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Apasionada, soñadora y disciplinada.
from My Bike ED 37
by Rivcom SAS
Valentina Roa a los 7 años empezó en BMX, pero un día en la ciudad de Ibagué se realizó una copa de Downhill y quiso participar, le quedo gustando y entró al mundo del Cross Country y el descenso de montaña. Con la ayuda de Sandra, su mamá, tejen un camino con gran futuro en este mundo del ciclismo.
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Apasionada, soñadora y disciplinada es como se describe Valentina Roa. Con 15 años ya es toda una profesional en el ciclismo en la categoría de Downhill. La pasión que despierta en ella el deporte hizo que un locutor en Medellín la apodara “La Reina del Descenso”.
A los 7 años inició en BMX, su recorrido continuó en Ibagué en una copa de Downhill y desde el momento en que participó quiso entrar al mundo del Cross Country y el descenso de montaña, eligiendo esta última como la modalidad para seguir su camino como ciclista.
Valentina siempre ha contado con el apoyo de su mamá, Sandra Sánchez, quien siempre la ha acompañado en este recorrido, no obstante, jamás pensó que el rumbo de su hija fuera a terminar en el Downhill, no solo por ser un deporte de alto impacto, también porque alrededor de esta modalidad hay un mundo de diversas historias tanto positivas como negativas.
En el 2017 corrió su primera carrera de Cross Country quedando campeona y su primera carrera de Downhill quedando en tercer lugar. Ese día decidió dejar el Cross Country para continuar con el Downhill, siempre de la mano de su madre, quien decidió emprender este camino a su lado. Empezaron a conocer nuevas caras y ciudades, miles de competencias y copas nacionales que empezaron a formarla como una ciclista profesional.
Valentina nació en Ibagué, pero vive actualmente en Manizales y representa al departamento de Caldas y el equipo ProBuilds Racing de Estados Unidos.
Sus entrenadores se conforman por Chigüiro, Steven Ceballos y Julián Mauri. Le encanta entrenar en equipo porque siente que avanza y aprende cada día de la mano de Rafael Gutiérrez, Juan Henao y Camilo Sánchez, grandes figuras del deporte y quienes llevarán a Valentina a ser la mejor en la modalidad.
El Downhill sigue siendo un deporte donde las mujeres no son las protagonistas, sin embargo ella espera poder ayudar a cambiar esa realidad siendo la mejor del mundo; por su parte Sandra, siente que todavía hay muchos hombres en el ciclismo y sueña también con cambiar esa realidad, como lo hizo en su tiempo Mariana Pajón.
La cuarentena no fue impedimento para que Valentina continuara con sus entrenamientos, encontrando apoyo en algunos elementos deportivos para hacer su rutina desde casa y conectarse con su entrenador a través de zoom, sin embargo nunca había pasado tanto tiempo sin sentir la adrenalina de descender en la montaña, pero gracias a un permiso de la alcaldía logró salir de su casa para trasladarse a casa de uno de sus entrenadores, donde se enfocarían en los objetivos del próximo año en el Downhill.
Sandra y Valentina: un equipo invencible
La historia empezó cuando Mariana Pajón ganó el oro olímpico y sembró en muchas niñas la esperanza de ser grandes deportistas. Una de ellas fue Valentina, esta pequeña y empoderada niña que creció viendo a sus papás montar moto, a sus 7 años le dijo a su mamá que quería ser ciclista.
Valentina empezó a ir a sus clases y siempre en la mira de un olímpico como Pajón, sin embargo, conoció el Cross Country y también se enamoró, en una de sus rutinas de entrenamiento empezó a montar ruta en la bici de MTB y se dio cuenta que tenía buena resistencia física, duró los últimos años en esta modalidad hasta que decidió quedarse en Downhill por amor al descenso que un día nació y hasta hoy sigue intacto. Sandra nunca pensó que Valentina fuera a escoger la bicicleta como deporte, como toda mamá la inscribió en clases de natación, patinaje, voleibol y muchos deportes para ver en cuál se destacaba mejor, sin embargo Valentina se decidió por la bicicleta comenzado un recorrido de grandes caminos.
El aprendizaje fue mutuo, mientras Valentina entre caídas y golpes aprendía a descender, su mamá empezaba a entenderla y apoyarla. Se formó un lazo inquebrantable y una amistad en la que ambas crecieron y entendieron que “un deportista no entra ganando siempre”; que hay caídas, golpes que duelen, frustraciones momentos difíciles, pero que nunca hay que rendirse, como en el momento en que la pista le dejó la mejor enseñanza a Valentina cuando una maniobra le salió mal y su clavícula se fracturó. Mientras algunas personas opinaban que lo mejor era abandonar el deporte, su mamá siempre estuvo a su lado para acompañarla y apoyarla, pues Sandra no solo desempeña su papel como madre sino como apoyo incondicional para que su hija llegue tan lejos como sueña.
Fuente:
Entrevista Valentina Roa y Sandra Sánchez por Alejandra Molina