Gran Málaga
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LUNES 27-3-2006 Málaga hoy
CO R R EO S
En el mundo rural. En Málaga existen 159 recorridos para este tipo de repartidores postales por pedanías, diseminados
y cortijos. Este reportaje sigue el trabajo de uno de ellos, que realiza su trabajo cada mañana por Chilches y alrededores
El laberinto del cartero
EL REPORTAJE
Nacho Sánchez ■ MÁLAGA. Miguel Ángel González se sabe el nombre de casi todas las personas que viven en Chilches, una pedanía de Vélez-Málaga, y en todos los diseminados que la rodean. También el número de apartamentos o casas que hay en cada urbanización. Incluso quién vive habitualmente o sólo por temporadas en sus casas. Pero no se trata de ningún espía o delincuente, sino del cartero rural de la zona. Hace ya seis años que recorre diariamente las calles de Chilches y sus alrededores siendo casi su propio jefe. Su vida como cartero rural es, en esencia, como la de cualquier otro reparti-
Cada día, Miguel Ángel recoge en Torre del Mar las 500 cartas de media que tiene que repartir por la zona de Chilches dor. Sin embargo, también tiene características especiales: él organiza sus cartas en la oficina y luego las reparte, crea su recorrido, viaja en su propio coche, trabaja como oficinista parte de su tiempo y lo hace en un local que, hasta hace poco, pagaba él mismo. Porque cada cartero destinado a una ruta rural debe disponer para su trabajo de un vehículo y de su oficina. Miguel Ángel pasa cada día por la oficina de Torre del Mar a las ocho de la mañana. Allí, recoge todas las cartas que tanto él como sus tres compañeras de la oficina de Correos en Benajarafe repartirán por la zona. Tras organizar las que van certificadas, se dirige hasta su municipio, donde llega la primera labor de oficina. Con el sonido de la música de la radio de fondo y en un pequeño local de unos 20 metros cuadrados, Miguel Ángel organiza las 500 cartas de media que gestiona al día en casilleros con los nombres de las urbanizaciones, grupos de residenciales, calles o diseminados que componen su recorrido. “El orden ya lo hago casi siempre por los nombres más que por direcciones”, explica el cartero, porque dice que le resulta más fá-
cil acordarse de dónde vive la gente que los nombres de las urbanizaciones o las cortijadas rurales. Lo peor es cuando llega el correo masivo de recibos de luz, bancos, revistas de publicidad o impuestos, “hay miles de cartas y el trabajo se multiplica”, dice Miguel Ángel. Sobre todo por los extranjeros que residen en la zona, porque son los que “todavía no han olvidado lo de escribir correo ordinario y, por ejemplo, siempre felicitan a sus compatriotas cada año por su cumpleaños”, añade el cartero. Además, el desarrollo urbanístico de la zona ha propiciado que las cartas se tripliquen en los seis años que lleva allí trabajando. Según cuenta, cuando él llegó apenas había urbanizaciones en la zona y casi todo eran casas aisladas. Sin embargo, la proliferación de viviendas ha hecho que Correos haya tenido que reordenar el territorio asignado para cada cartero y la contratación de nuevos repartidores para esta parte de la costa oriental, inundada ya de ladrillos. Dos horas después, sobre las once de la mañana, sube las cajas con las cartas a su coche y comienza su peregrinación de 50 kilómetros por Chilches, “gastando un montón de gasolina”. Allí viven en invierno unas 1.500 personas, aunque la población aumenta bastante en verano. La primera parada es en una urbanización con 136 buzones, todos unidos en las denominadas buzoneras. El trabajo es más fácil ahí, aunque el contacto con los residentes es casi nulo, pero todo cambia al salir de las urbanizaciones. Una casa rural en un
camino de tierra es el siguiente destino, donde los residentes ya conocen bien al cartero e incluso lo salen a recibir con alegría. También en el pueblo y en casi todas las casas de la zona los vecinos saben quién es el cartero, lo paran por la calle para pedirle sus cartas e incluso muchos tienen su teléfono para consultarle dudas o avisarle de que van a enviar o recibir paquetes importantes. “En general todos se portan muy bien conmigo y la relación es buena”, dice. Miguel Ángel llega hasta muchos diseminados, pero la que más visita en la zona es una de sus compañeras, que realiza su reparto por Iznate y Cajiz, también cerca de VélezMálaga. Ambos tienen que lidiar con los charcos y el barro de los caminos de arena cuando llueve, pero lo peor, dicen “es el tiempo que pierdes en ir a cada una de las casas, se te va la mañana en nada”. Aunque en algunas casas los propietarios han instalado buzones al principio del carril, lo que agiliza el reparto y les evita inconvenientes. El recorrido continúa subiendo y bajando del coche multitud de ocasiones para seguir con la distribución por las urbanizaciones de Benajarafe Alto. Una de ellas es Cortijuelos, un laberinto de escaleras, casas, plantas, paredes blancas y perros en las ventanas. “Cuando se viene conmigo la persona que me sustituye en vacaciones para enseñarle el recorrido, me dice que no corra, que se pierde”, afirma el cartero. También en estas calles entrega algunos certificados en mano o deja los avisos si los des-
tinatarios no se encuentran en casa. Luego, sigue hasta las calles de Chilches, donde ya caminando, reparte casa por casa. Su recorrido se acaba a la una y cuarto de la tarde, momento en el que tiene que abrir la pequeña oficina de Correos en Chilches. Hasta hace poco más de un año el local estaba alquilado por él, porque cada cartero rural debe disponer de un coche y un sitio para habilitar una oficina en la que atender al público y pagarla de su bolsillo aunque su sueldo ronda los 1.000 euros. Reciben una cuantía de ayuda, pero no suele alcanzar para los alquileres. Pero los tiempos en que Miguel Ángel tenía arrendado su espacio pasaron y ahora dispone de una oficina municipal que el Ayuntamiento le ha habilitado en un edificio junto al consultorio y a la biblioteca. Allí tiene que recibir a los vecinos de la zona, sobre todo a los residentes de origen no español, “que son también los que más paquetes envían”. Esta labor se exiende sólo 45 minutos al día, hasta las dos de la tarde, cuando vuelve de camino hasta Torre del Mar. Allí, deposita los certificados que no ha podido entregar por cualquier motivo en su recorrido, aunque antes pasa por la sede de Benajarafe para recoger
Los vecinos conocen muy bien al cartero y algunos tienen su teléfono móvil para consultar cualquier duda sobre el correo el correo que los vecinos de la zona han enviado cada día y deja el montón de cartas en su oficina central. Ese es el último paso de cada día, porque cuando el reloj marca las 14.42 exactamente, acaba su jornada laboral. Es el momento en el que Miguel Ángel vuelve en su coche en dirección a Benajarafe, pero ya no para trabajar, sino para descansar en su casa. A partir de ahí, Miguel Ángel se relaja en su vivienda cercana a la playa y por las tardes realiza labores de jardinero, una de sus aficiones preferidas. Al día siguiente, vuelta a empezar.