Colección LINTERNA MÁGICA 1. Laurel. Antología de la poesía moderna en lengua española. Segunda edición. Prólogo de Xavier Villaurrutia. Epílogo de Octavio Paz 2. Francisco Cervantes de Salazar. México en 1554. Presentación
de Margarita Peña
3. Terra ignota. La geografía de América Latina a través de cronistas de los siglos XVi y XVii. Presentación y selección de textos de Josefina Oliva de Coll 4. Safo. Poemas. Introducción, traducción directa del griego y notas de Carlos Montemayor 5. Paul Gendrop. Compendio de arte prehispánico 6. Gustave Flaubert. La educación sentimental. Presentación de Margo Glantz 7. Gabriel Miró. Nuestro padre San Daniel-El obispo leproso. Presentación de Paciencia Ontañón 8. Mateo Bandello. Novelas escogidas. Presentación de Othón Arróniz 9. Michel de Montaigne. Ensayos escogidos. Selección y prólogo de Angelina Martín del Campo 10. Aurelio de los Reyes. Medio siglo de cine mexicano (1896-1947) 11. Honoré de Balzac. Esplendores y miserias de las cortesanas. Presentación de Roberto Páramo 12. Lope de Vega, Tirso de Molina y Calderón de la Barca. Teatro indiano de los Siglos de Oro. Introducción de Arturo Souto Alabarce 13. El simbolismo esotérico en la literatura medieval española. Estudio, selección y notas de Enrique de Rivas 14. Gustavo Vargas Martínez. Fusang. Chinos en América antes de Colón 15. Katherine Mandsfield. En una pensión alemana. Presentación de Beatriz Espejo 16. Antología de la Antología griega. Presentación, selección y versión directa del griego de Luis Alfonso Maruri 17. Literatura rusa del absurdo. Selección y versión directa del ruso de Rosa María Phillips. Presentación de Armando Partida 18. Leopoldo Lugones. Las fuerzas extrañas-Cuentos fatales. Presentación de Noé Jitrik
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Selección, presentación y notas de
Osear Flores Torres
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Catalogación en la fuente Flores Torres, Óscar Historiadores del México siglo xx -- México: Trillas, 2003. 543 p. ; 23 cm. -- (Linterna mágica; 33) ISBN 968-24-6669-5 l. Historiadores mexicanos. 2. México - Historia Lecturas y narraciones. l. t. II. Ser. D- 972.007202'F623h
LC- F/2/O'F5.4
La presentación y disposición en conjunto de HISTORIADORES DE MÉXICO SIGLO xx son propiedad del editor. Ninguna parte de esta obra puede ser reproducida o trasmitida, mediante ningún sistema o método, electrónico o mecánico (incluyendo el fotocopiado, la grabación o cualquier sistema de recuperación y almacenamiento de información), sin consentimiento por escrito del editor Derechos reservados Editorial Trillas, S. A. de C. v., Av. Río Churubusco 385, Co/. Pedro María Anaya, c.P. 03340, México, D. F. Te/. 56 88 42 33, FAX 56 04 I3 64
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Primera edición, junio 2003 ISBN. 968-24-6669-5 Impreso en México Printed in Mexico
Esta obra se terminó de imprimir el 30 de junio del 2003, en los talleres de Rodefi Impresores, S. A. de C. V. Se encuadernó en Impresos Terminados Gráficos. BM2 80 TW
Asumirse
como mexicano es
aceptarse como una realidad concreta, que es el ser de esta nación, del mundo que es México. LEOPOLDO
ZEA
1. NORMAS QUE RIGEN LA PRESENTE EDICIÓN Este trabajo nació con la idea de presentar al estudiante universitario una serie de textos en los que se abordan los hechos históricos y problemáticas fundamentales de México en el siglo xx (entendido éste a partir de 1910), a través de sus autores contemporáneos. El lector se preguntará ¿por qué marcar como frontera el inicio del siglo xx en México en el año de 191O?En principio, es conocido en la literatura histórica que el periodo denominado como el ancien regimen, que va de 1877 a 1911, termina abruptamente en este último año debido a la desaparición de las condiciones sociales, económicas y culturales que lo sustentaron. Eso se debió al terremoto revolucionario en que se vio inmerso el país a raíz del inicio de la guerra civil mexicana en 1910. En otras palabras, no sólo encontramos nuevos actores sociales que sobresalieron en este periodo, sino también una nueva preocupación temática (acicateada por los hechos de la rebelión) en los escritos tanto por parte de los revolucionarios y simpatizantes de este movimiento (en sus diversas facetas) como por los viejos escritores beneficiarios y sobrevivientes del antiguo régimen porfirista.
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Una vez definido el periodo histórico, el proyecto se centró en incluir sólo a los historiadores(as) mexicanos(as) por nacimiento. De éstos, consideré hacer una muestra representativa (consciente de las ausencias, las cuales son un silencio cargado de significado) de algunos pensadores e historiadores mexicanos que actualmente son imprescindibles para conocer el desarrollo histórico del·siglo xx en México. Aunque la selección no es exhaustiva, es decir, no incluye a todos los que quisiera,l si muestra, creo, una selección parcial de autores necesarios para el conocimiento de las etapas históricas seleccionadas y que conforman el siglo xx mexicano.2 Paralelamente a éstos, incorporé un par de documentos (Plan de San Luis y el Plan de Ayala) que considero útiles para entender el inicio de la revolución en México y que ayudarán a ubicar al lector en los textos subsiguientes.
Objetivo El principal objetivo de este trabajo es promover y cultivar el espíritu de comprensión histórica en los estudiantes universitarios y presentar una guía opcional más, al selecto lector sobre obras históricas de México. Para ello es necesario mostrar, no sólo cómo se ven y juzgan hoy los hechos sobresalientes de la vida pasada, sino también cómo vieron y juzgaron esos mismos hechos quienes participaron en ellos. Esto es lo que comúnmente se conoce como historiografía. Entiendo como historiografía, para fines de este trabajo, la escritura de 1 Entre otras ausencias notables puedo mencionar a Álvaro Matute, Roberto Moreno de los Arcos, Antonio Ruvial, Mercedes de la Garza, Alfonso Mendiola, Héctor Aguilar Camín, Jesús Reyes Heroles, Wigberto Jiménez Moreno, Alfredo López Austin, José Luis Martínez, José Luis Lorenzo, Ignacio Berna!, Pedro Carrasca, Alejandra Moreno Toscano, Andrés Lira, Luis Muro, Isabel Gil Sánchez, Jorge Alberto Manrique, Lilia Díaz, Bertha UlIoa, Ernesto de la Torre Villar y Moisés González Navarro. 'Existen pocos trabajos que han hecho el intento de cubrir un espacio teórico, histórico y biográfico sobre los historiadores mexicanos y sus trabajos en el siglo xx. Este es un intento más, que se suma a un camino poco recorrido. El último de estos textos es el compilado por Enrique Florescano y Ricardo Pérez Monfort, intitulado Historiadores de México en el siglo xx, editado por el Fondo de Cultura Económica en 1996. Con esta publicación se pretendió iniciar una época diferente dentro de los testimonios del pensamiento del historiador en nuestro país, ya que mencionan sus editores que: "Carecemos de una guía que permita reconocer las numerosas escuelas y tradiciones fundadas por los historiadores mexicanos. Tampoco hay un libro que describa sus contribuciones y señale los perfiles de su trabajo. La presente obra no aspira a llenar esas lagunas, pero sí es un paso en esa dirección: ofrece un compendio de las formas de pensar y escribir la historia practicada en el siglo xx." Aunque el volumen que presento aquí no es un compendio, sí pretende rescatar en parte esta tradición por la investigación histórica en México.
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la historia de México a lo largo de este siglo y la búsqueda de un significado de esa historia en su momento, es decir, cómo se reconstruye el discurso histórico a través del conocimiento del pasado. 3 Los libros de Historia de México que ahora se utilizan en las Instituciones de Educación Superior ofrecen el punto de vista actual de nuestro pasado. En esta investigación, denominada HISTORIADORES DE MÉXICO SIGLO XX, se presenta una selección de documentos con los puntos de vista de quienes fueron actores de ese pasado. Con este tipo de antología se pretende complementar y edificar una conciencia en el lector del vasto y rico panorama historiográfico que posee México, en este caso, en una etapa de su historia. Me refiero al siglo xx. Hay que recordar que la historiografía es también el estudio del modo de leer los documentos, y no sólo es el estudio de los libros de historia. Los autores seleccionados mantienen concepciones históricas, filosóficas, estéticas y artísticas muy diversas, las cuales al ser confrontadas en el transcurso de una atenta lectura, permitirán alejarse de un enfoque unilateral y dogmático. Es indudable que predominan ciertas corrientes historiográficas en este trabajo sobre otras igual de importantes. Sin embargo, la propia limitante de una obra antológica como ésta, explica en un primer momento la necesidad de hacer una selección del universo existente. En segundo lugar (y con base en lo dicho arriba), quiero aclarar que otorgué prioridad a los autores y textos considerados por los especialistas como clásicos e imprescindibles para el conocimiento general de este periodo histórico. Esto quiere decir que se dio preferencia a estos autores sobre los textos de historia regional. Finalmente, es indudable que la mayoría de estos escritos reflejan sobre todo las temáticas his3Entre otros estudiosos en México sobre el nacimiento de la historiografía como una herramienta más de la ciencia histórica, tenemos a Alfonso Mendiola, quien nos comenta lo siguiente: "El descubrimiento de la ciencia de la historia en escritura posibilitó el nacimiento, en la segunda mitad de este siglo, de la historiografía. La pregunta actual es cómo se escribe la historia, y no cómo se conoce el pasado. Es decir, el problema actual es cómo le comunico a alguien por medio de enunciados algo acerca del pasado, y no cómo un sujeto (historiador) conoce un objeto (el pasado). Este nuevo planteamiento impide la ilusión de pensar que el pasado habla por sí mismo. Ahora se parte de que alguien habla del pasado, a partir de enunciados que alguien construyó (fuentes), y dirigiéndose a otro interlocutor que lo escucha. Hay que destacar que tanto el hablante como el oyente son seres históricos, es decir, que están situados social-históricamente. A partir de estos años la historia como ciencia debe ser entendida históricamente. Este es el modo peculiar en que la historiografía reflexiona sobre la escritura de la historia." Véase Alfonso Mendiola, "Una relación ambigua con el pasado: la modernidad", en Tiempo y Escritura. La primera revista electrónica de historiografía en México, México, 1998. Esta idea también es ampliamente desarrollada por Michel de Certeau en La Escritura de la Historia, Departamento de HistoriaUniversidad Iberoamericana, México, 1985.
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toriográficas de corte político y de regeneración social que impulsó el movimiento revolucionario. Las lecturas, como en toda obra antológica, responden a ciertos criterios que ahora explicaré.
Normas de selección De la inmensidad de testimonios de la vida mexicana que se conservan en archivos y bibliotecas, tanto nacionales como del extranjero, seleccioné algunos de los más importantes y característicos del siglo xx. Los documentos abarcan todas las facetas de la cultura de la época: política, economía, instituciones sociales, religión, filosofía, ciencia, arte y letras. Los trozos selectos son por lo general contemporáneos de los sucesos que atestiguan. Sus autores, en la gran mayoría de los casos, hicieron, vieron, padecieron o anhelaron lo que refieren. Como es de suponerse, redactaron estos documentos personas de la intelligentia social, en cada una de las etapas descritas. Los documentos que se van a analizar representan el mayor número posible de fragmentos de diversas formas documentales: historias, crónicas, memorias, cartas, textos jurídicos, actas e informes de gobierno, noticias y comentarios periodísticos, obras filosóficas, religiosas, científicas y literarias. Es decir, ejemplos de toda clase de huellas escritas que difieren entre sí por su origen, su contenido, su finalidad y su forma, y concuerdan por ser fundamentales para el conocimiento de la historia de México.
Normas de presentación El material está estructurado bajo una presentación cronológica. Al tema de la etapa armada de la Revolución Mexicana (etapa que abarca los años de 1910 a 1920), le seguirán los referentes a la reconstrucción nacional (1921-1940), posteriorménte los historiadores de las ideas, del arte y de la cultura mexicana entre los años de 1941 a 1967, y finalmente a los historiadores del México contestatario y de transición hacia la pluralidad política de fin de siglo (1968 en adelante). Cada lectura va acompañada de una breve explicación de la obra, con la información biográfica más sucinta,4 con el fin de que el lector tenga 4Esta información (biografía y producción histórica del autor) fue tomada de una gran diversidad de fuentes. Aquí puedo mencionar en primer lugar el Diccionario Porrúa de Historia,
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noticia de la cantera de la que se tomó el trozo documental, del autor o autores del mismo y de su valor testimonial. Se aspira con ello a fijar la atención del lector sobre los temas fundamentales que se abordan, sobre los problemas cardinales a que se enfrentan y sobre los datos más relevantes de la vida y la obra de los autores de los textos respectivos. Algunos documentos, por ser breves y de gran valor en todas sus partes, los presento íntegramente (como son el caso de los textos de Ricardo Flores Magón, El Plan de San Luis, El Plan de Ayala, y los artículos de Antonieta Rivas Mercado y Carlos Monsiváis); otros, sólo se dan a conocer fragmentariamente. En este caso, se espigan sus mejores párrafos, nunca se resume el contenido del texto original. Es importante aclarar que todos los escritos se presentan tal como fueron publicados originalmente, esto es, en castellano. No existe ningún escrito originalmente redactado en otro idioma, por tanto no hay peligro de una traducción que tergiverse el contenido. Cuando no se pudo conseguir la edición original, se recurrió a las ediciones consecuentes o, bien, más recientes y de mayor divulgación, reconocidas por su seriedad y prestigio académico. Los textos que presento fueron escritos en la mayoría de los casos por autores contemporáneos de los sucesos narrados. Aunque he de aclarar que incluí textos de investigación histórica sobre asuntos referentes al pasado prehispánico, relacionado con el periodo colonial y reflexiones filosóficas sobre la caracterización del mexicano y su obra. En los cuatro temas, los cuales están diferenciados cronológicamente, se incluyen sólo textos escritos durante cada periodo histórico. En otras palabras, en el primer tema, referente al periodo histórico de 1910 a 1920, abarca sólo los escritos y publicados durante ese mismo periodo, y así sucesivamente en los otros tres temas. Existen tres excepciones, éstas son los textos escritos por los historiadores Andrés Molina Enríquez, José Vascancelas e Isidro Fabela, los cuales incluyo en el primer tema, pero sus obras seleccionadas fueron escritas entre 20 y 40 años después, a la cronología especificada en éste. Sin embargo, debido a los asuntos que abordan y él haber sido testigos y actores de los aconteBiografía y Geografía de México, 4 vals., 6a. ed., Porrúa, México, 1996. Después, en segunda
instancia, están en casi todas las obras mencionadas (en reediciones modernas) los comentarios y notas sobre el autor y su obra hechas por estudiosos sobre el tema. Finalmente, esta informa-
ción se cruzó y se actualizó con datos obtenidos en numerosas fuentes como periódicos y revistas y, por supuesto, de la red de internet, donde numerosas revistas y editoriales mexicanas tienen su contenido en línea. Al igual que las revistas, está la información proporcionada por los cursos y diccionarios editados por éste y otros medios por las Instituciones de Educación Superior de México.
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cimientos narrados, decidí incluirlos en este primer capítulo ya que ayudan a dar continuidad al resto de los textos seleccionados .. Tampoco he dudado en incorporar en esta antología a autores que proceden de campos temáticos distintos de la historia propiamente dicha. Campos distintos pero no ajenos, como el caso de los que destacan en el terreno de la teoría y la práctica de la transformación social, como sucede, por ejemplo, con Ricardo Flores Magón y Antonieta Rivas Mercado. También he tenido en cuenta a los autores que reflexionan sobre la historia y aportan ideas que tienen, además, el aval de la fecunda actividad artística, filosófica o literaria que las suscita. Tales son los casos de Justino Fernández, Leopoldo Zea y Octavio Paz. Quiero agregar que esta selección de autores sobresalientes de nuestra historia mexicana están condensados, en su mayoría, en una serie de obras de difícil acceso. Si bien este material puede ser considerado como una historiografía del periodo en cuestión, otros textos pueden considerarse en su valor documental como fuente histórica directa, como serían los casos del Plan de San Luis y el Plan de Ayala. Este trabajo no pretende ser una historiografía exhaustiva sobre el dilatado periodo del siglo xx, sino todo lo contrario. Ya lo dije al inicio de ésta, soy de la idea que cada lector disfrute por sí mismo los textos seleccionados, y a través de la presentación del autor y sus obras, profundice -eso sí- en la obra de cada autor si así lo estima conveniente. La presentación del marco histórico-historiográfico que presento a continuación pretende ser sencillo y de fácil entendimiento, por esto, la bibliografía secundaria no es extensa. Ello se debe a que preferí leer y analizar a los propios protagonistas de ese pasado, que mencionar las innumerables publicaciones especializadas.
11. HISTORIADORES DE LA REVOLUCIÓN, 1910-1920 La Revolución de 1910 encontró en la historia amplia expresión. La revolución cambió la estructura social y económica que se venía arrastrando desde siglos anteriores. Aniquiló un orden existente injusto, se preocupó por el bienestar de las clases desheredadas, su economía, cultura y modo de ser. Incorporó a la Nación su patrimonio usufructuado por poderosos extranjeros, trató de moderar la riqueza de unos cuantos en beneficio de la mayoría, creó instituciones de amplio beneficio social e interesó a extensas capas de su población en la acción política. En este movimiento revolucionario participaron hombres de
11.Historiadores
de la Revolución
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gran temple, de recia contextura que arrastraron consigo a elementos de extracción muy diversa y pusieron las bases de un México más justo. Sin embargo, como ahora lo sabemos, no todo se logró como se hubiera querido, la revolución encontró entre sus próceres a sus principales críticos lapidarios. El nuevo orden fue creándose sobre la marcha y no siempre con el éxito esperado. Entre los precursores intelectuales y revolucionarios están Ricardo Flores Magón y sus hermanos Enrique y Jesús. Periodistas, forjaron una potente corriente ideológica y política en México a principios de siglo, denominada por la historiografía nacional como el magonismo. El más prolífico escritor de los tres fue Ricardo, de quien incluí tres de las proclamas más conocidas en 1910: A los proletarios; El derecho de rebelión y A la mujer. Las tres fueron publicadas en su periódico combativo Regeneración, en septiembre de ese año, antes de ser lanzado el Plan de San Luis, de Francisco 1. Madero. Este último Plan tuvo una difusión entusiasta debido a diversos factores que favorecieron un ambiente de oposición radical al régimen: la renuncia del general Bernardo Reyes, en 1909, a competir en la justa electoral del siguiente año; a los artículos divulgados por Ricardo Flores Magón y su grupo, excitando a la rebelión; al libro de Francisco 1. Madero, donde planteaba la importancia de la Sucesión presidencial de 1910, y finalmente, a las miserables condiciones económicas y sociales de la mayor parte de la población, que había generado el largo régimen de Porfirio Díaz. El Plan de San Luis enumeró parte de esta problemática, pero se centró en el aspecto político y en el deficiente sistema de impartición de justicia. A pesar de ello, el Plan incluyó en el artículo tercero, el problema de la tierra, el cual decía: Abusando de la ley de terrenos baldíos, numerosos pequeños propietarios, en su mayoría indígenas, han sido desalojados de sus terrenos, por acuerdo de la Secretaría de Fomento, o por fallos de los tribunales de la República. Siendo de toda justicia restituir a sus antiguos poseedores los terrenos de que se les despojó de un modo tan arbitrario, se declararán sujetas a revisión tales disposiciones y fallos y se les exigirá a los que los adquirieron de un modo tan inmoral, o a sus herederos, que los restituyan a sus primitivos propietarios, a quienes pagarán también una indemnización por los perjuicios sufridos. Sólo en caso de que esos terrenos hayan pasado a tercera persona antes de la promulgación de este Plan, los antiguos propietarios recibirán indemnización de aquellos en cuyo beneficio se verificó el despojo.s SFrancisco
L Madero,
El Plan de San Luis, 1910.
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El incumplimiento de parte de Madero de esta promesa, estampada en el artículo tercero de su Plan de San Luis, fue el que catapultó la elaboración del Plan agrario que reflejaba más fiel y claramente el problema de las tierras en el centro de México: me refiero al Plan de Ayala, Plan libertador de los hijos del estado de Morelos y bandera de la revolución suriana y zapatista del sur. No faltaron quienes cuestionaron severamente el ambiente revolucionario que se estaba gestando. Entre ellos podemos mencionar a Francisco Bulnes, Ricardo Garda Granados, Nemesio Garda Naranjo, Alfonso Junco, Rodolfo Reyes, José Juan Tablada y Jorge Vera Estañol. A este grupo pertenece Toribio Esquivel Obregón, a quien presento en un texto que posee una gran actualidad política, me refiero a su libro, publicado en 1911, Democracia y personalismo. Relatos y comentarios sobre política actual. Entre los comentarios de Esquivel Obregón destaca su percepción de la migración hacia Estados Unidos y del sistema de propiedad en México. En la misma línea política, pero del lado revolucionario, tenemos también los análisis de las legislaturas XXV (1911-1913) Y del Congreso Constituyente de 1916-1917, por Félix Fulgencio Palavicini y Andrés Molina Enríquez, respectivamente. Sobre las batallas militares decisivas de la revolución, tenemos los Ocho mil kilómetros de campaña, obra legada por Álvaro Obregón y editada en 1917. Su descripción de la Batalla de Celaya nos retrata a un Obregón carismático y a un gran estratega. Sobre las semblanzas de los principales próceres de la revolución, tenemos las memorias y autobiografías de Isidro Fabela y del filósofo más original que indudablemente tuvo México en este siglo: José Vasconcelos. Su autobiografía es la más original, apasionante y auténtica de las letras mexicanas. De él, presento un fragmento de su obra más conocida, Ulises criollo (1936), donde se retrata el ambiente que vivía México en esta década revolucionaria. Finalmente, no pude dejar de lado las vigorosas reflexiones sobre una "Historia integral" de México de Manuel Gamio, en su ya famosa obra Forjando Patria (1916).
111. HISTORIADORES DE 1921 A 1940 Esta etapa se caracterizó por la gran tarea pendiente de la década anterior, me refiero al objetivo del nuevo grupo revolucionario en la institucionalización de su sistema de dominación política y la reestructuración del sistema económico. Este proceso de institucionalización
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del nuevo orden social fue largo y difícil, sobre todo para los grupos más empobrecidos que exigían en sus demandas programas radicales de regeneración social. En estos grupos tenemos a los campesinos -los que constituían el grupo más numeroso, disperso y con la demanda más radical, la reforma agraria-, a los obreros y a la ascendiente clase media. La otra tarea, más difícil, fue controlar la economía, es decir, regresar al dominio nacional el petróleo y la minería, sectores que se encontraban en manos de compañías extranjeras. Época de efervescencia nacionalista, también cultivó la forma histórica literaria que alcanzó un gran auge a fines del siglo pasado. Historia que nos enfrenta a nuestro pasado prehispánico, colonial y a nuestro primer siglo como nación independiente son las que escriben Luis González Obregón con su obra Las calles de México (1922); YAlfonso Reyes, amo y señor de las letras mexicanas. Su escrito, México en una nuez, es un texto histórico comprimido, crítico y bello en toda su extensión. En el campo de la historia institucional, aparece Miguel Alessio Robles con su Historia política de la Revolución, y Emilio Portes Gil con sus memorias sobre su actuación en el sistema político en ciernes, su obra Quince años de política mexicana, es un ejemplo de ello. Dentro de esta tendencia, también encontramos la historia de las masas campesinas y obreras. El esfuerzo de estos grupos en el proceso revolucionario y posrevolucionario fue reconocido por escritores que los historiaron, como el zapatista Gildardo Magaña, quien plasmó el descontento campesino, y Jesús Silva Herzog, a quien se le debe no sólo su historia donde las masas están presentes, sino en particular su alto grado de sensibilidad ante las demandas del movimiento obrero, particularmente del sector petrolero. El historiador Silvio Zavala se dedicó a descifrar la estructura sociopolítica de la Colonia, a través de su organización institucional. Sin embargo, para los fines de esta antología, seleccioné un texto de sus "Apuntes de historia nacional", poco divulgados desde los años treinta y cuarenta. Por su parte, la historia contestataria, y en cierto modo, desilusionada del proyecto revolucionario para esta época, la encontramos en los periodistas e historiadores Alfonso Taracena y José C. Valadés. El primero, miembro del partido vasconcelista, nos presenta su obra cuyo título es un llamado a la decepción política, me refiero a La verdadera revolución mexicana, 1910-1940, editada en once tomos entre 1960 y 1965. José Valadés, periodista combativo, historiador, diplomático y catedrático universitario nos presenta su controvertida entrevista con el presidente electo de México en 1940: Manuel Ávila Camacho. Final-
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mente, en esta misma línea, podemos incorporar a la mujer en el desarrollo historiográfico de México, la cual tiene manifestaciones sensibles. Aunque a Antonieta Rivas Mercado no se le puede considerar propiamente una historiadora, sus textos son fundamentales para recrear el ambiente sociocultural y político de la época, particularmente durante la década de los veintes. La percepción y agudeza con que retrata a los personajes de la sociedad mexicana, y en particular a la mujer, son casi imperceptibles en los demás autores reseñados.
IV. HISTORIADORES DE LAS IDEAS, DEL ARTE Y DE LA CULTURA,
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1967
En el periodo anterior a 1940, la estructura del sistema político y social mexicano fue la tarea central y principal de debate entre las fuerzas políticas activas del país. A partir de 1940, y hasta 1967-1968, lo que distingue a este último periodo histórico que se va a tratar son dos cosas: una, la notable estabilidad política; y la otra, un ritmo veloz de crecimiento y diversificación de la economía. Sin embargo, el país siguió manifestando grandes rezagas en áreas tales como educación, cultura, participación de amplios grupos étnicos y una mejor distribución de la riqueza. Uno de los primeros escritores en mostrar esos cambios en el periodo de transición (a través de una serie de artículos sobre la vida cotidiana mexicana) fue sin lugar a dudas Salvador Nava, mediante sus obras La vida en México en el periodo presidencial de Lázaro Cárdenas (editado en 1964) y La vida en México durante el periodo presidencial de Manuel Ávila Camacho (1965). Nava cultivó todas las formas literarias y utilizó los estilos más ricos, depurados y precisos para mostrar su pensamiento creativo. Debido a sus ensayos de tipo histórico, fue designado Cronista de la Ciudad de México. Sin embargo, la principal crítica al proceso ideológico de la revolución y sus metas alcanzadas fueron puesta en tela de juicio en un artículo ya histórico escrito en 1946 por Daniel Cosía Villegas. "La Revolución Mexicana nunca tuvo un programa claro ni lo ha intentado formular ahora in articulo monis", sentenció Cosía Villegas. En todo caso, una de las tesis principales fue la condenación de la tenencia indefinida del poder por parte de un hombre o de un grupo de hombres -afirmó Villegas-; otra, la de que la suerte de los más debía privar sobre la de los menos, y que para mejorar aquélla el gobierno no sólo no podía ser pasivo, sino que debía ser activo; en fin, que el país tenía
IV Historiadores
de las ideas, 1941 a 1967
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intereses y gustos propios por los cuales debía velarse, y en caso de conflicto, hacerlos prevalecer sobre los gustos e intereses extranjeros. La reacción contra el régimen político porfirista y su derrocamiento final, fueron la meta primera; dentro de la segunda caen la reforma agraria y el movimiento obrero; en la tercera, el tono nacionalista que tuvo la Revolución al exaltar lo mexicano y recelar de lo extranjero, o combatirlo con franqueza. Algunos pondrían entre las tesis principales de la Revolución la necesidad de una acción educativa vigorosa por parte del Estado, si bien ha sido notoriamente más débil e inconsistente que las tres anteriores.6 Este planteamiento de Cosía Villegas, particularmente el relacionado con "el tono nacionalista que tuvo la Revolución al exaltar lo mexicano y recelar de lo extranjero", mostró varias vertientes entre los historiadores y pensadores sociales de la década de 1940 en adelante. Por Un lado, se despertó can gran entusiasmo el interés por el pasado indígena y sus grandes manifestaciones. En esta línea tenemos a Alfonso Caso, Gonzalo Aguirre Beltrán, Ángel María Garibay y Miguel León-Portilla. En todos ellos encontramos Una completa entrega a estudiarlo para mejorar las condiciones de los pueblos indígenas supervivientes. Se intentó incorpo. rarlo al evidente progreso económico que mostraban algunos sectores de la sociedad. Se buscó convertirlo de indígena en mexicano, entendiendo en esto el goce de todas las ventajas y derechos de los ciudadanos. Si bien es un hecho que esto nO ha sucedido del todo, sus publicaciones mostraron el inmenso trasfondo cultural que el indio encierra. Otra vertiente de esta historia revisionista fue la historia de las ideas, la cual actualmente está en auge. Los antecedentes se enCuentran en México can la generación del Ateneo, la cual estimuló a los historiadores y a los filósofos a la búsqueda de la esencia del mexicanO. Esta corriente la encontramos en los escritos de Vas cancelas, Caso y Samuel Ramos. A ellos se debe el gran entusiasmo y vigor que generarOn los escritos de Leopoldo Zea, Octavio Paz y Edmundo O'Gorman. Estos autores, junto can otros más, han realizado un notable esfuerzo por intentar completar un panorama del desarrollo de las ideas y la cultura del mexicano desde sus orígenes. Finalmente, la tercera vertiente más importante a mi parecer' fue el legado de España, el cual volvió a ser historiado y volvió a hacerse 6Daniel Cosía Villegas, "La crisis de México", en E/1rimestre económico, México, 1946. 'Debo aclarar que existen muchas más, tanto en este tercer periodo como en los otros, pero debido a que esta selección se limitó a las anteriormente descritas, no las trataré. Para este periodo, que va de 1940 en adelante, se encuentran entre otras vertientes la Historia religiosa, la Historia institucional (de la consolidación de las instituciones sociales, políticas y culturales), la Historia biográfica, la Historia diplomática y la Historia regionaL
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sentir. Dentro de los historiadores que vieron en este legado algo positivo se encuentra Francisco de la Maza, el cual reactivó la gran discusión en México sobre el sentimiento religioso, gracias a su texto sobre el Guadalupanismo mexicano en 1953. La Historia del arte durante el largo periodo colonial, fue realizada en primer lugar por Manuel Toussaint, así como por Francisco de la Maza y Justino Fernández. Este último incluyó en sus trabajos la crítica del arte contemporáneo, especialmente del muralista mexicano José Clemente Orozco. Este revisionismo historiográfico que proliferó a partir de la década de los años cuarenta no se detuvo. Las constantes inquietudes sociales y políticas que proliferaron a fines de la década de los sesentas, encontraron su punto de quiebre entre 1968 y 1971, con los grandes movimientos populares urbanos y la guerrilla de izquierda tanto urbana como rural. Sin embargo, del desarrollo de esta nueva etapa en nuestra historiografía se ocuparán otros(as) escritores(as).
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HISTORIADORES DE FIN DE SIGLO
El año de 1968 muestra un parteaguas en el devenir histórico del México contemporáneo. El México que surgió después del impacto de la represión acaecida en Tlateloco, Ciudad de México, abrió una nueva etapa en la percepción de la sociedad mexicana por parte de los escritores. Encontré un cambio dramático en la temática y problemáticas a tratar después de esa fecha. Aparecieron los mismos escritores de la etapa inmediatamente anterior, ocupándose cada vez más del ambiente político y social de intolerancia que se percibía en México. Un ejemplo de ello es la numerosa obra contestataria que desarrolló Octavio Paz después de ese año, al igual que muchos otros. Entre ellos también puedo mencionar a la generación de historiadores posterior a 1968 tales como Enrique Krauze, Lorenzo Meyer, Enrique Florescano y al "cronista" Carlos Monsiváis. Es en esta etapa donde se intensifica el debate en torno a la historia de México, esta vez, como ya dije, con nuevos actores. Hay que reconocer que en principio hay comunidades académicas más constituidas y profesionalizadas y, por lo mismo, los términos de la discusión se ciñen a otras reglas. Entre ellas podemos mencionar el notorio complejo de entrecruzamiento de las diversas disciplinas humanísticas y sociales. Destacan la antropología, la sociología, la economía y en especial la lingtiística. Éstas han obligado a reflexiones más profundas sobre la práctica del historiador y otras disciplinas afines.
V Historiadores
de fin de siglo
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El primer trabajo que mostró un cambio en la tradicional labor historiográfica fue el libro Pueblo en vilo de Luis González, editado en 1968. La metodología y el proceso de interpretación de las fuentes dio un giro importante en relación con los historiadores anteriores. Así lo comunicó su propio autor: Pueblo en vilo está elaborado con amor, pero no del ciego; se amasó con muchas simpatías, pero sin faltas a la verdad. El autor no sólo se dio el lujo de haber nacido y crecido en el pueblo en cuestión. Antes de ponerse a escribir, practicó caminatas a pie y a caballo por la tierra donde crece la historia josefina; conversó con todo mundo en aquel mundillo; exploró los archivos de sus padres, de la parroquia, del municipio y el Archivo General de la Nación; vio, oyó y se documentó mucho, y como si eso fuera poco, fue ayudado no únicamente por el recuerdo de las personas del terruño de San José, también por la eficacia para comunicar recuerdos de Armida."
La fuente escrita deja espacio para otras fuentes históricas como las orales y la sabiduría popular. González también se centra en un pueblo desconocido para la mayor parte de la nación, y de la historia nacional, San José de Gracia, Michoacán. En este pueblo nunca se ha producido hecho alguno que sobrepase el marco regional: ni batallas ni planes ni gritos ni alzamientos que recuerden su nombre. Ha sido siempre el pueblo tranquilo, de habitantes dedicados a tratar de resolver sus problemas, los cuales nunca se extienden más allá de las goteras de su demarcación. El concepto de Pueblo en vilo se debe, a juicio de González, a la situación actual de la comunidad, la cual se encuentra a punto de ser devorada por la modernidad. Entre las nuevas tendencias que se desataron a partir de la década de los setentas, están los conceptos de "Nacionalismo y Educación", conceptos puestos al día por la historiadora Josefina Zoraida Vázquez, quien inició la reelaboración de los libros de historia de texto gratuitos. Sus estudios de posgrado en Harvard la pusieron en contacto con otras corrientes históricas, las cuales estimularon su interés en la historia mexicana, particularmente durante su etapa de conformación como nación, me refiero al primer siglo independiente de México. En esta misma línea, e incluso como coordinador de los textos de historia de la prestigiada colección SEP-Setentas, se inserta Enrique Florescano. Si bien México muestra un nacionalismo acendrado después de la Guerra de Reforma, Florescano increpa este periodo histórico como un hecho sin preceden8Luis González,
Pueblo en vi/o, México, FCE-SEP, col. Lecturas
Mexicanas,
núm. 59, 1984:10.
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Proemium
tes: durante todo el periodo colonial, los diferentes grupos étnicos resguardaron e impusieron a su manera elementos propios de su ancestral cultura tradicional. Florescano contradice la tesis de numerosos historiadores y antropólogos "que afirmaron que la conquista y colonización españolas hicieron tabla rasa de las antiguas culturas mesoamericanas". El emblema del águila y la serpiente es la mejor muestra, dice, de cómo los símbolos de las culturas mesoamericanas "resistieron con éxito la invasión de los símbolos europeos, y a la postre se impusieron a ellos". Florescano continúa desafiando así a la historia tradicional que se ha vuelto oficial en el discurso propio de fin de siglo xx: Algunos antropólogos, al estudiar los procesos de la dominación española en Mesoamérica, afirmaron que los actores europeos desempeñaron el papel protagónico, mientras que los grupos indígenas se mantuvieron pasivos, o se aislaron en sus comunidades, sin participar en los acontecimientos que modelaron a la sociedad colonial. Apoyados en esas ideas, la mayoría de los estudios modernos y contemporáneos que se refieren a los orígenes de la nación mexicana, o a los temas de nación y nacionalismo, comienzan con la conquista o con la independencia, sin referirse al pasado indígena. Este ensayo, por el contrario, parte de la raíz indígena y muestra que desde el siglo XVI hasta el fin del periodo colonial los grupos indígenas y mestizos no cesaron de participar en los procesos sociales y culturales que definieron la historia de Nueva España y de la nación independiente. Contra la idea de una cultura indígena inerte, este ensayo muestra que en la época colonial y en las primeras décadas del siglo XIX los grupos indígenas y mestizos defendieron tenazmente sus símbolos de identidad y mantuvieron un comercio activo con los legados procedentes de Europa. No sólo resistieron la cultura invasora, sino que imaginaron los artificios más sutiles para instalar sus propias tradiciones como símbolos representativos de grandes sectores de la población. Es cierto que en el triunfo de esos símbolos fue decisiva la participación de los criollos y mestizos, quienes los asumieron como símbolos de identidad propios. Pero esa revalorización no hubiera sido posible sin la motivación de la población indígena para promoverlos como representantes intransferibles de su identidad y sin la decidida voluntad de defenderlos como emblemas de la nación aborigen.9
Los setentas también vieron resurgir la crítica mordaz y ácida de la sociedad mexicana a través de la tradición de sus cronistas. Carlos Monsiváis es un digno sucesor de Salvador Novo. Su gran labor litera9Enrique
Florescano,
La bandera mexicana, Taurus,
México, 2000, pp. 158-159.
VI. Agradecimientos
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ria, cultural y periodística fue recibida con beneplácito por una sociedad cambiante y pluricultural al final del milenio. La crónica social es rescatada por Monsiváis con gran decoro. En esta selección presento un texto escrito por Monsiváis, donde destaca el poco cambio que se percibe en la crítica social en México entre fines del siglo XIX y fines del siglo xx. Si antes de la revolución las clases sociales más distantes en México eran los léperos y los catrines, al final del siglo XX, los mismos prejuicios sociales y raciales se perciben en las connotaciones de naco s y yupis. Finalmente, en el trabajo historiográfico contestatario y crítico al modelo institucional que surgió con los gobiernos emanados de la revolución se incluyó a Enrique Krauze y a Lorenzo Meyer. Diferentes en sus posturas entre sí, muestran sin embargo el amplio espectro que existe en esta tendencia historiográfica. Por su parte, Enrique Krauze, nacido en 1947, es uno de los historiadores consagrados de las nuevas generaciones y que inició su trabajo de investigación histórica con una tesis doctoral sobre la Revolución Mexicana. La biografía de personajes del poder político fue y es su más reciente aportación a la historiografía nacional. Actualmente dirige la editorial Clío, especializada en libros de historia y series documentales para televisión. Lorenzo Meyer Cosío, nacido también en la década de los cuarentas, es la mejor muestra de la evolución y de las nuevas tendencias hacia las que se dirige la nueva historia (es historiador, internacionalista y politólogo). Contestatario hacia los círculos del poder político y económico, Meyer participa, al igual que la mayoría de los de su generación, en publicaciones periódicas con artículos de fondo. Sus últimos escritos muestran las grandes fisuras de un modelo económico adoptado en los años ochenta, y que no termina de consolidarse. Este modelo, a juicio de Meyer, fue impuesto por los círculos de poder en México, sin desarticular el viejo aparato político heredado por la revolución y que sigue mostrando su rostro autoritario.
VI.
AGRADECIMIENTOS
No puedo concluir sin mencionar a los colaboradores que han hecho posible este trabajo -ya que siempre he dicho que toda obra es resultado de un trabajo colectivo-, y a quienes va dirigida mi más sincera gratitud: a mis alumnos del seminario de Historiografía del México revolucionario y posrevolucionario, correspondientes a los semestres académicos de 1998 y 1999, de la Universidad de Monterrey, quienes
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me ayudaron con su entusiasmo, comentarios y discusiones a seleccionar los textos; a Ira Cantú Gaytán, Marcela Igartúa Garza y Daniela Hinojosa Huerta, quienes trabajaron en la captura electrónica de los textos; y a Ana Cecilia Caballero Soto, auxiliar valiosa quien sacrificó algunas de sus horas de estudio para hacer posible la obtención de datos e información de nuestros historiadores. A todos ellos, con afecto, nuevamente mi reconocimiento. Así pues, ellos son conmigo, copartícipes de mi noble y sincero deseo de que en estas páginas encontrará el lector uno de los objetivos de la historia: contribuir a que los jóvenes lectores tomen conciencia de la problemática de las cuestiones históricas abordadas y de la necesidad de esquivar soluciones simplistas ante los nuevos retos del México pluricultural, global y moderno de hoy. ÓSCAR
FLORES
Universidad de Monterrey
s
Proerniurn
1. Normas que rigen la presente edición, 5. II. Historiadores de la Revolución, 1910-1920, 10. III. Historiadores de 1921 a 1940, 12. IV.Historiadores de las ideas, del arte y de la cultura, 1941 a 1967, 14. V. Historiadores de fin de siglo, 16. VI. Agradecimientos, 19. HISTORIADORES, PENSADORES Y DOCUMENTOS DE LA ETAPA ARMADA DE LA REVOLUCIÓN, 1910-1920 Ricardo Flores Magón
27
El Floresmagonismo, 29. A los proletarios, 29. El derecho de rebelión, 33. A la mujer, 35 Plan de San Luis El Plan de San Luis, 41. Plan, 45 Plan de Ayala Plan de Ayala, 51 Toribio Esquivel Obregón
39 SO
57
El sentido de la Revolución, 58 Félix Fulgencio
Palavicini
Soria
63
La XXVILegislatura, 64. La Cámara en el "Salón Verde", 65. La Cámara de los pasillos, 67. La Cámara en el "Salón Amarillo", 68. Los partidos políticos de la Cámara, 70 Álvaro Obregón La Batalla de Celaya, 79. Se inicia el combate, 85 Manuel Garnio
77 91
Aspectos de la historia, 92 21
22
índice de contenido
Andrés Molina Enríquez Los artículos 27 y 123 de la Constitución, 103. Instalación del Congreso Constituyente de Querétaro, 103. El Primer Capítulo de la nueva Constitución, 104. El principio de nuestra intervención personal en el Constituyente de Querétaro, 105. El general Obregón en el Constituyente de Querétaro, 106. El general Villa surgiendo nuevamente para imponer las reformas en el Constituyente, 107. Proceso de redacción del Artículo 27, 109. Proceso de redacción del Artículo 123, 110. Una sesión de doce horas, la mayor parte de ellas en plena oscuridad, para aprobar el Artículo 27, 111 José Vasconcelos Con Madero y Carranza, 114. Francisco 1. Madero, 114. Venustiano Carranza, 119. La Revolución ya tiene hombre, 121. El embargo de armas, 123. Ya viene el cortejo, 124 Isidro Fabela
101
112
127
Semblanza de Don Venustiano Carranza, 129 HISTORIADORES DURANTE LA RECONSTRUCCIÓN NACIONAL. ENTRE LOS LOGROS DE LA REVOLUCIÓN Y LA DECEPCIÓN POLÍTICA, 1921-1940 Luis González
Obregón
141
La Plaza del Volador, 142. 1. Antes y ahora, 142. II. El juego azteca, 144. III. Al través de los tiempos, 147. IV El mercado primitivo, 150. V El nuevo mercado, 153 Miguel Alessio Robles
159
Los Tratados de Bucareli, 160 Alfonso Reyes Ochoa
172
México en una nuez, 174 Antonieta
Rivas Mercado
188
La mujer mexicana, 190 Alfonso Taracena
195
Las víctimas de Topilejo, 195 Gildardo Magaña
201
Emiliano Zapata, 202. Nobles impulsos de rebeldía, 203. Un obligado destierro, 203. Participación en la campaña política, 205. El Plan de San Luis Potosí y el problema agrario, 206. Iniciación de la lucha. Preliminares de la campaña maderista, 206. Principio de la Revolución en Morelos, 207. El primer encuentro de las fuerzas rebeldes, 208. Asesinato de Pablo Torres Burgos, 210. Zapata, jefe del movimiento morelense, 211 Emilio Portes Gil
213
El rompimiento de los generales Calles y Cárdenas, 214. Mi entrevista con el general Calles, 222 Jesús Silva Herzog México y el vampirismo petrolero, 226
225
índice de contenido
José C. Valadés Entrevista a Manuel Ávila Camacho, 240 Silvio Zavala Apuntes de historia nacional, 1910-1942, 256. El aspecto político de la Revolución, desde 1910 hasta la actualidad, 256. El conflicto religioso, 261. México ante la Segunda Guerra Mundial,
23 239 254
265
HISTORIADORESDE LAS IDEAS, DEL ARTE Y DE LA CULTURA,1941-1967 Salvador Novo Un informe del Presidente Cárdenas, 273. Buenas memorias, 273. Los tiempos cambian, 274. Las diez y diez, 275. Facultades extraordinarias, 276. No intervención, 276. Toneladas de oro, 277. Ingenio central, 278. Superávit, 279. Fomento de la ganadería, 280. Visita presidencial, 280. Seis millones de kilos de cultura, 280. Las claras y fuertes mujeres, 281. Emboscadas insidiosos, 281. Sentido histórico, 282. Ética revolucionaria, 282. Tres unidades,
271
282. ¿Se aprueba? Aprobada, 283
Daniel Cosío Villegas 284 La crisis de México, 285 Manuel Toussaint 306 La gran arquitectura barroca religiosa de la Nueva España. Siglo XVIII, 307. Arte churrigueresco, 307. Diferencia entre churrigueresco y barroco, 308. Los arquitectos y sus ordenanzas, 309. Iglesias barrocas del siglo XVIII, 312. ' Iglesias churrigueras de la Ciudad de México, 314. Iglesias churriguerescas en diversas zonas, 316
Octavio Paz Los hijos de la Malinche, 326 Justino Fernández José Clemente Orozco, 346 Leopoldo Zea El sentido de responsabilidad en el mexicano, 366 Alfonso Caso Calendarios aztecas, 381 Francisco de la Maza Orígenes del culto Guadalupano, 395 Edmundo O'Gorman La invención de América, 404. V Bartolomé de las Casas. Historia de
324 344 363 380 394 403
las Indias, 414
Gonzalo Aguirre Beltrán Sociedad y gobierno en Cuijla, 419. Sentido de pertenencia, 419. compadrazgo, 423. La brasa, 426. La prencipales, 428 .-- Ángel Ma. Garibay K. La producción histórica de los pueblos nahuas, 431
417 El
431
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índice de contenido
./ Miguel León-Portilla
445
de la educación, 447. "Ixtlamachiliztli": dar sabiduría a los rostros ajenos, 447. Los textos acerca del concepto náhuatl de la educación, 448. "Rostro y corazón": punto de partida del concepto náhuatl de la educación, 448. "Ixtlamachiliztli": acción de dar sabiduría a los rostros ajenos, 450. El modo de formar "Rostros sabios y corazones firmes", 454. Conclusión, 456 El concepto
náhuatl
HISTORIADORES DE FIN DE SIGLO, 1968-2000
Luis González y González
461
San José de Gracia. Los de abajo, 462. Minifundistas y hombres al servicio de otros hombres, 462. La mujer confecciona niños, comida y arte, 468
-
Enrique Krauze El 68 Y el principio
474 de autoridad
en Gustavo Díaz Ordaz, 475. Sacrificio
en Tlatelolco, 482 Josefina Zoraida Vázquez
488
De la Independencia de Texas a su anexión a la Unión Americana, 490. Texas: ¿Utopía o error de generosidad?, 490. La inevitable Indepen-
dencia, 498. Las reclamaciones
y
el expansionismo
norteamericano,
501
Carlos Monsiváis
507
naco s y yupis, 508. Ellépero de Ninguna Parte y don Catrín de la Fachenda, 508. Del pelado al naco sin llegar al tojolaLéperos y catrines,
bal, 512 Enrique Florescano
515
La Bandera Mexicana y el Escudo Nacional, 516. La creación de la bandera y el escudo nacionales, 516. Características del emblema mexi-
cano: antigiiedad, representatividad y particularismo, 525 Lorenzo Meyer Cosío Liberalismo autoritario, 530. El neoliberalismo mexicano real, 530. La globalización, 536 Acervos documentales
529
541
Historiaqores, p~¿nsadores y doc,umentos de) la etapa armada ,fe la Revolución, •••.••• ,
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1910-:.1920
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departamento de Teotitlán del Caació~eH Antonio mino, en~an el estado deEloxochitlán, Oaxaca, en 1873. Murió presuntamente asesinado en la prisión de Leavenworth, Kansas, Estados Unidos, e121 de noviembre de 1922. Escritor punzante de la desigualdad social en México. Periodista, anarquista y revolucionario, forjador, junto con sus hermanps Enrique y Jesús de una potente corriente ideológica y política en MéxiGEPO priHGÍpiosde siglo: el magonismo. Llegó a la Ciudad de México siendo muy joven junto con su familia con el fin de recibir una esmerada educación. Yapara 1892se destacó por sus dotes de orador en un mitin efectuado en la Escuela de Minería, por lo que fue detenido con su hermano Jesús y varios estudiantes. Estudió en la Escuela Nacional Preparatoria. Su primera experiencia en el periodismo fue cuando se fundó el 19de febrero de 1893el periódico El Demócrata, patrocinado por su hermano Jesús. Éste fue clausurado y huyó a Pachuca, Hgo. En 1900ingresó en la Escuela Nacional de Jurisprudencia, donde estudió tres años, para abandonar sus estudios y dedicarse hasta su muerte en las luchas por las reivindicaciones sociales. El 7 de agosto de 1900fundó, con otros opositores al régimen de Díaz, el periódico Regeneración, que tuvo como lema "Contra la mala administración de la justicia". Este periódico fue su principal medio de combate y se publicó de 1900a 1918,con varias épocas y en distintas ciudades, y en ocasiones con otros nombres como El Hijo del Ahuizote, Revolución y Punto Rojo. El 5 de febrero de 1901asistió al Primer Cor;'g;eso Liberal que se efectuó en San Luis Potosí, convocado por Camilo Arriaga y por el Club Liberal de esa ciudad. Entre el 21 de mayo de 1901y el 30 de abril de 1902sufre prisión en la cárcel de Belén, debido a comentarios hechos en un artículo suyo en Regeneración. De ahí hasta su muerte, la cual ocurrió en una cárceL fue privado de su libertad en innumerables ocasiones, tanto en México como en Estados Unidos por sus consignas radicales. El 4 de agosto de 1904 llega a Estados Unidos donde, junto con Juan Sarabia, Antonio 1. VillarreaL Librado Rivera y otros correligionarios proclaman en San Luis Missouri, en 1905,el Programa del Partido Liberal. Este documento his-
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Historiadores
y pensadores,
1910-1920
tórico donde él firma como presidente, anticipa aspiraciones y demandas que posteriormente fueron plasmadas en la Constitución de 1917.Entre 1907y 1910es condenado a prisión por las autoridades estadounidenses, condena que cumple en Arizona y en las ciudades de Florence y Yuma, desde donde coordina y dirige diversos levantamientos armados en México contra la dictadura de Porfirio Díaz. A partir de 1910encontramos en Ricardo Flores Magón -quien en ocasiones escribía 50 % del periódico Regeneración-, ya una actitud anarquista, alejada de su posición liberal de fines del siglo XIX y primeros años del siglo xx. El movimiento magonista se sumó a la rebelión del 20 de noviembre de 1910llamada por Madero, pero sin hacer causa común con los maderistas, a quienes veían aspiraciones muy limitadas. Es fecha en que el Partido Liberal sustituye su viejo lema por el de "Tierra y Libertad", lema que harán suyo los zapatistas. Aunque los magonistas emprendieron hechos de armas en varios estados durante la revolución, Ricardo publicó violentos artículos contra Madero, primero, y contra Carranza, años después. Nunca quiso pactar con los líderes revolucionarios, ya partir de 1912sufrió constantes detenciones en Estados Unidos, terminando en 1919en prisión en la isla de Mac NeiL primero, y después en Leavenworth, Kansas, con una sentencia de 21 años y un día por violar el decreto sobre espionaje en Estados Unidos. Éste se debió a un artículo publicado el 16 de marzo de 1918-tres semanas antes de que Estados Unidos entrara a la guerra europea-, en Regeneración, dirigido a los anarquistas de todo el mundo. Para entonces se encontraba enfermo de una diabetes mal cuidada hacía años. En mayo de 1922escribió una de sus últimas cartas a su abogado Harry Weinberger, donde resume sus ideales de lucha: "Si algún día alguien me convenciese de que es justo que los niños mueran de hambre y de que las jóvenes mujeres tengan que escoger algunos de estos dos infiernos: prostituirse o morir de hambre; si hay alguna persona que pudiera arrancar de mi cerebro la idea de que no es honrado matar en nosotros mismos ese instinto elemental de simpatía que empuja a cada animal sociable a auxiliar a los demás individuos de su propia especie, y la que es monstruoso que el Hombre, el más inteligente de las bestias, tenga que recurrir a las viles armas del fraude y del engaño si quiere alcanzar éxito;si la idea que el hombre debe ser el lobo del hombre entra en mi cerebro, entonces me arrepentiré. Pero como esto nunca sucederá, mi suerte está decretada: tengo que morir en presidio marcado como un criminal." Ricardo Flores Magón murió a las 5:00de la mañana del 21 dEjnoviembre de 1922,oficialmente de un paro cardiaco. Librado Rivera, coautor del artículo que los envió a ambos a prisión (a Rivera le dieron 15años), divulgó la versión de que había sido asesinado. Dos días después de su muerte la Cámara de Diputados de la República Mexicana le rindió homenaje y acordó trasladar sus restos a suelo de México. Sus numerosos escritos periodísticos 0893-1918)estuvieron directamente relacionados con su compromiso
Ricardo Flores Magón
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social. Algunos de los números originales de Regeneración se encuentran en la Hemeroteca Nacional, en la Ciudad de México. Tenemos entre sus obras y recopilaciones -hechas después de su muerte- las siguientes: de Ricardo Flores Magón, A. Araujo y W. Owen, Land and Liberty, Mexico's batt1e lor economic freedom and its re1ation to labor wor1dwide strugg1e, Los Ángeles, California, 1913; editados por el Grupo Cultural Ricardo Flores Magón, México, tenemos Senda Libertaria, dos tomos (1923); Vida Nueva (1924); Verdugos y Víctimas (1924); Rayos de luz (1924); Episto1ario revolucionario e íntimo (recopilación) tres tomos (1925); Tribuna roja (1925), Tierra y Libertad (1925); ¡Tierra! (1925); Senda Libertaria (1925), y Sembrando ideas (1925).Otras recopilaciones son: Ricardo Flores Magón. Episto1ario y textos, Prólogo, ordenación y notas de Manuel González Ramírez, México, FCE, 1964; Antología Ricardo Flores Magón, México, UNAM, Biblioteca del Estudiante Universitario, 1970, y Ricardo Flores Magón et al., Regeneración 1900-1918, prólogo, selección y notas de Armando Bartra, México, SEP-Era, Lecturas mexicanas, segunda serie número 88, 1987. FUENTE: Ricardo Flores Magón et al., Regeneración 1900-1918, prólogo, selección y notas de Armando Bartra, SEP-Era, Lecturas mexicanas, segunda serie, núm. 88, México, 1987, pp. 230-238.
EL FLORESMAGONISMO
A los proletarios Obreros, escuchad: muy pronto quedará rota la infame paz que por más de treinta años hemos sufrido los mexicanos. La calma del momento contiene en potencia la insurrección del mañana. La revolución es la consecuencia lógica de los mil hechos que han constituido el despotismo que ahora vemos en agonía. Ella tiene que venir indefectiblemente, fatalmente, con la puntualidad con que aparece de nuevo el sol para desvanecer la angustia de la noche. Y vais a ser vosotros, obreros, la fuerza de esa revolución. Van a ser vuestros brazos los que empuñen el fusil reivindicador. Vuestra va a ser la sangre que matizará el suelo patrio, corno rojas flores de fuego. Si algunos ojos van a llorar su luto y su viudez, esos serán los de vuestras madres, de vuestras esposas, de vuestras hijas. Vosotros, pues, vais a ser los héroes; vais a ser la espina dorsal de ese gigante de mil cabezas que se llama insurrección; vais a ser el músculo de la voluntad nacional convertida en fuerza. La revolución tiene que efectuarse irremisiblemente, y, lo que es mejor todavía, tiene que triunfar, esto es, tiene que llegar a sangre y
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Historiadores
y pensadores,
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fuego hasta el cubil donde celebran su último festín los chacales que os han devorado en esta larga noche de treinta y cuatro años. Pero les eso todo? lNo os parece absurdo llegar hasta el sacrificio por el simple capricho de cambiar de amos? Obreros, amigos míos, escuchad: es preciso, es urgente que llevéis a la revolución que se acerca la conciencia de la época; es preciso, es urgente que encarnéis en la pugna magna el espíritu del siglo. De lo contrario, la revolución que con cariño vemos incubarse en nada diferirá de las ya casi olvidadas revueltas fomentadas por la burguesía y dirigidas por el caudillaje militaresco, en las cuales no jugasteis el papel heroico de propulsores conscientes, sino el nada airoso de carne de cañón. Sabedlo de una vez: derramar sangre para llevar al poder a otro bandido que oprima al pueblo, es un crimen, yeso será lo que suceda si tomáis las armas sin más objeto que derribar a Díaz para poner en su lugar a un nuevo gobernante. La larga opresión que ha sufrido el pueblo mexicano; la desesperación que se ha apoderado de todos como el resultado de esa opresión, han fecundado en el alma entristecida del pueblo una sola ambición: la de un cambio en los hombres del gobierno. Yano se soporta a los hombres actuales; se les odia con toda la fuerza de un odio por tanto tiempo comprimido, y la idea fija de un cambio de gobernantes ha venido a empequeñecer los ideales; los principios salvadores han quedado subordinados al solo deseo del cambio en la administración pública. Un ejemplo tristísimo de la verdad de esto se encuentra en ese loco entusiasmo, en esa absurda alegría con que se acogió la candidatura de uno de los funcionarios más perversos, de uno de los verdugos más crueles que ha tenido la nación mexicana: la candidatura de Bernardo Reyes. Cuando se lanzó esta candidatura, no reflexionó el pueblo mexicano acerca de la personalidad del postulado. Lo interesante para él, para el pueblo, era el cambio. La desesperación popular parecía haberse cristalizado en estas palabras: cualquiera, menos Díaz, y como el que estaba a punto de rodar hacia un abismo, se asió de la candidatura reyista como de un clavo ardiendo. Por fortuna, si Reyes es ambicioso, al mismo tiempo es cobarde para ponerse frente a Díaz a luchar contra él. Esa cobardía salvó al pueblo mexicano de sufrir una cobardía más cruel, una opresión más salvaje, si cabe, que la que actualmente lamenta. Para evitar esos lamentables extravíos, es preciso reflexionar. La revolución es inminente: ni el gobierno ni los oposicionistas podrán detenerla. Un cuerpo cae por su propio peso, obedeciendo las leyes de la gravedad; una sociedad revolucionaria, obedeciendo leyes socioló-
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gicas incontrastables. Pretender oponerse a que la revolución estalle, es una locura que sólo puede cometer el pequeño grupo de interesados en que no suceda tal cosa. Y ya que la revolución tiene que estallar, sin que nadie ni nada pueda contenerla, bueno es, obreros, que saquéis de ese gran movimiento popular todas las ventajas que trae en su seno y que serían para la burguesía, si, inconscientes de vuestros derechos como clase productora de la riqueza social, figuraseis en la contienda simplemente como máquina de matar y de destruir, pero sin llevar en vuestros cerebros la idea clara y precisa de vuestra emancipación y engrandecimiento sociales. Tened en cuenta, obreros, que sois los únicos productores de la riqueza. Casas, palacios, ferrocarriles, barcos, fábricas, campos cultivados, todo, absolutamente todo está hecho por vuestras manos creadoras y; sin embargo, de todo carecéis. Tejéis las telas, y andáis casi desnudos; cosecháis el grano, y apenas tenéis un miserable mendrugo que llevar a la familia; edificáis casas y palacios, y habitáis covachas y desvanes; los metales que arrancáis de la tierra sólo sirven para hacer más poderosos a vuestros amos, y, por lo mismo, más pesada y más dura vuestra cadena. Mientras más producís, más pobres sois y menos libres, por la sencilla razón de que hacéis a vuestros señores más ricos y más libres, porque la libertad política sólo aprovecha a
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Historiadores
y pensadores.
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los ricos. Así pues, si vais a la revolución con el propósito de derribar el despotismo de Porfirio Díaz, cosa que lograréis indudablemente, porque el triunfo es seguro, si os va bien después del triunfo, obtendréis un gobierno que ponga en vigor la Constitución de 1857, y, con ello, habréis adquirido, al menos por escrito, vuestra libertad política; pero en la práctica seguiréis siendo tan esclavos como hoy, y como hoy sólo tendréis un derecho: el de reventar de miseria. La libertad política requiere la concurrencia de otra libertad para ser efectiva: esa libertad es la económica: los ricos gozan de libertad económica y es por ello por lo que son l,?s únicos que se benefician con la libertad política. Cuando la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano formuló el programa promulgado en Sto Louis, Mo., el lo. de julio de 1906, tuvo la convicción, convicción que tiene todavía, firmísima convicción que guarda con cariño, de que la libertad política debe ir acompañada de la libertad económica para ser efectiva. Por eso se exponen en el programa los medios que hay que emplear para que el proletariado mexicano. pueda conquistar su independencia económica. Si a la lucha que se aproxima no lleváis la convicción de que sois los productores de la riqueza social, y de que por ese solo hecho tenéis el derecho no sólo de vivir, sino de gozar de todas las comodidades materiales y de todos los beneficios morales e intelectuales de que ahora se aprovechan exclusivamente vuestros amos, no haréis obra revolucionaria tal como la sienten vuestros hermanos de los países más cultos. Si no sois conscientes de vuestros derechos como clase productora, la burguesía se aprovechará de vuestro sacrificio, de vuestra sangre y del dolor de los vuestros, del mismo modo que hoy se aprovecha de vuestro trabajo, de vuestra voluntad y de vuestro porvenir en la fábrica, en el campo, en el taller, en la mina. Así pues, obreros, es necesario que os deis cuenta de que tenéis más derechos que los que os otorga la Constitución política de 1857, y, sobre todo, convenceos de que, por el sólo hecho de vivir y de formar parte de la humanidad, tenéis el inalienable derecho a la felicidad. La felicidad no es patrimonio exclusivo de vuestros amos y señores, sino vuestro también y con mejor derecho de vuestra parte, porque sois los que producís todo lo que hace amena y confortable la vida. Ahora sólo me resta exhortarlos a que no desmayéis. Veo en vosotros el firme propósito de lanzaros a la revolución para derribar el despotismo más vergonzoso, más odioso que ha pasado sobre la raza mexicana: el de Porfirio Díaz. Vuestra actitud merece el aplauso de todo hombre honrado; pero os repito, llevad al combate la conciencia de que
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la revolución se hace por vosotros, de que el movimiento se sostiene con vuestra sangre y de que los frutos de esa lucha serán vuestros y de vuestras familias, si sostenéis con la entereza que da la convicción vuestro derecho a gozar de todos los beneficios de la· civilización. Proletarios: tened presente que vais a ser el nervio de la revolución; id a ella, no como el ganado que se lleva al matadero, sino como hombres conscientes de todos sus derechos. Id a la lucha; tocad resueltamente a las puertas de la epopeya; la gloria os espera impaciente de que no hayáis hecho pedazos todavía vuestras cadenas en el cráneo de vuestros verdugos. Regeneración,
3 de septiembre de 1910
El derecho de rebelión Desde lo alto de su roca el Buitre Viejo acecha. Una claridad inquietante comienza a disipar las sombras que en el horizonte amontonó el crimen, y en la lividez del paisaje parece adivinarse la silueta de un gigante que avanza: es la Insurrección. El Buitre Viejo se sumerge en el abismo de su conciencia, hurga los lados del bajo fondo; pero nada halla en aquellas negruras que le explique el porqué de la rebelión. Acude entonces a los recuerdos; hombres y cosas y fechas y circunstancias pasan por su mente como un desfile dantesco: pasan los mártires de Veracruz, pálidos, mostrando las heridas de sus cuerpos recibidas una noche, a la luz de un farolillo, en el patio de un cuartel, por soldados borrachos mandados por un jefe borracho también de vino y de miedo; pasan los obreros de El Republicano, lívidos, las ropas y las carnes desgarradas por los sables y las bayonetas de los esbirros; pasan las familias de Papantla, ancianos, mujeres, niños, acribillados a balazos; pasan los obreros de Cananea, sublimes en su sacrificio, chorreando sangre; pasan los trabajadores de Río Blanco, magníficos, mostrando las heridas denunciadoras del crimen oficial; pasan los mártires de Juchitán, de Velardeña, de Monterrey, de Acayucan, de Tomóchic; pasan Ordoñez, Olmos y Contreras, Rivero Echegaray, Martínez, Valadés, Martínez Carreón; pasan Ramírez Terrón, Carda de la Cadena, Ramón Corona; pasan Ramírez Bonilla, Albertos, Kankum, Leyva Lugo; pasan legiones de espectros, legiones de viudas, legiones de huérfanos, legiones de prisioneros, y el pueblo entero pasa, desnudo, macilento, débil por la ignorancia y el hambre. El Buitre Viejo alisa con rabia las plumas alborotadas por el torbellino de los recuerdos, sin encontrar en éstos el porqué de la revo-
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lución, Su conciencia de ave de rapiña justifica la muerte, ¿Hay cadáveres? La vida está asegurada, Así viven las clases dominantes: del sufrimiento y de la muerte de las clases dominadas, y pobres y ricos, oprimidos y déspotas, en virtud de la costumbre y de las preocupaciones heredadas, consideran natural este absurdo estado de cosas, Pero un día uno de los esclavos toma un periódico y lo lee: es un periódico libertario, En él se ve cómo el rico abusa del pobre sin más derecho que el de la fuerza y la astucia; en él se ve cómo el gobierno abusa del pueblo sin otro derecho que el de la fuerza. El esclavo piensa entonces y acaba por concluir que, hoy como ayer, la fuerza es soberana, y, consecuente con su pensamiento, se hace rebelde. A la fuerza no se la domina con razones: a la fuerza se la domina con la fuerza. El derecho de rebelión penetra en las conciencias, el descontento crece, el malestar se hace insoportable, la protesta estalla al fin y se inflama el ambiente. Se respira una atmósfera fuerte por los efluvios de rebeldía que la saturan y el horizonte comienza a aclararse. Desde lo alto de su roca el Buitre Viejo acecha. De las llanadas no suben los rumores de quejas, ni de suspiros, ni de llantos: es rugido el que se escucha. Baja la vista y se estremece: no percibe una sola espalda: es que el pueblo se ha puesto de pie. Bendito momento aquel en que un pueblo se yergue. Yano es el rebaño de lomos tostados por el sol, ya no es la muchedumbre sórdida de resignados y de sumisos, sino la hueste de rebeldes que se lanzan a la conquista de la tierra ennoblecida porque al fin la pisan hombres. El derecho de rebelión es sagrado porque su ejercicio es indispensable para romper los obstáculos que se oponen al derecho de vivir. Rebeldía, grita la mariposa al romper el capullo que la aprisiona; rebeldía, grita la yema al desgarrar la recia corteza que le cierra el paso; rebeldía, grita el grano en el surco al agrietar la tierra para recibir los rayos del sol; rebeldía, grita el tierno ser humano al desgarrar las entrañas maternas; rebeldía, grita el pueblo cuando se pone de pie para aplastar a tiranos y explotadores. La rebeldía es la vida; la sumisión es la muerte. ¿Hay rebeldes en un pueblo? La vida está asegurada y asegurados están también el arte y la ciencia y la industria. Desde Promete o hasta Kropotkin, los rebeldes han hecho avanzar a la humánicfad. Supremo derecho de los instantes supremos es la rebeldía. Sin ella, la humanidad andaría perdida aún en aquel lejano crepúsculo que la historia llama la edad de piedra; sin ella la inteligencia humana hace tiempo que habría naufragado en el lodo de los dogmas; sin ella, los pueblos vivirían aún de rodillas ante los príncipes de derecho divino;
Ricardo Flores Magón
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sin ella, esta América hermosa continuaría durmiendo bajo la protección del misterioso océano; sin ella, los hombres verían aún perfilarse los recios contornos de esa afrenta humana que se llamó la Bastilla. y el Buitre Viejo acecha desde lo alto de su roca, fija la sanguinolenta pupila en el gigante que avanza sin darse cuenta aún del porqué de la insurrección. El derecho de rebelión no lo entienden los tiranos. Regeneración,
10 de septiembre de 1910
A la mujer Compañeras: la catástrofe está en marcha, airados los ojos, el rojo pelo al aire, nerviosas las manos prontas a llamar las puertas a la patria. Esperémosla con serenidad. Ella, aunque trae en su seno la muerte, es anuncio de vida, es heraldo de esperanza. Destruirá y creará al mismo tiempo, derribará y construirá. Sus puños son los puños formidables del pueblo en rebelión. No trae rosas ni caricias: trae un hacha y una tea. Interrumpiendo el milenario festín de los satisfechos, la sedición levanta la cabeza, y la frase de Baltasar se ha convertido con los tiempos en un puño crispado suspendido sobre la cabeza de las llamadas clases directoras. La catástrofe está en marcha. Su tea producirá el incendio en que arderán el privilegio y la injusticia. Compañeras, no temáis la catástrofe. Vosotras constituís la mitad de la especie humana, y, lo que afecta a ésta, afecta a vosotras como parte integrante de la humanidad. Si el hombre es esclavo, vosotras lo sois también. La cadena no reconoce sexos; la infamia que averglienza al hombre os infama de igual modo a vosotras. No podéis sustraeros a la verglienza de la opresión: la misma garra que acogota al hombre os estrangula a vosotras. Necesario es, pues, ser solidarios en la gran contienda por la libertad y la felicidad. ¿Sois madres? ¿Sois esposas? ¿Sois hijas? Vuestro deber es ayudar al hombre, estar con él cuando vacila, para animarlo; volar a su lado cuando sufre para endulzar su pena y reír y cantar con él cuando el triunfo sonríe. ¿Que no entendéis de política? No es ésta una cuestión de política: es una cuestión de vida o muerte. La cadena del hombre es la vuestra ¡ay! y tal vez más pesada y más negra y más infamante es la vuestra. ¿Sois obreras? Por el sólo hecho de ser mujer se os paga menos que al hombre y se os hace trabajar más; tenéis que sufrir las impertinencias del capataz o del amo, y si además sois bonitas, los amos asediarán vuestra virtud, os cercarán,
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os estrecharán a que les deis vuestro corazón, y si flaqueáis, os lo robarán con la misma cobardía con que os roban el producto de vuestro trabajo. Bajo el imperio de la injusticia social en que se pudre la humanidad, la existencia de la mujer oscila en el campo mezquino de su destino, cuyas fronteras se pierden en la negrura de la fatiga y el hambre o en las tinieblas del matrimonio y la prostitución. Es necesario estudiar, es preciso ver, es indispensable escudriñar página por página de ese sombrío libro que se llama la vida, agrio zarzal que desgarra las carnes del rebaño humano, para darse cuenta exacta de la participación de la mujer en el universal dolor. El infortunio de la mujer es tan antiguo, que su origen se pierde en la penumbra de la leyenda. En la infancia de la humanidad se consideraba como una desgracia para la tribu el nacimiento de una niña. La mujer labraba la tierra, traía leña del bosque yagua del arroyo, cuidaba el ganado, ordeñaba las vacas y las cabras, construía la choza, hacía las telas para los vestidos, cocinaba la comida, cuidaba los enfermos y los niños. Los trabajos más sucios eran desempeñados por la mujer. Si se moría de fatiga un buey, la mujer ocupaba su lugar arrastrando el arado, y cuando la guerra estallaba entre dos tribus enemigas, la mujer cambiaba de dueño; pero continuaba, bajo el látigo del nuevo amo, desempeñando sus funciones de bestia de carga. Más tarde, bajo la influencia de la civilización griega, la mujer subió un peldaño en la consideración de los hombres. Ya no era la bestia de carga del clan primitivo ni hacía la vida claustral de las sociedades del Oriente; su papel entonces fue el de productora de ciudadanos para la patria, si pertenecía a una familia libre, o de siervos para la gleba, si su condición era de ilota. El cristianismo vino después a agravar la situación de la mujer con el desprecio a la carne. Los grandes padres de la Iglesia fulminaron los rayos de su cólera contra las gracias femeninas: y San Agustín, Santo Tomás y otros santos ante cuyas imágenes se arrodillan ahora las pobres mujeres, llamaron a la mujer hija del demonio, vaso de impureza, y la condenaron a sufrir las torturas del infierno. La condición de la mujer en este siglo varía según su categoría social; pero a pesar de la dulcificación de las costumbres, a pesar de los progresos de la filosofía, la mujer sigue subordinada al hombre por la tradición y por la ley. Eterna menor de edad, la ley la pone bajo la tutela del esposo; no puede votar ni ser votada, y para poder celebrar contratos civiles, forzoso es que cuente con bienes de fortuna. En todos los tiempos la mujer ha sido considerada como un ser in-
Ricardo
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feriar al hombre, no sólo por la ley, sino también por la costumbre, y a ese erróneo e injusto concepto se debe el infortunio que sufre desde que la humanidad se diferenciaba apenas de la fauna primitiva por el uso del fuego y el hacha de sílex. Humillada, menospreciada, atada con las fuertes ligaduras de la tradición al potro de una inferioridad irracional, familiarizada por el fraile con los negocios del cielo, pero totalmente ignorante de los problemas de la tierra, la mujer se encuentra de improviso envuelta en el torbellino de la actividad industrial que necesita brazos, brazos baratos sobre todo, para hacer frente a la competencia provocada por la voracidad de los príncipes det dinero y echa garra de ella, aprovechando la circunstancia de que no está educada como el hombre para la guerra industrial, no está organizada con las de su clase para luchar con sus hermanos los trabajadores contra la rapacidad del capital. A esto se debe que la mujer, aún trabajando más que el hombre, gana menos, y que la miseria, y el maltrato y el desprecio son hoy, como lo fueron ayer, los frutos amargos que recoge por toda una existencia de sacrificio. El salario de la mujer es tan mezquino que con frecuencia tiene que prostituirse para poder sostener a los suyos cuando en el mercado matrimonial no encuentra un hombre que la haga su esposa, otra especie de prostitución sancionada por la ley y autorizada por un funcionario público, porque prostitución es y no otra cosa, el matrimonio, cuando la mujer se casa sin que intervenga para nada el amor, sino sólo el propósito de encontrar un hombre que la mantenga, esto es, vende su cuerpo por la comida, exactamente como lo practica la mujer perdida, siendo esto lo que ocurre en la mayoría de los matrimonios. zY qué podría decirse del inmenso ejército de mujeres que no encuentran esposo? La carestía de los artículos de primera necesidad, el abaratamiento cada vez más inquietante del precio del trabajo humano, como resultado del perfeccionamiento de la maquinaria, unido todo a las exigencias, cada vez más grandes, que crea el medio moderno, incapacitan al hombre económicamente a echar sobre sí una carga más: la manutención de una familia. La institución del servicio militar obligatorio que arranca del seno de la sociedad a un gran número de varones fuertes y jóvenes, merma también la oferta masculina en el mercado matrimonial. Las emigraciones de trabajadores, provocadas por diversos fenómenos económicos o políticos, acaban por reducir todavía más el número de hombres capacitados para contraer matrimonio. El alcoholismo, el juego, y otros vicios y diversas enfermedades reducen aún más la cifra de los candidatos al matrimonio. Resulta de esto que el número de hombres aptos para contraer matrimonio es reducidísimo y que, como una con-
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secuencia, el número de solteras sea alarmante, y como su situación es angustiosa, la prostitución engrosa cada vez más sus filas y la raza humana degenera por el envilecimiento del cuerpo y del espíritu. Compañeras: este es el cuadro espantoso que ofrecen las modernas sociedades. Por este cuadro veis que hombres y mujeres sufren por igual la tiranía de un ambiente político y social que está en completo desacuerdo con los progresos de la civilización y las conquistas de la filosofía. En los momentos de angustia, dejad de elevar vuestros bellos ojos al cielo; ahí están aquellos que más han contribuido a hacer de vosotras las eternas esclavas. El remedio está aquí, en la tierra, y es la rebelión. Haced que vuestros esposos, vuestros hermanos, vuestros padres, vuestros hijos y vuestros amigos tomen el fusil. A quien se niegue a empuñar un arma contra la opresión, escupidle el rostro. La catástrofe está en marcha. Jiménez y Acayucan, Palomas, Viesca, Las Vacas y Valladolid son las primeras rachas de su aliento formidable. Paradoja trágica; la libertad, que es vida, se conquista repartiendo la muerte. Regeneración,
24 de septiembre de 1910