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Rusia frustra ataque masivo con drones en Crimea

Kiev estudia su repliegue de Bájmut, el símbolo de la resistencia ucraniana

MOSCÚ AGENCIAS

El gobierno de Rusia informó que su defensa antiaérea frustró un intento de “ataque masivo” ucraniano con drones contra la península de Crimea, de cuya anexión por Moscú se cumplen nueve años el 18 de marzo.

“Fue frustrado un intento del régimen de Kiev de llevar a cabo un ataque masivo con drones contra instalaciones de la península de Crimea”, afirmó en su parte diario el vocero del Ministerio de Defensa de Rusia, teniente Ígor Konashénkov.

El militar indicó que seis drones de ataque ucranianos fueron derribados por la artillería antiaérea y otros cuatro fueron inutilizados con medios radioeléctricos.

“No hubo víctimas ni daños materiales en tierra”, subrayó.

Con anterioridad, medios ucranianos informaron que en la noche de ayer se registraron varias explosiones en la península de Crimea y también en la región rusa de Krasnodar, junto al aeródromo de la ciudad Yeisk.

El alcalde Román Bublik negó que se hubiera producido un ataque y aseguró que las explosiones que se escucharon correspondían a unos ejercicios militares que tenían lugar en la zona.

“Conserven la calma. Sobre todo, lo que pasa en la región de Yeisk siempre los informo, por ello les pido que no caigan en provocaciones”, escribió Bublik en su canal de Telegram.

En el campo de batalla, el Ejército de Ucrania podría retirarse de la ciudad de Bájmut, indicó un asesor del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, en declaraciones que insinúan que Rusia podría capturar la ciudad que se ha convertido en un símbolo de la resistencia ucraniana.

Las fuerzas del Kremlin han emprendido una ofensiva sangrienta y prolongada para capturar Bájmut, una ciudad con minas de sal y de yeso en el este de Ucrania.

Por otra parte, Eslovaquia analiza la posibilidad de enviar a Ucrania sus inactivos aviones caza MiG-29, con lo que convertiría en la primera nación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte en hacerlo.

En Estados Unidos, durante años, ha habido una guerra silenciosa entre las grandes cadenas de noticias. Desde que Rupert Murdoch, el magnate australiano, adquirió la ciudadanía estadounidense para hacerse de Fox News, la apuesta quedó sembrada.

Murdoch es el dueño de una compañía llamada News Corp, que controla cientos de publicaciones y estaciones de televisión en todo el mundo.

En Gran Bretaña, es dueño de The Sun y The Times, y en Estados Unidos, del New York Post y del Wall Street Journal

Murdoch ve el periodismo desde una óptica, digamos, distinta. Sus tabloides sensacionalistas empezaron a tener enorme éxito y ventas. En Gran Bretaña, sus ataques y comentarios sobre la familia real hicieron escuela, y se creó una nueva forma de informar que resultaba divertida y entretenida para los lectores. Claro que las demandas de difamación llovieron, pero el éxito de News Corp era innegable.

Murdoch, entonces, irrumpió en el mercado de la televisión en Estados Unidos. Adquirió Fox News y una serie de compañías más, para asegurar su cadena de difusión.

Hasta antes de Murdoch, las noticias en televisión estaban dominadas por las tres grandes cadenas, ABC, CBS y NBC, complementadas ya con CNN. Todas tenían prácticas profesionales sólidas y competían entre sí, pero, básicamente, seguían las normas. Las cosas cambiaron con Murdoch.

Este empresario identificó un segmento importante del mercado que no estaba explotado: la derecha casi radical, y contrató a Roger Ailes para conducir Fox News. Ailes era un genio de la programación. Decidió poner al aire lo que su auditorio quería oír, y para ello colocó voces conservadoras al frente de sus emisiones de noticias. Ailes fue despedido du-

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