LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)
Compiladores: Félix R. Huertas González, Ph.D. Juan E. Roque Rivera, Ph.D.
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LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX) Compiladores: Félix R. Huertas González, Ph.D. Juan E. Roque Rivera, Ph.D.
Esta publicación es parte del proyecto Los pueblos de la región centro-oriental y su historia (siglos XIX y XX), subvencionado por la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades (National Endowment for the Humanities)
Créditos Dr. Félix R. Huertas González Decano Decanato de Educación General Dra. Carmen T. Ruiz de Fischler Directora MCEH Ivette Guzmán Vega Directora Auxiliar MCEH
Dr. Juan E. Roque Rivera Director Departamento de Humanidades y Sociales Decanato de Educación General Iris N. Serrano Directora Relaciones Públicas
Agradecimientos
Portada: Valle de Yabucoa, Miguel Pou, óleo sobre lienzo, 1953. Colección privada
Dra. Sarai Lastra Vicerrectora Recursos de Información UT Dra. Beatriz Cruz Sotomayor Directora Departamento de Idiomas UT Víctor M. Pérez Coordinador Audio Visual Bertha Mercado Vegerano Directora Programa Talent Search UT Damaris Delgado Coordinadora Servicios Administrativos MCEH Anabelle M. Solá Directora Mercadeo UT Joelis A. Morales Oficial Admisiones y Mercadeo Dra. Lillian Lara Coordinadora Programa Educativo MCEH HIRO Historiadores de la Región Oriental
Auspiciadores
Fundación Puertorriqueña de las Humanidades Museo y Centro de Estudios Humanísticos Dra. Josefina Camacho de la Nuez Vicerrectoría de Asuntos Estudiantiles, Oficina de Admisiones y Mercadeo Talent Search
© 2013 Universidad del Turabo,
Sistema Universitario Ana G. Méndez, Gurabo, Puerto Rico ISBN 0-9823230-6-9
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Contenido Mensaje del Rector 5 Dr. Dennis Alicea Mensaje del Decano de educación general 7 Dr. Félix R. Huertas González Mensaje de la Directora MCEH 9 Dra. Carmen Ruiz de Fischler La etapa fundacional del pueblo de Patillas 10 Dr. Jalil Sued Badillo Catalina Díaz, única mujer guArdabarrera en la historia del tren en Puerto Rico (1943 - 1967) 26 Dra. Ivonne Acosta Lespier La elite poderosa en San Lorenzo (1873 - 1883) 38 Dr. Félix R. Huertas González El paisaje en la región centro-oriental de Puerto Rico 66 Dra. Carmen T. Ruiz de Fischler La central azucarera: origen y establecimiento de la Corporación The Juncos Central Company, 1905 - 1926 82 Dr. Javier Alemán Iglesias
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Central Lafayette de Arroyo: Eje económico y de cambio social en el sureste puertorriqueño 103 Dra. Gloria Tapia Modernización en Caguas a finales del siglo XIX: Proyectos, apoyos y resistencias, 1878 - 1897 127 Dr. Juan E. Roque Rivera LAS TRANSFORMACIONES TERRITORIALES EN EL MUNICIPIO DE Caguas durante el siglo XIX 151 Dra. Katia Gil de Lamadrid Desarrollo urbano y poder en Caguas: 1890 - 1930 166 Prof. Juan David Hernández Construyendo el Caguas del Siglo XXI: La gestión del Alcalde Ángel O. Berríos Díaz 212 Prof. José Gómez Blanco Juncos y su historia a través de la fotografía y las fuentes del Archivo Histórico Digital 247 Dr. Félix R. Huertas González Biografías de los conferenciantes 251
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Agradecemos a la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades (FPH) el apoyo dado al Decanato de Educación General y al Museo y Centro de Estudios Humanísticos Dra. Josefina Camacho de la Nuez por la aprobación de la propuesta Los pueblos de la región centro-oriental y su historia (siglos XIX y XX). Dicha propuesta logró reunir a distinguidos intelectuales e historiadores de la región entre los que se encuentran Jalil Sued Badillo, Ivonne Acosta Lespier, Félix R. Huertas González, Carmen T. Ruiz de Fishler, Juan E. Roque Rivera, Katia Gil de Lamadrid, Gloria Tapia Ríos, José Gómez Blanco, Javier Alemán Iglesias y Juan David Hernández. Las presentaciones cumplieron con el compromiso de nuestra universidad de desarrollar un debate académico serio y profundo sobre la historia y la cultura de nuestra región. El proyecto benefició a estudiantes y maestros de la región centro-oriental de Puerto Rico. Por lo cual, la Universidad del Turabo continúa logrando su propósito de fortalecer sus vínculos con las comunidades cercanas y fomentar la investigación y la divulgación de la historia regional. A todos los colaboradores nuestro sincero agradecimiento. Dennis Alicea, Ph.D. Rector Universidad del Turabo
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El Decanato de Educación General y el Museo y Centro de Estudios Humanísticos Dra. Josefina Camacho de la Nuez agradecen a la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades (FPH) la aprobación de la propuesta Los pueblos de la región centro-oriental y su historia (siglos XIX y XX). Con dicho apoyo económico logramos cumplir con el propósito de reunir a un grupo de historiadores para que compartieran sus investigaciones más recientes con los estudiantes de las escuelas públicas y privadas, los maestros de Estudios Sociales e Historia del área centro-oriental de Puerto Rico, y el público en general. Este libro reúne las conferencias que fueron ofrecidas por estos historiadores que abordan temas tales como las transformaciones territoriales, el desarrollo urbano y la modernización en el Caguas decimonónico, la figura de Ángel O. Berríos en el Caguas moderno, el poder de los comerciantes y hacendados en San Lorenzo, la etapa fundacional de Patillas, el desarrollo de las centrales azucareras en Juncos y Arroyo, la participación de la mujer como guardabarreras en el tren de la Central Santa Juana y el desarrollo del arte regional. Nuestro más profundo agradecimiento a los estudiantes, maestros, historiadores y al personal del Museo y Centro de Estudios Humanísticos Dra. Josefina Camacho de la Nuez por hacer posible este proyecto. Félix R. Huertas González, Ph.D. Decano Decanato de Educación General Universidad del Turabo
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El Museo y Centro de Estudios Humanísticos Dra. Josefina Camacho de la Nuez, y El Decanato de Educación General unieron sus esfuerzos para organizar unas conferencias sobre Los pueblos de la región centro-oriental y su historia (siglos XIX y XX). Las conferencias dieron la oportunidad para que los investigadores que estudian diferentes aspectos de la historia y el arte de la región, presentaran los resultados de sus más recientes investigaciones. Nos llena de gran satisfacción ver el producto de estos esfuerzos culminar con su publicación, que también es auspiciada, al igual que las conferencias, por la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades. El propósito del libro es que la información que contiene llegue a los maestros y estudiantes de las escuelas de nivel Superior para que conozcan más a fondo la historia de su región y los diferentes enfoques que brindan los investigadores en el desarrollo de sus temas. Según se hacen accesibles más documentos históricos en los archivos nacionales, municipales y en manos de coleccionistas particulares, se vuelve imperativo retomar los temas de la historia de Puerto Rico vistos desde nuestra región y poder llevar sus enseñanzas a la totalidad de la Isla. Esperamos que esta publicación pueda inspirar a nuestros jóvenes estudiantes a seguir por esos mismos pasos buscando nuevas fuentes de estudio y lanzando las teorías que ellos mismos puedan elaborar al respecto. Carmen T. Ruiz de Fischler, Ph.D. Directora Museo y Centro de Estudios Humanísticos Dra. Josefina Camacho de la Nuez
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LA ETAPA FUNDACIONAL DEL PUEBLO DE PATILLAS Dr. Jalil Sued Badillo
PARTICULARIDADES GEOGRÁFICAS DE LA REGIÓN Patillas, como la parte más oriental de los valles del sur, se reduce territorialmente para formar una topografía distinta a los sectores circundantes. Este hecho le implanta una personalidad geográfica propia que la convirtió en la región más fértil y de producción más variada del todo el llano costero insular por tres siglos. Su terreno montañoso que toca el corto llano costero, es irrigado por docenas de quebradas y riachuelos que hinchan sus tres ríos permanentes: el Patillas, el Jacaboa y el Chico. El mayor de estos, conocido anteriormente como río Guayama, es el único en la costa sur de recibir el apelativo de “Grande”. También se advierte en la región su temprano atractivo a la colonización económica o agrícola temprana por la introducción de frutos foráneos, como el cacao, las patillas, las uvas, la caña de azúcar, la malagueta, el café y muchos otros productos. Patillas fue sin dudas, una de las primeras regiones insulares en ser colonizadas agrícolamente. En Patillas, por otro lado, la precipitación anual es mayor que en Guayama o Arroyo, de los cuales forma parte. Este factor añadido a su cambiante topografía (llano corto, montañas cercanas, puerto) le imprimieron una personalidad geográfica y económica propias y distinta a sus regiones cercanas. 12
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La existencia de su puerto en el Bajo igualmente le implicó una actividad comercial con el exterior muy temprano en el siglo XVI y cuyos efectos debieron sentirse temprano también en la transformación de su suelo. La demanda por sus maderas, tabaco y ganado, por ejemplo, implicó deforestación prematura, al menos en sus regiones costeras. Domínguez Cristóbal, en su importante estudio forestal de Puerto Rico, nos ilustra que para el siglo XVIII: Las especies madereras reportadas en contrabando así como los lugares donde este comercio se efectuaba poseían ciertas peculiaridades. Por Guayama se realizaba el mayor volumen de este comercio general. Guayama contrabandeaba la casi totalidad de la pimienta de Tabasco y asumía el liderato con el palo de mora (Manclura tintórea). Dicha especie representaba el 61.76% de ese tipo de comercio maderero.1
No olvidemos que el Guayama de entonces es referencia a Patillas. Aunque la historia con el comercio de contrabando fue una práctica extensa que envolvió otros sectores insulares, las regiones que contaban con un puerto, como Patillas, fueron más fuertemente y más tempranamente involucradas. El viajero George Flinter alabó las ventajas del puerto de Jobos para el comercio de grandes barcos pero también señaló los factores que lo inutilizaban.2 En primer lugar los arrecifes a su entrada y en segundo lugar las marejadas a la boca entre los meses de junio a noviembre impedían su eficiente manejo. No obstante, Jobos siempre fue guarida para pequeños barcos de contrabandistas locales y del exterior. No olvidemos que fue en Jobos que la marina estadounidense capturó a Cofresí. De todos modos, el puerto del Bajo fue prácticamente el único en uso hasta llegado el de las Salinas de Coamo durante los primeros siglos coloniales y solos superados por Buenavista de Humacao. El puerto de Arroyo, como veremos más adelante, fue opción tardía en el siglo XVIII, afectado por la inferioridad de sus tierras todavía incultas y por su escasa población aunque al parecer se concentraba hacia Patillas. Geográficamente el valle de Guayama, es clasificado como parte de una continua llanura costera que corre ininterrumpidamente desde Peñuelas hasta Patillas, donde termina abruptamente la cuchilla de Pandura. Ese llano costero es, geológicamente, de suelos de aluvión 1 Carlos Domínguez, Panorama histórico forestal de Puerto Rico. (Río Piedras: Editorial de la Universidad de P.R., 2000), pág. 100. 2 George Flinter, An Account of the Present State of the Island of Puerto Rico. London 1834. (Academia Puertorriqueña de la Historia, 2002), pág. 37.
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y otros no consolidados, y además, de clima seco subtropical.3 Sin embargo, las diferencias locales son importantes. Los distintos sectores llaneros costeros no son de igual tamaño a lo largo de la franja sureña; la distancia de estos a las zonas montañosas tampoco, la relación de tierras a ríos y quebradas es muy variada, así como lo son sus costas vis a vis playas, mangles, puertos, etc. Y el drenaje subterráneo de las cordilleras no aflora en todos los llanos con igual distribución. En otras palabras, no todos los sectores de la misma región costera sirven para las mismas actividades económicas o de asiento poblacional. Si a las limitaciones o ventajas ambientales se les imponen actividades o determinaciones agravantes, los efectos serán adversos. La región de Patillas dentro del valle de Guayama, y aun dentro del más amplio llano costero del sur fue extremadamente rica en árboles, muchos de ellos madereros. Así lo deja constado el informe de Pedro Tomás de Córdoba en 1830. Mucha de esta riqueza se traficó clandestinamente a otras áreas del Caribe en los siglos anteriores al XIX por el puerto del Bajo. Las muy lucrativas colonias europeas en las Antillas menores no tenían recursos de bosques y consumieron muchas maderas finas de Puerto Rico para sus viviendas, construcciones comerciales y para leña. Lamentablemente, la introducción del cultivo de la caña de azúcar, como monocultivo de exportación, deforestó también mucha de la región y transformó su paisaje. La primera mención del nombre Guayama aplicado al río de Patillas es tan temprana como del año de 1526 –o muy próximo– y aparece en la obra del cronista Gonzalo Fernández de Oviedo: “las salinas e delante de ellas está el río de Guayama...” Para el 1537 el puerto del Bajo ya estaba en uso comercial –activo o esporádico– como lo demuestra el arribo de una carabela de García Troche, vecino y regidor de la capital y yerno de Juan Ponce de León, quien iba con destino a la isla perlera de Cubagua, frente a la costa de Venezuela. El dato es importante porque fija el puerto de Guayama, en el Bajo, como eslabón muy temprano en el tráfico con Tierra Firme, de donde se traían esclavos, sal, pescado y muchos otros artículos para la economía inicial de la isla.4 El contrabando, que se convirtió en el medio más eficaz para abastecer la isla de mercaderías y darle vida a una economía estrangulada por el 3 Tania López Marrero y Nancy Villanueva, Atlas ambiental de Puerto Rico. (U.P.R., 2006). 4 Salvador Tió, Nuevas fuentes para la historia de Puerto Rico. (San Germán: Universidad Interamericana, 1961), pág. 443.
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exclusivismo español, se afincó en sectores distantes de la capital. Patillas jugó ese papel durante los primeros 300 años de historia colonial. A finales del siglo XVIII los pueblos costeros de la isla estaban, como hemos visto, entretejidos con las redes del contrabando caribeño. Pierre Ledrú es enfático al declararlo: La mayoría de los habitantes, y en particular los del interior de la isla, no consumen otros artículos que los que produce el país, pero los que viven en las costas compran a los extranjeros harina, vino, aceite, aguardiente y salazones, así como telas de hilo y algodón, armas, quincallería, alhajas y los vestidos que usan… El contrabando se hace más frecuentemente con los puertos de Fajardo, Humacao, Guayama, Coamo, Ponce, Yauco, Cabo-Rojo…5
En 1799, dos años después del ataque inglés a San Juan, el Cabildo capitalino continuaba acusando el tráfico ilícito de ganado señalando las regiones desde donde se exportaba como las de Loíza hasta Guayama, que de ninguna otra parte pueden tomar el ganado (el enemigo) que de esta isla y de la costa al sur desde Loíza hasta Guayama, donde se hacen continuos embarcos clandestinos con tolerancia de muchos de los jueces territoriales.6 Resulta de particular interés el que el principal traficante era nada menos que el mismo Presbítero de Patillas, Nicolás Zengotita, sobrino del obispo, y lo dirigía desde su casa y punto en el Bajo.7 La región insular del sureste, desde Fajardo en adelante, resultaban tierras distantes, poco pobladas y sujetas a frecuentes asedios de indios refugiados o del exterior y de corsarios extranjeros, pero estaban estratégicamente localizadas para los contrabandistas españoles y criollos. Eran tierras dedicadas mayormente a la crianza de ganado y frutos menores para el contrabando. En el siglo 18 la región de Patillas se destacó como productora de pimienta de Tabasco, o de Malagueta, y en la segunda mitad del siglo XVIII como productora de café. Pero estas actividades de recolección, más que de cultivo agrícola, siempre fueron secundarias ante la actividad principal que fue la ganadería. Porque la actividad económica más importante en la isla durante los siglos XVII y XVIII no fue agrícola, sino ganadera, es decir la crianza de ganado vacuno, caballar, porcino y lanar. Inicialmente su beneficio se 5 André Pierre Ledrú, Viaje a la isla de Puerto Rico. 1797. (Instituto de Literatura de P.R. y Universidad de P.R., 1957), págs. 118 – 119. 6 Actas del Cabildo de San Juan. 7 César A. Salcedo Chirino, “Estragos tropicales de la lujuria: las transgresiones venéreas del clero en Puerto Rico” Op. cit. Núm. 18. (2007).
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derivaba de los cueros a exportarse a Europa clandestina y legalmente; más tarde se concentró la ganadería en la exportación de animales vivos, principalmente a las colonias no españolas del Caribe, y, por supuesto, el procesamiento de sus derivados. El ganado proliferó extraordinariamente en las llanuras costeras o sabanas y valles del interior de la isla, tierras con muy escasa población humana y con un buen mercado exterior para su producción. Nuestra región de Patillas fue una de las más tempranas en ver la ganadería desarrollarse económicamente. La existencia de estas manadas llevó al reparto de tierras desde el siglo 16 en unidades llamadas hatos, o ranchos muy grandes, algunos de cientos y hasta miles de cuerdas donde se concentraba ganado realengo y ganado doméstico. Las primeras descripciones documentales, hechas por viajeros durante la última mitad del siglo 18 destacaron las condiciones muy favorables de la región de Patillas y su contraste con el sector occidental del valle. …que entre los dos focos de población existía una riña por colindancias y traspasos indebidos. En la región de Patillas habitaban los hacendados más ricos y sus crianzas de ganado, entre ellos de caballos que afectaban los cultivos de los campesinos pobres. Estos se venían moviendo progresivamente hacia el oeste, hacia tierras arroyanas, cercanas al pueblo de Guayama allí. Pero cuando las tormentas afectaron el pueblo, los hacendados de Patillas, dirigidos por García Salinas entre otros, intentaron trasladar no solo la parroquia a Patillas sino el pueblo de Guayama mismo. 8
En 1771 el valle de Guayama contaba con 8 hatos, 66 criaderos y 209 estancias dentro de un territorio que corría desde Jobos hasta Maunabo. Para fundar un pueblo las tierras no podían ser de propiedad privada, así que fundaciones y desmantelamientos de hatos iban de la mano. Ese importante trasiego de cambios en las clasificaciones territoriales que ocurrieron nos ayudarán a entender al menos los traslados de pueblos que también se efectuaron. En 1793 se funda el pueblo de Yabucoa y en 1799 se funda el pueblo de Maunabo, como comprobación del movimiento poblacional y los cambios territoriales a que aludimos. 8 A.G.I. Ultramar 500.
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RESUMEN A manera de resumen, entonces, hasta entrado el siglo 19, cuando las nuevas fuerzas económicas internacionales orientaron la isla hacia la siembra de cañas de azúcar, hacia el uso del riego y hacia la intensa y extensa destrucción de los bosques costeros, el río de Guayama, hoy el Grande de Patillas, era una divisoria entre dos ambientes ecológicos distintos, como ya hemos visto. Las tierras superficialmente áridas, de arboleda espinosa y zarzales (aunque también de importantes fuentes de maderas muy útiles) y propensa a sequías prolongadas, cubrían mucho de las actuales municipalidades de Arroyo y Guayama. Mientras que la región de Patillas, con su caudaloso río y sus numerosas afluentes, su cercanía a las montañas, su mayor nivel de precipitación anual y su efectiva integración del recurso costero al interior, formó el ambiente más favorable para el acaparamiento y colonización temprana de la región. ACTIVIDAD ECONÓMICA Y LAS FUNDACIONES DE PUEBLOS En sociedades donde la ganadería fue la actividad económica principal –como en el Puerto Rico de los siglos XVII y XVIII– los pueblos, o caseríos formales eran poco importantes, secundarios e incluso indeseables para la inmensa mayoría de la población campesina, a menos que ofrecieran beneficios concretos como puertos o acceso a mercados. Los patrones de asentamiento o preferencias para establecerse eran de dispersión y unifamiliares. La gente vivía desparramada sobre la geografía regional, y las pretensiones estatales por controlar a los vecinos o reducir sus ilegalidades no fue muy exitoso. Solamente las exigencias religiosas implantaron un tipo de poblamiento precario, casi móvil, en torno a la asistencia a sus rituales en días de guardar. Por lo general, la mayoría de los llamados pueblos no fueron más que unos pocos bohíos y un débil templo que apenas soportaban una sequía prolongada o una tormenta. La gente residía en sus estancias y conucos, con sus cultivos y corrales dedicados a rutinas variadas en un aislamiento improductivo y embrutecedor. Esa incomunicación social fue una de las experiencias más formativas de la cultura e idiosincrasia criolla, como lo fueron también de su atraso material.
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EL PUEBLO DE GUAYAMA EN ARROYO Después de esta extensa panorámica de los procesos sociales y naturales que ocurriendo en el valle de Guayama, podemos volver a contestarnos la pregunta: ¿Dónde estaba esa nueva población de Guayama que visitara el teniente a guerra de Coamo en 1750? Razonablemente el primer pueblo del valle de Guayama debió haberse formado en las tierras costeras de la Patillas actual. Era estratégicamente conveniente por su puerto, poblada nutridamente por siglos y agrícolamente muy apta. Creemos que no ocurrió porque sus tierras estaban convertidas en hatos privados dedicados a la crianza de ganado y no abiertas a uso público. Igual ocurría con el lugar donde actualmente está el pueblo de Guayama, como ya hemos documentado. Claramente, los focos poblacionales iniciales giraron en torno a sus puertos como primer factor. Así ocurrió con el caso del Bajo por siglos, y posteriormente con Arroyo. Si no se afianzaron como núcleos urbanos se debió a causas a veces fortuitas, como las inclemencias del tiempo o al control privado de los terrenos circundantes. La opción, claramente, fue un lugar intermedio, relativamente satisfactorio y posible, y con puerto también. En 1769, cuando Iñigo Abad visitó la región, no dejó duda alguna de la ubicación del pueblo de San Antonio de Padua de Guayama: Este PUEBLO de Guayama es el primero, por esta costa desde la ciudad de Puerto Rico, que tenga sus casas congregadas y serán hasta …200 formadas en un espacioso cuadro, dejando su plaza y iglesia en el centro; está situado en un arenal árido y estéril: el mar lo circunda por Oriente y Mediodía, por el norte las montañas de la cordillera y cabo de Mala Pascua y por el poniente una dilatada llanura que solo produce arboles infructíferos y cubiertos de espinas, aunque de maderas muy sólidas y útiles; junto al pueblo corre el río de la Vigía de poco caudal.9 Volviendo al pueblo de Guayama, de que nos desviamos, desembocan en su costa el río del Manglar, que es de poco caudal, y el de Guamaní, a una legua al Sudoeste; este terreno [alude al de Guamaní] está cubierto de palmas eminentes que forman un hermoso bosque…pasado este palmar empieza la playa del salitral de Aguirre.10 9 Iñigo Abbad y La Sierra, Historia geográfica, civil y natural de la isla de San Juan Bautista de Puerto Rico. (Río Piedras: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1971), pág. 295. 10 Ibid., pág. 299. 18
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Los ríos que se denominan entonces como Vigía y Manglar son actualmente el Yaurel, también conocido como Niguas y el río Seco. Pedro Tomas de Córdoba señaló que al Yaurel le nutrían en su época diez quebradas.11 Ambos ríos están en Arroyo y el Guamaní, al lado del Guayama actual estaba entonces a una legua de distancia al sudoeste. La repetición de estos datos no deja margen de duda que Iñigo encontró el pueblo de Guayama en tierras del actual pueblo de Arroyo, que nosotros ubicaremos en el barrio que entrado el siglo 19 se llamó Sabana, luego Sabana Eneas y finalmente Cuatro Calles – Ancones. El Guayama actual no está situado en un arenal árido y estéril, sino en una meseta de suelos variados. Y por supuesto, por más que se extienda, su frontera oriental no la forma el Cabo de Mala Pascua. Más adelante en su viaje fray Iñigo deja unas descripciones sobre la construcción de las viviendas que obviamente las hizo mientras estaba en Arroyo y antes de la gran tormenta del mismo año en que visitó. El pueblo de Guayama se encontraba en las inmediaciones norteñas del actual pueblo de Arroyo, en medio de una ancha sabana que tenía contigüidad y continuidad con el valle patillense, su río grande y su puerto del Bajo. El camino que unía corría por el barrio actual de Ancones. Sabemos que la relación era claramente competitiva entre los dos focos poblacionales porque en 1774, en pleno apogeo del Guayama arroyano, se funda la ermita de San Benito Abad como Ayuda de Parroquia a la parroquia central que estaba en Arroyo. Eso quiere decir que la población en la región de Patillas continuaba pujante y la iglesia reconocía sus necesidades regionales también. La ermita de San Benito Abad en Patillas En 1774 se funda la primera ermita de Patillas bajo la advocación de San Benito Abad. La funda durante su visita pastoral el Obispo Fray Manuel Jiménez Pérez quien llegó a la isla en 1772. La ermita funcionaria en calidad de Ayuda de Parroquia, o sea, subordinada a la parroquia del Partido de Guayama, que en ese momento se encontraba en la Sabana de Arroyo. La legitimación de ermita con ayudantía de parroquia reconocía la población y los recursos económicos existentes en Patillas y era un paso preliminar a ser una parroquia independiente en el futuro. 11 Pedro Tomás de Córdova, Memorias geográficas, históricas y estadísticas de la isla de Puerto Rico. Tomo II. (San Juan: Editorial Coquí, 1968), pág. 273.
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Los trámites para la fundación de pueblo y parroquia implicaban numerosos asuntos: Proceso fundacional: ¿Qué implicaba fundar un pueblo? • Fianza hasta en cantidad de 1000 pesos a nombre de los pretendientes que exigirán no verificándose en el término de 2 años la expresada fundación. • Elección de demarcación y deslinde de terrenos y guardarrayas por los parajes que exponga el teniente a guerra. • Abrir camino real y público, cómodo para tránsito a la capital. • Aceptación de las pesas impuestas (impuesto sobre la crianza a llevar a San Juan). • Compromiso de acarrear otros frutos a la capital pero no navalmente. • Formar pueblo delimitando calles y plaza, levantando casas e iglesia decente habilitada para el culto. El cura determinará el sitio apropiado para erigir la iglesia y poner primera piedra. Casa del Rey. • Asegurar la renta para el párroco (congrua) y que este sea a la voluntad de los fundadores • Cárcel pública • Compañías de milicias. 2 por lo general. • Teniente a guerra de mandatario. 12 El traslado de la parroquia y la fundación de Patillas como pueblo independiente El proceso histórico que llevó a la fundación de Patillas como pueblo está, como hemos visto, íntimamente relacionado con los traslados y las ubicaciones del pueblo de Guayama, el primer pueblo en fundarse en el valle a principios de la cuarta década del siglo XVIII. La historiografía guayamesa repite incesantemente que su fundación fue en el 1736 pero no cuenta con documentación alguna que la avale, y la evidencia que lo cuestiona es abundante, empezando con el hecho de que sus libros parroquiales, sin los cuales no pudo existir legalmente un pueblo, comienzan todos a partir del 1746. Sin embargo, como ya hemos mencionado, documentos administrativos aluden a un pueblo ya en 1741.13 Así habría de ocurrir con la fundación de Patillas también, –años antes de formalizarse su fundación como pueblo independiente,– en los documentos se le 12 A.G.I. SD 2361. 13 A.G.I. EC131 A.
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refiere como pueblo. Este es un hecho que ha confundido a muchos investigadores porque la fundación de un pueblo no es un evento fijo o aislado, sino un proceso que pudo tomar años. Como hemos ilustrado, una fundación tiene que cumplir con numerosos requerimientos que a grandes rasgos podríamos dividir en dos: los político-administrativos y los eclesiásticos. Ambos son de igual importancia y ambos procesos deben concluirse para que la fundación culmine. Por lo general se fundaba un pueblo y se fundaba una parroquia a la vez. En la investigación histórica, a veces no se conoce el desenlace de uno u otro proceso y se tiende a adjudicar fundación cuando aún no se han culminado las dos duraciones jurisdiccionales. En el caso de Guayama no existen documentos sobre ninguno de sus procesos fundacionales, ni siquiera conocimiento del lugar donde se fundó actualmente. En el caso de Patillas, presentaremos en su momento los datos que hemos identificado de su fundación. Pero los que determinaban dónde se establecería una población y una parroquia eran realmente los grupos influyentes de la región y no un plan estratégico del gobierno o del clero central. Este hecho, por supuesto, militaría contra otros sectores de la población afectados por las determinaciones hechas. Hasta la fundación de la parroquia de Guayama entre 1736 y 1740 los fieles tenían que viajar a Coamo para cumplir con sus preceptos religiosos, aunque hubo excepciones y se permitía ir al territorio de Caguas-Buenavista. Sin embargo, esas excepciones afectaban los aspectos económicos de las parroquias envueltas y generaban reclamos y pleitos. Los fieles no solo rezaban, también pagaban diezmos. La fundación del pueblo y parroquia de Guayama, la única existente entre la capital y Coamo no solo respondió al reclamo de los fieles sino también a los intereses económicos dominantes en la región. Y estos, pudieron ser principalmente los mayores terratenientes, dueños de los hatos ganaderos. Por eso no resulta sorpresivo el que fueran los hateros de la región guayamesa y los de San Germán los que más oposición levantaron a la demolición de sus hatos ni que la reacción en contra del traslado de la parroquia a Patillas haya alterado el ánimo a los habitantes de la Sabana arroyana. Ya hemos mencionado el conflicto entre criadores de ganado y sembradores que fue dividiendo las poblaciones en dos focos. No
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conocemos todos los pormenores de aquellos conflictos o intereses, pero el primer pueblo –como hemos dicho antes– en fundarse y su primera parroquia debió ser en Patillas, la parte más poblada, y eso no ocurrió. Hemos ya informado sobre el asunto de la demolición de hatos en la segunda mitad del siglo XVIII, y visto, que aun cuando Guayama fue fundado en tierras del Arroyo actual, el foco de población de Patillas continuó con sus reclamos de parroquia propia y eventualmente de pueblo propio. El deterioro económico del Guayama arroyano, por causales climáticas o económicas, reactivó las demandas patillense. Conclusión Con la fundación de Patillas se afirma también el asiento formal de Guayama en su localización actual y se resuelve el conflicto tradicional entre los dos núcleos poblacionales del valle. La ubicación de Guayama en la sabana de Arroyo fue temprana pero provisional en la ambivalente situación demográfica y climatológica del valle. No sabemos cuánto influyó en su ubicación final el augurio azucarero, el debilitamiento ganadero y las reformas agrarias, como la demolición de hatos, reparto de tierras realengas y aumento de inmigrantes extranjeros. La documentación apunta a que el lugar actual de Guayama fue determinación tardía, es decir, posiblemente entre 1795 y 1810. Municipalización de Patillas Con la caída temporera de la monarquía española(1808) y la creación de las llamadas Cortes de Cádiz, que proclamaron un régimen constitucional breve en la península, sus medidas también se extendieron a las colonias. Se ordenó elegir gobiernos municipales que hasta entonces eran regidos por los llamados tenientes a guerra que fueron personajes locales nombrados arbitrariamente por los gobernadores de turno. Los tenientes a guerra se elegían de los propietarios blancos más influyentes de cada localidad, irrespectivo de sus cualificaciones como administradores. Algunos fueron incluso analfabetas. Al no existir documentos administrativos de Patillas en 1811, es posible que la fundación del pueblo haya coincidido con el régimen Constitucional en España y su fundación coincida con su municipalización. La fundación de un pueblo, como hemos comprobado, es un proceso y no un evento. Hasta que todos los trámites, tanto eclesiásticos como políticos, se cumplieran no se daba la fundación por efectiva. Ese trámite
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debió comenzar años antes de 1812. Ignacio García Salinas era el teniente a guerra de Guayama, cargo que se presume, gobernaba a Patillas hasta su desprendimiento oficial. El 13 de septiembre de 1812 se llevaron a cabo las elecciones para establecer el primer gobierno municipal, es decir, constitucional en Patillas. El primer alcalde electo de Patillas fue Manuel de Rivera. La Junta electoral fue presidida por Nicolás Uribe y Zengotita, teniente a guerra de Patillas, es decir, la figura política más importante del recién fundado pueblo. El siguiente documento revela las incidencias de tan importante ocasión: Testimonio para formar Ayuntamiento en Patillas – 1812
Sr Capitán General: Dirijo a la superioridad de VM mi testimonio que demuestra lo operado en este Partido para la formación de Ayuntamiento en él, en conformidad de lo que VS me manda, en su orden instructiva de fecha 1º del presente y su orden de 23 de Mayo del presente año que se envió acompañante. Dios salve a VS. Signo. Patillas, 28 de Septiembre de 1812 Nicolás de Uribe y Zengotita Al Sr Don Salvador Meléndez y Bruna.
(Sello: ………doce reales, anos de mil ochocientos ocho y ochocientos nueve
Valga para el reinado de SM el………….y para el año de 1812 y 1813)
Testimonio En el partido de San Benito Abad de las Patillas, a los trece días del mes de septiembre de mil ochocientos doce, Yo don Nicolás de Oribe y Zengotita, Teniente a Guerra de el , debía de decir y digo que habiendo recibido en la tarde de este día unas instrucciones de Su Señoría el Sr Gobernador don Salvador Meléndez y Bruna en fecha primero del presente, a la cual acompaña el real decreto de las Cortes Generales y Extraordinarias de veinte y tres de Mayo del corriente año unos documentos prescriben y ordenan el modo y forma con que debe ser establecido el nuevo ayuntamiento de este Partido. Procederé, desde luego con entero cumplimiento, publicándose por vando y fijándose en el acostumbrado paraje la correspondiente copia del enunciado real decreto y a consecuencia entre los vecinos ciudadanos para que el domingo próximo
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veinte de este mismo concurran a esta población a verificar el nombramiento de electores, y demás, que previendo las ya citadas instrucciones. Y por cuanto así lo proveí, mande’ y firme’, yo el expresado teniente a guerra por ante los testigos de que doy fe a Nicolás de Uribe… Juan María de Velasco, Julián Blanco – a los catorce días del mismo mes hice copiar el dicho decreto de veinte y tres de mayo y seguidamente publicar por vando, leyéndolo en alta voz en los cuatro… de la plaza de esta población, cuio..mendido quedo fijado en la casa del rey según costumbre y para mas constancia lo pongo por diligencias que firmo con los de asistencia de que doy fee: Uribe, Velasco, Blanco. En 17 del mismo mes y año hice citar a los ciudadanos por medio de listas que entregue y saque a los oficiales de urbanos don Juan Morales, don Mateo Ramos, Don Manuel Sintron, y don Juan Días. Pongo lo por diligencias para que conste. – --Uribe, Velasco, Blanco. En diez y siete del mismo mes y año hice citar a los ciudadanos por medio de listas que entregué y saqué a los oficiales de urbanos don Juan Morales, don Mateo Ramos, don Manuel Sintron, y don Juan Ortiz. Pongo lo por diligencia para que conste. Uribe= Velazco=Blanco En este pueblo de San Benito Abad de las Patillas. A los veinte días del mes de septiembre de mil ochocientos doce años, después de la misa mayor y en virtud de la citación que antecede se juntaron y congregaron en la sala de la casa del rey todos los vecinos ciudadanos de este partido y …habiendo sido instruidos por mí el nominado teniente a guerra de los fines a que se reducía esta reunión y enterados plenamente se procedió desde luego al nombramiento de nueve electores que se verifico’ a pluralidad… el comandante de cuartel real del regimiento de milicias don Manuel Alvares a quien le cometió la función de secretario; subdelegado de Marina don Nicolás Arias, capitán retirado del regimiento de milicias, don Ramón O fray, subteniente del mencionado regimiento don Francisco Goyne, don Eugenio Grau, don Andrés Lebrón, don Fernando García, don Severino de Rivera, y don José Antonio Delgado, quienes quedaron advertidos de su respectivo encargo y de que debían concurrir al siguiente domingo veintisiete del dicho mes a esta misma sala a realizar las elecciones ordenadas por el citado real decreto y superior gobierno, que ofrecieron cumplir, y en fe de ello lo firmo por ante el electo secretario de que da fe: Nicolás de Uribe y Zengotita. ANTE MI Manuel Alvares Secretario. 24
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En el mismo pueblo y sala de la Casa del Rey, a veinte y siete del mismo mes, convocados ya los señores electores y precedido por el señor teniente a guerra para proceder a la elección de un alcalde, cuatro regidores y un procurador sindico, bajo las formalidades ordenadas en el artículo séptimo del decreto de Corte de veintitrés de mayo resultaron electos para alcalde don Manuel de Rivera con ocho votos, para regidores don Felipe Sintron con nueve votos, don Bernardino Lebrón con ocho, don Nicolás Rodríguez por uniformidad don Juan Fernández con seis, y para procurador sindico don José Ortiz con seis; Con cuyo hecho se disolvió la referida junta y dicho..Presidente, signo….testimonio de todas las precedentes diligencias y lo remito a su………… Nicolás de Uribe y Zengotita= ante mi Manuel Álvarez. En 28 días del referido mes y año en cumplimiento de lo mandado en el acta anterior compulsé testimonio integro de todo y cerrado lo entrego al Sr teniente a guerra para que por su conducto se remita al Tribunal Superior de gobierno, doy fe= Álvarez. Corresponde a la letra con el original de su contenido a que me referí, va cierto y verdadero, corregido y confrontado y en fe de ello lo firmo como acostumbro en este Partido de las Patillas a los 28 de septiembre de mil ochocientos y doce. Manuel Álvarez La figura política que encauzo a Patillas como pueblo fundado y pueblo municipalizado fue Nicolás Uribe y Zengotita y no Ignacio García Salinas como se había considerado. Otros pueblos de la isla que adquirieron su municipalización en ese mismo año fueron Cayey, Caguas, Juncos, San Lorenzo, Juana Días, Loiza, Maunabo, Toa Alta, Añasco, Cidra y Aguada.
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UNA VOZ ALTERNA DEL PASADO:
CATALINA DÍAZ, ÚNICA MUJER GUARDABARRERA EN LA HISTORIA DEL TREN EN PUERTO RICO (1943 - 1967) Dra. Ivonne Acosta Lespier
INTRODUCCIÓN Acabamos de celebrar la Semana de la Mujer y en este ensayo pretendo rescatar la historia de una trabajadora humilde de Gurabo que fue la única mujer que ejerció el oficio de guardabarrera en la historia del tren en Puerto Rico. Y lo ejerció aquí mismo, frente a donde están los portones de la Universidad del Turabo que era donde pasaba el tren que llevaba las cañas a la Central Santa Juana. Por suerte hoy día los historiadores e historiadoras atendemos temas que hubiesen sido imposibles en otras épocas. Este trabajo se enmarca en dos corrientes recientes de la historiografía puertorriqueña: los estudios de género y la microbiografía. En cuanto a lo primero, sigo lo establecido por María del Carmen Baerga en el libro La mujer en Puerto Rico, de que: “la meta de la disciplina de Estudios de la Mujer no es escribir la historia de las grandes mujeres como tradicionalmente se ha hecho con los grandes hombres.”1 La importancia fundamental del concepto del género como categoría es 1 María del Carmen Baerga “La articulación del trabajo asalariado y no asalariado”, en La Mujer en Puerto Rico, Yamila Azize ed. (Río Piedras: Ediciones Huracán, 1987), 111.
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que permitió rescatar a la mujer de la invisibilidad en la cual se le había mantenido en la historia. Este esfuerzo a su vez ha sido posible gracias a tres aportaciones fundamentales de la historiografía contemporánea: (1) el incorporar temas del trabajo cotidiano, los afectos y la vida privada, (2) el énfasis en la historia oral como método cuando los récords escritos son silentes y (3) el haber privilegiado la biografía como género. 2 El otro género historiográfico es la microbiografía o biografía de “personas que no han sido protagónicas” de acuerdo al historiador puertorriqueño Fernando Picó en su obra Contra la corriente. 3 La biografiada en este trabajo es una “voz alterna del pasado”, como describe Picó a los sujetos de estas microbiografías. A la señora Díaz no la hubiese descubierto nunca en documentos escritos pero lo peor es que ni siquiera la hubiese buscado. Presumía que en el trabajo del tren no había habido mujeres hasta que conocí el trabajo de Janis Palma sobre las cortadoras de caña. 4 Fue en el proceso de investigar la historia de la Central Santa Juana de Caguas y de la finca Mano Manca para un documental auspiciado por la FPH, que luego publiqué en un libro de Editorial Cultural, que escuché el nombre de Catalina la guardabarrera por primera vez. Es en el contexto de la principal central cañera de Caguas, el gigante corporativo a la cual perteneció y el sistema ferroviario que era parte esencial de la industria cañera, que ubicamos la historia de Catalina Díaz. Veamos. Contexto histórico La historia de Puerto Rico durante las primeras cuatro décadas del siglo veinte giró en torno a la industria azucarera. Es bien conocido el hecho de que ya para la década del 30 cuatro corporaciones azucareras controlaban la mayor parte de esa industria y se habían “tragado” grandes extensiones de tierra. 2 Bridget Brereton, “General Problems and Issues in Studying the History of Women”, en Gender in Caribbean Development. (Barbados: Canoe Press, 1999). 3 Fernando Picó, Contra la corriente: Seis microbiografías de los tiempos de España (Río Piedras: Ediciones Huracán, 1995), 19 y 27. 4 Janis Palma, “Vienen tumbando caña (todavía)”(ponencia presentada en la Tercera Reunión Anual de la APH, Río Piedras, PR, 6 de octubre de 1995).
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La Central Santa Juana de Caguas fue, desde su fundación en 1906 por unos belgas franceses, hasta su cierre en 1967, una de las centrales más importantes no sólo de la región centro oriental sino del país. Esto fue así porque la Santa Juana formó parte de uno de los cuatro emporios más importantes: la United Porto Rican Sugar Company (1927-1934) y sobre todo la sucesora de ésta: la Eastern Sugar Associates (1934-1961). La Eastern Sugar llegó a controlar 51 mil acres de tierra que iban desde Cayey hasta Humacao e incluían terrenos en Vieques. Parte de esos terrenos era la finca Mano Manca de Gurabo, separada de los predios de la Santa Juana por el Río Grande de Loíza. Aquí tenían sus viviendas los administradores más importantes de la Santa Juana desde 1928 (y dos de las casas se siguen utilizando por la Universidad del Turabo). También aquí tuvo su casita Catalina Díaz. Además de beneficiarse del tren administrado por la American Railroad de Puerto Rico5, las principales centrales azucareras establecieron 5 El único trabajo sobre el tren en Puerto Rico que conozco es el video documental de Luis 30
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sus propios sistemas de ferrocarril. Ya para la década del 30 se había establecido una división adicional en la industria azucarera en términos laborales: la de empleado de las vías ferroviarias.6 La Eastern Sugar Associates había heredado de las compañías antecesoras un sistema ferroviario enorme que conectaba la central Santa Juana con las otras centrales de Juncos y Pasto Viejo además de circunvalar el valle del Turabo trayendo cañas sembradas por los colonos en los meses de zafra para ser molidas en la Central y llevando a los colonos bagazo (para abono) y mieles. En la Santa Juana, como en todas las centrales, había una división de trabajo correspondiente a las dos fases que caracterizaron a la industria cañera en el siglo veinte: la fase agrícola y la fase fabril o industrial. En las dos áreas el trabajo de la mujer era prácticamente inexistente o se escondía detrás del lenguaje masculino. La fase agrícola tenía un total de 30 oficios diferentes con diferentes salarios y de los cuales la mayoría eran los cortadores de caña. La fase industrial, en las centrales, tenía 79 diferentes ocupaciones que iban desde los químicos (bien especializados) hasta los obreros. En un cuadro estadístico Catalina Díaz estaba escondida detrás de “guardabarrera” porque no había diferenciación por género en ninguna de las listas de ocupaciones. Las mujeres que trabajaron en la Santa Juana las encontré a través de entrevistas a otras mujeres. Éstas eran las que hacían trabajos de servicio a los demás obreros: la administradora del hotel de la Central, las telefonistas, las que preparaban los filtros para colar el melao y por supuesto, las más invisibles todavía por lo obvias: las secretarias. Bajo el Vicepresidente de la Fase Fabril había un Superintendente de Ferrocarril y Marina y éste a su vez tenía bajo su cargo a cinco Superintendentes de Tráfico, uno por cada una de las centrales que administraba la Eastern Sugar. Cada uno de estos superintendentes a su vez tenía un Jefe de Tráfico y había uno en cada una de las centrales, excepto Cayey a la cual se llegaba por camión por lo montañoso del área. Molina Casanova Boleto de Ida de 1982 en el que se reseña el último viaje en septiembre de 1953. 6 Toda la información sobre los oficios existentes en las centrales la encontré en el libro de Arthur D. Gayer et.al. The Sugar Economy of Puerto Rico (New York: Columbia University Press, 1938), 232-233.
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El Jefe de Tráfico tenía un cuadro telefónico (que tenía dos mujeres trabajando: doña Lolita y doña Ramonita) para mantener comunicación con la Central Juncos y la Pasto Viejo. Por la noche el turno lo hacía el despachador. El Jefe de Tráfico controlaba el tráfico de locomotoras dándole instrucciones al conductor por teléfono para dar autorización de marcha. 7 El señor Rafael Pancorbo Ortiz comenzó a trabajar como Jefe de Tráfico de la Santa Juana en 1945, en donde estuvo hasta el 1963. Pancorbo fue el jefe inmediato de doña Catalina Díaz. Catalina Díaz: Guardabarrera Nació Catalina Díaz el 25 de noviembre de 1911 en Gurabo, en la “calle de las Habichuelas”, según su hija Gloria.8 Su nacimiento, como el de tantos hombres y mujeres en épocas pasadas, fue producto de la seducción de un rico hacendado a una joven de origen humilde. En este caso un tabaquero rico de apellido Marcano de Gurabo con Estervina Díaz, de origen desconocido por sus hijas. Al nacer los gemelos producto de esa unión, el señor Marcano se los quitó a su madre y los llevó a su casa. Allí se crió y trabajó en calidad de sirvienta Catalina. Como consecuencia, nunca pudo asistir a la escuela. Cuando tenía diecisiete años Catalina, que nunca utilizó el apellido Marcano y se puso siempre el de su madre, se fue a Santurce con una hermana. Allí conoció a Manuel Freijo que era de origen gallego y trabajaba en la Funeraria Buxeda como chofer de carros fúnebres. Se casaron en 1928 y a los cinco años nació Gloria y en 1936 su hermana Carmen. Seis meses después de ese nacimiento murió el señor Freijo. Al quedar viuda con una niñita de tres años y otra de meses, Catalina decidió regresar a Gurabo. En Mano Manca había una familia venezolana dispuesta a adoptar una de sus hijas. Catalina decidió irse a trabajar como “sirvienta” (como se decía, y era, en aquella época) con otra familia que vivía en el mismo sector de Mano Manca: los Mujica. 7 Entrevista al señor Rafael Pancorbo Ortiz en marzo de 1996. Según don Rafael, en el tren había un “crew” de cuatro personas: el conductor, el maquinista (que conducía la locomotora), el fogonero (que se encargaba de la caldera pero ya en los 40 se usaba el petróleo) y el guardafreno (iba en la cola por si había alguna avería). 8 Entrevista a Gloria Freijo Díaz en su hogar en 1992 y 1996.
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La casa de los Mújica quedaba frente a lo que se conocía como “cruce de Mano Manca” porque era el sitio preciso donde pasaba el tren hacia y desde la Central Santa Juana y también estaba la carretera que llevaba desde Caguas a Gurabo y otros pueblos cercanos. En aquel cruce había un letrero que avisaba con el R/R que debían ser cautelosos porque podía venir un tren y unas varetas levantadas para dejar fluir el tráfico de automóviles. Al lado de la vía del tren había una casita pequeña y vivía un joven que trabajaba como guardabarrera. Su nombre era Obdulio Torres y le decían “Yuyo el Corino” por un defecto en una pierna. Catalina conoció al joven, se enamoraron y se casaron (por lo Católico en Gurabo en 1940 apunta su hija Gloria). Vivieron en la misma casita la cual agrandaron debido a que nació una tercera hija: Irma. 9 Catalina comenzó a trabajar como guardabarrera para ayudar a su esposo: en lo que él descansaba ella hacía turnos y en el tiempo de zafra 9 De acuerdo a Gloria Freijo su padrastro fue un hombre muy bueno y recordó que las tres hermanas se quedaron con él mientras Catalina estuvo muy mala en el hospital al dar a luz unos gemelos que no sobrevivieron.
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ella trabajaba de día y él de noche. Pero a los pocos años de casados, en 1943, al señor Torres le dio un ataque y según expresión de la época, “se volvió loco” y fue recluido en el manicomio. En ese año fue que Catalina Díaz comenzó a trabajar a tiempo completo en sustitución de su marido. Su jefe inmediato, Rafael Pancorbo se lo permitió porque “ella lo necesitaba para mantener a sus tres hijas”. Tuvo suerte Catalina porque para esta época en la Central Santa Juana quienes administraban eran casi todos puertorriqueños. Se había regresado al paternalismo que había caracterizado las relaciones entre los trabajadores y patronos antes de que se estableciera el sistema gerencial estadounidense con la United Porto Rican Sugar Company. 10 Tuvo suerte además porque el señor Pancorbo fue un ser humano de una calidad extraordinaria. Fue el único puertorriqueño que quedó en la Santa Juana cuando los hawaianos de la C. Brewer la compraron a la Fajardo Eastern Sugar en 1961. La razón para mantenerlo fue la excelente relación que tenía con los obreros pues lo necesitaban para negociar los convenios colectivos. Catalina quedó viuda nuevamente a los 31 años con tres niñas que sostener y educar como ella nunca tuvo la oportunidad. ¿Por qué no regresó al trabajo doméstico que estaba disponible y era seguro y protegido? De acuerdo a su hija mayor, Catalina ya se había acostumbrado a tener su espacio privado en su casita en Mano Manca y sobre todo sin jefes inmediatos supervisándola, o peor, dándole órdenes. Aunque Gloria no lo dijo en nuestra entrevista, estoy segura de que había otra razón y es que en esa época éste era un trabajo humillante, como el mismo nombre con el que se denotaba indica: “sirvienta”. Helen Icken Safa dice en un ensayo que de todos los trabajos destinados a las mujeres en la clase trabajadora, el servicio doméstico es sin duda el más humilde, “buscado solamente por mujeres a quienes no les queda otra alternativa”. 11 Obviamente Catalina pensaba que tenía otra alternativa. Su jefe, Rafael Pancorbo, se confrontó con dos problemas para mantener a Catalina como guardabarrera al quedar viuda. En primer lugar, tan 10 La relación tipo vertical que tenía Catalina con su jefe inmediato no impidió, sin embargo, que años más tarde ella ingresara en la C.G.T. como los demás obreros de la Santa Juana. Ello demuestra una conciencia de clase y de lo que eran sus derechos que le permitió ir por encima del “agradecimiento” que sentía por el buen trato de Pancorbo. 11 Ver: Helen Icken Safa, “Conciencia de clase entre las trabajadoras en Latinoamérica: un estudio de casos en Puerto Rico”, en Edna Acosta Belén, La mujer en la sociedad puertorriqueña (Río Piedras: Ediciones Huracán, 1980), 165. 34
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pronto murió Torres había mucha gente entre los trabajadores de la Santa Juana pidiendo el trabajo que quedaba vacante. Para los trabajadores de la caña, sometidos anualmente al ritmo de la corta zafra y el largo tiempo muerto, el trabajo de guardabarrera era de los pocos que era permanente. Se trabajaba todo el año. Estaba también el problema de que cuando Torres vivía (pero estaba recluido en el manicomio) Catalina hacía los dos turnos (de día y de noche) durante los tres meses de la zafra y le pagaban a los dos. Ahora el Departamento del Trabajo prohibiría que se pagasen los dos turnos a una sola persona. Pancorbo decidió mantener a Catalina sola como guardabarrera por encima de los reclamos de otros trabajadores y por encima de los señalamientos de que era una mujer a quien se lo daba. Las razones de don Rafael iban más allá del afecto que había desarrollado por Catalina y sus tres hijas o del sentimiento de pena el “ay bendito”- tan común en nuestra gente. Ante todo Pancorbo tenía que considerar la eficiencia porque se trataba de un trabajo sumamente serio y de mucha responsabilidad. En sus propias palabras: “Catalina tenía mi admiración por su dedicación al trabajo. Nunca tuvo un accidente. En otros cruces de trenes hubo accidentes serios, muchas muertes. En el cruce de Mano Manca nunca hubo un accidente y se lo debíamos a Catalina. Fue una persona con un grado excepcional de responsabilidad y con un carácter muy fuerte, todo el mundo la respetaba. Yo me acostaba tranquilo porque sabía que no iba a pasar nada”. No le fue difícil a Pancorbo convencer a su jefe de que mantuviese a Catalina como guardabarrera en forma oficial. Los primeros complacidos con su trabajo eran los administradores de la Central que vivían en Mano Manca y eran testigos de su trabajo. Hay otro detalle sobre la calidad del trabajo de Catalina Díaz que apunta a una diferencia en los sexos: “no faltaba nunca a su trabajo” mientras que los trabajadores varones en la Central faltaban mucho más. ¿Y cómo resolvieron el asunto del pago doble en tiempos de zafra? Don Rafael Pancorbo admitió con una sonrisa de complicidad: “clandestinamente se le pagaba por dos turnos”. El caso de Catalina Díaz como trabajadora es una prueba más de lo que dice Helen Safa sobre las mujeres que son cabeza de sus hogares: “están
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más inclinadas a desarrollar un compromiso más fuerte hacia su rol de trabajo, porque ellas se convierten en las principales aportadoras dentro de la familia”. 12 El trabajo como guardabarrera Los guardabarreras existían solamente en el sistema de trenes de las centrales azucareras pues el tren comercial tenía varetas automáticas en los cruces. El problema era que cuando se iba la luz no funcionaba el sistema. En la Santa Juana los guardabarreras estaban situados en los cruces más peligrosos: uno en el de Mano Manca y en Pasto Viejo y dos en el de Bairoa en Caguas porque era el más peligroso de todos. En otros cruces el personal mismo del tren cubría la necesidad de subir y bajar las varetas. El cruce de Mano Manca era peligroso por ser a la vez una pendiente y una curva en el último trayecto de todos los trenes hacia la Central Santa Juana. El trabajo del guardabarreras consistía en estar pendiente de la llegada de un tren para de inmediato cerrar el tránsito a los vehículos. La única señal de que se acercaba el tren era el pito que el conductor sonaba tres veces cuando el tren estaba como a 500 metros de distancia del cruce. Esto le daba unos quince minutos al guardabarreras para bajar las varetas si era de día. De noche tenía que utilizar linternas: roja de aviso de no pasar y blanca permitiendo el paso. Según recordaron sus hijas en nuestra entrevista, cuando sonaba el tren, a la hora que fuese, Catalina tenía que correr a una caseta pequeña que había fuera de su casita en Mano Manca. En esa caseta había lo siguiente: una macana (para protegerse de noche), las dos linternas, una bandera blanca y una bandera roja de peligro. Además de los trenes cuyo paso no tenía horario fijo, había que dar paso a las brigadas de reparaciones que pasaban por la vía y también había que bajar las varetas para evitar un choque con los automóviles. Las brigadas tenían una hora fija: salían a las 7:30 de la mañana y regresaban a las 3:30 de la tarde. Catalina ponía una alarma de un “reloj matraca” para saber a qué hora tenía que bajar las varetas. Según la otra hija, Sor Gloria: “cuando mami se iba a bañar ponía a las hijas a velar”. 12 Helen Icken Safa, op. cit., 168.
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El problema grande era en los meses de zafra porque el tráfico era constante y casi no podía descansar pues había que hacer dos turnos. En la noche tenía que quedarse en la caseta fuera de su casa porque era continuo el paso de trenes. A veces tenía tres trenes a la vez pendientes de cruzar. Al principio había dos varetas que bajar y luego volver a subir, pero en los 50 se ensanchó la carretera y añadieron cuatro varetas. Gloria recordó a su madre haciendo el trabajo de esta forma: “En medio de la carretera ella movía la bandera roja para dar aviso a los carros de que no podían pasar. Una vez pasaba el tren sacaba la bandera blanca y se iba a levantar la vareta. Los carros de la derecha esperaban a que ella les diera paso y luego los de la izquierda hacían lo mismo. ¡Ay del que no le hiciera caso, se lo comía vivo!”. Obviamente eran otros tiempos muy diferentes a los de ahora en cuanto a seguridad personal pues ninguna mujer hoy día se atrevería a quedarse sola en una caseta de noche, ni con una ametralladora. Catalina lo único que tenía era una macana y nunca nadie se metió con ella, ni siquiera un borracho. Gloria recordaba que desde pequeña le tocaba ir los sábados a la casetita de pago tan pronto veía pasar al “pagador” en una teresina por la vía del tren hacia la Central- y que Catalina le decía “el parol” y allí le daban el sobrecito de pago. Contrario a lo que ocurre casi siempre en trabajos similares que realizan hombres y mujeres, a Catalina le siguieron pagando lo mismo que se le había pagado a su esposo. El salario en 1955 llegó a ser $676.26 al año. Catalina trabajó en el “paso nivel” hasta que la Central Santa Juana fue cerrada en 1967. Con ese trabajo había impulsado a sus tres hijas a ser mujeres de provecho, como ella, pero que distinto a ella pudieron educarse. Gloria vive cerca de los predios de lo que fue la Central Santa Juana, Irma ingresó al convento y se le conoce como “Sor Gloria” y Carmen trabajó como secretaria de la Policía y se casó con uno. Las tres son sumamente religiosas y han dicho que lo deben a su madre que también era muy católica. Son muy unidas y es evidente el amor y respeto con que hablan de su madre aunque admiten que era bien severa, tenía casi un régimen militar en la casa. Cuando se vendió Mano Manca en el mismo año que cerró la Santa Juana, Catalina y sus hijas ofrecieron comprar la propiedad, pues habían
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mejorado su casita y tenían siembras y gallinas alrededor. Pero los nuevos dueños les dijeron que se tenían que ir y les dieron $300 por la casita que luego tumbaron. Catalina, entonces, después de tantos años de gozar de libertad y de su propio espacio en su casita de Mano Manca, tuvo que ir a vivir con su hija mayor. Al cumplir los setenta años, una vez más demostrando su temple, Catalina se matriculó para hacer su primer grado y se graduó con toda la parafernalia, como demuestra una foto de ese día en que proclamaba que dejaba de ser analfabeta. Catalina también vio su vida coronada por un reconocimiento. En 1982, en celebración del “Año en Homenaje a la Vejez”, se le otorgó un certificado que decía en parte: “En reconocimiento y como recordatorio a la extraordinaria labor desempeñada por usted en la época de nuestro ferrocarril”.13 Catalina Díaz había llegado a proclamar que el espacio del cruce de Mano Manca era de ella: “ese paso a nivel es mío” decía evidenciando el orgullo que sentía en su trabajo y la fortaleza de su carácter. El hecho es que cuando hice entrevistas en Gurabo muchas personas se refirieron al cruce de Mano Manca como “el cruce de Catalina”. Estoy segura, sin embargo, que nunca pensó que su vida pudiese ser tema para un trabajo académico presentado en la Universidad fundada en su querida Mano Manca. Fernando Picó señala que de aquí a cien años se sabrá mucho menos de nosotros que lo que sabemos de los puertorriqueños de siglos pasados.14 Aunque resulta sorprendente esta aseveración en esta era de la informática y la tecnología, es un hecho que las fuentes escritas son cada vez más fragmentadas y efímeras. Ni siquiera se escriben cartas que siempre constituyeron una fuente importante para las biografías. Quisiera pensar que esta microbiografía quede como una “voz alterna del pasado” para dar a conocer una mujer trabajadora en el siglo veinte cuya vida y obra no pasará a ningún libro de historia.
13 Certificado otorgado por la Comisión Puertorriqueña de Gericultura del Departamento de Servicios Sociales, pertenencia de Gloria Feijo de Peña. 14 Picó, op.cit., 28.
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LA ÉLITE PODEROSA EN SAN LORENZO (1873-1883) Dr. Félix R. Huertas González
En Puerto Rico han surgido estudios sobre la situación socioeconómica de la Isla durante el siglo XIX. Con una visión innovadora, estos análisis han abordado diferentes temas: desde las conspiraciones de esclavos, los conflictos de clases, el poder de los hacendados y de los comerciantes, la inmigración y su influencia en el desarrollo de algunos municipios, hasta la vida de pequeños agricultores y jornaleros. Son precisamente estas temáticas las que sirven de base para esta investigación, cuyo propósito principal consiste en identificar a los miembros de la élite de comerciantes y hacendados de San Lorenzo de Hato Grande, entre los años 1873-1883. Por otra parte, este estudio también se propone establecer la relación entre el poder socioeconómico y político de los comerciantes y hacendados; analizar la compra y venta de propiedades y el dominio del crédito utilizado por los comerciantes para controlar a los productores; y, finalmente, investigar la composición social de la élite samaritana, para demostrar el dominio de los peninsulares en la economía del Puerto Rico decimonónico.
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A continuación se enumeran algunos ejemplos de este tipo de práctica historiográfica. “Comercio y hegemonía social: Los comerciantes de Arecibo (1857–1887)”, efectuada por la Dra. Astrid Cubano Iguina, en la que establece que los extranjeros, especialmente los peninsulares, dominaron el comercio a través del control que tenían sobre el crédito.1 De igual forma, los pequeños comerciantes peninsulares se veían obligados a buscar préstamos que sufragaran los costos de la siembra y la recolección de sus productos. Esta instancia en particular trajo como consecuencia que los grandes comerciantes peninsulares controlaran la vida económica arecibeña. Curiosamente, otras investigaciones consultadas revelan ese mismo patrón en Ponce, Humacao, Naguabo, Lares, Yauco, San Juan y Utuado. De aquí que Francisco A. Scarano, en Inmigración y clases sociales en el Puerto Rico del siglo XIX destaque el control de los extranjeros peninsulares en la primera mitad del siglo XIX en Ponce. Éstos, como propietarios de las haciendas más grandes, controlaban el desarrollo económico de la localidad.2 Por su parte, Cruz M. Ortiz Cuadra, en “Crédito y azúcar: Los hacendados de Humacao ante la crísis del dulce (1865-1900)”, subraya el hecho de que la mayoría de los hacendados productores de azúcar provenían de la Península y que las grandes casas comerciales de la región oriental fueron controladas por una minoría de hacendados catalanes emparentados entre sí.3 En el caso de Naguabo, Maribel Cintrón Ferrer concuerda con Ortiz Cuadra cuando muy acertadamente plantea que en este pueblo, las casas comerciales estuvieron controladas, en su mayoría, por peninsulares.4 Mientras que en la zona central de la Isla, los estudios de Laird Bergad muestran el impacto de los inmigrantes corsos en el desarrollo y 1 Astrid T. Cubano, “Comercio y hegemonía social: Los comerciantes de Arecibo (1857-1887)”. (Tesis de Maestría, Río Piedras, Universidad de Puerto Rico, Departamento de Historia), 1979. 2 Francisco A. Scarano ed., Inmigración y clases sociales en el Puerto Rico del siglo XIX. (Río Piedras, Puerto Rico: Ediciones Huracán, 1989). 3 Cruz M. Ortiz Cuadra, “Crédito y azúcar: Los hacendados de Humacao ante la crisis del dulce (1865-1900)”. (Tesis de Maestría Universidad de Puerto Rico, Departamento de Historia, 1985). 4 Maribel Cintrón Ferrer, “Los grandes comerciantes de Naguabo de 1865-1875: dominio económico extranjero”, (Tesis de Maestría Universidad de Puerto Rico, Departamento de Historia, 1990).
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expansión del comercio y la agricultura de Yauco, así como en el renglón económico de Lares.5 De igual modo, Hilda Martínez Ortiz señala la estrecha relación entre el aspecto económico y el político en San Juan, en donde los socios de la principales firmas comerciales llegaron a ser los principales funcionarios del gobierno municipal.6 Posteriormente, Fernando Picó, en uno de los capítulos de Al filo del poder: subalternos y dominantes en Puerto Rico (1739-1910), destaca el dominio económico y político alcanzado en Utuado por una élite de comerciantes y hacendados desde el siglo XVIII hasta finales del siglo XIX.7 Ahora bien, en lo que a esta investigación respecta, los Protocolos Notariales del municipio de San Lorenzo en la segunda mitad del siglo XIX, constituyeron la evidencia fundamental para el análisis de todas las transacciones mercantiles llevadas a cabo por los comerciantes y hacendados desde 1873 a 1883 en esta localidad. En adición, se examinaron los escritos disponibles en el Fondo de Gobernadores Españoles, Fondo de Obras Públicas y el Fondo de Diputación Provincial. Dichos documentos revelan los debates en la Junta Municipal, las nuevas obras en construcción, la influencia de comerciantes y hacendados dentro del gobierno municipal y las comunicaciones efectuadas entre el gobierno central y municipal, sólo por citar algunos. Las sociedades mercantiles en San Lorenzo 1873-1883 Las reglas para el intercambio mercantil en Puerto Rico fueron establecidas en el Código de Comercio de 1829. Entre sus disposiciones, se estableció como edad mínima los 20 años para participar en el comercio. En adición, se les permitió a los extranjeros naturalizados ejercer libremente esta actividad y se clasificó a las sociedades mercantiles en tres tipos.8 El primer tipo era la sociedad regular colectiva. En dicha sociedad los socios aportaban capital o su trabajo personal. El segundo 5 Laird W. Bergad, Coffee and Growth of Agrarian Capitalism in 19th. Century-Puerto Rico, (Princeton: Princeton University Press, 1983). 6 Hilda Martínez Ortiz, “Las sociedades mercantiles en San Juan: 1870-1880”, Anales de Investigación Histórica Vol. I, no. 2, (1974). 7 Fernando Picó, Al filo del poder: subalternos y dominantes en Puerto Rico (1739-1910), (Río Piedras: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1993). 8 Astrid T. Cubano, “Comercio y hegemonía social...”, pág. 57. Era la práctica común en Puerto Rico evitar que los extranjeros no naturalizados o avecindados participaran en el comercio.
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tipo era conocido como en comandita. Esta se creaba cuando uno o más socios aportaban determinado capital al fondo común de la sociedad, sin participar directamente en el manejo de los negocios y el tercero y último era la anónima. Se establecía cuando se creaba un fondo común por los asociados divididos en acciones determinadas.9 Independientemente el tipo de sociedad que establecieran los comerciantes, estos siempre se beneficiaban, por cuanto controlaban 9 Ibid., pág. 57.
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el comercio y las facilidades de crédito. Prestaban dinero en efectivo, suministros, así como la maquinaria necesaria para mantener el funcionamiento de las haciendas. Todo quedaba garantizado bajo hipotecas de tierras o propiedades. Según, Annie Santiago de Curet, los préstamos agrícolas, las tierras y las cosechas se convertían en la garantía de los comerciantes, fenómeno conocido como refacción.10 Estos préstamos refaccionarios se mantenían casi siempre por un año. En ese año, o en los que se extendiese, los prestamistas facilitaban semanalmente el capital necesario para mantener la cosecha. En adición, les suministraban a los hacendados provisiones tales como herramientas, bueyes, tablas, semillas, ropa y alimentación para los esclavos. A cambio, los hacendados tenían que comprar todos los artículos al prestamista y entregar toda la cosecha de ese año en forma de pago. De esta forma garantizaba todo con la hipoteca de las tierras y las cosechas del deudor. Finalmente, ese producto, elaborado por el hacendado, era vendido por el comerciante para cubrir la deuda quien a su vez cobraba el 2.5 por ciento de comisión por dicha venta. María Isabel Bonín comenta en su investigación: Para el comerciante el refaccionismo era doble negocio: por un lado sus productos de almacén tenían una salida segura al mercado al hacendado tener que tomar fiao todo lo necesario para el mantenimiento de su obra, además del material necesario para el fomento de su hacienda. Al mismo tiempo, estos préstamos en mercancías y metálico acumulaban intereses del 12 al 18% anual, aumentando las ganancias para el comerciante. Así mismo el comerciante tenía productos seguros para la explotación y venta cobrando a su vez una comisión de 2.5% sobre el valor total.11
En San Lorenzo de Hato Grande se establecieron alrededor de 7 casas de comercio entre 1873-1883, la mayoría de ellas de tipo regular colectiva. Pero de éstas, cuatro lograron acumular gran poder económico. Sus miembros ocuparon posiciones de mucho poder político. A continuación, se analizarán cuatro casas comerciales más importantes de San Lorenzo. 10 Annie Santiago de Curet, Crédito, monedas y bancos en Puerto Rico durante el siglo XIX, (Río Piedras: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1989), pág. 51. 11 María Isabel Bonín, “Los contratos de refacción y el decaimiento de la hacienda tradicional en Ponce (1865-1880)”, Boletín del Centro de Investigación Históricas núm. 3, (1987-1988), págs. 134-135.
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Sociedad Mercantil Señores Canals y Vilá Una de las casas comerciales activas en San Lorenzo desde el 1873 fue la Sociedad Mercantil Señores Canals y Vilá. Sus socios principales fueron los catalanes Don Gerardo Canals y su sobrino Don Jaime Vilá, siendo este último el representante de la firma. Sus primeras transacciones fueron refacciones y la compra de una casa de comercio. Para el mes de enero de 1873, esta compañía hizo tres transacciones importantes. La primera fue una refacción al agricultor Don Francisco Pagán, por la cual éste recibiría 500 escudos, moneda corriente de la firma.12 El préstamo fue otorgado para atender una tala de tabaco que tenía el Sr. Pagán en el barrio de Florida. Como en todo tipo de refacción, el agricultor comprometió la cosecha con sus prestamistas, y tuvo que pagar la cantidad adeudada con el dinero que adquiriría del producto de la misma durante el mes de mayo. En el contrato se enfatizó ese punto de esta manera: No se puede disponer ni una sola hoja hasta no tener solventada dicha cuenta en tabaco de capal, tripa y capa, tripa y boliche y en rollo puesto en la casa de comercio de los prestamistas con preferencia a dichos señores sobre la venta del tabaco.13
O sea, que el Sr. Pagán, no sólo podía disponer de su cosecha hasta cumplir con su compromiso de pago, sino que tenía que cumplir con unas especificaciones sobre el tipo de tabaco a vender. De este modo, la firma aseguraba su parte del negocio. Tanto es así, que si el agricultor rompía el pacto o acuerdo, sus bienes, en este caso la cosecha, quedaban en manos del prestamista. 12 A.G.P.R., Protocolos Notariales (citado en adelante como P.N.) de José Avelardo Cajas, San Lorenzo (Hato Grande), 15 de enero de 1873. 13 Ibid. LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)
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La segunda transacción de enero fue con otro comerciante establecido en San Lorenzo de Hato Grande, de nombre Don Fernando Marceau. Los señores Canals y Vilá le compraron una casa de comercio en 4,000 escudos, moneda corriente. El Sr. Marceau tuvo que vender porque adeudaba varias sumas de dinero a diversos acreedores.Además, se encontraba en muy mal estado de salud. En la tercera transacción del mes, volvieron a prestar dinero a otro agricultor para atender una tala de tabaco de dos cuerdas en el barrio Quebrada.14 Nuevamente se llevó a cabo el mismo procedimiento, quedó hipotecada la cosecha a los prestamistas hasta pagar con el producto el dinero adeudado. La Sociedad Mercantil Canals y Vilá no sólo trató de obtener tierras, cosechas y dinero a través de sus transacciones, sino que intentó monopolizar el negocio de las panaderías del pueblo. En septiembre de 1873, Don Jaime Vilá, en representación de la firma mercantil Canals y Vilá, formalizó un contrato con el comerciante Don Fernando Sánchez.15 El objetivo del compromiso era no hacerse daño en sus negocios, pues ambos poseían panaderías por separado. Por lo tanto, ambos elaboraron un acuerdo con el que obtendrían el monopolio del mercado de panaderías en el pueblo. Para eso, establecieron una serie de estipulaciones en el contrato. Entre éstas, se distingue que el Sr. Sánchez no podía hacer en su panadería ni pan ni galletas de hilaza por un término de 6 meses. Sólo se le permitía la elaboración de galletas de dulce o huevo. Tampoco podía alquilar su horno durante el término del contrato. Por su parte, Canals y Vilá se comprometían a darle 6 reales extranjeros diarios por los beneficios que le debían tocar al Sr. Sánchez.16 Además, el contrato quedaría sin efecto inmediatamente, si se establecía otra panadería en el término del contrato. De esta forma aseguraban su monopolio y se protegían en caso que surgiera otra panadería con mejores precios. Pero, ¿cómo podría surgir una competencia inesperada, si Vilá ocupaba posiciones importantes en el ayuntamiento de San Lorenzo de Hato Grande durante la década del 1870? A través de su posición en el ayuntamiento tenía conocimiento de lo que iba a ocurrir en el municipio. Por lo tanto, trataría de evitar cualquier competencia innecesaria. En 1874 muere el Sr. Canals, y deja a 14 A.G.P.R., P.N. de José A. Cajas, San Lorenzo (Hato Grande), 16 de enero de 1873. 15 A.G.P.R., P.N. de José A. Cajas, San Lorenzo (Hato Grande), septiembre de 1873. 16 Ibid.
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sus familiares la herencia; y a su sobrino y socio, Don Jaime, la potestad para representar los bienes dejados junto con parte del comercio. En ese año se comenzó a liquidar la Sociedad Mercantil, transacción que duró varios años. Mientras continuaba ese proceso, Vilá decidió unir la parte de su negocio con otro poderoso comerciante peninsular e influyente político, Don Francisco Méndez.17 La firma se conoció bajo el nombre de Señores Méndez y Vilá. Duró alrededor de un año y hemos encontrado que se dedicó al refaccionismo. A principios de 1875 por ejemplo refaccionaron 10 ½ cuerdas de tabaco, propiedad de Doña Juana Torres en el barrio Jagual, por la cantidad de 800 escudos. En este negocio, Doña Juana se comprometió a cubrir los gastos que se originaran en el corte, secadura y recogido de la rama, entregando a los compradores dicho tabaco en su casa de campo. Es importante señalar que la representación de la firma en esta transacción estuvo a cargo de Don Celestino Méndez.18 Este era hermano de Don Francisco y al igual que él, un poderoso comerciante peninsular que llegó a ocupar importantes cargos en el ayuntamiento. La firma debió haber hecho otras transacciones en el 1874, pero como señaláramos anteriormente, no encontramos el protocolo de ese año. La firma de los señores Méndez y Vilá se disolvió el 15 de septiembre de 1875. Sin embargo, ninguno de los dos desapareció de la vida política y económica de San Lorenzo de Hato Grande. Vilá traspasó la parte de su negocio a los hermanos Méndez por la cantidad de 3,000 pesos.19 Los hermanos Méndez, a su vez, formalizaron otra sociedad mercantil.20 En los años posteriores, Vilá siguió organizando sus negocios. En el caso de la firma Méndez y Vilá fue notable el poder que adquirieron juntos para la época. Observamos que el Sr. Méndez fue síndico en 1869 y 1871-72, alcalde desde 1874-1875 y primer teniente en el 1877.21 Mientras el Sr. Vilá participó en los ayuntamientos de 1870 y 1874 como regidor; y 1877 como concejal. Esto es significativo porque en el ayuntamiento se tomaban decisiones administrativas importantes que tenían que ver directamente con el desarrollo económico del municipio. Por lo tanto, es evidente que tenían poder decisional. 17 Aunque no existe el protocolo de 1874 encontraremos la información en a discuciónque se hace de asuto en A.G.P.R., P.N. de José A. Cajas, San Lorenzo (Hato Grande), 15 de septiembre de 1875. 18 Ibid. 19 Ibid. 20 En el próximo tema ampliaremos sobre la sociedad de los hermanos Méndez. 21 A.G.P.R., Fondo de Gobernadores Españoles, Serie Hato Grande, caja 468, Fondo Diputación Provisional, caja 431 y Fondo Obras Públicas, caja 245.
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Entre septiembre y octubre de 1875, Don Jaime continuó, como ya se ha mencionado, organizando y liquidando los bienes de la extinguida firma Canals y Vilá. Durante esos meses, canceló una refacción con otra sociedad mercantil de la capital, conocida como Señores Álvarez y Compañía. Esta última había refaccionado la Hacienda Felicidad, propiedad de Canals y Vilá en el Barrio Navarro de Gurabo por el término de 3 años y con una hipoteca 24,031 escudos.22 Para cubrir parte de esta deuda, Vilá vendió seis casas localizadas en las calles Colón, San Pío y Puerto Franco de Hato Grande a los Señores Méndez y Hermanos. A raíz de esta venta se recibieron 5,500 pesos, moneda corriente. De esta cantidad retuvieron 1,000 pesos, y el resto se destinó a cubrir la deuda con la sociedad de la capital.23 En octubre se pagó todo el dinero adeudado, y la Hacienda quedó libre de gravamen. A partir de ese momento, Vilá se convirtió en un poderoso hacendado con múltiples conexiones. La última transacción de 1875 y la primera como hacendado fue la venta de 14 cuerdas de terreno de su propiedad en el barrio Hato.24 Durante el año de 1876, se discutió el testamento dejado por Don Gerardo Canals. En éste, Canals dejaba pleno poder a su sobrino para que dispusiera de sus bienes, conforme a lo que ellos habían acordado verbalmente. Lo interesante del caso es que aparecen como testigos del acuerdo: comerciantes, hacendados y poderosos políticos, pertenecientes a la élite del pueblo de San Lorenzo desde 1873 a 1883.25 Entre los testigos que declararon haber escuchado la última voluntad de Don Gerardo Canals figuran: Don José Buxó y Basart, Don Melchor Campos, Don José Isern y Más, Don Francisco Méndez, Don Pedro Quintana y Don Gerardo Rovira.26 Luego de resolver el negocio de su tío, Don Jaime se dedicó a acaparar tierras durante los próximos años. En abril de 1876 consiguió alquilarle una estancia de 140 cuerdas en el barrio Quebrada.27 El trato se hizo por 60 pesos mensuales. De igual forma, en el 1877 compró 18 cuerdas en el barrio Hato y en el 1878, hipotecó nuevamente la Hacienda Felicidad de Gurabo por 3,500 pesos.28 Ese dinero lo utilizó para seguir comprando terrenos que fueron adquiridos posteriormente como se verá más adelante. 22 A.G.P.R., P.N. de José A. Cajas, San Lorenzo (Hato Grande), 15 de septiembre de 1875. 23 A.G.P.R., P.N. de José A. Cajas, San Lorenzo (Hato Grande), 18 de septiembre de 1875. 24 Ibid., 15 de octubre de 1875. 25 A.G.P.R., P.N. de José A. Cajas, San Lorenzo (Hato Grande), 11 de septiembre de 1875. 26 Todos eran peninsulares al igual que Canals. 27 A.G.P.R., P.N. de José A. Cajas, San Lorenzo (Hato Grande), 3 de abril de 1876. 28 A.G.P.R., P.N. de José A. Cajas, San Lorenzo (Hato Grande), 22 de agosto de 1877, 10 de abril de 1878. 48
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Durante el año 1879, la mayor parte de los negocios de Vilá fueron hechos con terrenos en el barrio Hato. En febrero, hipotecó a la firma Señores Famada y Compañía una estancia con casa, habitación de madera y tejas de barro, secadero para café y un ranchón para recoger frutos, por 2,000 pesos que debía devolver en el 1881.29 Nuevamente, el 26 de diciembre, vendió 10 cuerdas. Luego, compró 4 cuerdas y una casa en lindes con el camino que conducía a Caguas.30 Esta última finca se la compró al hacendado criollo Don Fernando Aponte. Con el capital prestado por la firma de los Señores Fernando y Compañía compró terrenos en el barrio Hato que tuviesen salida rápida a la carretera principal de Caguas. La razón principal para esta adquisición era que en dirección a dicho municipio iban muchos de sus productores. Ese mismo día, el 26 de diciembre, vendió 8 cuerdas en el barrio Navarro de Gurabo a Don Celestino Méndez.31 En los primeros años de la década de 1880 siguió comprando terrenos. A la compañía Mercantil Francisco Méndez y Hermanos, le compró la estancia Campo Alegre en el barrio de Cayagüas compuesta de 140 cuerdas de terreno y otras 6 1/2 cuerdas en Cerro Gordo.32 La venta se efectuó por 4,695 pesos, moneda corriente. El 24 de marzo de 1881 compró otras 21 cuerdas en el barrio Hato.33 Durante el año 1882, Vilá volvió a formar otra sociedad mercantil, esta vez con otro poderoso comerciante: el catalán D. José Isern y Más. La sociedad fue inscrita como regular colectiva con un capital de 15,000 pesos, moneda corriente y con una duración de 4 años, conociéndose con el nombre de Señores Vilá e Isern.34 Al siguiente año, el 11 de enero de 1883, los señores Vilá e Isern adquirieron 15 cuerdas de tala de tabaco por 750 pesos, moneda corriente. Mientras la compañía continuaba haciendo negocios durante los años en que establecieron su contrato, Vilá también mantuvo sus negocios privados fuera de la sociedad. Esto le era posible, debido a que había en el una cláusula que así lo especificaba en el contrato. Por eso, en su última transacción, en el 1883, pudo comprar 150 cuerdas de terreno en el barrio Navarro de Gurabo por la cuantiosa suma de 10,000 pesos 29 Ibid., 10 de febrero de 1879. 30 Ibid., 26 de diciembre de 1879. 31 Ibid. 32 Ibid., 20 de abril de 1880. 33 Ibid., 24 de marzo de 1881. 34 Ibid., 31 de octubre de 1882.
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moneda corriente.35 En los años venideros, Vilá se convertiría en uno de los hacendados más poderosos de San Lorenzo de Hato Grande.36 Señores Méndez y Hermanos La Sociedad Méndez y Hermanos fue la más poderosa de San Lorenzo. En gran medida esto se debió a que sus dueños, los hermanos Dr. Francisco y Dr. Celestino Méndez, tenían un gran poder económico y político. Como veremos a continuación pudieron mantener, por largo tiempo, una de las firmas comerciales más sólidas del pueblo, controlada por peninsulares. La compañía se estableció el 17 de septiembre de 1875, dos días después de haberse disuelto la sociedad con Don Jaime Vilá, con el propósito de vender productos al por mayor y al detal. Más tarde se conoció con el nombre de Señores Méndez y Hermanos. Su composición quedó de la siguiente forma: Capital
6,000 escudos 4,000 prop. de D. Francisco 2,000 prop. de D. Celestino Término
Venta
mercancías de hilaza provisiones ganado frutos del país ramos de panadería y carretería 4 años37
Ya en el 1875, la nueva sociedad había adquirido de Don Jaime Vilá, unas 6 casas de madera del país ubicadas en el centro del pueblo. Al parecer se preparaban para dominar el futuro económico de San Lorenzo, lo que se evidencia con el aumento de su capital a través de un préstamo al cura ecónomo del pueblo, Don Luis Blanco a principios de 1876. En el negocio con el clérigo la sociedad obtuvo 3,000 pesos moneda corriente, los que debía pagar al 1% mensual, o sea a un 12% anual.38 Una característica particular en este caso es que la sociedad debía devolver la cantidad adeudada en moneda de plata. 35 Ibid., 29 de octubre de 1883. En uno de los términos, D. Jaime Vilá hizo bien claro que independientemente de la sociedad mercantil con Isern, él podría continuar con sus propios negocios. 36 Huertas González, Félix R., “Tenencia de tierras en el pueblo de San Lorenzo para las décadas de 1860 y 1890”, (monografía mecanografiada, Colegio Universitario de Cayey, Seminario de Metodología e Investigación Histórica, 1988). 37 A.G.P.R., P.N., de José A. Cajas, San Lorenzo (Hato Grande), Ibid., 17 de septiembre de 1875. 38 Ibid. 7 de febrero de 1876. 50
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Con el dinero obtenido del cura y con su propio capital, comenzaron a adquirir pequeños predios de terrenos en los barrios de Cayagüas y Jagual. Entre 1876 y 1879, obtuvieron 80 cuerdas de terreno y talas divididas de la siguiente forma: Número de cantidad pagada cuerdas en pesos moneda Fecha Obtenidas corriente
barrio
julio/1876 9 174 Cayagüas sept./76 21/2 140 Cayagüas nov./76 81/2 140/10 centavos Cayagüas feb.//77 81/2 149/50 centavos Cayagüas mayo/77 35 en tala de tabaco 2,000 Jagual junio/77 9 128 Cayagüas agosto/77 14 350 Cayagüas sept./77 6 y tres cuartos 135 Cayagüas feb./1878 12 en tala de caña 1,000 Quemado 6 en tala de tabaco marzo/78 27 en tala de tabaco 2,500 Jagual marzo/78 6 en tala de tabaco 180 Jagual marzo/78 41/2 66 Cayagüas agosto/78 8 112 Cayagüas oct./78 41/2 45 Cayagüas nov./78 6 101 Cayagüas feb./1879 20 en tala de tabaco 1,000 Jagual sept./79 5 410 Navarro/ Gurabo39
La compra de estos terrenos entre 1876 y 1879 no fue la única forma utilizada por los señores Méndez y Hermanos para lograr mayor poder económico. Además de la práctica de obtener propiedades a través de la compra, combinaron elementos de endeudamiento, tales como: las obligaciones hipotecarias y el refaccionismo que sirvieron para ampliar sus redes adquisitivas y monopolísticas. Durante esos tres años, otorgaron seis préstamos, conocidos como obligaciones hipotecarias, que alcanzaban la cifra de 1,498 pesos. Estos préstamos ponían bajo su disposición alrededor de 190 1/2 cuerdas en los barrios Quebrada, Quemados, Hato, en San Lorenzo y en el barrio Tomás de Castro, en Caguas.40 De esta manera, se aseguraban la mayor parte de los pagos. Los acuerdos sustraídos fueron por un año y con un interés de un 2% mensual.41 39 A.G.P.R., P.N. de José A. Cajas, 1876-1879. 40 En la obligación hipotecaria la firma otorgaba el préstamo, pero asegurando el pago con la hipoteca de la finca del deudor. En caso de que no se pague en el término correspondiente, el terreno sería embargado. 41 Ibid., 21 de abril de 1877.
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En otro caso típico de endeudamiento, en abril de 1877, la firma refaccionó al agricultor Don Ramón Brugueras 14 cuerdas de caña y una tala de tabaco por 980 pesos. La refacción se completó de la siguiente manera: La Compañía Mercantil se compromete a dar a Brugueras 30 pesos mensuales para atender los gastos de la fabricación de azúcar y caña y la recolección del tabaco ciego suministro dejará de hacer tan pronto entregue la cuota perteneciente al mes de marzo de 1878. Los azúcares, ron, mieles y el tabaco queda todo responsable a pagar la cantidad que adeuda sin poder disponer de la cosecha hasta tanto cumpla con su deuda.42
A esta refacción le siguieron otros negocios con Don Jaime Vilá, todos realizados a lo largo de 1880. Algunas compras efectuadas entre 1880 y 1881 les dejaron a la sociedad 14 cuerdas de tala de tabaco en el barrio Jagual y 5, en el barrio Hato. Además, los hermanos Méndez habían vendido una estancia y una casa al Sr. Vilá por 200 pesos.43 Varios negocios, efectuados durante el año 1882, a los que ya poseían le añadieron más terrenos: inicialmente, 81/2 cuerdas de terreno en el barrio Jagual; luego, otras 3 cuerdas de tabaco en el mismo barrio; y finalmente, 27 cuerdas de terreno, compradas por 500 pesos al comerciante peninsular Don Eleuterio San Miguel. 44 El 7 de septiembre de 1882 la firma Méndez y Hermanos vendieron a los Señores Carcabón, Sierra y Compañía de Humacao, 47 cuerdas de caña de azúcar por la suma de 4,230 pesos. De esas 47 cuerdas, 34 pertenecían a la Estancia de Campo Alegre en el barrio de Cayagüas, propiedad de los Méndez. Las restantes 13, pertenecían a otra finca de sus dominios en el barrio Quebrada.45 Los Méndez habían gastado 1,410 pesos en la siembra y fomento de estas cañas, lo que le dejó una ganancia de 2,920 pesos. En resumidas cuentas, al igual que en el caso de Don Jaime Vilá, los señores Méndez continuaron haciendo negocios relacionados con el comercio a través de la década de 1880. Esto se confirma al observar que en su última transacción, del 31 de diciembre de 1882, alquilaron 16 1/2 cuerdas de terreno por 4 años, a razón de 12 pesos anuales. Después de 1883, continuarían ligados al desarrollo económico del pueblo de San Lorenzo de Hato Grande.46 42 Ibid. 43 A.G.P.R., P.N. de José A. Cajas, 1880-1881. 44 Ibid., marzo a agosto de 1882. 45 Ibid. 46 Ibid., 31 de diciembre de 1882. 52
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Viuda de Buxó e Hijo y José Buxó y Bassart Desde 1873 y 1883 la familia Buxó, de origen catalán, fue una de las más destacadas en el comercio de San Lorenzo. Todos sus miembros participaron de una manera u otra en los negocios que realizaban. Entre ellos se destaca Doña Rosa Bassart y Carreras, quien había estado casada en primeras nupcias con el comerciante peninsular Don Narciso Buxó. Cuando éste murió, antes de 1873, ella heredó sus propiedades. Y posteriormente liquidó la sociedad conocida como Narciso Buxó y Compañía. De la unión de Doña Rosa y de Don Narciso nació otro poderoso comerciante: Don José Buxó y Bassart. Al cabo de algunos años, Doña Rosa contrajo matrimonio con el hacendado peninsular Don Serafín Buxó y Moret. Al igual que Doña Rosa, éste tenía un hijo de un matrimonio anterior que también sería otro reconocido comerciante: Don José Buxó y Ribot. De hecho, fue el encargado de liquidar la antigua sociedad del ex-esposo de Doña Rosa Bassart. Toda la familia mantuvo muy buenas relaciones, especialmente en los negocios, algo que los convirtió en una de las familias más poderosas del pueblo. A nivel político, todos, excepto Doña Rosa, ocuparon posiciones importantes en el ayuntamiento durante la década de 1870. Pero, aunque Doña Rosa no participó en la política, porque las leyes prohibían la participación de la mujer, esto no le privó de participar en actividades de envergadura económica. La primera transacción realizada por ella, en marzo de 1873, fue la compre de una casa de madera en el pueblo Hato Grande. 47 El mismo año, su hijastro Don José Buxó y Ribot liquidó los créditos de la extinguida sociedad de Narciso Buxó y Compañía. Para representarlo en marzo de 1873, nombró a Don José Calixto Bajaudes, procurador del juzgado de primera instancia de Humacao, para que lo defendiera en todos los pleitos que tuviese que llevar a la corte. Se refería principalmente al caso que llevaba contra Don Francisco Pagán. Éste le adeudaba a la compañía mercantil 393 escudos con 30 centavos y sus intereses. Además, se habían hipotecado, a favor de la firma Buxó, 12 cuerdas en el barrio de Florida desde el 11 de abril de 1871 que también iban a estar envueltas en el pleito.48 47 Ibid., marzo de 1873. 48 Ibid., 15 de marzo de 1873.
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Nuevamente, de mayo a junio de 1873, encontramos al Sr. Buxó y Ribot llevando a cabo negocios que incluían a varios miembros de su familia. Todo se inició el 16 de mayo cuando el comerciante peninsular Don Narciso Gran le otorgó a Buxó y Ribot un poder a cobros ya que se iba a la Península.49 Esto les daba la facultad para cobrarles a todos los deudores de Gran, siempre y cuando no excedieran los 4,000 escudos. El caso interesante se da cuando el hacendado catalán Don Federico Casas confesó ser uno de esos deudores. Le adeudaba 2,556 escudos en moneda de plata extranjera hipotecando a su vez 40 cuerdas de terreno en el barrio Quebrada.50 El 2 de junio, Doña Rosa y su esposo Don Serafín Buxó, quieren comprar una hacienda propiedad del hacendado catalán Don Federico Casas. Claro, sabían, a través del Sr. Buxó y Ribot, que Casas estaba endeudado y necesitaba dinero en efectivo para saldar su deuda. Ese mismo día, Casas le hizo una promesa de venta de una hacienda de caña de 250 cuerdas de terreno al matrimonio Buxó.51 La hacienda incluía equipos, los que se describen a continuación: Tiene sus oficinas, casa habitación de trapiche, dos ranchos, bagazeros con bagazo, molino o trapiche, esqueleto con dos vibrabagazo, veinte yuntas de bueyes de distintos colores, nueve carros en buen estado, un harado (sic) inglés y otros útiles, diez y ocho cuerdas de caña de primer corte, diez y siete de plantilla de once meses de sembradas, catorce más de dos y tres meses, un alambique pequeño y diez o vente cuerdas de monte y el resto de pasto.52
Finalmente la venta se llevó a cabo por unos 40,000 escudos, moneda extranjera. Sin embargo, varios días después, la transacción regresó a la notaría pública. Su regreso se debió a que la hacienda en cuestión tenía una hipoteca anterior que debía saldarse. Así que finalmente el Sr. Casas tuvo que aceptar unos 37,894 escudos, pero esta vez de parte de Doña Rosa y Don José Buxó y Ribot, quedando fuera de la compra Don Serafín.53 No es casualidad que el 25 de junio de 1873, Federico Casas pudiera saldar su deuda con el representante de D. Narciso Gran, en este caso Don José Buxó y Ribot. 49 Ibid., 15 de mayo de 1873. 50 Ibid., 14 de mayo de 1873. 51 Ibid., 2 de junio de 1873. 52 Ibid. 53 Ibid., 27 de junio de 1873. 54
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Los negocios continuaron durante el año 1873. Para el mes de julio, Doña Rosa Bassart y Carreras adquirió otra casa; y en agosto, formalizó con su hijo, Don José Buxó y Bassart, una nueva sociedad mercantil que se conocería con el nombre de Viuda de Buxó e Hijo. La administración de ésta quedó a cargo de su hijo. La duración de esta sociedad se prolongaría por tres años, en los cuales se dedicarían a negocios de compraventa de provisiones, ganado vacuno y frutos. Se estableció un capital de 9,730 escudos, 6,650 pertenecientes a Doña Rosa, 2,000 en efectivo y 4,000 en provisiones, ganado vacuno y caballar. Por su parte, Don José aportó unos 3,080 escudos: 1,600 en una casa de madera y 1,480 en efectivo.54 En términos de ganancias y pérdidas se dividieron en partes iguales. Dos años más tarde, Don José Buxó y Bassart establece su propia sociedad mercantil, conocida como José Buxó y Bassart y Compañía.55 A principios de 1875, compró una tala de caña y tabaco de 14 cuerdas en el Barrio de Quemados. Además, obtuvo una obligación hipotecaria sobre una estancia de 18 cuerdas en el Barrio Quebrada. En julio, Doña María Clara, asistida por su esposo Don Tomás Marín, obtuvo de la compañía de Buxó y Bassart la cantidad de 250 pesos, moneda corriente, que le ayudaron a pagar algunas de sus deudas.56 El préstamo quedó garantizado al 14% de interés anual para devolverse en diciembre de 1876. Para seguridad del prestamista, quedó hipotecada una estancia de 16 cuerdas, propiedad de la Señora en el Barrio Quebrada. Ya para noviembre de 1875, el negocio de Buxó y Bassart había crecido considerablemente. Por ese motivo, le otorgó un poder general administrativo a su tío Don Baltasar Bassart para que representara su casa de comercio.57 El 11 de junio de 1877, el comerciante Don José Buxó y Bassart vendió a la sociedad capitalina Señores Domínguez y Compañía una partida de tabaco en rama, compuesta de la siguiente forma: 125 quintales tripa corta y larga, a razón de once pesos quintal debiendo entrar en dicho número de 30 a 40 quintales de tripa corta, de 50 a 60 quintales de tripa y capa a razón de 20 pesos uno, de veinte o veinticinco quintales capa segura a razón de 35 pesos uno, y de 15 a 20 quintales capa de primera clase a razón de 45 pesos quintal.58 54 Ibid. 55 Al parecer se liquidó la casa de comercio que tenía con su madre. Esto puede haber ocurrido en el 1874, año en que no se encuentra el protocolo. Lo que sabemos es que desde el 1875 en adelante se conocería la sociedad mercantil como José Buxó y Bassart y Compañía. 56 Ibid. 57 Ibid., 3 de noviembre de 1875. Con este poder D. Baltasar Bassart tenía la autoridad de otorgar, a nombre de Buxó y Bassart, suministros y maquinarias a diferentes clientes del último. 58 Ibid. LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)
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Esta venta demuestra que de la misma forma que las sociedades mercantiles de San Lorenzo utilizaban sus recursos para endeudar y establecer fuertes estipulaciones sobre sus préstamos o compras, algunas de ellas quedaban a merced de compañías más grandes de otros pueblos de la Isla. Por ejemplo, en el caso anterior, la sociedad Buxó y Bassart adeudaba 1,930 pesos, en moneda corriente, que iban a ser pagados con parte de la cosecha. Pero Buxó y Bassart no sólo se dedicó a prestar dinero o vender cosechas de pequeños agricultores. También alquiló terrenos para ponerlos a producir. El 28 de octubre de 1877 se hizo una declaratoria en la que Don Juan Villafañe reconoció haber alquilado una estancia de 125 cuerdas en el 1876 a Buxó y Bassart. El contrato había sido por 6 años, a razón de 500 pesos anuales. A su vez, se destacó que dentro de la propiedad de Villafañe había una fábrica para elaborar azúcar establecida por Buxó y Bassart. Además, había una casa y dos ranchones para bagazo, también propiedad de Buxó y Bassart.59 Sin lugar a dudas, todo esto fue llevado allí con el fin de sembrar y fomentar el cultivo de caña para su futura venta en el mercado. Pero mientras Buxó y Bassart se encargaba de sus negocios, su hermanastro Don José Buxó y Ribot continuaba con otros bajo su control. Entre 1876 y 1880, llevó a cabo varias obligaciones hipotecarias, alquileres y compras. En ese primer año, hipotecó a su favor 6 cuerdas en el Barrio Jagual por 94 pesos.60 También compró una tala de tabaco de 1 1/2 cuerdas en Florida por 60 pesos y obtuvo el alquiler de una estancia de 125 cuerdas en el Barrio Hato por seis años.61 En el 1879, obtuvo una hipoteca sobre otras 6 cuerdas de terreno, pero esta vez en el Barrio Ceiba de Juncos por 146 pesos, moneda corriente.62 Y, en 1880, compró nuevamente 7 cuerdas de tala de tabaco en el mismo barrio de Juncos, por 15 pesos. En julio de 1880, alquiló 10 cuerdas en el barrio Cerro Gordo, por dos años y por 200 pesos pagaderos mensualmente.63 A finales de 1880, la hacienda de Don Federico Casas, comprada por la familia Buxó en el 1873, volvió a ser vendida. Pero la venta se produjo entre ellos mismos. Don José Buxó y Ribot le vendió por 9,473 pesos su parte de la hacienda, o sea, la mitad a su padre, Don Serafín Buxó. 59 Ibid., 28 de octubre de 1877. 60 Ibid., 31 de enero de 1876. 61 Ibid., abril a octubre de 1876. 62 Ibid., septiembre de 1879. 63 Ibid., 9 de julio de 1880. 56
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El 17 de enero de 1881, los tres comparecieron nuevamente a la notaría pública. Esta vez para resolver una transacción que se remontaba al 1871, cuando Don Narciso Buxó le había vendido parte de su establecimiento mercantil a Don José Buxó y Ribot con la mitad de dos casas, todo por 7,250 pesos, moneda corriente.64 Este último en el 1871 había dado 4,000 pesos de pronto y los demás pagaderos, a razón de 120 mensuales hasta pagar la deuda total. Diez años después, la deuda fue saldada. Por lo tanto, Doña Rosa y Don Serafín, por ser su esposo en dicho momento, obtuvieron una carta de pago que certificaba el saldo de su deuda. En el 1882, al Sr. Buxó y Ribot le ocurrió lo mismo que al Sr. Buxó y Bassart. Necesitaba del auxilio de las firmas comerciales más grandes radicadas en otros pueblos para vender sus productos en el interior. Necesitaba también dinero para fomentar el cultivo de productos en su finca. Por lo tanto, el 10 de marzo de 1882, Buxó y Ribot obtuvo una refacción con la sociedad mercantil Carcabón, Sierra y Compañía, pero esta vez él se convirtió en el deudor. Recibió 1,000 pesos para atender las siembras, el cultivo y fomento de 18 cuerdas de talas de tabaco que poseía en la hacienda Santa Rosa, propiedad esta de Doña Rosa Bassart y del prebístero Don Joaquín Sarás.65 Al igual que en otras refacciones, se dispuso un interés de 11/2 % mensual, aplicado al pago de toda la cosecha de tabaco que produjeran las mencionadas 28 cuerdas. Además de esa refacción, Buxó y Ribot tuvo que vender dos casas que tenía en la Calle Sanz de San Lorenzo para saldar dos deudas: una con la compañía mercantil de Carcabón y la otra, con los Señores Rodríguez Lanza y Compañía, sociedad de Humacao. De la venta, Carcabón recibió 1,211 pesos con 76 centavos, mientras que Rodríguez Lanza recibió 729 pesos.66 Mientras Buxó y Ribot continuó dedicado al comercio, Buxó y Bassart se convirtió en hacendado. Para ello vendió su casa, tienda y almacén, localizado en la Calle Sanz de San Lorenzo. En el 1882, y con los documentos evidenciándolo como hacendado, alquiló una finca de 45 cuerdas en el barrio Hato.67 La transacción se efectuó por un término de cuatro años, en el que pagaría 240 pesos anuales. Ese mismo día volvió a comprar 13 cuerdas de terreno, por unos 300 pesos. Al parecer, las conexiones que tenía en el comercio le iban a traer buenos negocios. A su vez, las últimas transacciones que se registran de Buxó y Ribot en 1883, reflejaron que seguía en la rama del 64 Ibid., 17 de enero de 1881. 65 Ibid., 10 de marzo de 1882. El 6 de marzo de 1882 D. Sebastían Buxó había vendido la mitad de la hacienda Santa Rosa al Cura D. Joaquín Sarás. 66 Ibid., 11 de marzo de 1882. 67 Ibid., 24 de noviembre de 1882. LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)
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comercio. El 9 de marzo de 1883 vendió una casa al comerciante peninsular Don José Isern y Más en 250 pesos y luego otra, por unos 200 pesos. Sociedad Mercantil Francisco Sellés e Hijo La Sociedad Mercantil Francisco Sellés e Hijo fue establecida en 1870 por los comerciantes Don Francisco Sellés y su hijo, Federico Sellés. La establecieron inicialmente por un período de cuatro años. Sin embargo, no hubo prórroga hasta 1876, año en que dieron por terminado el contrato.68 Ese mismo año, Don Francisco le vendió a su hijo la parte de su negocio para que continuara con la tradición mercantil. Sin embargo, antes de que eso ocurriese, los documentos estudiados muestran a la sociedad de Francisco Sellés e Hijo efectuando varios alquileres de terrenos. En 1873, arrendaron una finca de 60 cuerdas en el barrio de Cerro Gordo. El término del alquiler fue por 6 años, a razón de 110 escudos anuales.69 En 1875, volvieron a alquilar, pero en esta ocasión una casa en el pueblo y 71 cuerdas de terreno en el barrio de Florida. En mayo de 1876, rentaron otras 8 cuerdas de terreno en Florida por cuatro años y 150 pesos anuales; y 60 cuerdas más, en Cerro Gordo por tres años y 110 escudos anuales, pagaderos mensualmente.70 En esta década, como habíamos señalado, es que los Sellés mantienen un pleito contra los Buxó en el juzgado de Humacao. En el pleito, los Sellés solicitaban la liberación de 500 cuerdas de terreno de sus propiedades, embargadas específicamente a Don Francisco Pagán de su deuda con los Buxó. Así que, en términos económicos, se comenzará a observar una pugna entre las dos familias más poderosas del pueblo. Para septiembre de 1876, Don Federico Sellés compró todas las acciones y derechos de la sociedad mercantil conocida como Francisco Sellés e Hijo. Así los negocios continuarían haciéndose a través de Don Francisco. En diciembre de ese mismo año, obtuvo la exclusividad de carnes del pueblo de San Lorenzo por un año. Para ello, pagó 1,611 pesos. Más aún, entre 1877 y 1878 se efectuaron varios negocios importantes para Don Federico. El primero, cuando obtuvo una obligación hipotecaria de parte del agricultor Don José Manuel de León por unos 232 pesos moneda corriente, La suma debía ser devuelta en el mes de diciembre 68 Este dato aparece en el contrato de la compañía en el protocolo de 1876. 69 Ibid., 6 de marzo de 1873. 70 Ibid. 58
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de 1878. A cambio, se hipotecaron 29 cuerdas en el barrio Quebrada Honda.71 El segundo negocio fue en abril de 1878. En éste compró la mitad de una panadería en la calle Bulla del mismo pueblo. Son dos las razones para esta transacción. La primera, con esta compra, lograba ser propietario absoluto de la panadería, pues hasta ese momento era codueño junto al comerciante peninsular Don Narciso Gran. Y la segunda, que podría hacer un convenio con otro comerciante para extender sus tentáculos en la rama de la panadería. Con esto en mente, ese mismo día Don Federico pactó con el comerciante Don José Zurita para que fuese su socio en el nuevo negocio. Entre las estipulaciones, se declaraba que el negocio quedaría establecido por un término de dos años, durante los cuales Zurita aportaría la cantidad de 200 pesos en efectivo. Este dinero iría a un fondo en poder de Sellés, hasta que se acabara el convenio. A cambio, Don Federico tendría la obligación de sustituir todas las harinas.72 Además, las ganancias o pérdidas obtenidas se dividirían en partes iguales, por lo que Zurita se comprometió a proveer un maestro de pala que correría por su cuenta. Finalmente, los gastos de ayudantes, alumbrados y elaboración de la harina correrían por cuenta de la sociedad, a la cual no se le ponía un nombre en específico por ser a medias. En febrero de 1879, los negocios de Sellés continuaron, le compró dos casas al catalán Don José Isern y Más. Una de ellas fue destinada para tienda con acaparadores y demostradores, y la otra era contigua a la primera. La venta se produjo por 3,000 pesos, moneda corriente. En septiembre del mismo año, prestó 840 pesos al agricultor Don Pedro Carrasco para atender trabajos agrícolas y para la adquisición de terrenos. En la transacción quedaron hipotecadas 67 cuerdas en el barrio Jagual. Y nuevamente en octubre, ésta compró una casa en la calle Falcón, por 400 pesos.73 A principios de la década de 1880 adquirió dos estancias. La primera, el 8 de marzo de 1880. Tenían 173 cuerdas de terreno, con una casa de madera del país y estaba localizada en el barrio Valenciano Abajo de Juncos. Pagó 1,630 pesos, y se la compró al comerciante de Juncos, Don Cándido Fariña. La segunda estancia se la compró al hacendado criollo Don Fernando Aponte y Rotger en marzo de 1881 por 880 pesos, moneda corriente. Ésta consistía de 22 cuerdas de terreno en el barrio Hato. Un 71 Ibid., octubre de 1877. 72 Ibid., 3 de abril de 1878. 73 Ibid., septiembre de 1879.
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año después, Don Federico se la vendió a su padre, Don Francisco Sellés, en 1,000 pesos, moneda corriente.74 En 1882, Don Francisco recibió en garantía otra estancia de 96 1/2 cuerdas de terreno en el barrio Jagual de terreno denominada “Esperanza”, de parte del agricultor Don Saturnino López. Esto, porque Sellés le prestó 1,384 pesos que aquel necesitaba para atender y fomentar el cultivo que estaba produciendo en su finca. El negocio fue cerrado a un interés de un 2%; o sea, 192 pesos anuales por los próximos dos años.75 A mediados de ese mismo año, también comenzó a salirse del comercio al venderle a su hermano, Don Ramón Sellés, el establecimiento mercantil. Éste fue vendido en unos 10,222 pesos, 6,220 pagaderos a diversos acreedores y el resto de los 4,000 pesos, en plazos de 60 y 200 pesos mensuales hasta saldar la deuda.76 Definitivamente, la venta fue con unos pagos muy cómodos por tratarse de su hermano. Así que ambos, Don Federico y su padre Don Francisco optaron por dedicarse al control de terrenos, mientras que otros miembros de la familia se integraron a la rama del comercio.77 El estudio de las sociedades mercantiles en el pueblo de San Lorenzo de Hato Grande permite concluir que el dominio de la mayor parte de éstas estaba en manos de peninsulares, procedentes principalmente de Cataluña. Además, en todas, la unión de varios miembros de una misma familia era un importante lazo en la configuración de las firmas tal y como se ha podido observar en el caso de la relación familiar entre Don Jaime Vilá y Don Gerardo Canals, la de los hermanos Méndez y la de padre e hijos, en los Buxó y Sellés. En lo que se refiere al aspecto económico, las sociedades mercantiles utilizaron los préstamos como medio de enriquecimiento y dominio, frente a pequeños agricultores y hacendados. El préstamo refaccionario convirtió al gran comerciante en el aventajado prestamista del que dependía constantemente el hacendado, tanto para obtener capital como suministros. A su vez, con la obtención de los beneficios que proporcionaban los préstamos, ya sea con los intereses, los embargos o los deudores, el comerciante obtenía el capital necesario para expandir su negocio a otras ramas. Ese poder económico adquirido y la influencia 74 Ibid., marzo de 1881. 75 Ibid., 9 de agosto de 1882. 76 Ibid. 77 Para el 1882 D. Federico Sellés y Megía tenía 35 años mientras que su padre D. Francisco tenía 61 años. D Ramón Sellés era el más joven con alrededor de 25 años cuando comenzó como comerciante.
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política que tenían permitió fortalecer sus sociedades mercantiles y obtener los medios suficientes para continuar en el comercio. Sin embargo, las sociedades mercantiles de San Lorenzo no fueron autosuficientes. Observamos casos que demostraron la necesidad de estas firmas de recurrir a compañías mercantiles más grandes establecidas en otros pueblos. De esta manera, obtenían capital o suministros que luego revendían a pequeños agricultores y hacendados. Ese ciclo de endeudamiento llegó a afectar a las sociedades mercantiles de San Lorenzo desde 1873 a 1883. Sin embargo, esta situación no provocó mayores problemas económicos para las firmas comerciales del pueblo porque éstas se mantuvieron sólidas y poderosas por largos años.
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EL PAISAJE EN LA REGIÓN CENTRO-ORIENTAL DE PUERT RICO Dra. Carmen T. Ruiz de Fischler
En nuestro ensayo sobre el paisaje en la región centro oriental estudiaremos algunos ejemplos de las pinturas donde se emplea el tema del paisaje en la obra de Francisco Oller y en la generación que sigue sus pasos y que va del tercer cuarto del siglo diecinueve hasta la mitad del siglo veinte y la forman Ramón Frade, Juan Antonio Rosado y Miguel Pou, y por último, artistas de la generación que están activos desde la mitad del siglo veinte hasta el presente. Cubrimos con ello varias generaciones, con ejemplos de obras de Francisco Palacios, Osiris Delgado, Carlos Osorio y Orlando Vallejo. Las obras seleccionadas, en su mayoría, representan el paisaje en la región oriental, que se extiende desde Caguas hasta Cayey y Carolina. El paisaje insular es uno de los temas preferidos por nuestros pintores y, aunque estemos en una isla rodeada por agua, el paisaje marino no es muy frecuente en nuestra producción plástica. Las excepciones son Epifanio Irizarry y Carmelo Sobrino, quienes han trabajado y tienen obras dedicadas a este tema, uno desde la perspectiva realista expresionista y el otro dentro de una nueva figuración, por medio de símbolos orgánicos. Podemos considerar que la pintura de paisajes puertorriqueños tiene sus inicios y gran manifestación en la pintura del siglo diecinueve de Francisco Oller, quien supo captar la belleza, tanto 68
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del paisaje francés como del nuestro, y se continúa este género durante el siglo veinte, utilizando los pintores diferentes expresiones estilísticas para representar el paisaje como uno de sus temas preferidos. El fundador de la tradición pictórica puertorriqueña fue José Campeche (1751-1809), cuya pintura, sin embargo, es primordialmente sobre temas religiosos y retratos hechos por encargo, aunque podemos reconocer que en el Exvoto del Sitio de San Juan por los Ingleses, c. 1797, Colección del Palacio Arzobispal, desde una de las azoteas de una casa en San Juan, Campeche pintó el primer paisaje urbano en Puerto Rico. En algunos retratos, como la Dama a caballo, 1785, de la Colección del Museo de Arte de Ponce, el paisaje forma parte de la composición; en el caso del Exvoto de San Juan, es el paisaje urbano, y en el de la Dama a caballo, el paisaje con una hacienda en el fondo, en el interior de la Isla. Sin embargo, sus consideraciones no son hacia la observación directa de la naturaleza o de la urbe sino más bien estas sirven de fondo a lo que el artista considera importante en la composición, que es, en un caso, testimonio de haberse salvado la ciudad colonial del ataque de los ingleses, en el otro, una elegante dama vestida a la usanza de la moda del siglo dieciocho que posa montada en su caballo de paso fino. Campeche está siendo fiel a la pintura dieciochesca, a cuya generación de pintores él pertenece dada su relación con Luis Paret y Alcázar, pintor de la corte española, quien vivió desterrado en Puerto Rico durante un periodo de tiempo e influyó en su estilo pictórico, y sobre todo, en el retrato con influencias del estilo rococó. Francisco Oller comenzó sus estudios de pintura en San Juan con Don Juan Cletos Noa y luego estudió en la Real Academia de San Fernando en Madrid dirigida por Federico Madrazo. En 1858 se estableció en París, en donde asistió al taller de Couture, L’Academie Suisse y L’Ecole Imperiale et Speciale de Dessin, y además frecuentaba el taller de Gustave Courbet. En 1865 regresó a Puerto Rico y abrió su Academia de Dibujo y Pintura en San Juan. En 1874 regresó a París, donde permaneció por ocho años. El Dr. Gachet compró El estudiante que luego entraría a formar parte de la colección de los pintores impresionistas del Louvre. Es el periodo en el cual los Impresionistas fueron considerados como artistas rebeldes y se abrió el salón de refusée para que el pueblo decidiera si eran buenas sus pinturas. Esto estableció un nuevo precedente en los círculos de arte de París, dándole al artista mayores libertades para crear sus obras aunque no recibieran el reconocimiento de los académicos. 1 1 Osiris Delgado, Cuatro siglos de pintura puertorriqueña. (San Juan: 1998), 16-17. LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)
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Francisco Oller fue un producto de su momento histórico y el haber tenido la oportunidad de estudiar en la Real Academia de San Fernando en Madrid le permitió desarrollar sus destrezas pictóricas dentro de la tradición académica favorecida en España en ese momento. Sin embargo a los pocos años se trasladó a París y allí entró en contacto primero con los artistas vanguardistas que seguían el estilo realista de Gustave Courbet y luego con los que formarían el movimiento de los pintores impresionistas. Ambas tradiciones, la española y la francesa quedarían muy arraigadas en su personalidad artística y las emplearía cuando la ocasión lo requiriese. En la pintura de Oller, Paisaje francés II, pintada entre 1895-96 (Fig. 1) él desplegó todas las destrezas de la pintura impresionista y representa al artista que se ha apartado de su caballete, colores y pinceles para mostrar al paisaje como protagonista de la obra. El Paisaje francés I y II de la colección del Instituto de Cultura Puertorriqueña y El estudiante de el Louvre son obras fundamentales para entender la manera en que Oller comprendió y asimiló el estilo impresionista y por qué lo podían Figura 1 emplear a pesar de que volviera a utilizar también el estilo realista para obras de contenido social.
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Figura 2
En El velorio, de 1895, (Fig. 2) Oller empleó el estilo realista de su maestro Courbet para crear un cuadro de crítica a la sociedad puertorriqueña que mantenía las tradiciones de celebrar la muerte de un niño en medio de la bebida, el baile y la total despreocupación por la realidad social de la población. Sólo el personaje del negro Pedro contempla y reflexiona sobre el suceso, al ver el cuerpo del niño en la mesa. Es importante notar que a través de una ventana a la derecha y la puerta al fondo a la izquierda se atisba el paisaje al amanecer. Estos dos paisajes están pintados utilizando la técnica Impresionista. Como dice Pierre Francastel “Tratándose del problema particular de la transformación hecha por los impresionistas de la figuración del espacio, creo posible demostrar que en un cierto número de sus obras han hecho posible una evolución del lenguaje visual tan profunda que ha liberado a los artistas y al público de convenciones seculares e introducido una búsqueda que se continúa todavía”.2 Para Oller el trabajar con ambos estilos pictóricos, el estilo realista de Courbet y el de los impresionistas, 2 Pierre Francastel, Pintura y sociedad. (Buenos Aires, 1960), 187.
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Figura 3
le permitió entender ambos vocabularios plásticos y de contenidos, permitiéndole una amplia libertad de utilizarlos a ambos de la manera que le fuera más conveniente en un momento determinado a través de toda su carrera artística y sirviendo así de modelo para futuras generaciones. En la pintura Hacienda Aurora, 1898-9 (Fig. 3) de Oller, se puede ver al fondo la hacienda azucarera en toda su grandeza arquitectónica, símbolo del nuevo poder económico en Puerto Rico. “Oller y su familia se refugiaron en la Hacienda Aurora, de la familia Saldaña, durante el ataque de los Estados Unidos en la Guerra Hispanoamericana. Localizada en la inmediaciones del pueblo de Carolina, en la costa norte de Puerto Rico, la Hacienda Aurora se convirtió en la Central Progreso, una de las más modernas factorías de azúcar de Puerto Rico”.3 En la pintura Hacienda Aurora, Oller creó un bello paisaje de la central, con su chimenea vertical y las estructuras a su alrededor, que eran las estructuras que conformaban la vida en la hacienda. El cielo está poblado por blancas nubes en un fondo azul claro. Sin embargo, en el camino que cruza la composición 3 Museo de Arte de Ponce, Colección de arte latinoamericano. (Ponce, 1992), 100.
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desde la izquierda superior hasta la derecha inferior, se aprecian dos figuras de mujeres negras vestidas de blanco. La composición se centra en estos dos puntos blancos en la diagonal del camino que avanza hacia el espectador, y con ellas logra unir diferentes elementos y a la misma vez darle mayor significación, ya que es la fuerza del trabajador negro la que hace posible la producción de las haciendas azucareras. La genialidad de Oller estribó en saber entrelazar la maestría técnica de un paisaje Impresionista con un sutil señalamiento de crítica social. En el libro La otra cara de la historia, de Lydia Milagros González y Ángel Quintero, se describe la manera en que “Hacia 1870 ocurren cambios importantes en la industria azucarera que nos ayudan a entender por qué se terminó esa forma de organizar el trabajo. En estos años se comienzan a establecer las centrales. Estas tenían una nueva maquinaria que podía moler una enorme cantidad de caña… cantidad que jamás hubiera podido moler uno de aquellos trapiches rudimentarios de las haciendas. Además esta nueva maquinaria producía una azúcar de mejor calidad que significaba más ventas y mayores ganancias en el mercado extranjero que en donde se vendía el azúcar de Puerto Rico.”4 La figura de Oller dominó el arte puertorriqueño durante la segunda mitad del siglo diecinueve, hasta su muerte en el 1917. Contemporáneo con Oller, aunque dos generaciones posteriores a él, fue Ramón Frade, de cuya obra Oller se expresó de manera positiva: “He visto el cuadro pintado por el artista Don Ramón Frade León, natural de Cayey, titulado el pan nuestro, y por el valor estético de la obra y aptitudes y aplicaciones del autor que me son conocidas, considero a este merecedor de la protección oficial a que se refiere la precedente solicitud.”5 Esta cita de Oller sobre la obra de Frade es un testimonio del aprecio y estima que tenía éste por la pintura que es considerada la obra maestra del pintor, El pan nuestro. (Fig. 4) Es la generación de Ramón Frade (Cayey, 1875-1954), Oscar Colón Delgado (Arecibo,
Figura 4
4 Lydia Milagros González y Angel F. Quintero Rivera, La otra cara de la historia. (Río Piedras, 1984), 26. 5 Osiris Delgado, Ramón Frade y León: pintor puertorriqueño. (San Juan, 1989), 69.
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1889-1968), Juan Antonio Rosado (Toa Alta, 1891-1962) y Miguel Pou (Ponce 1880-1968) la que establece un puente entre la pintura del último cuarto del siglo diecinueve y la primera mitad del siglo veinte. Ellos viven el momento en el cual Puerto Rico deja de ser una colonia de España y se convierte en una de los Estados Unidos de Norte América. Las referencias para buscar fuentes que nutran su arte, en el caso de Frade, lo llevan a Santo Domingo y a Italia. En el caso de Rosado, a quien le es imposible viajar, se beneficia del costumbrismo y realismo español que conoce a través de la obra de artistas extranjeros trabajando en Puerto Rico, Nicolás Pinilla y Francisco Díaz MacKenna. A diferencia de ellos, Colón Delgado se desarrolla como pintor autodidacta, aunque debía estar al tanto de la obra de Oller y de Díaz MacKenna. Miguel Pou trabaja como maestro de arte en las escuelas públicas de Ponce, mantiene su academia de pintura, y en los veranos viaja a Nueva York y a Philadelphia para estudiar en academias de arte y estar al tanto de los movimientos artísticos. Ramón Frade nació en Cayey en 1875, y fue pintor, arquitecto e ingeniero. Vivió en su niñez y juventud en España y Santo Domingo. Conoció a Adolphe Leglande y frecuentó el taller del pintor Luis Desangles. Visitó Haití e Italia. Estudió arquitectura y agrimensura por correspondencia, y se estableció en Cayey en la década de los años treinta, dedicándose a la pintura y a la agrimensura.6 Fue un entusiasta de la fotografía, la cual empleó como apoyo para el diseño de sus composiciones pictóricas. De la generación de Frade, Rosado y Colón Delgado dice José A. Torres Martinó. “Frade y sus compañeros de generación, además de pertenecer a una clase media cuya sensibilidad no se libera de las convenciones del clasicismo más riguroso, intuitivamente cultivan con gran celo un arte comunicativo que bien les sirve para exaltar los valores naturales y humanos de su entorno.” 7 Para ellos, el paisaje puertorriqueño es una de sus manifestaciones preferidas. En el caso de Frade, se pone énfasis en el área de la montaña de Cayey en donde estableció su estudio y residencia. Utilizando la fotografía como apoyo, pintó retratos del campesino y la campesina puertorriqueños contra el paisaje de la montaña. Estudió los efectos de la luz sobre el paisaje y en los tabacales. El pan nuestro es su obra maestra, y en ella exaltó la figura del campesino de manera frontal, mostrándonos 6 Hermandad de Artistas Gráficos, Arte e identidad. (San Juan, 1998), 426-427. 7 José Torres Martinó, Mirar y ver: texto sobre arte y artistas en Puerto Rico. (San Juan, 2001), 58.
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en primer plano el racimo de plátanos. Éste baja de la montaña descalzo y con su pava, en completa armonía con la naturaleza, a pesar de los tiempos amargos por los cuales pasaba el campesinado. Miguel Meléndez Muñoz describe El pan nuestro en estos términos: “Todo el paisaje es hermoso y ante él se siente la delectación el arrobamiento que produce la contemplación de las obras de un genio... Del cielo que con tanta exactitud ha copiado el pintor, trasladándolo a su lienzo. En el cielo azul luminoso, transparente, que corona la obra grandiosa del Creador en esta tierra privilegiada.” 8 Juan Rosado (1891-1962) nació en Toa Alta. Recibió sus primeras lecciones de pintura de Nicolás Pinilla y Francisco Díaz MacKenna y estudió además con Fernando Díaz Mackenna entre 1913 y 1924. En 1922 estableció un negocio de rótulos en Puerta de Tierra, donde llegaron artistas de la generación de los cincuenta como Rafael Tufiño, Antonio Maldonado, Carlos Raquel Rivera, y David Goitía. Su pintura es de un estilo realista en el que se exaltan los valores y las tradiciones puertorriqueñas. Su obra se caracteriza por los retratos, los paisajes, la representación de las costumbres populares y los bodegones.9 En el Paisaje de Luquillo de 1930 (Fig. 5) Rosado demuestra que estaba al tanto de la pintura postimpresionista, en la que por medio de pinceladas saturadas de color y las formas ondulantes él logra comunicar la emoción sentida ante el paisaje isleño. La pintura es un homenaje a la montaña de El Yunque, venerada por nuestros indios Taínos, que se alza majestuosa en el centro al fondo del cuadro, Figura 5 y a cuyo alrededor se agitan las nubes azules y grisáceas. En contrapunto, en el primer plano frontal, Rosado va creando bandas de colores paralelas a la montaña que le sirven de fondo. Las franjas de colores son en varios 8 Citado por Osiris Delgado en Ramón Frade y León: pintor puertorriqueño. (San Juan, 1989), 71. 9 Ibid., 444.
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tonos de verde, amarillo y naranja. La figura de El Yunque se impone con su forma de lados triangulares. La naturaleza vibra ante la majestuosidad del monte. Es un paisaje del trópico en el que Rosado contrasta cómo la naturaleza en una parte puede estar con la brillantez de sus colores y un clima templado en el valle, mientras que al fondo, en este caso, se observa un clima de fuertes lluvias arropando la montaña de El Yunque. Miguel Pou (1880-1968) nació en Ponce y estudió en primer lugar con Pedro Clausells y con Santiago Meana, suguiendo después sus estudios en la Liga de Estudiantes de Arte de Nueva York y en la Academia de Bellas Artes de Filadelfia. Estableció su academia de pintura y dibujo en Ponce en 1919 y se dedicó a la enseñanza en las escuelas públicas. Participó en exhibiciones en el Ateneo Puertorriqueño, la Universidad de Puerto Rico y el Instituto de Cultura Puertorriqueña.10
En Valle de Yabucoa, de 1953 (Fig. 6) Miguel Pou realizó una de sus obras paisajísticas magistrales. La amplitud del valle queda captada por el artista, y el juego entre las áreas de tierra cultivada, pintadas en tonalidades de ocres y naranjas, y las áreas en diferentes tonalidades de verde hacen que esta obra sea única en la historia del paisaje puertorriqueño. En medio
Figura 6
10 Ibid., 440.
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del paisaje, al fondo, puede verse la Central Roig, propiedad de una de las familias de mayor poder económico de la región. La pintura logra crear una armonía entre la naturaleza y la central azucarera, por un lado, y el paisaje exuberante que la rodea y que denota frescura y verdor. Francisco Palacios (1915-1994) nació en Guayama, estudió en Nueva York y trabajó en el Departamento de Salud como diseñador gráfico y con Irene Delano en la Comisión de Parques y Recreo Públicos como diseñador y escenógrafo.11
Figura 7
En Paisaje de Cayey, de 1957, (Fig. 7) Palacios lleva al paisaje a las formas más abstractas posibles, pero manteniendo sin embargo elementos de la 11 Instituto de Cultura Puertorriqueña. Pintura puertorriqueña. (San Juan, 2012), 429. LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)
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realidad plenamente identificables: el río en la parte inferior central y la casa en el lado central derecho. Es magistral la manera como representó los lados de las montañas por medio de áreas de color. Se puede percibir lo tortuoso de subir por la carretera a través de las formas curvas que nos presenta y por medio de las cuales define los elementos del paisaje. Osiris Delgado nació en Humacao en 1920. Se destaca como pintor, historiador del arte, y conservador de obras de arte. Estudió en la Real Academia de Bellas artes de Florencia (1937-39), en la Academia Vavín y en la Grand Chaumiére, de París en 1940, en la Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, en 1951, e hizo su Doctorado en Historia del Arte en Madrid. Se distingue por los retratos, y las pinturas de eventos históricos significativos y las tradiciones culturales. Su estilo es realista en la composición y expresionista en el uso del color.12
Figura 8
En Fresas, de 1967 (Fig. 8), Osiris Delgado empleó la tradición realista española, presentando a un niño y a una niña en el plano frontal, ofreciéndonos una canasta de fresas silvestres. Es una escena que 12 Ibid., . 405-406.
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solía verse a menudo cuando se viajaba por la carretera número uno de San Juan a Ponce, conocida como La Piquiña. La pintura de Osiris Delgado remonta sus influencias al barroco español y en este ejemplo, a las figuras de niños pueblerinos como los que representaba Bartolomé Esteban Murillo. El conocimiento adquirido por Delgado en sus estudios del arte pictórico en España e Italia lo harían desarrollar un estilo de neorrealismo que nos remonta a la pintura del Siglo de Oro español desde una perspectiva latinoamericana. En el paisaje del fondo, Delgado sugiere las montañas cayeyanas y colorea el espacio con tonalidades rosáceas y violetas de carácter expresionista. Carlos Osorio (1927-1984) nació en Caguas, y fue pintor, artista gráfico, diseñador e ilustrador. Estudió en la School of Visual Arts de Nueva York entre 1953 y 1956. Regresó a Puerto Rico y trabajó como diseñador gráfico en la División de Educación a la Comunidad hasta el 1964 cuando se radicó de nuevo en Nueva York. Formó parte del Grupo Moriviví y fue uno de los fundadores del Museo del Barrio. En 1980 regresó a Puerto Rico y continuó su obra pictórica especializándose en los géneros del retrato y el paisaje.13 En Guavate entre nubes, de 1962, (Fig. 9) Osorio contrasta en el plano frontal la casa de madera, entre cuyas ventanas pueden verse figuras en los cuartos, y en la ventana de la derecha un bello desnudo femenino. Las pinceladas que definen la vivienda recuerdan a Cézanne y la manera en que construía las formas por medio de toques de color. Al fondo, el paisaje se crea yuxtaponiendo segmentos verdosos hasta llegar a la cima del monte azuloso que toca las nubes. En esta pintura Osorio rinde homenaje a Cézanne, quien hizo célebre su Mont Saint Victoire, siendo, en el caso de nuestro pintor, Guavate la montaña inmortalizada en su lienzo. Orlando Vallejo nació en Caguas en 1955, estudió en la Escuela de Artes Plásticas del Instituto de Cultura Puertorriqueña y en la Universidad de Puerto Rico. Fue artista residente de los Altos
Figura 9
13 Ibid.
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de Chavón en la República Dominicana. Ha realizado exhibiciones individuales y colectivas en Puerto Rico y la República Dominicana. Su pintura es expresionista y se refiere con frecuencia a problemas de la sociedad puertorriqueña contemporánea.14
Figura 10
En Paisaje sincopado, de 1999 (Fig. 10), Vallejo capta el paisaje del Valle de Caguas, en donde la ciudad y la naturaleza parecen querer explotar ante la fuerza del color y de las formas que vibran de manera expresionista. En medio de formas oscuras sobresalen pinceladas de colores brillantes, rojos, naranjas y amarillos que se mueven hacia un vórtice central en donde se abre un pedazo de cielo en tonos de gris y violeta. Marta Traba fue una destacada crítica de arte colombiana, que durante su residencia en Puerto Rico en la década de los setenta y con la publicación de su libro, Propuesta polémica sobre el arte puertorriqueño, causó gran revuelo entre los artistas cuando expresó que: El signo dominante de las artes plásticas modernas en Puerto Rico parece ser el del eclecticismo. Se entiende por eclecticismo una falta de coherencia en la actitud expresiva, la utilización indiscriminada de estilos y materiales de trabajo y la incapacidad de escoger, entre actitudes muchas veces antagónicas, aquella que conviene a un sistema peculiar de expresión.15
Si fuéramos a aplicar la definición de ecléctico al arte puertorriqueño de la pintura de paisajes, desde Oller hasta el arte del siglo veinte, no 14 Ibid., 451. 15 Marta Traba, Propuesta polémica sobre arte puertorriqueño. (Río Piedras, 1970), 11. 80
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estaríamos entendiendo la importancia que tiene este género en nuestra producción plástica, meramente por el hecho de que los artistas emplean diferentes estilos de las artes plásticas. Desde Oller, podemos ver que el artista puertorriqueño revela una gran flexibilidad estilística para la selección de los estilos artísticos que emplea de acuerdo al contenido de su obra. Creo más correcto analizarlo desde la perspectiva que presenta José Luis González en su libro El país de cuatro pisos y otros ensayos publicado en la década de los ochenta cuando dice: Ahora establezcamos la relación que guarda todo esto con el problema de la “cultura nacional” puertorriqueña en nuestros días. Si la sociedad puertorriqueña siempre ha sido una sociedad dividida en clases, y si, como afirmamos al principio, en toda sociedad dividida en clases coexisten dos culturas, la de los opresores y la de los oprimidos, y si lo que se conoce como “cultura nacional” es generalmente la cultura de los opresores, entonces es forzoso reconocer que en lo que en Puerto Rico siempre hemos entendido por “cultura nacional” es la cultura producida por la clase de los hacendados y los profesionales a que vengo aludiendo hace rato.16
El estudio de la pintura del paisaje puertorriqueño debemos verlo desde una dimensión que combine los estudios de estilo y las corrientes internacionales del arte a la cual están expuestos nuestros artistas, e influencian su desarrollo estilístico, pero siempre enfrentándose a su realidad particular. Pero debemos examinarla también con referencia a las luchas de clases y a los contenidos ideológicos de los artistas, para los cuales el inspirarse en el paisaje puertorriqueño es una manera de superar nuestras limitaciones coloniales. No es un costumbrismo anacrónico ni un eclecticismo falto de introspección, sino más bien es una valoración de las tradiciones y costumbres puertorriqueñas que definen nuestro carácter como pueblo, en lo que se decide su futuro político. En medio de este devenir de siglos, siempre permanece el paisaje puertorriqueño, y nuestros artistas continúan expresándose por medio de este género y empleando los estilos más diversos y creativos para hacerlo.
16 José Luis González, El país de los cuatro pisos y otros ensayos. (San Juan: Ediciones Huracán, 1983), 18-19.
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Lista de figuras Fig. 1 Francisco Oller. Paisaje francés II, 1895-96. Colección Instituto de Cultura Puertorriqueña. Fig. 2 Francisco Oller. El velorio, 1895. Colección Museo de Historia Antropología y Arte, Universidad de Puerto Rico. Fig. 3 Francisco Oller. Hacienda Aurora, 1898-9. Colección Museo de Arte de Ponce. Fig. 4 Ramón Frade. El pan nuestro, 1905. Colección Instituto de Cultura Puertorriqueña. Fig. 5 Juan Rosado. El paisaje de Luquillo, 1930. Colección Instituto de Cultura Puertorriqueña. Fig. 6 Miguel Pou. Valle de Yabucoa, 1953. Colección particular. Fig. 7 Francisco Palacios. Paisaje de Cayey, 1957. Colección Instituto de Cultura Puertorriqueña. Fig. 8 Osiris Delgado. Fresas, 1967. Colección del artista. Fig. 9 Carlos Osorio, Guavate entre nubes, 1962. Colección Instituto de Cultura Puertorriqueña. Fig. 10 Orlando Vallejo. Paisaje sincopado, 1999. Colección Instituto de Cultura Puertorriqueña.
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Bibliografía
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LA CENTRAL AZUCARERA: ORIGEN Y ESTABLECIMIENTO DE LA CORPORACIÓN THE JUNCOS CENTRAL COMPANY, 1905 - 1926 Dr. Javier Alemán Iglesias
INTRODUCCIÓN Los sucesos económicos de Puerto Rico durante las primeras décadas del siglo XX han generado un sinnúmero de debates que, sin duda alguna, han aportado al enriquecimiento de nuestra historia escrita. No obstante, existen lagunas en algunos períodos y enfoques, por ejemplo, en la industria azucarera de nuestro siglo pasado. Al estudiar ésta encontramos que se han intentado generalizar todos los elementos que distinguen esta industria, excepto por algunos estudios influenciados por la escuela o generación de la nueva historia, que ha utilizado una perspectiva microhistórica. Esos estudios se han enfocado en alguna central azucarera en particular o el entorno azucarero, como lo han sido las investigaciones de Andrés Ramos Mattei, Francisco Scarano, César Ayala, Humberto García, Juan Guisti Cordero y Pedro González, entre otros. Aun así no ha sido suficiente para demostrar un panorama completo de lo que fue nuestra industria azucarera bajo el régimen de la factoría central.1 Entonces es preciso analizar uno de esos casos; por 1 La central azucarera fue en Puerto Rico uno de los modelos económicos más importantes durante el siglo pasado, marcando una época fundamental dentro de los procesos políticos, sociales, culturales y económicos del país. Su origen se remonta al último tercio del siglo XIX; sus fundadores fueron influenciados por los grandes productores del azúcar de la época, como lo fueron en la isla de Cuba y varios países europeos. El concepto “central” ha sido definido por varios investigadores, entre los que sobresale Manuel Moreno Fraginals quien establece que la central es el “término que nace en la literatura azucarera en 1830, con los grandes
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ejemplo, en la región centro oriental del país,2 que se conoce muy poco, y sabiendo que gran parte de su economía durante el siglo XX dependió del fenómeno centralista azucarero, es de suma importancia rescatar esa historia agraria. Dentro de este escenario es que pretendemos y presentamos el siguiente ensayo para evidenciar el desarrollo de la central azucarera en el municipio de Juncos y cuáles fueron sus métodos de operación durante los primeros 21 años de su existencia. Antecedentes de la industria azucarera en Puerto Rico La industria del azúcar en Puerto Rico es conocida desde la colonización española, pero varios experimentos fallidos por fomentar la industria para la exportación del dulce desde el siglo XVI, llevó a la pérdida del interés entre los colonos y grandes agricultores (inmigrantes españoles), por aumentar y continuar desarrollando la misma.3 Durante los tres siglos primeros de la colonización, la elaboración del azúcar solo se orientó para el consumo local,4 es decir, que nunca se llegó a generalizar como régimen productor en la Isla, como pasó en otros países vecinos; solo subsistió durante ese período en algunas regiones del país. Una de las causas para que la industria no prosperara fue la falta de incentivos económicos. No es hasta que se otorga la Real Cédula de Gracias en 1815 que la industria se desarrollaría con gran ímpetu. La Cédula fue aprobada el 10 de agosto de 1815 y estimuló grandemente la agricultura, el comercio y la población, por medio de la colonización extranjera.5 Además nos abrió el comercio libre con la metrópoli española y permitió también evaporadores al vacío. Los evaporadores al vacío y, posteriormente, las centrífugas rompieron el esquema de la antigua manufactura (hacienda o ingenio en Puerto Rico) e hicieron posible la gran industria que arruinaba a los pequeños productores y adsorbía los campos de caña. Se operaba un proceso de concentración que se inicia en 1880 con la aplicación del ferrocarril al tiro de las cañas” (en El Ingenio, 618). Sin embargo, podemos definirla como una moderna fábrica de azúcar, producto de la separación entre las fases agrícolas y fabriles de la explotación. 2 Dentro de los municipios que consideramos como parte de la región centro-oriental están los siguientes: Caguas, Gurabo, Juncos, Las Piedras, Cayey y Humacao. 3 El primer ingenio azucarero se instaló en Aguada por Tomás de Castellón y el Sr. Castellano a mediados del siglo XVI pero no durarían mucho elaborando el azúcar. De igual modo sucedió con otros inmigrantes españoles que instalaron trapiches en otras regiones para procesar azúcar pero tampoco resultó efectivo, desistieron de la idea y se inclinaron hacia otras industrias. 4 Lizette Cabrera Salcedo, De los bueyes al vapor (San Juan: Editorial de la UPR, 2010), 83. 5 María Asunción García Ochoa, La política española en Puerto Rico durante el siglo XIX (Río Piedras: Editorial de la UPR, 1982), 229.
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comerciar con otros países. Esto benefició a Puerto Rico porque facilitó la entrada libre de maquinaria y aparatos para el oficio de la elaboración del azúcar, todos libre de derechos. La industria bajo este modelo del ingenio o fábricas de moscabado hasta el año 1840, pasó por su etapa más próspera durante el siglo decimonónico. No obstante, a mediados de siglo, el ingenio comenzó a desvanecerse. Durante ese tiempo los precios del azúcar comenzaron a caer, deteniendo el crecimiento de la industria. Lo que se había experimentado en años anteriores fue en total retroceso. Desde entonces el panorama iría cambiando poco a poco, hasta el punto de desaparecer ya a finales del siglo e inicios del otro. Al entrar la década de 1870, los problemas de los hacendados se incrementaron. La abolición de la esclavitud y la derogación de la libreta en 1873, la falta de capital para incorporar mejoras en sus maquinarias, el endeudamiento con las casas bancarias y la escasez de bancos refaccionistas marcarían el destino de estos por los últimos 30 años de ese siglo diecinueve. Un último acontecimiento los llevaría al borde de la quiebra: el surgimiento del azúcar de la remolacha en Europa. La remolacha era procesada totalmente en una factoría, que utilizaba las mejores maquinarias del momento, y su producto salía listo para su consumo directo. Con esta en el mercado, y siendo de mejor calidad que la producida en nuestras haciendas, el azúcar de moscabado quedaba rezagada en los mercados.6 Los precios del azúcar moscabado bajaron aún más. Gran parte de la demanda de nuestra azúcar estaba en los 6 Esta situación fue causada por el auge del azúcar de remolacha en Europa. Según nos menciona Frank Moya Pons en Historia del Caribe, los primeros experimentos del azúcar de remolacha se hicieron en Austria en 1799, aunque, desde el inicio de ese siglo, químicos franceses y alemanes habían encontrado las propiedades azucareras de la planta. La industria remolachera desde sus inicios fue protegida. Tuvo una importancia estratégica cuando fue percibida mediante el bloqueo británico de los puertos continentales en el año 1806, cuando impidieron a Francia el abasto del mercado europeo con los azúcares antillanos. Luego de esta situación surgieron factorías apoyadas por los gobiernos de Rusia, Francia, Alemania, Austria y Holanda. Al inicio de su producción apenas abastecía los mercados locales. Pero ya para la tercera década del siglo XIX la industria de la remolacha creció a grandes rasgos, gracias a las nuevas factorías que utilizaron las modernas máquinas de vapor. Durante esas primeras décadas la producción de la remolacha aumentó significativamente la cantidad en toneladas. A partir del 1840 esta azúcar empezó a copar los mercados de Alemania y Francia. Sus productores habían recibido subsidios directos y otros incentivos fiscales para fomentar su cultivo. La industria de la remolacha fue bien vista por los gobernadores de Europa, porque la industria le creaba empleos casi todo el año, incluyendo el invierno, como también fomentaba la ganadería, pues la hoja de la remolacha se usaba para alimentar al ganado. Pero lo más importante para ellos fue que, con la remolacha en el mercado, disminuyeron la dependencia de los azúcares importados, mientras aumentaba, en el caso de Francia y Alemania, sus exportaciones. Esta industria estranguló la nuestra en el Caribe, que producía azúcar moscabado y que era de menor calidad que la remolacha.
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mercados de Europa. Al surgir la remolacha la demanda por el azúcar puertorriqueño bajó, y nuestras exportaciones disminuyeron. Solo nos quedaba el mercado con la metrópoli y el de los Estados Unidos de América, aunque fue con esta última nación que se orientó la exportación de nuestra azúcar. Ante esta situación surgen como solución los primeros proyectos en la Isla para crear las factorías centrales.7 Las nuevas fábricas involucraban un sinnúmero de innovaciones tecnológicas que orientaron en cierta manera al hacendado a sustituir aparatos o maquinarias de menor capacidad, por otras de mayor calidad, y más importante aún a separar la fase agrícola de la fase fabril. Todos estos elementos, sin duda alguna, son las condiciones que propiciaron el surgimiento de la central o la transformación de algunas haciendas en centrales. En otros casos, la construcción de una fábrica de capital nativo, extranjero o estadounidense desplazó las haciendas que no pudieron evolucionar hacia la nueva central. No obstante, el proyecto de la nueva factoría no prosperó, ni se expandió por toda la Isla como se esperaba; no fue así hasta llegar el siglo XX. El establecimiento de la primera central en Puerto Rico fue el mismo año de la abolición a la esclavitud (1873) en Vega Baja, por el criollo Leonardo Igaravídez.8 Además, un grupo de extranjeros y criollos fundaron y modernizaron sus haciendas en centrales.9 Este grupo se había establecido prominentemente en la Isla durante el siglo XIX por medio de la industria azucarera como también por otros negocios: 7 Andrés Ramos Mattei, La sociedad del azúcar en Puerto Rico: 1870-1910 (Río Piedras: Editorial de la UPR, 1988), 28-35. También de Ramos Mattei ver “Las centrales olvidadas: formación de capital y los cambios técnicos en la industria azucarera puertorriqueña 18731880” en Historia y Sociedad. (Río Piedras: Editorial de la UPR, 1988), 82-86. Dentro de los planes de fundar centrales en Puerto Rico que se discutieron en aquel entonces se destacan el de Enrique Delgado titulado Proyecto para la creación de una empresa de factorías centrales en Puerto Rico (San Juan: Imprenta de Acosta, 1881), y el de Santiago McCormick titulado Informe dado a la Excelentísima Diputación Provincial sobre el sistema de las factorías centrales para la elaboración de azúcar de caña en la isla de Puerto Rico (San Juan: Imprenta del Boletín Mercantil, 1880), p. VI. 8 Ver Pedro San Miguel, El mundo que creó el azúcar: Las haciendas en Vega Baja, 18001873 (Río Piedras: Ediciones Huracán, 1989); también Teresita Martínez Vergne, Capitalism in Colonial Puerto Rico: Central San Vicente in the Late Nineteenth Century (Gainsville: University Press of Florida, 1992). 9 Entre estas centrales establecidas a finales del siglo XIX se destacan: Central Coloso en Aguada, de Kuster y Vadi; Mercedita en Ponce, de Juan Serrallés; Central Carmen en Vega Alta, de George Finlay; Central Plazuela en Barceloneta, de la Sociedad Balseiro & Giorgetti; Central El Ejemplo en Humacao, de Antonio Roig; Central Constancia en Toa Baja, de Gerardo Soler; Central Mercedita (luego Roig) en Yabucoa, del señor Vallecillo y la Sociedad Beltrán Hermanos; la Central Monserrate, de Salvador Calaf; entre otras. LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)
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matrimonios, compadrazgos y endeudamiento de pequeños y medianos agricultores. Así acapararon grandes cantidades de tierras.10 Con el cambio de dominación colonial en 1898, la industria azucarera entró en otra etapa y se desarrollaría ampliamente por gran parte de Puerto Rico. Esto surgió debido a que la Isla entró al mercado estadounidense libre de aranceles, lo que facilitó que durante los años iniciales del siglo XX, grandes banqueros y empresarios se establecieran en la Isla y fundaran grandes corporaciones conocidas como las “Company Towns”.11 Bajo este concepto se fundaron la Central Aguirre en Salinas, de los bostonianos Henry De Ford, Francis Dumaresq, William S.H. Lothrop y John Luce; la Guánica Central, conocida como la South Porto Rico Sugar Company de capital germano-estadounidense de New York,12 y la Fajardo Sugar Company, fundada por un grupo de inversionistas norteamericanos liderados por Lorenzo W. Armstrong, y su administrador en Puerto Rico, Jorge Bird Arias.13 Estas tres corporaciones norteamericanas dominaron gran parte de las costas sur, sureste, suroeste y noreste del país, al menos por varias décadas del siglo pasado. Dentro de este escenario del monocultivo en el país será que varios terratenientes adyacentes al municipio de Juncos se involucraran en la industria azucarera del pueblo y fundaran en 1905 la corporación The Juncos Central Company, la que se convirtió en la industria más importante de la región. Industria azucarera en Juncos durante el siglo XIX Conocer el desarrollo de la industria azucarera de Juncos es también saber la historia económica de este pueblo. Desde muy temprano en el siglo XIX este municipio experimentó las labores agrícolas en la elaboración del azúcar. Un total de cinco haciendas o ingenios operaron 10 Juan Guisti Cordero, “Hacia otro 98 en Puerto Rico, 1890-1930 (azúcar, banca y política)” en Op. cit., núm. 10 (1998), 75-123. 11 Estas centrales se distinguieron por su gran tamaño y por su capacidad de producción anual, que ascendía a alrededor de las 100,000 toneladas de azúcar. Estas se establecieron mayormente en las costas de la Isla. En sus predios establecieron poblados que constituían todos los servicios y medios de ocio para los dueños, administradores y empleados estadounidenses y puertorriqueños de la factoría central. 12 Humberto García Muñiz, Sugar and power in the Caribbean: the South Porto Rico Sugar Company in P.R. and the Dominican Republic, 1900-1921 (Río Piedras: Editorial de la UPR, 2010). 13 Pedro González Vélez, “Caña dulce, azúcar amarga: el impacto socioeconómico de la Fajardo Sugar Company en el área noreste de Puerto Rico 1905-1940” (tesis doctoral, Río Piedras: UPR, 2000).
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durante ese período de tiempo,14 aunque la mayoría se establecieron después de la segunda mitad del siglo. De estas cincos haciendas, dos de ellas fueron fundadas por inmigrantes: la hacienda Mallorquina por el español Jaime Palou Bosh15 y la hacienda Santa Ana por el francés Elías Barbe.16 Las otras tres se fundaron por hacendados criollos; estas fueron la hacienda Rosalía por Jacinto Polanco Delgado,17 la hacienda Constancia por Agustín Collazo Jiménez18 y la hacienda Solitaria por José Saldaña.19 Las haciendas mencionadas operaron con la maquinaria tradicional, compuesta de trapiches de bueyes, trenes jamaiquinos con sus pailas y casa para el bagazo. Solo La Solitaria introdujo mejoras tecnológicas: el molino de vapor, trenes mixtos y centrífugas. Tabla I Haciendas azucareras en el municipio de Juncos durante el siglo XIX Nombre de la hacienda
La Solitaria Constancia Mallorquina Santa Ana Rosalía
Lugar o barrio
Propietario
Cantidad de cuerdas
Gurabo Abajo José Saldaña Gurabo Abajo Agustín Collazo Jiménez Lirios Jaime Palou Ceiba Norte Elías Barbe Gurabo Arriba, Jacinto Polanco Delgado Gurabo Abajo y Ceiba Norte
324 92 137 400 800
Fuente: Registro de la Propiedad de Caguas; serie: Juncos, tomos: 2, 3, 4, 6; varios folios.
De las cincos haciendas representadas en la tabla I, cuatro sucumbieron antes de la llegada del próximo siglo como consecuencia de los costos elevados de producción, la limitación de financiamiento y los bajos precios obtenidos por las ventas del azúcar. Esto determinó la 14 Para conocer a mayor profundidad la historia de cada una de estas haciendas en Juncos ver el capítulo tres de mi disertación doctoral titulada: “A moler caña: Origen y establecimiento de “The Juncos Central Company y los contratos se refacción, siembra y molienda con sus colonos, 1905-1926”. 15 Registro de la Propiedad de Caguas; Serie: Juncos, tomo 2, folio 88 vuelto, finca 30. 16 Registro de la Propiedad de Caguas; Serie: Juncos, tomo 3. 17 Registro de la Propiedad de Caguas; Serie: Juncos, tomo 6, folio 55, finca 278. 18 AGPR, Protocolos Notariales, Serie: Humacao, Pueblo: Hato Grande, Notario: José Cajas Machado, año: 1898 enero-dic., caja: 1175. 19 AGPR, Protocolos Notariales, Serie: San Juan, Pueblo: San Juan, Escribano: Demetrio Giménez y Moreno, año: 1864 junio-dic., caja 202, folio 639-645.
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decadencia de la industria azucarera en Juncos. La hacienda Solitaria20 fue la única en sobrevivir los altos y bajos de la industria durante las últimas dos décadas del siglo XIX, a causa de la modernización parcial de la hacienda. El agricultor Agustín Méndez Dueño la había adquirido en 1874 al comprar todos los derechos hereditarios de la Sociedad “hijos Saldaña”.21 Sin embargo apenas pudo mantener en operación la hacienda durante los años posteriores a causa del debilitamiento de la industria en la región y el país. En 1894 Agustín Dueño traspasó la administración de La Solitaria a su sobrino el terrateniente Manuel Méndez Dueño; éste introdujo nuevos aparatos tecnológicos con los que semi-mecanizó la elaboración del azúcar. No obstante, no fue hasta comienzos del siglo XX que impulsó la transformación total de la hacienda hacia la factoría central.
20 La hacienda Solitaria fue la más antigua manufacturera de azúcar en el municipio de Juncos. Su origen se remonta a la primera década del siglo XIX siendo su fundador José Saldaña Pimentel. Al éste morir en 1966 deja en su testamento a sus 12 hijos encargados de la hacienda bajo la sociedad “hijos Saldaña”. Pero como en su gran mayoría no trabajaban en la agricultura, decidieron entonces dejarle la administración a Agustín Dueño Martínez, que estaba casado con una nieta de Saldaña. Desde ese momento Agustín Dueño empezó a comprar los derechos hereditarios sobre la hacienda Solitaria de todos los miembros de “hijos Saldaña” convirtiéndose en el dueño absoluto de la misma en el año 1874. Sin embargo, los tiempos difíciles de la industria durante el último tercio del siglo XIX obligaron al Sr. Dueño a conceder la administración a su sobrino Manuel Méndez Dueño en el año 1894. Éste se mantuvo operando la hacienda hasta que en el año 1904 compró todos los derechos de La Solitaria a la viuda de Agustín Dueño por la suma de $30,000 dólares. En ese mismo año Méndez Dueño vendería todos sus derechos sobre la hacienda al Sr. Antonio Roig Torrellas y éste la convertiría en central azucarera. 21 AGPR, Protocolos Notariales, de varias notarías: Pedro Escalona, caja: 161 y Santiago Rosario, Caja: 1090.
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Se funda la central azucarera en Juncos El establecimiento de la central azucarera en Juncos se debió al resultado de varias transacciones efectuadas entre los años 1900 al 1904 y por medio de personajes importantes que se radicarían en la región. Entre ellos se encuentran el administrador de la hacienda Solitaria, Manuel Méndez Dueño, el humacaeño y dueño de la Central El Ejemplo, Antonio Roig Torrellas, y el francés Julio Gay del Santos. Estos tres terratenientes aprovecharon la decadencia azucarera de la hacienda en el municipio y utilizaron sus capacidades económicas, sus extensas posesiones de terrenos agrícolas y las influencias que poseían en la industria para establecer la central azucarera en Juncos. Pero durante estos tiempos, en ocasiones, las virtudes de los personajes mencionados no eran suficientes para sostener la factoría central. Es aquí donde la figura de Roig sobresale y ejecuta con gran astucia al aplicar diversos modos de operar para realizar sus planes de la centralización de la industria. Esto le garantizó la rentabilidad de su empresa y, mejor aún, la consolidación territorial de la región centro oriente del país. Como mencionamos anteriormente, es durante los primeros años del siglo XX que se realizaron las gestiones para fundar la central, así que describiremos las transacciones que dieron paso a la fundación de la corporación The Juncos Central Company. Entre los años 1900-1902, Méndez Dueño realizó varias adquisiciones estratégicas, logrando acaparar los terrenos circundantes de La Solitaria. Compró nueve fincas a distintos propietarios que colindaban con la hacienda en el barrio de Gurabo Abajo y que totalizaron la cantidad de 896 cuerdas de terreno. Esta adquisición es sumamente importante porque amplió los límites de la hacienda y le facilitó contar con más terrenos para cultivar caña o para realizar cambios estructurales en el ingenio. Posteriormente, el 10 de septiembre de 1902, otorgó poder especial a Antonio Roig Torrellas, para que éste gestionara en Puerto Rico o en los Estados Unidos el establecimiento de la factoría central en el lugar de La Solitaria.22 Desde ese momento Roig se involucró en la economía de Juncos ya que tenía como agenda buscar alternativas para la encomienda que le habían otorgado. Por otro lado, hay que también considerar que, al Roig contar con gran capacidad económica, va también a desempeñarse durante esos años como prestamista refaccionario de varios agricultores 22 AGPR, Protocolos Notariales, Serie: Humacao, Notario: Antonio de Aldrey Montolio, año: 1902 junio-dic., caja: 78.
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importantes de la región. Así que ya no solo contaba con poder para transformar la hacienda más importante del municipio en una central, sino que ahora también conocía de las mejores fincas de la región y sabía de las necesidades que padecían sus propietarios para poder mantenerse operando en la industria azucarera. Por ejemplo, durante ese tiempo Roig prestó dinero a varios agricultores que sintieron la necesidad de solicitar ayuda financiera para continuar y sostener sus respectivos cultivos de cañas, entre ellos: Félix Rexach Dueño, José Collazo Jiménez y Pedro Roig Hernández. Este escenario, sin duda alguna, favoreció en años posteriores a Roig, ya que contó con todos los recursos necesarios para ejecutar la transacción principal: transformar la hacienda Solitaria en una factoría central. Dos años más tarde al otorgamiento del poder a favor de Roig, el 20 de abril de 1904, se ejecutó la transacción que pondría en las manos de Méndez Dueño las riendas, en su totalidad, de la hacienda Solitaria. Ese día la viuda de Agustín Dueño, Doña Ana Giménez Hernández, junto a sus cinco hijas, vendió todos los derechos de la hacienda a favor de Méndez Dueño.23 El precio de la venta fue de $30,000 dólares, los cuales Méndez Dueño pagó con anterioridad al acto de venta. Desde entonces éste obtenía las riendas de La Solitaria y la autoridad de vender en su totalidad para la creación de la central. Poco después, el 19 de julio 1904, segregó, de la finca de 324 cuerdas, seis cuerdas para formar una nueva finca. La nueva finca formaría los edificios con todas sus maquinarias y aparatos, que constituían la hacienda Solitaria, donde se elaboraría el azúcar,24 que posteriormente se instalaría la Central Juncos. El momento de la centralización del azúcar había llegado: el 18 de noviembre de 1904 se formalizó el establecimiento de la central en Juncos, cuando Méndez Dueño, Roig y Julio Gay del Santos crearon la Sociedad “Roig y Gay y Compañía” bajo la denominación de la “Central Juncos”.25 En esa misma transacción Méndez Dueño vendió todos los derechos y sus posesiones a Roig y del Santos. Esto incluyó las 15 fincas rústicas, donde se encontraba la nueva factoría central (ver Tabla II). 23 Registro de la Propiedad de Caguas, Juncos, tomo 10, folio 40, finca 183. 24 Registro de la Propiedad de Caguas, Juncos, tomo 10, folio 81, finca 461. 25 AGPR, Protocolos Notariales, Humacao, Notario: Antonio de Aldrey y Montolio, año: 1904 julio-dic., caja: 82, folio 794.
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Tabla II Fincas adquiridas por la Sociedad Roig y Gay, que formaron la Central Juncos Fecha de venta
Vendedor
Terreno
Precio de
10 de agosto 1900 30 noviembre 1900 30 de enero 1901 23 de marzo 1901 6 de abril 1901 6 de abril 1901 6 de abril 1901 6 de abril 1901 20 de abril 1901 25 de abril 1901 6 de agosto 1901 26 de marzo 1902 20 de abril 1904 20 de abril 1904 20 de abril 1904 Total
Lucas Castro Petrona Tapia Julio Gay del Santos Rafael Collazo Lucas Castro Baldomero Collazo Agustín Collazo Agustín Collazo Monserrate Collazo Tomás Bernardini Ramón Amer Sucesión Peña Suc. Agustín Dueño Suc. Agustín Dueño Suc. Agustín Dueño 12 vendedores
130 cuerdas $2,800.00 77 cuerdas $600.00.00 78 cuerdas $2,100.00 48 cuerdas $750.00.00 295 cuerdas $5,590.00 38 cuerdas $722.00.00 72 cuerdas $1,678.00 40 cuerdas $770.00.00 78 cuerdas - 48 cuerdas - 78 cuerdas $2,000.00 12 cuerdas 324 cuerdas $30,000.00 100 cuerdas - 78 cuerdas - 1,496 cuerdas $80,000
comprado venta
Fuente: AGPR, Protocolos Notariales, Humacao, año: 1904, Antonio de Aldrey, caja: 82, folios: 801-812.
Desde entonces Antonio Roig poseía una nueva central y un total de 1,496 cuerdas de terreno. Meses después, en el verano del 1905, sustituyeron la Sociedad Roig y Gay por The Solitaria Land Company incorporándola bajo las Leyes del Departamento del Estado de Puerto Rico.26 Aunque no fue hasta que incorporaron la Central Juncos con el nombre The Juncos Central Company que se completó el proceso del establecimiento de la factoría en el municipio,27 siendo su Presidente Antonio Roig Torrellas. Éste utilizó sus grandes contactos para lograr todo el proyecto, lo que se reflejó en la procedencia de los miembros de la Junta de Directores, como también de los accionistas, pues ninguno 26 AGPR, Fondo: Departamento de Estado, Serie: Corporaciones con fines de lucro, Sub-serie: The Solitaria Land Company, caja: 4 expediente 26, Documento: “Certificate of Incorporation of The Solitaria Land Company”. 27 AGPR, Fondo: Departamento de Estado, Serie: Corporaciones foráneas con fines de lucro, Sub-serie: The Juncos Central Company 1906-1928, caja: 4, expediente: 27, folio 1.
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de éstos era residente o natural de Juncos.28 Esta situación demuestra que el establecimiento de la Central Juncos desplazó la oligarquía que había existido durante el régimen de la hacienda en las últimas décadas del siglo XIX, permitiendo el acceso a los nuevos especialistas del azúcar en el desarrollo económico del municipio y acaparando el negocio azucarero de la región centro oriente de Puerto Rico. Esto reveló a otro rol (el de colono) a los agricultores de azúcar de ese tiempo. Para esto la central utilizó, durante el período de 1905 al 1926, un sinnúmero de métodos que garantizaran su bienestar en la industria del municipio. Los métodos con los que operó fueron la compra de terrenos propios, arrendamientos y subarrendamientos de terrenos a otros propietarios, instalación del ferrocarril, préstamos y el sistema de colonato, todo ello con el propósito de aumentar la cantidad de cuerdas disponibles para sembrarlas de caña de azúcar. De los mencionados, el más efectivo fue la compra de terrenos. Por medio de estas compras adquirieron un total de 105 fincas rústicas que sumaron 8,917 cuerdas de terreno,29 aumentando así su extensión territorial en la región. Esas cuerdas se encontraban en diversos barrios entre los municipios de Las Piedras (Río, Ceiba, Montones, Boquerón y Quebrada Arenas); Gurabo (Hato Nuevo, Mamey, Celada y Rincón); Naguabo (Peña Pobre) y Juncos (Gurabo Abajo, Ceiba Norte y Ceiba Sur). De todas las fincas, 54 le pertenecían a Antonio Roig, 17 a Manuel Méndez Dueño y 21 a The Solitaria Land Company, que era presidida por el mismo Roig. El total pagado por The Juncos Central Company fue de $914,135.79 dólares. No obstante, al analizar estos números observamos cómo la Central Juncos ganó en gran parte de estos negocios, ya que al adquirir tan numerosa cantidad de cuerdas por el precio de casi un millón, obtuvo cada cuerda 28 Durante los primeros años del funcionamiento de la The Juncos Central Company la Junta de Directores estuvo compuesta por algunos banqueros extranjeros establecidos en la Isla como Waldemar Hepp y Van Alan Harris. Para la segunda década del siglo XX la Junta había cambiado algunos de sus miembros. Los nuevos ingresados eran especialistas de la industria azucarera y ejercían también como miembros en otras Juntas de Directores de algunas centrales azucareras en Puerto Rico y residían en municipios como San Juan, Humacao y Fajardo. Además varios de estos pertenecían al gran “grupo español” que se mantuvo en la élite azucarera durante el apogeo de la industria del siglo XX. De estos españoles podemos mencionar a Luis Rubert Catalá, Pedro Guisti, Eduardo Valladares, Abelardo de la Haba, Eduardo González y Gabriel Soler. De los accionistas más reconocidos de la Central Juncos podemos mencionar además de Roig, y Julio Gay del Santos, a Luis Rubert Catalá, Julio Guzmán, Tomás Su,birana, Eduardo Valladares, Carlos Armstrong, Pedro Guisti, Jorge Bird Arias, Eduardo Ferrer, Agripino Roig, Adolfo Valdés, Carlos Toro y Abelardo de la Haba, entre otros grandes azucareros del siglo XX. 29 AGPR, Protocolos Notariales, Humacao, Notario: Francisco González Fagundo, cajas: 139, 144, 145, 146, 147, 150, 170 y 181.
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a un precio equivalente a $102.50 dólares. Además, vemos que gran parte de las fincas compradas pertenecían al presidente de la central, el Sr. Roig y a su subsidiaria, que también estaba bajo su autoridad. Del otro método, los arrendamientos, la central obtuvo 38 fincas que sumaban 9,767 cuerdas de terrenos y se encontraban en los municipios de Gurabo, Juncos, Las Piedras y Naguabo.30 En total pagaron la cantidad de $703,128.00 dólares; de ese total de fincas, 19 le pertenecían a dos de los miembros más importantes de la Corporación. Estas eran: 10 fincas de Antonio Roig Torrellas y 9 de Julio Gay del Santos. Por parte de los subarrendamientos recibieron 358 cuerdas de terrenos, por las cuales pagaron $12,916.00 dólares.31 Lo que nos dicen esos números en posesiones de fincas es que tanto Roig como del Santos controlaban gran parte de la tierra cultivada de caña en esta región y que la alquilaban a la misma corporación que dirigían. También la central concedió terrenos de su propiedad en arrendamientos y subarrendamientos a otros agricultores. En total dieron 595 cuerdas de terrenos en arrendamientos, distribuidos estos por los pueblos de Juncos, Naguabo y Las Piedras. La cantidad de dinero que recibieron por los arrendamientos fue de $17,198.00 dólares; además, en esos mismos municipios subarrendaron fincas rústicas que tenían arrendadas a otros agricultores que sumaron 2,348 cuerdas de terrenos, recibiendo una cantidad de dinero por estos de $47,565.00 dólares.32 Es decir, que la central y sus directores obtenían ganancias por los terrenos que entre ambos se arrendaban o subarrendaban, como también ganaban dinero arrendando y subarrendando a otros agricultores de la región. Sin embargo, para maximizar esas nuevas adquisiciones de cuerdas de terrenos, donde algunas de ellas se encontraban distantes de la factoría central, necesitaron de un medio que garantizara el flujo y el tránsito por todas estas fincas a la mayor rapidez posible. Así que emplearon el ferrocarril para el arrastre de sus cañas desde las diferentes colonias para que fueran molidas en la fábrica. Estas vías de la Central Juncos atravesaron todos los cañaverales propios de la administración y del colonato dentro de los pueblos de Juncos, Gurabo, Las Piedras, Naguabo, Yabucoa, Humacao y una parte de Caguas. Este recurso sin duda alguna 30 AGPR, Protocolos Notariales, Humacao, Notarios: Salvador Fulladosa y Francisco González, años: 1905-1926, cajas: 84, 85 101, 103, 139, 141, 144, 145, 148, 151, 163, 168, 175, 175. 31 AGPR, Protocolos Notariales, Humacao, Notarios: Salvador Fulladosa y Francisco González, años: 1905-1926, cajas: 85, 99, 101, 140, 163 y 164. 32 Ídem.
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fue uno de los más importantes para el desarrollo de la central azucarera de Juncos. Tabla III Préstamos recibidos por The Juncos Central Company Año
1906 1908 1909 1909 1913 1913 1915 Total
Préstamo
$75,000 $25,000 $113,000 $200,000 $300,000 $150,000 $250,000 $1,113,000
Bancos o prestamistas
American Colonial Bank of P.R. “Melchor Armstrong y Dasson” “Melchor Armstrong y Dasson” Banco Territorial y Agrícola de P.R. The Royal Bank of Canadá The Royal Bank of Canadá The Royal Bank of Canadá 4 bancos
Fuente: Registro de la Propiedad, Juncos, tomo 10 y 13, fincas 463 y 467, varios folios.
Así que la Central Juncos durante el período de 10 años (1906-1915) recibió en préstamos la cantidad de $1,113.000.00 dólares.33 Con ellos pudo adquirir nuevas maquinarias, comprar terrenos para el cultivo de la caña, arrendar o subarrendar nuevas fincas e instalar vías portátiles del ferrocarril, que, como hemos mencionado, garantizó el desarrollo de la central. Los bancos prestamistas fueron algunos de los más reconocidos de la época como: El Banco Territorial y Agrícola de Puerto Rico, el Royal Bank of Canadá y el American Colonial Bank of Porto Rico. Colonos de la Central Juncos El sistema de colonato de la Central Juncos fue otra pieza fundamental dentro del proceso del funcionamiento de ésta y el último método que garantizó su rentabilidad en la región, al menos a partir de la segunda década del siglo XX. Los colonos suministraron, zafra tras zafra, gran cantidad de la caña necesaria para la molienda en la central y estuvieron sujetos a los contratos de siembra y molienda con The Juncos Central Company. Esos acuerdos en su totalidad detallaban las responsabilidades y obligaciones entre ambas partes. De hecho, para el colonato de la Central Juncos, durante 1905-1926, todos sus requerimientos permanecieron igual zafra tras zafra. Para los años 1905-1910 no se encontró evidencia del colonato en esta central porque durante este período la central utilizó terrenos propios 33 Registro de la Propiedad, Juncos, tomo 10 y 13, fincas 463 y 467, varios folios.
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para abastecer la molienda cañera. Sin embargo, fue a inicios de la segunda década del siglo XX, que encontramos a la central otorgando los contratos e identificamos el colonato de la región al menos hasta 1920.34 Ese grupo de colonos se encontraba o residió dentro de la región centro oriente del país, aunque la cantidad de ellos durante los años 1911-1920 no fue muy amplia. Esto se debió a varias razones: primero,la Central Juncos poseía una extensa cantidad de cuerdas en Juncos y en pueblos limítrofes a éste, donde tenían plantaciones de cañas. Segundo, varios integrantes de la Junta de Directores de la central, como Julio Gay del Santos y Antonio Roig Torrellas, poseían también grandes fincas cultivadas de cañas de azúcar y las molían como colonos en la central; y por último, se encontraban algunos terratenientes como Manuel Méndez Dueño, entre otros, que también eran propietarios de una gran cantidad de fincas extensas y tenían caña para moler en la central. Es decir, que gran parte de las tierras en el municipio de Juncos y sus pueblos vecinos estaban en muy pocas manos, donde sólo unos pocos tenían tierras para cultivar caña, y así ser colonos de la central. Esto causó que otros arrendaran o subarrendaran fincas a la factoría o a los grandes terratenientes de Juncos, para sembrarlas de caña y poder convertirse en colonos. Esta situación, al igual que en otros lugares donde se encontraban centrales azucareras de la Isla, causó el acaparamiento territorial a favor de los grandes agricultores o propietarios de la región. Durante este período, a partir de la segunda década del siglo XX como hemos mencionado, hubo un total de 32 colonos que residieron entre los municipios de Juncos, Gurabo, Las Piedras, Humacao, Yabucoa, Caguas y los Estados Unidos. En la gráfica número I podrán visualizar el porcentaje del colonato distribuido por sus lugares de procedencia en la región centro oriental.
34 En la investigación logré identificar a 32 colonos de la Central Juncos en la región centro oriental, estos fueron: José Barrera Padró, Juan Palou, Calixto Piñero, Isaac González, Domingo Matanzo, Prudencio Barriolo, Antonio Rodas, Sociedad Hermanos Pujadas, José Collazo, Vicente Lanza, Francisco Rexach Dueño, Manuel Márquez, Casimiro Márquez, José Hernández, Fernando López, Josefa Rivera, Avelino Márquez, Rafael González, Joaquín Hernández, Juan Martínez, Juan Pujadas, la Sociedad Limited Muñoz y Matanzo, Juan Márquez, Pantaleón Rosado, Francisco Porrata, Genaro Márquez, Samuel Friedman, Manuel Portela Díaz, la Agrícola Vasca Limited, y el matrimonio Gustavo y Florence Preston.
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GRÁFICA I Distribución porcentual del colonato en la región centro oriente de Puerto Rico
Fuente: AGPR, Protocolos Notariales, Varias notarias de Francisco González Fagundo, cajas: varias cajas.
Como se puede observar, The Juncos Central Company fue una de las más productivas corporaciones azucareras en la isla durante las primeras décadas del siglo XX. Esto se debió a la administración de Antonio Roig Torrellas y los 6 métodos operaciones que utilizó la compañía. Sin duda alguna éstos garantizaron el desarrollo de la industria de la caña azúcar en el municipio de Juncos y pueblos adyacentes, marcando uno de los periodos más significativos en la historia económica del siglo pasado. La Central Juncos a partir del 1926 y sus días finales En el año 1926, la Central Juncos fue vendida e incorporada a la United Porto Rican Sugar Company. Esto causó que el panorama cambiara en toda la región centro oriente del país y que todo lo que se había experimentado desde 1905 dejara de existir. La central desde ese entonces fue administrada por empresarios norteamericanos que deterioraron las relaciones con los distintos agricultores y dependientes de la industria en la región, en comparación a cómo habían existido bajo la dirección de Roig. Para el año 1934 la United vendió su Corporación a la recién llegada Eastern Sugar Associates. Estos administraron hasta el 1961, 98
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coincidiendo con la decadencia definitiva que experimentó la industria azucarera en Puerto Rico. En los años posteriores nuevamente son adquiridos, esta vez por otra Corporación de Hawái, de nombre C. Brewer & Co., Limited. Estos la administraron malamente hasta el 1967 dejando la central con pocas probabilidades de vida. Una mañana, a comienzos de la zafra del año 1973, la Central Juncos oficialmente desaparece de la industria azucarera al dar el anuncio del cierre total de sus operaciones, lo que dejó un hueco en la economía del municipio y a cientos de junqueños sin empleos. Al suceder esto sólo nos queda el recuerdo de algunas generaciones que vivieron sumergidas en las plantaciones de caña de azúcar como agricultores y, en especial, dejando un legado que cubre gran parte de la historia del siglo XX del municipio de Juncos. Conclusión La industria azucarera en Puerto Rico bajo el régimen de la factoría central es aún un tema sobre el cual falta mucho por estudiar. Este ensayo sobre el origen de la corporación The Juncos Central Company, demuestra lo importante que es evidenciar la historia de cada una de las centrales que existieron en Puerto Rico. Su establecimiento en 1905, –aunque este proceso se inició a partir del 1902–, pone de relieve cómo un gran terrateniente, Antonio Roig Torellas, llegó a controlar gran parte de las tierras sembradas de caña de la región centro oriente del país. Además, su establecimiento facilitó el desarrollo poblacional y económico del municipio porque se fijaron caminos y carreteras, como crearon también nuevos comercios dependientes de la industria azucarera en el pueblo. Los hallazgos que presentamos en este ensayo demuestran, a través de los métodos operacionales de la factoría central en Juncos, la compra de terrenos, arrendamientos, subarrendamientos, el ferrocarril, los préstamos y el sistema de colonato. También muestran cómo Roig y The Juncos Central Company, a partir de 1904, obtuvieron a causa de esos métodos, la cantidad de 20,538 cuerdas de terrenos. Gran parte de ellas eran de su propiedad, y otras las administró Roig como Presidente de la central y de su subsidiaria The Solitaria Land Company. Esto garantizó, zafra tras zafra, contar con grandes cantidades de cañas para moler en su central y obtener así gran producción de azúcar en toneladas para la venta local o en el exterior (New York). Sin embargo, como sabemos,
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esta situación fue la que provocó tantos malestares, pobreza, desempleo y opresión a nuestros agricultores y obreros de la isla. Por otro lado, gracias a Roig y sus allegados, el municipio de Juncos experimentó uno de los más significativos modelos económicos del siglo pasado, que fue la elaboración del azúcar bajo el régimen de la central.
Central Juncos en 1910 Imagen obtenida en el Archivo General Puerto Rico, Fondo: Departamento del Estado, Serie: Corporaciones foráneas con fines de lucro, Sub-serie: Juncos Central Co. 1906-1928, Caja: 4, exp. 27, (2009).
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CENTRAL LAFAYETTE DE ARROYO: EJE ECONÓMICO Y DE CAMBIO SOCIAL EN EL SURESTE PUERTORRIQUEÑO Dra. Gloria Tapia
El propósito fundamental de este ensayo es el de reconstruir los procesos que dieron origen al latifundio de Fantauzzi Hermanos en el pueblo de Arroyo, Puerto Rico, desde sus comienzos en el siglo XIX, hasta su proceso de expansión y transformación de varios ingenios azucareros al de la Central Lafayette. 1 Se recurrió a los pueblos de Arroyo, Patillas y Maunabo como evidencia de la expansión geográfica del latifundio y receptores de la explotación sacarina. Seguiremos la trayectoria de esta empresa hasta el 1938, cuando fue adquirida por el gobierno de los Estados Unidos, bajo la Administración de Reconstrucción de Puerto Rico (PRRA), en medio de una inmensa crisis económica mundial prolongada por la Gran Depresión que tocó fuertemente a la Isla entre los años 1929 al 1934. A partir del 1936, Lafayette pasó a ser la primera central azucarera cooperativa en Puerto Rico, manejada por sus trabajadores como parte del proceso reformista del gobierno federal . Lafayette definió, transformó y delimitó todo un proceso histórico en el sureste de Puerto Rico, que trascendió lo regional y lo temporal. La 1 Gloria E. Tapia Ríos, “Origen y fundación de la Central Lafayette de Arroyo”, (Tesis de Maestría sometida al Departamento de Historia, Facultad de Humanidades, Recinto de Río Piedras, Universidad de Puerto Rico, 1990).
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producción azucarera de este emporio de capital absentista francés fue una de las principales fuentes de enriquecimiento de sus propietarios, quienes, además, fueron responsables de innumerables cambios en las estructuras económicas y sociales de Arroyo, imprimiéndoles en cierto modo vitalidad a los demás pueblos vecinos. Los hermanos Fantauzzi y sus descendientes de origen corso se destacaron por su solidez económica y por sus grandes iniciativas manejadas a través de la Sociedad Mercantil Fantauzzi Hermanos, fundada en 1853, entidad que fueron ampliando a medida que el negocio se solidificaba. Indudablemente, para la gente de Arroyo y del litoral conllevó todo un proceso de enajenación de sus propiedades y un paulatino empobrecimiento. Por eso esta exposición no solo trata de los ricos terratenientes y sus vínculos con los diversos sectores de interés. Tiene que ver, además, con la gente sencilla y humilde del litoral, quienes a través de distintas épocas lucharon con mucho arrojo para abrirse espacios como grupos de presión en su búsqueda de identidad dentro de la comunidad organizada del litoral. Ciertamente, nos hemos enfocado con prioridad en los aspectos económicos del desarrollo de este emporio comercial, agrícola, latifundista, azucarero y poderoso económicamente, dado el peso que tuvo la economía de plantación en Puerto Rico. No por ello hemos obviado otros aspectos de la vida cotidiana de Arroyo. Consideraciones generales: Fundación de “El pequeño París” La posición geográfica de Arroyo y sus condiciones naturales lo vinculan con su fundación en el siglo XIX. El área de Arroyo brindaba dos cualidades para asentarse: excelentes tierras para el cultivo y un magnífico puerto, donde comerciantes, propietarios, artesanos, marineros extranjeros o criollos, así como aventureros, se juntaron para crear un espacio común de desenvolvimiento. Una mirada a esos esfuerzos, normativos o espontáneos hicieron de Arroyo uno de los pueblos y territorios más pintorescos de la Isla. 2 2 Manuel Úbeda y Delgado. Isla de Puerto Rico, estudio histórico, geográfico y estadístico. (San Juan: Establecimiento Tipográfico del Boletín, 1878), 257.
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Frente portuario de Arroyo.
Para 1848, Arroyo era un barrio de Guayama que se perfilaba como una zona con potencial de progreso. Un nutrido grupo de extranjeros invitados por el gobierno español acometieron la empresa para fomentar la agricultura, la industria y el comercio de la Isla. Conforme con los datos obtenidos, durante el siglo XIX, se establecieron alrededor de 127 extranjeros en Arroyo. 3 De éstos, el 43% correspondió al grupo de los franceses incluyendo los corsos. El segundo grupo de importancia fue el de los daneses y les seguía el de los americanos.4 En su correspondencia a su familia en Estados Unidos, Charles Walker afirmaba que “los dueños de las plantaciones de Puerto Rico son principalmente extranjeros e independientes de la gente del país” y luego añadía que “la mayoría según creo son franceses”. 5 3 Estela Cifre Cifre de Loubriel. Catálogo de extranjeros residentes en Puerto Rico en el siglo XIX Río Piedras, Editorial Universitaria: 1962). En el censo electoral para diputados a Cortes Constituyentes aparecen 199 extranjeros domiciliados en Arroyo. Referirse a La Gaceta, 28 de enero de 1869, núm. 55, 2. Hay una diferencia de 28 en un sólo año. 4 A base de la investigación de Estela Cifre en las obras citadas, en Arroyo se establecieron 54 franceses, 21 daneses y 12 estadounidenses, entre otros. 5 Charles Walker. “Letters from Puerto Rico”, (Caribbean Studies, vol. 3, núm. 1, 1965), 42.
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Indudablemente, estos tres grupos poblacionales se beneficiaron mucho de las ventajas geográficas del pueblo, convirtiéndolo en el lugar idóneo para la expansión azucarera. Además de las características geográficas señaladas, supieron aprovechar (al igual que sus congéneres de Ponce y Yauco) su relativa cercanía a la isla de San Tomás, centro mercantil y financiero de la industria puertorriqueña.6 Motivados por los ofrecimientos del gobierno español y las condiciones políticas del momento, los hermanos Fantauzzi, junto a su tío Ángel Francisco, establecieron varios negocios en el puerto del barrio Arroyo, en la jurisdicción de Guayama, a través de una Sociedad Mercantil y Agrícola con amplio poder adquisitivo.7 Siguiendo con este espíritu de desarrollo y progreso, para 1853, un grupo de vecinos elevó una petición al gobierno para reparar el muelle. Los propietarios del barrio iniciaron una campaña para construir puentes, alcantarillas y abrir caminos, entre otras mejoras. Para 1849, las autoridades concedieron permiso a los Hermanos Llavrés para establecer un regadío en su Hacienda Deseada, que además de procurar agua para el riego, se utilizaría para mitigar los incendios; algunos provocados por actos de las sublevaciones esclavas.8 Dos años después (en 1851) el alcalde de Guayama, Vicente Julbe, nombró Repartidores de Comercio a los propietarios de Arroyo: don Severiano Aldecoa, Isidro Cora, José Gual, Luis Bonafoux, Felipe Escott y a Ángel Francisco Fantauzzi.9 Este Fantauzzi será el propulsor del imperio Lafayette. Al habilitarse el puerto y debido al crecimiento en la producción azucarera, Arroyo se convirtió en el más activo y productivo, a su vez barrio del pueblo de Guayama, lo que trajo como consecuencia mayor movimiento comercial a la región. Un sector pujante de propietarios y comerciantes, mayormente extranjeros como: Ángel Francisco Fantauzzi, Severiano Aldecoa, Luis Mariani, Eduardo Lind, Felipe Escott, Anselmo Luzunaris y otros tantos; peninsulares como Isidro Cora y José Gual pertenecían a las familias fundadoras y a la vez, gestores del impulso de 6 Francisco Scarano. “Inmigración y estructura de clases: los hacendados de Ponce 18151845”, en Inmigración y clases sociales en el Puerto Rico del siglo XIX (Río Piedras: Huracán, 1981), 26. 7 El tío Ángel Francisco Fantauzzi solicitó domicilio en Guayama en 1840; probablemente había emigrado a Puerto Rico para el 1835 o antes. De acuerdo a la Real Cédula de Gracias los extranjeros podían solicitar domicilio a los cinco años de su permanencia. AGPR, Fondo Municipal de Guayama, caja 1. Solicitud de naturalización de Ángel Francisco Fantauzzi. 8 Guillermo Baralt. Esclavos rebeldes. (Río Piedras: Huracán, 1981). 9 Ibíd.
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la economía arroyana.10 En la manifestación de separación que hicieron los peticionarios, sustentaron que Arroyo era una localidad próspera con capacidad para sostenerse por sí sola. El 20 de diciembre de 1855 el gobernador José Lemery aprobó oficialmente la creación del municipio de Arroyo.11 A pesar de que se advertía un ciclo económico débil en el país por la baja de los precios del azúcar en el mercado internacional y por la epidemia del cólera morbo, la bonanza de Arroyo continuaba. Entonces, Arroyo se había convertido en una especie de tierra prometida y deseada. Arroyo, pueblo mulato La complejidad cultural del pueblo de Arroyo junto con la de su litoral nos estimula a conjeturar sobre la resignación y el dolor del esclavo ante su avasalladora realidad inhumana. Así también, supone comprender la “majestuosidad versallesca”12 que dejó marcada la vida del colectivo en la historia del sureste puertorriqueño. Por eso no podemos obviar en este primer paso fundacional el papel que jugó la base de la población de Arroyo, entre otros, los esclavos, los libertos y los campesinos agregados quienes constituían la mayoría silenciada. Para 1855, el pueblo tenía una población total de 3,057 habitantes; de los cuales había 1,764 esclavos, negros libres y pardos de ambos sexos.13 De este grupo los pardos eran la mayoría. Es decir, más del 50% lo constituía la población no blanca. Las personas blancas estaban en una minoría relativa con 471 habitantes.14 Este aumento se debió a la concesión de licencias por parte de las autoridades para introducir esclavos en las haciendas del sureste de la Isla; los propietarios de Patillas, Maunabo y Arroyo salieron favorecidos con las medidas.15 La fuerza laboral fue muy significativa en las haciendas puertorriqueñas; sin ellas no hubiese sido posible avanzar el negocio azucarero. La implantación de mejoras técnicas en las haciendas del litoral ocasionó el uso intensivo de los cañaverales, provocando, como consecuencia el 10 Jalil Sued Badillo. Guayama: notas para su historia (San Juan: Oficina de Asuntos Culturales de la Fortaleza, 1983), 60. 11 Ibíd. 12 Ana Lydia Vega. Falsas crónicas del sur (Río Piedras: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1991). 13 Francisco García Boyrié. Arroyo, notas para su historia (San Juan: Oficina de Asuntos Culturales de la Fortaleza, 1985), 22-23. 14 Ibíd. 15 Ibíd. LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)
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incremento en la producción azucarera. La disponibilidad de mano de obra fue una preocupación constante, a tal punto, que a lo largo del siglo XIX se desarrolló la arenga sobre la vagancia del puertorriqueño y el sistema de agrego que la sostenía. No es casualidad que: Desde principios del siglo XIX los intereses hacendados urgen con creciente apremio, que se obligue a los agregados, dispersos por todo el país, a trabajar en los cañaverales e ingenios azucareros y en las estancias plantadas de diversos cultivos que pretendían suplir a un mercado en expansión.16
Con esto se confirma además, que los pequeños propietarios, jornaleros, esclavos y libertos fueron subordinados a los grandes intereses hegemónicos del litoral, a través del discurso de la productividad que ha prevalecido hasta nuestros días, y evidencia las diferencias sociales y económicas que se produjeron entre sectores.17 Sin embargo, que este desplazamiento poblacional haya sido a instancias de las autoridades para suplir la mano de obra en las haciendas o por decisión propia para subsistir, tuvo una importancia significativa en la formación y consolidación de la plataforma social de la región sureste de Puerto Rico. Allí se sembró la semilla de la masa trabajadora puertorriqueña. La competencia para adquirir mano de obra suficiente para cumplir con la cuota azucarera fue inevitable. Los hermanos José y Cruciano Fantauzzi aumentaron la dotación de esclavos especializados para la fase industrial de sus haciendas Felícita y Garonne a base de una fuerte competencia. Al filo de la abolición, en el 1872, había en Maunabo, 253 esclavos empadronados, de los cuales, 113 eran de Fantauzzi Hermanos.18 16 Fernando Picó, Al filo del poder (Río Piedras, Editorial de la UPR, 1993), 48. El agrego era el sistema mediante el cual un propietario daba sus tierras en usufructo a los que no la tenían y a cambio el campesino las cuidaba y vivía en ellas. Desde la oficialidad se promovió la prohibición del agrego a través de las instrucciones a los cabildos y los Bandos de Policía y Buen Gobierno que emitían los gobernadores de la isla. Véase “Los contratos de mozos de labor en Utuado”; véase además a Nelly Vázquez Sotillo, Historias al margen de la historia, Mayagüez, (Edición de autor, 2010), 77. 17 Laird Bergad, Coffee and Growth of Agrarian Capitalism in Nineteenth Century Puerto Rico (Princeton: 1983); Pedro San Miguel. “Tierra, trabajadores y propietarios: las haciendas en Vega Baja, 1828-1867” (Anales de Investigación Histórica, vol. 7, núms. 1-2, 1979); Picó, op.cit. 18 AGPR, Intendencia, Registro de Esclavos, Departamento de Guayama, c. 7. “Isla de Puerto Rico, jurisdicción de Guayama. Cuadro de los esclavos de esta jurisdicción que se han empadronado por orden alfabético de los nombres de sus dueños. 9 de octubre de 1867”. Pudimos observar que el documento estaba incompleto; comenzaba en el folio 1003 y finalizaba en el 1499, sin firma, fecha o colofón que indicara la culminación del documento. Sorprendentemente, los Fantauzzi no aparecen con esclavos registrados. Es evidente que los 113 esclavos 110
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Fantauzzi Hermanos, tenían seis esclavos. En comparación con otros propietarios esclavistas del pueblo como: Eduardo Lind e Isidro Cora la cifra era insignificante. Quiere decir que Fantuzzi Hermanos concentró su mayor fuerza laboral en las haciendas de Patillas y Maunabo para las fases agrícolas e industriales, mientras que en Arroyo se enfocaron en la fase comercial. Aún así, el alto número de esclavos de los hacendados citados nos muestra que se estaba dando una tendencia elevada de actividades económicas en la región. Patillas exhibió un mayor número de trabajadores a jornal. Muchos pudieron haber sido propietarios desposeídos de sus tierras. La esclavitud en Patillas donde radicaban las haciendas Felícita y Mariana bajó en el año 1871 a 393 esclavos, de los cuales 208 eran varones y 185 hembras.19 El número de libertos se acercaba bastante al número de esclavos que había en 1871; 184 hombres y 18 mujeres para un total de 373 libertos.20 El movimiento de libertos a otro lugar fue exiguo. Inferimos que los antiguos esclavos se mantuvieron contratados con sus antiguos amos. De acuerdo a los historiadores Paulino Rodríguez y Díaz Soler, muchos de los negros de Patillas tenían sus fincas y otros se dedicaron a oficios artesanales. Como hemos notado, a partir de la abolición de la esclavitud en 1873, el sistema esclavista fue sustituido por la contratación forzosa de los libertos. Los hacendados se enfocaron en el trabajo asalariado de los libertos, pero en realidad su condición social de esclavo en muchas instancias prevaleció a pesar de la reglamentación existente. La realidad fue que los terratenientes actuaban en muchas ocasiones al margen de las leyes, incumpliendo con la contratación. La limitada movilidad del liberto se debió a que su trabajo era muy apreciado por los propietarios; por tanto, preferían retenerlos por su conocimiento y destrezas para la elaboración del azúcar. Contrario a la peonada blanca campesina, los propietarios opinaban que el liberto constituía una fuerza laboral disciplinada y segura con la cual los dueños de las haciendas azucareras podían contar. Muchos libertos optaron por permanecer con sus antiguos amos en el litoral, independientes, ya que tenían sus núcleos familiares formados, estaban arraigados al lugar, o sencillamente buscaron la seguridad que no les ofrecía su nuevo estado. de la Hacienda Garonne quedaron invisibles de los Registros de la Intendencia. 19 AGPR, FGE, Patillas, c. 522. 20 Ibíd., Resumen Padrón General, 1875.
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Vista parcial del Latifundio de Fantauzzi Hermanos, Arroyo, Puerto Rico
Origen del latifundio Fantauzzi Poseer las tierras, el capital y el trabajo constituyó para la mercantil de Fantauzzi sentar las bases para un gran mercado de producción y exportación de azúcar. La concurrencia de estos factores con las ventajas geográficas de la región permitieron que Fantauzzi Hermanos sobresalieran entre los comerciantes-hacendados, mayores latifundistas de Arroyo y del litoral. Este gran emporio azucarero (como expresado anteriormente) dio origen a la Central Lafayette, sobreviviendo durante ochenta y tres años a las crisis continuas que abatieron la economía decimonónica de Puerto Rico y adaptándose al nuevo régimen político y económico del siglo XX. La operación mercantil que inició esta familia en el puerto de Arroyo desde principios del siglo XIX fue tan estimulante que los catapultó para reinvertir en propiedades agrícolas. El control de propiedades, con sus grandes extensiones de terreno, facilitó el manejo de la producción azucarera, logrando una gran hegemonía en Arroyo y en los pueblos aledaños.
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Los hermanos Fantauzzi aprovecharon la ventaja que ofrecía la organización en sociedades mercantiles y fundaron una Sociedad Mercantil sólida que la fueron extendiendo hasta el 1936, fecha en que vendieron la Central Lafayette al gobierno federal de los Estados Unidos, como parte del proyecto de Administración de Reconstrucción de Puerto Rico (PRRA). El 20 de junio de 1853, Cruciano y José Fantauzzi formalizaron la primera sociedad mercantil “regular colectiva” en el puerto de Arroyo bajo el nombre de Fantauzzi Hermanos.21 El contrato tendría un término de diez años, el capital sería dividido entre ambos socios en partes iguales y la Sociedad no cesaría sin el acuerdo de ambas partes. 22 Cada socio tendría roles muy definidos en la administración de los negocios. Cruciano se encargaría de los asuntos del interior de la casa, especialmente las ventas y la concesión de préstamos, mientras que José se dedicaría mayormente a realizar las compras y a cobrar deudas. Aún así, cualquiera de los socios, en caso de necesidad, se haría cargo de ambos asuntos. José, en su carácter personal, se destacó como albacea testamentario de muchos hacendados del litoral, y Cruciano ejerció como cobrador (cesionario de crédito) de prestigiosos comerciantes de Arroyo y de Guayama, por lo cual devengaba grandes beneficios. 23 A su vez, ambos concedieron poderes especiales a su hermano Francisco para que los representara, evitando así posibles conflictos de interés. Francisco, hasta este momento, no figuraba como socio de la Mercantil. Uno de los primeros negocios más productivos y más lucrativos de Fantauzzi Hermanos fueron las concesiones de préstamos mediante los contratos de refacción, mecanismo adquisitivo que practicaron sobre dos grandes haciendas del litoral –Garonne de Maunabo y la Felícita de Patillas– y con las cuales originaron su vasto latifundio agrícola elevándolos a la categoría de comerciantes hacendados. La mayoría de las fincas fueron adquiridas mediante contratos de refacción 21 AGPR, PN, Patillas, Constitución de la Sociedad Mercantil, enero-diciembre, 20 de junio de 1853, f. 152, c. 418 y documentación privada Familia Manautou Fantauzzi (DPMF). 22 Ibíd. Aunque la escritura pública no lo expresaba directamente, la Sociedad Mercantil se estableció como una compañía “regular colectiva” en la cual los miembros aportarían en igualdad de condiciones, respondiendo por los resultados de las operaciones y ha estableciendo acuerdos comunes entre ellos. 23 El cesionario será el responsable de cobrar y percibir la deuda o dispondrá de ella según le convenga. Éste recibe carta de crédito de algún acreedor y cobrará el porciento que estipule por su gestión. AGPR, PN, Guayama, 1892, c. 211.
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incumplidos. 24Aprovecharon la situación de crisis para aumentar su capital y comenzaron a comprar tierras a propietarios del litoral que habían caído en la ruina a causa de la situación económica de la Isla. 25 La Hacienda Garonne ganó una considerable extensión territorial por medio de la compra de terrenos a propietarios arruinados. Su papel como prestamistas fue muy ventajoso porque sus ganancias fueron constantemente reinvertidas, particularmente en tierras. Para Fantauzzi la situación era provechosa, además de cobrar cerca de un 6% por comisión, si la deuda no se liquidaba, el término del contrato se extendía y, como consecuencia, la deuda también.26 El proceso recurrente de reposesión a prestamistas mercantiles se realiza hoy día a los bancos. No existe ninguna duda de que la razón primordial de José y Cruciano para establecer la sociedad mercantil y agrícola haya sido la de generar más ganancias; para lograrlo necesitaron imponer su dominio en una plaza competitiva y restringida como fue la de Arroyo. Como hemos visto, desde la fundación de la Sociedad Mercantil, José y Cruciano probaron suerte en diferentes facetas del comercio de la Isla, incursionando en varias formas operacionales. Su red se expandiría en otras direcciones. Cabe mencionar que Fantauzzi Hermanos nutría sus finanzas desde la casa matriz de París, receptora y ejecutora de los negocios en Puerto Rico. De igual forma, sus vínculos con su “Casa en París” permitían la salida de sus mieles hacia Estados Unidos y Europa, utilizando monedas de un valor aceptable como: el dólar, el franco y la libra esterlina. En el libro que estoy próxima a publicar se detallan todas las transacciones de la Sociedad Fantauzzi Hermanos y cómo esa conexión de Francia, Córcega y San Juan construyó un imperio económico. Hay que precisar que el control comercial de la región lo mantenían varias firmas comerciales de Ponce, como la de Domingo Clavell, Juan David 24 Este sistema crediticio fue utilizado frecuentemente por los productores agrícolas que se veían en la necesidad de adquirir materiales para el manejo adecuado de sus haciendas, así como todo lo necesario para su bienestar personal. 25 Sobre este particular debe consultarse a Ivor Hernández Llanes. Santa Bárbara: hato, hacienda y central. (San Juan: Terranova Editores, 2010). cap. II. 26 Cuando se trataba de compromisos hipotecarios altos, por lo general, especialmente en cuentas en refacción, mediaba un contrato notarial que establecía el modo en que la deuda sería saldada. Se pagaba en metálico, pero lo común era corresponder con la cosecha de años subsiguientes hasta eliminar la deuda.
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Weidstein y la de Fernando Overman. 27 Igualmente importantes fueron las sociedades mercantiles de Aldecoa Hermanos y Felipe Escott, ambas del Departamento de Guayama, cuyas transacciones estaban basadas mayormente en la compra y venta de terrenos, así como la explotación de productos para el comercio exterior. Resultó conveniente unirse en sociedad porque pudieron afrontar la ausencia de capital para inversión y el mercado monopolizado por otras compañías de la región. Si los socios eran parientes cercanos como el caso de Fantauzzi y procedían del mismo lugar, la ventaja era mayor.28 Estas actividades comerciales fueron las que constituyeron la base de la riqueza local de los hermanos Fantauzzi, así como de decenas de otros comerciantes. La Sociedad Fantauzzi Hermanos tuvo como otra de las funciones, pero a menor escala, la de servir como intermediarios de diversas casas comerciales del exterior de San Tomás y Estados Unidos, tales como F.B. Anduze Fils de San Tomás, A.K. Reed y compañía Fedderssen Willenk. 29 También representaron a Mullenhoff y Sorber y WC Lante, casa comercial que negociaba con Javier Cora.30 La red mercantil y agrícola de Fantauzzi Hermanos se amplió más. Para la década del 1880, se orientaron hacia el mercado exterior con mayor fuerza. Enviaban cargamentos de mieles y azúcares a las subsidiarias de Europa, siendo distribuidas por sus casas comerciales de Córcega y París. Constantemente consignaban buques como el Clara Fletcher y el bergantín Sea Bird con las mieles hacia la casa de París desde donde se distribuían. La competencia mercantil era amenazante, sin embargo, lograban vender el producto a un precio satisfactorio, aunque no fuera el deseado.31 En 1892, los hermanos Jerónimo y Francisco pasaron de ser empleados, a ser socios comanditarios, amparándose en la cláusula mediante la cual se reservaban el derecho de liquidar la casa cuando lo creyeran conveniente 27 Ivette Pérez Vega, “Las sociedades mercantiles en Ponce, 1817-1825” (Anales de Investigación Histórica, vol. VI, núms. 1-2, 1979), 56-57. 28 Ibíd. 29 Ibíd. Eran comerciantes de clase primera radicados en San Juan. Se dedicaban al mayoreo, así como a exportar azúcar, mieles y aguardiente, entre otros. 30 DPMF, cc.311, 1882. 31 Ibíd., 51, 22 de mayo de 1882.
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a los intereses de los socios. 32 En 1889, los cuatro hermanos,Francisco, Jerónimo, Cruciano y José sustituyeron la Sociedad Mercantil y Agrícola existente por una nueva; en esta ocasión, designaron a Cruciano Fantauzzi, hijo, y Alberto Gautier como socios gestores. 33
Desmenuzadoras de la Central Lafayette.
Bajo esta nueva Sociedad se afianzaron en la adquisición de tierras porque éstas se convirtieron en la base y fuente de la riqueza agrícola del país. 34 Fallecidos los patriarcas de Fantauzzi Hermanos, Cruciano en 1896 y José en 1905, sus herederos pasaron a formar parte de la Sociedad Sucesores de C. y J. Fantauzzi, que duró hasta el 1936. 32 Se refiere a los socios que tienen limitados a cierta cuantía su interés y su responsabilidad en los negocios. Diccionario de la lengua española, vigésima edición, t. II. Sobre otros casos de sociedades mercantiles comanditarias se debe consultar a Benjamín Nieves Acevedo, “Azúcar y refacción: la competencia entre sociedades mercantiles peninsulares y alemanas en Aguadilla, 1845-1886” (Tesis doctoral del CEARC, SF [2006]). 33 Alberto Gautier Mariani, soltero extranjero domiciliado en Arroyo con cédula núm. 47. No concurrió a firmar la escritura de aceptación de sociedad por viaje de negocios, aún así aceptó la escritura social. DPMF, Escritura núm. 163, 20 de septiembre de 1889 en París. 34 Darío Ormachea, “Memoria acerca de la agricultura, el comercio y las rentas internas de la isla de Puerto Rico” (Cayetano Coll y Toste, BHPR, II), 248. 116
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Los cambios tecnológicos que Sucesores de C. y J. Fantauzzi introdujeron en sus haciendas desde mediados del siglo XIX, rindieron grandes beneficios; finalizado el siglo centralizaron la producción azucarera bajo el nombre de Central Lafayette. Proponemos que Lafayette (desde el 1880) se había estado mecanizando, pero el proceso de centralización de la molienda arrancó para el 1893. La propiedad pasó, finalmente, el 16 de octubre de 1893, a formar parte de “Sucesores”, por adjudicación en remate público que hizo el gobierno contra Lamb y Compañía. 35 Los Sucesores capitalizaron las propiedades originales, ampliando el negocio azucarero con la adquisición de las haciendas Cuatro Calles y Palma de Arroyo.36 De todas las haciendas que poseía la mercantil de Fantauzzi, ésta fue la más atractiva y conveniente para la centralización de la producción. Cuatro Calles estaba situada en la zona urbana de Arroyo, lo cual permitía un acceso más directo con los productores y comerciantes del área. Su proximidad al puerto agilizó el acarreo de los productos, y los costos de transportación hacia el exterior se tornaron más atractivos. Para 1936, la finca Garonne había expandido su superficie a 3,014 cuerdas y la Felícita había aumentado su radio de acción a los barrios Cacao Bajo, (su lugar original) Jagual y Cacao Alto, a un área neta de mil ciento once (1,111) cuerdas. 37 Mediante un acuerdo mutuo con la Providencia Central Company, Sucesores de C. y J. Fantauzzi aumentaron a 8 km. de extensión la vía.38 Las vías conectaban la “hacienda Río Chico hasta la romana de la Central Lafayette, con un ramal desde la hacienda Catalina hasta la hacienda Felícita”. 39 Cada una de las partes tenía su locomotora con sus vagones para transportar las cañas de las diferentes colonias que molían en Lafayette. Asimismo, obtuvieron el derecho de paso por la hacienda Enriqueta a través de arrendamiento; el derecho de paso se fijó a 30 años. Para la década del 20 del siglo XX, la 35 Lamentablemente no fue posible localizar los documentos de la adjudicación durante el litigio. Es necesario aclarar que contrario a lo expresado por Ferreras Pagán, Cuatro Calles pasó a ser propiedad de Fantauzzi en el 1893 y no en el 1891. Antes era propiedad en arriendo. (AGPR, PN, San Juan, f. 62, no. 12, c. 735); AGPR, Obras Públicas, Riego, Arroyo, leg.182, c.463. “Riego de la Hacienda Cuatro Calles”. 36 Hacienda Palma fue anexada a la hacienda Cuatro Calles. La Palma estaba enclavada en un barrio con tierra fértil y colindante por el sur con la hacienda Enriqueta de Lind; y por el oeste con la Teresa de la Sucesión Mariani. 37 DPMF. Escritura no. 11, Compraventa de las tierras a la Administración de Reconstrucción de Puerto Rico (PRRA) en 23 de diciembre de 1936. Garonne es el nombre francés para la hacienda Garona de Maunabo. 38 Ibíd. 39 Ibíd., 10 de junio de 1911, no. 55, c. 756; AGPR, PN, San Juan, Luis Muñoz Morales, 1 de junio de 1909, f. 62, no. 12, c. 753 y c. 756, no. 55, 1911, “Providencia Central Company y Sucesores C. y J. Fantauzzi”.
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vía férrea de la Central tenía 22 km. con un ramal de 5 km. y 80 vagones que conectaban hacia la hacienda Garonne de Maunabo y 3 km. de vía con 100 vagones hacia las colonias Enriqueta y Concordia.40 Sin lugar a dudas, el ferrocarril se impuso por el litoral, convirtiéndose en un agente de expansión de Lafayette.
El ferrocarril se impuso en el litoral sureste de Puerto Rico.
La incorporación de la Central Columbia en Maunabo representó otra etapa significativa en la vida económica de la empresa, mediante ésta lograron acaparar el negocio azucarero de otro sector geográfico. Columbia operó de forma independiente desde el 1901 hasta el 1928. Al paso del huracán San Felipe, la propiedad quedó en ruinas, su maquinaria fue trasladada a Lafayette y las tierras de cultivo quedaron como colonias de la Central. 41 40 DPMF, Tomás Bernardini de la Huerta, PN Guayama, escritura núm. 64, 16 de mayo de 1924, “Liquidación y disolución”. 41 AGPR, PN, Guayama, José Capó Álvarez, 3 de abril de 1903, “Constitución de la Factoría central Columbia”, c. 126, no. 28, f. 123. La fecha exacta de origen fue el 3 de julio de 1900. La propiedad estaría destinada a la molienda de las cañas de los terratenientes Claussel, Vergés, Riefkohl y los hermanos José y Cruciano Fantauzzi. Como una forma de asegurar sus inversiones decidieron fundarla en condominio por espacio de 20 años. Eugenio Vergés, 118
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Durante los primeros 30 años del siglo XX, Lafayette entró a un proceso de modernización paulatino consistente con los cambios tecnológicos que se dieron a nivel mundial a partir de la Revolución Industrial; iban dirigidos principalmente a adquirir materiales, equipo y maquinaria moderna, distintos tipos de semillas de caña y fertilizantes, así como a renovar la planta física de la Central. Invirtieron además, en las vías ferroviarias, en alcantarillados, puentes y sistemas de riego. Como efecto directo de esos cambios, se produjo también una conveniente separación de tareas industriales y agrícolas que provocó el origen de una nueva clase social dependiente de la central azucarera llamada colono. Con esta nueva política corporativa, ya no era imperioso acaparar el máximo de tierras propias para la molienda. El sistema de colonato aseguraba la materia prima sin la necesidad de inversión en la siembra, ya que tanto riesgos como cultivo corrían por cuenta de los colonos. Los Fantauzzi nunca se desvincularon de las tierras, más bien combinaron diversos mecanismos de administración mediante colonias para asegurar su control y una gran molienda. La central necesitaba de un considerable abasto de caña y, por otro lado, eliminaron la competencia. De acuerdo al historiador cubano Ramiro Guerra, “el capital extranjero haría desaparecer al pequeño y mediano propietario hasta reducirle en ente dependiente del latifundio.”42 El planteamiento de Guerra era cónsono con el proceso de desposeimiento que se dio en Arroyo, quedando la propiedad en manos de unos pocos que insensiblemente fueron expropiando las tierras. Básicamente, la propiedad rústica no sólo del pueblo de Arroyo, sino de casi el litoral pasó a manos de la central Lafayette de capital absentista y extranjero. Otros protagonistas vendrán: ¡Lo que sea sonará! A partir del cambio de soberanía en 1898, los empresarios de la mercantil de Fantauzzi, aunque contaban con un gran capital acumulado en Puerto Rico, reflejaron diferentes métodos de hacer negocios porque sabían que la competencia en los mercados internacionales estaba fuerte.43 Ante la codueño de la Bordalesa, tendría una participación social de 1/3 de su valor total, Otto Riefkholl y Claussel tendrían 1/6 parte cada uno. Clausell era de origen francés, Vergés era americano y Riefkhol era alemán. 42 Ramiro Guerra y Sánchez, Azúcar y población en las Antillas (La Habana: Cultura S.A. 1927), 57. 43 AGPR, PN, San Juan, Luis Muñoz Morales, 1 de junio de 1909, f. 62-138, c. 753. Entre tierras, propiedades y créditos hipotecarios, el capital en 1909 ascendía a $526.883.84 dólares. DPMF, “Testamento de Mr. Fantauzzi”, 1 de septiembre de 1901. Registrado en 1905 el 23 de agosto de Coudum. Traducción hecha por Luis Muñoz Morales en 1 de mayo de 1909. La
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Picadores de caña en los cañaverales de Fantauzzi Hermanos.
inminente competencia de los “trusts” norteamericanos les era necesario sostener el latifundio azucarero y mantener su solvencia económica para hacerse igualmente competentes. Con la aprobación del Acta Foraker en el 1900, la Isla quedó fuera de las negociaciones internacionales y se le restringió el comercio. Puerto Rico se vio imposibilitado de competir en igualdad de condiciones con los productores estadounidenses y perdió el mercado de Cuba y de España. Ésta última, ante la pérdida de sus colonias en el 98, procedió a declararlas extranjeras. La imposición del sistema monetario de Estados Unidos produjo la devaluación de la moneda circulante puertorriqueña y su eventual desaparición, provocando el alza de los precios de las propiedades, la contracción del crédito y una gran incertidumbre en el futuro político insular. Ante estos escenarios, los puertorriqueños cantidad a la que nos referimos es a la mitad de la participación social de José en los negocios de Francia ya que no dispuso de las propiedades radicadas en Puerto Rico. La azucarería de Coudum en Francia con todas sus dependencias, terrenos y propiedad personal tenían un valor de doscientos mil francos.
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pasaron de la euforia a la decepción. Era difícil comprender cómo una recién nacida nación con promesas de libertades, que lucharon contra la opresión colonial, poseedora de una tradición democrática, se convirtiera en una nación opresora igual que España. Con el advenimiento del régimen estadounidense, los Fantauzzi, como otros centralistas y sectores de interés, aprovecharon las situaciones creadas para el fortalecimiento de su negocio; pero solo hasta que estas no resultaran adversas. No podemos obviar que la Central Lafayette era una propiedad de capital absentista extranjero, cuyos días estarían contados bajo el nuevo régimen político. A partir del 1898, ya no era necesario comprar tierras para mantener una economía de expansión. Mientras el colono agrícola se desarrollaba como un elemento aliado importante para la expansión del latifundio y para la explotación industrial a su máxima capacidad, el trabajador agrícola se hacía cada vez más dependiente bajo un nuevo régimen de explotación inmisericorde. Esta gran masa humana, a través de las huelgas campesinas del 1895, pudo expresar sus insatisfacciones y sus ansias de justicia ante los hacendados, sin embargo, fue muy poco el éxito obtenido. Luego del 98, el campesino fue perdiendo el vínculo con la tierra, se fue enajenando de los medios de producción, así como de la protección del hacendado. El alto nivel de desempleo le forzó a incorporarse masivamente a la Central, tornándose cada vez más dependiente de esta y tratados de forma similar a los trabajadores industriales.44 El panorama de miseria durante la Primera Guerra. Empeoró la condición del obrero dada la escasez de artículos de primera necesidad. Posteriormente (entre 1920-21) la situación se tornó aún más difícil; las condiciones de vida de los obreros eran insoportables, el desempleo pasaba el 30% y dado el carácter estacional de la producción azucarera sobrepasaba el 60%.45 Por eso al patrón le era fácil sustituir un obrero por otro, lo cual le facilitaba cambiar a su antojo la forma del trabajo así como reducir los salarios, razón por la cual permanecían estancados.46 No es casualidad que los paros en Lafayette y Columbia vinieran del sector agrícola, pues era el más vulnerable en todos sus aspectos. El empleado industrial de Lafayette trabajaba el año completo, la compensación era más alta porque se había especializado 44 Andrés Ramos Mattei. La hacienda azucarera, su crecimiento y su crisis en Puerto Rico (siglo XIX) (Río Piedras: CEREP, 1986), 21. 45 Taller de Formación Política. ¡Huelga en la caña!, 1933-34 (Río Piedras, Huracán: 1982), 9. 46 Ibíd. LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)
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y recibía incentivos por su labor. Vale aclarar que su condición no lo excluyó de las luchas sindicales. Aunque los Fantauzzi lograron optimizar la elaboración del azúcar y multiplicar su riqueza, la situación social y económica del obrero en las plantaciones quedó más frágil.47 Se les exigía más trabajo por menos salario bajo condiciones adversas. A partir del 1915 se activaron varios movimientos de huelga en las haciendas Garonne y Bordalesa, de Maunabo, en demanda de mejores condiciones de trabajo y de aumentos salariales. Se detuvieron las labores del campo y como consecuencia del frente de lucha, los jornales de los picadores de caña subieron en todo el litoral. Para 1921, dos terceras partes de los trabajos en las centrales Columbia y Lafayette se hacían por ajuste, “la tendencia por tanto, debe ser tratar de ajustar todo lo más que se pueda, ya que la carestía de la vida no permite poderse defender uno en otra forma”.48 Bajo este sistema, a los hombres se les pagaba entre .65 centavos y .75 centavos diario. La zafra del veintidós comenzaría con sueldos bajos debido al precio tan disminuido del azúcar. Los señores Manautou Fantauzzi esperaban no tener resistencia, ya que había mucha gente desempleada en el pueblo y la “miseria se dejaba sentir”.49 Dicho sistema fue el motivo del conflicto de la huelga que principió en Maunabo la primera semana de febrero de 1922. El grado de exaltación de esta huelga provocó en Arroyo cinco fuegos y que las cañas se molieron en Central Machete. En Guayama y Salinas los enfrentamientos provocaron varios disturbios y dos muertes. La advertencia de amenazas de huelga siempre estaba en el ambiente. Don José Manautou estaba pesimista por la situación de huelgas recurrentes y por todas las situaciones descritas. Veía que el futuro no era nada halagador para la Central si permanecían en el negocio azucarero. Por eso, el 13 de febrero de 1923, le sugirió a su primo vender todas las propiedades y que aprovechara el alza de los precios del azúcar. “Con estos problemas ahora veo una nebulosa para el futuro y es mi deber 47 Fantauzzi (en la zafra de 1917) enviaba a Francia un sobrante de $350,000 por los negocios en Puerto Rico. Lograron vender en el mercado exterior 69,540 sacos de azúcar de Lafayette y 57,865 de la Columbia, producidos por los obreros de la Garona y la Bordalesa entre otras colonias. El azúcar se vendió entre $6.00 y $6.30 el saco, un precio relativamente alto comparado al de zafras anteriores. 48 DPMF, cc.322, 13 de septiembre de 1921. El trabajo por ajuste era un sistema que consistía en contratar a grupos de obreros por pieza para cierto trabajo en particular y por una remuneración relativamente más baja que la del empleado de la central o la hacienda. 49 DPMF, cc.337, 14 de diciembre de 1921.
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advertirle, aparte de la persecución que hay por parte del gobierno que estoy seguro cada vez tratará de imponer más contribuciones.” 50 Entre 1925 al 1928 se dio un periodo de calma laboral en Lafayette y Columbia. Suponemos que durante estos años don José pudo dormir tranquilo; admitía en 1923 que los problemas laborales en las dos centrales no lo dejaban dormir, por ello proponía vender las centrales. Otras huelgas como la de San Vicente en Vega Baja y la Mercedita en Ponce ocuparon el sueño de los centralistas.51 Lafayette y la Administración de Reconstrucción de Puerto Rico Durante la década del 30, Puerto Rico sufría los trastornos de los años de la Gran Depresión Económica, comenzada en Estados Unidos en todas sus manifestaciones y, como consecuencia, enfrentaba un gran deterioro social.52 En la búsqueda de solución a la difícil condición de Puerto Rico, y como parte del plan de mejoras federal, surgió en el 1935, la Administración de Reconstrucción de Puerto Rico (PRRA), organismo que tendría la función de estimular mediante distintas iniciativas el empleo, haciendo énfasis en la rehabilitación de los sectores agrícolas de la Isla. El gobierno federal acogió como política pública dentro del contexto del Nuevo Trato el proyecto de rehabilitación económica conocido como Plan Chardón. El Plan original procuraba reducir el desempleo, poniendo a producir las tierras, a diversificarlas y a maximizarlas para aumentar el estándar de vida de los campesinos. El gobierno también administraría las centrales azucareras con el fundamento de devolver a los colonos, en azúcar el producto íntegro de las cañas, a condición de que éstos compartieran con los obreros equitativamente el aumento en las ganancias. Con esta acción se eliminaría el monopolio de la tierra y 50 DPMF, cc.378, 18 de febrero de 1923. 51 DPMF, c. 484, 9 de febrero de 1927. 52 James Dietz, Historia económica de Puerto Rico (Río Piedras, Huracán, 1989), 53. En 1930 se publicaron dos estudios sobre las condiciones socioeconómicas de Puerto Rico: Porto Rico and its Problems, comisionado al Instituto Brookings y Porto Rico a Broken Pledge, New York, Vanguard, 1931, por Bailey Diffie. Ambos coincidían que la situación de Puerto Rico era grave y urgía tomar medidas inmediatas. El País, que estaba en la quiebra, acabó de empeorar con la aprobación de la ley federal Costigan-Jones, pese a las protestas de Hawái y Puerto Rico. El tan combativo proyecto azucarero Costigan-Jones se aprobó en abril de 1933; fijó una cuota de producción a los productores de remolacha y de azúcar continentales. El estatuto, además, coartaba el derecho de Puerto Rico a refinar sus propios azúcares e importarlos para consumo directo en los Estados Unidos; en cambio, a Cuba se le concedía el derecho de refinarlo. Los excedentes de azúcar del 1934 y subsiguientes de Puerto Rico quedaban almacenados por cuenta de los productores, debido a la sobreproducción de azúcar de remolacha continental.
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Central Lafayette, Arroyo, PR
se limitaría la fuga de capital, combatiendo la propiedad absentista a fin de elevar el poder adquisitivo del país.53 La PRRA contemplaba comprar de quince a veinte mil cuerdas de terreno y la compra de una o dos centrales azucareras. Recibieron ofertas para tasar propiedades en diversas partes de Puerto Rico, las centrales Coloso en Aguada, Carmen en Vega Alta, San Vicente en Vega Baja, Cambalache en Arecibo, La Victoria en Carolina, Monserrate en Manatí, Alianza en Camuy y Vannina en Río Piedras; todas dominadas por capital nativo.54 La Central Lafayette pasó a formar parte del proceso reformista en marcha de propiedad gubernamental el 23 de diciembre del 1936. 53 Thomas Mathews. La política puertorriqueña y el Nuevo Trato (Río Piedras: Universidad de Puerto Rico, 1975), 174. 54 La Central Cambalache de 10,176 cuerdas de terreno junto con sus sistemas de riego, infraestructura, ganado, tierras sembradas, etc., se tasó en $ 3,541. 700 como máximo $3,450.00 a $3, 660.00 (FLMM, Col. Rafael Fernández García, c.2, cartapacio 21, 23 de diciembre de 1935. Informe de tasación de Central Cambalache de Salvador Antonetti a Rafael Fernández García realizado el 30 de noviembre de 1935.)
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Tras largos meses de gestiones y de espera, Washington autorizó la compra de Lafayette a pesar de las críticas. Los funcionarios de la PRRA alegaron que los cálculos de valoración de Lafayette, a base de la capitalización de las ganancias de los últimos tres años a un 8% de interés, ascendieron a más de $4,500, 000, por tanto, la PRRA pagaría por todas las propiedades y 10,000 cuerdas de tierra ubicadas en una de las más fértiles regiones de la zona cañera de Puerto Rico, incluyendo las siembras, $3,815,000. 55 Con esta explicación disiparon en alguna medida las interpretaciones de los opositores al proyecto. Con la adquisición de Lafayette por la Administración de Reconstrucción de Puerto Rico, el gobierno, por primera vez en la historia, sentó las bases para que su operación sirviera como norma a la implantación del proyecto económico federal en todo Puerto Rico. Bajo la PRRA, Lafayette se convirtió en el primer intento gubernamental cooperativo organizado en Puerto Rico por y para los colonos y trabajadores de la caña.56 Este plan tenía como propósito, además, crear cierta independencia económica de cada socio, liberándolos de las ataduras monopolísticas de los dueños de la Central. Con esta acción, las ganancias derivadas por la explotación de la tierra y la industrial se estarían distribuyendo equitativamente, acogiendo como modelo de desarrollo la organización de cooperativas agrícolas. La adquisición de Lafayette por la PRRA fue acogida con beneplácito en el litoral, así como en el resto de la Isla, porque se entendía que se estaba trabajando para mitigar la penosa situación del campesino puertorriqueño. 55 El Imparcial, 13 de octubre de 1936. Salvador Antonetti fue el contable, responsable de la valorización de la Central Lafayette. Su nombramiento a Contralor de Lafayette tuvo oposición en el Representante Agustín Torres Balber quien decía creer más en la integridad de los americanos que en la de él. (El Imparcial, 6 de septiembre de 1937). Nota: En la lista de legisladores de 1936 consultada solo aparece Agustín De Jesús como representante por el Distrito de Guayama. Aún así en septiembre de 1937, Antonetti fue nombrado Administrador General Interino de Lafayette. Un dólar en el 1930 equivale hoy día a $75.00, por tanto, la cantidad equivalente al 2012 por la venta de la Central fue de $266,125,000.00 aproximadamente. 56 Es preciso mencionar que el 16 de diciembre de 1936, la Unión Protectora del Trabajo de Arroyo (afiliada a la FLT), a través de su Presidente René Poitevín Virella se reunió, a petición de Miles Fairbanks para discutir una serie de quejas y protestas venidas de las organizaciones obreras de Arroyo, Maunabo y Patillas. Éste le expuso a Fairbanks que había presencia de “una mayordomía liberal independentista en los trabajos de organización de cooperativas de tierras”. Miles le advirtió que no permitiría propaganda política de clase alguna en las cooperativas agrícolas de Lafayette. Para evitarlo estaría visitando la población de Arroyo semanalmente (El País,16 de diciembre de 1936).
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El 2 de agosto de 1936, los colonos de caña de la Central Lafayette se reunieron en Arroyo para ratificar el establecimiento de la nueva cooperativa con el nombre de Asociación Azucarera Cooperativa Lafayette. Acudieron cerca de 200 colonos de los pueblos de Arroyo, Patillas y Maunabo, así como una delegación de la PRRA, representada por los licenciados Manuel Cruz Horta y Fernando Fornaris. Por la Central Lafayette asistieron los Sres. Antonio Fantauzzi, Gregorio y José Manautou Fantauzzi. Estuvo presente, además, el Dr. Carlos Chardón, quien analizó el alcance y funcionamiento de la nueva cooperativa. Elogió la disposición en que estaban los agricultores para llevar a cabo la rehabilitación de la zona azucarera. La nueva cooperativa quedó organizada de la forma siguiente: por Arroyo, los agricultores Juan Cervoni Massari, Rafael Nido, Andrés Moret, José G. Merle, Jesús Ma. Cora, Gerónimo Cora y Juan Rivera Vives; por Patillas, los agricultores Francisco de Diego, Roque Luciano Stella, Pablo Bonelli, agricultor y doctor en medicina y cirugía, José Alsieux y Alfonso Veglio; por Maunabo, Delfín Colón, Juan la Fuente, Mateo Navarro, Claudio y Juan Rodríguez y Agustín Torres también agricultores, así como Rafael Amadeo químico azucarero de profesión. La presidencia de la Junta recayó en el Dr. Pablo Bonelli, quien sería responsable de solicitar el financiamiento a la administración de la PRRA para cumplir con los propósitos para los cuales fue incorporada la recién fundada Asociación Azucarera. La vicepresidencia recayó en Mateo Navarro, como secretario, Andrés Moret y el tesorero sería Juan Cervoni Massari.57 Subsiguientemente, se incorporaron los miembros de alquiler y venta de las tierras.58 Con la adquisición de Lafayette, se le vendía al pueblo trabajador puertorriqueño un nuevo sueño. 57 “Se reúnen los colonos de caña de la Central Lafayette” (El Mundo, viernes, 7 de agosto de 1936), 9. Pablo Bonelli era natural de Sabana Grande, ocupó el puesto de Director de Beneficencia Municipal en Guayama. Se postuló para candidato a alcalde por el Partido Liberal pero perdió las elecciones. 58 NARA, RG 323, c. 23, “Milling Contract”.
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MODERNIZACIÓN EN CAGUAS A FINALES DEL SIGLO XIX: PROYECTOS, APOYOS Y RESISTENCIAS, 1878 - 1897 Dr. Juan E. Roque Rivera
INTRODUCCIÓN: Las investigaciones sobre los procesos de modernización en Puerto Rico y el Caribe a finales del siglo XIX se han centrado particularmente sobre las unidades productoras de azúcar y café. La historiografía de las décadas de 1980 y los 1990 en Puerto Rico y el Caribe analizó la modernización desde la perspectiva de los adelantos técnicos en las unidades productoras de azúcar y café, las haciendas y las centrales, como respuesta a las crisis económicas de finales del siglo XIX. Estos historiadores prestaron principal atención al atraso y a la modernización tecnológica de las unidades productoras de azúcar, específicamente en la fase fabril y al rezago en que quedó la fase agrícola. También pusieron su atención en la transición de la utilización de mano de obra esclava a mano de obra asalariada y a la incompatibilidad del trabajo esclavo con la tecnología avanzada. Además dirigieron sus investigaciones hacia los posibles factores externos e internos que influyeron en la modernización de las unidades productoras.1 1 Andrés Ramos Mattei, La hacienda azucarera. Su crecimiento y crisis en Puerto Rico(siglo XIX).(San Juan: CEREP, 1981); Guillermo Baralt, La Buena Vista, 1833-1904. Estancia de frutos menores, fábrica de harinas y hacienda cafetalera. (San Juan: Fideicomiso de Conservación de Puerto Rico, 1988); Teresita Martínez –Vergne, Capitalism in Colonial Puerto Rico. Central San Vicente in the Late Nineteenth Century. (Gainesville: University Press of Florida, 1992); Astrid Cubano Iguina, El hilo en el laberinto. Claves de la lucha política en Puerto Rico (siglo XIX).(Río Piedras: Ediciones Huracán, 1990); Peter Eisenberg, The Sugar Industry in Pernambuco, 1849LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)
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Sin embargo estos procesos de modernización no han sido estudiados en otros contextos como lo es la administración municipal –ayuntamientos –en el siglo XIX. A través del estudio de una serie de fuentes primarias como las actas del cabildo, los presupuestos ordinarios municipales, documentos relacionados con obras públicas y ferrocarriles pudimos encontrar que la administración del municipio de Caguas promovió e implementó una serie de proyectos y reglamentos modernizantes con el objetivo de lidiar con las crisis económicas que se desarrollaron a finales del siglo XIX en toda la isla. Economía y crisis económica en el municipio de Caguas Durante el último tercio del siglo XIX el municipio de Caguas poseía una actividad económica de importancia, principalmente dirigida hacia los mercados de exportación. Hacia la región centro oriental de Puerto Rico este municipio poseía una economía basada principalmente en el cultivo de caña de azúcar, café y tabaco. Durante la primera mitad del siglo XIX estos productos agrícolas eran destinados exclusivamente para consumo de la localidad. No será hasta la segunda mitad del siglo XIX, que estos productos se elaborarán a gran escala con fines de exportación, principalmente el azúcar.2 De esa manera Caguas desarrolló una economía agrícola para la exportación. No contamos con estadísticas sobre la producción anual de estas cosechas por año, sólo tenemos la distribución de cuerdas por productos agrícolas para 1897. La Tabla 1.1 arroja información interesante sobre los principales productos de exportación. Si observamos la tabla, en términos de la tierra destinada a un producto agrícola de exportación para 1897, el azúcar ocupaba la posición principal con 607 cuerdas de tierra destinas al cultivo de la caña, seguido del café con 303 cuerdas de tierra y una tercera posición el tabaco con 132 cuerdas de terreno.3 1910. Modernization Without Change. (Berkeley:University of California Press, 1974); Manuel Moreno Fraginals,“Plantaciones en el Caribe: el caso Cuba-Puerto Rico-Santo Domingo (18601940) en La historia como arma y otros estudios sobre esclavos, ingenios y plantaciones.(Barcelona: Editorial Crítica, 1983); Christian Schnakenbourg,“From the Sugar Estate to Central Factory: The Industrial Revolution in the Caribbean (1840-1905), en Bill Albert y Adrian Graves ed., Crisis and Change in the International Sugar Economy, 1860-1914.(Norwich: 1984); Allan H. Adamson, Sugar Without Slaves. The Political Economy of British Guiana, 1838-1904. (New Haven and London: Yale University Press, 1972); Fe Iglesias García, Del ingenio al central. (Río Piedras: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1998); Manuel Moreno Fraginals, Frank Moya Pons y Stanley L. Engerman, eds. Between Slavery and Free Labor. The Spanish-Speaking Caribbean in the Nineteenth Century. (Baltimore: Johns Hopkins University Press, Studies in Atlantic History and Culture, 1985). 2 Oscar L. Bunker, Historia de Caguas. Tomo I. (Barcelona: I.G. Manuel Pareja, 1975), pág. 302. 3 Carrasquillo, op.cit., pág.8.
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Tabla 1.1 Distribución de cuerdas de terreno por cosecha en Caguas y Puerto Rico, 1897 Producto agrícola Caguas Puerto Rico Azúcar 607 61,498.23 Café 303 122,399.76 Tabaco 132 4,264.07 Pastos 20,957 127,537.55 Frutos menores 788 93,511..08 Otros cultivos 92 16,277.23 Montes y Maleza 12,334 _ Total 35,213 _ Fuente: Coll y Toste, Cayetano, Reseña del estado social, económico e industrial de la isla de Puerto Rico al tomar posesión de ella los Estados Unidos. Puerto Rico: Imprenta de la “Correspondencia”, 1899.4
Un dato muy interesante es que una gran cantidad de tierras –788 cuerdas de terreno– estaban destinadas a la agricultura de subsistencia o frutos menores –específicamente al cultivo de maíz, arroz y plátanos– sobrepasando la cantidad de cuerdas dedicadas a la caña de azúcar. Esta cifra que supera el total de cuerdas de terreno dedicadas al cultivo de la caña de azúcar, refleja el interés de los agricultores de Caguas por una economía de subsistencia a pesar del desarrollo de una economía basada en el capitalismo agrario. Otro dato interesante es que un total de 20,957 cuerdas de terreno fueron dedicadas al pastoreo de ganado, lo que también refleja el desarrollo de una economía ganadera en la región. Como señala Rosa Carrasquillo muchos de los grandes terratenientes vendían carnes en la localidad y en la capital. Por ejemplo, Pedro Zoilo Solá en 1882 suplía carnes al Barrio Borinquén de Caguas gracias al permiso que el ayuntamiento otorgaba a aquellos solicitantes con una gran influencia en el organismo.5 De acuerdo a Carrasquillo, Caguas se caracterizó por la existencia de pequeñas propiedades constituidas aproximadamente por 15.92 cuerdas. Para 1881 existían un total de 210 propiedades consideradas pequeñas lo cual representaba un 53.03% del total de todas las propiedades. Para 1896 el número de pequeñas propiedades aumentó 341 representando un 58.19% del total. Durante las dos últimas décadas del siglo XIX en Caguas predominó la pequeña propiedad.6 En la década de 1870 funcionaban 4 Tabla tomada de Carrasquillo, op.cit., pág. 8. 5 Ibid., pág. 13. 6 Ibid., págs. 11-13. LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)
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en Caguas un total de diez haciendas azucareras. Para la última década de este siglo, sólo funcionaban un total de cuatro haciendas azucareras. Estas haciendas fueron la Hacienda Lorenzo, la Hacienda Gerardo Puig, la Hacienda Santa Catalina y la Hacienda San José. La disminución en el número de las unidades productoras con toda probabilidad obedeció a la crisis que experimentó la producción azucarera a nivel mundial a partir del último tercio del siglo XIX. Con la caída de los precios del azúcar en los mercados internacionales muchos dueños de haciendas azucareras tuvieron que venderlas o modernizarlas para poder sobrevivir a la crisis. El historiador oficial de Caguas, Juan David Hernández, establece que luego de 1873 hubo una merma en la producción azucarera de la localidad y el tabaco comenzó a tomar un lugar importante entre los productos de exportación. Para el 1878, Manuel Úbeda y Delgado hace la siguiente descripción sobre el tabaco y demás productos agrícolas de exportación en el valle del Turabo, …sus terrenos…producen tabaco en abundancia, caña de azúcar y café. Existen veinte estancias con más de diez cuerdas y muchos pequeños sembrados del primer fruto, que es el que constituye su principal riqueza tanto por su abundancia, cuanto por su calidad, que es considerada como una de las mejores de la Isla; hay tres haciendas de caña con máquinas de vapor, dos con trapiches de bueyes y seis estancias que tienen trapiches meladeros. De café existen una estancia mayor de diez cuerdas y muchos pequeños trozos. También es abundante el ganado.7
La hoja de tabaco producida en Caguas se caracterizó por su gran calidad. De hecho, la hacienda de los Hermanos Solá desarrolló una producción tabacalera de gran calidad que la llevó a ganar el primer premio en la Gran Feria Agrícola Internacional en 1894.8 En términos poblacionales, durante el último tercio del siglo XIX el municipio de Caguas mantuvo un aumento constante. Si observamos la Tabla 1.2 podemos observar que la población cagüeña para 1877 era de unos 16,099 habitantes. A través de los primeros años de la década de 1880 la población fue aumentando sostenidamente hasta llegar a la cifra de 17,035 en 1883. Cuatro años más tarde, para 1887 la población bajó a 7 Manuel Úbeda y Delgado, Isla de Puerto Rico: Estudio histórico, geográfico y estadístico de la isla de Puerto Rico.(San Juan: Academia Puertorriqueña de la Historia, 1998), pág. 263. 8 Juan David Hernández, “Desarrollo urbano de Caguas 1895-1910”, en Vida Urbana en el Valle del Turabo 1895-1905. Serie de Conferencias. Universidad del Turabo. Publicación del Museo y Centro de Estudios Humanísticos. (Año III. Núm. 1. Octubre 1998), págs. 48-49.
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15,031 habitantes, reflejando una reducción de un 12%. Diez años más tarde, el censo poblacional de 1897 registró una aumento poblacional de un 16% si lo comparamos con la cifra de 1887. La disminución poblacional registrada en 1887 podría deberse a las epidemias o a la emigración de habitantes a otras localidades o la combinación de ambos factores.9 Por otro lado, el aumento poblacional que experimentó el pueblo de Caguas en 1897 pudo haber sido como consecuencia del auge en la producción tabacalera. Tabla 1.2 Población de Caguas 1878 - 1897
Año Población
1877 16,099 1881 16,641 1882 16,823 1883 17,035 1887 15,031 1897 17,820 Fuentes:Vázquez Calzada, José L. La población de Puerto Rico y su trayectoria histórica. Río Piedras: Raga Upset Printing Services, 1988. Págs. 355-356; Bunker, Oscar L., Historia de Caguas. Tomo I. Barcelona: I.G. Manuel Pareja, 1975; Resumen del padrón general de habitantes. A.G.P.R. Fondo: Diputación Provincial. Serie: Administración Local. Caguas. Cajas 82 y 84.
Durante el último tercio del siglo XIX el municipio de Caguas experimentó momentos de crisis económica. A través de informes y peticiones que los munícipes cagüeños hacían a la Diputación Provincial y al Gobierno General, se desprende información que nos indica que la situación del municipio no era la mejor. Otros indicadores cuantitativos en el que también se reflejan los momentos de crisis económica del municipio son los presupuestos ordinarios municipales. En una instancia relacionada al cupo territorial que el municipio de Caguas debía pagar al Gobierno General en 1888, el Ayuntamiento expresó la mala situación que estaba atravesando la localidad. Su señalamiento era principalmente hacia el renglón de la riqueza agrícola.10 Refiriéndose a la riqueza agrícola de la localidad;
… la Comisión hará constar que sabido es que está en decadencia la esta localidad por la depreciación del azúcar, único artículo que forma, puede decirse su riqueza pues los demás como el arroz, maíz, batatas se cosechan en tan pequeña cantidad que no bastan
9 Ibid., pág. 48. 10 A.H.M.C. Actas del Cabildo. 24 de febrero de 1888. Folios 36-40. Caja 21.
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para el consumo de la jurisdicción, siendo necesario adquirirlos de otras. Caguas no produce café que es lo que da vida a los pueblos de la Ysla, pues son pocos los gastos que ocasiona importando todo, y sus exclusivas riquezas consisten en la caña y el tabaco, la primera tan abatida por el poco precio del azúcar, según se ha dicho, y el segundo de tan difícil cosecha, que muchas veces pierden cantidades considerables los que se emplean en su cultivo, como ha sucedido en el año ppdo, en que aún está por realizar la mayor parte del poco que se cosechó. Queda pues, reducida la agricultura de esta localidad a los frutos menores, que a nadie, se oculta, mejor que ganancias dan pérdidas. 11
A través de este informe el Ayuntamiento solicitaba a la Diputación Provincial una rebaja en la contribución subsidiaria o de lo contrario muchos de los contribuyentes se verán en la situación de dejar sus fincas. En la misma descripción de la situación del municipio se establece que la producción azucarera estaba en decadencia pues de las doce haciendas azucareras localizadas en la jurisdicción de Caguas hacía ocho o nueve años, sólo quedaban tres y sus terrenos ya no se encontraban en condiciones aptas para su cultivo. En cuanto al café, la Comisión estableció que sólo 134 cuerdas eran dedicadas al cultivo de este grano y que estaba destinado para consumo de la localidad y no para la exportación como en el caso de Yauco. Un factor que empeora aún más la situación de la producción agrícola para la exportación era la distancia de treinta y seis kilómetros en que se encontraba el puerto de San Juan, distancia la cual requería altos costos para movilizar los limitados frutos al lugar. La disminución poblacional fue otro problema que el municipio enfrentó en varias instancias y que la Comisión denunció. De acuerdo al censo poblacional de 1887 Caguas experimentó una baja poblacional de 2,004 habitantes. El informe establecía que muchas familias decidieron abandonar el pueblo en búsqueda de trabajo en otras jurisdicciones como Cayey. Al hacer un estudio de los gastos e ingresos en los presupuestos ordinarios del municipio durante las décadas de 1880 y 1890 observamos una serie de fluctuaciones en los gastos e ingresos que reflejan el estado de inestabilidad económica que atravesaba el pueblo. Si observamos la Tabla 1.3 encontramos que durante los primeros nueve años, a partir del año económico de 1878 a 1879 y con excepción del año económico de 1879 a 1880 en que hubo una baja, los presupuestos ordinarios mantuvieron una tendencia al alza en sus gastos e ingresos. 11 Ibid. 134
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Sin embargo, a partir del presupuesto ordinario de 1888-89, comenzó a experimentarse una baja en los gastos e ingresos del municipio.12 Para ese año el presupuesto estuvo en 40,121.39 pesos, mientras que el presupuesto de 1887-88 fue de 160.87 pesos más que el anterior. No tenemos los datos del presupuesto ordinario de 1886-87, pero de acuerdo a un documento de la Actas del Cabildo, en el proyecto del presupuesto del año económico 1887-88, la Administración Municipal solicitó la implementación de una serie de economías debido a la difícil situación económica por la que atravesaba la localidad.13 Esas economías serían de 2,265 pesos. Días más tarde el Gobierno General aprueba el presupuesto con una serie de modificaciones.14 Si observamos la Gráfica 1.1 entre los años de 1889 y 1893 los presupuestos ordinarios experimentaron una serie de fluctuaciones en los gastos e ingresos que podrían indicarnos que este periodo fue el más crítico de esas últimas dos décadas del siglo XIX. Podemos identificar los momentos en que los presupuestos cayeron en sus cifras más bajas. Estos fueron de 1889-90, 1890-91 y 1891-92. Hay otros dos momentos en que los presupuestos vuelven a caer aunque no a su punto más bajo. Estos fueron los presupuestos de 1894-95 y 1895-96. Tabla 1.3 Presupuestos ordinarios del Municipio de Caguas, 1878-1897 Años económicos 1878-79 1879-80 1880-81 1881-82 1882-83 1883-84 1884-85 1885-86 1886-87 1887-88 1888-89 1889-90 1890-91 1891-92 1892-93 1893-94 1894-95 1895-96 1896-97
Gastos en pesos Ingresos en pesos 22,247.04 22,247.04 19,842.63 19,842.63 21,417.76 21,417.76 22,515.87 22,515.87 22,881.93 22,881.93 29,231.01 29,231.01 32,866.93 32,866.93 ________ ________ ________ ________ 40,282.26 40,282.26 40,121.39 40,121.39 30,192.31 30,192.31 24,866.34 24,866.34 29,889.20 29,889.20 34,209.20 34,209.20 39,329.59 39,329.59 37,899.51 37,899.51 37,454.34 37,454.34 43,144.46 43,144.46
Fuentes: A.H.M.C. Presupuestos Ordinarios del Municipio de Caguas 1878-1897; Coll y Toste, Cayetano. Reseña del estado social, económico e industrial de la isla de Puerto Rico al tomar posesión de ella los Estados Unidos. Puerto Rico: Imprenta de La Correspondencia, 1899.
12 A.H.M.C. Sección: Finanzas. Subsección: Contabilidad. Presupuesto ordinario para el año económico 1888-89. 13 A.H.M.C. Actas del Cabildo. 20 de mayo de 1887. Folio 80- 87. Caja 20. 14 A.H.M.C. Actas del Cabildo. 27 de mayo de 1887. Folio 88-89. Caja 20.
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gráfica 1.1 Fluctuaciones de gastos presupuestarios en el municipio de Caguas, 1878 - 1897
Fuentes: A.H.M.C. Presupuestos Ordinarios del Municipio de Caguas 1878-1897; Coll y Toste, Cayetano. Reseña del estado social, económico e industrial de la isla de Puerto Rico al tomar posesión de ella los Estados Unidos. Puerto Rico: Imprenta de La Correspondencia, 1899.
Modernización: reacción a las crisis económicas Durante el último tercio del siglo XIX en Puerto Rico hubo una tendencia a nivel municipal de impulsar proyectos de modernización. Este proceso de modernización estuvo insertado dentro del contexto de las crisis económicas que azotaron a la isla durante el mismo periodo de tiempo. James L. Dietz establece que durante la segunda mitad del siglo XIX se dio una tendencia al cambio y al progreso, un proceso de desarrollo económico y social, combinados con los efectos de las ideas burguesas modernizantes de Europa y Norteamérica.15 Esto me lleva a plantear una relación directa entre los procesos de modernización y las crisis económicas. Al igual que un grupo de productores de azúcar recurrió a lo moderno –tecnología moderna importada de Europa y Estados Unidos– para enfrentar la crisis azucarera a finales del siglo XIX, los ayuntamientos también impulsaron medidas modernizantes que ayudarían a contrarrestar los efectos de las crisis económicas a nivel municipal.16 Por la naturaleza de la economía agrícola destinada a los 15 James L. Dietz, Historia económica de Puerto Rico. (Río Piedras: Ediciones Huracán, 2002), pág. 95. 16 Los productores de azúcar a nivel mundial implementaron maquinaria moderna para enfrentar la crisis azucarera a finales del siglo XIX. Para más detalles ver a Teresita Martínez Vergne, “La transición en el Caribe: Reflexiones en torno a Between Slavery And Free Labor”. Historia y Sociedad. (Año 11, 1989), págs. 148 – 164 y en Andrés Ramos Mattei, La sociedad del azúcar en Puerto Rico: 1870 – 1910. (Río Piedras: Decanato de Asuntos Académicas de Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, 1988). Otros productores con más recursos económicos decidieron centralizar la producción azucarera al establecer las llamadas centrales azucareras. Para más detalles ver a Teresita Martínez –Vergne, Capitalism in Colonial Puerto Rico. Central San Vicente in the Late Nineteenth Century (Gainesville: University
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mercados de exportación, Caguas al igual que otros municipios estuvo a merced de los vaivenes o fluctuaciones de los mercados internacionales sufriendo el impacto de las crisis económicas a finales del siglo XIX. Antes de continuar es importante definir el concepto modernización. De acuerdo a Marshall Berman la modernización es, “un complejo de estructuras y procesos materiales –políticos, económicos y sociales– que, supuestamente, una vez que se ha puesto en marcha, se mueve por su propio impulso, con poca o nula aportación de mentes o almas humanas”.17 Max Weber cree que el mundo moderno se ha caracterizado por la racionalización –elemento fundamental de la vida moderna– de todos los aspectos de la vida del ser humano. El proceso de racionalización abarcó la vida económica, política, y legal de los seres humanos.18 Por lo tanto podríamos definir modernización como el proceso de transformación económica y social, de desarrollo tecnológico y de racionalización. El proyecto de modernización descansaba sobre el fundamento de la razón dirigido hacia el progreso. Con el uso de la razón sería posible un progreso ilimitado, llevando a la humanidad a la felicidad. El hombre moderno tenía en su agenda varias metas a alcanzar, por un lado el crecimiento personal y por el otro, el mejoramiento de su entorno físico.19 Por lo tanto el ser racional recurría a la sistematización, racionalización y ordenamiento de las estructuras políticas, económicas y sociales con el objetivo de alcanzar un mayor rendimiento de las mismas. Precisamente ese proceso de modernización se manifestó a través de la construcción de ferrocarriles, carreteras y puertos como resultado de una serie de necesidades por el aumento en la demanda de productos por parte de los países del centro.20 También este proceso de manifestó a través de la implementación de leyes y reglamentos modernos que regularían la higiene pública y la propiedad agrícola. El ferrocarril ha sido considerado una de las más notorias manifestaciones de modernización durante los siglos XIX y XX.21 Este medio de transporte Press of Florida, 1992); Peter Eisenberg, The Sugar Industry in Pernambuco, 1849–1910. Modernization Without Change. (Berkeley:University of California Press, 1974) y Fe Iglesias García, Del ingenio al central. (Río Piedras: Editorial de la Universidad de P.R., 1988). 17 Marshall Berman, Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad (México: Siglo Veintiuno Editores, 2001), pág.129. 18 Max Weber, La ética protestante y el espíritu del capitalismo. (Barcelona: Ediciones Península, 1979), págs. 5-22. 19 Martínez Vergne, op.cit., págs.13-14. 20 Ibid., págs. 75 – 76. 21 El ferrocarril, más que una invención, fue el resultado de un esfuerzo de creación colectiva dentro de un proceso revolucionario del desarrollo científico y técnico. Este pasó por varias fases de desarrollo. Primero surgió el uso de vagones que se desplazaban por rieles en las LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)
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estuvo vinculado al desarrollo económico de los países europeos más industrializados y a los menos desarrollados como ha sido el caso de los países latinoamericanos. El surgimiento del ferrocarril se lo debemos a la Revolución Industrial que tuvo lugar en Europa –específicamente en Inglaterra– y su difusión a partir de la segunda mitad del siglo XVIII y subsiguiente desarrollo en la Segunda Revolución Industrial que tuvo lugar durante el último tercio del siglo XIX en Europa.22 Precisamente durante el último tercio del siglo XIX tanto el Gobierno General de Puerto Rico como sus municipios mostraron interés en insertarse en el mundo moderno a través del establecimiento del ferrocarril. La importancia de los ferrocarriles es aún mayor en el contexto de crisis económica en que se encontraba el país y el mundo por la necesidad de dar salida a los productos agrícolas de una manera más barata y efectiva. Por lo tanto, resultaría en una ventaja mayor para los productores agrícolas al ser más rápida y segura la movilización de la producción, los costos de transportación se abaratarían y las cantidades de mercancía y frutos serían mayores.23 El año de 1878 fue muy importante para la isla, pues quedó establecida la política para el desarrollo de los “caminos de hierro”. Se autorizaba la construcción del ferrocarril de circunvalación, saliendo de San Juan a través de toda la costa de la isla.24 En 1888 se le otorgó la concesión de la construcción del ferrocarril de circunvalación al empresario catalán Ivo Bosch que luego cedió a la Compañía de Ferrocarriles de Puerto Rico en la que era accionista.25 El capital invertido en la construcción de los ferrocarriles estuvo a cargo en su mayoría por inversionistas franceses aunque también participaron accionistas españoles y hasta belgas. A la llegada de los estadounidenses a la isla en 1898 sólo se habían inaugurado minas. Para el siglo XVIII todas las minas en Inglaterra poseían este sistema. No fue hasta el 1804 que Richard Trevithick construyó el primer modelo impulsado por un motor de vapor. En 1814 George Stephenson mejoró aquella máquina construyendo una que fuera capaz de mover treinta toneladas a una velocidad de cuatro millas por horas. Para el año de 1825 quedó inaugurado en Inglaterra el primer tren de carga y pasajero movido por una locomotora que se desplazaba a una velocidad de cincuenta kilómetros por hora. Este nuevo adelanto comenzó a expandirse inmediatamente por toda Europa. Ver en Oscar Zanetti y Alejandro García, Sugar&Railroads. Cuban History, 1837-1958. (Chapel Hill: The University of North Carolina Press, 1998), págs. 18 – 20. 22 Jackson J. Spielvogel, Civilizaciones de Occidente. Vol. B. (México: International Thompson Editores, 1999), págs. 706 – 735 y págs. 812 – 845. 23 Guillermo Baralt, Yauco o las minas de oro cafetaleras (1756–1898). (San Juan: 1984), pág. 46. 24 María Asunción García Ochoa, La política española en Puerto Rico durante el siglo XIX. (Río Piedras: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1982), págs. 375 - 377. 25 Martín Ramos, op.cit., págs. 145 – 146. 138
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tramos vías, por lo que no se había concretado todo el proyecto de circunvalar la isla. (Ver Mapa 1.1)
Mapa 1.1 Plan General de Ferrocarriles de Puerto Rico, 1888 Fuente: María A. García Ochoa, La política española en Puerto Rico durante el siglo XIX. Río Piedras: Editorial de la Universidad de PuertoRico,1982.
El ayuntamiento de Caguas respondió positivamente a la solicitud de cooperación hecha por el Sr. Pablo Ubarri a los municipios envueltos en el proyecto del ferrocarril. El alcalde de Caguas, José María de la Vega, entendía que este proyecto era sumamente importante para sacar al municipio de la crisis económica en que encontraba. Estas declaraciones del alcalde de Caguas nos demuestran el gran interés de los municipios de impulsar proyectos de modernización, como el ferrocarril, para enfrentar las crisis económicas que impactaron a la isla a finales del siglo XIX. La moción del alcalde fue apoyada por los miembros del ayuntamiento, el Síndico Manuel Giménez Sicardó y el Concejal Odón Somonte, quienes acordaron contribuir con la cantidad de 30,000 pesos por espacio de 20 años, o sea 1,500 pesos por año.26 Para el año 1885 el Ministerio de Ultramar envió una carta al Gobierno General de Puerto Rico comunicándole la inclusión en el plan general de ferrocarriles de la isla de Puerto Rico, un ferrocarril económico de vía estrecha que partiría de Caguas pasando por los pueblos de Gurabo, Juncos, Humacao y terminaría en el puerto de este o del de Naguabo.27 26 A.H.M.C. Actas del Cabildo. 18 de enero de 1883. Folio 13. Caja 16. 27 A.G.P.R. Fondo: Obras Públicas. Sub-fondo: Ferrocarriles y Tranvías. Serie: Expedientes y documentos relativos a ferrocarriles. Correspondencia relacionada a la construcción de las vías ferroviarias del tramo de Caguas, Juncos, Las Piedras y Humacao. 1890 – 1891. Leg.30. Exp.250. Caja 21.
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Este tramo del ferrocarril correspondía a la Línea (5) E cuya longitud sería de 50 kilómetros,28 pero estuvo en la controversia de qué ruta debía seguir: si de Caguas a Humacao por Juncos o de Caguas a la Playa de Naguabo por Juncos. Esta controversia se suscitó entre los años 1890 a 1891 cuando los diputados provinciales Don Ricardo Mendizábal, Don José Cerra y Don Juan Garzot, en representación de varios vecinos y ayuntamientos del área, solicitaron que se sustituyera la línea férrea de Caguas a Humacao por Juncos por la de Caguas a Naguabo por Juncos.29 Sin embargo, el 30 de enero de 1891 esta controversia quedó resuelta cuando el Ministerio de Ultramar denegó la instancia de los diputados provinciales que buscaban cambiar el trazado del ferrocarril. Cuatro años más tarde, el alcalde de Caguas don Francisco Méndez tuvo que emprender un fuerte cabildeo en las Cortes españolas porque la Compañía de Ferrocarriles pretendía abandonar la idea de construir el ferrocarril de Carolina a Ponce pasando por Caguas y por lo tanto la línea de Caguas a Humacao por Juncos. Según la Compañía esta idea está basada en los reclamos que han hecho los mismos moradores de la parte Este y Sur de la Provincia a lo que el alcalde expresó, Ympuesto el ayuntamiento acordó rechazar desde luego el fundamento bien ridículo por cierto en que dícese se apoya la Compañía ferrocarrilera para tratar de abandonar la línea férrea, pues ninguno de los habitantes de esta Ciudad desea la supresión del ramal de que se ha hecho mérito antes por el contrario aspiran ardientemente todos a que se construya sin pérdida de momento… 30
El alcalde expresó su preocupación de que esta decisión provocaría graves daños económicos al municipio y estaría en contra del bienestar y progreso de la localidad. Además, alega el alcalde, la concesión de este proyecto ya había sido aprobada por las Cortes e incluida en el plan general de ferrocarriles por gestiones del municipio. El ayuntamiento acordó enviar una petición al Ministro de Ultramar “suplicándole se digne rechazar toda idea o proyecto que tienda a desvirtuar o dejar sin efecto la construcción del ramal de que se trata…”.31 Es a través del 28 Martín Ramos, op.cit., págs. 142 – 143. 29 A.G.P.R. Fondo: Obras Públicas. Sub-fondo: Ferrocarriles y Tranvías. Serie: Expedientes y documentos relativos a ferrocarriles. Correspondencia relacionada a la construcción de las vías ferroviarias del tramo de Caguas, Juncos, Las Piedras y Humacao. 1890 – 1891. Leg.30. Exp.250. Caja 21. 30 A.H.M.C. Actas del Cabildo. Año 1895. Folios 57 – 58 reverso. Caja 26 y en A.H.N. Ultramar. Documentos relativos al expediente de prorroga y caducidad de ferrocarriles. 426. Exp.16. 1892 – 1896. 31 Ibid. 140
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Diputado Juan José García Gómez que la Corporación decidió elevar al Ministro de Ultramar el acuerdo tomado por el ayuntamiento. En la década de 1890 se dieron varias instancias en que el ayuntamiento de Caguas agradeció las gestiones hechas por varios Diputados del Distrito de Humacao relacionadas a la concesión y construcción del ferrocarril en la región oriental de la isla. Entre esos diputados se encontraban don Antonio Alfau y Baralt, don Juan José García Gómez y don José Ramón de Flores y Losada. Al Diputado Alfau y Baralt le agradecieron entre otras cosas haber logrado la concesión del ramal de Carolina a Caguas.32 A través de los Diputados por el Distrito de Humacao, Juan José García Gómez y José Ramón de Flores y Losada, la Corporación acordó mantener el cabildeo para que los ramales de Carolina a Caguas y de Caguas a Humacao no fueran eliminados del plan general de ferrocarriles de la isla. El ayuntamiento expresó su gratitud al Diputado por su compromiso y defensa del proyecto del ramal del ferrocarril de la región Este de la isla ya que a través de un artículo publicado en el periódico de Madrid, El Economista, defendió los beneficios que no sólo reportarían al municipio sino a la isla entera la construcción de este ramal.33 En una de las instancias, el ayuntamiento, a través de su alcalde, vuelve a instar al Diputado por Humacao, García Gómez a que continúe sus gestiones relacionadas al ferrocarril de la región oriental de isla.34 En otra, pide al Diputado José Ramón de Flores y Losada que interpusiera su influencia a fin de que se hiciera realidad el ramal que conectaría Caguas con Humacao.35 Otro de los proyectos de modernización impulsados por el municipio de Caguas fue la construcción y mejoras de carreteras, tan importante para el desarrollo y progreso de las sociedades. El municipio propulsó el desarrollo de varias vías de comunicación clasificadas de primer orden y tercer orden. Entre las décadas de 1860 y 1880 el Gobierno Central impulsó medidas para la construcción de carreteras en la isla. (Ver Mapa 1.2) En 1885 el Ministerio de Ultramar aprobó una Real Orden que facultaba a los gobernadores a aprobar los proyectos de toda clase de servicios y obras públicas que no excedieran las 40,000 pesetas. En 1886 se aplica la Ley y el Reglamento de Carreteras de la Península a la isla.36 A pesar que el Ministerio de Ultramar aprobó todas estas reales órdenes, la situación de las carreteras en la isla seguía difícil. De las vías de primer orden, Caguas formó parte de la ruta de la Carretera Central, cuyo 32 A.H.M.C. Actas del Cabildo. 6 de diciembre de 1893. Folios 243 – 244. Caja 25. 33 A.H.M.C. Actas del Cabildo. 22 de julio de 1896. Folios 116 – 116 reverso. Caja 27. 34 A.H.M.C. Actas del Cabildo. 18 de noviembre de 1896. Folio 216. Caja 27. 35 Ibid. 36 García Ochoa, op.cit. pág. 373. LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)
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trayecto estaba trazado entre la ciudad capital de San Juan atravesando el pueblo de Caguas entre otros pueblos, hasta la ciudad señorial de Ponce. Las vías de tercer orden o caminos vecinales también formaron parte de los planes del municipio de modernizar las vías de comunicación con los pueblos vecinos. Estas vías fueron el camino que conduce a San Lorenzo (Hato Grande), el camino hacia Cidra, el camino hacia el municipio de Aguas Buenas y el camino hacia Gurabo. El ayuntamiento de Caguas reconocía la importancia que tenían las vías de comunicación para el desarrollo y progreso de los pueblos; El Ayuntamiento, teniendo en cuenta que una de las bases del progreso de los pueblos estriba en tener buenas vías de comunicación por donde puedan conducirse, sin riesgo y sin ímprobo trabajo, los artículos para el consumo general; que la rapidez en las comunicaciones trae el adelanto moral y material de los países; y que mientras más de esas vías de comunicación existan mayor es el comercio y por tanto mayor también es el bienestar de los pueblo, y considerando que a la Excm Diputación Provincial, por su carácter de representante de la Provincia, corresponde auxiliar a los pueblos en un asunto que tantos beneficios reporta al comercio y a la industria acordó dirigirse a la citada Corporación suplicándole se sirva subvencionar a este municipio con la suma de cuatro mil pesos anuales hasta terminar y poner en buenas condiciones el camino que de esta villa conduce a Aguas Buenas…37
Mapa 1.2 Plan General de Carreteras y Caminos Vecinales de Puerto Rico, 1870 Fuente: García Ochoa, op.cit.
37 A.H.M.C. Actas del Cabildo. 4 de octubre de 1893. Folios 203 reverso – 204. Caja 25. 142
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A través de esta instancia de 1893 en que el ayuntamiento de Caguas solicitaba la ayuda de la Diputación Provincial para terminar la carretera de Caguas a Aguas Buenas dejó expresado esa visión de progreso material y moral, típico del pensamiento moderno. Después de la carretera del litoral, la que más interés y esfuerzo significó para el Gobierno General y los municipios envueltos fue la Carretera Central. Como mencioné anteriormente esta vía conectaba a los dos municipios más importantes de la isla, San Juan y Ponce a través de Caguas. Esta carretera comenzó a construirse en 1842 y fue terminada en 1888, fecha en que San Juan y Ponce quedaron unidas. Durante la gobernación de José Lemery de 1885 al 1887 se había terminado el trayecto entre San Juan y Caguas. Esta tenía una distancia de 41 kilómetros y fue considerada una de las mejores y más transitadas vías de la isla.38 Esta carretera significó para los comerciantes y propietarios de tierras rapidez, economía y comodidad en los viajes. El tramo de San Juan a Caguas no se concibió como parte del proyecto de la Carretera Central ya que para la fecha en que fue abierta, en 1855, no se había gestado dicho proyecto.39Cuando se presenta el plan de la Carretera Central es entonces cuando el tramo de San Juan a Caguas, ya construido, se convierte en el primer tramo de dicha vía. El otro tramo que involucra a Caguas en este proyecto es el trayecto de Caguas a Cayey.40 En 1875, el gobernador de la isla José Laureano Sanz sometió al Ministro de Ultramar el anuncio de subasta y pliego de condiciones facultativas para la sección de Caguas a Cayey y la solicitud del permiso para comenzar la construcción.41 El 15 de junio de 1881 quedó totalmente abierta al tránsito la sección de Caguas a Cayey con una longitud de 19,732.60 metros y un ancho de carretera de 6 metros.42 Uno de los aspectos que tuvo que enfrentar el municipio de Caguas relacionado a la construcción de la Carretera Central fue la construcción de la travesía, trayecto de carretera que forma parte de esta vía de primer orden y que pasaba por el casco del pueblo. El ayuntamiento solicitó en 38 Ibid., pág. 71. 39 María de los Ángeles Castro, “La construcción de la Carretera Central en Puerto Rico (Siglo XIX)” Tesis sometida al Departamento de Historia de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Puerto Rico en cumplimiento del requisito parcial para optar al grado de Maestro en Artes. Río Piedras, Universidad de Puerto Rico, 1969. Págs. x-xii. 40 A.H.N. Ultramar. Sobre construcción de carretera de la capital a Ponce. 1875 – 1894. 358. Exp.10. 41 Ibid., pág. 46. 42 Ibid., págs. 51- 67. LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)
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varias ocasiones al Gobierno General que se hiciera cargo de construir la travesía de la Carretera Central debido a que la Corporación no tenía los recursos necesarios para llevar a cabo dicha obra.43 En adición, el ayuntamiento expuso que las calles por donde pasaría la travesía no se encontraban en buenas condiciones. El Gobierno General dispuso someter este expediente al Ministerio de Ultramar solicitando que se tomaran en cuenta varias razones por las cuales el Estado debía hacerse cargo de la travesía no sólo del municipio de Caguas sino también del municipio de Aibonito por donde pasa también la Carretera Central. Las diversas razones que expone el Gobierno General ante el Ministerio de Ultramar son la falta de recursos económicos, posiblemente como efecto de las crisis económicas; a los otros por donde pasa la Carretera Central, Río Piedras, Cayey y Coamo les fueron construidas las travesías con fondos del Estado. En el caso de Juana Díaz se construyó con sus fondos municipales. El Gobierno General entiende que no sería justo ni equitativo privarlos de la travesía más aún cuando al igual que aquellos a quienes se les construyó aportan en contribuciones a la Provincia.44 Otra razón es que esta travesía, como parte del proyecto de la Carretera Central, es de reconocida utilidad no sólo para los intereses de las localidades de Caguas y Aibonito sino también para los de la isla en general. Por lo tanto, pide que el Ministerio de Ultramar tome en consideración las razones expuestas. Resulta interesante según se desprende de este expediente, la defensa tan férrea que hace el Gobierno General de los municipios de Caguas y Aibonito. Por otro lado, el ayuntamiento de Caguas promovió el desarrollo y conservación de los caminos vecinales. El ayuntamiento, por orden del Gobierno General constituyó una comisión compuesta por los señores concejales don Juan Ysern, don Benito Polo y los mayores contribuyentes don Diego Lizardi, don Regis Ramos y don Manuel Sicardó con el propósito de elaborar una memoria sobre las condiciones en que se encuentran los caminos municipales.45La Comisión concluyó que tres son los caminos vecinales que requieren reparación o ser terminados: el camino que conduce a Hato Grande, el que comunica con Cidra y el de 43 A.H.N. Ultramar. Ayuntamiento de Caguas pide que el Estado construya travesía de la ciudad. 1896. 360. Exp.32. 44 Ibid. 45 A.H.M.C. Actas del Cabildo. 29 de marzo de 1878. Folio 10. Caja 12.Actas del Cabildo. 10 de mayo de 1878. Folio 18. Caja 12.
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Aguas Buenas.46 El camino hacia Hato Grande requería una inversión de entre 3,000 a 4,000 pesos. Los ayuntamientos de Caguas y Hato Grande llegaron a un acuerdo para que cada uno aportara la mitad de la inversión.47 En relación al camino hacia Cidra, el ayuntamiento de Caguas acordó que se continuara con la construcción del mismo sin que excediera la cantidad de 6,000 pesos.48 El camino hacia Aguas Buenas requirió no sólo del esfuerzo económico del ayuntamiento de Caguas sino de un grupo de comerciantes del pueblo de Aguas Buenas para reparar al menos la parte correspondiente a su jurisdicción.49 Para el año 1896 el municipio de Caguas recibió una subvención de 1,000 pesos por parte de la Diputación Provincial para la reparación del camino vecinal que conducía a Aguas Buenas.50 El ayuntamiento, en ánimo de mantener en buenas condiciones sus caminos ya construidos, decidió nombrar a un individuo para vigilarlos. Este tendría las tareas de hacer cumplir las ordenanzas de carreteras, ocuparse de la conservación de los caminos, sus cunetas y paseos y dar informe al ayuntamiento sobre los desperfectos que pudieran estar ocurriendo en dichos caminos.51 Para este mismo año un informe del ayuntamiento sobre caminos vecinales dejó establecido que las vías habían mejorado considerablemente en específico las de Hato Grande y Aguas Buenas, siendo este último el que “surte a este de los frutos más necesarios a la alimentación de la vida…”52 Una de las prácticas modernas que se implementó en la sociedad puertorriqueña decimonónica fue la higiene pública. Estas prácticas llegaron a Puerto Rico a través de Europa, Norteamérica y otros países de Latinoamérica durante los siglos XIX y XX.53 La doctrina higienista tenía varios objetivos. Primeramente mejorar la salud de los individuos convirtiéndolos en seres humanos más saludables, fuertes y felices. Sin embargo, detrás de este objetivo subyacía la meta de desarrollar una clase trabajadora que respondiera a las necesidades de la oferta de trabajo. Su fin era crear trabajadores más saludables y por lo tanto una producción más eficiente. El ser humano se convertía en un medio de 46 A.H.M.C. Actas del Cabildo. 10 de septiembre de 1878. Folios 56 reverso – 58. Caja 12. 47 A.H.M.C. Actas del Cabildo. 7 de febrero de 1878. Folio 4. Caja 12. 48 A.H.M.C. Actas del Cabildo. 10 de septiembre de 1878. Folios 56 reverso – 58. Caja 12. 49 A.H.M.C. Actas del Cabildo. 1895. Folios 233 – 233 reverso. Caja 26. 50 A.H.M.C. Actas del Cabildo. 17 de junio de 1896. Folios 91 reverso – 92. Caja 27. 51 A.H.M.C. Actas del Cabildo. 8 de julio de 1880. Folio 175 reverso. Caja 13. 52 A.H.M.C. Actas del Cabildo. 15 de julio de 1880. Folios 7 – 8 reverso. Caja 13. 53 Juan Pío Martínez, “Higiene y hegemonía en el siglo XIX. Ideas sobre alimentación en Europa, México y Guadalajara.” Espiral. Vol. 8. Núm.23. (enero-abril de 2002), págs.163 – 164. LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)
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la modernización no en su fin. Pero además perseguía otro objetivo: el control social sobre la población, principalmente en aquellos urbanos y de producción. El municipio de Caguas, al igual que muchos municipios, experimentó problemas de higiene pública. En las actas del cabildo durante las décadas de 1870, 1880 y 1890 pudimos observar las continuas denuncias de los propios munícipes sobre las malas condiciones higiénicas en que se encontraba la localidad. Por ejemplo, hubo una instancia en que vecinos se quejaron por las aguas sucias que se arrojaban a la calle; Dada cuenta por el Señor Presidente de habérsele producido la queja de que en varios puestos de la población existen cañerías que conducen a la calle las aguas sucias que se vierten en su interior, produciendo esto mala vista consiguiente, depósito de aguas fétidas en cantidades crecidas y una atmósfera viciada que según la opinión emitida por el Señor Médico Titular perjudica notablemente la salud pública54
Ante esta situación el ayuntamiento articuló una política higienista dirigida a mejorar la calidad de vida de los individuos. Estas medidas iban dirigidas a mantener la limpieza de las calles y aceras, a suplir agua potable, y a mejorar las condiciones de la Carnicería y Cementerio Municipal.55 En el caso de Caguas encontré un acta con fecha del 10 de diciembre de 1898 –cronológicamente fuera del periodo aquí estudiado– donde la Junta Local de Sanidad, reunida bajo la dirección del alcalde don Celestino Solá, decidió tomar una serie de medidas en beneficio de la higiene pública. Dentro de estas medidas se encontraban aquellas dirigidas a proteger la calidad de los abastos de agua potable para la población.56 El recogido de basura también fue reglamentado por el municipio de Caguas. En 1880 el Alcalde Presidente don José María de la Vega recomendó adoptar medidas dirigidas a acabar con la acumulación de basura que atentaba contra la salud de los habitantes.57 El ayuntamiento acordó aumentar a 25 pesos el gasto por concepto de recogido de basura en el presupuesto extraordinario.58 54 A.H.M.C. Actas del Cabildo. 2 de octubre de 1879. Folio 149. Caja 10. 55 A.H.M.C. Actas del Cabildo. 6 de mayo de 1879. Folio 41. Caja 10. Actas del Cabildo. 7 de agosto de 1879. Caja 10. 56 A.H.M.C. Actas de la Junta de Sanidad. 10 de diciembre de 1898. Caja 1. 57 A.H.M.C. Actas del Cabildo. 1880. Caja 13. 58 Ibid. 146
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Un año antes, 1879, se habían tomado medidas para el control de animales realengos por las calles del pueblo. Estos animales ponían en riesgo la salud de la personas y afeaban el ornato del pueblo. Algunas de estas medidas fueron que todos los vecinos que tuvieran perros los amarraran en un sitio seguro para así evitar la hidrofobia. El que no cumpliera con la orden se le impondría una multa de 50 pesos.59 También se prohibieron animales sueltos, como cabros, en lugares públicos como calles y plazas.60 Otra de las medidas tomadas por el Ayuntamiento fue la prohibición de venta de comida y otros artículos en las aceras y calles para obligar a los vendedores a establecerse en las plazas de mercado.61 En 1882 los médicos titulares Giménez Sanjurjo y Giménez Villena hicieron ciertas recomendaciones para evitar el desarrollo de epidemias en el pueblo. Entre estas recomendaciones se encontraba la limpieza de los conductos de aguas sucias, letrinas y alcantarillas. También recomendaron la limpieza de calles, corrales, patios y la prohibición de la crianza de cerdos en el pueblo.62 Además recomendaron la inspección de establecimientos públicos donde se expedían alimentos. Por otro lado, se recomienda prohibir la introducción de cadáveres del campo por el centro de la población, descubiertos o simplemente envueltos en un lienzo.63 Otra recomendación que se hizo fue prohibir en la localidad perros sueltos sin llevar un bozal, porque de lo contrario se ordenaría la matanza de todos los que vaguen por el pueblo. La Corporación acogió todas las recomendaciones hechas por los médicos titulares y nombró una comisión para que velara por el cumplimiento de las medidas de higiene aprobadas. Otra de las áreas que reglamentó el Ayuntamiento fue la prostitución. Durante la década de 1870 en Puerto Rico se redactaron reglamentos dirigidos a mantener un control sobre la higiene de las prostitutas. Estas reglamentaciones estuvieron basadas en el modelo francés –de progreso y civilización– que había sido adoptado por España. En 1897 el Ayuntamiento de Caguas aprobó un reglamento conocido como Higiene de Prostitución, cuyo propósito era mantener un control sistemático sobre las enfermedades de transmisión sexual. De acuerdo a este reglamento las mujeres dedicadas a esta profesión tenían que inscribirse, pasar por un reconocimiento médico y pagar una contribución mensual.64 De 59 A.H.M.C. Expediente sobre perros. 1879. Caja 7. 60 A.H.M.C. Actas de la Junta de Sanidad. 13 de septiembre de 1892. Caja 1. 61 A.H.M.C. Actas del Cabildo. 11 de febrero de 1882. Folio 43. Caja 15. 62 A.H.M.C. Actas del Cabildo. 27 de abril de 1882. Folios 122 reverso – 123 reverso. Caja 15. 63 Ibid. 64 A.H.M.C. Expediente sobre la prostitución. Sección: Secretaría. Sub-sección: BeneficenLOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)
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esta forma el Municipio de Caguas enfrentaba este problema desde una perspectiva de salud pública con el objetivo de detener el aumento en las enfermedades de contagio sexual.65 Además de regular la higiene pública también se reguló la tenencia de tierras a través de la implementación de la Ley de Hipoteca y Registro de la Propiedad de 1880. El objetivo de esta ley aprobada por el gobierno español era oficializar el proceso de privatización de tierras para capitalizar la producción agraria frente a la mala situación económica. Esta ley era considerada moderna, pues trastoca la tenencia tradicional de tierras. Los impulsores de esta ley entendían que garantizando la propiedad privada se fomentaba el progreso y la modernización del país. El Estado colonial buscaba desmantelar la agricultura de subsistencia con el objetivo de fomentar la producción agrícola para la exportación.66 Todo aquel que no pudiera formalizar los títulos de propiedad automáticamente perdía el acceso a su tierra. Apoyos y resistencias al proyecto moderno En el municipio de Caguas hubo un grupo de personas influyentes y munícipes que apoyaron el proyecto moderno. Sin embargo, hubo grupos que pusieron resistencia al proyecto moderno como el campesinado. El perfil socio económico de los que apoyaban el proyecto moderno era el siguiente: miembro del ayuntamiento, perteneciente o simpatizante del movimiento autonomista, propietario de tierras y comerciante, y algunos de ellos miembros de las logias masónicas. Dentro de este sector se encontraban cagüeños influyentes como Pedro Grillo, Marcelino López Aponte, Celestino Solá, Modesto Solá, Marcelino Solá, Diego Lizardi y Echevarría, Landelino Aponte, Nicolás Quiñones Cabezudo, Manuel García, Juan Ramón Quiñones, José A. Grillo, Rufo J. González, Federico Diez y López, Juan Díaz cia. Serie: Exp. Docs. Sub-serie: Enfermedades. Años: 1838-1934. Caja # 9; Ivonne Acosta Lespier, “Poderes y resistencias en la vida cotidiana de Caguas, 1897-1900”, en Silvia Álvarez Curbelo, Mary Frances Gallart, Carmen Raffucci, eds, Los Arcos de la Memoria. El 98 de los pueblos puertorriqueños. (San Juan: Comité del Centenario de 1898, Universidad de Puerto Rico, 1998), págs.142-157. 65 Felix R. Huertas, “Prostitución y violencia contra la mujer cagüeña 1897-1900” .Vida urbana en el Valle del Turabo 1895-1905. Serie de Conferencias. Año III, Núm.1 (octubre 1998), pág. 36. 66 Astrid Cubano Iguina, “El autonomismo en Puerto Rico, 1887-1898: notas para la definición de un modelo de política radical”. En Consuelo Naranjo Orovio, Miguel Ángel Puig-Samper y Luis M. García Mora, Eds. La Nación Soñada: Cuba, Puerto Rico y Filipinas ante el 98. (Madrid: Ediciones Doce Calles, 1996), págs. 405- 415. Sacado de Rosa Carrasquillo, Our Landless Patria. Marginal Citizenship and Race in Caguas, Puerto Rico, 1880-1910. (Nebraska:University of Nebraska Press, 2006).
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Hernández, Antonio de Jesús, José Rosario Santiago, Nicolás Aguayo, Pablo Héreter, Ramón Álvarez, Benito Polo y Gervasio García.67 Los procesos de modernización, lejos de beneficiar a todos los sectores de la sociedad, afectan adversamente a algunos. Esto provoca una resistencia de parte de aquellos que no resultaron beneficiados por ese proyecto. Este es el caso de las clases trabadoras y campesinas. De acuerdo a la historiadora Rosa Carrasquillo la implementación de la Ley de Hipoteca y Registro de la Propiedad de 1880 en Caguas desplazó a los campesinos de sus tierras por no tener los medios económicos para formalizar sus títulos de propiedad. De esta forma la clase terrateniente que tenía la riqueza para formalizar los títulos de propiedad fueron beneficiadas por esta ley moderna. Felipe Tirado y su familia, vecinos del Barrio Borinquén de Caguas, que por mucho tiempo trabajaron su tierra para adquirir el sustento diario fue uno de los que corrió la mala suerte de perder su tierra. Don Pantaleón María Colón, dueño de la propiedad le pidió a Tirado y a su familia a abandonar las tierras que por tanto tiempo les habían brindado el sustento de cada día.68 Esta fue una de esas contradicciones que generó el proyecto moderno en Puerto Rico. Un aspecto interesante de la investigación de Carrasquillo es la resistencia que la población rural manifestó a las autoridades municipales y estatales en contra de esas políticas consideradas modernas pero que afectaban la forma de vida o de subsistencia de los campesinos en el valle del Turabo. Conclusiones A finales del siglo XIX el municipio de Caguas experimentó una serie de crisis económicas que llevaron al municipio de Caguas a promover e implementar proyectos y reglamentos de carácter moderno. El objetivo de estas prácticas modernas fue precisamente lidiar con las crisis económicas que no sólo afectaron a la municipalidad de Caguas sino al resto de la isla. Estos proyectos fueron el ferrocarril, las carreteras, los caminos vecinales y los reglamentos de higiene pública promovidos por miembros del ayuntamiento y personas influyentes de la municipalidad. Sin embargo, otros grupos –el campesinado– se resistieron a estos proyectos por no resultar beneficiados. 67 Rosa Carrasquillo, op. cit., págs. 26-27. 68 Rosa Carrasquillo, op.cit., págs. xiii-xiv. .
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LAS TRANSFORMACIONES TERRITORIALES EN EL MUNICIPIO DE CAGUAS DUANTE EL SIGLO XIX Dra. Katia Gil de Lamadrid
INTRODUCCIÓN Esta investigación ha tenido como punto de partida mi tesis doctoral que tuvo como título “Transformaciones en el espacio geográfico del municipio de Caguas desde el periodo colonial hasta 1952” y que se editara y publicara en el año 2010 bajo el título Caguas. Transformaciones territoriales desde el periodo colonial hasta 1952. En la misma se combinaron los métodos de investigación históricos y geográficos. Se realizó una búsqueda de documentos históricos sobre el territorio, los cuales fueron seleccionados según la pertinencia con los objetivos trazados. En este artículo se analizarán las características de la actividad económica y la población de Caguas durante el siglo XIX. Este estudio historiográfico se fundamentó en la documentación sobre los cambios en el uso del suelo, y en la organización espacial de actividades económicas, procesos de urbanización, migración, redistribución y crecimiento de la población durante este periodo histórico. Los documentos históricos, literales y cartográficos, depositados en los diferentes archivos y agencias gubernamentales fueron imprescindiblespara conocer la historia de los cambios en la región de LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)
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estudio. La utilización de información gráfica y visual constituyó un elemento importante durante la investigación. Aunque escasos para esta región, los mapas históricos constituyeron una herramienta importante para conocer e interpretar los cambios y modificaciones en el espacio y en el tiempo. Así fueron empleados en lo esencial los métodos de análisis de documentos, los métodos histórico-cartográficos e históricocomparativos y estadísticos para desarrollar análisis de hechos que permitieran concluir sobre los procesos de modificación espacial del territorio de estudio. En la búsqueda de las fuentes primarias para la realización de esta investigación, se visitaron archivos y bibliotecas en Puerto Rico. Entre estos, el Archivo General de Puerto Rico, en lo adelante, A.G.P.R. y el Archivo Histórico de Caguas, en lo adelante A.H.C. Modificaciones en el territorio hasta el año 1855 Antes de describir el desarrollo socioeconómico de este municipio hasta el año 1855 es necesario aclarar la diversidad de nombres geográficos con los que históricamente se ha conocido el territorio llano del municipio de Caguas. Aparece en la literatura referencia al valle de Caguas como el espacio físico geográfico, rodeado de montañas, donde está situada la ciudad del mismo nombre (ver mapa físico del actual municipio de Caguas, titulado “Mapa de Elevación”). Se menciona, a su vez, el valle del Turabo cuando se refiere al mismo territorio; pero resaltando el punto de vista geomorfológico ya que es éste el nombre del río que se destaca por tener el mayor caudal de los cinco que atraviesan el valle y que son tributarios del río Grande de Loíza y los cuales, mediante su trabajo de erosión, han formado la llanura aluvial que constituye el valle. Con respecto al tercer nombre, valle de Caguas-Juncos, se deriva del análisis hidrológico, ya que en realidad, la cuenca (es la unidad territorial colectora de las aguas formada por un río principal y sus afluentes o tributarios) del Río Grande de Loíza está compuesta en la parte (o sector) media de su cauce por diferentes subcuencas que están formadas por numerosos ríos, no solamente los que corren por el territorio de Caguas sino también por los municipios de San Lorenzo, Gurabo y Juncos. El valle de Caguas constituye una de las áreas bajas del Interior Montañoso Central, una de las cuatro provincias geomórficas de Puerto Rico, cuyo origen pudo estar vinculado a la acción erosiva de los ríos
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que lo cruzan o a la acción depositaria de sedimentos provenientes de un antiguo lago.1 Según la descripción física de la región que hace Rafael Picó en su libro Nueva geografía de Puerto Rico2, en el que plantea que el valle de Caguas es el más grande de los valles interiores y a su vez la región geográfica más pequeña de Puerto Rico, producida por los efectos de la erosión del Río Grande de Loíza, el de mayor caudal (volumen de agua) en Puerto Rico y por su tributario (río que lleva sus aguas a un río principal), el río de Gurabo. En la delimitación de esta región se incluyó toda la parte llana correspondiente a las subcuencas hidrográficas de los ríos Turabo, Caguitas, Bairoa, Valenciano y Gurabo, lo que significa que este autor incluyó dentro de esta región el espacio donde ubican los asentamientos de San Lorenzo, Juncos y Gurabo, entendiendo que debía nombrarse como el valle de Caguas debido a que este es el nombre de la ciudad más importante de esta región.
1 José Seguinot, Geografía de Puerto Rico. Recursos y Geosistemas. (San Juan: Editorial Santillana, 2002), 51. 2 Publicada en el año 1950 y que es considerada como una obra seminal sobre la geografía de Puerto Rico.
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El origen del asentamiento de Caguas, conocido en sus inicios como la aldea de San Sebastián del Barrero, se remonta al siglo XVII cuando se establece en este territorio la primera iglesia conocida como “iglesia del Piñal” y la ermita del Barrero. En la historiografía de Puerto Rico se ha planteado que Caguas se fundó en 1775. Al no encontrarse evidencia de esa fundación, la tesis más reciente publicada en Primeras familias pobladoras de Caguas3 apunta a que ya Caguas había sido proclamado partido en 1740. Según PadillaEscabí (1985) fue uno de los partidos fundados en el periodo de 1700 a 1749 con el nombre de Caguas-Buena Vista. En aquella fecha el partido estaba conformado por los actuales municipios de Juncos, San Lorenzo, Gurabo, Aguas Buenas, Cidra y Cayey. El término partido era sinónimo de jurisdicción municipal y se utilizaba para designar al territorio supeditado a un gobierno municipal que tenía su enclave en un pueblo y al frente del cual se encontraba un teniente a guerra, aunque inicialmente daban el nombre de partidos a diferentes pueblos y parroquias de la isla. La información que tenemos de las características de este asentamiento y del territorio que originalmente formaba parte del partido de Caguas está basada, en primer lugar en el informe que hiciera el mariscal O’ Reilly de visita en Puerto Rico en 1765. En su informe se plantea, entre otros datos, que el partido de Caguas tenía, en 1765, 604 habitantes. En segundo lugar contamos con la información del monje benedictino Fray Iñigo Abad, quien años más tarde (en 1771) del viaje de O’ Reilly, llega a Caguas. Sus observaciones fueron publicadas en su Historia geográfica, civil y natural de la isla de San Juan Bautista de Puerto Rico. Llama la atención el dato de que “la aldea contaba solo con 5 casas”. También señaló que se producía en el: .. Abundantísimamente el tabaco, algodón, café, caña de azúcar, arroz y cuantos frutos siembran; pues la tierra es naturalmente crasa, bien regada, de un temperamento moderadamente fresco y muy a propósito para la agricultura; pero la difícil extracción que tienen sus frutos por la distancia , y penuria de caminos fragosos, inundados y cortados en muchas partes de los arroyos quebradas y pantanos, que median hasta la Capital.. 3 Raquel Rosario, Primeras familias pobladoras de Caguas. (Municipio Autónomo de Caguas, 2005.)
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En tercer lugar, la que hiciera el naturalista francés André Pierre Ledrú en su conocida obra “Viaje a la Isla de Puerto Rico” en el año 1797 y donde describió: … y como a ocho leguas distante del océano se encuentra la pequeña colonia de Caguas, compuesta de 540 habitantes establecidos en uno de los mejores terrenos de la Isla, pero casi sin vías de comunicación para exportar sus frutos e importar los artículos necesarios para su subsistencia.
Estas descripciones del valle coinciden en la fertilidad de sus suelos, la diversidad de cultivos que allí se daban y la excelente localización geográfica del poblado, desde el punto de vista de las comunicaciones con otros pueblos y particularmente con la capital, elemento este importante en el desarrollo de la economía de un lugar. Desde finales del siglo XVIII el partido de Caguas comienza a perder territorio por la fundación de nuevos pueblos. Como documentan varios estudios la población de Puerto Rico, creció como nunca antes durante la segunda mitad del siglo XVIII; según Francisco Scarano, con una tasa de crecimiento del 3%4, fenómeno que provocó las fundaciones. En el año 1797 se funda el pueblo de Juncos en las márgenes del río Valenciano, al este del territorio. En el año 1811 se funda San Miguel de Hato Grande, hoy San Lorenzo. El municipio de Caguas pierde barrios con estas fundaciones. Con respecto a la fundación del pueblo de Gurabo se ha planteado que ocurrió en 1814.5 Sin embargo en las actas del cabildo del 10 de enero de 1814 aparece que en Caguas existían nueve (9) barrios y entre ellos se mencionan Gurabo, Rincón y Navarro. La historiadora Rosario ha planteado que en el año 1820 queda resuelto el pleito de separación del barrio Gurabo de Caguas, con lo que se pierden los barrios Rincón, Navarro y Gurabo.6 En Puerto Rico el siglo XIX se destacó por el incremento acelerado de la población y el aumento de la producción agrícola, particularmente de la caña de azúcar. La promulgación de la Cédula de Gracias en 1815 permitió la liberalización del comercio con otras naciones y provocó el arribo de 4 Francisco Scarano, Puerto Rico. Cinco siglos de historia (Mc Graw Hill, 1993), 329. 5 En Presencia y esencia cultural, Gurabo, (Bodonia:2004) Eloísa Grau plantea que se fundó en 1814. 6 Según varios documentos históricos disponibles en el A.G.P.R. LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)
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un gran número de inmigrantes que poseían capital y tecnología más avanzada para la producción de azúcar. En el año 1820 Caguas recibe el título de villa. Hasta esa fecha solo San Germán, Aguada, Arecibo y Coamo tenían ese título. Estas tres últimas se fundaron como resultado de la Real Cédula de 1778. Llama la atención que para esta fecha el pueblo (asentamiento) ocupaba el segundo lugar en población, con 2,054 habitantes, sólo superado por la ciudad de San Juan que tenía 9,453 habitantes.7 El naturalista francés Augusto Pleé de visita en Puerto Rico desde 1821 a 1823, realizó 58 dibujos de numerosos pueblos de la isla, incluida la capital.8 Dos de estos dibujos corresponden a Caguas y constituyen un reflejo de las características “urbanas” de la villa a principios del siglo XIX: en el primero (dibujo 1) se observa la plaza, un terreno libre de construcción con un obelisco (en forma de aguja), la iglesia (que años más tarde sería demolida)9 y unas casas a ambos lados de la misma. En el segundo (dibujo 2) se muestra al pueblo, con algunas casas con tejados a dos aguas y algunas construcciones de techos cónicos.
Dibujo 1 de Augusto Pleé de la Plaza de Caguas. Fuente: “Los dibujos puertorriqueños del naturalista francés Augusto Pleé”, página 9.
7 Aníbal Sepúlveda, Puerto Rico Urbano. Atlas histórico de la ciudad puertorriqueña. (San Juan: Carimar, Departamento de Transportación y Obras Públicas, 2004), volumen 1, 74. 8 Ver “Los dibujos puertorriqueños del naturalista francés Augusto Pleé (1821-1823”) en Separata de la Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña, julio-septiembre 1975. 9 Sepúlveda, op. cit., vol. 1, pág. 74. 158
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Dibujo 2 de Augusto Pleé de la entrada del pueblo de Caguas. Fuente: “Los dibujos puertorriqueños del naturalista francés Augusto Pleé”, página 8.
Para 1848 Caguas era cabecera del Departamento (incluía a los pueblos de Las Piedras, Juncos, San Lorenzo, Gurabo, Cidra, Aibonito, Comerío, Barranquitas, y la villa de Coamo). El pueblo, además de la iglesia y la Casa del rey, tenía un cementerio, una gallera, una carnicería, una tienda mixta y un matadero construido ese mismo año. Con respecto a las viviendas, en 1847 ascendían a 378, pero el 71 % eran de material precario como se puede observar en la tabla No. 1. Tabla No. 1 Características de las viviendas en 1847 Cantidad Viviendas Cantidad
De material, de alto 1 De material, terreras 11 De madera y tejas con bajos de material 15 Alto y bajo de madera, cubiertas de teja 27 Terreras de madera y teja 126 De madera cubiertas de yagua 53 Bohíos 145
Fuente: A.G.P.R Fondo Gobernadores Españoles, serie municipalidades, caja 423.
Anteriormente se había mencionado que la población en Puerto Rico experimentó un crecimiento vertiginoso desde la segunda mitad del siglo XVIII y continuó creciendo en el siglo XIX. En Caguas, y como se refleja
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en la tabla No. 2, la población creció hasta 1840, cuando disminuyó. Esto se debió a la fundación del pueblo de Aguas Buenas en 1833, y que dio como resultado que Caguas perdiera 4 barrios, y con ello habitantes. Tabla No. 2 Número de habitantes 1824 - 1840 Año
Número de habitantes
1824 5,380 1828 8,581 1840 7,426
Fuente: Pedro Tomás de Córdova, Memorias geográficas, históricas, económicas y estadísticas de la Isla de Puerto Rico. Tomo II y Tomo VI. y A.H.C, Sección Secretaria, subsección Archivos, serie Censos, subserie habitantes, caja 20.
Con respecto a la composición por edad de la población para el año 1840 (gráfica No. 1), se observa el predominio del grupo de edad perteneciente a los diez primeros años de vida reflejo de la alta natalidad. Por otra parte, la brusca disminución en los grupos de edad adulta indica que la expectativa o esperanza de vida era baja. Gráfica No. 1 Composición por grupos de edad 1840
Grupos por edad
101 a 110 1 91 a 100 1 81 a 90 13 65 71 a 80 113 61 a 70 51 a 60 253 41 a 50 439 31 a 40 21 a 30 11 a 20 1 a 10
772
1344
1702
Población Fuente: AHC, Sección Secretaría, subsección archivo, serie censos, subserie habitantes, caja 20.
2723
En cuanto a la economía de Caguas, esta primera parte del siglo XIX se caracterizó por una incipiente producción de caña si la comparamos con la de otros pueblos de la isla como Río Piedras, Arecibo y Manatí. Caguas poseía solo 20 trapiches de madera y 50 cuerdas de terreno cultivadas de caña. Sin embargo, y como se observa en la tabla No. 3, se destacaba por tener una extensa superficie dedicada al cultivo del café y era el segundo en producción, antecedida por el pueblo de Coamo.
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LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)
tabla No. 3 Riqueza y producción de caña y café de Río Piedras, Arecibo, Manatí, Caguas y Coamo para el año 1828. Trapiches Trapiches Cuerdas Prod azúcar Pies de Prod café Pueblo de madera de hierro de caña (quintales) café (quintales)
Río Piedras
30
20
420
8,400
180,000
Arecibo
26
Manatí
30
1,000
15
426
12,780
142,800
120
2
161
1,280
16,416
164
Caguas
20
0
50
389
411,095
1,211
Coamo
23
0
50
150
114,000
3,400
Fuente: Pedro Tomás de Córdova, Memorias geográficas, históricas, económicas y estadísticas de la Isla de Puerto Rico. Tomo II.
Ya para el año 1840 existían en el territorio 24 trapiches de madera y uno de hierro; este último correspondía a la hacienda San José, la primera en producir azúcar moscabada en Caguas.10 Cambios en el territorio después de 1855 Entre 1852 y 1854 se diseñó un programa de construcción de carreteras, lo que impulsó la construcción e incluso la apertura al público (antes de que fuera terminada) en 1855 de la carretera de San Juan a Caguas, también conocida como la carretera militar, la cual había sido concebida junto con la que iba desde Ponce a Juana Díaz antes de que se proyectara la Carretera Central.11 Esto representó una apertura a la comercialización de los productos de la región, pues como en el resto de la isla las comunicaciones entre los diferentes pueblos era muy difícil, lo que imposibilitaba la salida y venta de los productos agrícolas. El tramo entre Caguas y San Juan se termina de construir en el año 1859. Años más tarde, en 1862, se construyó el tramo de la carretera central que uniría a Caguas con Cayey, el cual fue abierto al tránsito en 1881. La población en esta segunda mitad del siglo XIX creció, como se puede observar en la tabla No. 4. 10 Juan D. Hernández, “La trayectoria de la caña de azúcar en el valle del Turabo” (inédito), 2001. 11 Ver María de los Ángeles Castro, La construcción de la carretera central en Puerto Rico. Siglo XIX. Tesis de Maestría de Historia (Río Piedras: Universidad de Puerto Rico, 1969).
LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)
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tabla No. 4 Crecimiento de la población 1855 - 1883Año
número de
año número de habitantes
1855 8,467 1869 10,860 1880 16,459 1883 17,035
Fuente: A.H.C, Sección Secretaría subsección archivo, serie censos, subserie habitantes, caja 21. A.G.P.R. Fondo Gobernadores Españoles, serie municipalidades, caja 425 y Fondo de Obras Públicas, serie Asuntos Varios, caja 80, legajo 104.
En la villa de Caguas en 1880, las características de las edificaciones del pueblo eran las siguientes: tabla No. 5 Número de edificios públicos y casas particulares año 1880.ño Templos de material abiertos al culto: 1 Edificios públicos de material 1 Ídem con bajos de material y altos de madera 1 Casas particulares de material de un solo piso 20 Ídem de dos pisos 5 Casas con bajos de material y altos de madera 26 Casas particulares 321 Casa particulares de madera (dos pisos) 25 Ranchos o bohíos 371 Total 771
Fuente: A.G.P.R. Fondo Gobernadores Españoles, Serie Municipalidades, Caja 425, Exp. Censo de almas 1880.
En comparación con el estado de las edificaciones correspondientes al año 1847, treinta y tres años más tarde, en el pueblo no había crecido el número de casas de dos pisos y sí las de un solo piso (terreras de madera y tejas). Sin embargo, el número de bohíos creció sustancialmente: en 1847 había 145, en 1878 se reportaron 266 y en 1880, 371. En 1878 el 32 % de las viviendas urbanas de todo Puerto Rico eran bohíos, en ese mismo año en el pueblo de Caguas este tipo de vivienda representaba el 35 %. El sector comercial en el pueblo ya mostraba un crecimiento y estaba compuesto por barrios:12 12 A.H.C., Sección finanzas, subsección contribuciones, serie planillas de riqueza, subserie comercial e industrial, caja 104, año 1877-1881.
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LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)
- en el barrio Este: existía una zapatería, una pulpería (tienda donde se vendían alimentos) con tabaquería y otra sin tabaquería, un bodegón, una agencia de funeraria y los servicios de un practicante; también estaba establecido un secretario de juzgado municipal. - en el barrio Norte: dos pulperías una sin tabaquería y otra con tabaquería y un puesto de frutas. - en el barrio Sur: dos pulperías, sin tabaquería, un negocio de coches de alquiler y otro de caballos, un bodegón de comida, dos bodegones, un puesto de verduras y dos de frutas, los servicios de un agrimensor y de un médico cirujano y también una posada. - en el barrio Oeste: un bodegón, un puesto de verduras, una panadería y un negocio de carros de transporte. En el resto del partido la actividad comercial era insignificante. Hacia el año 1884 la villa tenía una extensión de 60.3 cuerdas (1 cuerda = 0.39 hectáreas) y ocupaba el séptimo lugar en cuanto al tamaño,13 y aunque no era cabecera administrativa superaba a Guayama en población, que era la que ostentaba ese título. Caguas era uno de los pueblos que, aunque no era cabecera administrativa, había alcanzado consolidación y un tamaño urbano considerable. La importancia que estaba adquiriendo la villa se acentúa cuando en el año 1894 recibe el título de ciudad.14 Analizando la evolución de la economía tenemos que, en el año 1856 y en respuesta a una petición del Gobernador, el Ayuntamiento de Caguas informa sobre el estado en que se encuentra la recolección de frutos: “Aquí son la caña, el café y la ganadería las tres industrias principales y se producen además frutos menores como arroz, mais (sic) plátanos y batatas en diferentes épocas.15 En el padrón general de fincas rurales del partido de Caguas para el período de 1866 a 186716 aparece que en el territorio existían diez (10) haciendas. Un año más tarde, y como se refleja en el padrón 13 Aníbal Sepúlveda, Puerto Rico Urbano, volumen 3, 29. 14 Oscar Bunker, 341. 15 AGPR, Fondo Gobernadores Españoles, serie municipalidades, caja 423, legajo 2217 expediente 1856. 16 AHC, Sección finanzas, subsección contribución, serie padrones de riqueza, subserie agrícola, caja 53: 1866-1897.
LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)
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correspondiente al período de 1867 a 1868 son nueve (9) las haciendas de caña y se mantenía la hacienda San José con la mayor superficie cultivada con 150 cuerdas. Para esta fecha desaparecen las haciendas Culebras, Josefa y San Luis. Todas reportaban la tenencia de esclavos; se destacó la hacienda San José, que contaba con 22 esclavos. Con respecto a las estancias de frutos menores se reportan 330 distribuidas principalmente entre los barrios Culebra y Tomás de Castro17, los cuales tenían en común que parte del terreno era montañoso y, por lo tanto, no tenían las mejores condiciones para el cultivo de la caña. Por su parte las estancias dedicadas a la cría de ganado sumaban 38, distribuidas por todo el territorio, destacándose el barrio de Cañaboncito. En el último tercio de este siglo se altera significativamente la actividad económica debido a la crisis en la producción de azúcar, causada en parte por la disminución de los precios del azúcar sin refinar. Unido a esto ocurrieron eventos significativos en el acontecer social y político de Puerto Rico, como el Grito de Lares y la abolición de la esclavitud en 1873. Luego de la abolición de la esclavitud quedaron sólo tres haciendas en Caguas: Cuatro Calles en el barrio Borinquén, San José en el barrio Cañabón y Santa Catalina en el barrio Cañaboncito. Para las fechas de 1884-1885 aparece que existían solo Cuatro Calles y Santa Catalina.18 En 1878 Manuel Úbeda y Delgado, en su Estudio histórico geográfico y estadístico de la isla de Puerto Rico, señala, refiriéndose a Caguas, que: …sus terrenos…producen tabaco en abundancia, caña de azúcar y café. Existen veinte estancias con más de diez cuerdas y muchos pequeños sembrados del primer fruto, que es el que constituye su principal riqueza tanto por su abundancia, cuanto por su calidad, que es considerada como una de las mejores de la Isla; hay tres haciendas de caña con máquinas de vapor, dos con trapiches de bueyes y seis estancias que tienen trapiches meladeros. De café existen una estancia mayor de diez cuerdas y muchos pequeños trozos. También es abundante el ganado19. 17 AHC, sección finanzas, subsección contribución, serie padrones de riqueza, subserie agrícola, caja 53. 18 AHC, Sección finanzas, subsección contribución, serie padrones de riqueza, subserie agrícola, caja 53. 19 Manuel Úbeda y Delgado, Isla de Puerto Rico: Estudio histórico, geográfico y estadístico de la isla de Puerto Rico, (San Juan: Academia Puertorriqueña de la Historia, 1998), 263. 164
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En esta descripción se refleja cómo la caña de azúcar había perdido la supremacía en la agricultura cagüeña y cómo el tabaco, que ya desde principios de siglo ocupaba el segundo lugar en producción, en las últimas décadas del siglo XIX tenía la primera posición en producción y en cantidad de terreno. La concesión de la Carta Autonómica a Puerto Rico (1897), la que garantizaba un gabinete autonómico, hizo pensar a muchos en la posibilidad de un proyecto de democratización para Puerto Rico. Lo que sucedió un año más tarde fue la invasión de Estados Unidos a Puerto Rico y como resultado de la derrota de España en la Guerra Hispanoamericana, esta le cedió los derechos sobre Puerto Rico y Las Filipinas a Estados Unidos. En el año 1899 Puerto Rico sufre los efectos del huracán San Ciriaco, que provocó un gran número de muertes y dejó la economía devastada. El siglo XIX terminó para Puerto Rico con el cambio de soberanía que trastocó la estructura económica de la isla. Conclusiones En el siglo XIX se acentuó la importancia económica de la región cuando se declara villa el pueblo de Caguas y cabecera de departamento, que, aunque pierde territorio por el establecimiento de otros pueblos, se incrementa su población, de manera que ya en la segunda década, el pueblo era el segundo más poblado en Puerto Rico. En el año 1855 se inicia un proceso de desarrollo socioeconómico del municipio a partir de la apertura del tramo de la Carretera Central que unía al pueblo de Caguas con la ciudad capital y que mejoró significativamente las comunicaciones entre estos dos lugares. Se han planteado los factores económicos y políticos que influyeron en los cambios en la economía del territorio, particularmente la disminución de los precios del azúcar sin refinar y la abolición de la esclavitud que provocaron que el azúcar dejara de ser el producto agrícola más importante y fuera sustituido por el tabaco. En la segunda mitad del siglo XIX aumenta la actividad comercial y el número de viviendas se duplica particularmente en el pueblo, lo que se justifica con el crecimiento de la población y el incremento de la actividad económica, como resultado también de la mejoría en las comunicaciones con la capital y el reforzamiento de la importancia del pueblo como el centro de las comunicaciones desde la capital con Ponce y desde la región centro-este con la capital. LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)
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DESARROLLO URBANO Y PODER EN CAGUAS: 1890 - 1930 Prof. Juan David Hernández
Introducción En el presente trabajo ofreceremos un panorama general del desarrollo urbano de Caguas y algunas manifestaciones del poder durante las cuatro décadas comprendidas entre los años 1890 al 1930. También tocaremos algunas áreas de la economía que arrojarán luz al análisis de la realidad de Caguas de ese momento histórico. En esta dirección, podemos sostener en una disertación en torno al desarrollo urbano y el poder de cualquier pueblo, ciudad o grupo de éstos, el tener muy en cuenta una serie de conceptos. Entre éstos, está el elemento de la planificación urbana y los bolsillos de pobreza extrema que por lo regular se encuentran amarrados a los pueblos industrializados. De esta forma se pueden contrastar las contradicciones de clase que se desarrollan en el proceso de formación e interacción continua de la sociedad y sus distintas acepciones en diferentes momentos históricos. Otros elementos que son de suma importancia o fundamentales para llevar a cabo el mismo son las imposiciones físicas e ideológicas que se han realizado durante el periodo, muchas de las cuales, todavía entendemos que son normales o naturales. Esta simbología del poder en la mayoría de los casos pasa inadvertida por estar insertada dentro
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LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)
de nuestro subconsciente colectivo.1 No fueron pocos los inmuebles que se manifestaron y manifiestan en nuestra ciudad que de sólo verlos inspiraban sentimientos encontrados, como temor, respeto y amor. Estos sentimientos están íntimamente ligados a distintas manifestaciones del poder. En nuestra presentación nos vamos a concretar en la forma en que se desarrolló el poder en el sector urbano de Caguas y quiénes, como clase, impulsaron el mismo. Además analizaremos las contradicciones de los distintos sectores sociales intraclase como entre clases que interaccionaron en el proceso2. También estudiaremos cómo se manifestó físicamente esta demostración de poder en los inmuebles establecidos por individuos o por instituciones. Había un gran profesor que nos mencionaba en sus clases a nivel graduado: “. . .el historiador es tan bueno como las preguntas que se haga” y aquí estamos precisamente, tratando de copiar aunque sea un poquito del querido viejo: Don Luis Díaz Soler. Las preguntas que nos trataremos de contestar en la presente investigación son: ¿Por qué lo ostentoso de los edificios del Centro Tradicional Urbano? ¿Los construyeron para que fueran su residencia permanente? ¿Por qué la influencia francesa? ¿Por qué la simbología en algunos de los ornamentos? ¿Por qué el desarrollo se dio del centro a las afueras? Y seguimos así, hasta preguntarnos la omnipresencia de algunos edificios y otros que pasan desapercibidos. El desarrollo urbano de los pueblos no se puede separar del desarrollo económico. Más allá de estas contemplaciones se encuentran las facilidades, la ostentación y la demostración de poder en cada construcción. En el caso que nos toca, que es el de la ciudad de Caguas, el mismo se llevó de forma muy peculiar, pero siguiendo la tendencia europea, que nace del centro y sigue paulatinamente de éste a las afueras del municipio, pueblo o ciudad. En el centro tradicional urbano de Caguas se daban unas características amarradas a Europa. Si bien, la composición de clase era en su mayoría, 1 Carlos Gustavo, Jung. Arquetipos y subconsciente colectivo “. . .Freud ya había descubierto un carácter arcaico mitológico de lo inconsciente. Así Jung afirma que el inconsciente individual como tal es una parte superficial del inconsciente colectivo. Este Inconsciente Colectivo es, en la visión jungiana Universal de carácter “cun grano salis”, por lo cual está en todas partes y en todos los individuos”. -Jolande, Jacobi. Complex, Archetype, Symbol: in the Psychology of C. G. Jung. (Bollingen Series LVII, Princeton University Press, 1971). 2 Clase social: grandes grupos sociales que se diferencian por el lugar que ocupan en el sistema, históricamente condicionado, de la producción social; por su relación (casi siempre fijada y formulada jurídicamente) con los de producción; por el papel en la organización social del trabajo, y, consiguientemente, por el modo de percibir la parte de la riqueza social que disponen, así como por la magnitud de la misma. – Borisov, Zhanin Marakoba. Diccionario de economía política. (México, Editorial Grijalbo S.A. México, 1983), pp. 28 - 29. LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)
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estrechamente vinculada a los dueños de los medios de producción, no es menos cierto que manifestaban un compromiso con la ciudad. Sus construcciones y remodelaciones eran de carácter permanente y representativo de este poder, lo cual demostraremos más adelante. Simultáneamente comenzaron a girar alrededor de este centro urbano unos bolsillos de personas desplazadas del sector agrícola que se comienzan a instalar en distintos lugares de la ciudad. Los arrabales comienzan a surgir, lo que analizaremos posteriormente en la investigación. Haciendo estas advertencias nos arrojaremos a la tarea de presentar un panorama del desarrollo urbano y el poder durante las décadas del 1890 y 1930. Elementos del poder Es compulsorio el definir el poder para, desde ahí, desarrollar parte de nuestra hipótesis de cómo se manifestó el poder de la clase dominante en nuestra ciudad durante el periodo estudiado. El poder lo definimos como: Capacidad o autoridad para dominar a los hombres, refrenarlos y controlarlos, obtener su obediencia, coartar su libertad y encauzar su actividad en direcciones determinadas. Puede resultar del carisma personal que incita a obedecer al genio en un líder singular, de la tradición, del carácter sacrosanto de una institución o de la aceptación racional; o de un monopolio de riqueza o de fuerza militar. Todo orden social es un sistema de de relaciones de poder con supraordinación y subordinación jerárquicas y de competencia y cooperación reglamentadas. El poder del Estado es mucho mayor que el de todas las demás asociaciones que se encuentran en el área territorial de que se trate, por su control del sistema legal y porque posee la organización más poderosa y eficaz. El Estado tiene el monopolio del poder legal y aspira también al reconocimiento de la autoridad moral de sus principios. La fuerza militar es un ingrediente indispensable del poder político. En la democracia, el poder político es resultante de la lucha de los partidos y de las organizaciones políticas. En realidad el poder reside, en una minoría de líderes que dominan el parlamento y otras organizaciones y que de esa suerte dirigen las creaciones políticas ante las presiones económicas importantes. 3
3 Definición de “Poder”: Henry Pratt Fairchild. Diccionario de sociología. (México: Fondo de Cultura Económica, 1960), p. 224.
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LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)
Según esta definición, podemos extrapolar que el Estado era quien determinaba el poder formal en nuestra ciudad desde mucho antes de que se constituyera como pueblo. Es por eso que podemos ver dos estructuras que vienen amarradas al poder en la constitución de pueblo según la tradición española. Estas son: La Casa de Dios, de una parte y la Casa del Rey, de otra. Estos dos elementos eran requisitos para que una aldea se transformara en pueblo, de forma que pudiera dar el salto de un estatus al otro. Debemos hacer mención de que no necesariamente el que se nombrara un Teniente a Guerra era indicativo de que se declarara la aldehuela o poblado en pueblo, pero era característico de un sector con cierta importancia.4 Cuando estaban las dos estructuras disponibles para el gobierno era que se consideraba la aldea como pueblo. Es por eso que se encuentran muchas aldeas importantes con Tenientes a Guerra nombrados por parte del gobernador, especialmente en el siglo XVIII sin ser necesariamente pueblo. En la América española no existía separación entre Estado e Iglesia, lo que nos puede explicar por qué era compulsorio el establecimiento de la iglesia como símbolo de Dios junto al de la Casa del Rey o Casa Alcaldía. Los edificios se convertían en un elemento silente de poder del Estado. Los mismos imponían cierta coerción psicológica a través de la simbología de las estructuras representativas, más allá de lo físico en las grandes mayorías del pueblo. En esa dirección nos señala Michel Foucault: El panóptico es un poco la utilización de la forma “castillo”: (torreón rodeado de murallas) para paradójicamente crear un espacio de legibilidad detallada. Por el contrario, se cuenta con la mirada que va a exigir pocos gastos. No hay necesidad de armas, de violencias físicas, de coacciones materiales. Basta una mirada. Una mirada que vigile, y que cada uno, sintiéndola pesar sobre sí, termine por interiorizarla hasta el punto de vigilarse a sí mismo; cada uno ejercerá esta vigilancia sobre y contra sí mismo. ¡Fórmula maravillosa: un poder continuo y de un coste, en último término, ridículo! Cuando Bentham considera que él lo ha conseguido, cree que es el huevo de Colón en el orden de la política, una fórmula exactamente inversa a la del poder monárquico. De hecho, en las técnicas de poder desarrolladas en la época moderna, la mirada ha tenido una importancia enorme, pero como ya he dicho, está lejos
4 “El Teniente a Guerra, era una especie de alcalde, o juez pedáneo, nombrado por el Gobernador a su antojo. Generalmente el gobernador escogía al ciudadano de mayor preparación y prestigio en la comunidad”. Pedáneo quiere decir que ejerce en barrios o aldeas y no necesariamente en Partidos o pueblos. Oscar, Bunker. Historia de Caguas, Tomo 1. (Indiana: Indiana University Press, 1976). LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)
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de ser la única ni siquiera la principal instrumentación puesta en práctica.5
Esta definición o postulado presentado por Foucault va a estar presente en distintas instancias durante el recorrido del tema. De otra parte, la posición de Carlos Marx en torno al poder complementa las posiciones antes presentadas. La producción de los bienes materiales y la apropiación de las ganancias por éstas generadas, son los elementos fundamentales para definir las clases y las subclases sociales. Desarrolla un tipo de poder que puede establecer representantes intangibles en la vida cotidiana de los pueblos. Es necesario detenernos un momento para analizar la posición de Marx al respecto. Éste nos señala que: . . . en la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción, que corresponden a determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real que se levanta la supraestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario el ser social el que determina su conciencia.6
Tenemos que hasta las creencias religiosas o espirituales son determinadas en última instancia por parte del sistema y modo de producción de los bienes materiales y cómo se apropian de lo producido. Quien domina el sistema económico va a tener la capacidad de manifestar el poder de diferentes formas. Sobre estas bases se desarrolla un tipo de conducta social que se nos hace difícil establecer dónde termina la verdad y comienza el mito. En esa dirección nos presenta Carlos Gustavo Jung lo siguiente: Si bien la doctrina secreta es una expresión de los arquetipos, también lo son el mito y la leyenda. Ahora, un arquetipo es un concepto que se aplica a representaciones colectivas que no han tenido una elaboración consciente, siendo un dato psíquico inmediato. Pero indudablemente
5 Foucault, Michel. “El ojo del poder”, Entrevista con Michel Foucault, de parte de Jeremías Bentham El Panóptico(Madrid: Editorial La Piqueta, 1980). 6 Carlos Marx. El Capital: Obras escogidas. (Moscú: Editorial Progreso, 1955), p. 343.
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las leyendas han sido distorsionadas a lo largo del tiempo por quienes interesadamente las transmitieron.7
En otras palabras, el poder, el miedo, el amor, la reverencia como sus contrapartes, pueden ser transmitidas a través de leyendas que nada tienen que ver con la realidad y son enseñadas por los aparatos supraestructurales para de alguna forma reforzar el poder. En nuestra historia tenemos muchos tipos de mitos; algunos se convirtieron en realidad, como por ejemplo: que los puertorriqueños somos vagos, brutos, cobardes o puercos. Éstas son situaciones que vemos desgraciadamente desde que vamos a la escuela primaria hasta que nos convertimos en trabajadores, ya sea asalariados o de otro tipo. Cabe señalar que los primeros cronistas señalaban que los indios de la isla de San Juan eran muy violentos. Veamos la siguiente cita: Hay así mesmo(sic) en esta costa del Mediodía mucho y buenos puertos. en las naves y animales, y pescado, y árboles, y en traje o hábito y en la manera de la gente, no difieren de cosa alguna de los que tengo dicho de la Ysla (sic) Española, excepto que estos indios de Sanct (sic) Johan eran más flecheros y hombres de guerra; pero así andan desnudos y son de la misma color y estatura. (Gonzalo Fernández de Oviedo)8
Posteriormente se cambió este concepto que señalan los cronistas, por uno de docilidad que arrastramos hasta nuestros días. En esa misma medida hemos acuñado un bagaje de conceptos amarrados a una clase en el poder que en la mayoría de los casos no responde a elementos conscientes como tampoco a la realidad. En esa dirección nos señala Marx en el “Prólogo de la contribución a la economía política”, lo siguiente: Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas. Y abre así una época de revolución social. Al cambiar la base económica, se revoluciona más 7 Jolande Jacobi, Complex, Archetype, Symbol: in the Psychology of C. G. Jung. USA, Bollingen Series LVII, Princeton University Press, 1971. 8 Citado en: Eugenio Fernández Méndez. Crónicas de Puerto Rico. (Río Piedras: Editorial Universitaria, 1973), p. 36.
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o menos rápidamente, toda la inmensa supraestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian esas revoluciones, hay que distinguir siempre entre los cambios materiales ocurridos en las condiciones económicas de producción y que pueden apreciarse con la exactitud propia de las ciencias naturales, y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en una palabra, las formas ideológicas en que los hombres adquieren conciencia en este conflicto y luchan por resolverlo. Y del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que él piensa de sí, no podemos juzgar tampoco a estas épocas de revolución por su conciencia, sino que, por el contrario, hay que explicarse esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de producción.9
En esa dirección el poder de la pequeña burguesía nacional en Caguas estuvo afectado por varios factores que estaban fuera de su alcance. Estos llevaron a cabo una serie de medidas para que ellos como dueños de los medios de producción buscaran ese espacio que necesitaban para preservar sus privilegios de clase. Podemos observar que había una necesidad del naciente monstruo imperial de Estados Unidos de estrangular económicamente a la Isla para poderla comprar a precio de remate a España.10 También podemos observar, como contraparte, a los hacendados arruinados tanto de Caguas como de la Isla a consecuencia de las medidas tomadas por parte de los empresarios norteamericanos. Los cosecheros buscaban alternativas para resolver su problema económico como clase. La gran salida que tuvieron los dueños de las haciendas de Caguas fue el tabaco y el desarrollo del modo de producción, incorporando elementos industriales y maquinaria más adelantada en el procesamiento de la caña.11 Esta situación trajo como consecuencia un trastoque en la población de los trabajadores asalariados. Muchos de los antiguos productores de azúcar tuvieron que salir de sus haciendas e incorporarse a las filas de 9 Carlos Marx (1955). Prólogo de la contribución a la economía política. (Moscú: Editorial Progreso, 1955). p. 343. 10 Luis Manuel Díaz Soler. Puerto Rico: desde sus orígenes hasta el cese de la dominación española. (Río Piedras: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1999). - Juan David Hernández León. “Del azúcar moscabada al azúcar refinada: Caguas a fines del siglo XIX y comienzos del XX”, Centrales azucareras a principios del siglo XX, (Museo y Centro de Estudios Humanísticos de la Universidad del Turabo y Fundación Puertorriqueña de las Humanidades 2010), pp. 58 - 59. 11 Andrés Ramos Mattei. La hacienda azucarera: su crecimiento y crisis en Puerto Rico (siglo XIX) San Juan, (San Juan: CEREP, 1981). Juan David Hernández León, op. cit., pp. 58 - 59.
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los trabajadores asalariados de distintas formas. Entendemos que no necesariamente se desempeñaron como braceros, pero tuvieron que vender su fuerza de trabajo a los burgueses que se mantuvieron en la producción. Carlos Marx presentaba lo siguiente al respecto: . . . la sociedad antigua, una vez que los productores se han convertido en proletarios y sus condiciones de trabajo en capital, una vez que el modo capitalista de producción se mueve ya por sus propios medios, el rumbo ulterior de la socialización del; trabajo y de la transformación de la tierra y demás medios de producción explotados socialmente, es decir, sociales, y, por tanto, la marcha ulterior de la expropiación de los propietarios privados, cobra una forma nueva. Ahora ya no es el trabajador que gobierna su economía el que debe ser expropiado, sino el capitalista que explota a numerosos obreros. Esta expropiación se lleva a cabo por el juego de leyes inmanentes de la propia producción capitalista, por la centralización de los capitales. Un capitalista devora a muchos otros. Paralelamente a esta centralización o expropiación de una multitud de capitalista por unos pocos, se desarrolla cada vez en mayor escala la forma capitalista del proceso del trabajo, se desarrolla la aplicación tecnológica de la ciencia, la metódica explotación de la tierra, la transformación de los medios de trabajo en medios que sólo se pueden utilizar en común, y la economía de todos los medios de producción, por ser utilizados como medio de producción del trabajo combinado, del trabajo social, el enlazamiento de todos los países por la red del mercado mundial y como consecuencia de esto, el carácter internacional del régimen capitalista. A la par con la disminución constante del número de los magnates del capital, que usurpan y monopolizan todas las ventajas de este proceso de transformación, aumenta la masa de la miseria, de la opresión, de la esclavitud, de la degradación y de la explotación; pero aumenta también la indignación de la clase obrera, que constantemente crece en número, se instruye y unifica y organiza por el propio mecanismo del proceso capitalista de producción.12
Las primeras evidencias de este análisis de la realidad se comienzan a manifestar en la década del 70 del siglo XIX cuando desciende dramáticamente la producción de azúcar moscabado en la 13 municipalidad. La situación obliga a la pequeña burguesía a protegerse. Éstos buscan medidas alternas para resolver y aliviar su situación económica como política. En la década del 80 se manifiesta una baja en 12 Carlos Marx. El Capital..., Capítulo XXIV. 13 Archivo Histórico de Caguas, Sección: Finanzas Sub-sección: Contribuciones Serie: Expedientes/ Documentos; Sub-serie: Agrícola Año: 1890-1905, Caja: 51. LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)
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la población de 16,099 a 15,031 personas14, entendemos que fue causada precisamente por la baja en la producción de azúcar que se dejó sentir con fuerza en la municipalidad.15 Los problemas económicos de la clase hacendada o cosecheros tanto de azúcar como tabaco tenían varias vertientes. La primera contradicción que encontramos era la natural entre éstos y los comerciantes españoles en términos económicos, en segundo lugar, en las posiciones políticas. En la década del 90 prácticamente la inmensa mayoría de los pequeños burgueses criollos, entiéndase los hacendados o cosecheros de azúcar y tabaco, se acomodan con las posiciones de Luis Muñoz Rivera y el Partido Autonomista.16 Debemos señalar que don Luis era un defensor de esta clase, elemento que se puede observar en sus escritos como periodista.17 La autonomía era una posición ideológica que si bien no renunciaban a ser españoles, identificaban cuál era el elemento que limitaba su desarrollo.18 Con ésta, alcanzan un punto medio entre la independencia y la absorción económica por parte de los comerciantes españoles. Desde ese momento la pequeña burguesía criolla responde a los intereses de los partidos representativos de la autonomía, conducta que se manifiesta hasta nuestros días.19
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14 Archivo Histórico de Caguas Sección Secretaría: Censos de Población. 15 AHC – Ibid. – Para mayor información ver Juan David Hernández León, op. cit. 16 En Caguas se organiza en el 1893. Ver copia del documento original solicitando permiso de organización. Archivo Histórico de Caguas, Correspondencia del Alcalde 1893 17 José Calderón. La pluma como arma: la construcción de la identidad nacional de Luis Muñoz Rivera. (Edición de autor, 2010). 18 Bolívar Pagán. Historia de los partidos políticos puertorriqueños (1898-1956), Tomo I. (Barcelona: Pareja Montaña, 1972), p. 22. 19 Gilberto Castillo. Caguas en la historia del Partido Popular. (Impresos Emmanuelli, 1996). 20 Archivo Histórico de Caguas: Gobierno, Correspondencia a el Alcalde. 176
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Desarrollo Económico de fines del siglo XIX Al comenzar a mermar la producción de azúcar por las condiciones del mercado y la disminución de consumo por parte de EUA, la producción nuestra empieza a languidecer, lo que nos demuestran los documentos del Archivo Histórico.21 En términos teóricos Carlos Marx nos señala en su libro El Capital: No bien la producción capitalista se apodera de la agricultura, o según el grado que se haya adueñado de la misma, la demanda de la población obrera decrece en términos absolutos a medida que aumenta la acumulación de capital que está en funciones en esta esfera, sin que la repulsión de esos obreros - como ocurre en los casos no agrícola – se complementan en una mayor atracción. Una parte de la población rural, por consiguiente, se encuentra siempre en vías de metamorfosearse en población urbana o manufacturera.22
Evidentemente, Marx acertó en términos absolutos en el caso de Caguas, ya que la demanda de brazos de los esclavos y los jornaleros libres aumentó en las haciendas que mecanizaron. De otra parte, los hacendados que no incorporaron la máquina de vapor y los trenes jamaiquinos disminuyeron su producción de forma significativa o desaparecieron en el proceso. Esta situación crea un excedente de mano de obra y una concentración del capital existente en los dueños de las haciendas que sobrevivieron en ese momento histórico.23 Cabe señalar que existe una posición que aparentemente contradice lo expuesto por el filósofo alemán; si bien esta posición de Carlos Marx es lógica y probable, la misma es contrapuesta, aparentemente, por parte del Profesor Andrés Ramos Mattei en su libro La hacienda azucarera. En el mismo sostiene que: La adquisición de un molino de vapor, por ejemplo, exigía añadir equipos adicionales en la fábrica para manejar el incremento en guarapo. Por lo tanto había que aumentar la oferta de caña. Esto significaba extender el cultivo, sembrar más caña, comprar terrenos adicionales, o contratar caña de terceros. La extensión del cultivo complicaba los medios de transporte, reducidos a carretas tiradas por bueyes. 21 Archivo Histórico de Caguas Sección: Finanzas Sub-sección: Contribuciones Serie: Expedientes/ Documentos; Sub-serie: Agrícola Año: 1890-1905, Caja: 51. 22 Carlos Marx. El Capital..., p. 800. Félix Córdova Iturregui. Ante la frontera del infierno: El impacto social de las huelgas azucareras y portuarias de 1905. San Juan: Ediciones Huracán, 2007), p. 34. 23 Carlos Marx. Ibid.
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De todos los cambios de una unidad o hacienda en crecimiento el más difícil era, quizás alterar la composición e incrementar su fuerza de trabajo. 24
Si bien, en cada unidad o hacienda para poder sobrevivir a las crisis que se comienzan a manifestar desde los años 40 del siglo XIX, tuvieron que mecanizar de forma parcial la producción de sus haciendas, no es menos cierto que el tener incorporado el tren jamaiquino y la máquina de vapor al sistema de producción hacía necesario mayor cantidad de terreno para cultivo de la caña. La mano de obra o brazos era mucho mayor en las haciendas que implantaban este tipo de modo de producción. De otra parte, las haciendas que no mecanizaron, aunque fuera de forma parcial, los costos de sus mercancías aumentaron. Esto hace que no pudieran competir con los que mecanizaron su producción, porque no era costo–efectivo el azúcar que producían, desapareciendo sus empresas paulatinamente y dejando fuera un gran número de trabajadores desempleados. El pago se abarataba como consecuencia de haber un excedente de oferta de mano de obra. En el siglo decimonónico la interacción económica se llevaba a cabo en la zona rural, la misma giraba en torno a la agricultura, entiéndase azúcar, café, tabaco y frutos menores.25 A mediados del siglo XIX había en Caguas 10 haciendas azucareras, esto confirma lo antes expuesto.26 El poder estuvo amarrado a la producción azúcar durante el comienzo del siglo XIX hasta el 1870 que comienza a languidecer, pero su poder se mantenía. Esto lo podemos corroborar por la composición del gobierno municipal y los concejales que participaban en la toma de decisiones del Cabildo.27 Según nuestra investigación, el producto que sustituye al azúcar fue el tabaco, muy distinto a otros pueblos del centro de la Isla.28 Esta es la posición adoptada por parte del Dr. Fernando Picó en su libro Historia general de Puerto Rico, en el cual expone que en términos generales la transición se hizo a través del café.29 24 Andrés Ramos Mattei. Op. cit., p. 12. 25 El Archivo Histórico de Caguas ofrece evidencia abundante en torno a los cosecheros de azúcar y tabaco, como las familias: Guarch, Borrás, Solá, Aponte, de los barrios Cañabón, Bairoa y Borinquen, en los Padrones de Riquezas y en las tasaciones de las fincas. 26 Archivo Histórico de Caguas; Sección: Finanzas; sub.-subsección: Contribuciones, Series: Padrones de Riquezas Sub.-serie: Agrícola, Año: 1866-1867, Caja: 63. 27 Archivo Histórico de Caguas – Actas del Cabildo. 28 Archivo Histórico de Caguas – Contribuciones Sección: Finanzas Sub-sección: Contribuciones Serie: Expedientes/ Documentos Sub-serie: Patentes Municipal. 29 Fernando Picó. Historia general de Puerto Rico. (Río Piedras: Ediciones Huracán, 1998). 178
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Para mediados de la década de los 80 del siglo XIX comienza una nueva burguesía criolla a tomar las riendas del destino de nuestro pueblo en términos económicos. Estos fueron los cosecheros y traficantes de tabaco, liderados por la familia Solá.30 En la década de los 90 del siglo XIX los documentos del Archivo Histórico de Caguas señalan que la totalidad del tabaco producido en la ciudad era exportado a Cuba.31 Gran parte de este tráfico era realizado por los Hermanos Solá, cosecheros y traficantes de la hoja del barrio Borinquen. Estos establecieron influencias económicas y políticas las cuales se manifestaron desde la creación del Partido Autonomista en Caguas en el 1893.32 El desarrollo del pueblo tomó un nuevo giro y comenzó a dejarse sentir tanto en lo económico como en lo político. Es por ese despegue en los ámbitos antes mencionados que la Reina Regente María Cristina de Hamburgo le otorga el título de Ciudad a Caguas en marzo del 1894. En reunión del Ayuntamiento de Caguas del 28 de abril de 1894 se recibe de parte del Secretario del Gobierno de la Provincia de Puerto Rico el siguiente Decreto: El Eximo. Sr. Ministro de Ultramar, bajo el número ciento cincuenta y dos, y con fecha treinta de marzo, próximo pasado, dirige a este Gobierno General la Real Orden siguiente: Excelentísimo Señor. S. M. El Rey (q. D. g.) y en su nombre la Reina Regente del Reino, se ha servido expedir el siguiente Decreto: Queriendo dar una prueba de mi Real aprecio a la Villa de Caguas, Ysla (sic) de Puerto Rico. Por el aumento de su vecindario, progreso de su agricultura y desarrollo de su comercio; a propuesta del Ministro de Ultramar; en nombre de mi augusto Hijo el Rey Don Alfonso trece, y como Reina Regente del Reino; vengo a conceder a dicha Villa el Título de Ciudad: Dado en Palacio, a treinta de marzo de mil ochocientos noventa y cuatro: María Cristina: El Ministro de Ultramar: Manuel Becerra: Lo que de Real Orden comunico a Vs Ms As. Puerto Rico, abril veinte y cuatro de mil ochocientos noventa y cuatro: José García de la Concha: Sr Alcalde de Caguas.33
El que se le otorgara este título a la ahora ciudad de Caguas hacía evidente que el desarrollo de la burguesía de Caguas había impactado a la Isla y se reconocía por parte de las instituciones de poder privado como gubernamental. 30 Archivo Histórico de Caguas: Finanzas, Contribuciones, Exportación de Mercancías. 31 Archivo Histórico de Caguas: Finanzas, Contribuciones, Exportación de Mercancías. 32 Archivo Histórico de Caguas: Correspondencia del Alcalde 1890. 33 Archivo Histórico de Caguas – Actas del Cabildo Abril de 1894 LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)
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La familia Solá fueron los mayores representantes de esta burguesía que demostraron su poder político en distintas instancias. Debemos hacer mención de que el cambio económico era evidente entre la situación de la década del 60 que desemboca en el descenso de Caguas, de Villa a Municipio en el 187034, y 24 años más tarde se reponía de esta forma. El 15 de marzo de 1896, el Partido Autonomista convocó a una asamblea para escoger los candidatos de las elecciones que se celebrarían en noviembre de ese año. La mayoría del partido aclamaba el retraimiento electoral, excepto Don Luis Muñoz Rivera que presentó la moción de la disolución del partido, pero fue rechazada por parte de la asamblea.35 En esas elecciones solamente fueron escogidos miembros del Partido Incondicional Español, poniendo de manifiesto los abusos del gobierno español en la Isla.36 Durante el mes de junio del mismo año el gabinete del Partido Autonomista se reúne en Caguas en la casa del hacendado Nicolás Quiñones Cabezudo, dirigido por don Luis Muñoz Rivera para adoptar una política en relación a los partidos de España.37 En esta reunión se manifestaba el poder económico y político de un grupo de residentes y hacendados de Caguas. Nos señala doña Pilar Barbosa que: Anoche se reunió en Caguas, según lo acordó el Directorio, la Delegación de nuestro partido, con asistencia del señor Presidente don José Gómez Brioso y los Delegados don Manuel F. Rossy, don José C. Barbosa, don Luis Sánchez Morales, don Rosendo Matienzo Cintrón, don Santiago Veve, don Fabriciano Cuevas y don Ulpiano Córdova, constituyéndose la junta a las nueve de la noche, por asistir número suficiente. Concurrieron también al acto, que se celebró en casa de nuestro correligionario don Nicolás Quiñones Cabezudo, don Luis Muñoz Rivera, don Federico Degetau, don Modesto, don Celestino y don Marcelino Solá, don Vicente R. Muñoz y otros varios correligionarios. 38
34 Archivo Histórico de Caguas, Actas del Cabildo 1870 35 Oscar L. Bunker Aponte. Op. cit., Tomo II. 36 Ibid. 37 Bolívar Pagán. op. cit., Oscar L. Bunker Aponte. op. cit., Pilar Barbosa, de Rosario. Un lustro crucial (1893 – 1898) (El Concierto conduce al Pacto, 1891-1896). (Río Piedras: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1986), pp. 123 - 124. 38 Ibid.
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Recreación de la reunión del Partido Autonomista en junio de 1896 en la casa de Don Nicolás Quiñones Cabezudo 39
De un lado, estaban los fusionistas o pactistas de Luis Muñoz Rivera y de otro, estaban los no–pactistas dirigidos por el Dr. José Celso Barbosa. El grupo de Muñoz dominó, la asamblea y decidieron enviar una delegación a España que acelerara el proceso de la autonomía en Puerto Rico. Entre éstos se encontraban los hermanos Solá, Don Gervasio García y don Nicolás Quiñones Cabezudo, todos vinculados con el desarrollo económico en Caguas. La ciudad tomaba forma y se comenzaban a construir los edificios a tenor con el poder que manifestaba un sector de la sociedad, presentando el mismo, las estructuras que construían en el centro del pueblo. Entendemos que el hecho de tener un inmueble en el centro de la pequeña zona urbana de por sí, era ya una manifestación de poder la cual se acrecentaba con los ornamentos y la ostentación que reflejaban estas construcciones. 39 Fotografía de la compañía Raizes tomada por Marcos Quiñones, productor Ángel Torres 1997 – Recreación del proceso de la reunión llevada a cabo en la Casa de Nicolás Quiñones Cabezudo en el mismo inmueble en el 1896. Se puede ver lo imponente del edificio y la afirmación del arquetipo de la burguesía criolla poniendo las iniciales de su nombre en la construcción. Se pueden observar las mismas en la parte superior del inmueble.
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Los primeros edificios que imponían el poder silente fueron la Casa Alcaldía y la Iglesia Dulce Nombre de Jesús. Los requisitos para que una aldea obtuviera el título de pueblo eran: tener una casa de Dios, una casa del rey, una plaza y un cementerio. Ambos edificios eran imponentes y demostraban el poder de las instituciones que representaban de forma silente. La Casa de Don Nicolás Quiñones Cabezudo, el Casino Español, el Edificio Solá, la Farmacia Polanco y la Casa Jordá representaban para fines del siglo XIX la personalidad de una clase que quería establecer su espacio dentro de las contradicciones de clases que se manifestaban en ese momento histórico.
Iglesia Dulce Nombre de Jesús, fotografía del siglo XIX.40
La Casa Alcaldía mantiene su forma original desde mediados del siglo XIX.41
40 Iglesia Dulce Nombre de Jesús siglo XIX 41 Tomado de la Colección del Profesor Juan David Hernández – Historiador oficial de Caguas. 182
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Estas dos estructuras representaban el poder del Estado español y presentan de forma física, pero silente, la presencia del rey y de iglesia en la psiques de los residentes. La ciudad tenía una composición urbana que varió muy poco desde el 1821 hasta comienzos del siglo XX.
Plano de la Villa de Caguas para la primera mitad del siglo XIX.
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En el último cuarto del siglo XIX se comenzaron a construir una serie de edificios por parte de la clase dominante, los cuales destacamos anteriormente. Todos y cada uno de estos inmuebles eran de construcción imponente y demostraban la capacidad económica de una parte del sector fundamentalmente cosechero de la ciudad. Las condiciones económicas demostraron una franca mejoría porque fueron desarrollándose desde el 1894, fecha en que se le otorga el título de ciudad hasta el 25 de noviembre de 1897, cuando se implanta el gobierno autonómico. Es preciso destacar que las negociaciones de la propuesta del pacto entre el sector fusionista del Partido Autonómico y el Partido Liberal Fusionista de España se llevaron a cabo en Caguas en la casa de Nicolás Quiñones Cabezudo. La ciudad comenzaba a crecer y a tener una interacción más allá de las 6:00 de la tarde. Los establecimientos podían estar abiertos hasta las 10:00 de la noche en ese momento histórico. Simultáneamente surgen los bolsillos de pobreza en las afueras del casco del pueblo. Debemos mencionar que la zona urbana llegaba hasta la calle Agricultura, hoy Pedro Gerónimo Goyco por el norte; calle del Amor hoy Eduardo Georgetti por el sur; por el este, la calle de La Candelaria, hoy calle José Gualberto Padilla “El Caribe” y por el oeste, la calle del Sol, hoy Calle Padial. Se destacan en la parte sur la barriada “La Placita de Caballería” y en la parte Este de la ciudad la barriada “El Troche”. Es 42 Archivo Histórico de Caguas, Sección de Planos. LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)
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necesario enfatizar que corrían varios “Caguas” simultáneos y paralelos: rural, urbano, de pobreza extrema y opulencia, como las gradaciones de los mismos, los cuales se podían identificar, no necesariamente por su relación con los medios de producción exclusivamente, sino por sus efectos en la vivienda.
Plano de la zona urbana de Caguas para la Primera mitad del siglo XX.43
Edificio Solá, hoy edificio La Democracia.44
43 Archivo Histórico de Caguas Sección de Planos 1937-57. 44 Edificio de los Hermanos Solá, cosecheros y traficantes de tabaco desde la década del 80 del siglo XIX, lugar donde se instaló el periódico La Democracia de Don Luis Muñoz Rivera en el 1900.
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Antiguo Casino de Caguas.45
Casa de Rosario Santiago, lugar donde se llevó a cabo la reunión del cuerpo directivo del Partido Federal Americano 1900.46
45 Antiguo Casino de Caguas para fines del siglo XIX. 46 Casa de la Familia Rosario Santiago donde se lleva a cabo la reunión del Partido Federal Americano dirigido por D. Luis Muñoz Rivera y donde se decide abstenerse en las elecciones del 1900. LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)
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La Invasión norteamericana y su manifestación en Caguas El 25 de julio de 1898, el día del Santo Patrono de España, Santiago de Matamoros47, es invadida la Isla de Puerto Rico por parte de las fuerzas armadas de Estados Unidos de América. Los efectos se dejaron sentir en toda la Isla, hubo resistencia de distintas formas desde la que se llevó a cabo en los pueblos de Yauco, Guayama, Coamo y Ciales48, hasta la resistencia pacífica. Según las Actas del Cabildo, la entrada a Caguas de las fuerzas de ocupación del ejército de los E.U. señala lo siguiente: El día cinco de octubre tomó posesión de la Casa Alcaldía los militares norteamericanos. El seis de octubre de 1898 hizo su entrada a Caguas el Estado Mayor del cuarto Regimiento de Voluntarios de Ohio bajo el comando del Coronel A. B. Coit. En Las Actas del Cabildo del día siete de octubre de 1898 informa de la ocupación de los militares norteamericanos en la Asamblea Municipal de Caguas. 49
Este cuerpo castrense fue a ocupar la antigua Casa Jordá ubicada en la calle Corchado, esquina Segundo Ruiz Belvis, precisamente donde se encontraba el Ejército Español. Estos últimos salieron el día cinco en la mañana y los del Norte entraron en la tarde. Frente a la Casa Alcaldía se reunió un grupo de cagüeños para ver cómo se bajaba la bandera de España y se levantaba la de las franjas y las estrellas. 50 La técnica utilizada por parte de los norteamericanos fue la sustitución de las instituciones y edificios de poder español, haciéndolos de ellos, por la razón de la fuerza. El primer efecto adverso para los hispanófilos fue la agresión a su pueblo o Provincia de Ultramar un día que era sagrado para éstos. En segundo lugar, tomaron posesión del fuerte militar que había en la ciudad conocida como La Casa Jordá. Poco después de haber tomado el poder en la Isla sacaron de las posiciones de poder en la alcaldía a los concejales españoles y a los que se resistieron a jurar lealtad a la bandera de los nuevos soberanos. 47 María Margarita Flores Collazo. 25/4 Julio: Conmemorar, festejar, consumir en Puerto Rico. (San Juan: Academia Puertorriqueña de la Historia, Centro de Investigaciones Históricas, 2004), p. 22. Según el santoral de la Iglesia Católica el 25 de julio es el día de Santiago el Mayor, Apóstol y Patrón de España y Chile. Ángel Quintero Rivera. Salsa, sabor y control. (México: Siglo XXI Editores, 1999). 48 Juan Manuel Delgado. Mártires de la Nación Puertorriqueña. (San Juan: Biblioteca de Historia Nacional, 2001), pp. 89 - 91. 49 Archivo Histórico de Caguas - Actas del Cabildo 7 de octubre de 1898. 50 Oscar Bunker, op. cit.
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Según las Actas del cabildo del 4 de enero de 1899, en reunión del Consejo Municipal: . . . el Juez de Primera Instancia, ordenó suspender a Don Diego Lizardi, a Don Francisco Campos Muñiz, Don Pablo Héreter, Don Francisco Escoda, Don Juan Ríos Oyola y a Don Rafael Rivera por haberse negado a prestar juramento de fidelidad a los Estados Unidos de América. 51
Casa Jordá, Cuartel de las Tropas españolas, que luego fue ocupado por el Ejército de ocupación de EUA.
Como consecuencia de las suspensiones se crea un Consejo Municipal, en esta ocasión, que responde a los intereses del país interventor. Los arquetipos establecidos por parte del gobierno español fueron mantenidos por parte de los nuevos dueños de la soberanía de la Isla y por ende, de Caguas. La mayoría del pueblo tenía la idea de que en donde se estableciera un edificio de concreto de más de una plantaera que había una persona vinculada al poder económico y político. Esos fantasmas arquetipales se han mantenido hasta nuestros días en nuestro subconsciente colectivo. Los elementos supraestructurales fueron cambiados, unos primero y otros un poco más tarde, pero la transformación se dejó sentir. El primer elemento que se manifiesta es la separación de Estado e Iglesia en la composición del gobierno estatal como a nivel municipal. Nos señala el Dr. Samuel Silva Gotay en su libro 51 Archivo Histórico de Caguas Libro de Actas del Cabildo 1899-1900, folio 412.
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Protestantismo y política en Puerto Rico: 1898 -1930 que las distintas denominaciones religiosas norteamericanas llegaron a un acuerdo para dividirse a la Isla dirigidos por parte de las Juntas de las Iglesias Presbiterianas, Bautistas Americanas, Congregacional y la Metodista Episcopal.52 Rev. J. C. Ryder, de la “American Missionary Association”, describe el acto de dividir el mapa de Puerto Rico y orar por la unidad religiosa de la siguiente manera: Se reunieron en torno a un mapa. . . sobre la mesa y oraron para que Dios los ayudara a entrar a Puerto Rico de tal manera que nunca hubiese conflicto misionero alguno en la Isla, [...] Luego procedieron a dividir la Isla en el cuatro secciones y cada junta se hizo responsable de una.53
En el caso de Caguas, nos tocó la Primera Iglesia Bautista para “evangelizar” a nuestra ciudad. Esta denominación comenzó a dar sus primeros pasos en la calle Rueda, hoy calle Vizcarrondo con 9 miembros y su primer inmueble se levanta para el 1909.54 Es interesante la simbología envuelta, ya que la torre de la nueva iglesia era el punto más alto de la ciudad para ese momento. De inmediato la iglesia católica, siguiendo la psicología del poder “panóptico”, comienza a diseñar un edificio imponente con la bandera de Estados Unidos sobre el mismo al lado de la Iglesia Dulce Nombre de Jesús. Este fue construido para el 1916.55 En segundo lugar, comenzaron a nombrar obispos norteamericanos, amarrando nuevamente la Iglesia y el Estado ya que Caguas siempre ha sido, en su mayoría, (desde su constitución como pueblo en el 1775) un pueblo católico y mariano. De esta forma amarraban el poder con los nuevos soberanos de forma psicológica.
52 Samuel Silva Gotay. Protestantismo y política en puerto Rico: 1898 – 1930. (Río Piedras: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1998), pp.112 - 114. 53 Ibid. 54 Archivo Histórico de la Primera Iglesia Bautista, Rev. Dr. César Maurás, Inauguración del inmueble enero de 1909. Archivo Histórico de Caguas, Actas del Cabildo 1907 – 1908, ver solicitud del usufructo de los terrenos del inmueble. Ángel L. Gutiérrez Edificando el pueblo de Dios: Historia de la Primera Iglesia Bautista de Caguas 1900 – 2000. Caguas: Primera Iglesia Bautista de Caguas, 2008, pp. 4 - 9. 55 Tasación de la Propiedad sección de Caguas – Archivo Histórico de Caguas.
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Calle Segundo Ruiz Belvis. Podemos identificar el campanario de la Primera Iglesia Bautista.
Un dato curioso e interesante que debemos enfatizar es que se vieron afectados, en el proceso, hasta los músicos de la ciudad, ya que la mayoría de las actividades festivas eran auspiciadas por la Iglesia y el Estado. Ahora, con la separación entre éstas se prohibía este tipo de conducta.56
Edificios de la Iglesia Dulce Nombre de Jesús con la Parroquia y el Colegio Católico de Caguas57.
56 María Luisa Muñoz. La música en Puerto Rico. (Connecticut: Troutman Press, 1966), p. 136. 57 Ver nuevo edificio de la Iglesia Católica y su imponente presencia en la ciudad. Debemos mencionar que este edificio era el más alto de la ciudad durante la primera mitad del siglo XX.
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En el 1899 hubo dos eventos que transformaron la realidad de nuestros cosecheros. Estos fueron la devaluación de la moneda puertorriqueña en un 40%58 y el huracán San Ciriaco provocando que la mayoría de los productores se fueran a la quiebra.59 (Hay que mencionar que se establecieron unas leyes agrícolas que no entendieron nuestros jíbaros, lo que trajo como consecuencia la pérdida de la producción y sus haciendas). 60
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Fueron muy pocos los que sobrevivieron a la crisis provocada por la situación. En el renglón del azúcar solamente había cuatro haciendas azucareras funcionando, de las cuales sólo se mantuvieron dos para comienzos de siglo XX. Estas fueron La Hacienda Santa Catalina y la Hacienda San José. Cabe señalar que los almacenes estaban llenos de hojas de tabaco porque ahora pagaban impuestos las mercancías que se exportaban a Cuba, y la totalidad del tabaco que se exportaba de Caguas era dirigido a esta hermana república durante las décadas del 80 y 90 del siglo XIX.62 La quiebra era inevitable para un gran sector de los cosecheros, tanto del azúcar como del tabaco. Los hermanos Solá buscaron formas alternas para garantizar sus privilegios de clase al igual que los Quiñones, Guarch, Borrás y las familias de los Aponte, Longo y Puig, entre otro puñado de familias que se mantuvieron en la batalla por mantenerse dentro de la clase dominante criolla. 58 Juan Antonio Corretjer. La lucha por la independencia de Puerto Rico. (Carolina: Casa Corretjer, 1995), pp. 40-41. 59 Francisco Scarano, Puerto Rico: cinco siglos de historia. (México: McGraw – Hill / Interamericana Editores, 2001), p. 648. 60 Fernando Picó. op. cit., p. 238-39. 61 Moneda Provincial que fue devaluada por parte del Gobierno de EUA en el 1899 62 Archivo Histórico de Caguas: Sección: Finanzas, Sub – Sección; Serie: Tesorería Sub Serie Exportación Doc. Transporte de Mercancías; Año 1890 1901 - caja 4.
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Una vez consumada la invasión, se comenzó a implantar el nuevo orden económico. Se comenzó a establecer un gran número de fábricas de almacenaje y procesamiento de tabaco. La primera que presenta la historiografía y el Archivo Histórico de Caguas es la Fábrica Argüeyes, de Magín Argüelles, Cipriano Manrique y la familia Solá; ésta era de capital local.63 La misma quedaba en la calle Alejandro Tapia y Rivera, esquina Segundo Ruiz Belvis. En los primeros años del siglo XX el alcalde don Gervasio García negoció y facilitó la venta de una parcela de la antigua finca de los Borrás, parte de la Hacienda Santa Catalina para que la American Tobaco Company estableciera una fábrica de cigarros. El nombre era La Colectiva y los cigarrillos El Pitirre.64 La transacción se hizo con el dueño de los terrenos Jesús Forastieri.65 También fue el facilitador de la implantación de la “Societé Anónyme Sucreries Compagnie de St. Jean”, mejor conocida como La Central Santa Juana.66 En los primeros lustros del siglo XX se establecieron las siguientes fábricas de tabaco de capital norteamericano y criollo en Caguas: The West Indies Commercial Company of New York- calle Ruiz Belvis, Cayey-Caguas Tobacco Company (Harison Johnson)-calle Betances, The American West Indies FC-(Hereter)-Jiménez Sicardó, American Tobacco Company- Calle Ruiz Belvis, McKinley Cigar- Calle Betances, Savarona-Calle del Amor y Turabo, C.W.Boom-Ruiz Belvis y Padial67 The American West Indies FC - (Héreter) - Jiménez Sicardó, American Tobacco Company- Calle Ruiz Belvis, Tabaquera Cádiz – Calle Betances, Rosestand & Walker – Calle Corchado y Celis Aguilera, W.A. Hutton Tobacco Co., Bluementhal Tobacco Co, José E. Balboa, en el Barrio Río Cañas, Fábrica de don Nicolás Quiñones Cabezudo, en la calle Baldorioty y Betances, La Rótterdam Corchado, Celis Aguilera y Goyco, La Durlach, calle José Gautier Benítez.68
Los cosecheros más destacados de la hoja en la ciudad eran, según los datos del Archivo Histórico: 63 Oscar Bunker. Op. cit. 64 Ibid. 65 Ibid. 238 66 Ivonne Acosta Lespier. Santa Juana y Mano Manca: Auge y decadencia del azúcar en el Valle del Turabo en el siglo XX. (Río Piedras: Editorial Cultural, 1995), p. 38. 67 Archivo Histórico de Caguas, Sección: Finanzas, Subsección: Recaudos, Serie: Patentes, Año: 1898-1905, Caja #67. 68 Archivo Histórico de Caguas - Patentes.
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Juan Giménez Saurí - San Salvador Rafael Rodríguez - Bo.Turabo Vicente Román Muñoz - Beatriz Manuel Soto Aponte - Tomás de Castro Silverio Campos - Cañabón Antonio Guarch - Cañabón Odón Somonte - Cañabón Eugenio Lorenzo-Bairoa Marcelino Solá - Borinquen E.L. y Benito Domínguez - Bairoa Suc. Onofre Nicoláu - Bairoa Gerardo Puig - Bairoa Gerónimo Matanzo - Bo. Turabo Landelino Aponte – Borinquen Familia Solá - Borinquen Víctor Fernández - Bo. Turabo69
Es importante destacar que en el renglón del tabaco, también se desata una contradicción entre los cosecheros criollos y los de las fábricas absentistas. El producto del tabaco nuestro era cotizado como tabaco de segunda que solamente se podía utilizar como tripa o para tabaco hilado. Desaparece el consumo de “capa” por parte de los productores extranjeros para el 1921.70 Esto significaba menos ingreso por la misma cantidad de trabajo socialmente necesario para producir la mercancía.71 En esa dirección, nos confirma Carlos Marx en su libro Salario, precio y ganancia: Cuando decimos que el valor de una mercancía se determina por la cantidad de trabajo encerrado o cristalizado en ella, tenemos presente la cantidad de trabajo necesario para producir esa mercancía en un estado social dado y bajo determinadas condiciones sociales medias de producción, con una intensidad media social dada y con una destreza media en el trabajo que se invierte. [...] Por consiguiente, si la cantidad de trabajo socialmente necesario materializado en las mercancías es lo que determina el valor de cambio de éstas, al crecer la cantidad de trabajo requerido para producir una mercancía aumenta forzosamentesu valor, y viceversa, al disminuir aquella, baja éste.72
69 Archivo Histórico de Caguas: Contribuciones. 70 Juan José Baldrich. Sembraron la no siembra: Los cosecheros de tabaco puertorriqueños frente a las corporaciones tabacaleras, 1920 – 1934. (Río Piedras: Ediciones Huracán, 1988). 71 Carlos Marx. Obras Escogidas ... p. 401. 72 Carlos Marx. op. cit., p. 401.
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El tabaco en rama era exportado a Estados Unidos para la confección de cigarros y cigarrillos de tabaco negro; no se cultivaba tabaco rubio. Nos señala el Dr. Juan José Baldrich que: En las primeras dos décadas del sigo [XX], los cosecheros de tabaco vendieron su producto para verla exportada como tabaco en rama o despalillado, elaborada en cigarros cuyo mercado principal era el norteamericano, y manufacturada en cigarrillos de tabaco negro para el consumo nacional, o convertida en rollos de tabaco hilado para consumirse en el país. El tabaco para capa fue provincia de las corporaciones que una vez fueron, o que siguieron siendo, subsidiarias de la American Tobacco. [...] La penetración masiva del capital monopolista norteamericano que siguió a la Invasión provocó un cambio en los mercados del tabaco puertorriqueño.73
De otra parte, nos señala Don Oscar Bunker que la realidad era sumamente distinta en Caguas. Franklyn Bunker, que vino a Puerto Rico durante la Guerra Cubano–Española–Americana, se dedicó a llevar a cabo experimentos con tabaco y fertilizantes de Cipriano Manrique en una finca del barrio Borinquen. De estos experimentos salió una especie muy particular que se conoció como “Virginia Blanco, de la Altura”. Este tipo de hoja, que era de primera, fue la materia prima de los cigarros Savarona. Esta cosecha se llevó a cabo tan temprano como el 1907. El comprador de esta mercancía u hoja de tabaco, casi en su totalidad era la Cayey – Caguas Tobacco Co.74 Por tanto, había tabaco rubio en nuestra ciudad, quizás no en otros lugares, pero el precio de 25 centavos por tabaco en ese momento histórico es indicativo que era cierto lo que señala don Oscar. Según D. Oscar Bunker el tabaco cosechado en Caguas durante la década del 20, específicamente en los años 1920 y 1925, resultó en las mejores y más grandes cosechas de su historia.75 Don Franklyn Bunker, que era el encargado de desarrollar tipos de tabaco de calidad para la compañía Puerto Rico Leaf Tobacco Company, fue en gran parte, responsable de estas cosechas. El éxito del tabaco de F. H. Bunker llamó la atención del gobierno central y provocó que lo reclutaran como Especialista en Tabaco del Gobierno de Puerto Rico. Según don Oscar Bunker el objetivo era producir un tabaco “. . .de gran rendimiento y que al mismo tiempo poseyera la calidad que los manufactureros de cigarros y cigarrillos 73 Juan José Baldrich. op. cit., pp. 48 - 49. 74 Oscar Bunker. op. cit., p. 242. 75 Ibid.
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encontraban en los tabacos de Cuba”.76 La consecuencia fue que para esa década se trasladaran a Caguas las oficinas y almacenes para comprar directamente a los cosecheros. El tabaco puertorriqueño mejorado fue compitiendo favorablemente con el tabaco cubano desde el 1926.77 No nos cabe la menor duda de que “Caguas sabía a tabaco” y era un pilar en el desarrollo económico. Para que se estableciera una industria tan fuerte los inversionistas necesitaban un gran “facilitador de poder que le garantizara una condiciones mínimas”. Este lo encontraron en las manos del alcalde Gervasio García. Él implantó el teléfono, la luz eléctrica, el tren entre Caguas y Río Piedras, también facilitó la negociación entre los dueños de la Hacienda Santa Catalina para que dividiera una parcela de finca con el fin de establecer la Colectiva o “General Cigar”, justo en donde se encuentra hoy el Palacio de Bellas Artes Ángel O. Berríos.
General Cigar de la American Tobacco Co.78
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Desde la invasión norteamericana, el único renglón que aumentó como trabajadores en los centros urbanos fue el de los tabaqueros. En esa 76 Ibid., p. 330. 77 Ibid., p. 331. 78 Fue establecida en Caguas en el 1901. 79 Fotografía de Gervasio García Alcalde de Caguas en los primeros lustros del siglo XX– Tomada del libro de Oscar Bunker. 194
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dirección nos señala Ángel Quintero en su libró Desafío y solidaridad lo siguiente: De 1899 los tabaqueros aumentaban en 197% mientras los tipógrafos en sólo en 4%, los albañiles se reducían en 8% y los sastres en 13.5%. Igualmente en 1910, el 75% de todos los trabajadores en la manufactura del tabaco eran obreros asalariados de establecimientos que empleaban más de cien trabajadores. El artesanado se movía hacia el trabajo en el tabaco, y el trabajo en tabaco se tornaba cada vez más evidentemente prolerarizante.80
En el proceso del tabaco hay que llevar varios pasos para completar la mercancía final. Entre estos está el despalillado que es sacarle el peciolo o cabillo de la lámina de la hoja. Este tipo de trabajo lo hacían fundamentalmente mujeres. Nos preguntamos ¿por qué mujeres? Señala Quintero: Las despalilladoras, al igual que los tabaqueros y los escogedores en estas grandes empresas de cigarros eran sencillamente obreros asalariados. La mujer en esas empresas de producción estaba, por lo tanto, en la misma situación que el varón en la estructura de las relaciones productivas aunque en ocupaciones de menor salario; alcanzó esta posición de independencia en la vida económica en el proceso de su proletarización y la proletarización general de la industria. [...] El proceso confrontó, naturalmente, dificultades pues muchos tabaqueros temían la competencia que representaba la contratación de mujeres con sueldos más bajos.81
Esta situación traía una nueva contradicción dentro los trabajadores: la batalla de un lado, de las mujeres por que se les honrara igual pago por igual trabajo, y por otro, las concepciones de un sector de la población que favorecía los salarios bajos a las mujeres. La mujer se convirtió en columna importante de las luchas proletarias en la Isla. No fueron pocas las que fueron líderes de uniones como de conflictos huelgarios.82 Además del tabaco, el azúcar se convirtió en teatro de batalla. En el 1906 se estableció en la ciudad una corporación Franco–Belga, su nombre era 80 Ángel Quintero Rivera y Gervasio García. Desafío y solidaridad: Breve historia del movimiento obrero puertorriqueño. (Río Piedras: Ediciones Huracán, 1982), pp. 72 – 73. Es calculado mediante el análisis de los censos del 1899 y el Censo de Ocupaciones de 1910, pp.162 y 613. 81 Ibid., pp.76 -77. 82 Ibid. 77.
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Sucreries de St. Jean, mejor conocida como “La Central Santa Juana”.83 Ésta fue un enemigo de los hacendados locales a los cuales inmisericordemente convirtió en colonias. Para el 1912 solamente quedaba la Hacienda San José produciendo azúcar. La misma era empacada al vacío, por lo que tuvo que invertir en maquinaria más moderna para el proceso de elaboración de la mercancía. El problema fundamental era que no tenía la capacidad de producción y la calidad del producto que tenía la Central Santa Juana. Esta situación la obligó a sucumbir y deja de producir y procesar azúcar en ese mismo año (1912).84 La cantidad de colonos de azúcar de la Central Santa Juana aumentó en ese momento histórico porque las últimas resistencias se habían eliminado, precisamente, por la capacidad de producción que tenía ésta. Ahora, las que fueron las señoriales haciendas del siglo XIX quedaron a expensas de la nueva central, trayendo al panorama una nueva contradicción intraclase. A fines de la década del 10 del siglo XX se dieron una serie de eventos que hicieron cambiar la historia del mundo occidental, comienza la Primera Guerra Mundial. Esto trajo una bonanza a los países que habían visto mermar el consumo de su azúcar de caña durante fines del siglo XIX. También el precio del tabaco a nivel internacional subió, lo que trajo un empuje a los cosecheros tanto del azúcar como los del tabaco. En esa dirección nos señala don Oscar Bunker: Los altos precios del tabaco y del azúcar en Estados Unidos y en los mercados mundiales durante los primeros dos años de la postguerra, trajeron una bonanza financiera al pueblo de Caguas que pocas personas aquí anticiparon. Las zafras del tabaco y del azúcar para los años del 1919 y 1920 fueron muy abundantes en la zona de Caguas. Fueron muchos los tabacaleros y cañeros que por primera vez recibían tanto dinero por sus cosechas. . . se decía el año del millón.85
Si bien, los cosecheros locales habían tenido unas ganancias sin precedentes, también los dueños de las empresas procesadoras obtenían ganancias extraordinarias. Las fábricas productoras de cigarros y la Central Santa Juana se llenaban sus bolsillos con el producto generado con la materia prima de nuestros cosecheros, además de los braceros de la caña, como los obreros de los tabacales. Tenemos múltiples contradicciones que se deben analizar más profundamente, pero trataremos de tocar algunos aspectos de las mismas para abrir una puerta para análisis futuros. 83 Archivo Histórico de Caguas: Patentes. 84 Archivo Histórico de Caguas: Contribuciones 1912. 85 Oscar Bunker. Op. cit., p. 306. 196
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La contradicción entre la burguesía y los cosecheros comenzó a manifestarse de varias formas. La misma se iniciaba con el endeudamiento de los cosecheros para la compra de fertilizantes y equipo. Debemos mencionar que, en la industria azucarera, el pago a los productores de caña era en azúcar. Era parecido al pago de los cosecheros a los braceros con vales o con moneda de la misma hacienda. En el caso de Caguas, específicamente, era a razón de 6 libras por cada 100 producidas por parte de la central. Nos señala la Dra. Acosta que: Para el 1910 dos terceras partes de los colonos eran financiados por las centrales y en ese año se regularon estos préstamos mediante una ley: Contratos sobre Adelantos para Propósitos Agrícolas y Molienda de Caña. La tasa de interés estaba entre el 9 y el 12% y el crédito dependía del tamaño de la finca y la cantidad de cuerdas dedicadas al cosecho de la caña.86
El problema del trato entre el cosechero y el prestamista era que se convertía en acto de fe, tanto de uno como del otro, que casi siempre era el dueño de la central. La incertidumbre de cómo sería la cosecha y si no era favorecida por parte del clima, era el riesgo mayor para los agricultores. Los cosecheros criollos entendían que podían tener un pedazo del bizcocho más grande dado a las ganancias que habían desarrollado los franco–belgas en su central. Las ganancias de ésta, durante el periodo 1910 al 1920 fueron extraordinarias. Es importante mencionar que el negocio de la central con los cosecheros era leonino.87 Esto causó que un grupo de cosecheros conjuntamente con un grupo de inversionistas decidieran establecer otra central en la ciudad. La Defensa fue el nombre que escogió la burguesía criolla para ésta, por aquello de defenderse de los extranjeros. Lo interesante es que la Junta de Directores estaba compuesta por los siguientes inversionistas: Pablo Héreter, Joaquín Vendrell, Fernando Guarch, Harrison Johnson (norteamericano), Cipriano Manrique (español), Manuel Quiñones Cabezudo, Martin Moris (norteamericano), Domingo Lasa Quiñones, Nicolás Solá, Cándido Martínez y Juan Jiménez García. Entre este grupo de inversionistas locales, por lo menos, hay tres personas que fueron alcaldes de nuestra ciudad en algún momento. Entre ellos podemos mencionar a: Juan Jiménez García, Harison Johnson y Domingo Lasa, de otra parte estaba el miembro de la poderosa familia Nicolás Solá. Esa era “la crema de la crema” de la burguesía criolla de ese momento histórico. La contradicción de los intereses y la lucha por la hegemonía económica 86 Ivonne Acosta Lespier. Op. cit., p. 38. 87 Ibid. Para mayor información al respecto favor de referirse al libro antes citado en sus páginas 66-68. La Dra. Acosta explica los pormenores de la relación comercial entre los cosecheros y los dueños de la central.
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comenzó a manifestarse en la batalla por establecer quién prevalecía. La batalla había comenzado, de un lado, los cosecheros unidos, y de otro, los franco–belgas. También los productores de tabaco entraron en contradicción entre éstos y los dueños de las fábricas absentistas. Desde que comenzaron los norteamericanos a hacer ejecución de la soberanía política en Puerto Rico dio inicio una inversión del gran capital por éstos de forma extraordinaria en el país. El establecimiento de decenas de industrias norteamericanas en los primeros lustros en Caguas provocó un aumento sustancial en las cuerdas agrícolas dedicadas al cosecho de tabaco. Este incremento trajo, a su vez, otro tipo de contradicción, ahora entre los trabajadores mismos. Félix Córdova en su libro presenta esta posición: A medida que el capital incrementa su dominio sobre la producción agrícola y el proceso de acumulación se acentúa, la demanda de trabajadores rurales disminuye en términos absolutos. Aumenta por consiguiente la población sobrante en el campo y una parte cada vez mayor de la población rural se va transformando en población que se desplaza hacia los centros urbanos. 88
Debemos añadir que el café fue otro renglón que trajo sus obreros desplazados a engrosar la fila del desempleo en la zona urbana. El café puertorriqueño no fue protegido por parte del gobierno de Estados Unidos, por lo que quedaron fuera del mercado la mayoría de los productores del grano de la Isla. El café no pagaba impuestos en EUA, independientemente de donde se produjera. La producción en Puerto Rico era mucho más costosa y al entrar en el mercado norteamericano, el precio del nuestro era mucho más caro que el de Brasil y el de Colombia.89 Esto dejó fuera a los cosecheros de café que no mercadeaban a Europa la aromática bebida ya que había que transportarla en barcos de matrícula norteamericana que era la más costosa en ese momento. Además, los trabajadores del cafetal quedaban desempleados. Se defendía el consumo del café puertorriqueño para que se mantuviera el número de trabajadores ese sector de la agricultura por parte de los unionados federacionistas, pero no fue suficiente.90 88 Félix Córdova. op. cit., p.34. 89 Francisco Scarano. op. cit., p. 671. 90 Félix Córdova. op. cit.
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El desempleo y la desesperación estimularon la emigración de ese sector de la población y se comenzaron a desarrollar los arrabales del centro del pueblo al disminuir la necesidad absoluta de mano de obra. La demanda de empleo se acrecentaba en la ciudad, lo que traía como consecuencia la llegada indiscriminada de los trabajadores no diestros de la caña y de frutos menores. Este excedente de mano de obra que ahora se trasladaba al pueblo o a la zona urbana hacía que los salarios se mantuvieran bajos. Es por esa razón que el presidente de la American Federation of Labor, hermana de la Federación Libre de Trabajadores en Puerto Rico, presenta la alternativa de exportar trabajadores a Panamá, para la construcción del Canal de transporte interoceánico.91 En esa dirección sostiene Félix Córdova: La situación puertorriqueña era realmente difícil para los trabajadores porque en las ciudades de la isla no se estaba llevando a cabo ningún proceso abarcador de industrialización. Las posibilidades de trabajo durante estos años fue deprimente para muchos oficios que sufrían, a su vez, considerables transformaciones. Pueden encontrarse noticias en la prensa del país. [...] En el último vapor francés, han salido para Santo Domingo cincuenta emigrantes, todos artesanos. Buscan en país extraño lo que en el suyo no encuentran: trabajo y pan. [...] La imagen de prosperidad general que la ideología imperial–colonial proyectó a partir de la invasión, choca con la realidad vivida por la población trabajadora. Es por consiguiente, en este contexto de superabundancia de trabajadores en los centros urbanos, empeorado por el continuo flujo de población rural expropiada hacia las ciudades, que debemos buscar el significado de los intentos federacionistas (Federación Libre de Trabajadores) de organizar a los obreros agrícolas. 92
Tenemos, entonces, múltiples contradicciones que se manifiestan en distintas formas en la ciudad. Lo más representativo de la clase burguesa criolla, los cosecheros, comenzaron a demostrar su poder con las construcciones en el centro del pueblo y en el desarrollo urbano que se implantó con mayor fuerza desde que cambió la soberanía. Si bien había un excedente de mano de obra y una pobreza que rompía la visión que había presentado el gobierno interventor, no es menos cierto que había una clase con pujanza que pretendía quedarse con el poder en la ciudad. Esto dio paso al desarrollo urbano y a sus características particulares en nuestro pueblo. 91 Ibid., p. 72. 92 Ibid., 70 - 71.
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Caja de cigarros Savarona, de D. Harrison Johnson y la Cayey – Caguas Tobacco Co.93
Edificio de la Cayey – Caguas Tobaco Co.
93 Tomado de Internet.
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Residencia de Harrison Johnson Administrador de la Cayey – Caguas Tobacco Co.
Es obvio el poder que tenía el Sr. Johnson en la ciudad. El mismo es representado con su residencia, ubicada en la calle José Gautier Benítez (cerca de la Escuela Superior). Desarrollo Urbano La primera extensión del pueblo se llevó a cabo hacia la parte sureste con 24 casas construidas en el sector Campo Alegre. Aquí vivían personas con ingresos bajos. La creación de estas viviendas por parte del municipio fue motivada por la destrucción de un grupo de viviendas del sector “El Gandul” en el 1908.94 Las mismas quedaban muy cerca del cementerio colérico por lo que decidieron establecer el grupo de viviendas fuera de esta área. Debo mencionar que las casas estaban infestadas con ratas y cabía la posibilidad de que transmitieran enfermedades por eso el municipio toma la decisión de disponer de las casas mediante incendio. La primera urbanización privada que se construyó en la ciudad fue la Héreter & Johnson. Ésta quedaba en la parte sur de la ciudad y fue construida para el 1912. La misma constaba de 300 solares diseñados para casas terreras por Pablo Héreter y Harrison Johnson.95 Es importante señalar que el Sr. Johnson era el administrador de los cigarros Savarona, por eso con el tiempo, la gente del pueblo cambió el nombre de la urbanización por el de los cigarros “Savarona”.96 94 Oscar Bunker. Historia de Caguas: Tomo II. España (1981) pp. 216. 95 Ibid. 96 Hay dos versiones sobre el nombre de Savarona, la más aceptable es de la unión de las LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)
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En el 1927 se comenzó a desarrollar una expansión de la ciudad en las calle Modesto Solá y la calle Vizcarrondo por parte de lo señores Dávila y Grillo. Ésta se conoció como la Urbanización Grillo. En el 1928 se construyó el primer estadio de boxeo en la ciudad ya que el deporte se convirtió en legal mediante una ley firmada por parte del Gobernador Towner. Simultáneamente se desarrolló la urbanización Paradís en la parte norte del municipio y la urbanización Borinquen en la parte este. Las casas de la clase dominante se dejaban sentir en la sociedad cagüeña. El edificio Solá, las casas señoriales Villa Tita y la residencia de la familia Jiménez, la residencia del administrador de la General Cigar, imponían su poder tanto con el efecto psicológico de un lado como el poder económico por el otro. Muchos se sentían impotentes ante lo avasallador de las edificaciones en la ciudad. A continuación les presentamos algunas de estas estructuras.
La Villa Tita, Casa señorial en la calle Georgetti.
palabras “sabor y aroma” que plantea don Oscar Bunker en su libro. La otra era de “Save the aroma”, que decía el Sr. Johnson cuando pasaba por el lado de los obreros encargados de dar los últimos toques al cigarro y dejaban abierta una pequeña caja con tapa de cristal en donde se preservaba el cigarro antes de ser empacado. Información brindada por Winston González. Debemos mencionar que el precio de los cigarros Savarona era de .25 centavos, en un momento histórico que el obrero se ganaba $1.40 a la semana. (A.H.C.).
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Recreación de la casa Señorial de la familia Jiménez Km. 2 Carretera # 183.
Quintas de Mano Manca, donde vivía el dueño y los administradores de la Central Santa Juana.
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Edificio de la poderosa familia Solá.
Residencia del administrador de la General Cigar, hoy Casa Amarilla Dpto. de Cultura del Municipio Autónomo de Caguas.
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Establecimiento en la Barriada Las Marías.
Niños tristes de la barriada La Placita de Caballería..
Vemos el contraste de unas residencias de la clase dominante tanto criolla como extranjera, y de otra, la de los hijos de la pobreza. Las fotos
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dicen más que mil palabras. Unos, con el poder o aspirantes reales del mismo, otros, víctimas de ese mismo poder. Para el 1930 Caguas era un pueblo con una personalidad que lo proyectaba al futuro con sus virtudes y sus problemas de lo cual podemos tener un panorama en la fotografía que presentamos a continuación:
Fotografía de la plaza desde la Casa Alcaldía para el 1928.
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Podemos ver lo imponente del edificio de los sacerdotes de la Iglesia Católica donde establecían su hegemonía desde la perspectiva panóptica. Si bien, se podían ver personas que representaban los intereses de la clase dominante, como refleja la siguiente fotografía:
Recreación de niños pudientes de comienzos del siglo XX.
De otra parte se reflejaba la triste sonrisa del arrabal:
Triste sonrisa de los niños del arrabal.
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Aunque tratemos de presentar narrativamente las contradicciones que provocaron la lucha del poder, jamás nos podremos acercar a la realidad vivida por parte de todos los actores en este teatro histórico, envueltos en las distintas instancias en los conflictos de clases antes mencionados. Si bien, hubo muchos que de la noche a la mañana se quedaron en la quiebra, hubo otros que batallaron para conseguir un espacio dentro de la sociedad y el proceso económico de la ciudad. La estratificación social y la subdivisión de las dos clases principales–dueños de los medios de producción y trabajadores–, se dejaba ver en el desarrollo urbano de la ciudad. Las urbanizaciones que se establecían estaban a tenor con una clase en específico, por ejemplo una persona que viviera en Campo Alegre por lo regular no tenía capacidad económica para vivir en la Urbanización Grillo ni en Paradís, tampoco los que vivían en Checo o en el Troche podían vivir, ni siquiera entrar, a Mano Manca. Conclusión Durante el recorrido histórico que hemos hecho por las cuatro décadas estudiadas, hemos encontrado que la realidad de la misma no ha sido lineal. Hemos visto cómo se dieron múltiples contradicciones en las interacciones sociales, entre clases e intraclase en nuestra ciudad. Demostramos cómo los trabajadores de la agricultura tenían contradicciones entre ellos por el desplazo de muchos de éstos por la tecnología y la inversión de capital, aumentando el empleo de unas haciendas y eliminando del panorama agrícola a otras. Ese excedente de mano de obra agrícola que provenía de las haciendas que se fueron a la quiebra, en su mayoría fue a engrosar la oferta de fuerza de trabajo en la ciudad, lo que garantizaba salarios bajos. Esta situación traía inherente una contradicción con los obreros de la ciudad, por la batalla de éstos por mejores salarios. Esa misma inversión de capital que también hizo que las haciendas entraran en contradicción entre ellas y con los comerciantes españoles en el siglo XIX, se manifestó posteriormente entre los intereses de la Central Santa Juana y los cosecheros de caña en el siglo XX. La resistencia llevada a cabo por parte de éstos y la pequeña burguesía criolla fue prácticamente anulada por la Gran Depresión que se comenzó a manifestar desde la década de los 20, por lo que el proyecto abortó. En el área del tabaco la batalla fue parecida entre los cosecheros locales y los dueños de las grandes empresas absentistas. El poder dejó sentir su impacto en muchas instancias en la ciudad. Además de los presentados a través del aparato político–jurídico existieron elementos físicos que se dejaban sentir de forma silente. Los edificios representativos del Estado, la Iglesia y de la clase representativa de la burguesía criolla, dejaban sentir una ciudad de múltiples
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conflictos, pero presta a mantener un desarrollo para su mantenimiento y de proyección al futuro. La iglesia católica en Caguas desarrolló un sistema panóptico el cual fue representado con los dos edificios que se construyeron, justo al lado y detrás de la iglesia. Esto es llevado a cabo para disminuir el efecto provocado por la invasión de EUA a Puerto Rico y por ende a la ciudad de Caguas. La llegada de éstos tuvo entre uno de sus objetivos romperle el espinazo a la hegemonía ideológica de España, que todavía se mantenía. Una de las medidas implantadas fue la separación de Estado e Iglesia además de la imposición de sus normas y pautas en la vida de los puertorriqueños. La reconstrucción de la casa de don Nicolás Quiñones Cabezudo en el 1921, el edificio Solá, la Casa Amarilla construida en el 1911 para el administrador de la General Cigar, las Quintas de Mano Manca, construidas para el dueño y los administradores de la Central Santa Juana, el Teatro Manrique construido en el 1906, la Casa de Harrison Johnson en la calle José Gautier Benítez, dueño de los cigarros Savarona, demostraban un poder que transcendía lo físico. Las mismas, aunque no tenían el efecto de los edificios de la iglesia católica, dejaban sentir el poder de su clase cosechera o de pequeña burguesía mediante lo ostentoso de sus construcciones. El desarrollo urbano, de otra parte, dejaba sentir cómo se estratificaba la sociedad. Las urbanizaciones: Héreter – Johnson (Savarona), Paradís, Grillo (El Estadium), la urbanización Borinquen, La Granja, contrastaban con los arrabales que se encontraban en el casco del pueblo: Las Marías, Checo, El Troche, La Barriada Morales, Santo Domingo, El Gandul, El Millón, El Buche, Los Tres Brincos, entre otros. Estas contradicciones son precisamente las que hacen que la movilidad se manifieste en Caguas y le dé unas características particulares a nuestra ciudad. La dramatización de las contradicciones de clases, de un lado, unos pocos que tenían mucho, que por lo regular eran absentistas, y de otro, la gran mayoría de obreros no diestros y desempleados, que tenían muy poco. La visión de un extranjero (Sr. Gompers, Presidente de la AFL) señalaba que: “Nunca he visto tantos mendigos, niños, mujer u hombre extendiendo sus manos pidiendo un centavo”. Si bien, se veía ese cuadro a menudo en el pueblo, de otra parte, se veía la opulencia de otra clase, que encaramadas una de otras se las ingeniaban para subsistir con sus privilegios de clase de una forma u otra. El miedo a los elementos legales, sociales y religiosos, como a sus representantes físicos como psicológicos e ideológicos mantuvieron una conducta aparentemente homogénea en la ciudad la cual hemos notado que evidentemente tuvo fisuras de contradicciones irreconciliables entre clases como intraclases.
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CONSTRUYENDO EL CAGUAS DEL SIGLO XXI: LA GESTIÓN DEL ALCALDE ÁNGEL O. BERRÍOS DÍAZ Prof. José R. Gómez Blanco
Introducción El presente ensayo es un acercamiento inicial al análisis de la obra deÁngel O. Berríos Díaz durante su incumbencia como Alcalde de Caguas (19721976 y 1980-1996) y es parte de una investigación en proceso acerca de sus aportaciones al desarrollo del Caguas moderno. El propósito del mismo es compartir con los/as lectores/as información relacionada con las ejecutorias del ser humano que dirigió la administración municipal cagueña por más tiempo que ningún otro alcalde desde la fundación de la ciudad. En la Tabla 1 a continuación se detalla la información acerca de los alcaldes cagueños desde 1898 a 1972 y de 1977 a 1980.1 En su preparación se revisaron documentos alusivos a la ciudad de Caguas y su administración municipal durante la incumbencia del Alcalde Berríos Díaz, se entrevistó a varios familiares, colaboradores 1 Entrevista con el Historiador de la Ciudad, Juan David Hernández. Ver también Gilberto Castillo, Caguas en la historia del Partido Popular (Caguas: Impresos Emanuelli, 1996, 245-246); Oscar Bunker, Historia de Caguas. Vol. 2: 1894-1952 (Barcelona: Impresos Manuel Pareja, 1981); Adolfo Vilar Jiménez, El Caguas de todos los tiempos (San Juan: Florete, 1950) y Herminio Torres Grillo, Historia de Caguas, la invicta del Turabo (Barcelona: Rumbos, 1965). 214
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TABLA 1 Alcaldes de caguas 1898 – 1969 Vicente Muñoz Barrio 1898 Primer alcalde bajo dominación española Celestino Solá 1899-1900 Primer alcalde bajo dominación norteamericana Gervasio García 1901-1906, 1911-1913 Primer alcalde electo por el pueblo Gabriel Jiménez Sanjurjo 1907-1908 José Domingo Solá 1909-1910 Enrique Moreno 1914-11917 Juan Jiménez García 1918-1924 Domingo Lasa 1925-1927, 1933-1936 Pablo S. Hereter 1928-1929 Ildefonso Solá Morales 1929-1930 Antonio Rojas 1930-1931 José Reguero González 1932-1933 Julio Aldrich 1934-1940 Manuel Seoame González 1941-1948 Primer alcalde del PPD Cruz Cruz Muñoz 1949-1952 Ángel Rivera Rodríguez 1953-1968 Miguel Hernández Rodríguez 1969-1972, 1977-1980 Único alcalde que no perteneció al PPD Fuente: Hernández, Juan D, comunicación personal, y Castillo, Gilberto, 1996.
municipales, personas relacionadas políticamente con el Alcalde y a ciudadanos que participaron en el sepelio cuando falleció. En el Apéndice A se desglosan los nombres de los/as colaboradores/as y familiares entrevistados; durante el sepelio el autor entrevistó más de 50 ciudadanos/as particulares que se expresaron acerca del Ingeniero Berríos Díaz y su labor, y quienes no se identificaron en ese momento. Estas personas tenían como elemento común su deseo de expresar su dolor ante la muerte del Ingeniero Berríos Díaz, expresar sus condolencias a la familia y reconocer y agradecer la labor realizada por el Ingeniero Berríos Díaz durante sus 20 años como Alcalde criollo.
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Ángel O. Berríos Díaz: el ciudadano 2 Ángel Orlando Berríos Díaz nació en Caguas, en una humilde residencia de la calle Tapia esquina Celis Aguilera el 21 de septiembre de 1940, uno de trece hijos del matrimonio de don Ángel Berríos Hernández y dona Carmen Díaz Cotto, ambos ya fallecidos. De sus padres recibió un modelaje consistente en cuanto al valor del trabajo, la humildad, la laboriosidad, la amistad, el respeto y la importancia de la superación personal a través del estudio y la ayuda entre otros, forjados en el seno de un hogar católico.
Hizo sus estudios primarios, intermedios y superiores en las escuelas cagüeñas Abraham Lincoln, Luis Ramos González y José Gautier Benítez, graduándose con honores en todas ellas. Durante sus años en la escuela superior José Gautier Benítez se desarrolló como deportista, destacándose como atleta de pista y campo, especialmente en los eventos de 400 y 800 metros y sobresalió como líder estudiantil. Se graduó con un bachillerato en ingeniería civil en el Colegio de Agricultura y Artes Mecánicas de Mayagüez en 1965, año en que también contrajo matrimonio 2 Esta sección de nuestro ensayo no constituye un estudio biográfico completo de Ángel O. Berríos Díaz (1940-2006), sino un breve recuento de aspectos de su vida como miembro de una familia, deportista, estudiante, líder cívico, profesional, servidor publico y político, previo a su primera elección como Alcalde de Caguas en 1972 y durante sus 20 años como Alcalde (1972-1976 y 1980-1996). No existe una biografía oficial suya que pueda usarse como referencia principal, por lo que la información se ha elaborado a partir de conversaciones con familiares, personas que le conocieron durante estas etapas y de compañeros de trabajo en y fuera de la alcaldía, incluyendo el autor. 216
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con Marta Silvestre, joven cayeyana quien como él se había graduado de escuela superior en la escuela José Gautier Benítez. En ese matrimonio, el único de ambos, procrearon cuatro hijos, Ángel Orlando, Luis Orlando, José Orlando y Mariangely. Posteriormente estudió leyes en la Universidad Interamericana de Puerto Rico y obtuvo su grado de juris doctor en 1983.
Al finalizar su carrera como Alcalde y retirarse a sus actividades personales, estudió y obtuvo la licencia como corredor de bienes raíces, incorporando esa especialidad a las de ingeniería y abogacía en su quehacer profesional a nivel privado. Se destacó en su profesión de ingeniero y estuvo siempre activo en el Colegio de Ingenieros Arquitectos y Agrimensores de Puerto Rico, siendo electo Delegado del Capítulo de Caguas de dicha organización nacional y Miembro de su Junta de Gobierno a nivel central. Fue miembro de la primera Junta Consultiva para establecer el Programa de Ingeniería en la Universidad del Turabo y fue reconocido por el Colegio de Ingenieros de Puerto Rico como Ingeniero Distinguido. Por su labor cívica y comunitaria Ángel O. Berríos Díaz recibió innumerables reconocimientos de organizaciones cívicas como el
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Club de Leones, del que fue miembro activo hasta el final de sus días; el Leonismo Internacional lo designó Ciudadano Distinguido por el Distrito 51, el Concilio de Niños Escuchas de Puerto Rico, que lo designó también como Ciudadano Distinguido y la Fraternidad Delta Phi Theta, que también lo reconoció como Fraterno Más Distinguido. La Ciudad de New York lo seleccionó como Valor Humano de las Américas en su Novena Entrega Anual de Premios de Valores Humanos. Los Hogares CREA reconocieron su labor cívica y comunitaria a favor de la juventud en general y de sus clientes en particular. Como deportista y promotor deportivo Ángel O. Berríos Díaz creía que el deporte y la recreación eran mecanismos importantes para desarrollar a las personas como ciudadanos responsables y propiciar que estos se involucrasen en la comunidad: fue Presidente Fundador del Club Atlético de Caguas y de la Asociación Deportiva de Caguas, apoderado de los equipos cagüeños de baloncesto y voleibol (masculino y femenino) y se convirtió en amante del hipismo desde los primeros años de su vida adulta. En la década de los 90 fue exaltado al Salón de la Fama del Deporte Cagüeño y durante toda su carrera fue distinguido con numerosos reconocimientos por organizaciones deportivas cagüeñas que ayudó y auspició por años, antes, durante y después de su trayectoria como Alcalde. Inició su carrera de servidor público como ingeniero en 1964 en la Oficina Central de la Junta de Planificación de Puerto Rico y en 1965 fue nombrado Director de la Sección de Revisión de Proyectos, Urbanizaciones y Lotificaciones en la recién creada Oficina Regional de la Administración de Reglamentos y Permisos en Caguas. En 1969 fue reclutado por el entonces Alcalde de Caguas para dirigir el Departamento de Obras Públicas, renunciando a esa posición en 1970 para establecer junto con uno de sus hermanos su propia oficina de ingeniería, Berríos y Berríos. Ángel O. Berríos Díaz: el político Ángel O. Berríos Díaz fue elegido Alcalde de Caguas por primera vez bajo la insignia del Partido Popular Democrático en 1972 y reelecto bajo la misma en la elecciones generales de 1980, 1984, 1988 y 1992. Toda su carrera como ejecutivo municipal militó en dicho partido y desde 1980 fue presidente de dicha colectividad en la ciudad. Fue Alcalde durante 20 años, 16 de ellos consecutivamente, y como planteásemos antes, ha sido
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el Alcalde que por más tiempo ha dirigido la administración municipal cagüeña desde 1898, cuando don Vicente Muñoz Barrios ocupó la misma bajo el régimen colonial español. En la Tabla 2 se desglosan los lemas de las diversas campañas políticas que desarrolló en sus aspiraciones a la Alcaldía cagüeña. TABLA 2
Lemas de las campañas políticas de Ángel O. Berríos Díaz en sus aspiraciones a la Alcaldía Cagüeña por el Partido Popular Democrático: 1980 - 1992
1980: 1984: 1988: 1992:
Todos unidos venceremos… Hechos, no palabras… Cero retroceso: que siga el progreso… Construyendo el Caguas del siglo XXI…
Fuente: Castillo, Gilberto, 1996.
El Partido Popular Democrático fue derrotado a nivel nacional en las elecciones generales por primera vez en 1968 y esa derrota se extendió también a Caguas, interrumpiéndose la hegemonía que este partido había tenido en la administración municipal desde los 1940. Se han identificado varios factores a nivel nacional que contribuyeron a esa derrota, entre otros, la fundación del Partido Nuevo Progresista y del Partido del Pueblo, como consecuencia de las pugnas internas entre las organizaciones políticas existentes. 3 Una de las mayores sorpresas y consecuencias de estas divisiones internas fueron los resultados de las elecciones en Caguas, donde el Partido Popular Democrático, que había ganado ampliamente la Alcaldía en 1964 por más de 8,000 votos sobre el Partido Estadista Republicano, perdió en las elecciones de 1968 ante el recién creado Partido Nuevo Progresista por 924 votos. A partir de esta derrota el Partido Popular Democrático inició a nivel nacional un proyecto de renovación que incluyó, entre otros, el desarrollo e inclusión de nuevos líderes en las estructuras del partido, la restructuración de las mismas a nivel de municipios, de barrios y con 3 Ver Antonio Quiñones Calderón, Historia política de Puerto Rico. Tomo I: Quinta sección (San Juan: The Credibility Group, 2002), 411-413; Fernando Bayrón Toro, Historia de las elecciones y los partidos políticos en Puerto Rico (Séptima edición) (Mayagüez: Editorial Isla, 2008); César Ayala y Rafael Bernabe, Puerto Rico en el siglo americano: su historia desde 1898 (San Juan: Ediciones Callejón, 2011), 315-344; Luis Díaz Soler, Puerto Rico: sus luchas por alcanzar estabilidad económica, definición política y afirmación cultural, 1898-1996 (Isabela: Edición del autor, 1998), 393-466; Mario Cancel y Héctor Feliciano Ramos, Puerto Rico, sus transformaciones en el tiempo (San Juan: Cordillera, 2008), 403-424. LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)
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la juventud. En Caguas estos procesos incluyeron la renovación de los comités de barrios, la selección de delegados, cambios en las estructuras directivas locales y la organización del movimiento juvenil popular cagüeño. Ángel O. Berríos Díaz no tenía a esa fecha intenciones ni interés de incursionar en la política partidista. Se estaba desarrollando profesionalmente a través de su trabajo como ingeniero y servidor público, había contraído nupcias y comenzaba su familia, y estaba activo en la dirección de organizaciones deportivas en la comunidad. A pesar de esta realidad personal fue contactado a finales de 1971 por miembros locales del Partido Popular Democrático que estaban involucrados en estos procesos de transformación para proponerle que buscase la nominación para la Alcaldía. La invitación tomó a Ángel O. Berríos Díaz por sorpresa, dado que no se visualizaba como político, sino como profesional, servidor público y deportista y rechazó la misma, indicando que no se sentía preparado para hacer ese tipo de decisión, de gran importancia para su familia, la ciudad y el Partido Popular. Este grupo de líderes posteriormente convocó a los presidentes de las organizaciones de barrios y otros líderes locales, quienes en una reunión no oficial del Partido endosaron a Ángel O. Berríos Díaz como candidato a la Alcaldía cagueña para las elecciones de 1972. 4 A mediados de 1972 el Partido popular local celebró en Caguas su Asamblea de Nominaciones y se nominó y endosó por unanimidad a Ángel O. Berríos Díaz como candidato a la Alcaldía cagüeña, aunque persistían dudas de algunos sectores populares cagüeños en torno a su nominación y lealtad hacia el Partido, dado que había trabajado en un puesto de confianza en el gabinete municipal del Alcalde Miguel Hernández del Partido Nuevo Progresista, y había también recibido el endoso y apoyo de populares que habían contribuido a la derrota de dicho Partido localmente en 1968, al abandonar dicha colectividad y votar por el candidato del recién creado Partido del Pueblo. Culminado el proceso de reorganización iniciado tras su derrota en las elecciones generales de 1968, el Partido Popular Democrático llegó a las elecciones generales de 1972 confiado en recobrar la Gobernación y las posiciones que había perdido en los comicios de 1968. Con la 4 Conversación personal con Gilberto Castillo y Marta Silvestre, viuda de Berríos Díaz.
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candidatura de Berríos Díaz a la Alcaldía cagüeña, la ciudad también se preparaba para los comicios locales. Al contarse los votos emitidos, el Partido Popular Democrático recobró la Gobernación obteniendo el apoyo de 609,670 personas, superando los 524,039 del Partido Nuevo Progresista y eligiendo al Lcdo. Rafael Hernández Colon como nuevo Gobernador del país. En Caguas, el Ingeniero Ángel O. Berríos Díaz resultó electo por una ventaja de 4089 votos sobre el incumbente del Partido Nuevo Progresista, don Miguel Hernández. 5 Este primer cuatrienio de Berríos Díaz como Alcalde cagüeño, 1972 – 1976, fue uno difícil y retante. Tuvo que enfrentar simultáneamente el impacto y las consecuencias locales de la recesión que afecto al país y lidiar con la estructura política local del Partido Popular: aunque había sido elegido Alcalde, no era el Presidente de la organización política que lo había nominado. En 1974 varios miembros de la jerarquía local del Partido Popular se reunieron para discutir acerca de la nominación a la Alcaldía de Caguas en las elecciones de 1976 y la posible sustitución del incumbente Berríos Díaz en la papeleta. Sin embargo, el grupo no logró sus propósitos y el Alcalde fue renominado para la reelección en dichos comicios. A nivel nacional y a nivel local en Caguas el Partido Popular fue derrotado en las elecciones generales de 1976. El licenciado Carlos Romero Barceló obtuvo 703, 968 para la Gobernación, superando los 660, 401 que obtuvo el licenciado Rafael Hernández Colón. En Caguas el Alcalde Berríos Díaz perdió ante don Miguel Hernández por 967 votos, 25, 819 a 24, 852. 6 Al dejar la Alcaldía cagüeña en el 1977 Berríos Díaz se concentró en su vida personal y profesional, dedicándole tiempo a su familia, su práctica profesional como ingeniero y a sus estudios de leyes, alejándose de la política partidista. Al igual que lo ocurrido después de la derrota en las elecciones de 1968, los cuadros directivos del Partido Popular Democrático iniciaron un proceso de evaluación de lo acontecido, para identificar y corregir los factores que influyeron en dicha derrota electoral para prepararse para las próximas elecciones en 1980. 5 Ver Quiñones Calderón, Bayrón Toro y Castillo. 6 Ver Quiñones Calderón, Bayrón Toro y Castillo.
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En Caguas una de las primeras gestiones de este proceso evaluativo fue identificar un candidato a Alcalde para las elecciones de 1980: nuevamente funcionarios locales del Partido Popular visitaron en varias ocasiones a Berríos Díaz para proponerle que aceptase otra vez la nominación a la Alcaldía cagüeña. Aunque rechazó la invitación, Berríos Díaz colaboró con el resto del liderato local identificando y recomendando a otros cagüeños para dicha nominación. Ante la insistencia para que reconsiderase su negativa Berríos Díaz aceptó la nominación, condicionando la misma a que también se le designase como Presidente del Comité Municipal. 7 Luego de estas decisiones iniciales y con la estrecha colaboración de Berríos Díaz, se celebraron reuniones en todos los barrios y comunidades de la ciudad y se reorganizaron todos los comités locales. También se realizaron asambleas de delegados para elegir los miembros de la Directiva del Comité Municipal y Berríos Díaz fue elegido Presidente del Comité Central Municipal, como antesala a la nominación para la Alcaldía en las elecciones de 1980.
7 En conversaciones con la viuda del Ingeniero Berríos Díaz ésta indicó al autor que cuando se le propuso a su esposo inicialmente considerar la renominación a la Alcaldía, ambos, ella y su esposo, conversaron en repetidas ocasiones acerca de ello: ninguno estaba inclinado a considerar favorablemente la invitación, debido a sus compromisos personales y profesionales. Ante la insistencia de los líderes locales del Partido Popular, Berríos Díaz empezó a reconsiderar su posición original de rechazo y acordaron que aceptaría la misma con unas condiciones políticas y personales particulares: la Presidencia del Comité Municipal, que le había sido negada en las elecciones de 1972 y que el tiempo y la calidad de la vida familiar no serían subordinadas a la vida política.
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Como parte de los procesos de reorganización y preparación para las elecciones generales de 1980 se determinó también modificar la estructura del Comité Local existente, compuesta por dos comités, uno por cada precinto cagueño y un comité central, por un solo Comité Central, presidido por Berríos Díaz con dos vicepresidentes. Además, se incluía la posición de Secretario General del Partido en Caguas, posición que ocuparía por 16 años don Gilberto Castillo, quien todo ese tiempo también ocuparía la posición de vice alcalde en las administraciones de Berríos Díaz. La campaña popular para la Alcaldía cagüeña para el 1980 utilizó el lema Todos unidos venceremos y fue dirigida por Berríos Díaz y Castillo. Berríos Díaz había trabajado intensamente en el proceso electoral local, en las actividades para asegurar que los populares cagüeños tuviesen las fotografías requeridas para votar, y había colaborado en todas las actividades del Partido local y nacionalmente. Tenía el respaldo mayoritario del nuevo Comité Central y de los lideres de los dos precintos locales y del Comité Timón de los Jóvenes Populares, visitado todas las comunidades rurales y urbanas de la ciudad, y desarrollado programas radiales y mítines motivando a los populares a votar en las elecciones de 1980.
Otros elementos que contribuyeron al entusiasmo de las huestes populares a medida que se acercaban las elecciones de 1980 en Caguas fueron, en primer lugar, la celebración el 21 de julio de 1979 del Aniversario del ELA, en el estacionamiento del Centro Comercial Plaza del Carmen, donde Berríos Díaz fue el anfitrión y donde Rafael Hernández Colón presentó su trabajo La Nueva Tesis, que fue aceptada y aclamada por los asistentes: esto a su vez abrió la puerta para la nominación de Hernández Colón a la Presidencia del Partido Popular Democrático y a la candidatura para la Gobernación en las elecciones de 1980. 8 8 Castillo, comunicación personal.
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Otro elemento que también contribuyó al entusiasmo popular en Caguas previo a las esas elecciones fue que el Partido Nuevo Progresista celebró primarias internas para la candidatura a la Alcaldía entre el Alcalde incumbente, don Miguel Hernández y Víctor Rodríguez Lasanta, quien tenía simpatizantes en el Partido Popular. Al seleccionarse al incumbente como candidato a la nominación para Alcalde, los seguidores de Rodríguez Lasanta, que incluían funcionarios de la administración novoprogresista municipal y líderes profesionales y cívicos de la ciudad, se integraron a la campaña de Berríos Díaz. Los temas de la campaña local de Berríos Díaz se concentraban en proponer una serie de iniciativas para el desarrollo y crecimiento de la ciudad, a la vez que se señalaban también una serie de decisiones administrativas del Alcalde Hernández que afectaban adversamente a los cagüeños, tales como el cierre del cementerio de la Barriada Morales, el cierre de fábricas y negocios locales como la Consolidated Cigar, la General Cigar, Tenna Manufacturing y General Electric de Caguas, con el consecuente aumento en el desempleo y el deterioro de la calidad de vida, los problemas de algunas urbanizaciones con el Vertedero Municipal y la quema de basura, el problema de la Planta de Tratamiento de Aguas Usadas, los olores asociados a su funcionamiento y el impacto ambiental y social de los mismos, al igual que la crítica a las atribuciones del Alcalde Hernández de obras de otras administraciones como suyas. 9 9 Ibid.
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En la campaña local también se identificaron y criticaron sucesos ocurridos en la administración del Gobernador Carlos Romero Barceló tales como las muertes de los estudiantes universitarios en el Cerro Maravilla, de Adolfina Villanueva, las intervenciones policíacas ante las invasiones de terreno, los escándalos de la Lotería, la criminalidad, el alto costo de la vida, el deterioro en la calidad de vida de la población y las presiones a instituciones como el Colegio de Abogados, el Instituto de Cultura y el Tribunal Electoral, entre otros. Al lema unitario Todos unidos venceremos se añadió el esperanzador Vamos a ganar, y los electores cagüeños salieron a votar el 4 de noviembre de 1980, estrenando un nuevo sistema de tarjeta electoral y de colegios abiertos y cerrados. Las elecciones fueron cerradas y fue necesario un recuento general, que se desarrolló en el Edifico Valencia en Hato Rey. Luego del mismo el candidato a Gobernador por el Partido Nuevo Progresista, Carlos Romero Barceló, prevaleció con un total de 759,926 votos sobre el candidato popular, Rafael Hernández Colón, quien obtuvo 756,889. 10 En total, el Partido Popular Democrático obtuvo el triunfo en 50 municipios mientras que el Partido Nuevo Progresista ganó en 28; los populares eligieron 15 Senadores y 26 Representantes y los novoprogresistas 12 y 25. En Caguas el Alcalde Berríos Díaz revalidó en la Alcaldía por un margen inicial de 713 votos, que se redujeron a 113 en el recuento. En Caguas el Alcalde Berríos Díaz se reunía con la prensa del país para informar de la difícil situación económica y administrativa que había encontrado al comienzo de su nuevo término. Para enfrentar los nuevos retos el Alcalde Berríos Díaz acuñó el lema Haciendo más con menos y emprendió un vigoroso programa de reestructuración económica, política, social y cultural ante la realidad de un gobierno central dominado por el opositor Partido Nuevo Progresista. Pudo consolidar localmente el poder político, al obtener la Presidencia del Comité local, que había logrado en su primer término (1973-1976) y continuar fortaleciendo la organización política cagüeña. La derrota de los novoprogresistas en las elecciones de 1980 en general y en Caguas en particular, creó nuevas tensiones entre los novoprogresistas 10 Ver Quiñones Calderón y Bayrón Toro.
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cagüeños, que desde 1982 empezaron a analizar las posibilidades y alternativas para la candidatura para la Alcaldía criolla en las elecciones de1984, y recurrieron al método de primarias para seleccionar al eventual contrincante del alcalde Berríos Díaz. En este término, el Alcalde Berríos Díaz tuvo que enfrentar simultáneamente los retos administrativos de su puesto y las necesidades de servicios a la comunidad cagüeña, a la vez que se preparaba para las elecciones de 1984. Las tensiones y primarias internas de los novoprogresistas contribuyeron a la campaña de reelección del Alcalde Berríos Díaz. Importantes cagueños novoprogresistas, líderes de ese partido localmente, disgustados con los procesos internos y con los resultados de las primarias, abandonaron su partido localmente para unirse a la campaña de reelección del Alcalde Berríos Díaz. Para dicha campaña el Alcalde Berríos Díaz dio énfasis a la obra realizada a pesar de no contar con el apoyo del gobierno central novoprogresista del Gobernador Romero Barceló señalando que había desarrollado y/o estaba en proceso de desarrollar sistemas de alcantarillado en diversas áreas de la ciudad, aceras, encintados, proyectos de agua, facilidades recreativas, puentes, servicios municipales para niños, jóvenes y envejecientes, servicios de vivienda, salud y de policías municipales, totalizando más de $ 40,000,000. 11 Resaltó en esa campaña que también había fortalecido la administración municipal creando nuevos departamentos municipales de servicios a la familia, desarrollo económico, un banco de desarrollo y galería de mujeres distinguidas, un centro de operaciones para la Defensa Civil y una serie de iniciativas para continuar mejorando la infraestructura local. Actividades del Partido Popular Democrático a nivel Isla también contribuyeron a proyectar la imagen del Alcalde Berríos Díaz como un servidor público recto, comprometido con su comunidad, hábil y visionario y un líder político importante. Con estas actividades y su gestión administrativa, Berríos Díaz se proyectó en Caguas y en el Partido Popular como el líder de un grupo político y administrativo unido, un equipo ganador, listo para las elecciones de 1984. A medida que se acercaba la fecha de las elecciones 11 Castillo, Echavarría y Polanco, comunicaciones personales.
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el pueblo popular cagüeño anticipaba la victoria de su partido y la reelección de Berríos Díaz. En dichas elecciones Rafael Hernández Colón fue reelecto Gobernador y Ángel O. Berríos Díaz fue reelecto alcalde de la ciudad criolla. En esas elecciones Berríos Díaz obtuvo en Caguas más votos que los que obtuvo el Partido Popular Democrático y Rafael Hernández Colón. En el período 1985-1988 el Alcalde Berríos Díaz se benefició del apoyo del gobierno central popular del Gobernador Hernández Colón, lo que le permitió continuar desarrollando su obra de gobierno localmente. Uno de los logros más importantes de su administración en este período fue el aumento de 10 a 15 años de la exención contributiva en Caguas, lo que contribuyó directamente en el desarrollo industrial y comercial en la ciudad. La administración municipal, bajo el liderato del Alcalde Berríos Díaz capitalizó esta relación gobierno municipal–gobierno central, y la economía cagüeña se desarrolló rápidamente. Se inauguraron nuevas industrias, entre ellas, Mova Pharmaceuticals, la primera farmacéutica puertorriqueña y se aumentaron las oportunidades de empleo para los jóvenes.
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En agosto de 1988 los populares cagüeños celebraron el cincuentenario de la fundación del Partido Popular en Caguas con un homenaje público a más de 300 fundadores del partido localmente. Esta actividad marcó el comienzo de la campaña de Berríos Díaz para su reelección como Alcalde: los líderes del Partido a nivel Isla endosaron a Berríos Díaz para la nominación. En este período el Alcalde Berríos Díaz no tuvo que enfrentar localmente pugnas internas del partido y todos los incumbentes populares representantes de la región de Caguas en el Senado y la Cámara fueron nominados para la reelección en los puestos que ocupaban. Además, la obra pública que desarrollaba su administración era reconocida por el pueblo cagüeño, incluyendo personas afiliadas a otros partidos. Para enfrentar a Berríos Díaz en las próximas elecciones los novoprogresistas nominaron de nuevo a don Miguel Hernández, que había sido derrotado por Berríos Díaz en las elecciones de 1980, como candidato a alcalde para las elecciones de 1988. Con el lema Cero retroceso, que siga el progreso, resaltando la obra pública y el liderato político del Alcalde Berríos Díaz, y recordándole a los cagüeños situaciones de las administraciones anteriores de don Miguel Hernández, Berríos Díaz, los populares y el pueblo cagüeño se encaminaban de nuevo a las elecciones generales en 1988. En sus gestiones políticas de cara a las elecciones generales de 1988 el Alcalde Berríos Díaz desarrolló y dirigió, por todos los barrios rurales y urbanos de Caguas, caravanas denominadas “Invasiones Populares”, al igual que múltiples caminatas por las urbanizaciones y el centro urbano tradicional cagüeño, y nuevamente los populares y el resto del pueblo cagueño se prepararon para las elecciones generales. 12 Al contarse los votos, el Gobernador Hernández Colón revalidó derrotando al candidato novoprogresista, Baltasar Corrada del Río (871,356 a 819,870 votos) y el Alcalde Berríos Díaz derrotó nuevamente al candidado novoprogresista con holgado margen de 6,763 votos. Todos los candidatos cagüeños a Cámara y Senado obtuvieron también victorias electorales y fueron reelectos. 13 En el período 1989-1972 el Alcalde Berríos Díaz continuó desarrollando en Caguas sus proyectos de administración, conforme a lo planificado e iniciado en cuatrienios anteriores y se inauguraron facilidades 12 Berríos Silvestre, Castillo, comunicaciones personales. 13 Ver Quiñones Calderón y Bayrón Toro.
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recreativas, centros comunales, centros de servicios a personas de edad avanzada, centro de transportación y centros de distribución agrícola. A nivel Isla el Gobernador Hernández Colón dedicó tiempo y esfuerzos, conforme a lo establecido en el Programa de Gobierno del Partido Popular Democrático, a revisar las relaciones políticas con EUA: el pueblo rechazó sin embargo su reclamo de los Derechos Democráticos ante EUA. A principios del año eleccionario de 1992 se desarrolló en Caguas en general, y en el pueblo y estructuras políticas populares cagüeñas en particular, un ambiente de confusión e incertidumbre ante noticias que el Alcalde Berríos no se postularía para las elecciones de ese año. Ante ello y dado lo cercano de las elecciones, varios líderes populares cagüeños indicaron su interés y disposición en una posible vacante, pero ninguno se decidió a aspirar, ya que se anticipaba que el Alcalde Berríos Díaz reconsideraría. 14 Ante esta situación el Comité Municipal del Partido Popular se reunió y aprobó unánimemente una resolución solicitando al Alcalde Berríos Díaz que reconsiderase y se postulase de nuevo a la reelección. Berríos Díaz accedió, se postuló y fue reelecto en los comicios de 1992. Para la campaña eleccionaria la obra de su administración fue nuevamente su carta de presentación y lema: dos de los hermanos del aspirante novoprogresista expresaron públicamente su respaldo a la reelección de Berríos Díaz. A nivel Isla el Partido Popular Democrático seleccionó como su candidata a Victoria Muñoz Mendoza quien se enfrentaría al candidato novoprogresista, Pedro Rosselló González. Como líder político popular en Caguas y como parte de sus responsabilidades como líder político local, Berríos Díaz enfrentó en este término, meses antes de las elecciones nuevas situaciones de inestabilidad en el Partido Popular local, que involucraban a los dos representantes de Caguas en la Cámara de Representantes, quienes por diversas razones habían planteado que abandonarían sus escaños. Berríos Díaz dirigió procesos internos para seleccionar a los populares que habían de sustituir a los renunciantes. 14 Castillo y Silvestre, comunicaciones personales. Luego de extensas conversaciones con familiares y allegados el Alcalde Berríos Díaz decidió aspirar nuevamente a la reelección. Se ha planteado que el Alcalde había comentado en varias ocasiones sentirse agotado por los esfuerzos del trabajo político y administrativo y estaba considerando empezar un proceso de retiro de la vida pública. LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)
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En esas elecciones el novoprogresista Pedro Rosselló González venció a la candidata popular Victoria Muñoz Mendoza (938,969 a 862,989) y el Alcalde Berríos Díaz revalidó en su posición sobre el candidato novoprogresista. El Alcalde Berríos Díaz fue el único Alcalde popular que triunfó en el distrito de Humacao. Los candidatos populares al Senado y a la Cámara fueron derrotados por sus contrincantes novoprogresistas. El Alcalde Berríos Díaz enfrentaba un gobierno compartido. 15 Durante el que sería su último término como Alcalde de Caguas, Berríos Díaz intentó desde los comienzos de su mandato coordinar esfuerzos con los legisladores novoprogresistas en el distrito; con el tiempo vería sus esfuerzos frustrados y las asignaciones de fondos legislativos para Caguas desviados a municipios con administraciones novoprogresistas o a las agencias del gobierno central. 16 La administración de Berríos Díaz tuvo que enfrentar la paralización de proyectos de desarrollo urbano y social en proceso. A pesar de estas realidades, el Alcalde Berríos Díaz continuó los esfuerzos para terminar y/o adelantar los proyectos que estaban en proceso: se inauguraron el Pabellón de las Artes, un estacionamiento público, un nuevo centro de transportación, un centro de gobierno municipal, otro centro para el departamento municipal de obras públicas, el Paseo Gautier Benítez y se continuaron los trabajos de renovación del centro urbano tradicional. Durante este término se celebraron, a nivel Isla, tres consultas al pueblo: un referéndum de estatus en 1993, una consulta sobre los jueces y la fianza en 1994 y las primarias del Partido Demócrata Nacional (EUA) en Puerto Rico. En los tres eventos el Partido Popular Democrático participó y el Alcalde Berríos Díaz se involucró activamente en los procesos de orientación y movilización de los populares cagüeños. Además, el Partido Popular Democrático celebró primarias internas para la selección de su Presidente y candidato a la Gobernación, y Berríos Díaz, desde su posición como Presidente del Comité Municipal participó en dichos procesos. 15 Ver Quiñones Calderón y Bayrón Toro. 16 Castillo, Polanco, Echavarría, Silvestre, comunicaciones personales.
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Berríos Díaz no buscó la nominación de su partido para la Alcaldía en las elecciones de 1996 y facilitó su salida de la presidencia local y la transición hacia las elecciones de 1996. En diciembre de 1994 el licenciado William Miranda Marín, quien había colaborado con las campañas de Berríos Díaz desde sus comienzos como candidato a la Alcaldía cagüeña, radicó su candidatura oficial a la Presidencia del Comité Municipal del Partido Popular cagüeño y para la Alcaldía de la ciudad las elecciones de 1996, indicando que ambos retos fortalecerían sus compromisos para continuar la inmensa obra de Angel O. Berríos Díaz. El Ingeniero Berríos Díaz concluyó su trayectoria como ejecutivo municipal facilitando la transición para que el Lcdo. William Miranda Marín fuese nominado para la Alcaldía por el Partido Popular en las elecciones generales de 1996. El Ingeniero Berríos Díaz procedió a postularse como candidato popular a Senador en 1996 y no fue elegido a esa posición en las elecciones de ese año, culminando así su carrera política. Durante las dos décadas que el Ingeniero Berríos Díaz se desempeñó como Alcalde de Caguas enfrentó retos políticos locales asociados a la transición en las estructuras de dirección y funcionamiento del comité local del Partido Popular Democrático, ante un contexto político nacional particular que influyó, directa e indirectamente en sus esfuerzos como administrador público: la primera derrota del populismo, el inicio del bipartidismo, el Nuevo Pacto de Asociación, el Pronunciamiento de Aguas Buenas y la
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Nueva Tesis, los plebiscitos de 1991 y 1993, el nuevo gobierno estadista, el caso de Puerto Rico ante la Organización de Naciones Unidas, las divisiones independentistas y el Partido Socialista, los sucesos del Cerro Maravilla, el cuatrienio del gobierno compartido, las invasiones de terreno y las tensiones laborales, la reforma de salud y la corrupción gubernamental, entre otros. 17 17 Ver Díaz Soler, Ayala y Bernabe y Salvador Tió, Desde el tuétano (San Juan: Comisión Puertorriqueña para la Celebración del V Centenario del Descubrimiento de América y Puerto Rico, 1998) para análisis más detallados del contexto sociopolítico de le época.
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Ángel O. Berríos Díaz: el alcalde Durante el cuatrienio previo a la llegada del Ingeniero Berríos Díaz a la Alcaldía cagüeña, 1969–1972, Luis A. Ferré fue Gobernador de Puerto Rico: durante ese cuatrienio se definieron áreas de trabajo específicas para continuar el desarrollo del país y se comenzaron a desarrollar iniciativas administrativas para lograrlo, atendiendo necesidades y expectativas de la población, con el consecuente impacto en la administración municipal: la revisión y ajuste a las estructuras contributivas en el país, el fomento del desarrollo industrial y agrícola, la eliminación de los arrabales y la reducción de la pobreza, la mejoría en los sistemas de transportación colectiva, la descentralización de los servicios gubernamentales, el control y mitigación de los daños ocasionados por la contaminación ambiental, el fortalecimiento del turismo como herramienta de desarrollo económico, el desarrollo comercial y urbano de las ciudades en todo el país, la mejoría en los servicios de salud y educación pública, la escasez de vivienda al alcance de todos los puertorriqueños, el suministro eficiente y efectivo de electricidad y agua potable, el mejoramiento de la infraestructura para viabilizar el desarrollo, la disminución de los conflictos obrero patronales y el asunto del estatus político de la isla, entre otros. 18 Mientras esto ocurría a nivel nacional, en Caguas el Alcalde Miguel Hernández enfrentaba múltiples retos para atender las necesidades y expectativas de la población: la provisión de servicios de apoyo y mantenimiento a las escuelas públicas, la construcción de nuevos salones y el mantenimiento de las áreas verdes , las necesidades de servicios médicos a través del hospital municipal en coordinación con los servicios médicos estatales, la limpieza y reparación de carreteras rurales y alcantarillados urbanos y rurales, la limpieza y desyerbo de calles y espacios baldíos en barriadas y urbanizaciones, el recogido de basura, la operación del vertedero y la continuación del sistema de disposición de desperdicios sólidos mediante el enterramiento en vez de la quema y el mantenimiento de las facilidades recreativas municipales, entre otros. 19 18 Ver Guillermo Baralt, La Gran Tarea: la obra de gobierno de Luis A Ferré, 1969 – 1972 (Colombia: D ‘vinni, 2011), 79-100; Informes Económicos al Gobernador, 1970-1971. San Juan: Junta de Planificación de Puerto Rico/ Área de Planificación Económica y Social, en los que se desglosan estadísticas que describen la situación del país para esa época, con indicadores sociales particulares tales como niveles de ingreso, gasto, consumo y ahorro, empleo, desempleo y subempleo, educación y trabajo, actividad económica por sectores, incidencia de enfermedades, entre otros: constituían las guías para la implantación y evaluación de políticas de desarrollo en el país. 19 Informe de Actividades y Finanzas Municipales. Sometido a la Asamblea Municipal, 15 de septiembre de 1971. Municipio de Caguas, 1-16. LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)
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En sus ediciones del 1971 el periódico regional La Semana recibía semanalmente en sus secciones Cartas del lector y El pueblo pregunta cartas de ciudadanos/as que plantaban preocupaciones y problemas, demandando atención y solución a los mismos por parte de la administración municipal. Temas recurrentes indicativos de esas preocupaciones eran el asunto de la escasez de agua, los ruidos provenientes de establecimientos comerciales abiertos despachando bebidas alcohólicas hasta altas horas de la noche, quejas ante la ausencia de apoyo de las industrias locales a las actividades culturales en la ciudad, las carreras de carros por las noches en zonas residenciales, asuntos relacionados a la presencia de perros realengos en diversas partes de la ciudad, el deterioro de la planta física de muchas escuelas en la ciudad, el alto costo de la luz, la necesidad de hogares sustitutos para personas con problemas emocionales reambulantes por la ciudad, la ausencia de casas disponibles para familiar de escasos recursos, el nepotismo en la administración pública municipal;, exhortaciones a investigar el número de empresas locales en los municipios cuyos dueños y administradores son parientes del alcalde, exhortación a la participación en las actividades recreativas y cívicas en las comunidades y barrios, problemas con el acceso y disponibilidad a servicios de salud por las noches en el dispensario municipal, quejas por robos a residencias y el aumento en la criminalidad en el casco urbano, el aumento de la conducta violenta de niños y jóvenes en las escuelas, el asunto del tránsito, los tapones y las dificultades de estacionamiento, las invasiones de terrenos en la barriada Morales, la deseabilidad y reclamo ciudadano de dejar las actividades políticas durante la época de navidad, las inundaciones ocasionadas por las lluvias, el vandalismo en algunas urbanizaciones y el trastoque de la vida diaria cunado ello ocurre, entre otros asuntos 20 Durante el año electoral de 1972 La Semana reportó las visitas de candidatos a diversos puestos electivos a la ciudad, editorializó y manifestó la preocupación por el estado de la sociedad actual y la responsabilidad social de cada uno/a ante ello, al igual que editorializó acerca de la importancia de protección policíaca para los/as manifestantes y espectadores durante las caravanas por la ciudad y la necesidad de prevenir provocaciones y confrontaciones; también reportó las posiciones del Alcalde Hernández ante los reclamos de las comunidades y los planteamientos del Ingeniero Berríos Díaz para atender los mismos, propiciando el debate mediático entre ambos y publicó anuncios de todos/as los/as candidatos/as a diversos puestos electivos, presentándoles 20 La Semana, varios. 1971, Año 9 Núm. 433, 434, 437, 438; 1972, Año 10, Núm. 439, 485, 486, 487, 491. Secciones Cartas del lector y El pueblo pregunta y notas editoriales. Ver también Claridad tras el lente (San Juan: Claridad, 2012), una colección de fotografías de 50 años de realidad social del país; de igual manera el Plan Territorial del Municipio de Caguas: Memorial, Capítulos II-IX de 1995, Caguas: Oficina de Planificación, provee información específica de indicadores sociales de la época en cuestión 234
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de esta manera alas ciudadanía. Una vez se conocieron los resultados de las elecciones que daban el triunfo al aspirante Berríos Díaz el periódico reporto la información alusiva al comienzo de la transición para viabilizar, según el mandato de ley, el cambio de administración municipal, a pesar que el Alcalde Hernández no aceptaba los resultados oficiales, alegando fraude y exigiendo recuentos en los resultados de los distritos representativos 31 y 32, mientras que el Alcalde entrante reclamaba ante la comunidad la dilación en dichos procesos. Paralelo a estos asuntos estrictamente políticos, el periódico sirvió de plataforma para orientaciones del obispo de Caguas acerca de la administración de la Sagrada Eucaristía a mujeres divorciadas en las parroquias criollas. 21 A su llegada a la Alcaldía criolla en enero de 1973 Ángel O. Berríos Díaz comenzó de inmediato la doble tarea de administrar los servicios municipales existentes y heredados, a la vez que empezaba a planificar su desarrollo futuro conforme a la identificación de las necesidades cambiantes de la población, desarrollando una organización municipal que tendría como norte el buen servicio a la ciudadanía, la participación e inclusión de personas que tuviesen como compromiso principal el desarrollo de la ciudad y la atención a los más necesitados. 22 21 La Semana, 1972. Durante el año eleccionario el periódico desarrolló una columna especial titulada Política en La Semana en la que los/as candidatos/as podían exponer, como servicio público, sus programas de gobierno para conocimiento de la ciudadanía. 22 Castillo, Echavarría, Carrión, Hernández, Pintor, Polanco, Pereira, Pagán, Canetti, Ochoa, Silvestre, comunicaciones personales.
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Para atender estas metas el Alcalde Berríos Díaz organizó la administración municipal en torno a una serie de áreas programáticas que se entrelazaban todas entre sí y servían de guía para las actividades día a día y el desarrollo a mediano y largo plazo. La Tabla 3 desglosa las mismas. TABLA 3 Organización municipal de Caguas bajo la Administracion de Ángel O. Berríos Díaz: Áreas prográmaticas generales 1972 – 1976 Y 1980 – 1996
Administración Recursos humanos, fiscales, físicos Bienestar social Cultura, recreación y deportes, educación, salud, servicios a la familia, ambiente, vivienda, empleo Desarrollo económico y urbano Uso de terrenos, carreteras, obras públicas, desarrollo de comunidades, transportación, defensa civil, comunicaciones, energía, agua, acueductos y alcantarillados, sistema vial, planificación, desarrollo de recursos Fuente: Varios: Informes a la Asamblea Legislativa; Informes Anuales; Informes de Presupuesto y Recursos Humanos; Oficina de Planificación y Desarrollo, 1972 –1976 y 1980-1996. Municipio de Caguas.
Cuando el Alcalde Berríos Díaz no resultó reelecto en las elecciones de 1976 las gestiones administrativas a mediano y largo plazo quedaron inconclusas. Cuando fue reelecto en 1980 y hasta su retiro de la vida pública en 1996, las actividades e iniciativas que se desarrollaron estuvieron enmarcadas en estas áreas programáticas amplias.23 Las Tablas 4.1, 4.2, 5 y 6 a continuación detallan la obra desarrollada en esas dos décadas por la administración Berríos Díaz. 23 Castillo, Echavarría, Polanco, Carrión, Pereira, Ochoa, Canetti, comunicaciones personales.
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TABLA 4.1 Obras de Infraestructura Administración de Ángel O. Berríos Díaz 1972 – 1976 Y 1980 – 1996
Puente Qda. Sonadora Ave. José Mercado Puente Caguitas Carr. PR-30 Ensanche Desvío Oeste Prolongación Ave. Mercado Carr. PR-156 Carr. PR-172 Carr. PR-183 Carr. PR-739 Desvío PR-1 Ave. Rafael Cordero Rehabilitación Ave. LMM Ave. Zafiro Ampliación Calle Troche Extensión Calle Lucero Ampliación Calle Betances Puentes Calle Washington, Calle Wilson Alcantarillado Sanitarios: Villa Esperanza, José Mercado, Villa Cáliz I y II, Las Carolinas, Borinquen Parcelas Puente Villa Cáliz II Tomás de Castro II Sistemas de agua potable en Borinquen, Cañabón, Tomás de Castro, El Cinco, Las Hormigas, Cañaboncito, La Barra, La Mesa Aceras y encintados en sectores rurales y urbanos Construcción, mantenimiento y reparación de calles y caminos Fuente: Informes a la Asamblea Legislativa; Informes Anuales; Informes de Presupuesto y Recursos Humanos; Oficina de Planificación y Desarrollo, 1972 - 1976 y 1980 - 1996. Municipio de Caguas.
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TABLA 4.2 Obras de Infraestructura Administración de Ángel O. Berríos Díaz 1972 – 1976 Y 1980 – 1996 Pabellón de las Artes Edifico de Estacionamientos Centro de Transportación Edificio Centro Gobierno Municipal Edificio Centro Operaciones Obras públicas Edificio Defensa Civil Remodelación Plaza Palmer Paseo Gautier Benítez Centro de Distribución Agrícola Sistema de trolleys Parque de bombas Escuela Antonio Paoli Planta de trasbordo Contrato de arrendamiento construcción hotel Alcantarillado Pluvial Terralinda Proyectos de vivienda Las Mercedes, Parque del Río, JOM Apartaments Parque y cancha La Changa Parque y cancha Pozo Dulce Parque y centro comunal Turabo Macanea Cancha y centro comunal Borinquen Atravesada Facilidades Recreativas Urb. Machín Museo Histórico de Caguas Alumbrado a parques en Villa Nueva, Villa Blanca, Jose Meercado, Notre Dame, Villa Blanca, Caguax, Caguas Norte, Santa Elvira, Valle Tolima Parque complejo deportivo
Fuente: Informes a la Asamblea Legislativa; Informes Anuales; Informes de Presupuesto y Recursos Humanos; Oficina de Planificación y Desarrollo, 1972 - 1976 y 1980 - 1996. Municipio de Caguas.
TABLA 5 Obras de Recreación y Deportes Administración de Ángel O. Berríos Díaz 1972 – 1976 Y 1980 – 1996 Coliseo Héctor Solá Bezares Parque del Turabo Parque de Pequeñas Ligas Remodelación Parque Ildefonso Solá Morales Seis canchas de tennis en el Complejo Deportivo Pista Millán Clara Remodelación cancha de voleyball Pabellón de la Fama Deporte Cagüeño Dormitorios para la delegaciones internacionales en el Complejo Deportivo Programa Valores Deportivos del Año Campamentos de verano Muni Canchas de baloncesto bajo techo en la urbanización San Alfonso y en los barrios Bairoa, Tomás de Castro, Borinquen, Las Carolinas y la Barra
Fuente: Informes a la Asamblea Legislativa; Informes Anuales; Informes de Presupuesto y Recursos Humanos; Oficina de Planificación y Desarrollo, 1972 - 1976 y 1980 - 1996. Municipio de Caguas.
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TABLA 6 Obras de Bienestar Social Administración de Ángel O. Berríos Díaz 1972 – 1976 Y 1980 – 1996
Inversión de más de $8,000,000 al año en servicios a niños, envejecientes y otros sectores marginados de la comunidad cagueña. Servicios educativos, de salud, nutrición y psicosociales a más de 1,500 niños/as en el Programa de Head Start. Establecimiento de centros de cuidado diurno para hijos de padres que trabajan. Centro de cuido en la Universidad del Turabo para hijos de estudiantes. Centros para cuido de personas de edad avanzada en los barrios El Hato, Cañaboncito y Tomás de Castro. Apoyo económico a instituciones que sirven a deambulantes. Becas a estudiantes universitarios y a estudiantes pobres de escuelas elemen- tales, intermedias y superiores. Establecimiento de diez (10) dispensarios médicos en diferentes barrios de Caguas. Fuente: Informes a la Asamblea Legislativa; Informes Anuales; Informes de Presupuesto y Recursos Humanos; Oficina de Planificación y Desarrollo, 1972 - 1976 y 1980 - 1996. Municipio de Caguas.
Se ha planteado que “bajo la administración del Alcalde Berríos Díaz se creó la infraestructura física y de servicios necesaria para propiciar el crecimiento económico del Municipio24 y que este fue el autor de una gran transformación de la ciudad de Caguas, que dejó un amplio legado de obra pública en su ciudad natal”25; en ocasión de los actos de su sepelio el entonces Alcalde Miranda Marín, colaborador del Ingeniero Berríos Díaz desde principios de los 1970 y sucesor suyo en la Alcaldía comentó que “la ciudad de Caguas, que recibió el beneficio de sus extraordinarios y generosos servicios en la tarea patriótica de ir construyendo sus cimientos durante 20 años, se viste de luto por la partida de un ser humano cuyo compromiso con los valores criollos estuvo siempre presente en su acción política, deportiva y en su vida profesional y personal…”26 24 Gilberto Castillo, 1996, 227. 25 La Semana, 4 de mayo de 2006, Año 43, Número 2231, 143. 26 William Miranda Marín, In Memoriam: Ángel O. Berríos Díaz. (Caguas: Septiembre de 2006). 240
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Conclusión Entendemos que una serie de variables influyeron para que esta obra pudiese desarrollarse en el momento histórico en que ocurrió: en primer lugar la situación política a niveles nacional y local, el desarrollo del bipartidismo, el malestar administrativo local ante las dificultades para desarrollar y atender las necesidades de la población ante la tradición de centralización administrativa y dependencia total del gobierno central sirvió como agente precipitante y mantenedor de iniciativas locales creativas para atender las necesidades locales de maneras más flexibles y efectivas, percibiéndose dicho contexto y realidades como oportunidades y retos. 27 En segundo lugar las maneras de trabajar del Alcalde Berríos Díaz, configurando y dirigiendo equipos de trabajo con personas de diversas capacidades, destrezas y maneras de visualizar las situaciones, que se complementaban y lograron trabajar juntos por largos períodos de tiempo, compartiendo el mismo norte de desarrollar la ciudad 27 El Alcalde Berríos Díaz trabajó intensamente en los procesos y proyectos que culminaron en los 1990 en el conjunto de leyes de la reforma municipal para la creación y desarrollo de los municipios autónomos y desde sus experiencias en Caguas y como líder de los alcaldes de su propio Partido Popular y con la colaboración de los alcaldes del Partido Nuevo Progresista, fue parte importante de este proceso. 242
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atendiendo las necesidades de sus habitantes y estableciendo alianzas e iniciativas colaborativas para alcanzar objetivos identificados parte de un plan maestro de desarrollo comprensivo para la ciudad. TABLA 7 Variables que influyeron en el desarrollo de la obra del Alcalde Ángel O. Berríos Díaz Características personales Apoyo familiar Capacidad de trabajar en/con grupos Alianzas Situación política a nivel nacional y local Bipartidismo Malestar con estructuras centralizadas Necesidad de desarrollo de servicios locales Retos para atender necesidades de la ciudadanía Planificación guiada por objetivos y metas Mirada al futuro y énfasis en la ciudad y sus habitantes Contexto social visualizado como oportunidades Fuente: Gómez, entrevistas personales
En tercer lugar, las características de personalidad y el apoyo familiar del Alcalde Berríos Díaz contribuyeron también a que se desarrollase la obra de la administración a través de dos décadas de nuestra historia que presentaron al país en general y a la ciudad y sus habitantes en particular retos nuevos que requirieron miradas diferentes para atenderlos efectivamente. TABLA 8 Descripciones del Alcalde Ángel O. Berríos Díaz por miembros de la comunidad Cagüeña
Sencillo, humilde, respetuoso, jovial, campechano, enamorado de su familia y de su pueblo, comprometido y guiado por los valores aprendidos en su hogar. Tenaz y visionario, inteligente y capaz de trabajar en equipo uniendo diversas personalidades, intereses y voluntades por un propósito común. Sensible ante las necesidades de los jóvenes, los viejos y los más necesitados. Integró su pasión por el deporte, sus conocimientos profesionales y sus valores en una administración que se caracterizó por el servicio a la ciudadanía, la responsabilidad y la honradez. Fuente: Gómez, entrevistas con miembros de la comunidad.
En uno de sus informes a la Asamblea Legislativa Municipal, próximo ya a retirarse como Alcalde de la ciudad, le informó a los/as legisladores/ as municipales y a las personas que estaban presentes que
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la transformación de Caguas en la nueva metrópolis continúa: continuaremos laborando incansablemente para continuar siendo acreedores de esa confianza, trabajando con paso firme en la construcción del Caguas del Siglo XXI y nada ni nadie nos detendrá en nuestro afán de promover el progreso material y espiritual de nuestros compueblanos. 28
En su despedida del servicio público como Alcalde de Caguas el Ingeniero Berríos Díaz planteó que “al pasar revista por estos años de servicio a Caguas, mi satisfacción se transforma en gratitud a Dios Todopoderoso por el gran honor de compartir su poder transformador con este humilde servidor público”.29 Entendemos que la ciudad de Caguas tiene una gran deuda con el Alcalde Ángel O. Berríos Díaz y con los cientos de personas que, junto con él, en esos veinte años sentaron las bases para el Caguas del siglo XXI.
28 Ángel O. Berríos Díaz, Informe de Labor Realizada a la Asamblea Municipal de Caguas. Año Fiscal 1989-1990. 29 Ángel O. Berríos Díaz, Despedida del servicio público. Caguas: 13 de enero de 1997.
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APÉNDICE A 30
Personas entrevistadas.1 Familiares:
Marta Silvestre Vda. de Berríos Díaz José A. Berríos Díaz José O. Berríos Silvestre Luis O. Berríos Silvestre
(esposa) (hermano) (hijo) (hijo)
Colaboradores en la administración municipal:
Gilberto Castillo Ricardo Echevarría Evelyn Carrión Malavé José Polanco José Pereira José F. Ochoa Ralph Pagán Luis Pintor Juan David Hernández Mildred Canetti
(Vice Alcalde) (Director de Planificación) (Directora de Recursos Humanos) (Director de Presupuesto) (Director de Deportes y de Relaciones Públicas) (Director de Deportes) (Relaciones con la Comunidad) (Funcionario administrativo) (Historiador Oficial de Caguas) (Directora de Cultura)
Colaboradores en las gestiones políticas:
William Miranda Marín, fallecido (Ex Alcalde de Caguas) José Varela (Representante a la Cámara) José L. Dalmau (Senador) 30 La mayoría de estas entrevistas de realizaron durante el sepelio del Ing. Berríos Díaz y durante un programa de televisión especial que se desarrolló en Caguas luego de su muerte.
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JUNCOS Y SU HISTORIA A TRAVÉS DE LA FOTOGRAFÍA Y LAS FUENTES DEL ARCHIVO HISTÓRICO DIGITAL Dr. Félix R. Huertas González
Desde el 2008, he colaborado con el Municipio Autónomo de Juncos en el establecimiento del primer Archivo Histórico Digital Municipal de Puerto Rico. Este archivo organiza y pone a disposición de los investigadores, interesados en el estudio de esta municipalidad, una serie de fuentes historiográficas de gran utilidad. La principal documentación proviene de los fondos que tiene bajo su custodia el Archivo General de Puerto Rico, entre los que se destacan: Obras Públicas, Gobernadores Españoles, Diputación Provincial, Departamento de Hacienda, con la serie de fotografía aérea, y el Fondo Municipal de Juncos del siglo XIX. Además, cuenta con fotos de diversas fuentes que permiten analizar las transformaciones que ha sufrido el municipio en diversas épocas. El objetivo de esta presentación es mostrar un panorama de la evolución de Juncos en diversos periodos, a través de ciertas estructuras arquitectónicas y con el apoyo de fotos y documentos históricos. De igual forma, destacar cómo algunos edificios tuvieron un propósito particular en un proceso histórico; y, posteriormente, este propósito se fue transformando según pasaba el tiempo. Debo destacar que este artículo es un resumen de la presentación visual ofrecida a los estudiantes de escuelas privadas y públicas en el Museo y Centro de Estudios Humanísticos de la Universidad del Turabo. LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)
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Veamos, por ejemplo, el caso del edificio donde se estableció en el 2008 este Archivo Histórico Digital. Este edificio recibió la aprobación del Departamento del Interior y su construcción se efectuó en 1938.
Otro de los aspectos que las fotos y los documentos históricos nos reflejan en el caso de Juncos es la evolución que se fue dando en algunos edificios gubernamentales. Por ejemplo, encontramos edificios que inicialmente se construyeron para albergar una escuela y luego se convirtieron en la Casa Alcaldía.
Otro de los edificios históricos que refleja parte fundamental de la cultura religiosa junqueña y que fue pieza esencial en la fundación del pueblo a finales del siglo XVIII y su posterior consolidación en el siglo XIX, lo es la Parroquia Inmaculada Concepción. En estas fotos se puede observar la estructura de la Parroquia de las décadas de 1930 y 1940.
Sin embargo, uno de los aspectos que la fotografía nos permite ver con mayor claridad son los cambios que se producen en la infraestructura del pueblo, promovidos principalmente con el apoyo del gobierno central y municipal. En Juncos, podemos mencionar: las remodelaciones en la plaza pública, repavimentación y ampliación de carreteras y construcción de puentes.
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Una de las fotos emblemáticas que está disponible en el archivo junqueño y que nos permiten analizar el impacto y transformación económica es una de las entradas principales del pueblo en dos instancias diferentes. En la primera de ellas, que data de primera mitad del siglo XX, se observa a los trabajadores regresando de la agricultura, parte integral de la economía de la época; y en la segunda, se refleja la ampliación de los carriles para proporcionar el mejor acceso posible a los vehículos de motor.
Este mismo fenómeno se da en la zona urbana. Observemos la transformación ocurrida en las propiedades de la calle José Julián Acosta del casco urbano.
A su vez, observamos los diversos patrones que refleja la plaza pública desde la década de 1930 hasta la década de 1970.
1952
1979
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Otras de las fotos que muestran los cambios producidos en el casco urbano son las que podemos observar del Paseo Escuté. En ambas podemos observar la transformación que ocurre con el tiempo.
Finalmente la construcción de carreteras y puentes permitieron al pueblo de Juncos tener acceso a los municipios aledaños y lograr una mayor movilidad y desarrollo regional. Las siguientes fotos muestran cómo se fueron conectando con los pueblos de Loíza y Naguabo.
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BIOGRAFÍAS DE LOS CONFERENCIANTES
Jalil Sued-Badillo Gained his Ph.D. in the History of America from the University of Seville, Spain in 1989. He is Professor and Chairperson of the General Social Science Department (Interdisciplinary Studies) at the University of Puerto Rico in Rio Piedras, where he teaches courses in early Puerto Rican and Caribbean history. He has published numerous books and articles both in Europe, the United States and in the Caribbean region on archaeological and ethno historical interest, including La Mujer Indigena y su Sociedad (1975), now in its six edition, Los Caribes: Realidad o Fábula, (1975) soon to be published in English; Puerto Rico Negro (1986) now in its fourth edition; awards winner El Dorado Borincano: La Economía de la Conquista, 1510-1550, (2001); he is also editor of Authoctonous Societies , vol one of the General History of the Caribbean, published by UNESCO ( 2003) and most recently, has published Agueybana el Bravo: la recuperación de un símbolo (2008).
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Ivonne Acosta Lespier Fue catedrática de Humanidades e Historia en la Universidad del Turabo durante 20 años y profesora de Historia de Puerto Rico a nivel de Maestría en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe. Fue miembro fundador de la Asociación Puertorriqueña de Historiadores, y fungió como presidenta de la Sección de Historia del Ateneo Puertorriqueño durante 12 años. Ha publicado, además de La Mordaza, los siguientes libros, El Grito de Vieques y otros ensayos históricos 1990-1999 (Río Piedras: Editorial Cultural, 2001);Una historia olvidada, un siglo en la Asamblea Municipal de San Juan,1898-1998 (Asamblea Municipal de San Juan, 2000); Debates históricos para el nuevo milenio (Editorial Ateneo, 2000); El 98: Debates y análisis sobre el Centenario en las Tertulias Sabatinas (Cuadernos del 98, Ateneo Puertorriqueño, 1999); El Asesinato político en Puerto Rico (Cuadernos del 98, Ateneo Puertorriqueño, 1998); Santa Juana y Mano Manca, Auge y decadencia del azúcar en el valle del Turabo en el siglo XX (Río Piedras: Editorial Cultural, 1995); Controversias Históricas (Cuadernos del Ateneo Puertorriqueño, 1995) y La palabra como delito, los discursos por los que condenaron a Pedro Albizu Campos 1948-1950 (Río Piedras: Editorial Cultural, 1993). Fue la Curadora de la exposición permanente “Galería de los Alcaldes 1879-2000”, del Municipio de San Juan e investigadora histórica de varios proyectos. Desde el 2002 hasta el 2006 fue Editora General y Gerente del proyecto de la Enciclopedia de Puerto Rico en Línea de la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades.
Félix Rey Huertas González Es Catedrático Asociado del Departamento de Humanidades de la Universidad del Turabo en el Campus de Gurabo, donde actualmente se desempeña como Decano del Decanato de Educación General. Posee un doctorado en Historia de Puerto Rico y el Caribe del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, donde también ofrece los cursos de Historiografía Puertorriqueña y Caribeña, Metodología de la Investigación Histórica e Historia de Puerto Rico. En el Centro ha dirigido tesis de maestría y doctorado, es Asesor Académico y es representante de la Facultad de Historia ante la Junta Académica y Administrativa. También ha impartido cursos de Historia en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. 254
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Desde sus años de estudios graduados ha mantenido una constante trayectoria de investigación y divulgación en y fuera de Puerto Rico. Ha dictado conferencias en la Escuela de Estudios Hispano-Americanos en Sevilla, en el Centro de Estudios Martianos en Cuba y con la Asociación de Investigadores del Caribe en Jamaica, entre otras. En el 2006, publicó el libro Deporte e Identidad: Puerto Rico y su presencia deportiva internacional (1930-1950). En el 2013, acaba de publicar San Lorenzo: Principales comerciantes y hacendados a finales del siglo XIX. Como parte de su trabajo como historiador ha sido consultor histórico en los municipios autónomos de San Lorenzo y Juncos. Actualmente, en el pueblo de Juncos se desempeña como asesor en el establecimiento del primer Archivo Histórico Municipal Digital. Acaba de ser electo Presidente de la organización Historiadores de la Región Oriental (HIRO).
Carmen T. Ruiz de Fischler La Dra. Carmen T. Ruiz de Fischler se desempeña como Directora y Curadora en Jefe del Museo y Centro de Estudios Humanísticos Josefina Camacho de la Nuez de la Universidad del Turabo en Gurabo, Puerto Rico. Ha dedicado su carrera profesional al estudio y a la enseñanza de la historia del arte puertorriqueño e internacional. Completó sus estudios doctorales en Historia y Crítica de Arte en Florida State University en Tallahasse, Florida, escribiendo su tesis doctoral sobre Juan Fernández Navarrete, “El Mudo”, pintor de Felipe II en El Escorial. Se desempeñó como Catedrática Asociada de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras de 1971-1991. Fue Directora Ejecutiva del Instituto de Cultura Puertorriqueña, en el 1983 y en el 2009. Del 1991 al 1999 fue Directora Ejecutiva y Curadora en Jefe del Museo de Arte de Ponce. En el periodo de 2000-2005, fue la primera Directora Ejecutiva y Curadora en Jefe del Museo de Arte de Puerto Rico.
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Javier Alfredo Alemán Iglesias Es Profesor Conferenciante del Departamento de Humanidades de la Universidad del Turabo en el Campus de Gurabo, donde actualmente enseña los cursos de Historia de Puerto Rico y Humanidades. Posee un doctorado en Historia de América de la Universidad Interamericana, Recinto Metropolitano en Cupey. Su tema de disertación fue A moler caña: “The Juncos Central Company” y los contratos de refacción, siembra y molienda de sus colonos, 1905-1926. Además finalizó un Bachillerato de la Universidad de Puerto Rico, en Educación Elemental con un complemento en Educación Especial. Desde sus años de estudios graduados ha mantenido interés por la investigación histórica en temas sobre la política y economía de Puerto Rico durante el siglo XX, destacándose en investigaciones y estudios inéditos que ha realizado sobre el nacionalismo de Pedro Albizu Campos, el contraste ideológico de Santiago Iglesias Pantín y la industria azucarera de Puerto Rico, en especial, en la región centro oriente del país. De igual forma ha publicado varios artículos sobre temas actuales de Puerto Rico en la sección Voces del periódico El Nuevo Día. En su desarrollo como historiador ha ingresado a varias Asociaciones de historia en y fuera de Puerto Rico, entre ellas podemos mencionar, la Asociación Puertorriqueña de Historiadores (APH), Association of Caribbean Historians (ACH), Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe (ADHILAC) y la Red de Archivos de Puerto Rico (ArchiRed). Para el verano del 2013 dictará una conferencia en el II Congreso de la Asociación de Historia Económica del Caribe en Santo Domingo.
Gloria Tapia Ríos Posee un doctorado en Historia de Puerto Rico y el Caribe del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe. Cursó estudios con la Universidad de Sevilla para la concentración de Historia de América Latina. Es Asesora Cultural en diversos organismos universitarios para los cuales desarrolla proyectos dirigidos a difundir y a concienciar a la comunidad universitaria en torno a los valores culturales de Puerto Rico. Desde hace varios años se ha desempeñado como Directora Editorial desde donde ha publicado más de 60 libros, numerosas ediciones de revistas culturales y cuadernos de cultura.
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Ha mantenido una constante trayectoria de investigación y divulgación en Puerto Rico. Ha dictado conferencias sobre su tema de especialidad ‒historia económica y social‒ en varias instituciones universitarias, así como en Centros Culturales del País. Como parte de su trabajo como historiadora está investigando sobre la historia del pueblo de Arroyo y la edición de su tesis relacionada con la historia del litoral sureste de Puerto Rico a través de la Central Lafayette para la publicación.
Juan E. Roque Rivera Es Catedrático Auxiliar del Departamento de Humanidades de la Universidad del Turabo en el Campus de Gurabo, donde actualmente se desempeña como Director del Departamento de Humanidades y Sociales del Decanato de Educación General. También dicta cursos de Historia de Puerto Rico a nivel graduado en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe. Ha impartido cursos de Historia en el Departamento de Historia en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Posee un doctorado en Filosofía en Historia de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Su tesis doctoral, “Modernización y gobierno municipal a finales del siglo XIX, 18781897: Yauco, Caguas y Manatí” fue reconocida en el 2011 con el Premio Dra. Ana G. Sagardía otorgado a la mejor tesis doctoral presentada en el Departamento de Historia de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Acaba de ser electo Vicepresidente de la organización Historiadores de la Región Oriental (HIRO).
Katia Gil de Lamadrid Es Catedrática Auxiliar de la Escuela de Ciencias Sociales de la Universidad del Turabo. Nacida en La Habana, Cuba, obtiene una Licenciatura en Geografía por la Universidad de la Habana. Llega a Puerto Rico en el año 1995. Interesada en el tema del análisis territorial decide investigar sobre la transformación territorial del municipio de Caguas, donde reside actualmente. Obtiene su doctorado en Historia de América a través de la Universidad de Sevilla y del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, en el año 2005.
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Ha brindado talleres para maestros de Estudios Sociales en el área de geografía y publicado numerosos artículos y ensayos relacionados con su perfil profesional: la geografía y la historia. En el año 2010 publicó su el libro Caguas. Transformaciones territoriales desde el periodo colonial hasta 1952.
Juan David Hernández Historiador e investigador, posee estudios doctorales en Historia de la Universidad Interamericana de Puerto Rico y actualmente es el historiador oficial del Departamento de Cultura del Municipio Autónomo de Caguas. Es profesor de Humanidades en el Colegio Notre Dame de Caguas. Ha dictado varias conferencias en la Asociación de Historiadores, el Encuentro de arqueólogos en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, la Universidad Interamericana de Puerto Rico, y la Universidad del Turabo. Sus conferencias han sido publicadas en diferentes periódicos y revistas de la Isla. Algunos de los temas investigados han sido Desarrollo urbano de Caguas 1895-1919; Azúcar, esclavos y barracones; Caguas ciudad centenaria; Orígenes del criollo de Caguas; y Del azúcar moscabado al azúcar refinada: Caguas fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX.
José R. Gómez Blanco Posee un Bachillerato en Psicología y Educación de Xavier University, Cincinati, Ohio, una Maestría en Psicología Clínica del Instituto Psicológico de Puerto Rico, una Maestría en Administración Pública/ Administración de Programas de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras y un Certificado de Postgrado en Administración de Servicios Humanos Comunitarios del Instituto Nacional de Salud Mental, Washington, D.C. Completó los cursos requeridos para el grado Doctoral en Historia de Puerto Rico y el Caribe y está activo en la preparación de su tesis.
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ISBN 978-0-9823230-6-9
9 780982 323069 260
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