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Argumentos que justifican la creación de la Carrera
El Tratado de Integración Centroamericano de los años sesenta fue el detonante de las nuevas necesidades edificatorias y urbanas del país. La demanda emergente en materia de proyectos industriales y públicos se suscitaron por el crecimiento urbano y las necesidades de vivienda de los migrantes en procura del empleo directo o inducido por la nueva industria que se fue localizando, principalmente en el Área metropolitana de San José. Las y los arquitectos que ejercían profesionalmente en ese periodo provenían de universidades fuera del país y fue así, que un grupo de éstos, promueven la fundación de la Escuela de Arquitectura en 1971. Lo anterior con el propósito de satisfacer las necesidades emergentes de un periodo de la vida del país que cifraba sus esperanzas de desarrollo en la industria y de otros aspectos, como el fomento de la diversificación productiva y posteriormente, el turismo. A este respecto en el Plan de Estudios vigente se lee:
PLAN DE ESTUDIOS (…) En Centroamérica existe una historia constructiva que arranca desde las primeras culturas y civilizaciones que surgieron en lo que se conoce como Meso América y parte norte de Sur América, antes de la llegada de la cultura europea. Esta experiencia llega hasta nuestros días, con todo lo que de original o dependiente tenga nuestra cultura material. Hay entonces, una experiencia en la planificación, el diseño y la realización de espacios que van de la pirámide ceremonial al centro comercial. Dilucidar el significado de esta herencia es parte de la formación del arquitecto, a la par de los instrumentos teóricos y práctico que deben acompañar los diferentes ciclos de la estructura, la organización y la administración de cualquier Plan de Estudios.
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Nuestros países, en la región centroamericana, tienen igualmente una historia socio-económica y un presente en el que se nos define como sub-desarrollados, dependientes, periféricos o en vías de desarrollo. Nuestras economías –eminentemente agrícolas y de agroexportación- forman parte esencial de nuestra cultura. Cultura del café, del banano o de la piña. Cultura de los grandes recursos naturales inexplorados o parcialmente explorados y explotados por extraños. Esta cultura es parte de nuestras realidades. Es deber del Arquitecto conocer estas realidades inmediatas con el fin de transformarlas con base en el instrumental, tanto técnico, teórico como de diseño.
En las grandes urbes del mundo, el deterioro del medio ambiente que ha acompañado el desarrollo urbano, debe ser motivo de preocupación de los profesionales que, en diferentes escalas, participan en decisiones espaciales dentro de este proceso. Aunque Costa Rica mantiene una posición relativamente privilegiada en cuanto a la mantención de su entorno natural, las últimas dos décadas han sido caracterizadas por un deterioro progresivo en la calidad del medio ambiente, lo que repercute en un deterioro en la calidad de la vida de sus habitantes. Los cambios sociales proveerán un nuevo marco de trabajo para el arquitecto, en que no solamente enfrentará nuevos retos espaciales, sino además trabajará con nuevos tipos de clientes.
La ubicación del arquitecto como intelectual, como integrante de un conjunto de profesionales que promueven el desarrollo de un medio que requiere reformas, exige de la una disposición participar en la elaboración de posibles soluciones; ser agente activo, pensante y un profesional con ética y honestidad para que responsablemente pueda influir en estas reformas que la sociedad requiere. En la actualidad, la multitud de disciplinas que se vinculan con el quehacer arquitectónico permitirían la incorporación de los progresos de la ciencia y la tecnología. A la vez, crea una dinámica en la cual cada disciplina niega, el origen de su especialización, confundiendo la parte con el todo en el intento de formular un nuevo campo propio. Esta situación amenaza la autoridad del arquitecto en el enfoque integral de la realización de una obra o del ordenamiento territorial. Por esto, es necesario que esta autoridad fundamentada en el enfoque integral, se sustente de manera concreta. El arquitecto requiere, en su formación adquirir suficientes conocimientos de estas disciplinas como para mantener su dominio sobre lo global. En relación con lo anterior, para definir la arquitectura, es necesario desarrollar todos aquellos aspectos que hacen que el todo sea mayor que la suma de las partes; el dominio de lo global, el enfoque integral, como campo específico.