Muerteenelarroyo

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ÍNDICE

I. MUERTE EN EL ARROYO II. EL CASO DE MANUEL SANTA

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III.

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LA VIUDA

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PRÓLOGO DEL AUTOR

Aunque la novela, y los dos relatos que aparecen a continuación puedan parecer, a simple vista, como de la exclusiva imaginación de su autor o basados en otros escritos de carácter novelístico o cuentístico, la verdad es que en el trasfondo de cada uno de ellos está impresa una realidad de la cual el autor fue testigo, ya fuese como actor activo o pasivo. Quizás algunas situaciones puedan parecer inverosímiles, absurdas o poco convencionales, sin embargo debo decir que básicamente lo único que se ha cambiado son los nombres y apellidos de los personajes que intervienen, y en algunos sus oficios, porque en lo demás, incluyendo la mayoría de las fechas y los sitios que se mencionan, corresponden exactamente a aquellas en que se produjeron. Agradezco a las personas que me colaboraron en la publicación de estos relatos: A mi hermano Luis Norberto, quién me animo a hacerlo y a mi hija Diana con quien revisé el texto final del libro. Por supuesto que cualquier error u omisión es responsabilidad exclusiva del autor. Igualmente agradecería mucho a quienes me enviaran sus comentarios a la siguiente dirección: betasorio@hotmail.es.

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MUERTE EN EL ARROYO

MIGUEL

A. BETANCUR.

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ÍNDICE

I. EL SUCESO II. INFORME DEL PATOLOGO

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III. LAS PESQUISAS 36 IV. SILOÉ 51 V. LOS CASETTES 61 VI. PERFIL DE HERNANDO MARTÍNEZ 75 VII. EL CUMPLEAÑOS 101 VIII. ELUCUBRACIONES DEL INSPECTOR 128 IX. JUICIO 151

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I. El Suceso

I. EL SUCESO

Corrían los últimos días del mes de noviembre de 1979 y en la ciudad de Cali el invierno con sus torrenciales aguaceros había sido especialmente intenso en dicho año, por ello el cauce de los ríos Cauca y Cali, así como los de los diferentes riachuelos, arroyos o caños de aguas lluvias que cruzan la ciudad en diferentes direcciones estaban desbordados. Las inundaciones eran numerosas tanto en el sector rural donde el río Cauca había anegado vastas extensiones con plantíos y albergues, como también en la zona urbana de la misma Cali, donde el río de igual nombre había penetrado hasta en las instalaciones del edificio del Centro Administrativo Municipal, denominado por los caleños como simplemente CAM, ubicado en todo el corazón de la ciudad, afectando específicamente sus sótanos donde reposan los archivos. El barrio Nuevo Tequendama queda hacia el sur de la ciudad y era por aquellos años una urbanización relativamente nueva habitada por familias de clase media. Las estructuras de sus casas unifamiliares eran todas iguales, consistentes básicamente de dos plantas, con un antejardín empleado como garaje. Por el sur limita con el barrio Camino Real y en sentido occidente-oriente le sirve de límite con este barrio el recorrido de un arroyo o riachuelo llamado Cañaveralejo, que según algunos es lo que ha quedado del antiguo rio del mismo nombre, el cual viene desde más arriba por un costado de la plaza de toros de idéntico nombre. Pero este pequeño arroyo en época de intensas lluvias, como la que estamos mentando se desborda y anega las zonas verdes adjuntas. Probablemente el nombre de la plaza fue tomado del arroyo, lo cierto es que a mi como habitante relativamente reciente de esa urbe me daba la impresión que la afición a los toros de los caleños debía ser tan arraigada como aquel arroyo, para darse el lujo de tener

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Muerte en el Arroyo

tan esplendida plaza en un extenso y magnifico sitio completamente encerrado y arborizado que incluye varias manzanas de terreno adaptados como parqueaderos exclusivos para los taurófilos caleños, todo lo cual para ser utilizado prácticamente una vez al año, durante la temporada decembrina. En apoyo de lo anterior basta con anotar que observaba con un tanto de sorpresa como varios compañeros de trabajo- en la empresa donde por aquellos años me había recientemente colocado y por lo cual me había tenido que trasladar a esa ciudad- tenían por costumbre iniciar la compra de boletas, para la temporada taurina de diciembre, desde el mes de febrero inmediato anterior, vale decir con once meses de anticipación, o sea prácticamente desde que finalizaba la que estaban disfrutando. Y dicho gasto mensual lo consideraban como uno más de los que deben hacer periódicamente, es decir como la luz, el agua etc. Sin duda esto me confirmaba en la idea de que Cali tenía o tiene una de las aficiones taurinas más fieles. El trayecto de dicho arroyo, canalizado en sus costados, corre a cielo abierto y en sentido paralelo a la última hilera de casas del lado sur del barrio Nuevo Tequendama. Separado por bastantes metros de césped y/o árboles están los patios traseros o solares de las casas del barrio siguiente, Camino Real. En resumen, las cuadras del Nuevo Tequendama a que me estoy refiriendo, en donde se desarrollaron los acontecimientos que voy a relatar, no tienen vecinos inmediatamente al frente. Antes de abandonar el barrio e ir a recorrer otro, el Cañaveralejo da un viraje a su derecha y en ese preciso punto, fue visto por las primeras personas que transitaban por allí, en aquella madrugada de sábado, el cuerpo sin vida de un hombre de unos 45 a 50 años. Muchas de estas personas eran habitantes del barrio que habían salido a hacer ejercicio en aquella mañana Novembrina. Nadie se atrevió a bajar al lecho del arroyo, para constatar su identidad o

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si aquel cuerpo podría aún estar con vida, lo cual es comprensible ya que de la orilla al lecho puede haber dos o tres metros por superficie lisa de cemento. Todos se arremolinaron al borde de la vía desde donde contemplaban el espectáculo. Algunos mas cautos optaron por buscar el teléfono mas cercano para informar a la policía, la cual llegó a eso de las 8 a.m. es decir unas dos horas luego que los primeros transeúntes hicieron las llamadas, según algunas versiones. De la patrulla policial salieron varios agentes uniformados unos y civiles otros, uno de éstos ordenó a los uniformados que conformaran una especie de cordón humano para controlar y apartar al público hasta colocarlo a prudente distancia. Entretanto los de civil bajaron al lecho del arroyo-tomando las precauciones del caso- y allí quien parecía ser el jefe de ellos examinó el cadáver fotografiándolo detalladamente al igual que a sus alrededores. La corriente del riachuelo afortunadamente había disminuido su caudal gracias a que parte de la noche y sobre todo al amanecer había amainado la lluvia. Lo examinaron de arriba- abajo y de un lado a otro, auscultándole todo su cuerpo y vestimenta, dejando constancia de todo ello con su cámara que no dejaba de relampaguear. El señor a quien en adelante llamaré el Inspector, posteriormente subió al nivel de la vía y preguntó a los que estaban mas cerca si alguno reconocía al occiso, a lo que algunos respondieron que, así de lejos les parecía un vecino de ese barrio, pero que no estaban seguros, deberían verlo de más cerca. En vista de ello y luego de que ordenara subir el cuerpo a la ambulancia el Inspector accedió a que varias personas miraran mas de cerca el cuerpo, las mismas que le afirmaron que era una persona que vivía por ese lugar; una de ellas mas

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precisa le agregó al Inspector: Mire señor, yo tengo una pequeña miscelánea aquí en este barrio y ese señor iba con frecuencia a mi establecimiento a tomarse una cerveza, se llama o mejor se llamaba don Hernando y su casa queda en la primera o segunda cuadra de las que dan frente al arroyo. Ante esta situación el Inspector vio la posibilidad de encontrar de una vez a los familiares para comunicarles el suceso y se dirigió hacia donde estaba su inmediato subalterno para ordenarle que demorara un poco la partida hasta nueva orden, ya que creía poder ubicar rápidamente a sus deudos y así efectuar el reconocimiento, es decir la identidad plena del muerto. Acto seguido se encamino hacia donde le habían dicho. En la primera casa que encontró de las varias cuadras que dan frente al arroyo preguntó, previa identificación, cual era la de don Hernando, para mas señas decía: un señor de unos 45 años, tez trigueña, estatura mediana y mas bien delgado. ¡Ah, si don Hernando!, le contestó quien lo atendió. Vea señor, siga derecho y en la mitad de la cuadra, ahí es. Al momento el inspector se encontraba timbrando en dicha casa. Le abrió una señora de unos 30 a 35 años, color trigueño acanelado, ojos negros y en general bien parecida. Señora: soy el inspector Guillermo Bedoya de la comisaría 18 a la cual pertenece este barrio. ¿ es este el domicilio de don Hernando, y le dio las características. Si inspector, contestó la señora.¿ El es de estatura mediana, mas bien delgado, de uno 45 años y tez trigueña, tirando a blanca? Si señor, pero ¿que pasó? Repuso la señora, al tiempo que por una ventana exterior del segundo piso se asomaban dos niñas adolescentes, las mismas que el Inspector alcanzó a ver. ¿Son sus hijas? Le preguntó. Si señor ¿Pero que le ha ocurrido a Hernando? Me temo que pueden

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ser malas noticias, pero antes de alarmar a las niñas necesito que de inmediato venga conmigo para efectuar el reconocimiento de un cadáver que se encontró aquí cerca en el arroyo. ¿Quiere Usted pasar, mientras me arreglo un poco Inspector? Me temo que ello no va a ser posible, porque nos están esperando, le ruego ponerse un abrigo o un sobretodo lo antes posible y venir conmigo. La esperaré aquí en la puerta. ¡ Ah, y no les diga aún algo a las niñas, de golpe las alarmamos innecesariamente! Camino al sitio del suceso, la señora dijo: perdón Inspector, no me he presentado, mi nombre es Esther y tengo dos hijas de 13 y 16 años. ¿Dice Usted que encontraron una persona ahogada en el riachuelo?. Bueno señora, yo no he dicho que ahogada, encontraron un cadáver ahí tirado en un recodo del arroyo, allí donde da un viraje hacia la derecha; sobre la causa exacta de su muerte aún no se sabe, eso quizás nos lo diga la necropsia, la cual es de rigor en estos casos. ¿ Pero si lo encontraron a un lado del arroyo, es porque se ahogó o no?, replicó en tono de ratificarse en lo dicho la señora Esther. Como le digo señora, eso lo dictaminará medicina legal, en esto nunca se sabe. Pero, sí, lo más probable es que haya sucedido como Usted dice. Mientras platicaban así, el inspector y Esther se acercaban mas y mas al sitio, donde aún permanecía gran cantidad de gente, no obstante que el cadáver ya había sido retirado y guardado en la camioneta oficial. Desde la multitud y al paso de Esther se desprendieron dos o tres personas las cuales dirigiéndose a Esther le decían: ¡¡ Señora, es su marido, es don Hernando!!

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Al lado del Cañaveralejo, cerca al punto donde había ocurrido el hallazgo, y siguiendo las instrucciones del inspector permanecía estacionada la camioneta policial a la espera, con el cuerpo del occiso, misma a la cual los curiosos alargaban sus cuellos tratando de ver hacia adentro, en actitud de morbosa curiosidad, por encima de los guardias que la vigilaban. El Inspector con la señora Esther llegaron y al punto se abrió la puerta trasera para que ambos pudiesen subir y cumplir su misión. Detrás de ellos la gente pujaba para tratar de lograr avizorar el cuerpo sin vida de don Hernando, lo que al parecer a esas alturas ya se daba por descontado. Dentro de la camioneta, el auxiliar que acompañaba al muerto le quitó la sábana que lo cubría e inmediatamente Esther exclamó: ¡Oh, Dios mío, sí, es Hernando!. De inmediato se cubrió la cara con un suéter que llevaba consigo y quiso permanecer al lado del cuerpo, pero al momento el inspector Bedoya la tomó por un brazo y haciendo un ademán le dijo: Bien, señora, reconocido. ¿Es efectivamente su esposo, verdad? A lo cual ella asintió plenamente con su cabeza sin destaparse la cara. Ahora le pido el favor que bajemos de la camioneta. El cuerpo de su esposo será llevado a medicina legal donde le practicarán la autopsia para establecer la real causa de su muerte, la hora y otras circunstancias del suceso. Allí, luego de esto podrá Usted reclamarlo para darle sepultura de acuerdo a sus creencias religiosas. Una vez bajados del vehículo, pero antes de que éste se marchara Esther, entre sollozos dijo al Inspector: le suplico que me entreguen a Hernando hoy mismo, pues quiero llevarlo a cremar cuanto antes….así me lo había solicitado él mismo. En varias ocasiones me insistió en que no quería velorios, sino que en esa eventualidad deseaba que se terminara con ese drama lo mas pronto posible.

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Bueno, eso si no es de mi competencia, de todos modos veré que puedo hacer por Usted, respondió Guillermo Bedoya, y dirigiéndose al conductor de la camioneta le dijo: Oficial Gutiérrez ¿ sabe Usted que patólogo está hoy de turno?. El doctor Prieto inspector, respondió el conductor, quien ansioso por marcharse ya había puesto en marcha el motor. Ah, él es un buen amigo mío, por favor dígale que yo le agradecería si me practicara esta autopsia lo antes posible, hoy mismo, a fin de que los deudos pudieran sepultarlo hoy día; dígale que ellos pasarán a recogerlo en horas de la tarde, okey. Claro que si Inspector, con gusto se lo diré; ojalá no haya mucho turno, pero hoy es sábado y generalmente los viernes por la noche suceden muchas muertes violentas en esta ciudad, respondió el conductor. Entonces vete rápido, repuso Bedoya. El Inspector volviéndose hacia Esther le dijo: ya oyó Usted, ahora permítame la llevo hasta su casa. Inspector, no es necesario, aquí hay varias personas con las cuales me puedo ir. Señora, déjeme decirle que comprendo muy bien su estado de ánimo, pero infortunadamente me toca hacerle algunas preguntas a objeto de poder rendir mi informe sobre este caso a mi superior y preferiría hacérselas ahora y en su propia casa, en lugar de tenerla que citar para que comparezca a la inspección, así como Usted nosotros también tenemos nuestros afanes. Esther convino y se encaminaron a la casa 755 de la cuadra. Cuando llegaron la señora dijo: le pido el favor me disculpe algunos minutos mientras me arreglo un poco y les cuento algo a las niñas. Así fue, al cabo de unos pocos minutos apareció nuevamente en la puerta e invitó, ahora si, a entrar al Inspector. Este siguió y

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observó, entre otras cosas, que las niñas no se encontraba por parte alguna. ¿Cómo reaccionaron? Preguntó Bedoya. Quedaron consternadas y fueron a encerrarse en su alcoba. Francamente, agregó Bedoya, tanto las niñas como Usted tienen una entereza y una forma de enfrentar este tipo de situaciones que para mi es envidiable. En la mayoría de los casos, que desafortunadamente me toca enfrentar diariamente, presencio verdaderos cuadros de ataques histéricos. Claro que en el fondo, yo no se quienes sufren mas, si a los que les dan tales ataques, o a los que como Ustedes guardan tanta compostura. Bueno, señor Inspector, si es tan amable ¿ podemos empezar de una vez con sus preguntas? De inmediato, Bedoya entendió que no podía mantener aquella informalidad y cambiando dijo: ¿ don Hernando tiene mas familiares directos, es decir, padres o hermanos a quienes deba dárseles la noticia de inmediato?. Aquí, en esta ciudad tiene solamente un hermano al cual voy a llamar tan pronto termine con Usted, para enterarlo del suceso y para que me ayude en las diligencias del funeral, a ver si podemos hacer eso esta misma tarde, así es que como puede ver estoy bastante apurada. Seré breve señora. Déme el nombre y teléfono de tal hermano, anóteme ahí mismo el suyo y dígale a él que me llame cuanto antes; aquí tiene mi tarjeta. ¿Cual era el oficio de su esposo? Administrador de empresas y trabajó durante mas de diez años como subgerente en la Compañía de seguros Z, de la cual se retiró o lo retiraron hace aproximadamente, ahora en noviembre, once meses, tiempo durante el cual estuvo prácticamente desempleado, ya que únicamente dictaba clases, unas cuatro o cinco horas a la semana en un instituto técnico. Señora, por lo que he podido ver Usted no se alarmó por la

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ausencia de su esposo durante la noche del viernes, pues no me ha dicho que haya dado aviso a las autoridades. Dígame exactamente que pasó en esta casa desde la última vez que vio a su esposo, hasta el momento en que yo la vine a buscar, hace poco. Esther se puso, por un momento, blanca como una pared y clavó su mirada en el piso, pero bien pronto se recuperó de ánimo y como persona inteligente y práctica que era cayó de inmediato en cuenta del bache en que había incurrido y como a manera de disculpa comento: Disculpe mi turbación Inspector, pero es que no puedo sustraerme a la pena que me embarga en este momento, de los pensamientos buenos y malos que se me vienen como en un carrusel, por eso me gustaría continuar este interrogatorio en otra oportunidad. La comprendo perfectamente señora, pero, vuelvo a insistirle, para que haga un esfuerzo y comprenda que es mejor para Usted ahora, pues de otra forma tendría que desplazarse hasta la Comisaría directamente, donde posiblemente tendría que esperar un turno, además de que por tratarse de un muerto hallado en pleno espacio público, como es el lecho de un río, corresponde a la autoridad establecer las posibles causas de su muerte y bien pudiese ser que estuviésemos en presencia de un asesinato u homicidio, en cuyo caso el tiempo es fundamental. Esta bien Inspector, susurró Esther y continuó así: Hernando tenía como costumbre invariable tomar licor todos los viernes, fuera cuando saliera del trabajo o ahora que estaba desempleado, aquí en la casa solo. Cuando estaba trabajando también continuaba, y digo esto porque siempre ya llegaba como se dice entonado, su ingesta de licor aquí en la casa ahí sentado en su estudio o biblioteca, dijo Esther señalándole al Inspector un cuarto que quedaba contiguo a la sala, o a veces llegaba a altas horas de la noche o en la madrugada del sábado. Ahí se dedicaba a ingerir licor y a escuchar su música. Ese hábito lo había continuado inclusive ahora que

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no contaba con mayores recursos; no lo había suspendido no obstante sus escasos ingresos. Cuando trabajaba en la Compañía de Seguros, a veces se pasaba toda la noche del viernes por fuera y en ocasiones regresaba a casa a eso del medio-día del sábado; por eso, yo hasta cierto punto estaba acostumbrada a ello y no me alarmaba; lo haría si por ejemplo, el sábado después del medio-día no apareciera. Ahí si llamaría a la policía o a su hermano, a ver si estaba allá. En todo caso, ayer viernes observé que llegó a eso de las seis de la tarde, no sé de donde, porque como le digo estaba vacante, y las horas de clase que dictaba eran en mitad de semana. Como de costumbre traía consigo una botella de aguardiente, de esas que acá en Cali llaman caneca y naranjas para pasarlo; se acomodó en su biblioteca, en su escritorio, junto al equipo de sonido y como era su costumbre, no gustaba de comer cuando se disponía a beber, no obstante que yo se lo sugería, a lo que él me respondía, que lo hacía así para embriagarse más rápido. Se recogía ahí y se dedicaba a oír música y a libar. Lo molesto de todo eso era que a medida que le iba surtiendo efecto el licor le subía volumen al equipo y sinceramente eso nos aburría mucho tanto a mi como a las niñas y a los vecinos de los lados, menos mal que estas cuadras no tienen vecindario al frente. Nosotras lo que hacíamos era encerrarnos las tres en mi alcoba a ver la televisión hasta también altas horas de la noche, hasta que quedáramos exhaustas y nos durmiéramos aún con la televisión activa. Yo, mientras podía, bajaba de vez en cuando al primer piso, a la biblioteca para ver como seguía aquello y tratar de bajarle volumen al equipo. Recuerdo que ayer, o no se, si ya era hoy de madrugada, bajé por última vez a disminuirle de volumen al equipo, y sentí algún alivio al constatar que tanto la botella como las naranjas estaban para acabarse y Hernando semi-dormido. Pensé para mi, gracias a Dios por aquel fin de semana todo

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estaba por concluir. Pero, al parecer, no fue así, pues quizás como en otras ocasiones había ocurrido, Hernando se despertaba al cabo de un rato recuperado por el sueño y salía nuevamente a comprar mas aguardiente. Esto lo digo por lo que había visto antes, no estoy diciendo que halla ocurrido anoche, no me consta, pues yo realmente subí a la alcoba y me quedé profunda junto a las dos niñas, como era nuestra costumbre los viernes. Imagínese Usted Inspector, a esas horas salir a comprar trago, le tocaba ir hasta la avenida. Como yo se lo había dicho varias veces, esa costumbre era sumamente peligrosa. Lo mas seguro es que lo atracaron, y él por su estado de embriaguez, en el cual, a mi me consta, se tornaba tremendamente agresivo, seguramente opuso resistencia y entonces lo mataron echando su cuerpo al Cañaveralejo. ¿O sea, señora Esther, que Usted se vino a dar cuenta que él no había amanecido en casa hasta esta madrugada, cuando yo la vine a buscar? ¿Él no compartía lecho con Usted? Como le dije antes Inspector, los viernes generalmente se quedaba allí en la biblioteca dormido, en ese sofá y yo dormía con las niñas. Si subía se dirigía a una de las alcobas de las niñas, pues sabía que ellas estaban en la mía Finalmente señora, como sé que Usted está de afán, un par de preguntas. ¿Sabía Usted de enemigos o amenazas en su contra? ¡Oh, no inspector, nada de eso! El sin un centavo y con su modo de ser no tenía amigos, ni enemigos, casi nadie lo venia a buscar o a llamar, luego que se salió de la empresa. Bueno, por el momento dejaría las cosas así, pero y ahora si la última…veo que están vendiendo la casa, ¿ por qué?

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¡ Ah, si Inspector, Hernando y yo habíamos convenido en que era conveniente vender aquí para comprar algo mas barato, con lo que podríamos ahorrarnos unos pesos, ahora que los estábamos necesitando tanto en vista de ese desempleo tan prolongado de él. Ya …bien señora, creo que por el momento no la importunaré mas, sin embargo y antes de irme debo echarle un vistazo al lugar donde estuvo Hernando, supuestamente, antes de salir a comprar mas licor, o sea su biblioteca. Si gusta puede dejarme solo, le aseguro que en cuanto termine salgo y le cierro bien la puerta. Está bien Inspector, dijo Esther, después de reflexionar un rato…ahí lo dejo, yo si me retiro porque se me espera un día muy largo. ¿A que hora, cree Usted que me entregaran el cuerpo de Hernando? Dependiendo de lo congestionado que esté el forense, pero pienso que con mi recomendación, él es un amigo mío, creo que de las cuatro de la tarde en adelante. Trate de estar una hora antes, si se le presenta algún problema pregunte directamente por el doctor Prieto, salúdelo de mi parte y pídale que le ayude. ¿Cree Usted que también se lo entregaran a su hermano Alberto? Si también, identificándose. Creo que eso haré. Dijo finalmente Esther, mientras se alejaba del Inspector hacia el segundo piso y éste hacia la biblioteca o estudio a continuación de la sala. Allí observó un pequeño armario con varios anaqueles ocupados con libros de autores universales; Dostoievski: Crimen y Castigo, Los Hermanos karamazov, Recuerdos de la casa de los muertos; de Tolstoi : La guerra y la paz, Ana Karenina, La muerte de Iván Ilich, Sonata a Kreutzer; de Kafka : La Metamorfosis, El Castillo, El Proceso, La Colonia Penitencia etc., etc. También se destacaban varias colecciones en ediciones populares de obras clásicas como: Los Miserables, Cien Años de Soledad, Tiempos Difíciles,

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El Capital, El Conocimiento Humano, El Ser y La Nada, La Comedia Humana, Pedro Páramo, etc. ¡Hum......Hum.... por lo visto le gustaba la literatura profunda!, dijo para sí Bedoya. El anaquel más inferior, casi a ras de piso estaba ocupado casi exclusivamente por cuadernillos y revistas sobre temas alusivos a los seguros y a las finanzas, es decir sobre lo que había trabajado y seguramente ahora, dictaba clases . Era lo que se puede llamar un semi-intelectual, dedujo el Inspector. En la parte trasera de una de las hileras de libros alcanzó a tocar el pico de una botella, la que al sacarla constató que se trataba de una media botella de aguardiente(caneca) casi vacía. La volvió a colocar en su sitio y musitó: un intelectual muy adicto al aguardiente. Además, el Inspector observó una limpieza y orden casi perfectos: Los discos de acetato, todavía muy utilizados por aquellos años, debidamente empacados y colocados debajo de la mesita que soportaba el equipo, dentro del cual descansaba un disco, el cual seguramente era el que estaba oyendo por última vez Hernando, y que luego de un ligero vistazo comprobó que se trataba de la canción “Gracias a la vida”. A un lado del equipo estaba otra media botella de aguardiente consumida hasta la mitad y en un platico unas rebanadas de naranja. ¡ si no fuera por esto nadie diría que aquí estuvo alguien bebiendo y oyendo música ¡. Dijo para sí Bedoya. Terminó lo más rápido que pudo aquella diligencia, pues sabía lo inoportuno que estaba pareciendo, además de que ese era su habitual modo de proceder, siempre lo más pronto posible, su lema preferido era ‘ lo que no se hace ya, lo más seguro es que no se haga nunca’. Por algo lo llamaban sus colegas ‘El Inspector Rapidol’. Al salir cerró debidamente la puerta y se fue pensando: De toda esa

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familia, aún más que la aparente insensibilidad de la señora, me llamó poderosamente la atención la actitud de sus hijas: la forma como me miraron desde la ventana de la segunda planta cuando timbré, pareciera como si quisieran decir: “ Tenía alguien que venir a meterse en lo que no le importa”. Su reclusión en la habitación, luego que su madre, supuestamente, les comunico lo acaecido; no logré escuchar ni el mas leve ruido mientras conversaba con la señora Esther y conste que traté de hacerlo, y después, que es lo mas curioso, cuando quedé solo en la biblioteca, nunca oí musitar una plabra, solo oía las llamadas que hacía la señora. Tampoco se dejaron ver para nada. En fin, puede que yo también esté un tanto atontado, pero esto no es lo habitual.

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II. Informe del Patólogo

II. INFORME DEL PATÓLOGO Ese lunes, cuando el Inspector llegó a medicina legal en la mañana, como no era su costumbre, quería ver y oír de primera mano los informes sobre muertes violentas acaecidas durante el fin de semana último, en su turno, en especial la del Cañaveralejo, la que él aunque quisiera no podía quitársela de su cabeza, sin saber exactamente el porqué.Quizás, pensaba, era por aquella llamada del señor Alberto Martínez, hermano de la víctima , en la cual le solicitaba con carácter urgente recibirlo con el doble propósito de, en primer lugar, atender la razón que le había dejado con Esther y en segundo lugar informarle algo importante. ¿Qué será lo tan importante que me debe decir este señor? Cavilaba el Inspector. De todas maneras será mejor que me concentre más en este caso para así poder darle un informe lo más completo posible a este señor y de paso tener una base sólida de argumentación para lo que me traiga y así, ojalá, dar por concluido este asunto. Como la cita ya se la había concedió para esa misma semana, por eso se apresuro a ir directamente a dicho lugar y no esperar a que le llegara el informe respectivo a su oficina , además era muy probable que encontrara a dichas horas al patólogo Prieto, su amigo, con quien debía hablar sobre asuntos que les competían a ambos, como en efecto ocurrió. Como era habitual en él y si era posible, deseaba dar por concluido cuanto antes ese caso, el cual salvo algunos nubarrones que de pronto se le atravesaban por la cabeza, lo mas sensato era creer en lo que le había dicho Esther, y también por lo que había visto en aquella casa, no cabía duda de que el occiso era un adicto al alcohol. ¿Que tal un borrachito a medianoche deambulando en busca de licor por esas calles de Dios? es apenas natural que en un medio

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como el de esta ciudad, y de muchas otras, sea un blanco perfecto para algún asaltante, de los muchos que proliferan a esas horas. ¡ Y que tal ese riachuelo en medio de esas calles vacías para deshacerse del cuerpo en caso de ser necesario!. Tales eran las cavilaciones del inspector Bedoya, en tanto veía el cadáver y leía el informe respectivo. ¡ Oye Francisco!, clamó el inspector, aquí en este informe sobre Hernando Martínez se dice que su muerte se produjo por golpes contundentes con un objeto romo, en la parte occipital del cráneo, encontrándose astillas de madera en las heridas de la cabeza, acompañados por tremenda magulladuras en la parte pélvica y los testículos. Su esposa asegura que fue un atraco callejero. ¿Qué opinas tú? ¡Eso no me compete a mi Guillermo, eso es tu oficio, yo te doy las herramientas, tú sacas las conclusiones!. Ya lo sé Pacho, pero como amigo que somos, ¿o, no? dame alguna sugerencia. Ya por eso. ¿ Se trata de la víctima sobre la que tú me mandaste una razón con el agente Gutiérrez para entregarlo ese mismo sábado?. El mismo contestó Bedoya. Quien vino a reclamarlo fue su hermano e igualmente me estuvo preguntando insistentemente sobre lo mismo. Te diré lo mismo que le comenté a él. Evidentemente los golpes propinados en la cabeza, como lo muestra la autopsia, fueron causados por un objeto romo, algo parecido a un bate de beisbol, y las magulladuras en el abdomen y testículos parecieran ser de patadas asestadas por otra persona. Por lo anterior es que yo pienso, eso sí extraoficialmente y sin compromiso de mi parte, que según mi experiencia que

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tampoco es que sea muy amplia, que en los atracos callejeros u otros, normalmente lo que se utiliza son armas blancas, corto punzantes o de fuego, cuando se pasa a mayores. Eso de una parte y por otra, también puedo, eso sí afirmarlo oficialmente, que la víctima no murió ahogada, pues no se encontró agua suficiente en sus pulmones como para afirmarse que esa hubiese sido la causa. Cuando lo arrojaron al arroyo ya estaba muerto. A propósito, díjole el patólogo al Inspector, ese arroyo o riachuelo Cañaveralejo por ese barrio donde ocurrió el hecho siempre ha sido muy sano, nunca se había visto algo así por esos lugares, van a tener que poner ustedes las autoridades mayor vigilancia por esos lados, porque ya se les está entrando la delincuencia hasta a esos sitios. Claro esto te lo digo bajo el supuesto de que haya sido un asalto o atraco. Que más vigilancia se va a poner hombre Francisco, si escasamente tienen para pagarnos a nosotros y eso que a veces se nos retrasan; en este país, los políticos tienen jodido todo, la mayor parte de la plata se va en corrupción. Bueno Pacho, te agradezco todo y hasta pronto. Chao. ¡Diablos!, murmuró el Inspector, este caso no parece tan sencillo como pensaba; pero, en fin tampoco tengo otra pista concreta que me induzca alguna otra dirección diferente a tomar y tengo varios otros casos por resolver, por tanto la idea es continuar con la misma hipótesis del atraco. A eso de las cinco y media de la tarde de un día de esa semana llegó Alberto Martínez a la comisaría 18, en busca del Inspector Guillermo Bedoya . ¿De parte de quién? preguntó la señorita recepcionista. De Alberto

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Martínez. Siéntese por favor. Voy a ver si lo localizo. Al cabo de unos diez minutos, la recepcionista le dijo: Señor Martínez, pase a la oficina 115. Bien Sr. Martínez, en que puedo servirle, dijo el Inspector, como si no lo estuviera esperando, por lo ocupado que parecía. Inspector mi propósito en esta entrevista es el de cumplirle la cita que me dejó dicha con Esther y también escuchar de Usted su opinión sobre lo sucedido a mi hermano. Yo fui a reclamar el cadáver, lo pude ver y también conversé con el Dr. Prieto, el forense, y de todo ello me parece a mi que su muerte no fue debida a un atraco callejero o porque se hubiera caído al caño, ¿ no es verdad? Realmente señor Martínez, yo le dejé razón para que se comunicara conmigo, debido a que Usted es el único familiar directo del occiso en esta ciudad y como yo estoy a cargo del caso necesito informarme lo más ampliamente posible sobre cualquier otra eventualidad que pudiera existir. Sobre lo que Usted insinúa, creo que basándose en las palabras del patólogo, debo decirle que aparentemente no parece el cuadro típico de un atraco o de un ahogamiento en el arroyo por una caída debida a su estado de embriaguez, pero tampoco se puede afirmar otra cosa, pues no hay ninguna prueba al respecto y en tanto ello no se dé en un plazo razonable, digamos 72 horas yo deberé cerrar el caso como un atraco. A Propósito señor Martínez ¿ sabía o conocía Usted de alguna amenaza o enemigos que tuviese su hermano?. ¡Enemigos!. Oh, no, Inspector, Hernando en la situación económica por la que atravesaba últimamente y sin empleo, prácticamente estaba solo, yo era su único amigo, Usted sabe, uno sin dinero todo el mundo lo rehuye. Desde hacía un año aproximadamente había perdido su empleo y desde ese momento

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se pasaba el tiempo llevando hojas de vida a diferentes empresas y el resto leyendo en la biblioteca o preparando unas pocas clases que se había logrado conseguir. Bien, comentó el Inspector, si Usted no tiene algo más que informar creo que daré el caso por un accidente... o… No, un momento, interrumpió Alberto, precisamente mi urgencia en hablar con Usted radicaba también en que después de haber escuchado al patólogo, sobre la posible causa de la muerte de Hernando y como conocedor a fondo de la vida matrimonial que llevaba, en especial durante el último año, me parece absolutamente indispensable que antes de cerrar el caso, se investigue mas a fondo. ¿Qué quiere decir?. Explíquese. Replicó el Inspector, sin poder ocultar su desagrado, y añadió: recuerde señor que ante la ley solo valen las pruebas, las sospechas no cuentan. Toda insinuación o sugerencia debe tener un respaldo; en caso contrario solo sirven para disipar energías. ¡Pruebas!. Lo que se dice pruebas concretas, creo no tener por el momento; pero de todas maneras he considerado de elemental proceder, confiarle a Usted lo siguiente, pues pienso que de ello se podrían derivar acciones a seguir: Hernando se encontraba en una etapa crítica de su matrimonio, llegando inclusive a confesarme que no sabía si resistiría la presión a que estaba sometido por parte de Esther y sus dos hijas. Por su parte, Ella estaba también que reventaba. Todo esto como consecuencia de un cúmulo de experiencias negativas de parte y parte, que se habían acumulado durante los 15 ó 16 años de vida conyugal que llevaban y que estaban haciendo metástasis ahora cuando Hernando estaba sin empleo y ya con sus 50 años, le estaba dando extrema dificultad obtener otro. El no se podía ir de la casa, no obstante que Esther lo echaba,

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así como lo oye Inspector; según él me lo comentaba, Esther en varias ocasiones le había increpado fuertemente para que abandonara el hogar, pero él no podía hacerlo puesto que no tenía forma de sostenerse solo; sus miras estaban puestas en la venta de la casa, ya que con el 50% que le correspondería, era con lo que pensaba subsistir en el futuro ya sea poniendo algún negocio o algo por el estilo, pues sus ingresos por dictar clases apenas si le alcanzaban para pagar los servicios de la casa y el colegio de las niñas; obligaciones ésta que jamás abandonó. El me había confesado, que después de muchas discusiones, las mas de las veces amargas, había acordado con Esther dejarle todo lo referente al menaje doméstico, absolutamente todo, saldría únicamente con su ropa, a cambio de que vendieran la casa y repartieran su producido por partes iguales así como lo habían hecho antes con un automóvil . No obstante dicho convenio verbal, la venta se había embolatado en demasía ya que a la hora en que se presentaba un potencial comprador, Esther ponía tal cantidad de condiciones y requisitos que terminaba por dar al traste con la operación, según palabras de Hernando. La razón de esta actuación radicaba, según mi hermano, en que Ella en el fondo no quería venderla y mas bien su estrategia consistía en dilatar el negocio al máximo, hasta ver si lograba que Hernando, sometido a la presión permanente de Ella y la no venta, terminara por claudicar y se marchara. Esther podía asumir tal papel amparada en el hecho de que la casa estaba a nombre de Ella, no obstante que realmente había sido adquirida con un préstamo otorgado a Hernando en la compañía donde laboraba y cancelado por él mes a mes, durante los años de permanencia en la misma. A propósito de

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esto mi hermano me decía que ello había sido uno de los peores errores de su vida: el haber accedido a que la escrituración de la casa se efectuase a nombre de Esther. Ella hizo hasta lo indecible para demostrar que la casa era exclusivamente de su propiedad, solamente vino a condescender al menos aparentemente, ante evidencias tales como: el préstamo que pagó Hernando durante tantos años, la hipoteca que pesaba sobre el inmueble a favor de la compañía de seguros y la estipulación clara y concisa de la ley, muy en boga por estos años, ya que estaba relativamente recién promulgada, acerca de que todos los bienes adquiridos durante el matrimonio o unión permanente pertenecen por partes iguales a los cónyuges. Así las cosas, aquella venta se había convertido en un verdadero tormento para mi hermano y mientras tanto debía permanecer en ese hogar, donde increíble pero realmente era rechazado por su mujer y mal visto por sus dos hijas, las cuales, según Hernando, siempre estuvieron al lado de Esther durante toda esta crisis, creo yo, debido a que era Ella quién realmente les atendía todas sus necesidades. Inspector: de todo lo anterior yo fui testigo y serví como confidente de ambos, pues para Hernando era su único amigo y familiar y por ende para Esther también era la única persona con la cual podía hablar, que le sirviera de puente con Hernando, pues sus amigas o amigos de trabajo no le servían para ese cometido. Así fue como, según Ella, con el objeto de salvar la unión, acudió a mi y me confió muchas cosas íntimas; por eso yo vengo a ser como un testigo excepcional, que conozco hasta lo más recóndito de lo que ocurría en esta relación y puedo calibrar hasta cierto punto sus sentimientos mas profundos, sé hasta donde podían llegar.Yo le puedo asegurar, inspector Bedoya, que Hernando estaba verdaderamente mal y hasta podría agregar que perturbado

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Muerte en el Arroyo

mentalmente; llegó inclusive a hablarme de suicidio y cosas por el estilo. Igual le ocurría a Esther. Para rematar esta conversación, Alberto Martínez le dijo al Inspector: Por lo que le he comentado es que consideré como una obligación de mi parte, pedirle a Usted muy respetuosamente, que por favor se investigue mas el caso de la muerte de mi hermano y no se dé como un simple atraco callejero. Puede ser o no cierto, pero por los antecedentes que le he descrito y para una mayor tranquilidad mía e inclusive de las dos niñas, creo que bien vale la pena hacerla Mire Inspector, yo ahora entro en una situación económica holgada, y podría, si es del caso colaborar en la misma, diga Usted por ejemplo, costeando los servicios de un detective privado para que le colabore a Usted. El inspector Guillermo se secó la frente con un pañuelo mientras reflexionaba así: Ante todo ni él ni la oficina a su cargo podían dar la imagen de indolencia o burocratismo exagerado, en especial ante ciudadanos de clase media o alta que son los que pagan los impuestos. Todo lo que había dicho el señor Alberto, si bien era importante, Él con su característica simplicidad, tampoco deducía algo concreto, pues no veía ninguna prueba específica que lo indujese a tomar una determinada pista, o sea, que de golpe aquello lo podría llevar a una de aquellas investigaciones exhaustivas que demandan mucho tiempo y esfuerzo humano y no arrojan resultados concretos y él con esa escasez de personal y presupuesto; pero de pronto se le vino algo a la cabeza que lo impulso a tomar una línea de conducta: Esther le había mentido cuando le respondió sobre el motivo para la venta de la casa.¿ O el que mentía era Alberto?. Así que le respondió a éste último: Don Alberto esta bien, iré a investigar con los vecinos a ver que puedo encontrr: si alguien vio algo esa noche, antecedentes, etc.; no le prometo nada y sobre lo que Usted dice de contratar un detective privado yo no puedo aconsejarle esto o aquello, eso es

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asunto suyo, por mi parte, como la autoridad que represento haré lo que este a mi alcance con mi personal y mis disponibilidades presupuestarias, para darle la mayor transparencia a este caso. Le mantendré informado al respecto. ¡Ah, y otra cosa, recuerde siempre que en estos casos lo que se necesita son pruebas concretas! No lo olvide

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III. LAS PESQUISAS

El inspector Guillermo Bedoya era un funcionario eminentemente práctico, conciso y gozaba de fama de ser expedito en sus investigaciones, razón por la cual no mantenía muchos expedientes sin resolver, vale decir que su oficina se preciaba de mantenerse relativamente al día. Pero, como todo entre seres humanos, estas mismas virtudes le habían granjeado en otros la fama de ser superficial; sus detractores se deleitaban diciendo que era la “mediocridad en pasta”. Lo que más disgustaba al Inspector era el ver expedientes acumulados por largos períodos; moverlos de alguna forma era su obsesión. A los que no les encontraba una solución rápida se empecinaba en archivarlos y ello le había ocasionado graves problemas por mandar guardar casos sin profundizar lo suficiente. Esa rapidez, parecía ser la razón, no solo de que le endilgaran el apelativo anterior, sino también para que posiblemente le hubiesen diferido las promociones mas de lo debido. Por ello últimamente se estaba cuidando mucho más de proceder tan rápido, así fuera a costa de su obsesión, pues ya llevaba un poco mas de ocho años en el mismo cargo. Por todas las consideraciones anteriores Guillermo Bedoya, no se arrepentía de haber tomado aquella decisión sobre el crimen del arroyo, y decidió encomendar la indagación con los vecinos a un joven oficial detective, el cual no obstante lo reciente de su nombramiento ya había dado muestras de su buena perspicacia y sagacidad. ¡ Detective Torres!, ¿ Ya oyó hablar del caso del señor Hernando Martínez, cuyo cadáver fue encontrado el sábado pasado, en el arroyo Cañaveralejo, al sur de la ciudad?. Si, jefe, contestó el joven detective; inclusive salió reportado en los

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periódicos de ayer domingo. ¿ Se trata de un profesor de unos 50 años el cual, al parecer fue atracado por desconocidos la noche del viernes y después arrojado su cadáver al riachuelo ese, el cual por lo demás esta muy crecido por esta ola invernal?. Exacto, afirmó el Inspector y agregó, dice Usted bien, detective: “Al parecer” fue atracado, porque precisamente eso será lo que esta comisaría tendrá que aclarar definitivamente y cuanto antes mejor. Vaya Usted a hablar con los vecinos de la casa de los Martínez y averigüe todo lo que pueda conducente a esclarecer lo acaecido esa noche. Yo ya hablé con su familia, así es que con sus familiares no, eso me los deja a mi. ¡Buenas tardes!, soy el oficial Ángel Torres de la Comisaría 18 de esta localidad, estoy recolectando alguna información tendiente a esclarecer la muerte de don Hernando Martínez, su vecino. Así se presentó el detective en las casas inmediatamente contiguas, aquel mismo día, momentos después de haber recibido la orden de su superior el inspector Bedoya. ¿ Y qué querría Usted saber ¿ le respondió la señora de la 547 , de acento marcadamente costeño caribeño, muy obesa, cara abotagada, que más parecía causada por el mal funcionamiento de algún órgano que por gordura natural. Ella estaba en un pequeño jardín que poseen casi todas estas casas a la entrada, separado de la acera por un pequeño muro de unos cincuenta centímetros de altura y el resto hacia arriba con verja de hierro, de igual altura aproximadamente.. Cualquier cosa que Usted recuerde de la noche del viernes o sábado últimos, sobre don Hernando y la señora Esther ; lo que estime conveniente.

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Pues mire, respondió la señora, sin mandarlo a entrar, pero observando la placa del policía quien se la exhibía con su retrato que lo acreditaba como tal. Sobre el viernes pasado lo único que recuerdo, como todos los viernes por la noche, es la música que ponía don Hernando hasta altas horas y cada vez a mayor volumen, la cual para mas señas era casi siempre de las mismas canciones o baladas como las llaman ahora. Yo, ya casi como que me estaba acostumbrando a eso. Este era el mas grave defecto de mi vecino, el cual por lo demás y en el resto de la semana era una persona muy correcta, por esa razón los vecinos no le pusimos una querella con la policía. Eso y la señora Esther que es una persona muy correcta, muy trabajadora y que prácticamente ni se siente por aquí; cuando llega de su trabajo por las tardes, de vez en cuando nos saludamos, en ocasiones charlamos un poco y en medio de esto yo le hago caer en cuenta del ruido que causa su marido los viernes, ante lo cual Ella también me dice que eso la mantiene supremamente aburrida y por ello es que algunos viernes optaba por irse con sus dos hijas a pasar la noche donde alguna compañera de trabajo. Me comentaba que cuando se quedaba en casa , bajaba de vez en cuando a disminuirle volumen al equipo, pero era en vano, porque al parecer eso como que incitaba más a don Hernando y le volvía a subir; lo cual le había ocasionado confrontaciones verbales y hasta físicas con su marido una y otra vez y por tanto prefería hacer lo primero o encerrarse en la alcoba con sus dos hijas. Sobre don Hernando, al principio de nosotros habernos pasado a vivir a esta casa , siempre lo veía que llegaba y salía en su automóvil para su trabajo, ahora últimamente lo veo , ya sin horario fijo y sin automóvil, a pie, entrando y saliendo de su casa. A veces me saluda con un leve ademán de cabeza. Realmente yo a él casi no lo llegue a tratar, no porque no

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quisiera, sino porque él no daba lado. .....Ah! a propósito, quien si hablaba mucho de él, porque le guardaba mucha antipatía , era el celador de estas cuadras, el de por la noche, Estradita, porque según nos contaba, don Hernando había decidido desde hacía varios meses no pagarle, dizque porque el no necesitaba celaduría por la noche ya que siempre permanecía en casa. Eso era de lo que siempre se quejaba Estradita, y cada vez que lo llamábamos para pagarle la quincena nos mencionaba las personas que se negaban a reconocerle sus servicios, entre los cuales estaba don Hernando. La señora de la casa 547 continuó así : Al celador del día , o sea al señor Ramos, si le pagaba, porque él igualmente, se mantenía mencionando a los que se negaban a ello. En la última charla que he tenido con Estradita me comentó que por último había tenido que rogarle a la señora Esther para que le reconociera sus servicios a lo que ella le había respondido que lo iba a pensar. Señora, inquirió el detective Torres, tratando de concretarla en el tema específico. ¿ Recuerda Usted hasta que horas puso música el viernes pasado don Hernando?. No señor, no recuerdo eso con precisión; solo puedo decirle que hasta eso de las once de la noche que es la hora aproximada hasta la cual alcanzó a estar despierta viendo televisión yo sentí algún sonido externo, el cual supongo provenía de donde mi vecino; aunque en honor a la verdad debo decirle que tampoco era que don Hernando, como se acostumbra en la Costa y otros lugares entre estos el mismo Cali, sacara bafles a la puerta o tuviese un equipo potente para escuchar sus melodías que impidiesen totalmente a sus vecinos dormir. No, hay que ser sinceros, y no es porque ya este muerto, el equipo del vecino es pequeño; lo que ocurría es que por la noche y en la medida en que era mas tarde y no hubiese otra fiesta por estos lados, se sentía un poco mas, si uno hacía un poco de esfuerzo y no le ponía mucha atención podía conciliar el sueño....pero y a propósito de su pregunta ,

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quien yo creo que sí le puede absolver esa pregunta es Estradita, él entra a las 6 , o sea que no falta mucho.¡ Espérelo! Si, creo que eso haré. Pero, y finalmente señora, ¿ me podría decir algo sobre las confrontaciones o peleas de Esther con Hernando?. Señor, yo nunca presencie u oí eso, a mi no me consta algo al respecto. Lo único que más o menos se relaciona con eso que Usted me pregunta es lo que Ella me decía acerca de que don Hernando cuando se emborrachaba se volvía igualito a su padre y esto la ponía a Ella al borde de la locura....¡ Ah señor! ..... Y ya para terminar, agregó la locuaz señora para fortuna del detective Torres, también le agrego algo que se me viene en este momento a la cabeza y de pronto puede serle de utilidad: Mi esposo me comentó hace unos dos o tres meses que don Hernando lo había abordado, un día en la mañana yendo a tomar el bus, camino al trabajo, para pedirle el favor que si le podía servir de testigo ante un juzgado para constatar simplemente que él, Hernando, vivía en esa casa desde hacía tanto tiempo, o sea, desde que nosotros nos pasamos para este barrio y que allí convivía con Esther; eso únicamente, así de sencillo; sin embargo mi esposo como es tan desconfiado de todo el mundo, le contestó que iba a pensarlo, cosa que yo le reproche e incluso le recordé que por eso era que casi nadie nos hacía favores, porque él tampoco le servía a la gente en lo mas mínimo; quizás en el fondo estaba resentido con don Hernando por lo de los fines de semana. En todo caso, eso bastó para que don Hernando no le volviese a decir algo al respecto e inclusive, ni darle el saludo cuando se encontraban, según me lo dijo Eduardo, mi marido. Bien señora, le quedo muy agradecido, estoy para servirle en la inspección 18, le dijo el detective Torres al despedirse mirando de inmediato su reloj.

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Eran las cinco y media de la tarde, a las seis llegaba el celador Estrada , total no era mucho lo que faltaba, por tanto optó por dirigirse a paso lento, hacia una pequeña caseta a pocos metros de donde estaba , la cual era la de los dos celadores. Allí se ubicó para esperarlo y no trascurrieron mas de quince a veinte minutos cuando para su beneplácito vio acercarse a la misma a un señor de edad avanzada con toda la apariencia y atuendos de un celador que va a empezar la jornada. Sin darle tiempo de entrar a la caseta a saludar al celador del día que se aprestaba a irse, lo abordó enseñándole su credencial que lo acreditaba como agente de la comisaría 18. ¿ Usted es el celador Estrada?. Una vez recibida la respuesta afirmativa, el detective Torres le reiteró que venía como enviado del director de la inspección 18 , el inspector Guillermo Bedoya, a la cual correspondía ese barrio y donde podría dirigirse posteriormente en caso que tuviese algo mas que agregar o corregir sobre lo que lo iba a interrogar, vale decir sobre la muerte de Hernando Martínez. El celador Estrada se mostró a partir de ese momento efectivamente muy preocupado, diríase mas bien que turbado: movía sus manos deshilvanadamente, se las metía y sacaba de los bolsillos, prendía un cigarrillo tras otro, se acicalaba el pelo con un viejo peine y empezó por decir que ese suceso lo tenía tan tenso que no había podido conciliar el sueño durante los últimos días. En un arranque de ingenuidad o de astucia le inquirió al detective: ¿ Será que necesito un abogado para que me defienda?. Señor Estrada, le dijo el detective, cálmese, no se precipite, en primer lugar yo no lo voy a acusar del homicidio, solo voy a hacerle algunas preguntas. Respóndame honradamente y luego

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conforme se desenvuelvan sus repuestas se verá si precisa de un abogado para profundizar en el caso; por supuesto que Usted podría negarse a responderme ahora, en cuyo caso lo citaría para que se presentara a la Comisaría en un plazo perentorio, con su abogado o solo. Usted dirá. ¡ Bueno, esta bien , haga las preguntas a ver que pasa!. Si quiero no respondo, ¿verdad? Correcto, respondió Torres. Antes de empezar a responder, el celador Estrada entró a la caseta para recibirle el puesto al celador del día y dejarlo en libertad; pero éste en lugar de marcharse permaneció allí con el ánimo de no perderse nada de lo que le estaba sucediendo a su compañero de trabajo. ¿Usted vigilaba o no la casa de don Hernando, la noche del viernes cuando se presentó el crimen?. Esta pregunta se la hago porque entiendo que él no le pagaba vigilancia. Ese señor era un avariento, un tacaño, desde hacía más de seis meses no me cancelaba. Le decía de todas maneras que tuviera compasión de mi y de mi familia, pues yo y mi señora dependemos de lo que yo me consiga en esta celaduría y ella esta muy enferma y anciana y permanece recluida en la casa. Por mas que le decía él siempre se negaba, hasta que por fin últimamente y precisamente la noche del viernes último, la señora Esther me prometió que a partir del próximo mes me iba a cancelar puntualmente. Ella, por su cuenta. Entonces, hasta aquella noche, no la cuidaba, así como lo oye señor. De todos modos allá donde se encontró el cuerpo de ese señor, eso si no me corresponde de ninguna manera, esos son potreros, terrenos sin vigilancia, donde no hay casas; yo únicamente voy hasta esa esquina, hacia este otro lado si vigilo hasta la cuadra de la iglesia. Dígame señor Estrada: ¿ Notó Usted algo raro la noche del

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viernes o sábado en la mañana, vio a don Hernando salir o entrar a su casa ? No señor, todo común y corriente hasta las seis de la mañana en que yo salgo. Tampoco vi a ese señor salir o entrar de su casa; puede haberlo hecho mientras yo estaba por otras cuadras, pues Usted puede ver que como éstas no tienen vecinos al frente , además de las que no pagan, quedan pocas que sirvan, por eso nos toca abrirnos con otras cuadras para poder ponernos el mínimo y por eso mismo yo no puedo estar pendiente de cada una de ellas. Bueno, pero por lo menos si debe haber escuchado la música que salía de la casa de Hernando Martínez.¿ Hasta que hora la sintió aproximadamente? ¡Ah, bueno! , eso si, aunque la verdad es también que, como Usted sabe, acá en Cali la gente es muy rumbera, y un viernes por la noche no falta una fiesta en una u otra casa y por ello puedo equivocarme en mi apreciación , pero si puedo decirle con todo y eso, que si recuerdo medianamente haber oído al filo de la medianoche la música de don Hernando; no puedo darle la hora precisa porque no tengo reloj marcador en cada cuadra, pero si recuerdo que cuando pasé por la casa del occiso la escuché y la recuerdo tan bien porque la señora Esther estaba en la ventana del segundo piso y me hizo una señal para que me acercara, eran alrededor de las doce de la noche.. Yo lo hice, Ella bajó y salió hasta la reja del garaje, allí me saludó un tanto amable, cosa bastante rara, pues Ella, y mucho menos el muerto casi nunca lo hacían. Ahí fue donde me dijo que a partir del mes de diciembre me empezaría a cancelar la mensualidad por anticipado, o sea, no por quincenas como los demás. Yo le di las gracias e hice el que me iba, pero Ella de inmediato me pidió el favor que le comprara una caneca de aguardiente para

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ese señor, que según Ella se encontraba tomando e insistía en salir a comprar mas licor; pero como estaba bastante ebrio a Ella le preocupaba eso. Para mí esto fue muy molesto por cuanto significaba ir bastante lejos pues las tiendas cercanas estaban cerradas; sin embargo, ante aquella promesa que me estaba haciendo condescendí en hacerle ese mandado, además me dijo que me podía quedar con los vueltos del billete que me dio. De ahí en adelante las veces que volví a pasar por esa casa no creo haber escuchado mas nada, por lo menos no se oía desde afuera, ignoro si él adentro seguiría bebiendo al son de su música a más bajo volumen. Bueno señor Estrada, ha sido Usted muy amable, por el momento creo que no es mas, dijo el detective en actitud de despedirse. ¿Y ahora qué? Con gesto de reclamo hizo de inmediato el celador. ¿Será que necesito conseguirme el abogado? Por esto he estado tan preocupado durante estos días, porque me imaginaba que me iban a involucrar en eso. ¿ uno bien pobre y verse envuelto en esta vaina y precisamente con uno de los que no pagan?. ¿Usted que me aconseja? Pues miré señor Estrada, teniendo en cuenta que Usted me ha colaborado le diré lo que pienso: Quién es el directo responsable de esta investigación es el inspector Guillermo Bedoya, mi jefe, a él yo le rendiré un informe con lo que Usted y otros vecinos me han dicho o me van a decir sobre este particular, a propósito me falta entrevistar a otro por lo menos. El Inspector será quién en últimas decidirá que curso toma esta investigación: Puede ser que los vuelva a llamar a ustedes para contra interrogarlos, que amplié las pesquisas a otras personas o se contenta con lo recogido por mí, o también que decida archivar el caso dejándolo como un atraco

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callejero, al salir a altas horas de la noche a comprar mas licor para seguir bebiendo, como dice su esposa, luego de haberse tomado la que Usted le trajo, aunque Usted no lo haya visto. En todo caso y en lo que respecta a Usted, pienso que si el Inspector lo vuelve a llamar ahí si sería conveniente que se asesorara de un abogado. Bueno, dijo Estrada, y agregó: ¡Ah! y sobre eso que dice la señora Esther si me parece que es lo mas seguro: si él llegó a salir después que yo le traje la caneca de aguardiente y con todo ese licor en la cabeza le dio por irse, para acortar distancia, por ese atajo que Usted puede ver allá, para salir directo a la avenida, téngalo por seguro que: o se cae al riachuelo o lo atracan , porque por ese potrero que rodea el camino merodean los delincuentes por la noche haciéndole al bazuco y a la droga, en especial los fines de semana y tengalo por cierto que si presenta resistencia lo matan y tiran su cuerpo al arroyo. Claro que tiene uno que estar fuera de sí para atreverse a meterse por ahí, pero una persona borracha y de malos tragos como era ese señor, tampoco es cosa rara. Y eso de los malos tragos era algo que todos por aquí sabíamos de ese señor, porque su esposa se lo decía a las vecinas. Señor Torres, si necesita otro vecino que le dé informes sobre ese señor, le aconsejo que busque al señor Alejandro Ortiz de la casa 516, quien era muy amigo del muerto, por lo menos yo los vi varias veces tomando trago juntos. El tiene un Renault azul petróleo, si lo ve en el garaje es porque esta ahí o sino debe estar por llegar. Al pasar por la casa 516, el detective Torres observó el Renault azul, y dijo para sí: Hoy ha sido un día muy provechoso, pues creo que la información que he recopilado es bien interesante y los días de suerte hay que aprovecharlos al máximo, así que

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aunque es un poco tarde conversaré con este señor y por lo menos no tengo que volver mañana. Con esta idea en la cabeza, entró a una tiendita pequeña, de esas de barrio, donde esperó unos cuantos minutos mientras se tomaba una bebida y luego se encaminó nuevamente a la casa 516. Buenas noches: ¿El señor Ortiz por favor? De parte de quién, dijo la señorita de unos 14 años, quien le abrió la puerta. Del oficial detective Ángel Torres de la comisaría 18 de esta localidad. Pase detective Ángel, aquí en la sala podemos hablar, créame hasta cierto punto esperaba algo así como la visita de un policía o detective, debido a la muerte de Hernando, ¿ porque de eso se trata, verdad?. Así recibió este señor de unos 50 años; estatura baja, moreno, pelo hirsuto y de cierto acicalamiento o suavidad en la conversación y trato, por lo que se insinuaba que se dedicaba a un trabajo intelectual. Efectivamente de eso se trata,dijo el detective. Estoy consiguiendo la mayor información posible acerca de lo sucedido la noche del viernes y en general sobre el occiso y su familia a fin de establecer claramente su muerte, así es que toda información que me pueda dar será de gran utilidad, ya he hablado con otros vecinos y el celador de la noche quienes me han ayudado mucho. Usted era amigo personal e íntimo de don Hernando, ¿es verdad? Digamos que vecinos y amigos; pero créame que me sorprende Usted un poco, cuando habla de esclarecer. ¡Acaso no esta claro

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que fue atracado y asesinado en ese potrero que queda cerca de aquí, cuando salió a altas horas de la noche a comprar mas licor, como parece que solía hacerlo los fines de semana!. ¡Esa fue la información que nos dio Esther a todos nosotros! Si, así parece, respondió el detective como queriendo atenuar el desconcierto momentáneo de su interlocutor. Lo que ocurre es que por ley, toda muerte violenta debe ser investigada por la autoridad competente, por mas sencilla que parezca. ¿ Podría Usted decirme si vio o sintió algo raro la noche del viernes último, en la casa de su vecino, Hernando?. ¡Ah, ya ¡Dijo el señor Ortiz. Pues mire detective Torres, sobre la noche del viernes último, desafortunadamente, no le puedo decir mayor cosa, por cuanto estuve en un grado, los que por estos días de noviembre son habituales, al termino del año académico, pues soy profesor universitario y me invitan con frecuencia. Yo regresé a casa a eso de las tres o cuatro de la mañana del sábado, de la cual había salido a las cinco y media de la tarde aproximadamente del viernes, porque el acto de grado en el Aula Máxima fue a las seis de la tarde. De ahí salimos a celebrar a una de las residencias de los graduandos, eran tres, todos ellos ex - alumnos míos muy apreciados; así es que en medio de anécdotas, chiste y una que otra copa se me pasó el tiempo y cuando menos pensé era la madrugada del sábado. A las tres, mas o menos, me despedí llegando aquí a la hora que le mencioné. Todo estaba común y corriente, en calma; no oí música que proviniera de fiesta alguna, ni la de mi vecino Hernando, que a veces, si la sentía, aunque no comparada con la de una fiesta. El tenía por costumbre tomarse unos tragos al son de canciones

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clásicas, como baladas, música de protesta o boleros pero nunca de la llamada moderna, como la pop, el rock o la metálica, ni tampoco a gran volumen. Al único que vi, como de costumbre , fue al celador Estrada, quien debe vigilarnos mientras nosotros, los que llegamos en carro, salimos del mismo para abrir la puerta del garaje, especialmente por la noche. Ese es un convenio que tenemos con el celador, como Usted puede ver, estas cuadras son muy solas y al frente solo hay árboles y el arroyo donde fácilmente se puede esconder un bandido y atracarnos mientras nos bajamos del vehículo para abrir el garaje. Así es que por lo que le acabo de decir se puede percatar que la noche del viernes no la pasé aquí. Después de pronunciar aquellas palabras, el profesor se tomó algunos segundos para pensar, al cabo de los cuales continuó así: Ahora, sobre lo que si le puedo hablar algo, con el ánimo de colaborarle, y usted no se vaya en blanco, es sobre ellos personalmente, pues a Hernando sin decir que era mi amigo íntimo si trabé cierta amistad con él, sobre todo en el último año, en razón a que él estaba interesado en que le ayudara a vincularse como profesor en la Universidad donde yo trabajo; y en cuanto a Esther también, por cuanto ella es secretaria en una empresa en la cual es alta ejecutiva Paula Vergara, una amiga mía de toda la vida, y a la cual Esther le trabajaba ocasionalmente y por ello se tornaron amigas, y hasta confidentes, según me decía Paula, de manera que pregunte Usted. ¿Cómo era la relación de pareja de ellos, profesor? Inquirió sin perder tiempo el detective Torres. ¡Ah!. Eso si como que andaba mal últimamente. Claro que quién le puede dar detalles al respecto es Paula,¡ Usted sabe! Las mujeres entre sí son generalmente mas confidentes que nosotros, si Usted lo desea lo pongo en contacto con Ella, al fin de cuentas

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la autoridad tiene derecho a ello; y en lo que concierne a mi, basado en lo que Hernando me alcanzó a decir, deduzco que ese matrimonio estaba en pleno proceso de disolución, entiendo que lo único que estaban esperando era la venta de la casa, ¡ lástima!, con esas dos hijas tan bellas que tienen y Esther también es muy agraciada y relativamente joven, pero en fin este es el signo de la época: separarse por cualquier motivo, no importa que se lleve 15 ó 20 años de matrimonio. En este caso parecía ser, por lo menos aparentemente, la situación económica de Hernando la causa; imagínese a este señor durante tantos años con un buen cargo en una importante compañía de seguros, y de un año a esta parte dedicado a dictar escasas horas de clase en un instituto de educación intermedia. Yo que he sido profesor durante tantos años, sé de la diferencia tan grande que podía estar experimentando en todos los aspectos, especialmente en el financiero; con razón ya había salido del automóvil. Hernando alcanzó a confesarme su estado de zozobra y hasta de desesperación por la que atravesaba, y su urgencia por vender la casa, pero que se estaban presentando algunos tropiezos, sin que nunca me los especificara y yo tampoco le insistí al respecto. Para él, prosiguió el profesor con acento pausado como quien está dictando una clase y el detective Torres comprendiendo aquello no se atrevía a interrumpirlo, no existía otra alternativa que la separación, pero como generalmente estas conversaciones las hacíamos entre trago y trago pronto pasábamos a otras divagaciones y así se nos diluía el tiempo. Bueno... eso es todo lo que yo le puedo comentar al respecto y creo que es suficiente. Por supuesto que si Usted quiere profundizar sobre las causas profundas de disolución por las que atravesaba ese matrimonio, sigue en pié mi oferta de contactarlo con Paula.

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Gracias profesor por todo, pero antes veré que dice mi jefe el inspector Guillermo Bedoya, sobre quién recae directamente la responsabilidad de este caso. Si se requiere, pronto lo volveré a molestar. Pero y antes de irme quisiera que Usted me sacara de una duda que me ha estado acudiendo a la mente desde que me entreviste con el celador Estrada: ¿ Cree Usted que si por esta cuadra a altas horas de la noche, digamos de las 12 en adelante, alguien entra o sale de su casa, sea en su vehículo o a pié, el celador puede no darse cuenta?. Muy improbable, replicó el profesor. Por una parte estas cuadras al no tener vecinos al frente son sumamente solitarias, en especial de esas horas en adelante. Por otra parte y como ya se lo mencioné, precisamente por esa circunstancia tenemos una especie de convenio con Estradita, o con quien sea el celador de la noche, para que él este pendiente cuando alguien llega en carro, para que lo cuide mientras nos bajamos a abrir la puerta del garaje. Eso hasta ahora ha funcionado y no tengo noticias de quejas al respecto. ¿y- preguntó el detective- si cuando alguien llega el celador se encuentra en otra cuadra? Pues como le digo, yo siempre que llegó, al momento el celador se encuentra ahí, y le repito, no he oído quejas al respecto y por estas cuadras muchos tienen vehículo. Lo que yo entiendo y eso lo puede comprobar Usted mismo es que donde esta situada la caseta de los celadores, se domina perfectamente todo el panorama de las cuadras, de manera que ellos normalmente permanecen ahí en donde ven todo lo que ocurre a derecha e izquierda; claro que queda la posibilidad que se queden dormidos o que salgan al caño a efectuar sus necesidades.

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IV. Siloé

IV. SILOÉ

No obstante lo acosado que se encontraba el inspector Guillermo Bedoya en aquella mañana novembrina, decidió abrirle un espacio al caso de Hernando Martínez, pues tanto el detective Ángel Torres le había solicitado un espacio para ampliarle algunos detalles muy puntuales sobre el informe que ya le había rendido sobre dicho caso y sus averiguaciones con los vecinos, sino que también Alberto Martínez, le estaba urgiendo una investigación más fondo y él se la había prometido, con plazo de 72 horas para mas señas, en la entrevista que tuvieron. Con estas inquietudes en su cabeza, y la otras propias de su cargo, el Inspector en un arranque espontáneo, propio de su carácter, entresacó de dicha papelera el expediente membreteado: «Hernando Martínez (hay muerto)» y dirigiéndose al detective Torres le dijo: Acompáñeme al levantamiento de un cadáver en Siloé y en el camino me dice lo que tiene en mente sobre el caso del Cañaveralejo, así aprovechamos ya que ambos sitios quedan por la misma dirección y relativamente cerca, por si necesitamos dar otra mirada por la casa del occiso, o de alguno de sus vecinos. El barrio Siloé, enclavado en una montaña al sur- occidente de la ciudad goza de una vista panorámica sobre gran parte de la misma y por ende también es visible casi desde cualquier ángulo de ésta, era por aquellos años y creo que desde muchos años atrás, y al parecer, continúa siéndolo, uno de los más inseguros de esa ciudad, comparable en el ámbito nacional con la calle del Cartucho en Bogotá, o los barrios orientales de Medellín. Guarida de personas al margen de la ley, hampones y atracadores mayores y menores tan comunes en las principales ciudades Colombianas. Por supuesto que en estos sitios también hay gente de bien que por alguna circunstancia se ven obligados a vivir allí.

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Particularmente el barrio Siloé, quizás por su ubicación cercana a barrios de clase media lo hacía especialmente adecuado para esos sujetos, pues se les facilita el bajar a realizar su «trabajo» y rápidamente subir de nuevo y escabullirse por los laberintos del mismo, los que en la medida que se encumbran en esa montaña se vuelven tan impenetrables que aún para la misma policía se hacían peligrosos hasta el punto que cuando a ésta le informaban de algún suceso por dicho sector, poco caso le hacían, y demoraban hasta el máximo su atención, arguyendo escasez de personal y alegando que por allá en varias ocasiones los habían emboscado e inclusive incendiado sus patrullas. Esa carencia de autoridad actuaba como un circulo perverso pues a su vez era una de las causas para que proliferara todo tipo de delitos. Las reyertas y peleas callejeras estaban a la orden del día debido a los enfrentamientos entre los mismos delincuentes o pandillas y ya fuera a cuchillo limpio o con armas de fuego se convertían en un verdadero espectáculo con público propio y sin intervención de autoridad alguna, la cual se aparecía cuando ya todo había pasado y la gente se había calmado un poco, para el levantamiento de los cadáveres. Por supuesto si algún extraño se atrevía por equivocación a internarse por sus calles debía dejar hasta su ropa si quería salir con vida. Paradójicamente durante el mes de diciembre lo alumbran con una estrella gigante en todo el pico de la montaña haciéndolo resaltar en las horas nocturnas de forma muy pintoresca para esa especial época del año, lo que para un turista lo torna especialmente pintoresco y le creó el apelativo de «barrio pesebre de Cali». Según la leyenda esa montaña fue antes una mina de carbón y otros minerales la cual se explotó hasta su agotamiento como

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resultado de lo cual quedaron esos laberintos o socavones, que con el tiempo se fueron convirtiendo en caminos pero con una tierra muy frágil y movediza. No obstante lo cual y como efecto de las innumerables migraciones de la zona del Pacífico a Cali, o incluso de muchos pueblos del mismo Valle del Cauca azotados inclementemente por la violencia desde los años cincuenta o del arruinamiento de algunos sectores urbanos, allí se fueron asentando miles de familias las cuales se ven amenazadas por los deslizamientos en épocas de lluvia. Cuando el vehículo donde iba el inspector Bedoya llegó a la entrada principal del barrio ya había repasado el informe sobre el caso Martínez y se aprestaba a oírle sus otras explicaciones al detective Torres, mientras miraba desdeñosamente aquella sucia entrada a Siloé, compuesta por un mercado al aire libre donde en medio de las basuras se entremezclan las ventas al menudeo de frutas, verduras, con las de carne sin mas refrigeración que troncos de hielo, los mismos que por la temperatura reinante en esta ciudad, que oscila entre 30 y 35 grados centígrados o más, en horas del mediodía, se derretían rápidamente. Por eso bajo el sol canicular de esas horas ya esa protección del hielo no era eficaz y todo ese sitio se llenaba de un olor a pescado donde pululaban los moscos, zancudos y otros bichos. Para albergar las basuras se tenía ubicado un gran contenedor en uno de los costados, por las empresas municipales de Cali, y por la ineficacia de esa entidad no se daba por enterada que aquello era del todo insuficiente, ya que a las pocas horas de desocuparlo ya estaba de nuevo lleno totalmente y así permanecía la mayor parte de la semana, como resultado de lo cual la basura se acumulaba a su alrededor, ocasionando la visita de otros animales como perros callejeros, ratas y hasta gallinazos que ante tal basurero se atrevían a aterrizar su vuelo en medio de la gente para participar de ese festín.

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En tanto atravesaba obligatoriamente aquel sórdido lugar, el Inspector se preguntó: ¿ qué será lo que la gente encuentra de atractivo en esta plaza, para verse tan concurrida?. Parece una escena de un lugar antiquísimo, de un pueblo remoto donde conviven los humanos con las ratas y otros animales en medio de las basuras, pero con la diferencia que en dichos tiempos aquellos pueblos no conocían elementales normas de aseo en tanto que aquí es por pura desidia . Pregunta sin respuesta se dijo a sí mismo el inspector y ahí mismo voltio su mirada hacia el agente Torres diciéndole: soy todo oídos detective Torres, ¿que quería Usted decirme? Hábleme mientras trepamos esta montaña. Varias reflexiones muy puntuales me han surgido últimamente luego de rendirle el informe sobre el caso Martínez Inspector, derivadas de las entrevistas con el celador y los vecinos . Por ejemplo, según el celador, él al filo de la medianoche fue llamado por Esther para que le comprara una caneca de aguardiente para don Hernando, quien según ella se encontraba dentro de la casa tomando y oyendo música, pero según el informe del forense, el cual tiene Usted en sus manos, y que yo también leí con mucho cuidado, ese señor a esas horas ya estaba muerto, a no ser que yo haya entendido mal.¿ Quisiera Usted volver a mirarlo?. De inmediato el Inspector abrió el expediente, ansioso por comprobar tal aseveración. Efectivamente aquí dice que entre la hora en que se hizo la autopsia y la de la muerte habían trascurrido unas doce horas, y la hora de la autopsia fue a las 10 de la mañana del sábado; dándole a esto un margen de error de dos horas , sea adelante o atrás, eso indica que a las doce, hora que viene a ser clave, porque es en la que coinciden el celador y Esther…. ¡ diablos! dijo el Inspector a esas horas no podía estar vivo, ni mucho menos en la casa… siga detective: ¿Qué más?.

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Otro punto que igualmente me parece clave, agregó el detective, y sobre el cual yo tengo quien me pueda ilustrar , no falta sino que Usted me autorice, es el referente a las relaciones matrimoniales de esa pareja las que estaban muy maltrechas, al punto que al parecer lo único que faltaba para la ida de Hernando era la venta de la casa, la cual por alguna circunstancia no se podía concretar cada vez que surgía algún potencial comprador, y ya llevaban en esto como unos cinco meses; lo cual es de por si poco compresible teniendo en cuenta lo fácil que es actualmente la venta de inmuebles y lo buena y bien ubicada que está, además que por la urgencia que deberían tener de hacerlo, si es que realmente querían venderla, pienso que la estarían dando con algún descuento. ¡Porque Esther no quería detective! Irrumpió súbitamente el inspector. Así de sencillo. Decía que si pero cuando se presentaba algún potencial comprador, le ponía tal cantidad de arandelas que terminaba por desanimarlo. De todos modos vale su observación. Ahora ¿Qué más? Bien inspector, también llamó poderosamente mi atención el hecho aducido por el celador de no haberlo visto salir o entrar a esas horas de la noche cuando él tiene que estar pendiente de quién llega por la noche por una especie de convenio tácito que tiene con los habitantes. Pero y antes de continuar, quisiera decirme Inspector ¿ como supo Usted, o mejor, basado en que afirma que Esther no quería realmente vender la casa?. Porque de ser cierto esto, tendríamos un motivo fuerte para un posible homicidio. Así es detective, por el momento le diré que eso lo dije como producto de mis propias investigaciones, las que mas adelante se las daré a conocer en detalle, pero por el momento retomemos en lo que estábamos.

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Bien Inspector dijo Torres, además de lo que le mencioné del convenio tácito que tiene el celador, igualmente pude ver como desde la caseta de los celadores se domina perfectamente la cuadra del occiso, y la mayoría de las demás, de manera que me parece bastante difícil no ver, en esas cuadras tan escasamente habitadas y sobre todo a esas horas, quien entra, sale o simplemente pasa por ahí. Ciertamente yo pienso que Usted tiene toda la razón, es verdaderamente extraño.¡ Mire Torres ¡ dijo el inspector, practiquemos este levantamiento lo más rápidamente posible. Usted sabe las muertes por aquí son el pan de cada día, aquí se matan hasta porque el uno miró feo al otro, de manera que salvo algo especial, que no parece ser este el caso, aquí no vale la pena entrar en mayores investigaciones. Y cuando bajemos camino a la inspección nos desviamos hacia el Nuevo Tequendama para echar un nuevo vistazo.¿ le parece?. Así fue, el Inspector y su acompañante subieron hasta donde estaba el cadáver, tarea un tanto dificultada por lo abrupto del camino, lleno de huecos, aunque por otra parte no había pierde, ya que era la única vía transitable por vehículo que ascendía lo mas posible y además desde lejos se veía el conglomerado humano que merodeaba alrededor del cadáver. Con mucha cautela se fueron abriendo paso entre la multitud, que a regañadientes y con cara de pocos amigos los miraban a través de los vidrios. Como pudieron se bajaron y lo mas rápidamente posible se dirigiero hasta donde estaba el cadáver, no sin antes decirle al chofer que tuviese mucho cuidado con la multitud. En caso de emergencia llamara a la sede para que enviaran refuerzos. Pero ¡apresúrese Inspector, porque esta gente fácilmente le puede meter candela al vehículo! respondiole el conductor.

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Tan rápido como les fue posible practicaron aquel levantamiento y despacharon el cadáver en la ambulancia que también ya estaba allí. Como veterano que era en estos casos y haciendo honor a su fama de veloz y superficial, no se detuvo a preguntar algo, ni el cómo ni el por qué de aquella muerte, sabía de antemano que si alguien hubiese visto al asesino o cómo se había producido aquello no lo iba a decir allí; mas bien optó por seleccionar algunas personas que observó en su semblante con ánimo de colaborar y las cito a la inspección. No dio pie para mas nada, para que alguien se le acercase y mas bien sentía nerviosismo por encontrarse en aquel paraje y verse rodeado por aquella gente, que para él parecía una turba y en su imaginación veía como que se le acercaban cada vez más y más, y por ello, como si fuera un tic nervioso, auscultaba su saco para sentir su revólver y así tranquilizarse un tanto. Cuando de regreso a la inspección pasaron cerca al barrio Nuevo Tequendama se desviaron para llegar justo a la caseta de los celadores de la cuadra del occiso Martínez. No sintieron la necesidad de mayores presentaciones pues iban en una camioneta oficial debidamente etiquetada y querían platicar lo más informalmente posible con el celador que se encontrase ahí. ¿ Que tal maestro?, le dijeron al celador a manera de saludo. Pasábamos por aquí camino a la inspección y se nos ocurrió echar un vistazo por estos lados por lo del crimen ocurrido recientemente. ¿Cómo van las cosas por acá? ¿Alguna novedad? ¿Algo fuera de lo normal? ¡No oficial, nada en especial, eso que ocurrió es muy raro por aquí; este es un barrio sano. Mientras decía esto buscaba ubicación en la caseta y miraba de

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izquierda a derecha y otro tanto hacía el detective Torres. ¿Mucho movimiento de gente por estos lados? Más bien poca-contestó el celador-. Como Usted lo puede ver oficial, siendo estas cuadras de un solo costado y lindando con ese arroyo se impide el paso de la gente del otro barrio hacia acá y viceversa, o sea que estas cuadras no son frecuentadas sino prácticamente por los que viven en ellas. Esto lo decía el celador de turno, de apellido Ramos, tan acuciosamente como podía, por cuanto comprendió desde el principio que los dos policías no se encontraban allí por casualidad, sino que andaban en pos de pistas, que les ayudasen, sobre el caso del señor Martínez. ¿Entonces, el trabajo de ustedes es más bien poco, verdad? No crea Oficial, siempre hay que estar muy pendiente de atracadores o ladrones, los que precisamente por ser esto un tanto solitario, creen que se les puede facilitar sus fechorías; además, la cercanía a Siloé hace que muchos de ellos deambulen por estos barrios cercanos en busca de oportunidades. Todos estos barrios próximos a Siloé son muy visitados por esos cacos; ya que para muchos son su paso hacia sus viviendas; hay que ver Oficial, por esos barrios como: El Lido, Nueva Granada, Tequendama Viejo, los que quedan todavía mas cerca, en las horas de la mañana, digamos de las cuatro en adelante, cuando todos esos sujetos empiezan a subir a sus casas, las caras que se ven, todos drogados, y esa calle quinta llena de grilles, con las meseras y trabajadores sexuales que están saliendo de su oficio de toda la noche, parados en plena avenida, junto con los últimos vendedores de droga que quedan por ahí, tratando las unas de ver quien las recoge y los otros de encontrar clientes para sus últimos cartuchos; se lo digo yo, porque también he sido celador en esos barrios y me ha tocado ver todo eso.

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En este barrio, aunque no queda tan cercano, sin embargo se le hace fácil a un maleante de esos, esconderse entre esos árboles o en el mismo arroyo, cuando no esta crecido, al acecho de alguna casa descuidada o de algún parroquiano desprevenido. Esto se presentaba por acá con alguna frecuencia y por eso los vecinos decidieron construir esta caseta, de donde se puede ver todo, y poner celador noche y día, claro que hay algunos que no pagan, pero..... hay vamos; y esas cosas no han vuelto a suceder, por lo menos mientras yo he estado. Lo del señor Martínez, fue por la noche y no ocurrió por estas cuadras, sino más abajo, por ese caminito donde no hay casas y tampoco celador. ¡ Pero, es que a quién se le puede ocurrir meterse por ese trecho a medianoche. ¿Usted cree que haya ocurrido así? Inquirió el Inspector. Bueno, eso es lo que me dijo Estradita y la señora Esther y por ahí fue donde encontraron el cadáver. Y, ¿es que acaso Usted, Oficial no cree eso? ¿Usted qué opina? Porque yo también pienso, a ratos, que tenía que ser de muy malos tragos para ocurrírsele semejante idea. Efectivamente, agregó el Inspector cambiando de tema, desde esta caseta se domina el panorama de las cuatro cuadras que les toca vigilar, y acto seguido le preguntó al celador: ¿ Con tan poca afluencia de gente por estos lados, ustedes detectan fácilmente, sin moverse de aquí, cualquier persona que entre o salga de alguna vivienda, verdad?. Así es señor Oficial, respondió de inmediato el señor Ramos, mas aún cuando por alguna circunstancia me debo mover de aquí, como por ejemplo para abrirle el garaje a algunas personas, que

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aún de día les gusta que les preste este servicio o cuando debo ir a hacer mis necesidades, trato lo más rápidamente posible de reubicarme en la caseta, donde me siento mas cómodo; o sea Inspector que aquí no es mejor, como en otros barrios, estar dando vueltas por las cuadras, me parece a mi que es mas efectivo observar atentamente desde la caseta. Después que se hubieron despedido del celador y tomaron rumbo a la inspección, los dos agentes platicaban así: ¡Por mi abuela! que tanto el celador Estrada a Usted, como Esther a mi , nos han mentido, de una u otra forma, uno de los dos o ambos; pero ¿ por qué?. Ese es nuestro gran reto agente , ¡ y yo con tanto trabajo que tengo por evacuar en la oficina y ahora con esta complicación!. ¿Que hacer? Citemos nuevamente al celador Estrada, esta vez, si él quiere con abogado, para que nos aclare como es aquello de que no lo vio entrar o salir. ¡Hagámoslo hablar inspector!. Si, puede ser, pero ¿para eso únicamente? porque, ¡vamos! Él tendrá varias coartadas para disculpar el que no lo haya visto. Puede decirnos hasta que estaba con diarrea esa noche y conseguirse un certificado médico, o cualquier otra cosa , debemos buscar algo mas preciso. Pero ¿qué? Inspector, insistió Torres, déjeme hablar con la ejecutiva Paula Vergara, quien conoce a profundidad a la señora Esther y de ahí podemos sacar algo en concreto, estoy seguro. También es buena idea esa, pero esperemos un poco a ver que es lo que va a hacer el señor Alberto Martínez, él también debe conocerla y debe estar para llamarme.

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Cuando al día siguiente Alberto Martínez estaba conversando con el inspector Bedoya eran menos de las siete de la mañana, vale decir, faltaba poco mas de una hora para que se iniciasen las actividades normales en todas las oficinas. Así lo habían acordado los dos interlocutores. De una parte el Inspector tenía por costumbre llegar a dicha hora, cuando aún no estaba el personal normal de la oficina con el fin de redactar algunos informes y tenérselos listos a su secretaria cuando llegase; y a Alberto le había interesado esa hora por cuanto así no tendría que disipar tiempo de su trabajo habitual. El inspector inició el diálogo así: creo que aún no tengo nada concreto para informarle sobre el caso de su hermano, pero déjeme decirle que creo estar sobre buenas pistas que eventualmente nos llevarían a resultados concretos.Con esto quiero significarle que por lo menos con lo que hemos adelantado hasta ahora con los vecinos y el celador, su solicitud de no cerrar el caso puede ser sólida; pero, como le repito, hasta ahora no hay algo concreto. Seguiré, en la medida de lo posible y mientras me alcance nuestro menguado presupuesto adelante con esta investigación. Ahora ¿qué me tiene Usted de importante que decir? Créame, yo no le puedo adelantar algo más; estamos trabajando en ello y cuando sea del caso lo llamaré para informarle. Inspector, dijo muy seguro Alberto, mi interés y propósito no es el de acosarlo o pedirle cuentas, sino mas bien el de colaborarle y créame Usted también a mi, que yo le tengo absoluta confianza. Me complace sobremanera el que Usted esté constatando que mi solicitud de no archivar el caso era adecuada y estoy seguro que con lo que va a escuchar a continuación se le reforzará más aún

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esa creencia. Alberto continúo así: en mi afán de cumplir con mi cuota de colaboración y a raíz de haberlo escuchado cuando decía que iba a efectuar algunas averiguaciones con los vecinos, comprendí que debía por mi parte complementar dichas pesquisas averiguando en otro frente, ya que supuse Usted no tendría tiempo ni personal suficiente para hacerlo: su sitio de trabajo. Me refiero al de Esther, por cuanto Hernando a esas alturas ya no tenía sitio fijo de trabajo, todos eran temporales. Esther me había dicho que en los últimos meses y en vista de su crisis matrimonial se había puesto en tratamiento con la psicóloga u orientadora social de su empresa, e inclusive que había logrado conseguir para Hernando algunas consultas, aún cuando él realmente no tenía derecho. Que ello había sido una especial condescendencia de su empresa, en vista de lo mucho que la estimaban y de lo franca que ella había sido con ellos. Conocedor de aquella circunstancia, para mi- continuó Alberto- era evidente que dicha psicóloga u orientadora sería una excelente fuente de información, esto es si lograba tener acceso a ella. Sin embargo como yo carecía del tiempo adecuado y quizás también de la destreza necesaria, contrate un detective privado con esa misión específica y el resultado de dicho trabajo se encuentra en este casette, el cual está a su decisión la verificación de la autenticidad del mismo. Se lo entrego para que lo escuche ahora mismo o cuando lo disponga. La doctora Laura Restrepo, quien es la psicóloga en cuestión, accedió a dicha grabación, también con permiso de la empresa y en atención a que era para autoridad competente, con el fin de ayudar a esclarecer este insuceso, así es que por ese lado tampoco hay problema. Para esto fue que yo le solicite, días atrás a su secretaria la constancia de que el caso del señor Hernando Martínez se encontraba para investigación en la oficina a su cargo y por ello el contenido del casette está dirigido

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expresamente a Usted. ¿Se acuerda Inspector? Claro que me acuerdo, repuso Guillermo Bedoya y créame que no me gusto nada ese requerimiento, porque no es acostumbrado. Lo hice porque tampoco tiene nada de ilegal, pero tampoco es recomendable por los diferentes usos que se le pueden dar. En este caso fue para un fin útil-dijo Alberto- como lo podrá apreciar enseguida.¿ lo escuchamos?. Está bien, por lo menos un poco, mientras llega el personal, porque a la 8½ tengo reunión con varios agentes a mi cargo. En la grabación que se escucha a continuación el detective( en adelante lo identificaré simplemente con la letra D) hace las preguntas a la doctora Laura Restrepo( en adelante simplemente DLR). D. Doctora, de acuerdo a su requerimiento me permito ratificarle que esta grabación que vamos a realizar tiene como destino único y exclusivo la Inspección 18 de policía, en la cual se encuentra en investigación el caso de la muerte del señor Hernando Martínez, esposo de la señora Esther Losada, a quien Usted trata como psicóloga, por cuenta de la empresa en la que ambas prestan sus servicios y tiene como objetivo servirle de orientación al inspector Guillermo Bedoya, quien está a cargo directo del caso en el esclarecimiento de dicha muerte, con lo que Usted estime útil, sin que se pretenda violentar los principios éticos de su profesión. Hecha la anterior aclaración paso a preguntarle: ¿ Desde cuando y para qué la Sra. Esther había requerido de sus servicios? DLR. Estoy tratando a Esther, desde el mes de marzo de este año, como trabajadora que ella es de esta empresa, en la cual yo

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me desempeño como psicóloga-orientadora. Acudió a mi consulta debido a que se encontraba atravesando por una difícil situación matrimonial, lo cual desafortunadamente se había reflejado en su trabajo. Para el momento que acudió a mi, ya ella de motu-propio, había decidido separarse de su esposo, el Sr. Hernando, con el cual había convivido por unos dieciséis años aproximadamente. Básicamente su objetivo de acudir a mí , era para que le asesorara en la forma de hacer la separación, qué le correspondía a ella y qué a don Hernando; me dijo de entrada que eso ya lo tenía decidido, pues con su sueldo y con una de las dos hijas ya con posibilidad de trabajar, pues terminaba su bachillerato en este año e iba a entrar a una carrera nocturna, además de que no tenían que pagar arriendo, entonces era el momento de desligarse de ese señor que por tanto tiempo la había atormentado. Esa fue su versión, palabras mas palabras menos. Yo ante tal cuadro, reaccione de inmediato y le hice ver que quizás ella estaba mal informada acerca de cuales eran los servicios que se prestaban en mi consultorio. Le aclaré que mi función como psicóloga-orientadora no era el de asesorar separaciones, sino mas bien todo lo contrario, y eso en cuanto interfiriera con el trabajo normal de la persona en la empresa. Así las cosas le hice ver, que si quería mis servicios tendría que revocar sus puntos de vistas o si definitivamente persistía en los mismos debía era buscarse un abogado. Pero le insistí en que aunque ella ya lo tuviese decidido, siempre cabría la posibilidad de una conciliación. Igualmente le hice sensibilizar un poco respecto a sus hijas, las cuales serían las que mayormente sentirían los efectos de esa ruptura; que no pensara exclusivamente en Ella. Le hice ver enérgicamente que solo después de conocer las causas que la llevaron a tal determinación y solo en caso de que yo llegara a la misma conclusión le podría dar algunas pautas, y específicamente nombres de abogados para que la asesoraran en la separación, porque realmente ese no

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era mi campo, que eso era materia para un abogado de familia. Puestas así las cartas sobre la mesa, ella al parecer recapacitó un poco y accedió a venir a mi consultorio, quizás porque lo vio como una obligación con la empresa porque, como se verá, Ella nunca cambio de opinión hasta ahora. En cambio mi objetivo con Ella era el de tratar de analizar las posibles causas de la crisis por la que atravesaba esta funcionaria la cual estaba repercutiendo en un sensible bajón de su capacidad productiva y las directivas antes de proceder a tomar medidas drásticas, accedieron a darle esta oportunidad, dada su antigüedad y buen desempeño anterior. El primer inconveniente con el que tropecé fue el de que su esposo, a quien necesariamente debería involucrarlo en las consultas no contaba con afiliación a algún sistema de salud, donde pudieran atenderlo, ya que tampoco estaba cotizando como independiente, en resumen estaba totalmente descubierto por este aspecto. Este impasse se solucionó gracias a que la empresa en la que trabajamos Esther y yo, accedió a que yo también lo atendiera, lo cual no es lo ideal, pero en este caso no había otra alternativa, eso si bajo la condición de que el tratamiento no excediera de un año. D. Dra., después de las diferentes sesiones de tratamiento que tuvo con Esther, podría darnos una breve descripción psicológica de ella. DLR. Bien, haciendo una síntesis puedo decir que Esther es una paciente de unos 33 años, la cual presenta un cuadro psicológico caracterizado por recurrentes estados de depresión, inseguridad y sentimientos de frustración; cuyas causas remotas están en su infancia en una familia supremamente pobre y numerosa. Para ella las razones de esos dos hechos- pobreza y numerosa familia- las identifica casi que exclusivamente en su padre, pues a su madre la considera algo así como una víctima. La pobreza y

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proliferación de hijos es culpa de un padre irresponsable y bebedor. Ahora en la edad adulta, aunque está mucho mejor después de su unión con Hernando, Ella sin embargo argumenta que el no estar mejor y tener ahora esta crisis es culpa de su compañero Hernando, pues ella no ha conocido a alguien más. Por ello frecuentemente siente como ráfagas de odio hacia ellos. Además que identifica frecuentemente a Hernando con su padre. En su imaginario ella considera que debería estar mucho mejor, dado que viene trabajando desde los quince años y su sueldo es bueno todo el cual lo ha aportado primero a su casa y últimamente a su hogar. Por eso considera que debería vivir con mucha mayor comodidad y no con tantas privaciones en lo referente a la parte material, por supuesto que admite cierta mejoría respecto a su casa materna, pero dice que no es suficiente. En el aspecto intelectual no se cuestiona. Se auto-considera como una mujer atractiva o bella lo cual es cierto aunque ella lo exagera un tanto, se ufana de estar trabajando desde los quince años con un buen sueldo pero poco reconoce que dicho trabajo lo consiguió desde muy joven, pero por obra y gracia de que su padre, quien también laboró en esta empresa, tenía derecho por convención colectiva a que le recibieran uno de sus hijos a su jubilación. Se enorgullece de no tener vicios como el trago, cigarrillo o droga, tan comunes por estos tiempos, lo cual está muy bien, pero en mi opinión condena con mucha vehemencia a quienes los tienen; por ejemplo, no les puede perdonar a su padre y marido el vicio del licor, así ellos realmente, quizás no fuesen unos alcohólicos. Al hacer esto no se percata que ella puede tener otros tan perjudiciales como aquellos; es decir tiende mucho a ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Es bastante susceptible y sugestionable por los demás, vale decir por sus compañeros de trabajo, vecinos etc., dándole exagerada importancia a lo que comúnmente llamamos “El qué dirán”.

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Lo que le estoy diciendo detective, que aparentemente puede parecer irrelevante pretende darle a comprender, desde el principio, que la forma de pensar de Esther es un tanto fantasiosa, alejada de la realidad como lo irá constatando más claramente a lo largo de esta conversación. Y esa es una de las características básicas de lo que en psicología se denomina personalidad esquizoide. Por supuesto que ese miedo al ‘ qué dirán’ tiene su explicación en el caso de Esther, en su escasa preparación intelectual, pues recordemos que su padre la pone a trabajar con escasos dos años de secundaria, en la empresa de la cual se estaba jubilando. Por supuesto que en su personalidad innata existen aspectos muy positivos los que yo trato de reiterárselos cada vez que puedo: su temperamento fuerte; buenas cualidades físicas como: agradable tono de voz, buena presencia, una excelente letra y otras de este tenor gracias a las cuales ha conseguido algunos logros importantes en su vida, como el de mantenerse en su trabajo no obstante lo joven; conseguirse un compañero con cierto nivel técnico y gracias a su inteligencia natural no llenarse de hijos, como ocurre tan frecuentemente, en ese estrato social. No obstante dichos logros, ella debido a su especial modo de ver la realidad, quizás por una exagerada ambición, que aunque yo no la calificaría de malsana, si es exagerada por cuanto carece de unas bases sólidas, como creo habérselo dado a entender, considera que se merece más, que de haber tenido un padre y un compañero mejor su vida sería sensiblemente superior. En el fondo es muy exigente con los demás. D. Dra.¿ podría explicar un poco más lo que Usted llama ráfagas de odio hacia su padre y compañero? DLR. Bien, el hogar donde nace y se cría Esther fue de miseria hasta el punto que su madre debe recurrir para la subsistencia a

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entidades de beneficencia, en especial ella menciona mucho al padre García Herreros. Pero dicha miseria no se debe a que el padre sea un pobre diablo sin empleo, pues ya sabemos que él trabajó aquí, donde se jubiló y seguramente sus ingresos no eran malos, pero y esto es lo que queda impregnado en la mente infantil de Esther, su modo de vivir desordenado, sin tomar ninguna precaución lo lleva a procrear como un conejo, tanto en su madre como en otras mujeres; e igualmente la horrible-para ella- costumbre del licor, bajo cuyos efectos se torna pendenciero y grosero, son los causantes de aquella situación hogareña mas que precaria. Esther mantenía grabada en su mente la escena de su padre cuando en los días de pago, llegaba a la casa embriagado, con un pollo asado, el cual engullía él solo delante de todos sus hijos hambrientos, entre lo cuales estaba Esther, la mayor. Esta actuación repetida le producía a Esther cada vez que la recordaba, un sentimiento de odio en especial porque a ella como la mayor de todos sabía lo que sentían sus hermanitos menores hambrientos. Otra imagen que mantiene constante Esther es la de un padre totalmente machista y una mujer absolutamente sumisa, lo que a Ella como la mayor de la casa le afecta directamente ya que por ello, le corresponde buena parte del cuidado de sus hermanitos menores y arreglarle la ropa al padre. A esto último le daba particular importancia porque, no pocas veces debió sufrir las iras de aquel por no tenerle impecable sus camisas, corbatas etc. Para Ella su padre era el perfecto hipócrita, el que quiere aparentar hacia afuera una imagen de éxito, en tanto su casa es un verdadero desastre y su comportamiento en la misma es la de un atarván, con un vocabulario soez, profiriendo en varias ocasiones frases de doble sentido delante de sus hijas, lo que la induce a pensar que en la mente de su padre se albergaban ideas pedófilas. Además, a su madre le da temor decirle algo al padre y lo único que se le ocurre es colocar a Esther y otro

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hermano mayor como escudos ante aquel esposo, lo que acaba por empeorar la situación de Esther, ya que Ella se echa encima este papel asignado por la madre. Ante este panorama, el cual para Esther era absolutamente patético con un gran y único responsable: su padre, le toca recorrer un camino que aún no termina y que yo para hacérselo más comprensivo lo he dividido en dos etapas: La primera, cuando empieza a tomar conciencia de su situación y consiguientemente a rechazar aquella forma de comportamiento paternal y a repeler sus caprichos; poco a poco le va perdiendo el miedo hasta que finalmente se le enfrenta tanto verbal como físicamente. Durante ese período, en el cual tiene como unos quince años, pero ya bastante madura, pues inclusive ya esta trabajando y hasta cierto punto cuida de sus numerosos hermanos menores, adquiere una personalidad contestataria y definitivamente le pierde el poco respeto que le pudo haber tenido a su padre. De ahí en adelante piensa y actúa absolutamente por su cuenta, para bien o para mal, sin más ayuda o consejo que el que le brinda su propia experiencia. Cuando se presenta algún inconveniente en la casa con el padre es ella y no la madre la que le hace frente. Si él osa amenazarla con las manos o algún artefacto, ella no vacila en contestar igual. Y así con este método que para ella funciona trata a su padre, pero se le torna la vida especialmente crítica. Durante las sesiones me confesó, en varias ocasiones, como durante dicho lapso temió mucho por llegar a cometer un parricidio. De una u otra manera a partir de aquella experiencia y hasta hoy perdura en ella la idea de que con ciertas personas hay que enfrentarlas a como dé lugar, como única forma de frenarles sus abusos. La segunda etapa la denomino la de su obsesión por huir de la casa. De alguna forma comprende que aquellos enfrentamientos

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pueden desembocar en una calamidad, observa como los demás miembros de su familia, empezando por su madre y terminando por el otro hermano mayor, casi de su misma edad, rehuyen hacerlo y la dejan a ella sola ante el padre. Igualmente piensa que aunque ya esta ganando dinero y aportándolo íntegramente a la casa, las perspectivas de salir de aquella pobreza son nulas, pues sus hermanos son muchos y pequeños aún, y lo que mas le perturbaba era el modo de ser de su padre con ese vicio del licor y de faldas, además de la ineptitud de su madre con aquel desorden imperante en la casa, todo lo cual no daba pie para algún bienestar a corto plazo, en su mente de por sí pesimista. Así las cosas se concentra mas bien en como salir de aquel hogar de la forma menos indigna posible, o mejor, mas discreta. Por la única persona que siente pena es por su madre, pero primero está lo que ella en su particular forma de ver la realidad es lo prioritario: la solución de su problema. En principio se enfoca hacia la búsqueda de un trabajo mejor remunerado, así no sea tan estable como el que tiene; piensa en ciertas ocupaciones que le atraen y en las cuales podría relucir sus cualidades, entre las cuales destacaba en primer lugar su físico, y que de seguro serían mejor remuneradas con lo que obtendría una independencia mas rápida. La farándula le encanta, ser una cantante o una estrella de variedades, para ello tiene voz y también una cara que no pocas veces le han dicho se parece a la de Greta Garbo. Igualmente piensa en ser azafata, así podría conocer el mundo, una de sus mayores ambiciones, y de golpe casarse en un lugar bien lejano con un individuo bien organizado alejada de su familia. Todos esos caminos los intentó pero, según me dijo, siempre falló en las entrevistas básicamente por falta de seguridad. Cuando se presentó a un ensayo como cantante los nervios la traicionaron y no pudo musitar palabra alguna; y para azafata cuando en la entrevista le dijeron que nombrara las capitales de los países

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suramericanos, escasamente se acordó de Caracas. En consecuencia nada de eso funcionó. Entre tanto, en su lugar de trabajo va conociendo amigos y hasta novios, pero todos según ella, más o menos igual de pobres y eso la aterraba. Por naturaleza es exigente , así de su parte no tenga más que ofrecer que su físico. En varias ocasiones me dijo, que en el fondo hubiera preferido dedicarse a un oficio deshonesto que casarse con un hombre pobre, tal era el pánico que le profesaba a ese estado. ‘Dios no me tenía para ser una meretriz’, aunque a veces pensé en ello para salir de esa pobreza, me dijo. Por supuesto esos puntos de vista de Esther , guardan estrecha relación con la época en que se dan. La época de las mujeres sumisas, estilo la madre de Esther había quedado atrás. Estamos en la década de los años 60s, cuando se inicia el auge del narcotráfico en Colombia, donde individuos de 30 y 35 años dedicados a estas prácticas ya son millonarios y admirados por gran parte de la sociedad. Una persona como Esther hubiese sido presa fácil de uno de esos personajes, pero sorprendentemente no se le presentaron; quizás éstos estaban llenos de mujeres mucho más bellas, o tal vez el que finalmente se le presentó, Ella en su imaginario, lo confundió con uno de esos barones y de ahí su obnubilamiento por él, es decir por Hernando Martínez, quien por alguna razón debía ir a la empresa donde Esther trabajaba. A la sazón Hernando tendría unos 36 años y Esther 19, ambos quedaron como se dice flechados. A ella le impacta su madurez, su vestimenta y su seguridad, e intuye de inmediato una buena situación económica, y como dije antes tal vez lo confunde con uno de esos narcos que ya se empezaban a ver por aquellos años. A Hernando le llama la atención su belleza y juventud, y la considera una más en su ya aventajada trayectoria con mujeres, y en su

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imaginario solo pensaba en tener una aventura mas como era su costumbre, en todo caso nada serio. Empiezan a tener encuentros en los cuales Esther actúa de forma por demás bastante práctica, pues lo primero que le solicita es verificar su lugar de residencia y efectivamente comprueba que tiene un apartamento de soltero propio y en un sector excelente; si bien no está totalmente amoblado, él le comenta que precisamente se encuentra en ese proceso. También tiene automóvil. ¿Qué más se puede pedir? Así las cosas Esther sabe que esta es su oportunidad para salir de la casa, y sin pensarlo mucho se apega a este hombre como su tabla de salvación, literalmente hablando como una garrapata. Ve aquí su fantasía convirtiéndose en realidad. El señor Hernando en las pocas sesiones que tuve con él, me confesó que de las no pocas novias y amigas que había tenido hasta ese momento, nunca le había ocurrido nada igual, hasta el punto que él se sentía verdaderamente extrañado al ver aquel comportamiento. Por supuesto, me dijo, todo se le reveló de repente, cuando ella, y contra su voluntad, lo llevó a su casa. Aquello fue para él una escena patética. Nunca se había imaginado que aquella chica viviera en semejante pobreza y con esa cantidad de hermanitos regados por toda la casa. Y, después de esto, cuando él ante semejante situación reacciona y trata de zafarse de aquella relación, Esther le anuncia que ya está embarazada. Él que hasta ese momento consideraba todas sus relaciones con mujeres como pasajeras, las cuales así como empezaban de fácil igualmente se acababan, que sentía pánico por el matrimonio y sus consecuencias de hijos, había caído como un niño en la trampa más antigua del mundo, y al parecer en el lugar menos apropiado. Naturalmente podía, como varias veces lo había hecho, rehuir aquella

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responsabilidad, negar esa paternidad, inducirla al aborto, pero al constatar aquella cruel realidad de Esther, nunca antes experimentada, de una mujer totalmente indefensa rendida a sus pies, tratando de que no la dejara y aquella familia en ese estado de postración, con esos niños y niñas desnutridos y unos padres indolentes, por primera vez no se sintió con fuerzas para rechazarla. Por mas insensible que hubiese sido no podía permitirse que aquella criatura que Esther decía estaba gestándose, la cual con bastante probabilidad era fruto de sus uniones, fuera finalmente a ser llevada a aquella casa para su crianza. Así fue como por primera vez en su vida- me confesó Hernando- tuvo compasión y la convido para que se trasladara a su apartamento, a lo cual Esther accedió de inmediato, llevando consigo, como equipaje, tan solo una muda de ropa. Todas estas circunstancias las he debido mencionar, detective, porque posteriormente tendrán fuertes repercusiones en la vida de esta pareja. Como bien lo decía la misma Esther: ‘Lo que mal empieza, mal termina’. Y yo le agregaba: tienes toda la razón, en el amor no se puede atosigar a la otra persona, ni dar la sensación que se le está reteniendo a como dé lugar, acudiendo para ello a subterfugios tan manidos como el del embarazo. Tú has debido cuidarte y no dejarte embarazar tan afanosamente, porque en la forma como actuaste dejaste la impresión que lo querías atrapar a como diera lugar, y lo que fue peor aún, para escabullirte de tu casa. Eso puede dar un resultado momentáneo , pero tarde o temprano acaba por volverse contra uno. Hasta aquí creo haber respondido a su pregunta referente a cómo nace y se consolida el odio hacia su padre y como se forma la unión con Hernando, en la cual yacen los gérmenes de aquellos odios que se presentaran posteriormente para ambos. 73


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Esta muy interesante, dijo el inspector Bedoya, apagando la grabadora, pero por hoy debo suspender aquí porque ya me están esperando para la reunión prevista. Escucharé el resto y veré que se puede sacar de todo esto. Llámeme el próximo lunes. Gracias inspector, esperaré ansioso al lunes, porque creo firmemente que cuando haya escuchado el resto tendrá una idea más cabal de lo que fue ese crimen del arroyo.

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VI. Perfil de Hernando Martinez

VI. PERFIL DE HERNANDO MARTINEZ

Cuando el inspector Bedoya decidió oír el resto de la grabación lo hizo aprovechando la hora del almuerzo, haciéndose acompañar del detective Torres para así los dos que estaban comprometidos de lleno en este asunto, estuvieran a la par. La cinta continua así: DLR. Como Usted puede ver detective, una unión basada en tales premisas no puede tener mucho futuro. Yo le dije a Esther, haciendo un poco de abogada del Sr. Hernando, que independientemente de todos los defectos que pudiese tener dicho señor, siempre tendría que abonarle por lo menos la virtud de ser un individuo responsable, tanto por haber mantenido aquella relación en el momento crucial, es decir cuando ella le mencionó lo del embarazo, como por haberla sostenido, mal que bien, durante esos quince o dieciséis años, tiempo durante el cual se aplicó al trabajo para sostener aquel hogar; así como también por haberla convidado a compartir su apartamento. ¡No todos los hombres, hoy por hoy, hacen eso! ¡Pero a que precio!, me contestó. El hecho es que el resentimiento que se va acumulando en la mente de Esther hacia su compañero, se inicia a los dos o tres años, cuando había concluido la luna de miel. Cuando Hernando ya saturado de sexo y de aquella afectividad que para él parecía enfermiza, comienza poco a poco a mostrar una especie de doble personalidad. Una cosa es el Hernando de toda la semana, trabajador y responsable y otra el de los fines de semana, en los cuales indefectiblemente, como un rito religioso, le da por embriagarse y en ese estado, toma como costumbre reprocharle a Esther su pasado de pobreza y la forma en que se vino a vivir con él; llegando al

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punto de decirle improperios inimaginables en su estado normal, tal como aquel que posiblemente mantenía latente en el inconsciente, o sea el de que formó pareja con ella básicamente por compasión. Hernando es el caso de una personalidad disocial o asocial, según la escuela de psicopatología que se prefiera utilizar. O sea aquellas personas que tienen dificultades para evaluar correctamente la realidad, ajustarse al medio ambiente en que viven etc. Pero para ser más precisa veamos lo que dice la OMS( Organización Mundial de la Salud) al respecto: Para esta organización, este trastorno de la personalidad esta caracterizado por, entre otras, las siguientes tipificaciones: A ) Cruel despreocupación por los sentimientos de los demás y falta de capacidad de empatía. B) Actitud marcada y persistente de irresponsabilidad y despreocupación por las normas, reglas y obligaciones sociales. C) Incapacidad para mantener relaciones personales duraderas. D) Muy baja tolerancia a la frustración o bajo umbral para descargas de agresividad, dando incluso lugar a un comportamiento violento. E) Incapacidad para sentir culpa y para aprender de la experiencia, en particular del castigo. F) Marcada predisposición a culpar a los demás o a ofrecer racionalizaciones verosímiles del comportamiento conflictivo. G) Puede presentarse también irritabilidad persistente. H) etc.

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Claro que no es necesario que una persona cumpla con todos estas características, la OMS dice que con cinco es suficiente para diagnosticar al paciente con este trastorno. De lo anterior se derivan varios hechos importantes para el caso de Hernando: El primero es que para esta escuela el alcoholismo no esta considerado como un síntoma, es otro trastorno o psicopatía independiente, tampoco se ve por parte alguna lo de la doble personalidad o personalidad secundaria. Esto, también para la OMS es otro caso de trastorno o enfermedad, que lo veremos más adelante. Lo que sucede en el caso de Hernando es que estos tres trastornos han ido paralelos desde la niñez o adolescencia. Es decir tanto el alcoholismo como el surgimiento de otra personalidad, no son considerados como síntomas de la asociabilidad, sino como otras psicopatías, en otras palabras Hernando tiene, según esta clasificación tres patologías a saber: Personalidad asocial, alcoholismo y doble personalidad. Pero también, observe Usted, como hay puntos de la clasificación de la OMS que son totalmente inaplicables a estos dos pacientes, me refiero al punto B, porque, Hernando y Esther son personas absolutamente responsables; ambos luchan tenazmente por mantener esa familia hasta donde mas pueden y hasta donde, en el caso de Hernando, su problema de personalidad y de alcohol lo resiste. Es decir que estas clasificaciones tampoco se pueden tomar al pie de la letra. Ahora bien, sobre las causas generales de estos trastornos le puedo adelantar un poco aquí, ya que creo que más adelante volveremos sobre esto porque es muy complejo de explicar, pues hasta ahora lo que la ciencia médica dice al respecto es que básicamente tienen su origen en la infancia. Concretamente para el caso que estamos analizando de Hernando y también de Esther, su infancia y adolescencia fueron carentes de afectos de amor y amistad y por

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ende ellos tampoco desarrollaron estas cualidades y de ahí su hosquedad y a veces agresividad; posteriormente ya de adultos, aunque en su vida laboral trataban de comportarse como los demás, como sus compañeros de trabajo, cuando se interactuaba con ellos a fondo resaltaba su temperamento asocial, el cual, en el caso de Hernando, cuando se embriagaba ponía a flote sus síntomas de ese otro trastorno mental, como lo vieron quienes lo conocieron, entre ellos Esther, cambiando por completo de personalidad, convirtiéndose así en una especie de parodia de la famosa novela de Robert L. Stevenson, llevada al cine. “Dr. Jekil y Mr. Hide”. ¿La ha leído detective? D. Si doctora y le entiendo perfectamente lo que usted me quiere significar con este ejemplo en el cual se trata de mostrar que el ser humano tiene un lado bueno y otro perverso y oscuro. Pero antes de que usted prosiga con su interesante respuesta quisiera, si no le molesta y antes de que a mi de pronto se me olvide, preguntarle: Don Hernando empezó a humillar a Esther, a los dos o tres años: ¿ Por qué se demoró 13 o 14 años en decidir separarse?. DLR. Si, ese es un interrogante que surge con nitidez en esta historia y me iba a referir a él mas adelante…pero esta bien, hagámoslo de una vez y le anticipo de entrada, que no es tan raro como parece. En este mundo de la psicología, veo casos de estos una y otra vez, de uno y otro sexo. Hay muchas mujeres y también hombres, mas de los que Usted se imagina, que prefieren vivir humillados o por lo menos agachados, sin levantar cabeza, a perder los privilegios que le depara la convivencia con la otra persona. No olvidemos que durante todo este período don Hernando es un ejecutivo de cierto nivel en la empresa donde trabaja, es un subgerente o algo por el estilo y por ende debe tener un sueldo por encima de un trabajador normal.

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Esther consideraba que no obstante el mal trato que él le daba, le proporcionaba cierta comodidad que ella, en ningún caso podía darse por sí sola, con su sueldo de ese entonces. Puede llamarse esto, si se quiere, como una especie de cobardía, pero así funciona muchísima, pero lo que se dice muchísima gente, tanto individual como colectivamente. En éste último caso, vea Usted por ejemplo a los sindicatos, a los cuales para acallarlos basta con darles alguna prebenda económica o a los políticos, congresistas etc., todos ellos se quedan silenciosos, inclusive ante los gobiernos más corruptos, con tal que se les conceda ciertos privilegios o auxilios, como eufemísticamente los llaman. Esto ocurre con mayor fuerza en el ámbito de parejas, en muchas de éstas, la mujer o el hombre, llega el momento en que ni se desean, ni mucho menos se aman pero ni el uno o el otro esta dispuesto a perder las ventajas que le depara la convivencia. Retomando nuestro asunto, le agrego detective, que esa resignación que practica Esther durante tantos años- ante los improperios de Hernando - no es sino una forma de evitar esa ruptura que por el momento no le conviene, pero todo ello está minando su mente y creando una especie de bomba de tiempo que Ella hará explotar en cuanto vea la oportunidad. Pero para Hernando esta subyugación que muestra Esther, en lugar de disminuirle sus insultos hacia Ella los incrementa cada vez que se embriaga. En mi opinión, si Esther hubiese actuado desde un principio valientemente, sin temor a perder los supuestos privilegios, estoy segura que esta historia hubiese tomado otro rumbo, menos traumático. Por supuesto que para Hernando, según él me lo manifestaba, todos estos insultos los profería sin ser consciente de ellos; decía que eso ocurría a nivel de su subconsciente, que después de

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tomarse unos aguardientes, se tornaba incapaz de controlar sus palabras y después no se acordaba de lo sucedido. Al parecer comenzaba a funcionar su otra personalidad, la de su subconsciente, cargada de negativismo, de sus malos recuerdos de niñez, de su propio maltrato y se trasformaba en un ser pendenciero y grosero, atormentado por todos los recuerdos negativos y frustraciones de su vida. En realidad era una persona que precisaba de mucha ayuda sicológica para poder trascender esa situación; pero Hernando no pensaba así, y si uno le decía que necesitaba ayuda él no lo consideraba de ese modo, pensaba que él solo podía resolverlo. Una de las peculiaridades de quienes padecen estos trastornos es que quienes lo tienen no se consideran como tal. Otra peculiaridad de estos pacientes es que aunque en su estado normal saben perfectamente lo que hacen sin embargo cuando incurren en acciones o discursos poco convencionales, es decir no ajustables a las normas sociales, siempre los justifican alegando todo tipo de excusas como: En esta casa mando yo y por tanto las cosas se hacen a mi manera etc. Por su parte Esther, no alcanzaba tampoco a vislumbrar la psicopatía que padecía Hernando; con su visión plana veía siempre al mismo Hernando , en estado normal o ebrio, y poco a poco iba incrementando sus sentimientos negativos y confundiéndolo cada vez mas con su padre, con el cual el enfrentamiento físico, aparentemente, le había arrojado buenos resultados, pues por lo menos así se había quitado de encima ese lastre que la atormentaba. De todos modos esta actitud de Esther da pié para que entre esta pareja se forme un período de violentos enfrentamientos, casi todos los fines de semana. En lugar de recurrir a ayuda sicológica sea individual o de grupos, esta pareja cada una dentro de su individualismo e ignorancia, sé encaminan por ese sendero espinoso de la violencia doméstica, que como bola de nieve los envuelve cada vez más.

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Ambos igualmente indolentes, cual más cual menos, aunque en teoría el de más era Hernando, pues supuestamente tenía un mayor grado de instrucción, del cual precisamente se jactaba a cada rato; en cambio Esther escasamente había cursado el primero de bachillerato. Pienso que Hernando, y ojalá mis palabras no lo ofendan donde quiera que se encuentre su espíritu, era lo que el escritor Ortega y Gasset, denomina un “bárbaro moderno”, vale decir aquellos individuos que saben mucho de algún tema específico, pero en los demás campos de la vida son unos completos analfabetos. Hernando encaja perfectamente en lo que ahora últimamente se denomina un “maltratador”, tanto física como psicológicamente. Pero Esther también lo es, porque la actitud pasiva que muestra en un principio ante las ofensas de Hernando es solamente momentánea, temporal. Ella no lo ve a él como un individuo con varios trastornos sino que simplemente se reserva todo aquello para vengarse cuando se presente la ocasión, la cual efectivamente llega cuando Hernando ya entrado en años queda cesante, aquí termina su espera de quince años, ¿ me entiende detective?. D. Doctora, es altamente ilustrativa su explicación , pero permítame insistirle en el punto de la doble personalidad de Hernando. Es decir, aquello de que en sano juicio era una persona trabajadora y honorable, y al influjo del alcohol se tornaba en un ser vulgar y hosco, con instintos perversos. Ya me dijo que es otra enfermedad y no encaja en el de la asociabilidad, podría especificarme un poco más, porque pienso que esto era lo peor de este señor ? DLR. Como se lo dije antes, el aspecto de la doble personalidad en un individuo, y concretamente en Hernando, no encaja en los parámetros establecidos por la OMS, para una personalidad asocial, que es lo que primeramente distingue a este paciente, sino que es otro trastorno independiente que él tiene, y por tanto más que trastorno lo clasifica como una enfermedad que lo que hace es

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exacerbar sus síntomas asociales. Pero ya que veo su curiosidad le ampliaré un poco más al respecto. Le puedo decir que ese asunto de la doble personalidad tal como se trata en algunas obras literarias, como la ya mencionada del escritor Stevenson, u otras novelas o películas, muy exitosas por cierto, en las cuales, el actor principal, al influjo de un bebedizo o de otro estímulo adquiere otra personalidad, la cual es algo así como la antitesis o el lado opuesto de la primera, es una idea que subyace bajo diferentes esquemas a todo lo largo de la historia de la psiquis humana. Científicos como Sigmund Freud, aclararon el concepto del consciente y el inconsciente y como estas dos especies de mundos psíquicos en cada individuo interactúan a veces no armónicamente. Otros autores han teorizado acerca de como no existe un ser humano que tenga un solo lado, totalmente bueno o malo, sino que mas bien todos somos una mezcla de ambas naturalezas: a veces somos tímidos y otras temerarios; unas veces obramos bien y otras mal. Otros autores comulgan con la idea de que son las circunstancias el elemento esencial que induce al hombre a actuar de X ó Y maneras, de éstos es la frase : “ Yo soy yo y mis circunstancias”; la idea es que la bondad o la maldad, al igual que la honestidad o deshonestidad no son algo aparte, que existan per-se, sino que lo que se encuentra en la realidad son caminos o rutas que conducen, casi que podríamos decir, de forma inexorable a una persona a seguir una u otra. Vale decir, que para quienes sostienen esta última tesis, si a determinada persona por más honesta que haya sido durante muchos años de su vida se coloca, por una u otra causa, en la ruta de la deshonestidad o la corrupción, lo más probable es que caiga en ella, sin importar cuanto tiempo no lo haya sido. Se ven con relativa frecuencia los casos de personas de todos los niveles sociales y profesionales, que durante buena parte de su vida han

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aparecido como ciudadanos ejemplares y de pronto cuando asumen determinado cargo público o privado en el cual seguramente tuvieron o vieron la posibilidad de enriquecerse sin ser vistos, como caen en la corrupción o deshonestidad. De lo afirmado por quienes sostienen este punto de vista es que como corolario aconsejan a quienes se empeñan en corregir el flagelo de la corrupción, tan común en nuestro medio, que lo que se debe cambiar son los caminos que conducen a la corrupción y deshonestidad y no únicamente de cambiar a la persona en sí misma. Entonces de lo dicho podemos deducir claramente que la mente humana no es plana, sino que actúa en diferentes niveles y por eso no es aventurado lo que afirman algunos, acerca de que en la cotidianidad se da nítidamente a veces, y en otras mas subrepticiamente el cambio de la personalidad en un individuo al influjo del alcohol, drogas u otros estimulantes como el ya mencionado de las circunstancias, para bien o para mal y este es el caso de Hernando cuando esta bajo los efectos del alcohol. Cuando estos cambios son apenas visibles, se considera a la persona como normal, pero si ocurriese un cambio brusco, si la personalidad cambiase radicalmente, llegando incluso a tener lagunas mentales ( como en Hernando) estamos en presencia de una persona etiquetada como de doble personalidad o con desdoblamiento de personalidad. Pero, como se lo he dicho, para la OMS, por lo menos hasta hoy día, esto sería otro trastorno mental y no está incluida dentro de lo que denomina personalidad asocial. En este sentido Don Hernando tenía este otro trastorno mental, asociado al de su personalidad asocial, y además al del alcoholismo, según lo que yo pude ver claramente; no podríamos catalogarlo como enfermo mental, porque cuando no estaba bajo el influjo del alcohol se comportaba más o menos normalmente y tanto es así

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que desempeñaba un empleo. Sin embargo, lo que hacía más grave aún y riesgoso el trastorno de Hernando era que sufría de lagunas mentales y en medio de ellas vivía una vida de violencia, después de lo cual nada recordaba de dichos lapsos. De casado, Esther, era quien le contaba de sus actuaciones. De joven, por cuanto este trastorno lo padecía desde su juventud cuando se inició en la práctica del licor, él me relataba como en varias ocasiones había recobrado el conocimiento en una inspección de policía o en un hospital de la ciudad donde había sido atendido por heridas que le habían propinado en alguna reyerta, sin que recordara claramente dónde y porqué. En su peculiar manera de pensar, Hernando no sentía que era un alcohólico, pues no era alguien que tomase todos los días, ni aún entre semana, únicamente lo hacía los viernes por la noche y había épocas en que ni aún los fines de semana, pasando largas temporadas totalmente abstemio. Sin embargo, lo era, porque cuando bebía era presa de instintos bajos y enajenamiento lo que lo hacía muy peligroso. Hasta que punto este trastorno es tratable y es factible la recuperación total, sea mediante ayuda sicológica o inclusive quirúrgica, o definitivamente esos daños cerebrales son irreparables es algo que depende del estado de cada persona y de ahí la urgencia de su tratamiento cuanto antes. Sin embargo, y como algo tremendamente paradójico estos pacientes no reconocen fácilmente su trauma. Este es el punto mas crítico de estas personas, el cual envuelve una profunda y peligrosa paradoja: Como estas personas poseen una visión muy pobre de la realidad externa eso mismo hace que tampoco reconozcan su propia realidad o cuando lo hacen, generalmente obligados por sus familiares que realmente se preocupan por él, a

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veces ya esta demasiado avanzado el trauma o él ha producido daños irreparables así mismo o a los demás. Este es uno de los grandes errores que se manifiesta en esta pareja a lo largo de toda su convivencia y en general de todas las parejas con bajo nivel educativo: No se dan por enterados de los traumas síquicos; ni de los propios ni de los de su compañero/a, sino cuando se produce algún accidente físico. Es el caso de Esther, quien no ve en Hernando a un hombre con trastornos mentales sino que envuelta en su propia crisis mental opta por enfrentársele. Ejemplo de estas personas con estos trastornos mentales se puede ver muy claramente en el caso que esta saliendo por estos días en toda la prensa del país, uno de cuyos recortes tengo aquí en mi escritorio, acerca de un individuo llamado Guillermo Alberto , a quien se le atribuye la muerte de mas de 40 niños después de violarlos, un verdadero record. Vea Usted lo que dice textualmente ese señor: “ Era sin querer, algo me empujaba dentro de mi ser a cometer esos delitos; me ocurría cada vez que tomaba, era algo que no sé explicar, se trastornaba todo mi ser. Había algo dentro de mi que me obligaba a hacer esto. Cuando estaba en sano juicio la vida la veía diferente. Cada vez que yo tomaba, a mí me daba por ir a buscar un niño y hacerle lo que a mi me hicieron y luego matarlo”. En la entrevista que le hace el periodista, a una de sus preguntas,Guillermo Alberto responde que él nunca se explica lo que pasaba por cuanto él no había tenido problemas síquicos. Obsérvese como este sujeto en ese estado de depravación en que se encontraba no reconoce su trastorno. Él si admite los días de sufrimiento y violencia en su hogar y el alcoholismo de su padre, e igualmente reitera que no se daba cuenta de lo que hacía por cuanto su mente se le nublaba. A juzgar por estas declaraciones es claro que es un individuo totalmente trastornado

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pero que no es consciente de ello, debido a que su trauma únicamente se manifiesta al influjo del alcohol, sin lo cual se comporta normalmente. Son pocos los individuos que le prestan atención a esta neurosis buscando ayuda siquiátrica; la mayoría andan tranquilamente por las calles y avenidas; algunos desempeñan altos cargos públicos y privados, se casan, tienen hijos y hasta en ocasiones son felices. La neurosis unas veces se manifiesta en el hogar y otras en la calle. En el caso de Guillermo Alberto, por ser un agente viajero, su enfermedad explotaba en los diferentes pueblos y ciudades que visitaba. Según su esposa en el hogar era perfectamente normal con ella y sus hijos. Guillermo Alberto quien como se aprecia en este periódico es un joven normal físicamente, manifiesta que cuando estaba en un pueblo, una vez concluido su quehacer diario, se ponía a beber y al cabo de un rato sentía unos deseos irrefrenables de buscar un niño o adolescente. Cuando cumplía su cometido y ante el temor que el niño lo delatara era cuando decidía matarlo. Todo ello en medio del ennublamiento de su mente, en el cual solo alcanzaba a vislumbrar lo que le había acontecido de niño. En el caso de Hernando Martínez, lo que sentía, era una profunda frustración por haber formado pareja con una mujer que no estaba a su altura, según su imaginario. En su débil mente no consideraba justo que todo aquel esfuerzo que había realizado para hacer una carrera profesional no se hubiese visto recompensado con un buen matrimonio. En su modo de razonar no cabía el que ello se debía a él mismo y no a causas externas( típico de las personas asociales, según la OMS). Este sentimiento negativo se exacerbaba más aún, al percatarse, de alguna manera, que Esther por su parte decía a sus amigas y vecinas mantenerse supremamente aburrida

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y arrepentida de haberse unido con Hernando. Esto lo llevaba al límite del paroxismo. Él que la había sacado de su condición tan miserable, de aquella pobreza tan extrema ; que le había proporcionado, en su opinión, una vida decente, honrada, dado dos hijas perfectas; sin embargo aquella mujer se atrevía a decir que Ella se mantenía harta.

Estos eran los pensamientos que Hernando me decía le asaltaban cuando se ponía a beber trago y de lo único que se acordaba para después entrar en la etapa de enlagunamiento, en la cual, según Esther, iniciaba su cantinela de improperios y ofensas contra ella, todo lo cual le iba actuando en su mente como una gota de agua sobre una roca que cava lenta pero persistentemente hasta dejar su marca indeleble. Así transcurre un tiempo en este verdadero circulo infernal, en el cual Esther cada vez habla peor de Hernando y ya inclusive hasta con sus mismas hijas y en el otro extremo Hernando redobla su mordacidad contra la para él pérfida Esther. Suspendamos aquí Ángel, dijo el Inspector, y continuamos mañana sábado con el resto; no podemos dedicarnos exclusivamente a este caso, pues tenemos otros pendientes igualmente importantes. Así habló Bedoya, mientras apagaba la grabadora y agregó: Es realmente una exposición muy detallada la que hace la doctora Restrepo sobre la personalidad de esta pareja; lo que uno no se explica es como dos personas de clase media, porque a juzgar por el barrio donde viven y el cargo que ocupaba don Hernando así lo muestran, no solicitaron ayuda profesional para salvar esa unión; a menos que no lo quisieran y/o por una clase de aberración sádico-masoquista, que pudiese ser subconsciente, optasen por una especie de acuerdo tácito en seguir por aquel despeñadero a ver quien caía más duro o primero. Nunca se sabe, los inescrutables caminos que puede tomar una mente

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humana y en esta profesión se aprende a ver de todo. Es inconcebible como una pareja con cierta comodidad económica no acudan a una consulta profesional. Esto podría entenderse en una familia de pobres, donde estos asuntos se resuelven a las buenas o a las malas, por física falta de medios económicos; pero en este caso solo puede pensarse en una gran inmadurez de ambos, a una gran carencia de sentido común, a pura y simple tacañería o ¡ sabe Dios!, ¿ qué puede existir en esas mentes?. En esas mentes detective, concluyó el Inspector, como queda dicho por la doctora Laura Restrepo y nosotros, los veteranos en este oficio, lo hemos visto con inusitada frecuencia, y Usted que se inicia en estas lides lo está empezando a conocer, coexisten varias personalidades, no sé si dos, tres o cuatro, pero lo cierto es que una de ellas es tremendamente débil e incapaz de enfrentarse con la cotidianidad, porque esta repleta de inseguridad y de imágenes dolorosas de su niñez e inclusive juventud, y ante ese mar de cavilaciones dolorosas debe sacar a flote otra u otras personalidades, que le ayuden a resolver momentáneamente el problema de la vida que se le presenta, para lo cual acuden unas veces al licor, a la droga, o en fin a cualquier subterfugio, e inclusive algunos dicen que al expediente de una hipocresía llevada al límite máximo, con el objeto de poder hacer lo que en su entorno está prohibido, o se carece de fuerzas para hacerlo. Pero, en fin detective, pienso que por hoy dejamos acá este caso y pasemos a otro no menos importante, porque a nosotros nos pagan por todo y no por uno solo. El sábado siguiente en la tarde continuaron el Inspector Bedoya y el detective Ángel Torres oyendo la grabación así: D. Doctora, Usted califica a Hernando definitivamente como

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un individuo que padece varios trastornos mentales, pero no es un enfermo mental, me gustaría que me aclarara un tanto más este asunto,¿ si es tan amable? DLR. Para hacerme entender y no hilar tan delgado le diré que básicamente un trastorno mental se da en personas aparentemente normales, es decir, en personas que habitualmente razonan y tienen un sentido normal de la realidad. En cambio en la enfermedad mental hay una disociación total con la realidad, el individuo ha perdido por completo el sentido de la realidad Es decir, aquí están los individuos que deben recluirse en sanatorios, porque se creen otras personas, no pueden valerse en lo más mínimo etc., y por eso no pueden laborar o cumplir algún papel mínimo en la sociedad. Por eso lo de Hernando Martínez lo califico como un caso de trastorno mental. En lo que si son iguales es que en todos ellos el sujeto no tiene conciencia de su trastorno. Obviamente el enfermo mental no puede tenerla por cuanto es un individuo fuera de sí; y quién padece un trastorno de personalidad asocial, u otros trastornos: como es el alcoholismo, el caso de la doble personalidad, o inclusive el autismo, no obstante que tienen sentido de la realidad, puesto que viven inmersos en la misma donde trabajan e incluso son buenos para algunos oficios o artes, en lo que concierne a dicho trastorno no tiene conciencia plena de él y por ende no les dan la importancia que requiere. Claro que el autismo es un caso más suigeneris, pero para hacerme entender dejémoslo por el momento ahí. El trastorno mental, como ya se lo dije, está expresamente clasificado por la OMS en las categorías que le enumeré antes, y solo es visible en el paciente por quienes, por alguna razón, lo tratan frecuentemente y a fondo. En el caso de la doble personalidad es perfectamente visible por cualquiera que lo vea cuando el sujeto cae en dicho estado, como en el caso de Hernando cuando tiene

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varios tragos en la cabeza, y a otros por alguna circunstancia especifica que les sirve como catalizador, para entrar en dicho estado. El autista es también más fácilmente distinguible por las características que da la OMS y que más adelante le enunciaré. En el caso de los individuos con trastorno asocial no es fácil, en muchas ocasiones, establecer nítidamente su frontera con otra normal; esto inclusive a veces está regido hasta por las mismas costumbres sociales, por ejemplo, lo que en un determinado núcleo social puede ser perfectamente normal en otro puede considerarse una total monstruosidad. Como se lo dije, estos individuos viven inmersos en la sociedad en la cual desempeñan oficios dentro de los cuales se comportan normalmente, no así los enfermos mentales quienes están por fuera del sistema. En esta clasificación de trastornos mentales también caben todas aquellas personas con una incapacidad extrema para establecer relaciones con los demás, de una gran inestabilidad emocional y radicalmente independientes, es decir, a los que llamamos excéntricos y como lo mencioné antes, algunos, hasta incluyen aquí los individuos que conocemos como autistas; pero yo creo que para catalogarse como autistas se requiere que presenten otras particularidades, que la OMS, señala claramente. Por supuesto que todas estas diferenciaciones que le hago corresponde a criterios psicológicos, los cuales hoy por hoy son intensamente debatidos, pues al fin de cuentas esta ciencia de la psiquiatría, vale decir la que estudia la mente humana es relativamente reciente y está en permanente evolución. Así por ejemplo con dicho trastorno pueden también catalogarse todos aquellos individuos que llamamos inmaduros, vale decir, personas con conductas descontroladas o socialmente poco bien vistas, y para no hacerme muy extensa podemos incluir igualmente aquellas personas excesivamente temerosas, con un miedo patológico ante

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las vicisitudes de la vida tratando siempre de evitarlas, es decir, que su equilibrio emocional está seriamente afectado, y también los hipocondríacos. Se deriva de lo anterior, que muchas personas consideradas habitualmente como normales, bajo esta óptica de la psicología no lo serían y el concepto de normalidad se restringe bastante. Como puede ver detective, la diferenciación entre trastorno mental y normalidad es en ocasiones complicada, no así tanto como con la enfermedad mental. Y observe detective, como lo que yo le digo acerca de la dificultad para establecer límites se presenta de inmediato, así por ejemplo, en los últimos años la psicología viene sosteniendo que el autismo, es decir, aquello que a nosotros los psicólogos se nos enseñó en la Universidad hace poco menos de diez años, era un trastorno mental clásico, ya que quien lo padece es una persona incapacitada para empatizar con los demás y vive totalmente encerrada en sí misma, hoy por hoy se argumenta que muchas de estas personas pueden ser y de hecho lo son, muchas de ellas, marcadamente capaces, dotadas o inteligentes en otras áreas del conocimiento, por ejemplo, en las matemáticas, en la computación, artes manuales etc. Se ha descubierto, en las últimas décadas, que muchas de estas personas resuelven problemas en, por ejemplo, programación de computadores, en forma mejor o igual de lo que lo haría una persona inteligente y experta en ese campo. Todas estas personas autistas tienen grandes dificultades para desenvolverse en el entorno que les corresponde y difícilmente sostienen una unión estable o matrimonio. Son incapaces de sostener una conversación consistente, pero pueden resolver un problema de geometría o cálculo con sorprendente habilidad, tocar el piano, o dibujar excelentemente. Entonces: ¿ se podrá catalogar a estos individuos como anormales, con trastorno mental o con enfermedad mental?. Todo indica que la tendencia actual de la siquiatría sea la de no verlos como tales sino más bien como individuos con una inteligencia diferente a la normal,

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que mediante tratamiento especial tempranero, puede adquirir esa otra habilidad de adaptarse al entorno social, y su inteligencia más bien podría ser vista como una cualidad especial que posee. Doctora, abusando un tanto de su amabilidad, desearía me aclarara un poco lo del autismo y si podría decirse que Hernando lo fuera? DLR. Entiendo perfectamente su interés por estos temas, que de seguro los tendrá que ver con bastante frecuencia en el oficio en que se está iniciando. Por eso le aclaro al respecto lo siguiente: La incapacidad de relacionarse socialmente de forma normal es una característica esencial en el autismo y también en el trastorno mental, vale decir que ahí ambas patologías son iguales y claramente lo tiene Hernando. Pero, el autismo tiene otras connotaciones diferentes que no vienen con los de una personalidad asocial o disocial como la de nuestro paciente. Por ejemplo: El autista, desde niño, vive totalmente dentro de sí mismo y se olvida por completo de las personas que lo rodean, dirigiéndose más bien a los objetos. Inclusive se afirma que el autista ve a las personas como objetos. Y para ser más específica con Usted, como se lo prometí antes, y evitar digresiones que de golpe lo puedan confundir retomo, lo que dice al respecto la OMS, sobre cuáles son los elementos que deben estar presente en un paciente para ser considerado autista, con la misma salvedad dada anteriormente para la personalidad asocial, es decir que no es necesario que los tenga todos, sino que basta con cinco. Claro que no se los enunciare todos, son como quince o más, pero vea unos cuantos, que no se le pueden endilgar claramente a Hernando: 1- No muestra un claro contacto visual con la persona con quien interactúa. El autista no mira a la persona cuando ésta le habla. 2- Carece o la tiene muy precariamente desarrollada su capacidad para utilizar

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la expresión facial o corporal para regular la interacción, por ejemplo en sus manos o rostro no refleja lo que dice verbalmente. 3- El autista presenta una clara anomalía en la forma y contenido del habla. Por ejemplo: en lugar de decir yo, dice tú o viceversa. En muchas ocasiones dicen cosas absurdas o palabras que nadie entiende, fuera de contexto. Por ejemplo no es extraño que si Usted saluda a una persona autista, él en lugar de contestarle el saludo le tome las gafas de su bolsillo y se ponga a examinarlas. 4- Igualmente en muchas ocasiones actúan como si ignorara por completo a las personas que mas conocen. De todas maneras estas personas son las mismas que, muchas de ellas, tienen una memoria prodigiosa, hasta el punto de poder repetir un disco con solo haberlo oído una vez. Por esta razón y las otras que ya le di es por lo que la ciencia empieza a ver en estos pacientes, no ya a un enfermo mental, sino a individuos quizás con inteligencias diferentes. Bueno detective, por eso afirmo claramente que Hernando no lo era. D. Dra., lo que si afirma Usted es que Hernando padecía un trastorno mental, era alcohólico y también sufría de cambios radicales de personalidad, donde se convertía en un ser vulgar y potencialmente peligroso. ¿Es correcto esto? Si es correcto. Yo sostengo que Hernando padecía un trastorno mental, porque sabemos que evidentemente era un ejecutivo normal en su labor, es decir, que manejaba cotidianamente un sentido de la realidad, pero cuando uno lo ve en su ambiente familiar, tal como se lo he relatado, como tuve oportunidad de hacerlo yo por las diversas entrevistas que sostuve con Esther, él mismo y también por las averiguaciones que tuve la ocasión de realizar en la Compañía de Seguros donde laboró por tantos años, como se lo voy a decir más adelante, no cabía duda de que padecía esas psicopatías. Aquí sea la ocasión para decirle, detective, que una de las razones que tengo para colaborarle tanto a Usted, es no solo

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porque se trata de una investigación penal que está llevando una Comisaría de Policía, sino también porque, a mí, como psicóloga de esta empresa, me corresponde igualmente hacer las entrevistas de admisión al personal que ingresa y en desarrollo de estas funciones debo solicitar permanentemente información tanto a las empresas de donde provienen, así también como a ustedes, la Policía. Entonces es como una contraprestación de servicios lo que estoy haciendo. Cuando me pasaron el caso de Hernando Martínez y vi que había trabajado tantos años en la Compañía de Seguros Z, yo me puse en contacto con los directivos de dicha empresa obviamente para formarme un real criterio sobre Hernando. Para ello me entrevisté con quienes lo habían tratado en su quehacer diario, como también en las reuniones sociales que son inevitables en toda Compañía. Me llamó poderosamente la atención el que nadie en la Compañía de Seguros donde laboró por tantos años se acreditara entusiastamente como amigo de Hernando; todos con quienes conversé lo hacían displicentemente o abiertamente decían que era una persona poco comunicativa, hosca y fácilmente irritable, vale decir que por cualquier nimiedad se disgustaba o lo parecía D. Doctora, aunque corto su exposición, quisiera me dijera ¿ cómo es posible que un individuo con esos trastornos de personalidad pueda ocupar un cargo relevante en una Compañía grande e importante como es la de Seguros Z.? DLR. Déjeme decirle que casi todas las empresas de hoy día ocupan psicópatas. Yo creo, que las compañías enganchan el personal de acuerdo a las circunstancias del momento. Para la segunda mitad de este siglo, cuando se entró en el proceso de globalización de la economía y por ende de intensa competitividad entre las empresas, individuos como Hernando, con su desinterés por los demás, falto de sentimientos de culpa y en general asociales pueden ser la

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clase de ejecutivo que una empresa requiera en un determinado cargo, para cumplir un objetivo determinado, en contraposición con aquella actitud que se requería cuando estábamos en los tiempos de la empresa tipo paternalista. En la actualidad colombiana caracterizada igualmente por el surgimiento de esa nueva clase social, la del narcotráfico, los nuevos requisitos para que el hombre y por ende también las empresas triunfen son: Despreocupación por los demás, un profundo deseo de lograr el placer-sinónimo de éxito-a cualquier precio, contar con notable inteligencia y encanto externo, como la mayoría de las actuales ejecutivas de bancos y corporaciones financieras. En resumen, personas que han devenido en la actualidad a ser las más adecuadas para el triunfo y apetecidas por las compañías, dadas las circunstancias del momento, muchas de ellas presentan características que la psicología considera propias de un trastorno asocial. Resuelta su pregunta, el otro interrogante bien interesante es: ¿Por que prescinden de él? ¿ Por qué lo echaron, si partimos de la base que era el hombre adecuado para el cargo, como lo prueba el hecho de sus más de diez años de trabajo en la misma?. Y lo que me extrañó aún más. ¿ Por qué él se retira, sin que tenga otro empleo a la vista, sabiendo de antemano que en Colombia, a su edad, es casi imposible obtener otro empleo fácilmente ?. Y sobre todo, que en nuestro medio, con más de diez años de servicio ya está protegido por la legislación laboral de un despido injustificado y en general aquí, cualquier persona con la edad y el tiempo de servicio que llevaba Hernando en la misma compañía ya empieza a pensar en la pensión. Todo ello me llamó poderosamente la atención y fue así como al indagar sobre sus antecedentes en la Compañía abordé dicho

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aspecto cada vez que pude. Y sorpréndase Usted lo que encontré. Aunque no fue fácil, dado que sus compañeros propiamente, es decir, los de su mismo nivel o inferiores, ninguno de ellos sabía a ciencia cierta lo de su salida, inclusive algunos me manifestaron también extrañeza al respecto: “él era una persona un tanto rara, pero aparte de eso no sabíamos de algo en su contra”, “ se desenvolvía bien en su puesto”, me manifestaban. Pero al conversar con quién fue su jefe inmediato y después de muchos rodeos, finalmente me dijo que efectivamente su retiro había sido algo muy confidencial, una especie de conciliación entre él y la Compañía, entre lo cual figuraba la no divulgación, a objeto de tratar de no perjudicar mas a Hernando. Pero accedía a relatármelo, a fin de colaborar con su tratamiento. Hernando, me dijo el señor Fernando K., padecía un grave defecto mental, consistente en el desdoblamiento de su personalidad una vez se tomaba algunos whiskys. Hasta aquí no me había dicho algo que yo no supiera. Y continuo: Esto lo descubrimos, aunque un tanto tarde, pero dado el cargo que ocupaba Hernando en el cual necesariamente debía tratar con los clientes más importantes y eventualmente almorzar con ellos, se concluyó que ponía en riesgo los intereses de la Compañía. Él, como jefe de la oficina de seguros de transporte debía en algunas ocasiones, aunque por fortuna no muy frecuentes, finiquitar negocios con los clientes, para lo cual y cuando son importantes se autoriza al funcionario para que los invite a almorzar, en donde casi necesariamente se mezcla el licor. ¿Cómo nos dimos cuenta que Hernando era un riesgo potencial y por qué tan tarde?. El cuento es el siguiente: Aquí empieza a hablar en otro casette el señor Fernando K.,

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a quien la doctora Restrepo igualmente le grabó sus palabras. “Yo soy el Contralor de la Compañía y llevó más de quince años en ella, así es que conocí a Hernando desde que él entró hasta que salió a los diez años aproximadamente. Durante los primeros seis o siete años Hernando se mostró como el técnico- ejecutivo que precisaba la empresa para manejar ese departamento de transporte; su modo de ser un tanto reservado hacía notar menos sus ausencias permanentes a las fiestas y reuniones sociales que realizaba la empresa esporádicamente y cuando asistía a alguna, lo hacía por un corto tiempo y nunca se le vio tomar. Siempre tenía a la mano la excusa perfecta para no asistir o retirarse rápido, por tal motivo yo lo llamaba el “agua fiestas” pero al mismo tiempo lo ponía como ejemplo ante los demás compañeros de como si se podían hacer negocios , sin recurrir a almuerzos rodeados de whiskys, de lo que eran tan adictos los otros jefes de departamentos, razón por la cual su trabajo en las tardes casi no les rendía. Cuando yo le preguntaba acerca del porqué hacía tan poco uso de la tarjeta provista por la Compañía para tales ocasiones, me respondía que generalmente los clientes se le anticipaban a invitarlo. A Todo ello yo no le veía nada especialmente raro, en tanto los negocios se hicieran, como efectivamente sucedía en el departamento de Hernando. Hace dos años, aproximadamente en octubre o noviembre del 77 esta Compañía, pasó una etapa supremamente difícil, en la cual todo indicaba que se iba a tener que liquidar . En medio de esto y del estrés que ello obviamente genera en todo el personal, nuestro gerente general míster Peter , me llamó para decirme: mire Fernando, como todos están tan confundidos y desorientados creo conveniente tranquilizarlos, pues yo creo que todo esto va a tener una solución favorable, gracias a una posible intervención de uno de nuestros coaseguradores en el exterior mediante una inversión de capitalización; así es que quiero darles esta noticia

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hoy día, tomémonos una hora antes de salir, reúna a la gente especialmente a los vicepresidentes y jefes de departamento, de una manera informal, hagámosles una especie de coctel, repártales whisky y allí en medio del mismo yo les explicaré las perspectivas que tenemos para salir de esta crisis y los compromisos que adquiriremos. Así fue, ese día ordené cerrar despacho unos minutos antes de lo habitual y reuní a todos los directivos, sin excepción, en las amplias y cómodas oficinas de la presidencia; empecé a repartirles tandas de whisky con el ánimo que todos se desinhibieran y hablaran, pues a la gerencia también le interesaba conocer las opiniones de los altos ejecutivos y de algún otro que se atreviera a hablar sobre aquella situación por la que estábamos atravesando, es decir las subjetivas o personales, pues las oficiales, es decir las plasmadas en los informes ya las conocíamos tanto Mr. Peter como yo. Allí se encontraba naturalmente Hernando y esa vez si le dio por tomar; ¿ por qué lo hizo?. No lo puedo asegurar, pero me parece, con bastante probabilidad, que él pensaba que aquella reunión era para anunciar la liquidación de la Compañía, que todo estaba concluido y quizás ya no valía la pena cuidarse, y por eso no tomó las precauciones que siempre había guardado. El caso es que transcurrida una hora aproximadamente, cuando todos estábamos con dos o tres whisky en la cabeza y Mr. Peter había departido con muchos nos solicitó tomar asiento alrededor de la ovalada y amplia mesa utilizada ordinariamente para realizar las juntas directivas o comités presidenciales. Ubicados debidamente Mr. Peter empezó por invitarnos a decir cada uno lo que pensábamos sobre la Compañía, desde la particular óptica de cada departamento a su cargo. Cuál no sería nuestro asombro cuando una vez que hubo terminado su exposición el jefe del departamento de seguros de incendio el señor Abelardo

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X, Hernando Martínez tomó la palabra y entrecortadamente se expresó así: Es que vos sos un hüevón Abelardo, ....de Buga tenias que ser para hacer semejantes pendejadas.....etc.etc.; todo el mundo estalló en carcajadas. Lo que me pareció a mí más curioso, fue que mientras todos se destornillaban de la risa, yo miré hacia Hernando y él permanecía impertérrito; una de dos pensé: o no se da cuenta de lo que dice o lo hace absolutamente en serio pero no se da cuenta en donde está. La reunión continúo y cada vez que alguien hablaba, Hernando, según fuera uno u otro, profería determinadas frases llenas de palabras soeces, para el sitio en que nos encontrábamos. Por darle otro ejemplo, cuando habló el señor Rosero, jefe del depto. de seguros de vida, Hernando le dijo: Oye Rosero,¿ de dónde sos vos?. Usted sabe que soy de Nariño, le respondió. Y acto seguido Hernando le replicó: ¡ Ve y allá si existen compañías de seguros !. Al instante algunos de nosotros corrimos, por decirlo así, a calmar al ofendido, haciéndole ver que se trataba de una chanza de Hernando a la que no se le podía prestar atención ya que se encontraba fuera de sí. Cuando entró a la sala la señorita del servicio con unos pasa bocas, Hernando se le acercó y poniéndole la mano en el hombro le dijo en voz alta: ¿Negra, cierto que Usted a mi no me la juega?. No, don Hernando, le contesto la señorita, poniéndose blanca de la pena, pues era una morocha, y por poco deja caer la vajilla con los pasa bocas. Hernando hacía estas cosas y se quedaba impasible como si nada hubiese pasado; por supuesto aquella reunión se convirtió en un circo, creo que hasta se olvidaron de la crisis de la Compañía, para centrarse en las payasadas de Hernando, inclusive algunos de los ejecutivos, una vez levantados de la mesa, actuaron de muy mala fe porque cada vez que podían yo observaba como disimuladamente, se le acercaban y con palmaditas en la espalda y mucho de sorna lo felicitaban diciéndole: Buena esa Hernando,

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así se habla, con verraquera; así somos muchos de nosotros nos alegramos con el mal ajeno, eso sí lo mas solapadamente posible. Una vez terminadas las exposiciones, todos se pararon como automáticamente pero no para irse, sino que todos se fueron arremolinando en pequeños grupos por los diferentes rincones del salón rebosantes de hilaridad y con ganas de seguir tomando whisky, pero más que por lo que les había dicho Mr. Peter acerca de las nuevas perspectivas de la Compañía, era más bien para terminar de saborear el espectáculo que había brindado Hernando, a quien de ahí en adelante le pusieron el remoquete de “ el borrachito”. La reunión se fue disolviendo en la medida que se fue terminando el whisky y los pasa bocas, hasta que finalmente no quedamos en la misma sino Hernando y yo. A él nadie quiso llevarlo a su domicilio, no obstante el estado en que se encontraba, ni siquiera acomodarlo en un taxi, todos le sacaron el cuerpo. Yo como organizador de la reunión debía permanecer hasta lo último y dejar todo relativamente bien acomodado. Una vez que lo hice y observé que él permanecía allí, en la mitad de la sala sentado, me ofrecí para llevarlo a su casa. En definitiva se había conseguido el objetivo propuesto por Mr. Peter de distensionar a la gente pero no como lo había propuesto sino de la forma más impensada posible”. Aquí el detective Torres, pidió parar la cinta para continuarla después.

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“Después de aquella famosa reunión- prosiguió relatando el señor Fernando K en la cinta- y cada vez que pensaba o veía a Hernando de mi mente no se apartaban ideas tales como: ¿ Es cierto aquello de la doble personalidad?. ¿Será una enfermedad mental y en ese caso será curable o no? Por varios días después mantuve impregnada en mi mente, aquella imagen de Hernando vulgar, grosera y absolutamente impertérrita contrastante totalmente con el Hernando que yo y todos los demás funcionarios de la Compañía habíamos conocido diariamente. Y también ocupaba mi mente la idea, esbozada por otros con quienes compartí este hecho, de que eso de la doble personalidad no es más que una farsa con el fin de expresar sentimientos ocultos, una estratagema,posiblemente inconsciente, para descargar todo su subconsciente reprimido, sin sufrir retaliación alguna por parte de los ofendidos. Así por ejemplo: ¿Por qué no había insultado indiscriminadamente? Mas bien parecía que en medio de aquella segunda personalidad persistiera la primera por cuanto sabía a quienes podía insultar y a quienes no. Hernando al siguiente día, según mis averiguaciones, ignoraba los improperios lanzados a algunos de sus compañeros. Ante esto, yo un tanto conocedor de la psicología humana, por mi experiencia como contralor, cargo en el cual me ha tocado el manejo de personal, sé que la mayoría de las manifestaciones de amnesia son falsas y en muy pocos casos corresponden a reales enfermedades mentales. De aquellas cavilaciones me sustrajo un día Mr. Peter, cuando acercándose a mi escritorio me dijo en forma perentoria: Fernando necesito un informe escrito sobre el empleado Hernando Martínez, en el cual se diga claramente si es apto para

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continuar en la empresa, en el cargo que viene desempeñando; su comportamiento en la reunión pasada me tiene preocupado. ¿ Que tal que algo semejante ocurriese en presencia de alguno de nuestros clientes?. Como Usted es su jefe directo y hasta la fecha no ha rendido explicación alguna, se la estoy pidiendo ahora. De inmediato yo reaccioné diciéndole: Mr. Peter, hasta ahora no había conversado con Usted al respecto porque estoy informándome más sobre lo que realmente le ocurre, pero créame que soy perfectamente consciente de la importancia del asunto. Le pido el favor, si no hay inconveniente, un plazo, digamos de veinte días para darle el informe. ¡Está bien, pero no más eh! Quiero ver ese informe en mi escritorio. Cuando yo le pedí aquel plazo a Mr. Peter, no era algo así como una excusa por quien es tomado por sorpresa. En realidad yo le había puesto atención al asunto y como lo dije antes, meditaba constantemente en ello y ahora con la solicitud de Mr. Peter comprendí que la situación iba para mayores, pues de lo contrario él no me la hubiera pedido. Sentía que debía profundizar más, porque entre otras cosas era consciente que aquí Hernando como empleado de la Compañía había quedado muy mal, sin duda su futuro aquí estaba en juego. Si se tratara de un empleado raso, quizás aquella actuación solo quedara en el recuerdo de algunos compañeros chistosos que a todas horas y eso si, a sus espaldas, se mofaban de él, pero tratándose de un jefe de departamento, el cual en no pocas ocasiones, debía representar a la empresa para la consecución de algunos negocios, y en los cuales se ingería licor, el caso de ninguna manera quedaría flotando. Mi pequeño plan consistía en lograr ver de nuevo a Hernando bajo el efecto del licor. Afortunadamente y por lo visto no se

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precisaba de muchos tragos para que surtieran su efecto. En mi oficina reposaban las hojas de vida de los empleados a mi cargo y en la carpeta de Hernando constaté, para mi beneplácito, que su cumpleaños era dentro de quince días. Por otra parte yo, ya había conocido a Esther, entre otras cosas el día de la reunión, cuando todos lo dejaron abandonado y lo debí llevar a su casa, y dicha noche por una especie de instinto natural, aproveché la ocasión para al entregárselo completamente ebrio, saludarla y platicar un poco con ella, creo que instintivamente sabía que de ahí en adelante la trataría más. Así las cosas, faltando dos o tres días para el onomástico de Hernando la llamé para comentarle que yo y otros dos o tres ejecutivos de la Compañía., incluyendo a nuestro gerente general, deseábamos pasar por su casa un rato en la noche de ese día a fin de celebrárselos y le agregué que no se preocupara por la atención pues nosotros llevaríamos el whisky, pues entre otras cosas Mr. Peter no tomaba sino de una marca especial, que ella tan solo se encargara de la torta. Todo quedó así arreglado para aquel día y por mi parte me aseguré que entre los tres que irían conmigo aquella noche estuviese Jaime, el jefe del depto de automóviles, quien yo sabía le profesaba profunda aversión a Hernando, a causa de que Jaime, además de que tenía una tremenda tendencia a burlarse de sus compañeros de trabajo con cualquier pretexto, desde hacía algún tiempo y a raíz de que había encontrado unos pequeños errores en un trabajo de Hernando, la había tomado contra él y no perdía ocasión alguna de ridiculizarlo, especialmente a sus espaldas, sin que hasta la fecha, que yo supiera, Hernando hubiese podido sacárselo de encima . El día previsto llegamos a eso de las 7½ P:M. a casa de Hernando. A Jaime lo tuve que llevar casi a rastras en mi propio auto y

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también prometerle que lo transportaría a su hogar posteriormente; el otro que me acompañó fue Heliodoro, jefe del depto de riesgos especiales; lo del gerente general si fue un simple ardid mío para comprometer más a Esther en aquella reunión. Una vez dentro de la casa me hice junto a Hernando para cerciorarme que tomara, no podía negarse, era su cumpleaños y nosotros habíamos llevado el licor. Esther que estaba sobre avisada había comprado la torta. Por lo demás creo que el pobre Hernando no sospechó nada raro, creo que hasta cierto punto él era un tanto ingenuo; además y hasta la fecha, por parte de la empresa, no se le había dicho absolutamente nada oficial sobre su actuación aquella noche, pues yo que era el encargado de hacerlo por ser su jefe directo había guardado un hermético silencio en mi trato ordinario con él. Claro que como es propio de nuestra idiosincrasia, un tanto taimada, e hipócrita, sus compañeros de trabajo tampoco se atrevían a criticarlo directamente, inclusive ni los mismos ofendidos, pero eso sí, porque a mi me constaba, entre ellos mismos fue la comidilla principal por los siguientes días, y los que se atrevían a recordarle aquella reunión le decían irónicamente que había estado sensacional. Aquel cumpleaños parecía mejor una reunión de oficina, no solo por una atmósfera un tanto tensa y sombría, sino porque únicamente éramos además de nosotros tres: Esther con un hermano y una amiga y las dos pequeñitas hijas. Como estas dos pequeñas niñas permanecían inquietas alrededor de nosotros, se me ocurrió decirle a Esther que por favor las llevará a sus alcobas a fin de que no vieran a todos esos viejos tomando licor. Una vez retiradas, aquella reunión adquirió su verdadera dimensión, la cual para mí que conocía el trasfondo de los que estaban presente, me refiero a los de la Compañía de los que ninguno era amigo de Hernando, y que se trataba de su cumpleaños, me pareció conmovedora y al meditar sobre mi papel allí, se me trasformaba en tétrica y me sentí avergonzado de ser yo el propiciador de todo aquello. Pero mi justificación interna radicaba en que lo estaba

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haciendo por obligación, como parte de mi trabajo, tal era mi atenuante, no obstante lo cual no dejaba de sentirme mal. Especialmente sentí pena por Hernando, cuando observaba como al tiempo que consumía los inevitables tragos, así fuera muy lentamente, por la insistencia de nosotros, que como que nos hubiésemos puesto de acuerdo, lo incitábamos a ello con el pretexto de los brindis por su cumpleaños, por su experiencia en la Compañía, etc., etc., él iba cambiando poco a poco de semblante y como un manso cordero caía en la trampa que yo le había tendido. Aquel Hernando que yo trataba diariamente en la oficina, cumplidor de su deber como el que más, excesivamente serio pero eficiente, se iba desmoronando ante mis ojos y mientras esto sucedía también ante mi vista se sucedía otra escena igualmente patética. En efecto ahí, frente a mi, en aquella pequeña sala y sin ningún recato, Esther a quien yo hasta ese momento consideraba como una persona seria bailaba apretadamente con Heliodoro. En principio pensé que estaba viendo visiones o que a mi también me estaban mareando los tragos, así es que fui hasta el baño, me eché agua en la cara, verifique que estuviese bien y volví a la sala y mientras mas miraba mas perplejo me quedaba. No sé si peco de puritano, pero a mi entender aquello era inadmisible, Hernando en un extremo de la sala con su vaso de whisky y la cabeza semiagachada y en la mitad del salón Esther bailando con Heliodoro, sin separarse entre pieza y pieza y la amiga de Esther con Jaime, aunque estos últimos lo hacían mas discretamente y entre disco y disco se sentaban. Para mí, aquello era inaudito, ¡vivir para ver! Pero, ¿que clase de mujer es esta, que valores tiene? O acaso también le ocurrirá lo mismo que a Hernando, con algunos tragos en la cabeza no se percata de lo que hace. ¿Por qué hace esto? ¿Acaso querrá decirle con ello algo a Hernando? ¿ Podrá ser , quizás, una especie de retaliación contra algo que le ha hecho?. En todo caso, si es esto último me parece el colmo

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escoger el día de su cumpleaños y delante de sus compañeros de oficina. Pero, ¡vamos! me dije y me auto tranquilice diciéndome: yo estoy aquí por otra cosa, no vine a ver escenas sórdidas que quizás con mi cerebro alterado exagero mas de la cuenta; yo vine a analizar a Hernando y nada más. Así fue como me acerqué nuevamente a él, quien al parecer no se percataba de lo que ocurría en el centro de la sala. Por supuesto pensé, si Hernando no se fija en ella, talvez eso mismo puede ser la razón de la actuación de Esther. Pero con todo, una persona con un mínimo de principios éticos no le hace eso a un esposo, en especial con sus propios compañeros de trabajo. Claro que para personas sin ninguna ética si es un momento apropiado. Que clase de respeto le puedan guardar los compañeros de trabajo a Hernando, si es que aún le tenían algo, después de la otra famosa reunión. De todos modos a mi me parecía un tanto injusto todo aquello que se le estaba viniendo encima a Hernando y de ahí en adelante me nació una especie de sentimiento de lástima o compasión hacia él, y por ende se me hacía aún mas difícil mi tarea. Como pude deseché todos aquellos pensamientos y traté de concentrarme en mi objetivo iniciando un pequeño coloquio con Hernando que continuaba ahí con su vaso de licor, haciendo como que nada pasara. No fue difícil, para ese momento ya con algunos tragos en la cabeza había surgido en él su segunda personalidad. Empezó por decirme cosas como: ¡ Oye Fernando- jamás me había tuteado- cierto que vos has aprendido mucho de mi?. Cierto le respondí. Y continuaba mas o menos así: Fernando, ¿ cierto que vos de seguros de transporte no sabes un carajo?. No, pero por eso lo tienen a Usted. Y así por el estilo nos enfrascábamos en diálogos referentes a asuntos muy puntuales de su depto. y generalmente al darle yo mi opinión, me contestaba: Hombre Fernando, pero como podes ser tan huevón…..etc.… etc. , ante lo cual yo lo único que le respondía era algo así como:

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Si hombre Hernando, yo soy un huevón y me levanté de su lado, diciéndome para mí mismo: ¡ basta,.. ¡Suficiente! Y ratifique claramente lo fastidiosa y por ende peligrosa- para la Compañía- que se tornaba aquella personalidad bajo esta otra cara. Lo dejé solo e intenté irme pero al punto comprendí que aún no podía hacerlo, me faltaba algo. Continuo aquella reunión, que para mi, parecía un velorio, al son de una música que aunque alegre yo no la percibía así, la cual provenía de una grabadora ubicada en un rincón de la sala. Por su parte Esther y su pareja no se separaban ni aún en los momentos de descanso. Los que permanecíamos sentados, además de Hernando eran: el hermano de Esther, quien definitivamente se sentía fuera de ambiente y estaba allí casi por obligación, la amiga de Esther y Jaime, quien por lo visto no quería seguir bailando y me acosaba para que nos fuéramos: ¡ vámonos de esta puta reunión!, me insistía. Por mi parte y con el fin de tratar de animarla un poco aunque para mis adentros pensaba que era tan sórdida como mis intenciones, me levanté y propuse que cada uno de los asistentes hiciese un brindis acompañado de algunas palabras. Así fue como cada uno alzo el vaso e invitó a beber por algo o alguien. La mayoría lo hicieron obviamente por el cumpleañeros, yo hice otro tanto; cuando le tocó el turno a Hernando, ya totalmente trasformado dijo: «brindo por mis dos hijas, porque Dios solo me dio mujeres, porque El sabe que cuando en una familia hay un hombre tan verraco como yo, no se necesita más». Acto seguido, con su impavidez característica, se sentó y esta vez quedó junto a Jaime. ¡ Por fin, ya está, pensé para mis adentros, creo que pronto podré irme, esto es lo que estaba esperando! En efecto, no tardó mucho tiempo cuando empecé a observar como Hernando manoteaba ante la humanidad de Jaime; me acerqué y oí cuando le decía: ¡ Gran hijueputa, malparido, de mi no se burla nadie, oís!. De

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inmediato me interpuse entre ambos diciéndole a Jaime que no le prestara atención, pues yo sabía porque se lo decía invitándolo a que nos marcháramos. Mi misión estaba cumplida. Jaime, el cual no obstante aquel defecto, es realmente una persona inofensiva y sabe manejar muy bien los tragos, accedió de inmediato y sin dar tiempo a que aquello trascendiera salimos rápidamente. Hernando hizo aquí lo que no era capaz de realizar en estado normal: vengarse de las burlas permanentes de Jaime. Se lo dije Fernando por eso es que yo no quería venir a esa puta reunión, pero Usted me insistió. Ese hombre es un atarván completo con dos tragos entre pecho y espalda. Así hablaba Jaime, mientras en mi vehículo como se lo había prometido lo conducía a su domicilio. Yo, por mi parte no hacía más que tragar saliva. Así las cosas, se podría decir que todo estaba consumado y debía proceder a redactar el informe para Mr. Peter, aunque debo admitir que me dolía el estómago de solo pensarlo. Estaba evidentemente ante un individuo con doble personalidad. Pero ¡vaya, que otra personalidad la de Hernando! ¿De donde saldría? ¿ Será un producto de innatas tendencias que yacen sepultadas en su inconsciente. Pero si ello fuese así, se debería presentar en casi todos los humanos, sin embargo no; ¿ Posiblemente tenga que ver mucho con la niñez y juventud de cada uno?. En fin yo no soy siquiatra o psicólogo como para involucrarme en esos senderos, lo único que sé como persona que ha manejado personal durante gran parte de su vida es de numerosos casos de empleados con problemas graves en su trato con los demás, y que en esos casos lo mejor es prescindir de ellos.

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Toda mi experiencia me inclinaba a pensar que una doble personalidad o una personalidad secundaria como la llaman otros, es un fenómeno que surge de algo que ha sido desterrado de nuestro consciente, por alguna razón, las mas de las veces porque no se ajusta al estilo de vida prevaleciente en el medio en que actuamos. Todo el mundo experimenta tendencias o impulsos que no coinciden con los habituales. Cuantas veces no decimos ante un improperio o insulto: « sentí ganas de matar y comer del muerto». Todas las personas deben esforzarse por contener aquellos impulsos que tienden a alejarlos de las costumbres prevalecientes, o como se dice de las normas de la sociedad en que viven, y hasta cierto punto el éxito social depende del manejo de nuestros impulsos. Algunas personas que no se adaptan totalmente viven con una doble personalidad y se les da el remoquete de hipócritas o de doble moral, es decir son individuos que viven inmersos en dos facetas de su personalidad, pero sin llegar a extremos como en el caso de Hernando donde esa otra personalidad irrumpe violentamente al influjo de algún estímulo, aplastando, por así decirlo, a la otra y vive una vida casi que independiente de la otra. Subyace como dormida. Y la primera es amnésica respecto de lo que hace la segunda. Todo esto yo lo sabía por lo que había leído al respecto, ya que en mi trabajo siempre he tenido que manejar personal, y por tanto he debido documentarme sobre este tema. Y algunas de dichas lecturas, ahora lo comprobaba, encajaban perfectamente en lo que observaba en Hernando, pues entre otras cosas él insistía en afirmar que no recordaba lo que hacía o decía en aquellas reuniones. Igualmente y antes de redactar mi informe me asaltaban ideas como: ¿ Sería posible eliminar esa otra personalidad de Hernando, es decir la vulgar, la pendenciera?. ¿Valdría la pena costearle un tratamiento por la empresa? Como ya lo anoté, tengo una larga experiencia en las relaciones humanas, tanto en esta Compañía, como en la anterior, y he

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conocido muchos casos de personas similares a Hernando a las cuales se les había intentado, por parte de la empresa, tratarles esas anomalías mediante métodos psiquiátricos, los cuales habían resultado largos, costosos y con muy poco resultado . En el caso de Hernando se tendría que auscultar hasta lo mas recóndito para ver si su perturbación era producto o representación de un período de su vida, quizás de su infancia o adolescencia, el cual habría quedado oculto, pero latente por alguna circunstancia extraña, ante la necesidad de adaptarse a las nuevas circunstancias de su vida de adulto como profesional técnico, en el cual se precisaba de cierto nivel social. Dichos tratamientos, como lo acabo de anotar, no garantizaban en absoluto que el paciente no retornase a su otra personalidad. Vale decir, que además de largos y costosos, no podían garantizar la cura definitiva. Por tanto yo debía descartar de mi informe dicha alternativa, pues también conociendo a Mr. Peter, a los miembros de la Junta Directiva y la crisis por la que atravesaba la Compañía habría sido inútil recomendarlo. Descartada la posibilidad de someterlo a un tratamiento por medio de la Compañía, seguí devanándome los sesos sobre cómo redactar mi informe. Mientras tanto, recordaba y leía diferentes teorías, aplicables al caso de Hernando. Quizás no sería el de distintas personalidades, sino el de una sola persona en dos períodos de su vida; la del Hernando del trabajo es la predominante, la que le impone su nuevo estatus social; la del Hernando borracho y pendenciero, es la secundaria y posiblemente, tengo razones para decirlo, corresponde a la de su adolescencia. También pensaba, podría tener origen mas allá aún de su infancia o juventud y provenir hereditariamente, es decir, de algún cromosoma de sus padres. Dentro de esas ideas que se me venían a la cabeza, provenientes de lecturas y proyecciones cinematográficas que yo me procuré, consideraba igualmente que quizás Hernando podría encajar

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en el caso de una típica doble personalidad, es decir, de dos personalidades que luchan por manifestarse dentro de un mismo ser, en donde la una trata de suplir las deficiencias de la otra; o donde una da expansión a todo lo que la otra repudia por considerarlo incompatible con su conciencia; sobre este punto me vino como anillo al dedo una novela que había leído titulada, “ Tres Caras de Eva” del escritor Corbett H. Thigpen. Es el caso de la mujer soltera o casada, que se siente rigurosamente limitada por su medio ambiente, sus principios religiosos o un matrimonio infeliz, e interiormente( su otro yo) se siente atraída por los placeres mundanos. Nada más apropiado en este caso que asumir o mejor simular otra personalidad con la cual pueda eludir las prohibiciones que le imponen su ambiente social, religioso o matrimonial, en tanto con la inicial continúa siendo una esposa fiel y ciudadana respetable. Expresada de otra forma esta concepción plantea que dentro de ciertos seres habitan fuerzas poderosas y contradictorias que necesariamente tienen que salir a flote mediante estos cambios, canalizados por algún estimulo; aquí es donde se dice que tal individuo lleva una doble vida. En una es como las circunstancias se lo imponen y en la otra, como sus instintos naturales se lo piden. Pero también están los que no creen definitivamente en esto de la doble o múltiples personalidades, una de cuyas vertientes considera a aquello más bien como un refinamiento extremo de la hipocresía. Es, dicen ellos, una posición cómoda hacer lo que se quiere o se desea- pero censurable en el contexto en que se vive- bajo el escudo de una doble personalidad, en la cual cada una no recuerda y por ende no se responsabiliza de las acciones de la otra. Para los que así piensan, estas manifestaciones de amnesia son simples pretextos a fin de eludir la responsabilidad de dichos actos. Es bien conocido el hecho de que muchísimos criminales se acogen a esta vieja treta para tratar de atenuar su condena.

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Para quienes piensan en la doble personalidad como una estratagema o un refinamiento extremo de la hipocresía -salvo en aquellos pacientes en donde existe un verdadero trastorno cerebral u orgánico- sería un ejemplo típico el caso de Hernando, quien en su vida normal era un honrado y pacífico empleado, incapaz de decirle un improperio a alguien y mucho menos a su compañera; bien sea porque los considerara actos indebidos o también por falta de valor, y en consecuencia encuentra en aquella, bajo el influjo del licor, el pretexto perfecto para desahogarse de sus impulsos reprimidos en su inconsciente, sin mayores responsabilidades. Hernando lo demuestra claramente, cuando al no poder sacarse de encima a Jaime en su estado normal, lo hace al influjo del licor. En favor de los que no creen en eso de la doble personalidad( salvo cuando existe un verdadero trastorno cerebral u orgánico) acuden muchas pruebas de enfermedades aparentemente reales, pero que finalmente se descubre que son producto de la mente. Es famosa y relativamente popular la demostración de Sigmund Freud, yo la vi en el cine, en la cual toma a un paciente parapléjico de muchos años, lo hipnotiza y bajo este estado hace que se levanté de su silla de ruedas y camine normalmente por el escenario de un teatro, ante la mirada incrédula de los espectadores, con lo cual corroboraba que lo que al paciente mantenía atado a su silla de ruedas estaba en su mente, en su imaginación y no tenía nada que ver con alguna deficiencia física de sus miembros inferiores. Volviendo a Hernando, ya también había descartado la posibilidad que se tratase de un desorden accidental o transitorio pues precisamente ese había sido mi propósito al realizar la reunión de cumpleaños, y no solo esto sino que igualmente Esther, me dio a entender, de varias maneras, durante aquella velada que ese modo de actuar de Hernando, era común en él cuando se tomaba unos tragos, y

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a ella le tocaba aguantárselo. En síntesis todo acudía a mi mente en aquellos momentos previos a la redacción de mi informe para Mr. Peter, desde las teorías científicas, las refutaciones a las mismas, pasando por las novelas, hasta llegar a las entretenidas películas que se dan de vez en cuando, donde el personaje principal o protagonista siendo un ser honorable y de nobles sentimientos en su vida ordinaria, se trasforma en otro violento y vengador, ante la presencia de la injusticia, la injuria o inminente peligro de muerte y cada personalidad es amnésica respecto a la otra. De todas esas películas, lecturas, telenovelas y de mi propia experiencia en el manejo de personal, saqué una conclusión que me ayudó a definirme: Todas esas personas tienen, si aspiran a curarse, que someterse a largos y penosos tratamientos, los cuales van encaminados básicamente hacia la posibilidad de obtener un reconocimiento mutuo de las personalidades manifestadas en un mismo ser, y una vez al cabo de un extenso recorrido al interior de éstas, conseguir la reintegración de las mismas; pero, también tenía claro que hasta la fecha, ningún tratamiento era ciento por ciento seguro y ningún terapeuta puede asegurar que la(s) otra(s) personalidad(es) no volverán a aparecer. Bajo estas consideraciones fue como finalmente me decidí a recomendar y así se hizo, el negociar con Hernando su retiro de la Compañía. Dentro de esa conciliación quedó estipulado que dicho retiro se producía por renuncia voluntaria de Hernando y que la suma que se le entregaba era a título de mera liberalidad de la Empresa por los servicios prestados por el ex -funcionario. Así se procedió dentro de la mas absoluta confidencialidad, con el ánimo de no perjudicar a Hernando, en su futuro profesional. De donde llamasen a pedir referencias sobre él ahí estaba escrito que había sido voluntaria. Los únicos que sabríamos la verdad seríamos Mr. Peter y yo, ni siquiera los mismos ejecutivos sabrían otra cosa”. (Aquí termina la intervención del señor Fernando K. en la grabación contenida en el casette que aportó Alberto Martínez, junto con el de la Dra. Restrepo)

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Una vez escuchada la intervención del señor Fernando K, el detective Torres reanudó su dialogo con la psicóloga así: D. ¿ Doctora y con esa información en sus manos no solo de Esther sino también la de Hernando, contada por su propio jefe, que hizo Usted concretamente para ayudarles, ya que se encontraban bajo su tratamiento?. DLR. Vuelvo a recalcarle detective que Esther acude a mi consulta para que le ayude a separarse, no en busca de un tratamiento psíquico. Igual sucede con Hernando; en las pocas sesiones que tuve con él observé claramente que acudía sin convicción , quizás para no aparecer como renuente a colaborar, pero su mente estaba igualmente concentrada en la separación. En ninguno había el más mínimo atisbo de que estuvieran buscando una terapia. Ninguno reconocía que padeciese un trastorno psíquico, situación ésta que por lo demás no es rara en estos pacientes como se lo he explicado. Yo, una vez conocí el informe del Sr. Fernando k.sobre Hernando le manifesté a Esther que indudablemente su esposo tenía trastornos psicológicos graves y seguramente ella también por lo que era absolutamente indispensable que se sometieran a tratamiento psiquiátrico cuanto antes, para lo cual era necesario que tomaran conciencia de ello. En ese paso estábamos, o mejor dicho, estamos porque Esther sigue ahí, aunque ahora con la muerte de Hernando quizás esto tome otro rumbo. En este tipo de tratamientos se requiere primordialmente establecer entre paciente y terapeuta una relación genuina. Yo aprovechaba las pocas consultas tenidas, para tratar de infundirles confianza, orientando siempre las mismas hacia el objetivo de que ellos reconociesen la posibilidad de otra salida a su situación, recalcándoles en que la que ellos proponían dejaba mucho que desear y además era la más costosa. Igualmente les insistía mucho en que reconocieran sus trastornos psíquicos para que empezáramos una verdadera cura de

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los mismos. El porqué no habían tomado conciencia de ello es, como ya se lo he manifestado, en primer lugar por lo recién que habíamos empezado, y lo más importante, porque esa toma de conciencia es de lo más difícil en este trastorno pues hace parte del mismo. En otras palabras cuando un paciente de éstos toma plena conciencia de sus trastornos, se puede decir que ya se ha ganado el 50% del tratamiento. O sea que una buena parte del mismo para el terapeuta consiste en llevar a su paciente a este punto. En eso estaba yo con esta pareja. Para ver lo dispendioso que se tornan generalmente estos tratamientos básteme con decirle que una vez conseguido el objetivo inicial del reconocimiento del problema por los pacientes, en lo cual se pueden ir muchas consultas, y yo solamente les podía ofrecer una por semana a ambos, el siguiente paso consiste en llevar a cabo una evaluación de sus historias pasadas, con lo cual se persigue clarificar entre paciente y terapeuta, las causas probables de la anormalidad, y seguidamente identificar a las personas o cosas con las que normalmente se precipita esa disfunción, v.gr., infancia, matrimonio, trabajo, licor, etc. En otras palabras para curar un trastorno asocial de la personalidad, debemos auscultar en lo más profundo de la vida del paciente hasta encontrar todo el lastre que le ha originado esa disfunción y luego, como hace un cirujano con un tumor, tratar de extirparlo demostrándole que su personalidad asocial se debe o tiene su origen en ese lastre que ha desarrollado y perpetuado a través de los años. Sucede con frecuencia que la fuerza o el ímpetu de dicho lastre y su tenacidad han hecho tanta mella en el paciente que superan los recursos terapéuticos de que dispone un determinado profesional en la materia y ahí viene el fracaso, para ambos: paciente y terapeuta. Pero esto no es todo, no es suficiente con llegar hasta los últimos recónditos de la vida del paciente y encontrar aquel remanente para tratar de desarraigarlo; en la actualidad ya se ha adelantado un poco más al respecto y se sabe tanto en medicina como en psiquiatría que la mayoría de las

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enfermedades o trastornos no son una especie de ente externo que invade el organismo o la mente, sino más bien un producto de la dinámica e interacción entre las capacidades del sujeto para afrontar las cosas y el ambiente en que vive. Así por ejemplo, en la medicina actual se estima que es el sistema inmunológico del paciente, su resistencia lo que finalmente conlleva a que sucumba o no a los virus y bacterias que proliferan en el ambiente o a una mala alimentación. De igual forma se considera en el campo de la psiquiatría actualmente, que es más probable que los trastornos sicológicos sean el resultado de una incapacidad de la personalidad para enfrentarse a las dificultades de la vida, que la intrusión de algún problema psíquico. Vale decir, es la propia personalidad del paciente, con su estructura y sus características la que le da la capacidad para funcionar de forma sana o normal dentro de un determinado ambiente. D. Doctora, realmente me han sido muy útiles sus apreciaciones, ya que yo me muevo bastante en este campo de la delincuencia, donde sin duda alguna, muchos de sus integrantes son esquizofrénicos; pero en este punto de su disertación tengo una inquietud. Es claro que en el caso de Hernando existen varios trastornos psíquicos, acompañado del desdoblamiento de su personalidad que lo hacen especialmente grave, pero con Esther, fuera de su comportamiento asocial, reflejado básicamente en el trato con su padre o con Hernando, en el trabajo le va muy bien, tan es así que la ponen en tratamiento con Usted en lugar de lo que le pasó a Hernando. Ella no bebe licor ni tiene desdoblamiento de personalidad, entonces ¿Podría ahondar más en esto?Se lo pregunto porque a estas alturas de la investigación, no es nada raro que esta señora resulte implicada en ese crimen, en cuyo caso este diagnostico sería fundamental para Ella. DLR. Claro que si detective. Ella es una persona, aunque no lo

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parezca, con trastorno psíquico. Espero que continúe asistiendo a la consulta. Ojalá que por la muerte de su esposo, no vaya a pensar que se acabaron sus problemas. Eso sería un tremendo error, espero lo comprenda así, por mi parte y en cuanto la vea no escatimaré esfuerzo por hacérselo comprender; pero en fin, nunca se sabe que va a ocurrir con estos pacientes. Pero, fíjese bien detective, como Esther también encaja claramente en esas características que le di antes, las de la OMS, sobre personas con trastornos mentales, es decir que no se ajustan a los criterios de la normalidad, los cuales, le repito no son míos, sino los que actualmente trabaja la sicopatología, la cual es la rama de la psicología y psiquiatría que estudia los trastornos mentales. Recuerde como en la descripción que le hice antes acerca de su adolescencia y sus relaciones familiares, la particular con su padre y la manera como formó pareja con Hernando, es ésta última, si se mira a fondo, más bien una huida, una escapatoria atropellada de la realidad- disfrazada bajo el concepto de amor- que le había correspondido vivir por una casualidad del destino y que ella se resistía a aceptar. En realidad lo que se observa aquí es como ella violenta claramente su realidad y muestra una cruel despreocupación por los sentimientos de sus hermanitos, pues al irse de aquella casa los deja totalmente expuestos a la miseria, ya que Ella en ese momento ya está trabajando y podría haberles ayudado muchísimo A la edad de 19 años en que Esther toma aquella decisión, desde hacía ya algún tiempo internamente había decidido no participar en su entorno familiar, de no mejorarlo, de no apaciguarlo y antes por el contrario, como ya hemos visto, opta por enfrentársele al padre físicamente, y luego cuando ve que dicha decisión puede ser muy peligrosa para ella piensa en marcharse a la mejor oportunidad. Aquí, quiérase o no, llámese de una u otra forma dicha actitud, que sea puro instinto de conservación para otros, el caso, en mi opinión, demuestra un déficit importante de consideración social,

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de compasión, remordimiento y sensibilidad por parte de Esther hacia su familia, hacia sus hermanitos menores. Por supuesto que esta actitud, en este caso concreto, fue la salvación para ella personalmente, ya que podríamos decir que rodó con suerte, pues no solo la liberó momentáneamente de aquella situación que la abrumaba, lo cual parece tener mucho de verdad, sino que también aquel con quien huye, por lo menos no es un irresponsable, un vivo o un timador. Pero el caso es que aquí Esther piensa únicamente en ella. Por otra parte, en las entrevistas que hasta ahora he logrado tener con Esther, yo siempre he tratado de crearle conciencia sobre las consecuencias que tendría la separación, no tanto para sí misma o Hernando, sino para sus hijas, a lo cual ella siempre me contesta, casi que en forma automática, sin meditarlo: Doctora, pero es que yo ya no lo necesito; él ya casi ni cumple con sus deberes conyugales y, además, yo con mi sueldo y el de mi hija mayor que pronto empezará a trabajar nos sostenemos perfectamente. En esa respuesta, que la repetía una y otra vez, demuestra nítidamente su personalidad asocial, pues no expone absolutamente nada de compasión por su compañero en desgracia. Típico razonamiento asocial, en el sentido que le da la psicopatología actual... Aparentemente como Usted lo hace notar, ella es una persona normal, pero a la luz de la psicología es una típica personalidad asocial por su evidente escasez de miras, que no le permite ver un poco más allá de sus necesidades inmediatas; su insensibilidad y falta de comprensión por su compañero en ese momento en crisis, independientemente de su comportamiento anterior, con quién mal que bien había procreado dos hijas, no dejan dudas. Nunca ve en él a una persona en desgracia, que tarde o temprano pueda recuperarse; ve tan solo lo que está al alcance de su corta mirada,

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y no piensa sino en su venganza personal, característica clásica en esta clase de anormalidad, ve tan solo lo que tiene al frente, un hombre que « ni siquiera cumple con los deberes maritales.» Lo único que vislumbra es la posibilidad de abrirse un hipotético camino más feliz para ella en ese momento. Le importa un bledo la suerte de su compañero, a quién soportó mientras se sentía indefensa, pero en cuanto las circunstancias cambian a su favor y en contra de él, su pensamiento se dirige hacia el camino más expedito: deshacerse de él. Es el desdén que manifiesta por los efectos de sus acciones sobre los demás, otra de las características claves de su personalidad desviada. Con lo anterior, creo haberle dejado en claro detective, el porqué Esther si padece un trastorno de personalidad. Ahora, en cuanto el tratamiento que yo les estaba dando y espero continuarlo, aunque ahora solo a Ella, además de lo que le expliqué antes acerca del porque aún no había dado algún resultado, de todas maneras admito mi cuota en el fracaso de mejorarles su forma de pensar, obviamente hasta la fecha, pues debe quedar claro que para mí este tratamiento apenas estaba comenzando. Pero de todos modos y ante este insuceso tan grave que se ha presentado con la muerte de Hernando, no me queda más remedio que cuestionarme acerca de mi misma y de mi método, puesto que de todos modos Hernando estuvo bajo mi consulta y una vez conocida la noticia no logro alejar de mi mente la idea de interrelacionar su muerte con el tratamiento y con su situación en el hogar. Pienso reiteradamente que de una u otra forma su mente alterada, atravesaba por un período extremo, en el cual yo no había logrado dar algún mínimo alivio y ahí radica mi cuota de culpa. Quizás esa mente exacerbada, y al influjo del licor, lo llevó a reaccionar violentamente ante algún extraño, o él pensó que lo estaban atracando y así se desarrolló la escena que lo llevó a la muerte.

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De todas formas, sea como haya sido su muerte, yo me he sentido muy mal últimamente y lo he tomado como un serio revés en mi profesión de psicóloga en esta empresa. Este insuceso me está llevando a replantear mi método y dedicación a mi oficio en esta empresa. Y me estoy cuestionando últimamente en si realmente estoy haciendo bien a la gente que me consulta por asuntos psicológicos, o más bien con estas limitaciones de tiempo más bien les causo, impensadamente por supuesto, como en este caso, alguna falsa expectativa. De todos modos, yo quiero dejar en claro en esta grabación que dentro de mis limitaciones de todo orden que yo tuve con esta pareja, hice lo que me dictaba mi conciencia y mi experiencia. Por ello y teniendo en cuenta que en ambos lo que se percibía más claramente era un sentido primario o pragmático de la vida, un sentido, para decirlo más claramente utilitarista de las cosas, yo opté, en un principio por hacerles ver lo costoso de una separación. Esta estrategia, debo confesarlo, no consiguió sacarlos de ese empecinamiento en que se encontraban ambos. Esther, porque él se marchara, ojalá con lo que tenía puesto exclusivamente. Ella fue muy insistente en indagarme acerca de si Hernando tenía realmente derecho al 50% de la casa, si la misma se encontraba escriturada a su solo nombre. Yo le replicaba, que aunque ese no era un tema de mi competencia, era apenas natural que si dicho inmueble se había obtenido durante el tiempo de convivencia, lo justo era su repartición entre ambos, no obstante lo cual yo no la observaba de acuerdo con esta respuesta y por ello le recomendaba consultar con un abogado amigo mío; creo que lo hizo. Por su parte Hernando insistía en irse, pero una vez le dieran el importe de la venta del inmueble. Dichas posiciones tan vehementes y radicales eran una cortina de humo que les impedía

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ver el trasfondo del verdadero problema que los agobiaba; ese empecinamiento en la repartición mecánica del importe de la casa les impedía concentrarse en sus trastornos psíquicos. Cada uno no alcanzaba a razonar mas allá de los cálculos aritméticos sobre lo que le correspondería, ante lo cual yo resolví, si no quería dar por concluido aquello, entrar así fuera momentáneamente en ese mismo juego. Perseguía sacarlos de ese círculo perverso en que se debatían; así fue como le aconsejé a Hernando que ensayara irse por unos meses de aquella casa, para donde algún familiar, en tanto se logrará venderla; con lo cual se lograría, al menos, evitar enfrentamientos con Esther, y de pronto conseguir que ambos recapacitarán en su situación. Infortunadamente esta idea no tuvo éxito por lo aducido por Hernando sobre su situación económica, según lo cual su única alternativa de ingresos a corto plazo era precisamente aquella venta, ya que lo devengado por dictar clases apenas si le alcanzaba para su propio sustento- Esther le había suspendido la alimentación en casa- el pago del estudio de las hijas y los servicios. Con casi ya un año de vacancia, sus ahorros se le estaban disminuyendo dramáticamente y en consecuencia no podía irse a pagar otro arriendo, o donde su hermano, único familiar que tenía en esa ciudad, en donde de todos modos debería, en caso de hacerlo, contribuir con algo. En definitiva no podía hacer eso y me dijo que esperaría hasta que se vendiera el inmueble; al fin de cuentas ya había aguantado un año de sinsabores, unos pocos meses más los soportaría. A Esther me le fui por el lado de aconsejarle que si finalmente no cabía otra alternativa que la separación pensara que era más conveniente para ella quedar de amiga con Hernando y no como enemiga, pues al fin de cuentas era el padre de sus hijas y puede que tarde o temprano lo necesitara; le argumenté que, en mi opinión, no podía tratarse una separación conyugal como un vulgar negocio, en el cual cada parte trata de obtener la mejor

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tajada. Le indiqué, de la mejor manera, que así no estuviera escrito en un papel, o en contra del posible concepto del abogado, lo adecuado era que el producido de la venta de la casa debería ser repartido por parte iguales y en definitiva le traería a Ella, en el futuro, mejores resultados. Esto se lo decía por cuanto me daba la sensación de no estar de acuerdo con dicha repartición. Y esta es otra muestra de su anomalía mental: una total insensibilidad hacia los sentimientos de los demás. Porque detective en casi ocho años de ejercicio profesional, he tratado numerosas parejas y puedo afirmar que ésta es una de las mas insensibles que he conocido; desde que los estoy viendo no he dejado de preguntarme con cierto asombro, como es posible que al borde de la separación, con la posibilidad inminente para Hernando de perder la relación con sus dos hijas; y en fin, ambos, en una situación conyugal extrema no soliciten ayuda psicológica, sino que sigan exclusivamente pensando en el reparto de unos bienes materiales; obviamente, yo bien sé, que estos individuos con estas falencias mentales no son generalmente conscientes de su trastorno, pero también sé, que generalmente despiertan cuando se encuentran al borde del precipicio, y en éstos no. Como tampoco reaccionaban a las puntadas que yo les infligía para que meditaran en sus posturas, la verdad es que todo ello me exasperaba y en ocasiones quise acabar con aquello. Con todo, y que mi paciencia es bastante aceptable, esta idea se me acrecentaba, al constatar el casi nulo progreso experimentado con este matrimonio. Lo único que me ha detenido la suspensión de este tratamiento es la idea persistente en mi cabeza, que dicho fracaso tuviera su origen en mi o en mi método. En el hecho de ser consejera en una empresa donde debido a mis otras funciones, no les pueda dedicar el tiempo suficiente a ciertos casos avanzados como puede serlo el de esta pareja. Créame detective, que esta ha sido la única razón para que ya no hubiera desistido con este matrimonio.

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Sinceramente soy consciente que muchos tratamientos psíquicos, no solo son extensos en el tiempo, sino que también exigen total consagración y compenetración entre paciente y terapeuta, cosa que es bastante complicada de conseguir con las limitaciones de tiempo que me da la empresa; pero, y sin que sea mi intención encontrar en esto una excusa para el no-éxito con este matrimonio, paradójicamente si me sirvió de excusa para continuar atendiéndolos. Haciendo una introspección de mi parte, yo reconozco que no me pude ganar la confianza de esta pareja, ahora reducida a solo Esther debido, en buena parte, a mi limitación con el tiempo. Con todo y estas limitaciones, yo logré penetrar un tanto en sus mentes y así es como entre otras cosas, creo que entendí sus razones o justificaciones íntimas para querer separarse, o por lo menos algunas. Todos tenemos siempre alguna justificación para nuestras actuaciones; el que éstas sean válidas o no es otro asunto, pero al actuar siempre lo hacemos bajo alguna justificación, las que en ocasiones más bien parecen ser una excusa, pero siempre ahí están, en el trasfondo. Y digo esto porque aquí radica igualmente otra de las características básicas del concepto psicológico de la persona normal: En la calidad ética de las razones íntimas que llevan a la acción. Me explico con el caso de esta pareja. Por ejemplo Hernando estaba convencido que al abandonar el hogar hacía lo correcto porque de dicha forma, según él, evitaba lo que era su mayor preocupación: Las confrontaciones físicas con Esther con el consecuente mal ejemplo para sus hijas. Sabía por su propia experiencia lo imborrable que se tornan esas vivencias de la adolescencia. Pienso, que a su manera, Hernando amaba bastante a sus

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hijas, porque cuando él me confesaba esta y otras cosas, así lo demostraba y creo que lo hacía sinceramente. En las pocas confidencias que tuvo en las consultas, me decía que prefería vivir y sufrir solo, antes que seguir sirviendo como sujeto activo en ese proceso de envilecimiento por el que estaba atravesando su hogar. Con todo y la inconsciencia que mostraba a veces en otros campos, él si veía claro que de continuar con aquellos enfrentamientos, tarde o temprano se produciría algo de consecuencias impredecibles y tremendamente nefasto para las mentes juveniles de sus hijas. Quería a toda costa evitar esto. Este es un razonamiento que oscila entre lo sano y la típica excusa. La posibilidad de un enfrentamiento físico de consecuencias graves, era para Hernando casi inminente, dado que la personalidad de Esther, para él, se tornaba cada vez más altiva e intransigente y aprovechando la mayor capacidad económica por la que atravesaba no escatimaba ocasión para enrostrárselo y recordarle a cada momento que era ella quien mandaba en esa casa, lo cual obraba en Hernando como una punzada en lo más profundo de su conciencia que lo incitaba al odio y la venganza. Esto lo llevaría, según me lo decía, a tener que tomar una de las siguiente actitudes: La primera es a la que lleva el impulso natural: una respuesta violenta. La segunda podría ser la de someterse a la autoridad de Esther; pero ésta última no estaba en sus planes, ya que se sentía con fuerzas suficientes como para no doblegarse, sobre todo ante quién, según él, había sacado de la más abyecta pobreza y convertido en lo que era ahora. Prefería irse o mejor huir. Quizás le tocaría agachar la cabeza por fuera, pidiendo trabajo, pero no ante Esther. Y en esta predisposición estaba cuando lo sorprendió la muerte. Esta justificación de Hernando a su actuación, o la que hemos visto de Esther, son las que constituyen otra de las pruebas de sus personalidades asociales, su razonamiento es erróneo porque muestra una deficiente percepción de la realidad, escasez de miras y

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de sentimientos y demasiado egocentrismo, lo cual se da en ambos como lo hemos visto. La forma como Hernando analiza su situación y finalmente deduce y opta por abandonar el hogar es una clara muestra de cómo estas personas razonan, aparentemente de forma correcta( cuando pone de presente el mal que causaría a sus hijas), pero por su idiosincrasia no van al fondo del asunto y por eso derivan conclusiones equivocadas y en ocasiones nefastas; porque como también le decía, para dichos sujetos la realidad les sirve más bien para tomar de ella lo que les sirva para la justificación de sus necesidades íntimas, y yo agregaría: para hacer lo que quieren internamente. Ciertamente yo pienso que este es un ejemplo de dos personalidades asociales con su razonamiento inconsistente, aunque aparentemente normal. Y en el caso de Esther, no cabe duda, por lo que ya le he dicho, que también lo era. Y finalmente, déjeme darle otro ejemplo, del modo poco realista y fantasioso como razonaba Esther. Ella en ocasiones, se sinceraba conmigo confesándome estar segura que una vez desligada de Hernando empezaría otra vida mucho mejor, con mayor confort, divertirse como no lo había podido hacer hasta ahora; ya con su hija mayor próxima a entrar a trabajar. Según ella, en su trabajo estaba bien, su sueldo era bastante aceptable se consideraba joven y muy bien conservada, entonces ¿ por qué no, de pronto otro hombre, que realmente la valorara en lo que ella realmente se valía?. Estos razonamientos, o mejor cavilaciones, no descansan sobre bases sólidas, como se lo dije yo. ¿Por qué? Primero: Es cierto que tiene un buen sueldo, pero eso no corresponde a lo que se paga normalmente en el mercado a una secretaria, es una situación que en cualquier momento puede cambiar. Si es medianamente atractiva, pero lejos de lo que ella se consideraba. En su inconsciente esta la idea que finalmente, con la separación, le quedaría un buen patrimonio, pues insistía en que la casa le correspondería en su totalidad ( de ahí su reticencia a venderla, dándole largas al asunto). Pensaba que

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Hernando finalmente se iría sin llevarse mayor cosa del menaje doméstico y en definitiva él tenía que seguir pasando al hogar una suma determinada de dinero, pues así lo estipulaban las leyes y eso era bastante fácil de hacer cumplir pues bastaba con saber donde trabajaba para embargarlo hasta en un 30% de su sueldo. Con esas ideas en su cabeza en definitiva Esther acariciaba un futuro prometedor, pero como se puede ver son poco realistas, y sobre todo no tienen en cuenta el perjuicio que una separación causa en su hijas, a quienes nunca toma en cuenta, siempre las mantiene al margen, como si no existieran, no se ven actuar por parte alguna, y conste que no son unos bebés, pues ya están entre los trece y quince años. De una u otra forma aparecen como temas totalmente secundarios. Mientras los padres discutían, inclusive en alguna ocasión delante de mí misma, sobre la venta de la casa como si en ello se les fuera la vida misma, sobre sus hijas no se decía nada. Al respecto y para hacerles caer en cuenta del marginamiento en que habían dejado a sus hijas yo les traía a colación esporádicamente, ejemplos de varias parejas también en vía de disolución del matrimonio pero en las cuales lo primordial era el futuro de sus hijos. Yo traté de aterrizarla un poco, diciéndole por ejemplo, que de todos modos tuviese mucho cuidado con lo que sí es muy fácil de conseguir por estos tiempos de tanta penuria económica para una mujer y es en encontrarse de golpe con un timador. Con estos ejemplos, creo detective, queda completamente claro la personalidad asocial de Esther, con su típico razonamiento, y por supuesto también la de Hernando y lo complicado y tedioso que se tornaba su tratamiento, cuando cada uno de ellos no aceptaba más que su propia realidad, y no ve sino lo que quiere ver. Aunque en honor a la verdad, y en lo que respecta a la relación

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con sus hijas, veo una manipulación mayor de Esther hacia ellas y un deseo de utilizarlas más en su provecho que el proveniente de Hernando, quien al menos aparenta un mayor desprendimiento y deseo de causarles menos daño. Esther siempre trata de utilizarlas más; inclusive no ve ningún inconveniente e insiste en la idea de que ellas vayan a declarar en contra de su padre a la Inspección de Siloé, como lo he conocido últimamente. Si no lo hicieron fue porque la abogada defensora de dicha Inspección le aconsejo que no ante los ruegos de Hernando. Insisto en que en esta pareja se da plenamente la característica de que la realidad no les sirve para nutrirse y mejorar su forma de pensar, sino únicamente para tomar de ella lo que les conviene para justificar sus puntos de vista. No es difícil observar como en estos dos seres su razonamiento gira esencialmente alrededor de un mismo punto, sin que nadie, incluyéndome a mí, lograra convencerlos de adoptar otras posturas, vale decir que la característica básica de su razonamiento es su inflexibilidad ante la realidad. Cuando Hernando razona como ya le he mencionado y ve como único camino la huida de la casa, lo hace bajo un pensamiento eminentemente egoísta. Cuando dice que con esta actuación evitará un enfrentamiento con Esther, su irrespeto o un pésimo ejemplo hacia sus hijas, lo que está haciendo es también encontrar una justificación para su deseo interno de abandonar el hogar, es una excusa para ocultar su impotencia de seguir al frente de esa familia. Es una claudicación para la cual encuentra como justificación los motivos anteriores. Cualquier argumento externo no le sirve sino en la parte que le refuerce su íntimo deseo de abandonar el barco.

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VIII. ELUCUBRACIONES DEL INSPECTOR

Cuando el inspector Bedoya oyó esa última parte acerca de las razones que tuvo la Compañía de seguros Z para el despido a Hernando, paró un momento la cinta y le dijo al detective Torres: Lástima que esta grabación no sirva de prueba ante un juez laboral, por cuanto esa forma como hacen renunciar a Hernando, así sea con indemnización y todo lo que se quiera, es a mi modo de ver absolutamente ilegal. El argumento de que nadie se enteraría de la verdadera razón de su salida y ante todo el mundo pasaría como si hubiese sido voluntaria es ridícula; toda empresa cuando va a contratar a alguien no solo se fija en lo que puede decir un papel, sino que también hace sus averiguaciones directas sobre el aspirante, y esto es más válido aún, cuando es de alguna relevancia la vacante que se va a llenar, como era a la que naturalmente aspiraría Hernando, un técnico profesional con tanta experiencia en ese campo de los seguros. Y si a ello se le agrega que actualmente por las facilidades en las comunicaciones, en el ámbito de una ciudad o de un país, en cada sector de la economía se conocen entre sí sus integrantes, imagínese Ángel, que dificultad va a tener un gerente de una empresa de Seguros que este interesada en contratar a Hernando en llamar directamente al gerente de la Compañía Z, o sea a Mr. Peter, mas aún, me atrevo a decir que deben ser amigos, o por lo menos conocidos. En esos micro mundos como es el de los seguros o el de la banca, todos se conocen entre sí, al menos en los niveles medio y alto. Por supuesto, repuso el detective Torres, y la prueba de ello es el hecho, que el Sr. Hernando al cabo de casi un año no

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había podido volver a ubicarse en aquello que dominaba, como lo acreditaba su experiencia de mas de 10 años y hubiese tenido que recurrir a dictar unas pocas clases para atender medianamente las necesidades de su hogar. Ahí esta pintada la mentalidad de los ejecutivos modernos-agregó el inspector- actúan casi que en función exclusiva de los intereses de su empresa ( cuándo no de los propios). Muy poco cuentan las consecuencias que pueda ocasionarle a un particular una decisión como esa. Como veo hoy por hoy el mundo del trabajo, su tendencia es a abandonar los últimos vestigios que quedan de la época en la cual primaba el trabajo con contratos a término indefinido e ir imponiendo el tipo de contratación flexible, en el cual la estabilidad será historia. Yo, continúo el inspector, analizando las palabras del Contralor, señor Fernando K, conocedor como soy de la idiosincrasia de nuestras empresas y por lo que he leído acerca de hacia dónde se encamina el mundo del trabajo, puedo afirmar que a él no lo sacaron por tener esos trastornos psíquicos, sino que simplemente aprovecharon habilidosamente esa circunstancia para eliminar ese puesto de trabajo o reemplazarlo por uno temporal o por uno de esos ordenadores que están saliendo al mercado. A las compañías nuestras no les importa si sus empleados son psicópatas o normales, si se les desdobla o no la personalidad, lo único que ven es si el empleado es eficiente en su trabajo y deja utilidades, lo demás son pamplinas. Recordemos que la Compañía Z atravesaba por una crisis. ¿ Cuál crisis?, pues la misma crisis por la que están pasando todas las empresas actualmente. La crisis de mediados de siglo. Y ¿cuál es esta crisis? Pues nada mas, ni nada menos que la de la transición hacia la tercera revolución industrial, la del paso de la sociedad de manufactura a la basada en la información y las telecomunicaciones. Es la crisis que anuncia

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como la mayor parte del trabajo pasará de ser ejecutado por los seres humanos a la máquina, en el futuro próximo. Por ello desde ya, muchas empresas y en primer lugar las filiales de extranjeras, empiezan a poner en práctica lenta pero firmemente esta nueva concepción del trabajo, de ahí todo eso que se anuncia diariamente en los medios de comunicación sobre la reingeniería, lo cual no es otra cosa que la reestructuración de los costos en las empresas, y entre éstos va en primer lugar los costos laborales. Como los computadores realizarán múltiples funciones empiezan a reemplazar mucho trabajo operativo y también de cuello blanco. Se inicia la época de los recortes de mano de obra, y también de ejecutivos medios, como Hernando. Esto ya es algo que se ha iniciado en USA, Europa y en Colombia va tomando fuerza cada vez más. Muchas compañías manufactureras o de servicios colombianas empiezan a aplicar la «reingeniería». Para finales de siglo se estima que en USA el 30% del trabajo será temporal, y en España uno de cada tres trabajadores será a tiempo parcial. En general el empleo a tiempo parcial va a ser el predominante tanto en USA como en Europa. Estoy completamente seguro Ángel-prosiguió el inspector Bedoya- que si el puesto de trabajo que venía desempeñando Hernando fuese imprescindible para la Compañía Z, vale decir no pudiese ser suprimido o reemplazado por un ordenador, no lo hubieran despedido y hubiesen pasado por alto aquella anomalía en la personalidad de Hernando, al fin de cuentas, y según el relato del señor K. hasta ese momento el comportamiento de Hernando dentro de la Compañía y con los clientes producía resultados, era bueno y esto si lo aseguro, como que mi madre esta viva, que esto es lo que cuenta para nuestras empresas de hoy día, a las cuales no les importa si el empleado se emborracha y se le desdobla la personalidad, con tal que el negocio se haga.

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Lo que ocurrió fue que ante la perspectiva de eliminar ese puesto de trabajo y/o reemplazarlo por el ordenador, aquella coyuntura que se presentaba y la mentalidad nuestra de no hacer las cosas de frente, sino lo mas disimulada posible, a fin de no crear zozobra entre los demás, optan de forma habilidosa por ese pretexto para echarlo y así no crear ningún malestar entre los restantes compañeros de trabajo. No creo que lo hicieron por economía a corto plazo, puesto que lo indemnizan, más bien es pensando en economía a mediano y largo plazo. En la actualidad ya no solo se piensa en reemplazar a los trabajadores rasos, sino también a mandos medios cuyas funciones pasan a ser realizadas por ordenadores, manejados por operadores a destajo. Esta revolución tecnológica producirá a todo lo largo de este siglo y continuará en el siguiente efectos fuertes entre los ejecutivos y mandos medios, otrora importantísimos, los cuales se tendrán que recluir en sus casas por largos períodos, y los que puedan conservar sus puestos será a consta de ver disminuir sus salarios. Aquí están la mayoría de trabajadores con formación universitaria, los que constituyen el grueso de los directivos y son en gran parte éstos los que se verán desplazados por los avances de las nuevas tecnologías. Esto es lo que a mi juicio sucedió o está sucediendo en la Compañía de Seguros Z, de lo cual Hernando es uno de los damnificados, pero créame Ángel, que como él hay y va a haber cientos de ejecutivos despedidos, en la medida que den alguna oportunidad para ello y las consecuencias de esos despidos son tan graves también porque desafortunadamente la mayoría de nuestros profesionales no están preparados para trabajar independientemente, la mayoría de ellos están formados en una mentalidad de empleomanitis. Esta mentalidad le constará a muchos y en este caso le pasó a Hernando la pérdida de todo: de su hogar y hasta me atrevo a decirlo de su vida. Observe Ángel como Hernando con la experiencia que posee y el dinero proveniente de la indemnización, que no debe

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ser poco, puesto que se trata de un empleado de más de diez años, no se le ocurre formar su propio negocio, independizarse; siempre lo vemos luchando por tratar de obtener un nuevo empleo como el que tenía antes. Él no sabe qué hacer con el dinero que le dan y al cabo de un año lo vemos sin nada concreto, seguramente añorando el pasado y por supuesto, mientras tanto va consumiendo aquel dinero. Yo me atrevo a decir que Hernando escapó a quedar totalmente en la miseria, porque Esther trabaja, pero en los numerosísimos casos en los cuales el ejecutivo sea el único que labora en un hogar, tendrá que ofrecerse a trabajar con reducción del sueldo que puede llegar hasta el 50% del que tenía antes. Es lo que se esta viendo actualmente tanto en el ámbito mundial, como nuestro, lo que han dado en llamar «la pauperización de la clase media.» Estos despidos de mandos medios están incrementando significativamente los niveles de violencia en los hogares. Imagínese Usted Ángel, a un individuo que se ha sacrificado durante un determinado numero de años para hacer una carrera profesional, luego se consigue un buen empleo y empieza a llevar una vida relativamente cómoda, debido a sus adecuados ingresos, se casa y tiene uno o dos hijos a quienes naturalmente desea darles la mejor educación y por ello los ubica en un buen colegio privado. De pronto ve como de su empresa tratan de sacarlo de una u otra forma, hasta que lo consiguen, valiéndose para ello, los mas altos directivos de lo que puedan. Si da alguna oportunidad, la aprovechan, como en el caso de Hernando. Si no la ofrece, se la buscan. Para esto último las empresas están contratando profesionales, especialmente entrenados para aburrir a la gente, para azararla, eso si dentro de los límites de la ley. Son individuos que conocen perfectamente la legislación colombiana y saben hasta donde pueden presionar a un trabajador de cuello blanco o raso para que renuncie o acepte una indemnización, sin que la empresa sufra menoscabo ante una posible demanda posterior. Esos jefes

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o gerentes de personal, son unos nuevos ejecutivos que al amparo de la aplicación de una «reingeniería» tienen la capacidad de hacerle la vida insoportable o invivible a quien consideren que ya no se necesita. Cuando un cargo es señalado como susceptible de ser reemplazado por un ordenador, o por otra persona temporal, o de medio tiempo, quien lo venía desempeñando es hombre muerto; de una u otra forma sale. Aquí lo único que vendría en ayuda sería su capacidad de adaptarse a las nuevas circunstancias, de saber negociar su retiro, antes de que los nuevos ejecutivos lo enloquezcan; de aprovechar el dinero de su indemnización o de sus cesantías para iniciar su propio negocio y en todo caso ser muy consciente del momento que se esta viviendo, para que no crea que volverá a trabajar como antes y se encierre en su casa a enviar hojas de vida, a la espera de que lo llamen, como es lo que básicamente hizo Hernando, consiguiendo solamente con ello agotar los recursos y ver desvanecerse su hogar. La revolución tecnológica de la cual le estoy hablando, llevará al mundo occidental en un futuro próximo hacia unas fabricas con un mínimo de trabajadores. Hoy por hoy, ya se ve como las grandes empresas multinacionales están produciendo más con una cada vez menor fuerza laboral. En los países insuficientemente desarrollados, como nosotros, el desempleo y el empleo informal o subempleo se calcula que llegará en los próximos años al 50% de la fuerza laboral, de hecho ya está en cifras cercanas al 35 o 40%. Trabajador de cuello blancocomo Hernando- que al ser despedido no comprenda lo anterior y pretenda volver a lo que tenía antes, esperará infructuosamente y sentirá pasar el tiempo inútilmente a la vez que verá esfumar sus ahorros y fácilmente caer en la desesperación, como se está viendo actualmente donde muchos otrora ejecutivos importantes han

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tenido que recurrir a la deshonestidad o inclusive al crimen como única forma de supervivencia, y por eso hoy vemos las cárceles llenas y el gobierno construyendo mas para poder dar abasto a la creciente demanda de cupos, mucho de los cuales son para trabajadores de cuello blanco. No cabe duda que mucho padre de familia al verse desempleado, sin esperanza de obtener otro, y ante unos hijos o esposa que le demanden dinero, muchos optan por recurrir, en Colombia, al narcotráfico para obtener los recursos que las fuerzas del mercado les niega. Igualmente en no pocos casos, se observa que aquellas mujeres que estuvieron por mucho años insatisfechas con sus esposos, al verlos desempleados y sin esperanzas optan por pedir el divorcio. Así es la vida, viene la revancha por parte de la mujer. Pero eso no para ahí, porque si no se obra con madurez y ésta o aquel siente que al divorciarse va a perder lo poco que le queda, vienen los crímenes domésticos de consecuencias incalculables para uno y otro, y en especial para los hijos. Inspector, interrumpió el detective Torres, a mí personalmente me consta porque lo sufrí en carne propia, lo que Usted ha dicho acerca de la contratación en las empresas de ejecutivos especializados en atormentar a los trabajadores. Como Usted lo sabe, antes de vincularme a la policía trabajé en una empresa de servicios durante dos años, en el último de los cuales me tocó por desgracia uno de estos individuos, quién llegó con el exclusivo fin de reestructurar o yo diría mas bien que de liquidar a esa empresa. Ese señor, de nombre Guillermo Rodríguez, la tomó contra varios, entre los cuales estaba yo. Jamás me dijo abiertamente que quería prescindir de mí, inclusive cuando yo observaba su actitud tan despectiva hacia mí, llegué un día a preguntarle si la empresa tenía alguna queja, a lo cual me respondió: “ si tuviéramos algo concreto contra Usted, ya lo hubiéramos puesto patas afuera, hace rato”. Yo no sabía realmente que hacer en esa compañía durante ese último año. Ese señor no perdía oportunidad para echarle

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indirectas a uno, inclusive rayanas en lo vulgar. Así por ejemplo, como Usted sabe yo soy paisa y era muy amigo de una secretaria de esa empresa, con la cual a veces salía a almorzar. En cierta reunión en que estábamos todos los del mismo departamento juntos, se nos acercó y dijo: “ los paisas vienen a Bogotá y se acuestan con nuestras mujeres, en cambio uno va a Medellín y no consigue nada”. Y así por el estilo, nunca llamaba a alguien para hacerle alguna reflexión o sugerencia, todo lo hacía por señas, hasta el punto de que al fin, ya cuando todos lo entendían, al oírlo en una reunión echar indirectas todos sabíamos a quien se estaba refiriendo y decíamos: “ pobre fulanito, ya la agarró contra él, que se tenga de atrás, porque el Dr. Guillermo es tremendo”. Cuando yo, un cierto día llegué tarde a la oficina, él me vio entrar y me miró con tal furia, que creo yo eso le pudo producir algún trastorno, y como esto lo hacía siempre que algo le disgustaba, pienso que la acumulación de todo esos pensamientos fue lo que le causó un ataque al corazón, del cual todos nos enteramos, aunque casi nadie fue a visitarlo o se atrevió a preguntárselo. El eslogan de este doctor Rodríguez, era: “ Cuando yo llamo a alguien a mi oficina es porque le tengo la carta de despido en la mano”. Esta fue una de las razones por la que yo apresure mi salida de esa empresa. A decir verdad, a mi no me afectó mucho esa salida, primero porque realmente el trabajo que desempeñaba allí no me atraía; segundo porque llevaba poco tiempo; tercero porque estoy bastante joven; y cuarto porque siempre había querido ser investigador y mucho mas en una institución como la policía. Pero si uno se coloca por un instante en el pellejo de uno de esos trabajadores de aquella empresa, con bastantes años de trabajo, a edad avanzada y viéndose día a día con ese señor, es como para reventarse. Es innegable-prosiguió el inspector- que esto que se está viviendo a nivel empresarial está incrementando la cifra de los desempleados o subempleados, muchos de los cuales terminan cayendo en el

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robo, el crimen, el alcoholismo y la drogadicción, o conformando bandas criminales, como una respuesta negativa a una sociedad , que a su juicio, los dejó a la deriva. Pero es una respuesta que, en mi opinión, se basa en la carencia de una formación integral en su juventud, en la cual se les enseñó a buscar en los demás la solución a sus problemas y no en sí mismos; es realmente un problema estructural, que viene desde la enseñanza primaria y que ya de adulto es complicado cambiar. Y por ello para estos individuos que ven en la pérdida de su empleo su máxima frustración , pues en él han puesto todas sus esperanzas y anhelos, en lugar de ponerlos en su propio yo, el futuro se les torna lleno de temores y frustraciones y muchos descargan esa energía negativa en sus hogares, o en la sociedad, y de ahí los crecientes índices de denuncias por malos tratos intra–familiares, de divorcios o separaciones y en general de delincuencia de todo tipo. Pero como no todo puede ser negativo, por lo menos esto ha hecho que las compañías dedicadas a la seguridad hayan crecido mucho en los últimos años, aquí mismo en la policía hemos aumentado el pie de fuerza casi que al doble en los dos o tres últimos años, gracias a lo cual se encuentra usted aquí; y las agencias privadas, ni hablar, existen cálculos acerca de que actualmente, en Colombia, las fuerzas privadas de seguridad sobrepasan en más de un 50% a las gubernamentales con la tendencia a seguir en aumento. Por doquier se ven las calles cerradas por los vecinos, las casas rodeadas de muros o sin ninguna ostentación externa, y los conjuntos residenciales amurallados casi como fortalezas ante el temor al robo o el asalto. Jefe, agregó el detective Torres, entre todo esto hay que abonarle a Hernando su determinación, valor y hasta inteligencia al aceptar la propuesta de la empresa de conciliar, pues si hubiese persistido en quedarse, creo que su futuro en ella habría sido de humillaciones, como ocurre infortunadamente en nuestras empresas, en las cuales

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a trabajadores que no aceptan la conciliación los dejan pero degradándolos al máximo, llegando incluso a quitarles todas las funciones, sentándolos por ahí en un rincón donde no estorben, sin nada que hacer. Si Ángel-repuso el inspector- ese es el precio que deben pagar muchos trabajadores hoy día, en nuestra sociedad, si quieren conservar un puesto y con él un hogar, esposa e hijos. En nuestro medio una persona sin empleo queda absolutamente sola. Muchos hogares, entre ellos el de Hernando, tienen unas bases muy endebles, pues básicamente descansan en la capacidad del hombre o mujer de generar ingresos, a como de lugar. Una vez se pierde ésta aquel se derrumba como un castillo de naipes. No queda algo, ni amor, ni respeto, si los tuvieron antes. La pareja descubre que no tienen algo en común, tienen dos formas de ver el mundo totalmente diferentes, ningún interés los une; al final descubren que lo único que los mantenía unidos era la seguridad que les proporcionaban los ingresos y la atracción sexual, eliminados éstos quedan en cero. Sobre el valor que pueda tener aquella determinación de Hernando, agregó Bedoya, yo me atrevo a decir que es un tanto discutible y hasta añadiría que más valor y sensatez se precisaba para quedarse, dadas las circunstancias, así fuera rebajado, vilipendiado y todo lo que se quiera; pero salirse, a su edad, sin estar preparado para independizarse, solo a ensayar conseguir otro empleo, fue a mi entender no solo una claudicación sino también una ingenuidad, y verdadero suicidio que le reportó unas consecuencias más nefastas que las que podría imaginarse resignándose a permanecer dentro de la Compañía. Por supuesto que esto lo digo partiendo de la premisa que le hubiesen dado la alternativa de quedarse bajo alguna forma. Pero bajo dicho supuesto, en mi opinión, este hecho demuestra la escasa percepción de la realidad de Hernando, no solo cuando se tomaba unos tragos, sino también en su cotidianidad. Lo que

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se le esperaba en la casa ere inmensamente superior a cualquier cosa que le hubiese ocurrido en la oficina. Su personalidad claramente introvertida le produce una vida ordinaria muy limitada, recuérdese como en la empresa nadie se considera su amigo. Estos individuos con estos síndromes se encierran cada vez más en sí mismos y consecuentemente van perdiendo progresivamente contacto con la realidad; no de otra manera se comprende como puede ocurrírsele, a su edad, embarcarse en el mundo del desempleo, donde se ve hasta ridículo a un individuo de 50 años llevando por ahí hojas de vida. Eso quizás no sea mal visto en otras sociedades, en las cuales el trabajo es mas libre y democrático, pero en la nuestra aún falta mucho para ello. A mi manera de ver, Hernando demuestra una y otra vez su personalidad atípica, lo que muchos doctores llaman patológica, es decir no normal. Su forma de pensar es esencialmente autista y de ahí su desconexión con el mundo exterior y por consiguiente tienden a perderse en ensueños y a confundir la realidad. Dicha falta de apoyo en el exterior unida a su pensamiento autista les hace caer en los mismos errores. En todo caso y para ir concretando las cosas, prosiguió el inspector Bedoya, ateniéndonos a lo dicho por el Contralor de esa Compañía , y la sicóloga Laura Restrepo, podemos deducir que Hernando por esos meses, entre su retiro de la Compañía y su muerte, sus anomalías mentales deben haberse agudizado. Y digo esto basado en que: Al continuar abusando del alcohol, tal como lo vemos en la última escena de su vida, embriagado, como lo dice la sicóloga Restrepo, no hace más que exacerbar su esquizofrenia haciendo surgir su parte violenta y maltratadora, y si a ello se agrega el desempleo, se tiene el campo propicio para un desastre. También al hecho, detective Torres, y que a veces se nos escapa, concerniente a que Esther, por lo que hemos podido oír hasta ahora, es otro ejemplar con una historia psíquica bien compleja. Cuando Esther constata el desempleo crónico de su compañero,

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decide como alternativa, en lugar de tratar de ayudarlo a fondo, tomar revancha por todas las afrentas que le ha propinado en el transcurso de su vida en común. Aquí esta otro ejemplo de una mente malformada; no piensa en el perdón o la compasión sino que, al parecer, salen a relucir en Ella los instintos mas primarios. En síntesis lo que se vislumbra con esta pareja durante los últimos meses de vida de Hernando es una situación explosiva, y por ello es que yo veo como muy poco consistentes las declaraciones suministradas por Esther a mi, y en parte las del celador Estrada a Usted. Ciertamente, repuso el detective Torres, a mí en este momento, después de escuchar todo lo dicho sobre esta pareja, no puedo menos que dudar sobre lo dicho por Estrada acerca de que no lo vio salir o entrar a esas altas horas de la noche, cuando a dichas horas no se ve un alma por esas cuadras. Y en lo que a este caso concierne-prosiguió el inspector- ya con toda esta información de uno y otra recogida no me cabe mayor duda de que lo sucedido aquella noche en la casa de esta pareja, no pudo ser tan simple como me lo narró la señora. No veo lógica alguna, Ángel, al presentar a Hernando tomando trago desde las seis de la tarde en su biblioteca, solo como de costumbre, y luego ya tarde quedarse dormido como si nada. Ya he dicho que en ese momento tenía motivos poderosos para hacer surgir su otra persona, a Hernando II. Conocemos por lo que nos ha dicho la doctora Restrepo, de como Esther ya no trata de rehuirlo, recluyéndose en su habitación con sus dos hijas o yéndose para donde alguna vecina o amiga. Ella a esas alturas ha tomado la decisión, para bien o para mal, de enfrentarlo cada vez que la injuriase; por lo menos eso le había dado aparentes buenos resultados con su padre, hasta que se fue de la casa. De manera que Esther estaba ahí, en la casa, mientras él bebía e inclusive debió bajar a disminuirle volumen al equipo. Por tanto no veo porque una vez emergida la segunda persona de Hernando, no le diese de nuevo por emprenderla contra Ella, como era lo habitual;

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con su eterna monotonía de improperios y de lugares comunes, lo cual es una característica de estas personas esquizofrénicas. Por mi trabajo, trato con muchas personas con trastornos mentales y sé como son de propensas al monotematismo. Dichos individuos bajo el estímulo propicio y una vez en marcha su segundo o tercer yo, son irrefrenables al hablar, pero casi siempre sobre los mismos tópicos, que son normalmente los preconcebidos, los de su incumbencia inmediata. Como también lo sabemos por la doctora Restrepo, ellos no habían nunca acudido a una terapia psíquica y con Ella tampoco habían, hasta el momento actual, entrado en una verdadera fase de tratamiento, por lo que sigo sin ver la razón para que Hernando aquella noche actuase de forma normal. En todo caso, repito y creo que usted Ángel, coincidirá conmigo en que hasta aquella fatídica noche de su muerte, no tenemos argumento alguno para deducir que Hernando pudiese haber actuado de forma diferente a como lo hacia en estas circunstancias.Claro que tampoco tenemos, aún, la prueba contundente para afirmar otra cosa y eso es lo que me tiene más preocupado. Efectivamente inspector, contestó Ángel Torres, no tenemos , hasta ahora, más que esa duda sobre lo que pudo haber sucedido esa noche, comparando la versión que de la misma nos dan tanto la señora como el celador. Pero, inspector, me asalta una duda: La referente a que estas personas no tienen, o mejor dicho no pueden tener amigos, por esa fuerza interna que los bloquea para no mostrar interés por los demás, sin embargo Hernando tiene dos por lo menos: El profesor Ortiz y su hermano. Con respecto a eso déjeme decirle, si mal no recuerdo y Usted me corregirá, que el profesor Ortiz a quien usted precisamente entrevistó, se declara mas bien vecino y no amigo. ¿Es así, o no detective?

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Si realmente, ahora que recuerdo bien, el profesor no me ratificó claramente su amistad hacia Hernando y mas bien fue como evasivo al respecto. Bien detective, dijo el inspector retomando la palabra, y en cuanto a su hermano, él es la excepción a la regla y por él estamos metidos en este embrollo. Si no fuese por sus inquietudes, yo hubiese dado por concluido este caso hace rato. A propósito, el lunes debo darle alguna respuesta sobre esta grabación. Con toda esa información en su mente, el inspector Bedoya recibió ese lunes al Sr. Alberto Martínez con las siguientes palabras: creo Sr. Martínez que es hora de volver a interrogar a Esther y al celador Estrada, pero esta vez, a diferencia de la primera, con preguntas muy contundentes sobre lo acaecido la noche del crimen y en especial, lo que más me exacerba, es lo dudoso de sus anteriores declaraciones, todo esto gracias a las luces arrojadas por el casette que Usted nos proporcionó; sin embargo, también debo anticiparle que seguimos sin pruebas concretas sobre el suceso que nos permitan levantar una acusación concreta contra alguien. Inspector-replicó de inmediato-Alberto, como quién tuviese la respuesta a la inquietud del Inspector ya desde hace tiempo preconcebida; quizás la prueba pueda ser encontrar por el mismo sitio de los acontecimientos; que Dios me perdone, pero yo desde antes, y mucho más después de escuchar la grabación, producto del excelente trabajo del detective que contraté y por supuesto de la admirable colaboración de la psicóloga Laura Restrepo, no he dejado de pensar en la flojedad de la versión de Esther. Más aún, desde que me enteré del informe del forense y hablé con él no he podido alejar de mi mente la idea de que Hernando no murió en un atraco callejero. No olvidemos que en dicho informe se dice que su muerte se produjo por golpes en el cráneo con un objeto romo de madera, puesto que se hallaron vestigios de astillas envueltas en el cabello;

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quizás con una inspección detallada en el caño o sus alrededores, o ¿ por qué no?, también en la misma casa de Esther, se pueda hallar dicho objeto. A mi me consta que en esa casa existía un travesaño de madera con el que trancaban la puerta por dentro, pues como usted puede haber visto esas casas quedan muy expuestas de quien pasa por la calle, ya que el antejardín apenas si está protegido por una verja de hierro fácilmente franqueable por un delincuente. ¡Eso se va a hacer!- replicó el inspector Bedoya, con cierto tono de reproche, como de quién no gusta que le digan lo que debe realizar. Esta tarde a eso de las 5 p.m., o sea, cuando estemos seguros de también encontrar a Esther y al celador procederemos. ¡Gracias inspector! dijo Alberto, despidiéndose y saliendo con cierta precipitud al observar que el inspector no había quedado de muy buen humor después de su comentario, y tal vez un poco temeroso de dañar o perder la comunicación tan fluida que hasta la fecha había mantenido con este oficial. Efectivamente alrededor de la hora antedicha, estaban Guillermo Bedoya, Ángel Torres y dos agentes mas merodeando por aquellas cuadras del barrio Nuevo Tequendama, cuyo frente hacia el sur es el riachuelo Cañaveralejo, y más allá estaban los patios traseros de las casas del barrio Camino Real. A los dos agentes se les ordenó buscar por toda la zona verde aledaña a la casa de los Martínez, incluyendo especialmente el caño del arroyo, el cual así como se crecía súbitamente cuando llovía, también bajaba rápidamente su caudal cuando aquella amainaba o cesaba, hasta convertirse en un hilo de agua en tiempo seco. Aquel día era uno propicio para auscultar en su lecho un posible objeto de madera o algo similar. Mientras esto sucedía

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Bedoya interrogaría nuevamente a Esther y Torres al celador, simultánea pero independientemente. El almanaque ya marcaba la primera década del mes de diciembre, o sea, que habían trascurrido aproximadamente unos quince días de haber ocurrido el suceso y por ende del primer interrogatorio que le había realizado el inspector a Esther; esta segunda vez se llenó internamente de razones para no ir a dejarse engatusar tan fácilmente, no podía ser otro interrogatorio más; entraría con todos los argumentos, así fuera forzándolos un tanto, con tal de finiquitar este asunto de una vez por todas, en consecuencia sabía por su experiencia que el mejor sistema era el de atacar directo y desde el principio. Bedoya estaba plenamente convencido que lo que había pasado aquella noche, estaba en la mente de Esther y solo ella lo sabía. En todo caso y aunque sin pruebas aún, no podía ser como ella lo había planteado en un principio. Pero sin pruebas tampoco podía inculparla y menos detenerla, a menos que confesara. Ese objeto de madera o travesaño debería estar por ahí; pero ¿dónde, Dios mío? En fin él debería confiar en lo que hicieran los agentes por fuera, y concentrarse en lo que le competía, es decir Esther. Señora, le dijo el inspector- luego de entrar miró nuevamente por detrás de la puerta, toda la sala y biblioteca, constató los dos soportes, pero no el travesaño- he reunido suficiente información como para estar completamente convencido que Usted me mintió repetidamente la última vez: Primero, cuando me informó sobre el motivo para vender la casa. Ahora sé que usted realmente nunca ha querido hacerlo, por el contrario su objetivo ha sido torpedear o dilatar cualquier posible negocio, con la intención que de pronto Hernando desistiera de ello u optase por largarse, como usted se lo endilgaba cada vez que podía a fin de usted quedarse viviendo en ella, tengo

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pruebas de ello. (Aquí el inspector efectivamente estaba forzando el argumento) Segundo: Es mentira que Hernando haya salido aquella noche a comprar más licor, porque hemos averiguado con cuanta persona tendría que haberlo visto a esas horas y no fue así; empezando por el celador Estrada, cuyo oficio es estar pendiente de quien entra y sale durante la noche, para abrir la puerta del garaje y él no le vio, siguiendo con la señora del único expendio de licores que funciona por estos lados a esas horas y terminando con el supermercado del otro lado de la avenida, el otro sitio posible de encontrar licor a esas horas; allí interrogamos a todos los trabajadores que estuvieron de servicio aquella noche y nadie recordó haberlo visto. Así es que por su propio bien le exijo que ahora sí, me diga toda la verdad de lo ocurrido aquella noche. En este preciso momento el oficial Torres está indagando también al celador Estrada nuevamente. ¡Así es que hable! De esta forma netamente ofensiva, tajante y punzante Guillermo Bedoya había planeado su actuación con el ánimo de quebrar las defensas de Esther de entrada. Sin embargo, la mujer haciendo alarde de coraje resistió esta primera arremetida y contestó: ¿ De qué me habla, inspector?. No le entiendo, ya le dije como sucedieron las cosas, allá Usted si no me cree. El Inspector retomó la ofensiva así: Señora, sepa Usted que mentirle, no colaborarle o tratar de desviar una investigación a la autoridad es de por sí un delito, el cual se denomina para su conocimiento entorpecimiento a la justicia, y ello es grave y por eso exclusivamente es posible retenerla. Además, según mis pesquisas he podido concluir que Usted es la única persona que podría tener un motivo o interés pecuniario en la muerte de Hernando, ya que quería quedarse

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con la casa, pues ese señor ni siquiera tenía amigos. Esther asimila esta otra arremetida y responde: ¡ Cómo se le ocurre!, ya le dije que fue un atraco, un caso fortuito, nadie querría matarlo. Y en cuanto lo de la casa, ¡no ve que la tengo en venta!, ¿Acaso no está llena de avisos por todas partes? incluso le tengo puesto avisos de prensa. Bedoya, refutó así: Todo eso que Usted dice acerca de la venta de la casa, incluyendo los famosos avisos, no son más que una cortina de humo, para ocultar sus verdaderas intenciones, por cuanto yo averigüe que cuando se presenta un verdadero interesado, Usted se las arregla para darle vueltas al asunto hasta terminar por desanimar al potencial comprador, tengo pruebas de ello. ( Aquí el inspector se la volvía a jugar, puesto que lo único que había hecho al respecto era poner a su secretaria en una sola ocasión para que preguntara por la casa y se mostrará bien interesada en su compra, a lo que Esther había atendido con un tanto de displicencia, de lo cual el inspector había partido para aquella afirmación; por supuesto que detrás de todo estaba la grabación con las declaraciones de la psicóloga y del contralor ) Esther empezó a mostrar signos de cansancio, en tanto que meditaba así: ¿ Será verdad que tiene pruebas de todo ello?. ¿ Será que algunos de los que me han consultado sobre la casa, se han quejado, o son conocidos del inspector, o el mismo habrá llamado? Pero yo como vendedora puedo colocar mis condiciones, ¿o no? ¿ Alguien le habrá dicho que yo no quería dejarle la mitad de la casa a Hernando?. Estando en estas cavilaciones, irrumpió el detective Ángel, en la sala donde dialogaban Esther y el inspector, con esta frase: “Inspector, Estrada está cantando”. Bedoya salió al encuentro del detective y no dejó que hablara delante de Esther. Luego de escuchar o hacer que escuchaba al detective por unos minutos( esta escena la había planificado con anticipación) lo despachó y se encaminó nuevamente hacia Esther al tiempo que

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le decía: ya oyó usted señora, así es que por su propia situación es mejor que diga la verdad, que colabore con la autoridad por cuanto eso se le podrá tener en cuenta para atenuarle la condena. Lo anterior era otra de las estrategias que había planeado el inspector: Sabía que Esther no era una persona ducha en estos asuntos, al fin de cuentas no era una criminal, no tenía antecedentes; además, por el conocimiento que le había proporcionado el trato con ella y el amplio análisis que de su personalidad había hecho la psicóloga, era fácil saber que Esther no obstante su tendencia a la terquedad, la obstinación y su espíritu contestatario, su aparente fuerza se desmoronaba fácilmente debido a su misma inseguridad y el temor a la opinión desfavorable de los demás. Basado en ello fue como el Inspector y el detective Ángel planearon la escena consistente en que éste último entrará en el momento en que el primero indagaba a Esther y de la forma más teatral posible le dijera aquella frase. Un truco muy antiguo en los ajetreos policíacos, pero en este caso dado los antecedentes anteriores, posiblemente funcionaría y así fue: Esther empezó a hablar, aunque jamás podrían haberse imaginado el Inspector o el detective, que ella también tenía una carta, o más concretamente un as para jugar. Habló así: Está bien inspector, como quiera que yo me siento inocente, pero Usted insiste en que yo pueda ser la asesina, y no sé que estará diciendo el celador, pero por la forma como irrumpió su ayudante, pareciera que también me estuviera involucrando y además lo que es lo principal, mi respeto hacia mis hijas, ( por primera vez las ponía de presente en todo este drama) permitiré que esto se vaya hasta sus últimas consecuencias, cosa que yo había querido

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evitar, precisamente por mis hijas, pero ahora he cambiado y creo que debe aclararse todo. Yo, en consecuencia, me declaro culpable de en un acto de irreflexión y confusión mental, para evitar un escándalo mayúsculo, haber arrojado el cadáver de Hernando al riachuelo; pero juro por mi Dios y mis hijas, que antes de cometer este error lo único que recuerdo es haberme despertado en la sala y ver en uno de sus extremos a Hernando tirado en el piso, con la mitad de la cara contra el mismo, llena de sangre que le emanaba de la cabeza. En la medida que iba tomando más conciencia de mí y salía de aquel sueño letárgico me acerqué a él constatando que no tenía respiración ni pulso.A medida que pasaron aquellos espantosos segundos, fui evidenciando que yo acababa de pasar por un estado de sonambulismo, enfermedad ésta que me ha afectado durante toda la vida, y no tenía ni la más mínima idea de cómo o porqué estaba ese cuerpo allí. En mi confusión mental de aquellos momentos-prosiguió confesando Esther- y quizás alimentada por algunos pensamientos subconscientes negativos míos respecto a Hernando, lo primero que se me vino a la cabeza fue librarme del escándalo y problemas que me iría a acarrear, tanto a mí como a mis hijas, ese suceso. Se me ocurrió de inmediato deshacerme del cuerpo para lo cual, pensé, todo lo tenía expedito: Era la medianoche, todo estaba a oscuras por aquella cuadra, sin vecinos al frente, el arroyo bastante crecido como para llevarse cualquier cosa estaba allí a unos pasos de la puerta; las niñas en el segundo piso estaban profundamente dormidas; lo único que quizás podría interferir mi plan era el celador; así fue que me situé en la ventana para esperar que él pasara; cuando lo hizo, lo llamé y le dije que a cuenta de lo que le debíamos ahí le

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abonaba algo y el resto se lo cancelaría ahora en el mes de diciembre con mi prima; al mismo tiempo le pedí el favor que me comprara una caneca de aguardiente para Hernando, quien se encontraba en la sala tomando e insistía en salir por más licor, pero a mí me parecía que por lo embriagado que ya estaba de golpe lo podría atropellar un vehículo, de esos que transitan a esas horas a altas velocidades, en especial los fines de semana guiados por conductores ebrios. Estrada se puso renuente, pero yo se lo rogué y él accedió finalmente, aunque a regañadientes, tal vez lo que lo decidió fue aquel dinero que empezaba a recuperar. En tanto se alejó el celador yo estaba segura que en cuadras a la redonda no encontraría expendio de licores abierto y por tanto, tenía tiempo suficiente de sacar el cuerpo de Hernando y tirarlo al riachuelo. Me armé de fuerzas suficientes y así lo hice, lo que se me facilito porque Hernando era un hombre de poco peso y estatura mediana. Yo soy más alta y hasta creo que tengo más fuerza de las que él tenía, me había enfrentado a mi padre que pesaba como cien kilos, con mayor razón podría arrastrar el cuerpo de Hernando con escasos 60 kilos. Eso es todo, inspector, y de ahora en adelante dispondré de un abogado para que me defienda de esas sospechas suyas; para lo cual venderé la casa por lo que me den y también para ver si así sigue pensando que yo me quería quedar con ella. Le repito que yo no sé cómo ni por qué apareció Hernando muerto en la biblioteca. Pues señora-respondió Guillermo Bedoya- yo lo único que sé es que este señor apareció muerto en esta casa y Usted, sea en estado de sonambulismo o no, es la principal sospechosa. Si fue consciente o inconscientemente eso no me corresponde dilucidarlo a mí; eso es competencia de un juez. Por tanto debo detenerla, así es

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que por favor arregle sus cosas, dígale a sus hijas, haga alguna llamada mientras yo la espero para que vayamos a la comisaría. Inspector-suplicó Esther- no pudiéramos dejar esto para mañana, mientras yo consigo el abogado y hago otros arreglos, se lo ruego. Lo siento señora, debo cumplir con esta tarea ahora mismo. Mas bien, quizás allá en la Comisaría, ahora o mañana mediante algún convenio o pago de alguna fianza se le permita salir por un tiempo o hasta el inicio del juicio; pero por hoy nos vamos, eso sí Usted tiene derecho a no conceder más declaraciones hasta que llegue su abogado y a efectuar desde la Comisaría una llamada telefónica. ¿Por lo menos puede concederme un favor? Si está en mis manos, respondió el inspector. ¿Que fue lo que cantó el celador? A Esther le preocupaba sobre manera esto, no porque temiera que la hubiera visto tirar el cuerpo al caño, pues eso ya lo había confesado, sino porque supiera algo más, que ella ignoraba, en especial lo que había pasado en la sala mientras ella estaba sonámbula y posiblemente discutiendo con Hernando. Pues como queda dicho, desde la calle se ve perfectamente hacia la sala o la biblioteca y mas con las luces prendidas. Guillermo Bedoya se quedó mirándola pensativo, pero rápidamente recobró su tranquilidad habitual al constatar que perfectamente podía contestar aquella pregunta, diciéndole simplemente que eso era confidencial y solo lo diría ante el juez respectivo o ante el fiscal. Bien señora la espero afuera. Al salir Bedoya de la casa se dirigió donde estaban los vehículos en que habían venido, allí estaba el detective Ángel esperándolo,

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en tanto los otros dos agentes continuaban como dos sabuesos escudriñando por los lados del caño. ¿Cómo le fue inspector? A mí, excelente y ¿a Ustedes? Bueno, los agentes hasta el momento no han encontrado lo que buscamos, no obstante que han escudriñado todo alrededor de esta casa; me temo inspector que, o se lo llevó el arroyo o el victimario lo escondió quién sabe dónde. Y en cuanto a mí, además de lo que ya le dije no fue mucho lo que le pude sacar a ese celador, solamente que él si se había ausentado de la cuadra para ir a comprarle una caneca de aguardiente a la Sra. Esther, pero que eso realmente lo había hecho obligado; realmente inspector yo creo que ese pobre señor está diciendo la verdad esta vez, pues a no ser que sepa fingir muy bien, lo cual dudo, yo lo veo es como un ser muerto del miedo y muy necesitado debido a la postración de su mujer, hasta me mostró la droga que ella debe consumir permanentemente, por eso pienso que es creíble la historia de que accedió a ir a comprar la caneca de aguardiente a esas horas. De todos modos inspector él está ahí disponible por si Usted quiere interrogarlo. No, detective, por hoy basta de interrogatorios a estos personajes; no crea, con eso que me dijo, y la escena que hicimos fueron absolutamente efectivas. Esther confesó y concuerda con lo dicho por Estrada. La he detenido y me la llevó para la comisaría. Mientras ella sale vaya y apure a los agentes para que den un último vistazo, es una lástima no poder encontrar el arma homicida, pero en fin que le vamos hacer. Y yo los llamo cuando estemos listos para partir.

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IX. JUICIO Esther logró en las llamadas que hizo desde la casa conseguir los servicios inmediatos y provisionales de un abogado, quien al día siguiente se presentó en la inspección de policía, donde ella debió pasar la noche y mediante el cumplimiento de ciertos requisitos y alegando ciertas circunstancias específicas de su cliente obtuvo un permiso especial de salida por tres días para Esther. En ellos tramitó una licencia no remunerada por sesenta días en su empresa, realizo las diligencias más importantes, entre ellas conseguir los servicios de una abogada especializada en asuntos penales de gran prestigio en la ciudad de Cali, recomendada por el abogado que le suministro esos primeros servicios, quien dijo no estar en condiciones para continuar a cargo del caso por cuanto su especialidad era el derecho civil. Fue la abogada Miriam Pantoja. También llamó a su hermano en Bucaramanga para que se viniera y le sirviera de compañía a sus dos hijas que quedaban en casa. Con sus asuntos prioritarios resueltos se volvió a presentar a la inspección de donde la trasladaron a la cárcel de mujeres donde se aprestó a esperar el juicio. Así las cosas y dado que Ella se negaba a declararse culpable, no obstante que su abogada, experta en estos menesteres, le explicó ampliamente las ventajas que le aportaría si asumiese esta posición, en especial le hizo hincapié en la posible obtención de alguna rebaja de la condena por agilización de la justicia, al igual que el ahorro de dinero, por los honorarios de ella y además porque los costos en que incurriera en el juicio corrían por su cuenta. También le explicó detalladamente a lo que se vería sometida en el juicio, vale decir la ventilación de su vida privada desde su adolescencia y la posibilidad de involucrar en el mismo a sus hijas, pudiéndose inclusive llamarlas a ellas a declarar. Esther demostrando aquí, una vez mas, su atípico razonamiento al no ser

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capaz de prever las consecuencias negativas que les podría causar a sus hijas adolescentes, en el futuro, versen obligadas a declarar en contra de su propio padre ya fallecido, hizo caso omiso a todas estas prevenciones de su abogada e inclusive se mostró entusiasmada ante la perspectiva de llamar a sus hijas a declarar. Agotada esta instancia, y ante la evidencia de que Esther insistía en su inocencia, la profesional empezó a organizar la defensa con la mira puesta en un punto específico, como tabla máxima de salvación de aquel caso que por donde se le mirara señalaba una victimaria: Esther. Tal punto de mira era indiscutiblemente el posible sonambulismo de ésta. Como primera medida hizo venir de Bucaramanga a las personas que podría atestiguar sobre esta patología, en este caso su madre y una vecina de infancia. Por otra parte se entrevistó con un especialista en esta enfermedad, el doctor Andrés Peralta, una autoridad en la materia, a quien logró convencer, previo un buen acuerdo monetario, para que examinara a su cliente detenidamente y con la tecnología de punta en la materia dictaminara si Esther padecía o no de este mal y de ser cierto sirviera como testigo ante los tribunales. Obviamente el doctor Peralta tomó las precauciones del caso y antes de aceptar ir a los tribunales examinó cuidadosamente a la paciente. Primero comprobó mediante encefalogramas practicados durante los cinco niveles del sueño, que las señales presentadas durante el cuarto nivel, es decir el mas profundo, dentro del cual se desarrolla esta disfunción en aquellos pacientes predispuestos a ella, eran en Esther las típicas de las personas con este trastorno. Centrándose en esta etapa en la cual es donde los sonámbulos salen a caminar y pueden realizar actividades complejas con una precisión increíble, por supuesto que copiadas de la vida real, pero sobre las cuales posteriormente cuando despiertan no recuerdan nada en absoluto, constató que efectivamente en Esther, el electro mostraba las mismas curvas de todos los sonámbulos que él manejaba periódicamente.

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Paralelo a lo anterior estaba para el doctor Peralta, en orden de prioridades, verificar los antecedentes familiares, pues definitivamente esta disfunción es particularmente hereditaria. Para ello se valió de las dos personas traídas de Bucaramanga, es decir su madre y la vecina. La señora madre le confió que efectivamente dicho trastorno lo padecía su hija desde la mas tierna edad, así como también algunos de sus familiares, vale decir que era un trastorno común en esa familia. Explicó que Esther solía levantarse por la noche a caminar por la casa completamente dormida mientras pronunciaba algunos sonidos que ella, aun siendo su madre no lograba entender (Se trata de los denominados sonidos guturales) Con estas comprobaciones el doctor Peralta no dudó en aceptar la segunda parte del trabajo, vale decir presentarse ante el juez para atestiguar el sonambulismo de Esther lo que a su vez sirvió de estímulo a la abogada Pantoja para emplearse a fondo en el mismo, pues sin duda constituía una herramienta valiosísima para la defensa de su cliente. Así las cosas, el juicio se inició en enero de 1980. En primer lugar la fiscalía acusó a Esther de haber dado muerte a su compañero Hernando Martínez, con quién convivía desde hacía quince años aproximadamente, con el cual había procreado dos hijas. Hecho acaecido durante la noche del último viernes del mes de noviembre pasado, en la sala de su residencia común, en la cual se encontraba la victima solo libando y oyendo música a horas avanzadas de la noche, como era su costumbre de los viernes, lo cual molestaba bastante a Esther y ya en los últimos meses- seguramente por el hecho del ya largo desempleo de Hernando- había decidido no tolerarle mas tal hábito. En consecuencia esa noche bajó al primer piso donde se acomodaba Hernando, a reclamarle para que apagara el equipo. Pero en aquella noche, prosiguió la Fiscalía, seguramente Esther más molesta que de costumbre por aquel ruido de

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todos los viernes increpó a Hernando tanto, que éste debido a su avanzado estado de ebriedad respondió bruscamente, como era también lo habitual, dado sus trastornos mentales que eran: alcoholismo, carácter asocial y cambio de personalidad, y así se presentó una confusa reyerta, en la cual Hernando llevó la peor parte, ya que recibió en un determinado momento violentos golpes en la cabeza con un objeto de madera, pues en la autopsia se encontraron astillas de la misma en las heridas, ocasionándole una estrepitosa caída de cabeza contra el piso de baldosa, lo que conjuntamente con otros golpes le propiciaron la muerte. Cuando Esther, se vio ante el hecho cumplido de la muerte de su cónyuge optó por, en lugar de dar aviso a las autoridades, deshacerse de aquel cuerpo aprovechando la soledad del sitio donde vive, en especial a la hora en que aquello sucedía y la proximidad de un arroyo que pasa justo al frente de su vivienda. Como el único obstáculo que ella veía para cumplir con su perverso propósito era el de un anciano celador al cual varias familias no le pagaban, entre ellas la Martínez; Esther con una imaginación diabólica lo llamó y le ofreció una determinada suma de dinero a cuenta de lo que le adeudaba, pero a renglón seguido le pidió que le comprara una caneca de aguardiente para Hernando, el cual supuestamente se encontraba en la sala tomando licor, como era su costumbre y el celador lo sabía perfectamente. Así consiguió alejar a aquel hombre, quien está dispuesto a declarar lo anterior ante este estrado, y mientras tanto llevó a término su infernal plan, consistente en arrojar el cuerpo al arroyo, el cual dado lo crecido que estaba lo arrastraría por lo menos varias cuadras abajo, como en efecto sucedió. Presentada de esta forma la acusación formal contra Esther, el fiscal pidió al juez aplicarle la pena máxima por este delito de homicidio agravado, el cual tratándose de una persona normal quien lo comete, oscila entre 40 y 60 años. Solamente si se comprueba que el victimario(a) no es normal el juez puede decretar una reclusión

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menor que oscila entre los dos y diez años de prisión. Pero en este caso la fiscalía siempre consideró a Esther como una mujer completamente en sus cabales y que obró premeditadamente. Una vez que intervino el fiscal, el ujier del tribunal se acercó al puesto de la acusada para indicarle que se pusiera de pies. Acto seguido el juez le pregunto en voz alta: “ La acusada se declara culpable o inocente del crimen que se le imputa”. Esther quien ya había sido instruida por su abogada respondió: “ Su señoría me declaro inocente por la muerte de mi esposo, pero culpable de haber arrojado su cuerpo al riachuelo.” La defensa tiene la palabra, anunció el juez. La abogada defensora se paró y haciendo alarde de sus mejores recursos oratorios que ya la habían hecho famosa en los estrados judiciales, tanto por su fuerza contextual, como por la forma pedagógica como los exponía, dijo: Su señoría y señores miembros del jurado, me propongo demostrar a lo largo de estas audiencias que mi defendida la señora Esther Losada, no asesino a su esposo el señor Hernando Martínez, puesto que no existe prueba alguna, ya que la fiscalía no ha presentado evidencia concreta de que sí lo hizo, pues en la presentación que acabamos de escuchar esto brilló por su ausencia. En lo que sucedió aquella noche demostraré que mi defendida pasaba por un estado de sonambulismo, trastorno éste que padece desde su infancia. La acusación que expuso la fiscalía es una hipótesis de como pudieron haber sucedido los hechos en aquella noche fatídica de noviembre; pero no como sucedieron realmente. En consecuencia y a falta de pruebas concretas de asesinato, pasaré a demostrar que Esther Losada padece de sonambulismo, y aquella noche cuando bajó de su alcoba del segundo piso- donde duerme con sus dos hijas todos los viernes debido a que su cónyuge Hernando Martínez, el occiso, tenía la inveterada costumbre de dedicarse los fines de semana a la ingesta de licor en el primer piso en la pequeña biblioteca acompañándose de música, la cual se volvía para los demás, y en

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especial para Esther y sus dos hijas, cada vez más insoportable en la medida que avanzaba la noche - se encontraba en dicho estado, del cual pudo haber despertado al tropezar con el cuerpo sin vida de Hernando que yacía tirado en plena sala con el equipo repitiendo automáticamente la última canción que seguramente había colocado el occiso, lo cual hacía aquello mas fastidioso aún. Ella, así lo ha confesado plenamente para ahorrarle esfuerzos a la justicia en el esclarecimiento de este crimen, con el fin de proteger su vida y la de sus hijas del escándalo consecuente, en un acto de irreflexión optó por arrojar el cuerpo al arroyo, donde sabía lo verían al otro día los vecinos, pues ese arroyo así este muy crecido no podría ocultar un cuerpo mucho tiempo, como en efecto así sucedió. En desarrollo de lo anterior me permito presentar a mi primer testigo, la señora Delfina García de Losada, madre de la acusada. El ujier abrió una puerta lateral del tribunal e hizo señas a una señora de unos 55 años para que entrara y como la viera bastante nerviosa la tomó del brazo acercándola hasta el puesto de los testigos cerca al estrado donde le tomó el juramento de rigor y le hizo sentar. Era una señora que reflejaba más de la edad que tenía tanto por su expresión de cara y cuerpo como por su vestimenta, así como por ese color de piel indefinido, cubierto de manchas provenientes de una mala alimentación, o de la exposición inclemente al clima. Al caminar miraba hacia los lados con una absoluta inseguridad y daba la impresión de quien hubiese estado por largos años trabajando el campo y de pronto se viese ante gente diferente que la miraba expectante. ¿Cuál es su parentesco con la acusada? Preguntó la doctora Miriam. Soy su mamá, contestó. Por favor dígale a este tribunal, ¿si es cierto que su hija desde muy pequeña se levantaba de su cama, a caminar por la casa? Cuéntenos como era aquello mientras estuvo viviendo con Ustedes. Su merced...no alcanzó a continuar cuando se interrumpió y dijo: perdón... doctor.....si doctora, Esthercita desde chiquita tiene esa

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costumbre de levantarse a altas horas de la noche a caminar dormida por la casa. Todos nosotros: el papá y los hermanitos estábamos acostumbrados a verla dando vueltas al tiempo que hablaba sin entendérsele que era lo que decía. Yo les advertía que no la fueran a despertar porque podría darle un ataque y morirse. Eso me habían dicho los vecinos. Señora Delfina-inquirió la abogada Pantoja- Usted seguramente la llevó donde el médico para que la tratara. ¿Que hizo Usted al respecto y qué le dijeron? Pues miré su merced,... perdón…, doctora. Como nosotros somos muy pobres, lo que se dice llevarla a un doctor no, pero si la hice ver varias veces de don Tomás, el boticario del barrio, allá en Bucaramanga, donde vivimos mucho tiempo hasta que Esther se desarrolló. Recuerdo que en los tiempos en que más le dio por caminar de noche fue despuecito que le llegó por primera vez la regla. Antes de esto también lo hacia pero muy de vez en cuando. Don Tomás le mandaba a tomar agua de toronjil bien caliente, mezclada con otras hierbas que el mismo me vendía y él era uno de los que me recomendaba que no la fuéramos a despertar mientras caminaba dormida y también me dijo que no me preocupara porque esa costumbre se le quitaría cuando Esthercita se casara. Silencio, silencio,.... proclamó el juez golpeando su escritorio con un martillo de madera, al oír como se expandían las risas por todo el recinto. No mas preguntas por el momento, dijo la abogada Pantoja. Su turno señor fiscal, dijo el juez. El fiscal le hizo algunas preguntas iniciales, haciendo resaltar la idea fundamental de que el padre era un individuo violento en el hogar con adición al licor y a las mujeres y su relación con Esther era particularmente mala. Luego de ello pregunto: Señora Delfina, le pido el favor me responda a las siguientes preguntas con un sí o no. ¿ Es cierto que Esther se enfrentaba a su padre violentamente, es decir que se iba a las manos

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con él? Pues mire doctor, Esthercita de chiquita era muy noble y juiciosa, me ayudó a criar a todos sus otros siete hermanitos menores, ya que era la mayor... Señora, interrumpió el abogado acusador, para que Usted me comprenda mejor y con la venia del señor juez, le cambiare un poco la pregunta, pero por favor conteste si o no. ¿Es cierto o no, que Esther estando ya joven, - y conste que no digo adulta porque ella se fue de la casa a los 19 años, - se enfrentaba a su padre con las manos, cuando éste le llamaba la atención por alguna circunstancia? Doctor es que al papá le chocaba mucho que ella llegara tarde a la casa, después de las ocho de la noche, y cuando lo hacía él quería casi pegarle, entonces ella también se enfurecía. Señora, díganos, si o no, ellos dos es decir padre e hija se enfrentaban, yéndose a las manos. Sí, dijo finalmente doña Delfina No mas preguntas por el momento a esta testigo, su señoría, dijo el fiscal. A continuación la abogada Miriam Pantoja tomó la palabra para hacer comparecer otros testigos, entre ellos la vecina de Bucaramanga, la cual confirmó lo del sonambulismo de Esther. Acto seguido hizo comparecer a su testigo mas importante, el doctor Andrés Peralta. El eminente psiquiatra una vez prestado el juramento de rigor y ubicado debidamente en el sitio de los testigos, se aprestó a contestar con un aire de suficiencia y autoridad que impregnaba todo el salón, al contrario de lo que había sucedido con los testigos anteriores. Doctor Peralta , le pido el favor, con la venia del señor juez, de informar a los presentes acerca de su calidad de psiquiatra experto en enfermedades mentales, entre ellas el sonambulismo .¿ Por cuánto tiempo lleva ejerciendo esta profesión que lo ha hecho famoso no solo en esta ciudad, sino en todo el país y dónde la estudio? Protesto, replicó el fiscal, no es una pregunta relacionado con el

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crimen que se esta juzgando. Su señoría, respondió la defensa, aunque sé que la mayoría de los presentes conocen el enorme mérito y prestigio de mi testigo en el área de los trastornos mentales, he querido ser muy cuidadosa en este aspecto, refrescando a los jurados brevemente, la trayectoria del doctor Peralta en este campo a fin de que se aprecie en su justa dimensión el alcance de su palabras ya que la comprobación de la inocencia de mi cliente, si bien descansa básicamente en que no existen pruebas sobre el asunto; sin embargo debo igualmente despejar cualquier duda y asegurar al honorable jurado que la hipótesis lanzada por la fiscalía, en caso de que pudiese ser factible, sería solo posible que la hubiese cometido pero en estado de sonambulismo, en el cual el ser humano no es consciente de sus actos. Ha lugar la aclaración, dijo el juez. Y agregó: Doctor Peralta responda la pregunta de la defensa. El científico dio una breve explicación de su trayectoria profesional, indicando concretamente donde se había graduado y especializado como psiquiatra, así como desde cuando ejercía su profesión en la ciudad, ocupando diferentes cargos, entre ellos el actual como jefe del departamento psiquiátrico de uno de los más importantes hospitales de la ciudad, el cual alternaba con su consultorio privado. Igualmente hizo hincapié en su especialidad en los trastornos del sueño como lo es el sonambulismo. Doctor Peralta, interrogó la defensa, Usted examinó a la acusada Esther Losada sobre su posible enfermedad mental llamada sonambulismo, favor informarle a este tribunal cual fue su resultado. Ciertamente, respondió el galeno, yo le realice un minucioso examen a dicha paciente, Esther Losada, (aquí hizo un ademán para identificar a la aludida) de acuerdo a las más modernas técnicas disponibles hoy día, e igualmente ausculté su vida desde la infancia, analizando a sus ascendientes para ver si existían factores hereditarios, ya que el sonambulismo tiene particularmente esta característica de ser heredado; y todo ello para esta señora

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era evidentemente positivo. Lo cual me lleva a poder afirmar que esta señora padece este trastorno, con una probabilidad del 99% para ser más gráfico. Doctor Peralta, quiere usted por favor ilustrarnos un poco acerca de esta enfermedad. ¿En que consiste? A grosso modo, respondió el psiquiatra, el sonambulismo consiste en una especie de sueño en el cual él o la paciente actúa como si en realidad estuviera despierto. En él la persona se levanta y camina en una dirección determinada, sea para ejecutar dentro de la casa una acción prefijada o inclusive pueden hasta tomar el automóvil, salir a efectuar una diligencia que tienen en mente, volver, guardar el vehículo en el garaje y finalmente acostarse nuevamente, sin que algo de lo anterior recuerde al día siguiente bajo su estado normal. Si es dentro de la casa, especialmente, pueden realizar tareas predeterminadas con una habilidad y perfección tanto o mejor que estando despierto. Ahora bien, otro aspecto del sonambulismo, quizás menos conocido, es el de que también puede darse estando la persona despierta. En efecto se da el caso de individuos que durante su estado de vigilia caen bruscamente en crisis y realizan actos que no dejan huella alguna en su memoria, pareciera como si fuera presa de una idea interior, la cual se independiza y le obliga a moverse en la dirección que ella exige. Es como si estas personas trabajaran una sola zona del cerebro mientras las otras permanecen ignorantes respecto a aquella. Pues bien, continuó el doctor Peralta, ¿cómo se reconoce a un individuo en estado de sonambulismo?. Por lo siguiente: Sus ojos están abiertos con una mirada carente de expresividad (fría), denota de inmediato ser presa de una idea fija, no ve nada ni oye nada aparte de esa idea. También por algo que en el caso de la señora Esther se da plenamente y que nos lo confirmó hace poco su madre, consistente en que dichas personas van emitiendo sonidos guturales, es decir palabras ininteligibles o sin sentido aparente. Por otra parte en estas

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personas, se ha comprobado, que bajo este estado: su vista, oído y olfato adquieren una agudeza máxima, al punto que pueden moverse en la oscuridad plenamente, guiados posiblemente por su olfato o quizás otro sentido que desconocemos ( tal vez una especie de radar como los murciélagos). Igualmente su memoria adquiere ribetes sorprendentes hasta el punto que se ha constatado como ciertos sonámbulos pueden repetir páginas enteras o conversaciones que han leído u oído una sola vez y en tiempos lejanos. Finalmente y para no hacerme muy prolijo en esta respuesta, es importante destacar para este caso, que los sonámbulos aumentan sensiblemente su vigor muscular de tal manera que ciertas acciones físicas que en su estado normal les son poco menos que imposibles, se les torna elementales, como por ejemplo levantar un objeto pesado. Doctor Andrés, interrogó nuevamente la defensa, ¿Puede un sonámbulo ejecutar un acto violento? Definitivamente sí, respondió el doctor Peralta, se han dado casos en que un sonámbulo cuando despierta tiene un arma en la mano, con la que ha hecho cualquier cosa, y ante lo cual él mismo se horroriza. Doctor Peralta, ¿ Por qué estas personas no recuerdan lo que realizan bajo ese estado? Porque el sonambulismo se da en el nivel mas profundo del sueño, en el cual no se recuerda nada, además porque se ha observado que el sonámbulo esta en un estado profundo de sueño donde su cerebro atraviesa por una crisis de corto plazo, cuyo origen se encuentra en deseos inconscientes y profundos que lo llevan a la acción, en la cual generalmente tienden a repetir acciones de su vida ordinaria, es decir que en dicho lapso no están soñando propiamente. Los sueños de los cuales nos acordamos al día siguiente son los que se presentan en los niveles más débiles del mismo. Doctor Peralta, dijo la abogada Pantoja, y simultáneamente aclaro ante el juez y los jurados que hacia esta pregunta hipotéticamente, es decir que si su defendida hubiese dado muerte a su esposo, cosa

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que no se ha probado, lo habría hecho en estado de sonambulismo. ¿ Pudo haber realizado la acusada en dicho estado, una acción tan aparentemente compleja, como es la de bajar de su alcoba, dirigirse directamente donde estaba el equipo de sonido para apagarlo y ante el rechazo de esta acción por Hernando acompañado de violencia como era lo habitual en él, enfurecerse y enfrentársele violentamente, sin despertar, y gracias a esa fuerza física extraordinaria que se genera en estas personas, facilitada por la torpeza del avanzado estado de ebriedad de Hernando, vencerlo con relativa facilidad y con algún objeto de madera que estuviese a su alcance, por ejemplo el travesaño con el que se tranca horizontalmente, por dentro, la puerta que da a la calle ( el cual no se pudo localizar) asestarle golpes contundentes en la cabeza hasta dejarlo sin vida y luego despertar, ahí en la misma sala, sin recordar nada de lo acaecido?. Ante todo, déjeme decirle, contestó el psiquiatra que quiero dejar muy en claro que lo que diré no significa en absoluto que apoye o niegue la versión que Usted acaba de dar acerca de como pudieron haber sucedido los hechos. Lo que puedo afirmarle de acuerdo a lo que he expuesto hasta ahora, es que si dichas acciones se realizaban en la vida normal, si puede ser posible que lo mismo suceda en dicho estado, siguiendo la norma de que estas personas repiten maquinalmente y con toda perfección una acción realizada en estado de vigilia. Por supuesto que en este caso no podría estar repitiendo todo igual a una acción anterior, porque si así fuera Hernando hubiese muerto hace tiempo. Pero, lo que si queda claro, según todo lo que hemos observado en este caso es que buena parte de las acciones que Usted menciona si habían ocurrido reiteradamente entre esta pareja en los últimos meses. Por otra parte lo normal no es que estas personas despierten en medio de lo que están realizando, a no ser que una fuerza violenta externa los obligue, lo lógico de estos casos es que el sujeto realice su acción prefijada y vuelva a su cama para continuar en su sueño ordinario. En síntesis para responder, hasta donde es

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posible su pregunta, creo que ciertamente parte de lo que usted presupone pudo haber hecho la acusada aquella noche. Doctor Peralta, ¿ también es posible que Esther haya bajado en estado de sonambulismo a disminuirle sonido al equipo o a apagarlo, como lo había hecho normalmente tantas veces, el cual sonaba como una chicharra, ya que repetía indefinidamente la misma canción, y al llegar a la sala tropezara con un cuerpo, ante lo cual despertó y en ese momento presa del mas tremendo pánico su reacción inmediata fuera la de deshacerse del mismo así fuera su cónyuge? Aquí también, como en la anterior pregunta, apoyo parte de su aseveración, es decir hasta el punto de que bajara en estado de sonambulismo y al tropezar con su cuerpo despertara, la reacción que tuvo de ahí en adelante ya si no me compete afirmarla o negarla. Para los que nos hemos inmiscuido de una u otra forma en la historia de este suceso, sabemos que prácticamente en los últimos meses se había convertido en una rutina el que todos los viernes cuando Hernando se dedicaba a libar y oír música en la biblioteca, lo cual por lo demás lo había hecho desde siempre, Esther bajara de su alcoba hasta donde se encontraba aquel para reclamarle a apagar o por lo menos disminuirle volumen al equipo, a lo cual se oponía Hernando y ello estaba acarreando un enfrentamiento verbal o físico casi que invariablemente todos los fines de semana, de manera que tal acción si pudo repetirla Esther estando sonámbula, en lo que si se entra en el campo de la especulación es en lo que pudo haber sucedido de ahí en adelante. La doctora Miriam Pantoja comprendió que el psiquiatra había declarado con toda objetividad y ella no podía reprocharle nada; sin embargo tomó nota que éste su testigo clave, en quien tenía depositado su mayor esperanza para demostrar la inocencia de Esther al fin de cuentas no lo había sido tanto, por lo menos no de forma contundente; lo que si había sucedido claramente era que se había creado un mar de dudas entre todos, incluyéndola hasta a ella misma. Pero ella como persona inteligente decidió

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aprovechar esta circunstancia y organizó su siguiente táctica en consonancia con esto, vale decir en seguir creando la duda, lo que se acrecentó cuando oyó la respuesta del doctor Peralta a las siguientes preguntas que le hizo el fiscal: ¿Existe alguna prueba, desde su punto de vista psiquiátrico, para demostrar que aquella noche cuando Esther cometió el asesinato ( aquí hubo protesta de la defensa, admitida por el juez, obligando al fiscal a cambiar los términos)... cuando Esther pudo haber cometido el crimen, de que actuaba bajo estado de sonambulismo?. Aquí, aprovechó la defensa para protestar, argumentando que en dicha pregunta se presuponían los hechos. “ Su señoría como lo diré mas adelante es posible también, que nada de eso hubiese sucedido” El juez desestimó la protesta de la defensa y ordenó al doctor Peralta que contestara. No, mis afirmaciones según mis alcances científicos en la materia y los exámenes realizados a la paciente indican que ésta si evidentemente padecía esta disfunción mental e hipotéticamente podría haber realizado, al menos, parte de la acción descrita aquí; pero pruebas contundentes desde el punto de vista científico no; máxime que otras pruebas circunstanciales tampoco las hay, como por ejemplo que nadie vio, o que la posible arma tampoco apareció. Doctor Peralta, interrogó el fiscal, ¿En otra palabras: si o no, se puede decir que igualmente la acción tan gráficamente descrita por la defensa acerca de como pudieron suceder los hechos, pudo haber sido realizada por la acusada en estado perfectamente normal?. Si, también, respondió el psiquiatra. Su señoría- dijo la abogada Miriam al retomar el uso de la palabraPor supuesto que la descripción que hice acerca del posible homicidio del señor Hernando Martínez por Esther es una hipótesis, ya que la defensa sostiene que Esther es inocente de ese crimen, tal como Ella se ha declarado; solamente estoy argumentando que si eso pudiese haber ocurrido lo habría sido en estado de sonambulismo, pues mi defendida no recuerda absolutamente nada de eso; además

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esta hipótesis está fundamentada en un hecho cierto cual es la certificación del Dr. Peralta, autoridad tanto a nivel regional como nacional e internacional, acerca del sonambulismo de mi defendida y de como en dicho estado se puede realizar una acción tan compleja como la descrita. Lo que quiero resaltar es que yo he presentado este hecho como una hipótesis, en contraste con la de la fiscalía, la cual sin ninguna prueba la presenta como un hecho cierto. Para la defensa es básicamente una disquisición mental, una fantasía, sin ninguna prueba. Quizás el único asidero de la hipótesis del fiscal consiste exclusivamente en que mi defendida acepta que cuando bajó a disminuirle sonido al equipo, en estado de sonambulismo o plenamente normal, se encontró con el cadáver de su esposo y en un acto irreflexivo optó por arrojarlo al caño, y de ahí se está aferrando la fiscalía para imputarle a Esther que fue ella quien lo asesinó, pero yo afirmo que esa no es una causa suficiente. Mi defendida ha aceptado que al verse ante esa terrible realidad y la profunda confusión que ello le produjo tomó esa absurda decisión la cual ella es la primera en lamentar y esta dispuesta a pagar por ello, por lo que se ha declarado culpable y no es mi papel defenderla por tal hecho, y mas bien la felicito por su honestidad y honradez al ahorrarle esfuerzo a este tribunal, ya que tampoco existe prueba alguna al respecto y de no ser por dicha confesión este caso se hubiese complicado el doble de lo que esta. Pero, su señoría, con la misma honradez que confesó lo anterior, se declaró inocente por la muerte de su esposo y yo quiero reiterar con absoluta vehemencia que Esther no es la homicida, como quiere hacerlo aparecer la Fiscalía, estando en pleno estado de normalidad, sin aportar prueba contundente alguna. Su señoría y señores miembros del jurado - prosiguió la abogada defensora - ya que de hipótesis estamos hablando permítanme formularles la siguiente, para lo cual adjunto una fotografía de la casa donde sucedieron los hechos. Como se puede apreciar (aquí proyecta sobre una pequeña pantalla una diapositiva con la casa)

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consta de dos plantas, en la primera está exclusivamente la sala, un cuarto adjunto utilizado por Hernando como biblioteca donde tenía el equipo, y la cocina. Las alcobas quedan en la segunda planta. Se ve claramente como tanto la sala como la biblioteca, donde sucedieron los hechos, quedan perfectamente visibles desde el andén por donde pasa la gente. Las cortinas no obstruyen la visibilidad por cuanto es muy típico de los caleños, debido al clima, abrirlas para que entre la brisa fresca de la noche sobre todo si se está libando y también la luz de las bombillas internas reflejan a las personas que están adentro. Así las cosas, pudo perfectamente haber sucedido que algún maleante cruzase a esas horas y al observar hacia aquella casa le llamase la atención ver que un señor se encontraba ahí solo y ebrio y por ende viera ahí una oportunidad de robar, por lo cual decidió observar con mayor detenimiento lo cual le era bastante sencillo si tenemos en cuenta lo solitario del sitio, y que al frente se encuentra una zona verde con árboles detrás de los cuales

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puede con toda tranquilidad ocultarse, como también desde el caño. Una vez confirmado sus sospechas se arrimó a la puerta de reja desde la cual se ve perfectamente el sitio donde estaba Hernando y ahí a la vista de Hernando valiéndose de alguna artimaña, y aprovechando su estado de ebriedad lo llama. En cuanto al celador, sabemos que no le importaba aquella casa, por tanto aún en caso de que haya visto aquello no intervino, al fin de cuentas no le pagaban. Hernando por su estado y también por su típica forma de razonar, en especial cuando estaba embriagado, no sopesa el peligro y se asoma a la puerta para atender el llamado del sujeto. Por su parte éste con su victima al frente y percibiendo su estado de indefensión procede a atracarlo. Hernando que esta obnubilado opone algo de resistencia pero rápidamente es dominado, puesto fuera de combate y muerto. Todo esto mientras sonaba la música del equipo. Mientras esto ocurría en el primer piso, en el segundo Esther y sus dos hijas dormían profundas en su alcoba herméticamente cerrada. Recordemos que esto lo dice la misma Esther, como una forma de poder conciliar el sueño ante aquella costumbre de Hernando. Ahora lo que aparece como algo inconsistente con la anterior argumentación es que aparentemente no hubo robo. ¿Qué robó? Sabemos, o por lo menos Esther no ha dicho que se le hayan llevado algo de la casa. Pero es que en esa casa y se puede hacer una inspección física, en ese primer piso no hay mas que los libros y el equipo de sonido en la biblioteca, los muebles en la sala y comedor y finalmente los utensilios de cocina, vale decir objetos sin mucho valor, o muy pesados, nada de lo cual le apeteció al delincuente, quién tampoco se arriesgó a subir a las alcobas del segundo piso, quizás un tanto asustado de ver aquel cuerpo tirado en el piso y se satisfizo con lo que encontró en el mismo como sería su reloj, anillo de grado y algún efectivo o tarjeta que llevase consigo; al fin de cuentas en nuestro medio se mata por cualquier cosa, y además hay que tener presente que este no fue un atraco

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premeditado o planeado, sino algo que se le presentó de improviso al maleante, quien ni corto ni perezoso no quiso perder la oportunidad. A favor de la anterior hipótesis esta el hecho de que las autoridades que hicieron el levantamiento del cadáver no le encontraron objeto alguno, como tampoco Esther recuerda si al momento de tirarlo al Cañaveralejo tenía su reloj y anillo. Ella asevera que obviamente Hernando usaba un reloj de pulso marca Citizen y su anillo de grado, pero que en su confusión momentánea no puede asegurar si, o no lo tenía cuando lo arrojó al arroyo. A los pocos momentos de que esto sucedió, Esther en su sueño profundo y en estado de sonambulismo, bajó por un impulso natural a realizar aquella acción, la cual había efectuado innumerables veces en su estado de vigilia, y tropezó con el cuerpo de Hernando que yacía extendido en mitad de la sala y ese obstáculo hizo que despertara de su sueño letárgico y se viera al lado del cadáver de su cónyuge, lo que la hizo entrar en un estado de confusión mental que se le ocurrió lo para ella más fácil como fue esa determinación que tomó; recordemos que Esther es una mujer con una personalidad asocial, que aún en estado normal opta por unas decisiones poco convencionales. Señores del jurado y señor juez de esta Corte- prosiguió la abogada Pantoja- es claro que sobre lo expuesto no tengo pruebas determinantes, no es de mi talante tratar de engañarme a mi misma o alguien más; pero como todo lo que se ha expuesto en este juicio hasta ahora, empezando por la acusación de la Fiscalía, aunque ésta no lo reconozca, descansa sobre hipótesis he ahí la mía. No tiene soportes concluyentes, pero si algunos indicios muy reveladores. Por ejemplo: Esther ha dicho que Hernando si usaba un reloj costoso y su anillo de grado, por los cuales en Colombia, se atraca todos los días. Lo que no recuerda es si los llevaba consigo cuando ella arrojo el cuerpo al Cañaveralejo. Entonces aquí surgen dos interrogantes: Ella se los quitó y los guardó, o los vendió o los empeñó. Pero, y aquí esta dentro de la audiencia varios miembros de la Comisaría 18, entre ellos el inspector

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Guillermo Bedoya, quien es el que estuvo al frente de este caso, y revisó la casa meticulosamente en busca del arma homicida poco después del suceso, pero también de cualquier otro objeto sospechoso, como evidentemente sería el ver un reloj y anillo de hombre, en una casa donde todos sus demás integrantes son mujeres, con resultado negativo. El otro interrogante es: Podría ser que Esther arrojó el cuerpo al arroyo con dichas prendas y mientras estuvo en el arroyo alguien se las robó, como ocurre en otros casos de muertes callejeras. Pero aquí ello no parece viable por la profundidad del arroyo, donde difícilmente se puede bajar, también porque el cuerpo había estado en el arroyo en unas horas nocturnas en las cuales difícilmente sería visible por alguien y el cadáver es visto a primera hora del día por unos transeúntes desde el nivel de la vía, arriba del lecho donde yacía el cuerpo y de allí en adelante estuvo vigilado por la gente que se arremolinaba, y nadie bajó, porque no es fácil y la policía llega a las ocho. Nadie se atreve a bajar hasta el lecho. No es sino observar como corre de encañonado el arroyo por ese lecho. Quedaría únicamente la posibilidad de que alguno de los acompañantes del Inspector Bedoya, quien fue el primero que llegó hasta el cuerpo lo hubiese hecho, lo cual según el Inspector es descartable totalmente. Aquí está el Inspector para que lo interroguen al respecto, si lo juzgan conveniente. Honorables miembros del Jurado, otro indicio importante, es el objeto con el cual lo golpean contundentemente en la cabeza, el cual sin duda alguna es un objeto de madera, pues los vestigios del mismo se encontraron claramente en la necropsia. Pues bien, éste no se encuentra por parte alguna, no obstante los esfuerzos del Inspector con toda una cuadrilla de colaboradores, entre ellos el detective Ángel Torres, también aquí presente, quienes ya llevan dos intentos fallidos al respecto. Si Esther hubiese sido la asesina y luego de cometido del delito quisiese desprenderse del arma homicida, lo habría arrojado por los alrededores, tirado al arroyo o escondido en casa. En todo caso no se habría aventurado

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llevarlo lejos de su casa. ¡Que tal ella a esas horas deambulando por lugares alejados con un palo en la mano !. Sería absurdo. En cambio un atracador, seguramente un delincuente ya veterano en esas lides si puede hacerlo pasando desapercibido. Entonces, ¿donde están el reloj, el anillo de grado y el travesaño de la puerta?. Exclamó la abogada Pantoja en tono suplicante. Pues mi intuición me dice que deben estar en manos de uno de esos delincuentes que viven seguramente en ese barrio cercano llamado Siloé, y que a altas horas de la noche, empiezan a merodear por los barrios cercanos como es el de la víctima, el travesaño de madera debió haber sido depositado en esos contenedores repletos de basura que permanecen al aire libre a la entrada principal de dicho barrio, en su plaza de mercado. Hasta aquí esta hipótesis de la defensa. El juicio siguió su desarrollo, las partes continuaron argumentando y presentando pruebas y testigos para aseverar cada uno su punto de vista. La fiscalía insistió en la absoluta culpabilidad de la acusada; argumentó muy vehementemente en que lo del trastorno mental atribuido a la acusada llámese: sonambulismo, doble personalidad, sueño letárgico, etc., no era mas que un pretexto montado habilidosamente por la defensa y la acusada para tratar de atenuar la realidad descarnada de aquel crimen. Para la fiscalía, la eliminación de Hernando era para Esther, con su proverbial estrechez de pensamiento, la única solución ante su negativa de marcharse pacíficamente e insistir en la venta de la casa. La prueba madre esgrimida para demostrar que Esther era culpable apuntaba siempre hacia su personalidad violenta, para lo cual y, además del interrogatorio a que la había sometido, hizo comparecer y declarar ante el jurado a la Dra. Laura Restrepo, al igual que hizo oír del jurado el casette con las declaraciones que había hecho esta psicóloga para el inspector Bedoya, en el cual están incluidas las del Contralor de la empresa donde había laborado por mas de diez años Hernando Martínez y donde también

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se cuestiona gravemente la conducta social de Esther. Inclusive y con previo consentimiento del señor Juez, una vez terminado de escuchar el casette, la Fiscalía volvió a interrogar a Esther aduciendo para ello la necesidad de aclarar algunas dudas, para mayor información del jurado. A lo cual, por supuesto, se opuso tenazmente la defensa, pero el juez accedió. Las preguntas fueron del siguiente tenor para desdicha de la doctora Pantoja que se contorsionaba en su asiento. Señora Esther ¿que sentía Usted cada vez que su esposo la humillaba, sacándole a relucir su origen tan humilde?. El me hacía sentir menos que nada. Fue la respuesta lacónica de Esther. Señora, ¿ es cierto que Usted le suspendió y prohibió a sus dos hijas hacerle y/o darle algún alimento a don Hernando en casa?. No obstante las protestas de la defensa, la acusada tuvo que contestar finalmente que si, pero que ello se debía a la precaria situación económica y a que Hernando no estaba aportando para la comida, y a ella le estaba tocando sola el mantenimiento del hogar. Señora, ¿ le conoció o sospechó que Hernando, durante sus quince años de unión tuviese otra mujer o amante? . No, contestó la acusada. Aquí aprovechó la Fiscalía para recalcar que no se estaba ante un caso de posible crimen pasional o por celos, lo cual inconscientemente pudiese haber obrado en Esther como justificación o atenuante para su actuación. No aparecía este factor por parte alguna y allí recalcó lo que mas pudo la fiscalía para mostrar a Hernando como un individuo hasta cierto punto buen esposo, buen padre y sobre todo responsable. ¿ A que individuo, en este País, luego de mas de quince años de vida conjunta la esposa no le conoce otra mujer ? Además de lo anterior, lo que aparecía cada vez mas diáfanamente en medio de todo esto, era el de la violencia y maltrato, pero, en este punto del juicio ya se veía que no era exclusivamente

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de Hernando hacia Esther sino igualmente de ésta hacia aquel. Se podría decir por cualquier observador imparcial que la Fiscalía había logrado demostrar que Esther era violenta así como la defensa lo había hecho respecto a Hernando. Quedaba igualmente claro de todo aquel juicio que ambos eran seres básicamente maltratadores o violentos, cada cual a su manera. E igualmente se deducía que ambos habían sido personas muy golpeadas y criados en ambientes muy hostiles. La fiscalía, en el único punto que mostró cierta benevolencia fue en el relativo a no hacer comparecer ante el tribunal a las dos hijas, no obstante que Esther no se opuso en absoluto y mas bien deseaba que ello se produjera. Pero si las interrogó por aparte, y ellas le confirmaron entre otras cosas, que la puerta principal si se aseguraba por dentro con un travesaño de madera, así como lo del reloj y el anillo. Cuando el Fiscal les indago privadamente acerca del por qué no manifestaron ningún sentimiento cuando se enteraron de la muerte de su padre y en general, ni antes ni después parecieran mostrar interés o afecto por éste. Ellas respondieron en el sentido de que si querían a su padre, pero viendo aquellos enfrentamientos permanentes francamente no sabían como actuar y optaban por quedarse como mudas. Realmente se mantenían muy confundidas y acudían a su madre mas que a su padre, como por instinto natural de sexo, pero de ninguna manera por odio hacia su padre. Aunque advirtieron que si notaban muy alejado a éste de ellas. También la Fiscalía llamó a otros testigos valiosos como eran algunos de los compañeros(as) de trabajo de Esther, quienes concordaron en describir su carácter como violento, dijeron que cuando discutía lo hacía como un toro, no porque fuera del signo “Taurus” sino porque cuando lo hacía embestía como ese cuadrúpedo con los «ojos cerrados» y para adelante. Todos ellos coincidieron en que fuera de aquel defecto, es decir, que al conversar con ella parecía no escuchar, y de que daba la impresión de sentirse superior, la

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consideraban como una mujer muy trabajadora, era como una hormiguita, por su laboriosidad en el mismo. La fiscalía, finalmente demostró, lo que en resumen podría ser que: no desconocía que existía el sonambulismo y que durante el mismo se puedan realizar actos con una precisión impresionante, y todas las otras características expuestas por el doctor Peralta, de cuya autoridad en la materia no dudaba, pero en lo que no cabía duda era en que en tal estado no se puede interactuar con los demás, pues estos enfermos suelen despertar al contacto con otro o con una fuerza extraña. Por consiguiente era a todas luces imposible que Esther en dicho estado hubiese podido entablar una lucha con Hernando y mantenerse en la misma bajo dicho estado. Desechó por completo la hipótesis de la defensa, refutándola punto por punto y atribuyéndola exclusivamente a la imaginación desbordada de la defensa. Finalmente otro argumento esgrimido por la fiscalía, ya no basado en testigos, como los anteriores, sino de carácter filosófico y concerniente a la jurisprudencia criminalística, se refería a la culpabilidad o no de un individuo que comete un crimen y luego se apela al argumento del «no sabía o no era consciente» para demostrar su inocencia. El abogado de la fiscalía demostró que históricamente ha sido probado que tal excusa no es válida para exonerar de culpa a un acusado de un crimen. Incluso llegó hasta traer a colación el conocido ejemplo literario de la tragedia griega “ Edipo Rey”, cuyo argumento básico consiste precisamente en dilucidar este asunto, es decir si se puede diluir la responsabilidad de una persona con el argumento de “ no sabía o no era consciente”. Una vez agotados los argumentos de una y otra parte, se dio por terminado el juicio y el señor juez declaró cerrado el caso convocando para el siguiente día a fin de dar a conocer el veredicto. Todos de pié, anunció el secretario, preside esta sesión el juez Alberto Mendoza, se va a dar el veredicto.

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El juez preguntó al jurado: ¿ Han llegado a alguna conclusión? Si su señoría, respondió el presidente, quien le entrego el resultado al juez, el cual luego de verificar con detenimiento su texto dijo: El fallo o veredicto del jurado ha sido declarar culpable a la señora Esther Losada por el delito de encubrimiento del crimen al arrojarlo al arroyo premeditadamente, aunque se le declara inocente por la ejecución del mismo, ya que durante el juicio no se allegaron pruebas contundentes, quedando en consecuencia abiertas las posibilidades para si en el futuro aquellas se presentan se pueda reabrir el caso. Y como es mi obligación imponer una sentencia a tal veredicto, determino que sea, ateniéndome a todas las circunstancias, la de reclusión, por cuatro años. Cabe aclarar que la sentencia para estos casos, según el código respectivo, oscila entre los dos y los diez años , es decir que el juez había proferido una relativamente benévola. Agregó que durante la misma en un establecimiento especial para reos con problemas mentales la señora Esther tendría un período de rehabilitación psicológica, a la cual deberán asistir sus dos hijas, es decir no individualmente sino conjuntamente con las dos menores . De ninguna manera, argumentó el Juez Mendoza, habrá una reclusión carcelaria común donde se enferme más. Tampoco se dejará a las adolescentes al cuidado del hermano mayor de Esther, quién entre otras cosas se constató no estaba en condiciones de hacerlo. Tampoco, como sería lo normal, con las familias, pues la de Esther, se averiguo, seguía en esa situación de precariedad absoluta, agravada con el padre y la madre ya más viejos y con los demás hijos, o sea los hermanos de Esther, todos ellos en uniones libres y unas vidas muy similares a sus padres. Por parte de Hernando solo estaba su hermano Alberto, el cual si bien gozaba de una mayor comodidad, sin embargo su esposa se opuso a llevarse las dos adolescentes para su hogar. Así las cosas no había otra alternativa que entregar estas dos

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niñas al Bienestar Familiar( ICBF) Luego de esta sentencia el juez se dirigió a su oficina y de ahí paso a un restaurante donde lo esperaban varios colegas con quienes solía almorzar. En dicho almuerzo el tema obligado fue sobre el caso de los esposos Martínez-Losada: El juez Mendoza resumió así ante sus camaradas la sentencia que acababa de dictar: Es evidente que lo que allí presenciamos fue el malogramiento de cuatro vidas; una de ellas sin remedio alguno, y otras tres que deberán absorber todo el impacto negativo de esta terrible tragedia. Preocupaba especialmente la de las dos adolescentes y por eso fue obvio, para mí, que no podía quedarme en el solo dictamen de una sentencia, sin mostrar algún otro interés en el asunto, sino que debía hacer lo que estuviera a mi alcance para tratar de contrarrestar la influencia perversa de este episodio en sus vidas. Por eso fue que decidí que el Estado, a través del ICBF, debía hacerse cargo de las adolescentes, pero también ellas mismas deberán hacer un gran esfuerzo individual para liberarse de los efectos perniciosos de esta experiencia y así contrarrestar poco a poco esta circunstancia malhadada que les ha deparado la vida. También el juez Mendoza hizo el siguiente comentario anecdótico: La vida de la pareja Martínez-Losada que cual un film de suspenso y misterio he presenciado, a través de las sucesivas sesiones, es otro ejemplo patético de lo que esta sucediendo en esta sociedad, desafortunadamente con inusitada frecuencia. Una pareja de adultos que luchando a brazo partido logran cada cual a su modo abrirse camino en el campo laboral, y luego de conocerse a vuelo de pájaro resuelven unirse para vivir en común, en un esfuerzo por llevar una vida normal. Pero ambos con un gran lastre de experiencias negativas familiares, con gran cúmulo de privaciones y resentimientos producto de hogares maltrechos donde los padres eran no solo ignorantes sino también indolentes. Y cuando producto de esa vida en común, vienen hijos, tratan en lo posible de adaptarse a esa nueva condición, vale decir, de

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formar un hogar normal, de ser padre y madre responsable, no obstante su inmadurez e ignorancia al respecto. A pesar de dichas buenas intenciones, ese cúmulo de carga negativa que llevan ambos en su inconsciente sin resolver y que es una de las causas de su personalidad asocial o disocial, la cual se manifiesta especialmente cuando en la vida de pareja se les viene encima los momentos difíciles en los que realmente se pone a prueba la consistencia y temple de la persona, su fuerza de voluntad, su comprensión, su capacidad de soportar las arremetidas del destino, como por ejemplo, cuando se quedan sin empleo, o les viene una enfermedad grave; ahí dicha personalidad enfermiza hace metástasis y cual si fuera una revelación del cielo «descubren» que no estaban capacitados para una vida de familia, de hogar. Su unión, descubren, había sido ante todo una necesidad biológica y económica. Pero nunca se plantearon sus creencias o valores espirituales. Sus valores individuales no van más allá de lo que tienen al frente, estas personas presentan esa característica de ser muy cortas de miras, su capacidad analítica esta circunscrita a lo más inmediato. En síntesis- prosiguió el juez- se unen dos personas que padecen, cada cual a su manera, lo que en psiquiatría se denomina un trastorno mental. Ninguno le pone atención a su disfunción y van por el mundo abriéndose camino a como dé lugar. No son conscientes de la misma y por ende va agravándose esta disfunción. Ante el afán que les impone la sociedad con su efecto de «demostración» se involucran en una serie de obligaciones económicas que les impide preocuparse por su, a veces, extraña forma de analizar y prever los resultados de sus acciones y nada de esto les induce a consultar con un especialista en la materia como bien podría ser un psicólogo o psiquiatra. Y así enredados en esa cotidianidad va pasando el tiempo durante el cual van creciendo sus dos hijas bajo su influjo, que si bien y mientras ambos trabajaban les proporcionaban todo lo material, igualmente les impregnan su personalidad asocial. Afortunadamente no tuvieron

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sino dos hijas, y mal que bien, ahora cuando su padre ha muerto quedan en edades en las cuales pueden valerse por sí mismas, pero y como lo mencioné antes, si a estas dos jóvenes no se les brinda ayuda ahora, y ellas mismas no reaccionan positivamente, sacudiéndose de alguna forma de lo que acaban de presenciar, su futura vida y la de sus hijos, será una perpetuación de la que les tocó a ellos. Así como para aquellos fueron las de sus respectivos padres. Por ello dispuse brindarles por el estado una terapia psíquica. Pero, Mendoza, interpelo uno de sus contertulios, no como la ofrecida en la empresa donde trabaja la Sra. Esther. En efecto prosiguió el juez Mendoza. Seguramente la psicóloga Restrepo es una profesional eficaz, pero las circunstancias de horario y cantidad de pacientes que debe atender en esa empresa no le permiten ejercer adecuadamente. Ya lo testimonió la doctora Restrepo cuando dijo que no solo atendía al personal de dicha empresa por sus asuntos de orientación psicológica, sino que también ejercía como evaluadora del personal que ingresaba. En dichas condiciones lo mas probable es que un terapeuta no pueda hacer más que dedicarle a cada paciente una hora semanal máximo, lo que como en el caso de la pareja que nos ocupa se ha demostrado, fue del todo insuficiente. ¿Para qué le sirvió, o le ha servido a Esther hasta el momento, las consultas psicológicas con la doctora Restrepo, ? Ateniéndonos a los hechos, a lo que hemos juzgado y a este desenlace tan funesto, forzoso es decir que bien poco o nada. Ella acepta en varias partes de su declaración, que después de varias sesiones con ellos, no conseguía ni de lejos, que se concientizaran y empezaran por admitir su disfunción mental, lo que para ella era requisito sine quan-nom, para acometer la verdadera terapia, según lo estipulan las normas elementales de la ciencia psiquiátrica. Aquí, a mi juicio, basándome lo mas ajustadamente posible a lo expresado por la misma psicóloga, me atrevo a decir que se parte

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de la premisa errónea de que se dispone de todo el tiempo y de que el transcurrir del mismo era una ganancia en el propósito de lograr la concientización de los pacientes, sucediendo lo contrario en la realidad; aquí el tiempo fue un factor que obró de forma negativa. Y el juez Mendoza seguramente animado porque sus escuchas no perdían palabra de lo que decía, ensayó adentrarse en esa ciencia de la psiquiatría así: “Sabemos que en la ciencia psiquiátrica, como en muchas ramas del saber se manejan conceptos muy ortodoxos, tal como, por ejemplo el sostenido por algunos psiquiatras en el sentido de que éste no debe involucrarse a fondo con el paciente, que el terapeuta debe dejar tan solo que el paciente exponga sus pensamientos y él únicamente lo escucha sin inmiscuirse con él”. Sin entrar a polemizar sobre estos principios y otros que muchos profesionales adoptan al pie de la letra y aplican de forma rígida, yo no veo en ellos mas que simples normas de carácter general y de ninguna manera como camisas de fuerza lo cual puede traer resultados funestos. Para el que nos ocupa, vale la pena observar que analizando un poco mas a fondo la personalidad de estos dos individuos, considero que era bien difícil el que ellos aceptaran tener algún trastorno mental, quizás muy posteriormente pero en el entretanto habría que tomar medidas específicas con ellos, sin esperar aquello. ¿Por qué planteo lo anterior? Porque como lo dije antes, al profundizar un tanto en la vida de estas dos personas, uno debe darse cuenta que desde su punto de vista interno, Hernando así mismo, se debía considerar como un individuo exitoso y en realidad no le faltaba cierta razón, pues había logrado a su manera obtener algunos logros, por ejemplo, fue un ejecutivo en una empresa importante, durante la mayor parte de su vida laboral, habiendo partido de cero, como se deduce de su historia, y manejaba con habilidad una determinada técnica profesional. Por su parte Esther también, y hasta con mayor razón, tenía

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grandes motivos para autoevaluarse como una ganadora, en su vida profesional. ¿ Acaso no había conseguido salir de aquella extrema pobreza de su hogar?. ¿ No es una mujer de éxito al tener un buen trabajo e ingreso superior al normal ?. ¿No vive con relativa comodidad, en relación con su vida de soltera en el hogar de sus padres?. ¿E inclusive, hasta que llegó al juicio, acariciaba la idea de mejorar más su comodidad o status?.Muchas personas le dicen que es una mujer bella. Con tales visiones interiores es bien difícil haberles hecho concientizar de que tienen un trastorno mental. Así las cosas, era a mi entender, una labor larga y dispendiosa la que se pretendía con estos dos pacientes y no quiero decir que no fuese la adecuada, sino que mi crítica se dirige a la prioridad que se le pretendió dar, según dice la doctora Restrepo, como« requisito » para poder iniciar el verdadero tratamiento. Aquí hay una grave falencia porque la verdad es que ello no funciona así en la realidad, y este caso es una prueba palmaria de ello. En mi opinión la doctora Restrepo o cualquiera que hubiese sido el terapeuta debía haberse ideado otros métodos o tomado algunas medidas inmediatas para el trato con estos pacientes. No podía partir de la base que tenía todo el tiempo disponible. Definitivamente, en mi opinión, los siquiatras y sicólogos deben involucrasen con sus pacientes, por ejemplo la Dra. Restrepo debió, de alguna forma y desde el principio romper aquel circulo perverso de Esther y Hernando, de no ver en su separación sino lo concerniente a los bienes, haciendo caso omiso de lo demás, inclusive de sus propios hijos. Por declaraciones de algunos testigos y paradójicamente también por los de la misma psicóloga se infiere que ésta no estaba consciente, o al menos no lo demostraba, que aquellas pocas sesiones que había realizado con Hernando hasta antes de su muerte, le habían hasta el momento producido más malestar que bienestar. En efecto, desde el punto de vista de Hernando, la psicóloga parecía estar aliada con Esther al tratar de hacerlo

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aparecer abierta o soslayadamente como el culpable de aquella situación. Para Hernando, según se desprende de la declaración de su hermano Alberto aquellas sesiones de terapia solo buscaban endilgarle a él lo malo de aquella unión. Para él todo aquello, incluyendo la terapia( al fin de cuentas se la había conseguido Esther) no era más que un montaje de Esther tendiente a alejarlo, a que abandonara el hogar al cual le estaba causando tanto perjuicio. Era un hecho que Esther con su característica visión tan limitada consideraba a Hernando ya como un hombre acabado debido a su prolongado desempleo y a su edad avanzada. Esto lo digo basado en el comentario de su hermano al Inspector Bedoya, donde le dijo que Hernando le manifestaba insistentemente como Esther quería hacerlo aparecer ante la psicóloga como si estuviera fuera de sí, como loco, y ésta no hacía algo por contrarrestar aquella tendencia. Así por ejemplo, cuando se hablaba de su prolongado desempleo, Esther le reclamaba delante de la doctora, que cómo era posible que con tanto tiempo vacante ya no se hubiera puesto a vender cosas por ahí, e inclusive le sugirió poner un puesto de venta de arepas, empanadas o cosas así por el estilo. Ahí, Hernando veía una típica retaliación de Esther hacia él. Esa era la percepción de Hernando. Ante lo cual la terapeuta no hacía algo por contrarrestarlo. Esther lo que quería era, ahora que podía, hacerlo sentir menos que nada, tal como él la hizo sentir antes a ella, así son estas personas con esa disfunción. En consecuencia la idea que se había formado Hernando de aquellas sesiones, hasta el momento de su desaparición, no era nada alentadora, pero fue una realidad en la cual debiera reflexionar mucho la doctora Restrepo y en general los psicólogos. ¿Por qué de aquello? Es algo en lo que yo no voy a dar juicios. ¿Tenía razón la psicóloga en dejarlo sentir así? Ó ¿Era un sentimiento totalmente imaginario de Hernando? ¿ La misma psicóloga, inconscientemente,se sentía indispuesta hacia

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él al tener que atenderlo, sin tener derecho a ello y en detrimento de sus propios pacientes?. Todas estas son preguntas que quedan sin respuesta. Pero lo que si considero pertinente afirmar, una vez más, es que con esa imagen que tenía Hernando de aquella terapia y la que él guardaba de sí mismo, lejos estaba el momento en que admitiera su personalidad asocial. Principios generales como: “para empezar un tratamiento psíquico, es requisito básico que el paciente admita su trastorno mental.” Esto que teóricamente puede ser inobjetable, si en la práctica se aplica estrictamente puede conducir a una total inoperancia de la terapia como en el presente caso donde, los pacientes no están en condiciones de admitirlo. Recordemos nuevamente que él reivindicaba para si el hecho de haber sido casi un delincuente en su juventud y por su propio esfuerzo y tenacidad había llegado a ser lo que era: un técnico bien remunerado en una empresa de alto nivel; esto que a los ojos de los demás podría pasar desapercibido para él era un triunfo impecable de su espíritu, algo grandioso, algo que lo obnubilaba y no lo dejaba ver el resto. En consecuencia, a manera de conclusión, dijo el juez: En el campo de la psiquiatría no cabe una actuación como la del dentista, o inclusive la del mismo médico, un poco a distancia y concentrados en el órgano enfermo; en estos casos hay que mirar al paciente bajo todos los aspectos y hacerle sentir sus aristas positivas, mostrándoles a cada momento que poseen cualidades de gran valor, lo que en la mayoría de los casos se da, y concretamente en el caso que nos ocupa se presenta con toda claridad. Solo que aquí, y por eso hay que disculpar un tanto a la doctora Laura Restrepo, sus condiciones de trabajo no le permitieron cumplir con su deber tal como debe ser. Ella es una empleada de una empresa y debe sujetarse ante todo a las condiciones que le exige la misma, no está en sus manos cambiarlas. FIN.

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EL CASO DE MANUEL SANTA

MIGUEL A. BETANCUR

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ÍNDICE Capítulos

Página

I.

EL TIEMPO

187

II.

UNA VISITA

198

III.

UN VIAJE

215

IV.

LIBRE ALBEDRIO

240

185


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I. El Tiempo

I. EL TIEMPO La sensación de que el tiempo corre a velocidades diferentes en la niñez o en la adultez de una persona es un hecho que todo el mundo acepta, pero que hasta los sesenta años sea extremadamente lento y tedioso y solo después de dicha edad se acelere su velocidad como en la adultez, es poco común, y esto es precisamente lo que le ocurrió a Manuel Santa, quien ya tenía setenta años y la verdad es que hasta los sesenta su vida fue tan fútil e insulsa que bien podría decirse que apenas si tenía conciencia de sí mismo y de lo que lo rodeaba, es decir de la tierra en que vivía y del universo, a raíz de lo cual su tiempo se le tornaba tan lento como el de la niñez o el de quien espera ansioso a alguien o algo. Sin propósito alguno que lo guiara en su vida, laborando siempre en oficios y ambientes que no lograba asimilar adecuadamente sin interesarse, aparentemente, por encontrarle arreglo a tales situaciones,le acarreaban constantemente el calificativo de deficiente y descartado en sus diferentes ocupaciones. Por eso en la mayoría de ellas lo despedían al cabo de uno o dos años. El cómo pasó algo así como veinticinco años desempeñando esas labores se explica porque siempre estaba pasando de uno a otro empleo, con la esperanza de que en ese otro la situación cambiara, pero eso no era más que una falsa ilusión. Fuera del trabajo, es decir de su rutina diaria, esa, si cabe, era aún más insulsa, porque no hacía tampoco, aparentemente, cosa alguna que le ayudara a salir de esa mediocridad; todo ese tiempo era absorbido en cosas baladíes o en estar repartiendo sus Hojas de vida para otro empleo. (Se utiliza tanto en este párrafo como en el anterior, la palabra “aparentemente” porque como se discutirá en este escrito, podría ser una condición innata de Manuel, algo inherente a su personalidad sobre lo cual no tenía control). El tiempo le parecía tan lento, que lo mantenía observando el reloj desde que entraba al trabajo hasta las 6 de la tarde, lo que consideraba

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una eternidad y se venía a constituir en su mayor preocupación diaria, solo atenuada en la medida en que el reloj se iba acercando a esa hora y tan pronto se cumplía salía de su cubículo disparado, lo que servía a sus jefes para comentar sarcásticamente que: “Manuel parecía el típico empleado público, aunque trabajase en una empresa privada” De lo poco que puede rescatarse de Manuel de esa vida tan simple fue lo de haberse acercado, durante su juventud, así fuera temporal y superficialmente, a personas que por aquella época estaban de moda dedicadas a enseñar las teorías de Marx, Lenin, Mao y las experiencias que estaba mostrando, especialmente para América latina, el desarrollo de la revolución Cubana, por ese tiempo muy novedosa. No obstante esto que bien podría haber sido una fuente de enseñanza para él, debido a su ligereza mental, al no profundizar en aquellas enseñanzas que recibía, simplemente satisfaciéndose con lo que oía, repitiéndolas memorísticamente, sin entender jamás que todo aquello debía contextualizarse y asimilar su esencia cuál era el análisis de la situación concreta en la cual fueron concebidas, poco le sirvieron. Para Manuel todo lo que le enseñaban lo tomaba como una verdad de a puño a raíz de su escasa capacidad de análisis intelectual que poseía, de ahí que dichas enseñanzas casi nada le sirvieron para darle un sentido vital a su existencia, aunque, como se dijo antes, fue de lo poco rescatable de su juventud puesto que le permitieron aliviarle un tanto, aquel oscurantismo en que había crecido, sobre todo en el campo religioso en el cual tenía unas ideas que francamente rayaban en lo absurdo, como por ejemplo creer en que existía un lugar preciso y físico en el universo donde estaba el cielo, el infierno y el purgatorio; que cuando comulgaba se tragaba físicamente el cuerpo de Cristo y así fue como una vez que comulgó y luego involuntariamente escupió, creyó que había arrojado el cuerpo de Cristo en un pantano, por eso se agachó y absorbió con su boca y lengua su propia saliva con todo el fango adjunto, lo cual le ocasionó una grave enfermedad renal que por poco lo despacha a uno de aquellos lugares en que él creía.

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Las esperanzas que pudieron tener quienes le impartieron aquellas doctrinas para que se volviera un hombre al servicio de una nueva sociedad, según ellos, rápidamente se esfumaron, porque Manuel en cuanto tuvo un trabajo ordinario, no volvió a pensar en eso; su ocupación diaria, así fuera en la forma como se ha señalado, lo alejó por completo de aquella que bien podría haber sido una buena influencia en su mediocre existencia. De su vida espiritual no se puede decir otra cosa sino que igualmente fue muy desafortunada pues al carecer de capacidad para expresar un sentimiento de amistad o amor, difícilmente lo podría encontrar en los demás y por eso generalmente permanecía solo, evitando relacionarse a fondo con alguno de sus compañeros, o compañeras, ya que cuando lo intentaba sentía una íntima imposibilidal para hacerlo, y esta condición, a su vez, le generaba una gran inseguridad que rápidamente hacía fracasar cualquier pretensión al respecto. En este breve escrito no se trata directamente de hacer un análisis psicológico o biológico de las causas de aquel comportamiento de Manuel, el cual entre otras cosas, no es un fenómeno extraño en nuestra sociedad, pero el lector si encontrará a lo largo del mismo atisbos o aproximaciones que le podrán informar sobre ello. Más bien el propósito es: ¿qué pasa a partir de que Manuel cumple los sesenta años y se pensiona, cuando, según él mismo, su vida se torna menos vacía y empieza a sentirse un ser más consciente?. A esa edad y gracias a sus múltiples trabajos, aquí y allá, logra obtener una modesta pensión, que para él siempre acostumbrado a vivir muy estrechamente, le permite finalmente prescindir de aquellas labores que se le habían convertido en una verdadera tortura. A partir de ahí, al dejar de desempeñar esos quehaceres, carentes de sentido para él, su vida tomó un nuevo rumbo, parecíole menos insulsa, pero al mismo tiempo empezó a observar como el tiempo otrora tan lento y tedioso, había empezado a correr tan rápidamente que lo que para él, internamente podría haberle significado algo así como uno o dos años de vida, cronológicamente habían sido diez, pues como se dijo antes ya su cédula le marcaba setenta años.

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Por eso Manuel, sorprendido por la forma como habían pasado estos últimos diez años, después de los sesenta,cuando finalmente se sentía un poco más tranquilo, que podía sacarle algo de disfrute a esa vida, que hasta ahora solo fastidio le había ofrecido, aprovecho un viaje que hizo con uno de sus hermanos, llamado Roberto, a la ciudad de Ibagué, con el objeto de visitar la familia de Eduardo, otro de sus hermanos, el mayor, a la sazón ya nonagenario y a quien rara vez había visto en toda su vida. ¿Cómo es esto del tiempo, Roberto, que ahora cuando puedo disfrutarlo, se me escapa, se me escabulle? “¡Ah, el tiempo! exclamó Roberto- quien era mayor que él y a quien consideraba más preparado- y moviendo la cabeza hacia adelante expresó: Todo el mundo percibe lo relativo del tiempo de acuerdo a las circunstancias en que se esté, así como también todos distinguen el tiempo cronológico, es decir el del reloj, almanaque etc.; pero no todos perciben el tiempo psicológico, vale decir el de la mente; y el tiempo biológico, el de nuestros órganos, de nuestras células, o sea el de nuestra fisiología. Todos somos conscientes que los años de nuestra infancia y juventud son mucho más largos que los de la adultez. Un año cuando estábamos en la escuela o colegio lo percibíamos como inmensamente lento y ya después de los treinta se va tornando más corto, hasta llegar a la vejez donde las hojas del almanaque se desprenden como las de un árbol en otoño. Para un anciano, tan pronto se empieza un nuevo año, con sorpresa se percata de cuán rápido está en la mitad o en el final del mismo. ¿Esta bien eso que dices, pero lo que te pregunto es, porque a mí no me ocurrió eso precisamente y únicamente después de los sesenta, es decir una vez pensionado, el tiempo me ha empezado a correr tan rápido y antes fue siempre tan lento? Déjame haber si por medio de estas explicaciones puedo aclararte lo que yo pienso al respecto, por supuesto con la ayuda de lo que he leído: Para mí el tiempo es un fenómeno muy complejo que se puede mirar de diferentes formas: Como te lo acabo de decir, considero que el que marca el reloj o el de nuestra edad, es el tiempo cronológico,

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éste es el que sirve de comparación con respecto a los otros dos que son el psicológico y el biológico. El tiempo del ser humano es una mezcla de esos tres. El psicológico es la percepción mental que tiene cada persona de la velocidad de su tiempo, lo cual a su vez proviene de las circunstancias que le corresponde vivir, todo lo cual con su carga positiva o negativa le impregnan una determinada vitalidad mental que le hacen sentir que el tiempo se le torne más rápido o más lento, y le marcan una determinada edad mental, la cual puede o no corresponder con su edad cronológica o biológica. Me explico: un individuo con una mente clara, con metas u objetivos de vida, pensamientos altruistas, abierta, receptiva, en constante innovación es un individuo que siente pasar su tiempo productivamente, agradablemente y siente que no le alcanza, es decir pasa rápidamente, en este sentido decimos que este individuo tiene una mente joven, por lo dinámica, así su edad sea muy avanzada; en caso contrario decimos que el individuo tiene una mente vieja, por lo estancada o anacrónica, así sea muy joven cronológicamente. ¿Me has entendido hasta acá ?. Si, contesto Manuel, continua. Ahora, el tiempo que llamamos biológico es el de nuestros órganos, el de la fisiología de cada individuo es decir de sus células. Por ejemplo, una persona por diferentes causas, sea de enfermedades o abusos, puede tener determinados órganos o todo él estar muy deteriorado, no obstante que su edad cronológica sea la de un joven, o al contrario tener una contextura biológica muy sana, fuerte, y una edad cronológica muy avanzada. Se argumenta por los estudiosos de estos asuntos que una mentalidad positiva con un tiempo psicológico corriendo rápidamente influye en la edad biológica, retrasando su deterioro normal, a no ser que se padezca una enfermedad degenerativa. Una persona con pensamientos altruistas, con un oficio que le agrade o en un entorno confortable, puede lograr que su deterioro físico normal vaya más despacio. Para este individuo un año cronológico bien puede representarle internamente algo así como únicamente unos pocos

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meses de su deterioro físico y si esta situación se mantiene por un lapso considerable llega a suceder que, por ejemplo, por cada diez años cronológicos trascurridos, para él internamente, biológicamente, hayan pasado únicamente, dos o tres, lo cual se refleja en sus órganos, en su físico. Por esto vemos frecuentemente que la edad cronológica de muchas personas no corresponde con su edad psicológica o biológica, en uno u otro sentido, y así algunas personas pueden aparentar menor o mayor edad que la que marca su cédula y no solo aparentar sino también sentirse. El escritor Indú Deepak Chopra afirma en su libro: “Cuerpos sin edad, Mente sin Tiempo”, que una persona puede perfectamente disminuirle a su edad cronológica aproximadamente quince años siguiendo unas prácticas que son básicamente el auto convencerse de ello, mediante la repetición diaria de una serie de afirmaciones tales como: “ Todos los días aumento mi capacidad mental y física. Tengo mi bioestato graduado en una edad sana de X (la edad del individuo) menos 15 años. Me veo y me siento de una edad de X-15 años”. Lógicamente agrega este famoso escritor no basta con repetir estas afirmaciones diariamente sino que también hay que complementarlas con una serie de acciones prácticas tanto físicas como mentales. Entre las primeras están las de hacer ejercicio, descansar adecuadamente, nutrir sanamente el cuerpo, eliminar las toxinas del organismo etc., y entre las segundas que para mí son las más importantes están la de cultivar la creatividad y flexibilidad mental, es decir mantener una mente joven y también la de practicar el amor en todas sus formas: amar es rejuvenecer. En todo caso-dijo Manuel- yo sí que he vivido ese tiempo psicológico tremendamente lento y tedioso el cual me imagino sería similar al de un preso, nada más que contando las horas y los días, pero con el agravante que lo mío se prolongó hasta los sesenta años, por lo que debí aumentar mi edad biológica, como tú la llamas, muy por encima de mi edad cronológica y ahora cuando empezaba a sentirme mejor mentalmente el tiempo se me escapa.

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Es correcto, dijo Roberto, veo que me he hecho entender: a consecuencia de lo que te ocurrió o que pensaste que te ocurría, tu tiempo biológico, tu deterioro físico, fue más rápido de lo normal. Efectivamente, dijo Manuel, cuando yo tenía cincuenta años todo el mundo me decía que parecía tener sesenta, sin embargo y como algo bien curioso, una vez que me pensioné y empecé a sentirme mejor, al parecer mi tiempo biológico se detuvo o empezó a correr más lento, porque ahora a los setenta, me dicen que no aparento sino sesenta e inclusive he osado decir que tengo cincuenta y ocho y me lo han creído, todo esto en el trascurso de unos seis años he logrado reversar mi edad biológica. Pero el costo que he debido pagar es el de la rapidez del tiempo psicológico, como tú lo llamas. Es una apreciación muy correcta de tu parte, veo que nos estamos entendiendo. Por supuesto hay muchísima literatura sobre este asunto del tiempo considerado en sí mismo y su influjo en nuestra vida que es el del que yo te estoy hablando, dijo Roberto, por ejemplo, otros autores hablan del reloj interno, la teoría de los relojes: el psicológico y el biológico, éste último estaría impreso, para unos, en cada célula de nuestro organismo, para otros en el sistema nervioso central y más recientemente, para otros en la molécula del ADN por medio de un lenguaje cifrado. Estos autores sostienen que el reloj biológico y el psicológico corren en sentido inverso, pero interactúan entre sí y aquí tenemos otra interpretación acerca del tiempo. En un joven, por ejemplo, dicen estos autores, como está en pleno crecimiento orgánico su tiempo biológico, el de sus órganos, sus células, va muy de prisa, un niño o joven cambia su físico de un año a otro de forma considerable, pero su tiempo psicológico va muy lento porque sus experiencias mentales son pocas y por ende un año es muy extenso. Otra explicación del porqué en la niñez y adolescencia el tiempo psicológico corre tan lento, según otros, es que ello se debe simplemente a la relación de la unidad de tiempo- un año- respecto a la vida total del individuo. Para uno que haya vivido diez año un año es

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relativamente mucho, la decima parte de su vida; en tanto que para otro que haya vivido cincuenta es menos significativo, tan solo la cincuentava parte, es decir para la primera es una parte representativa y para la segunda es mucho menos. Igualmente, creo yo, en los jóvenes ese anhelo de ser mayores, ese deseo de que el tiempo corra hace que paradójicamente el mismo se le alargue haciéndole sentir que el tiempo trascurriera muy lentamente, aunque su tiempo biológico esté yendo de prisa. Por otro lado, en el adulto su crecimiento orgánico es cero, un adulto cambia poco de un año a otro y a veces permanece casi igual físicamente por mucho tiempo, entonces se dice, que su reloj biológico es lento pero su reloj psicológico corre velozmente, porque tiene muchas vivencias o experiencias diarias. En general en el adulto su reloj psicológico va rápido porque normalmente vive más intensamente que cuando estaba niño o aún joven, los ejecutivos y en general las personas muy ocupadas se quejan de que el tiempo no les alcanza, lo que significa, que una semana se les va muy rápido, un día es un soplo. Y esta intensa actividad mental positiva hace que el deterioro biológico- físico- de la persona sea más lento. Naturalmente lo anterior se aplica siempre que su vivencia sea positiva, es decir que esté viviendo alegremente, con metas y objetivos altruistas, que no esté quieto o arrastrando un lastre de pensamientos negativos( v.gr. un preso), porque si así ocurre, su reloj psicológico se torna lento y su reloj biológico irá más rápido deteriorando su organismo más de lo normal. Ahora, en tu caso, Manuel, el tiempo mental o psicológico se te ha disparado después de los sesenta, debido a la placidez o agradabilidad con que estás viviendo luego de tantos años, según tú, de pura monotonía, pues ya dispones de una pensión, de un ingreso fijo mensual, sin esa presión diaria por conseguirlo, estas libre de muchas obligaciones, has criado a tus hijos, has resuelto tu situación económica, no tienes que cumplir un horario de trabajo y por eso tu deterioro físico se ha tornado más lento. Ahora, quienes llegan a esa edad, en la que tú estás, sin una pensión o ingresos fijos,

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es decir sin forma de tener una vida agradable, se revierte la situación anterior haciendo sus días largos y penosos y por ende precipitando su deterioro físico. Los expertos recomiendan que si un adulto mayor quiere disminuir el ritmo de su tiempo biológico, es decir de su deterioro físico, debe acelerar el reloj psicológico, acometiendo nuevas actividades, por ejemplo: aprendiendo otro idioma, ocupándose de algo, colocándose metas, etc. Se puede ver claro entonces el porqué a un preso, de cualquier edad, se le hace tan largo el tiempo psicológico: simplemente porque al no tener nada mas en que pensar sino en una idea fija, como el tiempo que le falta para cumplir su condena, su tiempo psicológico le corre muy lentamente y el biológico más rápido, porque esa idea clavada en su mente actúa igual que cuando uno espera a alguien, o cuando se está escuchando una conferencia, discurso o clase tediosa, ahí una hora le parece un día, y entonces su tiempo biológico va deprisa- no importa la edad cronológica-, porque su fisiología se está gastando más de lo normal, es decir una hora es un día y un día es como una semana y a ese mismo ritmo se deteriora su organismo, o sea, le está agregando años a su tiempo cronológico, por eso para un preso al cabo de varios años, o inclusive meses, su desgaste orgánico es superior al que marca su reloj cronológico, su cédula. Para resumirte Manuel esta teoría de los relojes, tal como yo la entiendo: Con el adulto mayor, que es tu caso, si bien como se ha dicho antes su reloj biológico es lento, porque su crecimiento es cero, es tanto más lento en cuanto va aumentando su edad hasta el punto de iniciar su retroceso o deterioro. Entonces la velocidad con que camine su reloj psicológico o mental le aumentara o disminuirá más que proporcionalmente su deterioro biológico, o sea, su deterioro físico: Si su mente se comporta creativa y flexiblemente, manteniéndola receptiva a todo lo que ocurre a su alrededor, podrá acelerar su reloj psicológico (ganarle tiempo al tiempo) y logrará atenuar y aún revertir el deterior biológico. En caso contrario coadyuvará a su deterioro, o sea, un adulto mayor con pensamientos negativos, e inactivo, hará

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que el psicológico vaya lento y acelerará su deterioro físico más que proporcional. Eso me ha ocurrido a mí con las nuevas experiencias que he acometido últimamente, sobre todo en el campo sentimental y que más adelante te contaré, dijo Manuel. Finalmente agregó Roberto: Ocurre también que algunos adultos mayores, cuando se pensionan o jubilan, cesan en todas sus demás actividades, entonces sus días se tornan monótonos, hacen una o dos cosas al día y no más, normalmente echan una siesta al mediodía y muy temprano van a la cama con lo cual cada día se les torna lento, así estarán retardando el reloj psicológico y acelerando su tiempo biológico, o sea, lo contrario de lo que te sucedió a ti Manuel, que una vez pensionado iniciaste una serie de actividades, me lo acabas de confirmar, que han mantenido tu mente ocupada. Con ello lograste atenuar tu reloj biológico y con éste tu deterioro físico. Así es, dijo Manuel. Puede verse entonces, prosiguió Roberto, que existe una gran correlación entre ese reloj biológico y el psicológico y lo que te ha ocurrido a ti durante esos sesenta años es una confirmación de la existencia de ese tiempo psicológico, pues esos sesenta años bien pudieron haberte parecido como ochenta y eso se reflejó en tu biología,¿ no es así?. Así es, contestó nuevamente Manuel. En todo caso hermano, replicó Roberto, lo que sí está claro, y esto es un consuelo para nosotros, es que casi todos estos estudiosos del asunto están de acuerdo en que envejecer es una situación que está estrechamente ligada con aptitudes personales o psicológicas: así por ejemplo vemos personas de setenta o más años en toda su plenitud intelectual y laboral, en tanto que personas de cincuenta o menos años se ven y se sienten como verdaderos ancianos sin posibilidad de trabajar. Cada día estos investigadores descubren nuevos resultados para prolongar la vida y especialmente su periodo productivo, en otras palabras actualmente se considera que la vejez es un fenómeno fisiológico contra el cual puede lucharse y lo están haciendo. La vejez cada vez se clasifica independientemente de la edad cronológica, y

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tiende mĂĄs bien a definirse como el momento en el cual el cerebro de la persona no responde a sus deseos, como cuando los miembros no responden a los impulsos del cerebro. Mientras el cerebro este funcionando normalmente y responda, una persona no deberĂ­a clasificarse como anciana que es sinĂłnimo de inutilidad, de alguien que no puede valerse por sĂ­ mismo.

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II. UNA VISITA Después de aquella instructiva conversación con su hermano Roberto sostenida mientras viajaban a la ciudad de Ibagué y luego, una vez llegados a la misma, Manuel tuvo la oportunidad, y ese era el objetivo de aquel viaje , de dialogar con Eduardo, el hermano mayor, que a la sazón tendría unos noventa años, diálogo que sería inversamente agradable respecto del sostenido con Roberto. Aquel lo había visto nacer y crecer y por ende podía contarle como había sido aquello de su infancia, de sus padres, sobre lo cual Manuel mantenía recuerdos muy oscuros, confusos y en todo caso no precisamente buenos y aunque sin saber exactamente el porqué él atribuía a esta circunstancia aquella su mediocre existencia. De este hermano, Manuel solo tenía una memoria vaga y gris, pues en su vida solo había intercambiado unas cuantas palabras con él poco afortunadas, sin embargo, ahora que Manuel podía y tenía tiempo viajó donde se encontraba Eduardo, lo busco con el ánimo de encontrar, quizás, alguna respuesta a aquella su vida tan fútil, tal vez pensando que podría ser la última vez que lo viera, e intuía que él podría darle alguna pista sobre su niñez y adolescencia. Manuel interiormente siempre había tenido muchas reparos sobre sus padres, siempre le habían parecido muy primitivos por cualquier lado que les mirase, tan es así, que cuando fueron muriendo, Manuel en el fondo sintió poca pena y hasta un poco de alivio, no obstante el absoluto desamparo en que quedaba, pues como se verá sus hermanos no eran personas que le fuesen a tender una mano, a pesar de que eran mayores y tenían sus hogares ya establecidos y Manuel era el menor y sin trabajo cuando estas muertes sucedieron. Aquí no se equivocó Manuel, Eduardo ya muy deteriorado en su salud, cuando lo vio y finalmente lo reconoció- porque la última vez que se habían visto no lo pudo hacer, y tuvo Roberto que recordárselo al decirle: “ Este es Manuel”- lo saludo, y con un ademán indiferente le dijo: ¿Manuel que gusto en verlo? ¿Que lo trae por acá? Bueno,

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para saludarlo y recordar un poco los viejos tiempos, aquellos de mi niñez, que Usted conoce bien. Hermano, dijo Eduardo, lo que yo tengo encerrado en mi mente, sobre esos tiempos, es como para escribir una novela. Se notaba de lejos que Eduardo era un ser que había vivido atrapado durante toda su vida por los pensamientos negativos. El lugar donde residía no solo reflejaba pobreza, sino especialmente demasiado desaseo. Estaba viviendo sus últimos años atrapado en un cerebro lleno de laberintos oscuros y tenebrosos, no otra cosa reflejaba aquel sitio. Bueno, dijo Manuel, empieza por contarme algo que yo, como hermano menor, nunca he podido entender de mi familia.¿ Por qué nunca hubo en aquella casa sentimientos de afecto entre ustedes, ni hacia mí particularmente por parte de ustedes los hermanos mayores, y lo que es más raro aún, de mi padre? ¿Pero, por qué me pones a hablar de eso? dijo Eduardo, mientras le salían algunas lagrimas de sus ojos ya extremadamente vidriosos. Eduardo, dijo Manuel, deberías contarnos todo eso ahora que me tienes a mí al frente, y también a Roberto a quien le interesa igualmente, para que al menos te desahogues un poco de esos pensamientos que aunque no lo admitas siempre los has mantenido presentes, pues me acabas de decir que lo que tienes en tu cabeza es como para escribir una novela; anda desahógate, además, podrías explicarnos de una vez porque tú siempre te mostrabas tan despectivo o despreciativo conmigo, y seguramente con los otros hermanos, si yo era un niño. ¿Por qué siendo Roberto y yo unos niños, ajenos por completo a todo cuanto pudiera estarte sucediendo sin embargo usted- Manuel a veces lo trata de Usted y otras de tú- nunca nos dio una voz de cariño, de aprecio o al menos de compasión? ¿ Por qué sucedía aquello tan raro en esa casa, cuéntanos ahora que estoy aquí y que como usted sabe quizá nunca más nos volvamos a ver, ya que desde que soy adulto, es decir desde hace unos cincuenta años esta es apenas como la segunda o tercera vez que dialogamos, entonces desahógate ahora porque lo más seguro es que no nos volvamos a

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ver?. No seas tan dramático, replicó Eduardo, pero la verdad es que esa etapa de mi vida fue tan triste que me dejó marcado para siempre. Exactamente, repuso Manuel, no quieres hablarnos de eso pero todo indica que has vivido tu larga existencia bajo el peso de esos recuerdos, quizás tus remordimientos por tus actitudes en ese tiempo nunca te han dejado en paz. Y la vida que tomaste al huir de aquella casa en cuanto pudiste, como huyendo de nosotros, parece una réplica de la que querías dejar atrás, ya que tu desafortunado matrimonio así lo demuestra. Pero, al menos, mi mujer nunca tuvo hijos de otro, dijo Eduardo, sintiéndose de inmediato arrepentido de haber dicho eso, quizás ese pensamiento lo mantenía a flor de piel y en esta ocasión brotó de inmediato. ¿Que quieres decir con eso? ¿Acaso mamá hizo eso? Recién me entero de ello oficialmente, aún cuando en mi pensamiento creo que siempre lo presentía. Pero, la verdad Eduardo es que usted por lo que se ve y he sabido siempre, no ha llevado una vida que digamos muy ejemplar, pues de los ocho o no sé cuántos hijos que tuviste, ya que hoy día solamente queda una, Marta, donde estamos hoy aquí alojados, a todos los hombres los mataron por estar involucrados con bandas de delincuentes, incluyendo a uno en plena puerta del portal de tu casa, según me lo acaba de contar Marta y tu otra hija murió muy joven de leucemia. Y también puedes ver cómo vive tu hija Marta en este estado de desaseo y desorden, en el mismo que usted se mantuvo durante todo su vida. De manera que aquello de lo cual querías huir se te devolvió y se perpetuo a lo largo de toda tu existencia, como ocurrió con los otros hermanos. Es bien interesante ver como cada uno de ustedes, los mayores, al precipitarse en salir de aquella casa paradójicamente vuelven a caer en lo mismo básicamente, es decir en hogares destrozados con los hijos por caminos torcidos, con escasas excepciones, sin embargo cada uno no parecía ser consciente de ello, hasta que la realidad les mostró que los pocos hijos que sobrevivieron a la violencia en que se criaron los odiaban y no querían verlos.

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Pero Eduardo, antes de que se nos vaya el tiempo, dime ¿por qué dijiste que al menos tu esposa no tuvo hijos de otro? Cuéntame algo acerca de nuestro supuesto padre, pues siempre me ha preocupado esto. ¡¡Hay!!! Manuel contesto Eduardo, - patético y con ganas de contrarrestar aquellas verdades que había oído de Manuel en presencia de Roberto, - si Usted supiera que su papá no fue el que tenia ahí presente, o sea Juancho - como lo llamaba todo mundo-, sino otro; que nuestra mamá era considerada en aquel pueblo (La Estrella, departamento de Antioquia) como una ramera y a quien usted llamaba papá, o sea el que estaba ahí cerca de Usted, no lo fue. Juancho era un individuo que vivía con nuestra madre, pero era como si no, aunque casado por la Iglesia como era obligatorio en esos tiempos. A veces se perdía por cinco o seis meses al cabo de los cuales volvía tal como se había ido, es decir sin nada, con las manos vacías, parecía recién salido de la edad de piedra, y lo único que medio sabía era arriar mulas. Era un individuo que no le importaba o no se daba cuenta que su mujer se acostase con otros y tuviese hijos de ellos. Él no hacía más sino estar ahí con quien se había casado, Julia, para satisfacer su instinto sexual sin importarle para nada las consecuencias de ello, y cuando se aburría se perdía. Yo siempre tuve sospechas de algo así, dijo Manuel, porque Roberto es ahora, con el paso de los años, muy parecido a un señor amigo de mamá llamado Paco, cuya imagen mantengo en mi mente, puesto que al menos nos sonreía cuando mamá me llevaba cada ocho días para que le diera plátanos que él sacaba a vender de su finca en el municipio de La Estrella, a la plaza central de Medellín; su parecido no dejaba dudas de ello, pero nunca me lo habían corroborado de primera mano. Pero, continúo Manuel ¿Por qué Ustedes los mayores no querían a los menores, y tampoco seguramente se querían entre ustedes los mayores? Si las cosas eran así, ¿qué culpa teníamos nosotros de ello?

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Hermano, es triste decirlo, a nosotros los mayores, y hablo por mí que soy el mayor, en aquel pueblo de La Estrella (como en todos los pueblos de Antioquia por esa época) la gente era supremamente religiosa, hipócrita y fundamentalista, de manera que veían terriblemente mal aquello de mamá y nos insultaban continuamente diciéndonos que éramos hijos de una puta, a Lucy la única hermana que tuvimos, los que se le acercaban le decían que así como su mamá se encerraba en la casa con otros hombres, porque ella no hacia lo mismo con ellos. Yo tenía que mantenerme pendiente de ella porque todos los hombres que se le acercaban le decían eso. No sabes cuantas veces tuve que pegarle a Lucy, cuando la veía manoseándose con otro y por eso Ella siempre me ha odiado. Bueno en fin esto es demasiado triste para seguir contándolo. Yo lo único que quería o que deseaba en aquellos tiempos, era largarme de aquella casa y de aquel pueblo; irme donde nadie me conociera. Yo no veía en mis demás hermanos sino como una especie de vergüenza para mi, y a mamá como lo que decían los demás de ella. De ahí que no me saliera ningún sentimiento de afecto hacia ustedes, esa es la verdad. Por supuesto, interrumpió Manuel, que yo nunca había pensado que mi madre hubiese sido así, pero siempre mantuve muchas dudas acerca de mi verdadero padre, y con el paso del tiempo al ver a Roberto ya de adulto no me cabía duda que su verdadero padre era Paco, porque cada vez se parecía más al Paco que yo había conocido. Si, dijo Eduardo, Paco era el dueño de la finca donde nosotros vivíamos y trabajábamos, fue el último de los hombres con quien se acostaba mi mamá y es el padre de sus dos últimos hijos, usted y Roberto; o por lo menos de Roberto porque su parecido no deja ninguna duda, pero no fue el único, hubo otros, por eso es que les digo que a mi mamá le decían eso y por eso fue que nosotros nos sentíamos tan mal en esa casa y no veíamos el día en que pudiéramos salir de ahí. Roberto, que escuchaba atentamente, dijo: Todo eso puede ser cierto,

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pero en la consideración de nuestra madre como una prostituta hay que tener presente diversas circunstancias, antes de condenarla, así no más. Hay que contextualizar los hechos, colocarlos en su época, prosiguió Roberto. Debe considerarse que en ese tiempo no existía control natal, antes por el contrario el gobierno colombiano, conjuntamente con la iglesia Católica animaban a los matrimonios para que tuvieran más hijos y como tampoco existía el divorcio, los matrimonios a las buenas o a las malas debían convivir juntos hasta el fin de sus días. Por eso nuestra madre, pienso yo, viendo el tipo de hombre que era Juancho, el padre de Ustedes, porque yo desde hace tiempo si me convencí que no era el mío, el que permanecía ahí junto a ella, así fuese con sus largas temporadas de ausencia, quien era, como lo dice Eduardo, un ser eminentemente primitivo, que no tenía conciencia de su condición de esposo o de padre, que poco a poco se le fue desdibujando de su mente hasta el punto que lo fue dejando de lado y empezó a pensar en su supervivencia y la de sus hijos. Por eso creo que fundamentalmente lo que pudo haber llevado a nuestra madre a tener hijos con otro, u otros, fue que ella se percató o se convenció de que ya que tenía que tener hijos, porque ese era su destino inexorable, del cual no podía escapar y que su marido legitimo, con el que se había casado, era un ser tan ignorante, un hombre apenas entrando en la civilización, con una mente que escasamente se diferenciaba de un primate, cosa que también nos consta a Manuel y a mí en el relativamente corto tiempo que lo conocimos, y que así serían, muy posiblemente, todos aquellos hijos que estaba dando a luz año tras año, que seguramente pensó, en un momento de lucidez, así pueda calificarse ésta de perversa, de tener esos hijos con otro hombre, pues al fin de cuentas Juancho ni cuenta se daría de ello. Además con esa miseria que la absorbía más y más, en esos largos períodos cuando Juancho se perdía, que necesitó pedirle ayuda a alguien para poder levantar esos hijos presente y futuros, que hizo lo antes dicho, así sus hijos mayores se dieran cuenta de ello, pero no tenía otra alternativa en aquellos tiempos donde la mujer prácticamente

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tenía como destino único tener y criar hijos y una vez vista esta cruel realidad y tener la ocasión de tenerlos, por ejemplo con Paco, un individuo más entrado en razón, más humano, quien era el dueño de la finca donde trabajaba, pensando que quizás así mejoraría un tanto o al menos no agravaría mas la suerte de esos hijos que tendría que tener y encontraría alguna fuente de ayuda para criarlos, que lo hizo. Y la verdad fue que eso sucedió, al menos con sus últimos hijos, pues encontró alguna ayuda de Paco, y al menos tanto yo como Manuel, a pesar de todo, no seguimos por ese despeñadero de ustedes, tomamos otros rumbos, quizás nuestros genes nos ayudaron más que a Ustedes. Eso que Usted dice Roberto, puede ser cierto, pero en todo caso nos dejó marcados a nosotros, nos arruino nuestras vidas. Eduardo, parecía no querer seguir ahondando en esa historia, pero se notaba que nunca había podido sacarse eso de la cabeza, porque al hablar de ello se trasformaba. Nunca pudo superar aquellos pensamientos. Y más aún él sucumbió ante esa situación, porque su vida fue en cierta forma una réplica de lo vivido en su casa materna. Los ahí presentes se quedaron momentáneamente mudos ante las palabras de Eduardo, pero no sorprendidos.Casi al final de esta confesión de Eduardo entraron al cuarto Marta, con sus dos hijas. Y Marta que alcanzó a escuchar algo le dijo: Pues realmente papá Usted con esos pensamientos sobre su cabeza no es de extrañar que su hogar haya sido tan de malas, hasta las hijas mías que son sus nietas les haya tocado esa mala suerte, pues míreme a Elisa como le ha ido de mal con el padre de sus dos hijos. No obstante lo lúgubre de aquella conversación la gente permanecía allí, y entonces Manuel dijo: Todos en aquella casa pensaron que huyendo de ella evitarían caer en lo mismo, pero de lo que no se dieron cuenta es que eso lo llevaban en su mente, en su cerebro; incluyéndome yo y Roberto, que fuimos los menores y que realmente no vimos aquello de que ha hablado Eduardo. Sorprendido ante esta confesión,Eduardo respondió: Como así hombre Manuel, usted también sufrió las consecuencias de nuestros padres, yo pensaba que Usted y

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Roberto, que al fin y al cabo no les tocó presenciar todo aquello directamente, no tenían esa carga encima como nosotros y les había ido bien en la vida ?. Cuando alguien me hablaba de usted, o yo preguntaba, me decían que Usted estaba trabajando en Bogotá, Cali o Medellín y estaba bien. No, yo también he tenido que soportar una carga mental muy negativa producto de aquellos años con ustedes infligiéndome el peor castigo psicológico que se le puede dar a un niño cual es la carencia de afecto. No percibí directamente lo de mi mamá, pero si muy marcadamente el desafecto de ustedes los hermanos y el supuesto padre hacia mí. Con el correr del tiempo aquello se me tornaba cada vez más incomprensible, pues es muy inusual que los hermanos y el padre no demuestren cariño hacia su familia directa, por eso siempre quise conversar con usted al respecto. Si Manuel, aquel hogar donde nos criamos fue un completo desastre, dijo Eduardo. No sé cómo Roberto y yo no seguimos exactamente el mismo camino de ustedes, dijo Manuel, quizás fue algo de suerte. Pero de todos modos a mí, aquellos recuerdos de falta de amor y afecto, que no podía explicar y tan solo ahora vengo a entenderlos, aunque no los justifico, me mantuvieron el pensamiento deprimido con sentimientos de inferioridad lo cual se reflejaba en una gran inseguridad en mi relación con los demás, admitió Manuel, quizás en lo único que me diferencié de todos Ustedes es en que no traje a este mundo un reguero de hijos. Eso me ayudo mucho a no llevar una vida tan miserable como la de todos ustedes, pero mentalmente sí he sido muy afectado por aquella situación de mi infancia, sin afecto por el padre y los hermanos mayores, sin saber el porqué, hasta ahora que usted me ha dicho estas cosas. Y aquella reunión en la ciudad de Ibagué que por primera y única vez, logró congregar a esta extraña familia continuó, una vez que Marta la hija de Eduardo, convenció a éste para que dejara su mala educación a un lado y no se retirara a su habitación, como era su intención. Reunión que tenía más bien los visos de un funeral que otra cosa.

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El ambiente estaba muy enrarecido y Marta para tratar de quebrar el hielo dijo: ¿Papá, pero no le parece mucha gracia que sus dos hermanos menores hayan venido a saludarlo? Ya pa’que, fue la respuesta lacónica de Eduardo y agregó: la vida para mí fue un completo fracaso desde que me conozco. De mis padres no guardo sino recuerdos amargos y tal vez eso fue lo que me llevo a nunca sentir algo por mis hermanos; para mí era lo mismo que estuvieran vivos o muertos y creo que ellos sentían lo mismo por mí, por eso me fui tan pronto como pude. Y ya a estas alturas no me va ni me viene que ellos dos hayan venido. Pero abuelo, dijo Joaquín hijo de Marta, otro de los ahí presentes: Puede que para Usted la visita de Manuel y Roberto no le importe nada, pero para nosotros y lo digo por mí, si es muy bueno conocer a sus hermanos menores. Y eso es bueno, entre otras cosas, porque podemos mostrarle a nuestras respectivas familias como por parte de Usted existen otras personas, que según hemos visto y oído en esta conversación, son personas honestas y dignas de nuestra amistad y respeto. Bueno, dijo Eduardo, allá Ustedes, por mi parte yo me voy para mi cuarto a ver la tv y mañana salgo para Medellín, insistió nuevamente y ahora sí lo hizo. Los ahí presentes se quedaron mudos, ante aquella aparente descortesía que mostraba Eduardo ante sus hermanos. Pero Roberto, quizás el más consciente de cuantos estaban allí dijo: No me extraña su actitud, él ha sido así siempre y al parecer nunca cambiará. Es evidente que Eduardo siente una profunda aversión por su vida pasada y todo lo que se lo recuerde, por eso no puede resistir la presencia nuestra, ya que nosotros representamos para él el recuerdo de lo que más le perturba y trata de no hablar de ello, pero mientras menos habla de ello más se le viene a la mente, lo cual constituye la característica principal de su neurosis: el peso permanente de un pasado lleno de pensamientos oscuros que no le permiten levantar cabeza y no encuentra como quitárselos de encima. Toda persona debería poder librarse de sus oscuros pensamientos,

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sin embargo es un hecho que esto no es así, y para una persona sin un propósito vital, esos pensamientos negativos que lo han impactado profundamente en su vida, salen a relucir una y otra vez en la vejez haciéndole aún más penosa esta etapa de su vida. Nadie debería sufrir eternamente por causa de sus errores, pero precisamente una de las consecuencias de una vida carente de propósito es la de que todos esas fuertes vivencias negativas de su vida pasada se le vuelven una compañía inseparable en su vejez . Hay un aforismo religioso que dice: “Todo pecador tiene un futuro y todo santo tiene un pasado”. Pero, agrego yo, para que alguien con un pasado oscuro pueda tener un futuro libre de torturas mentales, debe cambiar de mentalidad proponiéndose metas altruistas. Manuel que había permanecido callado, interrumpió para decir: El trauma mental de Eduardo es básicamente el mismo que yo he tenido, tal vez con la diferencia que yo he tenido más oportunidad de informarme al respecto y de conversar sobre el tema con personas que saben, y he logrado entender que mientras más lo reprimía más se me incrustaba en mi mente, por eso decidí así fuera ya muy tarde que lo mejor era darle rienda suelta al asunto, dejar que esos pensamientos afloraran permanentemente y fundamentalmente tratar de verles su rostro positivo a todas aquellas vivencias: Porqué no pensar por ejemplo, que no obstante aquellas circunstancias tan desfavorables de mi niñez y juventud con esa total carencia de afecto por parte de mi familia, y sin embargo yo había hasta cierto punto superado eso al lograr trabajar en empresas prestigiosas, así fuera por cortos períodos, rodeado de personas que se les veía habían disfrutado de unas condiciones muy satisfactorias en su infancia y juventud. También es positivo el que yo me diese cuenta de todas mis falencias y sin que nadie me lo dijese luchase por conseguir otro empleo, como en efecto lo hice y finalmente completar así veinticinco años de vida laboral lo que me permitió obtener una pensión. Así es dijo Roberto: Yo también soy de los que piensan que las experiencias pasadas pueden mirarse desde dos ópticas: la positiva y la negativa. Creo que casi ninguna experiencia es totalmente mala

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o totalmente buena. El acontecer es normalmente una combinación de ambos. Así yo puedo mirar mis años pasados bajo la óptica de lo mucho que he vivido y cuán cerca está mi final, o también como un acerbo de experiencias que me indican lo valioso de la vida y con esta perspectiva acometer los años que me restan, sin sentir nostalgia del pasado con la convicción de poder aún experimentar nuevas sensaciones agradables, de aprender más de la vida y del universo que nos rodea. Joaquín era un joven de unos 25 años, casado pero había venido en esos días a casa de Marta para saludar a los “tíos”, como los llamaban todos allí, aunque realmente de quien eran tíos era solo de Marta. Y este joven era alguien con una mente despierta, lo cual se constataba en que le había ido muy bien en los estudios que logró realizar hasta concluir el bachillerato, pero no pudo continuar y debió ponerse a trabajar debido a la situación económica de Marta, su madre. Obtuvo el primer puesto a nivel nacional en los exámenes del Estado (ICFES) para entrar a la Universidad. Por eso lo que dijo tenía una especial relevancia: Escuchen “tíos”, oyendo hablar a mi abuelo de esa vida tan absurda que ha llevado y como le echa la culpa de ello a su hogar, a sus padres, les diré lo que me pasó a mí: Tuve una experiencia muy amarga cuando me persuadí de que no podía hacer lo que más amaba en la vida: continuar estudiando. Pero… ¡Joaquín! , interrumpió Marta con su acostumbrada ordinariez, yo le dije a Usted que siguiera estudiando que si era necesario yo me pondría aunque fuera a lavar letrinas en cualquier parte. Todos comprendieron que esta era una salida en falso de Marta y Joaquín continuo: Yo he sido consciente siempre de mis factores condicionantes que me han rodeado: extrema pobreza, padres casi analfabetos, ambiente familiar hostil, es decir toda una serie de factores negativos que normalmente me habrían llevado a tomar un camino malsano, como tantos familiares que conozco, por ejemplo los hermanos de mamá, todos por el lado de la delincuencia; sin embargo en mi mente siempre ha existido como una lucecita que me indicaba aún en las peores

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circunstancias que tenía la opción de buscarle un atajo a lo que me señalaba el destino. Esta elección me decía en últimas si yo me sometería a las fuerzas negativas de mi entorno y por ende al colapso total de mi persona, o si por el contrario tenía la capacidad interior de no aceptarlas e irme por una especie de sendero diferente que me permitiera conservar mi personalidad y lograr alcanzar lo que quería ser, es decir no ser lo que no quiero ser. Yo por supuesto deseaba ser un doctor, pero era obvio que esto no se podía, y al reflexionar sobre este punto comprendí, aunque muy lentamente, que esto tampoco significaba la catástrofe, la hecatombe para mi vida; también se puede vivir dignamente si ser doctor. Entendí que lo esencial para mí en el diario vivir era lograr estudiar hasta donde las capacidades de mi madre alcanzaran, pero sin llegar a estrangularla, y así fue como haciendo cada curso anual en un pueblo diferente, mediante becas oficiales, logré hacer el bachillerato y presentar el examen para entrar a la universidad a sabiendas que no podía continuar, porque necesitaba ayudar a la casa. Me fue muy bien y dejé esos diplomas o certificados ahí colgados de la pared, como algo que me da cierta tranquilidad interna acerca de mi capacidad intelectual. Y acto seguido decidí prepararme en algo que me permitiera rápidamente obtener dinero para ayudar a la casa de mi madre y ahora que me casé a la mía y así fue como me involucre en el arte de la peluquería y hoy tengo mi negocio propio y me siento bien con mi vida. Efectivamente Joaquín, ratificó Manuel, yo veo colocado en las paredes varias menciones de honor por tus éxitos en los estudios y verdaderamente me ha impresionado tu comentario anterior de no sentirte frustrado por no haber podido continuar tus estudios y sentirte contento con tu profesión de peluquero, cuando tus condiciones intelectuales te daban para haber sido un ingeniero, médico o abogado brillante. Tío, es que yo creo profundamente en lo que me enseñó mi maestro de filosofía, él decía: “Cualesquiera que sea las circunstancias en que la vida lo coloque a uno se puede darle un sello de altura

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o dignidad utilizando para ello la libertad que posee cada ser humano de orientar sus decisiones”. Nunca se me olvidara este profesor. Fue sin duda el único que encontré en todo el bachillerato que influyó definitivamente en el rumbo de mi vida para bien. Me lo encontré por allá en uno de esos pueblos de Antioquia donde yo cursé un año lectivo. Por cierto que en ese pueblo, como en todos los de esa región, tan supremamente fanático- religiosa, sus ideas rápidamente le granjearon la animadversión especialmente del párroco, el cual en sus sermones dominicales alertaba a la comunidad con frases como que con enseñanzas así, era preferible dejar a los jóvenes en la casa. Pero para mí y muchos de mis compañeros las ideas de ese profesor nos parecían positivas y más acordes con la realidad que las que hasta entonces nos habían inculcado, especialmente en el campo religioso. Cuando él en una de sus clases comentó que el lugar donde la biblia cristiana situaba el paraíso terrenal, en el valle entre los ríos Éufrates y Tigris, actual república de Irak, los antropólogos jamás habían podido encontrar allí los primeros vestigios de existencia humana y por ende allí no había podido estar situado, fue para mí un campanazo de alerta que me indujo a empezar a dudar sobre muchas de aquellas enseñanzas católicas, y esto indudablemente incidió en que yo empezara a ser mas analítico en todo. Comprendí que ser doctor o barrendero es una circunstancia en la vida, una circunstancia externa la cual yo no puedo confundir con mi esencia o sentido de mi vida. Es decir yo no puedo decir: “si hubiera sido ingeniero mi vida tendría sentido”, o “como soy un barrendero o un lustrabotas por eso soy un fracasado, y llevo una vida sin sentido”, o también como dice mi abuelo: “ Todo es culpa de mis padres del hogar donde nací”. Ello depende de la forma como se encaren estas circunstancias. El papel que le corresponde desempeñar a un individuo tampoco se puede confundir con su esencia, con su ser. Porque aquel puede aceptarse o no, puede eventualmente cambiarse, es circunstancial. Es decir el hombre goza de libertad para aceptar o no el destino que le fue impuesto por un azar de la vida, y si no lo acepta pero

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inevitablemente debe cumplirlo puede sobrellevarlo sin dejarse hundir en él. Tomemos el caso de un preso: Su destino lo puso en una prisión; puede hacer dos cosas: dejarse arrastrar por la corriente de la prisión y convertirse en uno más u oponerse internamente a esa corriente y llevar con dignidad su cautiverio. De los que han padecido una infancia miserable, unos, la mayoría, continúan por el mismo sendero, aceptando lo que su destino les impuso sin más, pero otros pueden reaccionar y pensar que de todo ello pueden surgir cosas positivas y de esa forma romper el círculo. ¿Cómo? Mediante una toma de conciencia total, podemos reparar esta falta de crianza, esto es lo que le ha faltado a mi abuelo. Por supuesto que todo el mundo quisiera ser un artista famoso, un doctor, científico etc. pero si no se es tampoco ello significa que se es un fracasado, que su vida no tiene sentido. Porque lo que uno hace es una circunstancia que le correspondió por factores medio ambientales o hereditarios y si por el infortunio le correspondió una desagradable, la libertad de que goza el ser humano hace que a pesar de ello lo pueda realizar con carácter. Lo que importa y hace del ser humano una persona es el sello personal que le imprime a su papel, a su quehacer diario. Ese sello personal es el producto de las decisiones que toma a cada momento valiéndose de la libertad de que goza el ser humano de seguir o no sus instintos. Quieres decir Joaquín, interrumpió Roberto, que no importa el papel que le toque desempeñar a uno sino la forma en que lo desempeñe, valiéndose de su libertad?. Eso fue lo que yo aprendí de mi maestro y desde entonces mi vida cambió, porque desde niño tenía metido en la cabeza que debía ser médico y si no lo era mi vida no tendría sentido. Por esas ideas que me inculcó ese maestro, hoy no siento nostalgia de no haber podido continuar mis estudios. Entiendo que mi realización personal, o sea mi para qué vivo, consiste en tratar de ser lo que puedo ser, dentro de mis circunstancias concretas, olvidando lo que podría ser y no se puede, acometiendo con mi propio sello las exigencias diarias que tal propósito me exige, es decir haciendo las cosas que me corresponden

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de la mejor manera. En otros términos lo que le da a una vida sentido, y por tanto la hace vivible es tener un objetivo o un deber por el cual luchar diariamente. Y dentro de este objetivo tienen mucho que ver las demás personas, la sociedad o el entorno; o dicho en forma inversa, dedicarse a satisfacer sus propias ambiciones personales únicamente, a yo ser un médico o ingeniero a como dé lugar, sacrificando para ello todo lo que se atraviese, no es el camino. Todo indica que los que se dedican a ello pierden el sentido de la vida, fallan ahí una y otra vez. En otras palabras el ser humano que no tiende sino hacia sí mismo no logra encontrarle ese para qué de la vida. E inclusive se afirma que quienes se concentran en la realización de sus propias necesidades como un fin absoluto de su vida, se asocian con quienes padecen desordenes mentales, lo que sucede muy frecuentemente y puede ser el caso de mi abuelo. La prueba de esto es que los enfermos mentales declaran no encontrarle sentido alguno a la vida. En otras palabras el desorden mental se caracteriza por una primacía en la concentración de la persona en sus propias necesidades. En tanto que un sentido de vida real y objetivo tiene mucho que ver con las demás personas y cosas. La realización de nuestras propias necesidades viene a darse como un efecto. Cuando uno es consciente de esto, lo demás se le vuelve secundario, porque se asume el papel que toca desempeñar con esta conciencia. Eso está muy bien Joaquín, dijo Magda, una de sus hermanas que escuchaba atentamente, y agregó: pero una tan pobre en que va a poder ayudar a los demás. Una escasamente alcanza a pensar en sus propias necesidades. Magda, respondió Joaquín, aparentemente lo que dices es verdad, pero solo eso, porque en la medida que vas pensando en lo que te he dicho y en lo que yo he hecho sobre como sobreponerse a un destino adverso iras viendo que para tu cubrir tus propias necesidades tienes que ofrecer algo a los demás, debes ayudar a los demás de alguna forma y así te darás cuenta que eso te llevará a romper ese círculo de estar pensando en tus propias necesidades

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exclusivamente, siempre hay alguien que está por debajo de uno, a quien se le puede ayudar así sea con un consejo y así se deja de estar concentrado en uno mismo. He leído varios estudios en donde se demuestra que la condición social o la herencia no son definitivos para que una persona le encuentre un propósito a su vida y que cada persona dentro de sus circunstancias puede encontrar un propósito y salirse de ese círculo de solo pensar en sí mismo. Pero ese propósito debe buscarlo la propia persona dentro de sus condiciones, haciendo uso de su mente. El papel que corresponde se debe cumplir desde la particular situación concreta, de acuerdo a la herencia y condición social, imprimiéndole el sello personal, que es el que permite el libre albedrío, y ahí se verá que dicho papel tiene que pasar por los demás. Esa apreciación que usted hace Joaquín , dijo Roberto, o mejor dicho que aprendió de su maestro acerca de que el verdadero propósito de la vida se encuentra en función de uno mismo con los demás me parece que se acerca mucho a la realidad, porque de que vale ser por ejemplo médico o ingeniero muy brillante si esa brillantez es hacia el interior exclusivamente, si no se refleja en los demás, en la sociedad. Esto me hace acordar mucho de un cuento o novela que leí hace un tiempo, de un autor tan conocido como Tolstoi, de quien no se puede negar su inmenso prestigio como escritor y por tanto, así sea en forma de novela o cuento uno sabe que se trata de un asunto humano, real. El cuento en cuestión se titula “La muerte de Iván Ilich”. En mi opinión ahí se trata claramente del caso de un hombre que aparentemente gozaba de un gran prestigio en su profesión, sin embargo cuando aquejado por una penosa dolencia ve que la muerte es inminente se pone a reflexionar en lo que había sido su vida como abogado prestigioso con un cargo oficial donde tenía poder, y realmente lo que él piensa es que su vida fue algo carente de sentido real, ya que siempre había sentido un odio intenso hacia su esposa, que había utilizado su poder como funcionario no para servir a los demás sino para satisfacer su ego, para sentirse poderoso y por eso su lenta agonía fue muy

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tortuosa y llena de culpabilidad. Así es que yo creo que Joaquín tiene razón al decir que el sentido de la vida no puede concentrarse en la satisfacción de sí mismo, en adquirir solo prestigio personal. Deduzco que dichas personas terminan sus vidas como el personaje de esa novela: muy angustiados y maltrechos, y lo peor es que durante la vida misma sienten un gran vacío, un sin sentido de la vida, porque interiormente se dan cuenta que lo que hacen es únicamente por guardar las apariencias, es otra forma de angustia existencial.

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III. UN VIAJE Una primera conclusión que se puede deducir de lo anteriormente expuesto es el hecho de que Roberto y aunque en mucha menor escala Manuel no siguieron el mismo camino desastroso de los demás hermanos, no obstante que también éste último, como se ha visto, presenta un típico comportamiento asocial, como consecuencia, aparentemente, de una niñez y adolescencia bastante traumática . Este asunto de las influencias medio-ambientales durante la infancia y juventud en el desarrollo de una persona está bastante estudiado por los psicólogos y hay unanimidad de conceptos en el sentido de que son evidentemente casi definitivas. Quizás lo único que no está suficientemente claro, es porque seres criados en las mismas condiciones, unos derivan hacia volver a repetir el ciclo de sus padres y otros no, trocándose unos en criminales, pervertidos sexuales, en tanto los otros logran sobreponerse a esas circunstancias negativas y devienen en individuos exitosos socialmente. En el caso de la familia de Manuel Santa, todos sus hermanos habían, unos, como el caso de Eduardo repetido el ciclo de sus padres, otros lo habían aún empeorado mas, pero Roberto no, siempre fue un individuo muy social, y Manuel mismo no obstante su permanente mediocridad, tampoco su vida se puede catalogar como la de sus demás hermanos de desastrosa. Manuel, como se dijo atrás, por lo menos después de cumplir los sesenta años, pensó que una vez liberado de esa rutina laboral que lo atormentaba, podría sobreponerse a ese legado y tomar un nuevo aire, encontrarle un sentido a su vida, al menos en el campo sentimental, ya que a esa edad se embarca en conseguir una compañera, algo que le había sido siempre muy esquivo seguramente por su personalidad tan insegura, aunque él no se percatara de ello. Con este único pensamiento en su cabeza, ahora libre de ataduras como la búsqueda de empleo y la necesidad de ingresos fijos logra sostener relaciones con mujeres treinta o cuarenta años menores que

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él, lo cual lo llevó a pensar que quizás ahí encontraría un aliciente para su vida, aún cuando éste solo fuese en este aspecto sentimental, o más específicamente sexual. En sus conversaciones con Roberto le expresó al respecto ideas como las siguientes: Escucha Roberto, algo muy particular que me ha ocurrido, después de los sesenta años,ya pensionado, es que parece como que hubiese tomado un nuevo aliciente y estoy luchando con mi mente para deshacerme de esos pensamientos negativos que casi siempre me han acompañado. Pienso que no obstante ese lastre uno puede adquirir la fuerza mental para rehacer su vida; si tenemos la oportunidad de vivir largo tiempo, nunca es tarde para retomar un nuevo camino, un nuevo sendero espiritual y en eso estoy, así por ejemplo, en el campo sentimental, algo curioso me está pasando pues, como si fuera el ave Fénix, he resucitado de entre las cenizas y disfrutado de experiencias en este campo que realmente no creí que sucedieran a esta edad y que por supuesto me han devuelto un marcado optimismo. Al dejar atrás aquella vida laboral insulsa y sin sentido para mi, pareció que mi espíritu resucitara de un largo letargo y empecé a ser más amable conmigo mismo y por ende con los demás, en especial, por no decir exclusivamente con las mujeres. Eso hizo que se me abriera un nuevo horizonte, el de las relaciones sentimentales, a pesar de la edad. La vida humana tiene sus recompensas, respondió Roberto, y en esto de las relaciones sentimentales o amorosas y consiguientemente sexuales parecen ser una de ellas. En efecto, mi primera experiencia, después de los sesenta, fue con una señora de unos cuarenta, vale decir, veintitantos años menor que yo, la cual me hizo sentir nuevamente como un ser querible y sexualmente apto y fue mi rehabilitación y una experiencia muy alentadora en este aspecto, con la cual empecé a sentirme capaz de volver a estar con una mujer después de tanto tiempo de permanecer solo y ya no me imaginaba que podría volver a iniciar ese camino. Luego de ésta y ya un poco más confiado en mí mismo, aproveche

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una oportunidad que se me brindó para viajar a Cuba, uno de los tres o cuatro países que no pedían visa a los colombianos, en esos años, no sé si todavía. Allí tuve dos experiencias amorosas: una fue más bien un intento de estafa de parte de una cubana haciéndome creer que estaba enamorada de mi, con una maestría que solo una experta puede hacerlo, pero esto no fue más allá y por eso no me impactó demasiado y no vale la pena contártelo. Pero la otra si fue una relación con todos los visos que me hicieron creer que era un romance de parte y parte, no obstante la gran diferencia de edad, pues ella tenía veintidós años y yo sesenta y cinco lo cual hacía aparecer aquello, para los demás, como un exabrupto. Lo que pasó en aquellos viajes que hice a esa Isla y con aquella chica, lo tengo escrito sucintamente en estas notas ¿ Quieres que te las lea, así recuerdo yo nuevamente todo aquello?. Preguntó Manuel. Veámoslas dijo Roberto: Agosto 12 de 2005. Nunca en mi vida anterior tan carente de goces había podido hacer viajes de placer como los que he hecho en estos años, ya llevo tres, con duraciones de por lo menos ocho días cada uno. Esto que para muchos puede parecer insignificante, para mí no lo es, pues toda mi vida anterior pasó básicamente dedicado a un trabajo rutinario, generalmente encerrado entre cuatro paredes y mis relaciones, especialmente las sentimentales eran nulas. Nunca se me olvidará la fecha: 12 de agosto de 2005 a eso de las 4 P.M. cuando conocí a una bella-para mí- mujer cubana de veintidós años y si, como parece ser, se llega a concretar, creo que es una especie de compensación que me da la vida por tantos años perdidos. En una especie de heladería en La Habana donde entré a tomarme una cerveza, ella llegó con su hermana a tomar un refresco. De inmediato la miré, la salude, Ella me contesto y yo la invité, a lo cual accedió. Ahí no logré entender bien esta situación, del porqué una mujer tan joven aceptó una invitación de una persona tan adulta como yo y creo que solamente con el tiempo lo comprenderé y esto

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será muy pronto. Desafortunadamente cuando la conocí al otro día tenía pasaje reservado para mi regreso, por lo que no pude seguir viéndola. Pero esto se dilucidara en enero próximo, cuando le prometí volver y ahí constataré si esto fue una ilusión o si es real. En enero espero encontrarla cara a cara y ahí se descifrará todo. Sería maravilloso que esto fuera real. Quisiera destacar, aquí mismo en esta nota, porque viene muy bien al caso, que precisamente por estos días han caído en mis manos dos libros que tocan básicamente el tema de la vejez en el hombre y su relación con las mujeres: “la casa de las bellas durmientes” de Yasunari kawabata; y “Memoria de mis putas tristes” de García Márquez. Creo que ambas son una exploración a fondo, dentro del género novelístico, de un aspecto de la vida en el cual yo he entrado, aunque no lo perciba muy claramente: la vejez y el amor. La vejez en este aspecto, al parecer, según lo que estoy viviendo, puede ser tan ilusoria como la de la juventud. Lo digo, en primer lugar, porque yo no me veo como un viejo cuando entro en este tipo de relaciones con mujeres veintitantos años menores; esto, más bien se lo recuerdan a uno, a veces, otras mujeres con las cuales falla ese intento, como me pasó a mi varias veces. Los tropezones son frecuentes y abruptamente lo colocan a uno en el plano que corresponde y del cual se pretende hacer caso omiso. Pero en otros casos se consigue el éxito y ahí es donde uno no se percibe realmente como un viejo y las ilusiones retornan y quizás esto pueda ser así hasta muy avanzada edad. Cada día que amanece es como si fuera el primero, esto siempre y cuando se tengan ilusiones. Y yo tengo por estos días una tan grande que parece del tamaño de una catedral. Ni en mis mejores tiempos de la juventud tuve algo semejante. Claro que hasta ahora es una simple ilusión. ¿Será que se cristaliza? Enero 24 del 2006. ¡Por fin en la Habana! Sí fue real esa situación, y durante 21 días estuve conviviendo con Ella. Fue una sensación tan agradable e intensa que por segunda vez en la vida sentí,

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en uno de esos días, un trastorno cerebro vascular que me hizo perder el conocimiento por unos segundos, vi por un momento estrellas y sentía como que se me iba la conciencia. Lo atribuyo a la intensa presión que sentí por aquellos días por estar con aquella, para mí, estupenda mujer y la necesidad de tomar pastillas para poder sostener las relaciones normalmente. Estuve prácticamente recluido en una alcoba todos esos días pero no me importó; en esa localidad de Guanabacoa no vi forma de salir a recrearme por sus alrededores. Es un barrio pobre con unas casas y vías en muy mal estado, de ahí que para recrearse, hay que ir para la Habana. En todo caso yo estaba feliz al lado de aquella mujer que era real, más de lo que suponía en mi anterior anotación. Muy real por las noches aunque de día se mostraba evasiva lo que me produjo una sensación de inseguridad que seguramente ella lo notó. De todos modos las fotos que tomé son la prueba de que aquello sucedió y no fue una fantasía, allí esta ella en todas las poses, como testigos mudos de, para mí, mi mejor experiencia amorosa en toda la vida. A veces pienso que lo más sensato sería conformarme con ello y no esperar más de ella, ni de la vida en este aspecto; es decir debería darme por más que satisfecho, a mi edad con una mujer de 22 y yo con más de 60, es suficiente con lo que ha pasado y debería alejarme de esto. Este pensamiento me asalta permanentemente, pero, por otro lado pienso: ¿Por qué no puedo disfrutar de las cosas agradables? ¿Por qué siempre estoy viendo el lado oscuro de todo? Es hora de decir ¡ basta¡ No estropeemos los momentos de alegría y dejemos que las cosas sigan hasta ver qué ocurre. ¿ por qué aún en los momentos de mayor felicidad, como los que me acaban de ocurrir, me siento mal?. Enero 25. Miércoles. Mi mente parece como que flotara y no asimilara la situación por la que atraviesa. Observo mi entorno de Guanabacoa con sus casas viejas y sus calles llenas de huecos, la gente pasa a pie, no veo casi tráfico vehicular y cuando aparece alguno generalmente es un modelo de los años 50, 60s. Me retiro de la puerta y vuelvo a mi alcoba donde he estado recluido desde

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hace más de quince días. Prendo la T.V. y por los dos o tres canales que existen están mostrando una gigantesca manifestación en La Habana la cual proviene de diferentes sitios y confluye a la avenida del Malecón concentrándose al frente de la Embajada de Suiza, que es donde funciona la oficina de intereses de los Estados Unidos. En la Habana, para esto se ha decretado día cívico y todos los trabajadores y estudiantes deben concurrir a la misma. El objetivo es protestar ante los E. U por la no extradición de un terrorista de apellido Posada Carriles. Junto a mí está Yannet. Diferimos en mucho de nuestro modo de ser y de pensar pero así llevamos todos estos días, por ejemplo Ella me dice que deberíamos estar en esa manifestación, de lo cual yo discrepo. Hora tras hora pasamos de un estado de alegría a otro de reproches. Todo marcha bien y de golpe mal, por cualquier nimiedad, especialmente cuando entra el dinero en escena. Allí si no le doy lo que pide sin preguntarle algo se trasforma en un ser furioso y yo me siento estúpido y miserable, haciendo un papel ridículo. Ello me revuelve el estómago y siento un intenso vacío en todo mi ser. Así pasamos el día y llega la noche, yo me acuesto más temprano y ella da vueltas, ve TV o videos y finalmente se acuesta. Yo he estado esperando, la toco y ella a veces me rechaza. Me le enfurezco y ella al fin accede a dejarse acariciar. Empiezo el trabajo y en un descuido de ella tomo mi pastilla. Ella cuando quiere y se excita hace un trabajo sexual maravilloso que la mayoría de las veces surte su efecto en mi. Cuando mi organismo responde me siento el ser mas feliz de mi vida y doy gracias a la naturaleza. Y así pasamos casi todos los días. Pero mientras mas estoy con ella más temo perderla, más me enamoro, con un enamoramiento senil, que se parece mucho al de un adolescente. Veo fantasmas por todos lados, pienso que todo el mundo la desea, le pregunto por sus maridos anteriores y sus repuestas me angustian, me deprimen y llenan de presentimientos trágicos, mi mente se obnubila y siento que me falta el aire. Analizo lo que me ocurre, una y otra vez, y siempre llego a conclusiones opuestas.

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Descubro en esta mujer, como en su realidad coexisten dos personalidades: la primera es cuando está recibiendo cosas, sean éstas dinero, comida, o ropa, ahí se muestra eufórica, plena de alegría y bella, y da toda la impresión de sentir amor por uno. La segunda es cuando por algún motivo se le niega algo, ahí se trasforma: un pequeño estrabismo que tiene en el ojo derecho se le agranda y parece bizca por completo, su cutis cambia de color y se torna fea. A esta mujer el dinero la obsesiona de una forma tal que de inmediato me viene a la memoria una frase del dramaturgo Irlandés Oscar Wilde: “ si hay alguien en la comunidad que piense más en el dinero que los ricos, son los pobres. Los pobres no pueden pensar en nada distinto. Esa es la desgracia de ser pobre.” A mí me dejó sorprendido la forma como esta chica se emocionaba y gastaba el dinero que yo le daba, sabiendo la situación de extrema pobreza de su familia, de lo poco que gana en su trabajo, a pesar de ser médica, y de las condiciones en que vive; pese a todo lo cual tomaba lo que yo le daba y en un santiamén lo gastaba, comprando cosas superfluas, como no lo hace ningún rico. Así por ejemplo: pedía una carne asada, conjuntamente con un helado, una cerveza y un plato de papas; al momento pedía lo mismo. Quería comerse todo al mismo tiempo y se le salían los ojos viendo esos comestibles servidos. Pero a la inversa, nunca había visto a mujer alguna que se mostrara más alterada que cuando pedía algo y yo se lo negara. “es que me da rabia saber que teniendo marido le nieguen las cosas”. “a mí siempre me han mantenido”. Eran sus frases predilectas. Siempre utilizando la palabra marido o yo soy tu mujercita cuando le convenía. Ahora bien creo que esta tendencia a ser mantenida es una costumbre de muchas mujeres últimamente en Cuba. Yo empezaba a comprender lo que algunos me decían: En Cuba todo el mundo tiene que ingeniárselas para complementar el pequeño sueldo que recibe y poder sobrevivir. En lo que pude observar y respecto a las mujeres, muchas de ellas, son avezadas para conseguir quien las

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mantenga, especialmente con extranjeros. Ellas tratan de sobrevivir a sus menguados ingresos atrayendo con el sexo al hombre y se guardan mucho de no enamorarse. Ejercen el sexo estupendamente pero espiritualmente están tratando de luchar contra el sentimiento del amor, de no apegarse demasiado a una determinada persona, pues están decididas a dejarla inmediatamente que no les den el dinero que buscan. La mayor parte de las mujeres aquí, me decían, le es fiel hasta el momento que Usted deje de pasarle dinero. Así, yo notaba que Yannet cuando estábamos en el clímax trataba de voltear la cara y poner frente a la mía otra parte de su cuerpo, el cuello o el seno. Luego de que estábamos se mostraba indiferente. Cuando nos besábamos, cosa que trataba en lo posible de evitar, no cerraba los ojos. En síntesis su comportamiento en este campo era muy profesional, con amor mientras hubiera dinero. Hacer sentir a un hombre inexperto, como si realmente ella estuviera enamorada. Y por lo que a mí respecta debo confesar que logró su cometido pues jamás había experimentado mejor sexo que con esta chica Cubana. Tiene veintidós años pero parece que desde hace años se ha entrenado en todos esos menesteres, pues lo hace sentir a uno estupendamente. En fin, para un amateur como yo, fue algo maravilloso. El escritor Cabrera Infante decía que si bien en Cuba estaba prohibida la prostitución allí se encontraban las mejores prostitutas del Planeta, creo yo que lo dice no en el sentido de las más bonitas sino por su profesionalismo, es decir porque saben ejercer muy bien su papel. Hacen pensar a un hombre incauto que realmente lo quieren. Y ni hablar de otro escritor cubano, Pedro Juan Gutiérrez, quién sin pelos en la lengua narra detalladamente todo lo que es la vida sexual en La Habana, por supuesto ante lo que dice este escritor, mi experiencia con Yannet es un juego de niños. Este municipio de Guanabacoa es, para mí, especialmente lúgubre, triste, tanto por sus casas como por la carencia de lugares de esparcimiento. Me alegro al ver a Yannet a mi lado pero es una experiencia fugaz porque ella no tarda en retirarse y de inmediato

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me invade nuevamente la melancolía. No consigo aprehender esos momentos de felicidad. ¡Tremendo error de mi parte! Porque así como esto, todo es en la vida: fugaz y el amor es de las cosas más efímeras y volátiles que se dan, sobre todo en este tipo de amores. Por eso la norma dice que hay que tomarlo, o aparentar calma, porque cuando uno se apresura o demuestra demasiada emoción se estropea. El amor-dice Tagore-es “como las mariposas, si tratas de alcanzarlas desesperadamente, se alejan; pero si te quedas quieto, se posan sobre ti”. (Citado por Walter Riso en Deshojando Margaritas). Mis emociones hacían que mis pensamientos negativos se sobrepusieran y no podía creer que estas pequeñas alegrías fuesen reales. Porque simultáneamente se me vienen ideas negativas como la de verme solo en mi apto y ahí siento una inmensa pena de perder a Yannet y en consecuencia no disfruto el ahora. Lo grave de esta actitud mía es que eso la hace sentir a Ella superior, más fuerte, e inmensamente segura y esto no se permite en asuntos de amor. Cuando la pareja se da cuenta que su contraparte está vencida, viene el desencanto y ello es fatal. Nunca en el amor se puede dar la sensación de que ya uno está a merced de su pareja. Porque lo que viene es sufrimiento y derrota para el sujeto. Una frase, cuyo autor no recuerdo, que me viene justo a tiempo: “Tal vez no podemos escapar del destino del ser humano, pero podemos elegir entre sufrir nuestro destino o disfrutar de él, entre sufrir o amar y ser feliz, entre vivir en el infierno o vivir en el cielo. Nuestra elección personal debería ser siempre vivir en el cielo”. Enero 27 de 2006. Último día. Siento mayor seguridad respecto a la relación mía con Yannet cuando hablo con sus familiares( madre, tíos) que cuando habló con ella. Todos ellos me dicen: “yo se la cuido”. Como si de un objeto inanimado se tratase. Enero 28 de 2006. En el aeropuerto José Martí. Esta mañana cuando nos preparábamos para salir al aeropuerto Yannet me hizo un escena tremenda por el asunto del poco dinero que, según ella, le dejaba, se puso furiosa y parecía otro ser. Esta mujer en esos

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asuntos exhibe un comportamiento similar al de una prostituta, se trasforma cuando de cobrar el dinero se trata. Ella dice que todos sus novios o amantes siempre la han mantenido. Lo comprendo un poco en la medida que entiendo las condiciones en que laboran los cubanos, con sueldos bajos, lo cual a su vez es la fórmula que ha encontrado el gobierno de dar empleo a todos. Cuando pienso en esto entiendo un poco lo de su comportamiento, pero no por eso deja de fastidiarme. En el Aeropuerto Yannet era fría como un témpano de hielo y yo seguía con esa sensación de vacío o ansiedad en la boca del estómago que tengo desde que estoy con Ella. Quisiera tenerla y llevármela conmigo, pero se me va como el agua entre las manos. En todo caso siento algún tipo de alivio al irme porque yo ya no daba más y Ella se mostraba cansada. Era un deseo terrible por tenerla pero ella a veces se daba y en la mayoría de los casos evadía el contacto. Dormía con ella pero la comunicación verbal era nula. A veces hacíamos el amor intensamente pero al momento pasábamos a la indiferencia. Ella después de hacer el amor quedaba como enojada, como si le hubiera disgustado. No entiendo. Esto no es una relación entre dos seres que se aman realmente, y que yo en mi ingenuidad pretendo que sea mi esposa. Ella es como una potranca briosa con cambios de genio de 180 grados en cuestión de segundos. En la despedida en el aeropuerto no hubo nada, ni siquiera un beso de parte de ella. No logro entender todo esto, luego de dormir juntos durante 21 días. Después vine a entender que este comportamiento obedecía, en parte, al miedo que le tienen las mujeres a la policía cubana, la cual les tiene prohibido tratar con extranjeros, porque suponen que están ejerciendo la prostitución y allí en el aeropuerto era un lugar propicio para que la estuvieran vigilando. Enero 29 de 2006. Domingo, nuevamente en Bogotá. Al llamar a Guanabacoa me dicen que a Yannet la detuvieron en el aeropuerto luego que me despedí de ella. En Cuba la policía tiene como una de sus tareas apresar a las mujeres que buscan extranjeros para

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acostarse con ellos por dinero a las cuales llaman jineteras. Si a ello le agregamos la apariencia que llevaba Yannet con su minifaldase la regalé yo para colmo- encajaba plenamente en esta categoría. Lo que más me preocupaba de esta relación es que su apariencia de jinetera no es solo física, sino también mental, pues ante todo busca el dinero. Ella dice que así son las costumbres de allá. Las mujeres buscan afanosamente un marido. Y el marido es el hombre que las sostiene. Sea que vivan o no juntos, que estén casados o no; que el hombre tenga más mujeres o no. En el caso de Yannet los que la han sostenido hasta ahora eran hombres casados, y eso a ella no le importaba en absoluto. He logrado entender que para Ella lo ideal sería algo así como que yo le comprara una casa en Cuba para lo cual me abrumó con explicaciones acerca de como esto si lo podríamos hacer, pues teóricamente la propiedad privada está prohibida en la Isla y con mayor razón para un extranjero. Y que también le enviará dinero mensualmente. Así podría ir y quedarme uno o dos meses al año y luego ella quedaría allí por el resto del año, lo cual para mi es totalmente inviable, sobre todo por la parte económica. Pero me pareció que este es uno de los anhelos de muchas mujeres cubanas, conseguir un hombre que les mande dinero periódicamente desde el exterior. El hombre puede ir cuando quiera y ella lo atiende a las mil maravillas, eso sí el resto del tiempo ellas tienen su espacio disponible. Febrero de 2008. Luego de dos años de no ver ni conversar telefónicamente con Yannet, pues al no enviarle dinero periódicamente se me perdió como su forma de expresarme su disgusto, no obstante lo cual, al yo no tener nada mas en que pensar, nada mejor que hacer, volví a recordar a mi novia cubana idealizándola a tal punto que olvidé esto, así como sus otras patrañas, y sobre todo su apatía para hacer las diligencias en la embajada de manera que dejaba vencer las cartas de invitación que yo le enviaba a un costo de 100 dólares cada una; y atendiendo los reclamos de su madre con quien era la única que había conversado en el último año, la cual se esforzaba en disculpar a Yannet de su incomunicación conmigo

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explicándome que estaba trabajando en un pueblo muy lejano donde no existía o era muy precaria la comunicación telefónica, y a su vez me reclamaba acerca de que como era posible que yo siempre fuera a la Habana únicamente a acostarme con su hija y después me perdiera así no mas, que cual era mi responsabilidad con su hija exigiéndome que me debería casar con su hija si quería seguir viéndola, ante lo cual accedí a casarme con Ella, al fin de cuentas yo la quería. Así fue como un día, para mayor señal un 13 de febrero de 2008 aborde un avión de Cubana de Aviación y me fui hasta la Provincia de Holguín bien al oriente de Cuba para volver a verla, saber qué pasaba y decidido a casarme. Allí ella me dio unas explicaciones, como la anteriormente mencionada de su madre, pero a mí en el fondo siempre se me venía a la memoria lo que me habían dicho tantas veces, si a la mujer cubana no se le pasa mensualmente dinero se olvida de uno y consigue otro, como era seguramente lo que estaba ocurriendo. Yo, sin embargo no vi más allá de mis narices y seguí adelante con lo del matrimonio por el rito religioso, que debía realizarse en Guanabacoa, pueblo éste muy apropiado para este tipo de ritos afro-cubanos. Con esto su madre y Yannet quedarían tranquilas ya que para los cubanos estas ceremonias tienen un gran valor.” Eso es todo lo que a mí y a mi hija, nos interesa, me dijo la señora”. Yo a su vez pensaba que así la podía atar a mí, no obstante lo que estaba presintiendo de que Yannet ya estaba con otro y ella todo eso lo estaba haciendo solo por complacer a su madre y quien sabe con qué otras intenciones. Y ahí se ve una vez más mi inmadurez. El matrimonio fue un rito mezcla de Vudú africano-cubano para el cual había que contratar un negro experto, que allá llaman rezandero, con toda su parafernalia, todo lo cual fue por mi cuenta. El negro invocaba a un tal Eleguá y a los Orishas para que nos protegieran; mataron un gallo cortándole la cabeza con cuya sangre nos untaron las manos declarándonos marido y mujer y dándonos un brazalete de Ornula para que lo mantuviéramos en nuestros brazos como símbolo de unión.

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Yo, demostrando una vez más mi ingenuidad me sometí a todo aquello pero una vez terminada la ceremonia esa, en medio de todos sus familiares y amigos y casi de inmediato cogí un transporte para la Habana y de ahí el avión de regreso, alegando que tenía que viajar urgente a Bogotá. No me sentí capaz de participar en aquella fiesta que, como yo sabía, duraría hasta el amanecer del otro día tomando ron y bailando. Fue una de mis acostumbradas malas decisiones, pues de ahí en adelante me remordía la conciencia pensando en que no solo todo aquello fuese por mi cuenta, sino también en con quien amanecería Yannet, en medio de semejante rumba. Octubre de 2008. Han pasado ocho meses luego de haber hecho lo anterior y me reafirmo en la idea que eso no se le ocurre sino a un hombre sin oficio……con dinero. Me doy cuenta de la estupidez de aquella acción y me da pena confesarla. Casi desde que me casé, por ese rito con Yannet no he vuelto a saber de ella, solo me deja razones con su mamá: que no tiene teléfono, que está en un lugar muy apartado etc. Todas puras disculpas. La razón verdadera ya la conozco, pero yo me niego a enviarle dinero mientras ella no haga las diligencias en la embajada. Fue un fracaso esto de prestarme para esa ridícula ceremonia. Solo le interesa que le envié dinero y ni aún con ese rito se siente atada a mí. Menos mal que semejante exabruptos no me ha traído consecuencias desastrosas, tan solo pérdida de dinero, pues solo en esa ceremonia se me fueron bastantes dólares. Este tipo de tonterías las he repetido en varias ocasiones a lo largo de mi vida. Y ahora me cercioro de mi estupidez al comprobar que ese rito Vudú no tuvo ninguna repercusión en el comportamiento de Yannet, quien como se verá siguió igual de apartada de mi. Abril de 2010. Nuevamente con más de año y medio de no ver a Yannet y aprovechando una oportunidad que se me presenta de viajar a Cuba, al fin de cuentas no exigen visa, me voy a la Isla, en el fondo tenía en mente averiguar por mi “esposa”, pues según esa ceremonia auspiciada básicamente por su madre, ese era el verdadero nombre que yo debía darle a Yannet, y por eso ella, a

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mí, desde ese momento me llamaba yerno. En los últimos dos años solo había conversado unas pocas veces con Yannet telefónicamente, y Ella no había podido o querido tramitar su visa para viajar a Colombia. Llego a la Habana y de inmediato la llamo. Me contesta muy extrañada, diciéndome que no me esperaba; de todos modos le pido que nos veamos, tengo que decirle que es mi esposa según el rito de su pueblo, me responde que eso es únicamente en teoría, a regañadientes acepta y yo me temo algo malo. Cuando nos vemos ¡Oh sorpresa!! Tiene un vientre de aproximadamente cinco meses de gestación. ¿Que pasó? Simplemente que así terminaba toda aquella película. No sé porque acudió a verme. Los llamados amores, cuando están mal fundamentados, ya sea antes o después de los sesenta, así concluyen y menos mal que para mi fortuna, al menos Yannet no podía decir que esa criatura que estaba gestando era mía porque yo hacía dos años que no estaba en Cuba, y así constaba en mi pasaporte.. Hasta aquí las notas que escribí sobre esa aventura- dijo Manuel- y agregó: Por poco me he podido meter en un lío mayúsculo, pues a pesar de mi poca perspicacia, era muy claro que Yannet en cuanto observó que yo no le enviaba dinero como ella quería comenzó a buscar a otros, no obstante que cuando yo iba me recibía en su casa como si fuera mi mujer. Si, dijo Roberto estuviste a un paso de tener que reconocer ese hijo como tuyo. Afortunadamente aquello pasó y muy pronto en Bogotá se me presentó otra ocasión sentimental que por lo menos me ha hecho olvidar de mi aventura con Yannet. Nancy es una antigua vecina que siempre me atrajo cuando estaba casada, y la veía a diario con su marido; luego de quedar viuda y tener otras experiencias amorosas, convino relacionarse conmigo buscando seguridad, pues los anteriores solo le ofrecían sexo. Yo he aceptado gustoso y hasta ahora no he demeritado con mis puerilidades de enamorado que lo único que hacen es entorpecer y hasta dañar

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una buena relación sentimental. Estoy disfrutando el sexo casi como con Yannet. Ojalá sepa conservar esto y no empiece a dármelas de amante celoso, porque esto fastidia a la mujer. A esta edad y con una diferencia de más de veinte años, como la que tengo yo con Nancy no se puede incurrir en estas nimiedades de adolescente ni se puede exigir demasiado porque se corre el riesgo de echar al traste todo. Es necesario comprender que lo mejor para mí, es tratar de gozar el presente, asir de alguna forma el tiempo que me queda. Ahora que estamos en Septiembre del 2010 y ya voy por los casi setenta años mi relación con Nancy se mantiene vigente, aunque a intervalos, despacio como me ha enseñado la experiencia, a veces parece como que se acabara pero , ante mis llamadas y la casualidad que ella no ha podido levantar otro mejor, vuelve a resurgir y disfruto el momento. Yo con esto trato de resarcirme de la experiencia con Yannet. Es para mí el mejor antídoto que afortunadamente se me presenta. Me estoy acostumbrando a pasar de una a otra, pero siempre tratando de aprovechar lo bueno que se me presenta en cada caso sin esperar nada más. Roberto dijo: No hay duda hermano que los humanos somos seres muy complejos tendientes a ilusionarnos fácilmente, pasamos de un objetivo a otro pensando que ahí si encontramos lo que estamos buscando, pero a veces solo se consigue dilucidar el tiempo, para así cuando menos se espera encontrarnos en plena vejez con una existencia vivida sin algo que la haya sustentado realmente. Lo que acabaste de narrar es un ejemplo típico de ello. Pocos son los individuos de la especie humana que realmente viven una vida plena y con uno o varios objetivos que merezcan la pena. Y como quiera que has hablado de Cuba allí se encuentra uno de esos individuos que han vivido plenamente, Fidel; sea que se esté de acuerdo o no con sus ideas, ya sea que sean correctas o erróneas o por lo menos utópicas, este señor es de los que se pueden dar el lujo de decir que han vivido una vida con un propósito claro. En ese año de 2006 en el cual estuviste en

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Cuba, precisamente el 13 de agosto cumplió sus ochenta años, pero no pudieron festejárselos, porque justamente por esos días cayó con una crisis intestinal tan severa que tuvo que retirarse del poder transitoriamente dejando en su hermano Raúl las riendas del mismo. Pero, quiérase o no, la mayor parte del mundo de inmediato se puso en vilo, todos los periódicos y revistas del mundo registraron noticias sobre su vida y amigos y enemigos se pusieron alertas. Así como este líder hay también otros individuos, así no sean tan brillantes, que convierten su vida en una verdadera carrera por una causa o un propósito loable. Pero la inmensa mayoría pasan, como tú, por este mundo solo haciendo pequeñeces, cosas sin importancia y cometiendo errores. Quizás ello está impregnado en los genes, o quizás son las circunstancias las que llevan a unos por senderos de grandeza y a la inmensa multitud por la mediocridad o la vileza. O si no, como puede explicarse que un individuo como tú, Manuel, luego de una vida larga, penosa y llena de dificultades, una vez cumplidos los sesenta años, cuando obtienes una pensión que te permite un desasosiego económico, y por primera vez te deja libre de un trabajo que según tú, te fastidiaba tanto te dediques ahora a gastar el dinero con muchachas de veintitantos años. Esto es inexplicable concluyó Roberto. Pero, contestó Manuel, es que quería ponerle un sentido a mi vida, y creí que conseguir en quien pensar, por quien preocuparse podría ser, ya que no tenía nada más en que ocuparme. Yo no niego que el amor pueda ser un propósito de vida, el problema es que tú no buscaste eso sino placer y así no podía resultar sino lo que encontraste. Pero tampoco se puede negar, continuo Roberto, que a pesar de tus desfachateces en ese campo, en otros si evolucionaste un poco, me refiero al aspecto religioso, si tenemos en cuenta cómo pensabas tú en este sentido cuando estabas joven, aspecto que yo conocí bien y recuerdo perfectamente porque me parecías especialmente atrasado, pero para mi sorpresa encontré ahí, intercaladas, en las notas que has escrito sobre Yannet y tus otras amigas, unos conceptos modernos sobre este tema religioso.

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Supongo que esto lo adquiriste después de que te pensionaste. Así es, dijo Manuel, no solo en estos años me dediqué a las mujeres sino que también he procurado leer un poco sobre ese tema que nos toca tanto a nosotros los que ya estamos más cerca del otro lado, y que en mi caso particular fue tan supremamente oscuro y contradictorio hasta ahora últimamente cuando he logrado clarificarlo un poco y me siento más tranquilo . Las notas a las que se refiere Roberto son las siguientes: ABRIL de 2007. Se terminó el año 2006, otro de los últimos años que se me ha pasado como un suspiro y que para mi abarcó todo mi experiencia con Yannet. Ya estamos en pleno 2007, para mayor señal en la Semana Santa, según el rito Católico. Con esta ya he vivido sesenta y seis. Muchas. Y ya lo que le daría un poco de sentido a los días que nos quedan sería el ayudar a las personas que conocemos, en mi caso, tal vez, a las mujeres con quienes me he relacionado últimamente, las cuales han hecho mi vida menos insulsa, esto lo he pensado ahora que se me ocurrió entrar a una iglesia Católica a raíz de estos días llamados santos por los católicos. Esta Semana se celebra solemnemente en todos los rincones de Colombia y en varios lugares- Popayán, Mompós, Barrio Egipto etc.- además con un gran patetismo, incluyendo personajes en vivo que se flagelan, se crucifican etc., tratando de imitar al máximo la historia de Jesús, el Cristo, que para muchos es una autentica realidad, en tanto que para otros, dentro de los cuales me incluyo, si bien creo que realmente existió, tal como Mahoma o Buda, no creo en toda esa parafernalia con la cual se le rodea como aquello de que nació de una virgen, que al tercer día resucitó, que hizo milagros etc. Creo que esto más bien es una leyenda, quizás indispensable de aparecer a fin de que la humanidad tomara un camino de paz y convivencia diferente al odio y la violencia los cuales parecen ser su tendencia natural. Los que entendieron esto sabían que era necesario crear un mito como este para ocupar la mente del colectivo, y tratar de enrutarla por caminos de paz. Para mí,

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es un personaje que el contexto universal de la humanidad lo pedía, y lo sigue pidiendo para que ésta siguiese su trayectoria con menos violencia, entre explotados y explotadores, entre pobres y ricos; alguien que las circunstancias lo exigían. Pienso que el personaje de Cristo se hacía indispensable a la humanidad. Pero a estas figuras carismáticas como Jesús, Mahoma, o Buda se les ha rodeado de leyendas y mitos, por sus seguidores, quienes terminan por desfigurarlas y aprovecharlas en su propio beneficio. Después volví a entrar a otra iglesia Católica, en esos días de semana Santa, recogí una hoja que se obsequia a fin de seguir lo que el sacerdote oficia en el altar y leí: “ Dios le ordenaba a su pueblo Israelita que por aquella época se encontraba en Egipto, que cada uno debía sacrificar un animal y con su sangre debía señalar la puerta de su casa, porque El ( Dios) iba a pasar por todo Egipto y mataría al primogénito de cada familia egipcia, pasando de largo por la de los israelitas ( las que tuvieran pintadas sus puertas con sangre) en venganza por la opresión que le estaban causando a su pueblo”. Este es uno de esos pasajes que yo no puedo asimilar de la Iglesia Católica y por eso me retiré de Ella. ¿Cómo es posible que un Dios sea tan cruel, es decir que piense como un humano? ¿Por qué tiene que matar a todo primogénito egipcio? Ellos no son culpables de que estén explotando a los israelitas. Ahora bien, si Dios es omnisciente ¿cómo no va a distinguir quién es o no israelita? Además ¿por qué esa predilección por un determinado pueblo, acaso no todos son sus hijos? Me ocurre lo mismo con otro pasaje sobre Jesús, el cual es el meollo de la novela de José Saramago: “El evangelio según Jesucristo”, relacionado con la huida de José y María a Egipto con el niño Jesús en brazos, debido, según la leyenda, a que un ángel se le había aparecido en sueños a José para decirle que huyera porque Heródes había mandado a matar a todos los niños menores de un año, existentes en su reinado por temor a que fuera el mesías que tanto esperaban los oprimidos para liberarlos del Imperio Romano. Entonces la pregunta que se hace Saramago es: ¿ por qué José no le comunicó esto a

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sus vecinos que también tenían niños para que huyeran como él y dejó que los acuchillaran? En fin éstos y otros episodios son los que me alejaron de éstas doctrinas cristianas, concretamente de la Católica, aunque reconozco que son una especie de paliativo para mantener la mente del colectivo ocupada y atemperar sus instintos violentos. Yo he logrado entender ahora últimamente, continuó Manuel, que el humano desde el momento en que toma conciencia de sí, desde que reconoce el pasado y piensa en el futuro, es decir desde que aparece su mente o conciencia con su característica fundamental de nunca descansar, de siempre mantenerse ocupada pensando cosas buenas o malas, es el precio que deberá pagar por haber sobrepasado el nivel de la animalidad; mientras viva no podrá quitarse de encima sus pensamientos continuos. Esto en mi opinión es la clave para entender el porqué se han creado todas las religiones: cristiana, musulmana, budista y otras. Específicamente yo creo que ese es el fundamento de todas las religiones: Mantener la mente del colectivo ocupada en estos misterios. Por esto es que seguramente a mis más de sesenta años al no poder asimilar esos conceptos religiosos ni encontrar otros objetivos en que ocupar mi mente sean: religiosos, de trabajo, políticos, o de otra índole mi mente se ha dedicado a pensar en el sexo casi exclusivamente. Sí, a esta edad encuentro que lo que me hace sentir vivo es el sexo. Mientras mi organismo responda me siento con vida y con ganas de vivirla; por supuesto que a mi edad no puedo ser muy fuerte sexualmente hablando, pero para eso existen las drogas y derivaciones sexuales que no tienen que ver con el pene, como las caricias, el sexo oral de ambas partes y esto con una pareja que se comprenda es tan efectivo como la introducción misma. No todo es la penetración. Entonces a esta edad se utilizan más esa serie de herramientas sexuales que son un sustituto eficaz del sexo que se practica en la juventud, cuando se está lleno de vigor, sobran energías y todo se centra en la penetración. La vida para un individuo como yo carente de objetivos altruistas,

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no porque no los hubiese tenido sino porque por uno u otro motivo mi destino fue superior a las escazas posibilidades que tuve para tratar de conseguirlos, finalmente se diluye en el sexo. Éste se convierte en su mundo, un cuerpo de mujer esbelta es su obsesión, y su imaginación no para de contemplar a una y a otra, en unas su cara, en otras sus senos, sus caderas y así se pasa el tiempo. Afortunadamente, a veces se encuentra reciprocidad en el sexo opuesto y se puede dar esto en uno hasta muy avanzada edad ya que para muchas mujeres no importa mucho la edad del hombre y su necesidad de tener pareja se constituye en un motivo muy poderoso que sobrepasa el requisito de la edad. Pienso que en esta carencia de metas el destino de cada persona juega un papel crucial en nuestras vidas. Nuestras características biológicas, nuestros padres, el ambiente donde crecimos, vale decir todas las circunstancias que nos rodean en nuestra niñez y juventud modelan en gran medida lo que seremos. Verdaderamente me dejas sorprendido con estos conceptos, jamás pensé al leerlos que correspondieran al mismo Manuel que yo conocía, esto es la prueba palpable que el ser humano, independiente de la edad, puede cambiar, para bien o para mal. Se podría aplicar el refrán popular que dice: “ uno es bueno hasta que se daña, o viceversa, es malo hasta que se arregla”. Es difícil, pero desde que se esté vivo es posible cambiar. Pero, de todos modos, en lo que anteriormente expusiste, veo que sobresalen varias ideas respecto a tu lucha por encontrarle sentido a tu existencia, que quisiera comentar. Primeramente resaltas esa ilusión de conseguir un propósito o sentido para tu vida mediante una mujer y a través de ella el sexo; si bien esa falsa apreciación perdura algún tiempo, es porque pasas de una a otra mujer en ese lapso, ya que con las que crees encontrar ese objetivo más temprano que tarde se desvanecen. En mi opinión, ni antes ni después de los sesenta logras captar la esencia de un real sentido a la vida, es decir algo a lo cual dedicar todas tus energías y sentirte realizado en ello. Aunque, después de

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los sesenta te da por buscarlo en el sexo con mujeres mucho más jóvenes, ello es una falsa ilusión que tú mismo constatas rápidamente con los desengaños y perfidias que eso te trae, aunque para ti es el único momento de tu vida donde sientes que tu existencia adquiere un cierto sentido. Pero es un falso sentido, porque como se puede deducir, buscas, así sea inconscientemente, estar con mujeres, ante todo, jóvenes y bellas para ti, y con esas relaciones satisfacer básicamente tu sexualidad, aquello que te ha sido reprimido durante toda tu vida, dejando de lado la parte espiritual de las mismas, es decir en lo que realmente se podría fundamentar un verdadero amor. Ellas por su parte tampoco lo sienten, según se puede observar en los ejemplos que das, tan solo se les ve el objetivo de encontrar cierta comodidad económica. Entonces tus relaciones con las mujeres que nos relatas son básicamente sexuales, donde cada uno es para el otro un objeto de satisfacción sea sexual para ti o económica para ellas, pero no se ve un verdadero amor en el cual la sexualidad sea solo una parte y cada persona sea comprendida por la otra en toda su individualidad, como una persona, no solo como objeto sexual. El amor entendido como una integración entre dos seres en todos sus aspectos, o sea psicológico, sexual, orgánico; donde las partes se consideren entre sí como sujetos y no como objetos, puede ser para muchos, un propósito vital; aunque también la experiencia demuestra la existencia de gente que sin gozar de esta circunstancia llevan una vida plena de sentido, dedicando todas sus energías a, por ejemplo, el conocimiento en sus diferentes campos: literario, cultural, científico, artesanal o también a auto transcenderse a ellas mismas ayudando de alguna forma a las demás. El placer en general y el sexual en particular, por si mismo no puede ser un propósito de vida, porque en él la persona no trasciende de sí misma, está en el plano meramente animal, así lo demuestran aquellas personas que han tenido las posibilidades de disfrutar de todas las comodidades y del sexo ampliamente, al cabo de lo cual se sienten frustradas, porque el sexo como todo placer mientras más se tiene más se busca. Y la experiencia demuestra, que quienes

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buscan el placer desaforadamente como sentido de su vida, es porque no han podido encontrarlo y tan solo buscan en el sexo una compensación del mismo. Esta equivocación sobre este asunto, a pesar de tu edad, hay que decir, es no solo una característica tuya, sino también de inmensa cantidad de gente hasta el último momento de su vida. La mayoría de los humanos viven en este aspecto de equivocación tras equivocación hasta el momento de su muerte; y no obstante haberles ocupado buena parte de su tiempo pensando en ello nunca logran encontrarle propósito a sus vidas. O sea, esto no es algo exclusivo de tí, pero no por eso deja de ser tan traumático para cada quien lo padece. Se puede aplicar el refranero popular: “Mal de muchos consuelo de tontos”. La vida humana y su significación siempre ha sido una búsqueda permanente pero para muchos difusa y frustrante hasta su último aliento. Es decir, tú, no eres más que uno entre tantos seres humanos que, aún, a una edad avanzada, no logran encontrarle un propósito a la vida, y se la pasan de error en error hasta las etapas últimas de la vida. Tú hablas muy bonito Roberto, pero es muy fácil ver los defectos de los demás, falta es meterse en los zapatos de otra persona; de todas formas te agradezco toda esta conversación que hemos tenido que para mí ha sido muy instructiva y ya veremos qué pasa en los días que me restan de vida. Continuando un poco más con este tema, resulta indispensable agregar algo que ni el mismo Roberto con toda su sabiduría mencionó, es el referente a que hay otras personas que creyendo haberle encontrado un sentido a su vida sufren una gran frustración, inclusive peor que la de Manuel, cuando al cabo de un tiempo ven como todo aquello a lo cual habían dedicado su vida, es decir lo que era su sentido vital finalmente era una mentira, esto es una constatación más dolorosa aún que la que sufre Manuel, porque éste finalmente al llegar a los sesenta no tenía nada que perder en este sentido; nunca le había visto a su vida alguna finalidad, siempre le pareció una monotonía frustrante, total que al final

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cualquier objetivo que se le presentara y que le ofreciese algún bienestar era una ganancia. Por esto, la frustración de Manuel a lo largo de su vida en este aspecto, a pesar de lo dolorosa, no lo es tanto como la de estas personas que durante toda su vida han creído y luchado por sostener unas creencias religiosas, o políticas, para constatar al final que eran una mera ilusión, unas falsas creencias carentes de todo fundamento. Por ejemplo: tengo en mis archivos una declaración del Papa Juan Pablo II-copiada de la revista Semana, agosto 2 de 1999 - en la cual dice: “El Papa Juan Pablo II afirma en Ciudad del Vaticano, oficialmente, que el infierno es un lugar mental”. Y agrega: “el cielo descrito con tantas imágenes en la Escritura, no es ni una abstracción ni un lugar físico entre las nubes, sino una relación viva y personal con Dios”. ¿ Se puede pensar en una frustración mayor para millones de personas que durante toda su vida creyeron en la existencia del cielo, el infierno y el purgatorio como verdaderos lugares donde irían las almas una vez despojadas de sus cuerpos de acuerdo a sus merecimientos en esta vida. Merecimientos que eran calificados según criterios de la misma Iglesia Católica, entre los cuales estaba el de creer precisamente en el cielo, infierno y purgatorio como verdaderos lugares donde se iría luego de la muerte y condenar a todo aquel que no pensase igual, para al final constatar que todo aquello era una mentira ?. Y así fue durante varios siglos y aún en época tan reciente como 1998, el mismo artículo de la revista Semana trae una encuesta hecha por una reconocida firma encuestadora colombiana, donde de cada 100 personas entrevistadas 73 respondieron que si creían en el cielo como un lugar físico determinado, 38 respondieron afirmativamente sobre el infierno y 67 dijeron que piensan que el cielo es el destino final de las personas buenas. Este es un ejemplo clásico, pero también hay otros, que aunque no tan vistosos si son igualmente patéticos: el de la relación padre-hijoscónyuge. Cuando se vive en función de que los hijos o el cónyuge constituyen el propósito de la vida, aquello que le da su sentido y por alguna circunstancia todo ello se derrumba en un momento dado,

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como infortunadamente sucede a diario en nuestro medio donde en cualquier momento queda la persona ( por lo general el hombre) totalmente mutilada en su sentido de vida. No es que se diga que el amor al cónyuge o a los hijos no deba constituir un propósito de vida, si lo puede ser , y de hecho lo es, para mucha gente, pero ante una realidad como la que se vive diariamente, donde la separación de los cónyuges es práctica común, y los hijos generalmente terminan por abandonar a sus padres, por muchas razones, en especial en la sociedad occidental cuando éstos no son exitosos, o cuando no les sirven a sus intereses, es necesario siempre tener un plan B. También se podría citar el caso de aquellos personajes cuyo objetivo máximo es el de acumular dinero de por sí para al final de sus vidas encontrarse con que no saben qué hacer con él. Todos los psicólogos y/ o siquiatras de los últimos años relatan que la carencia de un sentido para la vida es el motivo de consulta, de lejos, más frecuente. Y de otra parte, el consumo masivamente creciente de drogas y alucinógenos en los últimos tiempos también es otra demostración de ello, puesto que dicho consumo no es más que la forma artificial como el humano intenta encontrar dicho sentido o propósito, ante la imposibilidad de encontrarlo por otros medios o también cuando se llega al convencimiento de que éste no existe, que no hay tal sentido o propósito para una vida humana. No solo mucha gente común llega a la conclusión de que la vida no tiene sentido o propósito alguno, sino inclusive científicos. En efecto, algunos de ellos afirman que el universo como tal no parece tener ningún sentido, es decir hasta ahora no le encuentran ningún propósito especifico para el cual haya sido creado, más aún lo que sí se sabe es que es contingente, es decir, que lo que actualmente es pudo haber sido de otra manera, que la conformación actual del universo es solo producto de una serie de circunstancias aleatorias, que bien podrían haber sido distintas, en pocas palabras al universo no se le ve una determinada finalidad para el cual haya sido creado. Y, por su parte, lo que es la vida en el planeta tierra también se ha dado por una serie de casualidades, es decir del azar, no en virtud de un propósito; de lo que se colige que

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si ni el universo ni la vida misma tienen un propósito, tampoco lo tiene un ser humano, el cual es un eslabón en la evolución de la vida misma, habitante fugaz de planeta tierra. Pero Manuel también es uno de los que, al menos después de los sesenta años, se inquieta sobre el sentido de su vida, porque la verdad es que muchos no lo pueden hacer inmersos como están en la satisfacción de sus necesidades primarias: comer, reproducirse y obtener un hábitat, en lo que pasan su vida la mayor parte de los humanos. ¿ o será que este es el verdadero objetivo de la vida humana, y lo demás son puras elucubraciones de esos pocos diletantes que tienen el tiempo de hacerse esa clase de preguntas?. Porque la verdad es que solo las personas que logran superar estas necesidades básicas, o no las tuvieron nunca, son quienes tienen el tiempo de hacerse esta clase de preguntas.

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IV. LIBRE ALBEDRIO Otros estudiosos del tema del propósito de la vida humana, con bastante fundamento, opinan que la vida humana si tiene un propósito y cada persona se lo imprime valiéndose de su libre albedrío y en ello se distingue precisamente del animal, en el cual no existe éste y el propósito o finalidad de su vida siempre está atada a su destino, nunca cambia, no les es posible zafarse del mismo, en contraposición con la del humano donde hay lo que se llama libertad, o “libre albedrio”, el cual le permite desviarse o no del destino que le fue impuesto. Ahora bien que la libertad o libre albedrio si existe en los humanos, parece no involucrar mucha controversia, siempre que esto se entienda como la capacidad del humano para tomar decisiones, porque es claro que efectivamente los humanos toman decisiones, es decir ante una serie de alternativas escogen una de ellas, pero en la escogencia de éstas es donde entra la polémica. Hasta qué punto se es “libre” para tomar una decisión o si esta capacidad está regida exclusivamente por procesos físicos y químicos de nuestro organismo, es decir por las características biológicas producto de su herencia y medio ambientales de cada uno, lo que aquí denominamos destino. Lo anterior significa que hay quienes sostienen con argumentos muy contundentes que sí existe en el ser humano “el libre albedrio” o libertad para tomar decisiones y de igual forma quienes lo niegan categóricamente, son quienes dicen que nadie escapa al destino que le ha sido impuesto, no existe libertad. Entre los segundos están muchos científicos modernos a quienes se denomina deterministas y también Manuel Santa, como se puede constatar en los párrafos anteriores, por sus propias palabras y entre los primeros están quienes sostienen que aún en las condiciones más adversas el hombre mantiene su capacidad para decidir su propio camino. ¿Cómo? Por medio de su libertad interior, utilizando su

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fuerza de voluntad para abstraerse de sus circunstancias externas, tomando fuerzas de su yo interno. Argumentan que si bien cada humano trae consigo sus características biológicas, tiene su propio psiquismo y ambos son alimentados por las condiciones ambientales en que se desarrolla su infancia, todo lo cual viene a configurar el destino que le asigna la naturaleza por el solo hecho de nacer en determinadas circunstancias, sin embargo, con todo y esto, le queda algo en su diversidad espiritual, que es precisamente lo que lo hace diferente al animal, que es libre albedrio, es decir aquella facultad espiritual que le permite en un momento dado tomar una u otra opción, y ahí en esa toma de decisiones permanentes ya sea apartándose de lo que le dicta su destino o aceptándolo, va configurando su inmediato futuro. Y al tener esa capacidad de desviar o aceptar su destino la tiene para fijarle un sentido o propósito a su vida. El psiquiatra Viktor Frankl en su libro: “ El hombre en busca de Sentido”, quien es uno de los principales defensores, que yo conozca, de esta teoría y del cual la he tomado afirma textualmente que: “ ….la esencia de la existencia consiste en la capacidad del ser humano para responder responsablemente a las demandas que la vida le plantea en cada situación particular.” Y agrega: “… al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas- la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino-para decidir su propio camino.” El anterior es un punto de vista muy respetable, pero lo es también el de quienes sostienen que las posibilidades que tiene el ser humano de escapar a su destino son inexistentes y lo que sus opositores llaman “libre albedrio”, es un espejismo, producto de la imposibilidad de comprender las múltiples interacciones biológicas de nuestras células. El caso de Manuel Santa es un ejemplo de este punto de vista. Él mismo lo dice: “ Propósito de vida si tuve, pero mi destino fue más fuerte que la posibilidad de que disponía para apartarme del mismo” . Él nunca pudo sobreponerse a su destino. En términos históricos generales, el significado o propósito de la

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vida, para quienes creen en ello, también ha ido variando a lo largo de la historia y de sus diversas sociedades o culturas, donde se han establecido como verdaderos paradigmas por un determinado tiempo. Y específicamente para la sociedad occidental solo es a partir de la segunda mitad del siglo veinte para acá, que vino a considerarse y generalizarse como un verdadero concepto generalizado el del vacío existencial o Nihilismo como se llama a su respectiva escuela psicológica, como la vida carente de significación. Lo cual, entre otras causas, se debió al desmoronamiento de los valores tradicionales que se presentó en esta sociedad Es decir que la escuela Nihilista es una de las varias respuestas, a nivel general, que se han dado a través de la historia humana al asunto existencial y se puede decir que a lo largo de la historia ha habido tantas respuestas cuantas escuelas psicológicas han existido. Por ejemplo: La escuela religiosa considera que el propósito de la vida es servir a Dios, la cual ante el desmoronamiento de la idea de Dios, ha venido a menos, para muchos. También son notorias aquellas escuelas que colocan al poder y el placer como los máximos propósitos o justificaciones para una vida, pero éstas han sido más a nivel individual que colectivo como la Nihilista o la religiosa, que son masivas. Y también es en la sociedad occidental de estos últimos tiempos, donde a la par con la pérdida de credibilidad en los valores que le daban sentido a la vida de sus ancestros( Dios, trabajo, hijos, familia, etc.) que se generalizó la escuela Nihilista, y al lado de esta concepción que es quizás la predominante en esta época también han florecido otras que aunque no tan famosas como la Nihilista, sencillamente están tomando como propósito vital o como guía de su vida algo aparentemente más simple: lo que quieren los demás- al fin de cuentas es la época de las masas, de los grandes conglomerados humanos, donde es difícil resistirse a lo que opinan las grandes mayorías-, es decir dirigen su vida hacia lo que ven en los otros o simplemente se someten a lo que otros quieren. Uno de los valores tradicionales que en estos últimos siglos mas se

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ha desmoronado es el del trabajo como se concebía anteriormente, o sea, como un propósito de vida, al pasar a considerarse como una forma de alienación humana, quizás no tanto como Manuel, para quien como se dejó dicho fue un verdadero tormento, pero en general la gente ve, hoy por hoy, el trabajo solo como el medio de obtener dinero. Solo unos pocos encuentran en el trabajo un propósito de vida; éste que era uno de los valores tradicionales generales ha caído en demerito, para mucha gente. Ahora el trabajo no se considera como una misión en la vida sino como el medio de obtener dinero exclusivamente, por eso el verdadero objetivo es éste y si se puede obtener por cualquier otro medio, más fácil y rápido, tanto mejor. La contraposición, en Occidente, a la escuela nihilista de los dos últimos siglos, proviene, como ya se mencionó, de quienes afirman que el sentido de la vida es único y personal para cada individuo y consiste básicamente en dar una respuesta correcta y responsable a las cuestiones que la vida nos plantea diariamente, cada cual desde su situación concreta. Los defensores de este punto de vista, entre los cuales, como lo he dicho está el psiquiatra Vienés Viktor Frankl, argumentan que una persona que sufre una enfermedad terminal, que tiene una malformación congénita o también el caso de alguien que está en prisión pueden asumir una actitud en cada momento que les haga llevar esa cruz con dignidad, sin dejarse llevar por el entorno y zambullirse en el infierno que los rodea. También argumentan que inclusive aquellas personas que han tenido una infancia miserable pueden reparar esa carencia de progenitores adecuados cobrando una conciencia total de forma tal que los lleve a sobreponerse. En términos generales esta escuela considera que nadie puede culpar a sus circunstancias sociales, biológicas o psicológicas de tener una vida carente de sentido y por ende de su infelicidad, como es la actitud de Manuel. Esta polémica sobre este tema se torna tan importante porque la realidad muestra diariamente que el humano necesita tener un propósito para vivir, pues cuando no se tiene conlleva a situaciones tales como el suicidio o la ya mencionada anteriormente de recurrencia

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a las drogas, el alcohol, o en otros casos a la abulia, la pereza, el aburrimiento, la angustia existencial. Lo cual se corrobora porque la gente que incurre en estas situaciones manifiesta que ello se debe a no tener prop贸sito alguno para vivir, a no verle sentido a la existencia humana. FIN.

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LA VIUDA Cuando Ruth Martínez cumplió los quince años casi todos los que la conocían no albergaban la menor duda acerca de que era la mujer más bella de Pacho, municipio de Cundinamarca, relativamente cerca de la capital, Bogotá. De piel canela, cabello negro y abundante que irradiaba salud, alta, con peso tan apropiado a su estatura que la hacían ver más que esbelta, escultural, cintura bien marcada que resaltaba sus caderas perfectamente contorneadas. En otras palabras la naturaleza había sido especialmente pródiga con Ella. Quizás lo único que le quitaba esa unanimidad de opinión respecto a su belleza, a los ojos de algunos, era que por su humilde origen sus padres no le habían podido dar una educación adecuada a esa esplendida figura y en consecuencia era lo que podría denominarse un diamante en bruto. No obstante aquella condición económica de sus padres, para la celebración de sus quince primaveras no escatimaron esfuerzo y todo lo que tenían en ahorros e inclusive recurriendo a préstamos con algunos familiares lo utilizaron en el cumpleaños de su hija. Le compraron un hermoso vestido con zapatos y cartera que le hicieran juego en un prestigioso almacén de Bogotá, donde también la peinaron y arreglaron desde el día anterior. Para el día señalado se había repartido con suficiente antelación las correspondientes invitaciones a todos los familiares y amigos de la familia y otros que aunque no cumplían la condición anterior se habían hecho conocer de Ruth, ya fuera en plan de pretendientes o de simple amistad, o sea, como Ella lo decidiera, pues al fin de cuentas Ruth, por aquella época, era la dueña absoluta de la situación en este aspecto e imponía las condiciones a quienes se le acercaban. A unos les decía: “Mira tú me gustas porque eres apuesto, pero eres pobre y a mí me aterra la pobreza pues no quiero ser pobre como mis padres”. A otros les comentaba: “ Del hombre que me enamore tiene que ser para casarme y que pueda llevarme a vivir cómodamente a una ciudad grande como Bogotá, no quiero seguir viviendo aquí”. Así, a unos y otros, hasta ese momento, les había cortado de tajo las pretensiones que tenían de convertirse en novio de la mujer

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más bella de Pacho. Algunos de ellos, más insistentes, llegaron hasta hablar con sus padres a ver si por este medio Ella de pronto accedía a sus requerimientos sanos de formar un hogar. Pero todo era en vano y hasta sus padres en no pocas ocasiones le llamaban la atención para que recapacitara y pensara bien: “ Mire mijita, le decían, fulanito o zutanito la quieren como esposa, son personas muy conocidas de familias muy respetadas aquí, son prenda de garantía para un buen matrimonio, claro que no serán ricos, pero si es gente acomodada y recuerde que Usted tampoco lo es, si bien es bella tampoco puede exigir demasiado, por supuesto que debe aspirar a lo mejor pero siempre traté de guardar las proporciones. De todos modos Ruth, si Usted quiere ampliar más sus horizontes, ahora que termine su bachillerato puede irse a vivir a Bogotá, donde su tía; yo ya hablé con Ella y me dijo que la recibiría con mucho gusto. “ Papá, contestaba Ruth, pero si mi tía vive en un barrio pobre del Sur, yo que voy a hacer por allá”. Pero en aquella celebración quinceañera, como sucede en algunos casos cuando la admisión no es muy estricta y más en un pueblo donde casi todos se conocen, se habían colado al amparo de algunos invitados oficiales varios personajes ajenos al pueblo y a los anfitriones, atraídos por el rumor propalado en todo Pacho de aquel cumpleaños a su mujer más bonita. Entre todos ellos se mezcló un señor de unos cincuenta años, de profesión esmeraldero, oficio muy arraigado en la gente de toda esa región de Colombia, por su cercanía con sitios donde están las minas más famosas de esmeraldas en Colombia como son las de Muzo y Coscuez y cuyo centro de comercialización más importante es la misma Bogotá, también muy cerca, en donde se comercializan en la avenida Jiménez con séptima. Allí todos estos esmeralderos se amontonan desde tempranas horas, ofreciéndolas a precios que si bien son elevados no lo son tanto como en una boutique o un centro comercial de prestigio y por eso los turistas nacionales y extranjeros acuden a este sitio, atraídos por la belleza de estas piedras verdeazul que tienen fama a nivel internacional. Este señor, de nombre Alberto, era uno de éstos y como tantos en este oficio era un mujeriego empedernido, que le fascinaban las mujeres jóvenes y bellas, entre las cuales a muchas les encantan las joyas finas y en general los lujos, por lo que no habían sido pocas

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las mujeres que había conocido por medio de aquellas, en su largo trasegar en este sendero de los romances. En cuanto la vio, se dio cuenta de su magnífico acierto de haberse colado en aquella reunión. De inmediato quedó prendado de aquella señorita y sin importarle la enorme diferencia de edad a partir de aquel momento tomó la decisión de conocerla y hacerse conocer de Ella, de ahí en adelante solo Dios sabría qué rumbo tomarían las cosas. Lo primero que hizo fue indagarle a quién lo había introducido allí por todo lo que pudiera informarle sobre Ruth, y rogarle para que se la presentara. Mira Alberto, le dijo su amigo, yo te debo muchas a ti y por eso te la voy a presentar y aunque yo también soy un mujeriego como tú, te pido que no la vayas a cortejar porque mira que tu perfectamente puedes ser su abuelo. Tranquilo le respondió Alberto. Se hizo presentar a Ruth y a sus padres por su amigo, quien pidió absolutas disculpas por haberlo traído sin invitación, en compensación de lo cual Alberto les entregó un sobre con dinero en efectivo como colaboración para la fiesta,quedando así todos satisfechos. Se presentó como un comerciante capitalino en joyas preciosas con representación de varias casas comerciales de gran prestigio. Como esmeraldero que era siempre mantenía en sus bolsillos un muestrario con sus mejores esmeraldas y algunas joyas y aprovechando esto, a la mejor oportunidad que tuvo se le acercó a Ruth y se las mostró, ante lo cual Ruth quedó maravillada de semejantes joyas. Alberto de inmediato le dijo: “ Ruth le prometo que en el transcurso de la próxima semana le regalaré un aderezoconjunto de pendientes o topos y collar- en oro de 18 kilates con las piedras que a Usted más le han gustado y se las traeré personalmente”. No, como se le ocurre, si yo a Usted apenas lo conozco….que pena. Se lo ruego Ruth, esto para mí sería un verdadero honor y orgullo verle colgado de su hermoso cuello un aderezo con las piedras que Usted ha escogido. Luego de insistirle bastante, Ruth por fin accedió y le dijo: ¿Y cómo serán?. Este tranquila, le respondió Alberto que yo consultaré las últimas revistas especializadas en este tema y le traeré lo que esté de moda con la seguridad que le fascinarán.

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Antes de que terminara la semana, tal como lo había prometido, Alberto le estaba entregando unos topos engarzados en oro blanco de 21 kilates, con unas esmeraldas llamadas “ gota de aceite” más grandes que una lenteja y un collar de tres vueltas rematado con las esmeraldas que había escogido Ruth. “ Todo esto es para la reina de Pacho”, le dijo Alberto en medio del almuerzo al que le había invitado para entregárselos; “y vendrá mucho más si me concedes el honor de hacerte más invitaciones de hoy en adelante”. Ruth quedó maravillada con este regalo, pues haciendo honor a lo que dice el horóscopo sobre las personas del signo zodiacal Cáncer (había nacido un 15 de Julio) acerca de que son fácilmente impresionables por las cosas materiales y generalmente no ven en su pareja más que este aspecto dejando de lado, o en segundo plano, la parte espiritual y los otros valores que pueda tener, se dejó obnubilar por todo aquello y lo único que alcanzó a decirle fue: ¿Pero Usted debe ser un hombre casado?. A lo cual, Alberto, respondió sin ninguna vacilación y con mucha seguridad: lo fui, pero ya estoy divorciado legalmente y para tu mayor seguridad te prometo que para nuestro próximo encuentro te traeré los documentos que así lo demuestran. Con esto quedó satisfecha Ruth sin importarle nada más, ni aún la gran diferencia de años. En los siguientes días Alberto se dedicó con todo ahínco a resolver el problema de los papeles que confirmaran su divorcio; él de hecho era un hombre casado con hijos que vivían en Bogotá, pero su obsesión por tener a aquella mujer lo haría hacer cualquier cosa, ahora que veía esa oportunidad cerca, como no se la había imaginado desde hacía muchos años. Conocía muy bien varios pueblos cercanos a Bogotá como: Fusa, Tocaima, Mosquera, Guateque, La Mesa etc., y en uno de ellos encontró al notario justo para que le certificara su separación, previó un buen pago. Pero con su mente ya totalmente obcecada por tener a Ruth, no solamente consiguió eso sino que también obtuvo, falsificado por supuesto, su partida de bautismo con la correspondiente anotación del divorcio. Es decir todos los papeles en regla para su matrimonio. Él sabía que Ruth no accedería a sus pretensiones sino mediante el matrimonio; por mas regalos que le diera, en una sociedad

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tan pacata como la Colombiana de esa época, todos los obsequios o invitaciones que le hiciera no eran más que un preámbulo para el matrimonio, pero una vez realizado éste ya Ruth era de él. Era perfectamente consciente de las tradiciones religiosas, católicas para más señas, de estos pueblos y lo peligroso que podría ser intentar hacer algo con Ruth por fuera del matrimonio Católico. Ahora dentro de él casi todo es válido y ni los mismos padres o hermanos podrían decir algo. Así eran las costumbres colombianas de esas décadas de los años 60s y 70s y que persistieron por varias decenios más cuando ya en muchos otros lugares del planeta se habían eliminado. Durante los siguientes días Alberto se mantuvo en permanente contacto con Ruth y los fines de semana, rigurosamente, viajaba a Pacho para visitarla, y hacerle alguna invitación siempre con algún presente. Cuando ya la voluntad de Ruth estaba doblegada por tantas atenciones, Alberto lanzó su última carga de profundidad y le propuso matrimonio dándole la respectiva argolla en oro de 21 kilates. Todos los familiares y amigos de Ruth le manifestaban su admiración y al mismo tiempo sorpresa por las joyas que estaba luciendo últimamente en especial por la finura de su argolla matrimonial. Ya todo el pueblo sabía que Ruth estaba comprometida en matrimonio y pronto lo haría. Sus pretendientes pueblerinos se fueron alejando lentamente, eso sí, varios de ellos con cierta mordacidad que a su vez les servía de consuelo a sus frustradas ambiciones, hacían toda clase de chistes y sarcasmos sobre la diferencia de edad de la pareja y algunos hasta se atrevían a decirle directamente a sus padres y hermanos, aunque no directamente a Ella, que el novio era más viejo que su papá y más bien parecía su abuelo y que de golpe les tocaría separarse porque no creían que ese señor pudiera con semejante hembra. “Ruth, le decían sus padres, piense bien lo que está haciendo, escuche lo que dice todo el pueblo que ese señor parece su abuelo”. Eso es envidia papá, respondía. Mira a ver qué mujer de Pacho tiene estas joyas, además el me cuida y es muy bueno conmigo, siempre está pendiente de mí, me complace con sus invitaciones y regalos, me ha pedido en matrimonio y nos vamos a vivir a Bogotá, que más puedo desear, olvida que yo me voy a casar con un pobretón de este pueblo………es pura envidia, papá.”

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Así las cosas, Alberto metió el acelerador a fondo y mediante el pretexto de que debía hacer un viaje al exterior pronto, convenció a Ruth y todos sus familiares para apresurar el matrimonio, al fin de cuentas ya él tenía todos los papeles en regla y los de Ruth los conseguía de inmediato allí en el mismo pueblo. Hablaron con el cura de la parroquia a quien Alberto le hizo un buen aporte para la misma y fijaron la fecha de la boda. Llegó la fecha estipulada, Alberto corrió con todos los gastos para beneplácito de sus padres y la pareja ya como cónyuges se trasladaron a vivir a un apartamento al occidente de Bogotá, donde empezó el calvario para Ruth. Al principio no se pudo consumar el matrimonio normalmente porque a Ruth no le podía entrar el pene, debido a la forma tan torpe como Alberto procedía llena de brusquedad, como si fuera la última vez o aquello se fuera a acabar pronto, y por eso Ruth no alcanzaba a lubricar bien y su área vaginal permanecía seca y rígida y así lo que se estaba consiguiendo era que Ella se sintiera adolorida y maltratada. Recurrieron al médico quien les recetó un gel especial, con el cual y al cabo de varios intentos lo pudieron consumar, pero Ruth ya se encontraba muy resentida, porque no obstante aquella crema la forma de Alberto hacer el sexo, sin caricias previas, sin palabras amorosas, solo tratando de penetrarla lo más rápido posible, es decir, procediendo en este aspecto solo pensando en sí mismo, la dejaba a Ella prácticamente de lado. Y por supuesto todo ello fue generando en Ruth una aversión al sexo, tal como lo practicaba Alberto, ya que ella no sentía excitación alguna y mucho menos llegó a tener un orgasmo de tal manera que se le fue formando una especie de rechazo a ese acto y de miedo a Alberto cada vez que lo veía con esas intenciones, pues al fin de cuentas ella siempre había sido una mujer muy delicada y consentida en su casa y además tenía muy poca o nula ilustración sexual como para poder contrarrestar aquella situación. Una vez que Alberto hubo realizado plenamente, para él, el acto sexual, sus deseos se incrementaron de forma inversamente proporcional a los de Ruth. Y no obstante esa inapetencia de Ruth él la tomaba a cualquier hora del día o de la noche, a las buenas o a regañadientes. Ruth finalmente lo único que hacía era abrírsele de

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piernas y dejar que Alberto eyaculara aferrado a ella como un cerdo. Le triplicaba en edad y también en apetencia sexual, después se supo que Alberto lo hacía ayudado por las drogas, pues no resistía las ganas cuando la veía a Ella agacharse o en paños menores. Por su parte Ruth la única alternativa que encontró para todo ese hastío que sentía de ver a su marido a toda hora encima de Ella y que era prácticamente todo lo que él hacía cuando estaba en el apartamento, fue la de, con cualquier excusa, irse para la casa de sus padres en Pacho, cada vez que podía. Así trascurrieron varios años con Ella refugiándose en la casa de sus padres con cualquier pretexto y Alberto yendo por Ella cuando sus ansias de sexo no le daban más espera. Sus padres y hermanos le decían que debía obedecer a su marido, pues sus fuertes creencias católicas les indicaban que la mujer cuando se casa ya no se pertenece a sí misma y debe obedecer en todo a su conyugue y por otra parte Alberto le daba todo lo necesario, aunque ahora menos que antes, pero seguía cumpliendo con toda la parte económica y también lo más básico era que por aquella época las costumbres en los municipios o pueblos colombianos estaban muy sujetas a las normas de la Iglesia Católica. En esas condiciones Ruth fue perdiendo toda esperanza de encontrar apoyo por parte de ellos para resolver ese problema. Finalmente quedó embarazada y mientras estaba en cinta sucedió algo que la cambió por completo y le eliminó algún vestigio de sentimiento bueno que aún pudiera tener por Alberto. Cualquier día dejaron en su casillero de la entrada al edificio de su apartamento un telegrama para Alberto; al no estar él, el portero se lo entregó a Ella, su esposa. Aunque Alberto le tenía prohibido que revisara su correspondencia, en aquella ocasión viendo que era un telegrama pensó que era algo urgente y debía avisarle a él donde quiera que se encontrase, por lo que procedió a abrirlo quedándose estupefacta con lo que leyó: “ Señor Alberto Mondragón R., favor presentarse al juzgado civil de menores No 17 de este Distrito, para responder por una demanda de alimentos instaurada por la señora Ana Díaz, su esposa. De no hacerlo en el curso de las próximas 72 horas,

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se procederá a su búsqueda para ser conducido por la policía a este despacho”. Ruth empezó a sentir que sus piernas se le doblaban y sus manos le temblaban, pensó en abortar pero de inmediato se dio cuenta que era demasiado tarde. Cuando le pasó el mareo recapacitó y al tiempo que decidió continuar con su embarazo juró vengarse de Alberto. No lo llamó en todo el día, pero cuando llegó Ruth tenía muy preparado lo que le iba a decir al entregarle el telegrama: “ Maldito animal, desgraciado, de alguna forma y algún día me vengaré de Usted. Por el momento, si me vuelve a tocar iré a la policía y le contaré todo lo que Usted me ha hecho, por mi estado no puedo irme pero me pasaré a una pieza sola donde estaré con mi hijo cuando nazca y si se atreve, así sea, solo a entrar a mi alcoba haré lo que le dije. Pero Usted es mi esposa, dijo Alberto, déjeme explicarle…. No quiero ninguna explicación, mañana iré donde el notario y el cura que nos casó para averiguar cómo fue que Usted hizo para casarse de nuevo conmigo, pues el telegrama dice que Ana Díaz es su esposa. Así lo hizo al día siguiente, no obstante su estado de embarazo. Ambos personajes, tanto el cura de la iglesia donde se casó, como el notario del pueblo quedaron de someter a un examen riguroso los papeles respectivos pues aparentemente estaban bien, y ellos habían presumido que eran legales para proceder a realizar la ceremonia, pero ante esta nueva evidencia cabía este nuevo examen. Al cura de la iglesia Ruth le dijo,” padre si Usted no hace eso yo soy capaz de averiguar en cada parroquia de Bogotá a ver dónde figura Alberto como casado”. No es necesario hija, yo lo haré. No transcurrió más de un mes para que la llamaran de ambas partes a que se acercara para darle la información oficial, la cual como lo presentía confirmaban sus sospechas: El cura le dio el nombre y la dirección de la parroquia donde Alberto se había casado antes e

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inclusive allí tenía bautizados a sus hijos. Por su parte el notario le confirmó la falsedad de los papeles. Ambos le dieron las instrucciones para que instaurara los procedimientos para su anulación. Pero, pensaba Ruth, ¿qué voy a anular si todo es falso? Mejor le instauro una demanda por falsedad y bigamia. Sin embargo de forma inexplicable nunca lo demandó, sin que se supiera sus razones; lo que sí hizo fue, por su acendrado catolicismo, hacer que la Iglesia declarara nulo ese matrimonio. Ruth dio a luz una niña y continuo viviendo en la casa con Alberto en una habitación aparte, no instauro demanda alguna, en tanto él le proporcionara todo lo necesario para Ella, la niña y la dejara en paz, pero en su pensamiento permanecía latente la idea de venganza y maquinaba la forma de librarse de aquel hombre a quien culpaba de haber arruinado su vida y con quien el sexo se le había convertido en una pesadilla, todo lo cual no le generaba sino odio hacia él. Por aquellos años Alberto empezó a sentir los efectos de los grandes gastos en que había incurrido antes con Ruth y seguramente de la demanda que le había instaurado Ana Díaz, su primera esposa, para la manutención de sus hijos, obligación que había suspendido desde que conoció a Ruth. Por esta razón, ahora ya no le deba más regalos y antes por el contrario le quito varias joyas lo cual enfureció más a Ruth, si cabe. La privación del sexo con Ruth también lo tenía bastante golpeado, y aunque él intentaba tenerla a la fuerza las más de las veces no conseguía su objetivo, pero de vez en cuando sí, logrando que Ruth quedará nuevamente embarazada, pero Ella en cuanto se dio cuenta abortó. Aun así, Ruth continuo si querer acudir a las autoridades, ni inclusive cuando en las veces que lograba hacerle el sexo le decía, estando encima de ella, improperios como: “ Si ya te llené la barriga una vez te juro que lo volveré a hacer”. Cuando su hija estuvo un poco crecidita y se la aceptaron en un jardín Ruth se consiguió un empleo como vendedora en un almacén de textiles, y aun así al salir por la mañana siempre le dejaba el desayuno servido a Alberto. Así transcurrió un tiempo y sorprendentemente Alberto fue disminuyendo su costumbre de atacarla sexualmente, no se sabe si

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era a raíz de la repulsa tan fuerte que Ruth le oponía o porque él se sentía cada vez más agotado, sin fuerzas, como decrepito, sin saber exactamente el por qué no obstante sus consultas a los médicos.” Es la edad le decían éstos”. Por su parte Ruth al sentirse con recursos propios y su hija ya de jardín arrendó una habitación y se fue de aquella casa. Alberto trató de impedir a toda costa aquel traslado, hasta que Ella lo amenazó con la policía, ante lo cual él accedió, pues relacionarse con las autoridades era lo que menos deseaba tanto porqué su oficio no era muy santo que digamos y sus antecedentes con su primera esposa estaban ahí, a la orden del día. Para Alberto fue un golpe severo pues él sentía un profundo apego a Ella, no digamos que por amor, sino por algo que se concretaba haciéndole el sexo cada vez que podía. Para Ruth las cosas eran distintas, Ella era básicamente materialista, pero Alberto hacía rato se le había convertido en un ser profundamente despreciable, no solo por lo de su otro matrimonio y lo del sexo, sino también, ahora, por la bancarrota en que se encontraba; ya no le servía para nada y por el contrario le estaba quitando las joyas que le había regalado y para Ella, tan apegada a lo material, esto era tan grave como la forma en que le había hecho el sexo tantas veces. En este sentido, sin embargo, Ruth siempre intuyó que el sexo debía ser agradable, que todo aquello que le había sucedido tenía un solo culpable: Alberto, por su manera de hacerlo, sin caricias, si hacer que Ella se excitara en lo más mínimo, únicamente él eyaculando encima de Ella. Por eso ansiaba profundamente encontrar otro hombre diferente. Entretanto Alberto tenía que permanecer últimamente en casa la mayor parte del tiempo, pues se sentía cada vez peor, e intentaba cada vez que podía comunicarse con Ella esperanzado en que quizás podría convencerla para que volviera con él, sin percibir que ya todo era inútil. Ruth ahora trabajando, pronto encontró ese nuevo amor que estaba buscando y cuando Alberto la llamó, ahí si se apresuró a contestarle, como no era su costumbre, y con toda la energía de que era capaz le dijo:” Ya tengo un hombre que si sabe hacer el amor, con dulzura, con caricias y no como usted que parece un cerdo”. No se supo si frases como esa o la misteriosa enfermedad que lo

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venía aquejando fue la causa de su muerte, en todo caso su cadáver fue encontrado en su apartamento por uno de sus amigos, con quien trabajaba en el negocio de las esmeraldas, quien al ver que no se aparecía por el sitio de trabajo, ni contestaba al teléfono, fue a buscarlo al apartamento donde tampoco respondió, ante lo cual y con presencia de la policía procedieron a abrirlo. El dictamen forense sobre su muerte señalaba que se había producido un fulminante ataque al corazón, sin embargo los que lo conocían y lo habían tratado los últimos meses decían que se había enflaquecido y demacrado tremendamente y al indagarle sobre lo que le pasaba, respondía que su estómago parecía como que se le hubiera enloquecido, casi todo lo que comía lo vomitaba. O sea, que para éstos lo que padecía Alberto y lo que lo llevó a la muerte fue claramente una intoxicación, que venía de tiempo atrás. Al inquirírsele a Ruth sobre esto simplemente contestaba que Ella se había ido de aquella casa desde hacía como un mes, lo cual dejaba en los que la escuchaban un hálito de duda. Al funeral Ruth fue vestida toda de negro, incluyendo un sombrero de ala ancha del cual descolgaba un velo transparente que le semiocultaba la cara, y su vestido entallado insinuaba toda la curvatura de sus formas totalmente vigentes lo que la hacía sobresalir entre todos los asistentes. Los amigos de Alberto, que conocían aquella historia, al verla así de hermosa comentaban: “ Ruth fue la que llevó a Alberto a la tumba y por la forma como está va para otro matrimonio seguramente”. De ahí en adelante muchos la siguieron llamando “ la viuda de negro” y otros simplemente “ la viuda”. Y dicho vestido no sería la única vez que lo luciría en los próximos años. No transcurrieron más de unos tres meses, luego de la muerte de Alberto, cuando “la viuda” percibió que estaba de nuevo embarazada, pues ya llevaba más de dos meses sin que le llegara el periodo. El nuevo amor de Ruth era uno de esos hombres jóvenes y galantes por quienes las mujeres se emboban. Trabajaba al frente del almacén donde Ruth había conseguido trabajo como vendedora. Desde que se cruzaron sus miradas por primera vez, cada uno desde su respectivo almacén de ropa y confecciones quedaron flechados. Ruth confesó que al principio no estaba bien segura si él la miraba

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a ella o a otra de sus compañeras y comentaba con éstas: “ como será una estar debajo de ese hombre”. Pronto se dio cuenta que era para Ella sus miradas, cuando José, como se llamaba, tuvo o se inventó una visita a la dueña del almacén de Ruth, o sea a su patrona y luego de hablar con ésta se le acercó a Ruth y la invitó almorzar. De ahí en adelante eso se volvió una costumbre tres días a la semana. Por convenio monetario que hizo José con la patrona de Ruth, ésta se podía tomar dos horas para almorzar. Las dos horas se distribuían en: una para un exquisito almuerzo acompañado de excelente vino u otro aperitivo y otra, luego de varias citas, para hacer el amor. Esto, además de los obsequios que José le daba, fueron los que rindieron rápidamente a esta mujer hecha especialmente para este tipo de cosas materiales, haciendo caso omiso de todo lo demás. Nunca se veían por la noche o los fines de semana porque José supuestamente estudiaba economía en una prestigiosa universidad y los fines de semana los dedicaba al estudio. “Pronto me graduaré mi amor y ahí si podremos disfrutar más”. Esto no fastidiaba mucho a la “viuda”, embelesada con la vida que le daba en la semana y además le servía para estar con su niña los fines de semana. Cuando Ruth llena de alegría en medio de uno de esos almuerzos le comentó que muy posiblemente estaba embarazada porque hacía más de dos meses que no le llegaba el periodo y Ella siempre había sido muy puntual, José se puso blanco como una hoja de papel. ¿Por qué te pones así, acaso no te alegras? José reacciono pronto y dijo: “Fue la emoción mi amor, claro que me alegra”. Y agregó… pero Ruth, tu no estabas tomando precauciones, acuérdate que yo aún no he terminado mi carrera profesional y un hijo demanda muchos gastos”. “No te preocupes mi amor, con lo que tú y yo ganamos será suficiente, te prometo que seré muy ahorrativa”. Dijo Ruth riéndose. Está bien mi vida, entonces pronto tendremos que irnos a vivir juntos, yo tengo que hacer un viaje de negocios a Panamá, donde me quedaré unos ocho días y cuando regrese empezaremos a buscar apartamento. Las cosas siguieron así por las siguientes dos o tres semanas en las cuales Ruth, por consejo de José aduciendo mayor seguridad,

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se hizo la prueba de embarazo la cual confirmo su estado sin lugar a dudas. La viuda por una corazonada, de esas que a veces sentía sin saber porqué o de donde provenían, sentía mucha inquietud por el viaje de José. Fue donde una pitonisa y se hizo echar las cartas, las cuales efectivamente le mostraban nubarrones oscuros con respecto a ese viaje y en general a su relación con José. En todo este tipo de cosas Ella creía ciegamente, pues su mente estaba impregnada de supersticiones y hasta hechicerías. ¡José por favor no viajes! Mira que me han dicho cosas horribles sobre el mismo, pero José no hizo caso de dichos consejos argumentando que se trataba de algo imprescindible porque era de negocios y continuo hablando del mismo por los siguientes días, hasta que finalmente llegó el día en que en el almuerzo le anunció que al otro día viajaría a Panamá. La viuda visiblemente enfadada le dijo: “ En fin José, yo me cansé de advertírtelo, ojalá no se cumplan mis temores”. Se levantó de la mesa y por primera vez no se prestó para hacer el amor después del almuerzo. José viajo a Panamá y la viuda tampoco fue a despedirlo, únicamente lo hizo por teléfono, argumentando que estaba presa de los peores presentimientos y no quería agudizarlos más yendo al aeropuerto. Está bien amor, pero prométeme que si vendrás a recibirme. Mira, solo piensa que de hoy en ocho días a las 4 de la tarde nos volveremos ver. Recuerda en el vuelo 328 de Avianca. Durante esos ocho días, José, en las llamadas que le hizo a Ruth le hizo saber que todo andaba sobre ruedas y su regreso sería tal como estaba planeado. Al cabo de los ocho días previsto, antes de las 4 de la tarde, Ruth se encontraba en el aeropuerto. Allí pregunto por el vuelo 328 de Avianca y le confirmaron que había decolado del aeropuerto de Panamá en horario previsto. El avión despegó pero nunca llegó a su destino. Fue el comentado accidente de un avión de Avianca que se estrelló en mayo de 1993 a eso de las 3.30 de la tarde. No hubo sobrevivientes y los pedazos de cuerpos calcinados fueron identificados por algún

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objeto dentro de ellos que hubiesen resistido al incendio, como relojes, pulseras, anillos, dentadura etc. Pero de José no se pudo encontrar absolutamente nada que medio lo identificara. De los restos que sí se obtuvo alguna identificación se trasladaron a sus respectivas ciudades. Realmente para Ruth quedó una sensación de desaparición, ya que además de no encontrar vestigio alguno suyo en los escombros, le quedaba la duda si abordó o no el avión. En todo caso Ruth con el mismo vestido negro le guardó luto por unos tres días y así fue al trabajo. Tanto de su almacén como el del frente donde trabajaba José, algunas personas que sabían de su relación se le acercaron para darle el pésame y Ella siempre les respondía con las mismas palabras:” Yo lo sabía y se lo advertí, pero él no me hizo caso”. Nuevamente la viuda se veía sin hombre y aunque estaba trabajando el sueldo apenas si le alcanzaba para sus gastos crecientes, como eran el pago de arriendo y el sostenimiento de su hija. De su matrimonio con Alberto no le había quedado nada, no tanto porque él no hubiese dejado herencia sino que por aquel odio que le profesó y sabiendo que Alberto estaba legítimamente casado con Ana y con hijos, no quiso involucrarse en esa sucesión que seguramente le reportaría nada, además Ella por su temperamento le tenía aversión a los líos jurídicos. De José tampoco quedaba algo, pues apenas estaban pensando en irse a vivir juntos y no se habían casado ni ante la iglesia ni ante notario. Así las cosas tomó dos resoluciones: La primera fue que de ahora en adelante con cualquier hombre que pensare unirse le exigiría que se casaran y la segunda fue la de abortar la criatura que tenía en sus entrañas. Ya con éste sumaba dos abortos; pero ni éstos ni la hija tenida con Alberto habían afectado su esbelta figura, la suavidad de su piel y aunque sus pensamientos no eran lo que se pueda decir unos ejemplos de positivismo, eso aún no se reflejaba en su rostro que seguía siendo bello y en consecuencia seguía estando muy atractiva y levantando mucha mirada de los hombres. A los pocos días cuando salía del trabajo hacia su casa un caballero

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en un llamativo automóvil se le acercó a la acera por donde iba y al tiempo que estuvo más cerca la invito para que se subiera casi parando el auto pero sin detenerse. Ruth, ya ducha en estos menesteres al tiempo que le echo un profundo vistazo, a él y al vehículo, no se apresuró y siguió impertérrita. El hombre la siguió a pesar que de los vehículos que venían detrás empezaron a pitarle y a lanzarle improperios. Ruth simulando que le disgustaba aquel escándalo accedió a subirse. “Solo porque no siga este escándalo”, le dijo, aunque ya lo había detallado y como más tarde confesó la derretía. “Se da cuenta todo lo que me dijeron por Usted”, le dijo el hombre. “No es por mí, sino por la forma como Usted aborda una mujer, créame que me subí por evitar algo peor pero no estoy acostumbrada a estas cosas.” En todo caso, ahí empezó un nuevo romance para la viuda. Un amor con un hombre que la había fascinado por su físico y su vehículo, lo que para Ella siempre había sido lo principal. Este señor de nombre Rafael, aunque como Ella decía ” la derretía”, y muy a su pesar, no le dio la sensación de claridad en las preguntas que Ella normalmente le hacía. En cuanto a su ocupación solo le decía que era un comerciante, no le especificaba donde vivía, ni donde permanecía; sin embargo su carácter materialista le hacía pasar, en principio, por alto estos datos al ver lo especialmente detallista que era este señor con sus permanentes regalos e invitaciones. Nuevamente su personalidad inmediatista se imponía a cualquier consideración de otro orden más elevado. Abandonada a su nuevo amor, los siguientes meses fueron de puro placer para la viuda. Ahora si podía decir como era el sexo verdadero. Pero, no obstante esta placidez, Ruth que ya había adquirido cierta madurez en el trato con los hombres, pensó en un momento de lucidez, que no podía seguir con este amor, como se lo había prometido a sí misma, sin conseguir nada concreto, como le había pasado con los dos anteriores que al cabo de su muerte o desaparición lo único que le había quedado a Ella propiamente era del primero, la niña y del segundo un embarazo. Su frialdad se impuso sobre el goce de sus sentidos al reflexionar sobre su destino con Rafael y constatar que por más satisfecha que él la hiciera sentir tanto sexual como materialmente con sus regalos no veía por parte alguna esa seguridad que anhelaba para Ella y su hija. Cuando le hablaba de matrimonio o de un apartamento para irse a vivir los tres,

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él siempre evadía o aplazaba la idea lo cual la sacaba de quicio hasta que un día cualquiera le dijo claramente: “ Rafael, Tú no me ofreces nada de seguridad para mi hija y para mí, y no voy a seguir siendo únicamente tu amante permanente. Así es que hasta hoy llegó lo nuestro, te termino”. ¿Pero, en que te he fallado, acaso no te he dado suficiente amor y llenado de regalos hasta el punto de endeudarme hasta el cuello? ¿Qué te hace falta mi amor? Rafael, estaba estupefacto ante aquello que había oído, pues su apego sexual por Ella estaba al rojo vivo, ya que la viuda siempre estaba lista para satisfacerlo, a cualquier hora del día, por supuesto en horas no laborables, o de la noche. Ella se dejaba hacer cualquier cosa de Rafael y también le hacía lo que él le dijera: “Cuando tengas ganas no es sino que me llames Rafa”. Así le había dicho y le había cumplido. La viuda tenía esa especial característica como Ella misma se lo decía: Yo me dejo hacer lo que quieras. Tenía gran capacidad para fingir los orgasmos, aunque casi nunca los sentía realmente. Podía y así era estar con Rafael varias veces al día y todos los días. Su sexualidad era fuerte, así fuera fingiendo. Y su frialdad también era de respeto; cuando decidía terminar una relación lo pensaba bien y una vez tomada la decisión lo hacía con una frialdad de hielo, sin pensar para nada en su contraparte, era lo que Ella pensara y nada más, así fue desde los quince años, desde que vivía en Pacho. Y esta característica fue la que no percibió Rafael obsesionado como estaba con Ella y no creyó al principio ni inclusive varias semanas después que aquello era verdad y por ello no cesaba en su empeño de seguir llamándola y buscándola de forma tan insistente que la viuda se aprestó a tomar medidas radicales, a cortar de una vez por todas aquella relación. Su amor por él, si alguna vez lo había tenido, se fue convirtiendo en odio. Ya sabía que Rafael, a pesar de todo, no era su hombre y así como con Alberto, decidió acabar con él si no se retiraba por las buenas, ya no le servía. Realmente la viuda nunca sintió verdadero amor por nadie; los hombres con quienes había convivido había sido básicamente por la comodidad material que le ofrecieron en su momento y para ellos había sido pura satisfacción sexual. Ella en su interior consideraba que todos aquellos regalos y comodidades que le habían ofrecido los había pagado con creces con la satisfacción sexual que les brindaba en la cama, es decir en su imaginario todo no era más que un intercambio de dinero por placer; pero amor en el sentido normal de esta palabra, o sea aquella unión de una pareja para ayudarse mutuamente, en las buenas

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y en las malas, era algo que no tenía asidero en su mente. Si alguna vez oyó estas cosas jamás las recordó y mucho menos las puso en práctica. Ante el acecho que Rafael le continuo manteniendo, la viuda tomó la determinación de buscar primeramente ayuda en las autoridades legales, no pensaba tanto en lo que éstas pudieran hacer por retirarle aquella molestia, sino más que todo en una especie de constancia o antecedente por las buenas, antes de proceder de otro modo. Así fue como un día pidió permiso en el trabajo para ir a esta diligencia en la Fiscalía. Allí fue atendida por un delegado del fiscal, un señor de unos sesenta años a quien le contó lo que le pasaba. Éste tomó los datos tanto de Ella como del denunciado, pero infortunadamente Ruth no le pudo decir donde vivía o trabajaba Rafael, ante lo cual el abogado que la atendía, el cual de hecho había quedado impactado por la viuda, con una gran amabilidad le explicó ampliamente su interés de ayudarla pero que debía conseguir alguna dirección donde se pudiera localizar a ese individuo, si no la tenía ahora que tratara de obtenerla, pero de todos modos él desde ahora estaría atento a cualquier cosa, y si no la conseguía, de todos modos lo llamara que él encontraría alguna forma de dar con ese sujeto. Ruth, con ese sexto sentido que acompaña a todas las mujeres, se dio cuenta de inmediato en la impresión que le había causado a ese abogado y le pareció interesante este otro capítulo amoroso que se le presentaba; al fin de cuentas era la primera vez que se relacionaba con un hombre profesional en su campo, era un abogado y trabajaba en la fiscalía lo que en su imaginación significaba mucho: estabilidad, pues ese señor debía estar para jubilarse, y seguridad ya que un abogado en ese cargo no podía ser un irresponsable, lo de su edad no contaba. ¿Qué se había ganado Ella con la juventud de Rafael o de José, si ni siquiera logró saber donde vivían? Así las cosas, para la siguiente vez que fue a la fiscalía a darle una única posible dirección que había podido conseguir de Rafael, se puso la minifalda más estrecha que tenía y avanzó con paso firme hacia esta nueva conquista. El abogado de nombre Luis, la atendió de forma extremadamente gentil sin ocultar la fascinación que sentía por Ella, así se lo dejó ver y también se lo expresó y Ella le correspondió con su natural

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coqueteo femenino.No te preocupes Ruth, le dijo el delegado pidiéndole atentamente permiso para tutearla- a lo que Ella accedió gustosa- a esta dirección le enviare un citatorio de inmediato y si no se presenta en el término de setenta y dos horas lo haré traer por la policía, quédate tranquila que ese hombre no te va a molestar más. La invitó a tomar un aperitivo en la cafetería de la fiscalía y allí le habló bastante de sí mismo: Le dijo que tenía quince años de haberse divorciado, que vivía solo en un apartamento del norte de la ciudad y le pidió su aquiescencia para llamarla. Su conformidad y aceptación de todo lo que el abogado le dijo marcó el inicio del siguiente romance de la viuda, esta vez con un hombre que la doblaba en edad, pero para Ella significaba lo que estaba buscando últimamente: seguridad. El delegado del fiscal, empezó a llamarla de ahí en adelante todos los días. En una de las primeras fue para decirle que en la dirección que le había dejado habían dicho que allí ya no vivía ese señor, que él si había tenido una habitación allí, pero hacía como un mes se había ido sin dejar razón para donde. Rafael seguía acechándola, las compañeras de trabajo le dijeron que había estado en el Almacén un día en que Ella no estaba y en varias ocasiones la espero a la salida. En una de ellas, se le acercó y le dijo: “ Nena, déjame hacerte feliz como lo hemos sido tantas veces, te compraré lo que quieras.” Pero, a esas alturas, ya con el romance del abogado en ciernes, ante el cual quería aparecer como una mujer transparente, Ruth muchísimo menos quería volver a saber de él. Por esa razón fue que en una de esas ocasiones en que Rafael la esperó, Ella en uno de esos arranques de furia que le daban le dijo: “ Si no se larga y me deja en paz lo mando a matar.” Rafael se rio, con una especie de tic nervioso, quien sabe si por mofarse de aquella amenaza o verdadero temor, en todo caso esto enfureció más a la viuda. Ella era así: mansa como una paloma cuando de amoríos se trataba y creía que le convenían, pero fría y calculadora como una serpiente venenosa y sin escrúpulos cuando veía amenazada su seguridad, como en este caso. La vida misma le había enseñado que las cosas había que tomarlas y defenderlas a como diera lugar y lo que se convirtiera en un estorbo para alcanzar sus logros había que eliminarlas como fuera, tal era su pensamiento y en ese momento su objetivo era el abogado, delegado de la fiscalía, sesentón.

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Cuando habló con su nuevo amor, éste le manifestó su imposibilidad de hacer algo mientras no supiera donde localizar al sujeto. Mira Ruth, le dijo, si por lo menos me dieras alguna pista, yo mandaría mis hombres a buscarlo. Ante lo cual Ella le dijo que entonces tendría que quitárselo de encima por su propia cuenta. Ten cuidado Ruth, le dijo Luis, no vayas a hacer algo que te involucre a ti directamente y te vaya a perjudicar, yo no te puedo poner un detective para que te vigile las veinticuatro horas del día, porque eso no me lo permiten las normas en tu caso, pero y esto lo hago por lo mucho que te estoy queriendo, te pongo en contacto con alguien que pueda alejarte a ese tipo con una fuerte advertencia o dándole algún escarmiento, eso sí sin sobrepasarse, por supuesto que ese contacto se haría sin que yo figure para nada. Hecho, dijo la viuda, dame para acá ese nombre. El contacto le dijo: Eso que Usted me pide yo no lo hago, pero fulanito si lo hace por unos pesos, eso sí contantes y sonantes, nada de crédito. Ruth le pidió ese nuevo contacto y le dio cincuenta mil pesos para que esta conversación no fuera a ser conocida por Luis, su novio. Cuando Ruth habló con el nuevo hombre acordó lo siguiente: “ Le doy 50% en el momento y el resto cuando me compruebe que lo ha desaparecido”. La comprobación del desaparecimiento de Rafael se le presentó a la viuda muy rápido, ocurrió cuando a los pocos días de aquel acuerdo, una amiga común de Ella y Rafael la llamó para decirle que el cadáver de Rafael había sido encontrado en una cuneta de la vía que conduce al municipio de Cota y que su entierro sería a las tres de la tarde en el cementerio del sur de Bogotá. Es decir antes que el hombre la llamara para decirle que “su encargo estaba listo y esperaba el resto del dinero para el día siguiente en el mismo sitio y hora de antes.” La viuda llegó puntual al entierro con su mismo traje negro. Con las dos o tres personas que dialogó, entre ellas la amiga que le avisó, les dijo, siempre con aquellas palabras lacónicas, casi monosilábicas, que Ella acostumbrada: “ se lo advertí”. “Le advertiste qué Ruth”, preguntó su amiga. La viuda se sacudió por la pregunta y respondió: “ le advertí que dejara ese misterio que encubría su vida, pues

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no decía siquiera donde vivía”. Con esto salió bien librada Ruth ante su incauta amiga. ¡Ah………sí, eso es cierto, que hombre tan misterioso era ese Rafael! Con Rafael ya llevaba dos hombres directamente a cuestas y otro, José, indirectamente pues queda la duda de si éste viajo a Panamá por negocios o lo que trataba era de librarse de aquella paternidad que no deseaba. En todo caso nunca se encontró vestigios de su cuerpo en los restos del avión accidentado. No obstante estas vicisitudes Ruth continuaba bien físicamente y así se lo decían los continuos piropos que recibía cuando iba por la calle, además de su hermana y dos hermanos, que tal vez eran los únicos que conocían a fondo su vida, de los cuales únicamente uno de ellos si le reprochaba su forma de cambiar compañero como quien cambia de camisa. “ Pero no ves que se me mueren todos”, le decía y por supuesto a todos los demás les parecía algo extraño esas muertes, pero de ahí no pasaban, porque entre toda esa familia la única que parecía estar bien económicamente era Ella, ya que a pesar de todo, con sus amantes siempre había logrado conseguir ropa fina, joyas y electrodomésticos que sabía conservar bien, en cambio su hermana se había casado o juntado con un hombre tan o más pobre que ella y sus dos hermanos en el oficio de la sastrería escasamente conseguían el sustento para su familia, por eso la viuda era vista como la mejor de aquella casa y era la única que de vez en cuando podía invitarlos a almorzar o a pasar el 24 o 31 de diciembre en su apartamento y por lo tanto eran pocas las preguntas que le hacían sobre sus hombres. Ruth, sentía como nunca antes, una agradable sensación de seguridad con Luis, y éste profundamente enamorado como un adolescente se le había abierto como un libro. Le enseñó su apartamento donde pudo comprobar que efectivamente vivía solo y poco a poco fue acomodándose en él, ya que sus visitas, en principio los sábados se fueron estrechando cada vez más. Le presentó, vía telefónica, a sus dos hijas que residían, ya casadas, en Europa, las cuales le recomendaron muy especialmente a su papá, y finalmente hasta el monto de su sueldo se lo dio a conocer diciéndole que podría contar con él. En esas condiciones Ruth dejó de lado la gran diferencia de edad, así como también el hecho de que Luis no fuera un buen amante, sexualmente hablando.

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Luis al respecto le confesó que estaba sufriendo de la próstata, a lo cual le atribuía su disfunción eréctil, pero que pronto se haría operar para solucionar ese impasse. ¿Y una vez te operen quedaras bien, mi amor? Si, respondió Luis, y para mayor seguridad me haré operar particularmente no obstante lo mucho que aporto a mi EPS. De hecho, el delegado, una vez organizado con Ruth, había apresurado los trámites para someterse a dicha operación, con la convicción de que ello le mejoraría su comportamiento sexual; en especial le molestaba esa nocturia que lo acomplejaba sobremanera ante Ruth, al tener que levantarse tantas veces en la noche a orinar, lo cual agravaba su impotencia a la vista de aquel cuerpo voluptuoso que Ruth le enseñaba cada noche y que le ofrecía en vano la mayoría de las veces. A Luis la nocturia se le había agudizado últimamente sin saber si se debía a la presencia de Ruth o a un agravamiento de la enfermedad, pero la pena que sentía por ese padecimiento contribuía sicológicamente a su disfunción eréctil. La operación se realizó en una clínica particular con un especialista en la materia tal como lo había planeado el abogado. Él se la había jugado toda por mejorar su sexo, pues sabía que esto era crucial en su relación con Ruth. Se quedó en la clínica tres días, por su petición expresa, ya que normalmente en esta operación se envía al otro día al paciente a la casa. Quería con esto pasar estos primeros días postoperatorios- con esa molesta sonda- en la clínica atendido por enfermeras y no en casa incomodando a Ruth. La suerte estaba echada para el abogado Luis y ahora solo faltaba esperar unas semanas o inclusive meses, no importaba, con tal que quedara bien, por lo menos mejor que antes sin esa nocturia. Si bien antes le daba dificultad la erección, finalmente lo conseguía con la ayuda de algún medicamento de esos que abundan en el mercado. El tiempo pasó y aunque mejoró la nocturia, su disfunción eréctil aumento hasta el punto que ya ni con el doble de pastas que tomaba anteriormente lograba una erección suficiente para tener y sostener una relación sexual con Ruth, solo lograba que se le aumentara el ritmo cardiaco a tal punto que pareciera que le fuera a explotar su corazón.

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Volvió donde el médico que lo operó y éste le explicó hasta el cansancio que la operación que le había realizado no tenía que ver con la disfunción eréctil, sino que había sido para normalizarle el calibre del chorro urinario y con ello la nocturia y poliuria que padecía, así como para evitar una infección en los riñones como resultado de esa retención de orina. Finalmente el abogado Luis se dio por entendido y le dijo al galeno: ¿ y entonces, ahora que hago doctor?. Iniciar un tratamiento para la impotencia con un urólogo, respondió el médico. De ahí en adelante Luis inicio un periplo de consultas con urólogos que le recetaron toda clase de pastas, desde levitra, ciales, hasta viagra y otras menos conocidas sin mayores resultados, ante lo cual aquellos le decían que entonces lo que tenía era algo psicológico, porque aquellas pastas eran cien por ciento efectivas. Era un bloqueo mental, le dijeron, y para poder eliminarlo tenían que saber la causa que lo originaba y ellos no la veían. La operación no era, de acuerdo a sus exámenes, además de que no le habían extraído toda la próstata sino una parte. Entonces ¿que podría ser? Se preguntaban. Para sus adentros Luis sabía que por las noches cuando se acostaba con Ruth, sentía tal sensación de deseo sexual, hacía tanta fuerza mental para que se le erectara, a la vista de ese cuerpo, que terminaba por conseguir el efecto contrario es decir, posiblemente eso hacía que el miembro se le cayera más, lo que a su vez aumentaba su vergüenza volviendo todo aquello un verdadero círculo vicioso que solo él lo sabía y no se lo podía quitar de su cabeza, y tampoco se atrevía a decírselo a los médicos, ni a nadie por temor a parecer ridículo. Era su secreto. Y cuando Ruth le decía: ¿Que pasa amor? Él se disculpaba diciéndole: Es esta maldita próstata. Decidió consultar con cuanta persona le recomendaban o veía en los periódicos, diferentes a los médicos tradicionales. Desde médicos homeópatas, hasta yerbateros y culebreros, a los que quizás les confesaría sus más íntimos secretos. Éstos le recetaron ungüentos y toda clase de menjurjes hasta oraciones a sus respectivos dioses para que le quitaran ese maleficio, que era lo que según ellos tenía. Todo ello lo hacía por un tiempo al cabo del cual al no ver resultado alguno lo abandonaba para empezar otro.

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Entre tanto Ruth soportaba todas esas vicisitudes, unas penosas y otras hasta risibles, con alto grado de paciencia pero que a Ella lentamente se la estaban colmando. Se prestaba a todo ello por el gran interés que tenía en conservar aquella comodidad que le estaba proporcionando Luis, no por amor, porque como se ha visto ella realmente nunca lo había sentido por alguien. El delegado fiscal se sentía un completo desgraciado y abominaba el día en que se le ocurrió hacerse operar: “ estaba mejor antes”. “¿Y ahora que”? ¿Qué va a pasar con mi matrimonio? ¡Ruth está en toda su plenitud sexual! Alguien le aconsejo utilizar una prótesis para hacer el sexo; así lo hizo durante algún tiempo al cabo del cual observó que su pene se adelgazaba más y más por lo cual le aconsejaron que suspendiera esa práctica de inmediato. Como explicación le dijeron que algunas personas no eran aptas para ese aparato. Así es que Luis volvió al principio. Ruth, ya perdida la esperanza de sexualidad con Luis, se aprestaba a acomodarse a esta nueva situación. Para Ella el futuro con Luis estaba liquidado; con su carencia de miras y de compasión, solo era cuestión de saber cuántos meses o quizás años faltarían para deshacerse de él. Era muy consciente que los días que se le avecinaban con Luis serían muy planos y tediosos y ella no era mujer para eso; no lo amaba de manera que no tenía porque guardarle fidelidad ni privarse de los placeres que le podrían ofrecer los demás mientras Luis luchaba con esa enfermedad: “ Ya él debe haber gozado mucho”, decía. No terminaría con Luis porque para Ella, él significaba pura seguridad y comodidad, pero como era su temperamento no iría a sacrificarse por él, inclusive ni le gustaba, quizás no le era del todo indiferente, pero nada más Así es que uno de los problemas a resolver de ahí en adelante para Ruth, sería como hacer que Luis no sospechara, o que al menos nunca pudiera probar la doble vida que se aprestaba a tomar para poder seguir gozando de la vida, satisfaciéndose sexualmente, sobre todo en determinados días del mes donde se sentía particularmente excitada. Para Ella era fácil conseguir hombres para ese fin, le abundaban. De hecho en los intervalos entre sus amantes oficiales

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había conocido muchos que se le habían acercado para ofrecerle eso, de varios de los cuales inclusive conservaba sus teléfonos. Éstos eran aquellos que la habían pretendido y aunque le gustaban y había gozado con ellos los había desechado porque no le ofrecían sino sexo, poco o nada de regalos y tenían otras obligaciones, pero ahora si los necesitaba justamente para eso, por lo menos a algunos de ellos.. Lo único que le preocupaba era mantenerse bien con Luis, mientras conseguía que la dejara completamente asegurada ante la eventualidad que Ella en su imaginario ya se había dibujado. No cometería los mismos errores pasados, que la habían dejado sin seguridad para Ella y su hija. Para ello su estrategia sería: Primero, mostrarse muy cariñosa con él haciéndole saber cada vez que pudiera que para ella realmente no era esencial la relación sexual para conservar el matrimonio y por eso le decía: “ Amorcito, No te preocupes por el sexo, yo únicamente me excito cuando tú me acaricias, así es que si no lo haces yo no siento esa necesidad” Pero ¿ cómo puedo abstenerme de eso Ruth, si yo te siento mía y quiero abrazarte y acariciarte a cada momento ? “Bueno, pero como no puedes continuar, conténtate con saber que soy tuya y de nadie más, así no me excitas y podemos vivir tranquilamente.” Hizo que Luis como afiliado que era de la Caja Nacional de Previsión para los servidores del estado en salud y pensión, la colocara a Ella como su compañera permanente, con lo cual en caso de fallecimiento quedaría protegida por salud y pensionada. Entre otras cosas, Luis con sus más de sesenta años y su antigüedad ya tenía cumplido todos los requisitos y solo estaba pendiente que saliera la resolución de pensión para retirarse. De otra parte en el apartamento en que vivian, comprado no hacía mucho y que Luis pagaba mensualmente, había conseguido figurar al lado de él en la escritura. En esas condiciones con todo lo que era factible organizado a su favor y una vez que le llegó la comunicación de pensión a Luis y por ende de retiro del trabajo, Ruth se aprestó a poner en práctica la segunda parte de su estrategia. Hasta aquí había aparentado ser la compañera perfecta, sirviéndole en todo y sin dar la menor señal de infidelidad, tanto que el abogado no se cansaba de consentirla y repetirle lo mucho que la amaba, pero de ahí en adelante el panorama cambió.

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Ruth empezó a desempolvar los teléfonos de sus antiguos y esporádicos amantes y a llamarlos uno a uno para reanudar, con los que se pudiera, aquellos buenos tiempos, así hubiesen sido muy cortos. El único problema que tenía para ello era que Luis no se diera cuenta ni de esas llamadas ni de lo que seguiría de ahí en adelante, sobre todo ahora que el abogado permanecía prácticamente todo el día en el apartamento. Pero para la viuda no había vuelta atrás y empezó a ausentarse del mismo, argumentando que debía ir donde su hermana o hermano por alguna razón. Entonces el abogado que hasta aquí había resistido los avatares de su trabajo y enfermedad con mucho estoicismo, con su mente puesta en la ayuda y cariño de su compañera, empezó a ver un panorama oscuro ante tal cambio de conducta de Ruth y un día, preocupado por ello le dijo: “ Ahora últimamente sí que se están enfermando tus familiares”. A lo que Ruth, de inmediato aprovecho la ocasión para mostrarle el nuevo rumbo que habían tomado las cosas y le dijo: “ Si no lo crees puedes comprobarlo por ti mismo, pero claro, como tú siempre te has creído, y así me lo enrostras, de mejor familia que la mía, sé que jamás lo harías, pero yo sí y aunque te moleste lo seguiré haciendo y de ahora en adelante no solo cuando estén enfermos sino cada vez que quiera, gústete o no, yo no me voy a quedar encerrada aquí, pues tu casi no puedes salir a ninguna parte”. En adelante las cosas para el abogado Luis fueron de mal en peor, en tanto que para la viuda se iniciaba el disfrute de las invitaciones que le hacían sus amigos, eso sí muy selecta y discretamente elegidos. De aquellos seleccionados por la viuda como: “ los que están en puro plan de diversión y de gastar, nada de enamoramientos, ni de aquellos que una vez se les permite el sexo ya se consideran con derechos sobre la mujer, a creer que les pertenece, de esos que se llenan de celos y les da por querer controlarlas, en otras palabras de aquellos que no sirven sin para joderle la vida a una”. Ruth, se sentía muy profesional en esos asuntos amorosos, ya tenía apartamento, con pensión a la vista y Ella con un físico que parecía desafiar el paso del tiempo, se sentía tan bien como en sus mejores momentos, nunca le faltaba un hombre, claro que no como los que la asediaban cuando tenía los quince, pero no importaba, para sus propósitos era igual y por eso se sentía muy cómoda en su nuevo

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estilo de vida, pues realmente era como el que Ella siempre había soñado, con lujos y comodidad, solo faltaba quitarse de encima a quien rendirle cuentas y con eso se completaría su sueño. Para Ella, si bien Luis era papel quemado, sin embargo tocaba buscar el modo de deshacerse de él. Para facilitarle las cosas en este aspecto, el destino vino en su ayuda, pues el abogado Luis luego de la operación y de hacerse tantos remedios para su disfunción eréctil había sufrido otras complicaciones, pues al parecer se le había infectado la vejiga, los riñones o ambos, lo que lo mantenía prácticamente entre el hospital y la cama del apartamento, tomando tal cantidad de pastas que se la pasaba todo el día pendiente del reloj. Ruth mientras estaba ahí medio lo atendía y el resto lo dejaba en manos de su hija que a la sazón tendría unos catorce años pero ya también con compromisos. Así las cosas Luis la pasaba mal, apenas tenía una enfermera que le aplicaba las inyecciones y le hacía los cambios de sonda. La había contratado por horas, siendo el resto del tiempo atendido por la hija de Ruth, ya que Ella por la mañana permanecía en el gimnasio de 8 a 10 y generalmente salía a almorzar afuera con uno de sus amigos. Ruth se sentía de maravilla con este tipo de vida, pensaba que Ella no estaba hecha para estar con un solo hombre, no se explicaba cómo había vivido con varios guardándoles fidelidad, quizás habría sido por temor; porque ahora que estaba disfrutando esta nueva experiencia de estar con uno diferente casi cada día de la semana, creía ciegamente que esta era su verdadera vocación, esto era lo que a su cuerpo le venía bien, así era Ella. Inclusive empezó a acariciar la idea de convertirse en una prostituta de élite, de las que se llaman prepago, como algunas modelos o presentadoras, es decir por lo alto, con grandes personajes de la vida nacional para los que el dinero es lo más fácil. Entre tanto la enfermedad de Luis avanzaba sin tregua, debilitándolo cada vez más, sin razón, como le decían los médicos, pues sus complicaciones con el tratamiento adecuado eran perfectamente manejables. Pero la mala atención que le prestaban y más que todo el estrés que le causaba ver a Ruth salir y llegar al apartamento como si fuera de un hotel, con un perfume que llegaba claramente a su alcoba y esas llamadas que recibía a las cuales contestaba siempre como en clave, por medio de monosílabas, todo lo cual lo

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hacía revolcar en su cama, o en su silla, víctima de las más cruda impotencia, ya no exclusivamente eréctil sino física total, de lo cual tan solo el sueño lo hacía descansar. Pero ese sueño en que trataba de mantenerse hacia que el horario de sus medicamentos y a veces de sus curaciones se fuera al traste, En esas condiciones, Luis internamente abandono sus deseos de vivir y más temprano que tarde murió un día cualquiera al anochecer, en manos de la hija de Ruth, cuando ésta aún no llegaba de una de sus habituales salidas. Al entierro de Luis asistieron muchos empleados de la fiscalía, quienes manifestaban su respeto e inclusive admiración por él dada su honestidad demostrada durante tantos años, el único defecto que si le reconocían era su admiración por las mujeres bonitas, pero decían que desde que había conocido a Ruth, se había consagrado únicamente a Ella de cuya belleza se ufanaba y se jactaba presentándoselas a todos ello en las reuniones que hacían. Eso sí, era supremamente celoso y cuando veía que alguien se le acercaba o bailaba con ella más de la cuenta les decía: “ Oye búscate otra porque esta es mía”. Ruth decía que Ella le seguía la corriente porque al fin de cuentas: “ Él le daba todo y no la dejaba trabajar”. Inclusive en una de esas reuniones cuando alguien la invitaba a bailar, Ella le pedía permiso a Luis, el cual aceptaba o denegaba la solicitud. Ruth estuvo en el entierro, como de costumbre con su traje, sombrero y velo negro. Nadie allí sabía de la nueva vida que había emprendido y la consideraban una esposa devota. Se le acercaron para darle el pésame y como la mayoría eran abogados se le ofrecieron para tramitarle lo de la pensión y lo demás que requiriese para lo del apartamento. Ella le encargo esto al más viejito de todos, pues juro que jamás se involucraría con uno de los compañeros de Luis y en esto, al menos, mostró un tanto de pudor. Lo de la pensión fue asunto fácil y rápido. Lo del apartamento si quedó en sucesión hasta ver si las hijas de Luis, las cuales vivían en el extranjero, vendrían a reclamar, lo cual parecía improbable porque la viuda de todos modos quedaría por lo menos con la mitad ya que era copropietaria, o sea que solo quedaría por repartir la otra mitad del apartamento y éste tampoco era de mucho valor. Total que la viuda y antes de cumplir los cuarenta años ya estaba pensionada con el sueldo de un delegado del fiscal general de la nación y con apartamento.

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Hasta aquí la historia que Ruth me conto a mí, como uno de sus mejores y habituales amigos, según Ella misma lo decía. Y por cierto cada vez que me narraba un poco empezaba con la frase: “Es que mi vida ha sido como una novela”. Yo la escuchaba atentamente y cuando después meditaba en ello obligatoriamente concluía en lo cierto de ese dicho popular que dice: “ Nadie sabe para quién trabaja”. FIN.

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