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La educación superior en América del Sur
from Cartografía de las experiencias de las políticas de educación de jóvenes y adultos en las cárceles
Pensar que todavía hay que defender el derecho a la educación básica en las cárceles, deconstruir la idea de que es un "artículo de perfumería" en la política de ejecución penal, la cuestión de la educación superior en el ámbito penitenciario es todavía algo muy distante de la realidad de varios países del mundo, especialmente en América del Sur. En la lógica de construir un nuevo paradigma para la política de restricción y privación de libertad que se consolide a partir de una perspectiva que refute la idea de "institución total" y defienda la "incompletud institucional", teniendo en cuenta la importancia de la presencia de la universidad en este proceso de cambio institucional, nuestro objetivo en esta parte del trabajo es reflexionar sobre las experiencias de las universidades en las cárceles de los países que forman parte de la investigación. Reflexionando sobre la historia de las experiencias locales, trataremos de reflexionar sobre las principales cuestiones que rodean el tema y sus verdaderos desafíos en la actual política de ejecución penal.
La educación superior en América del Sur
En una publicación organizada por el profesor Simón Schwartzman (2015) bajo el título "La educación superior en América Latina y los desafíos del siglo XXI", con la participación de importantes estudiosos del tema en la discusión, la obra ratifica el papel de la universidad en la historia social y especialmente en la sociedad contemporánea, reflexionando sobre la valoración del conocimiento, la libertad de estudio e investigación, la autonomía institucional y la colegialidad como fundamentales para la formación de las nuevas generaciones. El libro señala que las universidades en América del Sur fueron, en su origen e inspiración, copias de los modelos europeos, desarrollándose a lo largo de su historia principalmente como canal de movilidad y afirmación social y política de las nuevas generaciones en el continente. En este sentido, las universidades se enfrentan constantemente al reto de contribuir a los cambios tecnológicos que están revolucionando las formas de producir y transmitir el conocimiento, y a las necesidades de formación profesional, científica y tecnológica que requiere la nueva sociedad del conocimiento. Como en todo el mundo,
están en una carrera para que los sistemas de enseñanza superior puedan responder a estas demandas y participar en el nuevo ciclo de producción y generación de riqueza que se está produciendo. El concepto clásico de universidad se ha puesto en jaque. Con una creciente demanda de servicios educativos, impulsada por la lógica del mercado, las instituciones de educación superior se están transformando e incorporando nuevas funciones, principalmente para garantizar su supervivencia, convirtiéndose en fuentes de financiación. No podemos decir que todos los países del mundo experimenten este proceso de la misma manera. Cada uno, sin duda, lo está viviendo de manera diferente, especialmente en el continente americano. Son varias las cuestiones que experimentan los países sudamericanos para el desarrollo de su educación superior, especialmente para la ampliación del acceso garantizado y la permanencia de una gran parte de la población a este segmento de la educación. En un supuesto discurso social de universalización de la enseñanza superior, las universidades tradicionales se encuentran con el reto de que millones de personas busquen un tipo de formación que antes estaba reservada a unos pocos miles. A medida que los sistemas de enseñanza superior crecen, también lo hace el acceso de las personas que antes no podían beneficiarse de ella. Sin embargo, este acceso sigue estando limitado por mecanismos de selección basados en resultados muy relacionados con la condición social y cultural de los candidatos. Por lo general, los estudiantes de familias más pobres, que no han tenido acceso a una educación básica de calidad, ya entran en estos procesos de selección en desventaja y acaban siendo excluidos. Los países de América del Sur tienen experiencias diferentes en este sentido. Algunos invierten en instituciones y/o cursos que atienden a diferentes públicos; los sistemas públicos de enseñanza superior crecen y se expanden; los poderes públicos crean formas de financiación para la enseñanza superior privada; los gobiernos invierten en políticas de discriminación positiva basadas en criterios de raza, etnia y clase social. La realidad de los sistemas de educación superior en Sudamérica es muy diferente. Cada país tiene sus propias especificidades. En este sentido, las cuestiones relativas a este segmento de la educación en el continente deben ser analizadas con mucho cuidado, sobre todo
teniendo en cuenta su historia de subordinación política, económica y social a los llamados países desarrollados, que mantienen estrategias de colonización en sus estructuras. Al analizar los datos de los cinco países incluidos en esta investigación, es posible observar lo diversa y única que es la realidad de la educación superior en el continente. En Argentina (Argentina, 2018), por ejemplo, según el Ministerio de Educación, existen 131 Instituciones de Educación Superior, de las cuales 111 son universidades (57 del Estado Nacional, 4 del Estado Provincial, 63 privadas y 2 extranjeras) y 20 Institutos Universitarios (4 del Estado Nacional, 1 del Estado Provincial, 15 privados y extranjeros). Brasil, según los datos del Censo de Educación Superior de 2017, cuenta con 296 instituciones de educación superior públicas y 2.152 privadas, lo que representa el 87,9% de la red. De las públicas, el 41,9% son estatales; el 36,8%, federales y el 21,3%, municipales. Casi 3/5 de las instituciones federales son universidades y el 36,7% son Institutos Federales de Educación, Ciencia y Tecnología y Centros Federales de Educación Tecnológica. El sistema de educación superior de Chile está compuesto por 150 instituciones de educación superior, de las cuales 60 son universidades (16 públicas y 44 privadas), 39 Institutos Profesionales y 52 Centros de Formación Técnica (Chile, 2019). En Paraguay, en tanto, existen 8 Universidades Públicas, 54 Universidades Privadas, 34 Institutos Superiores, 127 Institutos Técnicos Superiores y 45 Institutos de Formación Docente (OEI, 2019). En Uruguay, su sistema de educación superior está compuesto por 3 Instituciones Públicas (Universidad de la República, Universidad Tecnológica y el Consejo de Formación Educativa) y 14 privadas (5 Universidades Privadas y 9 Institutos Universitarios). Es en este escenario donde se han implementado algunos proyectos de educación superior en el sistema penitenciario. Hay muchas experiencias diferentes en desarrollo en Sudamérica, especialmente en los cinco países incluidos en esta investigación.