XIX FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE CALI. MEMORIAS 2019. Septiembre 2019. 195 páginas

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XIX Festival Internacional de Poesía de Cali

MEMORIAS • 2019




La PoesĂ­a en Cali es brisa que susurra en verso



MEMORIAS


Maurice Armitage Cadavid Alcalde de Santiago de Cali Luz Adriana Betancourt Lorza Secretaria de Cultura María Dolores Martínez Coordinadora Red de Bibliotecas Públicas de Cali Alejandra Arias Coordinadora de Proyectos de lectura, escritura y oralidad, Red de Bibliotecas Públicas de Cali Humberto Jarrín B. Director Festival Internacional de Poesía de Cali Juan David Ochoa y Clara Charria Coordinadores de Talleres Milton Fabián Solano Coordinador de Tertulias Coordinación editorial: Humberto Jarrín B. Diseño y diagramación: AgenciaUao - Estudio Creativo Social, Universidad Autónoma de Occidente. Impreso en: Ográficas Impresores ISBN: 978-958-52162-2-8 Memorias del XIX Festival Internacional de Poesía de Cali, 2019 y Ganadores del XIII Concurso de Poesía Inédita de Cali 2018.


CONTENIDO Presentación Prólogo Poetas invitados Camila Charry Abderrahman El Fathi Karolina Urbano Fredy Chikangana Silvia Eugenia Castillero Jorge Eliécer Ordóñez Betsimar Sepúlveda Luis Aguilar Carlos Fajardo Fajardo Andrés Neuman Felipe García Quintero Luz María Chavarro Antonio Zibara Georgia Kaltsidou Hugo Jamioy Juagibioy Omar del Valle Astudillo Ninoska Laya Pereira Fernando Chelle


Daniela Villa-Ríos Bernal Jaime Núñez Morales Ángela Camila González Esteban Benavides Giraldo Natalia Arias Olave Cristhian Arcos Ortiz Sahateé Salazar Muñoz Ganadores XIII Concurso de Poesía Inédita de Cali 2018


PRESENTACIÓN La Poesía en plena Temporada Al llegar a su mayoría de edad en esta décimo novena versión, el Festival Internacional de Poesía de Cali se ha consolidado como un certamen de creciente importancia, con toda una serie de actividades que incluyeron recitales de poetas internacionales, nacionales y locales, charlas, coloquios y debates sobre distintos temas alrededor del quehacer poético y la vida literaria en general, el XIV Concurso de Poesía Inédita de Cali –que de nuevo se ha convocado en cinco categorías–, talleres en sedes de la Red de Bibliotecas Públicas de Cali, así como en diversas universidades e instituciones educativas y culturales, y toda una serie de eventos llamativos y abiertos al público convocados por las Tertulias y Grupos poéticos de la ciudad. Por otra parte, y con la plena convicción de que los mejores seis meses del año se viven en nuestra ciudad, recientemente hemos echado a rodar la Temporada de Festivales de Cali, con más diez eventos de talla internacional –de la cual forma parte este festival de poesía– que le recuerda a los caleños la importancia que tienen sus eventos, la cantidad de asistentes que atraen, los turistas que llegan, el comercio que mueven.

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Queremos que un caleño que vive lejos o una persona que no conoce la ciudad, se anime a venir. ¡Esta Temporada está para que alquilen balcón en Cali y se dediquen a disfrutar de la alegría y la cultura de La Sucursal del Cielo!, reconocida como el destino cultural de Sur América este 2019 por World Travel Awards. Luz Adriana Betancourt Lorza Secretaria de Cultura

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PRÓLOGO Muchos y variados son los personajes del paisaje y de la cultura de Cali: están sus ríos, sus montañas, sus tardes camaleónicas sobre los Farallones, la luz de las cinco de la tarde que hace guiños entre los párpados de los árboles en las avenidas y en los parques. Y entre ellos, hay uno omnipresente y cotidiano, uno que de manera traviesa los atraviesa a todos: la brisa. La brisa es la poesía de los elementos, la poesía es la brisa que susurra en verso, una y otra gozan de una similar naturaleza; son aéreos pero tocan el suelo, se entrometen entre los asuntos humanos, entre las cosas y seres del mundo, lo deambulan y lo agitan con sirocos y polvaredas. A esta presencia voluble y envolvente deseamos exaltar en la XIX versión del Festival Internacional de Poesía de Cali, porque por estos días de septiembre a la brisa de Cali se le añade el verso, al viento el poema, de ahí que nuestro lema para el 2019 sea: La Poesía en Cali es brisa que susurra en verso Este lema, con fuertes resonancias espirituales y sonoras con el haiku, lo compartimos con los poetas invitados a nuestro Festival, y ellos gustosa y generosamente han dejado que su palabra poética también se llene de aire y planee jubilosa con la brisa verbal que hay al interior de estas páginas. A usted, apreciado amigo, amante o cultor de la Poesía, lo invitamos entonces a que participe de los versos que 12


desde distintas naciones nos han llegado luego de tomar vuelo y que son, al tiempo, de una sola república: la de la Palabra humana. Y usted, Poesía colibrí que goza de un movimiento al tiempo estático y eterno, Poesía, diminuta estrella, luciérnaga que alumbra en medio de la oscuridad, usted, Poesía, deidad aérea, diosa eólica, pase y tómese calles y espacios y sírvase irrigar con sus vientos a esta ciudad que necesita de otros aires. Revuelva cabezas, arrastre nubes, pierda pañuelos, agite faldas, resucite hojas, bote sombreros, y que de su pájara esencia y de su volátil misterio disfrutemos todos. Humberto Jarrín B. Director Festival Internacional de Poesía de Cali

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POETAS INVITADOS



Camila Charry Noriega Colombia


Camila Charry Noriega. Bogotá, Colombia. Es profesional en Estudios literarios y aspirante a maestra en Estética e Historia del arte. Ha publicado los libros Detrás de la bruma; El día de hoy; Otros ojos; El sol y la carne y Arde Babel; este último re-editado en Guatemala y México en el 2018 y 2019 respectivamente y el libro Materia iluminada, poesía escogida, en edición bilingüe, español-francés en el 2019. Es co-editora del fanzine La trenza que aborda la poesía y el ensayo escritos por mujeres en Colombia. También hace parte del comité editorial de la colección de poesía y literatura Respirando el verano. Ha participado en diversos encuentros de poesía y literatura en Colombia, América, Europa y África. Algunos de sus poemas han sido traducidos al inglés, francés, rumano, polaco, portugués, árabe e italiano. Es profesora de literatura española y latinoamericana.

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Patria El niĂąo recoge espigas de sol. Vuelve sereno y cantando por el campo. Revienta sobre su cuerpo el fusil del asesino; lo embiste la noche. Vuelan por el aire sus ropas como banderas de una patria con cualquier nombre.

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Centro de la casa Finalmente descubrimos que corremos en pos de sombras tan efímeras como inconsistentes y no podemos encontrar nada que sepa satisfacer a la nostalgia… Arthur Schopenhauer

La casa queda en la frontera. El salitre sustituye la materia que los ojos en otro tiempo llamaron luz. Sobre la piedra hundida el salitre, por el peso de la hierba se coagula. Hemos olvidado todo. Quisimos echar el río atrás, devolverle a los huesos su peso, recobrar el aire que los suspendió un momento y los batió ahogados entre la carne que se hacía recia. Pero la casa en la frontera fue devorada por la hierba y las fieras la habitaron. Las vimos acomodarse, abrir sus fauces, tajar lo que quedaba. Nos sucedieron y olvidamos. La médula rebanada bien adentro, siempre fue el centro de la casa.   19


Segovia Los perros también se acercaron pero el hedor los alejó, a ellos, que han aprendido a destilar de lo amargo el amable vapor de la belleza. El cuerpo ladeado se entregaba al abismo suspendido de una rama, sus pies se sacudían bellamente, la cabeza inclinada hacia los ojos de sus padres parecía vieja, aguerrida en ese cuerpo hinchado y extraordinariamente joven. Abierto el vientre dejaba ver la sangre seca que retenía los órganos como una mueca generosa de la muerte. Los padres se balanceaban abrazados tristísimos sobre sus propios pies bailaban al ritmo del cuerpo que pendía de la rama.

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La belleza De lo bello nos conmueve su feroz manera de palpar la herida que es el hombre. Esa es la belleza; a la intemperie aceptar de ojos abiertos la vastedad de lo que llega. Voluntad ciega que nos eleva fuera de los signos, que nos iguala al parto de las cosas llamadas a durar apenas el instante en que se duelen pero cantan.

 

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Meditación Aquí fumando, mal hábito deseado, el letargo es contingencia. Estirar la mano entre el humo y el cenicero, amputar la ceniza y de la incisión extirpar el signo. Los malos hábitos se aprenden a escondidas, mirar bajo el vestido de una monja, en el vino encontrar la salvación y ante el gesto generoso de los hombres confirmar la inexistencia de Dios. Pertenece al artificio, a la civilización, el escándalo. Por acá, solo el humo que fluye, la pena del fósforo que no atina al cuajo. Cuánta carne sobre la tierra. Cuántos coágulos.

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Apariciones Qué mueran los dioses, pero no ese temblor de las hojas donde nacen. Nicolás Gómez Dávila

Como signos los dioses, su voz sin polvo en las palabras su voluntad que se vacía y reverbera sobre la vegetación después de la lluvia; su ardor en el corazón de mi perro que palpita; en el reverso de un derrumbe que quiebra la razón de lo dispuesto a caer. Están los dioses en las cosas más sencillas. En la tenacidad del sol que incendia la tarde y muere trágico sobre la carne y en los ojos. En el cuerpo que se hunde entre la hierba agitada por el viento que ondula; en esa limpia ceremonia que es abrirse el pecho y pasar lenta la lengua hasta que ese tentáculo prodigioso de las entrañas descosa la canción.

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Abderrahman El Fathi Marruecos


Abderrahaman El Fathi. Catedrático y Jefe del Departamento de Estudios Hispánicos en la Universidad Abdelmalek Essaadi de Tetuán Doctor en Filología Hispánica. Ha publicado en poesía, entre otros, los siguientes libros: Abordaje; África en versos mojados; Primavera en Ramallah y Bagdad. Volver a Tetúan. Su poesía está incluida en La paz y la palabra. Letras contra la guerra, (Madrid, 2003); 50 cartas a Dios, PPC Editorial, (Madrid, 2005); Vocesdelextremo, poesía y magia, Fundación Juan Ramón Jiménez, Huelva, 2009. Entre los premios recibidos se destacan Premio Rafael Alberti de poesía. Embajada de España en Rabat, 2000. Premio Ibn Al Jatib de creación literaria. Granada, 2010. Premio La Barraca de cooperación internacional y creación literaria. Diputación de Cádiz, 2011.

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[Evocaré mañanas de caricias] Evocaré mañanas de caricias lamentaré furtivos besos que nunca pude legarte, invadiré mi vida de ti de la ausencia temblorosa, esa fútil emoción alargada como rizos de agua en la despejada lluvia, en la inquietud de vida huésped de la corteza cautiva de tu mirada.

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[Pensé que regresarías] Pensé que regresarías serena, para abrazarme, calmar la frialdad de tu ausencia como estaca, las mañanas de asfalto con olor a cauce en tu mirada como nube obsesiva que agita mi lluvia como ausencia de silencio en ese ritual del viento con melenas rojizas cuando el cielo se peina en el espejo de tu mañana.

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[Dibujé tu mirada] Dibujé tu mirada a la altura de tus besos, en cada caricia, en el otoño de tu ombligo, al caer la noche y en el cielo de tus ojos.

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[Para qué vale amar] Para qué vale amar si no lo cuentas.

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[Te busco en cada verso] Te busco en cada verso, en la noche quebrada, en el suspiro imposible de una mujer enamorada, en la plĂĄcida soledad de una canciĂłn de amor, te busco y me consumo como un hombre enamorado.

 

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[Fronteras de amor] Nunca una frontera abarcó tanto dolor. Qué frontera más ancha qué noche más tensa en tu frontera, qué silencio más denso. Esta noche caminaré descalzo en tu frontera me indignaré en silencio en tu frontera.

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Karolina Urbano Guzmรกn Colombia


Karolina Urbano. Pasto (Colombia), 1974. Profesional en Filosofía y Letras por la Universidad de Caldas, Magíster en Filosofía por la Universidad Nacional de Colombia. Realizó estudios de Maestría en Literatura Española y Latinoamericana en la Universidad de Buenos Aires donde reside. Ha sido docente en diferentes universidades de Colombia. Miembro del Comité Editorial de la Revista de Poesía Luna Nueva y del Grupo de Estudios Sobre Colombia y América Latina GESCAL PLED. Dirige la editorial Ojo de Poeta. Ha publicado los libros: Cómo hablar de lo indecible con alguien imposible (2014) de microrrelatos y ganador de beca de Estímulos Alcaldía de Cali 2019, Los colores de van Gogh (2014) y La pipa del amor (2016), (2018) de poesía.

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2 En el amor no hay final ni principio. El amor cabe perfectamente en el universo de una sucia lata vacía es cuestión de llenarla de mar, rebosada de lluvia se derrama en su ebriedad. Entre más llena más vacía no tiene nada de tenerlo todo. Así el que ama demasiado es el más solo. Vacía y llena todo el tiempo como el que llora de amor o desamor hace lo mismo es la misma vieja lata en un rincón cualquiera abandonada el día que fue bautizada con fecha, con nombre, con punto, capaz de iluminar o arrasar de golpe -como la fe que mueve montañases solo una palabra que el hombre convierte en milagro

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3 Recibo el poema como el pan me alimento, me saboreo me regocijo. ¿Qué cuerpo puede resistirse a la tentación del hambre? El deleite la saciedad es la exageración de los gestos ante la palabra muda. El amor es como el poema comen del mismo cuerpo y rondan la misma soledad del águila que acecha al espantapájaros como si fuera su presa.

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16 Escucho los hombres que se aman en el piso de arriba imposible ignorarlos los audífonos no aíslan la curiosidad del voyeur intento imaginar la escena solo consigo retratos de noche barata. Los he visto en el ascensor con los ojos brillantes y las marcas del sudor mal lavado en los pliegues de la camisa. Los miro sin mirar saben que los escucho por eso muerden sus labios sonríen y achinan los ojos. Antes de salir del ascensor me dicen: “que tengas un buen día”.

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Los colores de Van Gogh Tu destino depende del color de los sentidos, el gris se unta de sombra y recuerdo es la agonía de los días, una cadencia de sueños. Tus pies descalzos viajan por la brasa azul de las estrellas y no te conducen al mar. Tal vez si no hubieras tocado el ocre el rojo–marrón, rojo–pardo de tu alma que sembraste en las mejillas en los labios en los olores de prostíbulos y pieles descarnadas, podríamos tejer tu suerte con las fibras del lienzo. Pero quisiste huir por la ventana iluminando tus ojos con el trigo.

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El sabor de las cosas Bajo la lluvia los olores penetran el sabor de las cosas la dureza de estar la fragilidad de vivir, como un natural instinto en forma de corteza. Distinta es la savia bestial enrarecida que sale de lo humano, un humor que confunde y altera el orden natural de las cosas. De ahĂ­ que entre las enramadas olores silvestres se identifiquen con los muertos, como un natural instinto contra el olvido.  

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Diles Diles que necesito creer pintar banderas y estocadas en la ruinosa ciudad a la deriva. Diles que la soledad es un pájaro escondido en las entrañas del silencio un aleteo simple y constante que alimenta a los mortales. Que la noche es blanca como el eco de un rubí en labios de centeno pálido territorio de recios durmientes enloquecidos de deseos que no llegan a la voz. Si no basta diles que aprendí a ignorar los sueños domesticados de un país lejano.

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Fredy Chikangana Colombia


Fredy Chikangana. Su nombre en lengua indígena es Wiñay Mallki/ raíz que permanece en el tiempo. Poeta y oralitor Quechua, de la Nación Yanakuna Mitmak, del Cauca, Colombia. Premio de Poesía Universidad Nacional 1992, Premio Poesía Nosside de Poesía Global Multilingüe, Italia, 2008. Ha participado en eventos nacionales e internacionales de poesía en lenguas indígenas y sus poemas han sido traducidos al italiano, francés, inglés, rumano, portugués, alemán. Ha publicado los libros: Kentipay llattantutamanta/ el colibrí de la noche desnuda, año 2008, Samay Pisccok pponccopi muschcoypa/ Espíritu de pájaro en pozos del ensueño, año 2010, Voces de Abya Yala, 2012. Ha trabajado en el fortalecimiento de identidad Quechua Yanakuna Mitmak y la “oralitura” que comparte con hermanos nativos en el Continente Americano. Su trabajo ha aportado a la recuperación y construcción de espacios sagrados como es la “Yachay Wassi” que significa casa del saber y la palabra en el sur de Colombia.

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Yakucunamanta Sucay jahuapi yakuk mucmikuk Suttin-rimay huauk: «paylla yakucuna atipay upallalla rimay Hayk´a yupayuyay…». Pi-maypas suttin-rimay animasachachaymanta «yuyaycuna ancha mica Ima yakucuna acllay upallay…».

acumanta

De los ríos Navegando sobre un río silencioso dijo un hermano: «Si los ríos pudieran hablar, cuánta historia contarían…». Y alguien habló desde lo profundo de esa selva misteriosa: «La historia es tan miserable que los ríos prefieren callar…».

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Wayrayaripay Wayrayaripay apamuy shimicuna huañukcunamanta shimicuna llaquiscca illanmiri yaycuchiycunaima k´atcuraykuna punkuchayaqque shimicuna ima chacal sonccoy yuyayri caru-carumanta anchacuna pisiri nuqamantacay cchallallacuna yaku pisicausak illay.

Sonido del viento El sonido del viento trae la voz de los muertos la voz triste y ausente la que se mete por las rendijas de la puerta astillada la voz que atraviesa mi corazón y recuerda desde lo más lejano lo mucho y lo poco que soy la leve agua de la vida y la ausencia.

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Palabra de abuelo Palabra de abuelo: «No sigas a ese pájaro gris que es espíritu y lleva al despeñadero», –es pájaro de muerte. Palabra de abuela: «No juegues con fuego que hace orinar en cama», –es frío dentro de cuerpo. Palabra de taita: «Haz caso al abuelo» –hay que pagar pa’ cazar. Palabra de mamita: «Haz caso a la abuela», –hay que pagar para jugar con el fuego. Palabra de pájaro gris: «Abuelo de mal agüero», –es hombre desconfiado. Palabra de fuego: «Abuela de mal presagio», –es mujer maliciosa. Palabra de mi corazón: «Bienvenido el misterio», –alienta este canto.

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Puñado de tierra Me entregaron un puñado de tierra para que ahí viviera. «Toma, lombriz de tierra», me dijeron, «Ahí cultivarás, ahí criarás a tus hijos, ahí masticarás tu bendito maíz». Entonces tomé ese puñado de tierra, lo cerqué de piedras para que el agua no me lo desvaneciera, lo guardé en el cuenco de mi mano, lo calenté, lo acaricie y empecé a labrarlo… Todos los días le cantaba a ese puñado de tierra; entonces vino la hormiga, el grillo, el pájaro de la noche, la serpiente de los pajonales, y ellos quisieron servirse de ese puñado de tierra. Quité el cerco y a cada uno le di su parte. Me quedé nuevamente solo con el cuenco de mi mano vacío; cerré entonces la mano, la hice puño y decidí pelear por aquello que otros nos arrebataron.

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Espíritu de pájaro Estos son cantos a la Madre Tierra en tono mayor, son susurros que vienen de bosques lejanos, aquellas palabras esquivas que buscan ser gota en el corazón humano. Son tonos suaves, como si dijéramos: «Vamos en silencio por los caminos húmedos de la vida, la hierba de la esperanza nos saluda entre la noche y sus sombras, nuestras huellas se abrazan a la tierra y el granizo canta entre las hojas del árbol. Somos el fuego de estrellas que se desprenden de la bóveda azul anunciando el nuevo tiempo, aquí estamos tejiendo el círculo de la mariposa amarilla, sembrando agua en los lugares desiertos, en fin, somos espíritu de pájaro en pozos del ensueño».

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Aún tenemos vida en esta tierra Mientras ellas muelen el maíz amarillo sobre la piedra nosotros cantamos con flautas y tambores de venado reímos y nos embriagamos sin prisa despedimos al sol que huye entre las montañas. Reímos y danzamos con flautas entre las manos nos vamos metiendo hacia el fondo de la tierra, por ese ombligo tibio que arrastra y nos lleva a la memoria a ese espacio donde habitan nuestros muertos, que nos reciben con alegría: «¡Bebamos!», dice taita Manuel, «y que viva el maíz». «¡Bebamos!», dice mama Rosario, «y que viva la tierrita que nos calienta». Y mientras danzamos sobre los surcos, reímos y cantamos con nuestros muertos, con flautas ahuyentamos las penas y con chicha endulzamos las noches. «¡Bebamos sin pena!», gritan, «que aún tenemos vida en esta tierra».

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Silvia Eugenia Castillero MĂŠxico


Silvia Eugenia Castillero. Profesora investigadora del Departamento de Letras del CUCSH de la UdeG. Ingresó al Sistema Nacional de Creadores de Arte de México en 2007. Autora de los libros poesía Como si despacio la noche (1993); Nudos de luz (con serigrafías de Rigoberto Padilla, 1995); Zooliloques, (bilingüe traduce al francés de Claude Couffon, 1997);. Eloísa, (con traducciones al francés 2012, e inglés 2014); Atrios (2018); En esa delgada separación (2019). Acreedora de uno de los premios del Certamen Internacional Letras del Bicentenario Sor Juana Inés de la Cruz 2011, en el género de poesía, con el libro En un laúd –la catedral (2012). Asimismo fue finalista del III Certamen de Poesía Festival de la Lira 2011, de obra publicada, en Cuenca, Ecuador, con su libro Eloísa. Actualmente es directora de la revista literaria Luvina de la Universidad de Guadalajara.

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El buitre Está enjuto y comprimido, calvo de tanto encierro. Todavía conserva su capa negra bordeada de armiño y su mirar penetrante, pero la vejez se advierte en su piel, plegada en sí misma sin poder ceñir el gran volumen de antes. En su celda hay unos cuantos troncos que simulan un banco; ahí trepa y permanece con su espinazo cada vez más doblado. Aún percibe las corrientes de aire, despliega sus alas y vuela como lo hacía en tiempo de hazañas, cuando se abandonaba a las columnas de viento cálido agitadas entre las rocas, hasta ascender muy alto en espiral. Pronto estrella su cuerpo desplumado contra los barrotes y el ímpetu cesa. Los guardias acuden a causa del ruido, él retrocede, se finge minúsculo y esconde su corvo y filoso pico. Se ha vuelto temeroso, lento y opaco en sus furores. Desde su captura le suspendieron la carne para volverlo prudente, su palidez de vegetariano le da aspecto débil, parece un cuervo melancólico perchado de un árbol seco.

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Tajo Tiene que haber sido el mar con su furia. Arrastró de tajo las formas, la lengua, la plegaria matinal. Tiene que haber sido esa descomunal fuente de cristal en pedazos. Labriego insoluto, huérfano océano desbordó la intimidad; rabioso horadó los herrajes de la noche. Furia venida del espesor de arenas y rocas. Con su perfil de resaca nos dejó sin costa, sin muelles, en la abstracta posición del alba.

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El alto cedro El alto cedro se desprende en ramas heridas, ramas desvaneciendo entre savia, ramas ardientes, madera astillada y hueca, vacía su médula por el fuego. Incisivo. El alto cedro posee entre sus ramas un águila, o tal vez un nido de águila; el recuerdo del águila y su nido, el vuelo más alto del águila. No el águila. Posee en la claridad de su brillo, de su incendio —en su propio corazón que arde en cientos de lascas— los rayos del sol, el resplandor del sol, las tribulaciones del recuerdo. El águila madura —en vuelo— alegre en su disolución. Entre el querer y el deseo arde ella, arde en el alto cedro, arde embelesada. En el alto cedro, en el abismo —entre recuerdos— como vuelo de águila. Como en un nido. Arde.

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La mirilla Frieda llega turbia a la habitación: llega a qué. Mirarlo a él por la mirilla. Frieda no lo ve, lo sueña. Dice decir, qué. Dice que la llama, que la seduce. Dice cuándo, dice para qué. Frieda se detiene en el muro, entre la cerradura y la invención. Pero adentro él dormita. O distraído duerme. Dentro hay un bosquejo de hombre. Una idea de aquél que consiguiera existencia gracias al nombrar de Frieda. Alrededor los otros la miran, la creen, la sienten. Todos saben del misterio. Todos ignoran de Frieda su procedencia. Tiene como rostro de ángel. Lleva como un rastro de miseria. Una fealdad seca; una sonrisa forzada. La obstinación de imponer su sueño la vuelve bella.

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En esa delgada separación Las mujeres vivimos pegadas a las paredes flotando pálidas, las faldas ahuecadas por las sombras. Lavamos la blancura para que suelte sémola y en el invierno se ponga gris y áspera; de mañana los cántaros vacíos nos acompañan a la cañada por el agua, vamos con la blusa fruncida para cubrir los senos, el vientre hinchado ya no tiene levadura sólo rencores crecidos. Hay un hombre que viene todos los días, se agazapa detrás de las ventanas, debajo de la mesa y en las noches de lluvia entra en mi cama, va tejiéndome hoyos en mis medias de lana, flores en mi delantal liso, sus dedos se alargan cada vez hasta tocar mis talones. El bigote le crece y llena de suspiros la casa, pero al amanecer tiene la cabeza cortada y dentro una vela para alumbrar el hueco de sus ojos ausentes.

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Un cangrejo Desde el ventanal colgado el paisaje se empolva, el foco pende y columpia la luz, única señal en el caserío, sólo esa luz moviendo la noche. Horizontal teje colores ocres, casi escuchamos rumiar animales; es la luz que atrae palomillas, cigarras, mosquitos. Este vaivén de tonos, este delirio del tiempo me recuerda el tatuaje de tu pecho, un cangrejo corriendo entre los dos, perdido en tus poros, sumergido en tu sudor; se mostraba sólo en los abrazos cálidos, pasaba de tu piel a la mía para luego ausentarse por semanas. El día en que volvía era como sanar una herida que sangraba con frecuencia, hasta que se encajó mar adentro, dejó su huella en tu piel. Se robó tu pulso; no sé con qué ademán agrietó tu cuerpo, la casa, el pueblo. Todos se fueron, sólo el foco como un péndulo captura la brisa y arremeda la marea, dibuja con sus sombras una telaraña de días y noches, un ritmo con la cadencia de tu respiración.

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Colombia

Jorge Eliécer Ordóñez


Jorge Eliécer Ordóñez. Nacido en Cali, 1951. Licenciado en Filología Española, Uptc, Tunja. Magister en Literatura Hispanoamericana del Instituto Caro y Cuervo, Bogotá. Miembro fundador de la Corporación Literaria Si Mañana Despierto y de las revistas literarias Rosa Blindada y Calipoema, Cali. Libros de poesía, entre otros, son los siguientes: Ciudad Menguante (1991; 1996). Vuelta de Campana (1994). Brújula Insomne (1997). Farallones (2000). El Puente de la luna (antología personal, 2004). Exiliados del Arca (2009). Manuscrito de Sísifo (V Premio de Poesía, UIS, 2013). Cuerpos sobre campos de trigo (XV Premio Nacional de Poesía Eduardo Cote Lamus, 2014). La Tarde no Cae (finalista en el Premio Nacional de Poesía, Ministerio de Cultura, 2015). Nombrar el día (2018).

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Ciudad En el ápice de la escalera peatonal, la mujer con cara de ángel y piernas de elefante, hace sonar unas pocas monedas, no habla, es casi un árbol, herido en su corteza. La soledad del mundo, el cuenco de su voz en ese cuerpo enfermo que se exhibe sin pudores, al paso esquivo de los transeúntes, como si fuera un trofeo de la muerte en su hueso escondido. Llueve sobre el parque del trópico las aves, entreveradas en los zapatos miran compungidas el paisaje, los periódicos impúdicos exhiben la muerte de primera página, un hombre es convertido en estatua de sal bajo el semáforo. Todo busca su instante: el caballo mecánico que gira en los espejos, la mano invisible del ladrón en algún cuerpo. La ciudad tiene un ritmo inesperado, en su color salmón bajo los puentes, igual puede fraguarse un crimen o un abrazo. Cuando anochece y se desatan las fieras el miedo se atrinchera en los umbrales.

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Antes de la cólera Casas de bahareque carcomidas por las polillas del verano, algunas cometas fatigadas por el viento. Se desvanece el día, animal cansado en los andenes. Un almendro palpita en la fermentación de las calles, hasta el silencio deja oler su caparazón abandonado, pájaros negros chacharean en la antena parabólica sobre el tedio que invade los jardines. Muchachos que alumbran solo por sus dientes se lanzan un balón de un lado al otro de la tarde. Brillan los ojos ciegos de las armas en la única cantina del contorno. Se entiende que debemos irnos, antes de la cólera, se rumora bajo el árbol de dominó que por el río ya no bajan peces, sólo despojos

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Tema para un tango Volver a casa con la intermitencia de un semáforo naranja, el corazón en ligero vaivén de péndulo en esa extraña incertidumbre de no saber si ha florecido el tulipán, si los peces duermen verticales bajo su luna de chatarra, si alguna ventana ha quedado abierta en la noche de hojas y rumores, y ante todo, mujer de los silencios, si aún me esperas después de mis inútiles travesías.

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Murciélago Esa sombra, precipitada sobre mi rostro en el balcón que zarpa al infinito, rozó mi cara. Un leve vértigo me produjo su espectro pero ninguna crónica habla del choque entre un furtivo murciélago y un poeta que sufre de insomnio. Así que poco a poco traté de reponerme, las bombillas de la calle peatonal, como pequeños platillos voladores, siguieron alumbrando el miedo y la desesperanza, el gato se mantuvo inquieto jugando con la cola, aún viva, del lagarto fugitivo, la polilla, en su astro de luz, hacia la muerte siguió revoloteando en las acacias. A estas alturas, el murciélago ha de mirar las cosas bocabajo recordando mi cara, en su lógica invertida, como un árbol de piedra, como un monstruo.

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Despertar de la adormidera: Cuando niños, la felicidad consistía en pasar los dedos por la adormidera, lenta cerraba sus hojas ante nuestro asombro, lo suyo era una danza, un fluir en si misma confiada en algún ritmo ajustado de antemano. Entre tanto el mundo seguía su paso de lluvia, de trueno, de cometa a otra velocidad, equilibrando el cosmos. Ahora que han pasado los años, con sus tormentas y su caudal de viento entreverado, he repetido ese pequeño ritual, en el ocaso, con algo de pudor, mientras pregunto: ¿qué mano o que música habrá de despertarnos?

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Impresión Esplendor de la tarde como un pájaro azul que posado en la rama se vuelve transparente. La nube solitaria convertida en delfín por el último roce del sol que se hunde en el agua. Un péndulo tenue se agita en lejanía, un cencerro tal vez o un balido extraviado. Pasado el viento la luz titila en el borde abismal de la montaña. Se aquietan los árboles mientras bandadas de loros bullangueros retornan veloces a su bosque. Aquí mi corazón como una esponja y mi mano tejiendo estas palabras con la pasión de un navegante solitario que empieza a remar hacia la noche. Al fondo, la ciudad abre sus trampas.

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Betsimar SepĂşlveda Venezuela


Betsimar Sepúlveda. Poeta y fotógrafa. Tiene cuatro libros publicados. Ruta al vientre azul (Venezuela 2004); Cadáver de Lirio (Venezuela 2006) Profesión de Fe (Colombia 2013). Parte de su obra aparece en antologías en México, Colombia, Venezuela, Perú y España. Ha sido parcialmente traducida al inglés, francés, portugués, italiano y árabe. Imparte talleres de escritura creativa en el centro cultural Comfandi y Promédico. Dirige el programa Poesía en la esquina del teatro Esquina Latina de Cali. Conduce el programa “Entre libros, arte y cultura” de la televisora de la Universidad del Valle. Desarrolla trabajo con comunidades en materia de reconstrucción de la memoria colectiva a partir de la escritura creativa.

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[De la nervadura abierta…] De la nervadura abierta de la luz cae un pájaro herido de cielo Desciende como ruina del viento trueno rojo en el fin de su vuelo Lloro la belleza de su canto desperdigado por la tierra Pero la tierra sabe que de pájaros y poetas se amasa la hostia en el hambre de Dios

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[Sobre mi lomo] Sobre mi lomo la soledad es una serpiente que muerde su cola Entumecida y alucinada hiende flores y plumas en la carne del amor Reconozco mi nombre en el eco obsceno en la permanencia del olvido Muero de miedo y mi soledad muere de mĂ­.

 

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[Tuve una vez un colibrí…] Tuve una vez un colibrí en la palma de mi mano bastaron unos segundos para que los latidos de su minúsculo corazón me revelaran el peso y color exactos de los océanos, los siglos, los vientos y los astros y fui su néctar y su altura. Al despegar la estrella fugaz de mis dedos quedaron dos chispas de pluma brillando en la geometría de las líneas de mi mano una tan efímera como la belleza otra tan frágil como el amor. Y fue así como vino un día la diminuta flecha de jade pequeño colibrí a enseñarme las eternas formas de la nostalgia.

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[Voy de la transparencia…] Voy de la transparencia a la luz el frío combate con sus siete rostros de ausencia con su palabra Nunca y sus crines blancas de hastío. Me tiendo boca arriba al sol a la orilla de ese horizonte impúdico anticipado y espléndido que es tu cuerpo y hay un temblor febril en la línea que nos diluye hasta adentro. Somos la proximidad áurea del delirio animal ya no sé si voy de la comisura de mi sed al vértigo de tu muslo primitivo o viceversa. Hazme de tu cuerpo bien sabes cómo hacerlo amor mío.

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[En lo alto de un pájaro] En lo alto de un pájaro se dilata el aire, traspasándose a sí mismo. Cruje el maderamen en la boca abierta de la eternidad brilla la tarde en su lento giro ascendiendo con sus huesos celestes hasta la pupila de aquel pájaro. Y se va recogiendo uno a uno el canto para hacerse memoria nocturna de la mujer que empuja el pedal del hombre que amansa la piedra. Hombre y mujer saben que nunca les faltará el alba si con ellos dos bastara para hacerse esféricos y constelados en lo alto de un pájaro.

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3 Mar, partir hasta los confines azules del último oleaje abrir mis venas a la belleza de sus criaturas quizás salvarme en la ingravidez de su alma. Hundirme en la insondable luz de sal ascensión circular de oxígeno evanescencia de huesos calma de algas en la garganta voz anegada de espuma zozobrar…si más no tiempo sólo silencio hundirse… …. y siempre el mar

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Luis Aguilar Martínez México


Luis Aguilar Martínez Poeta, ensayista, narrador, traductor y profesor de artes y letras. Autor de más de una veintena de libros de poesía, tales como Tartaria, Los ojos ya deshechos, La entranhable costume o El libro de Felipe, Decoración de interiores, Gatos de ninguna parte, Eyes already ruined, No quimio, Diario de Yony Paz, Los cuerpos imprevistos, Vampires never say good bye, Debe ser ya noviembre, entre otros, publicados en México y fuera de él. Buena parte de su obra está compilada en Verso Norte (2009); Los primeros once (2010); Versos veraniegos (2006); Poesía (2011); Trece mantis en un jardín germano/Dreizehn Mantis in einem deutschen Garten (2013); Caravansary (2014). Su obra poética ha obtenido distintos galardones como el Premio de Poesía Joven Manuel Rodríguez Brayda (1988); el Premio Internacional de Poesía Nicolás Guillén (2010); el Premio Internacional de Poesía Gilberto Owen, (2015); el Premio Nacional de Poesía Toluca (2015); el Premio de Poesía Tamaulipas / Juan B. Tijerina (2016). Ha sido traducido al inglés, francés, portugués, alemán, catalán, árabe y rumano.

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[Hablan de amor con la rapidez] Hablan de amor con la rapidez del relámpago y sostienen que la primera vista es definitoria [en esta isla la medición del tiempo es circunstancial desde que se detuvo el tiempo] se enamoran irreparablemente en los pasos que separan la ducha de la cama y en sus sueños sostienen que cuando dos se quieren poco importan distancias cartas de invitación o la salinidad del agua [salvo para llegar al otro si hubiera que andar sobre los mares] insisten en hablar de amor con persistencia de ola pero si no se puede toman otro baño opulenta comida una botella de ron y continúan la lucha ellos lo saben bien : el amor es la verdad más incompleta

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[En la oscuridad de los cines] En la oscuridad de los cines alquilan su cuerpo como alquilar habitaciones y ven sin pudor a los que se besan en las filas apartadas mientras recuestan el peso de su sexo en una dentadura fugaz que por ahora define el tubular deseo de sus bajos y el tacto adivina los altos contornos de su cuerpo en el resollar interrumpido por el salivar profuso el amador dice algo sĂłlo para ocultar el desacierto que tiembla entre sus labios el otro contrae sus pupilas para que no se le salga el alma por los ojos  

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[En ellos no hay peces] En ellos no hay peces ni cumple función alguna el agua y su misterio evolutivo [su nado mejor es la pacienciano guardan asombros en los ojos aunque los habitan dioses y mitologías derrumban portentos de piedra volcánica y son expertos en carencias -propias y ajenas sus sábanas no son algas azules ni espejean sus pieles en la piazza [aquí sólo hay parques -a vecesy siempre una heladeríasaben que la ternura es un pretexto para la seducción de perros apaleados se cree sí que estas criaturas no besan en la boca

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[Será que los oficios viejos] Será que los oficios viejos van volviéndose costumbre o la repetición del acto es la única certeza frente al habitante irrepetible de la cama lo cierto es que las manos dicen las mismas caricias las historias van sazonadas de sí mismas [tener a mano siempre un guión es importanteellos se han acostumbrado al encaje blanco que la fugacidad del mar confecciona a las mareas al placer que dejan sobre su sed de arena olas en fuga que alebrestan su hacer tras el desove acostumbrados al extraño duermen con una paz que asusta el extraño duerme siempre con la mitad abierta de los ojos

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[Edifican miradores de salitre] Edifican miradores de salitre sobre el océano necesitan que el nuevo visitante los sorprendan vigentes en las ínsulas del cuerpo sus caricias sin miedo navegan la espera como quien aborda una plaza castran el miedo con tacto de ángel dicen hola a algún desconocido: qué bueno que llegaste

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Mantel de tulipanes amarillos VIII A Roberto Juarroz

La ambición mudo de piel antes del año La congoja, a un abismo por esquina Los crótalos cambiaron el labial a su sonrisa Otra luna [ no naranja ] regaba el desierto que fue mar en otros senos La muerte no sólo nos detiene, Roberto: La muerte nos acaba La muerte no sólo nos detiene: nos acaba La muerte no sólo nos detiene: nos acaba, Roberto

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Carlos Fajardo Fajardo Colombia


Carlos Fajardo Fajardo. Cali, 1957. Poeta y ensayista. Magíster y Doctor en Literatura. Cofundador de la Corporación “Si Mañana Despierto”. Director de la Colección Pensamiento Estético Siglos XX y XXI y del seriado audiovisual Vida y obra de Artista. Ha publicado varias obras de poesía, entre ellas: Origen de Silencios, 1981; Serenidad Sitiada, 1990, Veraneras, 1995; Atlas de callejerías, 1997; Tierra de Sol, 2003; Navíos de Caronte, 2009; Péndulo de Arena. Antología, 2013; Ínsula del viento, 2016; Bajo extraños soles, 2017, Las espadas de Dios, 2018. Autor de más de una docena de libros de ensayos entre los que destacamos el libro La brevedad de la línea de tu mano. La poesía de Tomás Quintero, 2018. Poemas y ensayos suyos han sido traducidos al inglés, italiano, ruso, turco, francés, serbio, polaco y portugués. Ganador del Premio de Poesía Antonio Llanos, Santiago de Cali 1991; segundo premio en el Primer Concurso Nacional de Poesía ICFES, 1984; Premio de poesía Jorge Isaacs 2003, finalista en el Concurso Internacional de Poesía Paralelo Cero 2016, Quito, Ecuador; Primera Mención en el XX Premio Latinoamericano de Poesía Ciro Mendía, 2016, Colombia.

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La tierra traía aromas de helechos Al mediodía oíamos las maderas de los árboles, su sonido entrando a nuestra casa. Los hermanos se unían a ese coro que cantaba junto a nerviosos insectos. Las telarañas se acumulaban en las alcobas y fuertes palabras se decían sin ninguna moderación. En diciembre las hormigas se volvían más temibles, los reinos del agua hablaban con las piedras del río y la tierra traía aromas de helechos. Cantábamos casi sin edad. Bastaban pocas palabras, espejismos de hembras en las orillas rumorosas. No era todo lo que en realidad deseábamos, pero en los cuerpos de las jóvenes veíamos la luz, algo de alegría. Desde los matorrales espiábamos a las más bellas mientras el río les bañaba sus pechos, erectos como una bandera

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De la noche colgaban las estrellas De la noche colgaban las estrellas, se reflejaban en la laguna donde íbamos a pescar renacuajos. Cada captura era un trofeo. Comparábamos el tamaño de los renacuajos que aterrorizados chocaban en la bolsa de plástico. Luego los lanzábamos al estanque. Uno a uno a lo profundo iban cayendo, rayo a rayo morían de hastío. El viento hoy sigue azotando puertas pero ninguna estrella se refleja en el agua. Ahora somos nosotros los que con temor rayo a rayo vamos cayendo

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Barrio de inviernos Desde las colinas nuestras casas avanzan hacia una estación de bruma. La lluvia golpea las estancias secretas y el viento se extiende como mantel de plomo. Alguien cuida amapolas en el azotado jardín, frágiles maderos quemados en la aurora. En la profundidad de los recodos escuchamos a los muertos, oímos sus voces a la hora de la siesta. Mientras las casas permanecen bajo los golpes del agua la noche se roba el silbo de los pájaros, la eternidad del día. Luego, tendidos de espaldas bajo un cielo apacible, pensamos en nuestros vivos con su luna imantada, efímeros, como la hierba que crece.

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Torcaza de la infancia A Fernando José Fajardo F.

Es agosto. Elevamos cometas llenas de amor, paraísos extendidos al cielo, Torcazas de la infancia. ¡Controla la piola! grita el hermano. ¡Tírala fuerte para verla subir! Estrella cometa amarilla y azul desplomada ahora en el sótano de la memoria, violentada por las brisas traídas del mar en las tardes de verano. Aún sigues perseguida por los chicos de la cuadra cuando decidiste zafarte de mi voluntad de doce años.

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Tierra quemada De repente despertamos con temor al escuchar los truenos. -no es lo que pensamosEn las montañas suena el trino del pájaro junto al sonido de fusiles. Lo comentamos como guardando un secreto. El vuelo del chamón agita la tranquilidad del hogar. Es la tierra quemada por el sol impasible, los aullidos de los perros, el ruido de cañones y una madre nerviosa oyendo boleros en el crepúsculo. Miramos la montaña donde disparos inventan la patria.

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Silbido de la brisa Si la tarde enciende el fuego del crepĂşsculo las nubes penetran a la casa. En el jardĂ­n se escucha el silbido de la brisa y lagartos temerosos huyen entre sombras. Abiertas de par en par las ventanas dan paso a terribles avispas. Entonces las nubes caen a la mesa, narran historias de viajes, se mezclan con las frutas. Afuera las hojas murmuran. La cuadra, en el gĂŠlido viento, marcha con la noche.

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Andrés Neuman Galán Argentina


Andrés Neuman Galán Nació en 1977 y pasó su infancia en Buenos Aires. Formó parte de la primera lista Bogotá 39 y fue seleccionado por la revista británica Granta entre los mejores nuevos narradores en español. Recibió el Premio de la Crítica, el Premio Alfaguara de novela, el Premio Hiperión de poesía y el Firecracker Award, Resultó Finalista del Premio Herralde, alcanzó la shortlist del IMPAC Dublin Literary Award y obtuvo una Mención Especial del jurado del Independent Foreign Fiction Prize. Es autor de novelas: Bariloche, La vida en las ventanas, Una vez Argentina, El viajero del siglo, Hablar solos y Fractura; libros de cuentos: El que espera, El último minuto, Alumbramiento y Hacerse el muerto; poemarios: Métodos de la noche, El jugador de billar, El tobogán, La canción del antílope, Mística abajo, No sé por qué, Patio de locos y Vivir de oído; aforismos: El equilibrista y Caso de duda; del diccionario satírico Barbarismos; y del libro de viajes por Latinoamérica Cómo viajar sin ver. Sus libros están traducidos a más de veinte lenguas.

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Palabras a una hija que no tengo Entornaré tus ojos si prometes soñarme. Compréndeme, no es fácil velar por alguien siempre: a veces necesito saber que tienes miedo. Cuando sepas hablar, dame mi nombre; diciéndome papá habrás hecho bastante. En invierno no abrigues demasiado tu cuerpo de princesa, más útil y más noble es irse acostumbrando a resistir. Acepta golosinas de los desconocidos (no está el mundo como para negarse) pero apréndete esto en cuanto puedas: más frecuente es lo amargo, que te ignoren, y no los caramelos. Te enseñaré a leer fuera del aula y llegada la hora quiero que escribas «mar» sobre los azulejos del pasillo. Cuando cruces por fin la calle sola sabrás que el riesgo y la velocidad perseguirán tus días para siempre. No creas que en el fondo no soy un optimista: de lo contrario tú no estarías ahí cuidando que te cuide como debo. Como ves, desconfío de quienes no veneran el asombro de estar aquí, ahora. Existe la alegría, pero duele; tendrás que conseguirla. Y cuando la consigas tendrás miedo.

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La memoria del sauce Aprendí con mi abuelo a plantar árboles. «Los sauces necesitan más agua, Andrés, que vos, y sus raíces al principio no son demasiado profundas. A veces crecen rápido y otras veces se estancan en la tierra, asustados del aire.» Hoy no existe ni abuelo ni país ni tampoco ese niño, pero queda aquel sauce encorvado al que –me digo– Andrés, hay que cuidar, estas raíces frágiles, este miedo a la altura de la vida.

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Mujer leyendo Admirar es el verbo que dice en su doblez lo que despierta en mí tu quieta pose. Esa misma doblez está en tus pechos porque elevas el libro y lo sostienes juntando bien los brazos, plegando la atención. Me tienta imaginar el personaje al que estás abrazando, en qué adjetivos prefieres detenerte. Me entretengo calculando la pausa, la cadencia con que pasas las páginas: sonrío al comprobar que eres una lectora lenta, con rodeos de asombro o de pregunta. Quién pudiera de ti recibir esos ojos con el mismo deseo, con idéntica hondura. Eres lo que hace falta. Belleza meditando. Carne con su temblor y su sintaxis. Ese lugar en que la inteligencia y la sensualidad se hacen un nudo.

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Conversación en tres tiempos Al niño que yo fui le diría en voz baja: esa rabia se puede dibujar, los muñecos que robes harán ruido, un hemisferio tuyo va a ser huérfano. Al joven que ya dejo le diría: no creas que en el tiempo hay un mensaje, correr es impuntual, elijamos camisas de colores absurdos. Al viejo que seré le pediría que me recuerde así, arrugando papeles para tantear su cara, que por favor me cuente si va a venir despacio.

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La otra vía Un poema no acude a un solo andén. En la estación que sabe demasiado lo que quiso decir, descarrilan los trenes.

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[El talante del día…] El talante del día, tan ocioso, invita más a estar que a ser. El viento lleva hojas, quisiera barajarlas, a unas las aquieta, a otras las elige para un vuelo fugaz hasta el cristal de la ventana. El silencio desmiente el movimiento. Quizá te dormirías, si no fuera imposible dejar de abrir los ojos para que se te colmen. Hay algo de oro viejo en cualquier tarde y en toda paz, otoño: el tiempo es la belleza resistiendo, a punto de gastarse, en fuga ya. Un hilo iluminado transita por tu acera. Se van de ti las hojas, oscurece.

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Felipe GarcĂ­a Quintero Colombia


Felipe García Quintero. Docente titular de Comunicación Social de la Universidad del Cauca. Autor de ocho libros de poesía, los primeros seis compilados en La piedad (19942013), publicado por Mantis Editores en Guadalajara. Valparaíso México publicó Algún latido en su colección Nueva Biblioteca Hispánica y Ediciones Santiago Inédito de Chile publicó Animal de ayer en 2018. En Argentina editó Mirar el aire (El Suri Porfiado, Bs As, 2016). Y Rafaelli Editore publica este año en Roma una antología personal bilingüe, con traducción al italiano de Emilio Coco. Obtuvo por concurso los premios Encina de la Cañada (España), Iberoamericano Neruda 2000 (Chile), y Eduardo Cote Lamus (Colombia).

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De noche (1) Corres, viento blanco, escapado del hueso huido. En todo late la huella sin piel del aire. Tu luz das al cuerpo desnudo. Y donde abreva el costado a oscuras de los dĂ­as, tu mirada, sin pausa, surca la tierra. La ceniza siempre serĂĄ nuestra.

 

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De noche (2) Cuenta estrellas el latido, reĂşne pasos del eco. La dicha indeleble despierta de la lluvia cautiva. Cada sombra interroga el horizonte. La esperanza entrega al viento sus espinas.  

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Arador (1) El bosque abriga la sombra del viento, acumula cumbres de paciencia. Ahora, sin tĂŠrmino, la magra cosecha da su cuerpo. Sola, ante los ojos, la mirada es vaho de tanta certeza. Lo visto que diera su rostro al cielo, donde abreva la flor final del leĂąo. Y como aquel clavo, cuando libera el grito deja sus huellas, entre el camino otea la mano abierta. Oscuro el fulgor del hierro en las estrellas.  

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Orillas (2) Miro atrĂĄs del viento, persigo sin cesar el aire quieto. La soledad que brota de contemplar el agua, salva el paso del sendero y preludia silencios. Ni el aire reposa en la mirada cuando la piedra sostiene el todo del cielo. Y con alas blancas el polvo teje su sombra de tiempo.  

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Mañana Arde el viento. Late el aire. El día empieza con el andar de la montaña sin paisaje. La luz toma del cuchillo sus metales. Sobre las cosas el polvo trenza su cansado brillo. Como el río de lo visto, en la mirada es otro el cauce.

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Viento 1. ¿A quién busca tu mano? ¿Cuál cuerpo, en las alturas, desentierra tu cuerpo? Tu voz, ¿a quién nombra eterno? 2. Alguien lejos, dijo un día, ya sin voz: Yo lo vi venir, llegar a mis manos. Otro, adentro en su tarde, calla y asiente. 3. Todo ya es latido y ceniza. 4. Al aire te nombro. Temblor mancha pura de la voz. Digo ardor oquedad, delirio. 5. Déjame en tu viaje acompañar mis pasos soledad del mundo que entregas criatura del hambre. ¿Dónde tu puerta es ahora si en ti mi carne fue comienzo?

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Colombia

Luz MarĂ­a Chavarro


Luz María Chavarro Nació en el Agrado-Huila. Hace 23 años vive en Cali, ciudad de viento. Psicóloga la UCC. Magíster en Literaturas Colombiana y Latinoamericana, Univalle. Varios son los reconocimientos lietarios obtenidos, entre ellos, Primer puesto Concurso Departamental de Poesía José Eustasio Rivera; Primer puesto en poesía, Concurso Escritores Autónomos, y Concurso Santiaguino; Mención de honor Concurso del Festival Internacional de Poesía de Cali. Ha publicado La prisa detenida, prologado por José Zuleta. Otras publicaciones son: El cartero de Neruda, una búsqueda del encuentro con el otro, Univalle (2018); El fuego y el viento, en Memorias del taller La Tertulia (2015); La Poesía en la modernidad, revista Pensar La UCEVA (2013) y La Santiago es una Poesía 2.0 (2017); La escuela, escenario de encuentro en época de invierno, revista Actitud, Universidad Antonio José Camacho (2008). Poemas suyos han aparecido en revistas como Clave, Luna Nueva, Plenilunio, Ágorasalom y en el solidario blog NTC Cali.

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Raíces Estancia del silencio casas de paja y barro blanqueadas. El polvo de la calle abraza al niño, entre sus dedos corren juegos simples, revela sueños cuando “pica por ti, por mí”. Sinuosos caminos del parque donde transitan encuentros, excusa para el tinto de la tarde. Atrás quedan las comadres, canastos de domingo repletos de historias, intimidades del pueblo, periódico en su risa. Desde el cerro Caracol llega la brisa vestida de guayaba, en mi asiento de cuero templado a pulso me recuesto… las manos cansadas sobre el vientre, desobedientes, los ojos cuentan faroles en el cielo, dormilantes chicharras se unen a los rumores del día. El beso de la noche abriga el corazón de la montaña luminosa. -A mi pueblo El Agrado (Huila)

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[Traspasar la lluvia] Traspasar la lluvia abrir su seno -caricia enardecida de la tierraacercar nubes a los ojos perdidos sembrar el pasado sentir el ĂĄrbol aletear en la semilla Para atraer la lluvia basta la noticia de amor que aĂąora la hierba Asentar la mirada Despojar la brisa atender la certeza del trino el escĂĄndalo rosa en las plumas darse al anhelo de nuevos hilos Apagar el sol silbar en el techo recoger de la lluvia las preguntas del cielo  

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[Lanzada al mar…] Lanzada al mar y a los pájaros la montaña se hace noche entre los pinos sus bordes, olas suspendidas Detrás de las montañas el sol crea cenefas de colores arrulla las miradas, aves cansadas que migran llenas de silencio El viento llega fuerte, sus dedos se han trenzado a la nube pequeña olvidada en la mudanza Parpadean los ojos de la tarde largo sonido detiene la brisa en la ciudad dos campanas quedaron suspendidas el día es una gota que se recoge en silencio he vuelto a ser sombra atrapada en el cuadro

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[La lluvia desata…] La lluvia desata el tiempo golpea las baldosas echa a volar a las torcazas En medio del remolino alguien escribe torcaza atrapa su vuelo en una hoja y la lanza al viento intuyendo el gorjeo que se escapa el silencio anidado en cada palabra Otro contempla la escena y en sus ojos gotas de lluvia caen súbitas, atortoladas, íntegras torcazas liberadas de un verso

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[Va desorientado] Va desorientado vagando con el viento su mirada tiene ese rasgo de locura que es familiar y nos cautiva Lleva en la espalda un costal que descarga en ciertos lugares a horas ciertas Busca atrapar dos y a veces tres pares de alas Toca la puerta, alguien abre solo eso basta para que nazca de nuevo  

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[Amaino] Amaino para ver dos amantes algo puede romperse en la espera o el roce en la mirada apartar el calor de los labios AnsĂ­an tanto horizonte que un puĂąado -de mi brisa cortantelos engaĂąa y corren tras su propia sombra Alzo mis pasos de la escena hilvano esta madeja alguien pudiera venir a trasegar los secretos del sendero

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Antonio Zibara Colombia


Antonio Zibara. Poeta de amplia trayectoria en el escenario poético regional, nacido en Cali y autor de varios volúmenes de poesía, entre los que destacamos los libros de poemas Identidad secreta (1980), Ciudad de los ausentes (1986), Al sigilo de la máscara (1989), El Árbol digital (1993), y En el lomo del viento (1995) El sol y sus mudanzas (2004), Peldaños de arena (2006), Esa pausa del viento (2008). Sus poemas han sido traducidos al francés y publicados en Les cahiers du Lez, en Montpellier. ). Es coautor de la Antología Poesía del silencio. Su obra figura en revistas literarias y antologías regionales y nacionales. El profesor Julián Malatesta se refiere al poeta Antonio Zibara de la siguiente manera: “Todo lo que nombra la poética de Zibara es común, es familiar y no obstante es inédito, es inusual, se nos revela por primera vez. Es un entorno al inicio, quizá a ese instante donde las palabras salen a hacer su faena, vulnerables al azar y activas en el misterioso diálogo donde todas las cosas interrogan su memoria”.

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La Vendedora de frutas La vendedora de frutas Deja caer una naranja sobre el pavimento Y estalla un pequeño sol sin crepúsculo. ¿Qué hora es? Tampoco es mediodía. Son todas las horas En su rostro ungido y borrado Por el viento.

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Clave. En cada puerta Siento tu llegada A veces Crujen cerraduras Y me oprime la dicha Parece que vivieras En el misterio de una llave.  

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En la Selva

(Dedicado a su hermano Manolo)

Si bien es cierto que la ciudad es gris Y despiadada, Que su relojería acecha calles, borra rostros, Horada geométricas ventanas; Entonces, qué será la selva donde el contacto Con el aire es prodigio de serpientes enroscadas En el sueño de las ramas, Donde la piel se vuelve áspera junto a una charca Con espejos sentenciados en el barro, Y cada segundo se escucha el viaje del relámpago, El viento en el agua de la ciénaga, El latir de esos animales con furor … Aquel hombre desea ser la música, La historia del jaguar, La escritura en la corteza de los árboles.

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Banquete Sentados a la mesa Alfonsina cree decidida en el suicidio Penélope relee la carta de Ulises Y escribe la palabra Paraíso Poe apura un trago Y asimila las siete vidas del gato Bob Dylan escribe sobre la arena devastada Vallejo cree en los árboles En el delirio que traduce formas del hombre Jesucristo abre los brazos Y predica estatura “en la hora de nuestra muerte” Baudelaire nos recuerda Aquel pequeño tigre Alrededor de una cueva filial y tenebrosa.

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Silueta Escucha como gime esa tela De qué abrupta manera Traduce un puñal Convoca tijeras En las modas del viento Su destino es la forma De un vestido diseñado A nivel del armario En una vitrina que desdibuja El piso y el alba.

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Arte de amor Si quieres sentir su alma Ama su cuerpo Busca la felicidad En el conflicto, Un Dios en el muro Grato y cercano En el centro piedras que escuchan RaĂ­ces de silencio Antiguo pregĂłn en los techos Inocencia en las ramas Con fugaz equilibrio.

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Georgia Kaltsidou Grecia


Georgia Kaltsidou. Nació el 1961 en Thessaloniki, capital histórica de la provincia de Macedonia al norte de Grecia, patria de Aristóteles y Alejandro Magno. La memoria de su sangre milenaria le obliga a recorrer a menudo los parajes del mito para acompañar a Prometeo en Cáucaso, conversar con Diógenes dentro de su tinaja, pelear mano a mano con las Amazonas, e ir al encuentro de Medea. Docente de Lengua y Cultura griegas en el Instituto Caro y Cuervo, y alemán, en el colegio Andino y Goethe Institut de Bogotá. Varias antologías han incluido sus poemas. Ha participado en numerosos Encuentros de Poesía en Colombia y fuera de Colombia. El año 2008 el gobierno de Grecia le otorgó el galardón de Embajadora del Helenismo. Actualmente está dedicada a la traducción de textos literarios y a escribir su novela histórica. La Editorial Caza de Libros publicó el 2012, en castellano y griego, su primera antología poética “Destellos Λαμπυρίσματα”, y el año 2014, “La vida sería una bella alternativa”. En septiembre de 2018 Uniediciones del Grupo Editorial Ibáñez publicó su tercer libro “Y dijo la Pitia”.

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Desde entonces El hombre salió a abrazar al hombre en la calle y él lo recibió con desprecio y golpes Afligido llegó a la casa y su perro corrió a recibirlo con júbilo y saltos Desde entonces el hombre abraza solamente a los perros de la calle y saluda a través de las rejas de su ventana a los hombres

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Destino Dondequiera que toques la tierra le duele Sus cielos están heridos y la espuma de las olas huele a podrido Los hombres han renunciado a cualquier tipo de saludo y se dedican a la matanza por salario Temis indignada disputa con Creonte el destino de las leyes mientras los cuerpos descompuestos con la cara mirando al cielo esperan ser atendidos Antígona nauseabunda por tanta indiferencia grita desde su tumba que quizás teníamos que ser solamente humanos

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Dices Dices que amas la luz y te refugias en espacios oscuros dices que amas el sol y caminas por la sombra dices que amas el calor y mantienes tu corazón en frío dices que amas la Libertad y esperas ser atendido por esclavos dices que amas el canto de los pájaros y no te conmueve su aleteo enjaulado dices que amas las flores y las dejas marchitar en sitios sin colores ¿cómo quieres entonces que te crea cuando dices que me amas?

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Helena Fabricamos dioses a la imagen de Frankenstein para elevar la estética Exiliamos a Helena para entronar imitaciones imperfectas Construimos laberintos para asegurar contra todo mal los pensamientos en decadencia Y mantenemos las crisis en temperaturas altas de hielo y fuego ¿Cuándo volveremos a sentir aquellas miradas cálidas y las palabras que nunca aprendieron a herir?

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Medusas El Mundo cantina sucia que empantana los ideales alimentando a traidores Los hombres temerosos de la única muerte aunque mueren tantas veces a diario La cotidianidad un cuadro de héroes cansados para matar medusas Un collage de humanos adictos a la indiferencia sin fuerzas para salir a defender la vida ¿Cuándo llegará el día en que un manojo del Infinito tendrá lugar dentro de lo pequeño?

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Sangre de olivo La brisa esparce el aroma marchito de la albahaca y la lira de Orfeo estremece las entraĂąas llenas de sangre de olivo La memoria atrapada por las Eras se hace Tiempo y recuerdos pĂĄlidos se asoman sin voz sin testigos Sombras extraviadas en su periplo salen de conchas deshabitadas borradas por el olvido Sus pulmones incrustados en las rocas respiran aĂşn el aroma de la tierra amada pegada en las suelas de sus zapatos viejos

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Hugo Jamioy Juagibioy Colombia


Hugo Jamioy. Indígena del Pueblo Camuentša Cabëng Camëntšá Biyá (Hombres con pensamiento y lengua propia, Sibundoy Putumayo). Fundador y actual Director del Centro de Memoria y Biblioteca Indígena Ikʉ de la Sierra Nevada de Santa Marta, en donde reside. Oralitor en lengua indígena Camentšá. Hijo de Mamá Pastora, maestra tejedora, y de Taita Ramón, un hombre de medicina a través de la planta sagrada del Yagé. Obtuvo la Beca de Investigación en Literatura Indígena de Colombia del Ministerio de Cultura en el 2006. Ha publicado las obras: Mi fuego y mi humo/ Mi tierra y mi sol (1999); No somos gente (2001); Binÿbe Oboyejuayeng/ Danzantes del viento (2005). Sus textos han sido traducidos al portugués, italiano, inglés, francés, y han sido publicados en diversas revistas literarias de nuestro país y en el extranjero. Fue coordinador del proyecto Oralitura de la Red Nacional de Talleres Kiterarios RELATA; actualmente participa del proyecto Los escritores visitan las bibliotecas públicas, de la Biblioteca Nacional. Pronto publicara los libros preguntas y respuestas sabias de un niño Camëntšá (diálogo con su hijo cuando tenía entre 3 y 4 años de edad) y Hablando junto al fogón, ambos en versión bilingüe Camëntšá/Español.

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Fshantsiñ Ndoñ quetsatajuatsëntšná atšbe šošón jabuachán chaotsenangmen fshantsiñ; nÿe sëndëbuatëmbá chabe Mamá chabotsebobonshanam básetemorscán.

En la tierra No es que esté obligando a mi hijo a trabajos forzados en la tierra; solamente le estoy enseñando a consentir a su madre desde pequeño.

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Ndoñ nÿetsquenach Nÿe sëntseboš jauyanam atšbe bonshan šošón ndoñ nÿetsca luarëng acbiñ quenatsmën pero chë luarëng ndayanac acbiam montsebuajón.

No todos los lugares Solo quiero decirte hijo de mi vida que no todos los lugares son tuyos pero cada uno de ellos guarda algo para ti.

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Somos danzantes del viento La poesía es el viento que habla al paso de las huellas antiguas; la poesía es un capullo de flores hecho palabra; de su colorido brota el aroma que atrapa a los danzantes del aire en sus entrañas guarda el néctar que embriaga al colibrí cuando llega a hacer el amor; la poesía es la magia de las orquídeas; sus bellos versos hechos colores se nutren de la vida pasada de los leños viejos; la poesía es el fermento de la savia para cada época los mensajeros llegan, se embriagan y se van danzando con el viento.

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Todo es bueno Hijo, me decía el abuelo, en esta vida nada es malo todo lo que miras en lo natural te ayuda a vivir; cuando el sur o el norte el este o el oeste soplan el danzante del viento abre sus manos y sobre sus brazos posa el colibrí dejándose llevar por el vaivén; mas tarde, los cántaros del cielo riegan el cuerpo del betiye mojan el plumaje del mensajero calman la sed del viento y juntos hacen danza y canción; son hermanos retoñaron en algún lugar de la tierra ellas te pertenecen a ti y tú a ellas para ti también hacen danza y canción pero tal vez estés olvidando tu lengua.

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Anuncios Rompe el aire Kinde, en el patio de mi casa sentado espero tus anuncios; danzando tus alas alguien de mi casa volará el viaje sin retorno; suspendiendo tu cuerpo los pasos de un caminante brindarán su estancia; cantando tu trompeta llamas diminutos cristales del alto gris; debo entrar a mi rancho tal vez mi madre esté llorando; por hoy ya no danzarás más; colibrí de verano, vuelve quiero saber más; aletea tus pasos, danza con otro ritmo tus alas florecerá un retoño; no cantes tu trompeta, suspende tu cuerpo, disfruta del verano , también mi madre quiere sentarse conmigo a esperar tus anuncios.   134


Nday biyañ Mënté muentš sëntsemna or Atše yentšangbiam sëntsoyebuambná Cbotjá muentša utabná Nday biyañ Chëngbe otjenayan tmojuabem? šontsinÿan tmojuabem Ingles biyañ, ni mo españoliñ ndoñ Atšbeng atšbe pueblo entsabeman Camëntšá biyañ Chca Chcá ndocnaté quemochatenoyeonan En Qué Lengua Hoy que me encuentro en su oficina abogando por la vida de mi Pueblo le pregunto señor presidente: ¿en qué lengua están escritos sus sueños? parece que están escritos en inglés, ni siquiera en español; los míos, los de mi pueblo están escritos en Camëntšá así, jamás nos entenderemos.

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Omar del Valle Astudillo Chile


Omar del Valle Astudillo. Talcahuano, Chile, 1969. Trabajador Social, Poeta y Gestor Cultural. Entre los años 1987 a 1989 reside en Argentina. Ha publicado los siguientes libros de poesía “Ojos de Luna”, “Alto Horno”, “Naufragios”, “Noche Adentro”, “Hacia Allá Hacia el Origen”. Durante su periplo vital ha producido y coordinados múltiples eventos, como los Encuentros Nacionales de Escritores “Orillando el Bío Bío desde la Comuna de Hualpén”; el colectivo “Mal de Ojo”; el ciclo de Encuentros “de Huérfanos con Esperanza”, que posibilitó reunir en torno a la conversación, el debate y la crítica cultural, a connotados intelectuales, escritores, músicos y artistas de Chile. Durante el año 2018 y 2019 ha participado en encuentros y realizado presentaciones de su último libro “Intemperie”, en diversos países latinoamericanos.

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Arribada aquí Aferrada a soles, a climas, a vientos desatados, a espejismos de otras Estaciones. Al centro de este mundo con crecientes marejadas donde aviesos tripulantes osan invertir el curso de las aguas y quebrantan la embravecida Ley de las Tormentas. La embarcación de todos los perdidos Yace aquí encallada, haciendo aguas, a la espera de un tiempo Mejor.

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Los aherrojados Aquí se multiplican los derrumbes las perplejidades. Los enigmas, Las errancias, de estos descielados en su fosa insondable. Estos guerreros arrojados a los despeñaderos de la confusión. Estos asistentes de Sísifo en la diaria obra del traslado por los escondrijos de la noche interior. Estos hacedores de intemperie y frío en lo Profundo, en lo Nocturno, en lo Convulsionado, de la humanidad… Estos Aherrojados al peso de la bruma, sin Ariadna alguna que los saque de aquí.   139


Ha de dolerle mucho… Ha de dolerle mucho El corazón a Dios…” Ha de irritarle mucho ese costado, esa llaga, esa marcha implacable; La magnitud de todo el desvarío. Ha de impacientarle tanto el infortunio, La tempestad airada en su nevisca, La intensidad del llanto en los confines. Ha de sangrar eterno en su mirada hasta la asistencia urgente ante el deshielo. Ha de incomodarle mucho el cúmulo de ruinas en su espalda. Han de punzarle mucho estas miradas, el sobrecogimiento, el estallido, La enorme violencia de estas horas; Ha de oprimirle mucho el desamparo, Las desolaciones fríamente incalculadas, La exploración del hielo y su gravamen;

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Ha de incendiarle toda La intensidad de frío en su calor.


Desviviéndonos... Perdíamos el tiempo en laboriosamente desentrañar el origen de los nudos ciegos y de las complejidades de los caos. Nos desvivíamos observando el lluvioso paso de los días con sus tribulaciones, escribiendo poemas que nadie nunca, por salud mental ni emocional debiera leer. Como animales enjaulados nos veíamos. Cansados del trabajo rutinario. Resignados a recostarnos en frágiles camastros, entrelazados junto al ser amado en unos jergones faltos de calor. Cuerpos económicamente productivos y políticamente dóciles hipotecando su emancipación. La domesticación de nuestros instintos. La encarcelación de nuestras emociones. Lo represivo de nuestra forma de vivir. La naturalización del trabajo con tanto desquicio persiguiendo la acumulación de capital. La debilidad de nuestra fuerza. La renuncia a nuestros planes de conquista no de tierras, sino, del Proudoniano pan. Nuestra resignación y nuestros traumas Sin cabida en las prestaciones del Programa de Salud Mental.

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No adelantar Para prevenir el riesgo de choques y caídas no apresuro el paso, ni me desespero para llegar a tiempo al lugar acordado para el trabajo o una reunión. Unas veces se retrasan los medios de transporte y otras, las que son las más, me retraso yo. Evitar la desesperación de la tardanza. Apaciguar el stress. Hacer esperar al mundo entero si fuese necesario pese al griterío, para que ejercite con premura la paciencia, así como el silencio y la contemplación. Mantener apacible hasta lo más que se pueda el ritmo de la sangre en las arterias. Desacelerar hasta alcanzar a detener la velocidad de nuestros electrones, capaces de producir energía atómica y electricidad, con tal de no traspasar los límites de lo impuesto y verse explosionado y explotado por el sistema opresor. Mantener en alto, hasta las altas cumbres, la posibilidad y el derecho de disfrutar el simple y primitivo instinto de la respiración.   142


Luminarias de otro tiempo fuimos Con nuestra difunta resistencia, quedando la casa oscurecida. Huesos fracturados fuimos. Alma y cuerpos olvidados y caídos en esta travesía por el tiempo. Encadenados, Subidos a la fuerza al sistema de consumo. Llevados, sin mediar juicio ni explicación alguna, a las plazas de abastos, para ser rematados como animales cautivos, e igualmente cautivados, por la obsesión y órdenes emitidas por los parlantes para rápida y ciegamente avanzar. Obligados a cargar con el entramado inquieto de arriesgados sentimientos. Presos de nuestras visiones obsesivas, dejados llevar por el impulso de correr y explosionar; como si los sentimientos y visiones, y el peligro de arriesgarse por la consecución de todo lo añorado; fuesen culpas o ropajes con los que tuviésemos, eternamente todos que cargar…

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Ninoska Laya Pereira Venezuela


Ninoska Laya Pereira. Nació en Caracas, Venezuela. Abogada, investigadora y docente universitaria especializada en derechos humanos, específicamente en derechos de los pueblos indígenas, migración y género. Desde el año 2017 reside en Colombia, y trabaja por el proceso de paz desde la Misión de Naciones Unidas en Colombia. A finales de los años noventa formó parte del Taller de Creación Literaria de la Universidad de Los Andes. En el año 2008 se involucra con las actividades del Taller de Poesía del área de cultura de la municipalidad de La Plata, Argentina, en donde estuvo residenciada durante algunos años. Ha participado en festivales de literatura en varios países de Latinoamérica y sus poemas han sido difundidos en diversos eventos y revistas literarias en Venezuela, Colombia, Estados Unidos y Argentina. Autora de los poemarios inéditos La fragilidad del silencio y Destino de pájaro. Con el poemario Los aromas dulces resultó ganadora del VII Concurso para Obras de Autores Inéditos, mención Poesía, de Monte Ávila Editores Latinoamericana.

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Difícil de pronunciar Martín me enseñó a mirar hacia arriba. Su presencia muestra el tiempo de construir la casa, solo y descalzo en el altar que no necesita escobas, sabe que es necesario aprender el lenguaje de los paisajes abiertos, sortear la visita de la lluvia para no hundir los pies. Y así, aunque el tiempo se lleve los ojos, llegan las respuestas para los hijos y la cosecha. Le pedí que me enseñara a pronunciar tristeza. Me dijo: “Difícil, mejor nombres de estrellas” Y dibujó sus formas en el piso circular de mi casa.

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Sobre la fragilidad del silencio

I

Pájaro /come / en mis ojos llora / aquí adentro Patricia Guzmán

Para atraer colibríes hay que poner agüita con azúcar y esperanza. Las mujeres de la selva saben que son implacables y voraces frente a la dulzura, como la presencia de Dios. Esperábamos al atardecer su visita entre risas, nuestra manera de orar frente al espejo. Hasta que llegaba la fragilidad y el silencio. Era la presencia divina tocándonos, a miles de latidos pequeños por minuto. Mientras consumían tres veces el propio peso, tan necesitados de ternura. La esperanza es que venza nuestro destino de pájaro.   147


Macacos A veces parece que la verdad está hecha de verde y lluvia. Transitas por la calle y esperas, llena de humedad, el silencio que ampara del ruido en el que nadie se encuentra. ¿Y recuerdas la tarde del canto de los monos bravos en la cúspide de los árboles gritándose, sin saber de nosotros que vivimos con la certeza de esa tarde, en la que el peligro estaba lejos? Tranquilos desciframos qué puede haber detrás de la furia desconocida. Parece que vivir es tener esa verdad adentro.

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Destino de pájaro VI De los miles que navegaron el invierno del Mediterráneo eres la más pequeña. Pienso en tus manitas mojadas buscando el abrazo en el puerto. Alguien en la patera recuerda como te llamabas antes del naufragio. Otra sobreviviente con nombre de virgen. Seguro serán miles. Un ejército que viene a probar que es posible vencer al desamparo.

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Certeza de aguacero Del aguacero de julio surge la contemplación, la incertidumbre del origen de los vendedores de paraguas invisibles antes de las primeras gotas, cuando es inevitable el vértigo. A la orilla de la tormenta surgen estratégicamente del metro para aliviar la necesidad del resguardo a un módico precio. Prefiero a veces contemplar mi propia soledad, y pensar que el agua que cae del cielo de Caracas no es la misma que me hace buscarte. Tal vez porque no cae sobre la misma tierra y no esparce el olor que avisa la subida del río: me queda la fortaleza asentada por el hambre que habla de ese invierno. La certeza en la casa del calor después del aguacero

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La fuerza A Aquiles

Caen los árboles más viejos y desde Cacurí, desde Tencua, trescientos kilos de madera vienen, por segundo, al vacío, a poner sonido a la fuerza. —no hay altares suficientes para este cielo, no hay creencias que se sostengan frente a este templo.

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Uruguay

Fernando Chelle Pujolar


Fernando Chelle Pujolar. Mercedes, Uruguay, 1976. Poeta, narrador, crítico literario y docente universitario. Autor, entre otros, de los libros: Poesía de los pájaros pintados (2013); Muelles de la palabra (2015); Las otras realidades de la ficción (2016); SPAM (2017); Las flores del tiempo (2018); Cadencias que el aire dilata en la sombra (2018) y Palabra en el tiempo (2019). Su obra poética forma parte de diversas antologías. Sus poemas, ensayos y críticas literarias se han publicado en revistas, periódicos y portales literarios de más de treinta países. Ha recibido numerosos premios y reconocimientos, entre los que se podrían destacar: el libro de oro de la literatura colombiana (2019); el premio internacional sacra leal de poesía (2019); VIII Premio Internacional de Poesía Caños Dorados (2017). Vinculado a la Universidad Francisco de Paula Santander. Es coordinador del Laboratorio de escritura PALABRA ESCRITA y forma parte del programa radial, de carácter cultural, “Diáspora” de la UFPS.

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Continuidad de los patios ¿Será que todas las infancias son recuerdos de un patio basto como la noche y más largo que la vida? En mi verde infancia, los patios de la memoria se continúan y llegan hasta esta página como los robles de la cabaña del monte hasta el terciopelo de aquel alto sillón. Son largas extensiones de flores y conejos con horizontes de perros y sombras que picotean la tierra hasta perderse en un pino inclinado donde viven los pájaros. Todos los patios de mi niño son un gran patio soy testigo de enredaderas, de enanos de jardín de naranjos que al evocarlos adquieren color y movimiento. ¿Será que todas las infancias son recuerdos de un patio basto como la noche y más largo que la vida?

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Muelles de la palabra La evanescencia de la palabra me salva del mundanal ruido, las hay sentimentales, impresionistas, pintoras, son muelles del verbo eterno que nos roza en la garganta, en los pulmones. El himno gigante sigue anunciando y corre, se ramifica y como siempre se dilata en nuevas sombras. Las páginas brillan, ahora resplandecen y se modifican, pero son páginas, no humo, perfume, sonido o viento. La palabra, cabalga sus nuevos corceles, compañeros del poeta que sigue cantando, gritando, viviendo, ahora despojado del métrico corsé y de la rima represora, ahora lejos del mármol y las escalinatas camina por las calles con todo el pecho al viento. La palabra ya no quiere ser el queso de las ratas, quiere estar ahí, inmediata y cotidiana, enamorada de los guantes, las calles, la sopa y las colmenas. Preferí beber tus ismos, zurcirte, engarzarte y presentarte pura, directa y palpitante, con un verbo libre que viaje hacia asideros que lo terminen de nacer, donde habitan mis cómplices, mis hermanos.   155


Sobre la faz de las aguas Como esos gritos que habitan la desolada bastedad del mar son mis recuerdos, y el mar, como la rosa, es sin porqué renace porque renace es porque es y esa es la cuestión el origen la poesía renace porque renace.

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Oda a la página en blanco La página en blanco es generalmente blanca y el blanco alude a su vacío a la nada que contiene a la posibilidad infinita de discursos a la ausencia de letras, de palabras. La página en blanco es una invitación a la fiesta del lenguaje quiere que la violen pide que la transgredan que la irrespeten para dejar definitivamente de ser ese vacío infinito del universo ese material poroso sin corazón ese desdichado fragmento de la nada.

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Cosmos, 1984 Una luz dulce de mandarina en otoño calienta el viejo patio de mi niñez, la fantasía es un colchón de hojas en el suelo murmurando con un viento de lenguas invisibles, lo poético ya está allí es el silencio de ese patio a plena luz ese niño amando su soledad absorto en el diamante que deja al pasar un caracol, lo mágico es ese lugar sin mar sin pantalones blancos sin perfumes corrompidos, la felicidad, es la sombra de un árbol donde viven los pájaros la sombra que se arrastra en silencio con olor a mandarinas para comunicarse con el viento las hojas y las ramas de diamante.

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Arrepentimiento Lo confieso, he asesinado mariposas. Solía salir junto a mi hermano cuando el sol calcinaba la siesta armado de una rama, cuanto más frondosa mejor. El día, que caía cuesta abajo a morir en el río, se fragmentaba en mariposas las había amarillas, naranjas en su mayoría y otras que parecían tener un reloj entre las alas. Venían volando por la claridad esquivando invisibles como si supieran de la existencia del gigante que las esperaba. Venían zigzagueando su tiempo de serpentina regalando su frágil belleza, sin prever la precipitación de rama, de naturaleza violentada. Venían con el sol de las chicharras en su baile arrítmico y silencioso a morir a plena luz en lúdico asesinato. ¡Qué pena da confesarlo! he asesinado mariposas he sido un vil soldado que levantó sus armas contra la belleza.

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MESA DE JÓVENES POETAS



Daniela Villa-Ríos Nacida en la ciudad de Cali, Colombia. Desde pequeña ha tenido un gusto marcado por la literatura, los idiomas y el dibujo clásico. Terminó sus estudios de secundaria en el Liceo Francés Paul Valéry y seguidamente se instaló en la ciudad de Montpellier, Francia, donde estudió Lenguas Extranjeras y Artes Plásticas en la Universidad Montpellier III. Actualmente es estudiante de Comunicación Social y Periodismo en la Universidad Autónoma de Occidente. Segundo Lugar Premio Poesía en Español en el XVIII Concurso Literario “Escritores Autónomos”.


Olvido Bajo la oscura sombra de la ciudad, El joven gris abraza sus rodillas. Cala. Tiene frío. Cómo la esperanza rígida Que tiempo atrás feneció en la basura. Su respirar se marca por el andar de otros, Pues el olvido le ha borrado los huesos. Se alimenta de penurias y uñas rotas. Y sus sueños los tejes dos navajas. La ciudad se mueve, pero el joven queda. Y a veces lo notan los niños, Cual falaz fantasma de Navidades Pasadas Que sólo sus tiernos ojos divisan. Y con la boca torcida, sus padres los halan: “No lo veas” palabras de mordaz desprecio, “Ni lo toques. Que la pobreza aúlla y contagia”. Y así el joven gris muere día a día, Sus cristalinos ojos mirando al vacío. Quieto, callado, aún con frío. Tiritando silente. Olvidando su olvido

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Muerte Errante Frío hirviente en la nuca Que se desvanece con la niebla. Y la mortecina dama Que ronda y espanta, Avanza sus pasos en crisantemos. Midas oscuro, lo que tocas lo salvas. Retiras el recuerdo de un nombre Perdido ya en cifras de guerra. Cual Caronte en su río de ánimas, Que en óbolos cobraba su diezmo, Simulacro de un ruin firmamento Que en sangre trazó su recuerdo.

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Dios te Salve, Reina En mi Valle, Céfiro sopla Siendo aire, sol y tormenta. Y cuál sílfide llegas entre tanta grandeza, ¡Cómo te adoro y admiro! Dios te Salve, Reina. A ti y a esas manos surcadas por el Tiempo. Que la música te dance al compás del Viento, Y la fuerza del roble te sostenga. Dios te Salve, Reina, Guerrera de temple duro Y amor por sus nietas. Que hoy, con años, sonríes y te muestras, Y la brisa del amor te peina esas ondas del Danubio. Que con blancas perlas adorna tu cabeza. Dios te Salve, Abuela, mi Reina, Que la corona por siempre es tuya. Así como lo son estas palabras, Y el amor eterno de mi corazón.

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Jaime Núñez Licenciado en Literatura de Univalle y Máster en Historia y Ciencias de la Antigüedad de la Universidad Complutense de Madrid. Profesor del Colegio Jefferson. Galardonado en: Premio concurso de poesía Universidad Javeriana de Cali “La ciudad después de la ciudad” 2005; Segundo premio concurso de poesía Universidad Autónoma de Occidente “Escritores Autónomos” 2019. Hizo parte de la antología de poesía “La Palabra Canta” publicada por la Editorial Taller del Escribano 2003. Miembro fundador de la Red Nacional de Estudiantes de Literatura.


A un sauce En memoria de Hipólito Erazo

A ti, luz que aviva y sombra que cobija, he venido a preguntarte por qué los árboles son eternos. Dime tú, bosque-árbol, con ese rumor de hojas que el viento agita, dime, si el fruto puede ser un tronco lleno de esencia, ese alimento primero que forma todas las cosas. Dime, si como tú, grande y terreno, deificado y solemne, podrá unir el pasado y el presente. Duro jayán, sauce firme que se yergue en la memoria, háblame de esos siglos que recoges en tus raíces. Háblame de cómo tus ramas altas cantan las voces del ancestro y las echas a volar como un pájaro ígneo que ilumina esta noche entre las verdes hojas que te coronan. Háblame de los días en los que el fuego desveló los ojos cándidos de un niño que te escuchaba. ¡Oh tú, árbol! verde rumor antiquísimo y sereno, déjame que me cubra con tus hojas ese tropel de mariposas que bajan desde tus ramas hasta el valle.   167


Voces del río Yo, en mi íntimo fluir, me quedo pensando. Logro ver mi cuerpo de agua, de voces y rostros ancestrales y de presencias siempre renovadas, en un ir y venir de múltiples historias. Siento este cuerpo que ha soportado el peso del trasegar, el peso de un pasado que revive hoy, que vislumbra futuros. Por todo eso sé que soy el río Pance y también todos los ríos del mundo. Mi nombre Pance contiene todos sus nombres. Para decirte algo de ese misterio de ser el río que soy, me detengo en mis corrientes en ese movimiento perpetuo de vida y muerte que me habita por siglos. Soy los rostros que han mirado en mí desde siempre. Soy ese otro que les devuelve su imagen, su historia, su devenir. Soy el tejido de la memoria de estos territorios que he visto transformarse, derrumbarse, reinventarse; fluyen conmigo las culturas y los pueblos, la gente que gana y pierde batallas en mis orillas, la que se adentra en mis aguas. En ese ceremonial diario de la existencia corre toda esa memoria con la fuerza que destruye y renueva la vida.

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De las formas del fuego y el amor Ahora mi carne es una plenitud de astros, la vía láctea que extiende infinitamente sus brazos. Ahora mi sangre fluye, hierve y se empina. Ahora un beso no es sólo una palabra que se abre y se cierra, es un choque de estrellas que ilumina la galaxia. Ahora tengo tu certeza, esa claridad, ese rayo que no cesa, tu hondo rumor de agua pacífica. Tu mirada, redoblante continuo, fuego inagotable porque ama, llama voraz, pájaro ígneo que busca mis brazos. Tú, pequeño planeta encendido, fulgor que inventa y no destroza, redondez que atrapa el tiempo, lo retiene en sus labios y me lo ofrenda en un beso. Déjame que te cante canciones, déjame ser un puerto continuo, ese sueño que nunca concluye.

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Ángela Camila González Cali, 2001. Estudiante de Filosofía de la Universidad del Valle. Ganadora del XII Concurso de Poesía Inédita de Cali 2017 y 2018, Fue seleccionada por la fundación BiblioTec dentro del programa Litclub para viajar a Nueva York y participar en la cumbre de niñas en la ONU dentro del programa HerStory. Invitada al evento Viernes de Letras de la Universidad del Valle, 2018. Participa del Proyecto Aula Flexible del Museo la Tertulia y Mi comunidad es Escuela. Sus textos en verso han sido publicados en la revista Lexikalia, Barbarie ilustrada y Mango.


El pintor de la línea del Ecuador Antes, cuando caminaba por la senda el pintor me cantaba la libertad lo ilícito de un amor a ciegas. La brizna recogía el olor a café junto con los latidos oídos su anhelo era el firmamento de mis labios y el puchero de cuando era niña. Decía ―entonces no vendrás―. No hubo café, ni corazón. Solo pensamientos torrenciales en la risa de un niño posada en el rostro de un hombre.

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La brizna del DC-3 Otro pintor disemina el recuerdo Que dejó en los muros de mi cuidad Borra su nombre Que estaba recitado para el aturdimiento ¿Por qué fue tan confiado? ¿Alguna vez creyó en lo que pintaba? Ahora su imagen se contorsiona Entre las llamas de la noche Y ese fulgor me salpica de silencio.

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Lo que pasa en la noche solo escriben los gatos I Los gatos ya no pasan el puente de la noche prefieren quedarse en la otra cara de la luna. II Ayer la noche escapo de casa por qué asesine a las letras rodaron por la escalera de la duda. Las ultime sepultándolas en el poema. (No necesariamente está compuesto de palabras muertas). III La tarde me quema con un cigarrillo de próximas estrellas el fulgor que lo mantiene prendido es el sol huyendo en el horizonte. IV Escribo de cómo la noche se consume la tarde con hielo, con vino y sin remordimiento. Mientras un gato memoriza lo que escribo. Luego ira y se lo dirá entre maullidos de sepulcro a la muerte. Todos esperan su próximo libro. V Llego la noche Sin embargo, minutos antes pasó un gato por el muro de ladrillos desangrados. Perdió sus siete vidas y su último deseo fue ser mi sombra. 173


Esteban Benavides Desde temprana edad sus padres literatos de la Universidad del Valle lo incentivaron por el arte en general y por el arte poético. Graduado como Profesional en Cine y Comunicación Digital de la Universidad Autónoma de Occidente. Mención especial en el Concurso “Palabras Autónomas” por sus poemas Red Social, Una Amistad Duradera y Hoja. Actualmente trabaja como Coordinador Audiovisual de una productora caleña, además se encarga de realizar sus propios proyectos de gestión cultura y audiovisual.


Fruto de mi tierra En las alturas surgen tus frutos, arábigo o caturra, de tu olor efímero a penetrante. Piccolo, píquele en Quindío cántale en Nariño báilalo en el Valle broca, bronca, vete de su grano. De Buenavista a Filandia de Caicedonia a Jamundí de la Unión a Ipiales. De patrones, recolectores, seleccionadores, vendedores, a consumidores. Libra a libra, en balanza adiós a la tierra llega a las casas. Tostión baja, media, alta una a taza dulce o ácida, en clever, italiana o francesa, sin nada o con panela. Vamos por uno, dame un expreso. De la tierra a tu boca de Colombia para el mundo, café de vida, excusa de amores, aroma y sabor de nuestra tierra amada. 175


Las flores del poeta Colibrí, de flor en flor entre margaritas, gerberas, girasoles y tulipanes. Los rayos solares glorifican el reflejo de tu cuerpo. Zumba que zumba, cada flor se engalana en tu visita. Sin un verso ni un adiós, de beso largo despojas el néctar, vas por otra. Cada una suspira y sueltan su aroma, así con cada visita, un adiós y regresas la siguiente semana. Entre ellas murmuran: un sagaz conquistador, un colibrí de pico blanco y largo, de plumaje esmeralda, de alas tornasol naranja, violeta y azul, con vuelo elegante va como poeta errante.

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La barrera entre los dos Entre noches y días, entre aquellas añoranzas nos pensamos e ignorarnos tenernos tan cerca a la vez tan lejos. Te invito a quitar la barrera, el orgullo acumulado aquellos prejuicios lo que nos separa. Suficiente realismo mágico entre el ayer, el hoy y el mañana. Suficiente recordarte entre los susurros del viento los cantos de las olas los rugidos de la tierra. Unamos esfuerzos, carcajadas, los besos, los destinos, nuestros sueños, Unamos nuestros cuerpos. Hagamos lo que une, evitemos lo que nos separa, hagamos de esta vida más amena que la muerte espera. 177


Natalia Arias Poeta, música, profesional en Derecho y Lengua Francesa, políglota, música. Premio Festival Internacional de Poesía de Cali (2010). Galardonada varias veces en el Concurso Escritores Autónomos. Ha publicado, entre otros, en “Clave”; “Escritores Autónomos”; “Cali es una poesía”; en su fanzine “Un camino nómada” (2017); “Liberoamericanas, 140 poetas contemporáneas”, publicada en España y Argentina y traducida al Catalán, Gallego, Euskera y Portugués (2019); en su recueil de poesía bilingüe “La poésie est dans l’air”; “Montaña, selva y playa” (2018); “Sendero Jaguar” (2019). Traducida al árabe.


Neblina Respiramos esencia de nube, espíritu eterno de universo. La neblina trae poesía de galaxia, pero algunos le llaman “aire puro”. Inhalan versos mis pulmones. -Con razón las abuelas subían a las cimas a encontrar respuestasUna nebulosa me abriga el corazón, la vía láctea se me posa en la espalda. Un astro sin nombre palpita en mis hombros… y cada partícula de aire que entra a mi cuerpo trae la grandeza del espacio como manifiesto.

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Heliotropo Mensajero de viento, tu alma está sobrevolada por pistilos de heliotropo y te elevas… En tu ascenso, regresas el canto a los arroyos escondidos bajo el follaje de la selva. Tu grácil recorrido libera una estela de míticas semillas: brotan árboles legendarios. Por eso, al evocarte, se desborda en mi memoria una familia de bejucos en búsqueda de tu burbuja… Atestiguo la extensión de tu portal y desaparece ante mí, toda posibilidad de distancia. Qué privilegio brindas: si quisiera abrazarte ahora, tan sólo tendría que cerrar los ojos.

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Viento El viento es el suspiro que la montaña le causa al mar, a veces trae desventura, a veces es feroz como ahora que el remolino envuelve y se cierran los ojos ante el horizonte. Por fortuna, la oscuridad es el preámbulo de luz, me lo recordó la mañana… Cayó en mi cabeza la primera gota de la tormenta y no me preocupo, para qué… al menos, he sentido al cielo un poco más cerca.

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Cristhian Arcos Ingeniero Ambiental de la Universidad Nacional de Colombia Especialización tecnológica en Gestión de la Asistencia Técnica Agropecuaria. Ha tomado el Taller de Escritura Promédico con Betsimar Sepúlveda y el Taller de Escritura de Comfandi de Julio César Londoño.


Hasta la próxima Este no es un adiós, es un hasta la próxima. Hasta la próxima noche que tu aroma se cole por mi nariz y se impregne en mi alma. Hasta la próxima tarde que el sol se apague y tu presencia agüe mis ojos. Hasta la próxima mañana que te contemple y un petirrojo cante porque nos volvimos a encontrar. Hasta entonces, no más, no menos, sino hasta entonces; guardaré tu sonrisa en mi corazón, para alegrarme todos los días, y tu mirada en mis sueños, para verte todas las noches.

[Ella está hecha de flores…] Ella está hecha de flores blancas, rellena de arcoíris y ternura. Mide veintitrés besos, dos abrazos y un te quiero. Le gusta dibujar mariposas en el aire, sentir la brisa en sus cabellos y pintar el mundo de alegría. Ella suele ir por las calles saboreando el tiempo, sembrando sueños, emanando dulzura; su morada es el paraíso. Su boca huele a poesía y cada vez que sonríe los árboles se abrazan y las mañanas se quedan atrapadas entre sus sábanas. Ella no merece alas, no merece cielo, ella es un pedacito de cielo… Un pedacito de cielo al alcance de este mortal

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Pequeño diccionario Río: es una gota que estudia para ser mar Lluvia: cuando las nubes se enamoran de la tierra, ya no quieren solo mirarla, sino que bajan y la visitan Agua: es un diamante derretido Mentira: es cuando le dices a tu novia algo que no es cierto para que no se enoje tanto Sol: el que me calienta un poquito Luna: es una niña que camina en la oscuridad ¿Qué es un ingeniero? Un ingeniero es un señor muy curioso, muy curioso, que de vez en cuando también encuentra respuestas Bicicleta: cuando yo estaba más pequeño lloraba mucho; entonces, mi tío Willy me regalo una bicicleta, y ya no lloré más Montañas: es la tierra que extiende sus brazos para acariciar las nubes Libro: es una casita llena de letras Amor: yo duermo con mamá, ella me cubre del frío y me protege del coco Tristeza: es un domingo sin sol Nube: es una garza que vuela muy lento Cementerio: ahora ya no veo a mi papá, pero lo visito, en un lugar lleno de flores ¿Para qué sirven las verduras? Dicen que las verduras sirven para ser fuertes y vivir mucho tiempo; yo se las di a mi perrito Escuela: es una casa muy grande a la que debes ir con la misma ropa todos los días. Guerra: es lo que sucede cuando te cansas de amar Presidente: es un señor al que le gusta la guerra Perdonar: es lo que mi abuelita dijo que hay que 184


hacer todas las noches antes de ir a dormir ¿Quién inventó los médicos? Los médicos los inventó un niño muy chiquito que quería salvar el mundo ¿Qué es salvación? un abrazo de mamá Girasol: es una luz que se cultiva Colibrí: es el cupido de las flores ¿Para qué sirven las almohadas? Para no llorar tan solo Frío: es cuando la noche se mete por mi ventana Mariposa: es una flor que seduce al viento Arcoiris: es el sol acariciando la lluvia Beso: es un suspiro de alma

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Sahateé Salazar Nació en 1996 en la Sucursal del cielo, mejor conocida como Cali, que hace parte del Departamento del Valle del Cauca, famoso por sus cañaduzales dulces, además de sus bellos y cálidos sus paisajes. Actualmente, estudia una Licenciatura en Literatura en la Universidad del Valle. Terminó un diplomado en “Enseñanza de la Literatura Infantil”. Es amante de los gatos, cinéfila, lectora, escritora habitual y una enamorada del arte en general.


Crecimiento El dolor es un viaje, nace muy adentro, en donde se encuentra la raĂ­z, la sangre, la supuraciĂłn oscura de una herida, tiembla una estrella en el cielo, se rompe la bĂłveda celeste, y en esa soledad tan profunda somos corriente, ardemos con el fulgor de la vida, escalamos con fuerza hacia otras fronteras, nos corresponde este ritual, labrarnos un nombre, lanzarnos al abismo, besar la muerte.

 

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Cotidianidad “Todo el día yo pienso en poder parar, al mediodía pienso en decir no, luego pienso en la vida y continuar. Y me callo con boca de arroz” Chico Buarque

No me acostumbro todavía a caer en esta secuencia, el laberíntico misterio de todos los días al levantarme, ¿Quién me despertará de este sueño limitado que es la vida? ¿Será dios? Quién dice que se sabe vivir un día a la vez, Salgo a envejecer un día más, me renuevo en los amores y las risas, y siempre que la vida me siga dando la oportunidad, salgo a morir un poco cada mañana.

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“Lo que el viento se llevó” Era una brisa tempestuosa, un frío aterrador se llevó mi oxígeno, la casa fue azotada una tarde cualquiera, una tarde de calles desoladas, hubo mucho ruido, confusión, miedo, el viento arreciaba en las calles, la casa estaba triste, yo y mi madre tratábamos de ser pájaros, de planear solas, buscábamos encontrar un océano, un nuevo arrecife, pero dolía este viento que arrasó nuestra vida, la soledad que compartíamos, o al menos el secreto, eso era lo más importante, soñar con la brisa marina y el sol en el rostro de nuevo.

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GANADORES XIII CONCURSO DE POESÍA INÉDITA DE CALI 2018



CATEGORÍA PERSONAS ADULTAS La Jaula El lugar es como un cubro azul Hay un patio con un árbol Tengo el mareo de la antesala a la pelea Hay una revisión tras otra Buenos días, doctor “repítame que acabo de decir” No hay nadie afuera, ¿me escuchas? Hay gritos en forma de aves, de viento frío. Silencio Animales que se tragan una muerte tras otra Es el espejismo negro que respira como una bestia Con su vida propia Ojos alargados y mudos Se cierran las horas de visita Cuando se van todos me vuelven a ver El hormigueo esculpe un pasaje en relieve “son las 6 pm. A las 10 deben dormirse todos” ¿Sabrá el enfermero que es una estatua más Que es una matera, o un adoquín? El sentido de la realidad se pierde cuando te contratan Cuando estas dentro de la pintura de la sala de espera Cuando crees que el tiempo es eso Desde ahí veo el cuadro Sonrío y espero un turno. Primer Lugar: Leonardo Erazo

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CATEGORÍA ABIERTA Luciérnaga en su aura La luz hace remolinos en los insomnios del teclado. Rozan los dedos como tallos de guadua, doblados sobre un rio seco de palabra. La luz llama a las voces guardadas en la memoria de las manos. En instantes, un acordeón de signos invade el blanco. Una ondulación de letras talla la madera de la página: Las ausencias en los zaguanes de la casa, los recuerdos rotos en sus esquinas, las sonrisas detenidas en los retratos y el aroma ausente del hijo lejano. Como fantasmas de ojos desmesurados aparecen en la sala, en la cocina, en el patio del saúco, los pensamientos evadidos, las soledades grises de las rosas y el dolor con botones de nostalgia. La luz de la luciérnaga tatuada brilla en su aura. Las imágenes llueven dentro de la boca, en la página brota por fin, un verso. Primer Lugar: Gloria María Medina

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CATEGORÍA PRIVADOS DE LA LIBERTAD La promesa oscura No te prometo el amor que traza tu corazón Que utiliza cuentos, como carga eterna de carruaje, Nunca hace su parada en la estación del juicio… Y prefiere avanzar sobre vías de esperanza ¿Quieres saber qué es el egoísmo? Es encerrarte en el vuelo de la promesa oscura Que desciendo vertiginosamente Al universo funesto de la realidad… Cuando el juego instintivo del corazón Empieza a tocar las puertas promisorias Se abre la morada infinita de ilusiones, Y engaña la razón son su espejismo de paredes Hablar con la promesa de pertrecho Es más nocivo que callarlas con la prudencia Es menos trágico dejar que el silencio Haga más eco en el tiempo de tu espera Te prometo hablar… Mientras el viento oportunista y envidioso no sople Evitaré que las fuerzas de sus olas invisibles Arrastre palabras distraídas, que no regresarán… Primer Lugar: Jamir Enrique Espitia

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CATEGORÍA JUVENIL Estigma Un círculo de arena ha encontrado su hogar en mi pierna. no recuerda cómo llegó allí si fue yerra de esclavo o pedernal disuelto en el sol. solo sabe que acuestas de vanidad la noche se tiene sobre él como un murciélago hambriento y despojado de alas. Mi pierna mi antigua pierna es la mitad oculta de la mujer que va al mercado y disimula olvidar el círculo de arena, su marca de vergüenza. Primer Lugar: Isabella Romero Castaño

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Este libro, Memorias del XIX Festival Internacional de Poesía de Cali, se diseñó en el Estudio Creativo Social de la Universidad Autónoma de Occidente y se terminó de imprimir en la ciudad de Cali en el mes de septiembre de 2019.



Poesía c olibrí que goza de u n movimiento al tiempo estático y eterno, Poesía, diminuta estrella, luciérnaga que alumbra en medio de l a oscuridad, u sted, P oesía, deidad aérea, diosa eólica, pase y tómese calles y espacios y sírvase irrigar con sus vientos a esta c iudad que necesita d e otros aires. Revuelva c abezas, arrastre nubes, pierda pañuelos, agite faldas, resucite hojas, bote sombreros, y que de su pájara esencia y de su volátil misterio disfrutemos todos.

Humberto Jarrín B. Director

Organiza:


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