Querida Natalia, nunca cociné para ti, pero sí comimos juntas una vez: un domingo por la mañana, en Madrid, en la combinación "rastro + la latina", en fin: un típico domingo madrileño. Recuerdo que me comentabas de tu proyecto y que te comenté el grado de implicación que tiene la comida en mi país y como cambia mi relación con la cocina dependiendo de como o con quién estoy. Recuerdo también que me observabas mienta comía, como un médico observa a su paciente: con discreción, y tratando de entender qué había detrás de cada bocado. Me encanto esa mañana madrileña creo la comida sabe mejor cuando hay alguien con quien compartirla. Pero sabe aun mejor cuando se está con alguien que sabe comer y disfruta con ello. Un fuerte abrazo, Maura Alessandrini Madrid, España
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