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En Saladillo
La conservación como ejercicio colectivo
Tres estatuas a escala humana de gran belleza, incluidas en una casona-farmacia de barrio Saladillo con final decretado: la demolición, ¿cómo no conservarlas? En una ciudad en la que -como tantas- el patrimonio urbano-arquitectónico está en jaque, la experiencia de preservación y reubicación de estas tres esculturas merece ser vista con atención: su rescate no sólo “hace memoria” construyendo nuevos sentidos en el tejido social, también permite un interesante desplazamiento del espacio privado (la fachada del inmueble de la otrora Farmacia L’Anglon o del Aguila) al espacio público: el ingreso de las piletas del Polideportivo municipal Saladillo (Av del Rosario 400 bis); con un paso previo por el Museo de la Ciudad “ Wladimir Mikielevich” a la espera de su destino final.
“Pensar que desde el año 2010, ya escribíamos en la página Barrio Saladillo, fb, sobre el deseo de tenerlas en este lugar, hasta levantamos firmas. José Strattman (vecino y autor de la página) hacía montajes en distintas partes del Saladillo”, cuenta en su face Nora Laborde, historiadora barrial. Los “fotomontajes” simulados de las estatuas en distintos puntos del Saladillo es en lo concreto lo que Rogerio Haesbert (geógrafo brasilero) llama “de la desterritorialización a la multiterritorialización”. La salida de su lugar de origen, aquella pretenciosa fachada art noveau, habilitó el juego de pensar fluídamente su ubicación. Y es en ese flujo donde la imaginación las hizo viajar por el barrio obrero, permitiendo a sus vecinos y vecinas pose de urbanistas.
La razón por la cual se demolió no está del todo cerrada: la gacetilla municipal habla de “la necesidad de construir la Circunvalación” pero no pocos vecinos que afirman haber vivido “enfrente”, “a la vuelta” expresan su desacuerdo en redes: “fue para hacer un puente del Ferrocarril, no la Circunvalación”, advierten.
La explicación exigiría un trabajo minucioso de archivo, pero existe la posibilidad de que ambas partes tengan razón, mostrando hasta qué punto la Memoria es colectiva y dinámica. La construcción de la circunvalación comenzó en la década de 1950 pero años después, entre 1979 y 1982 fue construido el acceso al Puerto de Rosario. Son estos dos momentos los que -tal vez y sólo tal vez por ahora, oponen los recuerdos de los vecinos.
“Nací y sigo viviendo en Saladillo y conozco bien dónde estaba cada casa. Para hacer el puente del ferrocarril destruyeron todo el barrio en el que había construcciones bellísimas”, afirma Lola Panagopulos, vecina, en fb. El actual secretario de Cultura de Rosario, Dante Taparelli, señala a la Comisión de Rescate del Museo de la Ciudad como los primeros conservacionistas de las esculturas que actualmente regresaron al Saladillo. “Simbolizan la música, la gloria de la medicina y la tercera, el conocimiento. Bienvenidas estas tres damas que recibirán a los rosarinos y rosarinas que se acerquen a disfrutar de este espacio público, porque lo mejor que tenemos los habitantes de la ciudad es lo público”, afirmaba Taparelli, artista polifacético además de funcionario, en el acto de reemplazamiento de las estatuas.
Saladillo fue el barrio elegido por la burguesía en conformación sobre fines del siglo XIX, para asentarse y establecer sus mansiones que todavía pueden verse sobre Av. Del Rosario desde los límites construídos por Circunvalación que fue progreso y destrucción a la vez, pero también es un barrio obrero que germinó una clase trabajadora fabril, inmigrante y organizada que todavía disputa la identidad de ese sector de la ciudad. Desde ahora, en el Polideportivo público del barrio, en la zona sur, descendientes de aquellos inmigrantes que bajaban del barco y “entraban” a trabajar al Swift, podrán “matear” al pie de las estatuas homenaje a las diosas griegas de la desaparecida farmacia de nombre francés (L’Angloin) mostrando hasta qué punto como señala el ya nombrado Haesbert, “la dominación del territorio es material y hegemónica pero su apropiación es subalterna”. Y pública.