El desván

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EL DESVÁN Era un soleado y caluroso día de verano y los padres de Roberto se habían ido de viaje. Roberto era alto, delgado, con el pelo castaño y muy testarudo. Después de dos días solo se le ocurrió algo: *aunque mis padres no me dejen, voy aprovechar que estoy solo para montar una fiesta en casa* Vinieron los amigos y estuvieron desde las 17:10 hasta las 2:20, fue un error, lo tiraron todo al suelo, lo mancharon todo… Uno de ellos dijo: -Amigo: ¡Roberto! -Roberto: ¿qué? -Amigo: ¿cuál es esta habitación? -Roberto: ¿qué habitación? -Amigo. Ven y lo verás. Parecen que uno de los invitados ha roto la pared de la habitación de arriba. -Roberto: ¡¿quién ha hecho esto?! Roberto reunió a todos los invitados en el salón para ver quién fue el que rompió la pared. Él preguntó quién fue y todos se quedaron mirando los unos a los otros. El muchacho se subió a un taburete y se puso a mirar a todos los que estaban en el salón y uno de ellos se dio la vuelta y se fue por la parte de atrás y Roberto dijo: ¡he tú!, ¿A dónde te crees que vas? -Sospechoso: ¿por qué? -Roberto: es que te ibas a ir por la puerta de atrás, ¿no es cierto?


-Sospechoso: tenía frío e iba a coger mi chaqueta. -Roberto: vale… Roberto les echó a todos a la calle. Se puso a recoger y a limpiar todo lo que habían ensuciado sus amigos. Después se preparó la comida y dijo: *creo que se me olvida algo, ¿qué será? ...*, después de diez minutos desde que se preguntó que se le olvidaba algo, dijo: *¡ya lo sé!, la pared que se rompió. * Fue para allá y vio que había unas escaleras, estaba muy sucio, las paredes estaban mugrientas, las escaleras crujían y las paredes y las escaleras estaban hechas con madera oscura. Roberto al pisar la primera escalera se retiró porque podría romperse. Puso unas tablas de la misma madera como la que estaba las escaleras y paredes hechas, ya que se podría escapar una rata porque se escuchaba el sonido de las ratas. Roberto se lo quería enseñar a su madre para cuando viniera y también decirle que invitó a gente a su casa, pero le iba a decir que no habían puesto nada por medio. Roberto se fue a dormir. Al día siguiente -Roberto: ¡qué mala noche!, no he dormido nada porque hacía mucho calor. (Hablándole a su perro) Después de una semana los padres de Roberto terminaron el viaje y se fueron a su casa. Los padres le riñeron a Roberto por formar una fiesta sin consultarlo con ellos. (Mientras estaban cenando) -Roberto: se me olvidó decíroslo.


-Mamá: ¿el qué? -Roberto: uno de mis amigos estaba borracho y rompió la pared de vuestra habitación… -Papá: ¡¿qué?! -Roberto: sí, se me escapó de la mano, pero quería preguntaron que era una habitación que estaba en tu cuarto atravesando el agujero de la pared. (Fueron a la habitación y los padres de Roberto no sabían qué era, pensaban que detrás de la pared no había nada) -Roberto: ¿qué es esto? -Papá: no lo sé, de hecho, cuando compré la casa estaba tapado con como estaba antes de que tu amigo lo estropeara. -Mamá: ¿qué amigo? -Roberto: no lo sé, traté de buscarlo, pero nadie era… -Papá: vamos a taparlo y mañana lo veremos. -Mamá: vale… Al día siguiente… Roberto se despertó a las 10:23 y bajando las escaleras, miró a la habitación de sus padres y su padre estaba limpiando el cuarto que había en la habitación. Mientras estaba desayunando… ¡¡Aaaa!! -Roberto: ¡Qué te pasa mamá! (El padre de Roberto y él fueron corriendo para ver que le pasaba a mi madre)


El grito procedía del agujero con el que se entraba a la habitación y los dos fuimos para allá. -Papá: ¡¿qué te pasa?! -Mamá: ¡una rata!, ¡he visto una rata!... Entonces ya se tranquilizaron, ya que era una simple rata. De nuevo cerraron el ‘desván’ con tablones de madera, para que no entrara su perro. Se fueron a dormir. Eran las cuatro y media de la madrugada y la madre de Roberto le pregunta a al padre del muchacho: ¿has escuchado lo mismo que yo? -Papá: no, ¿el qué?... -Mamá: creo que han entrado a robar… -Papá: ¡¿cómo?! -Mamá: estoy escuchando pasos… (El padre de Roberto, con un bate en la mano, va recorriendo la casa porque su mujer había escuchado pasos) -Roberto: ¿papá?, ¿qué haces ahí? -Papá: ¡shh!, cállate, después te lo digo. -Roberto: vale… (Termina de recorrer la casa y no había nadie. De repente los dos se quedan mirando al agujero cubierto con tablones de madera). -Papá: ¿estás oyendo lo mismo que yo? -Mamá: si…


(Entonces el padre del muchacho se levanta, coge el bate y quita los tablones y se mete dentro). -Papá: abre el cajón y métete dentro conmigo para iluminarme. -Mamá: vale. (Mientras están dentro…) -Los dos: ¡Aaaaa! Roberto va corriendo para allá y le pregunta: -Roberto: ¡¿qué os pasa!? -Los dos: ¡¿qué ha sido eso?! Al día siguiente: -Roberto: ¿qué os pasó anoche?, ¿qué visteis? -Mamá: no se explicarlo, era alto e iba vestido con esmoquin. -Robert: mamá, ¿quién habrá sido?, ¿habrá sido un espíritu? -Mamá: no sé lo que fue, solo sé que es algo que se va a quedar en la memoria durante mucho tiempo… Llegó la tarde y se escuchaba un ruido extraño en el interior de la casa. Robert y su madre fueron a supermercado y se iban ya para casa y su padre estaba trabajando. -Robert: mamá, ¡para! (Su madre se iba a adentrar dentro de la casa) -Mamá: ¡¿Qué pasa?! -Robert: ¿no escuchas de fondo un ruido extraño? -Mamá: sí es verdad, Robert, llama a la policía que creo que han entrado en casa a robar.


Mientras venían la policía llamaron al padre de Robert y este, entró dentro. Vino el FBI y le dijeron que Richard, el padre de Robert había entrado dentro de la casa. La patrulla que acudieron a la llamada telefónica de Robert y entraron dentro de la casa. Richard estaba señalando y diciéndole al FBI que el ruido se escuchaba dentro del ‘desván’, entonces los del FBI que estaba junto a Robert y su madre le preguntó si últimamente se escuchaban ruidos dentro de su casa. -Mamá: si, fue anoche. (Anna, la madre de Robert, le contó toda la historia de lo que le paso) -FBI: te recomiendo que pongas una cámara. Entonces fue cuando Richard salió de la casa para decirle a Anna lo que había pasado. -Anna: ¡¿qué ha pasado?! -Richard: no era nadie, y, además, el FBI está extrañado… Llegó la noche y Robert se fue junto a sus padres a dormir. Mientras dormía en su cama tan suave como el terciopelo se despertó con una suave brisa y dijo: ¡¿quién eres?! Anna y Richard se despertaron y fueron a la habitación de Robert y le preguntaron qué le había pasado y le respondió: -Robert: ¡alguien me repetía al oído: “habéis invadido mi espacio” repetitivamente! (De forma asustado) -Anna: desde que tu amigo rompió la pared ocurren cosas muy extrañas… -Robert: ¿a qué te refieres, mamá?


-Anna: es como si el antiguo dueño de la casa que murió en el desván de esta casa, quisiera que no vayamos más al desván, pero hasta que no sepa qué es lo que pasa, no lo cierro. -Robert: no sabemos qué es, solo sé que yo no entro ni por tres millones de dólares. -Mamá: ¿Por qué? -Robert: me da miedo… -Mamá: a mí también, pero hay que investigar qué es lo que pasa. Se me olvidó decírtelo, esta noche dormimos en casa de la abuela. Llegó el día para quedarse en casa de su abuela a dormir, todos hicieron las maletas porque iban a quedarse una semana. Robert metió en la maleta: una chaqueta de cuero; para no pasar frío, una botella de agua; para el viaje, cinco chalecos; rojo de rayas, una azul de tartán, una amarilla con botones, uno sencillo de color burdeos y uno de tirantas naranja, unos pantalones; tres pantalones vaqueros, un celeste, otro gris y el otro negro con rayas naranjas y unas barritas de chocolate con leche. El viaje era de unas tres horas, es decir, 300 k/h. Una media hora antes de irse para casa de sus abuelos, Robert iba a pasear al perro de raza bichón maltés, mientras salía del jardín, vio unas huellas que iban a introducirse al jardín de al lado, una casa abandonada y sucia que no vivía nadie allí desde hace unos veinte años, un año antes de que Robert naciera. Hipnotizado por las huellas, Robert junto a su perro de tres años y medio, siguieron una a una las huellas de pies como si hubieran pisado el jardín con los pies lleno de tinta de escribir con una pluma.


Robert mientras se guiaba por las huellas, no sabía hacia dónde iba, nunca había entrado en el jardín de la casa abandonada. Mientras seguía siguiendo las huellas empezó a sonar un ruido extraño como el de un instrumento de lengüeta. Robert en su mente pensaba: ¿quién hace ese agudo ruido?, estaba como hipnotizado por las huellas y en ese momento… ¡rim rim!, suena el móvil, era su madre avisándole de que se iban ya de viaje y en ese momento volvió en sí. Metieron al perro llamado “Doky” en el maletero y los demás se metieron en el interior del coche. Robert se quedó oteando un Hyundai blanco, que en el interior del coche había una siniestra persona, parecía una mujer vestida con un vestido blanco y con los pelos despeinados. Mientras estaba ensimismado mirando al interior de aquel Hyundai blanco, le dijo su madre: ¡abróchate el cinturón!, entonces volvió en sí. Robert se puso a pensar y a preguntarse: ‘¿quién era esa mujer?’, ‘¿tendrá algo que ver con lo que vieron en el desván mis padres?’. -Anna: ¿qué te pasa Robert?, estás muy pensativo… -Robert: ¡nada! Llegaron al chalet de los abuelos y mientras sacaba al perro del maletero, escuchó de nuevo un ruido como el un instrumento de lengüeta, el mismo que escuchó cuando estaba sacando al perro y vio esas huellas. Miró al lugar procedente del ruido y se puso a divisar y era la misma mujer que la que vio en el coche blanco. En dos segundos parpadeó y desapareció. -Richard: ¡Robert!, ¿qué te pasa? -Robert: nada papá, nada. -Richard: cuéntamelo, te noto pálido.


-Robert: nada. Entonces Robert comentó otro tema. -Robert: bueno papá, vámonos ya a casa de la abuela… -Richard: sí, hijo… Llegaron a casa. -Abuela: ¡Robert!, ¡qué alegría de verte!, qué grande estás. -Robert: ¡hola!, abuela… -Abuela: ¿qué te pasa?, te noto pálido. -Robert: nada, abuela. -Anna: mamá, y papá. Los abuelos eran por parte de madre. -Abuela: tu padre ha ido al supermercado, no sabíamos que ibais a venir. El abuelo de Robert se veía venir desde la ventana. -Robert: abuela… -Abuela: dime Robert. -Robert: ¿quién es ese señor tan alto con esmoquin que viene con el abuelo? -Abuela: ¿qué señor? -Robert: ¿no lo ves? -Abuela: tu abuelo no viene con nadie. -Robert: ¿cómo qué no? -Abuela: no me intentes asustar, Robert. -Robert: lo digo en serio, abuela.


-Abuela: Anna, ¿estoy ciega o hay alguien que viene con tu padre? Llega el abuelo, saluda a todos los que estaban allí y el tema de lo que había hablado Robert con su abuela, se olvidó por completo. Llegó la hora de la cena y los padres de Robert fueron al supermercado y Robert y sus abuelos se quedaron en su casa. El chalet de los abuelos era muy grande y a Robert le daba miedo por las noches igual que a sus padres, pero los abuelos ya estaban acostumbrados, ya que compraron la casa hace diecisiete años. Vivían en Londres, la entrada era de losas de piedra y a la derecha se podía contemplar el famoso jardín botánico de la urbanización, que los abuelos de Robert habían contratado a arquitectos y jardineros para hacer el jardín, que las plantas y flores crecieron todas en tres años. Les habían costado todo más contratar a los jardineros, es el chalet más grande de la urbanización con 10 hectáreas por tres millones de euros, ya que el abuelo de Robert era escritor de literatura juvenil y la abuela era escritora de novelas, entre los dos, diez libros hechos, él cinco libros y ella cuatro, ya que la abuela empezó dos años después de él a escribir. Él había ganado hace trece años un Premio Planeta a mejor escritor del año, pero la abuela no, también, sí había firmado muchos libros y a hacer entrevistas, ellos son dos de los escritores más conocidos y famosos de Londres. -Robert: abuelos, voy a dar un paseo por la ciudad, cuando vengan mis padres se los decís. Era n las 20:43 de la noche y mientras paseaba, se quedó hipnotizado, estaba como mareado, él no quería ir un callejón, se


chocaba con todos lados y una mujer le preguntó: ¿te pasa algo?, ¡no!, contestó él. Parecía un zombi. Entonces volvió en sí y se vio solo en un callejón sin salida, entonces se dijo así mismo: *me encuentro mal…*, estaba mareado y de repente vio una luz que cada vez se hacía más grande, pero solo lo podía ver él… -Robert: ¡¿quién eres?! (De forma desorientado) El callejón estaba oscuro y sombrío, pero él podía ver a la misma mujer de blanco con los pelos como si fuera fanática acabada de levantarse en el psiquiátrico. Robert se quedó inmóvil y a la vez con la mirada penetrante puesta en aquella mujer despeinada, entonces, cada vez se iba acercando más a Robert. Robert desorientado e inmóvil y a la vez asustado, intentó chillar para llamar la atención, pero no le salía la voz, se quedó afónico y no le salían las palabras y le intentó preguntar: ¡¿qué quieres de mí?!, ¡¿quién eres?!, le oyó y le dijo: ¡¿por qué?! -Robert intentando hablar: ¿tiene algo que ver con el hombre que vieron mis padres en el desván? ¿o tiene algo que ver con el desván? (de manera asustado) -Espíritu maligno: ¡¡sí!! Robert no la entendía y en ese momento inmóvil y afónico, se desmayó y cayó al suelo, se dio un golpe en la cabeza, pero no le pasó nada. Después de treinta minutos sin que volviera de vuelta Robert, los abuelos y los padres de él se asustaron. Le enviaron mensajes, pero no los contestaba, le llamaron al celular y tampoco lo cogía…. Llamaron a la policía después de que le llamara al teléfono y no lo cogiera. Lo buscaron por toda la ciudad, hasta que un hombre llamó a la policía al ver al muchacho tirado en el suelo.


-Anna: ¡Robert!, ¿qué te había pasado?, ¿alguien te ha pegado?, ¿qué hacías en el callejón?... (Preocupada por su hijo) -Robert: mamá, no se lo digas a nadie, me ha pasado algo muy extraño, me quedé inmóvil y afónico, había una mujer vestida de blanco y despeinada que me decía: * ¿por qué? *, Después de preguntarle que quería de mí y también le pregunté quién era, me oía, pero yo no podía hablar. -Anna: entonces, ¿cómo hablaste? -Robert: no lo sé, intentaba preguntarle y parece que me leía la mente. -Anna: Umm, qué extraño… -Anna: la próxima vez, no salgas solo a la calle. -Robert: sí… -Anna: tengo otra pregunta, ¿qué hacías el callejón? -Robert: no lo sé, estaba como hipnotizado y cuando volví en sí, estaba allí… Se fueron a casa y Richard, el padre de Robert, le preguntó qué le pasó. La madre de Robert le dijo a Robert que se lo contara, y se lo contó. -Richard: eso es imposible, sería un sueño. -Robert: no lo fue, era muy real. -Robert: mamá, ¿tú me crees? -Anna: sí, cuando tenía cuatro años menos que tú, es decir, cuando tenía quince años veía todos los días durante un mes entero a un hombre en los pies de mi cama y mis padres me tuvieron que llevar a sicólogo durante tres semanas, pensaba que entraban a robar… Aquella etapa fue la más dura para mí.


-Robert: nunca me habías dicho eso. Papá, ¿tú lo sabías? -Richard: sí, me lo contó hace muchos años. -Anna: Robert. -Robert: ¿qué? -Anna: no se lo cuentes a nadie. -Robert: ¿por qué? -Anna: pensarían que estoy loca… -Robert: entiendo… -Robert: yo tampoco se lo contaría a nadie. -Anna: sí… -Robert: mamá, ¿pero tú ves espíritus? -Anna: no, solo fue aquella ves, desde entonces lo dejé de ver. -Robert: ¿y lo que visteis en el desván, que fue? -Anna: no lo sé, pero creo que tiene algo que ver con el hombre que veía todas las noches durante un mes cuando tenía 15 años. -Robert: puede que sí… (De manera pensativa) Al día siguiente. -Anna: buenos días Robert, ¿por qué te has despertado tan temprano? Eran las 7:39 de la mañana y Anna, la madre de Robert, se iba a trabajar y su padre, Richard, también. -Robert: ayer se me olvidó preguntarte algo. -Anna: ¿el qué?


-Robert: ¿tiene algo que ver con la mujer que vi en el callejón con el hombre que veías todas las noches cuando tenías quince años durante un mes? -Anna: no lo sé… -Anna: eso me pregunto yo. -Robert: vale. Robert se despide de su madre y Anna, su madre, se va a trabajar. Anna es secretaria y tenía que irse tres kilómetros de casa de sus padres y desde su casa, 500 k/h. -Robert: abuela, voy a sacar a Doky a la calle. -Abuela: sí, no te vayas muy lejos, ten cuidado. -Robert: sí. Mientras sacaba al perro vio de nuevo las huellas y Robert tapándose los oídos por el irritante ruido agudo como el de un instrumento de lengüeta, el mismo que oyó cuando estaba sacando al perro antes de ir a casa de la abuela, se cayó al suelo, su perro ladraba. Entonces mientras Robert estaba tapándose los oídos y tirado en el suelo, el ruido empezó a ser menos agudo y más flojo. Cuando Robert se destapó los oídos y se levantó del suelo, se preguntó: *¿y las huellas?, ¡han desaparecido! * El abuelo, tras ir a firmar su última novela, vio a su nieto mirando al suelo extrañado y le preguntó: *Robert, ¿qué te pasa? *, Entonces Robert le dijo: *¡nada, estaba jugando con Doky! * -Abuelo: ¿de verdad? -Robert: sí, abuelo, no te preocupes. -Abuelo: si necesitas algo o te pasa algo dímelo. -Robert: lo haré.


Después de pasear y pensar sobre lo ocurrido, él, tras la llamada de su abuela diciéndole que la comida estaba hecha y en la mesa, se fue su perro y él a casa. Llegan los padres de Robert, Anna y Richard de trabajar y le preguntan: -Anna: Robert, ¿Hoy te ha ocurrido algo extraño y paranormal? -Robert: ¡no!, mamá. -Anna: ¿de verdad?, te noto un poco excitado. -Robert: de verdad mamá, no me pasa nada. -Anna: ¿seguro? -Robert: sí. -Anna: si te ocurre algo extraño, no dudes en decírmelo. Al día siguiente… -Robert: mamá cuando vengas de trabajar te tengo que contar una cosa. -Anna: ¿qué cosa? -Robert: ya te lo contaré, ahora vete a trabajar. -Anna: vale. Más tarde… -Robert: abuelo, voy a sacar al perro a pasear. -Abuelo: vale. Robert aprovecha que va a sacar al perro a pasear para ir de nuevo al callejón en el que se encontró aquella mujer. Mientras están su perro y él en el callejón…


-Robert: ¿hola?, ¿estás ahí? -Espíritu: ¿te refieres a mí? -Robert: sí. (Con miedo) -Espíritu: ¿qué quieres de mí? (de forma grosera) -Robert: necesito que me respondas a unas preguntas. -Espíritu: ¿y por qué he de hacerlo? -Robert: ¿tienes algo que ver con el hombre que veía mi madre con quince años durante un mes?, ¿moriste en el desván y por eso desde que mi amigo la abrió, estás siguiéndome? -Espíritu: no tengo porque responder. -Robert: ¿entonces por qué no nos deja en paz? -Espíritu: el desván es la causa… -Robert: ¿por qué? Entonces no respondió. Robert volvió a casa y sus padres de trabajar también. -Anna: Robert. -Robert: ¿qué? -Anna: ¿qué es lo que me ibas a decir? -Robert: necesito que vengas conmigo al callejón donde me encontrasteis el otro día. -Anna: ¿para qué? -Robert: para que el espíritu nos deje en paz para siempre. -Anna: vale… pero, ¿qué le vas a decir? -Robert: ya lo veremos. -Anna: pero, ¿a dónde vamos?


-Robert: al callejón. -Anna: sí… En el callejón… -Robert: ¡estoy aquí con mi madre! -Anna: ¿qué haces Robert?, aquí no hay nadie. -Robert: no te lo dije, pero el otro día vine con Doky aquí y la vi. Me dio mucho miedo. -Anna: ¿ves espíritus? -Robert: no sé si eso fue un sueño, pero estoy seguro que la vi. -Anna: entiendo… -Robert: mamá. -Anna: ¿qué? -Robert: ¿la ves? -Anna: ¿a quién? -Robert: está ahí junto al contenedor. -Anna: no la veo… -Robert: pregúntale algo. -Anna: vale. -Anna: ¿por qué no dejas a mi hijo en paz?, ¿por qué cuando tenía quince años no me dejabas en paz? -Espíritu: yo no soy es él. -Anna: ¡puedo oírte, pero no verte! -Robert: yo la veo y la escucho. -Anna: ¿quién es él?


-Espíritu: ¡está detrás de ti! ¡Aaa! -Anna: ¿detrás de mí? (extrañada) Anna se da la vuelta y dice: -Anna: ¡eres tú! -Robert: mamá, ¿puedes verlo? -Anna: sí. -Espíritu 2º: sí, soy yo. -Anna: ¡¿pero por qué no me dejas vivir?! -Espíritu 1º: el desván es la causa… -Robert: ¿otra vez con ‘el desván es la causa’? -Espíritu 1º: si… -Anna: ¿queréis que lo cierre y nos vayamos de la casa? -Espíritu 2º: mi mujer y yo morimos allí y allí será donde estaremos vagando por allí toda la vida. -Anna: vale, cerraré el desván con una condición… -Espíritu 1º: ¿el qué? -Anna: si nosotros cerramos el desván vosotros nos dejáis en paz. -Los dos espíritus: trato hecho… Llegaron a casa, Richard dejó el desván tal y como estaba y Anna hizo una última pregunta: -Anna: ¿y qué te hice yo cuando tenía quince años? No le respondió y Anna se quedó en la duda. La familia se mudó a Marbella y allí se olvidaron de lo ocurrido meses atrás y Robert empezó a trabajar con veintidós años.


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