Maneras de decir. Monique Facuseh. Poemas. Ediciones Exilio

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MANERAS DE DECIR


Maneras de decir

Monique Facuseh PoesĂ­a


Maneras de decir © Monique Facuseh ISBN: 978-958-52556-6-1 Colección de poesía Últimos pasos Número 2 Primera edición: marzo de 2020 Ediciones Exilio, Bogotá fundacionexilio@gmail.com Comité editorial: Omar Ardila Nora Carbonell Ela Cuavas Monique Facuseh Jáder Rivera Monje Hernán Vargascarreño Tiraje: 600 ejemplares Diseño de portada: Ediciones Exilio Impresión: Editorial Gente Nueva Tel: 320 2188 Bogotá, D.C. Impreso en Colombia / Printed in Colombia


De la tristura como una ficción capital Por Fernando Linero

El mundo se fracciona entre lo que discurre diariamente y aquello otro etéreo que está ahí y que cada uno de nosotros observa aunque lo niegue. La huida más difusa acaso sea la que se emprende hacia ese ámbito, el interior de uno mismo; la que va en búsqueda de esa verdad única, la nuestra. Es una responsabilidad subjetiva de saneamiento de la mirada y del alma, una exploración que no cesa, que habla de la lealtad que se le debe a la conciencia y no importa si en la aventura encontremos la desintegración del contexto, la inestabilidad y las propias contradicciones. ¿Y entonces –se preguntará el lector– para qué abrirle camino a ese afán si puede ser tan adverso? Las razones están ocultas, encalladas en la más profunda arqueología del ser del poeta. Él solo sabe que no se puede negar a ello, que debe continuar con su faena para que las cosas permanezcan; que las palabras son estaciones donde arriban los resquicios de la luz y también los de la oscuridad; sabe que la vida no es solamente la pena, que esta es escasamente una extensión de ella, sin olvidar que detrás de cada paso, nos aguarda. Maneras de decir

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Tal es el caso de estos 37 fragmentos y una Coda –que le dan cuerpo al libro de Monique Facuseh, Maneras de decir, que ahora tengo ante mí– que en realidad constituyen un único poema y sus maneras de decir. Palabras limadas por una belleza esencial, llanas, que no pretenden explicar nada, solo discurrir por un cauce: el del relato personal. Versos escritos acaso como un ideal de liberación, con la adhesión de la infancia, de la soledad, del amor y sus tormentas; con las posibilidades de la sombra. Cada expresión se eleva sobre su propia virtud para ejecutar su función, casi como la tentativa de huida de una confusión personal de la que cuesta mucho salir. Pero es que todo escritor está envuelto en su pasado y en su presente y así establece su propio ámbito de rebeldía, este es el de Monique. Un libro con la congoja del que ha estado atento a la desolación que provoca la lucidez, despojado de artificios, natural y doloroso, que habla del oficio de vivir y de sus riesgos. La voz se materializa para cantar el desencanto, la frustración, la melancolía; para contar lo triste que finalmente se constituye en el leitmotiv que amarra al libro. Después del balance del desastre, después del dibujo de una geografía de la ausencia, los lectores descubrimos que seguimos siendo el otro como lo entendía Rimbaud. 6 I Monique Facuseh


Cada día que pasa / es uno menos. / Tira de las palabras / que no demora el olvido. / Donde quiera que te encuentres, / en el cielo o el infierno, / extiéndeme tus brazos. Es a través de ese puente tejido por la duda que se arriba de lleno al desasosiego que Monique quiere compartir. No obstante, sus palabras son un cristal, franco pero con una intensa profundidad, que acepta que nos proyectemos en ellas, con una especie de seducción que se nutre del afecto; con una claridad, sencillez y humildad que alcanzan también a la inocencia que deriva del duelo. Nuestra afinidad se delimita entonces a un pacto, se convierte en esa opción que nos sirve para robar una imagen de la pérdida, la catadura vislumbrada de lo que ya no es, la certeza de que ningún acierto es fortuito, de que solo es mortal el que logra fortalecer una conciencia de la muerte, porque cada quien en su quietud / modela el vacío / como barro o arcilla, / le da un rostro / un nombre, /refleja su propia ausencia. Aquí la fatiga y el cosmos son una misma cosa. Entretanto las horas forjan su labor y la muerte revolotea en torno. Es que la poesía siempre ha sido una anomalía que desgarra el escenario; en el trance árido y agudo de la realidad que fastidia, nos echa en cara que todos moriremos de olvido en esta tierra miserable y Maneras de decir

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se hace la pregunta: ¿Cómo puede atravesar así el amor? Nos recuerda que el tiempo no es más que el espinoso saldo de la vida, que no queda otra alternativa que la de fundar el espejismo de un “yo” razonable, así sea bajo el nervio unificador de la tribulación, no como un subterfugio, sino como una confesión de la dura realidad, una ficción capital sin la cual sería un absurdo vivir. Santa Marta, enero 11 de 2020

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A Ricardo Selim y Jorge Luis, por supuesto.



“Entonces comprendí la importancia que podía tener todo lo que saliera directamente del alma, y, en general, todo lo que tuviera una verdad interior…” N. Gógol.



La

muñeca de

Getsemaní

PARTE I

La

muñeca de

Getsemaní



1

Es el último día del año, no es el fin. El viento parece de otra dimensión. Las hojas revolotean como si huyeran del mismo Apocalipsis. Después de los años solo cambia el semblante y algunos vicios de tu forma de ser. En vano extrañas la infancia, las horas perdidas, las traiciones del amor, los amigos que dejaste. ¿Para qué develar en tus noches de insomnio aquello que no repite? La gente pasa al galope con su historia en el costado: la misma que lo empuña y lo derriba. Acaso el alma sea la única constante. Saber que esperas por el oro del final. Que nada está perdido. Que todo está en tus manos. Para Giovanni Quessep Diciembre 31 de 2018

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2

No suele llover en marzo pero el agua repentina anuncia un comienzo y un final. No sé si es aquí donde empieza o termina el mundo. En la agreste lejanía también duele la madre. Enciende una llama: el recuerdo es péndulo. Suéltate. Deslíndate de la luz. Deja que el hilo amargo del ayer pase raudo. Reclina la cabeza contra el muro. El mismo de tantas madrugadas: El hombro El amigo La mano extendida. Un albergue de concreto mientras escarbas a lo lejos.

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3

Aún la noche no cuelga sus ropajes pero afano la mañana a que venga a manos llenas, pueda que reconozca la vida nuevamente y me vea en ella como antes. Toma una bocanada de aire y resiste, como en aquellos tiempos de juventud. La vida te parte en dos o más pedazos. A eso venimos. A vivir fugaces alegrías y continuas soledades. A escribir sobre el eco de lo escrito. El tiempo lo deshace todo y… ¡Que no me borre todavía!

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4

Con el tiempo todo se fija con más fuerza: El carácter. La transitoriedad. Sabes que no es la vida. Lo grave está en alguna dimensión donde no tienes potestad. En lo más recóndito te habita ese animal y es él quien te alimenta, te domina como fiera de circo y el que tal vez esté entre estas líneas esperando, agazapado. Lo grave emerge de ti y lo grave es de cuidado.

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5

Probablemente fue a edad temprana cuando hurgaba a lo lejos por esa magia que llamaban fe. Probablemente fue que ya su cabeza daba tumbos y se revolvĂ­a en la maraĂąa.

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6

No siempre es el asesino el que asesta el golpe. Una vez cometido el agravio no hay lo siento que valga. Una mentira comienza en el alma. Tendrás que aprender a vivir con la hazaña de tus actos pues eso nos concedimos. Algo cambia en nosotros cada día. Hace falta dejar de ser tan pretéritos tan cóncavos. Acércate. Sé tu lumbre. Hay más de ti de lo que revelas. Decirse unas cuantas cosas no es quererse un poco menos. Es necesario romper el patrón de ausencias.

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7

Crece bajo tus pies el monte, como brazos de hierro sujetรกndote. Del bolsillo saldrรก el tiempo y el ser fantรกstico que fuiste. Crecerรกs sobre tus pies cansados, bajo el dominio de tu sombra. Crecen lagunas en tus ojos y tienes la voz, mรกs nadie a quien suplicar.

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8

Quisiera caer como la lluvia amante sobre los árboles, enloquecida y en distintas direcciones como ave tratando de escapar. Caer como la niebla que arropa el horizonte y ser entonces el ave que no tiene dónde mirar. Qué espesa es la tarde cuando llueve así. Así de espesa es el alma cuando se nubla. Me he reprendido por no ver el viento en aquel árbol solitario. Allá, hasta donde alcancen mis ojos es donde quiero estar. Adormecida del ruido y los pensamientos, lejos de mí y la sordidez del tiempo, y caer como soldado abatido.

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9

Un libro abierto es la herida de alguien. El corazรณn del hombre hecho jirones. Yergue tu cuerpo para escucharlo.

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10

En la vida todo tiene su ritmo. Mira las olas del mar, la simetría con que llegan y se alejan. Cada cosa que hagas marca un tiempo. Avanza mientras puedas contar tus pasos. El cielo es solo otro paisaje más. Tu cuerpo no tardará en revelarse. Lo sabe el bastión de tus huesos. Pero es la voz, punzante como el deseo. Ella y sus múltiples tonadas como olas del tiempo, que en el tiempo gravitan indefectibles. A Jorge Luis, mi hijo menor.

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11

No hay nadie atrás. A todos los he dejado. Y sin embargo, como un niño que espera latente en su insomnio, con la vista al frente abriéndose paso en el aire, huyendo despavorido de sí mismo, ¿o del tiempo? buscando migajas de lo que siempre quiso.

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12

Padre: Una cosa sí te pido, ya que es poco o nada mi recuerdo. Donde quiera que te encuentres, en el cielo o el infierno, extiéndeme tus brazos. Para Jorge Salomón

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La

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Getsemaní

PARTE II

La

muñeca de

Getsemaní



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Diles que no me conoces. Que alguien más ocupó mi lugar y cercenó mi corazón. Que fui un ser como jamás se haya visto. Y que ya es muy tarde. Que fue poco lo que quedó. Que no pretendo. Que el mundo no era solo para mí. Que nací con emociones y ahora yazgo como un libro cerrado en la estantería de los sueños. Que el amor nunca batió sus alas. Que la vida minó mis fuerzas y me deshizo. Que todo cambió para siempre. Y que es estéril huir de lo que ya no existe o vano quedarse a recoger escombros. Para Betsimar Sepúlveda

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Lo que ha de pasar que pase. Serénate como si la muerte misma se aproximara, como si no hubiera más remedio. De golpe en golpe nos achica la vida. Acaso vivir dependa de lo que el corazón haya sentido. Cómo pretender que todo importa si cada vez te dibujas menos. Cómo rescatarte de la polvorienta nube del olvido. Perdón por el ahogo de medianoche. Porque tiempo ha que todo es igual que todo da igual y ya nada asombra. Échate de menos. Recuérdate de otros tiempos. Nada pesa más que el tormento de tus manos sin tocar.

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15

No debes culpar al deseo. Ojalรก bastara un bastรณn para caminar la vida. Bienaventurados los que vivieron hasta el cansancio. Aquellos desaforados y verdaderos sobrevivientes. Los que realmente suelen decir que ya pueden morirse. Afortunados, esos, que con un bastรณn sostienen su desdicha, contemplan la desesperanza, y el castigo de la amargura por haber sucumbido a las puntadas del placer.

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A su manera cada quien vive su vida. Hay unos que se abandonan. Otros se desperdician. Y hay quienes también persisten. ¿Qué hiciste del bien que te fue otorgado? Pensaste que el tiempo nunca iría tras de ti. Alza las manos. Ataja el aire del ayer. He visto el ave en cámara lenta como si por instantes se detuviera la vida. Pero no. Falacia es. Una ilusión de que por fin se acabe el reinado del tiempo y soñemos la dicha de vivir sin él.

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Esculpe la soledad. Ajústala como a una prenda. Amóldala a tu vida para sobrevivir a ella. Un peregrino sobre esta tierra. Un extraño más en la cadena de extrañeces. Fragmentos del destino, pedazos del azar, el carácter fortuito de la vida. Flota con ella. Tú y la metafísica de tu delirio. No eres única, extranjera. Fabrica tus dramas para atravesar el vacío si la razón para vivir no es la que convence. ¿Qué podría hacerte respirar de nuevo?

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18 Ábreme paso cancerbero que vengo de prisa. Quiero arder, huir de los colmillos de esta vida. M. Facuseh.

No puedes irte aún. Debes terminar el poema. Si ya tienes la vida, ¿por qué entonces no vivirla? Vencerte será tu última contienda. El tiempo valioso que pierdes por distraído. Si no te afanas, te irás con tus malas mañas y hábitos constantes. La vida se desliza. Las olas avanzan con frenesí. Raudas pasan las aves. No hay marcha atrás. Tienes el deber de volver a quererte.

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En vida te acomodas al ocio que te inventas, al vacío de las horas. En vida sobrevives a tu universo imaginario. Eres un ser en paralelo. No tienes nada. Todo está fuera de tu alcance. No existes más que para el tiempo. En tu mundo la palabra es muda. Pedaleas sobre rocas por caminos de espirales. En vano pronuncias su nombre. Ahora sé cuán lejos te encuentras de esta tierra.

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Hay libros por toda la casa. En la sala, la cocina, en el cuarto, el balcón. Regados como esta soledad, como la única habitante. Libros que me hablan, a quienes miro fijamente como si fueran a devolverme la infancia. Hay un libro que late en cada rincón esperando ser tocado, devorado, sensible al tacto, a los ojos, a cualquier forma de aproximación. Hay libros por toda la casa. Libros que como yo se mantienen aguardando, polvorientos.

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Hay días en que el cuerpo y el alma no comulgan, se escinden. Días que ya son años sobre arenas movedizas, horizontes invertidos. Días de física enajenación. Por separado vas. Sin muros que te contengan. Con la piel en fuga en este cóncavo universo. Acaso una sílaba un ínfimo gruñido del lenguaje, un tono a sotto voce que desatore, que haga la diferencia.

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Deja todo listo para cuando llegue la muerte -vieja conocida-. Apila los libros, las palabras en falso, algún secreto raído por el tiempo. Abre puertas y ventanas. Vacía tus bolsillos que desnudo te irás. Así que contempla. Tal vez algún recuerdo llene las horas inermes -las ineluctables horasen tu postrero silencio.

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El cuerpo no lo es todo pero a la vista lo es, decía mientras caminaba su soledad. Mujer de brazos caídos y sin sello de distinción. Sin puentes ni puntos cardinales que crucen el umbral de su existencia. Algo en su haber está a punto de estallar. Los días no tropiezan con nada y crece la desesperanza de verse atrapada en su propia red. A solas se reprende mientras contempla la brisa que azota a lo lejos: ¿Qué has hecho de tu vida sino el retrato de tus miserias? Qué triste vida la suya con tanto para dar y tan poco que ofrecerse. Nunca pensó que llegaría al punto de desquererse y sentir pena de sí. De los grandes cambios que aún no entiende. De la persona que es y desconoce. Mientras corren las horas por su cuerpo y su piel madura se seca a pedazos viendo cómo el deseo agacha la cabeza, cómo duerme la esperanza Maneras de decir

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en su horizonte de palabras, la causa de infinitos agobios e inacabables tormentos. Qué umbría es así la vida después de haber sido el paraíso mismo. Mujer con sus demonios en blanco y negro. Y no es a la muerte a la que teme.

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Siempre lo quise. Desde antes de la consciencia lo deseaba. Con frenesí. Y aquí está, a mi lado, como fiel amante. El silencio. En su traje de caballero. Con su máscara dorada. El que a mi paso crece con su aguijón letal. Mas no era eso lo que pedía. No era eso lo que esperaba. Estoy desierta. Ya puedo irme de esta tierra con mis dedos musicales a tocar las ariscas, las templadas horas, no sé a cuál reino a qué otro nuevo silencio a qué temible soledad.

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Ahora que eres silencio es cuando más te extraño. ¿Qué hiciste de la sed de tus manos? ¿En qué naufragio te borraste? No es hora de culpar al amor ni a sus sones que gravitan. Pronto será otro día y no notarás la diferencia. La brisa en esta tierra no se compadece. Tiene atributos de animal feroz. Voraz el destino cuando tus ojos a nada apuntan o apuntan siempre a lo mismo. Qué será de mí sin la vasta travesía de los sueños. Ahora que también soy silencio, ¿qué será de la sed de mis manos, ¿madre?

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Cada día es más difícil que te distingas. Cómo puede atravesar el amor entre tanta cumbre. Cómo sobrevivir a tal fatalidad. No puedes eludirte. No te preguntes tanto. La que fuiste no volverá. Tú y tus cuantas caras de teatro medieval. Tú y tus cuantos cuerpos que te esconden. Tú y tu compleja forma de hacerte notar. El horizonte en llamas. Tu paisaje de fondo. Morirás de olvido en esta tierra miserable. La misma que te gestó. Cada día es más difícil que te distingas sin nada que te sustente. ¿Cómo puede atravesar así el amor?

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El mundo está sordo. Entiende el idioma de los pájaros, el parpadeo del alba. Pueda que te pierdas y no quede línea de tu rastro. Es lejano tu recuerdo en la memoria del universo. En los días lastimeros en que nada parece real. La vida no solo te guardó para endulzarte. Como un castigo menguan las fuerzas los deseos. Y así la vida tiene el descaro de mirarme después de haber tirado de mis cabellos. Ya no se trata del tiempo ni su impertérrito misterio. Algún día me quedaré con mis pequeños ojos bien abiertos fijados al infinito, escuchando el canto desesperado de las cigarras. 44 I Monique Facuseh


28

Ocúltate, que ahí viene la muerte pelando sus dientes. Resguárdate, si es que hay algo que te mueva todavía. -un rastro de incertidumbre, quizáÁnclate a esto que llamamos tierra que no hay agujero por donde colarse. Ya vino por la que fuiste y ahora regresa por la que dejó de ser. Mira que me alcanzó con sus ojos de sable. -La dulce muerte-

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Bajo la sombra de los árboles el largo sendero hacia tu llama última. En ese letargo de seguir o no marcando pasos sobre la tierra. De algún lugar ignoto me llegará tu voz con ecos lejanos de otras músicas. Cada quien en su quietud modela el vacío como barro o arcilla, le da un rostro un nombre, refleja su propia ausencia. No se miden los alcances de la muerte, el desierto que proyecta. Solo cuando alguien parte es que realmente vemos su verdadera dimensión y todo cuanto consigo trae. Para Homer Bernales In memoriam, mayo 30 de 2019

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Uno a uno han ido partiendo. Yo no sé si irme o quedarme. No hay pregunta sencilla al grado de dificultad que supone vivir. Permanecer no depende de nadie. Aunque no es fácil concluir si realmente se está. De eso da cuenta la vida que nos trae de los cabellos, caminando en puntillas o en zig-zag para no trastabillar. Qué puedo yo decir. No hay discurso que libere o aliente. Que nadie venga con cuentos, que todavía no sé si irme o quedarme, mientras uno a uno continúan partiendo. A Pachito, Rafael Cepeda Faciolince In memoriam, junio 6 de 2019

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Vamos cayendo livianos con las alas rotas. Moretones llevo en el pecho y un país desolado. El brillo de la muerte ha fijado sus coordenadas. ¿Quién puede estar a salvo bajo la sombra de la vida? Me dieron un paraíso por reino en el cristal de mis ojos. Como polvo caemos, y dispersos, ¿en qué otra tierra sembraremos cuando solo haya grietas en el alma? A Lizette Marina, mi hermana.

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No preguntes cómo estoy, podría mentirte. Nunca sé la respuesta cuando un verbo deja de significar. Estar o no es cuestión de ganas, de postura, del nivel de tus ojos al mirar. ¿En qué momento te volviste humo? Ya es hora de impedir que en vida te borres y seas un simple espectro que a nadie importe. Por eso no preguntes cómo estoy, si a ratos ni uno mismo sabe si de verdad se encuentra.

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33

Háblame de la muerte, amigo, tú que me llevas ventaja. Dime si es cierto de sus largos e inacabables trayectos, de sus noches sin días y viceversa, de estaciones donde nunca parte un tren. Dime si es cierto que el vagar sin rumbo no es cosa de locos, que no hay mayor belleza que la que esgrime su silencio. Si tropiezas con mi padre dile que no vaya muy lejos, necesito su mano que llego perdida. Háblame de la muerte, amigo, pues yo solo conozco el infierno y ese, está aquí sobre la tierra. A Juan Ramón García Marulanda In memoriam

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34

Mucho tenemos de la abeja y su odisea por escapar al verse atrapada en el marco de la ventana. Larga es su travesía de escalada en escalada pues siempre termina por comenzar. Mucho tenemos de la abeja que, cuando logra por fin su cometido, sale disparada no sabe dónde como sobreviviente de semejante hazaña. Así nos afanamos por vivir algunos.

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35

Detrás va mi hijo. Treinta años de mi vida que han pasado. Pedaleamos por absurdas calles y avenidas. Cada uno en su atemporalidad. No sé qué fuerza nos empuja hacia adelante, qué respuestas perseguimos. Una parte de mí me sigue y no es mi sombra, la que se difumina mientras avanzo. Detrás va mi hijo. El halo de mi vida que continúa girando. Atemporales. A Ricardo Selim

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Cada día que pasa es uno menos. Tira de las palabras que no demora el olvido. Es tarde ya. Tarde porque todo siempre fue temprano. El tiempo equivocó tu suerte. Tarde nuevamente los besos, la edad sin edad del corazón. Fue el azar, la ruleta ilusoria de esta vida. Fue todo y fue nada. Tarde ya para cualquier verbo que te conjugó. Cada día que pasa es uno más sin explicación alguna. Atados por las mismas cadenas.

Maneras de decir

I 53


37

Que no te sientas dueĂąo de las palabras. Una vez salidas de tu boca no son nada tuyo. Cuida de la palabra proferida. Todas marcan un destino. Hay aquellas que salen de falsos dioses, como si no fuĂŠramos demasiado mortales. Mira bien, pueda que algunas regresen como dardos y te seĂąalen. Y como el pez, mueras por la boca.

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CODA

Cuesta creer que todo se resuma a un abrir y cerrar de ojos. Estás plantado sobre el plomo de un universo que no respira. Tanto misterio nos rodea. Y aquí estamos. Así nos dejan, como un trapo que se tira en un carrusel sin límites a insubordinado dolor.

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* Todo va quedando atrás en esta vida. No esquives la mirada. Escucha el tono sostenido de las cigarras. Lo que viene del mar no siempre regresa. No arañas la arena para buscar palabras ni rescatar la infancia en la concha del chipi-chipi*. Se araña la vida misma. Escarbas dentro de ti tesoros que ya no existen.

*Chipi-chipi: especie de molusco marino comestible.

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* Alguna vez alguien me amó pero yo no estaba. No hay compañía que entienda tu soledad. Qué más da si haces lo indecible. No has ganado nada con ser feliz. Uno lo arruina casi todo.

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I 57


* Que no me sea ajena mi mano izquierda. Si de algo estuve sujeta ya he soltado las amarras. A la deriva va mi alma en esta jaula bella que llaman vida. Giro sobre mis pies que no divisan sitio alguno. He quedado flotando sobre un falso horizonte. –¿Hay alguien ahí? –¿Eres tú, hermana? ¿Con quién hablas en la ciudad desierta?

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* Sé que envejezco y no es por mis canas o esta voz que tiembla con los años. Basta mi cuerpo para empezar a desfallecer. Algo dentro me confiesa. Algo de mí que marca un fuera de lugar. Algo sin nombre, en pequeñas dosis, imperceptible, me trae a la consciencia que ya todo es diferente, que de a poco todo va cambiando, y no es por dentro o fuera de mi cuerpo donde ocurre, en toda la galaxia de mi espíritu y avanza como Dios supremo desconociendo regla alguna, borrándome sin piedad.

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I 59


* Allá van las palabras. Allá va su trino alado. Las que con tanto esmero armaste y con un soplo se esparcieron en nubes de viento, como palomas mensajeras sin destinatario alguno. Eran para ti, para tus esquivos ojos, para tus oídos desafinados. Palabras que no tuviste en cuenta y a rastras frente a ti pasaron, agónicas, suplicantes.

60 I Monique Facuseh




Contenido

De la tristura como una ficción capital

5

PARTE I 1

Es el último día del año 15

2

No suele llover en marzo 16

3

Aún la noche no cuelga 17

4

Con el tiempo todo 18

5

Probablemente 19

6

No siempre es el asesino 20

7

Crece bajo tus pies 21

8

Quisiera caer como la lluvia 22

9

Un libro abierto 23

10 En la vida 24 11 No hay nadie atrás 25 12 Padre 26 PARTE II 13 Diles que no me conoces 29 14 Lo que ha de pasar que pase 30 15 No debes culpar al deseo 31 16 A su manera 32 17 Esculpe la soledad 33 18 No puedes irte aún 34 19 En vida te acomodas 35 20 Hay libros por toda la casa 36

Maneras de decir

I 63


21 Hay días en que 37 22 Deja todo listo para 38 23 El cuerpo no lo es todo 39 24 Siempre lo quise 41 25 Ahora que eres silencio

42

26 Cada día es más difícil que te distingas 43 27 El mundo está sordo 44 28 Ocúltate 45 29 Bajo la sombra de los árboles 46 30 Uno a uno han ido partiendo 47 31 Vamos cayendo 48 32 No preguntes cómo estoy 49 33 Háblame de la muerte, amigo 50 34 Mucho tenemos 51 35 Detrás va mi hijo 52 36 Cada día que pasa 53 37 Que no te sientas dueño 54 CODA 55

64 I Monique Facuseh


Este libro se terminรณ de imprimir para Ediciones Exilio en el mes de marzo de 2020 en los talleres grรกficos de Gente Nueva Editorial en el barrio Teusaquillo de Bogotรก.



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