MANIFIESTO DE LA MONTERÍA

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INDICE

Presentación............................................................................... 03 Declaración preliminar................................................................ 04 Recopilación de normas de la Montería........................................ 05 Declaración final......................................................................... 06

01 Recomendaciones a organizadores de monterías....................... 07 1. Sobre la mancha y la colocación de puestos............................. 07 2. Sobre el capitán y los auxiliares de la montería........................ 09 3. Sobre las rehalas participantes................................................ 10 4. Sobre la asistencia a los monteros............................................ 11

02 Recomendaciones a los monteros...............................................13 1. Sobre la actitud ante la montería..............................................13 2. Sobre la incorporación a la montería.........................................14 3. Sobre las armas y el uso de las mismas.....................................16 4. Sobre la caza y la cobra............................................................18 5. Sobre el respeto y atención a los perros....................................19

03 Recomendaciones para titulares de rehalas................................21 1. Sobre la titularidad y tipos de rehala.........................................21 2. Sobre la uniformidad de la rehala.............................................22 3. Sobre la participación en la montería....................................... 23


MANIFIESTO DE LA MONTERÍA


La Delegación Española del Consejo Internacional de la Caza y de la Conservación de la Naturaleza (CIC), la Real Federación Española de Caza, la Junta Nacional de Homologación de Trofeos de Caza y el Real Club de Monteros, conscientes del riesgo de devaluación de los principios tradicionales que dieron secularmente a la Montería su singularidad y carácter, acuerdan la divulgación de este Manifiesto con el propósito de defender y mantener la esencia de una actividad fundamental para nuestra caza mayor.


Declaración preliminar

La defensa de la caza y su cultura, como actividad integrada en la socioeconomía rural y del ocio, y en la defensa de la Naturaleza, pasa por la mejor gestión y el buen uso de los recursos cinegéticos. La Montería, practicada desde hace ocho siglos, es el espejo de la caza mayor española, con unas características que la han hecho única en el contexto de las técnicas de caza mundiales. El olvido de sus normas consuetudinarias, a través de promotores o practicantes poco rigurosos, y de la evolución de los métodos de explotación del campo, supondrían para la Montería un descrédito pernicioso que afectaría a la caza entera. Por otra parte, las reglamentaciones venatorias se hacen cada vez más intervencionistas, sin puntos de referencia reales con los intereses que administran. Es precisa la participación inexcusable de los cazadores en el área de tales decisiones, y llevar a ellas lo más depurado y tradicional de sus actividades, que a lo largo de toda su historia consiguieron además del equilibrio racional en sus recursos, el mantenimiento de unos territorios en óptimas condiciones naturales. Es necesario, por tanto, proteger a la Montería clásica, mediante una reordenación de su ejercicio, aconsejando a sus practicantes la asunción de los rasgos principales que siempre se estimaron indispensables para su modelo y prestigio. Este Manifiesto no pretende, en ningún caso, que la Montería sea un compendio de ritos anacrónicos ni que suponga la exigencia de unos modos contrarios a nuestro tiempo. Entienden los convocantes que la Montería puede evolucionar junto a las circunstancias venatorias actuales, sin merma de sus valores, adaptándose perfectamente a

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las características de la moderna gestión de la caza mayor y a las pretensiones de los monteros de hoy. No obstante, desean expresar los convocantes su preocupación por el incremento de determinados métodos artificiales en búsqueda de mejorar los resultados. Dichas formas son contrarías a la esencia de la Montería y confunden su autenticidad.

Recopilación de normas de la Montería

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Para los fines propuestos, se ha considerado que la recopilación de las pautas habituales para llevar a cabo correctamente una Montería puede resultar un instrumento de utilidad, al establecer una referencia que, por su sencillez, sea admitido por todos como indispensable. Estas normas prácticas se expresan en forma de recomendaciones, a imagen de las emitidas por el Consejo de Europa en 1.985, relativas a las sugerencias para un código de comportamiento del cazador.

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Precisamente en el enunciado de unas recomendaciones elementales, advertimos que el reiterado olvido de muchas de ellas y el incorrecto comportamiento de algunas personas conduce a que pudieran producirse accidentes y en todo caso a desvirtuar un ejercicio cuya grandeza reside en el simple mantenimiento de su tradición y buen hacer. Aunque las recomendaciones están dirigidas a los distintos responsables que intervienen en la Montería, el conocimiento general de las mismas pretende la formación de una conciencia integral que proporcione a los practicantes la definición de un estilo. Las recomendaciones se incluyen anejas al Manifiesto.


Declaración final

Las instituciones que avalan este Manifiesto acuerdan:

PROMOVER la divulgación de estas recomendaciones por todos los medios a su alcance, para que lleguen al conocimiento general del mundo de la Montería, considerando momento oportuno para ello, el mismo día de la celebración de cada Montería. Se facilitará, si fuera posible, un ejemplar de este Manifiesto a los monteros y podenqueros asistentes.

SOLICITAR a todos los monteros de cualquier condición y experiencia la adopción de estas Recomendaciones como guía básica de su actividad.

MANTENER la vigencia de estas Recomendaciones, procurando que las mismas sean recogidas en la norma y espíritu de las reglamentaciones administrativas.

• FOMENTAR la observancia de estas Recomendaciones mediante la creación de un Premio anual que distinga de forma puntual las más destacadas actuaciones presididas por la finalidad de este Manifiesto, para lo que será recabado el patrocinio y apoyo de las entidades oportunas.

Octubre de 1994 Este Manifiesto se revisó y actualizó en 2019, con motivo de su XXV Aniversario.

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Recomendaciones a organizadores de monterías

1. Sobre la mancha y la colocación de puestos

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1.1. Mantener la quietud y tranquilidad en la mancha desde el momento en que se prevenga o contrate su caza. Evitando que se celebren en su perímetro o zonas de influencia aguardos de cochinos, recechos selectivos o careos de ganado doméstico que puedan perturbar a la caza en los meses previos a la montería.

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1.2. Estudiar con el tiempo y mayor detalle posible la mancha a cazar y como se ha de cortar y montear. Marcar los puestos de manera que estén acertadamente colocados, tanto desde el punto de vista de la seguridad de los monteros y auxiliares participantes como de las carreras de la caza.


1.3. Si los puestos están situados en cortaderos, procurar que estos tengan el trazado conveniente y la limpieza deseable, evitando aquellos que se encuentren fuera de línea. Colocarlos con suficiente distancia entre ellos, sin cargar las traviesas con demasiados puestos, bien por razones de seguridad como por no interferir en la acción cinegética del puesto de al lado. Por parte del organizador, sería muy recomendable señalar con elementos visuales el terreno que corresponde a cada cazador. En algunos casos, y para mayor seguridad de los monteros, sería conveniente hacer taludes o colocar torretas. 1.4. Evitar en todo caso el exceso de puestos en la montería evaluando con rigor los que la mancha admite de manera racional y sin peligro.

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2. Sobre el capitán y los auxiliares de la montería 2.1. Designar siempre un capitán de montería, subrayando su autoridad y la prevalencia de su criterio en los conflictos de tiro o primera sangre que puedan presentarse. 2.2. Asegurar que los postores conocen bien los puestos en cuanto a su situación y uso para que puedan trasmitir a los cazadores los posibles peligros y la ubicación de otros monteros. Al término de la montería, los postores habrán de auxiliar y comprobar la retirada a la junta de toda la armada a su cargo y comprobar, además, que en todos los puestos quedan debidamente marcadas las piezas cobradas y también las heridas. 2.3. Organizar racionalmente, con agilidad y silencio el movimiento y aparcamiento de los vehículos, sin abusar de su utilización. 2.4. No permitir que se corten los trofeos en el monte, y arbitrar las medidas oportunas para que la caza llegue con rapidez a la junta para su exposición ante todos los monteros y además facilitar su mejor aprovechamiento.

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2.5. Colaborar, en la medida de los posible, en el cobro de la caza herida para que no se quede ninguna en el campo.

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2.6. Recordar que es tradición que en las monterías de invitación, los dueños de rehala están exentos de aportar el guante solicitado a los monteros para cubrir los gastos del día. Ellos ya contribuyen con sus podenqueros, perros, camión, etc.


3. Sobre las rehalas participantes 3.1. Contar con las rehalas oportunas, sin exceso de número, para evitar que se estorben mutuamente, con menoscabo del buen cazar y como consecuencia de los resultados. Ordenar la suelta en los lugares adecuados y convenidos, según las características de cada una de ellas. 3.2. Citar a las rehalas a una hora adecuada, evitando a podenqueros y perros largas esperas innecesarias hasta el momento de la suelta. 3.3. Facilitar a los perreros el auxilio de guías que conozcan la mancha para asegurar los recorridos previstos para cada rehala y asistirles para el rescate de perros perdidos si fuera necesario.

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3.4. Recordar el papel principal de las rehalas en la montería, seleccionándolas en base a su eficacia y a la profesionalidad y ética de los perreros, evitando aquellas ocasionales o las reunidas sin garantías. Dedicar a podenqueros y propietarios la consideración debida, estimulándolos en su trabajo cuando merezcan la distinción de la alabanza. 3.5. Procurar aportar con prontitud la retribución convenida a los rehaleros, a unos el alquiler de la rehala, a otros la propina a su perrero. Una vez han recogido sus perros cuanto antes lleguen a la perrera mejor, y con mayor motivo si hay perros heridos. 3.6. En los casos en los que la montería se celebre en momentos de alta carencia de agua y altas temperaturas, como suele pasar a comienzos de temporada, considerar soltar temprano y proveer puntos de agua para los perros a lo largo de la mancha, informando a los rehaleros de la localización de los mismos. En circunstancias extremas plantear suspender la montería, primando el bienestar de los perros.

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4. Sobre la asistencia a los monteros

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4.1. Proporcionar a los monteros la máxima información posible sobre la mancha a cazar, facilitándoles plano, esquemas de situación e instrucciones propias de la finca. Así mismo identificar las rehalas con sus colores y señalar las diferentes sueltas y la forma de batir la mancha, ya sea a una mano o al tope. Exigir a todos los participantes su colaboración para dejar el campo limpio.


4.2. Exigir la puntualidad en la junta, correspondiendo a la misma con tiempos previstos para atender a los monteros y armar la mancha, y arbitrar medidas para que todos conozcan el fin de la montería y no adelanten o demoren su repliegue por carecer de guías o medios. 4.3. Procurar la integración del montero en las características, el desarrollo y el resultado de la montería. Mantener, en todo caso, las reglas tradicionales de hospitalidad y bien hacer. Sostener la institución de los noviazgos, con la necesaria aceptación de su propuesta y el control en la mesura de su desarrollo. Un noviazgo sin mesura se convierte en un esperpento alejado de los motivos de su creación. 4.4. Organizar la colocación de las piezas cobradas en la junta con criterio estético demostrando respeto a las mismas.

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Recomendaciones a los monteros

1. Sobre la actitud ante la montería

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1.1. Tener siempre presente que los resultados de una montería son aleatorios y pueden estar sujetos a circunstancias ajenas al propósito de organizadores y propietarios. Nadie puede garantizar un resultado en todos sus términos por lo que no es justo valorar la montería por los resultados propios obtenidos. Así debe de ponderarse el resultado global del día y otros factores como los de la organización, los compañeros y su posible éxito, la calidad de las rehalas y el talante montero, en suma, de la experiencia compartida. La montería es una modalidad de caza en equipo.

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1.2. Recordar que en las monterías de invitación deben de guardarse al propietario, entre otras, dos prerrogativas; colocar a los monteros según su criterio, y reservarse la propiedad de los trofeos que se cobren. Este último extremo supone el solicitar permiso previo antes de llevarse un trofeo de la finca.


2. Sobre la incorporación a la montería 2.1. Es imprescindible estar en posesión del permiso de armas, seguro y las licencias obligatorias de la comunidad en la que se realiza la montería. 2.2. Cumplir con puntualidad la hora de la cita presentándose a los organizadores y compañeros. Permanecer atentos a las instrucciones y sorteos, y no demorar con su ausencia la salida de su armada. 2.3. Cumplir a rajatabla los cupos dispuestos por el capitán de la montería. En caso de duda por haber podido herir una pieza, no seguir tirando si ya se hubiera hecho el cupo. 2.4. No abusar del uso de los vehículos en el interior de la mancha, ni llevar un excesivo bagaje de útiles al puesto que complicaran siempre el traslado de las armadas. Es recomendable participar con ropa discreta, a ser posible de usos tradicionales, como los zahones o delanteras. Utilizar prendas de alta visibilidad, preferentemente naranjas, de acuerdo con la legislación autonómica vigente en cada cazadero y mantener su uso durante todo el trascurso de la batida. 2.5. Bajo ningún concepto doblar dos cazadores el mismo puesto simultaneando la acción cinegética, tanto por seguridad, como por quitarle ventaja al animal. Tampoco desdoblarse repartiendo el terreno. En caso de compartir un puesto dos cazadores, se alternarán en los lances y si se diera el caso de llevar dos armas, una debe permanecer siempre enfundada y descargada.

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2.6. Procurar que los acompañantes en el puesto sean los mínimos o indispensables, con un solo cazador por puesto, para evitar el riesgo de accidente. Los acompañantes guardaran el silencio y compostura de respeto para los vecinos de armada. 2.7. Solicitar al postor que le indique la colocación de sus compañeros de armada, y posteriormente asegurarse con ellos mediante contacto visual directo, o de referencias suficientes, para hacer la composición sobre el terreno de las posibilidades de disparo. La seguridad de los asistentes debe de constituir un factor primordial, prevaleciendo sobre cualquier otra causa.

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2.8. Mantener el silencio en las manchas. No abusar de emisoras de radio o teléfonos móviles. El uso de emisoras en aquellos cazaderos en los que por sus características son habituales, ha de limitarse para comunicaciones de importancia relativas a la organización de la montería o a los perros, y nunca para dar desventaja al animal o contar anécdotas.

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2.9. En caso de encender una lumbre en el puesto, hacerlo de manera muy controlada y asegurarse que queda bien apagada antes de marchar. Desistir de hacerla en ocasiones de fuerte viento o monte muy seco.


3. Sobre las armas y el uso de las mismas 3.1. No utilizar armas inadecuadas que provoquen la perdida de animales heridos. Por la misma razón, no se debe de disparar a distancias excesivas, donde la probabilidad de un impacto certero es dudosa y complica la recogida de la caza. El montero procurará, asimismo, portar cuchillo de remate que le permita dar muerte a una pieza agarrada de perros, o cederlo a alguien con experiencia en caso de que careciera de ella en este tipo de lances.

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3.2. Las normas de seguridad en el tiro deben aplicarse con el máximo nivel de exigencia, recordando que ocultos por el monte puede haber podenqueros, guías, acemileros y guardas en los lugares más impensados. Por ello, nunca debe dispararse sobre un movimiento de monte o bulto que no haya sido identificado de manera indudable. De la misma manera jamás se debe disparar contra el horizonte o viso, teniendo en cuenta que el viso, no es únicamente el cielo, es allí donde va la bala si no se entierra justo detrás del animal, siguiendo su trayectoria hasta el siguiente testero en donde puede haber personas y perros.

En el puesto mantener el arma siempre con el seguro accionado hasta el momento de efectuar un disparo. Bajo ningún concepto usar el visor del rifle como catalejo, para mirar a otros puestos o perreros. Nunca apuntar con el arma hacia el puesto vecino.

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3.3. Camino de las posturas, no deben portarse armas montadas ni disparar contra piezas que pudieran saltar al paso. El montero no preparará sus armas hasta llegar al puesto y antes de abandonarlo volverá a descargarlas.

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3.4. En la mancha no deben probarse las armas ni tirar al blanco, incluso finalizada la montería. Ello puede dar lugar a accidentes, a confusiones en el personal auxiliar y entre perreros y perros, ya que estos últimos dejaran de obedecer a las llamadas de recogida, entendiendo que la montería no ha terminado.


4. Sobre la caza y la cobra 4.1. Una vez colocado, el montero no debe abandonar el puesto salvo circunstancias imprevistas, en cuyo caso lo comunicará a sus vecinos de armada de manera determinante. Nunca se alterarán las posturas para disparar mejor a las piezas o para cortar sus viajes con ventaja. Los puestos están fijados para maximizar la seguridad. Es preciso permanecer en el puesto hasta el fin comprobado de la montería. 4.2. Respetar las carreras de la caza, dejándolas cumplir al propio puesto, sin disparar a las que, distanciadas, se dirigen presumiblemente a otras posturas próximas. 4.3. Acatar siempre la regla de la primera sangre. La resolución de las confusiones que hayan podido producirse, deben de realizarse sobre el terreno del lance y no en la casa, y siempre de manera cordial y correcta. En caso de discrepancia, recabar el criterio del capitán de montería, a cuya decisión deben de someterse los monteros. 4.4. Comprobar siempre en los casos de duda si la caza fue herida y hay sangre en el tiro o sus inmediaciones. En tal circunstancia, debe el montero procurar la cobra de la misma, así como auxiliar, en la medida de lo posible, al compañero dedicado igualmente a pistear. Una vez localizadas las piezas, marcar su situación con señales visibles y bien colocadas para facilitar su retirada del campo. Los trofeos deben marcarse apropiadamente para identificar a su cazador. 4.5. Al finalizar la montería, los participantes deben de comunicar al capitán todas las incidencias apreciadas en su desarrollo, como número de piezas vistas, posibles

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defectos de colocación del puesto, comportamiento de las rehalas, etc. Con ello cooperarán eficazmente a la mejora de las futuras monterías.

5. Sobre el respeto y atención a los perros 5.1. El montero está obligado a respetar y apreciar a los perros, que son la base de la montería. Un inadecuado comportamiento hacia ellos puede alterar la labor de preparación y eficacia de una rehala. 5.2. No pegar ni espantar violentamente a los perros cuando muerden a la res cobrada, que ellos mismos nos trajeron, sino dejar que se piquen un tiempo razonable y luego instar con suavidad a que la abandonen para que regresen a la mancha. Hay que dejarlos morder, pues los hace mejores, pero no hay que dejarlos comer.

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5.3. No disparar a una pieza rodeada de perros, ya que existe una alta posibilidad de herir o matar a uno de ellos. Este peligro se acentúa en caso de agarre, donde hay que excluir al rifle para el remate. La sola detonación producirá la espantada de los perros, y la próxima vez dejaran al perrero o montero solo ante el animal. Al agarre se debe acudir con el cuchillo, y si se carece de experiencia en estos trances, aguardar la llegada del podenquero u otro montero.

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5.4. Si por un error o accidente el montero hiere o mata a un perro, debe comunicarlo lo antes posible al organizador y al dueño de la rehala.


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Recomendaciones para titulares de rehalas 1. Sobre la titularidad y tipos de rehala: 1.1. Dueño de Rehala o rehalero solo se considera al propietario de los perros, que bien los montea directamente, ejerciendo él mismo de podenquero, o que, para ello, cuenta con la intervención de un perrero contratado.

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1.2. Los tipos de rehala en función de la forma de participación en la montería son: - Rehalas tradicionales: Aportan sus perros y todo el equipo por un puesto y propina para su podenquero. - Rehalas de alquiler: Prestan sus servicios a cambio de una retribución.

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Dentro de las rehalas de alquiler hay dos tipos: - Las que alquila directamente el organizador de la montería. - Las que alquila un montero para cubrir un puesto. En este caso, al montero no se le puede considerar dueño de la rehala.


2. Sobre la uniformidad de la rehala 2.1. Acudir a la montería con un número suficiente de perros que permita batir con eficacia la mano encomendada, considerando adecuado el de diez a doce colleras o según la normativa vigente en cada Comunidad Autónoma. 2.2. Identificar a los perros mediante divisas o colores en los collares, además de la chapa de origen. Procurar que al menos los de capa oscura porten campanillas o collares de alta visibilidad para su mejor distinción entre el monte. 2.3. Mantener a las rehalas dentro de la uniformidad de un tipo característico de perros, para que adquieran su propio estilo. 2.4. Solicitar a los podenqueros, el uso de atuendos de acuerdo con la tradición. El mono de trabajo no se considera un atuendo adecuado para la montería. Además, deberán llevar alguna prenda de alta visibilidad, preferiblemente de color naranja. Asimismo, que se mantengan los clásicos elementos de llamada, como la caracola.

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3. Sobre la participación en la montería 3.1. Cumplir los horarios de cita a la junta y suelta en la mancha, batir con profesionalidad y rematar en los lugares determinados. 3.2. Respetar las manos y los agarres, sin cruzarse para llegar con ventaja a estos últimos salvo circunstancias extremas. Marcar las piezas en el interior de la mancha para facilitar la posterior localización. 3.3. Al llegar los perreros a las traviesas, deben cruzarlas a la vez, y si fuera necesario esperar la llegada de alguno que estuviera retrasado. No hacerlo en la orilla de la traviesa sino unos metros dentro del monte. 3.4. Acudir con perros buenos, sanos y fuertes que a priori pueden ser garantía de los resultados del día. No llevar a la montería perros enfermos que puedan contagiar a otros. Extremar la vigilancia de las perras en celo, que distraen en el monte a los demás y causan graves molestias a los rehaleros.

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3.5. Acudir con un transporte adecuado, espacioso y con ventilación suficiente en el que todos los perros puedan estar echados de manera cómoda y que les permita descansar.

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3.6. Aceptar la participación del montero para acudir al agarre en salvaguarda de los perros, cuando suceda en la cercanía de su puesto y no hubiera perrero alguno para rematar la caza. 3.7. Al igual que el resto de participantes en la montería, los podenqueros no deben abusar de las emisoras de radio. Su uso ha de limitarse para comunicaciones realmente necesarias, nunca para radiar lances o anécdotas.


Autores (1994):

D. Pedro González de Castejón D. Francisco León Jiménez Marqués de Villanueva de Valdueza Edita:

Ilustraciones:

BARCA. (Copyright, BARCA 2020) Diseño:

Depósito Legal: Agradecimientos al Consejo de Administración de Mutuasport y a la Mesa de Trabajo del Manifiesto de la Montería (2019):

Marqués de Villanueva de Valdueza Dña. Carmen Basarán Dña. Rocío Aznar D. Pedro González de Castejón D. Ignacio Higuero D. Paco León D. Diego Satrustegui D. Juan Treviño



Avenida Reina Victoria, 72-1º 28003 Madrid 915340444 mutua@mutuasport.com www.mutuasport.com


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