"Cartas para Mina"

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Cartas para Mina


Prólogo

Las cartas y los fragmentos de diario íntimo que aquí se recogen no poseen una clara datación. Han ido apareciendo armónicamente en el escritorio de la recopiladora por lo que es conveniente prevenir al público lector de que existen poderosas razones para dudar de su autenticidad, siendo muy posible que se trate de un cuento romántico. Si los acontecimientos narrados tuvieran algún poso de verdad habría que buscarla sin duda en otro tiempo, en otras gentes y en otro lugar.

Para las almas más sensibles constituye una inmensa dicha que la historia de pasión y tinieblas que vivieron los protagonistas haya encontrado su mayor expresión en "Mina" la canción de Marc Ros, que sirve de inspiración y epílogo a este discreto compendio epistolar. La colección de cartas que aquí se presenta trata de profundizar en las oscuras raíces del amor sobrenatural, derritiendo con profunda e irónica intencionalidad el ignoto iceberg de lo no dicho.

A los que creen en ello y se instruyen en la lectura entre líneas va dedicado este homenaje. Julia Navarro Coll Valencia 2008

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Diario de Mina Barcelona 10 de enero Hoy me siento mucho mejor. Barcelona es una ciudad muy pintoresca y el aire de la costa está mejorando mi salud. Tras la puesta del sol doy largos paseos por la orilla del mar, tomo las píldoras narcóticas para conciliar el sueño y voy lentamente superando mi debilitante estado anémico. A modo de confidencia diré, sin embargo, que añoro París y en especial, Montparnasse. Barcelona 11 de enero Estoy feliz. Al anochecer, en un puesto de las Ramblas, he adquirido semillas de clavel mediterráneo. Me han asegurado que son plantas de fuerte fragancia y que con buenos cuidados puedo hacerlas florecer incluso en invierno. Tan sólo requieren luz y abundante riego. Las he sembrado en la tierra que traje del sur de Montparnasse y esta noche de luna creciente las colocaré junto a la ventana. Espero que sean de un rojo tan intenso como la sangre. Barcelona 15 de enero Mi tío es un hombre excelente. Me ha acompañado hasta aquí preocupándose en todo momento por mi salud. Durante su estancia en Barcelona él también se ha sentido aliviado del acoso de críticos y jueces al que ha sido sometido en París a causa de sus poemas. Ahora frecuenta las tertulias de un café del Barrio Gótico donde ha intimado con jóvenes artistas. Estoy segura de que los ha seducido con sus ideas y su dandysmo. Vuelve siempre tarde y muy animado aunque a veces esto le procure horribles jaquecas. Le espero despierta, incomprensiblemente sigo aletargada de día, y la noche, en especial ésta de luna llena, me aviva. Barcelona 19 de enero Escribo en plena madrugada. A veces mi espíritu se llena de ideas fúnebres. He recuperado las ganas de dibujar, los claveles han brotado milagrosamente. Tal y como me sucede a mí misma, esa planta, de hojas glaucas y rojos pétalos duerme de día huyendo del sol y por la noche gira y mira de frente a la luna. Por cierto, hay un enorme pájaro negro revoloteando junto a la ventana, tiene una extraña majestad en su plumaje. Es tan oscuro, voy a dibujarlo. Barcelona 20 de enero Mañana mi querido tío parte hacía Estambul donde tiene asuntos urgentes que tratar. Le he regalado un pequeño clavel de luna que ha sujetado cuidadosamente al ojal de su levita. En fin, empieza la noche, voy a tomar mi ducha fría diaria y a disponer la cena en el jardín. Desde el mirador se divisa el precioso cementerio de

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Montjuic, las siluetas de los sepulcros se dibujan contra los cielos púrpura y los ángeles de piedra parecen alentar la caída del sol. Mi piel presenta una palidez extrema. Espero que en su ausencia la fiebre y el delirio nocturno no vuelvan a aparecer. CARTA I Honfleur a su hermano Barcelona 7 de febrero Mi querido hermano, Es casi de noche, mi embarcación zarpa en apenas una hora y me esperan varias jornadas de viaje. Si quiero que mi carta salga hoy dispongo de muy poco tiempo para escribir y tengo tantas cosas que contarte…. Me encuentro en un café frente a la oficina central de correos. El bullicio de los jugadores de billar y las acaloradas tertulias literarias anticipan el sonido del oleaje al que haremos frente durante las próximos días. El traslado hasta el puerto ha sido largo y mi anatomía ha sufrido las incomodidades del carruaje y ahora mis huesos y mi delicada garganta se resienten. Pero estoy bien, la emoción me ayuda a devorar los obstáculos y ardo en deseos de emprender esta aventura iniciática. Estoy muy ilusionado con la proximidad de la nave que al fin me conducirá al Bósforo donde espero reunirme con mi admirado mentor, el poeta francés. Agradezco

tu

bondad por el dinero que me has anticipado para esta loca tentativa. Te prometo trabajar sin desmayo durante los próximos meses y conseguir lo necesario para saldar mis deudas. Todavía hay momentos en los que todo me parece vacío pero espero, con su presencia, poder comenzar a centrarme muy pronto. Cuida de que las humedades no se apoderen de mi buhardilla y ruega por que podamos compartir a mi vuelta nuevas e inspiradas partituras. Te abrazo con todo el cariño. Honfleur. CARTA II El poeta a Honfleur Estambul 8 de febrero Apreciado Honfleur, He estado reflexionando sobre el incendio de las pasiones que nuestros acalorados debates le ocasionaron. Lamento haberle influenciado con mis ideas y que su alma padezca tal confusión que ignore hasta que punto le son propios los pecados o las virtudes que arrecian su inmaculada

juventud. Fue un error

invitarle a venir conmigo a Estambul. Debe usted encontrar en sí mismo, su propia naturaleza, su pulsión creadora. Esa es la razón de nuestra existencia terrenal. Por otra parte, desde que llegué a Oriente me encuentro abatido, al

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parecer he contraído una enfermedad que me sume en un aletargamiento horroroso. El médico me ha recetado opio, belladona, y quinina. He conseguido desplazar las horas de crisis pero siento una gran fatiga. Me aconseja, además, que huya de toda presencia humana y me confine durante un tiempo en la Costa Turquesa. El doctor le insta por ello a que suspenda su viaje y afirma que dentro de unas semanas estaré en condiciones de reanudar mi trabajo y volver a tomar contacto con los humanos. Espero que esta carta llegue a tiempo de impedir su partida y le procure las explicaciones suficientes. Hasta pronto. Monsieur B. Diario de Mina Barcelona 8 de febrero Escribo esto con cierta premura, hoy me he propuesto comenzar a trabajar en los dibujos preparatorios para la escuela de arte, pero tengo necesidad de escribir lo siguiente: ayer tarde, en la costa, mientras andaba dando mi paseo curativo por el extrarradio, tropecé con un apuesto joven. Iba decidido hacía algún lugar, con la cabeza agitada en pensamientos propios, cuando su bastón se interpuso entre los pliegues de mi falda. La situación fue por un momento comprometida, pero pronto nuestras manos se enlazaron en un diluvio de ayudas para evitar la caída y ya en el suelo ese caballero, gentilmente risueño, de párpados durmientes y avezada figura de dandy, me fascinó. Tengo su foulard, tenía tanta urgencia que lo perdió por descuido. Creo que es él, no puedo explicarlo. Escribiré más mañana. El mar estaba de un azul deslumbrante, vestido de aniversario. ¿Volveré a verlo alguna vez? Barcelona 12 de febrero Me despierto y es de noche. He soñado con él. He tenido sueños agitados, mi cama es un navío torturado por una tormenta en alta mar. Me hiela un sudor frío que presagia el delirio de vivir con una sola idea. Ahora La luna menguante ilumina mi habitación a través de los árboles y proyecta sobre mi espíritu una negra sombra, estricta y poderosa. Me anudo su foulard a la garganta, tal vez eso me ayude a vencer la soledad y conservar la calma.

CARTA III Honfleur a su hermano Estambul 24 de febrero Querido hermano, Estambul es una ciudad muy inspiradora. El viaje hasta aquí quedó marcado por una breve pero intensa tormenta eléctrica que atemorizó a la tripulación, aunque no tuvo en ningún momento nefastas consecuencias. Los camarotes de madera

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eran estrechos y oscuros, como la panza de un animal y el olor a brea y humedad me procuró terribles y agitados sueños. Ahora los días se suceden con lentitud en este aislamiento interminable. Esperaba recibir agradables noticias de mi mentor y tener algo importante que contarte pero sigo sólo en esta tierra profana. Esta es la razón por la que no te escribía. Tras llegar aquí he descubierto que mi mentor ha partido, por razones de salud, sin dejar huella. Su portera, una mujer intrigante e insolente que guarda con celo su actual paradero se ha comprometido a hacerle llegar mis letras. Pero, sinceramente hermano, no confío demasiado en ello. Por eso, aunque comienzo a aclimatarme siempre estoy dándole vueltas a la cabeza. Por lo pronto he tomado alojamiento en un sencillo hostal y estoy apreciando la belleza de estos parajes y la cultura de sus gentes. Soy consciente de que es una cobardía dejar escapar los años posponiendo las cosas y estoy pensando mucho en nuevas letras. No debes preocuparte mi salud, aunque es cierto que una vez más mi inclinación a evadirme de la realidad empieza a generar transformaciones inquietantes. Ayer, tras el baño tuve una violenta escena con el hostalero, necesito de nuevo invocar tu benevolencia. ¿Puedes enviarme dinero para atender mis gastos y apaciguar a mis acreedores? Sálvame antes que nada. Te abraza tu hermano, Honfleur Diario de Mina Barcelona 7 de marzo Hoy hace un mes. Le reconocí. Lo se. -Pero, ¿qué es lo que reconocí? ¿Dónde está la esencia? Es de una fuerza innombrable la determinación de la naturaleza para llevarnos hacia aquello que existiendo una vez, ha existido siempre. Sin que sepamos qué fue antes, el acontecimiento, el deseo o el recuerdo. Tengo certezas que nadie esculpirá en mi losa. Barcelona 13 de marzo Otra noche en vela. No dejo de pensar en él. Aspiro el olor de su garganta, de su nuez prominente que atada estuvo a este corcel de seda. Me aferro a ese nudo deshecho que ciñeron sus manos entorno al calor de su nuca, que apretó su piel y contuvo su saliva. Aún perdura en mis rodillas el temblor de aquel tropiezo y la empuñadura de su bastón sigue inmersa en los muslos de este ingobernable deseo, tan confuso, tan siniestro. La caída se repite como el eco, de la risa breve, de nuestro aliento mezclado en ese aire de tiniebla… "disculpe mi torpeza…" Debo de estar enfermando, amo su torpeza. Tengo sueños intensos y le invoco y aparece su perfil en todos mis bocetos. Estamos destinados a encontrarnos. Pude ver su nombre, escrito en el remite de ese sobre. Pude verlo. Y busco sus cabellos,

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ensortijados con los míos y le busco hoy, en esta solitaria noche del viernes y si, le conjuro y le nombro con el nombre que nos ha sido dado por las estrellas: -Oh amado desconocido, vuelve a mí! Diario de Honfleur Estambul 14 de marzo Hoy en el distrito Cemberlitas he adquirido este cuaderno con tapas de piel. He colocado entre sus hojas el clavel que mi amigo francés me entregó antes de su partida. Significaba tanto para él, ¿porqué me lo entregó?, ¿porqué lo haría?. Desde la ventana de mi habitación observo el cementerio otomano. Sus tumbas orgullosas custodian la entrada al café donde por primera vez he fumado tabaco de manzana en esa extraña pipa que los nativos denominan Narguilé. Durante todo el día la lluvia a rachas ha sembrado los cristales de diminutas gotas. Mi sombrero y mi gabán se secan en el perchero de esta modesta pero confortable habitación. Estoy solo y sin noticias. Un aura melancólica y una insoportable sensación de fatalidad comienza a instalarse en mi humor. -Sin cesar me pregunto: Y esto ¿para qué? Y aquello ¿para que?. Es sin duda lo que mi amigo francés consideraría la verdadera disposición para el Spleen. Siento un profundo malestar al reconocer esto: vine aquí en busca de inspiración y hace semanas que no compongo, temo estar bloqueado. Un maldito grajo revolotea contra el cristal. Estambul 15 de marzo He observado algunos hechos inquietantes que turban la calma de este lugar. Probablemente sean fruto de mi insoportable sensibilidad. Esperaré por ello a que remitan. Los minaretes proclaman la hora del rezo. He descubierto un instrumento musical denominado Saz y unos excelentes foulards de gran calidad para sustituir al que con gran dolor debí de perder en la mudanza, espero que esté en buenas manos. Estambul 16 de marzo Hoy ha salido el sol. La luz estambulí es brumosa y amarilla, de una densa humedad azufrada. Al atardecer he vuelto a ver esa sombra femenina entre las losas del cementerio otomano, tengo la sensación de que me observa y de que sus ojos están iluminados por un apasionado fulgor rojo. Es de toda lógica imposible que ninguna mujer ande entre los sepulcros con tanta liviandad. No siento miedo, sino atracción.

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Estambul 17 de marzo He visitado el Gran Bazar, allí, el aire huele a especias y también a naftalina. Me han servido un café y una muchacha ha insistido en profetizar mi futuro en la lectura de los posos. Al aceptar me he visto comprometido a seguir su misterioso ritual: agitar y voltear la taza, situar encima mi anillo de plata y onix, cerrar los párpados, invocar el deseo y esperar a que el frío consolidara el futuro. No soy un hombre de mañanas, vivo la libertad en presente, soy joven para adquirir compromisos. Por ello el resultado me inquieta, me excita, y me pone nervioso, aunque no puedo considerar mala la adivinación. Asegura haber visto a una mujer cuyo nombre finaliza por A. Asegura que estamos destinados.

CARTA IV El poeta a Mina Estambul 19 de marzo Querida niña, Te ruego me perdones por no haberte escrito antes, me era imposible. Me he visto obligado a pasar los últimos días en las oficinas de un periódico, desde donde hoy te escribo. Por lo que se refiere a nuestra vuelta definitiva a París depende únicamente de lo que convenga a las pruebas de imprenta y la revisión de las galeradas. Todos estos asuntos pueden retenerme aún un tiempo en Estambul. Tengo mil cosas que escribirte, pero prefiero contártelas. Espero que estés bien de salud. En ocasiones me he sentido presa de una horrible melancolía y me produce escalofríos pensar puedas verte afectada en el futuro por similares visiones del desánimo. Considérame un loco por abandonarte a tu suerte, pero no un hombre abominable sin ternura y sentimientos. A partir de ahora es necesario que busques la dicha en su propio interior, esta es la herencia secreta que lego a mis discípulos más avezados y por la primera de ellos, te tengo. No sufras por mi salud aunque te digan que el clima aquí es muy propicio para la amargura. Te besa tiernamente y para siempre Tu querido tío. Diario de Mina Barcelona 2 de abril Me preocupa la salud de mi tío. Omite estos detalles en las cartas y eso me lleva a razonamientos tristes. Que su genio dejara de escribir versos sería una tragedia. Hoy he comprado un hermoso corsé negro con ballestas en los costados y cintas de raso. Aprieta mi alma como lo haría el abrazo de un amante posesivo. -Oh! deliciosa posesión!. Me siento vestida de ardor, presionado el vientre y la espalda

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y el pecho por dedos vigorosos que adiestran mi carne. Así también, mi falda amada, amada porque le conoció, brega a cada paso entre las ingles y el murmullo del almidón me seduce como lo haría, como lo hicieron, las palabras al oído de mi apuesto dandy. ¿Dónde estás? ¿Quién eres?... La nostalgia del encuentro me hace palidecer. Siento indolencia por la rutina y el trance agónico de los días, sin celebrar de nuevo su presencia, me convierte en una muerta en vida, mi aspecto es el de una odalisca de ultratumba. Le anhelo, no soy condescendiente con mi propio y antinatural deseo. Habito en la losa fría de este cementerio en el que se ha convertido el futuro. Desde esta colina de las horas muertas, entre lápidas y ángeles sedentes avisto el lugar frente al mar, donde nos encontramos. El horizonte divisorio del Mediterráneo es una línea grotesca y espantosa. Estoy donde tú estés, te beso a distancia y cruzaré océanos de tiempo antes que olvidarte. Diario de Honfleur Estambul 3 de abril Ha vuelto a suceder. He vuelto a verla. Debo escribir los extraños sucesos que acontecen y que ya no puedo considerar originados por la fantasía. Estoy muy perplejo. Hace dos días asistí de nuevo al Hamam del distrito Cemberlitas. Tras la celosía y en un secreto bien pagado, se me permite contemplar el delicioso ritual de higiene que llevan a cabo las mujeres de oriente. Yo mismo, con un sudario de algodón por toda piel sufro los calores del ambiente mientras trato con mi plumilla de captar el sublime espectáculo que allí se muestra a diario y recoger nota a nota, los inspiradores sonidos del agua. Ajenas a mi mirada las mujeres se desparraman en la losa caliente, untuosas y lánguidas, con los pechos y las mejillas presas del rubor. Sudan en común sus misterios y reciben friegas jabonosas mientras el vapor envuelve sus risas. Las unas a las otras se regalan mareas de agua fresca en sus ombligos y los pocillos de cobre gorgotean cómplices el nombre de la piel exfoliada. Asisto al abandono de los cuerpos enajenados y eso, me enajena. En ese estado de delirio he vuelto a verla. Empiezo a creer en ella. Su figura apareció de la nada, intuida en la bruma vaporosa como un delicado espectro, dibujándose sus curvas entre los rayos de luz que se infiltran a través de los vanos: lenta, delicada, lasciva. Avanzó entre las odaliscas como si levitara sobre el tapiz de sus carnes y vino a mí. Parecía verme, más allá de la celosía, tener constancia de mi mirada, de mi presencia masculina invadiendo con lujuria su intimidad. Y sentí temor y estremecimiento. Ella, lejos de montar en cólera, me nombró en un suspiro y con los brazos extendidos reclamó que me sumara a aquel festín; algo inconcebible. Esa mujer era a la vez divina y humana, viva y muerta. Recuerdo sus pupilas dilatadas y su cabeza,

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coronada por una larga y encrespada cabellera. Me sobrecogió la carnalidad de sus labios rojos y su blanca tez, impropia de un cuerpo sometido a los vapores del Hamam. Tan pronto quise capturarla en mis breves apuntes, desapareció. Debo responder al hostalero, golpea la puerta y me apremia con el pago semanal. ¿Quién es? ¿Qué quiere de mí? Y porqué tengo la fuerte sospecha de que nos hemos conocido antes, en algún remoto lugar, quizás en otro tiempo. ¿Será ella la mujer cuyo nombre finaliza por A? He empezado por fin a escuchar música dentro de mí, creo que está relacionado con estos acontecimientos.

CARTA V Honfleur a su hermano Estambul 11 de abril Querido hermano, Te agradezco muchísimo lo que recibí esta mañana. Ahora ya es mucho mayor la cifra que debo añadir a las numerosas sumas que he recibido de ti durante los últimos meses. He tomado la decisión de abandonar el hostal y al maldito hombre que lo llevaba, medio loco, aunque con muy buena memoria para las liras. He embarcado en una goleta que me trasladará a Antalya, donde he logrado averiguar que se encuentra Monsieur B., el poeta. Te ruego que no veas ninguna obsesión en mi carta, estoy bien de salud. Compongo y escribo, no estoy dispuesto a volver a casa como un farsante, no prestes oídos a las habladurías de los imbéciles. Un abrazo. Honfleur. Diario de Mina Barcelona 12 de abril La noche. He bebido absenta. El dulce sabor alcohólico me quema las venas. Lo que siento se dilata. Me dilato en la menta y mis ojos se enrojecen. El bien y el mal no existen, existe el deseo… ¿Quién eres? ¿Dónde estás? En mi lengua se posa tu boca húmeda incendiándome como oro líquido y mi cuerpo desnudo suda el cuerpo de otras mujeres. Me abraso, me abraso en la voluptuosidad de tu forma de mirarme. La cama es mármol caliente, no estoy sola, me observas, dejo caer mi sudario, estás confuso y turbado, me llamas… mis lienzos llenos de tu rostro presagian tormentas de trementina y prometo entonces atarme al mástil para vivirlas, para contarlas. Esta noche las sábanas son un amante que se tensa en el espasmo. El corsé me estremece, me ahoga! Hay un eclipse de luna, sí, la luna está detrás de tu rostro y tu rostro sobre mí, veo todo lo que me gusta y se que esto me matará mañana. Todos los claveles han muerto, ya no queda nada aquí, debo volver a Montparnasse. Tu sombra acaricia las copas de los cipreses

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donde bailan las ánimas… y te monto como un animal salvaje y me cabalgas. La respiración es fuerte, mi pecho sube y baja ya con la regularidad de un péndulo. Sueño, sí, sueño dormir en el mar, a tumba abierta, siendo ola y volver a vos, tan perdido, a renombrarte. Diario de Honfleur Goleta Captain Zenner 13 de abril Despierto con sudores en este barco en el tengo la terrible sensación de navegar encarcelado, desde hace años. Que ardiente pesadilla. He perdido la noción del tiempo. El capitán Zenner y su tripulación obligan a los extranjeros a dormir en cubierta, sin otro techo que la luna y otra luz que la del sol. Los astros rigen nuestro destino, vivimos como salvajes, mi ropa está raída y mi rostro curtido por la sal. Camino descalzo por la madera abotargada y mis pies acusan una libertad a la que no están acostumbrados. ¿Qué sentido tiene esto? No hay más horizonte que montañas animales y un mar azul a cuya salvaje naturaleza nada le importo. Hemos dejado atrás Bodrum, Rodas y Marmaris. Antalya, donde debía hallar e Monsieur B. nunca está al alcance de la vista y el entendimiento se me nubla. He perseguido a un hombre tan esquivo que me he convertido en un fantasma obsesionado, en una sombra de mí mismo, creo que hay pocos ejemplos de una vida tan dilapidada como la mía en estos últimos meses. Quizás esta ha sido la última prueba del viejo mentor para hacerme comprender al fin su legado: que la verdad, de los vicios y las virtudes, de lo bello y lo sublime, está en lo más insondable de nuestra propia naturaleza. Ahora he despertado en medio de la noche y no se si sueño aún, o si vivo, o si he muerto. Quiero salir de aquí, abandonar esta goleta, regresar a Barcelona. He visto la luna eclipsada entre fuegos fatuos y un delirio de pasión y tinieblas en el que bailamos y escribimos nuestros nombres como posesos de felicidad. Y la he visto y apretado, de nuevo, a ella, esa mujer fatal a quien ya estoy unido en la noche de los tiempos. Por primera vez desde que emprendí este viaje he escuchado dentro de mí una melodía que debo escribir y debo tocar. Tengo menta en los labios y ardor de absenta en las venas, huele la noche a ciprés y a crisantemo. Soy un ángel caído en la cruz del destino, debo abandonar esta goleta y recibir la primavera de sus ojos y la siembra de su voz. No se donde, ni cuando volverá a aparecerse a mí, pero no desaprovecharé entonces la oportunidad de celebrarlo. Debo regresar, debo encontrarla, debo tocar para ella esa oscura canción.

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CARTA VI Última carta de Monsieur B. sin destinatario… Paris 21 de Abril Por propia iniciativa he suprimido vino, te y café. Las jaquecas han cedido en intensidad y he sentido un alivio momentáneo que me ha permitido regresar a París, y es por ello que te escribo. Todos mis amigos y mis médicos opinan que debo dejar por unos meses los asuntos literarios y dedicarme a la vida contemplativa. Me atormenta dejar de trabajar y estar en cama pero escribo garabatos, vuelve la enorme debilidad y los movimientos desmañados…. ¿Hay alguien ahí fuera? *

* El poeta, Monsieur B. murió algunos días después. A sus exequias acudieron sin flores sus familiares, amigos bohemios y seres queridos.

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Epílogo

MINA

(Marc Ros)

Me presenté con sombrero y bastón Para pedir primaveras a vos Yo era un dandy delicado Muy apuesto y gentil Esperando recibir de usted Lluvia y siembra en abril Vestía de negro con falda y corsé Sus labios de rojo en su blanca tez Quería ir al cementerio A celebrar un festín Era viernes día trece Nuestro San Valentín Mina, Mina Mina, Mina Mina, Mina El ángel se cayó Y toqué para vos Una oscura canción De tinieblas y pasión Le di un clavel muerto bajo el ciprés Bebimos absenta, bailamos después Escribimos nuestros nombres Y una cruz al revés En la lápida sin flores De un poeta francés

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