La aventura de ser repartidor en el centro

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Gran Málaga

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LUNES 24-1-2005 Málaga hoy

M OV I L I DA D

Distribución. El reparto de mercancías en el centro histórico se convierte cada mañana en un nuevo episodio lleno

de búsquedas de aparcamiento, persecuciones de la Policía Local y esfuerzos para no perder los nervios en el intento

La aventura de serrepartidoren el centro

JORNADA LABORAL. Manuel y Sergio descargan la mercancía del camión en la Plaza de la Merced. EL REPORTAJE

Nacho Sánchez Ser repartidor de mercancías en Málaga es una aventura diaria. Y si no, que se lo pregunten a Manuel Gómez, que suministra diariamente con su camión a 35 locales del centro histórico. Tras partir a las siete de la mañana del polígono del Guadalhorce con el vehículo lleno, el primer problema para Manuel es aparcar cerca de los primeros clientes, en la esquina de calle Álamos y Carretería. Como cada viernes, allí empieza el reparto junto a su compañero Sergio. Hay suerte y Manuel encuentra un hueco, pero en una zona reservada para motos. A primera hora de la mañana no molestia a nadie, pero a las 8.15 comienzan a llegar los alumnos del instituto Gaona y empieza a librarse la primera batalla. A fuerza de negociación, Manuel retira su vehículo de la zona de motos y les deja espacio, aunque para ello tiene que invadir parte de una zona prohibida. “Ellos tienen razón y me tengo que cambiar, pero tiene que ser por poco tiempo”, explica. A esa misma hora, otro camión de reparto se coloca en segunda fila en calle Álamos y otros dos se suben a la acera en la calle Puerta Buenaventura, a tan sólo unos metros. “Aquí somos muchos distribuyendo mercancías y no cabemos todos”, afirma Manuel. Al centro acuden cada día más de 130 camiones y tan sólo hay 42 plazas de carga y descarga. “Y todo ha empeorado desde que han eliminado la circulación de la Plaza del Carbón”, dice Sergio. Una vez solucionado el problema de los jóvenes, segundo combate. Ahora toca lidiar con un cliente.

■ MÁLAGA.

Hay discrepancias con la forma de pago, pero, una nueva negociación sirve para que ambas partes se entiendan en pocos minutos. Tras acabar el reparto en los primeros tres locales, Manuel y Sergio se desplazan en su camión hasta la Plaza de la Merced, donde deben encontrar un aparcamiento en la zona de carga y descarga. Primer hueco: un hombre les comunica que está esperando a un compañero y no los deja aparcar. Segundo hueco: el espacio que sobra tras estacionar el camión no deja que pasen vehículos mayores que un coche. “No me queda otra, si no, no aparco nunca”. Pero al rato, otra vez hay suerte: la furgoneta estacionada a su lado se va y Manuel mueve el vehículo para que no moleste a nadie. Ahí empieza el trabajo más crudo. Desde la Merced, los dos trabajadores deben repartir sus mercancías por gran parte del centro histórico. El primer porte tiene como destino la plaza de la Constitución y la calle Strachan. Hasta allí, Manuel lleva en su carretilla más de una docena de cajas de refrescos. Aparte del peso de los productos, en el trayecto el repartidor se enfrenta a desniveles, adoquines, escalones, varias obras, peatones y un sin fin de obstáculos. Una vez entregado el pedido, De vuelta a la Merced y nuevo destino, esta vez más cerca: un ultramarinos en calle Granada. Pero el cliente se encuentra muy ocupado y pide que le entreguen la mercancía 45 minutos más tarde. Viaje en balde. De nuevo al punto de partida y a esperar que los bares abran para poder entregarles sus peticiones. Cada uno pide una hora específica “y es un caos”, dice Manuel. Así, una y otra vez hasta completar el recorrido de los 35 clientes

REPORTAJE GRÁFICO: NACHO SÁNCHEZ

que posee Manuel repartidos por gran parte del centro. La jornada, con suerte, acabará a las tres de la tarde entre portes, búsquedas de aparcamiento y discusiones. Sin embargo, éste ejemplo sólo es de un día “demasiado bueno”, según comentaron varios repartidores durante toda la mañana. “Está todo muy tranquilo hoy”, Lo normal, es mucho peor. “Cada vez hay menos zonas de carga y descarga. Si a eso le unes las calles peatonales, el tráfico, las limitaciones... repartir es un infierno”, explica Manuel. Cuando debe repartir en calle Larios, el lugar más cercano para estacionar es el mercado de Atarazanas, pero “siempre está lleno”, así que lo hace desde la calle Molina Lario. “Ir y venir tantas veces desde allí a todos los comercios y bares es muy pesado”, afirma el repartidor. Y eso, los días que encuentra aparcamiento, si no, debe buscarse la vida. “Hay días que pierdo más de una hora tan sólo en desplazarme de la Merced a Atarazanas o cualquier otra zona de carga y descarga”, afirma otro repartidor. Lo mejor, le dice Manuel con ironía, es la zona de carga y descarga de la calle Cisneros, porque allí sólo permiten la entrada de taxis y residentes, así que queda inutilizada. “Si no tuviésemos tantos problemas para estacionar, la jornada acabaría dos o

“Hay días que pierdo más de una hora en cambiar de un estacionamiento a otro”, explica un repartidor del centro

COMPAÑÍA. Varios repartidores conversan en una calle del centro.

3 CASCO HISTÓRICO El PSOE pide una comisión técnica para estudiar la peatonalización El PSOE del Ayuntamiento de Málaga exigió ayer al equipo de gobierno del PP la creación de una comisión técnica para elaborar con los comerciantes el plan de peatonalización que se está llevando a cabo en el centro histórico. La medida pretende ser similar a la constitución de

un grupo de trabajo que estudie la reordenación y la ampliación de las zonas de carga y descarga. El concejal socialista Sergio Brenes hizo hincapié en que la peatonalización del casco histórico se ha de hacer de forma “consensuada” con los comerciantes y los residentes.

tres horas antes”, afirma Sergio. Manuel reconoce que tanto él, como otros muchos distribuidores tienen que detener sus camiones en lugares prohibidos para ello. “Si no hacemos eso, es imposible acabar la jornada. Aunque hay que saber dónde y cuándo se puede hacer, pero siempre para realizar una parada rápida”. Pero Manuel avisa: “Hay que tener cuidado con la Policía Local. Ahora no pasan ni una y están en todos lados, aunque aquí todos nos conocemos ya y cada uno tiene gran respeto por el trabajo del otro”. “Pero si nos permitieran entrar, por ejemplo, de ocho a diez de la mañana, en varias calles peatonales un día a la semana, se acabarían casi todos los problemas”, explica Sergio. Los días que llueve “esto ya sí que se convierte en una odisea”, aseguran otros repartidores, mientras comentan varias caídas por resbalones en las calles peatonales del centro. Un sinfín de problemas diarios para los repartidores que comienzan demasiado temprano y acaban demasiado tarde. “La peatonalización nos beneficia a todos, pero es necesario tomar varias medidas para el reparto. Si no, esto acabará mal”, concluye Manuel.


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