EZRA POUND EL ARTISTA SERIO I Es curioso que se nos pida reescribir En defensa de la poesía, de Sidney, en este año de gracia 1913. En los siglos intermedios, y antes de ellos, otros centros de civilización habían decidido que el buen arte es una bendición y el malo algo criminal, y dedicaron tiempo a meditaciones a intentar descubrir los medios para distinguir el arte verdadero del simulado. Mas sucede que en Inglaterra hoy día, tanto en la época de Gosse como en aquella de Gosson, se nos pregunta si las artes son morales. Se nos pide que definamos la relación de las artes con la economía, se nos interroga sobre qué lugar corresponderá a las artes en la república ideal. Y es obvio que muchas personas menos objetables que los Sidney Webb opinan que lo mejor sería la inexistencia de las artes. No obtengo gran placer de escribir en prosa sobre estética. Pienso que una obra de arte por sí sola vale lo que cuarenta prefacios y otras tantas apologías. Pero me ha interrogado con fervor una persona indudablemente de buena voluntad. Como si alguien me dijera: ¿Qué utilidad tienen los espacios abiertos en esta ciudad, de qué sirven los rosales y por qué deseas plantar árboles y disponer parques y jardines? Los hay que no se deleitan en estas cosas. La rosa brota más bella de la garganta de algún César enterrado, y el cornejo con sus flores de cuatro pétalos (nuestro cornejo, no el árbol al que ustedes llaman así) crece desde el corazón de Aucassin; o tal vez sólo se trate de fantasías. Continuemos con el asunto de la ética. Es obvio que no se obtendrá lo bueno para la mayoría mientras no sepamos de alguna manera en qué debe consistir esa bondad. En otras palabras, debemos conocer qué tipo de animal es el hombre antes de lograr para él un máximo de felicidad, o antes de decidir qué porcentaje podrá tener de esa felicidad sin causarle un porcentaje demasiado grande de infelicidad a quienes lo rodean. Las artes, la literatura, la poesía son ciencias, tal como la química es una ciencia. Su tema es el hombre, tanto la humanidad como el individuo. El terreno de la química es la materia en cuanto a su composición. Las artes nos dan un gran porcentaje de los datos perdurables e inexpugnables relacionados con la naturaleza del hombre, del hombre inmaterial, del hombre considerado una criatura pensante y sensible. Comienzan allí donde cesa la ciencia de la medicina o, más bien, traslapan