Glifos 23

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DIRECTORIO Secretaria de Cultura Alejandra Frausto Guerrero Director General del Instituto Nacional de Antropología e Historia Diego Prieto Hernández Coordinador Nacional de Centros INAH Joel Omar Vázquez Herrera

Encargada de la Coordinación Nacional de Difusión Rebeca Díaz Colunga Directora de Divulgación Mayra Mendoza Avilés Directora del Centro INAH Campeche Adriana Velázquez Morlet

Consejo editorial Luis Fernando Álvarez Aguilar Iván Urdapilleta Caamal Ana Patricia Figueroa Balam Verenice Ramírez Rosado Coordinación editorial Verenice Ramírez Rosado Marilyn Domínguez Turriza Marco Antonio Salazar Gómez Antonio Benavides Castillo Diseño Editorial Gabriela Margarita Ceballos Jaramillo

Glifos, año 7, No. 23, Marzo 2020, es una publicación trimestral editada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, Córdoba 45, Colonia Roma, C.P. 06700, Delegación Cuauhtémoc, Ciudad de México, www.inah.gob.mx, revista.glifos@inah.gob.mx Editor responsable: Adriana Velázquez Morlet. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No.: 04-2013-092013430700-203., ISSN: 2007-9451, ambos otorgados por el Instituto Nacional de Derechos de Autor. Responsable de la última actualización de este Número, Centro INAH Campeche, Gabriela Margarita Ceballos Jaramillo, Calle 59 #36 entre 14 y 16 col. Centro Histórico, C.P. 24000, Campeche, Campeche, fecha de última modificación, 9 de abril de 2020. Queda prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización del Instituto Nacional de Antropología e Historia.


ÍNDICE 4

Editorial Adriana Velázquez Morlet

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Semblanza. Arqueóloga Pilar Luna Erreguerena (22 de septiembre de 1944-15 de marzo de 2020) Rosamaría Roffiel

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Pilar Luna Erreguerena. (1944 - 2020) Adriana Velázquez Morlet

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Pilar Luna Erreguerena. Homenaje a una vida de pasión, entrega y amor a la arqueología subacuática Helena Barba Meinecke

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La luz del faro en el horizonte Diana Arano Recio Nueva visita a Chelemí, Campeche Antonio Benavides Castillo

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El carnaval de Campeche: Memorias de coronación Aarón Enrique Pérez Durán

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Laguna de Términos e Isla del Carmen, Campeche; una perpleja historia económica Luis Fernando Alvarez Aguilar


EDITORIAL Damos la bienvenida al año 2020 con el número 23 de Glifos, agradeciendo su interés y reiterando el claro objetivo de seguir compartiendo a través de nuestras páginas el gran bagaje cultural de Campeche, de México y de otras partes del mundo.

sus experiencias personales y profesionales al lado de la entrañable Pilar Luna, quien sembró en ellas el ímpetu por la investigación subacuática y por dar a conocer los “tesoros” que yacen debajo de las aguas y que dan cuenta de numerosas historias, que apenas comenzamos a conocer.

Esta edición inicia sus páginas con un homenaje póstumo por Rosamaría Roffiel a la Arqlga. Pilar Luna Erreguerena, mujer excepcional que se destacó por su labor como pionera en el campo de la arqueología subacuática en México y en el extranjero, por medio de su participación en numerosos proyectos, la gestión de leyes para la protección del patrimonio sumergido, así como en la coordinación de libros y la publicación de artículos, que dan cuenta de su pasión y entrega en este ámbito de la investigación arqueológica.

A continuación, en un viaje al pasado prehispánico, Antonio Benavides con su artículo: “Nueva visita a Chelemí, Campeche”, nos transporta a través de sus líneas a un recorrido por este sitio arqueológico del sureste mexicano, haciendo un recuento desde su primer registro en 1930 por Harry Pollock, pasando por el reconocimiento de Florencia Müller en 1960 y George Andrews en 1980, además de la visita de Lorraine Williams y Edmundo López años más adelante; hasta la primera intervención arqueológica en el año 1997, por parte del autor del artículo, en la cual fue posible definir los límites del sitio,

En este contexto, Helena Barba y Diana Arano, hacen lo propio con dos artículos que plasman

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así como consolidar y restaurar uno de sus edificios principales, que conserva elementos del estilo Puuc, y en donde se conservan importantes fragmentos de pintura mural, que han sido estudiados por María Elena Ruiz Gallut.

minos, la isla del Carmen en Campeche, en donde realiza un recuento de la historia de esta comunidad a partir de la perspectiva de su desarrollo económico, desde la época prehispánica hasta la moderna. Su relato parte de la actividad comercial de los grupos mayas (alfarería, sal y textiles), pasando por la ocupación pirata y la explotación del palo de tinte, del chicle y de las especies marinas, hasta llegar al petróleo, combustible cuya abundante presencia en la isla la llevó a ser nombrada como la “tercera reserva mundial de hidrocarburos”, aunque con ello se ocasionarían numerosos problemas sociales y económicos que hoy mantienen a Carmen, con una economía vacilante.

Enseguida, Aarón Pérez invita a leer “El carnaval de Campeche: memorias de coronación”, en donde nos lleva a una noche llena de emociones en torno a las carnestolendas campechanas de 1951 en el bellísimo Circo Teatro Renacimiento. Su crónica nos transporta a la velada de coronación de Neyra y Orlando, fiesta en donde prevaleció la fantasía, el color, la libertad y la espontaneidad, dejando de manifiesto una de tantas historias que envuelven a esta vieja tradición en donde el jolgorio y la camaradería de los campechanos se desborda hasta la actualidad.

Esperamos que sea de su interés.

Para cerrar esta edición, Luis Fernando Álvarez nos ubica en la región de la Laguna de Tér-

Adriana Velázquez Morlet.

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SEMBLANZA PILAR LUNA ERREGUERENA ARQUEÓLOGA 22 de septiembre de 1944-15 de marzo de 2020 Rosamaría Roffiel

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Pilar Luna Erreguerena nació en el puerto de Tampico, Tamaulipas, donde pasó sus primeros años de infancia y tiempo después la familia se trasladó a vivir a la Ciudad de México. Antes de estudiar la carrera de antropología, con especialización en arqueología, impartió clases de natación a niños y adultos, dedicándose también a niños con Síndrome de Down. Es egresada de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), donde obtuvo el título de Licenciada en Arqueología, y de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que le otorgó el título de Maestra en Ciencias Antropológicas. De 1974 a 1979 participó en proyectos de arqueología terrestre, destacando el del Templo Mayor en la capital mexicana, en el que le tocó descubrir el caracol de piedra rosa que se exhibe actualmente en el Museo del Templo Mayor y que fue la pieza principal de la exposición que tuvo lugar en el Palacio de Bellas Artes en 1980. A partir de noviembre de 1979, se dedicó por completo a la arqueología subacuática. Fue la principal promotora para la creación del Departamento de Arqueología Subacuática del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en febrero de 1980 –promovido a Subdirección en 1995– y ocupó su titularidad desde su creación hasta abril de 2017, dando prioridad a la capacitación de nuevos cuadros. Es reconocida nacional e internacionalmente como la pionera de esta disciplina en México. Participó en proyectos de investigación en este campo en diversas partes del mundo, entre los que sobresalen: la excavación de un barco de la época helénica y otro bizantino en Turquía; la excavación de la ciudad hundida de Port Royal, Jamaica; la investigación de un naufragio del siglo XVI en Highborne Cay, Bahamas; la búsqueda de La Gallega, una de las carabelas del último viaje de Cristóbal Colón en Río Belén, Panamá; y el Inventario de naufragios y sitios en las Islas Caimán. En el terreno nacional, dirigió proyectos en aguas continentales y marinas, correspondientes a las épocas prehistórica, prehispánica, colonial y moderna, siempre con un enfoque interinstitucional y multidisciplinario, y con participación internacional.

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El último proyecto que la maestra Luna Erreguerena coordinó fue el Proyecto Arqueológico Subacuático Hoyo Negro, Tulum, Quintana Roo, considerado como una de las investigaciones más importantes de México, gracias al descubrimiento del esqueleto femenino más completo recuperado en América, conocido con el nombre de Naia, y de un conjunto de osamentas de megafauna extinta del Pleistoceno tardío. Este descubrimiento fue incluido entre los diez más importantes del mundo en 2014 por las renombradas revistas estadounidenses Archaeology y Discover. El proyecto de Hoyo Negro fue elegido por el Foro Arqueológico de Shanghai 2017, de la Academia China de Ciencias Sociales, para recibir el “Premio Descubrimiento en Campo” (Field Discovery Award), entregado en diciembre de ese año. La Arqlga. Luna era miembro de varios consejos y organismos nacionales e internacionales. Fue representante de México ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), durante la elaboración del texto de la Convención sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático -aprobada en 2001, ratificada por México en 2006 y puesta en vigor en 2009-, y jugó un papel importante durante el proceso de ratificación de la misma. De 2009 a 2013 fue miembro del Consejo Consultivo Científico y Técnico para dicha Convención, representando a México como uno de los primeros veinte Estados Parte que ratificaron este instrumento jurídico internacional de gran relevancia. A lo largo de su carrera, coordinó libros, escribió numerosos artículos

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y capítulos de libros, presentó ponencias y conferencias, y concedió entrevistas de prensa, radio y televisión, en la República Mexicana y en el extranjero. Entre los principales reconocimientos que recibió están: Premio al Mérito de la Sociedad de Arqueología Histórica (SHA) de Estados Unidos, por su labor en la investigación, protección y difusión del patrimonio cultural sumergido de México (1997); Miembro Emérito del Consejo Internacional de Arqueología Subacuática (ACUA 2002); Medalla J.C. Harrington (2011), otorgada por la SHA, por “haber dedicado su vida y por sus contribuciones a la arqueología histórica y subacuática”, convirtiéndose así en la cuarta mujer, la primera latinoamericana y la segunda arqueóloga subacuática en recibirla, después del Dr. George F. Bass, considerado como “el padre de la arqueología subacuática en el mundo”. En 2012 recibió un reconocimiento por parte de la Embajada de España en nuestro país y en 2016 la SHA le otorgó el Premio al Mérito por su labor como promotora de la Convención 2001 de la UNESCO y de la ratificación de la misma, junto con las doctoras Dolores Elkin (Argentina), Toni L. Carrell (EUA) y Margaret Leshikar-Denton (Islas Caimán). Ese mismo año, la Sociedad Geográfica Española le entregó en Madrid el Premio a la Investigación. Pilar Luna fue una líder y una inspiración para muchos. Será recordada también por haber sido una infatigable luchadora en contra de los buscadores de tesoros y a favor de la defensa del Patrimonio Cultural Sumergido de México, pero, sobre todo, por su trato gentil, su generosidad y la nobleza de su corazón.

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PILAR LUNA ERREGUERENA (1944 – 2020) Adriana Velázquez Morlet

Durante las largas horas de preocupación que pasamos revisando el dictamen y esperando ser atendidas por el M.P., Pilar me contó de su amor por la península de Yucatán, y de sus primeros años en la arqueología excavando un chultún en la zona arqueológica de El Rey, cuando dos de sus trabajadores murieron a causa de la histoplasmosis generada por el guano de los murciélagos que vivían en el interior, y en donde también ella estuvo en muy serio riesgo de morir, al adquirir la misma enfermedad. Desde ese complicado episodio de mi primer encuentro con ella, Pilar regresó muchas veces a la península, y yo tuve el privi-

Conocí a la arqueóloga Pilar Luna por ahí de 1998, cuando el Dr. Enrique Nalda (†), entonces Secretario Técnico del INAH, le pidió que fuera a Cozumel, Quintana Roo, para hacer un dictamen sobre unas piezas prehispánicas extraídas de un cenote por personal del INAH y algunos buzos de la isla, las cuales les habían sido injustamente decomisadas por la autoridad municipal de entonces. Con la enorme generosidad que siempre la caracterizó, Pilar pasó varios días ayudándonos a convencer a un agente del Ministerio Público, que el grupo de buzos detenido ni era de saqueadores, ni las piezas iban a ser vendidas al extranjero. - 10 -


legio de verla y conversar en múltiples ocasiones. Compartimos reuniones para la salvaguarda del patrimonio sumergido, visitas a cenotes y cavernas, y muchas ideas sobre proyectos de investigación y conservación sobre la infinidad de bienes culturales que aún están por conocerse en la región.

ba de un hallazgo extraordinario, debido a la cantidad de restos óseos depositados al fondo de una enorme oquedad, pero sobre todo porque era claramente identificable un cráneo humano. Se trataba del yacimiento hoy conocido como Hoyo Negro, donde fue rescatado el esqueleto de Naia, uno de los ejemplares humanos más antiguos de América, así como una gran cantidad de restos de animales del Pleistoceno, la mayor parte de ellos hoy extintos.

Sin duda, uno de los momentos más importantes de mi larga relación de trabajo y amistad con Pilar Luna, fue cuando en noviembre de 2009 recibimos la comunicación del buzo Alejandro Álvarez, dándonos aviso del hallazgo de restos humanos y animales en un cenote ubicado al norte de Tulum. Desde que vimos por primera vez el video que habían realizado Alejandro y sus colegas, supimos que se trata-

Una vez que se organizó el proyecto, todos los años Pilar regresó a Tulum, a Campeche y a otros lugares de la península, para trabajar con su equipo de especialistas en un detallado registro y análisis de la caverna y su escondi-

jarse intimidar, la de seguir a pesar de las adversidades, y la de nunca dejar de investigar lo que resguardan las aguas, a veces tranquilas, a veces turbulentas, de los mares, las lagunas, los cenotes y las cavernas de México, porque como dijo en varias ocasiones, “nuestro patrimonio ni se vende, ni se subasta, ni se compra, ni se regala”.

do tesoro; tuve oportunidad de acompañarla durante el emocionante día en que se colectó el cráneo de Naia y compartí con el grupo los impresionantes resultados de una de las investigaciones de arqueología subacuática más completas que se han realizado en los últimos años. Cada plática con Pilar siempre estuvo llena de alegría y pasión por la investigación y la defensa del patrimonio sumergido; sus discípulos se quedan con una tarea inmensa, la de no de-

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Buena mar y mejores vientos, querida amiga”.


PILAR LUNA ERREGUERENA Homenaje a una vida de pasión, entrega y amor a la arqueología subacuática Helena Barba Meinecke 1

Muchos podemos reconocer esta letra recuperada del poemario Campos de Castilla (1912), de Antonio Machado, interconexa con la escrita por el catalán Joan Manuel Serrat, quien la musicalizara hacia 1969, o por lo menos aquellos que hemos rebasado el tercer y cuarto pisos con más de 30 ó 40 años de edad. Esta memorabilia la recupero a colación al ser referente musical que me unió a mi querida Pilar, uno de tantos recuerdos con los que hoy quiero rendir homenaje a una gran mujer que cambió mi vida y la de muchos, sin perseguir la gloria, más sí dejando en la memoria de todos, su canción. Diez años más tarde al estreno de esta melodía, se suscitaría el hallazgo, por parte de dos norteamericanos, de una

Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar. Nunca perseguí la gloria, ni dejar en la memoria de los hombres mi canción”.

media culebrina de bronce, en Cayo Nuevo, Sonda de Campeche, hecho que detonaría la realización de la primera campaña en México relacionada con la protección de patrimonio cultural subacuático, a la cual le continuaron cuatro años de exploraciones en el arrecife, trabajos que, además de lograr la recuperación de la pieza de artillería, considerada hoy en día como la más antigua en su tipo identificada en el hemisferio occidental, permitió el trabajo entre diversas instituciones, decisión que Pilar siempre replicaría en los diferentes proyectos, al tiempo de registrar 1. M.C. Investigadora Responsable Arqueología Subacuática Península de Yucatán, Subdirección de Arqueología Subacuática (SAS), Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), México. Punto Focal México Convención UNESCO 2001 para la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático. Miembro de su Consejo Consultivo Científico y Técnico (STAB). email: helenabarbamei@yahoo.com.mx / helenabarbamei@gmail.com / helena_barba@inah.gob.mx. Teléfono: + 52 1 981 102 78 20.

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los dos primeros pecios que detonarían los trabajos del Inventario y Diagnóstico de los Recursos Culturales Sumergidos del Golfo de México y de otras tantas exploraciones a lo largo de cuatro décadas. Este parteaguas daría pie a la creación del departamento de Arqueología Subacuática (1980) en el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que se logró gracias a la visión que Pilar logró materializar2, porque como bien decía: “ideas muchas, el reto es hacerlas realidad y que permanezcan”; esto durante una época en que las mujeres se abrían paso para lograr reconocimiento a nivel profesional, tablas que adquirió con bases firmes durante su formación como arqueóloga en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (1970-1975), la obtención del título de maestría en Ciencias Antropológicas por la UNAM (1982), su paso por el Instituto de Arqueología de la Universidad de Londres, Inglaterra (1986), y gracias a una familia amorosa y el apoyo incondicional de Rosamaría Roffiel. Esta formación se fortalecería por su participación en la excavación de dos naufragios, uno de la época helénica y otro de la época bizantina, localizados en Serçe Limani, costa suroeste de Turquía, bajo la dirección del Dr. George F. Bass3, cuya comunicación estrechó primero vía correo certificado, toda una hazaña si pensamos en los tiempos que demoraban en llegar las cartas a su destino, y más tarde de forma vivencial. Gracias a la estrecha relación con el doctor Bass, uno de los pioneros de la arqueología subacuática, Pilar organizaría en México el primer curso de arqueología subacuática en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), evento a través del cual se formó a la primera generación de arqueólogos en esta disciplina. Este esfuerzo se replicaría en 1994 con la organización del Primer Diplomado en Arqueología Subacuática que también tendría como sede la ENAH. - 13 -

2. Esta área del INAH se convierte en Subdirección de Arqueología Subacuática (SAS) hacia 1995, dependiente de la Dirección de Estudios Arqueológicos (DEA), Coordinación Nacional de Arqueología (CNA), Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), México. 3. Institute of Nautical Archaeology (INA), Universidad de Texas A&M, EUA


Como participante en diversos comités científicos nacionales e internacionales (ICOMOS, FMAS, ICUCH, CIIO, solo por mencionar algunos), organizaría eventos que otorgarían la adecuada visibilidad a la especialidad en México.

Texas, EUA, que dicho sea de paso, había sido sólo entregada a un arqueólogo subacuático, el Dr. Bass, además de convertirse con ello en la primer mujer latinoamericana en recibir esta presea. Su paso por la Convención UNESCO 2001 fue trascendental. Hoy en día, en los pasillos de la UNESCO durante las reuniones de los Estados Partes y de su Consejo Consultivo Científico y Técnico (organismos de los cuales formó parte entre 2001 y 2013), todos reconocemos la labor de esta gran mujer y el importante papel que jugó para la arqueología subacuática en América Latina.

Hacia el año 2000, Pilar formaría parte de la delegación mexicana ante la UNESCO4 en las reuniones de expertos gubernamentales (Tercera y Cuarta), cruciales para la redacción del texto de la Convención UNESCO 2001 sobre la Protección el Patrimonio Cultural Subacuático5 , motivo por el cual la Society for Historical Archaeology (SHA) le otorgaría, hacia 2016 en Washington, D.C. (junto con las doctoras Dolores Elkin -Argentina-, Toni L. Carrell -EUA- y Margaret Leshikar-Denton -Islas Caimán-), el “Premio al Mérito”.

4. Miembro del Consejo Consultivo Científico y Técnico para la Convención de la UNESCO sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático, representando a México como uno de los primeros 20 Estados Parte que ratificaron dicha Convención 2009-2013. 5. Ratificación del instrumento legal en 2006; entra en vigor en 2009. El texto se incluye en la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos del INAH en abril 2012. 6. La SHA le otorgó el Premio al Mérito por su labor en la investigación, protección y difusión del patrimonio cultural sumergido de México en 1997.

Esta misma sociedad la nombró acreedora a la medalla “J.C. Harrington: Medal for Lifetime Achievement”, insignia entregada durante la 44ava Conferencia Anual sobre Arqueología Histórica y Subacuática6 (2011), “For her lifetime contributions and dedication to historical and underwater archaeology”, en Austin,

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Siempre con la necesidad de transmitir las herramientas necesarias para la protección y el estudio del patrimonio cultural subacuático a través del método científico, se enfocó en una serie de iniciativas para la formación de nuevas generaciones de arqueólogos subacuáticos latinoamericanos, coordinando el primer curso para la creación de capacidades en el marco de la Convención UNESCO 2001, el cual se replicó el pasado julio 2019, ambos con sede en San Francisco de Campeche, ciudad que le rindió homenaje en dos ocasiones (2007 y 2019) y en donde se instauró el Museo de Arqueología Subacuática (MARSUB), el cual versa sobre las cuatro décadas del desarrollo de la disciplina en México, con Pilar cual capitana al frente de la flota, recinto que actualmente cuenta con la primer declaratoria como Buena Práctica de la Convención UNESCO 2001 en el continente americano.

A ella, no sólo como mentora, sino como amiga entrañable, aquella que con unas cuantas palabras sabias y una copa de vino tinto en la mano, sabía trasmitirte el sentido del trabajo en equipo, la dedicación y la pasión para logar todas las metas y el amor por la vida.

A los anteriores reconocimientos se suman el entregado por la Embajada de España en México (2012), la Sociedad Geográfica Española (2015), el “Buzo de Oro” por el Cozumel Scuba Fest (2013), y la medalla conmemorativa “Alfonso Caso” (2020) por su trayectoria durante 40 años en el INAH. Parafraseando entre reconocimientos, tal vez el mejor homenaje es el que cada uno de los que formamos parte de su equipo, lleve a cabo en los años por venir, en retribución a todo lo que nos fue otorgado, y preservar el legado que deja para México y el mundo. Hoy, el nombre de Pilar Luna Erreguerena se une al de ilustres como Nino Lamboglia, André Tchernia y George Bass. Mujer pionera que abre brecha para muchas otras que seguiremos su camino con pasos firmes a través de nuevos derroteros.

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Pilar…. te vas... pero siempre estarás presente... Feliz buceo… sé que hasta en sueños te encantaba volar... ¡Que viva por siempre Pilar!”


LA LUZ DEL FARO EN EL HORIZONTE Diana Arano Recio

Conocí a Pilar Luna en el año 2000, cuando comenzó mi interés por el patrimonio que se encuentra en los cenotes de la península de Yucatán, todos los artículos y documentales respecto a la arqueología subacuática en México, tenían su nombre. Desde aquel entonces, ya contaba con una trayectoria ejemplar y había logrado sobresalir en un mundo en el que solamente algunas mujeres se habían abierto paso.

a la conservación en la arqueología terrestre, gané distancia con el patrimonio sumergido, mis aportaciones en ese tenor, se convirtieron en colaboraciones esporádicas y a distancia. Sin embargo, los hallazgos de arqueología subacuática continuaban, la constante capacitación de jóvenes en este ramo y la labores de difusión se dejaban ver en los encabezados de noticias culturales y publicaciones. En el año 2011 tuve la oportunidad de formar parte del grupo de conferencistas en la Conferencia Anual en Historia y Arqueología Subacuática, organizada por la Sociedad de Arqueología Histórica en Austin, Texas, en donde se organizó un simposio sobre los 30 años de la arqueología subacuática en México. En este marco fue admirable el reconocimiento que le otorgaron a la arqueóloga Pilar Luna, acreedora de la Medalla J.C. Harrington. Aún recuerdo

Esos grandes retos, como el del Atlas Arqueológico Subacuático para el Registro, Estudio y Protección de los Cenotes en la Península de Yucatán; el del Galeón de Manila en Baja California, y la Arqueología Subacuática en el Nevado de Toluca, entre otros programas especiales, son proyectos que denotaban su visión de cobertura a nivel nacional y proyección internacional. Con los compromisos respecto

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lo que me dijo, ante mi incansable afición por sociabilizar en ese tipo de eventos: “espero que además de divertirte también hayas aprendido algo”, me dijo, invitándome a la reflexión. No fue hasta el año 2013, cuando el teléfono en el laboratorio de conservación timbró. Un grupo de expertos, espeleobuzos, paleontólogos, entre otros especialistas, bajo la coordinación de Pilar, llevaban varios años documentando in situ y estudiando un sitio paleontológico encontrado en un sistema de caverna sumergido, cercano a la actual población de Tulum, Quintana Roo. El sitio, llamado Hoyo Negro por sus primeros descubridores, es uno de los hallazgos más importantes del siglo XXI, cueva que alberga más de 15 especies (extintas y extantes) de animales prehistóricos y los restos de un

homínido del sexo femenino. Ante la evidencia de que habían ingresado buzos no expertos y perturbado el sistema, era inminente que sería necesaria la extracción de los restos óseos de la mujer conocida actualmente como Naia, hasta el momento los más antiguos datados en América. Con una voz pausada, constante y tranquila, me brindó todos los antecedentes necesarios para darme cuenta que estaba a punto de enfrentarme a uno de los más grandes retos en mi carrera profesional. Yo tenía en puerta un viaje a la Ciudad de México para asistir a una reunión del Consejo de Conservación, “¡cambiamos tu boleto!”, expresó, “y desde la Ciudad de México, en vez de ir a Campeche ¿Puedes viajar a Cancún para reunirte con los integrantes del equipo?”, mi respuesta inmediata fue afirmativa.

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A partir de ese momento compartimos una misión, rescatar los restos óseos de Naia, garantizar que fuera efectivo el tratamiento de conservación, reunir toda la osamenta recuperada a través de cuatro temporadas, y contar su historia mediante la interpretación de los especialistas. Tanto para Pilar como para mí también, fue muy importante cumplir la misión de que lo restos de Naia estuvieran completos y juntos en un solo recinto, siempre me brindó todo el apoyo necesario para lograrlo. Como integrante del Proyecto de Arqueología Subacuática Hoyo Negro, tuve la oportunidad de conocer con una mayor cercanía a la maravillosa Pilar Luna Erreguerena. A diferencia de los líderes que he conocido en mi vida, me encontré con una persona muy humana. Ante todo, siempre preguntaba cómo estabas y cómo estaba tu familia y tus seres queridos, una vez que veía que a nivel personal te encontrabas bien, procedía a retomar cuestiones propias de trabajo. Recuerdo con cariño algunas virtudes que la caracterizaban como persona: Su fortaleza, un ejemplo claro, aún recuerdo que tenía menos de dos meses de haberse recuperado de una operación en la columna vertebral, cuando coincidimos en una de las temporadas de campo en Quintana Roo, siempre con el uniforme impecable, recuerdo que solía decir que “hay que traer la camiseta bien puesta”, y a pesar de estar reciente su operación, caminaba en aquel camino sinuoso entre la selva, nos dirigíamos hacia la entrada del cenote Ich Balám, justo desde donde parten los espeleobuzos a realizar la inmersión de buceo hacia la cueva Hoyo Negro, con

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ese cabello cano, elegante y sin titubear, a paso firme, mientras me preguntaba sobre mi madre. Poseía una alta capacidad de resiliencia, siempre encontraba una solución. La administración pública ha cambiado mucho en cuatro décadas, sin embargo, el engorro de la burocracia nunca fue un límite para coordinar un proyecto de más de cincuenta investigadores involucrados, de diversos centros de investigación a nivel nacional e internacional. Ejemplar su enseñanza respecto a que las fronteras nos las ponemos nosotros mismos y que la voluntad hacia el trabajo es lo que lleva a los excelentes resultados. Sin duda, en el proyecto de Arqueología Subacuática Hoyo Negro, al igual que en los otros proyectos bajo su dirección en la Subdirección de Arqueología Subacuática, ha inspirado a sus integrantes por su perseverancia y entusiasmo. Su particular sencillez, “la vida me ha llevado a lado de las personas indicadas” decía, siempre dando crédito a los demás. Pero lo que más me motivó, fue su capacidad de escuchar y estar atenta de las necesidades de los otros. Creo esa bondad es lo que la llevó a tener muchos seguidores. Por eso cuando pienso en ti, Pilar, pienso en tantas mujeres, quienes al igual que tú, han sabido conjugar en su profesión, el gusto y la dedicación. Pienso también en los discípulos que has formado y en la responsabilidad tan grande que nos queda a tu partida, sin duda, honraremos tus enseñanzas, navegaremos con tu recuerdo en nuestra memoria, tan intenso y tan constante como la luz del faro en el horizonte.

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NUEVA VISITA A CHELEMÍ, CAMPECHE Antonio Benavides Castillo

En noviembre de 2019 tuvimos oportunidad de visitar nuevamente este pequeño sitio con arquitectura Puuc que conserva algunos trazos de pintura mural. El primer investigador en documentar el asentamiento fue Harry Pollock, quien lo visitó en los 1930s, pero publicó su información medio siglo después (Pollock 1980: 465-470). Para entonces ya existía el registro de Florencia Müller (1960: 29), si bien fue labor de gabinete y nunca visitó Chelemí. De hecho, Pollock reportó el grupo del Edificio de las Pinturas formando un patio y otro conjunto arquitectónico ubicado a unos 200 m al noroeste, éste último muy derruido.

Edificio de las Pinturas visto desde el sureste por Pollock en los 1930s.

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Edificio de las Pinturas visto desde el este por Pollock en los 1930s.

En la década de 1980 el arquitecto George F. Andrews, de la Universidad de Oregon, estuvo en el sitio como parte de sus recorridos y registros (Andrews 1995: 19), aunque equivocó el topónimo y le llamó Chelimi. Pocos años después, en una labor similar, Edmundo López de la Rosa y Lorraine Williams-Beck visitaron la zona arqueológica (Williams-Beck 1998: 125-126) y retomaron el nombre Chelemí. Este último registro da cuenta de la ubicación del patio sobre una colina. Ascendiendo desde el sureste también registraron dos nivelaciones del terreno sobre la ladera. La primera intervención de la arquitectura en pie tuvo lugar en 1997 (Benavides 1998), tiempo en el que la comunidad cercana de Dzotchén había logrado cercar con alambre de púas una hectárea alrededor del edificio prehispánico. Por parte del INAH contratamos a personal de Dzotchén y de Cumpich para retirar la vegetación, y consolidar y restaurar el inmueble. Los trabajos se efectuaron con argamasas de cemento (en proporción de un 15% agregado a la mezcla de cal y sascab). - 21 -


Edificio de las Pinturas en 1997 y tras su consolidación.

Chelemí se localiza a unos 3 km al noroeste de Dzotchén. Debe recorrerse parcialmente un camino de terracería y luego avanzar por brechas entre varias milpas. El paisaje ha cambiado de 1997 a la fecha; ahora hay más cultivos que antaño, el camino original se cerró al abandonarse un apiario y la cerca de alambre de púas fue retirada. Ahora se llega al sitio ascendiendo unos 300 m por el oriente a la colina donde se encuentran los vestigios monumentales formando un patio. La única construcción en pie de Chelemí originalmente tuvo tres aposentos; uno central mirando al oriente y otras dos habitaciones a sus costados y transversalmente dispuestas, cada una con acceso independiente. La habitación del lado norte colapsó desde tiempos previos a la visita de Pollock y muy posiblemente tenía entrada por el norte. En el espacio no techado frente al cuarto central existen dos banquetas bajas y sobre el muro oriente de ese aposento se erigía una crestería de la que solo queda la base. Chelemí es uno de los 74 sitios en los que se han registrado 156 edificios que fueron erigidos en el estilo arquitectónico Puuc Temprano, fechado entre los años 650 y 750 d.C. El antecedente constructivo es la arquitectura Proto Puuc (600-650 d.C.), también presente en el sitio, caracterizado por una factura de sillares pequeños, de menor calidad, y muchas veces con bóvedas de escalera invertida. De hecho, Pollock (Op. Cit.) reportó la existencia de otro patio, a unos 200 m al noroeste del inmueble que nos ocupa, en cuyo lado poniente se encontraban los vestigios de una edificación Proto Puuc.

Edificio de las Pinturas en 1997 y tras su consolidación.

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Por lo que respecta a vestigios de pintura mural, en 1997 los detectamos dentro de los aposentos central y sur. En el cuarto central había trazos de color rojo bajo la línea del sofito en algunos sectores. A su vez, en la pared poniente del cuarto sur, sobre el intradós, podía verse la representación de una banqueta o trono en color azul con círculos rojos. Edificio de las Pinturas en 1997 y tras su consolidación.

Planta de la estructura 1 o Edificio de las Pinturas y dibujo reconstructivo.

Planta de la estructura 1 o Edificio de las Pinturas y dibujo reconstructivo.

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Un equipo de especialistas del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM visitó Chelemí también en los 1990s y se ocuparon de los vestigios pictóricos del sitio. María Elena Ruiz Gallut (2001: 292), por ejemplo, señaló que en un muro había un “personaje de perfil con gran tocado y barbiquejo, cuyo ojo es grande y abultado”, parecido a una deidad solar. Y agregó que “En el muro contrario se conservan restos de la representación de una banqueta, similar a la del Cuarto 2 de Bonampak”. Complementando lo anterior, Tatiana Falcón Álvarez (2001: 204) agregó la presencia de “figuras humanas sentadas en flor de loto y de perfil”. Por su parte, Diana Magaloni Kerpel (2001: 173) indica que en el análisis de la pintura de Chelemí se identificaron siete pigmentos que generaron colores como negro de carbón, gris, azul maya, verde, ocre, rojo y naranja.


En el exterior del edificio de Chelemí también existe pintura bajo la línea marcada por la moldura media; hay una franja roja de unos 8 cm de ancho; luego hay restos de color amarillo/ocre (unos 15 cm de ancho) y abajo trazos nuevamente de color rojo. Estos vestigios aún son visibles en los lados oriente, sur y poniente del inmueble.

En 2019 las pinturas se han perdido parcialmente y es deseable, en breve, el trabajo de restauradores para limpiar y estabilizar los trazos pictóricos. La visita a Chelemí ahora tuvo como principal propósito sellar los accesos para evitar el ingreso de aves, murciélagos e iguanas a fin de proteger la evidencia aún existente de pintura mural.

Vestigios de pintura mostrando un trono azul con círculos rojos (lado oeste del cuarto sur en Chelemí). En la parte inferior, el comparativo de Bonampak (www.latinamericanstudies.org).

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En las entradas a los cuartos central y sur se colocaron marcos de madera con malla de alambre y la unión con jambas y dinteles fue cubierta con argamasa de cal. De manera similar, las pequeñas ventanas cuadrangulares de ambas habitaciones fueron tapiadas con sillares también cubiertos de la misma argamasa.

Protección de malla de alambre en el acceso al cuarto sur y sellamiento de una ventanilla en el aposento central.

En esta visita a Chelemí acompañamos al equipo de restauración del INAH Campeche formado por Félix Albano Camacho Zamora, Valentín Hernández Canché y Gaspar Pantí Dzul. De gran ayuda fue el apoyo logístico de Jorge Blanco Novelo (operador de vehículo), Perfecto Ucán Canul (alarife de Cumpich) y Teodoro Uh Chi (comisario municipal de Dzotchén).

Vestigios de color (ocre y rojo) en el lado sur del edificio.

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Protecciรณn de malla de alambre en el acceso al cuarto sur y sellamiento de una ventanilla en el aposento central.

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Referencias bibliográficas

Magaloni Kerpel, Diana 2001 “Materiales y técnicas de la pintura mural maya” en La Pintura Mural Prehispánica en México, II Área Maya, Tomo III Estudios (: 155-198). Beatriz de la Fuente, dir.; Leticia Staines, coord. IIE, UNAM. México.

Andrews, George F. 1995 Pyramids and palaces, monsters and masks. Vol. 1: Architecture of the Puuc region. Labyrinthos, California. Benavides C., Antonio 1998 “Restauración arquitectónica de emergencia en Chelemí, Campeche” en La Pintura mural prehispánica en México, nos. 8-9: 31-34. IIE, UNAM. México. Falcón Álvarez, Tatiana 2001 “El patrimonio arqueológico de Campeche: estudio de las pinturas murales de Ichmac, Xuelén y Chelemí” en La Pintura Mural Prehispánica en México, II, Área Maya, Tomo III (:199-206). Beatriz de la Fuente, dir.; Leticia Staines, coord. Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM. México.

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Pollock, H.D.E. 1980 The Puuc. An architectural survey of the hill country of Yucatan and Northern Campeche, Mexico. Memoirs of the Peabody Museum of Archaeology and Ethnology, Vol. No. 19. Cambridge. Ruiz Gallut, María Elena 2001 “Entre formas, astros y colores: aspectos de la astronomía y la pintura mural en sitios del área maya” La Pintura Mural Prehispánica en México, II Área Maya, Tomo III, Estudios. Leticia Staines Cicero, coord. (:283293). IIE, UNAM. México. Williams-Beck, Lorraine A. 1998 El dominio de los Batabob: el área Puuc occidental campechana. Universidad Autónoma de Campeche. Campeche.


EL CARNAVAL DE CAMPECHE:

Memorias de coronación Aarón Enrique Pérez Durán

El carnaval es un ritual cíclico de inversión de status, es un ritual de desobediencia obligatoria, en el cual los participantes deben transgredir escenográficamente la normativa habitual y subvertir el orden vigente (Gil, 1994, p. 192). En la fiesta popular se relativiza el poder existente y la verdad oficial se pone en entredicho. Es una actividad por fuera de las estructuras dominantes y del control de la autoridad, de las solemnidades y las grandes metas. En el carnaval se hace lo opuesto al tiempo ordinario y la vida diaria, a su conducta mesurada y a su racionalidad, a su sentido del ahorro y del control de la energía y de la acción, al quehacer laboral; está situado en las antípodas de la utilidad, de la producción orientada por el principio económico de la contabilidad. En la vida diaria, es uno de los momentos en los que la sociedad se descentra, se sale de su eje (Medina, 2011, p. 203). Como muchas de las fiestas, el carnaval se percibe como un sinónimo de libertad, de espontaneidad, es un periodo donde impera la irracionalidad, es un universo rico en momentos de descontrol, de laxitud y permisibilidad, abundante en excesos. Es el tiempo del año en el que todo se vale, es el momento de la desinhibición corporal, del contacto físico, la extensión y superación de los límites habituales en el terreno de los deseos y miedos (Flores, 2003, p. 136). Entregarse al carnaval es emanciparse, liberarse, es separarse de toda atadura anterior o vinculación previa; es una experiencia utópica, es huir del cerco del orden, de las reglas y los límites sociales; quien vive el carnaval disfruta del juego de la simulación, de la conversión, de las expresiones de la danza y el baile; es el tiempo en que se cortan todos los privilegios y se afirma la identidad y con- 28 -


dición de clase de sus participantes. El carnaval es fantasía, color, sabor y fiesta. El 12 de febrero de 1942, el carnaval de la ciudad vivía su noche de alegría. Una velada de gala y espectáculo que se llevó a cabo en los amplios y ventilados espacios del Cine Teatro Renacimiento del barrio de San Francisco; directivos, socios y familiares de las sociedades coreográficas de la ciudad: “Casino de Campeche”, “Dancing Club”, “Carta Clara Jr”, “Club Renacimiento” y “Club Balalaika” asistieron al lugar mostrando sus mejores vestuarios para engalanar el festejo. En punto de las diez treinta hacía su ingreso el Gobernador del Carnaval don Rafael Alcalá Dondé, acompañado de su comitiva integrada por el Dr. José J. Hernández Rivelli, ex rey feo del Carnaval de Campeche de 1941, José María Guerrero L, Anselmo Mijangos y Alfonso Segundo Cú, seguido por su corneta de órdenes, Emilio Aras. A las diez cuarenta y cinco arribaban la reina y el rey feo de los estudiantes campechanos, acompañados de su corte palaciega; quince minutos después, las trompetas de la orquesta anunciaban la entrada triunfal de Mandalúniz Ortiz, Flor del carnaval de Campeche, escoltada por sus embajadoras: Carmita Ojeda Cámara, Nelly María Garmas, Argelia Delgado Pacheco y María J; todas ellas con su andar elegante que manifestaba ante la concurrencia sus bellezas y el orgullo de ser parte de la corte. - 29 -


La noche continuaba, y para que todo el público disfrutara de la lectura de los decretos, fue instalado el equipo sonoro de la XEA.

de su majestad el rey feo Orlando Patrón, “Orlando I”, con su corte: Miguel León Romero, trompeta 1ª, Luis Medina, trompeta 2ª, Luis F. Zubieta Z, heraldo, Fernando Pavón V, palafrenero, Vicente Castro B, pretor y Fernando Pavón V, pensor, todos ellos al compás y gallardía que hacían gala de grandeza detrás de su rey.

Las recepciones de invitados estuvieron a cargo de: Francisco Puga, por el “Dancing Club”, Ricardo Castillo Oliver, por el “Casino de Campeche”, Fidencio Becerra, por el “Club Carta Clara Jr” y Gonzalo Rodríguez por el “Club Balalaika”.

Todo se encontraba listo, el Lic. Manuel Jesús López Hernández, gobernador del Estado, coronaba a Neyra I, declarándola reina del carnaval de Campeche de 1951.

Para 1951, el carnaval de Campeche expresaba su júbilo la noche del 2 de febrero en el Teatro Francisco de Paula Toro. La música y la fiesta daban inicio con la aparición del distinguido locutor y maestro de ceremonia Miguel Gómez, quien anunciaba la entrada triunfal de la reina del carnaval “Neyra I”, acompañada por su corte de honor integrada por su princesa Nora Castillo y por sus damas Nela Pérez G, Celia Castillo G, Magda Velázquez C, Sara Sosa A, Ana Alicia Sánchez y Nelda Cáceres M; María del C. Cárdenas M, azafata y los pajes Marideysa Abud Flores y Carlos Iván Pérez O.

La euforia del público que abarrotaba el Teatro Toro se hacía sentir, los aplausos y porras para la nueva reina se escuchaban con firmeza. Entre aquellos elogios tocó turno al Prof. Fernando Rosado Reyes, presidente municipal de Campeche, para imponer la corona a Orlando I y declararlo rey feo del carnaval. La música y los confetis inundaban el ambiente y daban paso a la entrada de Luisa del Carmen Hernández Capetillo, a quien el gobernador impuso la Banda de Embajadora del Centro Social Casino de Campeche y era acompañada de su paje Lulú Rosado Lanz.

El público reunido en el teatro aplaudía el desfile y vitoreaba a su reina, cuando a la voz, Miguel Gómez anunciaba la espectacular entrada

La noche de coronación de

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Neyra y Orlando continuó con fiesta y color, misma que estuvo amenizada por la especial actuación de la orquesta metropolitana compuesta de 16 solistas, que dirigía el gran trompetista Larry Sonn, máxima atracción de los más importantes centros nocturnos de la Ciudad de México, quien se presentó acompañado de la cancionera Dolores Montaño y el cantante Juan Peña, así como de las rutilantes es-

trellas del teatro, radio y cine: Ruth Paul y Lolita Márquez. El carnaval de Campeche es un andar de historias y anécdotas que expresan la pasión y creatividad popular, es una fiesta marcada por la alegría y los valores, como el jolgorio y la camaradería, que aportan a la sociedad un denso material simbólico.

Referencias bibliográficas

Cartel del carnaval de Campeche de 1942. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Cartel del carnaval de Campeche de 1951. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Flores Martos, Juan Antonio (2004) “El carnaval veracruzano. Disciplinas, singularidad y política de la cultura popular” en La fiesta en el mundo hispánico. Cuenca, España. Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha. pp. 107-144. Gil Calvo, Enrique (1994) “El carnaval y sus metáforas” en Cuadernos Hispanoamericanos. No. 533-534. pp. 189-200. Medina Cano, Federico (2011) “Las máscaras mexicanas y el carnaval” en Revista Comunicación, No. 28. Enero-Diciembre, Medellín, Colombia. pp. 195-208.

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Plano Hidrográfico de la Laguna de Terminos (S. XVIII).

LAGUNA DE TÉRMINOS E ISLA DEL CARMEN, CAMPECHE; Una perpleja historia económica Luis Fernando Álvarez Aguilar

Durante los siglos mesoamericanos, los grupos que se asentaron en la Laguna de Términos y la Isla del Carmen mantuvieron un desarrollo económico asociado a las grandes capitales mayas. La mayoría de estas sociedades habitaron la bahía –a través de sus cuatro puntos cardinales-, desde la etapa Preclásica o formativa (2000 a.n.e.-250 n.e.), pasando por los periodos de mayor expansión cultural: el Clásico (250 n.e.- 1000 n.e.) y el Postclásico (1000 n.e.-1550 n.e.).1 Hacia 1250, la región quedó formalmente anexada a alguna de las dos provincias o cuchcabalob mayas-chontales, el Acalán o Xicalango. La primera tenía su cabecera política en Itzamkanak –en el rio de Candelaria- y abarcaba el centro y el este de la Laguna de Popolhá, a la que más tarde los españoles llamaron de Términos. Por su parte, Xicalango se extendía sobre la actual península de Atasta, donde estaba asentado el importante mercado de Xicalango, su capital, conformado además por los centros tributarios de Atasta y Jonuta.2 - 32 -

1. Luis Fernando Álvarez Aguilar, La industria camaronera; descubrimiento, auge y depresión, 1946-2008, México, Unicremix, 2009. 2. Luis Fernando Álvarez Aguilar, Confrontaciones entre los grupos políticos y económicos dominantes; de Sisal a Progreso, 1840-1881, México, Tesis de Doctorado en Historia de México, CIESAS, 2017.


Mapa general de las Islas de Tris (1757).

Ambos estados se caracterizaron por sus actividades agrícolas y pesqueras; su intenso comercio alrededor de la península de Yucatán y de toda el área maya. Practicaron la explotación y exportación de la sal; la producción y el tráfico alfarero y textil. Fueron política y militarmente expansivos. Formaron parte de las naciones que al oeste de Popolhá abarcaron La Chontalpa tabasqueña y hacia el este y noreste del actual municipio de Champotón, Campeche. Después de la conquista española, ante la falta de recursos minerales la mano de obra maya se convirtió en el principal medio a explotar por parte de los invasores. Los habitantes originales se repartieron entre encomenderos, hacendados, estancieros, Iglesia y autoridades novohispanas. La tributación indígena y la explotación agrícola, textil, pesquera, salina y maderable (palo de tinte, cedro y caoba entre otras) se convirtió en la base económica de la Gobernación y Capitanía General de la península de Yucatán.3

3.- Ana Luisa Izquierdo, Acalán y La Chontalpa en el siglo XVI. Su geografía política, México, UNAM, 1997.

La Laguna de Términos en particular no pudo ser integrada a la jurisdicción política peninsular durante los dos primeros siglos del Virreinato. Esto motivó que fuera ocupada por piratas, ingleses en su mayoría, que en alianza con los chontales sobrevivientes de Atasta y Sabancuy mantuvieron en acecho a las poblaciones bajo el dominio hispano -incluido el importante puerto de Campeche-, además de dedicarse a la explotación de las maderas de la región, que los filibusteros exportaban a las capitales europeas y norteamericanas enemigas de la Corona. - 33 -


Mapa de la Provincia de Tabasco (1716).

Desde el siglo XVI hasta el XVIII, los piratas se mantuvieron en dicha base naval militar lagunera hasta que fueron expulsados por una escuadra novohispana en 1716 y no volvieron a aparecer por la zona. Los piratas estaban divididos en tres clases sociales: “los de abajo”, cortadores del recurso maderable, habitantes permanentes de la Laguna de Términos; los comerciantes propietarios de las embarcaciones que compraban y transportaban la materia prima desde la bahía; y los grandes empresarios que en las Antillas, Norteamérica o la Europa nórdica compraban e industrializaban el producto obtenido para amasar grandes fortunas. Una vez desplazados los filibusteros de la citada cuenca fluvio-lagunar, las autoridades virreinales dieron inicio a un proyecto económico, social y cultural fallido: el presidio del Carmen, cuyos intentos de crecimiento finalizaron con la Independencia de México. Durante dicho siglo (XVIII), la base principal de la economía lagunera continuó basada en la explotación del palo de tinte y las maderas preciosas cuya producción decreció considerablemente. Después de la Independencia, la economía peninsular y la del país

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se abrieron al mundo, sobre todo a partir de las Leyes de Reforma que configuraron un primer proyecto de nación sustentado en el modo de producción capitalista, de libre mercado, liberal, republicano, laico, inspirado en la Constitución Francesa y la Independencia de Estados Unidos. En cuanto a la economía de la albufera que nos ocupa, continuó sustentada en la explotación del palo de tinte, a lo que se agregó hacia finales del decimonónico la extracción del chicle. Las principales empresas explotadoras de estos recursos fueron francesas y estadounidenses. Concluida la explotación tintórea en 1914 y la del chicle en los años cuarenta, hubo un espacio de crisis en la economía local, la cual se recuperó con el “descubrimiento” de los grandes bancos de camarón que ya eran explotados desde hacía varios años en el Golfo de Campeche por embarcaciones cubanas, japonesas y de Estados Unidos. A partir de 1947 inició un nuevo despegue económico en estas costas, cuyo crecimiento incluyó la instalación de una importante flota pesquera, plantas, congeladoras, astilleros, muelles, talleres y demás infraestructura asociada que revita-


lizó el movimiento cotidiano, siendo Norteamérica nuestro único mercado y estadounidenses las tres más importantes empresas pesqueras y exportadoras de nuestro camarón. 4 En 1982 la explotación pesquera igual llegó a su fin. Los siguientes años se manifestó una paulatina decadencia en la pesca del crustáceo, aminorada por los inicios de la actividad petrolera. La economía tomó un nuevo giro con la instalación de plataformas de explotación y producción de los hidrocarburos; se expandieron las barcazas, embarcaciones, helicópteros y aviones que transportaban material diverso y personal a las plataformas, además de la infraestructura y oficinas relacionadas con la extracción del gas que proliferaron principalmente en Ciudad del Carmen. A ello se agregó el arribo de gente de diversas partes del país y del mundo que se estableció en la isla. Se multiplicaron las unidades habitacionales, los servicios urbanos, los hoteles, los restaurantes y el ocio.

También hubo desigualdad, desempleo, prostitución, alcoholismo, drogadicción, delincuencia e inseguridad. Todo dentro de un irónico crecimiento económico que permitió considerar internacionalmente a la región como la “tercera reserva mundial de hidrocarburos”. Lo anterior habría de concluir con las Reformas Energéticas y la entrega sin ambages de los recursos petroleros al extranjero,5 implementadas hace seis años y de cuyos efectos negativos aún no se recupera la zona. Lo de arriba muestra la historia económica de una región exportadora, tradicionalmente monoproductora, de escasa diversificación. De manera habitual, desde el siglo XVI hasta el presente, se ha puesto en manos extranjeras la explotación de sus recursos y a la voluntad de éstas su futuro. La Laguna de Términos experimenta hoy, nuevamente, los efectos de una economía vacilante y dependiente, expresión de una suerte de agregado, extensión, adenda o apéndice de un par de intereses imperiales.

4. Enrique Nalda, “El desarrollo de la cultura maya” en: Arqueología Mexicana, Núm. 21, Editorial Raíces, México, 2006. 5. Ana Lilia Pérez, Pemex RIP, México, Grijalbo, 2019.

Referencias bibliográficas Luis Fernando Álvarez Aguilar, La industria camaronera; descubrimiento, auge y depresión, 1946-2008, México, Unicremix, 2009. Luis Fernando Álvarez Aguilar, Confrontaciones entre los grupos políticos y económicos dominantes; de Sisal a Progreso, 1840-1881, México, Tesis de Doctorado en Historia de México, CIESAS, 2017. Ana Luisa Izquierdo, Acalán y La Chontalpa en el siglo XVI. Su geografía política, México, UNAM, 1997. Enrique Nalda, “El desarrollo de la cultura maya” en: Arqueología Mexicana, Núm. 21, Editorial Raíces, México, 2006. Ana Lilia Pérez, Pemex RIP, México, Grijalbo, 2019. - 35 -


Centro INAH Campeche


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