10/7/2014
Fuentes para el estudio de la Historia de Chile - Universidad de Chile
A CTA S DEL CA BILDO DE SA NTIA GO
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Diarios, Memorias y Relatos Testimoniales José Miguel Carrera: Diario Militar Capítulo IV. 31 de Marzo de 1813 - 15 de Mayo de 1813. IV. Proyectado viaje a Concepción. Desembarco del Brigadier Antonio Pareja en San Vicente e inicio de las hostilidades. Aprestos militares. Relación de Rafael Sotta relativa a la captura de Talcahuano por los realistas. Relación de Pedro Barnechea sobre la ocupación de concepción. Arribo de Carrera a Talca. operaciones militares en abril de 1813. Relación del Teniente Zorrilla relativa a la ocupación de Concepción. Sorpresa de Yerbas Buenas. Operaciones en la primera quincena de mayo. Pareja envía un parlamentario. Pareja se retira hacia Chillán. Combate de San Carlos.
El 31 de marzo de 1813, a las seis de la tarde llegó un extraordinario de Concepción, en tres días de camino, con pliegos del Intendente don Pedro José Benavente, avisando al Gobierno que el 26 de marzo había desembarcado en San Vicente una expedición enemiga que parecía fuerte. Que se tomaban las me didas de precaución, y se disponía a la defensa con las fuerzas de su mando, para lo que hacía reunir todas las milicias [1]. En el acto cité al Gobierno a su sala, se avisó al Senado y se citaron [citó a] los jefes militares. Se acordó po ner en mis manos la defensa de Chile; y para ello dio el Gobierno un decreto, nombrándome General del Ejército de la Frontera. El Senado cedió al Gobierno sus facultades para que hiciese la guerra como le pareciese. El vocal [José Santiago] Portales estaba enfermo y [Pedro José] Prado, amistosamente, me dijo: “Haga usted cuanto guste, yo lo acompaño en todo“. Llamé a los secretarios y empezamos a trabajar. Se convocó [a] toda la milicia del país; se mandó asegurar el puerto de Valparaíso; se embargaron los buques de Lima, tanto del Estado como de los particulares; se declaró la guerra a la hora de la retreta; se puso la horca en aquella hora y se doblaron las guardias protegidas por cuatro piezas volantes; se publicó bando con pena de muerte al que se opusiese a la justa defensa que emprendíamos, o procurase entibiar los ánimos con expresiones maliciosas o indiferentes. Se formó una lista de todos los sarracenos y se decre tó su expatriación; se olvidaron los resentimientos; se empleaba al hombre útil y todos respiraban vengan z a. A la diez de la noche oficié a [Pedro José] Benavente, avisándole que en la media noche marchaba en su auxilio. Cuando me retiré a casa a preparar mi viaje, quedaba todo hecho y los correos volaban en todas direccio nes. En casa del Obispo [Andreu y Guerrero] se reunieron muchos vecinos y respiraban temor e inacción. El pobre Obispo se fue a casa a decirme lo poco que esperaba de aquel pueblo lleno de temor y que sería mejor mandase otro en mi lugar; lo reanimé, haciéndole algunas reflexiones, para que las dijese a aquellos pobres hombres; de ellos la mayor parte eran Larraines, porque la tertulia era en casa de don Diego Larraín, en la que vivía el Obispo. Con anuencia y por instancia del Senado [2], se nombró en mi lugar a Juan José; no querían los aman tes de la libertad, digo los facciosos, que se comprometiesen otros; temían los resultados de la campaña. Se impuso por mí una contribución de 400.000 pesos a los godos, y mandé que entregasen todas sus armas en el término de tres días. Me negué a fuertes empeños a [en] favor de los desterrados, y repetí al Gobierno que para nuestra segu ridad era indispensable aquel paso; que creía traidor de lesa patria al que lo entorpeciese. http://www.historia.uchile.cl/CDA/fh_article/0,1389,SCID%253D7407%2526ISID%253D405%2526PRT%253D7184%2526JNID%253D12,00.html
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