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ESCUADRÓN 731

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ARDILLAS: LAS EX

ARDILLAS: LAS EX

Por Miguel Hernández

La ciencia ha ayudado a la especie humana a entender muchas cosas que nos rodean, nos ha hecho ser más longevos, nos ha ayudado a dar explicación a grandes incógnitas, y a tener una vida más cómoda. Lamentablemente, también tiene un lado oscuro, una faceta que muestra lo más pútrido de la humanidad como civilización.

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Es probable que conozcas las atrocidades de los campos de concentración nazi, como las cometidos en Auschwitz, Polonia, o los experimentos en humanos realizados por parte de Josef Mengele, como los trasplantes de huesos, nervios y músculos sin anestesia, o las pruebas genéticas, con gases, venenosos y armamento que se hacían en prisioneros.

Eso fue lo que pasó en una parte del mundo durante la Segunda Guerra Mundial, todas las facciones cometieron crímenes horrendos. Los estadounidenses hicieron experimentos nucleares y lanzaron bombas atómicas a Japón. Los soviéticos tenían el Gulag, campos de trabajo forzado para opositores del estado y para prisioneros de guerra. Pero no hay que olvidar, que un gran aliado del Tercer Reich fueron los japoneses.

Los crímenes de guerra de los japoneses tuvieron fundamento en los mismos principios racistas de Hitler. La creencia de superioridad racial del país Nipón, al mando del emperador Hirohito, causaron la muerte de más 300,000 personas en China y Corea, hicieron experimentos biológicos y químicos a cargo de la Unidad 731 con Shiro Ishii al mando.

El escuadrón 731 fue creado en 1932 por el teniente general Shiro Ishii, encargado del laboratorio de investigación del ejército japonés sobre prevención epidémica. Shiro se graduó de la universidad de Kioto en 1920, logró alistarse en la Escuela Médica Militar de Tokio y para 1924 consiguió una beca para realizar su doctorado.

Después de su vida académica, en 1927 realizó un largo viaje por Estados Unidos y Europa como agregado militar, con el objetivo de estudiar el uso de armas químicas y bacteriológicas en la Primera Gran Guerra. Ishii regresó a la tierra del sol naciente para promover investigaciones de este tipo, al principio no fue escuchado, solo fue reconocido en su país por la epidemia de meningitis que azotaba a Japón en aquel tiempo. Fue hasta el año de 1931, específicamente el 18 de septiembre, que fue designado por la cúpula militar para estar en el puesto de mando de una “Unidad Anti-epidémica de Suministro de Agua 731”, cerca de la ciudad de Harbin, China. El nombre de esta unidad no era del todo correcto, el verdadero propósito era investigar la posibilidad de una guerra biológica contra sus enemigos de “raza inferior”.

La unidad empezó realizando pruebas con cepas de cólera, tuberculosis, sífilis, gonorrea, disentería, lepra, viruela y peste bubónica en prisioneros chinos y soviéticos. Disfrazaban experimentos de prevención de plagas con ensayos de armas biológicas o engañaban a la población aledaña inyectando vacunas contra estas enfermedades, pero en realidad eran los mismos patógenos antes mencionados los que les inyectaban.

Los experimentos realizados por el escuadrón 731 no pararon ahí, después de infectar a los “troncos o murata” (eufemismo con el que se referían a los torturados) eran viviseccionados; probablemente nunca habías escuchado este término, ya que es lo más sanguinario que puedas imaginar, es la acción de diseccionar en vida al paciente, y lo peor, se realizaba sin anestesia.

Las pruebas no tenían a un sujeto objetivo, por estos pasaban niños, mujeres embarazadas y ancianos. Inclusive los mismos fetos de las madres eran extraídos para experimentar con ellos. Se realizaron experimentos de trasplante de extremidades, inclusive se practicó unirlos, pero en el lado contrario del cuerpo. Se congelaba gente viva para analizar los efectos de la gangrena y eran dejados sin tratamiento para el análisis de la putrefacción en los cuerpos.

Se hicieron pruebas con granadas y lanza misiles, usando como blancos a los prisioneros para probar armas químicas, biológicas y convencionales. Se experimentaron con enfermedades de transmisión sexual y se infectaron pulgas con peste bubónica para anali-zar una guerra biológica, lo que resultó en una epidemia en China en la cual murieron alrededor de 400,000 personas.

Los experimentos fueron varios, desde colgar personas de cabeza para ver cuánto tiempo tardaban en asfixiarse, hasta inyectarles aire, agua de mar, sangre animal u orina de caballo en el torrente sanguíneo para analizar su efecto.

Este escuadrón no tuvo el final que posiblemente esperarías al leer unas cuantas de sus atrocidades. En 1945, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, el General Douglas MacArthur le concedió inmunidad a Shiro Ishii a cambio de su información sobre su guerra biológica, las instalaciones originales de la Unidad Anti-epidémica 731 fueron dinamitadas, a los colaboradores de bajo rango se les dio una ampolleta de cianuro de potasio, mientras a los altos mandos solo se les ordenó llevar el secreto a la tumba.

Shiro Ishii murió de cáncer de garganta el 9 de octubre de 1959, sus últimos años de vida atendió una clínica gratuita, pero de igual forma nunca fue procesado y actualmente Japón no reconoce los crímenes de guerra del escuadrón 731, quedando así una herida abierta tanto para la gente, como para los países contra los cuales se cometieron estos crímenes.

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