REVISTA DE HISTORIA Y ACTUALIDAD MILITAR
Juan Bustamante
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urante décadas la Caballería se ha debatido por encontrar un lugar preciso en el patio donde jugaban los mayores. La lucha por el control de los vehículos acorazados, el papel residual del equino, y finalmente sus misiones tácticas han producido una pequeña crisis de tipo existencial. Siendo un Arma de una belleza incuestionable, amparada por gestas épicas como sólo las puede proporcionar el galope, siendo un Arma de historia de combate como pocas, de elegancia incluso en su empleo en la guerra, se ha sufrido alguna década en la que parecía que no encontraba su sitio, y el príncipe se quedaba sin Cenicienta, con cara de despistado y un zapato de cristal en la mano.
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EL «SANTIAGO VIII» DE LA BRILAT
Vehículo de exploración de caballería VEC con torre TC25 modernizado.
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l 1 de enero de 2010, se creó el Grupo de Caballería de Reconocimiento «Santiago» VII. Toda una novedad. Novedad por la obviedad de ser una unidad recién creada como diría Pero Grullo, y novedad también por incorporar una unidad de Caballería a una gran unidad de Infantería: la Brigada Ligera Aerotransportable. Desde entonces, los miembros de la unidad que ahora tengo la inmensa suerte de mandar, lucimos orondos una boina gris (color «rata» dicen nuestros queridos detractores) con un flamante azor dorado en
actitud de ataque en picado. Siendo la Caballería un Arma especialmente concebida para la ofensiva, parece que la coincidencia de la simbología y de la táctica va por buen camino. El parto de esta unidad no ha sido sencillo. De hecho su nombre ha ido cambiando a medida que se configuraban los distintos planes cada vez más precisos de la División de Planes del Estado Mayor del Ejército. Desde el principio, sin embargo, permaneció la idea de que se trataría de una u n i d a d concebida para el reconocimiento. Quizá el Reconocimiento. Este aspecto tiene una enorme importancia. Durante décadas, mi querida Caballería se ha debatido por encontrar un lugar preciso en el Ejército español. La lucha por el control de los vehículos acorazados, el papel residual del equino, y finalmente sus misiones tácticas han producido una pequeña crisis de tipo existencial. Siendo un Arma de una belleza incuestionable, amparada por gestas épicas como
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Un jinete del grupo de caballería aerotransportable con el fusil de asalto HK G36.
sólo las puede proporcionar el galope, siendo un Arma de historia de combate como pocas, de elegancia incluso en su empleo en la guerra, hemos sufrido alguna década en la que parecía que no encontrábamos nuestro sitio. El complemento de nombre «de reconocimiento» nos centra de nuevo y puede acabar quizá con ese baile algo atolondrado en el que girábamos sin llevar el ritmo del resto. La especificidad de la misión del reconocimiento y la incuestionable validez de nuestras unidades para desarrollar este cometido, nos ha supuesto un
empujón moral y una simplificación de cometidos, reflejados en una claridad en el planeamiento de las operaciones interarmas que antes no teníamos. El Grupo «Santiago VII» tiene la misión de efectuar reconocimientos para facilitar el avance inicial y el posterior ataque de la Brigada Aerotransportable… podríamos decir. En realidad no es tan sencillo, y las misiones son más amplias, pero no es eso lo trascendente. Lo que de verdad importa es que del pasado poliédrico del reconocimiento, la seguridad, el ataque, los flanqueos, la explotación del éxito, la persecución, la reserva y otras, hemos pasado a darle prioridad a la primera de ellas. Esto nos permite
Una vista espectacular del polivalente vehículo de combate de origen italiano «Centauro».
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El B1 «Centauro» dispone de un cañón de baja presión y giroestabilizado Oto Melara de 105/52 mm, equipado con camisa térmica y un extractor de humos integrado.
«dar unos codazos» a nuestros compañeros de otras Armas para hacernos de forma indiscutible con el fundamental campo del reconocimiento. Esta nueva realidad tiene los inconvenientes de la novedad, pero las novedades han de ser motivaciones casi por definición. La realidad nos presenta una forma de combate para el Grupo «Santiago» en el que vemos que la «velocidad», cualidad indesprendible de nuestra Arma para lo cual cabalgamos sobre rapidísimos vehículos de ruedas, ha de combinarse con la forma de combate de nuestras unidades de Infantería, más pausadas y unidas en sus despliegues. Nuestra potencia de fuego pasa a ser apoyo indispensable de las armas ligeras que predominan en nuestra Infantería pero… ¿acaso no son los cambios el motor del mundo y la única manera de mantener viva la mente y la motivación?
Perfectamente camuflado, este jinete del «Santiago VII» maneja una MG-42 montada sobre el techo de un vehículo ligero.
El Grupo «Santiago» se encuentra ubicado en Valladolid, bastante alejado de la sede de la Brigada, en Pontevedra, y del regimiento «Príncipe» en Asturias que también pertenece a la misma Brigada. Esta lejanía geográfica nos obliga a mantener una independencia y una libertad perfectamente en consonancia con la esencia del Arma. La Caballería, operando habitualmente en amplios frentes y alejada del grueso de sus tropas, se encuentra perfectamente cómoda a 500 km de nuestra Brigada. El hermanamiento que existe , que se cuida y se trabaja en esta unidad, nada tiene que ver con el hecho de que nuestra distancia nos permita dedicarnos de una forma más autónoma a nuestros cometidos, a nuestro reconocimiento, a nuestras especificidades de Arma que mantenemos y mantendremos. Como jefe de Grupo, de un grupo de 250 jinetes acorazados y aerotransportables,
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Blindado medio de ruedas (BMR) de puesto de mando de batallón en el transcurso de unas maniobras.
tengo varios retos. Por una parte los tácticos de conocimiento y práctica de movimientos de pequeñas unidades combinando fuegos y movimientos; por otra parte de operatividad del material; por otra del mantenimiento del buen estado físico y de salud de mis hombres y por otro, la inculcación del espíritu jinete. Este es sin duda el más complejo y el más apasionante. La herencia de los jinetes que con determinación acometían con «la firme voluntad de imponerse al enemigo mediante una brillante ostentación de energía», pesa y motiva al mismo tiempo. En el siglo XXI, estos valores son igualmente válidos y necesarios que lo fueron siglos atrás. La iniciativa y la acometividad que requiere la Caballería se refleja en el día a día. En ocasiones se tiene la sensación de que los análisis de las consecuencias nos hacen decidir caminos de gran cautela y de prevención de riesgos laborales; puede ser esto lógico, pero no
por ello podemos perder virtudes que son fundamentales para el combatiente e indispensables para el jinete. ¿Es acaso posible imaginar un jinete que se arredre ante el obstáculo, ante el enemigo, ante la posibilidad de que algo salga mal, ante la posible incomprensión del jefe cuando íntimamente creemos en lo que estamos a punto de hacer? ¿Y esto cómo se enseña? ¿cómo se hace ver al soldado la importancia de enfocar todos y cada uno de los aspectos de la vida con dosis de iniciativa y de impulso hacia adelante? Hablando. La fuerza de los grupos pequeños no se basa en su tamaño, que por definición cuantitativa deberían ser débiles; ni en su capacidad de presión, menor que la del resto por idéntica razón. Se basa en su especificidad, en su distinción, en el uso y abuso de virtudes que le hagan distinta del resto. Nadie respeta al pequeño si éste es igual que el grande pero de menor tamaño. Es misión fundamental del Grupo «Santiago» el demostrar «mediante una brillante osten-
Los componentes del Grupo de Caballería «Santiago VII» son unos profesionales conscientes de su tarea.
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Transporte oruga acorazado (TOA) portamorteros de 120 mm. El grupo dispone de cuatro vehículos de esta clase.
tación de energía», que la Brigada cuenta con un enorme potencial de fuego, de coraza, de reconocimiento y, sobre todo, de espíritu jinete para marchar hacia delante con arrojo. Misión del general de la Brigada es sujetar nuestras riendas. Este espíritu, está ligado a nuestra historia, y también a nuestro modus operandi. El hecho de desplegar a mucha distancia de los centros decisores se lleva hasta las últimas consecuencias. El Grupo lejos de la Brigada, el vehículo del sargento
lejos del teniente. ¿Habrá enlace cuando la situación se complique? ¿Y si no lo hay? Es fundamental estar embebido del espíritu ofensivo y tener una cohesión de unidad en grado extremo. Cohesión. Mágica y compleja palabra que encierra todo un mundo de confianza, de firmeza, de disciplina y de compañerismo vertical. Es relativamente fácil ser buen compañero del que te acompaña. Al fin y al cabo se comparten tareas, fríos, calores, sufrimientos,
Maniobras en Renedo-Cabezón de Pisuerga.
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Teniente coronel Juan Bustamante Alonso-Pimentel Ingresó en el Ejército en 1983, obteniendo el empleo de teniente de caballería en 1988. Los primeros años transcurrieron en unidades del Arma en escuadrones acorazados y de reconocimiento. Licenciado en Ciencias Políticas, especialidad Relaciones Internacionales, su carrera ha tenido frecuentes desplazamientos en el exterior, formando parte del grupo de españoles que constituyeron la Eurofuerza Operativa Rápida (EUROFOR) en Florencia, y realizando posteriormente estudios de Estado Mayor en París. Antes de tomar el mando del Grupo de Caballería de Reconocimiento «Santiago VII», tuvo varios destinos de Estado Mayor en el Estado Mayor del Ejército, y también en el de Defensa. Ha escrito varios artículos en diversas revistas militares y civiles (Política Exterior, Diplomacia, Ejército, Memorial de Caballería…) e incluso un libro relatando sus experiencias personales durante una misión con Naciones Unidas en Eritrea.
confidencias y distancias. El compañerismo vertical, con los jefes, es un asunto mucho más complejo y aún más importante. Es posiblemente la esencia de la profesión militar, donde se encierra el misterio y la hermosura del ejercicio del mando. Pocas cosas hay tan motivadoras y satisfactorias como el logro de armonía entre respeto y cariño. La disciplina, mucho más allá de las fórmulas externas, que pueden lograrse con relativa facilidad, tiene una dimensión más sutil y complicada. Es la obediencia ciega al jefe… porque se confía ciegamente en él. Para ello, hay
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que haber demostrado día a día una serie de virtudes que constituyen la motivación de cada mando. La juventud de esta unidad, la unidad de combate más joven de España, puede llevar a engaño. Detrás de cada uno de los jinetes que la integran, se va forjando la conciencia y la seguridad de pertenecer a una unidad de elite; y este elitismo nos lo da la Aerotransportable, nos lo dan nuestros medios, y el absoluto convencimiento de que nuestro histórico espíritu jinete tiene un sólido y armónico encaje con el reconocimiento.