Cinco años de esfuerzos, luchas y proezas condensados en una obra espectacular escrita en primera persona y con fotografías a todo color e infografías explicativas que nos permiten adentrarnos en los sueños y los re-
Kilian Jornet
SUMMITS OF MY LIFE
El récord de la doble consecución del Everest, la última de las cimas que conforman la aventura Summits of My Life, es un hito en la historia del deporte de montaña y ha motivado una impresionante oleada de estima popular y admiración hacia Kilian Jornet en todo el mundo. La clave del éxito es la esencia de Summits: trabajo en equipo, espíritu de superación, respeto a la naturaleza y unos valores humanos que, desde el principio, han puesto alas en los pies de Kilian.
Kilian Jornet
El nuevo libro de Kilian Jornet nos hace revivir la emoción y las gestas del reto más importante de su trayectoria: Summits of My life.
Otros títulos de Kilian Jornet en Now Books:
El proyecto Summits of My Life empieza a tomar forma, y al Cervino se suman cimas que por su leyenda o su belleza hacen que las pulsaciones de Jornet aumenten: Mont Blanc, Elbrús, Denali, Aconcagua, Everest… Pero se necesitaba un porqué, una alma, un hilo conductor que dotara al conjunto de sentido. Y este motor no podía ser otro que unos principios y unos valores basados en la amistad y el respeto por la naturaleza que reunieron Seb Montaz, Emelie Forsberg, Jordi Tosas, Vivian Bruchez, Mathéo Jacquemoud y el desaparecido Stéphane Brosse bajo una misma bandera: el amor hacia la montaña. Este libro habla de récords increíbles, de cimas legendarias alcanzadas y alguna que se resistió, pero también habla de vidas que la montaña se lleva, como la de Stéphane Brosse, o la de miles de personas que el terremoto del 2015 sepultó en el Nepal. www.summitsofmylife.com @kilianj
tos que han forjado el mito de Kilian Jornet.
BIC: W / WSZG ISBN: 978-84-16245-58-1
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Antes de los veinticinco años, Kilian Jornet había ganado todas las carreras de montaña que se había propuesto y ya era una leyenda, alguien admirado en todo el mundo. Con el éxito, sin embargo, llega un período de reflexión, y de las brumas de los recuerdos y la búsqueda de nuevas ilusiones resurge con fuerza una imagen: el póster que presidía su habitación de adolescencia, la silueta de antiguo anhelo: la montaña Cervino.
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Primera edición: octubre de 2017 © De los textos: Kilian Jornet y Josep Casulleras, 2017 © De la traducción: Josep Casulleras, 2017 © de esta edición Ara Llibres, sccl Pau Claris, 96, 3r 1a 08010 Barcelona www.arallibres.cat El equipo editorial de SOM Ara Llibres que ha trabajado en este volumen está integrado por Marta Abella, Miquel Adam, Joan Carles Girbés, Sònia Herrera, Eduard Hurtado, Albert Martínez, Maika Pascual, Enric Rújula, Roser Sebastià y Andrea Villoria. Diseño de cubierta: Ara Llibres Realización de cubierta y diseño del interior: Nuria Zaragoza (www.nuriazaragoza.es) Imágenes de la cubierta y del interior: © Sébastien Montaz Rosset / Summits of My Life Imágenes de las portadillas de parte: © Shutterstock Imágenes de las páginas 52-53: © Shutterstock Imágenes de las páginas 98-103: © Kilian Jornet Infografías: Clara Prieto (www.claraprieto.com) ISBN: 978-84-16245-58-1 Depósito Legal: B 21860-2017
Now Books es un sello editorial de SOM, un grupo cooperativo que quiere dotar a la sociedad de una industria cultural y de comunicación innovadora y sólida. Porque la cultura nos hace ser quienes somos: colectivo, sociedad, país. Más información: www.som.cat. Impreso en Liberdúplex con papel ecológico, FSC Offset blanco de 120 gramos y ha sido compaginado principalmente en cuerpo 11,5 de la tipografía Minion. Todos los derechos reservados a los titulares del copyright.
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Índice 1. El proyecto de mi vida.................................7 2. Los retos.......................................................................................23 Cross Montblanc (2012)............................25 Mont Blanc (2013).....................................................61 CervINO (2013).....................................................................79 Elbrús (2013)...............................................................................97 Denali (2014)............................................................................113 ACONCAGUA (2014)..................................................129 Everest (2015, 2016 y 2017)..................................145 3. FORJADOS EN SUEÑOS, EMOCIONES Y SENTIMIETOS.....................193
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INTRODUCCIÓN Todo empezó con una foto enmarcada del Cervino que presidía la habitación de mi infancia. Aquella fotografía, de un metro cuadrado, era lo primero que veía cada día cuando me levantaba y lo último que contemplaba antes de acostarme. Me enamoré lentamente de aquella silueta majestuosa, deseándola y temiéndola al mismo tiempo. En mis sueños, imaginaba que algún día la subiría. Desde pequeño, mis padres nos llevaban, a mi hermana y a mí (o, más bien, nos acompañaban) a subir montañas. Primero las que teníamos más cerca, la Tossa Plana de Lles, la Muga, la Carabassa, y luego otras más lejanas, como el Aneto o el Breithorn. Supongo que, como empezamos tan pequeños, la montaña se convirtió en parte de nuestra rutina. Con cinco años, ya habíamos llegado a cimas de 4.000 metros. Después siguieron las travesías de los Pirineos, los Alpes, el Mont Blanc, viajes a Argentina, a Turquía y a Marruecos, siempre para subir montañas. La biblioteca de casa, llena de libros de Messner, Kurt Diemberger, Frison-Roche y Bonatti, disparaba mi imaginación hacia montañas que entonces me parecían imposibles, rodeadas de aventuras épicas, y me hacía conjurar, en mis sueños más secretos, a poner los pies allí algún día.
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Con trece años, empecé las competiciones de esquí de montaña. Era una buena manera de canalizar toda la energía que llevaba dentro. Las cosas fueron bien desde el principio. Estaba motivado y me encantaba entrenar. Hasta el punto que a menudo tenía que decir a mis entrenadores que dedicaba a la preparación menos horas de las que realmente hacía. Si me pasaba quince o veinte horas semanales, yo aseguraba que solo eran la mitad. Mis entrenadores eran Jordi Canals y Maite Hernández. Jordi participó en la primera expedición catalana que coronó el Everest, en 1985. Maite, por su parte, cuando gané el primer mundial de esquí de montaña, me regaló una piedra que había cogido del segundo escalón del Everest, a 8.600 metros, cuando lo subió en una expedición femenina en 2004. Durante los entrenamientos me gustaba sufrir, y supongo que por eso los resultados llegaron pronto. Con diecisiete años también empecé a competir en carreras de montaña a pie, y con el fondo del esquí de montaña y la técnica adquirida durante tantas horas de entrenamiento, las buenas marcas no tardaron en llegar. Es dulce cuando los sueños se hacen realidad, pero también es un momento triste: aquella motivación que me hacía ir un poco más allá en las series o que me empujaba a dedicar unas horas más de entreno, los nervios antes de la salida de una carrera que hacía tantos años que soñaba con ganar... todo esto había desaparecido. Aún no tenía veinticinco años y la lista de carreras con las que soñaba participar y ganar algún día ya estaba completa. No soy una persona a la que le guste hacer siempre lo mismo: no encuentro ninguna motivación en entrenar cada año para intentar ganar siempre las mismas carreras, para engordar mi currículum en cantidad. Para mí, la calidad radica siempre en la capacidad de afrontar retos diferentes.
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Fue en 2011, al final de una temporada de trail running muy completa, habiendo ganado los campeonatos de Europa de skyrunning en corta y larga distancia y en kilómetro vertical, habiendo ganado también el Giir di Mont por cuarta vez, el Kinabalu por tercera vez, el TNF 100 en Australia, el UTMB por tercera vez, la Western States, la Zegama por cuarta vez, la Table Mountain en Sudáfrica, la Pierra Menta por tercera vez, la Mezzalama y la Copa y el Campeonato del Mundo de Esquí de Montaña, tanto en categoría individual como en Vertical Race... fue entonces cuando me sentí deprimido. Puede parecer paradójico: ya hacía unos años que competía muy bien, pero el dominio tan alto de mi cuerpo enfrentado con estas disciplinas me hacía sentir que estaba perdiendo otras oportunidades para conocerme, de hacer cosas diferentes que me permitieran abrirme de una manera nueva.
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Fue un día, volviendo de correr por la montaña solo, cuando busqué en el baúl de los sueños y apareció aquella foto enmarcada del Cervino y el resto de montañas de las que había leído y escuchado tantas historias cuando era pequeño. Quizás había llegado el momento de ir allí, con el bagaje de tantos años de competición. Durante todo este tiempo, había tenido la suerte de conocer a personas como Marino Giacometti, padre del skyrunning, que durante las décadas de los ochenta y los noventa hizo ascensos a algunos de los picos más míticos del planeta equipado con material muy ligero. Él había guiado a corredores como Fabio Meraldi, Jean Pelliser, Pep Ollé y Bruno Brunod para que establecieran récords de velocidad en la subida y bajada del Mont Blanc, del Monte Rosa, del Aconcagua, del Monte Kenia, del Cervino... Si uno de estos récords me hacía especial ilusión superar —y miedo, al mismo tiempo— era el del Cervino, establecido por Bruno Brunod. Me sudaban las manos solo de pensarlo, el corazón me latía con fuerza cuando me imaginaba probándolo un día. Había llegado el momento de iniciar el proyecto Summits of My Life. Elegí ocho cumbres que me hacían una ilusión especial, por el reto deportivo que conllevaban, por la historia o la belleza de la montaña, por las dificultades que encontraría o por el aprendizaje que pensaba que todo ello me aportaría. Sabía que en la montaña lo que vende son los récords, y que están muy sujetos a las condiciones y a los medios que se utilizan para conseguirlos, pero también sabía que lo que queda de todo ello no es más que la memoria y el recuerdo del «como lo hemos hecho». Por lo que escribí una carta de valores donde establecía los principios que debían regir el proyecto para reivindicar el «cómo», y no tanto el «qué».
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El primer Everest, la masificación y los récords Comenzaba una nueva etapa en la exploración del techo del mundo, con la apertura de nuevas vías de escalada. En los años noventa, hubo la explosión del fenómeno de las expediciones comerciales, que fue acompañado también de un aumento de los accidentes mortales, como, por ejemplo, la tragedia de 1996, en la que ocho alpinistas perdieron la vida a causa de una fuerte tormenta; o la avalancha de 2014, que mató a catorce guías nepaleses. Actualmente, la masificación del Everest y las condiciones de ascensión o la falta de preparación de algunos alpinistas son motivo de polémica. En los años noventa, el tirolés Hans Kammerlander estableció el récord de ascensión desde el campo base avanzado de la vertiente norte: 16 horas y 45 minutos. Una década antes, en 1986, hubo una ascensión mítica, la de Erhard Loretan y Jean Troillet, que subieron a la cima por el difícil corredor Hornbein y volvieron a bajar en 43 horas. Desde la cara sur, el récord lo tiene el francés Marc Batard, que, en septiembre de 1988, subió a la cima desde el campo base y bajó, sin oxígeno suplementario, en 22 horas y 29 minutos. Fue el primero en lograrlo en menos de veinticuatro horas. Batard recibió el apodo del «esprinter del Everest».
Las expediciones pioneras que intentaron sin éxito escalar el Everest fueron por la vertiente norte. Pero cuando, en 1950, China invadió el Tíbet, la ruta quedó cerrada, y fue cuando se iniciaron las primeras aproximaciones por la cara sur. En 1952, el sherpa Tenzing Norgay y Raymond Lambert alcanzaron un nuevo récord de altitud, llegaron hasta los 8.595 metros, en la arista sureste. La experiencia de Norgay entonces fue decisiva para la expedición que el año siguiente alcanzaría la cima. Era 1953; la consiguió con el neozelandés Edmund Hillary, formando parte de una expedición británica. La noticia corrió rápidamente y ambos fueron ordenados caballeros del Imperio Británico. En 1960, una expedición china consiguió llegar por la cara norte, y no fue hasta 1975 que una mujer pisó la cima: la japonesa Junko Tabei. Todos los alpinistas que subieron al Everest hasta entonces tenían que recurrir al oxígeno suplementario, cuyo uso fue controvertido desde las primeras expediciones, en los años veinte. El primer alpinista que llegó a lo más alto del Everest sin oxígeno fue Reinhold Messner, junto con Peter Habeler, en 1978. Dos años más tarde, el mismo Messner hizo el primer solo al Everest, también sin oxígeno.
16 de mayo de 1975: La japonesa Junko Tabei es la primera mujer en alcanzar la cima.
1978
25 de mayo de 1960: Los chinos Wang Fuxhou, Gongbu y Qu Yinhua logran la primera ascensión documentada por la vertiente norte.
1975
29 de mayo de 1953: Edmund Hillary y Tenzing Norgay se convierten en los primeros hombres en pisar el Everest.
1960
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CRONOGRAMA 8 de mayo de 1978: Reinhold Messner y Peter Habeler realizan la primera ascensión sin oxígeno suplementario.
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Ficha ascenso Everest
Everest 8.848 m Primera llegada 26 h (21 de mayo)
Tramo de los tres escalones
Segunda llegada 17 h (28 de mayo)
8.400 m
Desnivel positivo
3.748 m Distancia
Campo 2
30 km
Campo 1
7.600 m
7.000 m
Meteorología
Viento muy fuerte y nieva.
Campo base avanzado 6.400 m
Segunda salida 22.00 h (27 de mayo)
Geles
Agua
Crema hidratante y solar
Piolet
2 3
1
4 5
6
2007
20 de agosto de 1980: Reinhold Messner consigue la primera ascensión en solitario, y sin oxígeno suplementario, desde el campo base.
Salida inicial
1 Luz frontal | 2 Gafas de sol | 3 Chaqueta | 4 Cortaviento 5 Guantes y manoplas | 6 Mono | 7 Pantalones | 8 Botas de alta montaña | 9 Crampones
1996
8
9
1980
1 Acompañante: Seb
23-24 de mayo de 1996: H. Kammerlander establece en 16 h y 45 m el récord sin oxígeno desde el campo base avanzado de la vertiente norte.
8 y 15 de mayo de 2007: El sherpa Pemba Dorje sube dos veces al Everest sin oxígeno en tan solo siete días de diferencia.
02.00 h (20 de mayo)
Monasterio de Rongbuk 5.000 m
2017
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21 y 27 de mayo del 2017: Kilian Jornet supera el récord de Dorje y corona el Everest dos veces en seis días.
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Un nuevo mundo de posibilidades Pero cuando hace poco que nos hemos instalado en el campo base, nos llega una noticia que lo puede cambiar todo: la muerte de Ueli Steck por una caída cuando subía al Nuptse, muy cerca del Everest. Hemos llegado aquí llenos de ilusión, porque sabemos que tenemos el sueño al alcance, y la desaparición de Ueli nos deja inmóviles de repente. Ueli es todo un maestro, un referente, un compañero de quien he aprendido
El Everest es nuestro sueño pendiente, y esta vez tenemos la convicción de que lo lograremos. Acumulamos la experiencia valiosísima del intento del año pasado. Y ahora hemos preparado un plan de aclimatación que dará inicio a esta nueva expedición al Himalaya. Con Emelie, subiremos al Cho Oyu, de 8.201 metros, para poner el cuerpo a prueba en altitud, antes de afrontar el Everest.
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Es un golpe durísimo. Me hago preguntas, me pregunto si merece la pena afrontar según qué riesgos, ir tan lejos como él iba hasta el extremo de que todo se pueda romper. Estamos aquí porque queremos escalar, porque queremos probar cosas nuevas. Debemos asumir el golpe como sea, debemos sobreponernos al dolor. Y con Emelie tenemos este primer objetivo: el Cho Oyu.
Primer objetivo, el Cho Oyu, una cumbre que servirá para terminar de preparar el proceso de aclimatación y encarar con garantías el reto del Everest.
tantas cosas sobre alpinismo. Y ahora ya no está. Todo lo que él representa y que me fascina, el reto de explorar caminos nuevos, de hacerlo con velocidad y ligereza, la ambición de no imponerse ningún límite, por un momento se derrumba. 177
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