Agua Dulce - Adrián Portugal

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ADRIÁN PORTUGAL





FOTOGRAFÍAS DE

ADRIÁN PORTUGAL



Aguadulce, néctar de verano

Aguadulce, agua del mar, agua del río, agua de la multitud, de los miles de provincianos que venimos a refrescar las esperanzas y los cuerpos con la familia, con los patas y con la pareja para ser felices como en ninguna otra parte de la capital. Calor de un verano sin fin, muchachos en calzoncillos, abuelas en bata, hombres con pantalón y camisa, travestis chabuqueados, chicas con vestido y casaca, niños calatos que se meten al agua como quien entra en su casa y encuentra un parque de diversiones, pues aquí somos lo que somos y nada se oculta bajo aquel sol apasionado que sella promesas de amor eterno tatuadas en la piel. Tal vez no exista sueño de caos y libertad más maravilloso que el de una tarde de verano en Aguadulce, con su arena abarrotada de colores, sabores y gente buscando un pedacito de mar.


En ese embrollo brillante de pieles, sonrisas y miradas, esquivando sombrillas, toallas y pareos, anda perdido Adrián Portugal hace algunos veranos, persiguiendo momentos antes que se diluyan como la espuma del mar y haciéndolos perdurar como lo hacen las canciones de la nueva ola o los retratos con telones pintados que usan como fondo de fantasía. Adrián es un fotógrafo más entre la multitud de esta playa, retratando incluso a los retratistas, a los fotógrafos que llegan cada verano arrastrando escenografías ambulantes de paisajes selváticos con guacamayos y chimpancés, o de mar azul con lujosos cruceros y delfines saltando en simétrica coreografía gracias a la magia del Photoshop. Estos lienzos de delirante imaginario pop/ular, son el fondo del retrato romántico o familiar que perdurará como recuerdo de una tarde feliz y prueba del ilimitado ensueño que rige en esta playa.

Hermosas sirenas posan recostadas en la arena ante las cámaras del artista popular, quien venera toda belleza y no cree en los paradigmas estéticos que nos vende la publicidad y exige el circuito artístico oficial;


y es que en Aguadulce solo hay espacio para la verdad y la libertad, ahí está lo lindo: en el goce a plenitud, en la carcajada, en el chape loco sin roche, en el reggaetón que marca el ritmo de los corazones. Ahí está lo rico: en el helado turquesa y en la cerveza fría como las olas que mojan la colita de las sirenas en la orilla y golpean los pechos de quienes buscan bucear en este sacramento. Aquí el tiempo se detiene, las pelotas se elevan al pálido cielo y luego caen lentamente como el sol al sumergirse en el horizonte; es entonces cuando se hace eterno el dulce beso de manzana confitada de quienes declaman sus sentimientos en una tarde de verano en Aguadulce que se va con las olas en un plato descartable que flotando se pierde como un barquito en la neblina o el crepúsculo que viene pronto a cobijar la ciudad.

Christian Bendayán





















































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