Año 1 - Número 2 - Distribución gratuita
Construyendo un buen ejemplo
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e habla mucho de la importancia que tiene el turismo como fuente de ingre sos para nuestro país… y para cual quier otro, a decir verdad. Pero uno se pone a ver las carencias de Costa Rica en cuanto a lo que puede ofrecerle a un viajero decente, y se extraña de ver cómo tanta gente es capaz de venir a visitarnos. Una de las más visi bles es el desaseo de casi todas nuestras ciuda des. Él, unido a nuestra gran falta de instinto arquitectónico y a nuestra enorme indiferencia por la búsqueda de la belleza urbana en general, logra un resultado increíble: paisajes hermosí simos en los alrededores que son estropeados por las construcciones del hombre... y por las cochinadas que este va dejando a su paso. Un ejemplo muy conocido demuestra que las cosas no tienen por qué ser así: el de la ciu dad alajuelense de Grecia. Su limpieza, aunque pueda tener altibajos, siempre es sorprendente, y no hace falta referirse a ese hecho por exten so. La pregunta que salta como un géiser es esta: ¿Por qué lo que ha sido posible en Grecia es tan difícil, por ejemplo, en Heredia? Pero ¿ha de parecer imposible enseñar a cierta gente herediana que barre la casa hacia la acera o, en el mejor de los casos, hacia la cune ta, a recoger la basura en la zona geográfica adecuada? ¿Los choferes que tiran la basura por la ventana del carro con la mayor tranquilidad del mundo, permanecerán siempre en el mismo peldaño de la escala zoológica? ¿Persistirá la minusvalía que impide a nuestros ancianitos de 18 años de edad dar unos pasos hacia el basure ro para botar la cajita de lo que sea o la cáscara de banano? ¿Se les podrá abrir algún día la mollera a esos vecinos de cualquier barrio que sacan las bolsas de basura a la acera… ¡los domingos!? Las respuestas a los centenares de preguntas como estas que cualquiera podría hacerse, no tienen que ser pesimistas. Ya en nuestra ciudad se está organizando una campa ña de higiene y ornato, la cual se realizará en el barrio Fátima. Y esto es esperanzador.
Un comité coordinador, integrado por perso nas de mucha experiencia en labores comuna les, se ha propuesto impulsar y llevar a cabo, con cooperación de todos los vecinos —por supuesto—, una labor permanente que abarque las siguientes actividades: 1. Limpieza de cunetas, aceras, alcantarilla dos y calles. 2. Deshierba frecuente de aceras y cunetas; buen mantenimiento de jardines y áreas verdes. 3. Depósito de la basura en bolsas y reci pientes adecuados, clasificada según su natu raleza. 4. Mantenimiento de los locales comercia les, industriales y de cualquier otra índole en perfecto estado de limpieza. 5. Eliminación de vehículos en desuso y de chatarra frente a residencias y en otros lugares. Así mismo, desaparición, en aceras o calles, de los trabajos de reparación y pintura de vehícu los y de otros artefactos que pueden realizarse en locales adecuados. 6. Mantenimiento de los lotes baldíos siem
pre cercados y limpios. 7. Retiro (por la entidad respectiva y con la mayor brevedad posible) de escombros, tierra u otras cosas que afecten la higiene y el ornato, cuando la Municipalidad, la Empresa de Servi cios Públicos de Heredia, la Asociación de Desarrollo Comunal, el Ministerio de Obras Públicas y Transportes o cualquier otro orga nismo realicen obras en el barrio. 8. Recogida, por parte de los responsables, de la basura y escombros que queden frente a las propiedades, y que resulten de remodelacio nes, construcciones de viviendas o limpieza de lotes. 9. Colocación de basureros cada 200 metros. 10. Renovación de la pintura de techos y de casas cuando fuere necesario, y mantenimiento en buen estado de aceras, canoas y alcantari llas. 11. Cuidado del bulevar y del parquecito dedicado a don Juan Orozco. 12. Lim pie za del río Bu río en el área correspondiente al barrio Fátima. 13. Conscientización, asesoramiento y edu cación en forma permanente a los pobladores del barrio, para lograr su cooperación cons tante en las actividades propuestas en este plan. 14. Eva lua ción, ca da tres me ses, de los resultados de la labor. 15. Información a la comunidad acerca de los logros y problemas que se presenten. No cabe duda de que si en todas las comu nidades heredianas se adoptaran planes como este, la ciudad tendría por fin el aspecto que cualquier persona de buen gusto tendría dere cho a esperar. Y si la emulación funcionara (lo cual es muy posible), quizá en el futuro todo el país aprendería a lavarse la cara y mostrarla siempre limpia.
- Fray Pánfilo Pizote - Textos Rescatados - Atalanta - Monumentos de Heredia: Aquileo J. Echeverría - El despegue del orador - Coro en la Escuela Cubujuquí – Curar la soledad - Tres ilustres ciudadanos - Juanito Mora en el discurso de la raíz - La Costa Rica del año 2000 - Lo dijo «Garita» - Jubilación debe ser bienestar - Vocación
Fray Pánfilo Pizote
Salazar, el día anterior. Lo primero que sintió este fraile fue que el periodista no se había molestado en buscar informa ción acerca del homenajeado; pero no es de eso de lo que él quiere hablar. *** Lo que este humilde religioso quiere hacer es protestar contra la curiosa tontería —presente en dicha informa ción— de mencionar una institución educativa llamada Escuela Normal de Heredia, que nunca existió. Pareciera que hay, principalmente entre los josefinos (y sobre todo si han realizado estudios universitarios), una violenta tenta ción: la de bajarle el piso a la escuela que durante un largo periodo supo ocupar con dignidad el lugar correspondiente a la universidad de que nuestro país carecía. Es como si al bueno de fray Pánfilo se le ocurriera decir, en lugar de Universidad de Costa Rica, Universidad de San José o Universidad de Montes de Oca.
En el diario La Nación del lunes 23 de agosto (página 10A), un titular dice: «Crimen de mujer en hotel», y encima de él un antetítulo reza: «Sospechoso detenido». El simple sentido común llevaría a este fraile a preguntarse: «¿Cómo es la cosa? ¿Una mujer comete un crimen y detienen a un hombre como sospechoso? ¿Es eso justicia? ¿Y no era que según las universitarias feministas el varón tiene todas las preferencias y la mujer recibe todos los garrotazos de la sociedad machista (como les encanta decir)?» Pero ocurre que el sentido común no parece tener mucha relación con lo que se escribe hoy por hoy en los periódicos. *** Lo que la noticia quería comunicar era que una panameña fue asesinada en un hotel de Siquirres. La pobre no cometió ningún crimen sino que fue la víctima de uno. El diccionario académico define así el sustantivo masculino crimen: 1. Delito grave. 2. Acción indebida o reprensible. 3. Acción voluntaria de matar o herir gravemente a una persona. Por lo tanto, un crimen es una cosa que se comete, una acción que va dirigida contra alguien. Precisamente, se le dice cri minal a quien «ha cometido o procurado cometer un cri men». Ergo, solo se puede hablar de un «crimen de mujer» cuando la mujer es la criminal; no cuando ha recibido una herida mortal en la garganta.
*** ¿Cómo se podrá meter en ciertas cabezas la información de que el plantel que inició labores en 1915, que tuvo su época más gloriosa bajo la dirección de don Omar Dengo y que fue sustituido por la Escuela Normal Superior primero, y por la Universidad Nacional después, ese importante establecimiento educativo se llamó Escuela Normal de Costa Rica? Dibujo de Ólger Villacruz
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(1978)
Con base en lo anterior, cada vez que usted lea (sucede con frecuencia) en uno de nuestros periódicos alguna noti cia según la cual un fulano fue condenado a tantos años de cárcel por el crimen de un bebé, tiene derecho a lo siguiente: 1. a considerar poco probable que un niño de pecho haya resultado, prematuramente, de armas tomar y haya agredido a alguien; 2. a no indignarse por la injusticia cometida con tra el fulano, condenado, según se dice, por un crimen aje no; 3. a suponer que es posible que algún periodista se haya vuelto loco. *** Con todo, no hace falta ser Sherlock Holmes para caer en la cuenta de que el crimen de tantos periodistas consiste en que, a pesar de que en las salas de redacción de los periódi cos hay diccionarios, se niegan a utilizarlos. *** En el mismo diario, el viernes 27 de agosto ( página 2 A), se informa del acto en que la Universidad de Costa Rica otorgó el título de doctor honoris causa al Dr. Marco Tulio Consejo Editorial: Carlos Luis Argüello Segura - Flora Prendas Sibaja - Eduardo Sánchez Sánchez - Eliécer Venegas Segura. Apartado 351-3000, Heredia. Teléfono 238-2563. Se reciben colaboraciones
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TEXTOS RESCATADOS
Carta de Taboga Julio Sánchez Lépiz San Francisco, enero 9 de 1930. Señor don Rafael Rodríguez. Taboga. Mi querido Rafael: Estuvo (Fulano de Tal) en la oficina para proponer me la expulsión de los parásitos de «Taboga». Como me dijo que Ud. estaba de acuerdo, le doy ahora las razones que tuve para negarme. La tierra debe ser, en realidad, para quien la cultiva, no para quien tenga la escritura. Yo cultivo mis otras fincas en toda su extensión porque no me gusta que haya tierra que no produzca. No puedo hacer lo mismo con «Taboga» porque allí poseo 25 000 manzanas y está fuera de mis posibilidades cultivarlas. Ni yo, a pesar del esfuerzo que realizamos Ud. y yo; ni mis hijos, ni mis nietos, podrán cultivar nunca esa extensión de tierra. Por eso creo que debemos conformarnos con lo que podamos cercar, limpiar y atender. Lo demás debe ser para que lo vayan sembrando los que puedan. Con eso no me hacen daño, puesto que yo no ocupo ese campo, y sí me hacen bien porque se avecinan, producen y mejoran el lugar. Hagamos lo que podamos sin estrujar a los que llegan a sembrar, salvo que sean vagabundos merodeadores. Pero los vagabundos son estos que gritan acá sandeces contra los ricos. Los que descuajan mon tañas y siembran maíz, no son vagabundos. Cuando el chino José Sing me vendió «Brazo Seco» yo pude haber le armado camorra. Ud. sabe que toda esa finca está en propiedad de «Taboga» y que él no podía venderme lo que era mío. Pero lo que me pertenecía era la montaña virgen y el chinito me vendía milpas, repas tos, casa y tierra limpia y cercada. Se la compré sin hacerle reparos porque eso era lo justo. Ese es mi criterio. Extienda Ud. los potreros cuanto pueda, pero no nos pongamos a pelear contra los que, sin escritura que los ampare, tienen deseos de trabajar y se meten en tierras abandonadas por muchos siglos, vírgenes del todo. Yo poseo bastante, pero de lo que estoy convencido es de que uno no necesita más tierra que el pedacillo donde lo han de enterrar. Yo quiero vivir en paz para que cuando muera no tenga nadie derecho a revolcar me ese pedazo de tierra a que aspiro. Lo saluda con cariño,
(El texto de esta carta memorable y la foto de su autor fueron tomados del libro Julio Sánchez, escrito por José Marín Cañas y publicado por el Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes en 1972.)
Julio Sánchez.
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Cuento (casi) mitológico
Atalanta Hija única del rey de Esciros, isla del mar Egeo al no res te de Eubea. Célebre por su belleza y por su rapidez en la carrera corta. A los súbditos no les extrañó como princesa Belarmino Casal que Morgan publicara un bando por todo el reino con corne ta, edicto y tambor: que daría su mano al que lograra vencerla en la carrera. Varios súbditos suyos la habían visto correr en competencias con participación de reinos vecinos, y Atalanta guardaba en su gabinete, como un tesoro querido, tres coronas de laurel obtenidas en igual número de carreras, allende las fronteras de Esciros. Su padre, el monarca, aprobó el edicto, pues como político debía ir pensando seriamente en el sucesor del trono. «Y que ojalá sea de ideas rápidas como sus zanca das…» Lo único de lamentar fue que al final del edic to se de cía: «El que pier da la carrera perderá también la cabeza». Y cada semana acudía al palacio algún joven esciro para retar a la Princesa.
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Entonces, el Primer Ministro le leía en voz alta el bando firmado por la Princesa y el Rey. Y lo instruían para que pensara seria mente en las posibilidades casi remotas que tenía de salir airoso. —Pien se que en esa ca rre ra se es tá jugando usted la vida. … Y cada semana, la princesa Atalanta ganaba la carrera. En la meta estaban los lanceros oficia les de la Guardia Real, lanza en ristre, que sin miramiento alguno apresaban al venci do. Y en medio de los asistentes al acto le cortaban la cabeza. Es el precio que deben pagar los ilusos, necios, arrogantes que intentan vencer y humillar a las princesas. Hipómenes, nieto de Poseidón, aventu rero y galán, de paso por Esciros se inte resó por ella. Había visto caer más de una docena de cabezas. Se dedicó a estudiar la técnica, resistencia, empuje y fuerza en la zancada de Atalanta. Sabía perfectamente que retarla a cor rer significaba un suicidio. Porque la Princesa tenía un currículo admirable en su reino y en el resto de las islas del mar Egeo. Por eso, se puso a cavilar a la orilla de un río sobre la posibilidad de vencerla. Tenía que haber alguna solución por que nadie es imbatible. Ella debía de tener alguna debilidad. De improviso, se apareció junto a él un anciano bondadoso y esmirriado que aparentaba ochenta y ocho años. Con sonrisa beatífica y modales urbanos, le dijo: —Estoy leyendo tu mente. La empresa que deseas afrontar es harto difícil, pero no imposible. —Pero, señor, ella es invencible. Corre como el mismo viento. —Pero es mujer— dijo el anciano de cabellos plateados—. Y vamos a
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buscarle el lado flaco, lo débil que tiene toda mujer. Hipómenes no salía de su asombro. Casi no entendía el vocabulario que usaba el anciano de luenga barba blanca y cabe llos como la nieve. —Toma— dijo. Y como por encanto aparecieron en sus manos cinco manzanas de oro. —A las mujeres las deslumbra el oro. Te presentas en el palacio y retas a Atalan ta en la carrera de los cien metros planos. En tu ropaje llevarás escondidas las cinco manzanas. Cuando sientas que ella te pisa los talones, con disimulo lanzas una man zana a sus pies. Al agacharse ella a reco gerla, tú obtendrás ventaja. Y sigues corriendo con más vigor, como en la vida lo has hecho. Y nuevamente, cuando sien tas que te va a dar al can ce, lan zas la segunda manzana. Así sigues por aquel trayecto que aparentemente es corto, pero para ti será como de eternidad. Así lo hizo Hipómenes. … Y logró vencer a Atalanta por esca sos cinco metros de diferencia. Al momento, el pueblo estalló en aplausos, vivas, hurras. Todo era alegría en aquel reino. Pero el Rey, que había visto la carrera, sonreía malicioso ante la estratagema que había usado el competidor de su hija. Y Atalanta lloraba angustiosamente su primera derrota mientras sostenía en las manos las cinco manzanas de oro. Justamente al mes se casaron. En el palacio de Esciros no cabía una alma. El pueblo acudió en masa. Todos comían, be bían, can ta ban y reían por tan fe liz acontecimiento. Y por otro bando real, en ese preciso momento el Rey abdicó: coronó a su hija como reina e Hipómenes pasó a ser prín cipe consorte. Y el monarca renunció a la vida públi ca y se alejó a sus posesiones de ultramar..
El despegue del orador Por razones especiales, he tenido en los últimos años oportunidad de asistir a diversas etapas de concursos escolares o colegiales de oratoria. Una de las cosas que saltan a la vista en compe ticiones de ese tipo es que los educadores parecen haber confiado más de la cuenta en las habilidades naturales de los alumnos, y no haberse preocupado Eliécer Venegas por dar les a es tos una orientación concreta y efi caz. A causa de eso, los niños y los adoles centes tienen problemas de los que no salen por más que pase el tiempo. La oratoria se parece a la aviación en que para ambas existen dos momentos especialmente difíciles: el despegue y el aterrizaje. Al llegar a la conclusión es cuan do se estrellan los discursos improvisados (una vez me tocó padecer, junto con el res to de personas que llenaban un templo, un sermón, evidentemente mal preparado —o no preparado en absoluto—, de un obispo; los esfuerzos, carentes de decisión en reali dad, por agarrarse de alguna idea que le permitiera al prelado descender, resultaban más que patéticos desesperantes, y la misa se alargaba y se alargaba y se alargaba, y yo pen sa ba en los cien tos de hom bres, mujeres y niños que estaban de pie desde el principio…). En el arranque también se nota la improvisación; pero lo que más se advierte es la falta de conocimiento técni co. Y por tanto la falta de la orientación de quienes debieran haberla dado, en el caso de concursos como los que motivan este artículo. En primer lugar hay que decir que exis ten tres maneras de encaminarse hacia el inicio de un discurso que merecen ser pros critas por la ley. Una de ellas parece haber sido santificada por las costumbres proto colarias, pero esto no le quita lo que tiene de antiestética y de tonta: me refiero a la retahíla ceremoniosa de destinatarios del mensaje («Señor presidente de la repúbli ca, señor ministro de lo que sea, etcétera»). Otra es el saludo retórico: el orador dice,
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por pura fórmula: «¡Buenas noches!», y los oyentes se imaginan que deben contes tar: «¡Buenas noches!»; y peor es cuando el mismísimo orador se queda aguardando la respuesta tonta. La otra manera es posi blemente la más utilizada en los certáme nes de escuelas y colegios: el orador se presenta en inglés disfrazado de español y anuncia el tema de golpe y porrazo y sin anestesia: «Mi nombre es… (“My name is…”) y voy a ha blar so bre tal co sa». (¡Peor no es posible!) Muchos piensan que es suficiente el aplicar uno de esos tres sistemas, y no se molestan en planear el comienzo del dis curso porque no parecen tener claro que el discurso es lo que viene después de cual quiera de esas tonterías, y que es preciso darle un buen fundamento (de cara al oyen te) a lo que sigue para que el mensaje no se pierda. Un buen ejemplo de cómo se puede empezar lo da un conocido predicador pro testante: el Hermano Pablo. Este comienza relatando un hecho que según parece ocu rrió en la realidad (aunque no tendría nada de raro que a veces fuera imaginario). Lue go, partiendo de él, se encamina, sin per derse en vericuetos ni en recovecos, hacia la lección que quiere dar. Es una técnica
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que tal predicador emplea casi constante mente; pero el talento y la sinceridad con que él se expresa hacen que no parezca machacona. A mí me alegra encontrarme con el Hermano Pablo cuando estoy hacien do un recorrido por los canales de televi sión. No solo existe —claro está— ese siste ma. Hay un libro que se debería utilizar en todos los clubes o talleres de oratoria que funcionan —es de suponer: no creo que sin dar instrucción previa estén organizan do concursos entre niños y entre adolescen tes— en nuestras instituciones educativas. Es el llamado Cómo hablar bien en públi co e influir en los hombres de negocios. (No hagamos caso de la segunda parte del título, que responde a una típica preocupa ción u obsesión yanqui.) Su autor es Dale Carnegie. No conozco un método de orato ria más inteligente. Pues bien, el capítulo IX («Cómo iniciar un discurso») vale tanto como el oro para quien aspira a ser orador. No pienso ponerme a resumir ahora esa parte del libro. Tal esfuerzo pueden hacerlo educadores y alumnos. Unos y otros tienen que aprender que, en cualquier campo, si se quiere saber cómo actuar, debe recurrirse a la lectura de una o más obras. Todo arte implica el conocimiento y dominio de las técnicas fundamentales, y no se lle ga a eso sin estudio. Elaborar un discur so es un trabajo que plantea (es cierto), antes que nada, el deber de colocar ideas en el cerebro; mas inmediatamen te viene la obligación de ocuparse en darle forma artística al contenido de la mente. Todos hemos cometido algunas veces el pecado de empezar un discurso sin haber preparado el inicio como se debía. Eso explica tantos fracasos que se han dado. Son los conocimientos y los hábitos adquiridos y aplicados una y otra vez, así como cierto sentido artístico de los movimientos, los que permiten a un avia dor despegar con limpieza técnica. Y el orador que no sabe cómo despegar así, fácilmente hará que el discurso termine estrellándose contra los árboles más cerca nos a la pista.
Coro en la Escuela Cubujuquí
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oy, cuando la mayoría de los seres humanos están llenos de desidia y actúan por intereses materialistas, siempre quedan personas con mucho entusiasmo y dedicación. Este es el caso del maestro de música Carlos Villalobos, de la Escuela Cubujuquí (en Heredia), quien vive en Lagunilla, Barreal. Con mucho esmero este joven desde hace tres años viene trabajan do con dos co ros de niños de uno u otro sexo en dicha institución: uno de primer ciclo con Flora Lucía niños de tercer grado, Prendas Sibaja que luego pasarán al coro del segundo ciclo compuesto por noventa y cinco niños de cuarto, quinto y sexto grados, con los cua les en sa ya los jue ves en la ho ra del almuerzo. Para formar parte del coro, los alumnos deben pasar por una prueba en la cual se ubican sus capacidades, esto a fin de poder seleccionar un poco, porque son muchos los niños que desean participar. Las canciones que cantan son de corte popular, pero siempre con mAensaje. El maestro Villalobos manifiesta: «Manejar un coro con muchos chiquitos es muy difícil, pero me siento increíble mente bien cuando ellos cantan y transmi ten mucho cariño. ¡Es algo muy tierno! Además, se les brinda oportunidad de expresarse y sentirse un poquito mejores. ¡Me siento totalmente satisfecho!» Por su parte, una integrante, Heidy Esquivel, declara: «Me agrada cantar y me gustaría ser cantante cuando sea gran de». Otra niña, la solista Carolina Badilla, quien ganó la eliminatoria por el Circuito 02 del Festival de la Canción organizado por la Regional de Heredia, el jueves 29 de julio, dice: «Me siento liberada al can tar». Su participación fue con la canción Un país y un mundo mejor, la cual es una composición, tanto en letra como en músi
ca, del maestro Carlos Villalobos. Este profesor estudia en la Universidad de Costa Rica composición musical. Ya ha compuesto seis canciones para coro. También ha realizado arreglos para orquesta sinfónica. Incluso la Orquesta Sinfónica de Heredia estrenó su instru mentación de Aleluya. Ha he cho otros arreglos para la Escuela de Artes Musica les de la Universidad de Costa Rica y ha compuesto música para niños. Toca varios instrumentos, entre ellos el piano, la flauta y la guitarra, y le gusta cantar. Refiere que en otras escuelas don
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de ha trabajado también ha formado coros de ni ños; por ejem plo, en la Es cue la Simón Bolívar, de Grecia, y en la de El Roble, Alajuela. Dice que mientras haya niños siempre buscará sus voces. Ojalá que este maestro mantenga siempre ese entusiasmo y que conserve el apoyo de su director y de sus compañeros educadores. Que esto le haga posible cosechar muchos frutos tanto para él como para sus niños, quienes son los primeros beneficiados al tener ocupada la mente en proyectos tan productivos en lo que se relaciona con el desarrollo de la personalidad.
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MONUMENTOS DE HEREDIA
Aquileo J. Echeverría Erigido en 1937 por la Asociación Ala. Está situado en el costado este del Parque Nicolás Ulloa, en Heredia. Debajo del retrato en relieve de Aquileo J. Echeverría (hecho por Antonio Por tuguez) figura la penúltima estrofa de su poema Mi musa. La dedicatoria reza: «Costa Rica, al recordado cantor del alma de su pueblo». Aquileo (así se le dice corrientemente) nació en San José el 22 de marzo de 1866. Su nombre es uno de los más importantes de la historia de la literatura costarricense. Constantemente se recuerdan las palabras de Rubén Darío: «… Cos ta Rica tiene un poeta. Tiene, es verdad, otros poetas, pero su poeta, el poeta nacional, el poe ta familiar se llama Aquileo J. Echeverría». Le sucedió a Aquileo lo mismo que a otros escritores hispanoamericanos (recordemos a Juan Zorrilla de San Martín con Tabaré, a José Hernández con Martín Fierro, a Do min go F. Sarmiento con Facundo…): tu vo ese cu rio so destino de crear un subgénero literario que no iba a tener seguidores. Las Concherías —escritas por Echeverría en la época en que se llamaba concho al campesino costarricense— se destacan como un monumento único en nuestras letras. Quienes han querido escribir concherías, aunque muchas veces lo hayan intentado con talento… han escrito cosas muy diferentes de lo que hizo Aquileo. Así resumió Darío la vida de Aquileo J. Eche verría: «Este poeta ha sido empleado público, militar, diplomático, periodista». Después de casarse vivió en una finca —«La Pitahaya»—, que fue la dote de su esposa herediana, y que se hallaba entre Heredia y San Antonio de Belén, y además montó una pulpería. Estas dos cosas le permitieron observar a nuestros campesinos y, con base en esto, llevarlos a su libro llamado pri mero Romances y concherías (1903) y después Concherías (1905). Nuestro poeta murió en un sanatorio de Barce lona, España, el 11 de marzo de 1909. En 1934 la Asociación Ala editó el libro Cró nicas y cuentos míos. La selección de escritos en prosa de Aquileo la hizo Joaquín García Monge. La edición no era para la venta. Como dicha aso ciación había planeado levantar el monumento a que hoy nos referimos, los ejemplares se obse quiaron «como recuerdo de gratitud» a las perso nas que dieron su contribución con ese fin.
Mi musa Mi musa es joven y ardiente, morena, de erguido seno, boca sensual y más roja que las bayas del cafeto; blanca y firme dentadura, que es albo nido de besos; ojos grandes y expresivos, dulces, brillantes, serenos. Una espalda tentadora, mórbida como su cuello, unos brazos que, si abrazan, es difícil salir de ellos. Corre por su cuerpo criollo la roja sangre del pueblo, fresas fingiendo en su boca, rosas, en su cutis terso, y en la gloria de sus ojos cálido fulgor de incendio. Canta a mi patria adorada, canta a mi ubérrimo suelo, a mis floridos rosales, a mis frondosos cafetos; al mozo fuerte y honrado, alegre, noble, sincero; a la moza de alma blanda y de durísimo seno, a nuestras altas montañas, a nuestros valles risueños, a nuestra tierra fecunda, a nuestro límpido cielo. Que no brinda en copa de oro sino en los cálices frescos ya de nieve, ya de fuego, que le ofrecen los claveles, que embalsaman, con su aroma, mi apacible y caro huerto. Nota: La estrofa en itálicas es la reproducida en el monumento. Foto: Eduardo Sánchez
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Juanito Mora en el discurso de la raíz
uanito Mora fue ejecutado-asesinado, como ya sabemos, el 30 de septiembre de l860, hace ciento cincuenta y nueve años. Está cumpliéndose, pues, el centésimo quincua gésimo noveno aniversario de la muerte de este ser tan vivo. Este máximo ser ideoló gico nacional en la teoría y en la práctica, ha sido calcu ladamente desterrado, más bien, sepultado, en el campo de valoración de la identidad de Costa Rica, en el sentido básico de esta verdad, es Antidio Cabal decir, en el canon del espíritu de la nación. Todavía trabaja eficazmente contra él una animadversión desde el alma jurídica, legislati va y ejecutiva, y trama orgánica cultural del país: el alma colectiva de una elite, de intereses radicales inauténticos, axiológicamente descas tada, que ha convertido el pensamiento y el sentimiento históricos de lo costarricense, de eso que, en último término, es la esencia de lo humano costarricense, en un trasunto frívolo, cursi, contingente, o diluido, dúctil y maleable y, por lo tanto, trágico, porque muda en tragedia
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al adulterar lo que se es como lo único que se es, y por lo que se es diferenciada y valiosamen te. Juanito Mora es el héroe nacional total, fra guado de pueblo, que lo hizo suyo —por eso se llama Juanito, en diminutivo directamente mayúsculo—. Suya es la visión y suyo el análi sis que lo convierten en el primer pensador real —pues pensó con las armas lo que primero pen só con el espíritu—, en el primer pensador real de Hispanoamérica —no existía entonces Lati noamérica, como no existe ahora si proposicio nalmente se piensa en su verdad— en categori zar el problema norte-sur, antes, claro, que el gran José Martí. En tal concepto, es en el tiem po el primero en representarse y determinar la cuestión y el primero, además y también, en recurrir a la guerra, una guerra, en cierto modo, o sin cierto modo, paidética: la guerra para evi tar dejar de ser como humanidad costarricense, y para evitar que Hispanoamérica iniciara el camino de su no ser. Juanito Mora supo contes tar el signo, la interrogación del cisne dariano antes de que el cisne dariano preguntara. Él fue el autocisne, él fue la pregunta y la respuesta. En consecuencia, se configura como un héroe de características poliédricas: el héroe analíti
co, el héroe ideológico, el héroe social, el héroe investido de armas; él es el héroe de muchas antorchas. Un héroe no menor que ningún héroe de Iberoamérica, pues lanzó un grito crítico continental y las armas que disparó las disparó hacia el porvenir, que ya llegará. Se le oculta históricamente, se le sigue matando. Él está siempre en el fondo intacto de la nacionalidad del espíritu y en el fondo intacto del sentido de la identidad. El costarricense que lo lea y que lo conozca en sus hechos históricosociales nacionales se dará cuenta de cómo hay que tener conciencia a partir de la raíz, de en qué consiste ser costarricense trascendente. Con su fusilamiento el día 30 de septiembre de 1860 se fusilaron muchas categorías costarri censes. Milicianos del pueblo lo fusilaron cons treñidos militarmente por la oligarquía (lo de siempre). Desde que a partir de 1961 me ocupo en su memoria y de su verdad, y lo he «distri buido» fuera y dentro de Costa Rica, alentando a que otros lo «distribuyan» también, he plan teado siempre la necesidad de que la fecha del acto delictivo de su muerte sea declarada de celebración nacional, en honor de su continua resurrección, pero en honor de la continua resu rrección de Costa Rica.
La Costa Rica del año 2000
as tertulias de los sábados en la Casa de la Cultura de Heredia se han convertido en oportunidades de análisis y reflexión sobre hechos que ha vivido el país en el siglo que termina. Utilizando un comentario escrito por un compañero los participantes iniciamos el exa men de un tema, y en ocasiones el interés de este nos hace olvidar el reco rrido de las manecillas del reloj. Recientemente señalé la importancia de revisar los documentos del simposio La Cos ta Ri ca del año 2000, publicados el año 1977. Allí es tán las ideas de pre cla ros Manuel Argüello in t e l ec t ua l es que ex p re s a r on lo Muñoz que pensaban para la Costa Rica del nuevo milenio. Para quienes no conocen la obra voy a trans cri bir al gu nas de aque llas ideas, incluyendo un breve comentario. «El cambio social que se anhela para el 2000 no se puede llevar a cabo a través de una programación política de las minorías en el
poder.» ««Elegir una pedagogía es elegir una política.» En varias páginas se repite que la educa ción debe ser más productiva, más práctica, trabajo y estudio, aulas y talleres, campos de agricultura y deporte. Pero a la vez se afirma que «mientras la moral pública no rime con la belleza y profundidad de las declaraciones filosóficas y democráticas no avanzaremos ni un metro hacia el año 2000». Un comentarista señaló: «Arruinaremos la educación en el año 2000». Esta profecía se hizo realidad cuando los intereses económi cos de algunos políticos y educadores fueron más importantes que los intereses sociales. «En la medida en que una sociedad reco nozca, sepa definir sus riquezas naturales, podrá ser rica o pobre.» «El país no tiene objetivos claros ni políticos, ni programas para administrar su activo físico, patrimonio material.» «Hemos tratado la tierra como si fuera de nuestra propiedad y en lo político hemos usado la cosa pública como si fuera nuestra.» «Es trágico el desplazamiento de la pobla ción rural hacia los centros urbanos, con la concomitante destrucción de las tierras agrí
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colas.» En este mismo momento el ITCO gastaba sumas millonarias estudiando la posi bilidad de colonizaciones en las tierras del Norte, Atlántico y Pacífico; pero los intereses económicos las orientaron a las explotaciones en manos de compañías nacionales y extran jeras. Las voces valientes de algunos intelectua les señalaron como prioridad de gobiernos futuros enfrentar la pérdida de valores y la corrupción. Debemos «respetar el principio de no intervención en los asuntos internos de otros gobiernos». Termino estas citas con la predicción que hizo un notable expositor al señalar a los futu ros gobernantes el compromiso de atender estos urgentes planteamientos. «Si esto no fuera posible, nos iríamos aproximando al conflicto irreconciliable, a la subversión y a la quiebra de todo, o sea lo que abominamos y lo que nos es caro. En estas circunstancias, la Costa Rica del año 2000 sería muy diferente de la que hemos anticipado en este simposio: sería un país en que —me atrevo a afirmar— ninguno de nosotros quisiera vivir, ni desearía heredar a sus hijos» y nietos.
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Curar la soledad
n todos los libros de autoayuda se plantean las mismas preguntas: ¿Por qué existen tantos matrimo nios destruidos? ¿Por qué existe tanta delincuencia, tanta violencia y tanto odio? ¿Por qué existe tanta tensión, tanta angustia y tantas enferme da des? ¿Por qué exis ten tantas personas infelices, tantas personas que sufren, tantas personas con poco amor propio, tantas perso nas que se sienten solas y vacías? Gregorio Espinoza Nuestra cultura está Ugalde saturada de personas que son adictas a algo: al alco hol, a las drogas, a la comida, al tabaco, al trabajo, a la televisión, al dinero, al poder, a las relaciones personales, a la religión, a la aprobación por los demás, a ser tuteladas, al sexo, al afecto, a las aventuras amorosas… modos, todos ellos, de llenarnos desde fuera de nosotros mismos. ¿Por qué? ¿Por qué estamos tan vacíos que buscamos continuamente nuevos modos de llenarnos desde fuera? ¿Qué ha sucedido en nuestra sociedad para produ cirnos tal vacío?
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odas las tardes, al ser las 5, des de mi par queo ob ser vo que pasan tres personajes, quienes me llaman la atención en forma especial. Sé que se dirigen a una soda cercana, a tomar café y a conver sar. El mayor de ellos, creo que anda ya por los no ven ta años y los otros dos por ahí de los sesenta con un pico, pero no de tucán. Ellos son amigos míos y por tal razón conozco la cultura que poseen y, des de luego, supongo que al Floriberto Sancho calor del cafecito que ingieren, tratan asuntos de mucho interés. Los tres distinguidos caballeros, además de ser muy preparados, son muy buena gen te, muy simpáticos y amenos conversado res, pero entre ellos se distingue el de mayor edad porque departir con él, por su don especial de la conversación, constituye un verdadero placer. Deseo «sostener en vilo» a mis lectores,
La Araucaria
Nuestra sociedad atraviesa una crisis espiritual profunda, una crisis que es conse cuencia de haber seguido un camino equivo cado desde hace muchos años. Estamos viviendo las consecuencias de habernos desconectado internamente de nuestros pro pios corazones. El estado natural humano es un corazón lleno hasta el borde de amor y de luz; tan lleno que se desborda y vierte amor y luz en cada latido. Pero muchos de nosotros esta mos lejos de ese estado natural; tan lejos que no sentimos más que una sensación de vacío en nuestros corazones. Y cuando nuestros corazones están vacíos, y cuando no sabemos cómo llenarlos desde dentro, entonces solo nos queda intentar llenarlos desde fuera. Las adicciones y la codependencia no son más que eso: intentar llenarse desde fuera. Nues tro mun do se en cuen tra en una encrucijada. Cada uno de nosotros se ve obligado a elegir entre el amor, la paz y la vi da, o el mie do, la gue rra y la muer te. Hemos conseguido muchas cosas en este planeta, pero ¿a qué precio? A pesar de todo lo que hemos conseguido, todavía nos queda la contaminación del agua y del aire, las gue rras, el hambre, la delincuencia, el miedo y el sufrimiento. ¿Qué es lo que ha fallado?
Tres ilustres ciudadanos porque hasta el final de este artículo no mencionaré los nombres de mis personajes. Sin embargo, les adelanto que dos de ellos son educadores pensionados y el otro, un distinguido abogado. Así mismo, que los tres tienen un común denominador, y es que son excelentes escritores. Yo los calificaría como parte de la «crema y nata» dentro de la intelectualidad herediana, ya que por su acervo cultural significan un orgullo de nuestra culta ciudad. ¿Quiénes son ellos? Calma, que al final lo sabrán. Permítaseme indicar que si algo me lla ma la atención, es el afecto que se profesan y la similitud de intereses que los une. Qui zá sea improcedente mi comparación, pero mis aludidos amigos se asemejan a los tres mosqueteros, quienes con la coraza de la sabiduría, su prestigio y el servicio a la
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¿Qué es lo que falta en el mundo en su con junto, y en nuestras relaciones personales, en nuestras familias y en nosotros mismos? La supervivencia de nuestro planeta depende de que todos comprendamos y vivamos el hecho de que todos somos uno. Cuando somos capaces de mirar a los demás seres humanos con un sentimiento de uni dad, ya no podemos seguir haciéndonos violencia los unos a los otros física ni emo cionalmente. Solo podremos conseguir este sentimiento de unidad con toda la vida cuan do nos sintamos unificados dentro de noso tros mismos. Solo podemos trascender nues tro sentimiento de aislamiento y de soledad a base de vivir la plenitud y la conexión interiores. Cuando nos desconectamos de nosotros mismos nos sentimos solos, y nos sentimos solos porque no podemos conectar con los demás. Cuando nos conectamos con noso tros mismos aprendemos a amarnos. Solo cuando nos amamos a nosotros mismos, se llenan nuestros corazones y el amor desbor da sobre los demás. No podemos amar a los demás más de lo que nos amamos a noso tros mismos, y no podemos recibir el amor de los de más mien tras no re ci ba mos el nuestro propio. comunidad, simbolizan el comportamiento de tres hidalgos y admirables defensores de la idiosincrasia de nuestra provincia. El ma yor de mis per so na jes a ve ces necesita alguna ayuda física, pero no aními ca, porque su espíritu irradia optimismo, paz y felicidad. Se trata de un roble, de los pocos que van quedando para bien de nues tra so cie dad. Los otros, más jó ve nes, es mucho lo que han dado y continuarán apor tando. Por su prestigio en todo aspecto, son ejemplos vivientes para las futuras genera ciones en vista de que son acreedores de los valores morales, culturales y sociales que tan dramáticamente se están perdiendo. Que la Divina Providencia colme a estas perso nas de abundantes bendiciones, que yo, desde mi parqueo, las continuaré admiran do y apreciando. Pero considerando que me ha llegado el momento de hacerlo, cierro este artículo mencionando los nombres de mis aludidos. Ellos son el doctor en sociología don Marco Tulio Salazar, el profesor Eliécer Venegas y el prestigioso abogado licenciado Roberto Cambronero.
«Lo dijo Garita» El impacto vertiginoso del desarrollo cientí fico y globalización político-económica, en especial la impresionante tecnología de las comunicaciones (televisión por cable, Internet, etc.) en el mundo sin fronteras ha provocado un bombardeo que atenta contra nuestras costum bres y afecta a la juventud bas tante desarraigada de ellas y que hoy, acosada por la información «extranjera», adquiere actitudes anticulturales, pues asume más lo negativo que lo positivo de otros países, y nos llevará a per der los caites. Reflexionemos para reforzar la idiosincrasia Juan Francisco costarricense y volver la mirada Hernández D. al entorno inmediato, a la peque ña democracia. En política el retorno sucede por los procesos de regionalización del Estado. Al ser h um an o —Pablo o Perencejo— la confusa terminología jurídico-económica que nutre los proyectos del gobierno central lo ahoga. Es más fácil su com promiso para la ejecución de obras públicas en su espacio vital (distrito o cantón), y de utilidad inmediata: arreglo de calles, cañerías, electrici dad, asuntos de salud, educación y la vigilancia de su barrio. Esta filosofía retoma la cultura en su circunstancia inmediata dando importancia a la temática del distrito o cantón, y requiere, también, sendas abiertas y encauzamiento lide rado para que la opinión pública del vecindario
se exprese. No sobra el comentario anterior cuando se quiere determinar la relevancia y función social que cumplen los medios de comunicación loca les (periódicos, programas radiofónicos o tele visivos, etc.), pues permite que el interés por la pequeña geografía tenga una válvula de escape, y que lo internacional y nacional cedan camino a la noticia local: del barrio Los Ángeles, San Francisco, La Aurora, San Pablo o Los Lagos. En Heredia, ya casi como rito religioso, en la onda de Radio Victoria, diariamente escucha mos el programa de Garita (Radar del Depor te), con Víctor Manuel Garita como anfitrión. Ante una competencia cerrada, es de admi rar este esfuerzo quijotesco de salir al aire coti dianamente durante un cuarto de siglo con un programa que, si bien es la voz del Club Sport Herediano, tiene una dinámica tal que rompió los cristales de una sociedad tímida y cedió espacio a la expresión popular otrora reprimida: a todas las gentes, a todos los temas, de todos los rincones heredianos. Por eso la expresión «Lo dijo Garita» es no solo una frase típica de la tertulia que acompaña al gallo pinto mañane ro en el comentario hogareño de lo escuchado en el programa la noche anterior, sino que deno ta un criterio de certeza —de autoridad y verdad —para los florenses: esta credibilidad es un triunfo inusitado que sobresale por encima de la intriga barata o lisonjera común, ganado con el valor de increpar de frente, con nombres y ape llidos, a los involucrados en las denuncias del
pueblo. Transmitido desde la esquina del estableci miento comercial «Testy», el programa de Garita resultó ser el más importante medio de comunicación provincial. Ahí se gestan las grandes luchas comunales (ora pro hospital nuevo, arreglo de calles, cañerías, electricidad, seguridad ciudadana; ora las campañas a bene ficio de la Cruz Roja, asilos de ancianos, niños o discapacitados). El estilo es ágil, directo y la franqueza resulta peligro mortal para los fun cionarios públicos corruptos, negligentes o con camisa floja para ejercer el cargo que aceptaron, y que no puedan responder de sus decisiones. A esta problemática se agregan las últimas noticias del fútbol, contrataciones, arbitraje, estadísticas, y el recuento de goles del Club Sport Herediano. En esa contradicción de mun do globalizado y aldea, de pérdida de valores y costumbres, acuden al rescate histórico las anécdotas antañonas narradas por don Eduardo Rodríguez Zumbado, cuya nostalgia genera fe para creer a pesar de los problemas. Mientras existan espacios de opinión como el de Víctor Manuel Garita y los políticos de turno acepten la crítica como una oportunidad para lucirse tra bajando, hay esperanzas de algo mejor para los heredianos, de que podamos arrumbar hacia el futuro cimentado en la tradición. … El pueblo debe opinar,… el pueblo debe ser escuchado. Los romanos lo dijeron: «Vox populi, vox Dei». En Heredia… «Lo dijo Gari ta».
Jubilación debe ser bienestar
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uchas personas, al hablar de la proximidad de su retiro, con cierta euforia dicen: «Ahora voy a poder hacer lo que yo quiero, lo que a mí me gusta». Pero a pesar de que esa expresión resume un anhelo, una aspiración común a los seres huma nos, po cas ve ces lle ga a cum plir se por una razón muy sencilla: no sabemos qué hacer con nuestro tiempo libre. Y eso produce frustración. Todos conocemos a per sonas que emprendieron a su retiro tareas para las que nun ca demostraron gusto o entu siasmo, simplemente porque nunca creyeron tener las apti tudes necesarias; pero por Roberto alguna razón —hasta por Cambronero V. accidente— llegaron a descu
brir que sí las tenían, y esto les proporciona ahora alegría, satisfacción y riqueza espiritual. No se trata, como creen algunos, de que los pensionados, muchos de ellos relativamente jóvenes, con plena capacidad física y mental, sigan produciendo desde el punto de vista eco nómico. No. Ya esa etapa la cumplieron y ahora es la hora de disfrutar del justo premio de la jubilación, de hacer, para su propio bienestar, lo que cada uno quiere o lo que le gusta. Si un pensionado está contento, satisfecho y fe liz con lo mu cho, po co o na da que es tá haciendo, ¡felicidades! Pero si no es así, quere mos invitarlo a descubrir talentos y habilidades escondidos que, con un poco de estímulo, podrían desarrollarse hasta llegar a producirle satisfacción, bienestar, salud y vida. No podemos decir que no podemos pintar un cuadro, tocar un instrumento, construir una mesa, tejer una bufanda, cultivar una orquídea
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o cocinar un platillo especial, si antes no lo hemos intentado. La idea ahora es que lo inten temos. La Fundación pro Valores Culturales de Heredia tiene un programa, que se desarrollará en los próximos días, para que todos los pen sionados que lo deseen asistan a talleres de dibujo, pintura, carpintería, música (ejecución de un instrumento o apreciación musical), teji do, costura, cocina, etc. La asistencia y partici pación serán absolutamente voluntarias y gratuitas. Este programa se desarrollará en asocio con la Casa de la Cultura Alfredo González Flores y algunas instituciones como la Universidad Nacional. En los próximos días divulgaremos amplia mente este programa; pero si alguien tiene inte rés puede llamar a la Casa de la Cultura, al teléfono 262-25-05.
La Araucaria
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a vida interior es como una vie ja sa la. Den tro de sus paredes se viven muchas cosas y se escuchan muchas conversaciones. Sus invitados consuetudinarios tienen ape llidos diversos. Algunos de los cuales son respetables como los de esos señores de la familia Ideales o los de esas señoras de la fami lia Aspiraciones. Pero no todos los invitados tienen honorable alcurnia. Aunque carecen de estirpe renombrada, algunos gozan Jaime González de un título de importancia Dobles comprado en el mercado de las pulgas. El linaje de los Intereses suele imponer así su presencia con los des pliegues de las vestimentas de la moda. Se viste siempre con prendas de marca reco nocida. Todos sus atuendos tienen el emblema de Oportunismo. Los de la familia Poderes siempre lle gan en grandes automóviles de lujo. Ade más, suelen venir acompañados por el atractivo y la belleza de su concubina: esa atrayente señorita llamada Manipulación.
Vocación Pensándolo bien, mi imagen anterior es un poco equivocada… La comparación debería más bien hacerse con una soda de mercado. En ella todo el mundo entra y sale cuando le da la gana. Bueno, no todo el mundo. De hecho, algunos de nuestros viejos familiares se sientan durante horas en una esquina casi sin proferir palabra. En la esquina más oscura, se suele ins talar el abuelo Destino. Con su cara gruño na y sus ademanes grotescos, recoge lo que nosotros los anfitriones dejamos en el camino; y lo quema despiadadamente en su gigantesca pipa del olvido. Destino casi nunca dice nada. Somos nosotros los que le hablamos y él responde con voz taciturna: «Ya se lo había dicho». Por eso, Conciencia y Yo tenemos la costumbre de llamar Entierro al macabro fogón del abuelo. A su lúgubre sombrero lo denominamos Fracaso. Su presencia nos asusta: tememos que nos pegue con su pesado bastón. La abuela Vocación es muy diferente. Siempre se sienta en la ventana por donde entra la luz. Contempla las flores del entor no y silba gozosa ante el canto de las aves voladoras.
Conciencia y Yo le tenemos mucho cariño. La abuela no es taciturna como el abuelo. Simplemente, es callada. Sin embargo, su sonrisa es muy alentadora. Además, sus suaves gestos nos dicen mu chas cosas. Cuando los invitados nos dejan un poco de tiempo, Conciencia y Yo nos sentamos a conversar ante la mirada bondadosa de la abuela. Pero no les había dicho: Conciencia es mi mujer. Tiene alma femenina. Vive con el corazón en la mano y sus palabras refle jan sensatez. Yo, por el contrario, soy muy macho. Me creo dueño del mundo. Me ufano de invitar a mi mansión todos los locos de la farándula. Difícil matrimonio, ¿no es verdad? En realidad, Yo no sé lo que es verdaderamen te nuestro hogar. Casi siempre estoy en la calle en busca de cosas relumbrantes y sonoras. Aun que he apren di do a men tir con habilidad y constancia, en el fondo le ten go temor a la sensatez de Conciencia. ¿Por qué creen que les estoy hablando a uste des? Mejor la dejo hablar en otra oportu nidad...
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