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Día de Muertos 1 y 2 de noviembre

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Viendo a la muerte

Viendo a la muerte

Por Calvillo Felipe Miguel Pedro Aburto Sergio, Rodríguez García Brenda Alexia, Rosales Balbuena Eduardo Isaías, Santiago Santiago Juan, Velásquez Mendoza Airi Abigail

H I S T O R I A

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El día de Muertos en México es uno de las celebraciones más significativas que existen en nuestro país, a tal grado es un patrimonio intangible de la humanidad.

En México, se acostumbra "visitar" y rezar por el descanso de los santos difuntos; el 1 de noviembre se destina los niños inocentes que murieron precozmente, mientras que el 2 de noviembre se recuerda los adultos fallecidos.

En estos días, amigos y familiares de los difuntos acuden al panteón para dejarles flores y diferentes regalos, recordando los alimentos y objetos que eran de su preferencia cuando estaban vivos, mismos que son montados en altares como parte del culto. Estos tiene la intención de "encaminar el alma del occiso hacia el tiempo y espacio que le corresponde" además de ayudar a aliviar el dolor de los vivos.

La celebración tiene su origen en el México prehispánico aunque el modo en que se festeja actualmente lleva una fuerte influencia española a raíz de la conquista.

Anteriormente, los aztecas y pueblos indígenas acostumbraban a celebrar el día de muertos en agosto, era la fiesta con que los mexicanos celebraban el final de la cosecha de frijol, garbanzo, maíz y calabaza. Estos alimentos consistían en parte de la ofrenda que se le entregaba a la diosa azteca Mictecacihuatl (guardiana del noveno nivel del infierno).

Pero con la llegada de los españoles se adaptó esta tradición a la religión que se les había impuesto, la católica, es por esto que la festividad coincide con dos celebraciones cristianas: Día de los fieles difuntos y Día de Todos los Santos.

EL ALTAR

El altar es una pieza fundamental del culto que se realiza en día de muertos, pues funciona como es una representación simbólica de la visión que se tiene sobre la muerte.

Los artículos más representativos que usamos para la ofrenda al muerto son:

Velas.- Su función es iluminar el camino de los muertos, suelen ser de color morado y blanco para representar el duelo y la pureza del ser.

Flores de cempasúchil.- Su forma y color evoca al sol, un astro que en la tradición azteca guiaba las almas de los muertos.

Pan de muertos.- Se hacen en figuras redondas con adornos de huesos en forma de cruz, y se espolvorean de azúcar, es una representación de la eucaristía, la consagración del pan en el cuerpo de cristo.

Comida.- Se les ofrecen alimentos que eran de su agrado en vida. Los muertos no consumen la comida pero se dice que sí se llevan la esencia del platillo, y que si lo pruebas notarás que perdió su sabor.

Calaveras.- Pueden ser de azúcar o barro, y son una referencia a la misma muerte, como un recordatorio de que siempre está presente.

Agua.- Significa la pureza del alma, se acostumbra a colocar un jarrón de agua en el altar ya que se cree que los muertos recorren un largo camino antes de llegar al sitio que les corresponde, y podrían tener sed.

Sal.- Se utiliza para prevenir que las almas impuras lleguen al altar.

Perro.- Suele utilizarse un xoloitzcuintle en representación del dios Xólotl, y se coloca de acuerdo a la creencia de que éste ayudará al muerto a encontrar su camino.

Tapete.- Se coloca para ofrecerles un espacio para descansar antes de emprender el viaje de regreso al más allá.

Retrato del fallecido.- La noche del 2 de noviembre se honra esa imagen con un pequeño altar en casa. S e coloca de espaldas y frente a la imagen un espejo. También suelen colocarse al rededor doce cirios, pueden ser menos pero siempre números pares. La cruz es un símbolo europeo para recordarle la fe.

¿Sabías que…?

La Catrina como símbolo popular de la muerte fue bautizada como tal por el muralista Diego Rivera (1886-1957), sin embargo, no fue el primero en incluirla en su obra, ya que fue José Guadalupe Posada (1852-1913) el precursor de esta representación. Rivera re-adaptó el concepto y le añadió nuevos atributos, ropa, porte y elegancia, como se puede ver en Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central convirtiéndola en Catrina.

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