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TÁNGER Y TETUÁN
LA CERCANA ESENCIA DE MARRUECOS TEXTO NACHO SÁNCHEZ
S
on apenas unos kilómetros, pero el Estrecho separa dos mundos tan similares como diferentes. Parece un dicho común, pero es un hecho palpable. Europa a un lado, África al otro. Con el añadido de que Marruecos posee una idiosincrasia muy singular. Es una especie de isla africana que, desde el norte del continente, mira arriba y abajo. Un lugar donde puede costar adaptarse y, por eso, elegir Tánger como primer destino marroquí es todo un acierto: es la mejor ciudad para entender en poco tiempo qué significa Marruecos. Como si de un degradado de color se tratara, la ciudad tangerina permite viajar paso a paso por la tradición local. Y tiene ese algo especial que tanto atrae. Algo más al sur, es Tetuán un buen siguiente paso en la inmersión africana. Menos turistas, más tradición y una medina tan disparatada como apasionante hacen que esta ciudad, vieja capital del protectorado español, ocupe un lugar destacado en el itinerario marroquí. LA MEDINA DE TÁNGER Tánger contiene huellas de las constantes invasiones sufridas a lo largo de su historia (del desinterés al colonialismo y al abandono de nuevo). Un vistazo rápido a sus calles, historia viva, así lo confirman. Pero si lo que se pretende es encontrar de cara su esencia, la
El intrincado urbanismo de la media de Tánger discurre por pequeños y preciosos barrios que forman la parte más vieja de la ciudad.
mejor opción es la medina. Las callejas, rincones, escaleras o pasos abovedados que componen su intrincado urbanismo discurren por pequeños y preciosos barrios que forman la parte más vieja de la ciudad. Esa donde siempre hay sorpresas en forma de pequeños talleres, panaderías, farmacias bereberes, comercios inesperados, rincones mágicos. Esa que está habitada por una amplia variedad de personajes que nunca dejan de asombrar. Y si en la parte más baja, cerca del viejo puerto, la Gran Mezquita ubicada junto a la puerta de Bab el-Marsa es lugar de parada obligatoria, en lo más alto lo es La Kasba, que regala una amplia vista panorámica hacia la costa española, casi a tiro de piedra.
ÒCOMER Y SALIR EN TÁNGER Junto al Grand Socco hay magníficas opciones para degustar la cocina local. El Saveur de Poisson es una de ellas. Un pequeño restaurante en el que se mezclan unos cuantos turistas con residentes tangerinos, donde almorzar es toda una experiencia, con el marisco y la pesca del día como oferta principal. A pocos pasos de allí, el clásico Café de París ofrece un lugar ideal para el descanso y la observación. Y, algo más lejos, uno de los clásicos de Tánger: el café Hafa, una serie de terrazas con vistas al Estrecho donde el atardecer se hace inolvidable junto, como poco, a un té moruno, tal y como hacían los Rolling durante sus estancias en la ciudad. Y, quizás, una de las mayores sorpresas de Tánger es su intensa vida nocturna. Todo espacio abierto está abarrotado. Aunque es el paseo marítimo el eje central de la vida nocturna turística, con música en directo y fiesta hasta la madrugada. Lugar tan poco recomendado para los que quieran vivir el Tánger tradicional como recomendable para quienes quieran sentirse en Europa durante unas horas. Los primeros, en su escapada de regreso hacia el interior de la ciudad, deben parar sin excusa en la heladería Colomo, junto al hotel Chellah, donde recibirán como premio los más cremosos y sabrosos helados de hasta seis sabores a cambio de calderilla.