Málaga hoy JUEVES 31-3-2005
TRATAMIENTO PSICOLÓGICO
La cárcel carece de un programa específico para maltratadores Los ochenta internos que han ingresado en el centro de Alhaurín han demostrado un gran interés por los cursos formativos y una conducta “ejemplar” NACHO SÁNCHEZ ■ MÁLAGA. ¿De qué sirve que un maltra-
tador ingrese en prisión? Ésa es la pregunta que se hacen muchos de los responsables de la lucha contra la violencia de género en la provincia y se la hacen fundamentalmente por un aspecto: la falta de un programa específico para tratamiento psicológico a los cerca de 80 presos que se encuentran en la cárcel de Alhaurín por violencia doméstica. A pesar de que el número de reclusos es elevado y que en Málaga los delitos por malos tratos en el ámbito familiar aumentaron más de un 425 por ciento durante el año pasado, el centro penitenciario de Alhaurín aún no se ha sumado al programa específico para los maltratadores que ha puesto en marcha Instituciones Penitenciarias en distintas prisiones de España, por lo que los presos no poseen ningún tipo de tratamiento individualizado. El viernes murió tras una ingestión de pastillas el joven que asesinó a su mujer en Vélez el pasado mes de enero. Según fuentes penitenciarias, el recluso, de 22 años, formó parte de un plan de prevención de suicidios desde su ingreso en prisión el 26 de enero hasta días antes de su muerte. Adela Utrera, responsable del Servicio de Atención a la Mujer Maltratada del Ayuntamiento, asegura que con este tipo de programas tan sólo se consigue la rehabilitación del diez por ciento de los maltratadores. “El problema es que están orientados a que estas personas son enfermos mentales, y no lo son. Se deben encaminar a la reeducación del individuo, pero no debe ser una terapia psicológica”, explica Utrera. Los cerca de 80 internos que han ingresado en el centro penitenciario de Alhaurín por casos de violencia de género tienen un gran interés por realizar cursos formativos, por tener el mayor contacto con el exterior y una conducta modélica, según un informe al que ha tenido acceso este periódico. Su situación en la cárcel no es nada fácil: la ley no escrita de los presos les incita a castigar con acoso, coacciones y agresiones a este tipo de internos. El carácter de las mismas se agrava si el maltratador ha terminado con la vida de su pareja. En este caso “se ha dado alguna que otra paliza”, explican fuentes de la prisión. En su interés por el contacto con el exterior, los presos por violencia de género solicitan encuentros vis a vis con sus novias o esposas, aunque
apenas hay casos en Alhaurín y el último se dio hace varios meses. Lo que sí suelen recibir es visitas cada domingo, normalmente de la abuela materna junto a sus hijos y con una duración media de unos cuarenta minutos. Casi todos lo maltratadores se encuentran ubicados en el módulo dos de la prisión, utilizado para presos preventivos y que no tienen carácter de reincidentes. Según el estudio, la mayoría son de origen español y tan sólo cerca del siete por ciento son de nacionalidad extranjera. Aunque la media de edad está en torno a los cuarenta años, en Alhaurín hay internos mucho más jóvenes y también mayores de 40 años. El nivel de estudios no suele influir demasiado, aunque la mayor parte ellos suelen tener un nivel educativo bajo. Según explican las mismas fuentes, existen dos tipos generales de maltratadores. El primero de ellos es el grupo de los psicopáticos, que se caracterizan por consumo de drogas y representan el 60 por ciento del total. Son aquellos que dependen totalmente de sus pareja: en el caso de que ella le deje o haya
CÓDIGO
La situación de los presos por violencia de género no es nada fácil: la ‘ley’ no escrita entre ellos les incita a agredirles algún tipo de separación, prefiere asesinarla a estar sólo. “Éstos suelen tener un comportamiento muy modélico en la prisión, pero tienen claro que o viven con su pareja o la matan”. El segundo grupo es el de los no psicopáticos. Son aquellos que son violentos por naturaleza. Son capaces de pegar o matar tanto a su mujer como a sus hijos o familiares. Un carácter que a veces se agrava con el consumo de cocaína, pero no de forma usual. A ellos se une un tercer grupo y menos común, que actúa violentamente por impulsos causados por diversos motivos y cuya actitud se agrava por el consumo de cocaína. La mayor parte de maltratadores que han entrado en los últimos meses en la prisión provincial lo han hecho por incumplir las órdenes de alejamiento. Ante ello, son ingresados en prisión para evitar males mayores. La estancia media suele ser de entre tres y seis meses.
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