Miami 2011
Una revista de creación
La ciudad:
lírica e íconos de un espacio
Poesía: Carlos Pintado - Luis Benítez Ficción: Juan F. Merino / Híbridos: Alcides Herrera Entrevistas: Baruj Salinas / Ensayos: Alberto Boco Reseñas: Angels Martínez / Visuales: Ana Ochoa
Staff
Fundadoras Lidia Elena Caraballo Alejandra Ferrazza Directora Alejandra Ferrazza
alejandraferrazza@nagarimagazine.com
Editor de contenidos Eduard Reboll
eduardreboll@nagarimagazine.com
Directora de Marketing y Publicidad Gloria MiládelaRoca gloriamiladelaroca@nagarimagazine.com
Director de Publicaciones Digitales Omar Villasana omarvillasana@nagarimagazine.com
Departamento de Esponsorización Roger Silverio rogersilverio@nagarimagazine.com
Diseño Gráfico y Diagramación Virginia Aguilera vikiaguilera@gmail.com
Coordinación María Espinoza mespi004@fiu.edu
Colaboradores en este número Alberto Bocco José Armando García Angels Martínez Carlos Ortiz Jesús Rosado Emiliano Valdés Marilyn Zeitlin María Espinoza Fotografía de Cubierta Cristina Villamil Impreso en China en la ciudad de ZhuHai ©Todos los derechos reservados sobre la presente edición: Editorial SETRA, 2011. Dirección PO BOX 430332, South Miami, FL, 33243. Email: proyectosetra@gmail.com La revista Nagari es propiedad de la organización sin fines de lucro Proyecto Setra, Inc. Queda prohibida la reproducción del contenido de esta publicación. Los editores no son responsables por las opiniones vertidas por los autores, colaboradores, entrevistados, las notas firmadas y el contenido de los mensajes publicitarios. ISSN 2153-1803
Sumario Péndulo Alberto Boco (7) Alejandro Uribe (8) Alfredo Palacio (9) Ana Vidal Egea (10) Andrés Boiero (11) Carlos Pintado (12) Eduardo Espósito (13) Cristina Keller /Eduardo Velasco (14) Joaquín Gálvez (15) Joséantonio Sánchez Pulido (16) Lady López Zepeda (17) Luis Benítez (18) Padro Blas Julio Romero (19) Rodrigo de la Luz (20) Jonathan Rose (21)
Holarasca Juan Fernando Merino (23) Mario Capasso (29) Rosana Alonso (30)
Anfibios Alcides Herrera (34) Andrés Boiero (36) Braddy Romero (38) Mario Capasso (39)
Entrevistas María Espinoza (41) Eduard Reboll (46)
Texto y ensa(ñ)o Alberto Boco (49) Jesús Rosado (53) José Armando García (56)
Reseñas Angels Martínez (59) Carlos Ortiz (60) María Espinoza (61)
Visuales Ana Ohoa (63) Geraldine Ordoñez / Andrea Ackner / Cristina Villamil / Michelle Sagué (68) Pedro Vizcaíno (72) Karla Turcios (76) Lourdes de la Riva (78) Victoria Bianchetti (80)
Editorial
La ciudad:
Sentado al borde de una silla desfondada mareado, enfermo, casi vivo escribo versos previamente llorados por la ciudad donde nací. Juan Gelman Mi Buenos Aires querido
Presentamos en este nuevo número de Nagari, “nuestras ciudades”, esas en las que nos toca vivir, las que elegimos o las que simplemente visitamos y dejaron una huella entre nosotros. La ciudad y sus crisis, en la que tratamos de sobrevivir y nos enamora, la que expone el verde más genuino en sus parques, o las que la mugre vegeta entre las aceras y la noche. Diferentes miradas desde distintas latitudes muestran un panorama de aliento o desengaño: la ciudad colonial se esfuerza por recuperar su identidad y las más nuevas por exhibir su urbanismo moderno. Metrópolis algunas, pequeñas urbes otras, donde el barrio se enfrenta al suburbio, el peatón al automovilista, o la tienda de la esquina ante la magnitud del centro comercial. Pequeñas comunidades, algunas, cuyo objetivo es la simple vecindad bajo la convivencia mutua en una silla ante el portal de la escalera. Hoy, más que nunca, vivimos el asfalto como la alfombra roja que une tanto al broker camino a Manhattan como al manifestante del Cairo en la plaza de Tahir suplicando la caída de la dictadura. Las ciudades son más que nunca espacios políticos que hacen honor epistemológico a su origen griego: la polis. Conectadas hoy virtualmente nos permiten disfrutar al instante de sus elogios y vicisitudes en cualquier lugar del planeta. En la anterior editorial nos hicimos eco del origen de nuestro nombre, en este primer número la ciudad ya es un presente en versos o relatos, bajo la plasticidad visual del color o desde el puro blanco y negro de una fotografía. Paralelamente, aquí o allá, nuestros creadores vuelcan su entusiasmo en develar qué hay detrás de este espectáculo cotidiano e identitario que ofrece hoy la ciudad global donde habitamos.
Nagari #1
lírica e íconos de un espacio
PĂŠndulo
My Kitchen Door, de Michelle Rinaldi.
Part of The Peculiarities of 122 Kinnaird series, Cambridge, MA.
Nació en la Ciudad de Buenos Aires, en 1949. Obra poética: Arcas o Pequeñas Señales (Buenos Aires, 1986); Galería de Ecos (Bs. As., 1989); Ausentes con Aviso (Bs. As., 1997); Cartas para Beb (Bs. As., 2007) y Riachuelo (Bs. As., 2008). Entre otras distinciones: Primer premio en el Concurso Nacional de Poesía César Domingo Sioli, Premio Ciudad de Junín, 2005. Primera mención del jurado en el VII Concurso Nacional de Poesía - Tandil 2003, auspiciado por la Subsecretaría de Cultura de la Provincia de Buenos Aires y la Secretaría de Cultura de la Nación, 2003. Mención de Honor del jurado en el IV
Concurso Nacional de Poesía La Luna Que, 2002. Mención del Jurado del Premio Provincial de Literatura Dr. Carlos Auyero, Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires, 1999. Sus trabajos han sido publicados en revistas literarias (tanto virtuales como en papel) de la Argentina y de otros Países. Mantiene inéditos doce libros de poemas concluidos entre 1998 y 2010.
Puente Saavedra 1 Llega un grito a través del cielo. Ya ha ocurrido otras veces, pero ahora no hay nada con que compararlo. –Thomas Pynchon– conjurados con algún bulto que arrastrar en la zona gris de los apeaderos y los transportes la opacidad se respira en grandes y pequeños tráficos al paso se bebe y se come con la niebla de la desconfianza los gestos no necesitan de nada más desde un lado del canal Pirata Prentice 2 cultiva bananas y espera la parte que le toca en la ruleta rusa del mundo algo después dos paredes alambradas y una tierra de nadie ni la grandeza ni la grandilocuencia de la Gran Muralla en la escena un borracho y un predicador alguna prostituta un policía y una nena puede haber un río una cordillera y gente de armas entre las placas del transformador late una diferencia de potencial como en todo pasaje también una forma de la teatralidad presentida en el aire la descarga eléctrica dibuja una fotografía es previsible por otra parte una solución así una épica de los bordes tecnología y redes en el gran carrusel menos y más explícito que un circo romano camino al “22” 3 con menos y más peligro por la línea divisoria vamos y venimos atentos al efecto Doppler cambia el sonido de lo que se aleja lo que se acerca.
(1) El “Puente Saavedra” es un puente donde se cruzan la Autopista General Paz (límite noroeste de la Ciudad de Buenos Aires, Capital de la República Argentina) y las avenidas Cabildo (del lado de la Ciudad de Buenos Aires) y Avenida Maipú (del lado de la ciudad de Vicente López, Provincia de Buenos Aires). Es uno de los principales puntos de intercambio vehicular entre la ciudad de Buenos Aires y la Provincia del mismo nombre. Estas dos jurisdicciones, de enorme relevancia político-social, concentran más de un tercio de la población de la República Argentina. Para cierta mirada (acaso poética) estos cruces adquieren ribetes de “zona fronteriza”. (2) “Pirata Prentice”, personaje de la novela “El arco iris de la gravedad”, de Thomas Pynchon. (3) “22” es el nombre de un pequeño y barato restaurante y despacho de bebidas ubicado a escasos metros del Puente Saavedra.
Alberto Boco
Fotografía: Daniel Grad
Alberto Boco.
Close encounter, de Alejandro Moya.
Esta fotografía forma parte de la serie Adiós a la primavera.
Alejandro Uribe
X
Las palomas copulan en mi ventana anuncian la desolación compartida otros anuncian carros y pasteles llaveros con lucecitas de colores Esperanza se cansó de repetir el mantra nunca desapareció Vayamos a rascar vestigios de rituales quiero imaginar que alguna vez fue Los árboles hablan en su lengua “raíz” la que sabe de la tierra que se muere esa que seca la lluvia que al metal oxida llega el colibrí y dulce de color se eleva Las palomas copulan en mi ventana Esperanza se cansó de repetir el mantra Los árboles hablan en su lengua “raíz” Llega el colibrí y dulce de color se eleva Quiero imaginar que alguna vez fue...
Alejandro Uribe.
México1978. Con formación autodidacta en el arte de pegar letras se lanza a la aventura de dibujar situaciones y momentos fugaces uniendo a golpe de teclas: palabas, muecas, susurros, conjuros baratos y uno que otro escupitajo carísimo a la cara de la mala vida. Desde el año 2005 a la fecha ha participado en diversas expos y eventos sobre edición, obras-libro, videoarte, poesía visual, arte correo, e-mailart y performance en México, España, Argentina, Colombia, Italia, Brasil y U.S.A. Mantiene una constante experimentación en los soportes de su obra llevándole a optar por el libro desde lo conceptual como un contingente de procesos.
XXI Mundo alcantarilla camastro de banqueta pobres los de la ciudad reino de la miseria de todo Moneditas en la ventanilla y espantosos gestos de “fuchi” ¡gracias! Pestilente iglesia bañada en orín de gente con sed y miedo El candidato dice: mexicanos ¡all is happy in this border-town! en la esquina diez mariachis guitarras y acordeón carros panzones de alcohol suben mujeres trompetas reina la pirata-canta barata-compra baila-duermememe… Cuchillo: pide unos billetes Pistola: todo Hambre: carne Zócalo: zoo-caldo sopa de animal tráfico de sueño Edificio-drogadicción-sexo-thinner-defecación-smog Esperanza baja al metro y se suicida ¡¿no ha muerto?! Policía anatomía redonda es la tristeza saca tu macana saca tu pistola avienta lacrimógeno dale cien patadas Marcha de amnesia disco rayado acuerdos firmados antro de lenguas cansadas cigarros y rimas en esdrújulas ¿Esta usted consciente de lo que esta diciendo? Bueno pues terminemos con esto de una buena vez ¡¡¡HABEMUS PAPAM!!!
Alfredo Palacio Llueve sobre California La primera nieve acaricia Budapest
Alfredo Palacio.
Praga sigue perfumando y Buenos Aires aún en veremos................ Lisboa luce su mejor escote Salvador sonríe con sus negros hace rato que no ando por Madrid y Buenos Aires tiene escasa voluntad…….. Roma aún llora a los magos de su cine París acaso ya no sea una fiesta y Buenos Aires cada vez aspira más pegamento acomoda cartones despide la alegría de sus bares oprime demasiado. Duele olvida sueños ya no se desnuda va quedando atrás. Y yo con ella.
Nació en 1949 en la Ciudad de Buenos Aires, Argentina, donde reside. Libro publicado: Filamentos (Ediciones Del Dock, 2007) Libro inédito: Segundos Afuera (2009). Integra diversas antologías locales y del exterior en mérito a premios obtenidos. Co-dirigió el Café Literario Mirá lo que Quedó (año 2007) con los poetas Alicia Grinbank, Rolando Revagliatti y Alberto Boco. Ha sido invitado a eventos literarios radiales. Sus trabajos han sido incluidos en numerosas páginas, blogs y revistas virtuales de poesía. Poemas suyos fueron traducidos al portugués, catalán y francés. Algunos de sus premios: 1990 SEGUNDO PREMIO Concurso Nacional Centro de Estudios CERYN y Revista Horizonte de Cultura (Junín – Prov. Bs.As.);1992 PRIMER PREMIO Certamen Poético Syria PolettiAsociación Amigos de la Biblioteca Docente Municipal - Bs As 1995 MENCIÓN Certamen Literario 1995-Municipalidad Ciudad de Bs. As. Dirección Gral de Bibliotecas Municipales; 1996 TERCER PREMIO Vº Concurso Literario Leopoldo Marechal - Dirección de Cultura Municipalidad de Morón (Prov. Bs.As.); 2001 FINALISTA Certamen Internacional Letras de Oro 2001 Fundación Honorarte; 2005 TERCER PREMIO Certamen Literario; 2005 – Feria del Libro de San Nicolás – Prov. De Bs. As.;2005 PRIMER PREMIO V Concurso Literario Nacional Atahualpa Yupanqui Casa de Cultura de Longchamps – Prov. de Bs As.; 2007 FINALISTA (2º PREMIO) III Premio Paralelo Sur de Poesía – Barcelona – España; 2009 FAJA DE HONOR LIBRO FILAMENTOS S.A.D.E. (SOC.ARGENTINA DE ESCRITORES) FILIAL TAFÍ VIEJO – TUCUMÁN; 2009 MENCIÓN ESPECIAL CERTAMEN LITERARIO INTERNACIONAL GONZALO DELFINO Biblioteca Popular Ricardo J. Berwyn – Gaimán – Chubut - Argentina.
Murcia (España) 1984, es periodista, poeta y escritora española. Doctora en Filología Hispánica por la UNED, tras haber realizado la primera tesis completa sobre el teatro de Angélica Liddell. Ha obtenido algunos premios literarios. Ha publicado La otra vida, 18 relatos de amor y miedo (2010), Granada, Editorial Traspiés. Ha colaborado en diferentes revistas y participado en recitales de poesía. Actualmente trabaja como Gestora Cultural en el CCEMiami, centro dependiente de AECID.
Ana Vidal Egea
Ana Vidal Egea.
1. La vida está en la calle, allí paso mis horas cruzando carreteras segundos antes de que los coches me embistan, regresando a casa de madrugada por calles de putas y travestis. Bebiendo en bares donde todos me señalan y según el humor, también en otros donde no existo. Corro más rápido que la belleza más rápido que la velocidad permitida a mi edad corro creyendo que habré de topar con algún límite. Llevo corriendo desde que aprendí a correr. y correré hasta morir o hasta que alguien me detenga.
3. Nosotros, los que nos fuimos pronto de casa primero a otra ciudad, luego a otro país, - cada vez más grave- cambiando de lenguaje, de clima, desaprendiendo, mutando. Los que vivimos solos en hemisferios distintos, poniendo un océano de por medio que hace imposible regresar a tiempo. Nosotros, los que hemos dicho adiós tantas veces, los que hemos masticado el silencio de los aeropuertos y nos hemos tragado la piedra de la duda; los que tenemos miedo a volar pero volamos a los que nos cabe todo en una maleta, los que hemos llegado de noche adonde nadie nos esperaba. Nosotros, los huérfanos funcionales, los que no recordamos las camas en las que hemos dormido, los que tenemos que confiar en desconocidos, los que seguimos buscando con un mapa en la mano porque no tenemos lugar de descanso; nosotros, apretamos los dientes, agudizamos la vista y temblamos al recordar lo que vamos dejando.
Wet, de Michelle Rinaldi
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Part of the China Express series, New York, NY.
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Andrés Boiero.
Estos hermosos caballos Podríamos haber abierto la ventana y dejarnos caer sobre una vereda limpia Ya se ha escrito demasiado sobre la navidad: la gente se amontona en los negocios gasta arma paquetes y hace llamadas telefónicas la navidad en el Sur es una especie de reptil perezoso hay otras navidades: el tipo que duerme en una celda la mujer que agoniza el amante que desaparece esas navidades no tienen regalos ¿para qué? ahí es donde el reptil nos traiciona y la mesa adquiere el matiz de un arma:
y ver cómo los vecinos asoman sus potencias y murmuran mientras la ambulancia se agita como un caballo ensangrentado para cubrir el daño así el salto sobre el nombre propio (la avaricia de una palabra equivocada) nos dejó desnudos el uno frente al otro lo Uno detrás de lo aparente
Andrés: ¿te acordás cuando me dijiste que ibas a estudiar medicina?
la ciudad permite ciertas atrocidades
(risas)
“¿por qué no te encierran?” insectos
Estos poemas forman parte de su poemario Texas, recientemente publicado.
todos mirando al sol menos nosotros
Andrés Boiero
Nació en Buenos Aires. Estudió filosofía y matemáticas. Participó de tres antologías de poesía y cuento. Vivió cinco años en Austin, Texas, donde tuvo en un principio una infinidad de trabajos hasta llegar a ser el responsable de la sección cultural del periódico El Mundo de Austin, Texas. Un poemario de veintidós poemas, es su primer libro publicado. Mantiene en forma permanente un blog www.losperrosromanticos.blogspot.com. Actualmente reside en Buenos Aires.
Carlos Pintado
A LA MANERA DE TRISTAN TZARA Como una sombra más recorro estas calles: Impúdico cadáver doblándose en su miedo, bestia que reconoce ese gotear de muerte al borde del abismo. Quisiera recordar ese minuto; la mirada que fluye en el adiós sin darme tiempo a alzar contra el cristal la mano de la ausencia, como quien ya describe esa provocación a la locura que es ir juntando pájaros muertos en una plaza sin nombre en esta ciudad triste de casas rumorosas en donde soy la sombra de un viajero -anónimo e invisible-, perdiéndose en un parque de cipreses que son también la imagen de una desolación apenas permitida.
Ninguna luz alumbra esta plaza sin nombres. Es el fin de la noche y pienso en las ventanas abiertas al vacío. Alucinado rozo el rostro de la estatua. Sé que nadie vendrá y el salto es sólo la belleza de un rostro en el que miro todo el mal y la belleza del mundo, o esas palabras que ahora descubro en un manifiesto de Tristán Tzara, donde confiesa ser, el idiota, el bromista, el farsante, y que ahora yo recuerdo, lejos de Zúrich, lejos para siempre de una xilografía de Marcel Janco Como una sombra más, que vi por casualidad convivo con mi muerte, tras el cristal de una librería aparto con dulzura exquisitos cadáveres, para después confesar: yo el idiota, y pienso que mi cuerpo yo el bromista, es ese muerto alzando sus manos contra nadie, un muerto deambulando por las calles del mundo, yo el farsante, con toda la pobreza del mundo, soñándose otra historia como si el tiempo, con el mismo cuidado al pasar los días, con que alguien pretende ignorar qué es la vida me acercara a algo muy pobre y pequeño, y escribe en un cuaderno: como un anillo de plata lanzado como un ángel terrible al fondo inabarcable del abismo. en la corte terrible de los ángeles. Como una sombra más Recorro estas calles. Donde alguien predijo el fin de un tiempo, yo dije unas palabras, una frase de amor que nadie escucha.
Carlos Pintado. (Cuba, 1974). Poeta y escritor. Licenciado en
Lengua y Literatura inglesa. Recibió el Premio Internacional de Poesía Sant Jordi en 2006 en España por su libro Autorretrato en azul. Colabora con la revista VOGUE en español y es, además, Jefe de redacción de la revista literaria La Zorra y El Cuervo. Su libro El azar y los tesoros fue finalista del premio Adonais 2008, en España. Tiene publicados los libros: El diablo en el Cuerpo (poesía, 2005); Los bosques de Mortefontaine (Bluebird editions, 2007); Habitación a oscuras (Vitruvio, Madrid, 2007); La Seducción del Minotauro (cuentos, 2000); Los Nombres de la noche (antología de su poesía editada por Bluebird editions en USA, 2008).
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Eduardo Espósito Plumajes El poeta es el hombre que se niega a utilizar el lenguaje J. P. Sartre
La vida no debería ser mas que esta cosa que respira y sangra Los dedos bien abiertos ante las notas de un teclado inexplorado No es porque te negás a regresar del cementerio que se me ocurre este dislate ni porque tu fantasma de algodón de azúcar acusa los calores del desván La tarde como un daguerrotipo victoriano pesando en mi cabeza La vida tampoco debería ser mas que esto Sin embargo un poeta desangelado se asemeja mucho a un hombre Hay un otoño de alas mustias parece que pelaran pollos en el cielo Y esta cosa que respira y sangra aunque bien mal en escribir insiste
Celeridad Hay cuatro clases de hombres en el mundo Los lampiños Los barbudos Los que se afeitan como Dios manda Y los tristes pobres hombres de la afeitadora eléctrica Pobres niños olvidados por sus madres a quienes jamás papá pasó pelota Nunca una curita en el uncido rostro Nunca una sonrisa de satisfacción padruna jamás papel higiénico en la herida o paños tibios a ese amor con la gillette Pobres desmadrados que perdieron segundos en su vida apenas por no ganar un cielo de brochas y afiladas Pobres hombres de besos jamás lisos esclavos para siempre de su aceleración
Eduardo
Espósito.
(Buenos Aires, 1956) Ha publicado: El niño que jugaba a ser Rayo, Bs. As.; El Francotirador, 1992; Violín en bolsa, Bs. As.; El Francotirador, 1995; Una novia para King Kong, Bs. As.; Amaru, 2005; Quilombario, Bs. As.; Amaru, 2008. Participó en varias antologías, destacándose entre ellas Poesía en el subte, Bs. As. Ediciones de la Flor, 1999 y Italiani d’ Altrove, Milan Rayuela Edizioni, 2010. Coordina desde 1996 el taller de escritura de la Dirección de Cultura de la ciudad de Moreno, y a partir de 2001, desempeña igual actividad en el taller literario Elementales Leches de la ciudad de Gral. Rodríguez, Argentina. Reside en Paso del Rey, Buenos Aires.
53 / Modelo para desarmar Desolado asolado Un viento se arracima por debajo de la yesca y me deja vacío a medio arder La memoria apenas una chispa Fosforito raspado La palma del adivino entre presagios como un remo revolviendo los olvidos ¿Soy algo acaso? ¿En qué memoria de qué dios? Oscuro veo Acosado de minutos como moscas pegajosas de segundos de pulga y elefante Casco la cáscara de mí lo que me engaño de hombre a fin de creerlo para no ser un sueño el arcano inseguro de algún otro La fortuna feliz con que despierta.
Eduardo Velasco Eduardo Velasco.
Escritor, poeta, comunicador y publicista venezolano. Trabajó para el periódico El Nacional y para la revista Elite. Entre sus más importantes creaciones se destacan los monólogos para teatro De ilusiones también se vive, su colección de poemas íntimos Divagaciones, Hasta la última Gota y sus más recientes Notas desde el exilio.
Cristina
Keller.
Cristina Keller
Artista, ilustradora, grabadora y docente venezolana. Su obra ha sido exhibida en España, Estados Unidos, Inglaterra, Cuba, Costa Rica, México,Venezuela y Polonia, donde ganó una mención de honor por su grabado en metal: Los Amantes. Ha ilustrados diez libros para niños recibiendo distinciones con tres de ellos.
A la cama Cada noche, como ninguna otra, mis sueños son el epílogo de mis inevitables tristezas… siempre, fieles sombras de la nostalgia
Joaquín Gálvez Hallazgo en una caverna de Liverpool La noche existe en Liverpool para que Diógenes encuentre la humanidad en una caverna. Las bombas nazis legaron un pentagrama de silencio en las faldas de las muchachas. Twist and shout. (Twist and shouts)*… El whiskey, el humo verde, los chicos con sus melenas, el orgasmo, que cabalga y cabalga como una sinfonía que escuchan las estrellas. El viejo Churchill luchó por este ruido en la caverna, por esta paz que deja el estruendo de otra bomba nazi en Trafalgar Square. Twist and shout. (Twist and shouts)… Queríamos una revolución e hicimos una revolución: la libertad tiene ahora el rostro de una caverna. El eterno retorno, querido Nietzsche, se cumplió tu sentencia: la humanidad vuelve a nacer en una caverna. Se ha apagado la oscuridad en Buckingham palace: Elizabeth II baila Rock and Roll en Buckingham palace. Twist and shout. (Twist and shouts)… Queríamos una revolución e hicimos una revolución de cuerdas y lienzos. El Financial Times anuncia: “Cuatro chicos de Liverpool conquistan el mundo”. Y el viejo Churchill sonríe porque ya se puede morir. Twist and shout. (Twist and shouts)…
*Título de una canción interpretada por los Beatles.
(La Habana, Cuba, 1965). Poeta, ensayista y periodista. Se licenció en Humanidades en la Universidad Barry y obtuvo una Maestría en Bibliotecología y Ciencias de la Información en la Universidad del Sur de la Florida. Cursó estudios de postgrado en Literatura Hispanoamericana en la Universidad Internacional de la Florida. Ha publicado los poemarios: Alguien canta en la resaca (Término Editorial, Cincinnati, 2000), El viaje de los elegidos (Betania, Madrid, 2005) y Trilogía del paria (Editorial Silueta, Miami, 2007). Por otro lado, textos suyos aparecen recogidos en numerosas antologías y publicaciones en Estados Unidos, Europa y América Latina. Coordina el blog y la tertulia La Otra Esquina de las Palabras (http://laotraesquinadelaspalabras. blogspot.com/). Reside en los Estados Unidos desde 1989.
Joaquín Gálvez.
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Joséantonio Sánchez Pulido. Artista
Joséantonio Sánchez Pulido
multidisciplinario: artes plásticas, poesía visual, videasta, escultor. Paisajista, cocina de autor y poeta -1956- nace en El Callao, Estado Bolívar, Venezuela.-1995Mención Especial en el XXIV SALÓN INTERNACIONAL DE PINTURA PRIMITIVA MODERNA. Galería Pro Arte Kasper, Morgues, Suiza. Y -1997- PREMIO FERIMAR. XVII Salón Municipal de Pintura del Municipio Girardot. Maracay. Edo. Aragua. Titulado de Diseñador Ambiental, CENTRO ARTÍSTICO VILLASMIL DE LEÓN, Altamira, Caracas. En Valencia de España -2004-
Taller de POESÍA VISUAL, organizado por la Asociació Tertúlia Literari La Buhardilla, a cargo de los profesores Bartolomé Ferrando y José Ricart. Igualmente culmina los seminarios -2006- CAOS GLOBAL RESISTENCIAS CULTURALES MAPAS Y ENSAYOS VISUALES, de Brian Holmes. Y el taller NUEVAS Y VIEJAS VIOLENCIAS. DISCURSOS CULTURALES SOBRE GÉNERO Y GLOBALIZACIÓN. Coco Fusco. Museu de Belles Arts de Valencia, c/ San Pio V. Valencia, España. Sus obras están en colecciones públicas y privadas en Venezuela, Suramérica, Canadá, Estados Unidos, Europa.
II Hay ciudades que no existen y no le importa a nadie Porque fueron tapiadas por la muerte de su único habitante Y sus estrellas amadas y con nombres se extinguieron Y sus esquinas favoritas más nunca fueron testigos de besos Ni tampoco las rosas nacieron nunca más en la plaza Dejaron de querer sus fechas importantes y el poeta Enamorado Quedó Sin versos.
V Hay ciudades que no existen porquelasborraronlasmemorias Delosenamorados y los profetasmurieronsindemostrar nada Y salieron loshabitantesdelosbarrios más olvidados para Quemar las vanidades y los caprichosdeasombradasminorías Indefensasincapacesasustadas sin respuesta y quedó hecha Pedazostrozosincendios barricadas cuerpostirados por las Callesabandonadas por todos -luego de la jerga del hampa . . . . auto C e n s u r a d o. . . . . . Las ciudades que no existen fueron-de una manera u otra- Atacadas heridas acechadas confundidas envidiadas destrozadas. Del libro “Ciudades que no existen”.
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Lady López Zepeda.
La poeta, cuentista y narradora, nació en la Ciudad de México en 1956. Ha sido publicada en las antologías Mujeres poetas de México: 1945-1965. Antología poética (2008); Bendito sea tu cuerpo. Antología mundial erótica (2008); Muestrario de palabras (2007); y en Novísimos con su relato El preámbulo de El país literario (2006). Ha obtenido menciones honoríficas por los poemas Después de la siembra, Tierra de nadie y Tiemblo de ti en los Certámenes de poesía y cuento Mis escritos en
(diario de una atrocidad)
“A ti Oaxaca; por tus duelos y porque me dueles.”
I Hay ciudades como ángeles caídos en derrota, de muros y pájaros de arena, con paisajes urbanos que callan al vuelo que perdura, de ojos sangrantes y sombras de cenizas. Ciudades con voces que se confrontan y gritan melancólicas, con hombres de carne morena que se buscan en los muros del silencio. Son ciudades de palacios como ofrendas al olvido y sus niños lloran de hambre en las trincheras. Son ciudades de fuego y de guerra que la noche acecha, vigilante, como un ojo en exterminio.
II
Oaxaca de palomas negras y barro luminoso, la esfinge se levanta sobre tus voces masacradas en la triste noche de artificios. Muro de aire que enarbola tempestades, tu ciudad duerme cercada por el fuego mientras Dios suspira desde su lecho y te mira con espinas. Ojos de alebrije dueles porque eres la ciudad de las nieblas y todo es silencio en tu sonrisa. Tehuana, eres de luz y de claridad serena cuando vistes una bandera de piel en llamas, encrespada.
III
Pájaros de fuego sobrevuelan tus canteras, mostaza para los hombres que denuncian y lapidan tu cuerpo a contra olvido. Sabes del caos que vive tu territorio, sabes de la miseria, de los cantos de medianoche y de la dulce esperanza por salvar a la bestia. Las mujeres visten el cielo con sus textiles y bordan estrellas mientras otros mueren. Canto a tus duelos, a tus dioses que duermen en Mitla y a tus bosques que abrigan mi llanto.
Lady López A tres duelos: octubre 29 y 30, noviembre 2, 2006..
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Lady López Zepeda
CIUDADES
sus versiones 2004, 2005 y 2010, y por el poema Adagio en el Concurso Heptagrama de poesía 2010. Participa en diversas revistas virtuales e impresas, dejando constancia de su paso con su prosa poética. Es moderadora del grupo literario El Fausto, y miembro de la Asociación Poetas del Mundo, de la Sane Society, y de la Red Mundial de Escritores en Español (REMES). Correos electrónicos: ladylz954@hotmail. com y ladylz954@yahoo.es. Blog: http://ladylopez954.blogspot.com/. México, D.F., a 19 de marzo de 2011.
Luis Benítez
PROSA POÉTICA-PROSA DE LAS CIUDADES Todo es. Nada es. Y las ciudades que levantó el polvo serán polvo; pero mientras sucede el crecer al nacer y la muerte espera, tensa en el arco, es preciso tener una ciudad. Verla allá a lo lejos o verla allá dentro, en el otro espacio: ciegas, sordas, mudas para el hombre, como la vida. Viven de él y morirán con él. ¿Y qué es una ciudad en el conjunto de las ciudades sino la misma ciudad? La misma, desde la lejana y primera con que saludamos a la brutalidad, a la muerte; la última, desde la que veremos que algo impulsa el horizonte hacia nosotros. El vendrá y las ciudades lo contendrán un momento, hasta que caiga el último suburbio y con la última ventana el polvo cierre la última ciudad. Cuando caiga habremos caído para siempre. La misma ciudad, siempre es la misma. Siempre la misma calle y doblar en cualquier parte el mismo callejón y saludar al mismo. Las ciudades nacen de ciudades como los hombres de hombres y el miedo de la esperanza. Yo les digo que estas calles y plazas y este sudor de sueño y este sabor de pesadilla y esta canción de siesta eran de otra ciudad. Los hombres no. Los hombres van y vienen como los ríos. Las ciudades quedan, como las piedras, esperando en la orilla que vuelva el mismo río. El mismo río del hombre que abandona las ciudades para no volver jamás. Y cuando se va el último y asoman los fantasmas sus ojeras nerviosas por las ventanas que el viento bate como un insulto, la ciudad entera comprende que está sola y que se muere. Porque las ciudades se mueren y se pudren, como los hombres, como el amor.
Luis Benítez. Nació
en Buenos Aires el 10 de noviembre de 1956. Es miembro de la Academia Iberoamericana de Poesía, Capítulo de New York, Estados Unidos, con sede en la Columbia University; de la World Poets Society (Grecia); de la International Society of Writers (Estados Unidos); del Advisory Board de World Poetry Press (India); del colectivo literario Los Argonautas (España) y de la Sociedad de Escritoras y Escritores de Argentina. Miembro Honorario de la sección argentina del IFLAC (International Forum for a Literature and a Culture of Peace). Ha recibido el título de Compagnon de la Poèsie de la Association La Porte des Poètes, con sede en la Université de La Sorbonne, París, Francia. Entre otros reconocimientos literarios nacionales e internacionales, se cuentan: el Primer Premio Internacional de Poesía La Porte des Poètes (París, 1991); el Segundo Premio Bienal de la Poesía Argentina (Buenos Aires, 1992); el Primer Premio Joven Literatura (Poesía) de la Fundación Amalia Lacroze de Fortabat (Bue-
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nos Aires, 1996); el Primer Premio del Concurso Internacional de Ficción (Montevideo, 1996); el Primo Premio Tuscolorum Di Poesia (Sicilia, Italia, 1996); el Primer Premio de Novela Letras de Oro (Buenos Aires, 2003); el Accesit 10éme. Concours International de Poésie (París, 2003) y el Primer Premio Internacional para Obra Publicada Macedonio Palomino (México, 2008). Sus 24 libros de poesía, narrativa, ensayo literario y teatro se publicaron en Argentina, Chile, España, Estados Unidos, México, Uruguay y Venezuela. Recientemente, la editorial española www.publicatuslibros.com ha publicado en e-book sus Poemas Completos, con introducción del Prof. Luis González Platón, de la Universidad de Madrid.
Nacido en Cartagena (Colombia) en 1949. Ha publicado los libros Cartas del soldado desconocido (1971) y Poemas de Calle Lomba (1984). En 1993 gana el Premio Nacional de Poesía “Jorge Artel” con el libro de poemas Rumbos. Tiene en preparación varios libros, tanto en prosa como de poesía: Poemas de la Singladura, O Pañol de Proa; este último trata, en parte, de su vida de marino durante 25 años por los mares y puertos del mundo. Las experiencias de marinero vendrá recopilada en su novela El cocinero del Vapor Monrovia. Escribió La Poesía negra y Poesía sin tiempo, con cantos a Poe, Vallejo, Artaud y Miller. En la actualidad es miembro de un taller de narrativa con la dirección del escritor Oscar Collazos. Desde el año 2000 dirige el Taller de Poesía “Luis Carlos López”. Participa además en programas de radio.
Pedro Blas Julio Romero.
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Las hebras de un enmoñado Congo de un Randolph Harlem
En eso se le escucha al cantante boricua Ismael Miranda que cuando empezó el tiroteo quedó Cipriano Armenteros salvado siendo estos discos la música predilecta de otro respetable sayón la eminencia de respetado asesino y defensa del barrio el pistolero A’l Samir sultán del caos extendiéndole A’l Samir legado a uno al que llaman camarón su herencia de una pistola semiautomática la fiveseven que perfora chaleco antibalas chicos más dignos que nuestra honorable pústula de preclaros concejales con trapacería de senadores junto a la otra desgracia de sucesivos alcaldes ladrones vendiéndole la ciudad a unos abigeos que venían a de saquear su abatidas regiones sabaneras hasta dejarnos estos ahora la ciudad sin puerto hecha la pobre sus faldas ya raídas una poza séptica rodeada de hipócritas cuando este camarón ojos de gato nunca permite le invadan su territorio ayer por ejemplo en un escena de Tarantino en plena plaza Trinidad asesina a uno de bahía las quintas un hijo de Cantones Chicos duros los de mi barrio nuestros chicos a quienes unos brujos suelen rezarles luna en camposanto Nuestro baile lo cocina un cáliz del saborcillo ambarino O los ardores de una rumba con hembras sin matrimonio desde donde llevas aquel enmoñado Congo Voy a vengar la mañana aquella de la emboscada Los portones cerrados no los abren ni con dinero y en medio de balacera hay que irse como Cipriano…de golpe chicos sin esa vestidura del horror que es la patria creo Randolph Harlem, creo en esa luna tuya herida de jazz
Pedro Blas Julio Romero
Las hebras de un enmoñado Congo de un Randolph Harlem o cuando te descamisabas vecindario después de toda esta vida acrecentada en balaceras Ahora por algún desgraciado motivo se nos llena de nupcias el mugre un sucio a veces de amigos queriéndote demasiado
Ciudad y yo
Rodrigo de la Luz
Abre la puerta de esta casa invisible, se han derrumbado todas las paredes en las que un día yo escribí tu nombre. Recoge los quebrados ramos, calcina todo papel bruñido que te di, ahórrate los pretextos que aborrezco. Pronto me voy a volver viejo y no quiero que se salven las palabras que nacieron en una noche de pasión. También nos borraremos de las fotos, se quedarán en blanco los recuerdos de aquel desvergonzado amor que dimos. Nos marcharemos después de tantos años aún con el alma intacta cual retoño de crisantemo en el jardín. Comenzaremos nuestra jornada última sin rencor ni entusiasmo, como el toro que muere por su propia cornada.
Ahora que te sumerges, espontánea, como una isla sin casas ni faroles, -Eres partícipe y creadora de tu historia. Eres la víctima y el verdugo al mismo tiempo, apologista de un matón de barrio, terriblemente temida y temerosayo busco entre los peces y los pájaros lo que desde mi sueño llega al tuyo.
Mío Mundo. Primera edición 2010. Editorial Ultramar. Del segundo segmento de Mío Mundo. Del Profundo Recuerdo.
Del segundo segmento de Mío Mundo: Cantos a La Habana
Rodrigo de la Luz.
impresas. Fue seleccionado para la grabación intitulada Voces de América, colección de poemas de escritores de Miami. Rodrigo además de poeta es un talentoso artista que ha tenido exposiciones de esculturas y pinturas en varias galerías de Miami. También se han publicado sus fotos en Pasaporte, sección de viajes de El Nuevo Herald y en La Raza de Chicago. Rodrigo de la Luz estudió en el Teatro Nacional de Cuba, bajo la dirección del talentoso dramaturgo y profesor de teatro, Ignacio Gutiérrez.
Poeta y artista cubano, residente en Miami, nació en Las Villas, Cuba, en1969. En Miami ha publicado varios poemarios: Mío Mundo (Editorial Ultramar, 2010), Poesía Viva (Editorial Ultramar, 2008), y Mujer de Invierno (2003). En el 2009 cinco de sus poemas fueron publicados en La Ciudad de la Unidad Posible, Selección Poética de Miami (Editorial Ultramar). Ha sido invitado a presentar sus libros en el 2010, 2008 y 2006 en la Feria Internacional del Libro. En el 2008 y 2006 realizó presentaciones en la Fundación HispanoCubana de Madrid, y en el 2008 leyó sus poemas en el panel Dos Poetas Mano a Mano en el Pen Club de Escritores de Miami. Sus poemas han aparecido en El Ateje, Decir del Agua, Baquiana, La Revista Hispano-Cubana, Proyecto Setra, y Editpar así como en varios periódicos y revistas
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Habana
Jonathan Rose. A bilingual immigration attorney, a cultural activist, as well as
South Florida’s Cultural Correspondent, is an accomplished poet and writer published internationally. Nominated for a Pushcart Prize in 2001, Jonathan serves as Program Director of the South Florida Writers Association. He publishes the e-mail arts calendar CULTURAL BULLETIN, is Cultural Correspondent for DowntownMiami.com (official portal for the City of Miami), and has moderated the Last Friday Poetry Open Mic Readings at Books and Books in Coral Gables since 1992. He has covered Miami Book Fair International, Miami International Film Festival, Art Basel and its satellite fairs, and other Greater Miami events.
De visita en Barcelona
Soot El hollín ennegrece y envuelve blackens and blankets los edificios, los autobuses, el cemento. buildings, buses, cement. El chorro de la ducha Showers scare arranca de los poros pools of mud from pores lagos de barro, like startled blood como aquellos de la sangre derramada poured in Civil War. en la Guerra Civil. The professor speaks of El profesor habla arsonists and firefighters, de incendiarios y bomberos advises, y aconseja: “Always keep a small “Conservad siempre una pequeña spark of the arsonist.” chispa del incendiario en vosotros.” I’m told that they no longer speak Spanish hereMe dicen que aquí ya no hablan castellano, that even the street signs appear in Catalan. que hasta los rótulos de las calles No, it’s not a dialect, aparecen en catalán. but a language No, no es un dialecto, too long repressed, es un idioma, and Barcelona was the seat por demasiado tiempo reprimido; of a proud empire y Barcelona fue la sede whose arms and fingers stretched de un orgulloso imperio, to caress Italy’s ankle; cuyos brazos y dedos se extendían and soprano voices echoed hasta acariciar el tobillo de Italia; in the guild hall near the port. y las voces femeninas resonaban Those who leave their footprints en las reuniones de los gremios cerca del puerto. on Las Ramblas judge Los que dejan sus huellas en Las Ramblas gnarled, bizarre, magnificent juzgan nudoso, extraño o magnífico Gaudi, a Gaudí, who interrupts with images such as que interrumpe con sus imágenes, La Sagrada Familia, como La Sagrada Familia, spires cork-screwing skyward. cuyas espiras lanzan tirabuzones hacia el cielo. “Constant reparations, Me confiesa mi amigo/periodista catalán: solicitations of donations, “Hacen constantes reparaciones completion would spoil it,” y peticiones de donativos; confides a Catalan journalist. para terminar perdiendo su encanto.” The zoo still boasts El zoológico todavía alardea the only albino gorilla in captivity; de poseer el único gorila albino en cautiverio; I wonder how he keeps a clean coat. me pregunto como logra conservar su abrigo limpio. Tourists loiter here, Los turistas merodean aquí, always on their way pero sólo mientras aguardan elsewhere. la continuación de su viaje a cualquier lugar. They seldom stay. Raramente se quedan. I’m convinced Y yo estoy convencido it’s because of de que es por culpa the soot. de su hollín.
Tr © Jonathan Rose/Carlos Miguel Suarez Radillo
Jonathan Rose
Visiting Barcelona
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Holarasca
Rush Hour, de Michelle Rinaldi
Part of the China Express series, New York, NY.
Juan Fernando Merino. Narrador, traduc-
Crisis —Desde este edificio se están lanzado los mejores cerebros de Wall Street — dice Frederick, el portero matinal. —¡Fred! —Lo siento, Mister Ralph, pero Mister Andrew es el sexto inquilino que perdemos por su propia mano desde que comenzó la crisis. El cuarto en saltar. Ralph Evans frena en seco, agobiado por la certeza de que sigue él. Ya no aguanta más; los accionistas arruinados lo persiguen hasta en sueños; la víspera escaparon de Nueva York sus dos socios. Una vez más se equivoca. No va a ser el quinto inquilino en volar sino el séptimo. Y no por voluntad propia.
El inquilino
Nada más crucial cuando habitas una ciudad tan riesgosa e impredecible como Nueva York que conocer minuciosamente a tus vecinos. Íntimamente. Con mayor razón cuando el destino te ha llevado a vivir en el tercio inferior de Manhattan y a comienzos del nuevo siglo. No me refiero por supuesto a los vecinos de oficina, fábrica o aula, a los cuerpos que te rodean en el autobús o el Subway o a los individuos que usurpan tu aire y tu espacio dentro de un elevador atestado, sino a esos vecinos: los habitantes del mismo piso en el edificio que ocupas: aquellos desconocidos que comparten contigo la latitud y la longitud de tus coordenadas exactas, tu rincón mínimo en el mundo: los únicos que escuchan tus sollozos o risotadas tras las paredes o por entre las rendijas de los ventanales que dan al patio interior: los únicos que podrían activar la llave de gas en tu cocina una de aquellas madrugadas en que se queda entreabierta la puerta del apartamento. Cuando Nueva York es tu ciudad y tus coordenadas se inscriben en los parámetros mencionados no queda más opción que conocer rigurosamente a tus compañeros de piso y determinar el grado de riesgo que corres y las precauciones que debes asumir. Confiar en las personas que te rodean podría ser el peor de tus errores. Mis experiencias fallidas en edificios de varias ciudades del norte de América y en un pueblo de Chile que en aquel entonces no tenía edificios me han enseñado la importancia del método, la secuencia y de la disciplina para llevar a cabo la indagación meticulosa de tus vecinos. Lo más importante es la disciplina. Lo más importante es la supervivencia. Esta vez no voy a fallar.
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Juan Fernando Merino
tor literario y periodista colombiano residente en Nueva York. Traductor de una veintena de novelas; compilador y traductor de la antología del cuento joven norteamericano Habrá una vez. A mediados del año pasado la revista de literatura Luvina, de la Universidad de Guadalajara, México, eligió uno de sus textos para una edición especial sobre el cuento hispanoamericano, que incluye 24 autores de Latinoamérica y 6 de España.
El inquilino 24
Fotografía: The Grid, de Michelle Rinaldi
***** Han pasado seis días desde que me vi obligado a conocer íntimamente a mis vecinos. En vano. Una de las pocas conclusiones útiles de esta primera misión es lo poco útil que resulta la observación directa de otros ocupantes de un edificio. Después de tres días seguidos de sus noches –con breves intervalos para dormir diez minutos aquí, veinte allá, para comer un bocado, acercar o vaciar el balde con las necesidades humanas- vigilando la sala comedor alcoba de la actriz
Part of the China Express series, New York, NY.
***** Ha llegado el momento de tomar cartas en el asunto. Ya no me quedan pretextos para aplazar la tarea: el jueves a media tarde me despidieron del trabajo. De aquella oficina en el Upper West Side a la que no había faltado un solo día laboral en los últimos diez años. Nueve años, cuatro meses y cinco días para ser correctos. Dicen los periódicos y las emisoras de radio que la mitad de la ciudad se está quedando desempleada y eso fue justamente lo que repitió el jefe de mi jefe. De mi ex - jefe. Lo cual no justifica en absoluto que me hayan despedido sin darme tiempo a vaciar los cajones y borrar del computador los mensajes y las fotos que nadie más debería ver. ¡Nadie! Pero no voy a permitir que una cosa afecte la otra. Al contrario, puedo pensar que se trata de un guiño del destino, de una indicación patente de que no debería posponer la tarea de seguimiento un solo día. ¿Qué es un despido más o menos en el gran esquema de las cosas? Poco. Los trabajos van y vienen, los jefes se jubilan, los despide alguien más o se suicidan… En cambio la indagación minuciosa del vecindario podría ser tu tabla de salvación, la clave para asegurar tu supervivencia. Entonces, ¿por cuál de los vecinos empezar la pesquisa? ¿Por el apartamento de la izquierda inmediata? ¿El segundo de la derecha? (el contiguo está desocupado, o eso parece). ¿Por la veterana actriz de teatro off-off-Broadway que siempre me dice hello, de vez en cuando esboza una sonrisa y una vez me deseó que tuviera un buen día? ¿O por la joven analista financiera del 7-H (o ejecutiva, o empresaria o manejadora de dineros ajenos; en todo caso con suscripción al Wall Street Journal, el Financial Times y Business Week ) que nunca me saluda, jamás me mira más arriba del botón medio de la camisa y una mañana de junio incluso me dio la espalda en el elevador? También podría empezar por la viuda polaca que cinco veces al día saca a pasear por la avenida al perro lanudo (y mal peinado), por el cabrón del 7-D que todos los martes de tres y media a cuatro y media recibe en el dormitorio a mujeres que no llegan a la mitad de su edad, o a un tercio, algunas ni siquiera a la edad legal. O por el suizo de la bicicleta, la coleccionista de plantas y bonsáis del 7-B, el ajedrecista búlgaro… Por supuesto que hubiera querido investigar en primera instancia al viejo lujurioso del 7-D. Pero antes de concretar la metodología, el seguimiento, los horarios y las coartadas de emergencia, debí cambiar de prioridades. Y empezar por la actriz. Tenía que ser así: resulta en extremo sospechoso que un vecino te demuestre tal cordialidad cuando te has quedado solo y con el ánimo arrastrándose por el piso. Si no estaba escrito, ya lo está: desconfía de la bondad ajena cuando te duele hasta el alma.
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veterana, el sofá-cama de la suscriptora del Wall Street Journal, y las porciones de los cuatro dormitorios que se alcanzan a divisar desde mi ángulo, la información servible que he recopilado es muy limitada. Casi desdeñable. Porque a mí, la verdad, me tiene sin cuidado que el lituano del 7-E y la novia del empleado del M.T.A. que alquila el 7-J ensayen posiciones eróticas múltiples mientras el pobre funcionario se gana el pan diario con el sudor de la monotonía. ¿Y qué me importa que la pareja serbia del 7-M consuma algunas noches botella y media de vodka y que luego intercambien ropas, roles y accesorios sexuales? ¡No es para eso que me desvelo! ¡Por favor! Tampoco me interesa que el senegalés del quinto piso, la vecina franco-canadiense del 7-E y el dominicano barbado de quién sabe qué piso y qué edificio estén tratando de formar un grupo de rock. O de fusiónelectro-pop-caribe. O de lo que sea. Si son malísimos. Y además no tienen en su repertorio ni una canción original. Tantas horas en vela, comiendo alimentos extraídos de latas o ya fríos, sin estirar las piernas al sol y tan sólo para descubrir nimiedades como éstas. Enterarme de pequeñas miserias personales, secretos que no tienen importancia por fuera del recinto en que ocurren, traiciones a sí mismos, coitos interruptus o desastrosos, banalidades, tristezas… Pero ni el menor aporte a la misión de ponerme a salvo. De protegerme de tal o cual vecino y de ese otro no tanto. Ni la más mínima pista que me indique cuál de ellos tarde o temprano se va a colar en mi apartamento para dejar abierto el gas, va a tratar de envenenar la pizza a domicilio de Domino’s, a introducir cristal molido en los frascos de Coca-Cola o de jugo Tropicana que Emilio el de la minitienda de la esquina me deja junto a la puerta los martes y los jueves. Tantas horas de observación exhaustiva, y ni siquiera he logrado aclarar quién escribió aquella nota miserable que un amanecer hace doce días apareció clavada contra mi puerta. “Si Ud. no reduce el volumen de la música después de las ocho de la noche, de la máquina de escribir después de las diez y media y no deja de hacer ruidos guturales a primera hora del día, nos veremos obligados a acusarlo ante el supervisor del edificio. El piso Séptimo merece consideración y respeto. Atentamente. Grupo de vecinos responsables”. ¡Grupo de vecinos! ¡Eso es falso! Con seguridad que no es un grupo. Era un solo vecino. O vecina. Detrás de esa nota había uno pero no había dos. La cuestión es que podría ser cualquiera de ellos y son doce apartamentos, algunos con dos y unos pocos con tres ocupantes (los bebés, los niños menores de 11 y los inválidos están prohibidos en estas unidades habitacionales). Cualquiera de ellos menos la franco-canadiense, que hace más ruido que yo y hasta más altas horas. Es indispensable pasar a otra etapa de mis investigaciones. Más moderna y tecnológica. ***** Si la observación visual y directa de mis vecinos resultó deficiente, la etapa tecnológica fue aún menos fructífera. A pesar del comienzo prometedor. En la primera hora y cuarto de la nueva era de observación reuní los nombres con que aparecen mis vecinos en el listado de arrendamiento del edificio y los
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Fotografía: North End 3, de Michelle Rinaldi
***** Me he visto en la obligación de tomar un paréntesis. De salir del edificio y del vecindario antes de que las cosas se compliquen aún más. Es por ello que tengo alquilado desde hace día y medio un cuarto de hotel en otro condado, fuera de Manhattan, lo más lejos posible de Union Square. No me importa que sea casi un albergue de ínfima categoría, un cuarto sin ventanas en los confines más desangelados entre Brooklyn y Queens. Al menos no se encuentra demasiado cerca de ninguno de los cementerios que abundan en esta zona. De eso me aseguré desde un principio. No me gustan los cementerios. Ni el olor de sus árboles y arbustos; menos aún las flores para sus muertos. Es un olor que siempre me pone nervioso. ¿El nombre del hotelucho? No. En las páginas que siguen no voy a escribir el nombre ni el barrio ni la ubicación aproximada. En este momento no confío ni en ti. El problema de fondo, el error grave que no me deja dormir, es que al salir tan precipitadamente del apartamento me calcé un mocasín marrón en el pie izquierdo y un zapato negro de cordones negros en el derecho. Lo grave es que en la sala de mi apartamento quedaron juntos y solos un mocasín derecho y un cuero izquierdo. Espero que aquello no despierte las sospechas de los detectives, bomberos y policías que a estas horas estarán revisando todos y cada uno de los apartamentos del séptimo piso. O de sus escombros. ¿Tendría por fuerza que haber pasado así? No lo sé. De verdad que no lo sé. Tal vez no. El caso es que esta vez, al igual que me sucedió en Saint Louis, en Alburquerque y en Vilcún, las cosas no salieron como había planeado. En parte por culpa mía, sí, por mi culpa, no lo voy a negar, pero sobre todo por el cansancio. Por culpa del agotamiento después de tantos días y tantas noches de desvelo. Pero volvamos al día D, del desastre. ***** Había suspendido la vigilancia directa de mis vecinos, aunque con ocasionales reincidencias. La electrónica-cibernética no iba tan bien; tampoco tan mal. Avanzaba. Pero todo se complicó cuando uno de los vecinos cometió un error garrafal y entonces no me quedó más remedio que pasar a la acción. Con o contra mi voluntad. Ocurrió más o menos así: una tarde que tuve que bajar al sótano a arrojar
Part of the China Express series, Boston, MA.
respectivos sitios de estudio, empleo o desempleo. Sin embargo, el posterior seguimiento electrónico resultó desastroso. Siento vergüenza ajena de sólo pensar en las estupideces que descubrí sobre mis vecinos en googlepunto, librodecara. com, romancespunto, etcéterapuntonet. Lo cual a su vez resulta poco comparado con las banalidades que me topé al ingresar en sus cuentas de correo electrónico. No sabría siquiera por dónde empezar a quejarme, a burlarme, a insultarlos, así que no empiezo. Ni siquiera voy a revelar la ridiculez de los mensajes que le envía Rita, la novia del funcionario de Metro Transit Authority, a Kolicius el lituano. Desde una cuenta privada y confidencial de Internet que sólo conocen ellos dos. Cierro sus comillas.
Fotografía: Metallic Hallucinogens, de Michelle Rinaldi
mi basura y mis desperdicios –que llevaban tres días y medio acumulándose- se rompió la bolsa de plástico por su propio peso y salieron rodando escalera abajo latas de aluminio, cartones vacíos, cáscaras de huevo y cortezas de fruta. Después de agrupar en el rellano lo que se había salvado de la bolsa, volví corriendo a mi piso en busca de nuevas bolsas. ¡Fue allí cuando la pillé in fraganti! Una mujer joven y rubia que llevaba de la traílla un gato persa con la pelambre recientemente peluqueada excepto por la cabeza y la cola. Tenía los ojos clavados a la altura de la mirilla, hacía gestos extraños y mascullaba algo. Un monólogo sin sentido, una oración, una letanía… ¡No! Nada de eso. De repente lo vi claro: lo que esta mujer hacía, aprovechando mi ausencia temporal (que debería haberse prolongado diez minutos más de haber bajado hasta el sótano), era un conjuro. No había duda: la vecina del 7-E estaba lanzando contra mi puerta, mi apartamento, mi persona y mis pocas pertenencias, un conjuro envenenado. Una maldición por estrofas. ¿La vecina del 7-E? Sí, sí, era ella; por supuesto que era ella. La rubia alta y esbelta del 7-E, la franco-canadiense aspirante a compositora y flautista de una banda, la vecina trasnochadora que se lanzaba a cantar entre tema y tema de rock ácido, antiguas baladas irlandesas en lengua gaélica, a la una, dos, tres de la madrugada. Sí, claro que era ella. La del 7-E. Heléne. ¡Heléne! Sólo entonces me acordé que una noche congelada cuando regresábamos muy tarde y muy ebrios de sendas fiestas (o sea, ella de una fiesta con amigos o conocidos y yo de una libación larga y solitaria) me invitó a entrar a su apartamento. No recuerdo bien lo que se dijo, pero por la razón, los impulsos o las carencias que sea, aquella noche nuestros cuerpos se encontraron y se encajaron. Tuvimos o fingimos los orgasmos, da igual, pero antes de separarnos nos dimos un beso en la boca. ¡Lo juro! Mis labios lo recordarán hasta que todo lo demás sea el pasado. O sea un tanatorio. Fue un beso. Después ella nunca volvió a invitarme, a saludarme, a mirarme. Ni siquiera respondió a la postal de Aruba (comprada en un quiosco; nunca he estado en el Caribe) ni a la nota que introduje con dos alfileres en su buzón de correos. La verdad es que en su momento aquello me dolió, debo confesarlo. Me dolió muchísimo. Pero todo pasa. Ahora el episodio se me había olvidado por completo. Son ya semanas, o meses, quizás incluso un año desde que pasó aquello. Es tan sólo una coincidencia más. Heléne y yo coincidimos una noche en la cama (en realidad el suelo) como coinciden tantas personas en este edificio, lícita o ilícitamente, con voluntad y deseo o por pura inercia. O hábito. A veces por confusiones de la noche o zancadillas del alcohol. Poco más. Y casi nunca se besan, como he podido constatar durante estos días de observación y vigilancia. Pero llegado a este punto de mi misión, los sentimientos y la nostalgia no tienen absolutamente nada que ver.
Juan Fernando Merino
Part of the China Express series, New York, NY.
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North End 1, de Michelle Rinaldi
Part of the China Express series, Boston, MA.
El inquilino
Juan Fernando Merino
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Porque la pillé in fraganti. Sin vuelta de hoja. De modo que era ella el vecino que pretendía hacerme mal. Hundirme más. Acabarme. Las cosas salieron mal. Lo siento. De verdad que lo siento. Lo repito por última vez: lo siento. Sólo que llegados a ese punto, entre la vecina del 7-E y yo el asunto no tenía otra solución posible. Era sólo cuestión de días. O menos. Quizás sólo de horas. Su estufa de gas o la mía.
Mario Capasso. Nació el 9 de Marzo de 1953, en Villa Martelli,
Martín con Lluvia Martín se había despertado temprano, contento, feliz esa mañana de diciembre. Y claro, cómo no iba a madrugar, si era el primer día de sus vacaciones y encima su mamá le había prometido, como premio a tanto esfuerzo y estudio y las mejores notas, dejarlo ir a jugar a la plaza de ahí en la otra cuadra de su casa. Pero, ay, la felicidad no le duró mucho, apenas hasta escuchar el primer trueno y los que le siguieron casi enseguida y así darse cuenta de la lluvia que caía y hacía un ruido bárbaro en el patio. De todas maneras, se levantó y fue corriendo hasta la cocina. Su mamá tomaba mate cuando Martín le preguntó si igual podía ir a jugar a la plaza, se pondría las botas y tendría cuidado de no resbalarse y listo. No Martín, escuchó, si más tarde para de llover te dejo ir, pero ahora no, llueve mucho, sabés. Martín se marchó nomás a su habitación, no sin antes pedirle a su madre que le avisara si paraba la lluvia, porque a lo mejor él se dormía de nuevo. Un trueno sonó muy fuerte entonces, el trueno más fuerte de todos. Ya en su cuarto, Martín se asomó a la ventana y vio unas nubes tan oscuras tan oscuras que le dio un poco de miedo y un poco de bronca. Entonces se puso a dibujar, todos decían que dibujaba bien, muy bien. Primero hizo unos árboles y unas plantas y unas flores, luego un tobogán, y a un lado las hamacas. Cuando se dio cuenta resultó que había dibujado la plaza de ahí en la otra cuadra de su casa. La pintó toda y quedó conforme, contento, otra vez feliz. Se lo iba a mostrar a su mamá y a lo mejor con eso la convencía para que igual lo dejara ir a jugar. Pero enseguida se dio cuenta de que algo le faltaba al dibujo, ¿qué cosa le faltaba? El sol, claro, cómo no se había dado cuenta, le faltaba el sol arriba, y entonces rápido rápido se puso a dibujar un sol amarillo y le salieron sin querer unas nubes grandes y oscuras, muchas nubes así como las de la tormenta en la ventana, y dibujó luego las muchas gotas de lluvia que caían sobre el único habitante de la plaza, un pibe que le salió muy parecido a él, y claro, si era él, cómo no le iba a salir muy parecido. Una lástima la lluvia en la plaza de la otra cuadra, pensó Martín, y una lástima también comprender que ya no le podrá mostrar el dibujo a su mamá, ni a su mamá ni a nadie se lo podrá mostrar, con el papel así, todo mojado.
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Mario Capasso
localidad del Gran Buenos Aires, República Argentina, en la que continúa residiendo. Literariamente, se ha formado con Beatriz Isoldi, Nilda Adaro y Federico Jeanmaire. Ha publicado tres libros: El futuro es un tropel absurdo, cuentos, año 1999. EL EDIFICIO, Una novela en escombros, novela, Ediciones AQL, año 2002. PIEDRAS HERIDAS, cuentos, Ediciones Corregidor, año 2005. Este último obtuvo 2do. Premio del Fondo Nacional de las Artes, año 2003. La novela El edificio y el libro de cuentos Piedras heridas están en proceso de traducción y serán publicados en Francia por la editorial “La Dernière goutte”. Tiene prevista para el 2011 la publicación de la novela La Ciudad después del humo. Ha escrito, además, un volúmen de cuentos y minificciones y tres obras de teatro.
Acrílico sobre tela 132 x 190 cm. (Actualmente se encuentra en una colección en Miami )
La Lujuria del Viento, de Ricardo Goldman, 2000.
Rosana Alonso
De sueños y viajes En aquella época, en cuanto salía del portal, enfilaba la calle Gutierre de Cetina en dirección al barrio de Bilbao y me acercaba a las chabolas para dejarme engatusar por las ofertas de droga de los chicos gitanos. Después de la dosis me iba al Parque Arriaga y siempre acababa tumbado en la hierba con mis colegas contemplando el cementerio de la Almudena. Por las noches soñaba que el mar había invadido el cementerio de mi ciudad de interior; un mar antiguo y tranquilo. Pasado un tiempo, los malos viajes ocuparon el lugar de aquel sueño recurrente. Eran días extraños y muchos murieron, yo conseguí sobrevivir como un náufrago agarrado a su tabla. Y sin embargo, en el entierro de Toño, justo al lado de su tumba, encontré una caracola. Todavía la conservo, a veces se oye el mar.
Nació en Madrid, en 1964, y afirma llevar dos vidas, como casi todo el mundo, aunque también hay quien lleva tres o cuatro con soltura de malabarista... Ahora vive en Camarma de Esteruelas, un pueblito cerca de Alcalá de Henares, en cuyo hospital trabaja por la mañana, en el laboratorio de biología molecular; y por las tardes, junto a menesteres más prosaicos, lee y escribe (no necesariamente en ese orden). Se ha formado en diversos talleres literarios y ha participado en varios concursos de microrrelatos. Su obra está incluída en varias antologías dedicadas al género. En la actualidad está atareada armando un libro de microrrelatos.
Rosana Alonso.
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Artistas que ilustran este número de Nagari Alejandro Moya (Iskánder).
La Habana, Cuba, 1969. Poeta, Guionista, Director de Cine/TV, Fotógrafo. Miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y del Comité de la Cámara de Comercio de Arte y Cultura del Doral, USA. Su película Mañana (2006) fue la primera producción independiente nacional que se estrenó en toda Cuba, por ella recibió premios como director, guionista, productor, diseñador de banda sonora, y varios premios de público en Cuba, España, Estados Unidos, Colombia y Suiza. Junto a Miguel Ángel Báez y Ernesto Rancaño, es autor del libro Suceden Los Espejos, 43 pintores cubanos, catalogado por la crítica especializada como el suceso editorial del 2001 en las artes plásticas en Cuba. Como fotógrafo y poeta ha realizado conciertos y exposiciones en Cuba, Estados Unidos y México. Su obra fotográfica se encuentra expuesta en colecciones privadas y públicas. Y entre sus libros de poesía están: La Edad Infinita, El Libro de los Muebles, La Cierva Transparente, Atentado en Primavera, y Los que no van a morir, entre otros.
Said
Bazze
Fernández.
En los veinte años de experiencia en su trabajo, siempre ha abordado la fotografía desde dos ángulos: artístico y comercial, en la búsqueda de un conocimiento que le permitiera alcanzar un alto nivel de satisfacción para sus clientes así como también para sus proyectos personales. Trabajó como Director de Fotografía de la Revista Mujer, como fotógrafo independiente cubrió una amplia variedad de eventos sociales, participó en las siguientes exhibiciones: Memories of an Earth (ABBA Fine Art Gallery) junio 2008, Grand Opening Show (Santiensteban Print Schmidt) febrero 2009, Gráfica y Algo Más (Santiensteban Print Schmidt) julio 2009, El Arte en Fotos (Doral Cultural Art & Gallery) octubre 2009, Cita con Angeles (Rene Gallery) noviembre 2009. Obtuvo el Primer Premio de Fotografía Rotary Doral Art Festival en octubre del 2088. Fue fotógrafo oficial de Miss Doral 2010 (missdoral.com) y de Miss Belleza Hispana 2011 (reinadodelahispanidad.com). Sus fotos fueron publicadas en revistas de Cuba: Semanario Opciones, Juventud Rebelde, Excelencias del Caribe y en Miami: The Miami Herald, Diario Las Américas, Ciudad Doral y otros periódicos locales, así como también en: Mujer Magazine, XX Mujer Magazine, Venue and Miami Shoot.
Miguel Ángel Báez Rodríguez.
Nace en La Habana, Cuba el 29 de septiembre de 1963, es Licenciado en Periodismo y autor de los libros Suceden los Espejos, 43 pintores cubanos, Habana 57 fotos panorámicas y Yo soy mano. Como artista visual ha expuesto Photo by Iskánder sus trabajos en Cuba, Suiza, Méjico y Estados Unidos, algunas de sus obras se encuentran en colecciones privadas en Suiza, Cuba, Brasil, España, Italia y Estados Unidos. Obtuvo el premio Dale Djerassi Fellowship después de participar en Djerassi Resident Artist Program, San Francisco, California 2001. Como fotógrafo ha publicado en la Revista National Geographic, la Agencia de Prensa Thomson Reuters así como en decenas de periódicos y revistas. Desde el año 2007 reside en Miami donde ha encontrado diversos temas y motivos para su nuevo proyecto visual llamado Simpleman.
Ricardo Goldman.
Fotografía de Manuel Sardá
De nacionalidad Venezolano (Argentina, 1953), reside en el país desde los 6 años de edad. Toma sus primeras clases de dibujo a los ocho años. En 1971 culmina sus estudios de Bachillerato en el Colegio Moral y Luces Herzl Bialik. En 1973 se radica en New York, estudiando en Columbia University y posteriormente en el New York Institute of Advertising. Regresa a Caracas, y en 1979 se gradúa en el Instituto de Diseño Fundación Neumann, donde obtiene su formación artística definitiva bajo el tutelaje de maestros de destacada trayectoria. Allí, además de nutrirse con las experiencias netamente académicas, comprende que la vía ofrecida por la Abstracción, la Geometría y el Movimiento Bauhaus dictarán en gran medida su manera de expresarse. Al final de este período participa en la restauración de tallas de madera y óleos coloniales de obras pertenecientes al Palacio Arzobispal de Caracas, entre otros proyectos gubernamentales y privados tanto en Venezuela como en el exterior. Desarrolla el dibujo como disciplina per sé junto a otras formas expresivas como el grabado, la serigrafía o la construcción de objetos en madera, metales y resinas sintéticas. La pintura y escultura juegan un papel preponderante. Desde 1978 sus trabajos han sido exhibidos en galerías privadas, museos e instituciones. Su obra también se ha enriquecido con otros aportes de la Cultura Universal como filosofía ( L. Ronald Hubbard) y música (Laud Renacentista, estudios de apreciación estética y socio culturales, etc.), entre otras fuentes. Además de premios y reconocimientos obtenidos, su trabajo se encuentra representado en el Taller de Artistas Gráficos Asociados (TAGA), Museo Fuji de Japón, Museo de Arte Contemporáneo de Caracas Sofía Imber (MACCSI) Galería de Arte Nacional (GAN), Museo de Bellas Artes de Caracas ( MBA ), Museo Sefardí de Caracas, Biblioteca Nacional de Venezuela, Universidad Central de Venezuela (declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco debido a las piezas de Arte que contiene).Para esta última Institución realizó un vitral para la Escuela de Humanidades y Educación, comenzando de esta manera una serie de proyectos monumentales con piezas de hasta cuarenta y cinco metros cuadrados. Sus trabajos se encuentran también en colecciones privadas de América, Europa, Asia y Oceanía.
Michelle Rinaldi.
Miami, FL, 1979. Descubrió su pasión por la fotografía mientras estaba en el nivel secundario, donde aprendió a trabajar con black & white film en el cuarto oscuro, y donde juró nunca usar una cámara digital. Doce años más tarde, se convierte en una experta en PhotoShop. A pesar de que no deja de extrañar la magia del darkroom, aprendió a reconocer la belleza que existe en la nueva tecnología. Michelle ha viajado por muchas ciudades de los Estados Unidos y Argentina, siempre acompañada por su cámara. En algunas de estas ciudades ha vivido por algún tiempo y capturado esas imágenes y las personalidades que hacen esos lugares únicos. Michelle trabajó como fotógrafa para el estudio de Walter Harris Photography, y como administradora para Splashlight Studios. En estos momentos es la Directora de Fotografía de WG magazine. Estudia Arquitectura en Miami Dade College, donde se graduará a fines de Julio con un Asociado en Arte. Planea transferirse a FIU para seguir estudiando Diseño Urbano y obtener una Maestría en Landscape Design.
José Luis Díaz (Montero). Nace en La habana, Cuba el 18 Enero de 1967, de formación autodidacta, es miembro de la Unión de
Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), del Fondo Cubano de la Imagen Fotográfica (FCIF), del Consejo Internacional de Fotografía de las Naciones Unidas (IPC), y del Fondo Iberoamericano de Fotografía (FIF). Ha hecho estudios en fotografía tales como: VI Taller Internacional de Fotografía, en el Instituto Internacional de Periodismo, José Martí, C. de la Habana Cuba, Taller de Fotografía Análoga- Digital, taller de Serigrafía René Portocarrero, C. de la Habana Cuba, Taller el Diseño en la Fotografía, Instituto Internacional de Periodismo, José Martí, C. de la Habana Cuba.Con el nombre artístico de Montero ha participado en mas de 20 exposiciones tanto nacionales como internacionales, en tres subastas a nivel centroamericano (VALOARTE), en el 2008 recibe el primer premio en el IV Salón de Artes Plásticas, Lo Africano en la Contemporaneidad, con su obra Con la Fe en la Piel, de su trabajo han escritos teóricos del arte tales como: Nelson herrera Islas, Piter Ortega, Héctor Antón y David Mateo entre otros, en revistas especializadas y periódicos, sus obra se encuentra en colecciones privadas y en instituciones de varios países, actualmente reside en Estados Unidos y su obra es representada por Ricart Gallery Miami.
Lincoln Road, de RaĂşl Pedroso
Anfibios
Alcides Herrera Ajo blanco
1.
En Coral Gables me vuelvo a reconciliar con la calabaza, redimo el bacalao internacional, recuerdo los dátiles. A un hombre hombre le bastan reuniones sencillas, un balance animal, sabores que no habría imaginado antes de abril 12. Tú puedes extender el decorado, la casa puede ser mil veces un gran símbolo y la energía bailar, hacer detalles que todavía no son de este mundo. Cuando despierte, momento laborioso, mi primer recuerdo se llenará de sopa amarilla y ajo blanco, de los acordes de ocho opiniones, de una esperanza gráfica. Si es miércoles, la resistencia se ríe de mí. Aquella comida fue una preparación, yo fui instigado. ¿De dónde, en relidad, sacaba una fuerza que, aunque no termine en concentración, me ha puesto a conectar cosas a la corriente, a resfrescar la lista de señales aéreas, subcutáneas, a redactarles este envío? La vaciedad se parece a la llenura. Tienes razón y comer duele. ¿Recordarán lo que fue andar vacíos, sin reuniones sencillas, llorando porque “unas hojas se mueven en nuestra dirección”? Los catalanes, igual que la gente de Sancti Spíritus, pueden dedicar su jornada a complacerte, a satisfacer la mayoría de tus departamentos. A cambio sólo piden que les invites a una vuelta.
3. 1. Drawing in red. 2. The poet’s miseries. 3. The reason is a wall of feelings.
2.
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Obras de de la serie Simpleman, de Miguel Angel Baez. Plastilina, fotografía sobre cartulina. De la serie Simpleman.
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Un sol dorado
Alcides
La bala se incrustó en la columna de madera del portal. Debe haber sido una bala perdida, pues la calle estaba desierta y nunca escuché el disparo. Hacía suficiente frío como para que no saliera a fumar y aun así bajé; era el último Camel y no me gusta dejar tesoros para mañana. Así que, segundos después del raro evento, miré al cielo; entre las nubes el último sol se filtraba con extravagancia -o al menos mi paranoia, mis cinco segundos de anticipación, le dieron ese tono. Pensé que era una señal poderosa de que debía dejar de fumar. El cigarrillo iba por la mitad y yo lo quemaba con mucha conciencia, como despidiéndome para siempre de un placer así. Aunque la señal estaba clara, me hice el bobo, demoré mi no-hacer, me puse la tan cercana meta de dejar el vicio apenas el Camel expirase. Entonces una segunda bala se incrustó en la otra columna, dejando la vibración de un silbido en el aire. Antes de subir corriendo las escaleras y esconderme en el baño, me dio tiempo a mirar los dos orificios. Estaban a la altura de mi pecho.
Herrera.
(Sancti Spiritus, Cuba, 1974). En Cuba publicó en varias revistas y antologías (poemas, Cuentos cortos). Ya en el exilio, fundó el proyecto musical Los Bloomers, con el que se ha presentado en Miami, México City New York desde el 2000. Colabora con varias publicaciones.
Untitled 4 Hoy no voy a ser padre. Antes del ocaso miraré nuevamente el árbol rojo, y Mississippi abajo, en barca pintada por la muerte, van a pasar sus caras, van a acabarse los ejercicios en campo abierto. Es déjà vu, es reelección, es cicatriz. Va a escribir este monje. Mis mujeres son cuidadosas en el futuro y en el pasado huelen bien. Mis hijos hoy no existen.
Andrés Boiero.
Andrés Boiero
Nació en Buenos Aires. Estudió filosofía y matemática. Participó de tres antologías de poesía y cuento. Vivió cinco años en Austin, Texas. Donde tuvo en un principio una infinidad de trabajos hasta llegar a ser el responsable de la sección cultural del periódico El Mundo de Austin, Texas. Un poemario de veintidós poemas, es su primer libro publicado. Mantiene en forma permanente un blog www.losperrosromanticos.blogspot.com. Actualmente reside en Buenos Aires.
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Mujeres en el periódico de Chihuahua. Una voz casual. El tipo dice lo que le gusta hacer. Hay risas y se escucha una ranchera de fondo. El tipo aclara que lo hace por atrás únicamente y que el precio es lo de menos. Hay una duda con el carácter del tipo pero la voz le dice cómo llegar al sitio. El tipo anota. Usa un bigote prolijo y tiene las uñas de las manos sucias. Estaciona su mierda cerca del lugar y camina dos o tres cuadras hasta encontrarse con una puerta negra con una pequeña lucecita roja. Golpea y empuja. Una reja frena los primeros pasos del tipo. Otro timbre y la voz (la misma) grita: “ya va”. La reja se abre y una escalera blanca de pocos escalones lo separa del primer piso. En las paredes hay fotos de mujeres con pechos exuberantes. El tipo se la acomoda y se sienta en un sillón con tapizado de leopardo. Una mujer le alcanza una medida de tequila. El tipo paga. Bebe y entra en la habitación. Hay poca luz y se escucha el ruido de unos tacos que se acercan. El tipo tiene la cosa afuera. Es venosa y ancha. Detrás hay una estampita de la Virgen de Guadalupe pegada en la ventana. Una mujer entra y acaricia la cosa del tipo. Ya de espaldas el tipo hace todo lo que quiere. Maneja el cuerpo de la mujer con desprecio. Termina y la muchacha sale de la habitación corriendo. El tipo se viste mientras mira la estampita de la Virgen. Escupe. No sabe cuándo ni cómo entraron esos dos sujetos en la pieza. No pudo defenderse de los golpes y las patadas, de esa violencia cuando le bajaban los pantalones, cuando se la ponían y se la sacaban como si estuviera saldando una deuda con el demonio.
No hay un atrás. Tampoco: “un no sé”. La tarea empieza en un lugar y termina en otro. Pero ese lugar y esa tarea son expresiones de un ojo pasante que no deja un espacio para la palabra. Y el tiempo va y viene desde un no sé dónde, desde un acá o allá y pocas cosas interfieren en las órdenes divinas. Hay una tristeza tácita. Una tristeza sin tregua. Entonces los bares y las paradas ocasionales son los únicos sobrevivientes. Un sujeto se apoya en el mostrador y dice venir de ¨allá” y nadie pregunta y pocos se miran los rostros agujereados por la soledad. Y esa mujer todavía está en el corazón como un gusano negro. El sujeto bebe sus medidas y sabe que lo sigue es un camino curvo, una ciudad, unos disparos y una lectura fútil. Entonces el recuerdo del gusano asume un rol maldito.Hay trompadas y carajos. Baila el acero en la carne. Y como si todo fuera un presagio de los más fuertes: esa mujer lo hace con los polis. Tijuana está a kilómetros y el sujeto conduce su Oldsmobile modelo 72. Hace un juego de luces y acelera.
El Menhir de Mármol, de Ricardo Goldman, 2004. Acrílico sobre tela 60 x 59 cm.
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Pintor de caballete, ilustrador de manuales, afiches y libros para niños, dibujante, poeta, profesor esporádicamente de artes plásticas y escénicas, nacido en Cusco-Perú en agosto 27 del 76, de formación académica no oficial en artes plásticas y literatura. Desempleado a tiempo completo que ha publicado algunos cuentos, exhibido sus pinturas en los EEUU, Perú y Europa, actualmente videasta y guionista a medio tiempo.
Braddy Romero
Braddy Romero.
Ella caminaba por el techo, pocas mujeres hacen eso hermano. Él corría sobre los techos como gato roñoso. Yo siempre estoy sentado sobre las maletas, esperando una carta que aún no se decide a escribir, entonces pienso: las manzanas rojas son manzanas, las manzanas verdes son todas verdes. Parece que llueve pero son tus ojos niña, cierra tu bolso, no arregles tu vestido, solo bebe, el secreto para recordar los nombres es beber.
La tarde se va con una lata de atún, 2 gatos fisgones y 1/2 pan. La radio cae por las escaleras. Una mujer tras de otra se pierde en el espejo. El correo trajo una botella de vodka, la devuelvo! En esta casa somos consecuentes carajo! Los pájaros caen al suelo ebrios, qué más da. Alguien barrerá esta tarde latinoamericana y ¡Por los dioses! que no es mágica, mucho menos realista, “es solo una tarde latino americana en la ventana”.
1.
Busqué a la pianista entre las mayúsculas del teclado. ¡No encontré nada! Peor aún, me perdí, olvidé el camino, el pan quedó hueco, las migas desaparecieron, sucios pájaros glotones. Sólo queda mirar el techo, pensar que a ella también le crece el pelo mientras Bach camina por los bares mirando sus zapatos. Bach camina mirando el suelo.
3.
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Mario Capasso. Nació el 9 de Marzo de 1953, en Villa Martelli,
localidad del Gran Buenos Aires, República Argentina, en la que continúa residiendo. Literariamente, se ha formado con Beatriz Isoldi, Nilda Adaro y Federico Jeanmaire. Ha publicado tres libros: EL FUTURO ES UN TROPEL ABSURDO, cuentos, año 1999. EL EDIFICIO, Una novela en escombros, novela, Ediciones AQL, año 2002. PIEDRAS HERIDAS, cuentos, Ediciones Corregidor, año 2005. Este último obtuvo 2do. Premio del Fondo Nacional de las Artes, año 2003. La novela EL EDIFICIO y el libro de cuentos PIEDRAS HERIDAS están en proceso de traducción y serán publicados en Francia por la editorial “La Dernière goutte”. Tiene prevista para el 2011 la publicación de la novela La Ciudad después del humo. Ha escrito, además, un volúmen de cuentos y minificciones y tres obras de teatro.
2.
porque hay un sur que no se consigue así nomás, a la vuelta de la esquina, como quien dice, hay que amasarlo mucho y ganárselo poco, ¿sabés?, pero ni siquiera es para uno, en esto no te confundas, hay que darle una mano porque está hecho del barro de los lugares que amamos, es el sur real del barro verdadero, en el que chapoteamos desde el primer rebote de la pelota de goma o el vestidito de la muñeca de plástico, sin otra fortuna ni falta que hace, y la salida es una cloaca, ¿sabés?, y en cambio existe un sol para el que quedarse, pero el sol del que te hablo no vino a brillar, más bien se nos viene encima, cada día, en todas las horas, y es bueno, muy bueno tener un papel y un lápiz y saber dibujarlo, así, como vos me estabas diciendo recién, antes que yo te interrumpiera por esta especie de falla del corazón que me saltó de golpe, y como me lo vas a decir ahora, mientras escuchamos la música, amor.
Fotografías de Michelle Rinaldi 1. Puddle. Part of the Walk ‘Round the Neighborhood series, Prescott, AZ.
2. On the Other Side. Part of the “Walk ‘Round the Neighborhood” series, Prescott, AZ.
3. Untitled. Part of the “Walk ‘Round the Neighborhood” series, Prescott, AZ.
4. One Man’s Junk... Part of the Walk Round
4.
the Neighborhood series, Prescott, AZ.
Mario Capasso
Un sol al sur
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Entrevistas
Floaties, de Michelle Rinaldi
41 BARUJ SALINAS
Baruj Salinas nació en La Habana, Cuba. Recibió su licenciatura en arquitectura de la Universidad Estatal de Kent en Ohio, USA. Después de su exilio de Cuba en 1959, se trasladó primero a San Antonio, Texas, y luego a Miami, Florida. En 1974 vivió en Barcelona, España, hasta 1992. En Catalunya tuvo contacto con artistas como Joan Miró y Antoni Tápies. Ha sido galardonado con numerosos premios, entre ellos el Premio a la Excelencia en el VII Gran Premio Internacional de Pintura de Cannes, primer premio en el IV Organización Panamericana de la exposición en Miami, y primer premio en la Sexta Bienal del Grabado Latinoamericano en San Juan. Actualmente vive en Miami y desde 1995 trabaja como profesor de arte en el Miami Dade College Interamerican Campus. Desde entonces, divide su tiempo entre la enseñanza y su estudio de pintura. Su obra se puede ver en varios museos y colecciones en Europa, Asia y las Américas, entre ellos el Instituto Smithsonian en Washington, DC y la Biblioteca de Miami-Dade.
Deseamos darte las gracias por acceder a esta entrevista donde vamos a transitar un poco por tu obra y tu experiencia como artista cosmopolita. ME: Quisiera comenzar preguntándote: ¿A qué edad saliste de Cuba y bajo qué circunstancias? BS: Salí a los 18 años y fui a Kent State University, en Ohio. Había recibido una beca para estudiar pintura en la Facultad de Artes y me trasladé allí.
Baruj Salinas
ME: Desde tus inicios ¿Qué cambios técnicos o estructurales ha experimentado tu obra hasta la fecha? BS: Al principio yo dibujaba mucho. Llené libretas enteras de dibujos (lástima que se quedaron en La Habana, donde yo vivía). Más tarde, animado por mi madre que en aquel entonces pintaba, me puse a utilizar los colores. Paisajes, escenas callejeras, mercadillos, edificios viejos, etc., eran algunas de las cosas que yo pintaba. En la Universidad continué por el mismo camino, pero poco a poco comencé a desvirtuar el dibujo y en consecuencia mi pintura desembocó en una se-
mifiguración. Esto fue alrededor de los años 60. ME: ¿Qué nos puedes contar de tu estancia en Barcelona? ¿Qué amistades recuerdas, quiénes han sido tus amigos y además tus mentores, qué ha aportado esa fraternidad con los artistas de generaciones diversas? ¿Cómo fueron los inicios con Antoni Tapies y Juan Miró por ejemplo? BS: A finales de 1969 recibí por vez primera la Beca Cintas, la cual me la concedieron también en 1970. Fue entonces cuando decidí realizar el sueño de mi vida y mudarme a España. Barcelona me atrajo por dos motivos: su situación geográfica cerca del mar, y cercanía de Francia. En 1974 me mudé a esa ciudad adonde conocí artistas de la calidad de Antoni Tapies y Joan Miró con quienes trabé amistad.También conocí a artistas de renombre mundial como Alexander Calder, Roland Penrose, Rafols Casamada, Hernandez Pijuan, entre otros. Y a finales de los 1970’s entablé amistad con escritores y poetas importantes como María Zambrano, José Ángel Valente o Michel Butor, Vahe Godel, Pere Gimferrer, y otros. Con cada uno de ellos colaboré en proyectos de libros de artista, todos editados por Orlando Blanco de la Gelrie Editart de Ginebra,
Arbusto, de Baruj Salinas.
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Suiza. Y desde entonces no he cesado de trabajar en colaboración con importantes escritores. ME: ¿Ha influido la literatura en tu obra ? BS: La literatura definitivamente ha influido en mi obra. Tal es así que después de leer un libro titulado “El Lenguaje de las Nubes” comencé a pintar un larga serie con el mismo nombre. Usaba alfabetos relacionados con pictogramas, ideogramas, así como silabarios tales como el ibérico y también alfabetos como el griego, hebreo, y de otras lenguas. ME: Sé que trabajas la técnica de grabado y litografía y has colaborado en la ilustración de textos de Pere Gimferrer, Michel Butor, José Ángel Valente, Vahe Godel, entre otros, háblanos de esas experiencias y de qué opinas acerca de la situación actual del grabado y la litografía... BS: Con Masafumi Yamamoto, con quien soy todavía buen amigo, trabajé en su taller de grabado en Barcelona. En aquellos años dedicaba la mitad de los días a hacer planchas de grabado junto con él. También trabajé en los talleres de La Polígrafa donde tuve la oportunidad de coincidir junto a Rufino Tamayo, que realizaba sus mixografías en aquellos momentos; con Antoni Tapies, con Joan Miró, Rafols Casamada, y Hernandez Pijuan. Todos ellos consumados artistas gráficos con los cuales aprendí mucho. En
Ginebra, conocí a José Ángel Valente y a María Zambrano y, con el apoyo de Orlando Blanco, colaboré estrechamente con ambos en los mencionados proyectos de libros de artista. Obras donde se conjugaban sus textos y litografías o grabados míos. Aquí en Miami sólo conozco a Joaquín González quien tiene su pequeño taller de grabado. Pero la obra sobre papel no es muy estimada en Miami, asumo que por cuestión de clima. ME: Tras vivir en La Habana, Madrid, Barcelona, México, Suiza y residiendo en estos momentos en Miami ¿ciudadano de qué país te consideras y de qué manera las estancias en estos lugares han influido en tus trabajos? BS: Cuando se es exiliado uno no se siente ciudadano de ningún país. Siento nostalgia por Cuba, pero ya no lo considero mi país. En España me sentí bien durante el periplo de 18 años en que viví allí. También en México viví durante cuarenta años donde mi hermano, Isaac Salinas, fue un reputado cantante de ópera. En fin, uno se adapta a las circunstancias y para mí lo importante es poder impartir mis clases de pintura. En cada lugar se me ha “pegado” algo y lo he llevado al lienzo. ME: En tu opinión ¿Hay una pintura “revolucio-
María Espinoza
Claros del bosque XXII, de Baruj Salinas.
Baruj Salinas
Twister and Pattern, de Baruj Salinas. naria” y una pintura del exilio o sólo una pintura cubana? BS: Creo que cada artista imprime su sello personal en su trabajo y por tanto existe una pintura universal. ME: ¿Cómo ves el mundo del arte? y ¿piensas en Miami como influencia o como decadencia? BS: Marcel Duchamp cuando colocó el famoso orinal en una galería cambió por completo la percepción de los artistas para siempre. También Pablo Picasso abrió muchas puertas. O según algunos quizá cerró esas puertas. La realidad es que hoy día todo es válido. ¿Y quién es realmente árbitro para decidir quién es artista o no? ME: ¿Cuáles son tus proyectos y en qué estás trabajamdo actualmente? BS: En estos momentos expongo una muestra personal en el Museo José Luis Cuevas de Ciudad México. Se titula “CAMINOS” 30 Años entre América y Europa. Es una retrospectiva, desde luego.
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Últimamente he estado pintando sobre la idea de los archipiélagos. Es evidente que tiene que ver con Cuba. Al sur de la isla hay centenares de pequeños cayos formando archipiélagos y eso es lo que estoy pintando. Anteriormente estuve trabajando en una serie basada en el libro de María Zambrano: “Claros del Bosque”. Esa serie la expuse en el Ayuntamiento de Málaga en el 2007. Algo que realmente extraño son mis visitas al taller de grabado de Yamamoto. Pero al menos quedan esa gran cantidad de obras que estampé con él. ME: Quiero terminar esta entrevista con una pregunta obvia, y no por ello poco reveladora, en su respuesta: ¿Qué le dirías a los artistas que se inician en la pintura? BS: No es fácil aconsejar a pintores jóvenes. Pero cualquiera que se sintiera animado a pintar debería leer muchos libros relacionados con arte, ir a galerías y museos para ir absorbiendo de lo que han hecho los profesionales que les anteceden. Esto es importante para lograr desarrollar técnica y estilo. ME: Gracias, Baruj.
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Masada, de Baruj Salinas.
MarĂa Espinoza
Tempestad, de Baruj Salinas.
Capullo 1, de Baruj Salinas.
White Light, de Baruj Salinas.
El Doral: arte y cultura para una ciudad naciente L
as ciudades que nacen cuando su territorio ya está construido tienen la ventaja de saber qué es lo que quieren cuando se independizan. Tienen la opción de diseñar sus proyectos y ver el futuro con más ilusión. La ciudad de El Doral ya vino con el mismo color del nombre en el ánimo. Pero el matiz de su riqueza dorada se la proporciona el verde, verde-hierba para ser más exacto. Color que impregna esperanza en cada objetivo que su municipalidad efectúa. Color original donde la ciudad proyecta sus comienzos, hacia 1950, cuando Alfred´s y Kaskel Doris deciden juntos construir un hotel y un campo de golf en la zona y que, finalmente, hacia 1962, ven realizado su sueño al quedar inaugurado el Doral Golf Resort&Spa: origen y centro neurálgico
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de la nueva ciudad. Aunque no sería hasta 2003, año que se convocan elecciones y se decide, por casi unanimidad de sus votantes, en convertirse en ciudad independiente y, como un municipio más, pertenecer al condado de Miami-Dade. ¿Qué es lo que dinamiza una comunidad? ¿Qué hace posible que su desarrollo económico crezca y atraiga a un sinfín de empresas y familias a poner su residencia en ella? Según Bettina Rodríguez, coordinadora y responsable del departamento de Desarrollo Económico de El Doral, no sólo las oportunidades de trabajo, condiciones de impuestos u oportunidades financieras y de negocio ocupan el lugar primero, también la cultura,
47 las artes y la recreación son fuentes indispensables para poder tomar decisiones al respecto. “El departamento tiene especial interés en que la cultura impregne cada proyecto de la ciudad, desde el diseño de un evento de arte hasta la aportación de fondos en un proyecto cinematográfico”. Sede del Doc Miami International Film Festival donde en el último certamen participaron más de 100 documentales de 40 países distintos -Jamie Catto entre ellos y el laureado poeta Rich Fergusson- pretende con este aporte dar dinamismo a un género muchas veces vilipendiado por su evidente impacto sobre la realidad. Tony Bilbao, ex presidenta del Cultural Affairs Advisory Board, destaca la programación de Ópera que se celebró el año pasado, o los conciertos dedicados a Andrea Bocelli en los cuales participaron Angello Marchesse, Susana Diaz, Kelly Griffin y María Antúnez en el Miami Dade West College, institución que ella presidió hasta junio de 2010, gran dinamizadora en el campo del aprendizaje universitario y que lideró en diferentes eventos hasta conseguir un alto nivel artístico con exposiciones curadas,
de los máximos eventos. Noches donde universidades como Millenia Atlantic, restaurantes latinos como La Makarena, o Las Vegas, bares de encuentro como la cadena Ale House, vinaterías como VIP Wine Club, galerías de arte como la Bauhaus ofrecen sus espacios de una manera casual para poder reunirse y compartir con la cultura y el entretenimiento al final de la semana. Gloria MiládelaRoca, artista y empresaria de telecomunicaciones, habla sobre su estancia en su comunidad… “La ciudad de El Doral ha sido mi primera casa después de tener que marchar de mi país, Venezuela. Toda mi obra ha sido recibida con agrado y cariño por mi gente, muchos de ellos como saben, emigrantes como yo y también, por supuesto, por el resto de la comunidad latina y angloamericana que viven aquí. Basada en estos momentos en el diseño de alas en el espacio y elementos naturales propios del trópico, son un claro ejemplo de lo que refleja el pueblo americano el cual me ha acogido: libertad y naturaleza; la misma que respira este espacio donde vivo y trabajo: El Doral”. Conservar y transferir el arte y la cultura a las
por ejemplo, por Jesús Rosado en Miami Ciudad-Metáfora, una exposición relacionada con los significados simbólicos de la metrópoli, o retrospectivas ligadas al arte latinoamericano emergente en esta urbe. Pero existe uno de los proyectos estrella que domina el panorama de las noches de ocio y cultura todos los viernes de cada mes: The Social Fridays in Doral. Concebido en cuatro grandes áreas: Tiempo Libre, Área Cultural, Restaurantes y Tiempo Libre en Familia y con una infinidad de negocios, comercios e instituciones culturales a su disposición. Los habitantes de El Doral - los “doralinos” o “doritos” como humorísticamente dicen algunos- pueden disfrutar a partir de un recorrido trazado con inteligencia para poder acudir y deleitarse
generaciones del futuro, parte de la voluntad de una comunidad que trabaja y se esfuerza cada día en mejorar sus ofertas. Otorgar esta responsabilidad ahora a sus políticos y gestores – su alcalde actual es Juan Carlos Bermúdezva a permitir el aprendizaje y la sensibilidad de un conocimiento que de una manera natural va a expandirse a todo el hábitat. El Doral parece que ha encontrado su tesoro escondido en sus programaciones culturales y artísticas para desarrollar a su comunidad. El reparto de este “botín”, van a ser pronto asignado entre los futuros proyectos que conciban sus ciudadanos. Esperemos, como dicen las escuelas de máster en negocios (MBA), que sus frutos sean a corto, a medio y a largo plazo. E.R.
Zozobra, de José Luis Díaz Montero.
2006, de la serie Sin Pasar por Alto, 80x110cm / 31x43in.
Texto y Ensa(ñ)o
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Algunas reflexiones a propósito de la lectura A mediados de 2010 la editorial El Final de la Noche editó, en Buenos Aires, el poemario Manhattan Song, del poeta Luis Benítez. La obra, publicada en formato papel y como libro electrónico, también puede leerse gratuitamente desde la página de la editorial: www.elfindelanoche.com.ar. Las que siguen son las conclusiones que el poeta argentino Alberto Boco extrajo de su lectura.
Dejo a Sísifo al pie de la montaña. Se vuelve a encontrar siempre su carga. Pero Sísifo enseña la fidelidad superior que niega a los dioses y levanta las rocas. Él también juzga que todo está bien. Este universo en adelante sin amo no le parece estéril ni fútil. Cada uno de los granos de esta piedra, cada trozo mineral de esta montaña llena de oscuridad forma por sí solo un mundo. El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre. Hay que imaginarse a Sísifo dichoso.
Albert Camus
El tiempo se alimenta de tiempo Luis Benítez
Alberto Boco
de Manhattan Song, de Luis Benítez
Alberto Boco Algunas reflexiones a propósito de la lectura de Manhattan Song, de Luis Benítez
1. Leer con un ligero temblor La escena sugiere que nos rodee una leve incomodidad física. Por caso un atardecer, un poco de viento, en una azotea; pasan rápido por el cielo unas nubes flojas, livianas, de una opacidad azul grisácea por efecto del sol que recién puesto ya no las ilumina, sólo unas nubes más altas, las llamadas cirrus, como trazos de pinceladas colosales retienen el rojizo de la tarde con quieta dignidad, algo despectiva, propia de su altura. Las otras no, abandonadas por la luz parecen parias que huyen bajo una lluvia de cascotazos. El vientito frío entonces, la piel erizada, y se requiere un grado de voluntad para permanecer ahí, sentados, leyendo; la luz alcanza, será más que suficiente por un rato. Se puede descubrir, más o menos fácilmente, no importa, que hay cierta poesía que tiene que ser leída en estado de incomodidad. Así Manhattan Song. Así se homologa un sentir coherente con el devenir de la lectura y como en la resonancia sonora, se produce una suerte de acople, se sintonizan y potencian lector y poesía en un intenso y sólido registro. Volveremos sobre esto que no es antojadizo.
2. Las legiones líricas Se ha dicho, atinadamente, que a caballo acaso de una moda o corriente confesional y acorde con la manía exhibicionista de la época, una vasta legión se homologa a sí misma en la tierra de la lírica contemporánea. Digamos que el entorno contribuye: la web, los blogs, las redes sociales y demás artefactos de la era. Desde Freud se sabe y, pensándolo un poco, desde mucho antes también, que la palabra compartida suele operar como calmante de angustias y tristezas. Catarsis que le dicen, la inventaron los griegos, tal vez ya existía. Acaso de ahí la pléyade lírica (dicho esto con licencia por colecciones editoriales y constelaciones estelares) que más rápido que ligero cataloga sus textos de poemas, a sus autores de poetas y al entusiasta quehacer de la escritura como poesía. Habría dos cuestiones a dirimir (la honrosa lírica no merece la diatriba); tal vez haya que catalogar otro
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subgénero y discutir su inclusión en la categoría de poético; como ejercicio se sugiere “confesionalismo en verso”, para categorizar me parece prudente la vara del que lee. Afortunadamente han surgido, siempre surgen, sin parar, voces distintivas entre la maraña, así son de potentes el impulso y la lengua poéticas. Salve querida Safo, y no muchos más.
3. Otras cuestiones (brevemente) Ocurre también que laudatorias y panegíricos ocupen un subconjunto del parnaso sin otra cualidad que la mera exaltación, al modo que también, con mejores intenciones y otros ideales (pero acaso con algo de un posible tirón egocéntrico) algunos textos de trinchera, protesta o demanda social pretenden adjudicarse rango poético; viene de lejos el efecto. Como en todo fenómeno, en este también se distinguen el brillo del diamante del mero relumbrón de pedrería, la presencia poética por un lado y, por el otro, el honesto grito en demanda justicia, pero que sólo queda en grito, lamentación o llanto.
4. Manhattan Song de Luis Benítez Canta el ciego sobre cuya existencia tanto discutieron vanamente. Allá cantaba, canta “entre unos cobertizos con pilas de basura…” también aquí, a la Manhattan que a su vez Luis Benítez canta, que cantó hace casi 20 años, que alguien cantará con otros nombres interminablemente porque el ciego, como Benítez, saben que la poesía, también canto, no tiene tema. Siempre cantará. No tiene tema porque es un decir que diciendo crea lo que dice. Tampoco necesita del tiempo, que se destila, como todos sus licores, en el propio alambique de la palabra, la que dice, siempre, otra cosa para poder ser otra y renovarse y así crearse a sí misma en su música y con ella crear todo lo que nombra y renombrar todo lo que existe. Por eso los poetas (casi digo verdaderos) parecen embozar una especie de sonrisa, por eso el ciego ríe,
Biografía L.B. en pág 18, biografía A.B. en pág 7.
reía, no importa si existe o no, si existió alguna vez, el poema lo nombra y eso es suficiente para que su existencia sea más real que cualquier discusión sobre la existencia física, ese sueño. “Alguien orina y se ríe”, dice Benítez en el primer poema de Manhattan Song y “ama dos cosas… (y nombra tres porque la poesía tiene su propia matemática, porque sus reglas aquí se reconfiguran) “...los enigmas, las paradojas y los juegos de palabras”. Benítez ríe. Cualquier cosa menos un zonzo Platón, que desconfiaba de los poetas. Entonces la poesía hace posible y alumbra que “…la palabra cazador aguarda inmemorial / El imposible paso de la palabra ciervo”. Esto apenas para empezar MS, el canto épico que condensa y sintetiza en la forma “ciudad” el occidente como tragedia, como comedia y también como farsa. El poeta denuncia su inteligencia cuando se sabe mirada poderosa y sustancia vulnerable, por eso la ironía, otra condensación que combina la trama compleja donde subyace la lucidez y su infaltable compañera, la desesperanza, la necesaria para que podamos llegar a imaginar a Sísifo feliz. “La alegría es un deber como cualquier otro”. “La nobleza es una cuestión de la imaginación. Hace la vida / Más llevadera desde el desayuno hasta la cena” y entre la cacería de osos polares los adustos cazadores, la ballena extinguiéndose como si Ahab hubiera encarnado en buque factoría y terminara engullendo en amor/odio a su criatura, metonimia de la especie. Así habla Benítez del amor en esos días de la escritura de MS en que un siglo concluye y se inaugura la era del presente indefinido (¿hubo alguna vez otra cosa?) donde el amor es una más de las parodias de la época. El amor: “Aquí el amor es cuestión de exactitud” … “El amor, esa Cosa, esa porquería que insiste”. No hay decadencia si no existe una idea de que alguna grandeza existió. El poema Japanese food nos remite a lo evidente de una decadencia, pero en la única forma concebible por esta sociedad: la de un decaer individual, visión paradigmática de la época. El poema nos lo dice con su tristeza, serena, con la ironía como herramienta para desdramatizar. Pareciera no haber una decadencia sino un perpetuo declive, imperceptible pero firme mientras la música
del Titanic sigue animando la fiesta. El poeta sabe de los traviesos témpanos y las fechorías del azar, llama a la consciencia y suplica “Perdámoslo todo de una vez/ Ganemos en desolación”, una suerte de “basta” a la dulzona entropía de la estupidez. Parece que “lo otro”, lo que denuncia el poeta “…espanta a los hombres desde el primer llamado”. Lo pequeño y lo grande con igual valor, tierra siempre fértil, nos dice Benítez: “Cuando la tomamos demasiado en serio / La poesía empieza a tomarnos en broma” El insecto y la ballena, el río, ese poema que son todos los ríos, como el “del primer canto”, siempre “otras orillas”, …”otros nombres…” “… viejo Hudson de la mente” la piedra y el pulsar que todo lo devora y siempre, al decir de Elytis “el mundo, siempre… el pequeño el grande”.
5. Épicas contemporáneas Ahora la épica y ésta épica, este libro… desde la perspectiva de las ciudades, como un acontecer por fuera del tiempo, pero “en sincronía” como le dice Benítez a Erasmo de Rotterdam, como un topos que permanece invariante mientras muta sin cesar y en ese mutar nos va llevando puestos: ésta es la épica de MS, por eso tal vez Erasmo como interlocutor y destinatario, un curioso, un corazón inquieto y libre contra todo miedo, mutante y mutador, impugnando las formas abusivas de la autoridad, y ese otra “inquietud” en el corazón de su época, Pico de la Mirándola, políglota y burlón, imaginado en la poderosa borrachera, ese poema colosal. ¿Son estos receptores de una “zona” de MS, también el topos mutante y fijo del poeta, su oxímoron? En esta región, elevándose “…seguro de sí mismo/De unas resquebrajadas páginas triunfantes/ Como nosotros sobre el tiempo/ aunque sea por un rato, de momento”, el ojo del poeta, su máquina de la mirada, poeta y poema con la omnivisión proveniente de muchos espacios y de muchos tiempos coexistiendo en su tiempo, como un hombre renacentista con su otra máquina, su pulsión, esa maquinita del conocer, acaso inútil pero imprescindible para hacer que las cosas en su
Algunas reflexiones a propósito de la lectura de Manhattan Song, de Luis Benítez
voraz distancia quieran decir no sólo más cosas sino cosas otras que aquellas a las que han sido reducidas: el progresivo caer en la insignificancia en el páramo de la época. Sospechamos aquí la única tarea fértil (aunque también inútil) que la poesía merece a esta altura de la velada. Por eso esta épica, más allá de su impecable valor poético, parecería ser una más que deseable aproximación. Están las cosas y nosotros, los que nos autodenominamos, los edidaxatos, término que clara y magistralmente alumbra Castoriadis en su Antropogenia y Creación. Está la distancia entre las cosas y nosotros, distancia que no es infinita, que si lo fuera sería tal vez numerable, al decir de los matemáticos, que es como el sueño de poder alcanzarlas nombrando. No, no es infinita, es de algún otro orden de dislocación y nosotros, los animalitos de la palabra, los nombradores, los deinós (otra vez Castoriadis, ese maestro) en la antropogenia de Sófocles , llegamos a creer en la identidad entre la cosa y su nombre por el acto religioso de llamarlas. Y todavía sucede y sucederá, aunque hayamos descubierto eso que una cierta mística oriental denomina verdad interior y que con antiguos dibujitos nos da a entender que ahí no hay nada, un vacío, como en el poema Noveno Piso: Pent House del Garbo’s building donde, al final de una larga enumeración de objetos, inalcanzables ya dijimos, están “El balcón, las plantas de tiesto y el vacío”. La poesía como épica contemporánea podría ser el único (¿último?) sueño de vigilia que no aspire a otra cosa que a instalarse en esa dislocación a la que le daría entidad por su mero estar ahí, construyendo y desmontando a la vez, en un juego serio, sin final, aquello que es lo más propio de la relación entre nosotros y las cosas que nombramos, en vano, para creer que podemos poseerlas, dominarlas. Mientras, la ironía (“La humana bendición es que unas horas / nos atormente sólo la duda entre un ropaje y otro”), la risa de dientes apretados, la borrachera de Pico de la Mirándola. Por eso la incomodidad de la que hablábamos al principio, ese temblor en la piel por un viento de súbito frío en la tarde declinante, necesaria para leer esta Canción que nos fuerza a defender la permanencia de la astilla en su sitio. Dijo un viejo loco que conocí hace mucho: “esto es un
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juego, pero en el nivel de lo más grave”; Sísifo feliz. La salvedad es que se puede confundir gravedad y seriedad con solemnidad, pero ya se saben los riesgos como se sabe desde hace mucho que la estupidez y la entropía son irreversibles y no paran de crecer. La ironía, como en MS, en parte nos resguarda. Hablamos apenas del movimiento de hacer posible una estrella que canta, la canción de su tiempo y la de todos los tiempos. En algún lugar Albert Camus puso en papel que no hay nada más hermoso que un hombre y su orgullo en lucha contra lo adverso. Parafraseándolo podríamos decir que no hay nada más hermoso que un poeta y su talento, solo como las arañas, en lucha para instalar la poesía en ese otro orden imposible, en esa dislocación entre la lengua y las cosas. Una batalla perdida de antemano pero que el Poeta no puede ni quiere dejar de pelear. Otra vez. hay que imaginarse a Sísifo dichoso.
Epílogo: Un poema de Benítez, que no está en MS, nos dice que él y su amigo Nick ven un elefante suelto en Nueva York, por las calles del Village. Lo ven con sorpresa, con ironía, incómodos en la mesa del bar siendo señalados por el fabuloso dedo de su trompa, sintiendo seguramente algo cercano al espanto, al anonadamiento de lo inesperado, a lo absurdo en la escena, esa metáfora. Es el efecto de lo que se sabe difícil de controlar, como esa doble pena de Nick por el retraso de su amigo el poeta, que lo ha dejado solo en la espera, un rato más con su propia pena. Tal vez en el espacio que media entre esa espera y la imagen del elefante que Benítez nos deja, tengamos que abrazar a la épica contemporánea, una bestia suelta en las grandes calles de la época, que: “…nos miraba sin miedo como todas las cosas /que sonriendo repiten soy amigo del hombre…”. Mientras tanto “…gira en el espacio esta pelota de crímenes.”. Y seguirá.
La biografía de Alberto Boco se puede leer en la página 7, sección Péndulo.
Miami,
Jesús Rosado 53
del concepto a la metáfora El poblamiento humano condensa en la ciudad su concepto superior. La misma compendia los argumentos más sofisticados de la construcción social y su infraestructura refleja la proyección a escala pública de algo similar a lo que significa el hogar para el individuo. No se concibe una ciudad sin todo el andamiaje que pueda proveer un sentido de seguridad existencial para sus moradores, cuya aglomeración de artificios es hipérbole del distanciamiento entre hombre y naturaleza. Las ciudades como entes vivos, lógicamente, tienen nacimiento y sucesivas edades. Su fisonomía se va dibujando al calor del anhelo constructivo de fundadores-continuadores y, desde luego, en cada uno de sus rasgos transpira la dinámica de los mismos. De acuerdo a su rango intermediario suelen ser ciudades paradores o ciudades tránsito y si resultan ser crucero de los desplazamientos demográficos se convierten en ciudades diáspora o ciudades repositorio. En el caso de Miami, cincuenta años de afluencia diaspórica explican su propensión a las indefiniciones urbanas, palpable en las conocidas dislocaciones de explanadas y la desgeometrización de horizontes y niveles. Como se sabe, ha sido emplazamiento que ha crecido radial y centrífugo como un extenso campamento de refugiados, descentramiento que tiene mucho que ver con el impara-
ble flujo babélico que sucesivamente ha ido adicionando estructuras yuxtapuestas a la panorámica de la ciudad. Esa amalgama la hace excepcional porque pocas urbes se construyen deconstruyéndose de esta manera, como si fuese un síndrome morboso del caos postmoderno. Quizás, esa sea la ofrenda de un territorio que ha negociado los encantos naturales a cambio de un asentamiento social cuyo karma será ver naufragar el destino de provisionalidad para resignarse al enclave definitivo. Pensemos en cuánto habitante de este pantano hormigoneado no ha experimentado que hacerse miamense es una trayectoria mortificada por el continuo deshacer de valijas para retornos que se consideraban inminentes. Cuando se habla de Miami, como la mayoría de los conceptos contemporáneos y publicitados, no pocos acuden a la provisión de cifras: superficie de 4 118 km², temperatura media en verano de 28,6º C, población de 2, 500 000, 65,8% hispana, principal código telefónico 305, ingreso económico de 13 billones de dólares anuales, 5.4% de desempleo, 90 parques de casas móviles que albergan unas 100 000 personas de bajos recursos, 8 500 desamparados, quién sabe cuántos inmigrantes ilegales refugiados en los efficiencies… Pero ninguno de esos datos la hace más comprensible. Son apenas signos que acompañan inertes a la metrópolis que no llega a ser metrópolis. A la ex aldea irreversible. Joven ciudad que pare
Jesús Rosado.
(La Habana, 1957) Historiador, crítico, curador y periodista cubano radicado en Miami desde 1996. Graduado de la facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana en 1981. Ha cursado varios posgrados sobre museología. Terminó estudios en el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos como asistente de dirección de cine. Es cofundador del Museo Memorial El Hurón Azul (casa del pintor Carlos Enríquez), así como del Museo Máximo Gómez (Quinta de los Molinos), ubicados en La Habana. Fue especialista principal del Museo Ernest Hemingway y del Museo Nacional de Bellas Artes, ambos en Cuba. Es autor de varios textos para catálogos y monografías sobre artistas visuales. Colabora con pubicaciones especializadas como ArtNexus, Arte al Día y ArtPulse. Sus trabajos aparecen también en Diario de Cuba, Encuentro en la Red y Herencia Magazine.
Jesús Rosado
Miami, del concepto a la metáfora
microciudades con intentos de barrios que no cuajan, carentes de plazas públicas y espacios espontáneos de comunicación. Territorio que aún no ha tenido pausa para reivindicarse en expectativa y cuya arquitectura es una colosal apología de la descolocación. En Miami, la congregación, de tan accidentada, prospera en una especie de culto privado, porque esta ciudad donde realmente palpita es en el ritual íntimo. Justo de esa vida interior es que emerge el Miami de las utopías. La Youcernar decía “…mis memorias, mis ciudades han nacido de encuentros…” y es así como se teje la mística de Miami, a través de aproximaciones que, a diferencia de las urbes históricas, no acontecen entre cantería musgosa y lapidaria romántica. En Miami, incluso, habrá que sobrepasar la veleidad y los sopores del clima para llegar a emular con aquellos idilios de socialización premodernista, sometidos ahora a la climatización permanente del aire, a riesgo de que el acto de compartir temperamentos se limite a un soplo tibio. Sin embargo, la idealización de Miami en el imaginario compartido es de los gestos más cálidos que suele acontecer entre sus ciudadanos. El ser desplazado que predomina en sus límites, aprovecha la intimidad para descargar sus memorias en busca de imprescindibles coherencias. Emprende diálogos con el entorno, haciendo de la ciudad centro de un coloquio cosmopolita donde cada interlocutor va negociando la identidad entre la urdimbre del dato cultural y la poética. Miami se hace cotejo de analogías. Sean flashbacks de La Habana, Caracas o Barcelona, todas atracan en la inmediatez. Miami se hace veneciana, se abrasileña o se anewyorkiza. Pocos territorios como éste pueden transmutarse en tan breves lapsos mediante el ceremonial evocativo. ¿Será que esa proclividad a la sublimación es definitivamente lo que nutre el
carácter propio de esta ciudad? Lo cierto es que la filiación ciudadana tiende a transitar por un laberinto de espejos, en el que Miami proyectará el espectro de lo que hemos sido. Visto así, esta ciudad fluye como un concepto mutante, cuya resemantización está vinculada a la transterritorialidad de sus pobladores. Para el inmigrante, es un conglomerado que puede regenerarse cada semana, de acuerdo al descubrimiento gradual y a la capacidad de asumirlo o rechazarlo, percepción que se repite en miles de seres que alguna vez hemos debutado como miamenses. Y esas entradas y salidas emocionales le van imprimiendo el espíritu diferenciado como núcleo social.
Comúnmente, al principio esta ciudad tiende a sopesarse como una suma de carencias. Sus primeras visiones suelen ser desoladas, desprovistas de olores identitarios. A vista de avión se extiende como un manto monótono sin los encantos del relieve y faltan las referencias concéntricas que conmuevan la memoria de la comunidad. Nada de estatuarias suntuosas, ni monumentos de excepción. Casi la anticiudad. Son estas las privaciones que pulsan la urgencia de la espiritualidad recóndita, lo perentorio de reinventar a Miami como territorio paralelo. La fabulación logra consolidar lazos de recíproca posesión. Cuando el miamense viaja y aplica ciertas lecturas de comparación, constata aquella premonición de Kavafis de que “la ciudad te seguirá” y es que en la confrontación culminamos registrando los aspectos hasta entonces inéditos de la Miami que aparentaba haber quedado atrás. Se redescubren los fulgores y la contigüidad oceánica, la narración entre el subsuelo y el cielo, la naturaleza que pugna por no dejarse devorar por las estructuras, la bohemia mediatizada por un provincianismo que la hace plaza con sosiego, la idiosincrasia púber… referentes de una pertenencia inesperada que se glosa continuamente desde la fantasía. Así irá revirtiéndose la naturaleza de una filiación hasta entonces impostada. La ciudad se va erigiendo, mitad circunstancia, mitad ficción, en entidad paradójica con renovadas oportunidades para la interacción. Un paisaje que
comienza a reconocerse menos fútil, como el cuerpo apetecido que por fin se nos desnuda. La antropología de lo miamense ha de tomar en cuenta la diversidad y lo provisorio a escala de etnias e individuos. Para el candidato a la permanencia, aunque no la sienta ciudad progenitora, puede llegar a experimentar un sentido de genealogía maternal, sobre todo si la personaliza en su universo íntimo. Al ser comúnmente escenario de rupturas biográficas y giros hacia el futuro, Miami se hace huella emocional. En sus confines se recompone vida y memoria de mucha gente que es, en definitiva, lo que representa el surtido vernáculo. Ese acontecer visceral hace vibrar la densidad de sus estructuras. Es lo que la distancia de ser tráfico e intermitencias de neón para convertirse en bombeo de linfa cotidiana. Todas las transacciones entre sujeto y ciudad bien pudieran transcurrir inadvertidas, de acuerdo a lo que aventuraba Italo Calvino que “nada de esto puede ser visto por quien mueve sus pies o sus ruedas sobre el pavimento”. Pero ello, en verdad, es objetable. Lo que escapa a la retina común no deja de contar con una rara casta de intérpretes para quienes la ciudad es más que aglomeración, definición espacial y disposición organizativa. Son individualidades que atisban entre la polisemia visual y sonora y que recorren la sinergia de las periferias… Son el lente de un periscopio que emerge del tejido social. Seres sensitivos que conectan la identidad subvertida con la mística de lo no tangible. Ellos exploran la sintaxis entre naturaleza y artificio, de donde extraen la intrascendencia y lo microscópico para revelarlo en sus alcances alegóricos. Por su intercesión la ciudad puede ser convertida en ensayo sobre la existencialidad que late en sus límites. Facilitarla como texto abierto para reinterpretarla y añadirle señales venturosas. Ejercen como ideógrafos del contorno urbano anudando a la Miami polisémica. En sus representaciones se reproducirá o se recrearán volúmenes y estaturas de la ciudad. Harán cohabitar promiscuamente nube, superficie líquida y grúa. O fermentarán los colores de la nocturnidad. O lograrán que Miami abandone el reposo entre evanescencia y ensimismamiento. Una Miami que se levanta de su corto abolengo y abre el arcón de tiempos aún inexistentes. Ciudad elipsis que ensarta historias de la no historia. Aparecerá quien
encaje un perfil victoriano al pie de sus rascacielos. O el que muestre la mueca patética de autos desvencijados. O quien haga posible una alberca invadiendo la avenida. Miami será sanguina en implosión. Será abstracción, progresión, expansión, eclosión, erección, cópula y alumbramiento. Miami tan escatológica como hollywoodense. Cínico skyline de papel moneda, al cual hay que sobrevivir y sobrepasar. Miami, épica decadente de patrioterismo y croquetas. Renacionalización desfigurativa y reconfigurativa. Arena surrealista y sicalíptica. Imaginaria Atlántida a salvo sólo en las crestas de sus puentes. Urbe versus poder, desrrevolucionaria y emancipadora. Miami la americanista. Miami Hopper con sus moles silenciosas y sajonas. Ciudad tatuada por el graffiti trasnochado. Ethos de delirios concurrentes. Miami desvanecida en concepto para seducirnos desde la metáfora. Es que una ciudad puede centuplicarse al unísono de la poética. Lotman advierte que vida urbana y cultura se oponen a Cronos, no importa la ausencia de monumentos seculares y signos folclóricos. Las que son imprescindibles son las almas que condensan la fabulación. Esas son las que cifran la semiótica urbana y su cosmovisión extraterritorial. Al destino Miami ha acudido un enjambre de artistas, arquitectos y poetas venidos de otras costas para tramar esa región hiperbólica. Al parecer hasta la topografía conspira a su favor. De un borde, océano o mangle, del otro: ángulos híbridos, texturas, sonidos, color cálido, masa, resplandor y pulso vital. En el centro, los ingredientes en ebullición del cosmopolitismo cultural cociendo el nuevo caldo estético. La ciudad sólo tiene que esperar a que el tropo se deje perpetrar por los inevitables metaforadores de sus esplendores y miserias. Ante tanto espasmo de la postmodernidad es lo recomendable para reedificarla como diseño humanista.
(Abril, 1976) Originario de Venezuela. Vive en Miami, Florida desde el 2004. Sociólogo de profesión y psicoanalista de oficio, con un posgrado de Trabajo Social Clínico. Asociado activo en la Nueva Escuela Lacaniana. Más interesado en el barroco de Baltasar Gracián que en cualquier tendencia contemporánea. También las épocas son injustas con aquellos que nacen a destiempo.
José Armando García
José Armando García.
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Introducir lo que falta en la ciudad consumida: Psicoanálisis en la ciudad global Una ciudad es –o al menos debería ser- el lugar donde los vínculos cobran posibilidad. Desde la ciudad se pueden articular aquellos cuatro vínculos formulados por el psicoanalista francés Jacques Lacan en 1969. Estos son: el vínculo entre el amo y el esclavo (léase entre el empleador y el empleado), el de la histeria (colectiva o no) y el amo, el del saber y el universitario (o burócrata), y el del analista y el sujeto. Ahora bien, en las ciudades globales –y específicamente en las ciudades de los EEUU donde la globalización hace su muestreo- un vínculo pareciese prevalecer sobre los otros. Este vínculo lo estableció Lacan en tanto mutación del vínculo que se da entre el amo y el esclavo. A éste, Lacan le da el nombre de “discurso capitalista”. Este vínculo se da entre un sujeto en falta y un saber que produce objetos para el consumo de ese sujeto de Danaides. En este sentido, es lo comercial –the mighty trade- el que traza los vínculos en una ciudad como Miami, como en tantas otras de la Unión. Lo comercial ha hecho homogéneo lo que estaba supuesto a ser “hetero”, ya sea por distancia o por diferencia de población. Las ciudades se encadenan en un imperativo urbanístico y social: el consumo te hace ciudadano. Esto está presente en lo que vemos y habitamos, en aquello que todavía nos persuade a vivir en una ciudad a pesar del incremento de los enlaces virtuales. En esta línea, es pertinente la pregunta que se plantea el ensayista y escritor norteamericano Jonathan Franzen: ¿Por qué las ciudades norteamericanas se toman la molestia de existir aún? Hoy Wal-Mart puede llegar
a cualquier rincón a proveer todo lo que se necesite, y FedEx puede entregar cualquier objeto deseado en cualquier destino por rural que este sea. Ya quedo atrás ese capitalismo marxiano que generaba necesidades ficticias a ofertas venideras. Hoy una sola franquicia puede ostentar la ilusión de satisfacer todas las necesidades de un consumidor –cualquier consumidor. El punto es que no se trata de necesidades, y el capitalismo es un organismo “autófago” medianamente consciente de esto. Lo que se hace difícil de digerir es que hoy la ciudad (global) reside en el vínculo comercial, no al contrario. Hay ciudad en la medida que hay un vínculo comercial. Esto es una situación que se repite como en patrones de tejidos: en el tejido social, en el tejido cultural, en el tejido urbanístico. Poco más de cuatro décadas atrás, aún las ciudades se planificaban con estándares racionales que obedecían más a un plan científico que a uno económico (Brasilia sigue siendo un notable ejemplo). Ahora las ciudades posmodernas son cúmulos seriales donde se vehiculiza la ilusión de un objeto de satisfacción total: en algún lugar de ella daríamos con ese objeto que nos colmaría. Es lo que se le llamaría muy apropiadamente “urbanismo de la seducción” – en palabras del progenitor del posmodernismo arquitectónico Robert Venturi. Según Venturi, la fachada ya es el anuncio, es decir, el exterior de una edificación debe transmitir su intención comercial y ultimadamente atraer al transeúnte (siendo este un consumidor en potencia). A tal fin, la tradicional “caja” arquitectónica estaría decorada con motivos de su cortejo comercial. Lejos quedó la fachada como contemplación de sobrecogedora belleza de la arquitectura clásica, o el funcionalismo de la caja del international
Fotografías de Said Bazze.
decirlo, el vínculo psicoanalítico pierde peso en la medida que se gane un consumidor. No es que el psicoanálisis sea un detractor del consumo -a fin de cuentas, este opera ahí donde la propuesta comercial falla-, el punto es que el psicoanálisis es inoperante ante la ilusión de un objeto de consumo total. Ahora bien, los consumidores son fundamentalmente sujetos embelesados en tal ilusión, pero esta ilusión tiene como prospecto su fracaso –a veces. Cuando este fracaso acontece, acontece también la posibilidad de otro vínculo con el objeto, no ya como un objeto de consumo, sino como un objeto que causa insatisfacción o, en el mejor de los casos, deseo. A este punto, introducir el psicoanálisis en la ciudad comercial es fundamentalmente introducir la falta incolmable y su principio de realidad. Se instaura así un vínculo en falta de uno comercial, se paga para trabajar y dejar de ser un empleado que contribuye con su esclavitud mientras más trabaja, dejar de ser un consumidor que siempre tiene la razón sin que esa razón lo incluya a sí mismo, y dejar de ser un burócrata que se consuma eficiente a costa de aplicar un saber mortecino. Un vínculo para dejar de ser, en una ciudad “desha-sida”. Con el capitalismo, la relación del psicoanálisis es más adversa. Se introduce la falta sí, pero en tanto falta de nada, no ya la infatuación de la falta de un objeto de consumo. Pero introducir la falta de nada en un vínculo en donde el sujeto es el agente, el demandante, esa boca que pide, es rogar por un milagro. Esos milagros ocurren y se les da nombres tan diversos como: debacle económico, depresión bursátil o recesión. Dado este milagro, el sujeto solo obtiene lo que no puede. Luego, el objeto de su deseo –el deseo de recuperarse y de ser feliz- ocupa el lugar del agente. Solo hay análisis cuando la felicidad se desea pero no se puede obtener. Es en ese suspenso en el que se sostiene el precario vínculo del psicoanálisis, entre un objeto que inquiere con nada y un sujeto que le hace falta algo sin tener el saber de qué. Es un buen momento para el psicoanálisis en el globo, no es que nos regodeamos en la miseria que es la de todos, pero hoy la ciudad engloba un poco menos, no más, no todo.
Técnica: plata/ gelatina ósea. Pertenecen a la serie Habana Metafísica. Noviembre 2008.
style donde más espacio era menos decoración. Esta fachada publicitaria del posmodernismo, ese gran anuncio comercial que supedita incluso a la estructura, es una nueva forma de trompe l’oeil, aunque no tanto para engañar al ojo como para seducir a la mirada. En palabras de Jonathan Franzen, las metrópolis norteamericanas cumplen a cabalidad con un modelo centrífugo: acumulan capital en el downtown e hipotecan el “sueño americano” en los suburbios. Tal modelo arribaría a su crisis más recientemente con la caída del mercado inmobiliario, la cual vapulearía especialmente en los suburbios. Sin embargo, la sustitución de la ciudad hermosa por la ciudad rentable –parafraseando al arquitecto y ensayista Witold Rybczynski- hoy más que nunca cobra su auge. La ciudad sigue siendo el tropo perfecto del capital (independientemente que sea o no “la Capital” –de ello es ilustrativo la típica división norteamericana entre centro económico y centro gubernamental). Así, la vida pública –el encuentro entre los cuerpos que toma lugar en el espacio urbano- sigue regida por la utilidad, “debe” tener una “utilidad” para efectos del tiempo y la distancia que transcurre en ella. Perderse en vía a un punto B, a pesar de las instrucciones que arroja el GPS, es una ineficacia que cobra su pérdida incluso en carga libidinal. Los encuentros se dilatan, se cancelan o la casualidad los precipita, pero se procuran cada vez menos. A este respecto, ¿qué sentido tiene el psicoanálisis en la ciudad hoy día? –siendo este fundamentalmente el encuentro semana a semana de dos cuerpos inexorables. No en balde las terapias breves, basadas en evidencias editadas, sometidas a la eficacia del capital y no de la transferencia, diseñadas con la utilidad en mente y no con el sufrimiento en el cuerpo, hoy se ansían como si del último aparato electrodoméstico se tratase. Ellas también las rige una lógica manufacturada en el núcleo mismo del vínculo entre el consumidor y sus objetos de consumo. Pero no hay consumismo sin consumidores, y el psicoanálisis mismo es partícipe de su pobre presencia en la ciudad global. En el discurso capitalista, el sujeto encarna muy bien su parte de barril sin fondo, su falta es falta de algo, y desde allí opera una oferta cíclica. Es justo
Part of The Peculiarities of 122 Kinnaird series, Cambridge, MA.
Bicis, de Michelle Rinaldi
Rese単as
Angels Martínez Anna Caballé e Israel Rolón. Carmen Laforet. Una mujer en fuga RBA. 2009.
Nicole d´Amonville Alegría, Emily Dickinson. Cartas. Editorial Lumen. 2009.
“Primitas Me reclaman” Emily Nada. Premio Nadal año 1945. Autora: Carmen Laforet, 22 años. La novela fue un éxito en la obscura España del año 1945. Andrea, protagonista de la obra y alter ego de la escritora me sedujo en la adolescencia. Siempre me interesó Carmen Laforet porque su vida y su muerte fueron un misterio. La reseña en un periódico me descubrió el libro de Anna Caballé e Israel Rolón y lo compré inmediatamente. El libro, Premio Gaziel de Biografías y Memorias en el año 2009, tenía una fotografía de Carme Laforet en la portada. Una mujer sonriente apoyada en una barandilla. Observé la fotografía y percibí su mirada ausente. No supe desprenderme de ella. Los autores de la biografía han realizado un arduo trabajo de investigación que refleja su obstinación por desvelar las razones que impidieron a Laforet sentirse una escritora plena. Se mostró ajena al éxito negando la autoría consciente de sus obras. En las escasas entrevistas transcritas en el libro, la autora se muestra distante con su propia obra y en algunas ocasiones niega que hayan sido escritas tras un duro trabajo intelectual. En el libro, la mujer y la escritora aparecen disociadas como si se tratasen de dos personajes distintos. Los retazos de sus obras, las cartas que escribió, las opiniones de familiares y amigos nos muestran a una Laforet en fuga constante: huyó del matrimonio, la maternidad, la intelectualidad, la religiosidad, los amores lésbicos. Sin embargo también fue, mater amantísima, esposa ejemplar, beata y discípula de Safo. Anna Caballé e Israel Rolón han definido a Laforet con una precisión exacta: “Una mujer en fuga”. Una personalidad ambigua que no permite aprehenderla. Los autores han escrito una biografía excelente que se lee con fruición. Un libro ameno, bien escrito que transmite la erudición de los autores con la aparente “humildad“ de su protagonista. Me atrevo a darles dos consejos antes de leer la biografía: lean Nada y no miren la portada del libro.
Última carta de Emily Dickinson. Falleció el 15 de mayo de 1886. En su lápida pueden leerse las mismas palabras. Compré el libro de Nicole d´Amonville y lo abrí al azar; la primera carta que leí fue la última que ella escribió. Sentí un escalofrío y cerré el libro. Observé desde la ventana del autobús a una mujer anciana vestida de blanco y pensé que la casualidad no existe. La evidencia de una poeta única transciende al intelecto: “Pensé que ser un Poema uno mismo impedía escribir Poemas, pero percibo el Error”
Nicole d´Amonville, describe en el Prólogo el método que ha seguido para elegir las cartas clasificándolas por períodos. La elección es absolutamente personal y en la traducción ha mantenido un respeto formal absoluto. La autora ha conservado las mayúsculas, los guiones, las comas excéntricas y la sintaxis elíptica, características en la obra de la poeta. La lectura del libro exige un clima templado y un silencio sepulcral. Cada carta ha de ser leída como una escritura única que no forma parte de la “correspondencia de Emily Dickinson“. Aplicar ese concepto mataría la singularidad de la autora. Hay cartas que te emocionan por la simplicidad en los detalles cotidianos y otras te muestran la intensa vida interior de una mujer que eligió la reclusión voluntaria. En la contraportada del libro Jorge Luís Borges nos define la esencia de las cartas de la poeta: “Lejos de ser un mero complemento, las cartas de Emily Dickinson son parte esencial de su universo poético. La belleza y el deslumbramiento que segregan sus poemas se encuentran también en estos textos, a medio camino entre el poema, la confesión y el diario íntimo.“
Es cierto. Es imposible leer las cartas como simples misivas porque en cada una de ellas percibes el espíritu singular de la poeta. Siempre hay una frase, una palabra, una despedida que te conmueve. Lean las cartas traicionado la paginación del libro. El azar les conducirá a la carta que han de leer en cada momento. “Ábreme con cuidado”.
Carlos Ortiz.
Carlos Ortiz
Nació en Caracas, Venezuela, en el delta de dos ríos familiares de corriente artística. Su bisabuelo paterno, Rafael Guinand, fue fundador y precursor del teatro, la radio y el cine latinoamericano. Siendo un adolescente, Carlos y su familia emigraron a los Estados Unidos en búsqueda de una mejor calidad de vida. Sin embargo, como tantos otros, se vieron forzados a trabajar fuertemente los primeros años para sobrevivir el período de transición. Recientemente, Carlos logró con la ayuda de una beca académica iniciar finalmente sus estudios universitarios en la universidad de FIU en Miami, FL, donde cursa Psicología y Ciencias Políticas; esto sin abandonar, claro está, su pasión e impulso natural por la literatura, la música y las artes escénicas: formó parte del equipo de producción y elenco de Historias de la Urbe, un filme independiente de los hermanos Forte y actualmente trabaja en el proyecto teatral de Alexey Tarán, Asesinos por una Noche, una adaptación de la obra La Noche de los Asesinos.
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Un Espejo en Cada Historia de la Urbe Son 8 los espejos que componen la más reciente cinta dirigida por los emergentes Hermanos Forte, Vicente y Carla. Y los espejos no sólo revelan algo de nosotros mismos; si alcanzamos a desenfocarnos del egocentrismo y concentramos la vista en otros planos, podemos estudiar la dimensión en la que estamos y los elementos que nos rodean. Podríamos incluso desde nuestra perspectiva, a manera personal y subjetiva, reconocer los espacios transitables, tantear lo inmediato, sacar conclusiones y sentirnos un poco menos vulnerables. En las 8 breves pero intensas miradas hacia la realidad del inmigrante latinoamericano en los Estados Unidos que se presentan durante la película, se observa más que la lucha rutinaria por la búsqueda del sustento y de la persecución materialista del vagamente definido “sueño americano”. Con esa tácita premisa de fondo, claro está, cada uno de los protagonistas (que son todos) representa un punto de partida distinto (étnico, generacional, nacional, socioeconómico, personal); éstos fluyen por cauces diferentes y comparten el delta transitorio del limbo apátrida, justo antes de desembocar en el nuevo océano que bañará – y en algunos casos, ahogará - sus vidas. La cruda realidad de la ciudadanía de segunda clase es, entonces, el gran y único lugar de encuentro entre las trayectorias paralelas de estas Historias de la Urbe. Los elementos y circunstancias que envuelven a nuestros personajes son tan únicos y propios, que aún cuando ellos intenten avanzar en direcciones o hacia objetivos similares, conforman más que un homogéneo rebaño de ingenuos, más que un ejército de marcha uniforme e incansable; la urbe, en este caso jugando un papel ambiguo, como escenario y co-protagonista, agrupa y lo contiene
todo, pero en sus redes laberínticas es cómplice también, atando a más de uno con el mismo hilo, propiciando encuentros y desencuentros y exponiéndolos también a toda suerte de herramientas tanto para el progreso, como para la auto-destrucción. Como en un cínico juego de selección natural, las mejores y peores características humanas transpiran a través del largometraje. La solidaridad, el apoyo y la unión colectiva se ven abrumadas por momentos ante el egoísmo, el prejuicio, la vanidad, el oportunismo, y la mezquindad que hacen presa tanto de agresores como agredidos. Las personalidades, anhelos, contratiempos, esperanzas y desilusiones nos reflejan algo propio a todos los que hemos habitado alguna vez una gran ciudad, con sus encantos y demonios; ya que, bien sea como partícipes o como testigos, anfitriones nativos o huéspedes foráneos, algo dentro de esta narrativa lo hemos experimentado en alguna medida, desde algún ángulo. Los Forte -dos jóvenes hermanos venezolanos radicados actualmente en Miami, quienes además de dirigir con un ínfimo presupuesto, también escribieron el guión de esta auténtica y ambiciosa propuesta - intentan transponer al filme las más esenciales e intrincadas situaciones humanas no sólo desde su natal Caracas, sino desde la realidad cuasi-universal de las urbes del hemisferio. Y he allí la intención de abarcar las diversas perspectivas. No son espejos aislados. Si observamos con detalle durante el curso del viaje a todas las partes activas y pasivas de cada una de estas historias y podemos visualizarlas luego en un plano abierto, en la interconexión, los espejos de Historias de la Urbe se convierten en algo mayor: nos brindan un caleidoscopio.
María Espinoza La ciudad y sus personajes en Conversación en la catedral de Mario Vargas Llosa Conversación en la catedral (1969), la tercera obra de Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010, tiene como marco escénico una parte del Perú que el escritor conoce bien, la ciudad de Lima. Originalmente publicada en dos volúmenes, esta novela constituye una de las obras más ambiciosas, complejas e importantes de la trayectoria literaria del escritor. Como La ciudad y los perros (1962) y La casa verde (1965), pero en una escala más amplia, Conversación en la catedral representa un drama humano de valores en conflicto con el que los lectores nos sentimos plenamente identificados ya sea por razones de orden político, emotivo, social, o filosófico. Ambientada en el clima coercitivo de la dictadura de Manuel Odría, el llamado “Onchenio” (1948-1956), la novela representa un mural en movimiento en donde todos y cada uno de los sectores sociales de la urbe limeña toman su lugar según la ley del más fuerte. Los políticos, los estudiantes universitarios, los oligarcas, los policías, empresarios, el ofendido lumpen mestizo, el prepotente oligarca criollo, los lacayos del dictador, los falsos agitadores sociales, los sicarios despiadados, los criados, los ministros, los militares, los obreros, las prostitutas ligadas a los más poderosos, los artistas frívolos, y muchos otros personajes citadinos representan los niveles de diferenciación de la degradación racial, social, económica y política de la sociedad limeña y —en una acepción más amplia— de la sociedad latinoamericana. Y aunque la acción se desarrolla principalmente en la capital, el espacio social en la novela es amplio: la universidad, la vida nocturna, Pucallpa, Arequipa, Cuzco, Ica, Trujillo, etc., son algunos de los espacios por donde pululan los más de ciento veinte personajes. Vargas Llosa crea así una producción literaria en la que adscribe la pluralidad de voces, la polifonía coexistente de las ciudades y ambientes que lo rodean. Un entretejido de mundos y submundos que se enfrentan, convergen y conviven. Este aspecto monumental y, a su vez, totalizante de la novela deja sin aliento incluso al propio escritor quien en una entrevista afirma que “ninguna otra novela le ha dado tanto trabajo; por eso, si tuviera que salvar del fuego a una sola de las que [ha] escrito, salvaría ésta”. La acción se desarrolla alrededor de un encuentro casual entre Santiago Zavala, un joven estudiante de la clase media alta limeña que juega a hacerse comunista, y Ambrosio, antiguo chofer del padre del
joven. Un bar nauseabundo del centro de Lima se suma al entorno pernicioso descrito en la historia. Escape vacío o quizá refugio del sentimiento de desilusión y frustración que abruma a ambos personajes, el bar representa, en una mayor escala, la decadencia moral por la que atraviesa el Perú a mediados del siglo XX. En este espacio degradado, zona de frontera entre sistemas, el “niño bien” y el zambo del sur, dos caras de una misma realidad histórica, se encuentran unidos por las mismas circunstancias y destino. En sus diferencias de estrato social, comportamientos, ambiciones y carencias constatamos el gran contraste de una sociedad que eternamente aguarda algo que esperamos llegue algún día: justicia social. Las cuatro horas de conversación conformada por —discursos intercalados, historias cortas insertas, melodías musicales, reflexiones, voces, tiempos, argumentos, tradiciones, escenas dramáticas, recuerdos, etc.— intensifican con frescura la multiplicidad discursiva en la novela. La pregunta que subyace a lo largo de la conversación: “¿En qué momento se jodió el Perú?” nos permite reflexionar sobre la necesidad del cambio. En las páginas de la novela, el periodismo —disciplina asociada con el desarrollo social y construcción de imaginarios de ciudad y ciudadanía— aparece como una de las actividades intelectuales más improductivas, decepcionantes y absurdas; empero, su mismo infortunio es catártico y expone la corrupción de los sistemas hegemónicos en el Perú. Así, en el imaginario de la novela, el periodismo se convierte en una suerte de imitación burlesca de la licencia revulsoria de la creación literaria. Al hacer de su personaje de ficción un periodista o —al menos “un cacógrafo” suscrito en los márgenes de la “ciudad letrada”— Vargas Llosa procura explicarnos a los lectores y a sí mismo cómo el oficio de escritor no apacigua la nostalgia por la acción, la incertidumbre, el “gusanito” que carcome por dentro a su personaje de ficción. En términos generales, Vargas Llosa en Conversación en la catedral intenta recrear sin máscaras y, a la luz de su creciente experiencia artística, los diferentes rostros de la ciudad. En ella, todo está representado formando el marco adecuado a lo que más le preocupa destacar: el conglomerado humano. En este devenir, la novela se convierte en una obra escrita no solo “desde la ciudad”, sino también “acerca” de la ciudad.
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FotografĂa de Said Bazze
Foto digital. Pertenece a la serie Dormida.
Visuales
Ana Ochoa
Proyecto Suite Miami. Miami Beach: Antropología de una playa americana “...De una ciudad disfrutas la respuesta que da a una pregunta tuya, o la pregunta que te hace obligándote a responder”. Italo Calvino. Las ciudades invisibles.
¿Es la playa este espacio intermedio descriptiblemente vivo, salvaje y diverso, que separa las aguas del océano del paisaje humano que lo observa? Así parece confirmarlo el escenario donde Ana Ochoa construye su territorio de estudio. Un litoral que posee el sonido y la voz del Caribe americano. Es decir, la noche estrellada de invierno, los personajes genuinos que la habitan, la rumba al mediodía, las velas en la arena, las hamacas apiladas de colores quemados por el sol, el socorrista bronceado y dispuesto, o el refugio romántico del atardecer que a veces se funde bajo el clásico rojo y otras - ...no pocas- bajo los colores plomizos antes de una tormenta de verano. Miami Beach es la antesala a una ciudad que vive extendida. El parque natural de los Everglades la detiene y, a lo largo del litoral, se erige vallada por la construcción perpendicular de sus edificios de apartamentos y hoteles. En esta línea estrecha donde la población y el foráneo se apropian para intercambiar su teatro de culturas, Ana Ochoa realiza un trabajo de campo fotográfico y posteriormente se propone intervenir con tres propuestas The House of Lifeguard. En un primer intento para
acercarse al área, parece que siga la evolución de aquellos fotógrafos de la época de las vanguardias que, cuando la caja oscura apareció, salieron a la palestra para dejar testimonio a los bañistas con sus retratos populares. Tradición aún hoy presente, en poblaciones latinoamericanas como las de Barraquilla y Cartagena en Colombia, donde el fotógrafo Edwin Padilla, ha recolectado lo afectivo y particular de los turistas y habitantes, para demostrar que son testimonios imprescindibles del lugar y su tiempo. Sin embargo, Ana no engatusa a los presentes con simulacros o efectos folklóricos especiales, ni tampoco ejerce de paparazzi, ni practica la fotografía publicitaria que evoque en un santiamén el glamour idealizado de una zona vacacional. El ojo poético y social en la mayoría de sus tomas crea un lenguaje en sí mismo que, si bien mantiene la función de dar presencia sociológica a su proyecto, también ofrece una visión propia en su mediación plástica. Los sujetos Hacia 1952 Chombart de Lauwe publicó en París y la aglomeración parisina una interesante precisión referente a la ciudad: “Un barrio urbano no está determinado únicamente
por los factores geográficos y económicos, sino por la representación que sus habitantes y los de otros barrios tienen de él”. El estudio del imaginario colectivo forma parte del proyecto. Los soñadores ambulantes que habitan Miami Beach, según algunos documentos visuales que Ana aporta en el proyecto, descansan casi siempre paralelos al mar. Estos homeless, se revelan como esculturas incorporadas a un pesebre marítimo. Bajo el efecto del oleaje del Atlántico, parece que la propia fuerza del agua los haya arrastrado hasta allí. A veces, se muestran como animales de un bestiario particular del beach; a menudo, parecen difuntos embalsamados: sujetos abrigados bajo un cuerpo recogido. Otras,
surgen de las dunas cubiertos por diferentes lienzos: sábanas blancas o azuladas, chaquetas, toallas o colchas harapientas, y tapan sus rostros para sortear la luz o evitar su identidad. El colchón de descanso lo conforma una arena removida por las pisadas de los bañistas. El despertador puede ser la voz incómoda del vigilante que se acerca o el propio frío del anochecer. Uno de estos protagonistas aparece en una instantánea bajo una presunta decapitación al haber escondido el cráneo dentro de su camisa. Fotografías que plantean una estética creada por el propio durmiente como si de una instalación abierta se tratara. Estos cuerpos, además,
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se arremolinan junto a las hamacas ya almacenadas bajo el ritmo que permite su superposición o el juego formal de los patines y barcas de recreo. El mobiliario que los envuelve es una pieza más de una escenografía omitida en los catálogos de difusión recreacional y ocupa un lugar importante en el relato que a diario se sucede frente al mar. En un nuevo día de trabajo y testimonio, Ana Ochoa puede interesarle algo tan sencillo como la metáfora que encierran las sombrillas. Palmeras sin cocos que ampa-
guarda-hamacas superponiendo las dormilonas, por ejemplo, crea unos ritmos inconscientes de gama cromática y texturas de toldo. Éstas adquieren el volumen necesario para advertir que forman parte del plantel principal de actores silentes pero esenciales. ¿Qué sería una playa urbana sin las perspectivas y acentos que crean estos enseres tanto en su exposición como en su almacenamiento? Unas hamacas y tumbonas que durante algunas tardes lánguidas y por la moda actual de sus diseños y la extensión
ran del calor la piel de los que se relajan del estrés bajo el sol. Sin embargo, en su plasmación plástica, se ausentan los niños, bañistas y visitantes que ocupan el beneficio de su sombra para mostrar el reverso de su función principal. Las sombrillas pasan a ser un mobiliario que protege a los juguetes o, pudiéramos decir que los mismos, sustituyen a los niños ocupando su presencia veraniega como agentes de la acción. Un guiño al proyecto “Umbrellas” de Javacheff y Jeanne-Claude Christo en Japón y California. Una intervención en el paisaje donde más de mil trescientos paraguas azules se extendieron en una explanada en pleno campo abierto en los alrededores de la ciudad de Ibaraki. La soledad vista a través de sus trabajadores también se suma a este proyecto de análisis del lugar. Esta vez, bajo la perspectiva del fotorreportaje. El
del lugar que ocupan, nos recuerdan el Adriático en las tomas que realizaba Visconti junto a Tadzio y Gustav en Muerte en Venecia. Hay habitantes clásicos en cualquier playa del mundo occidental como el buscador de metales. Con su audífono en la oreja izquierda y su peculiar instrumento de detección, escudriña lo imposible en busca de una cadena de plata, algún anillo de compromiso roto o un rosario abandonado de recompensa en su haber. También los retratos objetuales, sin duda, son motivo de escucha. Funcionan como sujetos cuando aparecen en primer plano. Como la metáfora del artilugio apagado que muestra un tractor nuevo que recoge las algas de la orilla y almacena la basura de las papeleras en su remolque. Junto a la máquina, su impertérrito ocupante que sigue sus pasos. El primero que reci-
be un espacio natural despoblado como premio a su labor al nacer o morir el día. Estos personajes están incorporados al lugar y serán los receptores de su proyecto-instalación donde pasarán a vivir e interactuar con el entorno. Lo harán, igualmente, los que vienen a conmemorar sus eventos personales y utilizan el medio como un altar para sus propósitos. Las fiestas y celebraciones quiebran el lugar privilegiado de la zona en cualquier comunidad que viva frente al mar. Y acentúo el verbo “quebrar” para que su significado adquiera motivo de rupturadeseada en sus funciones clásicas
ción de fiestas rave bajo el reggae, el acid house, el techno, la salsa o el kompa haitiano forman parte de esta galas improvisadas. La playa entonces es un escenario donde la sublimación, el goce, o el plano energético de las personas, convive al son del abrazo o la danza. Los habitantes de distintas culturas siguen los rituales que sus ancestros atestiguaron de su pasado; lo único que cambia son los ritmos que los nuevos tiempos imponen. Pero la figura esencial que mejor refleja este aspecto protector y vigilante en el área es el socorrista. Apoyado en su fosforescente flotador-supositorio, de espaldas a la ciudad
desprovisto de existencia cuando concluye la jornada y que se erige como maqueta para un sueño de soldaditos de plomo o un motivo interesante para una tesis de arquitectura. Durante las horas de trabajo, en cambio, son el resguardo y cobijo de quien puede rescatar tu vida o pasear tu cadáver en brazos hasta la ambulancia. Ana confronta el diseño primitivo y colorido de estas construcciones de madera con la vorágine de los edificios ubicados en primera línea de mar. En principio, construye una maqueta neutra y la orienta a diferentes puntos de la playa para permitir que haga de espejo con el entorno.
para la cual, la playa, se destina mayoritariamente durante el día. Sin embargo, ocupa una especial atención, aquellas ceremonias que a lo largo de la noche encienden “la otra noche” por la cual el área es conocida. Las discotecas y el jolgorio se dan de una manera extendida en toda el área de South Beach (la parte más animada de Miami Beach) y, en algunas ocasiones, encuentran una manera informal y romántica de finalizar el regocijo en la misma orilla del mar. Pero hay otras ceremonias ligadas a la liturgia de la unión que según las comunidades lo celebran bajo el palio -los judíos son un paradigma- o bajo el efecto delicado del arco floral las más laicas. Utilizan el Atlántico como tramoya de fondo, y unas cuantas sillas plegables sustituyen cualquier santuario o sinagoga para reunir a la familia y a los invitados. La conmemora-
y mirando el mar, parece que este personaje le hable sobre el ser o la nada a un horizonte que pide marcharse por hoy. Este trabajador del mar, como lo es el marinero faenando en el puerto o el pescador desde su barca, queda en una posición ambigua de alerta y descanso al mismo tiempo. Durante aquella hora que muestra la fotografía, los chiringuitos han cerrado. Todo el clamor humano del mediodía no existe. Los cuentos de la jornada han concluido. Los recintos de los guardianes anuncian en letra de molde lo evidente: No lifeguard on duty. Literalmente: No estamos de servicio. Las casetas como refugios de juguete antes o al final del día, simulan nidos donde el pájaro-salvavidas, este trabajador social que avizora el territorio para proteger a los usuarios del peligro del mar embravecido, ha abandonado su guarida. En ocasiones, un espacio
El resultado es la vía del contraste y la denuncia. Un camino que le permite diferenciar su propuesta de las inamovibles edificaciones que aparecen detrás como bambalinas sin trampa. Con esta acción, redefine el espacio y centra el punto de su proyecto. Construcciones que, como muñecas de ensayo, pueden vestirse para una fiesta en pleno mediodía, acudir a un funeral a la tarde cuando cierran las escotillas de sus instalaciones o, destrozadas por el temporal y el abandono, aparecer desnudas o simplemente víctimas por la intervención de la Naturaleza. El rescate de este inmueble de madera, el único permitido a escasos metros de la orilla marítima, adquiere el valor de icono muy apreciado por la vecindad y el sector del comercio de South Beach. Las tres intervenciones En el momento de empezar a diseñar “el atuendo” arquitectó-
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nico para sus “modelos de playa”, Ana Ochoa empezó por la parte más agresiva e insultante: la bélica. En plena guerra en Irak y con los vientos del terrorismo sin detenerse en la zona de peligro, pensó que el modelo militar podría obtener cierta audiencia. En un espacio donde precisamente el visitante quiere olvidar su desasosiego, el impacto que sugiere las formas celulares del tejido de camuflaje y la gama de los verduscos sobre las paredes de la casita, refiere necesariamente al desafío. Una memoria que no quiere que se borre en un momento donde la omisión podría representar una agravio hacia el conflicto. Ver el habitáculo de salvamento vestido con ropa de combate al mismo tiempo que el sol tuesta tu piel, es un aviso en el fondo de que el astro no siempre sale para todos con la misma intensidad. Caminar hacia el mar para tomarse un baño mientras desde una fortificación militar un sujeto vigila tus pasos, podría denotar la ambigüedad de sentirse protegido -no olvidemos que en la cultura estadounidense este concepto es sagrado y, escenificarlo un motivo de orgullo- o, a la vez, representar un agobio el que te recuerden que, en verdad, el país está en plena guerra aunque no se vean los féretros en los telenoticias. Entonces la función del vigilante -recordemos que en la serie californiana Los vigilantes de la playa, nunca se utilizó en el título la palabra “socorrista”- pasa a ser vital. La instalación a escasos metros del agua, ahora bajo la función de búnker, actúa como un faro repelente para los que quieran incursionar en tierra enemiga. El miembro que la custodia es el guardián que no sólo previene tu ahogo sino que te alerta de otros posibles peligros. Peligros, por otra parte, que nada tienen que ver con el mar. Supuestos... que puedes elegirlos mientras braceas, prácticas surf, o construyes castillos de arena con tu hijo. La segunda propuesta, atrevida y deliberadamente banal, parte de la impronta que la marca Louis Vuitton ha implementado en el
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mundo de la moda. Este logo aristocrático que entrecruza las primeras letras del nombre y apellido, venera la tradición y el buen hacer parisino en la historia del equipaje. Desde que los medios de transporte se proyectaron al inicio de la revolución industrial hasta hoy, sus baúles, sus bolsos y sus atuendos de viaje han marcado la moda del lujo y la distinción. ¿Pero por qué un arca de madera en medio de la playa? ¿Quién es el distinguido propietario que abre la valija a la salida del sol para organizar la jornada y saca sus enseres sanitarios y de salvamento, tal como decía un anuncio de los años treinta de esta marca en un periódico español: “Un sitio para cada cosa y cada cosa en su sitio”.? Con esta oferta, Miami Beach se posiciona en un ambiente que la propia tradición le otorga. Si bien la perla de la elegancia se encuentra un poco más al norte, concretamente en Palm Beach, antigua residencia de la familia Kennedy y actual de millonarios como Donald Trump, la ciudad marítima que emula, o a lo sumo fraterniza con este deseo, obtiene además la posibilidad de ocupar una plaza. South Beach también necesita -...y quizás en verdad lo posea- este glamour que nadie discute. Con un aire más informal y chic… es cierto, pero manteniéndose en la misma línea de orientación hacia el lujo. No olvidemos, que Gianni Versace compró la señorial casa Casuarina, un hermoso palacete de estilo mediterráneo ubicado en el mismo paseo marítimo de Ocean Drive. Con esta adquisición, en la década de los noventa, Versace resucitó la zona como lugar de moda internacional. Por lo tanto, probarse este traje con las huellas tan palpables del fruto del eucalipto que Vuitton impregna en sus bolsos, podría ser sin duda un acto afirmativo de distinción hacia la ciudad. Un sí a un escenario que bien podría parecer sofisticado para unos, aunque para otros sea un signo evidente de que la moda, la actualidad y lo insólito forman parte de la esfera miamense. De idéntica manera, podríamos
leer esta propuesta como una crítica social. Una instalación que banaliza el mensaje y que, como le sucedió a la marca Rolex, se falsifica y se vende a precios irrisorios por todos los pulgueros, nombre que por cierto se otorga a los mercadillos de ocasión en toda la metrópoli. Un producto fake, falso en el espanglish del lugar, que disminuye el marchamo de calidad del cual presume. El hecho además de que la impresión del tejido esté vulgarmente ampliada en las paredes de la casita de socorro, acentuaría más este “falso dorado” del producto. E1 19 de noviembre de 2006, Thomas Tancredo, representante por el partido republicano de Colorado, hizo unas declaraciones en el Word Net Daily referentes a Miami que encendieron los ánimos de sus residentes: “Look at what happened to Miami. It has become a third world country”. (Mira que ha pasado con Miami. Parece un país del tercer mundo). En un momento en que el debate del muro con México estaba en la arena política, algunos ciudadanos que viven en la frontera se dedicaron a patrullar la zona para denunciar a los inmigrantes ilegales que la cruzaban. Otros los pescaban como pargos a escasas millas de Key West. Este atuendo con fondo rojo donde en forma de graffiti aparece la frase “The Capital of Third World”, queda plasmado en la tercera propuesta que Ana Ochoa plantea para este emporio de culturas provenientes principalmente de toda Latinoamérica. ¿Qué impacto en el día a día podría producir en la selecta zona de South Beach la competencia muda entre cuerpos de adonis y vestales? ¿Cómo recibirían los residentes de los apartamentos de lujo del litoral tener que bañarse en el Atlántico protegidos por una figura y un espacio arquitectónico que reivindica los orígenes de su miseria?. A diferencia de las otras dos, esta propuesta utiliza el enunciado con el mensaje bien explícito. No hay opción a interpretar; la afirmación es clara. Determina que la pobreza y el subdesarrollo están presentes.
Incluso en la playa esta mezcla de razas e idiosincrasias se evoca con solo iniciar un paseo por el lugar. Todos los cubanos, mexicanos, haitianos, caribeños, gente de Sudamérica, afroamericanos que la habitan pasarían a formar parte de esta masa necesitada que la empujen para alcanzar el desarrollo. Evidenciarlo en el primer mundo a través de una casita de socorro muestra a la vez la denuncia del hecho. Sí… en Miami hay barrios pobres como Liberty City, Overtwon, Opa Locka Little Haiti, donde poco se diferencia de otras zonas desfavorecidas de África, América del Sur o de algunos guetos asiáticos. Ana Ochoa muestra lo omitido en la mayoría de sus fotografías y propuestas plásticas. Quizás sea este el punto central de su trabajo. Miami Beach es el Miami Beach de la postal cuando un domingo cualquiera de enero está poseído por el blanco del hotel o el azul cenital de la cristalería en los balcones. Cuando sus bañistas hojean el New York Times cubiertos con sus albornoces de impoluto algodón junto a una piscina traslúcida, o mientras una cereza marrasquino flota libre en una copa de cocktail con el martíni aún por degustar, sostenida por una modelo mulata en un anuncio publicitario a toda página en Vogue. Este es el lado conocido que atrae a un público ejecutivo y sofisticado... pero ¿qué sucede cuando la playa se retira de su principal función recreativa para ocupar otras lecturas?. ¿Quién hace posible que este espacio adquiera el sello de ciudad papier-couché?. Este es el reflejo de Suite Miami visto por una española de tierra adentro que a lo largo de su trayectoria ha vivido una parte importante de su vida cerca del mar en ciudades como Barcelona. En la famosa canción de la Oreja de Van Gogh, la Playa, una historia de nostalgia y recuerdo, el estribillo repite eterna y llanamente lo siguiente “Te voy a cantar la canción más bonita del mundo..” mientras unos peces de colores y los destellos de la infancia se funden en la arena y la voz de la cantante. Suite Miami, desde el privilegio que ofrece esta estancia donde Ana Ochoa se posiciona como deconstructora y testimonio, es una composición que narra en varias partes diferenciadas, una historia lírica y sin estridencias sobre el South Beach. Una ciudad que, al mismo tiempo que exporta sol y joie de vivre, no olvida a los que humanamente la construyen y a la vez protegen su marca poblándola de actores, eventos cotidianos y hasta casitas de socorro que se mudan de ropa desvergonzadamente para denunciar la situación social que vive este país que acaba de entrar en una nueva era hoy mismo a las doce del mediodía. God bless America. E.R.
Ana Adela Ochoa. Nace en La Rioja, España. Li-
cenciada en Periodismo, por la Universidad Autónoma de Barcelona, ciudad en la que vivió durante 14 años. Allá desarrolló su profesión tanto en el ámbito de la TV como el mundo de la docencia como profesora de comunicación, especializándose en fotoperiodismo y semiótica de la imagen. Desarrolla su carrera como artista plástica cuando se traslada a vivir a Buenos Aires, ciudad en la que residió por una década. Su trabajo cuenta con diferentes cuerpos de obra que van desde piezas tejidas, dibujos en tinta china sobre lienzo recortado en forma de pequeñas piezas escultóricas hasta la fotografía y el documental. Su último trabajo fílmico “Suite Miami”, fue seleccionado para mostrarlo dentro dentro del “Ciclo Migraciones mirando al Sur” y ha sido exhibido en los Centros Culturales de España en Miami, Guatemala, Honduras, El Salvador, Costa Rica y en la Cinemateca Nacional de México. Principalmente centra su trabajo en el tema de la ciudad, aunando el trabajo periódistico con el artístico en una simbiosis con carácter autobiográfico. Actualmente vive y reside en Miami desde hace cinco años, tiempo en el que viene desarrollando un proyecto de actuación en el espacio público de la playa de Miami Beach, estudiando, filmando el lugar y elaborando una peculiar cartografía del territorio.
Yeraldine Ordoñez. Nació en La Guaira, Venezuela.
Es graduada en Ingeniería de sistemas y computación de Florida Atlantic University. Ama interpretar el mundo a través de su lente, captando escenas urbanas en sus frecuentes viajes y observando la naturaleza, siendo una apasionada del campismo. También es administradora de bienes raíces. Activa en círculos fotográficos Miamenses, como Shootmiami.
Andrea Ackner. Nació en Bronx, New York y creció
en distintos barrios de la ciudad. Graduada en Historia de Rutgers University en New Jersey. Su medio ambiente promovió un marcado interés por la arquitectura y los matices culturales... Su afición por viajar y la fotografía le han permitido expresar ese interés a través del lente. Actualmente reside en Miami.
Cristina Villamil. Nació en La Habana. Creció en San
Juan de PR. Esencialmente autodidacta, mas asistió a talleres fotográficos en Puerto Rico y después en Miami, donde reside desde 1980. Bajo Jerry Eisner, ex miembro de Magnum Agency, se expuso a la técnica de impresión gelatina de plata. Dennis Barrie, curador del museo pionero CAC en Cincinnati, seleccionó su obra para una exposición en la Florida. Curaduría y coordinación de la colectiva Threads in the Fabric.
Michelle Sagué.
Nació en Puerto Rico. Se trasladó a Washington D.C. donde se graduó en Comunicaciones de American University y luego hizo una maestría en Idiomas y Literatura en George Mason University. Actualmente vive en Miami. Es periodista pero su pasión es la fotografía. Su más reciente serie de fotos explora asuntos de género y representación cultural a través de las vidrieras de tiendas en diferentes comunidades.
Los hilos de una tela: Entretejiendo ciudades Cristina Villamil
La noción del arte hoy en día es tan amplia y nuestra percepción del mundo tan íntima, que la fotografía de viajes se ha convertido en una forma de reflexión . Un fotógrafo capta la extrañeza de nuevos lugares y va formando un paisaje interno, propio y singular. “Los hilos de una tela: Entretejiendo ciudades” une el trabajo de cuatro fotógrafas cuyas imágenes abarcan, co-habitan y pululan entre la objetividad de típicos escenarios citadinos hasta lo poéticamente expresivo. Praga, San Francisco, Shangai, Berlín, Chicago, Boston y Miami, sorprendentemente acogidas entre sí. Detalles a través de una ventana, bailarines en el salón de un hotel…Un hombre en el centro esperando su oportunidad, el misterio de una plaza vacía-cada imágen formando parte de una gran composición, collage citadino; cada artista fungiendo como instrumento tejedor, ligando la esencia de cada lugar, entrelazando hilos de experiencia personal y curiosidad artística. En la vena del fotógrafo contemporáneo André Kertész y del historiador urbano Eugène Atget, las artistas en “Los hilos de una tela” son a su vez testigos e intérpretes del sujeto y la ubicación. Mientras enfocan situaciones y espacios cotidianos, entienden que lo captado irá revelando gradualmente su vida propia a la mirada del observador. En sí, los acontecimientos humanos que transpiran en estas esferas y la presencia de lo ausente, cobran mayor relevancia que sus características físicas.
Fotografías de Yeraldine Ordoñez.
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Fotografías de Michelle Sagu.
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Ciudad bajo bruma, de Andrea Ackner.
Ni単o capucha, de Cristina Villamil. Pared Graffitti, de Andrea Ackner.
Ni単o capucha de lejos, de Cristina Villamil.
Pedro Vizcaíno 72
El arte de Pedro Vizcaíno le imprime vida a vehículos, armas, bombillas, estrellas… Lo consigue fusionándolos con animales o seres humanos para generar lo que por momentos pueden ser figuraciones o artefactos divertidos pero que en verdad pretenden ser reflejos estridentes y escabrosos de los retorcimientos del Poder. Sus dibujos muestran una indisimulada filiación con las tendencias del Art Brut, el action painting, el cartoon y el graffiti callejero. Sin embargo, es la experiencia tomada directamente de la circunstancia urbana lo que el artista canaliza para concretar su visión del mundo contemporáneo: un panorama desbocado y al borde del colapso. El trabajo más temprano que le he visto a Vizcaíno –datado en 1998, poco después de que iniciara la serie que ha desarrollado continuamente desde entonces – incluía un vehículo motorizado con un trapeador a manera de cabellera y unos abultados genitales masculinos. Recuerdo que el control remoto apenas podía regularlo, hasta el punto de que el aparato salía disparado en torno a la habitación sin que representara peligro en sí, aunque no por eso dejaba de recrearlo. Algunas de las obras de este período inicial de su estancia en Miami, serían elaboradas utilizando como soporte el poliestireno que se emplea en los embalajes y cuya forma conservaba el bajo relieve de las piezas de una máquina, trasladando la textura de los componentes mecanizados a la obra de arte. La elección de este material era, en cierto modo, obligado por la necesidad. Era el propicio en una etapa en que Vizcaíno contaba con escasos recursos, a la vez que representaba una opción estética orientada a reforzar el concepto de la obra. Entre el discurso de Vizcaíno y su método se nota una perfecta afinidad: un vigoroso despliegue –por momentos, violento—de pura energía. Imágenes como de bombas que estallan en trazos irregulares de resplandecientes colores. Pigmentos brillantes y acciones cargadas de tensión conforman el ámbito de una obra, que aderezada con sus taxis de conductores invisibles y armas en manos de pandilleros sin rostro, se deconstruyen en líneas que eclosionan con energía centrífuga. Por momentos, es solo el borde a escuadra de la superficie pictórica lo que establece el límite de control. Sus imágenes metamorfosean e hibridan animal, ser humano y máquina para crear perturbadores cyborgs. Dicha transformación tiene su precedente histórico en los inicios del arte como incipiente registro visual, cuando el individuo intentaba ejercer el control sobre el mundo exterior o corporizar el miedo dentro de sí proveniente de las amenazas de ese entorno. En los anales remotos de la religión, la mitología y el arte de la imaginería hallamos transformaciones de objetos inanimados para insuflarle vida a criaturas, de un animal a otro y viceversa. Los cazadores pintaban en las paredes del Paleolítico las cabezas de los animales que capturaban. Los bronces de la Dinastía Shang cimbreaban con mutaciones proteicas: de sus dragones brotan alas que llevan imágenes de tigre y colas que derivan en patrones de pura arquitectura. La máscara de gato de Perú se transmuta en serpientes simétricamente dispuestas. Todo el panteón tibetano está habitado por seres que pueden ser humanos, animales o dioses. Las Hopi Kachinas son deidades que imitan o, según los Hopi, poseen a los participantes en las danzas ceremoniales, ya sea en forma humana o animal. Y estas Hopi Kachinas se han instrumentado como muñecas inanimadas que cumplen una función educativa, al instruir a las generaciones venideras sobre las experiencias vitales con tan solo su presencia en el hogar. Luis Jiménez, el conocido escultor de enormes piezas de fibra de vidrio policromada, logró representar una figura femenina en contacto sexual con un auto. Transformaciones así posibilitan al ser humano apropiarse, aunque sea sólo temporalmente, de las cualidades de un animal o de las características de un objeto. Y los objetos asumen ciertas predisposiciones del comportamiento humano: la intencionalidad que puede involucrar malicia y las motivaciones que pueden ser destructivas. El ser humano no está lejos de su antepasado irracional, una condición que con
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Taxi-Escorpión, de Pedro Vizcaíno. a la historia sino a su visión personal. Vizcaíno, por su parte, resulta ser una especie de juglar para sus coetáneos, haciendo crónica a través de una pintura inteligente y de incuestionable poética, acerca de una contemporaneidad feroz, violenta y caótica. En el 2009, Vizcaíno comienza a trabajar su serie de Gangueros. Las noticias procedentes de la frontera con México que no fueron más que la vía para mostrarnos que la violencia estaba a la vuelta de la esquina, y que nosotros podíamos estar doblando en esa esquina; los pandilleros que controlaban el contrabando de drogas y que sobrepasaban a la policía en poderío bélico, no solamente en México por cierto; el rol que juega Miami como puerto de entrada a los Estados Unidos de todo tipo de comercio ilegal que hace de la violencia una presencia palpable en sus calles; y el tráfico miamense, nutrido con algunos de los conductores más dementes provenientes de todas partes del planeta, deben haber inspirado –
Marilyn Zeitlin
frecuencia aflora mediante un comportamiento infantil o cuando el instinto animal rebasa ese delgado cascarón que es la racionalidad -donde se ha resguardado sociedad e individuo bajo una apariencia de control- para entonces convertirse en conducta criminal. Vizcaíno refleja, con su obra, el aspecto exterior de lo que es un conflicto interno. Los impulsos antagónicos entre razón e instinto están encapsulados en las figuras mitológicas del grifo, el centauro, o de Cat Woman. El asalto al papel o al lienzo de Vizcaíno, crayón en mano, se aproxima a la gestualidad de Karel Appel, el miembro de CoBrA que fuera el action painter por excelencia. Appel, también hibridaba la identidad animal con la humana y tampoco le amilanaba representar los espantos de su época. Vivió la Segunda Guerra Mundial en Europa y contempló de cerca los horrores de la confrontación, sobre todo en las vejaciones, las torturas y los genocidios cometidos por la barbarie nazi. Pero sus imágenes no responden
Pedro Vizcaíno visual y auditivamente- las inquietudes socioestéticas de Vizcaíno. De hecho, las obras de esta serie rechinan, chillan, gruñen, rugen, o se convierten en parodia En la impactante secuencia que Vizcaíno ha bautizado como Black Paintings (Pinturas Negras), se percibe el tributo al legado de Goya. Las oscuras imágenes de los animales entrañan algo de figura humana. La recurrente bombilla incandescente asociada con alguna criatura truculenta condensa la repercusión que provoca en el mundo de Vizcaíno la violencia de guerras de concepción más tecnológica. Ya precisamente con ese valor alegórico la bombilla había sido colocada por Picasso al centro del Guernica, la obra icono sobre la destrucción masiva de la ciudad vasca al norte de España. Y es sobre este tipo de violencia sofisticada –sea en nuestras calles, en la televisión, en Times Square, en Islamabad, o en nuestras ideas- sobre la que Vizcaíno se pronuncia. El sonido es un elemento implícito en dichas obras. Nosotros, al final, lo concretaremos en nuestra mente con esa capacidad de ficción que ya revelara en su momento Marshall Mc Luhan, el conocido teórico de la comunicación. El ruido subliminal corre como una banda sonora beligerante donde pugnan voces monótonas superponiéndose unas a otras, compitiendo con los comerciales y la música barata. Algunos de sus trabajos son de gran formato, porque Vizcaíno está consciente de que la superficie pequeña no puede incluir todo y, porque además, le da pie al pleno intercambio con los Expresionistas Abstractos a quienes le une numerosas ideas en común, logrando certeramente que nuestro campo visual se identifique de inmediato con el mundo interior del artista. Varias de estas obras gigantes constituyen también sus más logradas piezas. En ellas, el color se torna irresistible, con azules que nos atrapan y compensan el esfuerzo muscular de la ejecución. Su figuración hace historia en la ciencia ficción, comparándose con héroes y anti-héroes clásicos del género, tanto en escala titánica como en sentido apocalíptico. Hasta las imágenes más inertes de Vizcaíno, sugieren movimiento. Las figuras que ocupan el centro de sus pinturas se enroscan cual resortes, generando tensión y una sensación de retracción inmanente. El artista utiliza la onomatopeya BANG! para enfatizar algunas de sus imágenes con una palabra que vincule la obra con la manera en que en la fantasía
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infantil se representa la fuerza y la energía. Con un Bang!, una figura con cabeza de lagarto tratará de cazar a coletazos, insinuando con la acción una de estas explosiones. Mientras tanto, la bombilla funcionará como un genital que pende. Estas recreaciones del imaginario evocan los dibujos animados o historietas donde se muestran las persecuciones entre personajes, saltando desde precipicios para poder escapar. Las imágenes de Vizcaíno rememoran mis visiones de insomnio, viñetas que viajan desde el entretenimiento hasta llegar a irritar e, incluso, inspirar pavor. Vizcaíno, de origen cubano, nació en La Habana en 1966. Fue uno de los ocho integrantes del renombrado colectivo Arte Calle, una de las excepcionales “guerrillas” de arte alternativo de los ochenta, la cual sobreviviría brevemente entre 1986 y 1988. Salió de Cuba en 1988, vía México, radicándose en Miami en 1992. No circunscribe su obra a contexto histórico o social determinado. Su cosecha no es solo talentosa, sino que puede calificarse como imprescindible. Sus piezas son testimonio de una globalización que no solo abarca a los mercados, sino también a la miseria y la violencia, y los monstruos pictóricos a los que apela dicen bastante de las tentaciones que la globalización también universaliza. En la superficie de sus obras, la codicia queda al desnudo entre anatomías o En Ganguero 6, diminutos iPOd y TV aparentan formar parte del centro dorsal de la criatura. Los mismos añaden sus antenas enlazando la figura a un insecto gigantesco a la manera de los sistemas de comunicación, simbolizando lo trivial, frívolo y contradictorio de la tecnología. Y aún más, la obsesión infantiloide hacia estos avances en el uso popular. Otra posible lectura de la imagen nos remite a un perfil de techo, es decir, al dorso de la bestia erizado de televisores, absorbiendo información proveniente del cielo. Dicha información –o su distorsión- inunda hogares y calles, retumba hacia fuera desde la radio de los autos al pasar y resuena en nuestra cabeza como una letanía que no cesa armas que defienden y amenazan simultáneamente. Taxis que corren frenéticamente y gángsters mostrando dientes que se deslizan armados en medio de la noche oscura sin que puedan ser asociados a un sitio específico. No hace falta. Ellos son parte de cualquier plaza en el mundo.
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Ganguero entrando en la banda de fotones, de Pedro Vizcaíno.
Gang, de Pedro Vizcaíno.
grupo CoBrA, Joel Peter Witkin, los atistas españoles Francesc Torres y Jordi Teixidor; los cubanos Alex Arrechea, Pedro Alvarez, José A. Toirac, Los Carpinteros, Alfredo Manzo, y muchos otros, y los brasileños José Bechara, Oscar Oiwa, Palazyan Rosana, y Tiago Carneiro da Cunha. Ha publicado en Tema Celeste, Arte al Día, Milenio Diario de Cine, Después de todo, Dardo y en muchos catálogos. Actualmente está escribiendo sobre el artista indio Siri Devi Khandavilli y sobre el grabado mexicano de la década de 1970 hasta el presente. Vive y trabaja en Phoenix, Arizona.
Marilyn Zeitlin
Escritora y curadora. Se desempeñó como jefa de la curaduría del Museo de Arte Contemporáneo de Houston, Texas y como directora y jefa de curaduría de la Arizona State University Art Museum, Tempe, Arizona. Fue Comisionado de los Estados Unidos en la Bienal de Venecia de 1995 presentando de Bill Viola: Buried Secrets. Escribe sobre el arte contemporáneo, con énfasis en obras que abordan temas sociales, incluyendo los escritos sobre la obra de John Ahearn y Rigoberto Torres, Danh Binh, Gordon Cheung, Applebroog Ida, Sue Coe, los artistas del
Marilyn Zeitlin.
Karla Turcios Karla Turcios.
Nació en Tegucigalpa, Honduras, y estudió un BFA en medios de comunicación electrónicos en el Carnegie Mellon University, donde recibió varias becas, incluyendo la de la Fundación Heinz Vira, para analizar el impacto cultural de Internet de los hispanos en EE.UU. y América Latina. Recientemente, ha expuesto en FotoWeek DC, Centro Cultural de España en Miami, y la OEA, Museo de Arte de las Américas en Washington, DC.
Esqueletos
de información comercial
SF, de Karla Turcios.
Showgirls, de Karla Turcios.
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¿Qué pasa cuando un discurso queda desprendido porqué nada lo sostiene?: el orador muestra su ridículo y la audiencia, protesta con la sorpresa del gesto. Así son los anuncios sin palabras ni imágenes – …o en ocasiones, si afloran, lo hacen con el deterioro que provoca el tiempo sobre ellas- que vemos por decenas en muchas de las calles y avenidas de MiamiDade. Son oraciones blancas o semi-rotas que sólo las sonstiene la página del metal oxidado o las astillas de plástico. Como si fueran cuadernos expuesto que hubieran sido violados por la memoria de la lluvía o el aire del tròpico. Karla Turcios, en su trayectoria de investigadora urbana, y muy inquieta por la sociología que provocan los objetos con respecto al ciudadano, hace una muestra nada decadente y muy objetiva del deterioro de estos “faros de luz comercial” que una vez fueron el único sustento de información, antes de desaparecer por el abandono. Con una irónía en su puesta en escena a partir de ubicar un azul radiante, espléndio, y celestial en los fondos, pareciera que quisiese mostrarnos otra lectura que no fuese la del simple contraste en blanco y negro que tan acostumbrados nos tiene la fotografía sustraída de los países del tercer mundo. Como piezas desnudas ante la historia, estos momunentos “vivos”, en el fondo hablan - más que omitir- sobre la otra cara del paisaje metropolitano que percibimos día a día en nuestro territorio. E.R.
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Homestead, de Karla Turcios.
Calle 8, de Karla Turcios.
Lourdes de la Riva. Guatemala, 1955.
Exposiciones: 5 individuales, Guatemala, 2010, 2008, 2006 y 2000, EEUU 2003, Colectivas 49, Guatemala, EEUU, España, Chile, Brasil, Italia. Representa a Guatemala en UNESCO Francia, 1998, y las bienales del Istmo Centroamericano Costa Rica 2000, Panama 2004. Premios 5, en la Bienal de Guatemala 2010, 2004, 2002, 2000. Mención Especial en la I Trienal del Caribe, Santo Domingo, 2010. Web. http://www.lourdesdelariva.com/ Blog. http://lourdesdelariva.tumblr.com/
Horizonte
Lourdes de la Riva
2010.
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Trabajo de Lourdes de la Riva La búsqueda de respuestas en la naturaleza y la relación del individuo con su entorno son dos constantes que atraviesan todo el trabajo de Lourdes de la Riva. Alternando sus investigaciones sobre el individuo los contextos natural y urbano/artificial, de la Riva llega ahora a un momento de exploración sobre la ilación entre estos dos a través de la mano productiva y el efecto muchas veces destructivo del ser humano. Los espacios que ocupan la naturaleza y el entorno construido (tanto físico-geográficamente como en el imaginario social y cultural), dejan de estar bien delimitados por una especie de acuerdo tácito para entrar en una etapa de conflicto, de guerra de baja intensidad en la que cada uno busca ganar territorio y expandirse sobre el otro. La ciudad crece descontroladamente sobre barrancos, montañas y áreas anteriormente cubiertas por densas capas de vegetación y sus ecosistemas. La naturaleza, por su parte, lucha por recuperar lo que le pertenece destruyendo construcciones, provocado hundimientos, reclamando espacio y soberanía. Así, desde sus primeros trabajos, el contexto se ha configurado como la más profunda preocupación de esta artista que, a través de técnicas heterogéneas e investigaciones constantes, nos ha sabido hablar de mundos en tensión. Horizonte, una muestra del trabajo reciente de la artista, sintetiza una de las dicotomías de la sociedad moderna en cuanto al medio ambiente se refiere pues no es la idealización de la naturaleza o, por el contrario, la exacerbación del progreso sino precisamente el equilibro entre las dos posturas lo que ocupa su atención. Por un lado, la poesía inherente a lo natural, el idilio del campo y del paisaje así como sus infinitas posibilidades de metáfora y significación. Por otro, la pugna de la que hablábamos antes: la lucha de la naturaleza por llevar al mundo a su estado primigenio y la destrucción como parte intrínseca del ciclo de la vida y también del proceso creativo. En la mayoría de obras que conforman la muestra nos encontramos con una manera lógica y coherente de entender y representar esa contradicción: la artista busca, en restos de casas y cons-
Emiliano Valdés.
Es arquitecto y curador; actualmente se desempeña como Responsable del área de artes visuales del Centro Cultural de España en Guatemala. Ha trabajado como en gestión y producción de arte contemporáneo (Museo Nacional Centro de Arte reina Sofía, Madrid, España), así como en el ámbito editorial (Contemporary Magazines, Londres, Reino Unido), siempre vinculado al arte contemporáneo. Entre sus últimas exposiciones se encuentran: ‘Hacer la historia’, ‘Campo&ciudad’, y ¡Progreso!’ (Centro Cultural de España en Guatemala, Ciudad de Guatemala, 2010), ‘Luis Camnitzer: Ideas para Instalar’ (En el CFCE, Antigua Guatemala, Noviembre 2009), ‘Pintura: El proyecto incompleto’ (En el CFCE, Antigua Guatemala, Abril 2009). Fue curador de la XVII edición de la Bienal de Arte Paiz (2010) y es Director artístico de Foto30, el mes de la fotografía en Guatemala.
Por otro lado, imágenes abstraídas y manipuladas de magueyes dan lugar a paisajes de otro tipo: más indómitos, menos familiares aunque paradójicamente más cercanos al elemento que les da origen: la naturaleza misma. Esos elementos vegetales, parte del entorno cotidiano de la artista, también se extrapolan para convertirse no sólo en contexto sino en universo, en espacio que contiene todo y en el que la vida vuelve a ser posible. Además, un video interpreta la idea de límite y horizonte a través de tres recorridos distintos. En él se habla del pasaje de un lugar a otro, de la transición de lo natural a lo artificial (y viceversa), de la creación y también de la vida. Todas estas indagaciones, desde la forma y la imagen, confluyen en el horizonte sensible, una adaptación de la línea que separa cielo y tierra pero que está determinada por el paisaje local, por el contexto. Es ese límite, el que también simboliza la separación entre los mundos a los que toda la serie hace referencia, el que une cielo y tierra, natura y artificial, ficción y realidad. Es sobre esa división, real y metafórica, que esta exposición propone meditar. Y a través de su recorrido que entendemos la relación del ser humano (y de la artista) con la natural y lo artificial, con el punto de encuentro entre los dos mundos. Emiliano Valdés Marzo/2010
Emiliano Valdés
trucciones vinculadas a su vida y su historia, vestigios pero también posibilidades no sólo de belleza sino de todo aquello que las estructuras mismas impiden: naturaleza, paisaje, vida y creación natural. Es precisamente a través de un proceso inversamente análogo al que se lleva a cabo “naturalmente”, que de la Riva devuelve a la naturaleza el espacio que le ha sido usurpado. Pero esta búsqueda resulta también en una reflexión sobre los ciclos y los procesos creativos: de los escombros surge la vida, aunque sea en apariencia. Los perfectos paisajes compuestos por grietas, manchas y deterioro, y que algunas veces recuerdan los ukiyo-e y otras el paisajismo del siglo XVIII, son un último intento por buscar belleza en el deterioro y hacer de las ruinas de lo concreto, un nuevo entorno, un nuevo hogar.
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Este es un Libro de Artista que se apoya en el concepto de múltiple democrático y de la utilización de modernos métodos de edición, impresión, publicación y comercialización tomando como inspiración la obra “Twentysix Gasoline Stations” de E. Ruscha. Empecé a gestar la idea de hacer este libro observando en mi recorrido cotidiano (supermercado, trabajo, colegio de mis hijos) estas casillas que están prácticamente en cada esquina formando parte de la geografía urbana. En el 2005 comencé a fotografiarlas. En un principio me llamó mucho la atención la manera en que los guardias se apropiaban de estos espacios y los hacían habitables y cómo estas casillas se mimetizaban con el barrio en el color de sus paredes, en la disposición de sus pequeños jardines, en los materiales con que estaban construidas, incluso en sus estilos arquitectónicos. A medida en que iba avanzando la investigación y empecé a relacionar los años en que fueron instaladas, desde la actualidad hasta 1970, me sorprendió que había una estrecha relación entre los acontecimientos del país y el incremento de la pobreza y la delincuencia y la proliferación de las casillas. Finalmente, al fotografiar a modo de retrato estos espacios habitables, siento que el problema no es solamente el aumento de la inseguridad sino el aspecto naif de las casillas en relación el motivo de su existencia generando así una doble lectura.
VICTORIA BIANCHETTI Vive y trabaja en San Isidro, Buenos Aires. Trabaja con fotografía, dibujo, grabado, video y Libro de Artista. También ejerce la docencia en el Instituto Universitario Nacional de Arte (IUNA) y Dicta seminarios /taller sobre Libro de Artista como expresión contemporánea. Integrante del grupo ABC Artists’Books Cooperative (http://abcoop.wordpress.com) y del grupo Instantes Gráficos. 2009: Premiada en el Salón Nacional de Artes Visuales (Mención) 2010:Invitada a la
Mas info: http://bianchettivictoria.blogspot.com exposición “La vida desatenta”, España. Coordina muestra de libros de Artista en la galería Original Múltiple y en ESSARP en el marco del Encuentro Internacional en red de Libro de Artista. Invitada a exponer inidvidulamente en Special Collection Room, Bower Ashton Library. Artist´s Books. University of West England , UK. Publicaciones: “Indagaciones en torno a el Libro Objeto” revista Ramona nº 46. Sus obras se encuentran en colecciones privadas en Inglaterra, Alemania, Holanda y Argentina.
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