Para y sueña - Los primeros versos

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Para y sueña

Todos los derechos reservados © Mariana Romero-Nieva EDITA: Asociación de Escritores de Madrid ISBN: 978-84-943808-4-6 Depósito Legal: M-37183-2015 Imprime: Ulzama Digital Diseño interior: Pedro S. García Diseño portada: Fernando Rueda García Fotografía de solapa: Inmaculada Martín del Campo


Para y sueña En este libro dejo escondido mi corazón.

Abrí el cajón de mi escritorio y encontré un montón de papeles arrugados, los saqué y los fui leyendo uno a uno. Mi asombro crecía a medida que los renglones se deslizaban ante mis ojos y me emocioné porque traían recuerdos de un pasado lejano. No sabía qué hacer con ellos, los recuerdos sacudían mi alma. Tímidamente los iba dejando en el mismo lugar donde los había encontrado. Delante de mí estaba el ordenador con su blanca y luminosa pantalla. Lo miré y sentí el deseo de pasar esos versos, escritos con mi vieja pluma, a ese cuaderno de cristal que nos ha regalado la tecnología. ¿Dirán las mismas cosas mis viejos poemas al encontrarse en ese extraño folio sin que mi pluma los arañe? No recuerdo bien, pero creo que nacieron a la luz de un antiguo flexo y en el más absoluto silencio de la noche. Sólo se oía el rasgueo de la pluma sobre las blancas hojas de mi cuaderno. Son versos sencillos, versos de sentimientos, versos con sabor a la vida que me encontré frente a frente y que perduran en mi recuerdo. 7


No busques en ellos palabras ni frases brillantes, soy una devoradora de sentimientos, mis poemas son eso, nacieron en tierra virgen, con sabor a pura naturaleza… Empecé a dar vueltas a mis obsesivas reflexiones y decidí darles vida de nuevo. Quién sabe si alguien, al leerlos, recupere un recuerdo o le arranque una lágrima. Mi libro está en marcha. En primer lugar los viejos poemas (por respeto a su edad) los he titulado Desenredando recuerdos y la segunda parte, las últimas poesías que escribí, Vapores del alma. Espero que el lector disfrute de esta fusión generacional.

Mariana Romero-Nieva

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Para un poco y sueña Acaricié su cabello revuelto sobre la blanca almohada. Miré las quebradas olas de su cuerpo, que en su mudo reposo parecía una silente estatua. La fina batista cubría su cama. Decoraba la pálida Luna la sombra de un cuadro con bucles de plata. ¡Doloroso silencio el de la noche! Que en su negro azabache me abraza. La luz del día me lleva a despertar el sueño de las águilas. Arrastrada por todos los vientos me di cuenta que solo soñaba...

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Desenredando recuerdos (A todos los que me quieren y quiero)


Mariana Romero-Nieva

Contestación a una carta Palabras, quiero palabras. No quiero engarces de letras, renglones entrecortados que no me miran de cerca. Dame palabras sencillas, misteriosas o altaneras que retumben mis oídos o, como susurros, fueran. Pero por favor, palabras pronunciadas muy de cerca aunque me ofendan o acusen, aunque mi calvario sean, aunque al salir de tu boca rasguen mi alma o la hieran, aunque tiemblen en tus labios por mordaces o perversas. Aunque me acusen o insulten, aunque la muerte me diera, que yo prefiero palabras a los renglones de letras. Palabras, dame palabras entrecortadas o abiertas que yo, mirando a los ojos, adivino las tristezas. Palabras… Quiero palabras, dame cuentas de tus penas que quiero oír, en tu voz, tu alegría o tu tristeza, que dejen en mis sentidos la duda o la complacencia. Dame, por favor, palabras, que es el gran don de las letras. 12


Para y sueña

A aquella persona pequeña de estatura que, cuando apenas podía andar con su humilde bastón, salía al campo a coger el primer racimo de uvas maduras para llevármelas. De mis recuerdos de infancia extraigo aquellos días en que los campos se cubrían de nieve impidiendo las tareas de labranza. Recuerdo aquella piel retostada, aquellas manos duras como rocas, que preparaban su desayuno –unas sencillas gachas– al calor de la lumbre que ardía con rabia, con olor a paja, a cebada y al incesante relinchar de las mulas. Mi homenaje a todos esos hombres, cuya cultura era la complacencia y la gratitud.

El gañán Permitidme que yo, pobre mujer de gran tradición, retroceda muchos años y recuerde con amor aquel hombre noble y rudo que allá en mi tierra vivió. No murió en mi alma el sonar de aquella voz rota, desgarrada, bronca, manos de callos sembradas y abrasadas por el sol. Yo quiero, sencillamente, como es sencillo mi amor, recordar en estos versos aquel hombre que sirvió en mi casa, en mi pueblo, y en la casa del mayor.

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Mariana Romero-Nieva

Era como el capitán de un ejército sin voz. El que dirigía humilde las tierras de su sueño. El que cuidaba las mulas como se cuida un halcón. —¡Ha llamado el gañan madre! —¡Abridle con precisión, él viene a cuidar la herencia que el abuelo nos dejó! ¡Cómo acaricia las mulas! ¡Cómo prepara el jergón que, sobre potro de piedra, noches muy largas durmió! Yo quiero rendir honores a ese hombre de corta voz, de manos encallecidas y de recio corazón. Se calzaba con abarcas que con gran destreza ató. Me cogía de su mano —cuando su descanso halló en días de lluvia y nieve— y a su lado me sentó. Aún retengo en mi memoria con entera precisión, los pasos de aquel gañán antes de que naciera el sol, que, aparejando las mulas, cantaba con débil voz. 14


Para y sueña

Cuando pasado el invierno la primavera vistió los campos de sol y espigas, y con su gran ilusión, le comentaba a su amo, con orgullo y emoción: —¡Lo mejor que hay en el campo, lo que este puño sembró!

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Mariana Romero-Nieva

La novia Unos vienen y otro van, cantos de llantos y risas. ¡Que todos entren y salgan como en una romería! Ya se ha vestido la novia con una blanca mantilla, ya está el padrino de gala con su risa partida Que no paren los abrazos, que no cese la alegría, mi alma se va quedando como un cristal que se triza. Una sonrisa se escapa y una lágrima furtiva lentamente resbala como luz fugitiva. ¡Y qué guapa está la novia, qué luz en sus ojos brilla, qué hermoso lleva su pelo color de dorada espiga! Que no paren los abrazos, que no cese la alegría, que beban ese buen vino que en el arcón yo tenía. Que todos alcen su copa y brinden con alegría, que va a salir ya la novia radiante como una ninfa. 16


Para y sueña

No es un poema cualquiera, es un ruego a Cristo, una petición por el dolor que me causaba ver a mi madre destrozada, envuelta en un mundo perdido de su memoria, por la cruel enfermedad de Alzhéimer.

Solo a ti Quiero que veas mi Cristo cómo me punza esta espina, esta herida de mi alma tiene sabor de agonía. No se lo digas a nadie pues el temblor de mi alma agita. Que no sospechen que llevo una cruz pesada y fría. Este dolor en mi pecho, este lamento que grita, este tirón en mi sangre sólo Tú comprenderías. Está mi madre postrada con sus carnes carcomidas. Su mirada dilatada y la cabeza perdida. Solo me mira enojada, sus manos no me acarician, sus piernas están paradas como dos hojas marchitas. Sus labios ya no me besan con el chasquido que hacían, abre y no miran sus ojos le tienen temor al día.

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Mariana Romero-Nieva

Ayúdame en mi dolor, cúrame Cristo esta herida, sácame de esta tiniebla que ha oscurecido mi vida. A Ti te lo cuento todo, no quiero que a nadie digas que tengo el alma hecha pedazos y no sé reconstruirla.

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Para y sueña

Al volver Yo abandoné buscando entre las sombras la luz que ansiaba en sueños juveniles, y lenta caminé sendas que asombran y en extraños busqué lo no posible. Ya lejos de mi hogar, tarde la luz ilumina mi frente muy cansada, ilusiones y sueños ya perdidos voy buscando la sombra de mi casa. Ya arrugada la frente, el alma rota que recibió en la ausencia la pedrada de mirar hacia atrás, y ver la vida que abandoné por sueños de ignorancia. Reclino el cuerpo cansado y ya marchito en el tronco de la encina solitaria y su sombra, podrida y lacrimosa, me socorre caricias con sus ramas. ¡Es volver a la vida! Oigo el eco, y percibo la apetecida calma, el tronco amigo, la tierra que me viera nacer hoy me recibe con rumor de agua. Mi vida se agostó por los caminos que dejan huellas en el alma y ahora quiero, desnuda de ilusiones, morir por los caminos de mi infancia. 19


Mariana Romero-Nieva

Ese hombre Hoy he venido a verte, pasados muchos años, a repensar el camino contigo. Señor, los años no son años pues descansar quiero a tu lado, rendida bajo el peso del destino. Mi escudo ya está roto, no dejes que me pierda en el camino. Hoy he venido a verte y perfuma mi alma tu presencia. Por las aguas oscuras de la vida eres mi luz, mi guía, mi existencia. Hoy he venido a verte, me deslumbra la luz de Tú mirada, ni una pequeña gota de amargura habrá por el camino, Señor, si me acompañas.

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Para y sueña

Visitemos a María ¡Vamos, no perdáis el tiempo, es mucho lo que hay que andar, no olvidemos los regalos que a María he de llevar! Limpiarse bien los zapatos, planchadito el delantal, los cabellos bien peinados que vamos a visitar. Echad buen pienso a la burra: es pesado el caminar y, entre collados y atajos, la noche nos llegará. No olvidéis esas alforjas donde puse un tierno pan, ni la garrafa con leche que termino de ordeñar. ¡Ah, se me olvida, esperad! Preparé para María algo que le gustará: es un chal hecho de plumas que a su hijo abrigará. A la madre en estos casos también se debe obsequiar: le llevaré una zamarra que mucho le arropará. 21


19/11/15

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OTROS LIBROS DE LA AUTORA:

Página 1

Quisiera abrazarme al viento y arañar por las estrellas, columpiarme en un manojo de guirnaldas que se enredan para gritar fuerte, fuerte, que tengo un alma poeta. Y para qué, nadie me oye, no están las puertas abiertas, las gentes están dormidas, las gaviotas ya no vuelan, las barcas están varadas soñando sobre la arena.

Por la escalera del aire

Tengo la pluma en la mano y el papel sobre la mesa: que nadie me llame loca porque he nacido poeta, bordadora de palabras, enhebradora de letras.

MARIANA ROMERO–NIEVA Vivió los años de la posguerra y lamenta lo difícil que era para la mujer desarrollar plenamente sus inquietudes literarias. Para y sueña r Mariana Romero-Nieva

cubiertaPyS-7:Maquetación 1

Edita su primer libro titulado Las huellas, un poemario de recuerdos y que al lector le puede parecer que encierran un sentimiento de añoranzas por su tierra La Mancha. El segundo, Por la escalera del aire, mantiene el mismo estilo en la primera parte pero cambia la segunda con una poesía más libre, más intimista.

Mariana Romero-Nieva

Para y sueña Poesía

Las huellas

Ahora nos presenta su tercer libro con cuyo título nos da un toque de atención. Para y sueña nos alerta de esta vida tan agitada, y nos invita a detenernos un momento para soñar y así poder ser más felices. Su poesía es sencilla, busca una literatura llana, de fácil lectura; expresa sentimientos de gran pureza y así se lo hace sentir al lector. Participa en numerosos recitales literarios. Es miembro de la Asociación de Escritores de Madrid, una asociación activa y participativa, en la que se une la literatura en todas sus facetas.


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