Cuentos 2ºgrupo

Page 1

TALLER DE INFORMÁTICA


Había una vez un muelle que vivía tranquillo y seguro dentro de su bolígrafo. Aunque oía muchas cosas procedentes del exterior vivía creyendo que fuera de su mundo el bolígrafo no había nada bueno. Solo pensar en dejar su bolígrafo, no había nada bueno. Solo pensar en dejar su bolígrafo le daba tal miedo que no le importaba pasar su vida encogiéndose y estirándose una y otra vez en el minúsculo espacio del boli.


Pero un día, se acabó la tinta, y cuando su dueño lo fue a cambiar tuvo un despiste. El muelle salto por los aires y fue a parar al desagüe del lavabo, y por ahí se perdió de vista. El muelle, aterrorizado y lamentándose de su suerte atravesó tuberías, pensando siempre que aquello era su fin. Durante el viaje por las cañerías no se atrevió a abrir los ojos de puro miedo, sin dejar ni un momento de llorar. Arrastrado por el agua, siguió hasta ir a parar a un rio cuando la corriente perdió fuerza, al ver que todo se calmaba, dejo de llorar y escucho a su alrededor, y al oír solo los cantos de los pájaros y el viento en las hojas de los arboles, se animo a abrir los ojos. Entonces pudo ver las aguas cristalinas del rio las piedras del fondo, y jugaban, y su pequeño bolígrafo y que siempre había habido muchos cosas en el exterior esperando para disfrutarlas.


Así que después de jugar un rato con los peces, fue a parar a la orilla, después a un llanto, que le llevo hasta una preciosa flor que había sido pisada por un conejo y ya no podía estar recta.

El muelle se dio cuenta entonces de que el podía por ayudar flor a mantenerse recta. Y se ofreció para ser su vestido. La flor acepto encantada y así vivieron juntos y alegres y siempre reían al recordar la historia dl muelle cuando pensaba que lo único que había en la vida, era ser el triste muelle de un bolígrafo.

Damaris Borja

4º de primaria


Carlos y Carla pasaban el fin de semana en casa del abuelo. Y eso ya sabĂŠis lo que se significa, nuevas aventuras con el taburete mĂĄgico.

Al llegar a la casa, como siempre, lo primero que hicieron fue saludar al abuelo, despuĂŠs a toda prisa subieron a ver el taburete.


Se sentaron encima de él y sorpresa! Aparecieron en un país fantástico, todo era caramelo, las casas, los coches, los animales…

Carlos y Carla no podían créeselo, miles y miles de golosinas dispuestas a ser comidas. No sabían que comer, porque todo parecía tan rico…!


De pronto vieron el tejado de una casa cubierto con un riquísimo chocolate. Sin pensárselo dos veces, se acercaron y empezaron a comer.

Solo

habían

dado

un

mordisco, cuando el dueño de la casa (que también era de chocolate) salió a pedirles, por favor, que no se comieran su casa, porque si lo hacían, él no tendría donde vivir.


A Carlos y a Carla aunque les apetecía mucho comérselo, sabían que el señor tenía razón El señor de la casa que se llamaba chocolatín, viendo que eran buenos chicos les invito a entrar a su casa, y les ofreció todo tipo de dulces y golosinas. Chocolatín, Carlós y Clara se hicieron muy buenos amigos. Entonces chocolatín, les conto que su País corría peligro porque había un malvado que se llamaba Tragón que se dedica a comer todo lo que tenía a su alcance. Carlos y Carla, viendo el país de su amigo corría peligro, decidieron pensar un plan, para deshacerse de Tragón.

Con ayuda de Chocolatín y de sus vecinos crearon la chocolatina mas, bonita y


sabrosa del mundo, una chocolatina que solo con verla, tenias ganas de comerla. Sin embargo, la chocolatina tenĂ­a trampa, pues, por dentro tenia madera, con lo cual no podĂ­a comerse.

ChocolatĂ­n,

Carlos

y

Clara,

pusieron

la

chocolatina en medio de una plaza para que se pudiera ver bien y se escondieran a esperar. Al


cabo de unos minutos apareció Tragón y claro nada mas verla, se fue corriendo hacia ella. Pero cual fue sorpresa, la chocolatina estaba muy dura y del fuerte mordisco que había dado se le había caído todos los dientes. Tragón se fue corriendo y diciendo que no volvería más a comer chocolatinas.

Gracias a la ayuda de Carlos y Carla el país Chocolatín se había salvado.

MIRIAN GIMENEZ 6º


Había una vez un niño que cayó muy enfermo. Tenia que estar todo el día en la cama sin poder moverse.

Como además los niños no podían acercarse, sufría mucho por ello, y empezó a dejar pasar los días triste y decaído, mirando el cielo a través de la ventana. Pasó algún tiempo, cada vez más desanimado, hasta que un día vio una extraña sombra en la ventana: era un pingüino comiendo un bocata de


chorizo, que entró a la habitación, le dio las buenas tardes, y se fue. El niño quedó muy extrañado, y aún no sabía qué habría sido aquello, cuando vio aparecer por la misma ventana un mono en pañales inflando un globo.

Al

principio

el

niño

se pre gun tab a qué serí a aqu ello, pero al poco, mientras seguían apareciendo personajes locos por aquella extraña ventana, ya no podía dejar de reír, al ver un cerdo tocando la pandereta, un elefante saltando en una cama elástica, o un perro con gafas que sólo hablaba de política.


Aunque por si no le creían no se lo contó a nadie, aquellos personajes terminaron alegrando el espíritu y el cuerpo del niño y en muy poco tiempo este mejoró notablemente y pudo volver al colegio. Allí pudo hablar con todos sus amigos, contándoles las cosas tan raras que había visto. Entonces, mientras hablaba con su mejor amigo, vio asomar algo extraño en su mochila. Le preguntó que era, y tanto le insistió, que finalmente pudo ver el contenido de la mochila: ¡¡Allí estaban todos los disfraces que había utilizado su buen amigo para intentar alegre.

Y desde entonces, nuestro niño nunca deja que nadie esté solo y sin sonreír un rato.

RAQUEL

JIMÉNEZ 3º


Adalina no era un hada normal. Nadie sabía por qué, pero no tenía alas. Y eso que era la princesa, hija de la Gran Reina de las Hadas. Como era tan pequeña como una flor, todo eran problemas y dificultades. No sólo no podía volar, sino que apenas tenía poderes mágicos, pues la magia de la hadas se esconde en sus delicadas alas de cristal. Así que desde muy pequeña dependió de la ayuda de los demás para muchísimas cosas. Adalina creció dando gracias, sonriendo y haciendo amigos, de forma que todos los animalillos del bosque estaban encantados de ayudarla.


Pero cuando cumplió la edad en que debía convertirse en reina, muchas hadas dudaron que pudiera ser una buena reina con tal discapacidad. Tanto protestaron y discutieron, que Adalina tuvo que aceptar someterse a una prueba en la que tendría que demostrar a todos las maravillas que podía hacer. La pequeña hada se entristeció muchísimo. ¿Qué podría hacer, si apenas era mágica y ni siquiera podía llegar muy lejos con sus cortas piernitas? Pero mientras Adalina trataba de imaginar algo que pudiera sorprender al resto de las hadas, sentada sobre una piedra junto al río, la noticia se extendió entre sus amigos los animales del bosque. Y al poco, cientos de animalillos estaban junto a ella, dispuestos ayudarla en lo que necesitara. - Muchas gracias amiguitos. Me siento mucho mejor con todos vosotros a mi lado- dijo con la más dulce de sus sonrisas- pero no sé si podréis ayudarme. - ¡Claro que sí! - respondió la ardilla – Dinos, ¿qué harías para sorprender a esas hadas tontorronas?


- Ufff….si pudiera, me encantaría atrapar el primer rayo de sol, antes de que tocara la tierra, y guardarlo en una gota de rocío, para que cuando hiciera falta, sirviera de linterna a todos los habitantes del bosque. O… también me encantarían pintar en el cielo un arco iris durante la noche, bajo la pálida luz de la luna, para que los seres nocturnos pudieran contemplar su belleza… Pero como no tengo magia ni alas donde guardarla...

-¡Pues la tendrás guardada en otro sitio! ¡Mira¡ -gritó ilusionada una vieja tortuga que volaba por los aires dejando un rastro de

color verde a su paso. Era verdad. Al hablar Adalina de sus deseos más profundos, salieron volando por los aires para crear el mágico arco iris, y

para atrapar no uno, sino cientos de rayos de sol en finas gotas de agua que llenaron el cielo de


diminutas y brillantes lamparitas. Durante todo el día y la noche pudieron verse en el cielo ardillas, ratones, ranas, pájaros y pececillos, llenándolo todo de luz y color, en un espectáculo jamás visto que hizo las delicias de todos los habitantes del bosque.

Adalina fue aclamada como Reina de las Hadas, a pesar de que ni siquiera ella sabía aún de dónde había surgido una magia tan poderosa. Y no fue hasta algún tiempo después que la joven reina comprendió que ella misma era la primera de las Grandes Hadas, aquellas cuya magia no estaba guardada en si mismas, sino entre todos sus verdaderos amigos.

ALBA DE 5º


Todo el mundo sabe que la historia de nuestro planeta cambió para siempre algún tiempo después de los juegos olímpicos de Pekín. Sucedió que las costas y mares de la tierra se llenaron de una especie animal muy dañada y contaminante, parecida a un calamar, a los que se llamó “calaguarris”. Los calaguarris eran numerosísimos e imposibles de atrapar pero lo peor era que llenaban las aguas del mar de aceites, latas, papeles y todo tipo de basuras. La situación era terrible, pues el planeta se contaminó a toda velocidad, y se organizaron cazas y equipos de investigación avanzadísimos para intentar acabar con aquella plaga. Pero nadie era capaz ni siquiera de pescar un calaguarri. Pito pescaito fue el primero en conseguirlo. Era un niño que vivía en una pequeña aldea de pescadores y cuando enseñó su calaguarri se convirtió en el niño más famoso del mundo. A la aldea llegaron sabios, científicos y gobernantes de todas partes para estudiar aquella especie. Todo se preparó para


abrir al animal, e incluso iba a ser retransmitido por televisión a todo el mundo… Así que todo el mundo alucinó cuando al abrir el calaguarri descubrieron una minúscula nave espacial del tamaño de un zapato con unos marcianos dentro. Resultó que eran simpáticos y divertidos, y muy listos, y en muy poco tiempo estaban hablando con los gobernantes del mundo, todos muy enfadados con la actitud tan sucia y contaminante que tenían con el planeta. Así que todos esperaban una explicación para un comportamiento tan poco civilizado… -Venimos de un planeta que iba a ser destruido –comenzaron explicando-. La tierra nos gustó tanto, que estuvimos días espiando lo que hacíais los humanos, para poder quedarnos aquí haciendo lo mismo y que fuerais felices. Por eso, al ver que plantabais latas, papeles y aceites, inventamos unas maquinillas carísimas que hacían lo mismo, y escondidos en disfraces de calamar, tratamos de vivir felices y en paz. ¿Estáis contentos? ¿Podemos quedarnos? Por fiiii…. Los calaguarris se quedaron esperando una respuesta. Pero nadie dijo nada. Todos, hasta los que lo veían por televisión, estaban rojos de vergüenza, recordando la última vez que habían tirado un papel o un poco de aceite al suelo.


Y todos los que lo vimos, seguimos recordando cรณmo unos inocentes marcianos nos hicieron darnos cuenta de lo poco que cuidรกbamos el planeta

Joel de 5ยบ


Obligada por la sed, una hormiga bajó a un manantial, y arrastrada por la corriente, estaba a punto de ahogarse. Viéndola en esta emergencia una paloma, desprendió de un árbol una ramita y la arrojó a la corriente, montó encima a la hormiga salvándola. Mientras tanto un cazador de pájaros se adelantó con su arma preparada para cazar a la paloma.


Le vio la hormiga y le pic贸 en el tal贸n, haciendo soltar al cazador su arma. Aprovech贸 el momento la paloma para alzar el vuelo. MORALEJA: Siempre corresponde en la mejor forma a los favores que recibas. Debemos ser siempre agradecidos.

ISAAC DE 3潞


El bosque iluminado era el mejor bosque en el que se podía vivir, donde las fiestas llenaban de luz las noches y todos disfrutaban. En aquel bosque sólo había una ley: “perdonar a todos”. Y nunca tuvieron problemas con ella, hasta que un día la abeja pico al conejo por error, y éste sufrió tanto que no quería perdonarla.

Pidió al búho que reuniera al consejo y revisaran aquella ley. Todos estuvieron de acuerdo en que no habría problema por relajarla, así que se permitió una única excepción por animal; si alguien se enfadaba de verdad con alguien, no tenia por que perdonarle si no quería.


Y así siguieron hasta la gran fiesta de la primavera, la mejor del año, que resulto un grandísimo fracasa: sólo aparecieron el búho y unos pocos animales más. Entonces el señor búho decidió investigar el asunto, y fue a ver al conejo. Este le dijo que no había ido por si iba la abeja, a la que aún no había perdonado. Luego la abeja dijo que no había ido por si iba la ardilla, a la que no había perdonado por tirar su colmena. La ardilla tampoco fue pro si iba el zorro, a quien no había perdonado que robara su comida… y así sucesivamente todos contaron como habían dejado de ir por si se


presentaba aquel a quien no habían perdonado. El búho entonces convocó la asamblea, y mostro a todos cómo aquella pequeña excepción a la ley había acabado con la felicidad del bosque. Unánimemente decidieron recuperar su antigua ley “perdonar a todos” A la que añadieron: “sin excepciones”

VICENTE C0RTÉS 3º


Periquín vivía con su madre, que era viuda, en la cabaña del bosque. Como con el tiempo fue empeorando la situación familiar. La madre determinó mandar a Periquín a la ciudad, para que allí intentase vender la única vaca

que poseían. El niño se puso en camino, llevando atado con una cuerda al animal, y se encontró con un hombre que llevaba un saquito de habichuelas. -Son maravillosas- explico aquel hombre-. Si te gustan, te daré a cambio la vaca.


Así lo hizo periquín, y volvió muy contento a su casa. Pero la viuda, disgustada al ver la necedad del muchacho, cogió las habichuelas y las arrojó a la calle. Después se puso a llorar. Cuando se levantó Periquín al día siguiente, fue grande su sorpresa al ver que las habichuelas habían crecido tanto durante la noche, que las ramas se perdían de vista. Se puso periquín a trepar por la planta, y sube que sube, llego a un país desconocido.

Entro en un castillo y vio a un malvado gigante que tenía una gallina que ponía huevos de oro cada vez que el se lo mandaba. Espero el niño a que el gigante se durmiera, y tomando la gallina, escapo con ella. Llego con las ramas de la habichuela, y descolgándose, toco el suelo y entro en la cabaña.


La madre se puso muy contenta. Y así fueron vendiendo los huevos de oro, y con su producto vivieron muy tranquilos mucho tiempo, hasta que la gallina se murió, y Periquín tuvo que trepar por la planta otra vez, dirigiéndose al castillo del gigante. Se escondió tras una cortina y pudo observar como el dueño del castillo iba contando monedas de oro que sacaba de un bolsón de cuero. En cuanto se durmió el gigante, salió Periquín y, recogiendo el talego de oro, echo a correr a la planta gigantesca y bajo a su casa. Así la viuda y su hijo tuvieron dinero para ir viviendo mucho tiempo. Sin embargo, llego un día en que el bolsón de cuero del dinero quedó completamente vacío. Se cogió Periquín por tercera vez a las ramas del de la planta, y fue escalándolas hasta llegar a la cima. Entonces vio al ogro guardar en un cajón una cajita que, cada vez que se le levantaba la tapa, dejaba caer una moneda de oro. Cuanto el gigante salió a la estancia, cogió el niño la cajita prodigiosa y se la guardo. Desde su escondite vio Periquín en que el gigante se tumbaba en un sofá, y un arpa, oh maravilla!, tocada sola, sin que mano alguna pulsara sus cuerdas, una delicada música. El gigante, mientras escuchabas aquella melodía, fue cayendo en el sueño poco a poco.


Apenas le vio Periquín, cogió el arpa y echo a correr. Pero el arpa estaba encantada y, al ser tomada por Periquín, empezó a gritar: -¡Eh señor amo, despiértate usted, que me roban! Se despertó sobresaltado el gigante y empezaron a llegar de nuevo a la calle los gritos acusadores: -¡Señor amo, que me roban! Viendo lo que ocurría, el gigante salió en persecución de Periquín. Resonaba a espaldas del niño pasos de gigantes, cuando, ya cogió a las ramas empezaba a bajar. Se daba mucha prisa, pero, al mirar a la altura, vio que también el gigante descendía hacia el. No había tiempo de perder, y así que grito Periquín a su madre, que estaba en casa preparando la comida: -¡Madre tráigame el hacha en seguida, que me persigue el gigante! Acudió la madre con el hacha, y Periquín, de un certero golpe, corto el tronco de la trágica habichuela. Al caer, el gigante se estrello, pagando así sus fechorías, y Periquín y su madre vivieron felices con el producto de la cajita que, al abrirse, dejaba caer una moneda de oro.

SALMA MELLAS 5º


Ricky vivía en una preciosa casa de futuro con todo que quería. Aunque no ayudaba mucho en casa, se puso contentísimo cuando sus papas compraron un robot mayordomo ultimo modelo. Desde ese momento, iba a encargarse de hacerlo todo: cocinar, limpiar, planchar, y sobre todo, recoger la ropa y su cuarto, que era lo de menos le gustaba a RICKI. Así que aquel primer día RICKI dejo su habitación hecha un desastre, solo para levantarse al día siguiente y comprobar que todo estaba perfectamente limpio.


De hecho, estaba “demasiado” limpio, porque no era capaz de encontrar su camiseta favorita, ni su mejor juguete. Por mucho que los busco, no volvieron a parecer, y lo mismo fue ocurriendo con muchas otras cosas que desaparecía. Así que empezó a sospechar de un brillante robot mayordomo. Preparo todo un plan de espionaje, y lo siguió al robot por todas partes, hasta que le pillo con las manos en masa, cogiendo uno de sus juguetes del suelo y guardándoselo. El niño fue corriendo a contar a sus padres que el robot estaba roto y mal programado, y les pidió que lo cambiarían. Pero sus padres dijeron que de ninguna manera, que eso era imposible y que estaba encantados con en mayordomo. Que además cocinaba divinamente. Así que Ricky tuvo que empezar a conseguir pruebas y tomar fotos a escondidas. Continuamente insistía a sus padres sobre el “chorizo “que se escondía bajo aquel amable y


simpático robot por mucho que cocinaría mejor que la abuela.

Un día el robot oyó sus protestas, y se acerco a el para devolverle uno de sus juguetes y algo de ropa. Toma niño no sabía que esto te molestaba dijo con su metálica voz.


- ¡Cómo no va a molestarme chorizo! ¡ llevas semanas robándome cosas! – respondo furioso el niño. - Solo creía que no te gustaban, y que por eso las tratabas tan mal y las tenías por el suelo. Yo estoy programado para recoger todo lo que pueda servir y por las noches lo envió a lugares donde a otra gente pueda darles buen uso. Soy un robot de de eficiencia máxima, ¿no lo sabías? – dijo con cierto aire orgulloso. Entonces Ricky comenzó a sentirse avergonzado. Llevaba toda la vida tratando la cosa como si no sirvieran para nada, sin cuidado ninguno, cuando era verdad que mucha otra gente estaría encantada de tratarlas con todo el cuidado del mundo. Y comprendió que su robot no estaba roto ni programado, sino que estaba ¡verdemente bien programado! - Desde entonces, decidió convertirse él mismo en un “niño de eficiencia máxima” y puso verdadero cuidado en tratar bien sus cosas tenerlas ordenadas y no tener mas


de las necesarias. Y a menudo compraba cosas nuevas para acompaĂąar a su buen amigo el robot a visitar y ayudar a aquellas otras personas.

RAFA GARCIA 6Âş


Cuenta la leyenda que los tres cerditos del cuento, animados por su triunfo sobre el lobo, recorrían el país como héroes, contando sus aventuras a cualquiera que los invitara a comer manzanas, su fruta favorita.

Pero las manzanas empezaron a escasear porque el rey había ordenado llenar su gran despensa, y los cerditos fueron a hablar con el. Este los recibió con alegría, pero también con envidia.


Vaya, famosos, listos y trabajadores cerditos del cuento. Os daré cuantas manzanas queráis si sois capaces de decirme exactamente cuántas manzanas guardo en mi despensa. Los cerditos aceptaron el reto, y el primero de ellos se lanzó a la despensa. Estaba llena de cestos de manzanas de todos los tipos y tamaños ¡un autentico paraíso! Pero contar las manzanas resulto muy difícil. Cuando llegaba a barios cientos se perdía o se equivocaba y tenía que empezar de cero. El rey disfrutaba viendo las dificultades del cerdito, y cuando este dijo un número final, respondió: No es correcto. Por cierto, olvide deciros que si falláis los tres, mañana seréis la comida de mis invitados. El señor lobo es uno de mis mejores amigos… ¡guardias, encerrad a este cerdito!


El segundo cerdito se puso a contar. Viendo lo fácil que era confundirse con tantas manzanas, decidió ir haciendo grupos y contar cada cesto por separado. Unos tenían 92, otros 107, otros 88… así consiguió avanzar sin errores, pero cuando llegó la hora de sumar las manzanas de todos los cestos, era incapaz de recordar cuántas había en cada uno. Y también fallo. Buen banquete tendremos mañana ¡guardias encerrad también a este cerdito! Quedaba únicamente el cerdito mayor, el más famoso de tres, y el rey se preguntaba qué haría. Bueno, hagamos esto con un poco de orden – dijo el cerdito -


Primero un cesto pequeño de 10 manzanas. Y luego, otro cestito de 10. Y luego otro cestito de 10.

¡Ja, ja, ja, ja! – rió el rey – Así tardarás una semana en contarlas para cuando acabes nos habremos comido a tus hermanos, ¡ja, ja, ja ¡ Pro el cerdito continuo. Ahora que tengo 10 cestitos de 10, los echo todos en un cesto mediano i así tengo 100. Y vuelvo a hacer cestitos de 10. Así, ¿lo sabes? Ya tengo otros 10 cestitos, los junto todos en otro cesto mediano, y tengo otro grupo de 100 manzanas… El cerdito siguió contando. Cuando llegó a tener 10 cestos de 100, los junto todos en uno de los cestos más grandes para hacer un grupo enorme de 1000 manzanas. Y volvió a empezar con sus grupitos.


Cuando terminó de contar, mucho antes de lo que el rey había pensado y de lo que habían tardado sus hermanos, el cerdito 9 cestos grandes, 8 medianos, 3 pequeños, y le quedaban 7 manzanas sueltas. - Nueva mil ochocientas treinta y siete manzanas, majestad.respondió seguro el cerdito.

El rey, un poco rabioso, no quería reconocer sus asombro y, recordando lo difícil que eran las sumas con llevadas, trajo unas bandejas pocas manzanas.


- Uy, perdona, había olvidado las 8 manzanas del comedorY mientras se las daba, sonreía pensando para sus adentros: “je, je, je, ahora tendrá que empezar de nuevo”. Pero el cerdito, sin preocuparse, junto aquellas 8 manzanas a las 7 que tenía sueltas, y volvió a meter 10 de ellas en un cestito que puso junto a lo otros cestos pequeños. Luego contó las que le sobraron sueltas, que eran 5. Al final había los mismos cestos grande y medianos , pero tenía un cestito más, y 5 manzanas sueltas. - Nueve mil ochocientas cuarenta y cinco manzanas, majestadvolvió a decir triunfante, ante el asombroso rey.


El rey, que en el fondo no tenía ni idea de cuántas manzanas tenia, quedo junto maravillad por aquella forma de contar que liberó inmediatamente al cerdito y a sus hermanos, y ordenó que desde aquel momento todo el mundo utilizara el mismo sistema de grupitos para contar. Y de este modo, los cerditos salieron de lo libros de cuentos para entrar también en los de matemáticas, en forma de unidades, decenas, centenas… y sumas con llevadas.

José Antonio 4º


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.