Nagari#3 Ceci n'est pas Mexique

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Miami Una revista de creación $ 7.00 / € 5.00

Péndulo: Kary Cerda, Joseph Wilson, Jesús Alberto (Tinito) Díaz Holarasca: Alberto Chimal, Yuri Herrera, René Rodríguez Soriano Texto y Ensa(ñ)o: José Antonio Navarrete, Mauricio Montiel Figueiras Visuales: Joaquín González Lourdes Grobet, Luis Kerch




Staff

Sumario

Fundadoras

4/15 Péndulo

Lidia Elena Caraballo Alejandra Ferrazza Directora

Alejandra Ferrazza alejandraferrazza@nagarimagazine.com Editor de Contenidos

Eduard Reboll eduardreboll@nagarimagazine.com Directora de Marketing y Publicidad

Gloria MiládelaRoca gloriamiladelaroca@nagarimagazine.com Director de Publicaciones Digitales

Omar Villasana Cardoza omarvillasana@nagarimagazine.com Director de impresión

Roger Silverio rogersilverio@nagarimagazine.com Diseño Gráfico y Diagramación de la Edición Impresa

Elisa Orozco m_elisao@yahoo.com.mx

Pedro Poitevin Luis Manuel Pérez Boitel Víctor Jiménez Lianetta Perello Joseph Wilson Tinito Díaz

16/23 Holarasca

Teresa Cifuentes Plá Alexandra Ramos René Rodríguez Soriano Lidia Elena Caraballo Juan Javier Hernández Ana Kika López

30/37 Entrevistas

122/141 Texto Y Ensa(Ñ)0

24/29 Anfibios

Alina Interián Diego Fonseca

39/47 Péndulo Maya Lima Camilo Ayub Barquet Alejandra Vergara Ruben Manuel Rivera Calderón Kary Cerda

© Todos los derechos reservados sobre la presente edición: Editorial SETRA, 2013 Dirección: PO BOX 430332, South Miami, FL 33243 proyectrosetra@gmail.com La revista Nagari es propiedad de la organización sin fines de lucro Proyecto Setra, Inc. Queda prohibida la reproducción del contenido de esta publicación. Los editores no son responsables por las opiniones vertidas por los autores, colaboradores, entrevistados, las notas firmadas y el contenido de los mensajes publicitarios. ISSN 2153-1803

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98/103 Reseñas Agustín Fest Omar Villasana Ángels Martínez 104/121 Visuales Lourdes Grobet Elizabeth De Jesús Espinoza Natalia Reparaz Gilberto Cantellano Luis Kerch

38/121 Ceci n’est pas Mexique

Portada Blue Demon de Lourdes Grobet

81/97 Texto Y Ensa(Ñ)0 Marco Antonio Cerdio Roussell Mauricio Montiel Eduard Reboll Elisabeth Suárez

48/62 Holarasca Alberto Chimal Yuri Herrera Agustín Fest Patricia Juárez Omar Villasana 63/65 Anfibios Elsa J Varela Arturo Accio Sandra Hernández 66/80 Entrevistas Lourdes Grobet Alberto Chimal Yuri Herrera Arturo Morell

Crónicas de Sam no es mi tío Víctor Puertodán Jose Antonio Navarrete

142/150 Reseñas Omar Villasana Ángels Martínez Eduard Reboll

152 Artistas que ilustran este número de Nagari Blanca Beatriz Caraballo, Edgar (Nano) Sánchez, Eumelia Castro, José Tonito Rodríguez, Juan Javier Hernández, Leda Almar e Isabel Muñoz.

152/182 Visuales

Joaquín González Pablo Monteagudo Luján Candria Rafael López Ramos Guillermo Portieles Natasha Perdomo Raúl Cañibano Taka Maruno Edgan Nano Sánchez


Editorial

Imaginar el pasado, recordar el futuro Carlos Fuentes Nuevo Tiempo Mexicano

En 1938 André Bretón visitó México y cuenta la leyenda que el poeta lo calificó como un país “surrealista.” Más allá de la anécdota y a 70 años de distancia, México es un territorio de contrastes donde lo “mágico” puede confundirse con la miseria. En esta entrega de Nagari hemos decidido incluir una serie de trabajos que exploren desde las artes visuales y la literatura las muchas aristas y epxresiones de esta nación. Sin abandonar al mismo tiempo nuestro proyecto multicultural donde también presentamos trabajos libres en nuestras distintas secciones de poesía, ficción, ensayo y artes plásticas. Es así que dentro de las obras incluidas encontramos los relatos “Pueblos del Mundo” del escritor Alberto Chimal (que escapan de una fácil clasificación y cuyo autor denomina literatura de imaginación), “Cadena de Favores” (como sátira política social) de Agustín Fest. La poesía de Maya Lima con influencia prehispánica, la de denuncia como Las Maldecidas de Kary Cerda o la crónica sobre el viaje que hacen aquellos que buscan el sueño americano en el texto “La Bestia… no deja rastros” de Elisabeth Suárez con imágenes de la reconocida fotógrafa española Isabel Muñoz, además de la obra de Lourdes Grobet quien por décadas retrató el Pancracio Mexicano y el Teatro Campesino. Pero la mirada sobre México no se limita a los artistas de este país, en el monográfico encontramos textos de Eduard Reboll que nos habla sobre el México retratado en Cine y el que ha sido “importado” a un Tianguis en el Sur de la Florida o bien la Obra Plástica de Natalia Reparáz y de Edgar (Nano) Sánchez. Hoy día cuando aparentemente la idea de identidad nacional va cayendo en desuso el escritor mexicano Yuri Herrera nos señala con acierto “debemos de tener claro, que son construcciones culturales y que no pueden ser rígidas, que no pueden quedarse estáticas porque invariablemente irán detrás de los acontecimientos.” Parafraseando la obra de René Magritte en su traición de las imágenes “Ceci n’est pas un pipe” (esto no es una pipa) y dado que ninguna publicación será capaz de englobar país alguno hacemos un guiño y bautizamos la presente entrega como “Ceci n’est pas Mexique (ESTO [no] ES MEXICO)” que sea el lector quien emita el juicio al respecto.

Nagari #3

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Péndulo

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Elizabeth de Jesús Espinosa Fosforecencia 100 x 80 cm, óleo sobre tela 2008


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Pedro Poitevin

Pedro Poitevin es lógico matemático y profesor universitario en Salem State University, Massachusetts. Sus poemas en español han aparecido en Letras Libres y Revista Picnic y sus poemas en inglés han aparecido en Everyday Genius y Boston Literary Magazine, entre otras publicaciones. @poitevin

Caos – Quince minutos antes de la una, un auto blanco sale de la nada y frena. Una pistola. Un hombre tira del gatillo, y alcanzo a ver la mano del maître d’ que se alza arriba; el vino fluye muy lentamente por el suelo. – Los sábados de primavera suelo ir a desayunar como a la una. Es un buen restaurante, sirven vino y gordas omelettes. Y bueno, nada, llego y el maître d’ me da la mano y oigo que un hombre afuera grita “¡tira!” – Yo nunca voy ahí: siempre hay la tira de gente ricachona y hasta el suelo parece ser de plata. Veo la mano pequeña del reloj: es ya la una pasada. “Voy camino de la nada”, me digo. Y noto que la nada vino. – Oigo “me gusta el vino porque el vino es bueno” mientras leo la nueva tira de un tal Bernardo Erlich. No está nada mal, ¿eh? ¿Y qué te digo? No, no suelo ir por ahí. De pronto silba una camionetilla azul y veo la mano. – Esos culeros son la mierda, mano. Era por mí que aquel picop gris vino. Cierto que debo más o menos una fortuna. Los oí. “Llegó la tira” pensé, pero alcancé a tirarme al suelo y se largó el picop como si nada. El mundo gira, solo gira, y nada está en reposo. A veces una mano tensa protesta y se derrumba al suelo con todo y la botella. Luego el vino vertido se desliza en una tira, se mezcla con la sangre, y da la una. Nos une una visión, nada más una: una mano fugaz, un solo vino, y una tira de sangre sobre el suelo.

Leda Almar De la serie Cielos rojos


Leda Almar De la serie Cielos rojos

En el jardín El cielo entre los hilos de los arces absorbe los colores del otoño. A veces viene el viento a desprender un puño de hojas secas que dibujan trayectorias distintas rumbo al suelo. El ritmo de los pasos del prodigio lo marca la hojarasca con crujidos que quieren parecer susurros de asma. Las copas de los arces son los bronquios de un pulmón que envejece con el día, y pienso en mis parientes Arce vivos y en los pulmones del poeta muerto, aun cuando no muy lejos tengo a mi hijo, quien con ese su eslalon, esas fintas, me lanza en direcciones encontradas, y luego, un par de pasos frente a mí, hace que el pie derecho apenas roce la parte superior de la pelota, y –vuelta de hoja– gira sin perder el equilibrio, exhala, planta el pie derecho, y con la suela del zapato izquierdo, arrastra suave su primera roulette en el estilo de Zidane. Él y yo celebramos, pero escucho el ronquido del asma, casi mudo, y sé que llega el tiempo del silbato. Me rindo, por supuesto, y que perdonen mis parientes –los vivos y los muertos– que ya no piense en ellos de momento, pero los altos arces de mi casa, las hojas amarillas en el suelo, y mi retoño futbolista y yo estamos ocupados respirando. Leda Almar De la serie Cielos rojos

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Vida de poeta Et je m ´ en vais/ Au vent mauvais Qui m ´ emporte/ Decà, delà, Pareil à la/ Feuille morte. Paul Verlaine

recordando el Boulevard Saint-Michel, la tarde se perdía. después de apostar por el otoño próximo. Verlaine cubría el banquillo húmedo frente al bar donde los poetas pierden sus anhelos, quizás. cruzamos unas palabras para distinguir el órfico enigma. y nada nos pareció tan práctico como aquel hombre que nos invocaba al poeta. tenía cierto orgullo por la música que provenía de los bares de costumbres. allí pasamos la noche. la incierta morada fue un lujo y el desconocido nos auguró salvarnos. tenía un papel en sus manos, que repasaba como algo necesario. la luz de aquel paraje, por ejemplo, delataba al poema que no pudo ser diferente. Verlaine a esta misma hora estaría por aquí, con sus sombrero, y la sombra fantasmagórica de Rimbaud. ellos tenían una conversación a orillas de aquel refugio. no me asombré. así es la vida de poeta. y me voy –igual que Verlaine – con el viento malo, que me lleva, aquí, allá, semejante a la hoja muerta.

Luis Manuel Pérez Boitel

Luis Manuel Pérez Boitel. Escritor cubano, residente en su país, con 19 poemarios publicados en diferentes países. Ganador de varios premios internacionales, entre ellos, el Casa de las Américas en el 2002 con el poemario Aún nos pertenece el otoño, y de los Juegos Florales de Tegucigalpa en su segunda edición con el poemario Hay quien se despide en la arena. boitel@cenit.cult.cu


Carta de amor del rey Tut-Ank-Amen a Dulce María Loynaz no es que resulten extrañas estas palabras mías, distantes como la más preciada tarde del Nilo, para cubrir tu hierático paso y vencer esta muerte probable entre diademas y sicomoros. lo cierto es que en aquella columnita de marfil donde descifraste mis dibujos sobre el otoño, yo existía gracias a tu plegaria sobre la ciudad de Menfis y sobre el sarcófago que protegía mi adolescencia y mis más preciados jeroglíficos, porque encontraba en tu aparente penumbra esa luz dispuesta en estos ojos cansados a través de tres mil novecientos años que ahora yo te ofreciera para el arcángel albísimo que eres un domingo de resurrección. quizás, dudaras de estas palabras que corroboran mi otra muerte, el silencio de estos pabellones que yo abandonara para salir a tu encuentro. no es que resulten extrañas estas palabras, que ya estaban escritas desde mucho antes, incluso antes de tu llegada, que Isis me había mostrado en el estival año. ah, Dulce María, parece que tu Isla cubre tu pecho como estos juguetes de oro y lapislázuli que adornan el sacrificio. déjame, desde esta columnita tenerte dentro de mi tiempo como aquellos que entregaron su vida, jóvenes como yo, arqueros como yo, en una clara tarde del Egipto. enséñame, el Ave María para repetir lo que tus ojos retienen y yo no sea más el lado más frío de la muerte, el lado más frío de la vida, para que me duermas como un niño distante de su madre y su país. hubiera dejado si me lo pidieras, Dulce María, estos monolitos para la gente que no logró comprender que tuve miedo de esas auroras milenarias, del país ante la muerte y que nunca quise ser un rey, en estos diecinueve años que todavía envuelven mis cenizas ante los arenales del desierto y la prontitud del otoño. mírame, y no sientas pena por la frialdad que atesora un lugar como este, llévame contigo a los campos, al extraño azul de tu Isla, llena de benjamines y lirios. ahora que has desempolvado mi corazón, en aquel sarcófago de mármol negro donde dormía mi muerte, bajo el candil de infinitas lunas y el perfume delicado de mis dioses. ven Dulce María, en esta bendita tarde del Nilo y arráncame como si fuera yo tu más preciada flor del jardín. invoca a Isis para el regreso y si no logras con tu ávido empeño sacarme de este carro de marfil toma mi nombre simplemente para encontrarte entre la multitud, al pie de tu Isla tropical, para volver a tener como lo habías prometido, el más dulce, el más breve de tus poemas.

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Filo En esta tarde soporífera comienzo una aventura itinerante sin salir de casa. Atormentado, porque me falta un cigarrillo, he querido hablar con las paredes de mi deseo de viajar por este mundo. Antes que la noche me castigue con sus preguntas, le pido a la tarde que no todo se hunda bajo esta falsa sensación de libertad porque es hoy jueves y siento miedo. Tengo miedo del silencio y del camino con destino. Siento miedo de la quietud infinita y de la lluvia puntual de marzo. En estos días sin retorno respiro profundo…y me olvido de las montañas de Chechenia.

I. Un hombre lleva la certeza en un bolsillo como quien espera con dudoso tejer palabras en el olvido.

IV. Entender el mundo sin los dioses Nunca ver películas de Hollywood No creer en los mástiles Caminar con cuidado entre fisuras.

La Theater 2010 Conner Private Collection

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Víctor Jiménez

Víctor Jiménez nació en Ciudad de La Habana, Cuba el 15 de abril de 1965. Es cineasta independiente, productor de televisión y escritor. Graduado en Producción de Cine y Televisión en Miami. En el campo audiovisual ha realizado publicidad, cortometrajes y documentales, algunos de ellos premiados en Festivales Internacionales. Actualmente reside en Miami y trabaja para el Centro Creativo de Promociones de la Cadena NBCUniversal donde se desempeña como director, escritor, productor y editor. Ha publicado el poemario Siete Ciudades (Red- Ediciones S.L Barcelona, 2012) Tiene listos dos poemarios inéditos, ILUSORIUM y Golpe de Mar. victor.jimenez@nbcuni.com


Lianetta Perello. La Habana, Cuba (1974). Graduada de Diseño de Interior, actriz, columnista

Lianetta Perello

independiente, escritora y poeta. Desarrolla una inclinación por las letras y la fotografía a temprana edad.

Cantidad impresionante de “Él” Llevo el corazón hecho ternura Muchos son los fragmentos de mi espíritu esparcidos en las calles El agua como primer principio Desgarra la piel de cada uno de los días que dejo atrás No es sólo de una prenda de vestir que hoy me desnudo Se aprende a ver lo divino en lo común Y lo puro en la palabra que “Él” pronuncia Palabra que causa temblores en la Tierra, Ruidos celestiales que me ensalzan apoteósicamente el corazón Recitándoles entre alambres Que el cielo no miente cuando está sobre nosotros su mundo.

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Si no hubiera conservado el polvo de tus huesos en el tocador aquella mañana de Pompeya, el rayo en la habitación oscura 911 a billones de años luz de Dios, jamás te hubiera atravesado el pecho sin ser observado. No cuarenta o sesenta, sino cientos de veces atestiguo, por la hondura de tu corazón que dejó surcos de grandes joyas en aquel sendero mafioso de influencia opuesta a la Tierra. Cuando todo estaba listo para dejar caer una semilla, te fuiste con tu orgasmo de cielo.

Reunión con un restante Todos, en este momento, tienen los ojos cerrados para mí Me pregunto si debo hacer lo mismo, pero mi curiosidad es más fuerte Siento de una manera intensa la solemnidad de estos instantes El privilegio incomprensible que recae en mí A unos pasos, se prolonga un sonido Se eleva de forma indistinto Se reflecta primero.Se repite tres veces Para luego morir suavemente Sin parecerse a ninguno que conozco Disfrazado de vocales sui generis Sin ninguna consonante a su favor Es todo lo que ahora estoy en condiciones de captar Tomando con mis manos el final de este sonido Mi cuerpo ha tomado proporciones inmensas Esta sala se vuelve gigantesca El mundo entero me parece estar aquí Espectador de mi misma, En un estado psíquico y mental indescriptible Mi cabeza está distante a un único suceso Es extraordinario el espectáculo que me rodea Se complace como un libro abierto Sólo que ninguna palabra humana podría describir El lenguaje de esta circunstancia Envuelta en algunas dificultades para comprenderlo Pues me importa poco el resultado.

Hope Conner Oil and pencil on two panels, 48 X 48, 2006


Joseph Wilson nació en Chicago y vive en Barcelona desde el 2000. Es corresponsal de la agencia

Joseph Wilson

de noticias The Associated Press y estudiante de posgrado en humanidades de la Universitat Pompeu Fabra. @JWilsonBCN

Tu guerra fría Al escudriñar las necrologías por fin te llega el mensaje que una vez más recojas los periódicos abras el armario y te lo pongas. Dice que hoy es el día perfecto por el pronóstico de lluvia y la amenaza de granizo para salir en tu camuflaje que combina perfectamente con las fachadas color ceniza y paloma de las ciudades del Este. Qué una vez más pases una tarde de frío en la esquina vigilando el lugar del siniestro al acecho de cualquier señal o pista en el reflejo de la lencería. Te asegura de que todavía te queda tiempo para descifrar el código que te revelará el paradero de quién te delató si te concentras en los charcos que te mojan los pies. Sí, quizás esta vez podrías, si pasas el resto de tus días en la acera cabizbajo, desapercibido en tu impermeable gris.

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El umbral Ella supone que tiene un buen ejemplo En el celofán que sus manos mantienen tirante La nunca-quieta estela del lago cautivo Cuando deja caer las ciruelas en su agua transparente. Hunden y hunde la superficie por el medio, Pequeños hígados de plástico, tan perfectas en gelatina Que le parece que se asfixia un corazón vivo. Para probar su hipótesis se decide añadir otra. ‘Entonces está aquí, aquí está el umbral, el borde,’ Piensa mientras saborea el petróleo dulce. ‘El momento las ciruelas resbalan por su jarabe, Cuando o retuerzo la muñeca y las ahogo, Aprecio su sangre de vino, su último respiro, O de nuevo estiro y las mando arriba y a salvo.’


Jesús Alberto Díaz Hernández «Tinito» (29 de Mayo, 1971, Pinar del Río). Escritor, dibujante.

Jesús Alberto Díaz Hernández «Tinito»

Estudió licenciatura en lengua inglesa en el Instituto Pedagógico de Pinar del Río. Tiene publicado dos poemarios: «Discurso en la penumbra», Editorial Hoy no he visto el paraíso (2012) y ”Sanctasanctórum” , Editorial Eriginal Books (2012). Tiene inéditos: “Como Narciso en la floresta de los cuervos”, “Descomposición del YO” y “Ave Atque Vale”. Sus poemas han aparecido en varios blogs y revistas literarias, tales como: Otro Lunes, Caña Santa, Inactual y La Peregrina. Textos suyos han sido traducidos al francés. Actualmente reside en Miami, Florida.

Younger generation of writers Capullos en un tugurio de muñecas donde la hipocresía es un lugar común, un paradigma que los acomoda en la ergástula del elogio. I think there is no light at the end of that tunnel. Pues no es la acción de ingeniar palabras lo que hace al poeta, sino el compromiso con ellas. Partiendo de Eliot whose WASTE LAND was revised by E.Pound: No creo que exista alguien literariamente facultado para auto-divinizar-se, alguien que diga: poesía es esto y esto y esto, que yo hago. No creo que exista alguien literariamente facultado para substituir a Dios en sus oscuras labores. Cuando la poesía no es sino el vacío entre los versos, como el tufo que despide Osiris. ¡Quiénes somos entonces! Sino el utensilio que algún dios minúsculo ha olvidado sobre la mesa.

Boca abajo como San Pedro en las encrucijadas de Facebook Acaso soy el polvo inadvertido que acentúa las letras de una frase, quien dice “exilio” dice “piedra” y hace de lo intrascendental: campo florido. Sin embargo alguien pasa enfurecido y deja su reproche donde yace el credo de una flor que se deshace, que no sé si he ganado o si he perdido. Mas me abruma la casta desventura de tener que escribir mi sentimiento, mientras quiera la musa que se aferra a iluminarme en esta singladura de izquierdas y derechas, y ese aliento ya tan inmemorial como la tierra.

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Leda Almar Serie Cielos Rojos

La navaja de Ockham Envejece aún el Cristo en la morada más allá de la vida y de la muerte, enigma indescifrable fue su suerte, que no entiende su todo ni su nada. Atroz algarabía, la mirada del numen en la cruz frente al reflejo, de un hombre que clavaba su pellejo, en la tez de una mano condenada a limpiar con su sangre los pecados, en oscuras doctrinas que adoramos: besos, Judas, orgías y legados. Y prevalece Cristo en los racimos del arcano embrión en que nacimos, sin saber cómo, ni por qué nos vamos.

Soliloquio sobre el tiempo Estoico, Nazareno cuyo rostro se transfigura como la serpiente que abrió paso al pecado original, como ese Cristo, pálido en la cruz que adorna las paredes de las casas, y ante la cual, a veces nos hincamos. El tiempo, es el pasaje donde aún cruza errante la sombra de David, ............................................................. ese espectro que juega con nosotros.


Holarasca

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Elizabeth De Jes煤s Espinosa. Torre de la victoria, 170 x 135 cm, 贸leo sobre tela, 2012


17 Teresa Cifuentes Plá. Poeta y Escritora. Nace un 5 de Noviembre en la Habana - Cuba. Se graduó

Cocodrilo Al pasar frente al taller del zapatero, Amalia siempre viste una saya corta que le roza sus glúteos. Él la contempla, con el deseo de confeccionarle las sandalias más elegantes del pueblo. Moldován necesita una piel de calidad, con la que pocas veces ha trabajado. Una piel de cocodrilo como la usada para fabricarle las zapatillas al cura, acabado de llegar de África. Una piel que al zapatero le parece parte de un pedazo mayor, tal vez guardado celosamente en la iglesia. Edgardo, el talabartero, elabora cintos con este tipo de piel. A Moldován le preocupa que en cualquier momento el hombre decida fabricar zapatos con el mismo material; aunque es el mejor zapatero del lugar no tendría en tal caso cómo enfrentar la competencia. Edgardo también goza de reputación, pues ha ejercido el oficio en ocasiones y siempre con notable desempeño. Por eso Moldován no entiende las razones por las que el talabartero no dispone, al menos, una línea de zapatos hecha con piel de cocodrilo. Debe visitarlo. Tiene que salir de dudas. — ¿Cómo te van los negocios? —dice el zapatero al entrar al taller. —Cada vez me va mejor —contesta Edgardo con cierta reverencia mientras deja a un lado una cartera a punto de terminar. —Estás haciendo fortuna con el negocio de los cintos. —Me cayó del cielo. —No me dejarás fuera, ¿verdad? —El negocio de los calzados te lo dejo a ti. — ¿Dónde compras ese tipo de cuero? — Moldován decide ir al grano—. ¿Por qué ra-

zón mantienes vivo mi negocio? No somos tan amigos como para que quieras protegerme. —El cura es el dueño de las pieles —aclara Edgardo en un tono burlesco—. Él me encarga los trabajos a través del sacristán. — ¿Qué trabajos? —El de los cintos. No me paga bien, pero con lo que sobra de los cueros produzco cierta cantidad para vender. El tipo es un tacaño; por eso no puedo fabricar zapatos, solo cintos. Tal vez con eso redimo mis pecados. — ¿Estamos hablando de un coleccionista de cintos? —Capricho de cura —dice el talabartero y agrega curioso—: alguna vez tendré que visitar mi propia colección. —Eso será cuando la noche sea propicia —apunta el zapatero y revela de algún modo sus propias intenciones. —Sí, cuando caiga un mar de lluvia sobre las calles. —Cuando la noche sea perfecta —corrobora Moldován. A los pocos días, Moldován brinca el muro del patio y fuerza el portón, asustado al escuchar sus propios ruidos. Ya dentro de la iglesia sigue adelante, toma un pasillo con múltiples entradas, llega al fondo y abre la puerta de una habitación dividida por un tabique. Escucha sonidos, voces que se tornan sílabas interminables para apagarse luego en gutural agonía. Al continuar sus pasos se siente perseguido y descubre a Edgardo. Con una señal le indica silencio y se detienen, pues la penumbra alcanza a confundirlos. El zapatero tiene un mal presentimien-

Teresa Cifuentes Plá

en la Escuela Normal para Maestros en Camagüey. Vive actualmente en Miami. Participa en el 2009 en la actividad “Tinta Fresca” de la 26 Feria Internacional del libro, con su poemario: “Una hoja en el tiempo”. Ha publicado sus obras en diferentes actividades literarias. teresa1139@bellsouth.net


Leda Almar De la serie Cielos Rojos

to. Aguza el oído y advierte que lo que cree agonía es el gemido del goce. Edgardo observa con los ojos atónitos cómo su colección de cintos cuelga de una de las paredes del tabique. Se acerca con cautela. Los nombres y los rostros minimizados de las mujeres del pueblo están en cada uno de los cintos de piel de cocodrilo que el sacerdote ha tallado con libidinosidad, pero falta el de la muchacha de las sayas cortas. El talabartero siente un escozor en su cuerpo y piensa que lo mejor es regresar; pero es solo un pensamiento tardío. Se escuchan nombres, oraciones completas y hasta un sonido metálico. Moldován comprueba que en el bolsillo de su pantalón guarda la chaveta para cortar el pedazo de cuero. Entonces el resplandor de la farola que ilumina la calle trasera de la iglesia penetra por la ventana del cuarto. Sombra y luz envuelven las figuras desnudas.

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Amalia de brazos y pies amarrados que da la espalda al sacerdote, quien la golpea con el cinto. De frente a ella, el sacristán la espera sentado en la silla de astas abiertas y pico de águila hambrienta. El sacerdote la toma por los cabellos, una y otra vez, hasta que el rostro de la presa se pierde en las entrepiernas del sacristán. Moldován siente vergüenza, humillación, sus maxilares se dilatan. Extrae del bolsillo la chaveta, la alza y el resplandor de la farola se refleja en ella. La aprieta con fuerza y se lanza sobre ellos. El olor de la sangre y los gritos de la muerte atemorizan a Edgardo. El talabartero sale corriendo por los mismos pasadizos que lo condujeron hasta allí. Su rostro, pintura al fresco del horror, queda convencido de que nada vio, nada oyó, nada supo. Aquella noche, bajo un cielo maldecido, cae una lluvia de estrellas sobre las calles del pueblo.


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Abel In the beginning there was fury pero el principio es solo una continuación del ahora, así que ahora es el principio y en este principio estoy yo y está la furia. Me lanzo como la alternativa de lo irremediable. Marco el espacio que ella no podrá olvidar. Y en su honor me convierto en un rosario de huesos, piezas de mi carne para su cuello blanco. Abel mira hacia el otro lado de la calle. No quiere ver cómo el camión aplasta los huesos de su perro, que podría ser también su padre o su madre. No quiere ver cómo el camión lo aplasta a él mismo. Un segundo estridente, y todo acaba, es el principio. Abel es alto, Abel es rubio aunque no muy rubio, le gustan los helados y las mujeres, pero hoy pasa por delante del puesto de helados sin mirarlos ni mirar a la vendedora que se llama Teresa y que siempre le sonríe con las tetas. Abel dobla en la primera esquina. Son las doce del día y lleva un sobretodo negro, muy hermoso y muy inapropiado. Domingo, octubre de algún año, no hay casi nadie en la calle. 30 grados en el sol, 27 en la sombra, Abel escucha a alguien que lo llama. Pudiera ser su madre, o su perro, no lo sabe y no mira atrás. Abel sabe que pudiera ser también el camión, avanzando hacia él, gritándole a él, pero él, Abel, no lo mira. Camina ahora calle abajo, apenas una leve inclinación del asfalto. Me siento mejor, cuando por las mañanas el café ya está listo al levantarme,

cuando nadie me dirige la palabra y se limitan a pasar, cuando es domingo y en el barrio parece que todos han muerto. Me entristecen los labios de mi madre, el pelo gris y el olor a pelo gris de mi perro. Camino calle abajo y esto me hace sentir mejor, la sensación de descender levemente, de ir sin ir, sino dejándose caer, apenas. Abel vuelve a doblar en una esquina, esta vez en sentido contrario al que dobló antes, solo por variar. Pronto se ve frente a casa de Rosario. Ella lava al final del largo pasillo. Trae un short muy viejo, ancho, y una blusa aún más vieja, desteñida, casi tan blanca como su cuello. Rosario se asusta al presentir a Abel, pero no hace caso y sigue lavando. Cuando era niño me gustaba jugar en la tierra. Inventé un ejército de súper héroes hechos de tubos de pasta y espadas que eran clavos de la carpintería de mi padre. Cuando llovía los tiraba todos a la calle para que el agua los arrastrara, después pasaba días buscándolos. Nada me ha hecho tan feliz como aquellos reencuentros. Cuando Abel conoció a Rosario no pensó que ella iba a ser su mujer, que iban a tener dos hijos, vivir siete años juntos ni que ella lo iba a dejar por un camionero. Cuando Abel conoció a Rosario su padre había muerto y ahora él era el carpintero. No puedo pensar dónde me gustaría estar ahora. A qué lugar quisiera ir, a quien quisiera ver. Cuando tenía quince años me gustaba subir a los árboles y mi-

Alexandra Ramos

Alexandra Ramos, narradora y actriz cubana. Trabaja y reside en la ciudad de La Habana donde ha publicado diversos textos en revistas y antologías de jóvenes narradores. alexa.ramos@gmail.com


rar a la gente. Pasaba horas allí, viéndolos entrar y salir, chocar, gritar, caminar. Rosario se estremece, lo presiente. Abel se acerca a ella, piensa algo que ella no escucha, que ya no podrá escuchar. Rosario es una nube al final del pasillo. No se desvanece, no cambia ni se mueve. Entrar en la nube, hacerse esa nube y guardar el último pensamiento. Sus ojos están esparcidos por la calle. Una mano intacta apunta hacia el

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carrito de helados donde Teresa llora conmocionada. Todos gritan, se mueven, pero él no escucha nada, en la nube, es inmutable. Un instante después, Rosario termina de lavar, se seca las manos, va hasta la cocina y se queda mirando el fogón encendido. Su camionero debe estar al llegar, ya debería estar aquí. Tiende la ropa y se sienta a fumar. Es un día sin nubes. Es solo otro día.


Alguien vuelve a llenar las tardes de palomas Quando sarei morta non saró morta Quando saró morta no sarei morta Quando moriró vivró e vedró Isa Donelli

—Io sono Julia. Lo dijo así tranquilamente y se quedó mirándome con sus dos negrísimos ojos, fijos como clavos en la pared. Me quedé mirándola allí. Sentí el revoloteo de centenares de palomas. Respiré su aroma de azucena en flor. Oí un trinar de ruiseñores, y me perdí en bandas por los senderos y recovecos del olvido. Oyendo a Julia. Mirando a Julia. Sintiendo a Julia. Corriendo. Trotando. Tratando de alcanzarla, de atraerla hacía mí. Apretarla entre mis brazos, en esa tarde que se difuminaba en la plaza llena de palomas. Las ruinas del Hospital de San Nicolás de Bari al fondo, la ciudad durmiéndose de a poco, todo transcurriendo y sucediendo… y Julia, incorpórea, inmaterial, inmóvil y toda mía, y la banda tocando el viejo tema de Basie, y el saxo forcejeando, asordinada la trompeta contrapunteando con el bajo y, un como sopor, y un recordar al Satchmo, y me doy cuenta que no es Santo Domingo, que es Milano, que no son las ruinas ni hay palomas porque Isa, ahora, en este instante, entre su indefinición, su tartamudeo de español, me está diciendo que la Colomba, sí, lo mismo que paloma, este lugar en donde estamos, le produce esa sensación como de volar, de flotar, y transmutarse. Y entonces me doy cuenta que no es Julia; es Isa que me encandila con sus pupilas que me miran, apacibles, profundas, presentes.

—Io sono una giramondo. Lo dice así, como si dijera que afuera está nevando. Y es como si se silenciara la banda, el público. Me apercibo que estamos ella y yo entre todos los que vociferan, se abrazan, beben, sonríen. Ella y yo, tratando de comunicarnos en esta especie de babel, haciendo concesiones a nuestras limitaciones idiomáticas, buscando, cada uno en nuestras lenguas maternas, raíces y desinencias de palabras para decirnos cosas entre el mar de gentes que nos rodea. Y sus blanquísimos dientes que sonríen con nerviosismo, con dejo de impotencia y yo, que creo entender cuando me explica que la rubia de la mesa contigua, la que tiene los dedos llenos de anillos, es una especie de mujer fatal, y que el gordo que la abraza es un cornudo impotente. —¿Te piace la Metafisica? La miro como idiotizado. Le hago saber que la comprendo, pero que se me hace sumamente difícil explicarle todo lo que estoy pensando. Quiero hablar con los ojos, con las manos. Gestos. Palabras. Miradas. Todo mi intento se da de porrazos contra la trompeta que hace un solo ahora, y el bartender que viene de nuevo y me está hablando. Yo, como un idiota, sonriendo. Ella le dice que me traiga otra ananácea. Volvemos a reír, y pienso que es cierto que es Julia, mohín, hoyuelos, persiguiendo, no las palomas

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René Rodríguez Soriano

René Rodríguez Soriano (Constanza, 1950), escritor dominicano que goza de amplio reconocimiento y prestigio internacional; ha recibido distinciones como el Talent Seekers International Award 2009-2010, el Premio uce de Poesía 2008, el Premio uce de Novela 2007, el Premio Nacional de Cuentos José Ramón López de República Dominicana (1997), entre otros. De sus libros publicados destacan: Raíces con dos comienzos y un final (1977), Todos los juegos el juego (1986); Su nombre, Julia (1991), La radio y otros boleros (1996), Queda la música (2003), Sólo de vez en cuando (2005), Apunte a lápiz (2007), El mal del tiempo (2008), Rumor de pez (2009), Tientos y trotes (2011) y Solo de flauta (2013). Se radicó en Estados Unidos en 1998, desde donde desarrolla una intensa labor de difusión y promoción de la literatura iberoamericana a través de la revista mediaIsla. http://mediaisla.net/revista http://rodriguesoriano.net


ahora –los sonidos-, perdida en el gorjeo del saxo que se alza en un falssette, y el plumaje de las colombas en esta plaza que no son tales ruinas todavía (porque Isa y yo, al fin, nos encontramos en un punto común, en un lenguaje que nos identifica, tarareando el viejo éxito de Billie Holiday, rompiendo las barreras del tiempo y el espacio, mirándolos a todos en tiempo presente y vociferando, aunando sucedáneos para describir a la menuda italianita que se retuerce junto al piano, sacándole las fusas, semifusas y semicorcheas a su ronca vocecilla; compitiendo con el saxo, la trompeta, el bajo, y aquel desgarbado baterista que ya ha roto más de una docena de bolillos, aporreando endemoniadamente los tom toms, el redoblante y los platillos). —What is this thing called love? Grita el líder de la banda y pide aplausos para la vocalista que ahora se retira nuevamente con su pesadez hacia la mesa, donde un despeinado jovenzuelo la espera para llenarla de besos y apretones; y nosotros, olvidados del bullicio, rehaciendo las palabras, los recuerdos de mis largos paseos por El Malecón de Villa Duarte, y los ojos de Julia, que pudieran ser los de Isa, pero es Isa que ahora es Julia –o pudiera ser Julia, porque, exactamente hace unos minutos, cuando tocaban el tema de Count Basie, ella me lo dijo, con sus propias palabras, en su hermoso idioma, afilando sus rojos y carnosos labios, mirándome fijamente y, como dejando volar el iris por encima de los Alpes nevados, cruzando el ancho mar, rompiendo El Ecuador y las cinco horas de diferencia, me lo aseguró con toda la parsimonia que la caracteriza, convencida: —Io sono Julia. Y me asalta la duda porque siento que es ciertamente Julia. Sólo que, aunque su voz es la misma, su timbre, su tono, la modulación, hay algo que no encaja: el idioma no es el mismo. Pero, pienso que el azar le juega a uno tantas vueltas. Uno se despierta un día y se encuentra andando en plena calle El Conde, luego de haber soñado que iba del brazo de Armanda por la Via S. Orsola y que, al cruzar Piazza Borromeo, se encuentra frente al Circolo Culturale “La Lepre di Marzo”, y entra. Se entusiasma, perdido entre los cuadros de esta extraña exposición individual de Guido Marchesi, que luego –de repente- se da cuenta de que no es con Armanda, sino con Barbara que contempla el impresionante diseño del catálogo y la ambientación toda; y que, bobo de entusiasmo, quiere, sueña con invitar a Julio, a Tony, y al

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El Verde 2010 Conner Private Collection

loco de Cestero con su archivo colonial, para que inunden este original café-galería con sus paletas trópico de colores… pero no es Armanda ni Barbara. Es Julia, lo mismo da: Isa. —Isa Donelli. Recuerdo perfectamente cuando nos conocimos, en la “Lepre di Marzo”, debíamos encontrarnos allí porque así estaba previsto. Ella sería mi guía, mi cicerone. Me lo propuse desde el momento en que la vi entrar con aquel capote marrón oscuro, aquellos alfileres antiques y su pelo recogido y, esos ojos. Sus ojos me embobaron y me hicieron viajar en el tiempo, retrotraerme en la memoria, los recuerdos, en ese pasado de dolor y volteretas; sus ojos que, en definitiva, fueron la bujía inspiradora, la pista que me hizo acercar a ella, buscarla. Porque –pensé- me guiará, me acompañará en esta ciudad lejana y embrujante; una mujer como ésta me ayudará a derretir la nieve y las barreras de incomunicación. Es como Julia, es más, es Julia esta mujer –me dije y la abordé-. Fue cuando me


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entregó su nombre y su tarjeta personal, cuando comprendimos que coincidíamos en el mismo lugar de trabajo, y comenzamos a comunicarnos en nuestro glíglico lenguaje cortazariano (mitad italiano, mitad español; muchos ojos, muchas manos, hojitas arrancadas a las agendas y libretas para tratar de graficar lugares y detalles de cosas; para conocernos, para vivir Milano, para vivir Italia. Y yo, hablarle de Julia. Y ella, de Armando. Julia, esa mujer tan familiarmente desconocida que me hizo vivir la tarde más ensoñadora e inolvidable de mis días que, así como apareció, se fue de mi vida. Todo en una sola tarde y para siempre. Armando, todo un personaje –celoso, dormilón, juguetón, posesivo y majestuoso- el gato más encantador de toda Italia, el guarro consentido de la Isa). —Caro amico. Me lo dice así, con ese calor que derrite toda la nieve que hay allá afuera, que dulcifica más el grave vozarrón del trompetista que ahora can-

ta, tratando de enternecernos, edulcorándonos, mientras yo le acompaño, y la miro, cuando Isa/ Julia me mira, me oye, en este inglés de trapisonda, en este punto común donde logramos encontrarnos, y aguza los oídos, y oye mi voz que trata de afinar, de hacer dúo con el ronco trompetista, copia negativa del gran Satchmo. —Little Girl it’s time for bed/ Let’s find your teddy bear… Y me siento tan cerca de Isa, como aquella tarde de Julia, y me enternece tanto el que esta banda haya tocado esta canción. —When the circus comes to town/ We’ll both go see the clowns with you… Y la tomo de las manos, y le hago saber que, en mi idioma, se dice querido amigo, querida amiga, en su caso; y le comunico, por mi tacto, más calor, para derretir la nieve de allá afuera y, acá adentro, culmina la canción: —Close your eyes nigthy night/ I love you Little Girl… Y me enternezco. Algo me sacude. Siento un frío que me cruje en los huesos y en los dientes. Es como si se fuera apagando cual pabilo, siento que se va ausentando, como aleteo de palomas, y pienso en Julia. Recuerdo a Luisa, y todas esas volteretas que continúo dando por la avenida San Vicente de Paúl, tratando de repetir la tarde de la plaza de las palomas, y no es Armanda, y no es Barbara. Sé que sentí frío cuando se retiró para ir al baño, cuando el mozo trajo nuevos tragos de ananácea, y le pagué las mil 895 liras y le regalé 500 de propina; en el mismo momento en que la rubia se iba con un imberbe, y dejaba al gordo cornudo durmiendo una borrachera, con la cabeza sobre la mesa y una notita frente a la nariz que se achataba sobre el cenicero repleto de colillas. La vi, a Isa, alejarse, caminar firme y segura hacia el baño, y era Julia. Puedo jurarlo, era Julia. Se volteó, me sonrió, guiñó un ojo, y me quedé mirando que lucía un poco pálida, y me dije que no era Julia; era más pálida. Los mismos ojos; más alta. La misma boca; más delgada. La misma sonrisa; esa sonrisa poblada de palomas. Diferenciándose en la voz, esa voz que se empecinaba en demostrarme y convencerme de que era cierto que ella era Julia; la que se inmaterializaba, incorporeizándose, y elevándose ante mis ojos, y desapareciendo de este lugar, donde nadie parecía haberse dado cuenta de nada, y la banda terminaba sin contratiempos su función y ya, hacía rato, había dejado de nevar afuera. Su nombre, Julia (1991)


Anfibios

Elizabeth De Jes煤s Espinosa White Lodge 165 x 190 cm 贸leo sobre tela 2012

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25 Lidia Elena Caraballo (Sancti-Spíritus - Cuba, 1968). Cursó estudios de Historia en la Universi-

Pesadillas Breves Muerte Era fácil morir. Lo difícil era ir entregando los órganos. Se resistía a que le serrucharan el cráneo para sacarle el cerebro. Después de entregarlos todos no le quedó más remedio que aceptarlo: era un orificio.

Juego El juego era mortal: debían colocarse una bolsa plástica en la cabeza y descender a la piscina. Aquel que se resistía un poco más a la muerte, vencía.

Ideas Las ideas hacían crecer el cabello descomunalmente, por eso andaba siempre con las tijeras cortándoselo. Llegó un momento de desesperación y se cortó la cabeza.

Lidia Elena Caraballo

dad de Oriente, Cuba. Licenciada en Humanidades y Lengua y Literatura Española por la Universidad Internacional de la Florida. Cofundadora del grupo artístico Proyecto Setra y de la revista literaria Nagari. En 2012 publicó el poemario Ensō una selección de haiku y poemas mínimos. Sus textos han sido incluidos en diferentes medios literarios.


La felicidad Los platos discuten sobre la bienaventuranza del agua creadora de la vida con una profundidad que el jabón envidia. El agua discurre loando la felicidad del sacrificio de los alimentos como el bienestar perfecto. Los alimentos, ahora desperdicios que caen por el tragante, meditan sobre el gran hueco universal que será su última morada, lo llaman la ventura última del infinito. El hueco del tragante observa la luz que se divisa más allá de su apertura como la causa de felicidad prístina, siempre inalcanzable. La luz que entra por la ventana, justo frente al tragante, envidia al hombre que lava los platos porque es la manifestación más cercana a la consciencia de la que emana todo. El hombre que lava los platos se apresura a dejar todo limpio antes que su mujer regrese del trabajo y encuentre la botella de vodka vacía que lo ayuda a soportar su miserable vida.

Ecuación Bajo las circunstancias más críticas, el sujeto B –clasificado de soñador, se sentirá atraído por el sujeto A –de la misma clasificación; éste por su parte formará un conjunto con el sujeto C. B se sentirá intimidado por la operación y dudará del funcionamiento de la posible ecuación actual: A+B+C. Considerará variables tales como: A+B-(C); A/B-(C); B/A-(C), entre otras. Debido a la conjugación de factores comunes (ilusiones imposibles de canjear, potencia del exponente C, valor absoluto de la relación A+C y su común denominador económico, etc.), el sujeto B, no sin antes tratar de despejar la incógnita, decidirá que la ecuación no tiene solución y cerrará el cuaderno.

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27 Juan Javier Hernandez «Javh». Artista y Creador visual, reside en Miami. Su trabajo Artístico

Crónicas del hombre lobo Acto 1 La sangre se oxida, se hinchan las venas, el instinto empuja. Es el olor húmedo de su piel dentro de poco marchita.

Acto 2

Tengo inyectados los ojos y sabor a hierro en la boca. Su alma me traspasa, dejando su cuerpo inerte sobre el camino del tiempo.

Generador de materia Juan Javier Hernández

Juan Javier Hernandez «Javh»

tiene facetas como la Música, desde el Rock Metal hasta la música electrónica y la llamada Ambient Music. En su faceta visual se encuentra el Dibujo, la Fotografia y El Cortometraje, también escribe poesias, pensamientos, cuentos, y lo que sale del alma. javier@lemonsmedia.com • jjhh71animal@ yahoo.es • avhfilm@gmail.com


World of mansions Juan Javier Hernández

Acto 3

Con una bala mataré la sombra cuando salga de mi cuerpo, y será borrado mi silencio que se esconde en el punto gris de un pensamiento de duda.

Acto 4

En un mundo oscuro un punto gris es principio de luz.

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29 Ana Kika López, escritora y pintora. Actualmente escribe su sexta novela. Nacida en Cuba, soykika@gmail.com

Crueldad Ya había llegado el momento de hacerlo y eso me irritaba profundamente. La tomé con firmeza, resbalé los dedos por las curvas de su cuerpo y sentí que se llenaban mis manos con la suavidad de su piel. Sin piedad tomé el cuchillo y trocé con prisa su carne blanca. Crujió al primer intento y rodó al fin despedazada. Ya no quise mirar más. Por no llorar, levanté la cabeza y fijé la vista en el paisaje que se veía a través de la ventana, pero mis ojos ya estaban irremediablemente anegados en lágrimas. Siempre me hacía lo mismo… las cebollas son así.

Saludable Aunque yo tenga 85 años, estoy en excelentes condiciones físicas, mentales y espirituales. Es cierto que uso lentes de gruesos cristales, aunque veo perfectamente. Mis manos están un poco deformes por la artritis, pero todavía puedo abrir los 13 frascos de mis medicamentos. El bastón lo uso por pura elegancia. Puedo conducir mi auto con total eficiencia aunque otros choferes le han dado muchos golpes y me lo tienen lleno de abolladuras. Precisamente ahora voy a la farmacia de la esquina a buscar Viagra porque uno debe de estar preparado para cualquier eventualidad placentera. Esta calle tiene demasiadas curvas... ahí viene un camión... ¡ay, Dios! ¿Cuál es el pedal del freno, el derecho o el izquierdo? … ¡¡BANG!!

Pastry Chef, 48”x40”, óleo/panel, díptico, 2007 Hope Conner

Ana Kika López

reside en Miami, Florida.


Entrevistas

Elizabeth De JesĂşs Espinosa Black mirror 125 x 160 cm 2008

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Alina Interián Directora de Asuntos Culturales de MDC

A lo largo de estos años quiero decirle que lo que más amo de la gente… es su talento.

Alina Interian se graduó en Liberal Arts y tiene un Máster en Educación. Dice sen-

tirse, a pesar que en Cuba sólo jugó con muñecas, entre dos culturas: la hispana y la del país que la acogió, EE.UU. Fue actriz del mismo teatro que hoy dirige dentro del Miami Cultural Affairs, el grupo Prometeo. Más tarde se separó de la dramaturgia, se enfocó en la literatura y empezó a dirigir la Feria del Libro por trece años para, posteriormente, pasar a crear el Centro de Literatura y Teatro. Dice vivir en las afueras de Coral Gables y afirma que en su patio no tiene ninguna mata de mango ni guava, pero que abunda mucho verde: “Yo tiendo a matar las matas”. En cambio me comenta con toda espontaneidad que sostiene y riega de una manera especial el espíritu y talento de la gente que le rodea y con particular dedicación el amor que le une a su familia. Al preguntarle qué película me invitaría a visionar en su casa, después de unos segundos de vacilación, la nombra: Un homme et une femme de Lelouch. Yo le recuerdo que fue Trintignant quién lo interpretó y ella me confirma que fue Anouk Aimée la actriz…Sin darnos cuenta, los dos empezamos a tararear la canción que tanta fama dio a Pierre Barhou, Samba Saravah. Pensándolo bien en su despacho del Wolfson Campus estamos tan sólo un hombre y una mujer en esta entrevista…Eso sí, con muchos libros alrededor y mucho que contar sobre su experiencia en el campo de la cultura.

Alina Interián

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El próximo año se celebra el 30 aniversario de la feria del libro de Miami. Cuéntenos… Alina Interián. La feria empezó siendo un experimento para tomar un pulso a esta comunidad con relación a la literatura. Eduardo Padrón y libreros independientes como Mitch Kaplan de Books and Books, participaron desde el primer momento. Lo que conocemos hoy de la feria del libro es un encuentro multiplicado en volumen, importancia y trascendencia. Atrae a muchísimos públicos. Incita a pensar. Promueve intercambios de ideas. Une a distintos grupos étnicos. Nos hemos tomado la libertad de traer lo mejor de la literatura contemporánea de distintos continentes. Somos la antesala de la feria de Guadalajara, con diferente color y de hecho más que una feria se debería llamar un festival donde el público es lo más importante. ¿Qué hay de novedad en esta edición? A.I. La feria es nueva cada año ya que, cada año, hay nuevos autores y nuevas temáticas. A veces está cargada de biografías otras está llenas de poetas. Aparece gente novel . Autores que nos han acompañado durante estos treinta años. Estamos planificando una celebración que sea un poco una retrospectiva de lo que ha sido la feria a lo largo de estas tres décadas y que al mismo tiempo la podamos recordar después de treinta años más. Ver temas a partir de mesas redondas o paneles de discusión de cómo está el medioambiente, la violencia. O sin ir más lejos, de cómo estará el libro…que ya empezamos a notar una muestra de estos cambios que se avecinan. El cierre de la Librería Universal en Miami marca una línea de aviso importante. Uno puede temer lo que va a ser el futuro de las librerías independientes e, incluso, las que ya son franquicia. ¿Qué va a pasar con el libro electrónico y la feria? A.I. Tenemos un grupo de consejeros y hemos hablado de esto con mucho detalle. Cómo la feria se va a adaptar y a ajustar a lo que es ahora. La gente está leyendo en tabletas incluso en otros medios como el celular y estamos buscando crear un apartado para el mundo digital en un futuro. Como directora del MDC Cultural Affairs la institución del cine Tower está bajo su dirección. Hace dos meses entrevistamos a Orlando Rojas, manager y coordinador del teatro y lo felicitamos por la programación que mantiene él y su equipo por la calidad del cine independiente que nos ofrece. ¿Puede

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convertirse el Tower en un puente para los nuevos cineastas formados en Miami y poder darse a conocer a la ciudad, a la nación y al mundo? A.I. Honradamente no está en los planes inmediatos pero nosotros siempre estamos dispuestos a nuevos proyectos. El Tower se ha concentrado en una programación sólida de cine de arte y documental y vamos a seguir bajo estas direcciones y a nutrir esta área para que siga habiendo un púbico fiel y abierto a este tipo de cine. El año pasado empezó en el Centro Koubek una experiencia muy interesante relacionada con este nuevo género dentro de la dramaturgia llamado microteatro …¿Qué proyectos hay para este centro en el futuro relacionado con el arte dramático? A.I. El Koubek antes era un espacio donde había un auditorio y ahora lo estamos renovando para convertirlo en un lugar dedicado al teatro. Estamos instalando luces, equipos de sonido etc. Tenemos two black boxes para hacer y producir teatro experimental. Confiamos mucho en este proyecto La Torre de la Libertad sigue con sus impecables exposiciones aportando una visión del arte visual contemporáneo. ¿Qué tienen previsto para este año que podamos nombrar? A.I. Vamos a tener una obra en mayo 30 que coincide con la celebración los 500 años del descubrimiento de la Florida que se llama “imaginando la Florida”. Durante la feria del libro vendrá Cristina Rodero con un obra fotográfica sobre la vida en Haití. El centro de Literatura y Teatro promueve la escritura y la divulgación de las técnicas creativas o específicas en cada género literario para poder alcanzar un nivel de calidad en ambas áreas. Pero déjeme que sea un poco crítico, con todo el respeto que esta institución se merece. ¿No cree que los cursos impartidos en español han mermado un poco desde sus inicios? A.I. Si tiene toda la razón. Sobre todo por falta de tiempo… y por falta de personal. Lamentablemente también varios cursos que ofrecimos no tuvieron la suficiente audiencia para poder impartirlos. Pero esto depende también del momento de ofrecerlos. Lo que en un momento dado funciona después deja de hacerlo o al revés. Cuando hicimos Rebambaramba, si recuerdas, tuvo mucho éxito pero lo tuvimos que abandonar también por las razones dichas anteriormente. El año pa-


33 sado hicimos el Congreso sobre el Español: horas y horas preparando la organización. No es sólo el interés o la dedicacion por nuestra parte… a veces el público no responde todo lo que desearíamos. Hablemos de Prometeo y del fesitval de cine y su trayectoria para finalizar. A.I. Prometeo es el grupo y el eje del centro dramático. Está celebrando sus 40 años y fue fundado por Teresa María Rojas y Eduardo Padrón. Prometeo va a presentarse como un productor asociado del Festival Internacional de Teatro que dirige Mario Ernesto en julio. Y va a participar como grupo. Del Festival de Cine decirle también

que hemos celebrado su 30 aniversario, presentado 130 películas de distintos países y que hemos homenajeado con “La artista y la modelo” a este magnífico director de su tierra natal llamado Fernando Trueba. Ya ve mi puesto me obliga, a la vez que me satisface, estar en todos los ámbitos del arte y la cultura.

Le quiero agradecer que sabiendo que Ud. tenía el tiempo contado hayamos podido compartir un tiempo con Ud. En nombre de Nagari le deseamos lo mejor en su trabajo por el bien de la cultura y la ciudad a la cual nos debemos.


Diego Fonseca

Diego Fonseca Diego Fonseca Nació en Argentina en 1970. Periodista desde 1989. Fue reportero especializado en

política y editor de economía y finanzas. Es editor asociado de la revista de crónicas Etiqueta Negra y se desempeñó como editor general para América Latina de AméricaEconomía, la principal revista latinoamericana de economía y negocios, y como editor adjunto deMercadoCórdoba, en Argentina. Sus textos han sido publicados en diversos medios internacionales, como Gatopardo, Expansión, Domingo/El Universal y Emeequis de México; El Malpensante y SoHo, en Colombia; Orsai, en España; Página/12, en Argentina; BNAmericas, de Chile; y Prodavinci, de Venezuela, entre otros. Diego fue creador y director de la revista de crónicas de L&S Lúk y ha asesorado y dirige proyectos de comunicación y periodismo digital en Estados Unidos, México, Argentina, Chile y Perú. Fue productor de radio y TV de los ciclos Objetivos y Al fin y al cabo, distinguidos con los premios Martín Fierro en Argentina. En no-ficción, ha publicado Joseph Stiglitz detiene el tiempo y Sam no es mi tío: veinticuatro crónicas migrantes y un sueño americano; su trabajo en ficción incluye los libros de relatos y cuentos South Beach, El último comunista de Miami y El azar y los héroes. Licenciado en comunicación por la Universidad Nacional de Córdoba, en Argentina, Diego tiene un MBA del Instituto de Empresa Business School, de Madrid, y estudios en posgrado en Georgetown University y en INCAE Business School de Costa Rica. Es profesor visitante de FLACSO Ecuador. Actualmente radica en Washington D.C. ¿Qué surge primero la crónica o el periodismo? Hace seiscientos años, los primeros señores que glosaron estas tierras, su gente, sus historias —o sea, un descubrimiento: una noticia— se llamaron cronistas. Según el historiador Christian Duverger Bernal Díaz del Castillo fue el primer cronista y también el primero en utilizar la figura del seudónimo: Duverger afirma que la “Historia verdadera” fue, en reali-

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dad, escrita por Hernán Cortés, un hombre que requiere de una revisita de la crónica y del periodismo histórico, una lectura en profundidad. Por otro lado, el primer registro de un periódico data del 1600, en Alemania. En ningún caso se trataba de lo que conocemos como periodismo hoy, con su pretensión de objetividad. Bajo esa lectura, la mirada subjetiva del cronista, la carnadura ideológica del que contaba las


35 cosas a medida que sucedían, siguiendo el tiempo, el chronos, precede al periodismo moderno. Contar desde donde uno está parado es lo que hacemos desde el momento en que nos erguimos. ¿Qué escritores han influido tu obra como cronista? Diego Fonseca. La lista es demasiado amplia: Cheever, Carver, Baricco, medio New Yorker, Talese, Hersey, Nicanor Parra, De Luca, Malcom, Gladwell, Tomás Eloy Martínez, Arlt... Si alguien recortara esos nombres y dijera “este tipo reconoce estas influencias” estaría en lo cierto pero apenas como apariencia general. Hace poco bromeaba con que, cada vez que me preguntan por mis influencias como mejunjeador de palabras, selecciono un libro de los estantes 1, 3 y 5 del tramo izquierdo de la biblioteca del estudio y uno de los estantes 2, 4 y 6 del tramo derecho. Eso dice que en mis aleatorias influencias entrarán cuentos, biografías, novelas, ensayos y, con suerte, algo de poesía. Además, serán tanto textos que he leído como otros que leeré y un grupo que —seamos honestos— jamás tocaré. ¿Cómo se puede encontrar algo tan claro en la definición del estilo como una influencia precisa? Seguro que es posible, pero a mí me resulta difícil. Me gustan demasiadas cosas y, entre muchas que no me gustan completas, me gustan tramos, párrafos, frases. Si una influencia ha hecho su trabajo bien, ya no se nota: es el limo de nuestro estilo. ¿Qué ha significado para ti ser editor asociado de la revista Etiqueta Negra? D.F. Un gran gusto. Y es un gusto que se cuenta mejor de este modo. Con Julio (Villanueva Chang) nos conocimos por 2003 en Ciudad de México. Julio había ido a dictar un taller y tiempo antes yo había pasado por Lima y encontrado EN en el aeropuerto. La compré para leerla en el avión pero me senté a leerla con un café mientras esperaba el abordaje: la terminé antes de embarcar. Me dejó una especie de excitación científica, como si hubiera hallado el genoma de algo. Le escribí a Julio al llegar a México, le dije que era un colega —yo entonces dirigía AméricaEconomía— y, cuando nos conocimos en el DF, nos pusimos a intercambiar músicas —que fue poco: coincidíamos en gustos, teníamos discos similares— y a prometernos que haríamos algo juntos. A Julio le había gustado una mini-crónica mía sobre la globalización arriba de un avión entre Lima y Cusco. Bien, nunca hicimos nada juntos y debieron pasar ocho años para volvernos a ver, y, cuando eso sucedió, en Nueva York, Julio me propuso que me sumara como editor asociado. Él volvía a dirigir la revista

después de un tiempo fuera y yo en esos días andaba buscando algo que me divirtiera —o sea, otra complicación— y acepté. Si respondo con esta historia es porque esta historia es la mejor respuesta: participar de EN es un viaje a ninguna parte, como llegar a un avión y enterarte recién a punto de abordar cuál es tu destino, y que no te importe. Lo que cuenta es el viaje, no el final. Y en EN, editar y escribir es eso: un largo viaje con compañía entre redactor y editor. EN tiene un gran equipo de gente y el mayor de los méritos de un medio de periodismo narrativo: ha sido y es una escuela para muchos. Tu historia personal ha sido la de un emigrante ¿cómo ha moldeado esta experiencia tu labor como periodista y cronista? D.F. No sé si hay alguien que pueda afirmar, seguro de toda certeza, “soy este y seré este hasta el final”. Creo que todos somos migrantes de por vida. Me da la impresión de que, más allá de algunos valores esenciales, somos sujetos en permanente transición. Esa sensación de desacomodo constante, de no pertenecer, me parece que auspicia miradas menos dogmáticas y más abiertas. Si uno se descentra, si deja de ponerse a sí mismo como juez, puede observar cosas nuevas incluso donde vive. A mi, todavía, me aburre pensar igual todo el tiempo. Eso prueba que el viaje siempre está dentro de uno, y eso es la posibilidad de tener una mirada distinta de los hechos cotidianos. El gran beneficio de rozarse con otras culturas es la ruptura etnocéntrica, la certeza de nuestras creencias. Hay algo de Unamuno en eso. Un cronista —un periodista, un escritor— que no sabe salir de su yo, fracasa. Es imposible no hablar desde nuestras subjetividades —claro, por aquello de la objetivación de la creencia, de que en nuestros productos estamos nosotros— pero la materia central de nuestro trabajo es siempre la alteridad; el otro es la prioridad. Es un hecho que las formas convencionales de acceder a la información periodística se han visto modificadas por la internet. ¿Consideras que esto ha dado lugar a que el periodista sea haya vuelto protagonista de las propias historias que busca difundir? D.F. No sé si el acceso que facilita internet determina el protagonismo del autor, no veo la línea lógica. Hace poco leía un reportaje que recordaba que desde tiempos remotos lo que hacen las personas es contar su propia historia, o la de otros con su voz. En el fondo, aun en la historia de otros, hablamos de nosotros. Otro asunto es que el autor sea el personaje central de la historia. En esos casos, como editor y escritor llamo a un asunto de criterio. Si es


sustancial a la historia, adelante. Si no lo es, mejor que permanezca ajeno. Convertirse en el centro de la historia en una crónica que no llama tu protagonismo es un ejercicio ególatra, no un ejercicio narrativo necesario. Prefiero la presencia ajena, que el autor sea tácito, que, otra vez, la historia sea el otro. Hace pocos días (Mario) Vargas Llosa citaba a Flaubert en una hermosa pieza sobre el trabajo de Leila Guerriero: que el creador, como dios, esté en todas partes pero visible en ninguna. En su libro The Case for Books, Robert Darnton compartía su experiencia como periodista en la cual ciertas noticias como la muerte de un hombre afroamericano vs la de un hombre blanco no merece cobertura ¿la crisis actual de los medios tradicionales da pie a que historias que anteriormente no tenían espacio puedan contar con una mayor difusión? D.F. No es tanto la crisis de los medios tradicionales como la oferta de nuevas plataformas. Hoy en internet puede publicar quien quiera, con revistas y medios en general o en su propio blog. Si tiene talento, alguien lo descubrirá. Sí, los medios tradicionales no publican mucha crónica y mucha de la que publican es un frankenstein, lo que creen que es la crónica. Me parece que es un problema de acercamiento metodológico, que hasta excede a los editores. La mayoría de los periódicos, si por eso entendemos medios tradicionales, operan en América Latina sobre el día a día. Una crónica requiere, en cambio, que el autor tenga tiempo para trabajar los lugares, las historias, la documentación. No es imposible, claro. También es un asunto de elección personal: si quiero que mi carrera prospere marcando diferencia con mis colegas de redacción que se quedan con la producción diaria, tal vez deba invertir mi tiempo personal en producir el material. Lo vi hace nada en The Arizona Republic, cuando el autor de historias de migración, que escribe a menudo, subió la historia de una familia dividida por la deportación en tres partes: largo formato puro en un periódico. Dentro o fuera del medio tradicional, las ofertas existen pero es cuestión de golpear con el producto adecuado. Y para eso, primero, hay que tener el producto o una idea muy bien trabajada para vender. ¿Quién decía que el único lugar donde éxito viene antes que trabajo es en el diccionario? La crónica exige que dediques mucho tiempo a pre-producir y elaborar una tesis antes de sentarte y exige calentar largo la silla para tener algo que sea vendible. Yo suelo soltar la mayoría de mis textos en el segundo borrador y sé que después de eso me quedan dos o tres versiones más por celo. Alberto Salcedo Ramos recordaba que en una charla

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algunos jóvenes se quejaban de que no hay dónde publicar. Él quiso saber si tenían algo escrito, y le dijeron que no, que sólo la idea de un tema. El punto es: escriban, la calidad suele hallar su camino. No se publica por arte de magia: se publica porque el trabajo perfecciona el oficio para contar. No somos magos sino escritores. ¿Cuál es el papel que juegan para ti las redes sociales más allá de la difusión de la propia obra? Múltiples. Son espacios de circulación y, por lo tanto, de abasto. Veo a Facebook como la plaza y a Twitter como el bar: en las plazas hay más mezclas mientras que los bares son territorios donde proliferan más los grupos. En ambos casos, producen y recirculan muchos datos e información. Por la limitación de espacio, Twitter es más útil para compartir información y como escenario de galanteo aforístico. Yo tomo al tuit y al post como razonamientos de adultos y los considero opiniones personalísimas, en especial entre las figuras públicas. Especialmente en el caso de Twitter, y merece toda una lectura, no sé si por la velocidad o porque opera una escisión de la conciencia o por qué, mucha gente dice cosas que luego lamenta. Internet puede ser virtual pero participa de la esfera pública. Más Facebook que Twitter me han servido como gatillos para historias, pues la gente expone casos y hechos. Hay, también, una función comunitaria invaluable. No tengo que recordar los casos de la revolución egipcia o el 11-M de Madrid para validar el peso de las redes sociales. Sin ir más lejos, cuando perseguían a Dzhokhar Tsarnaev, el menor de los hermanos que atacaron el maratón de Boston, la policía se enfadaba con la prensa porque adelantaban sus movimientos por Twitter. Una historia de The New Yorker compartida por Jon Lee Anderson obtiene de inmediato “like”, comentarios, reproducciones y eso auspicia que sea leída por gente que puede no ser parte del grupo de suscriptores de la revista. Cuando ves a una activista de los Dreamers como Erika Andiola pedir a menudo a sus 5,000 seguidores que circulen información para detener una deportación o reunir firmas para la reforma migratoria, estás presenciando una pequeña muestra de activismo social. Twitter no sirve para debatir pero yo he hallado en ocasiones conversaciones más estimulantes en Facebook que en una redacción o el ámbito donde arreglamos el mundo, los bares. Si uno lee tu obra y estoy pensando en libros como Sam no es mi tío, Joseph Stiglitz detiene el tiempo o uno de tus más recientes como es el caso del Último comunista en Miami encontramos temas que son una cons-


37 tante como la migración, la desigualdad ¿Consideras que el español es el vehículo adecuado para difundir estos mensajes dentro de los Estados Unidos o también existe el proyecto de traducir estas obras al inglés? El español es el adecuado para quienes hablan en español, pero si quieres audiencias mayores —y creo que todos las buscamos—, hoy el camino es el inglés. Me encantaría que se traduzcan, claro. El otro asunto es ampliar la lectoría en español. Creo que será progresivo. Ahora, no sé qué español será, pues en una sociedad de formación cultural anglo el sincretismo lingüístico está creando una especie nueva, otro animal lingüístico cuyo ADN todavía no está claro. Es natural, por otro lado, porque si el valor de un lenguaje, su capacidad de decir, está en el uso, nada más basta mirar el español de hace 500 años y el actual para notar que también son animales disímiles así pertenezcan al mismo tronco lingüístico. Tus textos tienen una fuerte carga autocrítica que no resulta muy común, estoy pensando por ejemplo en tu artículo Cómo compra un progre ¿es ésto una disciplina al momento de escribir o surge de forma espontánea? Todo periodista y cronista —todo escritor— es una persona muy corriente: la misma fisiología, la misma cantidad de sangre que el verdulero de la esquina. Metemos la pata a menudo: es lo que nos define como humanos. Por lo tanto, cuando encaras una historia, te pasa lo que pasa a muchos: estás seguro de ciertas cosas, dudas de otras, te equivocas en algunas interpretaciones. El contrato de lectoría, digo yo, exige que te humanices si vas a narrar en primera persona. Entonces, si yo soy protagonista del texto, la autocrítica es, si quieres, una decisión ética antes que metodológica: si el texto me implica a mí, debo mostrar mis errores y vacilaciones. Por lo demás, soy bastante autocrítico y casi siempre no me gusta lo que escribo. Si algo tengo sobre mis textos es cariño y peros. Hay mucho de obsesivo, que lo soy. Me baño siempre del mismo modo, me visto siempre del mismo modo, sé dónde debe ir cada cosa en mi escritorio, y no me gusta que las cosas se hagan a medias. Por supuesto, a veces bajo la guardia. Hace nada volví a escuchar una entrevista en PBS a David Foster Wallace donde recordaba que, si tu fidelidad al perfeccionismo es muy elevada, nunca harás nada. Pues eso, después de la autocrítica debe venir la búsqueda del mejor modo de contar las cosas y, finalmente, cerrar los ojos: enviar el texto, dejarlo ir, releerlo poco y nada para no redescubrirse las tor-

pezas. El precio de la autocrítica es que a veces debes decir basta para hacer algo más. En tu libro El Último comunista de Miami somos testigos de una sociedad miamense bajo la lupa de la burbuja inflacionaria, visto a la distancia ¿Cuál es ahora el Miami que se encuentra en tu memoria y el que a la distancia eres testigo ahora? Bueno, “El último…” es una reedición de “South Beach” corregida, recortada y con un relato nuevo, y como es un libro de ficción me ha permitido modificar cosas. Es la ventaja de la ficción: tiene las puertas abiertas a mucho juego. La no ficción es caminar en un pasillo con puertas con luces rojas: debes mantenerte en el pasillo de los hechos, pues tras esas lámparas, hay un desvío a la invención. Con esto quiero decir que mi lectura periodística difiere de la ficcional. En ese plano, Miami todavía no levantó cabeza por completo de la crisis; especialmente el mercado inmobiliario está tratando de sacar el excedente de unidades y todavía no está claro si eso será en los próximos tres o cinco o más años. Pero la gente vive más allá de la crisis y Miami es una ciudad muy vibrante que sabe cómo cerrar puertas con focos rojos. No tengo dudas de que resurgirá con más brío. Para finalizar dos preguntas una en serio y otra un poco a broma. ¿Cuál es el próximo proyecto de Diego Fonseca? En este instante, trabajo en la edición de un libro con cronistas veteranos en el que miramos América Latina a cuarenta años del golpe de Pinochet en Chile. Estoy terminando el primer borrador de un libro de no ficción sobre migrantes y millonarios, dos vidas paralelas, que viven en el mismo edificio que yo, en Washington. Después de la publicación como ebooks de “Joseph Stiglitz…” y ahora de “El último comunista..”, en breve sale a la venta, en papel y electrónico en Estados Unidos y Canadá, “El azar y los héroes”, que recupera parte del material de “South Beach” y también incorpora material nuevo. Y como argentino si ya tienen, reina, papa, ídolos del football, el hombre más interesante del mundo ¿Cuál es tu predicción respecto a la próxima frontera por alcanzar por parte de alguno de tus compatriotas? Dada esa enumeración, nuestro destino manifiesto parece ser la dominación universal. Somos marcianos, por si no lo sabían. Y fracasaremos.


Edgar Nano Sanchez - Aurora Quetzatlcoatl Mixta/Lienzo 46 x 40� 2011

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Huracán (El de una sola pierna) Solamente había inmovilidad y silencio en la oscuridad, (Popol Vuh)

Cuatro caminos cruzaban el borde del río encantado, río de sangre que tiñó mi vientre cuando sólo había inmovilidad y silencio en la oscuridad.

Rojo, negro, blanco, amarillo El faro me llevó a ti, donde el viento arremolina cuando sale el sol, entonces los cuerpos como estandartes fueron estelas que descifraron el curso del tiempo. Escribí el origen del mundo, di mi primer discurso y el mar y el cielo dieron el sí, quise agradecieras la vida dándote el habla, te formé del caracol carnívoro que descansaba en la memoria de una aplastante nube y filtré cada uno de tus recuerdos, colé la polvareda de tus sueños. Trague el tónico que me dejó amurallada, protegida del amanecer constante, así cuando los Dioses descendieron pude sortear sus peligrosas peticiones con mi escudo de coral. Abierta al mar, cual caleta al pie del castillo, increíblemente así, anegada, observé una luz radiante que provenía de mi único pie, éste secretó, dejó pisadas luminosas que se encaminaban hacia la playa, las olas enfurecidas quisieron tragarse las huellas, pero finos hilos las ataron deteniéndolas por siempre a mis ojos. Fuertes vientos y abundante lluvia se condensaron, me alimenté de tu cálido núcleo y perdí furia cuando penetraste mi tierra. Una serie de columnas hacen de techumbre para la última estrella que se desvanece por el acantilado de tu espíritu.

Mi ojo se descubre Al término de la tempestad se devela la amplitud donde tu cabeza florece y da frutos, ahora podemos dormir, aletargados por el cíclico torbellino que resuena en el infinito.

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Péndulo Péndulo México M éxico

Maya Lima Rodríguez (México D.F. 1973). Poeta y cuentista, lectora en voz alta ypromotora cultural. Haparticipado en talleres bajo la dirección de Eduardo Saravia (México) y Félix Luis Viera (Cuba). Participa en la compilación de poesía erótica Iberoamericana 2010titulada: “Garage 69”(editorial Cascada de Palabras Cartonera, 2010). Antología Erótica: ”Poesía del siguiente orgasmo” (Amarillo Editores 2010). “La Tierra de en medio”, patrocinadoporla Casa del poeta José Emilio Pacheco, ( 2011). Ha colaborado en la revista “Vicio Perpetuo”de Lima Perú, en la revista “Trajín Literario”, Revista “Frontera Esquina” y en la revista OPCIÓN del ITAM. Participa en la antología “punto & aparte” (Lima, Perú 2012). En la edición conmemorativa para el festival internacional de poesía Grito de mujer, “Poesía rebelde” 2011 y “Libertad, en mi cuerpo yo decido” 2012. En “Palpar” Ediciones EISEKE, Granada, España 2012, en “Letras de Babel 5” (aBrace editora, Uruguay 2012), en “Adicción bajo los efectos de la creación artística” (Instituto para la atención y prevención de las adicciones en la Ciudad deMéxico, Gobierno del D.F., 2012). “Amor voz” (Editorial Morvoz 2012). En “La República en lavoz de sus poetas” 2012 y “Cantar bajo la nieve” Toluca 2012. Es integrante del Colectivo Entrópico donde participa como compiladora y correctora en las diversas publicaciones delmismo. Es una de las fundadoras e integrante del grupo “Cabaret poético” (Performance poético de burlesque), con el cual se presenta en diversos foros de la ciudad de México.


Hechizo de agua Con serpientes en el rostro y agua del cielo brotando de mí me encuentras para extirparme el ánima. Mis huesos quebrados, pero aun con luz; vítreos, descienden más allá del horizonte. No tengo piernas que corran tras el canto del ave, ya no existen los dedos de mis manos que prueben las mieles de los colorines. La morada de los muertos yace entre mis senos, ellos pagan su cuota con la moneda que guardaban bajo la lengua, sus ojos brillan al derramar la espesura de su deseo. Mis tumbas permanecen cerradas, son una casa pintada de rojo que despelleja el esófago de cualquier lactante. Prisionera, rodeada por un río de fuego; el infierno ahora humedece mis pupilas y la de mi alma castigada por tu pasión. Más valía haberte castrado, cortar el paraíso de tajo. Que tus muchas cabezas y brazos no se extendieran a lo ancho de mi cadera para no recordarte como el lugar de los tormentos. Nunca más serás el señor de las noches, no. Serás un lagarto de las entrañas de la tierra, al que las masas de agua adentren en el territorio de las tinieblas. No podrás advertir mis movimientos, acuática me deslizaré para asfixiar tu presencia. Adornaré mi cuello y falda con corazones, usaré colorete en las mejillas, descarnaré los rasgos de tu recuerdo, me colgaré cascabeles en la sonrisa.

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Camilo Ayub Barquet. Nací en un año de cuya fecha no quiero acordarme. Estudié drama en

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Léase con mujeres lavando las ropas en el río

El don es el silencio no la palabra

Eumelia Castro Mistikos 36 X 36 X 1

La lengua viene del agua del suave deslizar del agua cristalina en los arroyos ha germinado la palabra

La lengua no es canon académico se acrisola en el cauce prístino de los ríos, en el lenguaje de los niños y en el dialecto de los hombres primitivos

La lengua baja de la montaña atraída por el agua tejiendo en el cauce subacuàtico la humedad de las palabras

¡Guadalupe! ¡Guadalupe! se escucha la voz de una madre que llama a su hijo hundido en la espesura de la hierba

Arrastrando atributos naturales a su paso el agua forma desesperados saltos azules surcos en la piedra estrías en el viento. ¡Guadalupe! ¡Guadalupe! se escucha la voz de una madre que llama a su hijo hundido en la espesura de la hierba La lengua deja signos en el tronco de los árboles, el agua en la elíptica del tiempo la lengua se perfuma en la palabra, el agua, en la montaña y agua y lengua nacen pura y cristalina sin palabras soeces de ciudad

El agua se amontona en los recodos bregando por pasar toda al mismo tiempo El agua lava las palabras y hay mujeres en la orilla lavando la ropa familiar en las piedras lavadas por el agua ¡Guadalupe! ¡Guadalupe! se escucha la voz de una madre que llama a su hijo hundido en la espesura de la hierba

San Juan Chamula, Altos de Chiapas

Péndulo México

San Francisco California. He publicado en Paso de Gato, Publico, Enlance. Actualmente trabajo con un grupo de actores en Playa del Carmen, Penínusla de Yucatán. He participado en cinco festivales cervantinos y dos festivales Rosario Castellanos. Viví nueve años en la Cuba y 11 en EU. El presente poema, Léase con mujeres Lavando las ropas nace como protesta contra las que critican a las chamula por lavar las ropas en el rio. Y yo me pregunto, ¿a dónde va toda el agua de las lavadoras?


Péndulo México

Alejandra Vergara Flores (Ciudad de México, 1987) Es escritora y trabaja como editora en Revista Esnob. También es parte de La Cleta Cartonera, proyecto editorial independiente en Cholula, Puebla, ciudad en la que reside. Se graduó como licenciada en Literatura y tiene una maestría en Teoría y Crítica Literaria. ale.verflores@gmail.com

Ensayos del deseo Primer ensayo del deseo No fue entonces, repitiendo el cliché del asiento trasero. Manos que raspaban mi juventud.

Fue la saliva, probada indirectamente; los labios puestos apenas sobre las cenizas dejadas por su boca.

Tampoco la vez a caballo -Amazona, mujer centaurocuando salí por mi boca volviéndome sólo cuerpo.

Sometimes a cigar is just a cigar, pero otras veces no y en la bocanada nos prendemos fuego. El bosque que somos humea y cruje, las bestias rasguñan desde dentro, chocan erráticas buscando una salida. Uno se vuelve también bestia: colmillos que han olido la sangre. Sentimos la sed y sabemos, con la carne, con las bestias, que el incendio se extinguirá arrojando el cuerpo a la saliva.

Ni en aquel nido de vitrales, luz tardía que se apaga. El deseo dos mil peces tirando furioso de mi cabello. No fue el coito de pie, contra la pared dejando un charco de ropa en el piso. Tampoco el choque violento (como toda traición) inmolando una víctima en la cama. Nunca, esas veces me partió en dos el deseo. Fue algo sutil: ojos que veían desde otro lado, detrás de un cristal, de una muralla. Ojos que ardían en los pómulos, quemando sólo con ver.

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Segundo ensayo del deseo Corazas infranqueables, lanzas o puñales, todo es bueno si deforma un cuerpo. Luis Cernuda

Barricadas, inmensas barricadas, arbustos con espinas, paredes imposibles. Los cuerpos ignoran lo que crece entre ellos murallas de besos, de manos, de piernas enrolladas. Más de un cuerpo solo, sitiado; son viejas ciudades amuralladas. Sin embargo, se tocan, se monta uno sobre otro y sobre otro y sobre otro. se tocan. Solos como el primer hombre se desean, se miran, se muerden, se lamen. Se tocan con un tacto falso, piel que crece sobre la piel. Murallas sin nombre se despliegan, construidas en secreto, en soledad, en barras de bares oscuros, en oficinas, en aeropuertos. Ignoradas y hermosas murallas crecen bajo las manos, sobre la piel. Los cuerpos ignoran, pero intuyen, silenciosos, que se tocan, se acarician se aferran, se penetran y no se tocan.

Tercer ensayo del deseo Un caballo que galopa y no llega. Corre una estampida bajo la piel, brotan manos de las manos, se infla el cuerpo llevado bajo el cuerpo, lleno de polillas atrapadas estrellándose frenéticas como caderas. Hinchados de deseo tocamos la cal de las paredes, la sal de las piedras. Hinchados de deseo, idiotas, quietos, tocando sólo piedras y paredes. Canteras heladas, porosidades ínfimas. Cárceles pétreas que nos contienen. Un caballo negro de crines negras galopa encendido sobre un monolito y no llega.


Péndulo México

Rubén Manuel Rivera Calderón. Lic. en Letras Hispánicas por la UAM-I y Medalla al Mérito Académico (1997). Obtuvo en tres ocasiones el Premio Peninsular de Poesía “José Alán Gorosave” (1988, 1997 y 1998); recibió el Premio Estatal de Poesía Joven “La Paz 1992”; ganó los Juegos Florales “Margarito Sández Villarino, San José, 2000”, y en mayo de 2004, el Premio Estatal de Poesía “Ciudad de La Paz”. Publicó Torera de las aguas (UABCS-SEP, 1996), Marina. Viaje por un cuerpo en ocho cantos (UABCS, Praxis y Cuarto Creciente, 2004), La Casa de Cortés (ISC, 2004), Poemas sueltos (El celta miserable, 2009) y Tal vez un Himno (ISC/CONACULTA, 2010).

Claridades Es muy simple: tomo a las calles de noche entre mis brazos, y las estrecho hasta romper la tensión superficial de mi piel y del asfalto. Todos los misterios me recorren, se abren paso y me lanzan de viaje; pero no me dicen dónde has ido, así, con la blusa crispada en sus pezones y desordenada la espalda, llena de caminos y caricias y caricias. Es muy simple, si aceleras ¿se harán a un lado? Pero en qué estrella sin sombra reviento mis pupilas, si la velocidad no me adelanta verdad alguna, y tu venías y yo iba en esa curva, y la muerte quedó intacta pues ningún retrovisor la rebasaba. Es muy simple, mi prioridad es abrazarte, aunque termine solo con las calles anudadas a mi cuello.

Póker Esta palabra nació, de la angustia simple, tersa, decantada. Es alma vieja. Juega al póker con la hojarasca de cada vida. Y cuando ya no le queda nada sobre la mesa ni en el árbol, saca la carta transparente del amor bajo la manga.

Con la loba Para morder con la loba cabellera, y volar las cejas de frente a enfrente, no hay que matar al mar. En la estela morena de los labios, el luminoso misterio del viaje te sonríe.

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ciones fotográficas y recitales poéticos en México, Francia, España, Austria, Costa Rica, Puerto Rico y Estados Unidos. Obra Publicada: Por la Vida Una, Soirs de Vigne, Caracol Aventurero, Usumacintamente y Usumacintamente, las canciones, De tu Piel a mi Universo, Tres Cuentos y una Niña. Además se han publicado más de 30 libros ilustrados con sus fotografías. Forma parte de diversas antologías nacionales e internacionales. Sus poemas han sido traducidos al Francés, Inglés, Italiano, Náhuatl y Maya. selevantalanoche.wordpress.com

Las maldecidas Vive en mí la más poderosa necesidad de no soportar ni un día más la ignominia ni el desprestigio Llevo el grito de las maldecidas en mi pecho Hijas de la vergüenza las maldecidas somos mujeres vivas con responsabilidad con inteligencia y sexo Amamos y si tenemos hijos respondemos por ellos aunque nos llamen putas o nos desprestigien

La maldición cae sobre la casa de mis hermanas cuando nuestra palabra es puesta en duda a favor de un borracho de un irresponsable o simplemente de uno que por haber nacido hombre entera la sociedad lo apoya Porque cuando él dice NO ese bebé se queda por el resto de su vida sin padre pues no hay ley ni poder en mi patria capaz de defender una palabra de mujer La maldecida hoy cuelga el hábito Y sale a la calle a desarticular tradición, maldición e injusticia Nunca más una de nosotras bajará la cabeza humillada por la proeza de haber pagado el precio sola como si en verdad hubiese culpa Y de nosotras hoy crecen hijos nuevos hijos libres de toda maldición y ceguera Pues a nosotras se unen valientes, visionarios y vanguardistas dispuestos por encima del género la tradición, la irresponsabilidad o la cobardía a hacer valer la verdad ante la sociedad y la vida

Fotografía Kary Cerda

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Kary Cerda Poeta, fotógrafa, compositora y editora mexicana. Ha realizado más de 200 exposi-


Continente Negro Quiero ir de tu piel a mi universo descubrirme en ella intolerable insensata sacar mi mezquindad completita y parada ahĂ­ en tu piel verla podrida perderse Quiero a ras de piel mirar el mundo recorrerla descubriendo la obviedad de la tibieza el dolor de la entereza que no conoce tus poros quiero en tu piel descubrir los espacios del silencio rodear los tiempos llenos de historia y matarlos todos juntos Quiero matar en tu piel a todas la circunstancias que no dejan que mi piel le haga el amor a tu piel Porque quiero conquistar a tu piel con mi epidermis arrancar espasmos y contracciones a fuerza de piel rozando de abrazos ahogando de besos llorando Quiero tu piel destrozada humedeciendo la noche y escurriĂŠndome en las manos Quiero estrellarme en tu piel cuando amenace el deseo

FotografĂ­a Kary Cerda

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FotografĂ­a Kary Cerda

Piel Caribe Como un eco escondido viajando entre las cĂĄlidas mareas del caribe mexicano tu voz de sal aĂşn palpita ronca entre el amanecer y la penumbra Cada ola tiene un acento y un tono las tuyas... saben a piel dormida sobre la arena oscura de la noche


Holarasca México

Alberto Chimal. Ha publicado una docena de libros de cuentos, entre los que destacan 83 novelas, Grey y Éstos son los días (Premio Nacional de Cuento INBA 2002); también es autor de la novela Los esclavos y de La cámara de las maravillas, una colección de ensayos. Chimal es maestro en Literatura Comparada por la Universidad Nacional Autónoma de México e imparte cursos en la Universidad Iberoamericana y la Universidad del Claustro de Sor Juana. También fue miembro del jurado de Caza de Letras, concurso-taller por internet organizado por la UNAM, entre 2007 y 2010. Actualmente es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte, institución mexicana que patrocina el trabajo de artistas de diversas disciplinas. Textos suyos han sido traducidos al inglés, francés, italiano, húngaro y esperanto. Es considerado uno de los escritores más originales y talentosos de su generación y un pionero de la escritura digital, documenta actualmente en la bitácora www.lashistorias.com.mx Su libro más reciente la novela La Torre y el Jardín publicado por editorial Oceano ha tenido una gran acogida por parte del público y la crítica.

Pueblos del mundo

[fragmentos de la segunda edición, perdida, de Gente del mundo, de Damac de Jeramow]

Los sistemas Los agalamaberenten,1 habitantes de los valles de Glau, sostienen que en cada espíritu se manifiesta uno de doce Humores Fundamentales; cada uno de éstos, prosiguen, puede mostrarse con una de treinta intensidades distintas, en uno de quince modos y con una de dieciocho tonalidades. De esto, finalizan, resulta que hay noventa y siete mil doscientas clases distintas de carácter, y es el destino de cuantos nacen el estar marcados por uno y sólo uno de esos signos numerosos, que para siempre los resume y explica. Cada signo tiene un nombre –la Dama Negra Vestida de Blanco; el Sol Brillante y Recordado; Un Pez y Mil de los Ríos Desconocidos–, que se enseña junto con la precisa combinación2 que lo define. Este aprendizaje, muy arduo, se prefiere a cualquier otro, pues se cree más importante; “Ordenarás a los hombres”, dicen los maestros y los viejos, “que en ese rigor están las puertas del mundo”. Nada en la doctrina liga los signos a circunstancias de la tierra o del cielo, y por tanto su determinación es larga, hija de pacientes escrutinios. Los casamenteros de este pueblo pasan horas y días aparejando testimonios de progenitores, amigos y es-

pías de los muchachos casaderos; los libros de historia son especulaciones sobre los signos de los reyes de antaño, con larguísimas glosas y comentarios; cuando alguien es muerto en la calle o el monte, las autoridades, en lugar de buscar al asesino, se preguntan quién fue “en verdad” el muerto, cuál era su signo, qué infausta conjunción lo llevó hasta otro de signo adverso.

1 “Los Que Nos Conocemos”.

2 “Irascible undécimo, distraído, azul oscuro de calma”

es, por ejemplo, la definición del tercero de los signos mencionados.

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Humildad Cuando hablan con extranjeros, los uquq3 sonríen mucho y dicen grandes palabras, para que el visitante vea sus bocas desdentadas, húmedas y brillantes. Unas veces se glorian –el más lerdo de ellos, les gusta decir, es más hábil para arrancar muelas que el mejor quirurgo de otras tierras, que el más delicado de los barberos–; otras predican. La raíz de su credo es la noción de la indignidad de los hombres, la altura ínfima que les corresponde en la escala del mundo, como la enseñó Gagaaq, primera de las Reinas Sometidas. “Dos sicarios le vaciaron la boca a garrotazos”, declaman, “y ella entendió que era una señal, y que no debía nutrirse más de la carne viva ni de los tallos y las hojas, en las que duermen agua y vigor hermanados”.4 Sus recién nacidos pueden beber la leche de las madres porque es materia humana, tan vil como sus propios cuerpos. Peor indignidad, opinan, es la de los muchos que, en cada generación, son incapaces de dejarse morir de hambre, y comen papillas en rincones oscuros, y se aparean. 3 “Los Que Tomamos Nuestro Sitio”.

4 En esta frase se ha querido ver una paráfrasis de los célebres versos finales de la Góndola perversa, el gran poema de Suryau de Haydayn.


Plenitud Los khaam5 aprenden que las almas son tan enormes, de tal densidad intangible, que llegan al mundo divididas, repartida cada una entre varios cuerpos que nacen. Cuando sus niños llegan a la pubertad han de buscar a sus Hermanos de Aliento, como los llaman, y, tras reconocerlos por medio de los ritos adecuados, competir contra ellos en un torneo de armas. Quien sobrevive es tenido por un ser completo, y debe aprender los hechos de los muertos, para preservarlos. (A veces ocurre que los magos encargados de juzgar cuántos y cuáles trozos son de un mismo espíritu declaran que hay faltantes: tercios, quinto o décimos de alma que no se hallan en ningún sitio de la tierra de los khaam, y que por tanto han de estar en otras. Los Hermanos de Aliento a quienes aflija esta desgracia deben seguir juntos, y juntos partir a recorrer el mundo en busca de lo que les falta. Grande es el dolor de quienes los ven marcharse; casi nunca regresan.) 5 “Los Que Somos Muchos”.

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Historia En las playas de Junudde, las de arenas y aguas pardas, los iutud6 viven de la pesca y los naufragios. Sólo este rasgo los distingue de otros pueblos de ese litoral: su lengua tiene una palabra que muchos traducen como “escritura”, pero en verdad desconocen las artes de los símbolos, y el término designa en cambio este diario ritual: de mañana, cuando baja la marea, se acercan al borde del agua que retrocede, se arrodillan en la arena pesada y blanda y entierran la cara en ella. Luego se levantan. A los rostros así grabados los llaman “historia”, y los creen su testimonio a los dioses del mar, que les dieron la vida y les exigen relatarla de tal manera, silenciosa y fugaz. (Estos bajorrelieves se desdibujan con rapidez, y al fin la marea, que vuelve, los borra del todo.) Cuando alguien muere, se le lleva hasta la playa para dejar una última huella; se piensa que sólo así lo reconocerán quienes lo esperan más allá del mundo.

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6 “Los Que Nos Revelamos”.


la UNAM y la Maestría en Creación Literaria en la Universidad de Texas, en El Paso. Es Doctor en Lengua y Literatura Hispánicas por la Universidad de California (Berkeley). Actualmente imparte clases en la Universidad de Tulane (Nueva Orleans). Ha publicado cuentos, artículos, crónicas y ensayos en periódicos y revistas de Estados Unidos, Latinoamérica y España: de El País a Reforma, de La Jornada a El Malpensante, de Letras Libres a War and Peace, además de en numerosas antologías. Fue editor y fundador de la revista literaria el perro. Ha publicado las novelas, Trabajos del reino (Periférica, 2008), Señales que precederán al fin del mundo (Periférica, 2009), y La transmigración de los cuerpos (Periférica, 2013).

Entera La coliforme vespertina existió complejamente durante el verano de 1999 en el área de Norfolk, Inglaterra; particularmente en el poblado de Sheringham; para ser más específicos, en el intestino delgado de un Roger Wolfeston, exfabricante de documentos falsos que había conocido bonanza. Este desatino natural resultó de la evolución subitísima de una bacteria del orden de los enterobacteriales -un citobacter, ya que hemos empezado a andar el espejismo de la precisión-, al contacto con un ácido lisérgico que se alojó por semanas en una lesión en las microvellosidades del intestino grueso de Wolfeston. La improbable reacción química originada por la prolongada exposición de la flora saprófita al ácido -que el señor Wolfeston había obtenido en su último viaje a Londres y que no tuvo el fin previsto- provocó que dicha bacteria experimentara cambios insospechados en

la adolescencia de su existencia, pero ninguno que la volviera letal o que disminuyera sus cualidades fermentadoras. Sólo es que la bacteria, prodigiosamente, cobró conciencia. Del vivaqueo eterno, la coliforme vespertina saltó a la percepción de lo inabarcable: un resplandor sin palabras. El vértigo de los fluidos, el rastro de otros hervores, los ángulos y las superficies de las demás bacterias, todo le indicaba su lugar como centro del universo, ella era la encrucijada por la que cobraba sentido lo que nosotros aproximamos a llamar temperatura, luz, tiempo. La distinción del universo la llevó a nombrarlo por gradaciones de conciencia: la mayor intensidad con que reparara en una cresta o en el vacío de ciertas horas, eso era el nombre de la cosa. Aprendió a esperar, luego añoró y finalmente imaginó. Y con

José Tonito Rodríguez. Pure organical abstractions from chaos to beauty. Tintas sobre papel fotográfico

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Holarasca México

Yuri Herrera, nació en Actopan, México, en 1970. Estudió la Licenciatura en Ciencias Políticas en


la comprensión de que lo que había no era sólo lo que había, sino lo que podía haber, comenzó a erigirse un lugar en el mundo. La comprensión que siguió a ese momento es lo que se ha dado en llamar la plácida tarde de la coliforme: el lapso en que construyó planes desaforados de arrancarse de su ámbito de motilidad, atravesar zonas ignotas del intestino y dejar en cada punto la huella de su flagelo. Llegó la coliforme vespertina a sofisticar sus emociones tanto que, antes del Apocalipsis, alcanzó a conocer la angustia existencial. Se entregó a la sensación de perder algo que nunca había tenido, cuando descubrió que aquel jardín que la albergaba comenzaba a decaer inexorablemente. ¿Por qué? ¿Por qué se terminaba todo? ¿Para qué había comenzado todo? De nada le habría servido que alguien le informara que había un anfitrión primordial, y que éste, el traficante de documentos Roger Wolfeston, agonizaba de abstinencia en un centro de rehabilitación al que había sido condenado por la justicia; de nada habría servido aún cuando aquello fuera comunicable, pues la escala de esos eventos era tan inconcebible (¡que existiera un organismo enorme y laberíntico como para albergar a millones como ella!), que la única manera de relacionarla con su realidad fue por medio de la ficción. Por un momento intuyó esa respuesta, la religión, pero para entonces también le había llegado el hastío y la soledad. Era, la coliforme vespertina, una luz de conciencia entre billones de semejantes, la población más vasta sobre una tierra que no llegó a concebir, pero la sensación de vaciedad la abrumó al punto de que, cuando entreveía la solución divina, la descartó instantáneamente convencida de que, si podía formular algo así de inmenso, si podía haber un instrumento para enunciarlo –palabras- entonces aquella cosa no era posible; no, que lo grandioso y definitivo pudiera ser definido por lo breve y simple y elemental. Y mucho antes de que Roger Wolfeston se aliviara de aguja, volviera a recaer y muriera, la coliforme vespertina enfermó de tristeza y casi sin darse cuenta se extinguió para siempre.

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José Tonito Rodríguez. Pure organical abstractions from chaos to beauty. Tintas sobre papel fotográfico


53 Agustín Fest es escritor y obrero digital. Vive en México con su esposa y sus dos perros, en

Cadena de favores From: Truhán Alablack <t.alaback@arbol217.com> To: Roberta Mar <mares1969@yahoo.com>, Jairo Mar <sexyworks@yahoo.com>, Papá de Jairo <papimar@hotmail.com>, Andrés Manuel López Obrador <amlo@t1msn.com.mx>, arboltsef <arboltsef@gmail.com>, El jefe de Jairo <management@bussiness.solution.com>, Sabrina Gómez <sabrisabrosa@yahoo.com>, Periódico Reforma <editorial@reforma.com.mx>, Truhán Alablack <t.alaback@milnombres.com.mx>, Edgarel.gordito.que.se.cayo@starwarskid. protegiere.com Date: May 19, 2006 2:00 PM
Subject: La foto de mi nueva perrita, Jairo Mar. Attached Archive: Foto-del-putito.jpg. Hola a todos Les comparto una foto de un amigo mío, recabrón y valiente, que se la quiso tomar con un brasier. Él insistió. Normalmente no sería gracioso pero el chiste de la foto, es que, al parecer… lo liberó. Prendió un cigarrito y dijo, bien serio–: Pienso que sería una buena femme fatale, pero no como Sharon Stone, sino como una de las antiguas. ¿Alguien sabe el nombre de una femme fatale así chida? Lo curioso es que: 1. Era el único que no había tomado una pizca de alcohol porque su papá, político de profesión, candidato a la presidencia y católico perrón, al menos hasta que tenga el puesto, lo había educado a no tomar alcohol. 2. Pensó que de las quince cámaras en la fiesta, ninguno tomaría la foto y la circularía a sus familiares, compas de trabajo, periódicos, rivales políticos y amigos. Mando esta foto para celebrar que se fue hace dos semanas a Europa de intercambio y que cree que allá podrá obtener toda la diversión que no pudo obtener aquí. Por cierto, acabando la fiesta, se fue tomadito de la mano de un chavo muy guapo, al que creo que nadie conoce. Uhhh, lo siento por ti Sabri… Un saludo a todos, Truhán Alablack (por supuesto que esto es un seudónimo, por acostarte con mi novio hijo de la chingada!!!).

Holarasca México

el solitario municipio de San Andrés Cholula. Ha publicado en dos antologías donde el mundo sí se acaba, ganó un concurso nacional y mexicano de cuento, escribe en suplementos culturales y también ha escrito para algunas revistas. Tiene una bitácora donde miente regularmente, desde hace 10 años, en arbol217.com arboltsef@gmail.com @ad_fest


From: Sabrina Gómez
 To: Jairo Mar
 Date: May 19, 2006 2:11 PM
 RE: Subject: La foto de mi nueva perrita, Jairo Mar. Hola amor. Oye… ¿qué onda con la foto y con el ardilla? ¿es neta lo que dijo? Si esta retocada esta muy bien, porque si pareces tú. A ver quien cae, jeje. Yo casi caigo pero se nota que es una mentira. Oye, ¿entonces qué onda con la boda? ¿Todavía nos casamos cuando regreses verdad? este… te extraño mucho regresa pronto de Italia. Sabrina, puquis. PD. Sigo guardándome pura, para ti.

From: Jairo Mar
 To: Sabrina Gómez Date: May 19, 2006 2:53 PM
 RE: Subject: La foto de mi nueva perrita, Jairo Mar. Hola puquis. Si, la foto es un truco, no te preocupes amor. Seguro nadie le hará caso, es una bromita. Esos mails ni existen y OBVIO OBVIO se nota el retoque. Besos, también te extraño. Jairo.

From: Jairo Mar
 To: Ramón Jauregui <kerotano@yahoo.com.mx>
 Date: May 19, 2006 2:54 PM
 RE: Subject: La foto de mi nueva perrita, Jairo Mar.
 Attached Archive: Foto-del-guapito.jpg. Hola amor. Estoy un poco preocupado, nos vieron juntos en la fiesta, y están empezando a mandar la foto donde estábamos en mi casa cuando se fueron mis papás. ¿Éramos ocho personas nada más, no? ¿Cuántos llevaban cámara? ¿Tienes una idea de quién pudo ser? Te adjunto en el mail una copia del mail y de la foto. Je, aunque me veo guapo, me preocupa un poco que esto pueda escalar, sobre todo con papá como candidato presidencial. ¿Crees que puedas manejarlo, o aconsejarlo, por si esto sale a la luz pública y se pone mal pex? Ya sabes que confía mucho en ti, vaya, eres uno de sus consejeros. Tal vez de haber nacido mujer, tú y yo ya estaríamos juntos, pero no fue el caso, a veces lamento escondernos… pero tú entiendes la situación, ¿verdad? Besos… te extraño y te amo un mundo. Jairo. PD. Por más guapos que estén los italianos, ninguno se compara a ti. ¡No puedo olvidarte! PD 2. ¡Ayer me enteré que significa SPQR! ¿Te acuerdas que te mandé una foto dónde se ven a cada rato? Por cierto, me encontré a un mexicano con la misma duda y lo resolvimos en la Wikipedia.

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55 From: Ramón Jauregui
 To: Jairo Mar Date: May 19, 2006 3:10 PM
 RE: RE: Subject: La foto de mi nueva perrita, Jairo Mar. Yo me encargo corazón, no te apures. Te amo.

From: Roberta Mar
 To: Jairo Mar
 Date: May 19, 2006 3:15 PM
 Subject: ¡Qué onda hermanito! Oye cabrón, quítate dos cosas: La pose de fichera drogadicta. Mi brasier. Jajajaja, esta buenísima la foto. Espero que no la hayan visto mis papás todavía, porque hijole, se van a poner mal pedo. Te mando un beso canijo y espero te la estés pasando muy chingón en Italia. Por cierto, aquí te cuido a tu novia y a tu novio, para que no anden de mano larga, jajajaja.

From: Andrés Manuel López Obrador
 To: Periódico: La Prensa editorial@laprensa.com.mx
 Date: May 19, 2006 2:12 PM
 Subject: Mis comentarios al respecto de la foto del hijo de Federico Mar.
 Archivo Adjunto: Foto-del-super-putote.jpg. Por medio de la presente, les mando un cordial saludo y les entrego esta foto que llegó a mis manos de manera anónima. Sé de antemano que ustedes pudieron recibirla antes, a través de otros medios, pero prefiero mandarles la foto y adjuntar mis comentarios. Mi gobierno no discrimina a los homosexuales. Jairo, el hijo de mi rival a la presidencia, puede estar seguro de que mi gobierno se encargará de protegerlo de los pederastas del PRI, de darle trabajo, de que en el campo no haya pobres, de bajar los costos de la gasolina y del gas y hasta de construirle una estatua o un puente con su nombre, si se porta bien. Cuando esta foto me llegó, pensé primero en acudir a un periódico tan prestigioso como ustedes, que habla día a día de la realidad mexicana, cuyos mexicanos reales compran, para hacerles notar que no pienso abusar de esta bajeza política, y que no caeré en ningún complot. Que quede claro: no estoy en contra de Jairo y de su padre, sin embargo, estoy consciente que su partido aún tiene mucho camino que recorrer para ser considerado del pueblo. Yo ofrezco mi protección a los débiles, a los que hacen menos, a los olvidados. Si ustedes no adornan mis intenciones, enviaré la misma foto al periódico “El Metro”. Ahí también me quieren =(

From: El jefe de Jairo management@bussiness.solution.com
 BCC: armando.samano@bussiness.solution.com
 To: elena.lopez@bussiness.solution.com, horacio.yturbide@bussiness.solution.com,juan.raza@


bussiness.solution.com, christian.aranda@bussiness.solution.com,salvador.leal@bussiness. solution.com, sol.giorgana@bussiness.solution.com
 Date: May 19, 2006 4:03 PM
 RE: Subject: La foto de mi nueva perrita, Jairo Mar.
 Attached Archive: Foto-del-putito.jpg. Jajajajajajaja, miren a este tan seriecito y mocho que se veía… ¿¿¿¿a poco no es un súper maricón???? Por cierto, el papá de Jairo habló con el jefe y ya esta contactando a Jairo por teléfono para decirle que ya no tiene trabajo cuando regrese. Así que ni se les ocurra… nunca de los nunca… mandar fotos de sus fiestas. Un saludo a todos.

From: Periódico Reforma
 To: El papá de Jairo
 Date: May 19, 2006 4:38 PM
 Subject: Solicitud de entrevista. Buenas tardes, ya que su consejero no nos comunica con usted, nos hemos tomado la libertad de enviarle un mail directo para hacerle la solicitud de una entrevista. De antemano, le envío dos preguntas que explican, básicamente, de qué trataría la entrevista. Si gusta, también puede enviar a través de este medio su respuesta y algún plan elaborado. En la conferencia de hace una semana, dónde usted negó que su gobierno ayudaría a que los homosexuales pudieran casarse legalmente y donde afirmó que cree que la homosexualidad es una enfermedad genética, ¿cómo se ha desenvuelto esto a nivel familiar, con su hijo quien parece declararse abiertamente homosexual? ¿Cree que esto tenga alguna repercusión en su campaña política? Con una postura tan firme como la suya, y los valores morales y religiosos que tan prestamente ha declarado como base de su campaña, ¿es correcto decir que su hijo homosexual se educó con estos valores, y qué estos valores piensa difundirlos a través del país? ¿Es qué hubo un cambio de corazón, cómo dirían vulgarmente?

From: El papá de Jairo
 To: Periódico Reforma
 Date: May 19, 2006 4:38 PM
 RE: Subject: Solicitud de entrevista. Por el momento sin comentarios, comuníquese con mi consejero, Ramón Jauregui, para que cheque la agenda y vea cuando puede conceder la entrevista. Saludos, Federico Mar.

From: Roberta Mar.
 To: Jairo Mar.
 Date: May 19, 2006 5:22 PM
 RE: Subject: La foto de mi nueva perrita, Jairo Mar. Escóndete un rato, mi papá esta emputadísimo.

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57 From: El papá de Jairo
 To: Jairo Mar
 Date: May 19, 2006 5:38 PM
 RE: Subject: La foto de mi nueva perrita, Jairo Mar. Cómo no me contestas el teléfono, va por aquí. PINCHE PUTO PUTO PUTO MARICO DE MIERDA SOPLAFALOS PUTO CABRÓN CULERO. CUANDO ARREGLE TU DESASTRE, TE CORTO ACCESO A LAS CUENTAS SI NO TE VIENES PARA ACÁ DE INMEDIATO CABRÓN DE CACA. NO MAMES, MEJOR DROGADICTO, INCLUSO CON UN TERCER BRAZO CABRÓN… ¿PERO PUTO? AY NO MAMES. NADA MÁS QUIERO QUE VENGAS AQUÍ PARA DESCONOCERTE COMO HIJO.

From: Ramón Jauregui
 To: Truhán Alablack
 Date: May 19, 2006 5:42 PM
 RE: Subject: La foto de mi nueva perrita, Jairo Mar. Ya hice el depósito a tu cuenta. Muchas gracias por los favores recibidos. Besos Yola, Ramón.

From: arboltsef
 To: Truhán Alablack
 Date: May 19, 2006 9:15 PM
 RE: Subject: La foto de mi nueva perrita, Jairo Mar. Hola… Que poca madre, todos hicimos unas cosas muy extrañas en esa fiesta. Yo todavía no sé porque mis testículos están tres centímetros mas grandes. Creo que fue Yolanda o igual y fue Jairo, con eso de que una boca es una boca… puaft, ni me acuerdo bien… en fin, Yolanda es la facilona. ¿Y tú quién eres? Me late que eres el güerito que se fue con Jairo. ¿Quíhubo? ¿Pa cuándo la que sigue? Un saludo, Agustín Fest.


Holarasca México

Patricia Juárez. Estudió Arquitectura, Literatura Dramática y Teatro y los talleres del diplomado para escritores de la SOGEM, en México. Es colaboradora desde el 2007 de un periódico hispano en CT. Ha reanudado su carrera como actriz y sigue escribiendo narrativa y teatro.

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La hora no marcada Puente festivo del 5 de mayo. Había ido a trabajar a un pueblo de Guanajuato durante el fin de semana. Fui a presentar un show de cabaret dentro de una feria. El evento lo había conseguido Rosario una bailarina del grupo y, yo y dos más, la acompañamos. En aquel entonces, yo me ponía una peluca larga y desgreñada, unas medias negras con agujeros y una minifalda multicolor. Trataba de imitar en mis actuaciones a Gloria Trevi. Por cierto…a las niñas les encantaba ver a mi Trevi trasnochada y divertida en el escenario. Cuando se abrió el telón, bailé y canté como ella. La gente me aplaudió entusiasmada. En la segunda canción, me quité la ropa y me quedé en bikini. Algunas personas chiflaron y otras decidieron salir llevándose a sus pequeñitos. El espectáculo continuó con la segunda compañera y se obtuvieron los mismos resultados: cuando empezó a despojarse de su ropa, más gente silbó y más gente recogió sus cosas y se marchó. Pero el acabóse fue cuando pasó “la jefa”; la que había conseguido el contrato. Ella, además de quitarse las prendas, se despojó también del brasier y, aunque finalmente no enseñó ni un cachito de pezón, se hizo una escandalera en el público, amén de insultos y sombrerazos cerca del rostro. Nos gritaban: “Viejas encueradas, vulgares, no tiene moral…irrespetuosas váyanse a sus casas, descaradas…” Nos vestimos rápidamente y fuimos al hotel. Bajamos a cenar y le exigimos una explicación a Rosario. Ella nos contestó que ése fue el acuerdo con el tipo del municipio que la había contratado… que no había problema alguno y que durmiéramos tranquilas. Al otro día, a la una de la tarde, ella lo

esperó en el lugar indicado… Pero el sujeto nunca apareció. Enojadas y sin ánimo, tomamos el camión de regreso a México, con tan solo un día de sueldo en nuestro bolsillo y la rabia de haber perdido un fin de semana. Era domingo por la noche cuando llegué a mi departamento; estaba todo muy oscuro. El alumbrado público no servía desde hacía varios días. El foco que iluminaba el cubo de la escalera, para variar, estaba fundido. Logré entrar sin contratiempos y encendí las luces. Todo se veía normal. Entré exhausta y fastidiada y dejé mi mochila junto a la cama. Luego salí a comprar pan y leche al súper que estaba a dos cuadras de donde vivía… y regresé de nuevo. Cené frente al televisor y a continuación me dormí hacia la medianoche. Debía descansar; al día siguiente tenía una cita en un estudio para grabar unos spots de la lotería nacional. Me harían una prueba de voz y dicción, y arreglaríamos el sueldo. Ilusionada con esto, me quedé dormida más tranquila. De repente, la luz blanca de una linterna se posó sobre mi cara y oí una voz rasposa que me decía: “No se mueva, la estoy apuntando con una pistola… si coopera no le va a pasar nada…” Al principio no sabía si estaba soñando o era verdad. Yo me encontraba entre dormida y despierta por lo que aún no me había invadido el miedo. Al despertar y darme cuenta de mi situación, el pánico me empezó a invadir: mi vida estaba en juego. Pero traté de controlarme. “Si me mira va ser lo último que va a ver en su vida” me dijo. Así que me tendí, escondiendo mi cara entre las almohadas y empecé a rezar a Dios para que me protegiera y repetía sin cesar un mantra que me habían asignado en un grupo de medi-


59 tación. El tipo empezó a murmurar cosas entre dientes y parecía dirigirse a otros sujetos cercanos a él. El terror empezó a invadirme cada vez más, imaginando cuántos tipos serían. Temí que al verme sola, lo más seguro es que todos me violaran y luego tal vez me asesinaran. El ladrón empezó a esculcar mi mochila y tomó mis bikinis, tangas, incluso mi peluca de la Trevi y empezó a interrogarme: -¿A qué te dedicas? ¿Eres prostituta, verdad? Mira qué trapos usas nada más… y esa peluca…- como yo no respondía, empezó a preguntarme con más énfasis:- “¡Te estoy hablando, cabrona, contéstame!…” El colmo sería que este se tipo se sintiera el Jack Destripador del barrio y quisiera limpiar el mundo de inmundas rameras… Aún en esos momentos de peligro, no pude dejar de pensar con ironía. Débilmente, las palabras salieron arrastrándose de mi boca: -No, no soy prostituta… soy bailarina nada más… -¿Y esto? ¿Ésta eres tú? Como no podía ver, levanté un poco mi cabeza tratando de mirar a qué se refería, pero inmediatamente me dio una orden: -¡Qué no voltees, te digo!… estas fotos que tienes aquí… pareces tú con otras viejas… están encueradas… Entonces recordé que sobre el buró había dejado unos retratos de un evento en el que estoy posando en bikini junto a otras compañeras. -Sí, soy yo y unas amigas…. -Me voy a llevar una, por si acaso se te ocurre denunciarme. Si lo hicieras… te chingo. Esto último que dijo me tranquilizó de cierta manera, porque parecía significar que el tipo no me iba a matar. Luego, como si fuera un policía judicial, me preguntó que si consumía drogas. Y con ese pretexto, me levantó el camisón dizque para revisar si no tenía huellas de inyecciones “… como si las drogas se inyectaran en las nalgas” pensé. Terminado el humillante examen, me mandó no moverme y se encaminó hacia la otra habitación. Encendió la luz y se dedicó a reunir los objetos que consideró valiosos. No cesaba de murmurar cosas, por lo que aún yo no estaba se-

gura de si era solamente él o varios más. Empecé a calcular mis posibilidades de escapatoria y a reflexionar “.. Si la vida fuera como las churropelículas de acción, brincaría como una karateca. Conseguiría la llave de la puerta principal… Saldría. Y echaría el cerrojo dejando al delincuente con todo el botín y la pistola. Entonces, correría escaleras abajo y saldría a la calle para buscar ayuda de la policía… ¿de la policía? me dije. A veces, daban más miedo los policías….” Pensando con realismo, me di cuenta que si me paraba de la cama, el tipo podría escuchar el ruido del piso –que es de madera vieja- y yo tendría que salvar una distancia de unos cuatro metros hasta la cocina donde se encontraban las llaves. Luego tendría que abrir las dos cerraduras. Cerrar de nuevo. Y seguidamente, correría escaleras abajo gritándoles a los vecinos. Si aún con todo esto, lograba salir a la calle… ¿quién me aseguraba que no estaría algún o algunos cómplices del tipo esperándolo en un auto junto a la puerta del edificio? Calculando todas estas posibilidades, permanecí quieta en mi cama con un sentimiento mezcla de terror, rabia e impotencia. El tipo volvió a entrar en mi habitación, advirtiéndome que estaba cortando cartucho y un balazo iría a incrustarse en mi cuerpo al menor movimiento. Me ordenó ponerme de pie. Siempre de espaldas a él…Y me obligó a ir hacia el cuarto. Me preguntó dónde tenía guardado el dinero, y con todo el dolor de mi corazón, de un saco que colgaba en el clóset saqué los 500 pesos que apenas había puesto ahí unas horas antes. Para colmo de mi mala suerte, en ese momento, cayó al piso un billete de $100 dólares que me había dado a guardar mi amigo Joel, de Cuernavaca. El tipo me ordenó recogerlo y entregarle todo en la mano sin girarme. Lo hice. Luego me dijo que caminara de vuelta hacia mi recámara. Me obligó a tumbarme en la cama y a quitarme los calzones. Al ver venir lo inevitable, no sé de dónde saqué la ecuanimidad y el valor suficiente para decirle: -¿Quieres sexo?…. Está bien,…está bien, pero no me lastimes… Yo te doy lo que quieras… pero ponte un condón… ¿sí? -¿Un qué…? -Un condón…- le dije al tiempo que metía mi mano al cajón del buró. Como no había tenido ningún encuentro cercano en todo ese tiempo, no estaba segura si todavía quedaría alguno. Cuando mi mano tocó una pe-


queña bolsita de hule, reconociendo al tacto lo que estaba buscando, le di gracias a Dios y le pedí que me ayudara en aquel trance. Forzosamente, tuve que voltear mi cuerpo de frente al ladrón que en aquel preciso momento se iba a convertir también en violador. A pesar de la oscuridad reinante, pude ver la silueta de un hombre de complexión regular, más bien chaparro y con el cabello oscuro. El tipo se abrió el pantalón y sacó su miembro. Yo me adelanté y le coloqué el condón en su pene semi-erecto. Se abalanzó sobre mí y me penetró sin más. Unas cuantas embestidas…y ya. Aún así, todavía pensaba yo en un plan de contraataque: “¿Y sí le pateo los huevos? ¿Y si logro empujarlo y hacer que se golpeé la cabeza?…”. Pero al ver que el tipo no dejaba, en ningún momento de apuntar su pistola contra mi cabeza, desistí de heroísmos inútiles. Afortunadamente, todo fue muy rápido. Pienso que el tipo ni se excitó, ni -mucho menos- eyaculó. Se abrochó de nueva cuenta la bragueta de su pantalón, y como ya lo había visto de frente, no me ordenó que volviera a ponerme boca abajo. Recogió mi mochila con lo robado, se dispuso a irse. En el colmo de la sangre fría, me atreví a pedirle que no fuera malo y me dejara algo para poder comer al día siguiente. Me dio un billete y me preguntó “¿Dónde está la llave de la puerta del edificio? Esto le delató. Él ya había estado antes ahí y sabía que forzosamente se necesitaba la llave para poder salir. Antes de decírselo, me amarró las manos con una pequeña bufanda que usaba en mi caracterización de Gloria Trevi y me dijo que ni se me ocurriera llamar a la policía porque entonces regresaría a matarme. Luego se levantó. Tomó las llaves de la cocina y se dirigió con toda tranquilidad hacia la calle. Cuando escuché el sonido que indicaba que la puerta de la calle se había cerrado, la fortaleza y ecuanimidad demostradas durante los hechos se desmoronaron. Un llanto convulsivo me hizo

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estremecerme y gemir dolorosamente. Me desaté las manos con suma facilidad, agarré el teléfono temblando y marqué el número de alguien con quien existía una buena amistad Humberto. Él vivía a unas diez cuadras de mí, y tenía coche. Pensé que si le explicaba lo sucedido, vendría a reconfortarme. Del otro lado de la línea sonó su voz amodorrada: -¿Sí?… Bueno…. -Hola, soy yo…- le dije con la voz llorosa -Oye, no son horas de llamar…. Además estoy acompañado… -Es que me acaban de asaltar Humberto y me siento muy mal y… -¡Ay, mira! Háblame después ¿sí?…- El clic que indicaba que la comunicación había sido cortada, me produjo una rabia infinita contra ese tipo que tanto había ofrecido su amistad y su visión del mundo dizque solidaria y progresista ...de la Nueva Era, porque practicaba la Cienciología y pertenecía además a esa secta. Entonces le hablé a otro de mis acosadores pretendientes, José Luis Manzano el cual no tenía coche y presumía de marxista, para ver que me podía ofrecer en un momento como este. Por lo menos, el me escuchó y trató de tranquilizarme. Me dijo que intentara dormir y que por la tarde, después de su trabajo, pasaría a verme. Asimilando el hecho que acababa de sufrir, pasé de la rabia a la impotencia y del dolor a la depresión. Mientras tanto, la naciente luz de una hermosa mañana de primavera –que contrastaba con mi estado de ánimo- se empezaba a asomar a través de la ventana. Obviamente me fue imposible volver a dormir. En aquel instante el reloj marcaba las 4:37 am de la mañana. Entonces pensé que la hora de mi muerte pudo haber sido las 4:13 am o algo así… Y pensar que estaba viva sólo porque en mi estado de ecuanimidad se me ocurrió decir: “¿Quieres sexo…?”


61 Omar Villasana. (México, 1972) Ingeniero biomédico de profesión es miembro del

Holarasca México

consejo editorial y Director de Publicaciones Digitales de la revista Nagari desde 2010. Desde 2013 edita la revista digital Nagari. Poemas, ensayos y cuentos suyos han sido publicados en el tabloide de Literatura “Roja Turbación” (2009) así como en el blog de Proyecto SETRA. @arboldetuolvido • http://arboldetuolvido.tumblr.com/

Edgar (Nano) Sánchez Espiral Orfica Mixta/Lienzo 78 x 40” 2011

Toxcatl Mi nombre cristiano es Diego y he perdido la cuenta de los años que he transitado en este Colegio de Tlatelolco. Mis padres me dieron por nombre Topiltzin Xocoyotzin por ser el menor de entre mis hermanos. La fortuna me había destinado a morar en la casa de los cantos, diestro en verdad era tañendo las flautas y el teponaztle. Mi voz, diáfana, desde muy temprano me reservó un lugar de honor en el Cuicacalli. Mi cuerpo, armonioso y ágil causaba envidia cuando nos entregábamos por noches a los areitos en el templo de Titlacauan. Yo vi morir y renacer por años a Tezcatlipoca. Mancebo incólume que con gracia tañía la flauta. De quien al solo mirar a lo lejos sus negros cabellos nos obligaba a postrarnos anticipándonos a su llegada. Nunca envidié ni temí semejante destino. Seguro estaba que llegado el momento me serían entregadas en la diestra las flau-


tas de Tezcatlipoca y llevaría en la siniestra las flores de cempoalxochitl, preludio de mi apoteosis. Mi cuerpo sin tacha alguna, no había sido profanado y mi voluntad no era otra que la del Calmecac. Llegado el momento ya no sería yo el que extrajera el corazón de Tezcatlipoca, ni lo desmembraría para después empalarlo en el tzompantli. Llegado el momento Yo sería Tezcatlipoca. Es por eso que año con año me entregaban las flautas que habría de destruir antes de ser consagrado en el templo, después de haber tenido comercio con las mancebas que fielmente me entregarían a él. Ese era mi destino que me fue arrebatado con la llegada de los hombres barbados. El falso Quetzalcoatl que habría de tomar venganza de la humillación y el exilio que lo había obligado nuestro Señor Tezcatlipoca. No fue suficiente que me hubiesen negado mi destino. Por mi condición de discípulo del Calmecac fui entregado a este Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco y obligado a vestir otros hábitos. Los años transcurrieron perezosos, adoptando otras lenguas, aprendiendo nuevos ritos. Lo único que me ha mantenido en pie es ser testigo cómo durante el mes que nosotros llamamos toxcatl los hombres barbados entregan ritualmente a un mancebo sin tacha que gozará de un final similar al de nuestro Señor Tezcatlipoca. En esta Iztapalapa yo lo veo año con año inmolarse en un madero y ser adorado por todos como un Dios vivo. El tiempo ha pasado inconmovible y mi cuerpo se ha encorvado en esta penosa labor de perpetuar en las crónicas de Fray Bernardino lo que fue el destino de otros y no el mío: el de Cristo y Tezcatlipoca.

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Edgar (Nano) Sánchez Quetzatcoatl Oleo/Lienzo 48 x 48” 2011


Los proyectos del olvido Allí estaban los seis como sanguijuelas. Sudando y emanando ese olor a óxido de los trastos viejos. Con el rosa quemado de los pétalos a punto de caer; cual ventosas el uno del otro; aguantando la respiración en el enorme congelador que tía Ondina había apostado en lo último del patio –dizque– para guardar “los proyectos del olvido”. Allí estaban. Quietos. Sin permitirse temblar siquiera. Fue el más joven quien rompió el silencio cuando abrí la puerta. «Venimos de Ciudad Juárez» dijo casi en un llanto.

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Anfibios México

Elsa J.Varela nació en Guamal, Magdalena, Colombia. Con amplia trayectoria en el campo de la educación, la escritura y la traducción, es ahora editora de subtitulos para NBCUniversal en Miami Algunos de sus artículos, cuentos y poemas han sido publicados y reconocidos. Mención de honor en el III LIART International Literary Narrative Contest por el cuento “Brígida”. Mención de Honor de la Revista Bilingue “Literary Translation Contest” de Tarzana, CA, en la categoría Traducción Poética (Spanish-English) por el poemario “Bolero a Media Luz” de Lydda Franco Farias, en el 2011 su poema“Magdalena” fue incluido en la Antología del Latin Heritage Foundation: “Una Isla en la Isla”, en el 2012, su “Brecha de Agua” fue seleccionado entre los 5 manuscritos finales del Paz Prize for Poetry. elsajvarela@yahoo.com


Anfibios México

Arturo Accio (1975, Guadalajara, México) Referente local de la Next Generation. Veinte libros publicados destacan; Poesías Muertas y El Extraño gato de Casandra. Estilo. Crudo, acido, y ultra realista o por completo fantasioso “mal viajado”. arturoaccio@gmail.com • www.arturoaccio.com

Mis senos por un poco de originalidad Fue una larga noche de quincena en el centro nocturno, seis clientes pagaron por media hora de la gloria artificial que puede darles, se fueron satisfechos, en cambio ella se siente miserable, en el calendario tiene señalado dos cosas; la primera su último orgasmo verdadero, para la segunda debe recurrir a una anotación al margen que indica la única vez que alguien le hizo algo en verdad original. Suspira, el deseo carnal satisfecho es una cosa, el anhelo por un pecado algo original es algo que los hombres ya no tienen.

Miembro fantasma Le amputaron todo el brazo derecho después del accidente automovilístico, sin embargo no solo la comezón le asaltaba por momentos, sino las ganas de golpear, ante lo cual movía un poco el hombro, se le salían las lagrimas que nunca limpia, por momentos al acariciar a una mujer le deja de importar, y es únicamente cuando quiere rezarle a un dios en el que ya no cree es que se siente un verdadero idiota al no poder juntar las manos y pedirle al padre algo de su misericordia.

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65 Sandra Hernández es arquitecta y reside en la ciudad de Quebec. Trabaja como diseñadora

Siempre es otra la que regresa Después de haber empacado sus apegos en un par de maletas, después que le preguntaran si realmente sabía lo que estaba haciendo, después de dejar a sus padres con la mirada triste y el corazón hecho añicos, de subirse al avión con un nudo de emoción en el estómago y un nudo de tensión en la espalda, después que los agentes aduanales le revisaran hasta la conciencia, después de sentarse junto al río y preguntar si estaba soñando o si todo eso era verdad. Después de aguantar estoica el rigor de los prejuicios, que le preguntaran si su familia era azteca o maya, después de llorar de melancolía en medio de la ducha, después que unos extraños en la calle le dijeran calurosamente bienvenue chez-nous*, después de invitar una botella de vino a las chicas que platicaban y reían en la mesa de al lado solo porque le recordaron a sus amigas que –a miles de kilómetros– repetían la misma escena, después de hacer bromas y reír sola, después que la terapeuta le embarrara en la cara la palabra desarraigo por meses, después de subirse a unos esquís y terminar con las piernas moradas y el ego fracturado, después de haber dormido bajo el cielo más estrellado de su vida. Después de haber dado explicaciones acerca de su acento, su origen y lo que la trajo hasta aquí, de resbalar en el hielo y deslizarse en la nieve, de despertar con la sirena de un barco y salir corriendo como niña a buscarlo, de regresar a casa agotada mentalmente por intentar seguir el hilo de la conversación, después de tardes de lectura en la ribera, con el sol en la cara y la sombra del roble jugando en su espalda, de vivir de lejos el cáncer de su mejor amigo y la muerte de su abuela, después de toparse, justo en la puerta de su casa, con un imponente zorro rojo.

Después de haberse enamorado de un puente viejo y oxidado, de intentar saltar la barrera cultural y tropezar, de subirse a los esquís y finalmente lograr mantenerse de pie, de hacerse inmune a la palabra “extranjera” y escribir páginas enteras de un diario al que no sabrá qué hacerle después. Después de conocer la tundra y sentirse conmovida ante esa inmensidad, de darse cuenta que nadie ha jugado con sus sentimientos como lo hace el clima de esta ciudad, de hacer una broma y (¡milagro!) escuchar la risa espontánea de los demás, de correr por el bosque hasta que las piernas no dieran más, de darse cuenta que en su armario no había más espacio para guardar tantas nostalgias y valientemente deshacerse de algunas de ellas. Después de encontrar vestigios de perfección en un helado de maple, en un paseo en kayak, en la flor del tulipán, y hacer del río un cómplice –para bien o para mal–. Después de poner a prueba al amor de su vida, de quedarse sin aliento tras ver una aurora boreal, de haberse preguntado a qué hora empezará a llamar a esto “hogar”. Después de despertar un día y no recordar más por qué se fue, después de haberse acostumbrado a que le llamen por un nombre que no suena como su nombre, a que la gente frunza el ceño cuando ella habla, a los menos treinta grados centígrados, a que le corrijan deux y douze, después de darse cuenta que el destierro trae destiempo, después –solo después de todo esto y algunas cosas más– es capaz de responder cuando preguntan por aquella que se fue: siempre es otra la que regresa.

* Bienvenida a casa

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principal en la firma Régis Côté et Associés, architectes. En la búsqueda contínua de expresiones creativas que estimulen y complementen su quehacer cotidiano. @Vita_Flumen • www.vitaflumen1.wordpress.com


Entrevistas México

Lourdes Grobet Lourdes Grobet nace en la Ciudad de México el 25 de julio de 1940. Estudió Artes Plásticas en la

Universidad Iberoamericana (México) Diseño gráfico y fotografía en Cardiff College of Art (Inglaterra) Fotografía en el Derby College for Higher Education (Inglaterra) Introducción a la Realidad Virtual y Multimedia en el Centro Nacional de las Artes (México). Los maestros que más influido en su trayectoria son: Mathias Goeritz, Gilberto Aceves Navarro y el Santo.

Al iniciar su carrera como fotógrafa ¿cuáles fueron los retos más difíciles a vencer? Lourdes Grobet. No hubo muchos retos ya que estudié la carrera de Artes Plásticas, explorando todo tipo de técnicas, pintura, grabado, cerámica, escultura, fotografía, etc. en todo caso el reto sería estudiar y tratar de entender el lenguaje fotográfico. Creo que cada técnica tiene su propio lenguaje. ¿En qué sentido es más efectiva la fotografía en comparación con otras artes visuales como la pintura? L.G. La decision del cambio de la pintura a la fotografía fue por la conciencia histórica de mi tiempo. Siendo ya la era de los medios masivos,, decidí plasmar y transmitir mi lenguaje a través de medios más eficaces y contemporáneos. ¿Qué puede decirnos de “la tradición” a la hora de captar en imágenes el México de Pedro Valtierra, Nacho López, Alvarez Bravo...Iturbide o Modotti..? ¿Existe alguna influencia de ellos en usted? L.G. Para nada, Al asumir la fotografía como medio de expresioón, no fue de forma documental sino, influenciada, más por el medio del arte plástico, experimentando y buscando otra forma de usar y dar contenido a la imagen.

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¿Es la fotografía la crónica visual de nuestro tiempo? L.G. Sí, aunque en las últimas décadas ha cambiado la forma y las técnicas de su uso. La era digital ha revolucionado la forma de hacer fotografía. Ha abierto muchos otros campos que la han enriquecido en su aspecto discursivo. ¿Más allá de lo que la imagen dice al observador que temas considera son fundamentales para aproximarse a su obra? L.G. He sido siempre una fotógrafa temática. No soy persona de una imagen, necesito desarrollar ideas y entonces asumir la forma y técnica que me ayuden a expresar con más exactitud lo que quiero decir. Puedo recurrir a diferentes medio y formatos. ¿Cómo llega la lente de Lourdes Grobet a la Lucha Libre? L.G. Buscando el México profundo, queriendo descubrir y conocer mi país. Nunca he sido fotógrafa folkclórica en el peor sentido del término. Me topé con un México que no conocía. Nun­ca me imagine que el tema me iba a hacer permanecer tanto tiempo en el ambiente. Fueron descubrimientos de muchos tipos que me sorprendieron, más allá de la acción, encontrar un público tan


67 activo, mujeres fuertes, decididas e independientes, además de conocer actividades laborales, necesarias para completar sus ingresos y la vida en familia, los bailes de coronación de la reina de la lucha, eventos espectaculares, casi de las mil y una noches. ¿Nos podría detallar su papel en el Laboratorio de Teatro Campesino? L.G. La experiencia también de más de treinta años, siguiendo al Laboratorio de Teatro Campesino e Indígena, me hizo entender el otro extremo del aspecto socio-cultural del país, Así como los luchadores son los indios de la urbe, los actores campesinos están arraigados al campo, ambos viviendo y haciendo arte y cultura. ¿Cómo plasma la cámara la marginación sin caer en una mirada condescendiente? L.G. No es problema de la cámara sino del fotógrafo. Es clarísimo ver el compromiso con el que el fotógrafo asume el sujeto a fotografiar. Anticipándose diría yo a las técnicas de Photoshop usted interviene de forma directa y experimental en el sujeto a fotografiar, algo que se ha considerado anatema ¿de dónde nace este impulso? ¿de la ruptura de la tradición? L.G. Mis impulsos no dependen de las técnicas sino de las ideas, mi influencia picótrica me ha dado diferentes formas de asumir lo que voy a desarrollar. ¿Qué se ha ganado y/o perdido (si es que algo se perdió) con el advenimiento de la fotografía digital? Mi generación es la primera generación que engendró el concepto multimedia. En esos momentos, los recursos que teníamos eran limitados, sin embargo, desarrollé muchos proyectos uasando diferentes medios como proyecciones, sensores,

luces, audio; esto en la década de los 70s. Ahora hay la posibilidad de realizar esas mismas propuestas con técnicas más fáciles y accesibles, pero el concepto en sí no ha cambiado. Para mí no es novedad. Platíquenos de su trabajo en vídeo como es el caso de Prometeo Unisex, su lectura del mural de José Clemente Orozco en el Hospicio Cabañas. Para un trabajo como éste con una fuerte carga simbólica ¿consideró las ventajas que hoy día nos ofrece la teconológia para poder reproducir una y otra vez esta obra de tal forma que el espectador pudiera tener una mejor apreciación de la misma? L.G. Sí, la digitalización nos ha dado la posibilidad de hacer trabajos con una complejidad técnica como es el caso de Prometeo Unisex, de una forma accessible y casera. Esto ha hecho de forma exponencial, el desarrollo del video y aún del cine. Cómo vislumbra el panorama de la fotografía en el México de hoy? L.G. Muy Buena, creo que siempre ha habido buenos fotógrafos y fotógrafas mexicanos. Cuál es el proyecto en el que se encuentra trabajando en estos momentos? Llevo más de 10 años desarrollando una idea sobre los símbolos y referencias que carga el Estrecho de Bering. L.G. El primer viaje lo pude hacer en el verano del 2008, de ahí han salidos cuatro videos, instalacioes, música, textos, y fotos fijas. Al finalizar el año pasado, logré hacer el segundo viaje con la firme idea de hacer un documental del lugar, ya que nadie conoce la situación social de esa gente que habita esa parte del mundo, mismo que está en proceso de edición.


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Alberto Chimal (Toluca México, 1970)

Ha publicado una docena de libros de cuentos, entre los que destacan 83 novelas, Grey y Éstos son los días (Premio Nacional de Cuento INBA 2002); también es autor de la novela Los esclavos y de La cámara de las maravillas, una colección de ensayos. Chimal es maestro en Literatura Comparada por la Universidad Nacional Autónoma de México e imparte cursos en la Universidad Iberoamericana y la Universidad del Claustro de Sor Juana. También fue miembro del jurado de Caza de Letras, concurso-taller por internet organizado por la UNAM, entre 2007 y 2010. Actualmente es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte, institución mexicana que patrocina el trabajo de artistas de diversas disciplinas. Textos suyos han sido traducidos al inglés, francés, italiano, húngaro y esperanto. Es considerado uno de los escritores más originales y talentosos de su generación y un pionero de la escritura digital, documenta actualmente en la bitácora www.lashistorias.com.mx Su libro más reciente la novela La Torre y el Jardín publicado por editorial Oceano ha tenido una gran acogida por parte del público y la crítica. En ella, dos hombres llegan a El Brincadero, un legendario burdel del que se cuentan las historias más perversas. El primero es un explorador de lo oculto (Horacio Kustos), el otro un hombre común que intenta aclarar un siniestro recuerdo de su infancia. Tienen una sola noche para encontrar a la dueña del lugar y llegar hasta “el jardín”, el sitio más secreto e inquietante dentro del edificio. Sobre esta obra, la imaginación, el poder y la escritura conversamos con Alberto Chimal el pasado 3 de febrero del año en curso. Domingo por la mañana haciendo pruebas con la conexión de internet, preparándonos para conversar vía skype con Alberto Chimal. La conversación se llevaría a cabo sin video después de un largo fin de semana ni el entrevistado ni el entrevistador estaban en posición para exhibirse a través de una pantalla.


69 Horacio Kustos uno de los protagonistas de la Torre y el Jardín es el tema con que abrimos el Universo de lo fántastico de Alberto Chimal Alberto Chimal. “sus historias provienen de principios de este siglo, lo primero que hice de él fue una serie de estampas raras sobre camas, curiosamente una serie de viñetas que se llamó Camas de Horacio Kustos que se publicó inicialmente en una revista poco conocida en el año 2000 y que luego recogí en un libro de cuentos que se llama Estos son los días que salió en 2004 pero desde entonces estoy trabajando con Kustos. Ya por aquel tiempo Yo estaba interesado y experimentando con escritura digital y con las herramientas que existían entonces, el blog, la página personal, pero Kustos empezó fuera de ahí. Después se ha venido abriendo paso en Internet pero comenzó incluso antes de que yo tuviera la idea de que podía hacerse como una especie de experimentación de escritura en estos medios.” Más de un lector nos hemos preguntado si Horacio Kustos es el mismo personaje que habita los tuits de Alberto bajo la figura del Viajero del Tiempo a lo cual responde A.Ch. “No se, mi esposa está convencida de que son la misma persona, que es su identidad secreta. Yo no lo había pensado así, pero tal vez lo sean. El Viajero del Tiempo efectivamente se parece a Kustos en lo que hace a su curiosidad, a su interés por viajar y por conocer. También, creo Yo, en su excentricidad y en el modo en que trata a otros personajes, en sus posibilidades de relación humana. Pero en principio no están pensados para ser el mismo, quizás acaben convergiendo y algún día escriba la historia de cómo Uno resulta ser el Otro, pero en principio no era el plan. El Viajero del Tiempo apareció, ese sí, directamente desde twitter en un período que estaba escribiendo muchísimas microficciones en esa red, un poco como referencia a la novela de H.G. Wells La máquina del Tiempo. Luego tomó su propio vuelo, su propia vida, más allá de la referencia original. La mayor parte de los microrrelatos que he hecho en twitter han sido del Viajero no se porqué, no se porqué el impulso creativo se me ha facilitado a partir de que cuento con este personaje.” Alberto Chimal no se conforma con los convencionalismos ni para el lector ni para el escritor, cuando trabajaba en la parte final de su novela La Torre y el Jardín

“tenía muy presente entre otras cosas una idea muy rara que me encontré curiosamente leyendo El Canon de Occidente de Harold Bloom, este libro tan controvertido acerca de cuál es la literatura que se debe leer de según este crítico. Uno puede tener los desacuerdos que quiera con ese libro, yo tengo muchos de hecho. Pero una observación que me parece admirable es que grandes personajes de grandes autores, como Shakespeare o Cervantes, tienen la cualidad de que no solamente son capaces de escribir e involucrarse en la hechura de sus propias historias (como lo hace el Príncipe Hamlet o el Quijote) sino también de escucharse a si mismos, de identificar en su propio discurso algo más de lo que ellos mismos están diciendo. Esa cualidad reflexiva de los personajes es según Bloom lo que los hace memorables. Yo quería lograr un efecto similar, buscar la posibilidad de encontrar esa vida interior de mis propios personajes ver que pensaban ellos.” ¿Es el escritor un voyeur o un exhibicionista? le preguntamos A.Ch. “Es un poco las dos, incluso en ocasiones de forma simultánea de un modo extraño. Ocurre que aquello que se está observando secreta o clandestinamente a veces es el propio interior, a veces no es la vida de otra persona. También el acto de escribir implica un poco entresacar de lo que uno mismo conserva más íntimamente y exhibirlo. Es al mismo tiempo el acto de ver donde uno no debe y exhibirlo públicamente. Es un proceso complicado porque conlleva muchos impulsos contrapuestos, pesos diferentes que se balancean o no según el caso. A mi me gusta repetir la idea de que el escritor igual que cualquier otro creador o artista de alguna manera trabaja para expresar su desajuste, su desacuerdo, su inconformidad con el mundo. Al hacerlo refleja la inconformidad, los desajustes y todas las dificultades que pueden tener otros individuos al momento de existir, para esto serviría la escritura o la creación artística en general. Es, si quieres, una válvula de escape o una posibilidad de comprensión de esa parte fundamental del ser humano que es el desajuste y que se manifiesta entre otras cosas haciendo esta especie de actos supuestamente reprensibles como ver demasiado o decir demasiado.” La escritura de Alberto Chimal es entonces un reflejo de la lucha entre el poder y la imaginación


A.Ch. “buena parte de lo que hago tiene que ver con ese enfrentamiento explícito entre lo autorizado y lo no autorizado, dicho de otra manera como lo señala una estudiante de letras que conocí que hizo una tesis sobre mi trabajo, los dos temas fundamentales sobre los que escribo son la imaginación y el poder. El poder es de cierta manera una autoridad que decreta qué es lo que vale y qué es lo que no y que al hacerlo determina o pretende imponer no sólo una manera particular de ver el mundo sino una manera particular de decir el mundo. Creo que es un conflicto que siempre se ha dado en la literatura, el conflicto entre la tradición y la renovación, entre el centro de una tradición y sus márgenes, pero también es un problema que tiene que ver con la existencia cotidiana que nos tocó vivir a muchos aquí en México de muchas maneras. Yo soy parte quizás de la última generación que se formó en un sistema absolutamente monolítico, de un sistema político que no tenía fisuras aparentes y que controlaba de alguna manera todas las fuentes de información. Mi generación fue la última que fue rehén durante toda su infancia de Televisa que era enchufada por sus padres al televisor para que no estuvieran molestando y que no tenía ninguna otra opción, que no sabía siquiera que hubiese otra opción. A mí lo que me salvó en comparación con otras personas fue la Literatura. Ahora la situación es distinta, porque incluso en el momento presente ya no se puede decir que el sistema político tenga el mismo control, la misma fortaleza. Para aquellas personas que pudimos adquirir cierta conciencia de lo que estaba pasando y decidir que no era lo que queríamos, siempre fue un conflicto de alguna manera u otra contra el poder o contra la autoridad que deseaba ser absoluta, incuestionable y en mi caso en particular, la herramienta o el arma si quieres para encontrar no solamente cierto espacio creativo sino cierto espacio vital que no se nos estaba otorgando era la imaginación.” Según Agustín Fernández Mallo “aquel que está obsesionado con el poder es porque de cierta manera es un esclavo” y no es por casualidad que una de las novelas de Alberto Chimal lleve por título Los Esclavos donde el poder está presente en su máxima expresión. A.Ch. “Sí, Los Esclavos es de alguna manera una especie de ramificación del trabajo de La Torre

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y el Jardín que duró varios años. Los Esclavos es mi destilación del tema del poder o una visión del poder, como bien dices llevada a sus últimas consecuencias aunque no en el mundo de la política sino en el mundo de la vida de pareja y de las relaciones más íntimas. Algo de lo que siempre insisto al momento de hablar de ese libro es una observación que me parece importante: cuando se pierde la libertad, cuando se pierde esa facultad de decidir puede ser por una imposición total, por una pérdida debida al abuso del poder del otro, pero también es una capitulación. En muchas ocasiones renunciamos a nuestra capacidad de decidir, para sentirnos más cómodos, más seguros, más amados o para sentirnos menos responsables también y creo que ambas cosas están en esa novela.” Roderic Ai Camp en su libro Los Intelectuales y el Estado en el México del Siglo XX menciona que el intelectual mexicano hace una crítica del Estado a diferencia de su contraparte estadounidense que hace una crítica da la sociedad en la que vive. Textos como Los Esclavos o La Torre y el Jardín nos hacen reflexionar a través de sus personajes acerca de los aspectos básicos de nuestro comportamiento, del poder y la búsqueda de la liberación de aquello que nos oprime. A.Ch. “A mi parece pensando, en esto que decías acerca de la crítica, que durante mucho tiempo sobre todo durante la parte media del Siglo XX en México se fue consagrando la figura del intelectual como una figura que escribía en relación con el poder. Gabriel Zaid lo dice expresamente, el intelectual, según él, es aquella persona que opina de cuestiones de interés público e influye en las élites. El truco está en la definición o alcance de la definición de los asuntos de interés público que en un país como México, acaban siendo (según quienes opinan) únicamente los asuntos de la política y no otros temas que se podrían tratar en relación con el resto de la sociedad, yo creo que en parte es eso. Yo creo que la intelectualidad mexicana vivió mucho tiempo una relación demasiado estrecha con el poder.” En el trabajo de Alberto Chimal no solo el poder es un tema recurrente, el uso de las tecnologías que ofrece el internet, tales como las redes sociales, el blog son referentes obligados en su obra, ellas se han convertido A.Ch. “en la posibilidad no solamente de crear una especie de comunidad de lectores (que se


71 cita muchas veces como una de sus ventajas) sino también de enriquecer de muchas formas mi proceso creativo, mi conocimiento del mundo a partir de la comunicación con otras personas. La forma en la que se intensifican y excacerban los sentimientos al momento de expresarlos en internet, en la cual ocurren a veces falseos o digamos imperfecciones en la comunicación porque se pierde el lenguaje corporal, porque se pierde la entonación oral. La manera también en la cual ciertas ideas se vuelven contagiosas, prenden y se convierten en material de actividades muy extrañas que van desde la creación colectiva hasta los ritos comunales. Todo esto que vemos ahora constantemente, pude anticiparlo un poco en el trabajo en la bitácora, en leer comentarios, en organizar o proponer actividades como la recopilación de versos por parte de mis lectores para La Torre y el Jardín. Lo que resulta de todo esto es que a mi me toca tener una especie de palco muy curioso desde donde se puede ver la llegada de estas nuevas tendencias de la vida digital, y en algunos casos opinar sobre ellos o tratar de articularlas. Ha sido la posibilidad de tener una ventana más al comportamiento actual que no está mediada como lo están la mayor parte de las ventanas a las que nos asomamos. Algo que dicen constantemente los críticos de las redes sociales es que no les gusta la experiencia por tal o cual cosa que siempre pasa, que porque hay muchos insultos o porque hay mucha banalidad, pero casi nadie de ellos se da cuenta de que esa experiencia es exclusivamente la suya, que no todo el mundo lee lo que ellos leen. Cada uno de nosotros es una especie de programador o curador de su experiencia en internet, en las redes sociales, entonces ninguna experiencia es exactamente igual a otra, todas son totalmente individuales e intransferibles, el poder darme cuenta de eso para mí ha sido valioso.” En México existe un público muy fiel a la ciencia ficción y la literatura fantástica pero difícilmente se puede reconocer hoy en día a un autor mexicano que sobresalga en estos géneros de forma masiva, según nos comenta Alberto Chimal A.Ch. “A mí me tocó ver hace años un fenómeno muy curioso en la década de los noventa. Una especie de movimiento que puedo atreverme a decir incluso concertado de autores y editores interesados en lo fantástico, en la ciencia ficción. Intentaban crear una especie de mercado mexi-

cano para estos géneros y subgéneros pero con obras producidas en México y allegarse al público que en principio se pensaba tendría que ser su audiencia natural: los mexicanos interesados en estas historias. Pasó algo muy curioso y desalentador, después de unos cuantos años de producción, de publicación que incluyó algunas obras de hecho bastante interesantes. Estas editoriales desaparecieron por falta de financiamiento, por falta de lectores, y ya no existen más. Examinando la situación es que no solamente hubo las crisis que conocemos de finales de los noventa, la implosión de muchas empresas editoriales. Con la llegada de la globalización, la apertura de mercados nacionales al exterior, resultó que el público nacional que estaba interesado en estas historias no estaba interesado de igual forma en los autores nacionales. Les daba lo mismo consumir una obra anglosajona traducida que una obra mexicana y si una obra mexicana requiere un gran esfuerzo para poderse conseguir porque no hay distribución, porque solamente se vende en ferias de libro o tianguis culturales o cosas por el estilo, el lector no la va a ir a buscar, eso fue lo que sucedió. Muchos libros que pudieron haber sido importantes simplemente pasaron inadvertidos y la gente que pudo haber sido su público natural empezó a leer a Harry Potter que era lo que se encontraba más a la mano y de esos creadores no quedó mucho que digamos. Algunos siguen produciendo otras cosas y a contracorriente de lo que podría haber sido esa producción inicial y creo que ahora ocurre lo mismo, hay autores excelentes que están interesados en desarrollar temas dentro de lo fantástico o la ciencia ficción lo que a mi me gusta llamar en general literatura de imaginación para tratar de abarcarlo todo y no usar una etiqueta que indique ningún prejuicio. Hay mucha gente que está haciendo cosas interesantes pero que está escribiendo fuera de los compartimientos tradicionales de los diferentes subgéneros, es decir no hay nada que pueda etiquetarse como ciencia ficción pero si hay muchas cosas que de alguna manera toman elementos de la ciencia ficción o toman elementos del horror sobrenatural. El mal de la taiga de Cristina Rivera Garza, los Microcuentos digitales de José Luis Zárate, la novela de narcos cruzadas con ciencia ficción, cruzadas con referencias al cómic de Bernardo Fernández BEF, y otros más todos ellos están creando híbridos de estas categorías tradicionales simplemente porque no hay otra manera


por el momento, en el medio editorial mexicano de hacerlas llegar más que empacándolas en un libro que parece ser otra cosa. Lo cual es muy interesante y a la vez desalentador.” ¿Qué podemos esperar en el futuro, en que proyecto está trabajando Alberto Chimal? A.Ch. “Estoy empezando dos novelas, no se cuál

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terminaré primero, estoy alternando el trabajo entre una y otra. Una es sobre Horacio Kustos y la otra muy diferente, que tiene que ver con el tema de la identidad, retomando un entorno aparentemente cotidiano que se abre a lo extraño, pero están en una etapa muy temprana yo creo que aparecerán cuando mucho para 2014 acaso después.


Yuri Herrera

Yuri Herrera nació en Actopan, México, en 1970. Estudió la Licenciatura en Ciencias

Políticas en la UNAM y la Maestría en Creación Literaria en la Universidad de Texas, en El Paso. Es Doctor en Lengua y Literatura Hispánicas por la Universidad de California (Berkeley). Actualmente imparte clases en la Universidad de Tulane (Nueva Orleans) Ha publicado cuentos, artículos, crónicas y ensayos en periódicos y revistas de Estados Unidos, Latinoamérica y España: de El País a Reforma, de La Jornada a El Malpensante, de Letras Libres a War and Peace, además de en numerosas antologías. Fue editor y fundador de la revista literaria el perro. Su primera novela, Trabajos del reino (Periférica, 2008), la cual nos sumerge en las “riñas palaciegas” de un cártel del narcotráfico a través de la mirada de un compositor y cantante de corridos recibió el Premio Binacional de Novela Border of Words, además del Premio Otras Voces, Otros Ámbitos a la mejor novela en castellano del 2008. En Señales que precederán al fin del mundo (Periférica, 2009), que retoma los mitos del inframundo para narrar un viaje de encuentros y desencuentros migratorios lo ha convertido en uno de los autores latinoamericanos con más proyección mundial, comenzando a traducirse sus libros a numerosas lenguas. Sobre estas obras, el lenguaje, la escritura y su más reciente novela La transmigración de los cuerpos (Periférica, 2013) conversamos con Yuri Herrera.

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En tus novelas como Los Trabajos del Reino, Señales que precederán al fin del mundo y La transmigración de los cuerpos es recurrente que tus personajes sean marginados ¿Existe alguna intención al respecto? Yuri Herrera. Si existe una intención, pero Yo no formularía esa intención en términos de ver a los marginados con una mirada condescendiente, es más bien tratar de resistirse a la idea del margen. El hecho de mirar a los sujetos dentro de estos problemas como marginales implica no mirar a estos problemas en toda su dimensión, es decir, todos estos personajes tienen que ver con cosas que nos están sucediendo y transformando. Algunas palabras que podemos usar para ello pueden ser crimen organizado, migración, violencia generalizada y en todo caso es el intento de mirar desde una coordenada distinta estas cosas que nos están sucediendo. Yo construyo ciertas historias y para las historias que me han resultado importantes, estos personajes han sido fundamentales, pero no es en función de recuperar esos márgenes. En realidad estoy pensando que esos márgenes deben dejar de ser vistos como tales, que ahí como en cualquier otro lugar uno puede encontrar algunos de los dramas más importantes que nos pasan a los seres humanos. En tu novela Los trabajos del reino, abordas el conflico entre el artista y el poder, en el caso del México del Siglo XX o me atrevo a decir aún hoy en día existe esa tensión del escritor o intelectual que por una parte dependel del poder y al mismo tiempo busca distanciarse del mismo. Y.H. Esto sucede en todas las sociedades, esta tensión entre el arte y el poder no es algo exclusivo de la sociedad mexicana, los artistas en otras épocas y sociedades han dependido de soberanos o de los ricos. En distintos contextos los artistas deben buscar la manera de preservar su independencia creativa y en México ha sido una discusión constante en función de cómo el régimen Príista quiso estabilizar esa relación, utilizando lo que fue uno de los verbos más importantes para entender como funcionaban los priístas que era cooptar. La cooptación de opositores, empresarios, de intelectuales, de artistas, fue una de las fórmulas que le dieron estabilidad a sus gobiernos y aunque las estructuras culturales que existen en México tienen razón de ser y en general Yo diría que funcionan bien tampoco podemos ser ingenuos

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y no darnos cuenta que para los poderosos siempre existe la tentación de usarlas para legitimizarse y cooptar a ciertas personas o grupos. En tu novela Señales que precederán al final del mundo la protaginsta Makina busca a su hermano en Estados Unidos y en este proceso descubre que su hermano ha asumido una identidad diferente, en este sentido ¿existe la identidad mexicana? ¿o como se argumenta hoy en día es algo prefabricado? Y.H. Creo que es absolutamente legítimo construir vínculos en los cuales nos podemos encontrar colectivamente pero es algo que debemos de tener claro, que son construcciones culturales y que no pueden ser rígidas, que no pueden quedarse estáticas porque invariablemente irán detrás de los acontecimientos. Existe una novela de Julian Barnes “England, England” cuyo tema central es sobre un individuo que ya no se reconoce a Inglaterra, que ésta ha cambiado, que el país está lleno de musulmanes, de negros, de pakistaníes, de gente de otras nacionalidades y ya no es lo que pensaba que era. Entonces compra una isla y en esta isla va a concentrar todas las cosas extremadamente inglesas, gente declamando a Shakespeare, alguien caracterizando a Robin Hood,todas las tardes se corona a la reina Isabel, cayendo al ridículo absoluto. y es una manera de explicar el extremo al cual pueden llevar estas identidades construidas de manera rígida, Yo si creo que uno puede hablar de ciertas elementos como característicos de la identidad mexicana pero eso no necesariamente implica llevar camisetas de Pedro Infante o ser Guadalupano aunque sin duda incluiría tener cierta actitud frente a Pedro Infante o la Virgen de Guadalupe. Entonces ¿cómo se construye la identidad mexicana tal vez no la construimos en base a valores superiores tales como libertad, democracia, que han sido apropiados por otras sociedades como la estadounidense...? Y.H. En la sociedad estadounidense también hay una serie de valores muy obscuros que no se cuestionan, esta fe religiosa hacia los Padres Fundadores (que eran esclavistas) o con la Segunda Enmienda, existe, a mi juicio, un elemento religioso que renuncia a la autocrítica. Yo creo que no existe ningún pueblo que no se conciba asimismo como un pueblo que está buscando alcanzar ciertas virtudes, pero en realidad, imaginemos como se traduce ésto a ciertos


75 hechos políticos, a ciertas actitudes o hábitos y cómo los gobernantes en turno manipulan esas construcciones colectivas. En tu novela más reciente La transmigración de los cuerpos ubicas tu histora durante la crisis de la llamada fiebre porcina (Virus A H1N1) en México cuando se creyó estar cerca del fin del mundo, Platícanos un poco acerca de esto. Y.H. Al terminar mi doctorado me regresé a México y durante ese tiempo me tocó el gran susto de la fiebre porcina. Fue un acontecimiento extraordinario, es algo de lo que se puede ser testigo cada varias generaciones. Una ciudad como la Ciudad de México: desierta, el miedo colectivo, la reacción del gobierno, eso por si mismo ya da para contar una historia. Pero hay algo que me parece aún más importante, que es en estos momentos críticos cuando descubrimos cosas de nosotros mismos como individuos y como entes sociales: cosas buenas y malas, que tánto confiamos o desconfiamos de los demás, descubrimos nuestra capacidad para colaborar, para solucionar problemas. Para lo que sirve esta experiencia no es solo lo que tiene que ver con una emergencia sanitaria, sino lo relativo a nuestra vida, las mismas virtudes que pudimos demostrar frente a la epidemia, es necesario que también aparezcan en otros momentos, ¿cuáles? como cuando estamos asolados por el crimen organizado, por la ineptitud gubernamental o la rapiña empresarial, que esos momentos límite en los cuales nosotros nos medimos, nos descubrimos y desarrollamos esas virtudes no se limiten solo a una epidemia, sino que debe seguir sucediendo una vez que esto ha concluido. Leyendo tus libros me pregunto hasta que punto te influye el escritor mexicano Ricardo Garibay, me refiero a tu manejo del lenguaje. Y.H. De entrada diría que No. En primer lugar es muy difícil encontrar un estilo Garibay. El publicó Yo creo que más de 60 libros, un puñado de libros muy buenos, muchos libros regulares. El era un grafómano, escribía y escribía. Pero hay un libro suyo que leí hace muchos años que Yo no tenía presente ni mientras escribía la novela, ni cuando las correcciones ni cuando se publicó. Pero después de mucho tiempo una amiga mía me preguntó, “este libro que tu me recomendaste hace años, ¿a ti no te influyó al escribir tu novela?”

El libro es “La Casa que arde de Noche”, Yo me dije, este es un libro que leí cuando tenía menos de 20 años y que me pareció la superchingonería y después me olvidé, pero eso sucede con cosas que has incorporado y no te das cuenta como te han marcado. En retrospectiva yo diría que si es un libro que me es importante aunque no es algo que yo haya hecho de manera consciente. Este es un libro que merece ser reeditado, releído, reefilmado (porque se hizo una película muy mala), yo creo que es uno de los grandes libros de la segunda mitad del siglo XX en México y que pocos leen. Retomando el tema de tu manejo del lenguaje. ¿Existe alguna restricción de tu parte para que tu escritura sea tan concisa y sin embargo dices mucho? Y.H. No es que yo me proponga hacer algo breve, yo envidio un poco la gente que escribe textos más largos, simplemente así me sale y tiene que ver con otras cosas. En mi caso es con la consciencia de que cada palabra dice mucho más de lo que el diccionario afirma que dice. Las palabras denotan y connotan, Yo trato de estar consciente de las distintas connotaciones que tienen las palabras y de lo que pueden hacer al estar juntas. Esto es lo que hacen todos los escritores pero es algo que a mi me a veces me obsesiona y frecuentemente es la parte de la escritura que más disfruto y es por esto que termina siendo una escritura apretada pero no es algo programado antes de sentarme a escribir. En algún tuit tuyo escribiste que hay que Traicionar a los libros. Esto me recordó un artículo del New York Times donde se menciona que a veces a los escritores hay que encadenarlos para que escriban. Pero sin las distracciones que son traiciones a lo libros ¿de donde saldría su obra? ¿Era esto a lo que te referías? Y.H. Quizás, esto tendría que ver con la manera que a veces nos enseñan a leer un libro. Es decir, yo estoy pensando en un caso extremo, en los libros que se han convertido en textos sagrados si uno leyera los Evangelios solo como pretenden en las clases de catecismo que se lean, estaríamos desperdiciando ese libro. No estoy seguro a que me refería en ese momento, tal vez por el sentido de tu pregunta es que la vida de la escritura no depende solo de los libros. Es muy importante nutrirse de los libros, pero también es importante nutrirse de esa vida interna que uno no logra resolver, la escritura es


confrontación con ese dialogo interno permanente que estamos sosteniendo con nuestros sentidos y con la manera con la que estos generan las ideas. Uno tiene que escribir desde dentro de sus miedos, deseos, rencores, obsesiones y eso es lo que enriquece un libro. Volviendo al tema de las distracciónes ¿cómo manejas estas distracciones “modernas” tales como el twitter o internet? ¿o acaso es algo que no te quita el sueño? Y.H. Como dices es algo que no me quita el sueño, pero si cambia algunas cosas, cuando no tengo internet, sin duda me puedo disciplinar mejor para escribir. Pero eso podría ser un pretexto un poco vergonzoso, decir que no puedo escribir porque tengo facebook o internet. Es cierto, que son tentaciones y que es más fácil posponer el trabajo porque uno puede distraerse tuiteando o leyendo blogs, pero en realidad uno debe ser claro con sus prioridades. Si en realidad te gusta escribir entonces no lo vas a posponer porque te gusta. A nadie lo obligan a tener sexo con la persona que le gusta. Yo no creo en la angustia de la página en blanco, es una idea que me resulta ajena, la idea de tener que obligarse a escribir. Uno puede escribir por necesidad o por gusto, pero escribir por obligación solo tiene sentido cuando tiene que ver con cuestiones laborales, pero la literatura creo que tiene que hacerse por gusto, o al menos así ha sido para mi toda la vida y aunque me distraiga llega un momento en que digo esto tengo ganas de hacer, necesito ponerme a escribir porque es algo que me llena y me resulta importante a muchos niveles. ¿Podríamos decir entonces que par tí escribir es tan necesario que si no lo hicieras es como si dejaras de respirar? Y.H. No se si diría que es algo como no respirar, es algo simplemente que empece a hacer desde muy chico y que tiene que ver con mi manera de irme moviendo por el mundo, es decir, escuchar historias, contarlas, le da sentido a las cosas, contarte tu misma historia, de la gente que quieres o no quieres, contar la historia de tu país o de tu ciudad todo eso construye sentido, para mi es importante en términos yo diría sensuales y existenciales. En tus textos encuentro implícita una crítica a la sociedad

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¿te consideras un escritor comprometido? Y.H. El asunto con el término de escritor comprometido es que es un término que se agotó, que se desprestigió y que terminó por designar burócratas partidistas. Yo creo que un escritor debe estar comprometido con la literatura, con tratar de decir lo que piensa sobre si mismo, sobre el poder, el amor y los distintos temas que le preocupen sin estar sometido, sin dejarse censurar por los distintos poderes que siempre están circunscribiéndonos,. Pero no creo en la figura del escritor comprometido tal como se concebía en los años setenta, como un escritor que antes que otra cosa mira a su literatura como una herramienta propagandística. En eso no creo que la literatura deba obedecer a agendas partidistas, tampoco creo que la literatura deba estar sometida a los designios del mercado y lo que recuperaría en todo caso es sí la mirada crítica que tenían s í muchos de estos escritores “comprometidos”, la manera en que no se dejaban avasallar por el discurso gubernamental o empresarial aunque muchos de ellos terminaron por someterser al discurso del partido. ¿Cómo es tu primera aproximación a los libros? ¿Cuál fue la primera biblioteca a la que accediste.? Y.H. En mi casa, Yo vengo de una familia de clase media, a veces estábamos mejor que en otras épocas, pero si algo nunca faltaban eran libros. Es decir, para mi nunca fue una novedad, una sorpresa. Siempre había libros en mi casa, siempre fueron objetos de deseo, no eran algo con lo que se castigaba, no eran un deber, era algo cotidiano y una de esas cosas que provocaban placer en la vida diaria. Ahora que mencionas esto sobre tu acceso a los libros, me parece que en general aquellos que provenimos de clase media en México es a través de las bibliotecas familiares, no así de las bibliotecas públicas por lo que diría que carecemos de una cultura de la biblioteca en México ¿qué opinas al respecto? Y.H. Si existen muchas bibliotecas públicas en México y muy buenas pero son subutilizadas por una burocracia deficiente y porque la cultura de la lectura se ha ido perdiendo, porque la verdadera Secretaría de Educación en México por décadas fue Televisa. Aún así yo no renunciaría a la esperanza de que esto pueda mejorar. Yo insisto que hoy se lee y se escribe más que nunca en la historia, se lee


77 en tuits, a lo mejor, se lee en correos electrónicos y se escribe en whats App si quieres, pero sigue siendo lectura y escritura, a partir de ahí se puede recuperar una cultura de la lectura. Lo otro que diría es que la Literatura no se vuelve importante en el corto plazo, sino en el mediano y largo plazo ¿cuántas personas conoces tu que hayan leído el Quijote y cuántas que de repente lo citan? Es mayor el número de personas que lo citan que aquellos que lo han leído. Esto no es necesariamente malo sino que me parece que implica que un libro tan importante como lo es el Quijote se ha vuelto un objeto cultural precioso aún para aquellos que no se han acercado al mismo y eso para mi me provoca optimismo porque creo que esas personas algún día se acercarán a él si saben que existe. Hay muchas palabras que muy lentamente van entrando en nuestro léxico a pesar de los medios de comunicación masivo, a pesar de las distracciones, la literatura se infiltra por goteo, poco a poco, aunque no seamos leídos masivamente yo creo que debemos apostarle al mediano y largo plazo. A mi los medios me acercaron a la Literatura gracias a los programas televisivos de Ricardo Garibay conocí a Fernando Pessoa a Miguel Hernández, creo que la responsabilidad esta ahí. Y.H. Cuando yo hablo de la influencia nefasta de

los medios masivos de comunicación no estoy pensando en Ricardo Garibay vestido de bata china hablando sobre la literatura, me refiero mas bien a la homogeneización que a veces generan los medios en términos de cómo se supone que hablamos, de cuáles son lo estándares de belleza, de normalidad, de qué es respetable y que no lo es, y eso es algo que sí sucede. Los medios de comunicación en distintas épocas y contextos han sido usados para manipular, lo que creo es que esto no puede existir eternamente. Finalmente ¿En qué proyecto estas trabajando actualmente? Y.H. Quiero convertir mi tesis de Doctorado en un libro de Historia. Mi tesis de Doctorado es el análisis de un expediente judicial sobre una matanza de mineros en Pachuca en 1920 y quiero hacerlo un libro de Historia porque me parece importante que forme parte de nuestro patrimonio histórico antes de convertirlo en una novela. Tengo otros proyectos literarios, quiero hacer un libro de ciencia ficción, quiero reunir los cuentos que he escrito a lo largo de los años y ver si puedo componer un libro con ellos, y también deseo escribir una novela más larga donde pueda recuperar temas de mi infancia y de nuestra historia reciente.


Entrevistas México

Arturo Morell Arturo Morell es mexicano por nacimiento y convicción. Abogado por la Facultad de

Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México. Es escritor, actor, productor y director de teatro. Director de SINERGIA M (2011-) Presidente Voz de Libertad (2004-) Director Instituto Cultural de México en Miami (2007-2011) ¿Cuando inicia tu interés por el arte, en específico por la Literatura y el Teatro? Arturo Morell. Desde niño. Uno de los libros favoritos de mi madre era uno de poesías famosas, lo leía y releía y sin darme cuenta me fui aprendiendo muchas de ellas y comencé a escribir sobre lo que ocurría a mi alrededor. En cuanto al Teatro fue en el colegio, cursando el primer grado de secundaria organicé a mis compañeros para montar una pastorela, yo la adapté y la actuaba, nos iba a dirigir un profesor, pero no tuvo tiempo y entonces ¡terminé dirigiéndola yo! ¿Hace cuanto que vives en Estados Unidos y como modificó esto en tu forma de abordar el arte? A.M. Voy a cumplir seis años. Sin duda alguna se ha modificado la manera en que concibo el arte y la cultura, tanto como creador como promotor, no solo por el hecho de vivir en Estados Unidos, sino también por la razón de vivir en otro país, que forzosamente te hace mirar las cosas desde otras perspectivas. Creo que la dinámica de vida norteamericana te empuja a ser más pragmático y quizá un tanto frío, situación que se aminora al ser Miami, ya que su componente latino y cálido hace que se genere un equilibrio. Platícanos un poco sobre tu trayectoria como Agregado Cultural de México en Miami

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Después de viajar por diversos países impartiendo conferencias y talleres sobre transformación social a través de la cultura, regularmente me encontraba con agregados culturales un tanto apáticos y otro tanto sin conocimiento de la promoción cultural, lo cual considero que es un grave error por parte de la Secretaría de Relaciones Exteriores el designar en esos puestos a gente sin entusiasmo ni experiencia (Aunque si hay muy dignas excepciones que marcan la diferencia). A.M. Al externar en una entrevista mi desacuerdo ante esa situación fui invitado a ser agregado cultural, lo cual acepté, ya que sería la oportunidad para demostrar lo que yo considero debe ser una promoción cultural de México en el exterior, moderna, creativa y comprometida. Solicité la adscripción de Miami por ser la ciudad donde coexisten armónicamente múltiples nacionalidades y todo lo que aquí ocurre tiene repercusión hacía el mercado anglosajón y el iberoamericano, además de que el tema de integración cultural iberoamericana ha sido siempre una de mis pasiones. Durante mi comisión de casi cuatro años como Cónsul cultural dirigiendo el Instituto Cultural de México en Miami, pueden contabilizarse más de doscientos cincuenta eventos significativos en los que el Instituto Cultural a mi cargo participó, ya sea organizando o en algún otro nivel de colaboración, con múltiples


79 logros obtenidos, entre los que destacan la creación y organización de tres ediciones del Festival México Miami, la dedicatoria a México del XXV Festival Internacional de Teatro Hispano de Miami, la dedicatoria a México de Miami Book Fair International, logrando que por primera vez en 27 años se dedicará la feria a un país, ocurriendo lo mismo con la Novena edición de la feria de arte latinoamericano Arteaméricas 2011 que fue dedicada a México. Durante mi gestión busqué construir, a partir del esquema institucional, un andamiaje cultural basado en la negociación y colaboración que permitió a México tener presencia destacada en absolutamente todas las disciplinas artísticas: Miami International Film Festival, Festival Internacional de Ballet de Miami, Festival de Teatro Hispano de Miami, Miami Book Fair International, Feria de Arte Arteamericas, Florida Grand Opera, Miami Lyric Opera, etc. Asimismo, mi trabajó contribuyó a que México tuviera presencia en los museos más importantes de Miami: Bass Museum, Lowe Art Museum, Frost Art Museum, Wolfsonian Museum, etc. Paralelamente a la promoción de México en el mercado anglosajón trabajé una línea clara de proyectos que contribuyeran decididamente a la cohesión de la comunidad mexicana en la zona a través de la promoción de las fechas significativas del calendario ritual popular mexicano: día de muertos, pastorela, día del grito, etc. Mi compromiso con México y con su cultura se reflejó en el diseño de cada acción cultural y en la mecánica que utilicé a fin de lograr la suma de esfuerzos, tanto de la comunidad artística como de la empresarial y la institucional, por la construcción y defensa de una imagen positiva de mi país. ¿En qué medida te ha beneficiado o no tu perspectiva del mundo de la cultura siendo mexicano? ¿o acaso es algo que no forma parte de la ecuación? A.M. Creo que el ser o no mexicano, no influye en la manera en que entendemos el valor y potencial de la cultura, ya que los intereses, estilo y experiencia de cada individuo son los factores que determinan tu relación con el mundo y la cultura. Sin embargo, debo reconocer que el ser mexicano conocedor y orgulloso de una cultura milenaria, te abre un panorama más amplio para analizar y comprender el entorno que te rodea, en comparación a otras comunidades cuyo arraigo histórico es mucho menor o casi inexistente.

¿Qué cambios has percibido en el mundo cultural de Miami desde que llegaste aquí a la fecha? A.M. Me parece que Miami está creciendo en cuanto a producción artística y cultural, sin embargo estamos luchando constantemente por la atracción de consumidores y sobre todo, se debe trabajar más hondamente en la generación de públicos. El intercambio creativo que genera la convivencia multicultural cotidiana enriquece considerablemente los contenidos culturales y dinamiza su promoción. ¿Crees que Miami llegué a ser un referente cultural como lo son Los Angeles o Nueva York? ¿Cómo se podría llegar a este punto? A.M. Sin duda alguna, creo que desde hace varios años se registra un crecimiento cultural en Miami y se está convirtiendo en un faro cultural al generar un nexo importantísimo entre el mercado americano y el mercado iberoamericano. Creo que la apertura de espacios, la colaboración entre agentes culturales y la generación de demanda cultural pueden contribuir a potencializar que Miami sea un referente cultural internacional. Es interesante observar que en 2013 Miami International Film Festival y Miami International Book Fair, dos importantes eventos del sur de la Florida, cumplen 30 años de actividades. He observado que hace falta trabajar más el posicionamiento internacional de Miami como una ciudad que genera y promueve cultura, además de ser un destino turístico y de negocios. Tu has sido un promotor de la Cultura en Español en Estados Unidos ¿cuál es tu perspectiva en el momento presente respecto al futuro de la misma? A.M. De alguna manera estamos viviendo una reconquista del territorio a través del idioma. El acelerado crecimiento de la presencia hispana en Estados Unidos y por consecuencia, la presencia del idioma español han obligado a empresas y medios de comunicación a girar la mirada hacia una realidad innegable, creo firmemente en la importancia de que los iberoamericanos en Estados Unidos defendamos nuestras raíces y cultura, siendo el idioma español el principal hilo conductor. ¿Cómo se pueden establecer puentes entre la cultura hispana y sajona sin que un idioma aplaste al otro?


A.M. Es innegable que en muchas ciudades de Estados Unidos la cultura hispana y anglosajona coexisten de una manera paralela pero no se integran. En ese sentido, Miami es una ciudad norteamericana única por su peculiar composición social multicultural. Yo creo que la cultura hispana y la cultura anglosajona no son opuestas o enemigas, no tiene porque ganar una sobre la otra, al contrario, cada una tiene elementos propios sumamente valiosos que complementan a la otra. Cada disciplina artística es un lenguaje que crea puentes interculturales de manera tácita, genera diálogos estéticos. También la convivencia cotidiana en actividades profesionales, culturales y sociales genera vínculos y acercamientos. Asimismo, la traducción y el bilingüismo son medios de acercamiento cultural y, como consecuencia de ello el creciente spanglish marca que vivimos una etapa inevitable de sincretismo cultural de manera que califico yo de orgánica y natural situación que es importante no perder de vista. ¿Que te motiva a emprender tu Proyecto Sinergia M? A.M. Una vez culminada mi misión como Cónsul Cultural recibí afortunadamente muchas ofertas de trabajo, sin embargo sentía la necesitada de estructurar una plataforma de colaboración entre tres puntos estratégicos: México, Miami y Madrid. Coincidentemente tres ciudades que conozco, que me cautivan y que comienzan con M. Madrid es la puerta de entrada a Europa y Miami el puente de unión entre Estados Unidos e Iberoamérica, y México, como vecino de Estados Unidos y pilar cultural de Latinoamérica me brinda una perspectiva y un amplio abanico de acción cultural. ¿Cuánto tiempo lleva Sinergia M en marcha y cuál es el balance hasta el momento de este Proyecto? A.M. Menos de dos años y hasta el momento el balance es muy positivo ya que estamos trabajando los siguientes proyectos: • Dirección de Relaciones Iberoamericanas de Miami Book Fair International y de The Center Literature & Theatre @ MDC. • Dirección Editorial de la publicación México Vibra! Miami de la Cámara de Comercio México-Estados Unidos. • Dirección de AB 17 Art Gallery en San Miguel de Allende, Guanajuato, México.

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• Dirección del proyecto “100 Latinos en Miami” Edición 2013 • Dirección del programa de intervención cultural REMEMBRANZA Centro de Tratamiento para Adolescentes S.C. • Diseño y Coordinación del Coloquio Internacional “El Futuro del Idioma Español”, Miami 2012 y del Segundo Coloquio “El Idioma Español, Cultura y Medios de Comunicación” 2013. • Coordinación de reapertura, dirección de programación y relaciones consulares del Koubek Center del Miami Dade College. Asimismo, Sinergia M está produciendo obras y proyectos culturales, como “Una Navidad Espectacular - Pastorela Iberoamericana” una comedia musical que promueve la integración de la cultura iberoamericana de una forma amena y divertida logrando la sensibilización del público latino en Estados Unidos y “Gracias a mi tierra…” un concierto acústico de poesía y música iberoamericana. Finalmente, quiero compartirte que presido la Fundación Voz de Libertad, una asociación civil dedicada a la sensibilización de la sociedad sobre la importancia de aplicar estrategias culturales para resolver las diversas problemáticas actuales: prevención del delito, readaptación social, violencia doméstica, equidad de género, etcétera. Actualmente retomamos varios proyectos que son casos de éxito: “Un Grito de Libertad” para promover la readaptación social a través de la intervención cultural en cárceles y un documental del mismo nombre. “Coraje” un musical con contenido social interpretado por chavos que promueven la prevención del delito a través de la erradicación de la violencia doméstica y “De Poli a Diva… y de regreso” un espectáculo unipersonal que promueve la equidad de género y es interpretado por la Sargento Alejandra Alvarez, mujer policía en activo desde hace 38 años y recientemente celebramos en México 13 años de funciones ininterrumpidas. Muchas Gracias. ¡ Gracias a ti !


81 Marco Antonio Cerdio Roussell. Escritor y profesor universitario. Radica en Puebla, México. @Marco_Cerdio

Ciudades alrededor de un lago enterrado De noche. Una ciudad de azoteas, tinacos, tendederos y varillas. A lo lejos algunas cúpulas y torres de iglesia. Enfrente, justo debajo de la línea del horizonte, un ventanal detrás del cual puedo ver maniquíes apilados. Un taller. Quizá una bodega. Hacía abajo, la calle. Cuba en la Ciudad de México. Las cortinas son de color ocre, convienen al tono impersonal del lugar. El agua sale helada y luego de unos minutos, quema. El pasillo de color claro. Ascensor. Un hombre silencioso en la caja. Se llenan los datos. Una máquina registradora. Afuera la ciudad más vieja se acerca como una marea. El tezontle. Se entrecruzan las calles y la basura es arrastrada por el viento de febrero. La Ciudad de los Palacios. Desde arriba, una sucesión de tinacos, tendederos, muros y varillas. El cielo tiene una luminosidad anaranjada de tiempo final. La cantera verde. Las novelas de Carlos Fuentes. El caminar y encontrar a conocidos a cada paso. Lo tradicional convertido en motivo literario. El sol pegando sobre las piedras. El cielo azul, límpido. La placa señalando la casa de Lucas Alamán, el pasaje Humboldt. Me alojo en el San Diego. Ésta es una ciudad de la que se emerge o se desciende. Una ciudad escalonada sobre una garganta. Veo a los extranjeros, a los viajantes, todos ellos tomándose fotos en los escalones de uno u otro edificio célebre. Siempre escaleras. Piedra débilmente verde. Un aire renovado, de turbonada de tiempo golpeando el rostro. No es lo que era antes. No es el mineral. Ahora son muchachos apresurándose para tomar clase. El parque es triangular. Hay cafés. La música más que excesiva no responde a un criterio. Siempre me moveré en esta urbe como seguido por una cámara, como saludado por una dama con abanico. O una joven con una bufanda azul. Cuando llegaron los franceses, la furia destructora de los defensores se ensaño con el convento de San Francisco. Aquí la cantera o es roja o es color óxido veteado. Mencionan a una tal Juana Gallo y un día vislumbro cerca de la plaza – extrañeza de una ciudad que en las mañanas todavía es atravesada por borricos cargados de un destilado de agave- un antro gay que parece de siempre, pese a la imponente gravedad de su catedral y el cántico barroco de sus edificios. Aquí es otra gente, es gente de frío y desierto. Brava, de leyendas de carabinas y oficio prospector. Una empresa está cavando algo. En la prensa veo la foto de la gobernadora, de su hija y de su madre. Es una ciudad extraña. Regreso dos años después. Entro a una cantina adornada con artículos de charrería. Es la intelligentsia local la que me invita. Historiadores buscando reconstruir el desarrollo de la prensa regional. A mí me llama la atención el porte de sus paisanas y la posibilidad de beber gratis. De repente, la ruptura. Cruzamos las calles con una libertad que meses después será imposible (o quizá ya lo era en ese momento de caminata). Nos abren la puerta de un bar anónimo, entre callejuelas. El rock. La Carrera Panamericana en cárteles y recortes de prensa sobre los muros. Un espacio urbano desapegado de la historia local. Saldremos a enfrentar una lluvia inesperada. La lluvia helada. Es la

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marco.viajero@gmail.com •


noche. No podré ir más al norte en años. El mar. El pardo de las algas manchando los muros apenas terminan de encalarse. Sabor a cuero. A marina. De repente, ecos de Nueva Orleáns. Me siento cerca de la frontera y no lo estoy. Veracruz también parece próximo y no lo está. Desde la cima de una ladera, la cuadricula de casas, lo ininteligible de un espacio que sólo podía referir a los textos de Carlos María Roa Bárcenas me parece apabullante. La humedad, el salitre, el aire saturado de mar son la nostalgia para mí, el exilio interno, la memoria de las guerras sufridas y emprendidas por mis antepasados, la memoria del miedo a la fiebre amarilla y el vómito negro. Cada viaje es como seguir la vena de un recuerdo que no es mío totalmente, extenderme como las raíces de la higuera sobre el muro y encontrar los ecos de otra higuera. Para irme, abordaré un camión. Toda la noche estaré persiguiendo las luces vacilantes de los pozos petroleros y el recuerdo del puente sobre el río. No veré el mar en está ocasión. Sólo el estero. Mi cuerpo quedará saturado de salitre y adolorido por la marcha en autobús. Un volcán. Un enorme volcán cubierto de selva en el horizonte. Es invierno. Treinta grados. Es la ciudad de mis antepasados. Camino entre los puestos del mercado y veo plantas desconocidas, frutas que conozco pero cuyas variedades exceden con mucho las que puedo imaginar. Hay muchas indígenas, mujeres menudas vestidas de colores brillantes. Las casas están pintadas de colores claros. Hay un cierto aire de desorden, de libertad en esta ciudad de trópico que no podré encontrar en las urbes del centro. Aquí no hay las grandes iglesias, los edificios de piedra, la memoria acumulada de cientos de años. La memoria sólo es de siempre o es de apenas ayer, viene de cruzar la frontera o va hacia las fincas de

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Unión Juárez. Recuerdo la última vez que vine a esta ciudad de tráficos varios a veinte kilómetros del mar o de Guatemala, dependiendo el curso deseado. Ese día quise subir al volcán. Vi platanares, mangos, campos de sorgo. Vi gente caminando descuidada a la orilla de la carretera portando machetes. Vi selva baja, coníferas, cafetales. Árboles y más árboles. Ríos y arroyos cruzando una carretera que serpenteaba. Mil templos de mil denominaciones cristianas. Y justamente, cuando me deleitaba tomando las fotos a la selva, la mítica selva, mi prima me interrumpió con una pregunta: -¿Por qué le tomas fotos al monte? Largas horas en carretera entrelazan las urbes que lentamente construyen mi percepción del país, esa pluralidad de centros que no terminan de percibirse los unos a los otros. Extraña soledad de un pueblo que no viaja. El tezontle. Hablé del tezontle. Recuerdo la foto de un león rampante. Estoy en el punto de partida. El ombligo de la luna. El archivo de la ciudad. Su teatro. Las librerías. La memoria de la caída de Madero y el lento construirse de nuevos hábitos, los viejos hábitos de siempre. La cantina Rio de la Plata. Me sirven mariscos y pescado frito junto a la cerveza. La gente platica. Nadie está para estorbar a nadie. Ya quedan pocos restaurantes chinos como los de antaño. Alguna vez – ya lo escribí- estaba en uno de ellos y la chica comenzó a hablar en chino con su madre. Al fondo una dama vestida con un traje blanco indígena, acompañada de sus hijos, conversaba con ellos. Nadie usaba el español. Enfrente los edificios, la nomenclatura, los autos, parecían lejanos, ambientales. Tras el dintel, el español era un eco, un adorno, un accidente. Sólo yo pensaba en español. Bajo de nosotros, bajo el concreto y la piedra, el viejo lago sigue vivo.


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Museo denso, museo ligero En Dirección única, un libro delicioso, Walter Benjamin lanza una de las sentencias que lo han vuelto uno de mis autores imprescindibles: “La expresión de quienes se pasean en las pinacotecas revela una mal disimulada decepción por el hecho de que en ellas sólo haya cuadros colgados.” Esta imagen me viene como anillo al dedo al recordar el viaje que en septiembre de 2009 emprendí a Dinamarca, nombrado con razón el país más feliz del mundo, donde pude comprobar una tesis producto de mis dos años de trabajo al frente del área editorial del Museo Nacional de Arte en la Ciudad de México: en el orbe contemporáneo coexisten dos tipos de museos, el denso y el ligero, cuyos contrastes y diferencias en cuanto a forma (arquitectura) y fondo (acervo) se reflejan en la expresión del paseante benjaminiano. El museo denso no es sino otro modo de aludir al museo “antiguo”: la institución canónica, el recinto que impone un ánimo sigiloso y hasta taciturno en el espectador y transmite la sensación de ingresar en un mausoleo de la cultura; a esta definición se ciñe el Museo Thorvaldsen de Copenhague, el lugar más extrañamente estimulante que visité en mi primera incursión en latitudes nórdicas. Por su parte, el museo ligero responde a la levedad estipulada por Italo Calvino: es el espacio aéreo por excelencia, sede de una luminosidad que diluye la decepción a la que se refiere Benjamin e instaura un espíritu de reflexión gozosa como el que se experimenta en el Museo de Arte Moderno Louisiana situado en Humlebæk, un bello pueblo de la costa danesa próximo al castillo de Kronborg. Curioso: aunque alberga un Museo Marítimo y de Comercio, en este castillo conviven la densidad y la ligereza merced al ascetismo que prevalece en sus interiores. El aire minimalista que caracteriza al diseño escandinavo sopla desde los tiempos de William Shakespeare, me dije al recorrer la morada de Hamlet y ver la notable exposición que ocupaba uno de sus salones: To Be or Not To Be, del artista danés Thomas Kluges. Ser denso o ser ligero, pensé, he ahí el dilema museístico. Edificado entre 1839 y 1848 bajo las directrices del arquitecto Gottlieb Bindesbøll, el Museo Thorvaldsen debe su densidad en muy buena medida al fetichismo que Benjamin detectó como rasgo primordial del coleccionista en su célebre ensayo sobre Eduard Fuchs. Planeado como el primer museo de Dinamarca, este recinto neoclásico resguarda la extravagante colección de Bertel Thorvaldsen y a la vez sirve de auténtico mausoleo: en el patio central se localiza la tumba del propio escultor, cuyo minimalismo no mitiga el aura mortuoria que cubre el lugar con la suavidad de un sudario. Miembro de la Real Academia Danesa de Bellas Artes desde la niñez y avecindado en Roma durante más de cuatro décadas, Thorvaldsen fue víctima de un infarto el 24 de marzo de 1844, cuatro años antes de que se abriera su museo, mientras oía la obertura del programa vespertino en el Teatro Real de Copenhague. El dramatismo de su fallecimiento pervive en el gesto de las esculturas que se alinean en los corredores sombríos de la planta principal: piezas originales se al-

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Mauricio Montiel Figueiras es escritor y editor. Nació en Guadalajara pero reside en la Ciudad de México desde 1995. Es colaborador de la revista Letras Libres y columnista de arte en el diario El Universal. En abril de 2013 verá la luz su libro de relatos más reciente, Ciudad tomada. @Elhombretweed • prosas_y_cosas.espacioblog.com


ternan con copias y modelos en yeso en un cruce de miradas donde el pasado deja sentir toda su carga. Esta pesadez es igualmente palpable en el primer piso, que acoge el acervo de antigüedades y óleos reunido al cabo de una errancia por diversos países: el legado de un coleccionista omnívoro que se nutrió tanto de la pintura francesa o italiana como de las vasijas egipcias similares a las que utilizaban los embalsamadores para depositar los órganos internos de los cadáveres. Mientras vagaba por la planta alta, observando al estudiante ocasional con su bloc de dibujo al fondo de un pasillo escheriano sembrado de umbrales simétricos, escuché el tictac de un reloj que goteaba en la quietud profunda; el tiempo, pensé, es un insecto mecánico que repta por este espacio donde la historia quedó atrapada como mosquito en ámbar. O mejor, como uno de los cientos de anillos y broches y medallas y monedas que arrojan un fulgor mortecino desde sus vitrinas: los ojos que Thorvaldsen eligió para escrutar la eternidad. De cara al Øresund, uno de los tres estrechos daneses que unen el mar Báltico con el mar del Norte, el Museo de Arte Moderno Louisiana despeja con su limpidez la melancolía que provoca bajar del tren en la estación de Humlebæk para enfrentar un día lluvioso. Sumada a la pulcritud del jardín de esculturas (Arp, Calder, Moore, Serra et al.) que fluye hacia un mirador marítimo desde el que se atisba el perfil elegante de Suecia, esta limpidez concede al recinto una juventud que desmiente su medio siglo de existencia: fue fundado en 1958 por el mecenas Knud W. Jensen, que contrató a Jørgen Bo y Wilhelm Wohlert

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para que consumaran las bodas felices del paisaje y la arquitectura. Felicidad, sí, esa emoción que en los tiempos que corren suele ser tan esquiva, fue lo que sentí al explorar las dos espléndidas exposiciones montadas en el Louisiana (Green Architecture for the Future y The World is Yours) para luego deambular por los salones y pasajes donde se exhiben las obras de la colección permanente. Con vista al llamado Jardín del Lago, la Sala Giacometti me hechizó por completo con su atmósfera misteriosa: dos imponentes piezas del escultor suizo, Grande femme debout IV y Homme qui marche, custodiaban Man and Child, el cuadro de Francis Bacon fechado en 1963. El hechizo se acentuó cuando salí a almorzar a la terraza de la cafetería y, mientras mi mente intentaba reponerse del bombardeo de ideas manejado en la muestra de arquitectura verde (acupuntura urbana, bosques verticales, distancias psicológicas), me dejé ganar por el estupor paisajístico. “Si una ciudad no es un lugar donde uno realmente quiere vivir o pasear, si no nutre el espíritu, entonces no cumple una parte central de su función”: las palabras de Norman Foster aleteaban a mi alrededor, imitando a las gaviotas que giraban en el cielo anubarrado —el cielo como la corteza cerebral del mundo, pensé— antes de precipitarse hacia la línea azul de la costa sueca. He ahí, me dije, el gran dilema de las metrópolis: ser densas o ser ligeras como los museos que las representan. Pensé en la Ciudad de México, en su densidad cada vez más salvaje, pero un golpe de viento frío y húmedo me devolvió a la ligereza nórdica.


Eduard Reboll. Barcelona,(Catalunya) es licenciado en Lengua y Literatura Española por la Uni-

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Lo lírico, lo épico, y lo dramático en la película “Y tu mamá también” de Alfonso Cuarón Imaginar el pasado, recordar el futuro Carlos Fuentes Nuevo Tiempo Mexicano

Este film se estructura bajo tres niveles narrativos bien claros y diferenciados que pudieran corresponder a los tres elementos que Wolfrang Kayser en, Interpretación y análisis de la obra literaria, cita para cada género. Si bien pudiéramos considerar la cinematografía dentro del campo preponderantemente dramático, también las tres voces de la cinta –la cámara, la voz en off y el diálogo de los personajes- representarían en su correspondencia lo lírico, lo épico y lo dramático dentro de esta obra visual. La trama se construye en base a una historia que aparentemente funciona como algo lineal pero que durante su trayectoria se ensamblan distintos e interesantes discursos que complementan a veces y otras diversifican, dando un sentido global a la obra. Tenoch y Julio son dos amigos que residen en la capital de México. En el inicio de su etapa como jóvenes, se unen para contemplar lo cotidiano desde el juego que permite la improvisación y el entretenimiento. Sus respectivas novias, Ana la de Tenoch y Cecilia la de Julio, se van a Italia de viaje de fin de curso. Sus vidas están marcadas por el bienestar. El padre de Tenoch estudió en Harvard. A Julio, lo mantiene una madre profesional que atiende a una hija izquierdista y a un pillo sagaz como él. En la boda de Jéssica, la hermana de Tenoch, ambos amigos conocerán a una española que les dobla en edad y conocimiento, la madrileña Luisa, casada con Jano, un escritor de segundas y primo de Tenoch que, ante una crisis matrimonial, decidirá acabar sus días como libertina. Ella, vértice de un triángulo común y espontáneamente aceptado, iniciará con total jovialidad una aventura final con los dos. Un viaje a través del México profundo servirá de trasfondo a los protagonistas para conocer sus intimidades, apetencias eróticas y sinsabores vividos. Antes de desprenderse de su particular relación amorosa -le acecha un cáncer inminente-, Luisa se despedirá de Tenoch y Julio como compañera vital y como amante, desde un chiringuito de playa en las costas idílicas del Pacífico. Este argumento, de sustrato clásico de road movie, va a crear en los tres elementos antes citados una nueva manera de abordar el lenguaje cinematográfico desde un punto de vista narrativo global. La forma en como enlaza, omite, o resalta las escenas son las que van a crear la diferencia -y por tanto el interésy el objeto de estudio de este ensayo.

Texto y ensa(ñ)o México

versidad Internacional de la Florida Summa Cum Laude y Master en Spanish Journalism por FIU. En la actualidad es Editor de Contenidos en la Revista Nagari y trabaja como curador de arte independiente para varias instituciones (CCE, MDC, Books and Books). Ha publicado sus poemas, así como algunos ensayos críticos sobre cine, arte y literatura en diferentes revistas y blogs. ( El Proyecto Setra, Tumiami, Telaraña, Encuentros, Arte al Día y Nagari). La lírica del crápula y La mujer de Brickell, inédito, sobre la poética que encierra Miami, son sus últimos libros.


Lo lírico. La voz perspicaz de la cámara La voz silenciosa, diáfana y “lírica”, pero al fin y al cabo con potestad propia, es el objetivo de la cámara. La luz y su espectro, el espacio, el encuadre, los movimientos, la escenografía, los objetos escogidos a propósito -los inherentes-, ...el escenario al fin y al cabo, van estar al servicio del narrador escondido y del curso dramático de los diálogos. Esta serpiente continua nos abre la primera secuencia poética con una fornicación pasional y fresca entre Tenoch y su novia Ana. Es el anuncio de uno de los principales temas de la película, el sexo iniciático en la adolescencia. Nosotros a través de sus ojos contemplamos como voyeurs el movimiento de sus cuerpos. Ella duerme en una cama matrimonial, con luz difusa y repleta de libros, uno de ellos, con una foto de García Márquez en su cabecera. Su madre – una maestra divorciada y francesa- le permite tener relaciones con el novio en su propio hogar. La familia de Cecilia, a pesar que su mamá es una psicoanalista lacaniana y su padre un médico-pediatra, está mucho más controlada como joven y duerme en una cama individual bajo una decoración aún infantil. Un osito polar en el hielo, delata aún su inestimable apego a lo tierno y a la compasión. Hecho el recorrido por la personalidad y el retrato familiar de sus amigas íntimas, el director, nos invita a continuarlo con el de sus pretendientes. Comienza el movimiento de su cámara por la vida de Tenoch. La escena se inicia en un jardín lujoso donde aparece una estatua de San Francisco de Asís, junto a un pastor alemán que ladra elegantemente al borde de una suntuosa mata de margaritas blancas. El mismo color que le servirá a la escena siguiente, para mostrar el uniforme almidonado de las empleadas que asisten en la mansión, y el mismo que utiliza la madre de Tenoch para presentarse, con sus vestimenta de inspiración hindú, como un ángel frente a los compañeros en una fiesta salvaje. El blanco adquiere un papel de enlace secuencial, pero también será el aviso de un trasfondo hueco e intencionadamente falso que el autor, en varias secuencias, utiliza para acentuar las contradicciones de sus personajes. En la escena donde Julio y Tenoch acuden a bañarse en una piscina del complejo deportivo, la cámara capta un plano general donde aparecen bien alienadas todas las hamacas blancas y vacías junto a una palanca de lanzamiento flanqueada por dos trampolines del mismo color. Allí,

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estirados respectivamente los dos en cada uno de sus bordes, iniciarán un juego onanista con las mujeres de su vida común en sus mentes. En el acto final de su venida, la cámara, hundiéndose lentamente en el fondo, acudirá a captar las gotas de semen que como glóbulos blancos flotan con sigilo al penetrar en el agua azul. El blanco pierde su naturaleza y se tiñe, transpone su lugar simbólico y adquiere otra lectura diferente a la común. La boda de Jéssica se celebra en una pequeña plaza de toros. La cámara, presurosa, hace un barrido rápido por los distintos guardaespaldas. Curiosamente, aparecen todos de frente protegiendo al presidente de la República y esposa que, valga la curiosidad, aparecen siempre de espaldas. Al fondo queda la diversión de los mariachis y los jinetes amenizando el evento, con su exhibición de trote y lazo. En medio de aquella masa de asistentes con sus trajes negros y pajaritas, aparece la verdadera novia de la fiesta, Luisa, que con un vestido de gala blanco, hace su aparición en la obra ensombreciendo a la novia y a sus parientes. El camarógrafo, desde un plano medio innamovible, la deja cruzar en escena en un discreto recorrido en diagonal entre los asistente y bajo la mirada impresionada y atenta de Julio que siente haberla descubierto. Esta aparente inmaculada –avance de un engaño agraciado- va a dejarse cautivar dede un pequeño palco por este par de aprendices de don Juan. Papeles que va a intercambiarse a lo largo de la película con un convidado de piedra sin precedentes: el pueblo mexicano. La plasmación visual de la fiesta se contrapone a los actos picarescos de dos amigos que no paran de circular en una y otra dirección en busca del alcohol y citas que nos recuerda el hambre desesperada del protagonista del Lazarillo de Tormes. En este caso, la misma, queda sustituida por el deseo hedonista de sus egos y la permanente necesidad de seducir. Un último plano cierra el banquete, el de los servidores –estos parecen más bien sicarios- a merced del poder. El director los filma fuera de la plaza, apoyados en sus limusinas negras, devorando, con su vestimenta oscura y gafas de sol de espejo, los canapés y montaditos sobrantes de la fiesta, subrayando, de este modo, la doble moral del funcionario hipócritamente servil. La circularidad será un elemento que se repetirá en este caso en el monotema de sus conversaciones en el nivel narrativo de los diálogos, pero que se rompe al final dejando sueltos a los protagonistas con su suerte en el “ruedo” de la vida.


87 A lo largo del viaje, este ojo indiscreto nos transporta a interesantes lugares y, ayudando a los otros elementos discursivos, nos mostrará varios planos puntales: lo funerario a través de las cruces mortuorias; un entierro que acentúa un pensamiento sobre la muerte de Luisa; la bahía de Boca del cielo, el silencio del agua en el fondo de una piscina turbia; la luz del Pacífico en las noches costeñas; los planos –cámara en mano- donde se desarrollan varias de las traiciones de los tres protagonistas; la deteriorada arquitectura urbanas de los pueblos donde pasan, los hogares del campo, el paisaje de la pobreza, y, por supuesto, varios primeros planos donde la sensualidad abandona su enigma para situarnos cerca de la piel del deseo de los tres: unas fotografías llenas de poesía erótica, de laisser fair que dirían los franceses. Las escenas sexuales captadas son sin trucos, naturalistas, primitivas, en ningún momento la cámara hurga en lo afectado, la luz es la natural: amarilla en los interiores y radiante cuando el amor se desarrolla detrás del coche en pleno mediodía Este nivel narrativo mudo y flexible nos obliga a una mirada inteligente que, si bien esta mediada por la del director, la misma cámara -a diferencia de la voz en off donde va ser deliberadamente manipuladora- nos la deja bajo las notas de la literatura. Con gran disimulo, entramos en una composición guiada por una visión lúdica con el tema; crítica con el trasfondo permanente de México y pictórica con el tono romántico que le atribuye al paisaje durante el viaje y su estancia en el paraíso.

Lo épico. La voz en off o la poética narrativa de lo desconocido El punto narrativo por excelencia; el narrador mesiánico, la voz que nos habla del pasado que no sabemos, o el futuro que el guión ausenta, es la voz en off. Siempre atenta a sorprendernos con sus explicaciones, siempre grave y unísona, masculina y equilibrada, siempre dispuesta a matizar la sensación o deconstruir la esperanza. Unas veces nos relata como un frío detective sobre los informes vivenciales de los personajes. Otras, nos sustrae a la emoción del diálogo y, como un verdadero profesional de la música literaria, nos cambia el registro de lo jocoso por la tragedia que sucede a un lado de la escena. “Marcelino Escutia era albañil emigrado de Michocoán. Marcelino fue alcanzado por un pe-

cero que conducía con exceso de velocidad. Nunca usó el puente peatonal más cercano porque su mala ubicación lo hacia caminar dos kilómetros más a la construcción donde trabajaba. Su cuerpo fue trasladado a la Cruz Verde y llevado sin identificación al servicio médico forense. Tardó cuatro días en ser reclamado” Este comentario ocurre mientras Julio y Tenoch se distraen pasándose un cigarro de marihuana hablando de boberías dentro del automóvil , ventándose sin parar y celebrando la libertad que les va suponer el que sus novias se hayan ido de vacaciones a Europa y observando un accidente mortal en una calle por donde circulan. Cuando menos te lo esperas, esta voz plácida pero inquietante te acerca el futuro que no deseas escuchar y elimina, sin concesiones, los finales previsibles. “En la fiesta Julio y Tenoch consumieron alcohol, marihuana y pastillas de éxtasis importadas de San Francisco y fallaron en sus estrategias de conquista. Temieron que el fracaso marcara su suerte para todo el verano. A las cuatro Julio vomitó en la calle y cerca de las cinco Tenoch rompió un faro del coche al llegar a su casa. Esa misma noche Saba participo en su primera experiencia de sexo colectivo” Las precisiones aumentan el sentido real del relato pero también lo “extrañan” intencionadamente.¿Necesitamos necesariamente saber la hora exacta de la fechoría para deducir y juzgar el hecho?. No pero si nos afirma a parte de los efectos el que “fallaron en sus estrategias”, es decir de nada sirvieron los estimulantes más que para el fracaso. Es también anunciadora de sucesos de un pasado político próximo que implican al Presidente de la República –supuestamente Zedillo-, a su gobernador y a su partido en asuntos delicados y transcendentes. Una voz deliberadamente, crítica que nos habla de la mantanza de Cerro Verde, de los acontecimientos ocurridos en Seattle. O disimuladamente nos anuncia el apellido de Julio -Zapata- hablando de su hermana que estudia ciencias políticas en la Universidad Autónoma de México y, que tras negociar cinco días con Julio el préstamo de su coche, él mismo, se va a comprometer como contrapartida, a llevar víveres y medicinas a Chiapas. Con la misma tónica , y con una razón sorprendente, nos va a explicar el por qué se llama Tenoch. “Sus padres habían decidido que Tenoch se llamara Hernán pero nació en el año en que su


padre entró al servicio público y contagiado por un nacionalismo inusitado bautizó Tenoch a su primer hijo natal.” “Las historias que contaban aunque adornadas por un mito personal eran verdaderas, pero como siempre sucede, se trataba de una verdad incompleta”. Dice la voz en off mientras los tres se adentran en un pueblo para pasar la noche. Es el relato dentro del relato. Historias confesionales sobre sus relaciones íntimas, historias de traición, historias familiares escondidas, otras inéditas, nunca comentadas como: El mito del paraíso encontrado, la verdad como fisura abierta de sus pasados, el origen de las historias insulsas sobre sus conquistas o las explicaciones sobre la historia circular del México actual no sólo presente en la imagen, sino también en este nivel de la voz narrativa. Pero llega un momento que la muerte se avanza a mitad del camino con un precedente anecdótico por parte de Luisa sobre un novio que después de haberla hecho feliz, moriría en un accidente de moto. A continuación, la cámara, capta unas imágenes de la carretera por donde circulan, completamente vacía de tráfico y bajo la luz de un sol de mediodía aterrador. A los pocos instantes la voz en off nos enuncia: “Si hubieran pasado por este mismo lugar diez años antes, se habrían topado con un par de jaulas tiradas sobre el pavimento. Luego habrían cruzado por una nube de plumas blancas, cinco metros después una pila de jaulas destrozadas con gallinas sangrantes aleteando agónicas y más adelante un camión volteado echando humo. Al rebasarlo hubieran visto dos cuerpos tirados inertes, uno más pequeño, mal cubiertos por una chamarra y una mujer desconsolada llorando a su lado”. La tragedias mortales en accidentes de tráfico, algunas ya aludidas anteriormente por el nivel narrativo de la cámara aparecen mencionadas por la voz en off varias veces. Se muestran como pequeños preámbulos salpicando con pequeños datos, el avance de su tragedia final. El narrador cambia por primera vez el tono. La descripción parece mas bien la de un cuadro de Leonora Carrington: surreal y trágico al mismo tiempo. Enunciativo pero demasiado fantástico. La voz está afectada. Se detecta un ligero lirismo, la poesía parece apoderarse de la supuesta “verdad” omnisciente hasta ahora. Los comentarios sobre el tema se repetirán dos veces más.

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En sus dos últimas intervenciones, reúne las tres líneas narrativas de la obra en perfecta simbiosis. Mientras la imagen capta una calle de la ciudad donde en fila se pasean una patrulla de policías a caballo, se intuye el saludo a mano de Julio y Tenoch a lo lejos -un signo que aumenta la distancia de las relaciones y predicen su final. A continuación, cita el paso de un año en el tiempo y enuncia el cambio político presidencial, la rotura de relaciones de los dos con sus novias, los días finales de Luisa y por supuesto el final de lo aparentemente inrrompible: la amistad . Tenoch se disculpó: su novia le esperaba para ir al cine. Julio insistió en pagar. Nunca volverán a verse. Lo efímero esta ahí mas que la muerte. La brevedad. Este voz es, para mí, el grado “épico” por autonomasia. El nivel que nos guía a lo desconcertante; el que nos desorienta, algunas veces, para buscar en lo insólito la espuma de la trama; la apostilla; en fin, lo inteligente y sutil de esta obra.

Lo dramático La voz de los diálogos, y los monólogos de Luisa Durante este film se narra, a través del diálogo, las historias sexuales de sus protagonistas: las pasadas, el número y sus preferencias. Esta banalidad, que llega incluso a lo grotesco en ciertas conversaciones, sólo se salva si consideramos como riesgo el haberlo incluido en el marco de los dos restantes estratos discursivos. Sin este acompañamiento, la película pertenecería a lo que en cine se denomina “films de la serie B”. Sin embargo, aparecen tres aspectos dignos de abordar: el argot, la crítica interpretativa, y, por supuesto, el análisis textual de los diálogos. El chilango así como el lunfardo bonaerense o el cheli madrileño son lenguajes limitados pero de gran popularidad entre la juventud por su fácil elipsis, y por lo críptico de su contenido. En esta obra, algunos ejemplos muestran el nivel del tono de comedia que citaría Platon en la República, refiriéndose a los temas que la clase baja glorifica: “No vayamos a Puerto escondido” le comenta Julio en la boda a Luisa “...está lleno de huarachudos y mataditos “ para referirse a los intelectuales Y la juventud bienpensante y aplicada de la capital. El slang es amigo de las elidiciones fonemáticas. Así la expresión de saludo “que pasó” se convierte en “¿Qué pachó chavos”, le dice el padre de


89 Cecilia Julio cuando los despide en el aeropuerto; “uta” sustituye a puta y “tella” a botella. Algunos nombres comunes adquieren nombres propios, así el agua mineral es una “Tehuacán”. A veces se suman fácilmente un prefijo y un sufijo para componer un nuevo nombre, como jipiteca, de hippie y azteca. Inclusive la onomatopeya “ps” pasa a introducir el adverbio “¿entonces?”. Por supuesto, aparece “chingar” en todas sus acepciones gramaticales. Como verbo, “ ve a chingar a tu madre” como adjetivo “eres un chingón”. Y la “chingada”, aparece más de una vez en los diálogos. Octavio Paz en su Laberinto de la soledad aborda en profundidad el tema extendiendo el mismo vocablo en sus análisis al ser Supremo. Elementos perfectamente combinados en la obra: entre Dios y su paraíso, la inminencia de la muerte, y el sexo como sustituto. En el ámbito interpretativo abunda la naturalidad, frescura y buena caracterización de los personajes en su papel de jóvenes desgarbados, libertinos y bohemios –no olvidemos que Tenoch quiere ser escritor, como el marido de Luisa. La protagonista no abandona en ningún momento sus orígenes castizos ni sus ademanes. Tampoco su lenguaje corporal propio, es decir la actitud expresiva propiamente española. Su gramática del gesto contrasta perfectamente con la torpeza adolescente de los dos. Sin embargo, su papel requiere el juego esquizoide de alternar el drama, con un posición epicúrea. Su provocación aparece de día; en las noches, se recoge con su tragedia desde las soledad que le proporciona la habitación de cualquier hotel. Pero hay un personaje colectivo repleto de notas interpretativas que, aunque plurales, pertenecen a un mismo origen: el pueblo mexicano. Su mayor notoriedad: el silencio corporal. Los demás personajes, aparecen cabizbajos, sin apenas mirar a los protagonistas, con el “Sí señor y señora” en sus bocas, con la humildad no sólo en la actitud sino en el acto corporal; ausentes, vencidos, relajados o con tono bajo, andando despacio, como si el tiempo hubiera languidecido el hacer de sus años. La estructura de la trama es clásica, sencilla y lineal en el tiempo. Se inicia con un preámbulo de presentación de los personajes -con una especial atención a la heroína en “La boda de Jessica”le sigue el viaje con sus tribulaciones, la llegada al paraíso, y el desenlace final entre el paraíso y la ciudad. Si acudimos al análisis de la primera escena por su imagen y su discurso ya podríamos dilu-

cidar por donde va a empezar su desarrollo. Unas onomatopeyas propias del amor en su cima, incian la toma. Le siguen las primeras palabras de Tenoch: “!Prométeme!”, asegurándose así, que Ana no irá a relacionarse con con ningún europeo en su viaje. Este imperativo va ser contínuamente sorteado por todos los protagonistas. Nadie va a salvarse de la traición: Durante el recorrido por la ciudad aparecen las conversaciones de lo cotidiano transformadas profundamente por el argot. Diálogos bien conjuntados entre la expresión histriónica adolescente y sus textos. La rivalidad, esta actitud tan adolescente entre amigos, devendrá en competición entre ambos en todo momento: “Te gané por diez metros”, le dice Tenoch a Julio en la ducha de los vestuarios, parodiando aquella famosa escena de Ben-Hur con Mesala antes de retarse como amigos en la arena. Allí aparece una luz cenital -la misma que aparece en los vestuarios- “No por tres” le responde Julio “Vamos a dejarlo por ocho”. Se muestra también el motivo inherente del escritor: el bueno estará en la fantasía de Tenoch y el malo aparentemente en Jano que escribe un mal libro, según la crítica, sobre “puñales”, el mundo gay. “ Estos críticos son unos pendejos” le contestará en la plaza de toros. Al final de la conversación en la fiesta de Jessica, Jano le apostilla “un buen escritor no solo tiene que pulir la técnica para perfeccionar la escritura también tiene que adquirir un estilo propio y madurar. Para esto hace falta haber vivido. Tenoch seamos francos ¿Qué has vivido”. Tenoch va a vivir, quizás, su mayor aventura jamás contada; ninguna referencia añadida sobre este tema se mostrará en el resto de la obra; al contrario, al final, la voz “mesiánica” nos informa que empezará a estudiar aquello que odiaba tanto un año atrás, Economía. El viaje hacia Boca del Cielo será iniciático, pero no escrito. La revelación representaría su propia autodestrucción, la evidencia de su homosexualidad latente, la afirmación de “el deseo del otro” (Jaques Lacan); por lo tanto sólo nosotros podremos saberlo. Nosotros, que no los vamos a vivir, pero desde nuestras butacas, en cambio, sí lo vamos a contemplar. Si hubiera sido escrito, el verbo, sin lugar a dudas, se hubiera llamado “imaginar”, otro registro que el autor aprovechando los recursos que ofrece la pantalla, no quiso omitir. El viaje, en cuanto al diálogo de los temas sexuales se refiere, es un viaje que particularmente me gustaría bautizarlo como “a través de los


asteriscos” por la doble aproximación que tiene este icono de viaje a las estrellas y de enumeración. Puntos flotantes sin más filosofía que el número, sin más valor que la cuenta anecdótica de posturas: “puchitas de mariela”, vergas inefables, kamasutras de manual, sesenta y nueves sin fin, felaciones, infidelidades, culitos de novias, y venidas mas bien efímeras para acentuar mejor lo anteriormente dicho, lo que implica una travesía estelar: los saltos, una relación de pequeñas historias, la escucha del otro, el reconocimiento de la heroicidad, la graduación y la entrada al grupo. De ninguna manera, podríamos tratar el film como la recuperación de lo vulgar como nuevo tema. En el paraíso, las palabras son versos

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libres; todos encuentran la paz interior y el entendimiento. Lo primero que oímos es el agua y los pasos húmedos de Luisa hundiendo la arena mojada, el ruido de los cuerpos al bañarse el chasquido de las olas batir la orilla. Si bien la fiesta báquica origina el brindis por una lujuria aparentemente aceptada, también lo hace por una filosofía de vida que el propio espacio invita. “ Viva Méjico mágico!” gritaran los tres juntos. Al final, Luisa, como un personaje bíblico, se adentra en las aguas del Pacífico y la voz en off enuncia, por boca de ella, la siguiente cita: “La vida es como la espuma, por eso hay que darse como el mar”. Este epígrafe encierra para mí todo lo que de arte literario pudiéramos deducir y plantear sobre este ensayo.


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Reportaje:

La Bestia… no deja rastros Es la una de la tarde. El sol cae a plomo en las vías del tren ubicadas en medio de la nada. Los gritos retumban en todo el lugar, “¡Vivos vinieron…vivos los queremos!” dice la consigna, son las madres de migrantes desaparecidos que han recorrido 2,500 kilómetros del territorio mexicano en busca de sus hijos. Su meta es llegar a la frontera norte y completar los 4,600 kilómetros; los mismos que migrantes recorren intentando llegar a los Estados Unidos. Como presagio, a lo lejos, se escucha que se acerca La Bestia: es el ferrocarril que abordan los miles de migrantes centroamerica-

nos cruzando sus países por México hasta la frontera con los EE.UU. Buscando una respuesta, un grupo de mujeres se plantan en medio de las vías y obligan a “la bestia” a detener su marcha. Viven con el miedo de que sus familiares hayan caído del tren durante el camino. Hoy, han vencido… por lo que se retiran de las vías y permiten al “tren de la muerte” continuar su trayectoria. Rosa María, Guadalupe y María Eugenia son originarias de Chinandega, ciudad al sur de Nicaragua, cerca de la frontera con Honduras. Chinandega presenta una de las mayores tasas de migración. Niños, jóve-

Fotografía Isabel Muñoz de la serie La Bestia

Texto y ensa(ñ)o México

Elizabeth Suárez Elizabeth Suarez (México) maestría en periodismo por FIU. ESL Program Canada Regina University. esuar026@fiu.edu


Fotografías Isabel Muñoz de la serie La Bestia

nes y mujeres salen de su tierra para conseguir trabajo en los Estados Unidos, pero para llegar a su destino final, han de cruzar las fronteras de Honduras, Guatemala y México; esta última, una de las más difíciles y peligrosas. Cruzar la frontera de México a Estados Unidos es un reto muy difícil para los migrantes son: robados, extorsionados, violados, prostituidos, asesinados, por grupos delincuenciales, en ocasiones con la complicidad de la policía. Eso sin tomar en cuenta todos los riesgos físicos durante la trave- sía. Estas tres mujeres, junto a otras 34, forman parte de la caravana “Liberando la Esperanza” organizada por el Movimiento Migrante Mesoamericano. Este grupo de madres desesperadas recorre México buscando a sus hijos desaparecidos. Ellas provienen de Guatemala, Honduras, Nicaragua y El Salvador…Detalles que en común las unen: la extrema pobreza, un sueño fracasado, un hijo o hija desaparecido, y la esperanza de poder encontrarlos.

El sueño americano Rosa María no oculta el dolor que le provoca el recuerdo de su hijo. Hace cinco años despidió a

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Nelson; el adiós, fue en una central de autobuses y nunca más lo vio. Desapareció. Se lo “tragó la tierra” en territorio mexicano. “Yo necesito saber pues si él está vivo, que él me llame o me mande un telegrama, y que me diga cómo está, y en dónde está,”. Al contármelo, su voz se ahoga en llanto Dice que su vida cambió el 10 de junio de 1998. El día que su hijo parte, deja a su familia encargada y la promesa de enviar dinero desde los Estados Unidos. “Yo crié a mis hijos sola. No podía comprarles ni un juguete. Nelson se fue porque no quería que sus niños sufrieran como él de pequeño. Además, quería ayudarme…somos pobres. Yo trabajo como doméstica” comenta Rosa María. Nelson logró cruzar la frontera de Guatemala, llegar a México, y montarse en La Bestia. Sólo en dos ocasiones logró comunicarse con su madre para hacerle saber en qué parte del recorrido se encontraba. “La última llamada fue ahí en Veracruz, y ya no supe más de él” dice Rosa María. Nelson desapareció sin dejar rastro. En Nicaragua ella levantó un acta como un mero trámite porque dice que, las autoridades, no hacen nada para ayudarla. En México las cosas no son distintas. Ninguna autoridad documenta el paso de los migrantes: ya estén vivos o muertos. De acuerdo al Instituto Nacional de Migración, solo 15 de cada 100 migrantes provenientes


93 de Centroamérica logran su objetivo: llegar y residir en los Estados Unidos. Sólo en el 2012 cruzaron por México de manera irregular 300 mil migrantes hacia el norte. No hay una estadística oficial sobre el número de desaparecidos en este país. Organismos no gubernamentales como el Movimiento Migrante Mesoamericano, aseguran que son entre 60.000 y 70.000. La Bestia no es la causante de todas estas desapariciones. Es evidente que la ruta migrante está controlada por los carteles de la droga, los cuales, desde hace varios años, diversifican su industria incluyendo el tráfico y secuestro de migrantes como una forma de incrementar sus ganancias.

Una migración forzada Durante su recorrido, las madres han visitado albergues, hospitales, prostíbulos, morgues, vías del tren, reclusorios y cualquier lugar público que les permita tener una pista que les devuelva el alma al cuerpo, y el familiar desaparecido a casa. Eso lo sabe muy bien María Eugenia que carga al cuello una foto descolorida de una hermosa chica sonriendo “Ella es mi hija Clementina…está perdida aquí en el país de México” me comenta con agriedad,

Fotografías Isabel Muñoz de la serie La Bestia

Clementina desapareció hace 9 años en Nicaragua; la pregunta obligada ¿Qué hace su madre buscándola en México? De acuerdo con las pocas pistas que existen del caso se sabe que Clementina fue secuestrada en Nicaragua y llevada a México a través de las rutas que encaminan a los migrantes hacia EE.UU; las mismas que son utilizadas por bandas delincuenciales para el tráfico humano. María Eugenia decidió buscar a Clementina con sus propios medios, para lo cual, vendió su pequeña casa en un barrio marginal de Chinandega y emprendió el viaje cruzando distintas fronteras. Las investigaciones del caso han sido por cuenta propia. La primera pista la llevó al Salvador, Santa Rosa de Lima, en un night club llamado “Dos de Oros”. Allí, solicitó trabajo a sabiendas de que sería contratada como prostituta. Permaneció algunos días y no encontró a su hija. Pero supo que tenían a dos muchachas retenidas trabajando para ellos. Cara le costó la osadía. Recibió un “aviso” y luego… fue golpeada y ultrajada sexualmente. María Eugenia aún sigue cada pista que obtiene. Por esta razón viajó a México. Allí le informaron que Clementina fue trasladada por esta red de prostitución. “Viva se me la llevaron… y viva la quiero. No pienso perder la esperanza de que mi


hija esté a mi lado. Nosotras, las madres, traemos un hijo al mundo y ya es un pedacito de nosotras. Y ese pedacito de mí, me hace falta hoy” me dice sin poder contener el llanto. María seguirá tras el rastro de su hija en México, sin ayuda alguna de las autoridades.

La historia se repite Doña Guadalupe, no pierde la fe en que su hijo esté vivo. Álvaro decidió dejar Chinandega y viajó hacia El Salvador con su familia buscando mejorar su situación. Ahí residieron varios años, hasta que el sueño americano le hizo un guiño, y partió hacia Guatemala para llegar a México. Nunca más volvió a comunicarse con su madre. “Cinco hijos me dejó, una mujercita y cuatro varones .Yo lo que hago es salir a lavar ropa ajena, planchar y mis hijos…que me ayudan para sobrevivir” comenta. Guadalupe no sólo es el pilar de la familia, lo es también de las madres con hijos desaparecidos en Chinandega. Se encarga de organizarlas, darles ánimo y hasta de hacer rifas para tener un pequeño fondo que las ayude a sufragar gastos. Para estas madres era un sueño casi imposible poder viajar a México en busca de sus hijos, debido a la condición de pobreza en la que viven en su país. Las ayudas por parte de sus gobiernos son nulas, por lo que sólo organizaciones sin fines de lucro les tienden la mano. Fotografías Isabel Muñoz de la serie La Bestia

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Fotografías Isabel Muñoz de la serie La Bestia

El viaje; principio y fin Ya se sabe que los migrantes centroamericanos es uno de los grupos sociales más vulnerable en México y quienes se ven expuestos a un sinfín de peligros y esfuerzos: la exigencia física del viaje, la fuerza para sostenerse en el lomo de La Bestia días y días; la pericia para evitar ser capturados –el balanceo del vagón en ciertos tramos puede ocasionar la muerte o la mutilación de algún miembro si salen despedidos del tren; algunos incluso se esconden en los vagones, corriendo el riesgo de morir asfixiados, en los ataúdes rodantes. Todo esto es cierto, pero también está la otra cara solidaria de México. Los que ayudan en el trayecto de la ruta migratoria. Aquellos que proporcionan un lugar donde descansar que les dan de comer y curan sus heridas físicas y emociona-

les, sin esperar nada a cambio; sin un peso de los gobiernos…Sin ellos tampoco sería posible que muchos se salvasen. La migración continuará mientras los países no garanticen a sus ciudadanos una vida digna. Mientras siga existiendo la falta de oportunidades, el aumento de la violencia. Mientras esto ocurra… seguirán obligados a salir de sus países. Continuamente vuelven a mi memoria los rostros de mujeres, niños y hombres que diariamente cruzan México buscando un sueño que, para muchos, se convierte en pesadilla. ¿Y los que se quedan? nos podemos preguntar. También ellos sufren el tormento de no saber lo qué pasa con sus seres queridos. Familias incompletas, madres que asumen un doble rol en sus hogares. Hijos que no crecen con sus padres, desintegración familiar. Para ellos… tampoco existe una respuesta.


Eduard Reboll. Barcelona (Catalunya) es licenciado en Lengua y Literatura Española por la Uni-

Texto y ensa(ñ)o México

versidad Internacional de la Florida Summa Cum Laude y Master en Spanish Journalism por FIU. En la actualidad es Editor de Contenidos en la Revista Nagari y trabaja como curador de arte independiente para varias instituciones (CCE, MDC, Books and Books). Ha publicado sus poemas, así como algunos ensayos críticos sobre cine, arte y literatura en diferentes revistas y blogs. ( El Proyecto Setra, Tumiami, Telaraña, Encuentros, Arte al Día y Nagari). La lírica del crápula y La mujer de Brickell, inédito, sobre la poética que encierra Miami, son sus últimos libros.

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crónica:

Redland Market. El “México” del sur de la Florida “Mire ahí la variedad de chiles que hay: el habanero, el jalapeño, el morrón, la malagueta…” Un día de marzo de este año Ariana Hernández, antigua profesora en la Universidad de San Diego, muy interesada en la antropología urbana de los pueblos latinoamericanos, me llamó y me dijo . “Sé que vais a dedicar el número de este año de Nagari a los distintos “méxicos” de México … Supongo que ya conoces el flea market que hay en Homestad donde acude la gente chicana de aquí Miami ¿no?”. Al principio sentí un poco de vergüenza por mi desconocimiento. Habiendo nacido en una familia donde tenía su negocio de frutas en un mercado popular de Barcelona y habiendo rastreado otros mercadillos en la ciudad como el de Opa Locka, el de Flager, o el del barrio haitiano, pensaba que ya no había otros más interesantes donde acudir. Entonces me vino a la memoria el mercado de la Merced y el de Abastos que se asienta en Iztapalapa en DF. Un recuerdo grato y colorido de una ciudad en constante crecimiento, hace ahora siete años cuando la visité junto a mi esposa en plena Semana Santa. Así que, al sábado siguiente, Ariana y yo tomamos la US1, la carretera que conduce hacia el sur de la Florida y nos pusimos en Homstead en un santiamén. El día, con aquellos grises plúmbeos en el cielo tan característicos aquí en la Florida antes de una tormenta, ponía su estampa y anunciaba casi la estación de primavera. Al llegar, empezó una llovizna . Los mercaderes sacaban sus lienzos y plásticos para cubrir sus puestos. Ornamentos sagrados, telas brillantes, sillas de uso, mobiliario on sale, colchones blancos, un grupo de mariachis que había empezado a amenizar el día, los agentes de seguridad…todo comienza a cubrirse y todos a salvaguardarse del aguacero. Era hermoso observar, como si fuera el preludio de un

concierto, a los comerciantes proteger lo suyo de la lluvia. Nos refugiamos por un momento en la parte interior del mercado. Allí, un señor entrado en años regateaba el precio de los chiles con un vendedor. “El que ama México ama no sólo los tacos, tamales, antojitos, o los platillos como el pozole, la cochinita pibil, o el menudo, ama también la calidad de sus ingredientes como el elote, el frijol, el jitomate o el chile…! Mire ahí la variedad que hay!: el habanero, el morrón, el jalapeño, la malagueta, el serrano de árbol o aquél tan popular de allá que es el tabasco”. Nos cuenta Hermenegildo Barrera, un asiduo del mercado que vino a recoger tomates en la zona de Homstead hace ahora veintidós años y, hoy, es un ciudadano americano jubilado que no olvida sus raíces zacatecas ni como cruzó el río Bravo . “ ¡Sí!… fui un “espalda mojada” por necesidad ; soy de Chilón, un pueblecito en el estado de Chiapas cerca donde nació Zapata. Dos puestos más arriba Marielita, una dependienta del lugar, aparta un plástico con delicadeza, “Lo hago para protegerlo de las moscas… el queso blanco es una atracción para ellas…para que digan luego que las flies sólo les gusta el dulce ja ja ja”. El origen de este queso fresco, me dijo que era de tipo “panela” y con un punto pasado de sal tal como manda la tradición. Con un cuchillo súper afilado y largo va cortando trocitos, de un gran mazacote, y los va ofreciendo a los compradores para la cata. Redland Market es como una mansión donde cada sala está decorada con una liturgia especial, llena de sorpresas. Sobre todo para el que no es de su misma cultura, como yo. Junto a mí un señor de proporciones fuertes y sin un ápice de pelo en su cabeza anuncia con su vozarrón extensivo, un remedio casero: “Medicinas para los hongos, ca-


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llos y mezquinos”. Al lado, un puesto con mil jarabes de colores para endulzar un helado de hielo acristalado para deleite de cualquier muchacho. Unos metros adelante, los niños se ilusionan con la cantidad de cochecitos de bomberos, aviones, carros de policía, madelmans, supermans. spidermans (escrito en spanglish) de plástico todos reunidos con una estrategia de venta muy particular dice el vendedor. “Esto es así de bonito porque primero pongo los juguetes más nuevos y grandes y después los más chiquitos y así se consigue una sensación de perspectiva ¿Qué le parece?”. Al cabo de una hora de ver los exteriores bajo el incordio del paraguas nos adentramos en al parte cubierta del mercado. En medio del color de las cestitas de fruta fresca de mango, sandía, melón, papaya, naranja o banana, vemos la calidad y la frescura de sus productos. Dos puestos más allá, un señor vende una verdura algo rara par mí. “¿Qué es esta clase de vegetal? “le pregunto tocando su textura....” si le digo la verdad…no lo sé” me contesta. “¿Usted no trabaja aquí?“, “si pero esto lo compran los negros…yo lo pido y, al final del día, ya lo he vendido todo…Mire pregúnteselo a este señor que siempre viene a visitarme”. Un señor forzudo y alto de raza afroamericana que lleva una niña hermosa y rubia en sus brazos, no duda en nómbralo “ These are collard greens”. Ya al final del pasillo, en los aledaños el neón ocupa los puestos más importantes. Hay una tienda principalmente de relojes y bisutería que con las luces abrillantan todo lo que es de metal en los estantes, desde pulseras hasta atuendos. Allí, no sólo encontramos la medida del tiempo en oro sino que, el mismo, está detenido en hermosas hebillas achapadas con diferentes ornamentos para los pantalones y camisas, tanto de hombre como de mujer. Vocablos como México, Michoacán, Sinaloa, y otros estados del sur aparecen bien celados en vitrinas a la altura del comprador. Antes de marchar Ariana me dice “Nos hemos olvidado de la tienda más impactante del merca-

do. Creo que está por aquí”. Perdidos en medio de pasillos y alguna gotera llegamos a la tienda ”…de la señora Emi. ¡Si! yo soy Emi de Azteca. Y esta es mi tienda: Azteca Productions. Ponga bien cerca la grabadora que a mí me gusta hablar”. Como si fuera un pequeño almacén clandestino aquí reposan desde sombreros tejanos, hasta las botas tan características de los vaqueros del lugar. “ aquí todo es importado de México y aquí vienen los de Televisa cuando quieren y me compran muchas cosas”. En uno de los aparadores aparecen dos botellas de ron Habana Club en vez de algún reposado como el de Herradura, como mandaría la tradición. Desconozco que hacen allí en la vitrina, pero estéticamente quedan bien. Al final la pregunta clásica a alguien que lleva muchos años en este oficio “ Señora Emi …¿qué distinguiría Ud. que marque la diferencia entre Redland Market y otros Flea markets de Miami?”. Organizando cajas de banderas y zapatos frente a nosotros, nos responde “Mire usted, aquí en Homstead vivimos un 70% de mexicanos. Aquí comemos enchiladas, mole, tortillas hechas a mano …¿Quiere que le diga lo que nos distingue de otros mercadillos?…que aquí no hay cubaneo… ja ja ja…Oye asere qué pasa..aquí no oímos esto ¿me entiende?” Emi por supuesto lo dice con cariño y buen humor y nos cuenta que tiene buenos amigos cubanos en su vida. Estaría bien finalizar como los cuentos de hadas diciendo que “ el sol se ve brillar entre las nubes al final del viaje”. Pero no es cierto. La lluvia sigue… Pero como dice el poeta Joaquín Gálvez hablando de este fenómeno “ yo conocí a Grace Kelly por mi padre gracias a la lluvia”. Nosotros merced a ella hemos disfrutado de una auténtica wiki pedía real sobre la cultura de este pueblo que tanto valor y trabajo ha aportado al sur de la Florida sobre todo en la agricultura. En Redland Market se aglutina otro “méxico.” El méxico del sureste de EE.UU.


Reseñas México

Agustín Fest es escritor y obrero digital. Vive en México con su esposa y sus dos perros, en el solitario municipio de San Andrés Cholula. Ha publicado en dos antologías donde el mundo sí se acaba, ganó un concurso nacional y mexicano de cuento, escribe en suplementos culturales y también ha escrito para algunas revistas. Tiene una bitácora donde miente regularmente, desde hace 10 años, en arbol217.com arboltsef@gmail.com @ad_fest

Algunos puntos sobre La torre y el jardín de Alberto Chimal

Editorial Oceáno

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rataré de ser amable con las personas que no han leído el libro, pero será difícil hacerlo. Recomiendo que no leas la anotación si planeas leerlo y sobre todo si eres una de esas personas que se desesperan cuando creen que se les echará a perder si poseen uno o dos datos. La novela de Chimal contiene múltiples misterios que se revelan continuamente. El libro (su riqueza en los enigmas), ofrece una fuga para cada tipo de lector. No es necesario entenderlo la primera vez, invita a múltiples lecturas, descubrir el origen de las distintas voces así como el inicio de un puñado de conflictos. Es una novela que le hace bien prestarle atención durante la lectura, pero no tanto como para abrumarse, también tiene espacio abierto para jugar y regresar a ella. Generalmente me molesta, aunque es uno de los vicios de los que no estoy completamente exento, encasillar el texto a un género. En el caso de “La torre y el jardín” es aparentemente fácil decir que se trata de una novela de ciencia ficción o de fantasía. Evitémonos los facilismos engañosos. Después de leer el libro entiendo un poco más a

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Alberto Chimal cuando propone el término “literatura de la imaginación”. Por mi parte, cuando estoy frente a un extraño, un lector imprudente y atado a sus vicios de lectura (porque es triste, los hay, es irónico que las personas que buscan fugarse en un libro necesitan géneros para sentirse cómodos), y debo recomendar o hablar de un libro, prefiero la vaguedad y la simpleza de decir que es una historia y luego rodear la historia, apenas contarla, apelar a la curiosidad. Eso ofrece una esperanza para iniciar un chispazo. Hace tiempo leí “Los esclavos”, también de Chimal. En ella desarrolla un tema sórdido como el de la dominación y la sumisión sexual y al terminarla, me dejó pensando en los mecanismos de Chimal para contar la historia. Pensé en la realidad de lo que había leído. “La torre y el jardín” se aproxima al tema pero, en una lectura simple, los sometidos son los animales. Los tigres son dormidos con tranquilizantes, los caballos son atados fuertemente a estructuras especiales, los cerdos son molestados con lanzas hasta hacer lo que deben hacer (en ese fragmento, confieso, tuve que regresarme varias veces para querer entender lo que pasó). Chimal purifica los temas “sucios” con una tranquila ingenuidad. Al principio son escenarios casi incomprensibles pero a lo largo de la historia los destripa, los simplifica y paulatinamente nos sumerge en ellos. La primera impresión es que nos abre las puertas a un mundo fantástico, intocable y ajeno; cuando nos damos cuenta, ya estamos ahí, conocemos las reglas, nos hemos habituado a esa cómoda oscuridad. El mundo que creíamos ajeno y cuya inexistencia nos hacía sentir seguros, en un principio, se hace real. Ya estamos ahí. Sin embargo, ésta oscuridad se desarrolla con elegancia, elocuencia. En la historia de Chimal se nos permiten breves espacios para la risa, la diversión, la maravilla. Hay un contraste entre las


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primeras anécdotas de los animales y las últimas, empiezan en la oscuridad (tentar al elefante) para llegar a la inocencia (el orangután vestido de blanco). Gracias a ello, la crueldad adquiere una dimensión mayor, sobre todo cuando la novela trata con los humanos, un contraste inverso (una joven Isabel frente al venado, una Isabel adulta pensando en el mismo venado), los animales más rapaces y audaces del Brincadero (Pienso en el viejo Constantino). En “Los esclavos” no hay tiempo para reír, al menos no con inocencia. Es incómodo, en lo personal, que en las reseñas que he leído del libro mencionen a Sade para describir la novela de Chimal. No sé que clase de romanticismo les embelesa cuando piensan en el Marqués, pero cualquiera que haya leído sus obras, difícilmente puede olvidar las jugosas descripciones de los criminales que saltan sobre la panza de una embarazada para sacarle al niño y provocar la muerte del nonato y de la madre. En el segundo tomo de Juliette: El ogro, Minski, mientras copula con una de esas muchachas tan guapas como el día, con su monstruoso miembro en el ano del personaje, decide degollarla para que la sangre corra y los espasmos de una muerte pronta aprieten el orificio, emulando lo que en el tomo uno Sade apenas sugiere se hace con los chivos, para obtener una experiencia más placentera. Paráfrasis de las palabras de Minski: “No puedo venirme sin matar”. Yo lo hice en unas líneas, Sade ocupa párrafos abundantes. Nada más alejado de la obra de Chimal. En “La torre y el jardín” se le sugiere, continuamente, al lector lo que está pasando y quien tiene que completar las imágenes es la persona con el libro entre sus manos. Sade es un monstruo, no le molesta para nada el papel, lo juega con abundancia, nos encarcela en su filosofía y su crueldad. Chimal nos ofrece la posibilidad de serlo, abre la puerta

para invitarnos a saltar, en la intimidad del libro, a convertirnos en el monstruo y la responsabilidad, digámoslo así, es compartida entre el lector y el narrador. La torre es el libro que tenemos entre las manos. Los personajes no saben a quien le habla, pero nosotros sabemos a quien le está hablando. ¿Cómo negar una invitación a ser cómplices de una criatura monumental como la torre? Al principio miré con desconfianza el juego del libro, el diseño, pero después me acostumbré a él y además lo disfruté (Si usted dudaba, como yo, de leerlo por el diseño, quítese esa telaraña de la cabeza). La torre nos cuenta su propia historia, nos revela a nosotros las pistas para resolver los misterios, pistas que de otra manera los personajes, por su contexto, jamás nos ofrecerían. Es una metáfora bonita para los libros: El libro es una torre y cada libro tiene un jardín que proteger. Para terminar, la historia de Isabel, la administradora del Brincadero y de la torre, es maravillosa. Una novela por sí misma. Las anécdotas de los animales no sobran, para nada, la condena empieza con las primeras anécdotas y la reivindicación de la humanidad surge en las últimas. Una redención necesaria después de explorar a los personajes involucrados en el Brincadero, los humanos más crueles, los primitivos (ya se acordarán de él, el viejo Constantino). También es una invitación a explorar la relación que tienen las personas con los animales, aún cuando no sean obviamente eróticas, y con la naturaleza. El libro ofrece un puñado de cosas a pensar, laberintos propios que resolver, pisos íntimos qué visitar, aunque también ofrece la tranquilidad de vivir una aventura. Es rico que un libro haga eso: Dar opciones. Raras veces un autor nos permite ser tan libres.


Omar Villasana. (México, 1972) Ingeniero biomédico de profesión es miembro del

consejo editorial y Director de Publicaciones Digitales de la revista Nagari desde 2010. Desde 2013 edita la revista digital Nagari. Poemas, ensayos y cuentos suyos han sido publicados en el tabloide de Literatura “Roja Turbación” (2009) así como en el blog de Proyecto SETRA. @arboldetuolvido • http://arboldetuolvido.tumblr.com/

Reseñas México

La transmigración de los cuerpos de Yuri Herrera

Editorial Periférica

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orría el año del 2009, el Mundo se vio sorprendido por un escenario apocalíptico y en concreto un país, México, se convirtió en el centro del drama. En ese entonces la epidemia recibió varios nombres siendo el más común el de fiebre porcina y finalmente fue identificado como el virus AH1N1. Bajo este escenario es que Yuri Herrera nos entrega su más reciente novela La Transmigración de los Cuerpos. La Ciudad de México, una de las urbes más pobladas del mundo, se convirtió en pueblo fantasma. Sus habitantes presas del terror, encerrados a cal y canto por instrucciones del Gobierno por causa de esta enfermedad. En las calles abandonadas de los barrios bravos de la ciudad, sólo algunos como el Alfaqueque se atreven a transitarlas en su “vocho” (volkswagen beetle) “Su vocho lo miraba con parsimonia, como diciendo A mí me valen madre las epidemias. Ningún coche te mira de frente como te miran los vochos, pensó.” El Alfaqueque es un antihéroe cuya arma es la palabra (y algunas otras dotes) “Con el tiempo descubrió que lo suyo era navegar con bandera de pendejo y luego sacar labia. Verbo y verga, verbo y verga, qué no. En una ocasión una muchacha le había confesado algo que Vicky, su amiga la en-

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fermera, le había dicho como advertencia antes de presentarlos: <<Míralo, y si no te gusta no hables con él porque te van a dar ganas de cogértelo>>.” Y esta facultad le sirve también para ganarse la vida arreglando “cosas por debajo del agua en el juzgado.” Resolvía los problemas de la gente “lo que fuera necesario para que la gente siguiera complicándose como mejor le pareciera, no tendría chamba si se ponía a juzgar los vicios de cada cual.” Pero el Alfaqueque no es un cínico, es en realidad un tipo realista que emplea sus talentos para sobrevivir y en ocasiones límite ayudar a otros. Es un Canalla y un Romántico, como le dice a La Tres Veces Rubia cuando la lleva a la cama “imagínate cómo sería el mundo si todos nos acariciaramos en lugar de estra matándonos ¿Has visto toda la gente que se hace daño sin saber a quién le pega un tiro? Lo creía, de verdad lo creía [...]” En un ambiente sórdido y bajo la amenaza del Fin del Mundo, el Alfaqueque camina como un trapecista entre la línea de la supervivencia y llevar a buen término la misión que le es encomendada. Dos familias de mafiosos, Los Fonseca y Los Castro, son víctimas (sin saberlo del todo) de la muerte que no respeta jerarquía alguna y este conflicto será una de las mayores pruebas en su capacidad como mediador. La prosa de Yuri Herrera es concisa, con un manejo desenfadado del lenguaje coloquial mexicano y esta economía de las palabras logra que el mensaje sea universal, tal como el protagonista de la novela, consigue que “el verbo sea ergonómico”. La Transmigración de los Cuerpos pone al descubierto “la soledad promiscua del que camina perdido en la multitud”, como diría Octavio Paz pero también el triunfo sobre la misma en los momentos de mayor adversidad porque “en estos días siempre estamos caminando junto a un cuerpo tirado en la calle, ya no es posible hacer como que no lo vemos.”


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Ángels Martínez

Editorial Seix Barral

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lena Poniatowska y Leonora Carrington mantuvieron una amistad durante sesenta años. Observo la fotografía y al instante percibo la complicidad entre ambas. Intuyo que la autora de la novela conoció a Leonora a través de la mirada; las confidencias no bastan para saber del otro. Ella supo ver la angustia de la pintora, su necesidad de escapar y también la excelente madre que fue. El libro de Elena Poniatowska se lee con inquietud porque retrata en tercera persona la vida de una mujer que pende de un hilo. Frágil y pétrea, como solo pueden serlo los espíritus indómitos. La vida de Leonora a través de los ojos de Elena es la biografía de una lucha constante contra la familia, la moral, las etiquetas sociales y todo lo que limitase a una mujer-yegua. La pintora quiso, desde niña, ser un caballo, trotar y sentirse libre y quizás, esta vez, lo haya conseguido en la novela. Leonora refleja el contexto social y cultural de la artista. Irlandesa, hija de una pudiente familia, vivirá en la casa paterna, en conventos, sanatorios mentales, apartamentos y casonas. Sintiéndose a menudo una apátrida de sí misma. Max Ernst fue el hombre que marcó su existencia como mujer y como creadora visual. Convivió con los surrealistas, enloqueció en España y finalmente fallece en México, un país en el que “no había buen té”.

Elena Poniatowska nos muestra a Bretón, Max Ernst, Peggy Guggenheim, Buñuel, Duchamp, desde el respeto cultural por lo que significaron y también con decidida frialdad. Leonora vive entre ellos, sufre y goza conservando siempre un papel estelar; la autora la convierte en personaje central para enfatizar que fue una mujer única, ajena a cualquier corriente artística. La novela hibernó dos años en la estantería de mi casa porque la primera lectura me decepcionó; esperaba una biografía y la novela suscitó la sospecha malsana de que la autora quizás habría “reinventado” la vida de Carrington. Una promesa de enamorada al Señor de los Venenos en la catedral de México DF, me obligó a una segunda lectura. En la vela que dispuse a los pies del Santo, prendí el deseo de estar al lado de mi amado y ayudarlo siempre. Hace un mes, me pidió dos reseñas sobre México para este número y regresé a Elena Poniatowska. Sé, que cometí el sacrilegio de despreciar una novela excelente. Pero ahora quiero redimir mi culpa y les exhorto a que lean el libro con calma. Saboreen el delicado diálogo entre el fotógrafo húngaro Emericz “Chiki” y Leonora al enamorarse. Los sueños que Carrington explica a Remedios Varo. Las declaraciones amorosas entre la irlandesa y Max Ernst… Las frases inconexas pronunciadas en el psiquiátrico de Santander. Todo ello, es merecido de una lectura atenta y meditada. Bendita la hora en la que, Elena Poniatowska, se “reinventa” la vida de Leonora Carrington porque, gracias al amor y la admiración que sentía por ella, ha construido un retrato de una artista de sensibilidad extrema. La pintora-yegua te atrapa en cada capítulo y no deseas llegar al final de la novela. Leonora transciende al libro y su personalidad artística permanece intacta desde la infancia hasta la vejez. Es la historia de una mujer completamente libre. Las fotografías que cierran la reseña, muestran a una mujer esculpida en un vientre celta. Una diosa blanca enterrada en un país de sugestivos obscuros llamada Leonora.

Reseñas México

Leonora de Elena Poniatowska


Ángels Martínez

Reseñas México

Judas en Flor… y otros cuentos

Cuentos Completos. Katherine Anne Porter. Ed. Debolsillo 2009 Premio National Award 1965, Premio Pulitzer 1969

Preámbulo Sucedió el 16 de abril de 2013 a las 11.35 pm. hora española; una semana antes de cerrarse la edición que Nagari dedica a México. “Cariño el texto de la reseña es un galimatías…parece que lo hayas escrito para mí y no para Porter. Los “méxicos” que narras se confunden”. Yo intuí que había pronunciado la segunda frase con una sonrisa velada. La conversación telefónica entre Barcelona y Miami estaba a punto de finalizar y le dije… “Modificaré el texto de la reseña. Tienes razón no se entiende… Un beso.”- y colgué. Puse el auricular sobre la ranura del teléfono con recelo e intenté conciliar el sueño. La nuca, inquieta, desafiaba la penumbra de la habitación. Incapaz de contenerme, abandoné el gélido lecho conyugal, y con la propósito de descifrar los párrafos ininteligibles de la crítica que había en-

“Hay escritores y artistas, Katherine Anne Porter pertenece, sin duda, a la segunda categoría” Truman Capote

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.A.Porter, nace y se educa en Texas considerando a México como su segunda patria. Y proclama que nadie la descube en la introducción, Adelante pequeño libro de su obra. Cuentos Completos, porque, “siempre he sabido dónde me encuentro”. Una escritora que pide un “gentil favor a sus

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viado, me levanté y me puse a reeditarla. Al rato, compruebo con pesar que, la reseña sobre la obra de Katherine Anne Porter, estuvo narrada bajo el influjo perverso de una pulsión amorosa. Muy poco hablaba de la autora y en exceso lo hice de él. ¿Qué había sucedido? La lectura de los cuentos mexicanos de la escritora, habían despertado el recuerdo de la estancia en México D.F que hicimos juntos los dos en 2006. Mi inconsciente, había confundido el vértigo de los sentidos que ambos experimentamos en la pirámide de la Luna en Teotihuacan, con la irresistible atracción literaria de sus cuentos. Confusión, por cierto, un poco extraña. Leído de madrugada, el extracto sobre la obra era una invocación al afecto protector de sus manos sobre mí en aquel viaje; yo sin querer, había escrito una misiva ininteligible que no era más que un grito de soledad y un deseo de estima hacia su persona por no tenerlo a mi lado. Él entendió el mensaje y me dispuse a redactar la segunda reseña sobre Judas en Flor y otros cuentos –ahora sí…- con la convicción serena de no traicionar a Porter

lectores“ …no llamen a mis novelas, novelas cortas, novelitas o, aún peor nouvelles. Novelita es un término clásico que sugiere algo nimio, casi una novelucha cualquiera. Nouvelle es una palabra tan vaga , débil y pretenciosa…..Por favor, llamad a mis obras con uno de estos términos según el caso: relatos cortos, relatos largos, novelas breves y novelas.”Seré gentil con ella …y a partir de ahora, nombraré algunos de los textos que integran los Cuentos Completos de K. A. Porter con el término relatos. La obra publicada en una edición de bolsillo,


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contiene lo siguientes libros: Judas en flor y otros cuentos. Pálido caballo, pálido jinete y tres novelas cortas La torre inclinada y otros cuentos. Cada relato está escrito como una joya de orfebrería artesanal. Las descripciones de la mujer de la historia, titulada, “María Concepción”, son tan precisas como los engarces de los aretes de plata fina. Una narración limpia en que la autora presenta los estragos que la infidelidad puede ocasionar en la cultura mejicana sin un atisbo de tragedia. La mujer oficial, asesina a la amante-madre del vástago de su marido y se queda con el niño al que amamantará como si fuera su hijo. El dolor que siente María por la traición de su marido se percibe como una punzada lacerante, “Toda ella estaba ardiendo, como si una capa de espinas de tuna, crueles como lamas de vidrio, se clavara bajo su piel”. En el texto de La Cuerda, narra la discusión entre un matrimonio por un asunto banal: él ha olvidado comprar el café para ella y sin embargo se ha adquirido una cuerda para él en una tienda. El cuento relata el “crescendo” del enfado de la mujer que utiliza el olvido del café como una ofensa a su persona, siendo ésta, una prueba evidente de que ya no le quiere igual que antes de lo sucedido. En el triste relato, Él, nos presenta la historia de una madre y la relación con su hijo retrasado.

Sin concretar la enfermedad, describe la angustia de la mujer por cuidarlo con un amor desmesurado, no exento de culpabilidad. Él, es el pronombre personal que designa al hijo, sin nombre propio. La madre lo abandona en un hospital porque ya no puede cuidarlo. El drama está servido. La magia oculta de esta “artista” que diría Capote, es la de narrar la sinrazón, la barbarie o lo doméstico con una naturalidad diáfana, sin artificios. Lees al compás de tus pulmones porque necesitas inspirar y expirar sus palabras con sosiego, antes que atraviesen los conductos, para llegar a tu cerebro. Tengo la ligera impresión de que, a veces, estas descripciones burdas no hacen justicia a la excelencia literaria de unos relatos que fluyen con la elegancia altiva de una escritora que redacta en blanco y negro…sin color. Respiré los relatos de K. A. Porter con la misma pasión que me inspiró mi estancia en México hace unos años, por eso cometí el error de redactar una reseña que sólo era inteligible para el hombre con el que deseo expirar mi existencia. “Los sueños a menudo son sueños… pero a veces alguien puede despertarlos.” Autor: Él. (Por cierto este Él no sé si pertenece al personaje del cuento… o a mi amante. Vuelve el galimatías a apoderarse de mí …Toda la culpa la tiene México…toda.)


Visuales México

Lourdes Grobet. Nace en la Ciudad de México el 25 de julio de 1940. Estudió Artes Plásticas en la Universidad Iberoamericana (México) Diseño gráfico y fotografía en Cardiff College of Art (Inglaterra) Fotografía en el Derby College for Higher Education (Inglaterra) Introducción a la Realidad Virtual y Multimedia en el Centro Nacional de las Artes (México). Los maestros que más influido en su trayectoria son: Mathias Goeritz, Gilberto Aceves Navarro y el Santo.

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Entrar a la lente de Lourdes Grobet es penetrar una mirada que no se conforma con la estética de la imagen ni se regodea en técnicas que están en constante transformación. Apreciar la obra de Grobet es buscar la temática detrás de la fotografía que tal como el proceso de su creación nos la revela a través de sus retratos A primera vista pareciera que encontramos dos ejes opuestos: La Lucha Libre Mexicana y el Laboratorio de Teatro campesino; lo Urbano vs. lo Rural. El retrato de Blue Demon está más cercano al hieratismo de las esculturas olmecas, La actitud del aficionado que espera paciente la firma del Santo, nos muestra una escena de veneración donde, si sumamos la imagen de Tinieblas con la del duende Aluxe, lo que estamos presenciadose acerca sin duda a una ofrenda sagrada. El dinamismo de las imágenes de lucha en blanco y negro, resaltan el eterno conflicto del bien contra el mal y no puede ser más teatral, en el mejor sentido de la palabra, si vemos a éste como un Drama. Lourdes Grobet nos revela el México Profundo en un escenario urbano como lo es la Lucha Libre . Lo indígena en este caso, alimenta a la ciudad. El Laboratorio de Teatro Campesino fue un proyecto que se inició en 1983 en el estado de Tabasco cuya intención era llevar este arte a las comunidades respetando sus condiciones culturales y de vida. Vemos el testimonio de Grobet donde los indígenas son protagonistas en un sentido amplio de las obras que representan, se ve en el vestuario del hombre Mariposa o la Tortuga y el viaje a las regiones oníricas en la escena del rapto de Bodas de Sangre. Si bien es aventurado hablar de una reconciliación las escenas nos transmiten una apropiación del discurso, no es en esta ocasión Occidente transgrediendo una cultura es una comunión de ambas a través del Arte. OVC

Rapto Bodas de Sangre de la serie Teatro Campesino

Perfil de la serie Teatro Campesino


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Mariposa de la serie Teatro Campesino

Tortuga de la serie Teatro Campesino

Romeo y Julieta de la serie Teatro Campesino


Tinieblas

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Santo firma

Solar y Canek


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Octagon y Fuerza Guerrera

Blue Demon sentado


Visuales México

Elizabeth De Jesús Espinosa, es artista visual, vive y trabaja en la Ciudad de México de donde es originaria, presentó su más reciente trabajo pictórico, Impasse, en la misma ciudad en la Galería Medellín 174. elizabethdje@gmail.com

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Impasse Los dos últimos siglos nos dejaron innumerables testimonios que narran la desaparición de algunas experiencias como causa (o efecto) del desarrollo de ciertas tecnologías. En estos recuentos se habla una y otra vez de como la fotografía y el cine; el desarrollo de vehículos cada vez más veloces; los medios de comunicación o –simplemente- la luz eléctrica alteraron la percepción del mundo que nos rodeaba. Sin embargo, y aunque, cualquiera de nosotros haya vivido lo suficiente como para presenciar el desarrollo vertiginoso de tal o cual forma tecnológica o informática, de ese otro mundo que añoraban nuestros ancestros ya no conservamos nada más que el relato de su desaparición. Al ser inaprehensible para unos sentidos que han formado su inteligibilidad en otros hábitos, ese mundo otro queda relegado a los territorios de la ficción y los códigos que surgieron del impacto que alguna vez produjo su novedad se ven reducidos a un lenguaje cifrado que, al no expresar nada más que una ausencia, permanecen inmóviles debatiéndose entre la autorreferencia y la literalidad: un impasse. En una fragua atestada de herramientas los artífices de hoy seguimos inmovilizados ante el vértigo que produce esta abundancia. Por el otro lado, está la modestia. Sin ceder a la tentación de lo espectacular, Elizabeth de Jesús se vuelve a plantear la pregunta acerca de la percepción del espacio, al menos en tanto que es posible desglosar su experiencia (el hecho de que éste se experimenta) en el terreno de lo visible. De los paisajes urbanos nocturnos donde el espacio aparece como el resultado de una luminosidad puramente artificial asentada sobre una oscuridad que se ha vuelto imposible (insisto en la ubicuidad de la luz eléctrica) pasa a la literalidad del andamio: esas estructuras ortogonales que alguna vez permitieron la inteligibilidad del espacio como imagen y ahora son el espacio mismo, al menos en esas vastas superficies urbanas en las que ahora habita la mayoría de los seres

Periferia. De la serie Ciudad, 29 x 22 cm tinta, marcadores y grafito sobre papel, 2012

Weird fishes. 120 x 230 cm. óleo sobre tela. 2012


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Constelación I. 39 x 29 cm, Aguatinta Impreso en TGB –Taller Gráfica Bordes, México, 2012

Infinito. 100 x 80 cm, óleo sobre tela, 2008

Interruptor. 160 x 190 cm, óleo sobre tela, 2009


humanos; y de ese espacio otrora prístino- ya sin esos consuelos que tendríamos de no ser porque sus laberintos son la totalidad de lo habitable y hoy lo habitable tiende a la pesadilla-, De Jesús pasa a la acumulación de la perspectiva como signo: una densidad atmosférica producida por una retícula que ha descendido del Olimpo mítico de la modernidad para convertirse en algo profundamente banal (pero eso, ya se sabe, es ahora “naturaleza”); en una cámara-ojo que recorre los pasillos de un supermercado sumando fragmentos de memoria donde cada instante es idéntico al anterior y toda presencia humana queda abolida por sus índices. Aún así sus obras conservan la verosimilitud: La imagen es coherente, parece retratar algún lugar. Si ya son muchas las décadas desde que la pintura fotorrealista denunció la impostura, no de la fotografía, sino de las posibilidades expresivas de la abstracción, al grado de convertir esta afirmación en una perogrullada (otro impasse), sería ingenuo pensar que la pregunta ha quedado zanjada de una vez y para siempre. Seguimos viendo, seguimos habitando: desde las supervías y las fotos de celular el mundo todavía se nos aparece como visible. ¿Cómo se ve hoy? Históricamente, quizá desde un impasse, aún así tu y yo, hoy, estamos aquí. Síntesis. 120 x 200 cm, óleo sobre tela, 2011

Pilar Villela Mascaró, Ciudad de México, 2012. Texto publicado en el catálogo de la exposición Impasse de la artista.

Centro, de la serie Ciudad. 29 x 22 cm, tinta, marcadores y grafito sobre papel, 2012

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Met谩stasis. 135 x 170 cm, 贸leo sobre tela , 2012

Norte de la serie Ciudad 22 x 29 cm tinta, marcadores y grafito sobre papel 2012


Natalia Reparaz (Madrid, 1959) estudio’ Publicidad en España, Graphic and Advertising Design

en Parsons NY y un año de escultura en New World School of the Arts en Miami, en el 2011. Formo’ parte de la llamada “movida madrileña” gracias a un comic underground sobre sus amigos homosexuales. En el 2000 realizo’ una exposicion individual de retratos, iniciando asi su andadura como artista visual en Miami. Actualmente se dedica a la escultura en ceramica y textil. www.nataliareparaz.com • reparaznat@aol.com

Visuales México

Mis “méxicos”

Metate, 2004, oleo sobre lienzo, 15” x 21”(38cm x 55cm)

Lo primitivo y lo irónico como lenguaje interior Tuve el placer de conocer a Natalia en una propuesta curatorial que hice ahora hace tres años para el CCE en Arteaméricas. Sus gorros, escarcelas y tocados para mujeres inspirados en –… y para- aquellas que habrían sufrido el letal dolor de la enfermedad del cáncer, me marcó en dos sentidos: como humano primero y como comisario de arte después por la originalidad de sus propuestas. Aquellos perfiles hieráticos sosteniendo la trama de tejidos cálidos con un roce de arte etrusco o prerrománico, decían mucho sobre el compromiso social y el testimonio que todo artista debe legar en cada etapa de su vida. Cierta melancolía y elegancia sobre un tema tan delicado como éste “hablaban” –este verbo tan ambiguo, contrario a lo que uno pueda suponer- mucho sobre sí misma y acerca de su obra. En las piezas que ha seleccionado a raíz de varios viajes que ella inicia entre 2003 y 2005 por México vemos su interés por mostrar lo originario. Pero este amor por el arte precolombino que ella misma corrobora en sus co-

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113 Momia Maya, 2005, 82”x 50” (208 cm x 127 cm). Acrilico sobre papel pegado sobre arpillera, textil y careta de papel maché pintada con acrilico.

“Tzompantli” 2005,Oleo sobre lienzo. 30”x 48” (71cm x 121cm)

Devoradora de hombres precolombina 2003 pastel sobre papel de embalaje, 51” x 27” (130cm x 70cm)

mentarios adquiere otro término delicado pero no exento de denuncia: la ironía. Un humor casi tétrico. Como en la pieza inspirada en una figura vudú llamada Devoradora de hombres precolombina 2005. Un dibujo del cual ella dice textualmente “ fue en homenaje a las amantes mexicanas de mi marido”. En el mismo, aparece de forma explícita, un ojo ubicado en el pubis de la mujer; punto de atracción crucial, del sexo masculino. Su fisonomía infantil y de muñeca maléfica, le confiere un valor entre el ritual y lo prohibido. Hay otra pieza de características similares , Momia Maya, de 2003, basada en la careta de un guerrero/a, en la cual ella se inspira cuando acude al Museo Antropológico de DF y que la incorpora a un cuerpo de mujer con resultados inquietantes y hasta burlescos. Con el mismo tono y utilizando el rostro decapitado de Keanu Reeves ,aparece en Tzompantli 2005 y en Idolillo 2005 una mezcla de testimonio y crítica de lo que fue la civilización occidental sobre este pueblo. Quizás como en Matrix : cerebros bajo una máscara, conectados a una energía que no fue su realidad. Siguiendo su lectura malévola y libidinosa en El Conquistador conquistado (2003) dos indias en un acto aparentemente sádico, pero natural al mismo tiempo, atan a un soldado colonial


para explorar sus posibles instintos. En la escena, ellas parecen más atentas en descubrir qué hay debajo de aquel cuerpo. Y él no duda en aprovechar aquellas intenciones para dar una respuesta a sus intereses morbosos. Utilizando la calidez de la técnica del pastel y una composición casi plana, uno piensa que nada sucede aparentemente. Su belleza es la inocencia del acto….una acción, por otra parte, parca en esta cualidad. Los “méxicos” interiorizados de Natalia, fruto de sus idas y venidas a este país, son estampas que guardan una temperatura tórrida en su proposición y un frío adyacente a la hora de exponerlas. A veces nos lleva por un interior que uno podría deducir tormentoso. Cuando lo analizas sin el verbo juzgar, sin embargo, son como pequeñas historias cortas que hablan de fotografías de lo que uno interpreta sobre una cultura que, en su posible aspecto, le es ajena. A la hora de revisarla, encontramos aquellos arquetipos, que decía Jung, que todo humano que vive en este planeta: posee e identifica de cualquier civilización. ER

Idolillo, 2005, óleo sobre lienzo, 36” x 24” (90cm x 60cm)

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Conquistador conquistado, 2003, pastel sobre papel de embalaje


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México: Paisajes y rostros de un país El clasicismo no tiene porqué estar reñido con el nuevo milenio. Después de tanta pasión por el retoque fotográfico actual, es bueno un ejercicio de humildad y regresar a las fuentes. Volver al mito del campesino, la orilla de una playa, el contraluz en un paisaje de colinas, la fiesta folklórica, la casa abandonada, el paso de la edad a través de dos ancianas o el almuerzo en un cementerio el día de los muertos. Temas que a Gilberto Cantellano , México D.F., le preocupan y, a la vez, le ocupan de manera tan familiar. La búsqueda del instante decisivo que tanto obsesionaba a Cartier-Bresson está aquí representada como buen discípulo, y la magia detenida de nuestra entrañable gente de México escenificada con tomas que, todo y que no tienen más de diez años la mayoría, parece que nos devuelvan a la iconografía del Álvarez Bravo o Graciela Iturbide en ocasiones. Gilberto Cantellano pretende recuperar – todo y su actualidad- aquella emoción y belleza que produjo a los pioneros de este arte el descubrir que sucedía allende sus fronteras, si bien las del autor, como las de sus maestros, nunca las encontraron en su propio país.. ER El mil máscaras

Madre

Ver pasar

Visuales México

Gilberto Cantellano


A la orilla del rĂ­o

Aprisa que me espera el cayuco Organillero

Es conmigo

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De risa


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Ba単istas Se hace lo que se puede

Hagan su apuesta


Visuales México

Luis Kerch. Nació en México. Se licenció en Fine Arts en la Universidad de Miami y obtuvo un Máster en Diseño de Comunicaciones en el Pratt Institute de NY. Artista plástico de ámbito internacional ha expuesto en distintas ciudades del mundo como Londres, Miami, Nueva York, Madrid, México, Lisboa o Tenerife. www.luiskerch.com.

Lecciones sobre tinieblas y flores Acerca la arquitectura del sosiego a tus ojos. Vela las formas como si de una sábana de lino la cubriera y deja pasar una luz blanca o turbia a través de una red de hilos que la configuran. Es al mismo tiempo noche y alborada. Aguada de aguas y tierra de secano. Humedad de muro fresco. Palabras místicas, cercanas quizá, a la poesía mística de José Ángel Valente.

Hay una leve luz caída entre las hojas de la tarde (Octubre Un acueducto con la luz del alba creando un claustro de silencios. El reflejo, la tormenta del mediodía, lo posible, la bruma, la

La mirada orante

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gama de cenizas, lo etéreo. Luis Kerch ensucia el aceite, lo hace patinar y crea múltiples micropaisajes en cada mancha. A veces roba de Turner la luz que imprime el choque de dos olas. O crea un espectro y una claridad como si de una aparición en un camposanto se tratara. Una pintura medida con los tonos de la escuela tenebrista en algunas series, u homenajeando a la pintura de principios del XIX cuando los paisajistas se fueron en busca de la ruina en plena naturaleza. Sonsaca la máxima intensidad de los blancos desde el comienzo de la línea del horizonte y oscurece los azules en primer plano, para que no olvides donde nace la luz y donde muere su reflejo. Se permite confluir el mar en sus entrantes con


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A dónde van los recuerdos que no vemos.

Recreación de lo invisible

la noche y el atardecer lo desvanece frente a la calima. Del fondo de la representación surge un canal con su velero. El puente del tren sin el tren. El giro arcado y la aparición de la mancha sin función o como función formal. Inicia la explosión máxima. Como si la luz fuera siempre la protagonista…la deja morir Cuando se sumerge en los paisajes rurales, los verdes esmeraldas abundan. Las

flores silvestres se posan en primer plano, se sostienen débilmente en el campo con sus colores sucios y contaminados de luz bruna al fondo. Aparecen otra vez los cielos empastados con su color original y con sus gamas de tierra. Hay momentos que las Nympheas de Monet son patentes y se reflejan en un agua de cieno y cristal. Los meteoritos de pétalos no cesan, pero en vez de estar sostenidos por el agua del estanque, lo están qui-


zás sobre un campo de amapolas castellano. El animal o la montaña, lo feroz, los ocres, los rojizos, me recuerdan en contraposición naïf a su estilo puramente expresionista, a las selvas infantiles de Henri Rousseau. En algunas piezas, la figuración se ensambla con la naturaleza floral y el discurso se muestra en cintas aniebladas en forma de anunciación. Parecen bóvedas eclesiásticas en un lienzo plano que evocasen plei-

tesía y miramiento hacia el cielo. Como si Dios fuera una mancha de lejía y rasgara las capas comprendidas detrás de los múltiples paisajes que nos sugiere la creación. Unos posibles querubines en un altar de tejidos florales y cielos pálidos, refuerzan la visión ecuménica del relato. Flores y aros… sus sombras… y las luces en las corolas, funcionan como un zoom. El movimiento que crea a través de su bro-

En busca de la luz

El puente de la razón

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El puente a la fe

cha es de aire. Limpio. Y funda un volumen entre las flores ubicadas en un primer plano y las del suelo. A veces es puro tejido de geranios y crisantemos estampados, como aquellas telas de cretona que guarnecían las sillas y sofás del modernismo. Otras es un lavado del césped que permite a los tallos de las flores erguirse obscenamente y bailar al son de los alisios. Un viento escurridizo y veloz capaz de mover en circular cualquier botánica que emerja del subsuelo. En algún lienzo deja caer, como gotas de lluvia, los pétalos y las hojas juntas; nimbos de arco iris que piden un frente frío para desaguar su mercancía en lagunas o estanques prístinos donde fenecer su vida o emerger, en un solo tallo, un ramillete rojo enmarcado desde el

análisis de una perspectiva cónica como si de un esbozo de Da Vinci se tratara. En tiempos donde la pintura mantiene aún el estipendio bajo en relación a otros géneros de la creación visual. Es obvio reconocer que el dominio del oficio de Luís Kerch, de la manera más natural y libre, permite regresar a la plástica con el mismo ánimo de contemplación que lo fueron los añorados años setenta, última década donde aún podíamos hablar de la pintura que podíamos llevarnos a casa y disfrutar de la naturaleza del hecho poético, sin por ello, pensar en aquel incipiente concepto que empezaba a poner en crisis la rama de los pinceles y el óleo: la posmodernidad. ER


Texto y ensa(ñ)o

Elizabeth De Jesús Espinosa. Vista Express, 170 x160 cm, óleo sobre tela , 2009

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Crónicas de Sam no es mi tío

Editorial Alfaguara

Reproducción autorizada por la editorial

Entonces Dios I Nada en el plato parecía prometedor. El pescado llegó montado sobre una luna de aceite y la campana de arroz se desmoronó apenas el mesero depositó la vajilla en la mesa. Pero Alberto lo comió todo y limpió con el pan los restos y hasta se bebió el vino blanco con el ansia desbocada. La angustia, debo decir, tenía domicilio en su rostro. Yo comí poco. Mi estómago me tiene a mal traer. Mis intestinos se han declarado en rebeldía franca después de años de maltrato. Lo que me echo a la boca se va tras vueltas y revueltas. Pedí una ensalada: lechuga, atún, tomate: decente. Condimenté con oliva, bebí agua. Alberto ordenó café. Lo seguí. Era una tarde sabrosa. El Villagio solía ser (es) un restaurante concurrido pero ese mediodía languidecía. De espaldas a S. Le Jeune Road, ocupa una de las esquinas del disciplinado patio interior del Village of Merrick Park, un centro comercial de fastos en Coral Gables, pensado para una Miami que sólo existió unos años, un rato. Fuera de la que ocupábamos con Alberto, nada más había otro par de mesas con gente.

En una de ellas unas señoras mayores se hundían en esos bowls de ensaladas muy americanos, un cazo profundo que guarda los restos de una fronda talada. Extraño para un mediodía de esos en que el sol templa el almuerzo y la brisa de otoño trata a la Florida con mano suave. Miami a pleno, dejándose querer. Alberto era (es) casi el mismo Alberto de siempre. El rostro tostado al caramelo, esas dermis angelicales sin siquiera un primer pasto de barba. Los ojos vibrantes, oscuros como un pozo. El cabello negro y espeso, tirante y húmedo, peinado hacia atrás, afinándole los rasgos a la calabaza que tiene por cabeza. Alberto es más bien retaco y barrigón y porta el bulbo del estómago con distinción: su Polo está siempre planchada. Ese mediodía vestía pantalones gris perla de algodón fino, aéreo, muy de él, y zapatos náuticos azules que, con seguridad, debía haber comprado un tiempo atrás —cuando la perfección era posible— en Cole Haan, a unos metros del restaurante. Pasamos un buen rato sin hablar. Yo con los codos sobre la mesa, Alberto balanceando la pierna. Se había echado contra el respaldo de la silla, la vista por ahí, como si estudiase el pelo del tronco de las palmeras o la curvatura

Diego Fonseca

Diego Fonseca


de los neumáticos de los pocos autos que cruzaban (cruzan) San Lorenzo Avenue o la parsimonia vacuna de la gente que pastoreaba con bolsas de Jimmy Choo y Nordstrom. Su café se quedó allí, frío; yo acabé el mío. En la última hora su celular vibró cinco o seis veces largo tiempo: la señal del impaciente. Nunca atendió. En un momento unos pájaros trinaron demasiado alto, un auto rugió de manera propia y nuestras burbujas hicieron pop y nos miramos a la cara con el rostro sobresaltado de quien sale de una siesta a empellones. Alberto llamó entonces al mesero y pidió la cuenta; y es allí, en el tiempo que separa su pedido del arribo de la charola con el ticket, cuando le hago una pregunta, una sola, final, definitiva. Quise saber si, después de todo el asunto, iba a poder arreglar su vida, ordenar sus cosas, volver a la normalidad. —Después de todo el asunto —digo—, ¿vas a poder arreglar tu vida, tus cosas, ser normal? ¿Vas? Alberto se tomó el tiempo y, al final, dijo que sí, pero ambos supimos (sabemos) que la respuesta era (es) incompleta, que carecía de cierre, que aún faltaba un remate. Me lo dijeron su mirada perdida, el pie revolviendo el aire como una cuchara marea el café, la respiración contenida, las manos trenzadas tras la nuca. Me lo dijo mi expectativa —o mi deseo o mi oficio. Entonces llegó. Alberto chupó oxígeno, avivó el nervio, buscó su tacita helada y tragó de una sola vez el tintico amargo. Se dejó caer otra vez en la silla, la misma posición: un cuerpo vencido. —¿Vas a arreglar tus cosas? —digo, y mi mirada pregunta con más fuerza. —Si Dios quiere —dijo él, y sus ojos volvieron a la nada.

II Hubo un tiempo en que Alberto creía que podía doblarle el brazo al mundo, empezando por Corporate America. Ese tiempo duró poco menos de dos años, un suspiro para el pulmón de la historia. Hoy mi amigo teme que los bancos lo lleven a la quiebra de por vida, lo demanden hasta quitarle los dientes y lo hundan en el fango de una humillación universal. Alberto, que una vez tuvo algo, está perseguido por la idea de quedarse en nada. Para cuando el siglo se había tragado un quinquenio, y medio mundo creía vivir la boba felicidad millonaria de The Beverly Hillbillies, Alberto compró una casa en Doral, un barrio de latinos de clase media en las afueras del

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condado Miami-Dade. La casa le costó casi medio millón de dólares. En un momento dado, él, como muchos, no pudo sostener más la hipoteca, y con la deuda impaga se fue la casa. Alberto dejó su mundo dorado, su creencia en la riqueza perpetua y se convirtió en una caricatura estadística: un nombre en el formulario de propiedad de una casa de cartón desahuciada por un banco. Alberto amaba esa casa. Dos plantas, cuatro habitaciones, comedor, sala, cocina y garaje para dos autos. Techos de teja española, una estructura sólida de soportes con paredes falsas de mampostería, pisos de falso parqué y falsas molduras prefabricadas. Un artefacto de paneles de yeso, Durlock y papel piedra. Una impostación, una simulación de hogar, pero era suyo. A Alberto poco le importaban mis burlas: vivía en esa casa de muñecas, una McCasa más costosa que su vida, en un McCondominio de Legos idénticos, serializados como envases de Coca-Cola de un modo que yo nunca comprendí. Había trabajado para eso: quería aquello. No era su culpa que Estados Unidos hubiera hecho de un sueño una fórmula de factoría. —Esto es la sovietización de la arquitectura gringa —le decía yo. —Es mi casa —me respondía. —Sos Ronald McDonald: ponele una M al techo y vendé hamburguesas. —Es mi casa. Era su casa.

III Otra vez: hace años, cuando todo era normal, Alberto creía en la acumulación perpetua del capital, y el mundo le daba la razón. El planeta había abandonado las leyes gravitacionales de Newton y flotaba en un mar de dinero. Todos entendíamos de finanzas —o eso creíamos. Alberto trabajaba en una cadena que vendía e instalaba equipos de audio y video de alta gama, caros y pretendidamente exclusivos. Era uno entre una docena de vendedores que rondaban los cincuenta años, a sus cuarenta y pocos, el más joven de todos. Alberto era —es— un hombre de rutinas. Llegaba al trabajo cinco minutos antes de abrir, el último en irse. La misma camisa azul los lunes, el mismo pantalón gris el miércoles, los mocasines café el viernes. Hincaba la rodilla a diario, solo y antes de las ocho, en la iglesia de los Ministerios del Buen Pastor, en Doral. Con la familia sólo asistía a la ceremonia de media mañana del domingo. Se había convertido al evangelismo, agotado por la demanda pastoral de


125 suplicio y calvario terrenal de los católicos. Los otros, cuanto menos, no sentían culpa por forrarse. Estaba casado con Andrea, una rubia de ojos grises muy luminosos y picardía en la voz y el trato. Alberto y Andrea eran padres de Melina y Linda, las mellizas, el rostro de la madre, el color cobrizo del padre. Melina estudiaba Mercadotecnia en la Disney University, en Orlando; Linda se había anotado en University of Miami School of Business. Eran dos muchachas simpáticas y relativamente bellas, especialmente atractivas para los estudiantes gringos. Melina salía con uno de los gigantones que vestían el traje de Pluto en Disney; a su hermana la coqueteaba otro tan alto como un corredor de los Hurricanes. Alberto siempre trabajó duro. Cuando llegó a Miami, su primera vivienda estaba en Hialeah. Duró poco: mucho cubano, poco Colombia. Un departamento horrible que olía a aceite quemado, apenas apto para el tipo de solteros que gastan South Beach vendiendo un pasado glorioso improbable en las tierras donde los bien parieron. Como materia y como símbolo, el departamento no lo representaba. Alberto había cursado mercadeo en la Universidad Javeriana y, aunque nunca terminó los estudios, aprendió rápido y supo aprovechar cada clase. Pero eran los noventa y Bogotá estaba agujereada por la narcoguerrilla. Los coches bomba, esa imprevisible y ubicua amenaza urbana, acabaron por agotarle la paciencia y, como sus hijas eran aún pequeñas, decidió marcharse. Llegó a Miami con un capital complejo: pocos ahorros, muchas expectativas y ningún deseo de regresar a Colombia. Su primer trabajo fue como valet de autos. Era un tipo solícito que debía buena parte de su fortuna al trato agradable, la ropa en perfecto estado y la sonrisa de almirante. Cuando entró como valet en Segafredo, el café del área financiera de Brickell, se convirtió en uno de los aparcacarros más requeridos. Allí condujo por primera vez un Ferrari y un Aston Martin. Le gustó el aroma del cuero caro y nuevo, la agresiva dulzura de sus motores, el ícono. Para cuando logró hacerse con la posición en la tienda, mudó a la familia a Doral. Allí sí, empezó a sentirse casi como en casa: poco cubano, mucho venezolano. La tienda de electrónica fue su Trump Tower. La Reserva Federal había abierto el grifo para los créditos baratos y la economía encontró allí el combustible para recuperarse del pinchazo de la burbuja de Internet y de los atentados del 9/11. Los bancos abrían sus puertas sin restricciones, como supermercados en rebaja. Sin pensárselo dos veces, Alberto montó la ola, la segunda en llegar a Miami

poco más de dos décadas después de que el dinero del vicio pavimentase la ciudad. Aquellos años que alumbraron Miami Vice —los duros años— no fueron del todo ajenos a Alberto, sin embargo. Fred y Jameson, hijo de judíos cubanos uno y de una empleada postal de Coconut Grove el otro, ambos vendedores rapaces, contaban que a la tienda llegaban sujetos morosos con valijas hinchadas de efectivo que abrían directamente en las cajuelas de los autos. La cocaína electrizaba el cuerpo de Fred durante el día y Jameson se ahogaba en vodka por las noches. De lunes a lunes, jóvenes y poderosos, los dos cerraban tratos en disco parties. Un cliente le regaló un Lexus usado a Fred nada más que porque le agradaba su trato simplón; a Jameson le entregaban fajos de billetes de cien dólares sólo porque, a pedido del cliente, conseguía adelantar uno o dos días la instalación de un equipo de audio. En cada conversación con sus nuevos colegas, Alberto fue presentado con aquel mundo de deseos posibles, y lo incorporó a su vida. Por eso cuando le llegó la oportunidad del gran dinero no se sintió extraño ni incómodo: la Miami de la plata suculenta era parte de su memoria emotiva. Al segundo año en la tienda, la familia se compró un pequeño departamento en Vero Beach, un área con potencial al norte de Miami Beach. Era otra casa de zapatos —las ventanas daban a techos grises donde se secaba ropa recién lavada y los vecinos eran jubilados malhumora- dos—, pero era también el primer pie de concreto en su sueño. Se mudaron de inmediato. Al tiempo comenzaron a entrar los bonos gruesos. Jugadores de los Heat y los Dolphins, Lenny Kravitz y Ricardo Arjona se equipaban en la tienda. Una multimillonaria italiana, un pintor argentino, un sujeto que decía representar a Ricky Martin. Decenas de rusos se hicieron habitué. Alberto, que era un vendedor especialmente esmerado con los mayores, tenía su público entre la antigua comunidad judía de Miami-Dade. Los sabía dinero viejo. Sus primeros grandes bonos provinieron de ancianos que adquirían televisores monumentales que no precisaban y equipos de audio cuyo manejo les resultaba incomprensible. En el momento en que la co-munidad latina hizo su ingreso al consumo por la puerta grande de la fiesta, Alberto se convirtió en una estrella refulgente de la


tienda. Los clientes le referían nuevos prospectos; sus ingresos explotaron. Miami seguía engordando con el dinero inyectado por los créditos de los bancos y la bondad de la Fed. Era su turno, el de la ciudad y el del vendedor colombiano. El tren estaba detenido, esperaba por él.

IV Una segunda hipoteca permitió refinanciar el departamento de Vero Beach a una tasa menor y a treinta —y no veinte— años. Alberto se compró un BMW y regaló a Andrea una Toyota 4x4. Su mujer también se había zambullido en la cornucopia. Tenía ya una licencia de agente de bienes raíces y, aunque su negocio era marginal, generaba comisiones de miles de dólares vendiendo propiedades a inversores de Bogotá, Cali y Medellín. Las niñas crecían sanas y la familia fue por más: la casa con patio, la McCasa de dos plantas que yo conocí. Alberto tomó un crédito especial muy común en aquellos años llamado subprime. La familia tenía ingresos suficientes y empleos fijos pero El Banco —como lo llamaba Alberto, acentuando su importancia, como si las mayúsculas pudieran oírse— no pidió mayores referencias ni papeles. La cuota de la hipoteca se ajustaría en función de varios índices. La casa estaba construida en el McCondominio de Doral y la familia, como hizo antes con la cajita de zapatos de Vero Beach, se mudó allí sin pérdida de tiempo. La vivienda, en términos generales, era una verdadera necesidad pues el departamento de Vero Beach resultaba ya pequeño para dos adultos y dos adolescentes crecidas. Pero en vez de opciones más razonables en precio y cercanía en la misma zona, Alberto y Andrea se dejaron tentar: querían darle un buen masaje al estatus. Doral se valorizaba a base de emigrados latinoamericanos de relativo buen pasar, entre ellos una multitud de venezolanos que repartían su tiempo echando pestes a la Revolución Bolivariana, tostándose en las playas de arena suave y comprando indumentaria cara con intragables logotipos gigantes. Una segunda razón se llama “racionalidad de la irracionalidad”, y es un asunto más complejo, pues interviene un estimulante puro, la materia del deseo. En menos de una década, el valor de las casas se había multiplicado en el país hasta cinco veces. Manadas de consumidores regaban saliva, el riesgo suplantaba a la cocaína, a las mucamas les brillaban

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los ojos. Muchas familias refinanciaron sus hipotecas y muchas otras compraron segundas y terceras —y hasta cuartas— viviendas para incrementar su capital. Demasiados creyeron que el cohete que se llevaba los precios a otro planeta jamás bajaría a la Tierra. Pero entonces comenzaron a asomar los pies bajo la manta corta. Muchos hipotecados no pudieron hacer frente a sus cuotas y dejaron de pagar. Un nuevo grupo —dueños de casas que ahora valían menos que sus deudas— amplió la onda expansiva. La explosión de la burbuja inmobiliaria reveló, de súbito, la irracionalidad de suscribir créditos millonarios cuyos pagos demandarían dos o tres vidas consecutivas de trabajo. Muchos descubrían del peor modo una pesadilla escondida en el sueño americano: antes que comprar una casa, eres comprado por una deuda. Fin de época: ardió Roma. Wall Street. Cataclismo bancario. Puestos de trabajos que se evaporan. Caída libre. La confirmación de que las hegemonías se destruyen en ciclos cada vez más veloces. Ardió Roma. La crisis fue la mayor vivida por Estados Unidos, aun más nociva que la Gran Depresión de 1929. En aquellos años, el país iniciaba el proceso de construcción de su primacía como potencia dominante, la que consolidó a partir de la Segunda Guerra Mundial. Ahora, la racionalidad irracional aceleró el proceso de su excesiva dependencia del gasto, su competitividad abollada. Antes América simbolizaba el triunfo de Occidente; ahora el balance se trasladaba al Asia y China presentaba credenciales para discutir en el centro del ring. Aquella nación dinámica, muscular, veloz como un atleta de élite comenzó a parecerse al Estados Unidos a pie de calle: hipertenso, enfermo de obesidad, venido a menos, fofo, el corazón en un puño. God Bless America. Adiós Roma. Para Alberto, el proceso equivalía a enfrentarse a sí mismo: había escapado de Colombia —del desastre, de la ausencia de expectativas— corriendo en una pista circular. El pasado era el presente; la historia, un eterno duplicado. Pronto, la matriz de la cadena notificó que comenzaría con cierres programados de sucursales en diversos estados. El humor en la sucursal de Miami se agrió. Jameson llegaba a trabajar oliendo a vodka barato, Fred maltrataba a la gente. Alberto trató de mantener el tipo. Se ocupaba de los clientes heridos, pero su situación también era compleja pues había comenzado a demorarse en los


127 pagos del departamento de Vero Beach. Después de unos meses sin noticias, cuando todos esperaban que la calma no fuera preanuncio de nada, la matriz de la casa central informó que también clausuraría la filial en Miami. Tras eso, cada noticia fue un largo descenso al ahogo. Andrea dejó de vender propiedades. Los gastos de escuela de las mellizas Melina y Linda y el nivel de vida que llevaba la familia no dejaban mucho margen para ahorrar. Cuando la sucursal finalmente cerró —no era un día gris ni tormentoso: era una tarde húmeda e infernal—, Alberto y familia ya estaban demorados tres meses con la hipoteca de la McCasa de Doral. Unos días después, el correo golpeó a la puerta con una notificación de foreclosure del banco. Todo sueño tiene un anverso odioso y pedestre malamente llamado vida real.

V Yo dejé Miami por un trabajo en Washington, D.C. Poco tiempo antes de la mudanza, en un último encuentro en un restaurante indio de South Beach, Alberto me contaría que habían dado con un abogado especializado en arreglar deudas pesadas como las hipotecarias. Saltaron mis alarmas: la economía ya olía mal y mi amigo me señalaba con inocente fascinación el perfecto descenso circular de un pájaro carroñero en sobrevuelo. El abogado se comprometía a gestionar descuentos sobre la deuda de la casa a cambio de una tarifa de gastos mensual y un porcentaje de la reducción de la deuda una vez que el banco aceptase el acuerdo. Trasladar la gestión con un banco, preparado de antemano para lidiar con malos pagadores, fue suficiente para Alberto, que habló con Andrea y decidieron contratar al tipo. En la primera reunión, el abogado les ordenó que detuvieran todo pago al banco mientras él se ocupaba de la negociación. La familia obedeció y, por alguna razón, las comunicaciones de los dueños del crédito se detuvieron. Mi mudanza a Washington fue tranquila y, ocupado como estaba con hallarme en las nuevas coordenadas, durante los primeros meses no supe de Alberto. Un día, nadando en Facebook, un amigo en común de Miami publicó en su estatus algo que picó mi atención: “Albertito”, decía, “se caga en la crisis”. Debajo venía una foto, que de inmediato me ilustró sobre su displicente nueva vida. Allí estaba él, siempre con sus Polos y los pantalones de capitán de barco. Había perdido peso y entre la mayor delgadez, el barnizado perpetuo y la sonrisa equina daba la im-

presión equivocada: no un sujeto en serios problemas económicos sino un millonario en vacación a perpetuidad. La historia es que Alberto y Andrea se habían quitado de los hombros y los bolsillos la presión de las hipotecas e iniciado una serie de viajes propios de una época de bonanza económica. Pasaron por Italia un mes, con estadías en Roma, Milán y Florencia y largos paseos por los viñedos de la Toscana. Fotos fechadas unos meses después documentaban un segundo viaje con comidas y bebidas en el Var francés, alojados en una petit maison de Niza, en París y, unos días después, montados a un catamarán en Amsterdam y frente a la Puerta de Brandeburgo. Otras decían “Praga”, “Un paseo rápido por Grecia” y “Rusia”—dos de ellas llevaban la etiqueta “El Cremlin”, con ce. Y más: luego vino Texas, en casa del novio de una de las hijas; y Orlando, durante el receso universitario de la otra. La Navidad de 2009 la pasaron en Colombia y el año nuevo de 2010 y todo enero en Saint-Martin. Leía los planes para el año siguiente: crucero por Alaska, una probable visita a amigos en Madrid, el Gran Cañón durante la primavera y, si dios ayudaba —siempre dios—, las playas de talco de las Seychelles. Era una actividad maratónica, toda en poco más de año o año y medio, que demandaba cantidades de dinero que no podía imaginar. Andrea contaba en Facebook que seguían viviendo en la McCasa de Doral y que llevaban largo tiempo sin pagarle un centavo al banco. En su muro, respondió a la consulta de una amiga informando que el abogado estaba tras El Banco: procuraba probar que había concedido el crédito a Alberto y Andrea con la intención de estafarlos, abusando de su buena fe. Intrigado por la maniobra, escribí a Alberto, sin esperanza de respuesta, pero me sorprendió con un e-mail inmediato. Me contó que había leído en Time diversos casos de expedientes de clientes con créditos similares al suyo que habían sido extraviados por los bancos. Tenía sobradas expectativas en que su abogado —al que parecía considerar el súmmum de la sagacidad— pudiera determinar lo mismo. Según él, si su expediente estaba perdido, se libraría del crédito de por vida o, como mínimo, podría ampliar el tiempo de gracia. Tras ese intercambio, volví a perderle la pista. Mi nuevo trabajo me absorbía, había sido padre y debía ocuparme de mi familia. Cada cierto tiempo volvía a su página de Facebook, que dejó de actualizarse con frecuencia. A cuentagotas y luego de varios meses supe que Alberto y Andrea no hicieron el viaje a Europa ni tomaron el crucero a Alaska aunque se


movieron por el país. Yellowstone, por ejemplo; Los Ángeles y Las Vegas. De las Seychelles no había menciones. Seguían en el aire, una idea inconclusa.

VI Regresé a Miami a mediados de 2010 y fuimos a comer al restaurante del centro comercial en Coral Gables. Alberto ya no tenía cuenta bancaria y su rating de crédito se daba palos con el de un balsero cubano. Pagaba todo en efectivo y escondía el dinero, sin sorpresa, en la McCasa de Doral. El grueso estaba tras un muro falso del sótano y otro tanto en casa de la suegra. Al tiempo que dejé Miami, Alberto montó su propia venta de equipos de audio y video, que manejaba desde la casa con el teléfono celular y una digna página en Internet. El negocio vivía de la comunidad judía y de los latinos —hormigas indestructibles. Supe en Miami que, tras su muda desaparición, El Banco había regresado con una carta poco amistosa. De un día para el otro, el antiguo crédito de la McCasa había pasado a un debt collector, un despacho de abogados especializado en retorcer el pescuezo financiero de los individuos con deudas de plomo. Alberto sospechaba que El Banco había contratado un detective para investigar su vida. Había vendido los dos autos y comprado uno usado, de menor calidad, que compartía con Andrea. Estudiaba escribir a las universidades para solicitar una reducción en la matrícula de las mellizas. Estaba eliminando de Facebook las fotografías de sus viajes y Andrea cocinaba más en casa pues ya no podían justificar las comidas diarias en los restaurantes. La familia no dejaría la McCasa de Doral aunque los servicios del McCondominio hubiesen empeorado y el man-

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tenimiento fuera más costoso. Los intentos por desprenderse del departamento de Vero Beach, para terminar, acababan siempre en un callejón sin salida: nadie quería pagar lo que pedía y él no deseaba aceptar ofertas menores al valor de adquisición. De repente, el abogado dejó de devolver las llamadas. Luego una de las muchachas debió dejar los estudios. La ansiedad engordó a Andrea y la gordura reveló diabetes. La segunda hija perdió el pelo. A Alberto lo visitaron dos veces los paramédicos por una hipertensión y un ataque de pánico. En el restaurante, a media comida, le pregunté si era ciertamente consciente de todo por cuanto había pasado. De su responsabilidad en el asunto. Pensó un poco: dijo que sí. Me costó creerle. —¿Quién podía imaginarse que este país era tan parecido a los nuestros? ¿Por qué tenía que asumir que esto también es Belindia? El sol asomó tras una nube náufraga y golpeó a Alberto en el rostro. Él se devolvió y yo le sostuve la mirada. Alberto sonrió un poco. Muy poco, y volteó a la calle. El mediodía se mantuvo amable y poco más se movió alrededor. Los valets conversaban entre ellos: no había autos para acomodar. De cuando en cuando pasaba alguna pareja de señoras o una madre paseando su niño en el stroller. Podría quedarme aquí toda una vida: el silencio, el sol perfecto. Una pecera. Es en ese instante que quiero saber si Alberto todavía se siente con confianza, si tiene fe, si cree que puede salir de ésta. —¿Vas a arreglar tus cosas? —le digo. Y entonces el café frío, el trago seco y amargo, el suspiro largo, y dios.


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Aquí esta bien El hombre estaba sentado solo, con una botella de cerveza por la mitad frente a él y una mirada de absoluta derrota en el rostro. Era temprano en la noche en un restaurante mexicano en East Oakland, y él hizo lo que pudo para esconder sus ojos llorosos bajo la visera de su gorra de béisbol. De nada le servía. Sus mejillas estaban hinchadas y rojas. No podría tener más de veinticinco años. Yo me había mudado a California hacía sólo un par de meses y aún estaba adaptándome. Conocía apenas algo de la ciudad, pero sucedió que aquella noche marcaría mi primera visita al barrio que luego se convertiría en mi hogar. Había ido a cenar con algunos amigos, pero tuvieron que irse de repente, dejándome solo. Fue entonces que vi al hombre joven. El tiempo ha apagado muchos de los detalles, pero algo de nuestra breve interacción todavía se mantiene. Compré un par de cervezas y caminé hacia él. Le ofrecí una y le pregunté, en español, qué le andaba pasando. Me dijo que había llegado hacía sólo una semana, cruzando la frontera y dejando atrás su familia en un pequeño pueblo cerca de Guadalajara. Los primeros días habían sido difíciles, pero tuvo suerte; encontró trabajo rápidamente, en albañilería liviana en una casa en algún lado en las colinas. “¿Dónde?”, le pregunté. Obviamente, no tenía idea. Se suponía que ganaría quince dólares por hora, y que le pagarían al final de la semana. Llegó el viernes y, después del trabajo, el maestro de obras le ofreció llevarlo a su casa. Era un hombre musculoso, con una mirada dura, y habló suficiente español como para hacerse entender. Todo era amigable hasta que la camioneta se detuvo bruscamente. “No hay dinero para usted. Ahora bájese”, dijo el capataz. El joven no estaba seguro de haber entendido bien, pero cuando ese americano gigante abrió la puerta y lo arrastró por el cuello hacia fuera, entendió el mensaje. No era necesario otro lenguaje. No habría pago ni otro recurso. Nada para mostrar por sus horas de trabajo. Ahora ni siquiera sabía dónde estaba. Tenía siete dólares en el bolsillo. Esto había sucedido hacía apenas poco más de una hora. Lo escuché horrorizado. El joven se disculpó por llorar, pero llorar era lo que cualquiera de nosotros hubiera hecho: acababa de ser develada la precariedad de su situación. Estaba lejos de su familia. No conocía a nadie. Había poco que pudiera ofrecerle excepto llevarlo a su casa. Aceptó, sólo que ninguno de nosotros sabía bien adónde iba. Teníamos muy poco conocimiento sobre la ciudad en la que vivíamos. El muchacho mencionó algunos sitios, que no eran para nada puntos de referencia —una gasolinera o una iglesia, por ejemplo, en una ciudad poblada de gasolineras e iglesias. Ya había oscurecido; nada y todo nos parecía familiar. Las calles de East Oakland se habían vaciado y manejábamos instintivamente, parando,

Daniel Alarcón

Daniel Alarcón


arrancando, retomando. Cada cuadra me parecía la misma, cada edificio una réplica del que estaba al lado. A lo largo de los años, la ciudad y su tapiz de historias se habían hecho reales en mi mente, donde las cuadras ya no eran idénticas y los edificios ya no eran anónimos, pero en aquel entonces todo era nuevo, aún por ser descubierto. Finalmente, paramos en una oscura esquina en East Oakland apenas a la salida del International Boulevard. No estábamos para nada lejos de donde vivo ahora, de calles que llegué a conocer íntimamente seis años más tarde, y desde aquella noche me he preguntado si no seríamos vecinos y, si lo fuéramos, si nos reconoceríamos en la calle. Lo dudo. Aquí está bien, dijo; su voz vacilaba. No quería bajarse. ¿Porque habría de querer? Si desapareciera, los otros trabajadores con quienes compartía el lugar ni siquiera lo notarían. Cuando hubiera pasado un tiempo prudente —¿una semana? ¿un mes?—, ellos se habrían apropiado de sus cosas, como si nada, como si él nunca hubiese estado allí. Respiró hondo y abrió la puerta. Lo observé mientras caminaba calle arriba hasta desaparecer. “¿Estás seguro, que sabes dónde vas?”, le grité. La voz vino de la oscuridad. “Sí”, dijo. No sonó muy seguro. Más tarde me di cuenta que habría algunos consejos que le podría haber ofrecido, algunas recomendaciones para ayudarlo en su transición. En casi diez años, antes de mudarme a Oakland, viví en más de veinte apartamentos distintos, en casas, cuartos alquilados o sofás prestados, en siete ciudades diferentes, seis estados diferentes y en cada una de las regiones de los Estados Unidos. Como buen americano, nací en el extranjero. Me crié en el sur de Estados Unidos, pasé la adolescencia en el noreste, sobreviví dos inviernos en el centro-norte, me rompieron el corazón en el suroeste, me recuperé en el noroeste. Vivía tan cerca de la frontera que manejaba a México para que me cortaran el cabello y tan lejos de ahí que recibía miradas raras de los comerciantes blancos, quienes me seguían cuando estaba en sus tiendas temiendo que les robara algo. Viví en una tranquila granja rodeada de plantaciones de maíz, y dos años más tarde, en un apartamento de alquiler en West Oakland, donde el tren pasaba velozmente cada veinte minutos rumbo a San Francisco, haciendo temblar la casona des-

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tartalada de dos pisos desde sus cimientos. Viví en Nueva York, allá cuando podías comprar una bolsita de hierba en cualquier bodega; bailé enloquecidamente en los conciertos de rock en las viejas pistas barrosas de lluvias de Birmingham. Hay cosas que no te olvidas: el primer día de primavera en Chicago, cuando el invierno recién comienza a aflojar y la gente sale disparada a las orillas del lago Michigan a empaparse de sol. O las noches de karaoke en el casino de la reserva indígena a una hora de Tucson, donde las viejas señoras mexicanas juegan a los tragamonedas entre canciones, tomándose un trago y rezando por la buena suerte. Manejé a través de los Estados Unidos dos veces, una en 1993, crucé Oklahoma justo después de una gran inundación cuando el río se desbordó y el agua lodosa llegaba justo al borde de la carretera; y luego nuevamente, diez años más tarde, camino de Arizona. Jugué un campeonato de fútbol en una base militar en Texas: perdimos vergonzosamente y me senté sobre el duro pasto seco por el sol, transpirando, llorando, seguro de que el calor o la humillación me matarían. Me dormí borracho en un banco de plaza en Nueva Orleans, y salí de un bar de jazz neoyorquino al amanecer para darme cuenta que había nevado mientras estaba adentro. Ya perdí la cuenta, pero debo de haber visitado hasta ahora treinta de los cincuenta estados, y, excepto por mis primeros tres años en el Perú, un breve período en África y un año más o menos de regreso en Lima, he vivido en los Estados Unidos toda mi vida. Y aun así, si aquel hombre me hubiera preguntado, yo le habría dicho que no sabía nada de este lugar porque es simplemente imposible conocerlo. Le hubiese dado un pequeño consuelo: donde quiera que vayas en Estados Unidos, no importa cuán lejos vayas, verás el resto del mundo. Donde quiera que vayas, si observas, encontrarás un lugar al cual pertenecer. Este país es gigante. Cincuenta enormes, ridículamente desmedidos estados. Un país de esteroides; una nación multilingüe, multicultural narcotizada con dosis cuasi mortales de televisión y dulces y dinero, y mantenida —apenas— por una gran, inextinguible esperanza. Un país que va a la guerra simplemente porque puede hacerlo. Que se compra a sus enemigos, y los atrae con su prosperidad, real o no. Que intenta avergonzarlos al tiempo que no siente vergüenza propia. Debería haberle dicho que no hay tantas naciones suficientemente grandes como para albergar los sueños de tantos, y que


131 cada día hay menos personas en este planeta que no estén conectadas, de una u otra forma, para bien o para mal, con este gigante del norte. Gente como él. Ya sea a causa de Hollywood, o de las corrientes de inmigración, o de la presencia de soldados americanos en suelo extranjero, o simplemente a causa del comercio transnacional, la imagen de esos cincuenta estados está grabada en la imaginación del mundo. Cuanto más viajo, debería haberle dicho, más claro se me hace: conoces un jordano que tiene un primo en Los Ángeles o un uruguayo que estudió en Ohio o el nieto de un pastor vasco en Nevada. En cada continente, en cada lengua, la gente discute sobre la política norteamericana como si les afectara su vida. Y tienen razón: les afecta. Estos cincuenta estados podrán estar habitados por norteamericanos, pero son propiedad espiritual y emocional del mundo entero. No sabía cómo decirle todo esto, y quizás no hubiera importado. Ahora que la economía se ha dado vuelta, tal vez el joven haya regresado a su país, con sus bolsillos vacíos, mirando de vez en cuando para atrás, con amargura, su estadía en los Estados Unidos. Ojalá que no. Debería haberle dicho que no perdiera las esperanzas, que dependemos de él. Y si me hubiera preguntado cómo, le hubiera contado la siguiente historia. Hace algunos años, cuando vivía en Arizona, vi un restaurante Thai ubicado en un viejo restaurante de barbacoa sureña. Una pared adentro del local estaba decorada con una gran pintura del Gran Cañón, pero con una alteración. La familia Thai que dirigía el lugar le había agregado su propio toque personal: templos budistas y dramáticos dragones enroscados, en medio del inhóspito paisaje desértico. Me pasé toda la comida mirándolo detenidamente para descubrir lo que habían hecho, y cuando me di cuenta tuve ganas de llorar. Era desconcertante, hermoso. Así es como el mundo reivindica su territorio, una vista, un panorama por vez.


Víctor Puertodán

Víctor Puertodán (Cuba, 1963). Escritor, poeta, crítico literario y Presidente de la Asociación Literaria Alfonso Camín. Director de los Talleres Literarios Espaciarte (2000-2012). Estudia la obra del Poeta de Asturias, Alfonso Camín, desde hace 25 años.

Alfonso Camín, padre de la Poesía Afrocubana

Perspectivas para un acercamiento a la poesía afrocubana de Alfonso Camín La poesía negra que se cultivó en las Antillas de habla hispánica, Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo es en su origen poesía española. Y no sólo es el idioma, sino que el factor creador parte de esa materia hispana, de ese arranque poético. Por lo tanto, en Alfonso Camín (Asturias, 12 de agosto de 1890 - Asturias, 12 de diciembre de 1982) ese ejercicio lleva una motivación doble: su raíz española, y su vivencia cubana. Y es necesario dejar asentando que la poesía negra, poesía mulata y poesía blanca son divisiones que limitan el cuerpo poético. Alfonso Camín es el único de los primeros cultivadores de lo afrocubano (hasta 1931) que no entró a establecer críticas, reglas o disposiciones estéticas en ensayos o estudios al respecto. Referente a lo anterior escribió en el prólogo de Carey (segunda edición) México, 1945: “En 1925 escribo mi poema formal “Elogio de la Negra”. Inmediatamente “La Negra Panchita”, que publican los periódicos de España y de Cuba. (…) Aparte de otros poemas de este sabor, que publico en “La Esfera de Madrid”, sale en Madrid -Editorial Renacimiento, 1926- mi libro “Carteles’’. En ese libro van incluidos mis primeros poemas negros. (…) Desde ese momento -inclusive García Lorca me saluda jovialmente con el verso inicial de mi “Elogio de la Negra”-, ¡Negra, carbón celeste, carne de tamarindo!- los poetas de Antillas, blancos y negros, todos a uno, primero en el periódico, después en el libro, comienzan a hacer versos de esa índole, con lemas iguales o variados, haciendo baraja revuelta con muchas de mis palabras y no pocas imágenes. El ron de “Macorina” me lo han bebido treinta y dos veces. De ese modo nace lo que han dado en llamar ellos mismos poesía afro-cubana. Mi pretensión no iba hasta ahí. Esas pretensiones literarias las dejo para los escalatorres en boga”.

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La Negra Panchita Retrato

Solar

Come su arroz, su mondongo, toma diez veces café, echa por celos bilongo: “Bilongo mató a Mercé”.

Turbio solar habanero, huele a plátano manzano; pregones del tamalero con su “marimba” en la mano.

Ama al blanco y odia al Congo; pero nunca olvida que por tierras de Hongolosongo mataron a Palanqué.

Llamadas al bodeguero que sufre el “gusto cubano”. Pasa un negro “parejero” diciendo que es asturiano.

Dientes blancos, bemba roja, falda color de maloja, con la que por las calzadas

Hablar sin norma y sin tino; la barriada en confusión; huele a frituras de chino

del Cerro y de Tulipán, va dejando marejadas de carne y madapolán. Concubina

y manteca de algodón. ¡Roba otro negro caprino sones de rumba a un cajón!

Brilla como un ballenato, ancha como el Warandol; perpetuo concubinato del bodeguero español.

Campo

Que camina como un pato, que lucha de sol a sol, y que, al fin, sale un mulato con familia en Castropol.

Siempre de risa y bachata, boca color de mamey; plumón de cuervo la mata de pelo. Fino carey

Con su fuerte olor a brea, cantando la”Cañandonga” inclinada en la batea,

las manos; cuando dilata sus grandes ojos de buey se hacen dos lunas de plata para el negro del batey.

lucha hasta que Dios la lleve. ¡La ropa blanca en la tonga miente una cumbre de nieve!

Negro bembón del “central”, que al cinto lleva con maña cuchillo de hoja en canal, con el que cortaba igual el verde trozo de caña que el vientre del mayoral.


Malaquita Esta es la negra Panchita, con sus ojos montaraces y su faz de malaquita, y sus chancletas locuaces. La que en la plancha desquita, rebelde el pelo en dos haces, lo que pierde a la “bolita” con los chinos contumaces. ¡Oh, negra, negro venero, como un pozo petrolero; tinta en que bogan cien lunas! ¡Sin el vigor de tu mano, harían menos fortunas el chino y el asturiano!

Ego Huele a resinas de pinos su cuerpo, negro tesoro; preso en sus brazos felinos tiembla un culebrón de oro. Si azotan aires marinos su bata color de loro, ¡qué lucha de gallos finos bajo el camisón sonoro que su paciencia almidona! ¡Ingenua negra bembona por quien fui en mi edad lozana, siempre un “guapo de semana”, con mi yaya cimarrona que era espanto de La Habana!

Esta composición poética de seis sonetillos, junto a “Elogio de la Negra”, son los dos primeros poemas formales afrocubanos de la literatura cubana. En “La Negra Panchita” están presentes los tópicos iniciales de la estética afrocubana, unidos a los tópicos heredados del costumbrismo y criollismo cubano: la jerga negra; la sensualidad, movimiento y erotismo de la negra; el negro valiente y aguerrido pero también sufrido, y amoroso; la esclavitud; la rumba, el son; el tambor; la Santería; el asturiano, el chino; el bodeguero español, la geografía, la naturaleza y fauna cubana; la calle cubana y el solar; la culebra; el ingenio azucarero y la caña; el batey, la gastronomía cubana, la vestimenta cubana; y el ambiente de rumba, fiesta y jolgorio. “La Negra Panchita” es un lienzo real y rítmico de la negra que en la época, lavaba y plancha-

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ba y supervivía en La Habana. Es una realidad de negra cubana. El tema es afrocubano por la externidad de la negra y por la recreación de su naturaleza intrínseca. La descripción es exacta. El colorido es alto y diseñado sin estridencias. Camín logra en “La Negra Panchita” exponer su maestría técnica, la perfección de los tipismos, los matices del sincretismo cubano, los elementos citadinos y campestres, el sentido dramático y el realismo franco y sincero de la negra, y sus movimientos y sus vaivenes y sus maracas, la vida habanera, los olores de la Habana. En Cuba, Camín se encuentra con la sensualidad sonante que viene de África y las contenciones de lo religioso heredado de España y del castellano. El poeta no buscó más allá de esta mixtura, buscó con su contemplación poética rasgar en todo lo que existía en el ambiente cubano y mostrar eso que siempre estuvo ahí, pero


135 que en su época ya reverdecía a raudales, a la espera del contacto poético. Camín logró en 84 versos establecer el cimiento de una estética afrocubana, en un ordenamiento de tópicos y símbolos capaces de generar una nueva mirada poética. Esto le concede a Alfonso Camín la paternidad de la poesía afrocubana.

Consideraciones Alfonso Camín, padre de la poesía afrocubana -primer poeta que convierte al negro en un hecho literario- es fundamentalmente un poeta vital, mirador y creador en la Naturaleza, pintor de músicas para el paisaje, y en el paisaje. En esa cantera halló la sorprendente veta negra. Esa Cuba que Camín canta la vivió primero palmo a palmo, de punta a punta; y fue novio suyo, y la amó y amó en sus brazos. Camín vuelve su verso vibración al sentir el drama y también la belleza del negro en Cuba. Apresa el espacio negro en su cabal desenvolvimiento. Cuba aparece en toda su magnitud, en sus sombras y en sus claridades de colores. Atrapa los sonidos de la isla, su acuarela, todas sus tonalidades, su ritmo evocador y contagioso, los frutos bajo el fuego tropical, los cañaverales, el negro, la mulata, pero también las vegas de tabaco, el guajiro con la décima y el tiple ardiendo tonadas bajo el surco sol del Trópico. Alfonso Camín parte de la estilística que es propiedad de la literatura culta. Inserta en su discurso un sujeto creativo que se eleva desde

las vertientes hispana y africanista, y dispersa la realidad cubana del negro, el mulato y el blanco, no en un discurso político o rebelde -que sí llevan la mayoría de los poetas que escribieron poesía afrocubana- sino en una indagación de lo humano, que se enfila a conquistar la cumbre de una raza, una formación nacional. Y aunque los discursos negros rebeldes y políticos lleven esa misma pretensión, en Camín predomina la exposición de lo humano y lo bello, y esa línea ascendente sin contaminación le depara una obra de categoría original. A diferencia de muchos cultivadores de la poesía afrocubana, le otorga a la idea la misma importancia que al ritmo. Y es a veces plástico, de referencias energéticas, a veces directo, ocupado de la gracia. Desde la forma musical lleva el pensamiento pictórico a la imagen. Y es verdad que recrea ambientes campestres y citadinos pero los enmarca en estampas o cuadros que muestran matices y evoluciones de una conducta nacional. La poesía afrocubana de Alfonso Camín es de un ritmo carnal, pero de carne negra, mulata y blanca cubana; poesía donde la piel de la imagen se estira hasta la misma guardarraya o el empedrado de la calles de La Habana; ritmo y piel en un fuego tropical lírico negro y mulato, salpicado de blancuras orquestales, sobre una estampida de registros naturales, de puntos geográficos, de plantaciones cósmicas. Camín no versifica con meras cacofonías de ruidos. Lleva el verso a construcciones originalísimas, modulando los tonos y los timbres para consolidar la melodía de Cuba.


José Antonio Navarrete

José Antonio Navarrete. Reconocido crítico y curador de arte radicado en Miami. Actualmente integra un equipo internacional de investigadores que estudia el tema Redes Intelectuales: Arte y Política en América Latina, que forma parte del programa “Connecting Art Histories”, de la JP Getty Foundation. Asimismo, desarrolla diversos proyectos curatoriales en Estados Unidos y el exterior, como el de la muestra Desde el archivo conceptual de la fotografía. Exploraciones de las artes visuales contemporáneas de Uruguay, a presentarse en el Museo Nacional de Artes Visuales de Montevideo desde noviembre del presente año. Foto: Rogerio Ghomes

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La ciudad ocupó un lugar importante en las construcciones discursivas y las exploraciones estéticas que desplegaron tempranamente las vanguardias artísticas y literarias en América Latina. En la divisoria de las segunda y tercera décadas del siglo XX, por ejemplo, Madrid y Barcelona fueron motivo de trabajo en la pintura de Rafael Barradas (1890-1929), mientras que Barcelona y Nueva York lo fueron en la de Joaquín Torres García (1874-1949), ambos uruguayos; asimismo, en los inicios de los años veinte Ciudad de México y Buenos Aires se convirtieron en escenarios de indagación en la poesía del estridentista Manuel Maples Arce (1900-1981), la primera, y del Jorge Luis Borges (1899-1986) que se acriollaba, la segunda. En Urbe, de 1924, Maples Arce cantaría a la ciudad moderna: He aquí mi poema / brutal y multánime / a la nueva ciudad: / Oh ciudad toda tensa / de cables y de esfuerzos / sonora toda / de motores y de alas. / (...) En una postura totalmente opuesta se colocaría Borges en su poema “Las calles”, con que abrió su primer libro de versos, Fervor de Buenos Aires, de 1923: Las calles de Buenos Aires / ya son mi entraña. / No las ávidas calles, / incómodas de turba y de ajetreo, / sino las calles desganadas del barrio, / casi invisibles de habituales / (...). De cómo tocó la sensibilidad urbana de los escritores locales la práctica fotográfica de sesgo moderno que emerge en la época en América Latina dan buena cuenta dos ejemplos: cuando German Lizt Arzubide (1898-1998) publica su libro de prosas El movimiento estridentista (1926), incorpora entre sus ilustraciones signos de “la nueva ciudad” registrados por Tina Modotti (1896-1942); cuando Jorge Luis Borges hizo la primera edición de Evaristo Carriego (1930), acompañó sus textos con fotos de Horacio Coppola (1906) sobre el Buenos Aires de los suburbios.

Tina Modotti. Trabajador cargando una viga, ca 1938

Para estos años veinte ya han aparecido en América Latina las primeras ciudades masificadas, fruto del impetuoso crecimiento poblacional y las transformaciones modernizadoras que en su trama urbanística y arquitectónica sufrieron algunas de sus ciudades capitales entre finales del siglo XIX e inicios del XX1. Bien vinculado al aluvión inmigratorio europeo, como en Buenos Aires o Río de Janeiro, o a la inmigración rural interna estimulada por la Revolución, como en Ciudad de México, en estas tres ciudades el índice de población se dispara en las primeras tres décadas del siglo XX: en 1900 ya Buenos Aires es la más populosa de toda la región con 821.293 habitantes, pero en 1914 este nú1 El historiador argentino José Luis Romero propuso

la denominación de ciudades masificadas para caracterizar la orientación principal del proceso de transformaciones sociales y culturales que se desarrolla en las principales ciudades latinoamericanas de 1930 en lo adelante. (Ver: José Luis Romero. Latinoamérica: las ciudades y las ideas. Editorial Universidad de Antioquia, Medellín, 1999.) Aquí anticipamos temporalmente ese corte y lo situamos hacia 1920 para referirnos a aquellas ciudades de la región que ya en esta fecha presentaban un perfil masificado.


137 mero casi se ha duplicado al llegar a 1.575.814, y en 1932, luego de disiparse la ola inmigratoria, se ha remontado a 2.178.000; detrás, Río de Janeiro, en 1900 con 691.000, tiene en 1920 la cifra de 1.157.873, y sobrepasa el millón y medio hacia 1930, mientras que Ciudad de México, a la cabecera de este indicador en América Latina durante la mayor parte del siglo XIX, cedió esa ubicación hacia finales del mismo arribando en 1900 a un total de 541.000 residentes, en 1921 a 906.063, y en 1930 a 1.229.576, incluyendo entre éstos a los establecidos en los pueblos inmediatos a su casco urbano. Al alborear la tercera década de la pasada centuria, además, São Paulo, Montevideo, Santiago de Chile y La Habana seguían a las anteriores en cantidad de pobladores, aunque todavía con sumas modestas: en 1919 La Habana albergaba a 363.506, mientras que en 1920 São Paulo tenía 579.033 y Santiago 507.296; pero a comienzos de la década siguiente ya São Paulo rebasa el millón, con 1.060.120 en 1934, y, según estimados, Santiago y Montevideo cuentan en 1930 con 696.000 y 650.000, respectivamente, a la vez que La Habana reúne un total de 655.823 en 19312. Este aumento apresurado de la población de algunas ciudades latinoamericanas, vinculado al lugar central que ellas ocupan en la incipiente industrialización, la expansión de los mercados –interno y externo– y el desarrollo de los servicios de sus países respectivos, se manifestó principalmente en el engrosamiento de la masa de obreros y empleados, pero, también, en la ampliación relativa de las capas medias, bien integradas de manera parcial por el sector de los empleados profesionales, bien por practicantes de mil y una ocupaciones. La acelerada circulación de personas, productos e informaciones que en el primer tercio del siglo XX entronizó el concepto de velocidad como característico de la sociedad moderna, estimula la rápida internacionalización de la cultura material, de estilos de vida, de concepciones artísticas, filosóficas, políticas y profundiza el proceso de pérdida y creación de tradiciones en el marco de la cultura urbana. En estas condiciones se refuerza en América Latina el papel de la ciudad como espacio privilegiado donde se gestan interrelaciones inéditas entre la “alta” cultura, la popular y la emergente industria cultural –el cine, el disco, la radio–, así como entre lo internacional y lo local. 2 Datos tomados de fuentes diversas.

Durante los años veinte del pasado siglo, el espíritu conservador y el “provincianismo” imperantes en los hábitos de vida, la conciencia cotidiana y el imaginario cultural de los principales centros urbanos de la región empiezan a perder la partida ante la renovación de las ideas y las prácticas sociales que las realizan. Podría tratarse de aquellas aportadas por las jóvenes generaciones de intelectuales y artistas que informan sobre las vanguardias europeas y a la vez proponen obras que las reinterpretan críticamente. O las de los ideólogos revolucionarios que, bebiendo en las diferentes concepciones de la izquierda internacional, buscan dar nuevas respuestas a las formas locales de las luchas populares –obreras, campesinas, indígenas– y crean organizaciones sindicales y políticas que consolidan, con no pocos costos, su presencia pública. Entre los artistas y literatos, inclusive, el convencimiento de que la renovación estética se conecta con la social y política asoma frecuentemente. Tímidamente, las discusiones sobre la arquitectura y el urbanismo modernos se introducen en la agenda pública de algunos de nuestros países durante los años veinte. En sus postrimerías aparecen las primeras residencias de la arquitectura funcionalista, y el problema de la construcción de casas económicas basadas en la producción en serie de elementos estandarizados pronto comienza a despertar interés entre los arquitectos locales y en las instituciones públicas. En 1929, Le Corbusier (1887-1965) es invitado a dictar conferencias en Buenos Aires y São Paulo, y desde estas ciudades visita respectivamente Montevideo y Río de Janeiro. Las abocetadas propuestas urbanas que en el momento hiciera Le Corbusier para Montevideo, Río de Janeiro y São Paulo formaron parte de los primeros vínculos

Manuel Alvarez Bravo. Maniquíes riendo, 1930


Tina Modotti. Trabajadores laborando en construcción de edificios, ca

entre el urbanismo racionalista moderno –en la propia figura de su pope– y las ciudades latinoamericanas de la etapa de su masificación. Si bien la crisis económica de 1929-1932 se manifestó en urbes como Ciudad de México, Buenos Aires y La Habana en la emergencia de asentamientos marginales, núcleos espontáneos de viviendas donde se radicaban los inmigrantes rurales que no podían ser absorbidos por la insuficiente economía urbana3, esto no detuvo el proceso de transformación urbanística y arquitectónica que, según la herencia haussmanniana, se había empezado a implementar en varias ciudades latinoamericanas desde años antes. En Buenos Aires los cambios urbanísticos se consolidan con la construcción de la Avenida 9 de Julio, la Plaza de la República y el Obelisco, lo que significó la continuidad de la política de demoliciones y de ensanchamiento de calles que, ya desde el siglo XIX, iniciara en la ciudad su primer intendente, Torcuato de Alvear (1822-1890). Con el edificio Kavanagh, de 120 metros de altura, terminado en 1935 –muestra de la modalidad del rascacielos como edificación de la modernidad–, y la inauguración del Obelisco en 1936, la ciudad define su imagen moderna.

vo (1902-2002) y Horacio Coppola entre los fotógrafos más importantes que, tempranamente, exploran artísticamente las ciudades masificadas de la región con una intencionalidad moderna: Modotti la primera. Como ha sido ampliamente divulgado, la italiana de origen Tina Modotti, residente en Estados Unidos desde 1913, se radicó en 1923 en el México posrevolucionario. Llegó acompañada de Edward Weston (1886-1958), en condición de compañera sentimental, asistente y discípula suya, en momentos en que se fraguaba, con aportes varios, el nuevo realismo fotográfico estadounidense, del cual Weston sería uno de sus motores principales. El trabajo que ambos fotógrafos desarrollaron en México se convertiría en semillero de la fotografía mexicana de vanguardia, y el de Modotti terminaría formando parte de ésta. El centro principal de interés de la obra de Modotti transitó del objeto a la problemática social y política –en un paso iniciado por la artista en 1926 bajo los imperativos del creciente compromiso comunista con que asumiría tanto su vida como su profesión–, sin descuido de la exploración formal y en las llamadas por entonces, para utilizar

Fotografiar la ciudad Según los estudios históricos de fotografía latinoamericana adelantados hasta hoy, podríamos considerar a Tina Modotti, Manuel Álvarez Bra-

Manuel Alvarez Bravo. El ensueño, 1931

una expresión de Paul Strand (1890-1976), “leyes 3 De 1932, por ejemplo, data la fundación de Villa Esperanza,

la primera villa miseria de Buenos Aires.

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Horacio Coppola Una esquina, después de pasar, una manifestación, Buenos Aires, 1936

de la fotografía”4. Modotti no fue una fotógrafa decididamente enfocada en el registro urbano, aunque imágenes espigadas de una u otra etapa de su cuerpo de trabajo proponen percepciones de la ciudad. Diríamos que cuando la ciudad asoma en su fotografía lo hace generalmente como moderna: bien por el tratamiento visual que da la autora a los fragmentos de la urbe que impresiona con su cámara; bien por la naturaleza intrínseca de esos fragmentos en tanto referentes de la contemporaneidad urbana, algo que también la cámara se dispone a enfatizar; bien por la presencia, en “escenas de trabajo”, de la clase social moderna que se identifica en oposición al capital: el proletariado... Dicho de otro modo, en la obra de Modotti la ciudad es más bien aludida metonímicamente que abordada per se. Así, en el pequeño grupo de sus fotografías que podemos asociar con la investigación de lo urbano, la búsqueda formal de signo vanguardista –tan acusada en la comprensión geométrica del hecho visual que fuera característica de la artista– es aplicada exitosamente a la ciudad. En 1927, el joven Manuel Álvarez Bravo regresa junto a su esposa Lola (1907-1993) a Ciudad de México, luego de dos años de estancia en Oaxaca, adonde viajara para desempeñarse como contador de la Secretaría de Hacienda. Al volver a la capital da continuidad a su labor de funcionario público de esta Secretaría –puesto al que renuncia en 1931–, pero ya llevaba tres años practicando seriamente la fotografía. 1927 es también la fecha en que Pablo O’Higgins (1904-1983), el pintor muralista, le presenta a Tina Modotti, quien se 4 Paul Strand. “La motivación artística en fotografía” Repro-

ducido en: Joan Fontcuberta. Estética fotográfica. Selección de textos. Editorial Blume, S.A., Barcelona, 1984, pp. 95-108.

Horacio Coppola Café Madrid Avenida de Mayo, Buenos Aires, 1936

convertiría para Manuel en una cercana amiga y propulsora. Entre finales de los años veinte y hasta mediados de los treinta, se suceden numerosos incidentes en la vida de Álvarez Bravo que consolidan su condición de fotógrafo vanguardista, y también éste produce uno de los capítulos más interesantes de su obra fotográfica. Es en aquellos que corren de 1929 a 1935, aproximadamente, que la fotografía de Álvarez Bravo está dominada por imágenes que el fotógrafo tomara en las calles de la capital mexicana. Sus escenarios y actores corresponden preferentemente a la ciudad popular, semiproletaria y semimarginal, que lleva incrustados los residuos del campo. Este cuerpo de trabajo urbano presenta dos líneas principales de pesquisa, según los tipos principales de referentes que en él se localizan: en los modos de la publicidad –aparadores de mercancías, marquesinas y pinturas publicitarias, entre otros– y en los minidramas de la cotidianidad protagonizados por la gente del común. Se trata, en uno y otro caso, de fotografías que, independientemente de su potencial como documentos, poseen una elevada carga metafórica y simbólica5 5. Las fotografías que tanto Modotti como Álvarez Bravo hicieron en Ciudad de México tienen, pese a sus diferencias, un rasgo común: el ser imágenes más bien meditadas, reflexivas, lo que se relaciona también con el tipo de cámara usado por ambos y los métodos de trabajo vinculados al mismo. Hasta 1925 Modotti utilizó una 5 Sobre las imágenes de Álvarez Bravo hechas en Ciudad de

México durante esos años puede consultarse: Susan Kismaric. “Manuel Álvarez Bravo”. Manuel Álvarez Bravo. The Museum of Modern Art, New York / La Vaca Independiente, 1997, p. 27.


Manuel Alvarez Bravo. Los agachados, 1934

cámara Korona, que sustituyó por una Graflex desde 1926; e igualmente Álvarez Bravo hizo sus fotos con una Graflex. Siendo una cámara reflex grande, de mano, la Graflex permitía un manejo más cómodo que cualquier otra de trípode, a la par que posibilitaba previsualizar la escena completa en el cristal esmerilado e impelía a pensar las decisiones antes de hacer el disparo, pues requería tiempo entre una exposición y otra. Además, brindaba una gran riqueza de texturas y detalles en la copia. Por su parte, Horacio Coppola regresó en 1936 a Buenos Aires –luego de una productiva estancia europea de cinco años, interrumpida por dos viajes a su natal Argentina– a fin de radicarse definitivamente en esta ciudad. Vino acompañado por su reciente esposa, la alemana Grete Stern (1904-1999). Ambos tenían una esmerada educación en el terreno fotográfico, pues habían sido alumnos de Walter Peterhans (1897-1960) en la Bauhaus6; Coppola, además, del cineasta Carl Froelich (1875-1953) en el Estudio Tempelhof. Meses antes de su establecimiento definitivo en el país ambos ya habían realizado una exposición en Buenos Aires, en la sede de Sur, título de la

revista editada por Victoria Ocampo (1890-1979) y denominación que también amparaba una editorial de libros. Los aires de la nueva fotografía alemana, acrisolada por la experiencia de la Bauhaus y su desprejuiciado tránsito entre el experimentalismo y la foto directa, se harían sentir por ellos en el escenario fotográfico bonaerense. Ya desde 1927 Coppola se dedica consistentemente a la práctica fotográfica, que alimenta viendo el cine europeo de vanguardia y concibe como un entrenamiento para la carrera a que aspira: la de cineasta. Buenos Aires aparece como tema en las ilustraciones que hiciera para el Evaristo Carriego de Borges, como ya señalamos; luego, en fotografías de edificios modernos –vistos desde puntos de vista inusuales, con énfasis en las formas y la verticalidad–, que acomete durante su breve estancia en el país en 1931 con la cámara Leica recién comprada en Europa, adonde regresaría de inmediato. Cuando en 1936 se radica nuevamente en Argentina le espera un motivador encargo: documentar el estado actual de Buenos Aires para un libro a editarse con motivo de la inauguración del Obelisco que conmemoraba los cuatrocientos años de la primera fundación de la villa, paradigma de la ciudad cosmopolita en la América Latina de la época. El libro aparece en 1937, bajo la autoría de Coppola y con diseño de Grete Stern. Al título de Buenos Aires se le añadió como subtítulo el de 1936 - Visión fotográfica. El fotógrafo incluyó en él, junto a sus últimas imágenes, otras anteriores a su estadía en Euro-

6 Con

la amplia comprensión de la fotografía desarrollada en el medio artístico alemán durante la República de Weimar, que reconocía “cinco niveles de aplicación de la fotografía: foto-realidad, fotograma, fotomontaje, foto en combinación con gráfica o pintura, foto en combinación con tipografía”, según señalara Fran Roh en su introducción al libro Foto-Auge (Ernst Wasmuth, Tübingen, 1929), la Bauhaus se convirtió en el principal laboratorio docente de la fotografía en Europa desde el segundo lustro de los años veinte hasta su cierre en 1933.

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Horacio Coppola Buenos Aires (portada del libro con diseño de Grete Stern), 1936


141 pa, por lo que la publicación resulta un compendio de las búsquedas artísticas de la ciudad que Coppola había desplegado hasta el momento. Al mismo tiempo, Coppola documentó con película de 16 mm la construcción del Obelisco en el filme inconcluso titulado Así nació el Obelisco, restaurado en formato digital y exhibido en 2006, el cual constituye una muestra del sólido dominio del lenguaje fotográfico moderno ya alcanzado por su autor7. El conjunto difundido de las fotografías de 1936 acusa una gran diversidad: Coppola registra desde las alturas la monumentalidad de las calles, plazas y edificios que califican la ciudad como una gran urbe; se codea con los transeúntes para captar los emblemas de la ecléctica arquitectura de ésta y pulsar el movimiento que la recorre; se entusiasma con la luminosidad de neón y los faros de vehículos de sus noches, pero no obvia recrear la pequeña situación callejera que contrapuntea el tráfago humano, como tampoco deambular por los barrios populares donde prevalece una atmósfera y un ritmo de vecindario. De este modo, con su Leica dispuesta a las decisiones rápidas y la instantánea, Coppola construye un fascinante retrato plural de Buenos Aires, vibrante y exaltado en ocasiones, cálido y cómplice en otras. Las visiones urbanas de estos tres fotógrafos se relacionan con dos modelos principales de representación de la ciudad, predominantes en la fotografía moderna internacional, que hemos denominado como: uno, el modelo ciudad-construcción; el otro, el de ciudad-escenario. Con la representación protagónica de las edificaciones y la trama urbana se relaciona el modelo ciudad-construcción. En él se enfatiza el aspecto de la ciudad en tanto hecho de modernización urbanística y constructiva, según principios geométricos y subrayando, con los recursos físico-químicos inmediatos de la técnica fotográfica, las líneas, las formas y los volúmenes. De ahí su decidido talante formalista. A él corresponden imágenes específicas de los cuerpos de trabajo de Tina Modotti y, más abundantemente, de Horacio Coppola. En el modelo de representación fotográfica ciudad-escenario, el ámbito público de la ciudad funciona como emplazamiento donde se produce un sucedido humano: ya menudo, ya de amplia repercusión, es decir, como contexto de prácticas de los agentes sociales. Con frecuencia, aunque no de manera obligatoria, estas prácti-

Grete Stern. Entre muros, Buenos Aires, 1936

cas tienen características específicamente urbanas. Se trata de un modelo que permite una gran variedad discursiva, como lo demuestran las diferencias entre las imágenes de Modotti, Álvarez Bravo y Coppola que se inscriben en él. En las de Modotti, para decirlo reducidamente, la ciudad es el escenario del proletariado y, más extendidamente, sitio donde se manifiestan las contradicciones sociales del capitalismo, según los presupuestos ideológicos de la autora. En las de Álvarez Bravo, un espacio donde los hechos cotidianos de la vida alcanzan su posibilidad poética. En las de Coppola, el lugar por antonomasia de la versátil vida pública moderna. Con las refinadas percepciones de caracteres y hechos urbanos que materializaron en sus fotografías, tanto Modotti, Álvarez Bravo como Coppola participaron en la elaboración de los imaginarios modernos relativos a las ciudades masificadas donde actuaron. Al convertir a la ciudad en objeto de sus invenciones, dieron a estos imaginarios modos específicos de visibilidad representacional, es decir, los constituyeron en acontecimientos de la mirada atravesados por los deseos, alcances y contradicciones contenidos en ellos.


Reseñas

Elizabeth De Jesús Espinosa Serie Ciudad, Cloaca 22 x 29 cm 2012

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Di su nombre de Francisco Goldman

Editorial Sexto Piso Premio Fémina 2011 al mejor libro traducido en Francia

“E

n 2005, el novelista y periodista Francisco Goldman se casa con una radiante y joven promesa de las letras mexicanas, Aura Estrada. Poco antes de su segundo aniversario de bodas, Aura sufre un terrible accidente nadando en las playas de Oaxaca y muere en un hospital de la Ciudad de México. Devastado por la pérdida, la familia de Aura lo culpa de su muerte. Goldman se sumerge en una espiral de dolor, entre los remordimientos por lo que fue y el anhelo de lo que ya no sería “

Contraportada del libro Una crítica en la sección cultural del periódico español ABC y la consideración de “excelente novela” por un locutor de un programa de radio, motivaron mi interés por esta obra. Mentiría, si no confesara que la fotografía de la portada del libro me sub-

yugó de tal manera que no pude resistir la tentación de comprarlo al instante. La imagen de dos personas caminando juntas de la mano mientras se proyecta su sombra en los adoquines de la calle, me estremeció. No vemos sus caras, solo el talle, las piernas, y el bolso de ella que asoma tímidamente en una esquina. No fui capaz de iniciar el texto sin pensar como afrontaría yo la perdida del hombre que amo. La reflexión personal condicionó la lectura y, sin querer, viví el duelo del autor en nombre propio…como si fuese la crónica de una muerte anunciada. Una lectura cruel y didáctica que me ha enseñado a valorar el rasgo oculto de una relación amorosa; los detalles de la vida cotidiana que no valoramos, hasta que el otro sucumbe y se desdibuja en el recuerdo. Francisco Goldman lava su pelo con el champú que usaba Aura Estrada. Recorre las calles de New York que ella cruzó al ir a la universidad. Y regresa a París para visitar la clínica de enfermos mentales que ella debía narrar en su futura novela. Se masturba imaginando el fantasma de su amada. Y todo lo que le sirve para recordarla, para evocar su nombre, aparece en sus escritos, sus vestidos, sus cremas, en la personalidad de su madre, o en el hombre que la abandona de pequeña, su padre. En la novela no podemos obviar la importancia de la figura materna, encarnada en Juanita, una mujer que denuncia a Goldman culpándolo de la muerte de su hija. Una madre que se apropia de las cenizas de Aura negando al marido el derecho a participar en el funeral. El autor, en la página diez del libro, describe la relación entre los tres de la siguiente forma:

Ángels Martínez

Ángels Martínez


Aura Aura y yo Aura y su madre Su madre y yo Un triángulo de amor-odio o qué sé yo Mi amor ¿de verdad está pasando esto? Où sont les axolotls ?

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New York, México DF, o la playa asesina de Oaxaca, serán los escenarios culturales que enmarcan la vida de los protagonistas, antes y después de conocerse. El autor reconstruye la biografía de su amada en México como un puzzle en el que encaja su diario personal, las conversaciones con lo amigos o la dependencia hacia la madre.El anhelo por conocer cualquier detalle de la vida de su mujer le obsesionará hasta el final.


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El último comunista de Miami de Diego Fonseca

Suburbano Ediciones LLC

M

iami es la ficción perfecta, una ciudad que se reinventa con cada oleada de inmigrantes ya sea que provengan de Latinoamérica o de cualquier otra región de los Estados Unidos. Es una ciudad cuya paternidad la reclaman muchos y a la vez no le corresponde a nadie, porque acaso dada su población volátil no ha conseguido todavía formar comunidad. En su libro El Último Comunista de Miami, una edición revisada de su libro South Beach ahora bajo el sello Suburbano en formato ebook, Diego Fonseca nos presenta una colección de siete relatos, de los cuales tres tienen como escenario común una ciudad que todavía evoca luces de neón pastel y el cliché de un Miami Vice donde la forma es tan importante como el fondo. El primero de ellos, que abre el libro y da título al mismo, nos muestra a un grupo de

banqueros “caídos en desgracia” como consecuencia de la burbuja hipotecaría de la que ellos mismos fueron arquitectos. Con una buena dosis de humor e ironía Diego Fonseca pone en labios de uno de ellos“Mario dijo una vez -en sus raras bromas trascendentes- que nos veía como una especie de Ejército de Salvación y a Wall Street como a la Cruz Roja. En condiciones normales dar crédito sin referencias, avales y garantías era la ruta segura del despido. Pero nosotros nos la pasamos entregando dinero con alegría juvenil.” Todavía al día de hoy vemos las consecuencias de esta “repartición de la riqueza”, acaso más sincero sobre su papel en la economía será el protagonista del cuento Bananas para monos donde lo que distingue una “transacción” de autos de lujo será el posible uso de la violencia. En Una buena y sana sopa de pollo encontramos a ese Miami fragmentado que mencioné arriba, que se resuelve en un pasillo de supermercado bajo la lupa de la doble moral conservadora. Abercrombie & Punk es quizás uno de mis relatos favoritos me recordó la literatura marginal de la que en ocasiones hace referencia el escritor mexicano Heriberto Yépez y en la frase final encuentro el común denominador de los personajes de estos siete relatos que se antojan leer bajo la tenue luz de un bar: “No hay tumba del punk de doble apellido, ni polvo. Su triunfo, como ha de ser, es la derrota.”

Omar Villasana

Omar Villasana. (México, 1972) Ingeniero biomédico de profesión es miembro del consejo editorial y Director de Publicaciones Digitales de la revista Nagari desde 2010. Desde 2013 edita la revista digital Nagari. Poemas, ensayos y cuentos suyos han sido publicados en el tabloide de Literatura “Roja Turbación” (2009) así como en el blog de Proyecto SETRA. @arboldetuolvido • http://arboldetuolvido.tumblr.com/


Omar Villasana. (México, 1972) Ingeniero biomédico de profesión es miembro del

Omar Villasana

consejo editorial y Director de Publicaciones Digitales de la revista Nagari desde 2010. Desde 2013 edita la revista digital Nagari. Poemas, ensayos y cuentos suyos han sido publicados en el tabloide de Literatura “Roja Turbación” (2009) así como en el blog de Proyecto SETRA. @arboldetuolvido • http://arboldetuolvido.tumblr.com/

Papyrus de Osdany Morales

Sudaquia Editores

“E

l centro es inmóvil, pero minúsculo. Todo se va, pero también se queda.” Es el salvoconducto para entrar al laberinto de Papyurs de Osdany Morales, una Biblioteca con una cantidad de libros infinita (siete) como diría “el Gran Masturbardor.” Osdany entra y sale con mordaz facilidad en los juegos Borgeanos en este libro que también pudiera ser como el azul tornasol de los pavorreales, y que el propio autor acota como un texto que se vuelve asimismo, como un perro que busca morderse la cola. El protagonista de Papyrus es el lector-escritor que decide recorrer las Siete Bibliotecas del Mundo, pero no las icónicas como pudiesen ser la de Alejandría o la del Congreso sino esas que uno mismo va trazando en la cartografía de la existencia. “…hay un primer libro que se escribe desde el tiempo ocupado, el sostén ajeno o el hambre.” Osdany se lanza a un recorrido aleatorio donde la condición para permanecer en cada destino es entregar una obra que el propio visitante ha escrito, por consiguiente, cada Biblioteca es un Libro entretejido a través de las historias que se narran en el camino.

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La lectura de Papyrus me evocó el instante en el Teatro cuando para el espectador el actor se transforma en el personaje y uno se deja vencer por la ficción. Ya se ha dicho que la ficción es más exigente que la realidad pues está obligada a transpirar verosimilitud, con agilidad pasé de un escenario italiano del medievo, a las notas al margen hechas a un relato de un novelista ruso del siglo XIX y de vuelta al tiempo actual. En todo caso, a mi juicio, existe en este texto una pausa, un intermedio en El Libro de los Contemporáneos que por su tono ensayístico me pareció una digresión dentro de la ficción, como un pasadizo para llegar al Libro de la Fama y retomar el hilo del relato bajo el velo de los bankai (poderes sobrenaturales) heredados del anime al aplicarlos a diferentes escritores, “el de Bukowski: una máquina de escribir abandonada en una zanja por la que corre el agua de la lluvia arrastrando hierbajos, servilletas obscenas, muñecas mutiladas [...] El de Bolaño: él mimso, Roberto caminando a su oponente, atravesándolo cabizbajo como si el otro fuera un fantasma que nuestro guerrero no pudiera ver [...]“ El mundo (o quizás uno mismo) es La Biblioteca, parece decirnos Osdany Morales, el truco consiste en descifrar cada volumen que se nos ofrece. “imaginé que la biblioteca municipal de O City, si la tuviera, sería de espejos y los libros habrían de ser también ilimitados. Sus historias tendrían un solo personaje multiplicado en lustrosas perspectivas.” En el diálogo que el protagonista entabla con Las Parcas y en la reflexión sobre su último texto Papyrus que le da nombre a su obra, encontramos la definición (o estado final) de su biblioteca que yo resumiría en estos versos: Pero si la mirada persiste, la mirada que alimenta tu memoria, tu memoria será mi biblioteca.


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Bariloche de Andrés Neuman vestuario de ambos identificaba trabajos de baja cualificación laboral: un traje fluorescente para el basurero y un mono blanco para el pintor de brocha gorda. La comparación consciente entre el personaje de ficción y el hombre de carne hueso movió en mí el respeto ante el texto que devoré en tres días. Demetrio, el Negro, Verónica, el mendigo de Tacuarí, el Petiso… personajes de la novela a los que intenté buscar su alter ego en la realidad lúgubre de la ciudad en la que trabajo: Badalona.

Editorial Anagrama Finalista XVII Premio Herralde de Novela, 1999

E

l libro de poemas “No sé porqué/ Patio de Locos “ yace virgen en un armario, protegido por el papel de seda azul que Él desgarrará el día de su cumpleaños. Le gusta Neuman. Recuerda aquella antología de Hiperión y el arranque del poema “El tobogán”. Ya comienzo a notar/ una aceleración ajena de los años/ No digo que presienta la vejez/ -aunque la veo-/…/ para ir al encuentro del hombre que me espera/ familiar, con los brazos abiertos. Bariloche. Novela que fue finalista del Premio Herralde de Novela en el año 1999. Augurio de un gran escritor: Andrés Neuman. Descubierta en abril del 2013 por una mujer ajena al panteón de los escritores consagrados y adicta a los personajes sin futuro. Leí Bariloche mecida por el vaivén de un metro obscuro por el que deambulaban zombis urbanos que todavía conservan el privilegio de ser productivos: especie en peligro de extinción. Demetrio Rota, el protagonista de la novela tenía cierto parecido con el hombre de mediana edad sentado frente a mí. El

Bariloche versus Badalona. La lectura de cualquier libro nunca es ajena a la realidad que nos circunda y yo me enfrentó cada día a la desesperanza de hombres y mujeres a los que corroe la pobreza y el desempleo. Personas que describirían la importancia de tener un empleo como lo hace El Negro, el compañero de trabajo de Demetrio: “El laburo es lo más importante queay cinco veces por semana, sí señor porque al final lo que te da de comer es eso, no es ni la siestita los domingos ni el fulbo ni la familia, y además resulta quellos son los primeros queay que alimentar” Leí dos veces este texto pensando en Antonio Flores, gitano, padre de tres hijos, sin trabajo. Los dos dirían lo mismo con leves matices lingüísticos y culturales: “El curro es lo más importante porque mire usté es lo que te da de comer y sin eso estás vendió porque un hombre que no da de jalar a su familia ha perdio el respeto”

El Negro y Antonio Flores

(….) Neuman es un observador” fino” de la fauna humana que habita en una ciudad y

Ángels Martínez

Ángels Martínez


una muestra magnifica es la descripción del mendigo de la calle Tacuarí: “El viejo-bien es cierto- no olía a agua de rosas; la raída tela de su gabardina despedía un polvo condensado por la humedad, esa ligera ceniza blanca que es el aliento de la gran boca del tiempo “ Si miran, sin ofender, a los “sin techo” que dormitan en las sucursales bancarias descubrirán laceniza blanca que les mostrará que esos hombres tuvieron un pasado y vivieron otros tiempos. La descripción sutil de Neuman recupera la dignidad de unos hombres condenados al ostracismo. (…) ¿Quién no ha visto a una mujer “de mediana edad y aspecto de renuncia”? Yo entrevisté a una desempleada hace dos semanas. Una mujer de 57 años que malvive con una ayuda de 432 euros mensuales, mantiene a su hija y nieto y nadie la contrata porque “soy una vieja triste”. (…) Neuman me ha devuelto la curiosidad por saber qué vida han tenido las personas que entrevisto a diario. Cuando les miro recuerdo detalles del pasado de Demetrio Rota, el basurero, pienso:

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• ¿Sueñan todavía con su amor adolescente? • ¿Habrán tirado piedras en un lago? • ¿Tienen un lío con la mujer de su compañero de trabajo? • ¿Desearán suicidarse? La semana pasada observé al hombre que acababa de entrevistar y me estremecí. Un pensamiento negro cruzo por mi cerebro y pensé que podría quitarse la vida con la misma naturalidad que lo hizo Demetrio. Si leen esta burda reseña pueden pensar que Andrés Neuman se merece una crítica erudita que valore todas las virtudes de su novela. Lamento la vulgaridad de mis comentarios pero sé que continuaré leyendo a este escritor porque, gracias a su novela y a sus personajes, he recuperado la humanidad en relación con los parias de esta sociedad injusta. Las personas que nos dedicamos al trabajo social nos cubrimos con el caparazón de la distancia para no sufrir en exceso las situaciones dramáticas que nos explican a diario.


Canción errónea de Antonio Gamoneda

Tusquets editores Premio Cervantes 2006 Colección Nuevos textos sagrados. 2012

A

ntonio Gamoneda nace en Asturias (España) en 1930 pero se considera leonés. Vivió desde su tierna infancia en la capital del reino castellano, León. De pequeño sufrió la represión franquista a través de sus ojos “veía pasar a los presidiarios de tres en tres yendo hacia el penal de San Marcos…yo me agarraba a los palotes del balcón y sentía un frío profundo en mis manos… nunca vi que regresaran por la misma calle de vuelta” y se afilió al Partido Comunista. Es capaz de enamorarse de un cuadro de su amigo Jorge Pedrero, que se suicidó, y salir en el poemario El libro del frío su personaje: el vigilante de la nieve sobre uno de sus lienzos. Puede mirar con buenos ojos un libro de Dioscórides del siglo I, que a través de una traducción en el siglo XVI de Andrés Laguna cae en sus manos en forma de facsímil, y reinterpretar esta obra como un texto poético partiendo del lenguaje arcaico. O ser crítico, con quienes confunden la temática de denuncia social en los versos y

no entienden que, lo revolucionario, reside en la transformación del lenguaje. “La poesía no ha cambiado el mundo” dice en una entrevista de TV de Castilla. Todo en este poemario es una fiesta para los sentidos entre triste y llena de sorpresas sobre “la visita” de la vejez y el frío a su vida. El amor, el sufrimiento, lo imaginario, o la injusticia son temas recurrentes del escritor. Así como la construcción de una cotidianidad imposible y, real al mismo tiempo, que hace de su poesía un objeto único, con una música propia, y con un papel exclusivo. Él mismo define Canción errónea como una reunión de conjunciones en su introducción no registrada en el sumario. Luz, Otras luces, Límites. Imposibilidades, Insistencias. Contradicciones, Fiestas fúnebres, Causas ciegas, Extravíos, Causas lingüísticas, Indiferencia, Negaciones, Olvido, Ira, Agonía, Madera, Poemas con nombre, Pérdidas En Canción errónea los sujetos del poema, a veces, pueden alternarse entre los animales y los humanos Ha venido a nosotros una serpiente ciega Ya nadie ama ni sonríe El poeta es un fotógrafo único. Como ningún poeta de su generación – la generación española llamada de los cincuenta: Barral, Gil de Biedma, Goytisolo, Hierro, Ángel González, Caballero Bonald, Valente…- lo ha sido a la hora de crear imágenes. Utiliza una cámara de lentes bifocales para captar la suciedad y la luz que le atrae en gran medida en distintas lecturas alternativas. Un

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Eduard Reboll

Eduard Reboll. Barcelona,(Catalunya) es licenciado en Lengua y Literatura Española por la Universidad Internacional de la Florida Summa Cum Laude y Master en Spanish Journalism por FIU. En la actualidad es Editor de Contenidos en la Revista Nagari y trabaja como curador de arte independiente para varias instituciones (CCE, MDC, Books and Books). Ha publicado sus poemas, así como algunos ensayos críticos sobre cine, arte y literatura en diferentes revistas y blogs. ( El Proyecto Setra, Tumiami, Telaraña, Encuentros, Arte al Día y Nagari). La lírica del crápula y La mujer de Brickell, inédito, sobre la poética que encierra Miami, son sus últimos libros.


basurero que no arrastra necesariamente el carretón de inmundicia hacia el vehículo, sino que la recicla allá mismo donde la encuentra para que veamos su resultado. Atento a la realidad, se regocija en la que encuentra en su camino con sumo detalle. Esta hermosa “mierda” que en sus palabras la convierte en belleza convulsa. Piso la luz sobre los vertederos de Cantamilanos. Vienen las moscas hambrientas. Liban en el algodón sangriento de los hospitales Veo… La sensualidad es también una de sus retóricas que a menudo consigue, colocándonos frente al sujeto como si estuviéramos en aquel mismo momento en una butaca

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de cine. Fíjense en estas imágenes de mujer, tan románticas –nunca mejor dicho. Ponen al espectador en primera fila para palpar la piel femenina ante un escenario impregnado de naturaleza y sufrimiento… Tu desnudez hiende los manantiales. Ardes y, en torno a (ti, giran las palomas. Tú ciega de luz, dame tu extravío, ven Liba en mis llagas. Canción errónea es lo más acertado de él, no porque sea lo último sino porque en este libro se congrega toda su música poética: la que armoniza el lenguaje en el cual se sustenta, su eterno paisaje leonés, su temática, y la que nos sorprende en ciertas partituras por los venenos visuales que destila.


Artistas que ilustran este número de Nagari Blanca Beatriz Caraballo (Bettina) Nació en Guayos, Sancti Spiritus, Cuba en 1969, estudió educación ar-

tística en el Instituto Superior Pedagógico: Enrique José Varona en La Habana, Cuba. En 1991 se mudó a Miami, USA donde continuó sus estudios en Miami-Dade College y la Universidad Internacional de la Florida. Ha formado parte del colectivo femenino de artes plásticas W-10 y de Proyecto Setra y la revista Nagari desde su fundación. Ha participado en numerosas exhibiciones de pintura, libros de artista, entre otras disciplinas plásticas. Actualmente comparte su tiempo en sus dos pasiones, las artes plásticas y la literatura.

Edgar Nano Sánchez. Artista plástico y Poeta. Colombiano, residente en Miami, FL. Trabaja con LMNT Gallery y

otras Galerías de La Florida. Ha expuesto su trabajo desde 1980, en Colombia, Alemania y los EU. Desde hace 20 años enseña Técnicas de Dibujo y pintura en su propio taller. Tiene un libro inédito de poesía: “Teoremas humanos”.

Eumelia Castro. Venezolana, Publicista y Diseñador Grafico dedicada a la pintura, actualmente reside en Miami.

“Mujeres en el Arte” en el Museo de las Americas en Miami durante el mes de Marzo del 2013 como invitada especial fue su última exhibición . eumelia.artstudio@gmail.com • www.eumeliacastro.com • Eumelia Castro-Artists

José Tonito Rodríguez nació en La Habana, Cuba en 1961, emigrando a los Estados Unidos en 1978 y donde vive actualmente con su esposa. Graduado con una Licenciatura en Artes Visuales de la Universidad Internacional de la Florida en 1997, Tonito comienza su carrera artistica como fotógrafo profesional y luego como artista plástico. Su carrera comercial consiste entonces en fotografiar arte para las galerias y museos, así como una cantidad considerable de artistas importantes. Esta dosis ecléctica de arte creó una poderosa influencia en la experimentación de José Tonito quién lo alejó del dominio de la fotografía y lo llevó hacia un inexplorado e interesante medio artistico. Este medio, basado en el uso del papel fotografico , tintas de color y un muestrario de técnicas nada convencionales, le dá a su arte un enfoque orgánico único que solo podría ser reproducido usando una camara fotográfica. Sus trabajos han sido expuestos en el Southeast Museum of Photography and the Art Center South Florida, así como en el Museo Colonial de La Habana y la Fundación Ludwig de Cuba entre otros. • www.josetonito.com • jtonito@aol.com Juan Javier Hernandez «Javh». Artista y Creador visual, reside en Miami. Su trabajo Artístico tiene facetas como la Música, desde el Rock Metal hasta la música electrónica y la llamada Ambient Music. En su faceta visual se encuentra el Dibujo, la Fotografia y El Cortometraje, también escribe poesias, pensamientos, cuentos, y lo que sale del alma. javier@lemonsmedia.com • jjhh71animal@yahoo.es • avhfilm@gmail.com

Leda Almar. Artista plástica. Reside en Weston, FL, donde tiene su studio y dicta talleres y seminarios de arte y pintura. La figura humana es el pilar de su obra, en donde los temas fuertes y los sectores marginados de la sociedad son protagonistas. ledaa@hotmail.com • www.ledaalmar.com

Isabel Muñoz. Nace en Barcelona en 1951. Fotógrafa española, vive y trabaja en Madrid desde 1970. A los veinte

años, se traslada a Madrid y en 1979 decide hacer de la fotografía su profesión, matriculándose en Photocentro. Entre sus exposiciones individuales destacan las realizadas en el Centro Cultural de la Villa de Madrid (2006), el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana (2006) y la Casa de América de Madrid (2007). Se han editado múltiples libros sobre su obra, entre los que destacan Parade Nuptiale; María Ilusión; Figures Sans Visages (Figuras sin cara); Rome, l’invention du Barroque (Roma, la invención del Barroco) e Isabel Muñoz, en la colección PHotoBolsillo. Su obra se pueden encontrar en la Maison Européenne de la Photographie de Paris, el New Museum of Contemporary Art, de Nueva York, el Contemporary Arts Museum de Houston o en colecciones privadas. A lo largo de su amplia carrera ha sido premiada con: la Medalla de Oro en la Bienal de Alejandría en 1999, el 2º premio de “The Arts Stories” en la 43ª Edición do World Press Photo por “Chines Martial Arts Training” , el 3º Premio “Portraits Stories” en la 48ª Edición do World Press Photo por “The Surma people of Etiopia”, publicado por El País Semanal, el Premio Bartolomé Ros en PHotoEspaña 2009 y ha recibido la medalla de oro al Mérito en las Bellas Artes en 2009. También ha obtenido dos premios World Press Photo.

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Visuales

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Cuentos a la orilla Ucayali Lo primitivo y lo infantil desde el río En 2007 Joaquín González viaja por primera vez junto con su amigo el pintor José Bedia a la selva amazónica de Perú. El contacto con la población autóctona y las experiencias con distintos chamanes, permitirá abrir una nueva mirada a su obra. Desde aquel momento se fundirá el mundo esotérico e iconográfico de su querida Habana, con el primitivismo aprehendido en culturas de la selva como los ashánincas del alto Ucayali. Los dibujos de esta serie muestran un estilo muy ligado a lo que serían las pinturas rupestres. Pero con una salvedad: el soporte es el papel y la sangre de animal es sustituida por la tinta y un estilete de caña. Sus líneas son rápidas y quebradizas en el trazo. Sus personajes parecen salidos de los cuentos infan-

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Joaquín González

Joaquín González. Cuba 1957 – Obtiene una trayectoria en el grabado español junto al maestro Bonifacio Alfonso, quien tanto lo ayudara en su estancia en Madrid. Carlos Saura, Oscar Manesi, entre otros, también estuvieron a su lado. En los Estados Unidos funda en 1999 Ediciones Malgón y, se acercan a él, personalidades como Umberto Peña, Antonia Eiriz, José Bedia o Tomás Sánchez. Con ellos se sitúa al nivel más destacado entre los maestros impresores contemporáneos en Miami. Su obra mantiene aún, en su desarrollo pictórico, una rara unidad de estilo. Sus temas cambian; la figuracion se desnuda y viaja a espacios mágicos sobre el papel. El color plano desaparece entre grises y manchas texturadas.... Aún así, es evidente que esos teatros animados y espeletes pertenecen a un mismo creador. edicionesmalgon@yahoo.es


tiles: sostienen cabras con un solo brazo que recuerdan al mago del circo frente a su audiencia. Otras, levantan peces enormes de río con dos manos, o se ubican en sus aletas como si practicaran esquí acuático. A veces, estos caracteres vuelan sobre un cielo blanquecino como si fuesen cometas perdidos en el aire. Hay un ciempiés de diez patas en forma de dragón en busca de escenario. Y hasta puede relatar algo tan lírico, como el encuentro de una serpiente al lado de una mujer que lleva a su hijo de la mano. La representación humana es una mezcla de homínido con cabeza de oso hormiguero. Y los animales surgen de un bestiario propio, con la sutileza que da su expresionismo arcaico que recuerda, en algún punto, las pinturas prehistóricas de Altamira o de cualquier cueva andina. Los viajes son encuentros. Los viajes de Joaquín pasan por hallar el interior de todo aquel que se cruza: la geografía humana de las aldeas donde se hospeda, el paisaje selvático que recorre, o la propia fauna que descubre, son la base de su obra narrativa. Una labor de investigación y su experiencia plástica de años, dan testimonio de una sensibilidad muy privada para contar estos mundos imaginarios tan particulares y lúdicos a la vez. ER

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Pablo Monteagudo. Nace en Buenos Aires en el año 1974, en el año 2001 ingresa al Instituto

Pablo Monteagudo

Universitario Nacional de Arte (IUNA) hasta el 2003. En ese mismo año comienza a concurrir al taller del Artista Plástico Martín Riwnyj y luego al taller de Esteban Rivero hasta el año 2007, en estos adquiere conocimientos de dibujo y pintura. Participa de varios concursos de arte ganando diversos premios y menciones.

Mismo mundo, otros mundos

Avisame si te gusta, 35 x 25 cm, mixta sobre papel, 2013

¿Cómo miramos a nuestro alrededor? ¿Le miramos los ojos a las cosas? Todas las cosas tienen ojos. Todos los elementos del Universo nos atraviesan. La hendidura en la piedra también es mirada, se origina en el surco terroso, así el paso del tiempo va horadando la roca. La vejez se perfila en el sembradío perecedero del cuerpo y los ojos se achican a la vista, los parpados caen, pero se profundizan en la sabiduría que atrapa la cercanía de la muerte. “Miro a fuera a ver si estoy” Intricado mapa, el rostro de un hombre viejo, con el brillo tardío de algunos sueños no resueltos, con la luz mansa de haber visto demasiado, con el descanso reseco en la yema de los dedos.

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157 ¿Dónde esta el reposo y el sosiego, hombre viejo? Quizá en el dolor de un mundo que te abandona, en una juventud que muchas veces da la espalda. Inhóspito regazo para el descanso. Hombre viejo surcado, mil veces atravesado, pero detrás de los párpados tal vez la buenaventuranza de lo vivido, la belleza de haber visto.

No hay espejo para el alma, 35 x 25 cm, mixta sobre papel, 2012

Como un silencio, 35 x 25 cm, mixta sobre papel, 2012

¿Por dónde transita el mundo de hoy que ha perdido el sentido de la mirada? ¿Cómo puede ser que el hombre haya dejado de ver los ojos del hombre? ¿Cómo puede ser que hayamos dejado de mirar…? Y la eterna paradoja del alma anida en la dulce mansedumbre de los perros callejeros de puros ojos dilatados en la miseria y en la soledad, de aquellos a quien nada les preocupa la vida, cueros sarnosos, cuerpos raquíticos y colas bamboleantes que persiguen felices las manos donde suenan los dedos! un silbido! Vení perrito! Y seguí de largo, estás sucio, hambriento y sos el apéndice evidente de un individuo al que dejó de importarle el hambre del mundo: un niño, un viejo, un perro…


Entonces, ¿Cuál es la felicidad de este hombre que no encuentra su lugar? Y se busca inexorablemente un sitio donde verse: un celular, un monitor, una charla con un desconocido, el consumo, lo anónimo, la rebeldía camuflada, el aire envenenado, la guerra; las manos que apenas alcanzan a reflejar las sinrazón de búsquedas infructuosas ,de esas que a nada nos llevan. ¿Dónde estás hombre? ¿Hacia dónde volaron tus interrogantes? ¿O estás tan vacío-vencido que ya no buscas? ¿Es tan visceral tu abulia que estás escondido detrás de vanas justificaciones que el mundo te aporta para borrarte la mirada? Las manos del hombre penden al costado de su cuerpo, como si la travesía por la vida estuviese significada sólo en el afuera; “lo que sea que es todos somos iguales” ¿Pero ante quién? Para estas miradas sin ojos hay alguna trascendencia? ¿Somos más allá de nosotros mismos? ¿o estamos hablando de lo intangible? Y tanto nos hemos des-dibujado que nos hemos hecho in-visibles, in-tangibles para los otros. No vemos ni nos ven ¡qué irremediable soledad! He abierto multitud de ventanas como un increíble palomar agazapado de ojillos que se esconden, plumas que emigran en la atmósfera… a través de estos hombres sin ojos que miran camuflados, de estos viejos surcados, he visto llena de una dulce melancolía y una angustia lacerante el sensible vuelo de un ángel testigo del inexorable vacío del hombre despoblado. De lo intangible estamos hechos. Como fraccionados en infinitos puzzles nos vamos perdiendo unos a otros, unos con otros! Perdimos la misericordia al no mirar la otredad, al no mirarnos a los ojos. Somos también nosotros bestias de miradas pérdidas y tristes buscadoras de amor. Por algún camino oculto misterioso ancestral y lleno de milagro el artista como un mago achacoso y un demiurgo eterno nos permite acceder a lo perdido. Somos “de lo intangible” y a lo intangible arribamos! El artista una vez más nos ha mostrado el mundo y el mundo después el mundo. Graciela Becco Buenos Aires, marzo de 2013

El engaño no te hace feliz 100 x 70 cm óleo sobre tela - 2012

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Miro hacia afuera a ver si estoy, 110 x 80 cm - 2013


Luján Candria. Artista multidisciplinaria cuya obra transita diferentes medios, centrándose en los

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Luján Candria

últimos años en la fotografía, el video y la pintura. Se graduó en la Escuela Nacional Bellas Artes de Buenos Aires y en la Escuela Nacional de Cerámica. Estudió Informática Musical Aplicada en Fonorama y Edición de imagen en Mac Training Center (UNTREF). Sus obras se han presentado en festivales y eventos internacionales y en numerosas muestras individuales y colectivas. www.lujancandria.blogspot. com

Fotos de la serie Hogares encendidos

¿Quién no ha sentido alguna vez, en la complicidad de la noche, la secreta fascinación de espiar, a través de una ventana, esas escenas cotidianas y ajenas que la luz de una lámpara prodiga? ¿Qué es lo que transforma las capturas curiosas de Luján Candria en arte?


En síntesis, lo que observó un testigo cuando vio por primera vez en una discoteca las fotos de Nan Goldin: la artista ha convertido la mera circunstancia en significado. Son varios los pasos de esta alquimia. En primer lugar la luz. Como en la pintura barroca, una fuente de claridad descubre algo que sucede en medio de la sombra: la fotografía se presenta entonces como epítome de aquel estilo que en el siglo XVII abandonó la esencia por el acontecimiento, la totalidad por la parte, el razonamiento lógico por la empatía emocional. En segundo lugar, la construcción compositiva. Sin perder su singularidad fragmentaria, cada escena forma parte de una fotoinstalación que rememora la sintaxis reticular de las ciudades. Si cada una de las fotografías nos revela un eslabón de un guión inaccesible (las vidas de los otros), su palpitar simultáneo muestra, como en un microcosmos, las incontables exis-

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Fotos de la serie Hogares encendidos

tencias que componen cada segmento de realidad. Un momento exacto de una constelación, un mapa de relaciones entre órbitas que, un segundo después, será distinto. La obra conjuga la serenidad de la belleza y el vértigo de la multiplicidad. Se ha afirmado que, por su condición indicial, la fotografía puede, más que otros medios, atestiguar la cualidad de una mirada. También se ha dicho que las fotografías pueden ser ventanas abiertas al mundo o espejos del interior de un artista. A la mirada recolectora e inquisitiva que recorre la ciudad, Luján Candria contrapone, en sus videos, otra, introspectiva, detenida, donde las luminarias se difuminan al compás de una música, de un tiempo que se ahonda en la infinitud de un instante. Valeria González Universidad de Buenos Aires


Rafael López-Ramos, Cuba, 1962. Artista visual, graduado de la Academia San Alejandro, La Haba-

Rafael López-Ramos

na, 1985. Sus más recientes exposiciones, personal y colectiva, son Wonderland, 17 Frost Art Space, New York, 2012, y Stealing Base, The 8th Floor, New York, 2013. www.lopezramos.info

Bienvenido al País de las Maravillas

De esta forma el mundo pierde momentáneamente su profundidad y amenaza convertirse en una piel brillante, una ilusión estereoscópica, una avalancha de imágenes fílmicas sin densidad. Pero, ¿es estonces una experiencia terrorífica o estimulante? Fredric Jameson. El posmodernismo o la lógica cultural del capitalismo tardío. Ya no es una sorpresa. Ya no somos esa criatura renacentista situada en medio del mundo y dueña de su destino. Ese hipotético ser se ha escapado. Vivimos perseguidos por espejismos culturales que dictan nuestros sueños, deseos y quimeras. Asustados por el sentido de lo final, hemos sido abandonados a nosotros mismos y aquí

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Honey, Ceci N’est pas du Miel, 2011, acrylic and latex on canvas, 41½” x 47”.


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Golden Trap, 2011 acrylic, collage and object on canvas 24” x 30”.

estamos, cómodamente sentados al borde del abismo, viviendo en pos de la pantalla plana de última generación. Sin embargo, todavía se puede sentir, profundamente arraigada en nuestro interior, esa nada que nos recuerda que alguna vez tuvimos vida. Rafael López-Ramos (Cuba, 1962) siempre ha estado interesado en la deconstrucción de la falacia ideológica oculta tras la virulenta estrategia del “pan y circo”, tan cara a las sociedades occidentales. Su actual serie Wonderland se apropia de iconografías procedentes del mundo de la publicidad que el artista entreteje en exuberantes palimpsestos de significado. Betancourt Helps the Brewers (The POLIsexyGONS Suite), 2011, acrylic and collage on plywood, 12” x 29”.


La recurrencia a la figura femenina en esta serie es crucial. Haciéndose eco de la larga tradición de la mujer como objeto de deseo, tanto en las Bellas Artes como en la industria del entretenimiento, López-Ramos crea un interesante contrapunto entre la alta cultura y la de masas. Estas engañosas Madonnas, la mayoría de ellas en medio del éxtasis y suspendidas sobre fondos abstracto-expresionistas, nos invitan a rendirnos a un dudoso mundo de placeres fáciles. En Wonderland, no hay jerarquías. Los objetos más inocuos –iconos de nuestra vida diaria- conviven con héroes, políticos, y dragones legendarios, entre otros, todos ellos amalgamados en un pastiche exuberante que encarna nuestra sociedad contemporánea. Esta idea se ve reforzada por el uso del collage y la incorporación de objetos encontrados (en su mayoría envases y etiquetas de bienes de consumo) que actúan como un detonante lúdico.

Time to Stop and Smell the Roses, 2013, oil, acrylic, marker and collage on vinyl and masonite; 25 ½” x 31 5/8”

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White on White (Female) on White (Lined Paper) (The POLIsexyGONS Suite), 2011, collage, acrylic, eggshell acrylic, and varnish on plywood, 15” x 22”

American Burka (The POLIsexyGONS Suite), 2012, acrylic, collage and fabric on plywood, 15” x 253/8”

La ironía y el kitsch son los dos principales recursos que provocan el pensamiento en esta serie. La burlona aproximación de López-Ramos, está profundamente arraigada en el extendido sentimiento de decepción y decadencia que la gente común experimenta en nuestro mundo globalizado, donde la confianza y el sentido de futuro devienen una ilusión.. Janet Batet Verano de 2012


Guillermo Portieles

Guillermo Portieles. (La Habana 1963) Reside y trabaja entre Tampa y La Habana. Desde el

punto de vista poético la trayectoria de su obra articula, en función de los intereses discursivos, una gran variedad de elementos de expresión pictórica. En las obras de finales de los ochenta, la neo abstracción ejerció una gran influencia en sus pinturas y dibujos, donde el autor profundizaba en la relación sujeto objeto. En la década de los noventa, tanto en la pintura como en el dibujo pero también en los objetos que incorpora a su producción artística, la poética neo abstracta comienza a experimentar transiciones hacia territorios de la neo figuración y el pop, coincidiendo con un giro hacia la problemática político social identificada a la frustración del proyecto utópico de la revolución cubana. Entrado en los años 2000, Guillermo Portieles, desarrolla una serie de instalaciones donde el drama de la inmigración cubana hacia los Estados Unidos, así como el conflicto entre nacionalidad y cultura que surge del proceso de integración de esta población inmigrante al sistema capitalista, cobran un marcado protagonismo discursivo. Finalizada esta década el autor, en un proceso de renovación de su capital simbólico, aborda el soporte fotográfico (La Habana: Enigmas de las ruinas, 2012), para establecer una línea de experimentación entre fotografía y pintura en la que actualmente se encuentra inmerso. Es un proyecto donde revisa casi todo el espectro de su trayectoria poética anterior y en el que visita claves expresivas de la neo abstracción, pasando por la neo figuración y el pop, hasta recursos provenientes de la corriente conceptual. Es un proyecto que discurre en clave de poesía visual, donde el paisaje de las construcciones ruinosas de de La Habana adquieren el enigma de una lucha entre las fuerzas de la naturaleza y las fuerzas del hombre. Sus obras se encuentran en importantes colecciones de Cuba, Estados Unidos, Colombia ,Esapaña. Entre sus exposiciones personales mas importante se encuentran: Creative minds at Boswell and Mourot gallery march 24 to April 14, little rock, Arkansas (2012); Neochromatic at Cremata Gallery Miami (2011); Cuba Yes, Yankee See Matthews Gallery, Tampa, FL (2004); Rescue from Reality Fusion Gallery, St. Petersburg, FL (2000).

La Habana: Enigma de las ruinas, 2012 I A mí también, como al personaje de “Tres Tristes Tigres” de Cabrera Infante, me deslumbró La Habana cuando la vi por primera vez. En este deslumbre el personaje de Cabrera Infante narra que nunca había visto tantas luces, tantos lugares iluminados eclipsando la oscuridad de la noche. La Rampa, el Malecón, Miramar, el Country Club o El Vedado son algunas de las partes de la ciudad por donde se mueve trepidantemente este personaje. A mí también me deslumbraron estos barrios de la “ciudad nueva”, sentía una especie de euforia cuando caminaba por ellos. Sin embargo, la “ciudad vieja” me atraía de una manera extraña y “no sé por quésiempre después del Cine o de tomar helados en Copelia los fines de semana, acababa dando vuelta por la Plaza de la Catedral, por el puerto y las calles contiguas, admirando la intrepidez de sus construcciones. Pensando en cuanto esfuerzo e imaginación debían haber puesto quienes las construyeron. Esos son los pensamientos que me vienen a la mente cuando miro las obras del proyecto La Habana: Enigma de las ruinas, 2012, de Guillermo Portieles. Me recuerdan la ciudad de aura añeja y, de alguna manera, me veo caminando por las calles

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donde están, ya en ruinas, esos edificios maravillosos, esas casas esplendidas de la “ciudad vieja” que tan metódicamente recogió Joaquín Weiss para su libro “La Arquitectura colonial cubana del siglo XIX”. Buena parte de ella, por no decir la mayor parte de este patrimonio urbanístico y arquitectónico se encuentra hoy extinguida o en proceso de extinción. “Es verdad que La Habana está en ruinas -decía un colega de Madrid que pasó por la última Bienal- pero debió ser una bella ciudad”. Sus observaciones iban dirigidas desde luego hacia la “ciudad vieja”. “Que riqueza de estilos arquitectónicos, cuanta variedad de pórticos y sobre todo con que solidez se hicieron”, añadía el amigo con tono contrariado. Entre las obras que recogen el proyecto de Portieles, la conversación con el amigo madrileño y el pensamiento de Simmel, se mueven mis siguientes reflexiones.

II Las ruinas grecolatinas fueron unas de las fuentes fundamentales de inspiración del movimiento romántico de finales del siglo XVIII y principio del XIX. Tanto para los escritores como para los artistas y arquitectos, estas ruinas sirvieron no


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Fachada 11, mixed media on paper, 22 x 30”

solo de inspiración estética, sino también como fuente de reflexión filosófica, histórica y en general sociocultural. En el siglo XX, las obras de Land Art, reinterpretaban para sus intervenciones en el paisaje, ruinas o viejos enclaves de construcciones y minas a cielo raso abandonadas. Bajo esta perspectivas autores como Robet Smithson, Heizer o Richard Long y en general el Land Art, enunciaron una nueva practica de arte donde el espacio natural es abordado desde el propio espacio natural. Estos artistas fijaron el particular metabolismo que se establece entre las producciones materiales del hombre con su entorno natural. El movimiento conceptualista retomó algunas de estas posiciones y, al documentar el proceso de producción de la obra, tomándola como la obra misma, brindó nuevas herramientas de expresión y análisis sobre el desarrollo de la relación hombre-entorno natural en las nuevas condiciones de la cultura postmoderna. En La Habana: Enigma de las ruinas, 2012, Guillermo Portieles propone una reinterpretación

en clave poética de las ruinas centenarias de la capital Caribeña. Un proyecto donde el autor, tomando herramientas expresivas de la estética del conceptualismo artístico y del movimiento Land Art, documenta edificaciones ruinosas situadas en el perímetro central de la ciudad de La Habana. El proyecto se generó en sucesivos viajes a la ciudad y se compone de once fotografías intervenidas a través de distintas técnicas (pintura, dibujo, collage etc.). En la intervención sobre la imagen fotográfica de inspiración objetiva documental, el autor ha empleado capitales simbólicos del gesto neo expresionista, pero también discurre por elementos expresivos de la neo atracción pictórica en su vertiente materica. Son elementos poéticos que, articulados desde una opción estética conceptual, enfatizan representaciones del discurso sobre la relación entre la ruina y el hombre, la cultura y su historia. Pero esta reflexión no está orientada, como por ejemplo sucede en las obras tempranas de Carlos Garaicoa de principio de los 90, hacia la relación entre historia, arquitectura y


un imaginario arquitectónico los perfiles físicos desaparecidos de estas construcciones. Tampoco hay un interés en restituir el grado de utopía que tal ejercicio de “reconstrucción simbólica” significaría, sino que el interés se situa en la relación, en el dialogo entre poesía y universo. En La Habana: Enigma de las ruinas destaca cómo las ruinas resultan de un complejo de fuerzas naturales que delimitan, en un primer momento, el período histórico del hombre sobre la naturaleza, su hábitat, transformando el presente en pasado, en vestigios de moradas y formas de vidas, en memoria de restos humanos. De esta manera, las ruinas, aparte de su historia, también adquieren como consecuencia de esta reflexión estética un “encanto” artístico, pues le otorgan un toque natural a las obras humanas.

5-Caminante, mixed media on paper, 22 x 30”

ciudad y el correlato –muy distintivo en la obra de este autor- entre política, ideología y utopía. El proyecto de Portieles, en cambio, se escora hacia unas reflexiones en torno a las consecuencias estéticas de las ruinas en el sentido que le da Simmel pero con un acento neo romántico. En Simmel la arquitectura representa el desafío del hombre a la naturaleza y ésta reta al hombre mediante las ruinas. Para él “La arquitectura es el único arte en el que se salda con paz auténtica la gran contienda entre la voluntad del espíritu y la necesidad de la naturaleza, en el que se resuelve en un equilibrio exacto el ajuste de cuentas entre el alma, que tiende a lo alto, y la gravedad, que tira hacia abajo”. En la aproximación de Portieles hacia esta reflexión de Simmel cobra una importancia esencial, desde el punto de vista estético, la relación entre ruinas y arabescos. Porque como reconoce Jorge Brioso en la obra de Portieles “Lo que une al arabesco con la ruina es la relación que ambos tienen con la forma. El arabesco tiene un carácter accesorio, superfluo, decorativo y en la ruina el material sobrevive a su configuración, el material perdura desencajado de la armonía que le impuso la forma. El arabesco le añade a la forma un exceso, una deformación y la ruina podría ser caracterizada como una proto o post-forma”. Es por ello que en Portieles no hay un interés, como si lo hay en Garaicoa, en (re) construir desde

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III Para Portieles, ello implica (re) pesar más el tropo cultural de la ruina desde la relación entre elementos de la historia natural como el aire, las plantas o el agua, con elementos de la historia material del hombre. Es decir pensarlo desde una especie de dialogo poético (y un duelo) de la naturaleza con la arquitectura como historia material de la civilización. Y es en esa conjunción entre historia natural e historia material donde estas obras hacen brotar el espíritu concentrado del tiempo y del espacio, donde la poesía en su carácter de no representación se hace representable en una especie de “materialidad espiritual” cifradas en las imágenes que forman este proyecto.

A veces, mixed media on paper, 22 x 30”


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City 11, mixed media on paper, 22 x 30”

IV Pensemos en obras, por ejemplo, como City o en Ruinas arboles. En la primera, una edificación que se eleva esbelta hacia el cielo está rodeada en vegetación pero no lo suficiente como para evitar que el observador distinga el enjambre de andamios que la sostiene. Podemos percibir incluso, con un poco más de detenimiento, que la construcción sólo conserva las fachadas, que es sólo un esqueleto luchando por no derrumbarse con la ayuda del esqueleto andamio. En Ruinas arboles, en cambio, no hay esqueleto de andamios pero sí una vegetación exuberante, que nace o sale del interior de la casa y que viene a ser como el soplo o la señal de vida de una morada que se

nos presenta muerta o arruinada. Estas obras, y también el resto que estructuran el proyecto, nos hablan de lo perdurable, de la persistencia de las obras humanas. Se convierten de alguna manera en registro, en pulso de vidas e historias que luchan por sobrevivir a la rabia del tiempo. Y así, como las ruinas del viejo cafetal de Jesús de Nazareno bellamente evocado por Ramiro Guerra en su memorable libro “Mudos testigos”, La Habana se revela externa en sus ruinas y las entrañas que cada derrumbe, que cada desplome nos muestra es como si fueran las carnes vivas, los girones de historia y poesía de miles de seres que la habitaron y hoy habitan. Dennys Matos


Natasha Perdomo. Cuba 1962. Es pintora y orfebre, autodidacta. Ha participado en las colectivas

Natasha Perdomo

A Woman’s Perspective, Miguel Rodez Art Project Space, Miami, 2012; y CAFÉ XII, Sangre de Cristo Arts Center, Pueblo, Colorado, 2011. http://natashaperdomo.wix.com/natasha-perdomo

Del fuego, la antorcha y los arquetipos El arte de Natasha Perdomo cabalga al mismo tiempo sobre los lomos ardientes de la orfebrería, la escultura y el arte contemporáneo. Ese viaje desde una joya de plata y gemas a estas piezas híbridas en bizarra interacción de metales preciosos e industriales, traza una parábola de arco iris entre lo alto y lo bajo, lo noble y lo vulgar, subrayando esa tendencia de la naciente cultura del Siglo XXI a fusionarlo todo y homogeneizar las diferencias, aunque sólo sea de modo simbólico. Los metales se funden en lava que avanza ineluctablemente sobre tornillos, clavos y desechos industriales (materiales heteróclitos le llamaban los críticos en tiempos del Arte Matérico) y este flujo piroclástico llega a devorar y derretir un USB de Macintosh dando pie a una edénica metáfora que nos regala una flor de manzana, traslúcida como un cristal de cuarzo. A diferencia del creador dadaísta que se encuentra el objeto y lo resemantiza de acuerdo a sus necesidades ex-

Facades, 2012, bronze, steel and fussed glass / plywood, 8” x 8”.

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Dreamer, 2012, cooper, steel and fussed glass on bronze / plywood, 8” x 10”.


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presivas, Natasha busca estos objetos y los guarda, los organiza y luego los escoge cuando les llega su momento de ser reinventados, reencarnados en otro objeto que posee una frecuencia vibratoria más elevada: un artefacto, una obra de arte. Ella fija su mirada en la civilización post industrial, mientras la mente cósmica materializa una idea en el magma que se enfría lentamente sobre la mesa de la orfebre, como una taza de café. Sinécdoque de una cultura frenéticamente entregada a esa nueva alquimia que transforma bienes de consumo en desechos; Natasha Perdomo atesora algunos de esos vestigios civilizatorios (un botón de camisa, la cadena de un llavero, la bolita de acero de un rodamiento de auto), los injerta en sus piezas junto a piedras semipreciosas o algún colmillo animal encontrado en el campo, para crear estos ambiguos objetos a medio camino entre el instrumento ritual, el producto suntuario y el elemento de reflexión estética y filosófica.

Ni Pito ni Flauta, 2012, bronze, cooper, silver, fussed glass / plywood 8” x 8”

Pacman, 2012, bronze, cooper, silver, lapis lazuli, steel / plywood 8” x 10”.


Apple’s Flower, 2012, Bronze, cooper, button, steel, fussed glass with USB of a Macbook / plywood, 8” x 8”

Finalmente entran en escena Jung, el inconsciente colectivo y sus arquetipos, engarzados desde siempre en nuestros genes. En ellos sobrevive esta civilización orlada de símbolos y mitos que sirven de telón de fondo a un escenario por donde vemos pasar de refilón a una mujer que corre descalza, con los lobos de Clarissa Pinkola, sin de-

Captive, 2012, Fussed glass and steel on bronze and cooper, some glazed details / plywood 8” x 8”.

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Siempre con la Misma Muela, 2012, steel, cooper, bronze, tiger eye and pig tooth, / plywood, 6” x 6”

jar huellas sobre la nieve que se derrite, como un glaciar o un trozo de bronce coagulado en forma de pectoral fenicio, fundido con el vidrio verde de las cervezas y el cobre oxidado bajo el sagrado fuego de una antorcha de gas propano. Rafael López-Ramos

Windows, 2012, bronze, cooper, steel, fussed glass on paper / plywood 6” x 6”


–el certamen mas importante del genero en su país- con su serie Tierra Guajira, su obra ha sido publicada como monografía por la Editorial La Fabrica (Fotobolsillo, Madrid, 2012); en el libro temático 17 Milagroso; Babalú Ayé (Fonart IB Publishing, 2009), así como en las antologías Mapas Abiertos. Fotografía Latinoamericana 1900-2002 (Editorial Lumwerg, 1998) y Cuba: 100 anos de fotografía (Editorial Mestizo, Madrid,1998). También ganador del Premio de Honor en el certamen Asisa (2009) y de la medalla dorada de la Confederación Española de Fotografía, Raúl Cañibano reside en La Habana donde también imparte talleres y cursos de fotografía documental.

El fotógrafo entre el archivo, la ficción y el documento de Lo Real Las fotografías documentales de Raúl Cañibano (La Habana, 1961) -agrupadas en 4 series temáticas que el autor ha explorado durante veinte años de carrera-, abren un oportuno paréntesis de multiplicidad en el archivo compacto y perseverantemente divulgado de la fotografía cubana de las últimas cinco décadas. A la historia oficial, aquella epopeya de los grandes relatos de una utopía escrita en letras mayúsculas, Cañibano intercepta las pequeñas verdades del hombre común y su cotidianeidad, contadas desde la sencillez de una mirada reveladora que evade, por partida doble, los héroes y los estereotipos consagrados por la fotografía que le precedió, así como la grandilocuencia y el sentido apologético de la iconografía

De la serie Tierra Guajira

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Raúl Cañibano

Raúl Cañibano Ercilla (La Habana, 1961) Ganador en 1998, del Salón Nacional de Fotografía


discursiva del poder. Series como “Tierra Guajira”o “Crónicas de la ciudad”, dejan entrever que una definición de Lo Real en la Cuba del fin de la Utopía, puede ser mucho más versátil y heterogénea que la simple compilación y entendimiento del repertorio de imágenes testimoniales consagrado hasta entonces. De ahí que su trabajo, junto al de otros fotógrafos y artistas plásticos de su generación que se apropiaron del medio, funcione como alternativa o como cuña que se inserta en el archivo existente, compulsando una redefinición de la historia más reciente desde un supuesto que es tan estético como sociológico, político o humano. Ciertos aspectos definen su estilo como fotógrafo y su método de aprehender y proyectar la realidad. Cazador solitario y perseverante de los vericuetos de la capital y de su gente, o de los campos cubanos sembrados de tradiciones y de asombro, este voyeur de Cámara Lucida ha retratado al país de cabo a rabo: desde los occidentales valles de Viñales con sus típicos “mogotes” hasta la punta de Maisí, ese extremo oriental de la isla donde se cuenta, que en noches muy oscuras, puede entreverse el resplandor de las luces de la cercana Haití. Sin embargo, no estamos hablando del clásico fotorreportero que cubre la noticia asignada en un

De la serie Crónicas de la ciudad.

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lapso relativamente corto de tiempo, bajo presión de un contrato que le impone una forma predeterminada de registrar el acontecimiento. Raúl Cañibano no suele aceptar encargos de revistas y prefiere trabajar por su cuenta, creando un archivo de imágenes que luego expone en las galerías de la ciudad o en diferentes países. Tal vez sea esta forma de concebir a la fotografía o de realizar una actividad que no solo disfruta sino que enfoca desde preceptos estrictamente personales, lo que le imprime una sensibilidad singular y un sello de innegable credibilidad a su trabajo. Pero existe además, un sentido latente de cercanía en sus imágenes y un nexo afectivo con el retratado y su entorno vital, que difícilmente podrían lograrse desde un acercamiento menos comprometido con el tema. El autor ha conjugado la ecuación clásica de la fotografía esbozada por Roland Barthes cuando plantea: “La videncia del Fotógrafo no consiste en ‘ver’ sino en encontrarse allí”. Por el contrario, sus imágenes se apoyan en un proceso que contempla ambos momentos: desde la necesaria coincidencia del operador en el lugar de los hechos, hasta la convivencia y compenetración con los protagonistas y sus condiciones de vida. El “ver”-entendido en este caso como interpretar, como descifrar y por ende, conocer y comprender-,


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De la serie Crónicas de la ciudad.

se vuelve tan imprescindible como el “estar ahí”. Y así, de sus incursiones diarias en La Habana o de sus múltiples recorridos a través de la campiña cubana, Raúl Cañibano establece al viaje -y A la permanencia- como método, y a la fotografía como ejercicio de convivencia social y estética. Series como “Tierra Guajira”, provienen precisamente de estos viajes prolongados y representan para el autor, un retorno en la máquina del tiempo a sus recuerdos de infancia, cuando vivía en el pequeño poblado de Manatí alrededor del ingenio azucarero Argelia libre, en la oriental provincia de Las Tunas. Compuesto por unas 60 imágenes de diferentes momentos y lugares de la isla, la serie se impone como un mosaico entrañable y conmovedor del campesinado en la Cuba actual, una visión que diversifica y replantea la imagen tradicional del Guajiro y su estereotipo. Asociado desde sus primeras representaciones en los siglos XVIII y XIX, a conceptos de nacionalidad durante el periodo de la colonia española –en oposición a la figura del negro esclavo primero y del liberto después-, El Guajiro fue representado en el arte y su historia como una figura noble e idílica, no exenta de un cierto pintoresquismo perseverante de acento romántico, proveniente de los grabados de una Cuba y una

América exótica y exuberante que el mundo Europeo “descubría” con asombro e incredulidad. La fotografía postrevolucionaria lo representó como sujeto inmerso en la producción agrícola, como ser anónimo y social, protagonista convencido de los cambios políticos experimentados durante esos años en la estructura económica de la vida rural. Enigmáticos cazadores que emergen del vientre de la selva –o de una novela de Quirogacon el trofeo de un caimán circular; chicos de sueños y proezas, coronados con un halo inflable a lo Jeff Koon; siluetas chinescas que se mueven ingrávidas en la bruma espesa de la quema del cañaveral; parajes o situaciones mágicas, como salidas de aquel espejismo de lo “Real Maravilloso” que Alejo Carpentier creyó ver cuando conoció el universo de Henri Cristophe, la ciudadela de La Ferriere en Haití: el registro documental de Raúl Cañibano rescata facetas poco representadas hasta entonces del campo y sus habitantes. Es una imagen dura por momentos, de una cotidianeidad acosada por las penurias del subdesarrollo y las dificultadas materiales, aunque no exenta de una lirica y una belleza de la vida ordinaria que identifica a la tierra como fuente generadora e integradora del hombre, de


la naturaleza y del trabajo. Eludiendo el proyecto oficial, el autor retrato también a los campesinos aislados, propietarios de pequeñas parcelas de tierra en lo más recóndito del país; cultivadores tradicionales, alejados de las granjas y las cooperativas de producción agropecuarias del estado, émulos de los Koljozs soviéticos y en una menor medida, de los Kibutzs israelíes. Pero, es en los momentos del ocio y de la diversión, así como en la intimidad develada de esos hogares rústicos de puertas perenemente abiertas, donde el fotógrafo registra la esencia del campesino en su individualidad: la condición humana del padre de familia, la del amigo de décimas y cantos criollos, la de la esposa de los mil deberes, o la de la parentela familiar y su abanico generacional de recién nacidos, jóvenes en plena vitalidad y venerables ancianos de piel curtida por el trabajo de sol a sol: un retrato sin máscaras ni escudos, sin poses enaltecedoras; un retrato concebido en un acto simple y diáfano de complicidad con el fotógrafo-visitante que llega en ocasiones para convertirse en un miembro más de la familia. Este énfasis en documentar el ocio como sustrato idóneo del paisaje social, también define

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otras series no menos importantes como “Crónicas de la ciudad”. Realizada en la capital desde principios de los noventas hasta nuestros días, “Crónicas” abre un mosaico de situaciones singulares que el lente del fotógrafo y multiplica en un sin número de narraciones, más cercanas por momentos, a la literatura que a la producción icónica. Y es que su encuadre singular conjuga, en el plano de la imagen, diferentes niveles de ocurrencia, tejiendo ficciones independientes que convierten a la fotografía en un meta-relato de Lo Real. Concebida de este modo, la realidad se nos presenta como una construcción fantástica del ojo y el ingenio, sumatoria fértil de pequeñas historias individuales entretejidas al unísono para conformar una mirada polisémica de la ciudad y de sus pobladores. Así, la sombra inquisidora y desenfocada de una presencia semi-abstracta fotografiada en primer plano, observa y parece censurar a una pareja joven que se besa abiertamente, ante la mirada atónita de un niño y su madre que completan en la lejanía, la totalidad de la escena. Ciertas imágenes parecen vagar en ese mar de relatos que conforman nuestras ficciones de Lo Real, como si no quisieran describir el contac-


177 to directo y la experiencia humana en el instante del registro -en el “momento decisivo”, como corresponde a la tradición. Cabría preguntarse: ¿dónde comienza la realidad y donde la ficción? Hasta qué punto se entremezclan en el imaginario del fotógrafo, la amalgama de referencias e imágenes previamente consumidas que en los manuales del medio suele explicarse como “previsualización”? La Habana misma, esa ciudad “ideal” que revivimos a diario desde el recuerdo, se encuentra profundamente enraizada en el archivo histórico de sus narraciones: historias coloniales de plazas bulliciosas y mestizos enamorados; relatos republicanos de proxenetas y trifulcas, o ficciones más recientes, de escritores fracasados y de apacibles ex-espías que cargaron en su haber los grandes crímenes de la utopía igualitaria del siglo XX. Pero también, y en un medida considerable, La Habana es la ciudad de sus fotógrafos: ya sean criollos o foráneos, aficionados o profesionales, estos perseverantes de la imagen la han retratado día a día, una y otra vez, desde que Washington Alsey –daguerrotipista norteamericano- se instalo en la isla en su cómodo estudio habanero, trayendo consigo el maravilloso invento de la cámara oscura, presentado al mundo solo unos años antes por su descubridor.

Más allá de las intersecciones, la ciudad de Cañibano es el espejo de sus coincidencias y sus contradicciones. En “Crónicas”, la cotidianeidad se muestra generosa en anacronismos oníricos, inaceptables a primera vista en el archivo de nuestra experiencia visual. Ciertas fotografías se deshacen en ambigüedades para luego reconstruirse significativamente, desde su propia lógica de la realidad. No hay definiciones geográficas ni políticas, o muy poco de sus huellas en el contexto. Tampoco afirmaciones clasistas, ni separaciones estereotípicas entre profesionales u obreros, asalariados o “cuentapropistas”, simpatizantes o desafectos al sistema social. El fotógrafo representó al hombre común de cada día, desde el vastísimo registro de cuanto le constituye y le hace tan común como único; tan poderoso como vulnerable, tan cómico como trágico, y tan solitario como solidario. Es una representación tan abstracta como real; tan documental como gustosa del relato fortuito, de la narración y de la cita anclada en los filtros de la memoria y su biblioteca. Las fotografías de Raúl Cañibano contienen una lección de proximidad que escapa al quemante sol de las ideologías y a la sombra del tiempo: alumbran la condición humana y el vínculo que nos anuda los unos a los otros. Willy Castellanos Simons


Taka Maruno

Taka Maruno. Nacido en Tokio, graduado de la Escuela Kuwasawa de Diseño. Mientras estudiaba Taka trabajó con Q Designers, Kuramata Design, Studio 80 y la oficina en Tokio de Studio Di Architettura. Después de graduarse trabajo como diseñador y arquitecto con Akira Watanabe Architect and Assoc. También cursó estuidos en Nueva York en la National Academyo of Design con renombrados artistas tales como Vincent Baldassano, Katheleen Caraccio, Beth Lipman y George Nama. Maruno ha recibido numerosos premios por su obra en grabado entre ellos Arthur and Melville Phillips Scholarship de la National Academy. También recibió el premio Ralph Waller Exhibition Award de la Cork Gallery, Lincoln Center así como otros prestigiosos premios y becas. Su trabajo forma parte de colecciones privadas en USA, Japón y Europa y ha sido representado en Fukuoka, Japon, Miami Beach FL y Provincetown, MA.

El proceso de Takahiro Maruno The process of Takahiro Maruno Observar la obra de Taka Maruno es un proceso activo. Se está consciente del proceso de pensamiento mientras la mente aprehende las imágenes, intentando darles sentido de algún modo, aún mientras se admira su belleza abstracta. Los grabados de Maruno proyectan una sensación natural, orgánica, del tipo que ocurre cuando

Color, Viscosity, Monotype, 12 x 9

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Looking at Taka Maruno’s work is an active process. You are actually aware of the very process of thought as your mind grapples with the images, trying to make sense of them in some way, even as you admire their abstract beauty. Maruno’s prints have a natural, organic feeling to them-the kind you only get when you open

Untitled Color Viscosity, Etching 16 x12


179 uno se abre a esos felices accidentes que suceden al no tener intención de evitarlos. Pero el proceso de grabado que emplea conocido como grabado viscoso no es del todo arbitrario. Contiene muchos pasos y parece muy técnico cuando se nos explica. Al mismo tiempo, con cada paso, existe una oportunidad para introducir variación, para permitir que ocurran sorpresas. Maruno emplea estos diferentes pasos para controlar la sensación de sus imágenes, cuando por ejemplo, introduce texturas en el proceso. El grabado viscoso es un proceso por el cual con diferentes tintas de diferentes densidades son aplicadas en una sola placa, en lugar de placas separadas para cada color. El artista traza su diseño en la placa de cobre (u otro metal) y el grabado se ejecuta con cada color aplicado en la misma placa. Para Maruno, es el proceso mismo que lo conecta con su arte. “No fue sino hasta que descubrí el grabado que pude tocar la esencia de la expresión. Creo que Técnica + Expresión = Arte. La técnica del grabado me da libertad para expresarme. Existen algunos accidentes en el proceso y los accidentes

Untitled Color, Viscosity, Etching 24 x 18

yourself up to those happy accidents that occur when you don’t avoid them. But the printmaking process he uses, known as viscosity printmaking, is anything but arbitrary. It contains many steps and seems very technical when explained. At the same time, with each new step, there is another opportunity to introduce variation, to allow for those surprises to occur. Maruno uses these different steps as a way to control the feeling of his images, as well, for example, he introduces textures into the process. Viscosity printmaking is a process by which several inks of different thicknesses are applied onto a single plate, rather than on separate plates for each color. The artist etches his/her design onto a copper (or other metal) plate and prints are made in a lengthy process, with each color applied to [a single] plate and then printed. For Maruno, this is the process that he connects with most. “It was not until I [discovered] printmaking that I touched the essence of expression. I think that Technique + Expression = Art. The technique of printmaking gives me freedom of expression. There

Untitled Color Viscosity, Etching 24 x 18

Untitled Color Viscosity, Etching, 6 x 4


Untitled Color, Viscosity, Etching 12 x 27

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puedes ser traicioneros para mis imágenes.” Aunque su trabajo ha sido influenciado por otros artistas como Robert Rauscheberg y Hiroshi Senju (a quienes llama sus estrellas) la naturaleza es en realidad su mayor influencia. “Generalmente camino, camino y camino en la ciudad, montañas, playas y en cualquier clima. Esta es mi meditación.”

are some accidents in the process and the accidents are sometimes treacherous for my images.” Though he has been inspired by the work of other artists, such as Robert Rauscheberg and Hiroshi Senju (who he calls his ‘stars’), it is really nature that is the core influence in Maruno’s work. “I usually walk, walk, and walk in the city, mountains, beaches, in all weather. This is my meditation.”

por Rebecca Alvin Publicado originalmente en Provincetown Magazine (Versión al español Omar Villasana)

by Rebecca Alvin Originally published by Provincetown Magazine


181 Edgar Nano Sánchez. Artista plástico y Poeta. Colombiano, residente en Miami, FL. Trabaja con

La desnudez descarnada del desnudo …sin concesiones para reseguir la piel del cuerpo femenino. En La Venus en el espejo, 1651, Velázquez ensalza la entidad de la mujer, no en su esplendor frontal, sino en lo que quizás fuera lo más cotidiano a la hora de presentarse ante un hombre: sus espaldas. El maestro le deja al espectador una clave a través de un querubín que aparece en escena y,éste, le ofrece el espejo para que se mire. Nosotros, desde el punto de vista formal, ponemos poca atención al rostro reflejado en el azogue. El pintor lo desenfoca a propósito. En cambio, nos deleitamos en la curva visual que el inicia desde sus pies cruzando la línea central de sus glúteos hasta llegar al cuello de la

modelo. Anteriormente Botticcelli en 1510 ya había pintado a Venus pudorosamente; naciendo de una concha y, en posición frontal, cubriendo un pecho con una mano y su sexo con su cabellera dorada. Goya pusó a su aristócrata, la duquesa de Alba, de frente al lienzo y lista para ser recibida en La Maja desnuda 1800. La ubicó en un diván uniendo, inteligentemente, los blanquecinos sucios de las sábanas con el blanco impoluto de la piel de su supuesta amante. Joaquín Sorolla en su Desnudo de mujer 1902 pone un fondo rosa en un sofá y, de espaldas, nos transmite la sensualidad de lo femenino a través de su luz mediterránea. Picasso en los grabados de La Suite de Vollard, sitúa a

Edgar Nano Sánchez

LMNT Gallery y otras Galerías de La Florida. Ha expuesto su trabajo desde 1980, en Colombia, Alemania y los EU. Desde hace 20 aňos enseña Técnicas de Dibujo y pintura en su propio taller. Tiene un libro inédito de poesía: “Teoremas humanos”.


su compañera Dora Maar entre otras a ofrecer la dulzura, o el erotismo más voluptuoso en sus representaciones, donde aparece su alter ego en varias obras en la figura del Minotauro . Y bien …¿por qué esta introducción histórica tan detallada para hablar de estas dos piezas? La lectura que uno puede hacer al ver estos desnudos de Edgar Sánchez pueden conducir a dos vertientes, entre otras muchas. Uno podría quedarse con el vocablo que implica un inicio: “… son unos bocetos”. Pero yo veo aquí una obra bajo su fin deliberado. Una intención o, como mínimo, percibo una voluntad que necesariamente no tiene por qué coincidir con la del autor: la hibridación. Es decir, sumar en una misma obra lo femenino y lo masculino en estos cuerpos. Es decir, la sensualidad y la fuerza. Por ejemplo, en la escena de las tres mujeres en las rocas frente al mar, podemos observar un juego donde puede endulzar la expresión en el rostro y desproporcionar sutilmente los dedos. Encontrar la erótica del pezón erguido en la cima de un pecho perfecto y contrastarla con los músculos de atleta en la espalda de la mujer del medio. Acentuar los glúteos de estos personajes

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hasta la lujuria y devaluarlos -… en el buen sentido estético - con la suciedad del carboncillo en las plantas de los pies. Este efecto crea una ambigüedad en la mirada que incita a un diálogo no necesariamente plano ni equilibrado. La falta de relación entre las tres mujeres y su ubicación en la roca viva y horadada, aún dramatiza más la escena. En cambio en el dibujo donde cuatro mujeres están de espaldas y una de aparentemente de rodillas tendiéndole el brazo en el cuerpo de la última, tengo una duda, una crítica y una inquietud. La duda : ¿es una posición natural o forzada para resaltar la textura de su dermis?. Una crítica, sin negar la compasión que me llega de sus cuerpos donde aparentemente evocan sufrimiento – es una percepción personal- la acentuación en destacar la columna y sus músculo colaterales “pesan” demasiado en la composición. Y finalmente una inquietud: ha conseguido captar mi atención con su desconcierto formal inteligentemente confuso y convulsivamente bello…¿ Qué hacen en sí estas mujeres?…¿buscan algo en el suelo… están castigadas…descansan…posan…?. Esta indecisión en la respuesta es su secreto estético. E.R





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