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La desinformación: el problema del lado humano de la energía
Carlos Emiliano Villaseñor Moreno
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cvm2107@gmail.com Graduado de la licenciatura de ciencia política en el ITAM y actualmente analista en temas de equidad de género en Latinoamérica en Aequales.
La difusión y uso de información para la rendición de cuentas y la toma de decisiones continúa siendo uno de los más grandes retos del sector energético. Por ejemplo en 2019, se comenzó un proceso judicial en Nueva York contra Exxon Mobil sobre las falsas afirmaciones de que la empresa estaba realizando las acciones necesarias para costear los riesgos relacionados al cambio climático. En otro caso, un artículo publicado por el periódico británico The Guardian muestra una imagen de una organización cuyos científicos notificaron desde hace más de 40 años de las consecuencias catastróficas de las prácticas de la industria de hidrocarburos, cuya respuesta fue la inversión millones de dólares en esfuerzos por demorar acciones correctivas, incluyendo campañas de desinformación que roban al consumidor de la oportunidad de tomar decisiones informadas. Dentro de los medios masivos y redes sociales las formas en que se reporta y se habla de las energías renovables es fuertemente influenciada por divisiones ideológicas más amplias, como lo evidencia el investigador Tim Holmes del Public Interest Research Center (PIRC) en el Reino Unido. Holmes realizó un estudio en 2009 mostrando que la manera en que se cubren las noticias en los medios no solo afecta lo que los individuos y políticos piensan al respecto, sino que parece que la forma de reportaje de los principales periódicos del país coincide en su mayor parte con el alineamiento ideológico del periódico, lo que se muestra con algunos periódicos, que se expresan negativamente de las energías renovables un 2%, mientras que otros un 75%. Este tipo de problemas es hablando simplemente de medios oficiales y actores económicos claramente visibles, sin tomar en cuenta la marea de “expertos” reales y falsos que abundan en las redes sociales.
Estos ejemplos muestran la influencia del comportamiento humano en potenciales debilidades de los sistemas de energía, más allá de limitaciones en alcance, distribución, capa-
cidad, etc. Raman y Al Shebli (2020) escriben en uno de sus artículos como la desinformación puede ser utilizada como arma como en el caso de la descarga del virus Stunex en instalaciones del programa de energía nuclear en Irán. Lo cual fue posible a pesar de las fuertes medidas de seguridad en los equipos aprovechando el factor humano puesto que fue una memoria usb infectada la que generó y permitió la entrada de este virus. En casos menos extremos, su investigación revela que los usuarios no solo tienden a actuar en base a notificaciones falsas sobre el sistema energético sino que es muy probable que lo compartan con sus amigos y familia. Esto demuestra que la desinformación tiene un impacto en los hábitos de consumo de los usuarios y estos cambios pueden afectar la forma en que nuestros sistemas energéticos operan. Es importante dejar claro que los costos individuales para combatir la desinformación son bastante altos, sobre todo en términos de tiempo, puesto que requiere verificación de fuentes, investigación de las credenciales de la persona o organización que da la información, su contexto, los datos que se utilizan, etc. Estos costos son asumidos casi en su totalidad por los consumidores individuales y son acentuados por barreras de información, educación, clase, etc. Por esta razón, iniciativas de transparencia y rendición de cuentas de parte de los gobiernos y de los titanes de las redes sociales así como la aparición de instituciones de la sociedad civil que se integran al ecosistema de la información son importantes para reducir estos costos y garantizar el derecho a la información de los ciudadanos.