Los 41 del Chopo - Especial Nigromante

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Especial Octubre 2022
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1. Advertencia ante posible confusión acerca de los 41

Este artículo, no tiene nada que ver con el evento que, el 17 de noviembre de 1901, tuvieron un inédito reventón en el centro de la ciudad de México al que acudieron 42 homosexuales, todos ellos personalidades de alcurnia distinguida y adine radas que formaban parte de la élite social de esos tiempos.

Esta pachanga inusitada fue interrumpida por la tira, que arrestó a casi todos: solo un homosexual logró escapar y 41 quedaron detenidos, de allí y por culpa de este cabrón escurridizo, el número 42 -par presencial- haya pasado a la posteridad por el fatídico número primo 41. Muchos mexicanos asociamos este número, de manera peyorativa, con la carnalidad lúbrica entre masculinos.

Tampoco, nada que ver, con el sicario, terrorista y narcotraficante colombiano Mario Alberto Castaño Molina, miembro del Cartel de Medellín y jefe de seguridad de Pablo Escobar, al que acribi llaron en 1993, y que era conocido por el mote de El Chopo.

Simplemente el título de este artículo se refiere al espacio rockero cuya fama ha trascendido más allá de las aguas atlán ticas y pacíficas: Tianguis cultural del Chopo, fundado el 4 de octubre de 1980.

Actualmente este tianguis se pone los sábados a un lado de la colonia Guerrero, a un lado de la biblioteca Vasconcelos, a un lado de la otrora estación de ferrocarril Buenavista, punto de referencia donde coinciden todos los negros del corazón autoexiliados; entre las calles Sol y Luna de la colonia Guerrero.

Un tianguis que todavía pervive, a pesar de sus 41 años cumplidos, a pesar de su rebeldía icónica, a pesar de los otros, los que profesan formas ñoñas del pensamiento y costumbres de corte puritano… a pesar de nosotros los viejos hippies rocanroleros. Que mejor descripción acerca de este icónico lugar que la del estimado periodista y escritor Rodrigo Farías: un lunar que aparece en nuestra ciudad cada fin de semana como recordatorio de una utopía contestataria al fin hecha realidad.

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2. Las raíces antropológicas del tianguis cultural del Chopo

Nuestros ancestros, los nahuas, tenían una organi zación que se llamaba tianguis, una forma comer cial muy especial, envidia del mundo europeo, era una feria o mercado que se establecía cada cinco días, allíse reunían los vendedores de los pueblos vecinos para ofrecer sus productos, esta tradición se efectuaba en todas las ciudades de importancia. Cada tianguis tenía una comarca constituida por pueblos vecinos, en donde acudían vendedores.

Cuando el tlatoani azteca Axayácatl (1469-1481), se agandayó del espacio llamado Tlatelolco, antes de la conquista, el mercado principal de México-Te nochtitlan se instaló en ese lugar. Después de la conquista, según el testimonio de los conquista dores gachupines que lo vieron, llegaban a él, una enorme flota de indígenas: de veinte a veinticinco mil ancestros, ¿órale?, allí se vendían, semillas de maíz, fríjol; verduras como chile, maguey o nopa les; vasijas de cerámica, mantas finas de algodón, navajas de obsidiana, animales en general y … ¡pulque!, En sus corredores, nuestros consanguí neos se podían poner hasta la madre con esta bebida angelical, para estar en plena comunión espiritual con Quetza, no existían los desmadres de borrachos impertinentes que introdujeron los españoles, es más, había jornaleras del petate que ofrecían sus servicios sexuales, estas chamaconas, se dibujaban una especie de tatuaje en sus piernas, que mostraban sin recato a la clientela lubrica, como una señal de disponibilidad mercantil de placer… ¡qué encanto de mercado!

Había jueces y empleados públicos que admi nistraban de manera acuciosa y responsable la invaluable justicia en los tratos comerciales, entre

otras cosas vigilaban los productos y las medidas adecuadas para evitar el agandalle de malandrones al personal marchante. Todas las transacciones se efectuaban principalmente mediante el trueque que es intercambiar un producto por otro, mediante un trato de conveniencia mutua o con granos de cacao, que era la moneda de cambio.

3. La autenticidad de las raíces del tianguis cultural del chopo

En los inicios de la década de los ochentas, el tian guis cultural del chopo acusaba grandes similitudes y rasgos analógicos del tianguis indígena, desde lue go que hay que considerar el contexto de esta época después de más de 500 años de la conquista, y ma tizar los elementos de nuestros ancestros indígenas con los elementos actuales de los jóvenes asistentes del chopo, como son los siguientes.

En el tianguis indígena: Intercambio y venta de semi llas, verduras, taparabos, artículos de oxidiana, entre otros; en el tianguis chopero: trueque y mercadeo de discos de rock, casets, estoperoles, ropa de mezclilla y camisetas, fetiches y artículos estrafalarios.

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En el tianguis indígena: Consumo relajado y espi ritual de pulque natural para ponerse inmacula damente hasta las chanclas y así poder invocar la presencia de dioses; en el tianguis del Chopo con la similitud de la ingesta de chelas, tequila y quema de churros de mota para ponerse hasta las nalgas, y poder viajar con la conciencia expandida llena de psicodelia con los apóstoles de Pink Floyd, King Crimson, Yes, Il Balleto di Bronzo, entre otros.

Jueces y empleados públicos para preservar la justicia y la armonía del tianguis indígena simi lares a las comisiones de vigilancia que también preservan, la honorabilidad y distinción de bo rrachos desmadrosos en el chopo (los hippies y los grouvies no necesitan de vigilancia).

Todas estas características constituyen…la ana logía antropológica perfecta: Tianguis de tlalte lolco – Tianguis cultural del Chopo.

¿Y la analogía de las chamaconas indígenas de los tatuajes con quiénes guardan semejanza en el tianguis el Chopo…mai?...¡pus eso se los dejo de tarea chamacos!, ya que en el tianguis pulula mucha chamacada tatuada. Como anécdota, a propósito de tatuajes, el gran piraña fue el per sonaje del tianguis que inició este singular oficio de dar colorido a la piel rockera. Dícese que el famoso y magistral tatuaje que le plasmó a la Ale Guzmán, en ese lugarcito obscuro y sensual de su cuerpo que nace arribita de su pubis y culmina abajito, justo en el vértice de esta geo metría triangular de pelo escaso, ensortijado y pachoncito. Pus… ahi tienen mis estimados, en tales circunstancias inquietas y provocadoras, el pulso inquieto y tembloroso del piraña, guiado instintivamente por no sé qué fantasías eróticas, hizo que la aguja de tatuar tomara rumbo hacia los epicentros de locura de la exfamosa diva del pop. Obviamente que este desvío involuntario en los trazos tuvo consecuencias no deseables en la simetría, la estética y el equilibrio de la figura tatuada. Descuido francamente notorio…dicen algunos conocedores selectos y privilegiados. ¡Qué desatino y falta de tacto pinche piraña, … ya ni jodes!

4. La convocatoria rockera de Ángeles Mastreta y Jorge Pantoja

El Museo Universitario del Chopo, es el primer edificio prefabricado de la Ciudad de México, su estructura monumental se fundió en Alema nia y se armó en México, está ubicado en Dr. Enrique González Martínez 10, en la Colonia Santa María la Rivera es un centro de difusión

cultural perteneciente a la UNAM, y es en este lugar donde tiene su origen al Tianguis Cultu ral de Rock del Chopo

En 1979, la escritora Ángeles Mastreta, es nom brada directora del Museo del Chopo, con mu cho talento y creatividad abre nuevos progra mas y actividades dentro del museo. El sábado 4 de octubre de 1980. Jorge Pantoja, coequi pero de la escritora y coordinador de difusión y organizador Pro música y arte da a conocer una propuesta de su hermano Antonio que tiene como objetivo revitalizar e inyectar sangre rockera a la imagen ñoñoeuropea del Museo Universitario del Chopo, se convoca a jóvenes, músicos, productores y coleccionistas,

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donde se exhibieran, intercambiaran discos de rock, jazz y géneros musicales populares de esa época, era el tiempo del auge del Rock. Es así como este espacio da cabida a una genial propuesta que tuviera como objetivo la exhibi ción, intercambio, compra y venta de discos, propuesta que se tenía pensado durar única mente 4 semanas durante el mes de octubre los días sábados (¡sí cómo no!), el nombre de esta idea sería “Tianguis de Publicaciones y Discos”.

Sábado a sábado lo que en un principio se pensaba como un proyecto para 4 semanas se extendió por dos años y se convirtió en una tradición, entre jóvenes y no tan jóvenes afines por el gusto musical, el ir a comprar, como ya se dijo, todo tipo de productos: Revistas, libros, botones, camisetas, ropa con estampados, acce sorios para instrumentos musicales, botas de plataformas, tatuajes artísticos, incienso, casets, discos de acetato, en fin, el chopo era y sigue siendo un espacio de esparcimiento para todos los asistentes, pero la vendimia y el trueque, no lo era todo, había todo un intercambio intercul tural, se reunían todo tipo de gentes, maestros, estudiantes, rockeros, punks, gays, lesbianas, ac tivistas de izquierda, intelectuales, entre otros.

En su momento, al inicio de los 80´s, un lugar en donde todo aquel que asistía se apropiaba del lugar como algo de su pertenencia, los asistentes a este espacio llegábamos en busca de lo nuevo y sobresaliente en temática rockera, nunca salías de este lugar con las manos vacías. Todo un espacio de tolerancia, junto con un universo de alternativas culturales, musicales y preferencias personales.

5. El largo peregrinar

El tianguis estuvo dentro del museo hasta 1982, hasta que el personal del recinto se quejó del aumento de trabajo por la cantidad de personas que asistían. La realidad fue otra, toda la banda que asistía al museo, se inundó de comerciantes voraces, uno que otro se colaba con una cagua ma en la mano y otros con enormes churros más grandes que los puros que fumaba el Che Guevara. Estos comportamientos de la banda como era de esperarse, motivó que se les cerrara el espacio al museo…¡a la calle rockabrones!

Los choperos, más asiduos a este mercado sin gular, decidimos continuar el ritual y el agasajo afuera del museo, exactamente enfrente, en la calle que lleva el nombre del poeta Enrique González Martínez, con límites desde la avenida Puente de Alvarado, hasta casi llegar a la calle de Amado Nervo.

Este segundo domicilio callejero del tianguis nos duró hasta el año de 1985. Abraham Ríos, cro nista e historiador de este espacio, escribió lo si guiente en su libro Tianguis cultural del Chopo. Una larga jornada: las quejas vecinales y una tocada de Ángela Martínez y el grupo TNT sir vieron de pretexto para prohibir nuevamente el establecimiento enfrente del museo.

Nuestro Chopo se volvió un mercado itinerante, nómada, gitano. Los tianguistas, según el testi monio del libro citado comenta: alquilaron un estacionamiento en las calles de Sadi Carnot y Edison en la colonia San Rafael durante ocho meses, con el objeto de darle respiración artifi cial y vida a este espacio. A pesar de que en ese lugar nos agarró el temblor del 85, el asedio in sistente de las autoridades provocó que también abandonáramos este lugar.

Probamos suerte también en el Casco de Santo Tomás, después de negociar y pagar derecho de

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piso por varias semanas a los narcoporros de la ESCA (Escuela Superior de Contaduría y Admi nistración, del IPN), después en el Kiosco Mo risco de la alameda en la colonia Santa María la Ribera. Durante el mundial de futbol realizado aquí en México en 1986, la escuela de Arquitec tura Autogobierno, en Ciudad Universitaria de la UNAM, nos brindó el exilio durante algunas semanas, el tiempo suficiente mientras pasaba el cervantino futbolero.

La caravana rocanrolera continuó su búsqueda de asentamiento, pero no fue cosa fácil, pues, al final de este peregrinar, caímos en el lugar más hostil de todos los refugios: la calle de Oyamel en la colonia Atlampa.

En ese lugar, a un lado del monumento a la Raza, una zona poblada de bodegas y pequeñas fábricas, se instaló el tianguis por varios meses. Es en este fatídico e inhóspito lugar donde tuvo verificativo un asalto multitudinario realizado por malandros de esta colonia, a este violento desencuentro se le conoció como “La batalla de Oyamel”, enfrentamiento desigual protagoniza do entre choperos y miembros de una banda del barrio del Nopal, delincuentes que nos ro baron y nos propinaron espectacular madriza a todo el personal rockero que asistíamos en ese momento. Este enfrentamiento (¿?), ocasionó el abandono forzoso de este espacio.

Después de tanto ir y venir, por fin se llegó en 1988, a su ubicación actual: la calle de Aldama en la colonia Guerrero.

Es aquí, en la colonia Guerrero y en la actua lidad, donde se ha tenido la mayor estabilidad de permanencia del tianguis, pero también es en este lugar donde se han desarrollado con toda la creatividad e ingenio las actividades culturales más importantes del tianguis del Chopo, en con trapartida, también ha cambiado la imagen que tuvo durante mucho tiempo desde 1981 que se fundó hasta inicio de los 90’s donde empezó a atenuarse y menguar la beligerancia y el entu siasmo irreverente de sus fundadores originales.

6. Que tiempos aquellos: la transición de beligerantes callejeros a locutores de música rockera

Cabe recordar este pasaje que se les ha olvi dado a los cronistas del tianguis del chopo. Cuando nos corrieron de la calle de enfrente del museo del chopo de la UNAM. inmediata mente nos reunimos de manera intempestiva e improvisada, realizamos una asamblea en la delegación Cuauhtémoc, para vislumbrar el futuro de este espacio. Allí conocí a Abraham Ríos (el padrino), a Felipe Victoriano, a Juancho Sillero, Enrique Rivera, Enrique Falcón, Ramón García, Gerardo, el Muni, Pedro, el Tigre Toño, el Ferruco y otros buenos amigos cuyos ape llidos se me escapan; andábamos de un lado para otro, todos desorientados. Asambleas en la colonia Florida, en la unión de vecinos de la colonia Guerrero, en la Escuela Superior de Economía (ESE, IPN) en el casco de Santo

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Tomás, reuniones en taquerías a un lado del metro Normal, plantones en las afueras de las oficinas del periódico de la Jornada para pro testar y recuperar la presencia de este espacio.

En todas estas manifestaciones beligerantes e irre verentes de protesta, la presencia del personal his tórico, fundadores oficiales, melómanos de pedigrí, músicos de rock progresivo, periodistas, intelec tuales orgánicos y protagonistas de convocatorias oficiales, es decir, los fundadores de rocko-co del Tianguis del Chopo: brillaron por su ausencia, se veían a lo lejos como protagonistas visuales, como diciéndonos: ¡de lejos se ven mejor estos pendejos!, ¡No anduvieron en los cabronazos, desvelos etílicos acompañados de discusiones banales colmadas de romanticismo, desgastes en asambleas intermina bles, soportando y conviviendo con mercaderes oportunistas y corruptos indeseables. ¡Todo con el fin de mantener, reivindicar y materializar de ma nera permanente esta utopía…esta quimera!

Aparte de los espacios culturales que hoy existen en el tianguis, como son los conciertos en vivo, conferencias, exposiciones fotográficas; aparte de la pasarela de personalidades rockeras de corte internacional, que se daban de manera natural por sus corredores, tales como: Peter Gabriel, Sinead O’Connor, Magma, Anglagard, entre otros, artistas famosos que visitaban este lugar por el simple y curioso hecho de conocerlo (El tianguis del Chopo era más famoso que ellos en ese entonces), aparte de estas visitas distinguidas y honora bles, destaca la maravillosa idea de crear un espacio radiofónico independiente.

En marzo de 1989, tuvimos una invitación direc ta de Gerardo Estrada, en ese entonces director del IMER, desde luego que el Tianguis Cultural del Chopo aceptó el ofrecimiento de tener un progra ma propio de radio. Abraham Ríos, Ramón García, Hugo Serrano, Juancho Sillero y Enrique Falcón fueron los encargados iniciales de la realización del proyecto radiofónico, con el apoyo de Guillermo Medina y Felipe Oropeza, en ese entonces gerente y coordinador, respectivamente, de Estéreo Joven.

Justo al mes de la propuesta salió al aire la primera emisión de El rock está en El Chopo, espacio radial que desde entonces apostó a la difusión de la música alternativa, sin cabida en otras estaciones radiales. Esta música, sin embargo, era la preferida entre los asistentes al tianguis roquero; trabajos independien tes llenos de creatividad fueron los números estelares de la incipiente pero festejada transmisión sabatina, transmisión completa y sin cortes de: Frank Zappa, Novalis, Mahavishnu Orchestra, Heldon, Mona lisa, PFM, Banco, Il Balleto di Bronzo, las grabaciones del festival de Woodstock, en ese entonces de cinco discos, entre otras agrupaciones legendarias.

Posteriormente, Abraham, Ramón y Hugo dejaron la cabina de transmisión por otros asuntos, y que daron al frente de este programa radiofónico Juan cho y Enrique. En el 94 hubo un pequeño relax y el servicio informativo roquero quedó únicamente a cargo de Enrique Falcón al que tituló La Almohada Eléctrica, también duro muy poco tiempo. En sep tiembre 1995: se retoma la idea de lanzar un noti ciero emanado del interior del Tianguis del Chopo. Con el nombre de El rock sigue en El Chopo, a partir de ahora se inició otra época; esta vez con Enrique Falcón y Jorge Barragán (¡saludos pelón!) en los micrófonos y con una duración de dos horas. En esta etapa se crean vínculos con músicos, producto res, empresarios, periodistas y con toda la pléyade que circunda alrededor del rock. El programa deja de transmitirse seis sábados, y reaparece en marzo del 2001, pero con una hora de duración. A pesar de estos avatares, aun así, El rock sigue en El Chopo

7. Tianguis de Rop, que no de Rock

Ahora ya no se intercambian discos, los tianguis tas originales andamos en la tercera edad, sexa genarios, muchos de sus hijos y nietos atienden los puestos, la gran mayoría son changarros de ropa como el tianguis de Coapa, muy pocos, una gran minoría emprenden giros relacionados con la música de rock, los intercambiadores de discos - ahora compactos -, se sostienen con bastón, otros ya murieron, algunos de viejos, otros de cáncer y uno que otro, fiel a la tradición de las famosas muertes rockeras: por no poner freno a los excesos.

Entonces me queda claro que desde hace mucho tiempo que los choperos ahora se autodenominan los integrantes de esta Asociación Civil llamada Tianguis Cultural del Chopo, que de cultura sólo parece conservar la palabra, ya no venden lo que vendían. Ya no escuchan la música que oían, ya no leen ni libros ni periódicos y las películas y concier tos grabados han pasado al plano de la abstracción. Lo que se comercia es ropa, nuestro happening sabatino es similar al yo soy totalmente palacio un derground. Paradójicamente, alguien comentó en un periódico que en este tianguis se vende más una camiseta con el rostro de un cantante, que el disco que grabó en antaño el mismo cantante.

Algunos viejitos aferrados, como yo, todavía llevamos mochilas llenas de discos LP que nunca se venden, ni se compran ni se intercambian. Traerlos a cuestas como cruz de cristo de Iztapalapa en semana santa, es sólo el pretexto para encontrarse con los viejos

amigos, platicar, recordar viejas anécdotas, la nos talgia plena en las postrimerías del infierno.

A diferencia de la música que los chavos traen grabada en el celular, la música de nosotros, la de los rucanroleros, tiene contenido másico, pesa por el jalón de la tierra que obedece a la ley de la Gravitación Universal, contiene realidad rockera espiritual y newtoniana, todavía más: tiene sig nificado contestatario, irreverente, herético, que te hace alegrar el alma y que te duela la espalda -por las reumas-. Su ausencia provoca que se te encoja el corazón y levites en la santurronería mediática.

Cuarenta y un años de existencia, se dice fácil, y ya pasaron tres generaciones de chamacos, muchos como piedras deslizantes…pero jamás rodantes.

Para los más viejos melómanos, en la antesala del crematorio (eufemismo del infierno de Gan te), el Chopo representa y lleva la marca de un “a guevo…yo estuve ahí”.

Para los milenians “yo conozco a un profe que tuve en la Facultad que estuvo ahí”.

Y para los más jóvenes, nuestros bisnietos, un día no muy lejano dirán: “Dicen que existió un merca do en el que se vendía, se compraba y se intercam biaba música que se llamaba de rock”. Se ingería alcohol y…hasta mota fumaban. ¡Ah chingaa, que viejitos de entonces tan atrevidos y cabrones!

Para mi compadre Abraham Ríos y para mi amigo Carlos Alvarado (†)
10 @NigromanteFI https://issuu.com/nigromantefi/docs

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