Arte
la naturaleza como lienzo Entre 1982 y 1991, los troncos del bosque de Oma (Kortezubi, Bizkaia) se convirtieron en el soporte de una de las aventuras estéticas más reconocidas de Agustín Ibarrola (Bilbao, 1930), que recibió la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes junto con los integrantes del Equipo 57 en 1993. deia - pablo viñas
El mural que Agustín Ibarrola pintó hacia el año 1977 se compone de diez óleos que miden en total diez metros de largo.
El Guernica de Ibarrola vuelve a casa Nadie había visto este otro Guernica desde hacía cuatro décadas. Pero tras salir a la luz en la feria ARCO en julio, el Museo de Bellas Artes de Bilbao ha recuperado una pieza clave del patrimonio artístico vasco, que se dio a conocer precisamente en una de sus salas en 1977. texto Ana Eva Fraile [Com 99] 102—Nuestro Tiempo verano 2021
Esta es la historia de dos cuadros unidos por un nombre cuyos caminos nunca llegaron a cruzarse. El 4 de junio de 1937, después de cinco semanas agónicas, Picasso dio las últimas pinceladas al Guernica en su taller de la parisina rue des Grands-Augustins. «No sé cuándo lo acabaré. Puede que nunca. Será mejor que vengas y lo cojas cuando lo necesites», respondió al arquitecto Josep Lluís Sert durante una de sus visitas. Como recordaba el propio Sert, el pintor se presentó con el gran lienzo a finales de junio en el Pabellón Español de la Exposición Internacional de París. Finalmente, el 12 de julio, en plena Guerra Civil, el mundo vio el Guernica por primera vez. Picasso supo de los bombardeos de la aviación alemana sobre la villa vizcaína a través de las dramáticas imágenes publicadas por el diario francés L’Humanité. Esta noticia, como señala Paloma Esteban Leal en la ficha del Museo Reina Sofía, le impulsó a culminar una de las escenas más representativas del arte del siglo xx.
El 26 de abril de 1937 era lunes de mercado en Gernika. A las cuatro menos cuarto de la tarde, las campanas de la iglesia de San Juan empezaron a tañer. Minutos después..., «un océano de dolor y de muerte». Con estas palabras describió Picasso el ataque, según citó en 1947 Alfred H. Barr Jr., primer director del MoMA. Elegió solo tres colores —blanco, negro y gris— para dar forma a este alegato contra la guerra de 3,49 metros de alto y 7,77 de largo. La misma paleta cromática que utilizó Agustín Ibarrola cuarenta años después para su Guernica. El pintor bilbaíno solo añadió el rojo de los balazos. Mientras la obra de Picasso recibía asilo en el museo de Nueva York, la de Ibarrola abanderó en los setenta el empeño de un grupo de artistas e intelectuales vascos —entre los que se encontraban Chillida y Oteiza— por que el Guernica del malagueño se instalara en el escenario de la tragedia. En 1977, el mural de Ibarrola se dio a conocer en la sala Gris del Museo de Bellas