Decálogo del Excursionista

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DECÁLOGO DEL EXCURSIONISTA 1. Amarás el silencio sobre todas las cosas Hablar a voces, carcajearse como un loco y gritar “¡eco!” al coronar una cumbre no sólo son síntomas de alguna disfunción mental o auditiva, sino la forma más segura de espantar a los animales y volver a casa sin haber gozado del frufrú del viento, el repiqueteo del picapinos o la risa cristalina del arroyo. Esta norma es extensible al canto tirolés, al silbo gomero, al tam-tam, a la dulzaina, a la radio portátil y al himno Montañas nevadas, por muy campestres que se nos antojen. 2. No ensuciarás Es creencia universal que existen distintos tipos de basura: la biodegradable, la que apenas se ve, la que recogen poco a poco las hormigas y las ardillas, y la que cívicamente se deposita en un contenedor al final de la jornada, pero curiosamente nadie aplica este baremo de suciedad al salón de su casa, por lo que cabe inferir que en realidad sólo existe un tipo: basura-basura. 3. Respetarás los senderos Los caminos del monte han sido abiertos por el paso incesante de pastores, leñadores, gabarreros, vacas, acémilas…, seres mucho más inteligentes sin duda que el listillo de turno que, por ahorrarse cien metros atajando a campo traviesa, arruina un pimpollar, espanta para siempre al buitre negro que incubaba, erosiona la cubierta vegetal y, con un poco de suerte, se rompe un ligamento de la rodilla al encabestrarse en un jaral. 4. Te abstendrás de coleccionar Aparte de que las plantas, los insectos y los seres orgánicos en general están infinitamente mejor vivos que disecados, muchas especies animales y vegetales, por insignificantes que parezcan, están protegidas por la ley, y lo que empezó siendo una agradable gira campestre puede acabar en Alcalá-Meco. 5. Dejarás todo tal como estaba Cerradas las puertas de las cercas, corriendo sin estorbo el agua por fuentes y regueras, guardado en su caja el libro que hallarás en la peña del Arcipreste. Y así, todo. 6. No señalizarás en vano El campo ya está saturado de senderos de pequeño y gran recorrido, vías pecuarias, sendas de educación ambiental y caminos históricos, todos ellos señalizados con diversas marcas de pintura, letreros o hitos de piedras. Añadir pintarrajos de cosecha propia, flechitas o lazos de colores, como tienen por costumbre algunos pulgarcitos, sólo contribuye a acrecentar el caos. 7. Tratarás a las vacas con dulzura Mucha gente confunde a las vacas –sobre todo, a las negras avileñas- con toros de lidia, pero lo cierto es que estas benditas cornudas jamás se arrancan si no es en dirección contraria al hombre, ser al que temen con razón, pues suele ir armado con palos, les corta el paso, da Extraído de: Campos, Andrés (2000). Madrid en Cercanías. Madrid: Catarata.


DECÁLOGO DEL EXCURSIONISTA gritos y respingos, invade sus pastos y abrevaderos, acosa a sus crías y hace, en fin, todo cuanto puede alterar a tan sensibles criaturas. 8. No acamparás ni harás fuego Salvo en zonas acotadas para ello. 9. Atarás corto a tu can Podríamos llenar otro libro con las frases tranquilizadoras de los amos cuyos perros “no hacen nada” pero se abalanzan sobre el excursionista con las fauces espumeantes. 10. Resumiendo El buen excursionista, como el buen árbitro, ha de aspirar a pasar inadvertido en el campo, sin dejar más rastro a sus espaldas que el que forzosamente resulta de acuclillarse tras un pino.

Extraído de: Campos, Andrés (2000). Madrid en Cercanías. Madrid: Catarata.


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