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Metas volumétricas
Paul A. Sánchez paul@oem.org.mx Doctor en Política Pública con más de 10 años de experiencia en materia energética en los sectores público, privado, social y académico.
Una de las problemáticas de la política energética nacional, que no es exclusiva de esta administración, el establecimiento de metas volumétricas. Algunos ejemplos serían: elevar la producción petrolera a tres millones de barriles diarios, refinar dos millones de barriles diarios en el Sistema Nacional de Refinación, aumentar la producción de electricidad a través del carbón, que CFE produzca 54% de la energía y los privados 46%, entre otras. Si bien pudiera haber algo de lógica detrás de estas metas, por ejemplo, si aumentamos la producción petrolera, entonces habrá más ingresos porque vendemos más crudo. Es un silogismo que tomamos por cierto cuando el argumento puede fácilmente convertirse en un sofisma que ignora los elementos más elementales de la economía y las finanzas. Podríamos pensar, por ejemplo, en la ley de rendimientos decrecientes. David Ricardo, a principios del siglo XIX, proponía que mientras la población se incrementaba, también lo hacía la demanda de alimentos y, por lo tanto, se requería incrementar la cantidad de tierra disponible para la agricultura. El problema, sin embargo, que encontraba el autor decimonónico es que la cantidad de tierra fértil de alta calidad es limitada y para incrementar la cantidad de tierra para las actividades agrícolas, entonces, era necesario introducir cada vez más tierra de menor calidad productiva. A esto se le conoce como la ley de rendimientos decrecientes que implica que después de cierta capacidad óptima de producción, aumentar los factores de producción en la misma proporción no aumentará la producción en los mismos niveles, por el contrario, la cantidad de producción incrementada por cada unidad adicional de un factor de producción añadido será cada vez menor. Trasladando este ejemplo a la industria petrolera, esto significa que cada nuevo campo productivo que incorpora PEMEX cuesta más y produce menos o, de la misma forma, cada barril adicional que procesa el
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“Trasladando este ejemplo a la industria petrolera, esto significa que cada nuevo campo productivo que incorpora PEMEX cuesta más y produce menos o, de la misma forma, cada barril adicional que procesa el Sistema Nacional de Refinación cuesta más y añade menos valor”.
Sistema Nacional de Refinación cuesta más y añade menos valor. La alternativa no es definir el volumen máximo de producción del país, sino el volumen que permite la maximización de los beneficios para PEMEX y la sociedad mexicana. Hoy que la producción petrolera se encuentra en su nivel mínimo en el periodo post-cantarell es fundamental plantearse ¿Cuál es el nivel óptimo de producción al precio actual y bajo las condiciones actuales? Los campos prioritarios si bien tienen el potencial de incrementar la producción y las reservas del país es vital comprender ¿Cuál es el costo de exploración y desarrollo y cómo se obtendrán los mejores beneficios por su explotación? Cómo les adelantaba la semana
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anterior, existen diferentes modelos de gestión de los recursos petroleros en el mundo y el de México es uno de los más flexibles que permite capturar la mayor parte de la renta petrolera para el Estado y, en ese sentido, más allá de lo que más le convenga a sólo un actor es importante definir cuál es la estrategia que más beneficia al país. De tal forma que, quizá, la meta de producción de PEMEX podría ser menor y quizá más rentable porque tiene los yacimientos productivos más grandes del país y eso disminuiría los grandes costos variables de operación y mantenimiento y de gasto de capital para el desarrollo de pequeños campos que tendrán una aportación marginal que sería inoperante para el overhead de la empresa. Lo anterior debería ir acompañado, sin embargo, de un proceso de reingeniería financiera y laboral en la empresa ya que los costos fijos de esta se mantienen como en el momento de mayor esplendor de la industria petrolera nacional, mismo que se encuentra al menos una década atrás. En suma, tenemos una gran área de oportunidad como país, cambiar la lógica de metas volumétricas e ideológicas en el sector energético y migrar a metas de rentabilidad y de verdaderos beneficios para los ciudadanos.