Los vinos del desterrado
Gerardo Rivera
VII Premio Nacional de PoesĂa JosĂŠ Manuel Arango
ISBN 978-958-58388-4-0
9 789585 838840
Los vinos del desterrado
Los vinos del desterrado
Gerardo Rivera
VII Premio Nacional de PoesĂa JosĂŠ Manuel Arango 2012
Los vinos del desterrado © Gerardo Rivera Primera edición: noviembre 2014 ISBN: 978-958-58388-4-0 Tiraje: 1.000 ejemplares Edición al cuidado de: Hernán Vargascarreño Esta publicación fue realizada con el apoyo de la Administración Municipal de El Carmen de Viboral “Prosperidad y buen gobierno” Néstor Martínez Jiménez: Alcalde 2012-2015. María Eugenia García Gómez Directora Instituto de Cultura de El Carmen de Viboral Comité organizador Premio Nacional de Poesía: Paula Andrea Toro Ricardo Ospina Felipe Botero Impresión Editorial Gente Nueva Tel: 320 21 88 Bogotá D.C.
La noche, como un animal dejó su vaho en mi ventana por entre las agujas del frío miro los árboles y en el empañado cristal con el índice, escribo esta efímera palabra José Manuel Arango
10
Las desaparecidas
Ocultos en la casa del tiempo, los labios azules recuerdan la rosa de la sombra. SoĂąados nos hemos alejado en las noches de la hierba. AllĂ bebimos en hermosas copas el vino de los dĂas. Tomados de la mano por las hijas nocturnas, las desaparecidas.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
11
12
Tú ya no eres
Tú ya no eres. Abres o cierras el árbol azul sobre la tristeza y la muerte de los pájaros. Sé aquel que llega al amanecer, el expulsado del Paraíso, el humo que en la noche escapa desde la cabaña encendida. He visto caer joyas de nieve sobre los prados del olvido, he visto el espejo. ¿Quién eres tú? ¿Aquel que en vano llama a las estrellas? ¿Aquel a quien ya nadie escucha? Veo las pálidas flores, veo el destino cuando echa a volar desde el oro vertiginoso del tiempo. Veo el espejo.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
13
14
Herida luminosa
Los bellos รกngeles estรกn allรก a lo lejos, entre sus naves y sus pรกjaros muertos. Piensa en el tiempo que pasa, Dios apagado, sobre las suaves plumas. Con hilos de oro nos ata el corazรณn la herida luminosa.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
15
16
Parte del mar y de la tierra
Allí te escondes, en lo que recuerdas como sombra, en el corazón y en las hojas. Todo lo olvidas en las copas de la noche. Así, antes de volar, llevado por el sueño te desvaneces. Es fría tu hermosa desaparición, mi dulce atormentado. Eres el solitario, parte del mar y parte de la tierra.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
17
18
Las llamas de la soledad
Tú, el oscuro, pero al final de ti había una agua viva, una cabeza de ramas trenzadas. Tú dijiste: “Yo el último. Manojo de hierbas, final eco de estrellas.” A esa hora ya no sabía quién eras tú ni en quién te habías convertido. ¿Se marchitó el sol hasta el último aliento, el último atardecer y el último recuerdo? Antes de perderte entraste a los bosques de la noche. Nuestras hermosas ropas iluminadas por las llamas de la soledad.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
19
20
La vida que nos queda
Regresas a viejos lugares, pero no los recuerdos. Recuerdas a los que cantaban en el corredor de la casa en penumbra, a las monedas de oro que pasaban entre nuestras viejas manos. ¿Fue vertida el agua sobre nosotros, sobre nuestras cabezas iluminadas por el astro resplandeciente? Alguien quedará todavía allí. Emilio, de pie, mirando la noche, recorriendo aquel corredor, soñando sobre la vida que nos queda.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
21
22
Allí donde la luna se levanta
Trataré de alcanzarte, de tocarte, de ser como tú eres. Lo digo por el viento de las urnas, por la rosa de la sombra. Tú, mi prisionero, lejana ceniza de mis días, ya no sé quién eres ni quién a esta hora golpea a mi puerta. ¿Eres solo la dura sentencia de la noche? ¿Aquel que pone sus palabras como chispas allí donde la luna se levanta?
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
23
24
Bosque estrellado
Ahora que te aprestas a pagar con crecidas monedas de oro a la púrpura, al sueño de la mariposa, tú, el desterrado ante las últimas cumbres y la última puerta, inclina la copa; que el vino se derrame sobre la tierra de alas muy viejas. Sé siempre el solitario. Habita para siempre el bosque estrellado.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
25
26
Inalcanzable
Dame cada una de tus lágrimas, hojas, gotas de sol. Todo aquello que se parece a la inmovilidad o a la esperanza. No me basta con la tibieza de tu corazón, con tu canto en la noche estrellada. Aún hay para nosotros este rojo de pinos ignorados, esta tierra caída, inalcanzable.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
27
28
Al amanecer
La noche sepultada en su cofre –como encendidas semillas– sube las rojas escalinatas de tu cuerpo. La noche sepultada en su cofre –como viejos pájaros negros y amarillos– Y la miel dorada vertida por el sol en la ventana, al amanecer.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
29
30
Bebe pues el agua
¿De dónde vienes? ¿Vienes acaso a visitar a mis hijas nocturnas, esas que llevadas por alas poderosas tejen un mundo de fuego y olvido? El sol ha oscurecido ya y la vida se rasga sobre un musgo negro y frío. La vida es solo eso; tan solo te es permitido arrastrarte como lo improbable, como lo imposible. ¿Sí ves? Ahora ellas callan. Bebe pues el agua nefasta que te es ofrecida.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
31
32
Bocas de olvido
Vuelan, pasan arriba de nosotros las palabras, muertas palabras, pájaros, hojas de la primavera. Tú duermes también en lo imaginado, en ese país invisible que ya pasó con labios de seda. Arrójalas al viento: son dulces piedras, bocas de olvido.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
33
34
Ladridos lejanos
A Lucky para que regrese
Negra es la nieve del resucitado. Lázaro de la taza de oro. Hazme beber, llévala a mis labios, mírame firmemente a los ojos. Ahora que estás desnudo, respirando a mi lado, háblame al oído, sé la vara triste de mis sueños. Sé el pobre perro amado, la llovida ceniza que escucha tus ladridos lejanos.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
35
36
Regreso
Los recuerdos llegan como pálidas flores. Echa a rodar tus joyas sobre la mesa, los hilos brillantes, el oro del tiempo. Recuerda las islas perfumadas, el olor a sandía, los espejismos y el viento entre los olivos y los templos. Llegará el otoño, desaparecerán las islas azules en el mar blanco. Expulsados del paraíso, pájaros oscuros nos señalarán el regreso al polvo y al olvido.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
37
38
Dame tu espejo
Tú debes ser el que has perdido. Atrás queda la bandera tejida del crepúsculo, la noche que empieza como fulgor o distancia. La estrella te ha visto muchas veces, y está en ti, no en mí. Solo hay polvo, ceniza, piedra ahogada. Señálame todo aquello que queda fuera del tiempo, señálame el agua, las incendiadas escaleras de los días del agravio, hazme la señal. Dame el lugar y la hora. Dame tu espejo.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
39
40
Templo vacío
Atardecer, sueño velado de las aguas. Sueño de naves entre silenciosas estrellas. ¿Qué podría ser cuando las voces llegan desde remotos cielos? ¿Acaso la sed de la diosa de piedra, el vuelo de la soledad y de las hojas? El viento entre las columnas del templo vacío.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
41
42
Polvo y olvido
Serás aquel que llega al amanecer, serás el humo que escapa en la noche desde la cabaña encendida. Aquel a quien ya nadie escucha, aquel que llama a las estrellas, joyas de nieve sobre los prados. El expulsado del paraíso, aquel que nos señala el polvo y el olvido.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
43
44
Muestra sus palabras
Hunden sus ramas en la carne del tiempo. Ă rboles azules, ramas en la tristeza de los pĂĄjaros. PĂĄjaros de viejo canto, armoniosos espejos. Rocas donde un misterioso Dios muestra sus palabras.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
45
46
Con una luz fría y mortal
Él nunca lo supo, había llegado impulsado por el viento y las montañas al lugar de las piedras abandonadas, él mismo una piedra que Dios olvida. Él mismo un Dios silencioso que desciende sobre la rosa invisible. Ya no era él. Solo pudo ver al halcón levantar el vuelo y perderse en el cielo. Astros lejanos lo acariciaron entonces con una luz fría y mortal.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
47
48
Para el descanso de la sombra
Hay un frío temblor en la noche que nada ve. Pero la piel del alma toca tu corazón. Solo pasa el viento que habla cosas extrañas llevando a beber pájaros muertos. En todo pusiste tus manos recordadas; apartados lugares te vieron pasar inútilmente. Estuviste antes aquí para el descanso de la sombra.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
49
50
Corre, corre
Es hermosa la sombra del corazón apagado. En la noche oscura ladran los perros. Atraviesa los rojos desiertos allí donde el olvido teje sus flores blancas, sus zarzas y espinas. Tú nada esperas. Corre, corre, te esperan las montañas; el viento no te alcanzará. Ahora la luna es clara para ti en la noche rebosante como una jarra. ¿Llegarás hasta el muro sagrado, juntarás allí tus manos de mendigo? El viento te traerá pájaros prodigiosos, pero yo iré atrás de ti, seré el fuego y tú el arbusto en la montaña reseca. ¿Qué deseas tú de mí? Fría será la luna, frías las manos entrando al sueño de la tierra. Seré el halcón y la sombra del halcón vertida sobre ti. Las puertas de tu alma se han abierto ya. Corre, corre.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
51
52
Una a una las estrellas
A Darío Henao
Ahora háblame, abandona tu cabaña encendida y háblame. Lilith, la hermosa, yace en su sueño; el árbol remoto ha dicho ya sus palabras y el agua es piedra o sombra. Ahora que ya todo está en su inmóvil música y hemos abandonado para siempre nuestros viejos palacios, háblame, desaparecida. Toma un puñado de las cenizas de la noche y ofrécelas después al bosque y al espejo. A la que cruza los prados blancos de neblina, a la luna escondida detrás de tus sueños. Háblame del altar y el sacrificio de las torcazas dobladas en la muerte. De las ofrendas de la sangre y el fuego. Háblame del silencio que reposa en sus copas de oro, de la noche que es música y resonante cuerda.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
53
O toma mi mano y caminemos juntos por estas tierras del eclipse rojo. O hazme el conjuro de las chamizas y de la taza de agua; esta es la hora azul, tráeme tus pájaros. ¿Será de plata este largo camino, este mar lejano? Yo vendré a buscarte en la lluvia de tus ojos antes del alba, antes de los animales fantásticos. A la hora de la danza. A la hora en que apagas silenciosa una a una /las viejas estrellas.
54
En este único lugar
La respiración de mi madre y su taza de agua y aquello que ella dijo alguna vez, son prueba de un amor alejándose. Viejas arenas y verdades de lo que ya no está aquí. El viento es solo una amarga bandera de brillantes estrellas. En este único lugar del naufragio.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
55
56
Pájaros invisibles
Tráeme la estrella, la torcaza, la paloma. Sé el enigma, sé la aldea. Ahora que la noche te entrega su fresco delirio. Ya no estás más aquí, volaste sin darte cuenta. Y atravesaste el sueño del mar, lo que se deshace, lo que se desvanece. El viento de los pájaros invisibles.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
57
58
Música de las flautas
Caravana de aquellos sombreados por la luna, seres de los otros espejos. Sombras azules y leves esparcidas por los sueños, por la estrella de la sangre en lo inclinado del navío, lenta en el polvo de cada uno de tus pasos. De aquellos idos que ya no recuerdan nada hermosamente después convertidos en piedra y después en olvido. Dormir y despertar en pájaros bajo estos fuegos danzantes del sol nocturno. Caravana de los incendiados, peregrinos del cielo, fría voz de octubre, música de las flautas.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
59
60
Dirigido por las flautas
Vamos lentos por estos fuegos danzantes del sol. Lentos y atados al ramaje estrellado de la voz, al sue帽o dirigido por las flautas. En lo alto de la soledad y del viento y del halc贸n.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
61
62
Sobre los prados
Escucha otra vez los viejos ecos, aquello que una vez dijiste a los ríos de alabastro, a la débil luna blanca huésped del mar. Sé otra vez los ángeles alados, esos que al atardecer sueñan albas lejanas. Gotas de sangre que salpica la paloma, púrpura invernal, surtidor en los espejos. Todo lo que una vez fuiste, esa mano de nieve sobre los prados.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
63
64
Verde vestido de payaso o arlequĂn
Sobre los prados que se preparan a desaparecer, mĂşsica de la noche, descanso sin sombras, voces y nubes que pasan por primera vez. Sonido de la dorada luna, verde vestido de payaso o arlequĂn desparramado en el suelo. Cortina de la lluvia que cae desde un techo de zinc.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
65
66
Convertidos en lluvia
Atravesarás el desierto como si estuvieras vivo. La luna iluminará el león de tus sueños. Al espejo llegarás inútilmente como un astro cansado de tanto morir. No verás más el sol sobre los prados, la dulce mano azul que acaricia las hojas. Habrán partido los días del ayer convertidos en lluvia para tus ojos de tierra.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
67
68
Los vinos del desterrado
El alejado ha bordado la nieve del precipicio. TodavĂa la mano bendita es azul en mi garganta, pero los pĂĄjaros cantan tristes en la sombra lunar, espejos que conducen al bosque irremediable. Joyas para celebrar el invierno, oscuros prados donde el otoĂąo sangra los vinos del desterrado.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
69
70
Todo lo que olvido
Llevaré el río turbulento a las orillas del árbol inmenso cargado de estrellas. ¿Quién es este que huye? Las invisibles promesas, lo que vuela, los vidriosos palacios, la despedida, todo lo que olvido.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
71
72
Ahora la joven voz
A Chicoral, la hermosa comarca de los bosques y el agua
Ahora la joven voz hará volar al peregrino. Ahora el joven sol echará a andar con su atado de hojas y de ramas a la espalda. ¿Serás tú quien siga el fuego blanco, el helado resplandor, el vuelo de la lechuza? Ahora que la curva del camino muere entre los árboles y ha llovido, y el jinete llegará a su casa dormida, nadie habrá para recibirlo ni para abrirle la puerta; o quizás seas tú quien le extienda la mano para que las aguas caigan saltando entre las piedras. Tú, con tu verde, fresca mano, cuando el viento del atardecer anuncia la llegada de la noche y el vuelo de sus anillos estrellados. El viento con sus ojos de adivino leerá nuestro destino en sus rutas azules.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
73
Que venga pues la joven voz del árbol, su verde palacio, su respiración de azucena. Que lleguemos pronto al bosque, el bosque dirá palabras, aves hermosas, llamas doradas, y volarán las dulces torcazas de sus ojos, y beberá la miel que el tiempo vierte en los sembrados de té, allá en Chicoral. Ya todo es ayer, ya todo es ayer, dice el invisible señor del bosque, el rojo señor del curvado pico. “Honda es la gruta donde te espera el agua y la lluvia de tu voz perdida”.
74
Ese azafrán amarillo
Te pones a llorar, ánfora desnuda, o bajo el arco iris eliges la tristeza para desvestirte. No te despiertes. De tu corazón saca el barro del augurio y despídete de mí con los anillos de tu atardecer. ¿No ves que estás completamente perdida y sonámbula? Ponte a cantar, báñate en medio del eclipse, tus ropas ya están puestas a secar muy tarde en el crepúsculo. Tú, hermosa sombra mordida por los gatos. Eres piedra de amolar, duro cuchillo para el corazón rojo, estrella silenciosa. Desde tu pico triste dejas caer semillas, piedras azules para la noche larga. Háblame, quiero que de ti me llegue ese aroma de rosa final que muere en el espejo. En tu jaula de nubes eres el jilguero, el sol vertido en la ventana, blanquísima luna en los senderos de marzo.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
75
Abre o cierra para mĂ tu amanecer, cuando en tus manos duerme aĂşn esa luz, ese resplandor, ese azafrĂĄn amarillo.
76
Viejo resplandor de la tarde
¿No sabes aún, quién eres tú ahora? Eres el desaparecido. El amado por las bellas criaturas del otoño. El lobo, el gamo, el halcón, la lechuza. Todos ellos desean ahora tener trato contigo, todos ellos desean acercarse a ti para husmear en tu sombra (quizás lo único vivo que aún conservas). Ya solo sabes callar, con ese silencio tuyo que te llevó entre candelabros hacia tu desaparición, hacia esa blanca respiración tuya de estandarte. ¿Ves ahora a esa estrella roja que brilla sobre ti? Ella te seguirá siempre a todas partes. ¿Sientes ahora más que nunca la fragancia dormida de los pinos? Ella ahora hace parte de ti, ella ahora eres tú. Translúcida copa levantada para mirar la púrpura del vino,
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
77
sangre tomada a las viñas del otoño, hojas que se pierden en tristes esquinas, vientos helados que desde las torres golpean la noche con sus alas sagradas. Eso eres tú ahora, las huellas casi perdidas de alguien que pasó sobre la nieve en un distraído sueño blanco, lentos veleros que pasan bajo la luna fría, viejo resplandor de la tarde, en un espejo.
78
Cada uno de sus pasos
A Jhonny Díaz Q. que me regaló dos hermosas líneas
Entró a la ciudad imperial impulsado por las ráfagas de viento y arena. Llevado por alas poderosas avanzó bajo las hermosas torres medievales, piedras negras bañadas en una luz de amanecer, blancas, frías piedras alejadas del corazón. Se sentó en el rincón azul a contemplar cómo la catedral abría las puertas oscuras de su boca infinita. Saludado por los mismos rojos, los equilibristas y los payasos de las esferas, caía llevado hacia los cielos, hacia el ramo estrellado de su voz, aldea secreta, verde abismo del agua y la soledad. Escuchaba al viento puro, al fauno amado, como recién llegado a la alegría de una fiesta. ¿Quién era él en aquel entonces? ¿En quién se había convertido?
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
79
¿Era él quien atravesaba el parque en la noche bajo luces amarillas, dormido y ataviado como para una crucifixión de Holbein? Verde río lapislázuli. Bebió allí el agua del cántaro sagrado y levantó su cabeza como el gamo solitario cuando escucha al corno. Bandadas de hojas y pájaros y ramas en el parque llovido donde escuchó el sonido de sus pasos. Sonido de sus pasos hacia un lento, futuro triste, “hacia glauco, hacia aquel que olvidaba los mares y la brisa”. “Allí donde no estaban el rastro de las pisadas y las piedras”. Solo que nunca llegaría, se perdería allí, en aquel agotado jardín, en aquel rincón azul. Lo abandonaron sus manos y sus ojos, lo abandonó todo su cuerpo y voló lejos, lejos. Trataría de regresar después, pálido fantasma, recorriendo cada uno de sus pasos.
80
A su resplandor atado
Dijo: felicidad, lluvia, arco, torre, blancura. Dijo tristeza, dijo soledad. Y un delicado frío, elevando sus brazos, alcanzó la puerta más olvidada del jardín. ¿Fueron ángeles? O largos e invisibles vuelos de sombras que se besan sangrando en el aire. ¿Eran nubes? ¿Eran hojas? O palabras que al atardecer se queman como joyas. O música que la luna abandona en los remotos bosques del pasado. ¿Eran estrellas? O eras tú, el cautivo, que tan solo sueña a su resplandor atado.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
81
82
Abandonando tu alma
Solo sabes arder. Entregarte al asombro con la lentitud de un animal iluminado. Hablas al oído en el hermoso idioma de los locos, de los desaparecidos. Tu belleza se extiende sobre una tierra roja, vuelas sobre ella y baja a beber después un poco de agua. Mi amor por ti huele como la sangre y acepta tu amor como una jaula. ¿Qué buscas aún en el crepúsculo? ¿No sabes ya que tú y yo hemos desaparecido? No fuiste tú, fueron los labios azules. Aquello que en la sombra nos entrega su llave muerta, su voz desnuda.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
83
Ese animal que huye dentro de ti, oscuro y rojo, con los pasos del lobo abandonando tu alma
84
Despierta
Eres la que pasa, la que va de monte en monte dando gritos violeta. Y el sol, gota profunda de futuros cristales, te dirá quién eres. Mueve pues tus pálidos labios, ocúltate entre llameantes trompetas en la desesperada blancura de la eternidad, en tu terrible casa. Y despierta.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
85
86
Alimentos
Yo puse sobre ti mi corazón rojo, el deseo iluminado y silencioso, pero tú, ¿en quién te habías convertido? Yo sé que mirarás los recuerdos con tus ojos fríos de estatua muerta, alada, entre los guardianes de la soledad, y que seré igual a ti, y entraré desnudo en tu resplandor. Sobre la mesa absoluta la oscura cena ya estará dispuesta. Te escucho masticar como un ciego. Te alimentas de horror y de pureza.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
87
88
Cosas inmortales
No deseas salir, pero afuera está la belleza, la piedra divina, el agua de la luz para tus ojos. No deseas el mar y su fragante puerta. Es porque quizás deseas el relámpago o quizás la noche, es porque quizás deseas que te alcance la estrella, que llegue el fuego o que tu corazón llegue al enigma. Danza pues ahora entre las hojas que barriste hasta que tu falda dance con el viento; danza en el robledal mientras esperas al fauno; la luna llegará pronto con su hermosa flauta. Tarde, más tarde, más tarde, veremos juntos arder entre las llamas del fogón las cosas inmortales.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
89
90
GERARDO RIVERA
Nació en Medellín en 1942. Estudió Derecho en el Colegio Mayor del Rosario. Se desempeñó como publicista y redactor en varias agencias de publicidad. Durante dos décadas deambuló por Europa y el norte de África. Autor de los libros de poesía A lo largo de las estatuas de octubre, El viajero de los pies de oro, Una nada cubierta de hojas (Premio Jorge Isaacs 2005), Anterior a la penumbra, El lugar de la espera (2010), A la sombra de los árboles milagrosos (2012). Actualmente vive en una cabaña, acompañado de sus perros, en la Reserva Natural de Chicoral, cerca a Cali.
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
91
92
Contenido
Las desaparecidas
11
Tú ya no eres
13
Herida luminosa
15
Parte del mar y de la tierra
17
Las llamas de la soledad
19
La vida que nos queda
21
Allí donde la luna se levanta
23
Bosque estrellado
25
Inalcanzable 27 Al amanecer
29
Bebe pues el agua
31
Bocas de olvido
33
Ladridos lejanos
35
Regreso 37 Dame tu espejo
39
Templo vacío
41
Polvo y olvido
43
Muestra sus palabras
45
Con una luz fría y mortal
47
Para el descanso de la sombra
49
Corre, corre
51
Los vinos del desterrado / Gerardo Rivera
93
Una a una las estrellas
53
En este único lugar
55
Pájaros invisibles
57
Música de las flautas
59
Dirigido por las flautas
61
Sobre los prados
63
Verde vestido de payaso o arlequín
65
Convertidos en lluvia
67
Los vinos del desterrado
69
Todo lo que olvido
71
Ahora la joven voz
73
Ese azafrán amarillo
75
Viejo resplandor de la tarde
77
Cada uno de sus pasos
79
A su resplandor atado
81
Abandonando tu alma
83
Despierta 85 Alimentos 87 Cosas inmortales
94
89
ISBN 978-958-58388-4-0
9 789585 838840