OCTUBRE 2019 / N°518
OCTUBRE 2019 MES MISIONERO EXTRAORDINARIO
Tu eres una misión es un mandato que nos toca de cerca: yo soy siempre una misión; tu eres siempre una misión; todo bautizado y bautizada es una misión. Quien ama se pone en movimiento, sale de si mismo, es atraído y atrae, se da al otro y teje relaciones que generan vida Papa Francisco
20 de enero al 1 de febrero de 2020 SEDE de Obras Misionales Pontificias OBJETIVO: Vivir la experiencia de discípulo a través de: ORACIÓN- ESTUDIO- EXPERIENCIA MISIONERA DESTINATARIOS: Laicos, Sacerdotes, Consagrados Modalidad: Presencial
Octubre 2019/ Nº 518 Revista Iglesia Misionera Hoy
Pag. 3 RD CONGO: - foto: P. Tomasz Laskowski, SVD Pag. 4: NICARAGUA - foto: P. Józef Gwózdz, SVD Pag. 8: ZAMBIA – foto: P. Jacek Gniadek, SVD Pag. 24: quieromisionar.blogspot Contratapa: BRASIL – foto: p: Jerzy Faliszek, SVD Ilustraciones: Cristian Camargo
Aunque estamos acostumbrados a las creati vi dade s de l Papa F ranci s co, no s sorprendió y alegró el año pasado la noticia de que el mes de octubre de 2019 sería un MES EXTRAORDINARIO AD GENTES. Sorpresa porque se venía gestando lo que ya pronto será una realidad, 'EL SÍNODO DE LA AMAZONIA' y que junto a él en ese mes resonara el vocablo Ad Gentes, disparó la curiosidad de querer entender la intencionalidad del Papa, que no da puntadas sin hilo. Alegría, porque la 'Misión Ad Gentes', no es
algo secundario en la Iglesia, sino 'un espíritu originario y esencial del ser Iglesia'. Las palabras de Jesús antes de subir al cielo son un tesoro que ella siente el deber de custodiar y que tocan el corazón de la Iglesia: “Vayan y hagan discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo…” (Mt.28,19-20) Una respuesta a nuestros interrogantes, la encontramos de modo inmediato, porque con motivo de cumplirse los 100 años de la Encíclica Maximum Illud del Papa Benedicto XV, Francisco invita a este mes extraordinario.
Sin embargo, sabemos, porque lo vamos descubriendo en las distintas exhortaciones de su Magisterio, que ¡no nos debemos dejar robar la alegría evangelizadora! (EG.83) y que 'la actividad misionera representa aún hoy día el mayor desafío para la Iglesia y la causa misionera debe ser la primera' (EG.15). Mucho queda por hacer para responder al llamamiento misionero que el Señor no deja de dirigir a todos los bautizados, por eso el lema de este mes: BAUTIZADOS Y ENVIADOS: la Iglesia de Cristo en misión en el mundo. Las realidades en un mundo que cambia de modo vertiginoso, en el cual, junto a los adelantos científicos y tecnológicos, se siguen destapando y visibilizando tantas pobrezas humanas, la Iglesia no puede quedarse tranquila o indiferente y en su vocación de Madre, no puede dejar de acercarse a ella y preguntarse: “¿Cómo imaginan su “futuro sereno” y el “buen vivir” las futuras generaciones? ¿Cómo podemos colaborar en la construcción de un mundo que debe romper con las estructuras que quitan vida y con las mentalidades de colonización para construir redes de solidaridad e interculturalidad? y, sobre todo, ¿Cuál es la misión particular de la Iglesia hoy ante esta realidad?” (Preámbulo DPA) Tantos desafíos y crisis actuales, fuera y dentro de la Iglesia, suscitan la tentación y el peligro de 'encerrarnos, de mirar con poca esperanza el futuro y de disminuir el esfuerzo misionero. Pero es el momento de abrirnos con confianza a la Providencia de Dios, que nunca abandona a su pueblo y que, con la fuerza del espíritu Santo, lo guía hacia el cumplimiento de su plan de salvación' (Benedicto XVI, Mje.2007).
Toda comunidad cristiana nace de la misión y debe ser misionera, porque el amor de cada uno de sus miembros al Señor se mide por su compromiso evangelizador. Cada bautizado debe ser protagonista y corresponsable de la misión de la Iglesia. Niños, jóvenes, adultos, ancianos, enfermos, consagrados, TODOS BAUTIZADOS, TODOS ENVIADOS. Y roguemos al 'Dueño de la mies' que nos despierte en esta conciencia evangelizadora Ad gentes, recordando lo que decía S. Pablo VI: “Ninguna definición parcial y fragmentaria refleja la realidad rica, compleja y dinámica que comporta la evangelización, si no es con el riesgo de empobrecerla e incluso mutilarla”. (EN.17) Por último, tengamos presente las cuatro dimensiones, que nos indica el Papa, para vivir más intensamente el camino de preparación y realización del Mes Misionero Extraordinario de octubre de 2019: El encuentro personal con Jesucristo vivo en su Iglesia a través de la Eucaristía, la Palabra de Dios, la oración personal y comunitaria; El testimonio: los santos, los mártires de la misión y los confesores de la fe, expresión de las Iglesias esparcidas por todo el mundo; Formación misionera: escritura, catequesis, espiritualidad y teología; La caridad misionera. Le pedimos también a nuestra Madre nos ayude a ser 'audaces y humildes' en esta tarea misionera, conscientes de nuestra conversión cotidiana, pero con la gracia y el fuego del Espíritu que renueva todas las cosas.
Mons. Fernando Martín Croxatto Obispo de Neuquén Presidente de la Comisión de Misiones de la CEA
MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA JORNADA MUNDIAL DE LAS MISIONES 2019 Queridos hermanos y hermanas: He pedido a toda la Iglesia que durante el mes de octubre de 2019 se viva un tiempo misionero extraordinario, para conmemorar el centenario de la promulgación de la Carta apostólica Maximum illud del Papa Benedicto XV (30 noviembre 1919). La visión profética de su propuesta apostólica me ha confirmado que hoy sigue siendo importante renovar el compromiso misionero de la Iglesia, impulsar evangélicamente su misión de anunciar y llevar al mundo la salvación de Jesucristo, muerto y resucitado. El título del presente mensaje es igual al tema del Octubre misionero: Bautizados y enviados: la Iglesia de Cristo en misión en el mundo. La celebración de este mes nos ayudará en primer lugar a volver a encontrar el sentido misionero de nuestra adhesión de fe a Jesucristo, fe que hemos recibido gratuitamente como un don en el bautismo. Nuestra pertenencia filial a Dios no es un acto individual sino eclesial: la comunión con Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, es fuente de una vida nueva junto
a tantos otros hermanos y hermanas. Y esta vida divina no es un producto para vender —nosotros no hacemos proselitismo— sino una riqueza para dar, para comunicar, para anunciar; este es el sentido de la misión. Gratuitamente hemos recibido este don y gratuitamente lo compartimos (cf. Mt 10,8), sin excluir a nadie. Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad, y a la experiencia de su misericordia, por medio de la Iglesia, sacramento universal de salvación (cf. 1 Tm 2,4; 3,15; Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, 48). La Iglesia está en misión en el mundo: la fe en Jesucristo nos da la dimensión justa de todas las cosas haciéndonos ver el mundo con los ojos y el corazón de Dios; la esperanza nos abre a los horizontes eternos de la vida divina de la que participamos verdaderamente; la caridad, que pregustamos en los sacramentos y en el amor fraterno, nos conduce hasta los confines de la tierra (cf. Mi 5,3; Mt 28,19; Hch 1,8; Rm 10,18).
Una Iglesia en salida hasta los últimos confines exige una conversión misionera constante y permanente. Cuántos santos, cuántas mujeres y hombres de fe nos dan testimonio, nos muestran que es posible y realizable esta apertura ilimitada, esta salida misericordiosa, como impulso urgente del amor y como fruto de su intrínseca lógica de don, de sacrificio y de gratuidad (cf. 2 Co 5,14-21). Porque ha de ser hombre de Dios quien a Dios tiene que predicar (cf. Carta apost. Maximum illud). Es un mandato que nos toca de cerca: yo soy siempre una misión; tú eres siempre una misión; todo bautizado y bautizada es una misión. Quien ama se pone en movimiento, sale de sí mismo, es atraído y atrae, se da al otro y teje relaciones que generan vida. Para el amor de Dios nadie es inútil e insignificante. Cada uno de nosotros es una misión en el mundo porque es fruto del amor de Dios. Aun cuando mi padre y mi madre hubieran traicionado el amor con la mentira, el odio y la infidelidad, Dios nunca renuncia al don de la vida, sino que destina a todos sus hijos, desde siempre, a su vida divina y eterna (cf. Ef 1,3-6). Esta vida se nos comunica en el bautismo, que nos da la fe en Jesucristo vencedor del pecado y de la muerte, nos regenera a imagen y semejanza de Dios y nos introduce en el cuerpo de Cristo que es la Iglesia. En este sentido, el bautismo es realmente necesario para la salvación porque nos garantiza que somos hijos e hijas en la casa del Padre, siempre y en todas partes, nunca huérfanos, extranjeros o esclavos. Lo que en el cristiano es realidad sacramental —cuyo cumplimiento es la eucaristía—, permanece como vocación y destino para todo hombre y mujer que espera la conversión y la salvación. De hecho, el bautismo es cumplimiento de la promesa del don divino que hace al ser humano hijo en el Hijo. Somos hijos de nuestros padres naturales, pero en el bautismo se nos da la paternidad originaria y la maternidad verdadera: no puede tener a Dios como padre quien no tiene a la Iglesia como madre (cf. San Cipriano, La unidad de la Iglesia católica, 4). Así, nuestra misión radica en la paternidad de Dios y en la maternidad de la Iglesia, porque el envío manifestado por Jesús en el mandato pascual es inherente al bautismo: como el Padre me ha enviado así también os envío yo, llenos del Espíritu Santo para la reconciliación del mundo (cf. Jn 20,19-23; Mt 28,16-20). Este envío compete al cristiano, para que a nadie le falte el anuncio de su vocación a hijo adoptivo, la certeza de su dignidad personal y del valor intrínseco de toda vida humana desde su concepción hasta la muerte natural. El secularismo creciente, cuando se hace rechazo positivo y cultural de la activa paternidad de Dios en
nuestra historia, impide toda auténtica fraternidad universal, que se expresa en el respeto recíproco de la vida de cada uno. Sin el Dios de Jesucristo, toda diferencia se reduce a una amenaza infernal haciendo imposible cualquier acogida fraterna y la unidad fecunda del género humano. El destino universal de la salvación ofrecida por Dios en Jesucristo condujo a Benedicto XV a exigir la superación de toda clausura nacionalista y etnocéntrica, de toda mezcla del anuncio del Evangelio con las potencias coloniales, con sus intereses económicos y militares. En su Carta apostólica Maximum illud, el Papa recordaba que la universalidad divina de la misión de la Iglesia exige la salida de una pertenencia exclusiva a la propia patria y a la propia etnia. La apertura de la cultura y de la comunidad a la novedad salvífica de Jesucristo requiere la superación de toda introversión étnica y eclesial impropia. También hoy la Iglesia sigue necesitando hombres y mujeres que, en virtud de su bautismo, respondan generosamente a la llamada a salir de su propia casa, su propia familia, su propia patria, su propia lengua, su propia Iglesia local. Ellos son enviados a las gentes en el mundo que aún no está transfigurado por los sacramentos de Jesucristo y de su santa Iglesia. Anunciando la Palabra de Dios, testimoniando el Evangelio y celebrando la vida del Espíritu llaman a la conversión, bautizan y ofrecen la salvación cristiana en el respeto de la libertad personal de cada uno, en diálogo con las culturas y las religiones de los pueblos donde son enviados.
La missio ad gentes, siempre necesaria en la Iglesia, contribuye así de manera fundamental al proceso de conversión permanente de todos los cristianos. La fe en la pascua de Jesús, el envío eclesial bautismal, la salida geográfica y cultural de sí y del propio hogar, la necesidad de salvación del pecado y la liberación del mal personal y social exigen que la misión llegue hasta los últimos rincones de la tierra. La coincidencia providencial con la celebración del Sínodo especial de los obispos para la región Panamazónica me lleva a destacar que la misión confiada por Jesús, con el don de su espíritu, sigue siendo actual y necesaria también para los habitantes de esas tierras. Un Pentecostés renovado abre las puertas de la Iglesia para que ninguna cultura permanezca cerrada en sí misma y ningún pueblo se quede aislado, sino que se abran a la comunión universal de la fe. Que nadie se quede encerrado en el propio yo, en la autorreferencialidad de la propia pertenencia étnica y religiosa. La pascua de Jesús rompe los estrechos límites de mundos, religiones y culturas, llamándolos a crecer en el respeto por la dignidad del hombre y de la mujer, hacia una conversión cada vez más plena a la verdad del Señor resucitado que nos da a todos la vida verdadera. A este respecto, me vienen a la mente las palabras del papa Benedicto XVI al comienzo del encuentro de obispos latinoamericanos en Aparecida, Brasil, en el año 2007, palabras que deseo aquí recordar y hacer mías: «¿Qué ha significado la aceptación de la fe cristiana para los pueblos de América Latina y del Caribe?
Para ellos ha significado conocer y acoger a Cristo, el Dios desconocido que sus antepasados, sin saberlo, buscaban en sus ricas tradiciones religiosas. Cristo era el Salvador que anhelaban silenciosamente. Ha significado también haber recibido, con las aguas del bautismo, la vida divina que los hizo hijos de Dios por adopción; haber recibido, además, el Espíritu Santo que ha venido a fecundar sus culturas, purificándolas y desarrollando los numerosos gérmenes y semillas que el Verbo encarnado había puesto en ellas, orientándolas así por los caminos del Evangelio. [...] El Verbo de Dios, haciéndose carne en Jesucristo, se hizo también historia y cultura. La utopía de volver a dar vida a las religiones precolombinas, separándolas de Cristo y de la Iglesia universal, no sería un progreso, sino un retroceso. En realidad sería una involución hacia un momento histórico anclado en el pasado» (Discurso en la Sesión inaugural, 13 mayo 2007). Confiemos a María, nuestra Madre, la misión de la Iglesia. La Virgen, unida a su Hijo desde la encarnación, se puso en movimiento, participó totalmente en la misión de Jesús, misión que a los pies de la cruz se convirtió también en su propia misión: colaborar como Madre de la Iglesia que en el Espíritu y en la fe engendra nuevos hijos e hijas de Dios. Quisiera concluir con unas breves palabras sobre las Obras Misionales Pontificias, ya propuestas como instrumento misionero en la Maximum illud. Las OMP manifiestan su servicio a la universalidad eclesial en la forma de una red global que apoya al Papa en su compromiso misionero mediante la oración, alma de la misión, y la caridad de los cristianos dispersos por el mundo entero. Sus donativos ayudan al Papa en la evangelización de las Iglesias particulares (Obra de la Propagación de la Fe), en la formación del clero local (Obra de San Pedro Apóstol), en la educación de una conciencia misionera de los niños de todo el mundo (Obra de la Infancia Misionera) y en la formación misionera de la fe de los cristianos (Pontificia Unión Misional). Renovando mi apoyo a dichas obras, deseo que el Mes Misionero Extraordinario de Octubre 2019 contribuya a la renovación de su servicio a mi ministerio misionero. A los misioneros, a las misioneras y a todos los que en virtud del propio bautismo participan de algún modo en la misión de la Iglesia, les envío de corazón mi bendición.
Vaticano, 9 de junio de 2019, Solemnidad de Pentecostés
Los Testigos de la misión
MON FILOMENA YAMAMOTO ( Japon - 1930 - 2014) Mon Filomena Yamamoto, misionera de María, Javeriana, japonesa, dejó esta tierra el 28 de abril de 2014 en Miyazaki. Tenía 83 años. Diez años antes, ella había narrado su encuentro con Cristo al periódico de las javerianas: “Nací en una familia budista de la corriente zen. En la casa familiar había un altar donde se veneraban las tablillas funerarias de nuestros antepasados. Cada mañana ofrecíamos una taza de té y otra de arroz y nos deteníamos a orar con las manos juntas. Cuando pasaban los peregrinos camino de algún templo o venían los pobres, les ofrecíamos arroz para comer. Teníamos una profunda conexión con el templo. Cuando era niña solía ir a visitarlo, escuchaba los sermones de Bonzo y me preguntaba por qué el hombre nace y luego muere, porque hay tanto sufrimiento en el mundo y por qué aquellos que hacen el bien a menudo sufren, mientras que aquellos que hacen el mal tienen éxito y viven cómodamente.
A menudo reflexionaba sobre estos pensamientos, pero no me atrevía a preguntar a los adultos, porque tenía la impresión de que no podrían responderme. A través de la naturaleza, con el maravilloso espectáculo del cambio de las estaciones, creo que el Señor me hablaba. Sentí que, por encima de las divinidades de las antiguas religiones de Japón, debía existir un Dios que creo el cielo y la tierra y que por tanto tenía que buscar la religión verdadera. Rece para descubrirla, pero no sabía dónde encontrarla”. A los 23 años dejé mi ciudad para ir a Miyazaki. Invitada por una amiga, comencé a asistir a la Iglesia Católica y a las sesiones de catequesis. Al principio sentí una cierta resistencia hacia la fe en un solo Dios, porque la cultura japonesa está impregnada de la presencia de numerosas divinidades que no se excluyen entre sí. Sin embargo, continuando el estudio del cristianismo, cuando pude escuchar el pasaje de la pasión y de la resurrección del Señor y comprender la maravillosa obra de la redención, entonces sentí dentro de mí la firme convicción de que finalmente había encontrado lo que había estado buscando desde hacía muchos años”. Desde su juventud, Mon ansiaba una vida completamente dedicada a los demás, pero solo encontró la respuesta cuando conoció a Cristo.
Siendo catecúmena, estaba fascinada con la idea de entregar su vida por completo a la misericordia de Dios El amor a María contribuyo a orientar su elección. Cuando Mon ingresó en la congregación de las Misioneras de María, en 1961, los javerianos tan sólo llevaban dos años en Japón. Madalena, una de ellas, recuerda: “Mon era una hermana fiel a la vida que había elegido. Ella creaba armonía en cualquier comunidad donde la obediencia la había destinado. Su serenidad, su humor, su sencillez hacían que todos se sintiesen bien acogidos. Era una persona autentica, evangélica, de esas personas a quienes pertenece el reino de los cielos. Todo lo aceptaba, y sabia vivir el momento presente, ofreciéndolo todo por Jesús en la oración. Vivía en paz y transmitía paz”. “En la parroquia había muchas personas enfermas –recuerda un padre javeriano que la conoció al comenzar su servicio misionero. Ella demostraba una perspicaz sensibilidad ante el sufrimiento físico de los demás, pero su mirada penetraba en lo más profundo de sus corazones y deseaba prepararlos para recibir la obra salvífica del doctor divino”. El director del Centro para el Dialogo Interreligioso nos ha dejado este testimonio: “Tengo mucho que agradecer a la hermana Yamamoto Mon, no solo porque durante tres años contribuyo generosamente a la vida y a las actividades de Shinmeizan, sino también y especialmente por la calidad de su presencia y por el ejemplo de vida religiosa. Siempre serena y jovial, pero también era muy seria y precisa en la observancia de la vida comunitaria y en los demás aspectos de la vida
religiosa. La oración era muy importante en su vida. Era una mujer sobria y simple, evitaba los chismes y charlas inútiles, era muy trabajadora y diligente en el desempeño del trabajo encomendado”.
En 2011 le fue diagnosticado un cáncer. “Fui a visitarla –escribe un amigo misionero javeriano– al hospital. Incluso entonces recuerdo su preocupación por los demás. Ella había convertido su habitación en una pequeña iglesia en la que permanecía en compañía de Jesús. Recibiendo la quimioterapia, tuvo ocasión de prepararse para la muerte y hablaba de ella con los que iban a visitarla, dejando así un testimonio de fe y de serenidad que provenían de su confianza incondicional en Jesús”. Durante sus internamientos hospitalarios, su serenidad impresiono a muchas personas: “Las personas que tienen fe son diferentes”, decían. En los últimos días oraba continuamente; “¡Señor, ven pronto a por mí!” (Bautizados y enviados. Guía del MME Octubre 2019, p.281 - 284.)
Cada santo es una misión; es un proyecto del Padre para reflejar y encarnar, en un momento determinado de la historia, un aspecto del Evangelio. Esa misión tiene su sentido pleno en Cristo y solo se entiende desde el. En el fondo, la santidad es vivir en unión con el los misterios de su vida. Consiste en asociarse a la muerte y resurrección del Señor de una manera única y personal, en morir y resucitar constantemente con él.
Los Testigos de la misión
BEATO LUCIEN BOTOVASOA (Madagascar - 1908-1947) Esposo, padre de familia profesor, terciario franciscano
Lucien Botovasoa nació en 1908 en Vohipeno, un pequeño pueblo en la costa sudeste de Madagascar, Sus padres eran agricultores pobres, como muchos otros en esta región. Siguieron la religión tradicional, pero fueron de mente abierta. Cuando los aldeanos descubrieron la fe cristiana, muchos se convirtieron y pidieron el bautismo. Entre ellos estaba también Lucien, quien bautizado a la edad de trece años. Desde la infancia, deseaba vivir su fe con compromiso y seriedad. El ideal de su vida fue el de ser un buen cristiano, apóstol de Jesús en el corazón del mundo. En 1928, después de terminar sus estudios, obtuvo un diploma que lo habilitaba para la enseñanza y ya en octubre del mismo año se convirtió en maestro parroquial, haciendo suyo el lema de la Compañía de Jesús: “Ad maiorem Dei gloriam”. En 1930 se casó con Suzanne. Tuvieron ocho hijos, de los que sobrevivieron cinco. Lucien era maestro y un laico volcado en la parroquia. Tenía facilidad con los idiomas: hablaba francés, latín, inglés, alemán, chino. Fue un brillante músico y cantante apreciado, director del coro parroquial. Se le describe siempre alegre, generoso y disponible con los pobres. En 1940 Lucien estudió la espiritualidad franciscana y se hizo terciario en 1944. Creció en él el deseo de difundir el evangelio, viviendo con más pobreza. Después de la 2ª Guerra Mundial, en los años 1946 - 47, se extendió en la isla la idea de independizarse de Francia.
En su pueblo, el choque entre dos facciones opuestas generó actos de violencia. El 30 de marzo de 1947, Domingo de Ramos, las iglesias fueron quemadas y comenzó una persecución contra los cristianos. El Rey Tsimihoño quiso detener al famoso maestro y controlarlo con la amenaza de masacrar a su familia. Lucien llevó antes a su esposa y a sus hijos a otro lugar, bajo la protección de su hermano. Su esposa le animó a esconderse. Él respondió: "Si no me encuentran, irán a por ti". Cuando volvió a su hogar fue detenido por algunos de sus parientes -amenazados de muerte si no lo entregaban - y llevado a casa del rey. Allí, sin un juicio formal, fue rápidamente condenado a muerte. Hay testimonios que dicen que se le ofreció un cargo de responsabilidad como enseñante en una de las facciones anticlericales, pero él lo rechazó porque habría implicado colaborar en la persecución religiosa. Lo llevaron junto a un río, aunque en el camino le permitieron pararse a rezar arrodillado un tiempo. Rezó por sus enemigos. En el lugar de la ejecución se arrodilló junto al agua, contemplativo, y comentó que los ejecutores eran hombres que él mismo había educado en la escuela en algún momento. El verdugo principal decapitó al maestro con su espada. Los otros le dieron algunos golpes, ya muerto, o mojaron su espada en su sangre. Después arrojaron los restos al río. Tenía 39 años. Fue beatificado el 15 de abril de 2018. (Bautizados y enviados. Guía del MME Octubre 2019, p.276 - 280.)
PONTIFICIA OBRA SAN PEDRO APÓSTOL La Pontificia Obra San Pedro Apóstol, inició en 1889 en Caen (Francia), por iniciativa de Estefanía y Juana Bigard (madre e hija). La obra fue proclamada y aprobada por la Santa Sede en 1922, de esta manera es una institución al servicio del Papa y del Colegio de Obispos. El Papa ejerce su autoridad sobre las Obras Misionales Pontificias a través de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, de la cual dependen 1114 diócesis: África (511), Asia (482), América (75) y Oceanía (46). Es decir, una tercera parte de la Iglesia católica depende de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos.
“Dijo a Simón: Navega mar adentro y echen las redes” (Lc 5, 4) La finalidad de POSPA (Pontificia Obra San Pedro Apóstol) es contribuir al crecimiento del clero local en los países de misión y ayudar a la formación de los sacerdotes y de las religiosas y religiosos, de forma que ninguna vocación se pierda por falta de medios materiales. En Argentina, deseamos solicitarles a los Obispos y Sacerdotes, la colaboración espiritual celebrando 1 misa por mes para la “Evangelización de los Pueblos” y la colaboración económica el día 4 de Agosto, día de San Juan María Vianney, patrono de los párrocos y presbíteros (a partir del año 2020 le haremos llegar un sobre para prestar la colaboración al alcance de cada obispo y sacerdote). A los religiosos y religiosas les solicitamos que celebren una hora santa al mes por la Evangelización de los Pueblos y a los laicos el Rosario Misionero una vez al mes para la Evangelización de los Pueblos. Actualmente POSPA está sosteniendo cuatro obras: 1. La construcción del nuevo edificio de la biblioteca del Seminario Morning Star (Estrella de la Mañana) de Calcuta – India. 2. El Seminario de la formación filosófica de Tarahumara – al norte de México. 3. La renovación de la capilla del Seminario Mayor San Agustín de Zambia. 4. La construcción de aulas en el Seminario Menor de Kole en el Congo
Desde Argentina se ayudará al Seminario de la Diócesis de Malanje en Angola, donde actualmente el P. Dante De Sanzzi, misionero argentino se encuentra de formador. En el anterior número de “Iglesia Misionera Hoy” se nos presenta el testimonio del Padre Dante: “Mi acompañamiento en el seminario San José es espiritual y a la vez ayudar a los seminaristas en el seguimiento del trabajo de huer ta. Vamos sembrando mandioca, cebolla, tomate y los frutos del plátano y mango. Ahora es tiempo de sequía en todo el país y se suma la escasez de agua en los pozos y cisternas. El agua sale con color y podemos bañarnos pero no beberla. El gobierno va vendiendo bidones de cinco litros a un precio razonable y la gente hace largas colas. También sufrimos bajas en la tensión eléctrica y hay desabastecimiento de combustible, necesario para transporte y generadores de luz. Vivimos con 35 grados promedio por día y mucha humedad. Las instalaciones del seminario son casi d e p l o r a b l e s . Te n e m o s s e m i n a r i o m e n o r, introductorio y filosofía. Unos ochenta jóvenes de cinco diócesis y franciscanos, operarios diocesanos, espiritanos, aparte de los diocesanos”. Secretario: Pbro. Marcelo Javier Franchini Colaboradores: Matrimonio de Antonia y Abraham Pedroso
Equipo de POSPA
En Argentina hemos elegido la fecha del 4 de Agosto, día de San Juan María Vianney, para que los sacerdotes y los consagradas y las personas allegadas al ámbito misionero, podamos brindar nuestra colaboración económica para ayudar a las vocaciones en los países de misión; dado que en nuestro país el cuarto domingo de Pascua, el Domingo del Buen Pastor, está la colecta imperada para ayudar a los distintos seminarios de nuestro país. La contribución económica de los sacerdotes, consagrados y laicos, procuran abrir el interés por la misión de la Iglesia universal. DANTE DE SANZZI, “Misión ad gentes”, en: “Iglesia Misionera Hoy, Publicación de las Obras Misionales Pontificias de Argentina”, (Junio – Agosto 2019) N° 517”.
BIBLIA
(Lc 10, 1-12) El misionero no es un espontáneo o un improvisado; es un discípulo designado para la misión. Es decir, es una persona que ha sido llamada por el Maestro; esto la responsabiliza. Es alguien que ha recibido un encargo, una tarea; esto lo compromete. No puede cumplir su misión solo de acuerdo a su modo de pensar, menos a su antojo. El hecho de ser designado para la misión debe provocar que el discípulo misionero se considere siempre obrero, no dueño del campo; solo así podrá desempeñarse con autenticidad en su tarea.
1.El enviado no es dueño del campo La persona llamada tiene el peligro de sentirse equivocadamente elegida y, en lugar de asumir responsabilidades, exigir privilegios. Esta desviación se evidencia en sentirse dueño del campo. Probablemente por esto Lucas insiste en que la oración se dirija al dueño de la mies; el enviado es solo un obrero, un trabajador, un servidor del verdadero dueño del campo. Ahora bien, la actitud del discípulo enviado va mucho más allá de no adueñarse del campo. Debe reconocer que el Dueño de la mies es un Padre compasivo ( Lc 6,36 ) que no dejara de escuchar a quien lo invoque dándole el Espíritu Santo (11, 13); más aún, es el Padre que ha tenido a bien dar el Reino (12,32) y que no escatima misericordia (15, 11-32). Desde esta perspectiva, el discípulo misionero no debe sentirse el dueño del campo pues el propietario es Dios; incluso tiene que reconocer que este dueño de la mies es totalmente diferente a los propietarios humanos: es dueño del campo para amarlo, para cuidarlo.
2.La misión no puede esperar La misión es urgente pues hay que desplazarse a todas las poblaciones y sitios a donde Jesús había de ir, es decir, a todas partes (10,1). El Evangelio de Lucas presento con anterioridad que el Señor no solo había ido a los que lo buscaban sino sobre todo a quienes lo necesitaban ( 4,43). De esta manera, el discípulo tendrá que ir a todos, especialmente a quienes lo necesiten, a ejemplo del Maestro. Pero la misión del discípulo, además de incluir la totalidad y preferencia por los que más necesitan del anuncio de la Buena Nueva, debe cumplirse con urgencia. La indicación “y no saluden a nadie en el camino” ( 10,4) sin duda tiene esta connotación de urgencia: la misión no puede esperar más. Cada minuto que pasa sin que se anuncie la Buena Nueva es determinante para la Vida de las personas, incluida la del enviado.
3.Y lo más urgente es la paz… El enviado debe comprometerse en el anuncio de la paz; es lo más urgente. Lo primero que llama la atención es que el anuncio de la paz comience por la casa; para muchos que pensaban que la paz se construía desde el Templo dedicado en Roma al Cesar o desde los palacios de los gobernadores sonaba absurdo que se pretendiera construir la paz desde el espacio doméstico. Sin embargo, Jesús apuesta –y Lucas lo retoma después- por la auténtica construcción de la paz en el espacio donde se forma y se acompaña a las personas en las convicciones: el espacio cotidiano, el espacio doméstico. En segundo lugar, se deja claro que la paz es una propuesta; en el momento en el que se impone deja de ser la paz del Señor. Por último, la paz es una tarea insistente. Los discípulos tendrán que permanecer en la misma casa; el texto bíblico no deja lugar a dudas: aunque momentáneamente en aquella casa no haya alguien que quiera recibir el anuncio de la paz, los discípulos deberán permanecer en ella, compartiendo la vida al mismo tiempo que su suerte ( vv.5-7).
4. Y de todos modos anunciar el Reino Él envió y la tarea son de tal seriedad y magnitud que ni siquiera el rechazo debe impedir el anuncio de la Buena Nueva del Reino. Si el anuncio no dependía del gusto del enviado; tampoco el Reino depende en su totalidad de la disponibilidad del interlocutor. No se trata de imponer sino de beneficiar; aunque el interlocutor rechace la Buena Nueva del Reino y la paz, el misionero debe insistir amorosamente en ambas cosas. En otras palabras, la construcción del Reino y la vivencia de la paz son los signos más evidentes de la universalidad amorosa del Dios de Jesús, pues, aunque se rechacen no debe sucumbirse en su construcción; y ni siquiera quienes los rechacen deben ser excluidos de su alcance. De ahí la insistencia de Jesús a los enviados: “sepan de todas formas que el reino de Dios está cerca” (v.11)
¿Qué comportamientos compromete el hecho de que el discípulo sea designado por el Señor? ¿Cómo se comporta el discípulo misionero que se adueña del campo? ¿Es el anuncio y el compromiso por la paz un elemento opcional en la misión?
En el mes de las misiones unite a la
Somos una comunidad de Laicos Musicantores Redentoristas y, por supuesto, misioneros. Luego de uno de nuestros encuentros, comenzamos a preguntarnos cómo anunciar desde la música y el canto fuera de lo que es la liturgia en nuestras capillas y parroquias. Y el Señor nos fue mostrando que debíamos ir donde ya está la gente a diario. Así pensamos en el tren. No vamos a negar que teníamos cierto temor de ser rechazados y así, de un modo muy sencillo, es que nace para nosotros este modo de evangelizar. Cantando, rezando en cada vagón y en cada andén de los trenes de Buenos Aires, con la imagen de nuestra Patrona de Argentina, la Virgen Gaucha de Luján. Salir al encuentro del hermano de este modo nos hace crecer en disponibilidad y dinamismo misionero. Palpamos así a un Dios presente y vivo en tantos hermanos de tantos lugares, recibiendo también cada uno de nosotros, un anuncio del Señor. Volvemos siempre con nuestras manos llenas de vida para seguir nuestro andar misionero.
Nuestro grupo integra gente de diferentes edades. Así jóvenes y adolescentes anuncian al Redentor, junto a hermanos adultos y, en algunos casos, muy adultos. No existen grandes requisitos para ser misiotrenero, solo fe, mucho respeto hacia la gente y alegría. Siempre agradecidos a la Hna. Teresa, misionera redentorista, quien mucho tiene que ver con nuestro caminar y que, siempre que puede, está con nosotros en la Misiotren y alimentando nuestra espiritualidad misionera. Para cerrar compartimos el testimonio que nos regala Clara, misiotrenera de alma. “Cuando lo que se recibe se comparte podemos vivir agradecidos de conocer y caminar este camino en Jesús Misionero siempre atento a quienes están dispuestos al anuncio del Reino, para llevar a los demás la alegría de sentirnos amados en el Dios de la Vida Así es como salí a la calle en la pastoral misiotrenera, entre guitarra, bombo y charango, se comparte la realidad de nuestro pueblo, el sufrimiento, la tristeza, pero sobre todo la alegría del encuentro con gente deseosa de Dios. Sobran los gestos fraternos: una mirada compasiva ante el que sufre, un abrazo, un estrechón de manos, etc. Así vivo yo esta pastoral con un corazón pleno y mucho amor. La vida es el apostolado, entonces a vivirla enteramente en la Fe.”
Ana Rodríguez Rojas Clara Millán Mancilla
Colecta del octubre extraordinario 2019 Los misioneros sabemos la importancia que tiene la “colecta de octubre”, pero también sabemos que vivimos un tiempo que se cuestiona y se pone en duda todo lo que vincula a la Iglesia con los bienes materiales y económicos por distintas razones, algunas fundadas y otras no, pero todas influyentes. Por eso es algo que nos invitan a repensar y remotivar los autores del subsidio elaborado en Roma con motivo del MME. Allí encontramos una mirada a la Iglesia primitiva y el actuar de San Pablo al respecto y encontramos la motivación más genuina que inspiró a Pauline Jaricot por el 1822 con su iniciativa de cooperar con las misiones: “El fundamento teológico de la colecta abre así el acceso a la comprensión de la Iglesia por parte del Apóstol. Para san Pablo, las Iglesias no están aisladas entre sí, sino que están unidas por una pertenencia espiritual eucarística. Al igual que las partes de un cuerpo, las Iglesias están interconectadas e interdependientes, y viven en comunión (cf 1Cor 12,12-31). Para él, la experiencia espiritual que subyace y sostiene la unidad de este cuerpo eclesial es Jesucristo, en su revelación, en la predicación del Evangelio y en la Eucaristía. A través de su Espíritu, las partes individuales se integran en el cuerpo mediante el bautismo.
En cierto sentido, todas las diferencias discriminatorias entre los seres humanos individuales se disipan en Cristo por el bien de una verdadera comunión fecunda… La razón por la que lo hizo (la colecta) fue porque esta Iglesia estaba necesitada: evidentemente, afrontaba una pobreza material a la que no podía hacer frente con los recursos disponibles dentro de la Iglesia de Jerusalén. Por lo tanto, la colecta estaba destinada a expresar el vínculo de la comunión espiritual y eucarística entre los cristianos judíos y los cristianos gentiles, un vínculo cuyo valor se manifestó, en forma de apoyo concreto, cuando surgió la necesidad real. Esta ayuda no era un acto de caridad, sino más bien un deber espiritual hacia aquellos de quienes se había recibido el don de la fe: un verdadero acto de comunión espiritual por el amor a Cristo y a la evangelización…” ( cf. BAUTIZADOS Y ENVIADOS: LA IGLESIA DE CRISTO EN MISIÓN EN EL MUNDO, pag 395) Comprendemos que la principal motivación de la colecta por las misiones es teológica y espiritual, es vivir nuestra identidad de bautizados que nos hace miembros de la gigantesca familia de los seguidores de Cristo de todos los tiempos y lugares. Entonces el misterio de la comunión
se hace palpable en este compromiso de todos por el anuncio de Jesús y su Evangelio. Donde cada uno tiene su protagonismo y su compromiso con la comunión fraterna por lo tanto no deja de ser una oportunidad para confrontar nuestra vida con el evangelio y sus valores que hacen más humana la vida de todos ayudándonos a entrar en una relación más libre frente a los bienes y más fraterna con todos los pueblos. En definitiva, la colecta por las misiones tiene que ver con nuestra identidad de personas de fe y de comunión eclesial, sino no se entiende y no nos motiva a animar esta dimensión de la cooperación misionera. Pidamos a María Reina de las Misiones interceda por toda la Iglesia para que en este mes misionero reavivemos nuestro compromiso bautismal de propagar la fe también en este modo necesario con la certeza de lo que nos dice San Pablo: "Hay más felicidad en dar que en recibir" Hech. , 20, 35
Hna. Ivana Lineares. Secretaria Nacional de la Propagación de la Fe.
Ayuda Econรณmica de la Iglesia Argentina
La esperanza
crece en el Mar Negro. Samsun reabre la única iglesia de la ciudad. Desde la costa del Mar Negro, un saludo a todos los lectores de la Revista. Quisiera compartir con todos ustedes una historia particular. Es verdad que cada historia personal es particular en el sentido estricto de la palabra. Pero esta vez, particular hace referencia al modo especial en que la historia escrita por Dios se hace realidad en nuestra propia circunstancia. Hace ya 2 años, la Iglesia de Santa María Dolorosa (Mater Dolorosa) se reabrió en la ciudad de Samsun (sí!, como el teléfono, pero sin la última letra). Una iglesia muy pequeña, pero muy pequeña de verdad, construida con las estrictas medidas dadas en el permiso concedido por el sultán otomano a mediados del 1800. Construida por los capuchinos y la única Iglesia sobreviviente en la ciudad de las vicisitudes históricas de Anatolia (y otras regiones de la actual Turquía). De las al menos 4 iglesias que existieron hasta los primeros años del siglo XX, solo queda la nuestra. La gran Catedral ortodoxa fue convertida en cine, las otras en escuelas. Llamada inicialmente la Iglesia francesa y actualmente la iglesia italiana, se ha convertido hoy por hoy en la Iglesia de la “diáspora”. Cuando vine desde Italia a esta ciudad, haciendo parte de un proyecto sostenido por el Vicariato Apostólico de Anatolia y por la Provincia Franciscana San Francisco Solano de Argentina, el deseo del Vicario apostólico Mons.Bizetti era simplemente reabrir y recuperar la presencia cristiana en la región. Para que se hagan una idea de lo que significan esas simples palabras e ideas piensen que la próxima iglesia hacia el este del país esta a casi 400 km, al oeste 700 y hacia el sur casi mil. Esto significa que ya el hecho mismo de reactivar la Iglesia con una comunidad de frailes era toda una aventura en sí misma. Pero como Dios es más grande que nuestros proyectos y hace el bien a través nuestro sin que muchas veces nosotros podamos calcularlo y medirlo, y ¡mucho menos planificarlo!, nos tenía preparada una sorpresa. ¡Una sorpresa doble! Los meses anteriores descubrimos que en nuestra ciudad había familias cristianas. ¡Y cristianos católicos! ¡Y católicos de Iraq! ¿Qué? ¿católicos de Iraq?
Sí, en Iraq existen hasta el día de hoy, pero muy disminuidas por las guerras y el terrorismo, comunidades muy antiguas de católicos de rito caldeo y asirio. Junto con comunidades ortodoxas y otras iglesias cristianas antiguas. Para cuando llegamos, esas familias ya estaban residiendo en la ciudad y en las ciudades vecinas desde al menos 3 o 4 años. Todos venidos escapando de la guerra y el terrorismo. Sorpresa doble, decía, porque muchos de ellos habían visto la Iglesia, pero para su desilusión, estaba cerrada. Así que cuando pudimos comunicarnos, en seguida comenzaron a venir y armamos una verdadera comunidad: “Ahora sí empieza a gustarme esta ciudad”, comenzó diciendo una vez quien ahora es nuestra cocinera, “cuando mis padres emigraron y nos dejaron, quedamos nosotros solos y no conocíamos a nadie. Pero desde que se abrió la Iglesia, empezamos a venir y conocer las demás familias y eso nos sacó de la depresión. Ahora somos amigos de los sacerdotes y de mucha gente. La Iglesia se ha convertido en una casa para nosotros”. “Mi padre, antes de emigrar dijo que si la Iglesia se abría, ellos pensaban que podían quedarse en este país”, decía tambien N. Y así, muchos testimonios de nuestra gente. Cada domingo al mediodía nos reunimos para celebrar la Eucaristía. Hace poco empezamos a sonar las campanas que callaron por más de 10 años. Sin embargo el desafío que enfrentamos aquí es doble: por un lado, acompañar estas familias de refugiados hasta que puedan emigrar a otros países, y por el otro, acoger las pequeñas inquietudes de la gente local curiosa por el cristianismo.
Ahora mi gran empeño es aprender de modo fluido el turco, la lengua local, sin la cual, la Iglesia no podrá implantarse ni crecer. Al mismo tiempo, acompañamos por las tardes, con la celebración de la Eucaristía, los estudiantes de África que con becas de estudios superiores viven en la ciudad. No puedo negar mi felicidad de estar aquí. Gracias a Dios, con los vecinos de casa, la relación es muy buena y en algún aspecto ellos han cuidado de la iglesia en su tiempo sin actividad. Paradójicamente, esta pequeña porción del mundo es reflejo de lo que sucede en todo el mundo. Convergen lenguas y culturas, pero también los dramas del mundo actual. Gracias al aporte generoso de Caritas Italiana, y de Caritas Europa, podemos ayudar a los que más necesitan. Sin embargo, todavía necesitamos encontrar apoyo para nuestra propia supervivencia. El Vicariato de Anatolia tiene serias dificultades económicas para sostener sus sacerdotes y religiosos, por eso parte de mi empeño es encontrar la ayuda necesaria que nos permita sostener la comunidad y por ende continuar con la Iglesia abierta, hoy para estas familias de refugiados, mañana tal vez para el pequeño grupo de cristianos que podrían venir de la misma Turquía. Así que ya saben, si tienen un momento en su oración, recen por todos nosotros, por las familias y por aquellos que acogiendo la llamada de Jesús, serán sus testigos en esta tierra que fue grande en sus santos y comunidades cristianas. Que el Señor los bendiga. Si alguna vez, se dan una vuelta por este lado del mundo, aquí estaremos.
Fr. Adrian E. LOZA, OFM Superior de la Comunidad DN OMP Turquía.
Rap misionero En el contexto del Mes Misionero Extraordinario les presentamos un rap que llega de la mano de Obras Misionales Pontificias España (OMP) en colaboración con Grilex y los chicos de Not From This World, dos conocidas formaciones artísticas del mundo rapero urbano. Con el concepto “Cadena de Bondades”, OMP pretende concientizar a la población acerca de la posibilidad de hacer de este un mundo mejor, y de que cada uno tiene un papel fundamental en la Misión. Cada pequeño gesto cuenta y con la colaboración de todos, la presencia de las misiones por todo el mundo es posible.
El videoclip: https://www.youtube.com/watch?v=AbE_81IpLoU
“No se puede hablar de vocación excluyendo la misión" "El Congreso fue, sin duda, un momento de verdadera conciencia del camino misionero de la Iglesia en Brasil y en el mundo". Así lo manifiestan, en su carta de compromiso, 235 seminaristas diocesanos y religiosos de 104 diócesis brasileñas, que participaron del III Congreso Nacional Misionero de Seminaristas 2019. Promovido por las Obras Misionales Pontificias y la Comisión Nacional COMISE (Conselho Missionário de Seminaristas), el Congreso tuvo como objetivo general, animar y mejorar la formación misionera de los futuros sacerdotes en Brasil, para que la misión sea verdaderamente el eje central de la formación y ayude a los seminaristas a adquirir un auténtico espíritu misionero. Ademas creen que fue un excelente espacio para reflexionar sobre la formación misionera de los futuros sacerdotes", los seminaristas subrayan: "Se nos animó a ser agentes activos en el proceso de conversión pastoral y a ayudar a la Iglesia a vivir la misión como una 'pasión por Jesús y, al mismo tiempo, una pasión por su pueblo' (EG 268) a lo largo de todo el proceso de formación, tanto como permanente".
Maternidad y paternidad espiritual del animador "Asumir la responsabilidad y el cuidado del otro es el don de la paternidad y maternidad espiritual que caracteriza al cristianismo como fe en el Dios Trinitario, que es el misterio de entregarse generando. El padre y la madre espirituales dan testimonio al hijo de la dimensión relacional de la fe, amplían el horizonte existencial de la persona y la conducen gradualmente a la 'medida de Cristo'".Así lo escribe la hna. Roberta Tremarelli, secretaria general de la Pontificia Obra de la Santa Infancia (POSI), en el editorial del segundo número del Boletín de la Obra. "La maternidad y la paternidad espiritual - continúa la hna. Roberta Tremarelli tienen lugar en el acompañamiento del camino de la vocación y de la santidad, y esta responsabilidad concierne también al animador misionero, llamado a inspirar y promover un crecimiento completo de la persona a través de la integración de la fe y de la vida. Al animador misionero de la Infancia y Adolescencia Misionera en su maternidad y paternidad espiritual se le pide que sea discípulo, maestro y testigo de Cristo, solo así podrá formar misioneros. Esta responsabilidad no es sólo hacia los niños y adolescentes, sino también hacia los padres, como nos recuerda el papa Francisco en Evangelii gaudium".
En los Evangelios, dentro de lo que se denomina “la vida pública de Jesús”, encontramos que el Señor le otorga a los discípulos ciertos poderes y encomiendas para salir a misionar. Fundamentalmente los envía para predicar el Evangelio y la presencia del Reino de Dios, y, además, les encomienda expulsar demonios y sanar enfermos. Desde luego que, dentro de lo que entendemos por Reino de Dios, gran parte de la actividad misionera está dedicada a los pobres y necesitados en todos los órdenes que ello implique.
Pero, hay que reconocer que el mandato explícito de Jesús a sus discípulos, está dirigido particularmente a los posesos y enfermos. De hecho, el ministerio que el Señor desplegó por todas las regiones por las que anduvo, se caracterizó por la atención y dedicación hacia los enfermos y poseídos. Si bien es necesaria la correcta interpretación respecto al significado y alcance de lo que es un endemoniado y enfermo, es claro que el mandato que Jesús nos hace a los que hoy nos reconocemos como sus discípulos, está orientado a trabajar con los sufrientes.
Precisamente la UEAM, tiene por centro de su actividad pastoral, a todas las personas que padecen sufrimiento físico, psíquico o espiritual. Entre los cuales reconocemos en la sociedad actual, a los/as ancianos/as, que experimentan en su vida presente, muy fuertemente el abandono y la desvinculación (difícilmente aceptada) de sus actividades anteriores. To d o s e l l o s , l o s a n c i a n o s , l o s enfermos adultos, jóvenes o niños, y los discapacitados, son las personas a quienes la UEAM dirige con predilección y cariño, su tarea pastoral. Es interesante y llamativo la doble tendencia de la acción pastoral de la UEAM: por un lado, buscar en el enfermo, una presencia contundente y real de Jesús sufriente; presencia misteriosa pero que se constata fuertemente en el sufriente que tiene el corazón abierto a la Misericordia de Dios. Por otro lado, la intención de despertar en el enfermo la conciencia misionera, ayudándolo a desarrollar la vocación de identificarse con Jesús que ofrece su vida por amor. Que bendita y gozosa tarea, aunque no exenta muchas veces de dolor humano, frente al padecimiento del sufriente, pero que, en los casos en que los enfermos se consagran al ofrecimiento de sus vidas por amor, se palpa realmente la bendición que sus entregas, alcanzan a todos los misioneros y misioneras de mundo entero. Es precisamente en el ofrecimiento por amor, donde los sufrientes se constituyen en Misioneros Activos, incorporándose a la corriente misteriosa de la Redención, que llega no solo a todos
los tiempos, sino actualmente a todas las regiones de la tierra, animando y sosteniendo espiritualmente toda la actividad misionera de la Iglesia. Poco a poco, en varios sitios de nuestro país, se van concretando actividades pastorales de la UEAM, en las que se entrelazan tareas afines de la Pastoral de la Salud y la Espiritualidad propia de la UEAM. Si bien todas las expresiones pastorales son igualmente significativas, en esta oportunidad destacamos la labor y dedicación de la Hna. Cristina Mondino (auxiliar parroquial de Argentina) en Angola, África. Nos escribió: “En Febrero iniciamos el Programa de Misiones en los distintos Centros Pastorales, Cada uno de ellos tiene 7 o 9 capillas. Con el equipo de jóvenes estuvimos 10 días en Calihengua, visitando cada Comunidad, especialmente enfermos y ancianos para animarlos a formar parte de la UEAM con su oración misionera. Realizamos encuentros y celebraciones comunitarias, vigilias de oración, talleres de cocina y salud, animándolos a la construcción de letrinas, recolección de las pilas, plantaciones de frutales, y construcción de botiquín casero con plantas de la zona”. Aunque en muchas situaciones, los sufrientes son los grandes olvidados, seguimos animando y sosteniendo con nuestra ayuda material y espiritual, todas las iniciativas que Dios va despertando entre los bautizados, en favor de ellos.
Lic. Alfredo Rodil Coordinador de la UEAM Unión de enfermos y ancianos misioneros
ueam@ompargentina.org.ar
P. Jairo Calderรณn Benavides, IMC.
Desde el Corazon en la Amazonia
¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven! (Lc. 10, 23)
La alegría de mi anhelo por la misión cada día se renueva, desde el oriente ecuatoriano específicamente en la provincia amazónica de Sucumbíos, un lugar lleno de vida y diversidad en donde el contacto con la naturaleza es pleno y vigoroso. Una muestra más de lo que hemos recibido de parte de Dios; una casa común. lugar en el que compartimos la existencia tal como lo expresa el papa Francisco “Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra (Pachamama), la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba. (LS. 1). Al recibir la noticia de mi destino, un misionero me dijo “Los pueblos originarios es lo que tú amas” frase que me llevó a pensar ¡cuán cierta era! ya que mi experiencia con los indígenas, hasta ese entonces había sido muy corta, sin embargo, lo tomé en serio y pensé ¿Qué necesito para ir a la amazonia? Y desde mis oraciones hasta hoy sigo diciendo a Pachayaya (Padre creador) Señor dame un espíritu de apertura, que mi corazón este siempre abierto a escuchar, observar, aprender, valorar y solo desde allí poder compartir lo que también con gozo he recibido de ti. Al llegar a estas tierras amazónicas y fronterizas donde el rio nos une, se puede comprender que las necesidades tanto pastorales como sociales son amplias. La evangelización llego al corazón y permanece con gran fuerza, pero también la organización fue un punto de partida; es así como se define esta Iglesia, aquella que camina con los dos pies: EVANGELIZACIÓN – ORGANIZACIÓN. Por eso al realizar una visita te encuentras con un “Orden del día” una forma de desarrollar la jornada en donde miembros de la comunidad cristiana y organizativa tienen participación esencial, este estilo permite ver que en la UNIDAD se puede llegar a acuerdos que favorezcan el desempeño desde la vida y la fe. .
Es así la forma en que logran caminar juntos, ser atendidos y defender sus derechos. Y es con este ejemplo que los misioneros de la Consolata logramos aprender a estar con ellos, pues hemos asumido como lema “ser, estar y caminar con”. Solo así podemos ofrecer un acompañamiento objetivo. Muchas veces nos preguntan ¡Pero! ¿qué hacen ustedes? La respuesta es acompañamos sus procesos de vidas, estamos con ellos, caminamos con ellos. Es por esto que el sínodo para la amazonia convocado por el papa Francisco, nos llena de esperanza al reconocer que estas tierras no son huérfanas, << Esta tierra tiene nombres, tiene rostros: los tiene a ustedes>>. (Saludo del SS Fco. en Puerto Maldonado 2017). Es un acontecimiento que nos tiene movidos al poder sentir que la Iglesia sigue apostando por la defensa de la vida de estos pueblos, hoy más que nunca amenazados y por lo tanto en riesgo de desaparecer, gracias a todas las ambiciones por explorar y dañar estas tierras a través de un progreso enmascarado, golpear todo un ecosistema que alimenta el mundo de diferentes formas y borrar de la historia toda una riqueza espiritual - ancestral que forma parte de la vida de estos pueblos. El sínodo, es una oportunidad de estar más unidos como Iglesia a favor de quienes habitan, cuidan y defienden estos territorios que son su hogar, a favor del caminar de una Iglesia con rostro propio, una Iglesia enteramente misionera que llega a todos y que redescubre la presencia de Dios hasta en lo más pequeño.
Cuando pisas la amazonia, tal vez tu mente esta llena solo de los contenidos de los libros de historia y geografía en los primeros pasos de la colonización, pero al llegar puede que el panorama sea otro. Por eso es importante dejarnos sorprender, solo así puedes comprender las riquezas que aún son resguardadas en las prácticas y creencias culturales de estas nacionalidades. Un mágico mundo fundamentado en la experiencia de vida de los mayores en el cual Pachayaya sigue siendo el centro. Un corazón misionero se deja encantar por lo que logra experimentar y solo así podrá disfrutar como Dios se hace presente entre ellos. Es por eso que cada vez que voy a visitarlos puede que lleve un objetivo o meta que alcanzar. Pero antes que nada voy con las expectativas a mil, porque en el camino, voy a ir encontrando personas que se alegran al verte, que te cuentan como han estado y qué preocupaciones sobrellevan, solo con el fin de ser escuchados y obtener consolación. Niños y niñas siempre sonrientes con curiosidad; Jóvenes con la expectativa de saber qué aprenderán o compartirán durante la visita, familias que te brindan lo que tienen con alegría y que esperan que vuelvas y que permanezcas. Este ha sido parte de mi desempeño ser y estar - amar y servir. Cada día con la expectativa de poder orientarlos, pero sobre todo de acompañarlos en sus procesos de vida y lucha.
Danmari Mujica Laica Misionera de la Consolata Venezolana en Ecuador.
“La vida en la Amazonía, entretejida por el agua, el territorio, y las identidades y espiritualidades de sus pueblos invita al diálogo y al aprendizaje de su diversidad biológica y cultural... Es el momento de escuchar la voz de la Amazonía y de responder como Iglesia profética y samaritana” ( Instrumentum laboris 43)
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