Marta Elena Samatán, nacida en Chile y radicada en nuestro país desde los cinco años, es argentina por naturalización Y por, el valioso aporte a nuestras letras y a la instrucción Y cultura populares. Su personalidad es conocida y respetada a través de una labor y una conducta ejemplares. Educadora, escritora, periodista, jurisconsulta, la autora de VUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA "H erm in ia B r u m a n a . l a r e b e l d e " ejerció la docencia primaria desde 1919 a 1939, destacándose en el magisterio por su inteligente dedicación y por la defensa de la dignidad de los maestros, sobre todo en Santa Fe, donde reside. Graduada además en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de esa provincia, participó en la Ad i rección de la Biblioteca de la Universidad del Li toral, sobresaliendo por su brillante actuación en lo relacionado con la extensión universitaria y en la organización de! departamento de pedagogía universitaria. o limitó su tarea, por cierto, a la faz meramente burocrática o formal- , entrezóse a ," ella -como en los otros ámbitos de su fecunda y orientadora actividad intelectual y culturalCOn responsabilidad ' t ' espíritu renova.dor,. alertas su mente y su conciencia a las exigencias del progreso humano y social v al enaltecimiento de la escuela los maestros, llamados a ser factores fundamentales de una obra civilique nuestros za~ora y redentora pal.ses reclaman con urgencia para Iorjar voluntades y capacidades
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Herminia C. Brumana nació el 12 de septiembre de 1901 y murió el 9 de enero de 1954. Esas fechas son significativas. Nos indican que su vida transcurrió en uno de los períodos D ib u jó l a p o r t a d a yxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA acaso más ingratos para la mujer, No porque hubiera aumenJUAN MALACÜARNERA tado la sujeción en que se la mantenía. Muy al contrario. Comenzaban a brindársele algunas concesiones. Pero 10 que estaba aconteciendo era que la mujer iba tomando conciencia de la inferioridad de su condición como ser humano dentro de nuestra sociedad. Y ya no aceptaba esa situación. La consideraba insoportable. Desde tiempo inmemorial" se habían oído voces aisladas de protesta. Ahora se escuchaba un verdadero coro. Yeso ocurría en casi todos los países pertenecientes a nuestra civilización occidental. Las mujeres pretendían tener libre acceso a los estudios superiores, reclamaban derechos civiles amplios y, por último, no vacilaron en exigir derechos políticos. Entonces fue cuando aparecieron las sufragistas y la gente bien pensante se horrorizó. Y siguió horrorizándose porque las mujeres pusieron sobre el tapete otra aspiración: la de su independencia económica. Querían trabajar y se permitían reclamar mejores sueldos' 'Para su trabajo. La indignación cundía entre personas que se consideraban sensatas y estaban conPrinted in Argentina - Impreso en la Argentina. vencidas de que sus vidas transcurrían en el mejor de los Queda hecho el depósito que previene la Ley 11.723 mundos posibles. © by Editorial PLUS ULTRA La sujeción de la mujer se ponía en evidencia a través de J
Viamonte 1755 - Buenos Aires, 1974
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todas las manifestaciones de la vida familiar. Desde nma siempre estaba sujeta a alguna dependencia. Se la educaba para que fuera sumisa, para que siempre obedeciera, para que nunca discutiera. Referida a ella, la palabra VUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA l i b e r t a d tomaba un significado equívoco. Todos sus actos necesitaban aprobación. Sus proyectos, hasta los más triviales, debían ser sometidos a un minucioso examen. Hasta su porvenir era objeto de planes que, en general, se le sometían, pero descontando su asentimiento. Una negativa solía provocar estallidos de indignación. Hubo excepciones, por supuesto. Y desde la más remota antigüedad. Pero la norma general, al comenzar el siglo xx, era rodear a la mujer de reglamentaciones negativas que trataban de anular su 'personalidad. Ni siquiera eran libres sus movimientos. Se controlaban cuidadosamente sus idas y venidas y le era imposible disponer de sus horas a su antojo. Eso de caminar sin rumbo por las calles era considerado casi como una provocación inconcebible en una mujer decente. Porque todas esas cortapisas eran impuestas, según se proclamaba, en nombre de la decencia. Las mujeres que se alzaban contra todos esos prejuicios, las fe m i n i s t a s , eran miradas con infinito recelo, aplicándoseles denigrantes calificativos. Cuando una mujer por esos años, desafiando las rutinas establecidas y haciendo gala de una fuerte personalidad, se decidía a escribir, era muy difícil que no asomara la rebelión en algún lugar de su obra. Lo vemos en muchas poesías de Alfonsina Storni. Gabriela Mistral, por ejemplo, se declaró feminista en más de una oportunidad. No vaciló, repetidas ve" ces, en efectuar declaraciones terminantes al periodismo en defensa de los derechos de la mujer. En sus versos asoman voces de honda protesta. Es un clamor vehemente por los niños que padecen frío y hambre y una casi airada defensa de la madre humillada por la torpeza de la gente. Ese ambiente lleno de dificultades para la mujer será el escenario donde actuará Herminia Brumana, maestra y escri/ tora rebelde por excelencia.
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y ADOLESCENCIA
Herminia Brumana nació en Pígüé, una pequeña ciudad situada al sur de la provincia de Buenos Aires, en las inmediaciones de la sierra de Curamalal. Una muy pequeña ciudad que en 1901, año del nacimiento de Herminia, debía ser algo apenas superior a una aldea. Los campos aledaños habían recibido en 1884 a numerosos colonos franceses procedentes del Aveyron y éstos fueron los primeros pobladores del lugar. No tardaron en sumárseles hombres y mujeres de otros países europeos, sobre todo italianos y españoles. Como en todo pueblo del campo argentino. Tanto el padre de Herminia, Juan Bautista Brumana, como la madre, Delia Piatti, eran de origen italiano y ambos del norte de Italia. Los Brumana procedían de la región de Como, en Lombardía. Es probable que tuvieran ascendencia austríaca. Los Piatti eran oriundos de la zona limítrofe con Suiza y acaso de la misma Suiza. Todos ellos poseían espíritu de iniciativa, eran emprendedores y no llegaron a la Argentina con la intención de convertirse en pacíficos labriegos. El abuelo materno, Francisco Piatti, estaba ya radicado en Buenos Aires cuando estalló la epidemia de fiebre amarilla, en 1871. Era de profesión Iícorero, algo bohemio y romántico yeso no le ayudó a enriquecerse. Se casó por amor con Elisa Luca y el matrimonio se trasladó a Tapalqué. Allí nacieron todos los hijos. Esa región lindaba con la frontera y el pueblo vivía bajo la constante amenaza de la indiada. Dos hermanos 9
de Elisa Luca perecieron en uno de los malones que azotaron el lugar. Juan Bautista Brumana llegó a la Argentina hacia 189~. Tenía unos veintitrés años. Trabajó primero en Chascomus junto a su hermano Angel, dueño de una armería. Luego fue a dar a Tapalqué donde conoció a Delia Piatti que entonces no contaba más de quince años. El recuerdo de la muchacha lo acompañó en sus andanza s por tierras de la provincia de Buenos Aires en busca de fortuna. Al fin pudo casarse con ella y la pareja se instaló definitivamente en Pigüé. El padre de Herminia era un hombre enérgico, decidido y lleno de osadías. Su valentía personal podía llegar a ser arrojo casi temerario. Poseía una fuerza física nada común y como se sabía impulsivo, jamás llevaba armas. En Pigüé desarrolló varias actividades. Tuvo un hotel, adquirió una quinta, se ocupó de compra y venta de hacienda y llegó a ser propietario de un campo en Huanguelén. Allí trabó amistad con el médico que ejercía en el lugar, poeta en sus horas libres, y gran poeta: Baldomero Fernández Moreno. Delia P.iatti era una joven de hermosas facciones y grandes ojos negros, poseedora de una gran ternura que volcó sobre los suyos. Su suavidad era el complemento que necesitaba el carácter de su marido. Sin ser rica, la familia Brumana gozaba de cierto bienestar y su nivel cultural era superior al del medio circundante. Lo demuestra su preocupación por la educación de sus hijos. Llama la atención que, en aquellos años, no se consideró suficiente la escuela primaria para la hija. Y cabe más destacar el hecho por cuanto Pigüé no contaba con establecimientos secundarios y era forzoso mandar a la niña fuera del pueblo. El problema sin duda había sido motivo de reflexiones porque Ilegado el. momentd los padres supieron resolver adecuadamente cada caso. El hijo varón, Florencío, fue confiado a una tía paterna residente en Azul para que allí cursara el colegio nacional. Herminia, por supuesto, debía seguir la casi obligada carrera del magisterio, la única que pa-A 1 0
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recia natural para la mujer en aquella época. La escuela normal más conveniente era la de Olavarría. Allí vivía una tía materna de Herminía, Teresa Piatti, y ese hecho simplificó el traslado de Ia niña y su ingreso a primer año. Herminia Brumana había sido una criatura precoz. Aprendió a leer a los cuatro años y las tareas escolares nunca ofrecieron dificultades para ella. La perspectiva de ser maestra la entusiasmó y al entrar al curso normal encaró desde el primer momento sus estudios con mucha seriedad. No tardó en destacarse como alumna cumplidora y brillante. Ya había despertado en ella el afán de escribir y en sus momentos libres llenaba carillas, con relatos de su creación. Sus composiciones llamaban la atención y profesores y compañeras comenzaron a proclamar sus dotes de escritora y a apoyar decididamente esa vocación que se perfilaba. En 1916 [a Biblioteca Popular de Olavarría organizó un concurso sobre un tema que nos trae reminiscencias del siglo XVIII:VUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA I n fl u e n c i a d e la s B ib lio te c a s P o p u la r e s e n la c u ltu r a de
lo s p u e b lo s
y a p o yo
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El desarrollo de un tema semejante exigía amplios conocimientos generales y cierta familiaridad con las funciones bibliotecarias, propia de lectores asiduos y constantes. Herminia Brumana no vaciló en presentarse al concurso y su trabajo obtuvo la medalla de oro. Herrninia Brumana había heredado la belleza de la madre y mucho del carácter del padre. Era una mujer de buen porte, elegancia natural, ojos oscuros, lindo cabello. La naturaleza la había favorecido con creces. Ella 10 sabía. No tenía' más remedio que aceptar su belleza. Pero no le rendía culto. Poseía la coquetería propia de cualquier mujer bonita y nunca descuidaba su arreglo personal, sin exagerado. Se preocupaba por su ropa, elegía prendas que le sentaran y que fueran de su agrado, rechazando, empero, todas las sofisticaciones. Su hermosura nunca pasaba inadvertida. Cuenta Susana Esther Soba que luego de su encuentro can Miguel de Unamuna en Madrid, por el año 1933, éste acabó por decide:
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"Es usted tan guapa, que podría perdonársele que no fuera inteligente. Pero es usted tan inteligente, que podría perdonársele que no fuera' guapa". Además de ser linda, gozaba nuestra escritora de un carácter sumamente alegre. Sabía encontrar de inmediato el lado gracioso de las cosas y se entendía muy bien con la gente poco inclinada a tomar la vida por su lado solemne. Era antiacadémica por excelencia y las reglas, de cualquier índole que fueran, nunca le inspiraron mayor respeto. No se dejaba esclavizar por ellas. Había recibido, como ya dijimos, muchas cualidades paternas. Era una muchacha decidida y valiente, con valentía física y moral. Eso lo demostró a 10 largo de toda su vida. Ni de niña conoció temores. Por el año 1911, cuando comenzaron a verse en el país los primeros endebles aeroplanos, no vaciló en acompañar en breve vuelo a un aviador francés que visitó Pigüé y realizó exhibiciones ante sus compatriotas aveyroneses. Era una muchacha laboriosa y tenaz, llena de nobleza en sus procederes, generosa en todo momento. Lo que llama la atención en esta normalista adolescente es la temprana apa-¡ rición de normas para regir su vida, normas que serán recogidas por ella en su primer libro para ser luego glosadas en los siguientes, sin que jamás variaran sus principios fundamentales. Puede afirmarse que Herminía Brumana ya tenía su carácter bien definido mucho antes de finalizar sus estudios.A
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3.
COMIENZOS
EN" PICüÉ:
"PALABRITAS"
Cuando recibió su título de maestra normal, Herminia Brumana regresó defínítivamente a Pigüé y se inició en el ejercicio del magisterio. Llegaba llena de ilusiones, dispuesta a consagrarse con alma y vida a su tarea. Y así lo hizo. Entonces su desbordante actividad comenzó a provocar una serie de escaramuzas que luego se convirtieron en lucha abierta. Nuestra joven maestra había ido elaborando sus propias ideas acerca de la misión docente que debía desempeñar y de ningún modo quiso limitarse al escueto cumplimiento de sus tareas de enseñante siguiendo las trilladas huellas de la cómoda rutina. Introdujo innovaciones. Hizo que sus alumnos cultivaran una huerta, mantuvieran un gallinero y realizaran trabajos de carpintería. Además, escribió para ellos un libro de lectura,VUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA P a l a b r i t a s , un hermoso libro, pero que no se ajustaba a los cánones que regían por / esa época. Tampoco se había solicitado para el mismo la apro- j/ bación de las autoridades escolares. Para coronar Ia lista de infracciones, la joven Herminía, que no podía sujetar su pluma, emprendió la publicación de P i g ü é , revista literaria y social, de ideas y de críticas, donde aparecieron artículos llenos de ímpetus juveniles que desagradaron profundamente a ~a gente mayor del pueblo. La llamada gente respetable. Hermínía Brumana se había propuesto ser una maestra íntegra. Muchas jóvenes, al comenzar, también se proponen 1 3
lo mismo. Pero al enfrentarse con las primeras dificultades,VUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA al pie ~a clasificación merecida en lenguaje: CERO. Con esto falta valor y terminan por resignarse. Herminia era una la guerra quedaba declarada, pero ella estaba dispuesta a muchacha valiente y para ella r e s i g n a r s e e r a d a r s e p o r v e n c i afrontarla. d a . Cuando se produjo la primera escaramuza, midió con Herminia se encontraba sola contra todas las autoridades toda frialdad la magnitud del trabajo que se le venía encima: escolares Iugareñas. Felizmente, su inteligencia, sus condicionada menos que luchar a brazo partido contra la rutina tranes extraordinarias de maestra, su mismo gesto juvenil hidicional de directores, inspectores y consejeros que formacieron que encontrara el mejor de sus defensores en un gran ban [a plana mayor escolar. Y tomó su decisión. En sus prémaestro, el inspector Juan Francisco Jáuregui. Conociendo su dicas orales y en sus escritos fustigó sin piedad a los falsos reputación de hombre generoso y comprensivo, nuestra maesa stoles de la enseñanza. tra viajó a La Plata para exponerle su caso. Muchos años En las páginas de P a l a b r í t a s había motivos suficientes después Jáuregui recordaba muy bien el episodio: el tumulpara que la indignación sacudiera a 10S miembros del Conseto ocasionado por P a l a b r í t a s , el propósito de los caciques del jo Escolar de Distrito. ¿Cómo no iban a escandalizarse frenlugar de hacer callar a esa joven docente y de "crucificarte a esa maestra que zahería al capitalista que ganó sus mila" si fuera posible. En esa oportunidad dio su juicio cerllones a costa de la vida del pODre, que desdeñaba al odioso tero: fabricante de fusiles, esos malditos fusiles que, para muchos, "Era Herminia -y lo he dicho muchas veces- la mujer son todavía el pedestal de la futura gJtandeza de la patria¿ de mentalidad más vigorosa, de más fina sensibilidad y de ¿Cómo aceptar esa admirable defensa que hace de los huvoluntad más firme que he conocido ( ... ). Yo la admiré en mildes, de los olvidados de la fortuna, de la pobre costuresu belleza juvenil, como maestra inteligentísima y como espírita que trabaja toda [a noche para dejar listo el e s t r e n o de ritu superior y valiente. Tuve el acierto de interpretarla en "la niña", que ésta no va a utilizar, de la criadita menospretodo su valor. Le tendí la mano y la defendí de sus torpes ciada por [a "señora", del peoncito Manuel qu y siente tanto enemigos, haciéndoles saber que se cuidaran de molestarfrío que no puede abrir la tranquera con rapidez y por eso la ( ... )." recibe un fustazo del patrón? La voz autorizada de Jáuregui logró que los ánimos se El Consejo Escolar no podía permanecer de brazos cruapaciguaran, al menos momentáneamente. Se produjo una zados. Se dmponían medidas drásticas. Por unanimidad se tregua que no podía ser de larga duración porque carecía de resolvió entregar un ultimátum a la joven escritora: se le fijó plazo perentorio para que optara entre su cargo de maestra sinceridad de parte de Ios atacantes. Al poco tiempo, al como la revista que dirigía. probar que Herminia Brumana seguía aferrada a sus proyectos de cambio, las autoridades [a empezaron a hostilizar Aquí aparece de cuerpo entero la recia personalidad de Herminia Brumana. Su contestación fue inmediata y categóde nuevo, aunque esta 'vez en forma embozada, con el firme rica. EUa no veía ninguna incompatibilidad entre las dos tapropósito de molestarla en todo 10 que emprendiera y hacerle reas. Por I consiguiente no abandonaría su cargo de maestra ni la vida imposible. dejaría la dirección de su revista. Y no bastándole la rotunda Esos años fueron de constante batallar. Lógicamente, no negativa, devolvió la nota emplazatoria con todos los errores podían faltarle sinsabores a Herminia en un pueblo como Piortográficos y sintácticos subrayados con lápiz TOjO,añadiendo güé, Ya 10 dijo Gabriela Mistral en cierta ocasión: "En los le s
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pueblos chicos es donde la mujer sufre su verdadera desventura" . En este caso no se trataba precisamente de sufrimientos. Herminia vivía al amparo de su familia y la inquina de quienes no admitían su manera de pensar no se atrevía a desbocarse demasiado. Pero su personalidad chocaba a diario, no sólo con los maestros vencidos por la rutina, sino también on los prejuicios que .Ja cercaban por doquiera. Los maestros a la antigua se aferraban desesperadamente '\ a sus moldes clásicos y consideraban corno enemigo mortal ~ 'a quien pretendiera cambiárselos. Los prejuicios que se alzaban contra ella se referían casi todos a la mujer. En esa época brotaban en todas partes, hasta en las grandes ciudades. Naturalmente, esos prejuicios se agudizaban en extremo en los sitios pequeños. Cuanto más pequeño era el lugar, más estrecha se tomaba la mente. Desde luego, Pigüé no era peor G o p h e r P r a i r i e , dique Ia multitud de esas poblaciones, esas VUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA seminadas en nuestro territorio y la gente que allí vivía era como toda la gente que mora en todos los pueblos chicos I de la tierra. Gente de horizonte limitado, aferrada a las re\ glas consuetudinarias. Era lógico que esa joven de inteligencia' aguda, decidida y valiente reaccionara contra ese medio que, en cierto modo, pretendía moldearla a su imagen y semejanza. De modo que la vida en su pueblo natal se le fue tomando bastante dífícíl. Era imposible que una muchacha como ella aceptara el conformismo. Se rebelaba contra todas esas reglas absurdas, reglas no escritas, pero- de rigurosa vigencia, que era imprescindible respetar cuando se era una m u j e r d e c e n t e . Cada vez que 10 consideraba necesario, exponía sus ideas sin ningún rodeo, gustaran o no. Sabía muy bien que al decir claramente lo que pensaba encandilazaba a casi toda la población, a las mujeres bien pensantes que al oírla abrían tamaños ojos y a los caballeros respetables que pensaban horrorizados que esa niña iba a tomar por mal camino. La opinión de los de-A
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más Ia tenía sin cuidado cuando ella estaba bien afirmada en la suya. Lo que más lamentaba Herminia era tener que utilizar parte de su tiempo en rechazar los ataques de que era objeto. El resto. le resulta~a escaso par~ dedicarlo a sus alumnos y a sus escntos. Seguía COn sus practicas renovadoras en la escuela y, además, había entrado de lleno en el periodismo literario. Ya no sólo escribía para su revista P i g ü é . Se había convertido en asidua colaboradora de periódicos y semanarios que estaban al alcance de su pluma, aunque fueran modestas publicaciones, interesándole solamente la honestidad de los principios que sustentaban. La fortaleza de Herminia era muy grande. Nunca abandonaba su buen humor y su voluntad no cedía un milímetro ante las fuerzas opositoras. Pero era evidente que esa lucha mezquina iba a terminar por agotarla, corriendo el riesgo de esterilizar .su labor. Felizmente se Ie abrieron nuevos horizontes. Entre los colaboradores de P i g ü é figuraba un joven estudiante de derecho, más amigo de las letras que de las leyes. Se llamaba Juan Antonio Solario Se estableció correspondencia entre ellos. Cuando se conocieron personalmente, se enamoraron y, sin mayores protocolos, decidieron casarse. Eso ocurría a principios de 1921. ,~ Con el apoyo de su gran amigo, don Juan Francisco Jáuregui, Herminia consiguió traslado a una escuela de Avellaneda y así comenzó una nueva etapa de' su vida. No eran ricos ni ]0 serían jamás. Pero marido y mujer coincidían en ideales. Ambos trabajaban y ninguno de ellos aspiraba a vivir con lujo. Solari re!llizó una brillante carrera política dentro del socialismo. Cuando se inscribió en su partido ya sabía que su trayectoria estaría sembrada de renunciamientos. Herminia siguió su tesonera labor de maestra de escuela, fiel a su vocación. .I El cambio favoreció a nuestra joven escritora. Se amplió 17
su mundo. Su experiencia se consolidó. No tardó en destacarse dentro del ambiente Iíterarío de la capita1. Llegó a ser colaboradora de VUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA C a r a s y C a r e ta s , N o s o tr o s , L a N a c ió n , 'E l H o g a r , Había quedado muy lejos el ambiente pueE l S u p le m e n to . blerino. Una sonrisa traviesa llenaba el rostro de Herrninia Brumana cuando llegaba a evocado.
n o e s la q u e s o ñ a r o n .
IA
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la s c o b a r d ia s
que temen al qué vencionalismos sin que se les impone, terminación por sí
Y añade: q u izá s
Las luchas de su adolescencia contra las ideas arcaicas de su pueblo no podían ser tan fácilmente olvidadas. Iban a quedar reflejadas en su Iíbro C a b e z a s d e m u j e r e s , publicado en 1923. Esas páginas, en cierto modo despiadadas, comienzan con esta inequívoca declaración: S o n m u j e r e s d e mi p u e b l o : P ig ü é .
Herminia procede un poco al estilo del cirujano que pone la Haga en carne viva para que pueda curarse mejor. En dos o tres renglones caracteriza a sus personajes: La muchachita de dieciocho años que pretende aferrarse a una ingenuidad que ya no posee. La mujer de veinticinco que pugna por retroceder a los dieciocho. La de treinta y cinco que, por nada del mundo, se resigna a la soltería. La maestra que soporta su enseñanza como una cruz. La engreída que, a fuerza de querer [ucir su belleza, perdió la gracia. La que proclama ideas avanzadas, pero envidia en el fondo de su corazón el vestido nuevo de la burguesita. La que tuvo un hijo sin casarse y debió confinar su vergüenza en el fondo de la casa. La m a n c ü 1 a d a , de la que dicen horrores. La trabajadora que friega su casa noche y día y nunca la considera bastante Iimpía. La que se cree indispensable. La recién casada pretenciosa que parece haber tomado en serio eso de que "casarse es tel acto más grave de la vida". La que se la-s da de intelectual porque unos pocos libros y viajes la barnizaron. La agregada, la viejita pobre, la viuda y, al final, englobando a casi todas, las cobardes. ¿Quiénes son las cobardes? Herminia Brumana las define terminantemente: S o n l a s q u e s e r e s i g n a n a v i v i r u n a v i d a q u e
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E s a r e s ig n a c ió n
e s la m á s te r r i-
Son las mujeres dirán y aceptan los prejuicios y los conprotestas, las que se amoldan a todo lo las que jamás se atreven a tomar una demismas. -
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la m á s c o m ú n .
vacilará en calificar e l m á s g r a n d e e s c r i t o r e s p a ñ o l d e A m é Lo admiró como hombre valiente que vivió Su vida de acuerdo con sus ideas. El pensamiento de este escritor se va a reflejar en la mayoría de sus obras. r ic a .
4.
ETAPA
Herminia Brumana tuvo el acierto de no encerrarse en un círculo libresco de conocimientos. Era muy buena observadora, de las que saben mirar a su alrededor. Con rara perspicacia iba descubriendo matices que escapaban a otros ojos. Esa aguda vigilancia crítica sobre el ambiente que la circundaba se mantuvo siempre. No era una exploración superficial que se circunscribía a captar detalles pintorescos. Iba mucho más hondo. Quería llegar a las raíces de los males que veía brotar por dondequiera mirara. Sus lecturas predilectas y su temprana preocupación por los problemas sociales le alentaron por la senda de la rebeldía. Tomó decididamente el partido de los que padecen "hambre y sed de justicia". Y esa rebeldía se va a manifestar en sus actos .y en sus escritos.
FORM ATIVA
Herminia Brumana poseía singular inteligencia y un don de asimilación que se reveló desde temprano. Ya vimos que en sus estudios, tanto primarios como secundarios, se destacó por la seriedad de su trabajo. Nunca se detenía en la superficie de los conocimientos. Siempre quería ahondados y extenderIos. Su espíritu crítico le fue señalando que la forma- . ción de maestra recibida en la escuela normal no podía ser definitiva. Era sólo una base, no siempre muy firme, que élhA/rr;. Ya señalamos que el carácter de Herminia Brumana se misma debía encargarse de consolidar para asentar en ella su ZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA {V ' ,venía perfilando con nitidez desde su adolescencia, hasta popersonalidad con los materiales que iría seleccionando a fuerdrÍamos decir desde su infancia. Sus resoluciones eran categóza de una constante labor día a día renovada. ricas. Abrazó la carrera del magisterio con el propósito de Para ampliar esa cultura incipiente, y desde el primer ser una maestra ejemplar. Y lo fue contra viento y marea. ,1 momento, Herminia echó mano de todos los recursos que se Cuando tomó la inconmovible decisión de ser escritora, se imle ofrecieron. El más importante de éstos 10 constituyó la lecpuso desde el principio normas para su trabajo. Proscribió tura. Hizo, por supuesto, lo que toda la gente joven de su toda vanidad. Rechazó las meras frases literarias , bonitas , de-¡ época hacía en esos casos: leyó cuanto volumen pudo llegar a corativas, altisonantes, pero huecas. "Desconfía de la verba sus manos. Pero siendo una muchacha despierta y sensata, demasiado galana", le recomendaba a sus alumnos. Le tenía no tardó en orientarse con firmeza en la elección de sus lihorror al palabrería. Todo lo que ella escribiera tenía que bros. ser ara d e c i r a l g o . Jamás se apartó de esa r la. Resultaba lógico su afán de conocimiento de las grandes Sus ideas básicas sobre la misión del escritor las enconobras literarias. No se limitó a ellas, empero. Los problemas tramos en su primer libro: P a l a b r i t a s . Vale la pena recordar sociales que iba descubriendo la orientaron hacia' otra clase esos conceptos: de libros. Leyó con gusto a los grandes rebeldes. Se dedicó a "Para que la pluma sea lo que debe ser, pregonera de la meditar sobre las páginas de ciertos pensadores que la atraían. '\7erdad, alivio de sufrimientos e ímpulsora de justicia, debe Entre éstos el más importante fue Rafael Barrett, al que no saber mucho: de largas veladas sobre el árido libro, de me-
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ditaciones hondas a cuyo término surge [a luz del problema resuelto, de concepciones transcendentales a través de análisis laboriosos, de ansiedades ante la experimentación que fructifica en leyes o principios generales, y de la petulancia que aparenta sabiduría, de la superficialidad que tergiversa la verdad, de Ia vanagloria que sólo ostenta ajeno esfuerzo y de la erudición que finge profundidad". "Ha de saber del trabajo excesivo no remunerado, de la mujer que sufre, de la boca desesperada del niño que gime por un mendrugo de pan, y también saber del anverso, de las joyas supérfluas de la matrona imperiosa, del niño hastiado de dulces." "La pluma ha de conocer el corazón humano en su más recóndita fibra ( ... ). Debe tomar la brillazón del sol para disipar las sombras de la conciencia ( ... ). Debe ser pura, noble y fecunda como la luz, la verdad y la vida ( ... ), debe convertirse en maza que aplaste o espada que corte para aquellos que al mirar injurian, al sonreír muerden y al hablar envenenan ( ... ), Que no transija con los de alma baja ( ... ). La pluma ha de cumplir su misión: hacer que el hombre llegue al ideal, al bien." y Herminia cumplió con creces esos anhelos de sus dieciocho años. Su temple de escritora se pondrá en evidencia en la actitud adoptada frente a la vida. Consecuente con sus I ideas será una maestra rebelde y una escritora rebelde. ...---J! Escribió siempre en prosa. Comenzó con notas, no muy extensas, en las que ponía sus observaciones y reflexiones. Siguió cultivando ese género y en esos escritos breves está contenido lo más original de su obra, donde ella se muestra de cuerpo entero. También escribió cuentos preñados de protestas en los que ponía en evidencia su espíritu rebelde, enemigo de los convencionalismos. Luego de publicar ZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA C a b e z a s d e m u j e r e s se puso a trabajar en una novela, L a c o n q u i s t a d e l h o m b r e . La siguió hasta el final y llegó a anunciarse su próxima aparición, pero el libro sigue todavía inédito.
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E~ 1929 apareció M o s a i c o y en 1931 reunió sus cuentos en En 1932 fue editado T i z a s d e c o l o r e s libro e . 1 . d ' qu e CIerra ~ me or . ~ sus pensamientos sobre la escuela. ~ Un genero que parece a er ejercido suma atracción sobre Herminia f~e el teatro. Dejó escritas once piezas y sólo tres de ellas fueron nevadas a escena. C u a n d o p l a n t é r o s a l e s en colaboración con José M . Vázquez, fue estrenada en 1927 en el Teatro Solís. M i l u c h , donde aparecen los campesinos del Aveyron que negaron como colonos a Pigüé a fines del siglo pasado, se representó en 1932 en el Teatro Smart. En 1954 después de la muerte de Herminia, el conjunto teatral C a r ~ b ó n P i n t a d o llevó a escena M a ñ a n a m e c a s o , cOmedia de costumbres. La
grua.
Las ocho piezas restantes, amor,
F á b r ic a
de
fó s fo r o s ,
El
La s
que
p a d r a s tr o ,
m a ta n , El
D os
b u itr e ,
a la s
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R a íc e s ,
y F i e s t a e n l ' a g u a d a , siguen esperando tiempos mejores entre otros muchos originales inéditos. Herminia Brumana realizó viajes dentro y fuera del país y, dadas sus condiciones de observadora sagaz, éstos contribuyeron a la expansión de su personalidad. Con sumo interés recorrió gran parte de la Argentina pues quería adentrarse en la g~ografía de su patria. Llegó a conocer muy bien la zona cordIllerana del sur de M endoza donde sitúa la acción de algunos de sus relatos y de su pieza de teatro F i e s t a e n l ' a g u a d a . En 1935 cruzó la cordillera y visitó Chile. En 1936 la Editorial Ercilla publicó en Santiago C a r t a s a l a s m u j e r e s a r g e n - 'p" t i n a s , uno de sus libros más importantes. M a r ía d e
M a g d a la , a m o r o s a
El viaje a Europa lo venía planeando desde hacía tiempo. En un momento dado surgió la posibilidad de hacerlo con Alfonsina Storni, gran amiga suya, pero el proyecto no pudo llevarse a cabo. Por fin las circunstancias favorecieron a Herminia y pudo ir en dos o rtunidades al viejo mundo. La primera vez ue en 1933 y visitó Espana y rancia. En 1938 volvió a viajar en com añÍa de su marido, recorriendo Francia, Bélgica y Suiza. 23
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En 1939 Herminia Brumana dio a la estampa una obra muy distinta de Ias anteriores, ZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA N u e s t r o h o m b r e , un largo y bien meditado estudio sobre el M a r t í n F i e r r o . Pensaba, al parecer, hacer algo similar con D o n S e g u n d o S o m b r a , pero sólo alcanzó a dejamos unas pocas páginas y éstas nos hacen lamentar que ese ensayo haya sido solamente esbozado. En materia de literatura gauchesca también se ocupó de Hilario Ascasubi y del F a u s t o de Estaníslao del Campo. En 1946 apareció M e l l a m o N i e b l a y en 1953, en vísperas de su muerte, A B u e n o s A i r e s l e fa l t a u n a c a l l e , ensayos históricos con ilustraciones de W . M elgarejo M uñoz. En 1943 le había llegado de los Estados Unidos una invitación procedente de la N e w S c h o o l : fo r S o c i a l R e s e a r c h . Viajó en compañía de uan Antonio Solario Al regresar se detuvieron en M éxico donde Herminia dictó conferencias sobre la literatura de nuestro país. Quedaron muchas páginas inéditas de Herminía Brumana: ensayos, relatos, impresiones de viaje, bocetos. M urió en plena madurez, cuando era dado esperar mucho de ella todavía.
5.
"CABEZAS
DE M UJERES"
Herminia Brumana fue una rebelde precoz. 1 o deja de asombrar la decidida actitud de esa muchacha de tierra adentro, sin mayores contactos con los grandes centros de la población, frente a las absurdas imposiciones que la mujer debía acatar por esos años. Absurdas y ridículas, pero aceptadas sin discusión por la abrumadora mayoría. Su protesta surge espontáneamente cuando tropieza con arbitrariedades que la sublevan. Ese rechazo se reflejará constantemente en las páginas de sus libros.
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REBELDÍA:
Las primeras décadas del siglo veinte en nuestro país en el mundo entero- estaban llenas de prevenciones~tra la mu· er que pretendía liberarse. Fue una época de lucha y reclamaciones. Los derechos civiles ofrecían innumerables limitaciones para solteras y casadas. Estas últimas vrvian en la condición de una menor de edad. Es cierto que los estudios superiores estaban al alcance de la mujer y año tras año iba aumentando el número de las universitarias, pero era evidente ue se J~ mezguinaban las _posibilidades de actuación. Se aceptaba que la J!lujer fuera maestra y hasta rafe ora. Se la admitía ~o farmacéutica y como odontóloga. Todo lo demás se le discutía, aveces con acritud. Las desigualdades en el trabajo eran n.Qtorias:-La mujer constituía el proletariado dentro del proletariado. Fácil es comprender que si ésa era la situación en la capital y en las grandes ciudades, las 25
cosas empeoraban hasta exacerbarse en los lugares chicos como Pígüé.
trimonio burgués, corriente, común, indisoluble, es la profilaxis más acabada del amor", llega a declarar por ahí. Sabe que las mismas mujeres tienen gran parte de culpa en lo que les ocurre, por eso en C a b e z a s d e m u j e r e s trata sin compasión a las frívolas, a las desorientadas y a las cobardes. Sobre estas últimas da este juicio l-apidario: "Estas mujeres cobardes son las que por temor al qué dirán, por no hacer frente al prejuicio o al convencionalismo, prefieren sufrir en silencio, llevando al corazón, hecho lágrimas en la sombra de la noche, lo que debió ser protesta en pleno sol". Para Herminia r ~ s i g r l ( ~ r s e e s d e c l a r a r s e v e n c i d o , e s a m o l da rse. " y la r e s ig n a c ió n e s la m á s te r r ib le d e la s c o b a r d ía s . La cobardía es una miserable condición y caen en ella las que no saben qué hacer de sus vidas, las desorientadas. M o s a i c o , publicado en 1929, se inicia con esta positiva declara-
Recordemos que cuando Herminia regresó a su pueblo natal con su diploma de maestra y comenzó a trabajar, se encontró rodeada por un número increíble de preceptos que pretendían regir su vida. Su robusta personalidad se rebeló contra todas esas sujeciones y así como no aceptaba la disciplina escolar de la época, que sólo atendía a los actos externos sin preocuparse para nada del espíritu, tampoco aceptó las limitaciones impuestas a las mujeres o las injusticias sociales que descubría a cada paso. Se irguió airada y estruendosamente contra todos esos convencionalismos, esos prejuicios que llegaban a sacarla de quicio, desde los lutos que recluían 'a la mujer durante meses y meses hasta ese arraigado concepto de considerarla siempre como una menor de edad. El simple hecho de salir sola era ., mal visto por los lugareños, siempre inclinados a la malevocion: lencia. La joven pueblerina se veía cercada por un horizonte "Si una mañana al levantarte tomas tu corazón, lo potan limitado que su mundo se reducía de una manera increínes frente a ti y le preguntas qué debe 'ser, hacer o querer', y ble. Desde chica le inculcaban que su única meta era el el corazón te responde: "Quiero llegar a esto y te indica qué matrimonio y sus horas transcurrían a la espera del candicosa, estás salvado. Te has orientado. Te has marcado un cadato. Cuando éste se presentaba, la muchacha creía haber mino. Ya sabes qué debes ser." Y luego viene la conclusión: cumplido su destino. y una verdadera tragedia era no encontrar marido ya que "Bienaventurados los que supieron orientarse, porque no pasan por la vida como una pobre hoj-a seca." ser solterona era casi vergonzoso. En todo caso era una situaPara orientarse hay que ser audaz. Nuestra escritora lo ción de inferioridad manifiesta. Y no era para menos. Se llerepite y lo vuelve a repetir: "Ser audaz es ser sincero y degaba a mujer hecha y derecha y se tropezaba con las mismas trabas impuestas a las adolescentes. Recordemos, por cir más fuerte, mejor -más sonoramente también-, todo lo que se siente en el corazón ( ... ). Ser audaz es caer una y mil ejemplo, que en esa época las piezas de teatro y las pelíveces por un ideal y alzarse otra vez ( ... ). Es crearlo todo P r o h iculas consideradas escabrosas no llevaban la mención ZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA de la nada, sin miedo". b i d a p a r a m e n o r e s sino la de No a p t a s p a r a s e ñ o r i t a s . Y se entendía por s e ñ o r i t a s a todas las mujeres solteras, podríamos Herminia Brumaná procl-ama orgullosamente: M i e s c u d o añadir honestas, desde el uso de razón hasta los noventa o Ella sabe muy bien que su juventud física e s mi j u v e n t u d . pasará, que la naturaleza podrá encanecer sus cabellos, encormás años. Hermínia Brumana consideraba intolerable esa situación var sus espaldas y lleg-ar a quitarle la vida. Pero nunca poy rechazaba de plano esa absurda manera de casarse. "El madrá vencer a su juventud espiritual que es I n q u i e t u d .
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y al avanzar por el camino de la existencia, la escritora mira a su alrededor y, amparada en su escudo de audacia y juventud, se siente satisfecha porque ha dejado atrás a 10,s seres que sólo le inspiran menosprecio, a ZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA lo s p o b r e s d e e s in r iiu , lo s tim o r a to s ,
lo s va n id o s o s ,
n a m e n te
la s o c io s a s -n o
q u e io s a s ,
la s c h a r la ia n a s ,
la s p r e ju ic ia d a s ,
lo s h u e c o s , de
cuerpo
la s c o b a r d e s
la s m u je r e s s in o de
del
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a lm a + ,
c o b a r d ía
mo-
r a l.
Una de sus tantas corresponsales le preguntó una vez a Herminia Brumana: ¿ C u á l e s n u e s t r o m a y o r d e fe c t o ? Y nuestra escritora le contestó: E l m a y o r d e fe c t o d e l a m u j e r a r g e n t i n a e s s u b e l l e z a . Y previendo el asombro que iba a despertar su respuesta, añade la aclaración: La m u j e r a r g e n t i n a e s m u y b o n ita
y e l m a l e s tá
en
que
lo s a b e .
Es un mal que lo sepa porque esa mujer bonita pierde lamentablemente su tiempo en componerse el rostro frente al espejo, en renovar prendas con demasiada frecuencia y en ensayar actitudes que ella supone atrayentes. Vida superficial hasta lo indecible. y Herminia Brumana comprueba apenada que, entre nosotros, e l p a p e l d e l a m u j e r , a fu e r z a d e s e r e que la belleza p a s i v o , e s c a s i n u l o . Y llega a la conclusión de las mujeres es un don sumamente apreciable, pero piensa "que es necesario que se olvide de ello la argentina y proceda como si no fuera dueña de ese don, afinando su sensibilidad, dedicándose a los otros, trebajando su espíritu, mirando la vi-
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da, cultivando su inteligencia". Herminia Brumana no se cansó jamás de recomendar a las mujeres el cultivo de su inteligencia, actividad que debía traducirse en la -afirmación de su personalidad. Uno de los medios que recomendaba para realizar esa tarea era la dedicación a la lectura. Existen distintas maneras de leer. Hay quien lee par.! pasar el rato, para entretenerse, para matar el tiempo. En este caso bastan, y sobran, las revistas llenas de trivialidad es. Otras mujeres se afanan por parecer letradas. Buscan autores en bo-
ga. Desdeñan los otros. Se quedan, por supuesto en 1a pura ' super f icialidad. Quieren p a r e c e r y no s e r . y Herminia lanza el consejo acertado: "Amigas mías: hay poca vida para leer todo lo bueno que se ha producido, pero el tiempo alcanza si lo sabemos emplear leyendo, no para matar la hora, sino para fecundarla." S~ . preo~up~ción por la cultura de la mujer hizo que Herrninia se inclinara sobre el pasado a fin de comprobar la o~andad espiritual en que ésta se hallaba. En la época colo?Ial la norma era rnantenerla en la ignorancia y sólo se le Impartían conocimientos relativos a las labores propias de su sexo. Dadas esas condiciones tiene que causarnos profundo as~mbro un caso ta~ extraordinario como el de Sor Juana !nes de la ?ruz, surgido en tierras mexicanas. Nada semejante iba a ocurrir en nuestro virreinato del Río de la Plata donde la mujer vivía ajena hasta a las primeras letras. Sólo se notará alguna reacción por obra del obispo San Alberto. Luego vendrán los denodados esfuerzos de nuestros patricios para elevar el rango de las mujeres. ¿Cómo olvidar las prédicas ~e. Belgrano, las iniciativas de Rívadavia y las sabias dísposiciones de Sarmiento que abrieron de par en par las puertas de la enseñanza a la mujer, como alumna y como maestra? Largo fue el camino y lento el avance del sexo femenino, pero a esta altura del siglo veinte ya no podemos culpar a otros de nuestra postergación, piensa Herminia Brumana. Ahora e.s indispensable que las niñas realicen estudios y luego prosigan su proceso de formación para no quedarse atasoad~s, convertidas en seres de menor cuantía, cuya opinión no se tiene en cuenta, ni siquiera se solicita porque desgraciadamente suele no existir. Herminia Brumana expone sin rodeos sus ideas sobre la educación de las niñas. Cierta vez una señora le declaró que la buena educación y las buenas maneras constituyen la primordial condición para que una niña triunfe en la vida y se le abran las puertas de la sociedad. Nuestra escritora no sabía si reírse o enojarse. ¿A eSO llar
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man triunfar en la vida? ¿Codearse con señoras lujosamente ataviadas, concurrir a reuniones de gente distinguida Y conseguir, si fuera posible, un marido adinerado que la adorne con joyas costosas? . ., Para Herminía triunfar en la vida significa ZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA la c o n V tc c w n d e s e n t i r s e ú t i l . No se trata de la simple utilidad material. Es penoso reconocer' -nos dice- que muchas esposas "pueden fácilmente reemplazarse por una buena ama de llaves, otras, por una amiga; algunas por un maniquí de lujo, las más por 6. "CARTAS A LAS M UJERES ARGENTINAS" la una gobernanta de niños". Para Herminia, ser útil es irremplazable, la insustituible en esos momentos que b:~1C En C a r t a s a l a s m u j e r e s a r g e n t i n a s (1936) es donde Hertodo ser humano en que el espíritu busca con desesperaclOn minia Brumana expone con mayor precisión sus conceptos sosu espíritu afín". . '" .' , . bre la mujer y la sociedad de su época. y triunfar en la vida es también la convicción de serVIr Su anhelo vehemente, subrayado una y otra vez, es que a un ideal de perfeccionamiento de los hombres". la mujer ya no sea un ser amorfo, siempre sometido a volunNo están de más los buenos modales, siempre que vayan tades extrañas, siempre a la espera de un marido cualquiera, unidos a una "elegancia espiritual tan refinada, tan pura, que único medio posible, según le han inculcado, dé realizar su la simple idea de cometer una injusticia l~s horrorice, o ~ue vida y obtener un hogar que sea suyo. Herminia quiere que contemplar siquiera una injusticia sin reaccionar les fuera lIDla mujer se convierta en persona, con voluntad propia, con posible ... ". independencia de criterio y con una clara conciencia de los valores vitales, dispuesta a luchar por un mundo mejor, no como antagonista del hombre sino como su eficaz colaboradora. y esa lucha puede realizarse dentro de la esfera de acción de cada una. En ese sentido Herminia Brumana se dirige a las madres para exponerles sus ideas acerca de la importancia del papel que les toca desempeñar. Empieza por decirles: "Hacer hijos es fácil y de ellos está lleno el mundo, este mundo mal hecho que se derrumba porque no está realizado sobre la base del amor. Lo que hace falta es hacer hombres." y para formar esos hombres y esas mujeres que forjarán el mundo de mañana es menester que las madres transformen su egoísta amor maternal y se convenzan de que el hijo no
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les pertenece a ellas sino a los demás. Su deber consiste en velar po~ el cuerpo y el espíritu del niño, limitándose a guiarlo con firmeza, pero sin imposiciones en lo que atañe a su P?rvenir. Los jóvenes deben fortalecer su personalidad mediante un severo aprendizaje que adiestre sus manos y su mente. Herminia ha comprobado con cierta pena que "Una tendencia general de nuestras madres es darles a sus hijos la vida preparada y no prepararlos para la vida". y lo que es más lamentable todavía, muchas madres se afanan y se sacrifican hasta lo indecible para que sus hijos lleguen a ocupar una posición lucrativa, como si el dinero fuera la única fuente de felicidad. De ahí la insistencia en sus recomendaciones: "Es hora de que las argentinas se definan y eduquen al hijo en la idea de resolver el problema del porvenir del país ( ... ). El día en que las mujeres argentinas sepan criar a sus hijos conscientes del amor a la justicia y a la belleza y capaces de servir a un ideal sin pensar en ganar dinero con poco esfuerzo, habrán hecho de ellos hombres de los que está urgentemente necesitado nuestro país ( ... )." En cierto momento, Herminia Brumana considera necesar~o puntualizar la diferencia entre ZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA lib e r ta d y ,lib e r tin a je . Se SIente profundamente irritada porque la calificación de l i b e r a l adjudicada a una mujer implica una serie de supuestos que nada tienen que ver con el auténtico liberalismo. Por ejemplo, se le dice liberal a una mujer que viste en forma llamativa, que usa un lenguaje poco recatado, que no le importa en 'absoluto !ni la opinión de los demás ni la sociedad ni las leyes, que fuma y bebe en forma provocativa, que es audaz en sus amores y se lleva todo por delante. Ant: esas incongruencias, propias de aquellos años -y aun de estos, en más de un lugar de la tierra- trata Herminía de dar "una ~dea precisa de esa palabra tergiversada, degenerada, pervertida por obra y gracia" de la "maliciosa ígnorancia" de 'hombres y mujeres que desvirtúan los grandes
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ideales con su "desenfrenado e inescrupuloso egoísmo". Y puntualiza: "Ser liberal no consiste en vestir trajes de tal o cual hechura, ni creer que el amor libre es satisfacción de vicios." La mujer libre "no obedece ciegamente al instinto sino que lo dirige, lo encauza por donde mejor y más amplio fruto pueda dar". Una mujer libre eS la que educa su ser, la que no quiere singularizarse por su exterior porque le basta singularizarse por sus ideas. "Ser libre significa tener inquietud, aspirar a algo lejano, mediato, lento pero seguro y firme como la vida." La libertina, en cambio, eS la que se deja arrastrar por sus instintos y sólo se preocupa de satisfacerlos. Herminia Brumana juzga con mucha severidad a la mujer empeñada en actuar solamente en el terreno de la coquetería, esa mujer que va "por las calles p r o v o c a n d o , de rebote, el piropo gentil o la grosería, según sea el que las mire". Lo curioso es que esa mujer provocativa se hace cruces por las cosas que 'le dicen los hombres. Yeso es lo que indigna profundamente a Herminia: "No es que yo me escandalice de estas muchachitas -que no se sabe bien si son ingenuas o cÍnicas- vestidas y arregladas como les guste; mas lo que me f'astidia es que no se definan y permanezcan en ese término medio muy cómodo, pero muy deshonesto, jugando a dos cartas, presentándose como mundanas y exigiendo un respeto que no han sabido imponer." , y añade esta contundente 'advertencia: "No hay que llevar a flor de piel el sexo, como una bandera de lucha, si no se quiere que el otro sexo responda a su paso." A Herminia Brumana le interesaba observar el empleo que de su tiempo hacía Ia mujer desocupada, es decir, la que no desempeñaba ni oficio ni profesión ni empleo, a la que ni siquiera absorbían los quehaceres domésticos. y notó que 33
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ciertos sectores usaban la beneficencia un poco a manera de Ella sabía bien que nue~tra am lia clase media siempre pasatiempo. Sus observaciones la llevaron a conclusiones adha sido muy abierta. Continuamente se la ha VIstO acoger a versas a esa actividad y entre las cosas que llegó a rechazar los qu'e progresaban económicamente desde abajo. Es uno de con toda su alma incluye lo que ella denomina ZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA l a fa l s a v i r t u d los aspectos más salientes de nuestra movilidad social. Pero al recibir a esos nuevas elementos, comenzaba por inculcarles d e l a c a r i d a d . En su concepto la caridad pública es "una ocusu misma estrechez de criterio. Todo era de corto alcance en pación para la gente vacía del sentido de la justicia y llena ella y se vivía, y aun se vive, sobre falsas premisas. Así ende vanidad ( ... ). Reside en corazones secos, en ruinas, eacontramos el deseo de aparentar mayores recursos de los que rentes del más elemental sentido de comprensión y de justicia" . se dispone para tratar de deslumbrar a los demás, el afán desmedido de estar siempre a la moda, los noviazgos por convePara Herminia esa caridad consiste en dar lo que sobra niencia de dinero o de posición, los matrimonios ya deshechos, y darlo ostensiblemente. Y añade: "Y si a alguno le sobra, es mantenidos por dnercia o por miedo al qué dirán. Las muchaporque a alguien le fajIta". chas se llenaban de prejuicios y convencionalismos y no daban Y es imposible que en esa caridad, que a veces alcanza un solo paso sin cerciorarse primero de que no serían objeto proporciones de espectáculo público, no "se advierta más que de comentarios adversos. Es decir, que esas niñas vivían prenunca toda la farsa que hay en la práctica de tal vir'tud. ocupadas de que todos sus gestos se ajustaran a los cánones Se une a ella Ia ostentación". impuestos, aunque algunas 'los rechazaran en el fondo de su Y vapulea sin misericordia a las empresas comerciales que se suscriben con sumas cuantiosas en 'las cruzadas caritaticorazón. Herminia Brumana había optado desde muy joven por vas de resonancia, pero siguen asignando míseros sueldos a la vida senciHa, los procederes francos, la rectitud en todos sus empleados y siguen estrujándolos sin piedad en el trabajo sus actos, ajustando su conducta a las normas que ella misma para que rindan lo más que puedan, aunque se agoten. Y no se había trazado. Esa independencia de criterio la hizo cenperdona a Ias damas misericordias as que figuran en cuanta surar, a lo largo de toda su obra, la absurda resignación de comisión ·benéfica existe, pero pagan lo menos posible a su las mujeres al esclavizarse a preceptos inexistentes e inconsisservidumbre y hasta llegan a mezquinarle la comida. tentes que sólo servían para tra ar e desarrollo de su persoHerminia Brumana lanza un llamado a las mujeres argentinas para que "huyendo de una sensiblería egoísta e inenalidad. Los juicios de Herrninia Brumana no se limitaron al círcuficaz, se planten ante la vida dispuestas a sostener como una lo ciudadano que la rodeaba, el que estaba al alcance casi inbandera el lema que daría la tranquilidad material al mundo.' mediato de sus miradas. Sus viajes le abrieron perspectiva, ¡Justicia antes que caridad!". que ella supo aprovechar ampliamente para sus ínquisiciones J rHerrninia miraba con ojo crítico a los de las esferas ensociales. Siempre tuvo en cuenta su propia declaración: '/ curnbradas, poderosos por su fortuna o por olas resortes que "El elemento humano es para mí tan Fundamentalmente pueden llegar a mover. Pero también juzgaba sin mayores miimportante que todo 10 demás disminuye en su presencia." ramientos a "esa clase media burguesa que, no disfrutando de la libertad que el dinero da a la clase alta, no se decide a ¡. Así la vemos descubrir en la mujer francesa un gran sentido de la armonía y una singular aptitud de adaptación. gozar de ciertas libertades que, por su pobreza, puede tomarY en la chilena la llega a asombrar su liberalidad, su integrase la clase baja".
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al trabajo, tanto en las profesiones como en los cargos docentes y administrativos, y su apasionada combatividad cuando sus derechos llegan a ser discutidos. Cuando recorrió nuestra región norteña, pudo apreciar la sacrHicadaexistencia de las mujeres del pueblo y la situación de sometimiento de las otras, siempre pospuestas en todo. Tampoco olvidó a la campesina, esa mujer que vive en nuestras llanuras, no tan lejos de las ciudades que fueron brotando en la pampa gringa. Para ellas escribió una de sus páginas más elocuentes. Se titula ZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA ¡ S ü e n c io ! Cuando las mujeres de otros ámbitos comenzaron a hacerse oír, la campesina seguía callando. El mal venía de lejos: "Para la vida andariega del gaucho, era un estorbo, y para los colonizadores extranjeros que vinieron a buscar fortuna, era una bestia de carga". Los hombres eran los que mandaban, los que disponían las cosas a su modo, y 10 hacían sin tener en cuenta para nada :1 la mujer. Y ésta "no exigió nada, porque se la llevaba a la casa como a una intrusa, y todavía debía considerarse honrada porque un hombre la mirara". y porque la mujer no contaba para nada, porque se la consideraba casi menos que un trasto, se levantaron en nuestros campos esas casas feas y tristes: . "El silencio de nuestras mujeres dejó alzar el rancho miserable, y la casa de campo, todavía hasta hace poco la de los mismos propietarios de la chacra, fue con paredes de barro o piedra, piso de tierra, ventanas estrechas como agujeros, puertas sin cristales, sin ninguna clase de comodidades. Parejo a la casa, el mobiliario. Los hijos durmieron en el suelo sobre 'pellones' de cuero, y las sábanas eran objeto de lujo." Fueron transcurriendo los años. El siglo veinte trajo algunos cambios en la situación de la mujer y paulatinamente se la vio actuar con eficiencia en cargos y profesiones. Pero la campesina seguía callando y ese silencio preocupaba hondamente a Herminia Brumana: "¿Es que no tiene nada que decir esta mujer de la camcion
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paña, a quien exigimos trabajo, hijos, sacrificios y vida? ¿O es que no quiere, temerosa de que suvoz no llegue hasta nosotros? ¿Ignora que a mí me interesa más el digno lenguaje sincero que la palabra elegante? ¿Por qué ese silencio?" Herminia conoce el campo, ha vivido en él, ha medido la carga abrumadora de tareas que pesan sobre los hombros de la campesina, ha contemplado de cerca esas vidas llenas de renunciamientos, sin halagos, sin satisfacciones, casi sin esperanzas, siempre rodeadas por el mismo horizonte, con el pensamiento siempre Iimitado por la costumbre: "Señora mía: yo conozco algo de su vida, y sé cómo son de iguales y de tristes los días del campesino. Pero necesito que usted me cuente, que me hable, para lograr interesar a las mujeres de la ciudad que, demasiado distraídas con el ruido de la urbe, no oyen las angustias de los seres lejanos si no se les grita." La escritora había hecho su exposición de agravios porque hay cosas que ya no deben tolerarse. Pero la maestra hace un llamado para que se produzca el acercamiento, para que establezca la comunicación. Quiere romper a toda costa ese silencio porque es necesario que la mujer hable, que se haga oír. Nos parece estar escuchando la voz de la tía de D o ñ a B o s i i o l a S o l t e r a cuando clama en un momento de rebeldía: "Ese es el defecto de las mujeres decentes de estás tierras. ¡No hablar! No hablamos y tenemos que hablar." Es indudable que Herminia Brumana asumió la responsabilidad de hablar por la gran mayoría de las mujeres argentinas. "A mí toda inquietud femenina me tiene a su lado", había declarado en uno de sus escritos. Cumplió a conciencia esa tarea de escritora que había elegido impulsada por altos ideales. Nunca retrocedió ant.e sus obligaciones y su pluma fue "pregonera de Verdad, alivio de sufrimiento e impulsara de justicia". Valoraba mucho su trabajo porque "escribir es tarea noble y reporta grandes satisfacciones" .
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Pero jamás la invadió la vanidad: "No hay que crearse en torno a la aptitud de hilvanar frases más o menos bonitas, la leyenda de la inspiración de la predestinación." y cuando pretenden halagarla Ilarnándola ZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA m u ie r in te r e s a n t e , 'Contesta: "Yo soy, simplemente, una mujer que vive a tono con su corazón y cuyos trabajos -estas pequeñas cosas que yo llamo trabajo porque algún nombre hay que darles- podrán parecerles a ustedes unas veces oportunos, otras malísimos, pero siempre han sido hechos para decir algo y no para que se diga que escribo."
7.
LA
ESCUELA RENOVADA: "M OSAICO"
Era lógico que un espíritu esencialmente renovador como el de Herminia Brumana se sublevara frente a las estrictas normas, desprovistas de vida, que la escuela clásica pretendía imponer a maestros y alumnos. Esa no aceptación de los rígidos cánones de la enseñanza se había ya insinuado con fuerza en la escuela normal. Ya vimos su decidida 'actitud renovadora al regresar a Pigüé, cuando se hizo cargo de su puesto en una escuela primaria. Sus principios tomaron forma en la primera obra publicada por Herrninia Brumana, ese singular libro de lectura titulado P a l a b r i t a s , que lleva la fecha de agosto de 1918 y en cuya impresión la autora invirtió hasta el último centavo de sus ahorros. Hasta tuvo que pedir algo prestado -cama le cuenta a Juan Francisco Jáuregui en una carta- y para devolver esa suma se vio obligada a juntarla "moneda a moneda, privándome de un vestido, de una cinta, de un adorno, de esas cosas que como mujer que soy hubiera deseado tener". Nada tiene de común este libro con los habituales textos de lectura. Su propósito 10 afirma la misma autora: M a s q u e p a r a e l c e r e b r o , p a r a e l c o r a z á n d e l o s n i ñ o s e s mi o b r i t a . En ella encontramos todos los temas que puede tratar una maestra, pero en forma hondamente humana. Allí leemos esta profesión de fe: "Llego a la escuela todos los días renovada en mi alma la flor del cariño a mis alumnos. Dejo en la puerta de en-
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trada, como se deja el polvo de la calle, toda la tristeza, la angustia, el pesimismo que pudiera tener." "Y entro, llena el alma de la blanca luz del optimismo sano, que vierto como una bendición sobre la cabecita de mis alumnos." "Y siempre, siempre, prefiero llegar a su corazón antes que a su cerebro, porque el cerebro pueden llenarlo cuando grandes, en la vida, ellos mismos estudiando, pero el corazón, si no se llena cuando es tierno, queda vacío para siempre." Encontramos ese anhelo en cada página, expresado en consejos que han de servir de norma a los alumnos. Consejos que las mentes infantiles pueden captar fácilmente. Por ejemplo: "El mérito consiste en hacer más de lo que comúnmente se puede." "No leáis a los vencidos, leed a los que os incitan a trabajar, a estudiar, a luchar por el bien." "Ser bueno con los buenos, no tiene mérito. El mérito está en serlo con los malos." "La vida se conquista palmo a palmo." "Ninguna hiel tan amarga como la que traga el envidioso al saborear triunfos ajenos." "Resignarse significa darse por vencido." "El fin del Arte es perfeccionar 'al hombre." La joven maestra se esfuerza por colocar a sus niños frente a la vida. Trata de que conozcan las cosas buenas y también las malas, tantas veces ocultadas por gazmoñería. No quiere que sus alumnos las soslayen sino que las enfrenten. Los incita al trabajo creador que redunda en bien del país y quisiera verlos desafiando la grandeza de las pampas, conquistando la vida a todo sol y en pleno campo. Les inculca el 'amor a los pájaros, a las plantas, a los árboles, no porque sean útiles sino porque son bellos. Los previene contra la envidia, la pereza, el rencor, la maledicencia, la mezquindad. Los pone en guardia contra la vana y hueca elocuencia. Herminia Brumana tuvo desde temprano una concepción
algo sacerdotal de la vocacion docente. No concibe que una persona se dedique a Ia enseñanza sin otro aliciente que recibir una remuneración. Y no admite que se mantenga el ceño adusto frente a la clase: "Si hemos de trabajar, hagámoslo con sonrisa y canción en los labios, que aligera la carga de la vida, y no con el ceño adusto que prolonga las fatigas del camino." En ZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA C a b e z a s de m u j e r e s nos pinta a la maestra del pueblo que acude presurosa a su trabajo porque quiere cumplir estrictamente el horario indicado, pero camina tan seria que parece ir agobiada. "Da la terrible sensación de mujer que va a ganarse el pan", dice Herminia. Y añade: "Sin embargo, una maestra debiera producir la impresión de que va a pasar un rato feliz". En M o s a i c o vemos aparecer de nuevo la figura de la maestra. Esta vez es ella misma la que se dirige a la escuela y aquí surge sin equívocos esa concepción sacerdotal a que hacíamos referencia. Herminia se describe sencillamente vestida porque su religión no admite vanidades. Lleva sus libros de oraciones debajo del brazo y al llegar al templo de amplias ventanas y paredes blancas, "pongo sobre mis ropas -diceel blanco sobrepelliz de mi sacerdocio, abro mis líbros de oraciones y oficio la misa, la grande, la sublime misa de la vida: enseño a pensar". Y termina diciendo: "Porque mi templo es la escuela y soy más que santa: [ m a e s t r a i " , Los afanes renovadores de la joven maestra se transformaron en franca rebeldía cuando se vio encerrada en la escuela de ambiente cuartelero y comenzó a tropezar con directores e inspectores impermeables a todo cambio, con maestros anquílosados por ·la rutina, con padres incomprensivos. Solamente los niños lograban reconfortarla en su diaria tarea. En Pigüé, Herminia Brumana había entrado en contacto con muchos 'aspectos de la enseñanza que estaban lejos de convencerla. Sus ex.periencias posteriores, cuando comenzó a ejercer en la zona del Gran Buenos Aires correspondiente al
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partido de Avellaneda, fortalecieron su anticonformismo pedagógico. Ni en aquellas lejanías aledañas a la sierra de Curamalal ni en ese conglomerado humano tan próximo a la capital encontró las condiciones que ella anhelaba para la enseñanza.
sobre la nueva educación, las maestras hablen "materias fundamentales".
todavía de
"Si a Ios niños se les enseñase a amar más a la Naturaleza, a estudiar sus fenómenos e investigar las causas, los hombres serían mucho más buenos." Por eso, desde el primer momento, consideró que era un gran error preocuparse solamente de las llamadas materias básicas y combatió empeñosamente esa tendencia de los maestros a eonsagrarles casi exclusivamente las horas de la enseñanza. No alcanzan a comprender que "después de las visitas y conferencias de tantos pedagogos y de haberse escrito tan-to
Para ella todo lo que la escuela enseña tiene importancia: "Todas las materias SOn igualmente necesarias para el desarrollo armónico de las aptitudes, y en esta época de renovación de valores, es preciso destruir el viejo concepto para atender por igual a todas las faces y necesidades de la vida." El trabajo manual escolar siempre recibió el apoyo incondicional de Herminia Brumana. Recordemos que sus primeros alumnos, por iniciativa suya, practicaron la jardinería, cuidaron un gallinero y realizaron labores de carpintería. M ás tarde escribió: "Creo comprender lo que se anhela al implantar las manualidades escolares." "Se quería alejar a la escuela de esa cerebración estúpida de que estaba imbuida: se quería hacer práctica de vida." Deja bien aclarado que esa indispensable utilización de las manos en prácticas artes anales no aspira a preparar obreros para el futuro, "sino hacer que, desde la escuela, los niños fueran hombres integrales de acción y sentimiento, de cerebro y brazo". Porque la escuela no puede "encerrar en sus paredes solamente una parte de la actividad humana". A través de las clases de trabajo manual es dado impartir lecciones de belleza y sencillez. El sentido educativo, y no el utilitario, debe acompañar siempre esta enseñanza: "En las horas de manualidades la escuela debía ser, más que nunca, la casa del niño, con sus labores y sus huertas, con sus telares y sus quehaceres: un taller y no un museo." Taller quiere decir vida. Además, condición ineludible es que todo el material utilizado esté al alcance de los niños, o por su ·abundancia o por su baratura. Nadie debe temer manipularlo. Herminia proscribe enérgicamente esa tendencia '" buscar lucimiento en labores educativas y se lamenta al ver "el trabajo manual convertido en las escuelas a horas de exhibicionismo y vanidad, a la enseñanza de chucherías costosas e
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Al observar que sus iniciativas se apartaban ostensiblemente de los acostumbrados procedimientos utilizados año tras año por el cuerpo docente, se la acusó con insistencia de ser un elemento perturbador y destructor del régimen escolar. Esa acusación sólo podía partir de quienes fueran cortos de entendimiento y apegados como lapa a la rutina consuetudinaria. Recordando las normas que Herminia Brumana se había impuesto desde el principio de su carrera para el cumplimiento de su trabajo, no puede sorprendemos la elevada estimación que ella sentía por la escuela en todos sus aspectos, muy de acuerdo con su concepción casi sacerdotal de la misión del maestro. Para ella: "La escuela ha de ser morigeradora de costumbres, ha de conservarse como baluarte de civilización, y civilización significa cultura, y por cultura, a su vez, ha de entenderse toda manifestación que tienda a elevar el espíritu, a dignificar nuestra condición de humanos." Coincidiendo con los grandes educadores de nuestro siglo, Herminia opinaba que a la escuela le corresponde, sobre todo, una tarea formativa. De cualquier tema puede surgir la enseñanza hondamente humana:
inútiles, a labores caras y ilenas de pretensión, que se exponen a fin de año como estímulo para las maestras a quienes se felicita por sus riquísimos trabajos ... ". También tiene algo que decir sobre las fiestas escolares, tan desvirtuadas por ciertos sectores docentes Que carecen de una clara noción de lo que es el arte infantil -y se empeñan en burdas imitaciones de espectáculos para mayores. Hermínía Brumana considera que las fiestas organizadas por la escuela jamás deben apartarse de las estrictas normas de austeridad a que deben ceñirse los maestros. Los actos escolares. han de reflejar la labor realizada en las aulas. Todo empeño en pretender que los niños remeden a los artistas profesionales sólo servirá para privar a la infancia de su gracia natural y menoscabar la misión educativa de la escuela. Esa inquebrantable adhesión a sus primeros ideales fue para la maestra como un escudo esgrimido en su larga lucha. Ardua lucha de cada día. Y como todo ser humano Herminia llegó a tener sus momentos de desaliento. Eran muchos los obstáculos que se le cruzaban y 'la incomprensión que le salía al encuentro donde menos ZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA l a esperaba. Hasta se le ocurrió pensar en la inutilidad de sus esfuerzos ya que, al parecer, "mejor resultado pedagógico i n m e d i a t o obtiene [a maestra de viejos moldes c l á s i c o s , que se sienta y toma la lección". Pero nunca se prolongaba demasiado su desfallecimiento. Una voz interior le repetía con insistencia que nada podía importarle el resultado de la maestra c l á s i c a porque:
darse COn los años. Todos sus escritos, hasta sus mismos cuentos, llevan su sello indeleble. Es la pasión que rige su vida Cuando cree que ha disminuido s u entusiasmo, se lanza a sí misma una severa reprimenda: "Quiere decir entonces que empiezo a pensar en mí para olvidarme de los otros, y yo que soy maestra, y que me creo maestra de verdad, no tengo derecho a mezquinarme, so pena de secar en mí esta fuente perenne de energía, este altruismo que me hace diferente a 'los demás, porque crea en mí una fortaleza casi rayana en Ia heroicidad." "He negado expandirme y este egoísmo es signo de decadencia, pues todo egoísmo implica una inferioridad." Se alarma al comprobar que ese egoísmo que se reprocha significa vejez. Entonces exclama: "Quiero volver a ser yo, de una pieza, sin temores pueriles, y enseñar a mis alumnos a mirar [a Vida de pie y a prodigarse, ¡que es la única manera de no agotarse jamás!" Nada pudo alterar ese concepto de la escuela que ella se formó en sus años juveniles. Los escollos que la iban desafiando fueron el mejor acicate para incitarla a la lucha y robustecer su fe sarmientína: "M antengo viva mi fe hacia la escuela, a pesar de la incomprensión o de la incapacidad de ciertas 'altas autoridades'. Felizmente, ni la acción escolar ni la obra de los maestros dignos y útiles dependen en forma decisiva de tales autoridades."
"Lo esencial es el resultado mediato, el lejano, el que no se palpa en la escuela tomando las lecciones sino en la existen. cia futura, cuando estos alumnos sean hombres y estén frente al tribunal de la Vida, enuncíadora de problemas cuyas ecuaciones no Se despejan con las matemáticas." "Lo esencial, no es que sumen decimales con rapidez, sino que sepan comportarse con altura ante el dolor de los fracasados y los humildes, y el martirio de [os pordioseros y los huérfanos.' ,
IAo..., I ~"CMI"'a ""eTÓ".oo
La vocación docente de Herminia Brumana parecía agran-
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Ser maestra en Pígüé no era lo mismo que serIo en el Gran Buenos Aires. Su incipiente experiencia de luchadora social se enriqueció extraordinariamente a las pocas semanas de trabajar en Avellaneda. Allí se encontró frente a complicados problemas que Ia escuela no podía resolver, ni siquiera examinar, no digamos a fondo, sino con algo de buena voluntad. Ni sus recursos ni su personal estaban en condiciones de hacerla. Por eso lo mejor era cerrar los ojos y tratar de ignorarlos, ¿Pero .podían, acaso, ser soslayados cuando invadían agresivamente el recinto del aula? En breve tiempo Herminia Brumana pudo formarse un concepto cabal de lo que era el proletariado. Supo cómo era la miseria con su córtejo de hambre, harapos, cansancio, odios, desesperanzas. Y al contemplar al niño TOtOSO y mal comido que llegaba a su clase, la maestra se sublevaba: "Nunca pensé con más desencanto en los programas escolares, en Ios reglamentos, en la pedagogía ... " Ya hemos dicho que todo lo vivido por Herminía Brumana como maestra va surgiendo del entero conjunto de su obra. Pero sus enfoques directamente escolares los encontramos reunidos en cbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA M o s a i c o y, sobre todo, en T i z a s d e c o l o r e s , páginas Íntegramente dedicadas a su paso por el magisterio bonaerense. Este libro encierra algunos de los más hermosos mensajes de nuestra escritora como maestra. En notas breves -que ella denomina i m p r e s i o n e s - Her-
minia nos introduce en el ambiente que la rodea. Nos muestra el barrio pobre, de una pobreza que, casi siempre, llega a ser indigencia en grado sumo. Los niños, en su mayoría, pertenecían a remedos de hogares que rebosaban problemas de roda Índole: falta de trabajo, alcoholismo, enfermedades mal atendidas o no atendidas en absoluto. Las madres vivían jadeando entre los quehaceres de su propia casa y los de Ias ajenas que debían atender para lograr algunos pesos que fueran un PJ.liativo para tanta necesidad. Los hijos llegaban a la escuela tiritando cuando hacía frío y padeciendo hambre en todo tiempo. Ese era el espectáculo diario. Los alumnos sucios y desgreñados esgrimían un vocabulario lleno de m a l a s i n s o l e n c i a s . La maestra hacía lo posible por suavizarIo, pero esas expresiones les brotaban espontáneamente y sin malicia, "como la chispa de una piedra". Era indudable que esas criaturas tenían las malas palabras en la sangre, pues "desde que nacen las oyen en la casa, en la calle, en la plaza, en el almacén o : ... " en 1a esquma Y Herrninia se preguntaba cómo sería esa mesa mal alumbrada donde esas criaturas escribían sus deberes. Y pensaba: "Estas hojitas ajadas, agujereadas a fuerza de borrar con el dedo, me causan una profunda emoción de ternura." También había descubierto que esos pobres chicos dormían de a dos o tres en una cama, sin desvestirse cuando hacía frío porque no alcanzaban las cobijas para ellos. La maestra no conformista sufría ante su impotencia para remediar ese estado de casas. A lo sumo le era dado mitigar algunos sufrimientos entre los niños que estaban más cerca de ella. Con el tiempo llegó a ocupar un cargo directivo. Creyó entonces que podía elaborar planes para proyectar la escuela hacia el mundo 'que la rodeaba. No tardó en darse cuen. ta de la inutilidad de sus esfuerzos. ¿Podía ella desde la di rección de una mísera escuela de Avellaneda sacudir esa monstruosa maquinaria de la organización escolar, tal como ha sido concebida por el estrecho y absurdo criterio de nuestra buro-
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LA MAESTRA EN ACCIÓN: "TIZAS
DE OOLORES"
cracia, esa burocracia que actúa con absoluto desconocimiento del ambiente social que rodea al niño? Comprendió que en ese terreno siempre iba a fracasar. Optó por seguir realízando a conciencia su labor de maestra y dejó a la escritora la tarea de denunciar las fallas escolares que iba descubriendo. Lo hizo con la valentía de siempre. Sabía que sus prédicas iban formando conciencia en el magisterio nacional. Alguna vez se oiría la voz de los auténticos maestros exigiendo la renovación de la escuela e imponiéndose a las ciegas y sordas autoridades. ¡Renovar [a escuela! ¿Qué maestro de alma no lo ha soñado alguna vez? Herminia Brumana señala en sus escritos muchos de los defectos que [a exasperan. Por lo pronto, rechazaba la disciplina cuartelera, tan usada en las escuelas, esa disciplina externa que eS sólo aparente disciplina. Señala acusadoramente: "Hay espíritus que se complacen con el isocronismo. Son aquellas personas que sólo se emocionan con la matemática regularidad de los desfiles, de Ios pasos a compás, de los ruidos a tiempo." Herminia se fastidiaba con esa monótona regularidad que para ciertos espíritus ha llegado a convertirse en una de las cualidades esenciales de [a enseñanza. Su tono' se llena de consternación cuando nos dice: "Hay maestras cuya única preocupación es el orden matemático de su grado. Todo lo quieren a compás, medido. El entrar y salir de clases, el sacar o guardar los útiles, el abrir o cerrar cuadernos, todo se hace por órdenes militares."A y Herminia no puede menos que lanzar algunas interrogaciones. ¿Por qué las maestras gastan energías empeñándose en obtener filas rectas como trazadas con regla y compás? ¿De qué sirve marcar el paso? "¿No sería mejor que esta maestra que con tanta ansiedad oye el isócrono taconear de sus alumnos les enseñara a caminar con moderación, a formar grupos sin atropellarse, a entrar a un salón con corrección ... ?" La implacable rutina de los actos escolares llegaba a su4 8
blevar a Herminia Brumana. o aceptaba que se tratara a los niños de la misma manera cuando son tan distintas las condiciones en que viven, no diremos de una región a otra, sino de un barrio a otro. Merece ser destacado su rechazo de la insistente propaganda sobre el ahorro llevada a cabo en esos barrios míserables., entre esos escolares escuálidos que rara vez llegaban a poseer una insignificante monedita. Herminia señala con firmeza la posición adoptada: "Yo, enseño a gastar ... " y all notar el asombro de los que escuchaban, añade: "Enseño que el dinero es el medio de proporcionarse los mejores momentos de la vida, y no ha de ser un fin. Las monedas son estériles y las ideas que pueden obtenerse invirtiendo esas monedas pueden rendir un espléndido beneficio." En vano le arguyen que "ahorrar es guardar lo que podría gastarse en cosas inútiles o superfluas". Para Herminia no SOn gastos superfluos esas pobres y escasas golosinas y las aun más escasas entradas al cine de barrio. Esas pequeñas satisfacciones no deben ser mezquinas: "¿Es cosa superflua, o necesaria como el pan, la inocente dicha de poseer un juguete ansiado, de realizar un paseo agradable, de leer un cuento hermoso, de mirar un paisaje amable? ¿Son cosas superfluas todas esas ilusiones logradas, esos ensueños realizados, ese deseo satisfecho? ¿Acaso tiene utilidad solamente el pan que comemos y el abrigo que llevamos? ¡Desgraciado el hombre que, mirando hacia atrás, no recuerda una infancia con golosinas, la pequeña alegría de la excursión, fa dicha del libro de cuentos, el hurto del dulce a la mamá, la travesura que arrugó el entrecejo del padre! ¡Desgraciado el hombre que no recibió en su infancia esas alegrías pequeñísimas y enormes, esas represiones inútiles y dolorosas, porque quien no fue niño del todo en su niñez, lleva amargura en su alma hasta la muerte!" y remata su pensamiento ante el escandalizado auditorio: "Antes que fomentar el ahorro -un ridículo ahorro de 49
rr.oneditas, un escaso y esforzado ahorro de cbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA c h i r o l i t a s - , el gorabIes enfermos, donde la tuberculosis y el alcoholismo hacen estragos. No digo que mi patria es poderosa: digo, enbierno y los hombres que orientan al pueblo deben conso.Jidar seño cómo puede serlo." la justicia." Otro tema que preocupa hondamente a Herrninía BruTambién se indigna nuestra maestra ante las manifestamana es el de la paz. La preocupa como mujer y como educiones de seudopatriotismo que suele presenciar. Ese patriocadora. Para ella t o d a g u e r r a e s i n j u s t a , n o c i v a e in n e c e s a r ia . tismo de oropel que sale a relucir para determinadas fechas con En una de sus cartas comenta extensamente el libro de Jorge escarapelas vistosas, marchas retumbantes y discursos llenos icolai, B i o l o g í a d e l a g u e r r a , e incita a las mujeres a lu. de frases amoulosas. char contra todo belicismo, como esposas y como madres. Frente ,; una maestra que ostentaba desde principios de para Se dirige a las maestras en forma casi imperativa sonmayo una graciosa escarapela argentina y le reprochaba lanzarles esta advertencia: riendo su falta de patriotismo por no lucir otra igual, a Her"Una maestra que todos los días, en todas las horas de mínia le es imposible no recordar que esa mujer. como tansu vida no haga obra de paz, no es maestra." tas otras se proclaman patriotas, jamás "se pondría un par de A esa clara y rotunda afirmación siguen otras declaramedias hechas en el país, ni calzaría zapatos que no sean de ciones no menos categóricas: cabritilla francesa" y, consecuente con su preferencia por to"La paz no debe mirarse como un estado transitorio que do lo importado, desdeña nuestra literatura para enaltecer puede terminarse por la invasión de un país vecino. La paz cualquier cosa que venga del extranjero. Pero lo más grave debe ser duradera, eterna, propia, como la misma eternidad es que esa maestra defrauda "al pueblo argentino que le del aire que respiramos." paga el sueldo, trabajando 10 menos posible y robando a sus La solución, para ella, sería muy sencilla, si no existiealumnos el esfuerzo de su inteligencia para ser una ensera un p e r o : ñadora a sueldo fácilmente reemplazable por un fonógrafo".A "Para eso es necesario suprimir Ia guerra. Pero la guerra y cuando Herminia Brurnana asiste al acto patriótico y se nutre, vive, se desarrolla a expensas de la patria." ve a las autoridades del pueblo tomar posesión 'del palco ofiy entonces ¿qué hacer? ¿Dónde encontrar la solución? cial y alternan allí con las damas más representativas del Herminia ha reflexionado mucho sobre esto y cree haber halugar, todas ellas luciendo sus mejores galas para tratar dellado la respuesta: deslumbrarse unas a otras, y escucha a los oradores de re"Modificando Ia idea de patria la paz mundial sería pobuscadas frases y observa a esas caballeros que parecen rebosible y no ya un ideal por desgracia todavía lejano." sar amor patrio sólo en determinadas circunstancias, compreny así llega a la afirmación esperanzada: de que ella es más argentina que todos ellos: "El maestro es quien debe dar el verdadero valor a la "Porque desde mi cátedra digo la verdad a mis alumnos, palabra patria ( ... ). El maestro debe definírse y ser antes y no les declamo que mi país es el mejor del mundo, sino que les señalo sus defectos para que ellos los subsanen; sus fallas para que las salven, sus errores para que los supriman. Enseño dónde hay campos sin labrar, minas sin explotar, fuerzas naturales sin encauzar. Digo que en mi país hay analfabetos que reclaman escuelas, provincias que tienen í n n u m e
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que nada el más fervoroso
antimilitarista."
y añade
la consiguiente aclaración miento no sufra torcidas interpretaciones:
para
Que su pensa-
"Esto no significa ser antipatriota. ¿Cómo puedo dejar de amar a mi patria? Sería renegar de mi pueblo, de los fru-
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tos de la tierra que hicieron la carne de mi cuerpo y la luz de mi alma, olvidarme de las chicas con quienes jugaba y reñía en la escuela, de Ias flores que me mandaba mi novio, de las canciones que acunaron mis sueños, de los rulos que caían sobre mis hombros, de la visión de mamá esperándome en la puerta 'al regreso del colegio, de los bailes, de mis amigos, de mis enemigos también, que son parte de mi vida y de mi patria, sería renegar de este montón de hombres hermosos y de mujeres bonitas que hablan como 9. CÁTEDRA DE VIDA yo y andan por las mismas calles de mi ciudad, acaso llevados por el mismo afán." Al presentar su último libro, A B u e n o s A i r e s l e fa l t a u n a "Sería olvidarme de las músicas criollas ( ... ). Sería desdecir de la tradición gaucha ( ... ). Sería desdecir de las muc a l l e , publicado en 1953, Herminia Brumana vuelve a afirmar su credo educativo: jeres cuyanas que ayudaron en su hora a salvar al país, dc "En vano intentaría desasirme de mi vocación de maeslos soldados desconocidos y de los héroes recordados, valientes, íntegros, soñadores como los que más." tra, que es un paralelo afán de aprender y' enseñar. Por eso, al encontrar un motivo de interés humano en el libro o la Pero estas afirmaciones llevan su condición: crónica, siento el deseo de propagado cumpliendo una tarea, "Pero si mi amor por la patria -que es todo cbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA e s o - debe antes que Iiteraria, didáctica." detenerse en la frontera, yo reniego del patriotismo, porque No olvidaba la gran maestra lo sostenido por ella veinte entonces el patriotismo es un molde demasiado chico para años atrás, cuando al aspirar a una escuela mejor para su pami amor." tria, señalaba que para eso "deben las maestras sentir la ale"Yo no sé odiar a Ias demás patrias. Amo a la mía sobre gría del oficio, adquirir una cultura general digna de un estodas las otras, pero no contra todas las otras." tudioso, renovarse día a día y marchar a la vanguardia de los "La maestra no debe odiar, porque ella debe tender al ideales humanos, atento el corazón al más pequeño dolor de triunfo del amor y no del odio." los hombres para comprenderlo, para perdonarlo y, si es- posiCabe señalar aquí que esa idea de modificar el concepto ble, para mitigarlo". de patria, que surge espontáneamente, esbozado por el noble Herminia puso su vida entera al servicio de la educación. espíritu de una maestra llena de ilusiones altruistas, es uno Cumplió día tras día su programa de incesante trabajo cotide los temas favoritos del historiador Amold J. Toynbee que diano para ampliar sus conocimientos y asentar. su magnífica señala la existencia, en nuestros días, de tantos e s t a d o s p a r r o intuición de maestra nata sobre bases sólidas. q u i a l e s -así denomina él a los países en que se divide nuestro Supo elegir buenos guías. Por lo pronto, se formó bajo el globo- como un obstáculo para la paz mundial. signo de Sarmiento, que "aspiró a 'la más grande civilización", y como maestra cumplió las consignas sarrnientinas durante toda su carrera. "Como educador lo venero", dijo desde sus comienzos.
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y para reforzar su consejo, agrega: Pero hubo otros mentores. Avanzando en la lectura de sus "Yo no he tenido maestro más grande de optimismo y trabajos vemos aparecer sus nombres cuando ella necesita rode vida que él, y todavía, cuando decaigo, recurro a esa lecbustecer algún argumento. Entonces surgen los de Alberdi, tura para volver a lo que debo." que "soñaba con una América de paz", de Rivadavia, que Insiste sobre el mismo tema en una de sus cartas a las anhelaba mujeres de provecho y bregaba por la mejor utilimujeres argentinas. Le han pedido que comente la obra de zación de la tierra, de Almafuerte, que "cantó a una patria Barrett y ella comienza por declarar que este escritor "es tan sin 'Sombra de tiranos". grande, tan profundo y tan artista, que no es posible descriTambién nos enteramos de que ha leído elcbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA E m ilio y birlo y menos en corto espacio". conoce la obra pedagógica de Kant y de Herder. ComprobaAdmira al hombre que no vaciló en abrazar la brez3. mos, asimismo, que estaba bien enterada de la renovación eduvoluntaria, abandonando todos sus bienes y alejándose de la cativa emprendida en España por maestros como Luis de Zusofisticada sociedad europea para buscar nuevos horizontes lueta. Sabemos que estudió a fondo el ensayo realizado con en América. Aquí sólo encontró miseria y despotismo. Se conniños inválidos por el maestro bohemio Francisco Bakulé, uno de los pioneros de la nueva educación, y que leyó mucho a virtió entonces en el defensor de los rse uidos, en el camIngenieros con quien mantuvo una amistad de discípula a peón de la justicia. Denunció las tropelías de los poderosos) maestro. Admiraba profundamente a Gabriela Mistral, "la eSlos abusos de la autoridad, el calvario de los desposeídos: critora americana por excelencia", y repite varias veces con"¡Qué ojos los suyos para mirar la vida! El más insigceptos suyos sobre educación.A nificante hecho de la crónica diaria encendía lá chispa en su y no se multiplican los nombres porque Herminia Brumacorazón, y surgía de su pluma la más radiante página." na no era amiga de hacer gala de erudición. Citaba solamenEste fue el modelo confesado de Herminia Brumana. Y te lo que resultaba indispensable. vuelve a insistir en su deuda moral: Por encima de todos los pensadores que le fueron seña"Yo no encuentro en mis horas de desaliento y cuando landa el camino siempre encontramos como máximo guía esdesespero de mi inutilidad quien levante mejor mi espíritu ! ph:itual a Rafael Barrett, a quien llama "el m~ande de que uno cualquiera de sus libros." I los optimi.stas v el más santo de los ombres". Hace ;~vo;-Ws J --=-- ~ ., Una de sus constantes preocupaciones -repetidas veces I conceptos sobre la escuela cuan o afirma que lo más im- CBA lo hemos comprobado-era la formación integral del maestro. l portante es inspirar amor a la verdad y la justicia, adquirir Ella sabía por experiencia propia que la escuela normal sólo el hábito de no mentir y preocuparse por los sufrimientos del proporciona una base, a vec§.S.mezquina, para ir asentando en prójimo, porque de la escuela hay que salir "verídico, compaella los conocimientos y las experiencias que contribuyen a ensivo y cortés". riquecer la concepción del mundo y de la vida. Todos los .reA una joven normalista que le escribe pidiéndole conse- 1 ;1 1 cursos son buenos para esa tarea. Por eso a su joven normalIsta jos para su desempeño, le recomienda encarecidamente: !
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"Lea, lea todo lo que pueda, lo que caiga en sus manos." añade inmediatamente: "Lea también de a poco y sílabeándolos los libros de Rafael Barrett." y
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le indica: "Ande por la calle y mire viendo." Luego le aclara la advertencia: "La calle es fuente de toda vida. Recórrala y aprenderá 55
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cosas que no traen los libros. Vaya al teatro, al cine, a oír conferencias, músicas, al circo."A no cesa de impulsarla hacia una vida más intensa, más y rica en emociones: "Cultive un arte (música, pintura), y si no puede; aprenda idiomas." Pero la consejera no se queda fortificada ni en el terreno del intelecto ni en el del espíritu. Le recuerda a la niña que le pide orientación: "Es deber de toda maestra ser lo menos fea posible y dar siempre una nota de buen gusto en el vestir." Herminia no deja de expresar su satisfacción por la actitud de la joven normalista: "El gesto de una maestra a quien sorprendo emocionada, o la que comprende su misión o la que intenta comprenderh, me bastan para levantar mi espíritu." Aunque sabe muy bien que, frente a esa muchacha que le dice: "Siento vocación por mi carrera y quiero ser una maestra de corazón", existen muchísimas otras que no abrigan ningún amor por la enseñanza, que cursaron su carrera por inercia, porque no tenían otra a mano. Nunca había podido olvidar la exclamación que le oyó a una de ellas: "¡Al yugo! ¡Vamos al yugo!". Herminia siempre juzgó duramente a esas maestras que van a la escuela sólo por ganarse el pan de cada día, esas maestras convertidas en empleadas, y de mala calidad, cuya conducta despierta, a la par, lástima e indignación. Fracasa la maestra que no pone amor en su trabajo. Y Herminia se lamenta al comprobar una y otra vez la mediocridad del personal docente que actuaba en las escuelas, tan reñida con el elevado concepto que ella se había formado de la misión docente. Deplora la deficiente preparación de ese personal, su falta de inquietudes, su conformismo, su apego a los caminos más fáciles, más trillados. "De la falta de vocación surge la ausencia de personalidad", nos dice. Se queja de esas maes-
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tras tan iguales entre ellas, al punto de mecanizar su enseñanza casi de la misma manera, que se dedican a nivelar el paso de sus alumnos así corno nivelan las actitudes y los corazones. Y se apena pensando que esa clase de educadoras podría alguna vez ser fácilmente reemplazadas "por un muñeco mecánico con discos seriados y una máquina de proyecciones". En cierto momento nos dice: "Las maestras que no aman su oficio más que en virtud el sueldo que obtienen, maestras sin vocación, son un peligro ara la sociedad ( ... ). Ellas cierran, en la sordidez y la ava.cia con que dan los conocimientos, toda expansión a la lente de esas criaturas ávidas de saber. Son maestras mecánias que cumplen con su horario por temor o estímulo del suerior, pero nunca por satisfacción propia ( ... ). Maestras que se avergüenzan de su profesión, ignorando que enseñar con amor es la más noble de las profesiones." / ,,: Al final de cbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA T i z a s d e c o l o é e e , Herminia Bru~ana incluyó / / una conferencia dictada por ella en Santa Fe bajo los auspi1 cios del Instituto Social de la Universidad Nacional del Litoralo Su terna era el de su preferencia: S u g e s t i o n e s a l a s m a e s -
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t! E § j ó v e n e s .
, Corno de costumbre, nuestra escritora se puso a lanzar sus verdades en forma amable y sonriente, pero sin disfrazar su pensamiento. Y dijo cosas tremendas, por cierto. Recordemos que esas palabras fueron pronunciadas en- 1932 y todavía conservan actualidad . Veamos algunos de esos conceptos: "Es doloroso confesarlo y más doloroso aún comprobarlo: la mayoría de las maestras de mi país viven al margen de la hora actual. Las excepciones confirman la regla. Viven las maestras al margen de toda preocupación social, impermeables a toda inquietud de clases, ajenas a toda lucha de superación, lejanas a toda idea de renovación de valores." y luego añade con profunda decepción: "Les ha bastado pasar por la Escuela Normal y salir cOn su diploma bajo el brazo para sentirse dueñas y señoras de su misión".
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Recuerda que el maestro· zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA debe llegar a una cultura geneque no se limite la conmocion social a un cambio de amos ral que sea, como dijo Luis de Zulueta, "una interpretación o al triunfo de la envidia y no del amor ( ... )." mo al de la vida ue le rmitavivi~ con sentido, con Herminia Brumana terminó esas "sugestiones a las maesorientación, dándole valor". tras jóvenes" insistiendo en la necesidad de creer: Las amargas comprobaciones de Herminia Brumana tam"Hacer una especie de profesión de fe: Creo en el amor bién habían sido hechas por muchos educadores de nuestro de los hombres aun habiendo la traición, creo en el triunfo continente que alzaron su voz en la Primera Convención Inde <lavida a pesar que voy muriendo minuto a minuto, creo teramericana del Magisterio reunida en Buenos Aires en enero en Ja justicia, en la igualdad y en la fraternidad de los homde 1928 para proclamar la necesidad de una renovación eSC0bres." lar.Ese deseo de mejorar la escuela se hizo carne en algunos grupos que desde entonces vienen luchando denodadamente por sus principios. Nuestra escritora coincidía ampliamente con ellos y reclamaba un magisterio cap~z, lleno de anhelos de paz y justicia. Frente a los tremendos problemas sociales que surgían por donde se mirara, Herminia planteaba un angustioso interrogante, interrogante que ella misma contesta al final, y en forma categórica: "¿Puede enseñar una maestra a esas chicos hambrientosCBA que está bien el orden establecido, que nuestro país y todos los países no tienen que hacer otra cosa que conservar las instituciones tal cual están, las organizaciones sociales, las leyes de hoy? Imposible." Luego añade: "El maestro debe estar siempre más allá del presente, porque debe anticiparse al ritmo de la vida, ser un centinela avizor que a fuerza de desear la luz la vislumbra antes que nadie ( ... ). Solamente un necio o un ignorante pueden permanecer indiferentes a este enorme período decisivo que está viviendo la humanidad. Guerras, revoluciones, hambre, suicidios ( ... ). Detrás de estas palabras trágicas ( ... ) una nueva luz avanza ( ... ). En la hora actual urge tomar una actitud. Para que, producido el cambio profundo que se vislumbra" puedan los hombres disfrutarlo, para que no sea estéril todo este dolor que precede al parto de los espíritus, para
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I
10.
LA
CUENTISTA
La decidida y brillante actuación de Herminia Brumana como defensora de los derechos de la mujer y como maestra renovadora de métodos escolares no debe ocultamos a la escritora que siempre actuó en todos esos desvelos que constituyeron la médula misma de su existencia. Recordemos lo que dijo en una de sus primeras páginas: "La pluma es un símbolo ( ... ). Ha de estar siempre hecha de bronce y libertad, de justicia y nervio ( ... ). Ha de inspirarse en la libertad para poder volar sobre todo lo despreciable y arremeter por todo lo noble, para derribar vallas a su paso, que es de redención." En esa labor redentora asignada a la pluma del escritor desempeñan un principalísimo papel los cuentos y los ensayos de Herminia Brumana. uestra escritora incorporó argumentos a algunos de sus escritos desde sus primeros intentos literarios. Esbozos de cuentos encontramos ya en cbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA P a l a b r i i a s . En C a b e z a s d e m u j e r e s , respondiendo a los propósitos del libro, hallamos cuatro relatos de cierta extensión para aclarar y confirmar su condenatoria clasificación de ciertas mujeres en cobardes, frívolas, culpables y desorientadas. También hay breves argumentos en M o s a i c o . Pero es en L a g r ú a , obra de 1931, con dieciocho cuentos bien perfilados, donde el relato adquiere todo su vigor. Este vigor se, va a mantener hasta culminar en M e l l a m o N i e b l a , libro aparecido en 1946. 60
Los cuentos de Herminia responden todos a sus más íntimas convicciones. Podemos calificados de cuentos comprometidos, en la mejor acepción que puede darse al calificativo. No hay sectarismo en ellos. Su compromiso es con [a verdad y la justicia. En todo momento, en toda oportunidad surge su anhelo de liberación de los oprimidos, de enaltecimiento de la mujer. De ningún modo estos relatos presentan un carácter didáctico. La autora no pretende indicamos reglas de conducta, edificamos con ejemplos cuidadosamente elaborados, dictamos clases de moral. Son los hechos los que hablan por sí solos. A veces los personajes se ven frente a dilemas que les plantea la vida y les es forzoso decidirse, para mal o para bien. Pueden abrirse paso por una senda libremente elegida y someterse a sus propias pautas. O bien aceptar los prejuicios que los acosan e inclinarse ante las reglamentaciones impuestas .por el medio circundante. Pueden ser vencedores o vencidos. Dilema no siempre fácil, por supuesto. E~ otras oportunidades los acontecimientos son los que se imponen y marcan rumbos o despiertan sentimientos de amor o de rechazo; de lucha o de sometimiento. Todos esos cuentos han sido hábilmente construidos, No encontramos en ellos ninguna retórica, ya que Herminia, como sabemos, era enemiga de la frase altisonante, del p r e c i o s i s m o , Usa el lenguaje nuestro de todos los días, claro, conciso, con la palabra adecuada para expresar cada situación. Consecuente con su posición frente a la vida, con toda naturalidad, a través de sus personajes, Henninia Brumana fustiga sin cesar las fallas de carácter ya reprobadas por ella desde sus primeros escritos. No debe asombramos, por consiguiente, el hecho de que gran parte de sus personajes sean mujeres. Los cuentos de Herminía fueron escritos en una época crítica para la emancipación femenina. Por un lado se le iban concediendo derechos, aunque en forma muy mesurada. Por el otro, la rutina tradicional agitaba sus prejuicios como estandartes de la voluntad retrógrada de ciertos sectores. Nos en61
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contramos así con la mujer 'joven, perteneciente al medio burgués acomodado, educada dentro de las morigeradas costumbres de la época, que llega a sublevarse contra el medio que la ha formado y contra su propia familia. Una de esas jóvenes, por ejemplo, resuelve irse de paseo,A sola, una tarde de domingo. Es maestra, trabaja y todos los días de la 'semana sale de su casa para ir a la escuela. Nadie la acompaña. Ya conoce el camino. Pero el día domingo es otra cosa. No hay razón alguna para que salga sola. Una señorita no debe hacerlo. Para colmo, ese domingo es 14 de julio, día de la libertad. Ese hecho la envalentona. La niña piensa:cbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA Yo , c o m o u n h o m b r e , m e g C l n O l a v i d a . ¿ P o r q u é n o p u e d o s a l Í ? ' e s t a t a r d e a p a s e a r c o m o y o q u i e r o ? Y se va sin rumbo, dejando un escueto mensaje con la persona de servicio. Goza tanto con el paseo que éste se alarga más de la cuenta. Cuando se le ocurre mirar el reloj ya san las ocho y media. No sin pena y recelo se apresura a tomar el vehículo que la llevará de regreso a su casa, a m i c a s a d o n d e m e e s p e r a la r e p r e n s ió n
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m i pa dre, el reproche
d e mi m a d r e
y
in c o m p r e n s ió n d e m i s h e r m a n i t o s . El hijo varón también se ha retrasado, pero las voces reprobatorias se dirigen sólo a ella. La cena se le hace amarga y no bien termina, corre : l encerrarse en su dormitorio. Esa noche llora un poco parque le duele el trato desigual. Pero no se arrepiente. Su protesta vuelve a expresarse con toda claridad: Si m e a s í g n r t ' n l o s d e -
la
beres de ga na rm e
f-
de
g o za r d e
la vid a
la lib e r ta d
de
ca m a
una
lo s h o m b r e s ,
c o m o e llo s h e d e
ta r d e .
Otro de sus personajes es una maestra joven que debe casarse dentro de r meses. Por casualidad sorprende a su novio en un engaño que ella considera imperdonable. Su confianza ha quedado destruida. Sin vacilaciones, rompe su compromiso. De nada valen ruegos, promesas y súplicas. La familia no puede comprender esa actitud. Las amigas encuentran inexplicable su proceder. Lo mismo les ocurre a sus compañeras de trabajo. Todos los que la rodean, hombres y mujeres, consideran que el matrimonio es la única finalidad que puede
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t~n.er la vida de ~na mujer. ~l, casamiento, según ellos, signífica para Ia mujer una solución económica y social. Represe~ta)a .e~tabilidad y, por ende, ]a respetabilidad. ¿Cómo puede admitirse que una muchacha sensata, invocando razones baladíes, pueda romper con su novio a un aso de la ceremonia nupcial? Ninguna persona "d;'juicio y discernimiento puede aprobar esa descabellada resolución. Los acerbos reproches de los suyos se 'renovaban cada día y no llevaban miras de agotarse. Al final se hicieron tan intolerables que la maestra tomó la decisión de separarse de su familia. Tre~enda decisión para esos años en que no se concebía que una mujer se evadiera de la tutela del hogar. Se trasladó a una casa de pensión donde ya~ían-2..tras veinte mujeres. Todas trabajaban y actuaban en la vida con entera libertad, como seres pensantes. No tardó en hermanarse con ellas. La calma fue volviendo a su espíritu. Esa noche miró hacia el porvenir con toda serenidad. Se sentía responsable de sus acciones, dueña de su personalidad. El libro M e l l a m o N i e b l a comienza con un cuento titulado M á s d i fí c i l t e r m i n a r d e v i v i r . Esta vez la protagonista no es una mujer joven, en pugna con los mayores, sino una mujer: ya madura, Se había casado casi adolescente, sin pensarlo mucho, porque una niña debe casarse. Tuvo una hija, se quedó sola y, de repente, cuando '"inenos lo esperaba, el amor llegó a su existencia. A destiempo vivió su apasionado romance. Fue muy feliz. Llegó a creer que para siempre. No faltó, empero, quienes se le cruzan con ceño adusto para vítuperarla. La hija y el yerno se enteraron por casualidadde lo que ocurría y reprobaron u conducta. Cuando invocó su felicidad, le manifestaron que mejor era ocultarla como algo vergonzoso. La pobre mujer se vio tíroneada por los más-encontrados sentimientos. Tenía que optar, porque así se lo exigían. La cabeza le daba vue tas, la angustia llegaba a ahoganla, Desesperadamente comprobó que para una mujer siempre es difícil la vida, tanto para empezarla como para terminarla. No todos los personajes deHerminia Brumana son muje-
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res. En el mismo libro cbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA M e l ~ m o N i e b l a encontramos un cuento titulado E l h o m b r e s i n s o m b r a . Es el caso del hombre que fracasó en el único verdadero amor de su vida porque no supo valorado cuando era todo suyo y prefirió desdeñarlo por burdos mariposeos creyendo alcanzar con ellos la talla de un Don Juan. Es el clásico hombre de la primera mitad del siglo, par~ quien la mujer siem re OC3>a una p~ición subalterna. Esta convencido de que sus caprichos de varón tienen la máxima. importancia. Piensa que puede man~mpunemente 1(\1: sentimientos femeninos porque considera que él siempre tendrá la pri;;-ac~n toda situación que se presente. Cuando la esposa termina por hartarse de tanta humillación y, al final, pone ~l?a ~ un3 valija y se va, él comi~nza por ~acerse el indiferente y quiere suponer que el capricho podra durar un par de días. Luego todo seguirá como antes. No tarda en convencerse de que el abandono es definitivo. Entonces pretende juzgar cínicamente su situación. ¡Se había liberado! Pero la verdad era que no sabía qué hacer con esa libertad. Se había convertido en un pobr~ombre, solo, abandonado. Un ho~sin sombra,-como en el cuento de su infancia. Muchas veces son niños los que aparecen en los cuentos de Herminia. Niños que deben enfrentarse tempranamente con la vida Ay hacerse hombres antes de tiempo, que asumen responsabilid'ades de adulto porque a eso les obliga el ~esamparo en que han quedado los hermanitos y la madre viuda o abandonada. Tampoco faltan los hombres jóvenes, rebeldes por apego a la justicia, que no vacilan e~ arriesgar su libertad y hasta su vida en defensa de sus Ideas.
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LA
ENSAYISTA: "
UESTRO HOMBRE"
Como ensayista, Hermínía Brumana se impuso ampliamente en nuestras letras. Demostró la seguridad de su pensamiento desde sus primeras obras. Alcanza su maestría en C a r t a s a l a s m u i e r e s a r g e n t i n a s y en A B u e n o s A i r e s l e fa l t a u n a c a l l e para culminar en N u e s t r o h o m b r e . Ya nos ocupamos con bastante amplitud de, C a r t a s a l a s m u i e r e s a r g e n t i n a s , cuyas páginas encierran la posición de combate de nuestra escritora. A B u e n o s A i r e s l e fa l t a u n a c a l l e es una recopilación de ensayos de carácter histórico, donde aparecen hechos y figuras no siempre recordados por la historia escolar con el relieve que merecen. La misma autora señala su propósito de reunir "cosas de nuestra tierra a través de pequeñas y sencillas glosas, guiada principalmente por mi ya señalado afán docente'.' En N u e s t r o h o m b r e , nada menos que un largo estudio -el primero escrito 'por~mujer argentina- sobre M a r t í n F i e r r o , un vo umen de 3 0 7 páginas, Herminia Brumana puso )0 mejor de sí misma. Allí encontramos la síntesis de las ideas / por las cuales luchó desde jovencita. Corresponde aclarar, en primer término, que nuestra escritora de ningún modo se propuso realizar una labor de interpretación erudita, pretendiendo explorar las profundidades sociológicas del poema. Hemos recordado, más de una vez, que Herminia siempre evitaba las actitudes profesorales y jamás invadía terrenos que consideraba fuera de la órbita li-
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teraria y didáctica. Su extenso trabajo sobre cbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA M a r tín F ie r r o es la obra de una mujer argentina, de una maestra que anhela poner el poema al alcance de todas las mujeres de su tierra. Desde el principio se apoya en una rotunda afirmación: "Las' mujeres argentinas deben conocer el libro M a r t í n
Porque naides toma a pechos el defender a su raza; debe el gaucho tener casa, escuela, iglesia y derechos.
F ie r r o ."
Insiste en que es deber ineludible llegar al conocimiento de Ias cosas nuestras y les recuerda a las mujeres con tono conjuratorio: "El conocimiento de nuestra tierra en su pasado es obligación inherente a toda argentina, porque solamente sabiendo cómo fuimos podremos presumir lo que seremos." Es Ia preocupación didáctica de Herminia Brumana que rara vez deja de aparecer en sus escritos. La autora quiere que las mujeres tengan de la obra un "conocimiento intenso, profundo, realizado con amor ... ".Ay para eso, para adquirir la conciencia de nuestra nacionalidad, es necesario que el libro de Hernández se convierta, en cierto modo, en nuestro libro de cabecera. Debemos leerlo porque M a r t í n F i e r r o es "el documento vivo del arquetipo gaucho" y en él alienta un ideal de justicia no realizado todavía y que debemos hacer nuestro. . Una vez sentadas las razones que ~a impulsaron a emprender eSe trabajo, Herminia ~~umana comienza metódicamente su exposición. Se inicia con el estudio del héroe, su condición de gaucho y lo que esto implica, su lenguaje, con tanta raíz hispánica, su idiosincracia, su filosofía, su concepto de libertad y de justicia, su conocimiento de las faenas rurales de aquella época. y luego de haber analizado las circunstancias del poema V ras andanzas del protagonista, hace suya la posición de Hernández en L a V u e l t a . . . y se enfrenta de lleno con el m a n d a -
y es a la mujer criolla a quien se dirige Herminia Brumana para cumplir ese mandato: "En nuestro país nada se ha hecho todavía. ¿Por qué no habrías de hacerla tú, elemento nuevo que entra en el panorama actual del mundo, con un sentido más humano que el que tuvieron hasta ahora los hombres, ocupados en nacer el cauce sin preocuparse por la calidad que habría de colmarlo?" Al enarbolar el m a n d a t o d e M a r t í n F i e r r o , nuestra e s critora lo hace con toda la clarividencia de quien conoce la materia que manipula. De ningún modo está dispuesta a extraviarse por los cómodos atajos de una seudotradición. Lo dice con toda claridad: -
"Este llamado a la tradición que se hace en estas páginas no consiste en querer retrotraer tiempo o distancia y adoptar de nuevo chiripá, rancho y trenzas."
De guía le servirá la estrofa del poema que coloca como epígrafe:
Ella quiere valorar las auténticas virtudes de nuestro pasado, proyectándolas hacia el porvenir: "Hay una filosofía martinfierresca que consiste en aclarar las cosas llamándolas por su nombre. Aprendámosla, para vo]ver a la tradición en la palabra firme, el trabajo alegre, la cordialidad amplia, el desinterés, el respeto a la jerarquía de capacidad." y glosando el programa encerrado en la escueta enumeración de la estrofa citada, vuelve Herminia Brumana a encontrarse con temas que le son caros. En primer lugar: la casa. Evoca la pobre morada del gaucho, el rancho. Pero ¿acaso fue mucho mejor la vivienda del inmigrante? Y recuerda: "La casa del colono fue oscura,
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M a r tín
F ie r r o .
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sin confort, más bien refugio' para el mal tiempo que lugar de intimidad o de ternura". Esas construcciones eran sórdidas, las paredes sin revocar, sin vidrios las puertas, mal pintadas las maderas, con gallinas cluecas en los :rincones. "Dentro, la cama grande, que tuvo sábanas limpias cuando nació el primer hijo. Después, grandes y chicos -y hasta las mujeres-, se resignaron a dormir sin sábanas." Nuestra escritora se subleva contra esa mezquina manera de vivir y hace un ferviente llamado a las mujeres argentinas para que unan sus esfuerzos a fin de obtener cambios decisivos: "Medítalo y procura el cuarto propio, la casa propia, la tierra propia para quien la trabaja.A Y entonces podremos hablar de la cordialidad que es menester femenino por excelencia." Después de la casa viene el reclamo de la escuela. Esa escuela que debe cbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA educa r a l sober a no. Aquí se alza la voz de la maestra para hacemos escuchar una vez más sus principios educativos. Insiste en las condiciones básicas que ha de reunir toda escuela primaria y nos recuerda que allí la primera preocupación debe ser el desarrollo armonioso del ser humano. Vuelve a afirmamos que todas las materias educativas son igualmente importantes porque todas "convienen a nuestro temperamento y templan el espíritu aplomándolo, y son las que lo fortifican dándole el seutido de la vida que sabe enfrentar a la muerte, renglón descuidado en nuestra escuela actual". Esa escuela ha de ser: "Escuela de la afición por la lectura y el gusto por las artes, y donde se vuelva sobre todo a la música a la que nuestro gaucho era tan afecto y que se ha hecho hoy materia excepcional, aislando así al pueblo de una fuente de belleza donde acudía otrora con verdadera pasión." Cuando esa escuela formativa entre en acción, logrará que los educandos vivan más intensamente y se convertirá en "lu-
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gar de grata comunidad, de acercamiento entre seres de la misma época, donde la estrella orientadora sea la solidaridad humana". .., Pero la sola institución no lo es todo "Necesita la escuela de Martín Fie ro un maestro que más que el orgullo de su profesión sienta la responsabilidad de su oficio." Ese personal enseñante ha de conocer el medio rural en que actúa para poner de relieve todo lo que en él encuentre y anular de ese modo los aspectos negativos que se presenten. Son cualidades indispensables "tener gran personalidad y profundo sentido de la vida, para que el desaliento no turbe la paz indispensable al ejercicio del magisterio". Debe el maestro saber que "la libertad y la justicia no son mitos para adorar sino realidades para practicar". La libertad debe respírarse y la justicia debe hacer imposible la caridad social. Recordemos aue una de las cosas que Hermínia Brumana rechazaba con toda su alma era la fa l s a v i r t u d d e l a c a r i d a d . Es como si hubiera hecho suyas las palabras de ElIen Key: "La filantropía es incienso quemado en la boca de una cloaca". Luego de la casa y la escuela; Martín Fierro pide iglesia y derechos para el gaucho. La autora nos recuerda que el gaucho no aceptaba dogmas y su espíritu rechazaba una iglesia que pretendiera ímponérselos. Poseía, empero, el sentido del bien y del mal y conservaba ciertas reglas morales recibidas del catolicismO por sus antepasados. Creía en Dios, respetaba la cruz y veneraba a la Virgen y a 10S Santos. La muerte y el más allá 10 impresionaban y lo hacían cavilar. Herminia piensa que esa "raza de hombres que saben llegarse a Dios sin intermediarios, y que le ofrendan el homenaje cotidiano de su trabajo y su virtud, atraídos por su misericordia y jamás amendrentados por su venganza", más que un credo cerrado e intolerante, reclama "la conservación
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de la luz que dluminandn su .espíritu le haga ver que hay algo. sencia física del volumen, en lujosa impresión o en edición más que [a materia perecedera, y un lugar para su comunión popular, "sino en espíritu, no leído con ojos solamente o reciespiritual, un lugar donde juntos disfruten de la belleza de tado de memoria, sino masticado, rumíado, por usar términos sentirse hermanos en el bien, donde se alienten ideales nobles, gratos a él. Porque el rancho se llueve, la casa se nueve, el donde se purifiquen las almas por el arte, donde se venere a palacio se llueve, cuando el paisano, el hombre o el rico que los' benefactores de la humanidad o sea los que más se han lo habita, vive para sí mismo, cercado en su egoísmo que le hace desentenderse de los otros". acercado a Dios, can sus obras de bien, como los santos; de Y vuelve la autora a pregonar el ideal del libro: verdad, como los sabios; de belleza, como los artistas, y de "Mejora las condiciones en que vive tu raza, trabaja para justicia, como los héroes". ella, vive para ella, aspira para ella y no se' lloverá tu rany así llegamos a la cuarta demanda de nuestro gaucho:cbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA cho, porque al lado del tuyo estará el del otro, tan macizo d e r e c h o s . Esos derechos tan discutidos, tan negados por los como el propio, tan seguro, tan amoroso también." mandones de todas .las épocas, ya es hora de que se proclaHerminia Brumana piensa que las estrofas delCBA M artÍ'r¡ men y ejerzan sin cortapisas. F i e r r o habrán de perdurar a través de los años y que su filoEl gaucho ya no vive en estado de abierta rebeldía. Ya sofía será estudiada "con la misma seriedad y acaso con más Se ha integrado a la comunidad y hasta ha sellado alianzas amor que el ciclo de Hornero, del Dante o Cervantes". con los g r i n g o s que, a su vez, se han ido acríollando. Y termina su largo y enjundioso ensayo con estas palabras No es que hayan terminado las arbitrariedades y los dirigidas al héroe gaucho: ' abusos de poder. Pero el pueblo ya ha tomado conciencia de "Quiero significarte solamente, que si he intentado gralo que le corresponde y ya no acepta los paternalísmos de anbar mis iniciales en el más humilde sobrepuesto de tu recado, taño. Exige 10 suyo. ha sido para testimoniarte el homenaje que, como mujer ar"Los derechos, para que interesen a una comunidad, para gentina, rindo a tu obra de verdad, de belleza y de bien." que procuren el bien general y perduren, han de 'ser amasados desde abajo", nos dice Herminia Brumana. Y añade: "El goce de los derechos ha de basarse más que en la ley, en la costumbre".A ¡ No significa esto que deba prescíndirsa de la legislación, sino que :las prescripciones legales justas acaban por hacerse carne en el pueblo y son practicados por éste como otras buenas enseñanzas recibidas desde la cuna. Herminia nos recuerda las palabras de Martín Fierro: No se ha de llover el rancho en donde este libro esté. . . Y aclara que esa afirmación no se refiere tanto a la pre-
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En 1932 Herminia Brumana dejó de pertenecer al Magis-A terio bonaerense. Desempeñaba desde 1930 el cargo de vice-CBA de la escuela n? 10 de Sarand(partido de Avellane/ C!11,ttlirectora da, y allí recogió la casi totalidad del material que utilizó en cbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA T i z a s d e c o l o r e s , su más acabado mensaje como maestra. Sus años de servicios le permitieron r~irarse con media jubilación, magra recompensa para una maestra de su talla. Pero iba a seraueña e su tiempo. Todos los cargos que le confiaron fueron desempeña os por ella con honradez ejemplar, sin distraer un solo minuto de su horario en asuntos personales. Se entregaba a su lª-bor de esc . ora cuando lograba conquistar una pausa en sus obligaciones de madre, esposa y maestra, robando siempre horas al descanso. De modo que el retiro de la escuela le dejó libres 'las mejores horas de la jornada. Entre 1932 y 1939 aparecieron los tres libros más impor tantes de Herminiª Brumana. El primero fue el ya citado T i z a s d e c o l o r e s , que encierra lo mejor de su pensamiento de maestra. En 1936 se editi en Chile C a#tls a l a s m u j e r e s a r g e n t i n a s , donde afirma su posición de mujer en lucha contra los prejuicios y las opresiones. En 1939 py]:;¡licóN u e s t r o h o m b r e , magnífico ensayo sobre Martín Fierro, auténtica expresión de argentinidad. En esos años también se produjo una sensible mejora en la situación económica del hogar. Por cierto, el matrimonio
formado por Herminia Brumana y Juan Antonio Solar¡ nunca supo ]0 que era la riqueza. Como llevaban una vida ordenada y austera, exenta de toda vanidad, bastó un leve aumento en los ingresos para que pudieran darse los únicos lujos que ambicionaban: libros, espectáculos y viajes. Nuestra escritora fue llegando a la plena madurez de su personalidad. Sin embargo, pese a todo, Herminia añoraba la escuela. Le hacía falta enseñar. -En 1941 el Consejo Nacional de Educación tuvo el acierto de confiarle un cargo en la Escuela para Adultos n? 6, en la misma ciudad de Buenos Aires. Pese a una arbitraria y pasajera cesantía impuesta or un tal Olmedo después de los sucesos del 4 de junio de 1943, Herminia trabajó en ese establecimiento hasta su muerte, acaecida de 1954. La escuela estaba situada en la calle Fitz Roy 171, no muy lejos de la Chacarita. Emma Barrande u califica el lugar de "barriada sin pretensiones". Las alumnas eran de extracción mo esta y concurrían a los cursos movidas por diferentes razones. Algunas deseaban sinceramente adquirir nuevos oonocimientos que las pusieran en condiciones de asumir tareas remunerativas. Otras veían en esa diaria asistencia a clase un paréntesis en las tareas domésticas, un justificado pretexto para salir de casa y cambiar de horizonte. La creación de esos cursos de capacitación para la mujer respondían, al menos en parte, a las exigencias del momento, puestas en evidencia por los sectores que siempre habían bregado por la emancipación femenina. Por supuesto, no siempre se llegó a comprender el papel que debía eorresponderles en ese paulatino advenimiento de la mujer en todos los aconteceres de la vida cotidiana. Mucho personal designado carecía de la necesaria comprensión del problema y la clases se limitaban a funcionar de manera rutinaria y opaca. La escuela n? 6 fue una notable excepción. Estaba dirigida por una maestra que ponía u n c i ó n r e l i g i o s a en sus actos educativos, MEía J. Varel de Méndez Calzada. y para fortalecer esa voluntad dirigida hacia el mejor cumplimiento de
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la empresa docente, la directora contó nada menos, que con escuela primaria. En Avellaneda le tocó enfrentarse con una la presencia de Hermínia Brumana. Nunca pudo borrarse la infancia sufrida, en la que imperaba la orfandad moral y la impresión que le produjo el primer encuentro con la maestra miseria física. Esa [abor le dejaba un dejo de amargura. Ahoque llegaba precedida de su fama de escritora. Catorce años ra se encontraba con un gmpo de muchachas anhelosas de después recordaba con emoción "una figura hermosa recormejorar su nivel escolar, ávidas de abrirse horizontes, deseosas tándose en el vano de la puerta de nuestra escuela, la dulzude ganarse la vida porque empezaban a comprender lo imra de su voz, Ia luminosidad de sus ojos, el señorío de unos portante que es adquirir cierta independencia económica. o gestos, la limpidez de un alma, el magnetismo irresistible de todas tenían personalidad definida, pero habían llegado a la una personalidad extraordinaria y el regalo infinito de una edad en que se puede descubrir el mundo más allá de las maestra magnífica". paredes del hogar. A Herminia le correspondía dictar tres veces por semana De inmediato se entendió muy bien con María J. Varela una asignatura llamada ~ráctica de escritorio". Esa denode Méndez Calzada -la llamaba directora "gaucha"- y no minación produce, con toda evidencia, cierta perplejidad. No tardaron en introducir algunas innovaciones de importancia. nos imaginamos a nuestra escritora entregada a menesteres Por ejemplo, l~ compra de un fonógrafo en un remate del oficinescos. No cometamos, empero, el error de prejuzgarcbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA y, Banco Municipal para que la música entrara en la vida de la sobre todo, no olvidemos qué clase de maestra era Herminia escuela.A Brumana. En sus clases Hermínía se ingeniaba para introducir teConviene recordar, ante todo, que el nivel de la enseñanza mas de actualidad. Se producían comentarios, se entablaban en esas escuelas era muy elemental y no se pretendía llegar diálogos, se valoraban las opiniones. Las alumnas comenzaron en ellas a ninguna especialización profesional. Hermínía se a manifestar sus ideas sin cohibiciones. La maestra se afanaba ocuparía en ejercitar a sus alumnas para que lograran buena por despertar anhelos de superación en todos los terrenos. No ortografía y mejor redacción. Les daría, además, nociones muy tardaron las niñas en ver en ella a la amiga mayor, respetada sumarias de contabilidad y les enseñaría la mejor manera de y querida. Entonces se (:lbrieron_CQnfidencias,Je plantearon archivar papeles que deben ser conservados. sus problemas, le confesaron sus ambiciones, le pidieron conCon esos conocimientos, bien impartidos y bien consosejos. Hasta llegaron a someterle algunos asuntos hogareños. lidados, cualquier maestra podía considerar cumplido el traHerminia se fue dando cuenta de que la mayoría de bajo que le habían encomendado y quedar satisfecha. esas niñas ape~ conocía lll:ciuC4tdy rara vez franqueaba los Pero Herminia Brumana había llegado a esa escuela con límites de su barrio. Como complemento de su labor educaotro propósito, mu bien definid poL-Emma Barrandeguy: tiva comenzó a organizar excursiones eriódicas con sus "chi"Traer a escuela lo que sucedía en la calle, llevar al hocas". Procedió con método, trazando un plan para cada sagar de cada alumna cl ecJL.del mundo". lida. Fue así como maestra y alumnas pasearon por el centro Eran pocas las maestras que podían llegar a esa clase de de Buenos Aires, recorrieron el puerto, visitaron el Correo Centrabajo tan bien preparadas como ella. Sus años de lucha tral La Biblioteca Nacional el Teatro Colón y el Teatro Cercomo maestra y como mujer la habían puesto en condiciones van~es, llegaron a la: Boca' y se detuvieron en e~,estudio de de captar inmediatamente la índole de su labor. Para ella era Quinquela Martín. Más adelante viajaron a LUJan y a La una experiencia nueva. Siempre había trabajado con niños de Plata para conocer sus museos. No quedó lugar interesante en I
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Buenos Aires y sus cercanías que no diera motivo a una alegre excursión. Hasta los domingos eran destinados a esos paseos altamente educativos. Volvían de ellos tonificadas y dispuestas a realizar nuevas empresas de esa índole. La actividad cultural de la escuela, en casi todos sus aspectos, cayó naturalmente dentro de la órbita de Herminia Brumana, aunque ésta nunca asumió un papel preponderante y prefirió entregar su ilimitada colaboración como una contribucíón al esfuerzo común. Sólo en una circunstancia aceptó ~n car o dir cti o. Fue cuando tuvieron la feliz idea <re'confiarIe la organización de la "biblioteca" de la escuela con el calificativo de presidenta e la misma. Aunque 1e decían "biblioteca", y hasta llevaba el nombre de Calixto Oyuela, sólo se trataba, en realidad de un amontonam~-¿e volúmenes obtenidos más por donación que por compra. E~~ donaciones provenientes de limpiezas generales que se hacen de vez en cuando para descartar 10 que ya no se usa. Herminia puso inmediatamente manos a la obra. Sus alumnas la secundaron en la tarea. Hizo un recuento de libros y comenzó por agruparIos en secciones. Luego buscó la manera de enríquecerj el ~~liográfico. No tardó en habilitar una pequeña sala de lectura y, más adelante, promovió debates acerca de los libros leídos. Eran algo así como mesas redondas en las que se trataba de lograr el mayor número de participantes. De ese modo la pequeña biblioteca comenzó a vivir. Esta experiencia le sirvió mucho a Herrninia Brumana cuando, algunos años después, intervino en la organización de la biblioteca de lª-....SociedadArgentina de Escritores, tarea en la que también COOpefaronsus a umnaS:-Hermínía era feliz ejerciendo la docencia en esa forma. o tenía pereza para atender las múltiples consultas que se le hacían. Jamás dejaba sin respuesta las cartas que recibía. Cuenta Emma Barrandeguy que inició con ella correspondencia desde su Gualeguay nativo: "Y Herminia nos contestaba
Muchas veces incitaba a sus corresponsales a ir a Buenos Aires y se ofrecía como guía. Les daba consejos prácticos, muy dentro de su manera de ser, como el de traerse unos zapatos viejos para andar con más comodidad por la calle. Emma Barrandeguy señala que la raíz de su personalidad estaba 'en ese preocuparse, en ese interesarse por quienes le pedían consejos: "Todo era para ella problema con posible ,( solución. No desdeñaba ninguna perspectiva. Ningún rasgo donde adivinara interés, deseos de conocer, la encontraba indiferente. Era la maestra que todos habíamos soñado tener. Nunca fatigada, nunca desilusionada, aun cuando luego haya-A mos sabido que tuviera momentos difíciles, nunca los dejó traslucir sino luego que se hicieron acrisolada experiencia". Fue en 1951 cuando la Sociedad Argentina dLEscritores reso vió or anizar su biblioteca. Para cumplir ese propósito designó una comisión formada por Herminia Brumana, Miguel Alfre~o Olivera, Julio Noé y José Edmundo Clemente. En realidad se trataba e una biblioteca_inexiStente y lo - primero que correspondía era formarIa. En 1959, con motivo de la aparición de lascbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA O b r a s c o m p l e t a s de Herminia, Olivera rememoró para L a N a c u n i algunos pormenores de aquella tarea en cuyo cumplimiento Herminia y él fueron los verdaderos artesanos. Julio oé "era una presencia ausente que a menudo se hacía notar can el @vío de una ristra de libros" y José Edmund Clel!l.e!llil "fue uien nos dio la base técnica indispensable para la organización de la biblioteca". Era la primera vez que se encontraban Herminia y Olívera. Este dirá más tarde que tuvo la singular fortuna de conocerla. Los dos escritores tomaron muy en serio su tarea de remover volúmenes apilados a la buena de Dios, quitarIes el polvo, remendarlos cuando era menester, ordenarlos en sus estantes y llenar la ficha correspondiente. Todo de acuerdo
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con paciencia y claridad, con su letra grande y alta. Nos indicaba libros, Tampoco libros demasiado rigurosos. Algunas novelas, Romain Rolland, Rafael Barrett, Sabía dosificar nuestro interés para no cansamos".
I
con la instrucciones entregadas
por Clemente.
Olivera evoca
aquellos momentos: . "Me parece que la veo, cordial, alegre, sencilla, rodeada de discípulas que por afecto Ay admiración a ella, nos ayud,aban en aquellos gratos menesteres, por entonces entre domes-CBA d estar tic os y serviles. Era precisamente aquella sensación e cbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA lezrí " s i r v i e n d o la que nos producla mayor a egna. . Ese trato diario, ameno, familiar, sin protocolos, sm so13. IRRADIACIÓN DE LA OBRA DE HERMll'<IA BRUMANA lemnidades, era el más apropiado para que Oliver~ .lleg~ra a un conocimiento cabal de la personalidad de Her.~llma ~I~~ o apreciar en toda su hondura el canno qu A través de las páginas precedentes hemos podido apremana. Pud 1 l·d d profesaban las alumnas que la secunda?an y . ~ so I ez e esa ciar la rara calidad humana de esta singular maestra y escrirelación de maestra a discípula. De ahí su. JUlCIO: tora que fue Herminia Brumana. Cabe, sin embargo, insistir "Si como mujer tuvo siempre el sentido de la responsaen algunos rasgos suyos que ayudarán a valorarla todavía más. bilidad, y como maestra la cabal noción de su apos~olado, coLa hemos visto combativa cuando era menester que lo mo escritora ostenta el decoro de los buenos. Ell.a slem~re sufuera, inflexible en su lucha contra el prejuicio, la rutina y , , h que ha perdIdo la infame po esperar, con mas razon a ora, la intolerancia. Sincera consigo misma y con los demás. La entereza de su carácter, empero, iba acompañada de una pronoción del tiempo." funda ternura que se manifestaba en el amor que prodigaba a los suyos, en el constante afecto hacia los amigos y en una generosidad sin límites para cuantos recurrieran a ella en busca de apoyo. En todo momento fue el p a ñ o d e l á g r i m a s que buscan los necesitados de consuelo, consejo y orientación. Nunca mezquinó su tiempo, aunque le resultaran cortas las horas de que podía disponer para su labor literaria. Jamás se negó a colaborar en las empresas culturales que acudían a ella. Su voz siempre se oía en defensa de los derechos humanos. La vemos destacarse en todo momento como una mujer fundamentalmente seria,' responsable, de una pieza, leal en su conducta. En todas las etapas de su vida fue valiente, generosa y noble. Su c~(!ter acogedor. hizo que despertara innumerables simpatías y cultivara amistades fieles en todos los sectores sociales que frecuentó. »Ó r
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Mantuvo siempre una cordi 1 amistad con Alfonsina Storni, e si diez años mayor que ella. Las dos escritoras rebeldes coincidían e~ reivindicaciones femeninas. En una de sus misivas, muy al comienzo de la relación, Alfonsina comienza diciéndole MicbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA a m i g a . Y más adelante le insiste: T e n e - CBA m o s q u e s e r a m i g a s . En otra misiva, posterior, adopta un tono maternal para decirle Mi n i ñ a m u y q u e r i d a . No se veían con extraordinaria frecuencia, pero se entendían muy bien. Es posible que se encontraran de tanto en tanto en la P e ñ a del café Tortoni. Desde sus primeros escritos Herminia conquistó lectores tanto de uno como de otro sexo. Al comienzo se circunscribían a su radio de acción, un tanto limitado. Más adelante, cuando sus artículos aparecieron en publicaciones de gran difusión, ese círculo se amplió extraordinariamente. Se la leía y se la comentaba, en la capital y en las provincias. Los grupos que compartían sus ideales seguían de cerca su labor. Muchos le escribían para comunicarle sus sentimientos" Era como una mezcla de amistad, cariño y admiración. /" No pueden asombramos las manifestaciones generales de pesar que se produjeron cuando ella murió. La autenticidad de ese dolor hizo que la consternación del primer instante fuera reemplazada por un deseo vehemente de recordarla en sus mejores momentos, de rememorar sus más importantes declaraciones, de poner de relieve sus más altos ideales. Había que mantener viva la presencia de esa mujer y maestra excepcional. Poetas y prosistas comenzaron su labor. En dos estrofas de una elegía de Carlos Arturo Orfeo encontramos condensada su actitud frente a la vida: Supo darse lo mismo que la fuente, madre de todo aquel que en ella bebe; como el arroyo que entre piedras pasa, igual que el árbol que nos da sin tasa su verde en el paisaje, su fragancia, su protección, su sombra, su madera. 80
Tuvo la mano siempre abierta y pronta A ~ ~ : /, "'0 o para damos un rumbo, o una caricia. ~ ..~ Mas esa misma mano bienhechora Ú J Il.,~ tuvo el índice firme que señala al traficante tránsfuga que ernbauca, al que la clara vida tergiversa, al que todo en su trama mistifica. Susana Esther favor 'de~la paz:
Soba 'la pinta
evocando sus prédicas
en
Así te veo destrozando espadas, capitana de arado y labrantío, acaudillando colmenar y sueños, sobre la tierra al fin del campesino. José Rodríguez Tarditi la recuerda en estos términos: "NaciÓ maestra, para enseñar, para educar, para decir t, las sencillas verdades que se callan por cobardía o por conveniencia. .. ¡Cuántas verdades llenaron sus páginas! Páginas de una mujer audaz, con la santa audacia de los espíritus resueltos, que hacen de la vida un ideal. Y el ideal de Herminia Brumana fue el de la redención de la mujer, liberar\ la de prejuicios anquilosados, colocarla en un plano de igualdad e identidad con el hombre, como su compañera y no su esclava." No podían faltar las palabras de su viejo amigo, el inspector Juan Francisco Jáuregui: "Nada supera a la ternura y al concepto de su misión, porque Herminia no tiene alumnos, sino sus c r i a t u r a s , sus c h i c o s . ¡Cuánta ternura atesoraba para sus chicos! Y para todos los que sufren. ¡Ah, los textos de moral! ¡Ah!, las pedagogías áridas, por científicos, que encasillan y miden los eSpíritus infantiles, puramente cerebrales, fríos y secos, como polvo seco. A todos los supera P a l a b r i t a s y T i z a s d e c o l o r e s , porque fueron escritos con el corazón y el cerebro. ¿En qué
1
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,:!
I
hontanar se sumergió su' alma para nutrírla :de tantos dones y sacrificarse por el bien de sus chicos?" . Indalecio Prieto la conoció en México y' -la calificó de "mujer realmente extraordinaria". Para Rufino Blanco- Fombona, su audaz inconformismo, su sinceridad frente a la vida zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA la definen como una auténtica antí-Babbítt, ' La escritora mexicana Julieta Carrera se ocupó de ella en su libro cbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA E n A m é r i c a l a m u j e r e s c r i b e . Analizó sus obras, señaló el sentido social de su labor y dio el calificatívó'<cer~ro:
14.
HOMENAJES
POSTREROS
<
"Comprensión, exactitud y fuerza: he aquí las tres cualidades más visibles de su labor literaria." La uruguaya Elizabeth Durand encuentra que "lo más hermoso, en la vida de esta mujer, es que vivió como escribió. Su literatura, no era para adorno. Se imbricaba con su magisterio y con su vivir". "Enseñar -dice Sara del Carmen Ugazzi- es privilegio de muchos; llegar al alma de un niño, conquistarlo plenamente, virtud de muy pocos, de los elegidos. Herminia. fue, de ellos." Delio Panizza le dedicó una larga semblanza y la definió en esta estrofa: Fue un jardín hecho ser; una armonía de realidad, de ensueño, de neblina ... ; amiga de la flor y de la espina, amiga del dolor y la alegría.
,
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.,."
Herminia Brurnana murió el 9 de enero de 1954. Había dispuesto que sus restos fueran cremados. El poeta Germán Berdiales nos lo recuerda: Porque tal fue su voluntad expresa, ya el cuerpo es copo de ceniza blanca, pero el alma que en él estaba presa y de ese modo su envoltura arranca dando muestra final de la entereza . que hiciera de su alma una palanca, el alma quédase en la letra impresa como dice el Rector de Salamanca. En ese mismo año 1954 se publicó el libro de 5ª"lof!lón Wapnir, P e r fi l y o b r a d e H e r m i n i a B r u m a n a , y el de Delio Panizza, S e ' m b la n za d e H e r m i n i a C. B r u m a n a . o tardó en formarse la agrupación "Amigos de Herminia Brumana" y uno de sus primeros actos fu~instituir el Premio Herminia Brurnana que se otorgó durante tres años consecut~os. En 1955 fue obtenido por Susana .Esther Soba con su trabajo H e r m i n i a C. B r u m a n a , u n a r q u e t i p o . En 1956 lo recibió Sara del Carmen Ugazzi por sus C o n c e p t o s d e H e r m i n i a C. B r u m a n a s o b r e el d e b e r d e l m a e s t r o e n l a e s c u e l a y l a s o 133
c i e d a d : zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA En 1957 la gan~dora fue Emma Barrandeguy con P e d a g o g ta
h u m a n A . y s o c i a l d e AH e r m i n i a
Bruma na .
Los tesoneros esfuerzosde lo~ Amigos" lograron dos importantísimas publicaciones. En 1958 salieron las O b r a s c o m p l e t a s de Hermínia, en un volumen de 800 páginas, copilación y prólogo de José Rodriguez Tarditi. En 1964 apareció I d e a r i o CBA y p r e s e n c i a d e H e r m í n i a B r u m a n a con numerosas fo' tografías. A continuación de la selección de pensamientos de nuestra escritora, se incluyen los tres trabajos premiados de Susana Esther Soba, 'Sara del Carmen U gazzi Emma Barrandeguy. uego iguran unas paginas e ose Rodríguez Tarditi que datan de 1956, H e r m i n i a C. B r u m a n a , e s c r i t o r a y m a e s t r a . Siguen escritos de Salomón Wapnir, DeHo Panízza, Juan Francisco Jáuregui, Indalecio Prieto, Elio C. Leyes, Elizabeth Durand, María J. VareIa de Méndez Calzada, F. Ferrandíz Albornoz, Rufino Blanco-Fombona, Julieta Carrera y Germán Berdiales.· . En todo el país se le fueron rindiendo homenajes. Calles y escuelas recibieron su nombre. -Pero "esa entereza / que hiciera de su alma una palanca" ha quedado encerrada para siempre "en la letra impresa", para seguir siendo norte de maestros y de todos los que anhelan un mundo regido por la paz y la justicia. .
B IB LlO G R A F IA SALQMÓN 'vV APNlR:
E s c r ib e
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L ib e r ta d
(Selección de cuentos),
íNDICEA ,
zyxwvutsrqponm
PACo
l.
Palabras
preliminares
2.
Infancia y adolescencia
3.
Comienzos en Pigüé: "Palabritas"
13
4.
Etapa
20
5.
Rebeldía:
6.
"Cartas
7.
La escuela renovada:
8.
La maestra en acción: "Tizas de colores"
9.
Cátedra
formativa
.........................
9
..................... .........
"Cabezas
7
de mujeres"
25
a las mujeres argentinas"
31
"Mosaico"
de vida
39
l .
•
•
46 •
•
•
•
•
•
•
• •
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..
53
10.
La cuentista
11.
La ensayista:
12.
Últimas actividades
13.
Irradiación de la obra de Herminia Brumana
79
14.
Homenajes Póstunios
83
"Nuestro
hombre"
docentes
60 65 72
Bibliografía sobre Herminia Brumana
85
Obras de Herrninía
87
Brumana
ESTE
LIBRO
SE TERMINÓ EN
DE IMPRIMIR
ARTES GRÁFICAS
BARTOLOMÉ
U.
AMEGHINO
838 -
CHIESINO
BUENOS EL DÍA
12
DE
DE
LA DE
AIRES IOVIfu"\1:BRE
1974
EDICIÓN
1.000
S.
A.
AVELLANEDA
CONSTA
EJEMPLARES
nutridas en la verdad, la razón y una moral a cubierto de mesianismos y sumisiones denigrantes, A su permanente contribución periodística A y en centros culturales, esclarecedora y altamente inspirada, Marta Elena Samatán ha ofrecido, con modestia y consagración dignas de encomio, los frutos de una fervorosa y rica cosecha, de la que son pruebas, entre otras, sus 1 ibros "Cantos <le la vida diaria", "Educación familiar", "Campana y horario", "1,a obra educacional de Manuel Belgrano", "Penumbra", novela de 1966 y "Por tierras de Elqui", del año siguiente. Conocedora y Sa?;3Z estudiosa de la vida y obra de Gabriela Mistral -a la que estuvo vinculada familiarmente desde la infancia-, ha escrito sobre la gran poetisa chilena páginas y ensayos valiosos que culminaron con "Los días y los años de Gabriela Mistral", publicado en 1973 por Editorial Cajica, de Puebla, México. Hoy nos brinda, fruto de meditado estudio, honda comprensión e "H eridentidad de ideales y afanes,cbaZYXWVUT m in ia
Brurna na ,
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r e b e ld e " ,
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vida y veraz semblanza de otra mujer cuya existencia y prédica analiza en comunicativo estilo y singular versación, como justiciero homenaje a quien integra por derecho propio la pléyade de maestras y escritoras que en nuestra América dejaron huella indeleble y deben ser fuente de enseñanza e inspiración para las nuevas generaciones dispuestas a no desmayar en la incesante brega por la libertad, la verdad, la justicia y la belleza.
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