio. En Otxandio el monumento preside la plaza Andikona, el lugar de la masacre. En Gernika, sin embargo, la mayor parte de los monumentos erigidos establecen relaciones con el pasado simbólico de la ciudad previo al conflicto y tratan de relacionarse, de forma más o menos directa, con el roble de la Casa de Juntas o con el mundo mítico de la cultura vasca. Como hemos podido constatar previamente, a pesar de reunir buena parte de los requisitos necesarios para ser considerado como tal, Gernika se encuentra en las antípodas de lo que ha sido caracterizado como un “lieux de mémoire victimaire”, y se ha transformado en un lugar plenamente activo a favor de la paz. Sólo Agonía de fuego, a la que aludiremos a continuación, escapa a esta norma no escrita. La obra Gurasoen etxea (La casa de los padres) de Juanjo Novella, fue ubicada al inicio del paseo de la Benedicta que transcurre entre Sestao y Santurce paralelo a la ría de Bilbao. Se trata de un espacio que hoy puede parecer anodino, próximo a unas instalaciones deportivas, pero que comporta una considerable carga histórica al emplazarse también a escasos metros de los terrenos ocupados hasta finales del siglo XX por los Altos Hornos de Vizcaya (AHV), la empresa que marcó a fuego el paisaje industrial de la margen izquierda y el carácter eminentemente obrero de su población. Los trabajadores de la margen izquierda de la ría fueron uno de los pilares fundamentales del Frente Popular durante la Segunda República y la Guerra Civil76, y ya en la dictadura, se convirtieron pronto en la punta de lanza de las numerosas huelgas y protestas políticas y laborales que tuvieron lugar en Bizkaia77. En un régimen, sin cintura, que apoyó sin remisión las posiciones patronales, las demandas laborales acabaron adquiriendo un sentido político y los obreros fueron objeto de una represión permanente por parte de la dictadura. El alcance del monumento se extiende aquí al conjunto de ese espacio marcado por una historia obrera y de protesta de más de un siglo. En cuanto a Memoria Viva, el monumento de Basterretxea erigido en Bilbao, su ubicación en el Parque de Doña Casilda presenta un doble interés. Por un lado, porque fue ese mismo recinto ajardinado y
Francisco Manuel Vargas Alonso, Milicianos. Las bases sociales del Frente Popular de Euskadi y la defensa de la República, Tesis dirigida por el profesor Ricardo Miralles Palencia, Universidad del País Vasco, 29 de enero de 2016. 76
Juan Carlos Jiménez de Aberasturi y Koldo San Sebastián, La huelga general del 1º de mayo de 1947: (artículos y documentos), San Sebastián, Eusko Ikaskuntza, 1991. José Antonio Pérez, Los años del acero. La transformación del mundo laboral en el área industrial del Gran Bilbao (1958-1977). Trabajadores, convenios y conflictos, Madrid, Biblioteca Nueva, 2002. 77
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arbolado el que años antes albergó la Cruz de los caídos de Luis Gana, y el lugar donde aún hoy se conservan, resignificados, los altorrelieves de Barros que formaban parte del conjunto monumental franquista. Pero mientras estos siguen en la meseta superior del parque, la obra dedicada a las víctimas del franquismo se encuentra situada en la hondonada que acoge el estanque. Contrariamente al espacio elegido para el monumento franquista que buscaba la valorización visual del monumento, Memoria Viva se encuentra al borde de un pequeño camino peatonal rodeado de castaños de indias y otras especies de grandes árboles. El monumento, a pesar de sus considerables dimensiones apenas atrae la mirada del viandante dado el excesivo “ruido escénico” del espacio. Por otro lado, unos meses antes de su instalación fue inaugurado en ese mismo lugar, a escasos cien metros de allí, un pequeño monolito en homenaje a las víctimas de ETA, en un lugar de visibilidad aún más reducida. El parque de Doña Casilda de Bilbao concentra hoy en su recinto tres dispositivos memoriales dedicados a recordar a tres grupos de víctimas dispares; dos si excluimos los “restos” desprovistos de significación del monumento franquista. No obstante, ninguno de ellos ha sido capaz de generar una dinámica memorial continuada en el tiempo, más allá de las ocasiones puntuales en las que las autoridades municipales se acercan hasta allí para depositar la consabida corona de flores. Esta situación nos hace preguntarnos si no podríamos catalogar ese espacio como un “non-lieu de mémoire” (Noiriel). Al emplazar ambos dispositivos en un mismo espacio dedicado al esparcimiento y sin vinculación alguna con los hechos que pretende trasmitir, podemos preguntarnos en qué medida la alcaldía de Bilbao no ha buscado precisamente “deshacerse” de dichas memorias o en todo caso relegarlas a un segundo plano, confinadas en un espacio verde, lejos de la polis. La pregunta tiene más sentido si comparamos esa ubicación con los lugares elegidos en las otras dos capitales vascas para levantar los monumentos a las víctimas republicanas. La primera constatación que podemos hacer es que tanto en Vitoria como en San Sebastián, sí se ha privilegiado una ubicación con una fuerte significación política al estar ambos monumentos emplazados en las inmediaciones de la institución que impulsó su construcción. En Vitoria, el monumento se levanta al pie del Palacio de la Diputación Foral de Álava. Aunque inicialmente se había propuesto su ubicación en la parte delantera del edificio, el acondicionamiento de su parte posterior propició la decisión de su instalación definitiva en ese espacio. Esa pérdida de preeminencia desde un punto de vista político, queda relativizada, al menos en parte, al encontrarse en un lugar de paso en pleno centro de la ciudad. Situado a escasos cien metros de la plaza donde fue erigido el último monumento a los caídos en Vitoria, su posición le permite incluso una mayor visibilidad y por supuesto una indudable resonancia política.
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En San Sebastián, el monumento Dual se ubica igualmente en la trasera del edificio del ayuntamiento, aunque en esta ocasión el emplazamiento fuera propuesto por los ganadores del concurso público, es evidente que esa preferencia también fue valorada por el jurado del concurso público. En este caso, su situación no reduce su capacidad de producción memorial ya que es allí donde se encuentra la puerta de acceso habitual al edificio. Se trata además de una zona muy frecuentada por su proximidad al Boulevard, a la Concha y a la Parte Vieja de la ciudad. En la parte delantera de la sede municipal, en los jardines de Alderdi-Eder, se ubicó en 2008, un monumento dedicado a las víctimas de ETA. Contrariamente al caso de Bilbao, en la capital guipuzcoana los dispositivos memoriales que prtenden preservar la memoria de las víctimas en la ciudad se sitúan en lugares preeminentes en el corazón de la cité, al significar los espacios que circundan el ayuntamiento de la ciudad. El lugar parece imponerse al acontecimiento, como ya dejara entender Gerard Wajcman, “Nunca nada ha tenido lugar salvo el lugar. Todo lo relativo a la memoria y a su arte se encuentra encerrado ahí. La memoria que funciona en el tiempo es antes de nada una cuestión de lugar. Tener un lugar es haber tenido lugar”78. En trabajos previos sobre la memoria de las víctimas y la escultura conmemorativa, siempre he defendido la importancia que tiene, para el éxito de la empresa memorial, mantener una relación directa entre el objeto artístico, el acontecimiento que lo inspira y al que pretende darle sentido y el escenario del mismo. Consideraba entonces, que para que el monumento pudiera cumplir íntegramente su función simbólica y memorial esa vinculación era indispensable. Sin abandonar completamente esta idea, a lo largo de esta investigación he podido constatar las limitaciones de tal percepción. Es indudable que el establecimiento de una estrecha relación entre lugar/acontecimiento y obra contribuye a otorgarle a esta última una mayor legitimidad. Sin embargo, en este trabajo he podido constatar que esa relación no conlleva indefectiblemente el éxito enunciador de la obra y, a la inversa, que la ausencia total de cualquier relación entre ambos no es impedimento suficiente para que el monumento logre significar un espacio con la impronta de una memoria determinada. Dentro del corpus estudiado contamos con ejemplos destacados de estos tres escenarios. Cuando acontecimiento y monumento comparten el mismo espacio, su vínculo refuerza el significado del lugar, la obra monumental es con frecuencia más legible y mayor el impacto en el observador. Dentro de esa casuística podemos incluir como ejemplos notables las obras de Basterretxea Heriotza zerutik etorri jakun y Agonía de fuego, ubicadas respectivamente en la plaza Andikona, principal escenario
78
Gerard Wajcman, L’objet du siècle, Lagrasse, Ed. Verdier, 1998, p. 16. En cursiva en el original.
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del bombardeo de Otxandio y en el lugar exacto donde cayó la primera bomba el 26 de abril de 1937 sobre Gernika. Sus títulos, los ángulos agresivos y la violencia implícita que se desprende de la articulación forzada de los planos de ambas obras propician una lectura de la misma en íntima relación con ese pasado recuperado del lugar. Un traslado eventual de la obra le haría perder buena parte de su poder simbólico y de significación. En el segundo caso espacio y monumento también comparten una vinculación estrecha pero ello no permite su éxito enunciador. El monumento realizado por Ramón Carrera se ubica igualmente en un espacio ligado a la historia de la represión franquista en San Sebastián, próxima al lugar donde fueron exhumadas dos fosas en 2010, en el entorno del antiguo Puente de Hierro. Esta situación simbólica, reforzada si cabe por el nombre de Plaza de la Segunda República dado al Detalle de la obra Heriotza zerutik etorri jakun lugar que lo acoge, la obra de Carrera parece haberse (La muerte nos llegó del cielo), 2011, Otxandio. (Fotografía: J. Alonso Carballés, 2017) convertido más en un derivado de la memoria que en una ocasión para su difusión79. Si exceptuamos el momento de la inauguración y algunas celebraciones de carácter muy puntual, lo cierto es que su ubicación en el centro de un importante nudo de comunicaciones - carretera, autovía, vías de tren - ha contribuido a que su capacidad de modificar la significación del lugar se haya visto considerablemente mermada por el acondicionamiento posterior del espacio en el que se ubica. La instalación en esa ciudad, en un corto espacio de tiempo, de otros monumentos con un mismo objetivo también ha contribuido al letargo del lugar. El tercer supuesto puede ser ilustrado por el monumento Dual en esta misma ciudad. Dual es paradigmático de la capacidad de servir de correa de transmisión de la memoria de las víctimas a pesar de la inexistencia de nexos entre el monumento y el espacio en el que se inscribe. Este último, no presenta ninguna relación directa con los acontecimientos que la obra trata de recuperar, la muerte de casi 400 personas como consecuencia de la represión franquista en la ciudad. A pesar de esta desconexión, entre el lugar y el hecho histórico evocado, es indudable que la obra ha adquirido una importancia notoria como emisor de la historia de la represión franquista en la ciudad. Por un
Héctor Schmucler, “La inquietante relación entre lugares y memorias”, en Uso público de los sitios históricos para la transmisión de la memoria, Buenos Aires, Memoria Abierta, 2006, p. 27. 79
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lado, gracias a su capacidad alegórica para representar los acontecimientos rescatados, por otro, a su emplazamiento en el corazón de la ciudad. En definitiva, parece inevitable deducir que una parte importante de la capacidad de un monumento a inscribir una memoria determinada en el espacio urbano se encuentra íntimamente ligada con el espacio de su inserción en la ciudad. Al menos durante un cierto tiempo, antes de que se vuelva invisible a nuestros sentidos como recordaba Robert Musil. Las autoridades franquistas buscaron reiteradamente esa preeminencia espacial en cada una de las localidades donde fueron erigidos los monumentos a los caídos. Por lo que respecta a las autoridades democráticas es inevitable constatar que no siempre ha sido el caso. En buena medida las diferencias espaciales, a las que hemos aludido, entre los monumentos de Bilbao y los de San Sebastián, son también un reflejo de la evolución de la consideración social de las víctimas en la esfera pública. No podemos perder de vista que Memoria viva fue erigido en Bilbao en 2006, mientras que el último monumento al que hemos aludido, Dual, lo hizo en 2014. Ocho años apenas, en los que la transcendencia de la memoria de las víctimas de la guerra en el espacio público no ha dejado de afirmarse. La instalación de esos monumentos en lugares ubicados en el corazón mismo del poder local son la prueba palpable de dicha progresión en Euskadi. Como ya hemos analizado, los monumentos y espacios memoriales creados durante el franquismo fueron eliminados progresivamente de los centros urbanos. La memoria de las víctimas republicanas ha emergido, por su parte, en espacios completamente ajenos a esa impronta previa salvo casos contados. Si exceptuamos el ejemplo citado del monte Saibigain, sólo nos hemos encontrado un único caso en el que sí se ha producido un proceso de sustitución de memorias de víctimas. Nos referimos al antiguo solar donde se encontraba la cárcel de Ondarreta, escenario destacado de la represión ejercida por ambos bandos durante la guerra y la inmediata posguerra. El obelisco franquista erigido en los años cincuenta fue eliminado en los primeros ochenta. Le siguieron varias décadas de hermetismo, que sólo fueron rotas en el año 2012 con la erección de un sencillo monolito con el objetivo de recuperar una parte de la memoria y de la historia del lugar. Hoy, gracias al contenido de las placas informativas insertadas en el sencillo bloque de piedra, la única memoria presente en el espacio es la referida a la represión franquista sobre los prisioneros republicanos. En febrero de 2013, se produjo un ataque con pintura contra el monolito. Más concretamente, las placas que contenían el texto explicativo aparecieron pintadas, imposibilitando así su lectura, al menos de forma temporal80. El grupo socialista del ayuntamiento de San Sebastián denunció
80
Noticias de Gipuzkoa, 21 de febrero de 2013.
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entonces el hecho, reclamó su limpieza inmediata y destacó la importancia de “denunciar estos actos incívicos que suponen un ataque a la memoria histórica”81. Podemos considerar, efectivamente, el acto como una agresión directa contra la memoria histórica, representada en las placas, que fueron las únicas partes del monolito objeto de las pintadas. El “asalto” contra la historia ya se había producido previamente al ocultar, los textos allí insertados, una parte de la misma, aunque ésta fuera menos sangrienta. Este ejemplo nos lleva a preguntarnos, de la mano de Marie Claire Lavabre, sobre la orientación que debe seguir una memoria democrática en el seno de una sociedad determinada: “¿Debe ponerse énfasis sobre el conflicto de interpretaciones del pasado y aceptarlas como tales, en razón de que la memoria es siempre, por definición de grupos específicos o se debe poner el acento sobre alguna forma de consenso a partir del reconocimiento de los conflictos del pasado?”82. En el caso que nos ocupa parece que no se ha optado claramente por ninguna de esas opciones al proponer una lectura del pasado un tanto ambigua y poco esclarecedora. Un ejemplo, en definitiva, de la dificultad de la gestión política de determinados espacios en los que el pasado muestra su cara más negra y escapa a la lectura unívoca pretendida por la memoria. Una presencia afirmada y omnicomprensiva de la historia, hubiera permitido una lectura más crítica del lugar que, sin buscar amalgamas, recuperara la memoria de todas las víctimas y no una mera sustitución de una memoria por otra83. Las relaciones entre un monumento y el espacio en el que se ubica pueden en ocasiones verse profundamente afectadas por los cambios que se producen en su entorno inmediato. Entre 1986 y 1987, cuando Chillida recibió el encargo de construir un monumento en homenaje a las víctimas
81
Ibidem.
82 Marie-Claire Lavabre, “Sociología de la memoria y acontecimientos traumáticos”, en Julio Aróstegui y François Godicheau (ed.), Guerra Civil. Mito y memoria, Madrid, Marcial Pons, 2006, p. 55.
Para un análisis de las posibilidades abiertas por la Ley de memoria histórica en torno con la gestión de la herencia franquista heredada, es muy interesante la tribuna de Olivia Muñoz-Rojas “La memoria en los monumentos”, El País, 12 de abril de 2016. Muñoz-Rojas se muestra favorable a proponer soluciones más críticas y originales que las recogidas en la ley en la gestión de la presencia de simbología franquista, aunque también se muestra partidaria de la necesidad de propiciar una convivencia “crítica” de ambas memorias de la guerra para “visibilizar todo ese trabajo esclavo del franquismo que ocultan muchos edificios y grandes infraestructuras de nuestro país. Desde un espíritu crítico —ya sea con placas conmemorativas, proyectos documentales, artísticos o museísticos— parece más deseable concentrarse en sumar la memoria de los vencidos a la de los vencedores que aspirar a sustituir una por la otra”. 83
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del bombardeo de Gernika, su primera preocupación no fue su concepción, sino el lugar en el que iba a ser ubicado. Entonces ya era un artista con una destacada trayectoria y reconocimiento a nivel internacional, aunque, profeta en su tierra, apenas contaba con obra pública en el País Vasco. La posibilidad de vincular su escultura con el universo simbólico y cultural del árbol de Gernika, supuso entonces una oportunidad única de consolidar su obra en el corazón de Euskadi. Por ello, sin olvidar el objetivo del monumento, trató de ubicar su escultura en un espacio que permitiera establecer un diálogo visual y simbólico con el árbol de Gernika, eje y punto de referencia de la obra84. Tras esfuerzos considerables -los terrenos elegidos eran propiedad privada y tuvieron que ser expropiados-, Chillida logró encontrar el espacio idóneo. Hoy el monumento sigue en su emplazamiento original y la Casa de Juntas y el árbol de Gernika también. Sin embargo, esa vinculación simbólica esencial para Chillida en la articulación y en la ubicación del monumento ha desaparecido por completo. Los árboles plantados en el Parque de los Pueblos de Europa han crecido considerablemente y se interponen entre ambos lugares, impidiendo cualquier contacto visual entre ellos. Privada de esa conexión íntima entre los dos espacios simbólicos tan anhelada por el artista, la casa-barco del donostiarra parece hoy navegar a la deriva.
84
El País, 5 de noviembre de 1987.
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CONCLUSIÓN Los muertos deben tener su presencia en la dirección de una sociedad, pero es imprescindible que su poder no sea demasiado tiránico, ya que al no poder avanzar, tienden a paralizar el progreso Gustave le Bon, Hier et demain - Pensées Brèves, 1918
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CONCLUSIÓN - Memorias de piedra y de acero. Los monumentos a las víctimas de la Guerra Civil y del franquismo en Euskadi
En su libro El orden de la memoria, Jacques Le Goff concluía su reflexión epistemológica con una llamada a los historiadores a desmontar el pretendido carácter objetivo de los documentos de archivo y considerarlos con la misma desconfianza y mirada crítica con la que el positivismo se había acercado al monumento a finales del siglo XIX y principios del XX. “Lo que hacía sospechoso al monumento, pese al hecho de haber sido encontrado a menudo in situ, era su finalidad proclamada, la conmemoración de acontecimientos que los poderosos juzgaban dignos de ser integrados en la memoria colectiva”1. Al considerar que el documento era el nuevo monumento, Le Goff concluía su obra con una llamada a “elaborar una nueva doctrina capaz de transferir este documento/monumento desde el campo de la memoria al de la ciencia histórica”2. En esta investigación hemos tratado modestamente de invertir el orden de la primera parte de la fórmula del historiador francés, al considerar de nuevo el monumento como un documento, aunque hemos conservado la segunda, para, de acuerdo con él, “extirparlo” del mundo de la memoria y poder recuperarlo a partir de cuestionamientos propios de la historia. A lo largo del estudio nos hemos acercado a los monumentos y esculturas conmemorativas con el mismo recelo con el que Le Goff preconizaba acercarse al documento. Considerado en este estudio como un artificio de la memoria -el gran historiador francés se refería a él en términos más virulentos “disfraz”, “apariencia engañosa”, “montaje”-, nuestro objetivo se ha ceñido a tratar de recomponer su historia, desde su nacimiento hasta su desaparición, analizar el contexto de su producción y estudiar las condiciones de su apropiación. El monumento aparece en nuestro trabajo como un hijo de su tiempo (Wieviorka), una manifestación pública de las relaciones que cada sociedad mantiene con un pasado, más o menos alejado en el tiempo, cuya recuperación constituye un componente esencial de la construcción de la identidad de cada grupo. La memoria se sustenta en las sociedades modernas en los espacios memoriales que conforman los museos, los memoriales y los monumentos (Huyssen). Sin embargo, como hemos podido comprobar en este trabajo, las promesas de perennidad que acompañan con frecuencia los discursos de inauguración se revelan caducos sólo algunos años más tarde. La prueba manifiesta de esta aserción la constituyen los numerosos ataques de los que fueron objeto los monumentos a los mártires y caídos al final de la dictadura, sin olvidarnos de la destrucción previa de algunos de ellos por las propias autoridades que los habían erigido. En otros casos se convierten en meros derivados de la memoria, cosificados, abandonados y cuya significación se ha diluido o ha sido considerablemente alterada.
1
Paul Ricoeur, Tiempo y Narración III. El tiempo narrado, Madrid, Siglo XXI, 2006, p. 805.
2
Jacques Le Goff, El orden de la memoria. El tiempo como imaginario, Barcelona, Paidós, 1991, p. 239.
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La inclusión en este estudio de la historia de monumentos erigidos durante la dictadura y de monumentos erigidos en plena democracia en memoria de diferentes víctimas de un mismo conflicto, nos ha permitido poner claramente de manifiesto el carácter transitorio e inestable que encierra cualquier empresa memorial. Ésta es en gran medida la razón por la que consideramos al inicio de nuestro trabajo más operativo no partir de una categoría de “víctima” definida de antemano, en función de intereses presentes, sino que hemos privilegiado que sean las propias iniciativas simbólicas monumentales implementadas en la sociedad vasca desde la Guerra Civil hasta hoy, las que nos revelen quiénes han merecido o no dicha consideración en cada momento. Este planteamiento nos ha permitido estudiar la existencia y la evolución en el espacio público vasco de lo que Traverso denominó memorias fuertes y memorias débiles y su evolución a lo largo del tiempo, desde la omnipresencia de la memoria de las víctimas franquistas en el espacio público hasta su relevo actual por la memoria de las víctimas republicanas. Aunque aparece hoy como irreversible, nadie puede asegurar la persistencia de esta mutación en un tiempo futuro frente a la emergencia de nuevas memorias o el desinterés de las generaciones futuras. Como apuntó Judt, en relación con la memoria de la Shoah, “En una generación, los monumentos y los museos se caerán a pedazos: sólo los apasionados y los familiares los visitarán, como ocurre hoy con los campos de batalla del frente occidental”3. ¿Es posible que ocurra algo similar con los monumentos erigidos en esta última década? Lejos de avanzarnos sobre un futuro siempre impredecible, nuestra mirada se ha dirigido en este estudio hacia el pasado y las recuperaciones que de él se hacen en el presente para poner de relieve la existencia de una auténtica década mirabilis de las iniciativas monumentales relacionadas con las víctimas republicanas de la Guerra Civil en el País Vasco. En un contexto de cuestionamiento creciente del monumento como medio de conservación y transmisión de la memoria, entre 2006 y 2017, se erigieron en Euskadi una treintena de monumentos, esculturas conmemorativas y monolitos para recuperar la memoria de las personas que fueron fusiladas, ejecutadas, asesinadas, represaliadas, bombardeadas, exiliadas, encarceladas… por el bando franquista durante la guerra y el primer franquismo.
3
Tony Judt, Après-guerre… op. cit., p. 963.
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CONCLUSIÓN - Memorias de piedra y de acero. Los monumentos a las víctimas de la Guerra Civil y del franquismo en Euskadi
¿Cómo explicar entonces que en estos tiempos de “effacement du monumental”4, después de que se haya anunciado y reiterado la muerte del monumento5, y el arte conceptual haya hecho saltar por los aires su impronta física en las ciudades, asistamos a esta vigorosa explosión monumental? Entre las múltiples razones que cabría invocar para tratar de explicar esta revitalización del monumento podemos encontrar el deseo de suplantar en el espacio urbano el lugar ocupado previamente por otras víctimas del mismo conflicto pero del bando contrario. No obstante, este argumento casa mal con el silencio monumental que persistió durante largos períodos en las calles y plazas de las ciudades hasta la primera década del siglo XXI. Previamente la urgencia por hacer desaparecer la memoria monumental franquista no se vio acompañada por ninguna empresa de sustitución y las ciudades y pueblos vascos permanecieron largas décadas sin ningún monumento que recordara la guerra, ni las víctimas republicanas, ajenos por completo a la premura restaurativa a la que hemos asistido en estos últimos años. Es precisamente este último aspecto, el carácter rehabilitador y reintegrador de las víctimas que conlleva la erección de monumentos y la instalación de las esculturas conmemorativas estudiadas en este volumen el que se encuentra, a nuestro entender, detrás de esta vitalidad reencontrada del monumento en el último decenio. “Reparar una deuda histórica”, “acto de justicia”, “saldar una deuda” y expresiones similares son recurrentes en declaraciones y discursos de protagonistas, iniciadores, emprendedores y responsables políticos en los homenajes e inauguraciones de los monumentos. Y aunque en la realidad la capacidad del monumento a saldar cualquier deuda sea una quimera, es indudable que el monumento contribuye de manera significativa a conferir una nueva dimensión social a las víctimas. Ante la imposibilidad de suministrar una justicia efectiva, el monumento actúa como un sustitutivo de la misma, cuya finalidad es mantener vivo en el espacio público el recuerdo de la injusticia cometida con las víctimas. Como apuntó Reyes Mate “La memoria que actualiza la injusticia pasada no salda la deuda, sólo la hace presente, y tiene como consecuencia interpretar la política como duelo” entendida como “conciencia de la responsabilidad de los presentes respecto
Dominique Trouche, Les mises en scène de l’Histoire. Approche communicationnelle des sites historiques des guerres mondiales, París, L’Harmattan, 2010.
4
“El monumento, como símbolo conmemorativo, ha muerto en manos de la publicidad urbana, del cartel y del reclamo luminoso de neón. La polémica palabra “monumento” ha sido sustituida por un tipo de actuación urbana denominado “arte público”, J. Maderuelo. El espacio raptado. Interferencias entre arquitectura y escultura, Madrid, Mondadori, 1990, pp. 135.
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a los ausentes”6. En este sentido, los monumentos contribuyen de forma eficaz, aunque sólo sea durante un tiempo limitado, a hacer presente esa responsabilidad, al menos de una parte de la sociedad, ya que no todas las víctimas son recordadas al mismo tiempo, puesto que, como recuerda Zubero, “no hay memoria en la que puedan caber todas las memorias”7. El último factor que ha contribuido a la revalorización actual del monumento tiene un trasfondo más cultural, al erigirse éste como un bastión frente al cambio permanente del progreso en las sociedades occidentales. Como recuerda Huyssen, frente al influjo ejercido por la imagen fugaz de la pantalla y la desmaterialización de las comunicaciones: […] es la permanencia del monumento en el espacio público reconquistado, en las zonas peatonales, en los centros urbanos restaurados, o en los espacios memoriales preexistentes, la que atrae a un público frustrado por los simulacros del zapping televisivo. Dicho esto, el éxito de cada monumento debe medirse en función de los intercambios que permita con los múltiples discursos memoriales que discurren por los medios de comunicación electrónicos a los cuales el monumento propone, como materia sólida, una alternativa8. Huyssen constata, sin embargo, que esa materialidad del objeto tampoco le garantiza su perdurabilidad y que los nuevos monumentos también pueden transformarse en figuras del olvido como ya ocurrió con sus predecesores del siglo XIX. Por el momento parece demasiado pronto para pronunciarse en uno u otro sentido, pero lo que sí parece vislumbrarse con cierta nitidez, al menos en lo que concierne al corpus estudiado, es que el origen de estos nuevos monumentos está íntimamente ligado con las nuevas relaciones establecidas entre historia y memoria. A pesar de que en el marco de las ciencias sociales su distinción permanezca como un logro metodológico, los monumentos erigidos en esta última década son, a menudo, fruto de un compromiso íntimo entre el trabajo de investigación de los historiadores y el deseo de recuperación memorial de las víctimas y de sus descendientes. A lo largo de este estudio hemos evocado ejemplos destacados de esta reciente colaboración (Tolosa, Hernani, San
Reyes Mate “La causa de las víctimas. Por un planteamiento anamnético de la justicia. (o sobre la justicia de las víctimas”, 2ª Conferencia del III Seminario de Filosofía de la Fundación Juan March, martes 8 de abril de 2003.
6
7
Imanol Zubero, “La memoria de las víctimas”, Eldiarionorte.es, 10 de noviembre de 2015.
Andreas Huyssen “Présent et passé à l’époque des médias” (1994) en La hantise de l’oubli. Essais sur les résurgences du passé, París, Editions Kimé, 2011, p. 121. 8
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Sebastián…) que ilustran de forma apropiada que en lugar de persistir en su antinomia9, historia y memoria, han conformado una “alianza necesaria”10 a la hora de mantener el pasado presente. Como señala Henry Rousso en su último ensayo “ninguna empresa memorial puede ignorar hoy el conocimiento histórico fiable, aunque sólo sea para legitimar su acción, como parece demostrarlo el recurso constante al asesoramiento histórico en la esfera política, jurídica o asociativa”11. En última instancia, podemos entender este retorno de lo monumental como la cristalización visible en el espacio público de dicha alianza a favor de la recuperación de las víctimas republicanas de la guerra. En estos últimos años también asistimos a lo que podemos considerar una “pugna” entre las asociaciones memoriales por conseguir o mantener una posición institucional y/o social preeminente en la que los monumentos tienen también algo que decir. Esta “concurrence des victimes”, según la expresión acuñada por Jean-Michel Chaumont12, se pone de manifiesto a la hora de establecer categorías o gradaciones ya que no todas las víctimas tienen, ni han tenido, la misma consideración en el espacio público, ni han sido objeto de los mismos homenajes y monumentos. En el caso de Euskadi, las tensiones se han originado en mayor medida entre las asociaciones de víctimas republicanas próximas a los independentistas y las instituciones públicas que han contribuido a su recuperación social y política en el espacio público. No obstante, más allá de esos grupos marcados por una orientación política bien definida, las relaciones entre instituciones y emprendedores de la memoria han sido mayoritariamente de colaboración, como lo prueba la notable implicación, económica y política, de las primeras en la materialización de los proyectos monumentales. La existencia de otras víctimas más cercanas en el tiempo ha hecho que la pugna entre asociaciones de víctimas se haya desarrollado, en mayor medida que en otros lugares, entre asociaciones de víctimas republicanas de la Guerra Civil y asociaciones de víctimas del terrorismo de ETA13. A nivel monumental, estos últimos años las víctimas del franquismo han adquirido mayor notoriedad que cualquier otro grupo de víctimas en Euskadi. La institucionalización memorial creciente, con la creación del Instituto de la Memoria, Gogora a finales de 2015, persigue limitar esa cacofonía en el 9
“Histoire et mémoire : un couple antinomique ?”, en Enzo Traverso, Le passé, modes d’emploi… op. cit., pp. 18-41.
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Philippe Joutard, Histoire et mémoires, conflits et alliance, París, Ed. La Découverte, 2013.
11
Henry Rousso, Face au passé. Essais sur la mémoire contemporaine, París, Belin, 2016, p. 16.
Jean Michel Chaumont (1997), La concurrence des victimes. Génocide, identité, reconnaissance, París, La Découverte, 2010. 12
José María Calleja, “Víctimas de Franco, víctimas de ETA”, El País, 10 de mayo de 2010. Natalia Junquera, “Garzón pide a las víctimas de ETA que “reconozcan” a las del franquismo”, El País, 19 de enero de 2014. 13
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espacio público vasco, neutralizar las tensiones memoriales y conducir por el camino del acuerdo, las posibles diferencias persistentes entre unas y otras memorias14. Un camino, que como en otras muchas cuestiones relacionadas con las víctimas, la propia sociedad civil ya había emprendido previamente, aunque de forma tímida aún15. Por último, la preeminencia adquirida por las víctimas en la recuperación del pasado en el presente ha contribuido con frecuencia a borrar las huellas de los combates y de las causas que defendieron. Como ya puso de manifiesto Enzo Traverso en relación con la historia europea, “La memoria del Gulag ha borrado la de las revoluciones, la memoria de la Shoah ha remplazado la del antifascismo, la memoria de la esclavitud ha eclipsado la del anticolonialismo; todo ocurre como si el recuerdo de las víctimas no pudiera coexistir con el de sus combates, sus conquistas y sus derrotas”16. Si partimos de los monumentos erigidos en Euskadi en relación con la Guerra Civil, la aseveración de Traverso tiene plena validez, aunque con interesantes matices. Es indudable que a la mayor parte de las víctimas se les ha ido privando de cualquier otra condición, y ocupan hoy una preeminencia indiscutible desde un punto de vista monumental. Pero por otro lado, movidos por intereses presentes, los políticos no han dudado en recuperar la bandera de ciertos combates pasados, aunque entonces no fueran los suyos, como una vía rápida para ocultar pasados vergonzantes. Este uso político interesado del pasado tampoco es completamente ajeno a esta marea monumental que hemos contemplado en este trabajo. En última instancia el rol del monumento en este inicio del siglo XXI debe ser entendido como un signo de reconocimiento más que como un objeto exclusivamente memorial. El atropello de estos bienes culturales que significan políticamente el espacio público es sin duda la mejor prueba de su éxito como medio transmisor. Por citar sólo uno de los más recientes, el monumento Aterpe 36 fue atacado con pintura en agosto de 2017 por provocadores de extrema derecha.
14 “Ezenarro dice que no hay “una única memoria” y deben caber “todas las violencias”, Noticias de Gipuzkoa, 10 de noviembre de 2015. Además de la citada obra de Chaumont, sobre esta cuestión es muy interesante la obra Geoffrey Grandjean y Jérôme Jamin, La concurrence mémorielle, París, Armand Colin, 2011.
Natalia Junquera, “Víctimas de ETA piden “verdad y justicia” para las del franquismo”, El País, 23 de enero de 2014. 15
Enzo Traverso, L’histoire comme champ de bataille. Interpréter les violences du XXe siècle, París, La Découverte, 2011, p. 265.
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Sobre la huella apareció escrita la palabra “Falange” y sobre la placa que recuerda los nombres de los batallones de gudaris y milicianos vascos, el símbolo del yugo y las flechas. La agresión fue ampliamente condenada por numerosos dirigentes políticos, incluido el propio Lehendakari que consideró el acto como “un ataque a la democracia y la libertad”17. En plena conmemoración del ochenta aniversario del conflicto y con el fallecimiento progresivo de los últimos testigos directos en los próximos años, parece necesario preguntarse si los monumentos continuarán desempeñando un papel significativo en esa transmisión del pasado como han logrado en esta última década. La aparición de nuevas vías de apropiación y recuperación simbólica de la historia y del espacio público, las visitas guiadas teatralizadas de los escenarios del conflicto en San Sebastián o las intervenciones del Grupo Arqueología Social en lugares destacados de la memoria franquista en la ciudad de Vitoria, son ejemplos notables de las posibilidades abiertas gracias a los nuevos medios digitales y a la geolocalización, recursos que permiten rescatar fácilmente los diferentes estratos históricos ocultos de la ciudad. Un paso previo, quizás, a la puesta en marcha también entre nosotros de dinámicas más participativas por parte de la ciudadanía como las propuestas de Jochen Gerz que tanto eco han tenido en Alemania y en Francia. Ejemplos que remiten directamente a la sentencia de Le Bon que abría esta conclusión al permitir la transferencia memorial desde el espacio público al espacio interior o, dicho de otro modo, salvaguardar la memoria de las víctimas sin permitir que su recuerdo ocupe todo el espacio e impida mirar con esperanza hacia el futuro.
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El Correo Español – El Pueblo Vasco, El Correo, El Diario Vasco, Diario Vasco El Diario Norte El Mundo El País El Pensamiento Alavés El Periódico
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Gaceta Municipal Vitoria-Gasteiz Gara Interviú La Gaceta del Norte La Voz de España Noticias de Álava Noticias de Gipuzkoa Público
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Anexo Idiomas
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Euskara
Harrizko eta altzairuzko memoriak Gerra Zibilaren eta frankismoaren biktimen omenezko monumentuak Euskadin (1936-2017)
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Harrizko eta altzairuzko memoriak
Liburu honetan, 30eko hamarkadaren bukaeratik gaur egunera arte Gerra Zibilaren biktimen oroimenez altxatutako monumentuen azterlana txertatu da, erakutsi nahi baita izan duten bilakaera euskal espazio publikoan. Hirurogeita hamarreko hamarkadaren bukaerara arte biktima frankistak nonahikoak izan baziren ere, biktima errepublikarren memoriak alderantzizko bidea egin du, pasa baitira diktadurak zigor bezala ezarritako ahanzturaren zulotik gaur egun ikusgarritasun ukaezina izatera. Ez dira alderatu nahi, inola ere ez, ez biktimak ezta gatazkak iraun bitartean alde batek zein besteak eragindako presioak ere. Historiaren arloko lan askok erakutsi dute desberdintasun nabarmenak daudela, bai sorrera eta helburuetan, bai izaeran eta ohituretan ere. Liburu honen bidez, memoriaren mugimendu pendularra nabarmendu nahi da, eta aztertu nahi da monumentuek izan duten egiteko nabarmena, memoria berrindartzeko orduan eta azken hamarkada honetan gizarteak biktima errepublikarrak aitortzeko orduan ere.
Hiri baten paisaia sinbolikoarentzat ez da ezer haren kaleen izenak, monumentuak eta oroipen-plakak baino garrantzitsuagorik. Eguneroko inguru nonahiko [‌]kaleen izenak, estatua eta monumentua banakako nahiz taldeko identitatearen parte dira. Borroken, iraganeko jabetzeen eta desjabetzeen itu dira beti; gizarte batek bere irudi gisa eta iraganarekin izan duen harremanaren irudi gisa zer utzi nahi duen, hura inskribatzeko borrokak. RÊgine Robin Monumentua espazio publikoan jarritako objektu bat da, iraganeko gertakari bat indarrean mantentzeko xede esplizitua duena, eskultorikoa izan ohi dena, lotura egokia duena hura kokatuta dagoen tokiarekin eta bat datorrena narrazio historiko edo mitologiko batekin. Antonio Bentivegna
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Jesús Alonso Carballés
Euskara
“Berariaz egindako monumentuak dira, hain zuzen ere, sortzaileek hala nahi izan dutelako iraganeko une bat (edo horien multzo bat) gogora ekarri behar duten obrak” [...]edo “horien garaikideen edo, asko jota, ondorengo hurbilenen zenbait behar praktiko edo ideal asebetetzea” asmo zutenak. Alois Riegl Ez da egia beti eta toki guztietan tamalgarriak direla zeremoniak eta ospakizunak, eta monumentuak eta banderak. Baliteke erretorika-dosi bat behar-beharrezkoa izatea oroitzapenek iraun dezaten. Primo Levi Monumentuen gauzarik harrigarriena da ez ditugula inoiz ikusten. Munduan ez da hain ikusezina den beste ezer. Jendeak ikus ditzan altxatzen dira, ezbairik gabe, baita, zenbaitetan, jendearen arreta erakartzeko ere; baina, aldi berean, arretaren kontrako zerbaitez estalita daude, eta arreta haien gainetik labaintzen da, ur-tanta batek oliozko geruza batean egingo zukeen bezala. Robert Musil Mendebaldeak Europako memoria zailen arazoari eman dion irtenbidea izan da, literalki, hura harritan iltzatzea. Tony Judt Nahiko argi dago altxatutako monumentu orok baduela, berez, harri bihurtzeko arriskua. Berdin dio brontze edo harri bihurtzen den: oroitzapena monumentu batean zertzen den guztietan, monumentuak oroitzapena blokeatzeko arriskua dago, instituzionalki finkatzen baititu oroitzapen-moduak. Reinhart Koselleck Monumentuak bizirik daude horien gain eztabaidatzen den bitartean. Behin kokatu ondoren, marmolezko, brontzezko edo hormigoizko puska handi horiek, berdin dio zer handi diren, ikusezin bihurtzen dira, eta ahazten dira. Bizirik egongo dira, berriz ere, horiek eraisteari buruz pentsatzen hasten direnean. Horst Hoheisel
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Harrizko eta altzairuzko memoriak
MONUMENTUAK: MEMORIAREN OINARRI EDO ARTIFIZIO? Antzinatetik, pertsona, gertakari edo mugimendu baten printzipioak edo memoria irudikatzeko tokia izan dira monumentuak; iraganaren eta orainaren arteko bitartekari pribilegiatu, bakoitzak irudikatzen zituen printzipioen jarraipenaren edo desagerpenaren erakusle. Oroipen-monumentuak boterearen erabileraren erakustaldi nabarmen bat dira, transmititzen duten mezua selektiboa da beti, eta mezu horrek inposaketa ideologiko bat dakar, unean uneko helburuak betetzeko. Askotan, iritzi kontrajarriak daude monumentuen gain, espazio publikoan duten gaitasun performatiboagatik, iraganeko memoria transmititzeko haien egitekoagatik eta haien garrantzi sozial eta politikoagatik. Primo Levi idazleak bere idazkietan adierazi zuen monumentuak beharrezkoak direla, “iraganeko kargu-hartze eta etorkizunerako ohartarazpen” direlako. Robert Musil idazleak, bere aldetik, ez zuen dudarik izan monumentuei leporatzeko, higiezin eta ikusezin izateaz gain, ezin dutela bor-bor ari den hiriko munduarekin konektatu. Behin eta berriz kritikatu baldin bada ere monumentuak ez direla gai iraganeko oroitzapenari eusteko, gure ingurura begiratu bat eman besterik ez dugu erraz egiaztatzeko mendebaldeko gizarteek jarraitu dutela alde guztietatik monumentuak altxatzen. “Mendebaldeak Europako memoria zailen arazoari eman dion irtenbidea izan da, literalki, hura harritan iltzatzea.” (Tony Judt) Eskultura bat denez, monumentuak dinamika soziala oroitzapenetik kendu eta hura ordezkatzeko arriskua dago beti. Monumentuak protesi bat bezala funtzionatzen du, haren gainean uzten baitugu gure memoria-arduraren pisua. Alemanian, monumentuan memoria iltzatzeko arriskuaren aurrean, “monumentu negatiboak”, “kontra-monumentuak”, “anti-monumentuak” edo “monumentu ikusezinak” direlakoak sortu ziren. Proposamen horiek, hutsunearen eta gabeziaren ideia irudikatzea asmo dutenek, helburu bera daukate: oroipen-monumentuei buruz berriz pentsatzea, eta monumentu horiek ikustea gizarteek ezkutatu eta ahaztu nahi duten iraganari buruz eztabaida publikoa sortzeko bide bat bezala. Ekimen horien adibide nabarmen batzuk dira, esatea baterako, Sol Lewitt artista estatubatuarraren Black Form eskultura, Faszismoaren kontrako monumentua (Hanburgo) eta Jochen Gerz eta Esther Salev-Gerz artisten Arrazakeriaren kontrako monumentua, “Monumentu ikusezina” edo “2146 harri” ere deiturikoa (Sarrebruck), edo Horst Hoheisel artistaren Aschrott iturria.
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GERRAKO BIKTIMEN MEMORIA ETA MONUMENTUAK
Memoriaren aldeko ekimen orok du izaera iragankorra eta aldi baterakoa, eta hori ageriko egiten du erakusketa honek, diktaduran zein demokrazian jasotako eta gatazka bereko bi aldeetako biktimen omenez egindako monumentuak bilduz. Ikusi dugu Gerra Zibila amaitu zenetik gaurdaino aldaketa bat izan dela, eta biktima frankisten memoriaren nonahikotasuna gainditu eta hark espazio publikoan zuen lekua biktima errepublikanoen memoriak hartu duela. Eta, gaur egun, horrek atzerako bidea hartuko duenik ez dirudien arren, inork ezin du bermatu azken memoria horrek etorkizunean iraungo duenik, izan beste memoria batzuk ager daitezkeelako edo izan etorkizuneko belaunaldiek interesa gal dezaketelako. Azken hamarkadan ezohiko bultzada monumentala eman zaio memoriari, eta biktima horiei erantzun juridiko eraginkor bat emateko ezintasuna da, seguru asko, horren arrazoietako bat. Monumentuek ordezko-lanak egin dituzte, biktima horien aurkako bidegabekeriaren oroitzapenari bizirik eusten baitiote espazio publikoan. Zentzu horretan, monumentuek modu eraginkorrean laguntzen dute erantzukizun hori ageriko egiten, aldi baterako bada ere. Diktadura frankistaren biktimenganako justizia egitea ezinezkoa dela argi geratu denez, monumentuak egiteak, dimentsio memoriala ez ezik, justizia-dimentsio argi bat du. Justizia egiten dute, sinbolikoa bada ere, haiek hil zituztenak goresten zituzten ikurrak kenduta eta biktimen memoria modu eraginkorrean berreskuratuta. Frankismoaren amaieratik gaurdaino luzatu den bitarako prozesu horri esker, beraz, aurreko erregimenak baztertutako biktimak apurka-apurka gizarteratu dira, eta, horrez gain, zilegitasuna erabat kendu zaio indarkeriari eta frankismoaren herentziari. Joan den hamarkadan jasotako monumentuen egitekoa, azken batean, kalte haien ordaina ematea izan da, gizarteak kalte horiek aitortu izanaren ikur izatea, gatazka odoltsu haren azken lekuko zuzenak desagertu baino lehen.
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Euskara
Liburuak ageriko egiten du monumentu bakoitza bere garaiaren fruitua dela, garaiko gizarteak iraganarekin dituen harremanen adierazpena dela, hurbileko edo urruneko iragan hori berreskuratzea ezinbesteko elementua baita gizartearen identitatea eratzeko.
Harrizko eta altzairuzko memoriak
GERRAKO BIKTIMA FRANKISTEN MEMORIA DIKTADURAN Gerra bukatu ondoren, erregimen frankistak instituzionalizatu egin zuen jazarpen errepublikarren biktimen memoria (martiriak) eta borroka armatuan hildako soldaduena (hildakoak). Biak ere etenik gabe ekartzen ziren gogora espazio publikoan, eta horien memoria bizirik mantendu zen, elizetan eta eraikin publikoetan izen-zerrenda luzeak idatzita, eta hamaika gurutze eta monumentu altxatuta. Azken horiek leku nabarmenetan jarri ziren, hala nola herrien eta hirien erdi-erdian, bide nagusietan, plaza nagusietan edo lorategi handietan, baita borroka bortitzak izan ziren muino eta mendietan ere. Gerraren memoria tragiko hori erregimenaren legitimazio-iturri gisa zabaltzea izan zen sinbolo eta identitate frankisten unibertsoaren funtsezko mekanismo bat. Horretaz gainera, espazio publikotik kanpo utzi zen “beste biktimak”, hots, biktima errepublikarrak gogoratzeko aukera, eta horiek isilarazi eta ezkutatu zituzten diktadura osoan.
HARRIZKO MEMORIA BAT: GURUTZADAKO MARTIRIEN ETA HILDAKOEN OMENEZKO MONUMENTUAK Estatu frankista berria, hasiera-hasieratik, saiatu zen monumentuen estetika kontrolatzen eta zuzentzen, Arkitekturako Zuzendaritza Nagusiaren eta Propagandako Zerbitzu Nazionaleko Buruzagitzaren bitartez. Haien aginduz, monumentuek honako printzipio hauei jarraitu behar zieten: “soiltasuna, apaindurarik eza, klasizismoa, bakuntasuna, zorroztasuna, zuzentasuna, duintasuna eta adierazgarritasun aszetikoa eta kristaua”. Monumentuok eraikitzeko, material nobleak erabili ziren, harria batez ere, soila eta gogora baita, Estatu berriaren ihakin sinboliko. Agintari frankistek bultzatutako kontsignen artean bat gailentzen da: gurutzeak monumentuaren elementu zentrala behar zuen. Berezko dituen kristau-balioez gain, gurutzeak gogorarazten zuen, baita ere, erlijioa defendatzearen aldeko konpromisoa hartua zutela ustezko “gurutzadako” garaileek. “Gurutzeak ez zuen soilik hildakoen hilobietan izan ohi duen betekizuna, bultzatzen baitzuen gerraren interpretazio esklusibista hori egitera. Hortaz, altxamenduaren zio materialak ezkutatzeko sistemaren beste elementu bat ziren monumentuak” (Ángel Llorente). Obeliskoaren erabilera ere oso hedatua egon zen Euskadin, eta hura gurutzearekin uztartzea, biak ere oso neurri handian eginda. Horiez gain, luzetarako egitura arkitektoniko bakunak ere erabili
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ziren, martirien eta hildakoen izenen plakak zeuzkatenak. Hildakoak bere egite horrek izaera politiko bikoitza izan zuen Euskadin, Falangearen (uztarria eta geziak) eta Karlismoaren (Borgoinako gurutzea) sinboloak eta ikurrak behin eta berriz txertatu baitziren monumentuetan.
Euskara
Monumentuak altxatzeko proposamen gehienak gobernadore zibilek eta udal-korporazioek egin zituzten. “Diktaduran, monumentuak ez ziren herritik sortu, Estatuko Aldizkari Ofizialetik baizik”. (Pedro Barruso) Gasteiz Gasteizen hildakoen omenez altxatutako monumentua Miguel Mieg udal-arkitektoak eta Jesús Guinea probintzia-arkitektoak proiektatu zuten. Lizarrako Markesaren plazan altxatutako monumentu horrek gurutze exentu handi bat zuen U formako harresi handi batez inguratuta. Harresi horren aurreko aldean grabatuta zeuden Euskal Armada Errepublikarrak 1936ko abenduaren bukaeran Legutioren kontra egindako erasoko hainbat guduren izenak. Monumentuaren goiko aldean hau zegoen idatzita: “Alaveses, Caídos por Dios, España y su Revolución Nacional Sindicalista, Presentes” (Jainkoaren, Espainiaren eta Iraultza Nazional Sindikalistaren alde hildako arabarrak, hemen), tokiko sektore falangistak obra bere egin zuen seinale argi eta garbia. Atzeko aldean, biktimen izenen plakak zeuden. Monumentua 1945eko ekainaren 3an inauguratu zen, Mugimenduko ministro-idazkari nagusi José Luis de Arrese bertan zela. Berrogeita hamarreko hamarkadaren bukaeran, tokiko agintariak monumentuaren kokalekua egokia ote zen zalantzan jartzen hasi ziren, eta hura hiriko beste toki batera eramatea proposatu zuten. Hartara, 1961eko urtarrila eta martxoa bitartean, monumentua oso-osorik kendu eta gurutzea bota zuten, oinezkoak bertatik igaro zitezen. 1963. urtean, udal-arkitekto Ignacio Lasquibar Urquiolaren zirriborroari jarraituz egindako monumentu berri bat inauguratu zen. Metalezko gurutze handi bat zen, 10 metro garai baino gehiago zena, eta, haren atzean, hormigoi zurizko masa bat zegoen, gorantz hegaka ari ziren hegal batzuk irudikatzen zituena, baina gasteiztarrak obrari “balea buztana” esaten hasi ziren laster. Francisco Juan de Aiala plazan inauguratu zen, 1963ko abuztuaren 12an. Ekitaldi hartan ikusle asko izan ziren, baita tokiko zenbait agintari eta Gobernazioaren ministro Camilo Alonso Vega teniente jenerala ere. Monumentua arinagoa izatea, biktimen izenak desagertzea eta hura Gasteizko plazarik berrienean kokatzea desarrollismoaren garai ekonomiko eta sozial berriaren zantzu argiak ziren, hirurogeiko hamarkadan altxatutako monumentuetan ere antzeman zitekeena. 1990ko maiatzean, Udalak Francisco Juan de Aiala plaza berritzea eta monumentu frankista eraistea erabaki zuen. Haren ordez, 12,5 metro garai den arbelezko monolito bat jarri zen 1993. urtean, Jorge Girbau eskultorearen obra bat.
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Bilbao Toki agintariek biktima frankistak gogoratzeko martxan jarri zuten lehen ekimena izan zen probintziako martirien eta hildakoen izenak Jesusen Bihotz Guztiz Santuaren monumentuko idulkian idaztea. Memoriala 1937ko irailaren 13an inauguratu zen, Vatikanoko ordezkari apostoliko Monseñor Antoniutti, Espainiako primatuko Gomá kardinala eta Esteban Bilbao buruzagi karlista bertan zirela. Monumentuaren jabetze politiko-erlijioso horren eraginez, Jesusen Bihotz Guztiz Santua Bilboko memoria-leku nabarmen bihurtu zen berrogeiko hamarkadan. Hala ere, 1949ko otsailean, Gobernadore Zibil eta Falangearen probintziako buru Gerardo Riestra Gómezek erabaki zuen Bilbok Hildakoen Gurutze bat ere izan behar zuela. Horiek horrela, 1950ean zutik zen, Casilda Iturrizar parkearen mendebaldean, lehiaketa publikoa irabazi zuen proiektua, alegia, Luis María Gana arkitektoak eta Enrique Barros eskultoreak aurkeztutako hura. Monumentuaren elementu nagusia 8 metroko garaiera zuen gurutze poliedriko handi bat zen, ur putzu baten erdian kokatuta zegoena eta brontzeurtuzko erramu-koroa bat zuena oinean. Putzua ixten zuen friso handian hau zegoen idatzita: “Caídos por Dios y por España ¡¡Presentes!!” (Jainkoaren eta Espainiaren alde hildakoak hemen!!), eta idazki horren bi aldeetara Falangearen eta Erreketearen ikurrak zeuden, brontzean eginak. Aurrealde horren apaingarri, Enrique Barros eskultoreak egindako bi goi-erliebe zeuden. Estilo klasikoko artista izanik, eskultorea Greziako mitologiaz baliatu zen heroiak (Akilesen koroatzea) eta hildakoak (Hipnos eta Tanatosen mitoa) alegorikoki irudikatzeko. Francisco Franco diktadorea bera izan zen Hildakoen gurutzea monumentuaren inaugurazio-ekitaldiko buru, 1950eko ekainaren 20an. Hurrengo hamarkadetan, diktadura bukatu arte, monumentua eta haren inguruko lorategiak martiri eta hildako frankisten oroimenezko elkarretaratzeak eta omenaldiak egiteko toki pribilegiatu bilakatu ziren. 1976ko uztailaren 31n, San Inazio egunez, monumentuari eraso egin zioten, baina gurutzearen oinarria besterik ez zen kaltetu. Azkenean, 1985. urtean, Udalak hala erabakita, gurutzea kendu zuten, eta Barrosen goi-erliebe alegorikoak tokiz aldatu zituzten, hasierako tokitik hamarka metro batzuetara eramanez, Adolfo Guiard margolariari eskainitako monumentutik gertu. Hildakoen memoria, beraz, barreiatu egin da Bilboko metropoliaren hiri-paisaian. Donostia Donostiako Udalak martirien eta hildakoen omenezko gurutze bat altxatu zuen 1942ko urrian, San Telmo plazako aldeetako batean. 10 metro baino gehiagoko gurutze handi bat zen, oinarri
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Gerrarekin lotura zuten oroitzapenezko elkarretaratzeak hor egin ohi zirenez, 1950. urtean monumentua eta plaza berritzea erabaki zuen Donostiako Udalak. Doluaren kolore iluna zeukan gurutze trinkoa kendu, eta, haren ordez, aurrekoa baino askoz txikiagoa zen gurutze bat jarri zuten, zutabe fin eta zurixka baten gainean. Zelaigune zabal eta soilean, plaza bat egin zen, lorategi eta guzti. Kendu zituzten, baita ere, kriptako atearen bi aldeetara zeuden Borgoinako gurutzea eta uztarria eta geziak, eta Espainia frankistaren ezkutua baino ez zuten utzi. Hortik aurrera, Ignacio Zuloaga margolari gipuzkoarraren omenezko plaza bihurtu zen. Plazaren itxura errotik aldatu bazuten ere, toki memoriala izaten jarraitu zuen frankismoaren azken urteetan, eta hor egiten ziren jende andana biltzen zuten ekitaldi erlijioso eta lore-eskaintzak, frankisten ospakizun-egutegiko egun nabarmenetan. 1979ko iraileko udalbatza batean, urte horretako apirilean lehen udal-hauteskunde demokratikoak egin ondoren, Donostiako alkatetzak frankismoak oinordetzan utzitako ikurrak eta monumentuak kentzea bultzatu zuen. Lehenetako bat izan zen hori egiten. Tolosa 1942ko abuztuaren 9an, udal-arkitekto Joaquín Labayenek diseinatutako hildakoen omenezko monumentu bat inauguratu zen Tolosan, tokiko agintari nagusiak eta Gipuzkoako Gobernadore Zibil Luis Rodríguez de Miguel bertan izan zirela. Debako kareharriz egindako obelisko bat zen, 9,25 metro garai zena eta, haren gainean, marmol beltzezko gurutze bat zegoen iltzaturik. 12 metro luze zituen idulkian hildakoen izenak grabatu ziren, eta gurutzearen oinean garaipenaren brontzezko palma eta Erreketearen zein Falangearen ikurrak zeuden. Triangulo plazan jarri zen monumentua, herriaren erdian, eta, une horretatik aurrera, hor egiten ziren Tolosako hildakoen eta martirien omenezko ekitaldi guztiak. 1972ko apirilaren 2ko goizaldean, garaipenaren urtemugaren hurrengo egunean, eta, batez ere, Igande Santuan, edo euskal-nazionalismoaren Aberri Egunean, obra horretan kalte handiak eragin zituen eraso bat izan zen. Berreraiki bazuten ere, monumentua makal egon zen toki hartan, harik eta 1982ko apirilean Tolosako Udaleko Batzorde Iraunkorrak hura eraistea erabaki zuen arte.
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Euskara
sendo baten gainean altxatutakoa, udal-arkitekto Luis Jesús Arizmendik diseinatua. Plazaren eta eskailburuaren arteko tartean kripta txiki bat egin zen, eta hor izan ziren hildakoen eta martirien 471 izen idatzita zituzten marmolezko plakak.
Harrizko eta altzairuzko memoriak
Getxo Finantzaren, meatzaritzaren eta industriaren euskal oligarkiaren nahiz goi-burgesiaren bizitoki tradizional izanik, Getxok ere izan zuen martirien eta hildakoen oroimenezko monumentu bat, berrogeiko hamarkadaren erdialdean altxatutakoa. Getxoko zenbait herritar leinargi errepublikarren errepresalien ondorioz zendu ziren, 1936ko irailean presondegi-ontziei eta 1937ko urtarrilean Bilboko kartzelei eraso egin zietenean. Monumentua 12 metroko obelisko izugarri bat zen, harriz estalita zegoena eta erdian gurutze bat zuena, apaingarri gisa. Oinarrian, erregimen frankistaren armarri handi bat zuen zizelkaturik, eta, bi aldeetara, gorriz margoturik, Borgoinako gurutzea eta uztarria eta geziak. Monumentua Neguri auzoan jarri zuten, udaletxearen aurreko plaza irekian, San Inazio elizaren ondoan. 1968an lehergailu batez eraso egin bazioten ere, XXI. mendearen hasieran zutik zirauen. Monumentua 2002an eraitsi zuten, Udalak hala erabakita. Hilerriak. Martirien memoriaren azken bizitokia Hilerriak, hiriko martxa bizitik urrun dauden betiereko atsedentoki izanik, iragan irmo baten zaindari bilakatzen dira maiz. Agintari frankistek garatutako ekimen sinbolikoetako batzuk toki pribilegiatu horietan gauzatu ziren. Ekimen guztietan azpimarragarriena Derion dagoen Bilboko Vista Alegre hilerriko kripta-mausoleoa da, errepresio errepublikarraren biktima zibilen oroimenez eraikitakoa. Hildako horiek salbuespenezko lekua izan zuten tokiko sistema sinboliko frankistaren baitan. 1937an hura eraikitzen hasi baziren ere, gerraren ondoriozko zailtasun materialen eta giza zailtasunen eraginez, mausoleo-monumentu hori ezin izan zen bukatu 1940ko uztailera arte. Urte horretan, horma-hilobietara eraman zituzten bai presondegi-ontzietan (1936ko iraila) eta Bilboko presondegiei egindako erasoan (1937ko urtarrila) errepresaliatuen biktima izandako horien gorpuzkinak, bai eta gatazkan fusilatutako beste pertsona batzuenak ere. Inauguratu zenetik, pelegrinazio eta hausnarketarako leku bihurtu zen monumentu-panteoi hura, eta han biltzen ziren urtero urtarrilaren 4an (Bilboko presondegietako sarraskiaren egunean) eta irailaren 25ean (presondegi-ontzietako sarraskiaren egunean) hiriko nahiz probintziako agintari zibil, militar eta eklesiastiko nagusiak, biktimen oroitzapenaren omenez meza bat ospatzeko. Gaur, panteoia-mausoleoa ia leku “ikusezina da� eta, sortu zeneko memorial-funtzioa betetzeari utzita, “memoriaren gordailu� bihurtu da (P. Nora).
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Agintari frankistek hildakoen eta martirien oroimenezko kapera eta gurutze asko altxatu zituzten Euskadiko herri askotako kanposantuetan. Durangoko Santikurutz hilerrian, esaterako, mausoleo-kapera bat altxatu zen Durangoko kanpaina-heroien eta martirien oroimenez (en memoria de los mártires y héroes de campaña) goiko aldean harrizko gurutze handi bat zuena. 1942ko irailaren 25ean inauguratu zuten, egun horretan sei urte bete baitziren 22 atxilotu frankista fusilatu zituztenetik, hiria hegazkinez bonbardatu izanaren mendeku gisa. Kaperaren barruko aldean aldare bat zegoen, eta Kristoren pasioari eta fusilatutako martiriei buruzko irudiak zeuzkaten beiratez apainduta zegoen. Horretaz gainera, baziren martirien eta hildakoen izenak zeuzkaten zenbait plaka. Apoteositik Damnatio memoriaera: monumentu frankistak espazio publikotik kentzea Diktaduraren azken urteetan, monumentu frankistei pinturaz eta lehergailuz eraso egin zieten behin baino gehiagotan. Horrek erakusten zuen, argi eta garbi, erregimenaren kontrako oposizioa gero eta handiagoa zela euskal gizarteko sektore zabaletan. 1970eko bukaera aldera, lehergailuz eraso egin zieten Getxoko, Zumaiako eta Gaztelumendiko hildakoen gurutzeei eta Legutioko guduaren monumentuari. Horiez gain, hondatu ziren, baita ere, Bermeoko, Errigoitiako, Arrasateko eta beste hainbat tokitako hildakoen monumentuetako hilarriak ere. 1972ko apirilaren hasieran, Tolosan eta Lemoatxen altxatutako monumentuak. Diktadorea hil ondoren ere izan ziren frankismoaren hondar sinbolikoen kontrako hamaika eraso. 1979tik aurrera, tokian-tokian demokrazia ezarri ahala, udal-agintari berriek danmatio memoriae bat dekretatu zuten, hau da, sinbolo-sistema frankistaren alderdirik agerikoena osatzen zuten monumentuak sistematikoki ezabatzea. 80ko hamarkadako lehen urteetan abiarazitako prozesu hori XXI. mendea ondo sartuta egon arte luzatu da. Gaur egun, hildakoak eta martiriak gogora ekartzeko monumentu gehienak euskal espazio publikotik ezabatu dira. Hala ere, hilerrietan altxatutako gurutzeetako askok zutik jarraitzen dute, esate baterako, Portugaleten, Ondarroan, Gernikan, Oiartzunen eta beste toki batzuetan, nahiz eta hasierako sinbologia ez duten. Harria harri gainean jarraitzen dute, baita ere, 40ko eta 50eko hamarkadetan gatazkako borrokaldi eta gudu erabakigarriak izan ziren mendi eta tontorretan altxatutako monumentuek, ermitek eta gurutzeek, hala nola Irunen, Buruntzan, Belkoainen, Morkaikon, Ondarroan, Lemoatxen, Bizkargin, Saibigainen
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Euskara
Derioko Vista Alegre hilerrian, badago, baita ere, hilerriko horma zaharraren zati baten inguruan egindako monumentu bat, toki horretan exekutatu baitziren zenbait preso frankista. Marmolezko bi zutabe biribil handi daude haren bi aldeetara eta, horien gainean, erlaitz txiki bat dago, metalezko gurutze bat babesten duena. Aldeetan, marmolean idatzita, Euskadiko Auzitegi Popularrak epaitu eta kondenatu ondoren toki horretan fusilatutako pertsonen izenak ageri dira.
Harrizko eta altzairuzko memoriak
eta beste toki batzuetan. Hala ere, horietako gehienak landaretzak estalita daude, ia eraitsita, hutsalduta, eraldatuta eta, azken batean, jatorrizko zama sinbolikoa erabat ezabatuta. 2017eko uztailean, Gaztelumendiko gurutzea bota zuten, armada frankistako Bilboko Burdin Hesia “hautsi” zuen tokian zegoena. Garai horretako zenbait monumenturen esanahia errotik aldatu da. Urkiolatik gertu dagoen Saibigain edo “odolaren mendia” esaten zaionaren tontorrean, bada hamar metro baino gehiagoko gurutze erraldoi bat, 1939ko maiatzean agintari frankistek altxatu zutena “mendi haren konkistatzaile heroikoen oroimenez”. Hirurogeita hamarreko hamarkadaren bukaeran, jatorrizko plaka kendu eta haren ordez beste bat jarri zen “Euzkadiko askatasunaren alde Saibi mendian borroka egin zuten gudarien” oroimenez. Esanahia aldatu ahal izan zaio, bakar-bakarrik, toki horretan iraun zuelako, euskal nazionalismoak landuta, inbaditzaile frankistari aurre egin zion euskal erresistentzia errepublikarraren memoria. Durangoko hilerriko mausoleo-kaperaren esanahia ere aldatu zen, 2007an, Juan José Ziarrusta alkateak tokiko sinbologia frankista ezabatu, barruko plakak eta beirateak kendu eta esparruaren izena aldatu zuenean, tokia ordutik aurrera berradiskidetzea eta bakea goraipatzeko toki bat bihurtuz. Gaur egun, granito beltzezko plaka handi batean bildu dira gatazkan hildako durangar guztien izenak — guztienak batera— ideologia politikoarengatiko edo heriotzaren zioagatiko bereizketarik egin gabe.
GERRAREN ETA FRANKISMOAREN BIKTIMA ERREPUBLIKARREN MEMORIA Gerraren eta diktadura frankistaren biktima errepublikarrak hamarkada askoan isilarazi eta ezkutatu zituzten. Diktadorea hil eta trantsizio politikoaren prozesua abiarazi zenean ere, ez zen horien memoria berreskuratzeko ezer egin, garai horretarako oso hedatua baitzegoen demokraziarako bidean Gerra Zibilaren “interferentziarik” egon behar ez zuelaren ustea. Dena “ahanzturaren zulora botatzeko” joera kontziente eta onartu horrek, 1977ko urriko Amnistia Legea onartzean mamitu zenak, biktima errepublikarren “ikusezintasun” soziala betierekotu zuen, duela gutxi arte. Euskadin, salbuespenezko toki bat izan du beti gerraren memoriak. Gatazka presente izan da etenik gabe, bai eremu politikoan, bai sozialean, eta, horren ondorioz, euskal gizartearen baitan sentsibilitate handia dago gatazkaren biktimekiko. 1987an, hainbat ekintza eta topaketa jendetsu izan ziren Gernikan, arrasto handia utzi zutenak herri horretan, baita monumentuen ikuspuntutik ere. Nolanahi ere, XXI. mendearen hasierara arte ez ziren ikusgai izan biktima errepublikarren memoria berreskuratzeko eta aitortzeko politika aktiboak. Gerraren biktimek espazio publikoan presentzia
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2002ko abenduan, Eusko Jaurlaritza izan zen Gerra Zibilean desagertutako pertsonak lokalizatzea, identifikatzea eta, ahal zela, lurpetik ateratzea xede zuen sailarteko batzorde bat sortu zuen lehen exekutiboetako bat. 2006tik, erkidegoan monumentuen arloan izandako oroimen-ahalegin handienetako bat bultzatu zuen Eusko Jaurlaritzako baita hartan aktiboki parte hartu zuen ere. 2015eko azaroan, Eusko Jaurlaritzak Gogora - Memoriaren, Bizikidetzaren eta Giza Eskubideen Institutua jarri zuen martxan, eduki nahi baitzuen, beste helburu batzuen artean, biktimen memoria berreskuratzeko dinamika berriak sustatzeko eta horri buruzko politika publikoak bideratzeko balio duen tresna instituzional bat.
ALTZAIRUZKO MEMORIA: GERRA ZIBILAREN ETA DIKTADURA FRANKISTAREN BIKTIMA ERREPUBLIKANOAK OROITZEKO MONUMENTUAK, EUSKADIN Gizarteak gerraren biktimen memoria berreskuratze aldera egindako lehen monumentuak diktadorea hil osteko lehen urteetakoak badira ere, bistakoa da azken hamarkadan nabarmen ugaritu direla biktima errepublikanoak sinbolikoki errehabilitatzeko asmoz Euskadin jasotako monumentu eta eskultura oroigarriak. “Oroitzapenaren xedea, monumentua eraikitzen den momentu beretik, iraganaren gauza izan ez dadila da, hots, iraganeko oroipena izan beharrean hurrengo belaunaldietako kontzientzia bizia izatea baizik”. Aloïs Riegl Gernika, martiri izatetik bakearen ikur izatera igaro den hiria: adiskidetzearen aldeko monumentuak Gernika da Gerra Zibilaren biktimen memoria-igorle nagusia Euskadin. Izan ere, memoriaren gune nabarmen bihurtu da, 1937ko apirilaren 26ko aire-bonbardaketaren dimentsioa, haren esanahi historiko-politikoa, Picassoren margolana eta herrian jasotako monumentu ugariak direla-eta. Monumentu horien artean lehena 1987an jaso zen, bonbardaketaren 50. urteurrena zela-eta. Oroitarri soil bat da, une hartako udal arkitektoak, Jesús Aldamak, diseinatutakoa. Oteizaren lanaren eragina
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izan zezatela bultzatu zuten, besteak beste, Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) elkartearen eta memoriaren aldeko beste elkarte batzuek gauzatutako jarduerek, Aranzadi Zientzia Elkarteak modu aktiboan parte hartzeak hainbat hilobitan indusketa-lanak egitean eta 2007an “Memoria Historikoaren Legea” izenez ezagutzen den legea onartzeak.
Harrizko eta altzairuzko memoriak
agerikoa da monumentuan, egileak hilarri tradizionalaren formari buelta eman baitzion, kubo formako harrizko bloke batean hutsune zirkular handi bat eginda. Aurrealdean, “Gernikako bonbaketan hildakoen oroimenez, 1937-1987 apirilak 26” inskripzioa ikus daiteke, harrian zizelkatuta. Eriako lorategian dago. Urtebete geroago, 1988ko apirilaren 26an, Gure aitaren etxea inauguratu zen. Egite-prozesu luze eta konplexu baten ondoriozko eskultura monumental hori Eduardo Chillidak egina da, Gabriel Arestiren ia izen bereko olerki bat, Nire aitaren etxea (1963), inspirazio-iturritzat hartuta egindakoa. Olerki horretan, Arestik familiaren etxearen babesa goraipatzen du zorigaitz ororen aurrean. Irudi eliptiko erraldoi bat da, 180 tonakoa eta hormigoiz egindakoa erabat, eta 8 metroko garaiera eta 18 metroko luzera ditu. Nolabaiteko etxe-itsasontzi horrek irekigune bat du aurrealdean, memoriaren gune hori Juntetxearekin eta Gernikako arbolarekin sinbolikoki lotzen duena; hormaz inguratutako espazioaren barrualdean, berriz, altzairuzko estela bat dago, “bakearen ikur bat”, lanaren erreferentzia-puntu bat, haritzarekin batera lanaren bizkarrezurra eratzen duena, artistak memoriaren bi espazio horien artean ezarri nahi zuen lotura gaur egun galdua bada ere. 1989an, Kultura Ministerioak eta Kultura Sailak, Jorge Semprún eta Joseba Arregui buru zirela hurrenez hurren, Henry Mooreren lan bat erosi zuten: Large figure in a shelter (Irudi handia babeslekuan). Multzo eskultorikoa, 1985etik 1986ra bitartean egindakoa, britainiar eskultore entzutetsuaren azken obretako bat da, eta neurri handiak ditu ezaugarri, 7 metroko garaiera eta 20 tonako pisua baititu. Brontzez eginda dago eta bolumen kurbatu handien bidez bonbardaketaren ostean aterpe batetik irteten den giza irudi bat iradokitzen du. Laurogeita hamarreko hamarkadaren erdialdean, Gernikako orduko alkateak, Eduardo Vallejok, ekimen bat bultzatu zuen Gernikako bonbardaketaren biktimei eskainitako mausoleoa eraikitzeko udal-hilerrian, eta horretan, duintasuna eta solemnitatea emateko bonbardaketaren biktimak oroitzeko zeremonia ofizialari. Mausoleoa, Fernando Galdeano Aranak diseinatutakoa, Zalloko hilerrian dago, eta han gordetzen dira, 1995az geroztik, bonbardaketaren biktimen hondarrak –berreskuratu ahal izan ziren apurrak–, mausoleoaren erdi lurperatutako zatian, sarkofago batean. Espazio hori da, eraiki zen unetik, urtero apirilaren 26an egiten diren zeremonia ofizialen agertoki nagusia. Memoriaren espazio hori ekarpen gehiagorekin osatu da gerora, haren ondoko horman jarri baitira San Joan elizako antzinako kanpaia eta lauza memoriala; horiez gain, gerrako presoen Gernika-Lumoko Espetxe Ospitale Militarrean 1938tik 1940ra bitartean hildakoak, 250etik gora, oroitzen dituen plaka bat eta hobi komun batean lurperatutako 82 gudarien izenak jasotzen dituen altzairuzko monolito bat jarri dira. Memoriak biltze horrek argi erakusten du zer-nolako integrazio-gaitasuna duen Gernikako oroimen-dinamikak eta nola irekita dagoen beste biktima batzuk hartzera.
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Eusko Legebiltzarrak 1987an, aho batez, Gernika Gogoratuz Bakearen Aldeko Aztertegiaren sorkuntza eta gero, Gernikako Bakearen Museoa (1998) sortu eta finkatu izana da, ordea, erakundeek egindako apusturik handiena bakearen, ulerkortasunaren eta adiskidetzearen espiritua Gernikan errotzeko, eta alde batera uzteko herriaren suntsiketan oinarritutako diskurtso traumatiko eta biktimista hutsak. Gernikaren bonbardaketa da museoaren muina, baina bat egiten du museoa osotara artikulatzen duen ardatzarekin, hau da, bakeari eta hura lortzeko bideei buruzko hausnarketarekin. 2012ko apirilaren 26an inauguratu zen Gernikan bonbardaketaren biktimak oroitzeko eta haien memoria omentzeko azken monumentua, Gernikaren aurka egindako erasoaren 75. urteurrenean. Néstor Basterretxeak egindako corten altzairuzko lan bat da, eta Suak eragindako agonia du izena. Lanak forma bortitzak ditu ezaugarri: 8 metroko diagonal bat eta, haren ondoan, ziztu bizian goitik behera baletoz bezala jarritako punta zorrotzeko bi plaka, eratzen dituzten angeluen eta formen bidez zerua urratzen dutenak ikuslearen begietara. Monumentua 1937ko apirilaren 26 botatako lehen bonba erori zen leku berean kokatua. Dena den, Gernikan, gerraren oroitzapena ez da mugatzen azterlan honetan jasotako biktimak eta bonbardaketa oroitzeko monumentuetara, bere baitan hartzen baititu bonbardaketaren salaketarekin lotutako hainbat pertsonaren memoria omentzeko zenbait eskultura ere. Izan ere, José María Gorroño alkate izanik zenbait eskultura jarri dira Gernikako kaleetan: Eusko Jaurlaritzako lehen Lehendakaria izan zenaren, Jose Antonio Agirreren, gorputz osoko eskultura bat, eta bi busto, George L. Steer The Times egunkariko berriemailearena bata eta bonbardaketaren unean Gernikako alkate zenarena, Jose Labauriarena, bestea. Monumentu horiek guztiek ageriko egiten dute zer-nolako ahalegina egiten duen herriak ez daitezen ahaztu gerra eta, batez ere, herriaren etorkizuna betiko markatu zuen 1937 apirilaren 26ko tragedia hura. Donostian jasotako monumentuak: oroitzapen traumatikoaren adierazpena Donostian, 2010era arte ez zen monumenturik egin “diktadura frankistak errepresaliatutako pertsonak oroitzeko eta haiei egindako kaltea aitortzeko”. Lehen monumentu hori urtebete lehenago langile batzuek ustekabean aurkitutako hobi komun baten leku berean jaso zen. Ramón Carrera eskultorearen
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Jon Iturrartek Marimeta egin zuen 1997an. Kale-kalean egindako adreiluzko artelan horrek sorkuntza artistikoaren izaera herrikoia gorpuzten du, eta “euskal kulturak eta antropologiak” Iturrarteren lanean duen eraginetik sortua da. Lan hori “min sakon eta etengabearen babesleku” bat balitz bezala zertzen da.
moria ntzia órica nzadi eta
tzea, ehen egin
deen moria balio
orea irela eta
adila aizik”.
Harrizko eta altzairuzko memoriak
estela bat da, brontzezkoa, eta tonelada bateko pisua, 1,50 m-ko garaiera eta 30 cm-ko lodiera ditu. Lan horrek forma zehatzik gabeko hainbat zulo ditu ezaugarri, “jaurtigaiek hormetan eta metrailak giza gorputzetan uzten dituzten orbainak” gogorarazten dizkigutenak. Gero, 2011ren hasieran, Odón Elorza alkate zela, beste monumentu bat jaso zen Aieteko jauregira sartzeko bidean. Urte Haietan izeneko eskultura bat da, Juanjo Novella artistarena. Corten altzairuz egindako eskultura hori apur bat etzanda dago, eta urte-segida bat du zulatuta, ikuslearen begi-bistan jartzeko zein luzea izan zen diktadura frankista. Urteen segida kronologiko horren amaieran eten-puntuak daude, gainera, ikusarazteko guztia ez zela amaitu 1975ean. Neurri handiko lana da; izan ere, 5 tonako eskultura horrek 4 m-ko garaiera du, eta 2 m luze eta 2 m zabal da. Hartu ezin den gotorleku baten itxura du, eta zeharkatu ezin den irekigune bat du atzealdean, etendako itxaropenak iradokitzen dituena eta barne-espazioak eragin dezakeen sendotasun- eta abegi-sentimendua kolokan jartzen duena. Lan hori leku horretan jarri izanak lagundu egiten du, gainera, jauregiak gogora zekarren oroitzapen bakarra desegiten, diktadorearen udako oporleku zelako oroitzapena desegiten, alegia. Bi urte pasatzerako, 2014ko maiatzaren 31n, beste monumentu bat inauguratu zen biktimen familiartekoen aurrean, urtebete lehenago gerraren biktimak oroitzeko Juan Karlos Izagirreren alkatetzak deitutako lehiaketa irabazi zuen lana, hain zuzen. Lanak Dual du izena, eta bi arkitekto gazteren proposamena da, Amaia Mateos Valiente eta Tomás Villanueva Elizondo arkitektoena. Lanak 4,5 metroko luzera eta 2,20 metroko garaiera ditu, eta Donostiaren oinplanoa irudikatzen du, tiroz josita. Erraz antzemateko moduko irudia da, Kontxako badiaren ilargi erdi forma dela-eta. Materialek are sinbolismo gehiago ematen diote lanari, iragana berreskuratzeak dakarren dualitatea adierazten baitute. Polikarbonato gardenak historiaren objektibotasunari egiten dio erreferentzia, eta corten altzairuak, berriz, memoria eta oroitzapenak adierazi nahi ditu, hura bezala herdoiltzen baitira denborarekin sentimenduak, mina, penak... Biktimen familiartekoek loreak uzten dituzte altzairuan egindako zuloetan, monumentua inauguratu zen egunetik. Lanaren oinetan, metalezko zenbait plaketan jaso dira gerran edo errepresio frankistaren ondorioz hil ziren hiriko ia 400 pertsonen izen-abizenak. Horiek horrela izanik, lau urte eskasean jasotako hiru monumentu horiek, Ondarretako espetxean hildako biktima errepublikanoak oroitzen dituen monolitoa eta hirian jarritako hainbat plaka kontuan hartzen badira, Gerra Zibilaren eta frankismoaren biktima errepublikanoen memoria bizien erakusten duen euskal hirietako bat da Gipuzkoako hiriburua gaur egun.
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Hilerriak doluari eta oroimenari estu-estu lotutako lekuak dira. Norberaren baitan biltzeko espazioak eta iragan hurbilarekin edo urrunarekin berriro bat egiteko espazioak dira kanposantuak, eta, horrenbestez, memoriaren gune izan daitezke kolektibitate batentzat, nazionalitate batentzat edo herrialde oso batentzat. Hilerriak historiaren lekuko bihurtzen dira, sarritan, nahi gabe, haien hormak fusilamenduetarako erabiltzen direlako edota haien barruan fusilatutakoen gorpuak izenik gabe eta elkarren gainean pilatuta ehorzteko hobiak egiten direlako. Indarkeriaren eta errepresioaren lekuko mutu bihurtzen dira halakoetan, eta, horrenbestez, zauriz betetako horma horiek historiak markatuta geratzen dira, arerioaren ankerkeriaren sinbolo bihurtuta. Euskadin, hilerri asko izan ziren Gerra Zibilean matxinatutako armadaren exekuzioen eta errepresalien lekuko. Eta iragan hori berreskuratu egin da, nolabait, hilerrietan egindako monumentuen bidez, ezezaguna izan baita euskal gizartearen gehiengoarentzat, ezkutuan edo ahaztuta egon delako sarritan. Oroimenaren frontoia: Luis Peña Gancheguiren. OIARTZUNgo hilobi-monumentua (1977) Oiartzungo monumentua azpimarratzekoa da, batetik, goiztiarra delako –1977an egin zen–, eta, bestetik, Luis Peña Gancheguik, ausardia handia erakutsi zuelako Oiartzungo udalaren enkarguari erantzunez “Euskadiren askatasunaren alde hildakoak” omentzean. Arkitektoak kanposantuaren ertzeko horman irekigune bat egin zuen erronka hori gainditzeko. Pilotarako frontoia baliatu zuen arkitektura-baliabidetzat, eta esanahi asko izan ditzakeen hutsune bat utzi zuen normalean pilotak jotzen duen harlandu beltzezko horma zatiaren lekuan. Frontisaren goiko aldean lauburu bat dago, hilarriak gogora dakartzan harri zati biribil batean zizelkatuta. Argi-ilunak HERNANIko hilerrian: Argi-Horma, Carlos López de Ceballos (2006) Hernaniko hilerrian monumentu bat egiteko ideia erantzun sinboliko bat da, 1936ko udazkenean han fusilatu eta hobi komunetan ehortzi zituzten pertsonen gorpuak berreskuratu ezinari emandakoa, 200 baino gehiago izan baitziren han hildakoak. Argi-horma Carlos López de Ceballos arkitektoaren lana da, eta 2006ko azaroaren 8an inauguratu zen, fusilamenduen hirurogeita hamargarren urteurrenean, Juan José Ibarretxe lehendakaria han zela. Eskultura herriko hilerriaren sarreran dago, eta presentzia nabarmena du neurriak direla-eta, 10 metro pasako luzera diagonalean eta 3 metroko garaiera baititu. Altzairuan moztutako siluetak hilerriaren horman proiektatzen dira eguzki-izpiei esker, eta, horrela, hainbat buru eta beso ikusten dira zerurantz jasota, biktimek bizi berri bat izango balute bezala. Lanaren muturretako batean han fusilatutako ia 200 pertsonetatik identifikatutako 128en izenak grabatu dira.
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Hilerriak eta hormaren erretorika. Doluaren eta memoriaren lekuak
Harrizko eta altzairuzko memoriak
Zulatutako hormak: memoriaren leku bat TOLOSAko hilerrian (2011) Tolosan egindako fusilamenduetatik gehienak San Blaseko hilerriaren hormetan egin ziren. Gertaera haiek oroitzeko monumentua, Hernanikoa ez bezala, hilerriaren erdian dago, Tolosako seme-alaba kutunei eskainitako panteoiaren ondoan. Juantxo Agirre-Mauleonek eta Inhar Agirrezabalak diseinatutako lan bat da, eta 2011ko otsailaren 26an inauguratu zen. Corten altzairuzko hiru plakak eratzen dute: bi aurrez aurre kokatuta daude eta 4 metroko garaiera eta 2,5 metroko zabalera dituzte, eta hirugarrena, berriz, haien ondoan dago. Hirugarren plaka horretan, han eraildako pertsonen izenak jasotzen dira, baita nongoak ziren eta nola hil ziren ere, eskaintza bakar baten azpian: “Errepublikaren eta Euskal Herriaren askatasunen defentsan eraildakoei”. Altzairuzko plaka horien aurrean kare-harrizko prisma bat dago, lau angelukoa, “heriotza bidegabeen aurrean duintasunak irmo dirauela eta haien memoriak iraun egiten duela” adierazten duena. Mastatik kendu ere egiten ez diren ikurrina batek eta bandera errepublikano batek osatzen dute espazio sinboliko bitxia. Elgoibarreko Olaso hilerriko Duintasunaren Kolunbarioa (2017) Gogora memoriaren institutuak Elgoibarreko hilerrian duintasunaren kolunbario bat egiteko ekimena bultzatu zuen 2016an. Hilobi-espazio bat sortzea zen helburua, azken urteotan hobi komunetatik ateratako gorpuzkinak han jartzeko, gerra garaian zein gerra ostean eraildako pertsonenak. Leku horretan memoriaren marka uzte aldera, eskultura bat jartzea erabaki zen. Duintasuna Ignacio Arregui artistak diseinatutako eskultura bat da, corten altzairuzkoa, eta 2017an inauguratu zen. Lana bata bestearen segidan jarritako ia 4 metroko altzairuzko zenbait plakaren segida bat da, eta espazio huts bat uzten du barrualdean, zorigaiztoko azken bera izan zutenen giza irudi lausoak gogora ekartzen dituena. Ikuslea hutsune horretan barrena ibil daiteke, eta, horretan, “biktimekin topaketa subjektibo bat” izan dezake. Lauaxetaren oroimenez MUNGIAko hilerrian (2006) Biktima errepublikanoen memoriak bidea egiten du Euskadiko beste zenbait hilerritako hormen artetik ere, horiek ere gerran eta gerra ostean egindako fusilamenduen lekuko baitira. Gasteizko Santa Isabel hilerriaren atzealdeko horman, esaterako, bada Esteban Urkiaga Lauaxeta oroitzen duen plaka bat, hantxe fusilatu baitzuten. Mungiako hilerrian ere bada eskultura bat hura oroitzeko, han jaioa baitzen idazlea. Eskulturak estela forma du eta Ángel Garraza eskultorearen lana da. In memoriam, Goiztirian, Arimaren garrasia, Andoain (2006) Hainbestekoa da hormaren ebokazio-indarra, biktimen sufrimenduaren lekuko izanik, ezen zenbaitetan hilerritik kanpora atera den. Horren adibide da Andoaingo In memoriam, Goiztirian, arimaren garrasia monumentua. Lan hori Gotzon Etxeberria Setiének egin zuen, frankistek han fusilatutako 22 biktimen omenez. Monumentua Andoaingo Alfaro parkean dago 2006az geroztik,
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eta granitozko horma itzel baten inguruan artikulatzen da. Horma 7 metro luze da, eta 2,5 metroko garaiera eta 20 zentimetroko lodiera ditu. Ezin hobeki zizelkatutako harlanduzko horma horren aurrean, brontzezko bi eskultura biribildu daude, antzemanezinak eta ulermenari muzin egiten diotenak, hormaren aurrean kontrapuntu gogoetagarri moduan. Hormaren aurrean zutik jarritako irudiak, itxura batean, so egiten dio hartxintxarren gainean etzanda dagoenaren etorkizun tragikoari. Hormaren atzeko aldean eraildako 22 andoaindarren izenak daude grabatuta.
ARTEA AHANZTURAREN AURKA: TRADIZIOA BIRSORTZETIK OROITZAPENEZKO ESKULTURAREN HIBRIDAZIORA ARTEKO BIDEA Euskadin biktima errepublikanoen oroimenez jasotako elementuetan erabilitako baliabide estetikoen aniztasuna erabat kontrajartzen zaio frankismoaren garaiko monumentuetan ezarritako uniformetasunari. Proposamen plastikoen aukera-sorta hori eredu tradizionalen berrinterpretaziotik hasi eta eskultura hedatuaren erabilerara artekoa da. Memoria bizirik, Néstor Basterretxea, Bilbo, 2006 Memoria bizirik da frankismoak Bilbon utzitako biktimen omenez egin zuen eskulturari, Néstor Basterretxeak jarritako izen iradokitzailea. Lana Euskal Herriko hainbat hilerritan ikus daitezkeen disko formako hilarri tradizionalen berrinterpretazio bat da. Bermeoko eskultoreak sakratutasuna kendu zion antzinako ikur horri, eta mundu zibilera ekarri zuen. Lan honetan, disko formako elementu hori laukizuzen baten barruan ageri da. Patinadun brontzez egindako eskulturak 4 metroko luzera eta 3,5 metroko garaiera ditu, eta, gutxi gorabehera, 10 tonako pisua. Monumentuaren oinetan plaka bat dago “Askatasunaren eta demokraziaren alde borrokatu ziren gizon eta emakumeen omenez” eskaintzarekin. Eskaintza hori frankismoaren biktima guztien omenez egindakoa dela azpimarratze aldera, gainera, Blas Oteroren olerki bat grabatu da plaka horretan, Bernardo Atxaga idazleak berariaz aukeratutakoa: “Deitu egingo didate, guztioi deituko digute…”. Lanaren enkargua Eusko Jaurlaritzako Etxebizitza eta Gizarte Gaietarako Sailak egin zion zuzenean, Javier Madrazo buru zela, eta Bilboko Casilda Iturrizar parkean inauguratu zen 2006ko otsailaren 19an, Juan José Ibarretxe lehendakaria han zela. Gurasoen etxea, Juanjo Novella, Sestao, 2007 Errepresio frankistaren oroimenez monumentu bat jasotzeko ideia Sestaoko Errepresaliatuak elkartearen ekimena izan zen. Helburu hori lortze aldera, Juanjo Novella artistak euskal tradizio demokratikoak hartu zituen, zuzen-zuzenean, inspirazio-iturritzat, baita horietan zuhaitz handiek zuten pisu sinbolikoa ere, haritzena eta arteena batez ere, haiexen azpian biltzen baitziren batzarrak Erdi Aroaz geroztik. Corten altzairu zulatuzko eskulturak zuhaitz baten adaburua adierazten du,
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etzanda bada ere zutik dirauena. Zuzenean lurrean ainguratuta dago, eta, babesgune bat sortzeko asmoaren adierazgarri, eite kurbatua du. Multzo monumentalak 6 metroko garapena, 4 metroko altuera eta 12 tona pasako pisua du, eta Blas Oteroren Hasieran olerkia idatzita duen atril batek osatzen du. Juan José Ibarretxe lehendakariak inauguratu zuen 2007ko ekainaren 9an, eta Bilboko ibaiadarraren ondoko Benedikta pasealekuan dago. Inguru hori Bizkaiak duela mende bat bizi izandako industria-iraultzaren gune garrantzitsuenetakoa da, baita langileen historiak, II. Errepublikaren aldeko konpromiso politikoak eta diktadura frankistaren aurkako borrokak markatutako espazio bat ere. Argiaren basoa ahanzturaren aurka, Anabel Quincoces, Gasteiz, 2009 Frankismoak errepresaliatutako pertsonen omenez egindako lan hau Arabako Foru Aldundiak sustatutakoa eta Anabel Quincoces artistak diseinatutakoa da. Argiaren basoa altzairuzko hogei bat modulu zilindrikok osatzen dute. Moduluak brontze grabatuz estalita daude, eta metro batetik hiru metrora arteko altuera dute. Bakoitzak beirazko pieza masibo bat du goiko muturrean, zilindro bakoitzaren barrualdetik irteten den argia proiektatzen duena, memoriaren eta itxaropenaren isla balitz bezala. Hiri barruko baso honek errepresio frankistaren funtsezko kapitulu bat iradoki nahi du, 1937ko martxoaren 31n gertatutakoa. Egun hartan, joera politiko askotako 16 preso errepublikano fusilatu baitzituzten Azazetako basoan. Memoriaren espazio hori José Luis Catónek egindako altzairuzko monolito batean integratutako bisore batek osatzen du. Bisore horretan, diktaduraren garaian errepresaliatutako 5.000 arabarren baino gehiagoren izenak ikus daitezke. Durango, memoria bizia, Debako arte eskola, Durango, 2012 Durango ere markatuta utzi zuten bonbardaketek, eta, horregatik, monumentu hibrido bat jaso zen hiri horretan 2012an, bonbardaketen biktimak ez ezik, “frankismoaren aurka eta askatasunaren alde bizia eman zuten durangarrak” oroitzeko eta omentzeko. Multzo eskultorikoak esanahiz betetako izena du, Durango, memoria bizia, eta Mikel Camposek, Karmele Arangurenak eta Debako Arte Eskolako ikasleek sortutakoa eta egindakoa da. Memoriaren espazio hori aurrez Kurutziaga gurutzeak hartzen zuen lekuan dago, eta inguruko mendiak gogora ekartzen dituen kareharrizko bloke irregular handi baten inguruan artikulatzen da. Blokea oktogono formako zokalo baten gainean dago, eta lurrean sartutako zenbait plaka ditu inguruan. Plaketan gatazka hartako zenbait kapituluren gertalekuen izenak ageri dira, Bartzelona, Derio, Intxorta, Sabigain eta Santamañe zar, hain zuzen. Espazioa neurri desberdineko hiru eserlekuk mugatzen dute, eta haietako bakoitzean objektu sinboliko bat dago: koaderno bat, memoria pertsonalaren alegoria moduan; liburu bat, memoria gordetzearen ikur moduan, eta argazki-kamera bat, irudiaren sinbolo gisa. Memoriarekin lotutako hainbat aipamen poetikok osatzen dute multzoa.
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JesĂşs Alonso CarballĂŠs
AHAZTUTAKO BIKTIMEN OROIMENEZ: ESPETXERATUTAKO EMAKUMEAK, ERBESTERATUTAKO HAURRAK ETA ERREPRESALIATUTAKO HOMOSEXUALAK
Saturraranen espetxeratutako emakumeen oroimenez, Mutriku, 2007 Saturrarango bainuetxea izandakoaren eraikinak emakumeen espetxe nagusitzat erabili ziren 1938tik 1944ra bitartean, eta diktadura garaiko emakumezkoen espetxe gogorrenetakoa izan ziren. Espainiako bazter guztietako 4.000 emakume baino gehiago igaro ziren hango ziegetatik, oso adin txikiko seme-alaba eta guzti zenbaitetan. Diziplina gogorra, tratu txarrak eta jateko gutxi baino ez zuten aurkitzen han, eta osasun-egoera ezin okerragoetan bizi behar izaten zuten. Gutxienez 120 emakume eta 57 haur hil ziren Saturraranen. Gertakari haiek oroitu eta han espetxeratutako emakumeak omentzeko, Eusko Jaurlaritzako Etxebizitza eta Gizarte Gaietarako Sailak NĂŠstor Basterretxearen monolito bat jaso zuen 2007ko apirilaren 1ean, goiko aldean Memoria bizirik lanaren erreprodukzio txiki bat duena. 1937an erbesteratutako haur euskaldunen omenez, Santurtzi, 2006 Santurtziko udalak 1937an hango portutik erbestera abiatu ziren haurrak omentzea erabaki zuen 2006ko urrian, eta, horretarako, memorial soil eta bakan bat eraiki zuen herriko arrantza-portu txikian, haur haiek erbestera abiatu zireneko portutik gertu. Paco Presa Merodio zeramikariak modelatutako oroitzapenezko erliebe bat da, zeramikazko mosaikoz estalitakoa. Lana antzinako portu-garabi baten oinetan jarri zen, eta haur haien irteeraren kontakizuna osorik berreskuratzen du, militarren altxamendutik hasita, demokrazia ezarri eta gero haur izandako haiek zahartuta itzuli ziren unera artekoa. Frankismoaren garaian errepresaliatutako homosexualen oroimenez, Durango 2009 Frankismoak sexu-aukeragatik errepresaliatutako pertsonen oroitzapenezko monolitoa 2009ko maiatzaren 16an jarri zen Durangon, EHGAM Euskal Herriko Gay-Les Askapen Mugimenduaren ekimenez. Koldobika Jauregik egindako oroitzapenezko eskultura bat da, granito grisezko bi bloke handik osatutakoa. Bi blokeak elkarri lotuta daude, zuzenean lurrean jarrita. Atzeko aldean zutarrien formako monolito bertikal bat dago, ia bi metroko garaiera duena. Multzo monumentalaren oinetan Jon Maiaren bertso hunkigarri bat irakur daiteke plaka batean. Bertso horren bidez, Maiak gogora ekartzen ditu homosexualen aurkako jazarpena eta pertsona haiek beren eskubideen alde egindako borroka.
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Euskara
Emakumeak, haurrak eta homosexualak, sarritan, historiaren marjinak baino hartzen ez dituzten gizarte-kolektiboak dira. Hori horrela izanik, azken urteotan Euskadin memoria berreskuratze aldera bultzatutako politika publikoek errealitate hori irauli nahi izan dute, kolektibo horien oroimenezko monumentuak jasoz.
Harrizko eta altzairuzko memoriak
AIRE-ARMADAREN BONBARDAKETEN BIKTIMEN OROIMENEZ Mundu guztiak aintzatetsi ditu Gernikaren bonbardaketaren biktimak, eta, hortaz, ikur unibertsal bihurtu dira nolabait. Horregatik seguru asko, ez dira hain ezagunak Euskal Herriko beste zenbait herritan aire-armada frankistaren, Kondor Legioaren eta Aviazione Legionariaren bonbardaketa ugariek utzitako biktimak. Hori horrela izanik, azken urteotan hainbat ekimen egin dira egoera hori iraultzeko eta ahaztutako biktima horien azken tragikoaren memoria kolektiboa berreskuratzeko. Ekimen sinboliko garrantzitsuenen artean, azpimarratzekoa da Otxandion egindakoa. Herri horretan egindako monumentuak 1936ko uztailaren 22ko bonbardaketak herrian utzitako 61 biktimak omentzen ditu –emakumeak eta haurrak haietako asko–. Gertakari horren 75. urteurrenean inauguratu zen, 2011. urtean, Andikona plazan. NÊstor Basterretxeak egindako oroitzapenezko eskultura bat da, eta Heriotza zerutik etorri jakun du izena. Basterretxeak 6 metro pasako konposizio bat egin zuen biktima haiek omentzeko, bertikaltasunak eta angelu zorrotzeko formen bortiztasunak markatutakoa zerutik jaurtitako lehergailu haiek adierazte aldera. Memoriaren espazio horren aldeetako batean, plaka bat dago, biktimen izenak letra handiz jasotzen dituena. Durangon ehunka biktima utzi zituzten 1936ko irailaren 25ean eta 1937ko martxoaren 31n egindako bonbardaketek. Biktima haien oroimenez, zeremonia bat egin izan da urtero hilerriko kaperan, biktima haiek guztiak gogora ekartzen dituen plakaren aurrean; alabaina, 2008an oroitzapenezko kanpandorre bat eraiki zen haren atzeko aldean, eta, harrezkero, han egiten da urtero, martxoaren 31n, biktimak gogora ekartzeko eta omentzeko zeremonia. Kanpandorre horren oinetan harrizko monolito bat jarri da, gurutze bat zizelkatuta duena herriaren izenaren eta zorigaiztoko data horren gainean. Sestaok oraintsu berreskuratu du 1937an han izandako bonbardaketetan hildako 27 pertsonen memoria. Zentsu hertsian esanda, ez da monumentu bat, hiri-ingurune batean egindako horma-pintura bat baizik, 4 metro luze eta 3 metro zabal dena. Horma-pintura Jorge Gimenoren eta Araceli Jalónen lana da, eta 2016ko maiatzaren 21ean inauguratu zen, herrian izandako bonbardaketen 79. urteurrenean. Lana udaletxetik gertu dago, eta herriaren oinplanoaren ikuspegi bertikal bat adierazten du, leherketekin eta haiek utzitako hondarrekin. Margolanean, kolore biziak erabili dira, gorria eta beltza batez ere, hiria suntsitu zuen sua eta kea iradokitzeko, eta aldeetako batean bi haur babesgabe irudikatu dira, ahaztutako biktimak gogora ekartzeko. Hainbat herrik jarri dituzte aire-erasoek eragindako biktimak oroitzeko monolitoak eta plakak azken urteetan: Galdakaok, Mungiak, Zornotzak...
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Biktimen memoria berreskuratzeko lan sinbolikoez gain, azken hamarkadetan monumentu aipagarriak egin dira erregimen errepublikanoaren eta euskal autonomiaren alde borroka egin zuten gudarien eta milizianoen eraspena eta sakrifizioa goraipatzeko. Lan horiek erasoak, guduak eta borrokaldiak oroitzen dituzte sarritan, indar errepublikanoen porrotekin amaitutakoak eta, beraz, hildako eta desagertutako asko eragin zituztenak, horiek guztiak gatazkaren biktimatzat hartzen baititu gizarteak memoria berreskuratzeko egungo dinamikan. Horien artean, azpimarratzekoa da Matxitxakoko Gudua, 2007ko martxoan Bermeo eta Bakio artean inauguratutako eskultura bat. Néstor Basterretxearen lana da, eta 1937ko martxoan Matxitxako lurmuturraren aurrean izandako itsas gudu desorekatuan hildako itsasgizonak omentzen ditu. Gudu horretan, Euzko Itsas Gudarosteko bi itsasontzik, artilleriaz hornitutako bi arrantza-ontzik egiazki, Nabarra eta Gipuzkoa ontziek hain zuzen, aurre egin zioten itsas armada frankistaren bandera-ontziari, Canarias gurutzaontzi astunari. Monumentua corten altzairuz eginda dago, eta Nabarra ontziko itsasgizonen eraspena gogora ekartzen digu, itsasontzi haren hondoratzea konposizioaren ardatz nagusi hartuta. Intxortako atea 2007an inauguratu zen Intxorta mendiaren magalean, 1936ko irailean euskal milizianoek eta gudariek Bizkaiaren aurkako erasoaldi frankista geldiarazi zuten lekuan –horri esker izan baitzen erregimen autonomikoa Euskadin–. Corten altzairuzko neurri handiko eskultura da (7,20 metroko altuera eta 3,20 metro zabalera ditu), eta egilearen hitzetan, Juan José Arangurenen hitzetan alegia, “horma zulatu bat” adierazten du, “nondik begiratzen den, ixten edo irekitzen den ate bat sinbolizatzen duena. Itxaropenari, bakeari eta tolerantziari irekitako ate bat, inoiz itxi eta horma bihurtuko ez dena”. Milizianoei eta gudariei eskainitako monumentu horien guztien artean, ordea, Aterpea 1936 da memoriaren berreskuratzean oihartzun handiena izan duena. Juanjo Novellaren eskultura bat da, eta Artxanda mendian kokatuta dago, hantxe izan baitziren tropa errepublikanoek Bilbo babesteko egindako azken borrokaldiak, hiria 1937ko ekainaren 19an behin betiko erori aurretik izandakoak. Neurri itzeleko hatz-marka bat oinarri hartuta artikulatutako lan bat da, 6 metroko garaiera eta 8 tonako pisua dituena, eta forma apur bat kurbatua du babes-espazio bat sortzeko –izenaz ere iradoki nahi dena– Haren aurrean egiten da, 2006an inauguratu zenetik urtero, ekainaren 19an, soldadu haien sakrifizioa eta gerraren biktima errepublikanoak gogoratzeko egiten den zeremonia.
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Euskara
FRONTEAN HILDAKOEN OROIMENEZ
Harrizko eta altzairuzko memoriak
MEMORIAREN FORMAK: OROITZAPENEZKO ESKULTURAREN ESTETIKAK ETA ESTRATEGIAK, EUSKADIN Biktimen izenak Izena duenak badu izana, eta, hortaz, biktimen nortasuna berreskuratzen da eta banako izaera aitortzen zaie izenez aipatzen direnean, izen-abizenak ematen direnean, adina eta, beharbada, heriotza data aipatzen direnean. Horrez gain, zerrendatzen direnean, oroitzapen kolektibo batekin bat egiten dute, eta, ondorioz, komunitatearen aintzatespen publikoa lortzen da. Diktadura frankistan, gerra amaitu eta lehen urteetan jasotako monumentu gehienek zerrenda horiek izaten zituzten, gurutze baten ondoan, monumentu haien esanahiaren funtsezko elementu moduan. Badirudi aurkako bidea egin dutela biktima errepublikanoen omenez egindako lanek, antza denez, laurogeiko eta laurogeita hamarreko hamarkadetan, memoria-agente batek ere ez baitzion garrantzirik eman monumentuetan biktimen izenak jartzeko aukerari –asko ezezagunak zirelako, beharbada–. Alabaina, azken hamarkada honetan, ezinbestekoa bihurtu da ekimen monumental orotan biktimen izenak monumentuan adieraztea. Biktimen izenak monumentuetan jartzeak nabarmen aldatu du familiartekoek monumentuarekin duten lotura. Nahitaezkoa da kontuan hartzea izenak monumentuan jartze horrek dimentsio emozional bat duela, izen hori baita galdutako senitartekoen ikusteko moduko arrasto bakarra familia askorentzat, gorpuak berreskuratzeko aukerarik izan ez dutenentzat batez ere. Abstrakzioa figuratibismoaren aurrean Euskadin, oroitzapenezko eskulturaren funtsezko ezaugarri plastikoa da figuratibismoaren aurrean abstrakzioaren alde egitea. Elementu figuratibo gutxi izaten dira hemen jasotako lanetan. Giza irudia da, gainera, gutxien ageri dena. Euskadin, ez da giza irudia erabili nahi izan desagertutako biktimen ausentzia/presentzia adierazteko, eta hutsaren bidez baino ez da adierazi. Horren adibideak dira Hernaniko eta Elgoibarreko hilerrietakoak. Materialak: harria eta altzairua Erregimen frankistaren estetika- eta propaganda-arduradunek material soil, erresistente eta iraunkorrak bilatu zituzten gerran “hildakoen eta martirien” omenez egindako monumentuak egiteko, eta, horregatik, harria lehenetsi zuten. Arau zorrotzak jarri ziren halakoak egiteko, eta, gainera,
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Guztiz aurkakoa da azken hamarkadan biktima errepublikanoei eskainitako monumentuak egiteko material-aukeraketa, corten altzairua izan baita, zalantzarik gabe, halakoak egiteko material erabiliena. Euskadin, memoria berreskuratzeko prozesuaren funtsezko ezaugarria da monumentuak egiteko mota horretako materialak lehenestea. Asko dira joera horren arrazoiak. Alde batetik, arrazoi historikoak daude, material hori estu lotuta baitago antzina-antzinatik joan den mendearen amaierara arte oletan burdina lantzeko eta ustiatzeko izan den tradizioarekin. Altzairua material nobletzat hartzen dugu hemen, energia telurikoren bat duen materialtzat. Néstor Basterretxearen hitzetan, material “gogorra eta harrigarria da, nire herriaren izaeraren antzekoa”. Bestalde, artisten iritziz, altzairuak duintasuna azpimarratzen du, material iraunkorra baita eta ez baitakartza berarekin harriak transmititzen dituen seriotasuna eta solemnitatea.
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Arkitektura Zuzendaritzak proiektu haiek guztiak ikuskatzen zituen. Horregatik eta, orobat, gurutzea ikur hartuta egindakoak zirelako, uniformetasun estetiko handiko monumentuak ziren, erraz identifikatzeko modukoak.
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Monuments to the victims of the spanish Civil War and francoism in the Basque Country (1936-2017)
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Memories of stone and steel
Memories of stone and steel
The principal aim of this book — a study of the monuments erected in memory of the victims of the spanish Civil War since the late 1930s to the present day — is to show the evolution of their place in the Basque public space. Whilst victims on the Franco side were thrust into omnipresence until the end of the 1970s, the memory of those fallen on the Republican side has gone in the other direction, journeying from the depths of obscurity to which they were condemned under the dictatorship to being undeniably present in our time. This book does not seek to place all victims in the same category, nor to equate the repression exercised during the conflict by one or other side. Several historical projects have illustrated the profound differences handed down from its origins and aims through to the nature of the practices used. The book’s chief goal is to underscore the to-and-fro of memory, and to analyse the prominent role of monuments in reactivating memory and in the social recognition of the Republican victims over the last decade.
Nothing is more important to a city’s symbolic landscape than the names of its streets, monuments, statues and commemorative plaques. As omnipresent everyday surroundings [...] the names of streets, statues and monuments are part of the individual and collective identity. They are always the object of fights, of appropriations and reappropriations of the past, fights over the inscription of what a society wants to set down as its image and its relationship with the past. Régine Robin The monument is an object — normally a sculpture — sited in a public space for the explicit purpose of keeping alive the memory of a past event, and thus establishes an opportune link with its location consistent with a historical or mythological narrative. Antonio Bentivegna
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“Deliberate monuments are those works which, by the will of their creators, must recall a certain moment in the past (or a collection of these)” [...] or which hope to “satisfy certain practical needs or ideals arising from the artist’s contemporaries or, at best, from their most immediate successors”. Alois Riegl This does not mean that ceremonies and celebrations, monuments and flags are always and everywhere to be deplored. A certain dose of rhetoric is perhaps indispensable for the memory to persist. Primo Levi
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The most surprising thing about monuments is that we never see them. Nothing in the world is so invisible. They are raised, no doubt, to be seen, even to attract attention; but at the same time, they are imbued with something that goes against attention, and this trickles over them like a drop of water on a layer of oil. Robert Musil The Western solution to the problem of Europe’s troublesome memories has been to fix them, quite literally, in stone. Tony Judt It is crystal clear that every monument raised carries with it the risk of petrification. It doesn’t matter whether it becomes bronze or stone: whenever memory materialises in a monument, we shouldn’t underestimate the risk that by institutionalising how we remember, memory itself is frozen. Reinhart Koselleck Monuments live whilst they’re talked about. Once installed, these masses of marble, bronze or concrete, no matter how big they are, become invisible, are forgotten. They return to life when they are marked for demolition. Horst Hoheisel
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MONUMENTS: CORNERSTONES OF MEMORY OR ARTIFICE? The monument has, since antiquity, been a place embodying the principles or memory of a person, event or movement; a vehicle for mediation between past and present; a marker of the continuity or disappearance of the very principles it embodies. Commemorative monuments are a prominent display of power. The message they transmit is always selective; an ideological imposition to serve current political objectives. The performative nature of monuments in public space, their role in transmitting the memory of the past and their social and political dimensions are often conflicting concepts. Primo Levi wrote about the need for monuments to “reprimand the past and caution about the future”, and Robert Musil had no hesitation in berating monuments for their static, invisible nature, and their inability to connect with a turbulent urban world. Despite this recurring criticism of the inability of monuments to preserve the memory of the past, a quick glance around us is enough to verify that Western societies have continued to erect monuments here, there and everywhere. “The Western solution to the problem of Europe’s troublesome memories has been to fix them, quite literally, in stone.” (Tony Judt) There is always a risk that the sculptural form of a monument displaces and substitutes the social dynamic of remembrance. The monument is, in effect, a prothesis through which we discharge our commemorative responsibility. The inherent risk of fixing memory in a monument led to ‘negative monuments’, ‘contra-monuments’, ‘anti-monuments’ or ‘invisible monuments’ being erected in Germany. These memorials embody the concept of the void or absence, and have in common a desire to reconsider the commemorative monument as a vehicle for discussion and public debate about a past which society has tried to hide or forget. Prominent examples include Black Form by Sol Lewitt, the Monument Against Fascism (Hamburg) and the Monument Against Racism or Invisible Monument, 2146 stones (Saarbrücken) by Jochen Gerz and Esther Salev-Gerz, and the Aschrott Fountain (Kassel) by Horst Hoheisel.
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MONUMENTS AND THE MEMORY OF VICTIMS OF THE WAR This book highlights, the monument is a child of its time, a public manifestation of the relationships that each society that maintains with a past — however far back in time said past may be — whose recovery becomes an essential part of constructing a society’s identity.
One of the reasons behind the uncommon monumental drive seen over the last decade is the likely impossibility of delivering proper justice to the victims. The memory of the injustices handed down to the victims has been kept alive in the public realm by the monument, which stands as a substitute for justice itself. In this sense, monuments remind us of our responsibility towards the victims, albeit temporarily. It has been impossible to bring justice to the victims of the Franco dictatorship, and the raising of monuments thus constitutes a clear element of justice alongside their commemorative role. That is, a symbolic justice, achieved by abolishing symbols which glorified the agents of death and by recovering the memory of their victims. This dual process, in motion since the end of the dictatorship through to our times, has enabled a progressive reintegration into society of the victims who were pushed aside by the old regime, and complete delegitimisation of the violence and legacy of Francoism. Lastly, the role of monuments erected over the last decade should be seen as reparative, the final mark of social recognition before the disappearance of the last remaining direct witnesses to that bloody conflict.
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The inclusion in this project of both monuments erected during the dictatorship and others raised in the age of democracy, in memory of the victims on both sides of the conflict, underscores the transitory and unstable nature of any commemorative endeavour. During the time elapsed since the Civil War the omnipresent remembrance of Nationalist victims has been replaced in the public sphere by that of victims on the Republican side. Whilst this may now seem irreversible, nobody can ensure that this will be the case in a future time when faced with the emergence of new memories or disinterested future generations.
Memories of stone and steel
REMEMBRANCE OF PRO-FRANCO WAR VICTIMS DURING THE DICTATORSHIP Following the end of the war, the Franco regime institutionalised the memory of the victims of Republican persecution — the martyrs — and of soldiers who died in battle — the fallen. Both were persistently recorded in the public sphere and their memory kept prominent by means of long lists of names inscribed in churches and public buildings, or via the erection of myriad crosses and monuments. Distinguished spaces were chosen for these memorials in the heart of towns and cities, on large thoroughfares, in central plazas or sprawling gardens, not to mention the hills and mountains which were the scene of violent battles. Using the tragic memory of the war as a means to legitimise the Franco regime was an essential element of Francoist symbolism and identity. In parallel, memorialising the ‘other victims’ — the Republicans — who were silenced and suppressed throughout the dictatorship was ruled out.
REMEMBRANCE IN STONE: MONUMENTS TO THE FALLEN AND THE MARTYRS OF THE CRUSADE From very early on in the new Francoist Spain, the regime tried to control and guide the aesthetic of monuments via the General Directorate of Architecture and the Headquarters of the National Propaganda Service. State diktats insisted that monuments should be governed by the principles of “simplicity, austerity, classicism, modesty, severity, decorum and aesthetic and Christian eloquence”. Fine, austere and solid materials — mainly stone — were used to construct them, as a symbol of the new State An overarching feature of the diktats handed down by the Franco regime was the cross as a central element of a monument. As well as its Christian connotations, the cross also represented the pledge made by the victors of the supposed ‘crusade’ in defence of religion. “The cross not only fulfilled its traditional role on the graves of the fallen, it helped cement the exclusionary interpretation of the war. Monuments were another way of masking the material causes of the uprising” (Ángel Llorente) In the Basque Country large obelisks were widely used, often in conjunction with huge crosses, and long, simple architectural structures were built with plaques inserted carrying the names of the martyrs and the fallen. The appropriation of the dead in the Basque Country was driven by a double political motive, with the repeated use on monuments of Falangist symbols and emblems (the yoke and arrows) and Carlist iconography (the Burgundy Cross).
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Proposals for the erection monuments derived mainly from regional governors and municipal corporations. “During the dictatorship, monuments arose not from the citizenry but from the Official State Journal”. (Pedro Barruso) Vitoria
Towards the end of the 1950s the local authorities started to question the suitability of the monument and proposed moving it to another part of the city. The monument was completely dismantled between January and March 1961, and the large cross torn down leaving the site clear for pedestrians. In 1963, a new monument was erected based on the design by municipal architect Ignacio Lasquibar Urquiola. The structure was formed by a large 10-metre-high metal cross standing on a white concrete base which was intended to symbolise a pair of ascending wings, although it wasn’t long before locals started referring to the work as ‘the whale tail’. It was inaugurated on August 12th 1963 before a large gathering of people and local authorities, accompanied for the occasion by government minister and lieutenant general Camilo Alonso Vega. The lighter nature of the monument, the absence of the names of the victims and its location in the newest plaza in Vitoria were, together, a clear symptom of the new economic and social developmentalism which was also reflected in the monuments raised during the 1970s. In May 1990 the town hall decided to remodel the Plaza Juan de Ayala and to demolish the Francoist monument. In its place, a 12.5-metre-high slate monolith by the sculptor Jorge Girbau was installed in 1993.
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The monument to the fallen erected in Vitoria was designed by municipal architect Miguel Mieg and provincial architect Jesús Guinea. Erected in the Plaza del Marques de Estella, it comprised a raised free-standing cross and an extensive U-shaped wall, the front of which was engraved with the names of different battles in the offensive of the Basque-Republican army against Villareal towards the end of November 1936. The dedication on the upper part of the monument read: “Alaveses, Caídos por Dios, España y su Revolución Nacional Sindicalista, Presentes”, in what was a clear appropriation of the work by the local Falangist movement. The lower section carried plaques with the names of the victims. The monument was inaugurated on June 3rd 1945 before José Luis de Arrese, the secretary-general of the movement.
Memories of stone and steel
Bilbao The first step by the local authorities to remembering Francoist casualties was to inscribe the names of the martyrs and the fallen from the province on the base of the monument to the Sacred Heart of Jesus. This memorial was inaugurated on September 13th 1937 with the notable attendance of the Apostolic nuncio from the Vatican Monseñor Antoniutti, primate of Spain Cardinal Gomá, and Carlist leader Esteban Bilbao. Its political and religious appropriation turned the Sacred Heart of Jesus into an important place of remembrance during the 1940s in Bilbao. However, in February 1949 the regional governor and provincial head of the Falangist movement, Genaro Riestra Gómez, thought Bilbao should also have a Cross for the Fallen. By 1950 the winning project of a public contest — submitted by architect Luis María Gana and sculptor Enrique Barros — was already standing in the western side of the Doña Casilda Iturrizar park. The central element of the design was a pond from which emerged a large polyhedral 8-metre-tall cross, decorated at its base with a bronze laurel wreath. The pond was bordered by a large frieze carrying the inscription Caídos por Dios y por España ¡¡Presentes!!, accompanied by the emblems of the Falangist movement and of the Requetés (Carlist militia) in bronze. This frontispiece was also adorned by two high reliefs created by the sculptor Enrique Barros who, in classical style, turned to Greek mythology to allegorically represent the heroes (the crowning of Achilles) and the fallen (the myth of Hypnos and Thanatos). The inauguration of the Cross of the Fallen was presided over by Francisco Franco himself on June 20th 1950. In the decades that followed, the monument and the gardens around it became the preferred setting for gatherings and ceremonies in memory of the Francoist martyrs and fallen until the end of the dictatorship. On July 31st 1976, Saint Ignacio day, the monument was attacked, resulting in minor damage to the base of the cross. It was removed in 1985 by municipal decree, and Barros’s high reliefs re-sited tens of metres away near the monument to the painter Adolfo Guiard. The memory of the fallen has faded in Bilbao’s urban landscape. San Sebastián In October 1942 the Town Hall of San Sebastián erected a cross in memory of the martyrs and the fallen at one end of the Plaza de San Telmo. Designed by the municipal architect, Luis Jesús Arizmendi, its large cross was over ten metres high and sat on a solid base. A small crypt was built in the space
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created by the gap between the plaza and the plinth, housing marble plaques inscribed with the names of 471 fallen and martyrs. The location was the usual meeting place for commemorative gatherings related to the war, and in 1950 the Town Hall decided to remodel the monument and the plaza. The solid cross, fashioned in the dark colour of grief, was replaced by a pale, slender column finished with a cross, of much more modest proportions. The large, open plaza was replaced by one partially landscaped. The yoke and arrows and the Burgundy Cross which flanked the doorway to the crypt were removed, with only the crest of Francoist Spain remaining. From that point on, the plaza came to pay homage to the Gipuzkoan painter Ignacio Zuloaga.
Following the first democratic municipal elections in April 1979, that same year the mayor of San Sebastián was one of the first people to encourage the abolition of symbols and monuments inherited from the dictatorship. Tolosa On August 9th 1942 a monument to the fallen, designed by municipal architect Joaquín Labayen, was inaugurated in Tolosa in the presence of the main local authorities and regional governor of Gipuzkoa, Luis Rodríguez de Miguel. It comprised a 9.25-metre-high obelisk fashioned from Deba limestone, crowned by a black marble cross. The 12-metre-long plinth was engraved with the names of the fallen. At the foot of the cross were a bronze palm of victory and the emblems of the Requetés and the Falangist movement. The monument was erected in the central Plaza del Triángulo, turning it into the focal point for ceremonies to remember the fallen and martyrs of Tolosa. In the early hours of April 2nd 1972 — the day after the anniversary of victory day, also Easter Sunday and Aberri Eguna or Basque National Day — the monument was attacked and sustained considerable damage. Although reconstructed, the monument languished there until the Permanent Committee of the Town Hall of Tolosa decided in April 1982 to have it demolished.
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Despite this profound aesthetic lift, the plaza continued to function as a memorial place during the final years of the Franco regime, a site for large gatherings on important dates in the Francoist ceremonial calendar, always alongside religious acts and floral offerings.
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Getxo The town of Getxo, traditional seat of the gentry and of the Basque industrial, mining and financial oligarchy, also had a monument from the mid-1940s erected in memory of the martyrs and the fallen. Some of the town’s distinguished residents had died as a direct result of Republican reprisals during the prison boat assault of September 1936 and the assault on prisons in Bilbao in January 1937. The monument was an imposing 12-metre, stone-clad obelisk adorned with a cross in its central part. At its base was a formidable carved crest of the Franco regime and the familiar symbols of the yoke and arrows and the Burgundy Cross, painted red, on each face. The memorial was erected in the Neguri neighbourhood of the town, in the open plaza in front of the Town Hall and next to the church of San Ignacio. In 1968 it suffered an attack with an explosive device, but was still standing at the beginning of the 21st century. The monument was eventually demolished by municipal decree in 2002. Cemeteries, the final resting place of the memory of the martyrs Eternal resting places far from the urban chaos, cemeteries often become the guardians of an immovable past. The Franco regime used these places as the backdrop for various symbolic acts. The most famous was the construction of a mausoleum and crypt in the Vista Alegre de Bilbao cemetery in Derio in memory of local victims of Republican repression, people who held a privileged position in the local Francoist symbolic system. Work began in 1937, but the memorial wasn’t finished until July 1940 on account of the lack of human and material resources caused by the war. That same year the remains of the victims of the prison boat assaults (September 1936) and of the Bilbao prison assault (January 1937) were transferred to the crypt, along with the remains of others who were shot down in battle. After its inauguration, the vault-monument became a pilgrimage site and place of retreat where, every January 4th (date of the Bilbao prison massacre) and September 25th (the prison boat massacre) the main civil, military and church authorities from the city and the province gathered to hold mass in tribute the memory of the victims. The vault-mausoleum is nowadays a practically ‘invisible’ place and no longer functions as the memorial it was originally built as, now a mere ‘deposit of memory’ (P. Nora). The Vista Alegre cemetery in Derio also houses a monument built around a fragment of the ancient cemetery wall where several Francoist prisoners were executed. It is demarcated by two large rounded marble columns supporting a small cornice, below which hangs a metal cross. The marble columns
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carry the names of the people shot there after being judged and condemned by the People’s Court of the Basque Country. The Franco regime raised several chapels and crosses in memory of the fallen and martyrs in graveyards across much of the Basque Country. In the Santa Cruz cemetery in Durango, a chapel-mausoleum was erected in memory of the martyrs and heroes of the campaign from Durango, finished with an imposing stone cross. Inaugurated on September 25th 1942, on the sixth anniversary of the execution of 22 Francoist detainees as reprisal for the aerial bombing of the city on that same day, the inside of the chapel housed an altar and was adorned with stained glass windows alluding to the passion of Christ and the executed martyrs. Several plaques carried the names of the martyrs and fallen.
Francoist monuments were frequently attacked with paint and explosive devices during the final years of the dictatorship in a clear reflection of the growing opposition to the regime across vast swathes of Basque society. By late-1970 the Cross of the Fallen in Getxo, Zumaia and Gaztelumendi had been attacked, along with the monument to the Villareal offensive. The plaques on the monuments to the fallen in Bermeo, Gaztelumendi, Mondragón and other places were also destroyed. In early-April 1972 the monuments raised in Tolosa and Peña Lemona were attacked, and an endless series of assaults against the symbolic remains of the Franco regime continued following the dictator’s death. From 1979, with the ushering in of local democracy, the new municipal authorities decreed a damnatio memoriae. That is, systematic removal of the monuments which constituted the most visible part of the Francoist symbolic system. The process began in the early 1980s and has continued into the 21st century. Most monuments dedicated to the memory of the fallen and the martyrs have now been removed from Basque public space. Of course, there remain numerous crosses erected in cemeteries in places such as Portugalete, Ondarroa, Gernika, Oiartzun, now deprived of their initial symbolism. Likewise, monuments, shrines and crosses persist, erected in the 40s and 50s far from urban hubs, on hills and summits in Irún, Buruntza, Belkoain, Morkaiko, Ondarroa, Peña Lemona, Bizkargi and Saibigain which saw standoffs and battles that decided the fate of the conflict. Most have become overgrown with vegetation, been half-destroyed, distorted or transformed; in short, stripped of their original symbolic power. The Cross of Gaztelumendi, raised at the point where Franco’s troops ‘broke’ Bilbao’s Iron Ring, was torn down in July 2017. Some monuments from that period have since had a completely new meaning attributed to them. The enormous cross more than 10 metres tall crowning Saibigain, the ‘Mountain of Blood’, near
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From Apotheosis to Damnatio memoriae: removing Francoist monuments from the public realm
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Urkiola, was erected in May 1939 by the Franco authorities ‘in memory of the heroic conquerors of that mountain’. In the late 1970s the original plaque was replaced by another in memory of “los gudaris que lucharon en el monte Saibi por la libertad de Euzkadi” (the gudaris who fought on the mountain Saibi for the freedom of Euskadi). This re-allocation of meaning has only been possible owing to the preservation of a memory cultivated by the Basque nationalism of the Basque Republican resistance in that place to the Francoist invasion The chapel-mausoleum in the cemetery in Durango was also resignified in 2007 when mayor Juan José Ziarrusta eliminated Francoist symbolism from the site, removed the plaques and stained glass windows from inside and re-inaugurated the space, which from then on became a place of reconciliation and peace. A huge black granite plaque now carries the names of all those from Durango who died in the conflict, irrespective of their political ideology or the cause of their death.
REMEMBRANCE OF REPUBLICAN VICTIMS OF THE WAR AND OF THE FRANCO REGIME The Republican casualties of the war and of the Franco dictatorship were silenced and concealed for decades. The death of the dictator and the start of the political transition to democracy did not encourage recovery of that memory. By then it was widely believed that any ‘interference’ by the Civil War in the path towards democracy should be avoided. Deliberately thrusting this memory into oblivion perpetuated the societal ‘invisibility’ of Republican victims (until recently), and culminated with the Amnesty Law of October 1977 being passed. In the Basque Country, however, the memory of the war has always been prominent. The extended presence of the conflict, both politically and socially, has led to greater sensitivity in the heart of Basque society towards its casualties. In 1987, Gernika became a focal point and location of choice for numerous ceremonies and large gatherings that left a profound imprint on the local area, including a significant number of monuments. However, active policies around rediscovering and recovering the memory of Republican casualties didn’t come to the fore until the early 21st century. The work of commemoration associations such as the Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (Association for the Recovery of Historical Memory) (ARMH), the participation of the scientific society Aranzadi in exhuming several graves and the approval in 2007 of the ‘Historical Memory Law’ strengthened public awareness of the war victims. In December 2002, the Basque Government was one of the first autonomous governments to set up an interdepartmental committee for locating, identifying the potentially exhuming the remains of
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people who disappeared during the Civil War. Since 2006, the authority has encouraged and actively participated in a concerted effort to commemorate these victims, by way of monuments, throughout the autonomous community. In November 2015 the Basque Government launched Gogora - Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos (Gogora Institute for Remembrance, Coexistence and Human Rights). Amongst its aims was to guide public policy and promote new ways of recovering the memory of the victims.
REMEMBRANCE IN STEEL: MONUMENTS TO THE REPUBLICAN VICTIMS OF THE CIVIL WAR AND THE FRANCO REGIME IN THE BASQUE COUNTRY
The first monument was raised in 1987 on the 50th anniversary of the bombing, a simple stela designed by municipal architect Jesús Aldama who, clearly inspired by Oteiza, inverted the traditional stela model by creating a large circular hollow in a stone cube. The front is engraved with the inscription “Gernikako bonbaketan hildako oroimenez, 1937-1987 apirilak 26” (In honour of those killed in the bombing of Guernica, April 26th, 1937-1987). Installed in the Jardines del Ferial. A year later, on April 26th 1988, following a long and complex process to construct it, the monument Gure aitaren etxea (The House of Our Father) was inaugurated. The sculptor Eduardo Chillida took direct inspiration from the almost homonymous poem by Gabriel Aresti, Nire aitaren etxea (1963), in which the poet praised the defence of ancestral lands from all adversity. Made entirely out of concrete, the colossal elliptical figure measures 18 metres long by 8 metres tall, and weighs more than 180 tonnes. A wide opening in the prow of this ‘house-boat’ visually and symbolically connected the memorial space with the Casa de Juntas and the Tree of Guernica. The space formed by the walls houses a steel funerary stela, “a symbol of peace”, designed as a point of reference and the backbone of the work in relation to the oak tree, although the connection between the two memorials which was so important to the artist has now disappeared. In 1989 the Ministry of Culture, headed up by Jorge Semprún, and the Department of Culture of the Basque Government, with Joseba Arregui at the helm, acquired the work by Henry Moore titled
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Guernica is the most significant memorial site to Civil War victims in the Basque Country. The aerial bombing of April 26th 1937, its historical and political significance, the painting by Picasso and numerous monuments erected in the town are the basis upon which this important commemorative hub has been shaped.
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Large Figure in a Shelter. The work, made between 1985 and 1986, is one of the last works by the famous British sculptor, and is characterised by its large size — more than 7 metres tall and weighing 20 tonnes. Cast in bronze, the large curved shapes in the work allude to a human figure emerging from a shelter after the bombing. In the mid-1990s the mayor of Guernica, Eduardo Vallejo, was behind the construction of a mausoleum in memory of the victims of the bombing of Guernica in the municipal cemetery, to dignify and bring a sense of majesty to the official remembrance ceremony. Located in Zallo cemetery, the mausoleum was designed by the architect Fernando Galdeano y Arana. Since 1995 the crypt in the semi-buried part of the mausoleum has housed a sarcophagus containing the recovered remains of the victims of the bombing, and since being built the space has become the main setting for official ceremonies every April 26th. The memorial space has been enriched by the installation on the adjoining wall of the old bell from the church of San Juan, and a memorial stone, as well as a plaque commemorating more than 250 war prisoners who died in the Guernica Military Prison Hospital (1938-1940) and a steel monolith carrying the names of 82 gudaris or Basque soldiers buried in a mass grave. Such an accumulation of memories shows the capacity and willingness of Guernica, as a place of commemoration, to accommodate other victims. In 1997 the artist Jon Iturrarte created the work titled Marimeta in the streets of Guernica. Made of brick, it embodies the popular nature of artistic creation and was born from the influence that “anthropology and Basque culture” have in his work, presenting itself “as a place of refuge for a deep and lasting pain”. After the creation of the Gernika Gogoratuz Peace Research Centre, unanimosly by the Basque Parliament in 1987, the birth and consolidation of the Museo de la Paz de Gernika - Gernika Peace Museum since 1998 is undoubtedly representative of institutional support for embedding the values of peace, understanding and reconciliation in Guernica, and surpasses any discourse around the town’s destruction which seeks exclusively to shock or victimise. The bombing of Guernica of course has a central place in the museum, but as part of the main theme linking the collection: a reflection on peace and the paths towards achieving it. On April 26th 2012, as part of the 75th anniversary commemorations of the bombing of Guernica, the most recent monument in remembrance of, and in tribute to, the memories of the victims of the bombing was erected in the town. The work by artist Néstor Basterretxea is titled Agonía de Fuego
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(Agony of Fire). Made in corten steel, the work is most striking for its violent forms — an 8-metre tall diagonal alongside two sharp-ended steel sheets which descend dizzyingly and create angles and shapes which seem to scrape the sky. The monument is located on the exact site where the first bomb fell on April 26th 1937. Remembrance of the war in Guernica is not confined exclusively to monuments to the bombing and the victims they memorialise. Various sculptures also honour the memory of people connected with the condemnation of the bombing. Under the leadership of mayor José Maria Gorroño, a whole-body sculpture of José Antonio Aguirre — the first lehendakari or president of the Basque government — has been erected in the streets of the municipality, along with busts of George L. Steer, war correspondent for The Times, and José de Labauria, mayor of Guernica at the time of the bombing.
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These monuments erected in the town together constitute the visible footprint of the constant effort to keep alive the memory of the war, and particularly of April 26th 1937, that tragic day which left its mark on the town’s destiny. Monuments erected in San Sebastián: the expression of a traumatic memory It wasn’t until 2010 that the first monument was raised “en memoria y reconocimiento a las personas represaliadas por la dictadura franquista” (in memory and in recognition of those who were repressed by the Franco dictatorship). Sited at the place where a group of workmen had accidentally come across a mass grave one year prior, the monument comprises a one-tonne, 1.50-metre-tall, 30-centimetrethick bronze stela. The work is by sculptor Ramón Carrera and features amorphous holes carved into the bronze which evoke “the scars left by projectiles in walls and by shrapnel in the human body”. In early 2011, then mayor Odón Elorza had a new monument erected in the access road to the Aiete Palace. The work titled Urte Haietan (Those Years) is a sculpture by artist Juanjo Novella in corten steel. The prominent front face, slightly inclined, towers before the onlooker with the passage of the long years of the dictatorship bored into it. The chronological sequence ends with an ellipsis to highlight that not everything ended in 1975. The large work, measuring 4 metres tall, 2 metres wide, 2 metres deep and weighing 5 tonnes, is like an impenetrable bastion. Only the impassable opening on the rear side, evocative of dashed hopes, changes the sensation of solidity and shelter generated by the interior space. Its presence in that place helps break down the strict memory of the palace as the dictator’s summer residence.
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Barely two years later, on May 31st 2014, in the presence of numerous family members, the winning monument of the contest called by Juan Karlos Izagirre one year prior was inaugurated in memory of the victims of the war: Dual, by two young architects Amaia Mateos Valiente and Tomás Villanueva Elizondo. The piece is 4.5 metres long and 2.20 metres high and is shaped around the map of San Sebastián (easily discernible thanks to the half-moon of Playa de la Concha) and completely riddled with holes. The materials used for the work provide a parallel symbolism which represents the duality in recovering the past. The transparent polycarbonate makes reference to the objectivity of history, whilst the corten steel represents memory and memories themselves. The steel rusts over time, just like feelings; pain, sorrow... The gaps in the steel hold the flowers placed there by family members ever since the day on which the monument was inaugurated. At its base, various metal plaques carry the names and surnames of almost four hundred victims from the city who lost their lives in the war or as a result of repression by the Franco regime. With these three monuments, all erected within barely four years, as well as another monolith remembering the Republican victims in Ondarreta prison and several plaques, the Gipuzkoan capital is now amongst those Basque cities where remembrance of Republican victims of the Civil War and of the Franco regime has gained prominence. Cemeteries and the rhetoric of the wall. Places of grief and remembrance Cemeteries are intimately linked with grief and remembrance. They are spaces for retreat and for reuniting with the past (however far back in time). Graveyards can become places for remembrance for a collective, a community or even an entire country. Cemeteries often, involuntarily, become the setting for history; their walls used as execution sites, and mass graves opened up in their grounds for burying the unrecorded, nameless bodies of those executed. They are transformed thus into the mute witnesses of the violence of repression, and their damaged walls forever marked by history, symbols of the enemy’s cruelty. Many cemeteries in the Basque Country were the scene of executions and army reprisals during the Civil War. The monuments erected in such places have recovered the memory of a past which is often hidden, forgotten or unknown by the vast majority of Basque society. A fronton for remembrance: the funerary monument of Luis Peña Ganchegui in OIARTZUN (1977) This monument is noteworthy for having been made as early as 1977, and for the daring of Luis Peña Ganchegui in taking on the task given by Oiartzun Town Hall of paying tribute “a los caídos por la libertad de Euskadi” (to those who fell for the freedom of Euskadi). The architect solved the challenge by opening up a section of the cemetery’s perimeter wall. Peña Ganchegui used the pelota court or fronton as his architectural resource, substituting the black ashlar where the ball usually strikes with
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an empty space to which many meanings can be attributed. The upper part of the facade is crowned with a lauburu or Basque Cross, carved in a rounded stone evocative of funerary stelae.
Perforated walls: a place of remembrance in TOLOSA cementery (2011) Most executions in Tolosa took place against the walls of the San Blas cemetery. Here, in contrast to Hernani, the monument occupies a central place within the graveyard, situated very close to the vaults dedicated to Tolosa’s most cherished sons. Inaugurated on Saturday, February 26th 2011, the work designed by Juantxo Agirre-Mauleon and Inhar Agirrezabal comprises three sheets of corten steel. The frontal sheets, measuring 4 metres high by 2.5 metres wide, are perforated, in a clear allusion to the bullets that took the victims’ lives. The third, lateral sheet carries the names of those assassinated, including their place of origin and cause of death, beneath an overarching inscription: “El pueblo de Tolosa a los asesinados en defensa de la República y de las libertades del pueblo vasco” (The town of Tolosa, to those assassinated in defence of the Republic and of the freedoms of the Basque people). In front of the iron sheets is a square limestone prism as “testimonio de la dignidad que se alza ante una muerte injusta y cuya memoria perdura en el tiempo” (testimony to the dignity that rises up before an unjust death, the memory of which will last forever). The ikurriña or Basque flag, and the Republican flag, both permanently raised, complete this unique symbolic arrangement. The Columbarium of Dignity in Olaso cemetery, ELGOIBAR (2017) In 2016, the Gogora Institute for Remembrance prompted the creation of a “Columbarium of Dignity” in the cemetery in Elgoibar as a sepulchral space for housing the mortal remains — recovered when graves were exhumed more recently — of those assassinated during the war
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Lights and shadows in HERNANI cemetery: Argi-Horma/Wall of Light, Carlos López de Ceballos (2006) The idea of erecting a monument in the cemetery in Hernani arose as a symbolic answer to the difficulties in recovering the bodies of the more than 200 people who were executed and buried in mass graves at the site in the autumn of 1936. Inaugurated on November 8th 2006 in the presence of then president of the Basque Government, Juan José Ibarretxe, and coinciding with the 70th anniversary of the executions, the sculpture titled Argi-Horma (Wall of Light) by architect Carlos López de Ceballos Garzón makes an imposing presence at the access point to the cemetery at 3 metres tall and measuring more than 10 metres across its diagonal. The light of the sun casts silhouettes on the wall, turning the shapes cut in steel into heads and arms raised towards the sky in representation of the victims who seem thus to regain life against the wall. The names of 128 people identified from the almost 200 people executed there are engraved on one end of the work.
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and post-war years. A commemorative sculpture designed by the artist Ignacio Arregui titled Duintasuna - Dignity was erected to mark the space with the footprint of memory. Inaugurated in January 2017, the work in corten steel comprises various sheets of 4-metre-high corten steel, each standing vertically, which create an empty space within them and vaguely resemble a series of human figures united by their tragic disappearance. The observer can walk through this empty space and thus have “a subjective encounter with the victims”. In memory of Lauaxeta, in MUNGIA cementery (2006) The memory of Republican victims is also forged between the walls of other graveyards in the Basque Country which are further testament to the executions perpetrated during the war and immediate post-war years. The rear wall of the Santa Isabel cemetery in Vitoria carries a plaque in remembrance of the poet Lauaxeta (Esteban Urkiaga) who was executed in that place. In the cemetery in Mungia, where Lauaxeta was born, a stele sculpted by Ángel Garraza also stands in remembrance of this important author. In memoriam, Al alba, el grito del alma- Arimaren garrazia, Andoain (2006) The evocative power of the wall as a place of victims’ suffering is so strong that in some instances it has left the cemetery itself. This is the case with the monument In memoriam, Al Alba, el grito del alma-Arimaren garrazia (In memoriam, To Daybreak, the Cry of the Soul), created by Gotzon Etxebarria Setién in Andoain, in remembrance of the 22 people executed there by the Nationalists. This monument in the Parque Alfaro, Andoain (2006) comprises an imposing, perfectly constructed granite wall, 7 metres across by 2.5 metres high and 20 centimetres thick, before which sit two bronze sculptures in an unsettling counterpoint with rounded, elusive, incomprehensible shapes. The vertical figure in front of the wall seems to contemplate the tragic destiny of a second figure lying on the gravel bed. The names of the 22 residents of Andoain assassinated there are engraved on the rear side of the wall.
ART AGAINST OBSCURITY: FROM REINVENTED TRADITION TO HYBRIDISATION OF THE COMMEMORATIVE SCULPTURE The diversity of aesthetic resources used in the memorials erected in the Basque Country in memory of Republican victims stands in stark contrast to the mandatory uniformity of the monuments raised during Franco’s reign. The range of artistic methods includes reinterpretations of existing models through to expanded sculpture.
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Gurasoen etxea (The House of the Fathers), Juanjo Novella, Sestao, 2007 The idea of erecting a monument in memory of those who suffered under Francoist repression arose under the initiative of the association Errepresaliatuak (Victims of Reprisals) in Sestao. To express this sentiment, the artist Juanjo Novella took direct inspiration from Basque democratic traditions and from the significance that large trees have had therein, particularly the oak and holm oak, under which village councils have gathered since the Middle Ages. Fashioned in perforated corten steel, the sculpture represents the silhouette of a treetop, leant over yet managing to stay rooted. Fixed directly into the ground, the work’s curved arrangement transmits a willingness to offer protection. This 6-metre-long by 4-metre-tall monument weighing more than 12 tonnes is completed by a lectern where the visitor can read the Blas de Otero poem En el principio (In the Beginning). Inaugurated on June 9th 2007 by then Basque president Juan José Ibarretxe, the work sits on the Paseo de la Benedicta which runs parallel to the Bilbao estuary, one of the hubs of the industrial revolution that took place in Biscay a century ago, and a place which in the past was working class, politically engaged during the 2nd Republic and which then fought against the Franco dictatorship. A Forest of Light against oblivion, Anabel Quincoces, Vitoria, 2009 The artist Anabel Quincoces is behind the monument commissioned by the Regional Government of Álava in memory of the victims of Nationalist reprisals. Her Bosque de Luz (Forest of Light) comprises a series of 20 steel cylinders measuring between 1 and 3 metres high, coated with engraved bronze. Each one is topped with a large piece of glass which projects light from within, as though a reflection
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Memoria Viva, Néstor Basterretxea, Bilbo, 2006 Memoria viva (Living Memory) is the suggestive title given by sculptor Néstor Basterretxea to his work in tribute to the victims of the Franco regime in the city of Bilbao. The work reinterprets the classic discoidal stele found in numerous Basque cemeteries, an ancient symbol which the sculptor demystified and brought into the civilian realm. The central discoidal shape in this case sits within a rectangle. The work is made in patinated bronze and measures 4 metres across by 3.5 metres high, weighing around 10 tonnes. A plaque sits at the foot of the monument carrying the dedication “Homenaje a los hombres y mujeres que lucharon por la libertad y la democracia” (In tribute to the men and women who fought for freedom and democracy), whilst the intent to honour all victims of the Franco regime is strengthened by the inclusion on the same plaque of the famous poem by Blas de Otero, Me llamarán, nos llamarán a todos… (They will call me, they will call us all), chosen by the writer Bernardo Atxaga. The monument was commissioned by the Department of Housing and Social Affairs of the Basque Government, led by Javier Madrazo, and was inaugurated in the Jardines de Doña Casilda in Bilbao on February 19th 2006 in the presence of then president of the Basque Country, Juan José Ibarretxe.
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of memory and of hope. This urban forest evokes a key episode in the history of the Franco repression which occurred on March 31st 1937, when 16 Republican prisoners of all political persuasions were executed in Azazeta forest. In addition to the columns, the memorial space has a display integrated in a steel monolith made by José Luis Catón, carrying the names of more than 5,000 citizens of Álava who were the victims of reprisals during the dictatorship. Durango memoria viva, Deba School of Art, Durango, 2012 In 2012 the city of Durango, scarred forever by bombings, also erected a hybrid monument to vindicate and pay tribute not only to victims of the bombings but to “los durangueses que dieron su vida por la libertad del pueblo contra el franquismo” (the citizens of Durango who gave their life for the freedom of the town against Francoism). The work was conceived and made by Mikel Campos, Karmele Aranguena and the students of Deba School of Art and is poignantly named “Durango memoria viva” (Durango Living Memory). This space of remembrance sits on the old site of the Kurutziaga Cross and comprises a large, irregular block of limestone which evokes nearby mountains. This in turn sits on an octagonal base and is delimited on its different sides by several plaques embedded in the ground carrying the names of different places involved in the conflict: Barcelona, Derio, Intxorta, Saibigain and Santamañezar. Three different sized stone seats also delineate the space, each associated with a symbolic object: a notebook — the joy of personal memory; a book — a memory deposit; and a camera — symbolic of image. Various poetry quotations linked to remembrance complete this memorial which is symbolically sited in the place where the Kurutziaga Cross formerly stood.
IN MEMORY OF THE “FORGOTTEN VICTIMS”: INCARCERATED WOMEN, EXILED CHILDREN AND PERSECUTED HOMOSEXUALS Women, children and homosexuals as social collectives often occupy the fringes of history. In recent years, public policies governing remembrance in the Basque Country have tried to turn around this reality with the raising of monuments in their memory. In remembrance of the women incarcerated in Saturraran, Mutriku, 2007 Between 1938 and 1944 the buildings housing the old spa in Saturraran operated as the Central Women’s Prison, one of the toughest of its kind during the dictatorship. More than 4,000 women passed through its cells from across Spain, some with young children in tow. At least 120 women and 57 children died in Saturraran having been subjected to a draconian regime, mistreated, deprived
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of adequate food and housed in poor conditions. To remember these events and pay tribute to the women incarcerated there, on April 1st 2007 the Department of Housing and Social Services of the Basque Government erected a sculptural work by Néstor Basterretxea, crowned with a small version of the work Memoria viva.
In memory of the homosexuals persecuted during the Franco years, Durango, 2009 The Monolito en memoria a las personas represaliadas por el franquismo por su opción sexual (Monolith in memory of those persecuted by the Franco regime on account of their sexual orientation) was brought about by Euskal Herriko Gay-Les Askapen Mugimendua, EHGAM (Movement for the Freedom of Gays and Lesbians in the Basque Country). Raised on May 16th 2009 in the Biscayan city of Durango, the commemorative sculpture by artist Koldobika Jauregi is made up of two large grey granite blocks joined to one another and sat directly on the ground. The rear section is a vertical menhir-type monolith rising to almost 2 metres. The monumental site is completed with a plaque carrying an emotive bertso by the bertsolari (a singer of bertso, or Basque musical verse) Jon Maia, in remembrance of the persecution of homosexuals and their fight for their rights.
IN REMEMBRANCE OF THE VICTIMS OF THE AERIAL BOMBINGS The prominence and recognition of the victims of the Gernika bombing has overshadowed the memory of victims of bombings in other parts of the Basque Country effected by the francoism air force, the Condor Legion and the Aviazione Legionaria. In recent years various efforts have been made to turn this situation around and reintegrate the tragic fate of these forgotten victims into the collective memory. Amongst the most significant symbolic acts was the monument erected in tribute to the 61 civilians — many of them women and children — who died in the bombing of Otxandio on July 22nd 1936. In 2011 a commemorative sculpture by Néstor Basterretxea was inaugurated in the Plaza Andikona
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In memory of the Basque children exiled in 1937, Santurtzi, 2006 In October 2006 in the small fishing port of Santurtzi, the local town hall decided to build a simple and unique memorial in homage to the thousands of children who were exiled in 1937, close to the point where they embarked on their journey. The commemorative ceramic mosaic in relief is the work of the potter Paco Presa Merodio. Installed at the base of an old port crane, the work restores an entire story of children’s exile, from the military uprising through to the belated return of the children, now elderly, in the age of democracy.
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as part of the 75th anniversary commemorations. The work is called Heriotza zerutik etorri jakun (Death Came To Us From The Sky) and stands more than 6 metres tall, characterised by the vertical alignment and violence of its angular forms which evoke the bombs dropped from the sky. A steel sheet at one side of the memorial carries the names of the victims in large lettering. The city of Durango was also the victim of various bombings on September 25th 1936 and March 31st 1937 in which hundreds of people lost their lives. A remembrance ceremony has traditionally been held in the cemetery chapel, which houses a plaque in remembrance of the victims. In 2008 a commemorative steeple was built in the rear of the chapel where a ceremony is now held every year on March 31st in remembrance of, and in tribute to, the victims. At its base is a stone monolith with a cross, engraved with the name of the city and that fateful date. The town of Sestao has recently recovered the memory and names of the 27 people who perished in the bombings of 1937. Instead of a monument, the town opted for a large 4-metre by 3-metre mural made by Jorge Gimeno and Araceli Jalón. Inaugurated on May 21st 2016 — the date of the 79th anniversary of the bombings — next to the town hall, the mural recreates a bird’s eye view of the town, the explosions and the ruins. The artist uses intense colours — predominantly red and black — to evoke the fire and smoke which destroyed part of the town. At one side, two helpless children represent the forgotten victims. Several places including Galdakao, Munguía and Zornotza have also erected monoliths or plaques over recent years in remembrance of the victims of aerial attacks across the Basque Country. IN REMEMBRANCE OF THOSE WHO DIED ON THE FRONT LINE In addition to symbolic works built to memorialise the victims, notable monuments have also been erected in recent decades to extol the dedication and sacrifice made by the gudaris and militiamen who fought in defence of the Republican system and of Basque autonomy. These monuments often commemorate offensives and battles lost by the Republican side, and hence a significant number of casualties and disappearances, and have swelled the numbers of victims of the conflict in the public memory. They include the sculpture Matxitxako Guda (Battle of Machichaco) inaugurated in March 2007 between Bermeo and Bakio. Created by Néstor Basterretxea, the work pays homage to the mariners who died in the Battle of Cape Machichaco, an unequal naval clash in March 1937 between the armed trawlers of the Basque Auxiliary Navy Nabarra and Gipuzkoa, and the heavy cruiser and flagship of
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The monument to militiamen and gudaris which has created the greatest commemorative resonance is possibly the work Aterpe 1936 (Refuge 1936). This sculpture by Juanjo Novella sits on the mountain Artxanda, scene of the final Republican stand in defence of the city of Bilbao before it finally fell on June 19th 1937. The sculpture draws on the image of a giant fingerprint. It stands 6 metres tall and weighs more than 8 tonnes, and its slightly curved arrangement is evocative of the protective space alluded to in its title. An important ceremony has been held there every year on June 19th since its 2006 inauguration in remembrance of the sacrifice made by those soldiers and all Republican victims of the war.
THE SHAPES OF MEMORY: AESTHETICS AND STRATEGIES OF COMMEMORATIVE SCULPTURE IN THE BASQUE COUNTRY The names of the victims Naming the victims, identifying each one by their name and surnames, sometimes with their age and date of death, grants them an individual identity and recovers their character, and in forming part of a list they also become part of a collective remembrance, worthy of public recognition by the entire community. Lists of names, together with the cross, were a key communicative element of most monuments erected during the Franco dictatorship. By contrast, those works raised in remembrance of Republican victims have gone down a different route. During the 80s and 90s no commemorative work attributed great importance to incorporating all the names of the victims, which in many cases were unknown. Over the last decade, however, it
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the Nationalist navy Canarias. The monument is fashioned in corten steel and commemorates the dedication of the mariners on Nabarra, the sinking of which forms the central element of the work. The sculpture Intxortako Atea (The Door of Intxorta) was inaugurated in 2007 on the slopes of the mountain Intxorta where gudaris and Basque militiamen held off the advance of Nationalist troops into Biscayan territory in late September 1936, an act which enabled political autonomy to exist in the Basque Country. The large corten steel sculpture stands 7.2 metres tall and is 3.2 metres wide. According to the artist, Juan José Aranguren, it represents “a perforated wall which from different viewpoints symbolises the opening and closing of a door. A door open to hope, to peace and to tolerance which must never again close and turn into a wall”.
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has been considered essential for any monument to include the names of the victims. The inclusion of names on commemorative sculptures has made a significant difference to how victims’ families relate to the monument. This emotional dimension must be taken into account. For many family members, the inscription of a name on a monument is the only remaining visible trace of their loved ones, especially where it has not been possible to recover their remains. Abstraction over figurative art A fundamental artistic feature of commemorative sculpture in the Basque Country is the preference for abstraction over figurative art. There are very few figurative elements in the works erected here, and the greatest absence is the human figure. Representation in the Basque Country of the absence/ presence of the disappeared victims has shirked the use of the human form. The latter is evoked only by the void, like in the works erected in the cemeteries in Hernani and Elgoibar. The materials: stone and steel The very nature of stone — modest, strong, enduring — was the reason why those tasked with managing the aesthetics and propaganda of the Franco regime gave it prominent place in monuments to the fallen and martyrs of the war. The imposition of strict mottos and the fact that projects had to be verified in advance by the Department of Architecture meant that these monuments, with the cross as their central element, had a uniform aesthetic which made them easily recognisable. In stark contrast, the predominant material used in monuments to Republican victims over the last decade has undoubtedly been corten steel. The preference for this material in commemorative works constitutes a defining characteristic of the process of recovering memory in the Basque Country for various reasons. The first is a historical factor linked to the area’s deep ironworking tradition dating back to ancient times and which continued through to the end of the last century. In the Basque Country, steel is considered a noble material with an earthly energy. Néstor Basterretxea came to see it as a material which is “tough, astonishing, just like my nation”. The artists themselves affirm that steel’s long-lasting nature underscores dignity, without the seriousness and solemnity of stone.
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Les monuments aux victimes de la Guerre civile espagnole et du franquisme au Pays Basque (1936-2017)
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Inclure dans ce livre l’étude des monuments érigés à la mémoire des victimes de la Guerre civile espagnole, depuis la fin des années 30 jusqu’à aujourd’hui, a pour objectif fondamental de montrer l’évolution de leur prise en compte sociale dans l’espace public basque. Si les victimes franquistes devinrent omniprésentes jusqu’à la fin des années soixante-dix, les victimes républicaines ont suivi le chemin inverse en passant des profondeurs de l’oubli auquel elles furent condamnées sous la dictature à une visibilité indiscutable aujourd’hui. Il ne s’agit en aucun cas de comparer les victimes, ou la répression exercée durant le conflit par l’un et l’autre camp. Nombre de travaux historiques ont révélé les profondes différences, depuis leur genèse et leurs objectifs, jusqu’à la nature et les pratiques mises en œuvre. Le livre vise en premier lieu à souligner le mouvement pendulaire de la mémoire et à analyser le rôle majeur des monuments dans la réactivation de la mémoire et dans la reconnaissance sociale des victimes républicaines au cours de la dernière décennie.
Rien de plus important pour le paysage symbolique d’une ville que ses noms de rues, ses monuments, ses statues et plaques commémoratives. Environnement quotidien omniprésent […] le nom de rue, la statue, le monument font partie de l’identité individuelle et collective. Ils sont toujours l’enjeu de luttes, d’appropriations et de désappropriations du passé, luttes pour l’inscription de ce qu’une société veut laisser de son image de soi et de son rapport au passé. Régine Robin Le monument est un objet, normalement sculptural, placé dans un espace public dans le but explicite d’entretenir le souvenir d’un événement passé, en établissant un lien opportun avec le lieu où il est situé et en phase avec un récit historique ou mythologique. Antonio Bentivegna
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« Les monuments intentionnels sont ces œuvres destinées, par la volonté de leurs créateurs, à commémorer un moment précis du passé (ou un événement complexe) » […] ou qui cherchaient à « satisfaire certains besoins pratiques ou exigences d’idéal propres de leurs contemporains ou, tout au plus, de leurs successeurs immédiats ». Alois Riegl Il n’est pas dit que les cérémonies et les célébrations, les monuments et les drapeaux soient toujours et partout à déplorer. Une certaine dose de rhétorique est peut-être indispensable afin que le souvenir demeure. Primo Levi La chose la plus étonnante des monuments est que nous ne les voyons jamais. Rien au monde n’est aussi invisible. Certes, ils sont érigés pour être vus, et même pour attirer l’attention ; mais en même temps ils sont imprégnés de quelque chose contre l’attention, et celle-ci glisse sur eux tels une goutte d’eau sur un film d’huile. Robert Musil La solution occidentale au problème des mémoires difficiles d’Europe a consisté à fixer littéralement le souvenir sur la pierre. Tony Judt
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Il est bien clair que tout monument érigé porte en lui le risque de la pétrification. Peu importe qu’il soit en bronze ou en pierre : chaque fois que le souvenir est matérialisé par un monument, il ne faut pas sous-estimer le danger que le monument fige le souvenir luimême, précisément parce qu’il fixe institutionnellement des formes de souvenir. Reinhart Koselleck Les monuments sont vivants tant que l’on discute à leur sujet. Une fois installées, ces masses de marbre, bronze ou béton, aussi grandes soient-elles, deviennent invisibles, sont oubliées. Elles redeviennent vivantes quand on commence à réfléchir à leur démolition. Horst Hoheisel
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LES MONUMENTS : FONDEMENTS OU ARTIFICES DE LA MÉMOIRE ? Dès la plus haute antiquité, le monument a été considéré comme le lieu où s’incarnaient les principes ou la mémoire d’une personne, d’un événement ou d’un mouvement ; un médiateur privilégié du présent avec le passé, un marqueur de la continuité ou de la disparition des principes qu’il incarnait. Les monuments commémoratifs constituent une preuve saillante de l’exercice du pouvoir, le message transmis est toujours sélectif et comporte une imposition idéologique au service des objectifs présents. La capacité performative des monuments dans l’espace public, leur rôle dans la transmission de la mémoire du passé et leur importance sociale et politique ont souvent une considération contradictoire. Primo Levi évoqua dans ses écrits la nécessité des monuments comme « admonestations du passé et mises en garde pour le futur ». Pour sa part, Robert Musil, n’hésita pas à reprocher aux monuments leur immobilité, leur invisibilité et leur incapacité à connecter avec un monde urbain en pleine ébullition. Malgré cette critique récurrente sur l’incapacité des monuments à préserver le souvenir du passé, il est facile de constater en jetant un coup d’œil autour de nous que les sociétés occidentales ont continué d’ériger des monuments partout. «La solution occidentale au problème des mémoires difficiles de l’Europe a consisté à fixer le souvenir littéralement dans la pierre.» (Tony Judt) Il existe toujours le risque que le monument déplace et remplace la dynamique sociale du souvenir par sa forme sculpturale. Le monument fonctionne dans une certaine mesure comme une prothèse sur laquelle décharger notre responsabilité mémorielle. Face au danger de fixer la mémoire sur le monument apparurent en Allemagne les dénommés « monuments négatifs », « contre-monuments », « anti-monuments » ou « monuments invisibles ». Ces propositions, destinées à incarner l’idée du vide et de l’absence, partagent la volonté de reconsidérer le monument commémoratif comme un moyen de susciter des discussions et des débats publics sur le passé que les sociétés tentent d’occulter ou d’oublier. Des exemples notables de ces initiatives avec des œuvres comme Black Form, de Sol LeWitt, le Monument contre le fascisme (Hambourg) et le Monument contre le racisme ou Le Monument invisible, 2146 pierres, (Sarrebruck) de Jochen Gerz et Esther ShalevGerz, ou la Fontaine d’Aschrott (Cassel) de Horst Hoheisel.
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LES MONUMENTS ET LA MÉMOIRE DES VICTIMES DE LA GUERRE Comme le met en relief ce livre, le monument est un enfant de son époque, une manifestation publique des relations que chaque société entretient avec un passé, plus ou moins lointain dans le temps, dont la récupération devient un élément essentiel de la construction de l’identité de chaque société. L’inclusion dans ce livre de monuments érigés sous la dictature et de monuments érigés en pleine démocratie à la mémoire de différentes victimes d’un même conflit souligne le caractère transitoire et instable que renferme toute entreprise mémorielle. Sur la période écoulée depuis la Guerre Civile, nous sommes passés de l’omniprésence de la mémoire des victimes franquistes dans l’espace public à sa relève actuelle par la mémoire des victimes républicaines. Bien qu’elle semble aujourd’hui irréversible, nul ne peut assurer la persistance de cette dernière dans un avenir face à l’urgence de nouvelles mémoires ou l’indifférence des générations futures. Parmi les causes de cette impulsion monumentale inhabituelle vécue au cours de la dernière décennie figure sans doute l’impossibilité de fournir une justice efficace à ces victimes. Le monument a servi de substitut à celle-ci en gardant vivant dans l’espace public le souvenir de l’injustice commise envers les victimes.
Vu l’impossibilité manifeste de rendre justice aux victimes de la dictature franquiste, l’érection de monuments comporte, outre sa dimension mémorielle, un élément clair de justice. Au moins une justice symbolique, représentée par le retrait des symboles qui glorifiaient les auteurs des morts et par la récupération effective de la mémoire de ses victimes. Ce double processus, qui s’est prolongé de la fin du franquisme à nos jours, a permis une réintégration sociale progressive des victimes qui avaient été exclues par le régime précédent et une délégitimation complète de la violence et de l’héritage franquiste. En définitive, le rôle des monuments érigés au cours de la dernière décennie doit être entendu comme un exercice réparateur, le dernier signe de reconnaissance sociale avant la disparition des derniers témoins directs de ce conflit sanglant.
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En ce sens, les monuments contribuent de manière efficace, ne serait-ce que pour un certain temps, à faire connaître cette responsabilité.
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LA MÉMOIRE DES VICTIMES FRANQUISTES DE LA GUERRE SOUS LA DICTATURE Après la fin de la guerre, le régime franquiste institutionnalisa la mémoire des victimes des persécutions républicaines, les martyrs, et des soldats tués au combat, les morts. Les uns et les autres furent constamment rappelés dans l’espace public et leur mémoire resta présente par le biais de l’inscription de longues listes de noms dans les églises et les édifices publics, ou grâce à l’érection d’une multitude de croix et monuments. L’on choisit des espaces privilégiés pour leur emplacement, au cœur des villages et villes, sur de grandes artères, des places centrales ou dans de vastes jardins, sans oublier les collines et les montagnes qui furent le théâtre de violents combats. La diffusion de cette mémoire tragique de la guerre comme source de légitimation du régime fut un mécanisme essentiel de l’univers symbolique et identitaire franquiste. Parallèlement, l’on exclut de l’espace public la possibilité de rappeler les « autres victimes », les républicaines, qui furent passées sous silence et occultées tout au long de la dictature.
UNE MÉMOIRE DE PIERRE : LES MONUMENTS AUX MORTS ET MARTYRS DE LA CROISADE Le nouvel État franquiste tenta très tôt de contrôler et diriger l’esthétique des monuments à travers la Direction générale de l’architecture et la Direction du service national de propagande. Sur ses consignes, les monuments devaient être régis par les principes de « sobriété, austérité, classicisme, simplicité, sévérité, dignité et éloquence ascétique et chrétienne ». Pour leur construction, on eut recours à des matériaux nobles, principalement la pierre, austère et solide, comme imitation symbolique du nouvel État. Parmi les consignes émises par les autorités franquistes ressort l’imposition de la croix comme élément central du monument. La croix, outre ses valeurs chrétiennes, servait aussi à rappeler l’engagement en faveur de la religion des vainqueurs de la « croisade » présumée. « La croix ne jouait pas seulement un rôle traditionnel sur les tombes des défunts, elle contribuait également à cette interprétation exclusiviste de la guerre, de sorte que les monuments étaient un élément ajouté du masquage des causes matérielles du soulèvement. » (Ángel Llorente) Il fut très répandu aussi au Pays Basque d’utiliser l’obélisque et sa fusion avec la croix, tous deux de proportions considérables. L’on recourut également à de simples structures architecturales de forme longitudinale dans lesquelles étaient insérées les plaques avec les noms des martyrs et morts.
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L’appropriation des morts revêtit au Pays Basque un double caractère politique avec l’intégration répétée aux monuments des symboles et emblèmes de la Phalange (le joug et les flèches) et du Carlisme (la croix de Bourgogne). Les propositions pour l’érection des monuments partirent le plus souvent des gouverneurs civils et des conseils municipaux. « Sous la dictature, les monuments ne surgirent pas des citoyens mais du Journal officiel de l’Espagne ». (Pedro Barruso) Vitoria Le monument aux morts érigé à Vitoria fut conçu par l’architecte municipal, Miguel Mieg, et l’architecte provincial, Jesús Guinea. Élevé sur la Plaza del Marqués de Estella, il se composait d’une haute croix vierge et d’un grand mur en forme de U, dont la façade portait gravés les noms de différentes batailles de l’offensive de l’armée basque républicaine contre Villareal à la fin de novembre 1936. Sur la partie supérieure du monument figurait la dédicace : « Alavais, Morts pour Dieu, l’Espagne et sa Révolution Nationale Syndicaliste, Présents », dans une appropriation claire de l’œuvre par le secteur phalangiste local. Sur la face postérieure étaient fixées les plaques avec les noms des victimes. L’inauguration se déroula le 3 juin 1945 et compta sur la présence de José Luis de Arrese, ministre secrétaire général du Mouvement.
En 1963, un nouveau monument fut inauguré d’après le plan de l’architecte municipal, Ignacio Lasquibar Urquiola. Il s’agissait d’une grande croix métallique de plus de 10 mètres de haut et découpée sur un socle constitué d’une masse de béton blanc qui visait à symboliser des ailes en position ascendante, même si les Vitorianos surnommèrent rapidement l’œuvre « la queue de baleine ». Son inauguration sur la Plaza Juan de Ayala eut lieu le 12 août 1963 en présence d’un public nombreux et des autorités locales accompagnées pour l’occasion du ministre du Gouvernement, le général de corps d’armée Camilo Alonso Vega. Le caractère plus léger du monument, la disparition des noms des victimes et sa localisation sur la place la plus récente de Vitoria étaient un symptôme évident de la nouvelle conjoncture économique et sociale du développementisme qui trouva aussi son reflet dans les monuments érigés dans
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À la fin des années cinquante, les autorités locales commencèrent à s’interroger sur la pertinence de l’emplacement et évoquèrent la nécessité de le transférer dans un autre point de la ville. Entre janvier et mars 1961, le monument fut complètement démantelé et la grande croix démolie pour laisser la voie libre aux piétons.
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les années soixante. En mai 1990, la ville décida de rénover la Plaza Juan de Ayala et de démolir le monument franquiste. En 1993 fut installé à sa place un monolithe en ardoise de 12,5 mètres de haut, une œuvre du sculpteur Jorge Girbau. Bilbao La première initiative mise en œuvre par les autorités locales pour rappeler les victimes franquistes fut l’inscription des noms des martyrs et morts de la province sur le socle du monument au SacréCœur de Jésus. Ce mémorial fut inauguré le 13 septembre 1937 en la présence notable du délégué apostolique du Vatican, Monseigneur Antoniutti, et du cardinal Gomá, primat d’Espagne, mais également du dirigeant carliste Esteban Bilbao. Cette appropriation politico-religieuse du monument transforma le Sacré-Cœur de Jésus en un hautlieu de mémoire dans les années quarante à Bilbao. Toutefois, en février 1949, le Gouverneur civil et chef provincial de la Phalange, Genaro Riestra Gómez, estima que Bilbao devait avoir en outre un Monument aux Morts. En 1950, le projet lauréat de l’appel d’offres public présenté par l’architecte Luis María Gana et le sculpteur Enrique Barros était désormais une réalité à l’extrême ouest du parc de doña Casilda de Iturrizar. L’élément central du dispositif était un étang d’où émergeait une grande croix polyédrique de 8 mètres de haut, décorée à son pied d’une couronne de laurier en bronze coulé. L’étang se refermait d’une grande frise qui portait l’inscription « Morts pour Dieu et pour l’Espagne, Présents ! », accompagnée des emblèmes en bronze de la Phalange et du Requeté. Cette façade était également ornée de deux hauts-reliefs réalisés par le sculpteur Enrique Barros. De style classique, le sculpteur eut recours à la mythologie grecque pour représenter allégoriquement les héros (le couronnement d’Achille) et les morts (le mythe de Hypnos et Thanatos). L’inauguration du Monument aux morts fut présidée par le dictateur lui-même, Francisco Franco, le 20 juin 1950. Dans les décennies suivantes, le monument et les jardins qui l’entouraient devinrent le cadre privilégié des rassemblements et manifestations en hommage à la mémoire des martyrs et morts franquistes jusqu’à la fin de la dictature. Le 31 juillet 1976, jour de la Saint Ignace, le monument fut la cible d’un attentat qui provoqua seulement des dégâts au pied de la croix. Finalement, sur décision municipale, cette croix fut retirée en 1985 et les hauts-reliefs allégoriques de Barros déplacés de quelques dizaines de mètres pour être replacés à proximité du monument dédié au peintre Adolfo Guiard. La mémoire des morts s’est diluée dans le paysage urbain de la métropole de Bilbao.
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Saint-Sébastien La ville de Saint-Sébastien érigea en octobre 1942 une Croix à la mémoire des martyrs et des morts située à l’une des extrémités de la Plaza de San Telmo. Conçue par l’architecte municipal, Luis Jesús Arizmendi, il s’agissait d’une grande croix de plus de 10 mètres de haut érigée sur un soubassement solide. Dans l’espace créé par le dénivelé entre la place et le plateau fut aménagée une petite crypte qui accueillit les plaques de marbre avec les inscriptions de 471 noms de morts et de martyrs. Cadre habituel des rassemblements commémoratifs relatifs à la guerre, la ville de Saint-Sébastien prit la décision en 1950 de rénover le monument et la place. La croix massive qui portait la couleur sombre du deuil fut remplacée par une colonne svelte et blanchâtre surmontée d’une croix, de proportions bien plus modestes. La vaste esplanade dégagée céda le pas à une place aménagée partiellement en espaces verts. Le joug et les flèches ainsi que la croix de Bourgogne qui flanquaient la façade de la crypte furent enlevés et il ne resta que le symbole des armoiries de l’Espagne franquiste. Dès lors, la place honora la figure du peintre guipuzcoan Ignacio Zuloaga. En dépit de sa « peau neuve », la place continua de remplir sa fonction mémorielle pendant les dernières années du franquisme comme lieu de rassemblements massifs aux dates clés du calendrier cérémoniel franquiste, toujours accompagnés d’offices religieux et de dépôts de gerbes. Après les premières élections municipales démocratiques en avril 1979, la mairie de Saint-Sébastien fut l’une des premières à encourager le retrait des symboles et monuments hérités de la dictature lors d’une séance plénière de septembre 1979.
Le 9 août 1942 fut inauguré dans la localité de Tolosa le monument aux morts conçu par Joaquín Labayen, architecte municipal, en présence des principales autorités locales et du Gouverneur civil de Guipúzcoa, Luis Rodríguez de Miguel. Il s’agissait d’un obélisque de pierre calcaire de Deba haut de 9,25 mètres dans lequel était enchâssée une croix de marbre noir. Sur le piédestal de 12 mètres de long furent gravés les noms des morts et au pied de la croix figuraient la palme de la victoire, en bronze, ainsi que les emblèmes du Requeté et de la Phalange. Le monument fut situé sur la centrale Plaza del Triángulo, dès lors point névralgique de toutes les cérémonies en hommage aux morts et aux martyrs de Tolosa.
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Tolosa
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À l’aube du 2 avril 1972, le lendemain de l’anniversaire du jour de la victoire et, surtout, Dimanche de Pâques, Aberri Eguna ou jour de la Patrie pour le nationalisme basque, un attentat endommagea considérablement l’œuvre. Bien que reconstruit, le monument languissait dans ce lieu jusqu’à ce que la Commission Permanente de la Ville de Tolosa décidât de le démolir en avril 1982. Getxo La commune de Getxo, lieu de résidence traditionnelle de la haute bourgeoisie et de l’oligarchie industrielle, minière et financière basque, compta aussi à partir du début des années quarante un monument érigé à la mémoire des martyrs et des morts. Certains de ses illustres habitants étaient décédés précisément à la suite des représailles républicaines pendant l’assaut des bateaux-prisons survenu en septembre 1936 et des prisons de Bilbao en janvier 1937. Le monument était constitué par un imposant obélisque de 12 mètres, revêtu de pierre et orné d’une croix en son centre. Au pied, l’on pouvait voir les puissantes armoiries du régime franquiste sculptées et les symboles traditionnels du joug et des flèches ainsi que de la croix de Bourgogne peints en rouge de chaque côté. L’ensemble fut installé dans le quartier de Neguri, sur une place ouverte devant la mairie et à côté de l’église de San Ignacio. En 1968, il fut victime d’une attaque à l’engin explosif, mais au début du XXIe siècle il était encore debout. Finalement, le monument fut démoli par décision municipale en 2002. Les cimetières, La dernière demeure de la mémoire des martyrs Lieux de repos éternel loin de la hâte des villes, les cimetières s’improvisent souvent en gardiens d’un passé immobile. Plusieurs initiatives symboliques menées par les autorités franquistes eurent pour cadre privilégié ces espaces. L’initiative la plus remarquable fut la construction d’une Crypte-Mausolée au cimetière de Vista Alegre de Bilbao, à Derio, à la mémoire des victimes civiles de la répression républicaine qui occupèrent une place d’exception dans le système symbolique franquiste local. Commencé en 1937, le monumentmausolée ne put être achevé qu’en juillet 1940 en raison des difficultés humaines et matérielles résultant de la guerre. La même année furent transférées dans les niches les dépouilles des victimes de représailles républicaines sur les bateaux-prisons (septembre 1936) et de l’assaut des prisons de Bilbao (janvier 1937), et d’autres fusillés au cours du conflit. Dès son inauguration, le panthéonmonument devint un espace de pèlerinage et de recueillement où se donnaient rendez-vous chaque
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année le 4 janvier (massacre des prisons de Bilbao) et le 25 septembre (massacre des bateaux-prisons) les principales autorités, civiles, militaires et ecclésiastiques de la ville et de la province pour célébrer une messe en hommage à la mémoire des victimes. Aujourd’hui, le panthéon-mausolée est un lieu quasi « invisible ». Il a cessé de remplir la fonction mémorielle qui était la sienne pour devenir un « réservoir de mémoire » (P. Nora). Le cimetière de Vista Alegre de Derio abrite également un monument articulé autour d’un fragment de l’ancien mur du cimetière où furent exécutés plusieurs prisonniers franquistes. Celui-ci apparaît encadré par deux grands piliers ronds en marbre qui soutiennent une petite corniche sous laquelle repose une croix métallique. Aux extrémités, sur le marbre, figurent les noms des personnes fusillées en ce lieu après avoir été jugées et condamnées par le Tribunal populaire du Pays Basque. Les autorités franquistes érigèrent de nombreuses chapelles et croix à la mémoire des morts et des martyrs dans les cimetières d’une grande partie des localités du Pays Basque. Au cimetière de Santa Cruz de Durango, une Chapelle-Mausolée fut érigée à la mémoire des martyrs et héros de campagne de Durango, surmontée d’une imposante croix en pierre. Inaugurée le 25 septembre 1942, à l’occasion du sixième anniversaire de l’exécution de 22 prisonniers franquistes en représailles au bombardement aérien de la ville le même jour, l’intérieur de la chapelle accueillait un autel et était décorée de vitraux évoquant la Passion du Christ et les martyrs fusillés. Plusieurs plaques reproduisaient les noms des martyrs et des morts..
Au cours des dernières années de la dictature, les monuments franquistes furent souvent la cible d’attaques à la peinture et aux engins explosifs, montrant bien l’opposition croissante au régime dans de larges secteurs de la société basque. À la fin de 1970, les Monuments aux Morts de Getxo, Zumaia, Gaztelumendi et le Monument à la Bataille de Villareal avaient été attaqués aux engins explosifs. Les pierres tombales des monuments aux morts de Bermeo, Errigoitia, Mondragón, etc. furent détruites à leur tour. Au début d’avril 1972, les monuments élevés à Tolosa et à Peña Lemona furent attaqués. Les attaques contre les vestiges symboliques du franquisme se poursuivirent après la mort du dictateur dans une série sans fin. À partir de 1979, avec l’établissement de la démocratie au niveau local, les nouvelles autorités municipales décrétèrent une damnatio memoriae, un retrait systématique des monuments qui constituaient la partie la plus visible du système symbolique franquiste. Ce processus, initié dans les premières années 80, s’est étendu jusqu’au XXIe siècle bien entamé. À l’heure actuelle, la plupart des
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De l’Apothéose à la Damnatio memoriae : le retrait des monuments franquistes de l’espace public
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monuments dédiés à la mémoire des morts et des martyrs ont été retirés de l’espace public basque. En revanche, persistent de nombreuses croix érigées dans les cimetières de Portugalete, Ondarroa, Guernica, Oiartzun, etc., dépouillées certes de leur symbolique initiale. Loin des villes, persistent aussi des monuments, chapelles et croix érigés dans les années 40 et 50 sur plusieurs montagnes et sommets, théâtres d’affrontements et de batailles qui décidèrent du sort du conflit à Irun, Buruntza, Belkoain, Morkaiko, Ondarroa, Peña Lemona, Bizkargi, Saibigain, etc. Cependant, la plupart d’entre eux se trouvent dissimulés par la végétation, détruits en partie, dénaturés, transformés, dépouillés en définitive de la charge symbolique d’origine. La Croix de Gaztelumendi, érigée à l’endroit où l’armée franquiste « brisa » la Ceinture de fer de Bilbao, a été démolie en juillet 2017. Certains monuments de l’époque ont été entièrement réinterprétés. L’énorme croix de plus de dix mètres de haut qui couronne le mont Saibigain, le « Mont du sang », près d’Urkiola, fut érigée en mai 1939 par les autorités franquistes « en souvenir des conquérants héroïques de ce mont ». À la fin des années soixante-dix, la plaque d’origine fut remplacée par une autre en mémoire des « gudaris qui combattirent au mont Saibi pour la liberté du Pays Basque ». Cette réinterprétation n’a été possible que grâce à la persistance d’une mémoire cultivée par le nationalisme basque de la résistance républicaine basque en ce lieu face à l’envahisseur franquiste. La chapelle-mausolée du cimetière de Durango a été elle aussi réinterprétée en 2007 lorsque le maire Juan José Ziarrusta retira la symbolique franquiste du lieu, enleva les plaques et les vitraux de l’intérieur et rebaptisa l’espace, transformé dès lors en lieu de réconciliation et de paix. Aujourd’hui, une immense plaque en granit noir porte gravés collectivement les noms des Durangueis morts à la guerre, quelles que soient leur idéologie politique et la cause de leur mort.
LA MÉMOIRE DES VICTIMES RÉPUBLICAINES DE LA GUERRE ET DU FRANQUISME Les victimes républicaines de la guerre et de la dictature franquiste furent passées sous silence et occultées pendant de longues décennies. La mort du dictateur et le début du processus de transition politique vers la démocratie n’aidèrent pas non plus à leur récupération, car à ce stade l’idée d’éviter toute « intromission » de la Guerre Civile sur le chemin de la démocratie était largement répandue. Cette « relégation aux oubliettes » consciente et assumée, qui aboutit à l’adoption de la Loi d’Amnistie en octobre 1977, perpétua l’« invisibilité » sociale des victimes républicaines jusqu’à une date récente. Au Pays Basque, la mémoire de la guerre a toujours occupé une place d’exception. La présence constante du conflit, tant sur le plan politique que sur le plan social, a renforcé la sensibilité au sein de la société
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basque à l’égard des victimes de la guerre. En 1987, Guernica est devenue l’acteur et la scène privilégiée de nombreux événements et rassemblements massifs qui laissèrent une empreinte profonde dans la localité, y compris sous l’angle monumental. Néanmoins, les politiques actives de reconnaissance et de récupération de la mémoire des victimes républicaines ne sont devenues visibles qu’à l’aube du XXIe siècle. L’activité mise en œuvre par les associations mémorielles, comme l’Association pour la récupération de la mémoire historique (ARMH), la participation active de la Société des Sciences Aranzadi à l’exhumation de nombreuses fosses et l’adoption en 2007 de la « Loi de mémoire historique » ont encouragé la présence des victimes de la guerre dans l’espace public. En décembre 2002, le Gouvernement basque a été l’un des premiers exécutifs autonomes à créer une Commission interdépartementale orientée vers la localisation, l’identification et l’éventuelle exhumation de disparus durant la Guerre Civile. Depuis 2006, il encourage et participe activement à l’important effort commémoratif à caractère monumental déployé dans la communauté autonome. En novembre 2015, le Gouvernement basque a mis en place Gogora - Institut de la Mémoire, de la Coexistence et des Droits de l’Homme, afin, entre autres missions, de se doter d’un outil institutionnel qui serve à orienter les politiques publiques et à promouvoir de nouvelles dynamiques de récupération de la mémoire des victimes.
Bien que les premiers monuments destinés à récupérer socialement la mémoire des victimes de la guerre fussent érigés après la mort du dictateur, il est indéniable que l’érection de monuments et de sculptures commémoratives destinés à réhabiliter symboliquement les victimes républicaines a connu une progression considérable au cours de la dernière décennie au Pays Basque. « La commémoration quant à elle, a pour but dès l’érection du monument, que le moment désigné n’appartienne jamais au passé et qu’il demeure toujours présent dans la conscience des générations futures ». Aloïs Riegl Guernica, de ville martyr à symbole de la paix : les monuments au service de la réconciliation Guernica constitue le vecteur mémoriel des victimes de la Guerre Civile la plus importante du Pays Basque. La dimension du bombardement aérien du 26 avril 1937, sa signification historique et
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UNE MÉMOIRE D’ACIER : LES MONUMENTS AUX VICTIMES RÉPUBLICAINES DE LA GUERRE CIVILE ET DE LA DICTATURE FRANQUISTE AU PAYS BASQUE
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politique, le tableau de Picasso et les nombreux monuments érigés dans la localité sont le support autour duquel s’est articulé ce centre mémoriel de premier plan. Le premier monument a été érigé en 1987, dans le cadre du 50e anniversaire du bombardement. Il s’agit d’une simple stèle conçue par l’architecte municipal de l’époque, Jesús Aldama. Sous la nette d’Oteiza, l’auteur a inversé le modèle de la stèle traditionnelle en évidant un cube de pierre d’une grande embrasure circulaire. Sur la partie avant est gravée à même la pierre l’inscription « Gernikako bonbaketan hildako oroimenez, 1937-1987 apirilak 26 » (En hommage aux morts du bombardement de Guernica, 26 avril 1937-1987). Installée dans les jardins du Ferial. Un an plus tard, le 26 avril 1988, après un processus d’exécution long et complexe, la sculpture monumentale Gure aitaren etxea (La maison de notre père) a été inaugurée. Le sculpteur Eduardo Chillida s’est inspiré directement d’un poème quasi-homonyme du poète Gabriel Aresti, Nire aitaren etxea (1963), où il exaltait la défense de la propriété familiale contre toutes les adversités. Réalisée intégralement en béton, la figure elliptique colossale se déploie en plein air sur 18 mètres de large pour 8 mètres de haut et pèse plus de 180 tonnes. Sur la proue de cette « maison-bateau », une large ouverture permettait de relier visuellement et symboliquement l’espace mémoriel à la Casa de Juntas et à l’arbre de Guernica. À l’intérieur de l’espace formé par les murs se dresse une stèle funéraire d’acier, « un symbole de paix », qui servait de point de référence et de colonne vertébrale de l’œuvre par rapport au chêne, même si la liaison entre les deux espaces mémoriels désirée par l’artiste a aujourd’hui disparu. En 1989, le ministère de la Culture avec Jorge Semprún à sa tête, et le département de la Culture du Gouvernement basque dirigé par Joseba Arregui, ont acquis l’œuvre de Henry Moore, Large figure in a shelter (Grande figure dans un refuge). Réalisée entre 1985 et 1986, il s’agit d’une des dernières œuvres du célèbre sculpteur britannique, caractérisée par ses grandes dimensions, avec plus de 7 mètres de haut et un poids de 20 tonnes. Travaillé dans le bronze, l’ensemble sculptural apparaît marqué par ses amples volumes curvilignes qui semblent simuler une figure humaine quittant un refuge après le bombardement. Au milieu des années quatre-vingt-dix, le maire de Guernica, Eduardo Vallejo, a lancé la construction au cimetière municipal d’un Mausolée dédié aux victimes du bombardement de Guernica afin de donner de la dignité et d’ajouter de la solennité à la cérémonie officielle en souvenir des victimes du bombardement. Situé au cimetière de Zallo, le mausolée a été conçu par l’architecte Fernando Galdeano y Arana. Dans la partie semi-enterrée, une crypte accueille depuis 1995 un sarcophage contenant les rares dépouilles des victimes du bombardement récupérées. Dès sa construction, cet espace est devenu le point central des cérémonies officielles tous les 26 avril.
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Cet espace mémoriel a été enrichi de l’installation, sur le mur contigu, de l’ancienne cloche de l’église de San Juan et d’une dalle commémorative, ainsi que d’une plaque rappelant les plus de 250 personnes décédées à l’Hôpital Militaire Pénitentiaire des prisonniers de Guerre de GernikaLumo (1938-1940) et d’un monolithe en acier qui porte les noms de 82 gudaris enterrés dans une fosse commune. Cette accumulation de mémoires prouve la capacité intégrante de la dynamique mémorielle de Guernica ouverte aussi à l’accueil d’autres victimes. En 1997, l’artiste Jon Iturrarte a créé dans les rues de Guernica l’œuvre Marimeta. Réalisée à partir de briques, elle incarne le caractère populaire de la création artistique et naît de l’influence sur son œuvre du « monde anthropologique et culturel basque », se profilant « comme lieu et espace de refuge pour une douleur profonde et durable ».
Le 26 avril 2012, dans le cadre du 75e anniversaire du bombardement de Guernica, a été inauguré dans la localité le dernier monument destiné à rappeler et honorer la mémoire des victimes du bombardement. Il s’agit de l’œuvre Agonie du Feu de l’artiste Néstor Basterretxea. Réalisée en acier Corten, l’œuvre apparaît marquée par la violence de ses formes, une diagonale de 8 mètres de haut accompagnée de deux plaques aux extrémités pointues qui descendent vertigineusement et créent des angles et des formes qui semblent déchirer le ciel. Le monument se situe à l’endroit exact où fut lâchée la première bombe le 26 avril 1937. La mémoire de la guerre à Guernica ne s’en tient pas seulement aux monuments dédiés au bombardement et aux victimes ici étudiés, mais abrite également plusieurs sculptures destinées à honorer la mémoire de personnalités liées à la dénonciation du bombardement. Sous le mandat du maire José Maria Gorroño, la localité régionale a érigé dans ses rues une sculpture de corps entier de José Antonio Aguirre, le premier président du Gouvernement basque, ainsi que les bustes de George L. Steer, correspondant de guerre de The Times, et de José de Labauria, maire de Guernica au moment du bombardement.
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Après la création du Centre de Recherche pour la Paix Gernika Gogoratuz (établie por le Parlement basque) en 1987, la naissance et consolidation du Musée de la Paix de Guernica - Gernikako Bakearen Museoa à partir de 1998 constitue sans aucun doute le plus important engagement institutionnel d’ancrer à Guernica les valeurs de la paix, l’esprit de compréhension et de réconciliation en dépassant tout discours exclusivement traumatique et victimaire de la destruction de la localité. Le bombardement de Guernica occupe une place centrale au musée, mais inséré dans l’axe qui articule l’ensemble du musée : réfléchir sur la paix et les moyens de l’atteindre.
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Tous ces monuments érigés dans la ville constituent l’empreinte visible de l’effort constant pour entretenir le souvenir de la guerre et particulièrement de ce tragique 26 avril 1937 qui marqua au fer rouge le destin de la localité. Les monuments érigés à Saint-Sébastien : l’expression d’une mémoire traumatique À Saint-Sébastien, il a fallu attendre jusqu’en décembre 2010 pour voir surgir le premier monument érigé « en mémoire et reconnaissance aux personnes victimes de représailles par la dictature franquiste ». Situé à l’endroit même où des ouvriers avaient trouvé par hasard une fosse commune un an plus tôt, il s’agit d’une stèle de bronze de 1,50 m de haut sur 30 cm d’épaisseur et d’un poids d’une tonne. Réalisée par le sculpteur Ramón Carrera, l’œuvre se caractérise par la présence de trous amorphes sculptés dans le bronze qui rappellent « les cicatrices que laissent les projectiles sur les murs et la mitraille sur le corps humain ». Au début de 2011, sous le mandat d’Odón Elorza, un nouveau monument a été édifié sur le chemin d’accès au palais d’Aiete. Il s’agit de l’œuvre Urte Haietan (Ces années-là), une sculpture de l’artiste Juanjo Novella réalisée en acier Corten, où l’on distingue le mur frontal, légèrement incliné, qui se dresse devant le spectateur avec la série des années de la longue dictature franquiste perforées. Une série chronologique qui se termine par des points de suspension pour mettre en relief que tout ne finit pas en 1975. L’œuvre de grandes dimensions, 4 mètres de haut, 2 mètres de large, 2 mètres de profondeur pour un poids de 5 tonnes, se profile comme un bastion inexpugnable et seule l’ouverture infranchissable sur sa partie arrière, évocatrice des espoirs tronqués, altère le sentiment de solidité et d’accueil que suscite l’espace intérieur. Sa présence dans cet espace contribue à décomposer le souvenir univoque du lieu comme résidence estivale du dictateur. À peine deux ans plus tard, le 31 mai 2014, le monument lauréat de l’appel d’offres lancé un an avant par la mairie de Juan Karlos Izagirre en souvenir des victimes de la guerre a été inauguré en présence de nombreux proches. Dual était la proposition présentée par deux jeunes architectes, Amaia Mateos Valiente et Tomás Villanueva Elizondo. L’œuvre, 4,5 mètres de long sur 2,20 mètres de haut, s’articule autour de la figure du plan de Saint-Sébastien, facilement reconnaissable grâce à la demi-lune de la plage de la Concha, complètement criblée. Les matériaux utilisés ajoutent un symbolisme supplémentaire pour représenter la dualité existante dans la récupération du passé. Le polycarbonate, matériau transparent, fait référence à l’objectivité de l’histoire, tandis que l’acier Corten tente de représenter la mémoire, les souvenirs. L’acier rouille au fil du temps comme les sentiments, la douleur, les peines… Les orifices dans l’acier servent de réceptacle des fleurs que les proches déposent sur le monument dès le jour de son inauguration. Au pied, plusieurs plaques
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métalliques reproduisent les prénoms et noms des près de quatre cents victimes originaires de la ville qui perdirent la vie pendant la guerre ou par suite de la répression franquiste. Avec trois monuments, construits sur une courte période d’à peine quatre ans, en sus d’un autre monolithe qui rappelle les victimes républicaines dans la prison d’Ondarreta et de plusieurs plaques, la capitale guipuzcoane apparaît aujourd’hui comme l’une des villes basques où le souvenir des victimes républicaines de la Guerre Civile et du franquisme a pris le plus d’ampleur. Les cimetières et la rhétorique du mur. Lieux de deuil et de mémoire
Un fronton pour le souvenir : le monument funéraire de Luis Peña Ganchegui à OIARTZUN (1977) Ce monument se distingue par sa date de réalisation précoce, en 1977, et par l’audace de Luis Peña Ganchegui à qui la ville d’Oiartzun confia la mission de rendre hommage « aux morts pour la liberté du Pays Basque ». L’architecte releva ce défi en ouvrant un segment du mur périphérique du cimetière. Peña Ganchegui recourut à la technique architecturale du fronton de pelote basque et remplaça la pierre de taille noire, où vient frapper habituellement la pelote, par un espace vide auquel des significations multiples peuvent être attribuées. La partie supérieure du fronton apparaît couronnée par un lauburu , sculpté dans une pierre ronde qui évoque les stèles funéraires. Lumières et ombres au cimetière d’Hernani : Argi-Horma/Mur de lumière, Carlos López de Ceballos (2006) L’idée d’élever un monument au cimetière d’Hernani est apparue comme une alternative symbolique à la difficulté de récupérer les corps des plus de 200 personnes qui y furent fusillées et enterrées dans des fosses communes à l’automne 1936. Inaugurée le 8 novembre 2006, en présence du président
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Les cimetières constituent des lieux étroitement liés au deuil et au souvenir. Des espaces de recueillement, de retrouvailles avec un passé plus ou moins lointain dans le temps, les cimetières peuvent devenir des lieux de mémoire d’une collectivité, d’une nationalité ou de tout un pays. Souvent, les cimetières deviennent des lieux involontaires de l’histoire lorsque leurs murs de clôture sont utilisés comme murs des fusillés ou lorsque des fosses sont ouvertes entre leurs murs pour enterrer les corps désordonnés et sans nom des fusillés. Les cimetières se transforment alors en témoins muets de la violence et de la répression, et leurs murs blessés restent marqués par l’histoire comme symboles de la cruauté de l’ennemi. Au Pays Basque, nombre de cimetières furent le théâtre d’exécutions et de représailles de l’armée rebelle pendant la Guerre Civile. Un passé souvent occulté, oublié ou méconnu pour une large majorité de la société basque et qui, grâce aux monuments érigés en ces lieux, a été récupéré.
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du Gouvernement basque, Juan José Ibarretxe, et à l’occasion du soixante-dixième anniversaire des exécutions, la sculpture Argi-Horma (Mur de lumière) réalisée par l’architecte Carlos López de Ceballos Garzón impose sa présence à l’entrée du cimetière de la localité avec ses 3 mètres de haut et un déploiement diagonal de plus de 10 de mètres. Grâce à la lumière du soleil, les silhouettes découpées dans l’acier se projettent sur le mur et laissent entrevoir plusieurs têtes et bras levés vers le ciel, représentation des victimes qui semblent ainsi reprendre vie sur le mur. Un côté de l’œuvre porte gravés les noms des 128 personnes, sur les près de 200 fusillées là, qui ont pu être identifiées. Les murs perforés : un lieu pour la mémoire au cimetière de TOLOSA (2011) La plupart des exécutions perpétrées à Tolosa eurent pour cadre les murs de clôture du cimetière de San Blas. Contrairement au cas d’Hernani, ici le monument occupe une place centrale à l’intérieur du cimetière, tout près du panthéon dédié aux enfants chéris de Tolosa. Inaugurée le samedi 26 février 2011, l’œuvre conçue par Juantxo Agirre-Mauleon et Inhar Agirrezabal se constitue autour de trois plaques d’acier Corten. Les plaques situées de face, de 4 mètres de haut sur 2,5 mètres de large, apparaissent perforées dans une allusion claire aux balles qui mirent fin à la vie des victimes. La troisième plaque située sur le côté porte les noms des personnes assassinées, selon leur origine et la cause de leur mort, sous une épitaphe commune : « Le village de Tolosa aux personnes tuées pour la défense de la République et des libertés du peuple basque ». Devant les plaques se dresse un prisme quadrangulaire de pierre calcaire en « témoignage de la dignité qui s’élève devant une mort injuste et dont la mémoire perdure dans le temps ». Le drapeau basque et le drapeau républicain hissés en permanence complètent ce dispositif symbolique unique. Le Columbarium de la Dignité au cimetière Olaso d’ELGOIBAR (2017) En 2016, l’Institut de la mémoire Gogora a lancé la réalisation d’un « Columbarium de la Dignité » au cimetière d’Elgoibar afin de créer un espace sépulcral pour y accueillir les dépouilles mortelles de personnes assassinées pendant la guerre et l’après-guerre, récupérées lors des exhumations des fosses intervenues ces dernières années. Pour marquer cet espace de l’empreinte de la mémoire, il a été décidé d’ériger la sculpture commémorative Duintasuna-La dignité, conçue par l’artiste Ignacio Arregui. Inaugurée en janvier 2017, l’œuvre en acier Corten apparaît constituée par la succession verticale de différentes plaques d’acier de près de 4 mètres de haut qui façonnent un espace vide à l’intérieur, rappelant vaguement une série de figures humaines unies par leur disparition tragique. Le spectateur peut circuler dans ce vide et avoir ainsi « une rencontre subjective avec les victimes ». À la mémoire de Lauaxeta au cimetière d’MUNGIA (2006) La mémoire des victimes républicaines se fraye également un chemin entre les murs d’autres cimetières du Pays Basque, témoins à leur tour des exécutions perpétrées pendant la guerre et dans
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l’immédiat après-guerre. Le mur arrière du cimetière de Santa Isabel (Vitoria) comporte une plaque à la mémoire du poète Lauaxeta (Esteban Urkiaga) fusillé en ce lieu. Au cimetière de Mungia, lieu de naissance de Lauaxeta, l’on cultive également le souvenir de cet auteur célèbre par une sculpture en forme de stèle, œuvre du sculpteur Ángel Garraza. In memoriam, À l‘aube, le cri de l’âme - Goiztirian, arimaren garrazia, Andoain (2006) La force évocatrice du mur comme lieu de souffrance des victimes est si puissante que parfois elle a abandonné le cimetière lui-même. C’est le cas du monument In memoriam, À l’Aube, le cri de l’âme - Arimaren garrazia, réalisé par Gotzon Etxebarria Setién à Andoain, en hommage aux 22 personnes fusillées là par les franquistes. Érigé dans le Parc Alfaro d’Andoain (2006), le monument s’articule autour d’un imposant mur de pierre en granit de 7 mètres de long sur 2,5 mètres de haut et de 20 centimètres d’épaisseur. Devant un mur en pierre de taille parfaitement travaillé, deux sculptures en bronze aux formes arrondies, insaisissables et vagues, offrent un contrepoint inquiétant. La figure droite devant le mur semble contempler le destin tragique d’une deuxième figure gisante sur le lit de graviers. Derrière le mur sont gravés les noms des vingt-deux habitants d’Andoain assassinés.
L’ART CONTRE L’OUBLI : DE LA TRADITION RÉINVENTÉE À L’HYBRIDATION DE LA SCULPTURE COMMÉMORATIVE
Mémoire Vivante, Néstor Basterretxea, Bilbo, 2006 Mémoire vivante est le titre suggestif que Néstor Basterretxea a donné à sa sculpture pour rendre hommage aux victimes du franquisme dans la ville de Bilbao. L‘œuvre est une réinterprétation de la stèle discoïdale classique présente dans de nombreux cimetières basques, signe ancestral que le sculpteur de Bermeo a désacralisé et incorporé dans le monde civil. Ici, la forme discoïdale centrale se trouve insérée dans une variante rectangulaire. Réalisée en bronze patiné, l’œuvre fait 4 mètres de long sur 3,5 mètres de haut pour un poids de près de 10 tonnes. Au pied de l’œuvre figure une plaque avec la dédicace du monument Hommage aux hommes et aux femmes qui combattirent pour la liberté et la démocratie, bien que l’intentionnalité de l’hommage à toutes les victimes du franquisme soit renforcée par la reproduction sur la même plaque du célèbre poème de Blas de
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Euskadin biktima errepublikanoen oroimenez jasotako elementuetan erabilitako baliabide estetikoen aniztasuna erabat kontrajartzen zaio frankismoaren garaiko monumentuetan ezarritako uniformetasunari. Proposamen plastikoen aukera-sorta hori eredu tradizionalen berrinterpretaziotik hasi eta eskultura hedatuaren erabilerara artekoa da.
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Otero Me llamarán, nos llamarán a todos… (On m’appellera, on nous appellera tous…) sélectionné pour l’occasion par l’écrivain Bernardo Atxaga. Réalisée sur la commande directe du département du Logement et des Affaires sociales du Gouvernement basque, dirigée par Javier Madrazo et inaugurée dans les Jardins de Doña Casilda à Bilbao le 19 février 2006 en présence du président du Gouvernement basque Juan José Ibarretxe. Gurasoen etxea (La maison des parents), Juanjo Novella, Sestao, 2007 L’idée de construire un monument à la mémoire des victimes de la répression franquiste est née à l’initiative de l’association Errepresaliatuak (Victimes de représailles) de Sestao. Pour concrétiser cet objectif, l’artiste Juanjo Novella s’est inspiré directement des traditions démocratiques basques et du poids qu’avaient eu symboliquement sur elles les grands arbres, en particulier les chênes rouvres et les chênes verts, sous lesquels se réunissaient les conseils communaux depuis le Moyen Âge. Réalisée en acier Corten perforé, la sculpture représente la silhouette de la cime d’un arbre incliné mais qui résiste et parvient à tenir debout. Ancrée directement dans le sol, l’œuvre présente une disposition curviligne qui traduit la volonté de constituer un espace de protection. L’ensemble monumental, qui se déploie sur 6 mètres de long pour 4 mètres de haut et pèse plus de 12 tonnes, est complété par un pupitre où l’on peut lire le poème de Blas de Otero En el principio (Au début). Inaugurée le 9 juin 2007 par le président du Gouvernement basque Juan José Ibarretxe, l’œuvre est située sur la promenade de la Benedicta qui longe le bord de la ria de Bilbao, un des centres névralgiques de la révolution industrielle que connut la Biscaye il y a un siècle, mais aussi un espace marqué par une histoire ouvrière, d’abord d’engagement politique pendant la IIe République et ensuite de lutte contre la dictature franquiste. Un Bois de lumière contre l’oubli, Anabel Quincoces, Vitoria, 2009 Le monument en hommage aux personnes victimes de représailles par le franquisme lancé par la Diputación Foral d’Alava, est une œuvre de l’artiste Anabel Quincoces. Son Bois de Lumière se constitue autour d’une série d’une vingtaine de modules cylindriques en acier d’une hauteur variable allant de 1 à 3 mètres, revêtus de bronze gravé. Chacun d’eux est surmonté d’une pièce massive en verre qui permet de projeter la lumière depuis l’intérieur de chaque cylindre, comme un reflet de la mémoire et de l’espoir. Ce bois urbain tente d’évoquer un épisode majeur de la répression franquiste survenu le 31 mars 1937 lorsque furent fusillés 16 prisonniers républicains de toutes les tendances politiques dans le bois d’Azáceta. Outre les colonnes, l’espace mémoriel est complété par un viseur intégré dans un monolithe en acier Corten réalisé par José Luis Catón, où l’on peut visualiser les noms de plus de 5 000 Alavais victimes de représailles pendant la dictature.
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Durango mémoire vivante, École d’Art de Deba,, Durango, 2012 La localité de Durango, marquée au fer rouge par les effets des bombardements infligés à la ville, a aussi érigé en 2012 un monument hybride destiné à revendiquer et honorer, au-delà des seules victimes des bombardements, « les Duranguais qui donnèrent leur vie pour la liberté du peuple contre le franquisme ». Conçu et réalisé par Mikel Campos, Karmele Aranguena et les élèves de l’École d’Art de Deba, le groupe sculptural s’appelle à juste titre « Durango mémoire vivante ». L’espace mémoriel, créé sur le lieu occupé auparavant par la croix de Kurutziaga, s’articule autour d’un grand bloc irrégulier de pierre calcaire qui rappelle les montagnes environnantes, placé sur un socle octogonal et délimité sur ses différents côtés par plusieurs plaques incrustées dans le sol avec les noms de Barcelone, Derio, Intxorta, Saibigain et Santamañezar qui renvoient à divers passages du conflit. L’espace est en outre démarqué par trois sièges en pierre de différentes tailles, associés chacun d’eux à un objet symbolique : un cahier comme allégorie de la mémoire personnelle, un livre comme réservoir de la mémoire et un appareil photo comme symbole de l’image. Quelques citations poétiques en lien avec la mémoire viennent compléter l’ensemble qui est situé, symboliquement, sur le lieu occupé auparavant par la croix de Kurutziaga.
À LA MÉMOIRE DES « VICTIMES OUBLIÉES » : FEMMES EMPRISONNÉES, ENFANTS EXILÉS ET HOMOSEXUELS VICTIMES DE REPRÉSAILLES
À la mémoire des femmes emprisonnées à Saturrarán, Mutriku, 2007 De 1938 à 1944, les bâtiments de l’ancienne station thermale de Saturrarán abritèrent la Prison Centrale des Femmes, un des centres pénitentiaires pour femmes les plus durs de toute la dictature. Ses cellules virent passer plus de 4 000 femmes venant des quatre coins d’Espagne, certaines accompagnées de leurs enfants en bas âge. Soumises à une discipline de fer, objet de mauvais traitements, privées d’une alimentation suffisante et logées dans des conditions sanitaires déplorables, au moins 120 femmes et 57 enfants périrent à Saturrarán. Pour rappeler ces faits et rendre hommage aux femmes emprisonnées là-bas, le département du Logement et des Affaires sociales du Gouvernement basque a érigé le 1er avril 2007 un monument sculptural de Néstor Basterretxea, surmonté d’une reproduction en taille réduite de l’œuvre « Mémoire vivante ».
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Femmes, enfants et homosexuels sont souvent des collectifs sociaux qui occupent les marges de l’histoire. Les politiques publiques de mémoire menées au Pays Basque ont tenté ces dernières années d’inverser cette réalité par l’érection de monuments dédiés à leur mémoire.
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À la mémoire des enfants basques exilés en 1937, Santurtzi, 2006 Dans le petit port de pêche de Santurtzi, près du port où des milliers d’enfants embarquèrent pour l’exil en 1937, la mairie de la localité décida de leur rendre en octobre 2006 un hommage par la construction d’un mémorial à la fois simple et unique. Il s’agit d’un relief commémoratif réalisé en mosaïque céramique et modelé en relief par le céramiste Paco Presa Merodio. Installé sur la base d’une ancienne grue portuaire, l’œuvre rétablit un récit complet du phénomène de l’exode des enfants, depuis le soulèvement militaire jusqu’au retour tardif des enfants, désormais âgés, au temps de la démocratie. À la mémoire des homosexuels persécutés sous le franquisme, Durango, 2009 Le Monolithe à la mémoire des personnes victimes de représailles par le franquisme du fait de leur orientation sexuelle, apparaît à l’initiative de l’association Euskal Herriko Gay-Les Askapen Mugimendua, EHGAM (Mouvement de libération des gays et lesbiennes du Pays Basque). Érigé le 16 mai 2009 dans la localité biscayenne de Durango, la sculpture commémorative réalisée par l’artiste Koldobika Jauregi se compose de deux grands blocs de granit aux tons gris, reliés entre eux et placés à même le sol. Sur sa partie arrière surgit un monolithe vertical en forme de menhir qui s’élève jusqu’à une hauteur de près de deux mètres. L’ensemble monumental est complété d’une plaque qui reproduit un bertso émouvant du bertsolari Jon Maia qui rappelle la persécution et la lutte des homosexuels en faveur de leurs droits.
À LA MÉMOIRE DES VICTIMES DES BOMBARDEMENTS AÉRIENS L’universalité et la reconnaissance généralisée des victimes du bombardement de Guernica ont engendré une méconnaissance notable des victimes causées dans d’autres localités basques par les nombreux bombardements de l’aviation franquiste, de la Légion Condor et de la Aviazione Legionaria. Au cours de ces dernières années, différentes initiatives ont tenté d’inverser cette situation et de réintégrer à la mémoire collective le destin tragique de ces victimes oubliées. Parmi les initiatives symboliques les plus importantes figure le monument réalisé en hommage aux 61 civils, dont un grand nombre de femmes et d’enfants, qui périrent sous les bombes le 22 juillet 1936 dans la localité d’Otxandio. En 2011, dans le cadre du 75e anniversaire de l’événement, une sculpture commémorative de Néstor Basterretxea a été inaugurée sur la Plaza Andikona. Intitulée Heriotza zerutik etorri jakun (La mort vint du ciel), l’artiste a réalisé une composition de plus de 6 mètres de haut, marquée par la verticalité et la violence de ses formes anguleuses qui représentent les bombes lâchées depuis le ciel. Sur une plaque d’acier qui occupe un côté du lieu sont inscrits en gros caractères les noms des victimes.
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La ville de Durango fut aussi victime de plusieurs bombardements le 25 septembre 1936 et le 31 mars 1937 lors desquels périrent des centaines de personnes. Bien qu’une cérémonie de souvenir soit organisée traditionnellement en la chapelle du cimetière où une plaque commémore toutes les victimes, il a également été construit derrière celle-ci en 2008 un clocher commémoratif où tous les 31 mars a lieu la cérémonie en souvenir et hommage aux victimes. Au pied du clocher se dresse un monolithe en pierre avec une croix gravée au-dessus du nom de la localité et de la date fatidique. La localité de Sestao a récupéré récemment dans son espace urbain la mémoire et les noms des 27 personnes qui succombèrent aux bombardements de la localité en 1937. Il ne s’agit pas ici d’un monument à proprement parler, mais plutôt d’une grande peinture murale, de 4 mètres sur 3, réalisée par Jorge Gimeno et Araceli Jalón. Inaugurée le 21 mai 2016, date du 79e anniversaire des bombardements de la localité, à deux pas de la mairie, la peinture reproduit une vue zénithale du plan de la localité, les explosions et les ruines. Pour cela, les artistes ont utilisé des couleurs vives avec une prédominance de rouge et de noir, évocation du feu et de la fumée qui ravagèrent une partie de la ville. L’un de ses côtés montre deux enfants désemparés qui représentent les victimes oubliées. Maintes localités telles que Galdakao, Munguía, Zornotza… ont elles aussi dédié ces dernières années des monolithes ou plaques pour rappeler les victimes causées dans de nombreuses localités par les attaques aériennes.
Outre les œuvres symboliques destinées à la récupération mémorielle des victimes, ces dernières décennies ont vu s’ériger plusieurs monuments notables destinés à louer le dévouement et le sacrifice des gudaris et miliciens qui luttèrent pour la défense du régime républicain et de l’autonomie basque. Ces œuvres commémorent souvent des offensives, des batailles et des combats soldés par des défaites pour les forces républicaines et, en conséquence, par un nombre important de morts et disparus qui, dans la dynamique de récupération mémorielle actuelle, ont aussi augmenté la considération sociale des victimes du conflit. Parmi eux, nous pouvons relever la sculpture Matxitxako Guda (Bataille de Machichaco) inaugurée en mars 2007 entre les localités de Bermeo et de Bakio. Réalisée par Néstor Basterretxea, l’œuvre rend hommage aux marins morts dans le combat naval inégal du cap Matxitxako, survenu en mars 1937, entre les navires de pêche armés de pièces d’artillerie de la Marine de guerre auxiliaire du Pays Basque « Nabarra » et « Gipuzkoa », et le croiseur lourd Canarias, fleuron de la marine franquiste. Le
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À LA MÉMOIRE DES MORTS AU FRONT
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monument, réalisé en acier Corten, commémore le dévouement des marins du « Nabarra », dont le naufrage constitue le thème central de la composition. La sculpture Intxortako Atea (La porte d’Intxorta), inaugurée en 2007, se trouve sur les flancs du mont Intxorta, où gudaris et miliciens basques stoppèrent l’avancée de l’offensive franquiste sur le territoire de Biscaye à la fin de septembre 1936, ce qui permit l’existence du régime autonome au Pays Basque. Il s’agit d’une sculpture de grandes dimensions, 7,20 mètres de haut sur 3,2 mètres de large, réalisée en acier Corten qui représente, selon son auteur Juan José Aranguren, « un mur percé qui permet sous différents angles de symboliser qu’une porte se ferme ou s’ouvre. Une porte ouverte à l’espoir, à la paix et à la tolérance qui ne doit plus jamais être fermée et devenir un mur ». Le monument dédié aux miliciens et gudaris qui a connu le plus grand écho dans le domaine de la récupération mémorielle est sans doute l’œuvre Aterpe 1936 (Refuge 1936). Il s’agit d’une sculpture réalisée par Juanjo Novella et située sur le mont Artxanda, théâtre des derniers combats des troupes républicaines pour la défense de la ville de Bilbao, avant sa chute définitive le 19 juin 1937. Articulée à partir de l’image d’une empreinte de dimensions colossales, 6 mètres de haut et plus de 8 tonnes de poids, la sculpture présente une disposition légèrement incurvée dans l’idée de former l’espace protecteur qui donne naissance à son titre. Depuis son inauguration en 2006, une cérémonie importante s’y déroule chaque année le 19 juin en souvenir du sacrifice de ces soldats et de toutes les victimes républicaines de la guerre.
LES FORMES DE LA MÉMOIRE ESTHÉTIQUES ET STRATÉGIES DE LA SCULPTURE COMMÉMORATIVE AU PAYS BASQUE Les noms des victimes Nommer les victimes, identifier chacune d’elles par ses prénoms et noms, parfois son âge et la date de sa mort, permet de leur donner une identité individuelle, de récupérer leur personnalité. En même temps, en faisant partie d’une liste, elles sont intégrées dans une commémoration collective et sont dignes de la reconnaissance publique de la communauté. Sous la dictature franquiste, la plupart des monuments érigés dans l’immédiat après-guerre comportent, à côté de la croix, ces listes comme élément essentiel du dispositif d’énonciation.
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Les œuvres destinées à honorer les victimes républicaines semblent avoir suivi le chemin inverse. Dans les années quatre-vingt et quatre-vingt-dix, aucun acteur mémoriel ne paraissait attacher une grande importance à la possibilité d’inscrire les noms des victimes sur le monument car ils étaient bien souvent inconnus. Néanmoins, au cours de la dernière décennie, l’inscription des noms des victimes sur le monument est devenue une action indispensable à toute initiative monumentale. L’inclusion des noms dans les sculptures commémoratives a fortement contribué à modifier les relations que les proches établissent avec le monument. Il est essentiel de prendre en compte cette dimension émotionnelle que comporte l’inscription des noms sur le monument car, pour beaucoup de proches, elle est la seule empreinte visible qu’il reste de leurs êtres chers, surtout dans les cas où ils n’ont pas pu récupérer les corps. Abstraction contre art figuratif Une des principales caractéristiques plastiques de la sculpture commémorative au Pays Basque a été la prédilection de l’abstraction par rapport à l’art figuratif. La présence d’éléments figuratifs est très limitée dans les œuvres érigées ici. La figure humaine est, de surcroît, la grande absente. La représentation de l’absence/présence des victimes disparues au Pays Basque a esquivé l’utilisation de la figure humaine et celle-ci n’apparaît qu’à travers la représentation du vide, comme dans les œuvres érigées dans les cimetières de Hernani et d’Elgoibar.
La nature de la pierre, sobre, résistante, durable, fut la raison qui incita les responsables d’esthétique et de propagande du régime franquiste à privilégier son utilisation dans les monuments aux morts et aux martyrs de la guerre. Du fait de l’imposition de consignes rigides et de la vérification préalable des projets par la Direction de l’architecture, les monuments, articulés essentiellement autour du symbole de la croix, présentaient une évidente uniformité esthétique qui les rendait facilement reconnaissables. En nette opposition, le matériau dominant dans les monuments dédiés aux victimes républicaines au cours de la dernière décennie est sans aucun doute l’acier Corten. La prédilection pour l’utilisation de ce genre de matériau dans les monuments constitue une caractéristique essentielle du processus de récupération mémorielle au Pays Basque. Plusieurs facteurs expliqueraient cette tendance. Tout d’abord, un facteur historique, lié à la tradition du travail et exploitation du fer dans les forges depuis des temps ancestraux jusqu’à la fin du siècle dernier. L’acier est considéré ici comme un matériau
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Français
Les matériaux : la pierre et l’acier
Mémoires de pierre et d’acier
noble doté d’une énergie tellurique. Néstor Basterretxea le considéra même comme un matériau « dur, étonnant, comme le caractère de mon peuple ». En même temps, selon les artistes eux-mêmes, l’acier Corten permet de souligner la dignité puisqu’il s’agit d’un matériau pérenne, sans ajouter la gravité et solennité que véhicule la pierre.
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1937-04-26
Este libro aborda las políticas simbólicas y los monumentos erigidos en Euskadi en memoria de las víctimas de la Guerra Civil. Mediadores del presente con el pasado, los monumentos son analizados aquí, tanto en su vertiente artística como en su dimensión rememorativa, por su capacidad para hacer emerger y difundir el recuerdo de la guerra y de sus víctimas en el espacio público. El estudio abarca el vasto período que transcurre desde finales de los años 30 hasta la actualidad, con el objetivo de poner de relieve el movimiento pendular de la memoria. Si las víctimas franquistas se volvieron omnipresentes hasta finales de los años setenta, las víctimas republicanas han seguido el camino inverso, pasando del olvido al que fueron condenadas bajo la dictadura a una indiscutible visibilidad social hoy.
XII
GERNIKA-LUMO
Los monumentos a las víctimas de la Guerra Civil y del franquismo en Euskadi (1936-2017) Jesús Alonso Carballés
En ningún caso se busca equiparar a las víctimas ni la represión ejercida durante el conflicto por uno y otro bando que, como han demostrado numerosos trabajos históricos, fueron muy diferentes desde su propia génesis y objetivos hasta la naturaleza y las prácticas desplegadas. Con esta obra perseguimos fundamentalmente ahondar en los sentimientos y en las ideas que se encuentran en el origen de los monumentos, en su materialización y en la apropiación de los mismos por la sociedad vasca. El objetivo último es dar a conocer en profundidad la marea monumental desplegada en Euskadi y el papel que ésta ha jugado en el reconocimiento actual de las víctimas republicanas de la Guerra Civil y de la represión franquista.
Incluye resumen de todo el libro en euskara, inglés y francés
XI. Arte para la memoria
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Gernika-Lumoko Historia Bilduma, XII