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Revista febrero 2021

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MICRORRELATOS

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Agorafobia

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Temor o angustia al estar en espacios públicos, sobre todo si son muy abiertos o expuestos; también miedo a las multitudes. Temor a no poder escapar a un lugar seguro. Puede desarrollarse una conducta de evitación de estas situaciones y eso puede interferir en la vida habitual. Otras formas son: huir de las colas o no poder usar el transporte público. La claustrofobia podemos considerarla como una variante.

¿Qué puede ayudarnos?

En primer lugar, la información de calidad. No podemos hablar de un trastorno de ansiedad generalizada si no persiste en el tiempo, al menos seis meses. Evidentemente, con sus variaciones y días de alivio. En el trastorno de pánico o en la agorafobia, la angustia debe ser notable y molestarte en tu vida. No hablamos de pequeñas sensaciones. Los trastornos de ansiedad son problemas, en general, de fácil tratamiento y buena respuesta a las intervenciones profesionales. Se benefician de la acción de algunos fármacos, de técnicas de tratamiento conductual, de psicoterapias y de prácticas complementarias como las técnicas de relajación o el Yoga. La clave está en la elección de profesionales adecuados. También es importante saber que requieren tiempo y algún esfuerzo extra; no existen pastillas, palabras o ejercicios “milagro” que lo arreglen rápido. Hay actividades, actitudes y alimentos que nos van a ayudar en cualquier tipo de ansiedad. Eso sí, repetimos, cuando se ha convertido en un trastorno molesto y persistente, lo mejor es buscar ayuda especializada. Ponemos algunos ejemplos: - Hacer ejercicio. Bien ejecutado, reduce el cortisol, la principal hormona secretada en el estrés. También mejora la calidad del sueño y aumenta la autoconfianza. Debe ser un ejercicio placentero, sin añadirle una autoevaluación continua, sin compararse. Nunca un deporte intenso poco antes de dormir. - Evalúa la cantidad de estimulantes diarios que tomas y redúcelos. Menos cafeína. Sopesa tu consumo de alcohol. - Apunta lo que te estresa y también lo que te ayuda. Da gracias por lo bueno. Evita caer en un pensamiento quejoso. - Aprende a decir no cuando sea bueno para ti. Aprende a afrontar las situaciones que temas; no aplaces, no huyas, dale vueltas pero hazlo. No es cuestión de narices; es análisis, inteligencia y ejecución. - Prueba una clase de yoga. O dos. Decide si puede ayudarte. Aprende técnicas de relajación y/o ejercicios de respiración profunda. Con profesionales. Elimina charlatanes de tu vida. Estamos de acuerdo en que ya sabes decir que no. - Escucha música, tu música. Cuando puedas y porque sí. - Las buenas compañías. Si hay una pandemia, pues que sea compañía virtual; o telefónica o la de un libro. ¡Hay que ver qué bien conversan los libros!

Beneficios de la ansiedad

Así, como suena, no todo es malo en ella. No olvidemos que es un síntoma adaptativo que nos ha ayudado a sobrevivir como especie. Evitar un león es bueno para nosotros. Pensar antes de decidir también. Eliminar el riesgo excesivo puede salvarnos la vida. Mencionemos tres beneficios comprobados. Uno es que mejora la empatía. La ansiedad que no te bloquea te hace más perceptivo a las emociones de los demás. En grado leve, te ayuda a tomar mejores decisiones; sopesar y dudar un poco antes de actuar consigue mejores resultados empresariales y en la vida. También nos activa y agudiza los sentidos, aumenta la capacidad de concentración y observación. Por eso, no debemos proscribir la ansiedad sino aprender a manejarla. Conocer cómo se manifiesta en nuestro interior, sus causas, nuestros recursos y su utilidad. Todo lo que sentimos sirve para algo, aprendamos y busquemos ayuda si nos supera.

Fernando Blanco Pradas Médico-Psiquiatra

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