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La dimensión

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La dimensión olvidada

La relación entre género y energía.

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Carlos Emiliano Villaseñor Moreno

cvm2107@gmail.com Graduado de la licenciatura de ciencia política en el ITAM y actualmente analista en temas de equidad de género en Latinoamérica en Aequales.

Al hablar de energía es fácil olvidar que esta opera dentro de una dimensión social, nos concentramos en las soluciones más eficientes, renovables, limpias, de mayor alcance, etc. básicamente en la dimensión técnica. Esto limita nuestra capacidad de respuesta para cerrar brechas en derechos energéticos puesto que homogeniza a los individuos haciendo que demos el mismo tratamiento, con los mismos recursos y oportunidades a grupos ampliamente diferentes. Un componente esencial de esta dimensión social olvidada es el género puesto que las mujeres enfrentan retos diferenciados tanto en su acceso a servicios energéticos así como en su conformación como parte del mercado de producción de energía. Respecto al acceso a servicios energéticos debemos considerar que la medición a nivel hogar tiene limitantes que han sido exploradas en el estudio de la pobreza en general, puesto que aunque a nivel mundial el porcentaje tanto de hombres como de mujeres que viven en hogares pobres ronda el 12%, este tipo de medición impide identificar impactos diferentes de la pobreza entre hombres y mujeres, las razones que contribuyen a su pobreza, así como su capacidad para lidiar y escapar de esta (UN Women, World Bank, 2018). Por lo tanto, al observar limitantes en accesos a servicios energéticos debemos observar también las condiciones y usos diferenciados de estos servicios entre hombres y mujeres. El elemento mencionado más comúnmente es que la relación de la mujer con la energía es en un ambiente más doméstico puesto que la mujer tiende a cargar con un mayor peso en las tareas domésticas donde en promedio dedican alrededor de 14.4 horas semanales más que los hombres (CONEVAL, 2018). Paralelamente, algunas de las carencias energéticas más comúnmente nombradas son la falta de un refrigerador eficiente, estufa de gas o eléctrica y falta de energía para el calentamiento de agua (CEPAL, 2020). El Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) ha mencionado en reducidas ocasiones la necesidad de observar la energía con enfoque de género sobre todo en lo relacionado al consumo de biomasa con efectos en la salud de las mujeres con mejores cocinas y aumento del tiempo para otras actividades productivas. De manera similar el CONEVAL ha construido una serie de indicadores de pobreza y género. Sin embargo,

Esta brecha es incluso más marcada en el merca“ do laboral donde conforman solo el 18% de quienes trabajan en la industria extractiva y electricidad y apenas el 8% de los cargos de alta dirección”

aún estamos muy lejos de una respuesta clara y coordinada entre agencias gubernamentales. En la participación de la mujer como productoras de energía en México, de acuerdo a cifras del INEGI, entre el 2016 y 2017 solo el 27.65% de los estudiantes de ingeniería, manufactura y construcción eran mujeres. Esta brecha es incluso más marcada en el mercado laboral donde conforman solo el 18% de quienes trabajan en la industria extractiva y electricidad y apenas el 8% de los cargos de alta dirección de acuerdo a la Red de Mujeres en Energía Renovable y Eficiencia Energética (REDMEREE). El observar resultados nacionales de pruebas como PISA (2018) que muestra a las mujeres 12 puntos porcentuales por detrás de los hombres en matemáticas y 9 en ciencias podrían llevar a respuestas reductivas y comunes aludiendo a un talento “natural” de los hombres para estos temas mientras que las mujeres tienen otras fortalezas como la lectura donde las mujeres se encuentran 9 puntos por encima de los hombres. Sin embargo, una plétora de estudios como el realizado por Stoet y Gery (2018) muestran que en un análisis comparativo entre diferentes países las mujeres tienden a tener iguales o mejores resultados en ciencias y matemáticas sobre todo entre más se cierran brechas de género en la educación y afirman que si tan solo tomáramos en cuenta el nivel de idoneidad de conocimientos el promedio de graduadas en carreras STEM debería rondar el 49% a nivel internacional. Este mismo artículo que acabamos de mencionar considera que la falta de mujeres en profesiones STEM se deriva de factores socioeconómicos más amplios como la decisión de carrera con base a un análisis comparativo de nuestras fortalezas académicas individuales y en diferencias en disfrute e interés en estos temas entre ambos géneros. En el caso mexicano las ingenierías son el único campo dentro de las carreras STEM donde el interés de las mujeres es considerablemente inferior con solo el 29% de las mujeres manifestando interés en seguir este camino profesional comparado con ciencias físico-matemáticas y biotecnológicas donde el porcentaje llega casi al 50% ( INMUJERES, 2018). Estas cifras disminuyen sistemáticamente al momento de ver los porcentajes de mujeres matriculadas en estas carreras lo que remarca cada vez más la necesidad de programas de incentivos que permitan la integración de la mujer en estas áreas.

Conciliación en el ámbito energético I

Abel Mirzain Bolon García

Mariana Salinas Castro

Romy Estrada Ocampo Adolfo Mirando Romero

La internacionalización, mundialización y globalización son fenómenos económico-sociales que nos han permitido realizar prácticamente todas nuestras actividades a través de mercados internacionales altamente integrados. Esto derivado de que las actividades económicas transfronterizas entre diversos sectores industriales se han fortalecido gracias a las innovaciones tecnológicas en materia de telecomunicaciones y transporte. El sector energético es sin duda una clara prueba del dinamismo que caracteriza a estos mercados no solo en el intercambio de bienes y servicios, sino también, en la generación de información derivada de las transacciones que se llevan a cabo en los mercados de hidrocarburos y electricidad cuyo aprovechamiento tiene un fuerte carácter comercial y ambiental. Los mercados energéticos requieren de mucha claridad en su concepción, flexibilidad en su diseño y certidumbre en su implementación, no únicamente para adaptarse a mercados locales sino para crear las sinergias adecuadas con la legislación local que fomente modelos de negocios productivos y permita la integración e innovación tecnológica más allá de las barreras regulatorias. Desde la perspectiva jurídica este reto, impacta a los procedimientos previos al arranque de un proyecto energético, y de manera viva acompaña al ciclo de vida de estos. La diversidad de actores, jurisdicciones y mercados que conviven en este sector requieren que, además de la certidumbre que brinda el marco jurídico local, los involucrados tengan claridad del rol que desempeñan en la cadena de valor. Cuando obviamos el papel que le corresponde a cada uno de los participantes (inversión privada, entidades de gobierno, reguladores autónomos, operadores independientes y consumidores) perdemos la oportunidad de beneficiarnos de un mercado dinámico y altamente competitivo. Estos sectores con gran capacidad de integración en sus cadenas de valor, dinámicos y competitivos son una incubadora natural de controversias en las que no solo convergerán múltiples jurisdicciones en disputa sino grandes capitales en riesgo, inclusive a nivel internacional esto representaría para el Estado mexicano riesgos de carácter económico, político y ambiental, que en el mediano y largo plazo podrían vulnerar el derecho de incontables consumi-

dores a obtener energía asequible y no contaminante. Conforme evolucionan y maduran los mercados energéticos se van integrando a su diseño Medios Alternativos de Solución de Controversias (MASC) como mecanismos flexibles, eficientes y eficaces para llegar a un acuerdo y no arriesgar los compromisos comerciales, económicos y ambientales de los involucrados, ni violentar el derecho de los consumidores a servicios de calidad, sobre todo en mercados abiertos a la libre competencia como lo es el sector energético en México desde 2014. En este contexto, si bien el modelo energético mexicano es aún incipiente la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en su artículo 17 establece dentro del derecho a la administración de justicia la obligación de las autoridades a privilegiar la solución de controversias sobre los formalismos procedimentales, lo cual abre la posibilidad por la vía legislativa para la incorporación de estos mecanismos al sector como complemento a aquellos que ya se encuentran vigentes.1

Resulta necesario la creación de organismos encargados de sustanciar “ este procedimiento a partir de elementos que brinden seguridad jurídica”

Si bien los temas relacionados con los Medios Alternativos de Controversias (MASC) tienen una amplia tradición en los círculos académicos, en el modelo energético mexicano, aún no se han establecido reglas claras para llevarlos a cabo lo cual deja a los potenciales involucrados con una brecha de incertidumbre en su implementación, o en su defecto al arbitrio de las buenas prácticas que deseen implementar dentro de su relación contractual. 1/2

1 El Manual de Solución de Controversias en materia de electricidad publicado el 16 de marzo de 2016 en el Diario Oficial de la Federación contempla diversos procedimientos para la solución de controversias entre los que destacan el arbitraje, la mediación y autocomposición.

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