Cartagena y su arquitectura
Por: Natalia Solano Pareja
Cartagena es una ciudad llena belleza, color e historia en la que podemos disfrutar de sus calles, plazas y otros espacios especiales para visitar, donde conoceremos más la historia de nuestra ciudad y de Colombia, porque Cartagena es y fue una gran entrada para el país. Está ciudad esta cargada de color y vida por que los cartageneros sienten a su ciudad y son orgullosos de pertenecer a esta ciudad, impregnándola siempre de mucha vida y popularidad, viendo los balcones con las veraneras florecidas, las caceras que gritan todos los días a todas horas por las es-
trechas calles de la ciudad amurallada y no falta en las esquinas el vendedor de periódico y tinto que hacen que seamos cartageneros orgullosos de nuestra ciudad. La historia de Cartagena es muy importante para todos los colombianos, es por esto que en esta revista encontraremos
la historia de una de las calles, que es la calle Don Sancho, también contaremos la historia de tres de nuestras plazas, Plaza de la Aduana, Plaza Fernández Madrid y Plaza de la Trinidad y dos de las más importantes fortificaciones de nuestra ciudad como lo son el Castillo San Felipe de Barajas y el Baluarte de Santa Catalina.
Direcci贸nate
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Arquitectura Republicana en el centro
Del pasado al presente Arquitectura bella por naturaleza
Calles
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Don Sancho
Plaza de la Aduana Plaza Fernandez Madrid Plaza de la Trinidad
Fortificaciones Castillo San Felipe de Barajas Baluarte Santa Catalina
Cartagena y su arquitectura
DIRECTORA Maria Cristina Cortés B.
PRODUCCIÓN Natalia Solano Pareja
CONSEJO EDITORIAL Mariangelica Villamizar Fredy Mendoza Sierra Maria Cristina Cortés B. Oriana Torres Molina Rodrigo Arteaga Nora Pareja Román
GERENTE GENERAL Natalia Solano Pareja
COORDINADORA EDITORIAL Natalia Solano Pareja JEFE DE REDACCIÓN Natalia Solano Pareja Maria Cristina Cortés B. REDACCIÓN Mariangelica Villamizar Fredy Mendoza Sierra Maria Cristina Cortés B. Natalia Solano Pareja Oriana Torres Molina Rodrigo Arteaga CORRECCIÓN Natalia Solano Pareja Maria Cristina Cortés B. DISEÑO Natalia Solano Pareja EDITOR DE FOTOGRAFÍA Natalia Solano Pareja Fredy Mendoza Sierra Mariangelica Villamizar FOTOGRAFÍA Fredy Mendoza Sierra Natalia Solano Pareja
GERENTE COMERCIAL Natalia Solano Pareja DIRECTORA COMERCIAL Natalia Solano Pareja GERENTE DE CIRCULACIÓN Natalia Solano Pareja GERENTE DE NUEVOS MEDIOS Natalia Solano Pareja GERENTE DE MERCADEO Natalia Solano Pareja GERENTE DE FINANCIERO Y ADMINISTRATIVO Natalia Solano Pareja DIRECTORA DE PRODUCCIÓN Natalia Solano Pareja FUENTES Y AGRADECIMIENTOS Revista Lure Cartagena Revista Donde Cartagena de indias Rodrigo Arteaga PREPRENSA DIGITAL Natalia Solano Pareja IMPRESIÓN Universidad Jorge Tadeo Lozano Auros
Arquespacio Marca Registrada Año 2013 No. - 01 Fecha de publicación: 05>04>13, Revista mensual, editada y publicada para Colombia por UNIVERSIDAD JORGE TADEO LOZANO PUBLICACIONES S.A Carretera Troncal No. 13A - 137 - Turbaco - Bolívar Tel: 3114253592 Fax: 6637301, ext.1111.Ventas de publicidad: Tel: 3114253592.Fax: 772-0388, ext.1112, mediante convenio con UNIVERSIDAD JORGE TADEO LOZANO PUBLICACIONES S.A Editora responsable: Natalia Solano Pareja. Impresa en Colombia por: Auros la Castellana, S.A. carrera 48 No. 11-63, Cartagena, Colombia. Tel.:567-8976.INFORMACIÓN SOBRE VENTAS: Carretera Troncal No. 13A - 137 - Turbaco - Bolívar Tel: 3114253592 Fax: 6637301, ext.1111. Este producto es 100% academico, no tiene fines economicos. ISSN 4573-5077 Todos los Derechos Reservados All Rights Reserved Copyright 2013
Cuentame
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Entrada principal del Teatro Heredia Por: Banco de la República
La identificación morfológica de la vivienda republicana resulta más fácil de hacer refiriéndose a los elementos de decoración generados por el proceso de producción en serie que caracteriza el período, que con respecto a variaciones de tipo espacial. Como fenómeno urbano nuevo inserto en el contexto de los centros antiguos, el pasaje comercial aparece como una solución para aprovechar la parte central de la tradicional manzana colonial destinándola a comercio u oficinas. En Cartagena tenemos el pasaje Leclerc (1925) obra de Gastón Lelarge y el pasaje Dáger, o pasaje Núñez, hábilmente combinado con un hotel en sus pisos altos. El ejemplo más destacado entre los nuevos conjuntos urbanos que albergaron las altas clases sociales es, sin duda, el barrio de Manga en Cartagena. Fue el general Dionisio Jiménez, políti-
co conocido en el ámbito nacional y hombre de mucha visión, quien acometió la empresa de urbanizar la isla de Manga, que hasta entonces había sido un caserío sembrado de cocoteros, ciruelos y marañones y habitado por agricultores, pescadores y revendedores del Mercado Público. En 1907, después de adquirir los terrenos, el general Jiménez los desmontó y realizó el trazado de la urbanización con planos al parecer elaborados por Luis Felipe Jaspe, en el primer ejemplo de urbanización moderna que se hizo en Cartagena a comienzos del siglo pasado. Se trazaron calles amplias, se delimitaron manzanas que se dividieron en lotes de distintos tamaños para ofrecerlos en venta. Al principio Manga era un lugar de residencia temporal. Allí las familias pudientes pasaban las épocas de
intenso, calor. Pero resultó tan agradable vivir allí, que poco a poco se fue convirtiendo en lugar de residencia definitiva. Las casas, originalmente de madera, se reemplazaron por casas de material en las que se utilizaron todos los elementos arquitectónicos que la producción en serie ponía al alcance de todos los bolsillos: cornisas, capiteles, columnas, balaustres, molduras y los calados introducidos en Cartagena por el escultor italiano Severino Leoni. El período republicano termina aproximadamente en 1940, fecha en la cual se construye en Cartagena el edificio Nacional, ya un poco anacrónico si se tiene en cuenta que, para entonces, se estaban construyendo en el país obras del llamado movimiento moderno, y en Cartagena se había levantado el edificio Andian desde 1929.
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Por: Laura Posada Marulanda
La historia de Cartagena se remonta a las épocas de la colonia, donde las históricas murallas que protegían la ciudad se veian expuestas a los ataques de corsarios; buques hundidos en las profundidades del mar caribe que perdieron la batalla; esplendorosas mansiones coloniales en donde vivieron importantes mercaderes y nobles de la época. Han pasado siglos y la historia ha cambiado ya no son cuentos mágicos de piratas y monedas de oro, sino otros cuentos – también mágicos – sobre los niños que elevan cometas en el terraplén de la Tenaza, hacen castillos en la playa o ven alimentar a los delfines y a los tiburones en el acuario de San Martin de Pajarales. Parejas que dan románticos paseos en coches tirados por caballos, y recorren las estrechas callejuelas mientras el cochero les va contando los relatos que ha atesorado por tantos años. Casonas coloniales exquisitamente transformadas en hoteles de lujo, balcones enrejados desde donde aún se inician romances inolvidables,
plazas donde ya no se dan revoluciones pero si se reúne la gente a bailar, cenar y conversar. La magia de esta historia se siente todas las noches cuando se puede dar el lujo de dormir en mansiones resturadas a orillas del mar con un cielo estrellado es un placer de los viernes, sentarse en la muralla desboronada con una resfrescante limonada de coco en mano ver como se oculta el sol detrás del mar Caribe o llegar a una isla de aguas turquesa y arena azucarada para tumbarse en una hamaca y olvidarse del mundo exterior.
Con una mezcla de la Cartagena de antaño y aires mas frescos, cada barrio tiene su propia personalidad.
Bienvenida
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naturaleza Por: Angela Blanco Cortina y Maria Victoria Payares
A pesar de los años, Cartagena mantiene una arquitectura que es bella por naturaleza. El contraste entre lo particular y lo universal nos sorprende cuando vamos caminando por su calles y de repente nos detenemos a admirar su alrededor. Fascina cada muro, puerta, ventana, piedra, barrote, zaguán, rampa, escalera, baranda y el mínimo detalle ar-
quitectónico, constructivo y decorativo. Las murallas, los fuertes, las casas coloniales, los balcones, las iglesias y las monumentales edificaciones... todas, merecen una foto para nuestro álbum de recuerdos. Mirar hacia arriba en Cartagena es un ejercicio obligatorio si se quiere deleitar con coloridos balcones coloniales, llenos de coralitos o veraneras.
Esta pequeña ciudad amurallada es el corazón de Cartagena. Sus casas de colores con balcones y plantas que cuelgan, florez neon y enredaderas tienen un encanto especial.
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Calles
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Al entrar esta calle te llena de su magia que esta por cada uno de los rincones y al mirar hacia arriba ves la hermosa cĂşpula de la catedral y los balcones llenos de veraneras
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Arquespacio Seguramente no pasaran ni 15 minutos desde que aterrice, y sienta el olor de su aire caliente al descender del avión para que usted también lo viva. Conocida en sus inicios como Calle de Nuestra Señora de Las Mercedez, por la vecindad del convento fundado por la Congregación de Monjas Mercedarias. Fue lugar de actos memorables de la vida cartagenera. En su recinto se levantó el patíbulo para fusilar al alcalde de Turbaco, Don José Antonio García, en enero de 1816 por orden del pacificador Morillo. Al parecer toma su nombre porque en ella vivió el célebre Don Sancho Jimeno, general español que defendió el Castillo de Bocachica cuando el Barón Du Pointis atacó a Cartagena en abril de 1697. Es ésta misma calle vivió el prócer de nuestra independencia, el doctor José María del Real Hidalgo. La Calle Don Sancho también tiene su le-yenda. Dícese que en una de sus casas, vivió un sacerdote de apellido Marín muerto hace más de tres siglos y, según los vecinos de esa época, no había joven que cruzara por el frente de esa casa después de las nueve de la noche. Lo más importante e histórica de las tres es la calle de Don Sancho, que todo el mundo cree que debe su nombre al legendario Don Sancho Jimeno de Orozco (Fuenterrabía, 1640 – Cartagena de Indias, 1710) castellano del castillo de San Luis de Bocachica desde 1671 y su defensor en 1697, cuando el asalto del Baron de Pointis. Antes había sido Comandante de Portobelo.
Vista de la cúpula de la Catedral desde la calle Don Sancho
Don Sancho se encargó interinamente de la Gobernación y la Capitanía General de Cartagena en los años 1693, 1694 y 1695 como Teniente de Gobernador y sucesor del Sargento de Batalla y Maestre de Ceballos y La Cerda, Gobernador desde 1688 hasta 1693 en que falleció y posteriormente volvió a encargarse de la Gobernación en 1697 y 1698. Se anotará que las “entradas” y represiones más atroces contra los negros esclavos, alzados en los numerosos palenques de la Gobernación de Cartagena, las realizó Don Sancho Jimeno, esclavista furibundo, el año 1694.
Calle Don Sancho
Don Sancho se quedó viviendo de asiento en Cartagena en cuyas cercanías poseía una haciendo, que heredo su viuda y segunda esposa Doña María Inés Blando de Salcedo. Esa finca estaba ubicada en el antiguo camino de Cospique a Turbaco, en la zona que conocemos hoy con la dominación general Puente Honda, se extendía hasta los ejidos del pueblo de Turbana, lindaba con la orilla de la bahía en la costa de Maparapa, y se llamaba Honduras, nombre que conserva una de las divisiones de la vieja propiedad. La calle de Don Sancho está documentada como tal desde los albores del siglo XVII, mucho antes de nacer Don Sancho Jimeno, y se llamó así por haber sido vecino ella, hacia 1599, el Sargento Mayor de Cartagena, Capitán Don Sancho de Alquiza, quien se marchó de aquí en 1604, Pasando más tarde a ocupar la gobernación de la Guyana en 1618, la de Venezuela en 1620, y la de la Habana primero en 1619, y luego a partir de 1622 y hasta 1623, año de su fallecimiento en aquella ciudad. El año siguiente, 1624, su viuda cartagenera Doña Ana de las Alas, de paso por Madrid declaro en el expediente de limpieza de sangre levantado para concederle el habito de Santiago al Santafereño D. Antonio de Hoyos y Téllez. Doña Ana, Nacida en esta ciudad en 1580, era seguramente nieta del Gobernador D. Martin de las Alas, quien ejerció el cargo desde 1567 hasta 1570, en que murio.
Según se dice, en una de sus casas vivió Don Sancho Jimeno, aquel general español que defendió a la Ciudad Heroica desde el Castillo de Bocachica durante el ataque del Barón de Pointis.
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La calle Don Sancho adorna en el centro historico de la ciudad con su magestuosa belleza Nuevamente en Cartagena, esta señora declaró como testigo en el proceso que, judaizante, le siguió el santo oficio en los años 1636, 1637 y 1638 a D. Luis Gómez Barreto, de quien había sido madrina de bovedas. Desde 1607 Gómez Barreto, de quien era Depositario Genera de Cartagena, cargo municipal de gran importancia. No es descartable la hipótesis que, en la calle que nos viene ocupando, viviera Don Sancho Jimeno muchos años después de haberlo hecho bien Don Sancho de Alquiza. Como quien dice llover sobre mojado. En la esquina de las calles Don Sancho y de la Mantilla se puede ver todavía la casona donde nació el mártir y prócer Doctor José María García Toledo, el 11 de Febrero de 1779, (puerta principal en la calle de la Mantilla, y enfrente, esquina de Don Sancho con la Estrella, la otra donde residió hasta sus últimos días (puerta principal en la calle Don Sancho). Pegada a la casa natal de García Toledo; por la calle Don Sancho, está en ruina total, la casa de habitación de otro prócer, el Doctor D. José María del Real Hidalgo.
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En la casa de esta calle que era propiedad de la familia Herrera u Leiva, hospedó el pacificador D. Pablo Morillo, cuando entro a la ciudad el siniestro año 1815. En la misma casa funciono, desde 1904 hasta algunos años posteriores, el Colegio Pío X, fundado y dirigido por la señorita Luisa Convers Gaitán. Doña Luisa y su hermana Doña Amalia, reputadas institutoras bogotanas, fueron desde 1885 directoras de la Escuela Normal Superior de Mujeres de Cartagena, establecida en esta vecindad que la generalidad de las gentes llamaban “el colegio de las Convers” el siglo pasado circuló sotto voce en Bogotá y en Cartagena la leyenda que involucraba al francés M. Francisco Convers y Convers, tronco de esta familia en Colombia, con el Delfín de Francia, el desventurado Luis XVII, víctima del zapatero Simón en la prisión de temple. Por acuerdo número 21 de 31 de octubre de 1896, el concejo de Cartagena cambio el nombre de esta calle en honor del médico filántropo cartagenero Doctor Andrés del Portillo, vecino de ella, la dispoción municipal no surtió ningún efecto, fuera de la lápida alusiva. Entre los años 1928 y 1948 se editaron en esta calle los diarios derechistas “El Mercurio” y “el Figaro”, dirigidos por los aguerridos periodistas Bejamin Moreno Torralbo, Lazaro Espinosa y Eduardo Lemaitre. La casa donde se editaba “EL Figaro” fue incendiada y destruida la imprenta del periódico el día 9 de abril de 1948.
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El 12 de octubre de 1977, en una mansión de esta calle, discutiblemente restaurada, fue inaugurada la nueva sede de la Casa España por SS.MM. los reyes D. Juan Carlos I y Doña Sofía. En la primera casa baja a mano izquierda, entrando a esta calle por la iglesia, puede admirarse aun ventana de hierro forjado, con la rosa del mismo metal que llamo poderosamente la atención del sabio arquitecto francés M. Gaston Lelarge, quien creyó que aquella labor forja era colonial; parece que data de la era republicana, tal vez la segunda mitad del siglo pasado. En la casa solariega de la familia Del Real, en esta calle, nacio el ilustre cartagenero Doctor Henrique A. de la Vega y del Real (1879 – 1937) jurisconsulto de nota, profesor universitario, diplomático, miembro en varios periodos del Congreso Nacional, Gobernador del Departamento de Bolivar (1928 – 1930), ciudadano de la mayor respetabilidad y progenitor de los Doctores Jose Gabriel, Henrique y Antonio de la Vega Velez que tan señaladas posiciones ocupan en la vida profesional, política y social. La calle Don Sancho a través de la historia ha conservado sus balcones e importantes casas que la hacen una calle llena de esplendor, muy tranquila y calmada es esta calle que nos comunica desde la muralla hasta el interior del centro pasando por la Catedral, hay muy poco comercio, es por esto que es una de las calles más lindas del centro histórico conservando aun su magia.
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Esta plaza es una de las más grandes del centro histórico de Cartagena, además, es la plaza que más nombres ha tenido a través de la historia.
Plaza de la Aduana
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Plaza de la Aduana
Ésta es una de las más amplias y elegantes plazas de Cartagena de Indias. En el edificio de la Aduana, que abarca todo un costado de la plaza, vivió el fundador de Cartagena don Pedro de Heredia. Don Pedro fue, junto con su hermano don Alonso, quien resistió el feroz ataque del pirata francés Roberto Baal, el 25 de julio de 1544.
de Cristóbal Colón. Se trata de una escultura en mármol del «Descubridor» junto a una mujer indígena, que yace sobre un pedestal decorado con altorrelieves de las tres carabelas: la Pinta, la Niña y la Santamaría.
Como la mayoría de las plazas cartageneras, ésta ha tenido varios nombres que nos recuerdan su historia. Cuando se instalaron las oficinas reales en el edificio de la Aduana, la plaza fue llamada de la «Antigua Real Contaduría». Luego en 1790, cuando se organizó allí la Administración de la Aduana, se comenzó a denominar «Plaza de la Aduana». Con motivo del aniversario del Descubrimiento de América, el 12 de octubre de 1894 se inauguró en la plaza la estatua
Su inauguración llevó a las autoridades a cambiarle el nombre por el de «Plaza Colón», pero los cartageneros siguieron llamándola Plaza de la Aduana. Posteriormente, el ayuntamiento decidió llamarla Plaza Rafael Núñez como homenaje póstumo al cuatro veces Presidente de la República, nacido en Cartagena. Pero, de nue-
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vo, la voluntad popular prevaleció sobre las disposiciones oficiales, de modo que continuó llamándose Plaza de la Aduana. Antiguamente existió en el marco de esta plaza el Portal de los Moros, una galería con arcos donde funcionaban las tiendas y comercios de los musulmanes que llegaron a Cartagena a principios del siglo XVII. Hoy día el marco de esta plaza está dominado por la Casa de la Aduana, una imponente edificación colonial, donde funcionan las oficinas de la Alcaldía Municipal o Ayuntamiento de Cartagena.
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Hoy en día es un buen atractivo turístico para visitar por su belleza y arquitectura colonial, y es sede de grandes eventos culturales y políticos de la ciudad.
Un lindo espacio se esta plaza, para compartir con amigos y pasar un rato agradable, bajo la sombra de los frondosos arboles.
Alla por el año 1572 el gobernador de la ciudad Bahamon Alla por el año 1572 el gobernador de la ciudad Bahamon de Lugo ordeno constriur en este lugar determinado numero de Jagüeyes para que en ellos abrevaran los animales del poblado. Entonces, los habitantes llamaron al sitio plaza de los “Jagueyes”. Levantando el templo de Santo Toribio que consagro el obispo de la ciudad, doctor Gregrorio de moyeda y clerquec, el 7 de octubre de 1736 fue llamada Santo Toribio. Al comenzar el año de 1842 el cabildo expidió el acuerdo correspondiente y dispuso que la plaza llevara el nombre del general “Fransisco de Paula Santander”, En el año 1889, fecha en que fue inagurada la estatua al procer cartagenero doctor Jose Fernandez Madrid la plaza tomo el nombre con el que hoy la conocemos.
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En esta Plaza se firm贸 el acta de Independencia en 1811 y hoy es una de las plazas m谩s visitadas de Cartagena.
Frente de la iglesia de la Trinidad
Plazas Se llama así desde 1643, año en que la Iglesia de la Santísima Trinidad fue terminada de construir. Tiempo después, siendo Cartagena independiente de la Corona Española, el Cabildo dispuso que se le llamara Plaza de la Libertad, en honor de los habitantes del barrio Getsemaní que se congregaban en dicha plaza y quienes participaron el 11 de noviembre de 1811 en la revolución que traería como consecuencia la firma del Acta de Independencia. También se cuenta que desde el propio atrio de la iglesia los caudillos exhortaban al pueblo enardecido. El nombre se originó en la iglesia de la
Santísima Trinidad, edificada en uno de sus costados, bien pasada la mitad del siglo XVII. Según Marco Dorta, “En un plano de 1688 se indica su emplazamiento, y en el de 1716 de representa la planta con toda exactitud. La iglesia de la Trinidad es un templo de tres naves separadas por columnas de fuste cilíndrico que reciben arcos de medio punto, con sección cuadrada y rosca lisa. Aunque la capilla mayor tiene testero plano, el modelo inspirador del templo fue la catedral. Como en ella las capillas colaterales forman el crucero que se acusa en planta por disposición cru-
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ciforme de las columnas, como en el templo episcopal; sobre ellas descansa un pilastra en la que apea el arco de triunfo, como en el modelo citado. Las naves y el presbiterio se cubren con sencillas cubiertas de artesa. La fachada carece de interés; gruesos contrafuertes señalan las naves y flanquean la portada de dos cuerpos. El último tramo de la nave del evangelio está ocupado por la torre. Cuyo pesado cuerpo de dos campanas, con vanos entre pilastras, recuerda al de la iglesia de Santo Domingo”.
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Trinidad de la
A principios del siglo XVII, el obispo de Cartagena presentó al monarca español una petición para construir un templo en el arrabal de Getsemaní, argumentando la necesidad de que tan populoso barrio tuviese una parroquia, pues por estar fuera de la ciudad amurallada, sus habitantes estaban muy lejos de la catedral y de las bendiciones de la iglesia católica. Esta demanda fue respaldada por el capitán Julio Evangelista, vecino del barrio, quien ofreció subvencionar la obra, a condición de que se le diese el derecho de patronato con facultad de administrarlo a sus herederos. Así pues, el rey de España ordenó al gobernador, mediante cédula real de 1642, que le informase del número de habitantes del mencionado barrio y la distancia que lo separaba de la catedral. La elocuente respuesta derivó en el permiso real para la construcción de la iglesia de la Trinidad, que se constituyó en el segundo templo en antigüedad de Cartagena. El templo, cuyos planos finales datan de 1716, está inspirado en la catedral de Cartagena. Al igual que en ésta, las capillas colaterales forman una cruz, sobre las que descansa una pilastra que sostiene el arco del triunfo. La iglesia de la Trinidad es un templo de tres naves separadas por columnas de fuste que sostienen sendos arcos de medio punto. Las techumbres de las naves y el presbiterio están ornamentadas con artesonados estilo mudéjar.
Tiene esta iglesia un retablo del Purgatorio repintado por Pedro Tiburcio Ortíz Alaix en el año 1868, cuyo rasgo distintivo es que en lugar de estar representada la Virgen María presenta una imagen del arcángel San Miguel. La portada, de dos cuerpos, es de extrema sencillez, en tanto que el último tramo de la nave del Evangelio, ocupado por una pesada torre-campanario, recuerda el de la iglesia de Santo Domingo.
Esta iglesia, situada en el barrio de Getsemaní, fue erigida hacia el año 1600. Está dedicada a la Santísima Trinidad.
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Frente de la iglesia de la Trinidad
Tunel del Castillo San Felipe
El Castillo San Felipe de Barajas, que evoca con sus muros imponentes el fragor de sangrientas batallas, era el guardián de Cartagena de Indias por la puerta de la “Media Luna”, el único acceso a la ciudad desde el continente. La fortaleza mas antigua, que corona el originalmente llamado “Cerro de San Lázaro”, es un bonete para 8 piezas de artillería, 20 soldados y 4 artilleros, construido entre 1656 y 1657 por orden del gobernador de la ciudad Don Pedro Zapata de Mendoza, con planos del ingeniero holandés Ricardo Carr y la dirección del maestro mayor Gaspar Mejia. la obra tuvo un costo de 13.235 pesos de oro, pagados en 2/3 partes por los vecinos de cartagena. La fortificación completa del cerro, que convirtió a San Felipe de Barajas en una enorme mole de piedra con 63 cañones, fue terminada en 1798 por el ingeniero militar Antonio de Arévalo, luego de 36 años de duro trabajo. con un costo total invaluable en dinero y vidas de esclavos africanos, el castillo es una de las obras más grandes realizadas en América durante el periodo colonial español.
Garita del Castillo San Felipe
Construido en 1657 por iniciativa de don Pedro de Zapata, gobernador de Cartagena, el fuerte o “Castillo” de San Felipe se asentó solitario sobre la cima del Cerro de San Lázaro. La estratégica posición que dominaba la Puerta de Tierra o Puerta de la Media Luna, único acceso a la ciudad desde el continente, había preocupado largamente a los estrategas a cargo de la defensa de la plaza.
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Sublime fortaleza construida hace 300 aĂąos en coral y ladrillo, prueba que los piratas si existieron. Desde aquĂ se defendia Cartagena ante los ataques de corsarios.
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Parte Frontal del Castillo San Felipe
El pequeño fuerte de campaña de San Lázaro, clave para la defensa de Cartagena, sufrió pocas modificaciones hasta 1762. Es de esta época que data el formidable complejo defensivo actual, obra de ingeniería militar sin par en América y que consagran el genio de su constructor Antonio de Arévalo. Urgido por la amenaza inglesa contra Cartagena, el análisis de Arévalo lo llevó inexorablemente al Cerro como el punto neurálgico para la protección de la plaza. Esta intuición lo empuja a cubrirlo, partiendo del viejo “bonete” de 1657, con un complejo de baterías colaterales cada una perfectamente adaptada a la topografía y que cubrían, entrelazadas, un sector específico del terreno circundante. Las baterías de la Redención, El Hornabeque, San Carlos y los Doce Apóstoles por el norte y San Lázaro por el sur quedaron cortadas sobre el lomo del cerro en solo siete meses, listas para atender a cualquier emergencia. Entre angustias y limitaciones presupuestales, Arévalo continúo sin embargo, durante siete años más tallando las piedras que hoy cubren el cerro y horadando las galerías contraminas cuya perfecta acústica asombra a los visitantes. Nada en San Felipe es superfluo.
Todo obedece a un fin militar específico y ello no incluye túneles que comuniquen con la Catedral conseguido al menor costo posible.Aunque por montar más de 50 cañones de una gran agilidad táctica, el “Castillo” inspiró siempre respeto nunca más volvió a ser atacado, no todos los expertos estuvieron de acuerdo sobre su valor militar. Su forma no correspondía a la traza geométrica clásica que enseñaban los manuales de ingeniería y más de un superior e Arévalo propuso seriamente, o arrasarlo, desapareciendo fuerte y cerro del panorama cartagenero, o construir sobre el actual un nuevo fuerte más acorde con las nociones clásicas de la arquitectura militar de la época. Afortunadamente, a San Felipe lo salvó el presupuesto; nunca fue posible justificar ante la Junta de Guerra en España el enorme costo de tales propuestas y el fuerte sobrevivió en burocrática tranquilidad.
Fortificaciones
Espada単a del Castillo San Felipe
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Fortificaciones
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No solo por su construcci贸n, si no por su hermosa vista el Castillo San Felipe de Barajas adorna la ciudad con su belleza.
Vista panoramica de la ciudad desde el Castillo San Felipe
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Entrada al Baluarte Santa Catalina
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A partir de 1614, cuando asume la gobernación de Cartagena Diego de Acuña, la construcción de la muralla cobra vigor y dinamismo. De hecho, al poco tiempo de tomar posesión, Acuña da luz verde a la construcción de los baluartes de Santa Catalina y San Lucas, con el fin de proteger a la ciudad por el noreste. El baluarte de Santa Catalina da contra el mar, en tanto que el segundo está ubicado sobre el caño de Juan Angola. Para facilitar la defensa, se situó a ambos en el estrecho entre la Ciénaga y el mar, a pesar de que así se ampliaba el recinto amurallado bastante más de lo necesario. El propósito de estos baluartes era impedir el acceso enemigo por la peligrosa avenida de Cruz Grande, donde hoy se encuentran los barrios del Cabrero, Marbe- lla y Crespo, hasta la Boquilla. San Lucas y Santa Catalina flanqueaban la cortina amurallada que cerraba el recinto y que abrigaba en su centro la Puerta de Santa Catalina. Ambos baluartes fueron diseñados al estilo italiano de fortificación, asunto que motivó una querella entre el nuevo gobernador, Francisco de Murga, y el veterano ingeniero don Cristóbal de Roda. Luego de terminados estos baluartes en 1638, ambos sufrieron los embates del mar y los ataques piratas. Especialmente el baluarte de Santa Catalina fue blanco de la agresión del barón de Pointis. Por lo cual fue reconstruido en 1719 por el ingeniero Herrera y Sotomayor, quien suprime las «plazas bajas», es decir las partes bajas de la explanada del baluarte, donde en los siglos XVI y XVII se acostumbrada ubicar los cañones. También en la restauración se traslada la puerta al otro lado del baluarte de San Lucas, donde yace actualmente. Por último se reparan los algibes públicos y sus canales colectores y se le roba al mar una pequeña playa, para que proteja el baluarte de Santa Catalina de los temporales, la antecesora del terreno por donde hoy pasa la Avenida Santander.
Siendo uno de los flancos más importantes para el ingreso y el dominio de la ciudad el Baluarte de Santa Catalina protege la ciudad y las Bóvedas. Proyectado por Bautista Antonelli en 1595, y construido por Cristóbal de Roda, quien lo modificó, aumentando su proporción. Terminado por el gobernador y Maese de campo Francisco de Murga quien lo complementó con una obra externa o "tenaza" que prolonga las obras dándoles mayor profundidad. Este baluarte presenta asimetría en las magnitudes de sus flancos y caras, debido a las características geofísicas del sector. Reconstruido por Juan de Herrera y Sotomayor entre 1718 y 1719, después del estado en que lo dejó Pointis en 1697. En el siglo XVIII le hace unas reformas Herrera reparando uno de sus flancos, la plaza baja y la galería de comunicación. A fines del siglo Arévalo construye el Espigón, el Revellín y las Bóvedas.
Fortificaciones
Construido por Antonio de Arévalo entre 1780 - 1789, años después de la ejecución de la Escollera de la Marina, que modificó el litoral, creando una franja de arena apta para una invasión, poniendo en peligro el frente de plaza (baluarte de San Lucas y Santa Catalina). Arévalo refuerza el flanco 2 y la cara 1 del baluarte de Santa Catalina, proyectando un espigón, construyéndolo en sillares labrados, con cuerpo perfecto terraplenado y parapeto atronerado. Fue reformado a fines del siglo XVIII, adicionándole unas murallas internas, puente levadizo, con aspilleras, banquetas, rastrillos, contraguardia con garita, espaldón rematado en el frente del mar con otras piezas también aspilleradas, parapeto y foso interno. Solucionaba la defensa solo en caso del acercamiento del enemigo, por la franja de arena (avenida de la Cruz Grande) que separaba el baluarte del mar. Años antes de construir el edificio de las Bóvedas se le dio comunicación por una poterna abovedada de 34 varas de largo.
Espigon del baluarte Santa Catalina
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Entrada al museo de las Fortificaciones en el Baluarte Santa Catalina
El Museo de las Fortificaciones, es un Museo de Sitio, un recinto que resume siglos de historia, de una dinámica febril e intensa que fue la construcción de Las Murallas. El monumento hace parte del Baluarte de Santa Catalina, frente al barrio El Cabrero. Un lugar que habrá de servir para hacernos pensar, pensar en el tiempo, pensar en como fueron construidas, en quienes las construyeron, en por que existen en esta Ciudad donde existen y por que son como son. Este espacio no solo yacen respuestas, sino que quedan planteadas preguntas, para todo aquel que tenga capacidad de asombro ante la inmenso
esfuerzo humano que hay tras la construcción de la ciudad amurallada.
ñas y donde los soldados estaban a salvo de las bombas de la época.
En el interior del Baluarte de Santa Catalina, y utilizando los espacios del mismo como parte integral de éste Museo de Sitio, encontramos: La Casamata, Bóveda emplazada dentro del terraplén del Baluarte, con dos grandes ventanas o Troneras por donde se asomaban sendos cañones, cuyo objetivo principal era proteger el acceso por la Puerta Antigua de Santa Catalina, en le caso que nos concierne esta Casamata, tuvo y tiene acceso por dos sitios. La Casamata es una enorme bóveda de 100 mts2 aproximadamente, en la que los españoles mantenían todo tipo de pertrechos,pólvora, balas, cañones, cure-
Allí a través de paneles se explican los sistemas constructivos utilizados en las fortificaciones en América, con énfasis en la construidas en Cartagena de Indias; la historia del Baluarte de Catalina recinto que acoge al Museo; recuento del proceso de restauración del Baluarte de Santa Catalina realizado por la Sociedad de Mejoras Públicas de Cartagena entre 1996 y el año 2000; se hace un perfil biográfico del Ingeniero Militar Antonio de Arévalo y del defensor de la Ciudad Don Blas de Lezo y se exhiben los objetos encontrados durante las excavaciones arqueológicas en el Baluarte.
Cartagena y su arquitectura
ISSN 4573-5077