“Hoy he vuelto a tu puerta, A tu ducha, a tu cama, Estas de pie preparando tu aroma, Recuerdo a Porcupine y te abrazo por la espalda Pienso en sus ochenta ideas para besarte el cuello; Recuerdo una de mis favoritas y acercándome a tu oído te digo: “Tengo ganas de ti. Pero no de apoderarme de ti. Eres tan bella que no puedes ser de nadie sino de ti. Por eso quiero hacerte mía sin que dejes de ser tuya. Voy a amarte tanto hasta que te confundas. Hasta que seas tú la que me ame y yo el amado, Y luego viceversa, y de regreso otra vez y así. Unirnos por la lucha y el querer de unirnos, Besarnos como si existiéramos para besarnos, ¿Y por qué no? Conservar los privilegios de que el destino nos unió” Beso tu cuello y tu lóbulo, Te giras con los ojos entre abiertos, Me miras, me besas. Soy consciente que nada es para siempre, Y aun así, quiero pedirte, Quiero rogarte que nunca me dejes. Quiero habitar siempre el sillón dónde me das de ti a beber, Quiero siempre amanecer entre tus piernas, No importa si un día tú estás al rincón y yo a la orilla, Y entre ambos cuerpos hay un silencio opaco Quiero despertar sabiendo que ahí estarás; Que podré cerrar los ojos e imaginarte mientras te duchas; O que podré levantarme y acompañarte. Quiero despedirte con un beso que diga: “Espero tengas un bonito día” Y que cuando partas, Yo sienta que la cama es un planeta vacío, sólo porque tú no estás. Y así en medio de la nostalgia ir cerrando los ojos Con la esperanza que cuando llegue la tarde por fin te veré, Y entonces nuevamente volveré a tu puerta, a tu ducha, a tu cama; Abrazaré tu espalda y recordaré otra idea para besar tu cuello.” NATALIA MONTOYA CARDONA