Catalogo Orlando Vallejo En la naturaleza de la pintura

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ORLANDO VALLEJO En la naturaleza de la pintura


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ORLANDO VALLEJO En la naturaleza de la pintura

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Antología 1998 – 2014


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CONTENIDO


Mensaje del Rector Dr. Dennis Alicea Mensaje de la Directora Dra. Carmen Ruiz de Fischler Orlando Vallejo en la naturaleza de la pintura Federica Palomero Entrevista Marimar BenĂ­tez Libreta del artista Datos biogrĂĄficos Agradecimientos CrĂŠditos

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MENSAJES


del Rector

Orlando Vallejo en la naturaleza de la pintura: antología 1998-2014 es un reflejo de la espontaneidad y singularidad de nuestro artista residente. A través de las 27 obras que componen la exhibición, Vallejo nos lleva a reflexionar sobre los procesos de cambio en la sociedad puertorriqueña, tema recurrente en gran parte de su obra. Este pintor de la naturaleza así como del paisaje urbano, con amplios trazos, colores cálidos, fuertes y contrastados nos presenta su preocupación sobre el maltrato al paisaje y la mala planificación matizada con colores blancos, negros, rojos y amarillos. Así como el género del retrato, magistralmente plasmado en la obra Conciencias libres. La expresión artística inspirada en la memoria y el tiempo, hacen de esta, una obra única y pertinente. Nos alegra que parte de las piezas hayan sido concebidas e inspiradas desde nuestro campus principal, en particular desde las instalaciones de la Casa del Artista Residente, un espacio que, además, sirve de enlace entre el artista y la comunidad en general. Espero que mediante la misma, descubran los códigos y el mensaje de las incidencias que nos ha propuesto Vallejo durante sus 25 años de creación y que profundicemos, al igual que él, en las nuevas lecturas de su obra. ¡Que la disfruten! Dennis Alicea, Ph.D. Rector Universidad del Turabo

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de la Directora

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El Museo y Centro de Estudios Humanísticos (MCEH) Dra. Josefina Camacho de la Nuez ha mantenido el Programa de Artista Residente desde los comienzos de la década de los años ochenta. Orlando Vallejo se ha destacado en este año y medio de su residencia por los variados e importantes proyectos en los cuales él se ha involucrado para hacer que la misma sea muy especial para la Universidad del Turabo. Anteriormente hemos tenido como artistas residentes a Julio Rosado del Valle, Héctor Escalante, Julio Suárez, Pablo Marcano y María Elena Perales. Su interés por estar cerca de los estudiantes, ya sea de nivel elemental, intermedia, superior, universitarios y asociados de la Universidad del Turabo se ha demostrado por el número de charlas y recorridos por las colecciones del museo y en su serie particular titulada, A propósito, en la cual invitó a artistas como Elizam Escobar, Jaime y Javier Suárez, Omar Obdulio Peña-Forty, Sebastián Vallejo y Frances Gallardo, para compartir sus vivencias y las particularidades de su creación artística. En el transcurso del primer año de su residencia, Vallejo entendió que necesitaba espacio para crear su obra y le recomendó al rector Alicea el restaurar la planta baja de lo que fue el Antigüo Museo de Artes Populares, para establecer allí su taller de artista residente. El rector acogió esa idea con gran interés, por lo cual hemos tenido el privilegio de disfrutar al artista pintando en la inmediatez de la vida universitaria. Esto le ha brindado a la comunidad universitaria una oportunidad única de ver la creación artística como parte consustancial de nuestro diario vivir. Ya es frecuente ver llegar a grupos de estudiantes y profesores para hablar con el maestro Vallejo, verlo pintar y compartir con él en sus actividades de Casa Abierta a la comunidad. La culminación de la residencia del maestro Vallejo se da con la apertura de la exhibición Orlando Vallejo en la naturaleza de


la pintura: antología 1998-2014, curada por la historiadora del arte, Federica Palomero, quien ha estudiado detenidamente la obra del artista, para ir descubriendo en él las características más sobresalientes de su estilo y poder ubicar su obra dentro del contexto del arte contemporáneo latinoamericano. Vallejo es un artista preocupado por el ser humano que vive en ciudades congestionadas y en cómo permitimos que se destruya la riqueza de nuestro medio ambiente, por lo que en su obra desea resaltar la belleza de la naturaleza y a la vez convencernos de que tenemos que evitar su destrucción. La obra de Vallejo está impregnada de un profundo sentido de la ética del individuo en la sociedad. Esta temática de responsabilidad social en su obra se comunica por medio de una pintura de colores saturados y de brochazos densos que nos comunican su emoción cuando estamos ante ella. Es un arte que nos hace pensar y a la vez sentir un amor por la pintura en todo el esplendor que puede comunicarnos a través de los colores, las formas y las texturas. Agradecemos la generosidad de los coleccionistas y museos que nos han prestado las obras de Vallejo para poder presentar una exhibición sin par en la carrera del artista. Vallejo es reconocido internacionalmente y ha exhibido en importantes museos en y fuera de Puerto Rico; sin embargo, ésta es la primera vez que se estudia a fondo la obra de este creador puertorriqueño cuya contribución a las artes plásticas queda claramente establecida ya que es uno de los grandes maestros de finales del Siglo XX y principios del Siglo XXI. Carmen T. Ruiz de Fischler Ph.D.

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Hacer presentes en una exposición antológica, a través de unas 28 obras, 15 años del sostenido trabajo pictórico de Orlando Vallejo (San Juan, Puerto Rico, 1955) ofrece sin duda una ocasión propicia para reflexionar sobre los alcances y significados de éste, así como poner bajo sospecha repetitivas interpretaciones frecuentemente fundamentadas en estereotipos. Tópicos como “lo nacional”, “lo expresionista”, “lo tropical”, que generalmente han orientado los comentarios sobre su pintura, se erigen entonces en categorías que el artista ilustraría satisfactoriamente, y, más aún, brillantemente; de ahí el reconocimiento que le ha sido otorgado por la crítica, las instituciones, los coleccionistas y el público. Sin embargo, estas claves de lectura han sido al mismo tiempo obstáculos para, más allá del juego sutil de apariencias que se propone Vallejo y de las ambigüedades que ha sabido cultivar, descubrir otras y más profundas incidencias que dan sentido a su obra. Y también nos permitirá vislumbrar cómo, más que adecuarse a códigos preexistentes, de los que sería mero seguidor, Vallejo los cuestiona y nos obliga a nuevas lecturas.

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Mujer con paisaje, 1998 Óleo sobre tela 30’’ x 24’’ Colección Reyes-Veray

Dos obras singulares Siguiendo esos planteamientos, nos parece válido iniciar el recorrido por su producción con dos pinturas que no son “representativas”, en términos de ceñirse a ideas preconcebidas, pues esta premisa nos permitiría desde un principio descartar acercamientos demasiado obvios. El artista es considerado ante todo como un pintor de la naturaleza (aunque también se dedica eventualmente al retrato, por ejemplo con la serie Conciencias libres, presente en esta antología), y de hecho la importancia de esta vertiente temática es incuestionable, por lo que hemos querido privilegiarla en esta exposición. Además, se suele identificar a sus pinturas como “un Vallejo” gracias a sus colores muy cálidos, fuertes y contrastados, a amplios trazos, a una impronta gestual y a cierto barroquismo, características que ambas obras contribuyen a cuestionar. En inhabituales tonos fríos -marrones y verdosos- que crean una atmósfera de melancolía, Mujer con paisaje (1998) es una evocación de la escritora puertorriqueña Julia de Burgos (1914-1953), destacada figura de la literatura nacional. Evocación -decíamos-, más que retrato -amén del parecido- de su soledad, de su fragilidad y desamparo a la vez que de su determinación como poeta y militante. El paisaje de arrabal puede remitir

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tanto a sus humildes orígenes, nacida ella en el barrio de Santa Cruz en Carolina, como a sus luchas ideológicas por los más pobres y desfavorecidos. El recurso plástico de la desproporción entre la figura agigantada y el entorno empequeñecido la convierte en un icono, al igual que el jíbaro de El pan nuestro de Ramón Frade (ca. 1905), el Jíbaro negro de Óscar Colón Delgado (1941), el campesino de la alegoría La Agricultura de Augusto Marín (1958), que todos tienen tal vez un lejano antecedente en el Autorretrato (1776) del español desterrado Luis Paret y Alcázar y en los adornados ángeles de la tradición colonial. Desde luego, es a través de la repetición y reinterpretación de un modelo compositivo que le sirve de apoyo a fines expresivos, como se inscribe a su vez Orlando Vallejo en esta tradición, en este linaje, y así reivindica su pertenencia a la historia del arte de Puerto Rico, haciendo además de Julia de Burgos un símbolo de identidad puertorriqueña. Nocturno (1998) es un paisaje de montaña del interior de la isla con una aldea suspendida en sus laderas, dentro de una atmósfera oscura y crepuscular de verdes y azules, es decir, no particularmente “tropical”. De hecho, la construcción del espacio le debe mucho al paisaje clásico -el de Nicolas Poussin y Claude Le Lorrain-


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Conciencias libres, 2009 (Políptico 16 piezas) Óleo sobre tela 54’’ x 48’’ c/u Colección del Artista


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Nocturno, 1998 Óleo sobre tela 36’’ x 40’’ Colección Reyes-Veray


En las entrañas de la ciudad, 2013 Óleo sobre tela 48’’ x 48’’ Colección del Artista

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La calle del caserío, 2004 Óleo sobre tela 34’’ x 40’’ Colección Banco Popular de PR, Rockefeller Center

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Sin título, 1997 Óleo sobre tela 72’’ x 36’’ Colección Privada

cuyas normas fueron fijadas en la Italia post-renacentista del siglo XVII, consistentes en el uso de tres planos sucesivos: el cercano, el mediano y el lejano; la presencia de “fábricas” (aquí, las casas), y la lontananza azulada. Pintor culto y conocedor de la Historia del Arte, poseedor de referencias universales, Vallejo, que podríamos calificar también y sin contradicciones como artista “local” por su especial afecto a los paisajes de la Isla y particularmente de la zona de Caguas donde habita, con una libertad -que se perfila como definitoria de su credo estético- para establecer diálogos más allá de las épocas, de los estilos, de los lugares geográficos y de los espacios culturales, logra una síntesis en la que también toma parte otra inspiración muy cercana a su espíritu. Con casas que parecen tener vida propia, y cuyas ventanas y puertas se asemejan a ojos y bocas, es imposible no vislumbrar entre la sombría atmósfera y las edificaciones como trémulas, tan de Chaim Soutine y de sus tormentos plasmados en la naturaleza, el parentesco con este pintor de las vanguardias europeas clásicas que metamorfosea el arte del paisaje y lleva a sus últimas consecuencias el concepto de “paisaje interior”. Todavía discretas y comedidas en Nocturno, donde no llegan a ser dramáticas, las afinidades electivas con Soutine se acentúan en obras posteriores de Vallejo, como Sin título de 1997, La calle del caserío y Revolución


Revolución, 2004 Óleo sobre tela 66’’ x 84’’ Colección Privada

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Hacia el abismo, 2013 Óleo sobre tela 48’’ x 48’’ Colección Mike Corbo Entre el norte y el sur, 2012 Óleo sobre tela 48’’ x 48’’ Colección Dr. Armando Cruzado


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de 2004, Entre el norte y el sur de 2012, En las entrañas de la ciudad de 2013, Hacia el abismo del mismo año, constituyendo un leitmotiv y signo de identidad de su trabajo. Expresionismo, figuración, abstracción En Paisaje sincopado, de 1999, este parentesco se hace muy patente. La primera impresión que produce esta obra es la de caos, a través de las pinceladas llameantes, del choque entre los blancos, negros y violentos rojos y amarillos apenas atemperados por algunos toques de azul; de las diagonales que crean inestabilidad, de la confusión entre planos que dramatiza todo el espacio. Al mismo tiempo, este caos está sutilmente dominado por el artista sin contradecir la espontaneidad: ese equilibrio que no parece serlo es uno de los mayores logros plásticos de Vallejo, y seguramente el reto de toda pintura de índole expresionista que no quiera quedar en puro arrojo, en vana gestualidad. Hay una especie de andamiaje invisible que sostiene el conjunto y le da coherencia. Ahora se puede vislumbrar una composición, es decir, una organización consciente entre las partes y por ende entre ellas y el todo: pauta del clasicismo que otorga a la obra solidez y consistencia, que le da una tesitura más allá de una especie de arrebato, de torbellino


Paisaje sincopado, 1999 Óleo sobre tela 77 1/2’’ x 84’’ Colección Instituto de Cultura Puertorriqueña

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En el principio, 2004 Óleo sobre tela 66’’ x 84’’ Colección Privada

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incontrolado. La masa blanca que sugiere el cielo, lejos de cualquier afán naturalista, ejerce una función reguladora que obliga a los demás elementos a regirse por ella, incluso mediante una suerte de afán de simetría que restablece el orden dentro del desorden inicial, de modo que la pintura se hace generativa; el paisaje se está creando frente a nuestros ojos. Así es como se introduce sutilmente una temporalidad propia de la obra, mientras buscamos y logramos poco a poco desentrañar ese desorden, que es también un hacer surgir, de un magma abstracto hecho de colores y pinceladas, las formas reconocibles de las casas, los árboles, las colinas, las nubes… Es Paisaje sincopado, a su manera, un work in progress que exige del espectador algo más que la mera contemplación. Esta característica la vamos a seguir en toda la obra de Orlando Vallejo con múltiples variaciones y matices. La suya no es nunca una abstracción a priori, pero tampoco responde estrictamente al esquema del proceso de partir de la naturaleza que consiste en decantarla hasta llegar a la abstracción, ejemplificado en el árbol de Mondrian. En este sentido, considera Armando Álvarez Bravo, Vallejo “asume una posición de vanguardia en la revalorización de lo figurativo”1. Asimismo, podríamos agregar: “en la revalorización de lo abstracto”. El artista


La suya no es nunca una abstracci贸n a priori, pero tampoco responde estrictamente al esquema del proceso de partir de la naturaleza que consiste en decantarla hasta llegar a la abstracci贸n...

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Un suspiro, 2000 Óleo sobre tela 90’’ x 40’’ Colección del Artista

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El dolor de la mentira, 1999 Óleo sobre tela 40’’ x 34’’ Colección de Arte Puertorriqueño Contemporáneo de la Cooperativa de Seguros Múltiples de PR


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contemporáneo posee la libertad de no-escoger, sino de sumar, acumular, apropiarse y reciclar fragmentos, practicar el metalenguaje, y así la pone en práctica Vallejo: el es figurativo y abstracto y lo es incluso dentro de la misma obra, como en Paisaje sincopado, y más tarde en En el principio (2004), donde las escasas referencias figurativas -unas casas poco realistasparecen luchar por emerger de una superficie abstracta. La convivencia puede sin embargo llegar a ser conflictiva, y termina contribuyendo en gran parte a este sello expresionista tan propio. Esta nueva posibilidad que se traduce en riqueza expresiva, la figuración-abstracción que deviene en figuración+abstracción, da resultados sorprendentemente eclécticos en Sin título de 1997 y Un suspiro de 2000, que comparten un formato vertical muy alargado, obligando a audaces composiciones. O, al contrario, reclaman este formato que es obviamente escogencia del artista para reforzar y potenciar la verticalidad de los únicos elementos figurativos reconocibles: los árboles y las casas escalonadas. Luego se impone el contraste. Sin título de 1997 es un paisaje muy expresionista, en el espíritu de Chaim Soutine, también barroco en la profusión de colores cálidos, formas ondeantes y dinamismo. Un suspiro, de enigmático título, transmite


Contaminación legal, 1999 Óleo sobre tela 50’’ x 50’’ Colección Hedson Zavala

desasosiego y melancolía a través de sus escasos tonos fríos, de su austeridad compositiva, de la economía de sus recursos: un paisaje en todo contrario a los códigos del “desenfreno tropical” de los que sí bien podría ser deudor Sin título. Un suspiro tiene ecos de Perro semihundido de Goya. Ya se ha visto, es frecuente en Vallejo ese diálogo sottovoce con otros artistas, otras épocas y latitudes, que le da una especie de misteriosa resonancia y profundidad, y demuestra su voluntad de poner la pintura puertorriqueña en perspectiva con el arte universal. En El dolor de la mentira, de 1999, dentro de un formato más convencional, se exacerba el expresionismo de Sin título de 1997. Hay todavía más dinamismo e inestabilidad. Un tropicalismo otro No sabemos todavía hasta qué punto sería un aporte significativo analizar las obras de Vallejo en términos de categorías contrastadas frío-caliente, y constituir, frente a la mayoría caliente, el grupo frío: Mujer con paisaje, Nocturno, Un suspiro, Contaminación legal (1999), Crane Tower (2006). Todas estas pinturas están unidas asimismo por un sesgo, unas atmósferas más tranquilas aunque inquietantes, menos expresionistas

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Crane tower, 2006 Óleo sobre tela 36’’ x 72’’ Colección del Artista


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en última instancia que la mayoría de sus obras, y por ende más reflexivas. De modo esquemático (es decir, al borde de la equivocación) podríamos identificar, por encima del binomio “frío-cálido”, el correspondiente “menos expresionista-más expresionista”. Y vislumbrar, lo que vendría a ser lo más relevante del asunto, una manera otra de plasmar el Caribe. Escribe Eduardo Marceles: “El Caribe es generoso con una luminosidad que realza sus colores, y se caracteriza también por conflictos económicos y políticos que marcan su desarrollo social. (…) El artista caribeño generalmente explaya una ferviente pasión por el color y la forma enfática en composiciones que se refieren a su paisaje urbano o rural, a la fauna y flora de su contexto específico, o a caracteres que comparte su mundo interior”2. En contraposición a la “luminosidad que realza los colores”, está la luminosidad que aniquila los colores, y que se vuelve el sino del Caribe en la pintura casi blanca, casi inmaterial, casi etérea, a veces al borde de la nada, del venezolano Armando Reverón. Escribe al respecto Edgardo Rodríguez Juliá, experto entre expertos en el Caribe: “el objeto se volatiliza, desaparece hasta volverse trasfondo, la luz se convierte en protagonista. Se desvanece el motivo; no es transformado por la luz sino que desaparece en ella”3. También se desvanecen los estereotipos.


“ el objeto se volatiliza, desaparece hasta volverse trasfondo, la luz se convierte en protagonista. Se desvanece el motivo; no es transformado por la luz sino que desaparece en ella”. Edgardo Rodríguez Juliá

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Un suspiro nos muestra un paisaje muy íngrimo y desolado, tal vez devastado después de una catástrofe ecológica. Nocturno está bañado en una tranquilidad que puede ocultar peligros, algo indefinido que estaría por ocurrir. En Contaminación legal, donde se opone a la transparencia del cielo la opacidad del humo industrial, ese algo ya está ocurriendo, por lo que, en contraste con la atemporalidad de las anteriores, esta pintura afirma una actualidad. Ahora bien, si con estas piezas Vallejo pretende deconstruir y poner en evidencia los estereotipos del colorido tropical, el hecho de que utilice en la mayoría de sus demás obras tonos muy intensos y cálidos no significa en absoluto que acepta entonces esos mismos estereotipos y se rige por ellos; al contrario, los sigue cuestionando -desde dentro- con una sutil profundidad no exenta de humor e ironía, y los apremia para que se revelen como tales. Impronta fauvista, tradición puertorriqueña En la orilla (2003) es una obra muy seductora, llena de encanto y ensoñación, que nos presenta un paisaje en el que la intensidad de los colores, lejos de transmitir agresividad, crea una atmósfera cálida, acogedora, así como la composición sin línea de horizonte, donde el mar satura el espacio, sugiere dinamismo y no dramatismo. En este sentido más cercana al hedonismo


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En la orilla, 2003 Óleo sobre tela 34’’ x 40’’ Colección Privada


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fauvista que al expresionismo, no sólo añade otra referencia estilística al amplio repertorio plástico de Vallejo, sino que ayuda a echar por tierra unos prejuicios sobre las diferencias entre, por ejemplo, la luz mediterránea del verano como la plasmaron Henri Matisse, Pierre Bonnard y Maurice de Vlaminck, y la luz caribeña, prejuicios según los cuales los estilos europeos no serían adecuados para la representación del paisaje autóctono (¿y vice-versa?). Dicho de otra forma, los “típicos” tonos del Caribe no son exclusivos de estos lares, tampoco todos los paisajes de allá son fríos y tristes, lo que abogaría a favor de lenguajes con validez universal. Al mismo tiempo, Vallejo se reclama como perteneciente a una vertiente nacional puertorriqueña del arte del paisaje que tiene su origen en Oller, ya que él fue el primero en establecer esos diálogos cruzados. Recordemos que Francisco Oller vivió en París entre 1858 y 1865, durante el auge del realismo pictórico, luego entre 1873 y 1884, es decir, en plena efervescencia impresionista, y finalmente en 1895 y 96, en tiempos del neo-impresionismo. En esas mismas épocas, se encontraban en París muchos otros artistas latinoamericanos, nutriéndose del ya anacrónico arte académico para, de vuelta a la patria, representar a sus héroes y próceres, las batallas y las gestas independentistas. Desde luego, el impresionismo no


Un bosque en la altura, 2007 Óleo sobre tela 60’’ x 66’’ Colección Privada

servía a estos fines. Oller, quien no tenía sobre sus hombros ese compromiso de artista oficial, pudo felizmente compartir con los impresionistas (sobre todo con el caribeño Camille Pissarro) y, de este modo, lograr que el paisajismo puertorriqueño sea fundacional y al mismo tiempo moderno desde sus inicios. En Puerto Rico, el discurso nacional en el arte se apoyó no en la Historia sino en la Geografía: en la exaltación del terruño, objeto de afecto, clave de identidad; en esta entrañable relación entre el ser y el espacio, de las que Oller fue pionero y ejemplo en la pintura. Edgardo Rodríguez Juliá define sus espacios como “perfectos y apacibles”4. Vallejo aparece entonces como heredero de Oller en su pasión por plasmar el paisaje de la Isla, y en hacerlo de manera muy libre gracias a un lenguaje en última instancia tributario de la pintura europea; sin embargo, pocas veces sus obras son “apacibles”, aunque sí lo son En la orilla (2003), En la Plaza Palmer (2004), Un bosque en la altura (2007). Estas últimas también son deudoras del espíritu fauvista en el tratamiento antinaturalista, vale decir arbitrario, de los colores, que es una forma de acercarse a la abstracción. Su carácter casi bucólico se inscribe, como hemos visto, en una tradición artística nacional de paisajes colmados de paz

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En la Plaza Palmer, 2004 Óleo sobre tela 34’’ x 40’’ Colección Familia Ríos Camacho


Caribbean dream, 2011 Óleo sobre tela 34’’ x 40’’ Colección del Artista

y luminosidad que plasman una naturaleza generosa y amigable, de cielos eternamente azules, praderas perennemente verdes y aguas siempre tranquilas. Es decir, la exaltación y la celebración de un espacio nacional que tiende a compensar las penurias de la Historia. Esta tradición, que insiste en el carácter idílico de una naturaleza caribeña incambiada, además de ignorar o encubrir otras realidades más amargas (y menos atractivas para el visitante), conlleva el riesgo de la autocomplacencia y no tardará en producir una “infrapintura” adocenada, en todo conforme a los estereotipos de exotismo que buscan los europeos y norteamericanos, hasta producir aquello que Gerardo Mosquera llama “arte de aeropuerto”, del que se burla Vallejo en Paisaje caribeño (2011), de sugerente título, en el que los elementos presentes en En la orilla son llevados al borde de la caricatura por sus evidentes referencias a la iconografía de la industria turística. Veamos también ahí una “cita pictórica” en la que el artista cuestiona su propia obra en clave irónica. Caribbean dream (2011) -nótese el título en inglés, que indica quiénes son los destinatarios de esta pinturaes otro ejemplo de cómo el artista parodia esa pintura de exportación.

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Paisaje caribeño, 2011 Óleo sobre tela 28’’ x 58’’ Colección del Artista


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Opuesta a esta vertiente de un paisajismo exento de drama o conflicto, está otra, desde luego mayoritaria en el arte de Vallejo, y que también encuentra sus raíces en una tradición nacional que cuestiona el idealismo benevolente de Oller, Miguel Pou o Juan Rosado, entre otros. Se trata de la vertiente del realismo social, que se expresa por un lado en una pintura de personajes, a veces muy narrativa y sentimental, y por otro a través del paisaje, que se erige entonces en espacio, no sólo para describir la naturaleza sino para plasmar ideas. El paisaje rural se hace íngrimo y desolado; aparece un paisaje urbano, y con él la pobreza, la precariedad, la marginación; más tarde también se denuncian los desastres ecológicos y la anarquía del desarrollo. Para observar esta transformación, podemos confrontar Vista de Aguadilla (1930) de Rafael Arroyo Gelly, con Escena de La Perla (1955) de Félix Rodríguez Báez y La calle del caserío (2004) de Orlando Vallejo. La primera es un amable paisaje campestre con unas coquetas casas integradas a la naturaleza, que evocan la armonía entre los seres humanos y su entorno; en este sentido, corresponde a la ideología del jibarismo. La segunda, dentro del realismo social, hace alusión al éxodo rural de inicios del Estado Libre Asociado, con la consecuente invasión de la urbe por barrios marginales


de ranchos en los que los moradores intentan sin embargo reproducir la arquitectura vernácula del campo en una especie de simulacro, de involuntaria parodia que el artista logró plasmar sin excesivo dramatismo. Por su parte, Vallejo, en La calle del caserío, elimina los elementos narrativos y puramente descriptivos y en su lugar crea un caos compositivo como equivalente plástico al caos urbanístico, aunque reordenado en torno a la franja negra vertical, signo (como en un mapa) más que representación de la calle. Este discurso rige también las intrincadas composiciones de Congestión de 2002 y En las entrañas de la ciudad de 2013. Paisaje: espacio para la denuncia Este enfoque que le imprime Orlando Vallejo al espacio, no sólo como espacio natural, sino como espacio simbólico y expresivo, y que traduce en la creación de un espacio pictórico, nos lleva a considerar entonces como un conjunto aquellas obras en las que el paisaje se convierte en el escenario natural o urbano de conflictos sociales, y en este sentido se oponen a sus paisajes “puros” (también más “inocentes”, sin implicaciones ideológicas) como lo son Nocturno, En la orilla, En la Plaza Palmer, o con alusiones mitológicas o poéticas como Pachamama y Un bosque en la altura, ambas de 2007, que comentaremos más adelante.

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Congestión, 2002 Óleo sobre tela 66’’ x 84’’ Colección Privada


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Pachamama, 2007 Óleo sobre tela 60’’ x 66’’ Colección Generoso Santiago Aponte y Aristeo Rivera Zayas


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En su categorización del arte puertorriqueño en el S. XXI, Fernando Cros ubica a Orlando Vallejo dentro de la “neo-figuración” y, particularmente, de la “vertiente neocostumbrista y ecológica”5. Como todas las nomenclaturas, es ésta reductora y por ende esquemática; sin embargo, provee también unas útiles orientaciones de lectura y permite delinear tendencias. Desde luego, en relación con Vallejo, el término neo-figuración es adecuado sólo en la medida en que se abarca en su concepto no sólo la ambigüedad entre figuración y abstracción sino la irrelevancia de desentrañarlas. Más que “neo-costumbrista” (el costumbrismo no es crítico per se, es más bien paternalista), se trataría de un neorealismo social muy transformado, casi irreconocible, ya que está ahora deslastrado del carácter narrativo, sentimental y panfletario que tuvo frecuentemente en los años 40-50, en la pintura de numerosos artistas, entre ellos, Rafael Tufiño, Augusto Marín, Eduardo Vera, Bartolomé Mayol… Asimismo ha quedado atrás la convicción ideológica, por ende ingenua, de que el arte pueda llegar a ser un arma para el cambio. Vallejo es en cierta medida heredero de aquellos artistas, pero un heredero rebelde e inconforme, que se inspira ciertamente en un espíritu combativo, que reivindica el concepto del arte como instrumento de lucha, pero ya en un tono más desencantado y distante, menos dogmático, y sin


Vallejo es en cierta medida heredero de aquellos artistas, pero un heredero rebelde e inconforme, que se inspira ciertamente en un espĂ­ritu combativo, que reivindica el concepto del arte como instrumento de lucha, pero ya en un tono mĂĄs desencantado y distante

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Colisión, 2009 Óleo sobre tela 69’’ x 100’’ Museo de Arte de Ponce. The Luis A. Ferré Foundation. Donación Limary Ríos Camacho, MD y Familia 2010.2499


reproducir unas pautas formales demasiado rígidas para nuestros tiempos y propias de su época y contexto. Desde luego, los temas han cambiado, y ahora, a raíz del acelerado éxodo rural, de la urbanización no planificada y los desastres ecológicos ocasionados por la deliberada instalación en la isla de industrias altamente contaminantes, los problemas ecológicos se han vuelto protagonistas de las luchas sociales. Ahora bien, dentro de esta familia de obras que podríamos identificar como de denuncia, existen variaciones. En Congestión, de 2002, no puede descartarse el ingrediente humorístico (“la risa florecida de amargura”6 diría Luis Rafael Sánchez) en esta evocación del “tapón” que padecen y del que tanto se quejan los puertorriqueños. Aquí, el dominar el desorden sin que éste deje de serlo -esta paradoja característica de los recursos compositivos del artista-, se vuelve particularmente eficaz. En Colisión, de 2009, tela de grandes dimensiones que potencian el dinamismo del conjunto, parece librarse una batalla de inciertos derroteros entre la naturaleza y la ciudad en pugna por el espacio. La obra transmite algo épico (una épica del bregar), y al respecto, no puede sino venir a la memoria la definición de Puerto Rico por Luis Rafael Sánchez: “un país de épica menor y drama permanente, excesivo”7.

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A falta de grandes acontecimientos, proezas y gestas heroicas, la vida cotidiana es la que adquiere dimensiones admirables y dignas de atención literaria y plástica. En Colisión, las casas y los árboles se convierten en proyectiles con vida propia, y la oposición entre el campo y la ciudad, tema literario de larga tradición, se materializa en colores y formas que no sólo se agreden mutuamente, sino que amenazan al espectador, pues la ausencia de perspectiva dentro de la composición potencia la conquista del espacio real a través de un movimiento envolvente. Comenta Hiromi Shiba: “él desenmascara el aparente encanto ecológico puertorriqueño al mostrarnos en sus obras pictóricas la realidad de la destrucción ambiental y humana en que vivimos y que evitamos ver de frente”8. Aquí, la confrontación nos acosa, no permite escapatoria. Podemos entonces apreciar otra característica de la obra de Vallejo, en su relación con el expresionismo. Como movimiento, se define en efecto como muy intuitivo, irracional, espontáneo, existencial y desde luego subjetivo. No se suele relacionar, por ejemplo, la obra de un Jackson Pollock con planteamientos de denuncia social. En cambio, en Vallejo, el expresionismo se tiñe -se enriquece- con una dimensión que sobrepasa el arrebato individual sin acallarlo, y alcanza una


reflexión más intelectual (en el sentido originario del término que implica el compromiso con una causa), más colectiva, que en la Historia del Arte se suele asociar a estilos realistas y plenamente figurativos. Ese quiebre de la tradición -tanto la del realismo como la del expresionismo-, esa capacidad de transformar una manera de pintar dándole nuevos significados es sin duda descollante en la producción de Orlando Vallejo. Así como su abstracción no excluye la figuración, su expresionismo no descarta un discurso articulado con el resto de la sociedad. Desde luego, la ausencia de elementos narrativos hace que el mensaje no sea explícito. Y, en este sentido, la misma subjetividad del artista permite un margen de interpretaciones también subjetivas. Frente a Crane Tower, 2006, podemos experimentar esa ambigüedad que, otra vez, obliga al espectador a involucrarse. ¿Implica la obra una denuncia de la anarquía desarrollista que cada día más pone en entredicho la bucólica imagen de la “tierra del Edén”? ¿O al artista lo atrajo el contraste visual entre los árboles y las grúas, lo natural y lo artificial (hecho por el hombre), entre las formas curvas y las líneas rectas, entre lo orgánico y lo construido? ¿O será esta pintura una manera de conciliar, desde el compartir los mismos

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No pinta al aire libre, sobre el motivo, como lo hacían Oller y los paisajistas tradicionales. Más bien, opera una síntesis entre imágenes recolectadas en la observación de la naturaleza y cuya convergencia se origina en su discurso plástico.


tonos cercanos a la monocromía, una visión telúrica de la Isla y otra moderna? ¿O podemos pretender una síntesis que no nos obligaría a una interpretación en particular? Ese carácter abierto, en última instancia no dogmático, de la producción de Vallejo, corresponde también a una actitud muy actual entre los artistas: la de no imponer, el dejar que la obra establezca por su cuenta unos posibles diálogos. La naturaleza en diversos enfoques Es importante subrayar que se explaya en los paisajes de Vallejo una variedad de relaciones entre la naturaleza “real” y aquella plasmada. Recordemos ante todo que el paisaje no existe como tal, pues es un constructo mental, que consiste en la selección, dentro de la naturaleza, de un fragmento específico para pintarlo, por sus atractivos propios (lo “pintoresco”). Hay que añadir que el paisaje como lugar particular escogido por el artista, y representado según algún grado de fidelidad en el parecido (la Plaza Palmer, En la orilla) no es lo más usual en Vallejo. No pinta al aire libre, sobre el motivo, como lo hacían Oller y los paisajistas tradicionales. Más bien, opera una síntesis entre imágenes recolectadas en la observación de la naturaleza y cuya convergencia se origina en su discurso plástico.

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Por esa ruta diaria, 2007 Óleo sobre tela 34’’ x 40’’ Colección Museo y Centro de Estudios Humanísticos Dra. Josefina Camacho de la Nuez


Aquella exuberancia, 2014 Óleo sobre tela 48’’ x 48’’ Colección del Artista

Algunos paisajes que podríamos considerar como “simples”, es decir que se limitan a plasmar la naturaleza, pero no en una visión directa, sino juntando elementos de un tropicalismo genérico en intensidad, calidez, exuberancia de la vegetación… podrían ser tildados por algunos como decorativos, pero tienen mucho interés porque son precisamente los que plasman esa isla que se quiere preservar, por lo que constituyen frente a los paisajes que consideramos como “conflictivos” una referencia ideal, una evocación del paraíso en peligro. Entre ellos encontramos Aquella exuberancia (2014) que parece intocado por lo humano. Por su parte, Se da la circunstancia de ser de este lugar, de 2013, expresa, a la manera de los bucólicos paisajes del pasado, una armonía entre el hombre y su entorno. Por esta ruta diaria, de 2007, y El último reducto, de 2013, enseñan una naturaleza que empieza a sufrir la invasión de las urbanizaciones, a través de ese empecinamiento, bastante desarrollado en Puerto Rico, de “construir las ciudades en el campo”. En Hacia el abismo (2013), todo concurre a la impresión de asistir a una catástrofe: las manchas negras en el cielo, el primer plano oscuro, y sobre todo la fuerte diagonal por la que las casas de Soutine se van precipitando al vacío.

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El último reducto, 2013 Óleo sobre tela 48’’ x 48’’ Colección del Artista

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Se da la circunstancia de ser de este lugar, 2013 Óleo sobre tela 48’’ x 48’’ Colección del Artista

La mayoría de los paisajes de Vallejo son construcciones mentales hechas con base en paisajes de la isla, más no de un sitio específico: en este sentido son paisajes imaginarios, re-creados a partir de fragmentos de lo real, en los que la topografía de la isla, la vegetación tropical y las construcciones se combinan como códigos de cierta manera alegóricos, mediante los cuales el artista, como ya mencionamos, llama la atención sobre problemas que atañen a la naturaleza y por ende al ser humano: la contaminación, la deforestación, la marginalidad urbana, el desarrollo inmobiliario descontrolado, la ausencia de planificación, el turismo depredador… El uso del paisaje para expresar y transmitir ideas se remonta hasta el S. XIV, con El buen gobierno y El mal gobierno de Ambrogio Lorenzetti (ca.1340). De hecho, en la pintura clásica y académica, se consideraba al paisaje un tema aceptable dentro de la jerarquía de los géneros, sólo si transmitía conceptos nobles y elevados; por eso, el paisaje era ante todo el escenario de escenas bíblicas o mitológicas edificantes. Algo de esas ideas ha perdurado en la actual instrumentalización del tema que acometen artistas contemporáneos como Orlando Vallejo. Todas de 2013, como si en ese año se hiciera preocupación fundamental para el artista, En las


Tiempo de convergencias, 2013 Óleo sobre tela 48’’ x 48’’ Colección del Artista

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Implosión en San Juan, 1998 Óleo sobre tela 64’’ x 64’’ Colección Privada

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Barullo, 2013 Óleo sobre tela 48’’ x 48’’ Colección del Artista

DC-10 (desmonte), 2001 Óleo sobre tela 64’’ x 64’’ Colección José e Iris Hernández Castrodad

entrañas de la ciudad, Hacia el abismo (donde volvemos a encontrar omnipresente la impronta de Soutine) y Tiempo de convergencias denuncian la anarquía de las ciudades con una mezcla de ironía y dramatismo. En Tiempo de convergencias se hace presente además un elemento algo surrealista: la enorme y misteriosa mancha roja que desde el cielo amenaza a la ciudad, que podría aplastarla o envenenarla. Ya en 1998, en Implosión en San Juan, una mancha negra cumplía la misma función encima de otra mancha casi abstracta en la que apenas se distingue algo como un caserío, y nos parece revelador ese resurgimiento a 15 años de distancia. En Barullo, de 2013, también se apodera del cielo esa mancha oscura. Una variante la constituye Entre el norte y el sur (2012): son unas casas las que caen del cielo sobre una naturaleza virgen, donde la catástrofe viene anunciada por unos árboles en llamas. Entre los paisajes que son escenarios conflictivos, se encuentran también Paisaje con antena (2000) y DC-10 (Desmonte) (2001), de tonos cálidos, casi abstractos y muy expresionistas. En el primero, los hierros de la torre se mimetizan con las ramas de los árboles: la naturaleza sería entonces vencedora; mientras que en la segunda está siendo arrasada.

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“… Me interesaban las circunstancias de las personas, ese mundo poblado de gente que a veces son anónimos, pero a fuerza de verlos todos los días se convierten en parte del paisaje; es gente con sus propias historias y vivencias”


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Paisaje con antena, 2000 Óleo sobre tela 48’’ x 24’’ Colección de Arte Puertorriqueño Contemporáneo de la Cooperativa de Seguros Múltiples de PR


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Quedan por destacar otros aspectos del paisaje en las creaciones de Vallejo: Pachamama (2007), una obra singular, remite, como su título indica, al mito incaica de la Madre Tierra. Aquí, la presencia tutelar de la divinidad en el cielo puede significar protección, en contraposición con las manchas antes mencionadas. Los árboles también van al cielo (2006) y Un bosque en la altura (2007), pertenecen a un espíritu onírico, impregnado de real maravilloso, como un homenaje entre poético y humorístico a los tan maltratados y sacrificados árboles. Paisajes habitados Es menester tomar asimismo en cuenta otro conjunto caracterizado por la presencia de seres humanos. Al respecto explica el artista que esta nueva temática surge a raíz de haberse mudado al centro de la ciudad, él que siempre había vivido en un ambiente bucólico. Afirma: “La mala planificación urbana en Puerto Rico vuelve a motivar mi obra, pero en este caso quise ir más allá y tratar, dentro del casco urbano, todas las situaciones que ocurren. (…) Me interesaban las circunstancias de las personas, ese mundo poblado de gente que a veces son anónimos, pero a fuerza de verlos todos los días se convierten en parte del paisaje; es gente con sus propias historias y vivencias”9. Tienen en común no ser éstas


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Los árboles también van al cielo, 2006 Óleo sobre tela 66’’ x 60’’ Colección del Artista


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Entonces llegaron ellos, 2003 Óleo sobre tela 72’’ x 84’’ Colección Museo de Arte de Puerto Rico Donación de Villas Mi Antojo


personas específicas, sino figuras anónimas que representan a un grupo humano. Entonces llegaron ellos (2003), cuyo título es una cita de la canción de Joan Manuel Serrat, De cartón piedra, evoca una amenaza, una agresión, reforzada por la atmosfera nocturna y el incendio en el fondo. Todo indica que la mujer es una prostituta a punto de ser atacada por una banda de delincuentes, pero tal vez quepan otras interpretaciones. En todo caso, el ambiente es sórdido, alude al lado más sombrío de lo urbano. No tiren, de 2004, ilustra también la violencia como fenómeno de sociedad ligado al entorno urbano. Las dos siluetas, una negra, otra amarilla, con las manos en alto, emergen de un caos que se transforma metafóricamente en el verdadero agresor, ya que quien los apunta no está visible. Ambas pinturas tienen referencias tanto al expresionismo alemán, en particular las escenas callejeras de Ernst Ludwig Kirchner, como a la transvanguardia italiana, avatar del expresionismo “histórico”. Quiero volver, de 2006, presenta a un hombre de medio cuerpo, de espaldas, viendo un atardecer a lo lejos. A pesar de su carácter absolutamente aislado (es decir, en última instancia “no representativo”) en la producción de Vallejo, tanto por el tema como por el

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No tiren, 2004 Óleo sobre tela 66’’ x 96’’ Museo y Centro de Estudios Humanísticos Dra. Josefina Camacho de la Nuez

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tratamiento plástico, la consideramos destacable por tratar el tema del exilio. Al respecto, conviene recordar que más del 50% de los puertorriqueños viven fuera de la isla, vale decir: en los Estados Unidos, y que esta condición demográfica ha moldeado profundamente, sobre todo a partir de los años 50, a la sociedad puertorriqueña en su conjunto, tanto a los que se fueron, como a los que regresaron y a aquellos que se quedaron. Como lo observa Edgardo Rodríguez Juliá: “hoy el puertorriqueño es uno de los pueblos más desarraigados de la tierra. Apenas empezamos a valorar cómo nos han transformado estas vivencias del exilio, de la emigración y de la nostalgia”10. En este sentido, se ha visto obligado a redefinir su sentido de pertenencia, condición que expresa Arcadio Díaz Quiñones en estos términos: “la emigración exacerbó los debates en torno a la identidad. Mucho antes de que la ‘diáspora’ se trasladara al centro de la teoría cultural, los desplazamientos a los Estados Unidos habían marcado todos los aspectos de la vida puertorriqueña, creando un ‘adentro’ y un ‘afuera’ que variaba según el lugar donde se tomara”11. Y dentro de esta problemática, la promesa del retorno, a pesar de que el exilio puertorriqueño es, contrariamente al de los cubanos, “circulatorio”, es decir, abierto a la posibilidad de ir y volver con total libertad, esa promesa no deja de estar muy presente y suscitar nostalgia, que se traduce,


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Quiero volver, 2006 Óleo sobre tela 65’’ x 59’’ Colección del Artista


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” Mucho antes de que la ‘diáspora’ se trasladara al centro de la teoría cultural, los desplazamientos a los Estados Unidos habían marcado todos los aspectos de la vida puertorriqueña, creando un ‘adentro’ y un ‘afuera’ que variaba según el lugar donde se tomara” Arcadio Díaz Quiñones


hasta en términos literarios, en el anhelo por esas atmosferas cálidas inalcanzables que aquí el exiliado contempla desde su soledad. Y la nostalgia es precisamente el sentimiento que se desprende de esta obra singular en su resolución formal, pero reveladora de la conciencia que posee el artista de todo aquello que concierne a su país. Conciencias libres Precisamente por ser el género del retrato poco cultivado por Orlando Vallejo, resulta por demás significativa su serie dedicada a los presos políticos puertorriqueños: se inscribe de lleno en la corriente, que recorre todo su trabajo, de cuestionamiento, crítica y denuncia, que abarca todos los problemas relacionados con Puerto Rico, desde los ecológicos hasta los políticos. En este sentido los retratos no pueden ser considerados como meros anexos circunstanciales sino que forman parte de la columna vertebral de su compromiso como artista y ser humano. En esta serie, el conjunto agrega significado a cada uno de los retratos individuales, como lo expresa el mismo artista, pues constituyen “un solo ente, para acentuar la hermandad que existe entre ellos”12. Desde el punto de vista formal, son muy diferentes del resto de su

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producción, en la búsqueda de la mayor eficacia expresiva que, ahora, se concentra en la economía de recursos. Cada retratado aparece sobre un “único fondo negro opaco que representa la seriedad de sus actos, la austeridad claustral y el luto por los que han caído luchando por la independencia patria”13. Una vez más, el artista recurre a su conocimiento de la Historia del Arte: sabe del poder simbólico del llamado “fondo convencional”, que potencia los rasgos y la mirada del personaje, evitando cualquier tentación decorativa o anecdótica, a la vez que le da una dignidad, una grandeza que una fotografía no podría otorgar, ya que los aleja del simple documento para darles vida en el mundo del arte. Una “otredad de la imagen” Una característica que podría abarcar en toda su variedad y extensión la obra de Orlando Vallejo sería la de ser abierta: abierta a la naturaleza, a la realidad, y también a la imaginación; seria en sus planteamientos y en su forma de asumir el oficio, pero nunca doctrinaria, al contrario, seducida por el humor y la ironía; despreocupada por el concepto de originalidad y sin embargo individual; abierta a múltiples referencias estilísticas nacionales y universales sin “influencias” y mimetismos (se trataría más bien, como bien lo escribe


Álvarez Bravo de “una suerte de otredad de la imagen en el espejo negro de los clásicos”14). Este don para lograr una poderosa expresión individual dejando visible la impronta de sus eclécticas inspiraciones, esa facultad siempre renovada de apropiarse, reinterpretar y metamorfosear a partir de su vasta cultura y su arrojo existencial, lo ubican en la tradición latinoamericana de la “antropofagia”, que sigue ejerciendo con una libertad y un virtuosismo que demuestran la plena vigencia de su arte en nuestros tiempos y nuestras circunstancias.

Federica Palomero/Caracas/junio 2014

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NOTAS


1 Álvarez Bravo, Armando (2002). “La pintura de la intensidad” en: Orlando Vallejo. Pinturas de 2002 (catálogo). San Juan: Galerías Prinardi: s.p. 2 Marceles, Eduardo. “Caribbean Expresionism in Painting” en: NY Arts Vol. 5 nº 4 (abril 2000): 65. 3 Rodríguez Juliá, Edgardo (2002). Caribeños. San Juan: Editorial Instituto de Cultura Puertorriqueña: 150. 4 Ibidem: 4. 5 Cros, Fernando (2002). “Pintura y heterogeneidad: la última década” en : Adlín Ríos Rigau. Las artes visuales puertorriqueñas a principios del siglo XXI. San Juan: Editorial Instituto de Cultura Puertorriqueña: 210. 6 Sánchez, Luis Rafael (1994). La guagua aérea. San Juan: Editorial Cultural: 184. 7 Ibidem: 25. 8 Shiba, Hiromi (2007), Verdes veredes (catálogo). Caparra Heights: Galería A. Cueto: s.p. 9 En entrevista por Tatiana Pérez Rivera: “En escaparate la realidad urbana” en: El Nuevo Día del 23 de noviembre de 2004: 4. 10 Rodríguez Juliá, Edgardo (2002). Caribeños. San Juan: Editorial Instituto de Cultura Puertorriqueña: 19. 11 Díaz Quiñones, Arcadio (2000). El arte de bregar. San Juan: Ediciones Callejón: 56. 12 Declaraciones del artista a la autora, 11 de junio de 2014. 13 Ibidem. 14

Álvarez Bravo, Armando. Op.cit.

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Black hole, 2008 Óleo sobre tela 34’’ x 40’’ Colección del Artista


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El deportado, 2006 Óleo sobre tela 66’’ x 96’’ Colección Hedson Zavala


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Reflexiones (Selva, Sabana y Estepa), 2007 Óleo sobre tela 96’’ x 66’ c/u’ (tríptico) Museo y Centro de Estudios Humanísticos Dra. Josefina Camacho de la Nuez


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Ráfagas de buen augurio, 1999 Óleo sobre tela 70’’ x 94’’ Colección Privada


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De lo etéreo y fugaz, 2005 Óleo sobre tela 40’’ x 34’’ Colección Jiménez Colón


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ENTREVISTA A

ORLANDO VALLEJO Marimar Benítez


Orlando Vallejo es Artista Residente (2013-2015) del Museo y Centro de Estudios Humanísticos Dra. Josefina Camacho de la Nuez de la Universidad del Turabo. El taller del artista está ubicado en la Casa del Artista Residente, que fue sede del Museo de Artes Populares.

MB: ¿Cómo fue tu formación? OV: Hice un Grado Asociado en Ingeniería Civil en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Bayamón. He tomado cursos en la Escuela de Artes Plásticas, Universidad del Turabo y en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Tambien estuve una temporada residiendo en España. Andrés Marrero a través de su galería, me dio mi primera oportunidad de exhibir y de reunirme con otros artistas importantes de Puerto Rico. MB: ¿Trabajas las pinturas desde bocetos? OV: No hago bocetos, voy directo a la tela, para no perder la espontaneidad, pero primero me gusta quitarle la frialdad de una tela en blanco pintando un fondo con un color cálido como un rojo inglés o parecido, para que luego al trabajar la tela, esa calidez resalte en los colores posteriores. El negro también es importante ya que al yuxtaponerlo con los colores hace que éstos se destaquen más.

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Paisaje sincopado, 1999 Óleo sobre tela 77 1/2’’ x 84’’ Colección Instituto de Cultura Puertorriqueña

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MB: Los paisajes tienen un hilo conductor, de la naturaleza a las edificaciones, como en Paisaje sincopado. OV: Son una crítica al maltrato del paisaje. Yo, como todos los de mi generación, ví como se fue transformando el paisaje rural en una masa aforma de cemento. Mi abuelo tenía una parcela preciosa con todo tipo de árboles y animales y le expropiaron parte de la finca para dar paso a la urbanización. Algunas de las pinturas se basan en esa experiencia temprana sobre la mala planificación urbana y rural que destruyó mi paisaje idílico. Es una reflexión sobre el proceso del cambio que pasa a ser un tema recurrente en una parte importante de mi obra. MB: ¿Cómo ves la evolución de tu obra? OV: Al principio era más esquemático, más medido. Con la experiencia te vas soltando. MB: ¿Trabajas en serie? OV: Creo que lo he hecho en dos o tres veces, pero en general no me propongo trabajar en serie, y fuera de esas excepciones si esto ocurre, lo hago inconscientemente. Es como una célula madre, desarrollas una cosa, y después vuelves atrás y desarrollas otras.


El olvido de la memoria, 2014 Óleo sobre tela 72’’ x 48’’ Colección del Artista

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MB: En muchas de tus pinturas los colores son amarillo brillante, rojo, negro, azul, estas otras, como El olvido de la memoria, son de colores tierra. OV: En esa serie de pinturas el tema me pide esa paleta de colores. En la Casa del Artista Residente se almacenan en el segundo piso, un grupo de bolsas de las excavaciones de Punta Candelero. Al yo ver eso me situé en esa excavación y me vino a la mente cómo el ser humano va dejando atrás una estela de objetos y vivencias que la Madre Tierra -(La Pachamama) constantemente va cambiando. MB: Son obras monumentales. OV: Están inspiradas en la memoria y el tiempo, en cómo la tierra hace desaparecer la huella de una civilización, que es rescatada posteriormente. 84

MB: ¿Te interesa la arqueología? OV: No necesariamente es la arqueología, desde finales de la década de los setenta, he estado trabajando con el tema del abuso del hombre contra la naturaleza. Lo que más me interesa es hacer pinturas sobre el ambiente, sobre la mala planificación en el uso de la tierra, que nos está llevando al calentamiento global. MB: ¿Y esta serie, que llamas Conciencias libres? OV: Son retratos de ex prisioneros políticos puertorriqueños. Estan trabajados siguiendo una línea figurativa más académica. Todos están realizados sobre un fondo negro que resalta la figura y simboliza la unión de propósito en su lucha por la libertad de Puerto Rico. Eso fue un paréntesis necesario que hice dentro de mi forma de pintar para rendir un homenaje a estos hombres y mujeres que se sacrificaron y se siguen sacrificando por nuestra Patria. MB: ¿Cuándo las hiciste? OV: Los retratos de los ex presos políticos puertorriqueños son de 2009. Fíjate que en el 2014 Ai Wei Wei, en la isla de Alcatráz (que fuera una prisión) hace una instalación que es una denuncia a todos los presos políticos del mundo.


Conciencias libres, 2009 (Políptico 16 piezas) Óleo sobre tela 54’’ x 48’’ c/u Colección del Artista

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MB: ¿Y en tus obras más recientes? OV: He estado trabajando muy activamente este último año en las facilidades de la Casa del Artista Residente de la Universidad del Turabo por la comodidad y el ambiente que me brinda sus amplios talleres. En ella, estoy retomando la creación de obras de gran formato que hacía un tiempo no podía desarrollar por limitaciones de espacio. También estoy trabajando una pintura de formato pequeño que llamo un “close-up del paisaje”. De manera más abstracta. MB: ¿Qué quieres decir con un “close-up del paisaje”? OV: Estoy adentrándome en el paisaje, enfocándome en un área o detalle en específico. No hay formas claramente definidas, pero sí vestigios de lo que pueden ser hojas o ramas. Es un paisaje interno con mucho dramatismo. MB: La obra Ya somos el olvido que seremos se separa de las otras, en el colorido, en la figuración. OV: Está inspirada en un soneto de Jorge Luis Borges que comienza con ese verso. Utilicé el dramatismo del


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En efecto, es correcto que hay un hilo conductor a través de mi obra y es lógico que los cambios que han ocurrido en la sociedad puertorriqueña, de los cuales he sido testigo, influyan en mi pintura. He sido testigo de ese cambio, y lo plasmo en mi pintura de manera consecuente.


Ya somos el olvido que seremos, 2013 Óleo sobre tela 96’’ x 126’’ Colección del Artista

rojo en la figura principal que se descompone y en toda la atmosfera que la rodea, para desarrollar mi interpretación de ese soneto. MB: Al revisar catálogos de tus exposiciones pasadas, me impactó la continuidad de tus planteamientos en torno de la sociedad. Haces paisajes, paisajes urbanos, personajes de esos paisajes; a pesar de cambios en el uso del pigmento, en la pincelada, hay un hilo conductor. OV: En efecto, es correcto que hay un hilo conductor a través de mi obra y es lógico que los cambios que han ocurrido en la sociedad puertorriqueña, de los cuales he sido testigo, influyan en mi pintura. He sido testigo de ese cambio, y lo plasmo en mi pintura de manera consecuente.

Marimar Benítez, San Juan, 2014

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LIBRETA DEL ARTISTA Orlando Vallejo


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DATOS BIOGRテ:ICOS

ORLANDO VALLEJO CARABALLO


Orlando Vallejo en su taller en Bairoa

Nace el 20 de noviembre de 1955 en San Juan. En 2007 es declarado Hijo Adoptivo de Caguas, en resolución firmada por el alcalde Hon. William Miranda Marín. Su formación artística incluye estudios en la Escuela de Artes Plásticas de Puerto Rico, la Universidad del Turabo en Gurabo, Puerto Rico y la Universidad de Puerto Rico, Recintos de Bayamón y Río Piedras. Ha participado en la Bienal de Florencia (2005) y Bienal de Santo Domingo (1996). Participó como Artista Residente en la Fundación Altos de Chavón en La Romana, República Dominicana (1997). Fue invitado a dictar una conferencia ilustrada de su obra en la Escuela Superior Autónoma de Bellas Artes “Diego Quispe Tito” en Cusco, Perú (2002). Es comisionado a realizar un retrato de Don Eugenio María de Hostos para la colección del “Salón Libertadores y Héroes Sociales de Latinoamerica y el Caribe” que se expone permanentemente en “La Casa Amarilla Antonio José de Sucre” en la República Bolivariana de Venezuela (2009). Miembro fundador del Grupo de Artistas Plásticos del Turabo. Su obra se encuentra en importantes colecciones públicas y privadas en y fuera de Puerto Rico. Actualmente se desempeña como Artista Residente en la Universidad del Turabo en Gurabo, Puerto Rico (2013-2015).

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Museo del Louvre, Paris Museo de Arte Contemporรกneo de Barcelona Orlando Vallejo en la Bienal de Florencia The Field Museum, Chicago

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6 Isabel Rosado 7 Rigoberta Menchú 8 (de izq. a der.) Rafael Cancel Miranda, Orlando Vallejo y el Congresista de E.U. Luis Gutiérrez

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Exposiciones individuales: 2013 Tiempo de convergencias, A. Cueto Gallery, Caparra Heights, P.R. 2010 En lo más mínimo, A. Cueto Gallery, Caparra Heights, P.R. 2009 Conciencias libres, Museo de Arte Contemporáneo de Caguas, P.R. 2009 Confrontación, A. Cueto Gallery, Caparra Heights, P.R. 2007 Naturaleza Urbana, Banco Popular de Puerto Rico, Rockefeller Center, Nueva York 2007 Verdes veredes, A. Cueto Gallery, Caparra Heights, P.R. 2005 Espectros urbanos, Casa Rectoría, Universidad del Turabo, Gurabo, P.R. 2005 Pinturas recientes, Galería Obra, Viejo San Juan, P.R. 2004 Espectros urbanos, Museo de las Américas, Viejo San Juan, P.R. 2003 Pinturas recientes, Galerías Prinardi, Hato Rey, P.R. 2002 Pinturas del 2002, Galerías Prinardi, Hato Rey, P.R. 2002 Emociones del Caribe, Escuela Superior Autónoma de Bellas Artes, “Diego Quispe Tito” Cusco, Perú 2001 Entornos, Galerías Prinardi, Hato Rey, P.R. 2000 Percepciones, Galerías Prinardi, Hato Rey, P.R. 1999 Museo de Arte Contemporáneo de Caguas, P.R. 1998 Sala de Exposiciones, Antiguo Convento de los Dominicos,Viejo San Juan, P.R. 1997 La Galería, Fundación Altos de Chavón, La Romana, R.D. 1996 Casa de Bastidas, Santo Domingo, R.D. 1996 Galerías Prinardi, Hato Rey, P.R. 1996 La Cruz Azul de Puerto Rico, San Juan, P.R. 1995 Galería Normandie, San Juan, P.R. 1994 Museo Casa Roig, Humacao, P.R. 1993 Galería Coabey, Viejo San Juan, P.R. 1991 Galería Iberoamericana, San Juan, P.R. 1989 Galería Andrés, San Juan, P.R. 1987 Colegio Universitario U.P.R. de Humacao, P.R. 1986 Galería San Juan, Viejo San Juan, P.R. 1985 Le Petite Galerie, Caguas, P.R.

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(de izq. a der.) Carlos Irizarry, José Morales, Orlando Vallejo y Elizam Escobar 10 (de izq. a der.) Carmen M. Rivera, Orlando Vallejo, José Meléndez Contreras y Andrés Marrero 11 (de izq. a der.) Daniel Lind, Marcos Alegría, Felipe Jiménez, Dennis Mario y Orlando Vallejo 12 (de izq. a der.) Orlando Castro, Ángel Soto, Juan Nieves, Claudio Solano, David Aponte, Héctor Muñiz, Rafael Tarazona, Javier Vélez, Carlos Acevedo, Héctor Escalante y Orlando Vallejo 9

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13 (de izq. a der.) Sebastián Vallejo, José Hernández Castrodad, Orlando Vallejo 14 Orlando Vallejo, Dra. Carmen Teresa Ruiz de Fischler, Directora del MCEH 15 Pablo Marcano, Orlando Vallejo, Antonio Cabán Vale

Exposiciones colectivas: 2014 Expresiones Pentatónicas, Museo de Arte e Historia Cecilia Franceschini Filardi De Cátala, Yauco, P.R. 2013 Pasiones Regionales, Museo y Centro de Estudios Humanísticos, Universidad del Turabo, Gurabo, P.R. 2013 Expresiones Pentatónicas, Museo de los Próceres, Cabo Rojo, P.R. 2013 Por la Libre, Museo de Arte e Historia René Marqués, Arecibo, P.R. 2012 Pinceladas Olímpicas, Museo de Arte de Ponce, P.R. 2011 Preámbulo, Museo y Centro de Estudios Humanísticos, Universidad del Turabo, Gurabo, P.R. 2005 V Bienal de Arte Contemporáneo de Florencia, Italia 2002 Artistas Plásticos del Valle del Turabo: Una Década de Creación; Universidad del Turabo, Gurabo, P.R. 2002 Lazos Latinoamericanos, Cámara de Comercio, Viejo San Juan 2002 Tiempo de Arte, Cusco, Perú 2002 Fraternité Caribéen au Festival de Couleurs, Musée Du Panteón National D’Haití 2001 El Paisaje desde adentro, Galerías Prinardi, Hato Rey, P.R. 1999 Pasaje de Ida y Vuelta, Sala Julia de Burgos, Taller Boricua, Manhattan, N.Y. 1999 Presencia de la Pintura Latinoamericana de Hoy, Galería de Arte Espinal, Viejo San Juan, P.R. 1996 Tercera Bienal de Pintura del Caribe y Centroamérica, Santo Domingo, R.D. 1994 Movimiento de Artistas Plásticos del Turabo, Universidad del Turabo, Gurabo, P.R. 1994 Movimiento de Artistas Plásticos del Turabo, Pabellón de las Artes, Caguas, P.R. 1991 Galería Normandie, San Juan, P.R. 1991 Certamen Fundación Alfonso Arana, San Juan, P.R. (1ra. mención) 1990 El Paisaje Puertorriqueño, Galería Hispanoamericana, Viejo San Juan, P.R. 1983 Huellas, Galería Bohío, Nueva York

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16 Orlando Vallejo con su esposa Dra. Carmen M. Rivera 17 (de izq. a der.) Gerardo, César, Ana Ixa, Juan Carlos y Orlando Vallejo con sus padres Ana y Pedro 18 Orlando Vallejo con sus hijos Natalia 16 Lucía y Sebastián Alejandro

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Publicaciones Art News, Arte Al Día Internacional, Art Nexus, Art New York, ArTes Santo Domingo, Arte Latinoamericano, El Nuevo Día, El Vocero, La Semana, The San Juan Star, Hoy, El Sol del Cusco, The Economist, Desde Cero, Art Premium Colecciones públicas y privadas Museo de Arte de Puerto Rico, San Juan, P.R. Museo de Arte de Ponce, P.R. Museo de Arte Contemporáneo de Caguas, P.R. Cooperativa de Seguros Múltiples, San Juan, P.R. Instituto de Cultura Puertorriqueña, San Juan, P.R. General Accident Insurance, Londres, Inglaterra Santurce Medical Mall, Santurce, P.R. Museo y Centro de Estudios Humanísticos Dra. Josefina Camacho de la Nuez, Universidad del Turabo, Gurabo, P.R. Banco Popular de Puerto Rico, Manhattan, N.Y. Hotel Ritz-Carlton, Carolina, P.R. Escuela Superior Autónoma de Bellas Artes, “Diego Quispe Tito”, Cusco, Perú Casa de Bastidas, Santo Domingo, R.D. Museo Fundación Cándido Bido, Bonao, R.D.

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19 Casa del Artista Residente de la Universidad del Turabo 20 (de iz. a der.) Dr. Josúe Camaño, Dra. Carmen Teresa Ruiz de Fischler, Dr. Miguel Rodríguez, Orlando Vallejo, Dra. Evelyn Vélez Rodríguez, Dr. Félix Huertas 21 (de izq. a der.) Ángel Vázquez, Julián Ruiz, Dr. Dennis Alicea, Rector de la Universidad del Turabo, Orlando Vallejo, Wichie Torres y Elí Vega

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AGRADECIMIENTOS


JUNTA ASESORA

PERSONAL

Dr. Dennis Alicea Rector

Dra. Carmen T. Ruiz de Fischler Directora Ivette Guzmán Vega Directora Auxiliar Damarys Delgado Rosario Coordinadora de Servicios Administrativos Milena Lugo Carbonell Registradora Pedro Fortunato Asistente Registrador María del Carmen Arroyo Rodríguez Coordinadora Programa Educativo

MUSEO Y CENTRO DE ESTUDIOS HUMANÍSTICOS DRA. JOSEFINA CAMACHO DE LA NUEZ

Sr. José E. Hernández Castrodad Dra. Myrna Casas Sra. Mariam Guillemard Sr. Quintín Rivera Sr. Antonio Roig Ferré Sra. Zulma Santiago Arq. Jaime Suárez Dr. Félix R. Huertas Sr. John Regis Arq. Héctor Rivera Sr. Ángel Vázquez Dra. Sarai Lastra de León Ing. Frankie Vázquez Orlando Vallejo Artista Residente

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PERSONAL UNIVERSIDAD DEL TURABO

Alba Rivera Rangel Vicerrectora Auxiliar de Desarrollo y Exalumnos Iris N. Serrano Directora de Relaciones Públicas Dra. Sarai Lastra de León Vicerrectora de Recursos de Información Ing. Mayra Rodríguez Julbe Vicerrectora de Operaciones y Planta Física

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CRÉDITOS


Federica Palomero Curadora John Betancourt Mario Espinosa Roberto Ortiz Ismael Rivera Willie Sepúlveda Fotógrafos Marina Rivón / MAREMAR Diseño y edición de textos © Universidad del Turabo, 2015 ISBN 978-0-9913051-5-5 Primera Edición 2015 Publicado por: Museo y Centro de Estudios Humanísticos Dra Josefina Camacho de la Nuez Universidad del Turabo PO Box 3030 Gurabo, PR 00778-3030 787.743.7979 www.museo.ut.pr

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Impreso en Puerto Rico


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