PSICOLOGÍA DE LA PAREJA Hipólito Prieto
PSICOLOGÍA DE LA PAREJA
1. EL AMOR ES UNA NECESIDAD PSICOLÓGICA 2. EVOLUCIÓN DEL AMOR. ETAPAS Etapa infantil. Amor posesivo Etapa juvenil. Amor independiente Etapa adulta. Amor de donación 1. AMOR ADULTO-MADURO Características Condiciones: Transparencia mutua Descubrimiento mutuo Encuentro mutuo Respeto a la persona Dar sin esperar recompensa Enemigos del amor: Actitud divorcista Seguridad que da el matrimonio Los celos Los hijos Interferencia de terceras personas 2. ARMONÍA DENTRO DE LA DIVERSIDAD Diferencias individuales Diferencias psicológicas entre hombre y mujer: Sensaciones Emociones Sentimientos Intereses Inteligencia y convicciones 3. CONCLUSIÓN
4. REFLEXION y DIALOGO
PSICOLOGIA DE LA PAREJA Centraremos este tema en el amor, ya que el amor es la base y la columna vertebral de la vida personal, del matrimonio y de la familia.
1. EL AMOR ES UNA NECESIDAD PSICOLOGICA Así como tenemos necesidades biológicas, por ejemplo comer, también tenemos necesidades psicológicas como el amor. Si hacemos un análisis de las motivaciones últimas e imperativas que tiene el ser humano en su obrar, descubriremos que pocas realidades humanas tienen más fuerza y profundidad que el amor. El amor está presente a lo largo de toda la vida: desde antes de ser concebidos hasta la muerte. Antes de nacer Antes de nacer parece que el niño percibe, de alguna forma, mientos y vivencias de la madre.
los senti-
En la década de los 70 un psicólogo inglés experimenta con la percepción del sonido por parte del feto a partir del cuarto y medio mes del embarazo. El feto reacciona igual ante un sonido recibido directamente por él en el útero o a través del oído de la madre. En este último caso la reacción es unos momentos después. También por esos años un equipo de psicólogos alemanes llevaron estadística durante el embarazo de crisis matrimoniales, muerte de algún ser querido, enfermedades. Estos niños después de nacer muestran dificultades en el comer y dormir, apatía, intranquilidad. Según este mismo equipo, la naturaleza tiene una defensa antes estas situaciones: la progesterona que sirve de sedante tanto para la madre como para el embrión y feto.
Eve Marnie (1990), basándose en una serie de pruebas, dice: "El niño comienza su educación en el momento en que obtiene conciencia en el útero, no en el momento del nacimiento. Amen a su hijo desde el momento en que sepan que está allí. Ámenlo con todos los pensamientos, palabras y acciones". (Un comienzo con amor: cómo desarrollar la comunicación con el futuro hijo... Ed. Urano. Barcelona 1990). Por tanto, parece que el niño capta los sentimientos y vivencias de la madre. En lo que no hay duda es en que las vivencias y sentimientos de la madre crean un ambiente favorable o desfavorable para el feto, sobre todo a partir del sexto mes del embarazo. Los tres primeros años En los tres primeros años de la vida la necesidad de amor es vital, pero de una manera especial en el primer año (Urdimbre afectiva. Rof Carballo). Vallejo Nágera (Introducción a la Psiquiatría. Cap. XV) cuenta la anécdota del Emperador Federico II de Alemania (siglo XIII) que quería saber qué idioma hablarían unos niños que nunca hubieran oído palabra alguna. Estaban aislados y los cuidadores no podían hablarles. El Emperador no pudo satisfacer su curiosidad, ya que todos los niños murieron ¿Por qué? La respuesta no la encontramos hasta nuestro siglo. El psicólogo René Spitz (nacido en Austria y afincado en EE.UU.) será el pionero en el estudio de este tema. El 70 %, como media, de niños criados en instituciones mueren el primer año de su vida (Este porcentaje es mayor o menor según lugares. En Albania el 100 %). El resto de niños, o ha encontrado una persona sustituta de la madre, o crecen con retardos intelectual y trastornos de personalidad. Ya en 1959 se llega a la conclusión de que estos niños que mueren es por falta de amor (carencia afectiva). Y así el amor, de una u otra forma, estará presente a lo largo de toda nuestra vida, siguiendo un proceso evolutivo.
2. EVOLUCION DEL AMOR. ETAPAS El ser humano va siguiendo un proceso de maduración humana (Psicología evolutiva). En cuanto al amor podemos marcar tres grandes etapas: 2.1. ETAPA INFANTIL El amor, en esta etapa, está basado en el recibir. Es la actitud del amor "posesivo". No existe ofrenda de lo que uno es, sino intento de poseer y retener al otro. Uno trata de vivir para sí a costa del otro. 2.2. ETAPA ADOLESCENTE Y JUVENIL Nace la amistad como una necesidad psíquica de complemento ante la tristeza y la soledad que, a veces, sienten. La pandilla, el grupo, es una necesidad. Dentro del grupo el adolescente vivirá una amistad más reducida con uno o dos compañeros como confidente/s. Las pandillas van siendo mixtas, y en ellas se da la atracción de los chicos por las chicas y viceversa. Poco a poco, no obstante, se va tendiendo a un amor individual y exclusivo a una persona concreta. Esto exige encuentros individuales y no tolera ya al grupo. Surge, entonces, cierta ceguera que impide un juicio objetivo, ya que es un amor "idealista"; surgen también la envidia hacia los/las rivales y las provocaciones amorosas. Todavía hay varios cambios de pareja. Es un amor de independencia, sin ligarse o comprometerse. 2.3. ETAPA ADULTA En los primeros años de la edad adulta (el comienzo de la edad adulta se sitúa entre los 21 y 25 años) se vive el comienzo del matrimonio con la ilusión del ideal o con la fuerza de la pasión. Hacia los 30 años quizá surja la desilusión a medida que se va conociendo la personalidad del otro. Esta desilusión es mayor en el hombre si la elección no se basó en el estudio de la otra persona (sino que esta elección se basó en aspectos externos, como el atractivo físico, etc.).
La mujer, al amar, pone todo su ser y su vida; ama al hombre con sus defectos; ni los ignora ni se los oculta a sí misma. La desilusión en ella vendrá de otros terrenos, como puede ser el descubrimiento de intenciones ocultas en su compañero o la aparente competencia que presenta a su amor la realización socio-profesional de su marido. Esta primera y breve crisis se supera con la madurez social, que es aceptación y comprensión de las diferencias en el otro, y, también, con la fidelidad y la común responsabilidad para llevar la comunidad familiar. En una palabra, el matrimonio supone un determinado grado de maduración de carácter y lo produce al mismo tiempo. Hacia los 45 años se sitúa la crisis de madurez, que puede llevar a rupturas en el matrimonio. La ruptura de los lazos psíquicos que unen a los miembros de un matrimonio, ya sea por decepción, ya sea por monotonía o cansancio de uno de los esposos, traumatiza también al otro y grava negativamente la última etapa de la evolución individual. Aparte de otras consecuencias (sociales, éticas, jurídicas, religiosas), ataca directamente a la evolución de los hijos cuyo desarrollo depende de padres en alguna forma separados.
3. AMOR ADULTO-MADURO Cuando se van superando todas las crisis del desarrollo evolutivo, estaríamos ante la madurez social, ante un amor maduro, que es el único capaz de formar pareja. En él nos vamos a centrar y veremos sus características, sus condiciones, sus enemigos y el ambiente que necesita para desarrollarse. 3.1. CARACTERISTICAS El que ama de verdad trata más bien de vivir para el otros, y esto a costa de sí mismo. Nace el sentido de comunidad. Se arrancan las alambradas de propiedad privada; comienza a existir la dimensión misteriosa de "lo nuestro y el nosotros". Este amor funciona por el sistema de "vasos comunicantes": cualquier vibración, por íntima y débil que sea, se capta y repercute en el otro. 3.2. CONDICIONES Formar dentro del matrimonio una verdadera comunidad de amor presupone unas condiciones. Examinaremos las más fundamentales: 3.2.1. Transparencia mutua En el matrimonio no se puede vivir ocultando, sino que debe darse una transparencia mutua, de tal manera que cada uno se manifieste con plena y clara sinceridad en todos los niveles de la vida: sexual, afectivo, espiritual, existencial. 3.2.2. Descubrimiento mutuo Este descubrimiento mutuo debe darse a nivel de profundidad. Es fácil conocer las cosas por fuera, pero es difícil conocer el misterio que es cada persona humana. No sólo se ha de conocer cómo es el otro, sino saber porqué reacciona así; porque hay mecanismos de defensa (enfrentamiento afectivo, comportamientos agresivos, mutismo...) que están indicando: "no me comprendes, ni me conoces a fondo". 3.2.3. Encuentro mutuo
Después de descubrirse cómo son, se debe llegar a la unión, fusión, unidad de dos personas tal y como son. En esto consiste el encuentro mutuo en profundidad. 3.2.4. Respeto a la persona Amar en pleno régimen de libertad. No hay realidad que exija más libertad que el amor. El amor personal (adulto) no ata, no monopoliza, no anula, sino que une, respetando el modo de ser y obrar del otro. 3.2.5. Dar sin esperar recompensa Darse a fondo perdido, sin pasar factura, sin contabilizar quién ha dado más. Es un intercambio personal, total y permanente. Por supuesto, para que se den estas condiciones es necesario un clima de confianza y de diálogo. 3.3. ENEMIGOS DEL AMOR 3.3.1. Actitud divorcista Según los psicólogos, cuando la pareja se forma con esta condición de poderse divorciar, esta posibilidad de separación impide un encuentro en profundidad. Es como un muro que se pone entre los dos. 3.3.2. Seguridad que da el matrimonio Hay que apuntar un peligro, que sorprende con demasiada frecuencia a los esposos: abandonar las manifestaciones de amor una vez que se han casado. Dan la impresión de que todas las manifestaciones de amor que se dieron en el noviazgo tenían sólo la finalidad de conquistarse mutuamente para llegar a la boda. Pero el amor cada día es nuevo; cada día es conquista. La seguridad y la rutina lo matan. 3.3.3. La inseguridad del amor del otro: los celos Los celos nacen de un complejo .de inferioridad o de no saber armonizar las relaciones con el cónyuge y las que éste debe tener con otras personas, trabajo.. Corresponden a un amor posesivo (infantil). 3.3.4. Los hijos
La maternidad y paternidad profundizan el amor mutuo de los esposos; consolidan la unión y demuestran o ratifican una seguridad madurativa. La fecundidad real produce en los progenitores la sensación de haber alcanzado la cima de la capacidad humana en el terreno biopsíquico y social. Por tanto, la base para tener un hijo es el amor, y este hecho aumentará el amor de los esposos entre sí; y para los hijos es necesario el ver que sus padres se aman. Pero cuando uno no se siente realizado como esposo/a, desvía el amor hacia los hijos. Es un amor neurótico y castrante para los hijos. 3.3.5. Interferencia de terceras personas Ante una crisis en la formación de la pareja podemos volver a refugiarnos en personas a las que nos unían lazos afectivos (regresión). Sus juicios no serán imparciales, sino "afectivos".
4. ARMONIA DENTRO DE LA DIVERSIDAD Es necesario crear un clima, un ambiente para el amor, para que haya una sintonía afectiva, corporal y espiritual. Ambas personas, hombre y mujer, deben ponerse en perfecta sintonía, para llevar a cabo un proyecto de vida en común. Esta sintonía se consigue mediante la unidad de criterios, de mentalidad, cuando es posible, y si no, respeto y libertad de común acuerdo (porque esta unidad no consiste en anular al otro). Es necesaria esta sintonía para que no haya estridencias, que van llevando desde no comprenderse hasta odiarse; o, al menos, independizarse, hacer cada uno lo que quiera, como solteros (regresión a etapas anteriores). Esta sintonía lleva a un ensamblaje, una unidad, en la pareja. En el matrimonio no se puede estar clavados el uno al otro. Sería muy doloroso estar toda una vida así. No clavados, pero sí ensamblados. Cada uno debe hacer sitio al otro; quitar cada uno lo que hiere, molesta, estorba al otro. Y esto en el campo que sea: carácter, costumbres, gustos, criterios... No son los grandes defectos los que las perjudican al matrimonio; son los más pequeños, los pequeños detalles. Por eso es preciso cuidar los detalles, ya que el amor es un arte. ¿En qué hay qué buscar esa sintonía para llegar al ensamblaje o unidad? Es lo que iremos viendo a continuación. 4.1. DIFERENCIAS INDIVIDUALES Hay unas diferencias, entre unas personas y otras, debidas a nuestra herencia biológica y psíquica (temperamento), y a un medio ambiente donde hemos vivido (que juntamente con la herencia constituyen nuestra personalidad). Existen dos componentes esenciales en la personalidad que, de alguna manera, parecen unidos o confundidos normalmente, pero que son claramente diferenciables: el carácter y el temperamento. El carácter es la parte de la personalidad adquirida con el tiempo mediante la relación interpersonal y el medio ambiente. Aquí son muchas las experiencias que de algún modo van calando gradualmente en la psicología, hasta ir modelando un estilo propio, una forma de ser. El temperamento es la parte de la personalidad heredada, tiene un fondo genético y es, por tanto, más sólida, arraigada y más difícil de modificar.
Carácter y temperamento, pues, forman parte de la personalidad. A lo largo de la vida el ser humano elabora y crea progresivamente una conducta habitual que lo diferencia de los demás; es decir, las pautas de comportamiento más frecuentes que forman el modo más constante de manifestarse o la forma peculiar de reaccionar. Es preciso conocer como es el otro para saber tratarlo. Dentro de las diversas clasificaciones, nos fijaremos en la de los holandeses Heymans y Wiersma, desarrollada en Francia por Le Senne. Los elementos constitutivos del carácter son tres: emotividad, actividad y resonancia o retentiva.
La emotividad es la capacidad o disposición para dejarse arrebatar por los sentimientos ante estímulos externos o internos. Cuando los arrebatos emocionales son frecuentes e intensos hablamos de emotividad positiva o simplemente emotividad (E). Cuando, en cambio, el individuo no se inmuta fácilmente ni frecuentemente estamos ante una carencia de emotividad, o emotividad negativa (nE). La actividad es la tendencia congénita, intima y asidua que empuja a obrar y a crearse ocasiones para obrar (A). Aquí el aspecto negativo sería (nA). La resonancia o retentiva refleja la duración de las impresiones internas o externas que pueden ser breves y a flor de piel, o profundas y duraderas. En el primer caso tenemos resonancia primaria (P), y en el otro caso resonancia secundaria (S). Las distintas mezclas de estos elementos dan lugar a los ocho caracteres Claves (Ver Apéndice). 4.2. DIFERENCIAS PSICOLOGICAS ENTRE HOMBRE Y MUJER A ninguna materia psicológica se le ha concedido un interés más permanente que a la de las diferencias entre los sexos. En parte, este interés proviene de la necesidad que sienten hombres y mujeres por entenderse mutuamente: problemas sociales que tienen que ver con el matrimonio y el divorcio, condiciones de vida y de trabajo.
Cuando a Samuel Johnson (escritor inglés del siglo XVIII) le preguntaron quién era más inteligente, el hombre o la mujer, él respondió: “¿Qué hombre, qué mujer?”. Esto hemos de tenerlo en cuenta al hablar de las diferencias entre los sexos, ya que aunque haya diferencias significativas, siempre hay superposición de las distribuciones. Por ejemplo, aunque las mujeres puntúen más alto en emotividad, hay hombres más emotivos que algunas mujeres.
4.2.2. Sensaciones Los sentidos captan los mensajes procedentes del interior y del exterior del cuerpo. Esta captación se hace también de forma distinta en el hombre y en la mujer. El hombre necesita sensaciones más fuertes. Le gustan más los colores chillones, los sonidos agudos y fuertes, los sabores salados y picantes. No es un capricho que ponga tan alta la radio, la televisión...; o que se queje que la comida está sosa. La mujer posee una percepción más matizada de colores, sonidos, sabores, perfumes... Distingue con mayor facilidad los pequeños matices y sufre ante los estímulos demasiado bruscos, demasiado chocantes. Prefiere las sensaciones suaves: caricias, música ligera, etc. 4.2.3. Emociones Los mensajes captados por los sentidos producen en el ser humano reacciones que reciben el nombre de emociones. Las emociones son la respuesta afectiva de la persona humana ante otras personas o acontecimientos (miedo, agrado...). El hombre es más estable. No se incomoda fácilmente, llora con dificultad y no es propenso al desánimo.
Por el contrario, permanece más tiempo fuera de juego cuando pierde el control de una emoción, por ejemplo, cuando pierde la salud. La mujer es más inestable. Con suma facilidad cambia de humor. No es por capricho, sino que en gran medida se debe a los cambios biológicos a consecuencia de la ovulación. Muchas veces está de buen o mal humor sin que las personas o sucesos influyan en ella. La mujer llora con más facilidad, pero conserva la calma ante la enfermedad... 4.2.4. Sentimientos Ahondando más en la personalidad del hombre y de la mujer, llegamos a la zona de los sentimientos. Los sentimientos son más profundos y duraderos que las emociones. Trabajo Al hombre le interesa más la obra que las personas que intervienen en esa obra. Se siente orgulloso de su trabajo, y el fruto de su trabajo le convence de su valía. La mujer en el trabajo se siente atraída por las personas. Le importan más las personas con las que ha de trabajar que lo que ha de realizar. Lo que la hace feliz es ver la satisfacción que produce en los demás: cuidado de enfermos, enseñanza, labores sociales. Amor El hombre, en la forma de manifestar el amor, es más seco. La mujer en la forma de manifestar el amor, es más sensible. Conversación Al hombre le cuesta manifestar sus sentimientos, es poco comunicativo. No se siente inclinado a referir los de talles de su trabajo. Cuando llega a casa se abstrae con el periódico o la tele. La mujer es más comunicativa, expansiva. Le es más fácil expresar sus sentimientos. Le gusta contar todo lo que ha hecho por el día, hablar de los niños, de los vecinos, de la tienda.
4.2.5. Intereses En lecturas, películas y programas de radio, los niños prefieren la aventura, el viaje y la exploración; entre las niñas se valoran más las historias de amor y poesía, de niños y de vida hogareña.
En los tests de intereses, los hombres sobresalen en los intereses teórico, económico y político; las mujeres sobresalen en los intereses estético, social y religioso. Cada uno de los esposos, dentro de lo que sea posible, debe participar en los intereses, las diversiones, las aficiones del otro. 4.2.6. Inteligencia y convicciones El ser humano está dotado de inteligencia y voluntad. Eso hace que no guíe su vida solamente bajo el impulso de las emociones y sentimientos; es capaz de formarse convicciones sólidas, de adherirse a valores espirituales. Hasta en sus convicciones, el hombre y la mujer se distinguen; poseen distinta manera de mirar el universo y de actuar en él. Inteligencia general En inteligencia general no hay diferencias significativas entre hombres y mujeres. La única diferencia se debe a la mayor variabilidad intelectual de los varones. Esto quiere decir que el sexo masculino tiene más genios, pero también más subnormales. Aptitudes
El hombre sobresale en aptitudes mecánica y numérica, en relaciones espaciales (p. e. figuras ocultas, distancias…) y problemas que exigen reestructuración (volver a empezar). La mujer sobresale en aptitudes verbal y artística, en destreza manual, percepción de detalles y memoria. Juicio global o convicciones El hombre es razonador. Razona basándose en lo que ve. En todo busca las razones y no da un paso sin saber el por qué. En su manera de conocer es propenso a un conocimiento frío y exacto de las cosas. La mujer es más intuitiva. Ve las cosas y las personas desde el interior. Predomina en ella el afecto y razona basándose en lo que siente. Sabe más por intuición que por raciocinio. La mujer comprende a los demás con el corazón, se pone en su lugar y capta sus sentimientos y deseos. Ante un accidente, al hombre son los hechos lo que le interesa:”¿Qué ha pasado?". A la mujer lo que le preocupa son las personas que hay detrás de los hechos: "¿Quién se ha herido?". Al comprar un coche, al hombre le interesa su funcionamiento: “¿cómo funciona este motor?". A la mujer le interesa su utilidad: "¡es tan cómodo para salir toda la familia!". Ante los estudios, al hombre le interesan las nociones que hay que adquirir; a la mujer, los servicios que puede prestar. El la orientación de su vida, el hombre se siente atraído por la magnitud de la tarea y el éxito profesional; la mujer se siente atraída por ser útil a los que la rodean.
5. CONCLUSION Hombre y mujer tienen una psicología muy diferente. Pero estas diferencias son también la gran riqueza que aporta cada uno, para enriquecerse los dos. Hombre y mujer se complementan. A veces, por falta de madurez, estas diferencias hacen que la pareja empiece por no comprenderse y terminen por odiarse y separarse. Pero cuando se va madurando juntos, estas diferencias sirven para complementar y ayudar al otro en aquello que le falta; porque en el matrimonio todo es común, todo es de los dos. En el matrimonio, como ya hemos visto, no se puede hablar en singular. No se puede decir "yo"; hay que decir "nosotros". Ninguno puede reservarse nada para negárselo al otro. En la marcha del matrimonio, la responsabilidad es de los dos. Por tanto, como consecuencia, las decisiones son de los dos: Número de hijos. Maternidad y paternidad responsables. Educación de los hijos. Cuando el niño está recibiendo criterios distintos, no sabe a qué atenerse. Marcha del hogar, en todos los aspectos... Cuando no se llega a un común acuerdo, es necesario saber ceder, no por debilidad, sino por amor. Así es como se irá dando esa comunión de vida y amor, necesaria para la estabilidad y enriquecimiento de la pareja y de los hijos.
6. REFLEXION y DIALOGO
Según nuestra apreciación: ¿Es siempre el amor el que impulsa a las personas a contraer matrimonio? ¿Qué otros móviles son frecuentes? ¿Tendría sentido un matrimonio sin amor?
Desde un punto de vista meramente humano: ¿En qué medida los matrimonios de nuestro ambiente, en general, llegan a sentirse plenamente realizados?
Según nuestra experiencia:
¿Nos resulta fácil amarnos de verdad? ¿Nos sentimos verdaderamente libres? ¿Nos comunicamos con franqueza las cosas? ¿Tenemos confianza mutua? ¿Nos preocupamos de los problemas del otro como de los propios?
En los matrimonios que conocemos: ¿Cuáles son los puntos de tropiezo más relevantes y ordinarios que rompen la plena armonía de la pareja? Enumeradlos.
En nosotros mismos: ¿Hemos tenido alguna crisis a causa de nuestras decisiones, forma de ser, diversiones, detalles, etc.? ¿Cómo hemos superado esas crisis?
Cuando hay armonía entre nosotros: ¿A qué factores pensamos que se que debe?
Segovia, 10 de Junio de 1994
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