1
Perspectiva, razones y reflexiones sobre la historia de Uruguay, Dr. C. Alberto Roca Tocco. Editorial Dunken, Buenos Aires, Argentina (2001)
Oscar Flores
El escritor de esta obra, padeció sin duda bajo el peso de sus labores diplomáticas y académicas en nuestra América. Su nombre queda vinculado a la inmensa siembra de la enseñanza que esparció por todo el continente. Alberto Roca, se multiplicó en la labor diplomática de su país, como si, partido en mil pedazos, hubiera querido a través de ellos darse en comunión a las generaciones futuras. No exagero. Fue Subsecretario de Educación y Cultura y Ministro Interino de la misma Cartera, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario ante los Gobiernos de la República de Guatemala y de la República Argentina; fue también Representante Permanente ante la Organización de Estados Americanos (OEA). Integró y presidió en numerosas ocasiones, delegaciones de su país natal a Reuniones Internacionales. Presidió el Instituto Cultural Uruguayo-Argentino con sede en Montevideo. Como investigador fue miembro del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México y director de la Facultad de Derecho de la Universidad Americana de Acapulco. Además de haber publicado más de ochenta trabajos, entre artículos y libros de especialidad, ha recibido las condecoraciones Gran Cruz de la Orden del Quetzal (Guatemala, 1977); Gran Cruz de la Orden de Mayo (Argentina, 1982); y Medalla de Plata de la Asociación Internacional de la Prensa en 1981. Perspectiva, razones y reflexiones sobre la historia de Uruguay, es el libro más reciente de Alberto Roca. En él, su estilo gana en fuerza y sobriedad. Renuncia a la sonrisa y a la gracia turbadora. Va –como decía Alfonso Reyes- en pos de la cláusula de oro, esculpe sentencias. Es ya el estilo, como lo quería Justo Sierra, para seducir al humanista saturado de literatura, reminiscencias, casos y cosas. A juicio de Alberto Roca, Perspectiva es la representación engañosa y falaz de las cosas: Esta falacia existe en la interpretación actual de la Historia de Uruguay, en otras palabras, nos dice Alberto: “la falacia deriva del hecho de haberse difundido e impuesto una versión de esa historia fundada más que en concepciones historiográficas, en intereses políticos, económicos-financieros, de sectas o facciones o el mero imperio de la fuerza.” (Roca, 2001: 9) He ahí las razones y reflexiones que con ello conllevan a nuestro historiador del derecho, a revisar ese modo de referir la Historia, en sus puntos vibrantes o nodales. He aquí el porqué del subtítulo Miscelánea Histórica. Buscador acucioso de las fuentes primarias, Alberto Roca, nos muestra desde el inicio, como se le escapó de sus manos, El impreso real de 1791, donde se relataban las fiestas celebradas por la ciudad de San Felipe y Santiago de Montevideo, en proclamación del rey Carlos IV de España. Tras conseguirlo finalmente, da paso a la crítica sobre la tergiversación histórica, cuyo ejemplo más
2
notorio, es darle un peso desmesurado como precursor de la idea de la independencia en esta región, al periódico inglés La Estrella del Sur, editado en Montevideo en 1807. Si algo fue Montevideo -lugar de la muerte de nuestro poeta Amado Nervo (1919)- fue un semillero fernandista. El desconocimiento del derecho indiano y su impacto en la emancipación, por parte de nuestros historiadores, es también punto de crítica de no solo Alberto Roca en este libro y en anteriores escritos como el De las Bulas Alejandrinas al Nuevo Orden Americano (1993), sino en la fabulosa obra de José Miranda (1978). El patriotismo americano se manifestó, inicialmente, más alejado de las ideas de Rousseau, que de la tradición castellana de defensa del ayuntamiento, contra el poder nebuloso del Consejo de Regencia en substitución del rey. De la independencia a la década de los noventa, el profesor Rocca nos deleita sobre el revisionismo histórico en Uruguay, donde la exaltación y el drama se unen en unísono sobre el devenir del país durante el siglo que más le apasiona, el decimonónico. Los puntos nodales: después del primero de ellos, al que hace referencia nuestro escritor -me refiero a los sucesos externos que catapultaron la independencia en las colonias hispanoamericanas-, el profesor Roca se acerca al asunto de la expatriación y ostracismo de la que fue objeto el caudillo y general José Artigas –cabeza de la revolución Oriental en 1811-, (pasando incluso por los intentos separatistas de la Provincia Hermana en Paraguay, por el ilustre médico y naturalista francés Amado Bonpland –amigo y compañero de Humboldt-). Su legado: la independencia a través de una revolución, que plasmó en el plano institucional, “una clara doctrina jurídico-política, fundada en la democracia, el pacto confederativo y el estado federal” (Roca, 2001:87). El legado del artiguismo es inmediatamente eslabonado en el siguiente punto de discusión: la Ley del 25 de agosto de 1825. Documento mediante el cual, la Sala de Representantes de la Provincia Oriental del Río de la Plata, en uso de su soberanía, se declara libre e independiente del rey de Portugal y del emperador del Brasil, así como de cualquier otro del universo. Asimismo, se declara su “unión a las demás provincias del Río de la Plata a las que siempre perteneció”, con su propio pabellón provincial. Actuar autónomo que viene desde la Asamblea Paraguaya de 1811, y que se ratifica en la declaración del Cabildo de Montevideo el 29 de octubre de 1823. Por ello, el doctor Roca, propone solemnizar la fecha del 25 de agosto, como la máxima fecha de la historia nacional y relegar a un segundo plano, las innumerables fechas patrióticas conmemorativas, que hacen del acontecimiento independentista, un telaraña opaca e intrincada que dificulta el conocimiento preciso del actuar soberano con tradición artiguista. Aquí me pregunto, ¿los latinoamericanos continuaremos con un barroquismo cultural que más que ayudarnos a definir nuestras prioridades e identificar nuestra génesis histórica, nos complica nuestro actuar? Conociendo al doctor Roca, me intrigaba si en un momento dado hablaría en su libro sobre el tema de la educación universitaria. No me decepcionó. El contexto universitario de la época, queda inscrito en la vida y obra del orador sagrado y educador, el presbítero Francisco Majesté. Pero tal vez lo que más le atrajo al maestro Roca fue la década de los noventa en el Río de la Plata. Un período donde se percibe lo romántico, lo tradicional y lo burgués, que prefiguran
3
el próximo derrumbamiento de la estructura decimonónica. Los elementos que la conforman están claramente definidos tanto en Argentina como en Uruguay: Los empréstitos e inversiones europeas y estadounidenses, se dejan sentir en toda la América hispano-luso-parlante; la inmigración que inundó al país de mano de obra de la más diversa especie: labriegos, comerciantes, especuladores, aventureros y por supuesto, jóvenes emprendedores; y por supuesto la crisis de los noventa, la cual se dejó sentir en una y otra Nación del Plata. Las causas: la especulación bursátil e inmobiliaria. Las consecuencias: la ruina del comercio, la sucesión de quiebras y la ruina de personajes de la época como Eduardo Cassey y Emilio Reus. Mención aparte merece el apartado que el doctor Roca dedica a la influencia que ejerció el positivismo en la vida cultural de Uruguay. A juicio de Alberto Roca, el positivismo “apareció en forma súbdita, en un medio desprovisto de cultura científica, de manera que la profunda revolución intelectual y moral que en Europa tuvo lugar a lo largo de varias décadas, en Uruguay se apuró en pocos años, provocando una profunda conmoción que ha sido calificada de auténtica pero con la característica de que, una vez consumada, se fue estabilizando y moderando a partir de 1885.” (Roca, 2001:172). El proyecto liberal en Uruguay adoptó sus lemas: Instrucción Científica y Progreso Económico. Paralelo al positivismo, no olvidemos, estuvo la obra del magisterio de José Enrique Rodó. Finalmente, a manera de epílogo, nuestro escritor realiza una semblanza de Luis Alberto de Herrera. A cuarenta años de su fallecimiento, Alberto Roca se aboca a relatar vivencias, impresiones y episodios, experimentadas, recogidas y presenciados ante el Jefe Civil de su Partido: El Partido Nacional o Blanco. Político e historiador fecundo, Herrera fue reconocido en el IV Congreso de Historia de América, reunido en Santiago de Chile en 1950, como “el padre del Revisionismo Americano”. Concepto que aprovecha exitosamente el doctor Roca para pasar a disertar sobre la dinámica del conocimiento histórico y su interpretación mudable en el pensamiento historiográfico. Esta obra, estimados lectores, se desborda sobre la historia, el amor y el afán de todos los hombres, para compartir sus fatigas y sus regocijos con tan honda potencialidad, que acuden al lector las palabras temblorosas de Eneas :”Aquí tienen premio las virtudes, lágrimas las desgracias, compasión los desastres”.