Los trastornos sensitivos son difíciles
de evaluar pues no hay modo de objetivar o de
apreciar lo que otro individuo dice sentir, y por eso
hay que tomar muy en cuenta factores de
personalidad, cultura, estado de conciencia, e
incluso de ánimo, del paciente, para obtener
conclusiones adecuadas. De lo contrario, se
puede sobrevalorar o desestimar una condición y
llegar a un diagnóstico, o a un dimencionamiento
errado de la situación del enfermo.