Lágrima de sangre fragmento

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Lรกgrima de Sangre

NOA Ediciones


Título: Lágrima de Sangre © del texto: Selva Salinas www.selvasalinas.blogspot.com © de la portada: Mauricio Baldor © ilustraciones de la contraportada: Javier Garrit (Utilizando el fondo de Mauricio Baldor) © de esta edición: NOA Ediciones www.noaediciones.com www.noaediciones.es E-mail. info@noaediciones.com Tel. 964454451 Maquetación y diseño: Javier Garrit Hernández Primera edición: junio de 2017 ISBN: 978-84-16952-37-3 Depósito legal: CS 587-2017 Printed in Spain - Impreso en España

Ejemplar impreso a través del servicio bajo demanda de NOA ediciones, con posibles cambios de formato sobre la edición original. Todos los derechos reservados. Queda prohibida, según las leyes establecidas en esta materia, la reproducción total o parcial de esta obra, en cualquiera de sus formas, gráfica o audiovisual, sin el permiso previo y por escrito de los propietarios del copyright, salvo citaciones en revistas, diarios, libros, radio, televisión y/o páginas web de Internet, siempre que se haga constar su procedencia y autor.


Selva Salinas

Lรกgrima de Sangre



Nota del editor Lágrima de Sangre es la primera novela de la escritora argentina Selva Salinas y por lo tanto contiene términos y palabras del habla argentina. A pesar de que NOA ediciones es una editorial afincada en España, hemos decidido publicar esta novela con los términos argentinos que la autora ha ido introduciendo en su obra, en lugar de traducirlos al castellano, para no quitar la frescura que tiene la novela; además, muchas de las palabras utilizadas por la autora están registradas por la Real Academia Española. Las palabras que el lector encontrará típicas del habla de argentina y de otros países de habla hispana han sido destacadas en cursiva, para facilitar así la lectura de esta novela en España.



A mis padres y hermanas, y a mi esposo y mis hijos, sin su colaboraciรณn no hubiera podido terminar esta obra.



Ponme como un sello sobre tu corazรณn, como una marca sobre tu brazo; porque fuerte es como la muerte el amor. Cantares 8:6



LÁGRIMA DE SANGRE

Prólogo —¡Por ahí no! —grité, cada vez con más fuerza, tratando de que no se equivocara de camino; cuando finalmente se acercó a mí, no podía ver su cara, pero pude sentir una extraña atracción hacia él, no importaba nada a mi alrededor, solo quería permanecer eternamente en sus brazos, cálidos, tiernos. Un destello brilló sobre su rostro, y pude ver sus hermosos ojos color miel... —¿A dónde vas? —inquirí mientras su cuerpo era arrastrado hacia atrás, por una fuerza imperceptible. —No te vayas —susurré, como si ya no pudiera hacer más, al tiempo que trataba de alcanzar su mano. —Elena —respondió, y se desvaneció dejándome sola en la oscuridad. Un inmenso y abrasador dolor me invadió por completo. Una horrible sensación, de que todo lo que quiero se aleja, se apoderó de mí... **** Nunca pude dormir toda una noche, siempre algún vago recuerdo del día, o sólo un estúpido mal sueño, me dejaban demasiado exaltada como para seguir mi descanso. A veces soñaba cosas que realmente no lograba -11-


SELVA SALINAS

entender, personas que no conocía se presentaban en mi mente como frescos recuerdos de un suceso reciente. Uno de mis sueños, el que constantemente se repetía, era el que más me preocupaba al despertar. ¿Quién era el dueño de esos orbes color miel y porqué diablos me dejaba sola en el peor momento?

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LÁGRIMA DE SANGRE

I Podía escuchar que mi padre estaba despierto. Él, al igual que yo, todavía tenía problemas para conciliar el sueño. A veces paseaba por su habitación durante la noche, seguramente pensando en mamá. Ella era «aquello» que le robaba el sueño y no desde un punto de vista romántico, como quien se queda absorto en la belleza de una muchacha, haciéndola punto de fijación casi obsesivo, sino más bien, como «eso» que te obsesiona por que su recuerdo sólo te molesta más y más, y no puedes dejar de pensar en mil maneras diferentes de deshacerte de esa molestia. Esa espina clavada en el corazón que, de alguna manera, te duele más con cada respiración. Por supuesto que también influye el hecho de que mi madre se fuera de casa hace unos años, sin explicación ni previo aviso. No sé si la extraña, casi no hablamos de ella, pero puedo ver cada día la tristeza marcada hondamente en sus rasgos. Él realmente la amaba, creo en parte que por eso la odia. Debe ser difícil vivir con el fantasma de un pasado feliz que se desvanece cuando la realidad te golpea; cuando la razón de tu existencia desaparece, sin que puedas despedirte siquiera. Me levanté con pereza, me dirigí a mi gran armario. Preparé la ropa más cómoda que tenía y me di una larga ducha, para despertarme definitivamente. -13-


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Sentí el teléfono sonar repetidas veces, usualmente si no estuviera semivestida, hubiera salido corriendo a atender... —¡Papá! —grité—. ¡Atiende! Cuando al fin atendió, sólo podía oír, desde mi habitación, como cuchicheaba por lo bajo; como si no quisiera que lo escuchara. —¡Elena!—gritó finalmente, desde la sala—. Es para ti... ¿contestas? —¿Quién es? —dije extrañada. —Es Sirina y quiere hablar contigo —dijo serio, pasándome el teléfono... —¿Sirina? —«no», pensé. «¡maldición!» —Elena —dijo papá en voz baja—. Hagas lo que hagas, no dejes que esa mujer venga a casa. Lo único que falta es que quiera venir a quedarse más tiempo del que uno la soporta... —¡Papá! —mascullé por lo bajo, como signo de desaprobación. Al fin y al cabo era ¿familia?—. ¿Hola?... —la voz me salió quebrada. —Elena ¿eres tú? —Sí, sí tía, soy yo —aseguré, mientras trataba de tragar bien. —¿Qué te pasa niña? Parece que tu padre no te enseña nada. Debes hablar con claridad y sin titubear —había olvidado lo intolerante que Sirina era. —Lo lamento, es que tu voz me recuerda tanto a... ella... —casi la llamo por su nombre... Nadina. No -14-


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podía llamarla mamá...—. Casi olvido que son hermanas —dije. Se formó un silencio interminable. —Sólo quería decirte que necesito hablar urgentemente contigo. Sé muy bien que tu padre no desea que los visite, pero es de suma importancia para mí. Debo pedirles algo y no creo que deba hacerlo por teléfono —dijo al fin. Uff ¿Qué decirle?... ¿No tía no vengas aunque sea un caso de vida o muerte. Papá no quiere verte por que en realidad te odia demasiado? No podía decirle eso... luego lo arreglaría con mi padre. —Está bien, ¿cuándo puedes venir? —mi padre comenzó a agitar las manos frenéticamente, negando con la cabeza al mismo tiempo. —A decir verdad, ya está todo arreglado para mi llegada el viernes. No creas que voy a esperar a que me inviten. Tengo mucho que decirte y muy poco tiempo para hacerlo —su tono, presuntuoso y vano me recordó por que papá no la quería. —Está bien —dije, mientras miraba a mi padre, que estaba casi pegado al teléfono, tratando de escuchar. Lo empujé un poco con la mano que tenía libre y terminé—: Te estaremos esperando tía. Como de costumbre, papá me bombardeó a preguntas ni bien colgué el teléfono. Sabía que esto no le caería bien. Él y Sirina no congeniaban, pero ¿qué iba a hacer?, no podía echar a mi tía. Se llevaba mal con -15-


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papá, pero yo apenas la conocía y en verdad tenía curiosidad por saber que quería. Ya sin mucho tiempo para su llegada, nos apresuramos a dejar la casa en condiciones sin escatimar en gastos; arreglábamos y ordenábamos el lugar donde —como decía mi padre— «la serpiente» anidaría. **** El viernes llegó más rápido de lo esperado. Ya entrada la tarde se escuchó un auto que se estacionaba en la entrada. Me acerqué a la ventana, para observar a nuestra visitante; una mujer de aspecto refinado salió lentamente de su interior, físicamente no aparentaba más de treinta y cuatro, pero sus ojos reflejaban a una mujer un tanto amargada, que se resguardaba tras una actitud imperiosa e indolente. Podía sentir cómo los nervios me manipulaban. El corazón me latía cada vez más fuerte. En cierto modo temía a Sirina. Claro que la temía, me horrorizaba pensar que quería hablar de manera «urgente» conmigo; después de todo nunca nos visitaba y rara vez nos llamaba. Ni siquiera había estado interesada en nosotros cuando mamá estaba aquí. ¿Qué era lo que quería? Y, ¿Porqué ahora? —¡Tía Sirina¡ ¿Llegaste bien? Imagino que debes de estar cansada por el viaje, ¿tienes hambre? ¿Necesitas -16-


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algo? Debes estar muerta de sed tía. ¿Ya te pregunté si tienes hambre? —los nervios me habían dominado por completo y la verborrea no tenía fin... —¡Niña, niña! Por amor de Dios, déjame entrar siquiera antes de atacarme de esa manera. —Perdón tía —me tomé un momento para respirar lo más hondo que pude para calmarme—. Es que suelo ponerme nerviosa algunas veces y tiendo a hablar de más... —Ya veo. Bien, yo siempre he dicho si estás tan mal como para hablar y expresarte de manera incorrecta, entonces no deberías de decir nada. Eso es algo que se aprende cuando se tiene a una persona educada que te instruya. En tu caso entiendo por qué eres así. Su voz sonó en un tono más que claro. Seguramente quería que papá la escuchara y tomara valor, aunque solo fuera para pelear, y saliera de cualquiera que fuera el lugar donde se estaba escondiendo. Pasó el umbral de la puerta, dejando su bolso a mis pies y me lanzó una mirada, indicándome que debía cargarlo, por supuesto no me di por aludida y le pasé por encima, dejándolo tirado cerca de la salida. Ella se sentó en el sofá de la sala sin decir nada y esperó. Mientras papá bajaba, me senté frente a ella; dejando un lugar libre a mi padre. Sirina trató de encontrar las palabras para comenzar. Por lo visto, no se le hacía nada fácil el hablar delante de su cuñado. Sabía que esta era su única -17-


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oportunidad para explicarse, antes de que mi padre la echara a patadas de la propiedad; lo cual, viendo su cara y la media sonrisa irónica que esbozaba cuando la miraba, se podría decir que esa idea estaba ya rondando por su mente. Lo que me preocupaba era lo paciente y comprensivo que se estaba mostrando en ese momento. —Bien he venido a traerles noticias que tal vez los sorprenda... —hizo una pausa y procedió—: Elena —profirió, mirándome fijo, como si sólo estuviéramos nosotras—, sé que tal vez esto será duro para ti; pero, hace unos meses atrás, una persona vino a visitarme, diciendo que tenía noticias sobre tu madre. El rostro de mi padre se desfiguró. Parecía como si le hubieran propinado un golpe en sus «partes nobles». —Yo, desde luego —prosiguió Sirina, tratando de evitar la mirada envenenada de mi padre—, no quise creerle, pero traía consigo un diario que contenía manuscritos con la letra de Nadina y, lo que es más importante, traía datos de dónde fue vista por última vez. —No... ¡no, no! —gritó mi padre, casi saliéndose de su lugar—. ¡No vas a meter a Elena en esto! —Yo sólo quiero hacer lo correcto, no quiero ser como tú —dijo, al tiempo que le lanzaba una mirada altiva. —¿Cómo «yo»? ¡Lo único que la familia Lloyd sabe hacer es meterse en cosas que no son de su incumbencia! —respondió. -18-


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—Yo no fui la que los dejó y tampoco voy a ser responsable de lo que Elena decida. Ella debe elegir si quiere buscar a su madre o si va a dejar que sus sentimientos nublen su juicio. Como tú lo has hecho los últimos cuatro años. —¡No te atrevas a hablar de sentimientos!... —le interrumpió. —Un momento, un momento —los frené antes de que pudieran llevar esto más a fondo—. ¿Es que no me ven? Papá —dije tratando de endulzar la voz—, yo quiero escuchar lo que dice y creo que tú también deberías hacerlo antes de precipitarte. Por favor, deja que sea yo quién decida hasta dónde va a llegar esto. —Elena —dijo, poniendo sus manos en mis hombros—, no creas nada. Sólo te vas a ilusionar con falsas pistas y cuando no tengas respuestas sólo te quedará la duda de si está viva o no; de si nos abandonó por que sí o si tenía una razón. No quiero que pases lo mismo que yo. —No te preocupes Eleazar —dijo Sirina—. Esta vez es diferente. —Siempre es diferente ¿Qué lo hace tan especial esta vez? ¿Qué te hace pensar que no te engañan nuevamente? —Eleazar, el hombre que me dio esos papeles es... es... el profesor Fedor Príamo —proclamó al fin. La cara de mi padre se tornó de repente más tranquila. En cierta forma se podría decir que esperanzada. -19-


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—¿Quién es el profesor Príamo? —me apresuré a preguntar. —El profesor es quien le ofreció a tu madre ir a Turquía, para investigar la aparición de una ciudad subterránea en Capadocia Central —contestó Sirina—. Pero Nadina no quería, ya que hacía poco que había llegado de Panamá y no deseaba tener problemas con tu padre. »En su diario, manifiesta un profundo deseo por ir a ver los entrañables misterios que esa ciudad alberga. Toma Elena. Creo que debes leerlo tu primera... —anunció, mientras me alcanzaba un paquete que traía en su bolso. —¡No! —interrumpió mi padre una vez más, con un grito único de su voz grave y poniendo su mano sobre el paquete—. Dámelo a mí, yo tengo que verlo primero. —No —lo frenó Sirina y, con un leve movimiento, alejó el bulto de su mano—. Es ella quien debe ver lo que Nadina escribió —dijo con firmeza. —No. Tú misma lo dijiste. Nadina lo escribió, y si es así, debo ver que no tenga escrito nada fuera de lugar. —¿Qué pasa cuñadito? Acaso temes que te haya cambiado por un modelo más nuevo y Elena se entere primero, quitándote la oportunidad de mentir sobre eso —dijo sarcásticamente. —¡Oh, diablos! —grité tan fuerte como pude—. ¡Ya dame el maldito diario! —ambos se quedaron helados ante mi reacción. »Si sólo van a pelear y sacar todos sus secretos a la luz, entonces será mejor que lo lea yo sola. -20-


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Tomé el diario y subí a mi cuarto, dejándolos con la culpa, lo que hacía un tanto más atractiva mi teatral salida. **** El diario de mi madre no tenía un aspecto muy misterioso como me había imaginado. Pensé por un momento que serían un montón de hojas amontonadas en un folio o en una carpeta vieja; sin embargo, era una muy prolija encuadernación de cuero con las iniciales de mi madre impresas al frente en un tono dorado. El cuero estaba un tanto gastado por el uso y el tiempo y sus hojas estaban escritas con tinta negra y una excelente caligrafía propia de Nadina. Hoja tras hoja se podía sentir su pasión al escribir. No sólo amaba lo que sentía al viajar y descubrir nuevas, cosas sino también el peligro que acompañaba cada secreto... Anatolia Central, Capadocia; Octubre 1995 Hoy conoceré al profesor Fedor Príamo, espero poder ser de ayuda en las excavaciones... no quisiera ser una molestia para nadie pero me siento un poco desorientada, todo es tan nuevo que... asusta. Octubre, 29 Es asombroso todo lo que se ha descubierto. Sin duda fue una sociedad fascinante. Muchas cosas -21-


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se han perdido con el tiempo pero se han descubierto 20 niveles más; aunque, por ahora sólo podemos ver los primeros 8. Creo que le pediré al profesor que me deje acompañarlo. Mañana irá a investigar unos niveles más abajo y realmente quiero ir. La curiosidad me está matando; espero que diga que sí. Noviembre 19 Estoy más que extasiada con todo lo que representa Turquía. La comida es un poco nueva para mí y sus habitantes... sino fuera por el profesor y por Dante no sé que hubiera hecho, a decir verdad. Las excavaciones van muy bien, y creo que éste será un descubrimiento de tales dimensiones que me darán al fin el crédito que merezco; después de todo, renuncié a muchas cosas por esto. Enero 1996 Todo prosigue según lo planeado; Fedor ha tenido que ausentarse un tiempo, pero Dante es un excelente amigo y anfitrión. No puedo esperar a dar a conocer a los demás mi descubrimiento. Mayo 27 El profesor sigue sin aparecer. Aquí las cosas están un tanto paradas, los permisos para seguir explorando los niveles más bajos todavía no es-22-


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tán listos. También llegaron unos americanos a prestar ayuda, aunque parecen no llevarse bien con Dante... Julio, 9 Ya casi no tengo tiempo de escribir... ni de extrañar. Me pregunto que será de Elena. Debo preparar todo para salir. Dante debe estar ya esperándome con el profesor. Había algo que no cerraba en todo esto. Tal vez mi mente se estaba adelantando y sacaba demasiadas conclusiones. Sin siquiera notarlo mis manos torpes, dejaron caer el diario y mis ojos se cerraron una vez más.

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