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Recuerdos de Avándaro: Festival “Rock & Ruedas”
from Segunda Guerra Mundial - Nigromante septiembre 2021
by Nigromante. Revista de la DCSyH, Facultad de Ingeniería, UNAM.
septiembre de 1971
Por Delfino Lozano S. BE
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Lo recuerdo como si fuera ayer: Septiembre, mes lluvioso en nuestro país, agua abundante en el Distrito Federal, hoy CDMX. Yo era un recién graduado, terminé la telesecundaria con mi hermano y mi primo; como todo chavo, me sentía súper emocionado. En esos tiempos estaba en su apogeo la onda hippie de EUA y sus bandas nos influenciaron con su música.
Se anunciaba en los medios el festival “Rock & Ruedas” en dónde se presentarían varias bandas de Rock y se llevaría a cabo una carrera en Avándaro, ¡por supuesto que necesitábamos ir! Para ello nos tendríamos que desplazar al Estado de México, pero poco importaba, le comenté a una de mis hermanas que si había la posibilidad de que pudiéramos asistir mi hermano, dos años menor, y yo, y que si podía comprarnos los boletos. Su respuesta fue: “Sí”, lo que me sorprendió fue las preguntas que me hizo después: “¿Cómo?, ¿cuándo?, ¿dónde? y ¿con quién?”, las cuales no supe contestar, simplemente sabía lo que se comentaba en los medios. Días después tenía mi boleto en mano, el costo fue de $25.00 pesos. Comencé mi cuenta regresiva siete días antes, me puse a investigar dónde era la salida, preguntando aquí y allá dónde salían los camiones con destino a Avándaro.
Llegó el día 11 de septiembre. Nos pusimos en marcha a las 10:00 a.m. hacia el mercado de la Merced, preguntando nadie daba razón. No sé cuánto dinero llevaba ni cómo le hice, no trabajaba y no tenía ingresos, pero estaba decidido en llegar a mi destino. Al medio día nos encontramos a otras personas que iban al mismo lugar, avanzamos unas calles y ¡oh, sorpresa!, ahí estaban unos camiones guajoloteros que nos llevarían a nuestro destino.
Al abordar, notamos que todos los asientos ya estaban ocupados, una persona mayor nos indicó que el camión se dirigía al festival de Avándaro, pregunté por el precio del pasaje, me contestó: “Esta unidad los va a llevar gratis” ¡Oh my God!
El autobús se puso en marcha coreando: “¡Avándaro, Avándaro, Avándaro!” Entre muchos empezaron a sacar múltiples drogas: Marihuana, peyote, cemento. El autobús tomó camino a Toluca por la carretera Federal, pasamos por la Marquesa, por cierto, vista impresionante para esa época. Íbamos tranquilos “no drogas” lo que se pregonaba era “Amor y Paz”, esto viene a raíz de un festival en EUA, Woodstock, el cual contó con miles de asistentes y con grandes músicos que en ese momento desconocía.
Llegamos a la CD de Toluca en el Edo. de Méx. aproximadamente a las 3:00 p.m. del mismo día, aún nos restaban dos horas para llegar a Avándaro, desde el autobús se veía mucha gente, ya que no pudo avanzar nos bajó y caminamos otras dos horas para llegar a nuestra meta y, finalmente, divisamos a lo lejos un escenario muy rústico, pero, ¿qué más podíamos pedir? sólo música.
Mientras caminábamos hacia el escenario nos encontramos casas de campaña, muchos chavos drogándose, algunos desnudos y llenos de lodo, pues había llovido antes del evento. Un recuerdo que se me quedó grabado fue ver a un soldado, de los muchos que había para la seguridad de los asistentes fumar marihuana con uno de estos, Íbamos caminando hambrientos, queríamos comprar algo, pero los pocos comercios que encontrábamos no querían vender mercancía, ni siquiera un refresco para la sed, según ellos, porque por nuestra culpa, no podían tener tranquilidad y ni modo... a tener que aguantar el chillido de las tripas. Llegamos al escenario donde ya se preparaban los músicos invitados al concierto.
Llegó la noche y empezó la música, la gente estaba frenética y silbando, ya que no había energía eléctrica. Mucha gente traía comida en sus mochilas, corrimos con suerte, ya que uno de la mucha gente que asistía nos invitó una torta. Nos dijo: “Qué chavos, ¿tienen hambre?”. Moví mi cabeza y conteste: “Sí”, esa torta nos supo riquísima, la saboreé con tal gusto que quedé satisfecho después de no probar nada en el transcurso del día.
Avanzaba la noche y seguía la música, hasta que de repente... ¡¡Flash!!, una chava se deshizo de su ropa y quedó completamente desnuda, ¡¿te imaginas el impacto que causó en ese momento?! Y todos gritando: “¡Avándarooooo!”, qué euforia de la gente. Había muchos mosquitos por doquier, para ahuyentarlos muchos hicieron fogatas, ya que no había peligro, pues todo era a cielo abierto. Me quedé anonadado al ver tanta gente en paz y disfrutando de la música. Todo terminó a las 6:00 a.m. del día 12 de septiembre.
Ese mismo día iba a realizarse una carrera de autos, la cual se suspendió, porque el tráfico colapsó la carretera que llegaba a Valle de Bravo, estaba totalmente parada, porque solamente contaba con dos carriles, ¡uno de ida y otro de vuelta!, lo que iba a ser parte de la pista estaba ocupada por todos los vehículos que se quedaron varados debido a la cantidad de gente que asistió al concierto, ¡imagínense lo que pensaba la gente que vivía ahí!
De regreso a casa fue la misma historia; caminar hasta que pasó un autobús, qué cara traeríamos que se detuvo y nos dijeron: “Súbanse chavos”, y ni tardos ni perezosos nos trepamos. Nos dieron de comer de lo que traían: Tortas, frutas y refrescos. Finalmente, regresamos de nuestra aventura como a las 3:00 p.m., nos dejaron por el rumbo de la Merced cansados y sin saber que ese festival haría historia por siempre en la memoria de nuestro país. Me siento orgulloso y agradecido con las personas que, sin conocernos, nos tendieron la mano, se sintió un ambiente de camaradería y amistad nunca antes visto. Poco después empecé a ver el resumen en los diarios locales satanizando a todos los que estuvimos en ese momento en el lugar llamado Avándaro.
Llegamos a casa aproximadamente a las 5:00 p.m. del mismo día, en donde ya nos estaban esperando los jefes, creyendo todo lo que decían las noticias y los diarios del festival, recibimos una regañada tremenda por parte de la familia.
Pero aún así fui una persona más que asistí a tan memorable evento, regresé con la frente en alto como todo vencedor. Gracias a mi hermano Manuel, mi eterno compañero de aventuras, y a todos los que estuvimos ahí por ser parte de este acontecimiento.
Aún recuerdo que miraba y no alcanzaba a ver dónde terminaba la gente, ya que nos tocó un lugar privilegiado; hasta adelante y frente al escenario.
Yo siempre he dicho y he sostenido que a mí nadie me puede contradecir, pues yo estuve ahí y fui parte de lo que hoy es historia.
(Según datos tomados de Wikipedia calculan una asistencia de entre 100,000 y 500,000 personas)